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Al iniciar el estudio del Derecho Procesal podría ensayarse, como habitualmente se ha hecho,
una presentación del pensamiento de todos los procesalistas sobre el concepto de proceso
jurisdiccional, acerca de su objeto y de su finalidad. Sin embargo, nos parece más adecuado a
una etapa introductoria como la que iniciamos limitar tal presentación a aquellas concepciones
de mayor difusión y recepción actual en nuestro país.
Por tal motivo expondremos a continuación, las construcciones que sobre el concepto, el objeto
y la finalidad del proceso jurisdiccional basadas en las ideas de sus antecesores y
contemporáneos nacionales y extranjeros.
NOCIONES:
Empírica:
Proceso es la actividad cumplida por un conjunto de sujetos de derecho con arreglo a ciertas
formas más o menos rígidas destinadas a alcanzar un determinado resultado.
Científica:
El proceso es definido usualmente como una serie o un conjunto de actos a los que se atribuye
una determinada finalidad.
GUASP: Proceso es la institución jurídica que tiene por objeto la satisfacción de pretensiones.
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simplemente el de interesados. Personas desinteresadas son en número y en
condiciones variables, como el juez, árbitros, etc.
1. OBJETO
2. SUJETO
3. NORMA JURIDICA
4. SITUACION JURIDICA
5. ACTO JURIDICO
6. ESTRUCTURA PROCESAL
7. FUNCIONES PROCESALES
Según Tarigo, los elementos fundamentales del proceso son los sujetos que lo cumplen o
realizan, el objeto o materia a que el proceso se refiere y la actividad, esto es, el conjunto de
los actos que se cumplen en el proceso.
En cuanto a las NORMAS JURIDICAS, Cardinal lo resume en que si no hay poder público, no
hay actuación procesal. El acto procesal es aquella especie de acto jurídico que se realiza en el
proceso en forma voluntaria y que está destinado a producir determinados efectos jurídico-
procesales.
Las SITUACIONES JURIDICAS procesales son las distintas situaciones en que se encuentran
los sujetos del proceso con respecto a las normas jurídicas procesales, aunque es frecuente
que se hable de situación jurídica para calificar tanto a la situación misma, a la posición del
sujeto frente a la norma como al contenido de esa situación.
El acto procesal es aquella especie de ACTO JURÍDICO que se realiza en el proceso en forma
voluntaria y que está destinado a producir determinados efectos jurídico-procesales.
Las FUNCIONES PROCESALES, justifican la propia existencia del proceso y orienta a la forma
de los actos como a la propia estructura. Hay dos tipos de funciones: SATISFACTIVA, que
atiende a eliminar la insatisfacción jurídica. Se agota con la mera declaración del demandado; y
la función CAUTELAR, que asegura el cumplimiento de lo obtenido.
Analizando este concepto ARLAS nos dice que el proceso es, en primer término, un "conjunto
de actos" y que con esta expresión hace referencia a actos jurídicos, que son aquellos actos
realizados por los sujetos de derecho creando, extinguiendo o modificando situaciones
jurídicas.
Añade luego que ese conjunto de actos está caracterizado por una "unidad de estructura";
unidad de estructura que se logra a través de la "forma" que en cada caso concreto asume el
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proceso y que puede ser aquella forma que se denomina "proceso ordinario" o la que se llama
"proceso extraordinario" o "proceso monitorio", etc.
Agrega asimismo que ese conjunto de actos también está caracterizado por una "unidad de
fin", en cuanto esos actos están "dirigidos a la formación o a la aplicación de mandatos
jurídicos". La formación de mandatos jurídicos es la finalidad que caracteriza a los llamados
"procesos de conocimiento" (el juez sentencia que B deberá pagar a, A una suma de dinero).
Concluye ARLAS el análisis del concepto de proceso jurisdiccional que presenta señalando que
la manera como se logra la finalidad es a través de "la colaboración de las personas
interesadas con una o más personas desinteresadas”. Esto último significa que para obtener el
resultado, la tarea la realizan por un lado las partes o gestores y, por el otro, un tercero
imparcial que es el tribunal (acompañado por otros sujetos también imparciales, que serían el
Ministerio Público cuando actúa como tercero, los testigos, los peritos, etc.).
Esta última -la insatisfacción jurídica- es la insatisfacción producida en el sujeto que considera
que sufre un perjuicio. Pero ese perjuicio no puede ser de cualquier clase, sino solamente
aquel que se evitaría si "el ser", esto es la realidad, se adaptara al "deber ser" que establece el
Derecho positivo. Ese perjuicio al que refiere la insatisfacción jurídica puede darse, en primer
lugar, porque para el actor o gestor hay una ausencia de certeza oficial sobre la existencia de
ciertos hechos y sobre la existencia de ciertas normas que los contemplan; ausencia de certeza
que impide que se haga efectiva la consecuencia prevista en tales normas.
En este caso, para eliminar la insatisfacción jurídica solamente se pide por el actor o gestor una
declaración oficial que indique que al existir tales hechos y tales normas debe darse la
consecuencia prevista en estas últimas. Al actor le basta con dicha declaración y no necesita
nada más para eliminar su insatisfacción.
Pero la insatisfacción jurídica puede darse, en segundo lugar, porque además de esa ausencia
de certeza oficial para el actor existe una falta una adecuación de la voluntad de la otra parte al
"deber ser". En este segundo caso, además de aquella declaración que otorga una certeza
oficial se requiere un acto que fuerce la voluntad de quien no la adecua a lo que el Derecho
impone.
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imparcial significa que los intereses específicos del objeto de determinado proceso, son ajenos
a los intereses que detenta ese sujeto con jurisdicción (el tribunal).
Finalmente, BARRIOS DE ANGELIS expresa que para que exista jurisdicción toda esa
actividad debe desarrollarse mediante un "método contradictorio", esto es, mediante un
procedimiento contradictorio. Con estas alude a que el procedimiento -cuando es jurisdiccional-
se organiza en forma tal que las manifestaciones del interesado y del tribunal pueden ser
contradichas. Esto implica, tanto en los procesos contenciosos como en los voluntarios, la
posibilidad de que el tribunal controle al interesado y que este controle –fundamentalmente
mediante los recursos- al tribunal y, además pero ahora sólo en los procesos contenciosos,
implica la posibilidad de que una parte pueda contradecir las manifestaciones de la otra.
Según el proceso tenga o no como objeto una contienda o litigio, estaremos en presencia de un
proceso contencioso o de un proceso voluntario. La presencia o la ausencia del litigio o
contienda determina la distinción entre proceso contencioso y voluntario
Litigio consiste en un conflicto intersubjetivo de intereses, calificado por una pretensión resistida
o insatisfecha que se plantea ante el juez o tribunal y que este debe resolver. La presencia del
litigio configura al proceso contencioso y su ausencia configura el voluntario.
Para ARLAS objeto es o bien un litigio o bien un simple interés para cuya protección es
necesario el proceso jurisdiccional. El primero es el objeto propio del proceso " contencioso", el
segundo el objeto del proceso "voluntario". Para describir el objeto del proceso contencioso,
esto es el "litigio", ARLAS recurre nuevamente a CARNELUTTI: litigio sería "el conflicto
intersubjetivo de intereses, calificado por una pretensión resistida o insatisfecha, sometido a
resolución del juez". El conflicto de intereses debe ser intersubjetivo -entre distintos sujetos- y
no un conflicto de intereses planteado en el interior de un mismo sujeto
Además, tal conflicto deberá estar calificado por la existencia de una "pretensión" pretensión
que tiene que ser resistida por el otro sujeto con quien se plantea el conflicto, o, en ciertos
casos, aunque no sea resistida tal pretensión debe ser al menos insatisfecha, como acontece
cuando ese otro sujeto, aún sin resistir la pretensión, simplemente no la satisface.
Señala por último ARLAS que para que exista litigio la pretensión no sólo debe formularse ante
la otra parte sino que debe plantearse ante el juez. Si así no se hiciera no estaríamos ante un
litigio "jurídico" sino simplemente frente a un litigio "sociológico".
En cuanto al objeto del proceso voluntario, ARLAS no define explícitamente el "simple interés
para cuya protección es necesario el proceso"; pero fácilmente puede llegarse a la conclusión
que con esta expresión se hace referencia al interés de un sujeto que no puede hacerse
efectivo si, previamente y a través de un proceso, un tribunal no lo acepta como legítimo.
Señala BARRIOS DE ANGELIS que si se descarta la acepción de "objeto" que lo identifica con
"finalidad", puede definirse al objeto como "aquello que se encuentra sometido a la actividad o
eficacia de otra cosa".
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va a ser tratado, afectado o modificado, en alguna forma, en un proceso jurisdiccional? Pues un
problema planteado por el interesado o en ocasiones asumido directamente por el tribunal;
problema consistente en una insatisfacción jurídica debida solamente a una falta de certeza
oficial o debida, además, a una falta de adecuación de la voluntad de otro sujeto.
En otras palabras, desde antes de que se inicie cualquier proceso el Derecho ya ha indicado
cual interés está protegido y cual no; de dónde ni para el Derecho ni para quien lo aplica puede
haber conflictos de intereses a resolver. Se trataría tan solo de declarar como es que el
Derecho ya resolvió, desde antes de que se inicie el proceso, qué interés tiene que prevalecer.
La finalidad del proceso consiste en aquello que con el mismo se persigue; siendo bueno
aclarar que no consiste en lo que una persona concreta podría perseguir al intervenir en un
determinado proceso, que puede no coincidir exactamente con la finalidad que el Derecho
asigna al proceso en general, sino en lo que según el Derecho --con independencia de las
motivaciones reales de los sujetos- se persigue (se debería perseguir) al iniciar un proceso.
NATURALEZA JURIDICA:
La determinación de la naturaleza jurídica del proceso, esto es, la determinación de que cosa
es el proceso, ha tenido diversas respuestas que se delimitan de la siguiente manera:
Teoría del Contrato: es la primera respuesta dada a la naturaleza jurídica del proceso.
Se inspira en el antiguo Derecho Romano y entiende que el proceso no es sino un
contrato en el que el actor y el demandado se ponen de acuerdo para someter su
diferendo a la resolución del magistrado. Esta concepción deja sin explicar un elemento
esencial del proceso, que es la autoridad del tribunal.
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opuestos: la satisfacción en contra de la insatisfacción y la parcialidad contra la
imparcialidad.
CONCEPTO.-
Para Abal el Derecho Procesal es el conjunto formado por las normas (generales e
individuales, abstractas y concretas) que regulan el proceso jurisdiccional.
Debe anotarse que es muy discutida la inclusión de cierta clase de normas dentro del ámbito
del Derecho Procesal. En primer lugar el problema se plantea con aquellas normas que regulan
la actuación del Estado como tribunal, y con aquellas normas que regulan la actuación del
Estado como actor o tercero.
Según Tarigo, el Derecho Procesal puede definirse como aquel sector del derecho objetivo que
regula el proceso, o según GUASP, que regula los requisitos, el desarrollo y los efectos del
proceso. El proceso (Sucesión de actos coordinados…) es el objeto o materia del Derecho
Procesal.
Para Cardinal, el Derecho Procesal es el conjunto de normas que regulan el proceso y todas
las categorías del mismo ya sean para su efectivo desenvolvimiento, ya sea para asegurar la
tutela efectiva de los derechos. El Derecho Procesal no es el conjunto de normas que regula el
trámite; el Derecho Procesal es el conjunto de normas que regula todo lo necesario para el
cumplimiento de la tutela efectiva jurisdiccional de los derechos. Las categorías no son objeto
del derecho. Son las categorías en relación al proceso. Según Guasp, no es derecho
procedimental.
DERECHO PROCESAL
DERECHO AL
PROCESO
Siguiendo a Tarigo, aunque el Derecho Procesal se integra con todas aquellas normas jurídicas
que disciplinan el proceso, es fácil percibir dentro de ese conjunto de normas dos sectores bien
diferenciados: aquel que regula la organización judicial, denominado Derecho Procesal
Orgánico, y aquel que se refiere específicamente al desarrollo mismo del proceso, y que
podemos calificar como estrictamente Procesal o Derecho Procedimental.
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determinados objetos, es decir, que sean objeto de revisión. (Legitimación y Cosa Juzgada –
Derecho al Proceso: “Nemu Juridictio sine actio”: no hay jurisdicción sin acción o no hay juez
sin actor).
LA NORMA PROCESAL
La norma jurídica procesal, según Carnelutti, es aquel mandato jurídico general y abstracto que
tiene como finalidad regular el proceso. Como toda norma jurídica se compone de un supuesto
de hecho (si tal cosa es) y de un mandato, (debe ser tal otra cosa). Sus caracteres coinciden
con los caracteres del Derecho Procesal.
Introducción.
Siguiendo a Abal y Tarigo, habitualmente se suele decir que caracterizan especialmente al
Derecho Procesal la instrumentalidad, la publicidad, la autonomía y la unidad.
1. LA INSTRUMENTALIDAD: Constituye según Abal, sin duda una peculiaridad del Derecho
Procesal frente a otras ramas del Derecho positivo el ser "instrumental" (o "formal" o "adjetivo");
lo cual consiste en estar integrado por normas que regulan el proceso jurisdiccional, y tener
esta razón de ser solamente como instrumento para asegurar la efectividad de los llamados
Derechos "materiales" o "sustantivos".
Para comprender mejor la idea debe tenerse presente que si bien teóricamente es concebible
la existencia de un Derecho Civil o Comercial o Laboral, etc., sin que exista un Derecho
Procesal, no es en cambio posible concebir la existencia de un Derecho Procesal sin que exista
un Derecho Civil o Comercial o Laboral, etc.
El Derecho Procesal supone pues, necesariamente, la existencia simultánea de otras ramas del
Derecho positivo, frente a las que el mismo es un instrumento destinado a hacerlas efectivas en
el caso que sus correspondientes contenidos normativos no fueran respetados.
Es precisamente por este carácter instrumental que el Derecho Procesal fue considerado y
tratado durante mucho tiempo como una especie de apéndice de las demás ramas del Derecho
(al punto que aún todavía encontramos numerosas normas de naturaleza procesal
incorporadas a los códigos y leyes civiles, comerciales, laborales, etc.).
Tarigo, afirma que el Derecho Procesal es instrumental en el sentido de que está constituido
por normas jurídicas que establecen los medios para solucionar los litigios o para amparar
aquellos intereses que requieran la forma del proceso. El Derecho Procesal, derecho
instrumental o también llamado formal, establece las normas para que el tribunal resuelva el
litigio o contienda, cuando el conflicto de intereses adquirió ese carácter, o para que proteja los
intereses, cuando el único medio para hacerlo es la vía del proceso.
Según Cardinal la instrumentalidad está al servicio del derecho sustantivo. El que hace eficaz al
derecho. Es el que otorga la garantía de eficacia. No supone que el fin este privilegiado y que
no importan los medios. Al respecto es menester los artículos 14 del CGP y 18 de la
Constitución.
Para interpretar la norma procesal, el tribunal deberá tener en cuenta que el fin del proceso es
la efectividad de los derechos sustanciales.
En caso de duda se deberá recurrir a las normas generales teniendo presente los principios
generales de derecho y especiales del proceso y la necesidad de preservar las garantías
constitucionales del debido proceso y de la defensa en el mismo.
Artículo 18 Constitución:- Las leyes fijarán el orden y las formalidades de los juicios.
2. LA PUBLICIDAD. Siguiendo a Abal y a Tarigo, y dando por supuesto que existe un criterio
que claramente permita la distinción entre el Derecho Público y el Derecho Privado, lo cual ha
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sido negado por muy buena parte de la doctrina, es prácticamente unánime la conclusión de
que el Derecho Procesal integra el Derecho Público: La regulación de la intervención del
Estado en el proceso, más la circunstancia de que el Derecho Procesal no se ocuparía
directamente de regular los intereses de los particulares sino los intereses generales de la
comunidad, a lo que se añadiría la general inderogabilidad de sus disposiciones por voluntad
de los particulares (el que sus disposiciones sean normalmente "de orden público"; esto es, no
disponibles), serían en todo caso los factores determinantes de dicho carácter público.
Los sujetos del proceso no pueden acordar, por anticipado, dejar sin efecto las normas
procesales, salvo en el proceso arbitral.
… Pero las partes, expresamente y de común acuerdo, podrán suspender el curso de los
plazos de modo previo o durante su desarrollo, por el tiempo que estimen conveniente…
Cardinal, coincidiendo con Tarigo, establece en cuanto al carácter público de las normas de
Derecho Procesal, la coercibilidad del estado. Se está en la situación jurídica constante de
situación de deber. Recalca también la indisponibilidad de la norma y con esto se reduce la
esfera de la autonomía de la voluntad.
3. LA AUTONOMÍA: Hasta mediados del siglo XIX se consideraba al Derecho Procesal apenas
como un apéndice de las dos grandes ramas históricas del Derecho positivo: el Derecho Civil y
el Derecho Penal.
Cardinal afirma que es autónomo porque tiene principios propios al proceso. Tarigo, afirma que
la autonomía del Derecho Procesal, tiene su más clara expresión con la independencia del
derecho de acción con referencia al derecho subjetivo sustancial que se afirma o se pretende
tener.
4. LA UNIDAD: Pero el Derecho Procesal no sólo se puede caracterizar por ser público,
instrumental y autónomo, también lo caracteriza su unidad: no hay muchos derechos
procesales, existe un único Derecho Procesal.
Esta unidad del Derecho Procesal ha demorado en ser reconocida aún más que la recién
analizada autonomía, al punto de que todavía es discutida (especialmente por algunos
penalistas y, ya menos, ciertos laboralistas).
Esta unidad es la que permite que las instituciones, los conceptos y los principios especiales
del Derecho Procesal sean aplicables a todos los procesos; sin perjuicio de las especialidades
que, excepcionalmente y en atención al Derecho sustantivo en juego, puedan tener algunos de
esos procesos.
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LAS FUENTES DEL DERECHO PROCESAL URUGUAYO
ESQUEMA:
FUENTES FORMALES.-
1. Constitución.
2. Ley.
3. Determinadas Acordadas de la SCJ.
4. Costumbre con la remisión de la Ley.
2 Elementos:
a. Usus Inveteratus.-
b. Opinio Iure.
Queda relegada a la costumbre que establece una norma jurídica, no a la costumbre que
establece un concepto.-
CONCEPTO
"Fuente formal de validez" es el procedimiento a través del cual se crean normas jurídicas,
existiendo tantas fuentes formales de validez del Derecho como procedimientos hábiles para
crearlo admita un Derecho positivo. Ello debería llevamos a precisar el concepto que a este
efecto tenemos de "norma jurídica procesal"; lo cual será no sólo la norma que regula el
proceso jurisdiccional en forma general y abstracta, sino también el que lo regula en forma
individual y concreta, general y concreta e individual y abstracta.
CONSTITUCION.-
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y bien, es suficiente con una rápida revisión de la actual Carta Constitucional para advertir que
en la misma se encuentran muchas normas, originadas en buena parte ya en 1830 (aunque
otras nacen de sucesivas reformas constitucionales), que integran en la actualidad el Derecho
Procesal nacional.
La primera clase está integrada por aquellas disposiciones que enuncian reglas que se aplican
a las conductas reguladas por todas las ramas del Derecho Positivo y, por lo tanto, también a
las conductas reguladas por el Derecho Procesal. Nos referimos a disposiciones como la que
establece el derecho a la igualdad (art. 8) o la que consagra la libertad como principio (art. 10),
etc. Estas son llamadas por Tarigo “normas que refieren a la organización judicial”.-
Artículo 8º Constitución.- Todas las personas son iguales ante la ley, no reconociéndose otra
distinción entre ellas sino la de los talentos o las virtudes.
Artículo 10 Constitución.- Las acciones privadas de las personas que de ningún modo atacan el
orden público ni perjudican a un tercero, están exentas de la autoridad de los magistrados.
Ningún habitante de la República será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo
que ella no prohíbe.
La segunda clase está conformada por las normas de contenido específicamente procesal;
normas que en muchos casos, al no sentar estrictamente las bases del estado, podrían haber
sido establecidas por ley pero que, pese a ello, a menudo han sido incluidas en la Constitución,
con la específica intención de evitar que el legislador se aparte de ellas. Dentro de esta
segunda categoría de disposiciones constitucionales hallamos algunas que indudablemente
pertenecen al Derecho Procesal. Son normas que indudablemente pertenecen al Derecho
Procesal todas aquellas que directamente regulan el proceso, como la que establece que no es
posible aplicar una sanción penal antes de concluido un proceso jurisdiccional tramitado con
todas las garantías que se estiman pertinentes (regla con la que, entre otras cosas, se excluye
la posibilidad de que una ley admita en esta materia el dictado de sentencias provisionales de
condena: art. 12); o la que sienta la prohibición de tramitar un proceso penal contra un
imputado que no se encuentre presente (art. 21); o aquella que impone la necesidad de intentar
la conciliación ante un Juez de Paz antes de iniciar un proceso contencioso civil (art. 255); etc.
Estas últimas son llamadas por Tarigo, “normas que regulan el proceso, la actividad procesal
propiamente dicha”.
Artículo 332 Constitución.- Los preceptos de la presente Constitución que reconocen derechos
a los individuos, así como los que atribuyen facultades e imponen deberes a las autoridades
públicas, no dejarán de aplicarse por falta de la reglamentación respectiva, sino que ésta será
suplida, recurriendo a los fundamentos de leyes análogas, a los principios generales de
derecho y a las doctrinas generalmente admitidas.
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Si bien en un plano puramente teórico el único procedimiento válido para crear normas
procesales podría ser el que crea las normas constitucionales y que recién hemos analizado,
como es natural nuestra Constitución establece una remisión al procedimiento de creación de
normas legales a efectos de que, a través del mismo, se complementen las normas procesales
que ella misma establece.
De dichas disposiciones constitucionales resulta que luego del procedimiento previsto para su
propia creación y en el área del Derecho Procesal se encuentra, en el siguiente lugar y en
razón de la jerarquía de las normas que por él se establecen, el procedimiento de creación de
normas de jerarquía legal (leyes sancionadas por el Poder Legislativo y promulgadas por el
Ejecutivo); procedimiento regulado particularmente por los arts. 133 y siguientes y cuya
descripción y análisis, corresponden a los cursos de Derecho Constitucional.
Existe sin embargo una disposición constitucional que cuando se trata de la creación de
normas procesales (generales, sean abstractas o concretas) pretende consagrar una especial
relevancia de esta fuente formal a la que ella se remite en primer término.
Nos referimos al art. 18, conforme al cual "Las leyes fijarán el orden y las formalidades de los
juicios"; de donde resultaría, no sólo que las normas procesales generales y abstractas o
concretas se pueden crear a través de este procedimiento (la ley), sino que, esas normas sólo
se pueden crear a través de este procedimiento (existe una "reserva de la ley" respecto a dicha
materia).
Como fácilmente se comprenderá, por lo que dispone este art. 18 de la Constitución es a través
de esta fuente formal que estamos ahora considerando que se han establecido la mayor parte
de las reglas generales que regulan el proceso jurisdiccional en el Uruguay.
Según Tarigo, es la fuente más importante desde el punto de vista cuantitativo del derecho
procesal uruguayo. En nuestro país, las leyes de carácter procesal se han ordenado en la Ley
Orgánica de la Judicatura y Organización de los Tribunales, el Código General del Proceso y el
Código del Proceso Penal.
El reglamento es también entre nosotros una importante fuente de validez del derecho
procesal. Al hablar de reglamento debe distinguirse el reglamento propiamente dicho, esto es,
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emanado del Poder Ejecutivo y la Acordada o sea el reglamento dictado por la Suprema Corte
de Justicia en uso de su potestad reglamentaria por el artículo 239 inciso 2 de la constitución.
Este procedimiento consiste en la creación de normas jurídicas (en general se entiende que
generales), a través de la reiteración generalizada de una determinada conducta en el marco
de un grupo social, con la convicción cada vez más acentuada de que tal conducta es
obligatoria. Pese a que la costumbre es en otros sistemas jurídicos una importante fuente
formal del Derecho, ella no está específicamente prevista como tal en nuestra Constitución; lo
que plantea el problema de la constitucionalidad de las disposiciones legales que se remiten a
la costumbre (como los arts. 594 del Código Civil o 387.3 del C.G.P.).
Problema de constitucionalidad que, según también ya vimos, cuando se trata de una remisión
para establecer normas procesales generales es doble: por un lado, en cuanto la costumbre no
está prevista por la Constitución (al menos expresamente) entre las fuentes formales de
normas generales; y por otro lado en cuanto, como igualmente hemos analizado, el art. 18 de la
Carta solamente autoriza que las normas procesales generales se establezcan por fuentes
formales diferentes de la ley, si se da la doble condición de existir remisión de esta y de que su
contenido sea solamente reglamentario.
Como ejemplo de norma procesal originada en la costumbre (que en el Uruguay son bien
pocas), se encuentra la que establece que la publicidad de los remates judiciales debe
efectuarse de determinada forma (carteles, publicaciones, folletos, etc.); norma esta que es
válida por cuanto el C.G.P. se remite, para establecerla, al procedimiento (fuente formal) en
estudio.
DOCTRINA
JURISPRUDENCIA
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este procedimiento no es admitido como fuente formal del Derecho en general y, por tanto, no
lo es tampoco del Derecho Procesal.
Por más que habitualmente se señala que en este caso nos encontramos ante una fuente del
Derecho distinta de las examinadas, el procedimiento de creación de normas a través de los
principios generales no es propiamente una fuente formal de validez, sino tan sólo un medio
automático de integrar el Derecho basado, precisamente, en las normas que ya se crearon a
través de las fuentes formales admitidas. En efecto los principios generales del Derecho no son
otra cosa que normas de máxima generalidad, que o bien se deducen o bien se inducen del
ordenamiento correspondiente, pero que ya están vigentes desde que está vigente el mismo
ordenamiento del cual ellos mismo surgen. Debe acudirse a los principios generales del
Derecho para saber cuál es la norma realmente aplicable, tales principios generales no
constituyen una verdadera fuente formal de normas jurídicas, sino que la fuente formal en
cuestión será aquella o aquellas que dieron origen a las normas concretas de las cuales ellos
se deducen o se inducen. Esto es tan así que puede afirmarse que la norma que debe
aplicarse por integración a través de los principios generales del Derecho ya existe desde que
existen las normas concretas de las cuales se inducen o deducen tales principios generales.
Siguiendo a Tarigo, que sigue a Guasp, podemos afirmar que la aplicación de la norma es una
labor de confrontación entre el hecho y la norma.
A. Normas de Elección.
B. Normas de Interpretación.
C. Normas de Integración.
1. La búsqueda de la norma aplicable: esto se hace por quien realiza la operación sin
sujeción a vinculaciones jurídicas, pero inspirado naturalmente en su condición de
jurista.
NORMAS DE INTERPRETACION
Para interpretar la norma procesal, el tribunal deberá tener en cuenta que el fin del proceso es
la efectividad de los derechos sustanciales.
En caso de duda se deberá recurrir a las normas generales teniendo presente los principios
generales de derecho y especiales del proceso y la necesidad de preservar las garantías
constitucionales del debido proceso y de la defensa en el mismo.
CONCEPTO:
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"Interpretar" es, precisamente, descubrir la voluntad que se quiere trasmitir con tales signos
gramaticales. De allí parecería que todo se reduce a un problema de lenguaje: para interpretar
una disposición bastaría con conocer el significado que, en la lengua en que ella se expresa,
tiene cada palabra. Conocido el mismo, se sabría inmediatamente cuál es el supuesto de
hecho y la conducta consecuente que esa norma regula e impone. A una interpretación así
encarada se la suele denominar "literal" o "gramatical". Pero ocurre un fenómeno al que se
refería COUTURE diciendo que muchas veces la gramática le juega una mala pasada al
legislador". En efecto, a menudo lo signos (las palabras y las construcciones gramaticales en
general) que se utilizan para trasmitir la norma establecida han sido mal empleados.
Esta discordancia entre los signos empleados y los que deberían haberse empleado queda en
ciertas ocasiones en evidencia por la simple aplicación de reglas lógicas. En otros casos la
discordancia resulta de la comparación del contenido de la disposición con otras en cuyo
contexto se inserta.
Finalmente, en otros casos la discordancia entre los signos empleados y los que deberían
haberse empleado resulta de los antecedentes de la disposición y bien, para descubrir en estos
casos la verdadera voluntad que se quiere trasmitir es necesario apartarse de la significación
literal, es decir, de la significación que la gramática de la lengua establece para cada palabra,
debiendo dejarse de lado la misma y descubrir la voluntad de la disposición a través de las
reglas de la lógica, del contexto en que se inserta o de sus antecedentes.
Cuando se investigan estos otros campos diferentes del gramatical y se arriba a significaciones
de la disposición que resultan de tales investigaciones, se dirá que en lugar de una
interpretación "literal" se está frente a una interpretación "teleológica" y entonces, si luego de
esa investigación resulta que el sentido literal difiere del teleológico, se dirá que la
interpretación teleológica es "restrictiva" cuando es menos amplia que la literal, y se dirá que es
"extensiva" cuando por el contrario es más amplia que la literal.
En nuestro Derecho la ley ha establecido -en los arts. 17 A 20 del Título Preliminar del Código
Civil- un sistema de interpretación genéricamente obligatorio (no sólo para el Derecho Civil) y
ese sistema era también obligatorio para interpretar las disposiciones procesales; lo cierto es
que en el art. 14 del CGP se hace referencia específica a la interpretación de las disposiciones
procesales en lugar de remitirse al Título Preliminar del Código Civil. Si bien este artículo 14 del
CGP ha establecido un sistema diferente de interpretación de las disposiciones jurídicas ha
mantenido el mismo del Código Civil.
Según el Título Preliminar del Código Civil el intérprete debe acudir, en primer término, al tenor
gramatical de las palabras, las que se entenderán en su sentido natural y obvio, según el uso
general, salvo definición expresa distinta o que se trate de palabras técnicas de una ciencia o
arte. No obstante, según estos mismos artículos el intérprete deberá tener presente, al analizar
el sentido gramatical, el contexto de la norma (art. 20). Si del análisis literal resultan dudas o si
de la comparación de la significación literal con el contexto no resulta una debida
correspondencia y armonía, en un paso siguiente dicho intérprete deberá analizar si la finalidad
("espíritu") de la disposición está claramente manifestado en ella, debiendo adoptar una
interpretación que se aparte de la literal si tal finalidad resulta -según la lógica-claramente
manifestada de la misma disposición. Si aún persisten las dudas y en un último recurso, el
intérprete tendrá que encarar el estudio de esa misma finalidad (espíritu) a través de la
investigación de la "historia fidedigna de su sanción"; debiendo adoptar una significación
diferente de la literal pero que resulte de esos antecedentes cuando ella se encuentre, también,
"claramente manifestada" en tales antecedentes.
Este sistema del Código Civil, ¿rige también para la interpretación de las normas procesales?
Si prestamos atención al artículo 14 del C.G.P. existe lo que se denomina un "vacío técnico".
En efecto, una lectura atenta del artículo 14 nos advierte que en él se prevé lo que debe
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realizar el intérprete en caso de "duda" (párrafo segundo: acudir a las "normas generales", es
decir a los arts. 17 a 20 del Código Civil, "teniendo presente... "). Pero en el artículo 14 no se
prevé, en cambio, que debe hacer el intérprete para " comenzar" a indagar el sentido de la
norma.
Resulta válido argumentar que existe un vacío técnico generado porque existen opiniones
doctrinarias de recibo conforme a las cuales para descubrir la voluntad que una disposición
procesal quiere trasmitir debería existir una norma expresa que estableciera la necesidad de
acudir -ya inicialmente- a todos los medios imaginables.
Empero, en una fórmula literal que es ciertamente confusa, el mismo párrafo segundo
establece que estas reglas (que en definitiva y ante una duda que no pudo zanjarse por la
aplicación del criterio de que debe estarse a la solución que mejor contemple la efectividad de
los derechos sustanciales, privilegia la interpretación literal), no deben aplicarse
automáticamente, sino que deberá estarse a ese tenor literal que ellas reclaman pero
adecuándolo a los "principios generales/ los especiales del proceso y la necesidad de preservar
las garantías constitucionales del debido proceso y de la defensa en el mismo" (parte final del
párrafo segundo del art. 14 del C.G.P.): en definitiva, a los principios generales que tienen
incidencia no solamente en materia de integración normativa procesal sino inclusive de
interpretación de las disposiciones procesales. Tal, entonces, el sistema de interpretación de
las disposiciones procesales que el artículo 14 del C.G.P. (y la norma que se genera a través
de la integración analógica con las doctrinas más recibidas) ha establecido; sistema cuya
diferencias con el del Código Civil se pueden resumir en que mientras para el intérprete de las
disposiciones jurídicas en general la tarea debe comenzar por la búsqueda de la significación
literal de las palabras utilizadas (confrontándolas con el contexto), y sólo se debe acudir a otros
medios cuando tal significación no resulte gramaticalmente clara (o contradiga el contexto),
para el intérprete de las disposiciones procesales la búsqueda del sentido de la disposición
debe realizarse, ya inicialmente, a través de todos los medios posibles, para luego elegirse, en
caso de resultar de ello más de una interpretación posible, a la que mejor se corresponda con
la regla de que el fin del proceso es la efectividad de los derechos sustanciales, y, si aún
persiste la duda, a la interpretación que mejor respete la significación gramatical, pero
solamente en cuanto esta última no contradiga "los principios generales del Derecho y
especiales del proceso y la necesidad de preservar las garantías constitucionales del debido
proceso y de la defensa en el mismo" (caso contrario deberá ser desechada, optándose por la
interpretación que - aunque no literal - no los contradiga).
Cardinal en cambio, afirma que el inciso 1 del artículo 14 es un marco imperativo, pero ambos
incisos están en igualdad de posiciones. En la efectividad de los derechos sustanciales, están
integrados los del inciso 2, siendo este último una aclaración del inciso1.
NORMAS DE INTEGRACIÓN
CONCEPTO:
Pese a que realmente no existirían lagunas o vacíos en el Derecho positivo nuestro propio
Derecho refiere a ellos y nuestro Derecho no sólo señala que existen las lagunas o vacíos, sino
que explícitamente indica la forma en que deberían "colmarse" (arts. 332 de la Constitución, 16
del Código Civil y 15 del C.G.P.).
15
Artículo 332 Constitución.- Los preceptos de la presente Constitución que reconocen derechos
a los individuos, así como los que atribuyen facultades e imponen deberes a las autoridades
públicas, no dejarán de aplicarse por falta de la reglamentación respectiva, sino que ésta será
suplida, recurriendo a los fundamentos de leyes análogas, a los principios generales de
derecho y a las doctrinas generalmente admitidas.
Artículo 16 Código Civil. Cuando ocurra un negocio civil, que no pueda resolverse por las
palabras ni por el espíritu de la ley de la materia, se acudirá a los fundamentos de las leyes
análogas; y si todavía subsistiere la duda, se ocurrirá a los principios generales de derecho y a
las doctrinas más recibidas, consideradas las circunstancias del caso.
En caso de vacío legal, se deberá recurrir a los fundamentos de las leyes que rigen situaciones
análogas y a los principios constitucionales y generales de derecho y especiales del proceso y
a las doctrinas más recibidas, atendidas las circunstancias del caso.
Ante esta última constatación y teniendo presente que las lagunas realmente no existen, se
trata ahora de indagar a qué supuestos se refieren el constituyente y el legislador cuando
mencionan a las lagunas o vacíos normativos. Para mejor comprenderlo resulta oportuno que
nos detengamos en las nociones de "laguna lógica" y "laguna técnica", pues bajo la
denominación de lagunas o vacíos las correspondientes disposiciones de nuestro Derecho
positivo aluden o bien a las lagunas lógicas o bien a las lagunas técnicas.
Si nos detenemos a considerar las lagunas lógicas advertiremos que con la citada expresión se
hace referencia a tres posibles situaciones que pueden presentarse al considerar cual es la
regla que se debe aplicar para determinar la conducta a seguir en un caso concreto.
a) La primera situación se plantea cuando una disposición prevé determinada regla que se
aplica a un caso concreto, pues lo comprende en su ámbito y, sin embargo, para un caso
análogo y pese a existir la misma "ratio legis" otra disposición, que debe ser más específica
que aquella, establece una regla distinta. Deberá:
b) La segunda situación comprendida en los casos de lagunas lógicas, se presenta cuando una
disposición no específica prevé determinada regla que se aplica al caso concreto pues lo
comprende en su ámbito y, paralelamente, existe un principio general del Derecho que si se
hubiera tomado en cuenta habría determinado que para el caso concreto la disposición fuera
diferente y entonces, desde que la regla no específica establecida en la disposición que regula
genéricamente el caso concreto contradice (para ese caso específico) un principio general y
por tanto existirá también una de las llamadas lagunas lógicas. Para determinar que conducta
tiene que seguirse en el caso planteado deberá:
2) Tenerse presente que en su lugar tiene que aplicarse la regla que se debería haber
dictado para el caso específico si se hubiera seguido lo que dispone aquel principio
general del Derecho.
c) Finalmente, la tercera situación que da lugar a las llamadas lagunas lógicas, se plantea
cuando una disposición no específica prevé determinada regla que se aplica a un caso
concreto, pues lo comprende en su ámbito y paralelamente, se ha formado una opinión
doctrinaria de amplio recibo según la cual en ese caso específico la regla debería ser diferente.
Y en este supuesto, desde que la regla no específica establecida en la disposición que regula
genéricamente el caso concreto contradice (para ese caso específico) una opinión doctrinaria
sobre cómo debería ser -siempre en ese caso específico- la regla, existirá también en este
16
supuesto una de las llamadas lagunas lógicas. Y, al igual que en las situaciones antes
analizadas, para determinar que conducta tiene que seguirse en el caso planteado deberá:
2) tenerse presente que en su lugar tiene que aplicarse la regla que se debería haber
dictado para el caso específico si se hubiera seguido la opinión doctrinaria de mayor
recibo.
En conclusión: Las lagunas lógicas no existen realmente como tales, tratándose solamente de
ciertas situaciones (en nuestro Derecho tres) que describe la ley y en las cuales debe
prescindirse de la aplicación, en un caso concreto, de la regla que surge de una disposición no
específica que lo comprende, para aplicar al mismo la regla establecida por una disposición
que regula más específicamente un caso análogo, o aplicar al mismo la regla que debería
haberse dictado para el caso específico si se hubiera seguido determinado principio general del
Derecho, o, finalmente, aplicar al mismo la regla que debería haberse dictado para el caso
específico si se hubiera seguido la opinión doctrinaria de mayor recibo.
En cuanto a las llamadas "lagunas técnicas", puede señalarse que con tal expresión se hace
referencia, igual que sucede en el caso de las lagunas lógicas, a tres posibles situaciones que
pueden plantearse al considerar que regla se debe aplicar para determinar la conducta a seguir
en un caso concreto.
a) La primera situación se plantea cuando una disposición (por tratarse de una norma "marco")
prevé como legítimas, para un caso concreto, un número indefinido de conductas, y, sin
embargo, para un caso análogo y pese a existir la misma "ratio legis", otra disposición indica
que sólo es válida una de tales conductas y entonces, existiendo tal llamada laguna técnica,
para determinar cuál conducta se debe seguir, deberá tenerse presente que el ámbito de la
regla establecida en la segunda disposición se ha extendido en forma automática hasta
comprender también al caso análogo no regulado expresamente en ella.
b) La segunda situación se plante cuando una disposición marco prevé como legítimas, para un
caso concreto, un número indefinido de conductas y, paralelamente, existe un principio general
del Derecho que si se hubiera tomado en cuenta habría determinado que de entre todas esas
conductas posibles solamente alguna era admisible. Entonces, desde que la regla establecida
en la disposición que regula el caso contradice el principio general al admitir como válidas a
ese número indefinido de conductas, existirá también aquí una de las llamadas lagunas
técnicas y desde que existe tal laguna técnica, para determinar que conducta tiene que
seguirse en el caso planteado deberá tenerse presente que hay que aplicar la regla que se
debería haber dictado si se hubiera seguido lo que dispone aquel principio general del Derecho.
C) Por último, la tercer situación que da lugar a las llamadas lagunas técnicas se plantea
cuando una disposición marco prevé como legítimas para un caso concreto un número
indefinido de conductas y, paralelamente, existe una opinión doctrinaria de amplio recibo según
la cual de entre esas conductas posibles solamente alguna debería ser admitida. Pues bien,
también en este supuesto, desde que la regla establecida en la disposición marco que regula el
caso contradice la opinión doctrinaria de mayor recibo al admitir como válidas a ese número
indefinido de conductas, existirá también una de las llamadas lagunas técnicas y al igual que en
las situaciones antes analizadas, al existir tal llamada laguna técnica, para determinar cuál
conducta se tiene que seguir en el caso que nos planteamos, deberá tenerse presente que hay
que aplicar la regla que se debería haber dictado si se hubiera seguido la opinión doctrinaria de
mayor recibo.
17
LAS REGLAS POSITIVAS URUGUAYAS QUE REGULAN LA INTEGRACIÓN NORMATIVA
PROCESAL
Originariamente la regla sobre integración del Derecho Procesal era la del artículo 16 del
Código Civil, pues se entendía que ella se aplicaba a todo el Derecho positivo (salvo el Penal).
Posteriormente la ley 15.750 y el Articulo 15 del C.G.P. consagraron un nuevo régimen general
para la integración del Derecho Procesal; pudiendo adelantarse que en tanto en los tres
artículos se nos indica que existen "vacíos", en el tercero de ellos además se señala cuándo es
que para nuestro Derecho Procesal tales vacíos se presentan y cómo es que funciona el
mecanismo de integración. A estas disposiciones vigentes tiene que añadirse el art. 332 de la
Constitución.
La diferencia consiste en que en tanto para el artículo 16 del Código Civil existe un orden de
prelación para la generación de normas por integración, orden de prelación que excluye el
recurso a los principios generales del Derecho y a las doctrinas más recibidas cuando la norma
ya surge de la extensión de la solución prevista en una disposición que regula materia análoga,
en cambio, para el artículo 15 del C.G.P. la norma resultante de la integración será, de entre las
que pueda proponer cualquiera de los tres mecanismos señalados (si fueran diferentes, lo cual
es naturalmente improbable pero no imposible), la que mejor consulte la equidad (a ella refiere
la expresión "atendidas las circunstancias del caso"), sin que exista nunca una previa prelación
de la norma resultante de un mecanismo sobre las que pudieran resultar de los otros.
3. INTELECCIÓN DE LA NORMA.
CONCEPTO
Este tema tiene relación con tres diferentes problemas que el tiempo plantea a quien investiga
que normas se aplican para regular un supuesto de hecho procesal concreto y, en definitiva,
que Derecho Procesal concreto se aplica para regular el supuesto considerado. El primero de
esos problemas refiere a los momentos desde el cual y hasta el cual las normas existen, el
segundo problema refiere a los momentos desde el cual y hasta el cual esas normas que
existen están vigentes y, finalmente, el tercer problema refiere a cuáles son los supuestos que,
desde el punto de vista temporal, se encuentran abarcados por esas normas que existen y
están vigentes. Los dos primeros problemas están incluidos en la temática propia de las
fuentes del Derecho.
18
En efecto, el primer problema consiste en la determinación del momento en que adquieren
efectiva existencia las normas que se están creando por cada uno de esos procedimientos que
denominamos fuentes formales y, también, en la determinación del momento hasta el cual ellas
existen. Por otro lado, toda las normas existen hasta que son derogadas (expresamente o aun
tácitamente, en el segundo caso por oposición a las posteriores de igual o mayor jerarquía). A
la luz de ello y si se analiza el problema y como fácilmente se advierte, el estudio de cuáles son
esos momentos desde el que y hasta el cual existen las normas se encuentra incluido en el
estudio de las correspondientes fuentes.
Sin embargo, al describir los supuestos de hecho que ellas regulan las normas jurídicas no
suelen precisar tales supuestos desde el punto de vista. En los distintos Derechos positivos -en
la mayoría, incluido el nuestro suelen establecerse normas generales que, para en caso de que
las normas concretas no lo precisen, determinan a que supuestos de hecho - desde este punto
de vista temporal - se aplican esas mismas normas concretas. De allí que, por su estrecha
vinculación a la interpretación de las normas, sea oportuno analizar ahora las reglas generales
que, en relación a este tercer problema que estamos considerando, puedan existir al respecto
en nuestro Derecho Procesal.
En nuestro Derecho Positivo, existen normas que regulan, con carácter general, la
problemática que nos ocupa. En primer término y sin perjuicio de algunas normas
constitucionales de las que podrían surgir normas implícitas y de otras normas que podrían
resultar de mecanismos de integración a través de los principios generales, el art. 7 del Código
Civil se ocupa expresamente del tema. A esta disposición legal deben añadirse otra
específicamente procesal: el arto 12 del C.G.P.
Las normas procesales son de aplicación inmediata y alcanzan, incluso, a los procesos en
trámite.
No obstante, no regirán para los recursos interpuestos, ni para los trámites, diligencias o plazos
que hubieren empezado a correr o tenido principio de ejecución antes de su entrada en vigor,
los cuales se regirán por la norma precedente.
Así mismo, el tribunal que esté conociendo en un asunto continuará en el mismo hasta su
terminación, aunque la nueva norma modifique las reglas de competencia.
19
Comenzando con el Código Civil, debe señalarse que su art. 7 establece, en relación a las
leyes, que las mismas no comprenden a supuestos de hecho acaecidos con anterioridad a su
vigencia (no son "retroactivas"), salvo que la misma ley dispusiera que también se aplican a
ellos.
En conclusión, según el citado arto 7 del Código Civil, si las normas nada dicen no
comprenderán los supuestos de hecho acaecidos con anterioridad (es decir, que no se aplican
retroactivamente) y comprenderán todos los supuestos de hecho acaecidos con posterioridad
(es decir, se aplican inmediatamente).
Si pasamos ahora a considerar la norma específicamente procesal, en primer término, que ella
no establece directamente la no retroactividad. En efecto, el art. 12 del C.G.P. refiere a ello. No
obstante, la no retroactividad podría deducirse en cierta forma de la misma norma y, en todo
caso rige al respecto el citado art. 7 del Código Civil, de donde puede siempre concluirse -
salvo que en ella se disponga algo distinto - que la norma procesal no es retroactiva (no
comprende supuestos de hecho acaecidos con anterioridad a su vigencia: en términos
generales, no se aplican a procesos terminados o a etapas procesales precluídas y, por tanto,
estos no deben tramitarse nuevamente).
En efecto, como la aplicación estricta de esta regla de que quedan comprendidos todos los
supuestos ocurridos a partir de la urgencia de la nueva ley puede generar ciertos problemas,
fundamentalmente cuando el supuesto de hecho que regula la nueva norma ya comenzó a
ocurrir antes de su vigencia pero no terminó aún de ocurrir cuando entró en vigencia esa nueva
norma, el mismo artículo 12 añade que la nueva norma no tendrá "aplicación inmediata" (esto
es, que no comprende algunos supuestos y que ellos se regularán por la solución que tenía la
norma anterior, que la nueva norma hace suya para estos específicos casos).
a) de casos en que se regulen recursos y ellos ya hayan sido interpuestos a la fecha de entrada
en vigencia de la nueva norma;
b) de casos en que los trámites, diligencias o plazos hubieren empezado a correr o tenido
principio de ejecución a la fecha de entrada en vigencia de la nueva norma (por ejemplo, una
diligencia preparatoria se modifica en su tramitación cuando ya se ha comenzado a tramitar, un
plazo para contestar la demanda se modifica en su extensión cuando ya ha comenzado a
correr, etc.); y
Con esta última regla se está respetando plenamente la prohibición de los "juicios en comisión"
establecida por el art. 19 de la Constitución. Todos estos supuestos, aun cuando estarían
comprendidos en la nueva norma si se aplicara la regla general de la vigencia inmediata,
quedan excluidos; por tanto no se regirán por la solución que establece la nueva ley sino por la
establecida en la ley anterior.
20
A. CUANDO EL PROCESO TERMINÓ: la solución del código es que lo actuado es válido.
(Principio de No Retroactividad).-
b. Excepción 2: inciso segundo del artículo: en el caso de los actos, plazos, etc.
Si ya empezaron a correr se aplica la norma anterior.
Cuando una norma elimina un beneficio del sujeto cuando empezó el proceso (por ejemplo: le
quita el recurso de casación), si bien a los efectos de la ley pierde el derecho, surge la “Teoría
de los Derechos Adquiridos” y “El Debido Proceso Legal”.
CONCEPTO
Si bien cada norma jurídica describe exactamente los supuestos de hecho que regula, por lo
que, en principio tampoco deberían existir reglas generales sobre que supuestos están
comprendidos en las normas procesales desde el punto de vista territorial, desde que esto
último realmente no ocurre así, la existencia de estas normas generales encuentra plena
justificación.
Adviértase las dificultades que si no existieren dichas reglas tendríamos que enfrentar para, por
ejemplo, saber si una sentencia extranjera de divorcio debe ser admitida en Uruguay,
permitiendo a uno de los cónyuges casarse nuevamente.
Regla general sobre qué supuestos están territorialmente comprendidos en las normas
procesales uruguayas: la regla (general) que dice que las normas procesales uruguayas
regulan solamente los procesos vinculados al territorio de Uruguay y bien, dada su estrecha
vinculación a la interpretación de las disposiciones procesales, es igualmente oportuno analizar
ahora las reglas generales que, en relación a este problema, puedan existir al respecto en
nuestro Derecho Procesal.
Las normas generales que establecen qué supuestos están comprendidos –desde el punto de
vista territorial- en los supuestos de hecho que cada norma procesal concreta describe,
normalmente corresponden al Derecho Internacional Privado. Pues bien, debe apuntarse que
ellas pueden dividirse en internacionales y nacionales. Las primeras son fruto de convenciones
bilaterales o multilaterales; las segundas son creadas exclusivamente por cada Estado y rigen
cuando no existen las anteriores.
21
aquellos tratados (normas que se encuentran en el "Apéndice" del Código Civil y en los arts.
13, 525.1, 525.2, 527.3, 530.2 Y 539.1 del C.G.P.).
Este Código regirá en todo el territorio nacional sin perjuicio de lo dispuesto por las
convenciones internacionales suscriptas y ratificadas por el Estado.
Tanto los tratados internacionales como las normas internas que regulan la materia suelen
considerar por separado dos aspectos del problema que, estrictamente, no requerirían sin
embargo tal clase de tratamiento. El primero de estos aspectos se suele denominar "la
determinación de la competencia internacional", y a él refieren las normas que establecen en
qué Estado debe tramitarse un proceso que interesa a más de un Estado (por ejemplo, porque
una parte se domicilia en un país y la otra en otro país). El segundo de estos aspectos se suele
identificar como el correspondiente a "la ley que regula el proceso", y a él refieren también
normas convencionales e internas, estableciendo cual Derecho Procesal es el que regulará el
proceso que debe tramitarse en uno de los dos Estados.
Ambos aspectos forman parte de un sólo problema –el problema de que Derecho Procesal va a
regir un proceso que interesa a más de un Estado- por más que la solución del mismo se suela
adoptar a través de dos pasos sucesivos (primero determinar en qué país se tramitará el
proceso y luego determinar que normas van a regular esa tramitación).
a) que en principio los supuestos de hecho a los que refieren las normas procesales uruguayas
comprenden a todas las actividades procesales que se deben desarrollar en el Uruguay según
los tratados vigentes y las normas internas del Derecho Internacional Privado uruguayo;
b) subsidiariamente, que según el arto 2401 del Código Civil-aunque excepcionalmente- estos
supuestos de hecho no comprenden algunas actividades procesales que, según esas mismas
normas, se deben desarrollar en este territorio y, por último,
Principio de Territorialidad: los procesos ante los tribunales nacionales se rige por la ley
nacional procesal.
22
En defecto de tratado o convención, los tribunales de la República deberán dar cumplimiento a
las normas contenidas en el presente Título.
525.1 Los procesos y sus incidentes, cualquiera sea su naturaleza, se sujetarán a las leyes
procesales de la República.
525.2 Las pruebas se admitirán y valorarán según la ley a que esté sujeta la relación jurídica
objeto del proceso. Se exceptúan aquellas pruebas que estén prohibidas por la legislación
nacional.
525.3 Los tribunales deberán aplicar de oficio el derecho extranjero e interpretarlo tal como lo
harían los tribunales del Estado a cuyo orden jurídico pertenezca la norma respectiva.
Sin perjuicio de la aplicación de oficio, las partes podrán acreditar la existencia, vigencia y
contenido de la ley extranjera.
525.4 Todos los recursos previstos por la ley nacional serán admitidos en los casos en que
proceda la aplicación del derecho extranjero.
525.5 Los tribunales sólo podrán declarar inaplicables los preceptos de la ley extranjera,
cuando éstos contraríen manifiestamente los principios esenciales del orden público
internacional en los que la República asienta su individualidad jurídica.
Según Cardinal, en cuanto al artículo 525 del CGP, la valoración y admisibilidad de la prueba
procesal será dada por la ley procesal extranjera pero si el medio de prueba extranjero es
prohibitivo por la ley nacional, el mismo no será admitido.
Un principio general es una regla general seguida por numerosas disposiciones que establecen
reglas concretas. Así, la escrituralidad para la realización de los actos procesales será tal
principio general de determinado Derecho Procesal si la gran mayoría de las disposiciones que
regulan como deben realizarse los actos procesales concretos (demanda, contestación,
proposición de prueba, alegatos, dictado de sentencia, recursos, etc.) indica que ellos deben
efectuarse a través de la presentación de escritos. Estos principios generales del proceso son,
según se advierte, verdaderas definiciones de política procesal. Finalmente, como vimos al
estudiar la interpretación del Derecho Procesal, en ciertas circunstancias los principios
generales sirven para optar entre una u otra interpretación. En consecuencia, solamente el
conocimiento de cuáles son estos principios permitirá, en tales supuestos, llegar a la
interpretación más correcta.
2 tipos de principios:
a. Principios Constitucionales.-
23
4. Principio del Juez Natural.
5. Principio de “Nemu Juridictio Sine Actio”.
6. Principio de la Debida Fundamentación de la Sentencia.
Art. 12 Constitución: “Nadie puede ser penado ni confinado sin forma de proceso y sentencia
legal”.
Art. 7 Declaración Universal de Derechos Humanos - Art. 10: “Toda persona tiene derecho, en
condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal
independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el
examen de cualquier acusación contra ella en materia penal”
Art. 24 Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica)
Art. 8.1 “Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo
razonable, por un juez o tribunal competente, independiente, imparcial, establecido con
anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella,
o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier otro carácter”. Art. 8.2. “…Durante el proceso toda persona tiene derecho, en plena
igualdad, a las siguientes garantías mínimas…” (Enumera las garantías del debido proceso).
Art. 14 núm. 1 Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: “Todas las personas son
iguales ante los tribunales y cortes de justicia. Toda persona tendrá derecho a ser oída
públicamente con las debidas garantías por un tribunal competente, independiente e imparcial,
establecido por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación de carácter penal formulada
contra ella o para la determinación de sus derechos u obligaciones de carácter civil”. 14. Núm.
3.
Nadie puede ser privado de las garantías esenciales que la Constitución establece, ni por un
trámite administrativo cualquiera que prive del derecho a defenderse y a disponer de la garantía
que constituye el poder judicial para todos los ciudadanos. Se necesita no ya un procedimiento
sino un PROCESO. El proceso no es un fin sino un medio para alcanzar la JUSTICIA. Privar de
las garantías equivale a privar del derecho.
Compete a la ley ordenar las formas de los procesos (principio de legalidad), pero de modo tal
que asegure a las partes “his Day in Court”.
Couture:
Poder pedir
Poder dar motivo de lo pedido
Poder convencer de la verdad del motivo
1. Que el demandado haya tenido DEBIDA NOTICIA de la promoción de los
procedimientos (NOTICE) (citación y emplazamiento)
2. Razonable OPORTUNIDAD DE COMPARECER Y EXPONER SUS DERECHOS
3. Razonable OPORTUNIDAD DE APORTAR PRUEBA EN SU FAVOR
4. Que el TRIBUNAL esté constituido de manera que de razonable seguridad de
HONESTIDAD E IMPARCIALIDAD
24
5. Que sea un tribunal de JURISDICCION ADECUADA
Art. 11.1. CGP: “ Cualquier persona tiene derecho a acudir ante los tribunales, a plantear un
problema jurídico concreto u oponerse a la solución reclamada y a ejercer todos los actos
procesales concernientes a la defensa de una u otra posición procesal y el tribunal requerido
tiene el deber de proveer sobre sus peticiones”. 11.4 “Todo sujeto de derecho tendrá acceso a
un proceso de duración razonable que resuelva sus pretensiones.”
Por tanto, según Cardinal, tiene tres ingredientes desde el punto de vista del que es oído:
1. Derecho a Invocar: todos los hechos y explicar por qué pide lo que pide. (Derecho a
Alegar).-
2. Derecho a Probar: es la actividad para probar que los hechos invocados son ciertos.
3. Derecho a Impugnar: una vez invocado y pedido algo resuelto por el tribunal, sea lo
resuelto, revisado.
PRINCIPIO DE LEGALIDAD
Art. 18 Constitución: “Las leyes fijarán el orden y las formalidades de los juicios” (≠libre
desenvolvimiento, discrecional)
El proceso está regulado por la ley y sólo por la ley. Se desarrolla y extingue en forma
ordenada, según un orden fijo y predeterminado por la ley procesal.
El proceso como conjunto de actos está sometido a ciertas formalidades. Los actos deben
realizarse conforme a ciertas condiciones de tiempo y lugar.
Art. 23 Constitución: “Todos los jueces son responsables ante la ley, de la más pequeña
agresión contra los derechos de las personas, así como por separarse del orden de proceder
que en ella se establezca.”
PRINCIPIO DE IGUALDAD
Art. 8 Constitución: “Todas las personas son iguales ante la Ley, no reconociéndose otra
distinción entre ellas sino la de los talentos o las virtudes” (origen: 1830; redacción actual desde
1934). IGUALDAD ANTE LA LEY
Art. 7 Declaración Universal de Derechos Humanos “Todos son iguales ante la ley, y tienen sin
distinción, derecho a igual protección de la ley…”
Art. 24 Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica)
“Todas las personas son iguales ante la ley...
Art. 14 núm. 1 Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: “Todas las personas son
iguales ante los tribunales y cortes de justicia…”.
Art. 4 CGP “El tribunal deberá mantener la IGUALDAD DE LAS PARTES EN EL PROCESO”.
25
Según Cardinal, es una especie de desarrollo del debido proceso. Regulado en el artículo 8 de
la constitución, tiene su desarrollo en la estructura del proceso en una forma de igualación de lo
desigual.
El principio del “juez natural “constituye una garantía fundamental del derecho a un juicio justo.
Este principio significa que nadie puede ser juzgado si no es por un tribunal o juez ordinario,
preestablecido y competente. Como corolario de este principio, están prohibidos los tribunales
de emergencia, ad hoc, “extraordinarios”, ex post facto y especiales. Sin embargo, esta
prohibición no debe confundirse con la cuestión de las jurisdicciones especializadas.
Aunque el principio del “juez natural“ se basa en el principio dual de la igualdad ante la ley y los
tribunales, que significa que las leyes no deben ser discriminatorias ni deben ser aplicadas por
los jueces de un modo discriminatorio, el Comité de Derechos Humanos ha señalado que “el
derecho a la igualdad ante la ley y a igual protección de la ley sin ninguna discriminación no
hace que todas las diferencias de trato sean discriminatorias”.17 Sin embargo, como el Comité
ha dicho insistentemente, la diferencia de trato solamente es aceptable si se basa en criterios
razonables y objetivos.
El derecho a ser juzgado por un juez natural o regular y pre-constituido está expresamente
consagrado en el Artículo 8.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos y el 14.1 del
Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos.
Tal garantía implica que, el órgano judicial ha de preexistir al acto punible, ha de tener un
carácter permanente, dependiente del Poder Judicial, y creado mediante ley, con competencia
exclusiva, indelegable y universal para juzgar el hecho en cuestión.
Supone también, una implícita prohibición de crear organismos ad-hoc o post-facto; tribunales o
comisiones especiales para juzgar los actos punibles, sin atender a la naturaleza del acto ni al
tipo de persona que lo cometa. El juez natural ha de tener un carácter previo y permanente.
Este principio funciona como un instrumento necesario de la imparcialidad y como una garantía
frente a la posible arbitrariedad de la actuación de los poderes del Estado en perjuicio de los
ciudadanos.
1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo
razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con
anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella,
o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier otro carácter.
1. Todas las personas son iguales ante los tribunales y cortes de justicia. Toda persona tendrá
derecho a ser oída públicamente y con las debidas garantías por un tribunal competente,
independiente e imparcial, establecido por la ley, en la substanciación de cualquier acusación
de carácter penal formulada contra ella o para la determinación de sus derechos u obligaciones
de carácter civil.
La prensa y el público podrán ser excluidos de la totalidad o parte de los juicios por
consideraciones de moral, orden público o seguridad nacional en una sociedad democrática, o
cuando lo exija el interés de la vida privada de las partes o, en la medida estrictamente
necesaria en opinión del tribunal.
Cuando por circunstancias especiales del asunto la publicidad pudiera perjudicar a los
intereses de la justicia; pero toda sentencia en materia penal o contenciosa será pública,
excepto en los casos en que el interés de menores de edad exija lo contrario, o en las
actuaciones referentes a pleitos matrimoniales o a la tutela de menores.
26
Es un derecho fundamental que asiste a todos los sujetos del derecho en cuya virtud, deben
ser juzgados por un órgano creado conforme a lo prescrito por la Ley Orgánica correspondiente
dentro del ámbito de la jurisdicción ordinaria, respetando los principios constitucionales de
igualdad, independencia, imparcialidad y sumisión a la ley; constituyéndose además, con
arreglo a las normas comunes de competencia preestablecidos.
En virtud a esta garantía procesal, se determina que el juez y el procedimiento deben preexistir
al delito y al proceso, no siendo permitidos los Tribunales post-facto así como los juzgamientos
por comisión o por delegación, pues su existencia permite inferir que en ciertos casos no
actuarán con independencia, ecuanimidad y la imparcialidad que exige el cargo, pudiendo por
tales circunstancias asumirse una actitud prejuiciada en torno al caso concreto.
Artículo 10 Constitución.- Las acciones privadas de las personas que de ningún modo atacan el
orden público ni perjudican a un tercero, están exentas de la autoridad de los magistrados.
Ningún habitante de la República será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo
que ella no prohíbe.
Artículo 23 Constitución.- Todos los Jueces son responsables ante la ley, de la más pequeña
agresión contra los derechos de las personas, así como por separarse del orden de proceder
que en ella se establezca.
PRINCIPIO DE NEMO JURIDICTIO SINE ACTIO (NO HAY JURISDICCION SIN ACCION)
La regla general es que no se tiene jurisdicción sin acción; esto es, que la justicia no se mueve
si no hay quien la solicite. Solo por excepción del juez puede proceder de oficio, sin ser
requerido, como ocurre en algunos casos. No hay tutela jurisdiccional sin alguien que pida esa
tutela, ejemplo: proceso de incapacidad.
Artículo 12 Constitución.- Nadie puede ser penado ni confinado sin forma de proceso y
sentencia legal.
Artículo 18 Constitución.- Las leyes fijarán el orden y las formalidades de los juicios.
1. Principio Dispositivo.
2. Principio de Preclusión.
3. Principio de Eventualidad.
4. Principio de Dirección del Proceso.
5. Principio de Economía y Celeridad Procesal.
6. Principio de Concentración.
7. Principio de Bilateralidad y Contradicción.
8. Principio de Publicidad.
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9. Principio de Inmediación.
10. Principio de Buena Fe y Lealtad Procesal.
PRINCIPIO DISPOSITIVO
Las partes podrán disponer de sus derechos en el proceso, salvo aquellos indisponibles y
podrán terminarlo en forma unilateral o bilateral de acuerdo con lo regulado por este Código.
Según Tarigo, puede definirse como aquel en virtud del cual las partes poseen dominio
completo tanto sobre su derecho subjetivo sustancial como sobre su derecho a la iniciación,
desenvolvimiento y culminación del proceso. Es este un principio esencialmente liberal,
respetuoso de la libertad individual de las partes para iniciar o no el proceso, para perseguirlo
hasta la obtención de la sentencia definitiva, por el contrario, para desistir de él, para transarlo,
etc.
Según Cardinal, en el principio dispositivo, no hay jurisdicción sin acción, lo que se corresponde
con el principio del juez natural que se difiere del principio de legalidad en cuanto a que el
artículo 1 del CGP hace referencia al objeto del proceso. El sujeto puede disponer sobre el
derecho sustancial pero no puede disponer sobre el orden de los tribunales que regula el
principio de legalidad.
Conocimiento de los hechos por el Juez: los hechos objeto del proceso solo puede ser
aportado por las partes.
PRINCIPIO DE PRECLUSION
Preclusión:
Tarigo define este principio como aquel que impone que los actos procesales sean cumplidos
en cada etapa procesal correspondiente, sin que pueda volverse atrás para realizar lo que se
omitió cumplir a su debido tiempo. En aplicación de este principio es que nos enfrentaremos,
según los casos, a situaciones de perdida, extinción o de consumación de una determinada
facultad procesal.
Artículo 18 Constitución.- Las leyes fijarán el orden y las formalidades de los juicios.
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Artículo 92 CGP: Carácter de los plazos.-
Salvo disposición en contrario, los plazos señalados a las partes para realizar los actos
procesales son perentorios e improrrogables.
Pero las partes, expresamente y de común acuerdo, podrán suspender el curso de los plazos
de modo previo o durante su desarrollo, por el tiempo que estimen conveniente.
Vencido el plazo, el secretario o actuario dará cuenta inmediata y el tribunal, sin necesidad de
petición alguna, dictará la resolución que corresponda al estado del proceso.
Según Abal, el principio de preclusión establece que cuando un acto procesal debió realizarse
en determinado momento y ello no tuvo lugar, ya no será posible hacerlo luego. Su contrario, el
principio de no preclusión, admite que aquel acto pueda realizarse incluso luego del momento
originariamente previsto.
PRINCIPIO DE EVENTUALIDAD
Según Tarigo, es el que ordena aportar de una sola vez todos los medios de ataque o defensa
que posea una de las partes en caso de que eventualmente, de ahí su nombre, alguno de ellos
resulte desestimado. Este principio lo aplica estrictamente el articulo 132 CGP. Vinculado
estrechamente con el principio de preclusión, dado que, como el principio de legalidad supone
la preordenación legal del proceso, las normas que lo regulan son indisponibles para las partes,
salvo excepción expresa. Como esa ordenación legal subdivide el proceso en etapas, la
culminación de cada una de ella implica la preclusión de la posibilidad de realizar el acto
procesal correspondiente, y si esa posibilidad abarcaba más de un acto procesal, la extinción
de aquel que no se cumplió efectivamente dentro de tal etapa.
Cardinal afirma que está vinculado con la preclusión por consumación y afirma que al tomar
más de una actitud procesal debo tomarlas todas juntas porque tengo un solo plazo.
Si adoptara más de una de estas actitudes, deberá hacerlo en forma simultánea y en el mismo
acto.
La dirección del proceso está confiada al tribunal, el que la ejercerá de acuerdo con las
disposiciones de este Código.
11) Para dirigir el proceso y aplicar las sanciones que corresponda a quienes obstaculicen
indebidamente su desarrollo u observen conducta incompatible con el decoro y dignidad de la
justicia.
Con respecto a este principio, el juez deja de ser un espectador para pasar a ser el director del
proceso. Naturalmente ese poder de dirección es un poder reglado y no libre, ya que el juez
deberá ejercerlo en cada caso, de conformidad con las disposiciones expresamente
establecidas en el propio CGP. El juez da las órdenes del proceso siguiendo el principio de
legalidad.
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De este principio se desprende el Principio de Ordenación Procesal:
El tribunal deberá tomar, a petición de parte o de oficio, todas las medidas necesarias que
resulten de la ley o de sus poderes de dirección, para prevenir o sancionar cualquier acción u
omisión contrarias al orden o a los principios del proceso.
En este caso compete al tribunal adoptar las medidas consiguientes para que el proceso se
desenvuelva rápidamente y para evitar su paralización.
El tribunal y bajo su dirección, los auxiliares de la Jurisdicción, tomarán las medidas necesarias
para lograr la más pronta y eficiente administración de la justicia, así como la mayor economía
en la realización del proceso.
Según Abal el "principio de economía procesal" establece que la actividad procesal debe
realizarse en la forma que genere la mayor economía de tiempo y de costos (a veces se
menciona también la economía de esfuerzos, pero es realmente difícil fundar una conclusión
conforme a la cual ella no está comprendida en las dos anteriores). A tal principio se opone el
"principio de la desatención de la economía procesal"; de acuerdo al cual no sería necesario, al
determinar la forma en que se debe realizar la actividad procesal, el buscar aquella que
implique una mayor economía de tiempo y de costo.
PRINCIPIO DE CONCENTRACION
Los actos procesales deberán realizarse sin demora, tratando de abreviar los plazos, cuando
se faculta para ello por la ley o por acuerdo de partes, y de concentrar en un mismo acto todas
las diligencias que sea menester realizar.
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El principio de Bilateralidad supone el desarrollo del principio de igualdad y evita que el sujeto
caiga en indefensión. Bilateralidad en demanda – contestación.
PRINCIPIO DE PUBLICIDAD
Todo proceso será de conocimiento público, salvo que expresamente la ley disponga lo
contrario o el tribunal así lo decida por razones de seguridad, de moral o en protección de la
personalidad de alguna de las partes.
No serán de conocimiento público los procesos en que se traten las situaciones previstas en
los artículos 148, 187 y 285 del Código Civil y en el artículo 1º de la Ley Nº 10.674, de 20 de
noviembre de 1945, modificado por el artículo 1º, de la Ley Nº 12.486, de 26 de diciembre de
1957, y por el artículo 1º del Decreto Ley Nº 14.759, de 5 de enero de 1978. No obstante, el
tribunal podrá decidir la publicidad del proceso siempre que las partes consintieren en ello.
a) De acuerdo al "principio de publicidad" todas las actuaciones procesales deben ser públicas.
Su opuesto, el "principio de secreto" (o "reserva"), establece que la actividad procesal debe ser
secreta (o, también se dice así, reservada).
b) Asimismo, cuando rige el principio de publicidad, tal publicidad se denomina "interna" si ella
admite el conocimiento de las diversas actuaciones procesales solamente por las partes y
gestores. Se la denomina en cambio publicidad "externa" cuando comprende ese conocimiento
por todas las personas. De allí que cuando rige su opuesto, el principio del secreto o reserva,
tal secreto pueda también ser solamente "externo" (reserva externa), si no comprende a las
partes y gestores (los cuales pueden conocer las actuaciones procesales), o "interno" o "total"
(reserva total), si abarca también a estos (y ni siquiera ellos pueden acceder al conocimiento de
los actos a través de los cuales se está desenvolviendo el proceso; salvo naturalmente aquellos
en los que ellos mismos intervienen).
c) Pero debe además considerarse que la publicidad, ya sea interna o externa, puede ser
"inmediata" o "diferida". Cuando la publicidad es inmediata el acceso al conocimiento de la
actividad procesal se produce, como expresa el calificativo, en forma inmediata: se conocen las
actuaciones procesales a medida que ocurren; en otras palabras, se tiene la posibilidad de
conocer el acto en el momento que se realiza o en forma inmediata a su realización. Por el
contrario, cuando la publicidad es diferida el conocimiento de esa actividad solamente tiene
lugar tiempo después que ella se ha cumplido
PRINCIPIO DE INMEDIACION
Tanto las audiencias como las diligencias de prueba que así lo permitan, deben realizarse por
el tribunal, no pudiendo éste delegarlas so pena de nulidad absoluta, salvo cuando la diligencia
debe celebrarse en territorio distinto al de su competencia o en los casos expresamente
previstos por la ley.
Este principio requiere el contacto directo y personal del juez o tribunal con las partes, con los
restantes sujetos del proceso y con los objetos del proceso. La inmediación esta prevista como
obligatoria, como irrenunciable y lo está bajo pena de nulidad absoluta, de modo tal de
asegurar su estricta observancia.
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PRINCIPIO DE BUENA FE Y LEALTAD PROCESAL.
Las partes, sus representantes o asistentes y, en general, todos los partícipes del proceso,
ajustarán su conducta a la dignidad de la justicia, al respeto que se deben los litigantes y a la
lealtad y buena fe.
Los sujetos del proceso deberán actuar con veracidad y brindar la máxima colaboración para la
realización de todos los actos procesales. (Artículo 142).
El incumplimiento de este deber tendrá las consecuencias previstas en cada caso por la ley.
El tribunal deberá impedir el fraude procesal, la colusión y cualquier otra conducta ilícita o
dilatoria
Con respecto a la lealtad procesal, Cardinal menciona que es la activación de respeto para con
los demás actores del proceso.
El "principio de la buena fe”, es una regla que impone a todos los sujetos del proceso el deber
de actuar de buena fe, con lealtad. Aunque el alcance de dicha regla es discutido, en su
máxima comprensión este principio implica que todos estos sujetos deben manifestar lo que
consideran que es verdadero; que deben proponer y dar a conocer todos los medios
probatorios de los hechos (incluso aquellos que en definitiva puedan perjudicarlos); y, también,
que solamente deben realizar los actos procesales con la finalidad para la cual el Derecho
Procesal los admite (empleando un recurso, a modo de ejemplo, solamente para impugnar una
decisión jurisdiccional cuando la consideran incorrecta y no para dilatar la marcha del proceso).
Si tales sujetos no actúan de conformidad a este principio sus actos serán considerados
inadmisibles o serán sancionados de alguna otra forma (por ejemplo, obligando al autor de los
mismos a reparar el perjuicio que con ellos causó). También las omisiones en el actuar, cuando
ese actuar se encuentre exigido por la buena fe, serán sancionadas.
CONCEPTO:
Para Abal, la situación jurídica procesal de un sujeto es la posición del mismo frente a una
norma procesal que lo comprende, entendiéndose por "comprensión" al hecho de la
coincidencia entre la descripción que la norma realiza de un supuesto de hecho y lo que el
sujeto es o no es, hace o no hace. Un sujeto queda normalmente colocado en alguna de las
posibles situaciones jurídicas procesales como consecuencia de actos procesales (porque se le
da traslado de una demanda, porque se le cita como testigo, etc.). Empero, en algunos casos
los sujetos quedan colocados en una situación jurídica procesal como consecuencia de actos o
hechos que no son procesales (por ejemplo, por ser sujeto de Derecho toda persona queda
colocada en una situación jurídica que comprende el "derecho de acción"). Un sujeto deja de
estar colocado en una situación jurídica procesal como consecuencia de haberse realizado o
de no haberse realizado los actos procesales que la situación jurídica correspondiente -según
sea la situación concreta- ya sea habilita, ya sea impone realizar o no realizar.
Determina la posición del sujeto para la realización de actos procesales. Los sujetos realizan
actos sumados a estructuras.
Tarigo define dichas situaciones como aquellas que componen al derecho subjetivo, el poder,
la facultad, la obligación, el deber, la carga (imperativo del propio interés), la sujeción.
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ESTATUTO DEL JUEZ – S.J. COMPLEJA – JURISDICCION. (Poder – Deber).
Muy distintos criterios se han empleado por la doctrina para clasificar a las situaciones jurídicas
procesales (a esas diversas posiciones en que los sujetos del proceso pueden encontrarse
colocados por las normas que los comprenden). En tal entendido veremos la clasificación más
clásica, que es aquella que distingue entre situaciones jurídicas "activas" y situaciones jurídicas
"pasivas" (distinguiéndose por algunos autores asimismo las "neutras" o "mixtas"). Y también
consideraremos otra utilísima clasificación fruto de los profundos estudios de BARRIOS DE
ANGELIS, conforme a la cual las situaciones jurídicas se distinguen en "simples" y
"compuestas" (o "complejas"). Comenzaremos pues analizando precisamente esta última
clasificación, para luego dirigir a nuestra atención a la señalada en primer lugar.
Criterio de clasificación
Las primeras son las situaciones jurídicas procesales "simples" (que se clasifican a su vez en
facultad, poder, carga, deber, obligación, etc.); las segundas son las situaciones jurídicas
procesales "complejas" o "complejos situacionales" (que se clasifican por su parte en derecho
subjetivo, poder-deber, deber complejo, etc.). Aquellas situaciones jurídicas simples son
posibles de distinguir en un plano de abstracción pero no se presentan nunca en la realidad
normativa como tales, sino siempre formando parte de situaciones jurídicas "complejas" o
"complejos situacionales", que son las únicas que se presentan en esa realidad normativa (a tal
punto que podría decirse que las primeras son los "elementos" que, al combinarse de una u
otra forma, determinan la existencia de una u otra situación jurídica compleja).
SITUACION JURIDICA SIMPLE SITUACION JURIDICA COMPLEJA
Entre estas situaciones jurídicas simples se podrían así distinguir como "irreductibles" a la
"facultad", el "poder", la "carga", el "deber", la "obligación", la "sujeción" y la
"responsabilidad".
FACULTAD:
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La facultad será "la autorización (establecida por las normas) para que un sujeto determine
libremente la propia conducta (en uno u otro sentido)". Esto es, que quien se encuentra en una
situación jurídica que implica una facultad estará habilitado por la norma para determinar
libremente la propia conducta. Debe empero advertirse que BARRIOS DE ANGELIS ha
distinguido dentro de las facultades a dos variedades. Así, dejando de lado lo que el mismo
denomina "Facultad genérica" (o "en general") y que no es sino una atribución de una situación
jurídica cualquiera a un sujeto, y analizando la verdadera situación jurídica que lleva tal nombre
(esto es, la "facultad específica" o "en sentido estricto"), BARRIOS DE ANCELIS distingue
dentro de ella la "facultad total" (o "auténtica"), que se corresponde exactamente con la
definición de facultad antes dada, y la "facultad residual", que se presenta cuando un sujeto
tiene márgenes para elegir como cumplir con una conducta debida. También es bueno señalar
que incluso puede hablarse de facultad en un tercer sentido, distinto del propio de esas
llamadas facultades "genérica" y "específica". Se trata de la facultad "indirecta" o "encubierta",
que estrictamente es un deber y no una facultad, pero que tiene la particularidad de ser un
deber cuyo cumplimiento escapa al control de las partes o del superior jurisdiccional; ya sea
porque el control que las partes o d superior podrían realizar no puede penetrar en la intimidad
del sujeto, ya porque la actitud que adopte el titular del órgano es irrecurrible.
PODER:
CARGA:
Si consideramos ahora a la carga podemos decir de ella que consiste en "la necesidad
(establecida por las normas) de que un sujeto determine su conducta en cierto sentido para
proteger su propio interés". Todo lo cual significa que quien se encuentra en una situación
jurídica que implica una carga tiene necesidad de determinar su conducta en cierto sentido
(haciendo o no haciendo algún acto) si quiere proteger su propio interés. De esta forma, aquel
particular que estaba colocado en una situación jurídica que le otorgaba el derecho subjetivo de
acción tendrá, además de las ya analizadas, facultad y poder, la carga de ejercer ese derecho
de acción; puesto que si no lo hace --comenzando por presentar su demanda- no podrá ver
eliminada su insatisfacción jurídica (perjudicándose su propio interés).
DEBER:
A su turno el deber consiste en "la necesidad (establecida por las normas) de que un sujeto
determine su conducta en cierto sentido para proteger el interés general de la Comunidad" Ello
se traduce en que quien se encuentra en una situación jurídica que implica un deber tiene
necesidad de determinar su conducta en cierto sentido (haciendo o no haciendo algún acto)
porque ello interesa a la Comunidad. Así, un sujeto que por haber sido citado como testigo está
colocado en una situación jurídica que le impone un deber complejo tendrá que comparecer y
declarar (y declarar la verdad), desde que si no lo hace perjudica el interés de la Comunidad. Y
desde que el deber es una necesidad de actuar (o no hacerlo) pero establecida en un interés
ajeno, el de la Comunidad, si el sujeto no actúa esa Comunidad podrá imponerle que lo haga
forzadamente.
OBLIGACION:
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La obligación consiste por su parte en "la necesidad (establecida por las normas) de que un
sujeto determine su conducta en cierto sentido para proteger el interés de una persona
concreta". Esto significa que quien se encuentra en una situación jurídica que implica una
obligación tiene necesidad de determinar su conducta en cierto sentido (haciendo o no
haciendo un acto) en interés no ya de toda la Comunidad sino solamente de otro sujeto
concreto. Así, un sujeto que es condenado al pago de los honorarios de la contraparte está
colocado en una situación jurídica que le impone una obligación compleja y tendrá que
abonarlo. Mas desde que la obligación es una necesidad de actuar (o no hacerlo) pero
establecida en un interés ajeno, el de otro sujeto particular, si el obligado no actúa ese otro
particular podrá imponerle que lo haga forzadamente.
SUJECION:
En cuanto a la sujeción, ella consiste en "la necesidad (establecida por las normas) de que un
sujeto no interfiera, contraríe o desatienda a las situaciones jurídicas pasivas, ni a los límites y
aspectos pasivos de las situaciones activas". Ello significará que quien se encuentra en una
situación jurídica que implica una sujeción tiene necesidad de no realizar conductas que
impliquen interferir o transferir los límites de otras situaciones jurídicas ajenas o propias.
De esta manera un sujeto que está colocado en una situación jurídica que le otorga el derecho
subjetivo de acción no podrá deducir una demanda por más dinero que el que se le adeuda, y
si lo hace le será rechazada en ese exceso; un sujeto que ha incumplido una obligación de
pago no debe interferir con el remate de los bienes; un sujeto a quien se aplica una pena no
debe interferir con esa aplicación; etc.
RESPONSABILIDAD:
Finalmente, la responsabilidad consiste en "la necesidad (establecida por las normas) de que
un sujeto contribuya con su propio patrimonio a resarcir los daños causados a otros sujetos, por
una acción que puede ser ilícita e incluso, en algunos casos, lícita".
Esto se traduce en que quien se encuentra en una situación jurídica que implica una
responsabilidad tiene necesidad de contribuir con su propio patrimonio a resarcir los daños
causados a otros sujetos. Y así un sujeto que está colocado en una situación jurídica que le
otorga el derecho subjetivo de acción deberá responder con su patrimonio si reclama más de lo
que se le debe y viola los límites de tal derecho, no respetando la sujeción, con la
consecuencia de que deberá responder por los perjuicios que con su abuso de derecho ha
causado a la contraparte.
DERECHO SUBJETIVO:
PODER – DEBER:
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El poder-deber, a su turno, es la situación jurídica procesal en la que se encuentra el Estado
cuando en un proceso el mismo es tribunal o interesado principal, consistiendo en "la
necesidad (establecida por las normas en interés de la Comunidad) de determinar la conduela
ajena en cierto sentido". Así, el tribunal que está colocado en una situación jurídica que le
impone un poder-deber (el poder-deber llamado "jurisdicción"), tendrá necesidad, por ejemplo,
de citar a un testigo propuesto por una parte, y, al mismo tiempo, estará imponiendo a ese
testigo una conducta determinada. Esta situación jurídica compleja comprenderá las siguientes
situaciones jurídicas simples: poderes (el sujeto está autorizado a imponer a otro sujeto
determinadas conductas), deberes (el sujeto deberá desarrollar --en beneficio del interés
general de la comunidad- determinada conducta, consistente precisamente en imponer a otro
sujeto determinada conducta), sujeciones (no imponer a terceros conductas que no estén
autorizadas, no obstaculizar a esos terceros en el desenvolvimiento de tales conductas, cte.),
eventualmente facultades (residuales) y responsabilidades (responder patrimonialmente en
caso de no cumplir la conducta prevista o violar la sujeción).
DEBER COMPLEJO:
Por su parte, el deber complejo, situación jurídica procesal en la que se encuentran por ejemplo
testigos y peritos, es pasible de ser conceptuado como "la necesidad (establecida por las
normas) de desarrollar una conducta en determinado sentido en beneficio del interés general
de la Comunidad", lo cual coincide con el concepto de deber simple antes brindado. Sin
embargo, esta situación, si bien se integra centralmente con deberes simples, comprende
también poderes (de imponer a los otros sujetos el cumplir con la conducta debida, aún contra
la voluntad de esos otros), sujeciones (principalmente no dejar de adecuar la conducta propia a
lo que se ha establecido), responsabilidades (por no adecuar la conducta o violar la sujeción) y
eventualmente facultades (en este caso residuales, que se manifiestan en la relativa libertad de
elegir, por ejemplo, entre los diversos modos en que un sujeto puede prestar su testimonio o
efectuar su informe pericial).
OBLIGACION COMPLEJA:
En términos parecidos realizaba en su momento la distinción ARLAS, para quien hay que
atender a si en la situación se marca una posición de supremacía del sujeto (situaciones
jurídicas "activas") 0, por el contrario, una posición de subordinación de dicho sujeto
(situaciones jurídicas "pasivas").
A estas dos categorías algunos autores añaden una tercera, conformada por aquellas
situaciones en las que no predominaría ni la libertad ni la necesidad de actuar ("situaciones
jurídicas neutras" o "mixtas"). Con tales criterios serían situaciones jurídicas simples activas la
facultad y el poder, y situación jurídica compleja activa el derecho subjetivo.
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Por su parte, serían situaciones jurídicas simples pasivas la carga, el deber, la obligación, la
sujeción y la responsabilidad, y situaciones jurídicas complejas pasivas el poder-deber, el deber
complejo y la obligación compleja; aun cuando para algunos autores (BARRIOS DE ANGELIS,
entre otros) el poder-deber sería en realidad una situación jurídica no clasificable ni como activa
ni como pasiva, sino como compleja neutra.
LA JURISDICCION:
Es preciso distinguir por un lado la situación jurídica en que se encuentran los sujetos a
quienes se imputan los actos correspondientes al tribunal (el Estado, los tribunales arbitrales),
verdadera situación jurídica "procesal", y la situación jurídica en que se encuentran aquellos
sujetos que realizan tales actos (Los jueces y los árbitros), las que en realidad son una o más
situaciones jurídicas ya de Derecho Administrativo (los jueces y demás funcionarios frente al
Estado, al que representan al Estado en la realización de los actos procesales que le
corresponden como tribunal), ya de Derecho Privado (los árbitros frente a las partes del
proceso).
Consideremos a continuación cual es, de entre las antes analizadas, la situación jurídica en
que se encuentran los primeros (sujetos a quienes se imputan los actos correspondientes al
tribunal). Y bien, su situación jurídica procesal (naturalmente "compleja") se encuentra
especialmente nominada: se trata de la jurisdicción.
Debe empero indicarse que el "estatuto" del tribunal (una vez más, el estatuto de un sujeto es
el complejo formado por las diversas situaciones jurídicas en que se encuentra el mismo, en el
caso el tribunal) también comprende un derecho subjetivo (frente a todos aquellos a quienes el
Estado puede por ejemplo cobrar tributos vinculados al proceso), o aún un derecho subjetivo y
una obligación compleja (en el caso del tribunal arbitral que puede cobrar honorarios a las
partes y que probablemente se pueda decir con propiedad que se encuentra, frente a ellas,
obligado a laudar).
Pero retomando la jurisdicción, y dejando de lado aquellas acepciones de este término que
implican atribución de competencia para entender en los procesos vinculados a alguna materia,
o atribución de competencia para entender en las actuaciones procesales que se vinculan a un
determinado territorio, y refiriéndonos a jurisdicción como aquella situación jurídica procesal en
que se encuentra el tribunal, ¿entre cuáles de las situaciones jurídicas procesales complejas a
las que nos referimos precedentemente puede ser incluida? Pues entre los poderes-deberes;
la jurisdicción es un poder-deber (y así, cuando se dice que un sujeto tiene jurisdicción lo que
se está expresando es que se encuentra en una situación jurídica procesal de poder-deber). Es
que, en efecto, la jurisdicción es precisamente "un poder-deber conferido a órganos estructural
y funcionalmente imparciales, susceptible de establecer el grado máximo de certeza oficial -y
eventualmente la cosa juzgada- excluyendo la insatisfacción jurídica, en método contradictorio",
y, de tal concepto lo primero que surge es que la jurisdicción es un poder-deber. Y, ¿por qué es
un poder-deber y no un derecho subjetivo, o un deber complejo o una obligación compleja (que
son las cuatro posibles situaciones jurídicas procesales en que se puede encontrar un sujeto
del proceso)? Pues porque si bien el tribunal puede imponer una conducta a un tercero, para el
resulta necesario hacerlo (esto último porque existe un interés general que así lo reclama),
careciendo de la facultad de hacerlo o no que caracteriza a un derecho subjetivo (y, por ende,
de cargas procesales); siendo por demás obvio que su situación jurídica no es ni la de deber ni
la de obligación complejas. Y junto a ese poder y a ese deber simples vemos que en la
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jurisdicción también se encuentran sujeciones, a veces facultades (residuales) y
responsabilidades. Y, en consecuencia, dadas las situaciones jurídicas procesales simples que
la integran, esta situación jurídica procesal en la que se encuentra el tribunal sólo se
corresponde con aquella categoría que se denomina poder-deber.
Veamos entonces, al menos genéricamente, que poderes y que deberes comprende ese
poder-deber procesal que llamarnos jurisdicción, con la aclaración de que no pretendemos
ahora enunciar todos los poderes, deberes, facultades residuales, sujeciones y
responsabilidades del tribunal
A lo largo de todo el C.G.P. (y demás leyes procesales, en particular ley 15.750, arts. 1, 2, 3, 4,
etc.) se destacan los poderes que a l tribunal otorga el encontrarse en esa situación jurídica
procesal llamada jurisdicción.
Artículo 2: La Potestad de conocer en los asuntos que les están asignados y de hacer ejecutar
lo juzgado en la forma que en cada caso corresponda, pertenece exclusivamente a los
tribunales que establece la ley. Por tribunales se entiende, tanto los colegiados como los
unipersonales.
Artículo 4: Para hacer ejecutar sus sentencias y para practicar los demás actos que decreten,
pueden los tribunales requerir de las demás autoridades el concurso de la fuerza pública que
de ellas dependa, o los otros medios de acción conducentes de que dispongan.
La autoridad requerida debe prestar su concurso sin que le corresponda calificar el fundamento
con que se le pide, ni la justicia o legalidad de la sentencia, decreto u orden que se trata de
ejecutar.
¿Pero se trata realmente de que existan por un lado algunos "poderes" y por otro lado algunos
"deberes"? Podemos afirmar que no es así. En efecto, por más que las disposiciones legales
en ocasiones se refieran a poderes y en otras a deberes del tribunal, como este sujeto del
proceso está colocado en esa situación jurídica compleja que hemos llamado jurisdicción y que
es c1asificable como un poder-deber, lo cierto es que en todo caso en que exista un poder y
aunque no se mencione ello en la disposición legal que lo menciona, el tribunal tiene el deber
de ejercerlo; y, asimismo, toda vez que existe un deber del tribunal y aunque eso no se diga
siempre explícitamente en esas disposiciones legales, ese deber va acompañado del
correspondiente poder, al punto que el deber consiste precisamente en ejercer ese poder.
En otro orden, está claro que los poderes y deberes del tribunal deberán ejercerse dentro de
los límites que impone la sujeción, y que en el poder-deber de jurisdicción propio del tribunal se
encuentra comprendida la responsabilidad.
Finalmente, merece ahora ser señalado que algo diferente de la situación jurídica en que se
encuentra el tribunal en sí, es la situación jurídica en que se encuentran los sujetos que
realizan los actos que correspondan al tribunal (los jueces y árbitros). Es que el estatuto de
estos últimos sujetos no comprende en sí mismo el estatuto del tribunal (ellos no son
-estrictamente- quienes tienen la jurisdicción, pues esta última corresponde al tribunal en sí y
no a quienes ocupan los órganos que expresan la voluntad del tribunal: generalmente los
jueces), pero, en cambio, estos sujetos que realizan los actos que corresponden al tribunal
tienen un estatuto "funcionarial" o "funcional" (no procesal, sino administrativo) que implica
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derechos subjetivos y obligaciones o deberes, muchos de los cuales son regulados por el
propio C.G.P., y otras leyes procesales.
Expresa BARRIOS DE ANCELIS que "Todavía debe señalarse que los estatutos procesales
corresponden a los sujetos del proceso en sentido estricto; es decir, que no aluden al juez o al
fiscal que desempeñan sus respectivos cargos. El estatuto procesal es del tribunal y del
ministerio público, o de la persona jurídica aclara…”
Es por ello, precisamente, que al estudiar la situación jurídica de quienes realizan los actos
correspondientes al tribunal, habíamos concluido que la situación jurídica de los jueces (y
demás sujetos que realizan los actos procesales que corresponden al tribunal) no es la
jurisdicción (en cuanto esta es la situación jurídica procesal del tribunal que ellos representan),
sino la propia de un deber complejo (estos sujetos tienen el deber de desarrollar su tarea
funcional en determinado sentido) y de un derecho subjetivo (estos sujetos tienen el derecho de
recibir una remuneración, gozar de licencias, ascender, etc.).
En efecto, la situación jurídica observada de los últimos es procesal: es una situación jurídica
de la que deriva un poder-deber de jurisdicción. En cambio, la de los primeros es más de una
situación jurídica, en cuanto comprende, frente a las partes, un derecho subjetivo (en especial
al cobro de honorarios) y una obligación compleja (en particular de laudar, comprendiéndose en
ella la responsabilidad por no hacerlo).
TRIBUNAL
. JUECES (TIENE UN DEBER
COMPLEJO Y UN INTERES
COLECTIVO) DERECHOS
SUBJETIVOS
. ÁRBITRO ( TIENE UNA
OBLIGACION Y UN INTERES
PERSONAL)
LAS SITUACIONES JURÍDICAS DE LOS SUJETOS A LOS QUE SE IMPUTAN LOS ACTOS
CORRESPONDIENTES A LOS INTERESADOS PRINCIPALES
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LOS ACTORES Y GESTORES
La situación jurídica procesal en la que se encuentran los actores (de un proceso contencioso)
y los gestores (de un proceso voluntario) es la propia de un derecho subjetivo o de un poder
deber (según que sus titulares sean sujetos privados o el Estado, respectivamente).
Este derecho subjetivo o poder-deber de acción calificado más de una vez como un derecho
humano (que por tanto tiene toda persona sin distinción posible) se encuentra especialmente
consagrado a través de la formulación genérica que realiza el art. 11. 1 del C.G.P. (aunque
además surge de otra infinidad de disposiciones legales, como por ejemplo el art. 5 de la ley
15.750).
11.1 “Cualquier persona tiene derecho a acudir ante los tribunales, a plantear un problema
jurídico concreto u oponerse a la solución reclamada y a ejercer todos los actos procesales
concernientes a la defensa de una u otra posición procesal y el Tribunal requerido tiene el
deber de proveer sobre sus peticiones…”
Artículo 5 LOT: Los tribunales no pueden ejercer su ministerio sino a petición de parte, salvo
los casos en que según la ley, deban o puedan proceder de oficio.
Cuando nos referimos a actores o gestores particulares, el "derecho de acción" (que según el
art. 11. 1 del C.G.P. es propio de la situación jurídica procesal de todo sujeto de derecho) es
clasificable como un derecho subjetivo. Se trata de un derecho subjetivo porque, en primer
lugar, otorga a sus titulares poderes.
Pero además se trata de un derecho subjetivo porque el derecho de acción se integra con
facultades (las facultades de ejercer o no, libremente, los diferentes poderes a que hemos
hecho mención: la parte puede o no, libremente, presentar la demanda, proponer pruebas,
etc.); con cargas (consistentes en la necesidad de ejercer dichos poderes en beneficio propio;
esto es, para no perjudicar el propio interés del titular de los poderes); con deberes (en
particular la necesidad de obrar con buena fe y lealtad destacada por el art. 5 del C.G.P.); con
sujeciones (especialmente por la necesidad de no traspasar los límites de sus poderes,
incurriendo en abuso de su derecho); y, finalmente con responsabilidades (que nacen si se
transgreden los límites establecidos, por ejemplo haciendo abuso de su derecho).
40
de su pretensión, etc.). Es que en tal caso el Estado -que es su titular- tendrá en primer lugar
los mismos poderes de los particulares y a los que recién hemos hecho mención.
Pero, además, como todo poder-deber, el estudiado poder-deber de acción que tiene el Estado
se integrará (ahora en un plano no procesal) con deberes (pues tiene la necesidad de ejercer
los poderes: de presentar la demanda, de proponer pruebas, etc.) y no tendrá ni facultades ni
cargas (sin perjuicio de que una vez ejercido el poder-deber de acción de su estatuto "procesal"
pase a ser similar al de quienes tienen el derecho subjetivo de acción).
TEORIA DE LA ACCION
Significa observar el fenómeno jurisdiccional desde el punto de vista del particular que reclama
justicia (CALAMANDREI).
La prohibición de la auto tutela fue establecida por el Derecho Romano, que la consideraba un
delito, castigando al acreedor con la pérdida del derecho de crédito cuando éste intentaba por
la violencia hacerse pagar la deuda sin recurrir al Juez. Luego la prohibición desapareció en el
periodo medieval (por influencia de concepciones bárbaras de origen germánico), porque se
permitió como forma de resolución de los conflictos el duelo y la venganza. Luego la
prohibición se reinstauró bajo la influencia del Derecho Canónico; hasta hacerse absoluta en el
Estado de Derecho moderno.
En la época primitiva se debía llevar a cabo una “acción material” cuando se quería hacer valer
un derecho negado o desconocido, a través de la fuerza física. Cuando la protección de los
derechos individuales es asumida directamente por el Estado, la palabra acción significa el
medio con el que el ciudadano o el individuo invocan en su favor la fuerza del Estado.
Como sabemos el Estado por su propia iniciativa sanciona las leyes y adopta sus decisiones
administrativas, sin que sea necesaria la solicitud de alguien. Sin embargo, no juzga si no hay
quien le reclame o le pida que juzgue. Y esta diferencia surge por la característica de la
jurisdicción considerada como función estatal: su imparcialidad. El juez debe esperar a ser
llamado o ser requerido para hacer justicia, para preservar esa garantía de imparcialidad. Y tan
es así, que aún en el campo del Derecho Penal, en el que naturalmente el Estado no puede
aguardar la petición del particular ofendido por el delito para proceder a la reintegración de la
observancia del Derecho, cuando éste ha sido transgredido, no se autoriza al Juez a proceder
de oficio, por su propia iniciativa, sino que crea, frente al juez, un órgano público, el MP, al que
le concede la específica función de ejercitar la acción penal. (El juez puede disponer la
investigación de oficio, no puede acusar de oficio).
Es la invocación que el ciudadano hace al Estado para que le preste el servicio de justicia que
tutele su interés individual.
41
1.-LA ESCUELA CLÁSICA: LA ACCIÓN COMO EXPRESIÓN O PROYECCIÓN DEL
DERECHO SUBJETIVO SUSTANCIAL (teoría monista: acción = derecho subjetivo material) –
DEMOLOMBE - SAVIGNY
Para los civilistas del siglo pasado (DEMOLOMBE, SAVIGNY) la acción se confundía
enteramente con el DERECHO SUBJETIVO SUSTANCIAL, o ERA CONSIDERADA COMO UN
ASPECTO o momento DEL PROPIO DERECHO SUBJETIVO SUSTANCIAL. (El derecho
subjetivo con casco y armado para la guerra).
El centro del sistema jurídico estaba constituido por el derecho subjetivo. El Estado aparecía
como un personaje de tercer plano que prestaba auxilio a la parte que tenía razón, evitando
que se fueran de las manos.
Esta concepción privatista y liberal surge frente al avance del poder del Estado,
fundamentalmente en Alemania.
Crítica: no explica:
42
El derecho a la tutela jurídica del Estado existe AUN EN CASO DE QUE NO PREEXISTA UN
DERECHO SUBJETIVO MATERIAL INSATISFECHO, como en el caso de las acciones
meramente declarativas, en las que sólo se hace valer el interés en la simple declaración de
certeza que existe o de que no existe una determinada relación jurídica, sin que llegue a
reclamarse la satisfacción de un derecho.
