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Justo medio

En esta lectura nos centraremos en un concepto central de la ética aristotélica: el


justo medio. A partir de la pregunta sobre el fin de la acción moral y sobre qué es la
felicidad, Aristóteles plantea la prudencia como el carácter necesario para encontrar
el punto medio entre los extremos a los que puede tender el carácter. 

La acción y la deliberación

Eudaimonia

Virtud

Conclusiones

Referencias
LECCIÓN 1 de 5

La acción y la deliberación

Vamos a retomar el caso de Marco en el punto en que quedamos en la lectura anterior: nuestro personaje
cree haber obrado correctamente, pero se siente angustiado y preocupado. Si bien Marco ha realizado, con
nuestra ayuda, una fundamentación moral, ética, metaética y descriptiva, no parece sentirse bien con la
elección que ha tomado. Está preocupado por su futuro laboral, por el de su hijo y el de su esposa. Entonces,
nos preguntamos: ¿la acción moral conduce siempre a la felicidad?

Aristóteles desarrolla sus reflexiones sobre la naturaleza de la acción moral fundamentalmente en su Ética
nicomáquea (1988). También estudia la ética en dos obras menores: Ética eudemia y Gran moral. Esta última
constituye un resumen de la Ética nicomáquea, mientras que la Ética eudemia conserva resabios del
platonismo por ser un escrito de juventud. La idea platónica que sostiene que por naturaleza todas las cosas
tienden al bien y que, por lo tanto, para obrar correctamente es necesario conocer el bien en cuanto idea,
será puesta en cuestión por Aristóteles. No hay en Aristóteles una idea de bien sino que cada ciencia, cada
arte y, por consiguiente, cada acción guardará una relación particular con el bien al que tiende. De este modo
podemos afirmar que el bien se dice de muchos modos. Así, el fin de la medicina es la salud; el de la
construcción naval, el navío; el de la estrategia, la victoria, y el de la ciencia económica, la riqueza.

Ahora bien, la Ética nicomáquea afirma que toda acción humana tiende a un fin, es decir, es por naturaleza
teleológica: el fin que se busca es el bien particular (Aristóteles, 1988). “El bien es aquello hacia lo que todas
las cosas tienden” (Aristóteles, 1988, p. 129). Existen diversos bienes a los que tienden las acciones que
presentan un carácter instrumental; son medios para alcanzar otro bien, como en el caso de la buena
alimentación como medio para lograr la salud.
En este punto, Aristóteles (1988) establece una diferencia fundamental entre aquellos fines que son medios
y aquel fin que lo es en sí mismo. Este fin último, que no será medio para alcanzar otro fin, sino que será el fin
al que toda acción tiende por naturaleza, es la felicidad. Como mencionamos, cada acción tiende hacia un
bien particular. Del mismo modo, cada agente moral tenderá hacia una concepción de felicidad particular.
¿En qué sentido puede pensarse la felicidad como un fin último al que toda acción tendería?

Para comprender con claridad esta distinción entre la búsqueda del bien como instrumento y el bien en sí
mismo, la felicidad, es necesario comprender la sistematización del conocimiento discursivo de Aristóteles.
El filósofo griego distingue tres tipos de saberes: el productivo, el práctico y el teórico, que se puede resumir
del siguiente modo:

Figura 1: Clasificación aristotélica de la ciencia

Fuente: elaboración propia.


A partir de esta distinción de saberes, Aristóteles (1988) afirma que la ética no es, ni puede ser, una ciencia
del bien universal, sino una reflexión práctica cuya pretensión es determinar el modo en que los hombres
pueden lograr la felicidad. Así, la ética versará sobre la acción humana, sus hábitos y los caracteres que la
fundamentan.

El hecho de afirmar que cada cosa tiende a un fin determinado implica que, si el objeto o la acción no
cumplen con su propio fin, diremos que no es bueno. El filósofo griego lo ejemplifica con el cuchillo. Un
cuchillo tiene por naturaleza el fin de cortar; por lo tanto, un cuchillo que no sirva para cortar no será un buen
cuchillo, no cumplirá virtuosamente con su finalidad.

