Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
2014
ciudad sin expectativas reales, o quienes caían en la ruina abocados al desempleo
masivo.
A ello habría que añadir la llegada de las bolsas de inmigrantes, que si bien se
habían visto reducidas, todavía eran numerosas. Aquella primera sociedad de
consumo asentada en el auge económico sin precedentes, también tendría que
soportar el advenimiento de una gran masa de desheredados (aquellos inmigrantes
italianos e irlandeses de segunda generación que formaban bandas de autodefensa en
barrios conflictivos), que iban a encontrar en el crimen organizado una solución a sus
expectativas.
45
capitalismo funeral, algunas nociones que mucho han tenido que ver con la crisis de
finales de los años veinte en Estados Unidos y su influjo en el resto de países:
24
VERDÚ, V., El capitalismo funeral. Anagrama, Barcelona, 2009, p. 17.
25
IBÍDEM, p.20.
46
“El día del crac en Nueva York fue interesante, como lo
fueron los siguientes, en que las cosas empeoraron. Pero como
siempre, el historiador debe ser prudente y no atribuir una
importancia excesiva al momento culminante. La demencial
especulación que lo precedió hizo inevitable el crac de octubre
de 1929; aquel alejamiento de la razón, evidentemente,
excedió en importancia a los acontecimientos del día mismo. Y
detrás del auge de la especulación estaban las fuerzas –
económicas, culturales, psicológicas y políticas- que
sensibilizaban a los norteamericanos en ese sentido. No puede
haber análisis válido del crac que no se extienda a lo que
sucedió antes. No puede, en efecto, caber ninguna duda
razonable respecto del hecho de que el hundimiento de los
valores bursátiles, el desplome de las fortunas de aquellos que
jugaban en el mercado, las inmediatas consecuencias para la
inversión y el gasto del consumidor al igual que para las
empresas, tuvieron una influencia traumática sobre la
producción, el ingreso y el empleo”26.
Pero tampoco podemos olvidar que teorías hubo algunas que erraron
clamorosamente sobre los designios de aquella crisis que parecía cíclica. Al respecto,
Oriol Amat comenta que:
26
GALBRAITH, J.K., The Great Crash: 1929, Houghton Mifflin Harcourt Publishing Company, New York
[1ªed. 1954]. Tradución en español El crac del 29. Última edición española 5ª ed .Ariel, Barcelona. 2000,
p.15.
27
AMAT, O., Euforia y Pánico. Aprendiendo de las burbujas y las crisis. Bresca. Barcelona, 2008,
p.10.
47
1.B.2. Acumulación de excedentes
La ley de Say,28 que Galbraith analizó años después para analizar dicho
desequilibrio, y que tomaba el nombre del comentarista francés Jean Baptiste Say
sobre las teorías de Adam Smith, quedaría gravemente en cuarentena. Aceptada como
dogma de fe por numerosos economistas, la ley resumía que la totalidad de la
demanda de todos los bienes siempre debería ser igual a su oferta.
28
Véase GALBRAITH, J.K., American Capitalism: The concept of countervailing power. Houghton
Mifflin, Boston [1ªed.1953]. Traducción en español El capitalismo americano. Ariel, Barcelona, 1972.
Para una explicación más detallada sobre la Ley de Say. En síntesis, dicha ley de los mercados auguraba
el pleno empleo de los recursos productivos y la eliminación de las crisis económicas, otorgando al
Estado unas funciones específicas, como mero organismo encargado de que se observaran las reglas de
juego.
29
www.grandepresion.com/disminucin_del_comercio_exterior (Consultado el 20 marzo 2012)
Aunque la ley arancelaria Smooth-Hawley fue impuesta a principios de 1930 como medida para
proteger productos norteamericanos de primera importancia destinados a la exportación, como el trigo,
la madera o el algodón, ya desde finales del año anterior el resto de países se estaba viendo sometido a
abonar unas cantidades realmente injustas por más de 20.000 productos. El resultado fue a su vez,
mayores represalias comerciales de Europa sobre todo, y una reducción considerable de las
exportaciones agrícolas norteamericanas; de esta manera, miles de campesinos se verían afectados sin
48
producción en Estados Unidos, provocando no sólo la respuesta inmediata de practicar
otro proteccionismo para los artículos norteamericanos, sino de ocasionar una guerra
comercial absurda que perjudicaría a todos.