Con esta teoría la acción se autonomiza y se coloca en el campo del Derecho Público. Pero
sigue considerando al proceso civil como un instrumento para la actuación o la aplicación de
los derechos subjetivos privados. Concibe el derecho de acción según el sistema civil de la
relación obligacional: sujeto activo (titular del derecho o del interés), sujeto pasivo (el Estado
obligado a la prestación del servicio de justicia); con preeminencia del interés privado,
individual, y subordinación del interés público del Estado, que está “obligado” a prestar su tutela
jurisdiccional al ciudadano.
Aparece como un derecho distinto, pero perteneciente solamente a quienes tienen derecho
subjetivo sustancial. LA ACCIÓN ES EL DERECHO CONCRETO A OBRAR, A OBTENER UNA
SENTENCIA FAVORABLE.
Críticas:
ES UN DERECHO que se agota “en el poder de influir con su manifestación de voluntad sobre
la condición jurídica de otro sin el concurso de la voluntad de éste”.
Crítica:
La autonomía se desvirtúa al suponer que sólo tiene derecho de acción quien tiene derecho a
una sentencia favorable; o sea, quien es titular de un derecho subjetivo sustancial.
Aparece como un puente entre las doctrinas que conciben a la acción como un derecho
concreto a obrar, y las que explican la acción como un derecho abstracto de obrar.
43
Para VON BÜLLOW la acción es también un DERECHO SUBJETIVO PÚBLICO, AUTÓNOMO,
DIRIGIDO CONTRA EL ESTADO pero con la particularidad de que con él no se persigue la
obtención de una sentencia favorable, sino simplemente LA OBTENCIÓN DE UNA
SENTENCIA JUSTA.
La acción correspondería no solamente a aquél que tiene razón sino a quienquiera se dirija al
Juez reclamando de él una decisión sobre su pretensión, aun cuando ésta resulte infundada.
CARNELUTTI dice que la acción es un DERECHO SUBJETIVO PÚBLICO (ya que el interés
que se tutela mediante la acción es un interés esencialmente público). La ley atribuye la acción
a la parte, no porque su ejercicio no tenga suma importancia para el Estado, sino porque
ningún otro órgano sería más idóneo para realizar tal cometido. Es un derecho que compete no
a la parte en sentido material sino a QUIEN ASUMA SER PARTE, por lo cual de lo que
depende es de la apariencia o de la INVOCACIÓN DE SER SUJETO DEL LITIGIO, y por tanto,
a cualquier ciudadano. Aparece la acción como un DERECHO CÍVICO.
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exactamente individualizada, y consiste en el derecho a obtener que el juez provea a su
respecto, actuando o aplicando la regla general que la gobierna. Por eso, el ejercicio de la
acción está condicionado al cumplimiento de determinados requisitos (interés en accionar,
legitimación activa y pasiva para actuar y posibilidad jurídica).
Art. 11.2 c.g.p.: “para proponer o controvertir útilmente las pretensiones, es necesario invocar
interés y legitimación en la causa”.
Dice: lo que pone en movimiento al proceso es un acto de parte. Al derecho procesal debe
interesarle analizar ese acto de parte y no el derecho o el poder que se ejercita al realizar tal
acto. Analizar la naturaleza de ese derecho es un tema extra procesal. El acto típicamente
procesal es la pretensión procesal: una declaración de voluntad, en la que se solicita una
actuación del órgano jurisdiccional frente a una persona determinada, distinta del autor de la
declaración.
CPC: Definía la acción como “el medio legal de pedir judicialmente lo que es nuestro o se nos
debe”.----- Filiación a la escuela clásica, que consideraba a la acción como un aspecto del
propio derecho subjetivo sustancial.
- Había sido instituida para que la ejercitara en principio el TITULAR del correspondiente
derecho subjetivo sustancial
45
Art. 11.1: “Cualquier persona tiene derecho a acudir ante los tribunales a plantear un problema
jurídico concreto u oponerse a la solución reclamada y a ejercer todos los actos procesales
concernientes a la defensa de una u otra posición procesal, y el tribunal requerido tiene el
deber de proveer sobre sus peticiones”.
TARIGO: no tiene derecho a plantear un problema jurídico concreto, sino a FORMULAR UNA
PRETENSIÓN PROCESAL. El tribunal no es un consultorio jurídico.
Art. 11.2: “Para proponer y controvertir útilmente las PRETENSIONES es necesario invocar
interés y legitimación en la causa”-
Art. 11.3: El interés del demandante puede consistir en la simple declaración de la existencia o
INEXISTENCIA de un derecho, aun cuando éste NO HAYA SIDO VIOLADO O
DESCONOCIDO o de una relación jurídica, o de la autenticidad o falsedad de un documento;
también podrá reclamarse el dictado de una sentencia condicional o de futuro”. –
Art. 11.4. “Todo sujeto tendrá acceso a un proceso de duración razonable que resuelva sus
pretensiones.
GUASP: “Concedido por el Estado el poder de acudir a los tribunales para formular
pretensiones (derecho de acción), el particular puede reclamar cualquier bien de la vida, frente
a otro sujeto distinto, de un órgano jurisdiccional (pretensión procesal), iniciando para ello,
mediante un acto específico (demanda) el correspondiente proceso, el cual tendrá como objeto
aquella pretensión”.
Critica: deja fuera Jurisdicción voluntaria. Con la fórmula más amplia del 11.1 permito que
tengan acción los interesados en la jurisdicción voluntaria.
ESTRUCTURA DE LA ACCIÓN
SUJETOS:
o Titular:
Actor
Puede serlo el 3º interviniente cuando su intervención es principal o
excluyente
El demandado si formula reconvención
o Destinatario:
Inmediato: El Tribunal
Mediato: el demandado por la sujeción al proceso
OBJETO:
o La pretensión
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FUNCIÓN DE LA ACCIÓN: posibilitar la formulación de la pretensión.
REQUISITOS DE LA ACCIÓN:
TARIGO: Requisitos de la acción son aquellos elementos que deben configurarse en cada caso
concreto para que el tribunal entre al examen de mérito o de fondo. Y son:
CONCEPTO
Es la declaración de voluntad hecha ante el juez y frente al adversario, por la cual se busca que
aquél reconozca algo con respecto a cierta relación procesal.
GUASP la define como una declaración de voluntad por la cual una persona reclama de otra,
frente a un tercero, supraordinado a ambas, un bien de la vida, formulando en torno al mismo
una petición fundada, esto es, acotada según los acaecimientos de hecho que expresamente
se señalan.
Para PALACIO ES EL ACTO en cuya virtud se reclama ante un órgano judicial y frente a una
persona diferente, a la resolución de un conflicto suscitado entre dicha persona y el autor de la
reclamación.
Desarrolla, y
Extingue.
Concebida la pretensión como objeto del proceso (contencioso), y admitiendo que la acción sea
un derecho cívico (CARNELUTTI), o una de las especies en que se manifiesta el derecho
constitucional de peticionar ante las autoridades (COUTURE), resulta claro que la acción no es
otra cosa que el poder de hacer valer una pretensión y que constituye, por lo tanto, un supuesto
de la actividad procesal.
47
acto posterior. Es el supuesto de los HECHOS NUEVOS, que constituyen un complemento
de la CAUSA de la pretensión, pero no de la demanda (cuya función iniciadora ha quedado
ya cumplida).
La DEMANDA puede contener más de una pretensión (acumulación de pretensiones).
CARACTERES
No constituye un derecho sino UN ACTO, que puede caracterizarse como UNA
DECLARACIÓN DE VOLUNTAD PETITORIA.
Debe deducirse ante persona diferente del autor de la reclamación, pues en su base se
encuentra siempre un CONFLICTO que los enfrenta.
Sólo se requiere que la PRETENSIÓN PROCESAL CONTENGA UNA AFIRMACIÓN DE
DERECHO O DE CONSECUENCIA JURÍDICA DERIVADA DE DETERMINADA
SITUACIÓN DE HECHO, con prescindencia de que tal afirmación coincida o no con el
ordenamiento normativo vigente. La pretensión puede ser fundada o infundada.
ELEMENTOS
También pueden intervenir en el proceso, terceros, pero en este caso habrá una nueva o
diferente pretensión a la original.
El INMEDIATO: es el PRONUNCIAMIENTO
QUE SE RECLAMA AL JUEZ (por ej., la
condena, la declaración, la ejecución, etc.)
Ej.: en la reivindicación: la causa estaría en la propiedad invocada por el actor sobre la cosa,
por el hecho de haber sido desposeído de ella por el demandado, por las circunstancias en que
la desposesión se produjo. No se debe confundir la CAUSA con los SIMPLES ARGUMENTOS
EXPUESTOS POR EL ACTOR, ni tampoco con las NORMAS JURÍDICAS INVOCADAS, pues
éstas no individualizan a la pretensión, sino que lo que individualiza a la pretensión son los
hechos afirmados en la medida en que sean idóneos para producir un determinado efecto
jurídico. Ej.: en la pretensión por daños y perjuicios, la causa es el evento dañoso, no la
calificación jurídica de si se trata de responsabilidad contractual o aquiliana.
48
La pretensión involucra necesariamente una determinada ACTIVIDAD:
LUGAR: la sede del tribunal
Resumen de Elementos:
1. SUJETO.
2. OBJETO.
3. CAUSA.
a. RELACION DE HECHOS INVOCADOS
b. PEDIDO
c. EXPLICACION DE PORQUE PIDO. (Ejemplo: Articulo 72)
La situación jurídica procesal en que se encuentran los demandados tiene también un nombre
especial: es "la contradicción" (o, para algunos autores, "la excepción" o aún "la acción del
demandado). Ella consiste, en paralelo con la de los actores, en un derecho subjetivo (si su
titular es un particular) o en un poder-deber (si su titular es el Estado), que también resultan
especialmente consagrados para todo sujeto de derecho por el artículo 11.1 del C.G.P.
("Cualquier persona tiene derecho... a oponerse a la solución reclamada").
49
Y, como en todo derecho subjetivo y en particular el derecho de acción, también encontraremos
en el caso del derecho de contradicción facultades, cargas, sujeciones, deberes y
responsabilidades. Cuando el sujeto es el Estado, la situación jurídica procesal compleja en
que se encuentra es clasificable como poder-deber, puesto que al igual que cuando se trata de
la situación jurídica procesal del Estado como actor o gestor, su "derecho de contradicción" (en
realidad su "poder-deber de contradicción") se encuentra integrado por poderes, deberes,
sujeciones y responsabilidades (aunque desde el punto de vista procesal las consecuencias de
su ejercicio u omisión sean iguales a las que correspondan a quién ejerce u omite ejercer un
derecho subjetivo).
a. La acción es una situación jurídica nominada que corresponde a las situaciones jurídicas
complejas de derecho subjetivo, cuando el actor es una persona de Derecho Privado, y de
poder-deber, cuando el actor es una persona de Derecho Público.
c. La demanda es el acto procesal concreto mediante el cual una persona, por encontrarse en
una situación jurídica de acción, plantea una pretensión ante un Tribunal. Cuando se forma la
pretensión ahí ya se fija el sujeto, el objeto del proceso y de la pretensión y la causa.
La forma de la demanda:
La demanda es un acto procesal que se realiza por escrito (art. 117) y como tal tiene que
cumplir con los requisitos procesales formales comunes a todos los actos escritos.
A dichos requisitos generales se suman los requisitos especiales del acto demanda, previstos
en los arts. 117 y 118 del CGP.
6) El valor de la causa, que deberá ser determinado precisamente, salvo que ello no fuera
posible, en cuyo caso deberá justificarse la imposibilidad y señalarse su valor estimativo,
indicándose las bases en que se funda la estimación.
50
7) Las firmas del actor o de su apoderado y del abogado, salvo los casos exceptuados por la
ley.
118.1 Se acompañará a la demanda toda la prueba documental que se intente hacer valer y los
documentos que acrediten la personería, de acuerdo con lo dispuesto por el artículo 40, así
como testimonio del acto conciliatorio en los casos en que éste procede.
118.2 También deberá indicar el actor el nombre y domicilio de los testigos de que habrá de
servirse, así como los demás medios de prueba de que habrá de valerse y solicitar su
diligenciamiento.
Lo relativo a la declaración de parte se regirá por lo dispuesto en la Sección II del Capítulo III
de este Libro.
118.3 Sólo podrán ser propuestas posteriormente las pruebas claramente supervinientes o las
referidas a hechos nuevos o a los mencionados por la contraparte al contestar la demanda o la
reconvención.
ACTOR DEMANDADO
ACCION EXCEPCION
PRETENSION PRETENSION
DEMANDA CONTESTACION
PRESUPUESTOS PROCESALES:
DEFINICION: son los requisitos necesarios para que la pretensión formulada pueda ser
resuelta en una sentencia valida y eficaz porque existe un proceso valido y eficaz y esto se
requiere del actor, del demandado y del juez.
CONCEPTO
51
Desde que el proceso jurisdiccional es una actividad realizada por seres humanos y que está
dirigida a producir efectos que alcanzan a algunos de ellos, necesariamente implica a diversos
sujetos que, o bien les son imputados los actos que se van sucediendo durante el mismo, o
bien son alcanzados por los efectos de esos actos (y eventualmente del proceso todo). Entre
los primeros encontraremos a quien presenta la demanda, a quien la contesta, a quien depone
como testigo o informa como perito, a quien resuelve si corresponde o no acceder a la
pretensión, etc. (a ellas se agregan, aún, aquellos sujetos que efectivamente realizan actos que
se imputan a los anteriores). Entre los segundos a todos aquellos sujetos a quienes no se
imputa acto alguno pero, sin embargo son afectados por el proceso; como sucede con el
demandado que nunca comparece o el testigo que no depone o, incluso, con aquellos terceros
en principio ajenos al proceso.
Para llegar a un concepto que abarque a todos estos sujetos del proceso jurisdiccional, y
solamente a ellos, debemos dirigir nuestra atención a las denominadas "situaciones jurídicas
procesales". Al hacerlo advierte ABAL que sujetos del proceso son todos aquellos que
aparecen como titulares de alguna de las distintas situaciones jurídicas procesales: se trata de
todas aquellas personas a las cuales se refieren las normas procesales y que, por el contenido
de esas normas (que o bien les otorgan derechos subjetivos o bien poderes-deberes, deberes
complejos u obligaciones complejas), quedan colocadas en lo que se ha dado en denominar
como situaciones jurídicas procesales (situaciones jurídicas de derecho subjetivo, de poder-
deber, de deber complejo u obligación compleja).
En mérito a lo apuntado podemos decir que sujeto del proceso es todo aquel al cual -en
relación a un proceso concreto- las normas procesales colocan en una situación jurídica
procesal y que, merced a ello o bien se encuentra habilitado o bien es requerido para realizar
los actos correspondientes a dicha situación jurídica procesal.
Serán sujetos:
a) El Actor, quien según diversas normas y principalmente el art. 11 del C.G.P. se encuentra
en diferentes situaciones jurídicas de derecho subjetivo;
b) La Demandada, que al ser tal y sin importar que comparezca o no lo haga, también según
diversas normas pero principalmente los arts. 11 y 123 del CG.P. Se encuentra en distintas
situaciones jurídicas categorizables también como derechos subjetivos;
c) los apoderados del primero y de la segunda, que actúan por ellos en el proceso y que
según ciertas normas de nuestro Derecho Procesal también se encuentran en situación jurídica
de derecho subjetivo;
d) el Estado, que tiene legitimación en la causa para ser tribunal, y conforme a numerosísimas
normas, entre las que se encuentra el citado arto 11.1 del CG.P., se hallará en situaciones
jurídicas calificables como poderes deberes;
e) El Juez que ocupa la titularidad del órgano jurisdiccional del Estado y representa al mismo
como tribunal, quien de acuerdo a diversas disposiciones de nuestro Derecho Procesal también
se encuentra en distintas situaciones jurídicas procesales calificables como poderes-deberes;
f) Los Testigos, que son los sujetos que deberán deponer acerca de la existencia o
inexistencia de los hechos en que se fundan la pretensión y la oposición y que, según el arto
160 del CC.P., se encuentran en la situación jurídica de deber complejo; etc.
Así se podrá hablar de estatuto procesal del actor, o del demandado, o del tribunal, o del juez,
o del testigo, o del perito, etc. A este estatuto debe distinguírsele del "estatuto funcional", que
es aquel que tienen aquellos de entre estos mismos sujetos del proceso que además de ser
tales son funcionarios públicos (como los jueces, fiscales, alguaciles, etc.).
Finalmente cabe advertir que no cualquier sujeto puede ser sujeto de un proceso jurisdiccional
concreto: para poder adquirir tal calidad se requiere que el sujeto en cuestión tenga
determinadas capacidades y legitimaciones (que varían según de qué clase de sujeto se trate).
Sin ellas el sujeto en cuestión no podrá ser sujeto de ese concreto proceso, sus actos serán
inadmisibles y, en todo caso, las consecuencias del proceso no recaerán sobre él.
52
En otro orden, todos estos sujetos del proceso pueden clasificarse por lo menos de dos formas:
a) Según se trate de los sujetos a los que se imputan los efectos de los actos procesales o de
los sujetos que los realizan; y,
Conceptos.
Empero, esta distinción entre sujetos que realizan los actos procesales y sujetos a los que se le
imputan los efectos de los mismos -distinción que pareciera tan clara se torna francamente
dificultosa cuando, como a menudo ocurre, el sujeto que realiza el acto es el mismo al cual los
efectos de ese acto le son imputados. Sin embargo esta última observación no es un obstáculo
para distinguir las dos clases de sujetos (aquellos que realizan los actos procesales y aquellos
a los que se les imputan los efectos de actos procesales), dado que en los casos recién
mencionados simplemente ocurre que los dos sujetos -que técnicamente son diferenciables y
que podrían ser distintos -coinciden.
Y, según veremos, esta distinción entre los sujetos a los que se imputan los efectos de los
actos procesales y sujetos que los realizan -distinción que abarca absolutamente a todos los
sujetos del proceso -no carece de importancia.
Para que los actos procesales de cualquier clase de sujeto sean admisibles es preciso que
cumplan con cuatro requisitos subjetivos, y ocurre que estrictamente dos de ellos refieren a los
sujetos a los que se les imputan los efectos de los actos procesales (capacidad para ser sujeto
y legitimación en la causa), en tanto los otros dos corresponden a los sujetos que realizan los
actos procesales (capacidad procesal y legitimación procesal).
Requisitos de los sujetos a los que se imputan los efectos de los actos procesales: La
Capacidad para ser sujeto y la Legitimación en la Causa.-
Estos requisitos a los que nos referimos son ciertas circunstancias que según establece el
Derecho Procesal necesariamente deben presentarse para que a un sujeto cualquiera se le
puedan imputar los efectos, correspondientes a la clase de sujeto a la que el mismo pertenezca
(tribunal, actor, demandado, testigo, etc.), de un acto procesal (del mismo sujeto o de otro
sujeto del proceso).
Se trata de aquellos requisitos que en el lenguaje habitual se denominan "requisitos para ser
actor", o "para ser tribunal", o "para ser testigo", etc. Tales requisitos, que son siempre dos
("capacidad para ser un sujeto al que se le puedan imputar los efectos de los actos
procesales", y "legitimación en la causa para que en un proceso concreto se le puedan imputar
los efectos de los actos procesales"), desde que derivan de Derechos positivos y estos no
siempre son iguales se concretan de distinta forma según cuál sea el Derecho Procesal positivo
que se esté examinando (el de Uruguay, el de Argentina, el de Bélgica, etc.).
Asimismo, desde que esos requisitos refieren a sujetos distintos, se concretan en diferente
forma según cuál sea el sujeto del que se trate (tribunal, actor, testigo, abogado, etc.).
Ahora bien, si un acto procesal es realizado sin que se cumplan con estos dos requisitos
referentes al sujeto al cual los efectos de ese acto se imputan, el acto procesal será
53
inadmisible. Esto último sin perjuicio de que a ese sujeto, que no podrá ser considerado actor,
se lo deba sin embargo considerar como tal en relación a la incidencia procesal planteada
respecto a si, precisamente, tiene o no legitimación en la causa.
1. Capacidad del sujeto para que se le puedan imputar los efectos de actos
procesales:
La capacidad que nos ocupa es una aptitud que debe tener el sujeto a quien se imputan los
efectos de los actos procesales, y que existe cuando se presentan ciertas circunstancias
intrínsecas a su persona, circunstancias que varían según qué Derecho Procesal positivo se
está examinando y de qué clase de sujeto se trate.-
Y bien, como las circunstancias intrínsecas al sujeto que son exigidas para que se considere
configurada la aptitud que se denomina "capacidad para ser un sujeto al que se le puedan
imputar los efectos de actos procesales", varían según el Derecho Procesal positivo y según la
clase de sujeto de que se trate, es imposible incorporar a un concepto global como el que
ahora se analiza el detalle de las mismas.
Por otro lado, aún dentro de un mismo Derecho Procesal positivo como el uruguayo, son muy
diferentes los requisitos intrínsecos que configuran la aptitud para ser parte o gestor
(concretamente, ser un sujeto concebido perteneciente al género humano y no haber fallecido,
o ser una persona jurídica reconocida y no extinguida), de los requisitos intrínsecos que
configuran la aptitud para ser tribunal (concretamente, ser la persona jurídica mayor de
Derecho Público llamada Estado uruguayo, o -en el caso de tratarse de un tribunal arbitral-
pertenecer al género humano, tener veinticinco años de edad, hallarse en el pleno goce de los
derechos civiles, etc.).
2. Legitimación del sujeto para que se le puedan imputar los efectos de actos
procesales en un proceso determinado: la legitimación en la causa.
La legitimación en la causa es una aptitud que debe tener el sujeto para que se le puedan
imputar los efectos (correspondientes a la clase de sujetos a la que el mismo pertenece: juez,
actor, testigo, etc.) de los actos procesales, y que existe cuando se presenta cierta
circunstancia extrínseca a su persona consistente en un vínculo entre ella y el objeto del
proceso al que corresponde el acto procesal concreto; vinculo cuyas características varían
según de qué Derecho Positivo y de qué clase de sujeto se trate.
Se trata pues, de un requisito que "legitima" (hace legítima) la intervención de un sujeto en una
"causa" (en un proceso jurisdiccional) concreta; y puede decirse que la capacidad antes
estudiada y la capacidad y la legitimación procesal, también son requisitos necesarios para que
la participación de un sujeto en una causa sea "legítima".
En Uruguay y a fin de que un sujeto tenga legitimación en la causa para que se le puedan
imputar los efectos correspondientes al tribunal de los actos procesales, es preciso que entre
ese sujeto y el objeto del proceso concreto exista un vínculo que determine que ese objeto lo
juzgará tal sujeto.
Por otra parte, a fin de que un sujeto tenga legitimación en la causa para que se le puedan
imputar los efectos correspondientes al tribunal de los actos que se realicen en un proceso
concreto, el Derecho Procesal uruguayo establece que el vínculo entre ese sujeto y el objeto
del proceso debe existir a través de alguno de los medios que se indicaron en el párrafo
anterior.
54
Requisitos de los sujetos que realizan actos procesales: La Capacidad y Legitimación
Procesal.-
Concepto.
Los requisitos que ahora vamos a analizar son ciertas circunstancias que, conforme al Derecho
Procesal, deben necesariamente presentarse para que un sujeto pueda realizar los actos
procesales que corresponden a aquellos otros sujetos a los cuales antes nos referíamos (el
actor, el tribunal, el testigo, el abogado, etc.).
Tales requisitos, que también son siempre dos (en este caso capacidad procesal y legitimación
procesal) desde que derivan de Derechos positivos y estos no son siempre idénticos, se
concretan en diversa forma según cuál sea el Derecho Procesal positivo que se esté
examinando (el de Uruguay, el de Brasil, el de Italia, etc.) y, también, según cuál sea la clase
de sujeto a la que esos actos corresponda (el tribunal, el demandado, un perito, un abogado,
etc.).
1. Capacidad del sujeto para poder realizar actos procesales: Capacidad Procesal.
La capacidad procesal es una aptitud que debe tener el sujeto que realiza un acto procesal
correspondiente a una clase de sujeto (como tribunal, actor, demandado, testigo, etc.), y que
existe cuando se presentan ciertas circunstancias intrínsecas a su persona; circunstancias que
varían según de qué Derecho positivo se trate y de qué clase de sujeto sea al que se le imputa
el acto procesal en cuestión. Al igual que cuando analizábamos la capacidad para ser un sujeto
al que se le puedan atribuir actos procesales, debemos ahora preguntarnos cuales son las
circunstancias intrínsecas con las cuales se conforma la aptitud estudiada, y que varían según
de qué Derecho positivo y de qué clase de sujeto se trate. Y de la misma forma que
anotábamos al analizar aquella capacidad, debemos también ahora tomar nota de que tales
circunstancias son siempre "intrínsecas" al sujeto; esto es, que se trata de circunstancias que
forman parte de su naturaleza íntima y que, por tanto, siempre le acompañan y son
independientes de cualquier conexión entre el sujeto y una entidad extraña a él. Pero lo que
importa ahora destacar es que las circunstancias que se exigen serán en el Derecho positivo
uruguayo, las circunstancias que se exijan para adquirir la capacidad para realizar los actos
correspondientes a las partes y otras, también como ejemplo, las circunstancias que al mismo
efecto deben existir según el Derecho positivo argentino (así la edad: dieciocho años en un
caso y veinte en el otro).
Y en cuanto a la clase de sujeto de que se trata, unas son en Uruguay las circunstancias que
se exigen para realizar los actos procesales correspondientes a las partes y gestores
(genéricamente, pertenecer al género humano, tener dieciocho años de edad -arts. 1278 y
numeral 2° del art. 280 del Código Civil, conforme redacción dada por la ley 16.719- y no haber
sido declarado incapaz, etc.), y otras son en cambio las circunstancias que se exigen en
general y en nuestro mismo Derecho para realizar los actos procesales correspondientes a los
testigos (pertenecer al género humano, tener catorce años de edad, etc.).
Por una cierta dificultad en distinguir la legitimación procesal del anterior requisito (es decir, de
la capacidad procesal), una buena parte de la doctrina extranjera y nacional ha negado su
existencia independiente (o al menos la ha puesto en duda), absorbiendo en todo caso su
consideración dentro de la propia de la capacidad procesal. No obstante, siguiendo
especialmente el surco abierto por BARRIOS DE ANGELIS, considera Abal que no sólo es
posible sino que resulta necesario estudiar a la legitimación procesal como un requisito
55
independiente del anteriormente analizado. Y de esta forma podemos expresar que la
legitimación procesal es una aptitud que debe tener el sujeto que realiza un acto procesal
correspondiente a una clase de sujeto (como el tribunal; el actor, el demandado, el testigo,
etc.), y que existe cuando se presenta cierta circunstancia extrínseca a su persona, consistente
en un vínculo entre ella y el sujeto al que corresponde esa clase de acto (es decir, aquel
tribunal, actor, demandado, testigo, etc.); vínculo cuyas características varían según de qué
Derecho positivo y de qué clase de sujeto se trate.
Todos los sujetos del proceso pueden dividirse entre "sujetos principales" (o "necesarios") y
"sujetos auxiliares" (o "eventuales").
Los sujetos principales, que se denominan también necesarios, son todos aquellos sin los
cuales no puede existir un proceso jurisdiccional. Ellos son el "tribunal" y los "interesados
principales"; comprendiéndose en ambas categorías no sólo a los sujetos a los que se les
imputan los efectos, correspondientes bien al tribunal, bien a los interesados principales, de los
actos procesales (como sería el sujeto a quien se imputan los efectos, correspondientes al
actor, del acto de presentar una demanda), sino también a quienes los realizan. Pero lo
importante es retener la conclusión de que no puede concebirse un proceso en el que no
existan un tribunal y, por lo menos, uno o dos (según se trate de un proceso contencioso o
voluntario, respectivamente), interesados principales. Por su parte, los sujetos auxiliares,
quienes por lo que se expresará se suelen también denominar eventuales, son aquellos sujetos
que no aparecen necesariamente en todo proceso.
Tales sujetos son los "auxiliares del tribunal" y los "auxiliares de los interesados principales";
debiendo también en su caso comprenderse en las respectivas categorías no solamente a los
sujetos a quienes se les imputan los efectos, correspondientes a la clase de sujeto que
integran, de los actos procesales, sino también a los sujetos que realizan esos actos.
Y a su respecto es ahora igualmente importante retener que, a diferencia de lo que sucede con
los sujetos principales, puede existir un proceso jurisdiccional sin que participe del mismo
ningún sujeto auxiliar.
Sub clasificaciones.
Como ya señalamos, encontramos en primer lugar como sujeto principal al "tribunal"; término
que comprende tanto al sujeto al que se imputan los efectos, correspondientes al tribunal, de
los actos procesales (y al que, por ello, precisamente se denomina tribunal), como al sujeto que
realiza tales actos (y que entre nosotros se denomina normalmente, según el caso, "juez" o
"árbitro").
Por otro lado son también sujetos principales los "interesados principales"; expresión que
incluyendo a los llamados "terceristas" es comprensiva de los sujetos a los que se imputan los
efectos, correspondientes ya al actor, ya al demandado, ya al tercerista, de los actos
procesales (y a los que por ello se les denomina "interesados principales en sentido material" o,
también, "partes en sentido material" -"actor", "demandado" y "tercerista"- si es un proceso
contencioso, o "gestores" o "simples interesados" si se trata de un proceso voluntario); y
también comprensiva de los sujetos que realizan tales actos (y que se denominan
habitualmente "interesados principales en sentido formal" o "partes en sentido formal" -"actor
en sentido formal" y "demandado en sentido formal"- si es un proceso contencioso, o "gestores
en sentido formal" o "simples interesados en sentido forma!" cuando se trata de un proceso
voluntario; siendo interesante anotar desde ya que entre ellos están incluidos los llamados
"representantes orgánicos de las personas jurídicas", "tutores", "procuradores", etc.). A su vez
los sujetos auxiliares, denominados también eventuales, son aquellos que no aparecen
necesariamente en todo proceso y que intervienen en el mismo con la finalidad de auxiliar a los
sujetos principales. La función de estos sujetos es siempre la de auxiliar a los sujetos
principales del proceso en cuestión; pudiendo asimismo distinguirse entre ellos a los "auxiliares
del tribunal" y a los "auxiliares de los interesados principales".
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SUJETOS PRINCIPALES: JURISDICCION - EL TRIBUNAL
JURISDICCION
Según Tarigo, el vocablo jurisdicción no tiene una sola significación sino varias. De jurisdicción
puede hablar correctamente como función o como poder para expresarlo breve y
sencillamente. La jurisdicción como función puede categorizarse como la actividad del estado
que consiste en administrar justicia, a través de los órganos jurisdiccionales que el Estado
instituye a tal efecto.
Siguiendo a Cardinal, la jurisdicción es la situación jurídica compleja propia del juez, que esta
supra ordenado a las partes. Es la potestad o poder – deber propia de sujetos imparciales,
cuya finalidad es la exclusión de la insatisfacción jurídica; la resolución de conflictos que
mediante el pronunciamiento de la misma certeza oficial al cual se lleva a cabo por el método
contradictorio.
Couture, trato de llegar al concepto de función jurisdiccional a través de los elementos propios
del acto jurisdiccional:
1. Forma: que caracteriza al acto jurisdiccional está configurada por la presencia de las
partes, del juez o tribunal y de un procedimiento preestablecido por la ley que asegura
el principio de bilateralidad y el método contradictorio.
CONCEPTO DE TRIBUNAL.-
Conforme hemos estudiado en el capítulo anterior, el tribunal es uno de los sujetos principales
(o necesarios) del proceso jurisdiccional.
Se trata de aquel sujeto al cual las normas de Derecho positivo le otorgan (e imponen) el
poder-deber llamado "jurisdicción" (lo colocan en una situación jurídica procesal nominada
como "poder-deber de jurisdicción").
Esto es, que se trata de aquel sujeto al que, a fin de eliminar la insatisfacción jurídica las
normas jurídicas le otorgan (Y, le imponen) un poder-deber susceptible de establecer, a través
de la sentencia y empleando para llegar a ella un método contradictorio, el máximo posible de
certeza que prevé nuestro orden jurídico respecto al objeto (problema) planteado en el proceso.
Así COUTURE afirma que el tribunal es el "órgano del Poder Judicial, unipersonal o colegiado,
investido de la función jurisdiccional".
CLASIFICACIÓN.
Estados y árbitros.
El primero (el Estado) es la persona jurídica mayor de Derecho Público (que se expresa a
través de los titulares de órganos que en su mayoría, aunque no siempre, integran el Poder
Judicial).
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Los segundos (los árbitros), que ni son el Estado (pues son sujetos de Derecho diferentes del
mismo) ni son titulares de órganos del mismo, son personas físicas a las que en ciertos casos-
por imposición de la ley: nuestro Derecho otorga e impone el poder-deber llamado jurisdicción,
y que en ciertas ocasiones actúan solas ("tribunal arbitral singular" o unipersonal") y en otras
-sin por ello formar una persona jurídica distinta- actúan conjuntamente con otras personas
físicas ("tribunal arbitral plural").
Correspondientes al tribunal) de los actos procesales, y sujetos que realizan los actos
Procesales correspondientes al tribunal.
Según lo dicho, tribunal de un proceso solamente pueden serlo el Estado o los árbitros; no
obstante, en relación a estos tribunales es posible y útil distinguir entre los verdaderos
tribunales (el Estado y los árbitros), que son a los que el Derecho otorga e impone la
jurisdicción y a los que se les imputan los efectos, que corresponden al tribunal, de los actos
procesales, y los sujetos que realizan los actos correspondientes a esos tribunales (que según
veremos son en el primer caso los jueces y --en Uruguay, aunque no en todos los Derechos es
así- en el segundo caso los mismos sujetos, las mismas personas físicas -los árbitros- a los
que se les atribuye jurisdicción).
Concepto.
Se trata de aquellos sujetos a los que realmente se atribuye e impone la jurisdicción y a los
que, en consecuencia, se imputan los efectos, correspondientes a la jurisdicción, de los actos
procesales.
Esos sujetos son actualmente en nuestro país solamente el Estado (y no, como en el lenguaje
habitual solemos decir, los jueces o magistrados, o aún el Poder Judicial o el Tribunal de lo
Contencioso Administrativo, etc.) y los árbitros.
Requisitos de un sujeto para que se le puedan imputar los efectos, correspondientes al tribunal,
de los actos procesales.
Concepto.
Ellas consisten en ser la persona jurídica denominada Estado uruguayo, persona mayor de
Derecho Público; o bien en pertenecer al género humano y no haber fallecido, tener más de
veinticinco años de edad, hallarse en "el pleno goce de sus derechos civiles", no ser ni fiscal ni
secretario de un tribunal, saber leer y escribir.
Aunque, debe añadirse, para ser arbitro "singular" bastaría con tener "capacidad para concertar
el arbitraje"(lo cual sería, en general, 18 años de edad y no haber sido declarado incapaz).
58
considerado parcial o no independiente, pero fue designado como árbitro por las partes, debe
entenderse que en su caso tales partes estiman que ese motivo no es suficientemente grave
como para considerarle parcial o no independiente; pero que si el árbitro fue designado por un
tercero o es designado por las partes y sobreviene un hecho que puede afectar su
imparcialidad o independencia, las partes pueden pedir su apartamiento, nombrándose en
definitiva otro árbitro que tenga esa imparcialidad e independencia que el originalmente
designado nunca tuvo o perdió.
Se trata de un vínculo entre el sujeto y el objeto del proceso concreto y ese vínculo nace por las
circunstancias que a continuación se indican:
En primer lugar ese vínculo puede nacer: 1) de la sola existencia de una cláusula arbitral
(acuerdo de las partes para que en un proceso intervenga como tribunal un árbitro) en el caso
de que en ella se identifique al sujeto concreto que intervendrá como árbitro; 2) de una clausula
arbitral o de la existencia de una disposición legal que establezca el arbitraje como "necesario"
seguida de un compromiso arbitral (acuerdo de las mismas partes que, cuando se establece
por cláusula arbitral que el proceso se tramitará ante un árbitro pero sin identificar al sujeto
concreto, o cuando se trata de un caso de arbitraje necesario, indica, entre otras cosas, quién
será el árbitro); 3) de un acto posterior al compromiso arbitral, por el cual las partes acuerdan
quién será el árbitro (mecanismo que se utiliza especialmente cuando, por ejemplo a causa de
su incapacidad, debe nombrarse un nuevo árbitro); 4) del acto de un tercero (eventualmente
una "Cámara de Arbitraje") a quien las partes encomendaron designar el árbitro o, por último,
5) de la resolución de un juez, si debe designarse un árbitro y las partes no se ponen de
acuerdo sobre el nombre de dicho árbitro.
No obstante, para que en todos estos supuestos nazca el vínculo, y por consiguiente la
legitimación en la causa del sujeto designado árbitro, no es suficiente con los antedichos actos.
Para que ella se genere es preciso que el árbitro designado "acepte el encargo", mediante su
firma puesta al pie del compromiso o de un testimonio del mismo (o, por integración a través de
la analogía, mediante su firma y conformidad puesta al pie del documento -distinto de un
compromiso arbitral- donde consta su designación).
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En segundo lugar, este vínculo nace -legitimando ahora al Estado para ser el tribunal en el
proceso concreto- en forma automática, cuando el arbitraje para entender en ese proceso
concreto no está válidamente pactado por las partes o no es impuesto por la ley.
En estos casos el vínculo es impuesto por todo el sistema constitucional, que implícitamente
supone que es el Estado (persona mayor de Derecho Público) --expresando su voluntad
principalmente a través de los titulares de los órganos que integran el Poder judicial (como se
verá infra cuarta sección)- a quien en estos casos se atribuye e impone el poder-deber
denominado "jurisdicción".
Debe entenderse que la ausencia de esta legitimación -ya sea porque actúa el Estado cuando
debe ejercer la jurisdicción un árbitro, o viceversa- está comprendida en los casos que la ley,
que siguió criterios más antiguos para identificar los requisitos subjetivos de la actividad
procesal, califica como de "incompetencia absoluta" del tribunal; En sentido positivo, puede
afirmarse que la legitimación en la causa "para ser tribunal" es un requisito de validez de todos
los actos cuyos efectos se imputan a tal tribunal. Corresponde señalar que esta ausencia de
legitimación en la causa no es pasible de subsanación; en cuanto la "incompetencia por razón
de materia" a la que refiere dicha norma no es ésta legitimación que ahora nos ocupa, sino la
"legitimación procesal".
I. Concepto.
Se trata de aquellos sujetos que efectivamente realizan los actos procesales que se imputan al
tribunal. Si el tribunal es un árbitro, en nuestro Derecho tal sujeto solamente podrá ser el mismo
árbitro.
Si en cambio el tribunal es el Estado tales sujetos serán, en primer término, aquellos que se
suelen identificar como los titulares de los órganos jurisdiccionales (los "jueces" o
"magistrados", en sentido amplio). Es a ellos a quienes -designándolos como "tribunal", aunque
estrictamente el tribunal es el Estado y no Dos- refiere el art. 18.1 del CG.P. En su primera
parte: "Sólo el tribunal es titular de la potestad jurisdiccional en su integridad".
18.2 Dicha delegación sólo abarcará la realización de actos auxiliares o de aportación técnica,
cuando los funcionarios revistan la idoneidad respectiva.
Se debe tenerse presente en este sentido que si bien el recién citado arto 18.1 del C.G.P.
establece que sólo el juez es el "titular de la potestad jurisdiccional en su integridad", muchas
disposiciones legales cometen a ciertos funcionarios distintos del juez la realización de actos
procesales que corresponden (que se imputan) al Tribunal.
Pero además según el art. 18.1, en su parte final, y el art. 18.2 del C.G.P, los jueces pueden
delegar en los funcionarios la realización de actos auxiliares o de aportación técnica, siempre
que lo permita la ley. Es en virtud de la aplicación de esta regla que, por ejemplo, un juez
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puede delegar en un alguacil o en un funcionario cualquiera si no hubiere alguacil, el
determinar cuáles bienes muebles van a ser específicamente secuestrados; o que un
funcionario policial debe aprehender a una persona (aprehensión que es también un acto
procesal, si fue dispuesta en el marco de un proceso jurisdiccional); etc.
Es precisamente por estas posibilidades que se han puesto de manifiesto y pese a que
aparentemente todos los actos procesales que corresponden al Tribunal los debería realizar
solamente el juez.-
Capacidad procesal.
Retomando los conceptos generales relativos a esta capacidad, ya analizados debe decirse
que la capacidad procesal para realizar los actos correspondientes al tribunal es una aptitud
que debe tener el sujeto que realiza actos procesales correspondientes al tribunal (todos los
sujetos), y que existe cuando se presentan ciertas circunstancias intrínsecas a su persona.
Esta capacidad es independiente de la legitimación procesal que pueda tener ese mismo sujeto
y que también constituye un requisito para que sus actos se puedan imputar al tribunal.
De allí que pueda señalarse que los requisitos para configurar la capacidad procesal de los
sujetos que realizan los actos que corresponden al Estado como tribunal son:
a) Los mismos que se requieren para ser titular del respectivo órgano (o en su caso ser
funcionario público dependiente del mismo), requisitos que varían notablemente según de qué
sujetos se trate
Cuando se trata de la ausencia de capacidad procesal de quienes realizan los actos procesales
que corresponden al tribunal (sea este el Estado o un árbitro) las consecuencias de ello son
exactamente las mismas que ya destacamos, reiterando solamente la conclusión de que los
actos realizados por tal sujeto serán absoluta e irremediablemente nulos, no susceptibles ni de
convalidación ni de ratificación.
Legitimación procesal.
Concepto.
Retomando los conceptos la legitimación procesal para realizar los actos correspondientes a
un tribunal es una aptitud que debe tener el sujeto que realiza los actos procesales
correspondientes al tribunal en un proceso concreto, y que existe cuando se presenta cierta
circunstancia extrínseca a su persona (circunstancia que estudiaremos en el siguiente
apartado).
Este caso no presenta ninguna dificultad por cuanto el vínculo o conexión entre el tribunal y
quien realiza los actos cuyos efectos se le imputan sólo puede ser un vínculo de identidad.
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El vínculo analizado podría ser de identidad, de asistencia, de representación o de sustitución.
Por lo recién expresado y en nuestro actual Derecho, el vínculo solamente puede ser un
vínculo de identidad; de donde -a diferencia de lo que ocurre en otros Derechos positivos y aún
en el Derecho Internacional Público- un árbitro nunca podrá actuar a través de un
representante.
Al contrario de lo que sucede con el análisis de la legitimación procesal de los sujetos que
realizan los actos de un tribunal arbitral, el estudio de la legitimación procesal de los sujetos
que realizan los actos que corresponden al Estado en su función de tribunal es sumamente
compleja.
En tal sentido deberá tenerse presente, en primer término, que en su caso ese el vínculo o
conexión que se requiere para que exista legitimación procesal solamente puede ser de
representación (excluyéndose naturalmente la identidad –vínculo imposible tratándose de una
persona jurídica- y también la asistencia y la sustitución).
Artículo 10.- Las acciones privadas de las personas que de ningún modo atacan el orden
público ni perjudican a un tercero, están exentas de la autoridad de los magistrados.
Ningún habitante de la República será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo
que ella no prohíbe.
Artículo 23.- Todos los Jueces son responsables ante la ley, de la más pequeña agresión
contra los derechos de las personas, así como por separarse del orden de proceder que en ella
se establezca.
PRINCIPIO DISPOSITIVO.
Las partes podrán disponer de sus derechos en el proceso, salvo aquellos indisponibles y
podrán terminarlo en forma unilateral o bilateral de acuerdo con lo regulado por este Código.
La dirección del proceso está confiada al tribunal, el que la ejercerá de acuerdo con las
disposiciones de este Código.
62
Artículo 6: Ordenación del proceso.-
El tribunal deberá tomar, a petición de parte o de oficio, todas las medidas necesarias que
resulten de la ley o de sus poderes de dirección, para prevenir o sancionar cualquier acción u
omisión contrarias al orden o a los principios del proceso.
Todo proceso será de conocimiento público, salvo que expresamente la ley disponga lo
contrario o el tribunal así lo decida por razones de seguridad, de moral o en protección de la
personalidad de alguna de las partes.
No serán de conocimiento público los procesos en que se traten las situaciones previstas en
los artículos 148, 187 y 285 del Código Civil y en el artículo 1º de la Ley Nº 10.674, de 20 de
noviembre de 1945, modificado por el artículo 1º, de la Ley Nº 12.486, de 26 de diciembre de
1957, y por el artículo 1º del Decreto Ley Nº 14.759, de 5 de enero de 1978. No obstante, el
tribunal podrá decidir la publicidad del proceso siempre que las partes consintieren en ello.
Tanto las audiencias como las diligencias de prueba que así lo permitan, deben realizarse por
el tribunal, no pudiendo éste delegarlas so pena de nulidad absoluta, salvo cuando la diligencia
debe celebrarse en territorio distinto al de su competencia o en los casos expresamente
previstos por la ley.
ADMINISTRACION DE JUSTICIA.
El tribunal y bajo su dirección, los auxiliares de la Jurisdicción, tomarán las medidas necesarias
para lograr la más pronta y eficiente administración de la justicia, así como la mayor economía
en la realización del proceso.
3) Para dar al proceso el trámite que legalmente corresponda cuando el requerido aparezca
equivocado.
5) Para disponer en cualquier momento la presencia de los testigos, de los peritos y de las
partes, para requerirles las explicaciones que estime necesarias al objeto del pleito.
6) Para rechazar las pruebas inadmisibles, así como las manifiestamente innecesarias, las
manifiestamente inconducentes y las manifiestamente impertinentes.
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7) Para rechazar in limine los incidentes que reiteren otros ya propuestos por la misma causa o
cuando, a pesar de fundarse en causa distinta, ésta haya podido alegarse al promoverse uno
anterior.
9) Para declarar de oficio de plano las nulidades absolutas e insubsanables y para disponer las
diligencias que persigan evitar dichas nulidades.
10) Para imponer a los procuradores y abogados sanciones disciplinarias y multas en los casos
previstos legalmente.
11) Para dirigir el proceso y aplicar las sanciones que corresponda a quienes obstaculicen
indebidamente su desarrollo u observen conducta incompatible con el decoro y dignidad de la
justicia.
25.1 El tribunal no podrá dejar de fallar en caso de oscuridad, insuficiencia o vacío de la ley. En
el juzgamiento del litigio deberá aplicar la regla de derecho positivo (artículo 15) y sólo podrá
fallar por equidad en los casos previstos por la ley o cuando, tratándose de derechos
disponibles, las partes así lo soliciten.
El tribunal siempre debe fallar, en base al derecho dispositivo salvo que se falle por equidad.
25.2 El tribunal deberá emplear las facultades y poderes que le concede este Código para la
dirección del proceso y la averiguación de la verdad de los hechos alegados por las partes; la
omisión en el cumplimiento de estos deberes le hará incurrir en responsabilidad.
Concepto.-
1. DESIGNACION
2. REQUISITOS DE INGRESO
3. REQUISITOS ESPECIFICOS
4. OTROS REQUISITOS
5. PROCEDIMIENTO PARA LA DESIGNACION
6. INCOMPATIBILIDADES
7. PROHIBICIONES
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8. DEBERES
9. DERECHOS
10. SUSPENSIÓN DE FUNCIONES
11. CESE EN LA FUNCION
12. SUBROGACION
13. RESPONSABILIDAD
14. SANCIONES Y RECURSOS
1. DESIGNACION
Artículo 79 LOT: Sin perjuicio de los requisitos especiales que se establecen respecto a cada
Tribunal, para ingresar a la Judicatura se requiere:
En el impedimento físico entran las dolencias crónicas o permanentes que turban la actividad
completa de la personalidad física o mental.
Tampoco pueden ser nombrados jueces los que estén procesados criminalmente por delito que
dé lugar a acción pública.
3. REQUISITOS ESPECIFICOS:
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a. SCJ: establecidos en la Constitución en el artículo 235 (“Para ser Miembro de
la Suprema Corte de Justicia se requiere: 1º) Cuarenta años cumplidos de
edad. 2º) Ciudadanía natural en ejercicio, o legal con diez años de ejercicio y
veinticinco años de residencia en el país. 3º) Ser abogado con diez años de
antigüedad o haber ejercido con esa calidad la Judicatura o el Ministerio
Público o Fiscal por espacio de ocho años”).
i. POR TANTO: SE REQUIERE 40 AÑOS + CIUDADANIA NATURAL O
10 AÑOS DE LA LEGAL + 10 AÑOS DE ABOGADO U 8 AÑOS DE
FUNCIONARIO JUDICIAL.
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CIUDADES DE LOS DEMÁS DEPARTAMENTOS Y EN CUALQUIERA
OTRA POBLACIÓN DE LA REPÚBLICA, CUYO MOVIMIENTO
JUDICIAL ASÍ LO EXIJA, A JUICIO DE LA SUPREMA CORTE.
4. OTROS REQUISITOS:
Se encuentran regulados en los artículos 77 y 78 de la LOT y refieren a:
a. Ceremonia de Juramento y Posesión del Cargo.
b. Ingreso a cargos de menor jerarquía. Salvo casos excepcionalmente
establecidos.
Artículo 77 LOT: Los Jueces no podrán ejercer el cargo hasta haber sido puestos en posesión
del mismo en acto público, en el que deberán jurar el fiel cumplimiento de sus deberes.
Artículo 78 LOT: El ingreso a la carrera judicial se hará por los cargos de menor jerarquía,
salvo en casos excepcionales, en que podrán acceder, en cualquier grado de aquélla,
ciudadanos destacados por su notoria versación jurídica, pero siempre con arreglo a los
artículos 235, 242 y 245 de la Constitución.
b. TRIBUNAL DE APELACIONES:
Son elegidos por la SCJ, con venia del senado o la comisión permanente. Regulado en el
artículo 239.4 constitución: Artículo 239.- A la Suprema Corte de Justicia corresponde: 4º) Con
aprobación de la Cámara de Senadores o en su receso con la de la Comisión Permanente,
nombrar los ciudadanos que han de componer los Tribunales de Apelaciones, ciñendo su
designación a los siguientes requisitos:
a) Al voto conforme de tres de sus miembros, para candidatos que pertenezcan a la Judicatura
o al Ministerio Público, y
b) al voto conforme de cuatro, para candidatos que no tengan las calidades del párrafo anterior.
c. JUECES LETRADOS:
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Si los mismos funcionarios tuviesen menor antigüedad en sus respectivos cargos serán
considerados con carácter de Jueces Letrados interinos, por un período de dos años, a contar
desde la fecha de nombramiento, y por el mismo tiempo tendrán ese carácter los ciudadanos
que recién ingresen a la Magistratura.
d. JUECES DE PAZ:
6. INCOMPATIBILIDADES
Artículo 92 LOT: Los cargos de la Judicatura serán incompatibles con toda otra función pública
retribuida, salvo el ejercicio del profesorado en la Enseñanza Pública Superior en materia
jurídica, y con toda otra función pública honoraria permanente, excepto aquéllas especialmente
conexas con la judicial.
Artículo 25 Constitución.- Cuando el daño haya sido causado por sus funcionarios, en el
ejercicio de sus funciones o en ocasión de ese ejercicio, en caso de haber obrado con culpa
grave o dolo, el órgano público correspondiente podrá repetir contra ellos, lo que hubiere
pagado en reparación.
7. PROHIBICIONES
Tarigo entiende por tales, a la imposibilidad de realizar, lícitamente, uno o más actos
determinados; los mismos son:
Art. 77. 4º) Los magistrados judiciales, los miembros del Tribunal de lo Contencioso
Administrativo y del Tribunal de Cuentas, los Directores de los Entes Autónomos y de los
Servicios Descentralizados, los militares en actividad, cualquiera sea su grado, y los
funcionarios policiales de cualquier categoría, deberán abstenerse, bajo pena de destitución e
inhabilitación de dos a diez años para ocupar cualquier empleo público, de formar parte de
comisiones o clubes políticos, de suscribir manifiestos de partido, autorizar el uso de su
nombre y, en general ejecutar cualquier otro acto público o privado de carácter político, salvo el
voto. No se considerará incluida en estas prohibiciones, la concurrencia de los Directores de
los Entes Autónomos y de los Servicios Descentralizados a los organismos de los partidos que
tengan como cometido específico el estudio de problemas de gobierno, legislación y
administración.
Será competente para conocer y aplicar las penas de estos delitos electorales, la Corte
Electoral. La denuncia deberá ser formulada ante ésta por cualquiera de las Cámaras, el Poder
Ejecutivo o las autoridades nacionales de los partidos.
Sin perjuicio de lo dispuesto anteriormente, en todos los casos se pasarán los antecedentes a
la Justicia Ordinaria a los demás efectos a que hubiere lugar.
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B. Dirigir Asuntos judiciales: esto tiene algunas excepciones. Regulado en los artículos 91
LOT y 252 Constitución.
1º) De expresar y aun insinuar su juicio respecto de los asuntos que por ley son llamados a
fallar, fuera de las oportunidades en que la ley procesal lo admite.
2º) De dar oído a cualquier alegación que las partes o terceras personas a nombre o por
influencia de ellas, intenten hacerles en forma distinta de la establecida en las leyes.
Excepción: 342.7 CGP: Las manifestaciones del tribunal en esta audiencia y en cuanto
ordenadas al cumplimiento de las actividades previstas, en ningún caso significarán
prejuzgamiento.
Artículo 93 LOT: No pueden ser simultáneamente jueces de un mismo Tribunal, ni aún para el
caso de integración, los cónyuges, los parientes consanguíneos o afines en línea recta, y los
colaterales hasta el cuarto grado inclusive de consanguinidad o segundo de afinidad.
8. DEBERES:
A. HACER JUSTICIA O DEBER DE FALLAR: es el que emerge del inciso 2 del artículo 5
de la LOT: Artículo 5 LOT: Los tribunales no pueden ejercer su ministerio sino a
petición de parte, salvo los casos en que según la ley, deban o puedan proceder de
oficio.
Los Jueces deberán asistir a sus despachos con la regularidad que requiera el mejor
desempeño del servicio.
C. ASISTENCIA: Lo dispone el inciso 3 del artículo 88: Los Jueces deberán asistir a sus
despachos con la regularidad que requiera el mejor desempeño del servicio.
D. VIGILANCIA: regulado por el artículo 90 de la LOT: Artículo 90: Los Jueces celarán en
sus secretarios, actuarios y demás funcionarios de su dependencia, la puntual
observancia de sus obligaciones, debiendo advertir y corregir cualquier defecto o falta
que encuentren en los expedientes de que conozcan, haciéndolos constar en la
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providencia respectiva, sin perjuicio de la comunicación a la Suprema Corte de
Justicia, cuando corresponda.
9. DERECHOS
Las remuneraciones de los jueces de los demás grados tendrán como base el cien
por ciento de la dotación que perciban los miembros de la Suprema Corte de
Justicia y del Tribunal de lo Contencioso Administrativo, quedando fijadas de
acuerdo a la siguiente escala: Ministros de los Tribunales de Apelaciones
90%; Jueces Letrados con asiento en la capital y; Jueces Letrados Suplentes
80%; Jueces Letrados de Primera Instancia del Interior 70%; Jueces de Paz
Departamentales de la Capital 60%; Jueces de Paz Departamentales del Interior
55%; Jueces de Paz de Ciudad 50%; Jueces de Paz de Primera Categoría 40%;
Jueces de Paz de Segunda Categoría 35%; Jueces de Paz Rurales 25%;
IV. DESCANSO: feria judicial de mayor (25/12 al 31/01); feria judicial menor (01/07 al
15/07) y semana santa. Habilitación por feria, “Juez de Turno”: tiene su posterior
licencia. Regulado por el artículo 86 Lot: Artículo 86: Los Jueces tendrán derecho a
licencia, que gozarán durante los dos períodos de receso de los Tribunales: uno
del 25 de diciembre al 31 de enero del año siguiente, y el otro del 1º al 15 de julio
de cada año, sin perjuicio de las licencias especiales autorizadas por otras normas
y de las que la Suprema Corte de Justicia, a petición del interesado, estimare
oportuno concederles por motivos fundados. La Suprema Corte de Justicia
designará los Magistrados y funcionarios que actuarán durante los períodos de
receso y también en Semana de Turismo, pudiendo establecer períodos de receso
distintos a los indicados, para determinadas sedes, por razones fundadas de mejor
servicio y con antelación no menor a sesenta días. También establecerá el régimen
que entienda conveniente a efectos de asegurar el funcionamiento del servicio
durante la semana de turismo.
VI. ASCENSO: TITULO III - ESTATUTO DE LOS JUECES - CAPITULO III - DEL
ASCENSO DE LOS JUECES
Artículo 95: Los miembros de la Judicatura tendrán derecho al ascenso en las condiciones que
establece la ley.
Artículo 96: La Suprema Corte de Justicia establecerá el orden de los ascensos y de los
traslados entre los distintos tribunales.
Artículo 97: Los ascensos se efectuarán, en principio, al grado inmediato superior, teniendo en
cuenta los méritos, la capacitación y la antigüedad en la categoría, sin perjuicio de lo dispuesto
en el artículo 99.
Los méritos serán apreciados por la Suprema Corte de Justicia examinando la actuación y el
comportamiento del Juez en el desempeño de sus funciones, teniendo en cuenta a esos
70
efectos, especialmente, las anotaciones favorables o desfavorables que surjan del respectivo
legajo personal.
Artículo 98: La carrera judicial comprende los siguientes grados correspondientes a cada una
de las siguientes calidades:
El artículo 101 de la LOT, dispone cuales son las circunstancias en que los jueces pueden ser
suspendidos de sus funciones:
3º) Por resolución de la Suprema Corte de Justicia dictada como medida preventiva o
sancionatoria en un procedimiento disciplinario.
Artículo 243.- Los miembros de los Tribunales de Apelaciones durarán en sus cargos por todo
el tiempo de su buen comportamiento hasta el límite dispuesto por el artículo 250.
Artículo 246.- Los Jueces Letrados con efectividad en el cargo, durarán en sus funciones todo
el tiempo de su buena comportación hasta el límite establecido en el artículo 250. No obstante,
por razones de buen servicio, la Suprema Corte de Justicia podrá trasladarlos en cualquier
tiempo, de cargo o de lugar, o de ambas cosas, con tal que ese traslado se resuelva después
de oído el Fiscal de Corte y con sujeción a los siguientes requisitos:
1º) Al voto conforme de tres de los miembros de la Suprema Corte en favor del traslado si el
nuevo cargo no implica disminución de grado o de remuneración, o de ambos extremos, con
respecto al anterior.
2º) Al voto conforme de cuatro de sus miembros en favor del traslado, si el nuevo cargo implica
disminución de grado o de remuneración, o de ambos extremos, con respecto al anterior.
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2º) Por destitución dispuesta por la Suprema Corte de Justicia, dictada en procedimiento
disciplinario.
3º) Por haber sido condenado por delito que por su naturaleza sea incompatible con la dignidad
y decoro de su función, extremos que serán apreciados por la Suprema Corte de Justicia.
4º) Por entrar a ejercer un cargo declarado incompatible con el ejercicio de la magistratura.
12. SUBROGACION
Según Tarigo es la sustitución del juez del agente del órgano judicial en casos determinados en
cuyos casos la subrogación no puede denominarse especial, o en todos los asuntos judiciales
que competen al órgano en cuyos casos la subrogación será general.
Artículo 102: Los Jueces se subrogarán en la forma que se establece en los artículos
siguientes.
Artículo 104: Si se trata de un Juez Letrado de Primera Instancia de la Capital, será subrogado,
en primer término, por el de idéntica categoría y de la misma materia que le hubiere precedido
en el turno, y si todos ellos se hallaren impedidos, se procederá del siguiente modo:
1º) Si se trata de la materia civil, será subrogado por el Juez de la materia de familia que se
halle de turno cuando quede ejecutoriado o consentido el auto que declara el impedimento.
2º) Si se trata de la materia de familia o de menores, será subrogado por el Juez de la materia
civil que se halle de turno cuando quede ejecutoriado o consentido el auto que declara el
impedimento.
3º) Si se trata de la materia laboral o de aduana, será subrogado por el Juez de la materia civil
que se halle de turno cuando quede ejecutoriado o consentido el auto que declara el
impedimento.
4º) Los Jueces de la materia penal se subrogarán conforme a lo dispuesto por el literal c) del
artículo 66 del Código del Proceso Penal.
Artículo 105: Si el impedido fuese un Juez Letrado de Primera Instancia del Interior, si hay más
de uno, lo subrogará el que le preceda en el turno y si todo estuviesen impedidos, por el Juez
de Paz Departamental que accede al impedido, si fuese abogado; si no lo fuese o en caso de
impedimento de este último, lo subrogará el Juez Letrado de Primera Instancia más inmediato
que estuviese de turno al quedar ejecutoriado o consentido el auto que declara el impedimento.
Los demás Jueces Letrados de Primera Instancia del Interior, serán subrogados en los mismos
casos, por los Jueces de Paz Departamentales respectivos, si fuesen abogados; si no lo fuesen
o en caso de impedimento, los subrogará el Juez Letrado de Primera Instancia más inmediato
como se indica en el inciso anterior.
Artículo 106: Los Jueces de Paz Departamentales de la capital serán subrogados por el que les
preceda en el turno y así sucesivamente.
72
Los Jueces de Paz Departamentales y los Jueces de Paz del Interior, serán subrogados por el
magistrado que indique quien les otorgue licencia.
Artículo 108
En los asuntos en que los Jueces entiendan por subrogación originada en recusación,
impedimento o excusación, intervendrá el actuario del Juzgado subrogante y las causas se
archivarán en el Juzgado de origen.
RESPONSABILIDAD EN GENERAL:
Arts. 23 a 25 de la Constitución:
Artículo 23.- Todos los Jueces son responsables ante la ley, de la más pequeña agresión
contra los derechos de las personas, así como por separarse del orden de proceder que en ella
se establezca.
Artículo 24.- El Estado, los Gobiernos Departamentales, los Entes Autónomos, los Servicios
Descentralizados y, en general, todo órgano del Estado, serán civilmente responsables del
daño causado a terceros, en la ejecución de los servicios públicos, confiados a su gestión o
dirección.
Artículo 25.- Cuando el daño haya sido causado por sus funcionarios, en el ejercicio de sus
funciones o en ocasión de ese ejercicio, en caso de haber obrado con culpa grave o dolo, el
órgano público correspondiente podrá repetir contra ellos, lo que hubiere pagado en
reparación.
Art. 111 LOT: Tratándose de responsabilidad civil de los jueces por actos propios de su función,
se aplicará el régimen establecido por la Constitución de la República.
Art. 111 LOT: Tratándose de responsabilidad civil de los jueces por actos propios de su
función, se aplicará el régimen establecido por la Constitución de la República.
Artículo 24.- El Estado, los Gobiernos Departamentales, los Entes Autónomos, los Servicios
Descentralizados y, en general, todo órgano del Estado, serán civilmente responsables del
daño causado a terceros, en la ejecución de los servicios públicos, confiados a su gestión o
dirección.
Artículo 110 LOT: Artículo 110: En caso de que un juez sea detenido o procesado, la autoridad
competente dará cuenta de inmediato a la Suprema Corte de Justicia a sus efectos.
Artículo 112 LOT: Los jueces incurrirán en responsabilidad disciplinaria en los casos siguientes:
1º) Por acciones u omisiones en el cumplimiento de sus cometidos, cuando de ellas pueda
resultar perjuicio para el interés público o descrédito para la Administración de justicia.
2º) Por ausencia injustificada, abandono de sus cargos o por retardo en reasumir o reintegrarse
a sus funciones.
73
3º) Cuando por la irregularidad de su conducta moral comprometieren el decoro de su
ministerio.
5º) Cuando incurrieren en abuso de autoridad en el ejercicio de sus funciones, cualquiera sea
el objeto con que lo hagan.
Origen:
1º) Amonestación.
2º) Apercibimiento y censura en forma oral ante la Suprema Corte de Justicia, labrándose acta
de la respectiva diligencia.
El Magistrado que dejare vencer los plazos será sancionado con multa.
En caso que registre el vencimiento de más de dos casos en el mes será sancionado con la
pérdida del diez por ciento del sueldo. Si al cabo del año registra más de seis casos de
vencimiento del término, será sancionado, además, con el descuento del veinte por ciento del
sueldo al mes siguiente del año calendario y/o del año en que ha permanecido en el cargo.
Recursos:
Artículo 115: Contra la resolución de la Suprema Corte de Justicia en la vía administrativa, sólo
habrá lugar a recurso de revocación para ante la misma, sin perjuicio de las acciones
contencioso-administrativas correspondientes.
74
ORGANIZACIÓN Y COMPETENCIA DE LOS DISTINTOS TRIBUNALES
Artículo 6: Es jurisdicción de los tribunales la potestad pública que tienen de juzgar y hacer
ejecutar lo juzgado en una materia determinada.
Es competencia la medida dentro de la cual la referida potestad está distribuida entre los
diversos tribunales de una misma materia.
Si bien teóricamente es posible que un sólo órgano del Estado tenga competencia para
intervenir en todos los procesos en los que el Estado es el tribunal, lo cierto es que ello resulta
materialmente imposible, razón por la cual existen múltiples órganos jurisdiccionales que
representan al Estado como tribunal en los distintos procesos.
Esta solución conduce necesariamente a dividir la competencia entre los distintos órganos, y
para ello existe un procedimiento a través del cual se establecen las "reglas de distribución de
la competencia".
1. CRITERIO MATERIAL
2. CRITERIO TERRITORIAL
3. CRITERIO DE LA CUANTÍA
4. CRITERIO DEL GRADO
5. CRITERIO TEMPORAL – ALEATORIO (ORDA)
La competencia se fija con el Acto Inicial: la Demanda; los hechos investidos a nivel penal.
- Modificación de la Cuantía.
Prorroga de Competencia:
Las partes de común acuerdo aceptan que el caso, el litigio lo atenderá determinado juez,
distinto del elegido por el Poder Judicial. Solo se admite en la prórroga de competencia con el
Criterio Territorial. Lo que tiene de especial, es que el mismo puede ser expreso o tácito.
75
Artículo 11 LOT: La prórroga de competencia puede ser expresa o tácita.
Es expresa, cuando en el contrato mismo o en un acto posterior han convenido en ello las
partes, designando al tribunal a quien se someten.
Es tácita, por parte del demandante, por el hecho de ocurrir ante el tribunal interponiendo su
demanda, y por parte del demandado, por el hecho de no oponer la excepción declinatoria
dentro del plazo legal.
Artículo 12 LOT: Pueden prorrogar competencia todas las personas que, según la ley, son
hábiles para estar en juicio por sí mismas; y por las que no lo son, pueden prorrogarla sus
representantes legales. (CAPACIDAD PARA PRORROGAR)
Artículo 13 LOT: El tribunal ante quien se deduzca una acción, si se considera absolutamente
incompetente para conocer en ella, deberá inhibirse de oficio sin más actuaciones, mandando
que el interesado ocurra donde corresponda.
Las partes no podrán disponer de ellos; no obstante, si por error se dejaren de observar, lo
actuado ante el tribunal incompetente por razón del turno es válido, sin perjuicio de que
advertido el defecto, de oficio o a petición de parte, se remita el expediente al tribunal
competente.
En los casos en que la prórroga tenga lugar, el tribunal conocerá del asunto en la misma forma
en que conoce de los de su competencia normal.
Artículo 15: Es tribunal competente para conocer de los juicios en que se ejerciten acciones
reales sobre bienes inmuebles, el del lugar en que esté la cosa litigiosa.
Si los inmuebles que son objeto de la acción real estuvieran situados en distintos lugares, será
competente cualquiera de los tribunales del lugar en que estén situados.
Artículo 16: Si una misma acción real tuviere por objeto reclamar bienes muebles e inmuebles,
será tribunal competente el del lugar en que estuvieren situados los inmuebles.
Artículo 17: De los juicios en que se ejerciten acciones reales sobre bienes muebles o
semovientes, conocerá el tribunal del lugar en que se hallen, o el del domicilio del demandado,
a elección del demandante.
76
Artículo 18: Si la acción real entablada tuviera por objeto derechos o acciones que se reputan
muebles o inmuebles por los artículos 474 y 475 del Código Civil, se estará a lo dispuesto en
los artículos precedentes respecto de cada una de esas clases de bienes.
Artículo 19: De los juicios en que se ejerciten acciones reales y personales conocerá a elección
del demandante, el tribunal del lugar en que esté la cosa o el que corresponda según el artículo
21.
Si las cosas inmuebles sobre las cuales recae la acción real son varias y situadas en diversos
lugares, se aplicará el artículo 15 en el caso de optar el demandante por seguir el fuero de la
situación de las cosas.
Artículo 20: Si los derechos producen acciones alternativas, reales o personales, se aplicarán
las reglas de los precedentes artículos. Será competente el juzgado que corresponda a unas o
a otras, a elección del demandante.
Artículo 21: De los juicios en que se ejerciten acciones personales, conocerá el tribunal del
lugar en que deba cumplirse la obligación y a falta de designación expresa o implícita de lugar,
a elección del demandante, el del domicilio del demandado o el del lugar donde nació la
obligación, si hallándose en él este último aunque sea accidentalmente, puede ser emplazado.
Artículo 22: Si una misma demanda comprendiese obligaciones que deben cumplirse en
diversos lugares, entenderá en el juicio el tribunal competente para conocer respecto de alguna
de ellas ante el cual se reclame el cumplimiento de todas, sin perjuicio de cumplirse cada una
en su lugar respectivo.
Artículo 23: Si el demandado tuviese su domicilio en dos o más lugares, podrá el demandante
entablar su acción ante el tribunal de cualquiera de ellos; pero si se trata de cosas que dicen
relación especial con uno de dichos lugares exclusivamente, sólo ese lugar será para este caso
el domicilio del demandado.
77
Artículo 24: Si los demandados fuesen dos o más por una misma obligación, para cuyo
cumplimiento no haya lugar expresa o implícitamente determinado, y cada uno tuviera su
domicilio en otro diferente, podrá el demandante entablar su acción ante el tribunal de cualquier
lugar donde esté domiciliado uno de los demandados y, en tal caso, quedarán sujetos los
demás a la competencia del mismo tribunal.
Artículo 25: Respecto de los demandados que no tuvieran domicilio fijo, se entenderá por
domicilio para los efectos de la competencia, el lugar donde se encuentren o el de su última
residencia.
Artículo 26: Cuando el demandado fuese una persona jurídica se tendrá por domicilio, para fijar
la competencia del tribunal, el lugar donde tenga asiento su administración, si en el estatuto o
en la autorización que se le dio no tuviere domicilio señalado.
Artículo 28: De los juicios en que se ejerciten acciones respecto a la gestión de tutores,
guardadores y administradores, conocerán los tribunales del lugar en que se hubiese
desempeñado la tutela, guarda o administración, a no ser que el actor prefiera el fuero del
domicilio del tutor, guardador o administrador, atendida la importancia de los bienes.
Artículo 29: El administrador judicial deberá responder ante el tribunal que le haya conferido la
administración.
Artículo 30: Los que hubiesen sido citados en garantía de cualquier especie con motivo de un
litigio deberán comparecer ante el tribunal donde penda la demanda principal.
78
Artículo 31: De las gestiones o reclamaciones por honorarios no concertados conocerá el
tribunal ante quien se hayan causado éstos, o ante quien exista el expediente en el momento
de la gestión.
Artículo 32: En los casos de ausentes de que trata el Título IV, Libro 1 del Código Civil, serán
competentes para proveer sobre la administración de sus bienes los tribunales del lugar en que
éstos se hallen situados; pero para obtener la declaración de ausencia, la posesión interina o
definitiva y la partición de bienes del ausente, deberá acudirse a los tribunales del último
domicilio del ausente en la República.
Artículo 33: En los casos de concurso de acreedores, serán tribunales competentes los del
lugar en que el deudor tuviese su domicilio y según la cantidad; salvo lo dispuesto en el Código
de Comercio y leyes especiales.
Artículo 34: Son competentes para conocer en los juicios a que dan lugar las relaciones
jurídicas internacionales, los jueces del Estado a cuya ley corresponde el conocimiento de tales
relaciones. Tratándose de acciones personales patrimoniales, éstas también pueden ser
ejercidas, a opción del demandante, ante los jueces del país del domicilio del demandado.
Regulada por los artículos 35 y siguientes de la LOT, este criterio establece que la cosa
disputada, fijará la cuantía.
Artículo 35: La importancia o valor de la cosa disputada, para fijar la competencia del tribunal,
se determinará por las reglas establecidas en los artículos siguientes.
79
Artículo 38: Si la acción entablada fuese real y el valor de la cosa no apareciere determinado
del modo que se indica en el artículo 36, se estará a la apreciación que las partes hicieren de
común acuerdo.
Artículo 39: En caso de que no exista el acuerdo a que se refiere el artículo anterior, el tribunal
ante quien se hubiere deducido la acción real sobre cosa mueble fijará inapelablemente el valor
de ésta, para el efecto de la competencia, oyendo el informe de un perito que nombrará de
oficio.
Artículo 40: En las controversias sobre usufructo, uso, habitación o nuda propiedad, el valor de
la cosa será la mitad del valor real de la propiedad fijado por la Dirección General del Catastro
Nacional y Administración de Inmuebles del Estado, salvo que se acompañasen documentos
en que apareciese determinado otro valor.
Artículo 41: En los pleitos sobre servidumbres, siempre que no se acompañaren documentos
en que se determine su valor, éste será la mitad del valor real del predio sirviente fijado por la
Dirección General del Catastro Nacional y Administración de Inmuebles del Estado.
Artículo 42: En las cuestiones sobre límites de una propiedad, se atenderá al valor real de la
misma, establecido por la Dirección General del Catastro Nacional y Administración de
Inmuebles del Estado.
Artículo 43: Si en una misma demanda se entablasen a la vez varias acciones, en los casos en
que esto pueda hacerse conforme a lo previsto en el Código de Procedimiento Civil, se
determinará la cuantía del juicio por el monto a que ascendieren todas las acciones entabladas.
Pero si se trata del cobro de una cantidad procedente de pensiones periódicas ya devengadas,
la determinación se hará por el monto a que todas ellas ascendieren.
80
COMENTARIO: PENSIONES ALIMENTICIAS SIN PLAZO, LA CUANTIA ES LA SUMA DE LAS
MISMAS POR 10 AÑOS. PERO SI ES PENSION CON PLAZO, SE SUMA EL MONTO DE
ELLAS.
Artículo 47: Tampoco será alterada la determinación en razón de lo que se deba por intereses,
frutos, costos, gastos judiciales, daños y perjuicios, causados después de la interposición de la
demanda.
Pero los intereses, frutos, daños y perjuicios causados antes de la demanda, se tomarán en
cuenta para determinar la cuantía de la materia.
Artículo 48: Si fueren varios los demandados en un mismo juicio, el valor total de la cosa o
cantidad debida determinará la cuantía de la materia, aun cuando por no ser solidaria la
obligación, no pueda cada uno de los demandados ser compelido al pago total de la cosa o
cantidad, sino tan solo al de la parte que le correspondiese.
Artículo 49: Sin perjuicio de las asignaciones especiales de competencia que pueda hacer la
ley, para el efecto de determinarla se reputarán como de valor de más de N$ 400.000 (nuevos
pesos cuatrocientos mil) los asuntos que versen sobre materias que no están sujetas a una
determinada apreciación pecuniaria, como por ejemplo, los relativos al estado civil de las
personas, a la crianza y cuidado de los hijos y a la apertura y protocolización de testamentos.
Artículo 50: Todos los valores monetarios a que se hace referencia en la presente ley, serán
actualizados por la Suprema Corte de Justicia de acuerdo con la variación operada en el Índice
de Precios de Consumo hasta el mes de octubre de cada año, redondeado al millar de nuevos
pesos más próximo.
Dicha actualización entrará en vigencia a partir del 1º de enero del año siguiente.
- Tribunal de Faltas.
- Juzgados de Paz.
Artículo 52: En el Poder Judicial, la competencia por razón de la materia, la cuantía y el grado
se distribuirá entre los órganos que correspondan de los mencionados en el artículo 51, de
acuerdo con lo dispuesto en las Secciones siguientes.
81
En cuanto al ejercicio de la función jurisdiccional en lo Contencioso Administrativo, su
organización, funcionamiento y competencia, se estará a lo dispuesto por la Ley Orgánica
respectiva.
El criterio del Grado, se regula por la Primera Instancia, Segunda Instancia y Tercera Instancia.
En la primera, yo formulo mi pretensión, para que me satisfagan. En la segunda, la resolución
judicial tomada me provoca un agravio y es por eso que se acude a los Tribunales de
Apelaciones. Y en la tercera instancia, instancia de Casación, se lleva a cabo el mismo
procedimiento pero para la Suprema Corte de Justicia.
COMPETENCIA EN LA MATERIA.
TRIBUNAL DE APELACIONES
JUECES RURALES
TRIBUNAL DE APELACIONES:
1. MATERIA CIVIL.
2. MATERIA FAMILIA
82
a. Competencia en Primera y Segunda Instancia en:
x. El procedimiento sucesorio.
3. MATERIA LABORAL
b. Conflictos de trabajo
i. Individual
4. MATERIA PENAL
1. MATERIA PENAL
b. Delitos comunes, todos los delitos salvo el crimen organizado, que tiene un
juzgado especializado con competencia nacional.
2. MATERIA LABORAL
b. Protección sindical
3. MATERIA FAMILIA
83
b. Violencia domestica (todas las situaciones)
4. MATERIA DE ADOLESCENTES
5. MATERIA ADUANERA
e. Proceso expropiatorio
7. MATERIA CIVIL
i. Comercial
ii. Hacienda
iii. Civil
v. Concursa, nacional.
a. Penal de urgencia,
c. Contencioso administrativo
e. Conciliación previa
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JUEZ DE CIUDADES, VILLAS Y PUEBLOS.
B. Faltas
A. Competencia en:
a. Civil
b. Comercial
c. Hacienda
d. Contencioso administrativo
e. Arrendamientos urbanos
B. Única instancia hasta 81.000 pesos y primera instancia después de los 81.000$.
Según lo establecido por la Ley orgánica del Ministerio Público y Fiscal —Decreto-Ley n.°
15.365 del 30 de diciembre de 1982 y lo preceptuado por el art. 364 de la Ley n.° 16.170 del 28
de diciembre de 1990— el Ministerio Público y Fiscal constituye un cuerpo técnico-
administrativo dependiente del Poder Ejecutivo a través del Ministerio de Educación y Cultura.
Dicho cuerpo está bajo la jefatura directa del Fiscal de Corte y Procurador General de la Nación
e integrado por la Fiscalía de Corte y Procuraduría General de la Nación, Fiscalías Letradas
Nacionales, Fiscalía Adjunta de Corte, Fiscalía Letrada Suplente, Fiscalías Letradas
Departamentales y Fiscalías Letradas Adjuntas. Su objeto es la defensa de la sociedad, la
defensa y representación del Estado en el ámbito que las leyes le asignen, el asesoramiento al
Poder Ejecutivo y a la Justicia cuando le sea requerido.
De conformidad con el art. 1 del Decreto-Ley n.° 15.365, el órgano superior del Ministerio
Público es el Fiscal de Corte y Procurador General de la Nación — órgano unipersonal—, quien
ejerce sus funciones de representante del Ministerio Público ante la Suprema Corte de Justicia.
Como jerarca del servicio ejercerá, además, la superintendencia correctiva de los miembros
del Ministerio Público y Fiscal del fuero civil y penal.
Artículo 1º.- (Concepto orgánico. Objetivos). El Ministerio Público y Fiscal constituye un cuerpo
técnico - administrativo jerarquizado al Poder Ejecutivo por intermedio del Ministerio de
Justicia, bajo la jefatura directa del Fiscal de Corte y Procurador General de la Nación,
integrado por la Fiscalía de Corte y Procuraduría General de la Nación, Fiscalías Letradas
Nacionales, Fiscalía Adjunta de Corte, Fiscalía Letrada Suplente, Fiscalías Letradas
Departamentales y Fiscalías Letradas Adjuntas, que tiene como objetivos la defensa de la
85
sociedad, la defensa y representación del Estado en el ámbito que las leyes le asignen y el
asesoramiento al Poder Ejecutivo y a la Justicia cuando le sea requerido.
Debe, en consecuencia, defender los intereses que le están encomendados como sus
convicciones se lo dicten, estableciendo las conclusiones que crea arregladas a derecho.
Artículo 3º.- (Delimitación conceptual). Al Ministerio Público, en cuanto actividad funcional que
tiene como objetivo la protección y defensa de los intereses generales de la sociedad, le
corresponde el cometido primordial de comparecer ante los tribunales, con el objeto de actuar
en materia civil o penal en representación de la causa pública, toda vez que ésta pudiera
hallarse interesada.
Al Ministerio Fiscal, en cuanto actividad funcional que tiene como objetivo la vigilancia y
defensa de los intereses patrimoniales del Estado, le compete fundamentalmente comparecer
ante los organismos jurisdiccionales, en representación y defensa de los intereses del Estado
cuando así corresponda, o en las situaciones especiales dispuestas por la Ley.
ESTRUCTURA ORGANICA
Artículo 4º.- (Estructura orgánica). El Ministerio Público y Fiscal cumplirá sus objetivos y
funciones por medio de la siguiente estructura orgánica jerárquicamente ordenada:
Artículo 5º.- (Titularidad y Funciones Jurídicas). Será ejercida por el Fiscal de Corte y
Procurador General de la Nación, a quien incumbe la máxima jerarquía del instituto, y quien,
además de las atribuciones y deberes que, como Jefe del Servicio le asigna la Ley en el ámbito
orgánico interno, tiene en particular, en los órdenes que se especifican, las que se precisan en
los artículos siguientes.
1) Investir la representación del Ministerio Público y Fiscal ante la Suprema Corte de Justicia,
con carácter privativo, ello, sin perjuicio de lo que, con respecto a los Fiscales Letrados en lo
Penal, dispusieron otras leyes.
4) Ser oído en los conflictos de competencia a resolver por la Suprema Corte de Justicia.
86
Artículo 7º.- (Competencia funcional en el orden administrativo). Al Fiscal de Corte y Procurador
General de la Nación, en el orden administrativo, corresponde:
1) Ejercer la jefatura directa e integral del Ministerio Público y Fiscal con facultades de
vigilancia y superintendencia directiva, correctiva, consultiva e instructiva de sus integrantes.
2) Solicitar, de cualquier dependencia del Poder Ejecutivo, las informaciones que estimare
necesarias para el mejor cumplimiento de sus cometidos y requerir directamente en el ejercicio
de sus funciones, al igual que los demás miembros del Ministerio Público, el auxilio de la fuerza
pública.
6) Disponer, cuando correspondan, las subrogaciones de los magistrados del Ministerio Público
y Fiscal, ciñéndose al régimen legal y reglamentario que las determinen.
7) Proponer los traslados de funcionarios del Organismo de un despacho a otro de las unidades
con sede en la Capital, y proponer su redistribución entre las sedes departamentales y de la
Capital hacia ellas o viceversa, cuando razones atinentes a la mejor marcha del servicio así lo
aconsejen.
8) Poner en conocimiento del Ministerio de Justicia las circunstancias que a su juicio aconsejen
modificar las disposiciones que rigen el servicio y sugerir la adopción de las medidas o la
promoción de las gestiones que crea corresponder.
9) Cometer al Fiscal Adjunto de Corte, al Fiscal Letrado Suplente y a los Secretarios Letrados
de la Fiscalía de Corte y Procuraduría General de la Nación, las tareas técnicas y
administrativas que considere convenientes y acordes, respectivamente, con sus jerarquías.
10) Elevar al Ministerio de Justicia, dentro de los seis meses de cada ejercicio, la memoria
anual del Ministerio Público y Fiscal.
Artículo 9º.- (Objetivos y funciones propias). Los magistrados titulares de las Fiscalías de lo
Civil de la Capital ejercerán el Ministerio Público en materia civil.
1) Representar y defender la causa pública en todos los asuntos en que pueda estar
interesada.
87
3) Vigilar por la pronta y recta administración de justicia pidiendo el remedio de los abusos y
malas prácticas que notare, en la forma establecida por el artículo 34 de esta ley.
4) Intervenir, además:
5) Actuar en todos los asuntos relativos a las personas e intereses de los menores, incapaces y
ausentes, incumbiéndole en ese concepto los deberes que la ley le señale, y, expresamente,
aquellos que derivan de la condición de protector Oficial de los menores e incapaces que esta
disposición consagra.
6) Dictaminar, a requerimiento de los Jueces, en los negocios que afecten al interés público.
Sección II
Artículo 11.- (Objetivo y funciones propias). Los magistrados titulares de las Fiscalías de lo
Penal de la Capital ejercerán el Ministerio Público en materia penal.
1) Ejercer la titularidad exclusiva de la acción penal pública que deriva de delito, e intervenir,
como parte, en la instrucción y sustanciación de las causas de este orden, luego del
enjuiciamiento y hasta su conclusión.
2) Continuar los procedimientos penales por delitos perseguibles a denuncia de parte, luego de
su iniciación por quien tuviera legitimación procesal para ello.
3) Ejercer el Ministerio Público ante la Suprema Corte de Justicia en materia de casación penal,
en la estación oportuna.
5) Intervenir, además:
Sección III
De la Fiscalía de Hacienda
1) Ejercer la acción fiscal, salvo que su ejercicio esté expresamente reservado por la Ley a
órganos especiales.
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2) Intervenir en defensa de los intereses del Estado, con la reserva expresada en el numeral
anterior, en todas las causas de la justicia ordinaria relativas a la Hacienda Pública y las de la
justicia administrativa en materia de reparación patrimonial.
3) Intervenir en todo otro negocio, respecto al cual las leyes prescriban expresamente su
audiencia.
Artículo 15.- (Fiscalía Adjunta de Corte). A la Fiscalía Adjunta de Corte, adscripta al despacho
del Fiscal de Corte y Procurador General de la Nación, corresponde:
1) Cooperar con el Fiscal de Corte y Procurador General de la Nación en las tareas técnicas del
servicio.
2) Actuar como Fiscal Nacional de Feria, durante los períodos de vacaciones judiciales de cada
año.
3) Subrogar con carácter específico y provisorio, y cuando las necesidades del servicio así lo
impongan a los agentes del Ministerio Público y Fiscal en el orden nacional, en los casos
ocurrentes.
Artículo 16.- (Fiscalía Letrada Suplente). Al Fiscal Letrado Suplente, adscripto al despacho del
Fiscal de Corte y Procurador General de la Nación, corresponde:
1) Actuar como Fiscal Departamental de Feria, durante los períodos de vacaciones judiciales
de cada año.
2) Subrogar con carácter específico y provisorio, cuando las necesidades del servicio así lo
impongan, al Fiscal Adjunto de Corte o a los agentes del Ministerio Público y Fiscal en el orden
departamental, en su caso.
Artículo 17.- (Objetivos y competencia funcional en el orden judicial). A los Fiscales Letrados
Departamentales, conforme a lo que la ley establezca, compete:
1) Ejercer las funciones especificadas para el Ministerio Público en lo Civil de la Capital, dentro
de la jurisdicción que le fuere asignada.
2) Hacer lo propio con las detalladas para los del Ministerio Público en lo Penal en los
apartados 1), 2) y 4 del artículo 12 de esta ley, dentro de la jurisdicción criminal que para los
órganos de la justicia ordinaria delimita el Código del Proceso Penal.
Artículo 18.- (Objetivos y funciones propias). Adscripto al despacho de cada uno de los Fiscales
en lo Civil, de lo Penal y de Hacienda, habrá un Fiscal Letrado Adjunto cuyo cometido funcional
será:
89
b) En materia penal, promoviendo con exclusividad las acciones fundadas en ilícitos
contravencionales, interviniendo hasta su conclusión en la sustanciación de las causas
de ese orden; y, además, compareciendo a las audiencias por causa de delito cuando
así lo disponga el titular.
PRINCIPIOS:
I. INDEPENDENCIA:
Debe, en consecuencia, defender los intereses que le están encomendados como sus
convicciones se lo dicten, estableciendo las conclusiones que crea arregladas a derecho.
Artículo 20.- (Independencia). Los integrantes del Ministerio Fiscal defenderán los intereses
patrimoniales del Estado, y deberán hacerlo de acuerdo a sus convicciones técnicas sin
perjuicio de las instrucciones que les lucren impartidas por el Poder Ejecutivo y el Fiscal de
Corte y Procurador General de la Nación.
Si hubiere discrepancia conceptual del agente del Ministerio Fiscal con las aludidas
instrucciones o inclusive, con una posición de interés que favoreciera al Fisco, podrán excusar
su intervención en forma fundada y reservada. La Fiscalía de Corte y Procuraduría General de
la Nación elevará de igual forma, con su informe, la documentación del caso por intermedio del
Ministerio de Justicia, debiendo estarse a lo que resuelva el Poder Ejecutivo.
II. JERARQUIA:
Artículo 1º.- (Concepto orgánico. Objetivos). “El Ministerio Público y Fiscal constituye un cuerpo
técnico - administrativo jerarquizado al Poder Ejecutivo por intermedio…”
III. INAMOVIBILIDAD:
Artículo 25.- (Inamovilidad). Los Fiscales son inamovibles y durarán en sus empleos todo el
tiempo de su buen comportamiento.
Limite: Artículo 23.- (Interinato). La designación de magistrado del Ministerio Público Fiscal en
cargos de ingreso, tendrá carácter de interino por el término de dos años, vencido el cual
adquirirá efectividad. Durante el período de interinato, mediando propuesta fundada del Fiscal
de Corte y Procurador General de la Nación, el Poder Ejecutivo podrá dejar sin efecto la
designación dando cuenta al Poder Legislativo. Ello no obstante, esos nombramientos se
considerarán efectivos desde el momento que se produzcan, cuando recaigan en ciudadanos
que pertenezcan, con antigüedad de dos años, a la Judicatura, en destinos que deban ser
desempeñados por abogados.
ESTATUTO JURIDICO:
DESIGNACION:
INGRESO:
90
Artículo 31.- (Ingreso y carrera del Ministerio Público y Fiscal). El ingreso al Ministerio Público y
Fiscal se hará por el cargo de menor jerarquía.
Sólo será admisible apartarse de estos principios en casos excepcionales, cuando así lo solicite
el Fiscal de Corte y Procurador General de la Nación fundándose en el interés del servicio.
NOMBRAMIENTO
Artículo 21.- (Nombramiento de los Fiscales Letrados Nacionales, Fiscal Adjunto de Corte y
Fiscal Letrado Suplente). Para ser designado Fiscal Letrado Nacional, Fiscal Adjunto de Corte
o Fiscal Letrado Suplente, se requiere:
1) Título de abogado.
No puede ser nombrado Fiscal quien esté procesado por delito perseguible mediante acción
pública.
Artículo 33.- (Deberes funcionales). El Fiscal de Corte y Procurador General de la Nación, los
Fiscales Letrados Nacionales, el Fiscal Adjunto de Corte, el Fiscal Letrado Suplente, los
Fiscales Letrados Departamentales y los Fiscales Letrados Adjuntos quedan sujetos a las
siguientes obligaciones:
91
en otro lugar, comunicándolo al Ministerio de Justicia, estándose a lo que éste en definitiva
resuelva.
4) Expedir sus dictámenes dentro de los términos fijados por las disposiciones vigentes.
Artículo 34.- (Deber de vigilancia). Siempre que un Fiscal, conociendo en un asunto de trámite,
encontrara en la actuación y procedimiento de un Juez o Tribunal mérito suficiente en su
concepto, para la imposición de confección disciplinaria, deberá hacer denuncia
circunstanciada del caso ante el Fiscal de Corte y Procurador General de la Nación, para que
éste proceda según lo viere del caso corresponder.
DERECHOS:
1. CARGO
CESE:
Artículo 35.- (Cese). Los titulares del Ministerio Público y Fiscal cesarán en el desempeño de
sus respectivos cargos:
3) Por destitución.
SUBROGACION DE FISCALES:
92
segundos. Ello, sin perjuicio de la intervención que a esos efectos reserva esta ley al Fiscal
Adjunto de Corte y al Letrado Suplente respectivamente.
1) Representar y defender la causa pública en todos los asuntos en que pueda estar
interesada.
3) Vigilar por la pronta y recta administración de justicia pidiendo el remedio de los abusos y
malas prácticas que notare, en la forma establecida por el artículo 34 de esta ley.
4) Intervenir, además:
5) Actuar en todos los asuntos relativos a las personas e intereses de los menores, incapaces y
ausentes, incumbiéndole en ese concepto los deberes que la ley le señale, y, expresamente,
aquellos que derivan de la condición de protector Oficial de los menores e incapaces que esta
disposición consagra.
6) Dictaminar, a requerimiento de los Jueces, en los negocios que afecten al interés público.
INTERVENCION:
La intervención del Ministerio Público en el proceso, se regulará por las disposiciones de la Ley
Orgánica del Ministerio Público y Fiscal.
93
Cuando el Ministerio Público intervenga como parte no podrá ser recusado y tendrá los
derechos, facultades, deberes y cargas procesales que correspondan a la parte, salvo norma
expresa en contrario.
29.1 El Ministerio Público intervendrá como tercero, además de los casos en que así lo
establezca la ley, en aquellos en los que, pudiendo haber intervenido como parte, no lo hubiera
hecho.
29.2 Cuando el Ministerio Público actúe como tercero, su intervención consistirá en ser oído,
en realizar cualquier actividad probatoria y en deducir los recursos que correspondan, dentro
de los plazos respectivos.
29.3 Así mismo intervendrá como dictaminante técnico auxiliar del tribunal, cuando éste lo
considere necesario o conveniente.
30.1 Cuando el Ministerio Público actúe como parte, tendrá los mismos plazos procesales que
correspondan a ésta.
30.2 Cuando actúe como tercero, dispondrá para expedirse del plazo de veinte días, salvo que
deba hacerlo en una audiencia, vencidos los cuales pasará el expediente a conocimiento del
subrogante, sin más trámite y por única vez, dándose cuenta al superior jerárquico de la
omisión.
Para que un sujeto sea considerado sujeto del proceso y por lo tanto pueda realizar actos
procesales o pueda serle imputado los efectos de actos procesales, debe poseer determinadas
capacidades y legitimaciones dependiendo del sujeto del que se trate. La capacidad es un
aspecto intrínseco del sujeto, una característica que el mismo debe poseer. La legitimación es
una circunstancia extrínseca, una relación del sujeto con el objeto o con otro sujeto.
Son partes en el proceso el demandante, el demandado y los terceros en los casos previstos
por este Código.
En esta clase de proceso se pueden distinguir como interesados principales por un lado a los
actores, por otro a los demandados, y, aunque ello sea más discutible, también al Estado
cuando participa a través de un integrante del Ministerio Público actuando en calidad de
"tercero".
94
Los "Actores" son aquellos sujetos que tienen capacidad y legitimación en la causa para ser
tales.
Los actores, aunque normalmente sólo será uno, son agrupados por el Derecho Procesal en lo
que se denomina una "parte": la "parte Actora".
Cuando la parte actora se encuentra integrada por un solo sujeto (por ejemplo, en el supuesto
de un esposo que solicita que se declare disuelto su matrimonio por existir una causal de
divorcio), se dice que la parte actora es una "parte simple"; cuando la parte Actora está
integrada por más de un sujeto, se indica que dicha parte es una "parte plural" y que existe un
"litisconsorcio activo".
A su vez, según que esta integración plural resulte o no imprescindible para que los actos
procesales de tales actores sean admisibles, se dice que existe un litisconsorcio activo
"necesario" (o una parte actora plural "compleja") o un litisconsorcio activo "voluntario" o
"facultativo" (o una parte aclara plural "compuesta").
Los litisconsorcios activos necesarios, se forman debido a que en estos casos la legitimación
en la causa para ser actor no la tiene un solo sujeto, sino que la tiene lo que para la ley
procesal es un conjunto inescindible de sujetos; pues según lo que se expresa en la demanda y
aunque sólo uno de tales sujetos la haya presentado, no es posible que la titularidad de la
insatisfacción jurídica la tenga solamente uno de esos sujetos, sino que ella es compartida con
otros en forma indivisible.
Los "demandados" son aquellos sujetos que tienen capacidad y legitimación en la causa (en el
proceso contencioso concreto) para ser tales.
Aunque normalmente el demandado es un solo sujeto, al igual que los actores los demandados
son agrupados por el Derecho Procesal en lo que se denomina una "parte", en este caso la
"parte demandada".
También igual a lo que sucede con la parte actora, cuando la parte demandada está integrada
por un solo sujeto (por ejemplo, los actores demandan a una sola persona para requerir el
cumplimiento de una obligación de origen extracontractual), se dice que la misma es una "parte
simple"; cuando, en cambio, está integrada por más de un sujeto (por ejemplo, en el supuesto
de un arrendatario que requiere el desalojo de dos coarrendatarios), se señala que dicha parte
es una "parte plural" y que existe un "litisconsorcio pasivo".
Tarigo entiende que requisitos de las partes son aquellas calidades necesarias para actuar
válidamente en un proceso. Esto es: Capacidad, Legitimación y Postulación.
CAPACIDAD
32.1 Pueden comparecer por sí en el proceso, las personas que pueden disponer de los
derechos que en él se hacen valer.
Las que no tienen, total o parcialmente, el libre ejercicio de sus derechos, comparecerán
representadas, asistidas o autorizadas según dispongan las leyes que regulan la capacidad.
95
También actuarán representados por curador ad litem los menores que litiguen contra quienes
ejercen su patria potestad o tutela, previa venia que otorgará el tribunal al efectuar la
designación.
32.3 Las personas jurídicas actuarán por intermedio de sus órganos o de sus representantes o
de las personas autorizadas conforme a derecho.
32.4 Los ausentes y las herencias yacentes serán representados en el proceso por los
curadores designados al efecto.
La capacidad que nos ocupa es una aptitud que debe tener el sujeto a quien se imputan los
efectos de los actos procesales, y que existe cuando se presentan ciertas circunstancias
intrínsecas a su persona, circunstancias que varían según qué Derecho Procesal positivo se
está examinando y de qué clase de sujeto se trate.-
Son muy diferentes los requisitos intrínsecos que configuran la aptitud para ser parte o gestor
(concretamente, ser un sujeto concebido perteneciente al género humano y no haber fallecido,
o ser una persona jurídica reconocida y no extinguida), de los requisitos intrínsecos que
configuran la aptitud para ser tribunal (concretamente, ser la persona jurídica mayor de
Derecho Público llamada Estado uruguayo, o -en el caso de tratarse de un tribunal arbitral-
pertenecer al género humano, tener veinticinco años de edad, hallarse en el pleno goce de los
derechos civiles, etc.).
CAPACIDAD PROCESAL
La capacidad procesal es una aptitud que debe tener el sujeto que realiza un acto procesal
correspondiente a una clase de sujeto (como tribunal, actor, demandado, testigo, etc.), y que
existe cuando se presentan ciertas circunstancias intrínsecas a su persona; circunstancias que
varían según de qué Derecho positivo se trate y de qué clase de sujeto sea al que se le imputa
el acto procesal en cuestión.
34.1 Si la parte que actúa por sí misma se incapacita durante el curso del proceso, los actos
posteriores a la declaración judicial de incapacidad serán nulos. Los anteriores serán anulables
si la incapacidad fuese notoria durante la realización de dichos actos.
El proceso se seguirá con el representante que legalmente corresponda, quien será emplazado
en la misma forma y con las mismas consecuencias que rigen para el caso de demanda.
34.2 La incapacidad de la persona o personas que constituyen una parte no suspende el curso
del procedimiento si esa parte actuaba por representante; el proceso continuará con éste hasta
que se apersone representante legítimo.
34.3 Si durante el curso del proceso se hiciere capaz una parte que no lo era, se seguirán con
ella los procedimientos luego de que se apersone debidamente.
Pero los actos consumados antes de esa comparecencia serán válidos, sin perjuicio de las
reclamaciones que la parte pudiera tener contra su ex representante por haber omitido
comunicarle la existencia del pleito o por cualquier otra circunstancia.
35.1 Ocurrida la muerte o ausencia declarada de la parte que actúa por sí misma y salvo el
caso de proceso relativo a derechos personalísimos, éste debe continuar con los sucesores, el
cónyuge, si correspondiere, o el curador de la herencia yacente, en su caso.
96
La contraparte podrá solicitar el emplazamiento de estas personas sin necesidad de trámite
sucesorio, procediéndose en la forma prevista para la demanda y con las mismas
consecuencias. La comparecencia del emplazado como sucesor no podrá tomarse por sí sola
como aceptación de la herencia.
