Sei sulla pagina 1di 1

Escrito para el taller de redacción “escribir en estos tiempos”

Camila Losada Pardo


8 y 9 de mayo de 2017

La pena de privación de la libertad supone la limitación de ciertos derechos fundamentales,


circunstancia que implica que surja para el Estado la obligación de garantizar los derechos
que decide no privar, es lo que la Corte Constitucional ha reconocido como “relación de
especial sujeción de las personas privadas de la libertad con el Estado”1, sin embargo, en
condiciones de hacinamiento la garantía de los derechos fundamentales se hace mucho más
difícil por la escasez de bienes y servicios al interior de las cárceles.
En consecuencia, la destinación de más recursos económicos al sistema carcelario es
imperativa y justificable, pero, la causa del problema no radica en que cada vez se necesiten
más y más recursos sino en la necesidad de replantear la pena de prisión, de implementar el
uso de la penas alternativas e incluso, de replantear las mismas razones por las que se va a
prisión: los delitos; porque es el abuso de las medidas de aseguramiento durante el proceso
penal como cuando se declara la responsabilidad penal de la persona lo que en gran medida
ha contribuido a conformar la situación actual de las cárceles en Colombia.
Una de las posibles soluciones es la del uso de penas alternativas para los delitos menos
graves y que la prisión se reserve para los casos más graves estructurando un quantum de la
pena humanamente posible, es decir, teniendo en cuenta la expectativa de vida de una
persona promedio, condición que no se tiene en cuenta en Colombia tal y como lo plantea la
proporcionalidad cardinal.2
Las penas alternativas deben variar dependiendo del delito y de la gravedad del mismo, sin
embargo, para que estas penas puedan implementarse es necesario que tengan una
justificación contundente, es decir, que a pesar de que no privan el derecho de libertad,
restrinjan otros derechos fundamentales a través del desarrollo de un comportamiento activo
por parte del delincuente como forma de censura, que constituya un reproche pero con
garantía de la dignidad humana, por ejemplo, penas que consistan en la reparación a la
víctima del delito, trabajo a favor de la comunidad, inhabilitación para el ejercicio de
actividades o de la profesión y que a pesar de que no son una novedad en el Código Penal
Colombiano su aplicación no es habitual porque en la mayoría de los casos no fungen como
penas principales.
Intentar incrementar el uso de estas penas y el progresivo remplazo de la pena de prisión
aliviaría el hacinamiento en las cárceles y permitiría realmente proteger los derechos
fundamentales de todos los condenados, sin embargo, es una propuesta que necesita un
cambio en la cultura jurídica y social colombiana y la aceptación de la idea de que la pena no
solo retribuye, sino que resocializa y expresa diversos mensajes, que su aplicación no
corresponde únicamente al Estado y al condenado sino que involucra a toda la sociedad, que
debe estar dispuesta a reconocer al delincuente como ciudadano y este a asumir un rol activo
frente a la responsabilidad penal que se le atribuye.
1
Corte Constitucional, (10 de febrero de 2016). Sentencia T-049/16. MP: Jorge Iván Palacio Palacio
2

Potrebbero piacerti anche