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¿Esta foto la subo a las

stories o a mi perfil?
Ensayo sobre las apariencias en redes sociales

Francisco Jaén Patrón 2G FOT A


Estética y Composición
Este ensayo propone analizar la relación que se establece entre los usuarios de las
redes sociales con éstas, centrándose en el tema de las apariencias y de la imagen que
se muestra a los demás. Para ello, se abordarán diferentes puntos relacionados con la
tecnología o con posturas filosóficas. No se busca hacer una crítica negativa, sino una
revisión objetiva de esta “realidad 2.0”.
Palabras clave: apariencias, identidad, imagen, Internet, redes sociales

Índice

El mercader de Venecia ................................................................................................................ 2


Teoría de la Mente Extendida ...................................................................................................... 3
Redes sociales, extensión de nuestro espacio público ............................................................... 4
Narcisismo reinventado, el arte del selfie ................................................................................... 4
Individualismo en la nueva sociedad de consumo ...................................................................... 6
Marcelo Boeri, interpretación sobre la apariencia de Aristóteles .............................................. 7
Nietzsche, el ser como apariencia ................................................................................................ 8
Zymunt Bauman, vistiendo con identidades ............................................................................... 9
David Le Breton, máscaras en la cybercultura........................................................................... 10
Conclusiones ............................................................................................................................... 11
Propuesta artística...................................................................................................................... 11
Referencias ................................................................................................................................. 25

1
El mercader de Venecia

Shakespeare ubicó en la tierra véneta el escenario en el que se ambientaba “El mercader


de Venecia”. En el reino de Belmonte, el amor de Porcia será para aquel que elija con
sabiduría de entre los distintos cofres que se encuentran. El Príncipe de Marruecos
elegirá el cofre de oro que lleva de inscripción “Quien me elija, obtendrá lo que muchos
desean”. Sin embargo, lo único que encontrará en él será la burla de los versos escritos
en un pergamino inserto en los ojos de una calavera:
No todo lo que brilla ha de ser oro: siempre oíste decir al mundo a coro. Ha vendido su
vida mucha gente por mirarme por fuera solamente: no hay tumba de oro sin gusano y
lloro. Si fueras tan sensato como osado, joven de cuerpo y viejo en buen sentido, tal
respuesta no habrías recibido: adiós: tu pretensión ha fracasado.
La misma suerte le corresponderá al Príncipe de Aragón, que elegirá el cofre de plata
con la inscripción “Quien me elija, obtendrá tanto como merece”, recibiendo un
reproche en lugar de a Porcia:
Siete veces el fuego me ha probado: siete veces probada es la razón que nunca se
equivoca en su elección: hay quien tan sólo sombras ha besado, quien es feliz con sólo
sombra al lado: y hay tontos de preciosa tontería plateada, y así pasa con éste. Da igual
qué esposa contigo se acueste: tu cabeza será siempre la mía: así que vete: cesa en tu
porfía.
Entre tantos pretendientes, Bassanio, un veneciano de la nobleza, pero pobre, escoge
el cofre de plomo en el cuál se puede leer la advertencia “Quien me elija, debe dar y
arriesgar todo lo que tiene”. Para el joven, el aspecto exterior de lo que se nos manifiesta
es engañoso. Hay que saber ver más allá de esta apariencia para entender que la mentira
puede ir enmascarada de verdad y que tras el esplendor del oro o la plata se ocultan
infinitos engaños:
Así el ornamento no es sino la pérfida orilla de un peligrosísimo mar: el hermoso velo que
oculta una belleza india; en una palabra, la verdad aparente que los astutos tiempos
ponen para cazar en trampa a los más listos. Así pues, tú, oro fastuoso, duro alimento
de Midas, no quiero nada contigo; ni nada contigo, pálida medianera común entre
hombre y hombre; sino contigo, pobre plomo, que más bien amenazas en vez de
prometer nada: tu sencillez me conmueve más que la elocuencia, y aquí elijo: ¡alegría
sea la consecuencia!
En efecto, Bassanio encontrará en este cofre el retrato de la amada junto a unos versos
que premiaban su elección: “Tú, que no eliges por lo que se ve, ten ahora fortuna de
verdad”.

