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La antropología moral de la igualdad

ÁNGEL PUYOL GONZÁLEZ


Universidad Autónoma de Barcelona

Introducción 1 actuales, incluidas las teorías de la igualdad


y de la justicia distributiva, en función de
La igualdad es un principio fundamental las diferencias en cuanto a la interpreta-
de la filosofía política actual. Por una par- ción de la igualdad moral.
te, los movimientos sociales y políticos de En este artículo, quiero analizar la idea
los siglos XIX y XX han tenido su raíz más de igualdad moral que subyace a las teorías
profunda en la idea de que los seres huma- liberales de la igualdad. Pienso que los
nos somos iguales en aspectos fundamen- igualitarismos liberales de autores como
tales de la moralidad. Por otra parte, sin John Rawls, Ronald Dworkin y otros 7 par-
embargo, la igualdad nos ha mostrado a ten de una concepción inadecuada de la
menudo, también en este tiempo, su cara igualdad moral. Ello se debe al origen de
más trágica: las tiranías políticas comunis- sus teorías normativas. La teoría liberal de
tas, la violación de las libertades indivi- la igualdad nace como alternativa a las vio-
duales, la violencia que en ocasiones ha laciones que el utilitarismo, la teoría ética
generado, la planificación ineficiente, una normativa más destacada de mediados del
falsa camaradería. Sin embargo, y a pesar siglo XX, infringe a la idea de igualdad.
del miedo a la igualdad que aún perdura Aunque el utilitarismo ha proporcionado
en buena parte del pensamiento contem- una base teórica consistente para funda-
poráneo 2, todavía seguimos convencidos mentar la economía normativa del Estado
de que nuestras diferencias de aspecto, de de bienestar, también ha mostrado su inca-
talentos, de origen o de creencias no debe- pacidad para integrar en un sistema cohe-
rían enturbiar el mandato heredado de la rente el conjunto de nuestras intuiciones
razón ilustrada que nos dice que tanto yo morales básicas sobre la igualdad. Para
como los demás poseemos las mismas recuperar el respeto por la igualdad moral,
necesidades básicas y los mismos derechos. los igualitaristas liberales han resaltado el
Y que, por lo tanto, merecemos una igual- origen kantiano de la moralidad y su man-
dad de trato, tanto en un nivel jurídico dato de la dignidad humana: no hay que
y político (que ya la poseemos 3), como tratar a nadie solamente como un medio,
en un nivel económico 4, social 5 e incluso sino siempre y a la vez como un fin en
en la vida privada 6 (donde aún no es lo sí mismo.
bastante satisfactoria). Sin embargo, creo que la concepción
Esa necesaria igualdad de trato tiene moral de la persona de origen kantiano
su referente ético y filosófico en la igualdad que proponen los igualitaristas liberales
moral. La igualdad moral de las personas continúa siendo insuficiente para recoger
actúa de fundamento para el resto de las nuestras intuiciones morales básicas acerca
igualdades citadas. Sin embargo, a pesar de la igualdad moral. Esa insuficiencia se
de que nadie duda ya de que la igualdad muestra sobre todo en el terreno de la jus-
moral supone una idea común de racio- ticia distributiva.
nalidad y de capacidades morales en todos Por esas razones, muestro, en primer
los individuos, creo que todavía se puede lugar, la concepción moral de la persona
juzgar a las diferentes teorías políticas que mantienen los utilitaristas. En segundo

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lugar, analizo el origen y las consecuencias distributivo, como depósitos de bienestar,


de la concepción política de la persona que como lugares que albergan las actividades
propone Rawls como oposición a la uti- del deseo y de la obtención del placer y
litarista. Finalmente, y después de un aná- del dolor. Más allá del bienestar o utilidad,
lisis crítico de las objeciones más impor- el utilitarismo no está interesado en reco-
tantes que la filosofía contemporánea ha ger nueva información moralmente rele-
lanzado contra la concepción rawlsiana de vante sobre la persona. La importancia
la persona, subrayo que la concepción kan- moral de la persona se reduce así a la uti-
tiano-liberal de la persona debería ser sus- lidad que es capaz de fabricar. La voluntad,
tituida por otra que incluyese a las nece- los objetivos personales, las intenciones, la
sidades y a las capacidades básicas de los libertad de elección o los afectos no son
individuos entre los atributos que una teo- atributos morales valiosos por sí mismos,
ría de la igualdad debería tener en cuenta. sino por los efectos que tienen sobre la
De no ser así, no se producirá un equilibrio utilidad o el bienestar. Sin embargo, las
reflexivo completo entre nuestras intuicio- críticas más enérgicas dirigidas al utilita-
nes morales básicas acerca de la igualdad rismo no han venido por la dificultad de
y los principios que la filosofía debe ela- clarificar un término que ha resultado tan
borar para recoger esas intuiciones en un impreciso, sino por su utilización como
sistema coherente. medida de la justicia distributiva. El fondo
de la crítica es que el bienestar no sólo
no recoge la información moral pertinente
La antropología moral del utilitarismo para juzgar las situaciones de desigualdad,
sino que además puede convertirse él mis-
El bienestar o utilidad es el criterio que mo en causante o encubridor de una mayor
usa el utilitarismo para juzgar el nivel de desigualdad. Rawls se ha erigido en uno
desigualdad entre las personas. La manera de los mayores promotores de ese tipo de
que tiene el Estado de saber si sus ciu- objeción.
dadanos se encuentran bien o mal tratados, Para el filósofo de Harvard, el utilita-
o de si debería intervenir para aplicar polí- rismo concibe a la persona como un mero
ticas de justicia distributiva, es atender al recipiente de experiencias. No importa
nivel de bienestar de las personas. Pero, quién posee las experiencias, ni cuál es su
a pesar de que el bienestar es un elemento distribución secuencial entre las personas.
muy presente en la vida de todos nosotros Estas consideraciones son sólo cuestiones
para valorar la situaciones personales, ha de espacio y de tiempo y, como tales, irre-
resultado ser un concepto esquivo para la levantes. Lo que es realmente valioso para
filosofía. Por esa razón, la definición de el utilitarismo son las experiencias mismas.
bienestar o de utilidad ha variado con los Y la tarea de la justicia debe ser la opti-
distintos enfoques del utilitarismo. Placer, mización de esas experiencias tomadas en
felicidad, satisfacción de estados mentales, su conjunto, sin importar quiénes son sus
satisfacción de preferencias, satisfacción propietarios. Como consecuencia, el uti-
de preferencias racionales, son diferentes litarismo pasa por alto uno de los requisitos
versiones del bienestar, pero ninguna de morales indispensables que debería poseer
ellas altera el propósito básico del utili- una teoría de la justicia: la individualidad 9.
tarismo de juzgar totalmente la bondad de El utilitarismo viola la individualidad de
una situación según la bondad de las uti- la persona porque al utilizar la utilidad
lidades de esa situación 8. como la única información moral valiosa
En ese contexto, las personas se con- para realizar cálculos distributivos, inde-
sideran, desde el punto de vista moral y pendientemente de los detentores de esa

