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OBJETIVOS
2.2.Objetivos específicos
En 1972 el Club de Roma apoyado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts hizo uso de
modernos equipos para revivir la discusión malthusiana estableciendo las existencias reales y las
tasa de uso de recursos naturales a nivel global. Una de las conclusiones fue que “el crecimiento
exponencial lleva al mundo cada vez más cerca de los últimos límites de ese crecimiento”. Ese
modelo fue discutido durante los siguientes años y motivó mucho el debate posterior en
Estocolmo sobre el ambiente humano (Carrizosa, 1998, pág. 47).
En 1974, la república de Colombia, con la ayuda de la FAO, emitió el primer código ambiental
integrado, donde los problemas de contaminación y la gestión de los recursos naturales eran
tratados al mismo nivel, y los límites ecológicos eran enriquecidos con consideraciones sociales
económicas.
“Antes de 1980 muy poca gente por fuera de las Naciones Unidas consideraba la posibilidad de
un desmoronamiento del desarrollo, después de que solo pocas generaciones pudieran
disfrutarlo” (Carrizosa, 1998, pág. 44). De hecho la posibilidad de un alto y una reversa en el
proceso, y principalmente el riesgo de tener procesos de estancamiento en algunos países que
nunca iniciarían un proceso de despegue hacia el desarrollo debido a las condiciones
estructurales de los cincuentas, fueron los principales argumentos de la izquierda latinoamericana
contra los “modelos de desarrollo occidentales” (Carrizosa, 1998, pág. 45 ).
Pero éste fenómeno no fue tomado en cuenta por el resto de la sociedad como un riesgo real e
inminente que amenazaba con la insostenibilidad del modelo de desarrollo.
En el marco de la Estrategia para la Conservación Mundial de la IUCN (Unión Internacional para
la Conservación de la Naturaleza), WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) y el PNUMA
(Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) planteada en 1980, se pasó del
énfasis
por la protección de la naturaleza, al de la protección de la productividad de los recursos
naturales para el uso económico, hablándose por primera vez de “desarrollo sostenible”, término
que posteriormente se retoma en el informe Brundtland y en el cual cambió su objeto: no son los
recursos naturales los que deben ser sostenidos, sino el desarrollo económico (Sachs, 1998)
En 1983 fue creada debido a la preocupación por la crisis energética la Comisión sobre
Desarrollo y Medio Ambiente, conocida como la Comisión Bruntland, la cual en 1987 revivió el
debate sobre la sostenibilidad con la publicación de “Nuestro Futuro Común”,