2
Teoría de la Mente Extendida

Dando el salto a la actualidad, los filósofos están empezando a preguntarse si el teléfono


móvil puede llegar a formar parte de nuestro cuerpo. Cuando esta tecnología es tan
cotidiana y “vestible” hace cuestionar nuestra realidad acerca de sus límites. ¿Un órgano
trasplantado se considera parte del cuerpo? ¿Y si en vez de ser un órgano se tratase de
un implante o una prótesis, algo artificial? En ambos casos la respuesta es sí, pues
sustituyen una parte original que se ha perdido o que ha dejado de funcionar como
debería. También hay que tener en cuenta aquellas “herramientas” que no son tan
permanentes, como una silla de ruedas o una dentadura postiza. Éstas no pretenden
sustituir nada, pero sí permitir al usuario realizar actividades que sin ellas no podría.
“La Teoría de la Mente Extendida”, de Andy Clark y David Chalmers (1998) propone que
nuestros procesos mentales no se encuentran únicamente en el cerebro, sino que están
relacionados con todo nuestro entorno. Los objetos dentro de este entorno toman una
parte fundamental de nuestro proceso cognitivo. Así, por ejemplo, una persona que
empiece a sufrir alzhéimer deberá llevar siempre consigo una libreta en la que tenga
apuntado cómo llegar a su casa, mientras que otra que no lo padezca podrá prescindir
de ella. De modo que, la única diferencia que se presenta en estos dos casos, es que en
el segundo la persona procesa su memoria de manera interna mientras que la primera
lo hará a través de la libreta. En otras palabras, la mente de quien sufre la enfermedad
queda extendida a la libreta como fuente de su memoria.
La teoría más clásica sobre nuestro proceso cognitivo toma como metáfora el sistema
operativo computacional, que se inicia con inputs (entradas sensoriales) y termina con
outputs (salidas conductuales). Los estados mentales se producen por modificaciones
de la información y acaban en una conclusión. De esta manera, se considera a la mente
como un ente que se encuentra en nuestro interior y que presenta un lugar tangible
para su almacenamiento.
Con la teoría de la Mente Extendida, nuestra mente se expande más allá de nuestro
cerebro e incluso más allá de nuestros límites físicos. Esto hace cambiar la perspectiva
del “yo” (ahora entendido como “yo extendido”) y hace plantearnos si esta teoría nos
sugiere que ahora somos un híbrido entre persona, organismo vivo, y una máquina, el
teléfono móvil, similar a la figura del cyborg.
Desbloquear el smartphone al lado de alguien puede hacernos sentir que nuestra
intimidad ha sido comprometida por lo que no sería erróneo afirmar que, en efecto, el
teléfono móvil (y todo lo que conlleva) se ha convertido en una extensión de nuestro
cuerpo. Ya no nos encontramos con que el entorno moldea la mente, sino que éste es
parte de ella.