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utilidad, no distingue entre quiénes deben tividad. No habría más derechos, para el
recibir la utilidad distribuida. En palabras utilitarismo, que los derivados de la igual-
del propio Rawls, «la característica más dad de utilidades o de bienestar. Sin
sorprendente de la visión utilitarista de la embargo, ese tipo de igualdad no garantiza
justicia es que no importa, excepto de la unidad moral del individuo. No existe
manera indirecta, cómo se distribuye esta un individuo separado moralmente de otro
suma de satisfacciones entre los individuos; en alguna característica exclusiva o dife-
como tampoco importa, excepto de mane- renciadora. El valor moral del individuo
ra indirecta, cómo un hombre distribuye estaría sujeto al valor del bienestar colec-
sus satisfacciones en el tiempo. La distri- tivo.
bución correcta en cada caso es la que pro- Dworkin ha expresado con claridad las
duce la máxima satisfacción» 10. consecuencias que la concepción utilitaris-
La indiferencia del utilitarismo sobre la ta de la persona tendría sobre la igualdad
individualidad le conduce a reconocer una moral y la justicia. Aparentemente, el uti-
especie de fusión de muchas personas en litarismo se muestra a sí mismo defendien-
sólo una o, como señala Rawls, a no tomar- do la igualdad, debido a su compromiso
se seriamente la distinción entre las per- con la imparcialidad estricta 14. Así, si aso-
sonas. Aunque en un primer momento se ciamos el bienestar a la satisfacción de las
puede suponer que el utilitarismo respeta preferencias personales, éstas competirían
la individualidad si pensamos, por ejemplo, por igual en la práctica social. Pero, si ana-
en la teoría política que considera a cada lizamos la variedad y el origen de esas pre-
persona como portadora de un voto, y sólo ferencias, cosa que no hace el utilitarismo,
de uno 11, en realidad la teoría utilitarista ese igualitarismo resulta engañoso. Según
no es individualista, ya que funde los Dworkin, podemos distinguir las preferen-
deseos o el bienestar de las distintas per- cias personales (el deseo de disfrutar de
sonas en una sola experiencia que el dis- ciertos bienes u oportunidades para mí)
tribuidor utilitarista imagina como la expe- de las externas (la preferencia por la asig-
riencia de todos los miembros de la socie- nación de ciertos bienes u oportunidades
dad. El resultado es la impersonalidad, la para otros). Por ejemplo, mi preferencia
no separabilidad de los individuos y, como porque yo ingrese en la universidad es una
consecuencia, «no hay en principio razón preferencia personal. En cambio, mi pre-
por la cual las mayores ganancias de alguno ferencia porque los demás ingresen o no
no han de compensar las menores pérdidas en la misma universidad a la que yo quiero
de otros o, lo que es más importante, por ir es una preferencia externa. Si ignoramos
la que la violación de la libertad de unos esa distinción a la hora de maximizar nues-
pocos no se pudiera considerar correcta tras preferencias, el resultado puede ser
por un mayor bien compartido por discriminatorio con los demás. Si se da el
muchos» 12. caso, por ejemplo, de que muchas personas
La no separabilidad de las personas coinciden en desear que los negros o las
desemboca, siempre bajo la concepción mujeres no deberían estudiar en las uni-
rawlsiana, pero también en la mayor parte versidades reservadas a hombres blancos,
del debate contemporáneo sobre derecho esa preferencia podría imponerse colecti-
y bienestar 13, en la violación de los dere- vamente bajo la argumentación utilitarista,
chos individuales. La concepción utilitaris- que se limita a maximizar las preferencias
ta de la persona, al no contemplar la indi- de los individuos sin importarle si éstas
vidualidad, se ve incapaz de reconocer los socavan los intereses de personas moral-
derechos y libertades que protegen al indi- mente iguales. Por esa razón, si no existe
viduo de las exigencias abusivas de la colec- un mecanismo público de prevención con-

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tra las preferencias externas, como, por prejuicios debido a una tozudez auto-en-
ejemplo, unos derechos individuales ante- sordecedora y auto-perpetuadora que no
riores a todo cálculo maximizador de pre- permite tener oportunidades equitativas a
ferencias, entonces no podemos tratar a una minoría despreciada para argumentar
los demás como iguales. La igualdad exige públicamente su caso. Esto es posible y
prevenirnos contra las discriminaciones de hecho en ocasiones ha sucedido» 15.
basadas en prejuicios, y el utilitarismo, con Hart parece sugerir que si el resultado
su intención de respetar a las preferencias injusto de la democracia proviene de una
en vez de a las personas, fracasa en esa mala formación de las preferencias, basa-
tarea. das en prejuicios, eso no invalida el argu-
En resumen, la concepción utilitarista mento utilitarista de tener en cuenta por
de la persona no sólo no separa las uni- igual las preferencias de los individuos. Los
dades morales que representa cada indi- que conocen la justicia deben intentar con-
viduo, sino que tampoco distingue el ori- vencer a los portadores de prejuicios de
gen de las preferencias en el individuo. que están en un error, pero no anular ni
Con ambas indiferencias el utilitarismo el procedimiento de la democracia ni la
muestra la incapacidad de su concepción legitimidad política de su resultado, aun-
moral de la persona para tratar con igual- que ambos caminen en dirección contraria
dad a todos los individuos. a lo que intentan defender los derechos
Los teóricos utilitaristas han desarrolla- individuales. En palabras del mismo Hart,
do varias líneas de defensa contra los ata- «incrementa tus números y entonces tus
ques recibidos en este campo. Hart repre- puntos de vista podrán vencer».
senta uno de los exponentes más claros No obstante, creo que Hart confunde
de esa defensa. En su opinión, la argu- la igualdad moral con la igualdad proce-
mentación de Dworkin está mal funda- dimental. Aunque el procedimiento demo-
mentada. Hart admite que el resultado del crático garantice una igualdad formal (to-
procedimiento democrático basado en la dos los individuos disponen sólo de un voto
regla de la mayoría puede resultar a veces y ningún punto de vista moral sobresale
moralmente injusto, si se da el caso de sobre los demás sin el consentimiento de
que una mayoría discrimina a una minoría la mayoría), de aquí no se deriva un respeto
con el peso electoral de unas preferencias a la igualdad moral. Es cierto que la igual-
basadas en prejuicios. Pero no cree que dad moral es un concepto excesivamente
eso sea una consecuencia de la concepción abstracto, pero eso no significa que sea
utilitarista de la persona, sino antes bien compatible con cualesquiera de las inter-
de la desinformación de los miembros de pretaciones que se le puedan dar. Dife-
la mayoría sobre el valor moral de los rentes teorías del bien interpretan de
miembros de la minoría. El problema de maneras diversas la igualdad moral, pero
la democracia no se deriva, según Hart, no todas ellas son igualmente aceptables.
de los presupuestos del utilitarismo, sino La legitimidad moral de la justicia distri-
simplemente de que el procedimiento de butiva no puede provenir únicamente de
la regla de la mayoría no garantiza la jus- la legitimidad del procedimiento, sino que
ticia de los resultados. La razón de ese debe incluir al resultado. La igualdad
desajuste entre la democracia y la justicia moral es la base y la meta de la justicia,
se encuentra en que las preferencias de mientras que el procedimiento es sólo la
la mayoría pueden estar mal informadas forma de conectar ese proceso. Un pro-
y ser insensibles al argumento de la justicia. cedimiento incorrecto desorienta el sen-
Así, «una mayoría de votantes teóricamen- tido último de la justicia, pero la justicia
te independientes puede consolidar sus del procedimiento no garantiza la justicia

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del resultado. No se trata de someter el prometido con la igualdad de todos los