El fallecimiento de la persona o personas que constituyen una parte no suspende el curso del
procedimiento si esa parte actuaba por representante; el proceso continuará con éste hasta
que se apersone parte o representante legítimo.
35.2 En caso de trasmisión por acto entre vivos de la cosa litigiosa, el sucesor podrá sustituir a
la parte en el proceso salvo que se oponga la contraria, en cuyo caso el tribunal resolverá.
Ello sin perjuicio de la subrogación y del derecho a comparecer como tercero o litisconsorte de
la parte, si se dan las circunstancias requeridas por este Código.
35.3 En caso de extinción de la persona jurídica, el proceso continuará con quienes la sucedan
en su patrimonio.
LEGITIMACION
Para buena parte de la doctrina, la legitimación en la causa, es la calidad de titular del derecho
subjetivo material invocado. Es decir, tiene legitimación causal el propietario si el derecho
invocado es la propiedad, el acreedor si el derecho invocado es el derecho de crédito, etc.
Desde el punto de vista procesal, debe bastar la titularidad no del derecho subjetivo material,
sino de la pretensión que se formula en el proceso.
LEGITIMACION PROCESAL
Es la que determina quien tiene aptitud para ser parte en un proceso determinado. Desde luego
está legitimado procesalmente quien está legitimado causalmente pero también quien lo
sustituya legalmente, y quien lo represente legal o voluntariamente.
Por razones de orden técnico, a la capacidad y a la legitimación viene a sumarse una tercera y
última exigencia, consistente en la necesidad de que la actividad procesal de la parte este
conducida por un Abogado.
36.1 Por la parte puede actuar un representante, sea establecido por la ley o por poder
otorgado al efecto.
36.2 Nadie podrá pretender en nombre propio derecho ajeno salvo cuando la ley lo autorice.
37.1 La parte deberá comparecer a todos los actos del proceso asistida por abogado, debiendo
el tribunal rechazar los escritos que no lleven firma letrada e impedir las actuaciones que se
pretendan realizar sin esta asistencia.
a) Los asuntos que se tramiten ante los Juzgados de Paz y los Juzgados de Conciliación en
asuntos menores al equivalente a 20 UR (veinte Unidades Reajustables).
97
b) Los que se tramiten ante los Juzgados de Paz y los Juzgados Letrados de Primera Instancia
del interior de la República cuando no haya o no se disponga de tres abogados, como mínimo,
en la localidad asiento del Juzgado.
37.3 Los escritos que se presenten en autos sucesorios; en los de disolución de la sociedad
legal de bienes; en los de rectificación de partidas; en el trámite judicial de inscripciones en el
Registro Público y General de Comercio; en los que se soliciten o gestionen venias o
autorizaciones judiciales, curadurías especiales a fin de complementar la capacidad para
contratar, así como en aquellos en que se tramite la expedición de copias o duplicados de
escrituras públicas, hijuelas o promesas de enajenación e información de vida y costumbres,
podrán ser firmados, indistintamente, por abogado o escribano.
No se entenderá que existe litigio, cuando la controversia se suscite por observaciones del
Ministerio Público y Fiscal.
37.4 No obstante, la firma de abogado será preceptiva en los asuntos enumerados en el ordinal
anterior, cuando se suscite litigio.
Regirán para estos casos las excepciones previstas en el ordinal 37.2 de este artículo.
37.5 En los autos sucesorios, la relación de bienes y la cuenta particionaria podrán ser
firmadas por contador público, al igual que los escritos solicitando inscripciones en el Registro
Público y General de Comercio.
37.6 El tribunal rechazará de plano los escritos que no lleven firma de abogado, salvo el caso
de existir expresa dispensa al respecto
LITISCONSORCIO: CONCEPTO
Hay litisconsorcio cuando dos o más personas litigan en forma conjunta como demandantes o
demandados, porque tienen una misma pretensión, sus pretensiones son conexas o porque la
sentencia a expedirse a expedirse respecto de una pudiera afectar a la otra. LITIS: “Juntos
Corren la misma Suerte”.
CLASIFICACIÓN:
II. SEGÚN EL ALCANCE O FUERZA DE LOS ACTOS DE UNO CON RESPECTO AL GRUPO
- LITISCONSORCIO FACULTATIVO O VOLUNTARIO
- LITISCONSORCIO NECESARIO.
LITISCONSORCIO NECESARIO
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Siguiendo a Tarigo, es el que se configura cuando el proceso debe ser necesariamente único,
cuando no cabe la elección de accionar conjuntamente o hacerlo separadamente en dos o más
procesos.
Cuando por la naturaleza de la relación jurídica sustancial que sea objeto del proceso no
pudiere pronunciarse sentencia útilmente sin la presencia (litisconsorcio activo) o el
emplazamiento (litisconsorcio pasivo) de todos los interesados, aquéllos deberán todos
comparecer y éstos deberán todos ser emplazados en forma legal.
En este caso los recursos y demás actuaciones procesales de cada uno favorecerán a los
otros. Sin embargo, los actos que impliquen disposición del derecho en litigio, sólo tendrán
eficacia si emanan de todos los litisconsortes.
1) Ciertos actos que ponen fin al proceso que realice uno de los litisconsortes (Ej.:
allanamiento, desistimiento, etc.) no producen sus efectos hasta tanto los demás litigantes
hagan lo mismo (Ej.: se allanen, desistan, etc.).
4) El impulso del procedimiento por uno de ellos favorece a todos los demás.
La misma facultad tendrá tratándose del litisconsorcio necesario pasivo, mientras la parte
actora no proporcione los datos necesarios para que todos los litisconsortes puedan ser
emplazados en forma legal.
LITISCONSORCIO FACULTATIVO
¿Cuáles son los principales efectos del litisconsorcio facultativo? Para conciliar, transigir no se
requiere la conformidad de todos los litisconsortes, bastando que uno de ellos lo realice para
que el proceso concluya para él; la sentencia se pronuncia por la situación jurídica de cada
litisconsorte; la interposición del recurso sólo beneficia para el litisconsorte que lo interpuso. La
consecuencia procesal que tiene esto es que la prueba es lo único que los une.
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Artículo 45 CGP: Litisconsorcio facultativo.-
Dos o más personas pueden litigar en un mismo proceso en forma conjunta, sea activa o
pasivamente, cuando sus pretensiones sean conexas por su causa u objeto o cuando la
sentencia a dictarse con respecto a una pudiera afectar a la otra.
Los litisconsortes facultativos, salvo disposición legal en contrario, serán considerados como
litigantes independientes.
Los actos de cada uno de ellos no favorecen ni perjudican la situación procesal de los
restantes sin que por ello se afecte la unidad del proceso.
CONCEPTO:
CLASIFICACION:
Si bien ambas tienen regímenes distintos, reguladas en los artículos 48 y 49 del CGP, están
sometidas a dos reglas que le son comunes:
b) la circunstancia de que el tercero debe ser una persona distinta a esos dos sujetos.
Es aquella que puede tomar dos vertientes: una simple y otra autónoma o litisconsorcial. Se
encuentra regulada en el artículo 48 del CGP:
48.1 Quien tenga con una de las partes determinada relación sustancial a la cual no se
extiendan los efectos jurídicos de la sentencia, pero que pueda afectarse desfavorablemente si
dicha parte es vencida, podrá intervenir en el proceso como coadyuvante de ella.
48.2 Podrán intervenir en un proceso como litisconsortes de una parte, los terceros que sean
titulares de una determinada relación sustancial que podría verse afectada por la sentencia a
dictarse y que por ello están legitimados para demandar o ser demandados en el proceso.
Carácter: Este interviniente, carece de legitimación para litigar por si solo frente al adversario
de la parte a la que adhiere.
100
50.1 Los terceros deberán fundar su intervención en un interés directo, personal y legítimo. La
solicitud se ajustará a las formas previstas para la demanda, en lo que fueren aplicables, y
deberá ser acompañada de toda la prueba correspondiente.
Concepto
En esta situación, diferente a la anterior, el ingreso del tercero al proceso pendiente tiene por
objeto hacer valer un derecho propio frente a alguna de las partes originarias, adhiriendo a la
calidad de actor o del demandado asumido por una y otra de estas. (Inciso 2°)
CONCEPTO
Esta intervención, tiene lugar cuando un tercero se incorpora a un proceso pendiente a fin de
interponer, frente a las partes originarias, una pretensión incompatible con la deducida por el
actor, sin sumarse por ello, a la oposición del demandado. Ejemplo: A y B están en proceso
reivindicatorio; llega C y dice que es el propietario.
De esta manera quedan planteadas tres pretensiones: la del actor contra el demandado, y la
del tercerista contra el actor y contra el demandado.
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1. fundamento por parte del tercero, en un interés directo personal y legítimo.
Concepto.
Clasificación:
- La Citación en Garantía
- La Citación de Evicción
CITACION EN GARANTIA
Se produce cuando la parte que requiere la intervención del tercero se halla en la hipótesis de
resultar vencida en el proceso, de tener derecho a deducir contra el citado una pretensión
regresiva, sea esta pretensión de indemnización o garantía.
Surge para evitar que en el proceso posterior que tendría por objeto la pretensión regresiva, el
demandado en el pudiera argüir la excepción de defensa negligente y por otro lado para evitar
que ese segundo proceso por ser citado a él el tercero, habrán de plantearse y resolverse
simultáneamente las dos pretensiones. La originaria y la regresiva.
En los casos en que la intervención del tercero suponga la inserción de una nueva pretensión,
se requerirá el cumplimiento de los requisitos de los numerales 1) y 3) del artículo 120.1
CITACION DE EVICCION
Incomparecencia:
Comparecencia:
102
Es esta una forma de intervención provocada que se verifica cuando, formulada una
pretensión, real o personal, frente a quien tiene temporariamente la tenencia de una cosa
ajena, este pone en conocimiento de quien corresponda, la existencia del proceso, a fin de que
este asuma la calidad de demandado y pueda el primero librarse de la carga de seguir el
proceso.
El demandado, en un proceso en el que considere que otra persona, además o en lugar de él,
tiene alguna obligación o responsabilidad en la cuestión controvertida, debe denunciarlo,
indicando su nombre y domicilio, a los efectos de que se le noticie del pleito, bajo
responsabilidad de los daños y perjuicios que correspondieren por su omisión. La solicitud será
resuelta sin más trámite por sentencia interlocutoria apelable sin efecto suspensivo. Si acoge la
petición, dispondrá simultáneamente que se realice la noticia y el impulso que corresponda al
estado del proceso.
INTERESES DIFUSOS
Ejemplo: Medio Ambiente: ¿Quién tiene ese derecho? Todos los habitantes de la república si
vienen, si van, si viven, si mueren.
a. Ministerio Publico
b. Cualquier interesado
Se diferencia el interés colectivo con el difuso, porque el primero se puede ser difuso o no pero
el segundo es indeterminado.
Klett y Cardinal: integran todos los colectivos porque se habla de difícil pero no de imposible.
ASISTENCIA LETRADA:
103
Se encuentra regulada en el Artículo 37 del CGP: Asistencia letrada.-
37.1 La parte deberá comparecer a todos los actos del proceso asistida por abogado,
debiendo el tribunal rechazar los escritos que no lleven firma letrada e impedir las actuaciones
que se pretendan realizar sin esta asistencia.
a) Los asuntos que se tramiten ante los Juzgados de Paz y los Juzgados de Conciliación en
asuntos menores al equivalente a 20 UR (veinte Unidades Reajustables).
b) Los que se tramiten ante los Juzgados de Paz y los Juzgados Letrados de Primera Instancia
del interior de la República cuando no haya o no se disponga de tres abogados, como mínimo,
en la localidad asiento del Juzgado.
37.3 Los escritos que se presenten en autos sucesorios; en los de disolución de la sociedad
legal de bienes; en los de rectificación de partidas; en el trámite judicial de inscripciones en el
Registro Público y General de Comercio; en los que se soliciten o gestionen venias o
autorizaciones judiciales, curadurías especiales a fin de complementar la capacidad para
contratar, así como en aquellos en que se tramite la expedición de copias o duplicados de
escrituras públicas, hijuelas o promesas de enajenación e información de vida y costumbres,
podrán ser firmados, indistintamente, por abogado o escribano.
No se entenderá que existe litigio, cuando la controversia se suscite por observaciones del
Ministerio Público y Fiscal.
37.4 No obstante, la firma de abogado será preceptiva en los asuntos enumerados en el ordinal
anterior, cuando se suscite litigio.
Regirán para estos casos las excepciones previstas en el ordinal 37.2 de este artículo.
37.5 En los autos sucesorios, la relación de bienes y la cuenta particionaria podrán ser
firmadas por contador público, al igual que los escritos solicitando inscripciones en el Registro
Público y General de Comercio.
37.6 El tribunal rechazará de plano los escritos que no lleven firma de abogado, salvo el caso
de existir expresa dispensa al respecto.
- Representación.
- Mandato.
- Poder.
44.1 En cualquier etapa del proceso, ante cualquier órgano con función jurisdiccional,
salvo que se tratare de materia penal, el abogado firmante, en su calidad de
patrocinante de la parte, además de las facultades que acuerda el artículo 143 de la
Ley Orgánica de la Judicatura y de Organización de los Tribunales (Ley N° 15.750, de
104
24 de junio de 1985) y siempre que así se conviniere mediante escrito o acta judicial,
quedará investido, en especial y para ese proceso, del carácter de representante
judicial de aquélla, con todas las facultades procesales, excepto las que impliquen
disponer de los derechos sustanciales. La investidura regirá para todos los actos,
incidentes y etapas del proceso, incluyendo la liquidación y ejecución de sentencia, la
entrega de la cosa subastada, la expedición de segundas copias relativa al bien
rematado y el juicio ordinario posterior al ejecutivo o al de ejecución.
44.2 Para que la autorización sea válida, la parte deberá establecer en el escrito su
domicilio real, así como comunicar en la misma forma los cambios que el mismo
experimentare.
44.5 En caso que el abogado desee poner fin a su patrocinio, deberá hacerlo por
escrito firmado conjuntamente con la parte, ante el órgano jurisdiccional
correspondiente.
EJERCICIO DE LA PROFESION:
3º) Estar inscripto en la matrícula y haber prestado juramento ante la Suprema Corte de
Justicia.
Esto se traduce en que se precisan 3 capacidades: civil, técnica y ética. La primera refiere a los
21 años de edad. La segunda refiere a la matrícula de la SCJ, otorgada luego del título
habilitante. Y la tercera es el juramento prestado ante dicha SCJ.
DERECHOS:
2. REMUNERACION: Artículo 144 LOT: Los abogados podrán concertar con la parte, los
honorarios y la forma de pagarlos. Dicho acuerdo deberá ser probado por escrito.
3. EXIGIR UNA RELACION DE LOS HECHOS FIRMADA POR EL CLIENTE: Artículo 145 LOT:
Los abogados podrán exigir de sus clientes, antes de iniciar el proceso una relación escrita del
hecho, firmada por la parte, a ruego de ésta o por su apoderado.
DEBERES:
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1. CORRECCION, LELTAD Y RECTITUD: Art. 5 CGP: Buena fe, lealtad y colaboración
procesal.-
Las partes, sus representantes o asistentes y, en general, todos los partícipes del proceso,
ajustarán su conducta a la dignidad de la justicia, al respeto que se deben los litigantes y a la
lealtad y buena fe. (Equipara a las partes con los patrocinantes)
2. SER DEFENSOR DE LOS POBRES: Artículo 147: Los abogados nombrados defensores de
pobres en las causas civiles y que no desempeñaren este cargo oficialmente, podrán reclamar
el pago de sus honorarios, previa regulación, en caso de haber obtenido su defendido resultado
favorable en un pleito de contenido económico, o si hubiere llegado a mejor fortuna.
Sin embargo, en el caso de que el declarado pobre saliera vencedor en el pleito, no podrá el
abogado cobrar por los honorarios una cantidad mayor que la cuarta parte de lo que obtuviere
su defendido.
SANCIONES:
Artículo 141: Los abogados quedarán suspendidos en el ejercicio de su profesión, desde que,
en razón de los delitos cometidos en dicho ejercicio, hayan sido condenados a pena de
suspensión o de privación de libertad, mientras dure una u otra.
Artículo 142: Los jueces de lo penal, en los juicios a que se refieren los artículos anteriores,
comunicarán de inmediato a la Suprema Corte de Justicia las decisiones ejecutoriadas que
importan suspensión o levantamiento en el ejercicio de la profesión.
Prevaricato
El abogado o procurador, que faltando a sus deberes profesionales, perjudique los intereses de
la parte que defiende o represente judicial o administrativamente, será castigado con 100 U.R.
(cien unidades reajustables) a 900 U.R. (novecientas unidades reajustables) de multa e
inhabilitación especial de dos a ocho años.
1. Que el hecho se haya efectuado por el culpable, mediante colusión con la contraparte.
106
El abogado o procurador de una de las partes, que diere consejo, prestara asistencia, o
ayudara de cualquier manera en juicio, a la parte contraria, directamente o por interpuestas
personas, será castigado con 20 U.R. (veinte unidades reajustables) a 500 U.R. (quinientas
unidades reajustables) de multa e inhabilitación especial de dos a seis años.
Artículo 146: Los abogados son responsables ante sus clientes de cualquier daño o perjuicio
que les sea legalmente imputable.
c. DISCIPLINARIA:
Surge con la ofensa o falta de respeto contra el Tribunal, el otro Abogado, o la otra Parte:
Artículo 148: Los abogados podrán ser corregidos disciplinariamente, en los siguientes casos:
1º) Cuando en el ejercicio de la profesión faltaren de palabra, por escrito o de obra, el respeto
debido a los magistrados.
4º) Cuando alegaren hechos cuya falsedad se hallase probada en los autos o dedujeren
recursos expresamente prohibidos por la ley.
1º) Prevención.
2º) Apercibimiento.
3º) Multa que no excederá de N$ 30.000 (nuevos pesos treinta mil), y para cuyo cobro se irá
directamente a la vía de apremio, vertiéndose la suma en Rentas Generales.
Artículo 150: La corrección en los tres primeros casos del artículo anterior será pronunciada de
plano por el tribunal que esté entendiendo en la causa, fuere o no aquel que conocía en el
momento de cometerse la infracción.
En todos los casos, así como en el supuesto de suspensión de los artículos 138 y 140, las
decisiones de los tribunales serán pasibles de los recursos administrativos previstos en los
artículos 317, siguientes y concordantes de la Constitución.
PROCURADORES
EJERCICIO
107
Artículo 151: Para ejercer la procuración se requiere:
3º) Hallarse inscripto en la matrícula que al efecto se llevará en la Suprema Corte de Justicia y
prestar juramento ante ella.
4º) Acreditar honradez y costumbres morales en la misma forma que para los aspirantes a
escribanos establece la ley respectiva.
Esto se traduce en que se precisan 3 capacidades: civil, técnica y ética. La primera refiere a los
21 años de edad. La segunda refiere a la matrícula de la SCJ, otorgada luego del título
habilitante. Y la tercera es el juramento prestado ante dicha SCJ. SE AGREGA EL ESTAR
ASISTIDO POR UN ABOGADO.
DERECHOS:
2. REMUNERACION: Artículo 144 LOT: Los abogados podrán concertar con la parte, los
honorarios y la forma de pagarlos. Dicho acuerdo deberá ser probado por escrito. SE APLICA
A PROCURADORES TAMBIEN.
3. EXIGIR UNA RELACION DE LOS HECHOS FIRMADA POR EL CLIENTE: Artículo 145 LOT:
Los abogados podrán exigir de sus clientes, antes de iniciar el proceso una relación escrita del
hecho, firmada por la parte, a ruego de ésta o por su apoderado.
DEBERES:
Las partes, sus representantes o asistentes y, en general, todos los partícipes del proceso,
ajustarán su conducta a la dignidad de la justicia, al respeto que se deben los litigantes y a la
lealtad y buena fe. (Equipara a las partes con los patrocinantes)
2. SER DEFENSOR DE LOS POBRES: Artículo 147: Los abogados nombrados defensores de
pobres en las causas civiles y que no desempeñaren este cargo oficialmente, podrán reclamar
el pago de sus honorarios, previa regulación, en caso de haber obtenido su defendido resultado
favorable en un pleito de contenido económico, o si hubiere llegado a mejor fortuna.
Sin embargo, en el caso de que el declarado pobre saliera vencedor en el pleito, no podrá el
abogado cobrar por los honorarios una cantidad mayor que la cuarta parte de lo que obtuviere
su defendido.
Artículo 153: Los abogados y escribanos, por el mero hecho de serlo, están habilitados para
ejercer la procuración, bastando su solicitud de inscripción en la matrícula.
1º) Presentar oportunamente el poder que tengan para comparecer ante los tribunales o
proceder, si no lo aceptasen, en la forma dispuesta por el artículo 2.059 del Código Civil.
2º) Seguir el juicio mientras no hayan cesado en su encargo por alguna de las causas que se
expresan en la ley.
108
3º) Asistir diariamente a las oficinas actuarias a instruirse de lo que les concierne en el
despacho de los negocios.
4º) Tomar copia de todas las providencias que se dictaren en los asuntos que tuvieren a su
cargo y comunicarlas inmediatamente al respectivo abogado, al cual darán también los avisos
convenientes sobre el estado de los mismos asuntos.
5º) Recibir y firmar notificaciones de cualquier clase sin serles permitido después de haber
asumido personería pedir que ellas se entiendan directamente con el mandante.
6º) Abonar como responsable solidario los gastos comunes y particulares que causados
durante su intervención sean de cargo del poderdante.
La condena a los gastos del proceso, se hará efectiva contra el poderdante o representado, sin
perjuicio de que la parte a quien interese pueda reclamarlas del apoderado si éste hubiese
tomado sobre sí expresamente esa responsabilidad.
7º) Cumplir las demás obligaciones que impongan las leyes y reglamentos y especialmente las
que para los mandatarios establece el Código Civil en todo lo que no se oponga a lo
preceptuado en esta ley y en el Código de Procedimiento Civil.
1º) Por la revocación del poder tan luego como se apersone en autos la parte misma o el nuevo
procurador.
2º) Por la renuncia del procurador hecha ante el Juez competente. En este caso el juez
dispondrá un emplazamiento por el término legal para la comparecencia del poderdante,
debiendo entretanto el procurador continuar sus gestiones.
3º) Por la muerte o inhabilitación del procurador. Cuando esto sucediere, el juicio quedará por
el mismo hecho suspenso y se pondrá esta circunstancia en conocimiento del poderdante por
medio de un emplazamiento librado en las mismas condiciones que expresa el inciso anterior.
No compareciendo el poderdante, se estará a lo dispuesto en el inciso anterior.
Artículo 158: Rige respecto del honorario de los procuradores, la disposición del artículo 144 en
cuanto sea aplicable.
Artículo 159: Son aplicables a los procuradores y en lo pertinente a las partes cuando litiguen
por sí, las disposiciones contenidas en los artículos 148 y siguientes.
SANCIONES:
Artículo 141: Los abogados quedarán suspendidos en el ejercicio de su profesión, desde que,
en razón de los delitos cometidos en dicho ejercicio, hayan sido condenados a pena de
suspensión o de privación de libertad, mientras dure una u otra.
Artículo 142: Los jueces de lo penal, en los juicios a que se refieren los artículos anteriores,
comunicarán de inmediato a la Suprema Corte de Justicia las decisiones ejecutoriadas que
importan suspensión o levantamiento en el ejercicio de la profesión.
109
LOS ARTICULOS 140 Y 142 REFIEREN SOLO CUANDO EL ABOGADO ES PROCESADO.
EL 141 ES CUANDO EL ABOGADO YA FUE CONDENADO.
Prevaricato
El abogado o procurador, que faltando a sus deberes profesionales, perjudique los intereses de
la parte que defiende o represente judicial o administrativamente, será castigado con 100 U.R.
(cien unidades reajustables) a 900 U.R. (novecientas unidades reajustables) de multa e
inhabilitación especial de dos a ocho años.
1. Que el hecho se haya efectuado por el culpable, mediante colusión con la contraparte.
El abogado o procurador de una de las partes, que diere consejo, prestara asistencia, o
ayudara de cualquier manera en juicio, a la parte contraria, directamente o por interpuestas
personas, será castigado con 20 U.R. (veinte unidades reajustables) a 500 U.R. (quinientas
unidades reajustables) de multa e inhabilitación especial de dos a seis años.
Artículo 146: Los abogados son responsables ante sus clientes de cualquier daño o perjuicio
que les sea legalmente imputable.
c. DISCIPLINARIA:
Surge con la ofensa o falta de respeto contra el Tribunal, el otro Abogado, o la otra Parte:
Artículo 148: Los abogados podrán ser corregidos disciplinariamente, en los siguientes casos:
1º) Cuando en el ejercicio de la profesión faltaren de palabra, por escrito o de obra, el respeto
debido a los magistrados.
4º) Cuando alegaren hechos cuya falsedad se hallase probada en los autos o dedujeren
recursos expresamente prohibidos por la ley.
110
1º) Prevención.
2º) Apercibimiento.
3º) Multa que no excederá de N$ 30.000 (nuevos pesos treinta mil), y para cuyo cobro se irá
directamente a la vía de apremio, vertiéndose la suma en Rentas Generales.
Artículo 150: La corrección en los tres primeros casos del artículo anterior será pronunciada de
plano por el tribunal que esté entendiendo en la causa, fuere o no aquel que conocía en el
momento de cometerse la infracción.
En todos los casos, así como en el supuesto de suspensión de los artículos 138 y 140, las
decisiones de los tribunales serán pasibles de los recursos administrativos previstos en los
artículos 317, siguientes y concordantes de la Constitución.
PROCURADOR COMUN
Cuando diversas personas constituyan una sola parte, deberán actuar conjuntamente; cuando
así no lo hicieran, el Tribunal intimará la actuación común o el nombramiento de procurador
común en el plazo de diez días y, en defecto de esa designación por las partes, lo nombrará el
tribunal, salvo que ese nombramiento aparejara grave perjuicio al ejercicio de la defensa en
juicio. El auto que haga el nombramiento o su testimonio expedido en forma servirán, por sí
solos, para justificar la personería del procurador común.
SUSTITUCION DE PODER
39.1 El poder para litigar deberá otorgarse en escritura pública, bajo pena de nulidad y se
entiende conferido para todo el proceso, sus diversas instancias, recursos, incidentes y etapas,
incluyendo las preliminares, la liquidación y ejecución de sentencia, la entrega de la cosa
subastada, la expedición de segundas copias relativa al bien rematado y el proceso ordinario
posterior al ejecutivo o al de ejecución, y el cobro de multas y daños y perjuicios emergentes
del litigio y habilita al apoderado para realizar todos los actos procesales, salvo aquellos que la
ley reserva a la parte. En todo caso se requerirá autorización expresa para sustituir el poder o
para realizar actos de disposición de los derechos, tales como el desistimiento o la transacción.
EXTINCION:
Igual cosa sucederá en el caso a que se refiere el artículo 2.086 del Código Civil, siempre que,
como en el anterior, hubiese sido presentada la demanda.
Artículo 2086 Código Civil. El mandato se acaba: 9º. Por la cesación de las funciones del
mandante, si el mandante ha sido dado en ejercicio de ellas.
PROCURADOR OFICIOSO
111
Podrá comparecerse judicialmente a nombre de una persona de quien no se tenga poder
siempre que se den las siguientes condiciones:
- Que la persona por quien se comparece se encuentre impedida de hacerlo o ausente del país.
- Que si la parte contraria lo solicitare, preste caución suficiente de que su gestión será
ratificada por el representado o pagará los daños y perjuicios en el caso contrario y si así
correspondiere.
En primer lugar, los actos procesales son aquellos admitidos por el Derecho Procesal cuando
los sujetos a los que se atribuyen se encuentran colocados en situaciones jurídicas procesales,
que precisamente, les habilitan o les requieren hacerlos; esas situaciones jurídicas en las que
se pueden encontrar los distintos sujetos del proceso nacen (o se "actualizan"), se modifican y
se extinguen, en virtud de la verificación de hechos procesales posteriores que a veces son
solo hechos procesales pero que generalmente consistirán "actos procesales".
"Hecho procesal”, en sentido genérico, es todo cambio de la realidad objetiva o exterior (toda
modificación que se produce en esa realidad), que se encuentra previsto en las normas de
Derecho Procesal, y al que tales normas atribuyen la virtualidad de hacer nacer (de "actualizar",
conforme la terminología de BARRIOS DEANGELIS), de modificarla de extinguir las
situaciones jurídicas procesales (de los diversos sujetos del proceso).
"Simple hecho procesal" es entonces todo cambio de la realidad objetiva o exterior, previsto por
el Derecho Procesal, que no implica la intervención de la voluntad de un sujeto del proceso
considerado relevante por la norma, y al que se le atribuye la virtualidad de hacer nacer (o
actualizad, modificar o extinguir situaciones jurídicas procesales.
A su vez, "acto procesal" será todo cambio de la realidad objetiva o exterior, previsto y regulado
por el Derecho Procesal, que implica la intervención de la voluntad, considerada relevante por
la norma, de un sujeto del proceso, y al que se le atribuye la virtualidad de hacer nacer (o
actualizad, modificar o extinguir situaciones jurídicas procesales.
Goldschmidt, a su turno, afirma que los actos procesales pueden definirse como aquellos actos
de las partes y del Juez que forman la situación procesal, es decir, que constituyen, modifican o
extinguen expectativas, posibilidades, cargas procesales o dispensas de cargas.
112
Daniel Hernández: actos procesales se refiere a cualquier situación jurídica que implica un acto
y dicho acto se hace en virtud de una situación y relación jurídica determinada. El sujeto que
actúa coloca al otro sujeto, actualizando su situación jurídica, en una situación jurídica.
Si nuevamente dirigimos nuestra atención hacia los llamados "Principios del Derecho
Procesal", advertiremos que en cierta forma todos ellos, sin excepción, se encuentran de
alguna manera vinculados a los actos procesales.
De la misma forma, la vigencia del principio dispositivo o del principio inquisitivo guarda relación
con los sujetos a quienes se las asignará el realizar o no ciertas tareas, tareas que se
concretan realizando actos procesales. Lo mismo sucede, de manera más o menos directa, con
los demás principios entonces señalados: todos los principios del Derecho Procesal se vinculan
con la realización o no de actos procesales.
Sin embargo, algunos de esos principios o reglas generales aparecen más directamente
vinculados a los actos procesales. Especialmente ocurre tal cosa con los denominados
principios de "inmediación", de "concentración" y de "conservación" de los actos procesales.
También se han indicado como principios tan directamente vinculados con los actos procesales
como los señalados, a las reglas que resultan de los arts. 62 y 64 del C.G.P.; esto es, las reglas
del "predominio de la voluntad declarada" y de la "libertad de formas cuando no existe
predeterminación legal".
Para concluir esta introducción, recordemos que la identificación y el estudio de los "principios"
-en este caso los vinculados directamente a los actos procesales -reviste una triple utilidad.
En primer lugar es útil en cuanto ello facilita la labor del legislador (al indicarle las posibles
opciones en los temas más importantes, cuando se trata de organizar un determinado
Ordenamiento Procesal). En segundo lugar, ello permite discernir cuales son algunas de las
normas que según el artículo 15 del C.G.P. forman parte de nuestro Derecho Procesal por
"integración" (precisamente las que resultan de la integración a través de los principios del
Derecho Procesal). Y, finalmente, de acuerdo al arto 14 del C.G.P., en ciertos casos, tal tarea
resulta necesaria para poder "interpretar" las disposiciones del Derecho Procesal.
1. EL PRINCIPIO DE INMEDIACIÓN
Concepto.
Y en orden a deslindar conceptos, debemos señalar, por último, que no es lo mismo oralidad
que inmediación; desde que no sólo puede existir inmediación en un proceso escrito (por
ejemplo la hay cuando los tres ministros de un tribunal de apelaciones leen directamente el
expediente, siendo que como es común en otros países, podrían haberse limitado a informarse
de ese expediente por el "relato" confiado a uno sólo de ellos y en el que este resumiría para
113
los demás lo que le pareciera esencial de dicho expediente); sino que, además, puede existir
oralidad sin inmediación (del juez), como evidentemente ocurre cuando un testigo depone en
forma oral ante un funcionario a quién el juez (que no está presente) delega el recibir tal
declaración y luego documentar la misma por escrito.
Por último, debemos tener presente que la incidencia de nuevas tecnologías permite
actualmente cuestionar la visión tradicional del principio de inmediación.
El arto 8 del C.G.P. recoge expresamente este principio de inmediación: "Tanto las audiencias
como las diligencias de prueba que así lo permitan, deben realizarse por el tribunal, no
pudiendo éste delegarlas so pena de nulidad absoluta, salvo cuando la diligencia debe
celebrarse en territorio distinto al de su competencia o en los casos expresamente previstos por
la ley". (Ley 19.090)
Excepciones
Con ellos no se agotan todos los supuestos en los que actualmente subsiste la ausencia de
inmediación.
ASÍ, por ejemplo, también faltará la inmediación cuando se trate de diligencias realizadas ante
"jueces de feria" o "jueces subrogantes", y particularmente en los casos de algunos procesos
especiales, como en general sucede en los procesos penales (en los que, paradójicamente,
falta casi siempre esa inmediación que pareciera ser más trascendente en su caso que en el
del resto de los procesos); o, en muchos aspectos, en el caso del proceso anula torio de los
actos administrativos que se tramita ante el Tribunal de lo Contencioso Administrativo; e,
incluso, en el caso del proceso arbitral.
2. EL PRINCIPIO DE CONCENTRACIÓN
Concepto
114
De acuerdo al mismo COUTURE, este principio es "aquel que pugna por aproximar los actos
procesales unos a otros, concentrando en breve espacio de tiempo la realización de ellos". Su
contrario es el que podríamos denominar "principio de dispersión".
El arto 10 del C.G.P., recogiendo el principio de concentración, expresa: "Los actos procesales
deberán realizarse (...) tratando (...) de concentrar en un mismo acto todas las diligencias que
sea menester realizar".
Por otro lado, muchas disposiciones concretas del mismo Código (de las que, si se prescindiera
del citado arto 10, el principio podría igualmente inducirse) recogen directa y más o menos
explícitamente este principio.
Fundamento de la opción.
Como señala VESCOVI, citando nuevamente a PEYRANO la "dispersión procesal genera dos
grandes males que afectan profundamente la economía de esfuerzos. En primer lugar, es claro
que si el proceso se desmenuza en una serie enorme de diligencias, el juez pierde el contacto
vivencial con el mismo. En segundo lugar, la dispersión procesal conspira decididamente contra
una correcta apreciación de las probanzas diligencias…".
Excepciones.
Pese al esfuerzo por concentrar la actividad procesal, nuestro derecho no ha podido concentrar
toda esa actividad en un solo período continuo de tiempo, y ello es naturalmente explicable,
puesto que sí bien podrían por ejemplo llegar a concentrarse en una sola audiencia una
importante cantidad de actividades procesales, es obvio que hay algunas de ellas que
necesariamente quedarían al margen. Así, por ejemplo, la demanda no puede plantearse en
una audiencia única, desde que sería imposible que el demandado pudiere concurrir a esa
audiencia si previamente no se le citó, y para ello debió antes presentarse la demanda, o al
menos solicitarse que se le citara por un acto procesal del actor anterior a esa audiencia.
3. EL PRINCIPIO DE CONSERVACIÓN.
Concepto.
Conforme a este principio de conservación, los actos procesales ya realizados deben tratar de
conservarse, aun cuando en su realización se hayan presentado ciertas irregularidades. Su
opuesto es el que podríamos llamar "principio de no conservación".
Este principio, del cual derivan luego y entre otras las reglas de " especificidad" y de
"trascendencia" de las nulidades, se encuentra recogido en el arto 1.300 del Código Civil, y en
diversos artículos del C.G.P. y del C.P.P. Señala BARRIOS DE ANCELIS: "a pesar de la
violación o incumplimiento de ciertos deberes, la falta de requisitos, (los actos) valen
igualmente, por disposición del legislador (se superan así, faltas de firma, domicilio, capacidad,
competencia, causas de recusación, existencia de la perención o del decaimiento del proceso
arbitral)".
Fundamento de la opción.
La opción del c.g.p. en este sentido no es sino una opción concordante (o aún derivada) con la
también efectuada en favor del "principio de economía procesal"; y, asimismo, también es
concordante con la máxima expresada en el arto 14 del c.g.p., conforme a la cual "el fin del
proceso es la efectividad de los derechos sustanciales" (debiendo evitarse, en consecuencia,
todo lo que, inútilmente, conduzca a impedir -quizás a través de la dilación- dicha efectividad).
Excepciones.
115
Naturalmente que muchas excepciones se presentan a este principio. Así, por ejemplo, y de
acuerdo al art. 100 del C.G.P. si el juez no se encuentra presente en una audiencia, serán
nulos todos los actos realizados en ella (así serán nulas las deposiciones testimoniales de una
parte o de un perito realizadas, por ejemplo, ante un actuario), actos que, si no fuere por la
consagración de este principio, podrían haber tenido valor.
Naturalmente, la primera clasificación de los actos procesales es la que distingue los actos de
las partes de los actos del tribunal. Examinaremos, pues, cada una de esas dos grandes
categorías.
De entre las varias clasificaciones que de los actos de parte pueden encontrarse en la doctrina,
parece la más apropiada y la más fecunda la que realizara Goldschmidt, quien separa dos
rubros principales dentro de los cuales cabe encuadrar los actos de parte: los actos de
obtención por un lado, y los actos de causación o constitutivos, por otro.
a. Actos de obtención
Los actos de obtención constituyen el centro mismo del proceso. Son aquellos actos de las
partes encaminados a impetrar una resolución de contenido determinado, mediante influjos
psíquicos ejercidos sobre el Juez. Dentro de la categoría de actos de obtención cabe
diferenciar las peticiones, las afirmaciones y las aportaciones de prueba.
1) Las peticiones.
Son los principales actos del proceso. A tal punto que cabe considerar que todos los demás se
hallan, con respecto a ellos, en una relación de medio a fin. Son los requerimientos concretos
dirigidos al Juez solicitándole dicte una resolución de contenido determinado. La petición por
antonomasia es la demanda, pero existen otras, naturalmente.
2) Las afirmaciones.
Las afirmaciones son participaciones de conocimiento de hechos que las partes formulan al
tribunal y que son destinadas, y por su naturaleza apropiada, para obtener la resolución
solicitada. Son, reiteramos, participaciones de conocimiento y no de voluntad, y constituyen,
por tanto, por estar referidas a los hechos, el material correspondiente para la prueba.
A las partes corresponde la carga de sus afirmaciones y esa carga, en términos generales, ha
de coincidir con la carga de la prueba. Es decir, quien tiene la carga de afirmar un hecho,
tendrá igualmente la carga de probarlo. Esas cargas, sin embargo no habrán de coincidir,
cuando, por ejemplo, se trate de un hecho notorio, o de un hecho no controvertido por la
contraparte. En esos casos la carga de la afirmación no será seguida por la carga de la prueba
de lo afirmado.
Las aportaciones de prueba son actos de las partes que tienen por finalidad inclinar el
convencimiento del Juez acerca de la verdad de sus afirmaciones de hecho.
Son, dice Goldschmidt, aquellos actos que tienden a crear o a constituir una situación jurídico-
procesal, por sí solos o por sí mismos.
116
Es decir, todos aquellos acuerdos de las partes para solucionar convencionalmente una
situación jurídico-procesal. Pueden ser, anteriores a la existencia misma del proceso, como, por
ejemplo, el acuerdo expreso por el que se pacta la prórroga de competencia, en los casos en
los que la ley lo permite, desde luego. Pueden, en cambio, realizarse esos convenios
procesales dentro ya del proceso pendiente. Por ejemplo, el convenio destinado a suspender el
curso de un plazo procesal (art. 92.2); o el convenio destinado a prorrogar una audiencia; o a
designar dos o tres peritos, en lugar de que el tribunal designe uno solo (art. 178); o más
ampliamente todavía, la transacción que es un convenio procesal destinado a solucionar, por
acuerdo de partes y antes de que el proceso finalice, el litigio que constituye su objeto (art. 223
a 225 CGP).
Los actos del tribunal, o si se quiere, del órgano jurisdiccional no son sólo aquellos
provenientes del agente o titular del órgano, esto es, las providencias en general, aunque éstos
son seguramente los más importantes, sino también son actos del órgano jurisdiccional los
cumplidos por sus auxiliares, es decir, los actos provenientes del actuario o secretario, del
alguacil, del notificador, etc.
Más apropiada que la clasificación de Goldschmidt, nos resulta la que diferencia tres grandes
categorías: los actos de instrucción o de regulación del proceso, los actos de resolución y los
actos de ejecución o de cumplimiento de las resoluciones.
Cabe incluir entre ellos: 1) los actos de admisión, es decir, aquellos actos del tribunal por los
que éste admite o rechaza una petición o una solicitud de las partes; 2) los actos de
transmisión o de comunicación, fundamentalmente a las partes, pero también a otros sujetos
que intervienen en el proceso y a otras autoridades, jurisdiccionales o administrativas; 3) los
actos de conocimiento del tribunal, esto es, los actos por los que el tribunal, el Juez, conoce por
sí mismo, por su propia observación, los medios de prueba incorporados al proceso, por
ejemplo, en la inspección judicial; 4) los actos disciplinarios, por medio de los cuales el tribunal,
dentro de las facultades conferidas por la ley y que ya hemos examinado, puede sancionar
disciplinariamente a las partes, a sus apoderados, a sus abogados, etc.
b. Actos de resolución
Son las manifestaciones de voluntad emitidas por el tribunal con el fin de determinar, ante cada
situación concreta, lo que estima acorde con el ordenamiento jurídico, tanto procesal como
sustantivo. Son, en términos generales, las providencias judiciales, ya sean las de mero trámite
o providencias mere interlocutoria, como las sentencias, interlocutorias y definitivas.
1. PRESUPUESTOS.
2. ELEMENTOS.
3. REQUISITOS.
117
Una posición no compartida por la doctrina es la de Carnelutti quien sostiene que en cuanto a
los presupuestos del acto se encuentran los sujetos y el objeto; con respecto a los elementos,
la forma y la voluntad; y con respecto a los requisitos se encuentran la causa y la condición de
tiempo y lugar.
La estructura de los actos procesales está formada por tres elementos esenciales: el sujeto del
que proceden, el objeto sobre el que recaen y la actividad misma -la modificación de la
realidad- en qué consisten o en que se traducen.
El sujeto de los actos procesales, nos permitirá distinguir los actos de las partes y los actos del
tribunal; a su vez, en consideración a su número distinguiremos los actos unipersonales y
pluripersonales, tanto de las partes -la parte puede ser simple, o plural, compuesta o
litisconsorcial- como del tribunal -sentencia del Juez y sentencia de un Tribunal de Apelaciones,
por ejemplo.
Por lo que refiere al objeto del acto, él puede consistir en una cosa -la entrega de un bien- en
una persona -el examen pericial del presunto incapaz, por ejemplo- o una actividad, como lo es,
por ejemplo también, el emplazamiento al demandado o, más genéricamente, la notificación a
cualquiera de las partes.
Por lo que atañe a la actividad, esto es, la transformación del mundo externo, tanto puede ser
una declaración de voluntad, una declaración de conocimiento, un acto real, etc.
Estos requisitos, naturalmente, están referidos a los elementos que integran el acto, esto es, a
los sujetos, al objeto y a la actividad.
Los requisitos relativos a los sujetos son la aptitud y la voluntad. Por lo que atañe a las partes,
el concepto o el requisito de la aptitud nos remite a las nociones, de capacidad, legitimación y
postulación.
Por lo que respecta a la voluntad, debemos distinguir la voluntad interna de la voluntad externa,
de la voluntad declarada.
La posibilidad es algo así como la aptitud genérica del acto. Esta aptitud genérica, esta
posibilidad, debe darse, en primer lugar, físicamente. Y esta posibilidad debe ser tanto formal
como material. Un acto procesal será formalmente posible si es inteligible. Una declaración o
un alegato formulados por ejemplo, por Cantinflas, resultaría físicamente y formalmente
imposible, al no resultar inteligible. Y esta posibilidad física debe darse también desde el punto
de vista material. Así, por ejemplo, si la sentencia mandara construir un edificio en 24 horas, el
objeto del acto ordenado resultaría materialmente imposible. Este requisito de la posibilidad
exige, también, la posibilidad moral, del acto procesal. No se cumpliría con este requisito si, por
ejemplo, la demanda se fundara y pretendiera el cumplimiento de un pacto de concubinato.
Por lo que refiere a la idoneidad, ésta es la aptitud específica de cada acto en particular, para
con él alcanzar la finalidad propuesta. Carecería de idoneidad, por ejemplo, la demanda en
materia civil inferior a trescientos treinta mil pesos uruguayos formulada ante un Juzgado
Letrado de Primera Instancia en lo Civil.
118
En lo referente a la causa, ésta puede definirse como la razón objetiva, la razón relevante
jurídicamente, del acto que se cumple. Este requisito de la causa se desdobla, en las
exigencias de un motivo legal para realizar el acto -por ejemplo, y tal como lo veremos más
adelante, el recurso de casación sólo podrá fundarse en la existencia de una infracción o
errónea aplicación de la norma de derecho y carecería, entonces de motivo legal, un recurso de
casación fundado en cualquiera otra consideración que no fuera la preceptuada legalmente- y,
además, en la existencia de interés directo, personal y legítimo en quien realiza el acto.
Por lo que refiere al lugar; veremos como la regla de principio es que los actos deben realizarse
en la sede del tribunal. Excepcionalmente, determinados actos procesales -la pericia, la
inspección judicial- podrán cumplirse fuera de la sede del tribunal. Más excepcionalmente aún,
algunos actos procesales podrán cumplirse no sólo fuera de la sede sino, aun, fuera de la
circunscripción territorial del tribunal, como acontecerá, por ejemplo cuando deba emplazarse al
demandado por medio de un tribunal comisionado por domiciliarse aquél fuera del lugar del
juicio.
Por lo que respecta al tiempo, este requisito nos permitirá distinguir los días y las horas hábiles
para la realización de los actos procesales, de los días y horas inhábiles para ello. Igualmente,
este requisito nos permitirá considerar los plazos y los términos en que deben cumplirse los
distintos actos procesales.
En cuanto a la forma, este requisito hará referencia a la forma -escrita u oral- en que debe
realizarse un acto determinado, y si el acto debe cumplirse en forma escrita, al idioma en que el
escrito debe estar redactado, a las firmas que debe contener, a las copias que de él deberán
adjuntarse, etc.
De los arts. 62 a 65 CGP, que conforman la sección titulada “De los actos procesales en
general”, primera sección del Título VI, “De la actividad procesal”, pueden extraerse dos
principios que regulan toda la materia de los actos procesales. Estos dos principios, son los
siguientes:
Él está claramente expresado en el art. 62: “Los actos procesales se presumirán siempre
realizados voluntariamente, prevaleciendo la voluntad declarada, salvo disposición expresa en
contrario o prueba fehaciente de que ha sido formulada por violencia, dolo o error no culpable”.
El surge del art. 64: “Cuando la forma de los actos procesales no esté expresamente
determinada por la ley, será la que resulte indispensable o idónea para la finalidad perseguida.”
Los requisitos de carácter general establecidos en los restantes artículos de esta sección,
hacen referencia a:
Los actos procesales, establece el art. 63, además de los requisitos que en cada caso se
establezca -esto es, además de la aptitud específica de cada acto- “deberán ser lícitos,
pertinentes y útiles”.
La licitud del acto hace referencia, como es fácil advertir, a su compatibilidad con el orden
jurídico. La pertinencia del acto se relaciona con su pertenencia al proceso y a la etapa del
proceso en que el acto se cumple o se realiza. La utilidad es la aptitud específica del acto, su
adecuación a la finalidad que con él se persigue.
119
El inc. 2° de este mismo art. 63, agrega que los actos procesales habrán de ser realizados “con
veracidad y buena fe y tener por causa un interés legítimo”.
El interés legítimo hace referencia a un carácter esencial de la causa del acto procesal. El acto
cumplido por quien es ajeno al proceso, al carecer de este requisito, haría irrelevante al acto
mismo.
Por fin el art. 65 dispone que en todos los actos procesales se utilice, necesariamente, el
idioma castellano y que, en caso de que quien deba ser oído por el tribunal no conozca nuestro
idioma, deberá nombrársele un intérprete.
Siguiendo a VESCOVI:
PERSONAS: MANIFESTACION DE
ELEMENTO SUBJETIVO. VOLUNTAD.
1. VALIDEZ.
2. EFICACIA.
3. ADMISIBILIDAD.
4. FUNDABILIDAD.
En la valoración de los actos procesales hay dos grados o etapas, tanto desde el punto de vista
lógico como desde el punto de vista cronológico, que conviene examinar separadamente.
La admisibilidad del acto procesal consiste en el examen del acto en sí mismo comparándolo
con los requisitos que rigen a ese acto desde los puntos de vista de:
1) las formas (forma escrita u oral, y si se trata de actos escritos todo lo referente a firmas,
copias, etc.);
2) al tiempo en que el acto procesal debe ser cumplido, es decir, si el acto ha sido
realizado dentro del plazo procesal correspondiente;
3) al lugar en que el acto es cumplido (por ejemplo, y según hemos visto ya, en el CGP es
claro que los escritos de las partes únicamente pueden ser presentados en la sede del
tribunal);
4) a la capacidad, legitimación, personería, postulación.
La fundabilidad del acto procesal, en cambio, significa el examen del acto desde el punto de
vista de su contenido; consiste, pues, en el relevamiento, en el acto, de los elementos objetivos
y subjetivos idóneos para que, con ese acto, pueda obtenerse el fin propuesto.
120
Las condiciones de admisibilidad, pues, son condiciones fundamentalmente formales, que
corresponden al Derecho Procesal. Su examen o su control deben hacerse, en general, de
oficio por el tribunal y en forma inmediata a la formulación de cada acto.
Admisibilidad, fundabilidad, eficacia, validez del acto procesal configuran, en buena medida,
grados distintos y crecientes de exigencia en la valoración de los actos. Desde luego, no se
trata de categorías aisladas, a las que fácilmente se las pueda considerar en forma separada,
sino de categorías interrelacionadas. Así, por ejemplo, el acto inadmisible es, por lógica
consecuencia, un acto ineficaz, en el sentido de que no es apto para alcanzar el fin que su
realización se había propuesto.
Pero ambos grados de valoración pueden, sin embargo, deslindarse. Carnelutti señala que la
inadmisibilidad del acto supone en él una imperfección o un defecto que se limita al acto en sí
mismo, sin que se comunique a los actos supervinientes o subsiguientes del proceso. No es
extensible, no es contagioso, por así decirlo, con relación a otros actos, en tanto que la nulidad
puede llegar a serlo.
Barrios, distinguía valoración de eficacia en tanto a la primera referida a ver qué elementos del
acto valen para determinar si tiene defectos y la segunda referido a ver qué efectos tiene el
acto. Si cumple las finalidades previstas por el legislador.
Barrios a su vez, en una posición no compartida por doctrina y jurisprudencia, establece que la
admisibilidad del acto va a ir cumpliendo con distintas formalidades hasta llegar a su eficacia:
NULIDADES PROCESALES.
CONCEPTO DE NULIDAD
Todo acto procesal está integrado, en su estructura, por dos elementos principales: la forma y
el contenido. La cuestión de la validez o nulidad del acto -al igual que el de su admisibilidad o
inadmisibilidad- incide, predominantemente, en la forma del acto y no en su contenido. La
cuestión referida al contenido del acto es el de su fundabilidad o infundabilidad.
Nulo es lo que no produce o puede producir efectos (se confundía con eficacia).
En el concepto de nulidad, tal como lo ha afirmado Gelsi Bidart, pueden distinguirse tres
aspectos diversos, sin perjuicio de la interdependencia o transitividad existente entre ellos.
La nulidad es, sin duda, un defecto del acto, pero advirtamos desde ya que no todo defecto
configura o produce la nulidad. En múltiples oportunidades, el defecto del acto conduce a su
inadmisibilidad, pero no a la nulidad del acto. Por ejemplo, si la demanda no reúne los
requisitos de forma legalmente exigibles -si no está firmada por la parte y por su abogado, si no
se presenta con las copias necesarias, etc.- resultará inadmisible, pero no será nula; bastará
121
que sea firmada debidamente, que se agreguen las copias correspondientes, para que pueda
ser nuevamente presentada y admitida. Se obtiene de la comparación con el modelo jurídico.
La regla de principio, en materia de nulidades procesales, es la de que no hay nulidad sin texto
expreso que así lo establezca. Que es, concretamente, lo que dispone el inc. 1º del art. 110
CGP: “No puede anularse un acto procesal sino cuando un texto expreso de la ley lo autorice”.
b. El estado de nulidad
Ese vicio o ese defecto que es la nulidad, inficiona a todo el acto, y, a veces, a otros actos que
dependen del primero. Es decir, que la nulidad aparece aquí como un estado del acto o de los
actos, como una característica o una cualidad o un modo de ser de los actos procesales. Es el
modo de ser del acto nulo. Como se declara tal cosa que es lo nulo.
Ese estado de nulidad del acto hace que el mismo, como consecuencia, sea ineficaz. Y esta
ineficacia del acto procesal es el signo más aparente, más visible de la nulidad; y es el aspecto
o el costado práctico de la misma: la nulidad suprime la eficacia -total o parcialmente, en forma
absoluta o relativa- del acto o de los actos afectados por ella.
La irregularidad del acto procesal, el desajuste o la discordancia entre el tipo legal del acto y el
acto cumplido en la realidad, presenta grados o matices. El apartamiento puede ser gravísimo o
puede ser leve, y no resultaría lógico que todo apartamiento o toda desviación fuera
considerada y evaluada de la misma manera.
La inexistencia de un acto procesal supone, por un lado, la carencia, en la producción del acto,
de los elementos esenciales del mismo y, por otro, la total y absoluta falta de efectos
procesales de ese verdadero hecho, que es, en definitiva, el acto inexistente.
Los elementos esenciales de los actos procesales coinciden, en términos generales, con el
contenido de los presupuestos procesales. El acto de un tribunal que carece de jurisdicción o
de competencia absoluta, el acto de la parte que carezca de capacidad o de legitimación, por
ejemplo, serán actos inexistentes. Y, por serlo, carecerán de todo efecto.
Como decía Couture, el acto inexistente -hecho- no puede ser convalidado, ni necesita ser
invalidado.
Señalemos, sin embargo, que la mayoría de la doctrina, tanto de la doctrina procesal como de
la civilista por lo demás, no reconoce esta categoría de actos inexistentes, sino que la
subsumen dentro de la categoría siguiente, la de los actos absolutamente nulos.
El acto absolutamente nulo, acostumbra a decirse, es un acto, pero afectado por un vicio o
defecto gravísimos. Y esa gravedad es tal que, una vez comprobada, la ley priva a ese acto de
toda eficacia, de todo efecto. Por ejemplo, la audiencia que no fuera presidida por el tribunal
personalmente, por el Juez, será absolutamente nula, según así lo establece repetidamente el
CGP, arts. 8 y 100, a los que ya nos hemos referido.
122
Como enseñaba Couture, el acto absolutamente nulo no puede ser convalidado, pero necesita
ser invalidado; y esta invalidación puede hacerse tanto a petición de parte, como de oficio por
el tribunal.
Es lo que establece el art. 111 CGP, en su inc. 1º: “La nulidad deberá ser declarada, aún de
oficio, en cualquier estado y grado del proceso, cuando la ley la califique expresamente como
insubsanable o el acto carezca de alguno de los requisitos indispensables para su validez”.
El acto relativamente nulo es un acto, pero afectado por un vicio o por un defecto leves, un vicio
o un defecto no esenciales. Y como ese defecto o ese vicio que inficiona el acto no es esencial,
el Derecho admite que él puede ser subsanado por el consentimiento de las partes o que, por
lo contrario y si así lo quiere la parte que no lo ha realizado o cumplido, pueda ser invalidado.
Es lo que establece el inc. 2º del art. 111: “En los demás casos” (y los demás casos están
referidos a aquellos que la ley no califique expresamente como insubsanables o aquellos en
que al acto no le falte alguno de los requisitos indispensables para su validez) “sólo podrá ser
declarada” (la nulidad) “a pedido de la parte que no concurrió a causarla y que tenga interés en
la observancia de la norma respectiva, por haber sufrido perjuicio por su violación”.
Y es lo que complementa el art. 112 (Subsanación de la Nulidad) al disponer que “No puede
pedir la anulación de un acto quien lo ha consentido aunque sea tácitamente”, importando
consentimiento tácito, “el no reclamar la reparación de la nulidad en la primera oportunidad
hábil al efecto y por la vía correspondiente”.
Como establecía Couture, el acto relativamente nulo admite ser invalidado y puede ser
convalidado.
Con criterio técnico, el CGP regula el tema de las nulidades dentro del Título dedicado a “La
actividad procesal”, arts. 110 a 116.
No puede anularse un acto procesal sino cuando un texto expreso de la ley lo autorice.
Puede ser anulado, no obstante, cuando carece de los requisitos indispensables para la
obtención de su fin.
La nulidad deberá ser declarada, aun de oficio, en cualquier estado y grado del proceso,
cuando la ley la califique expresamente como insubsanable o el acto carezca de alguno de los
requisitos indispensables para su validez.
En los demás casos, sólo podrá ser declarada a pedido de la parte que no concurrió a causarla
y que tenga interés en la observancia de la norma respectiva, por haber sufrido perjuicios por
su violación.
123
Artículo 113: Extensión de la nulidad.-
Podrá pedirse, aun después de terminado el proceso, la anulación de los actos realizados
mediante dolo, fraude o colusión, por las vías previstas en el artículo 115.
Esta anulación podrá pedirse sólo por aquellos a quienes el dolo, fraude o colusión han
causado perjuicio, y de acuerdo con los principios mencionados en los artículos anteriores. Los
terceros pueden también solicitar esta anulación. Si los actos fueren anulados, se repondrán
las cosas en el estado anterior a los mismos.
La nulidad podrá ser reclamada, únicamente, por los medios que se establecen a continuación:
115.2 La nulidad que afecta a los actos procesales recurribles se debe reclamar por vía de los
recursos de reposición, apelación, casación y revisión según correspondiere.
115.3 Procede reclamar la nulidad por vía de demanda incidental cuando, sea por la
naturaleza del acto, sea por otra circunstancia, no corresponda o haya sido imposible hacerlo
por vía de recursos o excepción; en tal caso, la demanda incidental deberá ser deducida dentro
de los veinte días siguientes al del conocimiento fehaciente del acto.
El tribunal de segunda instancia que debe pronunciarse sobre un recurso de apelación deberá
observar si se ha hecho valer en el escrito, interponiendo el recurso, la nulidad de la sentencia
o de actos de la primera instancia o si se ha incurrido en los mismos en alguna nulidad
insanable.
En caso de que así fuere, examinará en el fallo, previamente, la nulidad y sólo en el caso de
rechazarla se pronunciará sobre los agravios de la apelación. Si admitiere la reclamación y la
declaración de nulidad hiciere imposible el aprovechamiento de los actos procesales
posteriores, se dispondrá el reenvío del proceso al estado en que se hallaba en el momento de
causarse la nulidad.
Está consignado en el inc. 1º del art. 110, que ya hemos mencionado “No puede anularse un
acto procesal sino cuando un texto expreso de la ley lo autorice”. Es el caso, para manejarnos
con el mismo ejemplo, de la audiencia que no fuera presidida por el tribunal por sí mismo, arts.
8° y 100 CGP.
Este principio no es, sin embargo, ilimitado, o absoluto. Es decir, aun cuando la ley no
establezca expresamente la nulidad como sanción concreta para un vicio o defecto, igualmente
podrá producirse la nulidad. Es lo que dispone el inc. 2º del mismo art. 110: “Puede ser
anulado, no obstante, cuando carece (el acto) de los requisitos indispensables para la
obtención de su fin”. Se trata de las llamadas nulidades implícitas. Cuando el acto cumplido es
inidóneo para alcanzar el fin natural que la ley le asigna, por carecer, precisamente, de alguno
de sus requisitos esenciales. La solución legal es razonable; de no adoptársela, la ley debería
establecer un catálogo de posibles nulidades en el que, seguramente, se habrían omitido, por
inadvertencia, algunas situaciones generadoras de nulidad.
b. Principio de finalismo
124
Es el que consagra el inc. 3º del art. 110: “La anulación no procede, aun en los casos
establecidos precedentemente” (es decir, la anulación no procede aunque haya texto expreso
al respecto o, aún a falta de texto expreso, el acto carezca de los requisitos indispensables) “si
el acto, aunque irregular, ha logrado el fin al que estaba destinado, salvo que se hubiera
provocado indefensión”.
Decimos que este principio es de finalismo, por cuanto es claro que para la ley lo que
predomina es la finalidad y no la forma, a tal punto que, aunque no se hayan cumplido las
formas si se alcanzó la finalidad, el acto es válido; el principio atiende a la trascendencia del
acto por cuanto lo que importa verdaderamente no es el mero ritualismo de la conformidad del
acto con las formas preestablecidas, sino el cumplimiento de las formas como medio de
asegurar la finalidad propuesta. Y, reiteramos, si esa finalidad se alcanza, aun con detrimento o
desviación de las formas, el acto resultará igualmente válido.
Lo que no alcanza a justificarse en la norma que consagra este principio, es la salvedad final,
“salvo que se hubiera provocado indefensión”. En verdad, ésta no es una salvedad, una
excepción. Si se provocó indefensión con el apartamiento de las formas, resulta obvio que el
acto irregular no ha logrado el fin al que está destinado. Puede explicarse la fórmula legal,
aunque no se la justifique, por el propósito de dejar perfectamente claro que en los casos en
que la irregularidad del acto provoque o genere la indefensión, siempre he invariablemente, tal
irregularidad será causa de nulidad.
Surge del art. 111 que ya hemos analizado. La nulidad deberá, en todo caso, ser declarada por
el tribunal. Si esa nulidad es insubsanable, ella podrá ser declarada, aun de oficio, es decir por
iniciativa del tribunal, lo que no impide, naturalmente, que la contraparte pueda reclamar contra
ella y solicitar su declaración al tribunal. Si la nulidad es subsanable, o relativa, es decir si
puede ser convalidada por el consentimiento de la contraparte, solamente a pedido de ésta, si
no quiere convalidarla, podrá ser declarada la nulidad; pero no de oficio, porque de hacerse así
se estaría privando a la parte de la facultad, precisamente, de convalidarla, expresa o
tácitamente.
d. Principio de trascendencia
Este principio se traduce, universalmente, en la expresión de que no hay nulidad sin perjuicio.
Dicho de otro modo: no todo acto irregular es nulo, sino que solamente lo es aquel acto
procesal irregular, defectuoso, que, por serlo, ha causado algún perjuicio.
Esta exigencia del perjuicio como elemento indispensable para lograr la anulación del acto
irregular o defectuoso, está establecida en la parte final del art. 111. El acto puede ser anulado,
si la parte que no concurrió a causar la nulidad del acto, tiene interés en la observancia estricta
de la norma correspondiente, por haber sufrido perjuicio por su violación.
e. Principio de convalidación
Las nulidades procesales son, en principio, esto es, salvo disposición expresa en contrario,
subsanable o convalidable. A la subsanación o convalidación de las nulidades procesales se
refiere el art. 112 CGP al que ya hemos hecho referencia. Como regla general, puede decirse,
que sólo resultan insubsanables las hipótesis de actos que carecen de un presupuesto procesal
o de vicio o defecto que ha provocado la indefensión de la parte.
f. Principio de protección
Este principio, al que ya nos hemos referido sin nombrarlo, es el que exige que solamente
pueda reclamar la declaración de nulidad aquella de las partes que no la haya causado. Está
contenido, como hemos visto, en el inc. 2º del art. 111: la nulidad, siempre que no sea absoluta
o insubsanable, sólo podrá ser declarada a pedido de la parte que no concurrió a causarla.
g. Principio de conservación
Es el que consagra el art. 113 CGP: “La nulidad de un acto no importa la de los anteriores ni la
de los sucesivos, que son independientes de aquél. La nulidad de una parte de un acto no
125
afecta a las otras que son independientes de ella, ni impide que produzcan los efectos para los
cuales el acto es idóneo, salvo disposición legal expresa en contrario”.
El principio, existente desde siempre, adquiere mayor importancia en el tipo de proceso por
audiencias organizado por el CGP, en el que han de resultar más frecuentes los actos
procesales complejos, en los cuales podrá producirse la nulidad de una de sus partes o de uno
de los actos simples que componen el acto complejo. Piénsese, por ejemplo, en una nulidad
padecida en la audiencia complementaria, por recibirse, por inadvertencia, la declaración
testimonial de un menor que no contaba, al momento de efectuar su declaración, catorce años
cumplidos de edad. Tal declaración es, sin duda, nula. Si luego de hecha la declaración
testimonial, se advierte y se prueba que el testigo tenía trece años y medio y se reclama su
nulidad, así deberá declararla el tribunal. Pero tal declaración de nulidad no afecta al resto de la
prueba producida en dicha audiencia.
El acto fraudulento persigue un fin condenado por otra norma del Ordenamiento. En principio,
es indiferente que el actor tenga intención de eludir la norma defraudada, siendo suficiente con
el resultado ilícito.
El CGP ha regulado, también en esta sección referente a la nulidad de los actos procesales, la
anulación de los actos procesales fraudulentos.
El art. 114, modificado por la ley 19.090, establece que “Podrá pedirse, aun después de
terminado el proceso, la anulación de los actos realizados mediante dolo, fraude o colusión por
las vías previstas en el artículo 115. Esta anulación podrá pedirse sólo por aquellos a quienes
el dolo, fraude o colusión han causado perjuicio, y de acuerdo con los principios mencionados
en los artículos anteriores. Los terceros pueden también solicitar esta anulación. Si los actos
fueren anulados, se repondrán las cosas en el estado anterior a los mismos.”
Una vez terminado el proceso, esta anulación de los actos procesales fraudulentos, sólo podrá
reclamarse por la vía del recurso de revisión (arts. 281 a 292 CGP).
Esa anulación puede pretenderse durante el proceso o aún luego de su culminación. Ahora
bien, en vigencia del texto original se dudó acerca de las vías procesales para obtener la
declaración de nulidad; en especial, se discutió acerca de la procedencia de la llamada “acción
autónoma de nulidad” o “proceso revocatorio o anulatorio de la cosa juzgada aparente o
fraudulenta”. La acción autónoma de nulidad se discute su admisión, el CGP no la regula.
Implica iniciar un procedimiento ordinario cuyo objeto seria concluir si el proceso
precedente es válido o nulo. Esto es el objeto de esta acción.
La nulidad de los actos procesales puede reclamarse del tribunal por distintos medios:
“Artículo 115. (Vías procesales para la reclamación de la nulidad).-: La nulidad podrá ser
reclamada, únicamente, por los medios que se establecen a continuación:
115.2 La nulidad que afecta a los actos procesales recurribles se debe reclamar por vía de los
recursos de reposición, apelación, casación y revisión según correspondiere.
115.3 Procede reclamar la nulidad por vía de demanda incidental cuando, sea por la naturaleza
del acto, sea por otra circunstancia, no corresponda o haya sido imposible hacerlo por vía de
126
recursos o excepción; en tal caso, la demanda incidental deberá ser deducida dentro de los
veinte días siguientes al del conocimiento fehaciente del acto”.
En este artículo se regulan los medios impugnativos de las nulidades o, más precisamente, de
los actos procesales nulos.
En el nuevo texto se incluye ahora un acápite que establece que la nulidad podrá ser
reclamada únicamente por los medios que se mencionan a continuación.
De modo que la ley quiso crear un númerus clausus de medios impugnativos de actos
procesales nulos.
Ellos son:
(b) Los recursos, cuando se pretende la nulidad de “actos procesales recurribles” (son las
resoluciones del tribunal, salvo que proceda otra vía impugnativa). La ley incluye a la casación,
que por error no se había mencionado en el CGP original. Creemos que también debió haberse
mencionado el recurso de nulidad contra el laudo arbitral (arts. 499 y 500).
(c) La demanda incidental, cuando, sea por la naturaleza del acto o sea por otra circunstancia,
no corresponda o haya sido imposible reclamar la nulidad por vía de excepción o recursos,
siempre dentro del plazo de los veinte días a contar del conocimiento fehaciente del acto.
Aunque la ley quiso agotar el elenco, entendemos que existen otros medios impugnativos para
impugnar actos nulos, como la oposición a la providencia con citación (CGP, art. 202), el juicio
ordinario posterior al proceso ejecutivo y al proceso de ejecución, aunque ahora su ámbito de
procedencia se haya reducido (arts. 361 y 379.5), y la oposición a la declaración del concurso
(art. 458).
El art. 116 CGP dispone que “El tribunal de segunda instancia que debe pronunciarse sobre un
recurso de apelación deberá observar si se ha hecho valer en el escrito, interponiendo el
recurso, la nulidad de la sentencia o de actos de la primera instancia o si se ha incurrido en los
mismos en alguna nulidad insanable.” (Inc. 1º).
Si bien se advierte, en la oración final del párrafo transcripto -o si se ha incurrido en los mismos
(los actos) en alguna nulidad insanable- se establece, un verdadero control de nulidad, no de
toda nulidad naturalmente ya que las nulidades relativas si quedaron subsanadas o
convalidadas así sea tácitamente resultan a esta altura inimpugnables, pero sí de las
eventuales nulidades absolutas o insanables, control a cargo del tribunal de segunda instancia
y más allá o por encima de la voluntad del apelante.
Agrega el inc. 2º del art. 116 que “En caso de que así fuere” -es decir, en caso de que se
hubiera reclamado una nulidad o se hubiera advertido de oficio la existencia de una nulidad
absoluta- “examinará en el fallo, previamente, la nulidad y sólo en el caso de rechazarla se
pronunciará sobre los agravios de la apelación. Si admitiere la reclamación y la declaración de
nulidad hiciere imposible el aprovechamiento de los actos procesales posteriores, se dispondrá
el reenvío del proceso al estado en que se hallaba en el momento de causarse la nulidad”.
El artículo transcripto, que es copia de los arts. 581 y 582 del Proyecto Couture de 1945,
contiene un error -que no contenía su fuente de inspiración- consistente en el agregado de las
palabras “Si admitiere la reclamación”. Obviamente, tales palabras sobran y si se declara la
nulidad, ya sea porque se acoge la reclamación que formuló el apelante como si, aun frente a
la inexistencia de reclamación advierte la existencia de una nulidad insanable y así lo declara,
igualmente corresponderá el reenvío si la declaración de nulidad hiciera imposible el
aprovechamiento de los actos posteriores.
127
TEMA VII – DESARROLLO DE LA ACTIVIDAD PROCESAL
Concepto.
Se denomina "función procesal" o "actividad procesal" al conjunto formado por todos los actos
procesales que se caracterizan por estar dirigidos a realizar uno de los fines u objetivos que es
posible discernir en el proceso; con la aclaración de que en general ese conjunto de actos no
corresponden a un sólo sujeto, sino que son realizados por distintos sujetos.
De esta manera, la función de determinación del objeto del proceso reunirá al conjunto de
todos aquellos actos que están destinados a cumplir el fin de determinar el objeto del proceso;
la función de instrucción reunirá al conjunto de todos los actos que están destinados a cumplir
el fin de instruir; la función de impulso procesal reunirá al conjunto de todos los actos que están
destinados a cumplir el fin de dar impulso al procedimiento; etc.
De allí que habrá tantas funciones como distintos fines pueda determinarse que se cumplen
con los actos procesales (actos procesales que, además y por ello, se clasificarán entonces de
acuerdo a su fin u objetivo, y por lo tanto a la función que integran: actos de determinación del
objeto del proceso, actos de instrucción, actos de impulso procesal, etc.).
Según D. Hernández, las funciones procesales son conjuntos de actos procesales que se
caracterizan por perseguir una finalidad en común. (El mismo objetivo).
Es posible clasificar a las funciones procesales en "genéricos" y "específicos", lo que dará lugar
a las correspondientes "funciones procesales genéricas" y "funciones procesales específicas".
Otra clasificación da lugar a las “funciones procesales principales” y a las “funciones procesales
secundarias o accesorias”.
Estas son aquellas funciones o actividades procesales que se corresponden a los fines u
objetivos genéricos. Y fines u objetivos genéricos son aquellos más amplios que pueden
perseguir los actos procesales: el "conocimiento" y la "ejecución" (los que a su vez pueden ser
o no "cautelares").
Cada uno de estos dos fines genéricos dará lugar a la correspondiente función procesal
genérica: "función de conocimiento" y "función de ejecución", integradas, respectivamente, por
actos que persiguen un fin de conocimiento o un fin de ejecución.
1) Función de conocimiento
Así sucede, a vía de ejemplo, cuando lo que se persigue con el proceso es solamente la
modificación del estado civil de casado por el estado civil de divorciado (y así, con esa sola
128
declaración y sin necesidad de ningún desplazamiento de bienes o personas, eliminar la
insatisfacción jurídica, ajustando la realidad a lo que establece el Derecho).
2) Función de ejecución
Por ello, cuando el objetivo de los actos es algo más que la sola modificación de situaciones
jurídicas sustanciales, intentándose además de ello un desplazamiento o transformación de
personas (pues sólo de esta manera se obtiene realmente eliminar la insatisfacción jurídica),
nos encontraremos ante actos que integran esta función genérica de ejecución (y entonces en
ese proceso encontraremos por un lado que existen actos cuyo fin u objetivo genérico es el"
conocimiento", pero junto a ellos también habrá actos cuyo fin u objetivo genérico es la
"ejecución", y llamaremos a esa clase de proceso - para distinguirlo de aquel en el cual el único
objetivo genérico de sus actos es el "mero conocimiento" - "proceso de ejecución" o "proceso
de conocimiento y ejecución").
Así sucede, también como ejemplo, cuando lo que se persigue en el proceso no es solamente
la declaración de que existe una deuda del demandado en favor del actor, sino, más
concretamente, el desplazamiento de bienes de ese demandado hacia aquel actor, a efectos
de extinguir esa deuda (y así, con ese desplazamiento de bienes, eliminar la insatisfacción
jurídica ajustando la realidad a lo que establecen las normas de Derecho sustantivo).
En contraposición a los fines "genéricos" de los actos procesales (y, por lo tanto, a las
"funciones genéricas" recién consideradas), como cada acto además de fines genéricos
persigue fines específicos, podemos hablar de los fines "específicos" de esos mismos actos
procesales (y, por lo tanto, de las "funciones específicas" que cada conjunto de estos actos
conforman).
Tales fines más específicos que persiguen los mismos actos procesales (y por lo tanto las
correspondientes funciones que esos actos pueden integrar, pueden clasificarse siguiendo dos
criterios distintos:
1) Atendiendo a cuál es el sujeto principal del proceso al que se atribuyen los actos, y siguiendo
para ello las denominaciones propuestas por BARRIOS DE ANGELIS, encontraremos las
siguientes funciones:
2) Atendiendo, en cambio, a cual es el fin común específico de los actos que se nuclean en la
función, con independencia del sujeto a quienes se imputan, se pueden distinguir:
a) Las funciones "principales", que son las que reúnen los actos que persiguen
principalmente el cumplimiento de los "fines principales"; identificándose como tales
fines u objetivos específicos principales la "determinación (o relevamiento) del objeto
del proceso", la "instrucción" (o "prueba)", el "impulso procesal", la "satisfacción" (o
"resolución del objeto"), y, finalmente, el "control".
129
b) Las funciones "secundarias", que son las que se integran con actos que persiguen el
cumplimiento de fines más instrumentales o secundarios; identificándose como fines u
objetivos secundarios a la "información", la "certificación" y el "registro". No pueden
existir de no existir las funciones principales.
Ese objeto principal o sustancial consiste en un problema que debe resolver al tribunal. ¿Cuál
es ese problema? Ese problema consiste en si la insatisfacción jurídica (originada por el
perjuicio causado por la falta de adecuación de cierta realidad a lo que disponen las normas
jurídicas sobre cómo debería ser la misma), planteada por quién se entiende perjudicado o
asumida directamente (de oficio) por el tribunal aún sin su planteo por tal perjudicado, es
efectivamente tal (porque es exacta la existencia o inexistencia de hechos que se alega
compondrían la realidad, y porque efectivamente existen normas de Derecho que imponen que
esa realidad sea diferente), y, en consecuencia, si tal insatisfacción jurídica debe eliminarse.
¿Eliminarse cómo?
Pues a través de una resolución del tribunal consistente, según sea el caso, o en una mera
declaración (de existencia de una situación jurídica sustancial), o en una declaración unida a
una constitución (de una nueva situación jurídica sustancial), o en una declaración unida a
una condena (a una modificación objetiva de la realidad exterior), en virtud de la cual se
adaptará la realidad a lo que disponen las normas jurídicas (y, por ende, se eliminará el
perjuicio).
El objeto principal o sustancial será el problema que debe resolver el tribunal y que da razón
de ser a ese proceso, y que como todo objeto del proceso - sea el principal o uno secundario -
se puede descomponer en:
Estos "hechos" -tomando una conocida definición de ROSENBERG - son " acontecimientos y
circunstancias concretas, determinadas en el espacio y el tiempo, pasados y presentes (y
130
futuros), del mundo exterior o de la vida anímica humana, que el Derecho objetivo ha
convertido en presupuesto de un efecto jurídico".
Empero, ello no es así. Existe un objeto principal inicial, pero a menudo el mismo se va
modificando a lo largo de todo el proceso.
El objeto principal inicial se establece ya sea por el actor a través de la pretensión que se
deduce en una demanda que inicia un proceso contencioso, ya sea por el gestor a través de la
pretensión planteada en el acto procesal que da comienzo a un proceso voluntario. En dicha
demanda o acto de gestión el interesado principal planteará una "requisitoria" o "petitorio" de
mera declaración, de constitución o de condena, fundada en la existencia de ciertos hechos,
determinados y concretos ("fundamentos de hecho" de la requisitoria), y en que ello no se
compadecería con lo que indicaría el Derecho Positivo al respecto ("fundamentos de Derecho"
de la requisitoria, que son comprensivos de todo el Derecho positivo, y no sólo del alegado
expresamente).
Según decíamos, el objeto principal inicial suele modificarse en el curso del proceso, ya sea por
su "ampliación", al aumentarse la requisitoria o alegarse la existencia de otros hechos para
fundar la misma, ya sea por su "restricción" al reducirse la requisitoria o al desistirse de la
alegación de ciertos hechos que la fundaban (por ejemplo, se restringe el objeto en cuanto a la
requisitoria cuando el actor "desiste" -parcialmente- de su requisitoria de condena al solicitar en
el curso del proceso que la misma sea inferior a la que pidió originalmente en la demanda), e,
inclusive, por su "sustitución" al modificarse una requisitoria por otra o los hechos fundantes de
la misma por otros.
En el primer caso (ampliación) el tribunal verá ampliado el espectro de los problemas que debe
resolver; en el segundo (restricción) ese espectro se verá en cambio reducido; y en el tercero
(sustitución), que resulta en esencia de una combinación de los dos anteriores (pues por un
lado se amplía el objeto planteándose uno nuevo, y por otro se restringe eliminándose el
anterior), dicho espectro de problemas se verá por un lado aumentado y por otro reducido.
131
2.3.2. Su ampliación
En primer lugar, el objeto principal inicial puede ampliarse sin que incidan otros sujetos
interesados principales diferentes del actor y el demandado (o gestor, en su caso) originarios.
Ello puede ocurrir al menos en los siguientes casos:
De acuerdo al art. 121.1 del C.G.P. (“Podrá cambiarse la demanda antes de que haya sido
contestada o haya vencido el plazo para contestar”), el actor puede cambiar la demanda antes
del momento en que ella haya sido contestada; de donde resulta que a través de este
mecanismo y además de poder proponerse nuevos medios de prueba, o modificarse el
domicilio constituido, etc., es también posible que se produzca una ampliación del objeto
principal originariamente planteado.
Normalmente, en los procesos contenciosos la sola oposición que puede deducir el demandado
no amplia (ni tampoco restringe) el objeto principal planteado por la parte adora.
1) En efecto, si analizamos los elementos del objeto del proceso, advertiremos, en cuanto a la
"requisitoria", que la negativa del demandado a la requisitoria de la adornada agrega al
problema que debe resolver el tribunal.
3) Finalmente, cuando el demandado se opone a la requisitoria y alega para ello que "las
normas de Derecho" no establecen lo que indica el actor, o que las que éste indicó no son las
que se aplican al caso concreto, tampoco se amplía el objeto principal inicial de proceso.
132
En función del principio de economía procesal, los arts. 61 y 136 del CGP (actos procesales
voluntarios y reconvención respectivamente), permiten que en ciertos supuestos (en el segundo
caso se trata de los supuestos previstos en los numerales 1 y 3 del art. 120.1 del mismo
Código), en el plazo que se le otorga para " contestar" la demanda el demandado pueda
presentar la llamada "reconvención", "contrademanda" o "contra pretensión".
Dicho instituto, permite la ampliación del objeto principal del proceso mediante la inclusión en el
mismo de una pretensión del demandado contra el actor, con sus correspondientes requisitoria,
fundamentos de hecho y fundamentos de Derecho.
Teniendo presente que cuando media reconvención el tribunal debe dar traslado de ella a la
parte actora, y retomando a la eventual oposición que en esa ocasión pueda deducir el actor
los conceptos ya expresados en relación a la oposición del demandado a la demanda,
podemos decir que sólo excepcionalmente es posible que en esta oportunidad se amplíe el
objeto del proceso.
1) De acuerdo a lo que indica el numeral 3 del art. 122 del CGP en relación a la demanda (y
para la oposición por remisión del art. 130.1), en un proceso regido por el C.G.P. los hechos en
cuya existencia o inexistencia se funda la requisitoria sólo pueden ser incorporados al objeto
del proceso en la demanda, contestación, reconvención o contestación de la reconvención.
2) Para que resulte admisible aplicar este instituto debe tenerse presente, en primer término,
que lo añadido al proceso - con posterioridad a la contestación deben de ser "hechos", esto es,
alegaciones de existencias o inexistencias de hechos que conforman esa realidad que no se
adecuará a lo que el Derecho diría que debió de haber sido, y cuya adecuación se solicita
mediante la requisitoria correspondiente (deben ser hechos "fundantes" de la requisitoria). Y lo
recalcamos por cuanto no se deben confundir a estos hechos con aquellos otros hechos (los
probatorios) que solamente sirven para probar la existencia o inexistencia de los primeros (los
que fundan la requisitoria).
En segundo término, para que este mecanismo que permite ampliar el objeto principal del
proceso sea de aplicación es preciso que estos "hechos" sean además "nuevos", lo que
conduce a preguntarse si los hechos serán nuevos solamente si ocurrieron luego de
determinado momento (luego de la presentación de la demanda, de la presentación de la
contestación, de la presentación de la reconvención, de la "conclusión de la causa" en primera
instancia, etc.), o si para que los hechos sean "nuevos" será suficiente con que al momento de
su alegación todavía no integren el objeto del proceso (vale decir, que sean nuevos
simplemente porque hasta entonces no integraban el objeto del proceso y, por lo tanto, hasta
ese momento el tribunal no debía pronunciarse sobre su existencia).
La respuesta, de acuerdo a lo establecido por el art. 121.2 del C.C.P., será que los hechos son
"nuevos" cuando se adecuan al primer sentido indicado; esto es,
Y, para finalizar al respecto, digamos que en otros casos que establece concretamente la ley,
tampoco se exige que el "hecho nuevo" alegado sea posterior al inicio del proceso.
133
3) Pero (sin perjuicio de que ello pueda hacerse mediante una "confesión", que tiene
consecuencias distintas) tampoco podrá emplearse la vía de los hechos nuevos para que el
demandado modifique la posición que antes asumió respecto a la existencia o inexistencia de
hechos alegados por el actor.
Existe una posibilidad de que se amplíe el objeto principal del proceso por la sola ampliación de
la requisitoria; esto es, aún sin que se aleguen hechos nuevos. Tal posibilidad solamente es
admisible en el supuesto que regula el art. 350.3 del C.G.P.: durante la audiencia preliminar de
procesos "de carácter social". Es que si bien normalmente la requisitoria se verá ampliada por
alegación de hechos nuevos, puede ocurrir en algún caso que ella se amplíe aún sin alegar
hechos nuevos.
Si en ocasión del dictado de la resolución erróneamente el tribunal declara que el objeto (por
los hechos, por la requisitoria) es más amplio que el que corresponde a lo solicitado por las
partes, y estas consienten dicha resolución, el objeto principal del proceso se verá ampliado.
Lo mismo sucede cuando el tribunal incurre en una incongruencia "por exceso" en ocasión de
dictar la sentencia resolviendo el objeto del proceso, y esa sentencia no es impugnada por tal
motivo.
J) Por la corrección de la requisitoria del actor que en ciertos casos puede realizar el
tribunal penal.
Conforme al segundo párrafo del art. 246 del C.P.P., "si por error manifiesto la pena requerida
es ilegal, el Juez la individualizará de acuerdo con la ley, con circunstanciada exposición de los
fundamentos pertinentes".
Finalmente, en la práctica es también posible la modificación del objeto principal del proceso en
los supuestos en los que, de acuerdo a lo que disponen los arts. 323 y 324 del C.C.P. es
admisible la denominada "acumulación de autos". En tales casos, junto al objeto principal inicial
se encontrará en el proceso otro objeto principal que proviene de un segundo proceso.
Cuando antes o incluso luego de dar curso a la demanda se denuncia o se advierte por el
tribunal que la parte actora o la parte demandada deberían estar integradas por un
134
litisconsorcio necesario y no todos sus integrantes forman parte del proceso, el curso del
mismo deberá detenerse hasta que comparezca quien falta por la parte actora o se cite a quien
falta por la parte demandada. En tales supuestos, si comparece o se cita al sujeto que hasta
ahora no formaba parte del juicio, el objeto principal inicial se verá ampliado por dicha
incidencia, desde que, por lo menos, ella determinará la modificación de la requisitoria que
formaba parte del objeto principal inicial del proceso.
En tal caso resulta aún más nítida la ampliación del objeto, en cuanto a la pretensión originaria
de la parte actora contra la parte demandada, se sumará ahora una pretensión de esta última
contra un tercero, pretensión sobre la que deberá pronunciarse el tribunal en el caso de hacer
lugar a la primera.
Otro tanto sucede en las demás hipótesis, distintas de la citación en garantía, también previstas
en el arto 51 del CG.P. (solicitud del demandado de emplazar a un tercero respecto al cual
considera que la controversia es común o a quien la sentencia puede afectar), y en el caso,
previsto en el arto 54 del CG.P., del llamamiento a terceros de oficio cuando se presume fraude
o colusión.
Asimismo, se verá ampliado el objeto principal inicial del proceso cuando a la pretensión
originaria del actor contra el demandado se acumula la pretensión de un tercero contra actor y
demandado ("tercería excluyente"), tal cual lo prevé el arto 49 del CG.P.
En tal caso, además de resolver el objeto principal inicial, el tribunal deberá resolver el nuevo
objeto que ha ingresado (con sus correspondientes requisitoria, fundamentos de hecho y de
Derecho) por la vía de esta tercería excluyente.
El objeto principal inicial del proceso puede no solamente verse "ampliado", sino, en ciertos
supuestos, "restringido". La restricción del objeto principal inicial del proceso puede ser parcial
o aún total, dejando esta última al proceso sin objeto principal, de donde el mismo
necesariamente concluirá. Esta restricción o reducción del problema sometido al tribunal se
puede operar al menos en los siguientes casos:
135
El desistimiento del actor o del demandado se produce cuando uno u otro retiran del objeto del
proceso aquello que ellos mismos introdujeron. El desistimiento puede ser "expreso" o "tácito",
dándose el primero en cualquier momento del proceso, y el último en la hipótesis de
incomparecencia del actor a la audiencia preliminar. La regulación del desistimiento expreso se
encuentra contenida en los arts. 226 y siguientes del C.G.P., que distinguen "desistimiento del
proceso", y "desistimiento de la pretensión". El desistimiento, en cualquiera de los dos casos,
podrá ser "total" o "parcial", restringiéndose parcialmente el objeto principal en el primer caso y
totalmente, hasta el punto de eliminarse, en el segundo. Quién desiste abonará todas las
costas y costos del proceso, salvo que se conviniere algo distinto.
Cuando el demandado (o aún el actor, por ejemplo en caso de reconvención) se allana - parcial
o totalmente - a la demanda o a alguno de los objetos planteados por vía de ampliación,
aceptando la requisitoria y los fundamentos de la misma planteados por la contraparte, nos
enfrentamos a fenómenos que implican la "restricción" del objeto inicial del proceso (y aún su
eliminación si el allanamiento es total).
El allanamiento, que según hemos señalado puede ser " parcial" o "total", reduce el objeto
principal inicial, en cuanto el tribunal ya no deberá pronunciarse más sobre el objeto principal
del proceso, sino tan sólo respecto a si existió allanamiento y a si el mismo es admisible.
D) Por la transacción
Conforme al Código Civil la transacción es un acto jurídico bilateral por el cual cada una de las
partes da o promete dar renunciando simultáneamente a algo. Resultará restringido el objeto
principal del proceso; sin perjuicio de que el tribunal deba pronunciarse al igual que cuando
existe desistimiento o allanamiento - pero sólo respecto a su misma existencia y a si ella es
admisible (por tratarse de" derechos disponibles"). Sin embargo, a la transacción que no se vea
materialmente acompañada del cumplimiento de las obligaciones asumidas, seguirá luego una
"etapa de ejecución" (numeral 5 del art. 377 del C.C.P.).
De igual forma que por decisión errónea del tribunal al "declarar el objeto del proceso" en la
audiencia preliminar que no es impugnada es posible que dicho objeto inicial se vea ampliado,
también puede suceder que el mismo se vea restringido.
Otro tanto sucede cuando el tribunal dicta una sentencia incongruente por restricción y ella se
consiente por las partes.
Finalmente, existe claramente una restricción del objeto inicial del proceso, cuando una
resolución del tribunal a su respecto es impugnada solamente en forma parcial. Es que en más
el proceso continuará (en una segunda instancia o en una instancia de casación) con un objeto
claramente más restringido que el original.
A lo largo del curso de un proceso se presentan una enorme cantidad de objetos "secundarios"
o "procesales". Ellos serán todos aquellos que debe resolver el tribunal y que no son el objeto
principal o sustancial, y existirán en primer lugar objetos secundarios que se plantean al tribunal
por parte de los interesados principales toda vez que estos realizan un acto procesal.
La resolución correspondiente del tribunal acerca de cada uno de dichos objetos (resolución
que generalmente es también implícita, salvo cuando es denegatoria), podrá ser consentida o
impugnada por las partes mediante una excepción previa, como la de falta de capacidad del
actor, etc., (o una simple excepción en el monitorio), o mediante una demanda incidental
cuando se trata de resoluciones " con citación", o simplemente mediante los recursos si no hay
previsto un mecanismo diferente.
136
Pero hay otros objetos secundarios que no se plantean siempre que se hace un acto (son
eventuales).
Una vez determinado el “objeto del proceso”, el tribunal deberá resolver las otras dos
cuestiones que al igual que dicha requisitoria forman parte de ese objeto del proceso y que
necesariamente deben ser resueltas antes de acogerla o rechazarla.
Nos referimos, en primer lugar, a que el tribunal debe resolver acerca de si efectivamente
tuvieron lugar las alegaciones sobre la existencia de hechos que integran el objeto de ese
proceso; y, en segundo lugar, a que el tribunal también debe resolver acerca de si entre las
normas de Derecho Positivo existe alguna que establezca que ante tales existencias o
inexistencias de hechos debe hacerse lugar a la requisitoria.
Precisamente, para poder adoptar resolución el Derecho Procesal regula la función o actividad
“probatoria” o “de instrucción”.
Se trata de la función o actividad procesal que reúne a todos los actos procesales que
persiguen como fin la instrucción (“la prueba” o la confirmación); esto es, todos los actos que
tienen como finalidad proporcionar al tribunal información para poder resolver acerca de las
afirmaciones de las partes sobre existencias o inexistencias de hechos y que no puede
resolver.
En cambio, si una vez cumplida esa actividad el tribunal no llegare a la suficiente convicción
(“plena prueba”) de que tal afirmación es cierta, necesariamente deberá tener al hecho por
inexistente o por existente, al contrario de lo afirmado por el interesado.
De la misma forma que sucede con las demás funciones o actividades procesales, integran en
este caso la función o actividad procesal probatoria todos los actos - realizados por los más
diversos sujetos - dirigidos a cumplir dicho fin.
En términos generales entre los actos que integran esta función procesal se pueden distinguir a
los actos de proposición de medios probatorios, los actos vinculados al control de la
admisibilidad de esa proposición, los actos vinculados a su incorporación al proceso
(agregación y diligenciamiento de medios probatorios: “producción”), y los actos de
valoración de los medios probatorios incorporados a los que pueden seguir los de
aplicación de las presunciones simples y de las reglas sobre la carga de la prueba (recordando
que todos ellos pueden integrar más de una función o actividad procesal, como por ejemplo
sucede con los actos de valoración, que también integran la función de satisfacción o
resolución).
137
2.2 Los actos de proposición de medios probatorios
La proposición de los medios probatorios es el acto procesal por el cual un sujeto del proceso
ejerce su derecho o cumple con su poder deber (según la situación jurídica procesal en la que
se encuentre), de plantear la agregación o el diligenciamiento de un medio probatorio.
Por otro lado (como veremos ello sucede cuando el proceso ya está más adelantado), el
tribunal deberá controlar si ese acto de proposición de medios probatorios, que ya pasó por el
examen de los requisitos procesales formales, cumple también con el requisito procesal de
“fundabilidad”.
Este último control del acto de proposición del medio probatorio implica analizar cuatro
aspectos de la fundabilidad: la “admisibilidad”, la “pertinencia”, la “conducencia” y la
“necesariedad” de la incorporación del medio probatorio al proceso.
Una vez superado este doble control (requisitos procesales formales primero, y de fundabilidad
luego), el tribunal “admitirá” en el proceso el medio probatorio propuesto.
Todos ellos son conceptos que el C.G.P. no define, refiere al análisis de la prueba. Lo que se
encuentra en cierta forma agravado porque no siempre la doctrina y la jurisprudencia coinciden
en lo que debe entenderse por cada uno de dichos términos.
Así y a vía de ejemplo, resultará en general inadmisible como medio probatorio el solicitar que
se interrogue a un testigo bajo tortura (v. gr. Constitución Nacional), y, por otro lado, también
será inadmisible, pero ahora sólo en particular, pretender probar una obligación común con una
carta misiva dirigida por la contraparte a un tercero (art. 175.2 del C.G.P.), resultando este
último medio probatorio inadmisible en particular y no en forma general, porque ese mismo
medio probatorio es en cambio admisible para acreditar las afirmaciones sobre la existencia o
inexistencia de hechos cuando se trata de “materia relativa al estado civil de las personas,
quiebras, concursos o procesos de o contra el Estado y demás personas públicas”.
El control de admisibilidad al que refieren estas normas que estamos considerando (control que
forma parte del control más amplio del requisito de “fundabilidad” de los actos de proposición
138
de medios probatorios), no comprende el control de los “requisitos procesales formales” de
esos mismos actos; control este último que naturalmente también debe realizar el tribunal pero,
como sucede ante la realización de cualquier acto procesal, es siempre lógicamente previo al
control del requisito de fundabilidad que ahora estamos considerando.
Formulada esta aclaración, para continuar empleando el lenguaje normalmente aceptado para
hacer referencia a este otro requisito integrante del más amplio de fundabilidad, se puede
entonces decir que la pertinencia de un medio probatorio consiste en que la afirmación de la
existencia o la inexistencia del hecho que con ese medio probatorio se quiere acreditar integre
el objeto de la prueba.
De esta manera será pertinente todo medio probatorio con el que se pretenda acreditar la
afirmación de la existencia de un hecho que integra el objeto de la prueba.
Y, de igual forma, aun cuando el hecho que se afirma que existe o que no existe forme parte
del “objeto del proceso”, el medio de prueba será impertinente si tal existencia o inexistencia no
forma también parte del “objeto de la prueba”.
Así, en un proceso sobre “materia disponible” será impertinente un medio de prueba destinado
a acreditar la existencia de un contrato que el actor afirma que existe, cuando dicha existencia
ya ha sido admitida por el demandado en su contestación.
De esta manera será conducente para convencer al tribunal acerca de las circunstancias en
que ocurrió un accidente de tránsito, el control del nivel de alcohol que tenía el conductor del
vehículo si es efectuado inmediatamente luego del accidente; mas será en cambio
inconducente dicho control cuando se solicita efectuarlo meses más tarde, desde que el
resultado de este examen tardío nunca podría conducir a probar cual era el nivel de alcohol que
el conductor tenía en su sangre al momento del accidente.
Adviértase que en este último caso el medio probatorio es admisible, es pertinente y puede ser
necesario, pero sin embargo el acto de proposición del mismo deberá rechazarse por
infundado, precisamente porque su diligenciamiento sería inconducente (por sus características
no podría nunca conducir a tener por cierta la afirmación sobre la existencia del hecho).
139
Así, será necesaria la declaración de un testigo cuando en el proceso aún no se han dispuesto
medios probatorios sobre la afirmación realizada respecto a la existencia de un hecho, o
cuando aun habiéndose producido otros medios probatorios no resultan ser en su valoración
tan contundentes como para permitir que el tribunal tenga por suficientemente cierta o incierta
esa afirmación.
La proposición de los medios de prueba puede tener lugar en los más diversos momentos del
proceso, lo cual implica que luego de controlar el cumplimiento de los requisitos procesales
formales el tribunal deberá realizar el análisis de la fundabilidad del acto de proposición antes
de disponer la producción del mismo.
De regla, además del desistimiento total del proceso o aún de la pretensión los interesados
principales pueden desistir de aquellas actuaciones procesales concretas que ya realizaron en
el curso del proceso, lo que implica desistir de aquello que con ellas se ha pretendido (art. 230
del C.G.P.: “Puede desistirse libremente de uno o más actos del proceso o situaciones jurídicas
favorables ya adquiridas”).
Como señalan LANDONI SOSA y los autores que lo acompañan, “Esto es absolutamente
lógico y a igual conclusión se llegaría aunque no existiera este artículo, ya que si la parte puede
abdicar de lo máximo - el proceso, y aún la pretensión o el derecho - puede desistir de lo
mínimo, que son actos o situaciones jurídicas favorables determinadas”.
Aunque se ha sostenido algo diferente, de una primera interpretación del art. 230 del C.G.P.
realizada respetando lo dispuesto por el art. 14 del mismo Código, pareciera que también
resultan comprendidos en este derecho a desistir de los actos procesales los actos de
proposición de medios probatorios.
Finalmente, cabe consignar que sea cual sea entre las dos posturas la que se sostenga sobre
el contenido de la regla en cuestión, se suele entender que el desistimiento es sin embargo
posible cuando la contraparte no se opone a ello, sin perjuicio de que en tal caso el tribunal
pueda de oficio incorporar ese mismo medio probatorio si dicha posibilidad se encuentra dentro
de los límites que a su propia iniciativa probatoria marca nuestro Derecho Procesal.
Además de los actos de proposición de los medios probatorios y de los actos de admisión de
los anteriores por parte del tribunal, forman también parte de la función de instrucción todos
aquellos actos vinculados a la incorporación al proceso (llamada “producción”) de aquellos
medios probatorios ya admitidos.
Así, todos los actos procesales del tribunal o de los interesados principales o de los auxiliares
de uno u otros (como testigos, peritos, abogados, etc.) relativos a la agregación de los medios
probatorios que son de existencia anterior a la misma proposición del medio probatorio, o a la
producción de los que todavía no existen como tales al momento de su proposición, integran
también esta función que ahora estamos considerando.
140
La regla general que resulta de la interpretación de esta última disposición establecería
entonces que la agregación o la producción o diligenciamiento de los medios probatorios debe
necesariamente realizarse en una audiencia presidida por el tribunal y con asistencia de las
partes.
Finalmente, integran también la función o actividad probatoria los actos de “valoración” de los
medios de prueba, a los que pueden seguir, en caso de duda del tribunal luego de cumplida tal
valoración, la aplicación por el tribunal de las presunciones simples y de las reglas de la carga
de la prueba.