En cuanto a los stocks agrícolas, venían sufriendo grandes dificultades para ser
colocados en el exterior. El índice de precios agrícolas fue de 147 en 1925 para bajar
notablemente a 136 en 1929. Y los indicadores de producción industrial tocaron techo
durante el verano de 1928.
poder pagar sus préstamos contraídos para tractores, enseres o granos, llegando a numerosísimas
insolvencias bancarias en los pequeños bancos rurales.
49
quedarían ralentizadas por acumulación. Y se puede afirmar que la crisis económica
comenzó por todos lados mucho antes que el crack bursátil de Nueva York.
Los ingresos estaban mal distribuidos y las medidas tributarias habían favorecido a
las cada vez más enriquecidas clases altas. Llegado finales de 1929, el 5% de la
población ostentaba un tercio de los ingresos; se trataba de una minoría que
englobaba a grandes hombres de negocios, importantes banqueros y empresarios, y
relevantes políticos. Por otro lado, más del 70% de la población no ganaba más de
2.500 dólares anuales, por lo que no era capaz de adquirir la mayor parte de los
artículos y manufacturas.
Pero tampoco podemos olvidar que como opinaba Galbraith, “Como en todos los
paraísos, en el de los clásicos existía una serpiente: el monopolio”30. En efecto, la
confianza política en las decisiones de las grandes empresas para dirigir la economía
del país tuvo consecuencias perniciosas, al traducirse en monopolios sectoriales de
producción y venta. Así:
50
competencia, provocaba una utilización socialmente ineficiente
de los recursos y daba lugar a una reducción del volumen de
producción…. Pero lo que importa no es el grado de
concentración, sino la tecnología progresiva, el hecho de que
pasen a los consumidores los resultados de tal progreso, en
forma de precios más reducidos, producción cuantiosa”31.
31
IBIDEM, p. 17.
32
BABSON R., citado por NOUSCHI, M., Historia del siglo XX. Todos los mundos, el mundo. Cátedra,
Madrid, 1996, p.175.
33
JONES, M.A., Historia de Estados Unidos 1607-1992. Cátedra, Madrid, 1995, p.418.
51
Una de las mayores causas (por la que nadie ofrece duda alguna) de la eclosión
económico de finales de 1929 se debe a una burbuja especulativa financiera de
enormes dimensiones. Aquella sensación generalizada de optimismo de años
anteriores, que había forjado numerosos activos líquidos y abundancia de valores con
los que especular, se iba a deshinchar brutalmente con dramáticas consecuencias.
34
HEFFER, J., La Gran Depresión. Narcea, Madrid, 1982, p.29.
52
BROKER´S LOANS EN LA CIUDAD DE NUEVA YORK 1920-1929
La política crediticia expansiva llevada a cabo por la FED produjo, como era de
esperar, un auge en la bolsa de comercio muy por encima del que debería reflejar el
crecimiento de la economía norteamericana. Recordemos que ante la caída de la
35
IBIDEM. p.39.
53
producción, la alternativa eran los tejemanejes de capitales para seguir creciendo,
gracias al impulso de altos tipos de interés. Por consiguiente, los efectos recesivos no
se hicieron esperar. Donde antes había inversión en sectores punteros, ahora había
evasión y especulación. Habría que subrayar, por tanto, que:
36
CACHANOSKY, J.C., “La crisis del 30”. Revista Libertas VI, nº. 10. Instituto Eseade, Madrid, Mayo
1989, p. 29.
54
a la venta un enorme paquete de acciones de la conocida firma
Cities Service Co. y su cotización comenzó a caer de inmediato.
Fue la señal que desató una furia vendedora de manera que en
pocos minutos se cursaron órdenes de venta por un millón de
títulos. Las cotizaciones se desplomaron a las once de la
mañana el pánico se había apoderado del parqué y el frenesí
vendedor parecía imparable. Cuando las noticias de lo que
ocurría en el interior de la Bolsa se conocieron fuera de sus
muros, una gran multitud, entre curiosa y preocupada, se
congregó en la célebre intersección de Wall Street con Broad
Street. La policía de Nueva York tuvo que tomar posiciones para
evitar posibles disturbios”37.
