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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

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Robert Boyer

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La economía política de los capitalismos
Teoría de la regulación y de la crisis

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Robert Boyer

UNIVERSIDAD NACIONAL DE MORENO


Rector
Hugo O. ANDRADE

Vicerrector
Manuel L. GÓMEZ

Secretaria académica
Adriana M. del H. SÁNCHEZ

Secretario de Investigación, Vinculación Tecnológica y


Relaciones Internacionales
Jorge L. ETCHARRÁN (ad honorem)

Secretaria de Extensión Universitaria


M. Patricia JORGE (ad honorem)

Secretario General
V. Silvio SANTANTONIO

Consejo superior
Autoridades:
Hugo O. ANDRADE
Manuel L. GÓMEZ
Jorge L. ETCHARRÁN
Pablo A. TAVILLA
M. Patricia JORGE

Consejeros
Claustro docente:
Marcelo A. MONZÓN
Javier A. BRÁNCOLI
Guillermo E. CONY (s)
Adriana M. del H. SÁNCHEZ (s)

Claustro estudiantil
Rocío S. ARIAS
Iris L. BARBOZA

Claustro no docente
Carlos F. DADDARIO

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

La economía política de los capitalismos.


Teoría de la regulación y de la crisis

Robert Boyer

UNIVERSIDAD
NACIONAL
DE MORENO

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Robert Boyer

Boyer, Robert
La economía política de los capitalismos : teoría de la regulación y de la crisis Robert Boyer. -
1a ed. - Moreno : UNM Editora, 2016. 452 p. ; 21 x 15 cm. - (Biblioteca de economía)
Traducción de: Emilia Ghelfi.
ISBN 978-987-3700-35-4
1. Economía Capitalista. I. Ghelfi, Emilia, trad. II. Título.
CDD 330.01

Colección: Biblioteca de Economía


Directores: Lic. Pablo A. TAVILLA y Alejandro L. ROBBA
1a. edición: septiembre de 2016
© UNM Editora, 2016
Av. Bartolomé Mitre 1891, Moreno (B1744OHC) Prov. de Buenos Aires, Argentina
(+54 237) 466 7186/1529/4530 - (+54 237) 462 8629 - (+54 237) 460 1309
Interno: 154
unmeditora@unm.edu.ar
http://www.unm.edu.ar/editora
ISBN (edición impresa): 978-987-3700-35-4

Título original: Économie Politique des Capitalismes. Théorie de la Régulation et des Crises.
Traducción: Lic. Emilia Ghelfi
Supervisión técnica y correción: Dr. Julio C. Neffa
Edición original:
© Éditions La Découverte, Paris, 2015
9 bis, rue Abel-Hovelacque
75013 Paris
France http://www.editionsladecouverte.fr/

“Cet ouvrage a bénéficié du soutien des Programmes d’aide à la publication de l’Institut français.”
“Esta obra cuenta con el apoyo de los Programas de ayudas a la publicación del Institut français.”

UNM Editora
Consejo editorial
Miembros ejecutivos Departamento de Asuntos Editoriales
Adriana M. del H. SÁNCHEZ (presidenta) Leonardo RABINOVICH
Jorge L. ETCHARRÁN
Pablo A. TAVILLA Staff
M. Patricia JORGE R. Alejo CORDARA (arte)
V. Silvio SANTANTONIO Josefina DARRIBA
Marcelo A. MONZÓN Sebastián HERMOSA ACUÑA
Cristina V. LIVITSANOS
Miembros honorarios Pablo PENELA
Hugo O. ANDRADE Florencia H. PERANIC
Manuel L. GÓMEZ Daniela A. RAMOS ESPINOSA

Este libro se terminó de imprimir en octubre de 2016 en Cooperativa Chilavert Ates Gráficas, M.
Chilavert 1136 CABA.
Prohibida su reproducción total o parcial

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Presentación a la Edición Argentina


Esta publicación, traducida y editada por la Universidad Nacional de
Moreno, es un verdadero tratado que, partiendo de la Teoría de la Regula-
ción (TR), analiza y describe las contradicciones del capitalismo actual, con
minucioso rigor y dejando abierto importantes interrogantes para una inves-
tigación más profunda a futuro.
Sin duda, se trata de la obra cumbre de unos de los creadores de la TR,
que desde hace casi 40 años brega por profundizarla, formalizarla y aplicarla
para comprender la realidad, no solo de los países capitalistas industrializados,
sino también de los países en vías de desarrollo y de las poderosas economías
emergentes, como es el caso de la China.
Podemos afirmar que esta obra se presenta como un clásico manual,
confrontando la TR con los enfoques keynesianos y marxistas, en busca de
las coherencias y contradicciones que emergen de este intercambio, con la
ayuda de el herramental gráfico y de esquemas didácticos muy estimulantes.
Se trata de un gran paso en el perfeccionamiento del enfoque regulacionista,
poniendo de relieve el papel de las instituciones para comprender la trayec-
toria del capitalismo y las implicaciones de sus crisis, más allá del tradicional
análisis de fordismo con el que emergiera la TR.
Como es sabido, sus grandes intuiciones se nutren de la historia, la socio-
logía y la ciencia política, puesto que la TR asigna fundamental importancia
a las instituciones y a los actores sociales y agentes económicos, cada uno de
ellos con su propia estrategia; rechazando la visión individualista y homogé-
nea propia de los neoclásicos ortodoxos.
Son cinco las formas instituciones del modo de regulación que plan-
tea la Teoria: el régimen monetario, las formas de la competencia, la inser-
ción en la división internacional del trabajo, el Estado y la relación salarial.
Las mismas se articulan, se complementan y se ordenan jerárquicamente en
función de los cambios científicos, tecnológicos y políticos, dando lugar al
modo de regulación que, a medida que se desarrolla, da lugar al surgimiento
de diferentes crisis y recuperaciones, siendo que esas formas institucionales
no evolucionan con la misma cronicidad, predominando la irreversibilidad.

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Robert Boyer

A diferencia del marxismo ortodoxo, el modo de regulación (MR) por


medio de las formas institucionales, condiciona y orienta el régimen de
acumulación (RA), es decir, de tal modo que configura un modelo de creci-
miento de largo plazo que define la acumulación de capital, dando origen a
la expansión del capitalismo y a sus crisis. La interacción del MR y del RA se
denomina “modo de desarrollo” y, a cada régimen de acumulación le corres-
ponde una crisis, que repercute sobre todas las variables.
La TR clasifica las diversas formas de crisis que se han verificado histórica-
mente, poniendo de relieve la capacidad del modo de producción capitalista
para tratar de absorber las crisis, ajustarse y reestructurarse, dando lugar a
otro MR y otro RA que no son fáciles de pronosticar desde el inicio. Es
por ello que la TR no ofrece recetas aplicables en todo tiempo y lugar para
los gobiernos en su búsqueda de soluciones para hacer frente a las crisis. Su
aporte se concentra en el método de análisis, en un enfoque, más que en
proponer normas estandarizadas de acción.
Podemos afirmar que la TR no se construyó siguiendo el método hipo-
tético deductivo, sino confrontando los conceptos y las observaciones empí-
ricas (partiendo de las cuentas nacionales, descubriendo las regularidades
estadísticas en el largo plazo), dando mucha importancia a la historia. Esa
metodología hace posible que dentro de la TR sean compatibles diversas
interpretaciones de un mismo hecho histórico, rechazando toda forma de
determinismo económico o tecnológico.
Es por todo ello que el debate dentro de esta escuela de pensamiento
es vigoroso, no se aceptan dogmas fácilmente, o pueden primar las indivi-
dualidades que están presentes en Universidades algo alejadas de la región
parisina.
La atención de Robert Boyer, como la de los otros fundadores de la TR
(Michel Aglietta, Pascal Petit, Benjamín Coriat, Alian Lipietz, por citar a los
mayores referentes), fue puesto en sus origines en el fordismo y su crisis,
poniendo de relieve los cambios que se operaron desde inicios de los años
70 en las formas institucionales: las privatizaciones y el cuestionamiento del
poder regulador y planificador del Estado, la amplia apertura del comercio
exterior, el abandono del patrón oro, la competencia exacerbada tanto en el
mercado interno como a nivel internacional, el poder invasor de las finanzas
y el cambio de la relación salarial –haciendo competir a los asalariados entre
si-, el abandono del pleno empleo y de la estabilidad de precios, el freno a

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

la tedencia al mejoramiento de los salarios reales, dando lugar a un retro-


ceso significativo del derecho laboral “pro operario” y de la seguridad social
protectora.
El nuevo modo de desarrollo que se va consolidando está dominado por
las finanzas, debilitando la economía real; pero esa financiarización deses-
tabiliza el equilibrio macro-económico precedente debido a la diferencia
entre las tasas de ganancia de los sectores real y financiero, dando lugar a un
régimen de acumulación que no sería sustentable en el largo plazo a la luz
de los teóricos de la TR. Sin duda, el desconocimiento de estas relaciones ha
generado serios problemas en la Unión Europea y en su sistema monetario,
aumentando las desigualdades entre países.
En varios capítulos de su libro Boyer, describe y trata de caracterizar
la emergencia del capitalismo en China. En tres décadas ha dado un salto
que se refleja en la sobreacumulación, un elevado crecimiento industrial,
junto con las desigualdades entre regiones y entre sectores rurales y urbanos,
donde se observa una relativa coherencia entre los empresarios y los dirigen-
tes políticos, dando lugar a una nueva forma de corporatismo local; esto es, lo
que permite que el partido gobernante pueda continuar con el monopolio
del poder. La elevada y durable productividad, la introducción de modernas
tecnologías de origen extranjero y la orientación hacia resto del mundo de la
producción industrial competitiva, se dan al mismo tiempo con el deterioro
de la parte de los salarios en el ingreso nacional, todo lo cual, según la TR,
preanuncia futuras crisis.
En su indagación sobre el caso de los Estados Unidos, el poder las empresas
transnacionales opaca el de republicanos y demócratas que se instalan en la
Casa Blanca. Los bloques hegemónicos de los cuales hablaban Gramsci y
Poulantzas se han consolidado también en Europa; y el mundo bipolar de
la postguerra ha dado lugar a otra configuración: Estados Unidos y el TLC,
Europa, China, y los países emergentes. La internacionalización está en el
origen de la diversidad de los capitalismos.
El texto toma nota de esos profundos cambios y de sus trayectorias a
nivel nacional para proponer un extenso campo para la investigación. En
suma, las formas institucionales permiten relacionar la micro y la macro
economía e introducir la noción de modelos productivos, pudiendo afir-
marse que el sistema productivo es una construcción social situada histó-
ricamente. El trabajo realizado permite ver la heterogeneidad según las

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Robert Boyer

trayectorias nacionales y la forma que adopta el proceso innovativo en el


capitalismo, distinguiendo entre Japón, los países nórdicos, Europa continen-
tal y el mundo anglosajón. Otro análisis importante se refiere a la relación de
formación y acceso al conocimiento y las desigualdades de ingresos, profun-
dizando los trabajos de Piketty. En este sentido, un nuevo aporte es la rela-
ción con la naturaleza a diversos niveles, siguiendo el enfoque de K. Polanyi
(“la naturaleza no es una mercancía”) dejando entender que las restricciones
generadas por el deterioro del medio ambiente pueden llegar a limitar el
crecimiento.Algunos autores proponen incluso que esta relación se considere
una sexta forma institucional.
Uno de los temas que quedan abiertos en el pensamiento de Boyer es la
relación entre el mercado y las instituciones (que él define como “mecanis-
mos de coordinación alternativos al mercado”), en oposición a los tradicio-
nales trabajos de los neo-institucionalistas (North, Coase y Williamson), o de
los evolucionistas (Nelson y Winter), o de Bourdieu inclusive.
En resumen, la obra retoma y analiza los principales trabajos de los regula-
cionistas desde hace cuatro décadas y establece una cronología muy útil para
observar la evolución de la teoría y los autores que la crearon. Los grandes
problemas que nos plantea Boyer pueden resumirse así:
¿Cuáles son las instituciones de base de una economía capitalista y cuáles
son las condiciones institucionales para se instaure una dinámica estable?
¿Qué es lo que hace transformar esas instituciones?
¿Por qué en un mismo país se replican las crisis, incluso después de largos
periodos de crecimiento?
¿En qué condiciones aparecen y se hacen viables las nuevas formas de capi-
talismo?
Podemos afirmar que la esperanza que animó a Robert Boyer al hacer este
trabajo, es el de estimular “el surgimiento de un movimiento de resistencia
contra la violencia del mercado”; pero esto solo será posible si una nueva
generación de intelectuales y de teóricos se propone analizar esta contradic-
ción en profundidad; la que sin duda, también alienta a la UNIVERSIDAD
NACIONAL DE MORENO para realizar esta publicación.

Julio C. NEFFA y Hugo O. ANDRADE


Universidad Nacional de Moreno

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Dedicatoria y agradecimientos

A la memoria de Jean-Paul Piriou, que pidió tantas veces este


manuscrito y no tuvo el placer de verlo acabado y finalmente publi-
cado.
Mi agradecimiento para Pascal Combemale, que supo estimu-
larme para que volviera a emprender este trabajo tanto tiempo
pospuesto.
Este trabajo no habría salido a la luz sin la ayuda, la perseverancia
y el talento de Jacqueline Jean, en circunstancias muy difíciles.
Todo mi agradecimiento a Julio Neffa por haber propuesto, orga-
nizado y coordinado esta edición en lengua española. Felicitaciones
para los traductores y su excelente trabajo. Es la ocasión de expresar
a Julio Neffa mi reconocimiento por su apoyo incondicional a la
difusión de la teoría de la regulación.
La primera parte de esta obra fue publicada en 2004 en la colec-
ción «Repères poche» con el título Théorie de la régulation, 1. Les
fondamentaux.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Introducción general

¿Por qué el régimen de crecimiento de los treinta años glorio-


sos se detuvo a partir de la década de 1970? ¿Cómo explicar que
las innovaciones financieras primero hayan acelerado el crecimiento
para después desembocar en la crisis económica más severa después
de la de 1929? El euro, que se suponía que iba a unificar el viejo
continente, ¿no está, al contrario, a punto de dividirlo con una frac-
tura Norte-Sur? ¿Por qué los partidarios del consenso de Washing-
ton se equivocaron al anticipar, a fines de la década del noventa, que
China entraría en una crisis importante?

El fracaso de la nueva macroeconomía clásica

La mayor parte de las teorías económicas contemporáneas se


concentran en los problemas que enfrenta una economía de mercado.
Sea que se elogien sus irreemplazables virtudes, como hace la Escuela
de Chicago, a la manera de Milton Friedman, sea que se propongan
corregirle las fallas, según los preceptos de un neokeynesianismo del
que Joseph Stiglitz y Paul Krugman son dos representantes eminen-
tes, estos programas de investigación tienen un fundamento común:
el mercado es la forma canónica de coordinación económica entre
agentes formalmente iguales. Por cierto, como en la tradición keyne-
siana, el Estado puede intervenir para marcar los límites del mercado,
pero su intervención no es más que un mal necesario en relación con
el ideal de un mercado de competencia perfecta.

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El regreso del concepto de capitalismo

Referirse al capitalismo implica distinguir este modo de produc-


ción del de una economía de pequeña producción mercantil, para
retomar los términos de Karl Marx. El hecho de que los sujetos
comerciales estén en competencia no es suficiente para caracterizar
el capitalismo. En efecto, las entidades de base son las empresas, que
ponen en marcha una relación social muy diferente: la relación de
producción en virtud de la cual los asalariados se someten a la auto-
ridad del empresario y/o los gerentes a los cuales delegan la gestión,
mediando el pago de un salario. Esta segunda relación social no se
reduce a una mera relación comercial, ya que implica la sumisión
jerárquica en oposición a la horizontalidad que conviene al funcio-
namiento de un mercado típico.
Este rasgo es reconocido por las nuevas teorías microeconómi-
cas que destacan las asimetrías de información, la selección adversa
y el riesgo moral que caracterizan el contrato de trabajo. Pero este
terreno de análisis no gira en torno de la característica de las evolu-
ciones macroeconómicas a mediano y largo plazo. Sin embargo, el
interés de la noción de capitalismo es el de subrayar cómo la inte-
racción de la relación de competencia y de la relación de produc-
ción asalariada pone en movimiento una inversión de las perspec-
tivas respecto de una economía puramente mercantil. En efecto, el
objetivo de la pequeña producción mercantil es la satisfacción de las
necesidades mediante la producción de mercancías y su circulación
gracias a la intermediación de la moneda.
En el capitalismo es la ley de la acumulación del capital la que
prevalece; la producción de mercancías no es más que la fase transito-
ria de un circuito del capital, como «valor que se valoriza a sí mismo»
[Marx, 1890]1 para retomar la expresión de Marx.

1 Las referencias entre corchetes remiten a la bibliografía al final de la obra.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Un enfoque marxista aliado a la tradición histórica


de los anales

La teoría de la regulación se inscribe en esta tradición teórica,


pero pretende enmendar y prolongar los análisis del Capital, tanto
a la luz de los métodos modernos de los economistas como gracias
a las enseñanzas resultantes de las transformaciones del capitalismo
desde fines del siglo XIX.
Una segunda fuente de inspiración no es otra que la larga historia
del capitalismo. Por una parte, esta brinda evidencia de importantes
transformaciones en las relaciones entre el comerciante, el productor,
el banquero, el financista, sin olvidar el Estado. Es difícil imaginar una
teorización que haga abstracción de estas transformaciones. Por otra
parte, el siglo XX aportó una cantidad de enseñanzas e interrogantes.
¿Cómo explicar el carácter atípico de la crisis de 1929? A contrario,
¿se puede dar cuenta del notable crecimiento observado después de
la Segunda Guerra Mundial? ¿Por qué este proceso virtuoso se frena
y entra en crisis a fines de la década de 1960? Más aún, la gran diver-
sidad de trayectorias seguidas desde entonces por Estados Unidos,
Japón y, más recientemente, China llevan a desplazar el análisis de un
modo de producción invariante a la tentativa de interpretación de la
variedad de las formas contemporáneas de capitalismo.

Las siete preguntas de la teoría de la regulación

Así, después de la pregunta inicial, aquella sobre los orígenes del


freno del crecimiento de los treinta gloriosos, la teoría de la regula-
ción extendió progresivamente su campo de análisis según una doble
influencia. Por una parte, el desarrollo mismo de las nociones de base
y los métodos hizo surgir nuevas cuestiones y dificultades. Por otra
parte, la historia económica y financiera del último cuarto de siglo
no dejó de aportar su lote de sorpresas.
Estas son algunas de las principales preguntas que han orientado
la investigación:

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1. ¿Cuáles son las instituciones de base, necesarias y suficientes


para el establecimiento de una economía capitalista?
2. ¿En qué condiciones la configuración de estas instituciones
engendra un proceso de ajuste económico dotado de una cierta esta-
bilidad dinámica?
3. ¿Cómo explicar que las crisis en el seno mismo de los regíme-
nes de crecimiento que anteriormente habían encontrado el éxito se
renuevan periódicamente?
4. ¿Bajo el impacto de qué fuerzas las instituciones del capitalismo
se transforman: por la elección de la eficacia como supone la mayoría
de las teorías económicas o por el rol determinante de lo político?
5. ¿Por qué las crisis del capitalismo se suceden y no son, sin
embargo, la repetición idéntica de las mismas secuencias?
6. ¿Se dispone de herramientas que permitan examinar la viabili-
dad y el realismo de nuevas formas de capitalismo?
7. ¿Se puede analizar y formalizar simultáneamente un modo de
regulación y sus formas de crisis?

Los fundamentos de la teoría

Estos son los temas que aborda la primera parte de esta obra. Se
presentan, en primer lugar, dos derivaciones distintas de las formas
institucionales que están en la base de los modos de regulación. La
primera se inscribe en la línea derecha de la tradición, que parte de la
economía política clásica para culminar en las teorías del equilibrio
general. Su propósito es explicitar las instituciones ocultas de una
economía de mercado (cap. I). La segunda derivación parte de una
evaluación crítica de la herencia marxista en materia de esquema de
reproducción. Es, entonces, posible definir un modo de regulación
como el resultado de la conjunción de una cierta cantidad de formas
institucionales. Es el momento de insistir en el carácter abierto de
la existencia o no de un modo de regulación, lo que introduce la
noción de crisis como complementaria de la de regulación. Por otra
parte, el análisis histórico hace resaltar la sucesión de modos de regu-
lación contrastados (cap. II).

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Pero las formas institucionales no condicionan solo los ajustes


de corto o mediano plazo, pues dan forma también a las condicio-
nes de la acumulación y, por sus consecuencias, a los regímenes de
crecimiento a largo plazo. De hecho, las instituciones no constituyen
simples fricciones en relación con un equilibrio de largo plazo deter-
minado por las meras preferencias de los consumidores, enfrentados a
las potencialidades que ofrecen las tecnologías. De nuevo, el análisis
histórico de largos períodos subraya la variedad de los regímenes de
acumulación (cap. III).
Mientras que la mayoría de las teorías económicas da muy poco
o nada de lugar a la noción de crisis, la particularidad de la teoría de
la regulación es que examina al mismo tiempo las propiedades de un
modo de regulación y los factores endógenos de su desestabilización.
Además, las crisis revisten al menos cinco formas que es importante
distinguir. Sin embargo, es posible explicitar un pequeño número
de mecanismos que están en el origen de las crisis de un modo de
regulación o de un régimen de acumulación (cap. IV).

Recuadro 1. Lo que no es la teoría de la regulación.


A propósito de algunos malentendidos

Se impone una advertencia preliminar para evitar un


malentendido que se volvió cada vez más frecuente a medida
que los economistas adoptaron sin precaución la terminología
anglosajona. En efecto, en la literatura internacional, la teoría
de la regulación evoca hoy las modalidades según las cuales
el Estado debería delegar la gestión de los servicios públicos
y colectivos a empresas privadas con la condición de instituir
organismos administrativos independientes, calificados como
agencias de regulación. De hecho, estos organismos se multi-
plicaron en Francia, se trate del Consejo Nacional Audiovi-
sual, las Autoridades de Regulación de las Telecomunicacio-
nes o, incluso, la Autoridad de los Mercados Financieros.

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Robert Boyer

El contrasentido es importante, ya que se confunde de este


modo un análisis del capitalismo centrado en la cuestión de
cómo los compromisos institucionalizados, a priori indepen-
dientes entre sí, terminan definiendo un sistema viable, con
una recomendación normativa de delegación de una prerro-
gativa de poder público a través de la promulgación de regla-
mentaciones o la negociación de contratos. Este es el origen
de la confusión, ya que, en la lengua inglesa «regulation» no es
más que la reglamentación.
Este malentendido se inscribe en una larga línea. En Fran-
cia, la regulación muy a menudo se interpretó como el resul-
tado de la acción del Estado, concebido como el diseñador y
el organizador, en suma, como un sistema de ingeniería. Ahora
bien, los trabajos de la teoría de la regulación mostraron que,
incluso en la época de los treinta gloriosos, las políticas econó-
micas de inspiración keynesiana no fueron más que uno de
los componentes de los modos de regulación en vigencia.
Simétricamente, las políticas llamadas de desregulación —de
hecho, en francés, de «déréglementation»— fueron interpreta-
das como favorecedoras del regreso a mercados de competen-
cia perfecta.
Es una última confusión que conviene aclarar. El modelo de
crecimiento de posguerra estaba centrado, en gran medida, en
los compromisos propios de cada Estado-nación, en un contexto
internacional permisivo. Esta es la razón por la que una canti-
dad de investigaciones se concentraron en el espacio nacional.
En la medida en que la internacionalización y la financiariza-
ción hicieron sentir su influencia, la teoría de la regulación no
perdió, no obstante, su pertinencia. En efecto, queda abierta la
elección del nivel de análisis pertinente: local, regional, nacional,
mundial. La construcción europea constituye en este sentido un
notable campo de desarrollo de la teoría.

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Los desarrollos en respuesta a la segunda


«gran transformación»

Este es, en efecto, el hilo conductor de la segunda parte de la


obra. En contraste con la mayoría de los análisis institucionalistas,
la teoría de la regulación apunta, desde el origen [Aglietta, 1976], a
hacer inteligibles las transformaciones a largo plazo de los capitalis-
mos. Desde los años noventa, la cuestión central es a la vez simple y
formidable: ¿cómo explicar el proceso de liberalización que puso en
duda la mayoría de las instituciones y organizaciones que permitie-
ron el crecimiento después de la Segunda Guerra Mundial?
Esta configuración no carece de relación con lo que había estu-
diado Karl Polanyi [1946] frente a los dramáticos acontecimientos
de entreguerras. Sin embargo, no es suficiente reiterar los mismos
análisis, pues las economías nacionales y el sistema mundial se trans-
formaron considerablemente desde entonces. En efecto, no solo se
profundizó notablemente la división del trabajo, sino que también
las formas institucionales que enmarcan el capitalismo se volvieron
sofisticadas y exigen un aumento de teorización. El fracaso de un
fundamento microeconómico de la macroeconomía invita a tener
en cuenta la multiplicidad de las mediaciones, diferentes de los
mercados, que aseguran la viabilidad de los modos de regulación.
Es también la ocasión de dar un contenido preciso a los diversos
principios de acción y formas de racionalidad. La maraña de estas
mediaciones impide, entonces, el paso del individuo / de los repre-
sentantes de la empresa, a la sociedad en su conjunto. La teoría de la
regulación se presenta aquí como el análisis de un nivel intermedio,
que se podría calificar de mesoeconómico (cap.V).
Esta base conceptual permite actualizar los acuerdos instituciona-
les que están en el núcleo central de los capitalismos contemporá-
neos. Los modelos productivos y los sistemas nacionales de innova-
ción desempeñan un rol determinante en la dinámica y la diversidad
de las configuraciones institucionales nacionales.
Desde Marx y Schumpeter, sabemos que la investigación de nuevos
productos, técnicas y organizaciones define el lugar de las empresas y
las naciones en la competencia. La organización de la relación salarial

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Robert Boyer

y su diferenciación en distintas relaciones de empleo responden, en


sí mismas, a las características de la innovación, por ejemplo, depen-
diendo de si las competencias se adquieren en el sistema educativo o
en la empresa. Los dispositivos institucionales sectoriales no implican
en absoluto la declinación de un modelo canónico nacional. El inte-
rés de un enfoque institucionalista se acrecienta cunado se analizan
los sistemas nacionales de cobertura social porque estos tienden a
conciliar imperativos muy diferentes, o directamente contradictorios.
Por último, las décadas de 2000 y 2010 requirieron el agregado de
otros dos acuerdos institucionales: los regímenes de desigualdades y
los dispositivos institucionales del medio ambiente, respectivamente
(cap.VI).
¿Cómo esta abundancia de acuerdos institucionales llega a definir
un modo de regulación y un estilo de desarrollo bastante coherentes?
La naturaleza de las interacciones entre las esferas política y económica
es determinante, ya que la viabilidad de una configuración está
condicionada por una cierta legitimidad política y un mínimo de
eficacia económica. La noción de bloque hegemónico, propuesta
por Antonio Gramsci y continuada por Nicos Poulantzas, permite
formalizar los procesos que llevan de su formación a su erosión y, a
menudo, a una crisis que es a la vez económica y política. Más allá
de la modelización, se propone una taxonomía, en primer lugar, de
los mecanismos de emergencia, y luego de los procesos de recom-
posición de una arquitectura institucional. En este mismo sentido, es
interesante definir las nociones de espacio público, de régimen de las
representaciones que justifican las políticas económicas y, finalmente,
de estilo en cuanto a reformas estructurales. Todos estos factores dan
cuenta de las razones de la divergencia de las políticas y de las trayec-
torias adoptadas en respuesta a la crisis de 2008 (cap.VII).

La recomposición incierta de los capitalismos

Sobre la base de estos resultados, es necesario recusar la hipó-


tesis de un capitalismo canónico frente al cual se organizarían las

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

diversas configuraciones nacionales. El capitalismo anglosajón tiene,


ciertamente, una capacidad mucho más grande de influencia que los
otros, pero su hegemonía tiene como consecuencia la acentuación de
las especializaciones económicas alternativas, que son en sí mismas el
reflejo de compromisos institucionalizados diferentes. Diversas disci-
plinas de las ciencias sociales propusieron una serie de explicaciones a
esta permanencia de la diversidad de capitalismos, proveniente de las
características del sistema de producción e innovación, o de la expre-
sión de las elecciones estratégicas de un bloque hegemónico, por
ejemplo, durante una gran crisis. La cuestión es, entonces, explicitar
los procesos que mantienen a lo largo del tiempo la cohesión de una
forma de capitalismo, superando así sus tendencias a la inestabilidad, la
crisis o la explosión de las desigualdades. China es, sin dudas, el mejor
ejemplo del carácter abierto de las formas sociales que permiten el
auge de un capitalismo original: la entrada en competencia de una
gran cantidad de corporativismos locales se opone a la centraliza-
ción del régimen de la Unión Soviética que se desplomó en 1989. El
contraste entre las trayectorias de los países de América Latina y las de
los de Asia es igual de sorprendente. Incluso, la difícil coexistencia de
tres formas de capitalismo en Europa desemboca en una crisis impor-
tante. Endometabolismo e hibridación se combinan en esta creación,
que es una recreación de las formas de capitalismo (cap.VIII).
El hecho de que la teoría de la regulación haya sido conocida
como la teoría del fordismo suscitó una crítica recurrente: este régi-
men socioeconómico se apoyaba fuertemente en una soberanía del
Estado-nación que no está vigente en la era de la «globalización».
De acuerdo con el método histórico, se puede analizar el proceso
que sustituyó la inserción internacional en la relación salarial como
forma institucional jerárquicamente dominante. Esta transición
indujo cambios importantes que no son idénticos en todo el mundo.
Algunos países de industrialización antigua son líderes en materia de
formación de precios, otros, no. Las economías que se especializaron
en la intermediación financiera internacional conocieron una suce-
sión de arrebatos especulativos después de crisis más o menos graves.
Los países exportadores de materias primas están marcados por la

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Robert Boyer

maldición de los regímenes rentistas y evolucionan de acuerdo con


las fases de expansión después del ajuste de la economía mundial.
Se está lejos de la hipótesis arriesgada de una próxima convergen-
cia de todos los países hacia un régimen fordista. Al concepto de
globalización hay que preferir el de imbricación de diversos nive-
les de regulación, en el contexto de una interdependencia creciente
de coyunturas económicas y más fundamentalmente de regímenes
socioeconómicos, tanto capitalistas como rentistas. Esta interdepen-
dencia debería facilitar el reconocimiento y la institucionalización
de bienes públicos globales: los conflictos de interés entre Estados-
naciones no se superan por el hecho mismo de la heteronomía de
sus modos de desarrollo. En este contexto, las tensiones creadas por la
desaceleración del comercio mundial relanzan el interés de las zonas
de integración regionales, tanto en Asia como en América Latina, a
pesar de que la Unión Europea entró, después de la década de 2010,
en una crisis sistémica. La construcción de instituciones supranacio-
nales se volvió difícil, si no imposible, por el dominio de los tiempos
breves de las finanzas (cap. IX).

La gran cuestión de la emergencia

Esta es la cuestión central que hace a la especificidad de la teoría


de la regulación en relación con la multiplicidad de los enfoques
institucionalistas contemporáneos: ¿cómo surgen las nuevas regula-
ciones y cuáles son los procesos que aseguran el paso de una forma
de capitalismo a otra? Los cambios son esencialmente endógenos:
durante el período de éxito, de difusión después de la maduración
de un modo de desarrollo, operan las fuerzas que van a estabilizarlo
y hacerlo entrar en una gran crisis. Estos procesos difieren conside-
rablemente si las instituciones son locales, sectoriales o al contrario
globales. Las grandes crisis solo se superan por la intermediación
de la política en los conflictos sociales: lo confirma el análisis de las
reacciones de Estados Unidos, China y la Unión Europea ante la
quiebra de Lehman Brothers y sus consecuencias devastadoras para

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

la economía mundial. Un análisis en términos de interacciones entre


actores colectivos pertenecientes a diversos espacios sociales (finan-
zas, mundo académico, gobierno) abre nuevas perspectivas y vuelve
compresibles los períodos de grandes transformaciones (cap. X).
Así, las teorías en ciencias sociales son hijas de la historia… y no
a la inversa.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

PRIMERA PARTE

Los fundamentos

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

I En la base de una economía capitalista:


las formas institucionales
Es un buen método interrogarse, en primer lugar, acerca de las
instituciones de base de una economía capitalista. Ahora bien, las
numerosas investigaciones contemporáneas propusieron una gran
variedad de instituciones: normas, valores, convenciones, reglas de
derecho, organizaciones, redes, Estados, etc. Muchas nociones que se
acumulan sin que perciban sus rasgos comunes, excepto que consti-
tuyen mecanismos de coordinación alternativos al mercado. ¿Es posi-
ble encontrar bases más sólidas a una economía institucional?
Este es el caso si se responde una cuestión fundamental que está
en el origen tanto de la economía como de la mayoría de las cien-
cias sociales: ¿por qué la competencia entre individuos autónomos,
preocupados por su interés, no lleva al caos? Es esta misma pregunta
la que la teoría del equilibrio general se dispuso a responder. Resalta
que la viabilidad de una economía de mercado no depende solo de
condiciones analíticas muy particulares (ausencia de externalidad, de
bienes públicos, separabilidad de la eficiencia económica en relación
con los juicios en términos de equidad, etc.), sino también de la exis-
tencia de instituciones ocultas que conciernen al régimen moneta-
rio, la calidad de los bienes y la organización de la competencia. Si se
reintroducen progresivamente estos componentes, es sorprendente
encontrar la mayoría de las formas institucionales que están en el
centro de la teoría de la regulación.

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Robert Boyer

Una vuelta a la economía política

La economía surgió como disciplina al final de un proceso multi-


secular en cuyo transcurso la actividad económica se autonomizó
progresivamente respecto de la política y de las relaciones sociales
heredadas de la tradición feudal. Surgió, entonces, la figura de los
agentes individualistas que perseguían su interés, lo que no dejó de
suscitar un nuevo interrogante que estaba en el centro de la moder-
nidad y fundó, en cierto sentido, las ciencias sociales: ¿no hay que
temer que la competencia y los conflictos asociados a la búsqueda
exclusiva del interés individual desemboquen en el desorden, el caos,
la anarquía?
Tanto la filosofía política como la economía política se constru-
yeron sobre la tentativa de aportar una respuesta a una pregunta que
sigue estando, implícita o explícitamente, en la mayoría de las inves-
tigaciones contemporáneas (figura 1).
Ahora bien, desde el principio, los pensadores dieron respuestas
muy diferentes.

De Thomas Hobbes a Adam Smith

Para Thomas Hobbes, la violencia de todos contra todos es la conse-


cuencia directa de la competencia entre individuos. Solo la delega-
ción de la autoridad a un soberano permite pacificar una sociedad
de estas características. Por lo tanto, el surgimiento de un Estado que
garantice el orden es la primera condición de una sociedad y, en
consecuencia, de una economía compuesta por individuos libres
para perseguir sus intereses.
La respuesta de Adam Smith es muy diferente, ya que invoca una
propensión natural del hombre al intercambio y al trueque. Desde el
momento en que se profundiza la división del trabajo y, por lo tanto,
se garantiza un orden monetario, el mercado tiene como propiedad
permitir el enriquecimiento de una nación al mismo tiempo que
cada uno sigue persiguiendo su propio interés.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

De este modo, desde el principio, la economía política pone


frente a frente dos interpretaciones opuestas: corresponde al Estado
o al mercado asegurar la coordinación de la competencia en que se
encuentran los individuos. Este debate se agudiza cuando, al capita-
lismo comercial lo sucede el capitalismo industrial y más adelante el
capitalismo llamado financiero, para seguir la periodización marxista
tradicional. En nuestros días, la polarización de las posiciones sigue
vigente, pero el avance de las ciencias sociales lleva a cuestionar las
soluciones simples atribuidas tanto a Thomas Hobbes como a Adam
Smith. Más aún, el individuo de Smith no es simplemente un homo
oeconomicus, ya que es portador de principios morales.

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Figura 1. El devenir de la cuestión central de la economía política

Figura 1. El devenir de la cuestión central de la economía política


¿Por qué la competencia y el conflicto entre
individuos autónomos no llevan al caos?

«Homo homini lupus»… La propensión natural al intercambio…


La respuesta

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… Pero el soberano … que, gracias a la «mano invisible»
tradicional
mantiene el orden y la paz hace compatible un conjunto de
Robert Boyer

a través de una organización comportamientos descentralizados


racional del bien común

Thomas Hobbes Adam Smith

Los burócratas a cargo Todo constructivismo está El subastador walrasiano El tanteo respecto de los
del Estado defienden condenado al fracaso es, de hecho, un mercados descentralizados
Las dudas su propio interés planificador central rara vez converge hacia el
contem- benévolo equilibrio walrasiano
poráneas
James M. Buchanan Friedrich von Hayek Jean-Pascal Bénassy Kenneth Arrow –
Frank Hahn

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Recuadro 2. ¿Qué es el individualismo metodológico?

Se designa de este modo la estrategia de investigación en


ciencias sociales que apunta a explicar los fenómenos econó-
micos y sociales a partir de las acciones de los individuos. En las
teorías contemporáneas, el enfoque del individualismo meto-
dológico dota a los agentes del principio de acción racional, y
busca hacer aparecer los resultados agregados como una propie-
dad emergente de las interacciones entre estos agentes. Ha
recurrido a modelos entendidos como simplificación formal
y abstracción, y se propone de este modo engendrar todas las
entidades colectivas a partir de estas interacciones individuales.
Este enfoque está especialmente presente en la economía, pero
también se ha extendido a la sociología, a las ciencias políti-
cas e incluso a la investigación histórica. En esta concepción,
instituciones, convenciones, reglas y rutinas aparecen como el
equilibrio de un juego a partir de agentes desprovistos de toda
identidad social. Pero esto significa olvidar que todo juego
opera según reglas aceptadas por los jugadores y, por lo tanto,
está abierto a un colectivo implícito supuesto, comenzando por
el lenguaje gracias al cual se comunican los jugadores.
Esto es, por otra parte, lo que reconocen algunas inves-
tigaciones que se fijan por meta explicar el surgimiento de
algunas instituciones a partir de la aparición de ciertas reglas
[Aoki, 2001], según un procedimiento que puede ser reite-
rado en diferentes niveles.
Se llega, entonces, a una concepción holindividualista. Se
diseña una estrategia de investigación que apunta a articu-
lar los niveles micro y macro, y se aparta tanto del holismo
estándar, que consiste en tratar lo macro como resultado del
equivalente de una acción individual, como del individua-
lismo metodológico puro, que rechaza toda referencia a lo
colectivo y a lo social. «La articulación es la que se da entre
el nivel macroinstitucional, donde las acciones individuales

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Robert Boyer

producen las instituciones, y el nivel microinstitucional, donde


las acciones individuales operan en un contexto institucional
determinado; el nivel macro es, de este modo, el de los actores
institucionales cuyas acciones determinan las reglas, mientras
que el nivel micro es el de los actores que simplemente actúan
en el marco de reglas determinadas» [Defalvard, 2000, p. 16].
Este enfoque evita una regresión al infinito para encontrar un
fundamento individualista en todas las formas de organización
colectiva, no confunde el tiempo de constitución de las insti-
tuciones con el de su impacto en las decisiones de los agentes
en el día a día.

El principio del individualismo contra el optimismo del mercado

Las teorías de la elección pública aplican los principios del indivi-


dualismo metodológico (recuadro 2) a la esfera política y concluyen,
con James Buchanan, que los políticos y los administradores de los
que se abastece el Estado son incitados a seguir su propio interés en
detrimento de los objetivos colectivos que supuestamente satisfarían.
Con la moda de los análisis que asocian la intervención del Estado, la
corrupción y la ineficiencia económica, estas teorías no han dejado
de influir en las concepciones contemporáneas del capitalismo.
El desarrollo de las teorías del equilibrio general lleva a una nega-
ción de la intuición que da origen a la imagen de la mano invisible
como metáfora de una serie de mercados descentralizados. En efecto,
la matematización de las intuiciones realizada por Walras permite
distinguir las condiciones en las que existe un equilibrio de mercado
y, quizás, se logra gracias a un proceso de tanteo. Ahora bien, el fracaso
es doble.
Por un lado, cuando, más allá del rigor de las formalizaciones de los
teoremas de punto fijo, se descubren las hipótesis de base, resulta que
un sistema de precios que descentraliza una serie de comportamien-
tos individuales solo existe si toda la información es centralizada por
un agente benévolo y las transacciones entre agentes son realizadas

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

íntegramente por su intermedio. En suma, la teoría del equilibrio


general formaliza un sistema centralizado. Paradójicamente, los traba-
jos de Kenneth Arrow, Frank Hahn y Gérard Debreu muestran, de
hecho, la posibilidad de una economía socialista de mercado donde la
producción estaría coordinada por el sistema de precios.
Por otro lado, incluso en este marco sumamente particular, una
economía no convergerá hacia un equilibrio de mercado a menos
que todos los productos sean bienes sustitutivos brutos y/o que los
mercados sean poco interdependientes. Son muchas condiciones y
nada garantiza su satisfacción en las economías «realmente existentes».
De estos dos siglos de reflexiones sobre las sociedades individua-
listas —y las economías de mercado— surge una paradoja violenta.
La implementación del principio del individualismo metodológico
no alcanza a explicar la viabilidad y la resiliencia, observadas en la
historia —por cierto relativamente corta— de las sociedades domi-
nadas por el capitalismo. Pero este fracaso revela de manera indirecta
la importancia y la variedad de las instituciones que, desde un punto
de vista lógico, son necesarias para la existencia de una economía
de mercado, a fortiori capitalista. La historia económica confirma la
importancia de estas instituciones.

Las instituciones ocultas de una economía de mercado

Como ningún subastador desempeña el papel que le atribuyen los


teóricos sucesores de Walras, ¿cuáles son las instancias que pueden
asegurar una completa descentralización de los intercambios?

El régimen monetario, primera institución de base

Claramente, es la moneda la institución de base de una economía


mercantil (figura 2). Más precisamente, en las economías contem-
poráneas, los bancos, organizados en redes, otorgan créditos a las
empresas y a los consumidores; esta moneda permite las transaccio-
nes que autorizan a cambio el reembolso progresivo del préstamo en

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Robert Boyer

el transcurso de períodos ulteriores. Sin embargo, en cada período,


las cuentas entre los agentes y su acumulación parcial en los diversos
bancos no están equilibradas de forma que, para ajustar los déficits y
los excedentes de los diferentes bancos, es posible crear un mercado
de refinanciación interbancaria. Esto es eficiente mientras ningún
shock global golpee de manera simultánea a los bancos, drenando la
liquidez del mercado.
Se puede considerar, entonces, la creación de un seguro privado,
precisamente para brindar a los bancos en dificultades la liquidez
necesaria. Si bien este mecanismo puede resultar eficaz para bloquear
una corrida bancaria aislada, no está a la altura para frenar el surgi-
miento de una crisis sistémica ligada a la sincronización de los malos
resultados de los bancos. En este contexto, terminó por imponerse
en la historia el principio de un banco central que desempeña el
papel de prestador de última instancia, sobre todo, porque una parte
de la emisión monetaria se debe a operaciones de refinanciación que
implican obligaciones públicas.
El análisis de las condiciones de estabilidad financiera, al igual que
la historia monetaria, requieren una organización jerarquizada en la
que los bancos emitan monedas de crédito mientras que un Banco
Central sea el encargado de la emisión de la moneda legal. En este
sistema, el banquero central es, finalmente, el equivalente del subas-
tador en el sentido de que centraliza los desequilibrios que surgen a
nivel de la economía en su conjunto.
Se convendrá en llamar régimen monetario al conjunto de reglas
que presiden la gestión del sistema de pagos y de créditos. El uso
del término «régimen» supone que existen muchas expresiones de
la restricción monetaria y de la resolución de los desequilibrios del
circuito de pagos: la declaración de quiebra de los bancos en déficit,
la creación de una cámara de compensación entre los bancos comer-
ciales, o incluso la política de compra de títulos públicos por parte
del Banco Central para alimentar la liquidez bancaria.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Figura 2. Del subastador (S) a la descentralización


Figura
de 2.los
Delintercambios
subastador (S)por
a la moneda
descentralización
de los intercambios por moneda
Economía walrasiana Economía monetaria

S Banco
Central
Flujo de
información
qn
Banco Banco
A B
Vector de
precios P k . qk
qi qj -m +m
Transacción
Agente i Agente j
Agente i Agente j Agente n

Más subastador Un método de compensación del crédito…


De ahí un régimen monetario

Neutralidad de la moneda El comportamiento individual está


condicionado por el régimen monetario

qi – volumen de los bienes intercambiados por el agente i


Pk – precio del bien k
m – valor de la transacción monetaria

Así, los sujetos monetarios no pueden operar a menos que se


cree y legitime la institución monetaria; esto se opone a la ficción
que quisiera que esta última emergiera de las dificultades que los
primeros experimentaban al intercambiar a través de operaciones de
trueque [Aglietta y Orléan, 1998]. La moneda aparece, entonces, en
el orden económico, como el equivalente del lenguaje. Pero no basta
con que se cree la moneda como institución para que el interés bien
entendido de los individuos los lleve a recurrir al mercado tal como
lo formalizan la teoría walrasiana y, luego, los análisis neoclásicos.

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Robert Boyer

El mercado es una construcción social

De hecho, la moneda permite la descentralización de los inter-


cambios, de modo que la transacción elemental se convierte en el
movimiento de una mercancía a cambio de moneda, lo que elimina
el problema de la doble coincidencia de las necesidades que supone
el trueque. Si a priori los intercambios se refieren a una gran variedad
de productos y de calidades, en un período determinado y en un
lugar bien preciso, la conjunción de estos intercambios bilaterales no
está en absoluto gobernada por la emergencia de un precio único. En
efecto, todavía es necesario que no haya ninguna ambigüedad sobre
la calidad, que los intercambios estén centralizados y que todos los
mercados a término sean abiertos.
Tanto la historia de la formación de los mercados [Braudel, 1979]
como la microeconomía moderna, fundada en las asimetrías de
información [Stiglitz, 1987], muestran las condiciones en las cuales
se alcanza un precio único en un mercado.

Una necesidad anterior: la definición de la calidad. — Es


claro que los oferentes de manera general tienen una mejor informa-
ción sobre la calidad de sus productos que la que tienen los compra-
dores potenciales. En ciertos casos, por ejemplo, el del mercado de
los automóviles usados, puede ocurrir que una apreciación imper-
fecta aunque estadística de la calidad impida la apertura misma del
mercado: los oferentes solo presentarán a la venta los productos de
calidad inferior, que no encuentran tomadores [Akerlof, 1984]. En lo
que respecta al trabajo, las representaciones que se forman las empre-
sas de las competencias pueden introducir una discriminación dura-
dera entre individuos, dotados ex ante de las mismas características
[Spence, 1973].
En consecuencia, la definición previa de la calidad es una condición
necesaria para la formación de un precio en un mercado. De no ser
así, a un precio indiscriminado, las malas mercaderías desalojarán las
buenas, según el equivalente de la ley de Gresham para las monedas.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Una cantidad de dispositivos institucionales pueden cumplir esta


función. En la Edad Media, por ejemplo, los artesanos se agruparon
en los gremios para garantizar la calidad de los productos que ofre-
cían y evitar el colapso del mercado bajo el efecto de un deterioro
de la calidad. En el mundo contemporáneo, agencias independientes
pueden otorgar certificaciones de calidad o, incluso, las firmas pueden
forjarse una reputación a través de la provisión regular de bienes de
calidad elevada y sostenida en el tiempo. En el caso del mercado de
coches usados o de los bienes durables, otorgar una garantía por un
período más o menos largo aparece como un indicador de la calidad
del bien. Hay muchas definiciones diferentes de la calidad que son
el resultado de convenciones [Eymard-Duvernay, 1989]. A contrario,
en un país donde no pueden implementarse normas de calidad, los
mercados no existen o tienen un tamaño mucho más reducido, al
punto de que esta laguna institucional se ha propuesto como expli-
cación de uno de los obstáculos para el desarrollo [Akerlof, 1984].

Especificar las interacciones estratégicas entre los actores.


— Una segunda condición concierne a la suma de las ofertas y las
demandas, de tal modo que se encuentre limitado el impacto del
poder de negociación bilateral entre cada par de oferente y deman-
dante. De nuevo, son posibles diversos dispositivos institucionales.
En la Edad Media, periódicamente había ferias en lugares precisos y
el equivalente de las autoridades contemporáneas de regulación de
los mercados se aseguraba de que todas las transacciones se dieran
a la vista del público, para evitar que un oferente o demandante
utilizara su poder de negociación y su información en su beneficio.
Para ciertos productos agrícolas, los mercados en línea, por ejemplo,
operan a través de una centralización anónima de las ofertas y las
demandas, por intermedio de un sistema informático que aísla los
oferentes de los demandantes [García, 1986]. Los bonos del Tesoro
norteamericano son objeto de una cotización electrónica que
permite la confrontación permanente de una oferta a una suma
de demandas. La informatización de los mercados bursátiles y las

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transacciones por Internet de órdenes de compra y venta ilustran esta


necesidad de centralización para que prime el equivalente de la ley
de precio único.También es importante la existencia de tenedores de
mercado. Finalmente, si las modalidades de interacción entre oferen-
tes y demandantes se alteran, el precio mismo de mercado cambia en
proporciones a veces considerables [García, 1986].
He aquí por qué el mercado es una institución que supone un
acuerdo sobre la calidad, la organización de los intercambios, las
condiciones de acceso al mercado y el modo de regulación de las
transacciones. Es, por lo tanto, una construcción social y no el resul-
tado de un estado de naturaleza, engendrado espontáneamente por
el habitus que los teóricos confieren al homo oeconomicus.

La diversidad de formas de la competencia


Esta presentación del mercado lleva a dudar de que la competen-
cia perfecta pueda ser considerada como el estándar y el punto de
referencia. En efecto, en esta consideración, aunque cada uno parti-
cipe en la formación del precio, el precio de equilibrio se impone a
todos [Guerrien, 1996]. Esto significa suponer que, para un mercado
determinado —pero ya no al nivel de toda la economía—, existe un
subastador que rige el intercambio de las informaciones que condu-
cen al precio de equilibrio. Entonces, solo existen transacciones entre
los agentes coordinadas por el subastador. Si se excluye el procedi-
miento de las subastas que, por otra parte, reviste diversas formas, la
mayoría de las transacciones no obedecen a este modelo.
De hecho, corresponde a los agentes fijar los precios, con el riesgo
de que se instaure un proceso de tanteo, ya que a priori nadie conoce
el precio de equilibrio que un teórico externo podría calcular ex post,
si de manera extraordinaria poseyera toda la información pertinente.
Entonces, se introducen comportamientos estratégicos, más aún si
el número de agentes en el mercado es limitado. Se puede imaginar,
por ejemplo, que los demandantes agrupan sus compras frente a una
serie de oferentes cuyos comportamientos son independientes o, al
contrario, que los productores se ponen de acuerdo en la fijación

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

del precio. Pero existe toda una serie de configuraciones interme-


dias, por ejemplo, si uno de los oferentes tiene la capacidad de fijar
su precio, al cual se adaptan sus competidores. La economía indus-
trial, así como la actualidad económica cotidiana, sugiere, entonces,
que la competencia llamada imperfecta es la regla y la competencia
perfecta, la excepción.
Se llamará forma de competencia al proceso de formación de precios
que corresponda a una configuración tipo de las relaciones entre
los participantes del mercado. En efecto, las formas son incluso más
variadas que las que se mencionan cuando se distingue la compe-
tencia por el precio en la producción de bienes estandarizados de
una estrategia de diferenciación por la calidad. O incluso, si se tiene
en cuenta si las barreras al ingreso son altas o débiles. Por su parte,
la teoría de la regulación puso en evidencia al menos tres grandes
regímenes de competencia.
A lo largo del siglo XIX, prevaleció durante mucho tiempo un
régimen competitivo. Se distingue de la competencia perfecta en que es
un proceso permanente de ajustes que nunca converge en un precio
de equilibrio a largo plazo.
Después de la Segunda Guerra Mundial, lo sucedió un régimen
monopólico, al menos para los bienes industriales, cuando se afirmó
la concentración de la producción y del capital, lo que autorizó
un mecanismo diferente de formación de precios. Estos se estable-
cían aplicando al costo unitario de producción una tasa de margen
calculada para asegurar una rentabilidad promedio del capital en el
conjunto de un ciclo. Como el precio ya no es la variable de ajuste,
intervienen mecanismos de racionamiento de la demanda por parte
de la oferta, y viceversa. La teoría del desequilibrio (recuadro 2)
extrajo las consecuencias macroeconómicas del hecho de que los
precios podían separarse de manera sostenida de los precios walra-
sianos, lo que hacía aparecer, según el caso, un desempleo clásico (el
salario real estaba fijado demasiado alto) o un desempleo keynesiano
si la demanda efectiva era insuficiente. O incluso un estado de infla-
ción reprimida porque prevalecía un exceso de demanda de bienes y
de trabajo [Bénassy, 1984].

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Recuadro 3. Aportes y límites de la teoría


del desequilibrio

A comienzos de la década de 1970 prevalecía una absoluta dico-


tomía entre la teoría microeconómica interesada en la única señal
de los precios relativos y la teoría macroeconómica keynesiana,
fundada en el rol de la demanda efectiva. El interés de la teoría
del desequilibrio [Bénassy, 1984] es introducir modelos de equili-
brio general a precios fijos, que hacen surgir la posibilidad de una
variedad de regímenes, ya que la economía se aleja del esquema
walrasiano. El desempleo keynesiano se explica, entonces, como
la consecuencia de un racionamiento, resultado de una restricción
cuantitativa (una caída en las ventas para las empresas y el desem-
pleo para los asalariados) por el hecho de un salario real inferior a
la productividad, y una política monetaria y presupuestaria restric-
tiva. Presentada como un fundamento microeconómico de la
macroeconomía, la teoría del desequilibrio fue criticada por postu-
lar una rigidez de los precios. Esta hipótesis resultó mucho más
problemática en una época de desregulación y de regreso triunfal
de la macroeconomía clásica [Lucas, 1984]. Ahora bien, esta rigi-
dez puede generar un control administrativo de los precios, pero
también una competencia oligopólica: en cada período, las empre-
sas tienen que anunciar un precio, teniendo en cuenta la anticipa-
ción de una demanda, y hallar efectos aparentemente keynesianos,
aunque John Maynard Keynes nunca haya invocado la competen-
cia imperfecta como origen del desempleo involuntario.
En el marco de la teoría de la regulación, el salario, el precio y
la tasa de interés son el resultado de la respectiva configuración de
la relación salarial, de las formas de la competencia y del régimen
monetario. Si se tiene en cuenta el impacto de estas reglas, se puede
imaginar por qué los precios solo en raras ocasiones convergen
hacia el valor que le atribuyen los teóricos en un modelo de equi-
librio general. Es una pena que no haya podido darse una hibrida-
ción entre la teoría del desequilibrio y la de la regulación, a pesar
de un comienzo prometedor [Bénassy, Boyer y Gelpi, 1979].

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Una tercera configuración es la de un régimen de competencia


administrada. Esto ocurrió, por ejemplo, al final de la Segunda Guerra
Mundial, cuando la magnitud de la escasez y un casi pleno empleo
introdujeron tensiones inflacionarias a través de las interacciones
precio/salario/precio. En este contexto, era frecuente que el Estado,
a través del ministro de Finanzas, implementara un procedimiento de
formación de precios que limitara la magnitud de los márgenes de
ganancia y la frecuencia de los reajustes de precios.
Desde entonces, ha surgido la intuición —que confirman los
estudios históricos de largos períodos para Estados Unidos [Aglietta,
1976] y luego para Francia [Bénassy, Boyer y Gelpi, 1979]— según
la cual las formas de la competencia cambian en el transcurso del
tiempo y desempeñan un papel en la dinámica económica.

De la demanda de trabajo a la relación salarial

En las teorías del intercambio, el trabajo es tratado como una


mercancía igual que las otras: la confrontación de ofertas y demandas
determinan el salario, en este caso real porque los bienes se intercam-
bian por otros bienes sin la mediación monetaria. Este tratamiento no
deja de plantear un problema en el seno mismo de la teoría, ya que el
desempleo no puede explicarse más que como voluntario —frente a
un salario real insuficiente, los individuos deciden en favor del tiempo
libre— o como resultado de la rigidez del salario, que corresponde,
por ejemplo, al establecimiento de un salario mínimo demasiado alto
en relación con lo que implicaría un equilibrio de mercado.

El trabajo no es una mercancía como las otras. — En efecto,


desde el origen de la economía política, el tratamiento del trabajo se
distingue del de las mercancías. En primer lugar, porque concierne
a la actividad de producción y, por lo tanto, no se lo puede tratar en
una economía de intercambio puro, lo que afirman los autores clási-
cos desde Adam Smith y David Ricardo. Karl Marx prolonga esta
tradición y funda su teoría del valor en la distinción entre trabajo y

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Robert Boyer

fuerza de trabajo: el primero es movilizado por los capitalistas en la


producción, la segunda es el objeto de un intercambio por su valor
de reproducción. La plusvalía, origen de la rentabilidad, encuentra
su fuente en esta separación entre el valor de las mercancías creadas
por el trabajo y el valor de la fuerza de trabajo. Luego, la antropolo-
gía económica de Karl Polanyi [1946] sugiere que el trabajo forma
parte de tres mercancías ficticias (las otras dos son la moneda y la
naturaleza), cuya producción no se puede confiar exclusivamente a
los mecanismos de mercado (recuadro 4).
Pero, para los economistas, un argumento determinante fue
propuesto por las «nuevas teorías del mercado de trabajo», que distin-
guen un doble componente en la relación de trabajo.

Recuadro 4. El trabajo en Polanyi

Una investigación de la antropología económica y de la


puesta en perspectiva histórica del desarrollo y la extensión de
los mercados hace una distinción importante entre los distin-
tos tipos de objetos susceptibles de un intercambio comercial.
Es el aporte de la importante obra de Karl Polanyi [1946].
Por un lado, las mercancías típicas son aquellas en las que la
producción está orientada por la búsqueda de rentabilidad
en respuesta a las demandas de la clientela. Pertenecen a esta
categoría las materias primas, los productos intermedios, los
bienes de consumo y los equipos. Por otro lado, otras mercan-
cías están ciertamente valorizadas por los mercados, pero su
oferta no está condicionada por la misma lógica económica
pura. Es el caso de la naturaleza, de la moneda y del trabajo. Su
existencia es la condición de una economía monetaria, pero
estas mercancías ficticias no pueden en sí mismas ser produ-
cidas según una lógica de mercado. Los episodios históricos
en los cuales el mercado avasalló a la naturaleza concluyeron
en catástrofes ecológicas, la competencia de monedas desem-
bocó con mucha frecuencia en crisis importantes. En fin, esta
transformación del trabajo en mercancía produjo en el pasado
episodios dramáticos en términos económicos y demográficos.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Un conflicto estratégico en el centro del contrato de trabajo.


— En un primer momento, los asalariados son contratados por
medio de un salario, es decir, una remuneración libre del riesgo
propio del empresario. Esta primera transacción se produce en lo que
se ha convenido en llamar el «mercado de trabajo», pero la operación
no se detiene en este estadio, pues el trabajo no es una mercancía
como las otras.
En un segundo momento, en efecto, los asalariados se someten a
la autoridad del empresario para efectuar las tareas productivas a las
cuales están afectados por la iniciativa de este último. Esta relación de
subordinación introduce un conflicto en el centro de la producción:
asalariados y empresarios tienen intereses contradictorios en lo que
concierne a la intensidad y la calidad del trabajo. Los primeros tienen
interés en minimizar su esfuerzo por un salario determinado; los
segundos, en maximizarlo. Este conflicto no se puede regular por la
sola competencia en el mercado de trabajo.
Por lo tanto, la historia social muestra y la teoría confirma que
este conflicto propio del trabajo exige una gran variedad de disposi-
tivos jurídicos, organizacionales e institucionales que permitan supe-
rarlo, al menos transitoriamente. En efecto, intervienen las normas de
esfuerzo [Leibenstein, 1976], los dispositivos de control (la máquina
para fichar, el cronómetro), los incentivos en materia de remunera-
ciones (trabajo a destajo, participación en las ganancias, entregas de
acciones), pero también las negociaciones colectivas que tienden a
canalizar los conflictos de trabajo gracias a convenciones que enmar-
can el contenido del contrato de trabajo. Este último precisa, enton-
ces, las condiciones de empleo, el salario inicial y los procedimien-
tos que rigen la promoción, la duración del trabajo, los beneficios
sociales y las condiciones de expresión de los asalariados en la escala
individual o colectiva.
Estos dispositivos de control y de incitación al trabajo en el
seno de la empresa se vuelven tan determinantes en las economías
contemporáneas que el componente comercial del trabajo se halla
afectado. Por ejemplo, la empresa puede tener interés en fijar un
salario superior al de mercado si eso le permite reducir los costos

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Robert Boyer

gracias a un esfuerzo más intenso de los asalariados. Por este hecho, el


«mercado de trabajo» no se equilibra más por los precios, sino por un
racionamiento: a veces el desempleo, a veces la escasez de mano de
obra, pero rara vez, o nunca, la formación del salario se da a partir de
la confrontación de ofertas y demandas walrasianas [Boyer, 1999b].

Los aspectos colectivos del contrato de trabajo. — Por lo tanto,


la especificidad misma del trabajo lleva a la noción de relación salarial,
que describe las modalidades según las cuales cada empresa gestiona
los componentes que son la organización del trabajo, su duración,
el salario, las perspectivas de ascenso, los beneficios sociales y otros
elementos del salario indirecto. Pero estos dispositivos se inscriben en
el sistema jurídico e institucional que especifica los derechos de los
asalariados, las prerrogativas de los empresarios y las modalidades de
resolución de sus conflictos. Las reglas generales que rigen el trabajo
asalariado definen, entonces, en el plano global, la relación salarial. Esta
es, desde un punto de vista lógico, la tercera forma institucional que,
después del régimen monetario y de las formas de la competencia,
caracteriza a una economía de mercado en la que la actividad asala-
riada es determinante.

Del productor a la empresa concebida como organización

Es en el marco definido por estas formas institucionales donde se


inscribe la actividad de una de las entidades esenciales de la econo-
mía de mercado: la empresa o también la firma. Esta última es anali-
zada según una matriz que surge del tratamiento del tema en la
teoría microeconómica y en la del equilibrio general.

De un simple gestor de los factores de producción… — En


efecto, para estas teorías, los productores se limitan a tomar como
dado el sistema de precios relativos y a ajustar en consecuencia el nivel
de producción y la demanda de factores, a partir del conocimiento
de las técnicas de producción disponibles. Yendo a un extremo, se
podría afirmar que el productor podría ser reemplazado eficazmente

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

por un programa informático que resolviera el plan de maximización


bajo restricciones que está en el centro de la microeconomía están-
dar. De hecho, como se considera que los factores de producción son
productos como los otros, se observa una dualidad entre el programa
del consumidor y el del productor [Varian, 1995], lo que tiene como
efecto volver a pasar de una economía de producción a una economía
de intercambio [Guerrien, 1996].

… A la búsqueda de una organización compatible con las


formas institucionales vigentes. — Por contraste, un enfoque en
términos de economía política de la firma [Eymard-Duvernay, 2004]
debe tener en cuenta las restricciones y las oportunidades asociadas a
las formas institucionales en las que esta opera.
La empresa, para determinar su estrategia, debe tener en cuenta
primero el tipo de competencia que prevalece en los mercados en los
que opera. De manera general, dispone de tantos márgenes de acción
como los que concentra el sector al que pertenece. De un modo
significativo, los servicios comerciales y de marketing apuntan a
mejorar la posición competitiva de la firma, que ya no es algo dado
sino el resultado de una estrategia.
La empresa es también el lugar de la producción, por lo tanto, de
la gestión de la relación salarial. Ahora bien, esta última apela a una
gran variedad de dispositivos (sistema de remuneración y modo de
control) que exige a su vez una especialización de una parte de los
asalariados en la gestión del personal. Una parte significativa de las
elecciones de la empresa se inscribe como una reacción contraria o
en conformidad con las instituciones de conjunto que determinan la
relación salarial vigente en la economía considerada.
Finalmente, el acceso al crédito es determinante en las decisiones
de producción e inversión de la firma. Por ende, para sobrevivir y pros-
perar, debe invertir y desarrollar nuevos productos y procedimientos.
Muchas de estas operaciones hacen intervenir al régimen monetario, en
la medida en que interactúan, por un lado, con la política de oferta de
crédito de los bancos y, por el otro, con la evolución de la valuación
bursátil. Se encuentra así planteada la cuestión de las relaciones entre
los regímenes monetario y financiero [Aglietta y Orléan, 1998]. Sin

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Robert Boyer

olvidar el papel del crédito a corto plazo en la gestión del capital nece-
sario para la explotación y la actividad del día a día.

Recuadro 5. Una teoría institucional de la firma


La referencia a un régimen de acumulación fordista (capí-
tulo II) suscitó las investigaciones de sociólogos, historiadores
y economistas, especialistas de la industria automotriz. Estos
trabajos llevados a cabo en el marco de la red internacional del
GERPISA* desembocaron en una construcción teórica que
da cuenta tanto de la evolución durante un siglo de este sector
como de la persistente diversidad de la organización contempo-
ránea de las firmas.
Lejos de poder resolver el programa de maximización de la
rentabilidad bajo restricciones, las empresas se disponen a imple-
mentar una estrategia de rentabilidad fundada en una pequeña
cantidad de palancas de acción (búsqueda de rendimientos de
escala, diversificación, reactividad de la coyuntura, calidad e
innovación).
Esta estrategia de la rentabilidad debe ser compatible con el
régimen de crecimiento y el modo de distribución del ingreso
nacional, de manera que no se puede siempre transponer las
estrategias ganadoras de un espacio económico a otro.
Una segunda condición de la viabilidad de una firma no es
más que la existencia de un compromiso de gobierno que permita
hacer compatibles las exigencias potencialmente contradictorias
entre una política de producto, la organización productiva y un
tipo de relación salarial.
Así, se ha observado la sucesión/coexistencia de un pequeño
número de configuraciones productivas: taylorista, wollardista,
fordista, sloannista, toyotista y hondista [Boyer et Freyssenet, 2000].
* (http://www.univ-evry.fr/PagesHtml/laboratoires/gerpisa/index.html).

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

De este modo, surge un análisis institucional de la empresa (recuadro


5). En primer lugar, su viabilidad depende de la calidad de la adecua-
ción de la estrategia a las restricciones e incitaciones que vehiculiza la
arquitectura institucional [Boyer y Freyssenet, 2000]. Luego, y sobre
todo, la complejidad de las tareas de gestión que se derivan de la
inserción en este ambiente supone una especialización de las compe-
tencias, de modo que la empresa se convierte en el lugar de la divi-
sión del trabajo, bajo la dirección del empresario [Coriat y Weinstein,
1995]. En este sentido, mercado y empresas participan del principio
de la división del trabajo que está en el centro de la dinámica de las
economías capitalistas [Boyer y Schméder, 1990; Ragot, 2000].
Esta construcción presenta un último aspecto de interés: mientras
que, con mucha frecuencia, la corriente neoinstitucional contempo-
ránea [Ménard, 2000] asimila instituciones, organizaciones y conven-
ciones, ella distingue claramente entre estas tres entidades (figura 3,
abajo) y adopta una concepción orgánica de la firma [Berle y Means,
1932]. Se opone, entonces, término a término al enfoque jurídico
estándar que convierte a la sociedad por acciones en propiedad de los
accionistas, concepción que recuperó interés durante la moda del valor
accionario. De hecho, los estatutos mismos de la sociedad anónima
organizan una separación entre la irreversibilidad de la participación
productiva que manejan los dirigentes y la liquidez de los derechos de
propiedad de los que se benefician los accionistas [Blair, 2003].

La cuestión central de la teoría de la regulación

Frente a la multiplicidad de las formas institucionales que están


en el centro de una economía capitalista, ¿cuáles son los mecanis-
mos susceptibles de asegurar la coherencia y la viabilidad durante
un tiempo? Esta es la principal pregunta de la teoría de la regula-
ción, por la cual nunca se ha asegurado el equivalente de lo que,
para la teoría neoclásica, es el equilibrio. Dos mecanismos principales
contribuyen a la viabilidad de un modo de regulación. Por una parte,
se puede observar ex post la compatibilidad de los comportamientos

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Robert Boyer

económicos asociados a las diversas formas institucionales. Por otra


parte, como surgen desequilibrios y conflictos que no pueden ser
superados en la configuración presente, se impone una redefinición
de las reglas de juego que codifican las formas institucionales. En este
proceso, se moviliza directamente la esfera política.
A partir de la presentación de los conceptos de base, aparecen dos
especificidades de la teoría de la regulación.
Dadas la diversidad y la complejidad de las instituciones del capi-
talismo, nada garantiza que su conjunción defina una modalidad
viable de los ajustes económicos. Es la razón por la que la noción de
modo de regulación (capítulo II) introduce simultáneamente la posibili-
dad de un régimen económico, pero también de sus crisis, puesto que
ellas son multiformes (capítulo IV). Se levanta así la restricción que
postulan casi todos los modelos neoclásicos, a saber: la existencia de
un equilibrio estable, incluso en el largo plazo.
No hay forma de concebir una economía pura, es decir, desprovista
de toda institución, de normas de derecho o incluso de orden polí-
tico. Las instituciones de base de una economía de mercado suponen
actores y estrategias que no son económicas. Estas intervenciones
no tienen a priori como primer objetivo estabilizar la economía; sin
embargo, es de dicha interacción entre la esfera económica y la esfera jurí-
dico-política de donde resultan los modos de regulación. Se recupera
así el mensaje de la economía política, enriquecido por las enseñan-
zas extraídas de la observación de la historia del capitalismo.

Las relaciones Estado/economía

La ilusión de una economía pura, es decir, totalmente indepen-


diente de lo jurídico y de lo político, debe, por ende, abandonarse.
En efecto, en las teorías del equilibrio general, en el mejor de los
casos, el Estado puede convertirse en la expresión de las elecciones
colectivas que apuntan a hacer prevalecer un óptimo de Pareto. Otra
acción cualquiera, por ejemplo, una intervención en los precios, no
puede sino introducir ineficiencias.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Por su parte, la teoría de la regulación otorga una importancia


determinante a las relaciones Estado/economía (figura 3). La presen-
tación de las formas institucionales hizo, a partir de ese momento,
aparecer algunas de estas relaciones.

Figura 3. Las interdependencias entre el Estado, el orden


político y las formas
Figura 3. Las interdependencias institucionales
entre el Estado, el orden político
y las formas institucionales

3 Esfera política/
Orden constitucional
Elecciones políticas
y reformas
constitucionales incentivos A restricciones
en respuesta a
los conflictos
entre principios
contradictorios

Formas institucionales

incentivos B restricciones
2
Redefinición de
las reglas legales
bajo presión de los
grupos de interés

Organizaciones
Convenciones

incentivos C restricciones

1
Individuos
Innovaciones
y reestructuraciones en
las organizaciones
Del orden constitucional a la esfera económica:
una clara jerarquía
A B C

De la esfera económica a la esfera política: desequilibrios


y conflictos que exigen una redefinición de las reglas de juego
1 2 3

Grado de persistencia: Orden constitucional >


Formas institucionales > Organizaciones >
Comportamientos individuales

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Robert Boyer

La elección de un régimen monetario es política

Si la moneda instituye la economía monetaria, no puede ser la


consecuencia, lo que invierte la fábula neoclásica según la cual el
aumento de los costos de transacción vinculados con el trueque
habría llevado a la invención de la moneda por parte de los mismos
agentes. De hecho, la historia económica muestra que son los comer-
ciantes los que inventaron la moneda privada [Braudel, 1979], y los
príncipes y los reyes, los que trataron de arrogarse el derecho de
acuñar la moneda de curso legal en circulación dentro de su terri-
torio [Le Rider, 2001]. Y no hay que olvidar que una cantidad de
monedas comenzaron siendo títulos de la deuda pública. Otra ense-
ñanza de la historia es que ningún sistema bancario fundado sobre
la competencia entre diversas monedas privadas sobrevivió durante
mucho tiempo. La invención de los Bancos Centrales reconoce la
necesidad de un actor que no esté movido por la lógica de la renta-
bilidad comercial y que tenga por función velar por la viabilidad del
sistema de pagos, siempre amenazado por la crisis, es decir, por el
colapso. Incluso los Bancos Centrales contemporáneos, considerados
independientes, siguen viendo su estatus como determinado por el
poder político. Así, la elección de un régimen monetario (y cambiario
en la economía abierta) apela, necesariamente, a la esfera política.

No hay competencia sin intervención pública

La competencia, librada a los comportamientos estratégicos de las


empresas, tiende a desembocar en la concentración, los acuerdos, el
oligopolio y el monopolio, en la medida en que se introducen costos
fijos, rendimientos crecientes, efectos de red, reputación. Son los
compradores/consumidores, entonces, las víctimas de este proceso,
lo que no deja de suscitar su reacción a través del proceso político y
legislativo. Casi todas las economías desarrolladas debieron estable-
cer autoridades encargadas de velar por las reglas de la competencia.
Hasta tal punto que se puede leer la historia de la concentración

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

del capital y de la organización de las empresas como la consecuen-


cia de las estrategias de las grandes firmas que trataron de adaptarse
a las reglas y barreras puestas por el legislador para oponerse a su
conquista de un poder excesivo en el mercado [Fligstein, 1990]. De
este modo, la forma de competencia opera como una mediación entre
las esferas privada y pública.

Relación salarial y ciudadanía

En lo que respecta a la relación salarial, la intervención del Estado es,


a priori y desde un punto de vista estrictamente lógico, menos necesa-
ria. Ahora bien, aunque en grados diversos, la mayoría de los Estados
intervienen en el derecho laboral, a riesgo de asimilarlo al derecho
comercial (tendencia en práctica en los Estados Unidos [Buechte-
mann, 1993]) o, en el otro extremo, de hacer del derecho colectivo
de los asalariados uno de los fundamentos de una economía social de
mercado (caso de Alemania) [Labrousse y Weisz, 2001]. Más aún, la
experiencia histórica francesa muestra que una intervención estatal
fuerte fue necesaria a comienzos del siglo XIX para liberar las fuerzas
competitivas que concernían al trabajo [Boyer, 1978]. Es también el
caso de ciertos países en vías de desarrollo (Chile, Argentina, Brasil),
en los que gobiernos autoritarios procedieron a realizar reformas
radicales del derecho laboral [Ominami, 1986; Boyer y Neffa, 2004].
La intervención directa o indirecta del Estado es más evidente aún
en lo que concierne a la cobertura social: las luchas de los asalariados
por el reconocimiento de los accidentes de trabajo, su derecho a la
jubilación y a la salud desembocan, en caso de tener éxito, en dere-
chos sociales que afectan tanto la naturaleza de la ciudadanía como el
modo de regulación. El Estado puede intervenir directamente en la
financiación de una cobertura social de tipo beveridgiana, o enmar-
cando la negociación entre la patronal y los sindicatos, como es el
caso del sistema bismarckiano. Así, de una forma o de otra, la relación
salarial involucra a la esfera política.

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Robert Boyer

Un Estado sometido a lógicas contradictorias

Para la teoría de la regulación, la acción del Estado está lejos de


ser monolítica, ya que, en estas distintas ramas, se pueden manifestar
contradicciones y tensiones entre principios alternativos. ¿El derecho
comercial debería acabar con el del trabajo? ¿Cómo arbitrar entre
la financiación de la cobertura social por parte del fisco y la finan-
ciación por parte de los asalariados y los empresarios? ¿La igualdad
jurídica y política va de la mano de un principio de democracia
industrial en la empresa? Muchas preguntas a las cuales el poder
político da respuestas diferentes según el contexto y la correlación
de fuerzas presentes. Esta fuerte interdependencia entre las formas
institucionales y el papel del Estado no es más que la expresión de la
imbricación de las esferas política y económica.

Un Estado-Nación insertado en la economía internacional

Esta concepción no es válida más que en el seno del espacio terri-


torial definido por una soberanía estatal. En contraste con las teorías
de la economía pura, la teoría de la regulación es incitada a elegir
el Estado-nación como punto de partida del análisis. En efecto, el
régimen monetario, la relación salarial y, en menor medida, la forma
de la competencia siguen estando determinados principalmente en
el marco del espacio nacional, incluso en una época de creciente
interdependencia entre los Estados-nación. Pero esto no significa
que estos sean totalmente soberanos, ni a contrario que estén despro-
vistos de todo poder sobre las fuerzas vehiculizadas por el régimen
internacional.
En consecuencia, se introduce una quinta y última forma institu-
cional: las modalidades de inserción del Estado-Nación en la economía inter-
nacional. En efecto, para la teoría del comercio internacional neoclásica,
la única opción abierta concierne a las tarifas aduaneras que introducen
muchas distorsiones en relación con un sistema de libre intercambio.
Por consiguiente, desde un punto de vista estrictamente económico,

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

el Estado no debería intervenir, dejando funcionar el mecanismo de la


formación de precios a escala internacional. Para la teoría de la regu-
lación, el Estado-nación puede controlar los diversos componentes de
las tarifas aduaneras, definir las modalidades de recepción de la inver-
sión directa, fijar reglas en materia de inversión de cartera o, incluso,
controlar la inmigración. De nuevo, se introducen muchas institucio-
nes para gestionar las relaciones con el resto del mundo [Mistral, 1986].
Estas instituciones son transformadas y redefinidas, pero no destruidas
por el proceso contemporáneo de internacionalización [Boyer, 2000a].

Conclusión: Las cinco formas institucionales

Así, la economía capitalista según la teoría de la regulación se


distingue de la idealización que hace de ella la teoría neoclásica. Eso
no significa, sin embargo, que las formas institucionales correspon-
dan a la intuición de que cada uno puede aprovecharse del mundo
económico en el que opera cotidianamente. Estas son abstracciones
que se inscriben en un marco teórico inspirado en los padres funda-
dores de la economía clásica. Responden, además, a las objeciones
dirigidas al poco realismo de las hipótesis de la TEG (tabla 1) y dejan
al análisis institucional, estadístico e histórico toda la tarea de brindar
la caracterización exacta de las formas institucionales y, por ende, la
viabilidad de un modo de regulación.

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Robert Boyer

Tabla 1. Las instituciones ocultas de una economía


capitalista: de la teoría del equilibrio general (TEG)
a la teoría de la regulación

Hipótesis de la TEG Coherencia y Papel de las formas


pertinencia de estas institucionales
hipótesis

1. La moneda no es más La moneda es también Necesidad de reglas para


que algo monetario. un medio de inter- la creación y destruc-
cambio y de reserva de ción de la moneda.
Un subastador centraliza valor.
todas las transacciones. No es una economía Un régimen monetario
de mercado: de hecho, y de crédito define los
hay un planificador del sujetos comerciales y
tipo Gosplan. permite la descentra-
lización de las transac-
ciones.

2. Todos los agentes En general, los agentes Variedad de formas de la


consideran los precios tienen un comporta- competencia que difiere
como dados. miento estratégico. de la competencia
perfecta.

3. Los servicios de trabajo El doble componente El contrato de trabajo


son intercambiados en del trabajo: transacción se inserta en una red de
un mercado de la misma monetaria más relación instituciones que defi-
naturaleza que el de los de subordinación. nen la relación salarial.
productos.

4. Ausencia de Estado. Una autoridad externa La configuración de las


al mercado es requerida relaciones Estado/econo-
para manejar la moneda, mía.
la competencia y los
bienes públicos.

5. Ausencia de Estado- Todo Estado no es Las modalidades de


nación. soberano más que en inserción en el régimen
un territorio delimi- internacional.
tado.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

II De las leyes de hierro del capitalismo a la


sucesión de los modos de regulación
Uno de los trabajos fundadores de la teoría de la regula-
ción [Aglietta, 1976] partía de una apreciación muy crítica de la
teoría neoclásica de la época, pues esta parecía incapaz de analizar
la coyuntura norteamericana desde la guerra de Secesión. Pero
criticaba también la teoría marxista de la época, en su variante del
capitalismo monopólico del Estado (CME): descripción inadecuada
de una economía de grandes empresas conglomeradas, convenciones
colectivas y políticas monetarias keynesianas; incapacidad para pensar
el cambio, incluso cuando el capitalismo se caracteriza por las inno-
vaciones y transformaciones estructurales.
El esfuerzo teórico apuntaba a sacar a la luz las leyes de trans-
formación endógena del capitalismo. Este era el sentido dado a la
palabra regulación (cronología al final del libro).

Una lectura crítica de la ortodoxia marxista

El aporte teórico que propone Marx en El capital es tratar el capi-


talismo como modo de producción y descubrir sus fundamentos así
como su dinámica de largo plazo. Los sucesores de Marx intentaron
actualizar su teoría en función de un doble imperativo: en primer
lugar, tener en cuenta los cambios producidos a lo largo del siglo XX,
luego, y sobre todo, brindar herramientas para la lucha política. Al
hacer esto, los análisis del capitalismo evolucionaron mucho, pero, a
la luz de la historia económica del siglo XX, mostraron sus límites, es

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Robert Boyer

decir, su carácter erróneo. Por otra parte, las herramientas de análisis


económico han progresado mucho y algunas de ellas permiten supe-
rar ciertas dificultades halladas por Karl Marx.

Especificar las formas de las relaciones sociales

Muy impresionado por la dimensión de las transformaciones asocia-


das al aumento de la industrialización y partidario de la historia prolon-
gada, Karl Marx propuso una caracterización del modo de producción
que surgía en referencia a todos los que lo habían precedido (modo
de producción asiático, feudalismo, etc.). Marcado también por la filo-
sofía alemana, el autor de El capital construyó un sistema conceptual
ambicioso que deriva de un esfuerzo de abstracción en relación con la
«economía vulgar», para retomar la expresión del propio Marx.
En contraste con los otros modos de producción, el capitalismo se
distingue por dos rasgos. En primer lugar, el predominio de una rela-
ción comercial —al punto de fijar un precio incluso a las no mercan-
cías— se opone a los otros modos de distribución de la riqueza.
En segundo lugar, las relaciones sociales de producción se caracte-
rizan por el conflicto entre capital y trabajo: los proletarios que no
tienen acceso al capital se ven limitados a vender su fuerza laboral
al «hombre de los escudos», que es el capitalista. Bajo la apariencia
de una relación de intercambio (trabajo por salario) se manifiesta la
explotación del trabajo por el capital, en el sentido de que el valor
creado por los asalariados es superior al valor de la reproducción de
su fuerza de trabajo (figura 4).
Marx quizás pensó que esta caracterización era suficiente, en
general, para construir una teoría del capitalismo y de sus tendencias
a largo plazo. Le resultó difícil anticipar que las luchas de clases, que
había estudiado mucho, en particular en sus escritos políticos, no
desembocarían necesariamente en el colapso rápido de este modo
de producción y su reemplazo por otro, primero socialista y luego
comunista. Ahora bien, la historia de diferentes países dominados por
el capitalismo mostró una relativa variedad de relaciones sociales de
producción así como de la organización de las relaciones mercantiles.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Cambio en el seno de las propias relaciones sociales

Si, en una perspectiva a largo plazo, es decir, de muchos siglos, se


suceden diversos modos de producción que se apoyan en diferentes
relaciones sociales, no se excluye, sin embargo, que estas relaciones
sociales puedan evolucionar en el seno de un mismo modo de producción.
Por ejemplo, los asalariados pueden luchar para limitar las bajas de
salario durante las crisis industriales, luego lograr una reivindicación
y obtener una indexación de su salario nominal en relación con
los precios, y finalmente conseguir un principio de participación en
las ganancias de productividad que contribuyen a conseguir [Boyer,
1978]. En el sistema conceptual de Marx, esto quiere decir que el
valor de la fuerza de trabajo ya no está determinado por necesidades
sociales invariantes o mucho menos fijado por los imperativos de la
reproducción de los empleados. La cuestión de los conflictos capital/
trabajo influye en la forma de la relación de explotación.
Del mismo modo, el régimen monetario está lejos de ser inva-
riante cuando se pasa, por ejemplo, de sistemas gobernados por un
patrón oro a una economía de crédito en el contexto de una moneda
de curso legal. Los cambios en las relaciones Estado/economía son
también importantes. A muy grandes rasgos, las transformaciones
económicas y más aún las luchas políticas generan el paso de un
Estado centrado en la funciones soberanas tradicionales (derecho,
justicia, defensa, diplomacia) a un Estado implicado en la mayoría de
las formas institucionales, a saber: la competencia, la relación salarial
y el régimen monetario [Delorme y André, 1983].
El propósito de la teoría de la regulación es precisamente detec-
tar la magnitud de los cambios en la forma exacta de las relaciones
sociales, que se producen a escala secular, tanto en Estados Unidos
[Aglietta, 1976] como en Francia [Cepremap-Cordès, 1978].

No hay dinámica grandiosa del modo de producción capitalista

Otra diferencia con la tradición marxista consiste en las dudas


que tiene la teoría en cuanto a la existencia de leyes generales que

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Robert Boyer

deriven de la mera pertenencia de una economía al modo de produc-


ción capitalista. Para Marx, se trataba de la caída tendencial de la tasa de
rentabilidad. Sus sucesores invocaron el aumento del capital financiero
[Hilferding, 1970], el del imperialismo [Luxembourg, 1967], o el surgi-
miento de un capitalismo monopólico [Baran y Sweezy, 1970]. Sin
olvidar, ante el aumento de las intervenciones del Estado en la econo-
mía, la teoría del capitalismo monopólico de Estado. Para la mayoría
de estos autores, estas características eran estrategias para frustrar la ley
de la caída tendencial de la tasa de rentabilidad. Según otra interpreta-
ción, se trataba de otros estadios que se inscribían en el camino hacia
un régimen económico en el que la actividad se colectivizaría.

Figura 4. De las categorías de la teoría marxista


a las
Figura 4. De lascategorías
de la teoría de lamarxista
de la teoría regulación
a las de la teoría
de la regulación
La relación de
producción
Capital/trabajo
El modo de Categorías
producción La ley de la
más
La relación capitalista acumulación
abstractas
comercial

Una relación
salarial
Un conjunto
Un régimen de
Una forma de de formas Categorías
acumulación
competencia institucionales intermedias

Un régimen
monetario

Evolución del
salario
y de la
productividad Marco de
Un modo de
referencia de Variables
Formación regulación
los compor- observadas
de precios tamientos

Crédito, moneda
y tasa de interés

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

El objetivo de la teoría de la regulación es caracterizar con preci-


sión, gracias a las estadísticas extraídas de las cuentas nacionales, los
parámetros de los diversos regímenes de acumulación que se obser-
van en el tiempo, así como en el espacio. De este modo, la noción de
régimen de acumulación sustituye a la de esquema de reproducción
(figura 4).

El Estado, vector de los compromisos institucionalizados, no solo agente


del capital

Los teóricos marxistas se vieron tentados de deducir la forma del


Estado de la naturaleza del capital, lo que fue llamado «teoría de la
derivación» [Mathias y Salama, 1983]. Esta visión tuvo como conse-
cuencia, en primer lugar, que la esfera política dependiera de la esfera
económica, y luego que se postulara un funcionalismo del Estado en
la dinámica del capital, hasta el punto de que, en la teoría del capi-
talismo monopólico del Estado, bastaría cambiar a este último para
caer en un sistema de facto ya colectivo. Ahora bien, tanto la historia
de la construcción de los Estados como los avances de las ciencias
sociales desmienten esta doble hipótesis.
En el origen del Estado se encuentra la construcción de la sobe-
ranía en un espacio a menudo conquistado por la guerra. El sobe-
rano extrae de la economía las contribuciones necesarias, sin que sea
evidente que, de este modo, favorezca el crecimiento de la burguesía
comerciante y luego industrial. Los déficits recurrentes de las finan-
zas públicas obligan a recurrir a los grandes financistas, generan la
pérdida de valor de la moneda legal, etc. Muchos de estos obstáculos
impiden el surgimiento de un capitalismo en buena y debida forma.
Por su parte, los trabajos multidisciplinarios muestran, de hecho, la
necesidad de una distinción entre las esferas económica y política. En
el nivel más abstracto, la primera, bajo el aguijón del capitalismo, tiende
a la acumulación de la riqueza; la segunda se concentra en la acumu-
lación de poder [Théret, 1992]. En la práctica, sin embargo, el Estado
debe hacerse de los recursos de la economía y, a contrario, puede más
o menos favorecer la implementación de las instituciones necesarias

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Robert Boyer

para la acumulación. En este sentido, solo ex post se puede constatar si


se genera una modalidad viable de interacción entre lo político y lo
económico. Son los regímenes físico-fiscales los que describen cómo
la actividad económica tiene un efecto retroactivo en los volúmenes
de retenciones obligatorias y, recíprocamente, cómo la legislación y
el sistema fiscal canalizan la acumulación.
La razón de esta falta de automaticidad de la viabilidad de estos
regímenes es simple: la mayoría, si no la totalidad, de los gastos públi-
cos y los sistemas fiscales son el resultado de una serie de compromisos
institucionalizados [Delorme y André, 1983] a priori independientes
entre sí, y que no apuntan en absoluto a estabilizar la acumulación.
Muy a menudo, es un resultado no intencional que no se observa
más que ex post. Para dar un solo ejemplo, la conquista de los dere-
chos sociales extendidos a los asalariados fue percibida, en particu-
lar por los empresarios, como algo que imposibilitaba la acumula-
ción, por la caída de la tasa de rentabilidad como consecuencia de
estos avances. Ahora bien, el crecimiento excepcional después de la
Segunda Guerra Mundial, en especial en Europa, va a mostrar que el
cambio de la relación salarial es, de hecho, un vector de un régimen
de acumulación sin precedentes y desde todo punto de vista viable,
al menos por un tiempo (capítulo III).

