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De la Cruz H.

Karina
4 de octubre de 2019

RESUMEN

Referencia: Andújar, C. & Crosoli, A. (2014). Enseñar a aprender en la diversidad: el desarrollo


de centros y aulas inclusivas. En A. Marchesi, R. Blanco & L. Hernández,Avances y desafíos
de la Educación Inclusiva en Iberoamérica(pp. 47-59). España: Organización de Estados
Americanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

La desigualdad se crea en la escuela, donde prevalece la homogeneización,


jerarquización y cultura dominante que no acepta las diferencias de origen,
individuales, sociales ni culturales. Si en la escuela no se toman en cuenta las
diferencias individuales la diversidad se transforma en desigualdad educativa y más
tarde en desigualdad social. No obstante existen más factores que influyen, como los
políticos, económicos y sociales.
Reformas educativas plantean necesidad de impulsar iniciativas que aumenten
igualdad de oportunidades educativas, debido a que a exclusión también se manifiesta
cuando un niño está en la escuela y es promovido de grado en grado con múltiples
necesidades específicas de aprendizaje que no son atendidas, o cuando alumno no
participa en las mismas actividades que realizan sus compañeros de aula por no
implementar las adecuaciones necesarias, así mismo cuando en las escuelas rurales
no llegan los recursos y materiales educativos que sí reciben las escuelas urbanas.
Una escuela no resulta inclusiva sólo por recibir estudiantes con discapacidad, ya que
si presenta altas tasas de repitencia, es una escuela excluyente.
El desarrollo de escuelas inclusivas demanda la transformación de la cultura del centro
hacia las creencias, actitudes y valores compartidos por todos los miembros de la
comunidad educativa. Cambio en el modo de ver la situación de aprendizaje, análisis
ya no se centra en la dificultad que el estudiante experimenta, sino que analiza cuáles
son las barreras a las que el estudiante se enfrenta. Por otra parte el rol del director es
fundamental en el proceso que vive la escuela, debiendo ejercer un liderazgo
compartido, sustentado principalmente de la capacidad de favorecer los procesos
comunicativos en el ámbito de la escuela, tener empatía con el profesorado, promover
el crecimiento personal del profesorado, contar con una visión amplia de la realidad,
respetar a todos los estudiantes, al profesorado y las familias, ser capaz de manejar
situaciones estresantes y tener confianza en sí mismo. También el profesorado es un
elemento clave para el desarrollo de escuelas que garanticen la inclusión, debe
propiciarse en ellos un trabajo reflexivo que permita revisar las concepciones que
tengan sobre las causas de las dificultades que manifiestan los estudiantes. La escuela
inclusiva favorece el desarrollo profesional del equipo docente, propicia la mejora de las
prácticas pedagógicas y la circulación de saberes. Un docente con competencias,
reflexivo de su práctica, ético, comprometido con promover aprendizajes de calidad en
sus alumnos, afectuoso, creativo y movilizador de interacciones positivas, es capaz de
generar situaciones de aprendizaje que posibiliten una mayor participación y
aprendizajes de calidad en todos sus estudiantes.
El uso de metodologías activas en el aula, como los proyectos, posibilitan una mayor
participación y aprendizaje en los estudiantes, debido a que el trabajo por proyectos es
movilizador para los alumnos porque no van dirigidos a un aprendizaje memorístico o
mecánico, se trata de verdaderos aprendizajes significativos. Esta forma de trabajo se
fundamenta en la cooperación, porque todos los estudiantes trabajan en conjunto para
conseguir un fin. nuevas tecnologías han beneficiado a poblaciones con discapacidad,
quienes a través de los equipos tecnológicos y los software especializados han podido
superar barreras de acceso a la información y el conocimiento, y tener logros
significativos en sus aprendizajes.
Igualmente la evaluación es un elemento fundamental, ésta debe ser coherente con el
proceso. La evaluación debe ser un proceso continuo que permita identificar los logros
de aprendizaje alcanzados por los estudiantes y las necesidades de apoyo que
pudieran tener, para orientar el trabajo del docente en el aula. Una escuela inclusiva
sólo podrá serlo si pone en práctica una evaluación inclusiva.
Enseñar y aprender en la diversidad no es un trabajo sencillo, no se trata de dar una
respuesta educativa igualitaria, tampoco de dar una atención educativa diferenciada,
puntual o individualizada hacia un estudiante que presenta una necesidad educativa
específica, demanda una valoración de las capacidades del propio centro educativo
para posibilitar una mayor participación y experiencias de éxito en los aprendizajes de
los estudiantes. Son amplios los recursos que pueden integrar el sistema inclusivo,
están los orientadores o psicólogos, sus prácticas deben dirigirse a favorecer la
máxima participación y logros de aprendizaje en el centro educativo; los estudiantes
que apoyan a sus compañeros y fungen como tutores; los docentes que se apoyan
mutuamente y trabajando de manera colaborativa; las bibliotecas; las familias que se
involucran en las actividades educativas escolares, y los recursos profesionales y
comunitarios de las zonas. La educación inclusiva demanda diferentes apoyos, y
difícilmente podrá avanzar, si no se crean espacios, redes de apoyo y colaboración
conjunta, y no se dotan de recursos.

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