procedimiento al resultado, porque enton- puntos de vista sobre lo que es una buena
ces se perdería el sentido moral de la deli- vida o el bienestar subjetivo, entonces el
beración, sino de impedir que cualquier dominio de los prejuicios es infranqueable.
resultado sea posible. Para que este límite Haría falta una distinción objetiva acerca
funcione, deben haber más restricciones de la bondad de los diversos bienestares,
morales al procedimiento de las que aprue- previa a cualquiera declaración subjetiva
ba el utilitarismo. de los individuos, que nos dijera qué tipo
Entre nosotros, podemos encontrar otra de bienestar merece ser promovido y qué
forma de defender al utilitarismo contra otro tipo hay que marginar. Haría falta,
las críticas de origen kantiano de Rawls después de todo, priorizar una idea de lo
o Dworkin que consisten en priorizar el correcto sobre la idea de bienestar.
derecho sobre el bienestar. Esperanza Gui- Guisán nos recuerda, en este punto, que
sán nos recuerda que el utilitarismo es el tipo de bienestar que los liberales kan-
capaz de reinterpretar el derecho y el bie- tianos denostan, con razón, es el bienestar
nestar para impedir que los individuos y volitivo o espontáneo, «los intereses o
las minorías queden a merced de las pre- deseos que nacen de lo establecido, la igno-
ferencias mayoritarias. Guisán tiene razón rancia y la inercia», pero ignoran que una
cuando nos advierte que detrás de los dere- parte del utilitarismo, encabezada por
chos hay siempre una preocupación por Stuart Mill, no tiene inconveniente en pri-
el bienestar, que los derechos no surgen vilegiar el bienestar ilustrado, crítico o
de la nada, no son un a priori indepen- moral, «los deseos esclarecidos que vienen
diente de los sentimientos y el interés por de la ilustración y la diligencia en el
el bienestar de las personas. Como ella auto-desarrollo» 17. El bienestar ilustrado
desea señalar, la idea de dignidad repre- se consigue tras una reflexión crítica sobre
senta nuestro interés por minimizar el los propios deseos, incluidos los más
sufrimiento, el término libertad esconde espontáneos, de manera que lo que real-
en realidad el deseo de desarrollar sin tra- mente deseo puede no coincidir con mis
bas nuestra personalidad, y la igualdad, deseos más inmediatos.
para evitar ser absolutizada, debe relacio- Sin embargo, en perjuicio de las buenas
narse con la empatía, con la consideración intenciones de Stuart Mill y de la propia
y el cuidado de los otros 16. Esperanza Guisán, ni siquiera el bienestar
Sin embargo, no creo que eso transfor- ilustrado o el bienestar moral (la capacidad
me al utilitarismo en una teoría adecuada de estar bien con uno mismo y con los
de la moralidad y de la justicia distributiva. demás) pueden evitar que alguien entienda
Es cierto que la igualdad exige empatía. (incluso tras haberlo meditado a concien-
Si no nos creemos que debemos respetar- cia) que sólo estará bien consigo y con los
nos mutuamente y que debemos compartir demás si las personas o grupos humanos
de manera razonable los recursos escasos que él o ella considera de rango inferior
para que nadie salga muy perjudicado, la no tienen acceso a determinados privile-
igualdad es un ideal vacío. Pero a la hora gios. La búsqueda de un bienestar objetivo
de distribuir los recursos en función del debería llevarse a cabo hasta sus últimas
bienestar o de las necesidades, deberíamos consecuencias si queremos consolidar la
poder señalar cuáles son las necesidades igualdad moral en la justicia distributiva.
moralmente relevantes y quiénes son los No basta con distinguir placeres espontá-
sujetos de esas necesidades. Y si lo hace- neos de placeres ilustrados. Si queremos
mos preguntando directamente a los indi- incorporar el placer o el bienestar en la
viduos, como exigiría un utilitarismo com- métrica distributiva, debemos marcar cla-

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ramente la frontera entre los placeres que bilidad moral de los individuos. Si la iden-
perjudican injustamente a otras personas tidad personal equivale a la continuidad
y el resto de los placeres. Pero, para esta física y psicológica, un grado bajo de esa
empresa, la teoría utilitarista de la justicia conexión debilita la responsabilidad indi-
no nos sirve, puesto que una definición vidual. Por ejemplo, el yo actual podría
clara y precisa del bienestar o de las nece- no ser totalmente responsable de los actos
sidades moralmente correctas socavaría el del yo del pasado y, por tanto, podría no
compromiso fundamental de la teoría con estar vinculado a los compromisos adqui-
la imparcialidad moral en la concepción ridos en el pasado por el yo antiguo. En
del bienestar. ese caso, ¿podemos mantener que los
Otra línea de defensa de la concepción delincuentes merecen ser castigados en el
utilitarista de la persona proviene del presente por actos cometidos hace tiempo?
debate sobre la identidad personal. Derek Dependerá de cada caso, pero sin duda
Parfit es el autor más destacado en este la noción de responsabilidad individual
ámbito. Parfit entiende que la concepción queda seriamente desvirtuada.
moral de la persona depende en buena Por otro lado, la concepión reduccio-
medida de la identidad personal. Cree que nista de la identidad personal tiene efectos
es importante admitir esa estrecha relación importantes sobre la justicia distributiva.
y añade que si se puede demostrar que Parfit sabe que la justicia distributiva pre-
la teoría utilitarista de la justicia encaja supone una idea de igualdad moral, y asu-
mejor con una concepción correcta de la me que ésta requiere que las personas
identidad personal, entonces las objecio- estén moralmente separadas entre sí, es
nes al utilitarismo que presuponen una decir, siguiendo el consejo kantiano, que
visión equivocada de la identidad personal nadie debería sacrificar su individualidad
se desacreditarían a sí mismas. Parfit dis- en nombre de la colectividad 18. Sin embar-
tingue dos grandes concepciones de la go, Parfit añade que si aceptamos la sepa-
identidad personal: la reduccionista y la rabilidad de las personas, entonces debe-
no-reduccionista. El Reduccionismo con- mos abrazar una concepción no-reduccio-
sidera que la identidad personal se reduce nista de la identidad personal, puesto que
a una continuidad física y psicológica de la individualidad exige un compromiso con
la persona. La continuidad psicológica algún hecho profundo (deep further fact)
puede no ser perfecta, por lo que podemos situado más allá de la continuidad psi-
hablar de grados de continuidad. El No-re- cológica.
duccionismo, en cambio, afirma que la Pero aquí aparece un serio problema.
identidad personal se construye a partir Si el Reduccionismo es filosóficamente
de algún hecho que está situado más allá más razonable que el No-reduccionismo,
de la continuidad física y psicológica. Para y si la igualdad moral está ligada sólo a
Parfit, ante la imposibilidad empírica de este último, entonces ¿qué lugar debe ocu-
encontrar ese hecho, tenemos que aceptar par ahora la igualdad? La respuesta es des-
el Reduccionismo como la concepción de corazonadora. El Reduccionismo ignora la
la identidad personal más acertada, lo que individualidad, no encuentra ninguna
nos obliga, a su vez, a asumir ciertas con- razón de peso que nos permita saber con
secuencias morales. claridad que una persona es siempre la
Aceptar el Reduccionismo tiene unas misma a lo largo del tiempo. En conse-
implicaciones sobre la moralidad que cuencia, si la individualidad se desvanece,
modifica sustancialmente nuestra concep- los principios distributivos que la presu-
ción moral de la persona. Por un lado, apa- ponen también pierden sentido. ¿Quiénes
recen problemas respecto a la responsa- son los sujetos receptores, independientes

