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INTRODUCCIÓN
La contaminación del agua subterránea es difícil de detectar y corregir, tal es así que a menudo
no se detecta hasta que el contaminante mismo surge dentro de un pozo que está localizado a
una cierta distancia de la fuente de contaminación.
En áreas rurales, donde el agua del pozo no se evalúa de manera rutinaria en busca de
contaminantes, es factible que el problema pase inadvertido por muchos años. En algunas áreas
urbanas, como suelen estar sujetas a programas municipales y/o privados de control, puede
identificarse con más rapidez un acuífero contaminado. Pero en ambos casos la identificación de
la fuente de contaminación puede ser engañosa. Con excepción de los derrames tóxicos en un
río, los contaminantes de aguas subterráneas no siguen patrones fáciles de identificar, y con
frecuencia no se mezclan bien en el agua. Esto hace que la evaluación sea difícil y, a menudo,
poco confiable. Además, los contaminantes provenientes de múltiples fuentes pueden llegar a
mezclarse en el subsuelo. Incluso, aunque se identifique una fuente y se detenga el flujo de la
sustancia tóxica, el acuífero contaminado permanecerá así. El contaminante continuará su
diseminación, logrando menos concentraciones conforme se aleja de su fuente original, pero al
mismo tiempo, distribuyendo la contaminación a más personas.
Un acuífero, una vez contaminado, puede deteriorarse totalmente como fuente de agua potable.
Incluso si fuera posible limpiar el agua contaminada de un acuífero, éste último (el reservorio)
permanecería aún contaminado ya que muchas sustancias químicas tienen la tendencia a unirse
a partículas del sedimento. Conforme el agua nueva reemplaza a la contaminada removida (por
bombeo por ejemplo), las sustancias químicas unidas se liberan, contaminando el agua.
La contaminación de las aguas superficiales suele ser muy visible y por ello, normalmente se es
capaz de poner en movimiento acciones y remedios para evitarlo, mitigarla o por lo menos para
tratar de paliarla. En el caso de las aguas subterráneas, al no ser visibles y estar su explotación
muy distribuida, la acción protectora o correctora llega con frecuencia muy tarde, y ello en el
supuesto de que llegue a producirse. Además, cuando la contaminación se hace perceptible,
usualmente ya ha alcanzado un importante desarrollo en extensión del área contaminada (pluma
de contaminación).
Debido a la constitución física del acuífero (normalmente con fracciones sedimentarias de todos
los tamaños y los efectos atenuadores de los suelos) suele existir una resistencia natural a la
contaminación; pero una vez que ésta se ha producido y establecido, la regeneración suele ser
extremadamente lenta, a veces de muchos años, si es que puede lograrse por medios
económicamente viables. Lógicamente, la persistencia y evolución depende del contaminante,
pues mientras unos son fácilmente degradables naturalmente, otros lo son con dificultad y otros
son estables.
De lo mencionado se desprende con facilidad la gran importancia que tiene proteger los embalses
subterráneos contra la contaminación, cualquiera sea su origen.
Universidad Nacional de Salta
Escuela de Geología
Cátedra de Hidrogeología
CONTAMINACIÓN
Problemas de la Definición
El término Contaminación se puede definir de modo tan amplio que resulte prácticamente
inmanejable, por ejemplo, si se incluye en él, el uso excesivo e incorrecto de los recursos (Cepis,
1992). En la actualidad se prefiere poner énfasis en el “entorno” antes que en los “recursos”. Por
consiguiente, la contaminación podría definirse como cualquier tipo del deterioro del entorno. Pero
esta definición reemplaza simplemente al problema de definir Contaminación” por los problemas
más arduos de definir “Entorno” y “Deterioro” (Cepis, 1992).
El enfoque más adecuado para definir un término general consiste en traducirlos a una
combinación de términos más precisos. Como la identificación de la contaminación depende
frecuentemente de la presentación de pruebas verosímiles y científicamente comprobabas, la
definición científica ideal sería una extensa lista de normas y criterios mediante los cuales se
podría determinar con precisión en qué sentido un medio específico se puede considerar
deteriorado. Evidentemente, habrá de pasar mucho tiempo antes de que sea posible llegar a una
definición científica ideal de contaminación que concuerde con éstos lineamientos.
