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1. Introducción
A tal efecto, en primer lugar se realizará un recuento de la posición que tiene el máximo
intérprete de la Constitución sobre el tema, para luego de ello exponer la evolución que ha
tenido la opinión del Poder Judicial sobre la materia. Posteriormente, expondremos
brevemente las razones por las que nos consideramos críticos de dicha opción, para
finalmente dar paso a las conclusiones correspondientes.
Don Juan José Fajardo Nizama fue condenado por el delito de omisión a la
asistencia familiar mediante sentencia de fecha 25 de mayo del 2012, a 3 años de
pena privativa de libertad. Sin embargo, dicha condena fue suspendida en su
ejecución por el mismo periodo de tiempo, exigiendo el pago de la reparación civil
(ascendente a S/ 3,750, pagaderas en 18 cuotas a partir de junio del 2012) y al
cumplimiento de reglas de conducta (concurrir cada 30 días al juzgado a justificar
sus actividades y firmar un libro de control).
A solicitud del Ministerio Público, se llevó a cabo con fecha 7 de agosto del 2013
una audiencia para revocar la suspensión de la pena, a cargo de la titular del
Cuarto Juzgado de Investigación Preparatoria de Tumbes. Finalmente, mediante
resolución N° 13 de la misma fecha, se adoptó dicha decisión, ordenando la
ubicación y captura de Fajardo Nizama.
El señor Fajardo Nizama presentó recurso de apelación contra la resolución N° 13,
pero fue declarada inadmisible por la Sala superior. Es contra dicha resolución que
Fajardo Nizama presentó una demanda de hábeas corpus, que dio paso, luego de
las instancias correspondientes, a que el máximo intérprete de la Constitución
declara infundada la misma, mediante resolución que es materia de análisis.
Lo que nos interesa analizar concretamente en esta resolución es el criterio adoptado por
el Tribunal Constitucional referido a la aplicación del artículo 59 del Código Penal.
Como se advierte, dicho artículo presupone previamente que el órgano jurisdiccional haya
suspendido la aplicación de una pena privativa de libertad y paralelamente haya
determinado la imposición de reglas de conducta para el caso concreto, a partir de las
previstas en el artículo 58° del Código Penal.1
Sobre la aplicación de este artículo, la sentencia bajo comentario señala que: “(…) el
Tribunal, en reiterada jurisprudencia, ha precisado que dicha norma no obliga al juez a
aplicar tales alternativas en forma sucesiva, sino que ante el incumplimiento de las reglas
de conducta impuestas, la suspensión de la ejecución de la pena pueda ser revocada sin
necesidad de que previamente sean aplicadas las dos primeras alternativas”.2 Es decir, no
es necesario que, ante el incumplimiento de las reglas de conducta en un caso de
suspensión de la pena privativa de libertad, el órgano jurisdiccional previamente amoneste
al condenado que incumplió con ello, o le prorrogue el plazo de suspensión de la pena,
sino que puede elegir directamente revocar la suspensión y ordenar el cumplimiento
efectivo de la pena, de acuerdo a su discrecionalidad y atendiendo a las circunstancias
del caso concreto.
Este es el criterio que será sometido a análisis en las páginas que siguen.
1
Artículo 58. Reglas de conducta
Al suspender la ejecución de la pena, el juez impone las siguientes reglas de conducta que sean aplicables al caso:
1. Prohibición de frecuentar determinados lugares;
2. Prohibición de ausentarse del lugar donde reside sin autorización del juez;
3. Comparecer mensualmente al juzgado, personal y obligatoriamente, para informar y justificar sus actividades;
4. Reparar los daños ocasionados por el delito o cumplir con su pago fraccionado, salvo cuando demuestre que está en
imposibilidad de hacerlo;
5. Prohibición de poseer objetos susceptibles de facilitar la realización de otro delito;
6. Obligación de someterse a un tratamiento de desintoxicación de drogas o alcohol;
7. Obligación de seguir tratamiento o programas laborales o educativos, organizados por la autoridad de ejecución penal o
institución competente; o,
8. Los demás deberes adecuados a la rehabilitación social del agente, siempre que no atenten contra la dignidad del
condenado.