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entre sí? Sin la individualidad los princi- cargas, no como si se produjesen en el inte-
pios distributivos pierden razón de ser, y rior de una persona, sino como si no exis-
pueden ser lógicamente subsumidos bajo tiese una diferencia moral allí donde se
los principios maximizadores que caracte- producen. Y esta creencia se puede basar
rizan al utilitarismo. en parte en la idea de que la unidad de
Sin embargo, eso no significa que la teo- cada vida, y, por tanto, la distinción entre
ría utilitarista de la justicia sea más plau- las vidas, es en sí misma menos evi-
sible que las teorías de la justicia que pre- dente» 21.
suponen el No-reduccionismo. Después de El utilitarismo es impersonal, pero no
todo, alguien que no esté comprometido sólo porque la personalidad se diluya en
con el utilitarismo puede decir que, incluso la colectividad, como sugiere Rawls, sino
si aceptamos el Reduccionismo, las per- también porque se deriva de una concep-
sonas seguimos siendo diferentes. La con- ción reduccionista de la identidad perso-
tinuidad psicológica afecta más a la vida nal. El Reduccionismo deslegitima la dis-
interior de los individuos que a la vida entre tribución compensatoria entre individuos,
los individuos 19. así como intra individuos. Si no dispone-
Ahora debemos retroceder hasta el mos de ningún hecho profundo situado
punto de partida de este apartado: ¿qué más allá de la continuidad psicológica, no
concepción moral de la persona esconde podemos justificar la compensación entre
finalmente el utilitarismo, que incorpora, las diferentes partes de la vida de una
como ya sabemos, una visión reduccionista persona.
de la identidad personal? La respuesta ya La concepción utilitarista de la persona
nos es conocida: la persona no existe como nos ha mostrado la impersonalidad, la indi-
una entidad moral diferenciada del bien ferenciación de las personas como unida-
social. No podemos establecer una distin- des morales. Y, aprovechando los argu-
ción moral relevante que justifique la fron- mentos de Parfit, he comprobado que es
tera entre las personas. La misma idea de justamente la impersonalidad lo que insen-
personalidad moral es una construcción sibiliza al utilitarismo sobre los aspectos
engañosa. La persona no es una fuente de distributivos y la igualdad. La concepción
reclamación moral más allá de su capa- moral de la persona en el utilitarismo
cidad de producir utilidad. Eso no significa resulta así inadecuada para la justicia
que la persona no exista. «Creemos que distributiva.
la existencia de una persona no implica La cuestión que nos quedaría pendiente
nada más que la ocurrencia de unos acon- es la siguiente: ¿se puede mantener la con-
tecimientos mentales y físicos (...) Nega- fianza en la posibilidad de la justicia dis-
mos que una persona sea una entidad cuya tributiva a pesar de estar comprometido
existencia es separable de su cerebro y de con una visión reduccionista de la iden-
su cuerpo, y de la ocurrencia de sus acon- tidad personal? La respuesta que puedo
tecimientos» 20. El individuo y la comuni- dar comienza negando la importancia de
dad se funden en una misma masa moral la pregunta. No creo que tengamos argu-
indiferenciada. «Según mi opinión, la mentos fuertes —como los que propone
visión utilitarista se puede basar, no en la Parfit— que nos obliguen a relacionar tan
disolución de la persona, sino en su parcial estrechamente los conceptos de identidad
desintegración. Puede descansar en el pun- personal y de justicia distributiva. La iden-
to de vista de que la vida de una persona tidad personal es un problema propio de
es menos profundamente integral de lo que la filosofía de la mente, no de la filosofía
la mayoría de nosotros asumimos. Los uti- moral. Y a pesar de que sin duda el asunto
litaristas pueden tratar los beneficios y las de la identidad personal es uno de los más

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importantes de su disciplina, el hecho de sabilidad personal sobre el origen y la satis-


que hasta hoy se haya mostrado filosófi- facción de las preferencias. En el caso de
camente irresoluble apoya la idea de no Dworkin, la desaprobación al utilitarismo
considerarlo tan importante como para se centra en su incapacidad para distinguir
rechazar la idea de una identidad moral entre las preferencias externas y las per-
de las personas. Al fin y al cabo, la mayoría sonales. Ambas críticas coinciden, pues, en
de nosotros seguimos creyendo las pala- un mismo objetivo: el de salvaguardar la
bras de Rawls cuando declara que «aun libertad individual contra la voluntad
así, y por acogernos al ejemplo del texto, colectiva.
supongo que todos estaremos de acuerdo ¿Cómo lo consiguen? Afirmando la per-
en que, a efectos de la vida pública, Saúl sona moral en su individualidad y llenán-
de Tarso y san Pablo el Apóstol son la dola de nuevos contenidos morales. Bási-
misma persona. La conversión es irrele- camente, la concepción liberal-igualitarista
vante desde el punto de vista de nuestra reincorpora las ideas de autonomía y de
identidad pública o institucional» 22. responsabilidad en el individuo. Un texto
de K. Arrow sirve a Rawls para confirmar
la ausencia de individualidad y de auto-
La antropología moral rawlsiana nomía en la persona desnuda (bare person)
del utilitarismo: «Reducir al individuo a
En respuesta a la teoría utilitarista de la una lista especificada de cualidades es
justicia han surgido los igualitarismos libe- negar su individualidad en un sentido pro-
rales contemporáneos, desde los bienes- fundo. De una forma que no puedo expre-
tarismos matizados de Arneson 23 , sar bien y de cuya defensa tampoco estoy
Cohen 24, Roemer 25 y Sen 26 hasta los muy seguro, la autonomía de los indivi-
recursismos 27 más sobresalientes que duos, un elemento de inconmensurabilidad
representan Dworkin 28 y Rawls. Pero es entre las personas, parece ser negada por
sin duda este último quien con mayor la posibilidad de comparaciones interper-
maestría ha argumentado en oposición al sonales» 29. Sin embargo, Rawls cree que
utilitarismo y ha puesto las condiciones de Arrow no distingue todavía la individua-
reflexión que han seguido sus colegas libe- lidad de la autonomía 30. No es suficiente
rales. Por otro lado, si hay algo que une afirmar la individualidad de la persona,
a los diferentes igualitaristas liberales es también hay que reconocer su capacidad
su concepción de la igualdad moral, cen- para erigirse en fuente de moralidad. Para
trada en una visión kantiana de la mo- llevar a cabo este segundo paso, Rawls
ralidad, que incluye una determinada rechaza la concepción bienestarista de la
concepción de la persona, la libertad y la persona que impregna al utilitarismo y la
igualdad, como enseguida pondré de mani- sustituye por una visión kantiana que acen-
fiesto. túa la autonomía como la garantía de la
Como ya hemos visto, el utilitarismo eli- libertad y la igualdad moral del individuo.
mina la individualidad diluyéndola en la La autonomía, a su vez, conduce a la
masa indiferenciada de la comunidad. Es idea de responsabilidad. Si el individuo
como reacción a esa impersonalidad que posee autonomía moral, se le puede res-
se tienen que entender, sobre todo, las crí- ponsabilizar por la satisfacción de sus
ticas de Rawls y de Dworkin, seguramente deseos. El utilitarismo no incorpora esa
los más kantianos del grupo de los igua- idea de responsabilidad personal porque
litaristas liberales. La no-separabilidad de no se plantea ningún tipo de evaluación
las personas enciende la objeción rawlsiana moral sobre la bondad de las preferencias.
a favor de la individualidad y la respon- Éstas son tan soberanas desde el punto

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de vista político y ético como impermea- cultura política que todos los demócratas
bles a la crítica moral. Solamente el reco- comparten. La base de la justicia no es
nocimiento de la autonomía moral del indi- un modelo perfeccionista del ser humano
viduo permite poderle responsabilizar por o una intuición ilustrada, sino un hecho
la satisfacción de sus deseos, porque la histórico.
autonomía moral incorpora una idea de La concepción política de la justicia se
igualdad moral más amplia o sustantiva concibe, pues, como un hecho. A partir
que la igualdad formal del utilitarismo. de aquí, hay que encontrar la fórmula que
La autonomía y la responsabilidad articule las instituciones liberales y demo-
morales presiden la concepción rawlsiana cráticas para desocultar los principios de
de la persona. La concepción moral de la la justicia que se encuentran latentes en
persona puede ser considerada como el nuestra cultura. La base de esta fórmula
núcleo de la teoría de la justicia en es reconocer que, de hecho, en la cultura
Rawls 31. Él insiste reiteradamente en que política de nuestra sociedad democrática
su concepción de la persona moral se tiene compartimos una específica concepción
que adecuar a la concepción política de moral de la persona capaz de imponerse,
la justicia. De esta manera, el liberalismo dentro de la concepción política de la jus-
político de Rawls quiere eludir las con- ticia, a todas las visiones metafísicas del
cepciones perfeccionistas o metafísicas de individuo y de la sociedad.
la justicia que se basan en alguna doctrina
Para Rawls, esta concepción política de
religiosa, filosófica o moral. Con el obje-
la persona se identifica con el ideal del
tivo de diseñar una concepción de la jus-
ciudadano democrático, un ciudadano que
ticia que logre el consenso 32 de todos los
es libre e igual. La persona es libre en tres
miembros razonables 33 de la sociedad,
sentidos. En primer lugar, porque se reco-
Rawls cree necesario partir de una con-
cepción política de la justicia que incluya, noce a sí misma la facultad moral de
a su vez, una concepción política de la per- concebir el bien, con la opción de poder
sona moral. cambiar la idea del bien siempre que lo
Como se sabe, la concepción política de considere oportuno. Por ese motivo la con-
la justicia tiene tres características. En pri- cepción de la persona no está sujeta a una
mer lugar, es una concepción moral que idea específica del bien. Lo valioso para
se tiene que aplicar exclusivamente a las la vida humana se puede modificar con
instituciones sociales, políticas y económi- el tiempo. En cambio, estas modificaciones
cas o, en términos rawlsianos, a la estruc- no alteran la personalidad moral del ciu-
tura básica de la sociedad. En segundo dadano, que permanece estable dentro de
lugar, y aunque se trata de una concepción la concepción política de la justicia. Se
moral, adopta un punto de vista indepen- garantiza así que los derechos básicos de
diente (freestanding view) respecto a las dis- la persona no se puedan ver alterados con
tintas visiones del bien. El objetivo es evitar las transformaciones en la idea del bien,
el totalitarismo ético en que caen el uti- porque están ligados al hecho fundamental
litarismo y las formas de perfeccionismo de la igualdad moral. Además, permite que
en la definición de la justicia. Finalmente, la identidad moral de la persona pueda
Rawls fundamenta el punto de vista inde- combinar los compromisos morales de la
pendiente en la cultura política de las vida pública, presididos por los derechos
sociedades democráticas. La concepción y los deberes del ciudadano, con los com-
política de la justicia no quiere responder promisos morales en su vida privada. Estos
a ninguna doctrina metafísica, sino que últimos pueden variar sin que el cambio
pretende ser una mera derivación de la afecte a los primeros.