Las crisis se suceden, pero no se parecen

Contrariamente a la imagen implícita que vehiculiza el término


«regulación», esta problemática trata de un modo simultáneo los regí-
menes de acumulación casi estabilizados y su crisis. Pero, incluso sobre
este punto, la teoría de la regulación se distingue de las concepciones
marxistas o hasta clásicas [Duménil y Lévy, 2002]. Para Marx, el perfil
de la acumulación es por naturaleza cíclico, lo que hace que se suce-
dan fases de crecimiento y luego de ajuste debido a crisis industriales
o financieras. Pero hay, para él, otro tipo de crisis: aquella que corres-
pondería al colapso del modo de producción capitalista por efecto de
sus contradicciones (aumento de la concentración, caída de la tasa de
rentabilidad, etc.). Sus sucesores barajaron otras dos concepciones.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Para algunos historiadores y economistas, se sucederían, después


del surgimiento del capitalismo mercantil, ondas largas, de una longi-
tud aproximada de medio siglo. A una primera fase de dinamismo
de la acumulación y de relativa prosperidad le sucedería una rever-
sión duradera y la entrada en una fase descendente de depresión
y, eventualmente, de deflación [Kondratieff, 1925]. Esta problemá-
tica permitió diagnosticar y analizar el cambio de la década de 1970
[Mandel, 1978; Wallerstein, 1999].
Otros economistas, en particular los norteamericanos radicales,
fueron golpeados por la crisis de 1929, que casi marcó el colapso de
la economía estadounidense. Ahora bien, la paradoja es que la tasa
de rentabilidad, en el período anterior a la crisis, había alcanzado
niveles en los cuales se planteaba un problema de expectativas para
esta producción particularmente rentable. Este nuevo desequilibrio
en un régimen de acumulación suscitó una interpretación original
del papel de la gestión de la demanda en el capitalismo monopólico
[Baran y Sweezy, 1970]. En general, los historiadores de la econo-
mía, especialistas en crisis, tuvieron la tendencia de tomar la crisis
norteamericana de 1929-1932 como un patrón de las crisis del capi-
talismo durante el siglo XX.
La teoría de la regulación extrae todas las consecuencias de la
ausencia de un régimen de acumulación canónico. A cada régimen
de acumulación corresponde una forma de crisis, hipótesis que
permite conciliar la crisis de 1929 con los episodios precedentes del
siglo XIX. Por otra parte, el método de análisis está finalmente cerca
del elaborado por la Escuela de los Anales para las economías preca-
pitalistas: estos trabajos muestran efectivamente que «cada sociedad
tiene las crisis de su estructura» [Labrousse, 1976]. Esta concepción
ya se había usado para comprender el cambio de forma de las crisis
a lo largo del siglo XIX [Bouvier, 1989]. Las investigaciones de la
teoría de la regulación prolongan estos hallazgos para el siglo XX.
Cada economía tiene las crisis que corresponden a su régimen de
acumulación y/o a su modo de regulación.

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Robert Boyer

Recuadro 6. Las cinco formas institucionales:


definiciones

Forma institucional (o estructural): toda codificación de


una o varias relaciones sociales fundamentales. Se distinguen
cinco formas institucionales principales.
Forma y régimen monetarios: la forma monetaria es la
modalidad que reviste, para un país y una época determina-
dos, la relación social fundamental que establecen los suje-
tos comerciales. La moneda no es una mercancía particular,
sino una forma de poner en relación los centros de acumu-
lación, los asalariados y otros sujetos comerciales. Se designa
como régimen monetario la configuración correspondiente que
permite ajustar déficits y superávits.
Forma de relación salarial: configuración de la relación
capital/trabajo, compuesta por las relaciones entre la orga-
nización del trabajo, el modo de vida y las modalidades de
reproducción de los asalariados. En términos analíticos, inter-
vienen cinco componentes para caracterizar las configura-
ciones históricas de la relación capital/trabajo: el tipo de los
medios de producción, la forma de la división social y técnica
del trabajo; la modalidad de movilización y de apego de los
asalariados a la empresa; los determinantes del ingreso salarial,
directo o indirecto; finalmente, el modo de vida asalariado,
más o menos vinculado con la adquisición de mercaderías o la
utilización de servicios colectivos fuera del mercado.
Forma de la competencia: indica cómo se organizan las
relaciones entre un conjunto de centros de acumulación frac-
cionados, cuyas decisiones son a priori independientes entre sí.
Se distinguen muchos casos polares: mecanismos competitivos
a partir del momento en que es la confrontación ex post en el
mercado la que define la validación o no de los trabajos priva-
dos. Monopolio, si prevalecen algunas reglas de socialización
ex ante de la producción por una demanda social de un monto
y una composición sensiblemente equivalentes.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Forma de adhesión al régimen internacional: conjunto


de reglas que organizan las relaciones entre el Estado-nación
y el resto del mundo, tanto en materia de intercambios de
mercancías como en la ubicación de los productos, a través de
la inversión directa o de flujos y saldos exteriores, o incluso en
cuestiones de migración.
Formas del Estado: conjunto de compromisos instituciona-
lizados que, una vez establecidos, crean reglas y regularidades
en la evolución de los gastos y los ingresos públicos.

Elaboración de conceptos intermedios:


las formas institucionales

Esta revisión crítica de las teorías marxistas del capitalismo alcanza


finalmente una caracterización de las formas institucionales (recuadro
6). En última instancia, la lista es la misma que la que resultaba del análi-
sis de las instituciones ocultas de una economía de mercado, tal como
la concibe la teoría neoclásica (capítulo I, tabla 1). Estos dos enfoques
son complementarios porque corresponden a niveles de abstracción
diferentes: la crítica interna de las teorías del equilibrio general destaca
a las instituciones necesarias desde un punto de vista estrictamente lógico. El
análisis opera en el espacio de la teoría al nivel más abstracto.
El reexamen del enfoque marxista lleva a especificar las caracte-
rísticas de las relaciones sociales fundamentales tal como prevalecen
en una sociedad y una época determinadas, como resultado de un
proceso histórico.
Si el primer enfoque es funcionalista, el segundo es histórico y
deja abierta la cuestión de la viabilidad de una serie de compromisos
institucionalizados, forjados en la historia y que alcanzan a las cinco
formas institucionales. En efecto, las luchas sociales, los conflictos
políticos y las grandes crisis económicas y financieras desembocan,
por lo general, en nuevos compromisos institucionalizados que no
se dirigen solo a las relaciones Estado/economía, sino también a la
relación salarial y a las formas de la competencia. Es, por lo tanto,

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Robert Boyer

abusivo considerar que la teoría de la regulación es funcionalista


[Jessop, 1997]. La cuestión de la viabilidad del régimen económico
asociado con una arquitectura institucional está a priori abierta: solo
la observación ex post de una viabilidad de este tipo dará la ilusión
de un funcionalismo. Esta ilusión es retrospectiva y concierne sobre
todo al teórico, porque los actores económicos a menudo se ven
sorprendidos por el resultado de los cambios institucionales.
De este modo, la teoría de la regulación desarrolla conceptos inter-
medios entre una teoría válida en todo tiempo y lugar, y la simple
observación de los datos macroeconómicos. Es, entonces, volunta-
riamente subdeterminada: pertenece al análisis empírico que especifica
la naturaleza de las formas institucionales para una economía y un
período determinados (figura 5).
Precisamente, esta indeterminación teórica introduce la presen-
tación del concepto central, a saber: el del modo de regulación.
Se puede resumir lo esencial de los problemas que encuentra este
concepto con la ayuda de tres proposiciones.

Una regulación a priori problemática

Así, los compromisos institucionalizados son los fundadores de las


formas institucionales. Ahora bien, son, en general, independientes
entre sí, posiblemente por el hecho de la especialización de las
diferentes esferas de la actividad económica. Por ejemplo, el
Banco Central recibe del gobierno las características del régimen
monetario, las relaciones laborales dan forma a la relación salarial, la
reglamentación y la estrategia de las empresas condicionan la forma de
competencia. Ningún sistema de ingeniería tiene la responsabilidad
de velar ex ante por la compatibilidad de estas distintas formas insti-
tucionales. De hecho, cada actor económico determina su estrategia
en función de las restricciones e incentivos propios del marco insti-
tucional en el que opera y tiene en cuenta el sistema de precios. En
una economía monetaria, por ende, descentralizada, nada garantiza
que la conjunción de estos comportamientos individuales defina una
configuración viable para el plan macroeconómico.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

En el nivel más fundamental, para la teoría de la regulación, es a


priori la incoherencia la que debería ser la regla; la regularidad y la
evolución ordenada serían la excepción. Se encuentra, de este modo,
el origen del uso de este término en las ciencias físicas y biológicas
[Canguilhem, 1974]: ¿cómo entidades a priori independientes (por
extensión, las formas institucionales) pueden implicar una evolución
de conjunto compatible con su coexistencia y persistencia, en suma,
formar un sistema (en el caso económico)? Si la respuesta es positiva,
se acuerda llamar modo de regulación al conjunto de los mecanismos
económicos implicados. Se introducen, de esta manera dos de las
características esenciales de un modo de regulación:
 r%FCFQFSNJUJSSFQSPEVDJSEFQFSÎPEPFOQFSÎPEPMBDPOêHVSB-
ción institucional en vigencia sin una alteración importante.
 r /P EFCF TVQPOFS MB JOUFSJPSJ[BDJÓO QPS QBSUF EF MPT BDUPSFT
económicos de reglas de conjunto que gobiernen el sistema en su
totalidad. En esto, la teoría de la regulación se opone a la escuela de
las expectativas racionales que, en macroeconomía, supone que los
agentes económicos conocen tan bien como el teórico los mecanis-
mos que rigen sus interacciones [Lucas, 1984]. El papel de las formas
institucionales es, entonces, resumir los conocimientos necesarios
para la acción de los individuos y, por lo tanto, simplificar el conte-
nido informativo y cognitivo movilizado. Los agentes actúan con un
conocimiento parcial y una racionalidad situada institucionalmente.
Esta concepción no carece de relación con la racionalidad limi-
tada [Simon, 1983], pero el componente institucional se aplica a los
aspectos propiamente cognitivos vinculados con la dificultad de una
acción racional frente a la incertidumbre. Precisamente, las formas
institucionales condensan y focalizan una información considerada
pertinente y, en ella, reducen la incertidumbre intrínseca que resulta
de la unión de un conjunto de comportamientos estratégicos [Aoki,
2006]. La cuestión de la existencia de un equilibrio, entendido como
un conjunto de comportamientos mutuamente compatibles, debe
examinarse caso por caso. Esta noción de equilibrio no tiene nada que
ver con la del equilibrio walrasiano, ya que ningún agente maximiza
bajo coacción frente a un sistema de precios conocido por todos.

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Boyer Jose.indd 66
Figura 5. El método de la teoría de la regulación
Figura 5. El método de la teoría de la regulación
Inicio
de un nuevo 1. Periodizar las formas
ciclo de institucionales 2. Explicitar su lógica
investigación + "1#" +
"1#"( "%$&
+ #"# $ +"("$
+ "1$" +".$$".#
+  #$ + #$#2#
+ #"1$" +'$""$ 

6. Analizar los procesos de


salida de la crisis

66
+"$")1##$"$#"
Robert Boyer

+ #" "#$#


+  "$ /$
21#"##$$%#

5. Diagnosticar las fuentes 4. Analizar la coherencia 3. Poner a prueba su campo y su


de las crisis estructurales de un modo de regulación validez
+1 + $#"%# +21("1
#""#  /$ "# "#
+ &%1$# "-$"# + $$%*%",%%1 +"21"%#
& +"$")1"  "#
+#$%")(#1 !%0#"### +"%#"%#$)(#$
# ""$#

Figura 05.indd 1 30/08/16 21:08

26/09/16 21:30
La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

¿Cómo terminan surgiendo los modos de regulación?

Diversos procesos o mecanismos han sido puestos en evidencia


por los numerosos estudios históricos y formalizaciones inspiradas
por la teoría de la regulación.

¿El bricolaje y el azar? — El descubrimiento y los tanteos han sido


invocados para dar cuenta del modo de regulación asociado con el
fordismo después de la Segunda Guerra Mundial [Lipietz, 1979]. La
introducción de los métodos científicos del trabajo, el taylorismo,
después de la cadena de montaje a partir de la década de 1920 las
ganancias de productividad sin precedente, pero, a pesar de la baja de
precios relativos de los bienes correspondientes, la demanda demues-
tra ser insuficiente para abordar este aumento de producción. Desde
un punto de vista estrictamente lógico, es bastante fácil para el obser-
vador exterior considerar que el consumo masivo es la contrapartida
necesaria de la producción masiva. Sin embargo, nada de esto ocurre
si los agentes económicos son dejados a su propia iniciativa. Es nece-
saria alguna forma de intervención colectiva [Boyer y Orléan, 1991].
Esto es, precisamente, lo que surge después de la Segunda Guerra
Mundial: las convenciones colectivas que codifican y difunden la
progresión del salario real prorrateando la productividad vienen a
asegurar ex post el establecimiento de un nuevo modo de regulación.
La coherencia del sistema no era, entonces, adquirida ex ante.

Una selección por la eficiencia: las dudas. — Las formas insti-


tucionales no están seleccionadas en función de su eficiencia económica.
En efecto, aparece el equivalente de una dependencia en relación
con el camino: existen costos irrecuperables asociados con la cons-
trucción institucional. Además, al igual que ciertas tecnologías de
redes [Arthur, 1994], las formas institucionales pueden manifes-
tar rendimientos crecientes, de modo que formas superiores pero
emergentes están en desventaja respecto de formas institucionales
bien establecidas. En fin, es necesario recordarlo, ningún sistema de
ingeniería tiene el papel de sincronizar la evolución de las formas

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Robert Boyer

institucionales. Ni siquiera el Estado, cuya diversidad de objetivos y


de intervenciones se ha mostrado. Es una ruptura en relación con
la mayoría de las concepciones neoclásicas que consideran que los
agentes racionales tendrían siempre interés en negociar una reforma
institucional que fuera eficiente en el sentido de Pareto, aunque los
perdedores eventuales fueran indemnizados por los ganadores. Muy a
menudo, estos mecanismos de transferencia no existen, de modo que
los potenciales perdedores se oponen a la reforma.

Un proceso evolucionista. — Un tercer mecanismo refiere a la


coevolución de las formas institucionales entre sí y respecto del cambio
técnico. En cada período, pueden enfrentarse o coexistir diversas
estrategias de recomposición de las formas institucionales, pero es
de su adecuación mutua de donde va a resultar la arquitectura que
lleva a un modo de regulación que, por lo demás, no se interpretará
como tal más que en retrospectiva. Este mecanismo, como el prece-
dente, no tiene relación directa con la eficiencia. Este rasgo tiene dos
consecuencias importantes que conciernen a la persistente diversidad
de los modos de regulación.

La hipótesis de complementariedad. — El surgimiento de un


modo de regulación viable puede también generar complementarieda-
des entre dos o más formas institucionales. Por ejemplo, en el régi-
men de patrón oro, toda desviación en relación con los precios inter-
nacionales debe dar lugar a un reajuste de los costos de producción,
a menudo por intermedio de la flexibilidad de los salarios, tanto a
la baja como a la alza. Se nota, entonces, una complementariedad
entre un régimen monetario y una relación salarial que permite estos
reajustes. O incluso, las políticas llamadas keynesianas de estabiliza-
ción del ciclo se consideran complementarias con el hecho de que,
en las economías del siglo XIX, el salario nominal se rigidizó.

Una jerarquía de las formas institucionales. — Un modo de


regulación puede también ser el resultado del papel determinante de
una forma institucional en relación con otras. En efecto, la historia
muestra la existencia de una jerarquía entre las formas institucionales: la

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

asimetría correspondiente deriva con mucha frecuencia de compro-


misos políticos particulares. Se puede detectar una configuración así
a partir de la observación de que un cambio estructural en la forma
institucional dominante tiene como propiedad provocar una evolu-
ción en el seno de una o muchas otras formas institucionales. Si, por
ejemplo, el régimen monetario y la política del Banco Central de los
keynesianos se vuelven monetaristas, las tasas de interés en promedio
más elevadas pesan en el resultado de las empresas, lo que repercute en
el empleo y los salarios; si la política se prolonga durante un período
bastante largo, es la configuración misma de la relación salarial la que
se ve afectada [Boyer, 1986b]. En este caso, es el cambio de la jerarquía
el que explica los procesos de surgimiento y/o transformación de un
modo de regulación.
Hay muchos mecanismos susceptibles de explicar la viabilidad de
un modo de regulación. Pero este explica también su variabilidad en
el tiempo y en el espacio.

De los modos de regulación contrastados a la escala secular

El estudio de un período prolongado del capitalismo francés (del


siglo XVIII a la última década del siglo XX) destacó la sucesión de
al menos cuatro épocas. Las consecuencias del cambio de la relación
salarial en más de tres siglos son manifiestas en lo que respecta a la
evolución del salario nominal y real.

Una regulación a la antigua hasta fines del siglo XVIII

Prevalece en la mayor parte de las economías del Antiguo Régi-


men, en las cuales se desarrolla un capitalismo mercantil a partir de
estructuras esencialmente rurales. La dinámica económica es impul-
sada por los riesgos que enfrenta la agricultura. Frente a malas cose-
chas, los precios de los productos que afectan el costo de vida suben,
de manera que la crisis agrícola se transmite al sector de la industria,
lo que, a su vez, implica una baja del salario nominal luego de la

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Robert Boyer

contracción de la demanda que emana del sector rural y agrícola. Por


lo tanto, el salario real colapsa y, como las condiciones de supervi-
vencia se vuelven precarias, la tasa de mortalidad aumenta, lo que no
deja de evocar una de las hipótesis de base del modelo malthusiano.
Es también un ejemplo de regulación estanflacionista, de la que se
encontrarán huellas solo dos siglos después en el seno del modo
de regulación administrada. En la materia, la teoría de la regulación
recupera los trabajos de la Escuela de los Anales.

Una regulación competitiva típica del siglo XIX

Este segundo modo de regulación implica otras secuencias


coyunturales. En efecto, a partir de mediados del siglo XIX, el centro
de estímulo de la economía pasa a ser la industria manufacturera,
pautada por la sucesión de fases de prosperidad y luego de cambio. El
grado de concentración del capital es débil, de modo que los precios
son competitivos. Por otra parte, los asalariados están sometidos a
las fluctuaciones de la acumulación, sin poder influir en el salario
nominal. En consecuencia, el salario nominal, los precios industriales
y la coyuntura industrial varían en conjunto. Esta configuración es
equivalente, en la teoría de la regulación, a lo que es el equilibrio
walrasiano para la teoría neoclásica. Sin embargo, hay una diferencia:
bajo el impacto de la acumulación, el sistema económico no está
nunca en reposo —el equilibrio neoclásico—, sino que se alternan
fases de sobreacumulación y luego de subacumulación. Este tipo de
regulación está implícita en la mayoría de las teorías económicas. No
obstante, no ha permanecido sin cambios, ya que se fue transfor-
mando progresivamente.

El largo tiempo del cambio: el período de entreguerras

En efecto, la concentración del capital se manifiesta de período


en período, muy particularmente en ocasiones de crisis. De forma
paralela, el aumento de la cantidad de los asalariados industriales

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

permite su organización colectiva (sindicatos, asociaciones, mutuales)


y surgen las luchas que apuntan a limitar el trabajo nocturno de muje-
res y niños, a reconocer los accidentes de trabajo o incluso a impedir
las bajas de salario en los períodos de mala coyuntura. Este movi-
miento interviene en el último tercio del siglo XIX y adquiere toda su
importancia después de la Primera Guerra Mundial. Este período está
marcado por el paso a la moneda de crédito, potencialmente desligada
de toda convertibilidad, la aparición de una inflación permanente en
contraste con los cambios del nivel general de los precios, característi-
cas de la regulación competitiva, asociada con el patrón oro.
Los elementos colectivos de la relación salarial hacen su aparición
—en Francia, por ejemplo, se reconoce el derecho a la jubilación—,
al mismo tiempo que la acumulación de la inflación reclama la
reivindicación de los asalariados en favor de una indexación del sala-
rio nominal por un índice de precios al consumidor. De este modo,
las formas institucionales se alteran significativamente en relación
con el siglo XIX. Sin embargo, la regulación salarial sigue siendo
regida por la misma forma competitiva, lo que pone de manifiesto
uno de los resultados centrales de la teoría de la regulación.
Contrariamente a las teorías neoinstitucionalistas que postulan
una correlación perfecta e instantánea entre la aparición de las
instituciones y la modificación de las conductas, los estudios
históricos prolongados resaltan que casi un cuarto de siglo separa el
surgimiento de instituciones portadoras de innovaciones radicales
y el momento en que se produce el establecimiento del modo de
regulación correspondiente. La transformación de los modos de
regulación se inscribe en el largo plazo de la modificación de los
modos de vida, las técnicas de producción, la espacialización de las
actividades, y no en los tiempos breves y volátiles de las expectativas.
Esto se opone a la hipótesis que ha sido privilegiada por la mayoría
de los programas de investigación en economía institucional, con
excepción de Douglass North [1990].
La configuración paradojal de los años 1919-1939 marca una
etapa importante en la evolución de los modos de regulación a largo
plazo (figura 6).

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Robert Boyer

La regulación monopólica: los treinta años gloriosos

Solo a partir de la segunda mitad de la década de 1950 se establece


esta regulación que se puede calificar también de administrada, que estaba
apenas en germen en el período entre las dos guerras mundiales, tanto
en Francia como en Estados Unidos. En efecto, el paso a la moneda
forzada se utiliza para financiar la acumulación y ya no los gastos de
guerra; la relación salarial se transforma radicalmente por la indexa-
ción del salario nominal respecto de los precios y lo que se llamaba en
esa época los «dividendos del progreso», es decir, la progresión esperada
de los salarios a medida que crecía la productividad. Paralelamente, los
elementos colectivos que entran en el modo de vida asalariado (acceso
a la educación, a la salud, a la vivienda, etc.) se incorporan en los siste-
mas de cobertura social, sea bismarckiano —cuando son las contribu-
ciones salariales y los aportes patronales los que alimentan la cobertura
social de los asalariados—, sea beveridgiano —cuando la solidaridad
social es financiada por el sistema fiscal general—.

Figura 6. La
Figura 6. Lasucesión deloslos
sucesión de modos
modos de regulación:
de regulación:
el ejemplo
el ejemplo de larelación
de la relación salarial
salarial
1. Regulación de tipo siglo XVIII 2. Regulación competitiva
del siglo XIX
Salario nominal
Costo de vida
Producción

3. Una alteración de la regulación 4. Regulación de «tipo monopólico»


«competitiva»

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Estos cambios importantes explican una trayectoria sin prece-


dentes del salario: una progresión casi continua del salario real, una
pérdida de la sensibilidad del salario nominal frente al desempleo,
un carácter estanflacionista de las recesiones. Por lo tanto, la regula-
ción monopólica se distingue mucho de la regulación competitiva.
Es todavía una diferencia en relación con otros enfoques institucio-
nales que siguen haciendo del equilibrio de la competencia perfecta
con información simétrica el punto de referencia respecto del cual
las instituciones que existen realmente introducen muchas imperfec-
ciones. Para la teoría de la regulación, al contrario, esta configuración
institucional era coherente y generaba desempeños que, en retros-
pectiva, aparecen como remarcables.
Este modo de regulación entró en crisis a fines de la década de
1960 y, desde entonces, se inició un proceso de recomposición de las
formas instituciones que hasta el presente no dio surgimiento a un
sucesor claramente identificable como fue la regulación monopólica.

Los modos de regulación contemporáneos

No obstante, los estudios han explorado diversas hipótesis que se


organizan en relación con una cierta jerarquía de las formas institu-
cionales.

La profundización de la competencia, incluida la internacional

En primer lugar, la desregulación y la apertura internacional casi


continua desde mediados de la década de 1960 hizo de la competencia
una forma institucional importante, si no dominante [Petit, 1998].
En efecto, tiende a afectar la recomposición de la relación salarial, de
modo que los salarios ya no aparecen solo como un componente de
la demanda efectiva, sino como un costo que contribuye a la cons-
trucción de la competitividad. Mutatis mutandis, los Estados-nación
están en competencia, incluso en materia fiscal, para atraer empresas
dada la movilidad acumulada del capital, de manera que las relaciones

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Robert Boyer

Estado-economía se transformaron. Este modo de regulación poten-


cial es, sin embargo, diferente de la regulación competitiva típica del
siglo XIX, pues opera en el marco de un Estado con intervenciones
multiformes, incluso en el dominio de la cobertura social.

¿Un modo de regulación dominado por la terciarización?

Una transformación lenta pero persistente de las estructuras


productivas se está dando desde la Segunda Guerra Mundial. Si bien
la industria manufacturera era el motor y tendía a imponer su diná-
mica en la coyuntura de conjunto, el empleo terciario no dejó de
desarrollarse hasta el punto de desplazar el centro de gravedad de la
economía [Petit, 1986]. Ahora bien, este sector de servicios mani-
fiesta una articulación original de las formas institucionales (rela-
tiva segmentación, es decir, balcanización de los contratos de trabajo,
competencia por la calidad y la ubicación, etc.). En consecuencia,
en las economías contemporáneas, una parte significativa de las
propiedades o ventajas de los modos de regulación deriva del sector
terciario. Por ejemplo, las fluctuaciones de la actividad son de menor
amplitud por la inercia que prevalece en los servicios. Este modo de
regulación se inscribiría en la continuidad del paso de la regulación
a la antigua (dominada por el sector agrícola) hacia la regulación
competitiva (impulsada por la industria) y luego monopolista (carac-
terizada por una articulación original entre industria y servicios).

¿Un modo de regulación financiarizada?

Según un tercer enfoque, la multiplicación de las innovaciones


financieras y la apertura a los flujos de los capitales internacionales
de una serie de economías, tanto desarrolladas como en vías de desa-
rrollo, suscitó una hipótesis alternativa, a saber: la financiarización
del modo de regulación [Aglietta, 1998]. Ahora bien, el proceso de
recomposición de las formas institucionales en el curso de las dos

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

últimas décadas es tan complejo que, hasta el presente, el surgimiento


de un modo de regulación financiarizada sigue siendo incierto y
difícil de establecer, excepto en Estados Unidos en la década de 1990.
Pero este modo de regulación mostró sus límites con el estallido de
la burbuja de Internet y no parece susceptible de aplicarse a una gran
cantidad de países [Boyer, 2002b].
Esta pluralidad de modos de regulación potenciales ilustra una
implicancia fundamental de la teoría: si bien retrospectivamente su
descubrimiento da la impresión de una interpretación funcionalista,
en el tiempo real de las transformaciones estructurales, aparece con
claridad la incertidumbre que preside el surgimiento de los modos
de regulación.

Conclusión: Equilibrio, desequilibrio… regulación

De este modo, el aporte que ofrece esta problemática a la


justificación de la elección del término regulación para caracterizarla
parece más claro.
La teoría neoclásica se concentra en la noción de equilibrio, aunque
también estudia el proceso de crecimiento, ya que se considera que
converge hacia un camino dotado de estabilidad dinámica, que el
sistema de precios alcanza a caracterizar. Además, esta teoría aminora
el impacto de la moneda e ignora el carácter dinámico del proceso
de acumulación típico de una economía capitalista [Sapir, 2000].
La teoría del desequilibrio [Bénassy, 1984] plantea la hipóte-
sis de precios walrasianos y considera que son el resultado de un
proceso oligopólico de formación de precios, lo que corresponde
efectivamente a las formas contemporáneas de la competencia. Sin
embargo, salvo alguna excepción, los modelos correspondientes no
toman en cuenta la dinámica de la acumulación y tampoco el papel
de las instituciones en la coordinación de las estrategias de los agentes
económicos.
La teoría de la regulación capta en toda su medida el impacto de
las formas institucionales que son la relación salarial, las formas de la

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Robert Boyer

competencia, el régimen monetario sobre la dinámica de la acumu-


lación, que ya no es solo producto del juego de los precios relativos.
En la medida en que ciertos precios como el salario o la tasa de
interés sean el resultado del juego de las formas institucionales, las
herramientas forjadas por la teoría del desequilibrio, en particular la
noción de racionamiento, pueden aprovecharse para formalizar los
modos de regulación.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

III Regímenes de acumulación y dinámica histórica


Como la teoría se interesa por las tendencias a largo plazo, hay
un segundo concepto que desempeña un papel importante: el de
régimen de acumulación. Es importante ubicarlo en relación con el
de esquema de reproducción propuesto por Marx y sus sucesores. El
objetivo es formalizar la dinámica económica teniendo en cuenta
explícitamente el impacto de las formas institucionales en la distribi-
ción del ingreso entre salario y rentabilidad, y la compatibilidad del
imperativo de valorización y de realización, para retomar la termino-
logía marxista. Aparece, entonces, una multiplicidad de regímenes de
acumulación, no solo desde un punto de vista teórico, sino también
histórico. Esta variedad es mucho más marcada cuando el análisis se
extiende de las economías de la vieja industrialización a aquellas en
las que el proceso es más tardío.

De los esquemas de reproducción a los regímenes


de acumulación

Si el modo de regulación hace explícitas las series coyunturales de


las principales variables macroeconómicas, tal como las perciben los
agentes económicos, el régimen de acumulación describe los linea-
mientos de un modelo de crecimiento a largo plazo. Esta dualidad no
deja de suscitar algunas dificultades de interpretación.

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Robert Boyer

Origen y significado

La noción de régimen de acumulación es fundamental y se super-


pone a la de modo de regulación. Una primera aclaración establece
un paralelo con una coexistencia equivalente en las otras teorías
macroeconómicas. En la tradición keynesiana, el modelo IS-LM
tiene la función de describir el impacto de la política económica en
los niveles de actividad, mientras que otros modelos, de más largo
plazo, tratan de identificar las condiciones de un crecimiento regular.
La misma dualidad se da en la macroeconomía neoclásica contem-
poránea: los modelos de ciclo real describen las consecuencias de
innovaciones monetarias o tecnológicas, mientras que los modelos
de crecimiento endógeno —como el de Solow— se liberan de la
descripción del ciclo para identificar los factores que contribuyen al
crecimiento a largo plazo.
Pero hay una razón mucho más importante en el uso de la noción
de régimen de acumulación. En efecto, fiel a la intuición marxista
que está en su base, la teoría de la regulación saca de la referencia
al modo de producción capitalista la hipótesis del papel determi-
nante de la acumulación. Sin embargo, el régimen de acumulación se
distingue de los esquemas de reproducción por el hecho de que sus
parámetros característicos se derivan, en lo ensencial, de dos formas
institucionales: la relación salarial y la forma de competencia.Además,
el valor de estos parámetros es considerado, muy a menudo, a partir
de series largas de cuentas nacionales. De este modo se dispone de
un modelo de dos secciones para la economía francesa de los treinta
años gloriosos [Bertrand, 1983] y de un modelo equivalente para
Estados Unidos [Juillard, 1993], o incluso de un modelo de muchos
regímenes que incorpora el período entre la Primera y la Segunda
Guerra Mundial [Boyer, 1989].
El recuadro 7 presenta la definición completa de esta noción.
Subraya tanto los aspectos cualitativos como los cuantitativos. En
efecto, la viabilidad de un régimen de acumulación plantea la cues-
tión de la reproducción de las formas institucionales. Cuando colapsa
un régimen de acumulación, se ve directamente afectada la arquitec-
tura de las formas institucionales. Una última aclaración: esta noción

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

es eminentemente abstracta y no pretende describir el comporta-


miento de los agentes económicos; es una herramienta de análisis
para el investigador de la regulación.

Una sucesión de regímenes de acumulación

Las investigaciones históricas a largo plazo en Estados Unidos,


Francia, los países europeos y Japón dan cuenta efectivamente de
cambios en los regímenes de acumulación. De manera suscinta,
aparecen dos parámetros clave a escala secular. Por un lado, el carácter de
la acumulación:
De dominancia extensiva, si se extiende una configuración produc-
tiva sin un cambio importante en las técnicas de producción.
Por el contrario, de dominancia intensiva, cuando la organización
productiva se transforma permanentemente para obtener ganancias
de productividad.
Por otra parte, las características de la demanda hacen intervenir de
manera determinante dos configuraciones contrastantes:
El modo de consumo, incluido el de los asalariados, está poco inte-
grado a la producción manufacturera regida por el capitalismo, aunque
solo sea porque está garantizado por un sector agrícola que se carac-
teriza por una pequeña producción merantil o relaciones de rentas.
A medida que aumenta la cantidad de asalariados y, en consecuen-
cia, la tasa de salarización, el modo de vida de estos se transforma, al
punto de depender cada vez más de la producción garantizada por el
sector capitalista.
La combinación de estas dos características define a priori cuatro
regímenes de acumulación que se han observado efectivamente en
la historia (tabla 2). Hay que señalar que estos cambios se operan a
lo largo de varias décadas. Es importante explicitar cuáles son los
factores que están en el origen de la evolución de los regímenes de
acumulación. A menudo son las grandes crisis las que marcan los
límites de un régimen y suscitan las transformaciones que anuncian
a uno nuevo.

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Robert Boyer

Recuadro 7. De las formas institucionales


a la macroeconomía

Régimen de acumulación
Es un conjunto de regularidades que garantizan una
progresión general y relativamente coherente de la acumula-
ción del capital, es decir, que permiten reducir o propagar en
el tiempo las distorsiones y desequilibrios que surgen perma-
nentemente del proceso en sí mismo.
Estas regularidades conciernen a:
— un tipo de evolución de la organización de la producción y
de la relación de los asalariados con los medios de producción;
— un horizonte temporal de valorización del capital del que
se pueden desprender los principios de gestión;
— una distribución del valor que permite la reproducción
dinámica de los diferentes grupos sociales o clases;
— una composición de la demanda social que valida la evolu-
ción tendencial de las capacidades de producción;
— una modalidad de articulación con las formas no capita-
listas, ya que estas últimas tienen un lugar importante en la
formación económica estudiada.

Modo de regulación
Es todo conjunto de procedimientos y comportamientos,
individuales y colectivos, que tiene la propiedad:
— para reproducir las relaciones sociales fundamentales a
través de la conjunción de formas institucionales histórica-
mente determinadas;
— para sostener y «conducir» el régimen de acumulación
vigente;
— para asegurar la compatibilidad dinámica de un conjunto
de decisiones descentralizadas, sin que sea necesaria la interio-
rización, por parte de los actores económicos, de los princi-
pios de ajuste del conjunto del sistema.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Tabla 2. Cuatro grandes regímenes de acumulación:


entre la teoría y la historia

Naturaleza de la De dominancia
acumulación
Naturaleza
del consumo Extensiva Intensiva

Poco integrada al capi- Economía inglesa Economía norteameri-


talismo siglos XVIII-XIX cana siglo XIX
1 2

Muy integrada al capi- Economía norteameri- Economías de la


talismo cana OCDE
último tercio del siglo después de 1945
XX 3
4

Caracterización de los modos de desarrollo

Es hora de determinar de qué manera estos distintos regímenes


provienen de las propiedades de las formas institucionales caracte-
rísticas de cada uno de estos grandes períodos y examinar en qué
condiciones puede prevalecer un régimen de acumulación viable. Al
pasar, se mencionará el modo de regulación que sostiene cada régi-
men. Acordamos en llamar modo de desarrollo a la conjunción de un
régimen de acumulación y uno de regulación.

Acumulación extensiva en regulación competitiva

La teoría de la regulación tiene su origen y pertinencia en econo-


mías donde la competencia y la relación salarial tienden a imponer
su lógica. Es el caso de las economías de industrialización antigua.
Si nos ubicamos en la segunda mitad del siglo XIX, observamos

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Robert Boyer

una configuración muy particular. La competencia es la que ejercen


las empresas capitalistas debido a la superioridad de sus métodos y
organizaciones productivas: tienden a suplantar las formas anteriores,
por ejemplo, la de de la pequeña producción mercantil, para reto-
mar la terminología de Marx. La productividad se desarrolla bajo el
efecto de la acumulación en el sector motor que es el de las empresas
industriales capitalistas. Es en este sentido que se puede calificar a la
acumulación como «extensiva». Por su parte, el conjunto de asalaria-
dos de la industria está en desarrollo, pero es minoritario, de modo
que contribuye de manera decisiva a la formación de la rentabili-
dad, pero no es una parte interesada —o lo es poco— en la forma-
ción de la demanda. En consecuencia, la reproducción económica se
cierra sobre la demanda expresada por el campesinado, la burguesía
o, incluso, el gasto público. Es en este sentido que se puede hablar de
una demanda impulsada por las utilidades.
¿Cómo se estabiliza la acumulación? Principalmente a través de
las fluctuaciones del ejército de reserva, es decir, el papel de las fluc-
tuaciones de la actividad industrial en la formación del salario nomi-
nal. En efecto, a falta de una organización colectiva, los asalariados
solo disponen de un poder de negociación muy débil. Cuando en
una cierta coyuntura el empresariado industrial pierde el control, se
incrementa la demanda laboral, aumenta el empleo, lo que permite
un incremento de los salarios. Cuando, a contrario, la coyuntura vuelve
a su cauce, y disminuye el empleo, los salarios sufren de lleno las crisis
industriales que tienden a repercutir en el conjunto de la economía,
a medida que se desdibuja la regulación antigua, centrada en la acti-
vidad rural.
De hecho, más allá de las espectaculares y a menudo dolorosas
transformaciones sociales, este régimen de acumulación garantizó el
desarrollo del primer capitalismo industrial.

Acumulación intensiva sin consumo masivo

Todas las configuraciones de la acumulación no desembocan


necesariamente en un régimen dotado de estabilidad dinámica.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

En este aspecto, el período entre la Primera y la Segunda Guerra


Mundial es esclarecedor. En efecto, casi en su totalidad, las formas
institucionales sufrieron transformaciones importantes. Un primer
cambio se debe a que la ciencia y la técnica se movilizan para desa-
rrollar productos nuevos e impulsan la racionalización de los métodos
de producción. Las ganancias de productividad sin precedentes dan
testimonio del paso a una acumulación intensiva, construida sobre el
carácter acumulativo de la mejora de las técnicas de producción. Es
la época de la producción masiva y de sus rendimientos de escala. El
desarrollo de la salarización introduce una segunda transformación
respecto del siglo XIX. La demanda que surge de los asalariados se
vuelve importante, pero su génesis choca contra el hecho de que la
relación salarial sigue estando marcada por el carácter competitivo de
la formación de los salarios.
En estas condiciones, la aceleración de la productividad lleva al
inicio de una acumulación generada por los beneficios, pero que
termina tropezando con un desequilibrio entre las capacidades de
producción y la demanda. En efecto, el crecimiento de la producción
industrial no va acompañado de una evolución también favorable del
empleo, de modo que el salario real no se ajusta a las ganancias de
productividad. En consecuencia, la moderación del crecimiento de
la masa salarial pesa sobre la demanda.
De este modo se explica el carácter muy particular que reviste la
crisis abierta en 1929 en Estados Unidos: tanto el boom y la euforia
de la década de 1920 como la depresión de 1929 a 1932 dan testi-
monio de la inviabilidad del régimen de acumulación nacido en la
Primera Guerra Mundial.

Acumulación intensiva con consumo masivo

¿Por qué una secuencia así no se reprodujo después de la Segunda


Guerra Mundial, como temían los contemporáneos? De hecho, la
dimensión y la sincronización de los cambios introducidos en los
compromisos institucionales son el origen de un régimen viable
de acumulación intensiva porque, a partir de la década de 1950,

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Robert Boyer

producción y consumo masivos fueron de la mano. Este cambio se


produjo, en particular, gracias a la institucionalización de una “rela-
ción salarial fordista”, fundada en el principio de una distribución ex
ante de las ganancias de productividad. Paralelamente, la aplicación
de la ciencia y de los avances tecnológicos a la producción se vuelve
sistemática, ya que se extiende al horizonte temporal de la valori-
zación del capital. Esta extensión depende del vigor y de la relativa
estabilidad del crecimiento, a los que contribuye la implementa-
ción de una nueva concepción de las relaciones Estado/economía.
El Estado alienta la inversión productiva, realiza las infraestructu-
ras necesarias para su eficiencia y promueve también una cobertura
social para proteger a los asalariados. Finalmente, bajo el estandarte
del keynesianismo, los gobiernos llevan a cabo políticas de estabiliza-
ción de la coyuntura. Todos estos factores extienden el horizonte de
la previsión y permiten la movilización de los rendimientos de escala
y sus efectos de aprendizaje.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Tabla 3. Un cuadro sinóptico de los regímenes


de acumulación

Régimen Extensivo Intesivo sin Intesivo con Extensivo,


en regu- consumo consumo no iguali-
Compo- lación masivo masivo tario
nentes competitiva

Organización La gran Taylorismo, Movilización Agotamiento


de la produc- manufactura luego cadena de rendimien- de las ganan-
ción de montaje tos de escala cias de capital
y terciariza-
ción

Relación Competitiva Siempre Codificación Descentrali-


salarial competitiva, de la distri- zación, indi-
a pesar del bución de vidualización
aumento de ganancias de y debilita-
la cantidad de productividad miento de
asalariados las formas
colectivas

Distribución Regu- A beneficio Estabilización Reducción


del valor lado por el de las ganan- ex ante de la de la parte
agregado ejército de cias distribución salarial, luego
reserva estabilización

Composi- Campe- Parte Papel Estratificada


ción de la sinado, creciente de motor de la en función
demanda burguesía, la demanda demanda de del ingreso,
social gasto público de los asala- los asalariados ligado a las
riados competencias

Así, este régimen de acumulación intensiva, centrado en el


consumo masivo, abre la era del fordismo. En relación con los régi-
menes anteriores (tabla 3), tiene como particularidad institucionali-
zar una complementariedad de hecho entre el consumo de los asala-
riados y la inversión, lo que desemboca en una notable estabilidad
de la distribución del ingreso, tanto entre el salario y la rentabilidad,
como entre los propios asalariados. Este régimen de acumulación se

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Robert Boyer

caracteriza por un modo de regulación calificado de monopólico o


administrado, pues se organiza gracias a una institucionalización de
procedimientos de ajuste en respuesta a los riesgos de la actividad
económica. Hay una última condición para el éxito de este modo de
desarrollo: la ausencia de una fuerte restricción ejercida por el medio
internacional, lo que permite el sistema de Bretton Woods. Cuando
los ritmos de inflación implicados en las diferentes regulaciones
nacionales son divergentes, el potencial de crecimiento se restablece,
en general, gracias a un reajuste periódico del tipo de cambio.

Una acumulación extensiva con profundización de las desigualdades

En Estados Unidos, este régimen se verifica despues del fordismo,


ya que su entrada en crisis se manifiesta por un agotamiento de las
fuerzas anteriores de las ganancias de productividad, debido a razones
directamente tecnológicas (dificultad de búsqueda de las ganancias
de productividad frente a la demanda de diferenciación de produc-
tos) o sociales (protesta contra la lógica del trabajo fordista). Como,
ante la crisis de un paradigma productivo, no necesariamente se
sucede otro dotado de características equivalentes, la década de 1970
está marcada por una vuelta a la acumulación de dominancia exten-
siva (figura 7). Por lo tanto, es más paradojal que se intensifiquen los
esfuerzos de innovación, sin que se manifieste una recuperación de
las ganancias de productividad. Esta recién se producirá en la década
de 1980 y más aún en la de 1990.
Un segundo componente de este régimen de acumulación
deriva de la erosión, es decir, de la descomposición de la relación
salarial fordista, bajo el efecto de la pérdida del poder de negocia-
ción de los sindicatos frente al desempleo, producto de la crisis del
fordismo. La descentralización de las negociaciones a nivel de las
empresas, la individualización de los contratos de trabajo según las
competencias, la supresión de las cláusulas de indexación de los
salarios respecto de la inflación y de las ganancias de productividad
son algunos factores que permiten el desarrollo de desigualdades
en el seno del conjunto de asalariados (figura 8). Las luchas de

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

clasificación tienden a reemplazar las luchas de clase, y este factor


contribuye al estallido de la relación salarial anterior.
Este régimen, entonces, está fundado en una profundización de la
diferenciación de productos en respuesta al desarrollo de las desigual-
dades, ya que este es el principio de cierre de la acumulación. Por
su parte, la «flexibilización» de las relaciones salariales es lo que hace
posible las reducciones de costos a través de la moderación salarial, y
ya no de la investigación de técnicas para economizar en el trabajo,
como era el caso en el fordismo, que se caracteriza por la expecta-
tiva de un crecimiento permanente del salario real. De este modo,
la apertura cada vez más marcada a la competencia internacional
ejerce un efecto para impulsar la moderación de los costos salariales.
Además, las trayectorias sectoriales y nacionales se diferencian según
el grado de competitividad.

Figura 7. Productividad y salario real en Estados Unidos


Figura 7. Productividad y salario real en Estados Unidos

Productividad
Salario real

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Robert Boyer

Figura 8. La evolución de las desigualdades de ingreso en


Figura 8. La evolución de las desigualdades de ingreso
Estados
en Unidos
Estados Unidos
ÍNDICE (1947 = 100)

Inferior
Superior

Una observación importante: este modo de desarrollo produce


desempeños globales inferiores a los del fordismo, ya que se caracteriza
por una desaceleración neta de la progresión del nivel de vida, un
desempleo más elevado, ganancias más inciertas y una acentuación
de las desigualdades sociales que no deja de tener consecuencias
para la aceptabilidad de este régimen. Y, sin embargo, esto sucede
luego del fordismo, lo que invalida la hipótesis de una evolución
de los regímenes de acumulación en función de su capacidad para
tener una mayor eficiencia. Esto desmiente tanto la construcción
neoclásica como las concepciones marxistas, que suponen un papel
determinante de la productividad en el crecimiento y de las fuerzas
productivas en la reconfiguración de las relaciones sociales, respec-
tivamente. Para la teoría de la regulación, las formas institucionales
forjan el régimen de crecimiento, incluso la dirección y la intensidad
de la innovación.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Formalización del fordismo para estudiar su viabilidad


y las crisis

¿Cómo determinar la viabilidad de un modo de desarrollo? La


respuesta a esta pregunta supone salirse del análisis institucional y
cualitativo, y pasar a una representación cuantificada de las relaciones
entre las principales variables que intervienen en cada configura-
ción de las formas institucionales. Con fines pedagógicos, se presenta
primero la formalización del fordismo; la sección siguiente desarrolla
un modelo más general.

Las relaciones clave

De la caracterización antes mencionada, es posible extraer tres


de los mecanismos que están en el centro del fordismo (figura 9). El
primero está relacionado con la dinámica de las ganancias de produc-
tividad: el crecimiento permite obtener ganancias de productividad
por la existencia de rendimientos de escala y efectos de aprendizaje.
El segundo vincula, de manera a menudo explícita, la formación
de los salarios con la evolución de los precios al consumidor y de
las ganancias de productividad. Este segundo componente define,
entonces, cómo se reparten las ganancias de productividad entre el
salario y la rentabilidad. El tercer mecanismo describe cómo se forma
la demanda una vez conocida la distribución del ingreso. Supone que
el consumo de los asalariados es un indicador clave para la decisión
de inversión de las empresas.
Finalmente, para que la demanda se convierta en producción, es
necesario todavía que estén disponibles las capacidades de produc-
ción nacionales y las importaciones no absorban una fracción impor-
tante de esta demanda. La hipótesis subyacente es que la economía
está poco o nada abierta a la economía internacional. Cuando se
elimina esta última hipótesis, se obtienen otros regímenes de acumu-
lación, especialmente pertinentes para las décadas de 1980 y 1990,
y más aún para los países llamados periféricos, es decir, muy depen-
dientes en términos de comercio, de tecnología y de finanzas.

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Figura 9. El círculo virtuoso del crecimiento fordista


Figura 9. El círculo virtuoso del crecimiento fordista
y sus
y sustres
tres condiciones
condiciones
Potencial de Estabilidad del Poca
progresión de la compromiso apertura
productividad internacional

Modernización Su aceptación Concentración de Oportunidades


de los procesos por parte de los las luchas por el del sector de
productivos trabajadores poder adquisitivo consumo

Fuertes
ganancias de permiten
productividad

Fuerte acumulación
Nivel de Llamado
utilidades a la producción
de bienes de
equipamiento

Las ecuaciones de base


Sobre la base de esta representación sumamente simplificada del
circuito económico, es posible construir un modelo que describa las
variables clave de este régimen (recuadro 8).
La evolución de la productividad depende de las tendencias del
cambio tecnológico, de la intensidad de la formación de capital y de
la existencia de rendimientos de escala crecientes. Estos tres términos
reúnen diferentes concepciones. La tradición schumpeteriana está
representada por el término constante, expresión de las tendencias
exógenas del cambio tecnológico. Los modelos de generación de
capital se traducen en el impacto del flujo de inversiones en la mejora
de las tecnologías. Finalmente, los análisis kaldorianos, en este caso
esenciales, dan cuenta del impacto del dinamismo de la producción
sobre la productividad.
La intensidad de la formación del capital es función del ritmo de
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crecimiento del consumo, lo que recibe una doble interpretación.
Según la tradición poskeynesiana, se reconoce un mecanismo denomi-

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

nado «acelerador», pero también es la expresión de que la moderniza-


ción del sector que produce los bienes de consumo es, en el fordismo,
el principal estímulo para la producción de bienes de equipamiento.
Esta segunda ecuación es, entonces, el resumen de una característica
clave de un modelo en secciones productivas [Bertrand, 1983].

Recuadro 8. Un modelo de crecimiento fordistå

Las ecuaciones
(1) PR º = a + b . (I / Q) + d . Qº PR productividad; Q Producción
(2) (I / Q) = f + v . Cº I Volumen de inversión;
C Consumo
º º
(3) C = c . (N . SR) + g N empleo; SR Salario real
(4) (SR) º = k . PRº +h k Coeficiente de distribución de las
ganancias de productividad
(5) Qº = Dº a . C º + (1 – a ) . ºI D Demanda con a = (C/Q) variable
-1
a largo plazo
(6) Nº Qº– PR º Determinación del empleo
Los º designan la tasa de crecimiento de cada variable.

Una representación gráfica


El modelo precedente se interpreta fácilmente como el
resultado de un doble proceso:
1. Conociendo el ritmo de crecimiento de los mercados,
¿cuáles son las tendencias de la productividad [relación (I)]?
2. Para una evolución determinada de la productividad,
¿cuál es la distribución del ingreso entre salarios y utilidades,
del crecimiento del consumo y de la inversión y, por ende, de
la demanda global [relación (II)]?
De ahí, la siguiente representación gráfica:

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Robert Boyer

O
Productividad PR
I Crecimiento productividad
PRE II Productividad crecimiento
E

A
O
Q
-A/B C QE
Crecimiento
-C/D

Una vez simplificadas y linealizadas ciertas relaciones del


modelo, la solución analítica es la siguiente:
(I) PR = A + B . Q (II) Q = C + D . PR

C + D .A C ( 1– B) + A (D – 1)
(III) QE = NE =
1 – D .B 1 – D .B
Con A = a + bf y B = bv + d

a .(c . h + g) + (1 – a) . f y a c.(k – 1)
C= D=
1 – a . c – (1– a ) v 1 – a . c – (1 – a ).v

Por su parte, el consumo se inscribe en una lógica más kaleckiana


que keynesiana. En efecto, se debe a Kaldor, inspirado en Kalecki, la
frase que dice que «los capitalistas ganan lo que gastan, los asalariados
gastan lo que ganan», que traduce la asimetría fundamental que
caracteriza la relación salarial. Así, el consumo depende de la masa sala-
rial, hipótesis más fundada cuando la actividad salarial es dominante.
Gráfico cuadro 8.indd 1 31/08/16 10:22

Sin mucha dificultad se puede observar un comportamiento de


consumo diferente para los asalariados y los titulares de la rentabilidad.
La formación del salario tiene en cuenta dos hipótesis centrales. Como
el salario nominal está totalmente indexado por un índice de precios

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

al consumidor, es el salario real el que se convierte en la variable


pertinente. Ahora bien, este salario real es objeto de una indexación a
menudo explícita e institucionalizada según las ganancias de produc-
tividad. Se nota la ausencia de todo término que haga referencia a la
situación del empleo o del desempleo, de acuerdo con las enseñanzas
de los estudios econométricos que muestran el papel menor que ha
asumido el desempleo en el fordismo [Boyer, 1978].
La quinta ecuación toma la apariencia de una simple ecuación
contable que iguala producción y demanda. Sin embargo, tiene una
significación económica particular, ya que postula que es la dinámica
de la demanda la que limita la producción. Es extender al mediano
y largo plazo una hipótesis que la macroeconomía contemporá-
nea solo considera para el corto plazo. Esta hipótesis se libera de la
concepción compartida por la casi totalidad de los macroeconomistas
(neoclásicos, neokeynesianos, clásicos). Ha sido, por ende, criticada
[Duménil y Lévy, 2002], pero tiene el mérito de poner de manifiesto
la dependencia de la capacidad de producción frente a la evolución
de la demanda, tanto a través de la inversión y el mecanismo de
acelerador como por el hecho de la dependencia de la intensidad del
cambio tecnológico frente a la presión de la demanda. Igualmente,
la sexta y última ecuación define el crecimiento del empleo como el
desvío entre las tendencias de la producción y de la productividad.
Incorpora, de hecho, una hipótesis fuerte pero no necesariamente
invalidada por los datos econométricos: el empleo no depende, en lo
esencial, de fenómenos de sustitución capital/trabajo, sino del nivel
de la demanda y de los determinantes de la productividad [Boyer,
1999b]. Esto se inscribe en la tradición de los modelos de creci-
miento poskeynesianos.

Las tres condiciones de viabilidad

Las ecuaciones anteriores pueden interpretarse como la explicita-


ción de un doble proceso, característica típica de una teoría del creci-
miento acumulativo aplicada al fordismo (segunda parte del recua-
dro 8 arriba). Por un lado, conociendo el ritmo de crecimiento de la

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Robert Boyer

demanda, ¿cuáles son las tendencias de la productividad? Por el otro,


para una evolución de la productividad, ¿cómo se distribuye el ingreso
y cuál es, en consecuencia, el crecimiento del consumo, de la inversión
y, por ende, de la producción? Para hacerse una idea, el crecimiento
fordista es el resultado del equivalente de un motor de dos tiempos:
primero, la productividad activa el crecimiento, luego el crecimiento
estimula la productividad. Esta formulación literaria da la impresión de
un proceso explosivo, por lo tanto, fundamentalmente desequilibrado.
De hecho, para que un régimen sea viable, es importante que
una perturbación exógena transitoria no afecte el camino de creci-
miento. Esta condición supone que el grado de indexación del sala-
rio real en relación con la productividad esté comprendido entre
dos límites difinidos por la referencia al régimen de productividad
y de demanda. Si es demasiado bajo, la economía corre el riesgo de
colapso, si es demasiado alto, de explosión (recuadro 9).
Pero esta no es la única condición, ya que hace falta asegurar
también que las utilidades no evolucionen de manera desfavorable,
al punto de cuestionar la validez de la ecuación (2), que postula el
dinamismo del consumo como único factor explicativo de la inver-
sión. Es necesario que la indexación del salario real en relación con
la productividad sea inferior a otro umbral límite, dependiendo del
régimen de productividad y de demanda.
Finalmente, si se quiere tener en cuenta una característica impor-
tante del período fordista, hay que garantizar que el empleo sea
creciente. Esta condición se satisface si los componentes autóno-
mos de la demanda tienen un dinamismo superior a las tendencias
del progreso tecnológico que economiza el trabajo. Hallamos, de
este modo, el equivalente de una caracterización neoschumpeteriana
del fordismo: el empleo es creciente siempre que la innovación de
productos domine a la innovación de procesos.
Todo el interés de una modelización, incluso sumamente simple,
es explicitar las condiciones de posibilidad de un régimen fordista.
Simétricamente, esto permite diagnosticar los factores de crisis de
este régimen.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Recuadro 9. Las condiciones de un proceso de creci-


miento fordista virtuoso

La observación del período 1950-1967 hace aparecer tres


características esenciales: un crecimiento tendencial, cierta-
mente moderado, del empleo, una relativa estabilización de las
fluctuaciones coyunturales e, inicialmente al menos, la ausen-
cia de una tendencia adversa marcada en lo que concierne a la
participación de las utilidades. El modelo permite determinar
en qué condiciones tecnológicas e institucionales se garanti-
zan estas tres propiedades.
Para que aumente el empleo, es necesario que los compo-
nentes autónomos de la demanda (consumo como inversión)
tengan un dinamismo superior a las tendencias del progreso
técnico que economiza el trabajo [condición C1].
Para que el sendero de crecimiento sea estabilizado por un
proceso autocorrector de los desequilibrios de corto plazo, el
grado de indexación de los salarios en relación con la produc-
tividad debe estar comprendido entre dos límites fijados por
las características de las técnicas y la formación de la demanda
[condición C2].
Si hay una evolución desfavorable en la participación de
las utilidades, el grado de indexación de los salarios se supone
inferior a otro límite, función de los parámetros técnicos y de
la demanda [condición C3].
C (1 – B) + A (D – 1)
C1 >0 Condición de crecimiento del empleo
1 – D .B

Condición de
|1 – ac – (1 – a)v| |1 – ac – (1 – a)v| estabilidad
C2 1 – <k<1 + del camino
ac (bv + d) ac (bv + d)
de crecimiento

Condición para que la


(
C3 A + B . (C + D . A) ≥
1 – DB ) h
1-k
participación de las utilidades
no decline tendencialmente

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Robert Boyer

Las fuentes de crisis

A la luz de este modelo, las fuentes son tres.


En primer lugar, es posible que se agoten las ganancias de produc-
tividad asociadas con los métodos fordistas de producción, como
se observó en Estados Unidos [Bowles, Gordon y Weiskopf, 1986]
y más tardíamente en Francia [Coriat, 1995]. Si todo lo demás se
mantiene igual, esto puede hacer entrar a la economía en una zona
de inestabilidad.
En segundo lugar, el mantenimiento del pleno empleo, o incluso
de un sobreempleo, da un mayor poder de negociación a los asala-
riados que reclaman incluso una indexación más completa de su salario
respecto de las ganancias de productividad. Luego, la ruptura ulterior
de las tendencias de la productividad en relación con las expectati-
vas sobre las que estaban fundadas las convenciones colectivas puede
también aumentar el grado de indexación observado ex post [Boyer,
1986b]. Cuando se supera el umbral superior definido por la condi-
ción C2, la estabilidad del régimen de crecimiento ya no se garantiza.
Finalmente, en ausencia de innovaciones radicales de producto, la
madurez del consumo masivo puede implicar una evolución desfa-
vorable del empleo y las innovaciones de procedimientos superan
a las innovaciones de productos [Lorenzi, Pastré y Tolédano, 1980;
Réal, 1990]. Además, el éxito mismo de la producción fordista lleva a
un desplazamiento del empleo hacia el sector terciario [Petit, 1986],
incluyendo la educación, la salud y el tiempo libre (para recreación y
deportes), terrenos en los que los métodos fordistas son a priori inade-
cuados. Especialmente, la demanda debe solventarse mediante una
intervención del Estado, tema presente en los trabajos fundadores
de la teoría de la regulación [Aglietta, 1976]. De este modo, incluso
antes de entrar en una zona de inestabilidad, la economía puede
percibir una divergencia entre la evolución de la población activa y
la dinámica del empleo.
Asimismo, si las utilidades se ven afectadas negativamente, se
produce una lentificación, es decir, un bloqueo de la inversión. La
economía sale así de la zona de validez del fordismo para entrar en

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

una zona llamada «clásica», en la que un deterioro de las utilidades


tiene una influencia negativa en el nivel de actividad.
Estos son, sin embargo, hechos estilizados pero que no dejan de
evocar las evoluciones observadas tanto en Estados Unidos como en
diversos países europeos en la década de 1970.

Un modelo general de muchos regímenes

Desde fines de la década de 1970, los límites de los regímenes de


crecimiento de posguerra, que se deben a la crisis del fordismo o
a la desestabilización del sistema monetario internacional, resultan
claros para la mayoría de los actores. Suscitan, en primer lugar, una
modificación de las políticas económicas, y luego un regreso a la
legitimidad de ciertas formas institucionales. Si bien el monetarismo
aparece como el primero que disputa la legitimidad del keynesia-
nismo, en seguida es la concepción clásica la que vuelve de manera
notable: los salarios, que antes eran considerados como un factor
de dinamización de la demanda, son percibidos cada vez más como
cargas que pesan sobre la rentabilidad de las empresas y la compe-
titividad de la economía nacional. En consecuencia, una serie de
gobiernos conservadores revisaron la legislación laboral, para reducir
los costos laborales, alentar la competencia, la apertura internacional
y para redefinir el rol del Estado. A tal punto que, a comienzos de
la década de 1980, en los discursos políticos, por lo menos, tiende a
imponerse una concepción en las antípodas del fordismo: la mode-
ración salarial de hoy genera las utilidades que suscitarán la inversión
de mañana y el empleo de pasado mañana, proposición conocida con
el nombre de Teorema de Schmidt. No era más que la primera etapa de
una estrategia conocida en Francia con el nombre de deflación compe-
titiva [Lordon, 1997], y en la escala internacional con el término
de política conservadora neoliberal [Bowles, Gordon y Weiskopf, 1986;
Boyer, 1990a]. ¿En qué medida un régimen de acumulación así es
viable?

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Robert Boyer

Reintroducir los factores competitivos

Este nuevo curso de las políticas económicas es una invitación


a la generalización del modelo fordista al que se agregan mecanis-
mos de competencia. Es también una forma de analizar los regíme-
nes de acumulación extensiva en regulación competitiva, típica del
siglo XIX como caso límite de este modelo. Es suficiente hacer dos
generalizaciones. En primer lugar, la inversión depende a la vez de
la evolución del consumo y de las utilidades. En segundo lugar, el
salario real ya no depende solo de la productividad, sino también del
crecimiento del empleo como medida de la situación del «mercado
de trabajo» (recuadro 10).

Una multiplicidad de regímenes de productividad y de demanda

La consecuencia de esta extensión es enriquecer considerable-


mente las configuraciones respectivas de los regímenes de produc-
tividad y de demanda. En lo que concierne al régimen de produc-
tividad, resulta que puede considerarse que crece junto con la
producción, no solo en el caso fordista donde los rendimientos de
escala son elevados y la indexación limitada, sino también en un caso
típicamente clásico: el crecimiento alimenta las utilidades que esti-
mulan la inversión, fuente de ganancias de productividad. El régimen
de demanda puede también crecer con la productividad en el caso
clásico donde la formación de los salarios es principalmente compe-
titiva y la inversión depende fuertemente de las utilidades. Así parece
posible un régimen de acumulación conforme a la intuición clásica.

Recuadro 10. Regímenes de acumulación:


un modelo general

Parar tratar los modos de regulación competitivos, así como


la influencia de las estrategias liberales en la transformación

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

del régimen de acumuación fordista, es importante generalizar


el modelo de crecimiento anteriormente presentado (recua-
dro 4 arriba). Fundamentalmente, la secuencia clásica es la
siguiente. Los salarios competitivos permiten altas utilidades
que alimentan la inversión y, por lo tanto, la productividad. El
mayor dinamismo del crecimiento —producido por la inver-
sión o, en las economías abiertas, por las exportaciones— lleva
a término el dinamismo del empleo. Idealmente, el círculo
virtuoso clásico se presenta de este modo:

La secuencia de un crecimiento clásico


Salarios competitivos Rentabilidad Inversión Productividad

Producción

Empleo

De hecho, para las necesidades del análisis, estos mecanismos


se combinarán con los del círculo virtuoso fordista referido a
la sincronización entre salario real y productividad. Para hacer
esto, basta con introducir dos generalizaciones:
La tasa de inversión depende tanto del ritmo de crecimiento
del consumo como de la parte de las utilidades dentro valor
agregado [ecuación 2’]. La ecuación contiene como caso
particular tanto la hipótesis clásica pura (v = 0, u > > 0) como
la hipótesis fordista típica (v > > 0, u = 0).
El salario real combina dos determinaciones opuestas: una
distribución explícita de las ganancias de productividad, los
efectos competitivos de acuerdo con una elasticidad posi-
tiva en relación con las tendencias del empleo [relación 4’].
Las configuraciones se escalonan desde el caso fordista típico
(k > 0, I = 0) al caso competitivo puro (k = 0, I > > 0).
De allí, se producen, en relación con el modelo anterior, los
tres cambios siguientes:

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Robert Boyer

(2’) I f + v . C+u (PRO) I: volumen de inversión; C: tasa de creci-


Q= Q miento del consumo, PRO/Q: parte de
las utilidades
(4’) SR = k . PR +e. N + h e: elasticidad del salario real en relación
con el empleo
(7) PRO = Q – SR . N Determinación de las utilidades

Después de la simplificación y la linealización, se llega a


la solución de la misma forma general que antes (fórmulas
(I) a (III) del recuadro 8 arriba), con las nuevas expresiones
siguientes:

b [vc (1 + e) – 1] + d
A = a + bf + vg + b (vc – u) . h B=
1 – b (vc – u) . (k – 1 – e) 1 – b (vc – u) . (k – 1 – e)

(1 – a) f + (ch + g) [a + (1 – a) . v] – h (1 – a) u
C=
1 – [a + (1 – a) v] . c (1 + e) + e (1 – a) . u

[ac + (1 – a) v] vc – (1 + a) u] . (k – e – 1)
D=
1 – [a + (1 – a) v] . c (1 + e) + l (1 – a) . u

Parece, también, que pueden existir regímenes híbridos. Aunque


hay rendimientos crecientes, se puede llegar a observar una rela-
ción negativa entre productividad y crecimiento cuando el grado de
indexación de los salarios es demasiado elevado. Del mismo modo, la
indexación de los salarios no es una condición suficiente para que se
observe un régimen de demanda que crezca con la productividad, ya
que basta con que se refuerce el papel de la rentabilidad para que se
invierta la configuración del régimen de demanda.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Cuando se combinan los diferentes regímenes de productividad y


de demanda, se obtiene una variedad de configuraciones que corres-
ponden a veces a regímenes de acumulación viables, a veces a situa-
ciones de crisis.

Una vuelta a la periodización

Esta tipología autoriza una interpretación más analítica de la


sucesión de períodos presentada anteriormente (figura 10).
El siglo XIX se caracteriza por una gran influencia de la acumula-
ción del capital en la productividad, pero con rendimientos de escala
moderados. Los salarios son esencialmente competitivos y la inver-
sión depende de las utilidades. Para valores verosímiles de los pará-
metros, un régimen de acumulación calificado antes como extensivo
con regulación competitiva es susceptible de establecer y mantener
un crecimiento moderado pero estable.
El período entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial está marcado
por la importancia de los rendimientos de escala típicos de la
producción masiva. Los salarios siguen formándose sobre una base
esencialmente competitiva, en continuidad con el período anterior.
En cambio, una novedad es que la inversión se vuelve sensible a la
demanda, incluida la que emana de los asalariados a causa del creci-
miento de su número. Por esto, se eleva el ritmo de crecimiento, pero
el proceso se vuelve inestable por la relación negativa entre demanda
y productividad, esencialmente debido a la falta de indexación del
salario real en relación con la productividad. De este modo, se puede
interpretar la crisis de 1929-1932 como la de un régimen de acumu-
lación intensiva sin surgimiento de un consumo masivo.
La edad de oro o de los treinta años gloriosos es, en un sentido, la
prolongación del período entre las dos guerras, en la medida en que
se busca la implementación de los métodos de organización cien-
tífica del trabajo y se profundiza la dependencia de la inversión en
relación con el dinamismo de la demanda. La modelización muestra
que el cambio principal es el que está vinculado con el compromiso

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Robert Boyer

salarial fordista, en virtud del cual los asalariados tienen acceso a los
«dividendos del progreso», es decir a una participación en las ganan-
cias de productividad. Los cálculos econométricos referidos a Esta-
dos Unidos [Leroy, 2002] confirman que ese cambio fue suficiente
para permitir el paso al fordismo, es decir, a un régimen viable de
acumulación intensiva centrado en el consumo masivo.

Figura 10. Una periodización de la acumulación


y sus
Figura 10. Una periodización de crisis
la acumulación y sus crisis
Etapa 1: el siglo XIX Etapa 2: el período entre la
Primera y la Segunda Guerra
Mundial

Etapa 4: la década de Etapa 3: la década de 1960


1970

Fuente: Boyer [1988a, p.


Fuente: Boyer [1988a, p. 619].

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Los veinte años dolorosos (las décadas de 1970 y 1980) manifiestan la


salida de este régimen bajo los efectos de la conjunción de diferentes
cambios. El fenómeno determinante es la fuerte desaceleración de las
ganancias de productividad, debido a la casi desaparición de los rendi-
mientos de escala por la llegada a la madurez de las industrias fordis-
tas. Este fenómeno es espectacular en Estados Unidos y se propaga
luego a los otros países industrializados. En algunos países europeos, la
sobreindexación de los salarios penaliza las utilidades y contribuye a
romper el círculo virtuoso anterior. Finalmente, las estrategias de libe-
ralización refuerzan la competencia a escala internacional y nacional,
lo que provoca un cambio y una vuelta sobre los determinantes de la
inversión: la rentabilidad más que la demanda interna que emana de
los asalarios. Esto sucede más aún cuando las economías nacionales se
abren al comercio internacional y a los movimientos de capitales. Por
eso, se produce una fuerte lentificación del crecimiento y secuen-
cias coyunturales que rompen con los treinta años gloriosos y recla-
man repetidas intervenciones de los poderes públicos para controlar
la inestabilidad recurrente y, sobre todo, para tratar de reformar las
instituciones heredadas de la posguerra.

Conclusión: El fordismo es un concepto importante,


pero no exclusivo

Esta puesta en perspectiva permite comprender el lugar atribuido


al fordismo por la teoría de la regulación. Esta noción da cuenta de
un período que parece cada vez más excepcional en términos de
rapidez y estabilidad del crecimiento, pero también de progresión del
nivel de vida. Se inscribe como una ruptura con la historia, contrasta
con los desempeños mediocres de las décadas de 1980 y 1990, y
refuerza el diagnóstico respecto de la originalidad de este régimen de
acumulación. En efecto, este régimen permitió conciliar un alto nivel
de estabilidad de la rentabilidad con una progresión de los ingresos
de los trabajadores, combinar eficiencia dinámica y moderación de
las desigualdades, dinamismo del sector privado y dimensión de las
intervenciones públicas.

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Robert Boyer

Pero esta interpretación no es más que uno de los resultados de la


construcción teórica: este régimen fue precedido por otros que esta-
ban dotados de propiedades diferentes; entró en crisis por su propio
éxito y una gran parte de los esfuerzos de la teoría de la regulación
apuntó después a diagnosticar cuáles podrían ser sus sucesores. En
fin, como se ha mencionado desde la introducción, es la observación
de la crisis del fordismo lo que suscitó el surgimiento de esta teoría.
Es una invitación para hacer un balance de los resultados alcanzados
y avanzar en lo que respecta al análisis de las crisis.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

IV Una teoría de las crisis


Este capítulo propone un análisis más sistemático de la definición,
el origen y el progreso de las crisis, tema ya abordado en los capítu-
los anteriores. En efecto, los conceptos de la teoría de la regulación
fueron elaborados para dar cuenta simultáneamente de los factores
que aseguran la existencia de un modo de regulación y de un régimen
de acumulación, y de aquellos que contribuyen a su desestabilización.
La construcción es en gran medida original respecto de las teorías
macroeconómicas contemporáneas. No es tampoco la simple repe-
tición de trabajos de historia económica, aunque se inspira en la
escuela de los Annales. La puesta en evidencia de la variedad de formas
que revisten las crisis no es un obstáculo para la explicación de un
pequeño número de mecanismos de base que conducen a las crisis y
que, en un cierto nivel de abstracción, están dotados de invarianza.

La dialéctica crecimiento/crisis

De hecho, el acento puesto en las condiciones de acumulación


viables nos lleva a interesarnos al mismo tiempo acerca de los factores
de desestabilización de estos regímenes. Fiel a su filiación marxista, la
teoría de la regulación considera que el perfil cíclico de la coyuntura
da como resultado las características mismas de las formas institu-
cionales que son la competencia y la relación salarial: tendencia a la
sobreacumulación durante la expansión, y luego retorno y ajuste de
los desequilibrios aparecidos durante la fase de recesión, de depresión
o de crisis.

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Robert Boyer

La concepción general

De este modo, una vez más es fundamental hacer referencia al


concepto de modo de producción, ya que introduce un determi-
nante suplementario a la acumulación en relación con la única
competencia que opera sobre un conjunto de mercados: el impacto
bajo la forma de la relación salarial. Incluso, el crecimiento no es el
resultado garantizado de la aplicación del progreso técnico, sino la
expresión de la coherencia de un conjunto de formas institucionales.
La diferencia de interpretación es todavía más marcada a propósito
de las crisis. En la mayoría de las teorías macroeconómicas, estas
son el resultado de imperfecciones de mercado o de la inadecuación
de políticas que apuntan a prevenirlas. De hecho, son la traducción
misma de las características del modo de regulación y del régimen de
acumulación (tabla 4).

Tabla 4. Una comparación con la teoría estándar

Teoría estándar Teoría de la regula-


(TE) ción (TR)

Concepción general Un conjunto de El capitalismo,


mercados interdepen- conjunto de formas
dientes institucionales

Factores de crecimiento Un progreso técnico Resultado de la viabi-


(exo-/endógeno) lidad (local, transitoria)
de un régimen de
acumulación

Origen de las crisis Imperfecciones de los Expresión de las


mercados tendencias de un
Error de política rNPEPEFSFHVMBDJÓO
económica rSÊHJNFOEFBDVNV-
lación

De hecho, el aporte a la comprensión de las crisis se interpreta en


referencia a las tres fuentes mencionadas de inspiración de la teoría
de la regulación.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Una gama completa de crisis

En una economía en la que el mercado ya no es la única forma


de organización de los intercambios, son concebibles múltiples tipos
de desajuste (recuadro 11). En primer lugar, pueden aparecer como
el resultado de shocks considerados exógenos: impacto de una crisis
internacional, conflictos, cataclismo natural. Pero, más a menudo,
el perfil cíclico de evolución de las variables macroeconómicas es la
expresión misma del modo de regulación vigente que, por lo gene-
ral, permite reabsorber periódicamente la tendencia a la sobreacu-
mulación. La mayoría de los historiadores y de los contemporáneos
a estos eventos los consideran una crisis, aunque la viabilidad de la
economía no esté en juego, ya que los desequilibrios se resuelven en
el seno del modo de regulación, sin una transformación significativa.

Recuadro 11. Cinco formas de crisis en el seno de


una misma configuración institucional

La teoría de la regulación distingue cinco tipos de crisis,


clasificados por orden creciente de gravedad, en el sentido
de que están implicadas formas institucionales cada vez más
esenciales.

1. Crisis como perturbación externa


Un episodio en el cual la búsqueda de la reproducción
económica de una entidad geográfica determinada está
bloqueada por la escasez ligada a catástrofes naturales o climá-
ticas, o por los colapsos económicos que tienen su origen en
un espacio exterior, en particular internacional, o incluso en
guerras.

2. Crisis endógena o cíclica, expresión del modo de


regulación
Fase de reabsorción de tensiones y desequilibrios acumu-
lados debido a la expansión, en el seno de los mecanismos

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Robert Boyer

económicos y las regularidades sociales, es decir, del modo de


regulación que prevalece en un país y en una época deter-
minados. En este sentido, la recurrencia de fases favorables y
luego desfavorables para la acumulación constituye la conse-
cuencia directa de las formas institucionales vigentes, que solo
se ven lenta y parcialmente afectadas por estas crisis cíclicas.

3. Crisis del modo de regulación


Episodio en el cual los mecanismos asociados con el modo de
regulación vigente se muestran incapaces de revertir las secuen-
cias coyunturales desfavorables, aunque, inicialmente al menos,
el régimen de acumulación sea viable.

4. Crisis del régimen de acumulación


Se define por la llegada a los límites y el aumento de las
contradicciones en el seno de las formas institucionales más
esenciales, que condicionan el régimen de acumulación. Implica
a la larga la crisis de la regulación y, por lo tanto, del modo de
desarrollo en su conjunto.

5. Crisis del modo de producción


Colapso del conjunto de las relaciones sociales en lo que
tienen de específico respecto de un modo de producción. En
otros términos, la llegada a los límites de una configuración
de las formas institucionales precipita el cuestionamiento y la
abolición de las relaciones sociales vigentes en lo que tienen
de más fundamental.

Sin embargo, esta no es la única forma de crisis. En efecto, es posi-


ble que la repetición de los ciclos la acumulación lleve a una lenta
alteración de los parámetros del régimen vigente y que, en lugar
de correctores, los mecanismos correspondientes resulten desestabi-
lizadores. Se detecta un episodio así por el hecho de que la desace-
leración, es decir, la detención de la acumulación, no es suficiente

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

para suscitar una recuperación endógena. Los primeros trabajos de la


teoría de la regulación califican a un episodio de este tipo como gran
crisis o crisis estructural.
El desarrollo de las investigaciones enriqueció esta primera distin-
ción. En efecto, es útil distinguir entre una crisis del modo de regulación
y una crisis del régimen de acumulación. En el primer caso, las series
coyunturales pueden ser desfavorables, pero el régimen de acumu-
lación sigue siendo viable. En cambio, en el segundo, es el princi-
pio mismo del régimen de acumulación el que está cuestionado. Es
un escalón de gravedad superior. Finalmente, es posible que, por el
fracaso de la recomposición de las formas institucionales, ahora sean
las relaciones sociales fundamentales del modo de producción lo que
se cuestione. Se puede hablar, entonces, de crisis del modo de producción.
Esta tipología, que se deduce de la arquitectura de los conceptos
de base de la teoría de la regulación, puede parecer abstracta. En
efecto, una concepción análoga está implícita en una serie de trabajos
de historia económica inspirados por la escuela de los Annales. Más
aún, a partir de la década de 1970, el regreso de las crisis tiende a
mostrar la pertinencia de las distinciones propuestas por la teoría de
la regulación.

Una grilla de lectura de la historia de las crisis

En efecto, cada uno de estos tipos se observa en el pasado y la


tipología aclara las crisis contemporáneas (tabla 5).

Los shocks siempre presentes. — En las economías contempo-


ráneas, el equivalente del shock que representaban los riesgos climá-
ticos se debe a las perturbaciones que vehiculiza la economía inter-
nacional en materia de precios de materias primas (en particular el
petróleo), tasas de interés o, incluso, la brusca evolución del tipo de
cambio. Se siguen observando, entonces, crisis del primer tipo, pero su
impacto varía según los modos de regulación observados en cada
país. Cabe notar que la sucesión de shocks petroleros desde 1973 no
produjo la repetición idéntica de las mismas recesiones, ya que la

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Robert Boyer

intensidad del consumo energético per cápita se redujo en general y


la regulación administrada se transformó mucho bajo el aguijón de
la acentuación de la competencia.

Tabla 5. La implementación de la taxonomía de las crisis


Tipo En la historia Período contemporáneo

1. Shock aparente- Crisis de aprovisiona- Shocks petroleros 1973,


mente exógeno miento 1979, primera y segunda
guerras de Irak

2. Crisis como parte Ciclos económicos del Stop-and-go en la regulación


de la regulación siglo XIX monopólica

3. Crisis de la regu- Ciclo no reproductivo: Aceleración de la inflación y


lación 1929-1932, EE. UU. reivindicación de la indexa-
ción en la década de 1960

4. Crisis del régi- Acumulación intensiva Crisis japonesa de la década


men de acumula- sin consumo masivo de 1990, crisis asiática de
ción 1997

5. Crisis del modo Crisis del feudalismo Colapso de la economía


de producción soviética

El stop-and-go, expresión de la regulación del fordismo. — En


ausencia de estos shocks «venidos de otra parte», la acumulación es
un factor portador de una dinámica económica que alterna expan-
sión y recesión, en el seno de un modo de regulación. El período de
los treinta años gloriosos no escapó a este movimiento que, de hecho,
repercutió en la conducción de la política económica, tradicional-
mente marcada por la sucesión de fases de recuperación y luego
de estabilización, el stop-and-go. Las pulsaciones de la acumulación
toman, entonces, una forma diferente de las que tenían en la regu-
lación competitiva bajo el ciclo económico. En uno y otro caso, se
trata de una crisis en la regulación, es decir superable sin alteración de
las formas institucionales ni intervención política excepcional.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Los ciclos no «reproductivos» como crisis de un modo de


regulación. — En lo opuesto se ubican las situaciones históricas
en las cuales el juego del modo de regulación es incapaz de engen-
drar, de manera endógena, una salida de la recesión a la reactiva-
ción. Es, por ejemplo, la interpretación que dan los economistas a
la Estructura Social de Acumulación de la depresión norteamericana de
1929-1932 [Bowles, Gordon y Weiskopf, 1986]. La califican como
un ciclo no reproductivo porque la caída de la actividad, lejos de
redirigir las ganancias, las reduce más, de modo que no se produce
ninguna reactivación endógena. Es una crisis del modo de regulación, en
el caso competitivo. Mutatis mutandis, es lo que se observa en última
instancia con la regulación monopólica: la inflación que expresa las
tensiones de la acumulación tiende a acelerarse y propaga las deman-
das de indexación de casi todos los ingresos respecto de la inflación
[Boyer y Mistral, 1978]. Más allá de cierto umbral, la inflación pierde
su capacidad reguladora y se abre una crisis del modo de regulación.

1929 y crisis del fordismo: las crisis del régimen de acumula-


ción. — Es posible que esta crisis comprometa la viabilidad del régi-
men de acumulación. Es, de hecho, lo que se observó en el período
contemporáneo, como en Estados Unidos después de 1929. En el
primer caso, la incapacidad para generar una configuración institu-
cional adecuada desemboca en la crisis del fordismo. En el segundo,
se encuentra la incoherencia de un régimen de acumulación inten-
siva sin consumo masivo. Estas dos situaciones ya fueron analizadas
en el capítulo III (figura 10, arriba). En teoría, una crisis del régimen
de acumulación tiene un mayor alcance que una crisis del modo de
regulación. En la práctica, como testimonian los dos ejemplos prece-
dentes, la no resolución de una crisis del modo de regulación puede
llevar a la del régimen de acumulación.

La gran crisis del modo de producción soviética. — Final-


mente, frente al bloqueo, a menudo político, de la renegociación de
los compromisos institucionalizados, es posible que una crisis del
modo de desarrollo desemboque en el cuestionamiento no solo de
la forma precisa de las formas institucionales, sino de las relacio-

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Robert Boyer

nes sociales fundamentales de las cuales son la expresión. La crisis


del feudalismo, como la analizó Ernest Labrousse, encuentra una
sorprendente y remarcable correspondencia en el colapso de las
economías sometidas al régimen soviético. Con la falta de éxito de
las reformas llevadas a cabo por el presidente Gorbachov, se cuestio-
nan dos fundamentos de este régimen: la propiedad colectiva de los
medios de producción y la gestión de la economía por el Gosplan,
por una parte, y la exclusividad de la representación política por
parte del partido comunista, por la otra. Se puede, entonces, hablar
de crisis de un modo de producción.
Para la teoría de la regulación, es, entonces, fundamental distinguir
entre estos cinco tipos, pues una distinción así hecha aclara las crisis
observadas tanto en la historia como en el mundo contemporáneo.
La acumulación de trabajos de investigación sobre las crisis llevó,
además, a la determinación de una cierta cantidad de mecanismos
generales que están en su origen.

El agotamiento endógeno de un modo de desarrollo

En el seno de un modo de regulación, el proceso de acumula-


ción está marcado por la sucesión de fases aceleración y luego de
repliegue, pero la reanudación de la acumulación está asegurada por
el juego mismo de los ajustes que operan gracias a las formas insti-
tucionales. Sin embargo, en la medida en que estos ciclos se suceden,
se producen diversos cambios en estos procesos de ajuste, debido al
propio éxito del modo de regulación.

La crisis del fordismo

Es así como se interpreta la crisis de este régimen. Por su parte, la


crisis de la década de 1930 se debe fundamentalmente a la incohe-
rencia de un régimen de acumulación intensiva sin consumo masivo,
lo que explica su carácter drástico. Es un mecanismo muy diferente
del que se implementó en el fordismo, régimen coherente durante

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

muchas décadas, gracias a la regulación monopólica. De hecho, la


acumulación de transformaciones marginales va a debilitar este régi-
men al punto de hacerlo oscilar, en este caso, en respuesta a shocks
aparentemente exógenos (la escalada de los precios del petróleo).
A partir de mediados de la década de 1950, el crecimiento se lleva
a cabo a un ritmo elevado, el miedo a repetir la gran depresión de los
años treinta se desdibuja porque no se observan más que recesiones,
es decir, simples desaceleraciones del crecimiento. Pero, a medida
que se reconoce el éxito de este modo de regulación, surgen lentos
cambios estructurales, percibidos al comienzo como marginales y sin
consecuencias de importancia, pero cuya aparición puede hacer osci-
lar la viabilidad del modo de regulación. Como este modo de regula-
ción tiene la propiedad de convertir la inflación en una variable clave
del ajuste macroeconómico, no es sorprendente que se generalicen
las demandas de indexación de los precios y de los ingresos respecto
de un índice general, por ejemplo, el de precios al consumidor. Pero,
cuando la indexación es completa y casi instantánea, la inflación
pierde todo poder regulador [Boyer y Mistral, 1978]. La aceleración
de la inflación que resulta de esto puede incluso comprometer la
estabilidad del sistema monetario y financiero.
Un segundo factor de crisis es el hecho de que las negociaciones
salariales anticipan la búsqueda de ganancias de productividad obser-
vadas en el pasado aunque diversos mecanismos tienden a desace-
lerar su progresión. La economía puede, en primer lugar, tropezar
con los límites propiamente técnicos del paradigma de la producción
masiva [Boyer y Juillard, 2002]. Por otra parte, en la cercanía del
pleno empleo, los costos de control suben para compensar la dismi-
nución de intensidad del trabajo [Bowles, Gordon y Weiskopf, 1986].
Son muchos los factores que pueden terminar comprometiendo la
viabilidad del régimen de la acumulación fordista. Esto es, efectiva-
mente, lo que se observó a partir de fines de la década de 1960. La
introducción de estos cambios progresivos en los parámetros caracte-
rísticos del modo de regulación permite explicar el cambio desde la
situación de viabilidad hacia la inestabilidad del régimen de acumu-
lación (figura 10, arriba).

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Robert Boyer

El endometabolismo: una formalización

Según el objetivo central de la teoría de la regulación, es impor-


tante analizar con el mismo marco analítico tanto los períodos de
crecimiento como los de crisis.

Dos escalas de tiempo.— Esto es, precisamente, lo que permite


las formalizaciones que distinguen dos escalas de tiempo: el tiempo
breve de los ajustes debidos al modo de regulación, por un lado, y el
tiempo extenso de la transformación de las formas institucionales y
de la tecnología [Lordon, 1996], por el otro. En materia de hipótesis
económicas, se tiene en cuenta la idea de que la diferenciación de
los productos vinculados al enriquecimiento como consecuencia del
desarrollo del fordismo afecta la productividad según una función
logística: al principio fácil, la diferenciación se vuelve cada vez más
difícil hasta tropezar con un límite en la progresión de la produc-
tividad. En la segunda hipótesis es importante tener en cuenta el
perfil cíclico de la evolución de la economía cuando se distinguen
las diversas escalas de tiempo. Finalmente, a esta dinámica de período
breve, se agrega una dinámica lenta: junto con el crecimiento del
ingreso, la demanda de diferenciación se incrementa, y esto se mani-
fiesta en una dificultad creciente para obtener ganancias de produc-
tividad (recuadro 12).

La crisis como discontinuidad. — Las propiedades de mediano


plazo son sensiblemente las mismas que para el modelo linealizado
(recuadro 8, arriba): un crecimiento fuerte y estable pero cíclico. En
cambio, a largo plazo, la falta de linealidad de la producción introduce
una dinámica original. Al comienzo del período, la desaceleración de
la productividad es solo moderada, ya que el crecimiento del ingreso
estimula la diferenciación del consumo y de la producción. El ritmo
del crecimiento disminuye de manera continua, hasta que la diferen-
ciación de productos alcanza un umbral tal que se ven comprometi-
das las posibilidades de producción masiva. Se observa, entonces, una
brusca pérdida del ritmo del crecimiento y, como consecuencia, del

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

empleo. De este modo, una serie de transformaciones marginales y


continuas termina por producir una evolución importante y drástica
del ritmo de crecimiento.

Recuadro 12. El impacto de la diferenciación de


productos en la dinámica productiva y la crisis del
fordismo

A. La dinámica de corto plazo


º = f (Q,
(1) PR º b) La productividad es una función
logística.
(2) Q º +D
º = C . PR La demanda varía linealmente
con la productividad.

B. La transformación a largo plazo del régimen


de productividad

(3) N(t) = W [R(t)] W’ > 0 El número de productos N(t)


crece con el ingreso permanente
de los hogares [R(t)].

(4) [R(t)] = §t m (t – t)
[§t Q(s)ds]dt El ingreso permanente es un
¯
8

medio móvil del ingreso pasado.

(5) b(t) = G [N(t)] G’<0 La diversidad de productos es


desfavorable a la productividad.

El resultado es que la dinámica de b (t) es mucho más lenta


que la de la productividad, del ingreso y del crecimiento con
el rezago promedio T en la formación del ingreso permanente.

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Robert Boyer

1
(6) b = [R – R]. W’(R). G’[W(R)]
T

Dinámica lenta de
desaceleración

Dinámica lenta

Dinámica rápida

Brusca oscilación del


conocimiento

Valor umbral

Fuente: Lordon [1996].