2
STC. Exp. N° 04649-2014-PHC/TC, fundamento 3.
4. Análisis
4.1.1. Jurisprudencia
En ese sentido, el Tribunal Constitucional ha señalado que “(…) constituye una facultad
del juez determinar, de acuerdo a su criterio y las circunstancias del caso particular, las
acciones previstas en el artículo precitado (Art. 59).”3 Igualmente, afirma que “(…) es
facultad del juzgador optar por cualquiera de las tres alternativas después de efectuar el
estudio de caso por caso, y dependiendo del grado de renuencia del condenado a acatar
las normas de conducta impuestas, en virtud del principio de independencia de la función
jurisdiccional”.4
3
STC. Exp. N° 00926-2012-HC/TC, fundamento 3
4
STC. Exp. 02193-2005-HC/TC, fundamento 3.
5
STC. 01584-2012-HC/TC, fundamento 6; Exp. N° 00992-2009-HC/TC, fundamento 5.
La reparación civil impuesta en la sentencia condenatoria constituye una condición
de la ejecución de la sanción penal, cuyo incumplimiento faculta al juez penal a
que pueda ordenar la efectividad de la privación.6
Ahora bien, es importante advertir que este criterio constituye “doctrina jurisprudencial”, de
acuerdo a lo señalado en el artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional.9
6
STC 9613-2005-PHC/TC, fundamento 4; Exp. 1837-2011-HC/TC, fundamento 5.
7
STC Exp. N° 06307-2008-HC/TC, fundamento 5; Exp. N° 02825-2010-HC/TC, fundamento 3; Exp. N° 04897-2011-
HC/TC, fundamento 5.
8
STC. Exp. N° 02076-2009-HC/TC, fundamento 9.
9
Artículo Vl.- Control Difuso e Interpretación Constitucional
Cuando exista incompatibilidad entre una norma constitucional y otra de inferior jerarquía, el Juez debe preferir la
primera, siempre que ello sea relevante para resolver la controversia y no sea posible obtener una interpretación conforme
a la Constitución.
Los Jueces no pueden dejar de aplicar una norma cuya constitucionalidad haya sido confirmada en un proceso de
inconstitucionalidad o en un proceso de acción popular.
Los Jueces interpretan y aplican las leyes o toda norma con rango de ley y los reglamentos según los preceptos y
principios constitucionales, conforme a la interpretación de los mismos que resulte de las resoluciones dictadas por
el Tribunal Constitucional (resaltado nuestro).
Cuando exista incompatibilidad entre una norma constitucional y otra de inferior
jerarquía, el Juez debe preferir la primera, siempre que ello sea relevante para resolver la
controversia y no sea posible obtener una interpretación conforme a la Constitución.
Los Jueces no pueden dejar de aplicar una norma cuya constitucionalidad haya sido
confirmada en un proceso de inconstitucionalidad o en un proceso de acción popular.
Los Jueces interpretan y aplican las leyes o toda norma con rango de ley y los
reglamentos según los preceptos y principios constitucionales, conforme a la
interpretación de los mismos que resulte de las resoluciones dictadas por el
Tribunal Constitucional (resaltado nuestro).
Por ende, no queda duda que el criterio utilizado en la sentencia bajo comentario
-respecto a la aplicación del artículo 59°- es doctrina jurisprudencial, porque constituye un
criterio uniforme que se viene aplicando desde hace varios años atrás (existen sentencias
con dicho criterio desde el año 2004).
Con fecha 8 de setiembre del 2011, la presidencia del Poder Judicial publicó la “Circular
para la debida aplicación de la suspensión de la ejecución de la pena privativa de
libertad”, aprobada por Resolución Administrativa N° 321-2011-P-PJ.11 El fundamento
Quinto de dicha circular señala expresamente lo siguiente:
10
INDACOCHEA PREVOST, Úrsula. La doctrina jurisprudencial y el precedente constitucional vinculante: una
aproximación a la jurisprudencia constitucional desde la teoría de las fuentes del derecho. Pág. 317. En: THEMIS-Revista
de Derecho N° 67, 2015.