En este sentido, la ética aristotélica busca examinar la acción humana virtuosa en cuanto capacidad o
excelencia propia de una actividad humana. El hombre, como el cuchillo, tiene un fin que le es propio, el buen
vivir: si sus actos tienden a ese fin, entonces, dirá Aristóteles (1988), es un hombre virtuoso.
LECCIÓN 2 de 5

Eudaimonia

En este sentido, la acción de Marco parece conducirlo a la felicidad, pues él obra de acuerdo con el bien, ya
que elige virtuosamente y con coraje no obrar embusteramente al copiar en el examen y enfrentarse a las
dificultades de las consecuencias de sus actos. Pero volvamos al asunto: ¿qué debemos entender por
felicidad y por acción moral en este marco ético? ¿Por qué nuestro personaje no parece feliz?

Como dijimos, el fin último de la acción es la felicidad, la eudaimonia; esto es, el fin último de la acción moral
es la búsqueda de la plenitud o excelencia y solo puede alcanzarse por medio de lo que Aristóteles (1988)
llama el “justo medio”. La pregunta “¿qué significa vivir de la mejora manera?” llevará al filósofo griego a
establecer el primer campo de investigación ética, a partir de la cual establecer principios prácticos
universales desde el estudio y clasificación del carácter. Aristóteles (1988) considera que el bien es el fin de
la acción, y por eso decimos que la acción es teleológica. Tomamos decisiones o elegimos determinados
caminos a partir de determinados fines. Por lo tanto, si “el bien es hacia lo que todas las cosas tienden”,
entonces el fin de la acción va a ser el bien. Pero plantear que la búsqueda del buen vivir se reduce a la
búsqueda de la felicidad como telos, como fin en sí mismo, nos pude confundir si no tenemos en cuenta el
sentido griego de la palabra eudaimonia. Desbrozar el sentido del término nos permitirá comprender por qué
la acción de Marco podría ser virtuosa en el sentido de Aristóteles, aunque eso no despierte en nuestro
personaje un sentimiento inmediato de felicidad tal como la entendemos en el sentido común.

Eudaimonia es la plenitud de la vida humana. 

La pregunta fundamental de Aristóteles es: 


¿cómo lograr una vida realmente plena, buena?

 (García Marqués, en Sociedad de Filosofía de la


Región de Murcia, 3 de abril de 2018).

Actividad de reflexión sobre el concepto de eudaimonia. Elige solo una opción:

Felicidad y eudaimonia son términos sinónimos en el pensamiento aristotélico.

Sí, la felicidad es concebida como la plenitud de la vida humana. 

No, son términos opuestos.

Sí, eudaimonia es el estado afectivo de alegría.

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Pero es importante tener presente que, para su investigación, Aristóteles busca respuestas a interrogantes
tanto de carácter universal (¿qué significa vivir de la mejor manera?), porque procura establecer principios
prácticos universales, como de carácter particular (¿qué decidir en esta situación?), que se instalan frente a
hechos o acontecimientos puntuales o singulares de la vida y son parte esencial de aquella reflexión
universalista.
 

Ambas instancias, lo universal y lo particular, ofrecen una orientación para el problema


moral más crucial: el de la elección o decisión moral. En efecto, la decisión es el resultado
de una relación o mediación entre la universalidad de los principios prácticos que orientan
en general las acciones, y la particularidad y la diversidad irreductible de las situaciones en
las que se debe actuar y responder correctamente. (Varela, 2014, p. 24).
LECCIÓN 3 de 5

Virtud

Profundicemos un poco en el concepto de virtud (areté) para poder responder, luego, si el caso de Marco
puede o no ser considerado dentro del marco de la ética de la virtud, y qué conclusiones podemos sacar de
ello.