Es preciso tener presente que los actos de valoración de los medios de prueba (y también los
de aplicación por el tribunal de las presunciones simples y de las reglas de la carga de la
prueba), aun integrando normalmente la función de satisfacción o resolución, también integran
la función o actividad probatoria o de instrucción.
SUJETOS DE LA PRUEBA
Por lo que respecta a los sujetos de la prueba es conveniente distinguir el sujeto activo de la
prueba, entendiendo por tal a aquel de quien procede la actividad probatoria, el sujeto pasivo
que es la persona que soporta tal actividad y el destinatario de la prueba que es aquel a quien
está funcionalmente dirigida la actividad probatoria.
Sujeto activo de la prueba es una u otra de las partes. De conformidad con el principio
dispositivo es, en principio, a las partes y no al tribunal, a quien se atribuye la iniciativa en
materia de actividad probatoria. Esta regla en el sistema del CPC era prácticamente absoluta,
en la medida en que la única excepción estaba constituida por la facultad acordada al Juez de
disponer, luego de dictado el decreto de conclusión de la causa, las llamadas diligencias para
mejor proveer (art. 605 CPC). En el CGP, en cambio, la actividad probatoria del tribunal, o
mejor todavía, la iniciativa probatoria del tribunal, tiene un marco más amplio, según veremos
un poco más adelante, pero la regla general sigue siendo que es a las partes a quienes
compete, en principio, la prueba de sus afirmaciones de hecho.
Sujeto pasivo es la parte contraria a aquella por cuya iniciativa la prueba se practica.
Medio de prueba es, todo elemento -y por elemento cabe entender, con absoluta generalidad,
toda cosa, hecho o persona- capaz de provocar la convicción del tribunal acerca de la
existencia o la inexistencia, y en caso afirmativo, de sus caracteres, de un hecho determinado
que ha adquirido naturaleza procesal por estar precisamente, referido al objeto del proceso y
haber sido alegado por las partes.
El art. 146 CGP establece en su numeral 1 que “Son medios de prueba los documentos, la
declaración de parte, la de testigos, el dictamen pericial, el examen judicial y las
reproducciones de hecho”, añadiendo en su numeral 2 que “También podrán utilizarse otros
medios probatorios no prohibidos por la regla de derecho, aplicando analógicamente las
normas que disciplinan a los expresamente previstos por la ley”.
141
ESQUEMA:
1. Según el poder convictivo o grado de valoración:
a. PLENA PRUEBA: otorgan certeza del hecho al juez.
b. SEMI PLENA PRUEBA: surge la posibilidad de acaecimiento del hecho.
2. Según el sujeto (juez) y el objeto (hechos históricos):
a. MEDIOS DIRECTOS: percepción de hechos por el juez (ejemplo inspección
ocular)
b. MEDIOS INDIRECTOS: percepción del tribunal hecho a probar (Ejemplo:
prueba pericial: el perito.)
3. Según los Medios:
a. PRECONSTITUIDOS: Escritura, Declaratorias, etc.
b. CIRCUNSTANCIALES: Testigo, Pericial.
c. CONTRAPRUEBA: Tacha de Falsedad del Documento.
Los medios de prueba pueden clasificarse -y es ésta la clasificación más difundida- según su
relación con la percepción que de ellos pueda realizar el tribunal. Y con tal criterio de
clasificación, tendríamos:
a. Medios de prueba directos, o más simplemente, prueba directa, en aquellos casos en que
exista una relación inmediata, directa, entre el hecho a probar y la percepción del tribunal. El
típico medio de prueba directo es la inspección o examen judicial y, en alguna medida, también
la reproducción de hechos. Cuando, por ejemplo, se trate de probar el estado de conservación
o la existencia de humedades en una finca, sin perjuicio de la utilización de otros medios de
prueba -por ejemplo, la pericia realizada por un arquitecto- es claro que la inspección de la
finca por el propio tribunal constituirá la prueba más directa e inmediata posible.
b. Medios de prueba indirectos, o sencillamente, prueba indirecta, serán aquéllos en los cuales
existe entre el hecho a probar y la percepción del tribunal, un elemento intermedio o
intermediario. La prueba indirecta puede, a su turno, serlo por representación o por deducción o
inducción.
El medio de prueba indirecta, lo será por representación, cuando entre el hecho a probar y la
percepción del tribunal exista, como elemento intermedio, sea una cosa, sea una persona, que
tratan de generar en el tribunal la imagen -la representación- del hecho, ya pasado, a probar.
La representación puede alcanzarse por medio de una cosa, como acontece en la prueba
documental. El documento -escrito o no, según veremos en el capítulo correspondiente- es una
cosa, un objeto, que representa ante los ojos del tribunal, el hecho a probar. Pensemos, para
manejar el mismo ejemplo anterior, en las fotografías de la finca cuyo estado de conservación
quiere acreditarse en el proceso.
La representación puede alcanzarse también mediante una persona, esto es, mediante la
declaración o el testimonio que esa persona presta acerca del hecho a probar. Para continuar
con el mismo ejemplo, el testigo o las partes relatarán al tribunal lo concerniente al estado de
conservación de la finca, sus desperfectos, sus humedades, etc.
El medio de prueba indirecto, podrá serlo ya no por representación, sino por deducción o por
inducción. Estaremos aquí en presencia de la prueba indiciaria, de la prueba por indicios, o
prueba por presunciones como, con menor acierto, también se la conoce. El viejo Código de
Procedimiento Civil definía las presunciones expresando que “son consecuencias conjeturales
que la ley o el magistrado sacan de un hecho conocido a otro desconocido” (art. 451). Es una
prueba de carácter eminentemente lógico. Curiosamente, el CGP no menciona siquiera ni a los
indicios ni a las presunciones, a las praesumptiones hominis, es decir a las presunciones del
hombre, del juzgador.
Al lado de esta clasificación que es la más generalizada, existe otra, debida a Guasp, y que
toma en consideración como criterio clasificatorio el elemento en que cada medio de prueba
consiste, esto es, según se trate de una cosa, de una persona o de una actividad.
142
Si el medio de prueba consiste en una persona, se califica la prueba como personal, y en esta
categoría caben tanto la prueba testimonial, es decir, la declaración de testigos, como la
declaración de las partes mismas, y la pericia o dictamen pericial.
Si el medio de prueba consiste en una cosa, Guasp habla de prueba real. Si esa cosa o ese
objeto tienen naturaleza mueble y puede ser llevado a la presencia del tribunal, entonces se
habla de documentos; en cambio si esa cosa es un inmueble -y, habría que agregar, o un
objeto difícil o imposible de trasladar por su peso, su volumen, etc.- se habla de monumentos.
Finalmente, reserva la denominación de prueba actual a la prueba por presunciones, las que
realiza el Juez o presunciones hominis, que son, a diferencia de las presunciones legales -o
praesumptiones iuris- un verdadero medio de prueba.
EL OBJETO DE LA PRUEBA
Concepto
Bajo el título de “objeto de la prueba” veremos aquellos casos en los que el tribunal tiene que
atender al resultado de una actividad probatoria; debiendo así entenderse por “objeto de la
prueba” (lo que parte de la doctrina como DEVIS ECHANDIA denomina “tema de la prueba”) a
aquel conjunto de existencias o inexistencias de hechos que al ser afirmadas por los
interesados principales forman parte del objeto del proceso, pero que no pueden ser
confirmadas por el tribunal sin que medie una actividad destinada a proporcionarle información
acerca de ello (información que se le proporcionará al tribunal a través de los “medios de
prueba”).
Coincidiendo con esta definición, ya antes BARRIOS DE ANGELIS ha expresado que “Objeto
de la prueba es aquella parte del objeto del proceso que el tribunal no debe dar por existente si
no ha sido probada, o, siendo disponible, tenida por cierta por falta de oposición. Es el conjunto
de hechos, que como expresa el art. 137, requieren prueba, o tienen necesidad de ser
probados”. Según ya se ha advertido, no toda afirmación acerca de la existencia de hechos
también integra el "objeto de la prueba".
Pues bien, en orden a sistematizar las reglas que resultan del C.G.P. respecto a cuales
existencias o inexistencias de hechos afirmadas por los interesados principales deben integrar
el objeto de la prueba, resulta adecuado comenzar efectuando una distinción, distinción basada
en que en el objeto del proceso se comprenda o no una de las llamadas "cuestiones
indisponibles" (parte final del art. 137), expresión que se entiende equivalente a “derechos
indisponibles”.
Las primeras, las cuestiones que no se pueden resolver válidamente sin que medie una
resolución judicial al respecto (y por lo tanto un proceso jurisdiccional sobre ellas), se presentan
cuando se trata de cuestiones “de orden público” (o “indisponibles” o “que no se puedan probar
- sólo - por confesión”: segundo inciso del art. 134 del C.G.P.), entre las que, por definición, se
encuentran principalmente todas las cuestiones de estado civil o de Derecho Penal, y también
todas las cuestiones planteadas en procesos voluntarios (por ejemplo, no puede resolverse
entre los cónyuges un divorcio o entre el fiscal y el imputado penal la aplicación o no de una
pena, sin una resolución judicial al respecto).
143
Las segundas se presentan cuando en los procesos no están implicadas tales cuestiones de
orden público (por ejemplo, puede resolverse entre las partes la devolución de un préstamos no
cancelado sin necesidad de tramitar un proceso penal).
La regla general que se aplica cuando en el objeto del proceso está planteada una cuestión
“indisponible” (tal cual, ejemplificando, sucede en el caso de un proceso de nulidad de
matrimonio), señala que en tal caso deben investigarse (es decir, integran el correspondiente
objeto de la prueba) todas las afirmaciones de los interesados principales sobre la existencia de
hechos que se encuentran comprendidas en el objeto del proceso (existencias o inexistencias
de hechos que en principio sólo pueden afirmar los interesados principales, aunque en algunos
procesos, como aun siendo muy criticable sucede entre nosotros en los procesos penales,
también puede plantear el tribunal de oficio). Esta regla general, que resulta del último párrafo
del art. 137 del C.G.P., admite sin embargo algunas excepciones.
1. INICIATIVA PROBATORIA
2. ADMISION O RECHAZO
3. DILIGENCIAMIENTO
4. VALORACION.
INICIATIVA O PROPOSICION:
144
Artículo 117 Forma y contenido de la demanda.-
6) El valor de la causa, que deberá ser determinado precisamente, salvo que ello no fuera
posible, en cuyo caso deberá justificarse la imposibilidad y señalarse su valor estimativo,
indicándose las bases en que se funda la estimación.
7) Las firmas del actor o de su apoderado y del abogado, salvo los casos exceptuados por la
ley.
118.1 Se acompañará a la demanda toda la prueba documental que se intente hacer valer y los
documentos que acrediten la personería, de acuerdo con lo dispuesto por el artículo 40, así
como testimonio del acto conciliatorio en los casos en que éste procede.
118.2 También deberá indicar el actor el nombre y domicilio de los testigos de que habrá de
servirse, así como los demás medios de prueba de que habrá de valerse y solicitar su
diligenciamiento.
Lo relativo a la declaración de parte se regirá por lo dispuesto en la Sección II del Capítulo III
de este Libro.
118.3 Sólo podrán ser propuestas posteriormente las pruebas claramente supervinientes o las
referidas a hechos nuevos o a los mencionados por la contraparte al contestar la demanda o la
reconvención.
Estos artículos refieren a que junto con el escrito de demanda o de contestación, se debe de
presentar la prueba, aunque surgen dos excepciones:
ADMISION O RECHAZO
145
Los medios NO deben de ser:
DILIGENCIAMIENTO
VALORACION
Surge en dos momentos: en los Alegatos, que se refiere a la valoración que las partes realizan
y la sentencia que es la valoración que el juez hace sobre los medios probatorios.
1. SANA CRITICA
3. LIBRE CONVICCION
Las pruebas se apreciarán tomando en cuenta cada una de las producidas y en su conjunto,
racionalmente, de acuerdo con las reglas de la sana crítica, salvo texto legal que expresamente
disponga una regla de apreciación diversa.
A falta de reglas legales expresas, para inferir del hecho conocido el hecho a probar, el tribunal
aplicará las reglas de la experiencia común extraídas de la observación de lo que normalmente
acaece.
ALEGATO:
La sentencia contendrá la fecha y la identificación de los autos, con mención de las partes
intervinientes y demás elementos que surjan de la carátula del expediente.
A continuación se establecerá, de modo claro y sucinto, el o los puntos litigiosos, los hechos
que se tienen por ciertos y los que han sido probados, consignándose los fundamentos de
derecho en cuya virtud se les tiene por tales.
LA INICIATIVA PROBATORIA
146
Introducción
Es posible afirmar, sin ningún género de dudas, que - en solución de compromiso - para
nuestro C.G.P. tanto las partes como el tribunal tienen iniciativa probatoria, lo que excluye que
el Código haya adoptado a la primera o a la segunda de las opciones referidas.
También parece claro que queda totalmente excluida del Código una posible variante de la
tercera opción, que consistiría en otorgar también iniciativa probatoria a terceros ajenos a los
interesados principales (recordemos que hay terceros que asumen también el carácter de
interesados principales, los denominados “terceristas”, que por convertirse precisamente en
interesados principales también tienen iniciativa probatoria igual a la de las partes, aunque con
algunas limitaciones). En nuestro Derecho Procesal estos terceros ajenos a los interesados
principales (por ejemplo un testigo, un perito o aún un sujeto que ni siquiera sea auxiliar del
tribunal o de los interesados principales) carecen totalmente de legitimación en la causa para
proponer medios probatorios.
Se trata, en efecto, de que por un lado el numeral 4 del art. 24 y el art. 25.2 del C.G.P. (y,
aunque mucho más vagamente, el art. 139.2) parecieran imponer al tribunal el poder deber de
ejercer una iniciativa probatoria ilimitada para lograr “el esclarecimiento de la verdad de los
hechos”, como reza la primera de dichas disposiciones, o para “la averiguación de la verdad de
los hechos alegados”, como indica la segunda, y, sin embargo, otras muchas disposiciones del
mismo C.G.P. refieren a la posibilidad de que el tribunal aporte, en determinadas
circunstancias, determinados medios probatorios, lo cual parece no conciliarse con una
amplísima iniciativa probatoria del mismo que no requeriría de ninguna de esas otras múltiples
disposiciones.
No siempre con igual grado de rigurosidad en la argumentación, se han emitido en estas dos
décadas de vigencia del C.G.P. por los menos las siguientes opiniones:
a) Entendiendo que la iniciativa probatoria del tribunal sólo existe en aquellos casos que
especialmente indica la ley, se han pronunciado al menos MARABOTTO LUGARO, VÉSCOVI,
GARICOITS, BORAGNO, ALVES DE SIMAS, TARIGO, ARTOLA SALA, STIPANICIC y
VALENTÍN.
b) Entendiendo que la iniciativa probatoria del tribunal es ilimitada, se han pronunciado GELSI
BIDART, JARDI ABELLA, VAN ROMAPEY, COSTA FRANCO, DE LEON LAGURARA y
XALAMBRI.
147
¿La iniciativa probatoria del tribunal le permite el aporte de cualquier medio de prueba?
En el proceso en general
3) Para dar al proceso el trámite que legalmente corresponda cuando el requerido aparezca
equivocado.
5) Para disponer en cualquier momento la presencia de los testigos, de los peritos y de las
partes, para requerirles las explicaciones que estime necesarias al objeto del pleito.
6) Para rechazar las pruebas inadmisibles, así como las manifiestamente innecesarias, las
manifiestamente inconducentes y las manifiestamente impertinentes.
7) Para rechazar in limine los incidentes que reiteren otros ya propuestos por la misma causa
o cuando, a pesar de fundarse en causa distinta, ésta haya podido alegarse al promoverse uno
anterior.
9) Para declarar de oficio de plano las nulidades absolutas e insubsanables y para disponer las
diligencias que persigan evitar dichas nulidades.
10) Para imponer a los procuradores y abogados sanciones disciplinarias y multas en los casos
previstos legalmente.
11) Para dirigir el proceso y aplicar las sanciones que corresponda a quienes obstaculicen
indebidamente su desarrollo u observen conducta incompatible con el decoro y dignidad de la
justicia.
25.1 El tribunal no podrá dejar de fallar en caso de oscuridad, insuficiencia o vacío de la ley. En
el juzgamiento del litigio deberá aplicar la regla de derecho positivo (artículo 15) y sólo podrá
fallar por equidad en los casos previstos por la ley o cuando, tratándose de derechos
disponibles, las partes así lo soliciten.
25.2 El tribunal deberá emplear las facultades y poderes que le concede este Código para la
dirección del proceso y la averiguación de la verdad de los hechos alegados por las partes; la
omisión en el cumplimiento de estos deberes le hará incurrir en responsabilidad.
El numeral 4 del art. 24 del Código pareciera establecer una iniciativa del tribunal que le
permitiría aportar al proceso cualquier medio probatorio (documentos, informes, testimonios,
pericias, inspecciones oculares, etc.).
Sin embargo, el siguiente numeral del mismo artículo señala el poder deber del tribunal para
introducir de oficio sólo tres medios de prueba por declaración, dando a entender que además
se trata de una segunda convocatoria de los que ya fueron antes convocados por las partes
(“disponer en cualquier momento la presencia de los testigos, de los peritos y de las partes,
para requerirles las explicaciones que estime necesarias al objeto del pleito”), y luego otras
larga serie de disposiciones del mismo Código establecen igual poder relación, pero vinculado
sólo a determinados medios probatorios.
148
En los procesos de carácter social
Aunque a nuestro entender ello le quita aún más al tribunal el carácter de “imparcialidad” que
se le debe exigir para que sea un verdadero tribunal “jurisdiccional”, distinta a la precedente
debe ser la conclusión sobre cuales medios de prueba puede aportar de oficio el tribunal
cuando se trata de los procesos que el art. 350 del Código denomina “de carácter social”
(procesos de familia, laborales, agrarios y quizás otros como los correspondientes a “intereses
difusos”, etc.). Como según también ya hemos fundado ampliamente con anterioridad, de
acuerdo a lo que dispone el art. 350.5 del C.G.P. en estos procesos el tribunal podrá introducir
de oficio todos los medios de prueba que estime admisibles, pertinentes, conducentes y
necesarios, sin limitación de clase alguna (salvo quizás respecto a la absolución de posiciones
y al juramento, porque el aportar de oficio estos medios de prueba - dado que su misma
formulación implica asumir una posición sobre la verdad o falsedad de las afirmaciones de las
partes respecto a la existencia de los hechos - dejaría demasiado en evidencia la falta de
imparcialidad que en algún grado siempre afecta al tribunal cuando éste ejerce alguna iniciativa
probatoria).
Distintos sistemas
La valoración consiste en una actividad intelectual que debe realizar el tribunal para concluir si
el medio de prueba acredita o no la veracidad de la afirmación sobre la existencia del hecho; la
eficacia consiste en el resultado que se tendrá una vez cumplida dicha valoración, resultado
que podrá llevar o no a concluir al tribunal respecto a la veracidad de tal afirmación (con lo que
el medio de prueba habrá sido “eficaz” o “ineficaz”, respectivamente, para esa acreditación
suficiente).
Si al realizar la valoración los medios de prueba resultan eficaces, el tribunal tendrá por
suficientemente acreditada la afirmación sobre la existencia (o la inexistencia) del hecho.
Cuando, en cambio, cumplida la valoración resulte que los medios de prueba han sido
ineficaces (quedando así el tribunal juez en la duda respecto a la afirmación a la existencia del
hecho es correcta), al no haber elementos para tener por suficientemente acreditada la
afirmación sobre la existencia del hecho y desde que el tribunal sólo puede tener por existentes
a los hechos de cuya existencia se encuentra razonablemente convencido, entonces quizás
debería tener por no acreditada la afirmación de la existencia, considerando al hecho como
inexistente (salvo que, mediare en el caso una “presunción simple” que favorezca a quién
alegaba la existencia).
Si bien existe una importante variedad de posiciones doctrinarias al respecto, se puede señalar
que en nuestro país y desde antaño se suele aceptar, en general, la distinción entre tres
sistemas de valoración de los medios de prueba.
Cuando rige este sistema la eficacia que al valorar un medio de prueba debe atribuir el juez al
mismo está preestablecida por la ley, y el tribunal no puede apartarse de ella.
149
En realidad y como lo ha anotado por ejemplo Adolfo ALVARADO VELLOSO, en estos casos
más que “valorar” los medios de prueba para determinar si le convencen suficientemente de la
veracidad de las afirmaciones sobre la existencia de un hecho, el Juez se limitará a aplicar una
regla que establece que al mediar ese medio de prueba (por ejemplo, normalmente una
confesión), no podrá valorarlo sino que al ser una prueba tasada por la ley, deberá estar a lo
que del mismo resulta respecto a la alegación sobre la existencia del hecho, con independencia
de lo que ese medio de prueba llegue a convencerle.
Así, en nuestro Derecho, a fin de darle plena eficacia o aún para negársela total o parcialmente
(si bien en algunos de estos casos se trata más bien de establecer la prohibición de emplear el
medio de prueba que de quitarle eficacia), está predeterminada la eficacia de los siguientes
medios de prueba:
a) En relación a los documentos (instrumentos): por lo menos en los artículos 170 del C.G.P.,
1574 a 1593 del Código Civil, 129 de la ley nº 16.002 y 697 de la ley nº 16.736.
b) En relación a los testimonios: por lo menos en los artículos 157 y 158 del C.G.P. y 1594 a
1599 y 2280 del Código Civil.
c) En relación a las declaraciones de parte: por lo menos en los arts. 153.2 y 153.3 del C.G.P. y
1608 a 1610 del Código Civil respecto a la confesión, y en el art. 1227 del Código Civil respecto
al juramento.
De esta forma y sólo como ejemplo, si durante una declaración de parte en un proceso civil por
responsabilidad generada a raíz de un accidente de tránsito, el demandado declarante
confesare que se desplazaba a una velocidad excesiva, al valorar la prueba el tribunal deberá
dar eficacia plena a esa confesión y deberá tener por cierto tal hecho, aun cuando de otros
medios de prueba, incluso razonablemente convincentes, surgiera exactamente lo contrario.
A su respecto decía TARIGO que, “Como enseñara COUTURE, las reglas de la sana crítica
son las reglas del entendimiento humano, es decir una equilibrada combinación de reglas de
lógica y de reglas de experiencia. El juez que debe decidir con arreglo a la sana crítica, dice
COUTURE, no es libre de razonar a voluntad, discrecionalmente, arbitrariamente: la sana
crítica es la unión de la lógica y de la experiencia, sin excesivas abstracciones de orden
intelectual, pero también sin olvidar esos preceptos que se llaman de higiene mental,
tendientes a asegurar el más certero y eficaz razonamiento”.
Este sistema es el que como regla general consagra nuestro C.G.P. en el primer inciso de su
art. 140: “Las pruebas se apreciarán tomando en cuenta cada una de las producidas y en su
conjunto, racionalmente, de acuerdo con las reglas de la sana crítica, salvo texto legal que
expresamente disponga una regla de apreciación diversa”.
En consecuencia, todo medio de prueba que no tenga previsto para su valoración una regla
diferente (es decir, una regla distinta que establezca cuál es su eficacia para acreditar un
hecho), deberá ser valorado por el juez conforme a las reglas de la sana crítica.
Debe hacerse notar que en la particular sistemática que rige entre nosotros a los procesos
penales (art. 174 C.P.P.), la sana crítica es el sistema de valoración general no recogiéndose
en ningún caso el sistema de valoración conforme a pruebas tasadas (sin perjuicio de que en
algunos procesos excepcionales se admita en nuestra legislación el sistema de valoración por
“libre convicción” y que a continuación veremos).
Conforme señalan LANDONI SOSA y los coautores que lo acompañan, “El sistema de la libre
convicción (…) supone la posibilidad de que el juzgador valore las pruebas según conciencia,
150
no sujeto previamente por reglas legales que predeterminen su valor pero tampoco por reglas
lógicas o de experiencia”.
Se ha dicho al respecto que este sistema de valoración de los medios de prueba permite al juez
basarse exclusivamente en su intuición (en su “convicción moral”, como dice el art. 8 de la ley
nº 8.080), pudiendo tener por cierto un hecho no sólo cuando no exista plena prueba del
mismo, sino aún contra lo que resulte de los medios de prueba agregados o diligenciados en el
proceso.
Como ha señalado BARRIOS DE ANGELIS, “El sistema de la certeza intuitiva pone en riesgo
el principio de seguridad procesal, en beneficio de una posible seguridad sustancial. Tiene
carácter excepcionalísimo y consiste en la liberación práctica del método racional de
impugnación, respecto de situaciones especiales. Atiende a la necesidad de la punición en
materia de extrema importancia social, en las que la prueba es difícilmente obtenible, ya por las
circunstancias naturales que rodean los hechos, ya por la alta especialización de ciertos
infractores para eliminar toda prueba: particularmente en materia de delitos económicos y de
proxenetismo, por ejemplo”.
De todas maneras, según indican LANDONI SOSA y los coautores que le acompañan este
sistema de valoración de la prueba es aceptado por nuestra legislación al menos en los
siguientes casos (casi todos ellos referidos a procesos penales):
c) Cuando se trata de un proceso por delitos de juego de carreras de caballos o quiniela: art. 6
del decreto-ley nº 14.319.
La primera de estas reglas (“unidad de la prueba”) resulta del art. 140 del C.G.P., disposición
que establece que “Las pruebas se apreciarán tomando en cuenta cada una de las producidas
y en su conjunto (…)”.
De acuerdo a lo que señalan KLETT, BALUGA, ALVAREZ y CASTILLO, en mérito a esta regla
o principio de la unidad de la prueba (y, agregamos nosotros, siempre que no nos encontremos
frente a un medio de prueba con eficacia tasada por la ley), “(…) la valoración de la misma (de
los medios de prueba producidos) debe realizarse considerando cada una de las pruebas
producidas y todas ellas en su conjunto, debiendo el magistrado considerarlos como una
unidad. El procedimiento implica confrontar las diversas pruebas, puntualizar sus
concordancias y discordancias, y concluir sobre el convencimiento que de ellas globalmente se
forme”.
En otras palabras y como es por demás lógico, el tribunal no podrá concluir respecto a la
veracidad de una afirmación acerca de la existencia de un hecho (salvo nuevamente en el caso
de un medio de prueba tasado, que tenga plena eficacia para probar un hecho y excluya por lo
tanto a los demás medios de prueba), sin tomar en cuenta a todos los medios de prueba que
refieren a la misma.
La segunda regla (“comunidad de la prueba”) apunta a que esos medios de prueba que se
deben valorar conjuntamente deben comprender a la totalidad de los producidos, sin excluir a
los que puedan perjudicar a la misma parte que los propuso.
Ello es así puesto que, en estrecha vinculación con la regla de la “adquisición de la prueba” que
hemos considerado en la Primera Sección, 2.2.7, una vez aportadas al proceso todas las
pruebas deben ser tomadas en cuenta, sea que provengan de una parte, de la otra o que
151
hayan sido dispuestas de oficio por el tribunal en los excepcionales casos en los que el Código
lo habilita a hacerlo.
Como también expresan los autores recién citados, “Una vez que la prueba resulta incorporada
al proceso (…) debe tenérsela en cuenta para determinar la existencia o inexistencia del hecho
a que se refiere, sea que resulte en beneficio de quien la adujo o de la parte contraria, que bien
puede invocarla a su favor”.
Finalmente, de la tercera regla considerada en este apartado resulta que, en cambio, al valorar
ese conjunto de medios de prueba el tribunal no deberá tener a ese teórico medio de prueba
que resultaría ser su conocimiento personal del hecho logrado fuera del proceso (por
observación directa o conocimiento indirecto).
Tal como señalan los ya citados autores, “(…) el principio en examen representa una
inderogable garantía para las partes, debiéndose fundar las decisiones judiciales en lo alegado
y probado, porque para el magistrado “lo que no consta en el proceso no está en el mundo”. Lo
que se pretende evitar es que el Juez vulnere elementales principios de la prueba, como el de
publicidad y contradicción, indudablemente vinculados al debido proceso, sobre la base de
actuaciones y resultados privados, que no pudieron ser controlados por los interesados”.
Ello sin perjuicio de que el tribunal pueda ejercer la iniciativa probatoria limitada que le otorga e
impone el Código en diversas normas, pero siempre que esa iniciativa probatoria no se base en
datos obtenidos por el magistrado privadamente (fuera del proceso). Por esta razón y aplicando
tal corolario de la regla considerada, si durante una reunión de familia dicho magistrado toma
conocimiento de que podría existir un testigo del hecho cuya existencia no surge de las
actuaciones del proceso, no podría citarlo a declarar.
Resta finalmente señalar que, como sucede en principio con toda resolución jurisdiccional, la
valoración de los medios de prueba se encuentra sujeta al contralor de los interesados
principales (razón principal - aunque no exclusiva - de la regla conforme a la cual la eficacia
que el tribunal otorgue a los medios de prueba debe ser explicitada al momento de expresarse
los fundamentos de una sentencia).
Para resolver este problema nuestro sistema procesal prevé las “presunciones simples” (entre
las cuales algunos autores entienden que figuraría la que nacería en contra del interesado
principal que ha tenido una conducta omisiva en el aporte probatorio) y las reglas sobre la
“carga de la prueba” (art. 139.1 del C.G.P.).
152
Para el caso de una vez valorada toda la prueba producida, subsista para el tribunal la duda
sobre la veracidad de las afirmaciones sobre la existencia de hechos, la primera regla que debe
aplicar para resolver el dilema refiere a las denominadas “presunciones simples”.
Pues bien, la presunción simple es una regla de juzgamiento que la ley dirige al tribunal para
aquellos casos en los que valorada la prueba este tiene dudas sobre la veracidad de las
alegaciones sobre la existencia de hechos, regla conforme a la cual el tribunal, aun dudando,
deberá tener por ciertas esas afirmaciones cuando ellas favorecen al beneficiado por tal
presunción y por no ciertas a las mismas cuando perjudiquen a dicho beneficiado.
La calificación de estas reglas como “carga” resulta de que, aun cuando ellas están dirigidas al
tribunal pero como reflejo de las mismas, los interesados principales del proceso (las partes y
los gestores) quedan en su mérito colocados - siempre en el marco de su derecho subjetivo a
proponer prueba - en una situación jurídico procesal de “carga” (necesidad de actuar si se
quiere proteger el propio interés) de proponer en el proceso medios probatorios que confirmen
sus afirmaciones acerca de la existencia de aquellos hechos que, según estas reglas que a
continuación veremos, una vez probados en su existencia o inexistencia favorezcan a sus
respectivas posiciones de pretensión u oposición.
La primera regla que aparece como lógica para resolver el dilema planteado al tribunal por la
duda podría ser la que indicara que todo hecho cuya existencia no se encuentre
suficientemente acreditada deberá ser tenido por inexistente.
Por lo dicho y pese a que a primera vista aparece como muy sencilla de ser aplicada, esta
primera posible regla no es sin embargo adecuada para resolver el problema que se le plantea
al tribunal cuando duda sobre la veracidad de las afirmaciones de los interesados acerca de la
existencia de hechos.
Segunda posible regla: aun cuando las afirmaciones sobre la existencia de determinados
hechos no estén suficientemente acreditadas, en ciertos casos ello no debe perjudicar a
quién las realizó.
153
De entre estas posibilidades nos vamos a detener en la que, planteada originalmente por
CHIOVENDA, aparece consagrada en nuestro C.G.P., y que no atiende a si las afirmaciones
acerca de la existencia de los hechos se han realizado en forma positiva o negativa, sino a la
naturaleza de los hechos sobre cuya existencia se duda y que a tal efecto se clasifican (en
nuestro Derecho Procesal) en “constitutivos”, “modificativos”, “impeditivos” y “extintivos”.
Hecho modificativo será el hecho que ha modificado dicha situación jurídica sustancial (por
ejemplo, la transformación del préstamo en una donación).
Hecho impeditivo será el hecho que impidió el nacimiento del hecho constitutivo (por ejemplo,
la incapacidad de las partes al momento de celebrar el préstamo).
Y hecho extintivo será el hecho que extinguió la situación jurídica sustancial en que se funda la
requisitoria (por ejemplo, la devolución del préstamo).
Todo ello sin perjuicio de que debemos tener presente que como consecuencia de la regla de
la “adquisición de la prueba” que ya hemos analizado, quizás aún sin que una parte proponga
medios de prueba sobre la verdad de sus afirmaciones ella pueda resultar confirmada por
medios de prueba propuestos por su contraparte, o incluso dispuestos por el tribunal “de oficio”
en aquellos casos excepcionales en que según la ley puede hacerlo.
Explicando las llamadas “cargas probatorias dinámicas” la autora argentina DE LOS SANTOS
expresa que: “Después de algunas decenas de años asistimos a una reacción que se vincula a
la entronización del valor eficacia del proceso y que, en la consecución de ese objetivo - sin
llegar a retornar al derecho natural a la manera que se presentó en los siglos XVII y XVIII -
confía al juez la misión de buscar para cada litigio particular una solución equitativa y
razonable, aunque demandándole que se mantenga, para llegar a ello, dentro de los límites de
lo que sus sistema de derecho le autoriza a hacer. Para realizar la síntesis entre la equidad y la
ley, se le permite flexibilizar esta última, merced a la intervención creciente de reglas de
derecho no escrita, con lo que se acredita la importancia de la jurisprudencia y se convierte al
juez en el auxiliar y complemento indispensable del legislador, aproximando la concepción
continental del derecho a la concepción anglosajona regulada por la tradición del common law.
Así es como se ha elaborado doctrinariamente la regla de las cargas probatorias dinámicas,
morigerando la rigidez de las reglas contenidas en los códigos procesales vigentes, la que ha
merecido la aceptación generalizada de la jurisprudencia y de la doctrina”.
Y añade más adelante la misma autora que: “En su mérito se sostiene que, sobre la base de la
adecuada ponderación de las circunstancias de cada caso, las cargas probatorias deben
desplazarse de actor ha demandado o viceversa, según correspondiere, meritando quien se
encontraba en mejores condiciones de probar un hecho controvertido y no lo hizo, así como las
razones por las que quien tenía la carga de probar no probó. De allí que deba evaluarse -
conforme a las particularidades del caso - la conducta observada por las partes o la quiebra del
deber de colaboración, haciéndolo jugar contra el infractor”.
Frente a esta teoría, que hasta hace un tiempo había recogido el apoyo de varios autores y
parte de la jurisprudencia (así, entre nosotros, por ejemplo, VESCOVI, KLETT, PEREIRA, VAN
154
ROMPAEY y REYES, y entendiendo que debería advertirse a la parte de alguna forma que se
va a aplicar esta teoría, nuevamente VESCOVI, KLETT y PEREIRA ahora junto a DE
HEGEDUS, CARDINAL y SIMÓN), pero que ha sido terminantemente rechazada por otros (así,
por ejemplo, BARRIOS DE ANGELIS, VARELA MENDEZ, GUERRA, STIPANICIC y
VALENTIN), entendemos que debe realizarse un doble análisis.
En efecto, atender a esta supuesta regla de las cargas probatorias dinámicas, que deja en
manos del tribunal decidir, en cada caso concreto y recién al momento de sentenciar, cuales
son en caso de duda sobre su veracidad las afirmaciones de las partes que se tendrán por
ciertas, significa dejar de lado el texto expreso de la ley, “flexibilizándolo” como se suele
señalar, en forma que las normas vigentes no toleran.
Efectivamente, el art. 139.1 del C.G.P., establece claramente - aunque lo haga dirigiéndose a
las partes - que en caso de duda del tribunal luego de efectuada la valoración de los medios de
prueba, el mismo debe tener por ciertas o no ciertas las afirmaciones sobre la existencia de los
hechos, atendiendo a si los mismos son constitutivos de la pretensión o modificativos,
impeditivos o extintivos de la misma.
Sostener que debe ser dejado de lado lo que concluyentemente y sin condiciones dispone este
artículo, para atender a una regla diversa que no se encuentra formulada en disposición
positiva alguna, no parece compadecerse en el caso con ninguna interpretación o aún
integración normativa admitida por nuestro Derecho.
Se ha alegado, que tal regla se deduce de los principios de buena fe y lealtad procesal,
consagrados en el art. 5 del C.G.P. Empero, en nuestro sistema procesal no puede derivarse
de estos principios la existencia de una regla general conforme a la cual las partes tienen la
carga o el deber de colaborar en el aporte de medios probatorios (véase problema planteado ut
supra 3.3.), regla que si existiera y no fuera respetada al aportar medios probatorios, en el
supuesto de duda sobre la existencia de un hecho impondría al tribunal la necesidad de
resolver en contra de quién la violó. Y no es posible aceptar que existe tal regla, porque ella
contradeciría la norma que claramente resulta del art. 139.1 del C.G.P.
Se dice, sin embargo, que existen al menos dos disposiciones que establecen concretamente
ese deber, los arts. 168 y 189.3 del Código. No obstante, parece bien claro que en ambos
casos se trata de normas que refieren a situaciones excepcionales y que como tales, de
acuerdo a la Teoría General del Derecho, deben ser interpretadas en forma restrictiva. Por otra
parte, carecería de sentido que el legislador hubiera contemplado estos dos casos singulares si
paralelamente entendía que existía una regla general que ya las comprendía (regla que
establecería el deber de colaborar con el aporte de medios probatorios). Y tal cual lo ha
destacado VALENTÍN, en particular con respecto al art. 189.3 debe añadirse que nada tiene
que ver la regla que el edicto con las cargas probatorias, puesto que no refiere al “aporte” de
medios probatorios (aporte con el cual se satisfaría la carga), sino a la “producción” de medios
probatorios ya aportados al proceso (para lo cual, tratándose de inspecciones, reproducciones
o pericias, esa disposición solamente establece un deber de colaboración en la “producción” de
los mismos).
155
Sin embargo, este fundamento que aparece como esencial para la consagración de la teoría en
análisis, contraría frontal y radicalmente lo que dispone expresamente el art. 25.1 y se
encuentra corroborado por el art. 199 del Código (salvo cuando se trata de procesos arbitrales;
numeral 5 del art. 477 del C.G.P.): “El tribunal (…) sólo podrá fallar por equidad en los casos
previstos en la ley o cuando, tratándose de derechos disponibles, las partes así lo soliciten”.
Se alega también para postular la vigencia de esta regla lo que, por cierto que en forma
confusa, señala el último párrafo del art. 139.2 y a lo cual ya hicimos referencia ut supra 3.3.
Mas, como ya se ha anotado por ejemplo por VALENTÍN, en ese artículo lo que se señala es
que al valorar la prueba (lo que de principio se hará siguiendo las reglas de la “sana crítica”), “el
juez deberá apreciar la omisiones o deficiencias de la prueba. Pero de ninguna manera
establece que el juez deberá valorar quien estaba en mejores condiciones de probar para
considerar un hecho como probado. Aún a riesgo de agotar al lector, reitero que la actividad de
valoración es un precedente de la aplicación de la regla que indica quien tenía la carga de
probar: primero el tribunal valora la prueba, en base a las reglas de la sana crítica (mezcla de
lógica y experiencia, como enseñaba COUTURE), apreciando las omisiones o deficiencias
probatorias; segundo, si valorada la prueba no arriba a la plena convicción de la existencia de
uno o varios hechos, aplica la regla del art. 139.1, teniendo a ese hecho como inexistente; con
el consiguiente perjuicio para la parte que se hubiera beneficiado con su acreditación”.
Por otra parte, aún si se quisiera interpretar esa última frase del art. 139.2 del Código como
dirigida no a los defectos en orden a acreditar la verdad de las afirmaciones que deben tenerse
presentes al valorar los medios de prueba, sino - aunque no lo exprese - a las omisiones de las
partes en el cumplimiento de un deber de colaborar con el aporte de medios probatorios (aun
cuando sean contrarios a su interés), ella no puede entenderse como una regla general, sino
que debería entenderse como una advertencia dirigida al tribunal para que preste atención a
todos aquellos supuestos, en los que especial y concretamente, se impone por la ley a las
partes tal deber, como son los ya indicados de los arts. 168 o 189.3 del C.G.P. (aunque éste
último estrictamente refiere a la “producción” y no al “aporte” de medios de prueba) o 65 del
decreto ley nº 15.524.
Ahora bien, entrando al análisis de la segunda cuestión vinculada a las cargas probatorias
dinámicas, para lo cual hipotéticamente deberíamos entender que la regla de las cargas
probatorias dinámicas efectivamente se encuentra legalmente consagrada en nuestro Derecho,
entendemos que sólo es posible concluir que ella sería inconstitucional.
De aceptarse esta teoría naturalmente sucedería a menudo (para desánimo de una parte y
alegría de la otra), que al sentenciar el tribunal resolviera “invertir” la regla sobre la carga de la
prueba establecida en el art. 139.1 C.G.P., regla que con toda lógica y derecho era la que las
partes esperaban que se aplicara al momento de sentenciar y que teniéndola presente fue la
que guió todas sus actuaciones a lo largo del proceso.
Concepto
Si bien la expresión “medio de prueba” o “medio probatorio” ha sido definida por la doctrina de
muchas formas, puede decirse que refiere a todo elemento (objeto, hecho o sujeto) susceptible
de llegar a provocar una razonable convicción del tribunal acerca de la verdad o la falsedad de
una alegación sobre la existencia de un hecho.
156
Los medios de prueba expresamente previstos en el C.G.P.
El art. 146.1 del C.G.P. establece que “Son medios de prueba los documentos, la declaración
de parte, la de testigos, el dictamen pericial, el examen judicial y las reproducciones de
hechos”; es decir, todos aquellos medios de prueba que luego son regulados por los arts. 148 a
192 del mismo Código.
Sobre esta disposición sólo puede añadirse que por simple error omitió indicar entre tales
medios de prueba a la “prueba por informe” a que refieren los arts. 190 a 192 del C.G.P.
El antiguo Código de Procedimiento Civil mencionaba entre los medios de prueba a los
instrumentos, las declaraciones de los testigos, las pericias, las inspecciones oculares, los
juramentos, las confesiones y las presunciones o indicios.
Ante esta enumeración taxativa con el devenir del tiempo y la aparición de nuevos medios de
prueba (en particular documentales pero no instrumentales, como la fotografía o la grabación
magnetofónica), se fue planteando la cuestión de si la enumeración del C.P.C. era taxativa o
no, esto es, si ella admitía o no el empleo en el proceso de estos nuevos medios de prueba.
Recogiendo una corriente doctrina y jurisprudencia que tendía a admitir estos medios de
prueba no previstos expresamente en la ley, además de referirse de alguna forma en su art. 29
a la “prueba por informe” el art. 26 de la ley nº 13.355 incorporó al art.349 del Código entonces
vigente un segundo inciso en el que se establecía que: “También podrán utilizarse otros medios
de prueba no prohibidos por la ley, aplicando analógicamente las normas que disciplinan a los
expresamente previsto por la ley. Para su valoración se estará a las reglas de la sana crítica”.
Actualmente el art. 146.2 del C.G.P. establece sobre ello que: “También podrán utilizarse otros
medios probatorios no prohibidos por la regla de derecho, aplicando analógicamente las
normas que disciplinan a los expresamente previstos por la ley”.
Se puede ensayar en primer término una clasificación que atienda a la relación entre el tribunal
y el hecho a probar, con lo cual los medios de prueba se pueden dividir en “directos” (o
“inmediatos”) e “indirectos” (o “mediatos”).
Cuando a través del medio de prueba el tribunal se encuentra en directa conexión con el hecho
a probar, ese medio de prueba se calificará como directo, y cuando el tribunal y el hecho a
probar sólo se vinculan a través de otro elemento el medio de prueba se calificará como
indirecto.
Todos los demás medios de prueba son indirectos y pueden a su vez subclasificarse en
“históricos” y “críticos” (los últimos llamados también “lógicos”). Los medios de prueba
históricos intentan representar el hecho a probar mediante objetos (prueba documental) o
palabras (prueba testimonial, etc.), en tanto los medios de prueba críticos intentan que el
tribunal logre su convicción sobre la existencia del hecho mediante un razonamiento (prueba
pericial cuando el perito formula conclusiones sobre la base de los hechos comprobados y
prueba por presunciones).
Atendiendo ahora a si el medio de prueba puede acreditar directamente la existencia del hecho
o si lo que se acredita es la existencia de un hecho del cual el tribunal puede inferior otro, los
medios probatorios también se clasifican (utilizando las mismas denominaciones que en la
clasificación anterior pero con distinto sentido) en “directos” e “indirectos”.
Los primeros serán todos los medios de prueba menos los indicios, los segundos solamente el
indicio (si es que se trata realmente de un medio de prueba).
En tercer lugar y entre otras clasificaciones posibles, también se pueden distinguir entre los
medios de prueba, ahora según su estructura, a los “personales” y los “reales”.
157
Los personales son los que requieren la intervención de una persona, como la declaración de
testigo, la declaración de parte y el peritaje. Los reales son los que no requieren la intervención
de una persona, como la prueba documental.
DECLARACION DE PARTE:
Concepto:
Consiste en una declaración de conocimiento emanada de una de las partes del proceso y
dotada de una finalidad probatoria.
b. Emanada de una de las partes del proceso: Parte en tanto sujeto interesado en el
proceso. Abarca tanto a la parte singular como a los distintos integrantes de la parte
litisconsorcial y a los terceristas, ya que todos ellos son sujetos interesados.
1. Interrogatorio aclarativo o explicativo (art. 24, no. 5 del CGP). No tiene una finalidad
probatoria sino que busca precisar o aclarar cuál fue la voluntad de la parte (por ejemplo dudas
respecto a la autenticidad de la firma de un escrito). Es por tanto una declaración de voluntad y
no de conocimiento, lo que la excluye como medio de prueba.
2. Interrogatorio libre o informal o Declaración de parte propiamente dicha (art. 149 del
CGP). Se lleva adelante mediante preguntas abiertas. Esto es preguntas que no dan por
existente o inexistente un hecho sino que esperan la formulación de la respuesta por la parte.
Por ejemplo: Diga la parte a que velocidad circulaba al momento del accidente de tránsito.
148.2 La absolución de posiciones (artículo 150) y el interrogatorio formal con previa citación
(artículo 149.3) deberán solicitarse en las oportunidades legalmente previstas para el
ofrecimiento de la prueba. El interrogatorio libre podrá solicitarse en esas oportunidades y en
158
cualquier audiencia, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 149.2. (Redacción dada
por la Ley 19.090).
3. Interrogatorio formal o ABSOLUCIÓN DE POSICIONES (art. 150 del CGP). Las preguntas
se formulan en forma de posiciones. Una posición es una pregunta que contiene en sí misma la
afirmación de que el hecho ocurrió o no ocurrió. Por ejemplo: Confiese como es cierto que iba a
exceso de velocidad al momento del accidente de tránsito.
150.1 Las partes pueden ponerse posiciones recíprocamente. Deberán formular la solicitud
respectiva de conformidad con lo dispuesto en el artículo 148.2. El pliego cerrado que las
contenga podrá presentarse hasta la audiencia preliminar (numeral 6) del artículo 341).
150.2 La convocatoria a audiencia del absolvente con indicación de que se le cita a absolver
posiciones implicará el apercibimiento de que si no compareciere, se negare a responder o lo
hiciere con evasivas, se le tendrá por confeso.
150.3 El pliego contendrá posiciones que serán redactadas en forma asertiva, no pudiendo
versar cada posición más que sobre un hecho concreto o algún otro íntimamente ligado.
(Redacción dada por la Ley 19.090).
Las posiciones deben formularse por escrito, en forma previa al interrogatorio y ser
acompañadas en un sobre cerrado.
1. Sujetos activos:
a. El interrogatorio libre puede ser realizado tanto a solicitud de la contraparte como de oficio
por el Tribunal.
2. Sujetos pasivos:
Capacidad procesal Gral. De parte: Persona física, mayor de edad y no declarada incapaz.
d. 3º Excepción: Personas jurídicas. Las personas jurídicas pueden elegir libremente cuál de
sus representantes va a contestar el interrogatorio. La posibilidad de elegir se funda en que el
representante orgánico de la persona jurídica puede no estar en mejores condiciones para
afrontar el interrogatorio. Por ejemplo: Presidente del directorio de una multinacional respecto al
horario del portero de una de sus sucursales.
Contracara: La parte que solicitó el interrogatorio puede pedir que también se le tome
declaración a alguien distinto del propuesto por la persona jurídica.
159
El legislador dice que ese sujeto declara como testigo pero en verdad lo hace como parte sí es
el representante orgánico y como tal debe ser valorada su declaración.
a. Proposición: Como excepción a la regla general (arts. 118 y 131 del CGP) la declaración de
parte puede ser solicitada en cualquier momento del proceso. Esto es tanto en los escritos de
proposición como en cualquier oportunidad posterior, pero siempre antes de la conclusión de la
causa.
Existe también una limitante en el caso del interrogatorio formal ya que el mismo supone la
existencia de un pliego de posiciones y la citación de la parte que debe absolverlas. Por tanto la
absolución debe solicitarse siempre con antelación suficiente a la audiencia de prueba como
para que el absolvente pueda ser debidamente citado.
Cargas del sujeto interrogado: Dado que el interrogado es una parte, no un testigo, lo que
tiene respecto al diligenciamiento del medio de prueba son cargas (integrantes de su derecho
subjetivo) y no deberes.
b. Tanto en el interrogatorio con citación como en el sin citación se tiene la carga de contestar
las preguntas que se formulen, sin que la parte pueda negarse a contestar o hacerlo en forma
evasiva. Sí pese a ello lo hiciera, la consecuencia del incumplimiento de la carga sería igual a
la reseñada para la carga anterior, variando por tanto según el tipo de interrogatorio.
Art. 151. Formas. – 151.1 La declaración y la absolución deberá ser hechas por la parte
personalmente.
1513. Podrá interrogarse o citarse a absolver posiciones a los apoderados, por los hechos
realizados por éstos en nombre de sus mandantes. -
151.4. La persona jurídica citada, deberá designar a la persona física que la integra que habrá
de comparecer al acto de interrogatorio o de absolución por su conocimiento de los hechos
controvertidos; sin perjuicio de ello, el tribunal podrá disponer o la parte contraria solicitar, el
interrogatorio en calidad de testigo de cualquier otra persona que tenga la condición de
representante estatutario o legal de la persona jurídica o integrante de su dirección -
160
El art. 151.2 posibilita el interrogatorio de menores púberes en presencia de su representante
legal. Los menores púberes son los mayores de 16 años y los menores de 18., según la nueva
redacción del código civil (arts. 91, núm. 1, 831, núm., 1, 1279 y 1280 del Código Civil). El art.
151.2 luego de disponer que los menores púberes depondrán en presencia de su representante
legal, agrega "salvo casos de imposibilidad que el tribunal apreciará libremente".
El art. 151.3 posibilita citar a los apoderados por los hechos que éstos realizan en nombre de
sus mandantes, cuestión que es totalmente razonable. La norma es clara en cuanto a que el
representante declara sobre hechos que él realizó, y no sobre cualquier hecho vinculado a su
representado.
Esta disposición genera una carga para la persona jurídica declarante, ya que en caso del
representante, por desconocimiento de los hechos, responda con respuestas ambiguas o
evasivas, podrá aplicarse las consecuencias previstas según el tipo de interrogatorio (arts.,
149.4 y 1502)
Pero agrega el artículo que, sin perjuicio de ello, el tribunal podrá disponer o la otra parte
solicitar el interrogatorio en calidad de testigo de cualquier otra persona que tenga la condición
de representante estatutario o legal de la persona jurídica o integrante de su dirección. -- Esta
última disposición, en principio, agrega menos de lo que a simple lectura parece. En principio
parecería que la finalidad de la norma es que no se burle a quien solicita el interrogatorio o
absolución, nombrando a una persona que no tiene un cabal conocimiento de la cuestión
controvertida. Pero la parte contraria que tiene interés en que un determinado director o
representante legal o estatutario de una persona jurídica, declare o absuelva posiciones, debe
solicitar su citación como testigo en la demanda o en la contestación, según el caso. Si la parte
que solicita la absolución de posiciones o el interrogatorio de la persona jurídica quiere que
declare o absuelva posiciones el determinado representante legal o estatutario o director, y
omite solicitar su citación como testigo en ese acto, no podrá hacerlo con posterioridad. Diversa
es la situación del tribunal que puede solicitar la presencia de ese director o representante, así
como la de cualquier otro integrante en cualquier momento, de acuerdo con los arts. 24, núm.
5, y 25.2, C.G.P. (en cuanto a la iniciativa probatoria del tribunal)
La confesión:
El objetivo del medio de prueba declaración de parte es obtener la confesión del sujeto
interrogado. Aquellas respuestas que no constituyan confesión carecen de valor probatorio
siendo meras reafirmación de lo alegado en la demanda y en la contestación.
Concepto: Art. 153 del CGP: Es la admisión por la parte de un hecho desfavorable a su interés
y por tanto favorable al interés de la parte contraria.
153.2 La confesión judicial hace prueba contra la parte que la realiza, salvo que se tratare de
hechos respecto de los cuales la ley exige otro medio de prueba o recayere sobre derechos
indisponibles. Cesa de hacer fe cuando constare haber sido determinada por error, violencia o
dolo.
153.3 La confesión ficta a que refieren los artículos 149.4 y 150.2 hace prueba, salvo en lo que
resultare contradicha por las demás pruebas producidas u otras circunstancias de la causa.
Clasificaciones de la confesión:
a. Provocada o espontánea:
Provocada: Tiene lugar como resultado del interrogatorio que otro sujeto (contraparte o
Tribunal) le formula a quien confiesa. Esta es la confesión que estamos analizando, ya que
tiene lugar como resultado del interrogatorio a que es sometido el interesado.
161
Espontánea: Tiene lugar por propia iniciativa de quien confiesa. Por ejemplo la admisión de un
hecho desfavorable al contestar la demanda. En este caso no estamos ante un medio de
prueba sino ante la admisión de un hecho que como consecuencia de ello queda excluido del
objeto de la prueba.
b. Real o ficta:
Ficta: La parte no admite el hecho pero igualmente la ley lo tiene por confeso en virtud de haber
incumplido con alguna de sus cargas (comparecer y contestar).
El valor probatorio de ambos tipos de confesión es diferente. La confesión real hace prueba
(art. 153 del CGP) con toda la discusión que esa expresión ha generado. La confesión ficta
hace prueba solo en tanto su valor probatorio no sea destruido por la restante prueba existente
en el proceso (art. 153.3 del CGP).
Calificada: La parte admite el hecho que lo califica de una manera tal que limita o modifica su
alcance. Por ejemplo la existencia de la entrega del dinero pero le da carácter de donación y no
de préstamo.
Compleja: La parte admite el hecho sobre el que se la interroga pero también reconoce la
existencia o inexistencia de otro hecho diferente. Por ejemplo reconoce la existencia de la
entrega del dinero en préstamo pero sostiene haberlo devuelto posteriormente. Esta
clasificación de la confesión se vincula con la cuestión de su divisibilidad o indivisibilidad: En el
caso de la confesión simple no hay nada que dividir.
VALORACIÓN DE LA CONFESIÓN:
CGP: La confesión ficta sigue la regla general ya que se valora teniendo en cuenta el resto de
la prueba (art. 153.3 del CGP).
a. Teitelbaum y Klett sostienen que continúa haciendo plena prueba ya que esa es la única
justificación de que el legislador previera que la confesión hace prueba. Expresión esta que
sino carecería de sentido ya que resulta obvio que la confesión hace prueba, existiendo dudas
solo respecto a su eficacia.
b. Marabotto sostiene que la confesión real debe valorarse de acuerdo al sistema general
(sana crítica), ya que la expresión hace prueba no resulta suficiente para entender que se ha
consagrado una excepción al régimen general. En igual sentido opera la preferencia general
del legislador por la verdad material.
Art. 154. Admisibilidad - La prueba testimonial es siempre admisible, salvo que la ley
disponga lo contrario.
La prueba testimonial consiste, según Echandia, en "la declaración representativa que una
persona que no es parte en el proceso en que se aduce, hace a un juez, con fines procesales,
sobre lo que se sabe con respecto a un hecho de cualquier naturaleza”. La generalidad y
sencillez que, al mismo tiempo, retine esta definición, permite trasladarla sin inconvenientes a
nuestro marco normativo procesal.
162
clasificaciones, determina que estemos ante un medio de prueba indirecto, personal,
representativo e histórico.
El carácter personal de este medio de prueba, está determinado por el instrumento a través del
cual se efectúa la representación, que es, precisamente, el relato de una persona, y no un
documento. A su vez, para que se trate de prueba testimonial, esa persona (testigo) no debe
ser parte en el proceso. En ese sentido el requisito de ajenidad del testigo (en relación con los
intereses debatidos) remite a un plano formal, delimitado por la condición de parte en dicho
proceso de modo que aun cuando el deponente eventualmente no fuera ajeno a los intereses
debatidos su declaración representativa ante el tribunal configura por definición prueba
testimonial en la medida que no sea parte en el proceso, sin perjuicio de la valoración de la
eficacia convictiva del testimonio al momento de dictar sentencia (en la que habrán de incidir,
naturalmente, los intereses referidos, en la medida que se revelen, configurando claramente
una condición de sospecha).
Presenta particular interés lo relativo al "testigo espontáneo", es decir, aquel sujeto (tercero)
que, sin haber sido previamente citado por el tribunal ni propuesto por las partes, se presenta
ante el tribunal en forma espontánea, a efectos de aportar su declaración en el acto o diligencia
procesal correspondiente. Sin pretender agotar la cuestión, cabe citar la posición de TARIGO,
para quien no sería admisible recibir la declaración del testigo que se presenta
espontáneamente (es decir, sin previa citación ni proposición de las partes), debiendo el juez,
en ese caso y de acuerdo a lo dispuesto por los arts. 24.4 y 25, C.G.P., convocar o citar a
audiencia a ese testigo a efectos de recibir su declaración.
TESTIMONIO
Concepto: Medio de prueba que consiste en la declaración representativa de una persona que
no es parte en el proceso en que se aduce, ante un Juez, con fines procesales, sobre un hecho
de cualquier naturaleza. Finalidad: convencimiento del juez.
Elementos:
163
El hombre genera la representación, interviene directamente en ella. La representación es
posterior al hecho (en la documental el documento es obra del hombre, es contemporáneo al
hecho a representar; la representación es posterior al hecho). ≠ Percepción directa
EXTRANEIDAD: formal (tampoco representante), y material. No significa que deba ser extraño
a los hechos. Debe ser extraño a la relación procesal en debate. Inflexión: litisconsorte, para
probar hecho propio del que lo solicita.
3. Formulada ANTE UN JUEZ con FINES PROCESALES y con las formalidades de estilo
Excluye: EXTRAJUDICIALES:
TESTIGO: Es la persona llamada a declarar sobre hechos, con una finalidad procesal.
CGP: No los define (CPC lo definía como persona como persona fidedigna)
• Indirecta
• Representativa
REQUISITOS: (TARIGO)
2• CAPACIDAD – 155
- MAYOR DE 13 AÑOS
CAPACIDAD DE:
164
Incapacidades absolutas: 438 CC a las demás situaciones.
Sordomudo que no puede darse a entender por escrito: Devis: no, ni siquiera con intérprete.
4. • EXTRANEIDAD
6• LEGITIMACIÓN
Ninguna persona puede ser testigo si no ha sido previamente PROPUESTO por una de las
partes o CONVOCADO por el Juez de la causa.
2) Los que por enfermedad física o psíquica en el tiempo al cual debe referirse su declaración
eran incapaces de percibir el hecho a probar.
3) Los que por enfermedad física o psíquica al tiempo de la declaración son incapaces de
comunicar sus percepciones. (Redacción dada por la Ley 19.090)
Cuando se solicite prueba testimonial se deberá indicar el nombre, edad, domicilio y profesión
de los testigos y enunciarse, sucintamente, el objeto de la prueba.
Sobre cada hecho a probar no podrá proponerse más de cinco testigos, salvo que exista
motivo fundado a juicio del tribunal.
156.1 Tienen la facultad de abstenerse de testimoniar, el cónyuge, aun separado, los parientes
consanguíneos hasta el segundo grado, los afines en primer grado y los padres e hijos
adoptivos, salvo, para todos ellos, que el proceso refiera a cuestiones de estado o de filiación
y, en general, a cualquier hecho íntimo.
156.2 Así mismo pueden rehusarse a contestar preguntas que violen su deber o facultad de
reserva, aquellos que están amparados por el secreto profesional o que por disposición de la
ley deban guardar secreto.
165
Las circunstancias que afectan la credibilidad e imparcialidad de testigos, serán acreditadas
por las partes por cualquier medio idóneo en la etapa de producción de la prueba y serán
apreciadas por el tribunal en la sentencia.
160.1. Los testigos serán citados con tres días de anticipación, por lo menos, por cédula en la
que se señalará el deber de comparecer y la sanción para el caso de desobediencia.
160.2. Se prescindirá de la citación cuando la parte que propuso al testigo asumiere la carga de
hacerlo comparecer; en este caso si el testigo no concurriera sin justa causa, se prescindirá de
su testimonio, salvo lo dispuesto por el numeral 5 del artículo 24.
160.3. El testigo, que citado por el tribunal rehúse comparecer, será conducido a presencia de
aquél por la fuerza pública.
160.4. El testigo que rehusara declarar incurrirá en desobediencia al tribunal y éste podrá
imponer su arresto hasta por veinticuatro horas.
160.5. No se descontará del salario del testigo compareciente, el tiempo que estuvo a
disposición del tribunal.
La citación de los testigos se hará mediante cédula que se dejará en el domicilio indicado por el
peticionante de la prueba, debiendo efectuarse la citación con una antelación no menor de tres
días (hábiles, art. 94) a la fecha de la audiencia.
166
colaboración para la práctica de las diligencias probatorias se manifiesta, de esa forma, en su
grado máximo.
La sanción para el deber de declarar es el arresto del testigo hasta por 24 horas (en su
redacción original, este artículo habilitaba el arresto hasta por 5 días), Corno contrapartida
(natural) al deber de colaboración impuesto al testigo, se establece, en el inciso quinto de esta
norma, la prohibición de descontarle al testigo el salario por el tiempo que estuvo a disposición
del tribunal.
El inciso sexto de este artículo, incorporado por la ley 16.699, faculta al magistrado, en forma
excepcional y atendiendo a las circunstancias del caso, a comisionar la declaración de testigos
en dos supuestos:
b) cuando aún con domicilio dentro de nuestro país, lo sea a una distancia de la sede que haga
difícil o gravosa su concurrencia.
Como se desprende del texto legal, la facultad es excepcional; no interesa, a los efectos de
esta norma, que el testigo se domicilie fuera del área del tribunal, sino que, en todo caso,
deberá analizarse si por la distancia de su domicilio respecto de la sede, su concurrencia
resulte difícil o gravosa, por lo que también incidirá la valoración de la situación personal del
testigo (medios de transporte, disponibilidad de tiempo, etc.). La delegación (comisión) de las
diligencias probatorias (art. 8°) constituye, en nuestro concepto, una facultad (y no un deber)
del tribunal, por lo que el tribunal podría, de considerarlo necesario o conveniente a los fines del
proceso, constituirse fuera de su circunscripción territorial a efectos de recibir personalmente
(principio de inmediación) la declaración del testigo.
La forma de declaración ante el tribunal comisionado, es la prevista (en general) por el art. 161.
Se establece, asimismo, el deber de comunicar al tribunal comitente la fecha señalada para la
audiencia, a efectos de posibilitar la presencia (y contralor) de las partes, favoreciendo de esa
forma la vigencia (aun relativa) del principio de inmediación.
En todo caso, no debe perderse de vista que la declaración del testigo ante tribunal
comisionado, no favorece el principio de inmediación, por cuanto el tribunal que entiende en la
causa no estará presente en dicha audiencia (y generalmente, tampoco las partes, aun cuando
está prevista la posibilidad de su concurrencia), por lo que resulta conveniente a los fines del
proceso y a los principios de la prueba, agotar las posibilidades de que el testigo concurra a la
sede del tribunal que entiende en la causa. Por otra parte, las nuevas tecnologías pueden
contribuir a superar las barreras que, en este caso, resultan de la distancia física, favoreciendo
en definitiva la inmediación; en ese sentido, la videoconferencia (sistema de comunicación a la
distancia, que posibilita la recíproca y simultánea visión y audición entre los sujetos
conectados) puede contribuir a acortar las distancias, siendo utilizado actualmente en diversos
ordenamientos con fines procesales y probatorios
RÉGIMEN PROBATORIO
I – INICIATIVA
167
• DEMANDA y CONTESTACIÓN – 118. 2, 131
C – CÓMO – 159
Requisitos petición:
• Identificación de la persona
Ver según las circunstancias – Si se pudo prever, si se pudo usar diligencias preparatorias.
1594 – No Prueba Testimonial respecto de obligaciones que hayan debido consignarse por
escrito
1595 – Por escrito toda obligación que tenga por objeto cosa o cantidad valor >100 U.R.
1596 – No PT para probar cosa diferente del contenido del instrumento, o para justificar lo que
se hubiera dicho antes, durante o después del otorgamiento aunque sea valor <100 U.R.
Se admite probar por PT: error material contenido en el documento, vicios del contrato,
procedencia del dinero, cumplimiento o incumplimiento del contrato, ocurrencia de condiciones.
Testigos aportan su saber individual; Peritos aportan su saber no individual (se apoya en artes,
ciencias, técnicas)
T. Declara sobre hechos pasados o presentes que percibió antes del juicio en el que declara. P.
Declara sobre hechos presentes, pasados o futuros
Testigo es llamado por su relación histórica con los hechos, y porque ya los conoce
T. Datos extraprocesales
P. Datos procesales
Es examinado
168
Función activa: sujeto del proceso
Examina
• Ej.: médicos “no pueden emitir opinión sobre las causas que produjeron lea enfermedad”. Sí
sobre los síntomas o la enfermedad a que se le atribuyen esos síntomas.
Comparecer
Concurrir a la Oficina
Excepción:
SECRETO PROFESIONAL: confidencias recibidas del cliente, del adversario, y de los colegas,
realizados por terceros en razón del oficio o profesión del testigo, y las conocidas por la
actividad que éste desarrolla. Fundamento: necesidad de los individuos de recurrir a otro
revelándole algo íntimo, generalmente no libremente sino apremiado por estado de necesidad
Decir la verdad
Si el tribunal ante quien se presta la declaración considera que el testigo falta a sabiendas a la
verdad, dispondrá se remitan los antecedentes del caso al tribunal competente del orden penal.
169
La declaración de los testigos se realizará en audiencia presidida por el tribunal,
interrogándose a cada uno separadamente, previa promesa o juramento de decir verdad y
conforme con las siguientes reglas:
1) El tribunal interrogará al testigo, en primer lugar, acerca de su nombre, edad, estado civil,
domicilio, nacionalidad, profesión, ocupación, estudios que haya cursado y demás
circunstancias que sirvan para establecer su personalidad y si existe en relación con él algún
motivo de sospecha; a continuación ordenará al testigo que haga un relato de los hechos
objeto de su declaración, interrogándole sobre ello.
2) El tribunal exigirá al testigo que exponga la razón de conocimiento de sus dichos, con
explicación de las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que haya ocurrido cada hecho y
de la forma como llegó a su conocimiento.
3) Terminado el interrogatorio por el tribunal, las partes podrán interrogar libremente al testigo
por intermedio de sus abogados bajo la dirección del tribunal que en todo momento podrá
hacer nuevas preguntas, rechazar cualquier pregunta que juzgare inconducente, innecesaria,
dilatoria, perjudicial o agraviante para el testigo, así como dar por terminado el interrogatorio.
4) El testigo no podrá leer notas ni apuntes, a menos que el tribunal lo autorice cuando se trate
de preguntas referidas a cifras, fechas o en los demás casos que se considere justificado.
5) Concluida la declaración, el testigo sólo podrá ausentarse de la sede del tribunal cuando
éste lo autorice.
• Producción:
• Distinto a la prueba por informes (dato consta en un registro o archivo) (declaración por
informe: conocimiento personal)
170
CAREO – 162
A petición de parte o de oficio, careo entre los testigos o entre estos y las partes, con fines
aclaratorios.
“Confrontación inmediata entre personas que han prestado declaración contradictoria sobre un
hecho relevante para el proceso, tendiente a descubrir cuál es la que mejor refleja la verdad.
DE LOS DOCUMENTOS.-
Art.165. Presentación del documento. -- La parte que quiera servirse de un documento que
tiene en su poder, podrá presentarlo al tribunal en la forma establecida por el art. 72,1 y en las
oportunidades prescriptas al efecto (arts. 118.1 y .3 y 131).
A los efectos de conocer el hecho representado en el documento, éste debe ser llevado ante el
magistrado para asumirlo como medio de prueba. Así, se ha mencionado como nota
característica del documento que pueda ser llevado físicamente a la presencia del juez,
diferenciándolo del monumento, que sería aquel medio de prueba en el cual se utilizan objetos
inmuebles como elementos de convicción (GUASP). Sin embargo, existe otra posición que
considera que la naturaleza mueble o inmueble del objeto no integra el concepto de
documento, atribuyendo carácter documental, por ejemplo, a inscripciones en muros o lápidas.
La circunstancia de que en estos casos, para la aprehensión del documento por parte del
tribunal, sea necesaria otra diligencia probatoria –inspección judicial- no desvirtúa la naturaleza
documental del medio probatorio referido. Dentro del género de los documentos se distingue,
como ya se expresó, los meramente representativos y los representativos declarativos. Como
una especie de estos últimos se incluye una categoría integrada por los denominados
instrumentos, que son aquellos documentos que revisten aquel carácter y son escritos.
ART 1574. Instrumentos públicos son todos aquellos que, revestidos de un carácter oficial, han
sido redactados o extendidos por funcionarios competentes, según las formas requeridas y
dentro del límite de sus atribuciones. Todo instrumento público es un título auténtico y como tal
hace plena fe, mientras no se demuestre lo contrario mediante tacha de falsedad.
171
Se tiene también por escritura pública la otorgada ante funcionario autorizado al efecto por las
leyes y con los requisitos que ellas prescriban.
ART 1581. El instrumento privado cuyas firmas estén autenticadas por Notario o autoridad
competente, el reconocido judicialmente por la parte a quien se opone o el declarado por
reconocido en los casos y con los requisitos prevenidos por la ley, tiene el mismo valor que la
escritura pública respecto de los que aparecen o se reputan haberlo suscrito y de las personas
a quienes se han transferido sus obligaciones y derechos por título universal o singular, sin
perjuicio de lo dispuesto en el artículo 1583.
ART 1577. Para el efecto indicado en el artículo anterior, la fuerza probatoria del instrumento
público se extiende aun respecto de lo que no se haya expresado sino en términos
enunciativos, con tal que tenga relación directa con lo dispositivo del acto o contrato; en otro
caso, no puede servir la enunciación más que de un principio de prueba por escrito.
a) una de tipo sustancial, en el sentido de que sirve para perfeccionar un acuerdo o para probar
la existencia de la declaración o hecho que representa (extraprocesalmente), y
Desde el punto de vista procesal, la prueba documental constituye uno de los medios
expresamente previstos por el Código, que podrán utilizar los litigantes -dentro de los límites
establecidos por la ley- para acreditar los hechos invocados.
Rige la misma regla en los actos de proposición; la parte indicara los documentos que ofrece
como prueba y los acompañara al escrito respectivo en su original o facsímil según lo pone el
Art. 721 solicitando su diligenciamiento. También agregan en esta oportunidad los documentos
acreditantes de la representación y el testimonio de acta de conciliación previa, si fuere
exigible. Esta disposición no ofrece dificultad cuando se trata de documentos que la parte que
los ofrece dispone materialmente de ellos pero, sin embargo, esta exigencia cede ante aquellas
situaciones en que la parte no tiene en su poder el medio probatorio. En este caso, tiene la
carga de ofrecerlo, indicar dónde se encuentra, agregar una copia si la tuviere, o reseñar su
contenido y solicitar al tribunal que ordene su ingreso al proceso (arts. 118.1 166, 167 y 168).
En el caso de los documentos cuyo soporte sea el papel, la etapa de diligenciamiento del
medio probatorio reviste alguna particularidad ya que, materialmente, el documento se hallará
glosado al expediente desde el momento de la agregación del escrito que lo contiene, sin que
haya un pronunciamiento específico sobre su admisión corno tal para el proceso, lo cual se
difiere para una etapa posterior. En el caso de los documentos agregados con los actos de
proposición, dicho pronunciamiento se realizará comúnmente en la audiencia preliminar (art.
340, núm. 6). Sin embargo, se plantean algunas dificultades en cuanto a la eficacia de la
agregación meramente material y la jurídica. En algunas circunstancias es posible distinguir
más nítidamente la etapa de ofrecimiento y la de diligenciamiento del medio probatorio
documental, especialmente cuando por la naturaleza del objeto (soporte), éste requiere para su
producción de una actividad específica, sea en una audiencia o en una inspección judicial; por
ejemplo, en el caso de una cinta de video, que debe ser reproducida en audiencia en presencia
del tribunal y las partes; o cuando se trate de aprehender documentos de tipo inmueble; o
172
documentos electrónicos, en los cuales habrá que acudir al ordenador y a programas de
informática.
Respecto de los documentos públicos y los documentos privados auténticos emanados de las
partes, el Código ha adoptado un sistema de valoración predeterminado o de tasa legal según
se verá en el art. 170; y en cuanto a los restantes documentos, se aplica el criterio general de
valoración según la sana crítica del magistrado (art. 140).
Art. 166. Documentos en oficinas públicas. -- La parte que quiera servirse de un documento
que se encuentre en una oficina pública, podrá solicitarlo por intermedio del tribunal. El
abogado o el procurador de la parte podrán también requerir directamente testimonio o facsímil
autenticado del mismo, especificando el proceso al que se destina.
En caso de que el requerido se negare, invocando una causa de reserva, se estará a lo que
decida el tribunal al respecto.
El artículo en examen ha regulado dos aspectos diferentes: uno extraprocesal, y otro procesal.
El primero refiere al derecho del interesado, a través de su abogado o procurador, de requerir
de cualquier oficina pública testimonio o facsímil de un documento que se encuentre en
aquélla, indicándose el proceso en el que será utilizado. El segundo aspecto tiene relación con
la incorporación al proceso de un documento que se halla en una oficina pública mediante la
solicitud judicial pertinente.
Esta norma tiene como base el deber de colaboración con la que se impone a todos los sujetos
tanto de derecho público como de derecho privado.
173
oportunidad a partir de la cual las partes podrán ejercer sus facultades de control e
impugnación correspondientes (art. 71).
La persona pública se halla en una Situación jurídica de deber por consiguiente una vez
recibido el pedido jurisdiccional, la entidad requerida no tiene posibilidad de considerar la
pertinencia o legitimidad del pedido (art. 4° de la ley 15.750). Solamente podrá asumir dos
actitudes: la normal, consiste en el cumplimiento de lo ordenado o, excepcionalmente podrá
negarse a ello cuando mediaren causas de reserva o secreto (por ejemplo, secreto bancario),
pero en ambos casos deberá contestar al oficio invocando específicamente esas
circunstancias. En este último caso, el magistrado decidirá si mantiene igualmente el pedido o
si considera suficiente eximente del deber de colaboración la causa esgrimida. Esa resolución
tiene naturaleza de interlocutoria simple, la cual es susceptible de ser recurrida mediante los
recursos de reposición y apelación por el agraviado, en virtud de no existir prohibición expresa
de impugnación. Si la oficina pública no cumple lo ordenado sin expresión de causa justificante,
la persona pública será pasible de responsabilidad civil (art. 24 de la Constitución) y, asimismo,
el funcionario omiso será responsable en vía disciplinaria (por omisión en los deberes del
cargo), civil (art, 25 de la Constitución) y penalmente (art. 164 del C, P.).
La astreinte es un medio de compulsión que tiene por objeto el cumplimiento del mandato
judicial. La facultad de imponer astreintes deriva directamente del principio de autoridad y es
esencial al ejercicio de la función jurisdiccional ("juzgar y hacer ejecutar lo juzgado").
Esta potestad del magistrado está reconocida genéricamente en el art. 21.3 del Código, por lo
cual, nos inclinamos a sostener que es aplicable con relación a cualquier resolución, aun
aquellas que refieren a aspectos probatorios. Sin embargo, reconocemos que esta postura no
es pacíficamente admitida (ver nota al art. 21). En cuanto a la factibilidad de la imposición de
astreintes al Estado, ello no resulta menos discutido. Se ha afirmado la improcedencia de ellas
por aplicación del art. 373 de la ley 16.170, en cuanto dispuso la inaplicabilidad del régimen
previsto por el decreto-ley 14.978 en los procesos en que sean parte personas jurídicas de
derecho público. En otro sentido, se ha sostenido que el art. 373 referido sólo hace inaplicable
respecto del Estado el régimen del decreto-ley, pero nada impide la aplicación a él del régimen
de astreintes regulado en el C.G.P., al cual la ley hace 16170 no referencia alguna.
Art. 167. Documentos en poder de terceros. - Cuando las partes quieran servirse de
documentos que están en poder de terceros, deberán solicitar al tribunal que disponga su
entrega, sea en original o en las copias que prevé el art. 72.1.
La norma regula otra de las hipótesis en las cuales el medio probatorio documental se halla
fuera de la esfera de disponibilidad de la parte que pretende hacerlo valer en el proceso, y es
de aplicación en todas aquellas situaciones de documentos (constitutivos o no del derecho
invocado) que se encuentran en poder de terceros, entendiendo por tales aquéllos que no
tienen el estatuto de parte conforme lo previsto por el art. 32, y excluyendo los terceros que son
personas públicas, a los que se les aplica la previsión del art. 166 precedente. Podemos
distinguir diversas gradaciones del derecho de la parte y, consiguientemente, del deber en que
se halla el tercero tenedor, en función de la relación jurídica que lo vincula con el documento
requerido.
Cuando el documento es propiedad exclusiva del tenedor, la parte tiene una disponibilidad
jurídica relativa del medio probatorio. Si bien no varía la situación de deber en que se halla el
174
tercero, existen circunstancias que pueden enervarlo, en atención a intereses jurídicos
superiores que valorará el tribunal en cada caso concreto.
Respecto al ofrecimiento del documento, se aplica el sistema general (art. 118.1): la parte tiene
la carga de proponer el medio probatorio en las oportunidades que la ley establece, En el caso
de que el documento ofrecido como prueba no se halle en su poder, tiene que manifestarlo así
e identificar a su tenedor; asimismo, debe realizar una reseña del contenido del documento o
adjuntar una copia de éste, si la tuviere, y solicitar al tribunal que ordene su incorporación al
proceso. Una vez realizado y superado satisfactoriamente el control de admisibilidad,
pertinencia, conducencia y necesidad del medio probatorio, el tribunal ordenará al tercero la
exhibición del documento o su presentación al proceso, en original o facsímil autenticado (en
este último caso su costo estaré a cargo de la parte Solicitante), determinando el plazo en que
ello deberá ser cumplido y oficiando a tales efectos.
El tercero se encuentra en la situación jurídica de deber frente al tribunal, por lo que no puede
valorar la procedencia o pertinencia del requerimiento, debiendo cumplir el mandato judicial en
el tiempo y la forma dispuesta. Solamente podrá oponerse a la entrega, alegando que el
documento es de su propiedad exclusiva y que la exhibición del mismo le irrogara perjuicios
Por la redacción del artículo parece claro que no basta esgrimir solamente la propiedad, sino
que resultan exigibles en forma acumulativa las dos circunstancias previstas en el inciso
segundo. Presentada la oposición, con las causas expresadas, el tribunal las analizará
haciendo o no lugar a aquélla. Frente a la resistencia del, tercero intimado a la presentación del
documento, el tribunal podrá desplegar los poderes que le confiere el Código a efectos de
lograr la efectividad del mandato judicial desobedecido.
Art. 168. Documento en poder del adversario: La parte que quiera servirse de un documento
que según su manifestación se halla en poder de su adversario, podrá pedir al tribunal que
intime a aquél su Presentación en el plazo que se determine.
El código ha establecido un régimen especial para las hipótesis en que la agregación material
no es posible, en virtud de que el documento se encuentra en poder de un sujeto distinto a la
parte que lo ofrece como prueba en el proceso. En este sentido, se ha regulado el punto en
torno a Dos situaciones: en primer término, cuando el documento se encuentra en poder de un
tercero (un particular o una persona pública) y, en segundo lugar cuando el documento se
encuentra en poder del adversario del solicitante. En el artículo en estudio se consagra la
posibilidad de que la parte que carece de la disponibilidad material de un documento, que
pretende hacer valer como medio probatorio de sus alegaciones pueda incorporarlo al proceso,
aun cuando el tenedor sea el adversario.
Con esta solución, se ha dejado de lado el antiguo principio de que nadie está obligado a hacer
prueba contra sí mismo, congruente con la nueva impronta dada al Código en el cual de
acuerdo con el carácter marcadamente publicista del proceso, está comprometido el interés de
la propia colectividad que se privilegia ante algunos derechos puramente individuales como lo
es el de propiedad. Es en aras del principio de moralidad que debe regir el debate judicial,
como manifestación primaria de este nuevo proceso, que no resulta legitimo al decir de
Couture, que quien teniendo un documento decisivo lo sustraiga a la vista del juez, con la sola
excusa d que el perjudica su interés privado.
Soslayada esta máxima latina, nos enfrentamos a dos posibles soluciones legislativas en
cuanto a cuál es la situación jurídica en que se encuentra la parte (adversario) tenedora de un
documento cuya presentación o exhibición se le intima por el magistrado a solicitud de la
contraparte.
La norma se aplica a todo adversario, entendiendo por tal aquel que interviene en el proceso y
tiene un interés distinto al que solicita la agregación del documento. La parte que pretende
servirse de un documento como de los hechos que invoca, tiene la carga de ofrecerlo como tal
en el escrito de demanda o en las oportunidades que la ley lo habilita (art. 118). Si el
documento se halla en poder del adversario, tal circunstancia debe ser especificada en el
175
escrito, indicando en forma precisa de qué documento se trata y su contenido o agregando una
copia si la tuviere y, finalmente, deberá solicitar al tribunal que intime al adversario su
presentación o exhibición a los efectos de su incorporación al proceso. El artículo faculta a la
parte a solicitar la "presentación" del documento. En este sentido, entendemos que sobre la
base del criterio de razonabilidad y de los amplios poderes otorgados al tribunal, debe
propiciarse una interpretación extensiva, siendo posible que el magistrado disponga la
presentación del original, su copia autenticada (cuyo costo puede ser impuesto a la parte
solicitante), o su exhibición y agregación de copia, según las circunstancias del caso y atento a
los perjuicios que cada una de las distintas posibilidades pudiera irrogar.
El tribunal juzgará los requisitos generales de ese medio concreto de prueba, en cuanto a la
necesidad de superar este análisis, ordenara al adversario tenedor la presentación del
documento (sea original o a facsímil autenticado) otorgando un plazo a dichos efectos, o su
exhibición, disponiendo la oportunidad y lugar pertinente (audiencia o inspección judicial).
De darse los presupuestos reseñados a juicio del tribunal, y por consiguiente aplicada la
consecuencia negativa prevista por la norma, ésta consiste en declarar la existencia del
documento y precisar el contenido con el que se lo incorpora presuntivamente al proceso como
medio de prueba, oportunidad a partir de la cual la contraparte tendrá posibilidad de impugnarlo
conforme con las reglas generales (art, 171).
En cuanto a la eficacia probatoria de ese documento respecto de los hechos de la causa, ello
será valorado en la oportunidad procesal pertinente al analizar todos y cada uno de los medios
de prueba diligenciados conforme a las reglas de la sana crítica o las que disponga la ley si se
trata de documento cuya valoración está predeterminada.
170.2 Los demás documentos privados emanados de las partes se tendrán por auténticos,
salvo que se desconozca su firma si están suscriptos o la autoría, si no lo están, en las
oportunidades que se indican en el artículo siguiente o se impugnen mediante tacha de
falsedad.
176
170.3 La autenticidad y eficacia convictiva de los documentos privados emanados de terceros,
cuyas firmas no se encuentren autenticadas por notario o autoridad competente, quedarán
sujetas a las reglas generales en materia de prueba. (Redacción dada por la Ley 19.090).
Documento público
Según los arts. 1574 y 1575, C.C., el documento público se presume autentico y hace plena fe
respecto al hecho de haberse otorgado y su fecha de otorgamiento. La nota de autenticidad de
que están dotados los documentos públicos es casi absoluta, lo que hace que sea oponible a
partes y a terceros, ya que tiene eficacia erga omnes. Quien pretenda impugnarla deberá
hacerlo mediante la aleación de falsedad material del documento (art. 17-2), promoviendo el
incidente de tacha de falsedad y obtener su declaración por sentencia judicial.
En cuanto al contenido del documento público, constituye plena prueba respecto a sus
otorgantes y sus sucesores (arts. 1576 y 1577, CC.), no así frente a terceros, quienes podrán
probar en contra de lo consignado en el documento ya que no los obliga.
Documento privado
Es aquel que no reviste los requisitos del documento público. Se consagra un valor similar al
atribuido al documento público a los documentos privados cuya firma se encuentre autenticada.
Se aplica la presunción en aquellos casos en que existe certeza de su autor en virtud de los
siguientes mecanismos.
a) autenticación notarial: consiste en la suscripción del documento frente escribano público que
certifica la autenticidad de la firma; puede ser en forma simultánea al otorgamiento con
posterioridad a éste, cuando se ratifique y suscriba nuevamente frente al escribano actuante;
b) autenticación por autoridad competente: refiere a la función de autenticación que ejercen los
cónsules y puede operar en iguales oportunidades que la notarial;
c) autenticación por reconocimiento judicial: Es una vía de autenticación judicial, por la cual se
cita al autor del documento a que reconozca su firma. Este puede hacerlo en forma expresa o
de lo contrario, si no comparece, no responde o responde con evasivas, se le tendrá por
reconocido fictamente (art.1731). Este mecanismo es aplicable sólo a los documentos
emanados de las partes o sus sucesores; no obstante, en este último caso se admite que los
sucesores manifiesten que rio les consta que la autoría de documento corresponde al
causante, sin que opere la autenticidad ficta, En este caso, el reconocimiento de la autoría
supone también un reconocimiento de la veracidad de la materialidad del documento (1582,
C.C.), sin embargo, si se reconoce la autoría pero se advierte alguna alteración en el
documento, deberá alegarse tal circunstancia y promover la querella de falsead.
La forma de hacer perder la autenticidad del documento privado auténtico es igual que para el
documento público mediante la tacha de falsedad (art. 172), en la cual se invoca su falsedad.
177
Documentos privados no auténticos emanados de las partes: el documento privado que no ha
sido objeto de autenticación o reconocimiento judicial de firma según la ley sustancial, carece
de autenticidad. Sin embargo, la ley procesal consagra que éstos se tendrán por auténticos. Se
establece una presunción simple que puede ser desvirtuada mediante el desconocimiento de la
firma cuando estén suscriptos, o de la autoría (cuando no estén suscriptos), o media la
impugnación mediante la tacha de falsedad, en las oportunidades que la ley establece (arts.
171 y 172). De no operar ninguno de estos mecanismos, la autenticidad del documento no
podrá ser discutida, debiendo estar el magistrado a la valoración que le asigna la ley, por lo que
en esencia queda equiparado en su valor al documento privado auténtico.
La valoración de este tipo de documentos como el medio de prueba no ha sido regulada por el
Código. De principio carece el carácter de auténticos, por lo cual no cabría el desconocimiento
o la promoción de la querella de falsedad a su respecto. Sin perjuicio de ello, la parte tiene la
potestad de acreditar por otros medios de prueba su autenticidad.
El artículo en examen regula uno de los medios de impugnación de los documentos privados
no auténticos emanados de las partes en el proceso (tenidos por auténticos). El ejercicio de
esta facultad tiene por objeto privar al documento agregado por la contraparte del valor
asignado por la ley y su consiguiente eficacia convictiva.
La hipótesis regulada en la norma refiere a una de las formas de impugnación del documento
por falsedad desde un punto de vista material, en la hipótesis en que se alega la falsedad de la
firma del documento, o se niega su autoría (cuando el documento no está suscripto).
Comprende situaciones en que la firma no pertenece al indicado como autor, o de falsificación
de la firma, o falsificación de elementos distintos de la firma pero indicativos de la autoría (por
ejemplo, papel membretes o sellos).
178
parte contraria deberá desplegar todos los medios de prueba tendientes a acreditar la
autenticidad del documento que pretende hacer valer en el proceso y que fue desconocido.
La tacha de falsedad es otro de los medios de impugnación del valor probatorio de la prueba
documental que se hace valer en juicio. Se instituye como un incidente especial que tiene por
objeto privar de autenticidad (por falsedad material) a ciertos documentos, dejándolos
desprovistos del valor tasado que le asigna la ley y su consiguiente eficacia probatoria.
Corresponde la promoción del incidente respecto a los documentos públicos, los cuales son
auténticos por disposición legal (C.C., art. 1574), a los documentos privados auténticos,
aquellos en que han operado los mecanismos que la ley prevé para que funcione la presunción
(reconocimiento judicial, certificación notarial de firmas, certificación consular -CC., art. 1581- )
y a los documentos privados no auténticos por sí, pero tenidos por tales mientras no se
impugne dicho valor (art, 170). Asimismo, procede cuando la causal de impugnación radica en
que se arguye la falsedad material del documento. Esta afecta la veracidad del documento
como objeto, su materialidad, no en cuanto a su contenido representativo Así, comprende las
siguientes hipótesis:
a) cuando la firma del sujeto a quien se atribuye la autoría es apócrifa (caso de documentos
públicos y privados auténticos);
179
b) cuando, a partir de un documento inicialmente veraz, posteriormente su contenido, desde el
punto de vista material, ha sido alterado, por ejemplo, mediante borraduras, adiciones,
supresiones, raspados, tachados, etcétera.
Los legitimados para promover el incidente son, en el caso de los documentos públicos y
documentos privados auténticos, las partes y sus sucesores y los terceros intervinientes en el
proceso, contra los que se hace valer el documento dubitado (independientemente de que sean
presuntos autores o no). Respecto de los documentos privados tenidos por auténticos, los
legitimados activos son aquellos sujetos del proceso a quienes se les atribuye su autoría.
Las oportunidades para promover el incidente son las mismas de las previstas para ejercer el
desconocimiento de los documentos privados no auténticos, es decir, al contestar la demanda
o la reconvención, dentro de los seis días de notificada la providencia que ordena su
agregación y en la audiencia, a cuyo estudio nos remitirnos a lo expuesto en el artículo anterior.
La carga de la prueba de la falsedad material recae sobre la parte que la invoca. En relación
con la tramitación, se seguirá la forma del proceso incidental. En caso de ser planteado fuera
de audiencia, se sustanciará con un traslado de seis días a la parte que pretende hacer valer el
documento, se realizará -una audiencia (a la que es conveniente sea convocado el Ministerio
Público) y, previo dictamen del Ministerio Público, resolverá el tribunal (art. 321). Si el incidente
se plantea en audiencia, es de aplicación lo previsto por el art. 320, al cual habría que realizarle
alguna adaptación en función de las propias previsiones del presente artículo.
La tramitación del incidente de tacha de falsedad no suspende el proceso principal hasta tanto
éste se encuentre en estado de dictarse sentencia, ya que para el dictado de ésta el tribunal
debe saber si dicho documento debe ser incluido en la valoración o no del material probatorio
diligenciado. La resolución que pone fin al incidente tiene naturaleza de interlocutoria simple,
impugnable por los recursos de reposición y apelación con efecto diferido (arts. 3222, 251,
núm. 3, 252.3 y 254), con la salvedad que tratándose de incidente formulado en audiencia, el
art. 320 dispone que la resolución que lo resuelva solamente admitirá e recurso de reposición,
sin perjuicio de hacer valer la circunstancia como causal de impugnación al deducir recurso de
apelación contra la sentencia definitiva del proceso principal. A este respecto también se ha
sostenido que igualmente cabría el recurso de apelación en aplicación del art. 147 que dispone
con carácter general la apelabilidad con efecto diferido de las resoluciones que resuelvan sobre
producción, denegación y diligenciamiento de prueba que, en definitiva, comprendería la
providencia que pone fin al incidente de tacha de falsedad.
La resolución que acoge la falsedad del documento, determina la perdida de autenticidad del
documento y de su eficacia probatoria.
180
173. Reconocimiento de documentos privados.
173.1 Sin perjuicio de lo dispuesto por el artículo 170.2, la parte que desee servirse de un
documento privado emanado de la contraparte podrá, si lo creyere conveniente o en los casos
en que la ley lo determina, pedir su reconocimiento por el autor o por sus sucesores.
Citado el autor por única vez, con el plazo de seis días, si no concurriere, se tendrá por
reconocido el documento; lo mismo ocurrirá si, concurriendo, diere respuestas evasivas.
Los sucesores podrán manifestar que no les consta que la autoría del documento sea de su
causante; pero si no concurrieren a la citación, se tendrá el documento por reconocido.
Como se expresó al estudiar el art. 170, los documentos privados no son de por si auténticos.
Sin embargo, la norma procesal les confiere una presunción de autenticidad inicial, la cual
puede ser destruida mediante el desconocimiento o la impugnación a través de la tacha de
falsedad, en las oportunidades que la ley establece (arts. 170.1, 171 y 172.1).
Asimismo, los mecanismos previstos para obtener la autenticidad del documento privado son:
mediante la certificación notarial o consular de las firmas (véase art 170.1), mediante el
reconocimiento judicial (expreso o tácito) de la firma o autoría, o a través de su presentación en
el proceso y su reconocimiento (expreso o tácito) por la contraparte a quien se atribuye la firma
o autoría (arts. 130.2 y 1702).
El sujeto pasivo de este procedimiento será el firmante del documento -cuando esté suscripto-o
su autor -cuando no esté firmado, o los sucesores cuando aquél haya fallecido; también puede
ser el poderdante, cuando el documento haya sido suscrito por una persona en representación
de aquél, pudiendo en este último caso citarse en forma indistinta al poderdante y al
apoderado.
Presentada la solicitud, el tribunal citará a las personas que se indican corno autores para que,
en el plazo perentorio e improrrogable de seis días, efectúen el reconocimiento o
desconocimiento de la firma o autoría del documento que el solicitante acompaña a su petición.
Cualquiera sea la calidad del citado, se le asigna la carga de comparecer ante la citación
recibida; en caso de incomparecencia se tendrá el documento por reconocido sin necesidad de
declaración expresa, precluyendo toda oportunidad procesal de discutir; su autenticidad.
- Cuando la citación recaiga sobre el autor (firmante o no) o apoderado de aquél a quien se
atribuyen los efectos jurídicos del documento, a la carga de la comparecencia se adiciona la
181
carga de pronunciarse categóricamente acerca de la firma o autenticidad del documento; si el
citado comparece y no responde acerca del objeto deja citación o lo hace en forma ambigua o
con respuestas evasivas, se aplicará la misma consecuencia que para la situación de
incomparecencia: se tendrá el documento por reconocido. Cuando se trate de citación al
apoderado, para la aplicación de las dos consecuencias jurídicas referidas por la norma, es
necesario que se acredite la vigencia de la representación al tiempo del otorgamiento, del
documento.
En caso de citación a los sucesores del autor o firmante, por tratarse de hechos que no les son
personales ni están en posición de conocer, es admisible la comparecencia a los meros efectos
de manifestar que no les consta que la autoría o la firma que luce el documento sea de su
causante, no operando en este caso el reconocimiento ficto.
A estos efectos son admisibles todos los medios de prueba permitidos por el Derecho. La
pericia caligráfica, mencionada por el artículo en examen, es sólo un medio más de prueba
que, aunque no hubiese sido mencionado por la norma, igualmente sería procedente;
lógicamente, cuando se desconoce la firma de un documento, la pericia caligráfica aparece
como el medio de prueba natural y más eficaz a los efectos de discernir sobre su autenticidad;
igualmente, según el criterio general, el dictamen pericial no tiene eficacia vinculante para el
tribunal, el que lo valorará conforme a las reglas de la sana crítica, pudiendo apartarse de él
consignando en el fallo lo motivos de ello (art. 184).
Art. 175. Documentos admisibles e inadmisibles. 175.1 Podrán presentarse toda clase de
documentos, aunque no sean manuscritos, como ser fotografías, radiografías, mapas,
diagramas, calcos, películas cinematográficas y otros similares.
182
175.2 No serán admitidas como medios de pruebas las cartas misivas dirigidas a terceros,
salvo en materia relativa al estado civil de las personas, quiebra, concurso y en juicios de o
contra el Estado y demás personas públicas.
A título enunciativo, la ley enumera distintas clases de documentos, con el objeto de marcar
nítidamente que se consideran comprendidos en la disposición tanto los documentos
manuscritos (tradicionalmente regulados como medio probatorio), como aquéllos meramente
representativos, en los que el objeto no contiene una declaración (de ciencia o voluntad), sino
que simplemente plasma el hecho representado, corno es el caso de la fotografía o el mapa;
asimismo, se incluyen los documentos que poseen un soporte físico distinto del papel, como es
la película cinematográfica, pero que poseen la misma característica que los anteriores: la
aptitud representativa. En definitiva, todos aquellos objetos corpóreos, que reúnan las notas
caracterizantes del documento, podrán ser utilizados por las partes en el proceso, como medio
de acreditar los hechos objeto de prueba.
177.1 Procede la prueba pericial, cuando para verificar hechos que interesen al proceso son
necesarios conocimientos artísticos, científicos o técnicos especiales.
177.2 Las partes no podrán solicitar sino un dictamen pericial sobre un mismo punto, salvo que
se produjera la impugnación de sus conclusiones en tiempo y forma. El tribunal podrá disponer
183
de oficio un nuevo dictamen cuando, a su juicio, procediere. (Redacción dada por la Ley
19.090)
La prueba pericial tiene por finalidad la verificación de hechos técnicos, cuya percepción o
entendimiento requieren de especiales aptitudes científicas que el juez de regla no posee.
El perito es un auxiliar del tribunal, ajeno a los intereses particulares de las partes que tiene por
función suministrar al juez argumentos o razones para la formación de su convencimiento
respecto de esos hechos, con base en sus conocimientos científicos, artísticos o técnicos, en el
marco del correspondiente encargo judicial.
Como rasgos caracterizantes de este instituto procesal, debe señalarse, en primer término, que
se trata de una actividad procesal, desarrollada en virtud de un encargo judicial. El dictamen
pericial es el resultado de un conjunto de actos procesales, que comprenden el acto de
proposición, la resolución judicial que da la prueba y designa al perito, determinando los puntos
sobre los que ha de pronunciarse y señalando un plazo para su presentación, la notificación al
perito y la aceptación del encargo, la práctica de la prueba, y la comunicación del dictamen a
las partes; el control asignado a las partes, en lo que refiere a la designación del perito, puede
dar lugar a otros actos procesales (procedimiento de recusación del perito art. 179, C.G.P.) que
completan el marco previo a la producción del dictamen.
El perito debe ser completamente ajeno a los intereses debatidos en el proceso, y debe basar
su dictamen, exclusivamente, en sus conocimientos científicos, artísticos o técnicos, que son
-precisamente- los que fundamentan su actuación procesal. La procedencia de la prueba
pericial deriva de la especial naturaleza del hecho a probar, en cuanto a los conocimientos
necesarios para su verificación, aspecto que determinará el tribunal al valorar la admisibilidad
del peritaje solicitado por las partes, o al disponer de oficio su realización, cuando está
facultado para ello. En determinados casos, y como solución de excepción, la ley establece la
preceptividad de este medio probatorio, consagrando la llamada "pericia forzosa".
La diferencia se proyecta también en los respectivos objetos: el perito se pronuncia sobre datos
procesales, en la medida que su contacto con los hechos viene dado por la existencia del
proceso; en cambio, el testigo declara lo que vio, por lo que su contacto con los hechos no
depende del proceso, sino que lo pre existe.
El perito será uno solo designado por el tribunal, salvo que las partes, de común acuerdo,
decidan otra cosa o lo requiera la complejidad de la cuestión a juicio del mismo tribunal, quien
184
también podrá, según las circunstancias, solicitar el dictamen de institutos, academias, colegios
u otros organismos o seguir el procedimiento de designación previsto por el artículo 3° de la
Ley N° 17.088, de 30 de abril de 1999, en la redacción dada por la Ley N° 17.258, de 19 de
mayo de 2000.
