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El contagio por virus puede producirse mediante ingestión o inhalación directa, tras picaduras

de insectos o por contacto sexual.

Por lo general, las infecciones virales (o víricas) afectan la nariz, la garganta y las vías
respiratorias altas.

Los médicos las diagnostican basándose en los síntomas, los análisis de sangre y los cultivos, o
mediante el examen de los tejidos infectados.

Los medicamentos antivirales pueden interferir con la reproducción (replicación) de los virus o
fortalecer la respuesta inmunitaria ante la infección.

Los virus son organismos infecciosos diminutos, mucho más pequeños que un hongo o una
bacteria, que necesitan invadir una célula para reproducirse (replicarse). El virus se adhiere a
una célula (conocida como célula huésped), penetra en ella y libera su ADN o ARN en el
interior. El ADN o ARN del virus es el material genético que contiene la información necesaria
para hacer copias del virus (replicación). El material genético del virus toma el control de la
célula y la obliga a replicar el virus. Por lo general, la célula infectada muere, dado que el virus
le impide realizar sus funciones normales. Antes de morir, sin embargo, la célula libera nuevos
virus que infectarán otras células.

Los virus se clasifican como virus ADN o virus ARN, dependiendo de si utilizan ADN o ARN para
replicarse, respectivamente. Los virus ARN incluyen los retrovirus, como el VIH (siglas
correspondientes al virus de la inmunodeficiencia humana ver Infección por el virus de la
inmunodeficiencia humana (VIH)). Los virus ARN, en particular los retrovirus, son propensos a
mutar.

Algunos virus no matan las células que infectan, pero en cambio alteran sus funciones. Algunas
veces la célula infectada puede perder el control de su proceso normal de división y
convertirse en una célula cancerosa. Algunos virus, como los virus del herpes (ver Introducción
a la infección por virus del herpes (herpesvirus)) y el VIH (ver Infección por el virus de la
inmunodeficiencia humana (VIH)), dejan su material genético en la célula huésped, donde
permanece inactivo durante largo tiempo (lo que se denomina infección latente). Cuando la
célula sufre alguna alteración, el virus puede reanudar la replicación y causar la enfermedad.

¿Sabías que...?

Un virus toma el control de la célula que infecta y la obliga a producir más virus.
Normalmente, los virus infectan exclusivamente cierto tipo de células. Por ejemplo, los virus
del resfriado común solo infectan células de las vías respiratorias altas. Además, la mayor parte
de los virus infectan solo unas pocas especies de plantas o de animales; algunos infectan solo a
seres humanos. Muchos virus infectan mayoritariamente a lactantes y niños (ver Infecciones
víricas en lactantes y niños).

Los virus se propagan (transmiten) de varias formas. Algunos se ingieren, otros se inhalan y
otros se propagan mediante la picadura de insectos como los mosquitos, ciertas moscas que
pican o garrapatas. Algunos se propagan por vía sexual (ver Enfermedades de transmisión
sexual (ETS)) o durante una transfusión de sangre contaminada.

Muchos virus que antiguamente estaban presentes solo en determinadas zonas del planeta en
la actualidad se están extendiendo. Entre estos virus se encuentran el virus del chicunguña, el
virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, el virus de la encefalitis japonesa, el virus de
la fiebre del valle del Rift, el virus del Nilo occidental, el virus del río Ross, el virus del Zika y el
virus de la encefalomielitis ovina. Estos virus se propagan en parte debido a que el cambio
climático ha posibilitado que existan más áreas donde pueden vivir los mosquitos que
transmiten estos virus. Además, los viajeros pueden estar infectados, y al regresar a su país
pueden ser picados por un mosquito que transmite el virus a otras personas. El virus del
chicunguña, que es transmitido por los mosquitos, fue identificado por primera vez en África,
pero se ha extendido recientemente por el Caribe y Centroamérica, América del Sur y América
del Norte. La infección por el virus del chicunguña causa de forma característica fiebre y dolor
articular intenso, a menudo en las manos y los pies. Las personas infectadas también pueden
sufrir dolor de cabeza (cefalea), dolor muscular, hinchazón de las articulaciones o erupción. La
mayoría de las personas se recuperan al cabo de una semana.

