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Blanco.

Casa del Encuentro: Hacia una escucha de lo cotidiano en los momentos de la infancia

CASA DEL ENCUENTRO: HACIA UNA ESCUCHA DE LO


COTIDIANO EN LOS MOMENTOS DE LA INFANCIA

Casa del Encuentro: Towards a everyday hearing in early childhood moments

Casa do Encontro: Para a escuta diária da primeira infância

Diego Blanco – Casa del Encuentro, Fundación Santa Ana

Endereço para correspondência:


Diego Blanco
Diego Blanco Díaz: Luis Thayer Ojeda 2121 – 11.
Providencia, Santiago. Chile.
diegoblancod@gmail.com

Diego Blanco
Psicólogo. Magíster en Teoría y Clínica Psicoanalítica Universidad Diego Portales, Santiago, Chile.
Director Casa del Encuentro, Fundación Santa Ana

Revista Sul Americana de Psicologia, v5, n1, Jan/Jul, 2017 44



Blanco. Casa del Encuentro: Hacia una escucha de lo cotidiano en los momentos de la infancia

Resumen

Este artículo es un relato teórico y clínico acerca de un dispositivo de trabajo colectivo para
niños y niñas entre 0 y 6 años y sus cuidadores, el cual se ofrece para una socialización
temprana en el marco de la prevención futuras dificultades en el proceso de adaptación social.
Como un lugar de recreación, de escucha y de palabra para los tiempos de la crianza, pero
también para los padres y madres a veces solos ante las inquietudes cotidianas que surgen en la
crianza, este trabajo revisa los fundamentos y la práctica de esta experiencia llamada Casa del
Encuentro.

Palabras-clave: socialización, cotidiano, colectivo, separación, infancia.

Abstract

This article is a theoretical and clinical story about a work device for children between 0 and 6
years and their caregivers, designed to provide an early socialization aimed to prevent problems
in their process of social adaptation. As a recreation space for infants, of hearing and wording in
times of breeding, but also for parents to address daily concerns related to nurturing their
offspring/children, this paper reviews the foundations and the practice of this experience named
Casa del Encuentro.

Keywords: socialization, everyday, collective, separation, childhood.

Resumo

O artigo a seguir é um relato teórico e clínico sobre a experiência de um grupo de trabalho


coletivo com crianças entre 0 e 6 anos e seusacompanhantes, que é oferecido para socialização
precoce no contexto da prevenção da infância. Como um local de lazer, escuta e fala no
periodo da educaçâo dos filhos, e também para os pais e maes às vezes sós com as
preocupações cotidianas que surgem desta educação , este artigo irá rever os conceitos básicos
e a prática deste dispositivo chamado Casa do Encuentro.

Palavras-chave: socialização, cotidiano, coletivo, separação, crianças.

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Sostener un trabajo que implique abordar los tiempos de la infancia temprana, es

verdaderamente sostener un tiempo que, a veces, está lleno de inquietudes y angustias.

Durante estos tiempos suelen encontrarse períodos de extenuante soledad, aislamiento o

cansancio, donde las inquietudes o dudas que puedan surgir, quedan sin ser

compartidas, por lo que se alimenta de tensiones el vínculo desde un lugar de angustia,

pero también de soledad. Junto a lo anterior, el saber médico e institucional acompañará

en estos tiempos el proceso de crecimiento de los niños desde los primeros años de vida

mediante controles e indicaciones respecto a determinados asuntos que conciernen a su

desarrollo, sin embargo, esto sucede en un acotado tiempo por lo que hay un escaso

lugar a lo que implique la crianza en sus dudas e inquietudes. Desde ahí, se hace

necesario atender a todo lo que el médico o psicólogo no ve en los minutos en que se

encuentra con el niño y su familia en el box convencional, a aquello que surge en lo que

no está programado, en lo que está fuera del “motivo de consulta”, es decir, a eso que

envuelve el día a día, a saber, lo cotidiano. A partir de lo anterior, el presente artículo se

enmarca dentro de una experiencia de trabajo llamado Casa del Encuentro el cual es un

dispositivo que se ofrece para una socialización temprana para niños y niñas más sus

cuidadores en un ambiente que se ofrece a lo cotidiano de los tiempos de la infancia, y

que toma una de las premisas fundamentales del psicoanálisis, a saber, que hay alguien

que habla y otro que escucha, pero que, sin embargo, esto sucede en un colectivo que se

gesta día a día en el lugar.