ISEGORÍA/24 (2001) 231


NOTAS Y DISCUSIONES

En segundo lugar, las personas son de los principios de la justicia es actuar


libres porque se ven a sí mismas como a partir de imperativos categóricos en el
fuentes autolegitimadoras (self-authentica- sentido de que se aplican a todos nuestros
ting sources) de exigencias morales válidas, objetivos particulares» 35. Los principios de
es decir, como creadoras y evaluadoras de la justicia ejercen como imperativos cate-
principios morales. Al margen de toda góricos porque las personas que los esco-
autoridad y jerarquía social, cada persona gen son plenamente autónomas en las con-
es autónoma para juzgar su propia mora- diciones ideales de la posición original.
lidad. La persona que se esconde tras el velo
En tercer lugar, y dada la autonomía de ignorancia es, pues, el sujeto trascen-
moral, las personas son libres porque se dental kantiano. Recordemos que el sujeto
responsabilizan de sus fines y sus prefe- kantiano es trascendental por dos motivos:
rencias. Las personas no son portadoras uno epistemológico y otro moral. El argu-
pasivas de deseos, como en el utilitarismo, mento epistemológico dice, brevemente, lo
sino que tienen la capacidad de asumir res- siguiente: no puedo conocer nada sin dar-
ponsabilidad sobre sus objetivos morales. me cuenta de que es un yo quien conoce.
Son responsables de ajustar sus deseos al Por tanto, introspectivamente, la persona
conjunto de recursos que con justicia (des- descubre un yo portador de sus experien-
pués de actuar los principios de la justicia) cias, el lugar donde ocurren los deseos,
les corresponden. las inclinaciones, las disposiciones, etcéte-
La concepción moral de la persona tiene ra. Ahora bien, esta autoconciencia se ve
además los atributos de racionalidad y limitada por las constricciones kantianas
razonabilidad. Ambos son también heren- del conocimiento humano. No podemos
cia de la filosofía kantiana. Así, la racio- conocer qué hay detrás del objeto de las
nalidad o capacidad de perseguir el propio experiencias, porque de algo así no pode-
bien y la razonabilidad o capacidad de mos tener ninguna experiencia. Sin embar-
tener un sentido de la justicia son una deri- go, necesitamos presuponer una unidad
vación del concepto de autonomía moral del yo detrás del objeto de las experiencias,
en Kant. La exigencia kantiana de auto- unidad que configura al sujeto. Dado que
nomía queda reflejada en el velo de igno- no podemos conocer al sujeto —porque
rancia de la posición original, donde las sólo podemos conocer a través de la expe-
personas están impedidas para escoger riencia—, pero éste es condición de posi-
principios heterónomos de la justicia. La bilidad del conocimiento, hablamos de un
persona que hay detrás del velo de igno- sujeto trascendental.
rancia no es un sujeto empírico, sino, para- Si el argumento epistemológico presu-
fraseando a Kant, «el sujeto de los fines, pone la individualidad como condición de
es decir, el ser racional mismo, que nunca posibilidad del conocimiento, el argumen-
se tiene que poner como fundamento de to moral la presupone como condición de
las acciones como un simple medio, sino posibilidad de la acción moral. Como obje-
como suprema condición limitativa en el to de experiencias, la persona está deter-
uso de todos los medios, es decir, siempre minada por las leyes naturales. En cambio,
al mismo tiempo como un fin» 34. Además, el sujeto de experiencias, que habita en
de la misma manera que, en Kant, los prin- el mundo inteligible, más allá de toda expe-
cipios de la conducta moral que la persona riencia, es libre de las cadenas de las deter-
autónoma se da a sí misma obligan en for- minaciones naturales y, en consecuencia,
ma de imperativo categórico, «los princi- puede ser plenamente autónomo. El sujeto
pios de la justicia son también categóricos dispone de autonomía plena para darse a
en el sentido kantiano (...) actuar a partir sí mismo las leyes morales y obligarse, por

232 ISEGORÍA/24 (2001)


NOTAS Y DISCUSIONES

deber, a cumplirlas. Sólo en este sentido siderar, como interés supremo de la per-
la persona es libre, porque es capaz de sona, la autonomía moral y la libertad.
una acción moral que no está determinada No obstante, y a pesar de su reconocido
por la causalidad de la naturaleza. kantismo, Rawls se aparta de la concepción
En Kant, pues, la libertad y la autono- kantiana de la persona en el rechazo a su
mía de la persona nacen del sujeto tras- idealismo. La persona rawlsiana se encuen-
cendental, un concepto formal de persona tra más cerca del mundo inteligible que
que no se compromete con ninguna idea del sensible, pero no hasta el punto de
sobre el bien o sobre la finalidad de las ignorar los hechos generales que caracte-
acciones morales. Cuando nos pensamos rizan a una comunidad. El ser nouménico
como personas libres, no nos podemos kantiano no necesita del mundo material
pensar como seres empíricos. La libertad para expresarse moralmente. En cambio,
y la autonomía moral son conceptos for- la persona rawlsiana, sin abandonar la abs-
males e independientes de la experiencia, tracción de la trascendentalidad kantiana,
aunque indesligables de la personalidad requiere de un contexto social, político y
moral. económico en el que poderse desarrollar.
Rawls recoge el concepto kantiano de Por este motivo, los miembros de la
persona moral y lo traslada del mundo posición original, si bien desconocen sus
inteligible a la posición original. Los prin- circunstancias particulares, no ignoran los
cipios de la justicia surgen de la elección aspectos generales de la justicia. Gracias
necesaria de unas personas que, detrás del a ese conocimiento, que no se queda oculto
velo de ignorancia, son libres e iguales en bajo el velo de ignorancia, se dan cuenta
el sentido kantiano. Esto quiere decir que de la racionalidad o ventaja mutua de coo-
la fuerza de su elección es equivalente a perar entre sí, dada la condición de escasez
la del imperativo categórico. Rawls entien- moderada que cubre un amplio abanico
de que la principal virtud de una teoría de situaciones sociales. Además, «se da por
de la justicia ha de ser salvaguardar los supuesto que conocen los hechos generales
intereses esenciales de la persona, intere- de la sociedad humana. Entienden las
ses que han de quedar al margen de la cuestiones políticas y los principios de la
negociación entre las preferencias y deseos teoría económica; conocen las bases de la
que las personas se forman en el mundo. organización social y las leyes de la psi-
La mejor protección de esos intereses cología humana» 36. Este argumento, plan-
esenciales se produce velando por la igual teado en su origen en A Theory of Justice
autonomía y libertad individuales que cuando Rawls dibuja a la persona que for-
recoge el primer principio de la justicia ma parte de la posición original, se amplía
y que (insisto en ello) deriva por deducción en Political Liberalism definiendo a la
del máximo interés moral de los miembros sociedad humana en términos históricos.
de la posición original: el interés de pro- De esta manera, la persona moral de ori-
teger la autonomía y la libertad de la per- gen kantiano convive, en la teoría de la
sona respecto de las conveniencias del justicia de Rawls, con la tradición de una
colectivo o de individuos que no quisieran sociedad democrática.
respetar esa igualdad básica en la auto- El sujeto trascendental parece perder
nomía y la libertad. Los principios rawl- así su carácter metafísico y pasa a con-
sianos de la justicia adoptan la forma del vertirse en meramente político, porque no
imperativo categórico kantiano para poder tiene otro destino que la sociedad política
garantizar la igualdad moral, y lo hacen que le legitima y le acoge. El mensaje de
a partir de una concepción moral de la Rawls es, pues, puramente político: si
persona que sigue a la kantiana en con- deseamos definir los principios de la jus-