Defensas contra los virus

El cuerpo humano tiene una serie de defensas contra los virus. Las barreras físicas, como la
piel, dificultan el acceso. Las células infectadas también producen interferones, unas sustancias
que confieren a las células no infectadas mayor resistencia frente a las infecciones producidas
por varios virus.

Cuando un virus penetra en el organismo, activa las defensas inmunitarias del cuerpo. Estas
defensas comienzan con los glóbulos blancos (leucocitos), como los linfocitos y los monocitos,
que aprenden a atacar y destruir el virus o las células que hayan sido infectadas (ver Glóbulos
blancos (leucocitos)). Si el organismo sobrevive al ataque del virus, algunos glóbulos blancos
(leucocitos) recuerdan al invasor y son capaces de responder de una manera más rápida y
eficaz a una posterior infección producida por el mismo virus. Esta respuesta se denomina
inmunidad. La inmunidad también puede generarse al recibir una vacuna (ver Inmunización).

Tipos de infecciones virales


Las infecciones virales (víricas) más frecuentes son probablemente

Infecciones respiratorias: infecciones de la nariz, garganta, vías respiratorias altas y pulmones

Las infecciones respiratorias más habituales son las infecciones de las vías respiratorias altas,
que incluyen el dolor de garganta, la sinusitis y el resfriado común.

Otras infecciones respiratorias víricas son la gripe y la neumonía.

En los niños pequeños, los virus también causan frecuentemente crup (la inflamación de las
vías respiratorias altas y bajas, denominada también laringotraqueobronquitis) o de las vías
respiratorias bajas (bronquiolitis, ver Bronquiolitis).

Las infecciones respiratorias suelen provocar síntomas graves con mayor frecuencia en los
lactantes, las personas de edad avanzada y las que tienen algún trastorno pulmonar o
cardíaco.

Otros virus infectan otras partes específicas del organismo:

Tubo digestivo: las infecciones del tubo digestivo, como la gastroenteritis, están causadas
habitualmente por virus, como el norovirus y el rotavirus.

Hígado: estas infecciones dan lugar a hepatitis.

Sistema nervioso: algunos virus, como el virus de la rabia y el virus del oeste del Nilo infectan
el encéfalo, causando encefalitis. Otros infectan las capas de tejido que cubren el encéfalo y la
médula espinal (meninges) y causan meningitis o polio.

Piel: infecciones virales que solo afectan a la piel y pueden provocar verrugas u otras
alteraciones cutáneas. Muchos virus que afectan otras partes del organismo, como el virus de
la varicela, también provocan una erupción.

Algunos virus suelen afectar muchos sistemas y aparatos del organismo. Entre estos virus se
encuentran los enterovirus (como el virus de Coxsackie y el ecovirus) y los citomegalovirus.
Virus y cáncer

Algunos virus alteran el ADN de sus células huésped de tal modo que se facilita el desarrollo
del cáncer. Solo se conocen unos pocos virus que causen cáncer, pero puede haber otros.

Virus y cáncer: la conexión

Virus

Cáncer

virus de Epstein-Barr

linfoma de Burkitt

Ciertos tipos de cáncer de nariz y garganta

linfoma de Hodgkin

Linfomas linfocíticos B en personas con el sistema inmunitario debilitado (por ejemplo, con
sida).

Virus de las hepatitis B y C

Cáncer de hígado

Virus herpes 8

En las personas con sida, el sarcoma de Kaposi y el linfoma no Hodgkin

Virus del papiloma humano

Cáncer de cérvix, cáncer rectal y cáncer de boca y garganta


Diagnóstico

Evaluación médica

En las infecciones que se propagan de modo epidémico, la presencia de otros casos similares.

Para algunas infecciones, análisis de sangre y cultivos

Las infecciones virales comunes (como el sarampión, la rubéola o la varicela) pueden


diagnosticarse en función de los síntomas.