“Las actividades humanas introducen inevitablemente cada vez, más sustancias y energía en el
medio; cuando esas sustancias o esa energía ponen o pueden poner en peligro la salud del
hombre, su bienestar o sus recursos de modo directo o indirecto, se dice que es un agente
contaminante. Según esta definición puede haber actividades, de por sí convenientes, que tengan
efectos secundarios indeseables; en realidad, así ocurre incluso con las grandes realizaciones de
la medicina preventiva, la agricultura y el desarrollo industrial que han sido beneficiosos para la
humanidad. Dicho de otro modo, puede considerarse que una sustancia es un agente
contaminante simplemente por que se encuentra en cantidad excesiva y en un momento
inoportuno, ya que allí no debería estar.
Cuando se dice que algo está contaminado, en realidad se formula un juicio de valor acerca de la
calidad o la cantidad de las materias extrañas presentes. Ese juicio, puede estar basado en
hechos objetivos, pero también depende de otros juicios de valor que varían con las
circunstancias sociales y económicas.
El término “Polución”, en cambio, se refiere a efectos ecológicos que implican transformaciones
del entorno; suele considerarse a la polución como un paso previo a la contaminación.
Tipos de Contaminación
Algunas de las actividades que generan serios riesgos de contaminación en países en desarrollo
son comparables a aquellas que ocurren en países altamente industrializados, por las que
presentan la amenaza más seria en las naciones en desarrollo difieren significativamente, tanto
individual como colectivamente en otros lugares.
Tabla 1: Principales Actividades que Potencialmente Generan una Carga Contaminante al Subsuelo
Las aguas residuales domésticas y los desechos sólidos contienen altas concentraciones de
organismos fecales, de materia orgánica y de compuestos nitrogenados. Si se vierten
directamente al suelo y se infiltra, el agua subterránea puede contaminarse por patógenos
bacteriales y virales, incluyendo aquellos que causan diarrea, tifoidea y hepatitis; y por nitratos,
amonio, detergentes, desinfectantes y otras sustancias químicas. Estos pueden tornar el agua no
potable debido a su concentración que pone en peligro la salud humana. La mayor amenaza
sobre la calidad del agua subterránea se presenta cuando se urbaniza un área sin alcantarillado,
sobre acuíferos vulnerables con niveles freáticos poco profundos, con infiltración de aguas
residuales y de ríos contaminados por descarga de desagües y con lixiviación de desechos
domésticos en vertederos, y en menor grado, de rellenos sanitarios.
Figura 2: Ejemplo de contaminación por acabado sanitario inadecuado de pozos (Foster, 1987).
Aún más, los pozos fuera de uso (fundamentalmente los pozos excavados) pueden convertirse en
el mayor foco de contaminación de aguas subterráneas si no están sellados adecuadamente, ya
que a menudo son usados para disponer de residuos. Esta es una preocupación especial en
grandes ciudades, como por ejemplo, Lima, Sao Paulo y México donde, con el paso de los años,
se han construido varios miles de pozos excavados.
En muchos casos los efluentes que contienen tales sustancias químicas, se descargan en el
ambiente sin tratamiento para reducir sus efectos nocivos. Estos efluentes penetran en el agua
subterránea por infiltración de las lagunas, de fosas y de ríos, o de lixiviación. En otros casos, las
sustancias químicas, penetran en el suelo antes o durante su uso industrial, como resultado de
derrames o fugas de los tanques y tuberías, las cuales deberían ser teóricamente seguras. La
minería es un caso especial de industria que puede tener un impacto significativo sobre la calidad
del agua subterránea.
Las prácticas agrícolas siempre ejercen una gran influencia sobre la calidad de agua subterránea
y pueden causar problemas serios, bajo ciertas circunstancias. Su influencia es grande debido a
que normalmente se realiza sobre áreas de recarga de acuíferos. De especial preocupación es el
cultivo de un solo tipo de cosecha (monocultivo) por muchos años sobre áreas extensas con
grandes aplicaciones de fertilizantes químicos y pesticidas. A esto puede agregarse la influencia
de irrigación excesiva que resulta en la lixiviación de sales, nutrientes y pesticidas.
La descarga de efluentes sin control proveniente de la cría intensiva de ganado también puede
producir, localmente, una contaminación orgánica significativa del agua subterránea.
VULNERABILIDAD DE UN ACUÍFERO
De acuerdo a Vrba y Zaporozec (1994), la “vulnerabilidad” es una propiedad intrínseca del sistema
hidrogeológico que depende de la sensibilidad del mismo a impactos producidos por actividades
humanas e impactos producidos por procesos naturales”. Dentro de este concepto se puede
diferenciar:
Según Foster (1987) la vulnerabilidad de los acuíferos frente a la contaminación es una propiedad
intrínseca del medio que determina la sensibilidad a ser afectados negativamente por un
contaminante externo.
INDICE DE VULNERABILIDAD
El grado de vulnerabilidad puede expresarse mediante un índice de vulnerabilidad. Se han
desarrollado varios métodos para determinar estos índices; estos métodos asignan diferentes
puntajes a los parámetros hidrogeológicos involucrados según la importancia asignada al mismo
en atenuar una acción contaminante o potencialmente contaminante.
Los métodos cualitativos presentan el inconveniente de su subjetividad, lo que los hace muy poco
comparables entre zonas diferentes. Sólo deberán ser usados para primeras evaluaciones,
cuando la escala considerada sea muy pequeña o cuando los datos disponibles sean muy
escasos.
Los métodos cuantitativos, por el contrario, están representados básicamente por métodos
paramétricos. En estos métodos se seleccionan los factores que se considera influyen en la
vulnerabilidad, y luego cada factor se jerarquiza en intervalos. Cada uno de estos intervalos está
representado por un valor de parámetro (rating) al cual se le asigna un índice de ponderación o
peso relativo (weight). La combinación final de todos estos puntajes asignados resulta en índices
de vulnerabilidad, que luego se agrupan en diferentes clases. La ventaja de estos métodos frente
a los anteriores es que se elimina, al menos en gran medida, la subjetividad de la evaluación y
hace muy comparables mapas obtenidos por el mismo método.
Los dos métodos cuantitativos paramétricos internacionalmente más utilizados para determinar la
vulnerabilidad de los acuíferos son los métodos del Indice DRASTIC y del Indice GOD. Los
índices de vulnerabilidad determinados de esta forma buscan establecer la capacidad de
atenuación de contaminantes por eliminación, retardación y dilución para cargas contaminantes
impuestas desde superficie.
El método DRASTIC (Aller et al., 1987) valora y pondera parámetros intrínsecos, que reflejan las
condiciones naturales del medio. Este sistema paramétrico sumativo de evaluación incluye siete
características fundamentales a las que asigna valores (rating) y un multiplicador o índice de
ponderación (weight).
Las hipótesis en las que el índice DRASTIC se basa para determinar los siete parámetros
involucrados son las siguientes:
Cuando no se cumplen las condiciones anteriores, la posterior evaluación del riesgo potencial de
contaminación del agua subterránea mediante un análisis de vulnerabilidad por este método, no
es confiable.
Valor del Índice de Vulnerabilidad = DRDW + RRRW + ARAW + SRSW + TRTW + IRIW +
CRCW
La ecuación anterior expresa la conjunción de las valoraciones de cada propiedad, aportadas por
el método, y el conocimiento que se tiene de las unidades acuíferas involucradas.
Como resultado final, luego de encontrar un valor numérico o índice de vulnerabilidad para cada
porción del área de estudio, se delimitarán áreas mayores agrupando intervalos de valores de
índices de vulnerabilidad (Tabla 3) a fin de zonificar el área según la categoría de vulnerabilidad
resultante:
Tabla 3:Valores de los ïndices de Vulnerabilidad y Rangos para la clasificación de la vulnerabilidad para el
método DRASTIC tomadas de Martínez et al (1998).
El método DRASTIC puede ser utilizado en casos específicos; por ejemplo, permite evaluar la
susceptibilidad de un sitio a la acción de una carga contaminante permanente, tal es el caso de
los sitios a utilizar para disposición de desechos sólidos. En esta condición existe una mayor
probabilidad que el acuífero esté afectado por la producción de lixiviados del propio relleno
sanitario; también permite discriminar áreas homogéneas con el mismo nivel de vulnerabilidad a
partir de las cuales se puede obtener una evaluación de las zonas de recarga y crear zonas de
protección para el propio acuífero.
El método GOD (Foster 1987) se basa en que la vulnerabilidad del acuífero es primera y
lógicamente una función de:
• La capacidad de atenuación de los estratos encima de la zona saturada del acuífero como
resultado de su retención física y reacción química con contaminantes.
Estos dos componentes de la vulnerabilidad del acuífero interactúan con los siguientes
componentes correspondientes de la carga contaminante al subsuelo:
En la Figura 6 se indican los componentes del índice GOD, sus características y valoraciones, así
como las secuencias lógicas de ocurrencia.
Figura 6: Sistema GOD para la evaluación del índice de vulnerabilidad de un acuífero (Foster, 1987).
Cada método tiene un diferente criterio de ponderación de los parámetros involucrados; el método
GOD asigna un peso similar para cada característica hidrogeológica, y considera un rango más
amplio de variación para la profundidad al nivel freático. El método DRASTIC por su parte
considera de mayor importancia los parámetros correspondientes al tipo de suelo, profundidad al
nivel freático, impacto en la zona no saturada y recarga al acuífero.
CARGA CONTAMINANTE
Una vez establecida la vulnerabilidad del reservorio y establecida una actividad potencialmente
contaminante, se necesita establecer cuatro características semi - independientes de la carga
contaminante al subsuelo (Foster, 1987) para cada actividad potencialmente contaminante. Estas
son:
RIESGO DE CONTAMINACIÓN
“El flujo de agua subterránea y el transporte de contaminantes no son fáciles de observar ni medir.
Ambos procesos son generalmente lentos. Sin embargo, el asunto es de importancia práctica y
directa por la escala y persistencia de muchos episodios de contaminación de agua subterránea,
por su impacto en los abastecimientos de agua potable y por el costo excesivo o la
impracticabilidad técnica de la rehabilitación de acuíferos” (Foster e Hirata, 1988).
La metodología que se presenta para la determinación del riesgo de contaminación de las aguas
subterráneas, es aquella propuesta por el CEPIS durante el desarrollo del Programa Regional de
Control y Prevención de la Contaminación de Aguas Subterráneas. Este plan fue adoptado por la
Organización Panamericana de la Salud (OPS) para la Región de América Latina y el Caribe.
Las bases de la metodología utilizada son procedimientos que se consideran apropiados para la
determinación del riesgo de la contaminación de aguas subterráneas en la Región de América
Latina y el Caribe y se considera como un primer paso en la evaluación del riesgo de
contaminación de aguas subterráneas. La metodología enfoca el riesgo de contaminación del
agua subterránea debido a la actividad del hombre y se debe aplicar con el objetivo de establecer
prioridades, pero no para sustituir la inspección y el monitoreo sistemático de campo. La
metodología se refiere exclusivamente al riesgo de que el agua subterránea se contamine con
concentraciones que excedan las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud
(OMS) para la calidad del agua potable, pero no al riesgo resultante para la salud humana.
Esto significa que la interacción entre la carga contaminante y la vulnerabilidad del acuífero
determina el riesgo de que la contaminación penetre al acuífero.
Se puede tener una alta vulnerabilidad sin riesgo de contaminación, por la ausencia de una carga
significativa de contaminantes, y viceversa. La carga contaminante puede ser controlada o
modificada, pero no la vulnerabilidad del acuífero, excepto en algunas actividades antrópicas
donde se elimina la cubierta de suelo o material de la zona no saturada y que puede aumentar la
vulnerabilidad natural.
En vista de la complejidad de los factores que afectan el transporte de los contaminantes en las
aguas subterráneas, de la importancia potencial de factores muy detallados y de la singularidad
de cada situación de campo o área de evaluación, sería lógico tratar cada actividad contaminante
en un ambiente hidrogeológico dado a mérito individual y llevar a cabo investigaciones
independientes para evaluar el riego de contaminación.
Limitaciones Prácticas
Procedimientos cartográficos
Los parámetros hidrogeológicos y las obras hidráulicas (por lo general extraídos directamente del
mapa hidrogeológico) deberían conservarse en el mapa de vulnerabilidad, para uso en posteriores
investigaciones más detalladas del riesgo de contaminación de aguas subterráneas en áreas
seleccionadas.
Si se opta por el uso del índice de vulnerabilidad se recomienda también mapearlo a la escala
seleccionada de trabajo. Los mapas son sombreados en tonos de rojo, indicando la vulnerabilidad
creciente con una mayor intensidad de color. En el caso de la carga contaminante al subsuelo de
las fuentes puntuales de contaminación, se realiza un inventario y localización de los mismos en
un mapa a la misma escala que el anterior.
Protección de Acuíferos
El primer paso hacia la protección del agua subterránea es tomar conciencia de la escala y
seriedad del problema. En áreas urbanas vulnerables, normalmente se dará la máxima prioridad a
las medidas de control o acciones correctivas que incluyen:
Finalmente, el público, una vez informado y organizado, puede jugar un rol muy importante en la
protección de aguas subterráneas llamando la atención de las autoridades hacia las probables
fuentes de contaminación y los posibles problemas de polución.
La contaminación de las aguas subterráneas ocurre cuando los contaminantes se infiltran hasta el
sistema acuífero. Frecuentemente esto ocurre como consecuencia de la descarga descontrolada
al suelo de efluentes. Los perfiles del suelo tienen capacidad de atenuar muchos, pero no todos,
los contaminantes del agua. Los procesos involucrados en ésta atenuación continúan, pero en
menor grado a mayor profundidad en la zona no saturada y en la zona saturada del acuífero. En
ésta última, la dispersión hidrodinámica que acompaña al flujo de las aguas subterráneas
ocasionará también la dilución de contaminantes persistentes y móviles.
Sin embargo, no todos los perfiles de suelo y los acuíferos subyacentes son igualmente efectivos
en la reducción de los contaminantes. Además el grado de atenuación variará considerablemente
con el tipo de contaminante y el proceso de contaminación en cualquier situación dada. La
actividad humana sobre el suelo modifica también los mecanismos de infiltración e introduce otros
nuevos, cambiando la tasa, la frecuencia y la calidad de la recarga de los acuíferos,
especialmente en climas más áridos. Comprender éstos mecanismos y diagnosticar tales cambios
son críticos en la evaluación del riesgo de contaminación de las aguas subterráneas y en la
implementación de medidas para el control de la contaminación.
La migración del agua y el transporte de contaminantes desde el suelo hasta las aguas
subterráneas tiende a ser un proceso lento en la mayoría de los acuíferos. Esto significa que
puede tomar muchos años, incluso décadas, antes que el impacto de un episodio de
contaminación por un contaminante persistente sea identificado en los suministros de aguas
obtenidos desde el acuífero. Durante éste período puede haber ocurrido un daño irreversible del
acuífero.
El área de protección más amplia que se puede definir para un pozo o manantial es la de
captación y recarga. Este es el área dentro del cual toda recarga del acuífero, ya sea proveniente
de precipitación o infiltración de agua superficial, será captada. Para eliminar completamente el
riesgo de contaminación, toda actividad potencialmente contaminadora tendrá que ser prohibida o
controlada en el ámbito requerido dentro de toda la zona de captación. Esto será frecuentemente
insostenible debido a presiones socioeconómicas. Se requerirá efectuar alguna división de la zona
de captación para aplicar restricciones más severas en aquellas áreas cercanas al pozo o
manantial.
Una zona de protección externa puede ser necesaria para permitir el control diferencial de las
fuentes puntuales y difusas de contaminación en el resto del área. Sin embargo, las dudas
científicas actuales acerca de los promedios de las tazas de degradación de otros tipos de
contaminantes en el subsuelo, unido a la complejidad de dispersión y dilución, implica que el
criterio utilizado para su definición será inevitablemente arbitrario. Puede ser un porcentaje fijo del
área de la zona de captación o un tiempo fijo del flujo horizontal al pozo o manantial.
Cuanto más grande sea el área definida, mayor será la posibilidad de dilución, atenuación y
eliminación de los contaminantes tóxicos del pozo o manantial. Además cuanto más grande sea el
área definida mayor será el tiempo disponible para remediar o controlar la contaminación, al
menos en aquellos casos donde el incidente contaminante es inmediatamente reconocido y
notificado.
Otra complicación práctica con las áreas especiales de protección es que ellas interactúan,
cambian de posición y tienen formas complejas si varios pozos existen próximos unos a otros. Por
la tanto, éstas áreas son las apropiadas para acuíferos con regímenes de explotación estable. En
el caso de acuíferos sometidos a explotación intensiva, sería más práctico unir áreas individuales
en un área más grande y general de protección. Sin embargo, si una proporción significativa de
explotación, es para uso no potable (como por ejemplo riego), se presenta una complicación
adicional.
Las actividades humanas en la superficie que generan una carga contaminante al subsuelo se
pueden clasificar de diferentes maneras. La clasificación más común es genérica; que divide las
actividades en categorías, tales como residencial, industrial, agrícola y minera con diversos
niveles de subdivisión. Otros criterios que frecuentemente son utilizados, en estudios
hidrogeológicos como la distribución espacial (fuentes puntuales, fuentes dispersas, etc.), tipo de
contaminante, volumen y profundidad de la descarga del contaminante con respecto a la
superficie. Sin embargo, en el desarrollo de estrategias para el control de la contaminación es
necesario considerar también otros criterios como el instante de la descarga contaminadora y la
actitud del mismo contaminador. Es importante reconocer la diferencia entre:
9 Riesgos futuros de contaminación que surgen como resultado de una actividad propuesta.
9 Contaminación existente que resulta de actividades después de la introducción de la
legislación protegiendo las aguas subterráneas.
9 Contaminación que ocurrió antes de la existencia de la legislación y que ha continuado sin
modificaciones.
9 Contaminación que ocurrió antes de la existencia de la legislación y es a menudo la herencia
de actividad industrial en tiempos pasados.
El principio del “Contaminador Paga”, en su sentido más directo y simple, es ineficaz para el caso
de aguas subterráneas, comparado por ejemplo con el control de la contaminación de ríos, porque
normalmente una contaminación severa del acuífero ocurre antes de reconocerse claramente el
problema. Además, la comprobación en cuanto a la fuente precisa y/o tiempo exacto de
contaminación, es generalmente muy onerosa. El mejor planteamiento para la aplicación de este
principio es que el contaminador potencial debe pagar por la protección del acuífero, en términos
de medidas de control y monitoreo.
Plantas industriales
Las actividades agrícolas intensivas que incluyen la ganadería representan una posible fuente de
contaminación de las aguas subterráneas, especialmente con respecto al nitrato, fosfato y carga
de carbono orgánico. Una sola vaca, por ejemplo, produce más de 10 veces el DBO y N que un
ser humano.