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NOTAS Y DISCUSIONES

ticia de una sociedad democrática, el argu- vocaría severas injusticias en las personas
mento contractualista que incorpora la que no comparten esa idea. Por esa razón,
concepción política de la persona moral Rawls apuesta por una concepción política
es el más adecuado. La persona política de la persona y de la justicia, para no com-
no se identifica así con la universalidad prometerse con una idea perfeccionista del
kantiana de los seres racionales, sino con bien que le llevaría a tener que afirmar
el ideal político de la ciudadanía demo- una sociedad injusta. En el segundo caso,
crática. la prioridad de lo correcto sobre lo bueno
Sin embargo, con la concreción histórica permite, además, que los ciudadanos se
del individuo moral parece que también responsabilicen de sus deseos y preferen-
se merma la universalidad moral kantiana cias, puesto que todo tipo de deseo o de
en un sentido general. Las sociedades sin acción personal que persiga una idea
una tradición democrática no podrían asu- determinada y particular del bien deberá
mir, o lo harían sólo parcialmente, una ajustarse a las exigencias de lo correcto.
concepción moral de la persona como la Se quiere evitar así, por ejemplo, que las
que el filósofo de Harvard propone. El opiniones mayoritarias o muy intensas que
ideal universalista de persona moral como en un momento dado dominen la vida
base de la igualdad pierde así fuerza cate- social sobre el sexo, las relaciones humanas
górica. Ésta 37 y otras objeciones a la con- o los privilegios de las mayorías y los gru-
cepción rawlsiana de la persona como base pos de poder se impongan a una concep-
de la igualdad moral y de la justicia dis- ción previamente pactada en una situación
tributiva son la materia del siguiente presidida por juicios meditados entre per-
apartado. sonas iguales.
Los críticos a Rawls han encontrado un
terreno fértil en la prioridad de lo correcto
Objeciones a la antropología sobre lo bueno para lanzar sus ataques.
moral rawlsiana Algunos de esos críticos son liberales que
se apartan de la doctrina rawlsiana 38, pero
Existen dos importantes motivos que expli- la mayor parte pertenecen a la corriente
can la testarudez de Rawls por priorizar, comunitarista. La objeción comunitarista
en su concepción moral de la persona, lo de Michael Sandel a la concepción rawl-
correcto sobre lo bueno: una visión anti- siana de la persona es una de las más des-
perfeccionista de la justicia y la atribución tacadas. Sandel argumenta que Rawls no
de responsabilidad personal a los indivi- puede mantener una concepción moral de
duos. En el primer caso, el objetivo es evi- la persona independientemente de las éti-
tar el dominio político de alguna forma cas o valores específicos de la comunidad
de perfeccionismo. El perfeccionismo, tal sin caer o bien en un formalismo abstracto
como él lo define, identifica los intereses y carente de sentido desde un punto de
o las necesidades esenciales de la persona vista moral o bien en la contradicción de
con una visión particular del bien o de per- suponer una unidad moral del yo previa
fección humana. En consecuencia, una teo- al único contexto que puede configurar
ría de la justicia basada en una concepción concepciones morales en el individuo: la
perfeccionista de la persona o de la socie- comunidad. Para Sandel, no es posible
dad debería promover esa visión particular definir una unidad del yo independiente-
del bien por encima de cualquiera otra. mente de que ese yo pertenece a una
Sin embargo, una sociedad de ese tipo, comunidad histórica particular que le iden-
dominada políticamente por una idea tifica y le dota de finalidades morales. Los
excluyente de bienestar o de felicidad, pro- valores no son un sistema de preferencias

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NOTAS Y DISCUSIONES

que la persona escoge libremente. La per- nea, porque omite tanto lo que limita como
sona no es independiente de sus valores, lo que ayuda a definir este aspecto del
como éstos no son independientes de la pensamiento» 42.
comunidad que los crea. Para Sandel, un Sin embargo, dudo que esas críticas sean
yo separado de sus finalidades, el yo deon- efectivas en sus propósitos, sobre todo por-
tológico de Rawls, «privado completamen- que no veo la importancia de debatir si
te de su carácter, es incapaz de autoco- la persona que Rawls presupone como
nocimiento en un sentido moralmente base de la concepción de la justicia existe
relevante. En tanto que el yo aparece de hecho o no. La existencia empírica de
desencarnado y esencialmente desposeído, la persona rawlsiana no es necesaria para
la deliberación sobre los fines propios pue- legitimar la teoría de la justicia que Rawls
de ser un ejercicio de arbitrariedad» 39. propone. Como él mismo declara, «nuestro
Recuperando una expresión de Alasdair razonamiento no nos compromete con una
MacIntyre, otro comunitarista como San- doctrina metafísica particular acerca de la
del, se puede decir que para los comu- naturaleza del yo más de lo que nuestra
nitaristas la persona moral rawlsiana es un participación en una obra teatral, hacien-
fantasma, y los fantasmas no existen 40. do, pongamos por caso, de Macbeth, o de
Otros autores de la órbita comunitarista Lady Macbeth, nos comprometería a pen-
han dirigido sus críticas a la concepción sar que somos realmente un rey o una reina
rawlsiana de la persona. Así, por ejemplo, embarcados en una lucha desesperada por
Charles Taylor discrepa de la idea kan- el poder político» 43.
tiano-rawlsiana del punto de vista impar- Lo que es importante en la concepción
cial de la moralidad individual. No es posi- moral de la persona no es su presencia
ble que la persona pueda adoptar un punto encarnada, sino su capacidad para repre-
de vista imparcial sobre la moral y la jus- sentar la imagen sobre la que se debe pro-
ticia aun habiendo deliberado correcta- yectar nuestra concepción de la igualdad
mente sobre todos los valores en juego. moral. Eso no significa que debamos igno-
Según él, la persona está imbuida de una rar los aspectos psicológicos de la perso-
diversidad de aspectos morales (diversity nalidad moral. Una teoría filosófica o ética
of goods), como la integridad personal, la que imaginase a una persona que piensa
compasión, la justicia, la amistad, la libe- y actúa de forma contraria a los dictados
ración, etcétera, que no puede unificar de la psicología la invalidaría como teoría
coherentemente en un plan racional de normativa. Pero una teoría normativa
vida dominado por la justicia. La incom- sobre la personalidad moral no se debe
patibilidad entre estos diversos bienes reducir a la psicología moral. Es normativa
morales es demasiado común como para porque quiere proyectar una imagen moral
dar opción a una unidad permanente de del tipo de persona que vale la pena ser
criterio 41. Bernard Williams, por su parte, y, como consecuencia, de los atributos
cree que la imparcialidad no resulta una morales de la persona que vale la pena
interpretación adecuada de la justicia por- defender y proteger colectivamente. Por
que representa deficientemente el dominio esa razón, creo que la crítica comunitarista
de los fenómenos morales. En consecuen- a la personalidad moral rawlsiana no altera
cia, «el hábito de la filosofía moral, par- el propósito de Rawls.
ticularmente en su forma kantiana, de tra- Por otro lado, Rawls no pretende que
tar a las personas en abstracto respecto su concepción de la persona, la imagen
a su carácter, no es tanto un mecanismo sobre la que proyectar nuestro sentido de
legítimo para afrontar un aspecto del pen- la igualdad moral, dependa de algún tipo
samiento como una interpretación erró- de verdad ética, sino de la legitimidad