En las infecciones que se propagan de modo epidémico (como la gripe), la presencia de otros
casos similares ayuda a los médicos a identificar una infección en particular.

Para otras infecciones pueden realizarse análisis de sangre y cultivos (que consisten en hacer
crecer en el laboratorio los microorganismos obtenidos de muestras de sangre, fluidos
corporales u otro material tomado de un área infectada). Los análisis de sangre incluyen
pruebas de detección de anticuerpos contra los virus y de antígenos (proteínas de la superficie
o del interior de los virus que estimulan las defensas del organismo). La técnica de reacción en
cadena de la polimerasa (PCR, por sus siglas en inglés) puede utilizarse para hacer muchas
copias del material genético del virus, lo que permite identificarlo de forma rápida y exacta. En
ocasiones las pruebas se realizan rápido, por ejemplo si la infección representa una grave
amenaza para la salud pública o cuando los síntomas son graves.

Puede examinarse una muestra de sangre u otros tejidos con un microscopio electrónico, que
proporciona un gran aumento con una alta resolución.

Tratamiento

Tratamiento de los síntomas

A veces, medicamentos antivirales (antivíricos)

Tratamiento de los síntomas

Muchos virus no tienen un tratamiento específico. No obstante, pueden hacerse muchas cosas
para ayudar a aliviar ciertos síntomas, como por ejemplo:
Deshidratación: líquidos en gran cantidad, en ocasiones administrados por vía intravenosa.

Diarrea: a veces loperamida

Fiebre y dolores: paracetamol (acetaminofeno) o antiinflamatorios no esteroideos (AINE).

Náuseas y vómitos: una dieta exclusivamente líquida y, a veces, un fármaco antiemético


(contra las náuseas), como el ondansetrón

Erupción (algunas): cremas calmantes o hidratantes y, a veces, un antihistamínico para el


prurito

Rinitis: a veces descongestionantes nasales, como la fenilefrina o la fenilpropanolamina

Dolor de garganta: a veces, pastillas para la garganta con anestésico que contengan
benzocaína o diclonina

No todas las personas que presentan síntomas necesitan tratamiento. Si los síntomas son
leves, puede ser mejor esperar a que remitan por sí solos. Algunos tratamientos pueden no ser
apropiados para los lactantes y los niños pequeños.

Medicamentos antivirales

Los fármacos que combaten las infecciones virales reciben el nombre de fármacos antivirales
(o antivíricos). No existen medicamentos antivirales efectivos para muchas de las posibles
infecciones virales existentes. Sin embargo, existen diversos fármacos para la gripe (ver Gripe :
Tratamiento), muchos fármacos para la infección por uno o más virus del herpes (ver Algunos
fármacos antivíricos para infecciones por virus del herpes), y muchos fármacos antivíricos de
nueva generación para el tratamiento de las infecciones por el virus del VIH (ver Fármacos para
la infección por VIH) y de la hepatitis C (ver Hepatitis crónica: Tratamiento).

La acción de los fármacos antivíricos consiste en

Interferir en la replicación de los virus


Reforzar la respuesta inmunitaria frente a la infección por virus

Muchos de ellos funcionan interfiriendo en la replicación del virus. La mayoría de los


empleados en el tratamiento del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH, ver Infección por
el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) : Tratamiento) actúan de este modo. Puesto que
los virus son pequeños y se replican en el interior de las células utilizando las rutas metabólicas
de estas, el número de funciones metabólicas que los fármacos antivirales pueden bloquear es
limitado. Por el contrario, las bacterias son microorganismos relativamente grandes, suelen
reproducirse por sí mismas fuera de las células y realizan muchas funciones metabólicas contra
las que pueden actuar los fármacos antibacterianos (antibióticos). Por lo tanto, los antivirales
son mucho más difíciles de elaborar que los antibióticos. Además, a diferencia de los
antibióticos, que suelen ser eficaces contra muchas especies diferentes de bacterias, la
mayoría de los fármacos antivíricos (antivirales) son generalmente eficaces contra un único (o
muy pocos) virus.

