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Realpolitik

Covid- 19: Los peligros de la incredulidad


Oscar Basave Hernández

El año 2020 será recordado como el año de la pandemia del Covid- 19 o Coronavirus, una
enfermedad altamente contagiosa que se esparció por el mundo. La cantidad de muertos
que ha dejado, el tiempo en que la gente tuvo que aislarse socialmente y de grandes y
graves consecuencias económicas, todos los medios de comunicación tradicionales
confiables a través de todas las plataformas han informado puntualmente de la evolución de
la enfermedad y de las formas de tratar de contener; no obstante, hay quienes todavía no
consideran cierta la información.

La sorprendente incredulidad en torno a la enfermedad más letal que ha tenido la


humanidad por lo menos en dos siglos, el XX y lo que va del XXI, porque ha sido en los
cuatro primeros meses del año 2020. Muchos de esos incrédulos argumentan complots de
todo tipo y de todo nivel, para justificar no su ignorancia sino la necedad en tratar de
racionalizar un asunto y por eso mismo se convierten en un peligro para las personas que
conviven con ellos.

Negar la existencia del Covid- 19 y continuar haciendo las cosas como si no ocurriese nada
de eso es un peligro para los que tienen la desgracia de estar cerca de ellos, debido a que la
falta de precauciones necesarias ni para contagiarse ni mucho menos para ser foco de
infección. Si no cree en el coronavirus quiere decir que no se cuida, y si no se cuida quiere
decir que se puede contagiar y sí lo hace puede contagiar a los demás…

Los riesgos de encontrarse con alguien incrédulo es que por esa razón que muchas de las
enfermedades no desaparecen y las que se creían desaparecidas regresaron.

Y no es necesariamente por la falta de muertos o los nombres de los infectados, a los que
tanto insisten en querer ver para confirmar la existencia. Porque no es eso, sino es una
necedad que perdura.

Por ejemplo, mencionemos el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) conocido en sus


inicios como Sida (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida) tiene alrededor de 30 años
que se comenzó a manifestar, se extendió por todo el mundo. Al paso de los años
cualquiera pudo tener conocimiento de un nombre, ya sea de relación familiar o de amistad,
con la enfermedad, pero a pesar de ello existen incrédulos que continúan teniendo contactos
sexuales sin la protección necesaria para evitar la infección. El número de casos, después de
una época de repliegue y de cuidado en los 90 y el nuevo milenio, la enfermedad repuntó
precisamente por los incrédulos que consideran que por no creer en los contagios se liberan
de ellos.

El VIH repuntó. Y todavía hay quienes no se cuidan. Sólo se protegen con métodos
anticonceptivos, pero no contra el contagio de enfermedades de transmisión sexual.

Otras enfermedades, como el sarampión regresaron por aquellos incrédulos que dejaron de
proteger a sus hijos contra las enfermedades a través de las vacunas que se aplican gratis en
cualquier centro de salud. La desidia y la irresponsabilidad de los padres o madres de
familia puede ser fatal para los hijos, pero esas características provienen de la incredulidad
que como se apuntó arriba piensan que los hace impunes a contraer alguna enfermedad.

En estos cuatro meses que se llevan en cuanto se expandió el Covid- 19 casi por todo el
mundo, hay personas que están en riesgo sin saberlos, pero aquellos que más riesgo corren
son quienes no toman las precauciones porque están convencidos de que ser incrédulos
evitará que se enfermen… pobres, pobres de ellos y pobres de sus cercanos.

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