Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Volver al Archivo Ramos
Jorge A. Ramos
Bolivarismo y marxismo
Escrito: En 1969.
Fuente: No consta.
Digitalización: Gabriel Ravano, 2002.
Esta Edición: Marxists Internet Archive, abril de 2002.
La aparición del proletariado en la América latina del siglo xx ha planteado desde nuevas bases
la tarea de su revolución inconclusa. La nación latinoamericana, que hacia 1910 sólo vivía como
un eco intelectual de las viejas batallas, comienza a ser una realidad en la Cuba socialista de medio
siglo más tarde. En esta penosa y heroica marcha, el plan bolivariano sólo podrá desenvolverse
bajo las banderas del socialismo. Ese socialismo posee ya una inflexión propia, una especificidad
latinoamericana.
Pero si el pensamiento crítico de Marx puede arrojar una luz penetrante sobre la realidad de
América latina, será a condición de que la conciba como un todo> en otras palabras, se impone
reunir a Marx con Bolívar. Después de la pérdida del poder bolivariano América latina fue
considerada como "un pueblo sin historia". Las instituciones, regímenes económicos y sistemas
políticos que le impuso el imperialismo traían el sello simiesco de los productos que Europa
destinaba al mundo excéntrico.
Las ideas marxistas no escaparon a esta degradación sufrida por tod05 los valores de la exquisita
Europa al llegar a nuestras tierras. Al principio, los propios grandes jefes de la Rusia
revolucionaria evidenciaban un desconocimiento completo del Nuevo Mund0. Luego, con el
https://www.marxists.org/espanol/ramos/1960s/bolivarismo_y_marxismo.htm 1/4
27/1/2017 Ramos (1969): Bolivarismo y marxismo.
triunfo del stalinismo, fue exportado un artículo híbrido llamado marxismo leninismo, parido por
los obtusos burócratas. El descrédito intelectual de semejante ersatz ya no requiere demostración.
En cuanto a sus consecuencias prácticas, este libro ha hecho un recuento de esa edad
rocambolesca.
Bastará recordar que en cada oportunidad en que el staíinismo divisaba una revolución nacional
en el horizonte, se incorporaba rápidamente al bloque de las fuerzas oligárquicas que la
enfrentaban. Esto ocurrió en Brasil, en Argentina, en Cuba, en toda América latina. Sólo advertían
que una revolución vivía cuando ésta había triunfado; si no habían logrado impedir su victoria, se
plegaban a ella para estrangularía desde el poder. Tal es la crónica del stalinismo en Cuba, con su
oscura legión de Escalantes y escaladores. Cuando la revolución estaba bajo la dirección
nacionalista, como en el caso de Perón, el stalinismo se unía estrechamente, antes, durante y
después de su gobierno, con las fuerzas más negras de la reacción.
La propia expresión del marxismo leninismo reflejaba en la esfera semántica el sello de una
política ajena. Pues toda la grandeza de Lenin como político habla residido justamente en su
admirable aptitud para interpretar a su país tal como era; por el contrario, la "rusificación" de la
Internacional comunista después de su muerte invirtió el método leninista. Una caricatura trágica
de ese método transformó fórmulas que habían resultado óptimas para la lucha política en el
imperio zarista en la clave de todas las derrotas del último medio siglo.
Por esa tazón, y no por puras consideraciones terminológicas, la adopción de un "marxismo
bolivariano" compendiará mejor la naturaleza peculiar del proceso revolucionario en América
latina. Este proceso deberá combinar todas las formas de la lucha. La actividad política no podrá
sustituirse a la lucha armada, ni ésta a aquélla, ni la lucha legal a la ilegal, ni viceversa, pues todas
ellas forman parte de un proceso único integrado por tácticas modificabies y remplazadles. La
importancia de cada una de ellas está condicionada por la relación de las fuerzas en presencia y por
las particularidades de cada región latinoamericana. Ninguna de esas tácticas puede ser elevada a
principio conductor; pero un hecho está confiada por toda la experiencia histórica: no hay canino
pacifico para la revolución. Ni siquiera para obtener el voto universal y secreto, reivindicación de
la democracia burguesa en la Argentina, el viejo caudillo radical Hipólito encontró otro recurso
que las revoluciones armadas. Sólo así obtuvo para el pueblo argentino el derecho a votar, derecho
que la oligarquía, con el apoyo del Ejército, le arrebató desde 1955.
En consecuencia, la acción sindical, tanto como la guerrilla, la lucha parlamentaria, la
insurrección armada o la propaganda ideológica, son fases de una misma estrategia cuyo corolario
no puede ser otro que la formación de los Estados Unidos socialistas de América latina. En
aquellos Estados donde las relaciones capita listas de producción han alcanzado mayor
desenvolvimiento, como la Argentina, Chile, México o Brasil, las posibilidades de la lucha política
parecen dominar este período y la consigna de "lucha armada" resultará inadecuada. Pero la
relación entre esa consigna, la conciencia de las masas populares y el partido revolucionario deben
https://www.marxists.org/espanol/ramos/1960s/bolivarismo_y_marxismo.htm 2/4
27/1/2017 Ramos (1969): Bolivarismo y marxismo.
ser muy estrechas. La disolución de esos tres factores por la decisión de un puñado de
combatientes aislados conduce directamente al blanquismo, y muy probablemente a la derrota.