Para comprender el sentido del concepto de virtud en Aristóteles, debemos considerar la distinción de las
facultades: vegetativa, sensitiva y racional. El hombre es una sustancia compuesta de alma y cuerpo, lo que
se conoce como hilemorfismo, por lo es un ser con tendencias apetitivas propias de su naturaleza animal y
tendencias intelectivas propias de su naturaleza racional. De acuerdo con esta distinción, las virtudes que
hacen referencia a bienes o fines de acciones humanas se clasifican en éticas (responsables de encausar
o dominar los impulsos característicos de nuestra naturaleza sensitiva-animal) y dianoéticas o intelectivas,
es decir, aquellas relacionadas con el intelecto o la parte racional del alma.

Figura 2: La llave de la felicidad

Fuente: Lavado Tejón, s. f., http://bit.ly/2mouHUQ


Mafalda busca la llave de la felicidad.

Aristóteles recurre a la idea de hábito, disposición o modos del carácter para lograr una definición de virtud.
En este sentido, considera que las virtudes éticas requieren ejercitarse mediante la práctica, es decir, para
cultivarse deben ser objeto de entrenamiento o aprendizaje: debemos aprender a comportarnos
virtuosamente y eso exige experiencia y tiempo. Un elemento central es la repetición de ese obrar recto
hasta transformarlo en hábito.

Si de forma habitual nos comportamos virtuosamente, entonces la rectitud de nuestro obrar no está sujeta a
un momento específico. La continuidad de esta actuación en el tiempo constituye una disposición o una
forma corriente de actuar frente a determinadas situaciones.

Este ejercicio del hábito será concebido en términos de ejercicio de la prudencia, phronēsis. La prudencia es
la adquisición de un saber práctico ético que nos acerca al buen vivir a partir del ejercicio de la elección del
justo medio entre dos extremos que puede graficarse del siguiente modo:

Figura 3: Justo medio


Fuente: elaboración propia.

Vemos en el siguiente esquema cómo puede trazarse el justo medio entre el exceso y el defecto o la falta.

Los buenos hábitos reciben el nombre de virtudes, y los malos hábitos, el de vicios. La virtud consiste en
escoger el justo medio entre dos extremos, que son el exceso y el defecto, y se consideran vicios. El justo
medio nos revela que los buenos hábitos están ordenados o regulados por la recta razón que encauza los
deseos o los impulsos bajo su dominio y procura encontrar el equilibrio o la mesura. Así, por ejemplo, la
disposición intermedia entre la cobardía (defecto o falta) y la temeridad (exceso) es la valentía (término
medio).
El proceso de decidir el punto medio es un auténtico compromiso con nuestro bienestar moral, que consiste
en guiar nuestras acciones para acercarnos a la felicidad. Lo bueno para el hombre, es decir, lo virtuoso,
precisa una atención cuidadosa.

No somos justos por naturaleza, sino que alcanzamos la virtud de la justicia (en este caso,
una virtud moral) cuando actuamos de manera justa una y otra vez, hasta que esa forma
de actuar se convierte en un hábito, es decir, en una “disposición habitual de nuestra
voluntad”, que llega a integrarse prácticamente como una segunda naturaleza en nuestra
manera de ser. (Ruiz Trujillo, 2015, p. 112).

Lectura obligatoria: El sentido del civismo


A partir de la lectura del presente artículo, se aclara el concepto de virtud no solo en relación con la ética,
sino con la política. De este modo, tendrás un marco más general para comprender el alcance de la ética
aristotélica.

L3 M1 El sentido del civismo.pdf


914.8 KB

Fuente: Camps, V. (2005). El sentido del civismo. Civismo: las claves de la convivencia, (6), 15-21. Recuperado de

http://www.publicacions.bcn.es/b_mm/ebmm_civisme/015-021.pdf 

¿Cómo podríamos identificar si la acción de Marco es una acción virtuosa? Pues bien, deberíamos primero
recuperar el marco de acción y los posibles cursos de acción que podría asumir nuestro personaje. Como
sabemos, Aristóteles considera que la virtud puede ser entrenada a partir del ejercicio de la prudencia.
Marco rechazó la propuesta de su amigo, quien, ante su compleja situación, se había ofrecido a realizarle el
examen a cambio de una modesta remuneración. Teniendo en cuenta lo estudiado hasta aquí, responde las
siguientes preguntas.
¿Cuál de estas acciones corresponde a una acción virtuosa?