11
Las circulares emitidas por la Presidencia del Poder Judicial, al amparo de los artículos 73 y 76 del Texto Único
Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial, establecen criterios para interpretar diversas normas jurídicas. Sin
embargo, estas circulares solo han sido emitidas entre los años 2011 y 2013. Para mayor información, ver en:
https://www.pj.gob.pe/wps/wcm/connect/CorteSuprema/s_cortes_suprema_home/as_poder_judicial/as_corte_suprema/as
_presidencia/as_Resoluciones_Circulares_de_Presidencia/ (consultado el 19 de enero del 2017).
Como se advierte, esta circular propone una aplicación distinta del artículo 59° del Código
Penal a la establecida por la jurisprudencia del Tribunal Constitucional; en el sentido de
que, ante el incumplimiento de las reglas de conducta en un caso de pena suspendida, el
juez aplicará de manera sucesiva las medidas de amonestación, prórroga del plazo de
suspensión y, luego de todo ello, la revocatoria de la suspensión y, por ende, la aplicación
de la pena efectiva. Asimismo, señala expresamente que las medidas previstas en el
artículo 59 son sanciones, que responden al incumplimiento de las reglas de conducta por
parte del condenado.
Artículo 4° PRECISAR que el Juez debe cuidar la debida aplicación tanto de los alcances
de las reglas de conducta y del periodo de prueba, como de los criterios legalmente
fijados para la revocación del régimen de suspensión de ejecución de la pena privativa
de libertad.
Cabe precisar que esta sentencia casatoria se emitió excepcionalmente, al plantearse una
errónea interpretación del artículo 59° del Código Penal, y con el fin de desarrollar
doctrina jurisprudencial:
12
ARTÍCULO 5°.- TRANSCRIBIR la presente Resolución-Circular a las Salas Penales de la Corte Suprema de Justicia
de la República, las Corte Superiores de Justicia del Perú, la Sala Penal Nacional, la Fiscalía de la Nación y del Centro
de Investigaciones Judiciales.
medidas de amonestación, prórroga del plazo y, por último, la revocatoria de la
suspensión y la aplicación de la pena efectiva, previstas en el artículo 59° del
Código Penal. En ese sentido, la Sala Superior utilizó los criterios establecidos en
la mencionada “Circular para la debida aplicación de la suspensión de la ejecución
de la pena privativa de libertad”, aprobada mediante Resolución Administrativa N°
321-2011-P-PJ.
Luego de evaluar los diversos pronunciamientos, tanto del Tribunal Constitucional como
de la Corte Suprema sobre la aplicación del artículo 59° del Código Penal, a continuación
emitiremos una opinión sobre el mismo, que pretende ir más allá de la decisión adoptaba
sobre el tema.
En primer lugar, es necesario partir del hecho que existe una posición uniforme: la
amonestación, la prórroga del plazo de suspensión de pena, así como la revocatoria de la
suspensión y la aplicación de la pena efectiva son medidas que se imponen de acuerdo al
caso concreto y de forma indistinta, según la evaluación que realice el juez sobre las
circunstancias particulares. Inclusive, en la Casación 656-2014-ICA se señala que esta
forma de interpretación la aplicación del artículo 59° del Código Penal se infiere de su
propio tenor literal:
Dicho argumento, sin duda, es persuasivo y sencillo: la propia norma señala que la
aplicación dependerá, según los casos. No obstante, consideramos que no es la única
interpretación posible, e inclusive podemos afirmar que no es la más adecuada desde un
punto de vista constitucional.
De tal forma que, existe una base constitucional para la aplicación de la suspensión de la
pena privativa de libertad: evitar los efectos perniciosos que conlleva la privación de
libertad en casos de mínima gravedad, atendiendo al principio constitucional de
resocialización. En otros términos, a través de la suspensión de la ejecución de la pena –o
también conocida como condena condicional- se busca evitar la carcelería efectiva de
personas que podrían resocializarse a través del cumplimiento de algunas reglas
conductuales,13 por lo que esta figura se fundamentaría en fines preventivo-especiales. 14
Sobre este punto, el profesor HURTADO POZO señala lo siguiente:
13
ARMAZA GALDÓS. Julio. Suspensión del cumplimiento de la pena privativa de libertad de corta duración. Pág. 145.
