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Ya en su niñez había iniciado el estudio del plano en su hogar; sin embargo, no
pensaba entonces en la carrera musical. Fue una antigua discípula de Chopin, la
señora Manté de Fleurville, quien intuyó la vocación del muchacho e indujo a sus
familiares a cultivarla. De esta forma, Debussy ingresó en 1873 en el Conservatorio
de París; allí tuvo por maestros, entre otros, a Lavignac, a Marmontel y, en
composición, a Ernest Guiraud. En el Conservatorio había adquirido fama de músico
revolucionario.
Grato paréntesis en sus estudios fue, en el verano de 1880, su empleo de
acompañante como pianista de cámara y profesor de piano de los hijos de una rica
dama rusa, Nadesda von Meck, protectora de Chaikovski y fanática de su música, en
sus viajes a través de la Francia meridional, Suiza e Italia. Esto le permitió conocer a
Wagner. Debussy vio renovado el empleo en los veranos siguientes, posiblemente
hasta 1884, y entonces visitó Moscú, donde pudo establecer cierto contacto con la
música del "grupo de los Cinco".
Alcanzó la fama internacional a sus 40 años en 1902, con la ópera que compuso,
“Peleas y Melisande”. Entre sus composiciones orquestales más famosas se
encuentra el Preludio a la siesta de un fauno, nocturnos e images. Dio por obsoleta
la sinfonía clásica y buscó una alternativa en sus bocetos sinfónicos, como por
ejemplo: La mère. En una segunda etapa, alcanza el primer plano de la producción
de Debussy la música instrumental. De las posiciones de elegancia un tanto
formalista propias de los dos Arabesque (1888) y de la Suite bergamasque (1890),
para piano, así como del Cuarteto (1893) y del Preludio a la "Siesta de un fauno", de
1892, el compositor llegó, sobre todo en el ámbito pianístico, a la creación de un
impresionismo musical que llevó a las últimas consecuencias la disolución de las
formas clásicas realizada por el romanticismo y, al mismo tiempo, abrió las puertas
al futuro. Con ello se produjo el tránsito del momentáneo clasicismo de Para el piano
(1901) a la libertad impresionista de Estampas (1903), de L'isle joyeuse (1904) y de
las dos colecciones de Imágenes (1905 y 1907).
De Roma se trajo la cantata La Demoiselle élue (1887-88, La damisela
bienaventurada). Las obras líricas para canto y piano son las composiciones que
permiten seguir mejor la evolución lógica del artista desde un formalismo melódico
de gusto un tanto aburguesado hasta la creación de una prosa poética intensamente
evocadora.
Hacia 1910 cabe situar la aparición en el arte del músico de una nueva orientación
clasicista y arcaizante que tiende a reaccionar contra la dispersión impalpable del
impresionismo en el ambiente, manifestada en la restauración de una necesidad de
precisión fónica e incluso formal cada vez más consciente. En un decidido salto por
encima de los últimos siglos, Debussy buscó en el XVI y en el XVII los orígenes
culturales del arte y del gusto franceses; la Primera Guerra Mundial acabaría de
fortalecer en el músico un proceso ya iniciado de enlace con las tradiciones de la
civilización nacional.
Sin embargo, el principal monumento de esta última fase del arte de Debussy, tan
abierta hacia las perspectivas artísticas del futuro, sigue siendo una obra maestra
todavía mal apreciada, la partitura de El martirio de San Sebastián (1911), donde la
elevación de los valores musicales aparece algo menoscabada por el artificioso
rebuscamiento del texto de Gabriele D’Annunzio y, sobre todo, por el carácter híbrido
del espectáculo escénico, ni ópera ni ballet, sino mezcolanza de recitación y canto
destinada a la interpretación de Rubinstein.
La existencia del compositor se desenvolvió en un plano retirado y careció de
acontecimientos sensacionales externos, salvo la dolorosa crisis sentimental que
indujo al artista a separarse de su esposa Rosalie Texier, compañera fiel y valerosa
de los años difíciles, para unirse a Emma Bardac Moyse (1905). Raramente y con
desgana se alejaba de París. En 1893 fue a Gante para pedir a Maeterlinck que le
permitiera poner música a su drama; el literato le dio su asentimiento, si no su
comprensión. En 1909 estuvo en Londres con motivo de la presentación de Pelléas
en aquel país.
Operado en 1915 de un cáncer intestinal, no pudo recobrar ya la plenitud de sus
fuerzas físicas, y moría en 1918, amargado y conmovido profundamente por los
desastres de la Primera Guerra Mundial.