Más allá del papel de los shocks. — La originalidad del modelo


consiste, además, en sugerir una irreversibilidad en el paso del creci-
miento fuerte al débil. Suponiendo incluso que, bajo el efecto de
la crisis y de la desaceleración del ingreso, la diferenciación dismi-
nuya, la economía no encontrará un ritmo de crecimiento elevado.
En términos cualitativos, las propiedades del modelo corresponden
a la observación del carácter drástico de los cambios como conse-
Recuadro 12.indd 1 31/08/16 12:05
cuencia de la crisis del fordismo. Fueron asociados a la rapidez del
aumento del precio del petróleo y este factor, sin duda, desempeñó
un papel importante. El interés del modelo es mostrar que, incluso
en ausencia de todo shock externo, las tendencias a la desacelera-
ción de la productividad habrían sido suficientes para engendrar una
crisis puramente endógena de este modo de desarrollo. Este análisis

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

no pretende dar cuenta de la realidad de las secuencias de la crisis


del fordismo, sino explicitar una propiedad muy general: el éxito
mismo de un modo de desarrollo suscita una serie de transformacio-
nes estructurales que terminan por desestabilizarlo.

Una propiedad general

La historia y las comparaciones internacionales brindan nume-


rosos ejemplos de cómo un régimen entra en crisis en el mismo
momento en que la mayoría de los actores anticipan la prolongación
de tendencias (favorables) debidas al éxito alcanzado en los ciclos
coyunturales precedentes.

El modelo japonés, víctima de su éxito. — La evolución de la


economía japonesa desde la década de 1970 presenta otro ejemplo de
cómo entra en crisis un modo de desarrollo a causa de su propio
éxito. En efecto, un modo de regulación mesocorporativista había
asegurado el surgimiento de un modelo de desarrollo caracterizado
por la sincronización de la producción y del consumo masivo [Boyer
y Yamada, 2000].
En el contexto internacional de los ochenta, esta configuración
había generado resultados macroeconómicos notables, hasta el punto
de alimentar la creencia de que este modelo sería el sucesor del
fordismo en crisis. Efectivamente, las formas institucionales de Japón
son originales. La relación salarial de las empresas implica una esta-
bilidad de la relación de empleo, compensada por una flexibilidad de
los horarios y de la remuneración. Los keiretsus, grupos conglomera-
dos muy diversificados, participan en una competencia oligopólica,
coordinando en parte sus estrategias de mediano y largo plazo. El
Estado sincroniza las expectativas de los agentes económicos, además
de intervenir directamente en la producción o la redistribución de
los ingresos. Muchas de estas características alimentaron el creci-
miento y favorecieron el casi pleno empleo. Pero, en la medida en
que se prolongó la fase de expansión, aparecieron tensiones impor-

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Robert Boyer

tantes en la relación salarial, debido a la extensión de la duración del


trabajo y la intensidad del esfuerzo exigido a los asalariados. De este
modo, una de las ventajas competitivas de Japón se erosionó con el
tiempo.
Este mecanismo es el equivalente del mencionado anteriormente a
propósito de la crisis del modo productivo característico del fordismo.
Otra analogía se debe a que este no es el factor inmediato que desen-
cadena la crisis japonesa: esta se debe, de hecho, a otra consecuencia
del éxito del «modelo japonés». Como Japón acumula los excedentes
comerciales, el país está limitado para abrirse no solo a las importa-
ciones, sino también a las finanzas. Las reformas correspondientes, en
especial en materia de liberalización financiera, generan un boom
económico disparado por una burbuja especulativa. Es el estallido
de esta última el que marca el inicio de la crisis, una desaceleración
prolongada del crecimiento y un aumento del desempleo.
El hecho de que ninguna de las políticas de reactivación a través del
gasto público, o una política monetaria de tasa de interés casi nula, haya
logrado reeditar los desempeños de la década de 1980 da testimonio
del comienzo de una crisis del modo de regulación y, finalmente, del
régimen de acumulación mismo. Lo que la mayoría de las otras teorías
interpreta como el resultado de errores de política económica, o del
arcaísmo de la economía japonesa, se analiza más bien como la llegada
a los límites de un modo de desarrollo, más allá incluso de los shocks y
los sobresaltos que son los factores que desencadenan la crisis.

La crisis de la estrategia de sustitución de importaciones.—


Las economías latinoamericanas, en su mayoría, habían basado su desa-
rrollo en una estrategia de sustitución de importaciones: gracias al
control del comercio exterior se favoreció la producción progre-
siva de las empresas nacionales de bienes que antes se importaban
[Ominami, 1986]. Este modo de desarrollo permitió, en las décadas de
1950 y 1960, un crecimiento más rápido que en el pasado, atenuando
la dependencia de la coyuntura internacional. Sin embargo, a medida
que la sustitución de importaciones se dirigió hacia bienes cada vez
más intensivos en tecnología o movilizó los rendimientos de escala, la

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

eficiencia de esta estrategia se erosionó, pues el tamaño del mercado


interno resultó demasiado limitado y las perspectivas de recupera-
ción se vieron comprometidas por la llegada de una nueva ola tecno-
lógica a escala mundial. Estos límites precipitaron crisis financieras,
económicas e incluso políticas. Contrariamente a la interpretación
que prevaleció en la década de 1990, estas crisis repetidas no provi-
nieron de la incoherencia de la falta de viabilidad de este modelo de
desarrollo, sino más bien del hecho de haber alcanzado los límites,
una vez más, de su propio éxito [Boyer, 2002b].

La acumulación tiende a desbordar el espacio de la regulación

Este es el segundo mecanismo que está en el origen de una serie


de crisis del régimen de acumulación.

Desde los orígenes del capitalismo

Desde el surgimiento del capitalismo comercial, los intercambios


tienden a desplegarse más allá del espacio nacional, al punto de cons-
tituir una economía mundial [Wallerstein, 1978]. Esta tendencia a
la extroversión de la acumulación se manifiesta también durante la
primera revolución industrial y el régimen de acumulación predo-
minantemente extensivo del siglo XIX. En efecto, el aumento de la
producción que permite el desarrollo de las formas capitalistas sobre-
pasa la capacidad de absorción de los mercados nacionales. Alimenta,
en consecuencia, el desarrollo de exportaciones dirigidas a zonas y
países menos avanzados. Este es, por otra parte, el mecanismo que va
a crear nuevas interdependencias entre formas institucionales nacio-
nales y el régimen internacional y, como consecuencia, transmitir
las crisis del capitalismo de un país a otro. Esta interdependencia no
surge solo del comercio internacional, ya que la inversión productiva
y el capital financiero tienden luego también a internacionalizarse.
Cuando el análisis se extiende del nivel nacional al del conjunto

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Robert Boyer

de la economía mundial, lo que antes se analizaba como un shock


exógeno se convierte, de hecho, en la expresión de la interdependen-
cia entre países, creada por la internacionalización del comercio, de la
producción, de la inversión y de las finanzas.

El fordismo desestabilizado por la internacionalización

El fordismo no es la excepción: si, en el origen, opera gracias a la


sincronización de la producción y del consumo masivo en un espacio
esencialmente nacional, luego pone en movimiento un proceso de
extroversión. En efecto, cuando las infraestructuras y las inversiones
en los sectores de base se reconstituyen, la búsqueda de rendimientos
de escala no se expresa solo en el mercado interno, de modo que el
desarrollo de las exportaciones aparece como el medio de prolongar
las potencialidades del régimen de productividad sobre la base de
rendimientos crecientes. Además, con el incremento de los ingresos,
la demanda de diferenciación constituye un segundo factor de desa-
rrollo de los intercambios internacionales.
El régimen de demanda no se ve afectado, ya que, al consumo
de los asalariados y a la inversión de las empresas, hay que agregar
las exportaciones netas. Por su parte, las exportaciones dependen
del crecimiento mundial y del precio relativo de los productos
nacionales respecto de la competencia internacional. Por su parte,
las importaciones responden al crecimiento interno y a los precios
relativos. De este modo, a medida que aumenta la participación en el
comercio internacional, se introduce un término representativo de
la competitividad —directamente vinculado a la participación de las
ganancias— en el régimen de demanda [Bowles y Boyer, 1990].
Mientras predomina el ciclo fordista, el impacto del salario real
en la demanda es moderadamente positivo: se trata de una propiedad
tan importante como sorprendente de la regulación monopólica.
Pero existe un umbral de apertura internacional a partir del cual se
revierte el impacto de un aumento exógeno del salario real: de posi-
tivo se convierte en negativo. Algunas estimaciones econométricas

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

sugieren que las economías alemana y francesa habrían traspasado


este umbral en la década de 1980 (figura 11).
Así, la apertura al comercio internacional no desempeña, en prin-
cipio, un papel favorable en la prolongación del régimen de produc-
tividad, y termina por alterar el régimen de demanda, al punto de
desembocar en regularidades macroeconómicas que ya no son las
que implicaba el fordismo. Es otro ejemplo de una crisis que es el
resultado de una forma de endometabolismo.
Figura 11. El cambio estructural del régimen de demanda bajo el
efecto de la internacionalización

Figura 11. El cambio estructural del régimen de demanda


bajo el efecto de la internacionalización

Dw
0,3
Demanda generada por el salario
0,2
Estados Unidos
0,1
Gran Bretaña
1,0
0 Grado de apertura
Francia
-0,1
Demanda Japón
-0,2 generada por
las ganancias
Alemania
-0,3

* En las coordenadas, Dw representa la derivada de la demanda en relación con


el salario real.
* En las El período Dw
coordenadas, de cálculo del lamodelo
representa es de
derivada 1961-1987.
la demanda en relación
con el salario real. El período de cálculo del modelo es 1961-1987.
Fuente: Bowles y Boyer
Fuente: Bowles y Boyer [1995].

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Robert Boyer

Los intercambios entre los países desarrollados tienden también a


operar en el seno de los mismos negocios, por diferenciación de los
productos.Ya no son solo el resultado de las especializaciones nacio-
nales en los diferentes negocios, lo que era la configuración típica
del siglo XIX y sigue siendo hoy todavía el caso para una serie de
relaciones Norte/Sur.

Las economías dependientes: la crisis de los modos de desarrollo impulsados


por las exportaciones

La doble generalización del modelo (recuadro 10, arriba), a fin de


tener en cuenta la posibilidad de un régimen clásico —es decir, en
el que la demanda es generada por las ganancias— y de la apertura
internacional —que hace posible un régimen vinculado a la compe-
titividad— permite dar cuenta de las particularidades de las crisis de
las economías llamadas «dependientes».

En las antípodas del fordismo. — En efecto, no se satisface


ninguna de las tres condiciones que permiten este régimen.
En primer lugar, la evolución de la productividad depende, en lo
esencial, de la importación y la adaptación de tecnologías incorpo-
radas en los equipamientos y los bienes intermedios producidos por
las economías más avanzadas. Estas ganancias potenciales son mucho
mejor movilizadas cuando las tecnologías correspondientes son utili-
zadas por el sector exportador, se trate de inversión directa extranjera
o de empresas nacionales.
En segundo lugar, el régimen de demanda se ve afectado por la
inserción internacional, ya que el nivel del salario contribuye sobre
todo a la formación de la competitividad y no solo de la demanda
doméstica. Potencialmente, esta apertura tiene como consecuencia
desconectar el ciclo de la acumulación respecto del espacio domés-
tico, segunda oposición en relación con el régimen de acumulación
fordista.
Finalmente y sobre todo, la debilidad de la institucionalización de
la relación salarial lleva a la dominación de mecanismos competitivos

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

en materia de formación de salarios [Bertoldi, 1989; Boyer, 1994].


Por lo tanto, es posible explicitar las condiciones en las cuales es
efectivamente viable un régimen de acumulación generado por las
exportaciones. Es necesario que la economía esté suficientemente
abierta y que las elasticidades de precios sean superiores a un cierto
umbral, para que se ponga verdaderamente en marcha el mecanismo
virtuoso que asocia crecimiento de la productividad, mejora de la
competitividad, estimulación de las exportaciones, distribución de
los ingresos y crecimiento de la demanda interna. La existencia de
un gran ejército de reserva, que estabiliza el salario real a pesar del
dinamismo de la economía, es una condición favorable para el surgi-
miento de un modelo así.

Dos formas originales de crisis. — A contrario, otras dos configu-


raciones presentan evoluciones mucho menos satisfactorias. Es posi-
ble que, por el carácter muy competitivo de los salarios, el régimen
de productividad se conjugue con el régimen de demanda para crear
un crecimiento caracterizado por una desaceleración de la produc-
tividad, ya que un fuerte aumento de salarios hipoteca las ganancias
y la competitividad del sector exportador. Esta configuración evoca
la crisis de la economía coreana de mediados de la década de 1980.
El caso más desfavorable se observa cuando la formación de sala-
rios es competitiva y el país está poco abierto y/o dotado de poca
elasticidad para sus exportaciones. En efecto, la disciplina de los
salarios penaliza más la demanda interna en lugar de desarrollar las
exportaciones, limitadas a menudo a mercancías para las que el país
experimenta los precios mundiales. Este régimen podría caracterizar
a diversos países de América Latina, sobre todo si, por otra parte, son
dependientes de la exportación de materias primas y no de produc-
tos industriales. Estos países se caracterizan por un régimen de estan-
camiento y/o una inestabilidad estructural.

Notables diferencias entre Asia y América Latina. — Se


introducen así factores de bloqueo y de crisis, propios de las econo-
mías dependientes. A veces, porque la economía no logra cerrar
con bastante rapidez la brecha de productividad respecto de la

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Robert Boyer

economía mundial. A veces, porque el carácter competitivo de la


relación salarial se considera incompatible con la movilización de los
rendimientos de escala que permiten la recuperación tecnológica.
Así se pueden encontrar dos de las formas que reviste la crisis de
una serie de economías dependientes. Entonces aparece una diver-
gencia del ritmo de crecimiento en relación con las exigencias de
la reproducción de las formas institucionales. Este parece ser el caso
en una cantidad de países de América Latina. O, incluso, una rápida
expansión, consecuencia de la apertura internacional, desemboca en
una crisis de importancia, como ocurrió en Asia después de 1997.
La originalidad de las crisis de los países dependientes se debe,
entonces, al hecho de que su régimen de acumulación no es en abso-
luto una variante del fordismo. Su especificidad está incluso refor-
zada cuando se observa su fuerte asimetría frente a la intermedia-
ción financiera internacional, de modo que las crisis cambiarias están
con frecuencia asociadas a crisis bancarias [Boyer, Dehove y Plihon,
2004].
Estas fuentes de crisis se agregan a las que conciernen a la inviabi-
lidad de ciertos regímenes de acumulación. La Argentina constituye
un caso ejemplar de la superposición de estas diferentes fuentes de
crisis [Miotti y Quenan, 2004] (recuadro 13).

La liberalización financiera desestabilizadora de los


regímenes de acumulación

La posibilidad de un modo de regulación dominado por las


finanzas de mercado ya fue mencionado como posible sucesor de la
regulación monopólica. Claramente, el predominio de las finanzas
implica una configuración de las formas institucionales en las antí-
podas de aquellas observadas en el fordismo [Aglietta, 1998]. Más allá
de la aparente coherencia del discurso sobre el valor accionario, es
importante examinar la viabilidad y la generalidad de un régimen así.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Recuadro 13. La crisis argentina de 2001-2002

La particularidad de la trayectoria argentina suscitó numerosas


investigaciones de las que se puede encontrar una síntesis en Boyer
y Neffa [2004]. La tipología de las crisis (recuadro 11, arriba) se
aplica particularmente bien a la dinámica de la década de 1990, que
desemboca en una crisis financiera, política, social y económica.
En primer lugar, se sucede una serie de shocks desfavorables: la
Argentina sufre el contagio de las crisis mexicana (1994-1995),
asiática (1997), rusa (1998), y la devaluación de Brasil (1999),
importante socio comercial de la Argentina.
En sí mismos, estos shocks no son suficientes para explicar
una crisis de tal gravedad. Hay que tener en cuenta las caracte-
rísticas del modo de regulación, que resulta de la transformación
de las formas institucionales debida a la elección de una conver-
tibilidad completa y considerada irreversible del peso al dólar.
La drástica apertura al comercio y a las finanzas internacionales
inicia una fase de expansión alimentada por la abundancia del
crédito, ligada a importantes entradas de capitales.
Cuando, de manera endógena, la coyuntura económica se da
vuelta, la economía argentina ya no dispone de la autonomía de
su política monetaria ni de su política cambiaria para reabsorber
los desequilibrios anteriores. Más aún, debido al endeudamiento
del gobierno, la política presupuestaria estaba obligada a conver-
tirse en procíclica. A pesar del completo repliegue del salario
real respecto de la productividad, no es posible reabsorber los
desequilibrios acumulados en el período de expansión. En 1998
se inicia una recesión que se prolonga hasta el 2001, signo de una
crisis del modo de regulación.
Pero es también una crisis del régimen de acumulación. En efecto,
la modernización del sector exportador, muy vinculado con
los productos de la agricultura, no es suficiente para recuperar
un superávit de la balanza comercial que permitiría reembol-
sar el endeudamiento en dólares de los agentes privados y del

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Robert Boyer

gobierno. La inversión directa se dirige sobre todo hacia el sector


resguardado, principalmente los servicios públicos que fueron
privatizados. Esta asignación del capital hipoteca la estrategia
seguida desesperadamente desde el golpe de Estado de 1976,
que apuntaba a establecer un régimen de crecimiento generado
por las exportaciones.
La conjunción de estos factores de crisis indica una gran crisis
o crisis sistémica y explica la simultaneidad de una crisis financiera
(incapacidad del gobierno para honrar su deuda externa), bancaria
(cierre de bancos), cambiaria (colapso brutal de la convertibilidad),
social (aumento del desempleo y acentuación de la pauperiza-
ción, enojo de las clases medias a quienes se les bloquearon los
ahorros). La crisis se manifiesta violentamente en la esfera política
por la inestabilidad gubernamental, la pérdida de legitimidad de
las instituciones, la multiplicación de los movimientos populares
de protesta e, incluso, un conflicto con las provincias obligadas a
emitir su propia moneda para evitar la explosión social.

Los contornos de un régimen de acumulación impulsado por las finanzas

La observación de la economía norteamericana desde la década


de 1980, marcada por la liberalización y la innovación financieras,
hace resurgir el carácter central de la evaluación bursátil como indi-
cador macroeconómico clave que gobierna tanto la inversión como
el consumo a través de los efectos de riqueza. La dinámica que va de
la rentabilidad a la cotización en bolsa y viceversa sustituye a la que
ajustaba la productividad y el salario real, la producción y el consumo
masivo (figura 12, arriba).
En relación con el fordismo, este régimen (de acumulación impul-
sado por las finanzas) atribuye un papel determinante a las variables de
stock que se refieren a las finanzas y al impacto de los rendimientos
financieros en las decisiones patrimoniales (recuadro 14). A gran-
des rasgos, la inversión debe tener en cuenta el objetivo de renta-
bilidad fijado por el mercado financiero, y no solo las variaciones
de la demanda. El consumo sigue dependiendo del ingreso salarial,

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

pero interviene, además, un término que mide el valor de los activos


bursátiles que poseen los hogares.
Se supone que este valor se forma en función de una actualiza-
ción de las ganancias futuras, habida cuenta de una tasa de descuento
fijada a partir de la tasa de intervención del Banco Central. Esta
función de consumo presenta propiedades kaleckianas porque el
patrimonio financiero es débil en relación con el ingreso salarial: el
consumo aumenta con el salario. En cambio, si la financiarización
está muy desarrollada, es la moderación salarial la que, al favore-
cer la rentabilidad, aumenta el valor bursátil, lo que, en definitiva,
puede favorecer el consumo por el juego de un efecto de riqueza.
De hecho, los efectos de riqueza transitan por la facilidad de acceso
al crédito, lo que no se tiene en cuenta en esta formalización simpli-
ficada, pero está presente en el esquema de la figura 12 más abajo.
Así puede iniciarse un círculo virtuoso: un aumento de la rentabilidad
financiera estimula la Bolsa, lo que motiva un incremento del consumo
que estimula a su vez la inversión y compensa el efecto a priori negativo de
la suba de la norma de rendimiento. El nivel de la producción es, por lo
tanto, la consecuencia de la evaluación financiera, lo que invierte las rela-
ciones entre esfera real y esfera financiera que prevalecían en el fordismo.

Figura 12. Las relaciones de un régimen impulsado por las


finanzas
Figura 12. Las relaciones de un régimen impulsado por las finanzas

Dividendos + Valorización + Acceso Rentabilidad


y plan de las facilitado
de ahorro acciones al crédito +
+

+
Consumo Producción

+ +
Empleo

Difusión de las normas - Gestión estricta de la +


financieras inversión

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Robert Boyer

Recuadro 14. Un régimen gobernado por las finanzas


FORMACIÓN DE LA DEMANDA
(1) D = C + I Economía cerrada sin Estado ni inter-
cambios externos.

(2) I = aK– 1 . (r – r) La inversión se forma en función de la


+ b . (D – D-1) + I0 brecha de la rentabilidad en relación
con la norma financiera y un término
de aceleración de la demanda.

(3) C = a . MSR + b .W + co El consumo se fija en función de la masa


salarial real y de la riqueza de los hoga-
res
INTERACCIÓN OFERTA/DEMANDA

(4) K = K-1 . (1 – d) + I El stock de capital evoluciona en


función de una tasa de obsolescencia y
de la inversión.

(5) Q = n . K La capacidad de producción se deter-


mina en función del stock de capital.

(6) Q = Inf (Q, D) El nivel de producción se fija por el


lado corto, sean las capacidades, sea la
demanda efectiva.

DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO


Q – MSR La tasa de rentabilidad se forma a partir
(7) r =
K-1 del excedente bruto respecto del stock
de capital.

(8) W = q . Q – MSR La riqueza se evalúa a partir de las


I ganancias, habida cuenta de la tasa de
interés y del q de Tobin.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

VARIABLES FINANCIERAS Y MONETARIAS

(9) MSR = f . Q – e . r + wo La masa salarial real crece con la


demanda, pero decrece con la norma
financiera.

(10) r = r La norma de rentabilidad es fijada por


los mercados financieros.

(11) q = q El q de Tobin se supone exógeno.

Q (
(12) I = jo + ψ W – r*
) El establecimiento de emisión fija la tasa
de interés para evitar la formación de
burbujas financieras.

(13) r* = (Q, ψ) La relación de la riqueza con el ingreso


es una función del nivel de desarrollo
y de una variable discrecional apreciada
por el establecimiento de emisión.

VARIABLES ENDÓGENAS (11):


D, C, I, r, MSR, W, K,Q, Q, I, r*

VARIABLES EXÓGENAS (2):


r, q

Todos los parámetros a, b, a, b, v, d, f, e, ψ son positivos o nulos.

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Robert Boyer

Un régimen que puede ser viable, pero, a la larga, se ve afectado por la


inestabilidad
A priori, se podría temer que un régimen así, fundado en el opti-
mismo de las expectativas, nunca logre establecerse.Y, a contrario, una
vez observada una fase de expansión impulsada por las finanzas —
como ocurrió en Estados Unidos en la década de 1990—, los analistas
pueden llegar a la conclusión de que la flexibilidad de las finanzas va
a lograr eliminar todo riesgo de crisis. La resolución de este modelo
desmiente estas dos intuiciones, ya que muestra la potencialidad, pero
también los límites de un régimen de este tipo.
Por un lado, cuando los efectos patrimoniales están muy desarro-
llados y si los mercados financieros inducen la generalización de un
comportamiento de inversión muy determinado por la rentabilidad,
entonces, puede existir un régimen virtuoso de crecimiento financiarizado.
En este régimen, un aumento de la norma de rentabilidad repercute
en la riqueza de los hogares tal como es evaluada por el mercado
bursátil, lo que lleva a un crecimiento del consumo. Si las empresas
son suficientemente reactivas a la demanda, este efecto de aceleración
tiene un impacto positivo en la inversión, y puede, incluso, compen-
sar el efecto restrictivo de un aumento de la norma de rentabilidad
exigida por la comunidad financiera. Mutatis mutandis, este régimen
es, entonces, un potencial sucesor del modelo de desarrollo fordista:
la dinámica bursátil reemplaza al salario como fuente de crecimiento
acumulativo. Es el cambio de la jerarquía de las formas institucionales
en beneficio del régimen financiero lo que está en el centro de este
régimen.
Demasiada flexibilidad salarial es perjudicial.— Pero su viabi-
lidad supone que ciertas condiciones sean satisfechas. En particu-
lar, es necesario que la relación salarial no sea demasiado competitiva, es
decir, que la remuneración real de los asalariados no esté condicio-
nada de manera determinante por la evolución de la demanda. En
efecto, demasiada flexibilidad salarial es perjudicial para la estabilidad
macroeconómica. Ahora bien, el cambio de la jerarquía institucional,
que en sí misma es un reflejo de la pérdida del poder de negocia-
ción de los asalariados, tiene en germen la reintroducción de factores

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

competitivos en la formación de los salarios. Se introduce, entonces,


un factor de crisis, ya que la financiarización estaría asociada a una
marcada desregulación que afecta al trabajo y la cobertura social.

Una crisis por endometabolismo. — Por otra parte, el desarro-


llo de los mercados financieros extiende mecánicamente la zona del
régimen impulsado por las finanzas, pero, al mismo tiempo, acerca la
economía a la zona de inestabilidad estructural. Existe, por lo tanto,
un umbral a partir del cual la financiarización desestabiliza el equilibrio
macroeconómico. En el seno de la teoría de la regulación, se encuentra
una interpretación general de las crisis. En efecto, como se supusieron
mercados perfectos, este tipo de crisis no es en absoluto la expresión
de una imperfección o de una irracionalidad en el comportamiento
de los actores. En este caso, la transformación progresiva de los pará-
metros característicos del modo de regulación, es decir, el endometa-
bolismo, termina por desestabilizar el régimen de crecimiento, mien-
tras que los actores lo perciben como que ha sido coronado de éxito
y destinado a perpetuarse. De nuevo, es el éxito de la financiarización
el que lleva a la crisis del régimen que impulsa.

El banquero central, guardián de la estabilidad financiera.


— Finalmente, este régimen de crecimiento financiarizado supone
un cambio en los objetivos de la política monetaria. En efecto, para
estabilizar este régimen de economía financiarizada, es importante
que las reacciones con respecto al establecimiento de emisión sean suficiente-
mente rápidas para prevenir una aceleración del crecimiento que lleve
a una crisis. En este contexto, el movimiento de las tasas de interés es
determinante para la estabilidad económica.
Estos resultados aclaran la coyuntura de la década de 1990 en
Estados Unidos. Una calibración del modelo muestra, en efecto, que
este país era probablemente el único que podía insertarse en un régi-
men de crecimiento financiarizado y que, en consecuencia, sería el
primero en experimentar un nuevo tipo de crisis [Boyer, 2000b]. De
la misma manera, se destaca que a la política monetaria se le atri-
buye un papel determinante para intentar evitar el surgimiento de
una aceleración financiera y, cuando esta se considera imposible, para

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Robert Boyer

reactivar la economía a través de una disminución rápida y radical de


las tasas de interés.

Las finanzas, factor de propagación de las crisis

Este régimen es portador de diversas fuentes de crisis, que se


actualizan de manera diferente según el contexto institucional en
el que intervienen la liberalización financiera. Uno de los primeros
factores de crisis tiende a la divergencia entre el rendimiento econó-
mico del capital y el rendimiento financiero que realizan ciertos acti-
vos financieros.

La exigencia de un rendimiento excesivo. — La observación de


rendimientos elevados, debido, por ejemplo, a tasas de interés demasiado
bajas, puede incitar a los agentes económicos a endeudarse más que lo
que es razonable para beneficiarse de la brecha entra la rentabilidad de
su capital y la tasa de interés, conforme a un efecto de palanca, muy
presente en la década de 1990 [Plihon, 2002]. Así se puede generalizar
una norma de rendimiento sin relación con la capacidad de génesis de
ganancias por la economía «real». La formalización precedente (recua-
dro 14, más arriba) muestra que existe en cada caso un umbral para la
rentabilidad exigida para los mercados financieros: un nivel máximo si los
efectos de aceleración de la inversión son débiles, y un nivel mínimo si
ellos son importantes. Aparece así un límite al poder de los mercados
financieros, que, si no es respetado, introduce una serie de patologías
macroeconómicas (inexistencia del equilibrio o inestabilidad).

Los regímenes fordistas son penalizados por la financia-


rización. — Un segundo resultado del modelo es que todas las
economías no tienen interés en adoptar un régimen de crecimiento
impulsado por las finanzas. En efecto, si la financiarización inter-
viene en una economía todavía dominada por la sociedad salarial, es decir
que el ingreso del trabajo es el determinante esencial del modo de
consumo, por el contrario, un aumento de la norma de rentabilidad
tiene un impacto negativo.
Este resultado permite interpretar la crisis japonesa de la década

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

1980, ya que la apertura a las finanzas internacionales deterioró, de


hecho, tanto los desempeños macroeconómicos como los indica-
dores de rentabilidad o de progresión del salario real. La economía
alemana de la década del 2000 encuentra también los límites de una
financiarización en un régimen todavía marcado por la centralidad
de la relación salarial y la dominación de la especialización industrial.

La globalización financiera, factor de crisis para las econo-


mías dependientes. — En la medida donde, para muchas economías,
la financiarización está asociada a la apertura a los flujos internacionales
de capitales y, en una medida bastante menor, a la modernización de
la organización bancaria interna, se introduce una remarcable elasti-
cidad de las fuentes de financiamiento, en ruptura con las tendencias
anteriores. En consecuencia, en la década de 1990 se multiplicaron las
secuencias que hacen alternar un período de expansión económica
sin precedente —pues está impulsada por la abundancia de crédito—
con un retorno drástico inducido por las salidas de capitales.
Con una intensidad y una gravedad variables se combinan enton-
ces crisis bancaria y de cambio, crisis inmobiliarias y bursátiles, quie-
bras bancarias y crisis de la deuda soberana. Así, la globalización
financiera vino a perturbar los modos de desarrollo que no estaban
desprovistos de tensiones ni de contradicciones, pero cuya viabilidad
se encuentra drásticamente comprometida por la erosión por parte
de la finanzas de la mayoría de las formas institucionales y la llegada a
los límites del modo de regulación, frente a la novedad y la amplitud
del shock de la financiarización (figura 13).

La incoherencia de un régimen de acumulación estuvo por un tiempo disimu-


lada por la plasticidad de las finanzas globalizadas

Hay otra forma de impacto de las finanzas sobre la génesis de


una crisis importante. En efecto, cuando un país se abre comple-
tamente a las finanzas internacionales y su política económica se
ajusta a la ortodoxia, por ejemplo, la del consenso de Washington, ve
afluir los capitales que se dirigen hacia los sectores más rentables, a

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Robert Boyer

menudo aquellos que están protegidos de la competencia internacio-


nal, como los son los servicios colectivos, los bienes raíces o incluso
el financiamiento de la deuda pública. Los agentes domésticos se
endeudan, entonces, en moneda extranjera, mientras que el desa-
rrollo del crédito desarrolla solo las capacidades de producción del
sector protegido favoreciendo el consumo. Lo que, en una economía
abierta al comercio internacional, estimula las importaciones.

Las distorsiones asociadas a los flujos de capitales. — En


contraste, las inversiones directas solo a la larga desarrollan la capaci-
dad exportadora, suscitando a corto y mediano plazo la importación
de bienes de equipamiento y de productos intermedios. Si se agrega
que la apertura a la competencia internacional tiene, en primer lugar,
como efecto la quiebra o la reestructuración de empresas naciona-
les que se han vuelto no competitivas, el déficit comercial se sigue
deteriorando. Basta, por lo tanto, que las perspectivas de los mercados
financieros se recuperan para que drásticamente el flujo de capital se
revierta y aparezca una crisis financiera que afecta al mismo tiempo
los bancos y el tipo de cambio.
Pero su origen no es necesariamente una mala gestión de los
bancos o una política monetaria y presupuestaria laxa: de hecho, es
la incapacidad del cierre de un régimen de acumulación impulsado
por las exportaciones y sometido a la globalización financiera lo que
explica la gravedad de una crisis. Esta aparece como sistémica, pues se
conjugan entonces colapso del tipo de cambio, quiebra o cierre del
sistema bancario y, a veces, crisis de la deuda pública.

El colapso de la Argentina. — Estas son las relaciones que llevaron


al colapso de la economía argentina. Aparentemente este país había
tenido en la década de 1990 un régimen de crecimiento compatible
con el librecambismo y la globalización financiera. Convertido en el
buen alumno del consenso de Washington en la década de 1990, este
país estaba dotado de un sistema moderno de supervisión bancaria y
se beneficiaba de la credibilidad asociada a la elección de un tipo de
cambio fijo e irreversible respecto del dólar.

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Figura 13. La liberalización financiera de los países

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desestabilización
dependientes: unaFigura 13. La liberalizaciónde la mayoría
financiera de los
de los países regímenes de crecimiento
dependientes:
una desestabilización de la mayoría de los regímenes de crecimiento
El surgimiento Efectos positivos Posibilidad de
+ +
de un círculo reembolso de
virtuoso supone préstamos
un horizonte de
Modernización Competitivi-
largo plazo +
tecnológica dad de las
+
industrias
Financiamiento exportadoras
de la brecha Inflación del
+ ahorro/inversión Crédito precio de los
+ inmobiliario activos -
Impacto sobre la

135
Liberalización Crédito al
oferta de crédito Caída del
financiera consumo
ahorro -
Orientación Compra
de títulos Burbuja
de la política
bursátiles especulativa -
económica
Desplazamiento
- de la participación
Tipo de Poca Privatización Flexibilización mercado interno/
Tensión por la
cambio fiscalidad del mercado exportación
búsqueda de la
estable sobre el de trabajo
La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

liberalización
capital
(3 a 4 años)
- Efectos negativos -

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26/09/16 21:30
Robert Boyer

De hecho, la adaptación a la competencia internacional se consi-


dera más destructiva que creadora de las capacidades competitivas. La
crisis financiera traduce, por lo tanto, la incoherencia de un régimen
de acumulación para un país en el que el sector exportador tiene
un tamaño modesto, mientras que, para sostener este régimen, el
país está obligado a endeudarse de manera acumulativa. En cierto
sentido, los notables desempeños de la economía argentina de 1993
a 1997 disimulan los desequilibrios estructurales que la liberalización
no logra superar.
Así, la trayectoria argentina da cuenta de una forma original de
crisis (recuadro 13, arriba). No solo interviene la prociclicidad de las
entradas de capitales, que inicia una fase de expansión alimentada por
el crédito, sino que esta facilidad de acceso al crédito disimula por
un tiempo la inviabilidad del régimen de acumulación generado por
una configuración institucional sin precedentes. La adopción de una
currency board [tabla de paridad cambiaria], la completa libertad de
los movimientos de capitales y la liberalización del mercado interno
eliminan la capacidad de reacción ante los riesgos de la econo-
mía internacional. Más aún, estos cambios institucionales ponen a
la economía argentina en un sendero caracterizado por desequili-
brios crecientes del régimen de acumulación, disimulado durante un
tiempo por las entradas masivas de capitales.

Conclusión: Recurrencia de las crisis, cambio de sus formas

Desde el origen, la teoría de la regulación otorgó un lugar central


al análisis de las crisis. A partir de la observación de la parálisis del
régimen de crecimiento fordista, las investigaciones se dedicaron a
brindar un análisis histórico de la sucesión de grandes crisis. En las
décadas de 1980 y 1990, la multiplicación de las crisis y su carácter
sorprendente renovaron el interés de los economistas en la forma-
lización de las crisis financieras y su historia, aportando numero-
sos resultados e intuiciones. Sin embargo, la teoría de la regulación
conserva su originalidad.
En primer lugar, propone una serie de definiciones originales de
las crisis como llegada a los límites de un modo de regulación y/o

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

de un régimen de acumulación. Toda crisis es la consecuencia de un


proceso temporal y no la constatación de una imperfección, en rela-
ción con una economía de mercado en equilibrio. Esta diferencia de
apreciación deriva del hecho de que el punto de partida de la teoría
es el concepto de capitalismo y no la referencia a una economía
compuesta de mercados interdependientes.
Luego, la teoría se inscribe en un proyecto de macroeconomía
institucional e histórica. La mayoría de los macroeconomistas se
sorprendieron al constatar que las crisis bursátiles se suceden y no
se parecen, o incluso que los motivos de la crisis asiática no son los
mismos que los observados en América Latina en la década de 1980.
Por su parte, la teoría de la regulación se inscribe en la línea de los
trabajos de historia económica y financiera que consideran que «cada
economía tiene las crisis de su estructura». De manera más precisa,
a cada modo de regulación le corresponden formas bien precisas
de crisis pequeñas o grandes. Incluso, si las crisis se suceden y no se
parecen, es porque, como el capitalismo es innovación, institucional
y tecnológica, se pueden suceder diferentes regímenes de acumula-
ción en el tiempo y coexistir en el espacio.
Finalmente, las nuevas teorías macroeconómicas parten del postu-
lado de la estabilidad de un equilibrio económico, de modo que las
crisis aparecen necesariamente como anomalías o curiosidades. En
el seno de la teoría de la regulación, el análisis de las consecuencias
que tienen las formas institucionales en la naturaleza de los ajus-
tes económicos deja abierta la cuestión de la viabilidad de un régi-
men económico o al contrario de su incoherencia y de su próxima
entrada en crisis (figura 14). Regulación y crisis son las dos caras de
una misma problemática.

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Robert Boyer

Figura 14. La arquitectura de las nociones de base de la


Figura 14. La arquitectura de las nociones de base de la teoría de
teoría laderegulación
la regulación

RÉGIMEN DE ACUMULACIÓN
* Compatibilidad dinámica entre
producción, participación del ingreso y
génesis de la demanda
* -$!
FORMAS INSTITUCIONALES
*. ! %#!
*
!#!"%  *&$%$! /!$
*/ $#
*%&#) $%!
* $#/  #.

MODO DE REGULACIÓN
* )/ !$!"!#% %!$
individuales y colectivos en función del
régimen de acumulación
*"#!&/ $!#$
institucionales

Lenta evolución con las formas institucionales


«pequeñas crisis»

Entrada en contradicción con las formas institucionales


«crisis estructural» o gran crisis

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138

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

SEGUNDA PARTE

Los desarrollos

139

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Robert Boyer

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

V Lógicas de la acción, organizaciones


e instituciones
Esta obra comenzó poniendo en evidencia las lagunas e incohe-
rencias de un enfoque en términos de equilibrio walrasiano
(capítulo I). Ahora es necesario invertir el análisis y explicitar cuál
es la microeconomía asociada a cada arquitectura institucional. Esto
supone, en primer lugar, construir una alternativa a la teoría del
productor tomando en serio la noción de empresa, como entidad
orgánica del capitalismo. Luego, reemplazar el principio de raciona-
lidad sustancial por el de racionalidad contextual. Finalmente, y sobre
todo, mostrar que el mercado no es —y lejos está de serlo— el único
mecanismo de coordinación. Paradójicamente, estos son otros acuer-
dos institucionales distintos que garantizan su viabilidad. Así, se abre
la perspectiva de fundamentos macroeconómicos e institucionales
para una microeconomía pertinente, en un mundo con grandes
organizaciones y una multiplicidad de intervenciones públicas.

Toda racionalidad está situada institucionalmente

Con el interés de delimitar el campo de la economía pura, la


mayoría de los economistas consideran que, en la esencia de las
empresas, está maximizar la rentabilidad. La frecuentación de la histo-
ria de las empresas introduce una concepción mucho más matizada
[Chandler, 1977; Hatchuel, 2004], mientras que las comparaciones
internacionales que tratan sobre el período contemporáneo destacan
una gran diversidad de objetivos precisos perseguidos por las firmas
[Aoki, 1988; Boyer y Freyssenet, 2000].

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Robert Boyer

La multiplicidad de los objetivos de las empresas

De esta revisión de la literatura se destaca que una rentabilidad


satisfactoria, que permita la supervivencia de la empresa, se obtiene
a través de objetivos intermedios, que no son la maximización de las
ganancias (tabla 6).
Así, investigaciones recientes han mostrado que las empresas fami-
liares tenían, en general, desempeños superiores a los de las socieda-
des anónimas, tanto en el campo financiero como en los campos
industrial y social [Allouche y Amann, 2000]. Su resiliencia se debe
al hecho de que las familias apuntan a transmitir un saber hacer y un
patrimonio de generación en generación, a través de una organiza-
ción que moviliza plenamente los lazos familiares, a la vez que limita
la exposición al riesgo. La empresa individual constituye una segunda
excepción en la medida en que, en las economías contemporáneas,
su creación es un medio para que los desempleados tengan acceso
a un ingreso por actividad, mientras que los gobiernos reajustan el
seguro de desempleo a la baja.
A través de estos dos ejemplos aparece una de las cuestiones
centrales de extender la teoría de la regulación a la microecono-
mía: la racionalidad de las empresas está muy condicionada por el
contexto institucional que, de cierta forma, reduce la complejidad
y la incertidumbre. Cuando las reformas institucionales después de
la Segunda Guerra Mundial dieron sus frutos y se desarrolló un
mercado de consumo masivo que incluía a los asalariados, la empresa
fordista trató de maximizar los efectos de escala sobre la base de este
compromiso capital-trabajo, atípico en relación con la historia del
capitalismo. Fue en esta ocasión que se inventaron las técnicas de
gestión modernas. Cuando, después de 1945, los empresarios japo-
neses intentaron adaptar este modelo, tropezaron con la estrechez del
mercado, lo que los incitó a hacer de la diferenciación y de la cali-
dad el núcleo central de sus estrategias de rentabilidad, en particular,
gracias a la flexibilidad, propia de la relación salarial japonesa, y el uso
intensivo de la subcontratación.
Este marco analítico permite comprender por qué el ideal de
las cooperativas obreras de producción, presente desde la primera

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

fase de la industrialización, ha enfrentado tantas dificultades para


conquistar una parte significativa de los mercados: faltan las insti-
tuciones nacionales que asegurarían su viabilidad, por ejemplo, un
sistema de crédito cooperativo capaz de resistir la presión competi-
tiva de los bancos comerciales. Claramente, debe existir una u otra
forma de compatibilidad, o de complementariedad, entre tipos de
organización productiva y formas institucionales, ya que estas últimas
crean las restricciones y las oportunidades de las diferentes estrategias
de rentabilidad.

Tantas racionalidades individuales como contextos institucionales

La aplicación de este mismo principio brinda una alternativa a


la teoría del consumidor, fundada en dos pilares: la existencia de
preferencias independientes del contexto social y la maximización
de una utilidad que no depende más que de los bienes consumi-
dos. Ahora bien, estas dos hipótesis son invalidadas. En las socieda-
des contemporáneas, las normas de consumo son objeto de intensos
procesos miméticos, alimentados por las innovaciones que proponen
las empresas para extender su margen de ganancias [Frank, 2010].
De la misma forma, una rama del institucionalismo postula que el
contexto determina casi por completo los objetivos que se fijan los
individuos [Douglas, 1986].
Una vez más, la historia económica proporciona una caracteri-
zación de diversas configuraciones tipo. ¿Por qué, por ejemplo, el
campesino de la Edad Media diversificaba la ubicación de sus parcelas?
Para los economistas que estudian la agricultura contemporánea, es
pura irracionalidad: ese campesino habría debido unir sus tierras para
beneficiar los rendimientos de escala. Sin embargo, el campesino
pobre, ante la sucesión de incidentes climáticos, trataba de asegurar
la supervivencia de su familia por medio de la mayor diversifica-
ción posible del riesgo (inundaciones cerca de la costa o hielo en la
colina…). Entonces, no se trata de ninguna irracionalidad, sino de
una tentativa de adaptación a una regulación a la antigua, marcada
por el retorno periódico de las hambrunas [Boyer, 1991]. La extrema

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Tabla 6. Tantos objetivos como tipos de empresa

Empresa Pequeña Empresa Empresa Start-up Banco de Coope-


familiar empresa fordista japonesa de Silicon inversión rativa
Valley en Wall obrera
Street

Objetivo Transmisión Supervivencia Maximiza- Diferencia- Rentabilidad Valor del Emanci-


de patrimo- e ingreso. ción de los ción por la extra por patrimonio pación de
nio. efectos de calidad. innovación financiero. la relación
escala. radical. salarial.

Modo de Patriarcal. Ad hoc. Compro- Meso-/ Carismático. Distribución Delibe-

144
gobierno miso capital/ microcorpo- de la renta- ración
Robert Boyer

trabajo. rativismo. bilidad entre democrá-


vendedores tica.
y analistas
cuantitativos.

Estilo de Estabilidad Intensidad del Técnica Flexibilidad Distribución Avanzada Modelo


gestión del capital, trabajo. dominante de la relación del riesgo, de la mate- participa-
prudencia en + marketing. salarial + motivación mática tivo.
las decisio- subcontrata- intrínseca de financiera,
nes. ción. los emplea- que toma
dos. un riesgo
máximo.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

diversidad de las racionalidades individuales es el principal fenó-


meno que surge de la comparación de los objetivos y del medios que
despliegan respectivamente el obrero de un oficio en el siglo XIX,
el empleado de Henry Ford, el salaryman de Toyota o el capitalista de
riesgo de Silicon Valley.Y esto sin mencionar el caso del vendedor o
del analista cuantitativo, cuyo comportamiento, considerado por el
resto de la sociedad como irracional, es, de hecho, la consecuencia de
un sistema de remuneración fundado en la distribución de las ganan-
cias, donde es posible una mayor toma de riesgo [Godechot, 2001].
Paradójicamente, es en el marco de la administración pública
moderna donde se encontraría la expresión más clara de un princi-
pio de racionalidad. En este caso, la preocupación no es la integra-
ción a la economía capitalista a través de los mecanismos de precios,
sino más bien la invención y la coordinación de reglas y de rutinas
que le permitan prosperar [Weber, 1921]. Si se prolonga el análisis
hasta el período contemporáneo, ¿no es notable que, en la época de
la financiarización, estos sean los métodos del sector privado que se
movilicen para reformar las administraciones públicas, funcionales,
en relación con un régimen pasado en el que lo político gozaba de
una capacidad de iniciativa en materia de organización económica?
Este es el núcleo central de la estrategia liberal contemporánea del
que se halla un ejemplo emblemático en Gran Bretaña [Faucher-
King y Le Galès, 2010].
De este modo, cuando se da un contenido preciso al principio de
racionalidad, la posibilidad de una microeconomía de vocación universal
se aleja. Esta ortogonalidad de la teoría microeconómica estándar, en rela-
ción con hechos estilizados de la historia económica, es testimonio de la
normatividad de la disciplina, en detrimento de la pertinencia.

Los mercados son construcciones sociales

Hay un tercer pilar en la alternativa a la teoría del consumidor:


los mercados como formas exclusivas de coordinación de los sujetos
considerados autónomos. En efecto, el paso de la teoría microeconó-

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Robert Boyer

mica de la empresa y de los hogares (o los individuos) a la del equili-


brio general, considerada como la única representación rigurosa de la
macroeconomía, se efectúa postulando la existencia de una institución
llamada «mercado», en el seno de la cual se enfrentan simultáneamente
la oferta y la demanda, que proceden de una gran cantidad de partici-
pantes considerados como átomos independientes unos de otros.

Como ya se subrayó, la demostración de los manuales de


microeconomía estándar se apoya en la existencia de un subastador
que centraliza el conjunto de las transacciones y no las autoriza a
menos que se haya alcanzado el precio de equilibrio, después de un
proceso de tanteos (capítulo I).

La más compleja de las formas de coordinación

Esta ficción no es sostenible porque se encuentra con una multi-


plicidad de objeciones. En primer lugar, el relato de la escuela
austríaca, que hace derivar el mercado de las dificultades que enfrenta
la generalización del trueque —como respuesta racional de los indi-
viduos—, no está en absoluto validado por las distintas historias
monetarias: de un modo o de otro, el crédito es la base de la inven-
ción de la moneda, moneda que permite en seguida el desarrollo de
los intercambios comerciales [Alary, 2009]. A contrario, las tentativas
de introducción de la moneda en los modelos de equilibrio general
fracasaron porque, al intercambiar los individuos canastas de bienes
y servicios, la moneda desaparece una vez que las transacciones son
efectuadas. Por esto, y sobre todo, la economía política clásica es, en
este punto, mucho más satisfactoria, ya que muestra que los agentes,
al observar los desniveles de precios en el espacio y en el tiempo,
deciden ser los intermediarios de estos intercambios que les apor-
tan una rentabilidad y justifican su existencia [Marshall, 1890]. Los
mercados son, entonces, la expresión de organizaciones y su conver-
gencia define un régimen institucional original. No son en absoluto
la expresión de un estado de naturaleza, contrariamente a la teoría
estándar que abusa del calificativo «natural» (desempleo «natural», tasa

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

de interés «natural»…). Finalmente, la creación de un mercado no es


en todo tiempo y lugar la solución para hacer compatible un conjunto
de ofertas y demandas: para algunas configuraciones de la calidad y de
los rendimientos de escala, no puede establecerse un mercado porque
este no está dotado de estructuras estables [White, 2002].
A partir de estas reflexiones, es posible extraer de trabajos tanto
teóricos como históricos las condiciones institucionales y organiza-
cionales que permiten la viabilidad de un mercado determinado.
Al nivel de la sociedad, se puede hacer la lista de las condiciones
indispensables para la construcción de un mercado. Desde un punto
de vista institucional, una transacción de mercado es, ante todo,
una transferencia de derechos de propiedad, lo que supone muy
a menudo un sistema jurídico que garantice los contratos, puesto
que la relación de confianza y de reciprocidad ya no es suficiente
para garantizar el buen desarrollo de los intercambios. De la misma
manera, el intercambio de un bien o servicio se efectúa contra un
pago, lo que supone la existencia de una unidad de cuenta y de un
sistema de pago. Finalmente, hay que tener en cuenta el régimen
fiscal que rige los diversos tipos de transacciones. Si una de estas
condiciones genéricas ya no se cumple, la viabilidad de este mercado
está en peligro.
Otra serie de condiciones se debe a la especificidad del producto/
servicio. Las partes interesadas deben ponerse de acuerdo sobre la
naturaleza del bien, y eso puede ser muy difícil cuando se trata de
la prestación de servicios complejos escalonada en el tiempo. De un
modo más fundamental, es importante ponerse de acuerdo sobre la
calidad del bien, lo que no se da por sentado en materia de trabajo
y de empleo, por ejemplo. Como lo mostró la microeconomía con
información imperfecta, es posible que la incapacidad de ponerse
de acuerdo sobre la calidad impida la apertura de un mercado (el
de los coches usados fue estudiado por Akerlof [1984]). Además, en
una serie de mercados, un tercero, a priori independiente, acredita la
calidad del producto. No es el caso cuando, por ejemplo, una gran
sociedad financia la evaluación de títulos financieros que emite a
través de una agencia de notación: este fue uno de los factores que
condujo a la crisis llamada de productos derivados. Los procedimientos

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Robert Boyer

que rigen la apertura y el funcionamiento de los mercados deben


mantener la confianza de los participantes al garantizar, si es posi-
ble, una igualdad de tratamiento. Así, toda información privilegiada
socava la confianza en los mercados bursátiles. Las transacciones de
alta frecuencia introducen potencialmente una desigualdad de trata-
miento, lo que no deja de comprometer la respetabilidad de una
práctica de este tipo. Estas condiciones, tanto genéricas como espe-
cíficas, son adaptar, completar o construir cada nuevo mercado.
De este modo, cuando la digitalización afectó al ámbito de la
edición, la creación musical o la industria cinematográfica, se planteó
con intensidad la cuestión de la propiedad intelectual. Luego de un
largo proceso que opuso la defensa del ingreso de los creadores a la
presión del público para beneficiarse con una difusión a costo margi-
nal casi nulo, terminaron por surgir las reglas, los compromisos entre
estas dos exigencias contradictorias. Del mismo modo, la desterrito-
rialización de las transacciones llevó a preguntarse sobre la localiza-
ción de la resolución de los conflictos jurídicos, sobre la seguridad
de los medios de pago electrónicos, pero también sobre el Estado-
nación que debía percibir los impuestos. La cuestión está lejos de
estar resuelta, lo que sugiere que el comercio electrónico no alcanzó
todavía una configuración estable. El desarrollo de las transacciones
electrónicas cambia la relación de los mercados en el espacio y en el
tiempo. Mientras que, históricamente, el mercado surge como local
y con poca periodicidad, el comercio electrónico, asociado con la
casi desaparición de barreras tarifarias elevadas, implica un mercado
potencialmente mundial, abierto continuamente. Estas transacciones
de alta frecuencia —de las que se encuentra una expresión acabada
en los mercados financieros— introducen la tiranía de un tiempo
breve en oposición a los rezagos necesarios para la implementación
de las inversiones, y más aún para la madurez de una innovación. En
suma, es necesario rechazar la visión que hace del mercado la forma
más simple y más evidente de coordinación: es, por el contrario, una
de las más frágiles y supone la complementariedad de reglas que
pertenecen a diversas esferas de la economía.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Las formas institucionales como conjunto de acuerdos


institucionales

Es entonces posible revisar el origen y la naturaleza de las cinco


formas institucionales comparándolos con la imagen de moléculas
compuestas por una configuración de átomos.

Interés versus obligación, horizontalidad versus verticalidad

En la literatura sobre las deficiencias del mercado, a menudo se


presenta la intervención del Estado como un principio de coor-
dinación alternativa. Esta dicotomía es la base de los desacuer-
dos entre neoclásicos y keynesianos. El interés de la literatura del
neocorporativismo [Schmitter, 1990] y de la sociología económica
[Hollingsworth, Schmitter y Streeck, 1994] es proponer una taxo-
nomía que, más allá del mercado y del Estado, considere otras cuatro
formas intermedias de coordinación [Hollingsworth y Boyer, 1997]
(figura 15):
— las alianzas constituyen un modo de coordinación (en inglés
governance), que se mantiene por el acuerdo de las partes interesadas,
operando en el registro de la lógica económica, al igual que el mercado.
Su interés es compartir las incertidumbres asociadas, por ejemplo, con
la innovación y la implementación de nuevas tecnologías;
— las jerarquías privadas, al estilo de la gran empresa integrada
verticalmente, constituyen otra forma que no dejó de crecer en la
historia prolongada del capitalismo. Pueden optimizar la dinámica
de los costos de producción y de transacción, pero también pueden
favorecer la innovación;
— las comunidades incluyen las comunas, los clanes, los distritos o
los clubes, y ponen en práctica una forma de cohesión que deriva
de la adhesión de los actores a reglas de juego válidas en el nivel de
un grupo de tamaño variable, pero en general limitado. Su principal
ventaja se debe al establecimiento de la confianza necesaria en la
mayoría de las actividades económicas, muy en particular, las transac-
ciones comerciales y el crédito;

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Robert Boyer

— las redes, finalmente, corresponden a las asociaciones profe-


sionales, los sindicatos, grupos de interés o de presión, es decir, al
desmembramiento de algunas actividades atribuidas tradicional-
mente al Estado centralizado. Pero también pueden ser construidas
en el espacio de las relaciones sociales (familia, grupo…). En ambos
casos, estas redes pueden movilizarse en la competencia económica y
la innovación.

Figura 15. Una taxonomía de diversos principios


de coordinación
Figura 15.Una taxonomía de diversos principios de coordinación

MODO DE COORDINACIÓN Y DISTRIBUCIÓN DEL PODER


HORIZONTAL VERTICAL
INTERÉS

1. MERCADO 2. EMPRESA
MOTIVO DE LA ACCIÓN

6. ASOCIACIÓN

5. RED
OBLIGACIÓN

3. COMUNIDAD, 4. ESTADO
SOCIEDAD CIVIL

Fuente: Según Hollingsworth y Boyer [1997].

Fuente: A partir de Hollingsworth y Boyer [1997].

La dicotomía, un poco maniquea, entre mercado y Estado se


funda en una clasificación construida sobre un doble criterio: por
una parte, los motivos de la acción —sea el interés individual apre-
ciado por el economista, sea el sentimiento de obligación que pone
de relieve el sociólogo—, por otra parte, el carácter horizontal e
igualitario versus un componente jerárquico y desigual del proceso
de coordinación. Además, se destaca que cada uno de estos acuerdos
institucionales exige condiciones particulares y manifiesta en general

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

tantas fortalezas como debilidades. Por lo tanto, no hay a priori un


acuerdo óptimo, cualquiera que sea la configuración del problema
planteado, algo que la observación empírica y los estudios compara-
tivos confirman ampliamente.
Cabe subrayar uno de los intereses de esta clasificación: los prin-
cipios de coordinación garantizan un pasaje de lo micro a lo macro,
y viceversa, ya que operan en un nivel intermedio entre los actores y
el sistema económico observado en el nivel más general. Finalmente,
los conceptos de la teoría de la regulación pueden, entonces, servir
para el análisis de los regímenes de funcionamiento en el nivel secto-
rial y no solo en el macroeconómico (capítulo VI).

La economía institucional: la necesidad de una taxonomía

La explosión de la literatura institucionalista, en el curso de la


década de 1990, a menudo se construyó sobre la oposición entre
mercado e institución, dando a entender que todo lo que no es
ajuste económico puro es institución y obedece a una misma lógica,
considerada no comercial [Hall y Soskice, 2001;Yamamura y Streeck,
2003]. La diversidad de los acuerdos institucionales asociada a cada
principio de coordinación desmiente aquí esta hipótesis. Se impone,
entonces, una precisión semántica y las investigaciones de la década
de 1990 proponen una serie de definiciones articuladas unas en rela-
ción con las otras, que distinguen seis configuraciones, de la más
general a la más particular (tabla 7).
El orden constitucional fue introducido por los trabajos de la cien-
cia política [Sabel, 1997] y de la historia económica [North, 1990],
transformando así el sentido que le había dado el anticonstructi-
vismo de Friedrich von Hayek [1973]. Operando en la esfera de la
legitimidad y poniendo en juego la deliberación, este orden define
las reglas que permiten resolver los conflictos entre las lógicas parcia-
les convertidas en contradictorias, en los distintos órdenes y esferas.
Se trata de un proceso esencialmente político que se traduce ex post
en el derecho.

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Robert Boyer

La institución define un medio, en general inmaterial, que a


menudo hace intervenir el derecho y tiene como efecto estructurar
las interacciones entre organizaciones (y eventualmente individuos).
Contribuye a reducir la incertidumbre que estaría asociada con el
despliegue de una multiplicidad de comportamientos estratégicos
que operan en un espacio desprovisto de puntos de referencia y de
reglas. La institución rige a la vez las esferas políticas y económicas.
Una serie de trabajos históricos sugieren una dependencia signi-
ficativa de las instituciones en relación con el orden constitucio-
nal [North, 1990]; una enseñanza equivalente se aplica en lo que
respecta a las relaciones entre la intervención pública y los mercados
en sí mismos [Fligstein, 2001].
La organización se distingue drásticamente de la institución por
el hecho de que una estructura de poder explícita pone en marcha
una serie de rutinas para coordinar las estrategias individuales y los
comportamientos, eventualmente oportunistas, en el seno de esta
organización. Esta entidad puede corresponder a una empresa o una
organización sin fines de lucro. Tanto los procesos de control como
los incentivos económicos se combinan para tratar de garantizar la
coherencia de cada organización. Así se encuentra generalizada la
oposición entre empresa y mercado propuesta por la teoría de los
costos de transacción [Coase, 1937] y sus prolongaciones contempo-
ráneas [Williamson, 1975, 1985].

Tabla 7. Institución, organización, regla, rutina, constitución

Naturaleza Definición Principio de Factores de


Componente acción cambio

Orden Conjunto de Legitimidad gracias a – En general gran


constitucional reglas generales que la deliberación. inercia de las demo-
permiten resolver cracias.
los conflictos entre – Rol de los procesos
instancias de nivel políticos en la recon-
inferior (institu- figuración.
ciones, organiza-
ciones, individuos).

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Naturaleza Definición Principio de Factores de


Componente acción cambio

Institución Procedimiento Reduce o elimina la – Crisis estructurales.


inmaterial que incertidumbre asociada – La poca eficiencia
permite estructurar a los comportamien- no es una razón sufi-
las interacciones tos estratégicos. ciente para el cambio.
entre las organi-
zaciones (y los
individuos).

Organización Una estructura La zanahoria y el palo – Insuficiencia de los


de poder y un (es decir, sistema resultados en relación
conjunto de ruti- de remuneración y con la competencia.
nas, para superar control) están vincu- – Las crisis de
los problemas de lados a las institucio- importancia suscitan
coordinación y los nes y convenciones. la reestructuración.
comportamientos
oportunistas.

Rutina Conjunto de La estandariza- – Evolución desfa-


reglas de acción ción simplifica los vorable del medio
que derivan de procedimientos ambiente.
la codificación de complejos y facilita – Incoherencia entre
un conocimiento una comprensión y una serie de rutinas o
tácito. reacciones comunes. evolución de la techné
a la epistémé.

Convención Conjunto de Memoria perdida de – Crisis general, inva-


expectativas y de los orígenes de la sión, traducción…
comportamientos que convención que – La eficiencia rara
se refuerzan mutua- parece, entonces, vez es un criterio de
mente, que surgen «natural». selección.
de una serie de
interacciones
descentralizadas.

Hábito Conjunto de Adaptación a un – Transferencia del


comportamientos campo particular, hábito a otro campo.
incorporados en los pero posible desequi- – Nuevo aprendizaje,
individuos, forjados librio por trasposi- en general difícil.
en el curso de su ción en otro.
proceso de sociali-
zación.
Fuente: Extensión a partir de Boyer y Saillard [2002].

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Robert Boyer

Una rutina define una regla de acción obtenida a partir de la codi-


ficación de un saber hacer a menudo tácito y su transformación
en un saber codificado y, por lo tanto, transmisible y accesible a un
conjunto de agentes que pertenecen a la misma organización o que
enfrentan los mismos problemas. El principio de acción es esencial-
mente cognitivo, interindividual pero inmaterial, lo que distingue
la rutina tanto del hábito como de la organización. El concepto
de rutina fue postulado por las teorías evolucionistas, en particular
para caracterizar a la empresa como un conjunto de competencias
[Nelson y Winter, 1982; Dosi y Salvatore, 1992, capítulo 51].
Una convención es el resultado de la convergencia, a menudo no
intencional, de una serie de expectativas y comportamientos inter-
dependientes, a través de interacciones totalmente descentralizadas,
sin ningún procedimiento explícito de coordinación. Este proceso
es, por lo tanto, directamente social y no exclusivamente cognitivo.
Una vez establecida, la convención parece «natural» a la totalidad de
los agentes involucrados, lo que hace que el origen olvidado de la
convención sea su principio de acción. Es un reconocimiento de las
investigaciones convencionalistas, de las que ya se subrayó su rela-
ción con la teoría de la regulación [Favereau, 1989; 1993a; 1993b;
1997; Boltanski y Thévenot, 1991; Orléan, 1994; Salais y Storper,
1994; Batifoulier, 2001]. Contrariamente a la rutina, la convención
no puede exportarse con facilidad más allá del espacio que permitió
su surgimiento. En consecuencia, las dinámicas de estas dos formas
son a priori diferentes.
Finalmente, el hábito identifica las consecuencias del proceso
de socialización en la formación de representaciones y comporta-
mientos individuales. Este concepto clave de la sociología de Pierre
Bourdieu [1980] es muy útil, ya que muestra la posibilidad de una
regularidad de los comportamientos de individuos que pertenecen
a un mismo grupo social y operan en un campo determinado, casi
de un modo independiente de toda fuerza coercitiva u organiza-
ción explícita. De este modo, el orden institucional se incorpora en
los propios individuos [Douglas, 1986]: lo que el economista llama
«preferencias» no es un hecho exógeno, sino el resultado de inte-
racciones pasadas [Bowles, 1998; Gintis, 2000]. El hábito puede ser

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

un ingrediente esencial de la viabilidad de ciertas formas institucio-


nales, como la relación salarial japonesa (división del trabajo entre
los sexos), o incluso el régimen monetario implementado por el
Bundesbank (trauma de la hiperinflación).
Es propio de las nuevas investigaciones recomponer y generalizar
las formas institucionales de la teoría de la regulación a partir de la
combinación de los «ladrillos fundamentales» así definidos. Sobre este
punto, los desarrollos recientes de la economía de las convenciones se
proponen precisamente el mismo objetivo, a saber: engendrar insti-
tuciones que forjen el ambiente macrosocial y la macroeconomía.
No es más que una actualización del programa del holindividualismo
[Defalvard, 1992, 2000]. Además, desde el punto de vista del proyecto
regulacionista, podría ser una etapa en la comprensión del surgi-
miento, la madurez y luego la crisis y desaparición de las diferentes
instituciones.

La relación salarial: una forma institucional que combina principios de


coordinación contrastantes

Esta construcción permite revisar la noción de relación salarial y


subrayar las diferencias en relación con un abordaje en términos de
mercado de trabajo. En primer lugar, está regida por un contrato que
se presenta como el resultado de la interacción de los intereses de
un asalariado y de una empresa, es decir, la relación horizontal que
privilegia la teoría ortodoxa. Pero implica también una relación jerár-
quica a título de la delegación de la organización del trabajo, es decir,
una relación de poder combinada con una relación de mercado. Por
lo tanto, es ilusorio pensar el salario como el resultado de un ajuste
del mercado, ya que todo un conjunto de disposiciones organiza-
cionales (condiciones de contratación, ascensos, procedimientos de
determinación de la remuneración…) apunta a desconectar, de un
modo más o menos completo, la gestión de la relación de empleo
—declinación de la relación salarial a nivel de cada empresa— del
mecanismo de competencia típico de una relación comercial y de los
peligros económicos. En esta óptica, coexisten contratos de trabajo

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Robert Boyer

diferenciados de manera duradera, y no se constata una convergencia


hacia un salario uniforme que corresponda al funcionamiento de un
estatuto salarial único.
Pero a esta unión de una relación de mercado y una relación de
poder, hay que agregar un tercer principio de coordinación, el que
resulta del carácter colectivo de la relación salarial. Los lineamientos
de los contratos privados se inscriben por lo general en un derecho
laboral que hace intervenir a las asociaciones que son los sindicatos
de trabajadores y patronales. Finalmente, habida cuenta del carác-
ter intrínsecamente conflictivo de la relación salarial, la preserva-
ción de un mínimo de paz social es una prerrogativa del Estado.
Tampoco se puede asimilar el mercado de productos al mercado de
trabajo porque, incluso en las épocas en que prevalecen las estrate-
gias neoliberales, no se pueden reducir los dispositivos complejos
que rigen la relación salarial a simples fricciones vinculadas con un
mercado perfecto. Tampoco hay que olvidar que, en una óptica que
toma prestado tanto de Kalecki como de Keynes, la asimetría entre
empresarios y trabajadores hace depender el nivel del empleo de las
decisiones de inversión: el trabajo depende jerárquicamente de la
dinámica económica. En un sentido, la codificación institucional de
la relación salarial aparece como una tentativa para frustrar parcial-
mente esta desigualdad de poder. Esto explica el fracaso recurrente
de las políticas de flexibilización de los contratos de trabajo. Por una
parte, es utópico, incluso desde el punto de vista de las empresas,
hacer del salario la única variable de ajuste; por otra parte, la reforma
de los dispositivos del derecho dispara tendencias contradictorias,
como la pérdida de lealtad frente a la empresa o, incluso, la caída de
la demanda cuando esta es impulsada por los salarios.

El sistema financiero de mercado: la ilusión de una autoorganización

Los mercados financieros suelen presentarse como emblemá-


ticos porque están cerca de las hipótesis fundadoras de las teorías
convencionales. Es ignorar la densidad de los acuerdos institucionales
que los enmarcan y sobreestimar drásticamente su estabilidad. En

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

ocasión de las grandes crisis, los actores de la política económica


toman conciencia de su fragilidad e inestabilidad, ya que los merca-
dos financieros evolucionan bajo los efectos de procesos miméti-
cos que hacen alternar arrebatos especulativos y colapsos dramáticos
[Orléan, 2004]. En consecuencia, a lo largo de la historia, los poderes
públicos buscaron desarrollar procesos de control que permitieran
limitar la amplitud y la frecuencia de estas crisis.
La observación de la Bolsa de Nueva York es ilustrativa. Allí se
encuentra primero una empresa privada cuya razón social es organizar
el mantenimiento de este mercado. Habida cuenta de las dificultades
de la evaluación de la calidad de los activos financieros, existe una
autoridad administrativa, la SEC, a cargo de mantener la transparen-
cia y el carácter equitativo de las transacciones. Pero, a su vez, la SEC
puede ser capturada por los propios financistas que tienen la gran
tentación de hacer trampas en lo que respecta a la sinceridad de las
cuentas o la calidad de la información brindada a los accionistas. De
este modo, durante la burbuja de Internet, algunas empresas (Enron)
pudieron desarrollar una «contabilidad creativa» que permitió, por
ejemplo, concentrar las ganancias en las cuentas oficiales y las pérdi-
das en cuentas anexas. Cuando estalló la crisis, los poderes políticos
se vieron obligados a legislar para reforzar las sanciones contra este
tipo de comportamiento.
De manera más general, los delitos de información privilegiada
son difíciles de detectar y los financistas tienen un incentivo para crear
nuevos instrumentos financieros lucrativos pero tóxicos. Cuando un
analista detecta una especulación a la Ponzi, en la que los nuevos clien-
tes financian el lucro de los antiguos, la relación de influencia —si no
de poder— de un financista carismático puede ser suficiente para
resolver un litigio. Es a través de la sucesión de estos ciclos que asocian
desregulación, innovación financiera, crisis y recuperación del control
por parte de los poderes públicos que se garantiza a largo plazo y de
manera imperfecta la viabilidad de los mercados financieros [Shlei-
fer, 2000]. De este modo, organización, mercado y reglamentación
definen conjuntamente la posible estabilidad de un sistema financiero.

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Robert Boyer

Organización e institución: del isomorfismo a la jerarquía

Una serie de analistas tratan de manera indiferenciada organi-


zación e institución como alternativas a la coordinación realizada
por el mercado. Ahora bien, los investigadores de las instituciones
destacan dos causalidades opuestas. Para la escuela de la Variedad de
Capitalismo (VoC, por sus siglas en inglés), las empresas están en el
origen de la construcción de las instituciones, mientras que, para la
teoría de la regulación, la causalidad es inversa.

La teoría de las variedades de capitalismos: las empresas forjan su ambiente


institucional

En efecto, Hall y Soskice [2002] extienden la teoría de la supermo-


dularidad de la organización de las empresas [Milgrom y Roberts, 1990]
a las instituciones del capitalismo. La investigación cuadra con el hecho
de que pueden existir configuraciones contrastantes de los dispositivos
de gestión, contrariamente a una concepción ingenua del benchmarking,
según la cual la contribución de cada una de ellas es estrictamente
aditiva, de manera que es fácil avanzar de un best way a otro.
Para no tomar más que este ejemplo, el modelo del justo a tiempo
y de la calidad total supone una organización de tipo distrito indus-
trial para satisfacer las restricciones temporales de entrega de compo-
nentes, una mano de obra polivalente para poder pasar fácilmente de
la producción de un bien a otro, sin olvidar las relaciones industriales
suficientemente pacificadas para que la amenaza de una huelga, que
quedaría limitada a un pequeño grupo de trabajo, no bloquee el
conjunto de la cadena de valor.
En teoría, entonces, es concebible engendrar una variedad de
capitalismo a partir de la combinación de dos hipótesis: por un lado,
una complementariedad de tipo tecnológico u organizacional entre
trabajo, equipamiento y producto; por otro lado, un isomorfismo
entre la organización de las empresas y las instituciones económicas
globales.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

La teoría de la regulación: las instituciones forjan las organizaciones

Para la teoría de la regulación, la causalidad principal va de lo


macroeconómico a lo microeconómico, aunque, por supuesto, la
dinámica global nunca es más que el resultado de la conjunción de
la evolución de diferentes empresas. ¿Por qué? Porque las formas
instituciones son el resultado de la acción colectiva al nivel de la
sociedad en su conjunto, un nivel diferente del que rige la activi-
dad económica. Por otra parte, las propiedades macroeconómicas no
tienen ninguna razón para ser la expresión de las restricciones que
encontraría una empresa representativa. Se puede resumir el debate
entre los dos enfoques en la figura 16

El modelo productivo como articulación de lo micro y lo macro

¿Estas dos concepciones son alternativas o, por el contrario, se


pueden combinar? Una solución consiste en abandonar la esperanza
de un paso directo de lo macro a lo micro y viceversa, y establecer
un nivel intermedio que se inscriba en las formas institucionales y,
a su vez, dé forma a los comportamientos colectivos e individuales.
Esto es lo que genera la noción de modelo productivo, introducida
en ocasión del análisis de la relación salarial para el sector automotor
estudiado por el Gerpisa (Grupo de Estudio e Investigación Perma-
nente sobre la Industria y los Trabajadores del Automóvil, por sus
siglas en francés) [Boyer y Freyssenet, 2000, p. 24].
El ambiente de la empresa no se resume en el sistema de precios, ya
que las formas institucionales que rigen las finanzas, la competencia y
la relación salarial concentran la información pertinente para las firmas
[Aoki, 2001] e informan su elección en materia de organización. Se
puede totalizar el impacto de estas formas institucionales a partir de la
caracterización del modo de crecimiento y de distribución del ingreso.
En consecuencia, la estrategia de rentabilidad pertinente depende de
manera esencial de estas características institucionales y macroeco-
nómicas, a través del tipo de incertidumbre y de evolución al que
hacen frente las empresas en su política de producto, de organización

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Robert Boyer

productiva y de codificación de la relación salarial, la declinación de


la relación salarial global a nivel de la empresa [Billaudot, 1996].

Figura 16. Complementariedad organizacional, isomorfismo


Figura16. Complementariedad organizacional, isomorfismo
organización/institución, complementariedad institucional
organización/institución, complementariedad institucional
CI
Complementariedad institucional
Sistema 4 Relación
financiero salarial

IIO CT / CO
3 2 IIO
1

Equi- Trabajo CI
2 3
CI pamiento

Organi- Inno-
4
4 zación vación

IIO
3

Forma de la competencia

1 CT / CO Complementariedad tecnológica/organizacional
(Ejemplo: justo a tiempo, calidad total, polivalencia)

2 y 3 IIO Isomorfismo entre instituciones y organizaciones


(Ejemplo: justo a tiempo y distrito industrial, polivaencia y sistema de formación)
4 CI Complementariedad institucional
(Ejemplo: distrito industrial, estabilidad del empleo, mercado financiero paciente

Fuente: Boyer [2002c, p. 182]. Fuente: Boyer [2002c, p. 182].

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Finalmente, la viabilidad a mediano y largo plazo de una firma


supone el equivalente de un compromiso de gobierno que permita ajus-
tar de un modo permanente la gestión a las señales del ambiente y
a las exigencias de la estrategia de la rentabilidad que se adoptó, en
particular teniendo en cuenta las características que varían de un
sector al otro.
En esta óptica, se reconoce la preponderancia de la arquitectura
institucional como vehículo tanto de restricciones como de incen-
tivos en las elecciones organizacionales de las firmas, sin postular, no
obstante, una correspondencia biunívoca entre la complementarie-
dad de las formas institucionales y las de los dispositivos de gestión
de las empresas. Es, entonces, una corrección importante en rela-
ción con todos los primeros trabajos de regulación, que habían dado
a entender la existencia de esta correspondencia entre régimen de
crecimiento fordista y empresas también fordistas.

Las bases institucionales de una microeconomía realista

Si se adopta esta grilla de análisis, la normatividad de la teoría


microeconómica walrasiana debe ceder lugar a la consideración de la
arquitectura institucional que prevalece en una sociedad y una época
determinadas.

Las formas institucionales forjan los comportamientos

Reemplazar la referencia a un mercado de trabajo imperfecto por


el análisis de la relación salarial genera una gran cantidad de resultados.

El enfoque por la historia y la comparación internacional.


— El análisis de la formación de los salarios teniendo en cuenta un
largo período en Francia desmintió la existencia y la permanen-
cia de una ley de hierro fundada en la disciplina que implican las
fluctuaciones del empleo y el desempleo [Boyer, 1978]. Un meca-
nismo así prevaleció durante la constitución del salariado industrial,

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Robert Boyer

privado del derecho a defender colectivamente sus intereses. En la


regulación competitiva, el empleo y el salario siguen una evolución
procíclica, que sigue el ritmo de la acumulación. Pero las luchas
social explotan las consecuencias de la concentración obrera para
reivindicar y finalmente obtener que el salario se convierta en una
variable codificada por reglas cada vez más extendidas, expresión
de un compromiso capital/trabajo, que reduce los conflictos y la
incertidumbre. La relación salarial fordista es típica de esta nueva
regulación que permite una evolución favorable del empleo luego
de un aumento de salarios, gracias a los efectos de estimulación de
la demanda y una profundización de la modernización productiva.
De este modo, una recesión causada por el aumento del precio del
petróleo puede asociar la búsqueda del crecimiento del salario nomi-
nal e incluso real y la suba del desempleo. Esta estanflación señala
simultáneamente la novedad de la regulación monopólica o adminis-
trada y su entrada en crisis (figura 17).
Sin embargo, esta configuración observada en Estados Unidos y
en Francia no es universal. En Japón, el compromiso no trató sobre
la codificación del salario contra un ajuste rápido del empleo, sino a
la inversa sobre una garantía implícita de empleo para el núcleo duro
de los asalariados en contrapartida de una maleabilidad de todos los
otros componentes de la relación salarial [Boyer y Yamada, 2000].
Las sociedades social-demócratas exploran una configuración
diferente. El poder de la representación sindical hace de la relación
salarial la consecuencia de la actualización periódica de un compro-
miso fundador, que se concreta a través de un conjunto de procedi-
mientos que organizan la movilidad ascendente de los asalariados, en
oposición a la defensa de los empleos existentes, que sigue caracteri-
zando al sur de Europa [Boyer, 2002d]. En las empresas de la «nueva
economía» y los grupos financieros prevalece una forma distinta de
relación salarial en la que la remuneración y la movilidad responden
a los indicadores del desempeño financiero.

El enfoque analítico por la formalización. — Como la relación


de poder está en el centro de la relación salarial, el salario se fija
de manera que se optimiza el esfuerzo de los trabajadores. De este

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

modo, ya no tiene la propiedad de equilibrar las ofertas y las deman-


das de trabajo: el desempleo involuntario es la regla y no la excep-
ción, según la teoría del salario de eficiencia. La estrategia consiste,
entonces, en hacer variar el grado de coordinación respectivamente
entre los empresarios y los asalariados. Recurre a tres configuracio-
nes tipo de la relación salarial.
Cuando las empresas están en competencia para otorgar salarios que
optimicen su rentabilidad, el pleno empleo se revela inalcanzable
porque su proximidad deteriora la intensidad y la calidad del trabajo:
se observa bien el equivalente de una relación de Phillips en el espa-
cio empleo/salario y se encuentra un argumento ya formulado para
refutar la posibilidad de pleno empleo durable [Kalecki, 1943].
Si, al contrario, las empresas se entienden para coordinar su polí-
tica salarial, la barrera que constituye la baja de la intensidad de
trabajo puede frenarse y, en el límite, el salario permanece constante
para una amplia gama de niveles de empleo.
En el otro extremo, un sindicato único de trabajadores desarrolla
un poder tal que se convierte en el interlocutor en las negociacio-
nes con una asociación patronal también más o menos unificada. Es
necesario, entonces, integrar las consecuencias macroeconómicas de la
formación de salarios respecto de la formación de la demanda a través,
en particular, de la competitividad si la economía está en gran medida
abierta a la competencia internacional. En este contexto, los objeti-
vos que se plantea el sindicato son importantes: si intenta favorecer el
empleo del conjunto de los asalariados, este modelo de negociación se
revela como superior al modelo competitivo en el que cada uno busca
lo mejor para sí. Si, por el contrario, el sindicato solo defiende el interés
de sus miembros, se puede obtener, entonces, un racionamiento del
empleo en detrimento de una fracción de trabajadores que no tendrán
acceso a mejores empleos y salarios [Boyer, 1995].

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Robert Boyer

Figura 17. Cuatro formas de la relación salarial:


Figura 17. Cuatro formas de la relación salarial, relaciones
relaciones cruzadas
cruzadas empleo/salario
empleo/salario
FORMA DE LA RELACIÓN SALARIAL
Competitiva Fordista Mesocorporativa Social-demócrata

Prociclicidad de Compromiso por Compromiso por el Compromiso para


los salarios y de la el salario, ajustes del empleo, ajustes del el mantenimiento
coyuntura, poco empleo salario promedio e del pleno empleo,
desempleo o individual gran variabilidad del
transitorio salario negociado
Esta relación
empleo/salario
depende también
de otras formas
institucionales

La relación El compromiso Competencia La forma de


salarial integra capital-trabajo entre grandes inserción en
las restricciones define un «trabajo conglomerados, la economía
vehiculizadas por el estándar» que da sistema bancario internacional da
régimen monetario forma al régimen paciente y forma a la relación
y la competencia monetario y la vinculado con la salarial
competencia industria

EL RESULTADO FINAL

Elasticidad de Posibilidad de Gran inercia del El salario da


corto plazo una elasticidad empleo, fuerte cuenta de la
empleo/salario de corto plazo sensibilidad de coyuntura
positivo los salarios a la internacional
coyuntura
Competitivo Monopólico/ Mesocorporativo Social-Demócrata
Administrado
MODO DE REGULACIÓN

Fuente: Boyer [1999c].


Fuente: Boyer [1999c].

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

La discordancia de las temporalidades entre formas institucionales pone en


marcha la dinámica económica y favorece las crisis

Hay una hipótesis oculta en la nueva macroeconomía clásica: igual


que en el modelo de equilibrio general walrasiano, todas las transac-
ciones se desarrollan según una periodicidad única, se trate de bienes
y servicios, de trabajo, o incluso del crédito y los activos financieros.
Ahora bien, esta hipótesis es insostenible porque se puede mostrar
que cada forma institucional desarrolla su propia temporalidad. De su
discordancia surge una dinámica económica, constituida por la arti-
culación de procesos que vinculan las diversas esferas de la sociedad.
El régimen financiero es aquel cuyo tiempo de reacción es el
más breve, característica observada de larga data en la historia de las
crisis y reforzada por la globalización y la digitalización de las opera-
ciones de cotización de diversos activos. La competencia pone en
movimiento el proceso de acumulación, que debe confrontarse a la
temporalidad más larga de la relación salarial. Cuando se formaliza la
interacción entre estas dos formas institucionales, es posible obtener
un modelo en el que el equilibrio que postula la teoría estándar es,
de hecho, inestable, de modo que el proceso típico de evolución de
la economía es un ciclo endógeno que no tiene ninguna necesidad
de shocks venidos de otra parte, que perturben un equilibro estruc-
turalmente estable [Goodwin, 1967].
A medida que se profundiza la lógica capitalista, la competencia
por la baja de los costos encuentra límites, lo que suscita el desarrollo
de la innovación como estrategia que restaura los márgenes de renta-
bilidad. Ahora bien, la temporalidad de la innovación es más larga
que la que caracteriza a la competencia por la baja de los precios de
los productos estándares. Aparece así la posibilidad de ciclos asocia-
dos con cada sistema de innovación (capítulo VI). La demografía
introduce una escala de tiempo todavía diferente, la de la renovación
de las generaciones, tan importantes en la formación de hábito, de
representaciones y de normas. A través de los gastos de infraestruc-
tura, de vivienda, de educación y de salud se manifiesta una dinámica
de más largo plazo. Finalmente, el tiempo de los procesos ecológicos

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Robert Boyer

introduce una dimensión complementaria a esta jerarquía de tempo-


ralidades. De donde surge una intuición: la señal que vehiculiza el
sistema de precios contemporáneo, por ejemplo, los derechos para
contaminar, es incapaz de revelar los límites que va a encontrar en el
futuro el proceso económico de un crecimiento sin fin.
Este enfoque permite otra lectura del origen de las crisis: expresan
la discordancia entre diferentes temporalidades [Boyer, 2013a]. Para
no citar más que este ejemplo, el tiempo breve de las finanzas favo-
rece la recurrencia de burbujas especulativas que tienen en común
subestimar el tiempo necesario para que las innovaciones conside-
radas radicales produzcan efectivamente los rendimientos esperados
por los innovadores.

Las transformaciones en un período prolongado: la vuelta a Polanyi

Estos desarrollos de la teoría permiten otra reinterpretación de la


historia prolongada.
Durante ciertos períodos, las lecciones de crisis pasadas se tradu-
cen por la reafirmación de un control político a través de una jerar-
quía de las formas institucionales. Esto ocurrió después de la Segunda
Guerra Mundial. Con el imperativo de la reconstrucción, después de
la modernización, el Estado reafirmó sus prerrogativas en materia
de organización del sistema de crédito, reforzó los derechos de los
trabajadores en términos de representación, de remuneración y de
acceso a la cobertura social; estableció nuevas relaciones con el sector
industrial a través del aliento de la innovación y las transferencias
a partir del sistema de investigación pública y, a escala nacional, se
elaboró una doctrina en materia de competencia. Lo que, ex ante,
podía aparecer como restricciones perjudiciales para el desarrollo y
el desempeño de las empresas se reveló ex post como un régimen
institucional particularmente eficaz en términos de modernización
productiva y de mejora del nivel de vida de una gran parte de la
población [Streeck, 1997].
¿Esta configuración se puede prolongar indefinidamente? La
teoría de la regulación mostró que la maduración de un régimen

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

institucional desencadenaba tendencias adversas, debido a su propio


éxito. En ese caso, las empresas tratan de salir del territorio nacio-
nal para encontrar nuevas posibilidades de fuentes de rentabilidad
[Boyer, 2002c, p. 180]. Por esto, pueden cuestionar los compromisos
anteriores con los asalariados y sentir como restricciones inacepta-
bles las reglas estáticas y el sistema fiscal. En cierta forma, la relación
de mercado y la competencia atraviesan las fronteras, lo que da un
aumento de poder a las firmas. Del mismo modo, los bancos y de un
modo más general el sistema financiero se liberan de las reglamenta-
ciones nacionales. Finalmente resurge la idea del carácter autorregu-
lado de una economía de mercado, del cual los empresarios logran
convencer a la administración pública y a los políticos. La mayoría
de los actores olvidan las razones de reglamentaciones anteriores —
evitar la repetición de crisis devastadoras— y terminan por conven-
cerse de que hay que delegar la organización de la economía a las
empresas e inversores privados.
Esta interpretación está de acuerdo con la de Polanyi [1946] y la
actualiza al tomar en cuenta el nuevo ciclo largo de 1945 a la década
de 2010. De pública, la moneda se vuelve esencialmente privada,
la relación salarial tiende a disolverse en una relación comercial y
contractual típica y la comercialización de los servicios del medio
ambiente se presenta como la única opción racional. Sin sorpresa,
las economías contemporáneas enfrenta la inestabilidad financiera y
las grandes crisis, la mencionada flexibilidad del mercado de trabajo
afecta la cohesión de la sociedad salarial y, finalmente, se produce una
crisis ecológica de importancia.

Conclusión: Las instituciones, intermediarios necesarios


entre lo macro y lo micro

Los enfoques en términos de regulación suelen presentarse como


apuntando a una macroeconomía institucional e histórica, y este es
el hilo conductor que siguió la primera parte de esta obra. Con el
transcurso del tiempo, la extensión a nuevos dominios abrió la pers-
pectiva de una construcción que podría también tratar cuestiones

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Robert Boyer

que eran prerrogativa de la teoría microeconómica, tanto tradicional


como fundada en las asimetrías de información.
La hipótesis central es que las formas institucionales son el punto
de paso obligado entre las regularidades macroeconómicas y los
comportamientos individuales y colectivos.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

VI Los nuevos acuerdos institucionales del


capitalismo contemporáneo
La extensión de los campos de aplicación de la teoría de la regu-
lación puso en evidencia la necesidad de dar forma a otros concep-
tos para aclarar algunas cuestiones que ya no corresponden a la
macroeconomía.

La diversidad de los modelos productivos, diferenciación


de capitalismos

En la explicitación de una estrategia para pasar de lo macro a lo


micro, la noción de modelo productivo pareció esencial, ya que esta-
blecía un nivel intermedio (capítulo V). Es importante justificar esta
nueva noción en términos tanto conceptuales como empíricos.

La armonización de acuerdos institucionales y herramientas de gestión

La hipótesis según la cual todas las empresas operan en la fron-


tera tecnológica fue invalidada por una serie de estudios estadísti-
cos, lo que provocó una vuelta a nuevas teorías, entre ellas la de la
eficiencia-X [Leibenstein, 1966, 1982]. En un sentido, la noción de
modelo productivo prolonga este enfoque explicitando los factores,
tanto internos como macroeconómicos, que dan forma a las elec-
ciones organizacionales de las firmas. En primer lugar, es la estra-
tegia de rentabilidad la que condiciona la selección de una organi-
zación productiva y no su optimalidad en el espacio de lo posible.
En segundo lugar, las potencialidades se actualizan en función de la

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Robert Boyer

implementación de un compromiso de gobierno que trate de alinear


los intereses y los incentivos de las diversas partes interesadas:
administradores, ingenieros, técnicos, operadores, pero también
consumidores y subcontratistas. Finalmente, la elección de cada
empresa debe inscribirse en las características generales del modelo
de crecimiento: ¿la distribución del ingreso favorece la provisión
de productos estandarizados a bajo costo o la diferenciación por la
calidad? Por la introducción de estos diversos determinantes, todos los
acuerdos institucionales contribuyen a forjar el modelo productivo
que abarca tanto los conocimientos técnicos como la expresión de
la relación de empleo y del tipo de competencia en la producción
[Boyer y Freyssenet, 2000].