En: Anuario de Derecho Penal 2009. La reforma del Derecho Penal y del Derecho Procesal Penal en el Perú. Disponible
en: http://perso.unifr.ch/derechopenal/assets/files/anuario/an_2009_07.pdf (consultado el 20 de enero del 2017).
14
En contra se encuentra ARMAZA GALDÓS, para quien dicha figura es positiva en la medida que limita el poder
punitivo del Estado. Ver en: ARMAZA GALDÓS, Julio. Suspensión del cumplimiento de la pena privativa de libertad de
corta duración. Págs. 148-149. En: Anuario de Derecho Penal 2009. La reforma del Derecho Penal y del Derecho Procesal
Penal en el Perú. Disponible en: http://perso.unifr.ch/derechopenal/assets/files/anuario/an_2009_07.pdf (consultado el 20
de enero del 2017).
15
HURTADO POZO, José. Suspensión de la ejecución de la pena y reserva del fallo. Pág. 1. Disponible en:
https://www.unifr.ch/ddp1/derechopenal/anuario/an_1997_10.pdf (consultado el 20 de enero del 2017).
aplicados en Francia y Bélgica, así como en la probation norteamericana e inglesa;16
mientras que en el Perú dicha figura fue incluida por primera vez en el proyecto de Código
nacional en 1916, regulándose posteriormente en el Código Penal de 1924 y en el
vigente.17
Ahora bien, como se señaló, la suspensión de la ejecución de la pena solo opera cuando
se cumplen los siguientes requisitos, de acuerdo al artículo 57 del Código Penal: 1) que la
condena se refiera a pena privativa de libertad no mayor de cuatro años; 2) que la
naturaleza, modalidad del hecho punible, comportamiento procesal y la personalidad del
agente, permitan inferir al juez que aquel no volverá a cometer un nuevo delito; es decir,
un pronóstico favorable sobre la conducta futura del condenado, y; 3) que el agente no
tenga la condición de reincidente o habitual.
Como se advierte, el Código Penal señala expresamente en qué casos puede proceder la
suspensión de la ejecución de la pena que, como se aprecia, atiende a situaciones de
mínima gravedad, en la que además se complementa con una evaluación del buen
comportamiento futuro del condenado. Finalmente, para garantizar que el proceso de
resocialización se concretice efectivamente, el condenado debe cumplir las reglas de
conducta que imponga el juez, a partir de las previstas en el artículo 58 del Código
Penal.19
16
HURTADO POZO, José y PRADO SALDARRIAGA, Víctor. Manual de Derecho Penal. Parte General. Tomo II. 4°
Edición. IDEMSA. Pág. 362.
17
Para mayor información sobre el proceso histórico se recomienda revisar: ARMAZA GALDÓS. Julio. Suspensión del
cumplimiento de la pena privativa de libertad de corta duración. Págs. 142-146. En: Anuario de Derecho Penal 2009. La
reforma del Derecho Penal y del Derecho Procesal Penal en el Perú. Disponible en:
http://perso.unifr.ch/derechopenal/assets/files/anuario/an_2009_07.pdf (consultado el 20 de enero del 2017).
18
“(…) La suspensión de la ejecución de la pena es inaplicable a los funcionarios o servidores públicos condenados por
cualquiera de los delitos dolosos previstos en los artículos 384 y 387”.
19
Artículo 58. Reglas de conducta
Al suspender la ejecución de la pena, el juez impone las siguientes reglas de conducta que sean aplicables al caso:
1. Prohibición de frecuentar determinados lugares;
2. Prohibición de ausentarse del lugar donde reside sin autorización del juez;
3. Comparecer mensualmente al juzgado, personal y obligatoriamente, para informar y justificar sus actividades;
4. Reparar los daños ocasionados por el delito o cumplir con su pago fraccionado, salvo cuando demuestre que está en
imposibilidad de hacerlo;
5. Prohibición de poseer objetos susceptibles de facilitar la realización de otro delito;
6. Obligación de someterse a un tratamiento de desintoxicación de drogas o alcohol;
7. Obligación de seguir tratamiento o programas laborales o educativos, organizados por la autoridad de ejecución penal o
institución competente; o,
8. Los demás deberes adecuados a la rehabilitación social del agente, siempre que no atenten contra la dignidad del
condenado.
la Corte Suprema de Justicia- NO es la interpretación más adecuada, por las siguientes
razones:
La amonestación del infractor, que debe ser expresada de manera formal y clara
para que tenga el efecto de intimar al condenado a cumplir con los deberes que se
le han impuesto.