37
MARTÍN-ACEÑA, P., “¿Qué pasó el 24 de octubre de 1929?”, El País, 20 de octubre de 2011, p.35.
55
24 de octubre de 1929 en Wall Street: cientos de inversores frente a la Bolsa.
Ya sabemos que tras las noticias de la drástica caída de la bolsa de Nueva York, la
respuesta colectiva y más perentoria fue la carrera de los depositantes a las ventanillas
bancarias para retirar sus fondos. El pánico estaba servido. La policía tuvo que
intervenir antes los tumultos que se produjeron. Incluso se rumoreaba que varios
millonarios inversores se habían suicidado.
56
Portada del Brooklyn Daily Eagle de Nueva York el jueves 24 de octubre de 1929
Con todo, en una reunión de urgencia entre los principales banqueros del país, de
entidades de la talla de JP Morgan y su máximo responsable Thomas Lamont,
acordaron junto al vicepresidente de la bolsa Richard Whitney, intervenir para no
desestabilizar los precios; incluso al finalizar la jornada sólo se produjo una pérdida del
2,1% del índice Dow Jones. Pero los días siguientes continuaron dando pésimos
resultados para los mercados accionariales, y todo se agravó progresivamente ante la
desconfianza general. Tras unos días de contención del deslizamiento, el 29 de octubre
comenzó la estampida: más de 13 millones de títulos que cotizaban a la baja no
encontraron compradores, ocasionando la ruina de miles de inversores, muchos de los
cuales habían comprado las acciones con créditos que ya no podrían pagar.
Herbert Hoover nunca creyó que la solución vendría por vía de la intervención
gubernamental. Confiaba en el llamado “individualismo fuerte”, la colaboración de los
poderes locales y la industria, porque un amplio programa de ayuda federal
desequilibraría los presupuestos y debilitaría a los gobiernos estatales. Por supuesto,
no entraba en los postulados republicanos aumentar el gasto público, antes bien,
apelaba a la exaltación de la responsabilidad asumida por todos los agentes de la vida
social. La América de Hoover por sí sola transformaría al trabajador en capitalista,
dueño de su destino, suavizando las fluctuaciones cíclicas en descenso y haciendo
retroceder a la pobreza en ciernes.
El hecho de que las relaciones de Estados Unidos con los países Europa o Asia
fueran principalmente económicas implicaba una consolidada globalización a nivel de
transacciones comerciales y de capitales. En principio, las leyes proteccionistas por
ambas partes frenaban las respectivas balanzas, pero también, los diferentes altibajos
de los tipos de cambio con el patrón oro y con el dólar de referencia suponía periodos
desiguales de crecimiento.
38
La utilización de los open market en aquellos momentos de crisis hubiera implicado la compra de
fondos públicos por parte de la Reserva Federal para evitar la contracción de las reservas monetarias,
atenuando así la depresión económica. Hoover los puso en marcha de manera muy limitada.
58
ganancias rápidas y fáciles como consecuencia del dinamismo bursátil. La decreciente
demanda exterior de bienes y materias primas no era obstáculo para las inversiones
monetarias en Estados Unidos.
Incluso Hoover llegaría a culpar a las causas exógenas del derrumbe económico y
financiero. Historiadores como Johnson, Galbraith o Hobsbawn entre otros muchos,
han recogido oportunamente las desacertadas opiniones del presidente
norteamericano, por las que defendía que a nivel interno tan sólo se había producido
39
MORILLA, J., La crisis económica de 1929. Pirámide, Madrid, 1991, p.93.
40
HOBSBAWN, E., Industria e Imperio: Una Historia Económica de Gran Bretaña desde 1750, Ariel,
Barcelona, 1988 [1ed. 1977].
59
una recesión normal a partir del crack bursátil de 1929, pero que también se iba a
superar durante los años siguientes de no ser por las dificultades europeas.
60
1.C. CONSECUENCIAS DE LA CRISIS: LA GRAN DEPRESIÓN
A nivel social, evidentes serían los resultados por cuanto a la ruina de miles de
pequeños inversionistas, habría que sumar el aumento del desempleo y los
movimientos de población en busca de trabajo por todo el país. Una auténtica
angustia generalizada sacudió al país. Se cernía un periodo largo de depresión
económica y social que afectaría a todos los sectores de producción y a todas las capas
urbanas y rurales.