Una variedad significativa en el tiempo y el espacio

Es para el sector automotor para el que se desarrolló esta teoría


que arrojó una multitud de resultados empíricos (tabla 8). En cada
época y en el seno de una sociedad determinada, la estructura de
la demanda, la configuración de las relaciones laborales, la forma
de competencia y la capacidad para desarrollar o no la subcontrata-
ción desembocan en un modelo productivo específico. En Estados
Unidos, a comienzos del siglo XX, surge —y luego se difunde—
el modelo taylorista, basado en el control y la estandarización del
trabajo. En la misma época, en el Reino Unido, la permanencia de
autonomía laboral para los obreros profesionales y otra concepción
del control de capital definen el modelo woollardista.
El modelo fordista es incluso diferente, ya que está construido
sobre la sincronización garantizada por la cadena de montaje y la
investigación de los rendimientos crecientes. Pero, con el enriqueci-
miento de la sociedad y la estratificación social asociada a la estabi-
lización de la jerarquía salarial, el modelo sloanista combina rendi-
mientos de escala y efectos de gama. Este fue finalmente el modelo
productivo asociado con el régimen de acumulación fordista.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Es esta misma distinción entre modelo productivo y régimen de


acumulación la que permitió el análisis del caso japonés. Los trabajos
de los expertos internacionales tendieron a hacer de la producción
ajustada (lean production) el modelo canónico de la industria automo-
triz japonesa [Womack et al., 1990], hasta el punto de convertirlo en
el centro del modelo de crecimiento del país y el sucesor designado
del sloanismo. Los análisis del Gerpisa muestran, por el contrario,
el carácter atípico del modelo de reducción permanente de costos
con un volumen constante de Toyota, que no es representativo de las
estrategias de rentabilidad de los otros fabricantes japoneses. Lo testi-
monia el surgimiento del modelo productivo hondista, basado en la
innovación y la flexibilidad, acorde con regímenes de crecimiento
más desiguales, y que recompensa la distinción por la innovación en
el contexto de un mercado de renovación.

Una heterogeneidad de los modelos productivos en el seno de un mismo


espacio nacional

Este último ejemplo revela otra enseñanza importante: en Japón,


los modelos toyotista y hondista no son simplemente diferentes, sino
que coexisten en el tiempo. Además, en el mercado norteameri-
cano contemporáneo coexisten al menos tres modelos: el sloanista, a
través de General Motors y, en cierto sentido, Ford; el toyotista, por
los trasplantes establecidos en América del Norte, pero, también, el
hondista. Este es un rasgo general, ya que, incluso en la década de
1960, interactuaban tres modelos: la búsqueda de volumen y rendi-
mientos crecientes a través de la estandarización (Ford), la sinergia
entre rendimientos de escala y efectos de gama (GM), pero también
la innovación y la flexibilidad (Chrysler).
Una interpretación interesante terminó por desprenderse: en el
seno de una misma arquitectura institucional, el desarrollo y la sofis-
ticación de los mercados y la división del trabajo crean el espacio
para estrategias de rentabilidad diferentes. Cada una está dotada de
una ventaja competitiva y explota las debilidades de las otras, pero
ninguna puede conquistar la totalidad del mercado. En cambio, la

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Robert Boyer

Tabla 8. Un panorama de los modelos productivos


Modelo Estrategia Compro- Modelo de Ejemplo
productivo de rentabi- miso de crecimiento
lidad gobierno de y distribu-
la empresa ción del
ingreso
Taylorista Control y Mano de obra Crecimiento Estados
estandari- móvil y buen lento, regula- Unidos,
zación del mercado. ción compe- comienzos del
trabajo. titiva. siglo XX.
Woollardista Diversidad y Autonomía del Crecimiento Reino Unido,
flexibilidad. trabajo versus débil, regula- comienzos del
remuneración ción compe- siglo XIX.
elevada del titiva.
capital.
Fordista Volumen y Salarios Producción Estados
rendimientos elevados versus pero no Unidos,
crecientes. productividad. consumo período de
masivo. entreguerras.
Sloanista Rendimien- Inserción Institucionali- EE.UU.
tos de escala y duradera de los zación, sincro- y Francia,
de gama. asalariados en nización de la después de
la empresa. producción y la Segunda
del consumo Guerra
masivo. Mundial.
Toyotista Reducción Perennidad de Fuerte Japón, 1970-
permanente la empresa y crecimiento, 1990.
de costos con estabilidad de impulsado por
un volumen los trabajadores la demanda
constante. polivalentes. interna, luego
por las expor-
taciones.
Hondista Innovación y Promoción Un creci- Japón, 1980-
flexibilidad. individual miento más 2000.
versus reactivi- desigual y
dad e iniciativa necesidad de
renovación del
mercado.
Fuente: Elaborado a partir de los programas de investigación del Gerpisa
(http://gerpisa.org/biblio), sintetizados en Boyer y Freyssenet [2000].

172

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

distribución de los modelos organizacionales correspondientes varía


en el tiempo en función de la evolución del ambiente institucional
[Boyer, 2002c, p. 184].
Contra la hipótesis de la empresa representativa, se confirma que
la arquitectura institucional que prevalece a nivel macroeconómico
condiciona la distribución de los diversos modelos productivos.

Los dispositivos institucionales sectoriales y locales

Es esta misma cuestión de la heterogeneidad la que se encuentra


en el tratamiento de los sectores. En el origen, los primeros trabajos
regulacionistas presentaban dos estrategias: o se consideraba que la
misma lógica se proyectaba de manera equivalente a todos los secto-
res, o cada sector era considerado complementario en relación con las
exigencias de la lógica industrial del fordismo. Ahora bien, estas dos
concepciones fueron invalidadas al no encontrarse, por ejemplo, que
la cadena de montaje estuviera en la mayoría de los otros sectores y
que algunos, muy típicos (como la construcción, la industria del vino),
desarrollaran su propia organización productiva y relación de empleo,
sin referencia a las limitaciones vehiculizadas por el régimen fordista.

La ejemplaridad del sector vitivinícola

Por lo tanto, los regulacionistas consideraron el sector como


un nivel pertinente de análisis no a partir de la homogeneidad del
producto —concepción walrasiana—, sino a partir de una construc-
ción social compleja de la esfera productiva, reconocible histórica-
mente. La reflexión se perfeccionó gracias al trabajo pionero sobre
la evolución en un período prolongado del sector vitivinícola en
Francia [Bartoli y Boulet, 1990]. En efecto, este sector manifiesta una
notable dualidad entre un mercado de alta gama y otro de consumo
corriente, cada uno organizado a través de dispositivos institucio-
nales basados o en la región, que garantiza precios elevados, o en
la búsqueda de rendimientos, apoyados en última instancia en una

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Robert Boyer

lógica de marca comercial. Esta investigación subrayaba también la


estabilidad de la jerarquía de los grandes viñedos en el largo plazo y
las interacciones entre territorio y legislación nacional, insertada en
los reglamentos europeos del sector agrícola. Era necesario, por lo
tanto, introducir:
— una relación social de trabajo que se apoyara en la implemen-
tación de una configuración productiva precisa;
— capitales individuales que se enfrentaran en el marco de una
competencia organizada;
— reglamentos internacionales que encuadraran la dinámica del
sector en el régimen internacional.
Si se abandonan, entonces, las hipótesis de homogeneidad y de
complementariedad en relación con el fordismo, es importante
explicitar la naturaleza de las relaciones de cada sector con la diná-
mica macroeconómica (figura 18).

Reconocer la heterogeneidad de las configuraciones sectoriales

Esta concepción histórica, social y económica dio lugar a estudios


y debates sobre los desgloses que había que efectuar entre las dife-
rentes actividades productivas. Esto ocurrió principalmente con la
aparición del sector petroquímico [Du Tertre, 1989] y con la esfera
agrícola: la agricultura tomada en su conjunto [Lacroix y Mollard,
1994] o, en un nivel más desagregado que llegue hasta la distin-
ción entre el sector de los vinos DOC y el de los vinos corrientes
[Bartoli y Boulet, 1989, 1990]. En los servicios, la formalización de
los desgloses es más compleja. Las diferencias entre servicios comer-
ciales/no comerciales, servicios a hogares/a empresas [Petit, 1988]
aportan elementos de análisis en cuanto a las formas de la compe-
tencia, pero no son suficientes para definirlos de un modo preciso.
Esto es exactamente lo que ocurre con los que implementan una
configuración de tipo inmaterial [Du Tertre, 1994].

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Figura 18. Una articulación compleja entre lo global

Boyer Jose.indd 175


y lo sectorial
Figura 18.Una articulación compleja entre lo global y lo sectorial


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FORMAS INSTITUCIONALES MODOS DE REGULACIÓN
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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

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Fuente: Boyer [1990b, p. 69].

Figura 18.indd 1 30/08/16 21:35

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Robert Boyer

Los sistemas sociales de innovación (SSI)

Las nociones tanto de modelos productivos como de dispositivos


sectoriales aparecen como esencialmente estáticas: ¿cómo se insertan
en la red de formas institucionales?

El capitalismo es innovación e hibridación, no repetición

Contrariamente a lo que ha inspirado el término «regulación» a


algunos analistas, este no designa solo la reproducción económica y
social, sino las propias transformaciones de las condiciones de esta
reproducción [Aglietta, 1976]. En efecto, la competencia desencadena
un proceso de búsqueda de técnicas más eficaces para producir bienes
estándar, pero, cuando este proceso muestra sus límites, la competencia
se dirige hacia la innovación. Si Joseph Schumpeter concebía esta
actividad como el resultado del espíritu de empresa y temía que la
aparición de las clases medias inhibiera el dinamismo de la innovación,
la historia demostró que esta podía organizarse colectivamente y
renovar periódicamente el crecimiento, a veces aunque no muy a
menudo, a través de la sucesión de burbujas financieras. Es precisamente
lo que identifican las investigaciones llevadas a cabo por los discípulos
de Schumpeter por medio del análisis de los sistemas nacionales de
innovación (SNI) [Freeman, 1987; Nelson, 1993].

Una concepción amplia de las innovaciones: organizacionales, institucionales


financieras y estatales

Las investigaciones trataron sobre la inserción de los sistemas de


innovación en la conceptualización de la teoría de la regulación
[Amable et al., 1997; Amable, 2003], gracias a diversas extensiones
del enfoque neoschumpeteriano. En primer lugar, gracias a una
periodización de las grandes épocas del capitalismo: en la etapa
fordista, la innovación se convierte en determinante tanto en mate-
ria de técnica como de producto. Luego, porque tomaron en serio

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

las innovaciones en materia de organización productiva, como lo


testimonia la noción de modelo productivo. Finalmente y en parti-
cular, al brindar un lugar determinante a las innovaciones institucio-
nales: sin la invención de las convenciones colectivas no se habría
podido desarrolla el consumo masivo, contrapartida necesaria de la
producción masiva.
Habida cuenta del proyecto de articular el sistema de innova-
ción y el modo de desarrollo, pareció esencial tratar en un mismo
plano las innovaciones financieras por las que prosperó hasta 2008
una acumulación dominada por las finanzas [Boyer, 2011b], ya que
algunas de ellas fueron concebidas para favorecer las innovaciones
(capital de riesgo, pago en acciones, cotización en Bolsa de la compra
de empresas nuevas…). Incluso, en las economías donde se redistri-
buye entre un tercio y la mitad de los ingresos, por el sistema fiscal
o la cobertura social, las innovaciones que racionalizan la actividad
multiforme del Estado y/o que le dan nuevos recursos (el sistema
fiscal ecológico, por ejemplo) deben tenerse en cuenta. Este es uno
de los secretos de las economías nórdicas en las que las reformas del
Estado se conciben para aportar su contribución a la construcción
o a la extensión de la competitividad estructural de la economía
[Pedersen, 2008].
Otra generalización de la noción de sistema nacional de inno-
vación se debe al hecho de que está abierta la cuestión del nivel
en el que operan los procesos de innovación. En ciertas economías,
el sistema social de innovación está centrado efectivamente en la
defensa de la competitividad estructural del territorio nacional
(Japón, Corea, Alemania). En cambio, otros territorios no hacen más
que admitir los laboratorios de investigación de los grandes grupos
multinacionales para los cuales la innovación circula esencialmente
en su seno. Por último, en la tradición de los distritos industriales
italianos renovados por el modelo de Silicon Valley, la red de inte-
racciones se revela como sumamente concentrada en un pequeño
territorio, mientras que potencialmente el mercado al que apunta es
mundial. Hay que plantear la cuestión de las escalas y los niveles de
la regulación (capítulo IX).

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Robert Boyer

La diversidad de los sistemas de innovación, expresión de complementarieda-


des a escala nacional

¿Se asiste a la convergencia de diversos SNI a escala internacional?


La literatura de inspiración gerencial ha tenido la tendencia a
promover las mejores prácticas, con la idea de que bastaría con
combinarlas para convergir hacia el mejor de los sistemas posibles.
Esa no es la conclusión de los autores que reunieron los indicadores
que identifican los diferentes componentes de los SNI [Amable et
al., 1997; Amable, 2003]. En efecto, aparecen complementariedades
idiosincráticas que definen una pequeña cantidad de configuracio-
nes (tabla 9). Cada sociedad desarrolló, a lo largo de la historia, una
concepción y un saber hacer en materia de surgimiento de las insti-
tuciones.
Un primer grupo de SNI dio confianza al mercado para que
surgieran las innovaciones y luego las difundió al conjunto de la
sociedad. Prevalece el principio de competencia, la innovación está
protegida por un derecho de propiedad intelectual y el sistema
educativo organiza la repartición entre innovadores y productores. El
resultado es un mecanismo muy schumpeteriano de sucesión de olas
de innovación radical que alimentan la polarización de la riqueza.
Este SSI prospera en la informática, la industria farmacéutica, las
finanzas, el sector del entretenimiento.
En otra configuración, es la gran empresa, el conglomerado
(Kereitsu o Chaebol), quien organiza en su seno la innovación y
la difunde luego en los diferentes sectores que controla. El conoci-
miento tácito e incorporado en los individuos juega aquí un papel
determinante, a partir de una base de competencias generales muy
difundidas que el conglomerado tiene en cuenta después, especia-
lizándola. La especialización se desarrolla luego en los campos que
apelan a coordinaciones extendidas entre diferentes dominios de
expertise: la industria automotriz, la electrónica y la robótica.
Puede ser también el sector público el que impulsa un tercer tipo
de SNI, a falta de verdaderos emprendedores schumpeterianos priva-
dos y en respuesta a un cierto rechazo respecto de la competencia en

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

los mercados. La investigación es de dominio público de modo que


está bastante poco ligada al desarrollo de productos para los merca-
dos en expansión, la demanda suele ser iniciada por la demanda del
sector público y el financiamiento proviene del crédito bancario,
en el pasado muy supervisado por los poderes públicos. El sistema
educativo es, ciertamente, universal, pero tiene por finalidad detectar
los talentos en términos de ingeniería, innovación y administración.
Este SNI se especializa, entonces, en la infraestructura pública, los
transportes, la aeronáutica, el espacio y los armamentos.
Por último, hay una cuarta tradición, la que resuelve, a través de la
negociación y establecimiento de compromisos entre todas las partes
interesadas, los problemas que surgen de la organización de la acti-
vidad económica, entre ellos, la innovación. El objetivo es, entonces,
construir sectores a partir de la valorización de los recursos naturales
y, más aún, la satisfacción de las necesidades sociales en materia de
educación, de formación continua, de seguridad y de salud. Una
educación igualitaria y de calidad es, entonces, una ventaja porque
es terreno fértil de donde surgen los innovadores, pero también los
consumidores motivados y exigentes.

Coexistencia, complementariedad de los SNI

Habida cuenta de estas fuertes especificidades del contexto nacional,


el proceso de globalización a menudo se presentó como una amenaza
a estos cuatro SNI. Los enfoques en términos de ventajas construidas
institucionalmente contradicen esta hipótesis: más allá de las pertur-
baciones introducidas por la volatilidad del tipo de cambio real por la
financiarización, la internacionalización permitió a cada uno de estos
sistemas profundizar su ventaja competitiva [Amable et al., 1997]. Final-
mente, no es sorprendente cuando se constata que las especializaciones
son más bien complementarias que competitivas entre sí (tabla 9).

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Tabla 9. Los cuatro sistemas de innovación

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Configuración
Comercial Mesocorporativa Impulso estatal Social-demócrata

1. Principio general El mercado, vector La gran empresa Lo público en el Socialización de los


esencial de la innova- internaliza la innova- centro de la innova- recursos por parte de las
ción. ción y las compe- ción y de los modos de instituciones y negocia-
tencias. regulación. ciones, y consecuencias
de la innovación.

2. Implicaciones para:
La ciencia Sistema de investiga- Una relativa Investigación funda- Orientada por las
ción fundado en la desconexión del mentalmente pública, disponibilidades natu-
competencia, incluso sistema académico bastante poco vincu- rales y las necesidades
para la obtención en relación con las lada al desarrollo de sociales.

180
de fondos públicos aplicaciones tecno- productos.
Robert Boyer

(defensa, salud). lógicas.

La tecnología Importancia de paten- Una parte de las inno- Impulsada por pedidos Ascenso progresivo de
tes y derechos de autor, vaciones sigue siendo públicos y/o apren- los sectores tecnológicos:
como incentivo y tácita, no codificable, dizaje en bienes de desde los recursos natu-
garantía de la innova- compartida en el seno equipamiento. rales hasta las tecnologías
ción. de una empresa. de la información.

Los recursos humanos Fuerte polarización Educación general, Rol de la educación Ideal igualitario en
entre altas calificaciones homogénea y exten- en la polarización de materia de educación
e innovación, por una dida, luego compe- las calificaciones: admi- y de remuneración,
parte, calificaciones tencias específicas nistración e innovación recalificación por parte
mediocres y actividad desarrolladas en la versus producción. de las instituciones
de producción, por empresa. públicas si hay «daños
otra. del progreso».

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Configuración

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Comercial Mesocorporativa Impulso estatal Social-demócrata

Las finanzas Sofisticación de los Estabilidad de las Rol de los bancos, Mercados financieros
instrumentos finan- participaciones dificultades relativas al relativamente rudimen-
cieros, incluso lo que financieras, econo- financiamiento de los tarios.
concierne al capital de mía de crédito y innovadores.
riesgo para la innova- largoplacismo.
ción.

3. Consecuencias para:
La innovación Olas schumpeterianas Aptitud para copiar y Innovaciones radicales Innovaciones vincu-
a partir de inno- adaptar los productos que suponen grandes ladas a la resolución
vaciones radicales, y procesos operando inversiones y un de problemas sociales
preponderancia de una innovaciones horizonte temporal y económicos, sean

181
lógica de patentes y incrementales pero largo. Adaptación de las marginales o radicales.
de individualización rentables. innovaciones de tipo
de los beneficios de la fordista, es decir, relati-
innovación. vamente centralizadas.
La especialización Sectores vinculados a Sectores que Sectores vinculados Sectores que responden
las innovaciones radica- necesitan grandes con las grandes infraes- a la demanda social
les: informática, espacio, coordinaciones y que tructuras públicas: (salud, seguridad, medio
industria farmacéutica, generan una compe- transportes, telecomu- ambiente…) o que
finanzas e industria del tencia localizada nicaciones, aeronáutica, explotan los recur-
entretenimiento. pero acumulativa: espacio, armamento… sos naturales por el
industria automotriz, progreso tecnológico.
electrónica, robótica.
La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Ejemplo Estados Unidos, Reino Japón, Corea. Francia. Suecia, Finlandia,


Unido. Dinamarca.
Fuente: A partir de Amable, Barré y Boyer [1997].

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Robert Boyer

La relación de formación: interacción entre la relación


salarial y el sistema educativo

Las primeras investigaciones sobre la relación salarial pusieron en


evidencia configuraciones tipo en relación con los diversos regíme-
nes de acumulación que se sucedieron. A la luz de la importancia
dada al proceso de innovación como rasgo distintivo del régimen
socioeconómico que es el capitalismo, es esencial completar el análi-
sis para tomar conciencia de las relaciones que mantienen un cambio
técnico y una relación salarial. ¿Cómo, en cada sociedad, se produ-
cen las calificaciones y competencias y, recíprocamente, cómo los
cambios de paradigma productivo ponen en tensión las organizacio-
nes y las instituciones de formación?

Del efecto societario a la relación de formación

La cuestión se planteó, para las investigaciones sobre la regulación,


con la toma de conciencia del agotamiento del fordismo como
paradigma productivo y la búsqueda de alternativas, en el seno de las
cuales las que manejaban mejor las competencias de los operadores
parecían ser las más prometedoras. Por ejemplo, se suponía que Japón
exploraba otra organización del trabajo, en oposición a la inercia
observada en las economías que habían abrazado los principios del
fordismo. Es en este contexto que se propuso la noción de relación
de formación y de trabajo que describe la creación de competencias
en el sistema educativo y su implementación en las empresas [Caroli,
1993; Boyer y Caroli, 1993].
Pero es necesario volver sobre una contribución importante, que
compara los establecimientos respectivamente alemanes y franceses que
pertenecen al mismo sector [Maurice et al., 1982]. Aunque en compe-
tencia en el mismo mercado europeo, las empresas habían adoptado una
organización del trabajo diferente, polivalente en Alemania, pero cercana
a los principios de la organización científica del trabajo en Francia. Esta
diferencia se atribuyó a un sistema que privilegia la formación profe-
sional, por un lado, la selección por la educación general, por el otro.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Fue una invitación a explicitar de un modo más preciso la interacción


entre el sistema de producción de las competencias y la relación salarial,
gracias a la introducción de la noción de relación de formación y de
trabajo. Destaca que sus componentes respectivos mantienen relaciones
cruzadas y es del grado de sinergia entre los dos campos de donde surge
una gran parte del desempeño económico exitoso, medido menos en
términos de productividad aparente del trabajo que de poder sobre la
formación del precio de los productos correspondientes.
La estrategia es, entonces, verificar si estos resultados de la obser-
vación a través de un método inductivo pueden ser obtenidos por
una formalización analítica.

La distribución de las competencias contribuye a forjar la dirección de la


innovación

La idea de base es considerar que la progresión de la productivi-


dad es el resultado no solo de tener en cuenta los rendimientos de
escala típicos de la producción masiva, sino también de la capacidad
de los operadores para proponer nuevos procedimientos y métodos
de producción. Es importante igualmente formar una cantidad sufi-
ciente de operadores competentes gracias a un sistema de educación
o de aprendizaje suficientemente eficaz [Caroli, 1993]. La decisión
de formar un número más o menos grande de trabajadores con esas
competencias depende, por una parte, de la brecha entre el nivel que
requiere un paradigma productivo emergente y el que prevalece en el
conjunto de la población y, por otra parte, de la disposición tanto de
las firmas como de los poderes públicos a pagar este incremento de la
formación. Finalmente, está en la naturaleza de un paradigma socio-
técnico no poner de manifiesto rendimientos crecientes constantes a
largo plazo, como lo supone la teoría del crecimiento endógeno, sino
desarrollar una evolución de la producción de forma logística.
El funcionamiento del modelo se puede resumir como la inte-
racción entre las potencialidades del paradigma productivo y la reac-
tividad del sistema de formación a este cambio. Lejos de desarro-
llarse automáticamente por las ganancias potenciales que permite, la

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Robert Boyer

innovación solo brinda sus frutos si la sociedad acepta asignar medios


suficientes a la formación y su organización es suficientemente
eficiente. Si prevalecen las condiciones inversas, el nuevo paradigma
no será adoptado en la economía considerada.
Esta generalización de la noción de relación salarial adquiere
todo su sentido en los períodos donde el analista intenta identificar
la probabilidad de adopción de paradigmas alternativos. Una cierta
cantidad de bloqueos pueden intervenir por la inadecuación o la
inercia del sistema educativo y de formación. Si se tiene en cuenta la
coexistencia de dos equilibrios estables y de otro intermedio inesta-
ble, a falta de un esfuerzo masivo, la economía puede resultar incapaz
por mucho tiempo de adoptar las técnicas emergentes. Esto explica
también la persistencia en la falta de desarrollo de las sociedades en
las cuales el nivel de educación es débil, y al mismo tiempo el rol
determinante de una modernización drástica de la educación en el
despegue de países como Corea [Seo, 1998].

Una de las razones de la divergencia de las trayectorias alemana y francesa

Más de tres décadas después del diagnóstico de los sociólogos


respecto del efecto social [Maurice et al., 1982], la noción de relación
de formación y de trabajo sigue siendo pertinente para dar cuenta
de la divergencia de las trayectorias macroeconómicas seguidas por
Francia y Alemania, desde comienzos de la década del 2000 [Boyer,
2011a, 2015a]. Es también la conclusión de los análisis que insisten
en la complementariedad entre calidad del trabajo, de los productos
y el poder de mercado [Salais y Storper, 1994]. Es notable notar la
gran inercia de los sistemas de educación de un lado y del otro del
Rin (tabla 10); este es otro punto de acuerdo con una de las enseñan-
zas del modelo.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Tabla 10. Francia-Alemania: dos sistemas de formación


de competencias

Componentes Alemania Francia

Eficacia del sistema de Calidad del sistema de Débil prestigio de la


formación técnica. aprendizaje y de las formación técnica y
escuelas técnicas. profesional.
Permanencia del diálogo Brecha entre las compe-
entre los Länder y las tencias adquiridas en la
empresas. escuela y las necesidades
de las empresas.

Implicación de las Fuerte implicación a Fragmentación de la


empresas en el desarrollo través del sistema dual de formación técnica.
de las competencias. aprendizaje.
Interés por la formación La formación continua
continua. privilegia las altas califi-
caciones.

Disposición de pagar Amplitud de los fondos Volumen significativo


por la formación de las consagrados por los de fondos públicos, pero
competencias. Länder y las empresas. poca eficiencia.

Extensión y calidad de Alto grado de institucio- Institucionalización,


la institucionalización de nalización y de codifica- pero poca correspon-
la formación técnica y ción de las calificaciones. dencia con las expectati-
del aprendizaje. vas de las empresas.

Revisión periódica de Un cierto rezago en


estas calificaciones. relación con los nuevos
paradigmas.

Influencia de las compe- Significativa en materia Débil por la inercia del


tencias en el desempeño de exportación y de modelo fordista y con
económico. capacidad de control del poco dominio sobre los
precio de los productos. precios.

Fuente: Inspirado en Caroli [1993].

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Robert Boyer

Los sistemas nacionales de cobertura social

Entre los componentes que definen la relación salarial se encuen-


tran el salario indirecto y las modalidades de cobertura de los ries-
gos que corren los trabajadores. Sin embargo, después de la Segunda
Guerra Mundial, este componente adquirió una importancia deter-
minante, en particular en términos de crecimiento de la parte de
los gastos sociales en el PIB. Esta transformación plantea nuevas
preguntas. ¿La protección social debe ser una cuestión de solidaridad
entre los asalariados o, por el contrario, es la marca de la ciudadanía?
¿El mercado de las aseguradoras privadas podría reemplazar en un
tiempo las formas colectivas de cobertura social? ¿Es posible imagi-
nar que, a contrario, las relaciones de solidaridad, típicas del espacio
doméstico, se conviertan en una sociedad del cuidado?

El resultado de la interacción entre tres lógicas

La protección social no es una noción simple en el seno mismo


de las investigaciones institucionalistas. Los estudios internacionales
comparativos destacan definiciones muy variadas, lo que desem-
boca en tipologías sumamente diversas, aunque la taxonomía de
Esping-Andersen [1990] tiende a constituir la referencia común
para una serie de analistas. El interés de un enfoque estructuralista
es brindar una clave de lectura general, así como una taxonomía
general que dé cuenta de la diversidad persistente de los sistemas
nacionales de protección social (SNPS). En efecto, siguiendo a
Bruno Théret [1996a], se puede definir la protección social como
lo que garantiza las condiciones de reproducción de una población,
tanto para la actividad económica como para el poder político: «La
consustancialidad de la protección social salarial con lo económico
limita a lo político a tratarla como medio de una alianza con lo
económico, y eso le permite refundar un vínculo administrativo
de protección del orden doméstico, que es a la vez complementa-
rio y sustituible respecto de la relación salarial que pasa por el
mercado de trabajo» [p. 204]. De este modo, la protección social
—como forma estructural— está en la confluencia de tres órdenes,
respectivamente, económico, político y doméstico, entre los cuales

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

se pueden establecer diversas relaciones de alianza y/o sustitución.


Se mide el carácter compuesto de la protección social, construido
sobre actividades y lógicas que pertenecen a estos tres órdenes (figura 19).

Una gran diversidad de configuraciones

Según la fuerza y la dirección de los vínculos correspondientes,


son concebibles ocho ideales-tipo de SNPS (figura 20). El SNPS
liberal presenta, por ejemplo, dos variantes: individualista, cuando el
orden doméstico está dominado por el orden económico (Estados
Unidos), pero paternalista si, a la inversa, el imperativo de la repro-
ducción doméstica se transmite a la esfera económica a través del
rol de la empresa en la cobertura del riesgo salarial (Japón). Si, por
el contrario, lo político está fuertemente implicado en la cobertura
social e interviene mucho en la reproducción doméstica, lo que, a su
vez, impone limitaciones a la lógica económica, el SNPS es entonces
de tipo estatista universalista (Suecia). Pero los SNPS universalistas-
minimalistas (Reino Unido) o incluso corporativistas-meritocráti-
cos (Alemania) definen configuraciones también diferentes por el
cambio de la jerarquía entre los órdenes económico y doméstico en
relación con los dos anteriores. Por otra parte, algunas combinacio-
nes pueden desembocar en configuraciones no viables, lo que reduce
el número de SNPS observables. Un último interés de este enfoque
es que las taxonomías anteriores y otras más encuentran su lugar y
pueden, entonces, ser comparadas.

Figura 19. Estructura elemental de la protección social


Figura 19. Estructura elemental de la protección social
E: orden económico relación de consustancialidad
P S E
P: orden político relación de alianza
D: orden doméstico relación de protección
S: forma estructural de relación de cobertura por el mercado
D
protección social
Fuente:Théret [1997].
Fuente: Théret [1997].

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Robert Boyer

Figura 20. Los diversos sistemas nacionales de


protección social que combinan de un modo diferente
Figura 20. Los diversos sistemas nacionales de protección social
que combinan cuatro
de un modoprincipios
diferente cuatro principios

línea societaria, individualista: línea comunitaria, holista:


lógica del mérito lógica de la necesidad

SNPS LIBERAL-INDIVIDUALISTA SNPS LIBERAL-PATERNALISTA


- + - +

P S E P S E

- + - +
D D

EE. UU. JAPÓN

SNPS “PARTICULARISTA- SNPS UNIVERSALISTA-


CLIENTELISTA” MINIMALISTA
+ - + -
P S E P S E

- + - +
D D

ITALIA REINO UNIDO


SNPS CORPORATIVISTA- SNPS ESTATISTA-UNIVERSALISTA
MERITOCRÁTICO + -
+ -
P S E P S E

+ - + -
D D

ALEMANIA SUECIA
Fuente:Théret [1997; p. 210].
Fuente: Théret [1997, p. 210].

La cobertura social como corrección de los desequilibrios de la acumulación

Esta taxonomía deriva de un enfoque estructuralista y estatal:


¿cuáles son las configuraciones coherentes de los SNPS? El cuestio-
namiento concierne también al origen y las condiciones de emer-
gencia y de maduración de los sistemas correspondientes. Las tres
instancias, que son lo económico, lo social y lo político, se conjugan
Figura 20.indd 1 30/08/16 21:38

en un proceso que manifiesta los siguientes rasgos comunes:


— cuando cambian las estructuras productivas, según afecten la
agricultura, la industria o incluso los servicios, aparece la necesidad
de seguridad, nueva en relación con el orden antiguo en vías de
recomposición. Las revoluciones industriales acentúan esta inestabilidad
y provocan una vuelta a las demandas de cobertura colectiva;

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

— estas demandas deben ser apoyadas por los grupos de interés


o las clases sociales que tienen por efecto concentrar y seleccionar
las proposiciones de constitución de un dominio u otro de la cober-
tura social. Los grupos de presión varían considerablemente según
se estudie el surgimiento de la cobertura de accidentes trabajo o
la reivindicación del establecimiento de un régimen jubilatorio. Se
comprende, entonces, la diversidad de regímenes de cobertura social,
pero también sus interrelaciones e interdependencias;
— si, en el origen, es el principio de mutualización el que es
defendido por los grupos interesados por cada uno de los riesgos,
la extensión del conjunto de trabajadores hace surgir la necesidad
de una cobertura social que traspase la balcanización de los diversos
regímenes. Es en este contexto en el que intervienen la intermedia-
ción política y el saber hacer de una administración para construir
sistemas viables y, si es posible, eficaces. De este modo, la existencia y
la fuerza de partidos de los sectores agrarios demuestra ser un factor
explicativo de la estructuración de los SNPS en Europa [Manow,
2009]. Incluso en el caso en que un sistema jubilatorio se apoye en
aseguradoras privadas por capitalización, es una ley la que fija el régi-
men correspondiente [Montage, 2000; Fellman et al., 2009].
De este modo, la historia nacional de la cobertura social deriva de
la interacción de estos tres mecanismos: como las especializaciones y
las estructuras económicas difieren, la estructuración de los intereses
manifiesta formas múltiples y el régimen político tiene como conse-
cuencia seleccionar y ordenar las demandas sociales, no es sorpren-
dente observar una extrema diversidad de la cobertura social, aunque
se desarrollan comparaciones internacionales sistemáticas, por ejem-
plo, a nivel europeo [Emmenegger et al., 2012]. Esto se observa
en particular en la cobertura de la salud [André, 2007, 2014]. Un
análisis en términos de derechos sociales, aplicado a América Latina,
concluye también en la gran diversidad de SNPS [Lautier, 2012].

Las economías social-demócratas como capitalismo del bienestar

En los desarrollos que preceden, la cobertura social parece una

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Robert Boyer

forma de mecanismo compensatorio de la inestabilidad, las crisis y el


crecimiento de las desigualdades que son típicos de la extensión de
una lógica capitalista. La trayectoria de las economías nórdicas [Fell-
man et al., 2009] desemboca en una configuración típica de los capi-
talismos social-demócratas, que exige una teorización original [Visser
y Hemerijck, 1997]. En efecto, lo que las teorías estándar analizan
en términos de costos de retenciones obligatorias que pesan sobre
la competitividad de las empresas privadas tiene por contrapartida la
constitución de un capital social que contribuye al desempeño de la
economía. A grandes rasgos, la búsqueda del objetivo de justicia social
permite una inversión en los diversos componentes de la cobertura
social que, finalmente, favorecen la eficiencia dinámica (figura 21).
La institución de un salario mínimo puede, ciertamente, perturbar
los ajustes de corto plazo del mercado de trabajo, pero es una incita-
ción a desarrollar las organizaciones productivas que economizan el
trabajo, por lo tanto, mejoran la productividad. Por otra parte, en las
sociedades dominadas políticamente por los trabajadores, las remu-
neraciones más elevadas favorecen la demanda, lo que aumenta la
oferta de empleo por parte de las empresas. El reconocimiento del
derecho sindical y la participación de representantes de los asalaria-
dos en la gestión de la empresa pueden favorecer la adaptación de
esta a la competencia y al cambio técnico reduciendo los conflictos
sociales. La extensión y la calidad de la educación forjan las compe-
tencias genéricas que pueden, luego, aprovechar las empresas. Es lo
que ocurrió particularmente con la intelectualización del trabajo
que apunta más a resolver los problemas que a desarrollar un trabajo
de transformación de la materia. El seguro de desempleo puede, cier-
tamente, generar que este dure más, pero permite evitar la pauperi-
zación, mantiene la demanda y da tiempo para encontrar un empleo
que corresponde al mantenimiento, es decir, a la extensión, de la
calificación.
De este modo, una cobertura social extendida puede afectar nega-
tivamente la capacidad de reacción a corto plazo, pero es también el
vector de la construcción de un capital social que contribuye a la
eficiencia dinámica.

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Figura 21. La cobertura social de los países

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social-demócratas favorece el dinamismo económico
Figura 21. La cobertura social de los países social-demócratas favorece el dinamismo económico

Efecto negativo sobre Aumento de la A corto plazo,


Búsqueda el empleo a corto efecto ambiguo
productividad
de justicia plazo sobre el empleo
social
Aliento de las Aceleración
de la +
innovaciones que
Ingreso productividad - Innovación y
economizan el trabajo
mínimo cambio técnico

Salarios más elevados Aumento


Recono- +
de la
cimiento del +
demanda Mayor
derecho sindical
La posibilidad de Mejor reactividad eficacia
los trabajadores para de las empresas Crecimiento dinámica
expresarse mejora + potencial

191
Facilidad de ante el medio
acceso al sistema la calidad de la ambiente más rápido
de salud organización
+
Mejor salud de la Menos
población y de los ausentismo, +
Sistema Acceso a la +
asalariados tasa de empleo
Nacional de educación de
más elevada +
Protección base
Una mano de obra más
Social calificada Capacidad de Oferta
Seguro de aceptación y de de trabajo
desempleo Mejor aceptación del innovación
riesgo + -
Posible impacto en la Fuente: inspirado libremente
Problema de riesgo en Visser y Hemerijck [1997].
La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

duración del desempleo


moral

Fuente: Inspirado libremente en Visser y Hemerijck [1997].


Figura 21.indd 1 30/08/16 21:43

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Robert Boyer

El secreto de la resiliencia de los regímenes social-demócratas

Sin embargo, los SNPS no son entidades estáticas, ya que están


atravesadas por conflictos y desequilibrios, especialmente en ocasión
de grandes crisis. De hecho, las economías social-demócratas llevaron
a cabo reformas importantes de su cobertura social en una dirección
que hizo creer a los observadores que iban a converger en un modelo
de workfare de tipo anglosajón más que de welfare social-demócrata
[Andersson, 2006]. La brutalidad y la severidad de la crisis finan-
ciera en Suecia a comienzos de la década de 1990 parecen haber
modificado de manera perdurable el compromiso institucionalizado
fundador de este país [Notermans, 1995]. Otros autores emitieron un
pronóstico más favorable en el combate entre el impacto desestabi-
lizador de la financiarización y la resiliencia de los regímenes social-
demócratas [Aglietta y Rebérioux, 2004a]. Un estudio histórico
retrospectivo concluye que el cuestionamiento del modelo sueco de
posguerra apunta menos a la ineficiencia del sistema de protección
social y a una erosión endógena del compromiso fundador, que a las
consecuencias de la crisis financiera de 1991-1992 que, al deteriorar
las el gasto publico social y provocar el desempleo, desplazó de una
forma duradera las relaciones de poder [Vidal, 2010]. En conoci-
miento de causa, el capitalismo del bienestar sueco no convergió en
el modelo anglosajón.
Un enfoque regulacionista, basado en la comparación de la
trayectoria de los países nórdicos durante casi un siglo, sugiere que
la supervivencia de este capitalismo del bienestar está condicionada
por su complementariedad con una renovación del dinamismo del
sistema nacional de innovación [Boyer, 2015b]. Si bien los teóricos
tienen la costumbre de oponer el enfoque marxiano del capitalismo
a la visión schumpeteriana de la innovación y a la teorización de los
beneficios de una cobertura social extendida, un país como Dina-
marca sugiere que los tres mecanismos en que hacen hincapié estas
tres teorías son compatibles. Mientras que el sistema educativo y la
administración del Estado tienen como consecuencia/objetivo favo-
recer una modernización continua de la economía en función de su

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

inserción internacional, la economía crea suficiente valor para seguir


permitiendo el financiamiento de los componentes de la cobertura
social [Boyer, 2015b]. Otras sociedades tienen también una cober-
tura social extendida, pero esta entra en conflicto con el desgaste de
la base industrial y el tamaño del sector exportador. Es la sinergia
entre el SNAPS y el SNI lo que está en el centro de la resiliencia de
los países nórdicos.

La regulación por el mercado y la competencia: minoritaria


y dispendiosa

Este último ejemplo ilustra los límites de las estrategias de reforma


construidas sobre la creencia de que las organizaciones públicas son,
por naturaleza, siempre ineficaces, mientras que, por el contrario, el
mercado permite obtener un equilibrio que es óptimo, sin ninguna
intervención colectiva. De un modo más general, la voluntad de
racionalizar, es decir, de reducir la cobertura social en los países como
el Reino Unido y Estados Unidos, no logró ex post reducir la parte
de las transferencias sociales en el PIB, sea por causa del efecto del
crecimiento del desempleo, donde el desarrollo de la pobreza exige
programas específicos, sea por la naturaleza del cambio tecnológico
y la evolución demográfica en materia de salud [Boyer, 2015c].
Este fracaso no es tan sorprendente desde el punto de vista de
un enfoque institucionalista: habida cuenta de la complejidad de los
servicios y los productos que brinda la cobertura social, la estandari-
zación que permitiría organizar la competencia a través del mercado
se muestra difícil, si no imposible. Por otra parte, esta es la razón por
la cual las arquitecturas también complejas como las representadas
en la figura 20 se desarrollaron a lo largo del tiempo y revelan una
notable resiliencia [Boyer, 2002c].
De este modo, las instituciones no son las fricciones introduci-
das en relación con los puros mecanismos de mercado, sino formas
alternativas de acuerdos institucionales capaces de superar terribles
problemas de coordinación: los SNPS pertenecen a esta categoría.

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Robert Boyer

Regímenes de desigualdad y modos de desarrollo

La reducción de las desigualdades salariales había contribuido al


surgimiento del régimen de la producción y el consumo masivos,
pero el agotamiento de este régimen favoreció el regreso de una
concepción que hace de la profundización de las desigualdades la
condición del establecimiento de otro régimen fundado en la exten-
sión continua de la competencia, por la liberalización interna y la
apertura al comercio y al movimiento de capitales [Boyer, 2014].

Teorías en competencia

La persistencia de la extensión de las desigualdades durante más de


dos décadas suscitó una vasta literatura, cuyo rasgo común es privile-
giar un factor clave, que se supone que condiciona el conjunto de la
formación de los ingresos.
La primera teorización es el resultado de observación de que el
desarrollo aumenta, en primer lugar, las desigualdades, antes de redu-
cirlas. Este perfil se atribuye a las consecuencias de una revolución
tecnológica que acrecienta primero la dispersión de los ingresos antes
de difundir sus efectos al conjunto de la sociedad [Kuznets, 1955].
Los especialistas en el cambio tecnológico desarrollaron una
hipótesis cercana al subrayar que la difusión de las técnicas genéricas
que son la comunicación y la información sesga el progreso
tecnológico en favor de las altas calificaciones [Aghion et al., 1999].
Se trataría en menor medida de una revolución tecnológica, ya que
implicaría la polarización de las competencias que exige.
La permanencia de la apertura internacional de las economías
hizo de la globalización, entendida en sentido amplio, un factor
explicativo esencial. Habida cuenta, por ejemplo, de la competen-
cia de los países recientemente industrializados en la producción de
bienes estandarizados, entre los que se encuentra en la primera fila
China, la globalización penalizaría las calificaciones bajas y media-
nas heredadas del fordismo. La respuesta de los trabajos empíricos

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

subraya la ambigüedad de la influencia de la globalización, según se


considere las desigualdades entre individuos en el seno de las nacio-
nes o entre estas naciones [Milanovic, 2005].
La explosión de los ingresos financieros que caracteriza a los regí-
menes de acumulación impulsados por la innovación financiera (capí-
tulo IV) suscitó una teorización original: cuando la tasa de remunera-
ción del capital es superior a la tasa de crecimiento, las desigualdades
se profundizan por la divergencia entre el ingreso de los rentistas y el
ingreso de los activos [Piketty, 2013]. Los trabajos históricos que toman
en cuenta períodos prolongados muestran que se encuentran configu-
raciones análogas a las de la década de 1930 o incluso a la configura-
ción del Antiguo Régimen en Francia y en Inglaterra.
Los enfoques institucionalistas proponen una quinta hipótesis
general: cuando los acuerdos que codifican las reglas de juego econó-
micas en materia de remuneración o incluso de fijación de las tasas
de interés son reemplazados por el enfrentamiento de todos contra
todos, las desigualdades son la expresión lógica de esta configuración.
Esta hipótesis se aplica al caso japonés [Uni, 2011], y además, en el
seno de un mismo sector, aumenta la heterogeneidad de las ganancias
de productividad [Lechevalier, 2011].
Ante la lectura de este listado, el lector puede, legítimamente,
plantearse una pregunta: ¿cada autor propone una teoría general de
tipo universal o privilegia un mecanismo particular de creación y
reproducción de las desigualdades?

Identificar los procesos de génesis y refuerzo de las desigualdades

Los economistas abusan sin duda del término «teoría» para desig-
nar, de hecho, un modelo ad hoc, en el buen sentido del término —es
decir, de acuerdo con los hechos estilizados a partir de la obser-
vación— o en un sentido peyorativo —en el caso que resulta de
una elección subjetiva, basada en una visión particular del mundo
social—. En un enfoque institucionalista, son los procesos los que
dan forma a los modos de regulación e, incluso, a los regímenes de

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Robert Boyer

crecimiento. Su intensidad relativa y su articulación dependen de


la configuración institucional. Esta concepción permite construir la
noción de régimen de desigualdad, analizado como una combina-
ción específica de procesos que se encuentran en el tiempo y en el
espacio, pero que se articulan de un modo en gran medida idiosin-
crático en un lugar y una época determinados. Estos son algunos de
estos mecanismos.
El conflicto capital/trabajo es el primer generador de una desigual-
dad en términos de distribución funcional del ingreso. Repercute en
la distribución personal del ingreso según el estatus de asalariado,
de miembro de la clase media que recibe a la vez salario e interés, o
incluso de rentista. Cuando la parte de las ganancias en el valor agre-
gado crece, es lógico que los indicadores que identifican las desigual-
dades entre individuos se deterioren.
En la sociedad salarial que se constituyó durante los treinta años
gloriosos, las luchas de clasificación se superpusieron con la tradicio-
nal lucha de clases. Es en este terreno donde interviene el acceso a la
educación, a la formación y, por ende, a los empleos mejor remune-
rados. Este mecanismo es tan importante que la competencia comer-
cial es sustituida por convenciones colectivas que rigen la jerarquía y
la evolución de los salarios, lo que reúne la interpretación institucio-
nalista antes mencionada.
Con la financiarización, el conflicto capital/trabajo se desplaza en
dirección de una oposición entre el poder de los rentistas frente a
los activos —empresas o individuos— muy endeudados. Entre estos
últimos, se puede encontrar a los innovadores schumpeterianos que,
por naturaleza, deben endeudarse para desarrollar nuevos productos.
A contrario, es remarcable que los ingresos de la innovación se
terminan convirtiendo en rentas de situación. Esta fuente de desigual-
dad se distingue, entonces, de la que surge del conflicto entre capital
productivo e ingreso del trabajo. Es la que recorre implícitamente la
obra de Thomas Piketty, aunque los especialistas en cambio tecnoló-
gico consideren que este mecanismo solo es válido en los períodos
de ajuste de la economía después de una ola de innovaciones radica-
les [Perez, 2002].

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Un cuarto proceso hace alternar en la historia el equivalente de


las ondas largas en torno de la dialéctica solidaridad/individualismo.
En los períodos de crisis luego del desarrollo del mercado y la
competencia, las nuevas generaciones se ponen de acuerdo para
restablecer las bases de una solidaridad, en particular, gracias a un
régimen fiscal redistributivo. Por el contrario, los períodos de pros-
peridad favorecen el individualismo, fermento que cuestiona las
bases anteriores de la solidaridad y tiende a anular la progresividad.
La secuencia que se desarrolla desde la década de 1950 a la de 2010
sigue esta lógica.
La desigualdad no se reduce a las disparidades de ingreso, de patri-
monio o incluso de influencia, si una gran fracción de bienes funda-
mentales como el acceso a la educación, a la salud, al entretenimiento
y a un trabajo digno se asegura mediante una cobertura social que
sustrae de la lógica comercial los bienes correspondientes. La cons-
trucción progresiva de los sistemas nacionales de protección social
forma parte de este proceso. De manera muy general, su extensión
tiende a reducir las desigualdades, mientras que, frente a las dificul-
tades financieras asociadas a las grandes crisis, su «racionalización»
tiene por efecto acentuar estas desigualdades. De nuevo, las décadas
de 1990 y 2000 marcan un cambio de este tipo.
Sin embargo, al igual que las teorías antes invocadas, estos diferen-
tes mecanismos y procesos no pueden pretender constituir un perfil
universal en materia de desigualdad.

Recombinar estos procesos en el seno de cada régimen socioeconómico

En efecto, estos componentes están representados de un modo


desigual y tienen una intensidad que varía mucho en función de la
configuración institucional propia de cada período histórico y espa-
cio social/nacional (tabla 11). En una economía dominada por la
dinámica agrícola y una regulación “a la antigua”, el régimen de
desigualdad es el que se debe al estatus social del Antiguo Régimen.
Con la revolución industrial y el aumento de la acumulación, la
fuente de desigualdad se debe fundamentalmente al conflicto capital/

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Robert Boyer

trabajo, lo que definiría un régimen típicamente marxista y que se


podría también asimilar en parte con un régimen de tipo Kuznets, al
menos en la parte ascendente del ciclo que vincula la transformación
productiva y la desigualdad.
El régimen de economía mixta que permitió la realización del
fordismo se inscribe como ruptura respecto de todos los regímenes
precedentes, ya que tiende a organizar un compromiso que estabiliza
en un tiempo las diferentes fuentes de desigualdad: el compromiso
salarial estabiliza la distribución salario-ganancia, las luchas de clasi-
ficación en el seno de los asalariados se desdibujan y la inflación
elimina el poder de los rentistas en beneficio de los empresarios. Este
movimiento se prolonga a través de un sistema fiscal fuertemente
redistributivo que está lejos de penalizar el dinamismo de la acumu-
lación. Finalmente, el cambio en el tipo de familia y la urbanización
son los vectores de una reconstitución de la solidaridad sobre una
base colectiva, gracias al desarrollo de gastos públicos y transferencias
sociales.
Esta transformación es llevada al extremo en los regímenes social-
demócratas después de la Segunda Guerra Mundial al punto de justi-
ficar el término «capitalismo del bienestar» [Fellman et al., 2008] o
incluso el de «capitalismo de la negociación» [Pedersen, 2008]. En
contraste, posteriormente la acumulación financiarizada hace reapa-
recer, bajo una forma modernizada, la dominación de una lógica
rentista que autoriza una impresionante polarización de la riqueza.
Por último, las sociedades latinoamericanas se ven, ciertamente,
afectadas por la financiarización de su economía [Bruno, 2008], pero
la desigualdad salarial se debe a la dificultad de acceso al empleo
formal y es la fuente principal de polarización social y política. Esto
va de la mano con un régimen socioeconómico que sigue estando
fundado en la exportación de materias primas o de productos agríco-
las: esta concentración del ingreso no está más que moderadamente
atenuada por el paso a la democracia y la constitución de una red de
seguridad a través de un sistema de protección social más o menos
desarrollado según los países [Jiménez y Lopez-Azcunaga, 2012].

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Tabla 11. Los diferentes regímenes de desigualdad asociados a los modos de desarrollo

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Modos de Componentes de los regímenes de desigualdad Características Ejemplo
desarrollo generales histórico/
Entre capital Entre Entre rentistas Entre indivi- Bienes priva- contemporáneo
y trabajo asalariados y activos dualismo y dos/bienes
solidaridad públicos
(cobertura
social)
Economía Secundaria. Secundaria. Dominación Sistema fiscal Por solidaridad Régimen de La Francia
agrícola/ de los rentistas. confiable y familiar. desigualdad de del Antiguo
rentista y regresivo. estatus. Régimen.
regulación “a la
antigua”.
Acumulación Se vuelve Divergencia Suba del Sistema fiscal Cuestión Desigualdad a Revolución
intensiva y fundamental. según la empresa- confiable, emergente. la Kuznets. industrial
regulación actividad. rio frente al principalmente europea, China
competitiva. rentista. regresivo. contemporánea.

199
Acumulación Estabilización La institu- Eutanasia del Fuerte Importancia Régimen de Los treinta
intensiva y de la distribu- cionalización rentista. progresividad del acceso a los economía años gloriosos
consumo ción salario- estabiliza las del impuesto bienes públicos mixta a la (Francia), edad
masivo, regula- ganancias. desigualdades al ingreso y la (salud, educa- Shonfield. de oro (Estados
ción adminis- salariales. herencia. ción). Unidos).
trada.
Régimen Expresión de Ideal de una Prima al inno- Sistema fiscal Con vocación Capitalismo Países nórdicos
social-demó- un compro- grilla salarial vador. muy redistri- universal e del bienestar a (1950-1990).
crata de la miso fundador. solidaria. butivo. inclusiva. la Meidner.
posguerra.
Acumulación Central: los Significa- Tendencia a la Ideal de una Este aumento La socie- Reino Unido,
financiarizada. financistas tivo, pero conversión de tasa impositiva es, en gran dad del 1 % Estados Unidos,
versus los de segundo los innovadores única y débil. medida, contra el 99 % Islandia, Irlanda
otros. orden. en rentistas. privado. (Occupy Wall (1990-2007).
La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Street).
Régimen Periódica- Oposición Conflicto Sistema fiscal Embrionario y Periferia, América Latina
rentista/ mente signifi- trabajo formal/ central: limitado y segmentado. inestabilidad (período entre
exportador cativo. informal. rentista/indus- poco redistri- y desigualdad las dos guerras).
primario. trial. butivo. (Prebish).

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Robert Boyer

Los dispositivos institucionales del medio ambiente

Si bien la generalización del interés de los economistas y los


gobiernos por las causas de la acentuación de las desigualdades es
reciente, la cuestión del medio ambiente está inscripta en el orden
del día de las políticas nacionales y las conferencias internacionales
desde la década de 2000, en gran medida por la influencia de los
trabajos científicos que muestran la rapidez del cambio climático. Es
una cuestión que se había planteado a comienzos de los años setenta
en ocasión del brutal vuelco del precio relativo de la energía: ¿esto
marcó la entrada en un crecimiento limitado por la finitud de los
recursos naturales no renovables?

Un desafío teórico

Cada escuela ha buscado el medio de incorporar las restricciones


vinculadas con el ambiente de acuerdo con sus fundamentos teóri-
cos, lo que brinda una diversidad de diagnósticos y de análisis.
Para la teoría económica estándar, es lógico que las economías
abusen de los recursos ambientales, ya que no están dispuestos a sufrir
el costo. La solución es, entonces, crear derechos sobre esos recursos y
dejar al mercado la responsabilidad de fijar el precio correspondiente.
La acción pública debe, entonces, limitarse a la fijación de un monto
global para estos derechos. Esta proposición fue muy adoptada por
los responsables políticos, por ejemplo, en ocasión de la Conven-
ción Internacional sobre la Biodiversidad [Boisvert y Vivien, 2012];
la instauración de un mercado mundial de derechos de emisión de
los productos contaminantes es la respuesta lógica dada a la amenaza
que representa el cambio climático.
La teoría de los costos de transacción considera que, en una serie
de casos, es posible internalizar las externalidades negativas, vincula-
das, por ejemplo, a la contaminación, por medio de la negociación
de reglas que rijan los derechos y los deberes de cada una de las
partes interesadas. Se considera que es posible un acuerdo incluso
en ausencia de una clara definición de los derechos de propiedad,

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

lo que distingue este segundo enfoque del anterior. La dificultad


de resolución de los conflictos ligados a episodios dramáticos de
contaminación tiende a invalidar el poder y la generalidad de esta
solución.
La teoría de los comunes parte de un enfoque histórico e inductivo
que muestra cómo las colectividades, sin referencia a una teoría cual-
quiera, llegaron a descubrir las reglas de gestión de estos comunes,
más allá de una creación de derechos de propiedad privada de una
autoridad jerárquica. Se trata sobre todo de comunidades rurales, en
las que la proximidad permite la deliberación y, en algunos casos, la
confianza, gracias a relaciones de reciprocidad. Si, intelectualmente, es
justo considerar que la internacionalización creó nuevos comunes, es
difícil extrapolar el mecanismo de aprendizaje de estas pequeñas colec-
tividades. Una evidencia son las dificultades recurrentes de un acuerdo
internacional que apunte a limitar el calentamiento climático.
El propósito de la teoría de las convenciones es precisamente
partir de la oposición entre diferentes lógicas, “ciudades” o princi-
pios de justificación (comercial, industrial, cívico). Muestra que su
confrontación a través de una prueba puede hacer emerger conven-
ciones que sean compromisos entre diferentes representaciones, cuyo
interés es permitir la coordinación a través de la reducción de la
incertidumbre sobre el comportamiento de los diversos actores. Por
otra parte, el establecimiento de la Convención sobre la Biodiversi-
dad movilizó este tipo de proceso, que termina en una representa-
ción compartida [Boisvert y Vivien, 2012].
El aporte de la teoría de la regulación es reintroducir los conflic-
tos de interés entre clases y grupos sociales. Por ejemplo, el conflicto
entre contaminadores y víctimas de la contaminación debe restituirse
vinculado con las relaciones entre economía, sociedad y política, y
en función de las relaciones de poder que implican. La teoría insiste
también en la posibilidad de compromiso y de su institucionalización:
esto no significa acordar sobre las representaciones y los intereses, sino
simplemente reconocer que la parte interesada dominada no puede
obtener más que lo que se le concede. No son necesarias en absoluto
una justificación moral o una legitimidad política para la viabilidad de
estos compromisos institucionalizados [Amable y Palombarini, 2005].

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Robert Boyer

¿Sexta forma institucional o serie de dispositivos institucionales?

¿Estos compromisos son bastante poderosos para crear el equivalente


de una sexta forma institucional? Se han planteado muchos argumen-
tos con este propósito [Becker y Raza, 2000]. Ante todo, dado que
esta relación con la ecología no puede inscribirse en una u otra de las
cinco formas canónicas, es lógico proponer, por ejemplo, la «relación
social con la naturaleza» como pilar de los regímenes socioeconó-
micos contemporáneos. Luego, estos mismos autores resaltan que el
régimen monetario fue introducido, en primer lugar, como expresión
de una «restricción monetaria» por Michel Aglietta [1976]: ¿por qué
no convertir la restricción de reproducción ecológica y la manera
de organizarla en una forma institucional? Finalmente, es tentador
referirse a la tríada de mercancías ficticias de Karl Polanyi que son
la moneda, el trabajo y la naturaleza. Cuando la colectividad deja de
controlar su uso y se frena el desarrollo de un proceso de mercanti-
lización, se ve amenazada la existencia misma de la sociedad. En la
teoría de la regulación, la primera está regida por la institución del
orden monetario, la segunda es objeto de la relación salarial que no
pretende reducirse a una relación puramente comercial y la tercera
podría ser la «relación de la economía con el medio ambiente».
Las investigaciones conceptuales y los trabajos empíricos lleva-
dos a cabo por los regulacionistas no adoptaron, en su mayoría, este
punto de vista y prefirieron convertirlo en el equivalente de los
dispositivos institucionales sectoriales [Rousseau y Zuindeau, 2007;
Elie et al., 2012]. Desde el origen, al comentar la toma de posición
de diversos países en la cumbre de Río, Alain Lipietz [1999] emite la
hipótesis de que el estilo de las intervenciones en materia de medio
ambiente depende del régimen de acumulación, según una oposi-
ción Norte-Sur vinculada con el grado de industrialización, aunque
la correlación no es perfecta. De algún modo, los dispositivos institu-
cionales ambientales (DIA) serían la proyección de las formas insti-
tucionales en el espacio de las relaciones economía/medio ambiente.
A priori, el grado de codificación institucional de la relación salarial
debería ir de la mano con el desarrollo de los DIA. Incluso, la forma

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

de competencia puede determinar la capacidad de desarrollar los


procesos que integran las restricciones ambientales, mientras que el
Estado y el estilo de la política económica informan la elección entre
normas o subvenciones, reglamentaciones o impuestos, reparación o
prevención. Por su parte, el régimen financiero y monetario tiene
influencia en la facilidad que tienen las empresas para financiar los
proyectos de investigación en materia de innovación ecológica. Por
último, el tipo de especialización económica y la inserción interna-
cional intervienen también en el grado de implicación del desarrollo
de los DIA [Elie et al., 2012].

Una dependencia respecto de los tipos de capitalismo

En la prolongación de los trabajos sobre la diversidad de capitalis-


mos [Amable, 2003], la recolección de datos internacionales compa-
rados que midan los esfuerzos en materia de control de la contami-
nación, de gestión de desechos y del agua, la amplitud y el grado de
aplicación de las regulaciones ecológicas, el nivel del sistema fiscal
ambiental, el esfuerzo de innovación ambiental muestran, en primera
instancia, la diversidad de los puntos de aplicación de los dispositivos.
Este es otro argumento para no considerarlos como derivados de un
compromiso institucionalizado genérico del que no serían más que
una enumeración en diversos campos.
Esto da como resultado una distribución de diversos países
según un primer eje horizontal que opone, por un lado, una
gestión intervencionista y socializada, como es el caso en Europa
del Norte y Central, por el otro, los países del orden del Sur, para
los cuales las intervenciones ambientales son limitadas, tanto en
materia pública como en el recurso a instrumentos de mercado
(figura 22). El análisis del segundo eje vertical también hace resaltar
una lógica eminentemente liberal de gestión del medio ambiente,
caracterizada por impuestos y restricciones regulatorias bajos. Todos
los países anglosajones pertenecen a este grupo, lo que introduce
una homología en relación con el principio fundador del modo de

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Robert Boyer

regulación característico de cada una de las formas de capitalismo, de


los que ya se mostró el impacto en materia de sistema nacional de
innovación (tabla 9).
Cuando se mide directamente el impacto de las diferentes formas
de capitalismo en el nivel de “impuestos verdes” y la amplitud de la
innovación ambiental, se está lejos de encontrar una correspondencia
perfecta, lo que ilustra la complejidad de las relación que vinculan los
DIA y los modos de desarrollo.

Conflictos de temporalidades, efectos de umbral e irreversibilidades

Cada uno de los procesos ecológicos que tratan de controlar los


diversos DIA evoluciona según una constante temporal propia que,
a priori, no tiene ninguna razón para coincidir con el tiempo de las
decisiones económicas. Por lo tanto, la acumulación puede suscitar
desequilibrios ecológicos de importancia antes de que estos últimos
comprometan la búsqueda del crecimiento y terminen por suscitar
medidas correctivas por parte de las empresas, los grupos sociales o el
Estado. Estas temporalidades son, finalmente, muy diferentes, según
se estudie la gestión del agua, la lucha contra la contaminación indus-
trial y urbana, la evolución de la diversidad de las especies, o incluso
el calentamiento climático. De este modo, las presiones ecológicas
que terminan siempre por manifestarse contribuyen a forjar la diná-
mica económica, aunque más no sea a través de una crisis brutal.
La dinámica no lineal de las relaciones entre economía y ecología
se manifestó por medio de muchos ejemplos de alteración drástica
de un ecosistema [Muradian, 2001] y generó esfuerzos teóricos de
formalización para explicitar cuáles son los factores que conducen a
estos colapsos [Good y Reuveny, 2009]. La respuesta intuitiva es que
la miopía o el cortoplacismo de los actores están en el origen de la
superación de estos umbrales y, por lo tanto, que los progresos de la
ciencia deberían permitir a largo plazo evitar estas catástrofes: «En
el estado actual del conocimiento, la ecología puede prever mejor la
dimensión del cambio que estimar los umbrales de transición. Como
el sistema de precios también es incapaz de evaluar la proximidad

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Figura 22. Una puesta en relación de los DIA

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Figura 22.Una puestayen
losrelación
tipos de
de los DIA y los tipos de capitalismo
capitalismo

Factor 2 – 25,17 %
Impuestos/Gastos 1
Clase 1 Recurrir al
“Laisser faire” mercado 3
Clase 3 ambiental
Perfil intermedio Dominante
Importante inserción “anglosajona”
internacional Regulaciones 2
Clase 4 Dominante en Flexibilidad
Intervencionismo 3 inserción
ambiental elevado Europa del Norte
Decentralizacion 2 internacional
Dominante en Europa Zonas 2

205
Central protegidas 3
Desentralización 3 inserción internacional 1 Zonas
inserción protegidas 1 Clase 2
internacional 3 “Débil restricción”
Impuestos/Gastos 3 Impuestos/Gastos 2
Recurrir al ambiental Dominante
mercado 1 en Europa del Sur
Regulaciones 3
Decentra-
Flexibilidad lizacion 1
1 Regulaciones 1
La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Factor 1 – 33,82 %

Fuente: Elie et al. [2012]. Fuente: Elie et al. [2012].

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Robert Boyer

sistémica de una discontinuidad, parece que ni los especialistas ni los


consumidores son capaces de predecir con exactitud los umbrales
ecológicos» [Muradian, 2001].
El optimismo que revela la teoría neoclásica cuando afirma que
el sistema de precios permitirá detectar un posible colapso ecoló-
gico no se debe solo a la hipótesis de anticipaciones racionales y de
conocimiento perfecto de los procesos que vinculan la economía y
el medio ambiente, sino esencialmente a las hipótesis de sustitución
perfecta, a la linearización de los modelos de crecimiento correspon-
dientes y, como consecuencia, a la introducción de que es posible
una reversibilidad total. Ahora bien, estas hipótesis son falsas, ya que
los desequilibrios ecológicos se acumulan y pueden hacer aparecer
efectos de umbral, aunque los recursos no renovables sean necesarios
para la producción [Arrow et al., 1995].
Así, la perspectiva de una próxima limitación del crecimiento
debida a restricciones ambientales invita a tener presentes dos apor-
tes de la teoría de la regulación. Por un lado, la toma de concien-
cia, en toda teorización, de las diversas formas de irreversibilidad
[Boyer, Chavance y Godard, 1994], por el otro, el acento puesto en
la comprensión de procesos y de trayectorias, y no en el de conver-
gencia hacia un equilibrio a largo plazo.

Un enfoque histórico: ¿el cambio de la jerarquía economía-medio ambiente?

Los teóricos y los econometristas del crecimiento se interesa-


ron efectivamente por las relaciones que mantenían, por ejemplo, el
crecimiento y la contaminación. A través de estudios de corte inter-
nacional, hicieron aparecer el equivalente a una curva de Kuznets: los
países que tienen pocos ingresos carecen inicialmente de los medios
para adoptar técnicas no contaminantes, pero los países ricos atravie-
san un umbral a partir del cual la búsqueda del crecimiento se acom-
paña de una reducción de la contaminación [Grossman y Krueger,
1995]. Los trabajos estadísticos, muy numerosos, están lejos de haber
establecido el equivalente de una nueva ley económica. De hecho
intervienen muchos otros factores: el mecanismo de causalidad es

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

difícil de probar y el determinismo está lejos de ser estrictamente


económico, ya que hay que hacer intervenir, por ejemplo, la manera
en que el enriquecimiento transforma las prioridades de los indi-
viduos. Por otra parte, no se sabe si la reducción de la contamina-
ción se debe a la innovación o a la transformación de las estructu-
ras productivas en la dirección de actividades menos contaminantes
[Carson, 2010]. Es, por lo tanto, sorprendente que una relación con
un estatus teórico tan frágil haya ejercido tanta influencia en las polí-
ticas económicas nacionales y en la economía internacional desde la
década de 2000 propagando una visión optimista del crecimiento y
favoreciendo la negociación de tratados de libre comercio que no
tenían cláusulas ambientales.
Las críticas, a partir de los enfoques de la regulación y de los enfo-
ques institucionalistas son otras. Por un lado, el análisis de corte inter-
nacional revela la situación contemporánea de países cuya trayecto-
ria histórica es muy diferente y supone que los países en vías de
desarrollo no tendrán a largo plazo la misma configuración que los
países de industrialización vieja; esta es una hipótesis dudosa, ya que
se reconocen las transformaciones de las relaciones internacionales,
las especializaciones y la innovación que les impide seguir el mismo
camino [Chang, 2002]. Por otro lado, es importante introducir cómo
el juego de los intereses económicos y las estrategias de los grupos
sociales conducen a tratar la cuestión del medio ambiente, y por lo
tanto, tomar en cuenta la cronología de la constitución de los DIA
como variable explicativa (figura 22).
El régimen de crecimiento japonés es un buen ejemplo de la
progresiva consideración de las restricciones del medio ambiente
[Okuma, 2012]. Después de un período de modernización, los daños
ambientales reciben una atención creciente por parte de los poderes
públicos y las empresas incorporan en sus inversiones las consecuencias
de esta prioridad. La última etapa se refiere a la internacionalización de
las normas ambientales en la prolongación de la Conferencia de Kioto.

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Robert Boyer

Conclusión: La evolución de los capitalismos como


complejización de los acuerdos institucionales

De esta revisión de los avances conceptuales de la teoría de la


regulación surge que esta no es solo una teoría macroeconómica.
En efecto, ha generado una gran cantidad de aplicaciones a nuevos
campos y objetos que autorizan hoy una generalización que permite
tratar la cuestión a un nivel intermedio entre una microeconomía
basada en lo institucional y una macroeconomía histórica.
Una segunda enseñanza general concierne a la caracterización,
con una perspectiva de largo plazo, de la dinámica de las economías
capitalistas. Mientras que el triunfo de las políticas de liberalización
da la impresión, a una serie de observadores, de que su futuro tiende
a una extensión continua del espacio del mercado, cabe subrayar el
movimiento inverso que lo acompaña, a saber, la creación pertinente
de nuevos dispositivos institucionales, necesarios para la viabilidad de
los mecanismos de competencia. A la profundización de la división
del trabajo, incluida la internacional, hay que agregar la complejidad
creciente de los acuerdos institucionales que gobiernan la innova-
ción, los diferentes sectores, la cobertura social y el medio ambiente.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

VII Lo político y lo económico: una economía


política del mundo moderno
En este estadio de la presentación surge una pregunta de impor-
tancia: ¿cómo acuerdos institucionales tan diversos pueden llegar a
definir regímenes transitoriamente estables? La teoría evolucionista
lo explica a través de los procesos de competencia y de selección por
parte del mercado, mecanismos que efectivamente funcionan en las
elecciones de técnicas, y el éxito o el fracaso de nuevos productos.
Sin embargo, las formas institucionales, que son la codificación de
las relaciones sociales fundamentales, destacan también lo político, es
decir, la cuestión del poder. Este capítulo se propone explicitar los
procesos colectivos que permiten distinguir las formas consistentes
en el seno de los regímenes sociopolíticos.

Las justificaciones de la intervención pública por parte del


análisis económico

Al salir de la Segunda Guerra Mundial, se reconoció la necesidad


de una intervención del Estado en la economía por tres razones: esta-
bilizar la coyuntura, proveer los bienes públicos que el mercado no
podía ofrecer y redistribuirlos en función de una visión compartida
de la justicia social [Musgrave, 1959]. La configuración intelectual y
política es muy diferente a partir de la década de 1990. Es importante
comprender las razones de este aggiornamento, que está en la base de
las políticas económicas llevadas a cabo desde hace casi dos décadas.

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Robert Boyer

La concepción contemporánea de lo político

Con el correr del tiempo y la erosión del modelo de crecimiento


de posguerra, fueron cuestionados los tres pilares de la economía
pública:
— En primer lugar, la teoría monetarista expresó dudas sobre la
capacidad de regular el ciclo económico tanto por parte del banco
central como de los ministros de Finanzas, hasta el punto de propo-
ner inscribir en la Constitución, por ejemplo, una norma de creci-
miento de la oferta monetaria. La nueva economía clásica generaliza
y refuerza esta toma de posición contra la posibilidad de políticas
activas de estabilización macroeconómica.
— En segundo lugar, la producción de bienes públicos por parte
del propio sector público fue cuestionada nuevamente en beneficio
de un modelo de competencia entre diferentes oferentes privados.
— Finalmente, se puso de relieve una nueva teoría para justificar
una extensión de las desigualdades, consideradas favorables para que
haya un esfuerzo por parte de los trabajadores, espíritu de empresa,
innovación y, por último, creación de ahorro, supuestamente el deter-
minante de la inversión, abandonando las concepciones keynesianas
que prevalecieron anteriormente.
A partir de la década de 2000, estas tres problemáticas se fusionan
en una nueva ortodoxia que confía a los poderes públicos la tarea de
reformar las economías reforzando los mecanismos de mercado que
son, finalmente, los únicos recursos para la mejora de la eficiencia.
Es notable que esta concepción sea compartida tanto por los demó-
cratas como por los republicanos en Estados Unidos [Council of
Economic Advisers, 1996, pp. 39-42].
Es apenas sorprendente que la implementación de estas políticas
de liberalización del mercado de los productos, del trabajo y, más
aún, de las finanzas tenga como consecuencia una exacerbación de
las desigualdades, al punto de hacer resurgir la cuestión de la redis-
tribución y una vuelta a la progresividad de los impuestos. Este inte-
rrogante está presente tanto en el campo académico [Piketty, 2013]
como en los anuncios políticos, por ejemplo, la declaración sobre

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

el Estado de la Nación del presidente Obama en 2014, o incluso la


toma de posición de la presidenta del banco central norteamericano
Janet Yellen, reconociendo que la política monetaria había contri-
buido en parte al crecimiento de las desigualdades [Federal Reserve,
2014]. De este modo, la política económica habría de arbitrar entre
la eficiencia económica y la justicia social, y esta dependería de las
preferencias de los partidos que estuvieran en el gobierno.

Una visión normativa: buscar la eficiencia de los mercados y/o


la justicia social

Esta posición que tiene un gran consenso deriva de una concep-


ción particular de lo político que conviene explicitar. Los que toman
las decisiones políticas estarían sometidos a dos imperativos: en
primer lugar, el de la eficiencia económica que les fija la teoría de los
mercados y luego el que propone la filosofía moral en su búsqueda
de un principio universal de justicia social [Rawls, 1971]. El ideal
sería, entonces, combinar los dos criterios, ideal que no puede alcan-
zarse, según algunos economistas. Paradójicamente, los teóricos del
capitalismo del bienestar, que hacen de la justicia social el vector de
la eficiencia económica (capítulo VI) se unen a los fundamentalistas
del mercado, para los cuales es justo todo resultado del funciona-
miento de los mercados perfectos.
De este modo, a través de la acción del Estado y de su adminis-
tración, lo político debería ponerse al servicio de lo económico y lo
social, renunciando a toda especificidad propia del terreno político
que no sería más que la proyección de lo económico y de lo social.

El olvido de los conflictos sociales como fundadores de lo político

¿Cuál es la pertinencia de esta bella construcción cuando se la


confronta, por ejemplo, con la historia de algunas intervenciones
públicas en Francia? El balance es más que atenuado. En efecto, se

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Robert Boyer

encuentran las dos lógicas de intervención, pero toman formas muy


particulares y son siempre la consecuencia de una lucha en el seno
del campo político entre actores colectivos ¡y no una deliberación
entre los sabios consejeros del príncipe!
Por un lado, son las crisis y los períodos de depresión los que
hacen surgir la necesidad de una intervención política, no para
defender un principio abstracto de eficiencia, sino simplemente para
restablecer la posibilidad misma de una economía que se apoye en
mercados estructural o periódicamente inestables. Es así como los
bancos centrales se convirtieron en instituciones públicas a partir de
un estatus inicial privado [Bouvier, 1973] o, incluso, que, al salir de la
Segunda Guerra Mundial, la mayor parte de los gobiernos creyeron
necesario instituir un régimen particular para los precios agrícolas,
cuya inestabilidad había desempeñado un papel determinante en el
período entre las dos guerras.
Por otro lado, las reivindicaciones morales también están presen-
tes, pero para lograr un cambio en las leyes, hay que construir alian-
zas entre diversos grupos sociales, lo que produce fuertes debates en
el espacio político: la conjunción de diferentes relaciones de poder
tiene aquí un rol determinante, más que el rigor de la derivación de
las reivindicaciones en relación con una teoría de la justicia social.
Estos fueron los procesos que condujeron a extender el dominio
y la legitimidad de la intervención pública en materia de seguridad
social, de constitución de un derecho laboral diferente del derecho
comercial, de la concepción y gestión de la moneda como institución
y atributo del poder público, del reconocimiento de los derechos a
la jubilación o, incluso, al acceso al sistema de salud. De la misma
manera, las leyes que hacen que la educación básica sea obligatoria
no apuntaron en su origen a constituir un capital humano —como
lo supondría la visión funcionalista del economista—, sino a cons-
truir una ciudadanía sujeta a un orden político nuevo.
De este modo, el espacio político no es la simple proyección de las
fuerzas que operan en el seno de la economía y de la sociedad: está
dotado de una lógica propia, la del ejercicio del poder de institucionali-
zación de las reglas de juego, incluidas las económicas, en un territorio.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Primero separación, luego imbricación de lo económico y


lo político

La separación de la disciplina económica y de la ciencia política


no facilita la comprensión del mundo contemporáneo. El econo-
mista es rápido para culpar al político por su ignorancia de las «ense-
ñanzas de la teoría», en cierta forma, por su irracionalidad.Viceversa,
el político tiene la tendencia a descuidar el impacto de las evolucio-
nes económicas en las elecciones y las decisiones de los gobiernos.
Esta separación de las dos disciplinas no se cuestionó por la difusión
de la teoría de las elecciones racionales en el análisis de lo político:
están metodológicamente reunificadas, pero no interactúan entre sí
debido a la especialización de sus respectivos dominios. Ahora bien,
los análisis históricos invalidan esta hipótesis de separabilidad.

El mercado nace adquiriendo autonomía de lo político

En algunas sociedades, las relaciones sociales y económicas


permanecen en la indiferenciación. Sin embargo, cuando el intercambio
comercial penetra en las sociedades, impulsa una dinámica que hace
surgir la necesidad de una separación de la esfera política y de la esfera
económica [Braudel, 1979]. Este movimiento se produce en distin-
tas épocas según las sociedades, y el ejemplo del colapso de los regí-
menes de tipo soviético muestra que esta separación no es evidente.
Para las economías capitalistas que se industrializaron hace tiempo, esta
diferenciación de lo político y de lo económico se produjo hace casi
cuatro siglos. Es la época en que una economía política naciente busca
atravesar las relaciones que deberían regir la política del príncipe a
fin de favorecer por lo menos la prosperidad de los comerciantes y la
división del trabajo en las manufacturas.
Sin embargo, desde ese momento, las dos esferas están lógicamente
separadas. Lo político trata la cuestión del poder sobre los individuos
que residen en un territorio; lo económico se interesa por la circu-
lación de las mercancías y la riqueza, que a la larga tiende a atravesar
las fronteras fijadas por lo político. Pero aparece de inmediato la

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Robert Boyer

cuestión central de la compatibilidad entre un orden político gober-


nado por la búsqueda del poder y un orden económico movido por
una búsqueda sin fin de la riqueza.
Es importante, por ejemplo, que las reglas monetarias promulga-
das por los príncipes no dificulten la circulación de créditos priva-
dos que alimenten el movimiento de las mercancías. Un comporta-
miento oportunista que conduzca a la pérdida de valor de la moneda
local con la finalidad del enriquecimiento de las autoridades políticas
puede desviar el comercio y la actividad productiva de su territo-
rio. Así se introduce una mutua dependencia entre lo político y lo
económico. Si las condiciones económicas son demasiado desfavora-
bles, es muy difícil para los políticos aumentar los impuestos necesa-
rios para el ejercicio de su poder real.

Una coevolución del Estado y del capitalismo

Esta interdependencia no dejó de cambiar de forma y, en un


sentido, de fortalecerse, a lo largo de toda la historia del capitalismo.
El ascenso del capitalismo industrial reclama un cierto tipo de Estado
que favorezca la integración del territorio por medio de la red de
transporte. Después de las guerras mundiales, parece legítimo que el
Estado intervenga en la economía organizando la producción, contro-
lando las finanzas y desarrollando una política social. El incremento
de las retenciones del Estado a los ingresos privados es aceptado, sobre
todo porque contribuye al establecimiento de la acumulación inten-
siva creadora de un incremento de riqueza. El Estado se «inserta» y ya
no es más el «sereno nocturno» [Delorme y André, 1983].

Las sociedades contemporáneas: la imbricación de lo político y de lo económico

Por una parte, la autoridad política brinda algunas condiciones nece-


sarias a la acumulación del capital: entre otras, la definición y el respeto de
los derechos de propiedad, el sistema de pago y el régimen monetario.
Por otra parte, la organización material de lo político y su papel

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

de intermediación suponen una retención sobre el valor creado en el


seno de la esfera económica, lo que define una segunda vinculación
entre las dos esferas. Existe, entonces, una relación entre el régimen
fiscal-financiero y el modo de desarrollo [Théret, 1992, 1999].
Para completar este panorama, conviene introducir la generalización
de los regímenes políticos democráticos. Formalmente, implican nuevos
procedimientos de interacción entre los ciudadanos y los gobiernos, a
través del proceso electoral, los sondeos de opinión, el desarrollo de
los grupos de presión. Así, los gobiernos ya no deben solo responder a
las expectativas de los poderes económicos y financieros, sino también
tratar de honrar las promesas que hicieron a los ciudadanos durante las
elecciones. El proceso de formación de decisiones de política econó-
mica se encuentra afectado y complicado, al punto de poder desembo-
car en bloqueos por falta de un compromiso (figura 23).

El conflicto de las temporalidades de lo político y lo económico

Esta imbricación tiene otra consecuencia importante, la de relan-


zar permanentemente la dinámica de transformación de las sociedades.
Una de las esferas sigue el ritmo del calendario electoral y la formación
de las coaliciones gubernamentales; la otra se inscribe en el tiempo de la
producción, de la inversión, de la innovación, es decir, de la demografía.
Las dos temporalidades no tienen ninguna razón para coincidir, lo que
implica una evolución endógena del sistema político-económico. Lo
que aparece a menudo como exógeno a los actores de una de las dos
esferas es, de hecho, el producto de su interacción.

Un caso muy particular de esta dinámica es el que formalizan los


modelos llamados de «ciclo político» [Nordhaus, 1975]. En cerca-
nías de una elección, un gobierno se verá tentado a llevar a cabo
una política de reactivación para obtener el favor de los electores,
de modo que él o su sucesor están forzados a adoptar una política
correctiva de estabilización de los déficits públicos. Un ciclo así se
observó efectivamente en Estados Unidos en el período de alianza
del fordismo y el keynesianismo. Hay muchas más configuraciones.

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Robert Boyer

Por ejemplo, los gobiernos que deseaban que su país se adhiriera al


euro llevaron a cabo políticas vigorosas de ajuste para respetar los
criterios de los tratados europeos, y pronto se relajaron una vez que
lograron la adhesión. El ciclo económico sería, de algún modo, la
expresión de cierta irracionalidad de la organización política o, al
menos, de su interferencia con los procesos económicos, autorregu-
lados por sí mismos.

Figura 23. El23.yin


Figura y el
El yin y elyang:
yang: lolopolítico
político y lo económico
y lo económico

LO POLÍTICO:
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LO ECONÓMICO:
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& %"#!!# 
Fuente: Prefacio a Palombarini [2001].

En el marco de la teoría de la regulación, este ciclo afecta conjun-


tamente lo político y lo económico porque las temporalidades de
uno y otro difieren por razones estructurales. El anuncio de una
reforma puede ser instantáneo, pero solo tendrá frutos a través del
reajuste progresivo del conjunto de comportamientos de los acto-
res y finalmente una serie de reformas complementarias se revelará
como necesaria para que la reforma inicial dé frutos. En la época en

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

que las cotizaciones de las finanzas imponen el ritmo del precio de


las acciones y las tasas de interés de la deuda pública, esta divergencia
de temporalidades puede parecer devastadora para la credibilidad de
los gobiernos y la estabilidad macroeconómica [Boyer, 2013a].

Una vuelta a Antonio Gramsci y Nicos Poulantzas

A la luz de este razonamiento, es a priori difícil que surja un régi-


men político-económico dotado de cierta estabilidad en el tiempo.
Es volver a encontrar la cuestión fundadora de la teoría de la regula-
ción: si la posibilidad de crisis siempre está presente, ¿cómo se pudie-
ron observar configuraciones aproximadamente estables como lo fue,
por ejemplo, el fordismo o, en su momento, el régimen de acumula-
ción financiarizada?

La hipótesis del bloque hegemónico y su traducción política

Virtud y fortuna, selección por la evolución, complementariedad


o jerarquía fueron los mecanismos invocados sucesivamente para
explicar el surgimiento de regímenes de acumulación (capítulo II).
La observación de configuraciones institucionales caracterizadas de
manera sostenible por malos desempeños en el terreno económico
(fuerte desempleo, crecimiento lento…) incita a dudar de la selec-
ción por la eficiencia e invita a explorar la pista de la formación de
una coalición política como condición suficiente para la existencia
de un régimen político-económico. Esta problemática se inscribe
en la línea de los análisis de Poulantzas [1968] y de Gramsci [1978].
Fueron actualizados para comprender el vínculo entre la formación
de coaliciones políticas y la consistencia de un modo de regulación
[Palombarini, 1999, 2001].
En algunos casos, un modo de regulación a priori consistente en
el orden estrictamente económico puede revelarse como incapaz de
encontrar su legitimación en el orden político y, por esto, hacer que
el régimen colapse. A contrario, una crisis económica abierta puede

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Robert Boyer

canalizarse y superarse gracias al poder de un bloque hegemónico


y la pertinencia de una representación simbólica que justifique una
estrategia de salida de la crisis [Lordon, 1997, 1999]. Finalmente, en
otros casos, la consecuencia a mediano y largo plazo de la estabilidad
de una coalición política puede ser el comienzo de un camino endó-
geno del crecimiento a una crisis que se manifiesta, entonces, tanto
en el orden político como en el orden económico.

Las instituciones como expresión de una coalición política

Para analizar cuál de las configuraciones precedentes es suscepti-


ble de aparecer, es importante que sea endógena la creación de insti-
tuciones y/o la política económica con el fin de explicitar en qué
condiciones un grupo hegemónico es capaz de formar una coalición
que está a la vez validada en el espacio político y sea portadora de
un modo de regulación viable [Amable, 2003]. En respuesta a su
situación económica y su orientación política, los agentes con inte-
reses heterogéneos tratan de coordinarse y agruparse para influenciar
—y si es posible formar parte de— la coalición política que la va a
poseer. Una vez constituida, esta última decide la creación de una
institución/forma institucional en relación con la cual reaccionan los
diferentes agentes. Así, se inicia una nueva iteración para que se ajuste
la representación política a la nueva configuración económica. Un
régimen político-económico corresponde a una configuración que
asegura la compatibilidad de dos dominios.

Un bloque hegemónico original y su crisis: la Italia de la década de 2000

Dadas la circularidad del razonamiento y la relativa complejidad


de las interacciones descriptas, y esto en múltiples niveles, el razo-
namiento de la literatura muestra sus límites. Es necesario, entonces,
formalizar estas diferentes interacciones, en función de un contexto
bien preciso [Palombarini, 2001].

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

En una primera etapa, la coalición política en el poder deter-


mina la política económica fijando el tipo de cambio y el déficit
público. Sobre esta base, la patronal y los sindicatos se involucran en
negociaciones para determinar el salario y el empleo, lo que tiene
como efecto afectar la posición económica de diversos grupos de la
economía que son los asalariados, los empresarios y los rentistas que
viven de los ingresos de la deuda pública. En un tercer momento,
estos diversos grupos socioeconómicos toman también en cuenta
la preferencia ideológica y política para expresar o no su apoyo al
gobierno. A su vez, este último decide la política compatible con
la composición de sus apoyos en particular en materia de arbitraje
entre el corto y el mediano plazo.
Tomar en cuenta las características macroeconómicas de Italia
y la distribución de las preferencias políticas para los tres grupos
socioeconómicos hace aparecer una coalición original en la que
los empresarios y los rentistas establecen una alianza que hace del
tipo de cambio fijo y del déficit público los dos instrumentos clave
de la política económica. De esta son excluidos permanentemente
los asalariados, lo que explica que el desempleo no sea tomado en
cuenta por los gobiernos que se suceden, pero que encarnan el
mismo bloque hegemónico.
¿Se trata, sin embargo, de un estado estable? No, porque los défi-
cits públicos se acumulan y el aumento de la ratio deuda pública/
PIB hace subir progresivamente la tasa de interés, al punto de hacer
aparecer una contradicción entre el interés de las empresas y el de los
rentistas. Se encuentra, de este modo, en marcha un mecanismo de
endometabolismo: la lenta evolución de la ratio de la deuda pública
hace salir al modo de regulación de su zona de estabilidad. Empírica-
mente, la decisión del gobierno italiano de adherir al euro pone fin
a la posibilidad de extender de manera permanente la deuda público,
lo que era la base de la coalición entre empresarios y rentistas. Esto
precipita una crisis que es política y económica al mismo tiempo.
Mutatis mutandis, se halla un proceso equivalente al que marcó
la crisis del fordismo: el aumento del precio del petróleo y de las
materias primas precipitó una crisis que estaba en germen por el

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Robert Boyer

agotamiento del modelo productivo correspondiente (capítulo IV).


Esta problemática permite, por otra parte, plantear una hipótesis
general: si un grupo socioeconómico de importancia (en este caso
los asalariados que no son también rentistas) es excluido de manera
sostenida de las coaliciones políticas, el régimen socioeconómico
se desarrollará hasta precipitar su desestabilización estructural. Esta
conclusión se une a las intuiciones de la teoría de las convencio-
nes, que tiende a considerar que el principio democrático (enten-
dido como la inclusión de todas las partes interesadas en el espacio
político) es no solo compatible con la estabilidad macroeconómica,
es decir, con la eficiencia, sino que también la favorece [Favereau,
1993b].

La formación de un régimen político-económico

Es posible explicitar algunos de los mecanismos que contribuyen


al surgimiento de las configuraciones dotadas de una cierta estabili-
dad en el mediano plazo.