La prórroga del plazo de prueba, que tiene la finalidad de modificar el primer plazo
en base a un mejor conocimiento de la personalidad del agente -en la medida que
ha demostrado rebeldía al incumplir las reglas de conducta-, y con el fin de darle
una nueva oportunidad para que colabore con su reinserción.
Únicamente en el caso del artículo 60° del Código Penal es que se reconoce la
revocación directa del régimen de suspensión de la ejecución de la pena: cuando el
condenado es nuevamente reprimido con pena privativa de libertad superior a 3 años, por
un delito doloso realizado dentro del periodo de prueba, en cuyo caso el efecto de la
revocatoria implica el cumplimiento total, acumulado y continuo de la pena inicialmente
suspendida y de la correspondiente al segundo hecho punible.21
20
HURTADO POZO, José y PRADO SALDARRIAGA, Víctor. Manual de Derecho Penal. Parte General. Tomo II. 4°
Edición. IDEMSA. Págs. 366 y 367.
21
HURTADO POZO, José y PRADO SALDARRIAGA, Víctor. Manual de Derecho Penal. Parte General. Tomo II. 4°
Edición. IDEMSA. Pág. 367.
Otro argumento en contra de la postura adoptada por el Tribunal Constitucional y el Poder
Judicial es que la respuesta que se brinde al tema no solo debe basarse literalmente en lo
señalado por el artículo 59° del Código Penal. Al respecto, el artículo 61° del mismo
cuerpo normativo establece que “la condena se considera como no pronunciada si
transcurre el plazo de prueba sin que el condenado cometa nuevo delito doloso, ni
infrinja de manera persistente y obstinada las reglas de conducta establecidas en la
sentencia” (resaltado nuestro).
Más allá que existan discrepancias en considerar si la condena se debe entender como
no pronunciada o más bien extinguida,22 lo interesante de este artículo es que da a
entender, a partir de una interpretación a contrario sensu, que los fines de la suspensión
de la ejecución de la pena surten efectos aunque el condenado infrinja las reglas de
conducta. Solo cuando el condenado cometa delito doloso o infrinja de manera
persistente u obstinada las reglas de conducta es que la condena se entiende
efectiva. Como se advierte, es una cuestión de grado o nivel claramente diferenciable.
En ese sentido, mal se podría entender que el mínimo incumplimiento de una regla de
conducta, a partir de una evaluación que realice el juez, pueda desencadenar de manera
directa la suspensión de la ejecución de la pena y, por ende, su aplicación inmediata –tal
como lo señala el Tribunal Constitucional y la Corte Suprema-. Esta interpretación no
resulta conforme al sentido del artículo 61°, que establece más bien que los efectos de la
suspensión de la pena se configuran inclusive en casos en los que existen
incumplimientos a las reglas de conducta. Reiteramos, nuevamente, que solo en los
casos en los que el incumplimiento llegue a ser persistente y obstinado (cuya
interpretación literal sería de constante y perseverante) 23 es que se debe concluir en el
fracaso del régimen de suspensión de ejecución de la pena.
5. Conclusiones
22
HURTADO POZO, José y PRADO SALDARRIAGA, Víctor. Manual de Derecho Penal. Parte General. Tomo II. 4°
Edición. IDEMSA. Pág. 367.
23
Ver en: http://www.rae.es/ (consultado el 20 de enero del 2017).
El Tribunal Constitucional considera que la aplicación debe de darse de acuerdo al
caso concreto y no debe existir ningún tipo de correlatividad. De hecho, este
criterio es uniforme y constante –que se expone en la sentencia recaída en el Exp.
N° 04649-2014-HC/TC bajo análisis-, por lo que califica de doctrina jurisprudencial,
en los términos del artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional.