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LA CAIDA DE LA CASA USHER

CANCION 1 música y humo


La primera mirada que eché a este edificio invadió mi espíritu de un sentimiento de insoportable tristeza.
En esa mansión de melancolía, sin embargo, pasé algunas semanas. Su propietario, había sido uno de mis
mejores amigos de la facultad de medicina; pero mucho tiempo había transcurrido desde nuestro último
encuentro. Recibí una carta la cual no admitía otra respuesta que la presencia personal. Hablaba de una
enfermedad física aguda, de un desorden mental que le oprimía y de un intenso deseo de verme por ser su
mejor y su único amigo personal.
(Él se dirige persona a persona)
Cuando entre por la puerta de esta mansión se incorporó de un sofá donde estaba tendido y me recibió. Me
habló de su deseo de verme y abordó lo que él consideraba la naturaleza de su enfermedad. Era, dijo, un mal
constitucional y familiar, y desesperaba de hallarle remedio; una simple afección nerviosa, que indudablemente
pasaría pronto, y que se manifestaba en una multitud de sensaciones anormales. Vi que era un esclavo
sometido a una suerte anormal de terror. "Moriré -dijo-, tengo que morir de esta locura. Temo los sucesos del
futuro, no por sí mismos, sino por sus resultados."
También estaba dominado por múltiples supersticiones relativas a la mansión que ocupaba; admitía, sin
embargo, que todo podía tener un origen más natural y más palpable: la cruel y prolongada enfermedad de su
hermana María, su única compañía durante muchos años, y su último sobre la tierra. "Su muerte -decía con
amargura- hará de mí el último miembro de mi familia".
(Aparece María y se sienta en el sillón asustado)
La enfermedad de María había burlado durante mucho tiempo la ciencia de sus médicos: una apatía
permanente, un agotamiento gradual y frecuentes ataques de catalepsia eran el único diagnóstico visible.
En los días posteriores, ni mi amigo ni yo mencionamos su nombre, y durante este tiempo me entregué a
vehementes esfuerzos para aliviar la melancolía de mi amigo.
(Él se levanta recreando ese día)
Hasta que unas semanas después me informó bruscamente que María había dejado de existir.
A petición de mi amigo, le ayudé en los preparativos de la sepultura. La cripta donde la depositamos era
pequeña, húmeda y desprovista de toda fuente de luz; estaba a gran profundidad, justamente bajo la parte de la
casa que ocupaba mi dormitorio. Llevamos el cuerpo a su lugar de descanso, atornillamos el ataúd,
aseguramos la puerta de hierro y nos fuimos.
Siete días después de que María fuera depositada en la cripta, de noche, cuando me disponía a dormir,
escuché un toque suave en mi puerta: era mi amigo. Su cara tenía una palidez cadavérica y sus ojos
transmitían una histeria reprimida. Su aire me espantó.
- ¿No lo has visto? ¿No lo has visto? Pues aguarda, lo verás

CANCION 2 TORMENTA Y SE PONE EL ESTROBO


-¡No debes mirar! Eso que te confunde es una simple tormenta. Cerremos esta ventana, el aire es frío y
peligroso para tu salud.
Grito de María
- ¿No lo oyes?, … No puedo más. Sí, lo oigo y lo he oído. Mucho, mucho, mucho ¡No me atrevía... no me
atrevía a hablar! ¡La encerramos viva en la tumba! Ahora te digo que oí sus primeros movimientos, débiles, en
el fondo del ataúd. Los oí hace muchos, muchos días, y no me atreví, ¡no me atrevía hablar! ¡Y el ruido del
ataúd al rajarse, y el chirriar de sus uñas contra la madera, y sus luchas dentro de la cripta! ¡Oh! ¿Vendrá
pronto a por nosotros? ¿No he oído sus pasos en la escalera (GRITANDO) ¡TE DIGO QUE ESTÁ DEL OTRO
LADO DE LA PUERTA! ¡¡¡VIENE A POR NOSOTROS!!!
(MARIA EN EL UMBRAL DE LA PUERTA Mientras él se sienta torpemente fruto del pánico
como apoyándose para coger aire)
De pronto la puerta de mi cuarto se abrió lentamente y allí estaba la alta y amortajada figura de María. Había
sangre en sus ropas blancas, y huellas de lucha en cada parte de su cuerpo. Por un momento permaneció
temblorosa, tambaleándose en el umbral; luego,

(MARIA GRITA Y CAE)

cayó pesadamente sobre el cuerpo de su hermano, y lo arrastró al suelo, MUERTO, víctima de los terrores que
había anticipado.
(El se levanta intentando huir)
De este aposento, de esta mansión intenté huir más el miedo me paralizó. De pronto surgió en la escalera una
luz extraña y pude contemplar de nuevo a María sobre los cimientos de este viejo caserón.
DESDE ENTONCES AQUÍ ME ENCUENTRO CONDENADO PARA TODA LA ETERNIDAD, SOLO OTRO
MORTAL PUEDE OCUPAR MI LUGAR Y SERÉ LIBRE.

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