Un proceso de abstracción y de difusión de las prácticas

Consideremos, en primer lugar, la esfera política. En los regímenes


autoritarios, la asimetría asociada a la distribución del poder puede
favorecer la búsqueda de una consistencia ex ante: la historia de Brasil
y de Corea brinda buenos ejemplos de la capacidad que tuvieron
algunos gobiernos, poco democráticos, para implementar reformas
institucionales que iniciaron un proceso de desarrollo económico.
Pero, en los regímenes democráticos, la negociación de compromi-
sos benéficos para todas las partes entre diversos grupos de interés se
consideró a menudo una buena estrategia para converger hacia una
arquitectura viable de las formas institucionales. Last but not least,
una vez establecidos estos regímenes político-económicos, gracias
a un esfuerzo de reflexión, se pueden convertir en paradigmas de
gobernanza o de gobierno que sirven pronto de referencia a otras

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

sociedades: el modelo danés llamado de flexiseguridad es un buen


ejemplo.
En la esfera económica, de un modo simétrico, la estructuración
de intereses puede convertirse en una influencia sobre la política.
De este modo, la negociación entre trabajo y capital es capaz de
generar mecanismos de coordinación poderosos, como las conven-
ciones colectivas fordistas. A su vez, este anclaje económico influye
en la estructuración de la intermediación política, en el sentido
de políticas favorables al trabajo y a la organización de la cober-
tura social. Un segundo mecanismo pone en juego la organización
de una complementariedad entre las esferas económica y política.
Así, en Estados Unidos, el complejo militar-industrial tuvo como
efecto articular intereses económicos privados y políticas públicas.
Un tercer cimiento en el origen de una posible consistencia de los
regímenes político-económicos está vinculado con un proceso de
abstracción de los éxitos pasados en un principio general que puede
extenderse a muchos otros dominios. De este modo, la racionali-
zación que tuvo lugar en la industria con el taylorismo también
fue implementada en el sector de servicios e incluso en la admi-
nistración pública. Más recientemente, el modelo gerencial de la
empresa privada fue la referencia para reorganizar la oferta de servi-
cios públicos y la provisión de servicios de salud y de educación.

Cuatro formas de articulación y de mediación

En primer lugar, una de las dos esferas puede tratar de imponer


su lógica a la otra y, a veces, tener éxito. En el ex régimen soviético,
la voluntad política del partido comunista era considerada como
la que regía el conjunto de la organización económica a través
de la planificación autoritaria. Este sistema no pudo superar las
tendencias desfavorables a largo plazo que engendraba. A la inversa,
los grandes intereses económicos pueden capturar el Estado y sus
objetivos convertirse en un conjunto de leyes —¡o de ausencia
de leyes!—, de subsidios, de reducción de la presión fiscal… un
puñado de mano visible entre responsables políticos y económicos

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Robert Boyer

reemplaza el anonimato del sistema financiero norteamericano en


2008, consecuencia directa de la toma de poder de Wall Street contra
las veleidades de la reglamentación de las finanzas.
En segundo lugar, un principio de homología puede gobernar los
procesos a la vez políticos y económicos. Un buen ejemplo es el
de los países productores de petróleo. La dominación de los ingre-
sos de rentas da forma a la especialización de la actividad econó-
mica en detrimento de la industrialización y la prevalencia de un
Estado clientelista que redistribuye estas rentas, aislado de un proceso
democrático en el cual los ciudadanos consentirían en un impuesto y
controlarían, en consecuencia, a los responsables políticos. La China
contemporánea presenta un notable sincretismo entre lo político y
lo económico [Boyer, 2011d]. Una miríada de corporatismos loca-
les se apoya en una alianza de hecho entre los dirigentes políticos
y los empresarios del sector tanto privado como público. Su obje-
tivo común es maximizar el crecimiento para sostener la creación de
empleo y asegurar un mínimo de redistribución en dirección de la
población. A nivel nacional, el partido comunista apoya su legitimi-
dad en la búsqueda de un crecimiento suficientemente rápido para
mejorar el nivel de vida y evitar una explosión social que cuestio-
naría su monopolio del poder (capítulo VIII). Presentándose como
defensor del interés de los chinos, el partido comunista incorporó en
su seno los dirigentes de la economía y del mundo universitario. Se
ha evaluado la diferencia con el régimen soviético, lo que no significa
que el régimen chino esté exento de contradicciones importantes
(capítulo VIII).
El aprendizaje y la negociación constituyen una tercera posibilidad
para alcanzar un reconocimiento mutuo y una compatibilidad de los
procesos económicos y políticos. Por un lado, los políticos toman en
cuenta el objetivo de prosperidad económica, porque extiende su
poder de fijar los impuestos y, por consiguiente, de gastar. Por el otro,
los actores económicos aceptan conformarse a ciertas reglas colecti-
vas, como el pago de impuestos, si quieren operar en un territorio
determinado y beneficiarse con las ventajas construidas institucional-
mente que este aporta en la competencia internacional (capítulo VI).
Cuando este compromiso de base se reactualiza periódicamente en

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

función de los problemas emergentes, se puede calificar a los regíme-


nes político-económicos correspondientes como “capitalismos nego-
ciados” [Pedersen, 2008]. La obtención de un compromiso de este tipo
no tiene nada de automático: el juego de las relaciones de poder en
la economía y en la política puede bloquear de manera permanente
una estrategia así. La prolongada declinación británica desde fines del
siglo XIX hasta la década de 1970 es un buen ejemplo de esta clase de
bloqueo, que solo fue superado a través de la (brutal) imposición de una
liberalización en todos los frentes [Elbaum y Lazonick, 1984].
La virtud y la fortuna, virtù e fortuna, tienen un estatus más incierto
en el surgimiento de los regímenes político-económicos. De este
modo, aunque se revise el largo y contradictorio proceso de imple-
mentación del New Deal en Estados Unidos, sorprende no encon-
trar allí la expresión de un gran proyecto, bien pensado, sino una
sucesión de pruebas y errores, que apuntan tanto al diagnóstico de la
crisis como a las soluciones que aporta [Blyth, 2002]. Por lo demás, la
crisis norteamericana solo fue superada con y después de la Segunda
Guerra Mundial [Baslé et al., 1984]. La virtud puede también repa-
rar las fallas de una reforma ambiciosa que sus autores consideraban
consistente y viable, pero cuya implementación provoca un régimen
disfuncional: se observa la crisis del euro iniciada en 2010 y que
suscita una multiplicidad de nuevos dispositivos complementarios en
el ámbito de la estabilidad financiera y bancaria (capítulo IX).

A cada modo de desarrollo corresponde un régimen de política económica

Estos análisis conducen a enriquecer la variedad de conceptos


de base de la teoría de la regulación proponiendo el de régimen de
política económica [Boyer, 2015d]. Se define por un bloque hege-
mónico, el objetivo central que persigue, los instrumentos y los orga-
nismos a cargo de implementar la política. El crecimiento de los
estudios históricos prolongados y las comparaciones internacionales
deja tres enseñanzas esenciales (figura 24).

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Robert Boyer

Figura 24. Régimen de política económica y estrategias


Figura 24. Régimen de política económica y estrategias
dedereforma
reforma

A. Una dependencia en relación con la arquitectura institucional y el


tipo de democracia

Período de Un régimen de
estabilidad política económica

Naturaleza Grado y tipo de


y jerarquía democracia
de las formas
institucionales
Estrategia de
Crisis reforma
B. Keynesianismo e intervencionismo

Estabilización
Período de keynesiana,
estabilidad progresividad de los
impuestos, cobertura
Hegemonía social
implícita de los Una coalición
salarios política inclusiva
Reforzar la
intervención pública
(política de ingresos,
planificación
Crisis indicadora, política
industrial)
C. Monetarismo y liberalización
Período de Monetarismo,
estabilidad incentivo del
mercado
Hegemonía del Captura del Estado
capital, incluido por grupos de
el financiero poder
Privatización,
liberalización,
apertura a la
competencia
Crisis
mundial

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

El régimen de política económica debe ser compatible y, muy a


menudo, es complementario del modo de desarrollo, por un lado, y
de la naturaleza del régimen político, por el otro. A su vez, estas dos
nociones remiten a la naturaleza de un bloque hegemónico, que se
despliega tanto en la economía como el espacio político.
Un primer tipo ideal es el del régimen keynesiano intervencio-
nista. Se basa en un uso de las políticas monetarias y presupuestarias
para estabilizar la actividad económica y mantener el pleno empleo,
supone una fuerte progresividad impositiva y desarrolla una cober-
tura social extendida. Corresponde a una configuración de las rela-
ciones de poder original, es decir, sin precedentes, ya que la hegemo-
nía implícita es la de los asalariados que son reconocidos como parte
interesada en la distribución de los dividendos del crecimiento y en
la modernización organizacional y tecnológica. No se excluye que la
competencia con los regímenes de tipo soviético haya desempeñado
un papel determinante en la posición jerárquica ocupada por la rela-
ción salarial entre las formas institucionales. Por otra parte, el mante-
nimiento del pleno empleo era también una condición necesaria,
pero implicó una aceleración progresiva de la inflación que puso en
peligro este modo de desarrollo y permitió la impugnación de la
teoría keynesiana por parte del monetarismo, y luego su abandono a
favor de una nueva teoría clásica.
El segundo tipo ideal es el del monetarismo y del neoliberalismo.
El mantenimiento de la estabilidad de precios prevalece sobre la
búsqueda de un arbitraje entre inflación y desempleo, la política
presupuestaria es considerada ineficaz y la política monetaria debe
confiarse a los bancos centrales independientes. Por su parte, la nueva
economía clásica aporta la idea de que todo se resume al restable-
cimiento de la competencia y los incentivos de mercado, lo que
transforma los sistemas de protección social de welfare en workfare.
Es claro que los asalariados ya no forman parte del bloque hege-
mónico que es ahora el del capital, más financiero que productivo.
Los procedimientos democráticos del pasado perduran, pero ya no
tienen influencia en la conducción de la política económica porque
el Estado fue capturado por poderosos grupos de presión internos

225

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Robert Boyer

(Estados Unidos) o bien debe someterse a los acreedores interna-


cionales para financiar una deuda pública que se volvió considerable
(Unión Europea).
La teoría de la regulación retoma así la caracterización de diver-
sas disciplinas, en particular algunos trabajos de sociología económica
[Streeck, 2012]. Estos muestran que el Estado fiscal clásico de la década
de 1970 hace lugar al Estado deudor que trató de responder con el
endeudamiento a los antagonismos sociales y los problemas económi-
cos no resueltos. Desde mediados de la década de 2000, el Estado de
la consolidación se involucra en reformas y políticas de austeridad con
el objetivo de pagar los cargos e intereses y devolver los préstamos.
El Estado de este modo se endeudó más respecto de sus acreedo-
res que de sus ciudadanos. El capitalismo democrático está, entonces,
en peligro, porque la acumulación sin fin de la riqueza se desplazó a
escala internacional mientras que los poderes políticos siguen teniendo
como tarea administrar una colectividad territorial de ciudadanos.

Las respuestas a las crisis están también condicionadas por la herencia


institucional

Las grandes crisis, en especial las del modo de desarrollo, marcan


una ruptura con las regularidades anteriores. Los gobiernos toman
conciencia del hecho de que las políticas económicas del pasado
se han vuelto ineficientes. Es en este contexto donde el término
«reforma» se convierte en omnipresente. Es digno de remarcar que,
en la primera fase de la crisis, las estrategias de reforma siguen estando
condicionadas por el bloque hegemónico, lo que está autorizado por
el sistema político. En este sentido, se puede hablar de una cierta
dependencia respecto de la trayectoria seguida, ya que los esfuerzos
por hacer surgir otro modo de desarrollo deben tener en cuenta le
herencia dejada por el anterior (figura 24).
Si se toma el ejemplo de Francia, se constata que los gobier-
nos tanto de derecha como de izquierda, en principio, respetaron el
compromiso institucional fordista. Por lo tanto, buscaron un resur-
gimiento de la intervención pública lo que se calificaba en la época

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

como salir de la crisis «por arriba». Los esfuerzos para gestionar los
ingresos, las tentativas de restaurar una política industrial eficiente, es
decir, una recuperación de la planificación orientadora testimonian
esta inercia de las representaciones y las ideas que guían las políticas
de reforma. La necesidad de un sostén político, en particular electoral,
explica esta prudencia en una sociedad donde el salariado es la forma
dominante de actividad. Este período en el cual lo viejo impide que
emerja lo nuevo es particularmente largo en Francia, pero es más
breve en Estados Unidos, en Inglaterra e incluso en Alemania. Esto
ilustra el carácter nacional de las políticas de reforma, en contradic-
ción con las recomendaciones de las organizaciones internacionales
que se consideran portadoras de soluciones universales.
Esta dependencia de las políticas de reforma respecto de la confi-
guración pasada se encuentra también en el régimen monetarista y
neoliberal. En la Unión Europea, la crisis iniciada en 2010 se inter-
preta como la consecuencia de una laxitud presupuestaria (Grecia)
y no de la liberalización financiera que originó burbujas especula-
tivas inmobiliarias y bursátiles (España, Irlanda, Reino Unido). El
aumento del desempleo se interpreta de nuevo como la prueba de
la rigidez de las instituciones de los mercados de trabajo, lo que
permite a las autoridades europeas recomendar, una vez más, flexibi-
lizarlas, palabra obligada que no dejó de repetirse desde mediados de
la década de 1980, a pesar de los resultados malos o doloroso que se
obtuvieron (extensión de la pobreza) [Boyer, 1986b].
Esta es la expresión de la estabilidad de un bloque hegemónico en
el seno de la Unión Europea, pero también una invitación a reflexio-
nar sobre la formación de las ideas económicas.

Una declinación de los regímenes de política económica, según los tipos de


capitalismo

La atención puesta en el proceso de formación de los regímenes


político-económicos tiene una consecuencia importante: aunque hay
en funcionamiento mecanismos comunes, deben a priori manifestar
una serie de especificidades en el tiempo y en el espacio. Es lo que

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Robert Boyer

ya se señaló para los sistemas sociales de innovación (capítulo VI) y


todavía se da más en los regímenes de política económica (tabla 12).
El consenso contemporáneo sobre el nuevo papel de lo político
encuentra una de sus configuraciones más acabadas en los capitalis-
mos dominados por los mercados. Cabe señalar que este modelo está
asociado a una multiplicidad de agencias encargadas de supervisar el
buen funcionamiento de los distintos mercados y asegurar la eficien-
cia de la competencia. Pero, a su vez, son capturadas por los intereses
que deben controlar. Ahora bien, estos últimos ejercen su presión
sobre el propio gobierno, lo que hace surgir la separación entre el
modelo soñado por el teórico y la realidad de este capitalismo. Es
más el mito del capitalismo que su realidad lo que se exportó a
muchas otras sociedades. Esto sugiere también que las ideas econó-
micas y las estrategias de reformas tienen un origen local e histórico,
y que pueden luego viajar e inspirar los discursos de rigor en otras
partes.
Una segunda enseñanza atempera este resultado: la referencia al
neoliberalismo es casi universal, aunque las prácticas pueden seguir
difiriendo de un modo notable. Por ejemplo, en el capitalismo
dominado por el mesocorporatismo, los actores dominantes siguen
siendo los grandes grupos que están relacionados con la alianza de un
partido dominante y la capa superior de la administración pública.
Sin embargo, la oposición no es entre dos configuraciones tipo, ya
que coexisten al menos otros tres regímenes de política económica.
En el capitalismo de impulso estatal, el Estado sigue siendo el actor
central que pretende apoyarse en la noción de interés general para
legitimar sus intervenciones, incluso cuando decide abrir la economía
a la competencia internacional y liberalizar su mercado financiero
para financiar mejor su deuda pública. El capitalismo caracterizado
por una fuerte presencia de la propiedad familiar parece ir de la mano
con un Estado menos tecnocrático que clientelista, en el que la diver-
sidad de los intereses económicos se encuentra en la fragmentación de
la representación política. Los conflictos no resueltos se traducen en
un aumento de la deuda que hace, entonces, intervenir a los acreedo-
res internacionales como actores claves en los períodos de crisis.

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Tabla 12. Las relaciones entre el régimen de política económica y el tipo de capitalismo

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Capitalismos Dominado por el Corporativista Estatal (Europa Familiar (Medite- Social-demócrata
mercado continental) rráneo)
Características
Principio fundador Para cada problema, La empresa grande El Estado central Interacción entre el Negociar las interven-
un mercado. internaliza las exter- o descentralizado Estado clientelista y la ciones y las reformas
nalidades. organiza la comple- empresa familiar. entre todas las partes
mentariedad de las interesadas.
intervenciones.
Actores de la política Grupos de presión, Partidos políticos, La administración Interacción entre Administración y
económica think tanks. administración y pública a cargo del partidos políticos que representantes de la
grandes grupos. interés general. representan distintos sociedad civil.
intereses.
Naturaleza de los Agencias a cargo Competencia entre Movimientos sociales Poder de los tenedores Inestabilidad y crisis
contrapoderes/ del control de los grandes grupos. de protesta. de deuda pública. vinculadas con la

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contratendencias mercados. globalización finan-
ciera.
Agencias federales Presiones interna- Presión de los gran- Pérdida de la autono- Heterogeneidad
poderosas. cionales. des grupos en vías de mía frente a la Unión creciente de la socie-
internacionalización. Europea. dad, individualismo.
Consecuencias sobre:
El régimen de polí- Pragmatismo y Posible bloqueo Pérdida de la eficien- Dificultad de las Rapidez y relativa
tica económica capacidad de inno- duradero de política cia por el efecto de la reformas, búsqueda de transparencia de las
vación frente a las anticrisis. internacionalización la disminución de la respuestas a las crisis.
crisis. y la europeización. deuda pública.
El modelo de desa- Consecuencias de Resiliencia, pero Regulación de la Estancamiento econó- Recomposición
La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

rrollo procesos evolucio- conservadorismo coyuntura, sin salida mico, incertidumbre notable de la admi-
nistas de selección. (Japón). de la crisis (Francia). de la recomposición nistración pública y
institucional. cobertura social, pero
una cierta resiliencia.

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Robert Boyer

Por último, el capitalismo de inspiración social-demócrata


representó durante mucho tiempo una alternativa al modelo de
capitalismo de mercado, por su capacidad para conciliar las diver-
sas partes interesadas gracias a un efectivo ejercicio de democracia,
incluso en la esfera económica. Bajo el efecto de las crisis financieras
asociadas con la globalización, el vigor de sus principios fundadores
ser erosionó, pero, a pesar de la privatización de numerosos servicios
públicos, el régimen político-económico sigue mostrando su espe-
cificidad, en particular en cuestión de rapidez y de transparencias
relativas de las respuestas a los problemas económicos emergentes. Es
una diferencia importante con el capitalismo de mercado en el que
lo esencial de la política resulta del juego y de la interacción entre
poderosos grupos de presión que representan poco los intereses y las
expectativas de los ciudadanos de base.
En este breve panorama se desataca una paradoja: la tendencia a
la uniformización de los discursos sobre las políticas económicas se
acompaña de la permanencia de notables diferencias en los regíme-
nes político-económicos. Es una invitación a analizar el papel de las
ideas en la evolución de los capitalismos contemporáneos.

El papel de las ideas: ¿Keynes tenía razón?

La Teoría general concluye con la mención del papel que desempe-


ñan las ideas de los pensadores y los teóricos en la transformación de las
sociedades, incluso antes que los intereses. Los investigadores que perte-
necen a diversas disciplinas de las ciencias sociales transformaron esta
afirmación en un programa de trabajo de pleno derecho [Hall, 1989;
Blyth, 2002] y las investigaciones inspiradas por la teoría de la regula-
ción trataron este mismo tema en ocasión de la búsqueda tentativa de
una nueva ortodoxia en materia de política económica [Lordon, 2002].

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Una causalidad sistémica y circular

La puesta en paralelo de la historia de las doctrinas y las teorías


económicas y la de las instituciones y las organizaciones del capi-
talismo desmienten la hipótesis de una simple causalidad lineal.
Contrariamente a una idea en boga, Adam Smith no creó las condi-
ciones del capitalismo, simplemente analizó y teorizó los procesos
en marcha en un régimen económico ciertamente emergente. John
Maynard Keynes no fue el inspirador del New Deal norteamericano.
El talento de orador de Milton Friedman no habría sido suficiente
por sí solo para aniquilar la herencia keynesiana, pues otras ideas y
una serie de intereses organizados se aliaron para lograr ese resultado.
Hay, entonces, que adoptar una visión sinóptica de los diversos
canales por los cuales teorías agudas, ideas generales y representacio-
nes de los actores interactúan y se convierten en partes interesadas
en el surgimiento de nuevas formas de organizar la vida social y la
economía (figura 25).

Los economistas, partes interesadas de una sociedad y de


una época. — A la luz de los desarrollos anteriores que subraya-
ron la diversidad de las formas de capitalismo, es un buen método
insistir en el hecho de que los economistas, incluso teóricos, están
inmersos en la sociedad a la que pertenecen: sus construcciones inte-
lectuales llevan su huella de manera explícita o implícita. Es lo que
mostró una comparación del estatus de los economistas de 1890 a
1990 respectivamente en Estados Unidos, en Inglaterra y en Fran-
cia [Fourcade, 2009]. No se excluye que la migración del núcleo
central de la profesión de los economistas de Inglaterra a Estados
Unidos sea uno de los orígenes del paso de la economía política al
análisis económico y luego a la ciencia económica. Por supuesto, la
profesión se organizó sobre una base transnacional en el transcurso
de las tres últimas décadas, pero la influencia de las redes locales de
socialización de los economistas se percibe claramente a través de sus
publicaciones [Fourcade et al., 2015].

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Figura 25. El papel de las ideas en la economía y lo económico: una visión sinóptica

Figura25. El papel de las ideas en la economía y lo económico: una visión sinóptica

Los economistas están


influenciados por su
sociedad (Fourcade, 2009)
Prédica de los
méritos del mercado
Disciplina (Marglin, 2014) Representaciones de
El mercado transforma económica los actores
las «preferencias» Sociedad El poder político de las ideas
(Bowles, 1998) económicas (Hall, 1989)

232
haciendo eco a Polanyi de autores vivos… Los efectos de la
(1944) mimetización
Robert Boyer

o muertos
Economía (Keynes, 1936) (Aglietta y Orléan, 1982)

Formación de la
política económica El papel de las ficciones
(Beckert, 2015)

Tentativa de transformación de las expectativas / representaciones (Lordon, 2002)

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Una segunda causalidad va de los avances de la disciplina econó-


mica hacia la inspiración/la formación de las políticas económicas. Es
particularmente el caso de las ideas de John Maynard Keynes, que se
difundieron gracias a la enseñanza en la mayoría de los países, pero
se diferenciaron según las especificidades nacionales [Hall, 1989]. En
el período contemporáneo, los tres esotéricos modelos dinámicos de
equilibrio general estocástico pasaron del estatus de publicaciones en
revistas eruditas a su incorporación en las herramientas de análisis de
los bancos centrales. Incluso, las autoridades encargadas del respeto de
la competencia utilizaron los progresos de la economía industrial para
justificar su rechazo a ciertas fusiones/adquisiciones. Entre los econo-
mistas ortodoxos, es grande la tentación de atribuirse los méritos de
los buenos desempeños de los que ellos se consideran la causa… así
como de deslindar toda responsabilidad cuando sobreviene una crisis
financiera importante porque no sería de su incumbencia.

Los actores aprenden a comportarse como economistas. —


Una tercera relación vincula los progresos de la disciplina económica
y su difusión, con los propios agentes económicos. En efecto, los
estudios de psicología experimental han mostrado ampliamente que
la mayoría de las decisiones económicas evocan rutinas adquiridas
por la experiencia y no un tipo de reflexión lógica y racional que
son el orgullo de la profesión de los microeconomistas [Kahneman,
2011]. Muy generosamente, la profesión de los economistas propone,
entonces, formar al conjunto de los ciudadanos en esta disciplina para
que no se equivoquen más en sus decisiones. De analista, el econo-
mista se transforma en un predicador de la racionalidad económica y
del mercado como forma inmejorable de coordinación, incluso si es
necesario destruir las otras formas de organización, aun aquellas que
habían desarrollado las comunidades [Marglin y Mylondo, 2014].
Una cuarta causalidad explora una influencia estrictamente inversa:
frente a la incertidumbre de sus deseos y a la incapacidad de penetrar
el futuro, los agentes desarrollan un comportamiento mimético que
desempeña un papel determinante en la posibilidad misma de una
política económica razonada [Aglietta y Orléan, 1982]. Se encuentra

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Robert Boyer

en Keynes la misma apertura respecto a la formación de repre-


sentaciones con su noción de convención financiera, porque hasta
los expertos más preparados son incapaces de formular el modelo
matemático que les permita garantizar que su decisión es racional.
La noción de expectativas racionales debe, entonces, ser reemplazada
por la de ficción y de imaginario [Beckert, 2015].

El nuevo arte de la política económica. — Por lo tanto, la estra-


tegia de los responsables de la política económica no es más construir
modelos de simulación fundados en las regularidades del pasado, sino
tratar de influenciar las expectativas y las representaciones del público
al que se dirigen. La imaginación semántica desempeña, entonces, un
gran rol para brindar un punto focal sobre el cual podrían converger
las estrategias de agentes, en todo caso, muy heterogéneas: desinfla-
ción competitiva [Lordon, 2002], crecimiento impulsado por una
vigorosa política de austeridad [Boyer, 2012b], economía verde, y la
invitación al decrecimiento son algunos ejemplos del poder que se
intentó atribuir a las ideas.
Finalmente, es importante cerrar esta maraña de causalidades con
un último componente. A medida que los políticos multiplican los
incentivos económicos, los agentes económicos hacen prevalecer las
motivaciones extrínsecas —es decir, vinculadas a la remuneración
por el mercado— en detrimento de sus motivaciones intrínsecas. Por
esto, sus preferencias se vuelven endógenas al punto de transformarse,
asintóticamente al menos, en el homo oeconomicus de la teoría, contri-
buyendo así a legitimarla [Bowles, 1998].
Es en este estadio del razonamiento cuando hay que hacer inter-
venir de nuevo a Karl Polanyi: esta estrategia mencionada destruye,
de hecho, los fundamentos mismos de una sociedad de modo que,
en general, se inicia un movimiento político de resistencia para hacer
frente a la violencia del mercado. La reafirmación de la colectividad
encuentra a su vez problemas que reclaman una nueva generación de
intelectuales y teóricos.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Las finanzas se apoyan en la proyección de ficciones

El hecho de que la literatura sobre el papel de las ideas haya sido


relativamente raro durante el período keynesiano y que, en cambio,
se haya desarrollado mucho desde la década de 2000 ilustra la histo-
ricidad de las relaciones entre ideas económicas y régimen político-
económico.
Inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, son las
elites académicas y políticas las que promueven la Teoría general para
desarrollar la contabilidad nacional, analizar la coyuntura y formular
los primeros modelos macroeconómicos, como se ve en el caso de
Francia [Boyer, 1985], según una difusión que va desde el Estado
hacia la economía y la sociedad. La cuestión es, sobre todo, convertir
en prácticas el avance asociado al keynesianismo, que, para la teoría
de la regulación, es el complemento del compromiso institucionali-
zado fordista.
A partir de la década de 1990, la iniciativa es mucho más
descentralizada, pues se enfrentan diversas interpretaciones de la
transformación de las economías y, en particular, del aumento del
poder de las finanzas [Orléan, 1999]. En efecto, el contexto de gran
incertidumbre, que concierne a posibles modos de desarrollo emer-
gentes, va a suscitar una proliferación de relatos destinados a mostrar
que los inversores tienen una idea clara del futuro y de las estra-
tegias que conviene desarrollar [West y Mitch, 2000; Thrift, 2001].
Desde el surgimiento del capitalismo comercial y luego industrial,
la posibilidad de proyectarse al futuro fue siempre esencial. Pero con
la innovación financiera, el endurecimiento de la competencia y la
transnacionalización de las cadenas de creación de valor, la posibili-
dad de proyectarse al futuro se convirtió en el centro de la actividad
de todo empresario [Froud et al., 2012; Boyer, 2012a; Beckert, 2015].
La iniciativa pertenece a actores que son suficientemente pode-
rosos para presentarse como portadores —si no como producto-
res— del porvenir, como en el caso de Silicon Valley a propósito del
impacto de las tecnologías de la información y de la comunicación.
Las autoridades públicas vuelven a tomar en cuenta estos relatos

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Robert Boyer

del porvenir y adaptan su política en consecuencia, por ejemplo, en


materia de nuevos instrumentos financieros destinados a favorecer
la innovación. Los bancos centrales descubren que deben tener en
cuenta también este cambio y tratar de canalizar las expectativas del
sector privado. Por su parte, los macroeconomistas están obligados
a abandonar el keynesianismo «hidráulico» del multiplicador y del
cierre del circuito económico, en favor del de «espíritus animales», que
debería reemplazar la hipótesis de las expectativas racionales, caduca
en un período de cambios estructurales intensos y de incertidumbre
radical [Akerlof y Shiller, 2009].
Se observa, entonces, un notable cambio de la jerarquía entre los
decisores públicos y privados en la producción de las ideas que ponen
en marcha la economía, lo que convierte a la política monetaria en un
arte y ya no una simple técnica, al punto de hacer aparecer persona-
lidades como Alan Greenspan [2007, 2013] como gurúes modernos.
Se considera que han inventado un nuevo estilo para la conducción
monetaria, mientras que los archivos muestran que esto fue un descu-
brimiento inesperado luego de un largo proceso de adaptación mutua
del banco central y los financistas [Krippner, 2011].

El neoliberalismo como proceso de transformación de las representaciones

En la literatura heterodoxa, se encuentra con frecuencia la asimi-


lación del capitalismo contemporáneo con el neoliberalismo. Ahora
bien, el capitalismo es un régimen socioeconómico y el liberalismo,
el ordoliberalismo y el neoliberalismo son, en cambio, doctrinas. Sus
concepciones están lejos de ser idénticas. El liberalismo histórico
se presenta como una ideología de liberación del individuo en la
política y en la economía. El ordoliberalismo postula que la compe-
tencia debe someterse a reglas impuestas por la colectividad e inde-
pendiente de los mismos actores. El neoliberalismo se define como
la ideología que permite a los vencedores de la competencia en el
campo económico cambiar las reglas de juego en su favor, es decir,
ejercer la hegemonía política según la máxima the winner takes all [el

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

ganador se queda con todo], tanto en la sociedad [Frank y Cook,


2010] como en la política [Hacker y Pierson, 2011].
¿Cómo explicar que una doctrina se haya convertido en una
forma de capitalismo? Debemos a Mark Blyth [2002, 2008] un
cuadro analítico general que nos permite responder y conocer el
programa de investigación de la regulación. En el punto de partida
se encuentra la incertidumbre a la que deben enfrentar los actores
durante una gran crisis: no solo no pueden calcular la probabilidad
de los estados futuros de la sociedad, sino que, además, son incapa-
ces de desentrañar la complejidad de los procesos que condujeron a
una crisis que sería importante superar. Puede surgir una idea que
resuelve este complejidad y propone una interpretación simple en
relación con la cual los diferentes actores deben definirse.
Para el neoliberalismo, los problemas se deben a la rigidez insti-
tucional heredada del pasado que solo la restauración de los meca-
nismos de mercado permitirá superar. El cruce con la distribución
de intereses abre la vía a la posibilidad de una acción colectiva según
una configuración nueva. La adhesión al neoliberalismo permite, por
un lado, deslegitimar la herencia institucional responsable de la crisis
y, por el otro, brinda una propuesta que no es una difícil reacomo-
dación del orden económico antiguo, sino de su reemplazo por la
salida hacia el mercado y a la competencia, estrategia que conviene a
los grupos socioeconómicos dominados y a los recién entrantes.
Esta ideología triunfa hasta el punto de que sus partidarios están
tentados de ver en ella el equivalente al fin de la historia. Esto ocurrió
en Estados Unidos cuando un crecimiento sin inflación, la Gran
Moderación, fue considerado como la prueba de la superioridad del
neoliberalismo. Sin embargo, en el nivel microeconómico y local se
desarrollaron los excesos que iban a poner fin a lo que finalmente
no fue más que una sucesión de burbujas especulativas, primero en la
economía electrónica y luego en el sector inmobiliario. La difusión y
el éxito de las ideas del neoliberalismo fueron el origen directo de su
posterior crisis, conforme al proceso de endometabolismo que está
en el centro de la teoría de la regulación (capítulo IV).

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Robert Boyer

Lo político en las grandes crisis

La crisis financiera, luego económica, internacional, produ-


cida por la quiebra del banco Lehman Brothers en septiembre de
2008, permite poner a prueba la pertinencia del marco analítico
de este capítulo en torno a dos cuestiones [Boyer, 2015d]. ¿Puede
ponerse en evidencia el impacto de la organización política en las
reacciones a una misma crisis mundial? De ser así, ¿en qué medida
tiene fundamento proponer una fuerte dependencia de la trayectoria
seguida para la dinámica de las grandes economías mundiales?

En primer lugar, la inercia de las representaciones

Es remarcable que, en cada una de estas economías, el diagnóstico


no tiene consenso. En Estados Unidos, una parte de los expertos y
de la opinión pública considera que la crisis proviene del exceso
de liberalización financiera, mientras que otra parte invoca el riesgo
moral asociado con la garantía pública que aseguraba los préstamos
hipotecarios. En la Unión Europea, la idea dominante es que la crisis
de la deuda soberana de los países del Sur se deben a la violación de
las reglas que imponían los tratados europeos en materia de déficit
público, mientras que una minoría defiende la hipótesis de que la
regulación financiera provocó las burbujas especulativas inmobilia-
rias y permitió la laxitud de las políticas públicas. Finalmente, en
China, en el seno mismo del partido comunista, se oponen dos líneas:
una que defiende el mantenimiento de un fuerte intervencionismo
público, la otra que, al contrario, preconiza una modernización por
el refuerzo de los mecanismos de mercado.
De hecho, los regímenes de política económica de estos tres
conjuntos son muy diferentes según el objetivo que perseguían antes
de la crisis [Boyer, 2015d]. En Estados Unidos regía un modelo de
valor accionarial centrado en la creación de riqueza financiera. En
la Unión Europea, el objetivo era la extensión del mercado único.
En China, el vigor del crecimiento y el dinamismo de la creación de

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

empleo eran la fuente de la legitimación del partido comunista. Los


actores claves en los tres casos son en sí mismos diferentes: en Estados
Unidos el diálogo entre los mercados financieros y los poderes públi-
cos, y el banco central de Estados Unidos; difícil coordinación entre
las diversas instancias europeas; omnipresencia del partido comunista
en todos los niveles de la vida social y económica en China.
Estas diferencias en los regímenes de política económica remiten
a la estructuración de los campos económico y político, y en conse-
cuencia, a sus interacciones:
— El modo de desarrollo norteamericano, impulsado por las
finanzas y la innovación es la expresión de un poderoso grupo hege-
mónico que se constituyó progresivamente uniendo financistas, altos
dirigentes de la economía y un pequeño grupo de rentistas suma-
mente ricos. Contaba con el asentimiento de la capa superior de la
clase media que pudo beneficiarse, con las liberalidades asociadas con
la desregulación de las finanzas.
— La unificación monetaria a través del euro al principio favore-
ció el crecimiento del viejo continente sobre la base de una comple-
mentariedad entre dos modos diferentes de desarrollo: uno impul-
sado por la innovación y la exportación en el Norte, el otro, por el
consumo y/o el gasto público en el Sur.
— Por el control que tiene el poder central sobre las principales
palancas de la actividad macroeconómica, China explora un modo
de desarrollo original, en el que la competencia es la forma institu-
cional dominante, y la inversión el vector de crecimiento.

Luego, innovaciones que no forman inmediatamente un sistema

De hecho, después de 2008, ninguna de las tres entidades recupera


su régimen de crecimiento anterior. Es una gran crisis en el seno de
la teoría de la regulación, ya que los resortes del crecimiento, y no
solo la capacidad de dominar la coyuntura, plantean problemas. La
comparación hace, entonces, que se destaquen algunas enseñanzas
generales [Boyer, 2015d].

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Robert Boyer

La organización política importa. — En efecto, el federalismo


norteamericano muestra su eficacia por la rapidez y la amplitud de
reacciones. La Unión Europea tropieza con la incoherencia y el
carácter fragmentario de su régimen de política económica, tarda en
reaccionar y decide endurecer las reglas que no pudieron aplicarse
en el pasado, lo que provoca una nueva caída de la actividad desde
2011. Los responsables chinos frenan el proceso de liberalización que
estaba en curso y ponen en marcha de nuevo todos los instrumen-
tos a su disposición para provocar una rápida recuperación, con el
riesgo de enlentecer el proyecto estratégico de una transición hacia
un crecimiento que apunte a satisfacer la demanda y las necesidades
sociales en términos de salud, de jubilación, de educación.

Las innovaciones tienen la huella del régimen anterior. — En


Estados Unidos, el bloque hegemónico se resiste y muestra su capa-
cidad de orientar la intervención pública en dirección de un salvataje
sin contrapartida del conjunto del sistema financiero, un abandono
de la ortodoxia monetaria, la aceptación de la profundización del
déficit público en virtud del imperativo de restauración de la institu-
ción fundamental de las economías modernas: su sistema de pago y
de crédito. Las innovaciones provocadas por la crisis son el resultado
del mismo campo de fuerzas que para el pasado.
Después de un tiempo de latencia, los responsables europeos
toman conciencia del retraso en materia de reglamentación finan-
ciera y deciden un conjunto de reformas que implican la continui-
dad de una concepción inspirada por el neoliberalismo, a saber, la
construcción de un federalismo por las reglas y no por la solidaridad
y la redistribución. Es la misma elite transnacional que reúne grandes
empresas y personal político que persigue su proyecto, aunque las
opiniones públicas nacionales pierden confianza en la construcción
europea. Es un segundo ejemplo de dependencia en relación con la
configuración heredada del pasado.
Después de la década de 2000, las autoridades chinas habían anun-
ciado el proyecto de una transición progresiva hacia un crecimiento
menos dependiente de la inversión y más volcada hacia el consumo.
Sin embargo, la necesidad de frenar una posible depresión condujo

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

al partido comunista a utilizar masivamente la palanca de la inversión


en las empresas públicas y en infraestructura para relanzar la econo-
mía, lo que no dejó de agravar los desequilibrios estructurales que
sufre el régimen de acumulación del país. Así, los muertos se apode-
ran de los vivos, en el sentido de que resurgen los determinantes
estructurales de los que intentaba liberarse la nueva política.

El estatus paradójico de la política económica en la teoría


de la regulación

¿Todas las ideas económicas tienen el mismo poder de transformación


de la sociedad?

El encuentro de ideas simples y de políticas en busca de justificaciones

Desde el origen, las investigaciones sobre la regulación de las


economías capitalistas tropezaron con la lógica del tercero excluido
que rige los debates de política económica [Boyer y Mistral, 1978].
En la década de 1970, los liberales proponen restaurar los mecanis-
mos de mercado, frente a una intervención pública que muestra sus
límites. Como está claro que la estrategia de desregulación en todos
los niveles desestabilizó las economías y profundizó las desigualda-
des, y frente a la crisis económica contemporánea, los keynesianos
proponen rehabilitar el rol del Estado. Ahora bien, para la teoría de la
regulación, la elección no se reduce a esta oposición dicotómica.
Por una parte, el Estado y el mercado no son los únicos acuerdos
institucionales que garantizan la regulación de las economías moder-
nas (capítulo V). Por otra parte, constatar que un régimen de polí-
tica económica entró en crisis no implica que es imposible concebir
otro que responda al nuevo contexto. Tampoco que el colapso de un
mercado puede justificar el rechazo de este mecanismo en todos los
sectores donde es pertinente: la entrada en crisis de una forma de las
relaciones Estado/economía no significa el fin del rol del Estado.
Parecería que solo las ideas suficientemente simples para animar

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el debate social y político tienen voz en el capítulo. Ahora bien, los


institucionalistas son los partidarios de una causalidad sistémica, difí-
cilmente extrapolable al debate público. Además, la construcción de
instituciones viables rara vez es producto de una decisión autoritaria,
sino más bien la culminación de un largo proceso de interacciones
y negociaciones entre las partes interesadas. Finalmente, los decisores
políticos tienen razones que no son las que les brinda el economista
que querría ser como un ingeniero de sistemas, preocupado por la
eficiencia y la justicia. Siempre es posible que un responsable del
gobierno invoque un argumento tomado prestado de los trabajos de
uno u otro economista cuando se trata de reforzar una decisión que
tiene su origen esencialmente en un análisis político en términos
de poder. En este contexto, las proposiciones inspiradas por la teoría
de la regulación tienen tradicionalmente muchas dificultades para
hacerse entender.

El carácter tranquilizador de una teoría general normativa frente


a la incertidumbre

De un modo más analítico, es posible comparar término a término


la posición de tres enfoques de la política económica.
La visión de la nueva economía clásica se inscribe en una larga
tradición que tiene sus orígenes en la hipótesis de una «mano invisi-
ble», propiedad milagrosa de una economía de mercado. Su objetivo
normativo presenta pocas dudas, ya que las reformas que proponen
sus partidarios (liberalización, privatización, apertura internacional,
refuerzo de la competencia) apuntan a hacer surgir un mundo en el
que su modelo teórico se volvería pertinente. Esta visión es la bienve-
nida en una época en que la clase política prefiere delegar a las fuer-
zas del mercado las decisiones políticas difíciles, en el contexto de un
juego de suma cero. Este fue, por ejemplo, el caso cuando las ganancias
de productividad se agotaron en Estados Unidos [Krippner, 2011].
La concepción de los poskeynesianos halla una audiencia en los
períodos de crisis porque defienden desde hace mucho la idea de
que una política económica activa es necesaria para compensar la

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

inestabilidad estructural de las economías, incapaces de mantener el


pleno empleo, además de que están financiarizadas y marcadas por la
sucesión de burbujas especulativas cada vez más peligrosas. En efecto,
se puede creer en un retorno de Keynes cuando los responsables
toman parte en el salvataje de sistemas financieros y utilizan el gasto
público para frenar los riesgos de depresión. La fuerza y la persistencia
del keynesianismo se deben a que este propone una normativa
alternativa a la de los partidarios del libre mercado. Por otra parte, el
principio de la demanda efectiva brinda una clave de lectura de la
coyuntura mucho más realista que la de la nueva economía clásica.
Los enfoques de la regulación tienen un defecto de importancia: por
construcción son reacios a proponer una receta general que sería
suficiente aplicar, antes de hacer un análisis preciso del contexto local
e histórico. ¿Hay que preferir la política presupuestaria antes que la
monetaria? Todo depende de si prevalece un régimen fordista o si,
por el contrario, se instala una acumulación impulsada por las finan-
zas. Peor, contribuyen a la desesperación de los responsables políticos
porque consideran que la acción sobre las palancas tradicionales no
son en absoluto un sustituto de la recomposición de las formas insti-
tucionales, necesaria para que emerja otro modo de desarrollo. Por
último, explicitando la importancia de las coaliciones políticas en
la viabilidad de toda estrategia para salir de una crisis, introduce un
relativismo que demuestra a sus opositores que no es una teoría cien-
tífica, ya que rechaza un determinismo estrictamente económico.
En un sentido, la teoría de la regulación es más analítica que
normativa, lo que probablemente da cuenta del débil impacto que ha
tenido en la formación de las políticas económicas contemporáneas.

Conclusión: ¿Economía política versus ciencia económica?

Los economistas contemporáneos terminaron por convencer a


los responsables políticos de la cientificidad de su disciplina, capaz de
formalizaciones, de previsiones y de dar consejos de política econó-
mica rigurosamente fundados. En otros tiempos, dominaban la ideo-
logía y el oscurantismo de la economía política, pero ahora, gracias

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Robert Boyer

a los modelos dinámicos estocásticos con fundamentos microeco-


nómicos, los gobiernos pueden tener confianza en las medidas que
proponen los expertos del banco central y los del Ministerio de
Finanzas. En 2015, se reconoció bastante que se trata de una ilusión:
los modelos de la nueva economía clásica brillaban por su consisten-
cia, pero no tenían casi ninguna relación con las economías finan-
ciarizadas, inestables y cada vez más desiguales. La intervención del
Estado, que era fuente de todos los males, se convierte en adelante
en la solución para restablecer un régimen monetario y financiero,
sin el cual no puede funcionar una economía.
De hecho, los gobiernos no dejaron de intervenir durante el
período de liberalización y fueron agentes activos en la recomposición
de la mayoría de las formas institucionales. Sus intervenciones masivas
para impedir el riesgo de depresión después del colapso financiero de
2008 muestran el carácter estructural de lo político en la economía.
La teoría de la regulación da una respuesta a esta paradoja porque
subraya que la imbricación de estas dos esferas es una condición de
la viabilidad de un régimen político-económico. No es la expresión
de las elecciones ideológicas, sino, por el contrario, la consecuencia
de una conceptualización que busca dar cuenta de la dinámica de
los capitalismos. Mostrando la variabilidad de los regímenes y su
dependencia en relación con la organización política, las investigaciones
correspondientes abren un espacio a la democracia y a la exploración
de diversas posibilidades en los períodos de grandes crisis.

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VIII Diversidad y renovación de las formas de


capitalismo

La orientación de este capítulo es histórica porque repasa el


período iniciado por el fin de la Segunda Guerra Mundial.
¿Cuáles fueron las principales evoluciones observadas? ¿Cómo
dieron cuenta de ellas las teorías? ¿Cuál es el núcleo central de la
interpretación de la teoría de la regulación y cómo se distingue de
aquellas que proponen los diferentes enfoques institucionalistas? ¿La
teoría se aplica a China? ¿Por qué las trayectorias respectivas de Asia
y de América Latina son tan diferentes? En el seno de una misma
región grande, ¿se observa un mismo tipo de capitalismo?

Las teorías de la convergencia de sistemas en el «capitalismo


contra capitalismo»

De la Segunda Guerra Mundial surgen dos grandes sistemas


económicos concurrentes: las economías capitalistas salen transfor-
madas después de la guerra, luego de la reconstrucción, y asocian de
manera más estrecha la iniciativa privada y la intervención pública;
las economías pertenecientes a la esfera de influencia soviética
implementan una planificación autoritaria y atribuyen un rol deter-
minante a la intervención del poder político.

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Robert Boyer

Había una vez un régimen soviético

Si la oposición de dos sistemas se manifiesta primero en términos


geopolíticos a través de la guerra fría, a partir de la década de 1960, la
competencia se concentra también en el crecimiento y los desempe-
ños tecnológicos. Pero las tensiones aparecidas en uno y otro sistema
llevan a introducir más intervenciones públicas en las economías
de mercado y, recíprocamente, a intentar copiar las economías de
mercado en las economías de planificación central. Considerando
una escala donde se colocaría cada uno de los grandes países en
función de la importancia relativa de la coordinación de la actividad
económica por el mercado o por el Estado, algunos expertos en
sistemas económicos piensan que las dos configuraciones termina-
rían por converger hacia una posición intermedia [Zinam, 1976].

El tiempo de los milagros económicos

Los sucesos ulteriores mostraron que este pronóstico fue en gran


medida utópico, pero las investigaciones trataron de explicar por qué
los países en ruinas luego de la Segunda Guerra Mundial manifes-
taron desempeños económicos superiores a los de Estados Unidos.
La respuesta se dio en términos de economía mixta: si Alemania,
Francia y Japón tendían a alcanzar a Estados Unidos, era gracias a
intervenciones públicas que favorecían la modernización y la coor-
dinación de los actores privados. En el transcurso de estos años, estos
países desarrollaron sus propias instituciones, distintas de las de una
economía de mercado típica, pero cuya eficiencia dinámica pare-
cía superior. Así, los milagros europeos y japonés eran celebrados
por poner en evidencia los méritos de la economía mixta, enten-
dida como reunión de los intereses privados, y los impulsos y reglas
provenientes del poder público [Shonfield, 1965]. Era posible ver
en la planificación, ya sea indicativa (caso de Francia), ya sea privada
realizada por las grandes empresas (caso de Estados Unidos), las fuen-
tes de un acercamiento entre las formas de capitalismo. Este fue el
segundo componente de una teoría de la convergencia aplicada en

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

el caso de economías exclusivamente capitalistas. Una vez más, este


pronóstico de convergencia iba a ser desmentido a lo largo de las
décadas de 1970 y 1980. En primer lugar, pareció que las econo-
mías de la OCDE reaccionaron de un modo bastante diferente ante
la sucesión de shocks petroleros, y las decisiones estratégicas de los
gobiernos de un lado y de otro del Atlántico fueron diferentes. La
economía norteamericana pareció ser superada por el dinamismo
de Alemania y Japón. Se percibía que estos operaban con un grado
mucho mayor de cooperación entre los actores, lo que les permitía
responder con más eficiencia ante las crisis y la exigencia de compe-
titividad internacional. Luego sobrevino el colapso de las economías
de tipo soviético. Si algunos investigadores lo interpretaron como el
fin de la historia construida sobre la lucha entre el socialismo y el
capitalismo [Fukuyama, 1992], para otros, esto inició la competencia
de diversas variedades de capitalismo. En efecto, es en esta época
cuando se formularon las teorías modernas de la variedad de capi-
talismos con la obra fundacional de Albert Capitalismo contra capita-
lismo [1991]. Hoy, el contexto internacional ya no es el mismo y los
desempeños relativos de Estados Unidos y el resto del mundo se han
invertido. De este modo, la cuestión inicial se transforma: teniendo
en cuenta las mayores interdependencias en relación con el pasado,
¿el modelo de capitalismo de mercado de tipo norteamericano va a
difundirse ampliamente hasta el punto de desestabilizar a los capita-
lismos que adoptaron formas más cooperativas? Esta problemática ha
provocado un aumento de las investigaciones sobre las instituciones
del capitalismo.

La diversidad de capitalismos

Si la noción de «economía de mercado» implica su unicidad,


un enfoque institucionalista subraya, por el contrario, la diversidad
intrínseca de los capitalismos.

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En el cruce de cuatro lógicas: de mercado, de empresa, de Estado y de sociedad civil

Se ha mostrado que toda forma institucional extrae elementos de


estos cuatro órdenes según proporciones que varían mucho de una
formación social a otra (capítulo V). La movilización de estas cuatro
lógicas permite también traspasar la oposición entre capitalismo libe-
ral de mercado y capitalismo coordinado [Hall y Soskice, 2001]. La
forma de coordinación que propone la teoría de las variedades de
capitalismo puede estar garantizada respectivamente en el espacio
que controla la empresa, siempre que sea de tamaño grande y conglo-
merada, o por medio de intervenciones públicas orquestadas por el
Estado, de tipo multiformes, sin olvidar el papel de las comunidades y,
de un modo más general, de la sociedad civil en la facilitación de los
intercambios gracias a la construcción de la confianza.
Esto es lo que define los distintos tipos ideales de capitalismo que
están lejos de ser equivalentes (figura 26):
— El capitalismo monopólico es una configuración que da la prima-
cía a la empresa en relación con la competencia de mercado. Permite
caracterizar el capitalismo norteamericano de la década de 1930 y
encuentra toda su pertinencia en la década de 1960.
— El capitalismo de economía mixta se inscribe, por el contrario, en
un compromiso entre las lógicas del Estado y del mercado, y por un
tiempo fue considerado como un punto de convergencia de diversos
sistemas económicos.
— El capitalismo colectivo se construye a partir de una imbricación
del Estado y de la gran empresa, y caracteriza tanto al capitalismo
japonés de los años sesenta como la parte del capitalismo norteame-
ricano que se relacionó con la defensa, conocido con el nombre de
«complejo militar-industrial».
— El capitalismo familiar establece un vínculo entre la organi-
zación de la sociedad civil y la organización de las firmas. No es
simplemente un arcaísmo porque esta configuración se prolonga
hasta nuestros días, por ejemplo, en las economías de Europa del Sur.
Se podría incluir en esta categoría el capitalismo cooperativo, según
una de las interpretaciones del capitalismo renano.
— Un capitalismo de distrito industrial se basa en la complemen-

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

tariedad entre empresas familiares y un poder político local que le


brinda el sostén necesario para su viabilidad a través de infraestruc-
turas públicas. Otra variante concierne a las coaliciones competitivas
regionales, sobre el modelo de los Länder alemanes.

Figura 26. El análisis de la variedad de los capitalismos


como Figura 26. El análisis
expresión de dela lacombinación
variedad de los capitalismos
de cuatrocomo
grandes
expresión de la combinación de cuatro grandes principios de
principios de coordinación
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Fuente: Boyer [2002c, p. 164]. CIVIL

Fuente: Boyer [2002c, p. 164].

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Robert Boyer

— El capitalismo de red define una configuración diferente que rela-


ciona organizaciones de la sociedad civil y mercados. Un caso parti-
cular es el de la diáspora china en la que los lazos familiares son la
base de una comunidad de intereses económicos, mucho más intere-
sante porque esta red es transnacional mientras que las configuraciones
precedentes por lo general se establecen sobre una base nacional.

Las teorías frente a la diversidad de capitalismos

El economista no puede dejar de la plantearse la pregunta: ¿cuál


es la mejor forma de capitalismo?

La economía de la información imperfecta. — La primera


razón de la diferenciación de los capitalismos se debe al hecho de
que sus actores no tienen más que un conocimiento local y limitado,
y, por lo tanto, no pueden realizar el cálculo que recomienda la teoría
microeconómica estándar. Deben, entonces, hallar los conocimien-
tos para tomar decisiones en un ambiente en el que desconocen el
modelo determinista. Las empresas deben así recurrir a una raciona-
lidad limitada [Simon, 1997] y los individuos deben confiar en ruti-
nas [Kahneman, 2011]. Estas últimas no son psicólogicas y universa-
les: dependen también del contexto institucional (capítulo V).
Por su parte, los mercados no se equilibran necesariamente, ya
que la incertidumbre sobre calidad de los productos, del trabajo y del
crédito compromete el funcionamiento, a menos que intervengan
dispositivos colectivos que eliminan esta incertidumbre [Stiglitz,
1987; Akerlof, 1970]. Estos dispositivos varían considerablemente en
función de los poderes relativos de los oferentes y los demandantes
o, incluso, de la capacidad de las colectividades para intervenir en la
organización de los mercados.

La hipótesis de complementariedad institucional. — Si este


fuera el único mecanismo de diferenciación, deberían observarse
tantas formas de capitalismo como países. De hecho, estos últimos
se agrupan en torno a configuraciones tipo, lo que confirma la

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

aplicación de diversas metodologías de comparaciones internacio-


nales. Estos reagrupamientos y sobre todo su estabilidad relativa en
el transcurso del tiempo pueden explicarse por medio de la hipó-
tesis de complementariedad [Amable, 2003].
Así, la polivalencia y las habilidades de los asalariados van de la
mano con una competencia que se apoya en la calidad y la diferen-
ciación de productos, mientras que la flexibilidad laboral es determi-
nante cuando la competencia afecta los precios de productos estan-
darizados. Incluso, se han atribuido los desempeños de las economías
social-demócratas a la complementariedad entre su sistema de
protección social y su sistema de innovación (capítulo VI). La hipó-
tesis de complementariedad explica también por qué los intentos
de importar los métodos japoneses de calidad total a menudo han
fracasado, por falta de un compromiso salarial adecuado.

La economía del cambio técnico y los modelos evolucionistas.


— Pero también es necesario explicar por qué perduran estas dife-
renciaciones. Una referencia esencial es la de los modelos evolucio-
nistas que formalizan la innovación. Habida cuenta de los rendi-
mientos de escala crecientes de adopción, es posible que la elección
de una técnica, inicialmente concebida como marginal y reversible,
presente una trayectoria acumulativa que logra el dominio de esta
técnica [Nelson y Winter 1982; Dosi, 2000]. Esto se da también en el
caso de elección entre diferentes normas técnicas y, en cierta medida,
en las organizaciones y las instituciones.
Ciertamente, la dependencia de la trayectoria seguida no tiene la misma
forma en el caso de las técnicas y en el de las instituciones. En efecto, en
estas últimas, significa que en los períodos de gran crisis los actores tienen
que desarrollar estrategias consistentes con la herencia institucional, lo
que canaliza los posibles regímenes emergentes (capítulo VII).

Lo político como fundador de los incentivos y las restricciones.


— La nueva economía institucional introduce un mecanismo todavía
más poderoso: el orden constitucional y legal establece una mediación
esencial entre las preferencias de los agentes y las capacidades técnicas,
de manera que la imbricación de lo político y lo económico impide

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que prevalezca un determinismo estrictamente económico [North,


1990; Coriat y Weinstein, 2005]. Pero este orden institucional es en
sí mismo el producto de procesos políticos. Ahora bien, los Estados-
nación no son equivalentes a firmas en competencia: estas últimas
pueden quebrar y desaparecer; eso rara vez ocurre con los primeros.
En consecuencia, no se puede importar un mecanismo evolucionista
típico para analizar la transformación de diversos capitalismos, más aún
porque cada uno de ellos tiene sus propios criterios de desempeño.

La imbricación de lo político y lo económico es constitutiva de la diversidad


de capitalismos

Los diversos mecanismos presentados anteriormente fueron


propuestos por la teoría de la regulación, pero esta no se reduce a
aquellos. En efecto, propone también y sobre todo otras dos hipótesis.
La más importante afirma que los procesos políticos son funda-
dores de las formas institucionales que hacen posible una economía
monetaria y, en consecuencia, una forma de capitalismo. Es la para-
doja de la moneda fundadora del orden comercial [Aglietta y Orléan,
1982;Théret, 1996b]. Incluso, la relación salarial es una relación social
tan contradictoria y conflictiva que exige una intervención política.
Por ende, la modalidad de integración en la economía internacional
es también una cuestión eminentemente política. Su conjunción, a
menudo problemática, pone en marcha los capitalismos.
La segunda orientación clave consiste en no limitarse a los análisis
de tipo internacional que revelan las taxonomías de capitalismos, sino
privilegiar los estudios históricos prolongados, que muestran cómo
se constituyeron las configuraciones actuales. Es un buen antídoto
contra la creencia del fin de la historia.

La historia de los capitalismos continúa

En efecto, la teoría de los capitalismos es hija de la historia y las


tres últimas décadas registraron grandes transformaciones.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

El avance de los países asiáticos: un desafío para las teorías

Hace mucho tiempo, las teorías económicas convencionales


plantearon que el club de los países industrializados se había cerrado
después de la Segunda Guerra Mundial por las ventajas de las que
gozaban los países más avanzados en términos de innovación, de
rendimientos de escala crecientes, de dominio de las redes y las
reglas de juego del sistema internacional. A partir de la década de
1960, Japón sorprendió por la rapidez con la que sus empresas se
recuperaron de su rezago y por sus tasas de crecimiento de dos dígitos,
lo mismo que ocurriría en China a partir de la década de 1990. No
se trata de casos aislados, ya que la mayoría de los otros países asiáticos
también registraron el éxito de su estrategia de industrialización, al
punto de generar una vasta literatura sobre el surgimiento de estos
dragones asiáticos, antes incluso de que apareciera el concepto de
«país emergente» en los 2000. De hecho, estaban a punto de surgir
nuevas formas de capitalismo (figura 31). ¿Por qué y cómo?
En la concepción norteamericana que hace de la firma una entidad
completa consagrada a la maximización de la rentabilidad, para bene-
ficio de sus accionistas, la gran empresa japonesa aparecía como una
anomalía, de algún modo, una irracionalidad: búsqueda de una esta-
bilidad del empleo para los asalariados polivalentes que contribuyen
al desempeño de la empresa, falta de poder de los accionistas remu-
nerados con una suma fija, importancia del financiamiento bancario
en relación con los recursos de los mercados financieros… todo eso
habría debido hipotecar el éxito de los grandes grupos japoneses.
Para la teoría de la regulación, esta configuración de relación sala-
rial va de la mano con un régimen de acumulación original. Mientras
que, en Estados Unidos, el crecimiento de la remuneración está codi-
ficado e institucionalizado como contrapartida de una flexibilidad en
el empleo, en Japón es la permanencia en la relación con la compañía
la que hace que todos los otros componentes del contrato de trabajo
sean las variables de ajuste [Boyer y Yamada, 2000]. La organización
del trabajo es en sí misma diferente en uno u otro caso, como lo testi-
monia una comparación término a término de las fábricas de automó-
viles en Japón y en Estados Unidos [Freyssenet et al., 1998]. De allí, el

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nombre de relación salarial toyotista dado a esta configuración original


y, por extensión, al régimen de crecimiento correspondiente.

La hibridación, proceso de renovación de los capitalismos

Este surgimiento se debe a un proceso de hibridación [Boyer,


1998; 2001]. En efecto, después de la Segunda Guerra Mundial, los
intentos de importar los métodos norteamericanos de producción
masiva en Japón tropiezan con una serie de obstáculos debidos a
la naturaleza de las relaciones laborales, al grado de concentración
industrial, al reducido tamaño del mercado y a las consecuencia de la
destrucción provocada por la guerra. Este conflicto entre la lógica de
un modelo productivo importado y las exigencias de compatibilidad
con la arquitectura institucional japonesa generó una serie de ajustes.
Si la hibridación es un poderoso motor de diferenciación de los
capitalismos, el endometabolismo es el segundo mecanismo que
gobierna su evolución (capítulo IV). Combinados, permiten un
análisis sintético de la interacción y la evolución de los capitalismos
norteamericano y japonés.

Los capitalismos que sucedieron a los regímenes de tipo soviético

La especificidad del «capitalismo de Estado de tipo soviético»


[Sapir, 1989] y la brutalidad de la gran transformación que provoca
la adopción de una terapia de shock son ricas en enseñanzas respecto
del proceso de constitución de una forma viable de capitalismo.

Tres lecciones del colapso ruso. — En primer lugar, una gran


calma parece preceder a la tempestad en el sentido de que evolu-
ciones macroeconómicas regulares —aunque preocupantes (caída
tendencial de la productividad, tensiones en la distribución entre
gasto público y aumento del nivel de vida, incapacidad para estimular
la innovación…)— disimulan los límites de un modo de desarrollo
impulsado por el exceso de inversión que tropieza periódicamente

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

con la miseria que esto favoreció. Cuando los dirigentes perciben este
peligro, se muestran incapaces de realizar las reformas que permitan
salvar el núcleo duro del modelo. La rigidez del sistema, en el origen
de su resiliencia, provoca su crisis brutal, otro ejemplo de endometa-
bolismo.
Es, entonces, la hora de la verdad para la disciplina económica
que se presentaba como la ciencia de las economías de mercado.
La destrucción del Gosplan debía «naturalmente», en virtud de la
propensión al intercambio propuesta por Adam Smith, desembocar
en el desarrollo de los mercados; del mismo modo, la dictadura debía
engendrar la democracia, según los politólogos. La prolongada depre-
sión económica precipitó el caos: la lucha por la supervivencia de los
más débiles o por la apropiación de los activos de las empresas entre
los poderosos, y la disminución de todos los indicadores de bienestar,
entre ellos, la esperanza de vida. De hecho, los fundamentalistas de
los mercados ignoraron totalmente su construcción, puesto que estos
no surgieron. La sociología de los mercados habría sido más útil que
la teoría económica.
La tercera enseñanza fue que quienes soportaron una terapia de
shock parecieron ignorar que las instituciones del capitalismo se
forjaron a lo largo de mucho tiempo, y no como respuesta a las
exigencias del corto plazo y que responden a una jerarquía según la
cual las instituciones más fundamentales deben preceder a las otras.
Ahora bien, estas son las más difíciles de establecer. El capitalismo
no se constituyó a partir de una sola innovación financiera, porque
estas vienen a completar una pirámide de acuerdos institucionales, de
reglas y de normas, resultado de un paciente trabajo a prueba y error
como respuesta a las crisis. De hecho, fue más fácil abrir un mercado
financiero que instituir un derecho de empresas, una contabilidad y
las autoridades necesarias para el control de su aplicación. Los conse-
jeros occidentales de los gobiernos rusos propusieron una pirámide
de instituciones que se apoyaba en su punta y, ¡oh sorpresa!, se cayó
con la crisis financiera de 1998 [Boyer, 2001].

Sin convergencia hacia un capitalismo de mercado, pero con


configuraciones contrastadas. — Estos mismos expertos estaban

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Robert Boyer

convencidos de que, por su superioridad intrínseca, el capitalismo de


tipo anglosajón sería un atractivo para los países del COMECOM
(Consejo de Ayuda Mutua Económica). En sus negociaciones en
vista de su adhesión a la Unión Europea, las autoridades propagaron
más a menudo los principios de un capitalismo de mercado que su
propio modelo de capitalismo del bienestar [Berend, 2009].
Y, sin embargo, con excepción quizás de los países bálticos, ninguno
de los antiguos miembros del bloque soviético alcanzó la configuración
esperada [Chavance y Magnin, 2006; Myant y Drahokoupil, 2010].
Esos países se escalonan entre dos extremos: un conservadorismo
casi total en los Estados autoritarios, por un lado, y la aceptación del
mercado como vector de una modernización asumida en las econo-
mías de mercado periféricas, por el otro (tabla 13). Dos variables
parecen discriminantes:
—algunos países mantuvieron sin cambios su inserción
internacional, otros lo reorientaron completamente hacia Europa
invitando a las multinacionales a desarrollar allí su sistema productivo;
— las decisiones estratégicas en materia de privatización y rapidez
de transformación de las instituciones económicas.
En función de estos dos criterios, los países antiguamente socia-
listas se distribuyen según cinco configuraciones. Cabe señalar que
solo dos son verdaderamente capitalistas: la economía de mercado
periférica y la fundada sobre la acogida de capitales extranjeros (tabla
13). Rusia oscila entre dos modos: un capitalismo oligárquico en
una primera etapa, una etapa esencialmente rentista luego. Bielo-
rrusia y Uzbekistán se inscriben en una gran continuidad, la de la
dominación de lo político sobre lo económico, buena prueba de
una determinación en última instancia por lo político. Finalmente,
algunas economías solo viven de transferencias venidas de institucio-
nes internacionales, al punto de que se puede dudar de la existencia
de algún tipo de consistencia económica sobre una base territorial.
Hay tierras rebeldes al capitalismo al igual que Estados que pueden
colapsar. Por último, lo más habitual es que el grado y la calidad de la
cobertura social constituyan las variables de ajuste, lo que confirma
que la propensión de la Unión Europea hacia el Estado fragilizó
principalmente su modelo de capitalismo.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

El capitalismo del valor accionario

En la década de 1990, el futuro parecía pertenecer a una profun-


dización de las bases de la productividad en la industria, gracias a la
difusión de los métodos llamados japoneses [Womack et al., 1990].
Las esperanzas estaban cifradas en una reactivación de la innovación
debida a las tecnologías de la información y de la comunicación. Luego
siguió la burbuja financiera de Internet: apuntaba ya la pregnancia de
una lógica financiera [Boyer, 2002d], que no hizo más que reforzarse
desde entonces [Orléan, 1999; Boyer, 2011b] y alcanzó su punto
culminante con la crisis abierta en 2008. ¿Cómo se transformaron
las coaliciones políticas para que llegara un capitalismo de este tipo,
a priori inestable y desigual, que habría debido ser bloqueado en su
desarrollo en el seno de una sociedad regida por principios demo-
cráticos?
En efecto, hasta la década de 1970, las finanzas estuvieron bajo
el control de los poderes públicos y se canalizaron para financiar
la inversión productiva, las infraestructuras, la vivienda y luego el
consumo, según tasas de interés reales que muy a menudo eran nega-
tivas debido a la inflación. Los financistas fueron excluidos de la
alianza de hecho que conformaban dirigentes de empresas y repre-
sentantes de los asalariados, alianza representativa del modelo fordista
(la figura 27 recorre las etapas de la constitución del capitalismo
accionario).

La internacionalización, primera ruptura del bloque


hegemónico. — Las finanzas no imponen de inmediato su lógica
porque la apertura progresiva pero continua del mercado mundial va
a erosionar este bloque hegemónico: más allá de un cierto umbral, el
salario aparece como un costo que pesa sobre la posición competiti-
vas de las empresas nacionales, y por ende, sobre la demanda (figura
11). Data de esta época la erosión de las políticas keynesianas en
beneficio de una moderación y luego de una austeridad salarial
que marcan el regreso de la macroeconomía clásica, que atribuye
el desempleo a remuneraciones demasiado elevadas en relación con
la productividad. Los consumidores, que se suponen ganan poder

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Robert Boyer

adquisitivo gracias a la importación de productos más baratos, son los


aliados potenciales de las empresas. La contrapartida es, entonces, una
flexibilización de la relación salarial que desvincula a los asalariados
más amenazados por la competencia internacional del bloque hege-
mónico (figura 28).

Tabla 13. La multiplicidad de regímenes socioeconómicos


que sucedieron al régimen soviético
Capitalismo Economía Economía Estados Economía
oligárquico/ de mercado basada en autoritarios basada
Estado periférica la inversion en los
rentista extranjera emigrados
directa y la ayuda
proveniente
de las
remesas

Papel del Búsqueda de Reducción Adaptación de Sin cambios ETA débil.


Estado/ la imbrica- y moderni- la economía a de impor-
Compromiso ción de lo zación del las multina- tancia.
fundador político y lo Estado. cionales.
económico
con predo-
minio de lo
político.
Inserción A través de la Movilización Reorienta- Control del Asimétrica/
internacional exportación de los víncu- ción hacia la Estado. Dependiente.
de recursos los heredados exportación/
naturales. del pasado. Europa.
Protección Fuerte Protección Manteni- Manteni- Frugal.
social compresión. social limi- miento de miento de
tada. un nivel de una protec-
protección ción social.
social.
Países Rusia, Países bálticos. Polonia, Bielorrusia, Albania,
Ucrania, República Uzbekistán. Bosnia-
Kazajistán. Checa, Herzegovina,
Hungría. Moldavia,
Armenia.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Figura 27. 27.


Figura LosLos
asalariados,
asalariados, partes interesadas
partes interesadas deldel bloque
bloque
hegemónico
hegemónico (fordismo)
(fordismo)
Consumidores
Mercado financiero paciente,
muy reglamentado

Grandes empresas Régimen internacional favorable:


Pax Americana

Asalariados

Figura 28. La apertura internacional provoca la exclusión de los


Figura 28. La apertura internacional provoca la exclusión
asalariados (década de 1980)
de los asalariados (década de 1980)
Ganancia asociada al comercio internacional
Consumidores

Aumento de la
Grandes empresas competencia
Disciplina
internacional
Cuestionamiento
Figura 29.Asalariados
La alianza de factodelentre financistas
compromiso fordista y dirigentes de
grandes empresas (décadas de 1990 y 2000)
Figura 29. La alianza de facto entre financistas y dirigentes
de grandes empresas (décadas de 1900 y 2000)
Consumidores
Transparencia
Mercado financiero
Grandes
profundo y poderoso
empresas
Valor accionario
Más riesgo
Asalariados Financiarización del ingreso,
de las jubilaciones y de la
cobertura social
Vínculo fuerte Vínculo Dirección de la
Fuente: Boyer [2011b]. débil influencia

Fuente: Boyer [2011b].


Figura 27.indd 1 259 30/08/16 21:57

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Robert Boyer

Este es el caso cuando el país se especializa en bienes estandariza-


dos para los cuales la competencia influye en los precios, pero esta
exclusión terminará por valer también para las economías, como la
de Alemania, más especializadas [Boyer, 2015a]. A medida que esta
estrategia se generaliza, las ganancias de productividad se convierten
en bajas de precios que vienen a compensar parcialmente, por ejem-
plo, el casi estancamiento del salario real en Estados Unidos.

Las finanzas toman el poder en el gobierno de las empre-


sas. — La internacionalización no se limita al comercio, se extiende
también a la inversión directa y a la inversión de cartera. A partir de
la década de 1990, los flujos financieros crecieron mucho más rápido
que los de los bienes y servicios, y este poder adquirido gracias a la
desregulación y la globalización financiera hizo oscilar el gobierno
de las empresas que cotizaban en Bolsa. Los accionistas intentaron,
entonces, hacer valer sus derechos y rehabilitar una concepción
patrimonial de la empresa, como propiedad de los accionistas que
utilizan plenamente su derecho de entrada y de salida del capital de
la sociedad controlando de este modo su estrategia. Esto permitió
conjugar liquidez y control, en oposición a las razones mismas de las
sociedades anónimas que, en el pasado, intercambiaban la liquidez
del mercado bursátil por la decisión de delegar a un equipo de direc-
tores el establecimiento de la estrategia de mediano y largo plazo
[Blair, 2003].
Interviene, luego, la justificación académica de esta toma de poder
por parte de las finanzas en la gestión de las empresas financieras:
las escuelas de comercio norteamericanas construyen la teoría del
valor accionario [Fourcade y Khurana, 2013], en virtud de la cual es
necesario alinear el interés de los directores y el de los accionistas,
por ejemplo, mediante stock-options que indexen la remuneración de
los directores más altos con la cotización en Bolsa de acciones de su
empresa. Es en esta época cuando se da la explosión de la remunera-
ción de los altos directores norteamericanos frente al estancamiento
del salario real medio de ese país [Piketty y Saez, 2003, figura 11].
Se consuma el divorcio entre directores y asalariados, estos últi-
mos son excluidos permanentemente de la alianza encarnada por

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Albert Sloan que estaban en el núcleo central después de la Segunda


Guerra Mundial (figura 29).

Del discurso del valor accionario a la realidad de las prác-


ticas. — En este sentido es necesario acercar el discurso de defensa
del valor accionario en el mundo académico a sus efectos reales en el
sistema económico. En teoría, el valor accionario se presenta como
un medio de controlar el oportunismo de los dirigentes de las gran-
des empresas, expresión de un conflicto de intereses entre directores
y accionistas. De hecho, el nuevo sistema de remuneración imple-
mentado hace explotar la remuneración de los altos directivos de
las empresas no financieras que, como la de los propios financista, se
encuentra indexado por la evolución de la cotización bursátil.
Ahora bien, en Estados Unidos, los directores tienen un gran
margen de libertad para presentar las cuentas de su empresa: tiene el
derecho de recomprar las acciones de esta con la liquidez disponible
y agregar generosos dividendos. A juzgar por el nivel y la estabilidad
de las cuentas, hay un conjunto de costos que es necesario reducir,
entre ellos, en primera fila, la masa salarial. Por esto, los riesgos que
tenían que soportar las empresas en el régimen fordista ahora se diri-
gen hacia el empleo, el salario y la intensidad del trabajo. De este
modo, el valor accionario parece regular un conflicto de segundo
rango entre administradores y poseedores del capital, mientras que de
facto marca el advenimiento de un nuevo bloque hegemónico [Boyer,
2011b]. El discurso puede tanto revelar como ocultar la naturaleza
de las relaciones sociales subyacentes, al igual que el neoliberalismo
alaba las ventajas de un mercado anónimo, mientras participa en una
concentración del poder económico, del capital y de las riquezas, sin
olvidar el poder de influenciar la política.

El capitalismo de redes

La década de 1990 vio surgir otro tipo ideal: el de un capitalismo


de red, inmerso en una gran cantidad de redes que atravesaban la
sociedad [Castells, 1998]. Esta noción teoriza la transformación de las

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Robert Boyer

estructuras productivas desde la década de 1970. A la empresa verti-


calmente integrada de Henry Ford sucedió, en la empresa japonesa,
un recurso masivo a la subcontratación, que multiplicó en una cascada
de subcontratistas. Estas redes son en su origen locales para permi-
tir el justo a tiempo, pero con la codificación del saber-hacer, y el
uso intensivo de las tecnologías de la información y de la comunica-
ción, pueden atravesar las fronteras y definir efectivamente una nueva
configuración. El consorcio constituida por el Airbus da testimonio
de este cambio: los componentes de un avión se producen en los dife-
rentes países que participan del proyecto, lo que permite compartir
tanto el financiamiento como la expertise tecnológica. Este modelo
no deja de plantear problemas de coordinación, de modo que final-
mente desemboca en una reintegración en el seno de una empresa
integrada. Otro ejemplo llamativo es el de la división internacio-
nal del trabajo implementado por la empresa Apple: investigación y
marketing siguen estando ubicados en Estados Unidos, pero todos
los demás segmentos de la producción se internacionalizan, hasta el
punto de haber justificado el surgimiento de la noción made in the
world; de allí la necesidad de una medición del comercio internacional
en términos de valor adjunto y no de valores agregados [WTO, 2011].
Diversos cambios estructurales explican la emergencia de esta
forma de organización de las empresas. En primer lugar, fue un
medio para organizar la competencia de diferentes unidades en el
seno de una misma empresa, en cierta forma imitando una lógica de
mercado dentro de las grandes organizaciones, aunque el término
«trato» reemplace al de «contrato» [Aoki et al., 1990]. En un segundo
momento, esto permite también dar autonomía a algunas de sus
unidades, introducirlas en el mercado bursátil y movilizar de este
modo otra forma de control externo que sustituye la responsabilidad
directa [Aoki, 2010]. Esto satisface la voluntad de los financistas que
arbitran entre la cantidad más grande posible de activos finamente
delimitados, contribuyendo así al desmembramiento de los conglo-
merados presentados como obstáculos para una buena gestión y, sobre
todo, a la optimización del valor accionario (figura 13, capítulo IV).
Esta sólida red tiene muchas otras ventajas para sus directores.
Reemplaza la relación salarial por una relación comercial y fracciona

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

el poder de negociación de los asalariados. En caso de crisis, las rees-


tructuraciones se revelan como más fáciles, ya que aparecen como
sanciones del mercado y ya no como una mala gestión. También usa
el control para obtener información en tiempo real y no cara a cara
entre directores y operadores. Finalmente, este tipo de organización
facilita la deslocalización y la reacción rápida ante las oportunidades
que presenta uno u otro territorio, o incluso una alianza para poner
en común saberes pertenecientes a diversas ramas. Este oportunismo
encuentra también el interés de los financistas que buscan superar las
irreversibilidades características del capital productivo o incluso de
las estrategias de innovación [Boyer, 2011b].
Más allá de estos ejemplos referidos a las empresas, ¿se puede defi-
nir conceptualmente un capitalismo de red como tipo ideal [Boisot
y Child, 1996]? Argumentan en favor de esta hipótesis el análisis que
hace del contrato por proyecto la forma canónica del nuevo capi-
talismo [Boltanski y Chiapello, 1999], la comprensión del carácter
transnacional de la producción [Reich, 1991] o incluso la observa-
ción de que esta forma organizacional se convierte en determinante
para la obtención del desempeño [Porter, 1985].
La implementación de las herramientas presentadas en el capítulo
V incita a la prudencia. Por un lado, la red se encuentra en el cruce
de todos los procedimientos de coordinación, ya que incluye tanto
el interés como la obligación y puede organizarse tanto horizon-
tal como verticalmente (figura 15). En un período de incertidum-
bre radical, como ocurre en las grandes crisis, esta centralidad y esta
ambigüedad permiten preservar el futuro y, por lo tanto, volver a una
de las otras formas, una vez que el ambiente se haya estabilizado. Por
otro lado, aunque la firma verticalmente integrada y la relación de
subcontratación pueden definirse con claridad, una economía de red
puede designar a veces un conjunto de empresas regidas por contra-
tos y reglas explícitos, y otras veces el método que utilizan las empre-
sas chinas que se apoyan en relaciones de confianza interpersonal,
de naturaleza esencialmente informal. Este segundo modelo carac-
terizaría no solo a los empresarios de Hong Kong, la diáspora china
dispersa por el mundo, sino también la economía china contempo-
ránea [Boisot y Child, 1996].

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Robert Boyer

China: el surgimiento de una nueva forma de capitalismo

Es una configuración diferente, producida por tres décadas de


reformas en China. Una aproximación histórica a las transformacio-
nes de las instituciones de base de la sociedad china permitió poner
en evidencia un compromiso institucionalizado original que forja el
modo de desarrollo chino y su notable poder que puede ser fuente
de fragilidad y de crisis.

Una serie ininterrumpida de reformas

Las reformas son permanentes, pero tienen características diferen-


tes en el curso de cuatro fases que se suceden (tabla 14).
El cuarto de siglo que siguió a la revolución maoísta tuvo una
sucesión de fases de crecimiento rápido seguidas de declinaciones
repentinas y drásticas por influencia de las decisiones de inversión
tomadas por las autoridades centrales. En algunos casos, por ejem-
plo, durante el período del Gran Salto adelante y luego durante la
Revolución Cultural, las evoluciones sociales y económicas fueron
tan espectaculares que las autoridades políticas se dieron cuenta de
hasta qué punto las instituciones de tipo soviético se habían vuelto
ineficaces.
En un sentido, la primera ola de reformas estuvo destinada a esta-
blecer grados de libertad a nivel microeconómico para estimular
la producción y remediar la inseguridad y la pobreza. El amplio
sector estatal fue conservado en un primer momento, y luego, de
nuevo, surgieron contratos para alentar a los productores a extender
su producción, en particular a las zonas rurales. Una competencia
mínima se creó al autorizar la introducción de nuevos actores en el
nivel local. Este enfoque prudente, experimental y pragmático de la
descentralización marcó el comienzo de un proceso ininterrumpido.
Llevó al reemplazo progresivo de los gastos y la redistribución del
Estado por el desarrollo de bancos a fin de canalizar mejor el ahorro
hacia los créditos destinados a las empresas existentes y a los nuevos
empresarios. Contrariamente a la transición de la economía soviética

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

emprendida después de 1989 [Sapir, 1998], las reformas se revelaron


como iniciadoras de un juego de suma positiva, sin perdedores.
A partir de 1993, la segunda ola apunta a reforzar las instituciones
de la economía de mercado unificando los mercados en las provincias
y cubriendo las empresas de diversas estructuras de propiedad. El
dinamismo de todas las empresas nuevas permitió la reducción del
sector estatal y el proceso de privatización comenzó. Paralelamente,
con el fin de canalizar eventuales desacuerdos a escala local, el sistema
impositivo fue recentralizado y se desarrolló un control macroeco-
nómico. Los trabajadores de las antiguas empresas del Estado y algu-
nos campesinos fueron los grandes perdedores.
A partir de 2001, con la adhesión de China a la Organización
Mundial del Comercio, la competencia pasa de la escala nacional a
la internacional, mientras que las inversiones directas extranjeras son
acogidas con la esperanza de importar las tecnologías de punta y las
organizacionales. Además, los objetivos apuntados por las intervencio-
nes del Estado central así como los medios utilizados fueron recon-
siderados con muchas reactivaciones y reajustados para corregir los
desequilibrios creados por la ola de reformas precedentes (tabla 14).

Una relación social original: una multitud de corporatismos locales

El éxito de estas reformas no es fruto del azar. Un conjunto de


investigaciones convergentes sugiere que China inventó un medio
de alinear, al menos parcialmente, los intereses de la clase política con
los de los empresarios.
La reforma fiscal que ofrece responsabilidades fiscales más grandes
a todas las entidades públicas locales constituye el punto de partida.
El statu quo público se mantiene, pero las autoridades locales son
alentadas fuertemente para que faciliten el surgimiento de empre-
sarios, fuente de una riqueza mayor y, por consiguiente, de una
base de imposición más importante que, a largo plazo, aumenta los
recursos disponibles para gastos públicos. La hipótesis del corporatismo
local ofrece una definición precisa de esta forma de hibridación [Oi,
1992; Peng, 2001]. En cierto sentido, esta cooperación entre la clase

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Robert Boyer

Tabla 14. El surgimiento progresivo del régimen de


acumulación impulsado por la competencia

1949-1976 Sucesión de cinco ciclos marcados por inestabilidades


importantes.

1978-1992 Primera ola de reformas económicas:


Ola de reformas – introducción de los mercados y los contratos como
sin perdedores complemento de instituciones existentes
– introducción de más competencia sin privatización
– descentralización del poder y los recursos
– enfoque prudente y pragmático
– reducción de la participación del gobierno en el PIB
– creación de zonas francas
– ahorro más importante de los hogares que es
introducido en el sistema bancario.

1993-2001 Segunda ola de reformas económicas:


Ola de reformas – refuerzo de las instituciones de la economía de
sin perdedores mercado
– unificación de los mercados
– ley de las sociedades y diversificación de la propiedad
– reducción del sector estatal y comienzo de la priva-
tización
– orientación hacia las finanzas y la regulación
– China se convierte en importadora neta de petróleo
(1993)
– creación de zonas francas
– recentralización de la gestión de recursos, control
macroeconómico
– entrada de inversión extranjera directa

2001-2010 Adhesión a la OMC:


Liberalización – creación de la SASAC: supervisión de la propiedad
externa prudente del Estado (2003)
– gran apertura a las inversiones extranjeras directas
con el fin de difundir las tecnologías de punta y las
organizaciones
– acceso de la tecnología a los mercados comerciales.
Una característica común a todos los períodos: elevadas tasas de inversión
y de ahorro.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

política y los empresarios es el resultado lógico de la adecuación de


sus objetivos respectivos: de un lado, recaudar el máximo de impues-
tos, del otro, mejorar la ventaja competitiva de cada localidad por la
vía de un dinamismo a nivel de las inversiones, la producción y el
empleo [Krug y Hendrischke, 2007].
Esta es la forma institucional de base de la sociedad china, remar-
cable en dos aspectos. En primer lugar, por su esfuerzo para alinear
la razón política y la lógica económica, luego, por su sutil integra-
ción en la jerarquía china, como contrapeso del comportamiento
oportunista que no deja de suscitar la competencia de mercado, por
ejemplo, la apropiación individual y la corrupción.
Sin embargo, la lucha entre todas las localidades puestas a competir
no se convierte ni en un caos ni en un conflicto permanente, gracias
a la contribución de una importante red establecida entre las empre-
sas y el gobierno, y entre los niveles micro y macroeconómicos, que
es obra del partido comunista o del guanxi [Xin y Pearce, 1996]. No
obstante, esta colaboración sería insuficiente para lograr un modelo
consistente a escala macroeconómica: es necesaria otra institución.
Los historiadores y los politólogos que estudiaron el papel y el funcio-
namiento del partido comunista confirman que aquellos llamados
«burócratas» han contribuido mucho a la creación de un grupo de
empresarios que son los pilares del proceso de reformas y del creci-
miento económico. De este modo, a escala nacional, la complejidad
del funcionamiento Estado-partido permite intercambios continuos
entre las esferas económicas y políticas [Bergère, 2007]. La movilidad
de la elite de la clase política hacia la clase económica, y a la inversa,
es visible en todos los niveles de la sociedad china.
¿Cómo una arquitectura tan compleja puede seguir siendo
consistente? Muchos politólogos sugieren que el régimen de
crecimiento de China está construido sobre la base de un compro-
miso implícito: un nivel de vida más elevado a cambio del monopolio
político del partido comunista. Este compromiso concierne a todos
los grupos más dinámicos de la sociedad, desde los intelectuales a los
empresarios más brillantes [Domenach, 2008]. Si se adhiere a esta
hipótesis, la economía china no se apoya en un capitalismo típico
cuyo único motor es la búsqueda de la rentabilidad por parte de los

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Robert Boyer

empresarios privados; las elites poseen tanto el poder político como


el control de los recursos económicos con el fin de supervisar la
sociedad. De este modo, el criterio de eficacia no es la importancia
del bienestar social de los consumidores, según una variante
consumista del capitalismo, no se trata del aumento del valor para los
accionistas, sino de la asociación entre los objetivos políticos y económicos.
En esta configuración, los diferentes actores intentan aumentar la tasa
de crecimiento de las inversiones o el crecimiento de la producción
misma [Grosfeld, 1986; Zou, 1991].

Un modo de desarrollo impulsado por la competencia

De hecho, las numerosas entidades con estatus jurídico y localiza-


ción diferentes (ciudad, distrito, provincia, etc.) están en competencia
permanente en términos de recursos naturales, por el equipamiento
y, finalmente, por los mercados de productos. Las multinacionales
extranjeras están también en competencia para acceder al mercado
chino en plena expansión y con bajos costos de mano de obra. Por
esto, están dispuestas a hacer concesiones en términos de transfe-
rencias de tecnología. Por otra parte, las localidades proponen zonas
francas e infraestructuras gratuitas con el fin de atraer inversiones
extranjeras directas.
Este modelo de crecimiento desequilibrado (sobreinversión) es
sostenido por importantes aumentos de la productividad: los trabaja-
dores rurales son transferidos de empleos con muy baja productivi-
dad a empresas dotadas de equipamientos muy modernos.
Este modo de desarrollo combina acumulación extensiva (más
trabajadores involucrados en la producción capitalista) e intensiva
(aumentos continuos de la productividad). La sobrecapacidad que se
deriva de él implica una competencia encarnizada, costos de produc-
ción en baja y, por ende, precios menos elevados en el mercado. Los
precios en alza de las materias primas, generados en parte por el
crecimiento chino en sí mismo, constituye el único contrapeso a esta
tendencia deflacionista.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Una relación salarial dominada y dual

La segunda forma institucional fundamental, es decir, la relación


capital-trabajo, tiene también una configuración atípica. Primera-
mente, desde un punto de vista legal, no existe un estatus único para
el trabajador. El estatus de los trabajadores urbanos y rurales es radi-
calmente diferente. Esta distinción se materializa a través del hukou
(libreta de familia y pasaporte interno usado en China, pero también
en Japón, en Corea del Norte y en Vietnam). Así, los trabajadores que
migran de las zonas rurales a las zonas urbanas no tenían oficialmente
derechos hasta que la reformas atenuaron un poco esta disparidad.
En segundo lugar, dado que la organización de los trabajadores está
integrada al partido comunista, la clase de los trabajadores no tiene
autonomía para defender sus intereses y para coordinar sus reivindi-
caciones frente a las empresas, las instituciones y las localidades.
Por consiguiente, la relación salarial está balcanizada y serializada.
No corresponde exactamente a una relación salarial competitiva
en la que las fuerzas anónimas del mercado gobernarían a toda la
población asalariada [Zhao, 2003; Knight y Shi, 2005]. Los trabaja-
dores migrantes desempeñan, por supuesto, el papel de un ejército
de reserva, pero otros trabajadores empleados en las empresas urbanas
o rurales, que disponen de un hukou se benefician parcialmente con
la participación en los beneficios, conforme al corporatismo clásico
[Song, 2001]. Sin embargo, existen muchas otras formas de empleo y
remuneración, de manera que la relación salarial china se caracteriza
por la segmentación del trabajo y grandes desigualdades (tabla 15).