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NOTAS Y DISCUSIONES

pública. Ahora bien, hay que tener en pecto a las concepciones personales del
cuenta que ésta no se adquiere socioló- bien, pero admite que este tipo de neu-
gicamente, es decir, a través de un con- tralidad no se puede basar en un antiper-
senso fáctico, sino moralmente, a través feccionismo político, porque —y aquí
del compromiso con una determinada idea Dworkin se coloca del lado de los comu-
de la persona que Rawls espera que obten- nitaristas— detrás de toda concepción de
ga el máximo reconocimiento público den- la justicia tiene que haber un compromiso
tro de una cultura democrática occidental. ético individual que dé fuerza categórica
Por esa razón, creo que lo importante tam- a los mandatos del derecho. La fundamen-
poco no es discutir, como quiere el comu- tación de la concepción rawlsiana de la per-
nitarismo, si la concepción rawlsiana de sona en los ideales «latentes en la cultura
la persona responde a una idea metafísica pública de una sociedad democrática» es
o estrictamente política. El debate debería insuficiente para obtener un sólido con-
centrarse en saber si realmente estamos senso moral, ya que, según Dworkin, la
de acuerdo con Rawls en que la prioridad historia de toda comunidad incluye tanto
moral de la justicia distributiva debe estar la tradición como la controversia.
centrada en la protección de la capacidad Dworkin cree haber encontrado esa
de las personas para formar, revisar y fuerza categórica en una ética del desafío
modificar los valores que la vinculan con (que, según él, debería caracterizar a todo
la sociedad. Dicho de otra manera: no me liberal) que tiene su contrapunto en una
interesa tanto si la idea de autonomía ética del impacto 44. El perfeccionismo y
moral responde a un ideal metafísico de el utilitarismo siguen una ética del impacto
la persona, como cree el comunitarismo, para llegar a los principios de la justicia.
o si se puede reducir a un ideal meramente Usar el bienestar, las preferencias o las
político, como mantiene Rawls; lo que con- virtudes morales como el criterio de la jus-
sidero que merece más nuestra reflexión ticia supone valorar la bondad de una vida
es saber de qué modo debemos entender en función de las consecuencias o el impac-
la autonomía moral de la persona, dentro to de esa vida en el mundo. El impacto
de las prioridades de la justicia distributiva, producido por la vida de una buena per-
cuando entra en colisión con otros valores sona es la diferencia que su vida produce
como el bienestar o las necesidades huma- en el valor objetivo del mundo. La idea
nas. Si la defensa de la autonomía nos vela es que una vida puede tener más o menos
el interés de las personas por satisfacer valor no porque vivirla de una manera par-
sus necesidades básicas de bienestar, si la ticular sea intrínsecamente valioso, sino
protección de la autonomía nos aleja de porque vivirla así tiene mejores consecuen-
la satisfacción de las necesidades básicas cias que vivirla de otra forma.
de los seres humanos, entonces habrá que En cambio, la ética del desafío no otorga
poner en duda si la estrategia rawlsiana la bondad de una vida a las consecuencias
de fundamentar la justicia en un ideal de que ésta tiene en el mundo, sino que adop-
persona excesivamente ligada a la libertad ta el punto de vista aristotélico que afirma
formal es la que mejor representa nuestras que una vida buena posee el valor inhe-
intuiciones éticas sobre la igualdad moral. rente de un ejercicio ejecutado con des-
A medio camino entre el comunitarismo treza. La bondad de una vida reside en
y el liberalismo, Dworkin ha propuesto una la superación del desafío de vivir. Por tan-
particular e interesante concepción de la to, el objetivo de la justicia basada en la
moralidad pública. Como buen liberal, ética del desafío no puede ser ni aumentar
comparte con Rawls el deseo de que la ni igualar el bienestar de las personas.
acción del Estado se mantenga neutral res- Toda concepción del bienestar supone una

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NOTAS Y DISCUSIONES

concepción de los recursos que hacen falta ción mayor. «Eso supondría gratuitamente
para obtener ese bienestar. Lo que hay que que tener más está realmente en los inte-
distribuir son los recursos necesarios para reses de aquellos que, de hecho, tendrán
afrontar los desafíos, y puesto que la igual- más. Por nuestra parte, no pensaremos que
dad moral exige tratar con igualdad a todas tener más riqueza esté en los intereses de
las personas en lo que es moralmente rele- la mayoría a no ser que el esquema de
vante para llevar una vida buena, la ética asignación sea justo» 46. Una teoría de la
del desafío propone que la igualdad de justicia solamente es buena si se trata de
recursos sea la mejor interpretación de la una teoría correcta, pero esa superioridad
justicia distributiva. La ética del desafío de lo correcto sobre lo bueno no obedece
logra, de esta manera, conciliar ética y polí- a una prioridad de la justicia sobre el bien,
tica en una sola visión liberal e igualitarista sino a una fusión de ambos en la figura
de la justicia. Es liberal por cuanto nadie del liberal ético. Esa fusión permite esqui-
decide en qué debe consistir el desafío de var la crítica comunitarista que denunciaba
una vida buena excepto la propia persona. a la concepción rawlsiana de la persona
Y cree eludir los ataques comunitaristas por mantener una moralidad pública (ba-
a la concepción rawlsiana de la persona sada en las convicciones formales sobre la
por cuanto las personas que se compro- justicia) escindida de la moralidad privada
meten con la ética del desafío son personas (dominada por los compromisos persona-
reales, a diferencia de los miembros de la les con la vida buena).
posición original en Rawls. Son personas El punto de vista de la concepción polí-
que, desprovistas de cualquier tipo de velo, tica de la persona en Dworkin no es impar-
saben todo lo que la gente real sabe sobre cial, como en Rawls. El compromiso polí-
sus propios intereses, convicciones y situa- tico de la persona con la igualdad implica
ciones. Lo único que ahora hace falta para también un compromiso personal con la
que la ética del desafío funde una teoría igualdad en la moralidad privada 47. La
de la justicia basada en la igualdad de igualdad no puede ser únicamente una
recursos es que sea ampliamente compar- cuestión procedimental de elección de
tida por los miembros de la sociedad. principios. Si realmente estamos compro-
Dworkin cree que todos los ciudadanos de metidos con la igualdad, este compromiso
talante liberal deberían entender que la se tiene que reflejar en la perspectiva per-
ética del desafío representa adecuadamen- sonal de la justicia.
te sus convicciones sobre la mejor forma A pesar de esto, aunque la concepción
de combinar la moral pública (la justicia) dworkiniana de la persona difiere de la
y la moral privada 45. rawlsiana en cuanto a su naturaleza, creo
La personalidad moral no puede ser un que se sigue asemejando en cuanto a su
ideal que compartimos de forma abstracta contenido moral. Desde el punto de vista
pero que no seguimos en nuestro compor- de la naturaleza ética de la persona, Dwor-
tamiento cotidiano. Para Dworkin, el libe- kin sustituye la persona desencarnada e
ral ético es alguien que, además de tener imparcial por otra comprometida sustan-
un interés básico en perseguir su propio cialmente —y no sólo formalmente— con
bien, no desea más recursos de los que un sentido de la justicia —la que se deriva
le corresponden por justicia. Como per- de la ética del desafío— pero, desde la
sona racional que es, espera que una parte perspectiva del contenido moral de la per-
justa de los recursos para él sea la mayor sona, mantiene la prioridad de la capa-
parte posible, pero sabe que eso no le da cidad de elección entre las diversas mane-
derecho a negociar a favor de una teoría ras de vivir por encima de una concepción
de la justicia que le asigne, a él, una por- más amplia que integre al bienestar y a