61
1.C.1. Nociones básicas
41
IBÍDEM, p.113.
62
en EEUU, los que van de 1929 a 1933, cuando en realidad
fueron diez. Para el país, la década de 1930 fue toda una
década perdida. Si a lo largo de sólo once meses entre 1930 y
1931, los últimos años de Hoover, la cantidad de dinero en la
economía americana se redujo en un 26%, fenómeno al que
llamaron gran contracción, hoy se acepta que esa repentina
desaparición de los recursos de pago agravó la recesión real
iniciada a finales de 1929 y la prolongó innecesariamente. Las
medidas arancelarias y monetarias no fueron apropiadas para
evitar las dos crisis bancarias a principios de la década. Las
represalias hundieron el comercio internacional y los EEUU
vieron reducirse la cantidad de dinero a las tres cuartas partes,
todo ello para mal del mundo entero”42.
La frágil estructura del sistema financiero hizo que miles de bancos de todo el país
no pudieran responder a las demandas de retirada de efectivo, además de que, como
42
SCHWARTZ, P., “La Gran Depresión de 1929 a 1940”, Anales de la Real Academia de Ciencias
Morales y Políticas, nº. 86, Madrid, 2009, pp. 455-467.
63
ya se apuntó más arriba, sólo un tercio del total pertenecía al Sistema de la Reserva
Federal, y por tanto, no disponían de mecanismo alguno de reaseguro. El resultado
inmediato fue la quiebra de más de 600 bancos en Estados Unidos en los primeros
años de la crisis. La caída de la bolsa había supuesto la ruina de los inversores, que al
intentar retirar o malvender sus acciones anulaban la capacidad crediticia de los
bancos. De esta manera las empresas se veían privadas de una fuente esencial de
financiación, viéndose forzadas a reestructurar su producción y sus plantillas laborales.
Por otro lado, la descomunal expansión del crédito de meses anteriores, para
facilitar la falta de demanda interna en bienes industriales, electrodomésticos,
automóviles, etc., desembocó en millones de dólares en deudas incobrables a causa de
la envergadura del parón en la actividad económica y financiera. Los bancos adoptaron
la postura de no refinanciar las deudas y de no conceder más créditos, con la
consiguiente contracción.
Para esos primeros años, valga la opinión de Paul Krugman donde sintetiza de
manera acertada los efectos más apremiantes que se derivaron a partir del crack de
Nueva York, y su incidencia en el sistema:
64
1.C.2.b. Ruina generalizada. El fantasma del desempleo. Conflictividad laboral
A ello habría que sumar la desaparición de más de 32.000 empresas en los meses
siguientes. La seguridad en ellas se evaporó y tan solo pudieron subsistir las integradas
en grandes holdings y trusts. La quiebra de empresas comerciales e industriales se
debió no sólo a la restricción del crédito, sino también al descenso de las tasas de
inversión por la disminución de la renta nacional.
En los primeros meses después del crac, el índice de paro crecía sin freno y llegaba
a los 4 millones de personas en abril de 1930, además de la cuantiosa reducción de los
salarios disponibles. El paro absoluto implicaba miseria y mendicidad, a lo que se
sumaba el hacinamiento en los suburbios de las grandes ciudades, que no paró de
aumentar durante casi toda la década. A todo ello iban asociadas las enfermedades y
la delincuencia como “males menores” en continua búsqueda de subsistencia. El paro
parcial, constituido por el 63 por ciento de la población activa, sólo podía desempeñar
su labor en determinados periodos, sobre todo en la industria y en las temporadas
agrícolas; aun así, los salarios eran muy escasos, “salarios de hambre”.
65
EVOLUCIÓN DEL PARO EN % DE LA POBLACIÓN ACTIVA. 1929-1932
AÑO
La única salida para las ingentes masas de desempleados urbanos era la asociación
y la protesta. En marzo de 1930 una manifestación de unas 35.000 personas en Nueva
York tuvo que ser reprimida con violencia por la policía. Durante todo ese año en las
zonas industriales se multiplicaban los enfrentamientos, y las protestas iban dirigidas
contra las oficinas de asistencia, a las que se le estaban terminando los fondos de
ayuda. Realmente esto podía suponer un verdadero peligro, con la proliferación de
disturbios para conseguir comida y la aparición de los primeros muertos de hambre.