La proyección a lo internacional de los desequilibrios internos del régimen de


acumulación

De hecho, la integración a la economía internacional es la conse-


cuencia de las formas institucionales nacionales. No obstante, los
dirigentes chinos no son libres de llevar a cabo una política exte-
rior de manera completamente autónoma. Deben hacer frente al
dinamismo propio del régimen de acumulación impulsado por una

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Robert Boyer

competencia encarnizada que crea una tendencia a la sobreinver-


sión. Dada la naturaleza dependiente, segmentada, serializada y, para
una cantidad de trabajadores, competitiva de la relación salarial, los
problemas de sobrecapacidad que resultan no pueden ser reducidos
por el dinamismo del consumo de los hogares. De hecho, el escaso
poder de negociación de la clase asalariada está asociado con una
declinación casi continua de la participación salarial en el ingreso
nacional. Este factor puede contribuir a estabilizar y frenar la baja de
la tasa de rentabilidad media, pero no reduce la brecha entre capaci-
dad de producción y demanda interna.
Además, el difícil acceso a los créditos para las empresas privadas
induce una inversión únicamente financiada por las ganancias pasa-
das [Riedel y Jin, 2007], mientras que la insuficiencia del sistema de
ayudas sociales (seguros de desempleo, de salud y vivienda) favorece
un fuerte ahorro de los hogares, en respuesta a la gestión de los ries-
gos de las familias y los individuos a lo largo de su vida. La tenden-
cia a la alza del superávit comercial en China durante más de diez
años se debe a este régimen de acumulación nacional fundamental-
mente desequilibrado. En otras palabras, la China contemporánea es
el ejemplo típico de la dominación jerárquica de la competencia, a
escala nacional y luego mundial.

Múltiples fuentes de crisis

Este éxito no serviría para disimular el carácter fundamentalmente


desequilibrado de este régimen de crecimiento, al punto de que es
extraño que una crisis de importancia no se haya presentado cuando
las cotizaciones bursátiles colapsaron. Las fuentes de debilidad son
múltiples (tabla 16).
El factor más preocupante es, sin ninguna duda, la sobreacumu-
lación permanente, que se traduce tanto por las sobrecapacidades
productivas como por la recurrencia de malos créditos atribui-
dos a empresas que no pueden reembolsarlos, habida cuenta de la
intensidad de la competencia. Mientras el crecimiento es alto, las
ganancias del período permiten compensar las pérdidas del pasado;

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Tabla 15. Las cinco formas institucionales:


la configuración china
Formas Características Impacto en:
institucionales principales El régimen de
El modo
de regulación acumulación
1. Formas de Competencia fuerte Una tendencia a la La fuerza conductora
competencia entre las numerosas baja constante de los de la acumulación.
y diversas entidades precios y los costos de
(empresas, provincias, producción.
localidades).
2. Relación salarial – Dualidad de esta- Una gran influen- Distribución del
tus (rural/urbano). cia de las grandes ingreso desequilibrada:
– Empleos balcani- cuencas de trabaja- escasa participación
zados y serializa- dores rurales en la salarial y en baja.
dos. formación de salarios
– Falta de orga- competitivos.
nización colectiva
propia.
3. Régimen moneta- Dialéctica entre una Un ajuste fino en Una herramienta para
rio/de crédito descentralización a respuesta a una sostener y dominar un
gran escala y una economía nacional/ régimen de creci-
necesidad de control internacional en miento elevado.
a nivel macroeconó- rápida evolución.
mico.
4. La relación Estado/ – Un Estado central Una gran reactividad Reconfiguración
economía pragmático y ante el desequilibrio periódica de las formas
anticipador. emergente. institucionales.
– Une gobernanza
compleja en
varios niveles.
5. Inserción en la Una inserción El tipo de cambio El superávit comercial
economía interna- selectiva: así como los créditos es la consecuencia
cional – restricciones a las nacionales son las de los desequilibrios
inversiones variables políticas nacionales entre
extranjeras directas clave para atenuar la producción y la
– control de la las perturbaciones demanda.
cuenta corriente externas.
externa
– normas nacionales
específicas
Amenaza de reacción Formas de compe- Relación salarial.
proteccionista tencia. Competencia Trabajadores segmen-
encarnizada: sobrein- tados y serializados.
versión. Participación salarial
en baja.
Superávit comercial Régimen de acumu-
permanente lación en desequi-
librio.
Inserción asimétrica Control activo por Reconfiguración
en la economía medio de la moneda periódica de las formas
internacional. y los créditos. institucionales.

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Robert Boyer

un mecanismo así solo puede frenarse en caso de desaceleración


marcada de la economía china. Este es el peligro que trató de evitar
a cualquier precio el gobierno chino a través de planes masivos de
infraestructura, tanto en 2009-2010 como en 2012.
Las desigualdades de estatus entre urbanos y rurales son una amenaza
para la aceptabilidad del régimen chino. En efecto, los trabajadores
rurales que emigran a la ciudad para ocupar empleos en la cons-
trucción o la industria, por lo general, no tienen los mismos dere-
chos sociales (salud, escuela, vivienda, jubilación) que los urbanos.
Sufren también la expropiación de su tierra o vivienda sin una justa
compensación y están sometidos a una serie de arbitrariedades por
parte de las autoridades políticas locales (retraso en el pago de sala-
rios, falta de recursos contra abusos manifiestos, peso de la corrup-
ción…). De este modo se explican la frecuencia y la amplitud de las
protestas sociales locales que se cuentan por decenas de miles cada año
y muestran los límites de la aceptación del monopolio del poder del
partido comunista… más allá de las modestas tentativas de democra-
tización a nivel local.
Los éxitos en materia de reducción de la pobreza no podrían disimu-
lar la explosión de desigualdades, particularmente espectacular a la luz
de la relativa homogeneidad de las condiciones de vida en el régimen
posterior a 1949. En efecto, no solo la desigualdad en términos de
ingreso es flagrante, sino también el acceso a los servicios colectivos
que constituían la salud, la educación, la jubilación, la vivienda se vio
comprometido por la privatización masiva. En el curso de la presente
década, las autoridades públicas han tomado conciencia de la gravedad
del fenómeno, pero, por ahora, la tendencia a la polarización social no
se detuvo con el lanzamiento de un sistema colectivo de seguridad
social, que por el momento es una red de seguridad mínima.

La dinámica: la diversidad de las trayectorias

Esta presentación ha propuesto una descripción estática de los


capitalismos y un análisis de sus transformaciones en el tiempo,

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

particularmente como respuesta a las grandes crisis. Es hora de


presentar algunos de los mecanismos que rigen estos procesos.

Los dos factores de evolución: el endometabolismo y la hibridación

Estos dos términos ya fueron introducidos en ocasión del análisis


de la trayectoria japonesa, donde el capitalismo pasó de modelo de
referencia a ejemplo de los errores que no deben cometerse si se
pretende evitar el estancamiento y el riesgo de deflación. De hecho,
tienen un alcance mucho más general, ya que ayudan a comprender
la historia del largo período de los capitalismos desde su surgimiento
(figura 30).
Mientras que la teoría estándar se interesa en los equilibrios
estructuralmente estables desplazados por shocks aleatorios o el
progreso técnico, la herencia marxista de la teoría de la regulación,
fortalecida por los análisis históricos de períodos prolongados,
sugiere que ningún régimen de acumulación pudo atravesar décadas
sin enfrentar una crisis importante. Por supuesto, acontecimientos en
apariencia accidentales, por ejemplo, vehiculizados por la dependen-
cia de la economía mundial, pueden precipitar recesiones marcadas.
Sin embargo, fundamentalmente, es la lenta transformación de las
formas institucionales a lo largo de la sucesión de los ciclos lo que
conduce a una desestabilización endógena del régimen de acumula-
ción. En términos de modelización, los mecanismos elegidos deben
ser suficientemente ricos para implicar, en primer lugar, una fase
de expansión prolongada y luego una vuelta que desemboca en
una depresión acumulativa o en un período de estancamiento. El
segundo mecanismo deriva del despliegue del capitalismo en el espa-
cio. Mientras que, en cada época, parece aportar un nuevo tipo de
modernidad (productiva, organizacional, vinculada a nuevos modos
de vida) de vocación universal, su despliegue encuentra tantos obstá-
culos y resistencias en las sociedades que cada contexto termina por
dar forma a una configuración inesperada, primero considerada infe-
rior, pero que, en ciertos casos, se revela a su vez como otra figura

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Tabla 16. Los factores de bloqueo de China

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Dominios Naturaleza de las tensiones Políticas Eficacia de las políticas
1. Régimen de crecimiento Desequilibrio de un crecimiento Aumento del salario mínimo. Limitada por la lucha competi-
impulsado por las inversiones/ tiva entre regiones.
exportaciones.
Sobreacumulación reforzada Constitución de una cobertura Carácter modesto de estas trans-
después de 2008. social mínima, pero extendida ferencias frente a los desequili-
(salud, jubilación, desempleo…). brios de la distribución salario/
ganancia y consumo/inversión.
2. Integración a la economía Fricciones con Estados Unidos Reevaluación prudente del tipo Progresividad por reajuste de la
mundial (tipo de cambio, propiedad de cambio real. producción a la demanda interna.
intelectual).
3. Sistema financiero Favorece la sobreacumulación Intento de control de la asigna- Contrariada por la relativa auto-
para algunas empresas, pero ción del crédito por parte del nomía de las autoridades locales.
penaliza a otras. poder central.
Mala calidad de los crédi- Capacidad de intervención Riesgo de impacto negativo

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tos, recurrencia de la falta de gracias a la abundancia de sobre el crecimiento.
Robert Boyer

confianza. reservas.
Poco lugar para los ahorristas. Prudentes, pero múltiples A largo plazo, peligro de una
reformas. pérdida de control por el efecto
de estas reformas.
4. Sector inmobiliario Grandes necesidades, pero Uso del control de la asignación Retraso intrínseco de la inter-
tendencias a la sobrecapaci- del crédito. vención pública en relación con
dad en relación con el poder la especulación.
adquisitivo.
5. Sistema de innovación Tensiones por los derechos de Crecimiento alto y continuo de Bueno en términos de volumen
propiedad intelectual. los gastos de I&D. de financiamiento, pero proble-
mas de calidad de la investiga-
ción.
Una dualidad multinacionales/ Búsqueda de una innovación Demoras para recuperarse más
empresas nacionales. endógena y autóctona. largas que lo previsto, conflicto
abierto con el capital extranjero.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

de la modernidad capitalista. De este modo, Alemania, tratando de


compensar su rezago en relación con el modelo británico, forjó un
modelo original que, a su vez, sirvió de referencia en períodos poste-
riores. Pero, en otros casos, este proceso fracasa: los expertos anticipa-
ban en la década de 1980 una japonización del sistema productivo y,
por ende, de la economía norteamericana. Sin embargo, en los años
90, se observó una financiarización de la economía japonesa que
desembocó en un largo período de estancamiento. Finalmente, una
tercera configuración es aquella en la que las autoridades políticas/
administrativas intentan diseñar un modelo como referencia para los
políticas de los Estados-nación que pertenecen a formas diferentes
de capitalismo. Por ejemplo, la difusión del modelo danés de flexise-
guridad cuando se aplicó en las economías de Europa del Sur fracasó
ampliamente, sin que interviniera ningún proceso de hibridación.
Un capitalismo no se duplica: se construye a través de estrategias
locales cuyos resultados son siempre inciertos.

El trilema: flexibilidad, eficiencia dinámica y justicia social

¿Se puede definir, para las formas de capitalismo, el equivalente


del principio de optimalidad con el fin de juzgar la calidad de los
equilibrios de las economías de mercado? Habida cuenta del enfoque
de la interacción de procesos dinámicos, parece más adecuado un
principio de viabilidad o incluso de resiliencia. Lamentablemente, en
lo técnico, es una tarea aún más difícil que el análisis de las relaciones
entre el equilibrio y el óptimo en la teoría estándar [Lordon, 1996],
lo que explica, sin duda, que los trabajos correspondientes no hayan
hecho (todavía) escuela.
Ya se han subrayado dos resultados importantes. Partiendo del
carácter contradictorio de este régimen socioeconómico, a falta de
una fuerte intermediación de lo político, no hay un criterio único que
satisfaga todas las partes interesadas. Por otra parte, un bloque hegemó-
nico no tiene necesariamente como objetivo maximizar la eficiencia
económica, como lo aconseja la teoría. En estas condiciones, el analista

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o el observador exterior puede elegir sucesivamente diferentes ante-


ojos y proponer tres criterios muy generales:
— ¿cuál es la aptitud de la economía considerada para reaccionar a
los riesgos y a los shocks? El criterio de la teoría estándar de eficien-
cia estática, esla flexibilidad;
— en efecto, si se sigue, por ejemplo, a Joseph Schumpeter, una de
las mejores justificaciones del capitalismo es su capacidad para mejo-
rar el nivel de vida, aunque sea a través de un proceso de destrucción
creadora, marcado por la sucesión de períodos de expansión y luego
de ajuste, o incluso de depresión. El segundo criterio es el de la
eficiencia dinámica;
— finalmente, el economista estándar a veces coincide con la
filosofía moral cuando se pregunta por las relaciones entre economía
y justicia social [Sen, 2012].
Al proponer estos tres criterios para representar esquemática-
mente la trayectoria de los cuatro grandes tipos de capitalismo reve-
lados por el análisis de los países de la OCDE [Amable et al., 1997],
se llega al movimiento general de investigación de la eficacia estática
partiendo de posiciones muy diferentes en la década de 1960 [Boyer,
2002c]. Por una parte, esta evolución se comprende a la luz de la
persistencia, durante un período prolongado, de tasas de desempleo
elevadas, lo que señala, por supuesto, una ineficacia en el uso de los
recursos humanos. Por otra parte, las políticas de flexibilización del
mercado de trabajo resultantes acentúan las desigualdades sin reducir,
sin embargo, de manera sistemática el desempleo de larga duración.
De este modo, los capitalismos más cercanos a una lógica de
mercado parecen prosperar mientras que otras van de concesión
en concesión para responder a las perturbaciones de la economía
mundial y a la presión competitiva que ellas ejercen sobre cada
economía nacional. Como Estados Unidos tiene todavía un papel
preponderante en la redefinición de las relaciones internacionales,
la inestabilidad que vehiculiza la evolución del tipo de cambio —
determinado por arbitrajes financieros de corto plazo y no por la
competitividad en un horizonte más prolongado— favorece los
capitalismos de mercado y desestabiliza a los otros. De algún modo,
los países anglosajones impulsan una dinámica internacional en la

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Figura 30. La interacción del endometabolismo y la hibridación, fuente de la evolución

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Figura 30. La interacción del endometabolismo y la hibridación, fuente de la evolución de los
de los capitalismos
capitalismos
ENDOMETABOLISMO Prueba/
Error

CAPITALISMO Compromiso Un modo Adaptación


institucionalizado Desarrollo Maduración Crisis
A de desarrollo /
dinámico A Innovación

Una Una
referencia referencia
Prueba/
Error
Límite/Crisis Importación de Conflicto con las Adaptación/ Un nuevo
CAPITALISMO del modelo de formas modo

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componentes del Innovaciones
B desarrollo «modelo» institucionales de desarrollo
B nacionales C

HIBRIDACIÓN

EJEMPLOS Siglo XIX A = Inglaterra B = Alemania Segunda revolución industrial Un nuevo “modelo”
Después de 1945 A = Estados Unidos B = Francia, Japón Producción masiva Hibridación
La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Década de 1980 A = Japón B = Estados Unidos Producción “frugal”/ Toyotismo Fracaso


Década de 2000 A = Dinamarca B = Miembros de la Flexiseguridad/ Fracaso
Unión Europea Capitalismo
negociado

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que prosperan. A contrario, los capitalismos con fuertes impulsos esta-


tales o incluso los de tipo mesocorporatista se apoyaban en una rela-
tiva estabilidad del sistema internacional que les permitía desarrollar
la investigación de la eficiencia dinámica. Están limitados a intro-
ducir reformas que van al encuentro de sus principios fundadores y
que, muy a menudo, erosionan su ventaja institucional heredada del
pasada, sin encontrarles, hasta el presente, un sucesor.

Entre recurrencia y novedades: una evolución en espiral

No hay una definición consensuada del capitalismo, pero una


puesta en perspectiva histórica en relación con los modos de produc-
ción que lo precedieron hace aparecer tres características que son su
marca registrada.

Un crecimiento acumulativo de la productividad. — Los siste-


mas económicos anteriores se organizaban en torno de un estado casi
estacionario, centrado en la reproducción de las poblaciones con un
nivel de vida que se acercaba a la supervivencia, lo que se manifes-
taba por crisis demográficas teorizadas por Malthus. El advenimiento
del capitalismo marca la entrada en un período de cambios radica-
les permanente de las técnicas y las organizaciones, que se traducen
en ganancias de productividad relativamente modestas hasta que se
establece la producción masiva. La constitución de series estadísticas
retrospectivas, más allá de sus dificultades, hace resaltar la novedad
del capitalismo: gracias a la acumulación, permite un crecimiento
acumulativo a largo plazo de la productividad [Maddison, 2001, p.
264]. Es importante señalar que esto no es solo consecuencia del
fordismo posterior a la Segunda Guerra Mundial, sino una caracte-
rísticas de las revoluciones industriales que se suceden por el aguijón
de la búsqueda de rentabilidad. China fue tan creativa en materia de
técnicas como Europa, sin que las condiciones sociales permitieran
convertirlas en innovaciones y nuevos mercados [Pomeranz, 2010].

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Crisis cíclicas y ondas largas. — Todos los modelos contempo-


ráneos describen la convergencia monótona hacia un nuevo equi-
librio después de la introducción de una perturbación. Ahora bien,
el segundo hecho importante estilizado concierne al perfil cíclico
generado por la realización del capitalismo. Los desequilibrios de la
acumulación de corto y mediano plazo desembocan en el llamado
ciclo de negocios. Siguiendo a Nicolaï Kondratieff [1925], los histo-
riadores y estadísticos contemporáneos diagnosticaron un ciclo de
una duración mucho más larga, constituido por una sucesión de
ciclos de negocios y luego uno de recesión que se manifiesta por un
largo período de depresión de los precios. Más allá de las dificultades
metodológicas que encuentra este desarrollo, hace acordar al econo-
mista que es heroico postular la existencia de un crecimiento esta-
bilizado. De este modo, en la década de 2000, los macroeconomistas
pudieron persuadirse de que había concluido el ciclo, como lo testi-
monia la Gran Moderación, que asocia el crecimiento y la modera-
ción de la inflación. Se evalúa una vez más el desvío de las conse-
cuencias que se producen entre hacer un análisis en términos de
economía de mercado y hacerlo en términos de capitalismo.

Una complejización creciente de la organización económica.


— Los teóricos del mercado defienden el punto de vista de que la
historia económica es la de su difusión. Para la teoría de la regula-
ción, esta extensión del dominio del mercado va de la mano con la
invención de acuerdos institucionales que aseguren la viabilidad. La
aparición de nuevas contradicciones provoca la implementación de
dispositivos ad hoc, de la protección social destinada a compensar la
inestabilidad económica mediante la búsqueda tentativa de modali-
dades de preservación del medio ambiente (capítulo VI). Por esto, la
intervención pública no se despliega solo sobre un eje intervencio-
nismo versus laisser-faire, sino también, y principalmente, en materia
de arquitectura institucional y de coordinación de una miríada de
intervenciones públicas (capítulo VII).
Para la teoría de la regulación, la proyección a largo plazo de un
ritmo de crecimiento es ilusoria, pues extrapola la durabilidad de un

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régimen de acumulación que, hasta el presente, siempre terminó por


entrar en crisis [Piketty, 2013].Ya no es más una eterna reanudación
que alterna períodos intervencionistas y de liberalización porque
una evolución en espiral parece la característica más determinante
del capitalismo (figura 31).

Figura 31.31.Entre
Figura tendencia
Entre tendencia y ondas
y ondas largas: la largas:
evoluciónla
enevolución
espiral en
de los capitalismos
espiral de los capitalismos

Aumento del papel Las dos guerras


del Estado mundiales

Acumulación Una economía


de capital mixta
Suceción de Capitalismo
crisis comercial
Un Un enclave
reconocimiento Entrada
mercantil en en crisis
político sociedad feudal

Moneda Internaciona-
Una red de Extensión lización
de crédito geográfica
comerciantes

Capitalismo
industrial Conversión
en capital
industrial
Capitalismo
financiero
?
Nuevos Crisis
capitalismos de 2008
China

La internacionalización extendió la diversidad de capitalismos

Diversas formas de capitalismo pueden prosperar precisamente a


través de sus diferencias.

América Latina: las tensiones entre régimen rentista y lógica capitalista

La originalidad de este continente fue señalado por la escuela


estructuralista: la dependencia económica y sobre todo tecnológica
respecto de Europa y luego de Estados Unidos inhibió un proceso

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

de industrialización centrada en el mercado interno [Prébisch, 1981].


En un sentido, la teoría de la regulación sigue esta tradición [Aboitès
et al., 1995]: la naturaleza de la inserción internación y el grado de
dependencia frente a la exportación de materias primas permiten
distinguir los modos de desarrollo y, a veces, de variedades de no
desarrollo (tabla 17).

La maldición de la renta. — Venezuela es emblemática del espe-


jismo que provoca la posesión de riquezas naturales: hipoteca de
un modo duradero la industrialización sobre todo cuando el país es
pequeño; los desequilibrios estructurales se convierten a menudo en
período hiperinflacionarios y el Estado es esencialmente clientelista.
La crisis es estructural porque se manifiesta tanto en los períodos favo-
rables del alto precio del petróleo [Hausmann y Marquez, 1986] como
cuando los precios del petróleo caen brutalmente como en 2015.
Como los dispositivos proporcionados por la exportación de
recursos naturales que empujan la moneda nacional, el sector indus-
trial sufre una discapacidad que bloquea todo proyecto de reorienta-
ción de la renta hacia la industria. Uno de los países más avanzados
de América Latina en materia de innovaciones y de industria, Brasil,
sufre también de esta maldición [Bresser-Pereira, 2009]. En grados
diversos, la casi totalidad de los países latinoamericanos son prisione-
ros de sus recursos naturales.

La política importa. — Esta enseñanza surge, en particular, de una


comparación entre Brasil y la Argentina. Uno llegó a formar coali-
ciones políticas que sostuvieron la búsqueda de un crecimiento más
autocentrado y, si es posible, menos desigual. La otra está atravesada
por crisis financieras y políticas recurrentes que son el resultado de
la incapacidad que tienen dos bloques sociopolíticos para alcanzar
un compromiso. Esto deriva, por un lado, en una trayectoria relati-
vamente regular aunque marcada por una desaceleración del creci-
miento, por el otro, la alternancia de fases en las que los argentinos
piensan que pertenecen al primer mundo y luego reapreciaciones
más realistas de los rasgos típicos de América Latina.
Se puede extender la comparación a Chile o a México. El proceso

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de inserción en la competencia internacional es el resultado de un


golpe de Estado, en un caso, y de una conversión de las elites a los
beneficios de un tratado de libre comercio con Estados Unidos, en el
otro. Una segunda diferencia se debe a su respectiva especialización:
la aceptación de una dependencia duradera respecto de la exporta-
ción de cobre y otros recursos naturales para Chile; la reorientación
de la especialización en dirección de la inserción en la cadena de
valor mundial de productos industriales para México.
Surge una enseñanza general: vista desde Europa, América Latina
parece pertenecer a un mismo régimen socioeconómico, mientras
que las diferencias entre los países se manifiestan claramente a los
responsables políticos latinoamericanos, al mismo tiempo que inten-
tan negociar la constitución de zonas de integración regional como
el Mercosur.

La divergencia entre Asia y América Latina

Ya es hora de plantear una pregunta a las investigaciones regulacio-


nistas: ¿cómo los países de industrialización antigua y los de América
Latina y Asia se distinguen en materia de relación salarial y el modo
de desarrollo [Boyer, 1994]? Los trabajos acumulados desde entonces,
como algunos grandes indicadores estadísticos, sugieren que tres facto-
res intervienen en la diferenciación de estas dos zonas geográficas.
Una primera diferencia se debe a la especialización y la naturaleza
de los vínculos entre la dinámica internacional y la evolución nacio-
nal (tabla 18). Por un lado, muchos países latinoamericanos siguen
dependiendo de la exportación de materias primas, a pesar de sus
esfuerzos para industrializarse. Este no es el caso de los países asiáticos
que, en general, están insertados en la economía mundial a través de
operaciones de subcontratación industrial luego de un aumento de
los sectores correspondientes; la economía taiwanesa constituyen un
caso emblemático. En un sentido, sus especializaciones son comple-
mentarias, y testimonian el fuerte crecimiento de las exportaciones
de materias primas latinoamericanas en dirección de Asia y particu-
larmente de China. Los índices convergentes sugieren incluso que

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Tabla 17. Los regímenes económicos variados de América Latina

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País/ Argentina Brasil Chile México Venezuela

Componentes

Tipo de régimen Capitalismo, entor- Capitalismo industrial Rentista, abierto al Capitalismo industrial Régimen rentista puro.
político-económico pecido por la renta. autocentrado, amena- mercado mundial. dependiente.
zado por el regreso de
la renta.
Formas institucionales:

283
Dominantes Estado voluntarista. Estado moderniza- Competencia. Inserción internacio- Estado clientelista.
dor/clientelista. nal (TLCAN).
Dominados Régimen monetario. Competencia. Relación salarial. Relación salarial. Inserción internacional.
Régimen de acumu- Autocentrado en De vocación inten- Extensivo con diver- Impulsado por las Economía rentista, sin
lación. crisis. sivo, impulsado por la sificación. exportaciones e acumulación.
demanda interna. inversión extranjera
directa.
Tipo de desempeño Alternancia creci- Desaceleración del Debilidad de las Crecimiento, pero Desequilibrios estruc-
miento/crisis desde crecimiento. ganancias de produc- exclusión. turales.
1976. tividad, desigualdades.
Naturaleza de las Sucesión de crisis de Pérdida de competiti- Desaceleración del Repercusión de las Rampante, abierta
La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

crisis la balanza de pagos. vidad. crecimiento. crisis norteameri- si baja el precio del
canas. petróleo.

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Robert Boyer

esta diferenciación de las especializaciones se profundiza en el curso


de la década de 2000 [Miotti, Quenan y Torija Zane, 2012].

Tabla 18. A propósito de la especificidad de


América Latina en relación con Asia

Régimen Grado de limitación de la inserción


económico internacional
Moderada Intermedia Fuerte
Con Taiwán México
predominio Corea del Sur
industrialista
Mixto Brasil Argentina
Con Venezuela
predominio
rentista

Una segunda diferenciación se debió a las modalidades de la


inserción internacional: ¿es esencialmente una limitación que induce
periódicamente un movimiento de stop and go vinculado a las difi-
cultades de nivelación de la balanza de pagos? ¿O, por el contrario, la
apertura al mercado mundial es una oportunidad que aprovechan los
empresarios para desarrollar nuevos sectores, principalmente manu-
factureros? La mayoría de los países latinoamericanos pertenecen al
primer grupo y los países asiáticos al segundo. Sin embargo, la cues-
tión de las razones de esta diferenciación debe explorarse más, ya
que, a fines de la década de 1950, el nivel de ingreso per cápita de
Corea o de Taiwán era finalmente muy similar al de México.
¿Cabe hacer mención de la diferenciación de los regímenes
políticos? Esta es la cuestión, ampliamente evocada en la literatura, de
las relaciones entre democracia y desarrollo. Para los países retrasados
en su modernización, ¿los regímenes autoritarios ya no son eficaces?
Ahora bien, se encuentran dos ejemplos contradictorios tanto en
América Latina como en Asia. Desde la década de 1970 hasta la

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

de 2000, los regímenes autoritarios fueron numerosos en América


Latina, pero no parecen haber tenido el mismo papel favorable para
la acumulación que en Asia. Por otra parte, no se nota ninguna
correspondencia clara entre la oposición crecimiento por sustitución
de importaciones/crecimiento impulsado por exportación, por un
lado, y la adhesión a un régimen democrático o autoritario, por el
otro. Los trabajos precursores de los regulacionistas [Marques-Pereira
y Théret, 2001] ya habían subrayado el interés de una comparación
de algunos casos emblemáticos respectivamente en América Latina
y en Asia, pero también la complejidad de los vínculos que unen
estrategia económica y régimen político. En el seno de cada uno
de estos dos conjuntos geográficos se pueden desplegar trayectorias
nacionales sumamente contrastadas.
Sea que el régimen político y el régimen económico estén en
concordancia, sea que entren en conflicto, se manifiesta, entonces,
una dinámica particularmente compleja, asociada al paso de una
configuración a otra. La estabilidad es la excepción, el cambio cons-
tituye la regla, lo que invalida una serie de análisis de politólogos que
utilizan la teoría de las elecciones racionales de la disciplina econó-
mica, en la que el tiempo del cálculo borra la posibilidad del tiempo
de la historia [Marques-Pereira y Théret, 2001, p. 133].

La proximidad geográfica no significa identidad de formas de capitalismo

Los desarrollos que preceden permiten establecer un resultado


común a las tres grandes zonas geográficas: la pertenencia a una
misma región no implica en absoluto la convergencia hacia una
misma forma de capitalismo. En este sentido, el contraste entre China
y Japón es impresionante, aunque se explica bastante ampliamente: no
pertenecen a la misma fase de desarrollo, si bien China, Japón y Corea
estarían regidos por un estilo de desarrollo idéntico [Aoki, 2013].
La diversidad de los modos de desarrollo latinoamericanos es
también considerable, incluso para países que pertenecen a una zona
de integración regional. La trayectoria argentina entrecortada contrasta
con la de Brasil. Una conclusión idéntica surge de la comparación

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Robert Boyer

entre Estados Unidos y México: sus formas de capitalismo son más


complementarias que convergentes. Finalmente, ya se ha señalado
cómo contrastaban los sistemas sociales de innovación europeos y que
al menos tres formas de capitalismo coexistirían en el seno de la Unión
Europea: uno dominado por las finanzas en Inglaterra, otro impulsado
principalmente por el Estado en Francia, y finalmente otro típicamente
socialdemócrata en los países nórdicos.Esta es la razón por la que, en
el conjunto de esta obra, los modos de regulación y de desarrollo han
recibido una definición analítica y no geográfica. Es bastante lógico, ya
que la geografía física no tiene la misma constancia en el tiempo que las
transformaciones impulsadas por el capitalismo.

Una radiografía de los capitalismos contemporáneos

La caracterización de los diversos componentes de las economías


contemporáneas fue el objeto de una sucesión de trabajos. La primera
serie se refiere a los países de la OCDE y se ocupa del vínculo entre
los sistemas sociales de innovación y los tipos de capitalismo [Amable
et al., 1997]. Este enfoque se extendió y se actualizó, e hizo aparecer las
cinco formas de capitalismo [Amable, 2003]. El más reciente de estos
análisis extendió la muestra a los países del Sudeste Asiático [Harada y
Tohyama, 2011] y destacó la coexistencia de siete capitalismos.

Los tres capitalismos de los países de industrialización antigua

Al ampliar el número de los países que participan en la investiga-


ción de una taxonomía, la diversidad de los capitalismos de los países
de vieja industrialización se reduce de cinco a tres:
— Los capitalismos dominados por los mercados y las finanzas definen
un grupo que se encuentra en la mayoría de las investigaciones simi-
lares. Todos los países de habla inglesa pertenecen a esta categoría,
aunque no es fácil detectar la matriz común de estos capitalismos, a
menos que sea, quizás, la adhesión a la common law.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

— Un segundo grupo corresponde al capitalismo familiar. Reúne


los países de Europa del Sur, pero también a Francia. La competencia
allí es menos intensa y un derecho laboral protector da forma a una
relación salarial distinta de la que se observa en el grupo anterior.
— En una perspectiva que nuclea a los países de la OCDE y del
Sudeste Asiático, los capitalismos social-demócratas se encuentran próxi-
mos a Alemania, Austria y Suiza.
Cuando se repite el ejercicio en el transcurso del tiempo, a la
escala de una década, no se observa ningún movimiento general
de convergencia. Las ideas, los discursos y las representaciones son
cada vez más homogéneos, pero las diferenciaciones institucionales
persisten.

Los cuatro capitalismos asiáticos son incluso diferentes

Es evidente que estos capitalismos asiáticos se encuentran a buena


distancia de los anteriores, con excepción, quizás, de Japón, que está
cerca de Alemania. La intervención pública en los mercados y sobre
el trabajo es mucho más marcada. La disparidad entre los cuatro capi-
talismos asiáticos también es notable:
— El capitalismo-ciudad (Singapur y Hong Kong) está construido
sobre una integración extrema a las relaciones internacionales y un
alto nivel de educación. Hace acordar a Venecia o Ámsterdam en la
época del capitalismo comercial.
— El capitalismo semiagrario insular (Indonesia y Filipinas) da testi-
monio del desarrollo muy desigual de esta zona y de una historia
muy diferente en materia de inserción internacional.
— El capitalismo impulsado por la innovación (Japón, Corea y
Taiwán) corresponde al capitalismo que surgió después de la crisis
del fordismo. Responde a lo que la literatura internacional llama la
«economía del conocimiento» y, según algunos trabajos heterodoxos,
el «capitalismo cognitivo» [Moulier-Boutang, 2007].
— El cuarto grupo, el más heterogéneo, es conocido con el nombre
de capitalismo industrial. Está impulsado por el comercio (Malasia y

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Robert Boyer

Tailandia) o por la inversión (China). Al analizarlo, China aparece


como una forma distinta en la que juega el carácter continental de la
economía correspondiente.
Frente a los shocks que golpearon la economía mundial después
de la caída de Lehman Brothers, estos siete capitalismos tuvieron
trayectorias diferentes. La especificidad de las arquitecturas institu-
cionales se convirtió en evoluciones macroeconómicas diferente y, a
veces, divergentes.

Conclusión: Un régimen que se nutre de su expansión


y de sus crisis

Los regímenes de tipo soviético iban supuestamente a compe-


tir con el capitalismo y, a largo plazo, a reemplazarlo. Ahora bien,
fueron ellos los que colapsaron en la década de 1990. El capitalismo
fue considerado como victorioso y se aseguró un futuro brillante, a
falta de una alternativa creíble. Su historia se reactivó, por un lado,
por la irrupción de los capitalismos asiáticos, y por la gravedad y la
duración de la crisis iniciada en 2008, por el otro. Aun cuando su
crecimiento no está alimentado más que por una sucesión de burbu-
jas, el capitalismo norteamericano no sufrió la suerte de su antiguo
competidor soviético.
De este modo, el capitalismo es el dueño del tiempo y del espacio. Los
acontecimientos que se convierten en hito son aquellos que provoca
(por ejemplo, las grandes crisis) y transforma la geografía física, cultu-
ral y política en una geografía económica diseñada a su medida. Allí
radica su originalidad y la explicación de su resiliencia. Por un lado,
cuando está al borde del colapso, genera estrategias de innovación
que abren nuevas perspectivas a la acumulación. Por el otro, aprove-
cha el espacio gracias a su aptitud para penetrar y transformar nuevas
sociedades. Marx tuvo razón cuando señaló la capacidad del capita-
lismo de cambiar el mundo, pero se equivocó cuando anticipó su fin
próximo e inevitable.
La teoría de la regulación se presenta, entonces, como una tenta-
tiva de comprender la fragilidad y a la vez la fuerza de este régimen

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

socioeconómico. Estas dos características están estrechamente imbri-


cadas. En efecto, lo específico del capitalismo es proyectar una idea de
futuro movilizando los medios correspondientes, inclusive mediante
el crédito. Sin embargo, las contradicciones y los desequilibrios que
genera desembocan en crisis que, en los casos más graves, cuestionan
su propia existencia. Hasta el presente, el capitalismo encontró los
medios de superarlas mediante una extensión de su base geográfica
y una profundización de su dominio sobre las sociedades. Esta carac-
terización introduce el tema de los dos capítulos siguientes. ¿Cómo
analizar la transformación del sistema internacional y cuáles pueden
ser los mecanismos de su estabilización en ausencia de un poder
político a escala mundial (capítulo IX)? ¿Se pueden formular algunas
hipótesis a propósito de los procesos que rigen las innovaciones que
marcan una nueva etapa del capitalismo (capítulo X)?

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Robert Boyer

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

IX Los niveles de regulación: el nacional,


el regional, el supranacional y el mundial
La mayoría de las presentaciones básicas de la teoría de la regu-
lación no han explicitado suficientemente las razones de la elección
del nivel nacional como unidad de análisis. De hecho, si los trabajos
fundadores se han dedicado a estudiar las trayectorias nacionales, esto
es porque la constitución del Estado-nación marcó efectivamente el
siglo XIX y una gran parte del XX en Europa. Una configuración
así está, entonces, histórica y geográficamente situada. Se concibe,
por ende, que un movimiento de internacionalización continuo y
poderoso condujo a un reajuste y a una ampliación de los conceptos
básicos a fin de tomar en cuenta la interdependencia cada vez mayor
de las economías nacionales. Además, la macroeconomía no es el
único nivel de escala de los conceptos y los métodos elaborados en
el curso del tiempo; la economía internacional ha aparecido como
un complemento necesario.

El marco nacional, espacio del fordismo

Retrospectivamente, la configuración del fordismo aparece como


atípica.

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Robert Boyer

Los compromisos nacionales prevalecen sobre las limitaciones


internacionales

De hecho, son condiciones internacionales muy particulares las


que autorizan el establecimiento de modos de regulación y regíme-
nes de acumulación que se despliegan, esencialmente, en el espacio
nacional. La Pax Americana posterior a la Segunda Guerra Mundial
reorganiza las relaciones internacionales a fin de evitar revivir las
secuencias dramáticas del período entre las dos guerras. El estable-
cimiento de un régimen de cambio fijo, la notable limitación de los
intercambios comerciales y el carácter preponderante de los flujos
de capitales públicos destinados a favorecer la reconstrucción y la
modernización de las economías europeas abren la posibilidad de
establecimiento de modos de regulación originales a escala nacio-
nal. Los compromisos políticos internos tienen como núcleo duro
el establecimiento de una relación salarial que garantice la inserción
vitalicia de los asalariados en la economía. Por eso, esta forma insti-
tucional determina de un modo muy amplio el tipo de competencia,
oligopólica, ya que la indexación de los salarios por la productividad
tiende a reducir los desequilibrios entre capacidades de producción
y demanda efectiva. Incluso, el salario nominal se convierte en la
variable a partir de la cual se forman los precios, lo que un nuevo
estilo de política monetaria toma en cuenta asumiendo el abandono
de un patrón típicamente monetario (antiguamente el patrón-oro)
en beneficio del equivalente de patrón-trabajo [Hicks, 1955; Boyer,
1993]. De esta forma, los modos de regulación de la época se caracte-
rizan por una jerarquía institucional que deriva de la posición domi-
nante de la relación salarial (figura 32).
Las regularidades macroeconómicas son el reflejo de esta confi-
guración: la dinámica salarial se convierte en un determinante esen-
cial del consumo y, por un juego de acelerador, de la inversión,
porque la distribución salario-rentabilidad está casi estabilizada en
el régimen de acumulación fordista. Como la política monetaria
se acomoda a un cierto ritmo de inflación para permanecer mejor
cerca del pleno empleo, un bucle precio-salario tiende a alimentar
una inflación permanente. Como su ritmo es variable según el país,

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Figura 32. Lo excepcional del fordismo: primacía de los


Figura 32. Lo excepcional del nacionales
compromisos fordismo: primacía de los
compromisos nacionales

COMPROMISO
CAPITAL-TRABAJO

Aceptación de Distribución de las ganancias Institucionalización


los métodos de productividad/Estabilidad de la cobertura
fordistas del empleo social

UN ESTADO DE
COMPETENCIA Precio Crecimiento ASALARIADOS:
OLIGOPÓLICA por fuerte y estable BEVERIDGE +
mark-up KEYNES

RÉGIMEN Inflación RÉGIMEN


MONETARIO Ajuste INTERNA-
Y permanente del tipo de CIONAL
FINANCIERO cambio ESTABLE

Referencias Cinco formas


institucionales
Relaciones
macroeconómicas
Jerarquía de las formas
institucionales
Variable de ajuste

es necesario, entonces, realizar ajustes periódicos, que son decididos


por los gobiernos. Dada la estabilidad estructural del sistema inter-
nacional que resulta de la hegemonía norteamericana, la inserción
internacional permite validar notables diferenciaciones nacionales en
materia de compromisos políticas y, de un modo más particular, de
evolución de la relación salarial.
Las dinámicas regionales no están ausentes, pero aparecen como
proyecciones sobre el espacio regional de formas institucionales vigentes
a escala nacional. Por ejemplo, la división del trabajo característica del
Figura 32indd.indd 1 14/07/16 23:46
fordismo se reformula en la jerarquía de regiones según se especialicen
en la tareas de concepción o de producción de productos elaborados,

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Robert Boyer

como los bienes de equipamiento y, finalmente, en la producción de


bienes estandarizados [Lipietz y Leborgne, 1988]. En algunas regiones,
pueden existir dinámicas de especialización fundada en los efectos de
proximidad, pero tiene poca (o ninguna) influencia en la dinámica
macroeconómica nacional. De este modo, la permisividad del sistema
internacional permite el establecimiento de modos de regulación
nacionales que, en sí mismos, informan y modelan la distribución de
las actividades en el espacio regional.

El cuestionamiento de esta jerarquía espacial

A partir de mediados de la década de 1970, esta jerarquía se cues-


tiona a través de dos movimientos desigualmente poderosos.

La internacionalización. — Por un lado, el dinamismo del creci-


miento y el incremento de los niveles de vida provocan un movi-
miento de extroversión de la economía que se abre sucesivamente en
el comercio internacional, a la inversión internacional y, finalmente,
a los flujos financieros. En este sentido, dos factores van a conjugarse
para hacer de la inserción internacional una restricción fuerte para la
reestructuración de la configuración institucional. En primer lugar,
la explotación de los rendimientos crecientes de escala, típica de la
producción masiva tropieza con la estrechez del mercado interno e
implica una estrategia de exportación de las firmas. Reaparecen así los
factores de competencia, que retroalimentan la viabilidad de la rela-
ción salarial, objeto de reformas que apuntan a hacerla más flexible,
es decir, reactiva a la competencia que vehiculiza el mercado mundial.
Luego y sobre todo, la erosión de la posición económica dominante
de Estados Unidos hace surgir claramente un conflicto entre su papel
de garante de la estabilidad internacional y la defensa estricta de su
interés nacional. De ese modo, la coyuntura internacional se vuelve
más inestable y difícil de prever, lo que conduce a una reconfiguración
de la casi totalidad de las formas institucionales: revisión de las relacio-
nes Estado/economía, dificultad creciente de una política monetaria
atravesada por el conflicto entre los objetivos internos (optimizar la

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

relación inflación-desempleo) y los objetivos externos (controlar el


tipo de cambio). Finalmente, el endurecimiento de la competencia se
debe, en gran parte, a la apertura creciente de las economías naciona-
les. Lo internacional se vuelve, entonces, dominante.

La diversificación y la autonomización de las regiones. — Por


otra parte, la ruptura de las regularidades anteriores origina la expe-
rimentación de diferentes estrategias tanto por parte de las empresas
como de las autoridades políticas. Se manifiestan, entonces, notables
diferencias según las firmas, los sectores y las regiones. De este modo,
la recuperación de las regiones atrasadas tiende a detenerse mientras
que, simétricamente, algunas regiones anteriormente desfavorecidas
logran forjar compromisos que les permiten, en algunos casos, superar
a las regiones más prósperas [Benko y Lipietz, 2000]. El movimiento
es mucho más neto cuando los Estados tienen una estructura federal
que autoriza la experimentación de estrategias adecuadas. Por esto,
las regiones que tienen éxito en el nuevo contexto están tentadas de
reivindicar una reducción de los mecanismos de transferencias entre
regiones [Streeck, 1997]. Se puede, entonces, observar en el seno de
un mismo espacio nacional tendencias a la diferenciación regional
que pueden, en algunos casos, hacer que sea problemática la consis-
tencia, es decir, la existencia de un modo de regulación nacional.

Las dos etapas del cambio de la jerarquía institucional

Estos cambios ponen en movimiento una serie de procesos que se


desarrollan en un período de tres décadas. En un primer momento,
el cambio parece concentrarse en la búsqueda de nuevos modelos
productivos, en respuesta a una desregulación de los mercados y a la
afirmación del principio de competencia. Pero, a lo largo de todo el
período, el aumento del régimen de las finanzas provoca una serie
de burbujas financieras, nacidas de la expectativa generada por las
tecnologías de la información y de la comunicación, antes de enca-
minarse luego hacia el sector inmobiliario. Al salir de esta evolución,
son las finanzas las que ocupan la cima de la jerarquía institucional.

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Robert Boyer

La irrupción de la competencia internacional

Ya se ha mostrado que, más allá de un cierto umbral de apertura,


el modo de regulación puede oscilar hacia un nuevo régimen. En
efecto, el salario, que era el componente esencial de la demanda efec-
tiva, se convierte también en un costo que penaliza el comercio exte-
rior (capítulo IV, figura 11). Sin embargo, el impacto de la compe-
tencia internacional toma de múltiples canales. En la búsqueda de un
paradigma de producción industrial capaz de superar el agotamiento
de las ganancias de productividad de la fase fordista, las economías
entran en competencia y la presión se vuelca sobre la reorganización
del trabajo. Debe volverse más reactiva a una variabilidad acrecentada
de la coyuntura internacional y la intensificación del trabajo consti-
tuye una nueva variable de ajuste. La lucha contra la inflación y luego
la estancflación conduce a una serie de gobiernos a promover una
reducción, es decir, la supresión de la indexación de los salarios en
relación con los precios de consumo. En definitiva, la relación salarial
sufre las presiones esenciales vehiculizadas por la internacionaliza-
ción de la competencia (figura 33).
Por el brutal vuelco de la política monetaria en Estados Unidos
en la década de 1970, la economía mundial transmite un proceso
de desinflación que deben luego adoptar otros bancos centrales. Su
inspiración no es más keynesiana, ya que el principio de un arbitraje
entre inflación y desempleo se abandona en beneficio de la visión
monetarista que hace de la inflación, siempre y en todo lugar, un
fenómeno puramente monetario. En la medida en que los gastos de
cobertura social alcanzan una parte considerable del costo salarial,
el endurecimiento de la competencia induce esfuerzos de «racio-
nalización» de este último. Por otra parte, como el enlentecimiento
continuado del crecimiento introduce un déficit estructural entre la
desaceleración de los ingresos y la persistencia del crecimiento del
gasto público y social, los Estados están limitados para endeudarse y
abrirse al financiamiento en el mercado internacional. Además, se
inicia un proceso de deslocalización y de internalización de las cade-
nas productivas que reduce la base fiscal de los Estados de industria-
lización antigua. Finalmente, el paso a cambios flexibles introduce

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

una volatilidad que contribuye a penalizar la inversión productiva. El


resultado es un modo de regulación muy diferente del que piloteaba
el fordismo: el ritmo de crecimiento se debilita y surge una proci-
clicidad de la política económica, lo que refuerza la inestabilidad de
este régimen dominado por la competencia internacional.

Figura 33. El primer cambio de la jerarquía


Figura 33. El primer cambio de la jerarquía institucional:
institucional: apertura
apertura a la competencia
a la competencia internacional
internacional

COMPETENCIA
INTERNACIONAL

Nueva El salario se Erosión de la


organización del convierte base fiscal
trabajo en costo

Ruptura de la Presión Límite al ESTADO


RELACIÓN sobre la gasto público
indexación de ENDEUDADO
SALARIAL salarios cobertura social

Objetivo: Incertidumbre RÉGIMEN IN-


RÉGIMEN Crecimien- por el tipo de TERNACIONAL
MONETA- lucha contra to débil e
la inflación cambio EN DES-
RISTA inestable, COMPOSICIÓN
desempleo

Cinco formas
institucionales
Relaciones
macroeconómicas
Jerarquía de las formas
institucionales
Variable de ajuste

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Robert Boyer

El dominio de las finanzas en los Estados-nación

La liberalización del comercio internacional precede a una desregu-


lación progresiva de los mercados financieros. En un principio, los Esta-
dos endeudados piensan financiarse más fácilmente, pero, en un segundo
momento, son las grandes empresas las que optimizan su financiamiento,
gracias a una movilidad casi completa a partir de la década de 2000. En
consecuencia, el modo de regulación se financiariza en la medida en
que la totalidad de las formas institucionales tiene que responder a los
imperativos de las finanzas internacionales (figura 34).
Una vez vencida la inflación heredada del fordismo, las tasas de
interés se ajustan a la baja, lo que favorece las evaluaciones bursátiles
de las grandes empresas. En los capitalismos dominados por las finan-
zas, el paso a sistemas de jubilación por capitalización [Montagne,
2000] hace fluir una masa considerable de capitales en busca de
remuneraciones altas, y que aceptan, entonces, una toma de riesgo
importante. El banquero central se convierte en el personaje clave
en el diálogo con los financistas, para intentar canalizar sus visiones
del futuro [Boyer, 2011b]. La relación salarial implica en sí mismo
una toma de riesgo acrecentada para los asalariados, a fin de que se
garantice la estabilidad de la remuneración de los accionistas.
Se observa también un cambio de las relaciones de poder entre
el Estado y los financistas: más allá del umbral de posesión de títulos
públicos por parte de no residentes, los responsables gubernamenta-
les tienen que convencer a los financistas sobre la credibilidad de su
política, es decir, de su capacidad de rembolsar sus deudas… o sobre
poder obtener su renovación [Lemoine, 2014]. En estas condiciones,
el seguro de desempleo, y más generalmente la cobertura social, se
reformó para favorecer el regreso al empleo de los desempleados, en
virtud de la hipótesis de que las peores desigualdades se deben a la
ausencia de acceso a un empleo. En este mismo movimiento, todos
los servicios colectivos para los cuales esto es posible se delegaron
al sector privado. Una lógica de eficiencia económica y ya no de
solidaridad social se impone en los sistemas nacionales de cobertura
social [Boyer, 2007].

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

El modo de regulación converge hacia una tercera configura-


ción: el poder de los financistas para movilizar masas de capitales en
función de su representación del futuro pone en marcha el conjunto
de la sociedad y provoca una sucesión de fases de expansión impul-
sada por el crédito, brutalmente interrumpidas por un retorno de las
anticipaciones.
Figura 34. El segundo cambio de la jerarquía institucional:
Figura poder
34. Ely segundo
omnipresencia de lasde
cambio finanzas internacionales
la jerarquía institucional:
poder y omnipresencia de las finanzas internacionales

RÉGIMEN FINANCIERO
INTERNACIONAL

Evaluación Tipo de
RÉGIMEN Tasa de cambio COMPETENCIA
MONETARIO de riesgo EN TODOS LOS
interés NIVELES: BIENES,
LIMITANTE TRABAJO,FINANZAS

Inversión Brecha de
Inmobiliaria productiva competitividad

ESTADO DE LA Objetivo: Burbujas Salario, variable RELACIÓN


CONSOLIDA- pagar a los especulativas, SALARIAL
de ajuste FLEXIBLE Y
CIÓN Y DEL acreedores sostén del
WORKFARE crecimiento FINANCIARIZADA

Cinco formas
institucionales
Relaciones
macroeconómicas
Jerarquía de las formas
institucionales
Variable de ajuste

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Robert Boyer

La reconfiguración de los diversos modos de regulación en


respuesta a la internacionalización

Los procesos que acaban de ser descriptos atraviesan la mayor


parte de las sociedades contemporáneas, pero se cristalizan en confi-
guraciones diferentes según la capacidad o no de controlar los movi-
mientos financieros y el grado de desarrollo.

Los regímenes impulsados por las finanzas: una fragilidad intrínseca

Uno de los dos centros de impulso de la economía mundial sigue


siendo Estados Unidos, por su posición hegemónica —aunque decli-
nante— y su papel en la intermediación financiera mundial, si bien
cuestionado por la crisis de 2008. La presentación anterior (recuadro
14, capítulo IV) insistió en particular en las relaciones estructura-
les que sostenían este modelo. A la luz de los años transcurridos, es
posible trazar un balance de fortalezas y debilidades de este régimen
político-económico: este conlleva la sucesión de crisis financieras y
una distorsión de la acumulación en detrimento del capital produc-
tivo (figura 35).
Por un lado, en efecto, la liberalización financiera multiplica los
nuevos instrumentos algunos de los cuales se conciben especial-
mente para favorecer la innovación, los avances tecnológicos y, por
ende, la capacidad competitiva de la economía correspondiente, con
la condición de inscribirse en un horizonte suficientemente largo.
Pero, precisamente, la financiarización impone el cortoplacismo de
la optimización de las inversiones de cartera.
Por otro lado, la relajación de las restricciones de crédito facilita el
acceso a los préstamos inmobiliarios, a los bienes durables y a la espe-
culación bursátil que son algunos de los movimientos que operan en
detrimento de la inversión productiva, por naturaleza más riesgosa y
a menudo irreversible. La propia política económica debe responder
a la movilidad de capital mediante una baja de impuestos, por el
uso estratégico de los paraísos fiscales que hacen las grandes empre-
sas. La rentabilidad de la inventiva fiscal supera a la de los pacientes

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

proyectos de innovación. ¿Los investigadores de física estadística no


se convirtieron en analistas financieros?
Así se explican las burbujas financieras que tienen sucesivamente
como soporte los jóvenes emprendimientos de Internet, las esperan-
zas puestas en las biotecnologías, la inversión en el sector inmobilia-
rio cuyos precios se consideraba que no podían bajar, para finalmente
dirigir la especulación hacia los recursos naturales y los productos
agrícolas. No obstante, se puede hacer una lectura muy diferente
de esta repetición. Los críticos del capitalismo financiarizado ven
en esto la prueba de su ineficacia. Algunos teóricos del crecimiento
endógeno propusieron modelos en los cuales las burbujas son posible,
pero retardan el crecimiento de la economía [Yanagawa y Grossman,
1992]. La solución sería, entonces, regular de nuevo para recupe-
rar senderos de crecimiento más satisfactorios. Para otros economis-
tas, solo las burbujas financieras permitieron frenar parcialmente la
desaceleración de largo plazo del crecimiento, debido a un progreso
técnico cada vez menos capaz de recuperar de un modo significativo
la productividad [Gordon, 2012; Summers, 2014].
A la luz de estas investigaciones, la acumulación impulsada por las
finanzas debería haber tenido su momento; solo el poder de los
financistas trata de prolongar su existencia.

El desarrollo por la inversión y el crédito internacionales: crisis espectaculares

Otro régimen político-económico mostró sus límites: todos los


países que, en la década de 1990, decidieron basar su modo de desa-
rrollo en la atracción del capital internacional para compensar la
debilidad del ahorro y de la inversión nacional tuvieron crisis de
importancia [Bresser-Pereira, 2009]. La más espectacular es la de la
Argentina en 2000-2001 y fue objeto de un análisis detallado que
combina institucionalismo y teoría de la regulación [Boyer y Neffa,
2004, 2007].
Este modelo apuntaba a corregir los desequilibrios del modo
de desarrollo anterior por una fuerte inflación y una inestabili-

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Figura 35. La liberalización financiera: Efectos contradictorios a mediano y largo plazo

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Figura 35.La liberalización financiera: efectos contradictorios a mediano y largo plazo
El surgimiento de un + + Posibilidad
círculo virtuoso… Efectos positivos de pago de
préstamos
... supone un
HORIZONTE DE +
LARGO PLAZO + + Modernización Competitividad
Financiamiento de la tecnológica de las industrias
brecha ahorro/inversión exportadoras
+
+ Crédito al sector Inflación del
inmobiliario precio de los
activos -
LIBERALIZACIÓN Impacto sobre la Crédito al Caída del
FINANCIERA oferta de crédito consumo ahorro
+ -

302
Orientación
Robert Boyer

de la política Compra de
económica títulos
bursátiles
-
-
Tensiones sobre
la búsqueda de Pocos impuestos Desplazamiento
liberalización… Flexibilización del de la distribución
Tipo de sobre el capital Privatización mercado de trabajo mercado interno/
…en un cambio exportación
HORIZONTE DE estable
+
4 A 5 AÑOS
Efectos negativos
- - -

Figura 35.indd 1 30/08/16 22:18

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

dad macroeconómica. La adopción de un régimen monetario en


el que la moneda nacional está definida por un tipo de cambio
fijo e irrevocable en relación con el dólar norteamericano y el
levantamiento completo de las restricciones a la entrada de capi-
tales provocan un flujo masivo de inversiones directas y de cartera.
Por esto, el tipo de cambio se revela como sostenible y permite la
adquisición de bienes de equipamiento para modernizar el sector
industrial exportador, pero también para sostener el poder adquisitivo,
condición esencial para el crecimiento del consumo. Sin embargo, la
sobrevaluación del tipo de cambio desencadena una contracción de
la base industrial —ciertamente convertida en más productiva—, pero
reducida de tal modo que compromete la capacidad de pago de la
deuda externa nominada en dólares [Kalantzis, 2006]. La persistencia
de una apreciación favorable por parte de los mercados financieros
y el FMI disimula por un tiempo esta fragilidad, lo que fortalece la
buena resistencia de la economía argentina a las repercusiones de la
crisis de 1997.
Los desequilibrios macroeconómicos se agravan incluso por el
hecho de que las políticas monetaria y presupuestaria se vuelven
procíclicas. Cuando los financista internacionales toman conciencia,
la brutal huida de capitales precipita una crisis bancaria, la incapaci-
dad de pago de la deuda pública, acompañada de una crisis social que
se convierte en una inestabilidad gubernamental. Es una gran crisis
en el sentido de la teoría de la regulación.
Se observa, entonces, una amplificación de los procesos en
marcha en los regímenes de acumulación impulsada por las finanzas
de Estados Unidos y del Reino Unido: los beneficios de corto plazo
de la apertura a los capitales internacionales disimulan los efectos
negativos sobre la capacidad de pago que se acumulan en la deuda
externa [Boyer, Dehove y Plihon, 2004]. La crisis argentina es particu-
larmente dramática, porque el gobierno se endeudó en una moneda
extranjera, mientras que Estados Unidos tenía un banco central que
podía emitir, sin límite, dólares.
Se mide la asimetría entre los países financieramente dominantes
y los que, por el contrario, son dependientes de la evaluación de los
inversores internacionales.

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Robert Boyer

Dos regímenes del capitalismo industrial contemporáneo

La comparación de Estados Unidos y China (capítulo VIII)


sugiere que, en el mundo contemporáneo, la oposición canónica se
construye entre los capitalismos financiero e industrial. Sin embargo,
la observación de las trayectorias alemana y francesa sugiere que es
importante distinguir al menos dos regímenes en el seno de los países
industrialización antigua. Algunos se inscriben en una búsqueda de
un poder de mercado gracias a la innovación y la diferenciación
por la calidad y los servicios asociados con los bienes industriales,
otros, marcados por una fuerte inercia en relación con el período del
fordismo, siguen produciendo bienes relativamente estandarizados
para los cuales la competencia versa sobre la reducción de costos.
Esta oposición coincide con la distinción entre las industrias price-
maker y price-taker, esencial para comprender cómo, en Europa, un
mismo shock sobre el tipo de cambio pudo desembocar en trayectorias
macroeconómicas divergentes [Aglietta et al., 1980a, 1980b].
A la luz de los parámetros que resultan de estimaciones economé-
tricas, se pueden distinguir tres configuraciones:
— Francia sufre una especialización mediocre. Por la construc-
ción europea, su mercado interno está en competencia, los salarios
se benefician con una indexación y los rendimientos de escala son
la fuente de las ganancias de productividad. La conjunción de estas
características desfavorables explica la aparición de un círculo vicioso
en el que la economía no llega a superar su falta de especialización.
— Alemania explora un círculo virtuoso que coincide con su
ventaja mundial en materia de equipamiento y de bienes durables de
alta gama, ya que una revaluación de la moneda reactiva la inversión
y mejora incluso la balanza comercial.
— Japón se beneficia con otro tipo de configuración virtuosa.
Esta se debe esencialmente a que el país no está sumido en una
competencia internacional que impacte sobre su mercado interno y
que los salarios responden a la coyuntura, la que está vinculada con
la de la economía mundial. De este modo, la inversión no está pena-
lizada y la especialización puede profundizarse.
Esta referencia es antigua: las estructuras organizacionales de estos

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

tres países tuvieron mutaciones, pero la coyuntura de la década de


2010 no contradice este diagnóstico.

Los regímenes social-demócratas: crisis, pero resiliencia

En un sentido, estos países pertenecen a la misma categoría que


Alemania, ya que supieron construir un sistema de innovación que
les permitió insertarse en la economía mundial gracias a los produc-
tos que incorporan un alto valor agregado. Ya se mostró la comple-
mentariedad que tienen el sistema de innovación y el sistema de
protección social (capítulo VI). Pero falta explicar por qué, a pesar
de una grave crisis financiera en la década de 1990 —en Suecia, por
ejemplo—, las economías social-demócratas pudieron mantener esta
especificidad.
La razón es la imbricación de lo económico y lo político que, en
los países nórdicos, se considera que representa a la sociedad [Boyer,
2015b]. El hecho de que la cobertura social sea una cuestión vinculada
a la ciudadanía y no a la solidaridad en el seno del mundo del trabajo
estabiliza el poder de negociación de los asalariados. Mientras que, en
las sociedades anglosajonas, el acceso a la política está vinculado al éxito
en la esfera económica, el orden político garantiza que todas las partes
interesadas pueden tener acceso al proceso de toma de decisiones. Es
una de las dos condiciones de la democracia [Tilly, 2007], la otra es la
capacidad del aparato del Estado para implementar las políticas deci-
didas luego del proceso de deliberación. Es precisamente el caso de la
mayoría de las economías nórdicas para las cuales la transparencia de
los gobiernos en relación con ciudadanos es más importante.

Los regímenes rentistas y su papel internacional

El papel del precio de la energía y de las materias primas ya


fue mencionado en ocasión de la ruptura del crecimiento de los
treinta años gloriosos o al informar acerca de la especulación
respecto de las materias primas después de la gran crisis de 2008.

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Robert Boyer

Tradicionalmente, la macroeconomía considera estos hechos


como exógenos y a menudo accidentales. Ahora bien, cuando se
pasa del Estado nación a la economía del mundo, es importante
teorizar sobre la formación de los precios relativos entre produc-
tos manufacturados y recursos naturales. ¿En qué régimen político-
económico se extraen y se venden los recursos naturales? Es una
invitación a interesarse por los Estados rentistas.
En un sentido, y con otra terminología, ya era la preocupación
de los autores que se ocupaban de los límites del crecimiento. Ellos
trataron de rehabilitar una intuición malthusiana: el carácter explo-
sivo del crecimiento económico tendrá como límite la finitud de los
recursos no renovables [Meadows y Randers, 1972].

La historia de los capitalismos sigue el ritmo de la evolución del precio de la energía

Una vez más, un enfoque histórico facilita la teorización de este


régimen (tabla 19).
Cuando, en la década de 1990, Japón parece suplantar a Estados
Unidos en materia de modelo industrial, se desata una especulación
tanto bursátil como inmobiliaria [Boyer y Yamada, 2000]. Después de
la renta petrolera, este segundo episodio da cuenta de la endogeneidad
de la formación de las rentas hipotecarias. Cabe señalar que un proceso
equivalente se da en el marco de la «nueva economía»: su concentra-
ción geográfica en Silicon Valley lleva a un alza de lo inmobiliario que,
por su parte, penaliza el desarrollo de este nuevo distrito industrial. En
los dos casos, la anticipación de una revolución tecnológica/organiza-
cional tropieza con la escasez típica de una renta de localización.
En Estados Unidos, la liberalización y la innovación financieras —
en este caso, la posibilidad de titularizar los créditos inmobiliarios de
mala calidad— culminan con una burbuja inmobiliaria de una inten-
sidad sin precedentes. De nuevo, se conjugan la renta en el sentido
tradicional y la renta vinculada a la asimetría constitutiva de la oferta
de instrumentos financieros. El último episodio de la búsqueda de
rendimientos muy elevado se traslada a la especulación respecto de las
materias primas, el oro e, incluso, los productos agrícolas.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Tabla 19. Las etapas del retorno de la renta

Fechas Naturaleza Tipo de Impacto Consecuen-


de la renta renta económico cias en las
Evento/ políticas
fenómeno

1973 luego Fuerte Petrolera. Estanflación, Error de diag-


1979 aumento del recesiones y nóstico (shock
precio del acumulación de oferta).
petróleo por de ahorro Surgimiento
decisión de la excepto en de un proyecto
OPEP. las economías económico.
industrializa-
das.

Década de Anticipación Inmobiliaria, Un boom, Puesta en


1980 del dominio urbana favo- luego un largo evidencia de
industrial de recida por las período de la impotencia
Japón. finanzas. estanflación. de la política
económica
frente a la
deflación.

Década de Revolución La innovación, Una acelera- Manteni-


1990 técnica de convertida ción del creci- miento de tasas
la «nueva parcialmente miento, luego de interés muy
economía» en renta una recesión. bajas debido
en Estados financiera en a la escasa
Unidos. Silicon Valley. inflación y la
necesidad de
reactivación.

2000-2008 Liberalización Renta finan- Una crisis Generalización


financiera ciera por sistémica de las políticas
y titulariza- asimetría de norteameri- no ortodoxas.
ción masiva información + cana, luego
en Estados renta inmobi- mundial.
Unidos. liaria urbana.

Período 2008- Extrema liqui- Especulación Gran ines- Tensiones


2013 dez de capita- respecto de tabilidad de China/países
les en busca de los recursos la economía emergentes/
rendimientos naturales e mundial. países indus-
elevados. inmobiliarios trializados.
agrícolas a
escala mundial.

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Robert Boyer

Puede sorprender que la investigación macroeconómica genera-


lista esté tan poco interesada en el fenómeno de la renta. Ahora bien,
algunos investigadores regulacionistas propusieron una teorización
de la dinámica macroeconómica de países que viven casi exclusiva-
mente de las exportaciones de petróleo y de la distribución de la renta
correspondiente [Hausmann y Marquez, 1986]. Este marco de análisis
se consideró valioso para comprender los desequilibrios estructurales
de las economías latinoamericanas (capítulo VIII, tabla 17).

El retorno de la renta, una necesidad de teorización

Cuando el modelo productivo fordista entró en crisis, el para-


digma keynesiano fue suplantado por la referencia a la dinámica
schumpeteriana de la innovación. En efecto, esta permite crear rentas
oligopólicas, es decir monopólicas, para restaurar las tasas de rentabi-
lidad y generar otra ola de inversiones. Hay un segundo tipo de renta
vinculado a la urbanización que va de la mano con la modernización
industrial: este fenómeno es esencial en la dinámica de la econo-
mía china desde la década de 2000 (capítulo VIII). Con la escasez de
tierras para la agricultura por el efecto de esta urbanización y/o del
cambio climático, se observa también un retorno de la renta agrícola,
que puede convertirse en la base de una especulación financiera.
En algunas regiones del planeta, el acceso al agua es difícil y
constituye una fuente de conflictos, al punto de hacer aparecer una
renta hídrica. Finalmente, regresó el fantasma del próximo bloqueo
del crecimiento con la escasez de ciertos recursos mineros —las tierras
raras—, componentes necesarios de los productos de alta tecnología.
En efecto, la secuencia de estas rentas diversas remite a la exten-
sión geográfica del capitalismo y su repercusión en conjunto de los
demás sectores —urbano, agrícola, minero—, con la certeza de que,
en última instancia, las finanzas pueden apropiarse de algunos de ellos
y convertirlos en una nueva forma de rentabilidad. Desde la década
de 2000, la renta financiera parece querer totalizar el conjunto de las
rentas que produce el cambio del capitalismo hacia una nueva época.
Esto es tomado en cuenta de un modo muy imperfecta en la

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

literatura económica actual. Históricamente, los macroeconomis-


tas trataron de incorporar la renta en ocasión del descubrimiento
de yacimientos petrolíferos o gasíferos en los Países Bajos, en una
economía ya industrializada, con un régimen típicamente capitalista
[Corden y Neary, 1982]. La solución propuesta consiste en mostrar
que el tipo de cambio sobrevaluado que resulta de esto, hipoteca el
desarrollo de la industria y, a largo plazo, enlentece el crecimiento.
Conocido con el nombre de «enfermedad holandesa» o «maldición
de los recursos naturales», este modelo se aplica de manera indiscri-
minada a los países que viven exclusivamente de la renta. Ahora bien,
esta asimilación plantea un problema, porque disimula las caracte-
rísticas específicas de un régimen atípico en relación con un capita-
lismo industrial.

Los regímenes rentistas no son capitalistas

En un régimen rentista puro, una serie de características son hete-


rónomas en relación con un régimen dominado por el capitalismo
(figura 36). En primer lugar, la especialización es muy estrecha: Vene-
zuela, Arabia Saudita y Argelia viven de la exportación de petróleo o
de gas y el Chile de la década de 1950 vivió principalmente del cobre.
La propia Rusia entra en esta categoría, ya que, en la década de 2010, el
petróleo y el gas representan el 70 % de sus exportaciones y el 52 % de
su presupuesto público [The Economist, 2014]. Sin embargo, la demanda
correspondiente deriva de las necesidades de los países industriales,
de manera que sus ciclos económicos y sus grandes crisis repercuten
inmediatamente en la situación de los países rentistas que solo disponen
de una autonomía muy débil respecto de la economía mundial.
Esta dependencia de la coyuntura nacional frente a las expor-
taciones da forma al conjunto del modo de regulación a través de
cinco mecanismos principales. El primero se relaciona con la sobre-
valuación de la moneda nacional que genera una cuenta corriente
más superavitaria cuando el país está poco poblado y no tiene un
proyecto de desarrollo autónomo. Esta sobrevaluación castiga al
(modesto) sistema productivo, porque las importaciones son más

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Robert Boyer

competitivas que los productos nacionales. Un tercer mecanismo


es todavía más importante: el balance del banco central aumenta a
partir de las entradas de capitales vinculados con la exportación y, a
falta de esterilización, la conjunción de un sector productivo poco
competitivo y la abundancia de créditos lleva a una inflación fuerte
e inestable.
Un cuarto mecanismo transita a través de la estructura de los
ingresos presupuestarios: muy a menudo, las retenciones a las expor-
taciones constituyen el elemento esencial del financiamiento, lo que
induce una fragilidad financiera del Estado. Cuando el volumen
y los precios caen en el mercado mundial, el presupuesto público
registra un déficit que es difícil de compensar con un aumento de
los impuestos internos. En efecto, en una economía de la captación
de estos recursos, los grupos y los individuos mejor ubicados tratan
de apropiarse de una parte de la renta. No están dispuestos a pagar
un impuesto, mucho menos si es progresivo. Los regímenes rentistas
puros están, entonces, entre los más desiguales. Finalmente, habida
cuenta de la debilidad del empleo en el sector de extracción de
materias primas y del tamaño reducido del sector productivo, el
Estado es fundamentalmente clientelista y rara vez democrático.
Por lo tanto, es esencial reconocer la especificidad de los regíme-
nes rentistas puros: no representan simples fricciones introducidas en
un modelo de capitalismo industrial o financiero, sino que constitu-
yen un modo de desarrollo —y a veces de no desarrollo— diferente.
No deben tampoco ser confundidos con los regímenes híbridos, por
ejemplo, el de Brasil (capítulo VIII), ni con el capitalismo social-
demócrata noruego, en el que la gestión de la renta petrolera, a través
de un fondo soberano que invierte en todo el mundo, no modifica
el compromiso fundador de esta sociedad.

Los regímenes rentistas y la dinámica de la economía mundial

La distribución internacional de los excedentes y déficits de la


balanza de pagos corrientes o incluso la de las reservas de divisas

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Figura
Figura 36.
36. La heteronomía
Laheteronomía de los los regímenes
deregímenes rentistasrentistas

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Superávit Importación
de cuenta de bienes de
corriente consumo y
producción
Poca
Tipo de
Entrada competitividad
cambio
de divisas del sector
sobrevaluado

Activo Creación
Inflación
del Banco monetaria
Central

Menor

311
Contribución
tributación Fragilidad
al presupuesto
Países Demanda Exportación interna financiera
público
industriales de recursos (petróleo, gas, del Estado
naturales cuero)
Economía de Conflictos Democracia
la captación políticos problemática
Clientelismo

Poco empleo
directo
La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Régimen rentista
Fuente: transcripción gráfica de los análisis de Hausmann y Marquez [1986].
Fuente: Transcripción gráfica de los análisis de Hausmann y Marquez [1986].

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Robert Boyer

muestra que los regímenes rentistas son partes interesadas en el equi-


librio, la dinámica de la economía mundial. Precisamente, la hetero-
nomía de su modo de regulación, en interacción con la dinámica de
los capitalismos industriales y financieros, da forma a la evolución de
los términos de intercambio y el crecimiento mundial.
Siguiendo a Nicholas Kaldor [1963, 1967], la dinámica de la
economía mundial puede analizarse como resultado de la interac-
ción de dos lógicas diferentes [Boyer, 2011c]:
— Por un lado, en los capitalismos industriales, la evolución de la
producción manufacturera que moviliza los rendimientos de escala
crecientes puede encontrar dos límites: una insuficiencia de la
demanda o una escasez de mano de obra y de recursos naturales. El
primer factor es crucial en el paso de la expansión a la recesión. El
segundo freno al crecimiento, teniendo en cuenta las considerables
reservas de mano de obra a escala mundial, es la limitación de los
recursos naturales que no tienen ninguna razón para crecer al ritmo
de la producción manufacturera.
— Por otro lado, el sector rentista, el de los recursos naturales, se
caracteriza por una productividad decreciendo cuando, a corto plazo,
crece la demanda. El retraso que separa un crecimiento de la demanda
y la posibilidad de satisfacerla es habitualmente mucho más prolon-
gado en ese sector que para la producción manufacturera. Por esto,
una fase de expansión mundial termina por enfrentar un aumento
del precio de los recursos naturales que penaliza la tasa de rentabili-
dad y, por consiguiente, la inversión y la extensión de las capacidades
de producción. A contrario, la suba del precio de los recursos naturales
rentabiliza nuevos yacimiento y/o genera innovaciones tecnológicas
susceptibles de hacer bajar los costos de extracción. Después de un
rezago a menudo considerable, la sobrecapacidad en el sector de los
recursos naturales hace bajar el precio y puede entonces comenzar
un nuevo ciclo.
En la actualidad, hay que agregar una tercera lógica que tiene su
propia temporalidad, la del capitalismo financiero. Por un lado, cambia la
forma del ciclo industrial por una elasticidad muy grande de la oferta
de crédito. Por el otro, el capitalismo financiero encuentra en las fases
de escasez de ciertos recursos no renovables nuevos instrumentos de

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

especulación. Se puede proponer la hipótesis de que la inversión del


deterioro de largo plazo de los términos de intercambio a partir de
la década de 2000 es el resultado, por su parte, de esta novedad, en
relación con la rapidez de la industrialización de los países que, como
China, deben importar la mayoría de las materias primas necesarias
para la industria manufacturera.
El hecho de que la economía del mundo no sea más bipolar sino
tripolar tiene importantes consecuencias para su dinámica. En efecto,
la configuración contemporánea evoca el problema de los tres cuer-
pos como lo formalizó Henri Poincaré [1923] en su obra sobre la
mecánica celeste. Los sistemas dinámicos correspondientes presentan
una gran variedad de evoluciones, incluidas algunas caóticas, aunque
las ecuaciones de la gravedad parecieran tener buenas propiedades
para producir una evolución regular. Por supuesto, las relaciones que
describen las interacciones entre estos tres regímenes son muy dife-
rentes de las de la física, pero conceptualmente esta referencia alerta
sobre la novedad que representa una economía multipolar que puede
estar tanto estabilizada como fragilizada y ser fuente de crisis, enten-
didas aquí como el sentido de cruce de una bifurcación hacia el caos
[Thom, 1972, 1983].

La mundialización: un concepto demasiado global

Todos los cambios que se señalaron precedentemente no fueron


ignorados por los investigadores, economistas, teóricos de la gestión,
geógrafos, politólogos e historiadores. Una enorme literatura que
se propone pasar brevemente en revista se reagrupa bajo la palabra
fetiche globalization en inglés, mondialisation en francés.

Un proceso multiforme y complejo

Retrospectivamente, podría ser que los treinta años gloriosos


hayan marcado el apogeo del Estado-nación. En efecto, un sistema
internacional permisivo y estable había permitido la recomposición

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Robert Boyer

de las estructuras productivas sobre una base nacional. La dinámica


regional parecía en sí misma no ser más que la proyección espacial de
las formas institucionales nacionales, en la medida en que una canti-
dad de especificidades heredadas del pasado había sido erosionada
por la modernización fordista.
En la década de 1980, se había impuesto una caracterización
de las transformaciones producidas: el vaciado de las capacidades
de intervención del Estado-nación era la consecuencia de un
doble movimiento de internacionalización bajo el impulso de las
multinacionales y de descentralización en busca de bases regionales o
locales de la competitividad. Pero esta descripción ya no es suficiente
porque la mundialización tomó incluso otras formas. Si uno se ubica
en medio de la década de 2010, la novedad se debe a la coexistencia
de un conjunto de cinco niveles de regulaciones entremezcladas
[Boyer, 2000d].
Silicon Valley, Bangalore y los Länder alemanas, Catalunia, Escocia
y la región flamenca son regiones que supieron desarrollar nuevos
procesos de innovación y de producción o de captación de rentas
que les permitieron insertarse con éxito en la economía mundial.
Estos territorios reivindican así una mayor autonomía respecto del
Estado central. Los responsables políticos de estas regiones deseaban,
por ejemplo, conservar una parte mayor de los beneficios que su
internacionalización procuraba a la sociedad nacional. La generalidad
de este movimiento provocó la noción de «nuevo egoísmo territo-
rial» [Davezies, 2015]. En este aspecto, la pertenencia a una misma
zona de integración económica, la Unión Europea, podría abrir la
perspectiva de una Europa de regiones que suplanta a la de naciones.
Una segunda modalidad de la mundialización consiste en la multi-
plicación de acuerdos sectoriales transnacionales. En el pasado, concer-
nían al petróleo, la agricultura, los transportes aéreos; en la década
de 2010, cubren también el medio ambiente (la convención sobre
la biodiversidad, capítulo VI), las normas de calidad de los procesos
de producción industrial, las normas contables y los embriones de
estandarización del comercio electrónico, para no nombrar de nuevo
las concepciones de la política monetaria en el seno de la comunidad
de banqueros centrales.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

La literatura reconoce plenamente el papel de las multinacionales


como actores clave de la mundialización. En un sentido, internalizan
en su seno los procesos productivos a través de las fronteras naciona-
les. En un primer momento, este movimiento permitió erosionar el
poder de los oligopolios nacionales, pero por la importancia de los
rendimientos de escala y de organizaciones vinculadas a la posibili-
dad de vender el mismo producto en el mundo entero, estas multi-
nacionales se convirtieron en cuasi monopolios mundiales (Google,
Facebook, Microsoft) que los gobiernos se esfuerzan por controlar
debido a su puesta en competencia y la persistencia de paraísos fisca-
les cuyo rol las teorías económicas tienen la tendencia de subestimar
[Chavagneux y Palan, 2012]. Este fenómeno vale para los bancos
de inversión cuya presencia mundial y reactividad contribuyeron
de hecho a disciplinar a los Estados-nación y que permitieron su
endeudamiento [Chavagneux y Filipponnat, 2014].
Bajo la presión de estas tres series de actores (los poderes políticos
locales, los intereses sectoriales que se proyectan a nivel mundial y las
multinacionales), la mayoría de los Estados-nación —pero no todos
como lo muestra China (capítulo VIII)— vieron restringirse su zona
de soberanía. Una estrategia, entonces, consistió en delegar algunas
de sus prerrogativas soberanas a un nivel multinacional, por ejemplo,
europeo, para recuperar un poder de negociación frente a aquellos
que se expresan a la escala mundial.
La negociación de tratados de libre comercio es la quinta moda-
lidad de la internacionalización, la más tradicional. Se ha visto la
multiplicación de los tratados bilaterales de apertura recíproca de los
mercados, mientras que los esfuerzos de la Organización Mundial
del Comercio (OMC) para construir un nuevo régimen multilateral
extendido no encontraron el éxito debido a la heterogeneidad de
los intereses entre países desarrollados y en vías de desarrollo. En
este sentido, no se puede hablar un régimen global que responda
al comercio internacional. Se encuentra el mismo bloqueo que
concierne al surgimiento de los bienes comunes mundiales.

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Robert Boyer

Entre lo nacional y lo mundial: la integración europea

En el pasado, se pudieron observar tentativas de construcción de


uniones aduanera y/o monetarias, pero fueron pocas las que marcaron
una época. ¿Sería una respuesta al dilema que encuentran los Estados-
nación frente a la internacionalización a falta del equivalente de un
gobierno mundial o aproximadamente de un sistema internacional
equivalente al de Bretton Woods?

Trabajar con múltiples disciplinas y herramientas de las ciencias sociales

En la literatura que apuntaba a aclarar la creación del euro, los


análisis económicos tuvieron un papel determinante: ¿cuáles eran las
ventajas y los inconvenientes de fijar tipos de cambio irrevocables
para la conducción de las políticas económicas en Europa? La
condiciones de una zona monetaria óptima —preponderancia de
shocks simétricos, flexibilidad de los precios y movilidad del capital
y del trabajo— ¿estaban satisfechas? Como este no era el caso, la
nueva macroeconomía clásica afirmó que la irrevocabilidad del paso
a la moneda única polarizaría las expectativas de todos los actores,
privados y públicos, con el fin de emprender las reformas que
transformaran el viejo continente en una zona monetaria óptima.
La legitimidad del euro debía ser el resultado de una eficien-
cia económica más grande que el dominio de la coyuntura. Para
las teorías institucionalistas de la moneda, esta creencia era errónea
porque toda moneda debe apoyarse en un orden y un poder polí-
ticos, lo que se manifiesta de un modo evidente durante las crisis
monetarias [Aglietta y Orléan, 2002; Théret, 1996b]. Significaba
también olvidar que la legitimidad política de la construcción euro-
pea era una condición de su viabilidad a largo plazo. Es notable a este
respecto que se haya discutido tan poco la cuestión del euro a partir
de un análisis político de las diferentes formas de federalismo, el que
fue precisamente el enfoque de las investigaciones inspiradas por la
teoría de la regulación [Théret, 2008; Boismenu y Petit, 2008].

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

En consecuencia, en la medida de la extensión de las compe-


tencias delegadas a Europa, los análisis habrían debido completar el
enfoque económico mediante otro que privilegiara la cuestión del
poder y de la naturaleza de la gobernanza, que supuestamente iban a
reemplazar la yuxtaposición de los gobiernos de los países miembros
(figura 37).

La construcción europea: el cruce entre lo político y lo económico

Poner en perspectiva histórica muestra que, desde el origen, la


construcción europea fue un proyecto político: evitar la repetición
de las dos guerras mundiales que dejaron en ruinas el viejo conti-
nente organizando la competencia económica entre países, primero
en el dominio limitado del carbón y del acero, luego para una serie
creciente de productos industriales y agrícolas. La política definía la
finalidad y la economía se movilizaba como medio para alcanzarla.

Figura 37. Del análisis económico a la ciencia política


Figura 37. Del análisis económico a la ciencia política
ZONA UNIÓN MERCADO MERCADO UNIÓN UNA
DE LIBRE ADUANERA COMÚN ÚNICO ECONÓ- FORMA DE
COMERCIO MICA FEDERA-
LISMO
COMERCIO
.!"%(
'%(
*$
.' (,)' %'(
%#*$(

.%+ " "


& )"-")'!%
.%"2) "
%#&)$ 
  

NACIONALES




COMERCIO
. #&*()%(
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.'1 )%(

  

FEDERALES
.%$%#3$
.'(*&*()%'"
.&'($) %$(
&%"2) (

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Robert Boyer

Luego hay un largo período de mercado hacia la construcción


del mercado único, periódicamente perturbada por la recurrencia de
crisis cambiarias marcadas por la reevaluación del marco alemán y la
devaluación del franco y la lira. Es de este época que data un enfoque
funcionalista de los avances de la europeización. Para preservar el gran
mercado europeo, era importante estabilizar el tipo de cambio. Si, por
la liberalización de flujos de capitales internacionales, esto se revela
como cada vez más difícil, ¿por qué no fijar, de un modo irrevocable,
las paridades y crear una moneda, no común como lo proponían los
expertos ingleses, sino única, que resulte de un compromiso esencial-
mente político entre los gobiernos francés y alemán?
Teniendo en cuenta el dominio de las concepciones monetaristas
de la política, el banco central europeo (BCE) recibe el mandato de
estabilizar la inflación; se le prohíbe refinanciar las deudas públicas
nacionales. Para volver creíble este conjunto, el Pacto de estabilidad
y de crecimiento fija un límite a los déficits públicos y a la relación
del total de las deudas públicas con el PIB. Los mercados financieros
interpretan este nuevo sistema como una autorización a la redistribu-
ción de sus ubicaciones a escala europea, ya que el riesgo cambiario
desapareció y las políticas presupuestas están bajo control. Esto era
olvidar que la estabilidad monetaria no garantiza la estabilidad finan-
ciera: al contrario, las bajas tasas de interés aceptadas para las deudas
públicas de España y Grecia, provocan burbujas inmobiliarias y/o un
crecimiento por el crédito a los consumidores y a los gobiernos.
Con la crisis de las deudas soberanas en 2010, los responsables
europeos descubren que es necesario construir los instrumentos que
permitan tratar una crisis de las deudas públicas, pero también del
crédito bancario, en la medida en que los bancos comerciales son
los principales compradores de bonos del tesoro de su país. Pero la
Unión Bancaria, cuyo principio es adoptado, involucra las finanzas
públicas, lo que plantea la cuestión de la solidaridad entre países euro-
peos, cuestión política que había sido cuidadosamente apartada de las
discusiones preliminares al lanzamiento del euro. Este cruce entre
la economía y la política está en el centro de la integración euro-
pea, pero alcanza un punto crítico en la década de 2010: el método

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

funcionalista que contribuyó al éxito de las etapa anteriores de la


integración llega a sus límites, porque no es suficiente para fundar
un compromiso político global en el cual una Europa de reglas de
buena gestión tuviera como complemento una solidaridad a través de
una Europa de transferencias entre los países miembros [Boyer, 2013b,
2013c]. Ahora bien, esta terminología fue creada precisamente por
los gobiernos de los países que intentan bloquear la mutualización de
los riesgos y los beneficios de la integración.

Las representaciones que implican un diagnóstico erróneo

¿Cómo explicar la gravedad y la duración de la crisis de las


deudas soberanas? De nuevo hay que hacer intervenir el papel de
las representaciones, eruditas o no, a la luz de las cuales se lanzó el
euro. Con el abandono de la macroeconomía keynesiana, la nueva
macroeconomía clásica se impuso como referencia, tanto en el
mundo académico como para los bancos centrales. Sin embargo, sus
hipótesis fundadoras se revelan incapaces de comprender las conse-
cuencias del euro en la medida que vehiculizan la visión de una
economía de mercado autoequilibrada (tabla 20).
En primer lugar, es sorprendente que la moneda sea considerada
exógena, es decir, creada por cada banco central sin que intervenga
ningún banco comercial, mientras que en los sistemas financieros
modernos están en el origen del crédito, de las necesidades de
refinanciamiento y finalmente de la intervención del banco central.
Esta referencia teórica, que data de una concepción monetarista
considerada obsoleta desde la década de 1980, ocultó las burbujas
especulativas vinculadas con el alza del crédito privado, facilitada por
las bajas tasas de interés nominal.
En segundo lugar, en la nueva síntesis entre neoclásicos y neokey-
nesianos, el pleno empleo debería prevalecer, porque el desempleo
observado solo puede ser voluntario. Esta interpretación es insoste-
nible, ya que una recesión, y a veces incluso una depresión —,por
ejemplo, en Grecia—, se traduce por una subutilización marcada

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Robert Boyer

Tabla 20. Las consecuencias de la nueva macroeconomía


clásica en la viabilidad del euro

Hipótesis Mecanismos Consecuencias Grado de realismo


implicados para el euro

Una moneda Monetarismo a la La estabilidad de los En los sistemas


exógena creada antigua. precios es el obje- financieros moder-
por el único Banco Neutralidad de la tivo principal del nos, la moneda es
Central. moneda a largo Banco Central. endógena, resultado
plazo. del crédito bancario.

Un equilibrio de Completa flexibili- No hay arbitraje Importante y perma-


pleno empleo. dad del salario y del inflación/desem- nente desempleo
empleo. pleo. involuntario en la
El desempleo es UE.
voluntario.

Los shocks simétricos Una política mone- La zona euro puede Una misma política
pesan más que los taria común asegura ser viable incluso monetaria implica
shocks asimétricos lo esencial de los si no es una zona evoluciones
propios de cada país. ajustes macroeconó- monetaria óptima. divergentes por la
micos. heterogeneidad de
las regulaciones
nacionales.

Expectativas raciona- Una nueva regla de La irreversibilidad Empresas y bancos se


les para todos: política económica, del euro es crucial adaptan…
– empresas y el cambio de para su credibilidad. pero no todos los
– hogares estrategias de los gobiernos que son
– gobiernos. actores privados y clientelistas.
públicos.