Marco reflexiona sobre las posibles consecuencias y actúa porque considera que no
engañar es mejor y más justo que hacerlo. 

Marco pretende aprovecharse de la situación a fin de sacar ventaja y acepta la ayuda


de su compañero. De este modo, considera que llevará una vida feliz. 

Marco, ante el temor del castigo, prefiere no actuar incorrectamente y rechaza la


propuesta de su amigo.

SUBMIT

¿Cuál crees que podría ser una razón por la que Marco se siente contrariado a
pesar de haber actuado correctamente?

Porque la virtud es una disposición que debe ser entrenada, y no siempre resulta fácil
elegir el justo medio. 

Porque la felicidad no tiene nada que ver con el deber. Lo correcto y bueno no siempre
genera un estado de plenitud. 

Porque Marco no actuó por propia voluntad, sino movido por el conjunto de códigos
morales de la institución.
SUBMIT
LECCIÓN 4 de 5

Conclusiones

Comenzamos esta lectura con el desafío de comprender la razón por la que Marco no encontraba un
sentimiento de felicidad o satisfacción en la acción de rechazar la propuesta de su amigo. Podemos avanzar
un poco sobre este dato, en apariencia menor. El hecho de que Marco no se sienta en calma puede tener que
ver con la complejidad de su situación: presión por el estudio, situación de su esposa, el cuidado de su hijo,
la necesidad del trabajo. Sin embargo, si pedimos a Marco que examine la acción particular de no mentir o
no sacar ventaja de una situación, es probable que nuestro personaje acepte el hecho de que actuó a
sabiendas, de modo deliberativo y movido por la disposición a actuar por el bien, lo bueno, lo justo, antes que
por el mal, el engaño y la injusticia.

En conclusión, la acción moral que persigue la vida virtuosa no implica una satisfacción inmediata en cada
acto, sino una constante formación del hábito, una educación en la elección del justo medio que nos
dispondrá a obrar correctamente. Tal como nos recuerda Garcés Giraldo, Aristóteles consideraba que es, por
lo tanto, “ese modo de ser que nos hace capaces de realizar los mejores actos y nos dispone lo mejor
posible de acuerdo con la recta razón” (Garcés Giraldo, 2015:129).

En otras palabras, podríamos concluir con que la virtud es un hábito que formará nuestro carácter, uno que
debe estar de alguna manera predispuesto para la virtud, inclinándose hacia lo que es noble y rechazando el
vicio.
LECCIÓN 5 de 5

Referencias

Aristóteles. (1988). Ética nicomáquea. Madrid, ES: Gredos.

Camps, V. (2005). El sentido del civismo. Civismo: las claves de la convivencia, (6), 15-21. Recuperado de
http://www.publicacions.bcn.es/b_mm/ebmm_civisme/015-021.pdf 

Lavado Tejón, J. S.  [Quino] (Dibujante). (s. f.). Se hacen llaves [Tira cómica]. Recuperado de
https://stryptor.herokuapp.com/mafalda/04-173 

Ruiz Trujillo, P. (2015). De la potencia al acto. Barcelona, ES: Salvat.

Sociedad de Filosofía de la Región de Murcia (Nombre de usuario). (3 de abril de 2018). La ética de


Aristóteles: felicidad y virtud | Alfonso García Marqués | Programa Eidos [Video de YouTube]. Recuperado de
https://www.youtube.com/watch?v=lsBlk6hKoSE 

Varela, L. E. (2014). Filosofía práctica y prudencia. Lo universal y lo particular en la ética de Aristóteles.


Buenos Aires, AR: Biblos.

Garcés Giraldo, L. F. (2015) “La virtud aristotélica como camino de excelencia humana y las acciones para
alcanzarla”, Discusiones Filosóficas. Año 16 Nº 27, julio –diciembre, pp. 127 – 146. Recuperado de:
http://www.scielo.org.co/pdf/difil/v16n27/v16n27a08.pdf 

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