Medicamentos antiviralesMedicamentos antivirales

Medicamentos antivirales

Además, los antivirales pueden ser tóxicos para las células humanas, y los virus pueden
desarrollar resistencias frente a ellos.

Otros fármacos antivirales refuerzan la respuesta inmunitaria frente a la infección por virus.
Dichos fármacos incluyen varios tipos de interferones, inmunoglobulinas y vacunas:

Los fármacos basados en interferones son réplicas de sustancias que se producen de forma
natural en células del organismo y retrasan o detienen la replicación del virus.

Los concentrados de inmunoglobulinas son una solución esterilizada de anticuerpos (también


conocidos como inmunoglobulinas) extraídos de un grupo de personas.

Las vacunas son sustancias que ayudan a evitar la infección mediante la estimulación de los
mecanismos naturales de defensa del cuerpo (ver Inmunización).

Muchos concentrados de inmunoglobulinas y vacunas se administran antes de la exposición a


un virus para evitar la infección. Algunas inmunoglobulinas y vacunas, como las de la rabia y la
hepatitis B, también se utilizan después de la exposición al virus para ayudar a evitar el
desarrollo de la infección o reducir su gravedad. El concentrado de inmunoglobulinas también
puede ayudar a tratar algunas infecciones.
La mayoría de los antivirales pueden administrarse por vía oral; algunos también pueden
administrarse por vía intravenosa o intramuscular, y otros se aplican en forma de pomadas,
cremas o gotas para los ojos, o mediante inhalación en forma de polvo.

Los antibióticos no son eficaces contra las infecciones virales, pero si una persona tiene una
infección mixta por bacterias y virus suele ser necesario administrar un antibiótico.

Los virus son los parásitos más pequeños, en general miden entre 0,02 y
0,3 μm, aunque recientemente se han descubierto varios virus grandes
de hasta 1 μm de longitud (megavirus, pandoravirus). Los virus dependen
completamente de las células donde habitan (bacterianas, vegetales o
animales) para reproducirse. Los virus tienen una cubierta externa de
proteínas y a veces lípidos, un núcleo de RNA o DNA y, a veces, enzimas
necesarias para los primeros pasos de la replicación viral.

Los virus se clasifican principalmente a partir de la naturaleza y la


estructura de su genoma y de su método de replicación, no de acuerdo
con las enfermedades que causan. Por lo tanto, hay virus de DNA y virus
de RNA; cada tipo puede tener su material genético en forma de cadenas
simples o dobles. Los virus de RNA de cadena simple se dividen en
aquellos con RNA de sentido (+) y aquellos de sentido (-). Los virus de
DNA generalmente se replican en el núcleo de la célula huésped, y los
virus de RNA lo suelen hacer en el citoplasma. Sin embargo, ciertos virus
de RNA de cadena simple y sentido (+) llamados retrovirus utilizan un
método de replicación muy diferente.

Los retrovirus utilizan la trascripción inversa para crear una copia de


DNA de cadena doble (un provirus) a partir de su genoma de RNA, que se
inserta dentro del genoma de su célula huésped. La transcripción inversa
se lleva a cabo utilizando la enzima retrotranscriptasa, que el virus lleva
con él dentro de su envoltura. Ejemplos de retrovirus son los virus de la
inmunodeficiencia humana y los virus de la leucemia de linfocitos T
humana. Una vez que el provirus se integra en el DNA de la célula
huésped, se transcribe utilizando los mecanismos celulares normales,
para producir proteínas y material genético virales. Si la célula infectada
pertenece a la línea germinal, el provirus integrado puede quedar
establecido como un retrovirus endógeno que se transmite a la
descendencia. La secuenciación del genoma humano reveló que al
menos 1% del mismo consiste en secuencias retrovirales endógenas, que
representan encuentros pasados con retrovirus durante el curso de la
evolución humana. Algunos retrovirus humanos endógenos se han
mantenido transcripcionalmente activos y producen proteínas
funcionales (p. ej., las sincitinas que contribuyen a la estructura de la
placenta humana). Algunos expertos especulan que algunos trastornos
de etiología incierta, como la esclerosis múltiple, ciertos trastornos
autoinmunitarios y varios tipos de cáncer pueden estar causados por
retrovirus endógenos.
Debido a que la transcripción del RNA no involucra los mismos
mecanismos de comprobación de errores que la transcripción del DNA,
los virus de RNA, en particular los retrovirus, son particularmente
propensos a las mutaciones.