La Casa del Encuentro

Inspirados en el dispositivo Casa Verde fundado en el año 1979 en Francia por

la psicoanalista Françoise Dolto y otros cinco educadores y psicoanalistas, la Casa del

Encuentro se sitúa en dos comunas de la ciudad de Santiago de Chile, como un lugar

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para una socialización temprana para niños y niñas de 0 a 6 años que deben ir

acompañados por algún cuidador, y también para mujeres embarazadas. La Casa del

Encuentro no es ni guardería ni jardín infantil, ni centro de psicoterapia, sino más bien

es un lugar donde los niños y niñas acompañados por algún cuidador (madre, padre,

abuela, abuelo, vecina, tío o todo aquel que haga sus cuidados), pueden ir sin pedir hora

previa para jugar, conversar, compartir y también para referir a las preocupaciones y

preguntas que surgen en el tiempo de la crianza. Se trata de un lugar que se ofrece “para

una vida social desde el nacimiento; para los padres muy solos, a veces, ante las

inquietudes cotidianas que afrontan con sus niños (…) y donde sus pequeños hallan

amigos” (Dolto, 1981, p.183). Abierto de lunes a viernes durante las tardes, un equipo

distinto cada día de la semana compuesto por tres personas denominado Equipo de

Acogida, recibe a quienes asistan en una intención de escuchar y participar de ese

cotidiano que traen las personas.

El encuentro que sucede en el lugar entre los cuidadores junto a sus niños y

niñas, se va gestando en lo espontaneo de cada jornada, generando no sólo una escucha

acerca de la experiencia de otro, sino que también facilitando posibilidades de

comprensión a las preguntas que surgen en determinados momentos de la crianza. “Se

hace esto para evitar que la angustia de los padres –de cualquier parte de donde proceda,

cuando están aislados- inunde a su bebé y a los hijos mayores y provoque, como

respuesta, efectos de disfunción” (Dolto, 1981, p. 184)

En este marco la Casa del Encuentro es un lugar que atiende las formas en que la

palabra se articula al cuerpo en a sus gestos, miradas o gritos en una situación de

socialización. Se sitúa entonces como lugar de prevención, en tanto muchas veces

aquellos trastornos tardíos que surgen en la edad escolar o más tarde, deben su origen a

la ausencia de comunicación simbólica precoz y a los afectos que han quedado sin ser

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articulados por la palabra. (Dolto, 1981). Por esta razón es que el intercambio verbal,

afectivo y corporal que humaniza al niño y lo vincula con lo social, (Dolto, 2009) se

presenta como elemento central al momento de abordar los tiempos de la separación

temprana. De algún modo se nace viéndoselas con la separación, por lo que los pasos

previos para que eso pueda ir ocurriendo vienen a ser esenciales. Aquí es donde surge la

Casa del Encuentro como un espacio de tránsito, subjetivo y social para que los niños

acompañados por quien depende su seguridad, puedan ir ocupando nuevos espacios, y

así evitar problemas adaptativos en la entrada al jardín, al colegio u otros lugares. El

paso de un lugar a otro es necesario que sea acompañado en las palabras necesarias que

puedan inscribir al otro sin necesidad de tenerlo a la vista para que ingrese a ese registro

simbólico que inscribe la presencia y la ausencia, sin embargo, para que esto ocurra,

debe haber sido acompañado en el tiempo previo a la separación por alguien que esté

presente y certifique de algún modo, que es garante de la identidad del niño o niña.

(Dolto, 2009)

Ahora bien, lo anterior ocurre mediante un encuadre que en la Casa del

Encuentro funciona como un modo de sostén y contención de los tiempos de la infancia.

Un encuadre cuyos acuerdos son que los cuidadores no pueden ausentarse bajo ningún

pretexto durante el tiempo en que estén con sus niños y niñas, y donde no hay talleres ni

programas definidos. A su vez ciertos acuerdos para el uso y modos de estar en el

espacio, son un pre-texto para hablar de aquellos modos por donde la ley separa y

organiza lo social. En este sentido, al no haber un taller, programa ni metodología

definida, es más bien el encuadre del lugar lo que viene ser el soporte y posibilidad de

condición de un lugar para la infancia, cuya apuesta está en escuchar las emergencias

subjetivas que suceden en un lugar que abre sus puertas a los niños y niñas de la ciudad

junto a sus cuidadores.