Se regula en esta norma lo ateniente al número de peritos, y ahora por la nueva ley, su
designación, estableciendo como solución de principio el peritaje singular. Esta regla admite
excepciones, habilitando la designación de las de un perito en tres hipótesis:
a) cuando exista acuerdo de partes en tal sentido (aplicación del principio dispositivo, articulo 1
del c.g.p.);
c) en los casos en que la ley establece la conformación plural del órgano pericial, como ocurre
en el marco del proceso de incapacidad (art 440 c.g.p.). En esos casos, como lo advierte
Tarigo, sería razonable mantener el número impar en la conformación del órgano pericial, aun
cuando la ley no lo establece en forma expresa. Rige, asimismo, el principio colegiado en la
actividad pericial, cuando la designación recaiga en más de un perito (art 181).
IMPEDIMENTOS Y RECUSACIONES.
Art.179. Impedimentos y recusaciones de los peritos. Los peritos están impedidos y son
recusables por las mismas causales que los jueces.
La causal deberá ser dada a conocer por el perito o por las partes dentro de los tres días
siguientes al de la notificación de la providencia que designo o de la audiencia en que se haga
su designación. Si aducida causal de recusación la misma no fuera aceptada por el perito se
procederá por el trámite de los incidentes y la resolución que recaiga será irrecurrible.
La recusación de los peritos propuestos por las partes sólo podrá fundarse en causas
superficientes.
La rendición de auxiliar del tribunal que reviste el perito, determina la necesidad de regular las
condiciones que aseguren su imparcialidad presupuesto insoslayable del dictamen pericial, En
ese sentido, la norma remite a las causales de impedimento y recusación de los jueces,
reguladas en el art, 325, C.G.P., en términos genéricos que comprenden "toda circunstancia
Comprobable que pueda afectar la imparcialidad por interés en el proceso en que interviene o
afecto o enemistad en relación a las partes o Sus abogados y procuradores así como por haber
dado opinión concreta sobre la causa sometida a su decisión (prejuzgamiento)” TARIGO
agrega a esas causales la inidoneidad o "incompetencia notoria” del perito, circunstancia que a
diferencia del régimen legal vigente que no la recoge expresamente estaba prevista corno
causal de recusación del perito en el art. 417 del Código de Procedimiento Civil; criterio que
resulta plenamente compartible, en la medida que la idoneidad del perito constituye un
presupuesto de la eficacia probatoria de su dictamen.
185
La causal de impedimento podrá ser puesta de manifiesto por el perito, dentro del plazo de tres
días siguientes a la notificación –de su designación-, solicitando se lo releve del encargo
judicial. En -ese caso,-podría obtenerse (con base en los principios de economía y celeridad
procesal; conf.: VESCOVI y -colaboradores), que el tribunal resolverá sin necesidad de previa
sustanciación, siendo razonable concluir que si el perito aduce circunstancias que a su juicio
pueden afectar su imparcialidad, no cabe otra solución (principio de razonabilidad) que
relevarlo de su encargo; de todas formas, nada obsta a que el tribunal sustancie dicha petición
con un traslado incidental a las partes, solución que representa una mayor garantía para las
partes, si tenemos presente que el tribunal no está legalmente constreñido a admitir la petición
excusatoria del perito (aunque ésa sea la solución razonable), de forma que podría
eventualmente desestimar la solicitud del perito y mantener firme su designación a pesar de las
circunstancias invocadas por aquél, afectando la garantía de imparcialidad que –en definitiva-
tutela el interés de las partes.
El perito puede, a su vez, limitarse a poner en conocimiento de las partes circunstancias que, a
su juicio, podrían afectar su imparcialidad, -sin requerir el relevamiento judicial de su encargo a
los efectos de que aquéllas puedan deducir la correspondiente pretensión recusatoria, si lo
estiman pertinente, en la forma y plazos señalados en este artículo.
El incidente recusatorio puede ser promovido por cualquiera dalas partes, dentro de los tres
días siguientes al de la notificación de la providencia que lo designe (que en la generalidad de
los casos, quedará notificada en la audiencia preliminar, de acuerdo con el principio edictado
en el art. 76, C.G.P.). La pretensión recusatoria se sustanciará por vía incidental, con un
traslado a la contraparte y al perito como advierte Tarigo, la remisión a las causales de
recusación de los jueces, no comprende al procedimiento recusatorio (incidente especial)
regulado en el art. 328, CG.P., por lo que la recusación de los peritos se tramitará por la
estructura de los incidentes innominados, debiendo distinguirse según se trate de un incidente
promovido en audiencia (art. 320) o -en la hipótesis más común- fuera de audiencia (art. 321).
Art. 180. Procedimiento. - La parte que solicite un dictamen - pericial señalará concretamente
las cuestiones sobre las cuales debe versar al conocer esa solicitud el adversario podrá adherir
a la misma agregando nuevos puntos. El tribunal resolverá sobre la procedencia del dictamen y
determinará los puntos que han de ser objeto del mismo de acuerdo con las proposiciones de
las partes y los que de oficio considere conveniente formular. Asimismo fijará el plazo en el que
deberá presentarse el dictamen, pudiendo prorrogarlo por una sola vez en caso de motivo
fundado, vencido el cual, caducará el encargo.
b) adhesión (etapa eventual), que deberá efectuarse por la contraparte al conocer la solicitud
de su adversario;
186
d) fijación de los puntos que han de ser objeto del dictamen y del plazo en que deberá
presentarse (plazo de caducidad), y designación del perito;
La adhesión a la prueba pericial, contemplada en esta norma como etapa eventual del
procedimiento probatorio, se configura por la solicitud que efectúa el adversario al conocer la
requisitoria original de su contraparte señalando en ese caso -con la misma precisión- el objeto
de su adhesión probatoria. Las oportunidades para esta adhesión dependerán del acto
procesal en que se inserte la solicitud pericial original:
c) si se tratara de una medida preparatoria, el adversario podrá adherir a la solicitud dentro del
plazo de la citación previsto en el art. 307.3, C.GP.;
d) finalmente, si el peritaje se solicita en el marco del art. 1183, C.G.P., la adhesión deberá
verificarse en la primera oportunidad procesal hábil al efecto (al evacuar el traslado de la
solicitud probatoria, o en la audiencia en que se formula dicha solicitud, etc.). El control de
admisibilidad, previsto en esta norma, remite a lo dispuesto en los arts., 24.6 y 341.6, C.GP., y
se integra con los conceptos de admisibilidad, conducencia, pertinencia y necesidad de la
prueba. Dicho control se efectuará, generalmente, en la audiencia preliminar (art. 341.6),
siempre que el peritaje no sea solicitado con posterioridad (art. 118.3. y art. 183.2).
Art. 181. Práctica de la prueba. - Los peritos, en caso de ser varios, deberán practicar unidos la
diligencia. En todos los casos se comunicará al tribunal y a las partes la fecha en que se habrá
de practicar la diligencia, a los efectos de que puedan concurrir asistidos por sus abogados y
sus asesores técnicos, pudiendo hacer las observaciones que estimen convenientes.
La prueba pericial se estructura sobre la base de un conjunto de actos procesales, que incluye
el acto de proposición (actos introductorios), la designación del perito y la determinación del
objeto del dictamen y del plazo para su presentación (audiencia preliminar) la realización de la
diligencia pericial (art 181) la presentación del dictamen y su eventual impugnación (art. 183).
En ese marco estructural, el art. 181 regula la práctica de la diligencia probatoria, es decir, del
acto o conjunto de actos que conforman el "examen pericial": inspección terminar de una finca
para determinar la existencia y causa de vicios constructivos, examen médico de una persona o
de su historia clínica, análisis de un documento con el fin de dictaminar sobre su autenticidad,
inspección del software de una empresa a efectos de determinar la eventual infracción a los
derechos de propiedad intelectual, etcétera.
La norma establece el deber del perito, de comunicar a las partes la fecha en que habrá de
practicarse la diligencia, a efectos de que puedan concurrir; en cuanto al lugar, si bien este
artículo no lo menciona, de regla la diligencia deberá practicarse en audiencia (art. 142), salvo
que la naturaleza o características de la diligencia determinen lo contrario, debiendo en dicho
caso comunicarse también el lugar donde se realizará la diligencia. Este deber de
comunicación, que no siempre es contemplado, consagra el correlativo derecho (en rigor, la
carga) de las partes de asistir a la diligencia pericial y de controlar esa actividad probatoria,
187
configurando en consecuencia una garantía cuya inobservancia podrá ameritar la impugnación
del dictamen.
La norma prevé, asimismo, la figura del asesor técnico de la parte; se trata de un auxiliar de la
parte, del que podrá servirse ésta a efectos de ejercer un adecuado control técnico de la
diligencia pericial. En relación con la presencia del tribunal en la diligencia pericial, se trata de
un auténtico poder deber, en el marco del principio de inmediación procesal (art. 8°); en ese
sentido, pueden citarse las opiniones de LANDONI y TARIGO, que consideran imprescindible
la presencia del tribunal en la práctica de la pericia.
Art. 182. Deber del encargo y responsabilidad. – 182.1. Los peritos designados tienen el deber
de cumplir sus funciones, salvo justa de abstención que deberán poner en conocimiento del
tribunal dentro de los tres días siguientes a la Comunicación de su designación y que aquél
apreciará libremente.
182.2: El incumplimiento por el perito del encargo judicial le hará pasible de responsabilidad
civil frente a las partes y disciplinaria ante el tribunal.
EI estatuto jurídico del perito, delimitado por los arts. 179, 180 núm. 2, 181, 182 y 185, se
construye en torno al concepto de deber, como situación típica del perito en tanto auxiliar del
tribunal, cuya conducta viene impuesta en consideración al interés general; de forma que en lo
que al artículo comentado refiere se establecen como deberes principales del perito, el de
aceptar el encargo (salvo justa causa de abstención), y el de cumplir el encargo en tiempo y
forma.
El incumplimiento de los deberes impuestos por la ley al perito, apareja su responsabilidad civil
frente a las partes, disciplinaria ante el tribunal, y –eventualmente penal (Código Penal, arts.
1183 y cc.); a lo que cabe agregar lo dispuesto en el la acordada 7449 de la Suprema Corte de
Justicia, que prevé como causales de exclusión de la nómina de peritos: "que el perito
renunciare al cargo más de dos veces en el mismo año calendario, sin causa justificada", "no
concurrir a aceptar el cargo dentro del tercer día a partir de la notificación, más de tres veces
en el mismo año calendario", «rehusar a dar dictamen o no presentarlo oportunamente", "no
concurrir a la audiencia a la que se le convoque, o no presentarse cuando se le requiera
informe ampliatorio, aclaratorio o complementario dentro del plazo que se fije".
Una vez notificada la designación judicial, el perito tiene el deber de aceptar el encargo, deber
del que sólo podrá exonerarse mediante la invocación y acreditación de una "justa causa de
abstención para lo cual dispone de un plazo de tres días siguientes a la comunicación de su
designación. El tribunal apreciara la causa invocada por el perito a fin de determinar si habilita
su exoneración, a cuyos efectos deberá valorar si las circunstancias alegadas son susceptibles
de afectar los derechos de las partes en el referido marco probatorio, en relación con la
imparcialidad del perito (por ejemplo, sí se alegan causales de impedimento, o aun de decoro o
delicadeza), la idoneidad del perito (por ejemplo, si el perito afirma no poseer la especialización
requerida para cumplir con el encargo), el plazo señalado para la prueba (por ejemplo, si se
alegan circunstancias personales del perito -enfermedad, viajes, etc.- que hagan improbable la
presentación en plazo del dictamen), etcétera.
OBSERVACIONES AL DICTAMEN
188
183.1 El dictamen pericial será comunicado a las partes y éstas, en el plazo de tres días luego
de aquella comunicación o en la audiencia de prueba, podrán pedir las aclaraciones o
ampliaciones que estimen pertinentes, las que serán evacuadas durante el curso de la
audiencia o si ello no fuera posible en el plazo que establezca el tribunal. En todos los casos, el
dictamen será examinado en la audiencia, a la que deberá concurrir el perito salvo que por
motivos debidamente fundado y tratándose de peritos designados en virtud de su función
pública, el tribunal exima la concurrencia.
183.2 También, en las mismas oportunidades, las partes podrán impugnar las conclusiones del
peritaje, aportando las pruebas que fundamentan la impugnación o solicitando la realización de
un nuevo peritaje por una sola vez (artículo 177.2).
183.3 El tribunal también podrá requerir del perito las aclaraciones y ampliaciones que estime
convenientes y disponer, por pedido de la parte que entienda fundado o de oficio, la realización
de un nuevo peritaje.
El control de las partes sobre el dictamen pericial se ejerce fundamentalmente a través del
derecho a examinar el dictamen y pedir las aclaraciones o ampliaciones que estimen
necesarias, o impugnar sus conclusiones y solicitar la realización de un nuevo peritaje, a cuyos
efectos disponen de dos oportunidades sucesivas: dentro del plazo de tres días de notificado el
dictamen, o en la audiencia de prueba, a la que deberá acudir el perito.
Las aclaraciones o ampliaciones del dictamen deberán referir, en todo caso, al objeto
delimitado en la oportunidad respectiva (art. 180), de forma que este derecho no puede
traducirse en una ampliación del objeto inicial de la prueba pericial; dichas aclaraciones o
ampliaciones deberán ser evacuadas en la audiencia de prueba (complementaria) o -si ello no
fuera posible- en el plazo Que señale el tribunal.
La impugnación de las conclusiones del peritaje, que también podrá efectuar la parte en las
oportunidades referidas, deberá ser fundada, con aportación -en su caso- de las pruebas que la
fundamenten pudiendo el impugnante solicitar la realización de un nuevo peritaje, por una sola
vez. Los fundamentos de la impugnación podrán referir no solo al valor científico o técnico de
sus conclusiones en relación con los hechos a probar, sino también a cuestiones de índole
procesal(por ejemplo, inobservancia del procedimiento legal, omisión del perito en notificar al
tribunal y a las partes la fecha de la diligencia, etc.).
En todo caso, cabe reafirmar la naturaleza de acto fundado del dictamen pericial, cuya eficacia
convictiva se sustenta necesariamente en el aval científico o técnico de sus conclusiones, lo
que permite el control de las partes y el tribunal en relación con esos fundamentos, mediante
las instancias previstas en esta norma (pedido de aclaraciones o ampliaciones, impugnación,
realización de un nuevo peritaje). El control de la prueba pericial no se limita a las partes, de
modo que el tribunal también podrá requerir del perito las aclaraciones o ampliaciones que
estime convenientes, y disponer a pedido de parte o de oficio, la realización de un nuevo
peritaje.
Art. 184. Apreciación del dictamen. - Los dictámenes de los peritos, salvo el caso de que las
partes le hayan dado a éstos el carácter dé arbitradores respecto de los hechos establecidos
en sus conclusiones y se trate de derechos disponibles, serán apreciados por el tribunal de
acuerdo con las reglas de la sana crítica (art, 140), debiendo consignar en el fallo los motivos
que tenga para apartarse de ellos cuando así lo haga.
La prueba pericial no escapa a la regla general de valoración consagrada en el art. 140 del
C.G.P.; de modo que, en principio, el dictamen pericial será valorado por el tribunal de acuerdo
a las reglas de la sana crítica, cuyo concepto remite al comentario de la norma referida (art,
140). La norma agrega que, en caso de apartarse de las conclusiones del dictamen, el tribunal
deberá consigna r en el fallo los motivos de tal apartamiento, lo que conlleva la exigencia de
189
que el fallo refleje un análisis crítico de las conclusiones del peritaje en el marco de una
valoración racional y coherente del material probatorio en su conjunto.
Es conveniente, para finalizar, referir la esencial diferencia entre la figura del perito arbitrador y
la del árbitro; como señala BARRIOS, "el árbitro aprecia, según la ley o la equidad, el hecho y
el derecho del caso; el perito sólo aprecia los puntos de hecho de modo que, en cuanto a la
función del perito arbitrador, se circunscribe al ámbito de la prueba, en el que sus conclusiones
sobre los hechos sometidos a su dictamen obligan al tribunal, pero en ningún caso le compete
sustituir al juez en la función de satisfacción (resolución del litigio).
185.1 Los honorarios de los peritos serán de cargo de la parte que solicitó la diligencia, sin
perjuicio de las condenaciones que imponga la sentencia.
185.2 En los casos en que la pericia hubiere sido dispuesta de oficio por el tribunal, requerida
por ambas partes o si, pedida por una, la otra también hubiere solicitado pronunciamiento
sobre determinadas cuestiones, los honorarios serán satisfechos por mitades.
185.3 En el peritaje solicitado por las partes se deberá consignar previamente, con
apercibimiento de tenerse por renunciada esa prueba, una suma adecuada que fijará el tribunal
para garantizar el pago de los honorarios y gastos.
185.4 La estimación de los honorarios de los peritos será comunicada a las partes en la
oportunidad prevista en el artículo 183.1. Si no mediare oposición, los honorarios serán
aprobados por el juez de la causa una vez concluida la labor pericial.
Previo a la realización del peritaje, la parte sobre la que recae el costo respectivo conforme a
las reglas contenidas en los incs. 1, y 2, deberá consignar una suma adecuada a juicio del
tribunal, con el fin de garantizar el pago de los honorarios y gastos que en definitiva fije el
tribunal una vez cumplida la labor pericial; la inobservancia de este requisito determinará la
renuncia (tácita) a la prueba. Si bien la norma (núm. 3) refiere al peritaje solicitado por las
partes, cabe concluir que este requisito (consignación previa) rige en todo caso, es decir,
también para el peritaje dispuesto de oficio, aunque en ese caso la sanción por incumplimiento
(renuncia a la prueba) no se compadecería con el fundamento de la iniciativa probatoria, que
remite al ámbito del poder-deber, y no al de la carga.
Finalmente, y en lo que refiere al procedimiento de fijación de los honorarios del perito, del
núm. 3 resulta que serán fijados en la sentencia definitiva, mientras que el núm. 4 remite al
proceso de regulación de honorarios de los abogados (ley 15.750, art. 144) para su
determinación, lo- que plantea indudablemente una dificultad interpretativa en la medida en
que, aparentemente, la misma norma consagra dos procedimientos diversos. La cuestión ha
dado lugar a distintas interpretaciones, que pasamos a reseñar sucintamente.
190
PRUEBAS NÚMEROS 5 Y 6: REPRODUCCION DE HECHOS E INSPECCION JUDICIAL.
INSPECCION JUDICIAL:
El tribunal, a petición de las partes o de oficio, puede inspeccionar personas, lugares o cosas
con la finalidad de esclarecer hechos que interesen a la decisión del proceso.
Podrá ser cometida al alguacil de la Sede la inspección que sólo tenga por objeto determinar la
identidad de los ocupantes de un inmueble. (Redacción dada por la Ley 19.090)
La inspección judicial constituye un medio de prueba, por el cual el juez percibe directamente el
hecho a probar a través de sus distintos sentidos. Se trata de un medio de prueba directo en
la medida que la percepción del juez opera directamente sobre el hecho a probar a través de
sus sentidos sin la intermediación de otro sujeto.
La nueva ley del CGP modificó este artículo agregando un nuevo inciso en el cual habilita al
Alguacil de la sede a cometer la inspección que solo tenga por objeto determinar la identidad
de los habitantes de un inmueble.
El objeto de la inspección judicial, entendiendo por tal la entidad sobre la que recae la actividad
de percepción del tribunal, se define sobre la base de una fórmula legal amplia ("personas,
lugares o cosas"), comprensiva de cualquier entidad corpórea o material e incluso de las
entidades intangibles o desprovistas de materialidad, entre las que cabe incluir, además de las
relaciones (distancia, magnitud, etc.), los ruidos, olores, etcétera. Cuando la inspección tiene
por objeto una persona, ya sea en el plano físico (cuerpo) o espiritual, la admisibilidad de la
medida probatoria deberá evaluarse en el marco más amplio de los derechos inherentes a la
personalidad humana (intimidad, por ejemplo), para determinar si la medida es susceptible de
afectar dichos valores y decidir, en consecuencia, si en el caso concreto éstos deben primar
sobre el derecho a la prueba, lo que podrá incidir en la valoración de la eventual negativa de la
parte a someterse a la inspección, conforme a lo dispuesto en el art. 189 de este Código.
a) como diligencia preparatoria (C.G.P., art, 309.6; -decreto-ley 14219, art. 67);
191
c) con posterioridad a la demanda y/o contestación si se tratare de acreditar hechos nuevos
(art. 118.3, inc.2);
d) en segunda instancia si se tratare de acreditar hechos nuevos (arL253.2, núm. 3). Solicitada
por las partes la realización de una inspección judicial, el tribunal sólo podrá rechazarla si la
medida resultare inadmisible, manifiestamente inconducente o impertinente, conforme al
régimen general (arts. 24.6, 144 y 341Nº3), pero no sobre la base de una -inexistente- potestad
discrecional
PROCEDIMIENTO
A la diligencia asistirá el tribunal y podrán hacerlo las partes con sus abogados y asesores
técnicos, quienes podrán formular las observaciones pertinentes, de las que se dejará
constancia en acta en forma resumida. A los peritos se les requerirá las explicaciones técnicas
del caso, pudiendo el tribunal por excepción, disponer que informen por separado en el plazo
que se les fijará al efecto. A los testigos se les interrogará libremente sobre el objeto de la
inspección.
b) Decreto admitiendo la medida y disponiendo su realización (lo que también podrá disponerse
de oficio sin previa solicitud de parte)
En cuanto a las etapas previstas para la proposición de este medio de prueba, son de
aplicación las reglas generales en la materia, resultantes de lo dispuesto en los arts. 309.6,
118, 131, 121.2, 253.2, 254.4, de este Código. Cuando la diligencia se desarrolla fuera de la
sede del tribunal, debe efectuarse una distinción según el lugar de la inspección se encuentre
dentro o fuera de la circunscripción territorial del tribunal que entiende en la causa; en el
segundo caso, cuando la inspección se desarrolla fuera del ámbito territorial del tribunal. cabe
concluir que el tribunal está facultado para trasladarse fuera de su ámbito territorial natural a
efectos de practicar la inspección (dando cuenta a la Suprema Corte de Justicia), o delegar la
diligencia en el tribunal territorialmente competente; la delegación prevista a título excepcional
en el art. 8° del C.G,P. ("cuando la diligencia deba celebrarse en territorio distinto al de su
competencia), constituye –de acuerdo a esta interpretación- una facultad y no un deber del
tribunal, que -reiteramos- podrá trasladarse fuera de su territorio para realizar la diligencia. De
acuerdo con dicha interpretación, la previsión contenida en el art, 443.1, C.G.P. (inspección
judicial del denunciado en el proceso de incapacidad), que faculta al tribunal a trasladarse fuera
de su territorio para practicar la inspección, sería manifestación del principio referido, y no una
excepción a la regla.
Rige en relación con este medio de prueba, el principio de inmediación (art. 8°), por lo que
-como lo establece el inciso segundo de este artículo en la diligencia deberá asistir el tribunal,
no pudiendo delegarla -en principio- en otro funcionario y tampoco en otro tribunal (con la
salvedad ya señalada en relación con las diligencias que deban cumplirse fuera de su territorio)
Nuestra jurisprudencia ha declarado la nulidad de inspecciones realizadas por funcionarios
distintos del juez (concretamente, el alguacil), por delegación de éstos, fuera de los casos en
que la ley admite tal delegación.
192
a) Podrán limitarse a asesorar al tribunal en el marco de la inspección para facilitar su
comprensión de los hechos percibidos directamente por aquél ("se les requerirá las
explicaciones técnicas del caso", según establece el inciso tercero de este artículo);
b) Podrán, además o en lugar de lo anterior, dictaminar en el marco más amplio del peritaje
dispuesto por el tribunal, de acuerdo con el procedimiento respectivo (arts. 177 y ss.). La
participación de testigos en la diligencia de inspección judicial, plantea interesantes cuestiones
sobre las que no existe consenso a nivel doctrinario:
a) resulta claro, en primer término, que el tribunal podrá disponer la concurrencia de los testigos
propuestos por las partes en sus respectivos escritos (demanda y contestación, de regla);
b) en relación con aquellas personas que no hubieran sido propuestas por las partes como
testigos, la admisibilidad de su testimonio en el marco de la inspección judicial resulta, al
menos, dudosa, en particular con referencia al "testigo espontáneo".
Art. 188. Reproducción de hechos. - Por el mismo procedimiento (arts. 186 y 187) podrá
procederse a la reproducción de los hechos bajo la dirección del tribunal, labrándose acta
resumida, en la que conste la realización de la diligencia y sus detalles, sin perjuicio de la
utilización de medios técnicos para el registro de lo actuado.
Al igual que la inspección judicial, la reproducción de hechos puede solicitarse por las partes:
a) Como diligencia preparatoria (siempre que se adecue a los fines previstos en el art 306,
CGP)
193
c) posteriormente, con relación a hechos nuevos o a los mencionados por la contraparte al
contestar la demanda (arts. 118.3; y 253,2, núm. 3 -segunda instancia-).
La iniciativa probatoria del tribunal es muy amplia en relación con este medio de prueba, de
acuerdo con el art. 186 de este Código (aplicable por remisión de la norma comentada), de
modo que, en todo caso, el tribunal podrá disponer de oficio la reproducción de hechos.
Art. 189. Colaboración para la práctica de la medida probatoria. - 189.1. Los terceros y las
partes tienen el deber de prestar la máxima colaboración para la efectiva y adecuada
realización de las inspecciones, reconstrucciones y pericias. En caso de injustificado
rehusarniento de los terceros a prestar la colaboración, el tribunal adoptará las medidas
conminatorias apropiadas remitiendo, si correspondiere, testimonio de lo actuado a la justicia
penal a los efectos pertinentes.
189.2. Si la colaboración referida causare gastos u otro menoscabo patrimonial a los terceros,
el tribunal fijará en forma irrecurrible las cantidades que las partes, conforme con el régimen del
art. 185, habrán de abonar a título de indemnización.
189.3. Si quien debiera prestar la colaboración fuera una de las partes y se negara
injustificadamente a suministrarla, el tribunal le intimará a que la preste. Si a pesar de ello se
persistiera en la resistencia, el tribunal dispondrá se deje sin efecto la diligencia, debiéndose
interpretar la negativa a colaborar en la prueba como una confirmación de la exactitud de las
afirmaciones de la parte contraria respecto del hecho que se quiere probar salvo prueba en
contrario.
La eficacia del proceso, y en particular de la actividad probatoria, descansa -en gran medida-
en la colaboración de las partes y de los terceros. -, El interés público en la función de la
prueba (y del proceso en general), convoca la colaboración de toda la sociedad (y no sólo de
las partes) en aras de "la efectiva y adecuada" realización de las diligencias de prueba, lo que,
en el plano normativo, se traduce en un conjunto de normas que confluyen en la vigencia de un
auténtico deber de colaboración en materia probatoria aunque con distintos alcances según el
medio de prueba y el sujeto de que se trate (sobre la vigencia y alcance del "deber de
colaboración" de las partes en materia probatoria, puede consultarse el comentario al art. 139:
"La doctrina de las 'cargas probatorias dinámicas'").
194
las barreras que pueden representar los intereses particulares, en el marco de una función
(instrucción) de prioritario relieve para la justa composición de la Litis.
La presunción prevista en este artículo, se limita a los hechos que conforman el objeto de la
concreta medida probatoria ("el hecho que se quiere probar"); se trata, además, de una
presunción simple, que admite prueba en contrario.
190. Procedencia. 190.1 Los informes que se soliciten a entidades públicas o privadas deberán
versar sobre puntos claramente individualizados y referir a hechos o actos que resulten de la
documentación, archivo o registro del informante.
195
190.2 No será admisible el pedido de informe que manifiestamente tienda a sustituir o ampliar
otro medio de prueba que específicamente corresponda por la ley o por la naturaleza del hecho
a probar.
190.3 Cuando el requerimiento fuere procedente, el informe sólo podrá ser negado si existiere
causa de reserva o secreto, circunstancia que deberá ponerse en conocimiento del tribunal
dentro del sexto día de recibido el oficio, estándose a lo que éste resuelva.
190.4 El tribunal, cuando lo entienda conveniente, podrá disponer que el informe sea recabado
directamente por uno de sus funcionarios.
190.5 Los abogados, escribanos y procuradores tienen derecho a solicitar, en cualquier oficina
pública, testimonio de cualquier documento o actuación administrativa o jurisdiccional,
expresando que se hace para presentarlo como prueba en proceso iniciado o a iniciarse o con
otra finalidad igualmente legítima.
La prueba por informe, que completa el elenco de medios probatorios regulados expresamente
por el c.g.p., se caracteriza por el requerimiento dirigido por el tribunal a entidades públicas o
privadas, a efectos de que remitan al proceso un informe (escrito) sobre los puntos que
conforman la solicitud, sobre la base del archivo, documentación o registro del informante.
El informe deberá en todo caso, estar respaldado por la documentación o archivo del
informante, a la que podrá recurrirse directamente en caso de dudas o impugnación, como lo
dispone el artículo 192.2, lo que permite afirmar una esencial conexión entre el informe y los
documentos en los que se sustenta (archivos, registros), que ha llevado a un sector de la
doctrina a cuestionar la autonomía probatoria del instituto.
El carácter sucedáneo de este medio probatorio permite delimitar sus contornos, en términos
expuestos; pero una vez precisado el objeto especifico de este instituto (hechos o actos que
resulten de la documentación, archivo o registro del informante), no cabe extenderlo a otros
supuestos en los que, por la naturaleza del hecho a probar, corresponda diligenciar otro medio
probatorio. En ese sentido, y de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 190.2 resulta inadmisible
el pedido de informe que manifiestamente tienda a sustituir o ampliar otro medio de prueba que
específicamente corresponda por la ley o por la naturaleza del hecho a probar.
b) salvo en el supuesto referido (negativa justificada, 190.3) el tribunal podrá imponer al sujeto
renuente, medidas conminatorias tendientes a obtener la colaboración requerida (arts. 189,
374), sin perjuicio de la eventual responsabilidad penal (Código Penal, art. 173; Código del
Niño, art. 216). El tribunal podrá también disponer que el informe sea recabado directamente
por uno de sus funcionarios (generalmente, el alguacil), de acuerdo con lo dispuesto en el núm.
4 del artículo comentado, En lo que refiere al trámite de la prueba por informe, una vez
solicitado el diligenciamiento en las oportunidades previstas legalmente al efecto (diligencias
preparatorias, demanda, contestación, contestación de la reconvención, y posteriormente en
196
los supuestos previstos en los arts. 118.3 y 121.2), el tribunal dispondrá (en la etapa oportuna:
de regla, la Audiencia Preliminar) el libramiento del oficio correspondiente, en el que se indicará
claramente el objeto del informe requerido (art. 190.1).
En cuanto a la iniciativa probatoria del tribunal, a falta de previsión expresa en relación con este
medio probatorio, deberá estarse a lo dispuesto en las normas que regulan con carácter
general el alcance de dicha iniciativa, a cuyo comentario nos remitimos (arts. 24.4 y 5, 25.2,
139.2, 193, 350.5).
Art. 191. Colaboración del informante. -, Corresponderá aplicar, respecto del diligenciamiento
de esta prueba, lo establecido en el art. 189.1 y .2 en lo que fuere pertinente.
En ese marco, el artículo comentado remite -"en lo que fuere pertinente"- al art. 189, incisos
primero y segundo, que regulan el deber de colaboración de los terceros "para la efectiva y
adecuada realización" de las medidas probatorias que contempla (inspecciones, pericias,
reconstrucciones, y -en virtud de la remisión indicada prueba por informe).
De modo que el alcance de este deber, resulta de lo dispuesto en el art. 189.1 y .2, a cuyo
comentario remitimos al lector; sin perjuicio de reiterar, a modo de síntesis, que en caso de
injustificado rehusamiento a prestar la colaboración requerida, el tribunal adoptará las medidas
conminatorias apropiadas (astreintes), de tal manera que signifiquen una "efectiva constricción
psicológica al cumplimiento dispuesto" (art. 374.2), remitiendo "si correspondiere" (es decir, si
la negativa fuera susceptible de encuadrar en un tipo delictivo, como el previsto en el art. 216
del Código del Niño) testimonio de lo actuado a la justicia penal. En el momento de analizar la
negativa del informante a prestar colaboración, deberá tenerse presente lo dispuesto en el art.
190.3 de este Código, que legitima dicha resistencia sólo "si existiere causa de reserva o
secreto" (por ejemplo, secreto bancario, tributario, profesional), que deberá ponerse en
conocimiento del: tribunal dentro del sexto día de recibido el oficio respectivo, estándose lo que
éste resuelva.
192.1. La contraparte podrá formular las peticiones tendientes a que los informes sean
completos y ajustados a los hechos a que han de referirse.
192.2. También podrán impugnar de falsedad al informe, en cuyo caso se podrá requerir la
exhibición de los asientos, documentos y demás antecedentes en que se fundara la
contestación. Tal impugnación sólo podrá ser formulada dentro del quinto día siguiente al de la
197
notificación de la providencia que ordenare la agregación del informe o en la propia audiencia
en que se presentare y se sustanciará por el trámite de los incidentes (arts. 320 y 321). Si
resultare la presunción de un delito de falsificación, será aplicable lo dispuesto por el art. 172.2.
La impugnación se sustanciará por el trámite de los incidentes (art. 320: incidente en audiencia;
art. 321: incidente fuera de audiencia), sin perjuicio de la eventual responsabilidad penal,
debiendo darse cuenta al tribunal competente en lo Penal en caso de "presunción de un delito
de falsificación", cuyo trámite (proceso penal) no habrá de afectar el desenvolvimiento ni el
resultado del incidente de impugnación en sede civil (art. 172.2, C.G.P.). En cuanto al control
previo al diligenciamiento de la prueba, la contraparte podrá solicitar (al contestar la demanda,
o en la audiencia preliminar, según el caso) la ampliación o reformulación del objeto del informe
mediante la inclusión de otros puntos a efectos de que el informe "sea completo y ajustado a
los hechos a que ha de referirse", como lo dispone el inciso primero del artículo comentado.
El art. 146 CGP, que en su núm. 1 menciona los distintos medios de prueba que hemos
examinado hasta ahora, en su núm. 2, agrega: “También podrán utilizarse otros medios
probatorios no prohibidos por la regla de derecho, aplicando analógicamente las normas que
disciplinan a los expresamente previstos”.
Todos los medios de prueba no previstos -muchos de ellos no previstos incluso porque aún no
han sido inventados- son admisibles, con la sola excepción de que no resulten prohibidos por la
regla de derecho.
Pero la expresión legal debe interpretarse con mayor amplitud, como equivalente a medios de
prueba no contrarios a Derecho, aun cuando no exista una norma específica que los prohíba. Y
así, cabe considerar naturalmente prohibido todo medio de prueba que atente contra los
derechos individuales, contra el derecho al propio cuerpo, a la libertad, a la privacidad, al
secreto de la correspondencia, a la inviolabilidad del domicilio y así, sucesivamente. De esa
concepción o de esa interpretación de la norma legal resulta, claramente, la inadmisibilidad de
medios de prueba tales como los llamados sueros de la verdad, el narcoanálisis, el hipnotismo,
etc.
198
Producción de los medios de prueba no previstos
Establece el art. 146.2, al igual que lo hiciera el art. 26 LAJ, que la utilización de los medios de
prueba no previstos se hará “aplicando analógicamente las normas que disciplinan a los
expresamente previstos”.
La cuestión implica la necesidad de determinar, caso por caso, la semejanza entre el medio no
previsto y alguno de los previstos, a través de los tres momentos fundamentales de su
mecanismo: la aprehensión, la registración y la reproducción del hecho.
Puede sostenerse, por lo que refiere a los instrumentos privados, que el CGP solamente ha
previsto los instrumentos de tal naturaleza suscritos -o inicialados o, simplemente, redactados-
por las partes y no los instrumentos privados suscritos por un tercero. Pero, ¿es admisible tal
instrumento como medio de prueba? Evidentemente, sí, salvo que se tratare de una carta
misiva dirigida a un tercero (salvo, todavía, que se tratara de alguna de las excepciones que
ahora ha establecido el art. 175.2).
A diferencia del art. 146.2 CGP, el art. 26 LAJ contenía una frase final que el CGP ha omitido,
según la cual, “Para su valoración se estará las reglas de la sana crítica”.
INDICIOS Y PRESUNCIONES
Concepto
La prueba por presunciones -enseña Guasp- es aquella prueba que emplea o utiliza un cierto
acaecimiento (hecho o acto) para convencer al tribunal acerca de la verdad o falsedad de un
determinado dato procesal. El nombre de este medio de prueba, por insuficiencia terminológica
-agrega- no alude a su esencia, sino a la operación realizada en él por el Juez; pero estima que
no resultan preferibles las denominaciones de prueba por indicios, prueba conjetural o prueba
por deducción.
El art. 1600 C. Civ., copia de los arts. 1349 del Código Civil francés y del Código Civil italiano,
pecar por exceso, puesto que tal definición puede adaptarse a todos los medios de prueba
indirecta, ya que todos ellos, consisten en hechos conocidos de los que, por deducción, se
deriva la existencia de hechos hasta ese entonces desconocidos e inciertos.
La presunción, considerada ahora como el hecho o acaecimiento que se utiliza para el posterior
razonamiento deductivo, es un hecho de cualquier especie que sirva para extraer de él
consecuencias que permitan llegar al conocimiento o a la prueba de un hecho hasta entonces
desconocido o no probado, pero con la peculiaridad de que este hecho o acaecimiento,
cualquiera que él sea, no tiene, en sí mismo, una finalidad probatoria específica o determinada.
199
a. Presunciones legales
Las presunciones legales, las presunciones establecidas por la ley, no constituyen un medio de
prueba, sino un desplazamiento del objeto de la prueba.
Fuera del objeto de la prueba quedan, como se sabe, los hechos incontrovertibles y, entre
éstos, cabe agrupar a los hechos presumidos por la ley, los hechos notorios, los hechos
evidentes, las verdades científicas.
La presunción legal, en efecto, no es otra cosa que un mandato de la ley por el cual se ordena
tener por cierto un hecho, siempre que otro hecho, indicador del primero, haya sido
comprobado fehacientemente.
Las primeras son aquellas en las cuales la conclusión legal tiene fuerza vinculante, no admiten
por consiguiente prueba en contrario, y el tribunal debe, en todo caso, tener por cierto el hecho
presumido por la ley una vez probado el hecho que le sirve de antecedente.
Las segundas son aquellas en las cuales la conclusión legal no tiene, necesariamente, fuerza
vinculante y que, por consiguiente, admiten prueba en contrario, producida la cual cae o queda
sin efecto la presunción legal.
El CGP, en su art. 138 establece que “No requieren ser probados: ...3) Los hechos presumidos
por la ley; contra tales presunciones es admisible la prueba en contrario, siempre que la ley no
la excluya”. Es decir, es el reconocimiento de las dos categorías antedichas y reguladas por el
Código Civil de las presunciones legales absolutas y relativas.
b. Presunciones judiciales
Las presunciones judiciales, o presunciones “que no se han establecido por la ley” como
expresa el art. 1605 C. Civ., son aquellas que “quedan confiadas a las luces y a la prudencia
del magistrado...”
Resulta frecuente o, más exactamente debería decirse que resultaba frecuente, la confusión
entre los conceptos de presunción e indicio. Así lo hicieron, por igual, nuestros dos Códigos
procesales del siglo pasado: el Código de Instrucción Criminal (CIC) al titular el capítulo que
contenía sus arts. 251 a 254, “De las presunciones o indicios” y al disponer, en el art. 253 que
“Las presunciones o indicios son de tres clases: anteriores, concomitantes y posteriores”; el
Código de Procedimiento Civil (CPC) al mencionar en su art. 349, como medio de prueba las
“presunciones o indicios”.
En otros casos, más que de confusión debía hablarse de identificación de conceptos, por
cuanto la sinonimia entre ambos era deliberada y fundamentada.
a. Concepto de indicio
Indicio -indicium, en latín- deriva del verbo indicere, que significa indicar, hacer conocer algo.
Esta función de indicar, de hacer conocer algo - dice Devis Echandia- la cumple el indicio en
virtud de la relación lógica que existe entre el hecho indicador y el hecho indicado, sin que
200
medie ninguna representación de este último. Consecuentemente, define el indicio como un
hecho conocido del cual se induce otro hecho desconocido, mediante un argumento que se
obtiene de aquél, en virtud de una operación lógico-crítica basada en normas generales de
experiencia o en principios científicos o técnicos.
Es decir, que en la prueba indiciaria aparecen como un todo indivisible el hecho y el argumento
probatorio que de él puede obtenerse.
El indicio no es, pues, el hecho, solamente, el hecho considerado en forma aislada y estática; el
indicio es la suma del hecho más el argumento probatorio que de él se deriva.
Indicio puede ser cualquier hecho -material, humano, físico, psíquico, simple, compuesto, etc.-
cualquier acaecimiento, siempre que de él sea posible obtener un argumento probatorio para
llegar, mediante una operación mental, lógico-crítica, al conocimiento de otro hecho que
constituye el objeto de la prueba, el hecho a probar.
La presunción judicial es, pues, un juicio lógico del Juez, en virtud del cual considera como
cierto o como probable un hecho determinado, fundándose para ello en las máximas de
experiencia que le indican cual es el modo normal en que se suceden o se concatenan los
hechos y las cosas.
La presunción judicial es, por consiguiente, el resultado del razonamiento probatorio del Juez, y
no un medio de prueba.
Pensamos, siguiendo a Devis Echandia, que los dos requisitos para la existencia jurídica del
indicio son la prueba plena del hecho indicador y su significación probatoria en relación al
hecho a probar.
Como señala Guasp no existe un verdadero procedimiento, entendida aquí esta palabra como
sinónimo de conjunto de trámites destinado a regular la realización de este medio de prueba.
Pero existe sí un procedimiento lógico, en el cual pueden distinguirse las tres etapas siguientes:
201
Para que pueda hablarse de presunción judicial es necesario que, en la base misma de ella,
exista un cierto acaecimiento, positivo o negativo, del que habrá de deducirse el hecho que se
quiere conocer.
Las cosas, los seres, los hechos se hallan vinculados entre sí por relaciones diversas, de
semejanza o de diferencia, de causalidad o de simple sucesión, de coexistencia, de finalidad,
de lugar, de tiempo, etc.
c. La justificación o consecuencia
El enlace lógico existente, la conexión que vincula al indicio con el hecho que se trata de
probar, se realiza mediante una operación que se verifica, no de acuerdo con reglas jurídicas,
sino de acuerdo con reglas lógicas, es decir con reglas del pensamiento.
La prueba presuncional constituye una prueba lógica o crítica, indirecta por consiguiente; su
apreciación o valoración está pues librada, casi por definición, al raciocinio del Juez, a sus
luces y a su prudencia, quien “no debe admitir sino las que sean graves” (art. 1605 C. Civ.).
Según se ha apuntado ya, las presunciones legales no constituyen un medio de prueba, sino
un desplazamiento del objeto de la prueba.
El hecho amparado por una presunción legal absoluta y el hecho amparado por una presunción
legal relativa o simple, sin que contra él se haya producido prueba en contrario, son hechos
excluidos del objeto de la prueba; la presunción legal que los cubre hace innecesaria la prueba
a su respecto.
El hecho amparado por una presunción legal simple o relativa, si se quiere producir prueba en
contrario, opera la inversión de la carga de la prueba, pues, naturalmente, la parte a quién
beneficia la presunción legal no debe producir prueba alguna ya que es la ley la que presume la
existencia del hecho, y es la contraparte, por consiguiente, quien debe probar el hecho
contrario al presumido.
Concepto: Se denomina impulso procesal al fenómeno por virtud del cual se asegura la
continuidad de los actos procesales y su dirección hacia el fallo definitivo. Es la actividad que
mueve la causa de fase en fase. Para BARRIOS DE ANGELlS, es la actividad que tiene por
finalidad el tránsito de un momento a otro del proceso desde su comienzo hasta su terminación.
Impulso del Tribunal: El tribunal coopera al desenvolvimiento del juicio señalando, por propia
decisión y dentro de los términos de la ley, plazos para realizar los actos procesales. La
estructura misma del juicio contribuye, por su lado, a que, agotados los plazos que se
conceden para realizar los actos, se considere caducada la posibilidad de realizarlos
(preclusión), pasándose a los actos subsiguientes.
202
El conjunto de estas situaciones asegura el impulso procesal de tal manera, que es el propio
interés de las partes el que les mueve a realizar los actos dentro del término que se les señala.
El juicio marcha, así, incesantemente, impulsado por las partes o por el tribunal hacia destino,
sin detenerse, salvo por acuerdo expreso o tácito de parte, sin regresar jamás.
Para que la preclusión se produzca, es menester que se haya consumido íntegramente el plazo
dado por la ley para la realización del acto pendiente'.
Pero a su vez, para que el plazo deba tenerse por extinguido, debe examinarse previamente su
propia naturaleza. De esta circunstancia deriva la necesidad de examinar la naturaleza,
caracteres y eficacia de los plazos procesales.
Art. 195. Forma de las resoluciones: Los tribunales dictaran sus resoluciones en forma de
providencias de trámite y de sentencias interlocutorias y definitivas.
La resolución judicial, como todo acto procesal, es una manifestación de voluntad, en este caso
emitida por el Órgano jurisdiccional, que tiene como finalidad determinar, en cada caso
concreto, el Derecho aplicable (procesal o sustancial), y que es creadora de efectos jurídicos.
Providencia: También, para referirse al género "resolución judicial", el código utiliza la locución
"providencia", a la que debemos entender como sinónimo de aquel. El nombre providencias es
común a las diversas clases de resoluciones, ya que dicho vocablo deriva de proveer,
suministrar, acceder, conceder. La voluntad jurídica del juez, dice COUTURE, se dispensa
tanto en las resoluciones de mero trámite como en las sentencias interlocutorias, como en las
sentencias definitivas.
Providencias de trámite:
203
La doctrina ha destacado como una de sus características, la ausencia de contenido decisorio
de estas resoluciones. Por el contrario, BARRIOS DE ANGELIS sostiene que también las
providencias de tramite son decisorias, por lo que no existe una diferencia de esencia entre
unas y otras resoluciones (providencias de trámite y sentencias), sino únicamente en cuanto a
su complejidad. El elemento decisorio, cuya aparente ausencia o presencia en la resolución es
utilizado como criterio diferenciador entre las providencias de trámite y las sentencias
interlocutorias, en la práctica no resulta de aplicación para todos los casos, ya que, aunque sea
mínimamente, aun las mere interlocutorias o de tramite implican una decisión, por más sencilla
que esta sea.
Los problemas que tradicionalmente se han presentado frente a este tipo de resoluciones son
respecto de su ejecutoriedad y en cuanto al desajuste entre su forma y el contenido; En lo
referente a la primera cuestión, ella ha sido solucionada directamente por la ley, que prescribe:
"Las providencias de tramite podrán rectificarse y ampliarse en cualquier momento, de oficio o
a pedido de parte, por razones de forma o de fondo, salvo si ya se ha operado preclusión" (art
214).
Sentencias Interlocutorias:
Estas resoluciones se pronuncian sobre cuestiones accesorias o conexas al objeto principal del
proceso; proferidas en medio del debate van depurando el juicio, desembarazándolo de
obstáculos que impedirían el dictado de una sentencia sobre el fondo.
Se trata de providencias que contienen alguna decisión sobre el contenido del asunto litigioso o
que se investiga y que no corresponde a la sentencia definitiva, o que resuelven alguna
cuestión procesal que puede afectar los derechos de las partes o la validez del procedimiento,
que no se limitan al mero impulso procesal.
204
En una concepción amplia, se entiende comprendidas en esta categoría las resolutivos que, sin
pones fin al proceso, obstan la continuación o avance de este, e incluso, agrega PERERA,
aquellas que impiden que el proceso continúe como tal, o en la forma que fue iniciado (aunque
continúe con otro contenido), y menciona como ejemplo la resolución que al fijar el objeto del
proceso descarta una de las pretensiones deducidas, ordenándose continuar el pleito respecto
de las demás.
Sentencia Definitiva:
La sentencia definitiva es el acto procesal por el cual el tribunal resuelve el conflicto sometido a
su decisión o excluye la insatisfacción jurídica planteada.
1. Desde el Angulo del proceso, constituye el modo normal de conclusión de este, pronunciada
una vez cumplidas las etapas preestablecidas legalmente.
1. Según el órgano del que emanan, se distingue entre sentencias (unipersonales o colectivas).
La distinción atiende a la integración del órgano, según este sea unipersonal o colegiado.
Nuestro ordenamiento jurídico, son unipersonales las dictadas por los Juzgados de Paz
(cualquiera sea su categoría) y pm los Juzgados Letrados, mientras que son colectivas las
emitidas por los Tribunales de Apelaciones y la Suprema Corte de Justicia.
2. En cuanto a la relación de la sentencia con el objeto del proceso, pueden dividirse en totales
o parciales, según resuelvan la totalidad o solo una parte de él. Ejemplo de sentencia parcial es
aquella que se pronuncia únicamente sobre la procedencia de una pretensión indemnizatoria,
determinando la existencia de la obligación resarcitoria pero sin fijar su monto, el cual podrá ser
determinado posteriormente a través del correspondiente incidente de liquidación previsto
expresamente en el art 378.
Sentencia meramente declarativa es aquella que tiene como contenido una mera declaración
o el reconocimiento de la existencia de un derecho preexistente. Por ejemplo, son declarativas
—en principio— la sentencia desestimatoria de una pretensión; la sentencia que declaraba
haber adquirido un inmueble en virtud de haber operado la prescripción adquisitiva treintañal; la
sentencia que declara la existencia o inexistencia de un derecho o de una relación jurídica (art.
11.3).
Sentencia constitutiva es aquella que no solo contiene una declaración, sino que también
crea, modifica o extingue una situación jurídica sustancial. Por ejemplo, la sentencia que
205
declara disuelto un vínculo matrimonial por divorcio; la que decreta la resolución de un contrato
por incumplimiento.
Sentencia de condena es la que no solo contiene una mera declaración, sino que además
impone una prestación de dar, hacer o no hacer. Por ejemplo, la sentencia que condena al
pago de una suma de dinero en virtud de un ilícito emergente de responsabilidad aquiliana; la
que condena a restituir la cosa prestada; la que condena a hacer una obra.
Requisitos Formales:
En cuanto a la forma que debe revestir la resolución, debemos acudir a las normas generales:
si la providencia es dictada en audiencia, se hará en forma oral y se registran en el acta de la
audiencia (art. 103); si el decreto se dicta fuera de audiencia se hará por escrito en el propio
expediente, y se identificara con un número (correlativo para providencias de tramite e
interlocutorias) y año correspondiente. El auto deberá contener la fecha y ser suscrito por el
juez.
Art. 196. Providencias de trámite. Las providencias de trámite se dictaran dentro de las
cuarenta y ocho horas de presentadas las peticiones de las pastes o las exposiciones de la
oficina, salvo las que corresponda pronunciar en la audiencia.
206
El artículo en análisis regula uno de los requisitos para el dictado de una providencia de trámite,
el temporal; los demás requisitos, como los relativos al lugar y la forma, no están
específicamente regulados en esta norma.
Requisito de tiempo
Las providencias de mero trámite son aquellas resoluciones que dicta el tribunal, que permiten
el desenvolvimiento del proceso posibilitando arribar al dictado de la sentencia definitiva que le
pondrá fin. Estas providencias de mero trámite o decretos de sustanciación -como también se
las denomina- pueden ser incitadas por la petición de las pastes (por ejemplo, la propia
demanda) u obedecer al ejercicio del poder-deber del tribunal de impulsar el proceso,
procurando su avance. (Arts. 3 y 9)
Cuando la parte o un tercero plantean una petición al juez -fuera de audiencia- este debe
resolverla en el término de cuarenta y ocho horas, a contar de su presentación en la oficina del
tribunal, computándose solamente días hábiles (art. 94). Si la petición es formulada por la
parte, en audiencia, deberá ser resuelta en la propia audiencia, solución emergente de los
principios de inmediación, oralidad, contestación y economía procesal (arts. 8, 9,10 y 100).
En el otro supuesto no hay pedido de parte, sino que es la oficina la que "expone" el expediente
al tribunal provocando el dictado de la resolución de trámite que corresponda al estado de la
causa (por ejemplo, ante el vencimiento de un término sin que se haya cumplido la actividad
prevista) En este caso, el plazo para el dictado del decreto de trámite, es también de cuarenta y
ocho horas; sin embargo la norma no aclara desde cuando se computa, si desde que la oficina
dispone el giro del expediente o desde que el expediente efectivamente es elevado al
despacho.
Requisito de lugar
El lugar natural de realización de los actos procesales es la oficina del tribunal, por lo cual, en
cuanto al dictado de resoluciones de trámite se aplica el mismo criterio. Excepcionalmente, la
ley prevé la posibilidad de actuación del tribunal fuera del ámbito de su oficina, y es admisible
en dichas oportunidades el dictado de alguna providencia de tramite (arts. 22.2, 187, 188 y
443).
EL MANDATO VERBAL
El referido decreto pretendió regular y precisar el Ámbito y límites de utilización del mandato
verbal. Ello surge claramente de los considerandos de la norma y de su art. 1°, que reza: "Son
resoluciones denominadas, "De mandato verbal del Señor Juez", las que se toman al proveer
en los expedientes ,judiciales .y se consideran como actos oralmente ordenados por el Juez al
Actuario -o quien desempeñe sus funciones- que las firma, para ser adoptadas en las
oportunidades procesales concretas a las que hace referencia este decreto" La finalidad del
artículo es, eminentemente, dar agilidad a la actividad administrativa dentro de la oficina del
Tribunal, indispensable para la tramitación de los expedientes, permitiendo, como se dice en
los considerandos, "un despacho instantáneo". En la práctica actual, el mandato verbal es
utilizado frecuentemente por los magistrados.
Requisitos Subjetivos:
Art. 199. Pronunciamiento según equidad. -Si mediare acuerdo de partes y siempre que estas
tuvieren la libre disposición del derecho aducido en juicio, podrá el tribunal fallar el asunto por
equidad (art. 25 1).
En efecto, se admite la posibilidad de fallar por equidad, en los supuestos previstos legalmente;
y ellos son el regulado en la norma en estudio y en materia de proceso arbitral (art. 477, núm.
5).
207
Podemos distinguir en el Código la consagración de los dos sistemas: jurisdicción de derecho y
de equidad; el primero, aplicable de principio al proceso oficial (o judicial), con la excepción
regulada en el presente artículo; el segundo sistema, aplicable de principio al proceso arbitral,
regulado en los arts. 472 a 507, con la excepción contenida en el art. 477, núm. 5, que habilita
a las partes a optar por un proceso arbitral decidido sobre la base de la norma de derecho.
Asimismo, el Derecho vigente contiene normas concretas que autorizan al magistrado a decidir,
en casos particulares, conforme a criterios de justicia (por ej., art. 32 de la Constitución).
La equidad puede ser definida de distintas maneras en primer término, y en una concepción
general, según COUTURE, u objetiva, según BARRIOS DE ANGELIS, como imparcialidad,
ecuanimidad, espíritu de justicia; se trata de valores abstractos.
En segundo término, coma orden supletorio, es el conjunto de valores al cual puede acudir el
juez, en casos particulares que no tienen solución prevista en el texto legal, al decir de
BARRIOS DE ANGELIS, la equidad como una flexión o dulcificación de la ley; entendemos que
se trata de la equidad como razonabilidad en la interpretación de los hechos concretos materia
del proceso, y en la interpretación e integración de la hipótesis normativa abstracta y general.
En nuestro ordenamiento jurídico, el juez tiene el deber de fallar aplicando la norma de derecho
(art. 26 1) y, en este sentido, la sentencia constituye la individualización y especificación de la
norma general y abstracta aplicada al caso concreto.
Y finalmente; según COUTURE, equidad, por oposición a derecho estricto, dícese del sistema
jurídico en el cual los jueces, cuando los faculta para ello la ley, pueden apartarse
prudentemente del derecho positivo que estimen injusto en el caso particular, acudiendo a los
dictados de su leal saber y entender Este Ultimo de los sentidos parece ser al que refiere la
norma en estudio, que permite al magistrado fallar incluso al margen de la norma de derecho.
Los requisitos que la ley establece para posibilitar al, juez a fallar por equidad —en el sentido
último expresado—, son regulados en la propia norma y son:
a) acuerdo de partes (todas las intervinientes en el proceso— art. 31) exteriorizado en la forma
idónea (por escrito u oralmente en audiencia);
b) que las partes tengan la libre disposición de los derechos debatidos en el proceso.
Decisiones Anticipadas:
200.1 En segunda instancia, los cuerpos colegiados podrán resolver, en cualquier momento, el
estudio en el Acuerdo por unanimidad de votos, aunque se hubiere ofrecido prueba. En este
último caso, deberá fundar las razones para prescindir de la prueba.
200.2 Cuando se trate de sentencias de segunda instancia, también podrán dictar decisión
anticipada los tribunales unipersonales, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 200.1.
(Redacción dada por la Ley 19.090).
208
En la actual concepción del proceso y de las normas procesales, las cuales tienen como
finalidad la efectividad de los derechos sustanciales, se han incorporado a las legislaciones
procesales diferentes mecanismos de abreviación de los procesos. Encontramos en el Código
numerosas soluciones que ejemplifican esta tendencia, que se refuerza con la consagración, a
texto expreso, del principio de economía procesal. Podemos mencionar, por ejemplo, el
carácter perentorio e improrrogable de los plazos, la implantación de estructuras monitorias, la
limitación de recursos (en determinados procesos), y también la posibilidad de adoptar decisión
anticipada.
La ley habilita al tribunal —en aquellos casos en que existen razones de simplicidad,
reiteración, urgencia o preservación de la buena fe procesal— a dictar la sentencia de segunda
instancia sin cumplir los requisitos temporales previstos por la norma.
De esta forma se suprimen etapas de la tramitación con lo cual hay menos demoras en el
proceso (con carácter general, se elimina la convocatoria a audiencia y, además,
específicamente en los tribunales colegiados, la etapa que insume la instrucción individual de
cada miembro).
Art, 201. Discordia parcial. — Cuando en los cuerpos colegiados se suscitare discordia de
naturaleza parcial, se redactara y suscribirá la decisión en los puntos de acuerdo, la que se
mantendrá reservada y se agregara a lo que luego se resuelva sobre el o los puntos discordes,
para lo cual se procederá a la integración del tribunal constituyendo una sola sentencia, que así
será notificada. El o los puntos discordes serán fijados por el tribunal en forma de acta
reservada, señalando concretamente la position de cada uno de sus integrantes al respecto,
con sus fundamentos, la que se incorporara a los autos una vez dictada la sentencia.
En la discordia parcial, se parte del supuesto de que entre los miembros componentes del
Tribunal existe acuerdo con relación a una parte de la sentencia por dictar y desacuerdo
respecto de uno o más puntos específicos, para lo cual se debe integrar: el Tribunal con otro u
otros ministros, pero al solo efecto de decidir esos puntos con exclusividad, manteniendo a los
nuevos integrantes fuera del conocimiento de la parte sobre la que hay acuerdo para dictar
sentencia.
Siguiendo a Tarigo, El art. 201 CGP ha venido a establecer, con meras variantes de redacción,
la solución por la cual, en caso de discordia parcial -esto es, de discordia en algún aspecto de
la sentencia de segunda instancia a dictarse por un tribunal pluripersonal- la integración del
209
tribunal, con un Ministro de otro tribunal elegido por sorteo, se hará a los solos efectos de
dirimir ese punto en discordia.
Los tres integrantes del tribunal colegiado de segunda instancia -Tribunal de Apelaciones-
pueden estar acordes en el contenido de la sentencia a dictar -por ejemplo, en confirmar la
sentencia de primer grado- pero uno de ellos puede discrepar, por ejemplo también, en la
condenación en costas y costos impuesta al perdidoso por el Juez a quo, por considerar que no
actuó con malicia temeraria sino tan solo con ligereza culpable.
El Ministro que habrá de integrar el Tribunal de Apelaciones en este caso, deberá limitar su
voto a la cuestión relativa a la confirmación o la revocación de las condenas procesales, no
pronunciándose, en cambio, sobre la cuestión de fondo que contaba ya con tres votos
conformes. La discordia parcial no deja de serlo aun cuando los puntos en que falte el acuerdo
sean más de uno, siempre, naturalmente, que la discordia siga siendo parcial y no sea total. Si
el fundamento es distinto, pero el fallo es el mismo, no hay discordia.
Mayorías:
Requisitos de Contenido:
PRINCIPIO DE CONGRUENCIA:
Art 197. Forma de la sentencia. - El tribunal estudiara par si mismo los procesos, dictara
personalmente la sentencia y la suscribirá.
A continuación se establecerá, de modo claro y sucinto, el a los puntos litigiosos, los hechos
que se tienen por ciertos y los que han sido probados, consignándose los fundamentos de
derecho en cuya virtud se les tiene por tales.
210
El ámbito de aplicación de la norma en examen abarca tanto las sentencias interlocutorias
como las definitivas, puesto que, el término "sentencias" es utilizado por el Código para
designar ambas categorías de resoluciones judiciales.
En cuanto a la forma que debe revestir la sentencia -aspecto regulado en el presente artículo-
el tema ha sido estudiado por la doctrina desde distintos puntos de vista.
En primer término, la sentencia, como todo acto procesal, debe ajustar su forma a los requisitos
generales previstos para todos los actos procesales regulados en los arts. 62 a 65.
En segundo lugar, deberá cumplir los requisitos específicamente previstos por la ley para ese
acto, aspecto regulado en el presente artículo y en el siguiente, en lo que se refiere al
contenido.
Respecto de los requisitos formales internos de la sentencia, TARIGO los agrupa en tres
grandes partes: encabezamiento, motivación y fallo.
Encabezamiento
Como primer requisito, debe contener "la fecha", es decir, especificación del día, Mes y año de
su dictado, lo que per mite vincula]: el acto con los que le preceden y suceden en orden
cronológico; también debe indicarse el lugar, que será la ciudad donde tiene sede el tribunal.
En segundo término, se deben identificar los autos, que consiste en individualizar las partes
intervinientes en el proceso (aquellas sobre las cuales recaerá la sentencia) y el objeto del
proceso en forma sintética, por ejemplo, cobro de pesos, divorcio, etc.
Motivación:
En especial, para las partes del proceso, puede afirmarse que permite a las partes conocer los
motivos que llevaron al magistrado a la convicción sobre el acaecimiento o no acaecimiento de
deltas circunstancias de hecho y las razones jurídicas que lo determinaron a la aplicación de la
norma jurídica a esos hechos. De esa manera, estarán en condiciones de aceptar la decisión
de acuerdo con motivaciones racionales o de fundar una adecuada impugnación.
El juez no se puede conformar con ordenar, sino que debe descender al nivel del justiciable y,
al mismo tiempo que le manda, debe explicarle la racionalidad de esa orden. Como señala
dicho autor, "la motivación es, antes que nada, la, justificación que quiere ser persuasiva, de la
bondad de la sentencia.
a) Debe ser expresa, el tribunal debe consignar claramente sus propios argumentos, que en un
itinere lógico lo llevan a adoptar la decisión. No es admisible la remisión a otros actos o
reemplazarla por una argumentación genérica o global, por ejemplo, a la prueba producida,
b) Debe ser Clara, las razones o motivos deben ser expuestos en forma data, de manera que
no den lugar a dudas, para que aquellos puedan ser fácilmente comprendidos.
211
c) Debe ser completa e incluir todos los argumentos de cada una de las cuestiones sometidas a
decisión, y que la justifican.
Una primera cuestión es la inclusión de los hechos que "se tienen por ciertos" y los que "han
sido probados" en cuanto a los hechos que se tienen por ciertos, la norma alude,
implícitamente, a aquellos hechos que el tribunal debe tener por ciertos sin necesidad de
prueba (Ej., los hechos no controvertidos categóricamente: arts. 130.2 y 137). En cuanto a los
hechos que se tienen por probados, se alude al análisis de los hechos narrados por las partes a
la luz de la prueba producida, que tiende a la formación de un juicio de convicción acerca de la
certeza de esos hechos. En este sentido, el juez debe expresar claramente cuál fue la
valoración de la prueba que realice y, en definitiva, cueles son las razones que lo llevaron a
tener por acreditados determinados hechos.
d) Debe ser legítima, referido este aspecto a la validez intrínseca de las pruebas valoradas en
la sentencia, como a aquellas que provengan del debate
e) Debe ser lógica, el tribunal debe seleccionar las pruebas que han de fundar su
convencimiento y determinar los hechos que a su juicio aquellas demuestren; pero este
procedimiento debe respetar las reglas de valoración de la prueba establecidas legalmente, de
la sana critica racional, de la lógica y la experiencia y, en algunos casos, de corresponder al
valor que la ley atribuye al medio probatorio. En este sentido, señala DE LA RUA que la
motivación, para ser lógica, debe ser coherente, constituida por un conjunto de razonamientos
armónicos entre sí; debe ser congruente, en cuanto a las afirmaciones, deducciones y
conclusiones; deben guardar adecuada concordancia entre sí (no contradictorias e
inequívocas).
FALLO:
Actualmente, advertimos que el juez, enfrentado a las circunstancias del caso, debe analizarlas
de tal modo de reducirlas a un "tipo" que le permita compararlo con los previstos en el universo
normativo del derecho positivo vigente; esta operación supone un acto de valoración jurídica.
Posteriormente, de seguir un acto de selección entre las diversas normas eventualmente
aplicables: cual se ajusta mejor al caso; en dicha tarea, resulta fundamental la labor
interpretativa de los textos jurídicos (no siempre precisos y determinados), toda lo cual
determina que este proceso sea irreductible a un simple esquema silogístico.
PRINCIPIO DE CONGRUENCIA:
Según el Diccionario de la Lengua Española, deriva del latín "congruencia", que significa
"conveniencia" y "conveniencia" alude a 'correlación y conformidad entre dos cosas distintas" y
"conformidad" a la "correspondencia de una cosa con otra".
212
Entonces, el principio o requisito de congruencia de las resoluciones judiciales implica la
necesaria correspondencia que debe existir entre la sentencia y "otra cosa"; cual es esa "cosa"
o "elemento", es lo que no resulta sencillo establecer.
DEVIS ECHANDIA afirma que la congruencia implica que exista identidad jurídica entre lo
resuelto y las pretensiones incoadas en la demanda y excepciones de mérito que tienden a
desvirtuarlas.
Entendemos que la congruencia debe entenderse entre dos elementos: uno de ellos es la
sentencia, y más concretamente su parte dispositiva (fallo), y el otro, el objeto del proceso
concreto; ello permite superar las dificultades anotadas precedentemente.
Se han invocado diversas razones que justifican la consagración del principio de congruencia.
a) La aplicación del principio dispositivo seria la base de la congruencia, ya que aquel implica el
derecho de las partes de seleccionar los datos de hecho que ponen en consideración del
tribunal y de formular las peticiones; como consecuencia, este no podrá apartarse en la
resolución de dichos extremos.
b) Es una derivación del principio de contradicción, como garantía del debido proceso.
c) Se impone en mérito de la necesidad de evitar un exceso de poder de los jueces, pero esto
no explica todos los supuestos de incongruencia (por omisión).
d) Se trata de una consecuencia lógica de la relación jurisdicción como derecho y deber del
Estado. Los derechos de acción y de contradicción imponen al Estado el deber de proveer
mediante un proceso y por una sentencia, cuyo alcance y contenido están delimitados por las
pretensiones y las excepciones, que complementan el ejercicio de aquellos derechos.
213
constituyen una selección, realizada por el actor, de aquellos acontecimientos de la vida que
fundan la solicitud de la declaración, constitución o condena, y generalmente consiste, por un
lado, en una alegación expresa de los hechos constitutivos de su pretensión (por ejemplo: la
existencia de un crédito emergente de una relación de trabajo, el cual no ha sido satisfecho
(negación de la existencia del hecho extintivo del primero), y por otro lado, se evidencia un
planteo implícito de la inexistencia de hechos impeditivos, modificativos o extintivos de los
efectos del hecho constitutivo que se invoca explícitamente, en mérito de que, aunque sea
tácitamente, son descartados a priori (por ejemplo: la existencia de compensación, o la
ausencia de la relación laboral).
Es así que tanto los hechos constitutivos invocados expresamente por el actor en su demanda
como los extintivos implícitamente introducidos en esta, integraran el objeto del proceso y
podrán ser considerados por el tribunal. Asimismo, el demandado, al contestar la demanda,
puede proponer hechos cuya existencia solo puede ser alegada por el (ej., transcurso del
tiempo como modo de operar la prescripción extintiva).
Por su parte, VESCOVI sostuvo inicialmente que se trataba de un error in procedendo y luego
vario su posición, estimando que la incongruencia de la sentencia debe ser considerada como
un error en el fondo o in iudicando.
Finalmente, podemos señalar la postura de ABAL quien descarta que se trate de un error in
iudicando, ya que puede ser que una sentencia incongruente se ajuste al derecho sustancial,
214
pero, sin embargo, resuelve un objeto que no es del proceso, o deja de resolver un objeto que
sí lo era. Este error de procedimiento configura una inadmisibilidad, una ausencia de
presupuesto procesal (por falta de jurisdicción del tribunal); cuando la incongruencia es por
exceso y cuando la incongruencia es por restricción, estamos ante una sentencia anulable a
tenor del art. 110 del C.G.P.
El determinar cuál es la naturaleza jurídica del vicio que provoca la incongruencia tiene
trascendencia práctica a la hora de impugnar la sentencia defectuosa.
CLASES DE INCONGRUENCIA
Tradicionalmente, se han distinguido dos tipos de incongruencias: por exceso (extra petita y
ultra petita) y por defecto (citra o minus petita). También, cuantitativas o cualitativas, positivas
negativas.
a) Incongruencia por exceso. Comprende diversas hipótesis, algunas de ellas relativas a las
peticiones y otras referidas a los hechos. Las primeras se dan cuando, en la sentencia, el
tribunal resuelve una petición que no fue planteada por las partes y no Integra el objeto del
proceso o concede algo adicional a lo requerido. Las segundas se presentan cuando el
magistrado acepta o rechaza el requerimiento, pero basándose en hechos distintos de los que
formaban parte del objeto del proceso, o resuelve en contradicción con los hechos admitidos
por las partes (extra petita)
También, hay incongruencia por exceso, cuando el tribunal otorga cuantitativamente más de lo
pretendido o menos de lo que el demandado acepto (ultra petita).
Las sentencias deberán contener decisiones precisas, expresas y positivas sobre los
requerimientos que integran el objeto del proceso, fundándose en los hechos denunciados por
las partes que lo integran. También deberán contener pronunciamientos sobre las
condenaciones procesales, independientemente de que tal cuestión haya sido o no requerida
por las partes. Este aspecto no se encuentre alcanzado por la congruencia, sino que es un
deber del tribunal el resolverlo acorde con lo que corresponda a cada caso concreto (arts. 56 y
ss.).
203.1 Los tribunales, sean unipersonales o colegiados, deberán dictar la sentencia al término
de la audiencia final, y en esa misma oportunidad, expedir el fallo con sus fundamentos; de
todo lo cual se dará lectura a los efectos de su comunicación (artículo 76).
203.2 El tribunal, sea unipersonal o colegiado, podrá diferir la expresión de los fundamentos,
suspendiendo a tal efecto la audiencia, la que deberá llevarse a cabo en plazo no mayor de
diez días si se tratare de sentencia interlocutoria y de quince días si se tratare de sentencia
definitiva. En este caso, los plazos para recurrir se contarán a partir del primer día hábil
siguiente.
215
203.3 Cuando la complejidad del asunto lo justifique, se podrá diferir el dictado de la sentencia
con sus fundamentos, suspendiendo a tal efecto la audiencia, la que deberá llevarse a cabo en
plazo no mayor de quince días si fuere interlocutoria y de treinta días si se tratare de sentencia
definitiva. En este caso, los plazos para recurrir se contarán a partir del primer día hábil
siguiente.
203.4 Lo dispuesto por el ordinal primero de este artículo no rige en los casos en que la ley
permite expresamente que la sentencia sea dictada por escrito y fuera de audiencia, y los
casos de jurisdicción voluntaria en que las providencias se dictan fuera de audiencia.
En estos casos, los plazos para dictar sentencia serán de quince días si se tratare de
interlocutoria y de treinta días si se tratare de definitiva, contado a partir de que hayan sido
puestos los autos al despacho a tal efecto. Si entre esa fecha y la de la última actuación
mediaran más de diez días, el plazo comenzará a correr desde la última actuación. Si se
tratare de tribunal colegiado, cada integrante dispondrá del plazo de estudio que prevé el
artículo 204.1, que se computará conforme con lo establecido por el artículo 208. El plazo para
dictar sentencia se contará a partir del día hábil siguiente al del Acuerdo, que deberá realizarse
dentro del plazo de cinco días contados desde el hábil siguiente a la devolución de los autos
por el último ministro. (Redacción dada por la Ley 19.090).
La ley 19.090 mejora la redacción del artículo en todos sus ordinales. En los ordinales 203.2 y
203.3 se aclara que los plazos para recurrir se cuentan a partir del primer día hábil siguiente (a
la expresión de los fundamentos o del dictado de la sentencia, respectivamente).
En el ordinal 203.4 se establece que el plazo para dictar sentencia se contará a partir del primer
día hábil siguiente al del acuerdo, y se fija un plazo para realizar este acto, de cinco días a
contar desde el primer día hábil siguiente a la devolución de los autos por el último ministro.
a) se autoriza a dictar el fallo y a diferir la expresión de los fundamentos para una ulterior
audiencia, por realizarse en un plazo no mayor de diez días si se tratara de sentencia
interlocutoria, y de quince días si se tratara de sentencia definitiva;
b) se podrá prorrogar el plazo para dictar la sentencia con sus fundamentos por quince días, si
se tratara de interlocutorias, y por treinta días si fueran sentencias definitivas, siempre que la
complejidad del asunto lo justifique; deberá en todo caso dictarse la sentencia en audiencia
convocada al efecto;
c) finalmente, el inc., 4° remite a supuestos en los que la ley autoriza expresamente el dictado
de la sentencia por escrito y fuera de audiencia, así como los procesos de jurisdicción
voluntaria en que las providencias se dictan fuera de audiencia.
Por lo que se refiere a la segunda excepción, conforme a la cual el tribunal podrá diferir el
dictado de la sentencia y sus fundamentos cuando la complejidad del asunto lo justifique (inc.
216
3°), conviene señalar que se ha convertido en la regla; en la medida en que, a falta de criterios
o pautas legales que concreten la referencia genérica a la "complejidad del asunto", es el
propio tribunal quien determina discrecionalmente en cada caso, si existe mérito para diferir el
dictado de la sentencia. Esta posibilidad de prorrogar la audiencia a efectos del dictado de la
sentencia se reitera, en los mismos términos, en el art. 343.7.
Los casos en que la ley habilita, expresamente, el dictado de la sentencia por escrito y fuera de
audiencia refieren, fundamentalmente, a determinadas sentencias interlocutorias y al instituto
de la "decisión anticipada" (art. 200), previsto para la segunda instancia y la casación; sin
perjuicio de relevar otras hipótesis de sentencias dictadas fuera de audiencia, como la
sentencia inicial del proceso monitorio (que la doctrina reputa, mayoritariamente, de naturaleza
definitiva).
Los plazos para el dictado de sentencia, en aquellos casos en que la ley autorice expresamente
que sea dictada fuera de audiencia, son de quince días si se trata de interlocutoria, y de treinta
días si se trata de definitiva, de puestos los autos al despacho al efecto, Si desde la Última
actuación y la puesta de los autos al despacho del juez median más de diez días, el plazo se
cuenta desde la fecha de la Última actuación, solución que estimamos correcta a los efectos de
evitar la dilación del proceso, y que reproduce con algunas variantes la prevista en materia
contencioso administrativa de anulación por el art.. 82 del decreto-ley 15.524. Tratándose de
tribunal colegiado, cada integrante dispondrá de los plazos previstos en el art. 204.1 (quince
días cuando son interlocutorias y treinta días cuando se trata de definitivas), que se
computaran de acuerdo con lo establecido en el art. 208; comenzara a computarse el plazo
para el dictado de sentencia a partir de la fecha de devolución de los autos por el Ultimo
Ministro.
El cómputo de estos plazos, así corno de los restantes plazos previstos en este artículo, debe
efectuarse de acuerdo con lo establecido en los arts. 93 y siguientes; en ese sentido, y si bien
el art. 92 regula el comienzo de los plazos "establecidos para las partes", cabe concluir que
dicha regulación se aplica también a los plazos previstos para los actos del tribunal, ya sea por
vía de interpretación contextual o de integración analógica. Cabe considerar, para concluir, las
consecuencias del indebido dictado de sentencia fuera de audiencia, en los supuestos en que
legalmente correspondía su dictado en audiencia. TARIGO concluye que, en esos supuestos,
la sentencia dictada fuera de audiencia, aunque irregular, es válida, ya que dicho vicio no
produce la nulidad del acto; recurre, en su fundamentación, a los principios vigentes en materia
de nulidades. TARIGO reseña la posición, sustentada inicialmente por los dos Tribunales de
Apelaciones de Trabajo, que afirma la nulidad de la sentencia dictada indebidamente fuera de
audiencia, sobre la base de los siguientes argumentos, que, en opinión del autor, no conducen
a la solución de nulidad indicada:
a) Los jueces no pueden violar las formas del proceso que son de orden público, y transformar
así un proceso oral en escrito;
b) La sentencia dictada fuer a de audiencia es un acto contra leggem, que causa nulidad
absoluta, porque carece de un requisito indispensable para su validez (art. 111), por lo que
debe declararse de oficio (arts.24. 9 y 217);
c) El art 18.3 del C.G.P. prescribe que la sentencia se dicte al final de la audiencia; dispone el
art. 100 que, en los procesos por audiencias, el tribunal debe presidirlas por sí mismo, bajo
pena de nulidad, lo que implica, necesariamente, la realización de la audiencia;
217
señala como excepción, el proceso contencioso administrativo de anulación, cuyo régimen
normativo (arts. 83 y 84, decreto-ley 15.524) puede determinar la nulidad de la sentencia por
vencimiento de los plazos señalados a cada ministro.
204.1 En los tribunales colegiados, el estudio será sucesivo. El plazo de que dispone cada
integrante será de diez días en los casos de sentencias interlocutorias y de veinte días
tratándose de sentencias definitivas (artículo 344.2).
204.2 Devueltos los autos por el último ministro, se pondrán al Acuerdo (artículo 203.4). En
caso de no dictarse decisión anticipada, se convocará a la audiencia respectiva, que deberá
realizarse dentro de un plazo que no podrá exceder de treinta días.
204.4 Para el caso de contar con medios tecnológicos adecuados que permitan un adecuado
estudio de la causa, previa reglamentación de la Suprema Corte de Justicia, se podrá disponer
el estudio simultáneo”. (Redacción dada por la Ley 19.090).
La nueva ley consagra como regla el estudio sucesivo, ajustándose a la realidad de nuestra
práctica forense. En efecto, el sistema de estudio simultáneo mediante facsímil resultó
inaplicable por razones fundamentalmente económicas.
Sin perjuicio de ello, se incluye una norma programática en el ordinal 204.4, previendo la
posibilidad de disponer el estudio simultáneo previa reglamentación de la Suprema Corte de
Justicia para el caso de que los medios tecnológicos permitan un adecuado estudio de la
causa.
El ordinal 204.2 reconoce la existencia del acuerdo como forma de aplicar la regla de la
colegialidad, y se coordina con la disposición del art. 200.1: si no se decide dictar sentencia
anticipada, debe convocarse a audiencia, la que debe realizarse en un plazo que no puede
exceder de treinta días.
218
No dice la norma que ocurre en caso de rechazo de la prueba, por lo que entendemos que el
plazo no podría considerarse suspendido en el período que va desde la petición hasta la
denegatoria. En efecto, las hipótesis de suspensión de los plazos son taxativas, y requieren de
un texto expreso habilitante, que en el caso no existe.
Sin embargo, en casos excepcionales, el tribunal puede disponer un segundo estudio sucesivo
y celebrar el acuerdo una vez culminado el mismo. En esos casos, cada ministro dispone de un
plazo individual de estudio de cinco días y la oficina de la mitad del establecido por el artículo
208. Devueltos los autos por el último ministro, se ponen al acuerdo, y el plazo para dictar
sentencia se debe contar a partir del día hábil siguiente al del acuerdo, que debe realizarse
dentro del plazo de cinco días contados desde el hábil siguiente al de la devolución de los
autos por el último ministro.
Esta solución ya era aplicada por algunos tribunales en casos de diligenciamiento de prueba
ordenada después del estudio inicial.
La ley habilita, no obstante, a que el estudio se realice en forma sucesiva por cada uno de los
Ministros, y a tales efectos acorta los plazas de estudio a diez y veinte días, siempre que se
trate de sentencias interlocutorias o definitivas, respectivamente; en caso de optar por el
estudio sucesivo, no es necesario el dictado de resolución al respecto.
En todo caso, y de acuerdo con lo dispuesto en el art. 208, los Ministros harán constar la fecha
en que reciben y aquella en que devuelven los autos que les son pasados a estudio, como
forma de control de cumplimiento de los plazos señalados.
Cuando la segunda instancia se tramite ante un tribunal unipersonal, su titular dispondrá del
plazo de estudio de quince días en los casos de sentencia interlocutoria y de treinta días
tratándose de sentencias definitivas. Culminado el estudio, se convocará a audiencia que
deberá realizarse en un plazo máximo de treinta días, salvo que se dictare decisión anticipada.
Al cabo de la misma, se pronunciará sentencia en la forma y en los plazos previstos en el
artículo 203.1, 203.2 y 203.3”. (Redacción dada por la Ley 19.090).
Esta norma regula el plazo de estudio de los tribunales unipersonales. Asimismo, se confirma la
posibilidad de convocar a audiencia o dictar sentencia anticipada (v. art. 200.1). Finalmente, se
coordina esta disposición con las previsiones del art. 203.
Los plazos de estudio previstos en el art. 204 para los tribunales colegiados rigen también
cuando la segunda instancia se tramite ante un tribunal unipersonal, hipótesis referida a los
Juzgados Letrados de Primera Instancia, que entienden en segunda instancia de las
219
apelaciones deducidas contra las sentencias de los Juzgados de Paz. Cabe interpretar que la
remisión a los plazos previstos en el art. 204 refiere a los plazos de estudio simultaneo, por
cuanto—obviamente—, no cabe en los tribunales unipersonales el supuesto de estudio
sucesivo; de modo que, en síntesis, el tribunal dispone, en este caso, de un plazo de estudio de
quince días tratándose de interlocutorias y de treinta días tratándose de definitivas, a cuyo
vencimiento deberá convocar a audiencia, que deberá realizarse en un plazo máximo de treinta
días.
Art 206. Prórroga del plazo. — El juez podrá solicitar de la Suprema Corte de Justicia, antes
de transcurrido el ultimo quinto de cada uno de los plazos establecidos, la ampliación del
término, con remisión de los autos, lo que se acordara por una sola vez si se entendieren
fundadas las razones expuestas. El plazo respectivo se continuara computando desde que se
hubieren recibido nuevamente los autos en el Tribunal del titular solicitante.
Los plazos señalados al tribunal para el estudio y el dictado de sentencia no revisten la nota de
improrrogabilidad característica de los plazos señalados a las partes; por lo que podrán ser
ampliados, y la solicitud de ampliación se presentara ante la Suprema Corte de Justicia —
cuando la ampliación la pidan los Jueces de Paz o Jueces Letrados— o ante el respectivo
Tribunal —en supuestos en que la solicitud la efectúen los Ministros de un Tribunal de
Apelaciones o de la Suprema Corte de Justicia.
Cuando la ampliación sea pedida por los Jueces de Paz o los Jueces Letrados, deberán
presentar la solicitud ante la Suprema Corte de Justicia antes de transcurrido el ultimo quinto
de cada uno de los plazos, y se expresaran los fundamentos de la prórroga, acompañando la
solicitud con el expediente. Si la Suprema Corte de Justicia entiende fundadas las razones,
acordar a la prorroga requerida, pero el artículo no establece el plazo de la prórroga. En todo
caso, el plazo —Se otorgue o no la prorroga— continuara computándose desde que sea
devuelto el expediente al tribunal que solicita la prorroga; extremo que lleva a que, aun cuando
no sea otorgada la prórroga por la Suprema Corte de Justicia, el plazo igualmente quede
suspendido, desde que se solicita la prórroga hasta que se devuelve el expediente, operando
una suerte de prórroga de facto que no resulta razonable en supuestos de solicitud infundada.
Los plazos para el estudio y para dictar sentencia comienzan a correr el día hábil siguiente al
de conclusión de la causa y se suspenden por las licencias de los magistrados, las Ferias y la
Semana de Turismo.
Las diligencias para mejor proveer, así como las demás indispensables que correspondieren,
suspenderán los términos para dictar sentencia, conforme con lo dispuesto por el artículo 194.
Sólo una vez podrán interrumpirse los términos aquí mencionados, en cualquiera de los casos”.
(Redacción dada por la Ley 19.090).
220
La modificación incluye una regulación expresa para el comienzo de cómputo de los plazos
para estudiar y dictar sentencias.
Sin perjuicio de la bondad de esta solución, nos parece que debió consagrarse expresamente
una norma para el comienzo del cómputo de todos los plazos para realizar los actos del
tribunal, y no sólo para el estudio y dictado de sentencias. De cualquier manera, esta norma
será la “análoga” a la que deberá acudirse en los numerosos supuestos en que la ley fija un
plazo para realizar otros actos del tribunal. Rigen, para los plazos señalados al tribunal, las
reglas de suspensión previstas en este artículo, en solución concordante con lo dispuesto a
titulo general en el art. 95, a lo que se agrega como causal de suspensión la licencia de los
magistrados.
El artículo en estudio también menciona que se suspenden los plazos para dictar sentencia en
supuestos de diligencias para mejor proveer, supuesto en el cual la suspensión es hasta por
treinta días de acuerdo con la remisión al art. 194, Cumplidas las diligencias para mejor
proveer, recomienza el transcurso del plazo interrumpido, teniendo siempre presente el límite
de treinta días señalado en el art. 194.
De acuerdo con el último inciso de la norma comentada, la suspensión de los plazos procede
por una sola vez.
Art. 208. Nota del Actuario o Secretario. En los expedientes en los que el tribunal conoce en vía
de apelación, el Actuario o Secretario debería dejar constancia de la fecha en que se reciban
los autos y de aquella en que eleva los autos a estudio.
Si entre esa fecha y la de la Última actuación mediaran más de diez días, el plazo de estudio
(arts.204 y 205) comenzara a correr desde la referida última actuación.
Además de la constancia del Secretario, los Ministros harán constar —bajo apercibimiento de
incurrir en falta grave— la fecha en que reciben y aquella en que devuelven los autos que lee
son pasados a estudio.
Cuando se traslade o ascienda a un Juez, éste mantendrá su competencia para recibir los
alegatos, dictar la sentencia pendiente y resolver los recursos de aclaración y ampliación en
aquellos asuntos en los cuales hubiere finalizado la instrucción probatoria. En este caso, los
alegatos se recibirán por escrito en la oficina el día señalado para la audiencia de conclusión
de la causa. La sentencia se dictará fuera de audiencia.
Sin perjuicio de la facultad de los Jueces suplentes o subrogantes de dictar sentencia en las
sedes que subroguen, sólo relevarán necesariamente al titular de su deber de dictar sentencia
definitiva en aquellos casos en que, por licencia o separación del titular, ocupen el cargo por un
período superior a treinta días y siempre que hayan intervenido en la audiencia preliminar o, en
su caso, en la complementaria de la causa que se trate”. (Redacción dada por la Ley 19.090).
La modificación privilegia las reglas de la inmediación e identidad del titular del órgano
jurisdiccional. En el nuevo régimen, el juez trasladado o ascendido mantiene su competencia
para dictar sentencia si ya concluyó la instrucción probatoria, aunque no se hayan realizado los
alegatos.
221
Al sustituir la conjunción “y” por el disyuntivo “o” (“ocupen el cargo por un período superior a
treinta días y siempre que hayan intervenido en la audiencia preliminar o, en su caso, en la
complementaria de la causa que se trate”) queda claro que para que el juez suplente o
subrogante deba relevar es suficiente con que ocupe el cargo por un período superior a treinta
días y que haya estado presente en cualquiera de las audiencias. Esta última solución privilegia
la economía procesal. Los magistrados están sujetos, en su carrera funcional, a supuestos de
ascenso o traslado (ley 15.750, arts. 95 y ss.). El art. 209 solo menciona el traslado o ascenso
a los efectos de explicitar el principio de la perpetuatio iurisdictionis, conforme al cual, asignada
la competencia a un juez en un determinado asunto, concluido la causa (arts. 343.7 y 193.1) es
él quien se encuentra legitimado a los efectos de dictar la sentencia.
Art. 210, Licencias extraordinarias. — No podrá otorgarse licencia extraordinaria, salvo por
motivos de enfermedad, a los magistrados que registren atrasos en las sentencias.
Las licencias de los magistrados, en principio, se otorgan durante las Ferias judiciales y la
Semana de Turismo (ley 15.750, art. 86), sin perjuicio de que puedan otorgarse licencias
extraordinarias (ley 15.750, art., 86), supuesto contemplado en este artículo.
El Código dispone que cuando un magistrado registre atrasos en las sentencias solo se le
puede otorgar licencia extraordinaria por motivo de enfermedad.
La solución normativa procura no beneficiar con licencias extraordinarias a los Jueces que no
cumplen en forma sus deberes funcionales, en solución acorde con lo previsto en el art. 26, el
cual señala el atraso en dictar sentencias coma una causal de responsabilidad.
Responsabilidad que también menciona nuestra Constitución en arts. 23, 24 y 25.
Art. 211. Renuncias. — Salvo cuando el cese obedezca a causa justificada, a juicio del jerarca,
la renuncia o cese del magistrado que se encuentre atrasado en sus sentencias, determinare la
aplicación de una multa de hasta seis veces el importe de su sueldo mensual, la que podrá ser
descontada, incluso, de su pasividad.
222
Art. 213. Multas.- El magistrado que dejare vencer los plazos será sancionado con multa. En
caso que registre el vencimiento de más de dos casos en el mes será sancionado con la
pérdida del diez por ciento de su sueldo. Si al cabo del año registra más de seis casos de
vencimiento del término, será sancionado, edemas, con el veinte pm ciento del sueldo al mes
siguiente del afro calendario y/o del año en que ha permanecido en el cargo.
Sin perjuicio de las sanciones previstas en los artículos anteriores, el vencimiento de los plazos
también conlleva la sanción de multa prevista en este artículo, que será descontada de su
salario.
Si registra más de dos atrasos en el mes, la multa equivale al 10% del salario, y se hará
efectiva por vía del respectivo descuento; si registra más de seis atrasos en el año, se le
descuenta el 20% del sueldo del próximo mes del año calendario siguiente y/o del año en
curso, según que los seis atrasos coincidan con el termino del año calendario.
Las dos multas —la del 10% por atraso mensual y la del 20% por atrasos anuales— son
acumulativas, tal como se desprende del artículo comentado.
La Suprema Corte de Justicia es quien reglamentara el control del cumplimiento de los plazos y
la aplicación de las multas y demás sanciones. Se trata, en todo caso, como en los anteriores
artículos, de disposiciones administrativas que procuran, no obstante, la efectividad de los
plazos señalados al tribunal, a fin de asegurar la vigencia del principio de celeridad procesal.
El art. 214 refiere a la posibilidad de modificar las denominadas providencias de mero trámite
en el curso del proceso, hasta el momento en que opere la preclusión. Las providencias de
trámite, como se califican en los arts. 195 y 196 o en el acápite de este artículo, también
denominadas decretos de sustanciación o mere interlocutorias, han sido tradicionalmente
definidas como aquellas resoluciones que carecen de contenido decisorio, pero posibilitan la
decisión en cuanto propenden al impulso y al desarrollo del proceso. De acuerdo con la opinión
predominante, esta característica las diferencia de otras resoluciones denominadas sentencias
(interlocutorias simples, interlocutorias con fuerza de definitivas y definitivas) que si tienen
contenido decisorio. Lo cierto es que, come ha señalado en nuestro medio BARRIOS DE
ANGELIS cotejando las providencias de mere tramite y las sentencias interlocutorias, "no existe
diferencia esencial entre unas y otras resoluciones; lo que existe es de complejidad; y muchas
veces es difícilmente perceptible".
En el Rio de la Plata, COUTURE la definió como "la perdida, extinción o consumación de una
facultad procesal". Enseña el maestro que la preclusión resulta, normalmente, de tres
situaciones diferentes:
a) Por no haberse observado el orden u oportunidad dada por la ley para la realización de un
acto;
223
c) por haberse ejercido ya una vez, válidamente, esa facultad (consumación propiamente
dicha).
Las sentencias interlocutorias, sin perjuicio de lo dispuesto por el artículo siguiente y las
sentencias definitivas, pasarán en autoridad de cosa juzgada:
4) Cuando los recursos interpuestos hubieren sido resueltos y no existieren otros consagrados
por este Código.
La sentencia, como acto jurídico, despliega una serie de efectos de variada intensidad. Algunos
de esos efectos ocurren dentro del proceso mismo, otros recaen fuera de él. Sobre la base de
esta apreciación primaria, se distinguen los efectos internos y externos.
Más relevante parece la distinción entre efectos directos e indirectos. Los efectos directos,
según la secunda distinción del autor, son los que ocurren (interna o externamente) respecto
del objeto del proceso y de los sujetos mismos del proceso. Estos efectos afectan en forma
inmediata al objeto, a los sujetos y a sus situaciones jurídicas.
Los efectos indirectos, en cambio, alcanzan a relaciones jurídicas distintas de las que fueron
objeto del proceso sentenciado y a sujetos distintos de los que fueron partes, o interesados, en
el proceso en que recae la sentencia. Este último tipo de efectos indirectos, la afectación a
sujetos distintos de las partes, refiere a la extensión de la cosa juzgada a terceros. El primer
tipo, referido a relaciones jurídicas diversas de las que integran el objeto del proceso, se
compone, principalmente, de la eficacia refleja de la sentencia.
Por su directa vinculación con el tema de esta norma, debemos analizar con más detención los
llamados efectos directos, siguiendo para ello los profundos desarrollos de BARRIOS DE
ANGELIS.
El objeto del proceso resulta afectado por la sentencia —según los diversos tipos de acuerdo
con su contenido— mediante la declaración, la constitución (creación, modificación o extinción)
o la condena; y estas modificaciones solo se refieren en principio a situaciones jurídicas de los
sujetos intervinientes en el proceso.
Por otra parte, en el Código General del Proceso, la sentencia definitiva de condena apelada y
la sometida a recurso de casación puede ser ejecutada provisionalmente (arts. 260, 275 y 375).
Todos estos efectos se producen antes de que la sentencia alcance lo que la ley denomina
"autoridad de la cosa juzgada".
224
Varios conceptos se han formulado sobre la res judicata. Poniendo énfasis en uno u otro de los
términos, se dice que la cosa juzgada es el objeto, juzgado por la sentencia; o el juzgamiento
mismo, o sea, la sentencia; o el efecto de ese juzgamiento.
Tanto el acertamiento derivado de la sentencia como sus otros posibles efectos (constitutivo,
de condena) pueden ser concebidos y se producen independientemente de la cosa juzgada. En
la aptitud de la sentencia para producir esos efectos y en la efectiva producción de ellos,
(cualesquiera que sean, según su contenido) consiste su eficacia. La eficacia de la sentencia,
fin de su objeto, no sufre ninguna limitación subjetiva.
Como todo conocimiento humano, la "verdad" del proceso es subjetiva, relativa, controvertible,
por lo que la presunción de verdad no puede erigirse en justificación de la cosa juzgada.
Fue otro Rocco —Arturo— quien sostuvo la tesis de la necesidad de certeza en las relaciones
jurídicas. Aunque formulada para el proceso penal, la tesis tuvo buen acogimiento en la
doctrina: con la cosa juzgada se extingue el proceso, porque se logra el acertamiento de la
verdad, que el proceso estaba buscando. Pero la tesis de que el fin del proceso es la búsqueda
de la verdad ha sido rechazada por la doctrina moderna, lo que llevó a la exposición de nuevas
justificaciones.
Así, surgió la tesis que deriva la cosa juzgada de un contrato o de un cuasicontrato judicial; o la
que lo explica como declaración autentica de derechos subjetivos; la que la considera una ley
especial es que tiene la misma autoridad que una ley general para el caso concreto; etcétera.
225
construye una serie de garantías fundamentales, pero como toda obra humana, estas garantías
pueden fallar .Una estricta adecuación a la justicia no debería impedir, sino más bien propiciar,
la rectificación del error, hasta cierto momento. En definitiva, como se ha señalado, la
posibilidad de revisar una y otra vez lo decidido es también una forma de injusticia.
Los estudiosos de la cosa juzgada han efectuado una distinción entre dos tipos de cosa
juzgada: la cosa juzgada formal y la cosa juzgada material.
Para arribar a la distinción, se han formulado dos criterios: el primero, ciertamente minoritario,
fue formulado por CARNELUTTI, seguido por ARLAS y TARIGO en nuestro país; el segundo,
ampliamente mayoritario en un nivel comparado; es también el que concita mayores
adhesiones en el Uruguay.
Resumiendo, el pensamiento de Tarigo, en vigencia del C.G.P., podemos señalar que es cosa
juzgada material o inoperatividad se alcanzaría cuando las sentencias no pueden ser
modificadas por vía de recurso —con excepción del recurso de revisión, art. 281—, aunque si
pueden serlo por la vía del proceso ordinario posterior. No obstante, como el Código ha
introducido la ejecución provisional de la sentencia de primera instancia sometida a recurso de
apelación (art. 200) y de la sentencia de segunda instancia sometida a recurso de casación
(art. 275), "ya no cabe considerar que existe una total identificación entre inoperatividad o cosa
juzgada material y ejecutabilidad de la sentencia".
Mientras la cosa juzgada formal se alcanza con la irrecurribilidad, la cosa juzgada material o
sustancial se alcanza con la inimpugnabilidad. La cosa juzgada formal (irrecurribilidad) es
presupuesto de la cosa juzgada material (inimpugnabilidad).
Bajo este nombre, la doctrina nacional incluye las sentencias que pueden producir efecto de
cosa juzgada sustancial, no en juicio ordinario, peso si en procesos con estructura igual o
menor que aquella en que se dicta la sentencia en cuestión.
Las sentencias Rebus sic Stantibus son aquellas que refieren a objetos naturalmente variables.
Por ejemplo, la sentencia que condena al padre a pagar alimentos a su hijo de 5 años refiere a
una relación que puede variar considerablemente con el transcurso del tiempo: el padre puede
perder su único trabajo u obtener un mejor remunerado, el hijo puede tener necesidades
nuevas y distintas, etcétera. Como los alimentos deben ser "proporcionados al caudal de quien
los da y a las necesidades de quien los recibe" (C.C.: art. 122), la variación de uno de los
factores podría ameritar la promoción de un nuevo proceso para variar la condena o aun
suprimirla de acuerdo con las nuevas circunstancias. Esta posibilidad, admitida aun en aquellos
ordenamientos que no tienen texto expreso, llevó a la doctrina a sostener —en su momento—
que las sentencias que se dictan en estos procesos solo alcanzan la cosa juzgada formal, ya
226
que admiten un proceso posterior que puede modificarla. Esta era, significativamente, la
posición de COUTURE.
El artículo que estamos comentando regula lo que la doctrina mayoritaria denomina cosa
juzgada formal (irrecurribilidad): la sentencia alcanza dicho estado cuando, por cualquiera de
los motivos que siguen de los numerales del art. 215, no admite ser modificada por la vía de los
recursos (salvo la hipótesis del recurso de revisión, como ya vimos).
La norma se aplica a todas las sentencias: sentencias definitivas, sentencias interlocutorias con
fuerza de definitivas y sentencias interlocutorias simples, sin perjuicio de lo que respecto de las
dos últimas categorías dispone el art. 216.
Aunque parezca obvio decirlo, no se aplica a las providencias de mero trámite, que se regulan
por lo dispuesto en el art. 214.