3
Redes sociales, extensión de nuestro espacio público

Desde hace unos años vivimos en una época en la que las redes sociales no solo se han
convertido en una herramienta para la comunicación sino también para la exhibición.
Nada más registramos en cualquiera de estas redes ya comenzamos a compartir con el
resto nuestros datos: nombre, localidad, gustos… y lo hacemos sin pensar en las
consecuencias que esto puede traer.
El filósofo Jürgen Habermas define el espacio público como un territorio de nuestra vida
social donde puede formarse la opinión pública. En el medio digital, redes sociales como
Twitter permiten al usuario publicar sus opiniones y que éstas reciban el feedback de los
demás usuarios mediante comparticiones o respuestas. Podría decirse que estas redes
funcionan como un ágora digital en el que todos convivimos (si no estás en Internet no
existes).
El principal impacto que han tenido en la sociedad ha sido la disolución del ámbito
público con el privado. La intimidad se evadió del espacio privado y pasa a invadir aquella
esfera que antes se consideraba pública1 , afirma Paula Sibilia. Antes tu cuarto de baño
solo lo veías tú y aquellos que visitaban tu casa, ahora, cuando subes una foto frente al
espejo, pueden hacerlo todas las personas que visitan tu perfil en Instagram y,
potencialmente, todo Internet.
Esta visibilización puede tener un impacto negativo sobre la persona. Cualquier
viralización que pueda sufrir (difusión de contenido de una manera masiva y veloz)
podría provocar una falsa sensación de fama y reconocimiento popular que nublaría la
percepción que tiene el individuo sobre sí mismo. Gran ejemplo de esto son los llamados
“influencers”, aquellas personas que cuentan con mucha presencia en las redes y que
presentan cierta credibilidad sobre algún tema o aspecto en concreto. Estas personas se
preocupan de trabajar sus perfiles para hacerlos atractivos a sus seguidores y que éstos
sientan la necesidad de que el influencer suba contenido de una manera constante.

Narcisismo reinventado, el arte del selfie

El origen del término narcisismo proviene del mito griego de Narciso. De él nos llegan
diferentes versiones, pero ahora mismo abordaremos la del escritor Ovidio en el tercer
libro de su “Metamorfosis”:
La tragedia de Narciso ya comienza a gestarse desde su nacimiento, pues fue fruto de la
violación por parte del Dios-Río Cefiso hacia la ninfa Liríope. El adivino Tiresias le dirá a
su madre que para que Narciso viva una larga vida no deberá nunca llegar a conocerse

1
Sibila P. (2008), La intimidad como espectáculo. Buenos Aires, Argentina, Fondo de Cultura Económica
Argentina S.A.

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a sí mismo. Desde su adolescencia su extremada belleza atraía a todos los mortales y
dioses que lo veían. Debido a su orgullo, Narciso rechazaba a todo pretendiente que se
le presentaba. Un día, al volver sediento de una cacería, se inclinó sobre el río para beber
un poco de agua, quedando enamorado de aquel que veía en el reflejo. Tras intentar
abrazar y besar a este personaje, se dio cuenta que era él mismo, su reflejo. A causa de
esto, se retrajo de toda relación y compañía humana, dejando de atender sus propias
necesidades y pereciendo hasta convertirse en la flor narciso.
De este mito extraemos que, en líneas generales, se describe como “negación o
rechazo”. Narciso no es consciente de su propia realidad y, además, si quiere sobrevivir
tendrá que tener una imagen distorsionada de sí. Solo vive de impresiones y por tanto
no sabe quién es.
Dos de los rasgos más comunes que aparecen en las personas con trastorno narcisista
son la distorsión de la imagen personal y el exhibicionismo.
Los sujetos narcisistas se caracterizan por tener inflada la autoestima, estando
convencidos de su posición superior respecto al resto y de la autenticidad de su realidad.
Solo aceptan aquellas verdades con las que se sienten reforzados y rechazan aquellas
con las que se sienten atacados. Presentan unas grandes ambiciones y se mueven
preocupados por su belleza, poder, éxito… El sujeto se siente rozando la perfección.
Según el doctor Dragan M. Svrakic, estos individuos presentan una deformación
narcisista del lenguaje mediante el cual consiguen desviar la comunicación verbal
teniendo como principal objetivo impresionar a los demás y aumentar su autoestima y
no centrándose tanto en lo que se quiere comunicar.
El psicoanalista Heinz Kohut dirá que el exhibicionismo narcisista es la expresión del
deseo de atención y admiración. Esta necesidad acaba siendo agotadora, pues ningún
detalle puede dejarse al azar: desde la ropa que llevas hasta haber escuchado el último
disco del cantante de moda. Deja de tener importancia el “ser” para cobrarla la “pose”.
Para Christopher Lasch, historiador y sociólogo, el narcisismo no lo concibe como una
autoafirmación, sino como una pérdida de identidad en la que el individuo tiene que
estar continuamente maquillándose y embelleciéndose, pues siempre se encuentra
insatisfecho consigo mismo. Hace referencia a un “yo amenazado” que tiene miedo de
quedar desintegrado y de perder así su superioridad.
El uso de las redes sociales ha concebido una nueva manera de representarnos: el selfie,
autorretratos que nos hacemos con el teléfono móvil y cuyo principal objetivo es que
sean compartidos, pues sin un público que los valore pierden totalmente su sentido.
Una de las necesidades sociales que cubren este tipo de fotografías es la de la
autorrepresentación o la construcción de nuestra imagen tanto para nosotros como
para los demás. Seleccionamos aquellas fotografías con las que nos sentimos más
identificados y con las que queremos que las otras personas nos relacionen. No tendrá
el mismo impacto social un selfie en el que salgas disfrutando en una playa que uno en
el que salgas amargado encerrado en tu casa.