Para que se produzca una infección, el virus primero debe fijarse a la


célula huésped en una o varias moléculas receptoras de la superficie
celular. De esta manera, el DNA o el RNA viral ingresa en la célula
huésped y se separa de la envoltura externa (pérdida de la envoltura)
para poder replicarse dentro de la célula huésped mediante un proceso
que requiere enzimas específicas. Los componentes virales recién
sintetizados luego se ensamblan en una partícula viral completa. A
continuación, se produce la muerte de la célula huésped, con liberación
de nuevos virus capaces de infectar a otras células. Cada paso de la
replicación viral involucra diferentes enzimas y sustratos, y ofrece una
oportunidad para interferir con el proceso de infección.

Las consecuencias de la infección viral son muy variables. Muchas


infecciones causan enfermedad aguda tras un período de incubación
breve, pero algunas son asintomáticas o causan síntomas menores y
pueden no advertirse salvo en una visión retrospectiva. Las defensas del
huésped logran vencer muchas infecciones virales, pero algunas
permanecen en estado de latencia, y algunas causan enfermedades
crónicas. Durante la infección latente, el RNA o el DNA del virus
permanece en la célula del huésped pero no se replica ni genera
enfermedad durante un período prolongado, en ocasiones durante varios
años. Las infecciones virales latentes pueden transmitirse durante la
fase asintomática y esta cualidad facilitaría la diseminación
interpersonal. A veces, un factor desencadenante (en particular la
inmunodeficiencia) causa una reactivación de la enfermedad. Los virus
que permanecen con mayor frecuencia en estado de latencia son los
herpesvirus, el HIV y los papovavirus. Las infecciones virales crónicas se
caracterizan por la diseminación viral continua, prolongada; ejemplos son
la infección congénita por el virus de la rubéola o el citomegalovirus y la
hepatitis persistente B o C. El HIV puede causar infecciones tanto
latentes como crónicas.

Algunas enfermedades son el resultado de la reactivación del virus en el


sistema nervioso central (SNC) después de un período de latencia muy
largo. A modo de ejemplo de estas enfermedades, pueden mencionarse la
leucoencefalopatía multifocal progresiva (producida por el virus JC, un
poliomavirus), la panencefalitis esclerosante subaguda (provocada por el
virus del sarampión) y la panencefalitis rubeólica progresiva (causada
por el virus de la rubéola). La enfermedad variante de Creutzfeldt-Jakob y
la encefalopatía espongiforme bovina se conocían en el pasado como
enfermedades por virus lentos porque sus períodos de incubación son
prolongados (años), pero en la actualidad se denominan enfermedades
por priones, que son agentes proteináceos causantes de enfermedades
que no pueden clasificarse como bacterias, hongos o virus y que no
contienen material genético (ver Revisión de las enfermedades
producidas por priones).

Se identificaron varios cientos de virus diferentes capaces de infectar al


ser humano. Los virus que infectan sobre todo a seres humanos suelen
diseminarse por vía respiratoria y por las excreciones entéricas. Algunos
se transmiten sexualmente y por medio de la transferencia de sangre (p.
ej., a través de transfusiones, contacto de las mucosas, o punción con
una aguja contaminada) o mediante el trasplante de tejidos. Muchos
virus se transmiten a través de vectores roedores o artrópodos, y
recientemente se ha identificado a los murciélagos como hospedadores
de casi todos los virus de los mamíferos, entre ellos algunos
responsables de ciertas infecciones graves del ser humano (p. ej.,
síndrome respiratorio agudo grave [SARS]). Los virus pueden localizarse
en todo el mundo, pero su distribución está limitada por la resistencia
intrínseca, las infecciones inmunizantes previas o las vacunas recibidas
por el individuo, las medidas de control sanitario y otras medidas de
salud pública y la administración profiláctica de antivirales.