El mismo tamaño Existencia de meca- El euro va a acelerar El mercado único


para todos. nismos genéricos la convergencia induce una profun-
comunes a todos los nominal e incluso dización de la
países. real. división del trabajo,
por lo tanto, una
heterogeneidad
creciente.

de los equipamientos y un desempleo típicamente involuntario. De


esto surge, entonces, la recomendación de activar la desregulación del
mercado de trabajo. Esta representación tiene la particularidad de insis-
tir en la naturaleza de los shocks que afectan las economías candidatas
a una unión monetario: si son simétricos, la política monetaria podrá
responder a ellos, si son propios de un país esté deberá enfrentarlos con

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

su política presupuestaria. Es olvidar el carácter endógeno del ciclo de


crédito y el hecho de que, en el pasado, las políticas monetarias y de
cambio nacional aseguraban la compatibilidad de modos de regulación
diferentes. A contrario, una política monetaria única va a revelar la hete-
rogeneidad de los modos de regulación.
Otras dos hipótesis siguen interfiriendo con el análisis de las
consecuencias del euro. Por un lado, se supone que todos los agentes
son capaces de formarse, hasta cierto punto, una imagen exacta de
las consecuencias a largo plazo del euro. Esta hipótesis de las expec-
tativas racionales, atribuida generosamente a las empresas, a los asala-
riados, a los consumidores y a los gobiernos es un poco irónica.
Si los mejores expertos en cuestiones monetarias se equivocaron
casi todos respecto de la viabilidad del euro, ¿cómo habrían podido
los individuos formular expectativas más exactas? Por otra parte, se
supone que todos los países miembros de la unión monetaria tienen
el mismo tipo de regulación, al menos en los efectos de tamaño. Si,
en cambio, las capacidades productivas, la calidad del sistema público
y la inserción internacional de Grecia difieren totalmente de las de
Alemania, entonces, la moneda única va a exacerbar las divergencias
macroeconómicas. Esto es efectivamente lo que se observó, lo que
no es una sorpresa en absoluto [Boyer, 2015a].
Las ideas y las representaciones compartidas por los decisores
políticos y los expertos no son los únicos orígenes de la crisis del
euro, pero ellas impiden detectar las señales precursoras de las crisis y
contribuyen a retrasar un diagnóstico realista de los desafíos del euro.

El ajuste de las políticas económicas nacionales se vuelve problemático

Una metodología mucho más elemental permitía detectar, desde


el origen, que la nueva distribución de competencias de política
económica exigía una reconsideración de las políticas nacionales y
de nuevas herramientas. En efecto, un gobierno debe disponer de
instrumentos y objetos diferentes de la política económica [Tinber-
gen, 1952, 1991]. Esta condición estaba satisfecha en la época de oro
de posguerra.

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Robert Boyer

De un modo muy general, la política monetaria tenía la tarea de


luchar con la inflación, la política presupuestaria de mantener el pleno
empleo, la política cambiaria de garantizar la política exterior, final-
mente correspondía a la política industrial y de innovación promover
el crecimiento a largo plazo [Boyer, 2013b]. Cuando los gobiernos
europeos intentan reaccionar a la inestabilidad del tipo de cambio
entre las monedas nacionales, la posibilidad de un ajuste preciso de
la coyuntura se vuelve más difícil porque, habida cuenta de la movi-
lidad de los capitales, no se puede controlar más el tipo de cambio
y conservar la autonomía de la política monetaria. Por lo tanto, las
condiciones de adhesión al euro implicaron un control de los déficits
y los endeudamientos públicos. La convergencia de las evoluciones
nominales con algunas excepciones, como Grecia— dio la impresión
de que sería fácil mantenerlas una vez creada la moneda única.
De hecho, a partir del tratado de Maastricht, los diversos trata-
dos europeos han removido tres instrumentos claves de las políti-
cas económicas nacionales. La política monetaria es la misma para
todos, sea cual sea su coyuntura, el tipo de cambio del euro se fija
en los mercados y el BCE tiene prohibido refinanciar directamente
los gobiernos. Estos tres abandonos de soberanía suponían que los
Estados miembro de la zona euro podían desarrollar instrumentos
alternativos: una política de ingresos debería impedir la deriva de
los costos de producción, el refuerzo de las políticas de innovación
permitir el crecimiento y el recurso al financiamiento de la deuda
público en los mercados internacionales debería ser prudente. En
efecto, estos últimos son optimistas en los períodos de boom a riesgo
de provocar burbujas especulativas y bloquean el crédito cuando la
coyuntura cambia.
Ahora bien, estaba claro que los diferentes países miembros eran
muy desigualmente capaces de llevar adelante estas políticas, de ahí
los mayores riesgos de divergencias macroeconómicas. Se podía así
anticipar, desde el origen, la crisis del ajuste coyuntural de Europa
[Crouch, 2000; Boyer, 2000c] y el fracaso de su gobernanza econó-
mica [Boyer, 1999a].

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Una innovación institucional cuya radicalidad fue subestimada

Para la teoría de la regulación, el desafío, planteado a los gobier-


nos, no se limita a la búsqueda de una nueva política económica. En
efecto, es la coherencia de los modos de regulación emergentes lo
que causa problemas. Mientras que, en el pasado, la coherencia de las
cinco formas institucionales se expresaban a nivel nacional, la inter-
nacionalización no solo reconfigura la mayoría de estas, sino también
la distribución de las competencias lleva a una imbricación de tres
niveles de regulación: el nacional, el europeo y el mundial (tabla 21):
— la relación salarial sigue gestionándose a nivel nacional porque el
proceso de comparación (benchmarking) introducido por la estrategia
de Lisboa [Rodrigues, 2002; 2004] es poco restrictivo. Pero las fuer-
zas de la competencia le trasladan lo esencial de los ajustes coyun-
turales y estructurales a través del empleo, el salario y la cobertura
social (figuras 33 y 34);
— el régimen de competencia tiende a establecerse al nivel de la
Unión Europea y limita tanto las fusiones-adquisiciones como la
posibilidad de subsidios públicos;
— el régimen monetario es exclusivamente europeo, lo que hace
del BCE el embrión de una Europa federal, incluso si este término
nunca es empleado por los políticos, que suelen presentarse como los
defensores de la soberanía nacional frente a sus electores;
— la inserción internacional sigue determinada por las especiali-
zaciones nacionales, pero también está condicionada por amplios
movimientos del tipo de cambio del euro en relación con el dólar
que escapan a los responsables políticos tanto europeos como nacio-
nales. Pero si los movimientos de capitales y mercancías están regidos
por reglas europeas, la gestión de los flujos migratorios sigue siendo
una competencia esencialmente nacional;
— las relaciones Estado-economía evolucionan bajo la restricción
ejercida por las otras formas institucionales. La imposición se aligera
para los factores más móviles (capital, calificaciones muy altas), pero
se agrava para los otros (trabajo, inmuebles, impuesto al valor agre-
gado…).

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Robert Boyer

Por esta complejidad, la coherencia de los modos de regulación


asociados al euro se vuelve problemática, no solo en materia de acti-
vidad económica, sino incluso de inteligibilidad, porque los paradig-
mas de las diversas disciplinas de las ciencias sociales presenta algunas
dificultades para superar su pecado original, es decir, haber sido forja-
das por el Estado-nación. Son pocos los analistas que anticiparon el
carácter innovador y radical del lanzamiento del euro [Dehove, 1997;
Théret, 1996b], sin caer en la visión catastrófica que desarrollaron
algunos economistas norteamericanos. No se equivocaban al subrayar
que no hay monedas viables sin Estados soberanos, pero se equivoca-
ban respecto de la secuencia de acontecimientos que anticipaban una
desaparición rápida del euro [Krugman, 2000, 2011a, 2011b].

Hacer coexistir modos de regulación contrastantes con el euro: ¿misión imposible?

La paradoja que pretende resolver el euro es la siguiente: ¿cómo


decidir una política monetaria común que sea compatible con la
coexistencia de formas contrastantes de capitalismos, es decir, de
modos de regulación?
A priori, hay pocas posibilidades de que la tasa de interés fijada por
el BCE corresponda a esta diversidad: será demasiado alta para los
países virtuosos que tengan necesidad de estimular su crecimiento,
pero parecerá demasiado baja para aquellos más inflacionarios, en
expansión rápida. Hay, luego, una segunda fuente de distorsión:
según los procedimientos de decisión en el seno del BCE, la decisión
final puede alejarse de lo que implicaría la mejor política desde el
punto de vista de la zona euro, considerada en su conjunto [Stécle-
bout, 2004]. Es lo que confirman las simulaciones calculadas en los
primeros años del euro. Ciertamente, los países para los cuales la
política común coincide con lo que habrían decidido si hubieran
mantenido su autonomía monetaria cambian de un período a otro,
pero la mayoría del tiempo está desajustada. Esto no deja de provocar
recriminaciones en el seno de cada economía. El cúmulo de estas
políticas es, entonces, susceptible de agravar la heterogeneidad de las
evoluciones nacionales, ya presente desde la adhesión al euro.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Una acentuación de la divergencia de las trayectorias macroeconómicas

Los años 2010-2014 invalidan la hipótesis que estaba implícita


en el lanzamiento del euro: el control de la inflación y la estabilidad
monetaria debían favorecer una progresiva convergencia en materia
de productividad, nivel de vida y desempeño macroeconómico. Ahora
bien, es una evolución inversa que la que se observa para la mayo-
ría de los indicadores [Artus, 2014]. El más espectacular es, sin duda,
el del desempleo: desde la eclosión de la crisis europea en 2010, el
desempleo se redujo notablemente en Alemania, mientras que explotó
en el resto de Europa. Este resultado es, en parte, la consecuencia de
un crecimiento más rápido de Alemania desde 2010. Esta recupera-
ción del crecimiento facilita un regreso al equilibrio presupuestario,
mientras que, en el resto de Europa, el reequilibrio solo es parcial y se
obtiene mediante severas medidas de restricción del gasto público y de
la cobertura social. Finalmente, la evolución de la balanza comercial es
espectacular: así, a fines de la década de 1990, Alemania sufría todavía
las consecuencias desfavorables de la reunificación, pero el lanzamiento
del euro coincide con un restablecimiento de excedentes comerciales
considerables que representan en Alemania casi el 7 % del PIB a partir
de 2010. En contraste, el resto de Europa acumula hasta 2008 déficits
comerciales que no son sostenibles, ya que se alejan los capitales de los
países que están amenazados por el default de su deuda soberana.

¿Una línea de fractura entre el Norte y el Sur de Europa?

Esta oposición entre dos grupos de países no concierne solo a


los desempeños macroeconómicos, porque derivan también de un
conflicto de representación de lo que debería ser la Unión Europea.
En este sentido, se oponen dos grupos de países: el primero se reúne
en torno de Alemania; el segundo comprende la mayoría de los países
de Europa del Sur; Francia ocupa un lugar intermedio entre los dos
(figura 38). Las líneas de fractura son múltiples.
A la concepción de un orden jurídico en el que el respeto estricto
condiciona la viabilidad de una sociedad se opone un enfoque mucho

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Tabla 21. El euro marca un cambio de época cuya importancia fue subestimada

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por los políticos

Período La «edad de oro» Las décadas dolorosas El tiempo de las La década de todos los
Nivel 1945-1971 1972-1999 ilusiones: el euro peligros 2010-…
de las formas 2000-2009
institucionales

1. Régimen monetario Nacional. La búsqueda de la estabi- Institución del euro, Revisión de la doctrina
lidad del tipo de cambio. moneda única y no del BCE.
común.

Una pérdida progresiva Misma tasa de interés Principio de estabilidad


de autonomía de la polí- monetaria y tipo de financiera y unión banca-
tica monetaria. cambio. ria como complemento

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del euro.
Robert Boyer

2. Relación salarial Nacional. Transformaciones como Sigue siendo una En régimen de cambio
reacción a la competen- prerrogativa nacional, fijo en el seno de la UE,
cia internacional. pero política europea de la austeridad salarial y las
comparación y difusión reformas de las institu-
de mejores prácticas. ciones del trabajo y de
la cobertura social son
necesarias para recuperar
la competitividad.

3. Formas de compe- Esencialmente nacionales. Impacto creciente de Eliminación de subven- La sobrecapacidad


tencia la política europea que ciones públicas en manufacturera mundial
favorece la competencia. materia de industria e repercute en la formación
investigación. de los precios de Europa.

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Período La «edad de oro» Las décadas dolorosas El tiempo de las La década de todos los
Nivel 1945-1971 1972-1999 ilusiones: el euro peligros 2010-…
de las formas 2000-2009
institucionales

4. Inserción internacional Poca apertura interna- Desarrollo continuo de Estabilización de la parte Mantenimiento/recons-
cional. intercambios internacio- del comercio intraeu- titución de un superávit
nales en relación con la ropeo en el comercio comercial a nivel de la
producción. exterior. UE.

Y régimen cambiario El tipo de cambio es una Los flujos financieros, Tendencia a la aprecia- Dolorosas «devaluaciones
variable política. principales determinan- ción euro/dólar, pero internas» por austeridad

327
tes del tipo de cambio. evolución de la competi- salarial, golpe presupues-
tividad por la divergencia tario y reducción de la
de las tasas de inflación. generosidad de la cober-
tura social.

5. Relaciones Estado/ Fuerte crecimiento de la Déficits recurrentes del Divergencia de los Crisis de deudas soberanas,
economía cobertura social. presupuesto público y de déficits públicos entre muy desiguales según los
la cobertura social. Europa del Norte y del países.
Sur.

Un sistema fiscal redistri- Reducción de la progre- Erosión de la base fiscal Carácter regresivo de las
butivo. sividad de los impuestos. debido a la movilidad del politicas de austeridad.
capital.
La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

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Robert Boyer

más pragmático del derecho como «intermedio entre fuerzas», es


decir el punto de partida de una negociación, sin que sea necesario el
respeto a la letra de un contrato. Si, en Europa del Norte, el capitalismo
fue domesticado por la negociación de las partes interesadas, en otros
lugares es un objeto de polémica recurrente. Una concepción muy
particular del papel del Estado, sea como garante de un orden jurídico
estable, sea como agente del proyecto social-demócrata, prevalece en
el Norte, mientras que en el Sur un Estado mucho más cuestionado
e intervencionista no es insensible al clientelismo.
Estas diferencias institucionales repercuten en la mayor o menor
facilidad para responder al cambio del medio ambiente y llevar a
cabo reformas. En un caso, las reformas toman tiempo porque deben
ser negociadas con todas las partes implicadas, en el otro, reactualizan
conflictos sociales profundos heredados de la historia.
Las especializaciones económicas parecen más complementarias que
similares. Por un lado, una larga maduración del capitalismo industrial
permitió desarrollar industrias que movilizan mejor las competencias
de los asalariados y su capacidad para innovar; por el otro, una
industrialización más tardía y trabada condujo a una hipertrofia de los
sectores protegidos de la competencia internacional. Las actitudes de
los ciudadanos respecto de la mundialización son muy diferentes en un
lado y en otro: es considerada como necesaria y benéfica, o como fuente
de cuestionamiento de los compromisos fundadores de la sociedad.
Cuando los gobiernos se reúnen en las cumbres europeas e inten-
tan encontrar soluciones a las crisis sucesivas de la integración euro-
pea, es difícil conciliar dos visiones muy diferentes de esta integración.
La crisis de las deudas soberanas iniciada en 2010 pone de manifiesto
esta oposición entre dos visiones y estrategias. Por esto, el futuro del
euro está en gran medida abierto, lo que provocó la elaboración de
diversos escenarios [Mazier et al., 2013; Boyer, 2014] y una serie de
propuestas de reformas [Aglietta y Brand, 2013; Théret, 2008].

¿Qué regímenes internacionales?

¿La crisis actual de la Unión europea marca el fin de las esperanzas


puestas en la integración regional como alternativa a una gobernanza

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Figura 38. Un conflicto de intereses y de representaciones vuelve problemática una

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renegociación de los tratados
Figura 38. Un conflicto de intereses y de representaciones vuelve problemática una renegociación
de los tratados
Europa del Norte Europa del Sur
1. SISTEMA JURÍDICO Una aplicación estricta de Un punto de partida en
las reglas una negociación
2. TIPO DE Capitalismo negociado Conflictos recurrentes,
CAPITALISMO impugnación del
capitalismo
3. ORGANIZACIÓN Ordoliberalismo/ Estado débil, inclinado al
POLÍTICA Social-democracia clientelismo

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4. CAPACIDAD PARA Toma tiempo pero Interpretaciones diferentes Problemática por profundos
REFORMAR relativamente fácil de la Unión Europea conflictos sociales
y del Euro
5. ESPECIALIZACIÓN Alto valor agregado gracias Sectores de baja
ECONÓMICA a la innovación, industria calificación y poco valor
agregado, los servicios
6. GRADO DE INTERNA- Importante, aceptada, Difícil integración en la
CIONALIZACIÓN buscada economía mundial
7. CONCEPCIÓN Una integración Un medio de acceso
DE EUROPA económica fundada en el a la democracia y a la
respeto de las reglas Numerosas modernidad
fuentes de
crisis
La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

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Figura 38.indd 1 30/08/16 22:23
Robert Boyer

mundial debilitada? ¿Hay fundamentos para considerar que, a


largo plazo, la inserción internacional promueve en todas partes
modos de desarrollo eficaces? ¿La teoría de la regulación tiene una
caracterización específica de la mundialización contemporánea?

La diversidad de los procesos de regionalización

El éxito de la integración europea hasta la década de 2000, es


decir, antes del lanzamiento del euro, se puede interpretar como el
resultado de la conjunción de condiciones permisivas.

Las lecciones extraídas de la experiencia europea. — Es


importante, en primer lugar, que los socios compartan un objetivo
más o menos idéntico, que las economías no sean de un tamaño
demasiado desigual, que la ambición del proyecto final se despliegue
en unos primeros pasos prudentes. Más allá de un cierto grado de
integración, una entidad supranacional debe defender el proyecto
común; compensar a los perdedores de la integración puede revelarse
como algo útil para desactivar los bloqueos sociales a la recompo-
sición de los sistemas productivos. Tanto en Estados Unidos como
en Europa, la implementación del principio de competencia en el
mercado integrado necesitó la constitución de otros bienes colecti-
vos, por ejemplo, la unificación monetaria [Boyer y Dehove, 2006].
Finalmente, es esencial que una jurisdicción supranacional regule los
conflictos asociados a la integración, a cargo de la interpretación de
los tratados y la creación de una jurisprudencia común.
Si se evalúan los diversos procesos de integración regional con la
vara de estos criterios, las otras zonas geográficas adoptaron un enfo-
que mucho más pragmático. El retraso de institucionalización que se
derivó de esto fue interpretado durante mucho tiempo como una
debilidad, pero las dificultades que la Unión Europea enfrenta desde
2010 para superar su crisis restablecieron un juicio más equilibrado de
las fortalezas y debilidades de cada tentativa de integración regional.
En este sentido, la densificación de las relaciones económicas
entre los países asiáticos desde la década de 1990 constituye un

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

contraejemplo. Mientras que, en el caso europeo, los acuerdos insti-


tucionales supranacionales precedieron a la puesta en marcha de la
economía, en Asia, teniendo en cuenta la desconfianza que generan
los gobiernos que tienen en su memoria el conflicto abierto durante
la Segunda Guerra Mundial, estos avances políticos no eran conce-
bibles. En consecuencia, son las multinacionales, originariamente
japonesas, las que iniciaron el movimiento de deslocalización de la
producción. El resultado es una densificación de los intercambios
tanto entre sucursales internas como entre sucursales de distintos
países asiáticos [Wang et al., 2011]. Con el prolongado estanca-
miento japonés y el crecimiento de la industria china, la división
del trabajo evoluciona pronto hacia la iniciativa de la estrategia de
relocalización de las multinacionales [Yan, 2011]. Si China logra
redirigir su producción en dirección de la demanda doméstica, la
dependencia global de la zona asiática en relación con el resto del
mundo se encontrará reducida.

Las lecciones de la integración asiática: conservar la flexibi-


lidad del tipo de cambio. — La integración económica de hecho
que se intenta en Asia aporta muchas lecciones. Sugiere, en primer
lugar, que la profundización de la división del trabajo precedió las
necesidades de coordinación, por ejemplo, en materia de política
monetaria y de tipo de cambio. Otra lección concierne al vínculo
entre integración económica y régimen de cambio. A fines de la
década de 1990, las autoridades europeas se convencieron de que la
mejor respuesta a la inestabilidad provocada por la movilidad de los
capitales era la fijación de tipos de cambio irrevocables y la insti-
tución de una moneda única. A la luz de la experiencia, tanto en
Asia como en América del Norte, una política cambiaria flexible no
impidió los procesos de integración económica. A contrario, el viejo
continente, al abandonar su herramienta tradicional para reequilibrar
la competencia nacional, entró en una crisis importante, porque los
instrumentos alternativos —devaluación fiscal, reducción de salarios,
golpes presupuestarios— tuvieron como consecuencia precipitar
una recesión que hace más gravosa la deuda pública [Boyer, 2012b].

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Robert Boyer

¿La mundialización? Interdependencia acrecentada entre cuatro grandes regí-


menes político-económicos

Es esta última caracterización la que propone la teoría de la regu-


lación a mediados de la década de 2010. Se pueden invocar seis argu-
mentos en favor de esta caracterización (figura 39):
El primero se apoya en una generalización de la teoría tradicional
del comercio internacional: la especialización ya no depende solo de
las dotaciones «naturales», sino de ventajas construidas institucionalmente
a lo largo del tiempo [Hall y Soskice, 2002].
La complementariedad de los regímenes macroeconómicos de Estados
Unidos y de China es un segundo factor de cohesión de la econo-
mía mundial. El déficit comercial del primero es, en una parte signi-
ficativa, consecuencia del superávit del segundo. Una fracción de
la moderación del costo de vida en Estados Unidos se explica por
la presión competitiva que ejerce el sector manufacturero chino y
esto viene a compensar el estancamiento del ingreso real para el
asalariado promedio norteamericano. Finalmente y sobre todo, el
exceso de ahorro chino sostuvo, en primer lugar, el sistema finan-
ciero norteamericano antes de convertirse en inversión directa en
el mundo entero. De este modo, la moderación salarial impuesta
por los corporatismos locales que están en competencia atenuó las
tensiones de la sociedad norteamericana gracias a la concesión de
préstamos subprimes a los más desfavorecidos… con la consecuencia
de precipitar la crisis de 2008. De un modo más fundamental, la
internacionalización asegura la viabilidad de los regímenes de acumu-
lación estructuralmente desequilibrados en el espacio doméstico, viabi-
lidad que está ciertamente limitada en el tiempo por el proceso de
endometabolismo. La ruptura del compromiso fordista en Estados
Unidos lanza otro régimen de crecimiento fundado, en primer lugar,
en la exportación, y luego, en los dividendos de la intermediación
financiera mundial operada en beneficio de empresas norteamerica-
nas. Simétricamente, en China, la reducción de la parte salarial en el
ingreso nacional y los superávits considerables de la cuenta corriente
van de la mano (capítulo VIII).

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Figura 39. La internacionalización vuelve complementarios cuatro modos de desarrollo

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y regímenes de desigualdades
Figura 39. La internacionalización vuelve complementarios cuatro modos de desarrollo y regímenes de desigualdades

1 2 3 4

Reducción de la Democracia, mejor Base fiscal más Dinamismo de las


heterogeneidad respuesta a las grande, corrección exportaciones de los
productiva demandas sociales de los errores pasados productos primarios

ESTADOS ASIA
UNIDOS (CHINA)
Desarrollo más
Apertura a la Los directivos inclusivo Pérdida de la Reconocimiento
competencia 1 se oponen a los 1
cobertura social del mercado
internacional asalariados
6 -!%(%!)/* 6!.--*''*
Deslocalización Pérdida de desigual impulsado Trayectorias industrialista y Dinamismo de las Inversiones
de la producción 2 poder de los 2
por las finanzas divergentes desigual exportaciones
masiva asalariados directas
se refuerzan
poco mutuamente
calificados 6!+!) !)% 6-!.%;)

333
Nuevo paradigma Discriminación financiera frente competitiva en el Rápida
al mundo mundo Desigualdades 3
productivo 3 en función de la Puesta en crecientes de tipo modernización
(modularización) capacitación peligro de los Kuznets productiva
capitalismos del
Financiarización Explosión de la bienestar
4 Bloqueo de las 4 Monopolio
remuneración del reivindicaciones del poder y
capital Límites financieros de la cobertura social sociales descentralización

Más Poco Menor Tentación de crecer


competencia crecimiento base fiscal por impulso de las
finanzas

Mercado Retraso en la
“economía del Salida Presiones para la
único conocimiento” de capitales financiarización
1
La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

2 3 4

EUROPA

Figura 39.indd 1 30/08/16 22:29

26/09/16 21:30
Robert Boyer

La apertura a la corriente de la economía mundial consolida los


bloques hegemónicos en el seno de cada sociedad. En Estados Unidos,
tanto los republicanos como los demócratas se aliaron a las empresas
multinacionales, probablemente porque son las más rentables y capa-
ces de influenciar las decisiones de política económica [Boyer, 2014].
La adhesión del China a la OMC consolida el clan de los moderni-
zadores en el seno del partido comunista chino (PCC). Esto permite
sustituir, por una parte, un crecimiento alimentado por el dinamismo
de las exportaciones en el modelo anterior, que se apoyaba en la
inversión de las empresas públicas y la inversión en infraestructuras.
En el viejo continente (Europa), las elites económicas, políticas e
incluso académicas, que ganan con la internacionalización, pueden
presentar como una necesidad la profundización de la integración
europea y los sacrificios que impone a los asalariados [Streeck, 2012].
Las características muy diferentes de los tres modos de desarrollo,
el chino, el norteamericano y el europeo, respectivamente, tienen
una consecuencia inesperada, pero valiosa: una estabilización de la
economía mundial. Cuando las tres zonas están en fase de crecimiento,
tropiezan con el aumento de los precios de los recursos naturales y
se produce la gran crisis del capitalismo financiarizado mientras el
mundo entra en recesión. Sin embargo, el mundo no se hunde en
una depresión equivalente a la de 1929-1932 porque el gobierno
chino reactiva vigorosamente su economía interna para compensar
la contracción de las exportaciones. Incluso, a partir de 2010, los
responsables europeos cometen una falta de política económica que
permanecerá en la historia: generalizan y sincronizan las medidas de
austeridad que agregan un factor suplementario de estancamiento
económico, más allá del proceso de desendeudamiento de los actores
privados. Pero, del otro lado del Atlántico, el pragmatismo del banco
central y la determinación de los gobiernos logran frenar la depre-
sión y reencontrar un sendero de crecimiento, aunque al costo de
toma de riesgo considerable.
Interdependencia significa el mantenimiento y profundización de
la diversidad de los modos de desarrollo y de los regímenes de desigualda-
des (tabla 11, capítulo VI) y la posibilidad de trayectorias atípicas. La

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

interpretación tradicional hace de la mundialización el factor causal


genérico de la explosión de desigualdades en todas partes del mundo.
¿Cómo explicar que uno de los continentes tradicionalmente más
desiguales, América Latina, haya logrado invertir una tendencia casi
secular a partir de la década de 2000 [CEPAL, 2012]? Es así como
hay que interpretar la noción de interdependencia acrecentada entre regí-
menes nacionales. Las regulaciones nacionales y la dinámica mundial
están fuertemente imbricadas.
Esta red de interdependencias lleva a la desestabilización del capi-
talismo del bienestar europeo. La inestabilidad del tipo de cambio, la
volatilidad del crecimiento mundial y la dificultad de reformulación
del compromiso fundador hicieron del viejo continente la variable
de ajuste del sistema internacional. Desde un punto de vista econó-
mico, Europa debió responder a la sucesión de corridas especulativas
del capitalismo financiero y a entrar en competencia con Asia en una
serie de productos, fenómeno agravado por el incremento tecnoló-
gico que implica la nueva orientación de la economía china [The
Economist, 2015]. Las desigualdades siguen siendo allí más moderadas
que en el mundo anglosajón, pero crecen debido a que los países
adoptaron una estrategia de liberación de las fuerzas del mercado en
materia de trabajo y de finanzas.
Tomar en cuenta la diversidad de los capitalismo se ha vuelto
necesario para comprender su evolución conjunto. Es más necesario
porque los discursos y los análisis tienden a homogeneizarse a nivel
mundial: ¿el mimetismo ideológico será una nueva fuente de rendi-
mientos crecientes, al menos para los medios de comunicación?

Conclusión: Hacia una geopolítica de inspiración


regulacionista

Cerca de medio siglo de apertura continua de las econo-


mías a lo internacional, entrecortado con recurrentes tentaciones
proteccionistas, genera un sistema mundial muy diferente del
instituido durante la hegemonía norteamericana a la salida de la
Segunda Guerra Mundial. Las fuerzas de la internacionalización dan
forma a la mayoría de las organizaciones, las instituciones económicas

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Robert Boyer

e incluso los procesos políticos. La internacionalización construyó


una línea divisoria entre, por un lado, las economías cuyo modo
de desarrollo está construido sobre las perspectivas abiertas por la
mundialización y, por el otro, los países que están limitados por su
inserción internacional, por falta de una arquitectura institucional
compatible.
La expansión geográfica de la producción y de la inversión
directa creó nuevas formas de capitalismo industrial, como China,
que mantienen relaciones de complementariedad económica, pero
también de rivalidad geopolítica con el capitalismo financiero de
Estados Unidos. La interacción de estos dos capitalismos da una
oportunidad a los regímenes rentistas que, durante el período fordista,
habían sufrido un deterioro de sus términos de intercambio. Pero,
simultáneamente, son el origen de crisis económicas, ya que su poder
permite revertir la dinámica de los términos de intercambio, que es
en lo que se ampara la especulación financiera.
Cada régimen socioeconómico —capitalistas de diversos tipos
y rentistas— significa construir una representación de la economía
mundial conforme a la defensa de sus intereses, lo que no excluye las
rivalidades geopolíticas. Es suficiente pensar en las relaciones tormen-
tosas que mantienen China y Estados Unidos, por una parte, y Japón
y China, por la otra. Es lo que hace difícil la constitución de nuevos
bienes públicos mundiales que los teóricos anhelan. Los capitalismos
industriales necesitan la estabilidad de los mercados financieros, pero
los capitalismos financieros viven de su inestabilidad. Los exportado-
res de productos industriales desearían estabilizar los precios relativos
en relación con los recursos naturales, medida a la que se oponen
los Estados-nación que viven de sus exportaciones. De este modo, la
internacionalización aumentó la diversidad de capitalismos, permitió
el surgimiento de nuevos modos de desarrollo y autorizó la reduc-
ción de desigualdades entre naciones, pero exacerbó —salvo excep-
ciones— las desigualdades dentro de cada espacio nacional.
Se observa de nuevo el carácter contradictorio del capitalismo:
conquista nuevos espacios, lo que, en principio, lo fortalece, pero
luego desemboca en crisis de una complejidad probablemente sin
precedentes, porque ningún poder político reemplaza la pérdida de
influencia de los Estados-Nación.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

X De un modo de regulación a otro


Desde el surgimiento de los enfoques regulacionistas, numerosas
teorías trataron de aclarar el origen y el impacto de las instituciones.
La mayoría de ellas se abocan a un análisis estático de sus caracte-
rísticas y de su coherencia. En la teoría estándar, se supone que la
rigidez de las instituciones explica los desequilibrios económicos,
que se deben a la inflación, al desempleo o al paso del crecimiento
al estancamiento. Ahora bien, el programa regulacionista se ha entre-
gado de inmediato al proyecto de comprender la dinámica de las
instituciones que intentan enmarcar los capitalismos. La acumulación
es un proceso que transforma de un modo permanente las estruc-
turas productivas, los modos de vida e incluso la organización de
los mercados. Los diversos estudios históricos prolongados hicieron
notar la sucesión de dos fases contrastadas. En un primer momento,
la configuración institucional forja un modo de desarrollo que
procura estabilidad y previsibilidad a los actores tanto económicos
como políticos. Pero, a medida que madura este modo de desarrollo,
se propagan tensiones que desembocan en una gran crisis marcada
por la desaparición de las regularidades micro y macroeconómicas
anteriores (capítulo IV, tabla 5).

¿Por qué el cambio institucional es tan difícil?

La estabilidad de las instituciones señala una de sus características:


organiza las interacciones entre actores durante un período gene-
ralmente mucho más largo que el del ciclo económico. ¿Cómo se

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Robert Boyer

explica esta propiedad? y, por otra parte, ¿esta impide toda transición
hacia otra configuración institucional?

¿Una simple inercia institucional?

La explicación más tradicional consiste en invocar una constante


de tiempo característica de las instituciones que supera el tiempo
breve de los actores. Como se verá, este argumento no está desprovisto
de interés, pero disimula una propiedad mucho más fundamental.
Imaginemos, en efecto, que todo conflicto de intereses sea eliminado
gracias a la referencia a un juego puro de coordinación y reduzcamos
la relación salarial a una convención, supongamos que tanto la
empresa como el asalariado están convencidos de que una relación
salarial cooperativa les aportará ganancias superiores a ambos. Se
supone, por otra parte, una sociedad cuyos encuentros están regidos
solo por el azar. Con la acumulación de estas condiciones, aparente-
mente favorables, la transición hacia una relación salarial «superior»
parece evidente.
Este no es el caso, como lo muestra una formalización simple
(recuadro 15). La propiedad del equilibrio correspondiente, es decir,
su estabilidad en términos evolucionistas, impide la transición hacia
una configuración que todos los actores reconozcan como superior.

Estabilidad, pero no eficiencia

Esto se apoya en una definición minimalista de la racionalidad:


cada actor decide, en el mejor de los casos, en virtud de la informa-
ción local de que dispone. No conoce, entonces, directamente las
propiedades de la configuración institucional de la que participa. Es
una diferencia esencial en relación con el institucionalismo del cálculo
racional, en el cual los agentes deberían espontáneamente coordinarse
en un equilibrio superior, aquel en el que domina la relación sala-
rial cooperativa. En el enfoque convencionalista y regulacionista, la
función de una institución es permitir la coordinación de los agentes,
no optimizar los resultados en términos del óptimo de Pareto.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Y, sin embargo, a la larga, el orden institucional cambia. ¿A través


de qué mecanismos? Algunas generalizaciones del modelo de base
[Boyer y Orléan, 1991, 1992] abren una primera serie de pistas.

Recuadro 15. El bloqueo en una configuración


inferior: la consecuencia de un equilibrio
evolutivamente estable

Un juego representativo entre trabajadores y empresas


Se supone que tanto el asalariado (jugador nro. 1) como la
empresa (jugador nro. 2) están convencidos de que una rela-
ción salarial cooperativa es superior a la antigua, fordista. Sus
interacciones están regidas por un juego puro de coordina-
ción, ya que se eliminó todo conflicto de intereses, lo que es,
por supuesto, una hipótesis extrema, destinada a mostrar la
generalidad de los resultados. No es suficiente para garantizar
una convergencia hacia la nueva estrategia.

Jugador 2

Jugador 1 Juego G1

A: la estrategia fordista.
B: la estrategia cooperativa.

0 < UA < UB

Una extensión del juego al conjunto de una población


Se considera, entonces, una gran población en la que una
pareja formada por un asalariado y una empresa son elegidos
al azar y desemplea el rol mencionado. Si p(t) es la proporción

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Robert Boyer

de parejas que juegan la estrategia fordista A. Los resultados


específicos para las dos estrategias son, luego, los siguientes:
U(A,p) = p . UA
U(B,p) = (1 – p) . UB.
Una representación gráfica simple da el resultado de este
juego extendido GE:

Existe una proporción p* para la que las dos estrategias son


equivalentes:
p* = UB / (UA + UB).

Por consiguiente, si, inicialmente, la estrategia fordista es


dominante, es decir que p está cerca de 1 y es superior a p*,
la estrategia superior B sería bloqueada por la estrategia A
que es, sin embargo, inferior. De este modo, si los agentes
interactúan al azar y sin coordinación previsible, la estrategia
fordista será evolutivamente estable si se adopta la regla simple
y general siguiente:
Recuadro 15-2.indd 1 dp / dt = G[U(A,p) – U(B,p)] G(x) > 0 si x > 0. 31/08/16 10:39

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Las consecuencias de la localización de las


interacciones
Si se abandona un emparejamiento al azar, en favor de una
interacción del largo de una recta, cada agente puede interac-
tuar a distancia, conforme a la fórmula:

U + (i) = S kaj–i E[X(i), X(j)].


j>i

Se destaca que la penetración de la nueva estrategia es más


probable porque la acción a distancia medida por el parámetro
a es pequeña. Una alianza local puede, entonces, lograr revertir
el equilibrio existente. A contrario, si la interacción concierne
a todos los agentes (es decir, tiende hacia 1), la transición se
revela imposible. De algún modo, si la forma institucional es
general, por ejemplo, el sistema monetario, una acción loca-
lizada de los individuos no logra cambiarla. Solo la acción
política, situándose por encima de las interacciones locales,
tiene esta propiedad.

Fuente: Boyer y Orléan [1992].

Acción colectiva y cambio

Para superar el obstáculo de un equilibrio institucional evolutiva-


mente estable [Sugden, 1986, 1989], los agentes tienen que superar
su individualismo y llegar a un acuerdo para coordinar sus estrategias
de cambio. Se encuentran tres ejemplos:
— la invasión es el primero de los mecanismos de cambio institu-
cional. Supone que los agentes, venidos de otra parte, portadores de
la nueva convención, son suficientemente numerosos para desplazar
el umbral p* (recuadro 15). Para continuar completando el ejemplo
de la relación salarial, este fue el caso de las multinacionales auto-
motrices japonesas en Estados Unidos, que encontraron un número
suficiente de asalariados dispuestos a aceptar sus condiciones; de este

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Robert Boyer

modo crearon un enclave respecto de la relación salarial norteameri-


cana [Boyer, 1998];
— la traducción es el segundo mecanismo que interviene, ya que se
prepara un paso entre la convención antigua y la nueva. Este meca-
nismo no conviene a la relación salarial, pero se puede aplicar a la
elección de un régimen cambiario: en primer lugar flexible, es difícil
pasar a una fijación definitiva de las paridades entre las monedas,
pero se puede preparar una transición a través del equivalente de la
“serpiente” monetaria europea;
— el bricolaje es una operación intelectual que consiste en apro-
vechar lo que se puede llamar el capital cognitivo, es decir, el stock
de valores, ideas, convenciones, acuerdos pasados o presentes, que
forman el horizonte cultural e histórico de los individuos que
componen la población P, para hacer legítima la nueva convención.
En otras palabras, este proceso se apoya en la noción misma de racio-
nalidad situada, como la hemos presentado anteriormente. Se verá,
de este modo, cómo se interpreta Henry Ford en términos de polí-
tica salarial, de concepciones generales respecto del modo de vida o
de necesaria norteamericanización de los obreros inmigrantes. Esta
operación permite justificar un cierto agenciamiento de las variables
económicas. El punto aquí decisivo es el hecho de que los elementos
V integran ya un acuerdo pasado y, al hacerlo, una cierta legitimidad
permite realizar, por esta pregnancia cognitiva, un acuerdo implícito
entre los agentes. De este modo se vuelve posible una acción colec-
tiva de los agentes sin concertación explícita, este es uno de los métodos
que permite el surgimiento de una nueva convención.

No hay cambio de formas institucionales sin política

Así, después de haber explorado los niveles micro y mesoeconó-


micos, la última etapa de todo cambio institucional importante se
refiere a la acción del Estado. Por definición, es capaz de imponer un
régimen fiscal, un derecho laboral, conforme al derecho comercial o
autónomo, y más aún un régimen monetario. De este modo, la unifi-
cación monetaria de Estados Unidos no se llevó a cabo a través de

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

un lento proceso de ajuste de las estrategias, sino por una guerra civil
que impuso un nuevo orden político y monetario [Boyer y Coriat,
1985a]. Es así incluso para el euro, que es una creación eminente-
mente política, y no el resultado de una experimentación a través
de múltiples pruebas y errores. Este carácter unilateral está, por otra
parte, vinculado con la amplitud de la crisis del euro (capítulo IX). El
cambio viene así de arriba, pero nada garantiza, entonces, que la estra-
tegia de todos los actores implicados logre adaptarse a este cambio.

El colapso de un orden antiguo

En este último caso de constructivismo centralizador, el colapso


puede ser una modalidad del cambio. Una cantidad creciente de
evidencias empíricas sugiere que un régimen de cambio que permita
reabsorber las brechas de competitividad es más resiliente y finalmente
se desempeña mejor que una fijación irrevocable de las tasas de cambio
para toda una zona de integración económica [Streeck, 2012].
En los términos del modelo del recuadro 15, todo acontecimiento
que destruye la convención dominada permite efectivamente una
convergencia hacia una convención superior. Ahora bien, este meca-
nismo, aparentemente trivial, parece haber desempeñado un papel
determinante en la evolución de los capitalismos contemporáneos.

Las guerras, ¿matrices de nuevos modos de regulación?

La literatura evoca sobre todo los aspectos destructores de las


guerras, en especial las mundiales —pérdida de los equipamientos
productivos, reducción de la población activa, distorsión de la inver-
sión—, pero olvida su contribución a los cambios institucionales,
bajo el impacto de tres efectos conjugados. En primer lugar, los
dogmas encarnados en las instituciones son cuestionados, como en
el caso del patrón oro con ocasión de la Primera Guerra Mundial:
es la función destructora de la guerra aplicada a la economía. Luego,
el imperativo de defensa nacional atenúa los conflictos domésticos

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Robert Boyer

entre grupos sociales habitualmente en conflicto: la preservación de


la acción hace posible los acuerdos en el orden económico que eran
impensables en tiempos de paz. Finalmente, la necesidad de respon-
der a una situación atípica favorece la inventiva, por ejemplo, en
materia de organización de la producción.

El otro frente: 1914-1918

La Primera Guerra Mundial presenta un carácter fundador en el


caso de Francia: mientras que la problemática inicial de la teoría de la
regulación privilegia los conflictos sociales y políticos internos, este
corto período ve emerger el embrión de las formas institucionales
modernas [Cepremap-Cordès, 1977].
El cambio que concierne al régimen monetario es importante: como
el gobierno no logra aumentar los impuestos en proporción a los
pesados gastos militares, el patrón oro es abandonado en favor de una
moneda directamente vinculada con el crédito y con el valor simbó-
lico que le atribuyen los agentes económicos. En materia de formas
de la competencia, la concentración emergente de las decisiones mili-
tares favorece los nuevos lazos entre Estado y empresas, lo que atenúa
considerablemente el carácter competitivo de los mercados.
Es también de esta época que data la intervención del Estado-
nación en la organización de la producción: lo que inicialmente está
motivado por el esfuerzo de guerra se vuelve pronto una práctica
normal, con el nombre de política industrial, y más recientemente de
aliento a la innovación. Sin embargo, una de las transformaciones más
determinantes se refiere a la relación salarial. Por una parte, la exigen-
cia de producción en grandes cantidades de armamento favorece la
difusión de los métodos modernos de organización del trabajo, tanto
el taylorismo como la cadena de montaje. Por otra parte, como los
hombres están en el frente, la guerra favorece una feminización sin
precedentes de la mano de obra industrial, mientras que el período
de paz organiza el regreso a la dominación masculina en la industria.
Las relaciones Estado-economía se ven perturbadas, ya que la polí-
tica interviene en todas las esferas de la actividad económica. Es en

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

ocasión de la Primera Guerra Mundial que la burguesía y la elite acep-


tan el principio de un impuesto sobre el ingreso, a una tasa moderada.
Es inmediatamente después de la guerra que se produce también el
esfuerzo de sistematización de las jubilaciones y de organización de
la cobertura social. Sin olvidar que el esfuerzo de guerra reclama una
visión panóptica de la producción, de los ingresos y del crédito, lo que
anticipa la constitución de una contabilidad nacional que adquirirá
una forma más eficaz que con la Segunda Guerra Mundial.
Es, en efecto, a su término cuando todos estos embriones toman
forma para definir el modo de regulación administrada, ya ampliamente
descripto en los diversos capítulos de esta obra.Tanto en Francia como
en Estados Unidos, no es la crisis de la década de 1930 la que favorece
la mutación del modo de regulación, sino la Segunda Guerra Mundial.

Un tema general subestimado o ignorado

Por una parte, esta conclusión deriva del enfoque histórico que
privilegia la teoría de la regulación. De hechos, los autores que perte-
necen a diferentes campos teóricos confirman el rol determinante de
las guerras mundiales, pero, como parecen accesorias en relación con
el centro de la teoría, no obtuvieron la atención que merecerían.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la contractualización del
salario se convierte en la base a partir de la cual se forma el tamaño
nominal de la economía. Si la inflación nacional no es compatible
con la inserción internacional, la moneda se devalúa. Este cambio
rara vez se aprecia en su justo valor, porque recorre la historia del
capitalismo desde entonces [Hicks, 1955]. Es notable que el fundador
de la nueva economía clásica, como está interesado en los meca-
nismos del crecimiento, considera el origen del crecimiento en los
rendimientos crecientes asociados a la producción de guerra norteame-
ricana y a los efectos de aprendizaje correspondientes [Lucas, 1993].
Este mecanismo pronto pasa del ámbito militar al civil, es decir, a la
producción de bienes que sostienen el consumo masivo. Se encuen-
tra el carácter fundador de las dos guerras mundiales en la génesis
de los sistemas nacionales de innovación. En el origen, los problemas de

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Robert Boyer

defensa nacional son determinantes en la orientación de los fondos


públicos asignados a la investigación y al desarrollo [Freeman, 1986].
Esta característica se prolonga hasta nuestros días, incluso después del
término de la Guerra de las Galaxias: la innovación privada se consi-
deró más rápida que la innovación militar en muchos sectores.
El nacimiento del sistema fiscal moderno se vincula también con las
dos guerras mundiales. Mientras que se podría pensar que los teóricos
tributarios estaban a la vanguardia de la reivindicación de un impuesto
al ingreso progresivo y de una tributación de las sucesiones para reducir
las desigualdades, surge de la comparación de las trayectorias naciona-
les que las guerras mundiales marcaron la entrada en una nueva época.
A medida que se toma distancia, reaparece la desigualdad ligada con
el crecimiento de los patrimonios, gravados débilmente, mientras que
la remuneración de los asalariados se desacelera, es decir, se estanca
[Piketty, 2013]: «La reducción de la desigualdad que se presenta en la
mayoría de los países desarrollados entre 1910 y 1950 fue sobre todo la
consecuencia de guerras y revoluciones y de políticas adoptadas para
responder a estos shocks. Incluso, el resurgimiento de la desigualdad
después de 1980 se debe esencialmente a los cambios políticos de las
últimas décadas, en especial, en materia de impuestos y de finanzas»
[p. 20]. Como el resultado cuadra poco con la doxa el autor precisa su
pensamiento: «Naturalmente, no afirmo que siempre serán necesarios
guerras, revoluciones y otros shocks políticos de ruptura o violentos
para que sobrevengan cambios institucionales […]. Pero los sistemas
de creencia, las percepciones que derivan de ellos y las políticas puede
ser cambiados por una discusión pública pacífica. Sin embargo, no
deberíamos considerar que esto es evidente» [Piketty, 2015, p. 86].
Todos los estudios del crecimiento comparado de la participación
del gasto público en el PIB destacan dos períodos de aceleración,
correspondientes a las dos guerras mundiales. Se trata menos del acre-
centamiento de los gastos reales del Estado o incluso de subsidios
a la economía, que del aumento de los gastos sociales, de salud, de
jubilación, pero también de educación y de un modo más general
de transferencias sociales. Son la consecuencia del pacto social implí-
cito o explícito que marca el fin de la Segunda Guerra Mundial y
los compromisos institucionalizados correspondientes [André y

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Deforme, 1980, 1991]. Los esfuerzos de los gobiernos conservadores


para reducir estos gastos se revelaron como solo parcialmente efica-
ces, porque estos gastos forman parte del pacto social que asegura la
cohesión de la mayoría de las economías.
Finalmente, la urgencia y la unanimidad en torno del esfuerzo
de guerra legitiman la intervención del Estado en la mayoría de los
engranajes de la economía. De este modo, la teoría keynesiana se
desarrolla de un modo muy diferente según los países (capítulo VIII),
pero en todas partes las doctrinas económicas y jurídicas se adaptan a
un papel creciente del Estado. Por último, la competencia de los dos
sistemas, capitalista y soviético, respectivamente, explica este aggior-
namento de las relaciones entre el Estado y el capitalismo. La noción
de economía mixta habría sido difícilmente concebible sin las dos
guerras mundiales [Shonfield, 1965].
En la materia, las grandes crisis son, inicialmente, sobre todo frenos
al cambio del modo de regulación, pero la trilogía Primera Guerra
Mundial/crisis de 1929/Segunda Guerra Mundial transformó
los capitalismos introduciendo estabilizadores que le son extraños.
Cuando se alejan estos episodios fundadores, las tendencias propias
del capitalismo se manifiestan de nuevo: internacionalización, puesta
en competencia de los territorios, concentración de la riqueza y
desigualdades, y finalmente inestabilidad financiera [Boyer, 2011c].

La reconfiguración de las arquitecturas institucionales

Si, en efecto, el surgimiento de la configuración fordista llega a


comprenderse bien, este no es el caso de la larga transformación de
los regímenes de acumulación, del que ninguna ha llegado a impo-
nerse durante un período suficientemente prolongado para preten-
der reemplazar el orden surgido de la Segunda Guerra Mundial.

¿Qué dependencia respecto del camino?

La inercia de las instituciones suele ser presentada como uno de

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Robert Boyer

sus rasgos distintivos por las nuevas teorías institucionalistas [North,


1990], lo que no deja de atraer la atención de los economistas. Ahora
bien, el análisis de los tiempos largos de las normas y los sistemas
tecnológicos [David, 1985; Arthur, 1989] hizo aparecer la impor-
tancia de los rendimientos crecientes, los costos fijos irrecuperables
debido a que una tecnología, aunque dominada y convertida en infe-
rior, puede seguir desarrollándose por la acumulación de los efectos
de aprendizaje o incluso la amplitud de los rendimientos crecientes,
vinculados a efectos de red. Era, entonces, lógico explorar el poder
explicativo de la hipótesis de dependencia en relación con el camino
en materia de instituciones, tanto políticas como económicas. Sin
embargo, es importante distinguir al menos tres fuentes de la génesis
de un fenómeno así [Thelen, 2003].

La acumulación de los efectos de aprendizaje. — El primero


de los mecanismos se concentra en los efectos de aprendizaje de los
actores frente a un conjunto de instituciones, lo que en teoría debería
provocar rendimientos crecientes del mismo tipo que los observados
para la matriz de las nuevas tecnologías o la adopción de normas
técnicas. Sin embargo, este mecanismo describe mejor la evolución
de las normas sociales y convenciones, concebidas como equilibrio de un
conjunto de comportamientos descentralizados, pero parcialmente
interdependientes, es decir, miméticos [Boyer y Orléan, 1992], que
no satisface la especificidad de las instituciones. En efecto, estos
últimos son el resultado de estrategias conscientes de concepción
y luego de reelaboración con el transcurso del tiempo, y codifican
relaciones entre agentes que son de una naturaleza diferente que la
adhesión de las empresas a una norma técnica o incluso el juego de
efectos de aprendizajes estrictamente tecnológicos para quienes los
utilizan. Además, este mecanismo es genérico, pero muy pocos estu-
dios empíricos han llegado a confirmar la importancia real.

Un costo de funcionamiento inferior al de creación de una


institución. — Una segunda variante de la dependencia en rela-

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

ción con el camino insiste en la importancia de los costos irrecupe-


rables asociados con la construcción de una institución, según un
mecanismo análogo al de las barreras de entrada en la economía
industrial. Implícitamente, diversas instituciones estarían en compe-
tencia, pero aquellas establecidas de larga data se beneficiarían con
una ventaja, lo que explica su persistencia a pesar de que se vuelvan
ineficaces, es decir, obsoletos [Sutton, 1991]. Este enfoque tiene en
cuenta el período de formación de una institución que se distin-
gue de su funcionamiento ulterior. Sin embargo, es bastante difícil
dar un contenido riguroso a estos costos que, de algún modo, son
simétricos a los costos de transacción, asociados con el recurso al
mercado. En estas condiciones, esta referencia constituye más una
analogía interesante que una aclaración precisa de las razones de la
inercia institucional.

El pasado limita la reconversión de las instituciones. —


También una tercera variante ha acaparado de manera muy particu-
lar la atención de los investigadores en ciencias sociales. De manera
mucho más empírica, subraya que los actores deciden sus estrategias,
habida cuenta del sistema en el que operan, resultado de una serie
de bifurcaciones en los períodos anteriores [Sewell, 1996]. Así, una
sucesión de decisiones aparentemente menores pueden desembocar
en un sistema limitante en relación de la variedad de opciones dispo-
nibles inicialmente. Es una fuente de irreversibilidad en el sentido en
que no es posible volver fácil y rápidamente a una de las bifurcacio-
nes anteriores. Este modelo es, por lo tanto, muy diferente del que
implica la referencia a los rendimientos crecientes, ya que supone
simplemente que el contexto heredado del pasado determina, por
una parte, las opciones estratégicas actuales, sin que prevalezca una
trayectoria determinista, casi cinemática, como la que se observaría
para los sistemas tecnológicos, por ejemplo.
Sin embargo, los actores tienen la posibilidad de desarrollar
múltiples estrategias a partir de una misma herencia histórica. En
consecuencia, diversos senderos de evolución están a priori abier-
tos, pero su abanico es mucho más restringido de lo que suponen

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Robert Boyer

las teorías de la elección racional, sumergidas en un mundo ahistó-


rico, caracterizado por una completa reversibilidad. Es, entonces, una
variante débil de la “dependencia respecto del sendero” en la que es
finalmente difícil demostrar la pertinencia, por no poder recurrir a
una historia contrafáctica.
Para resumir, la “dependencia respecto del sendero” introduce un
mecanismo interesante en el análisis de las instituciones sin brindar,
no obstante, un marco explicativo suficientemente preciso [Crouch
y Farrell, 2002].

Institucionalismo histórico comparativo y teoría de la regulación

Los trabajos de análisis histórico comparativo [Thelen, 2003], pero


también el estudio de las transformaciones en marcha en los países
antiguamente «comunistas» [Stark, 1997; Stark y Bruszt, 1998] sugie-
ren tres mecanismos susceptibles de operar y/o pilotear las transfor-
maciones institucionales (tabla 22).

Una permanente reinterpretación de las instituciones: la


conversión. — Se puede, en efecto, abordar otra crítica a los análisis
en términos de dependencia respecto del sendero, a saber, que descui-
dan la complejidad de las interacciones que rigen el funcionamiento
de una institución, por contraste con la simplicidad de la elección
entre dos técnicas que manifiestan rendimientos de escala. Si, en el
segundo caso, el precio es el indicador que permite el refuerzo de
un bucle positivo, en el primero todo depende de la naturaleza de las
relaciones entre los objetivos, los procedimientos, la materialización
de la institución, conjunto que queda sometido a la interpretación
y al juego de los actores. La institución es en sí misma una enti-
dad compuesta, cuya evolución no es estrictamente determinista, ya
que pueden producirse diversas recombinaciones entre los cuatro
componentes antes mencionados.
Se puede calificar de conversión institucional el proceso a través
del cual una institución adquiere una nueva configuración bajo el
impacto del cambio de uno de sus componentes.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

En primer lugar, es posible que el establecimiento y la materiali-


zación de la institución provoquen una estrategia de permanencia más
allá incluso de la evolución y la desaparición del objetivo planteado
inicialmente desde la fundación. Si se traslada la cuestión de las insti-
tuciones a las organizaciones, se puede dar el ejemplo de la Caja
de Depósitos y Consignaciones en Francia, cuyo rol de administra-
dora de activos sometidos a los imperativos de prudencia o de poder
público fue redefinido de un período a otro. El «esfuerzo de la insti-
tución» ¿sería la artimaña que la impulsaría a la conversión?
Puede parecer que los procedimientos concebidos inicialmente en
vista de un objetivo particular tienen una virtud mucho más general,
pues se aplican a otros dominios y contextos. Sorprende, por ejem-
plo, la resiliencia de ciertas constituciones nacionales —la norteame-
ricana, por ejemplo—, que supieron elaborar reglas suficientemente
generales para poder ser aplicadas permanentemente a nuevos domi-
nios sin pérdida de eficacia. De nuevo, en lo que concierne a las orga-
nizaciones, ¿no se observa que las empresas en red pueden desplegarse
en los diversos dominios de la distribución del agua, la electricidad,
el transporte, las telecomunicaciones, gracias a una comunidad de
mecanismos y competencias de gestión [Lorrain, 2002]?
Las reglas que rigen el funcionamiento de una institución rara vez
son de tipo determinista, ya que están siempre sujetas a la apreciación
de los actores y la redefinición de su significado, sea porque el poder
de negociación de los actores implicados evoluciona o porque el
contexto cambia radicalmente. En efecto, las investigaciones recientes
muestran que, a nivel tanto macro como microeconómico, las reglas
siempre son interpretadas y su impacto se redefine [Reynaud, 2002].
Así, en Francia, las leyes Auroux, que, supuestamente, iban a dar un
poder de negociación a los asalariados descentralizando una parte de
las negociaciones entre sindicatos y organizaciones patronales tuvie-
ron el efecto inverso por el cambio del contexto que, después de un
período de fuerte crecimiento, conjugó el aumento del desempleo,
la transformación de las tecnologías, la redefinición de las fronteras
sectoriales y la internacionalización. Las mismas reglas ya no produ-
cen los mismos efectos.

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Robert Boyer

Finalmente, cuarto ejemplo de conversión, es posible que el mismo


objetivo que había sido fijado inicialmente se revele cada vez más difí-
cil de satisfacer en el seno de la entidad creada a este efecto, al punto
de provocar la creación de otra institución dotada del mismo obje-
tivo, pero una organización diferente, mejor adaptada al contexto.
Por ejemplo, academismo y conformismo pueden ganar progresi-
vamente a instituciones creadas para favorecer la investigación y la
creación. También es posible concebir que se sucedan entidades a
cargo de relanzar la búsqueda del objetivo inicial, bajo la hipótesis de
que es más simple recurrir a una nueva entidad que pretender refor-
mar la antigua.Ya no se trata de conversión en sentido estricto, sino
más bien de sedimentación.

La sedimentación. — De hecho, se observa una redundancia signi-


ficativa de instituciones en las economías contemporáneas, como
resultado de un proceso de sedimentación/superposición que operan a
lo largo del tiempo [Thelen, 2003].
Los ejemplos abundan en la historia económica. Las instituciones
creadas a raíz de la economía de guerra (Primera y luego Segunda
Guerra Mundial), lejos de desaparecer una vez que vuelve la paz, a
menudo se reconvirtieron, en reemplazo o como complemento de
otras instituciones que se habían vuelto obsoletas o ineficaces. En la
Francia contemporánea, la dificultad de las reformas de la relación
salarial llevó a que el derecho laboral superpusiera contratos de dura-
ción determinada con otros de duración indeterminada abriendo un
proceso de selección capaz de transformar a largo plazo los ajustes y
las características del empleo.

La recombinación: hacer lo nuevo con lo viejo. — Para una


serie de instituciones consideradas separadamente, las propiedades de
la configuración que definen pueden depender de manera crucial de
la cantidad y la intensidad de los vínculos entre estas instituciones. Por
lo tanto, la recombinación es un vector de evolución de una configura-
ción institucional, que tiene como punto de partida la pluralidad y la
heterogeneidad de las entidades constituyentes. Las relaciones entre

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

estas últimas pueden tomar la forma del isomorfismo institucional, de la


complementariedad o incluso de la jerarquía. Igualmente hay que seña-
lar que algunas instituciones pueden ser compatibles sin ser comple-
mentarias [Höpner, 2003], es decir que, en ciertos casos, constituyen
grupos aislados que no mantienen ninguna relación funcional con la
configuración de conjunto. Frente a esta riqueza institucional, algu-
nos actores colectivos y grupos pueden tratar de redefinir su estatus y
mejorar su posición a través del establecimiento de nuevos vínculos,
o a contrario, provocar la ruptura de relaciones más antiguas que no
presentan ya las ventajas requeridas, habida cuenta de una variación
del contexto.
Esta idea parece haber surgido de la observación de la transfor-
mación de las economías anteriormente sometidas a un régimen de
tipo soviético, en particular, en lo que concierne a la evolución de
los derechos de propiedad y las relaciones de poder. Contrariamente
a la intuición de un colapso completo del orden anterior, resulta
que las redes políticas y económicas se redefinen sin destruirse por
completo [Stark, 1997; Stark y Bruszt, 1998]. De allí la formación de
un sistema económico original que no sigue la forma canónica de
una economía de mercado pura, y, por otra parte, el colapso de los
partidos comunistas no fue suficiente para instituir una arena política
democrática. La hipótesis de una recombinación ayuda a compren-
der la diversidad de las trayectorias seguidas por los países de Europa
Central y Oriental, así como las sorprendentes propiedades de las
economías correspondientes (tabla 13, capítulo VIII).
Muchas evoluciones se encargaron de desmentir los pronósticos
de las teorías institucionalistas que estaban en competencia, y todas
fueron diversas. Para no tomar más que un ejemplo, la escuela de
los derechos de propiedad supone que la claridad de su definición
es una condición sine qua non del desarrollo capitalista. Es sin duda
lo que tienden a mostrar ciertos estudios de corte internacional o
incluso la observación del caso de Rusia. Sin embargo, el dinamismo
de la economía china desde las reformas de 1978 ¿no es atribuible
a la superposición y a la recombinación de una miríada de formas
de propiedad entre las cuales los empresarios más activos pueden

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Robert Boyer

elegir las más adecuadas en la búsqueda de su interés personal [Boyer,


2011d]? Mientras que una visión superficial (¿ideológica?) tendría
que considerar que el partido comunista chino es un obstáculo para
la realización de una acumulación capitalista [Lun, 2003], es todo
lo contrario lo que prevalece gracias a una notable recombinación
de las redes económicas y las formas del poder político [Huchet y
Xiangjun, 1996; Oi y Walder, 1999]. En este caso, esta recombina-
ción se produce bajo el impacto de la introducción de nuevas formas
de propiedad y la admisión de actores extranjeros, lo que implica
una cierta sinergia entre dos mecanismos de evolución, a saber, la
sedimentación y la recombinación.

Una clave de lectura de las evoluciones de los capitalismos contemporáneos

La conversión aparece como el proceso más extendido y común


a los cinco regímenes político-económicos (tabla 22).

De una serie de cambios marginales al surgimiento de otro


bloque hegemónico

Estos procesos de reconfiguración parecen eminentemente


abstractos y poco funcionalistas: ¿dónde están los actores que se
encuentran en el origen de estas transformaciones? ¿Cómo explicar
el debilitamiento del bloque hegemónico cuyo régimen es cuestio-
nado y cómo se forma su eventual sucesor?

La silenciosa y progresiva toma de poder de las finanzas

Se puede detallar el proceso correspondiente marcando las etapas


de inversión de una alianza que incluye inicialmente asalariados y
empresarios, pero termina por excluir a los primeros, sin un corte
franco que implicaría un conflicto abierto y una toma de conciencia
de un punto de bifurcación [Amable, 2003, p. 66-73]. La primera

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

etapa se produce, ya se ha subrayado, cuando la apertura interna-


cional creciente hace del salario un costo que pesa en la aptitud de
las empresas domésticas para satisfacer la demanda que se les hace
(capítulo IV, figura 11). Las firmas adoptan nuevas formas de orga-
nización que fragmentan el conjunto de los asalariados en función
de su capacidad para sostener la competencia internacional. Cuando
estas medidas son insuficientes, proceden a deslocalizaciones hacia
zonas más rentables y esta amenaza disciplina a los asalariados que
están más en riesgo.
Una etapa complementaria se inicia con una liberalización
externa, decidida bajo la presión de las firmas más internacionalizadas,
que hacen valer que el territorio nacional sea reconfigurado para
mantener su inversión y atraer nuevas firmas proveniente del mundo
entero. El Estado keynesiano es reemplazado por otro inspirado por
Joseph Schumpeter, porque su función se convierte en favorecer la
innovación [Jessop, 2002]. La pérdida de influencia de los asalariados
atraviesa un umbral con la liberalización interna. Por un lado, los
ganadores de la internacionalización cuestionan la necesidad de una
defensa sindical, por el otro, los perdedores se encuentran excluidos
del bloque hegemónico. Son reemplazados por las finanzas que están
en sintonía con la transformación de la gobernanza de las empresas
(capítulo IX).
La novedad del argumento se debe al juego de complementarie-
dades parciales y sucesivas: entre internacionalización y gobernanza
de empresas, entre esta última y la política económica, entre libe-
ralización externa e interna. A lo largo de esta sucesión, las formas
institucionales se rearticulan y el cambio del bloque hegemónico se
vuelve posible.

El juego de los actores en las redes interconectadas

Después de haber estudiado dos procesos de cambio —respectiva-


mente en respuesta a un shock violento y, al contrario, a través de una
serie de movimientos secuenciales que pasan en gran medida inad-
vertidos—, es hora de explorar un tercero. Se apoya en el hecho de

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Tabla 22. Las transformaciones de algunos modos de regulación vistas por el análisis
histórico comparativo
Regulaciones Financiarizado Industrial Industrial Industrial Rentista/Mixto
emergente dominado dominante
Mecanismos
Dependencia Débil. Moderada (diferencia Fuerte (inercia por Moderada/Fuerte Moderada/Fuerte
respecto del camino con Rusia). juridificación). (especialización indus- (especialización/desigual-
trial). dades).

Conversión De la cobertura social De la agricultura Del Estado keyne- Del sindicalismo por De un Estado “sereno
de solidaridad obrera al colectivista al desarro- siano al Estado de la ramas al mesocorpo- nocturno” a un Estado
sostén de la financia- llo del mercado. austeridad. ratismo. inclusivo.
rización.

Del empresario para Del partido comunista Del derecho laboral Atenuación de la soli- Un nuevo desarrollismo.
los asalariados. (político) a elitista protector al permisivo. daridad entre Länder.

356
(económico/político).
Robert Boyer

Sedimentación Explosión de flujos Asedio a las empresas Multiplicación de los Un nuevo estatus para En materia de derechos
financieros. nacionales. tipos de contrato de los no calificados. sociales.
trabajo.

Nuevas remuneracio- Multiplicación de las Legislación en todos Acentuación del Coexistencia de dos
nes de los directores. formas de propiedad. los niveles. dualismo expuesto/ modelos económicos.
protegido.

Reconfiguración Reacomodo en Por movimiento Yuxtaposición de Una japonización: un Conflicto entre la lógica
función del valor continuo, del sovie- modos de regulación modo de regulación desarrollista y la rentista:
accionario. tismo al crecimiento antagónicos, crisis mesocorporatista. crisis iniciada en 2014.
impulsado por la latente.
competencia.

País de referencia Estados Unidos. China. Francia. Alemania. Brasil.

Fuente: Elaborado a partir de Thelen [2003].

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

que lo económico está insertado en otros campos que retroalimentan


su lógica y pueden servir de vectores del cambio institucional.
Además, el estudio de caso permite identificar la acción de los indi-
viduos y no solo de colectivos como es el caso de los asalariados, la
empresas o incluso esa entidad masiva que es el Estado. ¿Algunos indi-
viduos pueden cambiar el curso de una historia sectorial y/o local?

La estructura de redes es importante

De manera recurrente, los análisis de redes que operan en diversos


cambios convergen hacia la conclusión de que no son el resultado de
un proceso aleatorio, sino que su geometría particular es importante
para sus propiedades. Es caso de los actores que contribuyeron al cambio
de las normas de calidad, a partir del ejemplo de los vinos de Borgoña.
¿Cómo se cuestiona una norma dominante en el espacio económico?
En efecto, al comienzo del período, los negociadores de la región
de Beaune dominan el mercado a través de una lógica de marca,
fundada en la mezcla de vinos de diferentes orígenes [Laferté, 2006].
Los partidarios de un enfoque por región reagrupados en torno de
Dijon son minoritarios y solo tienen una visibilidad modesta junto
con un público limitado que se considera aristocrático. Dos figuras
emergentes de la descripción etnográfica son el alcalde de Dijon,
Gaston Gérard, y un propietario de un viñedo de Nuits Meursault,
Jules Lafon. Un factor propiamente económico juega a su favor: los
negociadores de Beaune enfrentan una crisis de confianza, porque
habían hecho trampa con la calidad. Sin embargo, este factor no
explica el cambio que va a producirse con la ley que codifica los
“nombres de origen controlados”.

Los campos cultural y político permiten superar el dominio económico

Un simple análisis de la estructura de las relaciones que mantienen


Beaune y Dijon muestra una relativa simetría en el terreno econó-
mico (recuadro 16, figura 40a). Este ya no es el caso en el espacio

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Robert Boyer

cultural, el del surgimiento de una nueva geografía, de un turismo


gastronómico, de la construcción simbólica de las virtudes de la
región (figura 40b). Los actores vinculados con la municipalidad de
Dijon y con los viñedos de Nuits-Saint-Georges y de Meursault son
dominantes gracias a su reagrupación en torno del Club des Cent. El
aislamiento de los negociadores de Beaune se confirma en el espacio
político (figura 40c): la municipalidad de Dijon se revela activa en la
movilización de los recursos políticos y su articulación con el campo
académico, Beaune carece de estos vínculos con París.
El cambio es claro cuando se superponen las tres redes: jugando
con el conjunto de los campos, Dijon y los viñedos se apoyan en lo
simbólico de la región y llegan a compensar su inferioridad en el
campo económico (figura 40d). Ahora bien, es esencial pasar por lo
político para hacer adoptar una ley que reconoce este nuevo prin-
cipio de reconocimiento de la calidad de los vinos. Restringiendo
su acción al campo económico, los negociadores de Beaune perdie-
ron la iniciativa. Los partidarios de la región ganaron construyendo
una alianza entre tres medios. Este el primer resultado: el cambio de
normas y, por extensión, de convenciones y de formas institucionales
se lleva a cabo siempre en un espacio que traspasa el estricto campo
económico. Se encuentra una conclusión que recorre las diversas
secciones del presente capítulo: acción colectiva, toma de control
por el Estado, ocultamiento de la verdad de los conflictos sociales
durante las guerras, uso de complementariedad entre varios campos
son algunos de los vectores del cambio institucional.

Estructura del campo y actores claves

Se puede plantear el análisis y preguntar si un cambio así es idio-


sincrática o si contiene otra enseñanza general. Es el objetivo de la
formalización que asocia el análisis etnográfico precedente con la
simplificación inherente a una técnica que pide prestado a la física
estadística [Boyer et al., 2010]. El modelo apunta a examinar si el
proceso de cambio pone en juego fuerzas anónimas o si un pequeño

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

número de individuos puede desempeñar un papel determinante en


cambiar la estructura misma de las redes (recuadro 17). Las simulacio-
nes se inclinan en favor de la segunda hipótesis. Por supuesto, no hay
que disimular el carácter eminentemente abstracto de este modelo,
pero los mecanismos muy elementales de esta formalización confir-
man que Gaston Gérard y Jules Lafonson son susceptibles de haber
tenido un papel determinante en el cambio de las normas de calidad.
Hay otro interés en la formalización: es persiguiendo su propio inte-
rés que estas dos personalidades van a hacer oscilar la configuración
de la economía de los vinos de Borgoña. Así, la creación de vinos de
región es el resultado de la recomposición de un gran conjunto de
relaciones preexistentes bajo el impulso de empresarios instituciona-
les que persiguen un interés en gran medida personal. Pero, ex post,
contribuyen a formar un bien colectivo nuevo, a saber, el renombre
de los vinos de Borgoña.
Esta formalización muy simple aclara, entonces, un doble
problema que está en el centro de las ciencias sociales. Por una parte,
explicita el paso de la estrategia de los actores a las configuraciones
sociales que surgen de ellos, pone en evidencia el papel del tiempo

Recuadro 16. El cambio de las normas


de calidad del vino

Las herramientas de análisis de redes permiten construir una


cierta cantidad de indicadores que caracterizan la posición
relativa de Beaune y de Dijon. En primer lugar, parece que
es la municipalidad de Dijon y sus aliados que mantienen la
mayoría de las relaciones tanto entrantes como salientes. Por
otra parte, los indicadores de centralidad confirman el diag-
nóstico que sugiere la figura 40: los negociadores de Beaune
son centrales en el espacio económico, pero si se le superpone
el campo cultural, son los propietarios de Nuits-Saint Georges
y de Meursault que parecen también centrales. Cuando, final-
mente, se considera también el espacio político, es la muni-
cipalidad de Dijon lo que ocupa el lugar central. Cuando se

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Robert Boyer

procede a un análisis en términos de grupos, en el espacio


económico, se observa un solo grupo de negociadores de
Beaune y productores de Nuits Saint-Georges y de Meurs-
ault. Si, a lo económico, se agrega lo cultural, aparecen tres
grupos suplementarios que contienen cada uno a los propie-
tarios, Si se superponen a la red económica las relaciones
políticas, aparecen dos grupos suplementarios que ponen en
juego la municipalidad de Dijon. Finalmente, en la red que
superponen los tres campos, parece que los negociadores de
Beaune no pertenecen más que a un solo grupo, mientras que
los propietarios pertenecen a tres de ellos. De estos diversos
indicadores surge una conclusión convergente: la posición
adquirida/conquista en el espacio cultural y político parece
haber desempeñado un papel determinante en el cambio del
dominio de una norma de calidad impulsada por los negocia-
dores a otra, que había sido construida por los propietarios en
torno de la noción de territorio y de tradición.

Figura 40. Tres campos cuya superposición produce una


red dotada de propiedades nuevas

a) Campo económico

3. gobierno

1. sorbona vidaliana
10. negociadores
2. club des cent de Beaune
5. asociaciones turísticas de Dijon
7. universidad de Dijon
8. cámara de comercio de Dijon
11. cámara de comercio de Beaune 9. propietarios de Nuit
4. periodistas
12. asociaciones turísticas de Beaune nacionales

6. municipalidad de Dijon

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b) Campo cultural
11. cámara de comercio 5. asociaciones turísticas de 7. universidad de Dijon
de Beaune Dijon
13. mercado norteamericano 8. cámara
6. municipalidad de Dijon de comercio
9. propietarios de Dijon
de Nuit
Meursault
2. club 4. periodistas nacionales
des cent
3. gobierno

1. sorbona vidaliana

12. asociaciones
turísticas de Beaune
10. negociadores de
Beaune

c) Campo político
8. cámara de
comercio de Dijon

9. propietarios de Nuit
10. negociadores de Beaune
11. cámara de comercio de Beaune 6. municipalidad
de Dijon
12. asociaciones turísticas de Beaune
13. mercado
5. asociaciones turísticas de Dijon 7. universidad
4. periodistas nacionales de Dijon
Recuadro 16-b.indd 1 3. gobierno 31/08/16 11:07
2. club des cent
1. sorbona
vidaliana

d) Conjunto de red
8.
cámara de comercio de Dijon
5. asociaciones
turísticas de Dijon
13. mercado
7.
universidad
de Dijon
9. propietarios de Nuit 6. municipalidad
de Dijon

10. 2. club des cent


12. asociaciones negociadores de 3. gobierno
turísticas de Beaune 4.periodistas
Beaune nacionales

Recuadro 16-c.indd 1 11. cámara de comercio de 31/08/16 11:08


Beaune 1. sorbona vidaliana

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Boyer Jose.indd 361 Recuadro 16-d.indd 1 31/08/16 11:07


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Robert Boyer

en el paso de una configuración a otra, ya que es de la repetición de


las interacciones que surge la novedad. He aquí que relativiza la idea
de empresarios heroicos que tendrían éxito gracias a su clarividencia
y carisma para legitimar una innovación radical que se difundiría
instantáneamente en el espacio social. Las sociedades son demasiado
complejas, heterogéneas y conflictivas para eso.
Además, los empresarios institucionales siempre inscriben su
acción en las redes existentes, que contribuyen a transformar de
un modo más o menos radical. Se encuentra el holindividualismo
[Defalvard, 1992], que está en el centro de la metodología de la
regulación: los individuos actúan en el seno de redes, organizacio-
nes e instituciones heredadas del pasado y logran cambiarlas, pero
esencialmente lo logran al salir de procesos colectivos cuyas conse-
cuencias muy a menudo no son intencionales y más aún cuando la
transformación se refiere a las regularidades macroeconómicas, por
lo tanto, al modo de regulación.

Ideas, intereses y política hacen surgir un nuevo modo de


regulación

Esta tercera concepción del cambio institucional, como resultado


de la sinergia del terreno de la economía con el de las representaciones
y de lo político, no se limita al análisis de los dispositivos institucio-
nales sectoriales, ya que también se puede aplicar a las innovaciones
que transforman los modos de regulación.

En los orígenes del euro

Para las necesidades del análisis, es importante distinguir los enfoques


propiamente teóricos de las representaciones sintéticas que sirven de guía
a los actores [Boyer, 2012a]. En el primer campo, la unanimidad está lejos
de prevalecer. Ciertamente, el monetarismo, la nueva economía clásica
construida sobre la hipótesis de la equivalencia ricardiana y los modelos
estocásticos de equilibrio general tienen en común la hipótesis de una
moneda neutra a mediano-largo plazo, pero otras tres escuelas de pensa-

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

miento refutan la hipótesis de un paso sin fricciones a una unión econó-


mica y monetaria. La economía política sostiene que no hay moneda
sin política; la econometría de las finanzas públicas muestra que el límite
de 3 % del déficit público en relación con el PIB no se respetó en el
pasado y es, por lo tanto, difícil de mantener en el futuro. Por su parte,
la geografía económica señala el peligro de una polarización de Europa
en función de las especializaciones industriales pasadas, en contradicción
con la convergencia esperada por los responsables de la Unión Europea.

Recuadro 17. Verificar por una modelización que


toma prestados de la física estadística los resultados
del análisis de redes

A riesgo de simplificar mucho respecto de la riqueza de


las relaciones entre los actores que explicitan los diversos capí-
tulos de esta obra, se puede considerar que estos se distribuyen
de maneras iguales entre los negociadores de Beaune y los
propietarios que gravitan en torno de la alcaldía de Dijon. Se
puede, entonces, imaginar que, en cada uno de los campos,
los actores van a establecer nuevas relaciones en función de la
proximidad de sus intereses. Para las necesidades de la forma-
lización, se supone que los dos grupos tienen el mismo poder,
lo que se aparta de la configuración real en la que, inicial-
mente, los negociadores de Beaune dominan en el espacio
económico. En un primer momento, se supone que ninguno
de ellos tiene relaciones con París y se procede a realizar simu-
laciones a partir de encuentros aleatorios en función de una
probabilidad que no tienen en cuenta más que los intereses
locales. Se observa, entonces, el equivalente de un statu quo de
configuraciones finales en las que los dos grupos tienen un
mismo poder, que se mide por la cantidad de individuos que se
unen a uno y otro grupo (figura 41). Cuando, en un segundo
momento, se atribuye a un pequeño número de agentes la
capacidad de establecer relaciones con los actores parisinos

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Robert Boyer

que operan en los espacios económicos, culturales y políticos,


las simulaciones hacen aparecer dos fenómenos interesantes.
Si la probabilidad de contactos con París es débil, entonces, se
genera la posibilidad de que uno de los dos grupos desplace
el equilibrio a su favor. Así, se encuentra el equivalente de la
fuerza de los vínculos débiles que había puesto en eviden-
cia en otro contexto Mark Granovetter: es posible, entonces,
que un pequeño número de individuos sea capaz de alterar la
distribución del poder económico a nivel local. Pero si esta
probabilidad se acrecienta y el acceso a los medios parisinos se
vuelve más fácil para todos, entonces, se encuentra una situa-
ción simétrica en la que el establecimiento de vínculos a larga
distancia no modifica la distribución del poder económico a
nivel local.

Figura 41. El impacto de la frecuencia de las


relaciones a larga distancia sobre el cambio local
Figura 41. El impacto de la frecuencia de las relaciones a larga distancia
sobre el cambio local

Fuente: Boyer [2005, p. 8].

Fuente: Boyer [2005, p. 8].

Figura 41 (recuadro 17).indd 1


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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Estas referencias teóricas están lejos de estructurar el análisis de los


tomadores de decisiones que recurrieron a una oposición mucho más
simple: por un lado, el liberalismo típico y el ordoliberalismo consideran
que las anticipaciones van a hacer posible la viabilidad de Europa, por
el otro, los keynesianos y los poskeynesianos subrayan el riesgo defla-
cionario asociado al pacto de estabilidad y crecimiento. Ahora bien,
a partir de mediados de la década de 1990, los intervencionistas ven
que su influencia retrocede. Cuando se superponen los dos campos, la
balanza comienza a inclinarse hacia el lado de los que piensan que es
posible una zona euro, en el marco del tratado de Maastricht.
El tercer campo opone los grupos sociales que piensan ganar con
el establecimiento del euro contra aquellos que, por el contrario,
temen que esto implique una reducción de su poder adquisitivo y
del acceso a la cobertura social. Ahora bien, las multinacionales y los
profesionales tienen un acceso mucho más fácil a lo político que los
trabajadores poco calificados y aquellos que dependen esencialmente
de la solidaridad nacional. Cuando se pasa al nivel de los Estados-
nación, la concepción del interés nacional introduce una cuarta y
nueva dimensión. Fundamentalmente los gobiernos alemán y francés
fijan un compromiso a propósito del lanzamiento del euro: la puesta
en común a nivel europeo de la soberanía monetaria en contrapar-
tida de una regulación estricta de las externalidades negativas que
podrían mostrar cierta laxitud con las finanzas públicas. Las opinio-
nes públicas del Sur de Europa son las más entusiastas en lo que
concierne a la adhesión al euro, que es visto como símbolo de la
pertenencia a la modernidad y a la democracia [Boyer, 2013b].
Es entonces la conjunción de estos cuatro campos lo que parece
determinar la decisión que concierne a la creación de una moneda única.

La primacía de lo político

La elección de un régimen monetario pertenece en última


instancia al dominio político, porque es la institución fundadora
del mercado y, en consecuencia, del capitalismo. La articulación de

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Robert Boyer

todos los campos que acaban de ser mencionados converge, enton-


ces, necesariamente hacia lo político. La lógica de los intereses está
lejos de producir la unanimidad necesaria, en la medida en que los
perdedores temen que el euro afecte el principio de solidaridad,
pero son los más poderosos los que tienen el oído de los gobernan-
tes. En este aspecto, los referendos organizados en Francia y en los
Países Bajos manifiestan un rechazo bastante neto del euro por parte
de la opinión pública y los sondeos recurrentes muestran una opinión
pública más que reticente, incluso en los países que se adaptaron mejor
al euro, como Alemania. En el campo de las ideas que inspiran la polí-
tica económica, es fácil ver los estragos de la volatilidad del tipo de
cambio intraeuropeo y, en la corriente de la década de 1990, muchos
expertos piensan que el cambio fijo es el mejor régimen, aun en una
época de completa movilidad de capitales internacionales. Las fallas
del sistema anterior al euro hacen olvidar que las condiciones para una
zona monetaria óptima no están satisfechas en la Unión Europea.
En definitiva, todo se apoya en la negociación intragubernamen-
tal donde prevalece una razón de Estado, en general bastante desco-
nectada de los procesos democráticos internos. Ahora bien, en este
espacio, el euro aparece como la solución a los problemas que buscan
la cohesión de la zona euro. De hecho, los países con monedas débi-
les perdieron el control de su política monetaria, de modo que espe-
ran recuperar parcialmente un grado de soberanía en la gestión de
una moneda común. En la práctica, los frecuentes reajustes moneta-
rios comprometen la permanencia del gran mercado europeo, y una
fijación irrevocable del tipo de cambio parece concebible, sin que se
midan bien las consecuencias para la conducción de políticas nacio-
nales. En materia de geopolítica, el lanzamiento del euro surge como
una solución para que Alemania se acerque a Europa, en la época en
que se abren notables perspectivas de desarrollo en los países del Este
para la industria alemana. En fin, los partidarios de un federalismo
europeo consideran que el euro consolidará la posición internacional
del viejo continente, porque crea una divisa clave en competencia
con el dólar, prueba de que es posible una futura renegociación del
sistema monetario internacional.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

La persistencia de políticas de austeridad ineficaces

Este mismo marco puede utilizarse para analizar las políticas


seguidas de 2010 a 2014 en la Unión Europea. En la primera fase
de la crisis financiera iniciada en septiembre de 2008, el euro sirvió
efectivamente de escudo para eliminar las crisis cambiarias del pasado.
Pero los desequilibrios se manifestaron por el aumento del endeuda-
miento público que, en la primavera de 2010, resultó insostenible para
la mayoría de los países, en particular, España, Irlanda, Portugal, Italia
y Francia. Olvidando que era la consecuencia de los estabilizadores
automáticos y de las operaciones de salvataje del sistema financiero, la
ortodoxia afirma que el respeto de la limitación de 3 % de los déficits
públicos en relación con el PIB de cada país debe ser estricto.
El análisis en términos del multiplicador keynesiano es rechazado,
a pesar de evidencias econométricas que se acumulan y confirman
que en situación de sobrecapacidades y de subempleo, las políticas de
austeridad agravan los déficits públicos. En efecto, el keynesianismo
fue invocado por un breve lapso para justificar las operaciones de
salvataje financiero, pero intelectualmente no forman parte la ideog-
nosis de los gobiernos que están en posición de consentir un crédito
a los Estados que se encuentran en problemas. En consecuencia, estos
últimos se ven obligados a aceptar programas de ajuste gestionados
conjuntamente por la Comisión Europea, el BCE y el FMI.
De esta modo, por falta de voluntad para caminar hacia un fede-
ralismo fiscal, los países acreedores dan el tono de la política europea,
imponiendo al pasar su concepción de la macroeconomía, aunque
esté falseada por la observación.

Cómo una teoría errónea puede persistir y justificar una política

Los dos ejemplos precedentes explican la referencia a una teoría


inadecuada, para no decir errónea, que se impone, sin embargo, como
legítima en el campo académico, porque este último está articulado
con los otros dos campos, el económico y el político respectiva-
mente. Es, de algún modo, el dominio de estos dos últimos lo que

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Robert Boyer

ayuda a expandir el juicio de la comunidad científica involucrada en


la creación del euro y la difusión de las políticas de austeridad.
Pero es posible que el fenómeno sea más general y concierne
también a la macroeconomía misma, analizada como una profesión
dotada de sus propias reglas [Friedson, 1986]. La ciencia es también
una organización [Whitley, 1984], lo que tiene como consecuencia,
someter la veracidad de toda proposición al juicio de la comunidad.
El problema se debe al hecho de que está teñida de incertidumbre,
reforzada incluso por que la macroeconomía es una ciencia social
inmersa en la historia, en la que es frecuente que la verdad de ayer
se convierte en el error de hoy y viceversa. Es suficiente pensar en el
cruce entre la teoría clásica y la teoría keynesiana de 1936 a 2015.

Recuadro 18. Consenso académico no significa


verdad científica
El investigador pertenece a una profesión
Todo científico obtiene su legitimidad de los efectos de reputa-
ción: sus trabajos deben ser reconocidos por la comunidad a la que
pertenece. De este modo, las ciencias modernas son organizacio-
nes basadas en la reputación [Whitley, 1984]. Se puede formali-
zar simplemente la elección que enfrenta un investigador, habida
cuenta de la incertidumbre que prevalece en una proposición. Es
posible que sea conformista y adhiera a la verdad de la proposi-
ción, o que esté en desacuerdo y piense que la proposición que
logra la unanimidad es en realidad falsa. La mejor posición es la del
investigador disidente que tiene razón contra comunidad (b4 > b1).
La peor se produce cuando un investigador expresa su desacuerdo
mientras que la proposición es verdadera, lo que se traduce en el
hecho de que b2 > b3. Siguiendo a Paul David [2002], se obtiene,
entonces, el siguiente juego:

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Estado de La proposición científica Distribución de las


la teoría S es: remuneraciones
exacta falsa (simbólica o reales)
Estrategia
b4>b1>b2>b3
del investigador R W
Conformidad C b1 b2
Disidencia D b3 b4
q (1 – q)
q: probabilidad subjetiva de que S sea exacta

Se supone que el investigador maximiza la expectativa de remuneración


de modo que está la opción entre el conformismo, lo que le procura el
nivel: pc = {qb1 + (1 - q)b2}.

Si elige la disidencia, obtiene:


pd = {(1 - q)b4 + qb3}.

La estrategia conformista será elegida ya que la probabilidad subjetiva es


suficientemente elevada:
pc > pd q > (b4 – b2) [(b1 – b3) + (b4 – b2)]–1 = q*.

La conformidad contra el establecimiento de un resultado


exacto, pero el gran valor de la disidencia
Teniendo en cuenta la jerarquía de las remuneraciones, es el valor q* =
½ que es determinante. Si, inicialmente, la comunidad a la que pertenece
el investigador piensa que la proposición S es exacta, se observará una
polarización sobre el conformismo, que desempeñará el papel de atrac-
tor: la comunidad se felicitará de esta unanimidad porque la opinión
de aquellos que dudan no es tenida en cuenta. A contrario, si esta misma
comunidad está insegura, la prima será a la disidencia y, por lo tanto, al
colapso de la proposición S.
Se puede, no obstante, oponer dos comunidades intelectuales:
— si estar en desacuerdo está muy penalizado, triunfará el conformismo
siempre, ya que q* > 1/2. Esto es aparentemente el caso de las comunida-
des fuertemente integradas como lo es la Comunidad Europea;

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Robert Boyer

— si, a contrario, el desacuerdo paga, no se retira la conformidad. Es puede


ser el caso de comunidades débilmente organizadas en las cuales la disi-
dencia es considerada como un valor positivo. Se piensa que es la situación
general de la sociología en Francia.

Se debe a Paul David [2002] haber explicitado, bajo una forma


muy simple, el dilema que enfrentan los investigadores cuando un
resultado está teñido de incertidumbre. Los efectos de reputación que
están en el centro de las comunidades académicas modernas inducen
fenómenos de unanimidad. Frente a una mayoría, la conformidad
es la estrategia racional. Así se explica que una unanimidad pueda
prevalecer, ya que es impulsada por la conjunción de creencias y de
estrategias racionales de los disidentes potenciales que deben someter
a la regla de la comunidad. La noción de «verdad científica» pierde
su rigor epistemológico si se la analiza como una convención y no
ya como un hecho que traspasaría toda subjetividad de los actores
(recuadro 18).
Aquí está uno de los factores de cambio: frente a anomalía que
hipotecan el consenso, los disidentes pueden conquistar la mayoría.
A la inversa, el nuevo paradigma puede enfrentarse a una serie de
objeciones y de refutaciones, lo que permite un nuevo cambio. Se
obtiene así un resultado paradójico: cuanto mayor es la incertidum-
bre de una teoría, más probable es el surgimiento de una unanimidad
que prepara, en un segundo momento, un nuevo cambio de para-
digma. Así, se observa más una evolución cíclica de las ideas econó-
micas que una acumulación de leyes que ya han sido probadas.