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Lugar de escucha de lo cotidiano

Las experiencias cotidianas de las familias que llegan a la Casa del Encuentro,

pueden ir sucediendo en su forma genuina de ocupar un espacio social mediante las

conversaciones espontaneas que se generan. A través de estas conversaciones se puede

ir escuchando aquel habla de fondo que lo cotidiano produce en las familias, tanto en

sus palabras, silencios y modos de estar, sin embargo, escuchar lo cotidiano permite a su

vez que se atiendan a las formas en que se han ido transmitiendo las experiencias de

cada familia, sus costumbres, sus relatos, su historia, es decir, el modo por el cual la

palabra se ha ido significando. Bajo este escenario, escuchar la experiencia de otro, es

escuchar entonces el relato que desde un marco histórico ha ido hablando en tanto que

“la experiencia no tiene su correlato necesario en el conocimiento, sino en la autoridad,

es decir, en la palabra y el relato” (Agamben, 2010, p. 9).

La transmisión de la experiencia que sucede en la Casa del Encuentro, intenta

alojar un saber popular o colectivo, por lo que escuchar lo cotidiano desde aquí implica

des-enmarcarse de lógicas piramidales y del saber-hacer. Un cotidiano que se resiste a

ser capturado por el caso, y que más bien, se articula en lo espontáneo. Hay allí una

ética acerca de cómo ir a responder -si es que así se pudiera- a eso que se escucha.

“Sean cuales fueren sus aspectos, lo cotidiano tiene ese rasgo esencial: no se deja

aprehender. Se escapa, pertenece a la insignificancia, y lo insignificante carece de

verdad, de realidad, (…) pero es quizás también el lugar de toda significación posible.”

(Blanchot, 1969, p. 305).

Siendo entonces un elemento difícil de aprehender, lo que parece central marcar

es que aquella escucha cotidiana podrá ocurrir una vez que se distancie de las formas,

por ejemplo, de reeducación o psicoeducación que muchos lugares otorgan para

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comprender el vínculo temprano. Así, ¿Qué condiciones son necesarias para dar acogida

a ese cotidiano que se gesta en la crianza?

Una acogida en lo social

La acogida que se genera en Casa del Encuentro, tiene como carácter principal el

registro de la heterogeneidad, es decir, una acogida que está articulada por las múltiples

formas de recibir y escuchar aquello que cada persona trae ya que sucede en un espacio

colectivo. En este sentido, la acogida se propone como posibilidad de encuentro para un

intercambio que permita colectivizar las maneras de estar en un espacio de

socialización. Acompañar los juegos a la vez que se van proponiendo palabras en

compañía de alguien del equipo, de un niño, o de un padre por ejemplo, genera la

posibilidad de que el encuentro con el otro suceda en un intercambio de lenguaje

comprensible, por donde el lazo que se va generando ayude al pasaje a nuevos

discursos. En este sentido, son las palabras que se van proponiendo en los encuentros

con otros, las que ayudan a transitar de un espacio a otro, puesto que permiten

simbolizar una experiencia ahí donde antes no sucedía producto de temores y silencios,

que terminaban por ahorrar la emergencia de palabras que involucran al deseo de cada

uno.

Por lo anterior es que la socialización respecto a los intercambios que el

ambiente pueda propiciar, implica dar espacio a todo eso que ocurre por azar, es decir, a

todo eso que no está programado, definido y estructurado. Otorgar un espacio implica

poder circular tal como lo apunta Jean Oury (1998):

Cuando digo “libertad de circulación”, quiero decir que para que pueda existir

libertad de circulación se requiere la existencia de un espacio y una circulación en el

sentido concreto del término, poder caminar. Tener la libertad de caminar es a veces,

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también, la libertad de quedarse en el lugar. Porque la circulación no se hace

simplemente con los pies, puede estar también dentro de la cabeza: una circulación, la

libertad de estar tranquilo. (p. 56)

La escena por la que circulan niños y niñas junto a sus cuidadores, es una

posibilidad a conducir a estar con otros, a nuevos encuentros para entablar una

conversación, un lazo de confianza. Esto favorece a un pasaje a nuevos discursos que

sirvan de apoyo, y por lo tanto de transición a nuevos espacios como puede ser la

entrada al jardín infantil para que sucedan sin los síntomas des-adaptativos.

Como lugar de transitivismo

La Casa del Encuentro como espacio de palabra, apuesta todo el tiempo en

dirigirse con palabras a cada niño o niña desde los primeros días de vida lo que permite

ir introduciéndolos a esa función simbólica del ser humano que es el lenguaje. Dirigirse

con una palabra a un bebé, implica suponer que ese gesto, mirada o balbuceo, (Lacan,

1998) trae una palabra que está constituyéndose, y por lo tanto, que hay deseo en ese

cuerpo que se va articulando al lenguaje que el tejido social ofrece.