Los virus zoonóticos (ver Arbovirus, arenavirus y filovirus) desarrollan


sus ciclos biológicos sobre todo en animales, y los seres humanos son
huéspedes secundarios o accidentales. Estos virus se localizan en áreas
y climas favorables para sus ciclos naturales de infección en huéspedes
animales (vertebrados, artrópodos o ambos).

Virus y cáncer
Algunos virus son oncogénicos y predisponen al desarrollo de ciertos
tipos de cáncer:

 Papilomavirus: carcinomas cervical, del pene, vaginal, anal,


orofaríngeo y esofágico
 Virus linfotrópico humano T 1: varios tipos de leucemias y linfomas
en seres humanos
 Virus Epstein-Barr: carcinoma nasofaríngeo, linfoma de Burkitt,
linfoma de Hodgkin y linfomas en receptores de trasplantes de
órganos en estado de inmunodeficiencia
 Virus de las hepatitis B y C: carcinoma hepatocelular
 Virus herpes tipo 8 humano: sarcoma de Kaposi, linfomas primarios
de cavidades corporales y enfermedad de Castleman multicéntrica
(trastorno linfoproliferativo)

Diagnóstico
Algunas enfermedades virales pueden diagnosticarse a través de la
evaluación clínica (p. ej., algunos síndromes virales ampliamente
conocidos como el sarampión, la rubéola o rubeola, la roséola neonatal,
el eritema infeccioso y la varicela) o de estudios epidemiológicos
(durante un brote epidémico, como la gripe, la infección por norovirus y
las paperas). Deben solicitarse pruebas de laboratorio para confirmar la
enfermedad, sobre todo cuando se considera que el tratamiento
específico puede ser útil o cuando se sospecha que el virus puede
representar una amenaza para la salud pública (p. ej., HIV). Los
laboratorios de los hospitales pueden identificar algunos virus, pero
cuando quieren confirmarse trastornos menos frecuentes (p. ej., rabia,
encefalitis equina oriental, parvovirus B19 humano) las muestras deben
enviarse a laboratorios de salud estatales o a los Centers for Disease
Control and Prevention (Centros para el Control y la Prevención de las
Enfermedades, CDC).

El examen serológico durante las fases aguda y de convalencencia es


sensible y específico, pero lento; el diagnóstico puede realizarse con
rápidamente con cultivo, PRC o evaluación de antígenos virales. El
examen histológico con microscopia electrónica (no óptica) a veces
puede ser útil. Para conocer los procedimientos de diagnóstico
específicos, ver Diagnóstico de laboratorio de las enfermedades
infecciosas.

Los genomas virales son pequeños; el genoma de los virus de RNA varía
entre 3,5 kilobases (algunos retrovirus) y 27 kilobases (algunos reovirus),
mientras que el genoma de los virus de DNA varía desde 5 kilobases
(algunos parvovirus) a 280 kilobases (algunos poxvirus). Este tamaño
manejable, junto con los avances actuales en la tecnología de
secuenciación de nucleótidos, significa que la secuenciación parcial y
total del genoma de los virus se convertirá en un componente esencial en
las investigaciones epidemiológicas de los brotes de enfermedades.

Tratamiento
Fármacos antivirales
Los avances en el empleo de los fármacos antivirales se sucedieron a
gran velocidad. La quimioterapia antiviral puede dirigirse a las diversas
etapas de la replicación viral: puede interferir sobre la adhesión de la
partícula viral a las membranas de las células huésped o sobre la
desenvoltura de los ácidos nucleicos virales, inhibir a un receptor celular
o a un factor necesario para la replicación del virus o bloquear enzimas y
proteínas específicas codificadas por el virus que se sintetizan en la
células huésped y son fundamentales para la replicación viral pero no
para el metabolismo normal de la células huésped.