Este art. 215 prevé cuatro hipótesis. No obstante, como señalan VESCOVI y los demás autores
del Código General del Proceso, "el primer caso es el que plasma el supuesto general, la
oportunidad en que se adquiere la cosa juzgada, y los tres restantes no constituyen sino
ejemplificaciones de ese supuesto general".
Como señalamos, esta norma regula el supuesto general en que las sentencias alcanzan la
cosa juzgada: cuando la sentencia ya no es susceptible de recursos.
Su antecedente es el art. 490, núm. 1°, del C.P.C.; a su tenor, las sentencias reciben autoridad
de cosa juzgada "cuando la ley no permite en el pleito otra instancia ni recurso ordinario" Sobre
la base de esa disposición, los recursos se dividían en ordinarios (aquellos cuya interposición
impedía la formación de la cosa juzgada) y extraordinarios (aquellos cuya interposición no
impedía la formación de la cosa juzgada). La distinción no pervive en el texto del C. G P., pero
puede mantenerse como criterio doctrinario.
A pesar del tenor literal de la norma, las sentencias alcanzan la autoridad de la cosa juzgada
no solo cuando ya no sean susceptibles de recursos sino también cuando no admiten ningún
recurso: es el caso, entre otros, de los arts. 56. 2, 105.1, 179, 189.2, 275.2 y 328, núm. 6°, del
Código, Para saber cuándo una sentencia ya no es susceptible de recursos, debemos analizar
cada supuesto concreto. Veamos, entonces, algunos ejemplos generales. Si se trata de una
sentencia interlocutoria simple de primera instancia dictada en un proceso ordinario o
extraordinario, salvo norma expresa en contrario, admite los recursos de aclaración y
ampliación, reposición y apelación. Si es una sentencia interlocutoria de segunda instancia
dictada en esos mismos procesos, admite recursos de aclaración y ampliación. En ambos
casos, cuando no admita ninguno de estos recursos, alcanza la cosa juzgada. No obstante,
respecto de la cosa juzgada de este tipo de sentencias, debe tenerse en cuenta lo dispuesto
por el art. 216, que se analiza en el lugar correspondiente.
Si se trata de una sentencia interlocutoria con fuerza de definitiva de primera, instancia dictada
en un proceso ordinario o extraordinario, también, salvo norma expresa en contrario, admite los
recursos de aclaración, ampliación y apelación. Si es de segunda instancia dictada en esos
mismos procesos, admite recursos de aclaración, ampliación y casación. Cuando ya no admita
ninguno de estos recursos, alcanza la cosa juzgada.
Por último, si es una sentencia definitiva de primera instancia dictada en un proceso ordinario o
extraordinario, salvo norma expresa en contrario, admite los recursos de aclaración,
ampliación y apelación. Si es de segunda instancia dictada en los procesos mencionados,
admite recursos de aclaración, ampliación y casación. Cuando no admita ninguno de estos
recursos, alcanza la cosa juzgada.
227
art. 360, núm. 2°. Si es de segunda instancia dictada en el proceso monitorio, admite recursos
de aclaración y ampliación. Cuando no admita ninguno de estos recursos, alcanza la cosa
juzgada.
Todo ello, nuevamente, sin perjuicio de lo dispuesto por el art. 216 del Código. Si es una
sentencia interlocutoria con fuerza de definitiva de primera instancia dictada en un proceso
monitorio, admite recursos de aclaración y ampliación, en tanto que admite apelación solo si
ingresa en alguno de los casos previstos en el art, 360, núm. 2°. Si es de segunda instancia
dictada en el mismo proceso, admite recursos de aclaración y ampliación. Cuando no sea
pasible de impugnación mediante ninguno de estos recursos, pasa en autoridad de cosa
juzgada.
Como una derivación de los principios de predeterminación legal del orden y predeterminación
legal de las formas de los actos procesales (art 18 de la Constitución), así como del principio de
indisponibilidad de las normas procesales (art. 16 del C G P,), no es admisible el
consentimiento anticipado de la sentencia. Por ejemplo, si en un negocio jurídico las partes
incluyen una cláusula por la cual renuncian anticipadamente a interponer recursos contra las
sentencias interlocutorias o definitivas que se dicten en un eventual proceso acerca de la
interpretación o ejecución de ese negocio, dicha cláusula debe considerarse absolutamente
nula.
En este caso, la sentencia alcanza la autoridad de la cosa juzgada por el simple transcurso de
los plazos para impugnarla. Es el natural complemento del numeral anterior: en el caso del
núm. 2° la sentencia queda firme por el consentimiento expreso de las partes; en la hipótesis
del núm. 3°, por su consentimiento tácito. Se trata de una nueva aplicación del principio
dispositivo y de una consecuencia del principio de preclusión: si las partes dejan transcurrir el
plazo sin deducir el o los recursos que correspondan, precluye la oportunidad para
interponerlos.
Inciso 4°: Cuando los recursos interpuestos hubieren sido resueltos y no existieren,
otros consagrados por este Código.
Este inciso es la cláusula de cierre de las hipótesis anteriores: si las partes no consintieron
expresamente la sentencia ni dejaron transcurrir los plazos al efecto, sino que interpusieron el o
los recursos admisibles, la sentencia pasa en autoridad de cosa juzgada formal cuando estos
hayan sido resueltos y no existan otros con que atacar la sentencia.
Art, 216. Eficacia de las sentencias interlocutorias que no ponen fin al proceso. — Lo resuelto
por sentencias interlocutorias firmes, que no pongan fin al proceso, puede ser modificado al
dictarse la sentencia definitiva, siempre que ello no importe retrotraer el procedimiento.
Este artículo, en combinación con el anterior, regula la cosa juzgada de las sentencias
interlocutorias "que no pongan fin al proceso".
228
Estas sentencias pasan en autoridad de cosa juzgada, de acuerdo con lo dispuesto en el art.
215, por lo que no pueden ser modificadas por otra sentencia interlocutoria. No obstante,
pueden ser modificadas en la sentencia definitiva, si se dan las condiciones establecidas en el
art. 216.
Tres son las condiciones que se requieren a texto expreso para la aplicación de esta
disposición:
Art. 218. Eficacia de la sentencia frente a terceros. — 218.1 La cosa juzgada alcanza a las
partes y a sus sucesores a titulo universal. 218.2 También alcanza a: a) a los codeudores
solidarios; b) a los titulares del dominio desmembrado cuando se refiere a un
desmembramiento que no es el propio respecto del mismo bien. 218.3 Los socios, los
comuneros, los terceros de cuyos derechos dependen los de las partes, aquellos cuyos
derechos dependen de estas o del acto o del contrato cuya validez o eficacia ha sido juzgada,
son terceros a los que alcanza la cosa juzgada solamente si han tenido conocimiento judicial
del pleito o si se amparan a la decisión en la primera oportunidad de que dispongan. También
comprenderá a los que pudieron conocer la cuestión debatida en el proceso en virtud de
información registral, la hubieren o no solicitado.
La inalterabilidad de los efectos de la sentencia que la ley denomina cosa juzgada alcanza, en
principio, solo a las partes (arts. 218.1 y 219). No obstante, el art. 218 establece diversas
hipótesis que engloba bajo el nombre de "Eficacia de la sentencia frente a terceros", hipótesis
que comprenderían casos en que la cosa juzgada se extiende a sujetos distintos de las partes.
Cuando se analiza la posición de los terceros frente a la sentencia, para el autor, se deben
enfocar dos problemas temáticos por solucionar:
Análisis del art. 218.1° las partes y sus sucesores a titulo universal.
La solución del primer apartado del art 218 parece meramente aclaratoria. Los efectos de la
sentencia alcanzan a las partes y, lógicamente, a sus sucesores a titulo universal. La norma se
reitera en el art. 297 1 para el caso de conciliación acordada en el proceso conciliatorio previo.
Por el solo hecho de la muerte del causante, "la propiedad y la posesión de la herencia pasa de
229
pleno derecho a los herederos del difunto, con la obligación de pagar las deudas y cargas
hereditarias" (1039 del C.C.); por lo que, naturalmente, la sentencia dictada a favor o en contra
de aquel favorece o perjudica a estos. De esta manera, una sentencia de condena, obtenida
contra el causante, puede ejecutarse contra sus sucesores a titulo universal; pero, además, los
efectos de esa sentencia son inalterables a su respecto, son alcanzados por la cosa juzgada.
De acuerdo con el primer literal, los codeudores solidarios que no fueron demandados son
alcanzados por los efectos —favorables o desfavorables— de la sentencia, y dichos efectos
son inalterables también para ellos, por ser alcanzados por la cosa juzgada.
La segunda hipótesis que menciona el art. 218.2, come señala BARRIOS DE ANGELIS, es
meramente aclaratoria. Si se obtiene una sentencia contra un usufructuario, un usuario o el
titular de un derecho de habitación, referida a alguno de esos desmembramientos de dominio,
la cosa juzgada alcanza al nudo propietario. Esto no quiere decir que se le extiendan los
efectos de la sentencia, ya que por definición le son ajenos, sino que dichos efectos son,
también para él, inalterables.
Como señalan los autores de la obra dirigida por VESCOVI, este apartado de la disposición
comprende dos situaciones diferentes: por un lado, aquella en la cual el tercero se ampara en
la cosa juzgada; por otro lado, aquella en que la cosa juzgada se extiende al tercero, lo
alcanza, cuando se dan -según el caso- dos hipótesis:
En primer lugar, la cosa juzgada se extiende al tercero -con el doble significado que, como ya
hemos señalado, le asigna el art. 218 a esa expresión: se extienden los efectos y la
inalterabilidad de esos efectos- si se encuentra comprendido en alguna de las situaciones que
enumera la primera parte del art. 218.3: "los socios, los comuneros, los terceros de cuyos
derechos dependen los de las partes, aquellos cuyos derechos dependen de estas o del acto o
contrato cuya validez o eficacia ha sido juzgada". En estos casos, la extensión solo opera si
medió conocimiento judicial del pleito. Magistralmente, señala BARRIOS DE ANGELIS que el
"conocimiento judicial del pleito" que permite la extensión de la cosa juzgada no puede ser tal
que constituya al tercero en estado de indefensión; tal conocimiento debe haberse producido
en una oportunidad que le permita ejercer debidamente sus argumentos y pruebas.
La segunda situación que regula el art. 218.3 es la referente al denominado amparo a la cosa
juzgada. En este caso, como enseña BARRIOS DE ANGELIS, es obvio que se trata solo de
efecto beneficioso, de cosa juzgada "in bona parte".
En este caso, basta que el tercero se ampare en la cosa juzgada en la primera oportunidad de
que disponga. Los autores del Código General del Proceso afirman que "el amparo puede
producirse válidamente hasta tanto no se produzcan los efectos extintivos de la situación por
haber operado la prescripción del derecho declarado en juicio".
230
Art. 219. Efecto de la cosa juzgada en otro proceso. — La cosa juzgada, obtenida en proceso
contencioso, tendrá efecto en todo proceso entre las mismas partes siempre que versare sobre
el mismo objeto y se fundare en la misma causa.
El articulo regula lo que denomina "efectos de la cosa juzgada en otro proceso": la eficacia de
la cosa juzgada en cualquier otro proceso entre las mismas pastes, que verse sobre el mismo
objeto y se funde en la misma causa que el que culmino con el dictado de la sentencia firme.
Esa eficacia puede relevarse de oficio o mediante la denominada exceptio rei judicatae (art.
133, núm. 8°, e in fine).
¿Cuál es el objeto juzgado por la sentencia que pasa en autoridad de cosa juzgada?
La norma contiene ciertos requisitos para que la cosa juzgada pueda oponerse, eficazmente,
en otro proceso posterior: se trata de que la sentencia que alcanza la cosa juzgada haya sido
dictada en un proceso contencioso y que se verifique la tradicionalmente denominada "regla de
la triple identidad".
La primera exigencia es un tanto obvia, ya que la cosa juzgada es un fenómeno que solo
ocurre en el proceso contencioso; las providencias dictadas en el proceso voluntario no
alcanzan a la cosa juzgada (art. 405). Como señalan VESCOVI y los demás comentadores del
Código General del Proceso Comentado la norma se refiere a la denominada cosa juzgada
material.
La segunda nos conduce a determinar lo que constituye el objeto del proceso, lo que, a su vez,
nos enfrenta a las interminables disputas acerca de cuál es ese objeto. Tradicionalmente, la
doctrina resuelve este problema a través de la identificación de los elementos de la pretensión
mediante la conocida trilogía: sujetos, objeto y causa. La tripartición, base de la llamada regla
romana "de la triple identidad" ha tenido consagración en algunos textos positivos.
Señala nuestra doctrina que "la explosiva expansión de las sociedades industriales modernas
ha hecho aparecer en forma vertiginosa un derecho nuevo —tanto sustancial como procesal—
que ha debido salir al cruce a novedosas situaciones entre las cuales se destacan los intereses
colectivos y difusos. Ello ha tornado necesaria la reconsideración de institutos y principios
tradicionales, como la extensión de la responsabilidad civil, el concepto de legitimación, los
alcances de la cosa juzgada y la entidad del principio de contradicción en el proceso, ya que los
nuevos derechos que están en juego no pueden protegerse a través del sistema clásico".
En la búsqueda de una distinción, VESCOVI y los demás autores del Código General del
Proceso Comentado indican: "La doctrina más moderna designa como colectivos a aquellos
intereses comunes a una colectividad de personas, cuando existe un vínculo jurídico entre los
componentes del grupo: sociedad mercantil, condominio, familia, entes profesionales,
231
sindicatos. Difusos son aquellos intereses que se basan en datos de hecho genéricos y
contingentes, accidentales y mutables: habitar una misma región, consumir iguales productos,
vivir determinadas circunstancias socioeconómicas".
Enseña nuestra doctrina que, de acuerdo con el art. 220, pueden distinguirse claramente tres
hipótesis:
a) La pretensión es acogida: la sentencia pasa en autoridad de cosa juzgada para todos los
miembros del grupo y tendrá eficacia general.
La última solución trata de evitar posibles acuerdos colusivos entre los demandantes y los
responsables del acto, que podrían perjudicar a quienes no intervinieron en el proceso.
En los procesos en que hayan sido emplazadas como demandadas personas indeterminadas o
inciertas, la sentencia surtirá efecto en relación a todas las personas comprendidas en el
emplazamiento, salvo que se compruebe en el recurso de revisión que su identidad era
conocida por alguna de las partes, y sin perjuicio de los derechos adquiridos por terceros de
buena fe”.
Conciliación y Transacción
“Artículo 223. Oportunidad y trámite.- Las partes podrán conciliar o transar la Litis en cualquier
estado del proceso; antes de existir sentencia ejecutoriada, aun después de la audiencia de
conclusión de la causa. El acuerdo deberá presentarse en escrito suscrito por las partes o
realizarse ante el tribunal, de lo que se dejará constancia en acta.
El tribunal aprobará toda conciliación o transacción que verse sobre derechos disponibles,
siempre que se ajuste a los requisitos sustanciales y a la naturaleza del derecho en litigio,
declarando en tal caso concluso el proceso si aquéllas versan sobre la totalidad de las
cuestiones debatidas, quedando sin efecto cualquier sentencia dictada que no se encuentre
firme.
Si la conciliación o la transacción sólo recaen sobre parte del litigio o se relacionan con alguno
de los litigantes, el proceso continuará respecto de los puntos no comprendidos en ellas o de
232
las personas no afectadas por las mismas. En este último caso, deberá tenerse en cuenta lo
dispuesto por el artículo 46.
Esta disposición regula dos modos extraordinarios de conclusión del proceso, la conciliación y
la transacción.
El agregado sólo pretende aclarar que la conciliación y transacción parcial pueden ser
“declaradas” (en rigor debió decir “aprobadas”) en la oportunidad que corresponda y,
especialmente, que habilitan a la ejecución. Esta disposición es coherente con la previsión del
art. 134 inc 3º, referida a la sentencia que recae al allanamiento parcial.
En efecto, en el régimen anterior advertíamos: “(…) no existe ningún impedimento para ejecutar
la sentencia en la parte que haya adquirido firmeza, siempre que sea posible dividir la
realización práctica de la condena: por ejemplo, si se trata de condena a cumplir una obligación
divisible de pagar cantidad de dinero, o una condena a pagar suma parcialmente líquida, o una
condena a dar, hacer o no hacer susceptible de fraccionamiento, etc.
La misma conclusión puede aplicarse al caso del laudo parcialmente firme, o al caso de una
transacción aprobada judicialmente o conciliación sobre una parte de los temas que componen
el objeto del proceso”.
224. Eficacia. La conciliación o transacción que ponen fin al proceso surten el mismo efecto
que la sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada.
225. Costas y costos. Cuando el proceso termine por conciliación o transacción cada parte
pagará sus gastos, salvo convención en contrario.
SECCION II
Desistimiento
226. Formas de desistimiento. Puede desistirse del proceso y de la pretensión. Toda expresión
de desistimiento debe formularse especificando concretamente su contenido. El desistimiento
puede hacerse antes de existir sentencia ejecutoriada.
227. Desistimiento del proceso. 227.1 Podrá desistirse del proceso en cualquier estado del
mismo anterior a la sentencia ejecutoriada, en cuyo caso el tribunal ordenará el archivo de las
actuaciones salvo que medie oposición de la contraparte, deducida dentro de los seis días
siguientes a la notificación.
227.2 El desistimiento del proceso efectuado en primera instancia coloca las situaciones
jurídicas objeto del mismo en el estado que tenían antes de la demanda y no impide la
renovación de aquél.
233
Cuando la contraparte también hubiere recurrido, el proceso continuará solamente en lo que
refiere a su impugnación.
Tal desistimiento se tendrá como allanamiento a la pretensión del actor y se regulará por las
normas de aquél.
230. Desistimiento de actos del proceso. Puede desistirse libremente de uno o más actos del
proceso o situaciones procesales favorables y adquiridas.
En los casos de desistimiento del proceso, de la renuncia del derecho, del desistimiento de la
pretensión, de la oposición o de los recursos, quien desistiere pagará las costas, sin perjuicio
de la condena en costos si correspondiere (artículo 688 del Código Civil), salvo que otra cosa
se conviniera por las partes”. (Redacción dada por la Ley 19.090).
Esta norma refiere a las costas y costos en los supuestos de desistimiento del proceso,
renuncia al derecho o desistimiento de la pretensión, desistimiento de la oposición, y
desistimiento de los recursos.
En el texto vigente los dos ordinales de la redacción anterior pasan a integrar un único inciso.
En el caso del desistimiento a la oposición, el fundamento era que la ley partía del supuesto
que el demandado, en vez de avenirse a componer el conflicto antes del proceso o de allanarse
al contestar la demanda, ejerce la resistencia y luego decide desistir de ella. Finalmente, en el
caso de los recursos, el fundamento del legislador era que quien recurre y luego desiste
“molesta” al otro con una nueva instancia recursiva para luego prescindir de ella.
Es decir que se incluye una respuesta negativa automática pero mínima (condena en costas),
pero no se lo carga con una condena automática en costos. Naturalmente, la nueva solución
legislativa incentiva la utilización de las formas de desistimiento como forma de provocar la
conclusión del proceso y deja librado al tribunal la eventual condena en costos de acuerdo al
régimen de responsabilidad subjetiva. El tribunal, al adoptar esa decisión, no sólo deberá tener
presente la conducta procesal del resistente a lo largo del proceso, sino también la oportunidad
y contexto en que el desistimiento se realiza.
232. Daños y perjuicios. El desistimiento del proceso no impide las demandas que pudiera
promover el adversario por los daños y perjuicios causados por el proceso desistido.
SECCION III
Perención de la Instancia
234
“Artículo 234. Cómputo.- 234.1 Los plazos se contarán desde el día siguiente al de la última
notificación de la última providencia que se hubiera dictado o desde el día siguiente al de la
práctica de la última diligencia.
234.2 Para el cómputo de esos plazos no se contará el tiempo que el proceso hubiere estado
paralizado por acuerdo de partes homologado por el tribunal (artículo 92)”. (Redacción dada
por la Ley 19.090).
Estrictamente, sin embargo, parecería que los tres primeros son los requisitos procesales de
fundabilidad de la perención, que, en caso de verificarse, habilitan su declaración.
En este artículo precisamente se regula el cómputo del plazo legal necesario para que opere la
perención.
Sin embargo, la norma no aclara si el día “siguiente” debe ser el primer día hábil siguiente, o el
día siguiente, sea hábil o inhábil. Por lo que la discusión sobre este último punto seguramente
se seguirá planteando
2) en los procesos voluntarios, excepto en los incidentes y procesos contenciosos a que dieren
lugar aquéllos;
3) en los procesos que se encuentren para sentencia, salvo si se hubieren dispuesto diligencias
para mejor proveer cuya producción dependiera de actividad de parte. En ese caso, correrá el
plazo desde el momento en que se notificó la providencia que las dispuso.
237. Contra quiénes opera. La perención operará también contra el Estado y demás personas
de Derecho Público así como los incapaces y ausentes, siempre que estos últimos estén
debidamente representados en el proceso, sin perjuicio de la responsabilidad de sus
administradores y representantes.
238.1 La perención opera de pleno derecho; no obstante, no podrá ser declarada, ni de oficio ni
a petición de parte, luego de que se hubiere realizado algún acto, por cualquiera de los sujetos
del proceso, que importe su reanudación.
238.2 La providencia interlocutoria que declare la perención será susceptible de los recursos
de reposición y apelación; la providencia que no hace lugar a la declaración de perención sólo
será susceptible del recurso de reposición”. (Redacción dada por la Ley 19.090).
Se mantiene la solución del régimen anterior, conforme a la cual la sentencia que declare la
perención admite recursos de reposición y apelación; en cambio, la que no hace lugar a la
solicitud de perención sólo admite recurso de reposición.
235
Pero sí se introduce una importante variante en cuanto a los motivos de esos recursos. En el
sistema anterior los recursos de reposición y apelación contra la sentencia que declara la
perención sólo podían fundarse en los motivos taxativamente mencionados en este artículo:
error de cómputo o causa de fuerza mayor. Se trataba de un sistema de impugnación
causalmente limitada o, como dice CARNELUTTI para el caso del recurso de apelación, “de
proposición limitada”, es decir, aquella que presenta “síntomas especiales de injusticia”.
Ese régimen era cuestionado, ya que la norma no incluía como motivos de impugnación los
supuestos de improcedencia de la perención (art. 236), ni permitía alegar otras razones que
impidieran la ocurrencia de la perención.
En el nuevo régimen se eliminan las causales taxativas: la sentencia que declara la perención
es susceptible de reposición y apelación, por las causales generales de estos recursos (arts.
245, 248 y 249). Por consiguiente, la declaración de perención puede ahora ser impugnada por
cualquier motivo de agravio.
239. Efectos. En primera instancia, la perención hace ineficaces los actos cumplidos y restituye
las cosas al estado que tenían antes de la demanda, pero no impide replantear el proceso. En
segunda instancia o en casación, la perención deja firme la sentencia recurrida. No obstante,
las pruebas producidas en un proceso extinguido por perención conservarán su validez en
cualquier otro proceso posterior, conforme con lo dispuesto por el artículo 145.
Cabe conceptuar a los medios de impugnación como todos aquellos medios reconocidos por el
Derecho positivo para contradecir, refutar, atacar, rebatir, objetar, criticar, una providencia o
resolución judicial, que se considera equivocada y perjudicial para el impugnante y destinados
a obtener su cancelación, su revocación, su modificación o su reforma.
236
Desde una perspectiva similar, nosotros definimos a la función de control como el conjunto de
actos (actividad) cuyo objetivo específico es el examen de la admisibilidad y/o la fundabilidad
de los actos procesales.
El art. 243 nos da una pauta a este respecto que, no obstante, no deja de resultar incompleta.
En efecto, y bajo el epígrafe de «Diversas clases de recursos», dispone el art. 243.1 que «Los
medios para impugnar las resoluciones judiciales son los recursos de aclaración, de
ampliación, de reposición, de apelación, de queja por denegación de apelación o de casación o
de la excepción o defensa de inconstitucionalidad, de casación y de revisión».
Pero existen otras vías, además, para la impugnación de las resoluciones judiciales, de modo
que a los recursos, al incidente, a la excepción, hay que sumar también la oposición, frente a
una providencia judicial dictada con citación, entre los que, genéricamente, cabe denominar
como medios de impugnación de las resoluciones judiciales.
Concepto de recursos
a. Derecho de la parte
El CGP lo expresa, igualmente, al final del art. 242 cuando hace referencia a quienes «la
resolución cause un perjuicio, aunque sea parcial».
El art. 242, «Legitimación para impugnar», establece que «Tienen legitimación para impugnar
las resoluciones judiciales, las partes, entre las cuales se entienden incluidos los terceros
intervinientes en el proceso, los sucesores y demás sujetos alcanzados por la sentencia
(artículo 218) a los que la resolución cause un perjuicio, aunque sea parcial».
La principal clasificación de los recursos es aquella que distingue los recursos ordinarios de los
recursos extraordinarios.
Señala Guasp a este respecto que los recursos ordinarios son aquellos que, como indica su
nombre, se dan con cierto carácter de normalidad dentro del ordenamiento procesal. De esta
normalidad deriva la mayor facilidad con que el recurso es admitido y el mayor poder que se
237
atribuye al órgano jurisdiccional encargado de resolverlo. Por eso puede decirse que el recurso
ordinario no exige motivos específicos para su interposición ni limita los poderes judiciales del
órgano que lo resuelve en relación a los poderes que tuvo el órgano que dictó la resolución
recurrida.
Este criterio se basaba en la norma del art. 490 CPC, según el cual recibían autoridad de cosa
juzgada las sentencias «cuando la ley no permite en el pleito otra instancia ni recurso
ordinario».
La cuestión parecería haber cambiado radicalmente en el CGP, dado que su art. 215 dispone
que «las sentencias definitivas pasarán en autoridad de cosa juzgada: 1) Cuando ya no sean
susceptibles de recursos», así genéricamente, eliminándose toda distinción entre recursos
ordinarios y extraordinarios.
Un segundo criterio clasificatorio es el que distingue aquellos recursos que son resueltos por el
mismo tribunal que dictó la providencia recurrida, de aquellos que son resueltos por un tribunal
superior. En la primera de esta clasificación figuran, en nuestro Derecho, los recursos de
aclaración, de ampliación y de reposición. En la segunda, el recurso de apelación y el recurso
de queja, ya sea éste por denegación de apelación, por denegación de casación, o por
denegación de la excepción de inconstitucionalidad.
Dentro de ese mismo criterio orgánico de clasificación, pueden distinguirse aquellos recursos
que siempre he invariablemente son resueltos por el tribunal de mayor jerarquía en la
organización judicial, la Suprema Corte de Justicia. En esta categoría se incluyen solamente los
recursos de casación y de revisión.
Podría distinguirse también, no ya según el tribunal que resuelve el recurso como en el caso
anterior, sino según el tribunal ante el que se interpone el recurso. Pero esta clasificación
carece de mayor relevancia por cuanto la regla absolutamente prevalente en nuestro Derecho
actual es que los recursos se interponen ante el mismo tribunal que dictó la resolución o la
sentencia recurrida, y únicamente el recurso de revisión hace excepción a esta regla puesto
que se interpone directamente ante la Suprema Corte de Justicia.
El perjuicio o agravio.
238
exigir en existencia de perjuicio, aunque este solo sea parcial, está desarrollando y
reglamentando el requisito del interés, previsto en el art. 11.2.
243.1 Los medios para impugnar las resoluciones judiciales son los recursos de aclaración,
ampliación, reposición, apelación, casación y revisión, así como el de queja por denegación de
apelación o de casación o de la excepción o defensa de inconstitucionalidad.
243.2 También constituyen medios impugnativos el incidente de nulidad (artículo 115.3), las
excepciones previas (artículo 133), la oposición a la providencia con citación (artículo 202), las
excepciones o defensas en el proceso monitorio y en el proceso de ejecución (artículos 355 y
379.2), el proceso ordinario posterior al proceso ejecutivo y al proceso de ejecución (artículo
361 y 379.5), y todo otro medio impugnativo previsto por la ley”. (Redacción dada por la Ley
19.090)
Aunque no se menciona expresamente en este listado, debe tenerse presente que el recurso
de queja también se admite por otorgamiento erróneo de efecto al recurso de apelación (v.
análisis al art. 262).
A diferencia del texto anterior, que sólo refería al incidente de nulidad (art. 115.3), el nuevo
texto añade a las excepciones previas (133), la oposición a la providencia con citación (202),
las excepciones o defensas en el proceso monitorio (art. 355), las excepciones o defensas en
el proceso de ejecución (art. 379.2, refiere a la vía de apremio), el proceso ordinario posterior al
proceso ejecutivo (art. 361), el proceso ordinario posterior al proceso de ejecución (art. 379.5,
refiere a la vía de apremio) y, finalmente, todo otro medio impugnativo previsto por la ley.
Los recursos de aclaración y ampliación regulados en conjunto por el art. 244 CGP tienen por
objeto alcanzar la claridad y la integridad sea de la sentencia -definitiva o interlocutoria- sea, en
general, de toda providencia judicial.
Este concepto, emergente del propio art. 244, debe ser complementado con el que surge del
art. 222, y que luego de permitir la modificación de la sentencia «cuando se solicite aclaración o
ampliación de la misma (artículo 244)», dispone en su núm. 2 que «Los errores materiales y los
puramente numéricos podrán ser corregidos en cualquier momento, de oficio o a petición de
parte, aun durante la etapa de ejecución de la sentencia».
Aclaración y ampliación.-:
239
que éstas contuvieren. La aclaración se hará, en el primer caso, sin más trámite y en la propia
audiencia y dentro del tercer día, en el segundo.
244.2 También se podrá, a igual pedimento y dentro de los mismos plazos ampliar la
resolución y pronunciarse sobre algún punto esencial que se hubiere omitido.
244.3 Los plazos para interponer los otros recursos se contarán a partir del día siguiente al de
la notificación de la resolución que recaiga sobre la aclaración o ampliación.
244.4 Estos recursos proceden respecto de toda clase de resoluciones. Podrán ser usados por
una sola vez por cada una de las partes y en relación con cada resolución.
Si los errores materiales y los puramente numéricos pueden ser corregidos en cualquier
momento, resulta obvio que la primera oportunidad procesal en que ello podrá solicitarse, el
primer momento, es, sin duda, interponiendo el recurso de aclaración, en el que precisamente
se solicitará la corrección del error material o del error puramente numérico contenidos en la
sentencia o en la providencia judicial.
«El tribunal, a petición verbal de cualquiera de las partes formulada en la audiencia o diligencia
en que se pronuncie la providencia...» comienza estableciendo, precisamente, el art. 244.1.
Como ha quedado expresado ya, el objeto del recurso de aclaración consiste en la clarificación
o la explicación de «algún concepto oscuro o palabras dudosas» que contenga la providencia,
o en la corrección de «los errores materiales o los puramente numéricos» que puedan haberse
deslizado en la providencia. El objeto del recurso de ampliación radica en la extensión de la
resolución a «algún punto esencial que se hubiere omitido».
En esta última parte, la norma presenta alguna dificultad interpretativa. Por punto esencial cabe
entender un punto contenido en el objeto mismo del proceso, esto es, un punto del litigio o un
punto de la pretensión.
240
3) La decisión del recurso
La aclaración o la ampliación, según corresponda, se harán por el tribunal, «sin más trámite y
en la propia audiencia» -o «diligencia, cabría agregar- tal como lo indica la frase final del art.
244.1.
Interesa destacar que tanto la aclaración como la ampliación, en caso de haberlas pronunciado
el tribunal por considerar fundado el recurso, se reputan parte integrante de la resolución
original; dicho de otro modo, la sentencia más la aclaración o la ampliación conforman un
mismo y único acto procesal.
Dispone el art. 244.4 que «Estos recursos proceden respecto de toda clase de resoluciones» y
agrega, que es lo que aquí interesa destacar: «Podrán ser usados por una sola vez por cada
una de las partes y en relación con cada resolución». Es decir que, una vez aclarada o
ampliada la sentencia, según el caso, no se admitirá un nuevo recurso de aclaración o de
ampliación, aunque pueda considerarse por la parte que la aclaración no ha sido suficiente o
que la ampliación no ha sido bastante.
Conviene advertir que esta forma y este plazo de interposición del recurso -por escrito y dentro
de los tres días hábiles siguientes al de su notificación- se aplica a toda sentencia interlocutoria
y a toda providencia mere interlocutoria dictadas fuera de audiencia o fuera de diligencia
judicial; y se aplica, en todo caso, a la sentencia definitiva aunque ésta haya sido dictada en
audiencia, como acontece en la generalidad de las situaciones según el principio del art. 18.3 e,
igualmente, en los casos excepcionales en que, según se ha visto anteriormente, ella es
dictada fuera de audiencia: allanamiento, sentencia anticipada, etc.
«La aclaración» -y la ampliación por la remisión que el art. 244.2 hace al art. 244.1- «se hará en
el primer caso» -el primer caso es el referido a la providencia dictada en audiencia o en
diligencia judicial -«sin más trámite y en la propia audiencia»- según ya viéramos en el apartado
anterior, letra a. Y agrega el art. 244.1 que venimos transcribiendo: «y dentro del tercer día, en
el segundo» caso, esto es, si la providencia fue dictada fuera de audiencia o fuera de diligencia.
De modo, pues, que tanto para interponer como para resolver el recurso de aclaración o el
recurso de ampliación de providencia dictada fuera de audiencia, los plazos son iguales: tres
días para el recurrente y tres días para el tribunal.
241
Los mismos que ya señaláramos en el numeral 4) del apartado a: la aclaración, la ampliación, o
la negativa a aclarar o a ampliar.
Rige, desde luego, la misma regla antes examinada y contenida en el párrafo final del art.
244.4: uno y otro recurso podrá ser utilizado por una sola vez por cada una de las partes con
relación a cada resolución judicial.
El recurso de reposición es un recurso que puede interponerse contra las providencias mere
interlocutorias o decretos de sustanciación o providencias de trámite y, también, contra las
sentencias interlocutorias, cuando a ellas se les imputa un error o un defecto, cualquiera sea la
naturaleza de éstos, a efectos de que el mismo tribunal que las dictó las revoque o las
modifique por contrario imperio.
Es lo que establece el art. 245: «El recurso de reposición procede contra las providencias de
trámite y las sentencias interlocutorias, a fin de que el propio tribunal, advertido de su error,
pueda modificarlas por contrario imperio».
El error padecido puede ser tanto un error de procedimiento -error in procedendo- como un
error de fondo, en el juzgamiento mismo de la cuestión -error in iudicando. Naturalmente, en las
providencias de trámite el error será siempre un error de procedimiento, puesto que estas
providencias, por serlo, carecen de contenido decisorio y no podrán, en consecuencia incurrir
en error in iudicando. Las sentencias interlocutorias sí podrán incurrir en uno o en otro tipo de
error, aunque en ellas será más frecuente el error de procedimiento.
Por lo que respecta a los errores de procedimiento puede ser de mucha importancia el recurso
de reposición. Recordemos que, por lo que respecta a la nulidad en que pueda incurrir una
providencia de trámite, a tenor del art. 112 CGP, no se puede pedir la anulación si se ha
consentido, así sea tácitamente, en la nulidad y que importa consentimiento tácito no reclamar
la reparación de la nulidad en la primera oportunidad hábil para ello y por la vía
correspondiente. Y esa oportunidad y esa vía serán las del recurso de reposición,
precisamente. Que es lo que explicita el art. 115.2: «La nulidad que afecta a los actos
procesales recurribles se debe reclamar por la vía del recurso de reposición...»
246.1 El recurso deberá interponerse verbalmente, con expresión de las razones que lo
sustenten, en la audiencia o diligencia en que se pronuncien o en escrito presentado dentro de
los tres días siguientes al de la notificación de la providencia, si ésta no se dictó en audiencia o
diligencia.
246.3 El recurso deducido en audiencia deberá ser resuelto en la misma, en forma inmediata.
242
se examinará el recurso de apelación de conformidad con el efecto que corresponda
legalmente (artículos 250, 251 y 254). (Redacción dada por la Ley 19.090).
Deberemos, aquí, efectuar una triple distinción para analizar separadamente tres situaciones
distintas, a saber: recurso de reposición contra providencia mere interlocutoria dictada en
audiencia o en diligencia judicial; recurso de reposición interpuesto contra providencia mere
interlocutoria dictada fuera de audiencia o de diligencia; y recurso de reposición contra
sentencias interlocutorias dictadas en audiencia o fuera de audiencia.
Dividiremos, para mayor claridad de la explicación, este procedimiento en las seis etapas
siguientes.
«Si se tratare de providencias de trámite -dice el art. 246.1- el recurso de reposición deberá
interponerse verbalmente, con expresión de las razones que lo sustenten, en la audiencia o
diligencia en que se pronuncien...».
Quiere decir que, dictada por el tribunal, en el decurso de una audiencia o de una diligencia,
una providencia de trámite, la parte que la considere errónea o equivocada, deberá recurrirla de
inmediato, interponiendo y fundando el correspondiente recurso de reposición y solicitando del
tribunal la revocación o la reforma de la providencia impugnada.
A diferencia de los recursos de aclaración y ampliación, que no se sustancian, esto es, sobre
los cuales no se oye a la contraparte y a diferencia de lo que al respecto, y para el mismo
recurso de reposición establecía el CPC (art. 651: «...y el Juez lo resolverá sin audiencia de la
otra parte»), el CGP dispone que sustanciar o no el recurso de reposición, queda reservado a
la libre voluntad del tribunal.
En efecto, el art. 246.2 establece que «El tribunal podrá decidir de plano el recurso...», esto es,
sin otro trámite, sin sustanciación; pero agrega, «Podrá asimismo, en consideración a las
circunstancias del caso, oír a la contraparte en el mismo acto antes de decidir...»
Sustanciar o no sustanciar el recurso es, pues, una facultad del tribunal, y éste adoptará una
conducta o la otra según las circunstancias del caso que, por lo demás, apreciará libremente.
Cuando la providencia fue dictada en audiencia, y por tanto, recurrida también en audiencia
-audiencia o diligencia, desde luego- la decisión del mismo también será adoptada en la
243
audiencia o en la diligencia. Es lo que dispone el art. 246.3: «El recurso deducido en audiencia
deberá ser resuelto en la misma, en forma inmediata».
Dispone el art. 247 que «Si la decisión fuera modificativa de la anterior, la parte contraria tendrá
la facultad de interponer un nuevo recurso de reposición y el de apelación en subsidio, si
correspondiere».
La norma del CGP resulta más razonable y más justa que la del CPC, aun cuando el alcance
de la misma fuera discutido y existieran opiniones encontradas a su respecto, tanto en la
doctrina como en la jurisprudencia, fundadas principalmente en el carácter inequitativo del texto
legal.
Si el tribunal ha dictado una providencia de trámite que perjudica a una parte y beneficia a la
otra, si la parte perjudicada interpone el recurso de reposición y el tribunal revoca o modifica su
proveimiento, parece enteramente justo acordarle a la parte, primero beneficiada y luego
perjudicada, el derecho a interponer, a su vez, recurso de reposición contra esa decisión
modificativa o revocatoria.
No lo establece así, a texto expreso, el CGP, pero la solución se desprende a contrario sensu,
de lo que dispone el art. 247. Si se admite la interposición del recurso de reposición contra la
providencia modificativa o revocatoria, resulta obvio que no se admite contra la confirmatoria;
esto es, la providencia confirmatoria es irrecurrible.
Puede, pues, resolverlo de plano, sino otro trámite y puede, también, sustanciarlo, antes de
decidirlo. La sustanciación consistirá aquí en un traslado por tres días a la contraparte. El art.
246.2 in fine, expresa: «si el trámite fuera escrito, el término del traslado será de tres días».
Este plazo de tres días configura una excepción a la regla general contenida en el art. 99, a
cuyo tenor, «Salvo disposición contraria, los traslados deben ser evacuados dentro de seis
días...»
244
decida el recurso deberá ser dictada dentro de las 48 horas de presentado el escrito
correspondiente.
Rige la misma regla que ya examináramos, a propósito del recurso de reposición formulado y
resuelto en audiencia. Con la particularidad de que, en este caso, y por tratarse de providencia
dictada, recurrida y resuelta fuera de audiencia o de diligencia, la contraparte dispondrá de un
plazo de tres días para recurrir la providencia modificativa o revocatoria, contados desde el día
siguiente a aquel en que le fuera notificada la decisión revocatoria o modificativa.
c. Recurso de reposición contra sentencia interlocutoria, ya sea que haya sido dictada
en audiencia o fuera de audiencia
Según señaláramos ya y según se desprende del art. 245, el recurso de reposición también
procede contra las sentencias interlocutorias.
Como en estos casos el recurso de reposición va unido -en la forma que luego se verá- al
recurso de apelación y a efectos de simplificar la explicación, haremos el estudio conjunto de
ambos recursos -reposición y apelación- al examinar el recurso de apelación contra sentencias
interlocutorias.
Sin embargo, existe un límite para esa modificabilidad, y el mismo está marcado por el instituto
de la preclusión. Si el proceso ha pasado de una etapa a otra; si, por ejemplo, la providencia de
trámite fue dictada en la audiencia preliminar y ésta ya concluyó, habrá precluido incluso para
el tribunal, la posibilidad de modificar aquella providencia de trámite.
Esta es la regla que contiene el art. 214: «Las providencias de trámite podrán rectificarse y
ampliarse en cualquier momento, de oficio o a iniciativa de parte, por razones de forma o de
fondo, salvo si ya se ha operado la preclusión».
La preclusión era definida por Couture como «extinción, clausura, caducidad; acción y efecto
de extinguirse el derecho a realizar un acto procesal, ya sea por prohibición de la ley, por
haberse dejado pasar la oportunidad para verificarlo, o por haberse realizado otro incompatible
con aquél», y también, el «principio procesal así designado por oposición al denominado
‘secuencia discrecional’, según el cual el juicio se divide en etapas, cada una de las cuales
supone la clausura de la anterior sin posibilidad de renovarla».
El CGP que como regla general no contiene definiciones define sí al recurso de apelación, al
establecer en su art. 248 que «La apelación es el recurso concedido en favor de todo litigante
que haya sufrido agravio por una resolución judicial, con el objeto de que el tribunal superior
correspondiente, previo estudio de la cuestión decidida por la resolución recurrida, la reforme,
revoque o anule».
245
Es lo que desarrolla el art. 249 al referir las causas de la impugnación mediante el recurso de
apelación: «la improcedencia de la resolución en cuanto a su mérito» o «la nulidad por
incumplimiento de un requisito del que se derive tal efecto».
La nulidad podrá referir tanto a la sentencia como al procedimiento; pero en este último caso,
siempre que no haya mediado subsanación.
Agrega la norma en examen que «La nulidad podrá referir tanto a la sentencia como al
procedimiento...», es decir, que el recurso de apelación está hoy destinado a reparar tanto los
errores in iudicando -es decir, el error en los fines, el error en la aplicación del Derecho
sustancial al caso concreto- como el error in procedendo, el error en los medios, el error en la
aplicación de las normas procesales.
Podemos, entonces decir que el recurso de apelación es un remedio de carácter procesal que
tiene por objeto el control de la función judicial, fundado en una aspiración de mayor justicia;
remedio por el cual se faculta al litigante agraviado por una sentencia -definitiva o interlocutoria-
a requerir el pronunciamiento de un tribunal superior para que, con el material probatorio
reunido en la primera instancia y el que restringidamente se permita aportar en la segunda,
examine en todo o en parte la decisión impugnada como errónea por falsa apreciación de los
hechos o equivocada aplicación o interpretación del Derecho o viciada de nulidad -la sentencia
en sí misma o el procedimiento que la precedió- y la revoque, la reforme o la anule en la
medida de lo solicitado por el apelante.
Aunque el art. 248 menciona, hasta por dos veces, la resolución -la resolución judicial, la
resolución recurrida- lo cierto es que el recurso de apelación únicamente cabe contra las
sentencias.
1) Contra las sentencias definitivas, sin más excepciones que las de segunda instancia y las
demás que expresamente establezca la ley».
Pensamos que, en lugar de esta modalidad negativa de expresión, puede resultar más sencillo
afirmar que el recurso de apelación procede contra las sentencias definitivas de primera
instancia. No procederá, naturalmente, en los casos de instancia única (arts. 73, 2, b y 74 ab
initio LOT), ni en los casos en que a texto expreso la ley declare la sentencia definitiva
inapelable.
Agrega el art. 250, en su núm. 2 que también procede el recurso de apelación «Contra las
sentencias interlocutorias, excepto las dictadas en el curso de una instancia cuya sentencia
definitiva no es apelable y las dictadas en el curso de un incidente».
También aquí nos parece más práctica la fórmula positiva y no la negativa que emplea la
norma. Admiten, pues, el recurso de apelación las sentencias interlocutorias dictadas en
primera instancia y siempre que no lo hayan sido en el curso de un incidente.
1) Contra las sentencias definitivas, sin más excepciones que las de segunda instancia y las
demás que expresamente establezca la ley.
2) Contra las sentencias interlocutorias, excepto las dictadas en el curso de una instancia cuya
sentencia definitiva no es apelable y las dictadas en el curso de un incidente.
La apelación contra las sentencias interlocutorias podrá ser subsidiaria del recurso de
reposición, debiéndose deducir ambos recursos de manera conjunta y dentro del plazo para
246
apelar o en la propia audiencia, según los casos (artículos 246.4, 251 numeral 3), 253 y 254).
No obstante, se haya o no deducido recurso de reposición, el tribunal podrá siempre revocar,
por contrario imperio, la providencia interlocutoria apelada. (Redacción dada por la Ley
19.090).
Es ésta una muy importante innovación introducida por el CGP. Ha previsto tres modalidades
distintas para el recurso de apelación: apelación con efecto suspensivo, apelación sin efecto
suspensivo y apelación con efecto diferido.
Son apelables con efecto suspensivo las sentencias definitivas y las sentencias interlocutorias
con fuerza de definitivas. Es la regla que contiene el art. 252.1: «La apelación tendrá efecto
suspensivo cuando se trate de sentencias definitivas o interlocutorias que pongan fin al proceso
y hagan imposible su continuación».
Es perfectamente comprensible que esto sea así, o mejor dicho, que no pueda ser de otra
manera. La sentencia definitiva pone fin a la primera instancia, la sentencia interlocutoria con
fuerza de definitiva (por ejemplo, la que acoge la excepción previa de caducidad, de
prescripción, de cosa juzgada, de transacción) pone fin al proceso y hace imposible su
continuación; por consiguiente, es obvio que el recurso de apelación ha de tener efecto
suspensivo sobre una instancia que concluyó o sobre un proceso que, de confirmarse la
interlocutoria con fuerza de definitiva, habrá concluido enteramente.
Lo que interesa destacar es que, en el CGP, estos dos tipos de sentencias -las definitivas y las
interlocutorias con fuerza de definitivas- son las únicas apelables con efecto suspensivo.
«En todos los demás casos -dice el art. 252.2- la apelación no tendrá efecto suspensivo». Y los
demás casos son, naturalmente, los referidos a las sentencias interlocutorias simples.
El Código menciona algunas a cuyo respecto y en forma expresa dice que la apelación de las
mismas no tiene efecto suspensivo: así los arts. 308 en materia de diligencias preparatorias,
315.3 en materia de medidas cautelares, 393.2 en el proceso de ejecución, etc. Pero más allá
de los ejemplos concretos, lo que interesa destacar es la regla general contenida en el art.
252.2: las sentencias interlocutorias simples nunca serán apelables con efecto suspensivo.
Si las sentencias definitivas y las interlocutorias con fuerza de definitivas son las únicas
apelables con efecto suspensivo, resulta elemental que la única categoría restante de
sentencias -las sentencias interlocutorias simples- serán apelables sea sin efecto suspensivo,
sea con efecto diferido. ¿Cuándo en una forma y cuándo en la otra? El art. 252.3 establece una
regla muy clara al respecto: «La apelación tendrá efecto diferido en los casos expresamente
establecidos en la ley».
Es decir: para que una interlocutoria simple sea apelable con efecto diferido, así debe
establecerlo la ley en forma expresa; si la ley nada dispone respecto a la modalidad de
apelación de una sentencia interlocutoria simple, ella será apelable sin efecto suspensivo, tal
como lo dispone la regla general del art. 252.2.
a. Procedencia
El recurso de apelación contra las sentencias definitivas, reglado en el art. 253 CGP, se aplica
tanto a la sentencia definitiva recaída en un proceso ordinario como a la sentencia definitiva
recaída en un proceso extraordinario.
247
Artículo 253: Apelación de sentencias definitivas.-
Al evacuar el traslado, podrá la contraparte o cualquier litigante con interés distinto al del
recurrente adherir al recurso y fundar, a la vez, sus agravios, los que se sustanciarán con un
traslado a la otra parte y a cualquier litigante con interés distinto al del adherente, por el plazo
de quince días.
253.2 Las partes podrán solicitar el diligenciamiento de prueba en segunda instancia, tanto en
el escrito de interposición del recurso como en el de contestación al mismo, exclusivamente en
los siguientes casos:
2) Si se tratare de acreditar hechos nuevos conforme con lo dispuesto por el artículo 121.2.
El art. 347 en su inc. 2º establece una regla según la cual «No obstante, en aquellos procesos
en que se sentencia Rebus sic Stantibus, como en el de alimentos o cuestiones relativas a
menores, cuando se alegare el cambio de la situación ya resuelta, corresponderá, en
sustitución de los recursos ordinarios, el proceso extraordinario posterior, para decidir la
cuestión definida conforme con las nuevas circunstancias que la configuran».
El recurso de apelación contra la sentencia definitiva debe interponerse en escrito fundado -si
no lo fuera, se rechazará el recurso sin otro trámite- y dentro del plazo de quince días a contar
del siguiente a la notificación de la sentencia, que, repetimos, habitualmente se hará en la
propia audiencia en que ella fue dictada y leída.
Establece el art. 253.1 que «El recurso de apelación contra las sentencias definitivas se
interpondrá en escrito fundado, dentro del plazo de quince días» (inc. 1º); y agrega en su inc. 3º
que «La apelación... no fundadas se rechazarán de plano, teniéndose por desistidos a los
recurrentes».
«Se sustanciará con un traslado a la contraparte por el término de quince días», establece
también el inc. 1º del art. 253.1.
Es decir, que frente al ataque contra la sentencia que supone la interposición del recurso de
apelación, el tribunal debe oír a la contraparte que, naturalmente, habrá de defender la
sentencia. Una y otra parte -la apelante y la apelada- disponen, cada una de ellas, de un plazo
de quince días hábiles para apelar y para contestar la apelación. La apelación, por ser fundada,
contendrá la expresión de agravios, esto es, la pormenorización de los errores en que habría
incurrido la sentencia, y la contestación de la apelación, que también deberá ser fundada si
quiere ser eficaz -aunque la ley no lo exija así a texto expreso- contendrá la contestación de
agravios.
El Código lo da por sobreentendido, pero conviene aclarar que tanto la interposición como la
contestación del recurso de apelación se hacen o se presentan ante el tribunal que dictó la
sentencia definitiva, ante el tribunal a quo. La solución, que es elemental, resulta además del
epígrafe del art. 255.
248
d. Otorgamiento o denegación del recurso
No existe texto expreso al respecto, pero en mi opinión puede sostenerse que el tribunal de
primera instancia, el tribunal a quo, concederá el recurso para ante el superior después de
sustanciarlo, esto es, después de haber conferido traslado al apelado por el término de quince
días; en cambio, si deniega el recurso, podrá hacerlo antes o después de sustanciarlo.
Creo que puede sostenerse que la sentencia sometida a recurso es una sentencia sometida a
condición suspensiva. Esta condición no será la misma en todo caso, sino que dependerá del
momento en que se considere la sentencia misma. Considerada dentro de los quince días
siguientes a su notificación a las partes, ella estará sometida a la condición suspensiva de que
sea interpuesto el recurso de apelación. Si se la examina cuando ya se ha interpuesto, pero
aun no concedido el recurso, la sentencia estará sometida a la condición suspensiva de que no
se conceda el recurso. Si se mira la sentencia cuando ya ha sido concedido el recurso de
apelación, ella estará sujeta a la condición suspensiva de que la sentencia de segunda
instancia no la revoque.
«Interpuesta en tiempo y forma la apelación -dice el art. 255- el tribunal la admitirá si fuere
procedente, y expresará el efecto con que la admite (art. 251)», es decir que, al admitir el
recurso el tribunal a quo deberá expresar si lo concede con efecto suspensivo, sin efecto
suspensivo o con efecto diferido. Como aquí estamos considerando solamente el recurso de
apelación contra sentencias definitivas resulta obvio que, de admitirse el recurso, el tribunal
expresará que lo admite con efecto suspensivo.
Si el recurso no fuera admitido o existiere agravio por el efecto con el cual fue franqueado, la
resolución respectiva podrá ser impugnada exclusivamente a través del recurso de queja,
conforme con lo establecido en la Sección V de este Capítulo. (Redacción dada por la Ley
19.090)
Concedido el recurso, esto es, después de sustanciarlo, los autos deberán ser enviados al
tribunal superior que ha de conocer del recurso de apelación.
1) Efecto suspensivo
249
Por lo que refiere al primero de dichos caracteres, esto es, la inejecutabilidad de la sentencia
sometida a recurso, el art. 260 ha venido a establecer como excepción, la posibilidad de la
ejecución provisional de la misma.
260.1 Cuando se recurriere una sentencia definitiva de condena el vencedor podrá solicitar la
ejecución provisional dentro del plazo para evacuar el traslado del recurso, prestando garantía
suficiente para responder, en su caso, por todos los gastos judiciales y daños y perjuicios que
pudiere ocasionar a la parte contraria.
260.2 Será competente para la ejecución provisional de la sentencia el tribunal ante el cual se
siguió la primera instancia del proceso.
260.4 Las resoluciones del tribunal que dispongan o denieguen la ejecución provisional o su
suspensión serán apelables conforme con lo dispuesto por el numeral 2) del artículo 251.
Por lo que respecta al segundo de los caracteres apuntados, esto es, a la cesación de toda
actividad por el tribunal a quo, el art. 251.1 consagra, a la vez, la regla y la excepción. La regla,
al estatuir que en caso de apelación con efecto suspensivo, «en cuyo caso la competencia del
tribunal se suspende desde que quede firme la providencia que concede el recurso hasta que
le es devuelto el expediente para el cumplimiento de lo resuelto en la instancia superior»; la
excepción, al agregar que «No obstante, el tribunal inferior podrá seguir conociendo de los
incidentes que se sustancien en pieza separada y de todo lo que refiera a la administración,
custodia y conservación de bienes embargados o intervenidos judicialmente así como en lo
relativo a la seguridad y depósito de personas, siempre que la apelación no verse sobre esos
puntos».
Las excepciones establecidas a continuación por el art. 251.1 están referidas a situaciones
fácilmente comprensibles, por ejemplo, todo lo que refiera a la administración, custodia y
conservación de bienes embargados o intervenidos que, sin perjuicio de la apelación
concedida, permanecerán dependiendo del tribunal a quo.
250
Artículo 251: Efectos.-
1) Con efecto suspensivo, en cuyo caso la competencia del tribunal se suspende desde que
quede firme la providencia que concede el recurso hasta que le es devuelto el expediente para
el cumplimiento de lo resuelto en la instancia superior. No obstante, el tribunal inferior podrá
seguir conociendo de los incidentes que se sustancien en pieza separada y de todo lo que
refiera a la administración, custodia y conservación de bienes embargados o intervenidos
judicialmente, así como en lo relativo a la seguridad y depósito de personas, siempre que la
apelación no verse sobre esos puntos.
El tribunal superior, una vez recibida la pieza, podrá decidir, en atención a las circunstancias
del caso, si debe procederse o no a la suspensión del procedimiento principal o del
cumplimiento de la providencia apelada. Cuando resuelva la suspensión, lo comunicará de
inmediato al tribunal inferior por la vía más rápida disponible.
3) Con efecto diferido, limitado a la simple interposición del recurso, en cuyo caso y sin
perjuicio del cumplimiento de la resolución impugnada, se reservará fundamentarlo con el de la
eventual apelación de la sentencia definitiva.
La parte que no tuviere agravios respecto de la sentencia definitiva igualmente podrá fundar la
apelación diferida por vía principal en el plazo de seis días o al evacuar el traslado de la
apelación interpuesta por su contraparte contra la sentencia definitiva. En este último caso, el
plazo del traslado de la apelación diferida será de seis días.
2) Efecto devolutivo
El efecto devolutivo tiene esta denominación por una mera reminiscencia histórica.
Antiguamente se entendía que los tribunales representaban directamente al rey o al soberano,
quien había delegado en ellos el conocimiento en primera instancia de los asuntos judiciales; al
apelarse la sentencia, el tribunal devolvía al superior las facultades que éste le había delegado.
Esto ha dejado de ser así, desde luego, en el Estado moderno, sin perjuicio de lo cual la
denominación se mantiene en el léxico procesal como un simple resabio.
El efecto devolutivo implica que, en virtud del recurso de apelación no solamente han cesado
los poderes del tribunal a quo, sino que el tribunal de alzada asume la potestad de confirmar,
de revocar, reformar o anular la sentencia de primer grado. También, y eventualmente, la de
declarar mal concedido el recurso.
a. Procedencia
El recurso de apelación contra una sentencia interlocutoria podrá o no, en el CGP, ser
subsidiario del recurso de reposición.
251
contra la sentencia interlocutoria; por otro lado, se haya o no interpuesto el recurso de
reposición, el tribunal que dictó la sentencia interlocutoria puede revocarla.
Señalemos, por fin, que cuando en sus últimas palabras el artículo se refiere a «la providencia
interlocutoria apelada», debió decirse, con mayor precisión, la sentencia interlocutoria apelada.
Debemos distinguir aquí también según la sentencia interlocutoria haya sido dictada en
audiencia o fuera de ella.
De todos modos, debe tenerse presente que a tenor del encabezamiento del art. 254, «El
recurso de apelación contra las sentencias interlocutorias se regirá por lo dispuesto para las
sentencias definitivas, con las siguientes modificaciones...»
El recurso de apelación contra las sentencias interlocutorias se regirá por lo dispuesto para las
sentencias definitivas, con las siguientes modificaciones:
La parte que no tuviera agravios sobre la sentencia definitiva podrá igualmente fundar la
apelación concedida con efecto diferido, de conformidad con lo dispuesto en el inciso segundo
del numeral 3) del artículo 251.
4) Solo se admitirá la prueba documental conforme con lo dispuesto por el numeral 2) del
artículo 253.2.
«Si se tratare de providencia pronunciada fuera de audiencia, el plazo para la interposición del
recurso será de seis días, al igual que el del traslado...» (Art. 254 núm. 1).
Quiere decir que si la sentencia interlocutoria fue dictada fuera de audiencia, las partes
contarán con un plazo de seis días hábiles, a contar del día siguiente al de la notificación, para
interponer, aquella que se considere agraviada por la sentencia, el recurso en forma escrita y
fundada.
252
Si el recurso se interpusiera sin fundar, a tenor de lo dispuesto por el art. 253.1 in fine y la
remisión que a él hace el art. 254 en su encabezamiento, el recurso de apelación será
rechazada de plano, teniéndose por desistido al recurrente.
El numeral 2 del art. 254 dispone que «Si se tratare de providencia (rectius: de sentencia)
pronunciada en audiencia, deberá anunciarse la apelación en ella e interponerse y sustanciarse
dentro del plazo y trámites indicados en el numeral anterior».
De modo, pues, que la parte agraviada anunciará en la audiencia la interposición del recurso de
apelación o la interposición de los recursos de reposición y apelación, el o los que fundará en el
plazo de los seis días subsiguientes al de la audiencia.
Ahora bien, ¿qué debe entenderse por anunciarse la apelación? En el mismo art. 254, en el
núm. 3, como en el art. 251., núm. 3, el Código se refiere a la interposición o a la simple
interposición del recurso de apelación con efecto diferido, separando, claramente, la simple
interposición de la fundamentación del recurso. ¿Anunciar el recurso es lo mismo que
simplemente interponerlo? Pensamos que sí, aunque nos resulte censurable que el Código
haya utilizado una expresión tan poco técnica como la de anunciar un recurso, cuando tenía a
su disposición la palabra correcta: interposición, simple interposición, mera interposición.
Expresión de larga tradición procesal, por cuanto el CPC originario distinguía, para la entonces
denominada apelación libre -que se contraponía a la apelación en relación- la «mera
interposición del recurso» (art. 658) de la expresión de agravios o fundamentación del mismo
(art. 718), distinción ésta que mantuvo la LAJ, aun cuando introdujera otros cambios (art. 49).
Sin embargo, el propio numeral 2 del art. 254 dispone que deberá anunciarse la apelación en la
audiencia e interponerse dentro del plazo indicado en el núm. 1, es decir dentro del plazo de
seis días. En una interpretación cerradamente literal anunciar e interponer el recurso serían
actos o actitudes distintas, que se cumplen de manera distinta también: el anuncio, oralmente y
en la audiencia, la interposición, por escrito y dentro de los seis días siguientes. Pero así como
el Código ha superpuesto, primero, los conceptos de anuncio e interposición del recurso, ha
confundido luego interposición y fundamentación del recurso. Creemos que, mejor redactado,
el núm. 2 del art. 254 debería decir: Si se tratare de sentencia pronunciada en audiencia,
deberá interponerse la apelación en ella y fundarse y sustanciarse.... De todos modos,
consideramos que es así como debe ser entendida esta norma.
Así lo establece el art. 254.1: «...el plazo para la interposición del recurso será de seis días, al
igual que el del traslado...» al regular el recurso de apelación contra sentencia interlocutoria
dictada fuera de audiencia, y así lo dispone el art. 254.2 al remitirse a los plazos del numeral
anterior por lo que respecta al recurso de apelación contra sentencia interlocutoria dictada en
audiencia.
Los efectos que, en cada caso, puede tener el recurso de apelación deducido contra una
sentencia interlocutoria, son diversos. Pueden ser:
1) Efecto suspensivo
253
Lo tendrá únicamente el recurso de apelación deducido contra una sentencia interlocutoria con
fuerza de definitiva, según ya viéramos, y según así lo dispone el art. 252.1.
Este efecto suspensivo es el mismo, o si se prefiere, tiene los mismos caracteres, que el efecto
suspensivo de la apelación interpuesta contra una sentencia definitiva. Nos remitimos, pues, a
lo expresado a este respecto en el numeral 4 de este capítulo.
2) Efecto no suspensivo
El art. 251.2 precisa el contenido del recurso de apelación sin efecto suspensivo: «en la misma
providencia en que se conceda el recurso, se señalarán las actuaciones que deben integrar la
pieza separada que habrá de remitirse al superior».
Es decir: el efecto no suspensivo del recurso implica que el proceso continúa su desarrollo en
la primera instancia y que solamente la cuestión que ha motivado el dictado de la sentencia
interlocutoria pasa, en segunda instancia y en virtud del recurso de apelación deducido contra
ella, a consideración del tribunal inmediatamente superior.
Para que así pueda hacerse materialmente, será necesario formar una pieza separada -esto es
una parte del propio expediente principal- que se formará con las actuaciones procesales que
correspondan, las que serán enviadas al superior en su original o en fotocopia autenticada.
Esta falta de efecto suspensivo es, inicialmente, sólo provisional o temporaria, y quedará
condicionada a lo que, al respecto, decida el tribunal superior.
En efecto, agrega el art. 251 núm. 2: «El tribunal superior, una vez recibida la pieza, decidirá
dentro de cuarenta y ocho horas y en forma preliminar, si debe procederse o no a la
suspensión del procedimiento principal. Cuando resuelva la suspensión lo comunicará de
inmediato al tribunal inferior».
Que la apelación no tenga efecto suspensivo, supone, desde luego, que sólo tiene efecto
devolutivo.
3) Efecto diferido
Sabemos ya que corresponde la apelación con efecto diferido contra aquellas sentencias
interlocutorias simples a cuyo respecto la ley establezca, expresamente, este efecto (art.
252.3).
El núm. 3 del art. 251 establece: «Con efecto diferido, limitado a la simple interposición del
recurso, en cuyo caso y sin perjuicio del cumplimiento de la resolución impugnada, se reservará
fundamentarlo conjuntamente con el de la eventual apelación de la sentencia definitiva. En este
caso, se conferirá traslado de ambos recursos a la contraparte y se resolverán los mismos
conjuntamente».
LA ADHESIÓN A LA APELACIÓN
254
a. Concepto
Supongamos que el actor demandó el pago de una determinada cantidad de dinero por
concepto de daños y perjuicios, con más su actualización, sus intereses y las costas y costos
del proceso; supongamos igualmente que la sentencia definitiva acogió la demanda y condenó
al demandado al pago de la suma de dinero reclamada, con más su actualización y con más
sus intereses, pero que no hizo especial condenación en materia de costas y costos.
b. Admisibilidad
La adhesión a la apelación está sometida a la misma regla que la apelación en lo que refiere a
la necesidad de que una y otra sean fundadas. El último inciso del art. 253.1 dispone que «La
apelación y la adhesión no fundadas se rechazarán de plano, teniéndose por desistidos a los
recurrentes».
Si la parte contraria también recurrió en forma principal es que ambas partes apelaron, por
separado. La doble apelación, por lo demás, la prevea o no la ley, siempre resultará posible.
255
adhesión a la apelación. En cambio, en caso de doble apelación, habrá: recurso de apelación
del primer apelante; recurso de apelación del segundo apelante; contestación del segundo
apelante al recurso del primero; y contestación del primero al recurso del segundo apelante.
LA SEGUNDA INSTANCIA
Antes de la sanción del CGP éste era un tema interesante y polémico que, además fue
variando a influjos de la legislación posterior y modificativa del CPC, la Ley Nº 13.355 (LAJ)
primero, el Decreto-ley Nº 14.861, después.
En el CGP, el punto parecería resuelto por la disposición del art. 344.1: «La segunda instancia
se provocará por la interposición del recurso de apelación (artículos 248 a 261)».
Podría sostenerse que la expresión legal se provocará no equivale a decir que comenzará,
pero en todo caso resultaría excesivo plantearse la cuestión aquí.
344.1 Durante la segunda instancia no se notificará a domicilio las providencias que disponen
el pasaje a estudio o el resultado del sorteo de integración en los órganos colegiados.
344.2 Recibidos los autos por el tribunal de alzada, éste dispondrá el pasaje a estudio o
adoptará las medidas pertinentes cuando los autos no estuvieren en estado; si se tratare de
tribunal colegiado, el estudio se hará de conformidad con lo dispuesto en el artículo 204.
Finalizado el estudio por el tribunal unipersonal, se dictará decisión anticipada (artículo 200) o
se citará a audiencia.
256
Finalizado el correspondiente plazo de estudio de los autos, el tribunal de alzada, sea éste
colegiado o unipersonal, citará a audiencia, salvo, naturalmente, que se hubiera dispuesto
dictar sentencia anticipada (art. 344.2, inc. 2º).
La referida audiencia deberá, tanto en un caso como en otro -tribunal colegiado o unipersonal-
fijarse dentro de un plazo de treinta días (arts. 344.2, inc. 2º).
3) Realización de la audiencia
Si una o ambas partes hubieran solicitado el diligenciamiento de algún medio de prueba -de los
que se admiten en segunda instancia, desde luego y tal como lo examinaremos en el siguiente
numeral- el primer objeto de dicha audiencia será, pues, la producción o el diligenciamiento del
o los medios de prueba propuestos.
Aquí cabe distinguir, porque las restricciones son distintas, según la segunda instancia se haya
abierto por apelación de una sentencia definitiva o por apelación de una sentencia
interlocutoria.
El núm. 1 del art. 253.2 regula el primero de dichos casos: «Si se tratare de producir la prueba
regulada por los artículos 148 y 153 con referencia a hechos que no hubiesen sido objeto de la
misma probanza en la instancia anterior».
El núm. 2 del art. 253.2 prevé el segundo caso en que se admite prueba en segunda instancia:
«Si se tratare de presentar documentos de fecha posterior a la conclusión de la causa o
anteriores, cuando, en este último caso, se afirmare bajo juramento no haber tenido antes
conocimiento de los mismos, circunstancia que apreciará el tribunal para admitir o rechazar la
prueba. A tal efecto, podrá requerir o recabar la información sumaria que la acredite».
La única dificultad, a este respecto, podría consistir en determinar con precisión, en el CGP,
qué se entiende por conclusión de la causa.
En el CGP se hace mención de la conclusión de la causa en el art. 193, cuyo epígrafe es,
precisamente, «Pruebas posteriores a la conclusión de la causa», y en él se regulan las
diligencias para mejor proveer.
Documento de fecha posterior a la conclusión de la causa y, por tanto, admisible sin más en la
segunda instancia, sería todo documento de fecha posterior a la conclusión de la audiencia
complementaria.
El núm. 3 del art. 253 establece el tercer caso en que se admitirá prueba en segunda instancia:
«Si se tratare de acreditar hechos nuevos conforme con lo dispuesto por el artículo 121.2».
257
El art. 121.2, que ya conocemos, establece en lo que aquí interesa destacar, que si el hecho
nuevo fuera posterior a la conclusión de la causa, podrá ser alegado y probado en segunda
instancia.
Si bien se advierte, este numeral 3 del art. 253 presenta dos o tres diferencias importantes con
relación a los dos primeros.
En primer lugar, y a diferencia de los anteriores que ya estuvieron previstos en forma más o
menos similar en la LAJ, éste resulta original.
En segundo lugar, mientras los dos primeros numerales se refieren a medios de prueba
determinados -interrogatorio de la parte y absolución de posiciones, uno, y documentos, el otro-
éste no se refiere a un medio de prueba determinado, concreto, por lo que cabe entender que
cualquier medio de prueba tendiente a probar un hecho nuevo resultará admisible.
En tercer lugar, mientras en los dos primeros casos los hechos a probar en segunda instancia
son los mismos alegados y controvertidos en la primera instancia, en este tercer caso se trata
de hechos nuevos, posteriores a la conclusión de la causa en primera instancia.
El art. 254 que según hemos señalado más de una vez ya, comienza estableciendo que el
recurso de apelación contra las sentencias interlocutorias se regirá por lo dispuesto para las
sentencias definitivas, con las modificaciones que él mismo indica, dispone en su núm. 4, y por
lo que refiere a la prueba: «Sólo se admitirá la prueba documental conforme con lo dispuesto
por el artículo 253.2, numeral 2º».
Los tres casos, pues, en que puede admitirse prueba en la segunda instancia nacida a
consecuencia de la apelación de una sentencia definitiva quedan reducidos a uno solo -el
referente a la prueba documental- en la segunda instancia abierta por la apelación de una
sentencia interlocutoria. Por lo que refiere a este único medio de prueba admisible en esta
segunda instancia, nos remitimos a lo expresado al respecto en el literal anterior.
La regla a que nos vamos a referir es común en un doble sentido. Lo es, en primer término,
porque ella se aplica a todos los medios de prueba admisibles en segunda instancia y lo es, en
segundo término, porque ella se aplica tanto a la proposición de prueba en segunda instancia
motivada por la apelación de sentencia definitiva como en la segunda instancia generada por
apelación de una sentencia interlocutoria dada la norma inicial del art. 254.
Esta regla, muy simple por lo demás y absolutamente lógica, está contenida en el párrafo final
del art. 253: «En todos los casos, se solicitará el diligenciamiento de la prueba correspondiente,
conforme con lo prescripto por el art. 118». Es decir, que sea en la apelación, sea en la
contestación de la apelación, deberán agregarse el o los documentos, si de documentos se
tratare, deberá proponerse el interrogatorio o la absolución de posiciones o, en general,
cualquier medio de prueba si se tratare de probar un hecho nuevo posterior a la conclusión de
la causa en primera instancia.
«En la audiencia -dice el art. 344.3- se diligenciará la prueba que el tribunal hubiere dispuesto a
iniciativa de parte o de oficio (artículo 253.2 y 254 numeral 4), y se oirá a las partes en la forma
prevista para la primera instancia...»
258
Luego de producida la prueba, si la hubiere, «se oirá a las partes en la forma prevista para la
primera instancia», esto es, las partes alegarán oralmente, por su orden, por espacio de diez
minutos cada una, prorrogables por otro diez minutos y, en casos complejos y con autorización
del tribunal, por un lapso mayor (art. 343.6).
El alegato de bien probado es, como ya sabemos, un cotejo o un análisis crítico comparativo
entre las alegaciones de hecho de las partes y la prueba producida, para tratar de demostrar
que se ha probado o que no se han probado los hechos constitutivos de la pretensión o de la
oposición a la pretensión.
Sin embargo, el art. 344.4 ha venido a añadir que «En caso de que no se debiera diligenciar
prueba, se convocará igualmente a audiencia a efectos de oír a las partes y dictar sentencia».
Este informe oral, en el que cada parte, a través de su abogado, replanteará el objeto del
proceso y el proceso mismo, viene a constituirse en algo así como la resurrección del informe
in voce que admitieran el CPC y la LAJ (arts. 733 y 50, respectivamente) y que el Decreto-ley
Nº 14.861 derogara expresamente (art. 6º), quizá para borrar hasta ese menor atisbo de
oralidad entonces existente.
El art. 344.5 prescribe que «La sentencia se dictará conforme a lo dispuesto en los artículos
341 numeral 5º o 343.7, según los casos, dentro de los plazos allí señalados».
Más allá de que llame la atención de que la norma no se remita, como hubiera correspondido,
al art. 203 que es el que en verdad establece los «plazos para dictar sentencia», la solución es
la misma.
El art. 341.5 no se refiere genéricamente a las sentencias interlocutorias, como sí lo hace el art.
203, sino a una determinada y específica, la sentencia interlocutoria que se dicta en la
audiencia preliminar con el fin de sanear el proceso. De todos modos, la referencia a dicho
artículo en el art. 344.5 debe lógicamente ser entendida como una referencia a todas las
sentencias interlocutorias que hubieran sido apeladas.
Las sentencias de segunda instancia, por consiguiente, deberán ser dictadas, en principio, al
cabo de esta audiencia que hemos venido analizando; el tribunal de segunda instancia tendrá
la facultad de pronunciar el fallo en la audiencia y de postergar la emisión de sus fundamentos
para otra audiencia que deberá cumplirse dentro de los diez días siguientes si la sentencia a
dictar fuere interlocutoria y de quince días si fuere definitiva; en casos en que la complejidad del
asunto lo justifique, el tribunal de alzada podrá postergar el dictado de la sentencia íntegra -el
fallo y sus fundamentos- para otra audiencia que deberá realizarse dentro de los quince días si
fuere interlocutoria y dentro de los treinta días siguientes si fuere definitiva.
Nos referiremos en este apartado y bajo esta denominación a algunas situaciones distintas.
El CGP al acogerlo en el art. 257.1 -«El tribunal que conoce del recurso de apelación no podrá
modificar en perjuicio de la parte apelante el contenido de la resolución impugnada, salvo que
la contraparte también hubiera recurrido en forma principal o adhesiva»- ha venido a darle la
imperatividad de la norma jurídica. Y ha hecho bien, ya que no faltan las voces que se alzan
contra este principio, principalmente en materia procesal penal.
259
Quienes se oponen -o se oponían, antes de su consagración en la ley- a tal principio, sostenían
su pretendida inconciliabilidad lógica con el efecto devolutivo del recurso de apelación; sería
lógicamente contrario a la naturaleza de la apelación impedir al segundo tribunal, decidir, si su
examen así se lo aconseja, en sentido más desfavorable al apelante.
Pero como sostuviera Calamandrei, al rigor de este aparente dilema es fácil responder con una
observación elemental: el efecto devolutivo del recurso, precisamente porque es un efecto, no
se produce sino porque existe una causa, que no es otra que la interposición del recurso de
apelación. Dada la relación de causa a efecto que existe entre la interposición del recurso de
apelación y la devolución de la contienda al tribunal ad quem, la devolución total podrá ser
efecto solamente de una apelación total, pero si se admite la posibilidad de una apelación
parcial, se deberá necesariamente admitir la posibilidad de una devolución parcial: tantum
Devolutum, quantum Apellatum. Pensar de otra manera, admitiendo que una devolución total
pueda ser la consecuencia de una apelación parcial, equivaldría a admitir que se pueda tener,
en cuanto a aquella parte de la contienda que no ha sido objeto de la apelación parcial, una
devolución sin apelación: o sea, un efecto sin causa (Calamandrei, Apuntes sobre la reformatio
in peius, en Estudios sobre el proceso civil).
2) La actualización de la sentencia
El art. 257.2 determina que «El tribunal no podrá decidir sobre puntos no propuestos al tribunal
de primera instancia; no obstante, deberá resolver sobre los intereses, daños y perjuicios u
otras cuestiones derivadas de hechos posteriores a la sentencia de primera instancia». Reitera,
con alguna variante, la solución del art. 728 CPC.
Lo que la norma establece en su segunda parte es que, sin perjuicio de lo anterior, el tribunal
de alzada resolverá sobre los intereses, los daños y perjuicios y otras cuestiones derivadas de
hechos posteriores y, aún, del mero transcurso del tiempo a partir del dictado de la sentencia
de primera instancia.
El art. 257.3 prescribe: «El tribunal podrá decidir sobre puntos omitidos en la sentencia de
primera instancia, aunque no se hubieren deducido los recursos previstos por el artículo 244,
siempre que en los agravios se solicitare el respectivo pronunciamiento».
La norma reproduce, con alguna variante de redacción, la solución contenida en el art. 278 del
CPCCN argentino, de 1967, artículo que nos permitimos proponer como modelo en un también
lejano trabajo sobre el tema.
Hace ya unos cuantos años comenzó a manifestarse una tendencia jurisprudencial en nuestros
Tribunales de Apelaciones en lo Civil, según la cual si la sentencia de primera instancia había
omitido pronunciarse sobre algún punto del litigio y la parte no había solicitado la ampliación de
la misma, luego no podía interponer el recurso de apelación agraviándose de dicha omisión.
Generosamente dice Vescovi en el Curso sobre el Código General del Proceso, que a partir de
aquel trabajo nuestro, el resto de la doctrina y luego toda la jurisprudencia se inclinó por la tesis
que propiciáramos, Pero aun así, no ha estado demás incluir la solución a texto expreso en el
CGP. (Tarigo, La corrección de la sentencia: su aclaración y ampliación, en Rev. UDP, 1978, t.
4).
260
Si la sentencia no se pronunció sobre los intereses, o sobre la actualización de la suma
adeudada, o sobre las condenaciones procesales, etc., la parte podrá solicitar la ampliación de
la sentencia a efectos de que comprenda el o los puntos omitidos; pero si así no lo hace, ello
no le impedirá apelar dicha sentencia dando por supuesto que tal omisión no ha sido
meramente involuntaria, sino que supone lisa y llanamente la denegación de lo solicitado.
El art. 257.4 prescribe una regla más simple que su formulación: el tribunal de alzada debe
considerar, antes que otra cosa, la posible existencia de nulidad sea en la sentencia, sea en el
procedimiento de la primera instancia.
El artículo citado expresa: «El tribunal, al pronunciarse sobre el recurso de apelación, debe
examinar en forma previa, si en el escrito introductivo del recurso no se ha hecho valer la
nulidad de la sentencia o de los actos de la primera instancia procediendo, en su caso,
conforme a lo dispuesto en la Sección VII, Capítulo I del Título VI de este Libro».
257.1 El tribunal que conoce del recurso de apelación no podrá modificar en perjuicio de la
parte apelante el contenido de la resolución impugnada, salvo que la contraria también hubiere
recurrido en forma principal o adhesiva.
257.2 El tribunal no podrá decidir sobre puntos no propuestos al tribunal de primera instancia;
no obstante, deberá resolver sobre los intereses, daños y perjuicios u otras cuestiones
derivadas de hechos posteriores a la sentencia de primera instancia.
257.3 El tribunal podrá decidir sobre puntos omitidos en la sentencia de primera instancia,
aunque no se hubieren deducido los recursos previstos por el artículo 244, siempre que en los
agravios se solicitare el respectivo pronunciamiento.
257.5 Cuando se revocare una providencia apelada sin efecto suspensivo o con efecto diferido,
será ineficaz la actuación adelantada por el tribunal de primera instancia después de la
apelación, en lo que dependa necesariamente de aquélla. No procederá el reenvío, salvo
cuando se declarare la nulidad (inciso segundo del artículo 116). En caso de que el tribunal
haya declarado la admisibilidad de una prueba, dispondrá su diligenciamiento conforme con el
artículo 344.3. (Redacción dada por la Ley 19.090)
Si el tribunal considera que no ha existido ninguna nulidad, se pronunciará sobre los agravios
de la apelación, es decir, sobre la decisión de mérito de la sentencia.
Si admite la nulidad invocada -y también si declara una nulidad insanable por su propia
iniciativa, aun cuando no haya sido alegada por el recurrente- la consecuencia dependerá de
qué nulidad se trate. Si la nulidad se produjo en la sentencia misma, el tribunal dictará la
sentencia correspondiente arreglada a Derecho; si la nulidad se produjo en un acto de la
primera instancia del proceso y la declaración de nulidad de ese acto hiciere imposible el
aprovechamiento de los actos procesales posteriores, «se dispondrá el reenvío del proceso al
estado en que se hallaba en el momento de causarse la nulidad». Y el proceso deberá
reanudarse a partir del acto cuya nulidad haya sido declarada.
261
«Cuando se revocare una providencia apelada sin efecto suspensivo o con efecto diferido, será
ineficaz la actuación adelantada por el tribunal de primera instancia después de la apelación,
en lo que dependa necesariamente de ella», expresa el art. 257.5.
Si el tribunal de alzada revoca una u otra sentencia interlocutoria, ello implicará necesariamente
la ineficacia de los actos procesales que, a partir de la apelación de la interlocutoria, siguiera
cumpliendo el tribunal a quo y siempre y cuando tales actos procesales resultaran
dependientes de esa sentencia interlocutoria, ahora revocada.
La ley habla aquí de ineficacia y no de nulidad, lo cual resulta explicable por cuanto la
sentencia interlocutoria revocada no necesariamente pudo haber sido nula, aunque fuera sí
contraria a Derecho y revocada por razón de mérito. Pero en los hechos, la consecuencia es la
misma. Revocada, por ejemplo, la sentencia interlocutoria que no admitió el diligenciamiento de
determinados medios de prueba, no resultará ineficaz la producción de los medios de prueba
admitidos, pero sí resultarán ineficaces los alegatos de las partes y, fundamentalmente, la
sentencia definitiva. Al producirse el reenvío, deberán diligenciarse los medios de prueba
equivocadamente rechazados con anterioridad, deberán alegar nuevamente las partes, y
deberá dictarse nuevamente la sentencia de primera instancia.
Agrega el art. 259, que «Decidida la apelación y devuelto el expediente al tribunal de primera
instancia, éste dictará la providencia de cumplimiento de lo resuelto, en la cual se dispondrá lo
conducente a tal efecto. En el caso previsto en el art. 257.5 se señalarán expresamente las
actuaciones que quedan sin efecto».
Artículo 259:
En el caso previsto por el artículo 257.5, se señalarán expresamente las actuaciones que
quedan sin efecto.
Antes, la regla contenida en el texto original del art. 261 CGP que establecía la condena
preceptiva en las costas y costos de la segunda instancia al apelante perdidoso en los casos en
que la sentencia de segundo grado hubiera sido íntegramente confirmatoria de la de primero.
Ya hemos señalado, que esta norma, que consagraba una hipótesis de responsabilidad
objetiva fue derogada por la Ley Nº 16.699, de 25 de abril de 1995, que simplemente hizo
remitir el artículo 261 al régimen general de responsabilidad subjetiva del art. 56.1.
Concepto
262
Si adaptáramos al CGP la definición que daba Arlas, deberíamos decir que el recurso de
casación en materia civil es un recurso extraordinario que la ley concede a las partes para
impugnar un error de Derecho, de fondo o de forma, en las sentencias definitivas e
interlocutorias con fuerza de definitivas, con la finalidad de asegurar el respeto del Derecho y
aplicación uniforme de la ley.
El recurso de casación procede contra las sentencias dictadas en segunda instancia por los
Tribunales de Apelaciones en lo Civil, de Trabajo y de Familia, así como los Juzgados Letrados
de Primera Instancia, sean definitivas o interlocutorias con fuerza de definitivas.
En 1995, la Ley Nº 16.699, modificó el art. 268 CGP simplemente para agregarle y de Familia a
los Tribunales de Apelaciones allí mencionados.
c. Aun dentro de las condiciones establecidas en los dos literales precedentes, no procede el
recurso de casación:
2) Contra las sentencias recaídas en asuntos que admiten un proceso posterior sobre la misma
cuestión;
3) Contra las sentencias recaídas en asuntos cuyo monto no superare el importe equivalente a
4.000 UR (cuatro mil unidades reajustables)
1) «Contra las sentencias que decreten medidas cautelares» (art. 269 núm. 1).
263
En su tiempo censuramos similar disposición del Decreto-ley Nº 14.861 por cuanto tales
sentencias son interlocutorias simples y, por consiguiente, ya quedarían excluidas de la
casación. (Tarigo, Balance crítico de la casación civil uruguaya, en Rev. UDP, 1978, Nº 3).
Gelsi Bidart ha señalado, a este respecto que «se podría pensar, tal vez, en una sentencia
definitiva que dispusiera, también, además, una medida cautelar en vista de la ejecución, en
cuyo caso la sentencia definitiva, en este aspecto, no sería susceptible de casación», hipótesis,
en todo caso, bastante extraña. (Gelsi Bidart, Primera lectura de la ley de segunda instancia y
casación civil).
2) «Contra las sentencias recaídas en asuntos que admiten un proceso posterior sobre la
misma cuestión» (art. 269, núm. 2).
La exclusión resulta lógica: cuando la ley admite un proceso posterior a determinados procesos
extraordinarios (claramente, el proceso ejecutivo, art. 361), ese proceso posterior, ordinario,
significa una posibilidad de revisión incluso más amplia que la del propio recurso de casación.
3) “Contra las sentencias recaídas en asuntos cuyo monto no superare un importe equivalente
a 4.000 Unidades Reajustables” (art. 269, núm. 3, según redacción dada por la Ley Nº 17.243,
de 29 de junio de 2000).
Ellas surgen del art. 270: «El recurso sólo podrá fundarse en la existencia de una infracción o
errónea aplicación de la norma de derecho, sea en el fondo o en la forma. Se entenderá por tal,
inclusive, la infracción a las reglas generales de admisibilidad o de valoración de la prueba».
«No se tendrán en cuenta los errores de derecho que no determinaren la parte dispositiva de la
sentencia.
«En cuanto a las normas de procedimiento, sólo constituirá causal la infracción o errónea
aplicación de aquellas que sean esenciales para la garantía del debido proceso y siempre que
la respectiva nulidad no haya sido subsanada en forma legal».
Intentemos sistematizar el contenido de esta norma, cuya importancia resulta ocioso destacar,
del modo siguiente:
Por norma de Derecho cabe entender, con criterio de amplitud, la Constitución, la ley, los
tratados internacionales ratificados por nuestro país, el Derecho extranjero cuando corresponda
su aplicación de conformidad con las normas del Derecho Internacional Privado, los decretos
del Poder Ejecutivo, los decretos de las Juntas Departamentales, la costumbre en los casos en
que la ley se remita a ella, los principios generales de Derecho y del proceso y las doctrinas
más recibidas si es necesario integrar la ley (arts. 332 Const., 16 C. Civ. y 15 CGP).
Al estudiar la sentencia, examinamos el art. 197 CGP a cuyo tenor en ella se deben establecer
«los hechos que se tienen por ciertos y los que han sido probados». Pues bien, esta fijación de
los hechos formulada por la sentencia no resultará revisable en casación, por cuanto el recurso
está referido únicamente a los errores de Derecho.
El art. 197, añade «consignándose los fundamentos de derecho en cuya virtud se les tiene por
tales» y esta referencia está estrechamente ligada a la previsión expresamente contenida en el
art. 270 inc 1º: «Se entenderá por tal» -es decir, por infracción o errónea aplicación de la norma
de Derecho- «la infracción a las reglas legales de la admisibilidad o de valoración de la
prueba».
264
Es decir, quedan fuera del control de la casación, los hechos, pero no las normas de Derecho
relativas a la admisibilidad o a la valoración de la prueba. Las cuestiones de prueba son, en
general, cuestiones de hecho y por tanto quedan fuera del recurso de casación; pero como
sostuvieran tanto Gelsi Bidart como Vescovi frente al Decreto-ley Nº 14.861, que no contenía
una norma como ésta, la valoración de la prueba es una operación racional del Juez que entra
en la motivación de la sentencia (Vescovi, La casación civil).
El art. 197, relativo a la forma de la sentencia, señala en su último inciso que «Le seguirá la
exposición de las razones jurídicas en cuyo mérito se aplica el derecho...» y ésta es, sin duda,
la parte más importante a examinar en casación para llegar a determinar si en ella se ha
producido la infracción.
El error de Derecho en cuanto al fondo, el error in iudicando, el error al juzgar, tiene que ser
necesariamente, no cualquier error sino y tal como lo establece la norma en examen, un error
determinante de la parte dispositiva de la sentencia, del fallo. Tiene que existir una relación de
causa a efecto entre ese error en la aplicación del Derecho y el fallo mismo.
El error puede producirse porque se ignoró la norma aplicable, o porque se aplicó una norma
que ya no estaba vigente, o porque se la interpretó mal, o porque se aplicó mal una
interpretación correcta, o porque se aplicó una norma que no correspondía al caso concreto, o
se dejó de aplicar la norma que sí hubiera correspondido, etc.
El CGP admite, según se ha visto, la posibilidad de deducir el recurso de casación tanto ante
los errores in iudicando como ante los errores in procedendo, «sea en el fondo o en la forma»
(art. 270). Se trata, aquí, de los errores procesales en que pueda haber incurrido el tribunal.
Vescovi sostiene, y compartimos el criterio, que cuando el error versa sobre la actividad
procesal será in procedendo y cuando recae sobre la determinación de la norma aplicable, o la
determinación del hecho y su inserción en dicha norma, el error será in iudicando.
El error in procedendo también deberá ser determinante del fallo, de la parte dispositiva de la
sentencia, porque la norma del inc. 2º del art. 270 se extiende, por igual, al error de fondo y al
error de forma.
Pero además, y por lo que refiere a los errores en las normas de procedimiento, «sólo
constituirá infracción o errónea aplicación de aquellas que sean esenciales para la garantía del
debido proceso y siempre que la respectiva nulidad no haya sido subsanada en forma legal»
(inc. 3º del art. 370).
265
De esta última norma surge con evidencia, que: a) debe haber existido una nulidad o, lo que es
lo mismo, la infracción o la errónea aplicación de la norma procesal, debe haber generado una
nulidad; b) que esa nulidad haya supuesto la privación de las garantías del debido proceso, es
decir, que la norma procesal transgredida haya sido una norma esencial para la garantía de un
debido proceso y, que por eso mismo, su incumplimiento se sanciona con la nulidad; y c) que
tal nulidad no haya sido subsanada o convalidada en forma legal.
En forma muy sintética podemos señalar que el error in procedendo puede estar referido al
propio tribunal, a las partes y a los actos procesales.
6. Tribunal competente
Para conocer y decidir el recurso de casación, el CGP instituye como único tribunal competente
a la Suprema Corte de Justicia. Pero por lo que respecta al examen de admisibilidad del
recurso, el CGP, a diferencia del Decreto-ley 14.861 no se lo atribuyó en exclusividad a la
Suprema Corte, sino que, por el contrario, se lo encomendó al tribunal de segunda instancia, y
sin perjuicio, naturalmente, de que aún concedido por el tribunal, la Corte pueda declarar su
inadmisibilidad. Lo veremos con más detenimiento, poco más adelante.
7. Legitimación activa
Dispone el art. 272 que «El recurso sólo podrá interponerse por la parte que recibe un agravio
de la sentencia. No podrá interponer el recurso quien no apeló la sentencia de primer grado ni
adhirió a la apelación de la contraparte, cuando la del tribunal superior haya sido totalmente
confirmatoria de aquélla».
Al recurso de casación, como a todos los recursos, se aplica la regla general del art. 242, que
hemos examinado al comienzo del capítulo 32, por lo que están igualmente legitimados para
deducir el recurso, los terceros intervinientes, los sucesores de las partes y los demás sujetos
alcanzados por la sentencia.
1) De tiempo y de forma. El recurso de casación debe interponerse dentro del plazo de quince
días siguientes al de la notificación de la sentencia y debe hacerse en escrito fundado. Es lo
que dispone el art. 271.
2) De lugar. El recurso deberá interponerse ante el tribunal que dictó la sentencia de segundo
grado y cuya casación se pretende. Es lo que establece la primera parte del art. 273.
266
3) De contenido. Los dos numerales del art. 273 estipulan los requisitos relativos al contenido
del recurso, requisitos que éste deberá cumplir necesariamente, so pena de no admitirse o de
no franquearse el recurso (art. 274).
Dispone en efecto el art. 273 que el escrito introductorio del recurso de casación «deberá
contener necesariamente: 1) La mención de las normas de derecho infringidas o erróneamente
aplicadas; y 2) La expresión de los motivos concretos constitutivos del fundamento de la
casación, expuestos de manera clara y concisa».
A su turno, el art. 274 establece el contralor de todos esos requisitos -el control de
admisibilidad- al disponer que «Si el recurso se hubiere interpuesto en tiempo, el asunto fuera
susceptible de casación y el escrito introductorio cumpliere con los requisitos legales (artículos
268, 269 y 273), el tribunal lo franqueará». Esto modifico la ley 19.090 y quedó:
Al evacuar el traslado, podrá la contraparte, o cualquier litigante con interés distinto al del
recurrente, adherir al recurso, fundando sus agravios, los que se sustanciarán con un traslado
a la otra parte y a cualquier litigante con interés por el plazo de quince días.
«El tribunal otorgará a la contraparte traslado del recurso por quince días», tal como lo
prescribe el comienzo del art. 274.
Ya nos hemos referido al control de admisibilidad que formula el propio tribunal recurrido, el
tribunal que dictó la sentencia de segunda instancia que se impugna en casación. Y vimos
también la garantía que supone que la denegatoria del recurso de casación habilita, al
recurrente, para interponer el recurso de queja por denegación de casación que estudiáramos
en el capítulo anterior.
275.1 Salvo que el proceso versare sobre el estado civil de las personas, la interposición del
recurso no impedirá que la sentencia se cumpla, para lo cual deberá expedirse, a pedido de
parte, testimonio de la misma.
Cuando la sentencia ejecutada fuere, en definitiva, casada y sustituida por otra que la
modifique total o parcialmente, se procederá, en lo pertinente, conforme con lo dispuesto por el
artículo 375.
267
275.2 Sin embargo, al interponer el recurso o dentro del término para hacerlo, podrá solicitar el
recurrente que se suspenda la ejecución de la sentencia, prestando garantía para responder de
los perjuicios que a la parte contraria pudiere ocasionar la demora, sin perjuicio de lo dispuesto
por el artículo 260.3. El monto y la naturaleza de la garantía serán fijados, en forma irrecurrible,
por el tribunal en la providencia que conceda el recurso y disponga la suspensión de la
ejecución. Dicha garantía deberá constituirse dentro de los diez días siguientes al de la
notificación de aquélla. Si así no se hiciere ni se solicitare prórroga de dicho plazo o ésta se
denegare, se dispondrá el cumplimiento de la sentencia.
El principio general es, en este aspecto, que la interposición del recurso de casación no impide
el cumplimiento de la sentencia. En verdad, la sentencia no ha pasado todavía en autoridad de
cosa juzgada pero se considera que el recurso de casación, por ser precisamente un recurso
extraordinario, un recurso que sólo se admite en base a la alegación de causales específicas,
no es hábil para suspender el cumplimiento de la sentencia.
Este principio general tiene, sin embargo, dos excepciones de distinta naturaleza.
Una, referida a la naturaleza del proceso o, más precisamente, a la naturaleza del litigio o de la
pretensión hecha valer en él. Es la excepción que establece, junto con el principio o la regla
general, el inc. 1º del art. 275.1: «Salvo que el proceso versare sobre el estado civil de las
personas, la interposición del recurso no impedirá que la sentencia se cumpla, para lo cual
deberá expedirse, a pedido de parte, testimonio de la misma».
Es fácil comprender la razón de esta primera excepción. Si se tratara, por ejemplo, de una
sentencia de divorcio la sometida a casación no podría cumplirse la misma -entendiendo por
cumplimiento su inscripción en el Registro del Estado Civil- y habilitando así al cónyuge
ganancioso en el proceso a contraer nuevo matrimonio, mientras cabe la posibilidad de que la
sentencia sea anulada o casada por la Corte y, por tanto, no disuelto el vínculo matrimonial.
La otra excepción está configurada por la posibilidad de que el recurrente solicite y obtenga del
tribunal la suspensión provisional de la ejecución de la sentencia recurrida en casación.
La establecen y la regulan los nums. 2 y 3 del art. 275. Dispone el primero de ellos: «Sin
embargo, al interponer el recurso o dentro del término para hacerlo, podrá solicitar el recurrente
que se suspenda la ejecución de la sentencia, presentando garantía para responder de los
perjuicios que a la parte contraria pudiere ocasionar la demora, sin perjuicio de lo dispuesto por
el artículo 260.3. El monto y la naturaleza de la garantía serán fijados, en forma irrecurrible, por
el tribunal en la providencia que conceda el recurso y disponga la suspensión de la ejecución.
Dicha garantía deberá constituirse dentro de los diez días siguientes al de la notificación de
aquélla. Si así no se hiciere ni se solicitare prórroga de dicho plazo o ésta se denegare, se
dispondrá el cumplimiento de la sentencia».
Añade el núm. 3 de este art. 275: «La caución se cancelará por el tribunal si la sentencia es
casada. De lo contrario seguirá garantizando los mencionados perjuicios, que se liquidarán por
el procedimiento establecido por el art. 378.3».
268
Si la sentencia es casada o anulada, la garantía se cancelará, naturalmente, y de ser
rechazada la casación, la caución permanecerá garantizando los daños y perjuicios que se
liquidarán como toda cantidad ilíquida procedente de daños y perjuicios (art. 378.3).
276.1 Recibidos los autos, la Suprema Corte de Justicia dará vista al Fiscal de Corte, cuando
correspondiere, por el plazo de treinta días.
Devuelto el expediente, será pasado a estudio sucesivo de todos los Ministros, sin perjuicio de
lo dispuesto por el artículo 204.4. Concluido el estudio, a pedido de cualquiera de las partes,
del Fiscal de Corte o de oficio de entenderse pertinente, se convocará a una audiencia en la
que tomará primero la palabra la parte recurrente, luego la recurrida y, finalmente, el Fiscal de
Corte.
276.2 Los miembros de la Suprema Corte de Justicia podrán solicitar alguna aclaración o
ampliación de los argumentos de las partes, que no podrán versar más que sobre los motivos
que determinaron la introducción del recurso o sobre los requisitos de admisibilidad.
276.3 Al dictar resolución, la Suprema Corte de Justicia podrá declarar inadmisible el recurso
por cualquier motivo legal, salvo que se trate de una cuestión que ya hubiere sido resuelta al
conocer del recurso de queja.
La Suprema Corte de Justicia podrá dictar decisión anticipada sobre el propio mérito del
recurso o declararlo inadmisible, conforme con lo dispuesto por el artículo 200. (Redacción
dada por la Ley 19.090).
«Devuelto el expediente» -por el Fiscal de Corte, luego de haber emitido éste su dictamen-
«será pasado a estudio de todos los Ministros, conjuntamente, en facsímil».
El plazo de estudio de que disponen los integrantes de la Corte será de quince días si se
tratara de casación de una sentencia interlocutoria con fuerza de definitiva y de treinta días si
se tratara de casación de una sentencia definitiva, por aplicación de lo dispuesto por el art.
204.1 para el plazo de estudio en los tribunales colegiados.
c. La convocatoria a audiencia
Una vez finalizado el estudio de los autos por los Ministros -estudio que, como vimos, podrá ser
conjunto o sucesivo e insumir por tanto, 30 o 100 días en caso de sentencias definitivas y 15 o
50 días en caso de interlocutorias con fuerza de definitivas- se convocará a audiencia.