44
JENKINS, P., Breve historia de Estados Unidos. Alianza, Madrid, 2009, p. 273.
66
1.C.3. La Gran Depresión
A pesar de las iniciativas del gobierno Hoover, las breves oscilaciones en la bolsa
de Wall Street no auguraban una salida al final del túnel económico. A finales de 1931
se intentó impulsar las exportaciones al declarar la moratoria por las deudas europeas
67
de guerra, y se propuso al Congreso un nuevo plan de recuperación asegurando que si
se apoyaba a las empresas los beneficios llegarían pronto y a todos. Se pretendía
expandir las facilidades crediticias, liberar al oro de apoyar al dólar, impulsar la
creación de sociedades, ayudar a los gobiernos municipales y estatales en obras
públicas.
45
GALBRAITH, J.K., The Great Crash: 1929, Houghton Mifflin Harcourt Publishing Company, New
York [1ªed. 1954]. Tradución en español El crac del 29. Última edición española 5ª ed .Ariel, Barcelona.
2000.p. 78.
68
leyes antitrust”46. Porque otra consecuencia económica nefasta de la crisis, el
desplome industrial, tuvo su raíz en la excesiva expansión de la acumulación de
empresas en manos de unos pocos, en la rigidez monopolística del sistema.
Los valores del sector industrial se cotizaron a la baja, desde 452 puntos en
septiembre a 229 en noviembre de ese año…para seguir bajando a un mínimo de 58 en
en el verano de 1932. Las exportaciones bajaron a un tercio en el mismo periodo.
Tanto el carbón como la tala de árboles fueron actividades muy afectadas. Los
empresarios de la industria tuvieron que trasladar sus fábricas al sur, donde los
salarios eran más baratos, forjando así tensiones regionales con el norte (más
sindicalizado) sin fácil solución. La minería se resintió también de los focos de
producción, con el consiguiente cierre de explotaciones en Pensilvania a favor de las
minas de carbón de Kentucky.
69
sistemática pero legal, las vacaciones a los lugares de moda como Miami, la
adquisición de coches de lujo (Cadillacs y Chevrolets), el glamuroso tren de vida para
algunos….incluso hubo importantes banqueros y empresarios que no se vieron
afectados por la caída de valores y duplicaron su patrimonio y sus fortunas. También
practicaban la filantropía, la creación de fundaciones y la concesión de grandes sumas
de dinero para fines sociales y centros de arte. Los Rockefeller, los Mellon, o los Kellog
eran familias muy adineradas que contribuyeron a forjar un claro espíritu de
beneficencia y cultura.
70
quedaron reducidas a la mitad, o directamente eliminadas, abocando a millones de
personas a la miseria y a la indigencia.
47
JENKINS, P., Breve historia de Estados Unidos. Alianza, Madrid, 2009, p. 275.
71
Madre e hijos emigrantes. Foto Dorothea Lang, 1935.
Durante todo ese año las regiones agrícolas de Nebraska e Iowa se produjeron
violentas manifestaciones por la protesta de asociaciones de campesinos que pedían al
gobierno que se mantuvieran los precios, retirando los productos del mercado. Y en el
72
verano de 1933 un buen número de granjeros armados de escopetas y horcas
impidieron que las autoridades ejecutaran las hipotecas de varias ciudades.
En cuanto a las minorías étnicas, la depresión tuvo efectos muy negativos entre los
negros. El desempleo entre ellos duplicaba al de los blancos en las ciudades del norte,
ya que eran los últimos en ser contratados y los primeros en ser despedidos. El Sur
rural, en cambio, necesitaba abundante mano de obra negra para las faenas del
algodón. Las nuevas políticas agrícolas del gobierno entrante no favorecieron las
expectativas de amplios colectivos de negros. El valle del Tennessee seguía siendo un
hervidero de prácticas racistas por parte de los últimos simpatizantes del Ku Klux Klan,
a las que tuvo que enfrentarse duramente la administración entrante en favor de los
derechos civiles.
73
explotación de más de cuatro millones de hectáreas, y de la reducción de la mortalidad
en muchas regiones, el éxito fue parcial y el mantenimiento de antiguas costumbres
era un hecho evidente.
48
JONES, M. A., Historia de Estados Unidos 1607-1992. Cátedra, Madrid, 1995, p.432.
74