Las lagunas de efluentes son el método normal de tratamiento intermedio para los residuos
líquidos generados por éste tipo de actividad agrícola. Tales lagunas necesitan ser diseñadas con
dimensiones suficientes para que puedan retener el efluente generado durante un periodo de por
lo menos 10 días. Se debe prevenir que el drenaje pluvial entre a las lagunas, las cuales no deben
ser construidas por encima de acuíferos de alta vulnerabilidad a la contaminación o en áreas
expuestas a inundaciones.
Normalmente, las lagunas no deberían ser revestidas artificialmente, aunque podría esperarse
que normalmente tengan un suelo de arcilla compacta, de baja permeabilidad, de manera de
reducir la infiltración tanto como sea posible.
En muchos casos, los efluentes y Iodos estabilizados de tales lagunas son subsecuentemente
usados como fertilizantes agrícolas. La irrigación o el esparcimiento de tales materiales sobre la
tierra requieren de un control en la aplicación con relación a la capacidad del uso de cultivo
involucrado, al clima local y a las condiciones hidrogeológicas; y no deberá estar cerca a pozos de
abastecimientos de agua, o a sumideros en acuíferos calcáreos kársticos.
El factor clave para el control de fuentes puntuales de contaminación agrícola es educar a los
agricultores sobre los riesgos de contaminación de las aguas subterráneas y sobre las opciones
disponibles para disminuir el riesgo.
Las lagunas son frecuentemente usadas para procesos tales como el almacenamiento, manejo,
evaporación, asentamiento y oxidación de efluentes. Estas pueden derivarse de sistemas de
alcantarillado municipal o de actividades industriales. Las lagunas de estabilización de aguas
residuales municipales contendrán grandes cantidades de materia orgánica natural, elevadas
poblaciones patógenas y concentraciones significativas de nutrientes y sales. Ellas también
incluirán normalmente efluentes provenientes de industria de pequeña escala (tales como talleres
automotores, lavanderías y tintorerías, fotoprocesadoras), y generaran algunos compuestos
orgánicos sintéticos, tales como concentraciones moderadas de solventes y desinfectantes. Si las
aguas residuales municipales incluyen efluentes provenientes de áreas industriales, entonces se
podrán pronosticar concentraciones mucho más altas de sustancias tóxicas y/o salinidad elevada.
Las medidas de control normalmente implicarán acciones para reducir fugas mediante
revestimiento o cierre de lagunas en casos extremos con transporte de efluentes fuera de sitio.
Sin embargo, pocos materiales de precios razonables y actualmente disponibles se mantienen
impermeables por largos periodos, especialmente si se tratan de sustancias agresivas o de la
limpieza intermitente de lagunas. De éste modo, aún las lagunas revestidas pueden presentar
fugas a cierto grado.
La disposición de residuos sólidos constituye uno de los mayores problemas ambientales, lo cual
incluye un riesgo significativo de contaminación de aguas subterráneas. En muchos casos, los
residuos industriales que contienen metales pesados o compuestos orgánicos tóxicos son, o han
sido, dispuestos sin control con residuos domésticos en relleno. En ciertas ocasiones, cilindros
conteniendo sustancias químicas altamente tóxicas también han sido enterrados conjuntamente
con esos residuos.
La intensa degradación bioquímica dentro de un relleno sanitario que contiene residuos orgánicos
húmedos controla la descomposición química de los lixiviados y, los procesos de degradación
cambian con la edad y el tipo de relleno. Un factor crítico es el cambio de condiciones
acetogénicas (con lixiviados de alto contenido de COD), a condiciones metanogénicas (con la
conversión de contaminantes orgánicos a gas). Estos procesos son poco investigados en países
en desarrollo donde el contenido de humedad de materia orgánica de residuos podría ser distinto
a los países muy industrializados.
Un nuevo sitio para la disposición de residuos necesita estar debidamente ubicado con respecto a
las condiciones hidrogeológicas, cuidadosamente controlados con relación a los tipos de residuos
recibidos, adecuadamente diseñado y debidamente operado, para minimizar la generación de
lixiviados capaces de contaminar el agua subterránea y de gases explosivos capaces de causar
otro peligro ambiental serio.
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