Imbricación y complejidad del mundo contemporáneo

La situación contemporánea se caracteriza por la conjunción de


una serie de desequilibrios que todo nuevo régimen debería superar.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

¿Qué innovación es la respuesta a los cinco imperativos?

Como en el pasado, los modos de desarrollo respondieron a los


problemas socioeconómicos más apremiantes, es un buen método
abordar la lista de los problemas que hipotecan hoy la mayoría de los
modos de desarrollo (tabla 23).
En las economías de industrialización antigua, la desaceleración de
las ganancias de productividad reduce el crecimiento potencial, de allí
la capacidad para resolver los conflictos de distribución. Ya sea que
se deba a problema de medición o a la realidad de las evoluciones,
las TIC no han aportado a las diversas economías la estimulación
que había producido el paso a la producción y al consumo masivos.
Tampoco es evidente que la innovación verde estimule una recupe-
ración de la productividad y del poder adquisitivo, ya que la preser-
vación del ambiente tiene precedencia sobre los recursos destinados
al consumo. Los otros modelos de desarrollo abandonan la preocu-
pación productivista en beneficio de la investigación del bien estar
de las poblaciones, que pasa por otros indicadores.
Las restricciones ambientales están en el centro de dos proposiciones
de recomposición de las economías contemporáneas. El crecimiento
verde supone que todos los actores se movilicen para superar este
obstáculo, de modo que un conjunto de innovaciones radicales abra
un período nuevo en la historia industrial. Esta estrategia corre el
riesgo, sin embargo, de agravar la polarización entre sociedades ricas
y pobres, y es difícil seguirla con perseverancia en la medida en que
los mercados financieros se revelan incapaces de obtener un precio
de referencia para las emisiones de CO2.
La observación de un crecimiento sin prosperidad provoca otra
proposición de recomposición de las sociedades en favor de bienes a
menudo colectivos, que participan en el sentimiento de bienestar de
las poblaciones. En esta óptica, tanto la lógica de mercado como los
sistemas tradicionales de evaluación en términos de PIB responden
cada vez menos a las expectativas de los ciudadanos que viven en las
sociedades ricas. Son respectivamente la economía del bienestar y
la economía mixta las que parecen más capaces de responder a esta
aspiración. Pero esa aspiración está muy poco presente en los otros

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Robert Boyer

tres modos de desarrollo potenciales, lo que explica su debilidad, ya


que su inspiración es más tecnocrática que democrática.
La exacerbación de las desigualdades se percibe cada vez más como
un freno a la recomposición de las sociedades, caracterizadas, salvo
raras excepciones, por una individualización de los estatus y de las
remuneraciones. La cuestión planteada es la de la solidaridad en el
seno de cada espacio doméstico y de un modo más general entre las
naciones. Son problemas que la innovación tecnológica o científica
no puede resolver sin innovación institucional. A su vez, esta última
supone la presión de los movimientos sociales y la construcción de
coaliciones políticas amplias, que incluyan la mayoría de los ciuda-
danos. La economía del bienestar y la economía mixta tienen como
objetivo precisamente concentrar el desarrollo de los bienes colecti-
vos en sectores esenciales como la educación, la salud y la cultura.
La inestabilidad financiera y la recurrencia de las crisis son el quinto
—y no el menor— de los males que sufren las economías contem-
poráneas. La contribución de diversos modos de desarrollo poten-
ciales a la solución de este problema es muy desigual. Si las TIC e
incluso la economía del conocimiento contribuyeron a esta ines-
tabilidad, todos los escenarios suponen, por el contrario, que están
puestas al servicio de las finanzas en beneficio de un objetivo central:
la movilización de recursos financieros en provecho de la inversión
verde, una relocalización de la intermediación, un financiamiento
público suficiente o incluso un control de la colectividad que vuelva
poco probable una gran crisis financiera. Pero la tarea es difícil para
todas las colectividades que están fuertemente endeudadas frente a
las finanzas internacionales. No se puede, entonces, liberar de una
forma de dependencia respecto del sendero, lo que complica incluso
la prospectiva de los modos de desarrollo.

El futuro no será la reproducción del pasado

Así, la teoría de la regulación es víctima de una de sus hipó-


tesis fundadoras: en los períodos de gran crisis, el determinismo
económico cede el lugar a la apertura a la formación de coaliciones

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

políticas y nada garantiza que estas últimas logren implementar un


modo de desarrollo coherente y sostenible. Sin embargo, la historia
sugiere algunas enseñanzas generales que enmarcan los procesos de
salida de las grandes crisis.

1. Ninguna de las grandes crisis se traduce en una enmienda al


margen del modelo anterior. El futuro no es repetición.
2. Las revoluciones tecnológicas no dan frutos sino después de la
sincronización de un conjunto de organizaciones, de instituciones,
de competencias y de intervenciones públicas en el seno de una
nueva geografía económica y una geopolítica que es transformada, a
menudo gracias al cambio del poder hegemónico.
3. La multiplicidad de actores, intereses, visiones y estrategias
implica un largo proceso de tanteos, y luego de aprendizaje, antes
de que se afirme un régimen que permanezca viable a escala de una
generación.
4. El cortoplacismo de las finanzas de mercado y el juego político
juegan a menudo contra el dominio, por parte de la colectividad, de
futuros regímenes socioeconómicos, en especial en materia ecológica.
5. La imbricación de los procesos de innovaciones técnicas, sociales
y políticas se conjuga con la multiplicidad de las interdependencias
internacionales para producir una complejidad sin precedente de las
salidas de las crisis contemporáneas.
6. Los modelos del siglo XXI serán compuestos, porque serán
el resultado de la interacción de procesos venidos de la base gracias
a los movimientos sociales y de la necesaria acción política sobre
las formas institucionales que articulan una miríada de innovaciones
que transforman todas las esferas de las sociedades contemporáneas.
7. La disciplina económica, a pesar del desarrollo de sus herra-
mientas y de sus técnicas, parece no tener herramientas para analizar
este cambio del mundo. La teoría de la regulación, fundada en el
análisis del cambio de los capitalismos, brinda algunas de las claves de
lectura del mundo contemporáneo.

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Tabla 23. Los diversos modos de desarrollo frente a los cinco imperativos

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El agotamiento Desaceleración de Restricciones Crecimiento sin Sociedades cada Inestabilidad y
de modelos de cambio ambientales prosperidad vez más desiguales recurrencia de las
crecimiento tecnológico crisis financieras

Los modelos
emergentes

1. Economía de las Un impacto mode- Una posible contri- Poco impacto en el Sí, en el capitalismo Acentuadas por las
TIC y del conoci- rado y desigual según bución. bienestar. liberal; no, en los TIC.
miento el país. países nórdicos.

2. Economía verde Posible revolución Una nueva direc- Un arbitraje entre Efectos inciertos Necesidad de esta-
schumpeteriana. ción, pero un consumo privado y (individuos versus bilizar las expectati-
impacto incierto en bienestar colectivo. naciones). vas sobre los precios
la productividad.

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(energía, CO2…).
Robert Boyer

3. Disminución del Ruptura con dos La sustentabilidad Una reorientación Necesidad de una Supone controlar las
crecimiento siglos de industriali- ecológica es funda- de los modos de intensa redistribu- finanzas internacio-
zación. mental. consumo y de las ción. nales en beneficio
formas de producir. de las locales.

4. Economía del Innovaciones en Sustentatibilidad Dominio de los El acento sobre Supone un regreso
bienestar términos de bienes social y/luego criterios de bienestar los bienes públicos al control del
públicos (educación, ecológica. sobre los de tipo PIB. contribuye a una crédito por parte de
salud…). mayor igualdad. la colectividad.

5. Economía mixta Un cierto pilotaje Incorporadas a Un arbitraje entre Un regreso a las Estabilidad finan-
de los sistemas de través de los límites producción y bien- normas colectivas en ciera y asignación
innovación. impuestos por las estar. materia de jerarquía del crédito: una
colectividades. de los ingresos. prerrogativa del
Estado.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Conclusión: El desafío de las transformaciones silenciosas

Después de cuatro décadas de investigaciones asiduas sobre la


dinámica de los capitalismos, la teoría de la regulación tropieza hoy
con dos obstáculos importantes.
El primero se refiere a China: ¿cómo explicar que esta economía
se haya desarrollado desde ya hace un tiempo y con una regularidad
tal sin entrar en una gran crisis, contrariamente a lo que se observa
en la casi totalidad de los otros capitalismos? ¿Esto puede deberse a
la continuidad de constantes reformas pragmáticas que apuntan a
anticipar y prevenir posibles desajustes que desembocan en una crisis
importante?
La segunda dificultad es simétrica: ¿por qué, en los capitalismos
maduros, es tan difícil caracterizar los regímenes contemporáneos
emergentes? Es sin duda lo que los regulacionistas han investigado
durante mucho tiempo: un régimen también simple y finalmente
racional como fue el fordismo. Ahora bien, los capítulos sucesivos
mostraron la complejidad y la imbricación de una miríada de regu-
laridades parciales. De 1967 a 2015, no se observó un colapso tan
espectacular como el que se produjo entre las dos guerras. Esto había
obligado a los países a refundar su vínculo social frente a la dramá-
tica sucesión guerra-crisis-guerra, que señalaban Ernest Labrousse y
Fernand Braudel [1993] en su Histoire économique et sociale de la France
[Historia económica y social de Francia] para el período 1880-1950.
Desde la década de 1970, los grandes shocks de la historia mundial
fueron reemplazados por los múltiples ensayos de políticas a prueba y
error, de empresarios y de analistas frente a una incertidumbre radical
que no se disipó totalmente en el transcurso de las dos últimas déca-
das. Una sensación de que se venía “el fin del mundo”, suscitada por
el pánico financiero de 2008, se olvidó rápidamente en beneficio de
una vuelta al business as usual.
Estos dos desafíos tienen una raíz común: la preponderancia en la
investigación occidental de un análisis en términos de actores racio-
nales y calculadores, dotados de la voluntad de imponer su visión,
sin haber estudiado —y mucho menos dominado— un contexto

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Robert Boyer

formado por procesos inextricablemente imbricados que se recom-


binan en configuraciones siempre cambiantes. La teoría de la regula-
ción debe volver a su gran proyecto de comprensión de la dinámica
de los capitalismos incorporando la noción de «transformaciones
silenciosas», valorada por François Jullien [2009].

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Conclusión / Analizar y comprender


este nuevo cambio en la historia de los
capitalismos
Después de este largo camino, es útil recapitular algunas de las
principales enseñanzas y responder de este modo a las siete preguntas
planteadas en la introducción.

Profundización y complejidad de las instituciones


del capitalismo
La primera versión de esta obra comenzaba con una precisión sobre
la noción de capitalismo. La disciplina económica cuyo concepto
central es la noción de economía de mercado se opone a una economía
política moderna cuyo punto de partida es la noción de capitalismo.
Desde entonces, los autores regulacionistas fueron aceptados por una
serie de otras corrientes. De este modo, las obras de Joseph Stiglitz
[2012] no dudan en referirse a la noción de mundialización, asociada
a la dinámica de expansión del capitalismo. La economía institu-
cional descubrió que la gramática formal de la combinación de las
formas institucionales se veía bajo una nueva luz si se hacía con
referencia a las tendencias características de una economía capitalista
[Streeck, 1997, 2012; Streeck y Thelen, 2005; Thelen, 2009; Thelen
y Mahoney, 2010]. Incluso, autores venidos de la ortodoxia descu-
brieron el poder de las instituciones cuando examinaron los factores
que condicionan el éxito o el fracaso de una nación [Acemoglu y
Robinson, 2012, 2015]. Finalmente, pareció que la estrategia de los
capitalistas podía entrar en contradicción con la persistencia del capi-
talismo como régimen socioeconómico [Rajan y Zingales, 2003].

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Robert Boyer

Esta decisión metodológica y epistemológica tiene importantes


consecuencias: la historia es la de la extensión y el poder de los
mercados, pero es también la de todas las normas, valores y formas
institucionales que constituyen el marco a los diversos mercados. La
esfera económica está en interacción con el espacio social, simbólico
y político, y es de su interacción que surge la viabilidad o la entrada
en crisis de una forma de capitalismo (tabla 24).

Tabla 24. La noción de capitalismo implica la dinámica


institucional

Economía de mercado Capitalismo

Concepción de mercado 1. Una pura abstracción de 1. Expresión de una rela-


los ajustes de oferta y de ción social.
demanda.

2. Coordinación horizon- 2. Relaciones a la vez


tal entre iguales. horizontales (competen-
cia entre las empresas)
y verticales (relación
salarial).

3. Fundamentalmente 3. Propagación de los


autoequilibrados. desequilibrios de la
acumulación.

Vínculos entre dominios 4. Ideal de una economía 4. Interdependencia


pura (desconexión con lo estructural entre econo-
económico). mía, sociedad y política.

Metodología / 5. Legitimidad de la hipó- 5. Dependencia respecto


Epistemología tesis «como si». del contexto.

6. Racionalidad sustancial. 6. Racionalidad contex-


tual.

7. Explicar la economía 7. Inserción de la econo-


por lo económico. mía.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Economía de mercado Capitalismo

Análisis de la evolución 8. Postulado de un equili- 8. Una sucesión de perío-


brio de largo plazo. dos construye el largo
plazo.

Perturbaciones venidas 9. Esencialmente endó-


de otra parte gena.

Unicidad / diversidad de 10. Ideal de un óptimo de 10. Una sucesión de


los regímenes econó- Pareto. etapas históricas.
micos
11. La competencia reduce 11. La coexistencia de
la diversidad. diversos tipos de capita-
lismo.

Las investigaciones de las últimas décadas pusieron en evidencia


la manera en que la diversificación y la sofisticación de las diferentes
instituciones permitieron una relativa estabilización de los capitalis-
mos contemporáneos. Es el caso de los modelos productivos, de los
sistemas sociales de innovación y, más aún, de los sistemas nacionales
de protección social. En esta óptica, una gran cantidad de organi-
zaciones y de instituciones interactúan a través de algunos merca-
dos fundamentales, entre ellos, en primera fija, el de crédito y el de
las finanzas. Estas construcciones institucionales explican, en primer
lugar, la resiliencia de los capitalismos: ¿no colapsarían en ausencia de
bancos centrales y de tesoros públicos? Pero, en una segunda instan-
cia, son también fuentes de renovación de las formas de crisis: por
ejemplo, ¿cómo salir de políticas monetarias heterodoxas caracteri-
zadas por la compra masiva de títulos por parte del banco central en
un contexto de tasas de interés nulas?
¿Cuáles son las instituciones de base necesarias y suficientes para
el establecimiento de una economía capitalista? Son la diversificación
y la complejización de las formas y los acuerdos institucionales las
que están en el origen de la notable resiliencia del capitalismo. Hasta
ahora, supo resistir las grandes crisis, ocasión para que la colectividad
retome el control de la inestabilidad intrínseca de una lógica
comercial librada a su suerte.

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Robert Boyer

La inserción de lo económico

Esta es la respuesta a la segunda pregunta: ¿en qué condiciones una


configuración institucional engendra un modo de regulación viable?
Sobre este punto, la teoría de la regulación sigue a Karl Polanyi
subrayando que la moneda, el trabajo y las relaciones con la natura-
leza deben ser organizados independientemente de la competencia
comercial, porque son sus apoyos. Es el mensaje recurrente de este
libro. El orden monetario debe organizarse en relación con un prin-
cipio que trasciende la competencia de los emisores de tipo privado.
El banco central debe responder a una lógica distinta de la de los
bancos comerciales, porque tiene la tarea de garantizar la credibilidad
y la legitimidad del patrón monetario. La zona euro entró en crisis
porque no se constituyó en un espacio político integrado en torno
de una solidaridad monetaria y fiscal. La regulación administrada
entra en crisis cuando el workfare reeemplaza al welfare y la relación
salarial se ve atravesada por una lógica cada vez más comercial. Los
regímenes puramente rentistas difícilmente encuentran una regula-
ción viable, ya que el circuito de la renta juega en contra del princi-
pio de democracia y de ciudadanía.
La teoría de la regulación desarrolla así una argumentación para-
dójica: el mimetismo que implica el orden comercial es desfavora-
ble a la estabilización macroeconómica, mientras que la inserción de
lo económico en la sociedad y lo político brinda los medios para
atemperar la dinámica desequilibrada de la acumulación. A su vez,
la regulación económica se inserta en un orden político y simbólico
que legitima o no las evoluciones macroeconómicas más o menos
favorables. Es esta jerarquía, y a veces esta confusión, las que están en
el origen de los períodos de estabilidad del orden social (figura 42).
Esta hipótesis fundadora tiene importantes consecuencias meto-
dológicas. El lector lo habrá notado: la obra no está organizada según
la lógica habitual que hace derivar de un pequeño número de prin-
cipios generales una serie de modelos considerados valiosos en todo
tiempo y en todo lugar. A lo largo de los capítulos se introduce una
serie de características de economías concretas, preliminares a mode-
lizaciones parciales cuyo objeto es poner en evidencia mecanismos

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

genéricos que solo corresponden a una fracción de los desarrollos


y mecanismos observados. En consecuencia, es difícil obtener una
modelización general de la dinámica del capitalismo, precisamente
porque depende de configuraciones institucionales que varían en el
tiempo y en el espacio.
Esta es la razón por que se hizo mención de regímenes de
acumulación impulsados por la innovación financiera no como
modelos típicos, sino como estilización de un estado de relaciones
sociales como la que se observa en Estados Unidos o el Reino
Unido. Los desarrollos macroeconómicas se revelan muy diferentes
en el seno de los regímenes rentistas puros. Incluso, entre los países
de industrialización antigua, se obtienen modos de regulación dife-
rentes que coexisten con dificultades en el seno de una misma zona
de integración monetaria. La inserción de los capitalismos explica su
heterogeneidad y, en un sentido, su complementariedad, o, en caso de
que no la haya, su compatibilidad.

Regulación y crisis van de la mano

Contrariamente a la impresión que da la denominación de la


teoría, el éxito de un modo de desarrollo está ligado al tipo de crisis
que terminan marcando su agotamiento. De este modo salió a la
luz la lógica del fordismo a partir de su crisis estructural iniciada a
fines de la década de 1960 en Estados Unidos. La formalización de
un crecimiento impulsado por el crédito y la innovación financiera
permite detectar los umbrales a partir de los cuales una aceleración
del crecimiento desemboca en un cambio brutal de la coyuntura.
Incluso, cuando los autores se preguntan por la posibilidad de un
crecimiento verde, analizan la verosimilitud de los compromisos
institucionalizados correspondientes. Regulación y crisis están, de
esta forma, ligadas indisolublemente (figura 42). Esta simetría aparece
como una gran debilidad de la teoría desde la Gran Moderación,
período a lo largo del cual los macroeconomistas pensaban haber
alcanzado lo esencial de su tareas de teorización para reconocer, una
vez que la crisis de 2008 se inició, que este no era el caso [Blanchard,

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Robert Boyer

2008, 2011]. Esto se vuelve al contrario una fortaleza cuando se


constata, en Japón, por ejemplo, un largo período de estancamiento
en el que el desarrollo de la deuda pública sirve de sustituto a una
resincronización de las formas institucionales. Incluso, el camino en
la crisis del euro muestra la pertinencia de un enfoque regulacionista:
si bien una distribución inadecuada de las competencias demostró
ser ineficiente, los conflictos políticos entre Estados-nación impidie-
ron el surgimiento de otro orden transnacional. La crisis no se mide,
entonces, con la vara de la caída del PIB o de la tasa de desempleo,
sino a través de la incapacidad del orden institucional para encontrar
un modo de regulación viable.

La transformación de las formas institucionales:


de lo exógeno a lo endógeno

¿Cómo se transforman las instituciones del capitalismo? La tenta-


ción del economista es invocar una serie de factores exteriores a
su campo de análisis: shock negativo de productividad, repercusión
de una crisis mundial en una economía nacional, brusco acceso
de avidez de los financistas en busca del enriquecimiento rápido,
pérdida de confianza en la estabilidad financiera son algunos de los
deï ex machina a los cuales deben ajustarse las formas institucionales.
La teoría de la regulación propone otras dos explicaciones, estre-
chamente ligadas a la naturaleza del capitalismo como vector de la
historia y actor de la transnacionalización.
En efecto, el capitalismo es la puesta en movimiento de la historia
de las sociedades. El efecto mismo de la acumulación es transformar
la organización de las empresas, la naturaleza de la competencia, las
técnicas de producción, los modos de vida y, a veces, incluso los
valores que fundan una sociedad. Por esto, endometabolismo e hibri-
dación son los dos mecanismos en relación con los cuales se analiza
la dinámica comparada de los diferentes capitalismos. El primer
proceso describe cómo la lenta transformación de los parámetros
característicos de un régimen de acumulación puede hacer atravesar
el umbral de estabilidad estructural para desembocar en un ajuste

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

FiguraFigura
42. Una concepción extendida de la regulación
42. Una concepción extendida de la regulación
Nivel creciente de NIVEL Y OBJETO DE COHERENCIA/
generalidad de las LA REGULACIÓN CRISIS
interacciones
Coherencia: un mismo
principio simbólico atravie-
Lo simbólico sa las diversas mediaciones
Supone Informa Crisis: incapacidad para
fundar una integradora
simbólica.
El modo de regulación social Coherencia: aptitud de las
mediaciones primarias para
asegurar la coevolución de
diversos órdenes.
Supone Informa Crisis de tipo 1: desregula-
ción de uno de los procedi-
mientos de mediación.
Crisis de tipo 2: la evolu-
ción de las diferentes me-
diaciones las vuelve incom-
patibles entre sí.
El régimen macroeconómico
Coherencia: estabilidad
estructural de la dinámica
económica impulsada por
Retroalimen- la conjunción de las formas
Resultado de la institucionales.
ta a compatibilidad
Crisis de tipo 1: la crisis
de una forma institucional
desestabiliza el régimen
económico.
Crisis de tipo 2: la evolu-
ción de las formas institu-
cionales las vuelve incom-
patibles, aunque son cohe-
Formación de reglas y rentes individualmente.
formaciones institucionales
Coherencia: compatibilidad
de un conjunto de reglas
con las exigencias de la for-
Puede Informe ma institucional implicada.
retroalimen-
tar a Crisis: entrada en conflicto
de una o muchas reglas con
la permanencia de la forma
Organizaciones institucional.
Reglas de base elementales y
actores Coherencia: conducción
que satisface las estrategias
de los actores en el campo
de la acción de la (o de las)
regla(s).
Crisis de tipo 1: pérdida de
eficiencia o carácter con-
traproducente de una regla.
Crisis de tipo 2: surgimien-
to de una incompatibilidad
entre diversas reglas.
Fuente: Boyer y Saillard [2002].

Figura 42.indd 1
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Robert Boyer

brutal de las variables macroeconómicas. Por su parte, la hibridación


surge de la interacción entre las organizaciones y las instituciones
vehiculizadas por un capitalismo dominante y las resistencias de las
sociedades locales para su adopción. De esta confrontación resultan
tanto los fracasos —por ejemplo, la incapacidad de Gran Bretaña para
adoptar el modelo norteamericano de producción masiva— como la
constitución de una nueva forma de capitalismo, como fue el caso de
Japón en la década de 1970.
Por eso, la estrategia de la teoría de la regulación es endogeneizar
los shocks provenientes de la economía mundial desarrollando un
intento de geopolítica fundado en la interacción de diversas formas
de capitalismo y regímenes rentistas. Así, el problema de los mercados
financieros, que comienza en septiembre de 2008 y se difunde a la
casi totalidad del mundo, es la consecuencia del régimen de acumu-
lación norteamericano fundado en la innovación financiera. De la
misma manera, el aumento de los precios de las materias primas que
marca, en 1973 y luego en 1979, la llegada del fordismo a sus límites
no es más que la consecuencia de la coalición de los países produc-
tores de petróleo, cuyos ingresos se ven amenazados por la infla-
ción, característica de la regulación administrada. Estos mecanismos
describen la entrada en crisis de un régimen. En cambio, las salidas
de las grandes crisis se caracterizan por dos rasgos. En primer lugar,
no hay un ejemplo de una crisis importante que haya sido superada
por una serie de pruebas y errores de los actores que operan solo en
el plano económico. El paso de una acumulación extensiva a una
intensiva no habría ocurrido sin el shock de las dos guerras mundia-
les y la crisis de la década de 1930. Luego y sobre todo, la mayoría de
las formas institucionales derivan de intervenciones del Estado que
son en sí mismas la expresión de coaliciones políticas más o menos
permanentes, o más a menudo del poder de un bloque hegemónico.
El régimen monetario es típicamente la expresión de una decisión
política, la asimilación del contrato de trabajo a un contrato comer-
cial o a un contrato regido por un derecho específico y también
la expresión de una coalición política, la elección de un régimen
cambiario es también una cuestión de sociedad y no el reflejo de una
optimización que apunta a la estabilización macroeconómica.

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Los distintos capítulos de la obra muestran que hay pocas razo-


nes para que la sucesión de configuraciones institucionales maximice
la eficacia económica. Fundamentalmente, el cambio institucional
tiene dos fuentes: la negociación de un compromiso que garantice
una cierta distribución de los dividendos de un régimen de creci-
miento, o la imposición de un orden hegemónico sin gran preocu-
pación de eficiencia económica. Se habrá reconocido, en el primer
caso, la configuración fordista y, en el segundo, la de los regímenes
dominados por las finanzas (o regímenes rentistas). Se mide de nuevo
la diferencia entre la normatividad de la economía institucional de
inspiración neoclásica y la neutralidad de la economía política. Una
describe el mundo como debería ser, la otra como es.

Repetición y novedad de las grandes crisis

Luego, se puede responder la pregunta: ¿por qué las crisis del capi-
talismo se suceden y, sin embargo, no son la repetición de los mismos
desarrollos? Desde la recurrencia de las crisis financieras observadas
a partir de la década de 1980, los economistas, incluso los teóricos,
se interesaron en la historia de las crisis a lo largo de períodos muy
largos [Bordo et al., 2001; Reinhart y Rogoff, 2009]. Una de las estra-
tegias consiste en poner en evidencia la invarianza de los procesos
que conducen al surgimiento de las burbujas especulativas, su madu-
ración y su explosión [Kindleberger, 1978, 1994]. Las investigaciones
regulacionistas se nutren de estos trabajos, pero los interpretan de un
modo diferente. En efecto, en la línea de la escuela de los Annales,
las investigaciones mostraron que toda sociedad tienen las crisis que
corresponden a su estructura. Por lo tanto, se pueden encontrar cier-
tamente invariantes [Boyer et al., 2004; Boyer, 2011b, 2013a], pero
al menos tres razones introducen novedades en el despliegue de las
crisis financieras.
La primera se debe a la variedad de los regímenes de acumulación:
extensiva o intensiva, con o sin consumo masivo, financiarizada o no,
alimentada por la innovación o la austeridad salarial.Y esto, sin contar los
regímenes rentistas puros en los que una evolución favorable del precio

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Robert Boyer

de los recursos naturales puede traducirse en una crisis de importan-


cia. Cuando se pone en perspectiva la crisis iniciada en 2008, se
mide la variedad de las respuestas dadas respectivamente por Estados
Unidos, China y la Unión Europea. Sin duda, es en vano buscar una
evolución canónica válida para todas las crisis financieras, ya que no
interesan solo las burbujas especulativas, sino el modo de regulación
observado en el plan macroeconómico.
Una segunda fuente de novedad se debe al hecho de que el capi-
talismo no pasa nunca dos veces por la misma configuración institu-
cional. Algunos analistas interpretan el éxito del neoliberalismo como
un regreso a una regulación competitiva típica del siglo XIX. Las
investigaciones regulacionistas atemperan este juicio porque los regí-
menes políticos se volvieron democráticos, los sistemas nacionales de
protección social se desarrollaron considerablemente y el sistema social
opera una redistribución e implica estabilizadores automáticos que no
estaban presentes el siglo pasado. En consecuencia, la crisis iniciada en
2008 no es la repetición de la de 1929, aunque los efectos de memoria
estén presentes. Se inscribe en los estatutos de los bancos centrales y
de los sistemas financieros que el aprovisionamiento en liquidez de la
economía debe estar garantizado, cualquiera que sea la responsabilidad
de los especuladores en el bloqueo de los sistemas financieros. Esta es
la razón por la que, en Estados Unidos, la crisis de 2008 no es igual
que la de 1929 [Eichengreen y O’Rourke, 2009, 2010]: en efecto, los
regímenes de acumulación correspondientes son diferentes.
En tercer lugar, hay que invocar los cambios en el sistema de las
relaciones internacionales. En la década de 1930, la cuestión era la de
la transición hegemónica entre un imperio británico envejecido y el
dinamismo norteamericano [Kindleberger, 1973]. La cuestión es muy
distinta en el mundo contemporáneo que se ha vuelto multipolar:
ni Estados Unidos ni China pueden desempeñar el papel de líder
en el sentido de Stackelberg [1934] porque sus dos economías se
han vuelto estrechamente interdependientes más que hegemónicas.
En consecuencia, cada Estado-nación está inmerso en un ambiente
internacional que ya no es el del período entre las dos guerras por
la permanencia de la apertura de las fronteras a las mercaderías, los
capitales, pero no al flujo de mano de obra.

386

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Así, como el capitalismo evoluciona según una espiral —repeti-


ción, por un lado, innovación, por el otro—, no es absurdo que una
teoría tenga un desarrollo análogo. A grandes rasgos, a medida que se
aleja la esperanza de un modelo canónico, se desarrolla la diversidad
de las formas de capitalismo, en términos de caracterización teórica,
pero también la pertenencia regional. Como ya se ha señalado, los
desequilibrios que enfrentan las economías latinoamericanas no son
los de los países del Sudeste Asiático. El sistema mundial tiene, por lo
tanto, propiedades que no son las del siglo XIX y menos aún las del
siglo XX agonizante. El resultado es una forma original de las crisis y
las condiciones particulares de emergencia de los nuevos regímenes
(figura 43).
Figura 43. Una presentación esquemática de la evolución de las
investigaciones regulacionistas
Figura 43. Una presentación esquemática de la evolución
de las investigaciones regulacionistas

Los capitalismos
asiáticos son incluso
diferentes
Décadas de 2000-2010
Extensión de los
conceptos de la
teoría Confrontación
con la historia El mundo como
norteamericana interdependencia
Década de 1970 de regímenes
complementarios
Esquema de Régimen de acumulación
Los países latinoamericanos: acumulación a la fordista, regulación
otros modos de desarrollo Marx administrada
Décadas de 1990-2000
Análisis del
cambio y las
Taxonomía de los crisis
Los otros países
capitalismos industriales
en la OCDE no fueron fordistas
Década de 2000 Década de 1980-
1990

Un ajuste permanente Los regímenes


de los conceptos y los emergentes
métodos

387

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Robert Boyer

Los capitalismos en el siglo XXI: multiplicidad


e incertidumbres

¿La teoría de la regulación brinda las herramientas que permiten


analizar la viabilidad y la verosimilitud de las nuevas formas de capi-
talismo? La respuesta es ambigua.
Por un lado, las investigaciones sobre China y, por extensión, las
economías cuya coyuntura está cada vez más ligada a este país, abren
perspectivas interesantes. La competencia de una gran cantidad de
corporatismos locales, sometidos al control de un Estado central que
dispone del arma del crédito y del tipo de cambio, define una confi-
guración sin precedentes históricos. Geográficamente, el mundo es
finito —es toda la cuestión del cambio climático—, pero, institucio-
nalmente, las configuraciones del capitalismo están abiertas.
Por otro lado, se destaca que el fordismo fue finalmente atípico
en relación con otros regímenes que lo precedieron y con aquellos
que pueden sucederlo. La larga búsqueda de un sucesor del fordismo
en las economías de industrialización antigua no ha dado los frutos
esperados. Las tecnología de la información y de la comunicación
favorecieron en primer lugar el surgimiento de una burbuja
especulativa y no permitieron una recuperación de la productividad
total de los factores, es decir, una atenuación de los conflictos de
distribución que permiten un retorno al crecimiento en una arqui-
tectura institucional poco alterada. La transformación más poderosa
concierne a la financiarización de los regímenes de acumulación,
pero este movimiento desemboca en la crisis mundial iniciada en
2008 y sus repercusiones en la viabilidad de la zona euro.
Reexaminar las condiciones permisivas de surgimiento de los
modos de desarrollo permitió mejorar su comprensión, pero la
complejidad y la diversidad de las fuerzas en marcha en el mundo
contemporáneo parecen constituir una barrera característica de la
teoría de la regulación.

388

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Entre filiación marxista e institucionalismo histórico

Por haber privilegiado la consigna según la cual las teorías en


ciencias sociales nacen local e históricamente situadas, la corriente
regulacionista parece haberse alejado de la tradición marxista, en
favor de un historicismo en el que sus detractores ven una simple
descripción del pasado sin ninguna virtud analítica o predictiva. Es
el momento de precisar los vínculos actuales de la teoría de la regu-
lación con el pequeño número de investigadores que siguen inscri-
biéndose en una tradición marxista explícita.
Es exacto que las formalizaciones del fordismo y de sus sucesores
fueron más kaleckianas que típicamente marxistas. El propósito apun-
taba, en efecto, a mostrar cómo las contradicciones propias de todo
régimen de acumulación podían contenerse gracias a compromisos
institucionalizados. La caída tendencial de la tasa de rentabilidad no
fue el alfa y el omega del análisis del capitalismo. La configuración
de la década de 2000 vuelve a poner en primer plano el análisis de
la crisis de 1929: pese a un aumento de las ganancias, no se nota una
reactivación franca de la acumulación. Es la coherencia institucional
de un régimen de acumulación lo que está en problemas.
La caracterización de la crisis iniciada en 2008 es el objeto de
un diagnóstico en gran medida común entre los enfoques regula-
cionista y marxista. Por un lado, destacan que el neoliberalismo se
reveló como incapaz de refundar un régimen de acumulación viable
[Duménil y Lévy, 2005; Husson, 2008]: las ganancias vinculadas con
la financiarización no se reinvierten en el capital productivo de las
economías de industrialización antigua, mientras que la dinámica
de las ganancias en China tiene un papel más desestabilizador que
reequilibrador para un régimen de acumulación impulsado por la
competencia. Por otro lado, las configuraciones correspondientes no
pueden interpretarse sin referencia a bloques hegemónicos específi-
cos, que son diferentes en Estados Unidos y en China, por ejemplo
[Duménil y Lévy, 2013b, 2014]. Por lo tanto, no es inconcebible
imaginar una sinergia entre los enfoques poskeynesiano y marxista
[Duménil y Lévy, 2013a] y simultáneamente una sinergia entre el

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Robert Boyer

endometabolismo regulacionista y las formalizaciones poskeynesia-


nas [Revue de la Régulation, 2011, 2014].
Una alianza de este tipo es ahora mucho más necesaria porque la
estructuración del campo académico solo fue levemente afectada por
la debacle intelectual de la nueva macroeconomía clásica.

390

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Referencias cronológicas: orígenes y etapas


de la teoría de la regulación, 1976-2015
Comienzos de la década de 1970
Los economistas que trabajan para la administración económica
francesa (INSEE, Dirección de Previsión), autores de los modelos
macroeconométricos (Bernard Billaudot [DECA], Michel Aglietta
[FIFI], Robert Boyer, Jacques Mazier [STAR]), observan una ruptura
a partir de 1967 de las regularidades económicas: un aumento lento
pero constante del desempleo en Francia, una aceleración general de
la inflación, una desaceleración del crecimiento con el primer shock
petrolero. Inspirados por Michal Kalecki, Nicholas Kaldor y Joan
Robinson, y atraídos por un análisis del largo período de transforma-
ciones del capitalismo, proceden, entonces, a una evaluación crítica
del poder explicativo de las hipótesis marxistas.
Por su parte, economistas inspirados por Paul Boccara [1974] y
la Escuela del Capitalismo Monopólico de Estado (CME) se reúnen
en el seno del Grupo de Investigación sobre la Regulación de la
Economía Capitalista (GREEC, por sus siglas en francés), dirigido
por Gérard Destanne de Bernis, y formulan el proyecto de analizar
las transformaciones del capitalismos contemporáneo. Este último
grupo toma prestado a un epistemólogo, Georges Canguilhem
[1974], la noción de regulación y le da un nuevo sentido.

1976
Michel Aglietta publica Régulation et crises du capitalisme [Regula-
ción y crisis del capitalismo], obra fundadora de una rama de la teoría
de la regulación que se distingue progresivamente de la filiación del

391

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Robert Boyer

CME. La crisis de la década de 1970 es la del fordismo, régimen en


el cual el consumo de los asalariados es el motor del crecimiento,
debido a las transformaciones importantes que tuvieron lugar en las
convenciones colectivas, la gestión de una moneda de crédito y las
formas de competencia entre empresas conglomeradas.

1977
Un grupo de economistas del CEPREMAP confirma, para
Francia, el diagnóstico de Michel Aglietta para Estados Unidos. A
la regulación competitiva del siglo XIX y del período entre las dos
guerras sigue la regulación monopólica del fordismo: el período
entre guerras constituye una etapa de transición marcada por la crisis
de 1929. Cepremap-Cordès: Approches de l’inflation [Enfoques de la
inflación].

1978
Robert Boyer y Jacques Mistral: Accumulation, inflation, crises
[Acumulación, inflación, crisis].

1979
Alain Lipietz, Crises et inflation. Pourquoi? [Crisis e inflación. ¿Por
qué?]

Década de 1980
Estos primeros resultados estimulan la reflexión sobre los funda-
mentos teóricos de la regulación (teoría del mimetismo de René
Girard, análisis del Estado, luchas de clasificación y no solo de clases).

1982
Michel Aglietta y André Orléan: La Violence de la monnaie [La
violencia de la moneda].

1983
Robert Delorme et Christine André: L’État et l’économie [El
Estado y la economía].

392

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

1984
Michel Aglietta y Anton Brender: Les Métamorphoses de la société
salariale [Las metamorfosis de la sociedad salarial].
 r -B NVMUJQMJDBDJÓO EF MPT FTUVEJPT DPNQBSBUJWPT Z MPT BOÃMJTJT
históricos de períodos largos revelan la variedad de los regímenes de
acumulación, a pesar de la insistencia de algunos autores para hacer
del fordismo un modelo potencialmente universal.
Maurice Baslé, Jacques Mazier y Jean-François Vidal: Quand les
crises durent… [Cuando las crisis duran…]

1985
Jacques Sapir: Les Fluctuations économiques en URSS [Las fluctua-
ciones económicas en la URSS].
Alain Lipietz: Mirages et Miracles [Espejismos y milagros].

1986
Carlos Ominami: Le Tiers Monde dans la crise [El Tercer Mundo en
la crisis].
Robert Boyer (dir.): La Flexibilité du travail en Europe [La flexibi-
lidad del trabajo en Europa].
Pascal Petit: Slow Growth in a Service Economy [Crecimiento lento
en una economía de servicios].
 r%FBMMÎVOBQSJNFSBTÎOUFTJTEFVOBEÊDBEBEFJOWFTUJHBDJPOFT
Robert Boyer: Théorie de la régulation. Une analyse critique [Teoría de
la regulación. Un análisis crítico].
 r-BTUSBZFDUPSJBTEFMBTFTDVFMBEF(SFOPCMFZEF1BSÎTUJFOEFOB
divergir:
GREEC: Crise et Régulation [Crisis y regulación].
Robert Boyer (dir.): Capitalismes fin de siècle [Capitalismos de fin
de siglo].

1988
 r$PMPRVJPJOUFSOBDJPOBMEF#BSDFMPOBTPCSFMBUFPSÎBEFMBSFHV-
lación.
Robert Boyer: «Les théories de la régulation: Paris, Barcelone,

393

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Robert Boyer

New York… Réflexions autour du Colloque international sur les


théories de la régulation» [Las teorías de la regulación: París, Barce-
lona, Nueva York… Reflexiones en torno del coloquio internacio-
nal sobre las teorías de la regulación].

Década de 1990
Segunda fase de profundización de las nociones de base y
especialización de las investigaciones según los dominios: posfordismo,
teoría del Estado, competencia, finanzas. Puesta en relación de la
teoría de las convenciones con la teoría de la regulación.

1991
Benjamin Coriat: Penser à l’envers [Pensar al revés].

1992
Bruno Théret: Régimes économiques de l’ordre politique [Regímenes
económicos del orden político].

1993
Robert Boyer y Jean-Pierre Durand: L’Après-Fordisme [El posfor-
dismo].

1994
André Orléan: Analyse économique des conventions [Análisis econó-
mico de las convenciones].
Bruno Théret: L’État, la finance, le social… [El Estado, las finanzas,
lo social…],

1995
Robert Boyer e Yves Saillard (dirs.) : Théorie de la régulation.
L’état des savoirs [Teoría de la regulación. El estado de la cuestión],
donde se encuenta una síntesis que reúne 45 autores.
La amplitud de las transformaciones institucionales de la década
de 1990 reclama un desplazamiento de los centros de interés:
internacionalización, construcción europea, integración regional;

394

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

profundización de la competencia; financiarización de la acumulación;


hipótesis de cambio de la jerarquía de las formas institucionales.

1996
Bernard Billaudot : L’Ordre économique de la société moderne [El
orden económico de la sociedad moderna].

1997
 rL’Année de la régulation, nº 1: Europe et méthodologie des comparai-
sons internationales [L’Année de la régulation, nro. 1: Europa y metodo-
logía de las comparaciones internacionales].
Frédéric Lordon : Les Quadratures de la politique économique [Las
cuadraturas de la política económica].
Rogers Hollingsworth y Robert Boyer: Contemporary Capita-
lism.The Embeddedness of Institutions [Capitalismo contemporáneo. La
integración de las instituciones].

1998
 rL’Année de la régulation, nº 2: Économie politique internationale et
changements institutionnels [L’Année de la régulation, nro. 2: Economía
política internacional y cambios institucionales]:
Pascal Petit: «Formes structurelles et régimes de croissance de
l’après-fordisme» [Formas estructurales y regímenes de crecimiento
del posfordismo].
Michel Aglietta: «Le capitalisme de demain» [El capitalismo de
mañana];
Michel Aglietta y André Orléan : La Monnaie souveraine [La
moneda soberana].

1999
 rL’Année de la régulation, nº 3: Politique économique [L’Année de la
régulation, nro. 3: Política económica].
Bernard Chavance et al. : Capitalisme et socialisme en perspective
[Capitalismo y socialismo en perspectiva].
André Orléan: Le Pouvoir de la finance [El poder de las finanzas].

395

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Robert Boyer

Década de 2000
Posicionamiento de las investigaciones regulacionistas en refe-
rencia con las diversas corrientes institucionalistas, recepción de la
comunidad internacional, proyecto de macroeconomía institucio-
nal e histórica, controversias sobre la viabilidad de un régimen de
acumulación impulsado por las finanzas, impacto de la internaciona-
lización en la diversidad de las formas de capitalismo, confrontación
con los análisis en términos de variedad de capitalismos, atención
creciente en la formación de políticas económicas y las condiciones
del éxito de las reformas institucionales.

2000
 rL’Année de la régulation, nº4: Fonds de pension et «nouveau capita-
lisme» [L’Année de la régulation, nro. 4: Fondos de pensión y «nuevo
capitalismo»].
Robert Boyer et Toshio Yamada : Japanese Capitalism in Crisis
[Capitalismo japonés en crisis].

2001
 rL’Année de la régulation, nº 5: Économie politique du développement
[L’Année de la régulation, nro. 5: Economía política del desarrollo].
Bernard Billaudot : Régulation et Croissance [Regulación y creci-
miento].
Robert Boyer y Pierre-François Souiry: Mondialisation et Régula-
tions [Mundialización y regulaciones]. Bob Jessop: Regulation Theory
and the Crisis of Capitalism [Teoría de la regulación y la crisis del
capitalismo].
Stefano Palombarini: La Rupture du compromis social italien [La
ruptura del compromiso social italiano].
 r'PSPEFMBSFHVMBDJÓO &/4+PVSEBO EFNBS[P

2002
 r L’Année de la régulation, nº 6: Économie politique du capitalisme
[Economía política del capitalismo].
Robert Boyer: La Croissance début de siècle [El crecimiento a
comienzos de siglo].

396

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

2003
 rL’Année de la régulation, nº 7: Les institutions et leurs changements
[Las instituciones y sus cambios].
Bruno Amable: The Diversity of Modern Capitalism [La diversidad
del capitalismo moderno].
Toma de conciencia de las diferencias entre los programas de
investigación regulacionista y convencionalista: ¿incorporación de la
ética o economía política de las instituciones?
Sabine Montagne, «Les métamorphoses du trust» [Las metamor-
fosis del fideicomiso].

2004
 rL’Année de la régulation, nº 8: Idées et espaces [Ideas y espacios].
Michel Aglietta y Antoine Rebérioux: Les Dérives du capitalisme
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— [1985], The Economic Institutions of 44-65.
Capitalism, The Free Press, Nueva ZOU, H.-F. [1991], «Socialist econo-
York. mic growth and political investment
WOMACK, J. P., JONES, D.T. y ROOS, cycles», Working Paper, nº WPS 615,
D. (dirs.) [1990], The Machine that World Bank.
Changed the World, Simon & Schus-
ter, Nueva York.
WTO [2011], «Made in the world
initiative. A paradigm shift to
analyzing trade».
XIN, K. y PEARCE, J. [1996], «Guanxi:
connections as substitutes for formal

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Índice temático
Acuerdo institucional: AOKI, Masahiko,
— modelo productivo, Aprendizaje:
— taxonomía de los ( ), — y dependencia de la trayectoria
— tendencia a la complejización, Argentina:
— y comercio electrónico, — y crecimiento por endeudamiento
— y viabilidad de un mercado, exterior,
Acumulación: — y crisis,
— extensiva, — y liberalización,
— impulsada por las finanzas ARROW, Kenneth,
— intensiva, Asia:
— intensiva con consumo masivo, — diferencia con América Latina,
Véase: Capital, Régimen — diversidad de los modos de desarro-
AGLIETTA, Michel, llo
Agricultura: — y nuevas formas de capitalismo,
— como sector, — y taxonomía de los capitalismos,
— y crisis a la antigua, Automóvil:
— y fordismo, — y origen del fordismo,
— y régimen rentista,
Alemania:
— y capitalismo renano, Banco central:
— y formación, — europeo,
— y ordoliberalismo, — y estabilidad financiera,
— y sectores price-maker, — y respuesta a las crisis financieras,
América Latina: Bienes comunes:
— diversidad de modos de regulación, — mundiales,
— e interdependencia de los regímenes — teoría de los ( ),
económicos, — y diversidad de los regímenes polí-
— y régimen híbrido, tico-económicos,
— y régimen rentista, — y medio ambiente,
Análisis histórico comparativo: Bienes públicos:
— presentación, — e integración europea,
— y cambios de los modos de regu- — educación y salud,
lación, — y desregulación,

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Robert Boyer

— y modelo antropogenético, — cultural,


— y sector público, — económico,
Bloque hegemónico: — formalización de los ( ),
— en Italia, — político,
— y coalición política, Capital,
— y crisis, — acumulación del ( ),
— y modo de regulación, — financiero,
— y régimen de ideas, — industrial,
BLOCH, Marc, — movilidad del ( ),
BLYTH, Mark, — productivo,
BOURDIEU, Pierre, Capitalismo:
BRAUDEL, Fernand, — asiáticos/latinoamericanos,
Brasil, — capitalismo contra ( ),
Bretton Woods, — consecuencia del endometabolismo
BUCHANAN, James, y la hibridación,
Burbuja financiera: — cruce de cuatro lógicas,
— asociada a las subprimes, — de redes,
— en el régimen de acumulación — definición,
impulsado por las finanzas, — diversidad/variedades de ( ),
— mecanismos genéricos, — en espiral,
— vinculada con internet, — evolución de los ( ),
— financiero,
— industrial,
Calidad: — radiografía de los ( ),
— cambios de normas de ( ), — transformaciones del ( ),
— como fundamento de los mercados, — trilema del ( ),
Cambio: — versus economía de mercado,
— conversión, — y régimen de política económica,
— de los modos de regulación, China:
— endógeno, — nueva forma de capitalismo,
— estructural, — relaciones entre lo político y lo
— formalización del ( ), económico,
— naturaleza del ( ), — y apertura internacional,
— recombinación, — y compromiso fundador,
— sedimentación, — y corporatismos locales,
— técnico, — y fuentes de crisis,
— vectores del ( ) institucional: — y geopolítica,
— y socioeconomía, — y reformas,
— y transformaciones silenciosas, — y régimen de acumulación impul-
Cambios: sada por la competencia,
— flexibles/fijos, — y relación salarial segmentada,
— paso al euro, — y teoría de la regulación,
— y régimen de ( ), Ciclo económico,
Campo: Véase: Pequeñas crisis

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Coevolución: Consumo:
— de las formas institucionales, — masivo,
— de las tecnologías y las organizacio- — régimen de crecimiento impulsado
nes, por el consumo,
— y coherencia del modo de regula- — y producción masiva,
ción, Convención:
Cobertura social: — e institución,
— orígenes de la ( ), — en una teoría de las instituciones,
— y desequilibrios de la acumulación, — teoría de las ( ),
— y dinámica económica, — y estabilidad,
Colectividad: Conversión:
— y lógica de mercado, — de las instituciones,
COMMONS, John, Corea del Sur,
Competencia: Crecimiento:
— como forma institucional, — endógeno,
— en China, — equilibrado,
— régimen impulsado por la ( ), — fordista,
Complementariedad: — impulsado por las finanzas,
— de las formas institucionales, — verde,
— de los modos de desarrollo, Crisis:
— en el seno de las organizaciones, — análisis de las ( ),
— entre protección social y sistema de — cíclica,
innovación, — de 1929,
— et cambio, — de 2008,
— hipótesis de ( ), — de la década de 1970,
— regímenes de desigualdades y modos — de la regulación,
de desarrollo, — del Antiguo Régimen,
Compromiso: — del modo de desarrollo,
— de gobierno, — del régimen de acumulación,
— institucionalizado, — ecológica,
— productivista, — endógena versus exógena,
Configuración: — forma de ( ),
— institucional, — gran ( ) (estructural),
— internacional, — pequeña ( ),
— productiva, — perturbación exógena,
Conflictos: — sortie de ( ),
— capital/trabajo, — y conflicto de temporalidad,
— y capitalismo, — y herencia institucional,
— y justicia social, — y recomposición de los capitalismos,
— y surgimiento de las formas institu-
cionales,
Constitución: Democracia:
— matriz de incentivos y restricciones, — y capitalismo,
Véase: NORTH, Douglass — y política económica,

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Robert Boyer

— y viabilidad de un modo de regu- — internacional del trabajo,


lación, DOUGLAS, Mary,
Dependencia de la trayectoria:
— costos irreversibles,
— efecto de aprendizaje, Economía (como disciplina):
— el pasado limita las opciones, — de endeudamiento,
Derechos de propiedad: — de las convenciones,
— China versus Rusia, — esotérica,
— y capitalismo, — exotérica,
— y transición de los regímenes sovié- — industrial,
ticos, — movilizada,
Desempleo: — y desarrollo,
— y política económica, — y política,
— y régimen de crecimiento — y regulación,
— y relación salarial, Economía (como entidad):
Desigualdades: — argentina,
— mecanismos, — china,
— regímenes de ( ), — de América del Norte,
— y modos de desarrollo, — de América Latina,
Desregulación: — diferenciación por el tamaño,
— financiera, — europea,
— monetaria, — inglesa,
— social, — japonesa,
Deuda pública: — nórdicas,
— y crisis del euro, Economía institucional:
Dinamarca: — revisión de la literatura,
— y flexiseguridad, — taxonomía de los acuerdos
— y social-democracia, institucionales,
Dinámica: Economía política:
— macroeconómica, — nueva ( ),
— no lineal, — versus ciencia económica,
— sectorial, — y capitalismo contemporáneo,
Dispositivo institucional del medio — y teoría de la regulación,
ambiente: Educación:
— complementariedad con el modo de — y relación salarial,
desarrollo, Efecto societario,
— posible forma institucional, Eficacia económica:
— teorías económicas, — estática/dinámica,
— y cambio climático, — y capitalismo,
— y tipo de capitalismo, Empresa:
Dispositivo institucional sectorial: — ( ) de redes,
— su diversidad, — como organización,
División: — diversidad de las ( ),
— del trabajo, — en la teoría de la regulación,

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Endometabolismo: — de las economías latinoamericanas,


— y cambio institucional, — del régimen de acumulación,
— y crisis del fordismo, — en Estados Unidos y el Reino
— y modelo productivo japonés, Unido,
Energía: Finanzas:
— precio de la ( ) y crisis del fordismo, — como proyección de ficciones,
— y crecimiento verde, — e internacionalización,
Enron: — origen de su poder,
— crisis de la acumulación financiari- — y crisis,
zada, — y liberalización,
Equilibrio: — y régimen de acumulación impul-
— general, sado por las ( ),
— parcial, — y teoría de las ( ),
— versus proceso, Finanzas públicas,
— versus regulación, Finlandia:
Equivalencia ricardiana: — y régimen social-demócrata,
— y análisis del euro, Flexiseguridad:
Estado, — origen,
— circunscripto, — posibilidad de difusión,
— nación, Fordismo:
— y formas institucionales, — alternativas al ( ),
— y políticas económicas, — análisis de los orígenes del ( ),
— y régimen de ideas, — definición,
Estados Unidos: — Estados versus Francia,
— y crisis de 2008, — excepcionalidad del ( ),
— y dominación de las finanzas, — formalización del ( ),
— y fordismo, — y régimen de acumulación,
Estrategia de rentabilidad: Formalización:
— y modelo productivo, — de la relación de formación,
Estructuralismo, — de la relación salarial,
— y teoría de la regulación, — de los modos de regulación,
Europa: — de los regímenes de acumulación,
— del Este, Formas de capitalismo:
— oposición Norte/Sur, — diversidad contemporánea,
— unión económica, — historia de las ( ),
— y euro, — originalidad de China,
— y políticas de austeridad, — renovación,
Evolucionista: Formas de competencia:
— programa, — administrada,
— teoría, — competitiva,
— oligopólica,
Formas de coordinación:
Financiarización: — diversidad de las ( ),
— de la relación salarial, — por el mercado,

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Robert Boyer

— por las instituciones, HAYEK, Friedrich,


— y capitalismos, Heterogeneidad:
Formas institucionales: — de las empresas,
— definición, — de las racionalidades,
— inserción internacional, — de los modelos productivos,
— régimen monetario, — de los sectores,
— relación salarial, Hibridación:
— relaciones Estado-economía, — y capitalismo japonés,
— tipo de competencia, — y dinámica de los capitalismos,
— y régimen de acumulación, — y modelos productivos,
— y temporalidad, Historia:
Francia: — de las empresas,
— y fordismo, — de las formas institucionales,
— y transformación de las formas insti- — de los capitalismos,
tucionales, — de los regímenes de acumulación,
— escuela de los Annales en la ( ),
— y comparación internacional,
Geopolítica: — y regulación,
— red de rivalidades y dependencias, Holismo:
— y China, — holindividualismo de la teoría de la
— y teoría de la regulación, regulación,
Globalización: — versus individualismo metodológico,
— de las finanzas, Horizonte temporal:
— perspectiva histórica, — asociado a cada forma institucional,
Véase: Mundialización — y crisis,
Gobierno:
— versus gobernanza,
— y ausencia de ( ) europeo, Ideas:
— y ausencia de ( ) mundial, — impacto de las ( ) simples,
— y respuestas a la crisis de 2008, — régimen de las ( ),
GODECHOT, Olivier, — y surgimiento de las formas institu-
GRAMSCI, Antonio, cionales,
Guerras (mundiales): Ideognosis,
— matriz de nuevos modos de regu- Véase: Ideas
lación, Incertidumbre:
— políticas industriales, — versus riesgo,
— y economía mixta, — y mercados financieros,
— y fiscalidad, — y teoría keynesiana,
— y relación salarial, — y volatilidad,
Incentivos:
— e instituciones,
Hábito: — versus restricciones,
— versus elección racional, — y teoría neoclásica de las institucio-
— y racionalidad contextual, nes,

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Inercia institucional: — incoherencia de la policy mix,


— factores que permiten superar la ( ), — y bienes públicos,
— una reinterpretación de la hipótesis — y pluridisciplinariedad,
de complementariedad, Interés:
— y estabilidad de una convención, — e institución,
Individualismo: — versus obligación,
— hol-( ), Internacionalización:
— metodológico, — definición,
— versus solidaridad, — diversidad de capitalismos,
— y teoría estándar, — y complementariedad de los modos
Inflación: de desarrollo,
— y modo de regulación, — y crisis del fordismo,
Información imperfecta: — y geopolítica,
— y diversidad de capitalismos, Véase: Globalización
— y viabilidad de un mercado, Intervenciones públicas:
Innovación: — historia en Francia,
— financiera/productiva, — y bloque hegemónico,
— institucional, — y compromiso institucionalizado,
— organizacional, Inversión:
— radical/incremental, — crecimiento impulsado por la ( ),
— régimen de acumulación impulsado — de cartera,
por la ( ), — productiva directa,
— sistemas sociales de ( ), — productiva,
— y diversidad de los capitalismos, — y crédito,
Institucionalismo: Investigación y desarrollo (I&D),
— comparativo, Irreversibilidad:
— de elección racional, — de la inversión productiva,
— definición, — y cambio climático,
— histórico, — y financiarización,
— neo( ), — y transformaciones silenciosas,
— norteamericano, Isomorfismo:
— nuevo ( ), — oposición variedad de capitalismos y
— y teoría de la regulación, teoría de la regulación,
Instituciones: — organización/institución,
— internacionales, Italia:
— teoría de las ( ), — y bloque hegemónico,
— y formas institucionales, — y crisis del euro,
Integración europea: — y crisis endógena,
— analizada por la teoría de la regu-
lación,
— analizada por la teoría estándar, Japón:
— cruce político/económico, — e hibridación de los modelos
— divergencia Norte/Sur productivos,
— el euro como innovación radical, — y consideración de la ecología,

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Robert Boyer

— y modelo antropológico, Macroeconomía:


Jerarquía: — institucional,
— de las formas institucionales, — neoclásica,
— de las relaciones economía/ecología, — radical,
— espacial, — regulacionista,
— cambio de la ( ), — y convenciones,
— y bloque hegemónico, — y microeconomía,
— y coherencia de un modo de regu- Mano invisible:
lación, — como representación,
Juegos evolucionistas: MARSHALL, Alfred:
— y cambio de regulación, — e intermediario del mercado,
— y convenciones, MARX, Karl:
— y teoría evolucionista, — filiación de la teoría de la regula-
ción,
— y dinámica de la acumulación,
KALDOR, Nicholas: — y evolución de las relaciones socia-
— y dinámica del capitalismo, les,
KALECKI, Michael: Marxismo:
— y macroeconomía regulacionista, — y estructuralismo,
KEYNES, John Maynard: — y periodización,
— y el crecimiento fordista, — y regulación,
— y el papel de las ideas, Medio ambiente:
— y la crisis de 2008 y del euro, — y régimen de crecimiento,
Keynesianismo: Mercado:
— declinación del ( ), — de trabajo,
— y política económica contracíclica, — financiero,
KRUGMAN, Paul, — la construcción social del ( ),
Kuznets, — y comercio electrónico,
— y definición de la calidad,
— y economía de ( ),
LABROUSSE, Ernest, Meso-:
Lehman Brothers: — análisis,
— y crisis de 2008, — economía,
Ley de «Kaldor-Verdoorn»: — sistema,
— y crecimiento acumulativo, México,
— y régimen de productividad, Milagros económicos:
— y rendimiento creciente, — en Asia,
Liberalismo: — en Europa,
— clásico, Modelización:
— neoliberalismo, — de la acumulación financiarizada,
— ordoliberalismo, — de la oposición price-maker/price-
Liberalización financiera: taker,
— y surgimiento del régimen de — del cambio de las normas de calidad,
acumulación impulsado por las finanzas, — de un modo de regulación,

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

— de un régimen de acumulación, Neoclásica:


— de un régimen sociopolítico, — fundamentalista,
— de una crisis endógena por endo- — metodológica,
metabolismo, — teoría,
— de una economía abierta, Neoliberalismo:
— del crecimiento fordista, — como proceso,
— del paso de una convención a otra, — diferencia con el liberalismo,
Modo de desarrollo: Niveles de regulación:
— crecimiento verde, — imbricación de los ( ),
— economía del conocimiento, — mundial,
— economía mixta, — nacional,
— fordismo como ( ), — regional/local,
— impulsado por las tecnologías de la — sectorial,
información y de la comunicación, — supranacional,
— prospectiva de los ( ): Normas:
Modo de producción: — de calidad,
— punto de partida de la teoría de la — de consumo,
regulación, — de producción,
Modo de regulación: — monetarias,
— competitivo, — y política económica,
— monopólico, — y regulación,
Moneda: NORTH, Douglass,
— base del mercado, Noruega:
— mercancía, — renta y social-democracia,
— surgimiento de la ( ),
— teoría de la ( ),
— única europea, OCDE:
Monetarismo: — análisis comparativo de los capita-
— sucesor del keynesianismo, lismos,
— y creación del euro, Onda larga:
Multinacionales: — consecuencia de la interacción entre
— estrategia de las ( ), industria y recursos naturales,
— y mundialización, — Kondratieff,
Mundialización: — versus crisis cíclicas,
— como interdependencia de los — versus teoría de la regulación,
modos de desarrollo, Organización:
— definiciones alternativas, — autoorganización,
— y geopolítica, — del trabajo,
— y jerarquía de las formas institucio- — industrial,
nales, — versus institución,
— y niveles de regulación,

Paradigma:
— económico,

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Robert Boyer

— tecnológico, acumulación,
— y representaciones, Proteccionismo:
Pequeñas economías abiertas: — modalidad de inserción internacio-
— especificidad de los ( ), nal,
PIKETTY, Thomas, — resistencia al ( ),
Poder:
— en el campo política,
— en la economía, Racionalidad:
— origen del ( ) de las finanzas, — de las empresas,
— y bloque hegemónico, — de los individuos,
POLANYI, Karl, — institucionalmente situada,
Política: — limitada,
— primacía de lo político, — procedimental,
— y economía, — sustancial,
— y formas institucionales, RAWLS, John,
— y régimen de ideas, Recombinación:
Política de austeridad: — como factor de evolución de las
— justificación de la ( ), instituciones,
— y crisis del euro, Redes:
Política económica: — euro,
— arte más que técnica, — formalización de las ( ),
— comercial, — interconexión de las ( ) e innova-
— de 1929, ción:
— de 1973, — normas de calidad,
— de 2008, — y capitalismo,
— industrial, — y empresa ( ),
— monetaria, Reforma:
— presupuestaria, — como liberalización,
— social, — de la cobertura social,
— y respuesta a las grandes crisis: — del derecho laboral,
POULANTZAS, Nicos, — del modelo social-demócrata,
Procesos: Régimen:
— asociados con cada forma institucio- — de acumulación,
nal, — de cambio,
— contra la noción de equilibrio, — de crecimiento,
Productividad: — de demanda,
— crecimiento acumulativo de la ( ), — de desigualdad,
— régimen de ( ), — de industrialización,
— y nuevos modos de desarrollo, — de productividad,
Protección social: — económico de funcionamiento,
— complementariedad con el modelo — fiscal-financiero,
productivo, — internacional,
— diversidad de la ( ), — monetario internacional,
— respuesta a la inestabilidad de la — monetario,

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

— político, — surgimiento de una ( ),


— politico-económico, — territorial,
— rentista, Reino Unido:
— socioeconómico, — ejemplo de acumulación impulsada
Régimen de tipo soviético: por las finanzas,
— caracterización, Relación de formación y de trabajo:
— crisis del ( ), — y comparación Francia, Alemania y
— diversidad de las trayectorias poscri- Japón,
sis, — y educación,
Regímenes internacionales: — y relación salarial,
— y modos de regulación, Relación salarial:
— y teoría de la regulación, — competitiva,
Región: — definición,
— autonomización de las ( ), — diversidad contemporánea,
— en el fordismo, — estallido de la ( ) contemporánea,
— y jerarquía espacial, — evolución histórica,
Regionalización (de la economía — fordista,
mundial): — versus relación comercial,
— comparación con la Unión Europea: — y ciudadanía,
— en América Latina, — y formación de los salarios,
— en Asia, — y formación,
— por oposición a la mundialización, — y cambio de la jerarquía de las
— y régimen cambiario, formas institucionales,
Regla: Relación social:
— definición, — capital/trabajo,
— salarial, — de servicio,
— social, — de trabajo,
Regulación: — y modo de producción,
— «a la antigua», Rendimientos de escala:
— ambiental, — crecimiento chino,
— competitiva, Renta:
— de compañías, — de innovación,
— en economía abierta, — financiera,
— financiarizada, — inmobiliaria,
— fordista, — maldición de la ( ),
— internacional, — retorno de la ( ),
— interregional, Véase: Régimen rentista
— local, Rentabilidad:
— monetaria internacional, — y régimen de acumulación,
— monopólica, — y régimen de demanda,
— neocorporatista, Representaciones:
— penosa, — inercia de las ( ),
— política, — y expectativas racionales,
— sectorial, — y keynesianismo,

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Robert Boyer

— y liberalismo, — y capitalismo contemporáneo,


— y régimen de ideas, Sistema:
Resiliencia: — de empleo,
— de los regímenes social-demócratas, — de innovación: social/nacional,
Revolución Industrial: — dinámicas:
— y desigualdades, — financiero,
— y nuevas tecnologías de la informa- — lentos/rápidos,
ción, — monetario europeo,
Rusia: — monetario internacional,
— enseñanza para la economía institu- — nacional de cobertura social,
cional, — no lineal,
— su gran transformación, — productivo,
— y régimen rentista, — soviético,
— y régimen soviético, — y crisis endógeno,
Rutina: Sistema nacional de innovación,
— como principio de coordinación, SMITH, Adam,
Social-democracia:
— complementariedad innovación/
Salario: cobertura social,
— formación de los ( ), — resiliencia,
— Labour Standard/Monetary Stan- — y formas de capitalismo,
dard, Social Structure of Accumulation,
— y especialización, SOROS, George,
— y régimen de cambio, Sudeste Asiático:
— y relación salarial, — diversidad de capitalismos,
SCHUMPETER, Joseph, — e impacto de China,
Sector: Supermodularidad:
— agrícola, — y formas institucionales,
— BTP, — y organizaciones,
— vitivinícola, Suecia,
— y dispositivos institucionales secto-
riales,
— y régimen económico de funciona- Taiwán,
miento, Taylorismo:
Sedimentación: — y relación salarial,
— y cambio de las instituciones, Terciario:
Segmentación del trabajo, — y posfordismo,
Servicios: Teoría de la regulación:
— y posfordismo, — conceptos de base,
Shock petrolero: — cuestiones centrales,
— papel en la crisis del fordismo, — diferencias con la escuela norteame-
Silicon Valley: ricana,
— como organización, — método de la ( ),
— y capital de riesgo, Teoría económica:

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

— y política, —y stock-options,
— y verdad científica, VEBLEN, Thorstein,
Teoría económica de las instituciones: Venezuela:
— y convención, — régimen rentista emblemático,
— y costo de transacción, Vínculo social:
— y modelo principal/agente, — y crisis,
— y regulación, — y Polanyi,
— y teoría neoclásica, Vino/Vitivinicultura:
Teoría neoclásica: — cambio de las normas de calidad,
— del ciclo, — ejemplo de dispositivo institucional
— e incentivos, sectorial,
— y equilibrio, — formalización en términos de redes,
Teorías heterodoxas: — imbricación de los niveles de regu-
— del desarrollo, lación,
— evolucionista,
— keynesiana,
— y dependencia, Wall Street:
THELEN, Kathleen, — racionalidad de ( ),
TIROLE, Jean, — y crisis de 2008,
Transformaciones silenciosas: WILLIAMSON, Olivier,
— y pensamiento chino,
— y período contemporáneo,
Trayectoria:
— consecuencia del endometabolismo
y la hibridación,
— divergencia Alemania/Francia/
Japón,
— nacional,
— sectorial,
Trilema:
— flexibilidad, eficacia y justicia social,

Unión europea y monetaria,


URSS,

Valor (teoría del):


— y Marx,
— y teoría de la regulación,
Valor accionario:
— discurso/práctica,
— y acumulación,
— y bloc hegemónico,
— y capitalismo,

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Robert Boyer

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Para saber más

Se puede consultar el sitio web de la asociació Recherche & Régulation, que


agrupa a los investigadores interesados en la teoría de la regulación.
https://theorie-regulacion.org/

La asociación publica una revista anual, L’Année de la Régulation. Los cuatro


primeros números (1997 a 2000), agotados, fueron publicados por la editorial La
Découverte. Los artículos se pueden descargar de: https://theorie-regulation.org/
revues/publications/annee de-la-regulation-1997-2004

Los siguientes números de L’Année de la Régulation (2001 a 2004) se pueden


encargar a la editorial Presses de Sciences-Po
44, rue du Four, 75006 París.
Tel.: 01 44 39 39 60 — Fax: 01 45 48 04 41
https://theorie-regulation.org/revues/publications/lettres-de-la-regulation

La asociación difunde, desde 1991, una carta de información trrimestral La


Lettre de la Régulation, que se puede descargar de: http://www.upmf-grenoble.fr/irepd/
regulation/Lettre_regulation/index.html

Se puede tomar conocimiento de los trabajos del autor en: www.robertboyer.org;


y para los trabajos anteriores, en: www.cepremap.ens.fr/~boyer/.

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Robert Boyer

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Contenidos
Introducción ..................................................................13
El fracaso de la nueva macroeconomía clásica .......................13
El regreso del concepto de capitalismo .................................14
Un enfoque marxista aliado a la tradición histórica
de los anales ....................................................................15
Las siete preguntas de la teoría de la regulación ........................15
Los fundamentos de la teoría ................................................16
Recuadro 1. Lo que no es la teoría de la regulación.
A propósito de algunos malentendidos..........................17
Los desarrollos en respuesta a la segunda
«gran transformación» ..........................................................19
La recomposición incierta de los capitalismos .......................20
La gran cuestión de la emergencia .......................................22

PRIMERA PARTE
Los fundamentos .......................................................... 25
I En la base de una economía capitalista:
las formas institucionales ................................................ 27
Una vuelta a la economía política ........................................ 28
De Thomas Hobbes a Adam Smith ....................................... 28
Recuadro 2. ¿Qué es el individualismo metodológico? .... 31
El principio del individualismo contra el optimismo
del mercado .................................................................... 32
Las instituciones ocultas de una economía de mercado ......... 33
El régimen monetario, primera institución de base ..................... 33

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Robert Boyer

El mercado es una construcción social ...................................... 36


La diversidad de formas de la competencia ............................... 38
Recuadro 3. Aportes y límites de la teoría
del desequilibrio........................................................... 40
De la demanda de trabajo a la relación salarial ........................ 41
Recuadro 4. El trabajo en Polanyi................................. 42
Del productor a la empresa concebida como organización........... 44
Recuadro 5. Una teoría institucional de la firma ........... 46
La cuestión central de la teoría de la regulación .................... 47
Las relaciones Estado/economía ........................................... 48
La elección de un régimen monetario es política ........................ 50
No hay competencia sin intervención pública ............................ 50
Relación salarial y ciudadanía ............................................... 51
Un Estado sometido a lógicas contradictorias ............................ 52
Un Estado-Nación insertado en la economía internacional ......... 52
Conclusión: Las cinco formas institucionales ........................ 53

II De las leyes de hierro del capitalismo a la


sucesión de los modos de regulación............................. 55
Una lectura crítica de la ortodoxia marxista .......................... 55
Especificar las formas de las relaciones sociales .......................... 56
Cambio en el seno de las propias relaciones sociales ................... 57
No hay dinámica grandiosa del modo de producción capitalista ... 57
El Estado, vector de los compromisos institucionalizados,
no solo agente del capital ...................................................... 59
Las crisis se suceden, pero no se parecen .................................. 60
Recuadro 6. Las cinco formas institucionales:
definiciones.................................................................. 62
Elaboración de conceptos intermedios: las formas
institucionales .................................................................... 63
Una regulación a priori problemática ..................................... 64
¿Cómo terminan surgiendo los modos de regulación? ................ 67
De los modos de regulación contrastados a la escala
secular .................................................................... 69
Una regulación a la antigua hasta fines del siglo XVIII ............ 69

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Una regulación competitiva típica del siglo XIX ....................... 70


El largo tiempo del cambio: período de entreguerras ................... 70
La regulación monopólica: los treinta años gloriosos ................... 72
Los modos de regulación contemporáneos ........................... 73
La profundización de la competencia, incluida la internacional .... 73
¿Un modo de regulación dominado por la terciarización? ........... 74
¿Un modo de regulación financiarizada? ................................. 74
Conclusión: Equilibrio, desequilibrio… regulación ............... 75

III Regímenes de acumulación y dinámica


histórica .................................................................... 77
De los esquemas de reproducción a los regímenes de
acumulación .................................................................... 77
Origen y significado ............................................................ 78
Una sucesión de regímenes de acumulación .............................. 79
Recuadro 7. De las formas institucionales a la 78
macroeconomía............................................................ 80
Caracterización de los modos de desarrollo .......................... 81
Acumulación extensiva en regulación competitiva ...................... 81
Acumulación intensiva sin consumo masivo ............................ 82
Acumulación intensiva con consumo masivo ............................ 83
Una acumulación extensiva con profundización de las
desigualdades ................................................................... 86
Formalización del fordismo para estudiar su viabilidad y
las crisis .................................................................... 89
Las relaciones clave.............................................................. 89
Las ecuaciones de base ......................................................... 90
Recuadro 8. Un modelo de crecimiento fordista........... 91
Las tres condiciones de viabilidad ........................................... 93
Recuadro 9. Las condiciones de un proceso de
crecimiento fordista virtuoso ........................................ 95
Las fuentes de crisis ............................................................. 96
Un modelo general de muchos regímenes ............................ 97
Reintroducir los factores competitivos ...................................... 98

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Robert Boyer

Una multiplicidad de regímenes de productividad y


de demanda .................................................................... 98
Recuadro 10. Regímenes de acumulación:
un modelo general ....................................................... 98
Una vuelta a la periodización ............................................... 101
Conclusión: El fordismo, es un concepto importante,
pero no exclusivo ................................................................. 101

IV Una teoría de las crisis ............................................... 105


La dialéctica crecimiento/crisis............................................. 105
La concepción general ........................................................... 106
Una gama completa de crisis ................................................ 107
Recuadro 11. Cinco formas de crisis en el seno de
una misma configuración institucional .......................... 107
Una grilla de lectura de la historia de las crisis ......................... 109
El agotamiento endógeno de un modo de desarrollo ............ 112
La crisis del fordismo ........................................................... 112
El endometabolismo: una formalización .................................. 114
Recuadro 12. El impacto de la diferenciación de
productos en la dinámica productiva y la crisis
del fordismo ................................................................. 115
Una propiedad general ........................................................ 117
La acumulación tiende a desbordar el espacio de la
regulación .................................................................... 119
Desde los orígenes del capitalismo .......................................... 119
El fordismo desestabilizado por la internacionalización .............. 120
Las economías dependientes: la crisis de los modos
de desarrollo desatados por las exportaciones ............................ 122
La liberalización financiera desestabilizadora de los
regímenes de acumulación .................................................. 124
Recuadro 13. La crisis argentina de 2001-2002 ............. 125
Los contornos de un régimen de acumulación impulsado
por las finanzas .................................................................. 126
Recuadro 14. Un régimen gobernado por las
finanzas .................................................................... 128

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Un régimen que puede ser viable, pero, a la larga, se ve


afectado por la inestabilidad .................................................. 130
Las finanzas, factor de propagación de las crisis ........................ 132
La incoherencia de un régimen de acumulación
estuvo por un tiempo disimulada por la plasticidad
de las finanzas globalizadas.................................................. 133
Conclusión: Recurrencia de las crisis, cambio de sus formas . 136

SEGUNDA PARTE
Los desarrollos
V Lógicas de la acción, organizaciones e
instituciones .................................................................... 141
Toda racionalidad está situada institucionalmente .................. 141
La multiplicidad de los objetivos de las empresas ...................... 142
Tantas racionalidades individuales como contextos
institucionales .................................................................... 143
Los mercados: las construcciones sociales ............................. 145
La más compleja de las formas de coordinación ..................... 146
Las formas institucionales como conjunto de acuerdos
institucionales .................................................................... 149
Interés versus obligación, horizontalidad versus
verticalidad .................................................................... 149
La economía institucional: la necesidad de una taxonomía ......... 151
La relación salarial: una forma institucional que
combina principios de coordinación contrastantes ...................... 155
El sistema financiero de mercado: la ilusión de una
autoorganización ................................................................ 156
Organización e institución: del isomorfismo a la jerarquía .... 158
La teoría de las variedades de capitalismos:
las empresas forjan su ambiente institucional ........................... 158
La teoría de la regulación: las instituciones forjan
las organizaciones .............................................................. 159
El modelo productivo como articulación de lo micro y lo macro .... 159

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Robert Boyer

Las bases institucionales de una microeconomía realista ....... 161


Las formas institucionales forjan los comportamientos ............... 161
La discordancia de las temporalidades entre formas
institucionales pone en marcha la dinámica económica
y favorece las crisis ....................................................... 165
Las transformaciones en un período prolongado:
la vuelta a Polanyi .............................................................. 166
Conclusión: Las instituciones, intermediarios necesarios
entre lo macro y lo micro..................................................... 167

VI Los nuevos acuerdos institucionales del


capitalismo contemporáneo............................................ 169
La diversidad de los modelos productivos, diferenciación
de capitalismos .................................................................... 169
La armonización de acuerdos institucionales y
herramientas de gestión ....................................................... 169
Una variedad significativa en el tiempo y el espacio .................. 170
Una heterogeneidad de los modelos productivos en el
seno de un mismo espacio nacional ........................................ 171
Los dispositivos institucionales sectoriales y locales .............. 173
La ejemplaridad del sector vitivinícola .................................... 173
Reconocer la heterogeneidad de las configuraciones sectoriales ..... 174
Los sistemas sociales de innovación (SSI) ............................. 176
El capitalismo es innovación e hibridación, no repetición ............ 176
Una concepción amplia de las innovaciones:
organizacionales, institucionales financieras y estatales .............. 176
La diversidad de los sistemas de innovación, expresión de
complementariedades a escala nacional ................................... 178
Coexistencia, complementariedad de los SNI .......................... 119
La relación de formación: interacción entre la relación
salarial y el sistema educativo ............................................... 182
Del efecto societario a la relación de formación ......................... 182
La distribución de las competencias contribuye a forjar
la dirección de la innovación ................................................. 183

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Una de las razones de la divergencia de las trayectorias


alemana y francesa ............................................................. 184
Los sistemas nacionales de cobertura social .......................... 186
El resultado de la interacción entre tres lógicas ......................... 186
Una gran diversidad de configuraciones .................................. 187
La cobertura social como corrección de los
desequilibrios de la acumulación ............................................ 188
Las economías social-demócratas como capitalismo del bienestar .. 189
El secreto de la resiliencia de los regímenes
social-demócratas ................................................................. 192
La regulación por el mercado y la competencia:
minoritaria y dispendiosa ..................................................... 193
Regímenes de desigualdad y modos de desarrollo ............... 194
Teorías en competencia ......................................................... 194
Identificar los procesos de génesis y refuerzo de las
desigualdades .................................................................. 195
Recombinar estos procesos en el seno de cada régimen
socioeconómico ............................................................... 197
Los dispositivos institucionales del medio ambiente ............. 200
Un desafío teórico ............................................................... 200
¿Sexta forma institucional o serie de dispositivos
institucionales? ................................................................... 202
Una dependencia respecto de los tipos de capitalismo ................ 203
Conflictos de temporalidades, efectos de umbral e
irreversibilidades.................................................................. 204
Un enfoque histórico: ¿el cambio de la jerarquía
economía-medio ambiente? ................................................... 206
Conclusión: La evolución de los capitalismos como
complejización de los acuerdos institucionales ..................... 208

VII Lo político y lo económico: una economía


política del mundo moderno ......................................... 209
Las justificaciones de la intervención pública por parte
del análisis económico ........................................................ 209
La concepción contemporánea de lo político ............................. 210

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Robert Boyer

Una visión normativa: buscar la eficiencia de los


mercados y/o la justicia social ............................................... 211
El olvido de los conflictos sociales como fundadores
de lo político .................................................................. 211
Primero separación, luego imbricación de lo económico
y lo político .................................................................... 213
El mercado nace adquiriendo autonomía de lo político ............... 213
Una coevolución del Estado y del capitalismo ......................... 214
Las sociedades contemporáneas: la imbricación de lo
político y de lo económico .................................................... 214
El conflicto de las temporalidades de lo político y lo conómico .... 215
Una vuelta a Antonio Gramsci y Nicos Poulantzas ............... 217
La hipótesis del bloque hegemónico y su traducción política ........ 217
Las instituciones como expresión de una coalición
política .................................................................... 218
Un bloque hegemónico original y su crisis:
la Italia de la década de 2000 .............................................. 218
La formación de un régimen político-económico ................ 220
Un proceso de abstracción y de difusión de las prácticas .............. 220
Cuatro formas de articulación y de mediación ......................... 221
A cada modo de desarrollo corresponde un régimen
de política económica ........................................................... 223
Las respuestas a las crisis están también
condicionadas por la herencia institucional .............................. 226
Una declinación de los regímenes de política
económica, según los tipos de capitalismo ................................ 227
El papel de las ideas: ¿Keynes tenía razón? ............................ 230
Una causalidad sistémica y circular ........................................ 231
Las finanzas se apoyan en la proyección de ficciones ................ 235
El neoliberalismo como proceso de transformación
de las representaciones ......................................................... 236
Lo político en las grandes crisis ............................................ 238
En primer lugar, la inercia de las representaciones ..................... 238
Luego, innovaciones que no forman inmediatamente un sistema .. 239

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

El estatus paradójico de la política económica en la teoría


de la regulación.................................................................... 241
El encuentro de ideas simples y de políticas en busca de
justificaciones .................................................................. 241
El carácter tranquilizador de una teoría general normativa
frente a la incertidumbre ....................................................... 241
Conclusión: ¿Economía política versus ciencia económica?... 243

VIII Diversidad y renovación de las formas


de capitalismo ................................................................. 245
Las teorías de la convergencia de sistemas en el
«capitalismo contra capitalismo» ........................................... 245
Había una vez un régimen soviético ...................................... 246
El tiempo de los milagros económicos ..................................... 246
La diversidad de capitalismos ............................................... 247
En el cruce de cuatro lógicas: de mercado, de empresa,
de Estado y de sociedad civil ................................................ 248
Las teorías frente a la diversidad de capitalismos ...................... 250
La imbricación de lo político y lo económico es
constitutiva de la diversidad de capitalismos ............................ 252
La historia de los capitalismos continúa ............................... 252
El avance de los países asiáticos: un desafío para las teorías ....... 253
La hibridación, proceso de renovación de los
capitalismos .................................................................... 254
Los capitalismos que sucedieron a los regímenes de tipo soviético 254
El capitalismo del valor accionario .......................................... 257
El capitalismo de redes ......................................................... 261
China: el surgimiento de una nueva forma de capitalismo .... 264
Una serie ininterrumpida de reformas .................................... 264
Una relación social original: una multitud de
corporatismos locales ............................................................ 265
Un modo de desarrollo impulsado por la competencia ................ 268
Una relación salarial dominada y dual ................................... 269
La proyección a lo internacional de los desequilibrios
internos del régimen de acumulación ...................................... 269

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Robert Boyer

Múltiples fuentes de crisis .................................................... 270


La dinámica: la diversidad de las trayectorias ......................... 272
Los dos factores de evolución: el endometabolismo
y la hibridación .................................................................. 273
El trilema: flexibilidad, eficiencia dinámica y justicia social ......... 275
Entre recurrencia y novedades: una evolución en espiral ................ 278
La internacionalización extendió la diversidad
de capitalismos .................................................................... 280
América Latina: las tensiones entre régimen rentista y
lógica capitalista .................................................................. 280
La divergencia entre Asia y América Latina ............................. 282
La proximidad geográfica no significa identidad
de formas de capitalismo ...................................................... 285
Una radiografía de los capitalismos contemporáneos ............ 286
Los tres capitalismos de los países de industrialización
antigua .................................................................... 286
Los cuatro capitalismos asiáticos son incluso diferentes ............... 287
Conclusión: Un régimen que se nutre de su expansión
y de sus crisis .................................................................... 289

IX Los niveles de regulación: el nacional,


el regional, el supranacional y el mundial .................... 291
El marco nacional, espacio del fordismo ............................... 291
Los compromisos nacionales prevalecen sobre
las limitaciones internacionales ............................................. 292
El cuestionamiento de esta jerarquía espacial ........................... 294
Las dos etapas de cambio de la jerarquía institucional ........... 295
La irrupción de la competencia internacional ............................ 296
El dominio de las finanzas en los Estados-nación..................... 298
La reconfiguración de los diversos modos de regulación
en respuesta a la internacionalización .................................. 300
Los regímenes impulsados por las finanzas:
una fragilidad intrínseca ...................................................... 300
El desarrollo por la inversión y el crédito
internacionales: crisis espectaculares ........................................ 301

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

Dos regímenes del capitalismo industrial


contemporáneo ................................................................... 304
Los regímenes social-demócratas: crisis, pero resiliencia ............... 305
Los regímenes rentistas y su papel internacional ................... 305
La historia de los capitalismos sigue el ritmo
de la evolución del precio de la energía .................................... 306
El retorno de la renta, una necesidad de teorización ................. 308
Los regímenes rentistas no son capitalistas .............................. 309
Los regímenes rentistas y la dinámica de la
economía mundial .............................................................. 310
La mundialización: un concepto demasiado global ............... 313
Un proceso multiforme y complejo ......................................... 313
Entre lo nacional y lo mundial: la integración europea ......... 316
La construcción europea: el cruce entre lo político
y lo económico ................................................................... 316
Trabajar con múltiples disciplinas y herramientas de las
ciencias sociales ................................................................. 317
La construcción europea: el cruce entre lo político y lo económico . 317
Las representaciones que implican un diagnóstico erróneo .......... 319
El ajuste de las políticas económicas nacionales se
vuelve problemático.............................................................. 321
Una innovación institucional cuya radicalidad fue
subestimada .................................................................... 323
Hacer coexistir modos de regulación contrastantes
con el euro: ¿misión imposible? ............................................. 324
Una acentuación de la divergencia de las trayectorias
macroeconómicas ................................................................ 325
¿Una línea de fractura entre el Norte y el Sur
de Europa? .................................................................... 325
Qué regímenes internacionales? ........................................... 328
La diversidad de los procesos de regionalización ....................... 330
¿La mundialización? Interdependencia acrecentada
entre cuatro grandes regímenes político-económicos .................... 332
Conclusión: Hacia una geopolítica de inspiración
regulacionista .................................................................... 335

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Robert Boyer

X De un modo de regulación a otro ............................ 337


¿Por qué el cambio institucional es tan difícil? ..................... 337
¿Una simple inercia institucional? ......................................... 338
Estabilidad, pero no eficiencia ............................................... 338
Recuadro 15. El bloqueo en una configuración
inferior: la consecuencia de un equilibrio
evolutivamente estable ................................................. 339
Acción colectiva y cambio ..................................................... 341
No hay cambio de formas institucionales sin política ................ 342
El colapso de un orden antiguo ............................................. 343
Las guerras, ¿matrices de nuevos modos de regulación? ......... 343
El otro frente: 1914-1918 ................................................... 344
Un tema general subestimado o ignorado ................................ 345
La reconfiguración de las arquitecturas institucionales ........... 347
¿Qué dependencia respecto del camino?................................... 347
Institucionalismo histórico comparativo y teoría de la regulación . 350
Una clave de lectura de las evoluciones de los
capitalismos contemporáneos .................................................. 354
De una serie de cambios marginales al surgimiento de
otro bloque hegemónico ..................................................... 354
La silenciosa y progresiva toma de poder de las finanzas ........... 354
El juego de los actores en las redes interconectadas .............. 355
La estructura de redes es importante ....................................... 357
Los campos cultural y político permiten superar
el dominio económico .......................................................... 357
Estructura del campo y actores claves ..................................... 358
Recuadro 16. El cambio de las normas de calidad
del vino .................................................................... 359
Ideas, intereses y política hacen surgir un nuevo modo de
regulación .................................................................... 362
En los orígenes del euro ...................................................... 362
Recuadro 17.Verificar por una modelización que toma
prestados de la física estadística los resultados del
análisis de redes ............................................................ 363
La primacía de lo político .................................................... 365

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La economía política de los capitalismos. Teoría de la regulación y de la crisis.

La persistencia de políticas de austeridad ineficaces ................... 367


Cómo una teoría errónea puede persistir y justificar
una política .................................................................... 367
Recuadro 18. Consenso académico no significa
verdad científica ........................................................... 368
Imbricación y complejidad del mundo contemporáneo ....... 370
¿Qué innovación es la respuesta a los cinco imperativos? ............ 371
El futuro no será la reproducción del pasado ............................ 372
Conclusión: El desafío de las transformaciones silenciosas .... 375

Conclusión / Analizar y comprender este nuevo


cambio en la historia de los capitalismos ..................... 377
Profundización y complejidad de las instituciones
del capitalismo .................................................................... 377
La inserción de lo económico .............................................. 380
Regulación y crisis van de la mano ..................................... 381
La transformación de las formas institucionales:
de lo exógeno a lo endógeno ............................................... 382
Repetición y novedad de las grandes crisis .......................... 385
Los capitalismos en el siglo XXI: multiplicidad e
incertidumbres .................................................................... 388
Entre filiación marxista e institucionalismo histórico ........... 389

Referencias cronológicas: orígenes y etapas


de la teoría de la regulación, 1976-2015 ........................ 391
Referencias bibliográficas ................................................ 401

Índice temático ................................................................ 423

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