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Pero no solo somos lo que mostramos, sino también lo que no mostramos. No queremos
tener nada que ver con los aspectos negativos del ser humano como el aburrimiento, la
tristeza o la enfermedad, pues creemos en una idealización propia que será nuestra
carta de presentación en Internet. Al tener total libertad a la hora de tomar la fotografía,
podemos mostrar al mundo cierta información que sería imposible de enseñar si la foto
nos la hiciera otra persona. Sin embargo, esto mismo puede hacer que creemos una
imagen o apariencia engañosa de nosotros mismos, pues solo nos representamos en
una parte limitada.
La relación que se establece entre las redes sociales y el narcisismo se centra, en su
mayor parte, en el desarrollo de una buena imagen personal. Esto se consigue a través
de la selección de fotografías que publicamos, “posts” con frases con las que nos
sentimos identificados o check-ins de los lugares que visitamos. Esta manera de
representación permite a muchos usuarios una manera “segura” de acercarse al medio
digital. La imagen y el feedback que recibe cobran mucha importancia, pues ambas
partes, persona que publica y persona que ve la publicación, suelen ser, en un primer
término, personas que se conocen.
Los resultados de los estudios realizados acerca del tema se dividen, los hay que dicen
que aquellos que suben selfies constantemente son más propensos al narcisismo, otros
que dicen que, al contrario, que en su mayoría lo hacen personas con bajos niveles de
autoestima y otros que aseguran un tercer grupo en el que no tiene relación una cosa
con la otra. También se habla que encontrar el selfie perfecto puede provocar
inseguridades (al no llegar a encontrarnos idealizados) además de ser peligroso para la
autoestima en fotografías que no reciben las suficientes interacciones positivas. Pero,
por otro lado, hay estudios que argumentan que nos permiten autoconocernos de una
mejor manera y hace que nuestra autoestima incremente.

Individualismo en la nueva sociedad de consumo

El individualismo surge como la postura filosófica que defiende la dignidad moral del ser
humano. Se busca la independencia y la autosuficiencia rechazando cualquier tipo de
grupo o institución. Hace del individuo su centro y es asociado con estilos de vida
artísticos en los que existe una tendencia hacia la autocreación y experimentación.
En un lugar en el que es tan sencillo pasar desapercibido como lo es Internet donde las
personas, por diferentes que sean, acabarán perdiendo su individualidad y formarán
parte del “alma colectiva”, el individuo luchará para destacar dentro de esta multitud.
Buscamos la diferenciación para sentirnos “especiales” y poder sobresalir del resto. Hoy
en día, lo común, es querer ser distinto. Aparece una sensación de despegue de la
sociedad y no se busca tanto el bienestar colectivo como el individual.