Muchas veces la conducta de un niño termina por hablar allí donde se ha

detenido el lenguaje (Dolto, 1981) por lo que será la palabra lo que re-establecerá el

vínculo humano con lo que ese gesto o conducta señala. Se trata entonces de proponer

una palabra para que ese mensaje pueda ser dicho. Para esto se tomará el concepto de

transitivismo propuesto por los psicoanalistas Jean Bergès y Gabriel Balbo el cual

permite dar cuenta de este proceso de poner palabras.

El ejemplo para comprender lo que se produce en el transitivismo, responde a la

situación en que una madre al ver a su hijo en peligro de caer o víctima ya de una caída,

le expresa su propio afecto de dolor, no evitando palabras para la situación que ha

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sucedido (Bergès & Balbo, 1998). Lo que se juega en esta dialéctica es que aquellas

palabras pronunciadas, por ejemplo, por la madre, es una respuesta que se sostiene en

un supuesto, en una hipótesis que ella hace acerca de lo que siente su hijo. “El

transitivismo no es sólo lo que la madre experimenta y demuestra, es también el proceso

que inicia cuando se dirige a su hijo porque formula la hipótesis de un saber en él, saber

en torno del cual su designio va a circular a como alrededor de una polea, para volverle

en la forma de una demanda; demanda que ella supone la de una identificación de su

hijo con el discurso que le dirige. Esta circulación describe un proceso muy general que

se relaciona con el acceso a lo simbólico” (Bergés & Balbo, 1998, p. 10)

De acuerdo a lo anterior, la Casa del Encuentro se ofrece para que este momento

transitivista pueda tener lugar y ser escuchado. Aquella polea simbólica que se articula

en la hipótesis transferida que sucede entre madre e hijo, es ocasión de acompañar a un

organismo que se va constituyendo en un cuerpo de lenguaje. En este sentido,

entenderemos que la demanda es aquella “necesidad, [que] por medio del significante

dirigido al Otro, pasa” (Lacan, 1998, p. 90). Por lo tanto, dicha necesidad implica una

transformación por el significante, donde el niño o niña pueda ir estableciendo

identificaciones al discurso a partir de la hipótesis que la madre realice. De este modo,

si en la demanda “se pide algo que [se] necesita en nombre de otra cosa” (Lacan, 1998,

p. 98), el espacio que se gesta en Casa del Encuentro, es de acompañar ese proceso

otorgando lugar al saber que la madre o el padre pueda tener.

Apuntes finales

Ofrecer un espacio para los tiempos de la infancia temprana donde atender a las

múltiples emergencias subjetivas desde un registro de lo cotidiano, implica estar en un

tiempo donde lo que se va a jugar de forma permanente, es el saber que sujete el

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vínculo. Es decir, un saber que refiere a la historia de cada uno, al modo por el cual ha

circulado la palabra y los efectos que esta ha tenido en su transmisión. El encuentro

entonces que pueda suceder con esto, implica una ética que se sostiene en una clave

acerca de la escucha del sujeto. A través de esta escucha se podrá atender a la forma

por donde el vínculo se inserta en lo social y afronta los procesos de separación que

implican ciertos momentos de la vida. Pero también ofrecer un espacio de escucha

donde la soledad extenuante que está en las madres y padres en los tiempos de la

crianza, pueda ser acogida en sus inquietudes e impotencias antes los eventos cotidianos

que suceden en la crianza. En este sentido, la aventura de la Casa del Encuentro es de un

lugar que se inserta en los barrios y en la ciudad, para escuchar, hablar, jugar y

descansar a partir de las palabras de cada uno sin tener la exigencia de tener un motivo

específico para estar ahí. Esto permite entonces, dar residencia a un lugar que se habita

a partir del deseo de cada uno, y a la posibilidad de estar en la confianza en un lugar que

es distinto a la casa de cada uno, es decir, un lugar de tránsito social y subjetivo.

Referencias

Agamben, G. (2010) Infancia e historia: Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora

Bergès, J. & Balbo, G. (1998) Sobre el transitivismo. El juego de los lugares de la

madre y el niño. Buenos Aires: Nueva Visión

Blanchot, M. (1969) La conversación infinita. Madrid: Arena Libros

Dolto, F. (1981). La dificultad de vivir. Vol 2. Barcelona: Gedisa

Dolto, F (2009) Une psychanalyste dans la cité. Paris : Gallimard

Lacan, J. (1998). Seminario 5. Las formaciones del inconsciente. Buenos Aires. Paidós

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Oury, J. (1998) Libertad de circulación y espacios del decir. En Vida Cotidiana.

Santiago: CORDES

Submissão:15/03/2017
Última revisão: 31/05/2017
Aceite final: 14/06/2017

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