Los antivirales se usan con mucha frecuencia para el tratamiento o la


prevención de la infección por virus herpes (incluso citomegalovirus,
ver Virus herpes), virus respiratorios (ver Virus respiratorios) y HIV
(ver Virus de inmunodeficiencia humana (HIV)). No obstante, algunos
fármacos son eficaces contra numerosas clases distintas de virus.
Algunos fármacos activos contra HIV se indican en otras infecciones
virales, como hepatitis B.
Interferones
Los interferones son compuestos liberados por las células huésped
infectadas en respuesta a los antígenos virales u otros antígenos
extraños. Hay varios interferones diferentes que ejercen numerosos
efectos, como el bloqueo de la traducción y la transcripción del RNA viral
y la detención de la replicación viral sin comprometer la función normal
de la célula huésped. En ocasiones, los interferones se administran junto
con polietilenglicol (formulaciones pegiladas), lo que permite una
liberación lenta y sostenida del interferón.

Algunos trastornos virales tratados con interferón son

 Hepatitis B y C crónica
 Condiloma acuminado
 Sarcoma de Kaposi

Los efectos adversos de los interferones incluyen fiebre, escalofríos,


debilidad y mialgia, que típicamente comienzan entre 7 y 12 horas
después de la primera inyección y permanecen hasta 12 horas. También
puede identificarse depresión, hepatitis y, cuando se utilizan dosis
elevadas, inhibición de la médula ósea.

Prevención
Vacunas
Las vacunas (ver Aspectos generales de la vacunación) actúan a través
de la estimulación de la inmunidad. Las vacunas virales que se emplean
habitualmente son la vacuna contra la hepatitis A, la hepatitis B, el
papilomavirus humano, antigripal, antiencefalitis japonesa,
antisarampionosa, antiparotiditis, antipoliomielítica, antirrábica,
antirrotavirus, la encefalitis transmitida por garrapatas, antirrubeólica,
antivaricelosa y contra la fiebre amarilla y Se desarrollaron vacunas
contra adenovirus y viruela, pero sólo para pacientes pertenecientes a
grupos con riesgo elevado (p. ej., reclutas militares).

Las enfermedades virales pueden ser erradicadas con buenas vacunas.


La viruela fue erradicada en 1978, y la peste bovina o del ganado
(causada por un virus muy relacionado con el virus del sarampión
humano) fue erradicada en 2011. La poliomielitis ha sido erradicada en
casi todos los países, excepto en unos pocos en donde la logística y los
sentimientos religiosos siguen impidiendo la vacunación. El sarampión
fue erradicado de algunas regiones del mundo, especialmente de
América, pero como se trata de una enfermedad sumamente contagiosa
y la vacunación es incompleta incluso en regiones donde se lo considera
erradicado, la erradicación final no es inminente. Las perspectivas para
la erradicación de otras infecciones virales más difíciles de tratar (como
el HIV) son inciertas en la actualidad.
Inmunoglobulinas
Existen inmunoglobulinas (ver Inmunización pasiva) que se emplean para
la profilaxis inmunitaria pasiva en situaciones limitadas. Estas vacunas
pueden indicarse antes de la exposición (p. ej., para la hepatitis A),
después de ésta (p. ej., para la rabia o la hepatitis) y para el tratamiento
de la enfermedad (p. ej., eccema por vacunación).

Medidas protectoras
Muchas infecciones virales pueden prevenirse con medidas protectoras
de sentido común (que varían de acuerdo con el modo de transmisión del
virus en cuestión). Algunas medidas importantes son lavarse las manos,
preparar los alimentos y tratar el agua en forma apropiada, evitar el
contacto con personas enfermas e implementar medidas de seguridad
durante las prácticas sexuales. Cuando la infección se transmite a través
de un insecto vector (p. ej., mosquitos, garrapatas), resulta fundamental
evitar el vector.

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