Dispone también el art. 276.1: «Concluido el estudio, de oficio o a pedido de cualquiera de las
partes o del Fiscal de Corte, se convocará a una audiencia...»
d. La sentencia anticipada
En los casos del art. 200 -cuestiones simples o reiteradamente consideradas por la Corte,
existencia de jurisprudencia anterior, etc.- o si los miembros de la Corte, en discrepancia con el
tribunal de segunda instancia que franqueó el recurso, lo consideraran inadmisible, la Suprema
269
Corte podrá dictar decisión o sentencia anticipada. Es natural que, en tal hipótesis -y tal como
acontece con la sentencia anticipada en todos los casos- no habrá de citarse a audiencia, ya
que resultaría absolutamente inútil oír a las partes respecto de una decisión que ya ha sido
adoptada.
e. La realización de la audiencia
«Los miembros de la Suprema Corte de Justicia -añade el art. 276.2- podrán solicitar alguna
aclaración o ampliación de los argumentos de las partes, que no podrán versar más que sobre
los motivos que determinaron la introducción del recurso o sobre los requisitos de
admisibilidad».
La única limitación que tiene la Corte a este respecto -y es absolutamente coherente que ello
sea así- se configura para el caso de que haya sido la propia Corte la que ya lo hubiera
declarado admisible al resolver favorablemente el recurso de queja interpuesto por la parte
frente a la resolución denegatoria del tribunal de segunda instancia. Es lo que dispone el art.
276.3 al expresar que «Al dictar resolución, la Suprema Corte de Justicia podrá declarar
inadmisible el recurso por cualquier motivo, salvo que se trate de una cuestión que ya hubiere
sido resuelta al conocer del recurso de queja».
277.1 Si la Suprema Corte de Justicia casare la sentencia en cuanto al fondo, dictará la que en
su lugar corresponda sobre la materia de hecho del fallo recurrido y reemplazará los
fundamentos jurídicos erróneos por los que estimare correctos.
277.2 Si la sentencia se casare por vicio de forma, la Suprema Corte de Justicia anulará el fallo
y remitirá el proceso al tribunal que deba subrogar al que se pronunció, a fin de que continúe
conociendo desde el punto en que se cometió la falta que dio lugar a la nulidad, sustanciándolo
con arreglo a derecho.
270
277.3 Si la casación se fundare en errónea decisión en cuanto a la admisibilidad o valoración
de la prueba, siempre que la misma determinare la parte dispositiva del fallo, la Suprema Corte
de Justicia pronunciará sentencia en cuanto al fondo, sobre la base de la prueba que juzgare
admisible o conforme con la valoración que entendiere corresponder.
Establece el art. 277.1: «Si la Suprema Corte de Justicia casare la sentencia en cuanto al
fondo, dictará la que en su lugar corresponda sobre la materia de hecho del fallo recurrido y
reemplazará los fundamentos jurídicos erróneos por los que estimare correctos».
La materia o el material de hecho del fallo recurrido debe en todo caso ser aceptado por la
Corte, ya que ella solamente puede reemplazar los fundamentos jurídicos que estime erróneos
por los que considere verdaderos. Como señalara Arlas, en este supuesto de casación sobre el
fondo es cuando se produce con mayor vigor la función unificatoria de la Corte, que no se limita
a señalar los errores del fallo recurrido sino que afirma y consigna la solución a su juicio
correcta.
Dispone el art. 277.2 que «Si la sentencia se casare por vicio de forma, la Suprema Corte de
Justicia anulará el fallo y remitirá el proceso al tribunal que deba subrogar al que se pronunció,
a fin de que continúe conociendo desde el punto en que se cometió la falta que dio lugar a la
nulidad, sustanciándolo con arreglo a derecho».
A tenor del art. 277.3 «Si la casación se fundare en errónea decisión en cuanto a la
admisibilidad o valoración de la prueba, siempre que la misma determinare la parte dispositiva
del fallo, la Suprema Corte de Justicia pronunciará sentencia en cuanto al fondo, sobre la base
de la prueba que juzgare admisible o conforme con la valoración que entendiere corresponder.
Sólo procederá el reenvío, si la Suprema Corte de Justicia estimare que la no admisión de
prueba admisible afecta a la resolución sobre el mérito. En tal caso deberá procederse al
diligenciamiento por el tribunal a quien se remita el proceso, conforme a lo dispuesto en el
ordinal 2.»
Esto significa que, en caso de que la sentencia resulte casada o anulada por infracción a las
reglas legales relativas a la admisibilidad o valoración de la prueba -que como hemos visto, el
art. 270 ha incluido a texto expreso- la Suprema Corte deberá optar, atendidas las
circunstancias del caso por una u otra de estas conductas: si la sentencia recurrida hubiera
declarado admisible un medio de prueba inadmisible o hubiera cometido error de Derecho en la
valoración de la prueba, la Corte dictará sentencia sobre el fondo, descartando el medio de
prueba inadmisible o valorando la prueba como entendiere arreglado a Derecho; en cambio, si
la sentencia recurrida hubiera declarado inadmisibles o hubiera rechazado medios de prueba
admisibles, deberá procederse al reenvío de los autos a efectos de que se diligencien como
corresponde el o los medios de prueba rechazados por error de Derecho y a efectos de que,
luego de ello, se dicte la sentencia correspondiente.
271
La norma establece, a mayor abundamiento, que este error de Derecho en cuanto a la
admisibilidad o a la valoración de la prueba debe determinar la parte dispositiva del fallo -en
verdad, el fallo, o parte dispositiva de la sentencia- pero según ya lo estableciera el art. 270
éste es un requisito común a todas las especies de casación.
El art. 278 prescribe que «Si la casación se interpusiere por vicios de forma y de fondo, la
Suprema Corte de Justicia sólo se pronunciará sobre los segundos en el caso de estimar que
no se ha cometido infracción formal que invalide el procedimiento».
El art. 280 dispone que «Las sentencias que acojan el recurso de casación se publicarán en el
Diario Oficial u otra publicación jurídica que disponga la Corte, mientras no exista una
publicación oficial especialmente destinada a estos efectos».
Naturaleza procesal
Este recurso de revisión está inspirado claramente en el existente para el proceso penal. Y en
el Código del Proceso Penal el recurso de revisión procede claramente -así lo expresa el art.
283- «contra las sentencias pasadas en autoridad de cosa juzgada».
El art. 281 CGP dispone que «El recurso de revisión procede contra las sentencias definitivas o
interlocutorias firmes que ponen fin al proceso...».
272
Entendemos que el recurso de revisión sólo procede contra las sentencias pasadas en
autoridad de cosa juzgada. Ello confirma, además, la norma del art. 285.1 al hacer mención del
plazo: «un año desde que hubiere quedado ejecutoriada la resolución impugnable».
Legitimación activa
El art. 284 establece: «El recurso de revisión puede ser interpuesto por quienes han sido partes
en el proceso, por sus sucesores o causahabientes, así como por los terceros en los casos
previstos en los numerales 5º y 6º del artículo anterior». Y agrega en su núm. 2, «También
podrá ser interpuesto por el Ministerio Público cuando los hechos invocados afectaren la causa
pública».
Es decir, que están legitimados activamente, legitimados para interponer o deducir el recurso
de revisión:
a) desde luego, quienes fueron partes en el proceso ya finalizado, y dentro del concepto de
partes cabe incluir, de conformidad con lo preceptuado por el art. 242 para todos los recursos,
a los litisconsorcios, los terceros intervinientes, los sucesores y demás sujetos alcanzados por
la sentencia;
b) pero también los terceros, es decir, personas ajenas al proceso mismo, en los casos
excepcionales de sentencia obtenida por actividad dolosa del tribunal declarada por sentencia
firme (art. 283, núm. 5) o sentencia alcanzada mediante colusión u otra maniobra fraudulenta
entre las partes y que hubiera causado perjuicios al recurrente (art. 283 núm. 6); y por el
Ministerio Público cuando los hechos afectaren a la causa pública.
Las establece taxativamente el art. 283 y todas ellas tienen como común denominador la
falsedad, la violencia o el dolo.
4) Cuando la resolución fuere contraria a otra anterior que tuviere entre las partes autoridad de
cosa juzgada, siempre que no hubiere recaído pronunciamiento sobre la respectiva excepción.
5) Cuando la resolución se hubiere obtenido por actividad dolosa del tribunal, declarada por
sentencia firme (artículos 114 y 115.2).
6) Cuando existiere colusión o cualquier otra maniobra fraudulenta, siempre que hubiere
causado perjuicio al recurrente o a la causa pública (artículos 114 y 115.2).
7) Cuando se reclame nulidad por indefensión y no se haya podido hacer valer por las vías del
artículo 115. (Redacción dada por la Ley 19.090)
273
Señalemos, con carácter general, que aunque los cinco primeros numerales se refieren a la
resolución, sin otra especificación, debe tratarse en todo caso de una sentencia, de una
sentencia definitiva o de una sentencia interlocutoria con fuerza de definitiva, ya que a tenor del
art. 281 «El recurso de revisión procede contra las sentencias definitivas o interlocutorias firmes
que ponen fin al proceso, dictadas por cualquier tribunal, salvo las excepciones que determine
la ley».
Por lo que refiere a la causal del núm. 1 debe tenerse presente que, como criterio general, los
actos procesales se presume que han sido realizados voluntariamente y que prevalece en ellos
la voluntad declarada (art. 62), aunque la misma norma agrega, «salvo... prueba fehaciente de
que ha sido formulada por violencia, dolo o error no culpable». Por lo que respecta al dolo, este
núm. 1 parecería referirse al dolo de la o las partes, por cuanto al dolo del tribunal se refiere el
núm. 5.
Por lo que respecta a la causal del núm. 2, bueno es señalar que la prueba a que ella hace
alusión: a) debió constituir fundamento decisivo de la sentencia impugnada, b) debe haber sido
declarada falsa por sentencia firme, es decir por sentencia pasada en autoridad de cosa
juzgada, y c) esa sentencia debe haber sido posterior a la sentencia objeto del recurso de
revisión o anterior pero ignorada por el recurrente.
En el caso de la causal del núm. 3, los documentos recobrados y que no se habían podido
aportar al proceso, además de revestir el carácter de decisivos, no se pudieron aportar, sea por
causa de fuerza mayor que deberá acreditarse, sea por maniobra fraudulenta de la contraparte,
que desde luego también habrá de acreditarse.
Las causales contenidas en los nums. 5 y 6 hacen referencia a la sentencia dictada por dolo del
tribunal declarado así por sentencia firme y a la obtenida por colusión u otra maniobra
fraudulenta entre las partes en perjuicio de un tercero. Ambas normas citan, entre paréntesis,
las de los arts. 114 y 115.2 a los que hiciéramos referencia en el capítulo 17 al referirnos a las
nulidades de los actos procesales.
Tribunal competente
274
Procedimiento del recurso
Así lo prevé el art. 286: «El recurso de revisión se presentará ante la Suprema Corte de Justicia
en escrito que contendrá con precisión sus fundamentos y al que se acompañará toda la
prueba conforme a lo establecido para la demanda (artículos 117 y 118)».
285.1 En ningún caso podrá interponerse la revisión transcurridos tres años desde que hubiere
quedado ejecutoriada la resolución impugnable.
285.3 Tampoco será admisible la revisión transcurridos seis meses desde que el recurrente
hubiere conocido o debido conocer los motivos en que se fundare la misma. (Redacción dada
por la Ley 19.090)
Como la interposición del recurso de revisión requiere en algunas situaciones -por ejemplo,
nums. 2 y 5 del art. 283- la preexistencia de otra sentencia firme o ejecutoriada declarando
falsa una prueba o declarando dolosa la actividad del tribunal, el plazo de un año,
aparentemente dilatado, podría resultar absolutamente insuficiente para que el proceso penal
hubiera tenido lugar y hubiera culminado por sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada.
En previsión de ello, el art. 285.2 ha establecido como causa de suspensión del referido plazo
de un año, la instauración del proceso penal correspondiente. El mismo expresa, en efecto:
«Dicho plazo quedará suspendido desde el momento en que se promueva el correspondiente
proceso para el acreditamiento del motivo de revisión, en los casos en que tal proceso fuere
necesario, hasta el dictado de la sentencia que ponga fin a dicho proceso».
Como se trata, precisamente de un recurso extraordinario, el art. 287 prevé que «La
interposición del recurso de revisión no suspenderá la ejecución de la resolución firme que la
motivare, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 289». Y éste, a su turno, establece que «En
el escrito de interposición del recurso o en cualquier momento de su trámite, podrá pedirse la
suspensión de los efectos aún pendientes de la resolución impugnada. Así se dispondrá por la
Suprema Corte de Justicia, si de las circunstancias resultare el aparente fundamento del
recurso, así como la posibilidad de que la demora del trámite pudiere causar perjuicios graves e
irreparables al recurrente, quien deberá prestar garantía suficiente a juicio de la Corte».
Se trata evidentemente de una medida cautelar -así, por lo demás, la titula el propio artículo- y,
como tal, se configuran en ella sus tres elementos característicos y definitorios: el fumus bonis
iuris -literalmente, el humo de buen derecho- esto es, en el caso «el aparente fundamento del
recurso», el periculum in mora -el peligro en la demora- es decir, y en el caso concreto, «la
posibilidad de que la demora del trámite (del recurso) pudiere causar perjuicios graves e
irreparables al recurrente», y la contracautela, esto es, la fianza o la caución que deberá prestar
el recurrente que solicita la adopción de la medida cautelar.
Presentado el recurso de revisión, la Corte controlará la observancia del plazo y los requisitos
de forma antes señalados -escrito con precisión de los fundamentos del recurso y aporte de
275
toda la prueba documental y proposición de los restantes medios de prueba- para declarar la
admisibilidad del recurso. Si la Corte no admitiera el recurso, allí queda terminado el
procedimiento.
Si la Corte entendiera que se han cumplido todos los requisitos referidos, «ordenará al tribunal
en que se encontrare el proceso, que lo remita en el plazo máximo de diez días y emplazará,
según la regla de los artículos 123 a 139 a cuantos hubieren litigado en el pleito o a sus
sucesores o causahabientes, para que comparezcan a contestar el recurso en el plazo de
treinta días. A continuación, se seguirá el procedimiento de los incidentes. Si la causa se
hallare en trámite de ejecución, solamente se remitirá facsímil autenticado de los autos» (art.
288).
Presentado el recurso y si se hubieren observado los plazos y los requisitos antes señalados,
la Suprema Corte de Justicia ordenará al tribunal en que se encontrare el proceso, que lo
remita en el plazo máximo de diez días y emplazará, según la regla de los artículos 123 a 129,
a cuantos hubieren litigado en el pleito o a sus sucesores o causahabientes, para que
comparezcan a contestar el recurso en el plazo de treinta días. A continuación, se seguirá el
procedimiento de los incidentes.
Esta última referencia está relacionada con la situación de los terceros de buena fe que
puedan, en el ínterin, haber contratado con la parte aparentemente vencedora cuya sentencia
fue posteriormente revocada. El art. 375.4 dispone, en efecto, que «En ningún caso la
revocación y la casación podrán perjudicar a los terceros de buena fe ni determinar la anulación
de los actos o contratos celebrados con el dueño aparente de los bienes».
Recurribilidad de la sentencia
276
La sentencia dictada por la Suprema Corte de Justicia en el recurso de revisión solamente
admite los recursos de aclaración y de ampliación previstos en el art. 244. Así lo dispone el art.
291 CGP.
El art. 292 establece dos hipótesis de condena preceptiva en costas y costos: a) contra el
recurrente, en caso de ser desestimado el recurso de revisión; b) contra el vencido en el
recurso, «si éste hubiere tenido participación en los hechos determinantes de la revocación de
la sentencia». Fuera de estas dos hipótesis de condena preceptiva, «en los demás, la
imposición de las costas y costos se determinará según las circunstancias», esto es, recobra su
vigencia la regla del art. 688 C. Civil. Todo ello surge del texto del art. 292 CGP.
El CPC preveía el que denominara «recurso de queja directa por denegación de apelación»,
arts. 665 a 669.
El CGP lo ha mantenido, aunque con modificaciones, pero además lo ha extendido a otras dos
hipótesis de denegación por parte del tribunal: la denegación del recurso de casación y la
denegación de la excepción de inconstitucionalidad.
Este recurso puede, pues, definirse actualmente como el medio procesal o el medio de
impugnación, destinado a obtener, por decisión del tribunal inmediatamente superior, el
otorgamiento de un recurso de casación o de apelación o de la excepción de
inconstitucionalidad que debió haber concedido el tribunal inferior y que, en forma irregular,
denegó.
Procedencia
Esto es lo que, en forma más sencilla, establece el art. 262 CGP: «El recurso de queja procede
contra las resoluciones que denieguen un recurso de casación, de apelación o la excepción de
inconstitucionalidad, a fin de que el superior que corresponda confirme o revoque la resolución
denegatoria. Asimismo, procederá cuando la apelación se conceda con efecto suspensivo, no
suspensivo, o diferido, en violación a la ley». (Redacción dada por la Ley 19.090)
El recurso de queja debe presentarse ante el propio tribunal que dictó la resolución
denegatoria. En el CGP, se interpone el recurso de queja ante el mismo tribunal que denegó la
casación, la apelación o la excepción de inconstitucionalidad.
Debe interponerse en escrito fundado y dentro del plazo de cinco días siguientes a la
notificación.
277
Así lo dispone el art. 263: «Dentro del plazo de cinco días siguientes al de la notificación de la
providencia denegatoria, el recurrente debe presentar la queja con sus fundamentos ante el
mismo tribunal que dictó aquélla».
264.1 Recibido el recurso, el tribunal asentará a continuación del mismo un informe acerca de
los motivos que ha tenido para denegar la apelación, la casación, la inconstitucionalidad o para
conceder la apelación con el efecto cuestionado. No obstante, advertido de su error, podrá
revocar por contrario imperio la resolución impugnada, estableciendo el franqueo
correspondiente. En ese caso, la parte contraria al recurrente tendrá la facultad de interponer
un nuevo recurso de queja, en cuyo caso el tribunal recurrido no podrá modificar la resolución
adoptada.
264.2 Dentro de los cinco días siguientes a la recepción del escrito de queja, el tribunal lo
remitirá sin más trámite al superior acompañado del informe referido en el inciso anterior.
264.3 El tribunal que dejare de dar cumplimiento a esta disposición incurrirá en transgresión
que será sancionada de conformidad con las disposiciones vigentes en materia de
responsabilidad disciplinaria, sin perjuicio del derecho del recurrente de acudir al superior
denunciando el hecho para que éste reclame el inmediato envío de los antecedentes para dar
trámite al recurso. (Redacción dada por la Ley 19.090).
«El tribunal que dejare de dar cumplimiento a esta disposición incurrirá en transgresión que
será sancionada de conformidad con las disposiciones vigentes en materia de responsabilidad
disciplinaria, sin perjuicio del derecho del recurrente de acudir al superior denunciando el hecho
para que éste reclame el inmediato envío de los antecedentes, para dar trámite al recurso.»
Se incumple la norma del art. 264.1 si se omite o si se retarda el informe -el Proyecto Couture
exigía el cumplimiento puntual- o su elevación al superior. Esa omisión o retardo del tribunal da
lugar, en el campo puramente funcional, a responsabilidad disciplinaria, pero en lo
estrictamente procesal habilita al recurrente a ocurrir directamente al superior denunciando, no
ya la denegatoria del recurso o de la excepción, sino la omisión en informar y elevar los autos
frente al recurso de queja presentado. Y en tal caso, el tribunal superior reclamará el envío
inmediato de los antecedentes para abocarse a la consideración del recurso.
Recibidos los antecedentes por el superior, éste podrá decidir, en atención a las circunstancias
del caso, si ordena o no la suspensión de los procedimientos del inferior o del cumplimiento de
la providencia apelada.
Si decidiera esa suspensión, se lo comunicará al inferior por la vía más rápida disponible.
(Redacción dada por la Ley 19.090).
Los antecedentes a que se refieren este artículo y el último numeral del anterior, estarán
constituidos por el escrito en que se interpuso la queja y el informe del tribunal. Surge así del
art. 264.2: lo que el tribunal debe enviar al superior es el escrito de queja, acompañado del
informe.
278
El tribunal superior, en principio habrá de decidir con tales antecedentes; sin embargo, la ley
prevé que pueda solicitar otros ampliatorios o complementarios. Con unos, o con unos y otros,
según el caso, el tribunal superior decidirá el recurso de queja, acogiéndolo o desechándolo. Y
lo comunicará al tribunal inferior, pero si hubiera decidido acoger el recurso de queja, le
ordenará al tribunal inferior que de inmediato sustancie el recurso denegado, si correspondiere.
Con los antecedentes a que se refiere el artículo 264 y los demás que el superior creyere
oportuno requerir, se hará lugar al recurso de queja o se le desechará.
El art. 267 prescribe que “Las costas y costos de la queja se impondrán de conformidad con el
inciso primero del articulo 57 y beneficiaran a la contraparte siempre que hubiere tenido
intervención” (Redacción dada por la Ley 19.090).
241.1 Todas las resoluciones judiciales son impugnables, salvo disposición expresa en
contrario.
243.1 Los medios para impugnar las resoluciones judiciales son los recursos de aclaración,
ampliación, reposición, apelación, casación y revisión, así como el de queja por denegación de
apelación o de casación o de la excepción o defensa de inconstitucionalidad.
243.2 También constituyen medios impugnativos el incidente de nulidad (artículo 115.3), las
excepciones previas (artículo 133), la oposición a la providencia con citación (artículo 202), las
excepciones o defensas en el proceso monitorio y en el proceso de ejecución (artículos 355 y
379.2), el proceso ordinario posterior al proceso ejecutivo y al proceso de ejecución (artículos
361 y 379.5), y todo otro medio impugnativo previsto por la ley.
1. INCIDENTE DE NULIDAD
La nulidad podrá ser reclamada, únicamente, por los medios que se establecen a continuación:
115.2 La nulidad que afecta a los actos procesales recurribles se debe reclamar por vía de los
recursos de reposición, apelación, casación y revisión según correspondiere.
115.3 Procede reclamar la nulidad por vía de demanda incidental cuando, sea por la
naturaleza del acto, sea por otra circunstancia, no corresponda o haya sido imposible hacerlo
por vía de recursos o excepción; en tal caso, la demanda incidental deberá ser deducida dentro
de los veinte días siguientes al del conocimiento fehaciente del acto.
279
Surge una demanda incidental por la naturaleza del acto o por otras circunstancias que no
hicieron posible la impugnación por recursos o por excepción. Ahora con la acción autónoma
de nulidad, la reforma de ley 19.090 procede recurso de revisión.
2. EXCEPCIONES PREVIAS
133.2 El tribunal relevará de oficio la incompetencia por razón de materia, cuantía, grado o
turno, la litispendencia, la falta de representación, la incapacidad declarada del actor o de su
representante, la caducidad, la cosa juzgada, la transacción, la manifiesta falta de legitimación
en la causa o interés y la improponibilidad manifiesta de la demanda.
La incompetencia, excepto la que afecte la materia penal, solamente podrá ser relevada antes
o durante la audiencia preliminar.
En segundo lugar, se modifica el régimen de la prescripción, la que ahora sólo puede ser
opuesta como excepción previa al contestar la demanda, y no puede alegarse posteriormente.
De este modo se deroga el régimen del art. 1191 del CC, conforme al cual la excepción de
prescripción podía alegarse en cualquier estado de la causa, hasta que el juez se encontrara
en estado de dictar sentencia, en primera o segunda instancia; y se vuelve al régimen original
del CGP.
Esta solución ya era postulada en el régimen anterior dado el carácter no taxativo del listado de
excepciones previas, y es armónica con la posibilidad de relevar este defecto a través de la
sentencia interlocutoria saneadora del proceso (art. 341 núm. 5).
En cuarto lugar, en el art. 133.2 se modifican los supuestos de relevamiento de oficio, en varios
aspectos:
(a) Se precisa que la incompetencia sólo es relevable de oficio si es por razón de materia,
cuantía, grado o turno (v. también art. 13 de la LOT).
280
No es relevable de oficio la incompetencia por razón del territorio, en armonía con la posibilidad
de prórroga (v. arts. 10 a 12 de la LOT).
Esta solución es armónica con las previsiones de los arts. 24 núm. 1º y 341 núm. 5º.
Finalmente, se agrega al Código la solución del art. 322 de la ley 16.226 y se la extiende a
otros criterios de distribución de la competencia.
De acuerdo a la nueva norma, la incompetencia – salvo que afecte a la materia penal – sólo
podrá ser relevada antes o durante la audiencia preliminar. Luego de realizada esta audiencia,
precluye la posibilidad de plantearla y el órgano jurisdiccional incompetente seguirá
entendiendo en el asunto hasta su finalización, sin que ello cause nulidad.
Debe cuestionarse la referencia exclusiva a la audiencia preliminar, que es un acto del proceso
contencioso ordinario. La disposición debió tener una solución general, aplicable a todo tipo de
proceso. Sin embargo, con las adaptaciones del caso, deberá entenderse aplicable a otros
procesos (así, en el extraordinario y en el monitorio, la incompetencia será relevable antes o
durante la primera audiencia).
Siempre que se ordene algo con citación, el Actuario deberá suspender el cumplimiento de lo
ordenado hasta que hayan pasado tres días de la notificación hecha a la parte que deba ser
citada. Esta podrá deducir oposición dentro de ese término, vencido el cual precluirá su facultad
impugnativa.
355.2 En los casos en que leyes especiales establezcan taxativamente las excepciones
admisibles, serán rechazadas, sin sustanciación, las inadmisibles o las que no se opusieren en
forma clara y concreta, cualquiera sea el nombre que el demandado les diere, y las que, por
referir a cuestiones de hecho, no se acompañaren con la prueba documental o la proposición
de los restantes medios de prueba.
281
En cualquier caso, el pago parcial no configurará excepción y será considerado en la etapa de
liquidación del crédito.
379.2 Cumplida efectivamente la medida cautelar, se notificará al ejecutado y éste, dentro del
plazo de diez días, extensible en razón de la distancia, podrá oponer las defensas de pago o
inhabilidad del título por falta de los requisitos esenciales para su validez, a las que
acompañará toda la probanza documental de que disponga, mencionando los concretos
medios de prueba de que intente valerse. El pago parcial no configurará excepción admisible y
será considerado en la etapa de liquidación del crédito.
En el caso de la vía de apremio del juicio ejecutivo no se admitirá ninguna defensa, sin perjuicio
del pago parcial que será considerado en la etapa de liquidación del crédito.
361.1 Podrán tratarse en juicio ordinario posterior, exclusivamente, las defensas que la ley
considera inadmisibles en el juicio ejecutivo, si no hubiesen sido examinadas, en su mérito, en
aquél. Toda defensa que hubiere podido ser deducida en el proceso ejecutivo no habilitará la
promoción de juicio ordinario posterior.
361.2 Para conocer en este proceso, será competente el mismo tribunal que entendió en la
primera instancia del proceso ejecutivo, cuyo titular no será recusable por prejuzgamiento
fundado en dicha circunstancia.
361.3 El derecho a promover este proceso caducará a los noventa días de ejecutoriada la
sentencia pronunciada en el proceso ejecutivo.
379.5 En los casos de los numerales 2), 3), 5) y 6) del artículo 377, procederá el juicio ordinario
posterior a que refiere el artículo 361.
FUNCION DE INFORMACION
DE LAS COMUNICACIONES PROCESALES
Art. 76. Principio de notificación. — Toda actuación judicial, salvo disposición expresa en
contrario, debe ser inmediatamente notificada a los interesados mediante el procedimiento
establecido en los artículos siguientes.
Las pronunciadas en audiencias se tendrán por notificadas a quienes estén presentes o hayan
debido concurrir al acto.
El CGP no contiene una definición de lo que se entiende por notificación a diferencia de CPP,
que en su art. 92 la define como "el acto por el que se hace saber la resolución del juez o la
actuación de otro funcionario judicial, cuando la ley lo establezca".
Couture ubicaba a los actos de comunicación dentro de una clasificación de los actos del
tribunal, señalando que son aquellos dirigidos a notificar (notum facere) a las partes o a otras
282
autoridades los actos de decisión. Señalaba, además, que la palabra notificación, en el
lenguaje forense, "representa, indistintamente, el acto de hacer saber la decisión, y el acto de
extender la diligencia por escrito y el documento que registra toda esa actividad".
CARNELUTTI distingue entre notificación lato sensu y stricto sensu. La primera comprende la
actividad dirigida a poner algo en conocimiento de alguien y, por tanto, la declaración de ciencia
también, e incluso la actividad encaminada a hacer llegar al destinatario la declaración de
voluntad. La segunda, en cambio, comprende sólo la actividad dirigida a tal finalidad, que no
consiste en una declaración distinta del autor de la notificación, al autor de la declaración.
La notificación se practicará por la oficina central de notificaciones y en su caso, por correo, por
telegrama, por acta notarial, por la policía, por tribunal comisionado o por el medio idóneo que
habilite la Suprema Corte de Justicia.
78.1 En todos los casos de jurisdicción voluntaria y contenciosa las notificaciones de las
actuaciones judiciales, con excepción de las que se indican en el artículo 87, se efectuarán en
las oficinas del tribunal.
79.2 Si el interesado no fuere hallado, la diligencia se entenderá con su cónyuge, hijos mayores
de edad, persona de servicio o habitante del domicilio. A falta de ello, se dejará cedulón en
lugar visible, del modo que mejor asegure su recepción por el interesado, dejándose constancia
de la diligencia que suscribirá el funcionario comisionado.
79.4 Las notificaciones a las personas jurídicas se harán a nombre de éstas en las personas de
sus representantes, sin necesidad de individualizarlos.
79.5 A solicitud de parte y con autorización del tribunal, podrá practicarse la notificación en el
domicilio, en todo el territorio nacional, en la forma prevista en este artículo mediante acta
notarial por el escribano público que designe aquélla y a su costo. La Suprema Corte de
Justicia reglamentará esta forma de notificación.
283
La entrega al Correo se hará mediante recibo y aquél entregará las piezas respectivas también
mediante recibo.
En caso de urgencia, podrá practicarse la notificación por telegrama colacionado, remitido con
copia, debiendo agregarse en el expediente constancia de su recepción.
Cuando las circunstancias del caso lo aconsejen y en especial en las zonas rurales, podrá
disponerse la notificación por intermedio de la Policía.
A los efectos de este servicio, la Suprema Corte de Justicia procederá como en los artículos
anteriores.
La notificación por tribunal comisionado se hará por el tribunal o por funcionarios de su oficina.
Para tal fin, todos los interesados que actúen en el procedimiento respectivo, excepción hecha
del Ministerio Público y Fiscal, concurrirán a la oficina, para enterarse de las actuaciones.
La carga de la asistencia recae también sobre los funcionarios públicos que representen en
juicio al Estado, a los Entes Autónomos y Servicios Descentralizados y a los Municipios.
Por simple escrito presentado en los autos, se podrá autorizar a una tercera persona, aunque
no tenga título de procurador, para que con ella se entiendan las notificaciones. En la
jurisdicción voluntaria, podrá reunirse en una sola constancia la notificación a todos los
interesados que actúen de común acuerdo.
Si la notificación se retardare tres días hábiles por falta de comparecencia del interesado, se
tendrá por efectuada, sin necesidad de constancia alguna en los autos.
1) A la persona frente a quien se pide, el auto que provee una petición de diligencia
preparatoria, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 307.3.
284
3) A la parte de quien emana, el auto que admite un documento en la oportunidad prevista por
el artículo 171.
9) Al tercero, el auto que lo cita o llama para que comparezca en un procedimiento contencioso
o voluntario.
11) Las resoluciones que el tribunal disponga sean notificadas a domicilio, siempre que no se
trate de aquellas pronunciadas en audiencia (artículo 76). Al ejercer esta facultad, el tribunal
deberá aplicar un criterio restrictivo.
Cuando los tribunales deban dar conocimiento de sus resoluciones a otras autoridades
nacionales o formularles alguna petición para el cumplimiento de diligencias del proceso, lo
harán por exhortos u oficios que se cursarán por correo o cualquier otro medio idóneo.
A pedido de parte o de oficio y siempre que ello no cause riesgo o gravamen, podrá entregarse
la comunicación al interesado o a cualquier persona debidamente autorizada para su mejor
diligenciamiento.
285
ESTRUCTURAS PROCESALES
CONCEPTO DE ESTRUCTURA PROCESAL:
Una Estructura refiere a todo conjunto de elementos, iguales o diferentes, cuya forma de
vincularse entre sí está organizada de terminada manera. Al definir estructura procesal
podemos decir que ella refiere al conjunto de funciones procesales (y por si, actos procesales)
cuya forma de vincularse entre sí está organizada por el legislador de una determinada
manera.
El objeto del proceso, que fue denominado principal, es el problema que da razón de ser a la
existencia de ese concreto proceso.
El objeto del proceso, que fue denominado auxiliar, es también un problema que debe de
resolver el tribunal pero es un problema caracterizado porque no estaría planteado si no
hubiere al mismo tiempo un proceso principal dentro de cuyo marco el mismo se plantea.
Ejemplos de objetos auxiliares: el que se plantea cuando se debe resolver que el tribunal es
competente para intervenir en un proceso principal, es decir el que tiene legitimación causal y
en su caso procesal. Proceso de embargo; de alegación de hechos nuevos; proceso incidental.
Atiende a cuál es el tribunal que tiene legitimación en la causa para intervenir en dicho proceso.
Cuando el sujeto con legitimación en la causa para intervenir en un proceso como tribunal es
el estado uruguayo, el correspondiente proceso se denominara proceso judicial. (Estado -
Juez).
286
Cuando por el contrario, el sujeto que tiene esa legitimación en la causa es un árbitro, el
proceso en cuestión se denominara proceso arbitral. (Árbitro – Particulares: se rige por la
Autonomía de la Voluntad).
En todos estos ejemplos encontramos que el objeto del proceso, introducido por la pretensión
del actor, implica siempre una pretensión de que se modifique no solo su propia situación
jurídica sustancial, sino también alguna situación jurídica sustancial de otra persona y además,
que se modifique sin su consentimiento.
Ejemplos de proceso voluntario seria cuando, ante la decisión de nuestro derecho positivo de
que el planteo solamente lo puede resolver un órgano jurisdiccional, un único interesado solicita
que se le declare heredero universal de un causante; o cuando en forma conjunta los dos
cónyuges solicitan la disolución de la sociedad conyugal de bienes en cuyo caso el cambio está
concebido por ambos cónyuges.
Se han distinguido según el cual según tienda a producir una declaración de certeza sobre una
situación jurídica (juzgar) o a ejecutar lo juzgado.
Barrios de ANGELlS al respecto afirma que si bien el criterio de distinción es bien claro, en
aquellos que según la doctrina tradicional serian procesos de ejecución, procesos que tienden
a ejecutar lo juzgado, también se encuentran declaraciones de certeza. La regulación que el
CGP realiza de esta eventual actividad procesal de ejecución no es encarada por el propio
código como un nuevo proceso, como otro proceso que sigue a un proceso de conocimiento,
sino como una verdadera etapa con la que culmina un proceso cuando la pretensión deducida
en él fue una pretensión de condena.
BARRIOS DE ANGELIS propone que si el objeto del proceso comprende la resolución acerca
de una requisitoria o petitorio de sentencia meramente declarativa o aun declarativa y
constitutiva, el proceso en cuestión será un proceso de conocimiento.
Si en cambio, el objeto del proceso concreto comprende el adopta una resolución acerca de
una requisitoria o petitorio de sentencia declarativa y de condena, el proceso que tenga tal
objeto será un proceso de ejecución.
287
Proceso de Conocimiento: su objeto comprenderá una requisitoria de sentencia meramente
declarativa o de sentencia declarativa y constitutiva.
Art. 348. Procedencia del proceso ordinario. Tramitarán por el proceso ordinario todas aquellas
pretensiones que no tengan establecido un proceso especial para su sustanciación.
Proceso no Ordinario o Extraordinario será, por el contrario, aquel diseñado para tramitarse
cuando en el objeto de un proceso judicial contencioso existe algún elemento que a juicio del
legislador amerita establecer que el trámite se realizara por una estructura procesal diferente a
la ordinaria.
A) PROCESOS JUDICIALES
a) CONTENCIOSOS
1) DE CONOCIMIENTO
i) ORDINARIO
ii) EXTRAORDINARIO
2) DE EJECUCIÓN
i) ORDINARIA
ii) EXTRAORDINARIA
b) VOLUNTARIOS
1) DE CONOCIMIENTO
2) DE EJECUCIÓN
B) PROCESOS ARBITRALES
288
Artículo 337.Remisiones.-
El proceso ordinario será precedido por la conciliación (artículos 293 a 298) sin perjuicio de las
diligencias preparatorias que se solicitaren (artículos 306 a 310) y comenzará con la demanda
(artículo 117 a 122).
Art. 348. Procedencia del proceso ordinario. Tramitarán por el proceso ordinario todas
aquellas pretensiones que no tengan establecido un proceso especial para su sustanciación.
Proceso no Ordinario o Extraordinario será, por el contrario, aquel diseñado para tramitarse
cuando en el objeto de un proceso judicial contencioso existe algún elemento que a juicio del
legislador amerita establecer que el trámite se realizara por una estructura procesal diferente a
la ordinaria.
DEMANDA:
CONCEPTO:
a. La acción es una situación jurídica nominada que corresponde a las situaciones jurídicas
complejas de derecho subjetivo, cuando el actor es una persona de Derecho Privado, y de
poder-deber, cuando el actor es una persona de Derecho Público.
c. La demanda es el acto procesal concreto mediante el cual una persona, por encontrarse en
una situación jurídica de acción, plantea una pretensión ante un Tribunal.
LA FORMA DE LA DEMANDA:
La demanda es un acto procesal que se realiza por escrito (art. 117) y como tal tiene que
cumplir con los requisitos procesales formales comunes a todos los actos escritos. A dichos
289
requisitos generales se suman los requisitos especiales del acto demanda, previstos en los
arts. 117 y 118 del CGP:
6) El valor de la causa, que deberá ser determinado precisamente, salvo que ello no fuera
posible, en cuyo caso deberá justificarse la imposibilidad y señalarse su valor
estimativo, indicándose las bases en que se funda la estimación.
7) Las firmas del actor o de su apoderado y del abogado, salvo los casos exceptuados
por la ley. (Redacción dada por la Ley 19.090).
118.1 Se acompañara a la demanda toda la prueba documentada que se intente hacer valer y
los documentos que acrediten la personería, de acuerdo con lo dispuesto por el artículo 40, así
como testimonio del acto conciliatorio en los casos en que éste procede.
118.2 También deberá indicar el actor el nombre y domicilio de los testigos de que habrá de
servirse, así como los demás medios de prueba de que habrá de valerse y solicitar su
diligenciamiento.
Lo relativo a la declaración de parte se regirá por lo dispuesto en la Sección II del Capítulo III
de este Libro.
118.3 Sólo podrán ser propuestas posteriormente las pruebas claramente supervinientes las
referidas a hechos nuevos o a los mencionados por la contraparte al contestar la demanda o la
reconvención.
290
en el artículo segundo”. El error era tan evidente que en las ediciones publicadas del Código,
con la aclaración pertinente, se advertía del error y se sustituía por la expresión siguiente, en
cursiva. El texto aprobado corrige el error y ahora sí el texto oficial dice que los medios de
prueba deben proponerse conforme con lo dispuesto por el artículo siguiente, es decir,
el 118.
1. Requisitos referidos a los sujetos del proceso:
a. La individualización del órgano del poder judicial al que va dirigida (no. 1 del
art. 117).
b. Los datos que permiten individualizar al actor: Nombre, cédula de identidad,
domicilios (no. 2 del art. 117).
c. Los datos que permiten individualizar al demandado: Nombre y domicilios (no.
3 del art. 117).
d. La firma tanto del actor como de su asesor letrado (no. 7 del art. 117)
291
71.1 Tanto el actor como el demandado y los demás que comparezcan en el proceso, deberán
determinar con precisión, en el primer escrito o comparecencia, el domicilio real y el domicilio
procesal electrónico o físico en el radio correspondiente al tribunal ante el que comparecen, de
acuerdo a la reglamentación de la Suprema Corte de Justicia y bajo apercibimiento de tener el
domicilio procesal por constituido en los estrados, sin necesidad de mandato judicial o
declaración alguna al efecto. Si el domicilio real denunciado fuere en el extranjero, sin perjuicio
de la constitución de domicilio procesal, el compareciente deberá también indicar otro domicilio
en el país, que tendrá el mismo alcance que el real denunciado.
71.2 Cualquier cambio de domicilio deberá comunicarse de inmediato, teniéndose por válidas
en su defecto, las notificaciones que se realicen en el domicilio anteriormente constituido o
denunciado, según corresponda.
El domicilio constituido regirá para todos los actos, incidentes y etapas del proceso, incluyendo
la liquidación y ejecución de sentencia, expedición de segundas copias y entrega de la cosa
subastada. Igual regla regirá para el domicilio real denunciado como propio por un
compareciente.
Valentín: El apartado 71.1 establece la carga del actor, del demandado o de cualquier otro
sujeto que comparezca en el proceso de determinar, en su primer escrito o comparecencia, el
domicilio real y el procesal.
Respecto a la carga de denunciar el domicilio real, la solución es confirmada luego por varias
normas especiales del Código, que se remiten a las reglas establecidas para la demanda).
La ley 19.090 realiza un agregado al apartado 71.1, conforme al cual si el domicilio real
denunciado está ubicado en el extranjero, sin perjuicio de la carga de constituir el
correspondiente domicilio procesal, el compareciente debe indicar otro domicilio en el país, que
tendrá el mismo alcance que el real denunciado. Este “otro domicilio en el país” es muy
importante, ya que allí se notificará el cese de la representación del art. 44 cuando el
representado se niegue a firmar el escrito conjunto de comunicación de dicho cese, o la
providencia que dispone el emplazamiento en caso de renuncia, incapacidad o muerte del
representante, etc.
En cuanto al domicilio procesal, de acuerdo a las nuevas normas sobre domicilio electrónico,
se prevé que el sujeto debe determinar, en su primer escrito o comparecencia, el domicilio
procesal electrónico o físico en el radio del tribunal ante el que comparecen, de acuerdo a la
reglamentación de la Suprema Corte de Justicia. Recordemos que la acordada 7648 dispuso
en su art. 1º que a partir de la incorporación de las sedes judiciales a los sistemas de
comunicaciones electrónicas, según los planes de implantación aprobados, el único domicilio
de constitución obligatoria, válido para realizar las notificaciones e intimaciones electrónicas
judiciales, es el domicilio electrónico. De modo que en aquellas sedes en las que ya se haya
implantado el nuevo sistema el domicilio a constituir será el procesal electrónico; y en aquellas
en las que ese sistema aún no esté funcionando el domicilio a constituir será el procesal físico,
dentro del radio del juzgado.
292
En cuanto a la consecuencia que apareja el incumplimiento de la carga, la ley 19.090 simplifica
la regulación: si el sujeto no cumple con la carga se tendrá por constituido el domicilio en los
estrados, sin necesidad de que el tribunal dicte ninguna resolución expresa. Por otra parte, el
art. 86 soluciona la polémica anterior al establecer expresamente que el régimen de la
notificación en caso de domicilio constituido en los estrados es el previsto para la notificación
en la oficina.
Sin perjuicio de ello, creemos que, al igual que antes, debe postularse que si se trata del actor y
el juez advierte la omisión al momento de controlar la demanda, se aplica la previsión del art.
119.1; por lo que, ordenada la subsanación del defecto, si no se cumple con lo dispuesto en el
plazo establecido, la consecuencia será que se tendrá la demanda por no presentada. En
cambio, si la omisión se advierte posteriormente, se ordena la subsanación y el actor incumple
lo dispuesto, se tendrá por constituido el domicilio en los estrados, por lo que todas las
resoluciones posteriores se notificarán por el régimen del art. 86.
La segunda, que se establece la vigencia del domicilio real y procesal, en coherencia con las
modificaciones introducidas a los arts. 39.1 y 44.1.
Los domicilios regirán: a) para todos los actos y etapas del proceso principal, incluyendo las
etapas eventuales de liquidación y ejecución de sentencia, de expedición de segundas copias y
entrega de la cosa subastada; y b) para todos los procesos incidentales.
En el primer inciso del apartado 71.3 se establece que la solución del apartado 71.1 se aplica
también a quien fue emplazado y no compareció fijando domicilio procesal.
El segundo inciso del apartado 71.3, lo más relevante es que en la nueva redacción se aclara
que el nuevo domicilio que se debe constituir en el radio del órgano de alzada o casación (si su
radio es distinto al órgano de primera o segunda instancia) es el domicilio procesal físico. La
solución es correcta, ya que si en la sede de primera o segunda instancia funciona el nuevo
sistema de comunicaciones electrónicas las partes habrán constituido un domicilio procesal
electrónico que rige para todas las etapas.
293
IMPORTANTE: LA DEMANDA IDONEA, FIJA LA LITISPENDENCIA.
119.1 Presentada una demanda en condiciones que no se ajusten a los artículos precedentes
o a las disposiciones generales que establecen las formalidades para la comparecencia en
proceso, el Tribunal dispondrá que se subsanen los defectos en el plazo que se señale con
apercibimiento de tenerla por no presentada.
El Actuario, en el momento mismo de recibir la demanda ejercerá sobre ella un primer control
que atenderá especialmente a las formas de la misma. Controlará, por tanto, si está
debidamente firmada, si se presenta con las copias exigibles, tanto de la demanda como de los
documentos que se acompañan, si se agrega el testimonio de inútil tentativa de conciliación, si
se ha satisfecho, mediante los timbres correspondientes, el impuesto judicial que grava su
presentación, etc.
Si la demanda, a pesar de no cumplir con alguno de los requisitos establecidos en los arts. 117
y 118 o de las formalidades que, con carácter general establece la ley para los actos
procesales escritos, hubiera superado el control inicial del Actuario, “el tribunal dispondrá que
se subsanen los defectos en el plazo que se señale con apercibimiento de tenerla por no
presentada” (art. 119.1).
Manifiestamente improponible es, pues, la demanda en la que se contiene una pretensión que
claramente es inadmisible para el Derecho positivo vigente a la fecha de su presentación.
La ley exige que tal improponibilidad sea manifiesta, esto es, notoria, evidente, patente, clara, y
exige, además, que la resolución que la rechace sea fundada.
294
Y en esta forma se evitará que, para el caso de que el tribunal de alzada revocara la
interlocutoria, el demandado pueda oponer una excepción de improponibilidad de la demanda,
puesto que sobre este punto habrá ya cosa juzgada y ésta le comprenderá por haber sido parte
en el incidente.
Por fin, el tercer grado o la tercera etapa en cuanto a control de la demanda corresponden a la
parte demandada, que podrá deducir, contra la demanda a su juicio defectuosa, la excepción
previa de defecto en el modo de proponer la demanda (art. 133.3 CGP). Esta excepción es
previa, tal como la califica la ley, y se resuelve en la audiencia preliminar (arts. 341.5 y 342.3
CGP).
ACUMULACION DE PRETENSIONES:
a. Subjetivo: Cuando lo que tienen en común las pretensiones es que todas ellas se
verifican entre las mismas partes.
Por ejemplo las pretensiones de Juan de que Pedro le abone los daños y perjuicios que le
ocasionó en un accidente de tránsito, como de que le restituya el dinero que le había dado en
préstamo.
Por ejemplo las pretensiones de cinco trabajadores de cobrar cada uno de ellos sus
indemnizaciones por despido en virtud de haber sido cesados por el mismo empleador
(conexión por la causa); o la de un propietario que pretende la restitución de la posesión de un
mismo bien respecto a un poseedor y un ocupante precario (conexión por el objeto).
Las razones que llevan a admitir la acumulación de pretensiones son esencialmente dos:
a. La aplicación del principio de economía procesal, buscando que en lugar de varios procesos
solo sea necesario tramitar uno solo con la lógica economía de tiempo y de costos que de ello
resulta.
295
A. Acumulación inicial: Es la que se verifica al momento de interponer la demanda. Ello
quiere decir que ya en la demanda se encuentran varias pretensiones diferentes.
Esta es la hipótesis que ahora nos interesa, siendo la que el legislador denomina acumulación
de pretensiones (art. 120):
120.1 El demandante podrá acumular en una misma demanda varias pretensiones contra el
demandado, siempre que concurran los siguientes requisitos:
2) Que no sean contrarias entre sí, salvo el caso en que se proponga una como subsidiaria de
la otra.
a. Reunión: Es la que se verifica cuando se reúnen varios procesos que hasta ese
momento se estaban tramitando por separado y que desde entonces pasan a
tramitarse de manera conjunta. Supone la suma de 2 objetos que cada uno ha sido
objeto de una demanda formalmente planteada en procesos distintos.
De todas estar formas de acumulación, la que ahora nos interesa es la acumulación inicial o
acumulación de pretensiones, la cual puede darse de dos grandes formas:
A. Acumulando varias pretensiones entre las mismas partes: Por ejemplo cuando un
mismo actor pide en una única demanda que un mismo demandado sea condenado a
devolverle una suma de dinero que recibió en préstamo, y a abonarle los daños y
perjuicios que le ocasiono un accidente de tránsito.
Para que esta acumulación sea posible, según el art. 120.1 deben verificarse simultáneamente
los siguientes extremos:
En primer lugar, el nuevo texto dado por La ley 19.090 refiere claramente a la materia como
criterio competencial.
296
Por consiguiente, cuando se deba determinar si la acumulación inicial de pretensiones es
admisible deberá identificarse la materia a la que corresponde la pretensión según las reglas de
distribución de la competencia: por ejemplo, si es una pretensión propia de la materia de
familia, tal como la define el art. 69 de la LOT y sus modificativas, o a la materia del trabajo,
como se determina de acuerdo al art. 2º de la ley 18.572, etc.
Entonces, a partir de la nueva ley, si el actor pretende acumular pretensiones que refieren a
una misma materia competencial (por ejemplo, dos pretensiones propias de la materia de
familia), sólo se requiere la conexión subjetiva; en cambio, si pretende acumular dos
pretensiones que refieren a diversas materias competenciales (por ejemplo, una pretensión civil
y otra contencioso administrativa de reparación), la conexión subjetiva no basta, sino que se
exige otra forma de conexión (que podrá ser objetiva o causal).
ii) Materia diversa, siempre que las pretensiones sean conexas entre sí.
Ello quiere decir que se pueden acumular pretensiones de materia diferente siempre que exista
entre las mismas una conexión que vaya más allá de la simple identidad de partes. Dicho de
otro modo, se requiere que además de la conexión subjetiva exista también una conexión
objetiva.
Así podría acumularse una pretensión de divorcio por injurias (materia de familia) con otra que
busque la reparación de los daños y perjuicios ocasionados por esas mismas injurias (materia
civil), ya que ambas se fundan en los mismos hechos.
b. Las pretensiones no deben ser contradictorias entre sí, salvo que una se proponga en
subsidio de la otra.
Resulta obvio porque las pretensiones acumuladas no pueden ser contradictorias, pues no
puede admitirse que se sostengan por una misma parte dos argumentaciones totalmente
opuestas.
Es por ello que no puede, por ejemplo, acumularse una acción simulatoria (que supone una
venta simulada) con otra pauliana (que supone una venta real pero en perjuicio de los
acreedores).
c. Todas las pretensiones deben poder tramitar por la misma estructura procesal.
Sin perjuicio de ello cabría acumular pretensiones que tramiten por estructuras procesales
diversas mediante el mecanismo de la renuncia a las estructuras abreviadas a favor de aquella
que ofrezca mayores garantías.
Así se puede acumular una pretensión de investigación de paternidad (proceso ordinario) y una
pretensión de pensión alimenticia (proceso extraordinario), siempre que se acepte tramitar
ambos por la estructura ordinaria que es la que ofrece mayores garantías.
B. Acumulando varias pretensiones entre diversos sujetos: En este caso son diversas
tanto las pretensiones como los sujetos entre los cuales se verifican las mismas. Ello
quiere decir que nos encontramos, al mismo tiempo, ante una acumulación de
pretensiones y ante un litisconsorcio facultativo, ya que por lo menos una de las partes
debe ser plural.
297
También podría ocurrir que tanto la parte actora como la demandada fuera una parte plural
(litisconsorcio). Recuérdese que en el litisconsorcio necesario no hay acumulación de
pretensiones dado que todos los integrantes del litisconsorcio son co-titulares de la misma
pretensión. Según el art. 120.2 para que esta acumulación sea posible se requieren que se
verifique por lo menos alguno de los siguientes requisitos:
a. Que la causa de la pretensión sea la misma. Es lo que ocurre en el ejemplo precedente del
accidente de tránsito que constituye la causa de todas las pretensiones.
b. Que el objeto sea el mismo. Es lo que se da cuando el actor alega ser propietario y demanda
la restitución de un inmueble respecto a dos demandados, alegando que uno de ellos es
poseedor y el otro ocupante precario del mismo bien.
c. Que las pretensiones se hallen entre sí en relación de dependencia. Tal sería el caso de la
pretensión contra el fiador en relación con la pretensión respecto al deudor principal.
Sin embargo, la remisión debió matizarse: en efecto, es claro que el requisito del núm. 1) del
art. 120.1 no es aplicable, ya que en la acumulación del art. 120.2 siempre se exige conexión
entre las pretensiones acumuladas, sin importar si pertenecen o no a la misma o a distinta
materia competencial. En cambio, es correcta la aplicación de las exigencias de los numerales
2) y 3).
LA MODIFICACIÓN DE LA DEMANDA:
Los supuestos de modificación de la demanda (esto es, alterar la pretensión) están previstos en
el art. 121, y los mismos son:
a. Que la demanda aún no hubiera sido contestada o haya finalizado el plazo para contestar,
hipótesis en la que se la puede modificar sin necesidad de esgrimir causa alguna de la
modificación.
Según Valentín, a partir de la ley 19.090, las normas que regulan esta forma de modificar el
objeto del proceso están contenidas en los arts. 121.2, 257.2 y 341 núm. 2 del CGP, por lo que
el análisis debe completarse con el de esas disposiciones y las que refieren a la prueba de los
hechos nuevos (arts. 118.3, 253.2 núm. 2, 341 núm. 2, 344.3, 346 núm. 4 inc. 2º).
En el art. 121.1 la modificación introducida establece un límite preclusivo para alegar y probar
hechos en segunda instancia:
121.1 Podrá cambiarse la demanda antes de que haya sido contestada o haya vencido el plazo
para contestar.
121.2 Si después de contestada la demanda sobreviniere algún hecho nuevo con influencia
sobre el derecho invocado por las partes en el proceso, éstas podrán alegarlo y probarlo hasta
la conclusión de la causa. Si fuera posterior a ese momento, podrán alegarlo y probarlo en
segunda instancia hasta la celebración del primer Acuerdo si tramitare ante tribunal colegiado;
si tramitare ante tribunal unipersonal, podrán alegarlo y probarlo hasta que se dicte decisión
298
anticipada o se convoque a audiencia. En todos los casos, se concederá a la contraparte las
facultades de contradicción y prueba correspondientes.
1. Efectos sustanciales: Estos pueden ser diversos (por ejemplo constituir en mora según el
art. 1336 del CC o interrumpir los plazos de caducidad), pero no interesan al Derecho Procesal.
2. Efectos procesales: Los mismos se encuentran previstos en el art. 122 del CGP:
a. Fija la competencia: Debido a ello, a los efectos de la competencia, resulta irrelevante que,
por ejemplo, la cuantía del proceso aumente luego de la interposición de la demanda, por
ejemplo por la generación de intereses y actualización por IPC.
c. Fija la pretensión: salvo las hipótesis en que el propio código habilita su modificación. Ese es
el caso, por ejemplo, de lo previsto en el art. 121 del CGP.
2) Las partes conservarán su legitimación aunque los hechos en que ésta se funde hubieren
cambiado.
3) La pretensión ejercitada no podrá ser alterada fuera de los límites expresamente permitidos
por este Código.
1. Concepto
De admitir la demanda, el Tribunal debe dictar una providencia dando traslado de la misma y
ordenar su notificación al demandado en su domicilio (art. 123).
123.2 Procede también el emplazamiento, de acuerdo con las mismas formas, en cuanto
fueren aplicables, en caso de renuncia, incapacidad o muerte del representante que actúa en
299
un proceso ya iniciado y en caso de incapacidad superveniente o muerte de alguna de las
partes, siempre que no actuara por representante.
Según Valentín, en su primer ordinal, el art. 123 contiene una especie de definición del instituto.
La ley 19.090, para comprender todas estas formas de emplazamiento en la definición, dice
que con la convocatoria puede hacérsele saber la interposición de la demanda o el estado del
proceso. Sin embargo, debió suprimirse la referencia al demandado, y decir simplemente que el
emplazamiento es la convocatoria a la parte o al integrante de la parte (en caso de
litisconsorcio).
Finalmente, en el ordinal 123.3, para coordinar con las disposiciones que refieren a los diversos
supuestos, la ley se remite a los artículos respectivos.
Dada la especial importancia del emplazamiento, que va a ser el acto que le permita al
demandado presentarse ante el Tribunal esgrimiendo sus defensas y aportando su prueba, se
establece la nulidad del emplazamiento irregular (art. 129), sin perjuicio de aclarar que aun
siendo irregular el mismo será válido si permite al demandado tomar conocimiento de que ha
sido emplazado
2. Tipos de emplazamiento
El tipo o la forma del emplazamiento dependerán de la ubicación del domicilio del demandado.
Con este criterio, pues, puede distinguirse:
En esta situación y tal como lo prevé el art. 124 CGP, “Articulo 124. Emplazamiento dentro de
la ciudad, villa o pueblo.-
El artículo regula el caso del emplazamiento dentro de la ciudad, villa o pueblo en que se sigue
el proceso. La única modificación consiste en ajustar su denominación al contenido de la
regulación: en el texto original la denominación de la norma hacía referencia al radio del
juzgado, pero se terminaba regulando el emplazamiento en el territorio de la ciudad, villa o
pueblo (que siempre puede ser, y generalmente es, más extenso que el radio). Ahora la
denominación se ajusta perfectamente a la regulación.
b) Demandado domiciliado fuera de la circunscripción territorial del tribunal -fuera del lugar del
juicio- pero en la República.
El art. 125 CGP dispone que “si el demandado se domicilia fuera de la ciudad, villa o pueblo”
-se sobreentiende, en que se sigue el proceso- “el emplazamiento se practicará en la forma
prevista para las notificaciones en ese lugar.” (Inc. 1º)
300
En esta hipótesis, en la que el demandado se domicilia fuera del lugar del proceso, “el plazo
correspondiente” -esto es, el plazo de treinta días de que dispone el demandado para
comparecer y contestar la demanda (art. 338.1 CGP)- “se aumentará con un día por cada cien
kilómetros, según la planilla de distancias que confeccione la Suprema Corte de Justicia” (art.
125, inc. 2º).
“Si el demandado se hallare fuera del país, será emplazado mediante exhorto librado a las
autoridades del lugar en que se domicilie.” (Art. 126, inc. 1º).
En esa hipótesis, “El plazo para comparecer será fijado por el tribunal entre un mínimo de
sesenta días y un máximo de noventa.” (Art. 126 inc. 2º).
En lugar de una regla fija, como la establecida para el demandado domiciliado fuera del lugar
del proceso pero dentro del territorio de la República -un día más de plazo por cada cien
kilómetros- aquí la ampliación del plazo queda librada al arbitrio del tribunal, el que lo fijará
entre el doble y el triple del plazo de treinta días que rige para el demandado que se domicilia
en el lugar del proceso.
En esta hipótesis resulta obvio que el emplazamiento no podrá ser hecho en el domicilio del
demandado, dado que éste se desconoce. El emplazamiento, en tal caso se hará por medio de
edictos publicados en la prensa. Es lo que establece el art. 127.1: “Cuando el actor ignore el
domicilio del demandado, el emplazamiento consistirá en llamarle mediante edictos, conforme
con lo dispuesto en el artículo 89...”
“Los términos del emplazamiento -agrega el art. 127.3- serán de sesenta días si el demandado
se halla en el país y de noventa días si se hallare fuera del él...”
Los términos del emplazamiento son los plazos de que dispone el demandado emplazado por
edictos, puesto que éstos serán publicados en todo caso, es decir, tanto que el demandado con
domicilio desconocido se domicilie en el país o fuera de él, durante diez días hábiles continuos,
según lo dispuesto por el art. 89.
El art. 127.4 establece una regla especial para el caso de que deba emplazarse como
consecuencia de una demanda de prescripción adquisitiva, prescripción treintenaria o
usucapión: “En el proceso de usucapión, además del emplazamiento genérico a cualquier
interesado, se emplazará a los linderos del inmueble y a quien figure como último propietario en
el certificado registral que, al efecto, deberá acompañarse a la demanda.”
Como el emplazamiento por edictos no ofrece seguridad alguna de que el demandado pueda
conocerlo realmente, el legislador ha querido aquí, sumar, al emplazamiento genérico y por
edictos a todos quienes pudieren tener interés en tal proceso, un emplazamiento a domicilio a
los propietarios de los bienes linderos y un emplazamiento, a domicilio o por edictos según se
301
conozca o no su domicilio, al último propietario del inmueble objeto del proceso, que figure
como tal en el certificado registral.
El CGP no ha incluido una norma semejante. Sin embargo podría sostenerse, y así lo ha hecho
Stipanicic, que la solución es la misma a estar a la norma del art. 93, referida a los plazos
procesales. En efecto, allí se establece que los plazos comienzan a correr, para cada una de
las partes, el día hábil siguiente al de la respectiva notificación, salvo que por la naturaleza de
la actividad a cumplirse, tengan el carácter de comunes -los plazos- en cuyo caso comenzarán
a correr el día hábil siguiente al de la última notificación.
Sin embargo, el plazo para contestar la demanda debe considerarse un plazo particular y no
común, aún en caso de ser varios los demandados y cada uno de ellos comparecerá en el
plazo que le corresponda, de treinta días los que están en el lugar del proceso, de treinta días
más un día por cada cien kilómetros quienes estén domiciliados fuera de él.
a. Efecto procesal
El principalísimo efecto procesal que surge del emplazamiento es que, a partir de él, nace para
el emplazado la carga de la comparecencia.
b. Efecto sustancial
El art. 128 CGP reitera, explicitándola, la solución ya contenida en el art. 309 CPC: “El
emplazamiento podrá hacerse en la persona del apoderado, con mandato suficiente, siempre
que el mandante no se hallare dentro del área jurisdiccional del tribunal.”
302
plantearla dentro de los plazos establecidos al efecto, o por quien se pruebe que ha tenido
conocimiento fehaciente del proceso y ha omitido reclamar dentro del plazo previsto en el art.
115.3.
El nuevo texto elimina la contradicción al prever, simplemente, que la omisión del
emplazamiento y el emplazamiento irregular aparejan una nulidad.
Regla General: El demandado puede adoptar más de un actitud, pero en tal caso debe hacerlo
simultáneamente y en el mismo acto (principios de concentración y de eventualidad) (art. 132).
Ello quiere decir que sí el demandado tiene la voluntad de contestar la demanda y, al mismo
tiempo, de oponer excepciones previas debe hacerlo todo en el mismo escrito.
Si adoptara más de una de estas actitudes, deberá hacerlo en forma simultánea y en el mismo
acto”.
Este artículo enumera actitudes del demandado y, en aplicación de las reglas generales de la
concentración y la eventualidad, exige su planteo simultáneo y en el mismo acto.
A las cinco enumeradas en el texto original se añaden dos más: la mera comparecencia
(“limitarse a comparecer”) y la provocación de intervención de terceros.
Debemos consignar con carácter general que a pesar del agregado las actitudes del
demandado no se agotan en las mencionadas (a ellas cabe añadir, por ejemplo, las de
admisión de hechos, admisión de derecho, demanda contra el codemandado o “co – parte”,
etc.).
Veamos ahora cuales son las diversas actitudes que puede adoptar el demandado:
I. No comparecer:
303
i. Que el demandado sea declarado rebelde (art. 339). La declaración en
rebeldía no se debe confundir con el acuse en rebeldía que corresponde
cuando nos encontramos ante plazos no perentorios, hipótesis que no se
verifica en el CGP.
DECLARACION EN REBELDIA:
339.1 Transcurrido el plazo para contestar la demanda sin que el demandado, emplazado en
su domicilio, hubiere comparecido, podrá pedir el actor la declaración de su rebeldía.
339.2 En las situaciones previstas por los artículos 34.1, 35.1, 35.3 y 44.6 de este Código y
numerales 2º) y 3º) del artículo 156 de la Ley Nº 15.750, de 24 de junio de 1985 (Ley Orgánica
de la Judicatura y de Organización de los Tribunales), cuando se tratare de la parte actora y si
el emplazamiento a que refieren las disposiciones citadas se hubiere efectuado en el domicilio
de quien debe ser emplazado, podrá el demandado, en caso de no comparecencia, solicitar la
declaración de su rebeldía.
339.3 La declaración de rebeldía se notificará en los estrados, de acuerdo con lo dispuesto por
los artículos 71.1 y 71.3.
339.4 La rebeldía del demandado, declarada o no, determinará que el tribunal deba tener por
admitidos los hechos alegados por el actor, en cuanto no resultaren contradichos por la prueba
de autos y en tanto no se tratare de derechos indisponibles (art. 134.2).
El tribunal deberá diligenciar los medios de prueba referidos a hechos no alcanzados por la
regla de admisión. (Art. 137).
339.5 Desde el momento en que el demandado fuere declarado en rebeldía, podrá disponerse,
si el actor lo pidiere, el embargo de sus bienes en cuanto fuere necesario para asegurar el
resultado del proceso.
339.7 El declarado rebelde podrá comparecer en cualquier momento del proceso, tomándolo
en el estado en que se hallare”.
El art. 339 regula las situaciones de “rebeldía”, cuya declaración, resulta prácticamente
irrelevante luego de la reforma (Valentín).
En el ordinal 339.2 se regulan los supuestos de rebeldía del actor, aunque las hipótesis podrían
aplicarse también al demandado: de acuerdo al texto original que se mantiene, se puede pedir
la declaración de rebeldía si la parte que actúa por sí misma:
Se incapacita,
Se emplaza al representante en su domicilio y éste no comparece (art. 34.1);
si ocurre la muerte o ausencia de la parte, se emplaza a los sucesores y demás sujetos
previstos en el art. 35.1 en sus domicilios y no comparecen;
si se extingue la persona jurídica, se emplaza a sus sucesores en sus domicilios y no
comparecen (art. 35.3).
La ley 19.090 añade el caso del cese de la representación por renuncia, muerte o “inhabilidad”
del apoderado: si renuncia el representante (art. 44.6 del CGP y 156 núm. 2º de la LOT), muere
304
o se inhabilita (art. 156 núm. 3º), se emplaza al representado en su domicilio y no comparece,
también puede pedirse la declaración en rebeldía.
Insistimos que la norma sólo menciona el caso del actor comprendido en esas hipótesis, y
habilita al demandado a pedir la declaración en rebeldía, pero la norma debe aplicarse también,
por analogía, a los mismos supuestos si ocurren al demandado. Así, si el demandado es
emplazado, comparece al proceso, en el curso del mismo se incapacita, se emplaza a sus
representantes en su domicilio y no comparecen, el actor puede pedir su declaración en
rebeldía.
El nuevo texto del ordinal 339.3 suprime la exigencia de notificar a domicilio la resolución que
declara la rebeldía, en armonía con lo dispuesto por los ordinales 1 y 3 del art. 71.
El ordinal 339.4 contiene una de las modificaciones más debatidas y centrales de la reforma.
De acuerdo al nuevo texto, en coherencia con lo dispuesto por el art. 130.2, la rebeldía del
demandado, declarada o no por el tribunal, apareja automáticamente como consecuencia la
admisión de los hechos alegados por el actor, en cuanto no resultaren contradichos por la
prueba de autos, si se trata de un proceso relativo a cuestiones indisponibles.
También en concordancia con lo establecido por el art. 130.2 se establece que el tribunal
deberá diligenciar los medios de prueba referidos a hechos no alcanzados por la regla de
admisión (art. 137).
Desde el momento en que el demandado es declarado rebelde puede disponerse, a pedido del
actor, el embargo previsto en el art. 339.5 (antes en el último inciso del ordinal 339.4). Esta
solución, de alcance discutido, se mantiene sin modificaciones.
ii. Que el demandado no sea declarado rebelde. Existen dos posiciones sobre las
consecuencias que tiene en este caso la incomparecencia del demandado.
II. Comparece:
a. La mera comparecencia:
305
Se trataría de la simple comparecencia a estar a Derecho en el proceso y su única
consecuencia sería que impediría la declaración en rebeldía, dado que en este caso el
demandado compareció.
b. La contestación:
Esta actitud también se suele denominar como la de contestar contradiciendo, e implica que el
demandado comparece a oponerse a la pretensión deducida por el actor.
130.1 Salvo disposición expresa en contrario, la contestación deberá presentarse por escrito y
ajustarse a las formas establecidas para la demanda, excepto en lo que resultare inaplicable.
El silencio, las respuestas ambiguas o evasivas, así como la falta de contestación se tendrán
como admisión de los hechos alegados en la demanda, en cuanto no resultaren contradichos
por la prueba de autos y en tanto no se tratare de derechos indisponibles (inciso segundo del
artículo 134).
El tribunal deberá diligenciar los medios de prueba referidos a hechos no alcanzados por la
regla de admisión (artículo 137).
La ley 19.090 sólo modifica el ordinal 2. La modificación más trascendente es que se equipara
la situación del demandado que no contestó la demanda y no fue declarado rebelde, con la del
demandado que no contestó la demanda y sí fue declarado rebelde.
Como surge del texto transcripto, en la nueva regulación la falta de contestación también se
tendrá “como admisión de los hechos alegados en la demanda, en cuanto no resultaren
contradichos por la prueba de autos y en tanto no se tratare de derechos indisponibles (inciso
segundo del artículo 134)”, aunque “El tribunal deberá diligenciar los medios de prueba
referidos a hechos no alcanzados por la regla de admisión (art. 137)”.
Por otra parte, el art. 339, en su ordinal 4 se establece que “La rebeldía del demandado,
declarada o no, determinará que el tribunal deba tener por admitidos los hechos alegados por
el actor, en cuanto no resultaren contradichos por la prueba de autos y en tanto no se tratare de
306
derechos indisponibles (artículo 134.2)”, pero “El tribunal deberá diligenciar los medios de
prueba referidos a hechos no alcanzados por la regla de admisión (artículo 137)”.
Entonces, en caso de incontestación, con o sin declaración en rebeldía, los hechos se tendrán
por admitidos conforme a la versión del actor, por lo que se tendrán como existentes o
inexistentes, de acuerdo a su alegación, salvo que resultaren contradichos por la prueba de
autos, siempre que se trate de cuestiones disponibles. En cambio, si se trata de hechos no
alcanzados por la regla de admisión, el tribunal deberá diligenciar los medios probatorios
ofrecidos.
- La carga de contradecir puntualmente cada uno de los hechos alegados por el actor, ya que
su silencio así como sus respuestas ambiguas o evasivas implicaran una certeza de los hechos
alegados por el actor (art. 130.2).
Se trata por tanto de defensas especialmente previstas que son de especial y previo
pronunciamiento (por eso excepciones previas).
La mayoría de ellas son de carácter procesal, pero también existen algunas que tienen carácter
sustancial. (VER CAPITULO DE EXCEPCIONES PREVIAS MAS ARRIBA).
d. El allanamiento:
307
Esta actitud, regulada en el art. 134, consiste en que el demandado acepta la pretensión
planteada por el actor en su demanda. La misma implica por tanto aceptar tanto los
fundamentos de hecho y de Derecho alegados, como la requisitoria que el accionante formuló
en base a los mismos.
Por tanto el allanamiento no debe ser confundido con la mera admisión de hechos (que solo
implica admitir éstos pero no los fundamentos de Derecho, ni la requisitoria). La consecuencia
de la admisión de hechos es acotar el objeto de la prueba en tanto el allanamiento tiene otro
tipo de consecuencias.
De existir allanamiento el Tribunal debe dictar sentencia de inmediato, haciendo lugar al mismo,
sin necesidad de considerar la prueba que pudiera existir. Estos es una típica aplicación del
principio dispositivo ya que se da primacía a la voluntad de las partes.
Corresponderá, por el contrario, seguir los trámites del proceso respectivo si la cuestión
planteada es de orden público, si se tratare de derechos indisponibles o si los hechos en que
se funda la demanda no pueden ser probados por confesión.
El allanamiento parcial declarado en la oportunidad prevista por el numeral 6) del artículo 341
habilitará la ejecución”.
Este artículo regula la actitud de allanamiento a la demanda. Sólo se aclara que el allanamiento
parcial declarado en la audiencia preliminar, al determinar el objeto del proceso, habilita a la
ejecución de la sentencia que lo declara.
e. La actitud de expectativa:
Esta actitud, prevista en el art. 135, implica –como su nombre lo indica- que el demandado no
contesta sino que queda a la expectativa de lo que resulte acreditado por la prueba que
proponga el actor y, eventualmente, el propio demandado.
La presente actitud solo puede ser adoptada legítimamente por aquel demandado que no ha
tenido participación directa en los hechos alegados por el actor, ni tiene la posibilidad de
informarse respecto a los mismos.
Son ejemplos típicos de estas categorías de demandados los herederos que contestan
respecto a hechos en los que solo participó el causante, al que obviamente no pueden recurrir
para informarse; y el defensor de oficio que comparece representando a un demandado
emplazado por edictos.
Reiteramos que esta actitud no puede ser adoptada por quien, pese a no haber participado en
los hechos, tiene la posibilidad de informarse a su respecto. Tal es el caso de un empleador
respecto a hechos en los que participaron sus dependientes.
308
Cuando la demanda debe ser contestada por quien no ha tenido participación personal en los
hechos y carezca de la posibilidad inmediata de informarse respecto de los mismos, como el
heredero o el defensor de oficio, le será admitido reservar su respuesta definitiva para después
de producida la prueba.
La respuesta de expectativas no impide producir prueba sobre hechos tendientes a destruir las
pretensiones del actor.
f. La reconvención:
Esta actitud, regulada en el art. 136, consiste en que el demandado, sin perjuicio de contestar
la demanda del actor, deduce una pretensión propia contra este. De este modo el demandado
original pasa a ser actor de la nueva pretensión en relación al actor original.
136.1 La reconvención sólo procederá cuando se den los supuestos del artículo 120.1;
numerales 1 y 3.
136.2 Serán aplicables en lo pertinente, todas las reglas establecidas respecto de la demanda
Nos encontramos ante otro ejemplo de acumulación, solo que en este caso la misma no es
inicial sino que se da por la inserción de una nueva pretensión en un proceso que se estaba
tramitando.
- Se trata de una pretensión que puede tramitarse por la misma estructura que la que le
corresponde a la planteada en la demanda.
Frente a ese traslado el actor original puede adoptar las mismas actitudes que el demandado
original, salvo dos excepciones:
AUDIENCIA PRELIMINAR:
1. Concepto.
309
Se trata, en esencia, de que luego de haber formulado las partes en forma unilateral su
pretensión y su oposición a la pretensión, se celebra la reunión, en la audiencia precisamente,
del actor, del demandado y del tribunal, es decir de todos los sujetos principales del proceso,
para, a partir de allí realizar el proceso mismo. Su función es reordenar el proceso para que
este sea eficaz y dar todas las órdenes para que se diligencie toda la prueba “Instrucción
Probatoria”.
La inserción de la audiencia preliminar a esta altura del proceso está inspirada, principalmente,
por la idea de dotar a este de su máxima eficacia. En la noción de eficacia cabe considerar las
ideas de simplificación, abreviación, economía procesal, inmediación, concentración,
ordenación, lealtad, buena fe.
310
audiencias, el tribunal las presidirá por sí mismo bajo pena de nulidad que compromete su
responsabilidad funcional”.
Tanto las audiencias como las diligencias de prueba que así lo permitan, deben realizarse por
el tribunal, no pudiendo éste delegarlas so pena de nulidad absoluta, salvo cuando la diligencia
debe celebrarse en territorio distinto al de su competencia o en los casos expresamente
previstos por la ley.
En los procesos que se desarrollan por audiencias, el tribunal las presidirá por sí mismo bajo
pena de nulidad que compromete su responsabilidad funcional.
En el caso de la Suprema Corte de Justicia bastará la presencia de tres de sus miembros, uno
de los cuales la presidirá, sin perjuicio de lo dispuesto por el artículo 56 de la Ley Nº 15.750, de
24 de junio de 1985. Redacción dada por la ley 19.090
La sanción, de la nulidad absoluta, esto es, insanable e insubsanable aun cuando mediara
acuerdo o conformidad de las partes, configura la mejor y más completa garantía para asegurar
en todos los casos, sin excepción alguna, la presencia del tribunal por sí mismo, como en forma
deliberadamente redundante establece el código.
Artículo 340. Audiencia preliminar. 340.1 Las partes deberán comparecer a la audiencia en
forma personal, salvo motivo fundado, a juicio del tribunal, que justificare la comparecencia por
representante.
Las personas jurídicas y los incapaces, comparecerán por intermedio de sus representantes
(artículo 32).
Si por razones de fuerza mayor, debidamente acreditadas, una de las partes no pudiere
comparecer, la audiencia podrá diferirse por una sola vez. En todo caso, la decisión que
recaiga sobre la solicitud de nuevo señalamiento se tendrá por notificada el mismo día de su
dictado.
El mismo artículo 340.1 prevé que “Si por razones de fuerza mayor, debidamente acreditadas,
una de las partes no pudiere comparecer, la audiencia podrá diferirse por una sola vez”.
Esta se trata de una hipótesis distinta a la de la anterior. El código prevé primero, la posibilidad
de la existencia de un “motivo fundado a juicio del tribunal, que justifique la comparecencia por
representante”. Ejemplo: invalidez, enfermedad crónica que impida desplazarse. La segunda
hipótesis se refiere al hecho de que circunstancial o accidentalmente una de las partes no
pudiera concurrir ese día a esa audiencia; en tal caso, la ley no autoriza, sin más, la
comparecencia por medio de representante, sino que posibilita que, por una sola vez, la
audiencia pueda ser diferida o postergada.
311
Por tanto: la regla es la comparecencia personal. La excepción es la representación concedida
antes o en la propia audiencia más el motivo fundado a juicio del tribunal en base al principio
de razonabilidad. En el caso de las personas jurídicas y los incapaces van los representantes.
Art. 340.2 La inasistencia no justificada del actor a la audiencia preliminar se tendrá como
desistimiento de su pretensión, incluso si el demandado tampoco compareciere, lo que se
declarará en la misma audiencia, sin posibilidad de prorrogarla.
El nuevo texto añade que esa consecuencia se aplicará incluso si el demandado tampoco
compareciere. De esa manera se termina con el debate anterior sobre las consecuencias a
aplicar en caso de incomparecencia de ambas partes a la audiencia preliminar. Ahora, en ese
supuesto, deberá aplicarse al actor la consecuencia del art. 340.2.
312
actor de su pretensión, a nuestro juicio se reabre la posibilidad de que el actor interponga
recurso de apelación con efecto suspensivo. En cambio, en esa hipótesis no se admitiría
reposición (art. 247, argumento a contrario).
Finalmente, se aclara que si el proceso versa sobre alguna de las cuestiones del art. 134, no
corresponde tener el actor por desistido de su pretensión, sino que se estará a su impulso para
la continuación del proceso. La norma subsana así una omisión del texto anterior, que no
preveía expresamente ninguna excepción a la aplicación de la sanción
Por tanto: consecuencias de la inasistencia injustificada del actor: se lo tiene por desistido de
su pretensión. Se puede justificar bajo recurso de reposición con efecto diferido si da a lugar y
apelación con efecto suspensivo bajo 6 días.
313
afirmaciones de hecho del actor podrán ya aparecer desmentidas o contradichas por esa
prueba documental.
Por tanto: se tienen por ciertos los hechos alegados por el actor. Por tanto funciona la regla de
la admisión. Problema: oposición de excepciones previas: si no va, el Juez lo tiene como
desistido de sus excepciones previas también.
Art. 340.4 Lo dispuesto en los ordinales 2 y 3, será aplicable, en lo pertinente, cuando mediare
reconvención o pretensión contra terceros.
El ordinal 340.4 mantiene la solución que extiende la aplicación de las consecuencias de los
ordinales 2 y 3 en caso de reconvención, y añade al ámbito de aplicación de esas normas el
caso de pretensión contra terceros. Típicamente, queda comprendido el caso de citación en
garantía.
Art. 340.5 Las consecuencias previstas en los artículos 340.2 y 340.3, no serán aplicables
cuando en una audiencia anterior se hubieran agotado las etapas a que refieren los numerales
1), 2) y 3) del artículo 341.
Tampoco se aplicarán a la parte que concurra sin asistencia letrada, en cuyo caso se cumplirá
la actividad correspondiente, conforme con lo previsto por el artículo 341.
Finalmente, el ordinal 5 aclara que no deben aplicarse las sanciones cuando en una audiencia
anterior se agotaron las etapas de los numerales 1, 2 y 3 del art. 341, y que tampoco deben
aplicarse a la parte que concurra sin asistencia letrada, en cuyo caso se cumplirá la actividad
del artículo 341.
La segunda solución pone fin a la discusión generada en el sistema anterior en el caso que la
parte comparecía pero sin asistencia letrada. En el nuevo texto es claro que en ese caso no se
puede aplicar la sanción del art. 340, ya que la parte compareció. Esta solución nos parece
adecuada, ya que no resultaba razonable aplicar la sanción a la parte por la ausencia del
profesional que la asiste.
Pero además, en ese caso, a pesar de la ausencia del asistente letrado, deben cumplirse las
actividades previstas en el art. 341. Esta norma nos parece absolutamente inadecuada, ya que
determina que la audiencia avance con una parte en absoluto estado de indefensión. Por otra
parte, al no admitirse que el profesional justifique su incomparecencia por razones de fuerza
mayor, entendemos que la solución es inconstitucional. En efecto: si el legislador pretendía
desarrollar a todo trance las reglas técnicas de economía y celeridad, podía hacerlo, pero sin
lesionar el derecho de defensa, vinculado a los principios esenciales a la idea de proceso.
314
Por tanto: si hubo audiencia preliminar anterior y el actor y el demandado fueron y en la
segunda no van; si en la primera se cumplió la ratificación confirmación y conciliación, cesa la
carga de la comparecencia. Aunque la parte vaya sin la asistencia letrada.
El artículo 341.1 CGP dispone que en la audiencia preliminar se cumplan las siguientes
actividades:
315
En el numeral 2) se incluye una regulación de la alegación de hechos nuevos en la audiencia
preliminar. En primer lugar, aunque en forma indirecta, la norma aclara definitivamente que el
concepto de hechos nuevos es el mismo que el que emerge de la norma general del art. 121.2.
Los “hechos” nuevos son aquellos hechos sobrevinientes cuya existencia o inexistencia se
alega como fundamento de la requisitoria formulada por el actor, o de la solicitud de que la
misma se rechace, propuesta por el demandado. Estamos ante un “hecho nuevo” si en un
proceso de divorcio por adulterio, luego de contestada la demanda, el actor alega la existencia
de un nuevo adulterio.
(a) En sentido amplio, “nuevos” serían todos los hechos que antes no integraban el objeto del
proceso. Es decir que siempre que se alegue la existencia o inexistencia de un hecho que no
fue invocado antes de esa alegación estaríamos ante un hecho “nuevo”.
(b) En sentido restringido, “nuevos” serían aquellos hechos que ocurrieron en un momento
determinado: luego de la demanda, o de la contestación, o de concluida la causa en primera
instancia, etc.
(c) En sentido también restringido, “nuevos” serían aquellos hechos que, a pesar de que hayan
ocurrido antes de esos momentos, no eran conocidos por quien pretende alegarlos.
A juicio e Valentín, a partir de la ley 19.090 no puede existir duda alguna: en el CGP la
expresión “nuevos” sólo se utiliza en dos de los sentidos restringidos mencionados (literales “b”
y “c” anteriores).
En efecto, de la norma general que regula la alegación de hechos nuevos surge que se puede
alegar cualquier hecho siempre que sobreviniere a la contestación de la demanda (art. 121.2);
la que regula la alegación de hechos nuevos en la audiencia preliminar se remite expresamente
al art. 121.2 (art. 341 núm. 2); y la que refiere a la alegación de hechos nuevos en segunda
instancia exige que sean posteriores a la sentencia de primera instancia (art. 257.2).
Por consiguiente, las disposiciones citadas habilitan a las partes a alegar hechos que sean
“cronológicamente nuevos”, es decir, ocurridos luego de determinado momento; o
“gnoseológicamente nuevos”, es decir, conocidos luego de determinado momento.
El núm. 2) también contiene una regulación de las pruebas nuevas, que antes se ubicaba en el
último inciso del art. 341. De este modo se termina con la cuestión relativa al momento de la
audiencia en que esas pruebas debían proponerse.
Finalmente, el núm. 2) también prevé que también en esta etapa deben proponerse las pruebas
referidas a hechos alegados por la contraparte al contestar la demanda.
En el sistema anterior la ley no preveía claramente cuál era el momento para proponer estas
pruebas, por lo que una actitud diligente llevaba a proponerlos antes de la audiencia preliminar.
Ahora el texto es claro: esas pruebas también deben proponerse en la audiencia preliminar.
Ratificación de las Contestaciones a las Excepciones Previas (Sea del Actor, Sea del
Demandado).
316
estaba en el numeral 2); y se traslada la regulación de la alegación de hechos nuevos en
audiencia preliminar al numeral 2).
b) Tentativa de Conciliación.
341.3) Tentativa de conciliación, que deberá realizar el tribunal, respecto de todos o algunos de
los puntos controvertidos.
El próximo paso en este itinerario consiste en: Art. 341. 4) Recepción de la prueba sobre las
excepciones, en la situación extraordinaria de entender el tribunal que exista algún hecho a
probar, en cuyo caso se recibirán exclusivamente las pruebas solicitadas en el escrito en que
se hubieren opuesto o contestado las excepciones y las que el tribunal ordenare de oficio.
En esta hipótesis, de tener que diligenciarse prueba sobre las excepciones, podrá disponerse la
prórroga de la audiencia preliminar.
341.5) Dictado de sentencia interlocutoria con el fin de sanear el proceso para resolver los
problemas planteados por las excepciones procesales propuestas o las nulidades denunciadas
o las que el tribunal hubiere advertido y decidir, a petición de parte o de oficio, todas las
cuestiones que obstaren a la decisión de mérito, incluyendo la improponibilidad de la demanda
y la legitimación en la causa, cuando ésta sea definible al comienzo del litigio.
El tribunal podrá prorrogar la audiencia a los efectos de lo dispuesto en el numeral 4), pero en
la siguiente oportunidad deberá recibirse la totalidad de la prueba y pronunciarse la sentencia
interlocutoria.
La audiencia podrá prorrogarse por un plazo no mayor de diez días para la formulación de los
fundamentos de la sentencia. También se podrá prorrogar la audiencia por plazo no mayor de
quince días para pronunciar sentencia con sus fundamentos.
En el núm. 5), referido a la sentencia interlocutoria saneadora del proceso, se aclara que la
audiencia puede prorrogarse por un plazo no mayor a diez días para formular los fundamentos;
y por un plazo no mayor de quince para dictar la sentencia con sus fundamentos. Soluciones
éstas que también surgen de la norma general (art. 203).
317
el pronunciamiento del tribunal sobre los medios probatorios que las partes habían ofrecido y
sobre los que va a ejercitar iniciativa propia.
Despejado de esa manera el proceso de cuestiones que no hacen al fondo del asunto, al objeto
del litigio estrictamente considerado, la audiencia preliminar tendrá por contenido también, la
Fijación definitiva del Objeto del Proceso y de la Prueba. (Art. 341.6)
341.6) Fijación del objeto del proceso y de la prueba; pronunciamiento sobre los medios de
prueba solicitados por las partes, rechazando los que fueren inadmisibles, manifiestamente
innecesarios, manifiestamente inconducentes y manifiestamente impertinentes (numeral 6) del
artículo 24) disponiéndose la ordenación y diligenciamiento de los que correspondan;
declaración del allanamiento parcial, si lo hubiere (inciso tercero del artículo 134), recepción de
los que fuere posible diligenciar en la propia audiencia y fijación de la audiencia
complementaria para el diligenciamiento de los restantes, de conformidad con lo establecido en
el artículo 101, acordándose lo necesario para que en ocasión de esa audiencia
complementaria se diligencien totalmente las pruebas que no se hubieren recibido en la
audiencia preliminar (artículo 343.1)
En efecto, aún luego de la audiencia preliminar existen múltiples hipótesis en que el objeto del
proceso puede modificarse, sea ampliándose (por ejemplo, mediante la alegación de hechos
nuevos posteriores a la audiencia preliminar) o reduciéndose (por ejemplo, por un
desistimiento, una transacción o una conciliación parciales).
En el mismo numeral, en armonía con las disposiciones de los arts. 24 núm. 6) y 144, se
prevén claramente los motivos de rechazo de medios probatorios. Sólo pueden rechazarse los
inadmisibles, los manifiestamente innecesarios, los manifiestamente inconducentes y los
manifiestamente impertinentes. Esta previsión confirma que el rechazo de los medios
probatorios es absolutamente excepcional (v. nota las modificaciones de los arts. 24 y 144).
También en el núm. 6), se prevé que en esta etapa corresponde declarar el allanamiento
parcial. Puede caber la duda de si al fijar el objeto del proceso y de la prueba ya debe
considerarse excluida aquella parte de los hechos sobre la cual recayó el allanamiento (porque
en definitiva el allanamiento se produjo con anterioridad, al contestar la demanda); o si deben
incluirse y recién excluirlos al declarar el allanamiento parcial. A nuestro juicio, la posición
correcta es la primera; ya que resultaría absurdo considerar incluido un hecho referido al
allanamiento, y ordenar las pruebas propuestas para probarlo, para inmediatamente declararlo
excluido del objeto.
Finalmente, se elimina el último inciso, cuyo contenido aparece – como indicamos antes – en el
numeral 2.
La ley prevé (aunque según Tarigo solo se configurará esporádicamente) que la audiencia
preliminar también pueda tener por objeto o contenido, la recepción de los medios de prueba
que fuere posible diligenciar en la propia audiencia. En esta misma hipótesis, el artículo 342.6
318
prevé que si se había diligenciado toda la prueba, o se hubiera resuelto prescindir de parte de
ella, o el litigio fuera de puro derecho, se pasará a oír las alegaciones de las partes y a dictar
sentencia.
342.1 Las resoluciones dictadas en el curso de la audiencia admiten recurso de reposición, que
deberá proponerse en la propia audiencia y decidirse en forma inmediata por el tribunal
(artículo 246).
Este artículo regula algunas resoluciones que pueden adoptarse en la audiencia preliminar y
las particularidades de su impugnación.
Con ese método, se sistematiza, por un lado, un principio general, y luego una solución
específica para un conjunto de excepciones previas que la ley prevé a texto expreso.
En el régimen vigente existe una regla general y varias excepciones, que trataremos de
delinear en forma clara. A este efecto no seguiremos el orden de la regulación sino un orden
lógico que nos permita delimitar claramente el alcance de las soluciones consagradas.
319
Toda otra sentencia interlocutoria que ponga fin totalmente al proceso principal admitirá
recurso de apelación con efecto suspensivo.
La resolución que restrinja el objeto del proceso o de la prueba será apelable sin efecto
suspensivo.
En caso de litisconsorcio, la sentencia interlocutoria que, al amparar las excepciones de
incompetencia, litispendencia, caducidad, prescripción, cosa juzgada y transacción, tenga
como resultado la exclusión de uno o más de los litisconsortes, será apelable con efecto
suspensivo. Si ese resultado se provocare por la resolución de cualquier otra cuestión, el
efecto del recurso de apelación será suspensivo.
Si por su contenido, la sentencia interlocutoria fuere apelable con efecto suspensivo y con otro
efecto diferente, el recurso se interpondrá y tramitará con efecto suspensivo.
Entonces, por ejemplo, se apelan con efecto diferido, la sentencia interlocutoria que en un
proceso con partes singulares acoge parcialmente las excepciones de litispendencia,
prescripción, caducidad, cosa juzgada o transacción, o las acoge totalmente pero sin poner fin
al proceso; las sentencias interlocutorias que amplían el objeto del proceso o el objeto de la
prueba; las que admiten un medio de prueba (las que lo rechazan también, no sólo por el
ordinal que estamos analizando, sino también por el art. 147); etc.
Esta excepción es la consagrada en el inciso 4 de este ordinal, cuando refiere a “Toda otra
sentencia interlocutoria que ponga fin totalmente al proceso principal (…)”. El recurso de
apelación contra estas sentencias es con efecto suspensivo. La solución sólo comprende a los
procesos con partes singulares; en efecto, en el supuesto de parte litisconsorcial basta que se
excluya a un litisconsorte para que proceda el efecto suspensivo.
En efecto, el segundo inciso refiere a la sentencia interlocutoria que acoja totalmente las
excepciones de litispendencia, prescripción, caducidad, cosa juzgada o transacción y que,
además, ponga fin completamente al proceso; y para ese supuesto también consagra el efecto
suspensivo.
Si la sentencia acoge totalmente cualquiera de esas excepciones pero no pone fin totalmente al
proceso es apelable con efecto diferido: por ejemplo, si en un proceso acumulativo de partes
singulares en el que se sustancian dos pretensiones de condena, el demandado opone una
excepción de prescripción respecto de una de esas pretensiones, y el juez la acoge totalmente,
320
la sentencia acoge totalmente pero no pone fin completamente al proceso principal, por lo que
rige plenamente la regla general del efecto diferido.
En este caso el recurso de apelación también tiene efecto suspensivo (inc. 3). En cambio, si la
sentencia rechaza la excepción de incompetencia, el efecto es el diferido (inc. 1).
En este caso, previsto en el inciso 5, la apelación es sin efecto suspensivo. La norma refiere a
la sentencia que al determinar el objeto del proceso en el momento correspondiente de la
audiencia preliminar (art. 341 núm. 6) restringe el objeto del proceso (por ejemplo, excluyendo
un hecho principal o una requisitoria formulada) o el objeto de la prueba (por ejemplo, teniendo
por admitido un hecho). En cambio, no comprende a cualquier otra restricción del objeto
producida por efecto de la resolución de excepciones: por ejemplo, la sentencia que en un
proceso de partes singulares acoge una excepción de indebida acumulación de pretensiones, o
acoge parcialmente una excepción de prescripción o caducidad, restringe el objeto del proceso;
pero se esos supuestos no se rigen por este inciso, sino por la regla general del inciso 1 de
este ordinal (efecto diferido). La sentencia interlocutoria que amplíe el objeto del proceso o de
la prueba está abarcada por la regla general: apelación con efecto diferido.
Este supuesto se prevé en el inciso 6 in fine, cuando refiere a que “ese resultado”, es decir, la
exclusión de uno o más litisconsortes, se provocare por la decisión de cualquier otra cuestión
distinta a las mencionadas al principio del mismo inciso. En estos supuestos la apelación es
con efecto suspensivo.
Estrictamente, este caso está comprendido en el supuesto más general previsto al final: lo que
realmente importa es si la sentencia tiene como efecto la exclusión de un litisconsorte. En este
caso la solución también tiene un sentido exclusivamente pedagógico, ante los intensos
debates anteriores a la reforma.
321
Entonces, por ejemplo, es apelable con efecto suspensivo la sentencia que hace lugar a la
excepción de caducidad respecto a la única pretensión propuesta por uno de los litisconsortes
facultativos activos.
Finalmente, la ley consagra una regla de preferencia: si la sentencia es apelable con efecto
suspensivo respecto a una cuestión y con otro efecto respecto a otra cuestión, se apela con
efecto suspensivo.
Por ejemplo, si en un proceso con parte litisconsorcial activa el demandado opone excepciones
de prescripción respecto de las pretensiones propuestas por los dos actores y la sentencia
acoge la referida a uno de los actores, excluyéndolo, pero rechaza la referida al otro, por
aplicación de las reglas estudiadas, sería apelable con efecto suspensivo (inciso 6) y diferido
(inciso 1). Sin embargo, en hipótesis como la indicada, ante la existencia de al menos una
apelación con efecto suspensivo, el legislador prefiere hacer primar el efecto suspensivo y que
en la alzada se decidan, de una vez, todos los agravios.
La ley no consagra una regla de preferencia para el caso de concurrencia del efecto no
suspensivo y diferido (por ejemplo, si al determinar el objeto del proceso se excluye una
requisitoria y se incluye otra, restringiéndolo y ampliándolo a la vez). En estos casos, cada
apelación producirá su efecto en forma autónoma.
Efectos de la Sentencia Interlocutoria que acoge una u otra de las Excepciones Previas.
Si acoge la excepción de defecto legal, la parte subsanará los defectos en la propia audiencia,
de lo cual se dejará constancia en acta resumida y se continuará con el acto, otorgándose al
demandado oportunidad para complementar su contestación, atendidas las aclaraciones o
precisiones formuladas por el actor.
En el ordinal 3 se introduce una modificación al inciso 1º, para destacar que el efecto principal
de la sentencia que acoge la excepción previa de litispendencia es el de poner fin al proceso.
El nuevo texto dispone que si la sentencia acoge las excepciones de falta de capacidad o
personería se suspende la audiencia por el plazo que fije el tribunal para subsanar el defecto.
En el régimen vigente, prefirió consagrar un plazo judicial: es el tribunal el que, de acuerdo a
las circunstancias del caso, fijará el plazo para subsanar el defecto. Esta solución es
indudablemente superior, y es armónica con la consagrada en el art. 40, que refiere al caso del
que, en casos de urgencia, comparece invocando una representación sin acreditarla en ese
momento, y también deja librado al tribunal la fijación del plazo para acreditar la representación.
La excepción de Litispendencia es, una de las que obstan a la prosecución del proceso (es una
interlocutoria con fuerza de definitiva) y por ende será apelable con efecto suspensivo. También
se suma el defecto legal que se da un plazo para subsanar partes oscuras de actor y
demandado y la falta de capacidad o personería que no presentada la demanda una sola
sentencia con todas las resoluciones de todas las excepciones.
322
Finalmente, la ley elimina la regulación de la sentencia que resuelve la admisibilidad de las
tercerías provocadas, ya que ese punto ahora debe decidirse antes de la audiencia (v. análisis
a los arts. 52 y 53).
Art. 342.4 Se dictará una sola sentencia, la cual decidirá todas las excepciones previas
saneando el proceso, salvo que el tribunal se declare incompetente, en cuyo caso no resolverá
otras cuestiones.
Otras modificaciones
Finalmente, en el ordinal 5 de este artículo se ajusta la redacción para coordinarla con el núm.
6) del art. 341.
Art. 342.5 Resueltas todas esas cuestiones, delimitados el objeto del proceso y el de la prueba
y ordenado el diligenciamiento de los medios probatorios, se recibirán éstos, total o
parcialmente, y cuando sea necesario, se dispondrá una audiencia complementaria
AUDIENCIA COMPLEMENTARIA:
La audiencia complementaria está pensada, por la ley, para cumplirse. La inasistencia de una
de las partes no será en ningún caso, obstáculo que impida su realización.
Sin embargo, se prevén dos situaciones que se estiman excepcionales, en cuyos casos la
audiencia complementaria podrá suspenderse o prorrogarse. La primera hace referencia al
hecho de que existan razones de fuerza mayor que afecten a una de las partes y el tribunal
considere procedente la prórroga.
La segunda situación en la que podrá prorrogarse la audiencia se refiere al caso de que faltare
diligenciar alguna prueba que deba ser cumplida fuera de la audiencia. Esta prórroga podrá
decretarse de oficio o a petición de parte pero además, siempre que el tribunal la considere
indispensable para la instrucción.
323
343.1 Si la prueba no hubiere podido diligenciarse en la audiencia preliminar, total o
parcialmente, se citará a las partes para la audiencia complementaria de prueba, de
conformidad con lo establecido en el artículo 101.
También podrá prorrogarse, por única vez, de oficio o a petición de parte, si faltare diligenciar
alguna prueba que deba ser cumplida fuera de la audiencia, siempre que el tribunal la
considerare indispensable para la instrucción, en cuyo caso arbitrará los medios necesarios
para que esté diligenciada en la fecha fijada para la reanudación de la audiencia.