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Las personas se regocijarán más en sus bienes propios, que dejarán de ser simplemente
objetos para integrarse con nuestra identidad y se buscará que la base de ésta se
fundamente en lo que nos diferencia y no en lo que nos une.
La culpa de esto la tiene la sociedad de consumo en la que vivimos. Estamos siendo
bombardeados constantemente por anuncios que nos dicen que para lograr X
tendremos que comprar Y, llegando a convertirse esto en un criterio con el que juzgar
la valía de los demás.
Las redes sociales también se han convertido en una herramienta muy positiva para las
marcas y empresas ya que les sirven de escaparate para sus productos y mediante las
cuales pueden recibir feedback de los compradores y posibles compradores. Los bajos
costes en publicidad que se da en las redes y el fácil acceso hacia los consumidores son
sus mayores ventajas. Cuando quieres saber algo acerca de un producto, lo normal ya
no es visitar la página web de la marca, sino su perfil en las redes. El usuario podrá
obtener información a cerca de los productos o servicios de una manera casi instantánea
y no solo a nivel local, sino mundial.
El mercado permite que, en la teoría, todos podamos comprar los mismos productos.
No existen unas necesidades concretas, más allá de las básicas (alimentación,
vivienda…), que tengamos que suplir. Cada uno será responsable de lo que compra y con
lo que se quiere sentir diferenciado.

Marcelo Boeri, interpretación sobre la apariencia de Aristóteles

El cuarto libro de la Metafísica de Aristóteles trata sobre la apariencia, en concreto el


capítulo quinto “La apariencia no es la verdad”.
Filósofos como Demócrito o Parménides opinan que, al considerar la verdad en el ser,
no hay nada más que sea considerado como ser que lo que es sensible. Al ver que toda
la naturaleza está en continuo cambio, no se puede juzgar la verdad de lo que muda.
Esto supone una existencia simultanea entre el ser y el no-ser, entre la realidad y la
apariencia.
Marcelo Boeri, filósofo argentino, interpretará y analizará en detalle la apariencia y
realidad en el mundo antiguo, profundizando sobre todo en Aristóteles.
El problema de la dualidad ser-parecer es un planteo de los fundamentos de la teoría
del conocimiento. Así como la percepción y la sensación toman un papel fundamental
en el ámbito del conocimiento, las emociones, pasiones o sentimientos también lo
toman, sirviendo de base para la formación del carácter personal y en los criterios a la
hora de la toma de decisiones.
El reflejo de lo que vemos aparece como “lo que se presenta”, pero también como “lo
que se me presenta”. Boeri dirá que, para negar el poder de la apariencia, hará falta ver

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las cosas en perspectiva, por lo que propone “el arte de la medida”. Con este arte de la
medida se relativiza todo lo que es inmediatamente perceptible.
El punto de partida para Boeri es la “moral del error perceptivo”. La mayoría de nuestros
juicios erróneos provienen de una interferencia de la realidad por medio de los sentidos:
Aristóteles piensa que los sentidos no nos engañan, sino que son nuestros estados
afectivos los que nos hacen interpretar falsamente los datos de los sentidos 2.
Aristóteles, en “Sobre los sueños”, ilustra mediante varios ejemplos la tesis mediante la
cual “nos equivocamos fácilmente en lo que respecta a nuestras senso-percepciones
cuando estamos sumidos en un estado emocional intenso”. Estas emociones son las que
nos desvían y las que nos harán tener los juicios equivocados.
Es Aristóteles quien dirá que cometer estos juicios erróneos provocará en el individuo
un estado de incapacidad a la hora de realizar ciertas discriminaciones sensoriales
básicas. La persona excelente es aquella cuyas apariencias son de fiar, es decir, que
aquello que perciba como bueno sea objetivamente bueno, por lo que podemos
considerar a ese individuo como medida y canon de las cualidades.
Boeri concluirá con que el entrenamiento adecuado de las capacidades cognoscitivas y,
en el plano práctico", de las virtudes y de la prudencia "garantizarán que los apareceres
que el sujeto identifica con el bien coincidan efectivamente con el bien3.