América latina no carece de mártires, sino de políticos revolucionarios y de revoluciones
triunfantes. Es cierto que la lucha revolucionaria exige su tributo de martirio, pero el martirio por sí
mismo no prueba la verdad del camino elegido. Este debe ser demostrado por otros hechos. El más
importante de ellos es el con<> cimiento escrupuloso de la realidad económica y social de América
latina.
En una de sus habituales y vigorosas expresiones, Fidel Castro aludía recientemente a las
"recetas" que el stalinismo latinoamericano extrae de su archivo desde hace cuarenta años para
aplicar administrativamente a los múltiples aspectos de una realidad tan rica y compleja como la de
América latina. Indios caribes, proletirios de la siderurgia, peones de estancia, campesinos sin
tierra, chacareros ricos, quechuas de milenarias comunidades estáticas, estudiantes politizados,
oligarquías extranjerizantes, burguesías nacionales frágiles y cobardes, militares de encontradas
tendencias y desniveles históricos profundos he aquí un cuadro que se resiste a una fórmula
simple. Ahí debe encontrarse la razón para latinoamericanizar el marxismo y marxistizar a
América latina.
Es preciso asumir plenamente nuestro glorioso pasado de lucha. Es necesario redescubrir a
nuestros héroes propios y elaborar desde aquí una perspectiva revolucionaria para los 250 millones
de latinoamericanos. La tarea dista de ser sencilla. El carácter combinado de nuestra realidad social
determina las formas mixtas, nacionales y socialistas de nuestro programa. Del mismo modo, los
elementos "asiáticos" del pensamiento de Lenin se contraponían a los elementos "europeos" de ese
pensamiento. Pero ambos reflejaban la realidad de una contradicción dinámica: pues Rusia era, a la
vez, bárbara y civilizada, semicolonia e imperio opresor, Asia y Europa. Por eso la dialéctica
siempre viva de la política leninista mostraba cierta ambigüedad que repelía a los socialdemócratas
de una Europa estable y lineal. En Lenin convivían los elementos "democráticos" y "socialistas"
que a su vez coexistían en la sociedad rusa multinacional: el mujik primitivo, el obrero industrial y
el ciudadano de las naciones alógenas oprimidas por los grandes rusos.
También las ilusiones de Lenin sobre la capacidad revolucionaria de la clase obrera europea se
combinaban con su perspicacia para comprender el sentido profundo de la tempestad que se
gestaba en Oriente. Pero si para hacer de la Rusia bizantina una nación normal era preciso destruir
su imperio y dar a las nacionalidades que lo integraban el derecho a separarse, para hacer de
América latina una "nación normal", la fórmula es inversa: es preciso unir sus Estados. Tanto como
para Rusia, en América latina la resolución de las tareas democráticas y nacionales sólo pueden
lograrse por medio del socialismo. La burguesía nacional es incapaz de lograr el dominio político
en el interior de cada Estado balcanizado; con mayor razón, ni sueña con la unidad de todos ellos.
Precisamente por esa causa la tarea de Bolívar pasa a los discípulos de Marx. Éstos no podrán
realizarla, sin embargo, sin la tradición de Bolívar ni volviendo las espaldas a los movimientos
nacionales.
https://www.marxists.org/espanol/ramos/1960s/bolivarismo_y_marxismo.htm 3/4
27/1/2017 Ramos (1969): Bolivarismo y marxismo.
Y bien, para comprenderlo era preciso remontar el confuso río de la historia latinoamericana, a
fin de revelar la unidad profunda de su corriente y tocar con la inteligencia su sólido lecho. Esa
historia había comenzado en España y continuado en América. Quisimos narrar los momentos
capitales de ese pasado donde los criollos emplearon las armas para ingresar a la historia universal
como una nación independiente y unida. En ese periodo las grandes naciones europeas creaban su
Estado nacional y nosotros lo perdíamos. Marx no comprendía a Bolívar, pero el Inca Yupanqui le
inspiraba su juicio sobre la cuestión nacional.
Un siglo después de la publicación de El capital, para los latinoamericanos Bolívar y Marx ya no
podrán ser separados por fuerza alguna. Exponer las razones de tan curiosa fusión fue el propósito
de esta historia de la nación latinoamericana. Aunque el libro termina aquí, esa historia continúa.
De donde este fin es sólo un comienzo.
https://www.marxists.org/espanol/ramos/1960s/bolivarismo_y_marxismo.htm 4/4