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Titolo originale
resumen Andújar, C. & Crosoli, A. (2014). Enseñar a aprender en la diversidad_ el desarrollo de centros y aulas inclusivas. En A. Marchesi, R. Blanco & L. Hernández.docx
Referencia: Andújar, C. & Crosoli, A. (2014). Enseñar a aprender en la diversidad: el desarrollo
de centros y aulas inclusivas. En A. Marchesi, R. Blanco & L. Hernández,Avances y desafíos de la Educación Inclusiva en Iberoamérica(pp. 47-59). España: Organización de Estados Americanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
La desigualdad se crea en la escuela, donde prevalece la homogeneización,
jerarquización y cultura dominante que no acepta las diferencias de origen, individuales, sociales ni culturales. Si en la escuela no se toman en cuenta las diferencias individuales la diversidad se transforma en desigualdad educativa y más tarde en desigualdad social. No obstante existen más factores que influyen, como los políticos, económicos y sociales. Reformas educativas plantean necesidad de impulsar iniciativas que aumenten igualdad de oportunidades educativas, debido a que a exclusión también se manifiesta cuando un niño está en la escuela y es promovido de grado en grado con múltiples necesidades específicas de aprendizaje que no son atendidas, o cuando alumno no participa en las mismas actividades que realizan sus compañeros de aula por no implementar las adecuaciones necesarias, así mismo cuando en las escuelas rurales no llegan los recursos y materiales educativos que sí reciben las escuelas urbanas. Una escuela no resulta inclusiva sólo por recibir estudiantes con discapacidad, ya que si presenta altas tasas de repitencia, es una escuela excluyente. El desarrollo de escuelas inclusivas demanda la transformación de la cultura del centro hacia las creencias, actitudes y valores compartidos por todos los miembros de la comunidad educativa. Cambio en el modo de ver la situación de aprendizaje, análisis ya no se centra en la dificultad que el estudiante experimenta, sino que analiza cuáles son las barreras a las que el estudiante se enfrenta. Por otra parte el rol del director es fundamental en el proceso que vive la escuela, debiendo ejercer un liderazgo compartido, sustentado principalmente de la capacidad de favorecer los procesos comunicativos en el ámbito de la escuela, tener empatía con el profesorado, promover el crecimiento personal del profesorado, contar con una visión amplia de la realidad, respetar a todos los estudiantes, al profesorado y las familias, ser capaz de manejar situaciones estresantes y tener confianza en sí mismo. También el profesorado es un elemento clave para el desarrollo de escuelas que garanticen la inclusión, debe propiciarse en ellos un trabajo reflexivo que permita revisar las concepciones que tengan sobre las causas de las dificultades que manifiestan los estudiantes. La escuela inclusiva favorece el desarrollo profesional del equipo docente, propicia la mejora de las prácticas pedagógicas y la circulación de saberes. Un docente con competencias, reflexivo de su práctica, ético, comprometido con promover aprendizajes de calidad en sus alumnos, afectuoso, creativo y movilizador de interacciones positivas, es capaz de generar situaciones de aprendizaje que posibiliten una mayor participación y aprendizajes de calidad en todos sus estudiantes. El uso de metodologías activas en el aula, como los proyectos, posibilitan una mayor participación y aprendizaje en los estudiantes, debido a que el trabajo por proyectos es movilizador para los alumnos porque no van dirigidos a un aprendizaje memorístico o mecánico, se trata de verdaderos aprendizajes significativos. Esta forma de trabajo se fundamenta en la cooperación, porque todos los estudiantes trabajan en conjunto para conseguir un fin. nuevas tecnologías han beneficiado a poblaciones con discapacidad, quienes a través de los equipos tecnológicos y los software especializados han podido superar barreras de acceso a la información y el conocimiento, y tener logros significativos en sus aprendizajes. Igualmente la evaluación es un elemento fundamental, ésta debe ser coherente con el proceso. La evaluación debe ser un proceso continuo que permita identificar los logros de aprendizaje alcanzados por los estudiantes y las necesidades de apoyo que pudieran tener, para orientar el trabajo del docente en el aula. Una escuela inclusiva sólo podrá serlo si pone en práctica una evaluación inclusiva. Enseñar y aprender en la diversidad no es un trabajo sencillo, no se trata de dar una respuesta educativa igualitaria, tampoco de dar una atención educativa diferenciada, puntual o individualizada hacia un estudiante que presenta una necesidad educativa específica, demanda una valoración de las capacidades del propio centro educativo para posibilitar una mayor participación y experiencias de éxito en los aprendizajes de los estudiantes. Son amplios los recursos que pueden integrar el sistema inclusivo, están los orientadores o psicólogos, sus prácticas deben dirigirse a favorecer la máxima participación y logros de aprendizaje en el centro educativo; los estudiantes que apoyan a sus compañeros y fungen como tutores; los docentes que se apoyan mutuamente y trabajando de manera colaborativa; las bibliotecas; las familias que se involucran en las actividades educativas escolares, y los recursos profesionales y comunitarios de las zonas. La educación inclusiva demanda diferentes apoyos, y difícilmente podrá avanzar, si no se crean espacios, redes de apoyo y colaboración conjunta, y no se dotan de recursos.