Nietzsche, el ser como apariencia

El filósofo alemán Friedrich Nietzsche dirá en “El itinerario del ser” que lo que más
importancia tiene en la construcción de la realidad son todas nuestras representaciones
subjetivas más que las que constituyen la realidad objetiva en sí. La creencia en el “ser”
surge por la falta de fe y por la desconfianza en el devenir y que sirve para proyectar en
él ideas universales que son claramente oposiciones al cambio constante de la realidad.
Los filósofos y pensadores clásicos han querido imponer siempre una fijación de la
temporalidad, negando lo que por naturaleza es mutable y aparente. De ahí la frase de
Heráclito “No puedes bañarte dos veces en el mismo río”. También han concebido
nuestro mundo siguiendo la visión platónica: nuestro mundo, nuestra realidad, es un
reflejo de un mundo superior. Nuestro mundo sería el mundo de las apariencias, pero,
paradójicamente, los filósofos han construido su “mundo ideal” al que se le han
atribuido las cualidades del ser que, nada más lejos de la realidad, es pura apariencia. El
ser existe porque si existe en la mente de los seres humanos tendrá que existir también
fuera de ella, en este mundo superior. Por lo que, para Nietzsche, no hay verdades

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D. Boeri, M. (2007) Apariencia y realidad en el pensamiento griego: Investigaciones sobre aspectos
epistemológicos, éticos y de teoría de la acción en algunas teorías de la Antigüedad. Buenos Aires,
Argentina, Colihue

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absolutas, permanentes o eternas, solo hay verdades aparentes, relativas a nosotros. El
mundo aparente se vuelve sinónimo de verdad y si lo rechazamos estamos rechazando
también a la verdad. La verdad como realidad ha quedado negada por la verdad como
apariencia.
El vacío que deja el ser se llena por la “voluntad”, siendo ésta el criterio de verdad. Su
principal motivación es la de ser sin condiciones preestablecidas. El deseo se convierte
en derecho incondicional de la vida y todo el entorno se amolda a este querer.
Al suprimir el mundo-verdad, pues supone el mayor atentado contra la vida, irrumpirá
el nihilismo como afirmación positiva de la nada, dando lugar al ser como apariencia o
la nada para el ser.
Frente a esta negación de la vida solo nos queda la afirmación dionisíaca de la misma,
creando unos nuevos valores que dependerán de la creatividad estética del individuo,
lo que implica que su realidad se sustente en las mutaciones de deseos que siente. La
verdad-aparente se proclama como única verdad del ser que da valor a la vida.
Esta visión dionisíaca de la vida reclama al hombre como artista y a su vida como obra
de arte. El artista no busca crear sino transformar la realidad, amoldándola a lo que ésta
quiere de mí. El arte es nuestro antídoto y gracias a él no pereceremos en manos de la
verdad. No es más que una suma de superficialidades (apariencias) que nos permite
olvidar por escasos momentos la desdicha de nuestra existencia.

Zymunt Bauman, vistiendo con identidades

El filósofo Zymunt Bauman propondrá la identidad como una convención social


necesaria que hay que construir desde 0 o elegir dentro de un “catálogo” de alternativas.
Antes, esta identidad venía dada por el trabajo que desempeñaba el individuo. Hoy, se
afianza como símbolo de seguridad en uno mismo. Esta identidad permite la aprobación
del individuo frente a una comunidad.
Como Nietzsche, propone también el “arte de la vida”. Nuestras vidas son obras de arte,
por lo que se produce un acercamiento del arte a la cotidianeidad. Practicar el arte de
la vida conlleva el desarrollo de la felicidad y se toma a la identidad como un proyecto
de desarrollo personal. Armar la propia identidad, hacerla coherente y presentarla ante
el público para su aceptación es un proceso que requiere la concentración de toda una
vida.
Las identidades están para vestirlas y mostrarlas, no para guardarlas. Tenemos que
“vestirnos con identidades” que se pueden cambiar en cualquier momento
dependiendo de la situación. Esto nos supone unas construcciones culturales y unos
espacios sociales.