En el ordinal 1 se introduce una referencia al régimen general del actual art. 101. La audiencia
complementaria también debe fijarse por el juez en forma indelegable y con la mayor
contigüidad posible, y entre la fecha del acto de señalamiento (en la propia audiencia
preliminar) y la fecha de la audiencia complementaria no pueden mediar más de noventa días,
salvo causa justificada expresamente fundada en el caso.
Cabe destacar además que también se aplica la solución del último inciso del art. 101, por lo
que cuando proceda otorgar una prórroga o suspensión debe hacerse constar la causa
respectiva y, en el mismo acto, fijar la fecha de la reanudación, salvo que ese señalamiento
fuere imposible.
No tiene por qué ser personal. Se puede otorgar un poder del artículo 39 o la representación
del artículo 44. Si no comparece la parte y el Abogado no tiene poder, puede hacer 2 cosas en
base a su calidad de abogado: la primera, 143 Lot: Artículo 143: Sin perjuicio del ejercicio de la
representación con las facultades que sus clientes les hayan conferido de acuerdo con el
régimen legal respectivo, los abogados cuyo patrocinio conste de manera fehaciente podrán
asistir a todas las diligencias de los asuntos que les hayan sido confiados, aun cuando no se
encuentren presentes sus patrocinados; en tales casos, podrán formular las observaciones que
consideren pertinentes, ejercer la facultad de repreguntar y todas aquellas adecuadas para el
mejor desempeño del derecho de defensa. La segunda los alegatos de bien probado. A título
personal.
324
dispone el artículo 103. Al acta correspondiente se agregaran los informes, y en general todos
los documentos recibidos, como por ejemplo, el dictamen pericial, etc. las partes podrán
solicitar que se dejen determinadas constancias en el acta.
Art. 343.5 Todo lo actuado se documentará según lo dispuesto en los artículos 102 y 103,
agregándose todos los informes y demás documentos recibidos.
En el acta se podrán insertar las constancias que las partes soliciten, en especial las
concernientes a declaraciones e informes y todo lo demás que resulte necesario, a juicio del
tribunal.
Los testigos y peritos firmarán su comparecencia, lo que podrán hacer en el libro de asistencias
que llevará la oficina actuaria, sin que sea necesaria la suscripción del acta.
Art. 343.6 Terminada la audiencia y durante diez minutos, que podrán ser prorrogados por el
tribunal por un lapso similar, alegarán las partes por su orden, pudiendo el tribunal solicitar las
aclaraciones o precisiones pertinentes, sea durante el curso del alegato, sea a su finalización.
Por excepción, tratándose de asuntos de especial complejidad, el tribunal podrá ampliar el
lapso concedido a las partes para alegar, de modo adecuado a dicha complejidad. Podrá,
asimismo, autorizar la prórroga de la audiencia de común acuerdo de partes, la que no podrá
exceder el plazo de diez días. En todos los casos, a efectos de facilitar la registración, las
partes podrán acompañar un resumen de su alegato en la propia audiencia.
En el nuevo régimen se mantiene el alegato oral, pero se flexibiliza el sistema, para admitir la
prórroga de la audiencia de común acuerdo y la presentación de un resumen escrito.
En el nuevo régimen entonces, existen dos posibilidades en cuanto al momento del alegato:
(a) la primera posibilidad, que en el sistema del Código es la regla, es que una vez concluidas
las actividades anteriores de la audiencia las partes aleguen por su orden durante diez minutos,
que pueden ser prorrogados por el tribunal por un lapso similar, y, por excepción, tratándose de
asuntos de especial complejidad, por un lapso adecuado a dicha complejidad;
En todos los casos mencionados (los que mencionamos como “a” y “b”), pero sólo a efectos de
facilitar la registración, se autoriza a que las partes acompañen un resumen de su alegato en la
propia audiencia. Debe quedar claro que el legislador reafirma la exigencia del alegato oral, y
sólo habilita a presentar un resumen (no el alegato entero) por escrito.
SENTENCIA:
Art. 343.7 Finalmente, el tribunal pronunciará sentencia, de conformidad con lo dispuesto por
los artículos 18.3, 203.1 a 203.3 y 207.
325
Finalmente, en el ordinal 7 se sustituye la regulación específica por una remisión a las normas
generales. (Audiencia de Sentencia en la práctica).
193.1 Al retirarse el tribunal para considerar su decisión no se admitirá ninguna otra prueba en
la instancia.
193.2 El tribunal podrá disponer, en el mismo acto en que efectúe ese anuncio o durante el
plazo para dictar sentencia, diligencias para mejor proveer, debiendo dejar expresa constancia
de las razones por las cuales no dispuso su diligenciamiento de oficio durante el trámite del
proceso.
El artículo determina el momento que se denomina conclusión de la causa (primer ordinal) y las
diligencias para mejor proveer (segundo ordinal).
En el texto anterior del primer ordinal se indicaba que la conclusión de la causa, es decir, el
momento en que precluye la posibilidad de las partes de proponer cualquier medio probatorio,
se producía “Concluida la audiencia”, específicamente “al retirarse el tribunal para considerar
su decisión (…)”.
En rigor, la audiencia no concluye en ese momento: luego de los alegatos, pero en la misma
audiencia, el juez debe dictar la sentencia (arts. 18.3 y 203.1). La ley 19.090, correctamente,
suprime la primera parte y simplemente fija la conclusión de la causa – como momento final
para admitir medios probatorios – en el acto que el tribunal se retira para considerar su
decisión.
Las diligencias para mejor proveer, reguladas en esta disposición, son las que puede disponer
el tribunal en ejercicio de su iniciativa probatoria, luego que culmina la actividad alegatoria y
confirmatoria de las partes.
El Código consagra expresamente la posibilidad de que el juez disponga diligencias para mejor
proveer en los dos momentos: (a) al retirarse para dictar sentencia; y (b) durante el plazo para
dictarla. Para esta segunda hipótesis, v. la modificación al art. 194.
Es la facultad del tribunal de solicitar prueba no solicitada por las partes y la oportunidad es
después de los alegatos. El tribunal para poder sentenciar jurídica y justamente puede requerir
como diligencia para mejor proveer determinado medio probatorio justificado y explicando
porque no se pidió antes en base a su capacidad del artículo 24.
“Artículo 194. Efectos de las diligencias para mejor proveer sobre los plazos para dictar
sentencia.-
326
194.1 En todo caso, se convocará a audiencia para dictar sentencia, que deberá realizarse
dentro de treinta días de dispuesta la medida, aun cuando no se haya diligenciado la prueba
requerida para mejor proveer o la solicitada por las partes a título de complemento de aquélla.
194.2 El tribunal deberá disponer todo lo necesario a efectos de posibilitar que la producción de
las probanzas dispuestas para mejor proveer sean incorporadas con la debida antelación a la
audiencia final.
En dicha audiencia, se diligenciará la prueba que fuere recibible en la misma, se oirá a cada
parte por diez minutos improrrogables y se pronunciará la sentencia acompañada de sus
fundamentos, salvo que las medidas para mejor proveer hubieran sido dispuestas antes del
término del plazo previsto en artículo 203.3, en cuyo caso podrá prorrogarse su dictado dentro
del que restare (artículo 207)”.
En el primer ordinal se ajusta el texto anterior. Resulta importante la aclaración – que recoge la
interpretación postulada sobre el texto derogado – de que el plazo de treinta días es para la
realización de la audiencia, y que empieza a correr a partir de que es dispuesta la medida.
En armonía con lo dispuesto por los arts. 193.2 y 207, el nuevo texto del ordinal 194.2
establece que si las medidas para mejor proveer fueron dispuestas antes del vencimiento del
plazo para dictar sentencia (art. 203.3), puede prorrogarse su dictado dentro del tiempo que
restare.
Consecuencias:
SENTENCIA DEFINITIVA:
1. CONCEPTO.
Es el acto del órgano jurisdiccional, del tribunal, por el cual éste emite su juicio acerca de la
conformidad o disconformidad entre la pretensión de la parte y el Derecho objetivo y, en
consecuencia, actúa dicha pretensión o se niega a actuarla, satisfaciéndola en todo caso.
La sentencia es, naturalmente, un acto procesal y dentro de las diversas categorías de actos
procesales cabe encuadrarlo, desde luego, entre los actos provenientes del tribunal, del órgano
jurisdiccional, a tal punto que bien puede considerársele el más característico de ellos. La
sentencia es el acto de terminación del proceso por decisión del mismo, en tanto que el
concepto de actos de terminación del proceso por extinción cabe reservarlo a aquellos actos
que con mayor habitualidad denominamos modos anormales o anómalos de terminación del
proceso.
2. NATURALEZA JURIDICA.
En toda sentencia existen, como elementos integrantes de ella, dos que son fundamentales:
una operación mental o juicio lógico y un acto de voluntad de parte del tribunal. Cardinal agrega
las normas concretas.
327
a. El juicio lógico
En definitiva, puede concluirse en que una operación tan compleja como es la que realiza el
Juez o tribunal durante la génesis de la sentencia, no puede ser reducida a fórmulas
esquemáticas a las que se pretenda dar validez general. El resultado a que arriba el tribunal y
que se expresa en la sentencia es el fruto, no de un juicio lógico objetivo sino de una convicción
psicológica que no está sometida, en cuanto a su formación, a reglas fijadas a priori. Y por ello
concluye Tarigo siguiendo a Guasp, afirmado que resulta preferible, al examinar el juicio lógico
que constituye el primer elemento de la sentencia, rehusarse a establecer una fórmula o
esquema analítico del mismo, y limitarse a señalar que la sentencia contiene la expresión de la
convicción formada en el Juez por la comparación mental entre la pretensión de la parte y la
norma jurídica.
b. El acto de voluntad
El acto de voluntad que contiene la sentencia debe ser imputado al Estado, el cual si bien no
tiene existencia física es sí una persona jurídica que puede tener y que tiene voluntad. Y esa
expresión de voluntad el Estado la formula, en materia jurisdiccional, por medio del Juez, del
tribunal, del órgano jurisdiccional.
Creo que debe afirmarse, como lo hace Guasp, que la naturaleza de la sentencia se presenta
como algo típico, explicable sólo en términos procesales, y sin necesidad de acudir a
categorías ajenas. La sentencia no es una lex specialis, la ley del caso concreto, según
acostumbra a decirse; ni es tampoco la mera aplicación de la ley al caso concreto, lo que sirve
sí para explicar el juicio lógico que la integra, pero no el imperativo de voluntad que también es
su componente.
La esencia misma de la sentencia está dada, como dice el maestro español, por ser la
actuación o la denegación de la actuación de la pretensión procesal que diera nacimiento al
proceso.
3. CLASIFICACION DE SENTENCIAS.
Utilizando este criterio pueden distinguirse tres tipos clásicos de sentencias -sentencias
declarativas, constitutivas y de condena- a los que pueden sumarse aún algunos tipos menos
diferenciados.
1) Sentencias declarativas
Son aquellas en las que se satisface una pretensión de la misma naturaleza, esto es, una
pretensión de declaración, acogiendo dicha pretensión o denegándola.
En general, toda sentencia que deniega la pretensión del actor, es decir, toda sentencia
desestimatoria de la demanda, es una sentencia declarativa, por cuanto en ella el tribunal se
limita a declarar la falta de fundamentación de la pretensión y, por consecuencia, la absolución
del demandado.
328
Fuera de esta hipótesis de sentencias desestimatorias, son sentencias declarativas aquellas
que tienen como contenido la mera declaración acerca de la existencia de un derecho. Como
toda sentencia contiene, necesariamente, una declaración, a éstas -que a diferencia de las
demás, agotan su objeto en la declaración- suele llamárselas, para mayor claridad, meramente
declarativas.
El CGP, recogiendo esa opinión doctrinaria, ha establecido en su art. 11.3 que «El interés del
demandante puede consistir en la simple declaración de la existencia o inexistencia de un
derecho, aun cuando éste no haya sido violado o desconocido, o de una relación jurídica, o de
la autenticidad o falsedad de un documento...»
2) Sentencias constitutivas
Son aquellas que no se limitan a la mera declaración de la existencia de una situación jurídica
anterior, sino que crean, modifican o extinguen esa misma situación jurídica.
La sentencia que declara rescindido el contrato por culpa de uno de los contratantes, la
sentencia de divorcio y, en general, las sentencias estimatorias de la demanda en cuestiones
relacionadas con el estado civil de las personas, son sentencias de naturaleza constitutiva pues
todas ellas crean una situación jurídica o modifican o extinguen una situación jurídica
preexistente. Los co-contratantes ya no estarán ligados por el contrato, los cónyuges ya no
serán tales, etc.
En las cuestiones relativas al estado civil de las personas la sentencia será frecuentemente,
necesaria -sentencia constitutiva necesaria- y el proceso que ella decide será también
necesario -proceso constitutivo necesario- por cuanto sólo por medio del proceso y de la
sentencia estimatoria que le pone fin, podrá obtenerse válidamente el divorcio, el
desconocimiento de la paternidad legítima, etc.
3) Sentencias de condena
Son aquellas que ponen fin a un proceso en que se formuló una pretensión de condena,
acogiendo tal pretensión e imponiendo al demandado, por consiguiente, una prestación
determinada de dar, hacer o no hacer.
El art. 11.3, in fine, en cuanto establece que «también podrá reclamarse el dictado de sentencia
condicional o de futuro», ha venido a agregar una variante que, hasta entonces, no conocía
nuestro Derecho positivo.
El CGP en el art. 546.8, al modificar una norma procesal anterior en materia de arrendamientos
rurales, dispone que la restitución del predio «podrá promoverse con anterioridad no menor de
un año ni mayor de dieciocho meses a la extinción del derecho del arrendatario a la
permanencia en el inmueble, como condena de futuro a ejecutarse una vez extinguido aquel
derecho».
329
La doctrina acostumbra a distinguir otra categoría de sentencias: las sentencias determinativas
o dispositivas.
Son aquellas decisiones del tribunal, dictadas, no en aplicación de una norma jurídica ya
formulada anteriormente por el legislador, sino dictadas en el ejercicio de un poder de equidad
que significa, en sustancia, el poder de crear el derecho para el caso singular.
El art. 25.1 dispone que «El tribunal no podrá dejar de fallar en caso de oscuridad, insuficiencia
o vacío de la ley. En el juzgamiento del litigio deberá aplicar la regla de derecho positivo
(artículo 15) y sólo podrá fallar por equidad en los casos previstos por la ley o cuando,
tratándose de derechos disponibles, las partes así lo soliciten». A su vez el art. 199 reitera que
«Si mediare acuerdo de partes y siempre que éstas tuvieren la libre disposición del derecho
aducido en juicio, podrá el tribunal fallar el asunto por equidad (artículo 25.1)».
Y éste es, sin duda, el sentido del fallo dictado por equidad, aun cuando el CGP no lo
establezca a texto expreso, como sí lo hacía la que fue su fuente de inspiración.
Otras clasificaciones
Mientras que la clasificación que surge del art. 195 CGP atiende a la distinta función que
cumplen las sentencias definitivas y las sentencias interlocutorias, mientras que la clasificación
doctrinaria que hemos reseñado anteriormente atiende a la diversa naturaleza de las
sentencias en relación a la naturaleza de la pretensión que en cada caso fue formulada,
mediante la utilización de otros criterios -de menor significación, seguramente- pueden
construirse otras clasificaciones.
b) Atendiendo a su relación con el litigio o con la pretensión, las sentencias pueden clasificarse
en totales y parciales, según la sentencia componga o resuelva íntegramente el litigio o no,
según la sentencia satisfaga por entero la pretensión o no. Por ejemplo, la sentencia que
acogiendo la demanda de indemnización por daños y perjuicios, condena al resarcimiento de
los mismos pero posterga para una etapa o un proceso posterior la determinación del quantum
de la indemnización (art. 378 CGP), es una sentencia parcial.
c) Atendiendo a su relación con la pretensión formulada por el actor y según la sentencia acoja
o no tal pretensión, las sentencias pueden clasificarse en estimatorias y desestimatorias.
330
d) Por fin, atendiendo a la posibilidad o no de su revisión por otro tribunal, las sentencias
pueden clasificarse en firmes y recurribles. Sentencias firmes son aquellas que han sido
consentidas o que no admiten una instancia superior; sentencias recurribles, son aquellas que
podrán ser revisadas en una instancia superior.
A su vez, en el o los agentes del órgano jurisdiccional no deberá existir una causal de inhibición
que lo inhabilite para el dictado de la sentencia.
Cuando se traslade o ascienda a un Juez, éste mantendrá su competencia para recibir los
alegatos, dictar la sentencia pendiente y resolver los recursos de aclaración y ampliación en
aquellos asuntos en los cuales hubiere finalizado la instrucción probatoria. En este caso, los
alegatos se recibirán por escrito en la oficina el día señalado para la audiencia de conclusión
de la causa. La sentencia se dictará fuera de audiencia.
La modificación privilegia las reglas de la inmediación e identidad del titular del órgano
jurisdiccional. En el nuevo régimen, el juez trasladado o ascendido mantiene su competencia
para dictar sentencia si ya concluyó la instrucción probatoria, aunque no se hayan realizado los
alegatos. Esa competencia para dictar sentencia se extiende a la resolución de los recursos de
aclaración y ampliación. La norma soluciona expresamente la cuestión relativa a la validez o
nulidad de la sentencia dictada fuera de audiencia en este caso, estableciendo que la sentencia
debe dictarse fuera de audiencia.
El principio de congruencia
La sentencia, pues, deberá estar en una especial relación con respecto a la pretensión. Esa
relación o esa vinculación se denominan principio de congruencia. Este principio está recogido
actualmente en el art. 198: «Las sentencias contendrán decisiones expresas, positivas y
precisas. Recaerán sobre las cosas litigadas por las partes con arreglo a las pretensiones
deducidas, declararán el derecho de los litigantes y se pronunciarán sobre las condenaciones
en costas y costos».
Por congruencia debe entenderse, pues, la conformidad que debe existir entre la sentencia y la
pretensión o pretensiones que constituyen el objeto del proceso, más la oposición u
oposiciones en cuanto delimitan ese objeto.
331
La congruencia supone, por tanto:
Si el fallo condenara a más de lo pedido por las partes incurriría en incongruencia positiva,
transgrediendo el precepto ultra petita.
Esta aplicación del principio no significa, naturalmente, que si el actor demandó el pago de una
cantidad determinada por concepto de daños y perjuicios, no pueda el tribunal en su sentencia
condenar al demandado a una cantidad inferior si considera que, de acuerdo con la prueba
producida, los daños y perjuicios sufridos no tuvieron la entidad o la cuantía reclamada.
La aplicación del principio de congruencia supone sí que si el actor demandó la rescisión del
contrato por incumplimiento del demandado con más la condena al resarcimiento de los daños
y perjuicios ocasionados por tal incumplimiento, la sentencia no puede limitarse a declarar
rescindido el contrato absteniéndose de todo pronunciamiento sobre la reparación de los daños
y perjuicios.
Si el fallo condenara a menos de lo pedido por las partes, incurriría en incongruencia negativa,
pues se habría incumplido la regla citra petita.
Si el actor demandó se declarara nulo el contrato por haber existido algún vicio del
consentimiento, resultaría incongruente la sentencia que, reconociendo la verdad de la
existencia de tal vicio, declarara no la nulidad o la anulación del contrato, sino su rescisión.
Si el fallo condenara a algo distinto de lo pedido por las partes, incurriría en incongruencia
mixta -combinación de la positiva y de la negativa- desconociéndose la regla entra petita.
De la incongruencia de la sentencia, cualquiera que aquélla fuere, podrá reclamarse por medio
del recurso de apelación, a fin de posibilitar su revocación por un tribunal superior, o por medio
del recurso de casación, en su caso.
Deberemos efectuar a este respecto una doble distinción, según la naturaleza de la providencia
judicial de que se trate y según la sentencia sea de primera o de segunda instancia.
332
Si las providencias de trámite deben ser dictadas fuera de audiencia, «se dictarán dentro de las
cuarenta y ocho horas de presentadas las peticiones de las partes o las exposiciones de la
oficina» (art. 196).
El principio general es, pues, que la sentencia sea dictada y leída íntegramente, esto es, el fallo
y sus fundamentos, en la audiencia final, en la audiencia complementaria, de modo tal,
además, que las partes, hayan estado presentes o hayan debido estarlo, queden enteradas y
notificadas o tenidas por notificadas en la audiencia misma, tal como lo dispone la parte final
del art. 76 al que se remite este art. 203.1.
Ya el propio art. 18.3 preveía genéricamente esta excepción al agregar a su oración inicial que
transcribimos más arriba, «pudiendo diferirse, si fuere menester, la redacción de los
fundamentos del fallo».
Y el art. 203.2 desarrolla esta primera excepción al disponer que «El tribunal, sea unipersonal o
colegiado, podrá diferir la expresión de los fundamentos, suspendiendo a tal efecto la
audiencia, la que deberá llevarse a cabo en plazo no mayor de diez días si se tratare de
sentencia interlocutoria y de quince días si se tratare de sentencia definitiva. En este caso, los
plazos para recurrir se contarán a partir del primer día hábil siguiente.».
Una y otra de las dos normas mencionadas -los arts. 18.3 y 203.2- disponen que, en tal
hipótesis de postergación de los fundamentos del fallo, «la impugnación procederá una vez que
éstos sean notificados» y que «Los plazos para recurrir se contarán a partir del día siguiente».
También preveía esta posibilidad, aunque lo hiciera genéricamente, la frase final del art. 18.3:
«Asimismo, podrá postergarse la emisión de la sentencia en los casos expresamente
previstos»; posibilidad que desarrolla y regula con mayor precisión el art. 203.3: «Cuando la
complejidad del asunto lo justifique, se podrá diferir el dictado de la sentencia con sus
fundamentos, suspendiendo a tal efecto la audiencia, la que deberá llevarse a cabo en plazo
no mayor de quince días si fuere interlocutoria y de treinta días si se tratare de sentencia
definitiva. En este caso, los plazos para recurrir se contarán a partir del primer día hábil
siguiente.».
333
203.4. Lo dispuesto por el ordinal primero de este artículo no rige en los casos en que la ley
permite expresamente que la sentencia sea dictada por escrito y fuera de audiencia, y los
casos de jurisdicción voluntaria en que las providencias se dictan fuera de audiencia.
El referido núm. 4 establece que «Lo dispuesto por el ordinal primero de este artículo» -esto es,
el dictado de la sentencia en la propia audiencia- «no rige en los casos en que la ley permite
expresamente que la sentencia sea dictada por escrito y fuera de audiencia, y los casos de
jurisdicción voluntaria en que las providencias se dictan fuera de audiencia».
Deberemos efectuar aquí, una nueva distinción, según la sentencia de segunda instancia haya
sido dictada por un tribunal colegiado -Tribunal de Apelaciones- o por un tribunal unipersonal
-Juzgado Letrado.
En los tribunales colegiados hay que distinguir el plazo de estudio del expediente judicial de
que dispone cada uno de sus integrantes, del plazo del que, una vez estudiado el asunto por
cada uno de sus miembros, dispone el órgano colegiado o pluripersonal para el dictado de la
sentencia.
En los tribunales pluripersonales, por el contrario, resulta imprescindible que la ley regule el
procedimiento de formación y dictado de la sentencia, de modo de fijar los plazos de que
dispondrá cada uno de sus miembros para su estudio, para la deliberación en el seno del
tribunal y para la convocatoria a la audiencia en la que se leerá la sentencia.
El art. 204.1 establece que «En los tribunales colegiados, el estudio será sucesivo. El plazo de
que dispone cada integrante será de diez días en los casos de sentencias interlocutorias y de
veinte días tratándose de sentencias definitivas (artículo 344.2).».
El Código, con la finalidad de abreviar los plazos, previó que estos plazos no fueran sucesivos
-como lo eran en el sistema anterior- sino simultáneos, mediante el mecanismo, tan difundido
actualmente, de la fotocopia del expediente. En efecto, el art. 204.2 dispuso que «Devueltos los
autos por el último ministro, se pondrán al Acuerdo (artículo 203.4). En caso de no dictarse
334
decisión anticipada, se convocará a la audiencia respectiva, que deberá realizarse dentro de un
plazo que no podrá exceder de treinta días.».
De modo que el plazo de estudio de que dispone en la actualidad cada Ministro de un Tribunal
de Apelaciones -y también desde luego, los Ministros de la Suprema Corte de Justicia ya que el
art. 204 se refiere genéricamente a los «plazos de estudio en los tribunales colegiados»- es,
para las sentencias interlocutorias, de quince días si el estudio se hace en forma simultánea
por todos los integrantes del tribunal en facsímil o fotocopia del expediente, y de diez días, si el
estudio se hace en forma sucesiva por cada integrante del tribunal, con el expediente original a
la vista.
El plazo de estudio de que dispone cada Ministro para la sentencia definitiva es, de treinta días
si se hace el estudio simultáneo del facsímil del expediente y de veinte días si se hace el
estudio sucesivo del expediente original.
c. La formación de la sentencia
No dice la norma que ocurre en caso de rechazo de la prueba, por lo que entendemos que el
plazo no podría considerarse suspendido en el período que va desde la petición hasta la
denegatoria. En efecto, las hipótesis de suspensión de los plazos son taxativas, y requieren de
un texto expreso habilitante, que en el caso no existe.
335
Finalmente, se incluye la posibilidad de disponer un segundo estudio sucesivo en casos
excepcionales, para que el tribunal pueda valorar la nueva prueba producida.
Sin embargo, en casos excepcionales, el tribunal puede disponer un segundo estudio sucesivo
y celebrar el acuerdo una vez culminado el mismo. En esos casos, cada ministro dispone de un
plazo individual de estudio de cinco días y la oficina de la mitad del establecido por el artículo
208. Devueltos los autos por el último ministro, se ponen al acuerdo, y el plazo para dictar
sentencia se debe contar a partir del día hábil siguiente al del acuerdo, que debe realizarse
dentro del plazo de cinco días contados desde el hábil siguiente al de la devolución de los
autos por el último ministro.
Esta solución ya era aplicada por algunos tribunales en casos de diligenciamiento de prueba
ordenada después del estudio inicial.
Cuando la segunda instancia se tramite ante un tribunal unipersonal, su titular dispondrá del
plazo de estudio de quince días en los casos de sentencia interlocutoria y de treinta días
tratándose de sentencias definitivas. Culminado el estudio, se convocará a audiencia que
deberá realizarse en un plazo máximo de treinta días, salvo que se dictare decisión anticipada.
Al cabo de la misma, se pronunciará sentencia en la forma y en los plazos previstos en el
artículo 203.1, 203.2 y 203.3”.
Esta norma regula el plazo de estudio de los tribunales unipersonales. Asimismo, se confirma la
posibilidad de convocar a audiencia o dictar sentencia anticipada. Finalmente, se coordina esta
disposición con las previsiones del art. 203.
«Los plazos de estudio indicados en el artículo precedente» son, sin duda, los del art. 204.1,
esto es, quince días para el caso de sentencias interlocutorias y treinta días para el caso de
sentencia definitiva.
El tribunal unipersonal de segunda instancia dispondrá, pues, de un plazo de estudio que será
de quince o de treinta días según la sentencia sea interlocutoria o definitiva, y de un plazo, en
todo caso, de treinta días para, dentro de él, cumplirse la audiencia en la que se dictará y leerá
la sentencia.
d) Cómputo inicial de los plazos para el estudio de las sentencias de segunda instancia
336
plazos que establece el art. 203 en cada caso, comenzarán a contarse a partir del día siguiente
de la realización de la referida audiencia.
A tenor del inc. 1º del art. 208, «En los expedientes en los que el tribunal conoce en vía de
apelación, el Actuario o Secretario deberá dejar constancia de la fecha en que se reciban los
autos y de aquella en que eleva los autos a estudio».
Todavía, y para evitar toda demora complaciente del Actuario para con el tribunal, agrega el
inc. 2º, que «Si entre esa fecha y la de la última actuación mediaran más de diez días, el plazo
de estudio (artículos 204 y 205) comenzará a correr desde la referida última actuación».
e. El decurso de los plazos, sea para el estudio, sea para el dictado de la sentencia
En los plazos establecidos tanto para el estudio de la sentencia como para su dictado se
computan días continuos o corridos, esto es, tanto hábiles como inhábiles. Ello surge así, al
contrario de lo dispuesto por el art. 207 inc 1º: «Los plazos para el estudio y para dictar
sentencia comienzan a correr el día hábil siguiente al de conclusión de la causa y se
suspenden por las licencias de los magistrados, las Ferias y la Semana de Turismo.».
Estos plazos que hemos examinado hasta ahora, se suspenden por causas objetivas, por
causas subjetivas y por causas atinentes al proceso.
Expresa el art. 207 en su inc. 2º que «Las diligencias para mejor proveer, así como las demás
indispensables que correspondieren, suspenderán los términos para dictar sentencia, conforme
con lo dispuesto por el artículo 194. Cumplidas que sean, recomenzará el transcurso del plazo
interrumpido y se computará el tiempo transcurrido anteriormente.
Sólo una vez podrán interrumpirse los términos aquí mencionados, en cualquiera de los
casos».
También aquí se hace necesario diferenciar la situación según se trate de tribunal unipersonal
o de tribunal pluripersonal o colegiado.
1) Tribunal unipersonal
El inc. 1º del art. 206 dispone que «El Juez podrá solicitar de la Suprema Corte de Justicia,
antes de transcurrido el último quinto de cada uno de los plazos establecidos, ampliación del
término, con remisión de los autos, lo que se acordará por una sola vez si se entendieran
fundadas las razones expuestas. El plazo respectivo se continuará computando desde que se
hubieren recibido los autos en el tribunal del titular peticionante».
337
Para el dictado de las sentencias de primera instancia, el tribunal unipersonal, si no dicta la
sentencia al cabo de la audiencia complementaria, dispone, según se ha visto y tal como surge
del art. 203, de diez y de quince días para expresar los fundamentos de la sentencia
interlocutoria o de la sentencia definitiva, y de quince y de treinta días para dictar íntegramente
la sentencia en casos de mayor complejidad. Esta disposición del art. 206 inc 1º exige que
«antes de transcurrido el último quinto de cada uno de los plazos establecidos» pueda solicitar
el Juez a la Suprema Corte de Justicia, ampliación del término. Es decir que antes del octavo
día el Juez deberá solicitar se le amplíe el plazo para expresar los fundamentos de la sentencia
interlocutoria; antes del decimosegundo día, deberá solicitar la ampliación tanto del plazo para
expresar los fundamentos de la sentencia definitiva como del plazo para dictar la sentencia
interlocutoria íntegra en casos de complejidad; y antes del vigesimocuarto día, deberá solicitar
el Juez la ampliación del plazo para dictar la sentencia definitiva íntegra en casos también de
complejidad.
2) Tribunal pluripersonal
En los tribunales pluripersonales solamente está prevista la ampliación de los plazos para el
estudio de los autos por parte de los integrantes del órgano jurisdiccional.
Dispone el inc. 2º del art. 206, que «Los Ministros de los Tribunales de Apelaciones y de la
Suprema Corte de Justicia podrán solicitar al respectivo Cuerpo igual ampliación del término
para estudio, el que podrá concederlo por única vez si encuentra motivo fundado, en resolución
que dictarán los otros Ministros y que, en cada caso y tratándose de Tribunales de
Apelaciones, será puesta en conocimiento de la Suprema Corte de Justicia».
Como juicio valorativo de conjunto para todo lo referente a la prórroga de los plazos para el
estudio y el dictado de las sentencias, señalemos que, en nuestra opinión, el mecanismo de la
prórroga peca de pesadez, los plazos para tratarla de exigüidad y la prórroga o la ampliación
misma, de todo límite temporal.
El nuevo Código ha suprimido -con acierto dada la estructuración del proceso por audiencia y la
necesidad de que el Juez de la sentencia sea el mismo Juez del proceso- la sanción radical,
tajante, que dispusieran en su tiempo las leyes de abreviación de los juicios, esto es, que
vencido el plazo fijado legalmente para el dictado de la sentencia «el Juez de la causa quedará
impedido para seguir entendiendo en ella y pasará de oficio los autos al que deba subrogarlo»
y de que si, a pesar del vencimiento del plazo, igualmente se hubiera dictado la sentencia,
fuera del plazo respectivo, tal sentencia «será absolutamente nula, sin que sea necesaria
declaración expresa que lo establezca, bastando, para ello, el mero transcurso del respectivo
término» (arts. 7º y 20 de la ley Nº 9.594).
En lugar de esa sanción, que en realidad perjudicaba más a los litigantes que al Juez omiso o
incumplidor, el CGP ha establecido una serie de sanciones para el Juez que mencionaremos
rápidamente.
El art. 26 CGP dispone que «Los Magistrados serán responsables por: 1) demoras
injustificadas en proveer...», agregando en su inciso final que «La ley orgánica reglamentará el
proceso destinado a hacer efectiva la responsabilidad de los Magistrados y determinará el
plazo de caducidad para su promoción».
El art. 213 establece la que bien puede considerarse la sanción de naturaleza general, esto es,
la aplicación de multas. Dispone la norma citada: «El Magistrado que deje vencer los plazos
338
será sancionado con multa. En caso que registre el vencimiento de más de dos casos en el
mes será sancionado con la pérdida del diez por ciento del sueldo. Si al cabo del año registra
más de seis casos de vencimiento del término, será sancionado, además, con el descuento del
veinte por ciento del sueldo al mes siguiente del año calendario y/o del año en que ha
permanecido en el cargo. La Suprema Corte de Justicia reglamentará al control efectivo del
cumplimiento de estos deberes y el de la aplicación de las sanciones».
El art. 210 prohíbe que, en tal hipótesis, pueda concederse al Juez licencia extraordinaria: «No
podrá otorgarse licencia extraordinaria, salvo por motivos de enfermedad, a los magistrados
que registren atrasos en las sentencias».
El art. 212 establece, ante la reiteración de los atrasos, una causal de impedimento para el
ascenso: «La omisión y el retraso reiterados en el pronunciamiento de las sentencias,
constituirá falta grave que obstará al ascenso del Magistrado, sin perjuicio de las sanciones que
disponga la Ley Orgánica».
El art. 211 agrega que «Salvo cuando el cese obedezca a causa justificada, a juicio del jerarca,
la renuncia o cese del Magistrado que se encuentre atrasado en sus sentencias, determinará la
aplicación de una multa de hasta seis veces el importe de su sueldo mensual, la que podrá ser
descontada, incluso, de su pasividad».
A su turno, la Ley Orgánica de la Judicatura -anterior, como es sabido, al Código General del
Proceso- establece en los arts. 112 y sigtes. La responsabilidad disciplinaria de los Jueces,
normas éstas que han sido reglamentadas por la Acordada Nº 6.995, de todo lo cual nos
hemos ocupado en el capítulo 9, Estatuto jurídico de los Jueces, al que nos remitimos.
Aun pronunciada en audiencia, la sentencia es siempre escrita. Así surge del art. 197 de
acuerdo con el cual, «El tribunal estudiará por sí mismo los procesos, dictará personalmente la
sentencia y la suscribirá», añadiendo que «Cuando se pronuncie en audiencia se insertará en
el acta respectiva».
El art. 198, que hemos examinado anteriormente a propósito del principio de congruencia que
él contiene, comienza estableciendo que «Las sentencias contendrán decisiones expresas,
positivas y precisas...».
c. Fórmula de la sentencia
La ley no se ha limitado a las indicaciones anteriores, sino que ha regulado además -quizá con
menor rigor que el CPC- el contenido de la sentencia en su aspecto formal, a tal punto que en
cierto modo puede hablarse de una fórmula legal de la sentencia.
Del art. 197 se desprende que cabe exigir en toda sentencia -la norma no distingue, por lo que
ella cabe entenderla referida tanto a la sentencia definitiva como a las sentencias
interlocutorias- tres grandes partes: el encabezamiento, la motivación y el fallo.
1) El encabezamiento de la sentencia
El encabezamiento tiene por objeto expresar los antecedentes del fallo y ha de comprender una
serie de datos que se refieren a los sujetos del proceso, a su objeto y al lugar y el tiempo en
que se dicta la sentencia.
339
Respecto a los sujetos se han de mencionar «las partes intervinientes y demás elementos que
surjan de la carátula del expediente», por ejemplo, la mención del representante del Ministerio
Público que, eventualmente, puede haber intervenido en el proceso.
Por lo que refiere al lugar y al tiempo en que se dicta la sentencia, el art. 197 dispone que «la
sentencia contendrá la fecha...» y fecha es, gramaticalmente, tanto como indicación de lugar y
tiempo en que se hace u ocurre algo. Por lo que respecta al lugar, bastará la indicación de la
ciudad asiento o sede del tribunal, en el que la sentencia es dictada; por lo que respecta al
tiempo, se requerirá la indicación del día, mes y año en que se pronuncie.
2) La motivación de la sentencia
Quienes pretenden ver en la sentencia sólo su aspecto lógico, consideran desde luego a la
motivación como la enunciación de las premisas del silogismo judicial, pero aún para quienes
han reconocido la necesidad de atenuar el pretendido rigor silogístico de la sentencia -y entre
ellos el mismo Calamandrei- no ha perdido trascendencia el requisito de la motivación.
Para los Jueces -dice el maestro florentino- el momento verdaderamente decisivo y culminante
de su trabajo consiste en encontrar la parte dispositiva de su decisión, de su sentencia;
posteriormente -agrega- la motivación viene por sí misma cuando se trata de juzgadores en los
cuales se encuentra vigilante el sentido del Derecho. La expresión, relativamente frecuente en
los tribunales pluripersonales, sentencia de fácil decisión, pero de difícil motivación, la
frecuencia, también relativa, en que uno de los integrantes de tales tribunales concurre con su
voto a la formación del fallo, pero por otros fundamentos, confirman que no siempre la parte
dispositiva de la sentencia es una consecuencia necesaria u obligada de la motivación.
Pero aun así, el requisito de la motivación encierra un profundo sentido que cabría calificar
como pedagógico.
Por otro lado, la motivación de la sentencia constituye una base imprescindible para la eventual
impugnación que, contra ella, habrá de formular el perdidoso, ya que la motivación llega a ser,
desde este punto de vista, algo así como el espejo revelador de los errores del sentenciante.
A la fundamentación jurídica se refiere el inciso final del art. 197 cuando expresa: «Le seguirá
la exposición de las razones jurídicas en cuyo mérito se aplica el derecho...»
3) El fallo
340
cuando agrega «... y se concluirá con la parte dispositiva, que se redactará en términos
imperativos»
200.1 En segunda instancia, los cuerpos colegiados podrán resolver, en cualquier momento, el
estudio en el Acuerdo por unanimidad de votos, aunque se hubiere ofrecido prueba. En este
último caso, deberá fundar las razones para prescindir de la prueba.
200.2 Cuando se trate de sentencias de segunda instancia, también podrán dictar decisión
anticipada los tribunales unipersonales, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 200.1”.
En el nuevo texto del artículo 200 se aumenta la discrecionalidad para que el tribunal de alzada
pueda disponer el estudio en el acuerdo por unanimidad de votos.
En buena medida esta solución es un sinceramiento del sistema, ya que en general los órganos
de alzada se limitaban a invocar genéricamente cualquier causal, sin circunstanciar su
aplicabilidad al caso concreto.
Esa decisión, en el caso de los tribunales colegiados, debe adoptarse en el acuerdo y por
unanimidad de votos.
El dictado de sentencia anticipada puede disponerse aun cuando se hubiera ofrecido prueba;
pero, en este caso, el tribunal deberá fundar las razones para prescindir de la prueba.
En cuanto a esta solución debemos advertir que el rechazo de prueba no puede disponerse en
forma discrecional: los motivos de rechazo son, exclusivamente, los previstos en la ley (arts. 24
núm. 6º y 144).
La ley no coordina esta solución con la prevista para el supuesto del art. 257.5. De acuerdo a
esta norma, si al resolver una apelación diferida el tribunal declara admisible una prueba
rechazada en primera instancia, él mismo dispondrá su diligenciamiento conforme con el
artículo 344.3. Es decir que la prueba se deberá diligenciar ante el propio. Oportunamente
comentaremos esta solución, que nos resulta criticable. Pero lo que nos importa señalar ahora
es que si el tribunal decidió revocar la sentencia interlocutoria que rechazó la prueba, debe
diligenciarla en audiencia (art. 344.3). En este caso entendemos que no será posible disponer
el dictado de sentencia anticipada, ya que la prueba admitida debe diligenciarse
necesariamente en la audiencia de segunda instancia.
Finalmente, se establece que la integración del tribunal por discordia no impide el dictado de
sentencia anticipada.
341
Esta solución potencia al máximo la discrecionalidad del tribunal superior, y en los hechos
condena al procedimiento normal - con audiencia - al absoluto ostracismo.
SEGUNDA INSTANCIA.
En los “Medios de impugnación do las resoluciones judiciales”, los arts. 248 y siguientes
regulan extensamente el recurso de apelación, incluso su trámite ante el tribunal que dictó la
resolución.
Si bien La norma expresa: “La segunda instancia se provocará por La interposición del recurso
de apelación”, ello no ha sido suficiente para clasificar el problema de cuándo realmente
comienza la segunda instancia y, en definitiva, resolver las dificultades prácticas que ello
conlleve. Sintéticamente, se han sostenido dos posiciones una, basada en el tenor literal de la
ley, postula que el comienzo coincidía con la interposición del escrito que contiene el recurso.
La otra sostiene que la segunda instancia comienza con el franqueo del recurso por el tribunal
o quo y la recepción de los autos por parte del tribunal ad quem. Cumplido el trámite ante el
tribunal inferior que dictó La resolución impugnada mediante el recurso de apelación, éste
elevará los autos al tribunal competente para entender en la segunda instancia (juzgado letrado
o tribunal de apelaciones), recibido el expediente por el actuario o secretario de la sede, que
dejará constancia de la misma, pasará a estudio por el plazo de los 30 días según La sentencia
sea interlocutoria o definitiva (arts. 204.1 y 20.4) La disposición del art. 344.2 establece que en
caso de tramitarse la segunda instancia ante tribunal colegiado el estudio del expediente se
hará en forma simultánea, en reproducción facsímil, en concordancia con lo previsto por el art
204. Se admitió pacíficamente La vigencia de las dos posibilidades consagradas en el art 204.2
Una vez finalizado el plazo de estudio, el tribunal tiene dos opciones
a) Hacer uso de la facultad concedida por el art 200 (si se dan los requisitos previstos) y dictar
sentencia anticipada, y
b) convocar a audiencia.
La citación para audiencia se notificará personalmente a las partes de acuerdo a lo previsto por
el art 87, núm. 6
342
344.1 Durante la segunda instancia no se notificará a domicilio las providencias que disponen
el pasaje a estudio o el resultado del sorteo de integración en los órganos colegiados.
344.2 Recibidos los autos por el tribunal de alzada, éste dispondrá el pasaje a estudio o
adoptará las medidas pertinentes cuando los autos no estuvieren en estado; si se tratare de
tribunal colegiado, el estudio será de conformidad a lo previsto en el artículo 204.
Finalizado el estudio por el tribunal unipersonal, se dictará decisión anticipada (artículo 200) o
se citará a audiencia.
Se elimina el viejo ordinal 1), que disponía que la segunda instancia se provoque por el recurso
de apelación. Esta norma había sido el principal sustento normativo de la tesis que identificaba
al recurso de apelación como el primer acto de la segunda instancia. En virtud de esta
supresión, entonces, se reafirma la tesis mayoritaria que sostiene que la segunda instancia
comienza con la recepción del expediente por el tribunal superior.
En el nuevo ordinal 1, precisamente para agilizar el trámite, se establece que las providencias
que en segunda instancia disponen el pasaje a estudio o el resultado del sorteo de integración
en los órganos colegiados no se deben notificar a domicilio.
En el ordinal 2, además de consagrar una redacción más clara y coordinada con el actual art.
200 (v. análisis respectivo), se regula la decisión de ordenar el diligenciamiento de prueba. De
acuerdo a ese régimen, esa resolución requiere de dos votos conformes.
Las modificaciones al ordinal 3 y 4 pretenden coordinar este régimen con las normas generales
sobre resoluciones y apelación. Se establece expresamente que si se produce prueba, los
alegatos deben realizarse de conformidad a lo previsto en el art. 343.6, que ya analizamos.
Por otra parte, en el ordinal 4 se habilita al tribunal superior a prorrogar la audiencia si en ella
no se hubiera podido completar el diligenciamiento de prueba, por un plazo no mayor a noventa
días (en armonía con el art. 101). Vencido ese plazo, si la prueba no se hubiera producido, el
tribunal debe prescindir de la misma; sin embargo, excepcionalmente, si existe causa
justificada, puede extender ese plazo.
343
Como garantía adicional, y consagrando una solución ya aplicada por algunos tribunales, se
establece que si se trata de un tribunal colegiado, una vez producida esa prueba, el expediente
debe pasar nuevamente a estudio de los ministros por su orden.
Finalmente, se eliminan los antiguos ordinales 5 y 6. El ordinal 5, que remitía a las normas
correspondientes al dictado de sentencias en audiencias de la primera instancia del proceso
ordinario, porque el ordinal 4 in fine ya remite a las normas que rigen las formas y plazos de
dictados de sentencias; y el ordinal 6, porque la aplicación de las reglas del art. 344 es
impuesta por las normas de cada estructura (p. ej., art. 346, acápite).
PROCESOS PRELIMINARES:
LA CONCILIACION PREVIA:
Es éste un proceso preliminar cuya finalidad es la eliminación misma del proceso principal.
Sostiene Guasp que el Derecho positivo ha considerado que es una función procesal digna de
regulación aquella que tiene por objeto evitar la instauración de un proceso posterior, de
carácter más trascendente. En ello existe -agrega- una contradicción ya que el Derecho
Procesal, mediante este instituto, trata, precisamente, de evitar el proceso; y de esta
contradicción teórica nace, seguramente la infecundidad práctica del instituto, que él afirma.
La conciliación previa sería, pues, para Guasp -y el criterio puede perfectamente compartirse-
aquel proceso preliminar, de conocimiento, por el que se tiende a eliminar el nacimiento de un
proceso principal ulterior, también de conocimiento o de cognición, mediante el intento de una
avenencia o arreglo pacífico entre las partes.
293.1 Antes de iniciar cualquier proceso deberá pedirse audiencia para intentar la conciliación
con el futuro demandado el que será citado en su domicilio (artículos 24 a 38 del Código Civil).
Será competente el Juzgado de Paz o el Juzgado de Conciliación del territorio jurisdiccional del
domicilio del futuro demandado.
Los arts. 293 a 298, en particular, contienen la regulación del llamado proceso conciliatorio
previo, es decir, aquel que tiene por finalidad reunir a las partes de un futuro y eventual proceso
contencioso, para que las mismas intenten y eventualmente lleguen a un acuerdo conciliatorio
(por “renuncia”, “rendición” o “transacción”).
El primer ordinal confirma la regla constitucional que exige tentar la conciliación antes de
promover el proceso, punto al que nos referimos en el análisis al art. 294, y establece que el
futuro demandado debe ser citado en su domicilio.
La ley 19.090 añade un segundo inciso al mismo ordinal, que refiere a la competencia por
razón del territorio para entender en este proceso conciliatorio.
En el nuevo régimen, el art. 293.1 establece claramente que es competente el Juzgado de Paz
o de Conciliación del territorio jurisdiccional del domicilio del demandado. Debe recordarse que
si el domicilio del demandado está fuera del departamento donde va a tramitarse el proceso
principal no procede la conciliación (art. 293.2). De modo que, por ejemplo, si el proceso
344
principal va a ser en Pando, pero el demandado se domicilia en Las Piedras, la conciliación es
en esta última ciudad; pero si el proceso principal va a ser en San José y el demandado se
domicilia en las Piedras no se exige tentar la previa conciliación.
1) Los procesos que no se tramiten por la vía contenciosa ordinaria (artículos 337 a 345).
2) Los casos en que se pida una medida preparatoria o se inserte una nueva pretensión en un
proceso pendiente o en los que interviene un tercero espontánea o provocadamente.
La primera excepción surge del art. 293.2: se debe prescindir de la previa conciliación si el
actor ignora el domicilio del demandado. Este texto, como adelantamos, no tiene
modificaciones.
La segunda excepción surge de la misma disposición: también se debe prescindir del previo
proceso conciliatorio si el futuro demandado es una persona desconocida.
La tercera excepción, también contenida en el art. 293.2, refiere al caso en que el demandado
se domicilia fuera del departamento correspondiente al órgano jurisdiccional competente para
conocer en el proceso posterior (es obvio que refiere exclusivamente al órgano jurisdiccional
competente en la primera instancia).
La cuarta excepción surge del nuevo texto del art. 294, núm. 1º: se exceptúan de la conciliación
previa los procesos distintos del proceso contencioso ordinario.
Esta disposición vuelve al régimen original del CGP, que había sido alterado por la ley 16.995,
lo que suscitaba enormes problemas interpretativos.
De acuerdo a esta norma, la conciliación previa no procede – por ejemplo – para el proceso
voluntario (excluido desde el propio texto constitucional y el art. 293.1, como ya vimos), ni para
el proceso contencioso extraordinario, el proceso contencioso monitorio, el proceso de
inconstitucionalidad de la ley, etc.
345
La quinta excepción es que se excluyen de la conciliación previa los procesos preparatorios. Se
termina así con el intenso debate doctrinario anterior. En el nuevo régimen, si se tramita una
diligencia preparatoria de un ulterior proceso ordinario, no es exigible tentar la conciliación
previa antes de esa diligencia.
La sexta excepción es que se excluye de la previa conciliación los supuestos en que se inserta
una nueva pretensión en un proceso pendiente.
La séptima excepción es que se excluye la conciliación para todos los supuestos en que
interviene un tercero en un proceso pendiente, sea espontánea o provocadamente. Por
ejemplo, se excluye la conciliación previa para la pretensión introducida por el tercero en caso
de intervención excluyente (espontánea o provocada).
Ahora todos estos procesos referidos a la materia arrendaticia, aún aquellos que sean
ordinarios, están excluidos de la conciliación previa.
En este caso rigen los arts. 3 a 6 de la ley 18.572, en redacción dada por ley 18.847, que
requieren la previa conciliación administrativa ante el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
Finalmente, se establece que se exceptúan de la conciliación previa los procesos en que la ley
la excluye expresamente.
Es importante destacar que a partir del nuevo régimen no está excluida la conciliación previa a
los procesos promovidos por o contra las personas públicas estatales, por lo que se deroga
tácitamente el art. 409 de la ley 17.930. En el nuevo sistema hay que tentar la conciliación
previa a los procesos en que el Estado (en sentido amplio) es actor (por ejemplo el
expropiatorio, que ahora no está excluido por ninguna disposición) o demandado (por ejemplo,
por una pretensión reparatoria).
346
295.1 La audiencia se convocará por el tribunal competente según el artículo 255 de la
Constitución de la República para día y hora determinados y con anticipación no menor a tres
días, previa solicitud en escrito en el que se deberá indicar sucintamente el fundamento y el
objeto de la pretensión a ejercitar en el proceso principal.
295.2 La audiencia será presidida por el tribunal, bajo pena de nulidad insanable. Se
documentará en acta resumida, que establecerá:
d) El domicilio de las partes, el que se tendrá como válido para el proceso ulterior, siempre que
éste se iniciare dentro de los seis meses de la fecha de la audiencia.
En el ordinal 1º se agrega la expresión “de la República”, para que la referencia a nuestra Carta
máxima sea con su denominación completa.
Efectos de la Conciliación
Podemos distinguir, a este respecto, los efectos jurídico-materiales de los efectos procesales.
a. Efectos jurídico-materiales
b. Efectos procesales
347
Cabe distinguir aquí, la conciliación meramente intentada, de la conciliación lograda.
Es, pues, un requisito de admisibilidad para la iniciación del proceso principal ulterior, pero no
es un requisito de validez. Por esto es que el art. 298 dispone que «Si no se agregare el
testimonio de conciliación a las actuaciones, éstas no serán nulas; pero el tribunal ordenará el
cumplimiento del requisito y suspenderá el procedimiento hasta que se agregare el recaudo
que lo acredite».
2) La conciliación lograda, tal como lo dispone el art. 297 al que ya nos hemos referido, tendrá
la misma eficacia que la sentencia ejecutoriada, esto es, que la sentencia pasada en autoridad
de cosa juzgada, entre los otorgantes y sus sucesores a título universal, y permitirá por
consiguiente, la iniciación del proceso de ejecución correspondiente (art. 377 núm. 6 CGP)
Este artículo establece las consecuencias que apareja el incumplimiento de este requisito de la
tentativa de conciliación previa.
Se ajusta el texto del primer inciso, sustituyendo la expresión “agregare” por “incorpore”.
Por otra parte, se añade el inciso 2º, que establece que la sentencia dictada sin haber cumplido
este requisito no será nula.
(a) En principio, estamos ante un supuesto de incumplimiento de requisito procesal para el que
la ley prevé una consecuencia específica: si la omisión se advierte en el curso del proceso la
ley aclara que no hay nulidad, y dice que la única consecuencia es que el proceso debe
suspenderse (se trata de una respuesta similar a la prevista para el supuesto del art. 47).
De acuerdo a esta solución, que se mantiene incambiada, es inadmisible la práctica que ordena
cumplir el requisito fijando un plazo bajo apercibimiento de tener por no presentada la
demanda.
La suspensión del proceso se mantiene hasta que se agregue el recaudo que acredite haber
tentado la conciliación.
(b) Si el proceso culmina mediante sentencia dictada sin haberse tentado la conciliación no hay
nulidad.
Antes de la ley 19.090 existía un importante debate sobre las consecuencias del
incumplimiento cuando la sentencia definitiva ya se había dictado. En efecto, siendo el proceso
conciliatorio previo un supuesto del género “procesos previos”, podía considerarse aplicable la
respuesta del art. 305, conforme al cual la sentencia dictada sin haber tramitado el proceso
348
previo es absolutamente nula. La tesis fue controvertida por parte de la doctrina recordando la
especialidad de la solución del art. 298; pero, en cualquier caso, el tema era altamente
discutible.
1. Concepto
2. Naturaleza
Se trata de un proceso autónomo. Las dudas que podían caber en el CPC han resultado
claramente despejadas por el CGP. Y no es, claramente, un incidente, como lo era sí en el
Proyecto Couture.
3. Competencia
También aquí, el CGP ha disipado las dudas que el tema planteaba en el CPC. Es competente
el tribunal del lugar del domicilio del demandado como claramente lo establece el art. 300: «El
pedido de declaración de jactancia se promoverá ante el tribunal que debiere conocer en el
asunto principal, determinándose concretamente los hechos que constituyan la jactancia» La
solución es enteramente lógica, atento a la naturaleza personal de la pretensión de jactancia.
En cuanto a la competencia por razón de cuantía cabe entender que la jactancia configura una
materia «que no está sujeta a una determinada apreciación pecuniaria», para utilizar la
expresión del art. 49 LOT y que, por consiguiente, debe reputarse, de conformidad con dicha
disposición. Serán siempre competentes, pues, los Juzgados Letrados de Primera Instancia, en
lo Civil en Montevideo y con competencia en materia civil en el interior.
4. Legitimación pasiva
349
El art. 299 CGP dispone: «Cuando el sujeto jurídico, civilmente capaz (artículo 32), afirmare ser
acreedor de otra persona o titular de derecho real o personal de contenido económico sobre
bienes de los que otro se considerare titular, quedará habilitado éste para iniciar un proceso
provocativo con el fin de obtener la certidumbre jurídica de los derechos alegados».
Analicemos el texto del art. 299. El legitimado pasivamente es toda persona capaz de ser
demandada, ya sea persona física o jurídica, pública o privada.
Esa persona debe haber afirmado ser acreedor de otro o titular de derecho real o personal de
contenido económico sobre bienes de otro. En verdad, bastaría con decir que afirmare ser
titular de derecho real o personal sobre bienes de los que otro se considerare titular, por cuanto
la referencia a la atribución de la calidad de acreedor queda comprendida en la referencia al
derecho personal, y la mención de contenido económico parece superabundante a tenor de los
arts. 471 y sigtes. C. Civil. En todo caso, hubiera bastado la salvedad del inc. 2º del artículo
correspondiente del Proyecto Couture que transcribimos más arriba.
a. Ejercicio de la pretensión
El art. 304 dispone que «La demanda de jactancia no podrá producirse transcurridos seis
meses desde el momento en que hubieren tenido lugar los dichos que la configuraren».
b. Conciliación previa.
c. La demanda
El art. 300 la denomina «el pedido de declaración de jactancia», pero es, sin duda, una
demanda. «Demanda» la denomina, correctamente, el art. 304. En ella, y a tenor del mismo art.
300, deben «determinarse concretamente los hechos que constituyan la jactancia», pero no se
exige -a diferencia de lo que acontece con la generalidad de las demandas- ni el
acompañamiento de toda la prueba documental, que en el caso muy probablemente no la
habrá, ni, tampoco, la proposición de los restantes medios de prueba, aun cuando en este caso
sí podría haberlos, en tanto la atribución de derechos seguramente fue hecha ante testigos.
Y no existe tal exigencia porque en el proceso de jactancia, según habrá de verse, toda la
prueba quedará reducida a la respuesta que dará el demandado ante el tribunal, expresa o
fictamente, de si se atribuyó o no tales derechos.
d. La audiencia
El art. 301 dispone que «Recibido el petitorio (rectius: la demanda), el tribunal dispondrá se cite
al demandado a audiencia, en la que se le intimará manifieste si son o no ciertos los hechos
alegados en la demanda».
El CGP no prevé la comparecencia del actor a la audiencia. El CGP en nuestra opinión, y para
ser coherente con las normas generales que ha instituido al respecto y que no contenían sus
fuentes-, debió haber establecido la necesidad de la presencia del actor. Lo positivo es que
esta exigencia no existe en el Código y, por tanto, bien puede el actor no acudir a la audiencia,
350
la que se cumplirá igualmente, aunque tiene sí el derecho de hacerlo. La audiencia,
naturalmente, será presidida por el tribunal (arts. 8 y 100).
Las distintas variantes que podrán producirse en ella, dependientes de la actitud que en ella
adopte el demandado, pueden sintetizarse así:
En estas cuatro hipótesis resulta de aplicación la norma del art. 302.1: «Si la respuesta fuere
afirmativa, si el demandado no concurriera o si se negare a hacer la manifestación requerida, el
tribunal, acto continuo, intimará al demandado para que interponga su demanda ante la misma
Sede, dentro del plazo de treinta días hábiles, con apercibimiento de tenerse por caducado su
derecho».
En cualquiera de estas dos hipótesis, apenas separadas por un matiz de diferencia, a tenor del
art. 302.2, «el tribunal dispondrá que se tenga presente lo actuado».
7) El demandado concurre y da una respuesta evasiva. «Si la respuesta hubiere sido evasiva,
el tribunal la analizará; y si de ella infiriere que se ha reconocido la exactitud de las
afirmaciones contenidas en la petición inicial, declarará la jactancia e intimará de acuerdo con
lo dispuesto en el ordinal 1 del presente artículo.».
e. La resolución judicial
La resolución judicial será pronunciada en la misma audiencia: «el tribunal, acto continuo,
intimará al demandado...» expresa el art. 302.1.
Tal resolución puede ser estimatoria de la demanda, en los casos del art. 302.1 y,
eventualmente, en el caso del art. 302.3. El contenido de la resolución será la intimación al
demandado para que interponga su demanda en el plazo de treinta días hábiles, bajo
apercibimiento de la caducidad de su derecho.
O, por el contrario, puede ser desestimatoria de la demanda en el caso del art. 302.2, es decir,
cuando el demandado negó haberse jactado.
302.4 Todas las resoluciones pronunciadas en el curso proceso de jactancia serán inapelables.
351
La sentencia prevista en el ordinal 3 de este artículo, será dictada al término de la audiencia o
en la que se convoque, dentro del plazo de quince días y admitirá apelación con efecto
suspensivo, de conformidad con lo dispuesto por el numeral 2) del artículo 254”.
Un agregado del ordinal primero es relevante. Ya vimos que de acuerdo al art. 300 la
competencia para entender en el proceso de jactancia corresponde al órgano jurisdiccional que
habrá de ser competente en el proceso sobre el “asunto principal”. Sin embargo, esa solución
aislada no asegura que en el proceso principal entienda el mismo órgano jurisdiccional. En
efecto, la determinación de la competencia debe realizarse al momento de promover la
jactancia, pero la situación relevante para determinar la competencia puede modificarse
posteriormente. Por ejemplo, si la competencia para entender en el proceso principal
corresponde al órgano jurisdiccional del domicilio del futuro demandado, y con posterioridad a
la demanda de jactancia el demandado cambia ese domicilio, la competencia para entender en
el proceso posterior debería determinarse conforme al domicilio vigente en ese momento. Sin
embargo, precisamente para evitar que eventuales alteraciones de la situación relevante
modifiquen la competencia, se establece que la demanda debe presentarse ante la misma
Sede.
Las sentencias que se dicten en el curso del proceso de jactancia (en el texto aprobado, entre
“curso” y “proceso de jactancia” se omitió incluir “del”) son inapelables.
En cambio, la que le pone fin admite apelación con efecto suspensivo, y debe interponerse y
sustanciarse por el procedimiento previsto para la apelación de sentencias interlocutorias
dictadas en audiencia (art. 254 núm. 2º), es decir, anunciando el recurso en audiencia y
expresando los fundamentos por escrito dentro del plazo de seis días.
Esta solución termina con todas las dudas que se planteaban respecto a la impugnación,
derivadas del debate sobre la naturaleza de la sentencia que pone fin al proceso de jactancia
f. Efectos de la jactancia
Es decir, la caducidad del derecho no opera por el solo vencimiento del plazo de treinta días
hábiles que la ley le confiere al jactancioso para formular su demanda, sino con el transcurso
de tal plazo con más la petición del actor de que se haga efectivo el apercibimiento. Lo que así
declarará el tribunal.
PROCESO PREVIO:
352
1. El texto legal
Art. 305: «Cuando la ley establezca la realización de un proceso previo a otro ulterior, sea o no
prejudicial a éste, el tribunal podrá, de oficio o a petición de parte, declararlo así en cualquier
estado de los procedimientos y suspender los trámites hasta que pase en autoridad de cosa
juzgada la sentencia definitiva correspondiente. Si en contravención a lo dispuesto, se dictare
sentencia, ésta será absolutamente nula».
Cabe entender por proceso previo a aquél que constituye un presupuesto procesal para la
existencia y validez de un proceso ulterior. Es decir, si no se ha realizado ese primer proceso
-que se denomina proceso previo- no podrá, válidamente, realizarse el proceso ulterior.
Los ejemplos de proceso previo en materia procesal penal son, entre otros, el desafuero o
autorización para proceder que debe necesariamente otorgar la Cámara a que pertenece un
legislador para que éste pueda ser enjuiciado por la comisión de un delito común (art. 114
Const.); el juicio político, a que ha de ser sometida alguna de las personas mencionadas en el
art. 93 Const. Cuando ha cometido determinados delitos -«violación de la Constitución u otros
delitos graves»- antes de poder ser enjuiciado penalmente; el previo juicio civil que debe
preceder necesariamente al proceso penal por el delito de insolvencia fraudulenta (art. 225
CP); el procedimiento de calificación de la quiebra, en la sede civil, para, luego de calificada
-como culpable o como fraudulenta- poder enjuiciar al quebrado por la comisión de uno u otro
delito (arts. 253 y 254 CP).
En materia procesal civil configuran ejemplos de proceso previo, en alguna medida, el proceso
preliminar de la conciliación previa que hemos examinado recientemente, en tanto que, como
hemos visto, no podrá iniciarse el proceso principal sin justificar que se ha tentado el previo
proceso conciliatorio (aunque la falta de conciliación no tiene los caracteres de invalidez sobre
el proceso principal, que sí tiene la ausencia del proceso previo); el proceso de exequatur,
previo al proceso de ejecución de sentencia de condena extranjera de conformidad con el art.
541 CGP; el proceso de divorcio o el proceso de disolución de la sociedad conyugal, previo al
proceso de liquidación de esa misma sociedad, etc..
El proceso prejudicial constituye, al igual que el proceso previo, un presupuesto procesal para
la instauración del segundo proceso, pero, a la vez, es algo más que eso, ya que lo resuelto en
el primer proceso tendrá una importancia decisiva para la instauración y, aun, para el resultado
del segundo.
Con las precisiones que anteceden puede acometerse la tarea de desentrañar el sentido y la
significación de la norma del art. 305.
353
En primer lugar hay que establecer que la norma expresa que cuando la ley establezca la
previa realización de un proceso previo a otro ulterior, etc., porque de la discusión de la norma
en el seno de la Comisión del Senado parecería desprenderse otra cosa.
Lo que la disposición establece es que, en tales casos de proceso previo -y sin que interese
que éste sea o no de carácter prejudicial al ulterior- deberá suspenderse, apenas ello se
advierta, de oficio o a petición de parte, el procedimiento del proceso ulterior hasta que pase en
autoridad de cosa juzgada la sentencia correspondiente al proceso previo.
La sentencia dictada en el proceso ulterior, sin haber aguardado el dictado de sentencia firme
en el proceso previo, será absolutamente nula, pero no dice la norma que sea nulo lo actuado
con anterioridad sea a la suspensión de los procedimientos, sea con anterioridad al dictado de
la sentencia del proceso ulterior, sino que la nulidad insanable aparece atribuida únicamente a
la sentencia.
PROCESOS INCIDENTALES:
Concepto de incidente y de proceso incidental
Artículo 318. Procedencia. Corresponde tramitar por vía incidental las cuestiones diferentes de
la o las principales, dependientes en su formulación y ordenadas en su decisión a las mismas,
siempre que no proceda, a su respecto, otro medio de tramitación.
El proceso incidental ha sido definido por COTURE y GALLINAL como “toda cuestión que se
presenta y que irrumpe en lo principal, incide sobre él, tomando carácter de pequeño conflicto
conexo con el principal y exigiendo una dilucidación particular”.
BARRIOS DE ANGELIS diferencia el incidente del accidente, define este último como: cuestión
no constante, eventual que no comporta irregularidad”, ejemplificando con el pedido de
prórroga de audiencia, mientras que el incidente para Barrios comporte siempre “algún tipo de
insatisfacción, irregularidad o perjuicio generalmente imputable a alguien.
El proceso incidental no resuelve la cuestión principal, sino que resuelve una cuestión conexa
con la principal, pero de tal relevancia que debe ésta ser decidida antes de dictar sentencia
sobre el principal. La naturaleza accesoria del objeto incidental respecto del principal permitió
catalogar la decisión del incidente como una sentencia interlocutoria, diferenciándola de la
sentencia definitiva en cuanto esta resuelve la cuestión principal. Por la misma razón, la
decisión del incidente, como regla, no pone fin al proceso, aunque en ocasiones la decisión de
354
la cuestión incidental pone fin al proceso dando lugar a una sentencia interlocutoria con fuerza
de definitiva.
No obstante, no toda cuestión que tramite por estructura incidental es accesoria. Hay
cuestiones principales asignadas a estructuras incidentales.
El Código clasifica los incidentes en nominados o innominados según tengan una estructura
especial asignada o no, en este supuesto se seguirá la estructura general reglada en los arts.
319 a 322. El procedimiento también varía según el incidente (innominado) se plantee en
audiencia o fuera de audiencia. Por otra parte, y en lo atinente al efecto del incidente sobre el
trámite del proceso principal se distinguen los incidentes suspensivos y los no suspensivos.
La ley no requiere que el incidente se plantee durante el proceso principal, de modo que resulta
admisible un planteo, incidental en el ámbito de las diligencies preparatorias. Los incidentes
tampoco se limitan a los procesos de conocimiento en tanto también puede plantearse una
cuestión incidental en el marco de un proceso de ejecución, a tal punto que el Código se refiere
expresamente a los incidentes de nulidad al regular la vía de apremio.
Esta disposición se ubica en el capítulo general del título sobre procesos incidentales, y
establece la regla general del efecto no suspensivo del proceso incidental sobre el trámite del
proceso principal.
Esa regla tiene algunas excepciones expresas establecidas por ley (v.: arts. 324.4 y 328.4).
Por otra parte, se habilita al tribunal a disponer la suspensión del proceso principal por entender
que resulta indispensable para su adecuado diligenciamiento.
En el nuevo texto se añade un inciso segundo que contiene dos modificaciones.
La primera, conforme a la cual la decisión de suspender el proceso principal puede ser revisada
en cualquier momento por el juez.
Puede surgir la duda de si este nuevo poder puede ejercerse en cualquier momento pero sólo
si cambian las circunstancias que se tuvieron en cuenta al momento de dictar la resolución que
dispuso la suspensión; o si puede ejercerse por el juez aun cuando esas circunstancias
permanezcan inmodificadas. A nuestro juicio parece más razonable adjudicar a la disposición
este segundo sentido, ya que la posibilidad de modificar lo resuelto ante un cambio de
circunstancias no necesitaba de una norma expresa. De ser correcta la lectura propuesta, la
decisión de suspender el proceso principal no alcanzaría la cosa juzgada (art. 215), puesto que
podría ser modificada en cualquier momento.
La segunda modificación es que ambas decisiones – la que dispone la suspensión y la que la
revoca en cualquier momento – son inapelables. Por consiguiente, los únicos recursos que
admitirán estas sentencias interlocutorias serán los de aclaración, ampliación y reposición.
355
En ese caso el recurso de reposición funcionaba como si fuera (aunque no era) una apelación
diferida. Como si fuera, ya que la interposición del recurso de reposición permitía invocar el
agravio al apelar la sentencia definitiva; aunque no era una apelación diferida, ya que los
fundamentos debían expresarse al interponer el recurso de reposición, y el mismo se resolvía
inmediatamente (art. 246).
Lo cierto es que la diferente regulación en cuanto a forma de impugnar la sentencia que decide
el incidente, según sea en audiencia (art. 320) o fuera de audiencia (art. 322), no resultaba
razonable.
La ley 19.090 modifica el art. 320 y establece que – salvo disposición expresa en contrario – la
sentencia que decide el incidente en audiencia admite reposición y apelación con efecto
diferido.
Aunque esta modificación busca unificar el régimen de impugnación y por consiguiente dar
certeza jurídica, el desconocimiento de la variante en los primeros meses de su aplicación
puede generar algunos problemas. Lo importante es tener presente que si la parte omite
interponer (anunciar) el recurso de apelación diferida la sentencia interlocutoria quedará firme
(art. 215) y ya no podrá invocarse el agravio al apelar la sentencia definitiva.
321.1 La demanda incidental se planteará por escrito, dándose un traslado por seis días que se
notificará a domicilio.
321.2 Tanto con la demanda como con la contestación, si se tratare de una cuestión que
requiera prueba, las partes la acompañarán conforme con lo dispuesto por el artículo 118.
La ley 19.090 suprime el tercer ordinal, cuyo contenido se integra en la reformulación del
ordinal segundo. El ajuste del procedimiento se realizó tomando la solución estructural del
proceso extraordinario, que en varios aspectos era muy similar a la del proceso incidental en
audiencia.
Evacuado el traslado o vencido el término, si el asunto es de puro derecho (tercer inciso del
ordinal 321.2) o no corresponde diligenciar prueba (segundo inciso de ese ordinal), puede
prescindirse de la audiencia. No corresponderá diligenciar prueba si las partes no la
propusieron, o si la propuesta se rechaza por inadmisible. En ese caso el tribunal pasará
directamente a dictar fuera de audiencia la sentencia interlocutoria que decide el incidente.
El inciso final establece que “La incomparecencia de las partes a la audiencia determinará la
aplicación del artículo 340”.
356
Aunque la remisión es equívoca, ya que no se remite a las normas que regulan la
comparecencia a la audiencia preliminar del proceso ordinario, sino a aquellas que regulan la
incomparecencia a esa audiencia, entendemos que lo que la norma quiso exigir es la
comparecencia personal de las personas físicas capaces.
322.2 La sentencia interlocutoria que decide el incidente será susceptible del recurso de
apelación con efecto diferido al de la sentencia principal, sin perjuicio de lo dispuesto por el
numeral 5 del artículo 254.
La resolución que se pronuncie sobre la pretensión de nulidad por indefensión será apelable
sin efecto suspensivo.
Se corrige el estilo de la remisión del ordinal 322.2, inc. 1º, al art. 254, núm. 5, sin que,
obviamente, se altere en nada el sentido.
En el nuevo inciso tercero de ese mismo ordinal se consagra una excepción al efecto diferido
de la apelación contra la sentencia que decide el incidente. Si se trata de la sentencia que
decide una pretensión incidental de nulidad por indefensión el efecto del recurso de apelación
es el no suspensivo. La solución es lógica y recoge una práctica jurisprudencial, ya que en ese
supuesto el efecto diferido era poco racional dado el impacto que puede tener el resultado final
del incidente sobre el proceso principal.
Finalmente, en el inciso final se aclara que el proceso incidental no suspende el trámite del
proceso principal, sin perjuicio de lo que dispone el art. 319. Estrictamente la norma no añade
nada a lo que ya surge del art. 319, pero sirve para que no se confunda el efecto del proceso
incidental sobre el proceso principal y el efecto del recurso de apelación contra la sentencia que
decide el incidente.
INCIDENTES ESPECIALES
EL PROCESO DE ACUMULACION DE AUTOS
Art. 323. Requisitos. — procederá la acumulación de autos cuando estos estén pendientes ante
el mismo en diferentes tribunales, si concurrieren los siguientes requisitos:
1) Que el tribunal ante el que se realice la acumulación sea competente, por razón de la
materia, para conocer en todos los procesos
Podrán acumularse sin embargo, procesos sujetos a trámites distintos, cuando ello resultare
indispensable en razón de darse la circunstancia prevista de la parte final de este artículo. -
357
4) Que los procesos versen sobre idénticas pretensiones entre las mismas partes o sobre
pretensiones diferentes pero provenientes de la misma causa, sean iguales o diferentes las
partes o sobre pretensiones diferentes, siempre que las partes sean idénticas y recaigan sobre
las mismas cosas.
COMENTARIO
Por La acumulación se trata de que pretensiones que tienen algún tipo de conexión se decidan
en un único proceso y por una sentencia uniforme que se pronuncie sobre todas ellas; en este
instituto se da una acumulación por reunión de procesos.
Los requisitos para que proceda Ia acumulación de autos son objeto de clasificación de la
doctrina como requisitos de admisibilidad y requisitos de procedencia o de procedibilidad.
A. La competencia del tribunal rationae materia para entender en todos los procesos.
C. Que los trámites de todos ellos sigan el mismo procedimiento, sin perjuicio de Ia posibilidad
que admite el Código de acumular procesos que sigan tractos procesales diferentes cuando la
sentencia a dictarse en uno de ellos produzca efecto de cosa juzgada con relación a los
restantes.
Asimismo, de acuerdo al mismo criterio citado ut supra, serian requisitos de procedibilidad los
establecidos en el art. 32.3, núm. 4, esto es:
A. La identidad de pretensiones entre Las mismas partes, aquí hay una identidad entre los tres
elementos de Las pretensiones, sujetos, objeto y causa.
C. Sobre pretensiones diferentes, siempre que Las partes sean idénticas y recaigan sobre Las
mismas cosas, a diferencia del literal anterior, se exige identidad objetiva y subjetiva,
prescindiendo de Ia causal.
358
D. Cuando la sentencia que se ha de pronunciar en un proceso produzca efecto de cosa
juzgada con relación a los restantes.
324.1 La acumulación podrá solicitarse por cualquiera de las partes interesadas o decretarse
de oficio en cualquier momento de la primera instancia del proceso, hasta que llegue al estado
de dictarse sentencia.
324.2 Será competente para decretar Ia acumulación el tribunal del proceso que hubiere
prevenido, pero si alguno se tramitara ante un tribunal de mayor jerarquía que los otros, éste
será el competente.
324.3 La petición se formulará con los requisitos establecidos para Ia demanda en cuanto fuere
pertinente y se sustanciará con un traslado a todas las demás partes interesadas con un plazo
de diez días, vencidos los cuales dispondrá el tribunal que se traigan a la vista todos los
expedientes en trámite. Si algún tribunal rehusare la remisión, éste o el requirente someterán la
cuestión a la Suprema Corte de Justicia, la que decidirá sin otro trámite.
324.5 Con todos los autos a Ia vista, el tribunal decidirá. La resolución que acoja Ia pretensión
es inapelable; la que la rechace será apelable sin efecto suspensivo.
324.7 El proceso más reciente se acumulará al más antiguo, sin perjuicio de lo que respecto de
Ia competencia dispone el ordinal 2 de este artículo.
En cuanto al juez competente para decretar la misma es el tribunal de mayor jerarquía, y entre
tribunales de igual jerarquía, rige el criterio de Ia prevención
El tracto procesal del incidente consiste en una solicitud o requisitoria con Las mismas
formalidades que Ia demanda, traslado en todas las partes interesadas con un plazo de 10
días, en el cual pueden formularse oposición al pedido de acumulación. Evacuado el traslado o
precluido el plazo sin cumplir dicha actividad el tribunal solicitará a los tribunales en que se
tramiten los procesos conexos que remitan los expedientes; si alguno o algunos de los
requeridos se negare se someterá Ia cuestión a la Suprema Corte de Justicia.
Apenas el juez requerido recibe el pedido de remisión del expediente, el proceso queda
suspendido, excepto para tomar las medidas de urgencia. La Quaestio respecto de que tribunal
decreta Las medidas de urgencia si el requirente o el requerido, entendemos que el
competente para decretar estas medidas es el tribunal requerido, conforme con el art. 324.4,
concluimos así porque todavía no hay sentencia ejecutoriada sobre la acumulación, ergo aún
no se modificaron las reglas de Ia competencia. Por ello, el Tribunal requerido deberá dejar
copia autenticada de ese expediente en su Sede.
Luego de remitidos todos los autos al tribunal requirente, éste se pronunciará sobre Ia
acumulación. Dicha interlocutoria si acoge la pretensión es inapelable; sólo será apelable, sin
efecto suspensivo, si rechaza el pedido de acumulación.
359
El art. 324.6 establece que cuando Ia oposición es injustificada o si ésta fuere notoriamente
indebida se condenará en costas y costos al opositor; en les demás supuestos se sigue la regla
del art. 56, CGP.
El efecto de Ia acumulación de autos es que los procesos se tramiten conjuntamente, para ello
el legislador patrio dispuso que, una vez decretada la acumulación, el proceso más reciente se
acumula al más antiguo. Sin perjuicio de lo que respecto de la competencia dispone el ordinal
20 del art. 324.
Para lograr la acumulación, el proceso más adelantado se detiene en espera de que el más
reciente llegue a la misma etapa y a partir de ese momento corren en forma conjunta, y todas
Las pretensiones se resuelven en una misma sentencia.
Puede acaecer, tal como dispone el artículo 323, núm. 3, que se acumulen procesos sometidos
a diversas ritualidades procesales, por ejemplo, juicio ejecutivo y ordinario; en ese supuesto el
proceso que se sigue es el que presente mayores garantías, en el ejemplo, el proceso
ordinario.
El tribunal es el sujeto del proceso que ejerce la función jurisdiccional, por ello se le exige al
titular del órgano la imparcialidad a efectos de resolver la controversia jurídica de manera
correcta. En palabras de BARRIOS, la imparcialidad a que refieren estos artículos es la
estructural, ello significa que el juez que sentencia debe ser ajeno a los intereses específicos
del objeto del proceso.
Se refiere a las condiciones por las cuales un Juez puede encontrar afectada su imparcialidad:
“Tales condiciones pueden resumirse así: que el órgano jurisdiccional no corra el peligro de
carecer de la independencia, de la severidad e imparcialidad necesarias para Su función, por
encontrarse en Una relación:
Coincidimos cori TARIGO quien entiende que el art, 325 del C.G.P configura un concepto único
de recusación, en el que cabe considerar incluidos los de recusación y de impedimento. Por
ello los motivos enunciados en la norma en estudio se aplican tanto a la recusación como a la
abstención.
Constituyen causales de apartamiento del juez toda circunstancia comprobable qua pueda
afectar la credibilidad del magistrado sea por interés en el proceso en que debe sentenciar, o
por afecto o enemistad con las partes o sus abogados y procuradores intervinientes.
Las causales originadas por el vínculo del juez con las partes litigantes se refieren al vínculo
existente entre el magistrado y las partes o entre el magistrado y los abogados o procuradores
de estas, mientras que el vínculo entre el juez y el litigio se refiere a los supuestos de
prejuzgamiento o al interés específico del juez en el objeto del proceso.
Según Couture prejuzgar es: “Emitir un juez, opinión o dictamen acerca del asunto llamado a
decidir, o dar recomendaciones acerca de él, antes de dictar la sentencia respectiva”.
360
326.1 El Juez que se considerare incluido en alguna de las circunstancias mencionadas en el
artículo anterior, lo hará saber a las partes, las que dispondrán del plazo de seis días para
promover el incidente de recusación, en caso de no hacerlo, se entenderá que renuncian a
invocar el impedimento.
326.2 Cuando el Juez estimare necesario su apartamiento del proceso, podrá declararse
inhibido de oficio, indicando la causa que motivare su apartamiento.
326.4 El incidente de recusación podrá ser promovido por la parte interesada, aun cuando nada
haya expresado el Juez. En este caso, la recusación deberá plantearse en la primera actuación
que la parte realice en el proceso. Si la causal fuere superveniente, deberá ser deducida dentro
de los tres días de tenerse conocimiento de su existencia, hasta la conclusión de la causa. El
requisito temporal será controlado por el tribunal que deba resolver la recusación.
326.5 Después que un Juez que no sea recusable haya comenzado a conocer en un asunto,
no podrán actuar en él los abogados o procuradores cuya intervención pudiere producir su
separación”.
Se modifica el ordinal 326.4 para aclarar que el control del requisito procesal de admisibilidad
temporal para promover el incidente de recusación lo debe realizar el tribunal superior que
deba resolver la recusación y no el juez cuya recusación se plantea. La solución nos parece
absolutamente razonable.
En el primer inciso se suprime la referencia al Tribunal de Faltas, que había sido transformado
en tres Juzgados de Faltas por el art. 481 de la ley 16.736, de 5 de enero de 1996.
El nuevo inciso 2º llena el vacío legal anterior, al establecer que la competencia en el caso de
recusación de un juez o tribunal de segunda instancia o de los miembros de un tribunal
colegiado corresponde a la Suprema Corte de Justicia.
328.1 La demanda de recusación se planteará ante el propio tribunal del Juez recusado con la
indicación y solicitud de toda la prueba que se pretenda diligenciar (artículo 118).
361
328.4 La demanda de recusación o el planteo de oficio no suspenderá el trámite del proceso
hasta que éste llegue al estado de pronunciar sentencia interlocutoria o definitiva. Los actos
cumplidos serán válidos, aun cuando se declare fundada la recusación.
328.6 Concluida la causa, se remitirán los autos al Ministerio Público, el que dispondrá de diez
días para pronunciarse. Devuelto el expediente, el tribunal se pronunciará en el plazo de quince
días y su decisión será irrecurrible. Las costas y costos se regularán por lo dispuesto en el
artículo 56.1”.
Se modifica el ordinal 328.3 para aclarar que la exposición del juez recusado debe realizarse
en plazo de seis días.
En cuanto a las condenas accesorias, se establece la aplicación del régimen general del
Código (art. 56.1, que se remite al art. 688 del CC).Art. 329. Recusación de Fiscal: 329.1 los
Fiscales salvo que actúen en calidad de parte, serán recusables por Las mismas causales y por
el mismo procedimiento establecido en los artículos anteriores Será competente para entender
en el incidente, el tribunal que conozca en el asunto en que éste se plantea.
Los fiscales no podrán ser recusados si actúan en calidad de parte, el Código entiende que al
ocupar el fiscal el lugar de parte se es necesario el requisito de la imparcialidad. Algunos
ejemplos en los que el fiscal actúa en calidad de parte son: en el proceso penal, el proceso de
pérdida de patria potestad, el proceso por nulidad de matrimonio o los procesos en defensa de
los intereses difusos o colectivos (medio ambiente, consumidores, valores culturales o
históricos, etc. C.G.P, art 42), La competencia es asignada al juez del proceso en que se
plantea la recusación; el procedimiento es el mismo que el de la recusación del juez, sólo
cambia en algunos aspectos menores.
El incidente no tiene efecto suspensivo; solo impide que el fiscal dictamine sobre el fondo del
asunto, pero puede pronunciarse sobre cuestiones meramente formales.
362
La norma prevé Ia solicitud de recusación de secretarios, actuarios, alguaciles y jueces
comisionados. Si bien el Código no establece específicamente el procedimiento a seguir,
parece lógico aplicar, por analogía, la prevista para la recusación de los Jueces con algunas
salvedades. Quien va a entender y a resolver en la recusación es el Juez de la causa, su
resolución es irrecurrible. Pendiente Ia recusación, el juez puede disponer el alejamiento del
funcionario recusado cuando Ia gravedad de Las circunstancias lo amerite. Cuando deba
cometer Ia diligencia a un tribunal comisionado recusado, podrá enviar el expediente al
subrogante que corresponda para cometer la diligencia, en atención a las mismas
circunstancias.
La norma regula la vía para resolver que juez es el competente cuando dos magistrados se
declararon competentes o incompetentes para entender en un mismo asunto por resoluciones
pasadas en autoridad de cosa juzgada.
Debemos notar, que este artículo regula fenómenos rigurosamente jurisdiccionales inherentes
a Ia competencia de los Juzgados o Tribunales del Poder Judicial. No abarca, en cambio Ia
contienda de competencia, ninguna cuestión inherente a la persona del magistrado. Los
problemas inherentes a la persona del magistrado son los problemas de la recusación, del
impedimento o de la abstención”.
No es frecuente que ocurra un supuesto como el descrito por Ia norma, pero puede acaecer
que un tribunal se declare incompetente para conocer en un asunto y que disponga que debe
acudirse a otra Sede, y que ésta, a su vez, se declare también incompetente. También puede
darse un ejemplo en sentido contrario, esto es que por sentencia ejecutoriada dos jueces se
consideren competentes para entender en un asunto. En los casos planteados, ejecutoriadas
las dos sentencias que declaran Ia incompetencia o Ia competencia, se puede plantear el
incidente en estudio, La primera contienda se llama negativa, Ia segunda positiva.
RENDICION DE CUENTAS:
332.1 Todo aquel que se considerare con derecho a exigir de alguien rendición de cuentas,
podrá pedir que se declare judicialmente que el futuro demandado está obligado a rendirlas.
Sólo será apelable la sentencia que decida el incidente, con efecto suspensivo, de conformidad
con lo dispuesto por el artículo 254.
363
Para determinar el régimen de la apelación en este proceso incidental se agrega un inciso 3º,
que establece que sólo será apelable la sentencia que decida el incidente, con efecto
suspensivo, de conformidad con lo dispuesto por el art. 254.
Las demás sentencias que se dicten en el curso de este proceso sólo admitirán aclaración,
ampliación y reposición (arts. 244 y 246).
El art. 333 agrega: «Si la resolución ejecutoriada declarare que el demandado está obligado a
rendir cuentas, se le intimará que las presente dentro del plazo prudencial que el tribunal le
señalará. Si dentro de ese plazo se presentaren las cuentas, se discutirán en proceso ordinario
(artículos 337 a 344). Si no se presentaren dentro de ese plazo, se estará a las cuentas que
presente la parte contraria, en todo cuanto el obligado a rendirlas no probara ser inexacto. En
este caso las cuentas se discutirán en proceso ordinario.»
De modo, pues, que el incidente queda, en todo caso, reservado a la norma del art. 332.
Luego de ello, y si se declarara judicialmente por sentencia firme la obligación del demandado
incidental de formular la rendición de cuentas y se intimara a éste a presentarlas dentro del
plazo prudencial que fijará el tribunal, cualquiera sea la actitud del intimado, lo que existirá
posteriormente será un proceso ordinario de conocimiento. Proceso que tendrá por objeto, en
caso de que se hubieran rendido las cuentas -y no hubiera acuerdo a su respecto,
naturalmente- discutir su composición y, en último análisis, su monto o su resultado; y, si no se
hubieran rendido las cuentas, también el objeto del proceso ordinario será la discusión de su
monto o su resultado, con la particularidad de que habrá una inversión en la posición de las
partes: presentará las cuentas aquel a quien se debe la rendición de las mismas y se estará a
ellas en todo lo que el obligado a rendirlas no pruebe ser inexacto.
CONCEPTO.
364
veces con uno y a veces con otro, pues los actos del proceso cautelar son, según los casos, los
mismos de los que se vale la jurisdicción o los mismos que sirven para la ejecución.
CONCEPTO:
Nuestro Código General del Proceso parecería afiliarse a la concepción Carneluttiana, que es
también la de Guasp, en cuanto el Titulo II se denomina precisamente “Proceso Cautelar”,
aunque debe marcarse que repetidamente en el texto los artículos 311 y siguientes se hace
mención a las medidas cautelares y con menor frecuencia de las providencias que las
decretan.
311.1 Las medidas cautelares podrán adoptarse en cualquier proceso, tanto contencioso como
voluntario, por el tribunal que esté conociendo o deba conocer en el asunto.
311.3 Las medidas cautelares se decretarán siempre a petición de parte, salvo que la ley
autorice a disponerlas de oficio y se adoptarán, además, con la responsabilidad de quien las
solicite”.
Este artículo inaugura el Título II del Libro II, denominado “Proceso cautelar”, y que en rigor
contiene la regulación de los procesos cautelares y provisionales.
La ley agrega una regulación sobre competencia: pueden adoptarse “por el tribunal que esté
conociendo o deba conocer en el asunto”.
El art. 314.1 sólo soluciona parcialmente el primer problema, atribuyendo competencia para
entender en la medida cautelar decretada en un proceso preliminar o preparatorio, al juez
competente para entender en el proceso posterior.
Pero nada dice sobre la competencia para disponer medidas cautelares en el curso del proceso
principal. Sin perjuicio de lo cual, se entendía pacíficamente que corresponde al mismo juez
que entiende en el proceso principal.
365
Por último, en cuanto al dictado de las providencias que modifican, sustituyen o disponen el
cese de la medida cautelar, se entendía que la competencia siempre corresponde al Juez que
entiende en el proceso principal.
El art. 311.1 soluciona algunos de los problemas anteriores. Como observación general diré
que no es correcta la ubicación de este agregado: esta solución debió incluirse dentro del art.
314.1, que es la norma general sobre competencia para los procesos cautelares.
(b) Si se pretende la adopción de una de esas medidas en la primera instancia del curso de un
proceso principal, es competente el órgano jurisdiccional que esté conociendo en el “asunto”
(proceso principal).
(d) En cuanto a la competencia para disponer la modificación sustitución o cese de una de esas
medidas, no existen modificaciones, por lo cual debe entenderse que corresponde al mismo
juez que entiende en el proceso principal.
En el ordinal 311.2 se corrige el obvio error del texto anterior, sustituyendo la expresión
“peticionario” por “peticionante”.
En primer lugar, se modifica el dies a quo del plazo de caducidad cuando la medida cautelar
debe hacerse efectiva mediante una inscripción.
En el régimen vigente el plazo se computa “a partir del día hábil siguiente al décimo día hábil
posterior al libramiento del oficio” La consagrada es una solución transaccional.
En el plazo de diez días desde el libramiento del oficio se computan exclusivamente los días
hábiles, por lo que, en rigor, el plazo de caducidad comienza al décimo primer día hábil
posterior al libramiento del oficio.
Artículo 312.
Procedencia. Podrán adoptarse las medidas cautelares cuando el tribunal estime que son
indispensables para la protección de un derecho y siempre que exista peligro de lesión o
frustración del mismo por la demora del proceso.
366
La existencia del derecho y el peligro de lesión o frustración deberán justificarse sumariamente.
• PERICULUM IN MORA.
• CONTRACAUTELA.
El artículo 312 exige simultáneamente la existencia de un derecho que debe ser protegido y
que esa existencia del derecho pueda justificarte sumariamente. De la combinación de ambas
exigencias resulta, claramente, que la ley no exige la certidumbre absoluta de la existencia del
derecho, sino solamente su probabilidad o su verosimilitud.
Enseña Calamandrei que para dictar la medida cautelar fuera necesario un conocimiento
completo y profundo sobre la existencia del derecho, esto es, sobre el mismo objeto en relación
al cual se espera la providencia principal.
Fumus Boni Iuris: ‘’Humo del Buen Derecho’’. Existe la apariencia de que hay un derecho de
quien pide la medida cautelar. Aparentemente el actor va a ganar el juicio. Aunque esto no es
lo mismo que posiblemente lo gane. Hay indicios.
Segundo Requisito: ‘’El Peligro de que este Derecho Aparente no sea Satisfecho: El
Periculum In Mora’’.
El CGP y a diferencia del CPC, ha optado por una calificación amplia: ‘’Peligro de lesión o
frustración del derecho…’’ y no por la enumeración casuística de nuestro viejo código. Tal
peligro debe ser objetivo, calificado según criterios racionales y atendidas las reglas de la
experiencia, y no el mero temor subjetivo del actor; es necesario, pues, que se acredite la
existencia de hechos ciertos, concretos, de los cuales deriva, racionalmente interpretados, ese
peligro o ese riesgo.
Se busca evitar que se materialice la demora del proceso. Hay peligro de que no pueda ser
ejecutada la sentencia. La ley también exige que ese riesgo sea también probable. No basta
con el mero temor de la inejecución sino que también se precisa la probabilidad del peligro:
¿Cómo? : Mediante cualquier medio de prueba.
Este requisito emana claramente del artículo 313 numeral 5 que encomienda al tribunal exigir la
prestación de Contracautela, salvo el caso excepcional de existir motivos fundados para eximir
de ella al peticionante.
Artículo 313.
367
1) Apreciar la necesidad de la medida, pudiendo disponer una menos rigurosa a la solicitada, si
la estimare suficiente;
2) Establecer su alcance;
Procedimiento
Artículo 314.
Requisitos de la petición
314.1 Será competente para entender en la medida cautelar, si la misma fuere solicitada como
diligencia preliminar, el tribunal que lo es para entender en el proceso posterior.
368
2) El fundamento de hecho de la medida, el que resultará de la información sumaria que se
ofrezca o de los elementos existentes en el proceso o de los que se acompañen o de la
notoriedad del hecho o de la naturaleza de los mismos;
315.3. La providencia que deniegue o disponga el cese de una medida cautelar será apelable
con efecto suspensivo. La que la admita, modifique o sustituya será apelable sin efecto
suspensivo”.
Este artículo, junto al anterior, regula el procedimiento general para la adopción de medidas
cautelares y la impugnación de las sentencias que disponen esas medidas, su modificación,
sustitución o cese.
En la primera frase del ordinal 315.2 se cambia al singular (“las medidas” por “la medida”, y
“cumplidas” por “cumplida”).
Pero, sin duda alguna, la principal modificación refiere al régimen de los efectos del recurso de
apelación contra las sentencias referidas a medidas cautelares.
Corresponde adelantar que este régimen se coordina con las otras disposiciones que regulan la
impugnación de medidas cautelares, es decir, el art. 380.4 sobre sustitución de embargo, el art.
360 núm. 2 en el proceso monitorio y el art. 393.2 núm. 2º en la ejecución.
Analizaremos brevemente el sistema general establecido por este artículo 315 siguiendo el
esquema que utilizamos en vigencia del régimen anterior.
(a) Apelación de las sentencias que deniegan o disponen la adopción de medidas cautelares
En el régimen vigente, el art. 315.3 establece que la providencia “que deniegue o disponga el
cese de una medida cautelar será apelable con efecto suspensivo”.
A nuestro juicio, aunque la frase puede considerarse ambigua, es claro que sólo se refiere a la
sentencia que deniega el cese o dispone el cese de una medida cautelar. Por consiguiente, en
cuanto a la sentencia que deniega la adopción de una medida cautelar la solución sigue siendo
la anterior: es apelable sin efecto suspensivo (art. 252.2).
369
En relación a la sentencia que dispone una medida cautelar, en el régimen anterior no cabían
dudas: el efecto también era el no suspensivo, por aplicación de la norma general (art. 252.2) y
de la norma especial (art. 315.3 inciso 2º).
La misma solución debe postularse ahora, atento al claro texto del art. 315.3: la sentencia que
admita una medida cautelar “será apelable sin efecto suspensivo”.
En el régimen actualmente vigente, la regla del art. 315.1 conforme a la cual ninguna petición
planteada por el destinatario de la medida puede detener el cumplimiento de la medida no se
aplica al supuesto del recurso de apelación: en efecto, si bien en principio la interposición dicho
recurso no detiene el cumplimiento de la medida (por el efecto no suspensivo del art. 315.3), es
posible que, en virtud de esa impugnación, el tribunal disponga la suspensión de los efectos de
la sentencia que dispuso la medida y, por consiguiente, se detenga provisoriamente la
ejecución de la medida ordenada.
(b) Apelación de las sentencias que deniegan o disponen el cese de medidas cautelares
En el nuevo sistema la providencia que “deniega (…) el cese de una medida cautelar será
apelable con efecto suspensivo”.
El texto es claro: la sentencia que dispone la modificación de la medida cautelar es apelable sin
efecto suspensivo.
(d) Apelación de las sentencias que deniegan o disponen la sustitución de medidas cautelares
370
En este supuesto, tanto en el régimen anterior como en el vigente la solución general es clara:
la sentencia que deniega la sustitución y la que la dispone son apelables sin efecto suspensivo
(arts. 252.2 y 315.3).
El art. 316.1 establece que «El tribunal podrá disponer las medidas que estime indispensables,
entre otras, la prohibición de innovar, la anotación preventiva de la Litis, los embargos o
secuestros, la designación de veedor o auditor, la de interventor o cualquiera otra idónea para
el cumplimiento de la finalidad cautelar (artículo 312).
El art. 316.2 añade que «La resolución que disponga una intervención necesariamente fijará su
plazo, el que podrá ser prorrogado mediante la justificación sumaria de su necesidad y las
facultades del interventor, que se limitarán a las estrictamente indispensables para asegurar el
derecho que se invoque, debiéndose, en lo posible, procurar la continuación de la explotación
intervenida. El tribunal fijará asimismo, la retribución del interventor, la cual, si fuere mensual,
no podrá exceder de la que percibiere, en su caso, un gerente con funciones de administrador
en la empresa intervenida; se abonará por el peticionario o, mediando circunstancias que así lo
determinen, por el patrimonio intervenido y se imputará a la que se fije como honorario final, sin
perjuicio de lo que en definitiva se decida respecto a la parte que deba soportar su pago».
a. La prohibición de innovar
La prohibición de innovar está referida a impedir que se altere, mientras perdura la medida
cautelar, la situación de hecho o de derecho existente al tiempo en que la medida es decretada.
La prohibición de innovar estará referida a la prohibición de realizar determinados actos
materiales -por ejemplo, cortar árboles o demoler un edificio- o jurídicos, por ejemplo, dar en
arrendamiento un bien corporal o incorporal, otorgar promesas de compraventa, etc.
Nuestro Derecho positivo, hasta que esta norma del CGP le diera carácter general, admitía la
anotación de la Litis, esto es la inscripción de la demanda en el Registro General de
Inhibiciones en casos de reivindicación (arts. 685 C. Civ. y 38 Ley 10.793), petición de herencia
o reivindicación a título universal, acción pauliana (art. 1296 y 38 Ley 10.793). Conforme a la
Ley de Organización de Registros (Ley Nº 16.871, de 28 de septiembre de 1997), en estos
casos la inscripción se debe efectuar en el Registro Nacional de Actos Personales, Sección
Universalidades. Hoy -aunque también desde la sanción de la LAJ- puede sostenerse la
generalidad de esta medida cautelar, naturalmente cuando se den las circunstancias del caso,
atento a la naturaleza de la pretensión y al peligro de la demora objetivamente determinado.
371
de depositario judicial, sujeto a las consecuencias no sólo civiles, sino también penales si
incumpliera su encargo.
Las figuras del veedor y del auditor, que el CGP parecería equiparar, están referidas a sujetos
designados por el tribunal, verdaderos encargados judiciales, cuya actividad en una sociedad
comercial o empresa, será la de examinar, analizar e informar al tribunal, desde luego sobre
aquellas materias o cuestiones atinentes a su encargo y resultantes del alcance que al mismo
le haya conferido la providencia cautelar. El interventor tiene una función más comprometida si
se quiere que la de los anteriores; no se limita a informar sino que, en la dimensión de su
encargo, realizará por sí la gestión de todo o parte de la empresa intervenida, en sustitución o
en supervisión de las autoridades naturales de ésta.
372