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CARNAVALES esta festividad se trata de una continuidad de los antiguos

saturnales, las festividades romanas que se celebran en honor al dios


Saturno, el cristianismo en su expansión cristianizo la fiesta nombrándola
carnaval. Esta palabra proviene del latín vulgar carnem-levare que
significa “abandonar la carne”; de este modo la fiesta paso a tener como
motivo principal el hecho de despedirse de comer carne, algo que evitar
durante el tiempo de cuaresma.

Eran tres días de celebración a lo grande, en las que había muy pocas
reglas, por eso se acostumbraba a ir disfrazado o taparse el rostro para
salvaguardar la identidad.

Antes se celebraban con banquetes, bailes y vestidos con ropas y


mascaras que personificaba del dios.

Hoy en día lo celebramos disfrazando a los más pequeños de sus


personajes favoritos de cualquier índole, los llevamos de paseo a plazas
públicas en donde toman enserio esta tradición y buscan alejar las malas
vibras y hacer días diferentes para los más grandes y los más pequeños.
En las plazas se acostumbra a jugar con papelillos y demás.

Esta tradición no está perdida en su totalidad, pero hay gran escases de


personas que participen en esta actividad debido al descontento existente
en el país, pero esto cambiaria si incentiváramos mas a los jóvenes a
participar y realizar movimientos socio-culturales, donde todos puedan
volver a su infancia y olvidarse de todo lo que les preocupa.

Por otra parte, en la Venezuela de los años 50 y 60 del siglo XX los


carnavales eran la ocasión para que muchachas de clase media y clase
alta (y a veces, ciertos muchachos también) se disfrazaran de negritas.
Vestidas con una malla negra, un afro en la cabeza, una máscara y unos
exagerados labios rojos, (lo que se conoce en inglés como blackface), las
negritas iban a los clubes a bailar y pasarla bien, haciendo cosas que no
harían sin estar detrás de la capucha y la bemba colorá. Era una forma de
desinhibirse en una sociedad todavía marcada por una moralidad que no
permitía a las “niñas bien” hacer ciertas cosas en público.

Sin embargo, no podemos ignorar que las esclavas negras en Venezuela


eran víctimas de violencia sexual y otros abusos por parte de sus
propietarios blancos. La relación entre las “niñas bien”, que asumen la
identidad de negritas para desinhibirse en una fiesta de carnaval, y el uso
de las esclavas negras como objetos sexuales es obvia.

Las luchas por los derechos civiles de los afroamericanos y los


movimientos sociales contra la discriminación (sea ésta por género, sexo,
religión o raza) nos dan una perspectiva que las “negritas” en la
Venezuela de entonces no tenían.

Como en todo acto de contrición, habrá que reconocer que las negritas de
carnaval fueron nuestro blackface. Es bueno sacudirnos ciertos mitos de
encima. La huella estamentaria colonial sigue ahí, aunque no sea tan
fuerte como en otras naciones iberoamericanas. Nuestra sociedad
mestiza también fue y es racista.

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