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Bauman considera que nuestra sociedad experimenta una “liquidez”, que vivimos en
una modernidad líquida que se rige por la inestabilidad y mutación y por no tener
compromiso con ninguna estructura social.
Esta liquidez nos exige la construcción de una identidad personal que vaya acorde con
el cambio y la adaptación sin unos valores preestablecidos, ofreciendo al individuo la
independencia con respecto del sistema.
Sin embargo, en relación a las redes sociales, el sociólogo polaco mantendrá una visión
un tanto escéptica.
La cuestión de la identidad pasa a convertirse en la construcción de una comunidad. Esta
comunidad realmente no la construyes, simplemente la tienes o no. Lo que las redes
constituyen es un sustituto, un avatar. La diferencia que da entre comunidad y red es
que en la comunidad tú formas parte de ella y en la red es ella la que te pertenece a ti.
Tú eres quien elige qué personas agregar o borrar de tu perfil y con quién entablar
relación.
La soledad es uno de los grandes miedos de nuestra sociedad individualista e Internet
nos da una falsa sensación con la que nos sentimos acogidos. En lugar de unir, de ampliar
los horizontes, las personas se encierran en sus “zonas de confort” en las que solo oyen
su propia voz. Las redes sociales son unas herramientas muy útiles y placenteras, pero
hay que saber cómo usarlas para no caer en la trampa de la falsedad.

David Le Breton, máscaras en la cybercultura

El antropólogo francés David Le Breton considera Internet como el universo de la


máscara. La foto de mi cara en el perfil virtual es una mera apariencia, pues no es una
presencia viva de mí.
La “cybercultura” propone la supresión del cuerpo físico para dar lugar a la digitalización
del individuo. Éstos, cansados de su cuerpo pesado, elegirán este mundo virtual en el
que sus identidades pueden estar en constante fluidez. En este paraíso de la máscara, la
identidad se pierde, la corporalidad también. Internet es la carne y el sistema nervioso
en este mundo tecnológico.
Los usuarios irán probando diferentes seudónimos a través de todas las plataformas
hasta encontrar uno con el que se sientan identificados, intentando averiguar quiénes
son mediante estas construcciones del “avatar”. Uno se construye su personaje y toda
la historia que hay detrás de él.
El cuerpo es considerado hoy en día como un accesorio a modelar mediante los tatuajes,
piercings, implantes… este tipo de branding personal es el que desarrollamos en la red
a través de lo que compartimos.

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Ahora nuestro nuevo dios es la tecnología, que opone un cuerpo imperfecto frente a
una tecnología perfecta. Este cuerpo, regido por las modas, pasará a ser un cuerpo
circunstancial y, como las modas cambian, el cuerpo también lo hará con ellas.

Conclusiones

La imagen que ofrecemos (o no ofrecemos) al mundo a través de las redes sociales es


una de las preocupaciones que concierne al individuo “digitalizado” de la sociedad
actual.
La construcción de nuestra representación mediante la ropa, la comida o los lugares que
visitamos nos muestran de la manera más idealizada y por la cual esperamos que las
demás personas nos acepten. Entendiendo el teléfono móvil como una nueva parte de
nuestro cuerpo que nos amplía vastamente los horizontes y las redes como una
extensión de nuestra realidad social, el individuo, que se apoyará ahora en una serie de
nuevos valores, luchará por destacar de entre la multitud.
Desde este individualismo, apostará por el sentido dionisíaco de la vida y hará que se
sienta, en cierto modo, creadora de arte. Una forma de arte que quizás ahora mismo no
lleguemos a entender, pero que en algunas décadas podamos disponer de un amplio
“catálogo” de perfiles con los que comprender cómo el usuario asimilaba esta realidad
2.0 y cómo se relacionaba con y en ella.

Propuesta artística

Como materialización de este ensayo se propone una serie de imágenes sacadas


directamente de varios perfiles “personales” de Instagram. Estos perfiles han sido
creados para engañar al espectador, pues no sabrá con exactitud si las personas que
está viendo son reales o no. Los personajes que aparecen en las imágenes son
creaciones virtuales en 3D siendo, únicamente, una apariencia.

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Referencias

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aspectos epistemológicos, éticos y de teoría de la acción en algunas teorías de la
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