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NOTAS Y DISCUSIONES

las necesidades humanas. Precisamente Dworkin distribuye los recursos con


ésa es una de las intenciones de Dworkin igualdad porque únicamente atiende al
con su ética del desafío: la de alejar de desafío de llevar adelante una vida buena,
los criterios de la justicia toda noción refe- desafío que formalmente todas las perso-
rida al bienestar y a las necesidades mate- nas comparten por igual, y espera que esas
riales de las personas. Por eso la concep- mismas personas adapten sus preferencias
ción ética de la persona desemboca en una diferentes a esos recursos iguales. Ése es
igualdad inicial de recursos, previa a toda el sentido que Dworkin da a la respon-
valoración acerca del bienestar y las nece- sabilidad individual. Pero ignora que esas
sidades desiguales. E, insistiendo en la preferencias no siempre son producto de
prioridad de la autonomía, también man- la libertad de elección, sino que a veces
tiene la responsabilidad individual por la provienen de una libertad condicionada.
satisfacción de las preferencias: eso es lo Me refiero sobre todo a los casos en que
que le lleva a afirmar que las personas las personas adaptan las preferencias a las
deben responsabilizarse de los recursos condiciones objetivas de su entorno inme-
que la justicia les entrega (no tienen dere- diato o histórico. Este tipo de preferencias
cho a más ni a menos recursos de los que adaptativas se desarrollan racional pero
les corresponden por igualdad). Con esos involuntariamente. Son racionales por
recursos deben llevar adelante sus planes cuanto buscan el ajustamiento de las aspi-
de vida. raciones individuales a las posibilidades
Sin embargo, esa visión de la justicia percibidas como reales, pero son, además,
se vuelve contra las intenciones igualita- involuntarias porque ese ajustamiento vie-
ristas del propio Dworkin de no respon- ne forzado por las circunstancias y no como
sabilizar a las personas por las circunstan- resultado de una opción consciente y medi-
cias que no controla y que, no obstante, tada sobre diversas alternativas efectiva-
influyen en sus planes de vida. Porque, ¿no mente disponibles. Las preferencias con-
es cierto que la libertad de elección de dicionadas por esos factores se pueden
las personas sobre lo que para ellas es una convertir en convicciones como conse-
vida buena depende en un grado bastante cuencia de los procesos cognitivos que
elevado de su posición en la sociedad y explican las llamadas preferencias adap-
de la conciencia de su capacidad para tativas 48. La preferencia de los esclavos
intentar llevar adelante sus decisiones? Si de no liberarse, la de las mujeres por acep-
el tipo de vida que alguien quiere para tar un papel de sumisión ante los hombres
sí depende del conocimiento de lo que pue- o la de los niños por reproducir los roles
de hacer y de lo que puede llegar a ser, sociales y profesionales de sus padres son
¿no es cierto que hay individuos que tienen ejemplos típicos de esa clase de preferen-
un margen de elección más reducido a cau- cias. La desigualdad material condiciona
sa precisamente de ocupar una posición injustamente a las preferencias adaptati-
social más limitada en recursos —econó- vas. Luego si responsabilizamos por com-
micos, sociales, educativos y culturales—? pleto a las personas por ese tipo de pre-
Las preferencias de las personas están ferencias, estamos violando el mismo prin-
determinadas en gran parte por una desi- cipio que queremos justificar, a saber, que
gualdad de bienestar y de satisfacción de deberíamos igualar las circunstancias
necesidades que la teoría de la justicia en sociales y naturales que la persona no ha
Dworkin se obstina en ignorar para no caer escogido 49.
en los efectos morales perversos que él Tanto Rawls como Dworkin se obstinan
mismo denuncia en las teorías bienesta- en defender una concepción de la persona
ristas. cuya prioridad moral es proteger la auto-

238 ISEGORÍA/24 (2001)


NOTAS Y DISCUSIONES

nomía racional del individuo, es decir, su dependen de que existan unas condiciones
capacidad para formar, revisar y perseguir materiales, educativas, culturales y hasta
las ideas particulares del bien, por encima sanitarias que permitan que las diversas
de cualquiera consideración sobre las opciones estén efectivamente disponibles
necesidades materiales y otras capacidades para el individuo. No es suficiente con
de las personas. La prioridad de la auto- tener el permiso legal de ejercer la auto-
nomía moral se justifica políticamente por nomía. También es preciso poder ser capaz
el temor a los abusos del igualitarismo de llevarla a cabo. Para ello son necesarios
social. Ese temor queda recogido, por recursos económicos —públicos o priva-
ejemplo, en la tesis rawlsiana sobre el dos—, habilidades educativas, valores cul-
orden lexicográfico de los principios de la turales y hasta una buena salud suficientes
justicia, que prohíbe que las libertades para ejercer la libertad con seriedad y con
individuales se puedan canjear por venta- responsabilidad. Una teoría de la justicia
jas socioeconómicas. Cuando en alguna comprometida con la autonomía moral
ocasión se ha acusado a Rawls de ser, por debería incorporar a la concepción de la
esa razón, excesivamente liberal 50, de aca- persona la satisfacción de las condiciones
bar defendiendo una idea de libertad materiales mínimas o suficientes para el
demasiado formal y de justificar una ejercicio completo de esa autonomía. Las
amplia desigualdad material 51, éste ha personas deseamos decidir por nosotras
intentando sacudirse de encima la crítica mismas el tipo de vida buena que quere-
señalando la conveniencia de priorizar la mos llevar, contra cualquier dictado exter-
libertad sobre el valor de la libertad. Más no, aun el más bienintencionado. Eso debe
allá de la aplicación de esta última a las perseguir la defensa política y ética de la
libertades políticas, que es la única con- autonomía moral del individuo. Pero esa
cesión de Rawls a este tipo de críticas, voluntad es vacía si no podemos llevar una
resulta «irracional, superfluo y socialmente vida libre de impedimentos externos para
divisorio» garantizar un igual valor de la poder sacar adelante nuestros proyectos
libertad que suponga mezclar las conside- morales. Una sólida tradición liberal ha
raciones económicas con las libertades 52. llamado libertad positiva a la primera parte
La prioridad de la libertad sobre el valor de ese anhelo (soy yo quien controla y
de la libertad responde a una primacía éti- determino lo que hago y lo que soy) y liber-
ca de la autonomía moral del individuo tad negativa a la segunda parte (el ámbito
por encima de otros aspectos morales de en el que se me deja o se me debe dejar
la persona como el bienestar, las necesi- hacer o ser lo que soy capaz de hacer o
dades o las capacidades. Y esa primacía ser). Sin suficientes recursos materiales y
se debe al deseo de proteger la autonomía culturales al alcance las personas, la capa-
moral del individuo contra los abusos del cidad de hacer o ser lo uno es capaz de
colectivo. Pero ese blindaje de la autono- hacer o ser es una mera declaración de
mía impide llevar a cabo su misma fina- intenciones. El ejercicio de mis capacida-
lidad práctica: la libertad de escoger res- des no depende únicamente de mi volun-
ponsablemente una vida buena. Los libe- tad de llevarlas a cabo, sino también de
rales kantianos no saben reconocer que si todos esos factores externos que tienen que
la autonomía moral se recoge únicamente ver con la economía, la educación, la cul-
en las libertades formales, entonces no se tura y la salud.
puede asegurar una libertad real de elec- Eso no significa que debamos invertir
ción. Las elecciones personales, incluidas ahora, como temen los liberales kantianos,
las elecciones morales, dependen de algo el orden de la prioridad y que, por con-
más que de una opción formal o legal, siguiente, las condiciones de la libertad

ISEGORÍA/24 (2001) 239


NOTAS Y DISCUSIONES

deban anteponerse a la misma libertad. feccionismo puede restringirse a una teoría


Resultaría una injusticia aún mayor ante- moral de la naturaleza humana 53. El per-
poner el valor de la libertad a la misma feccionismo en sentido fuerte viola clara-
libertad. La libertad formal es condición mente nuestras intuiciones morales sobre
necesaria, aunque no suficiente, de la jus- la libertad y la igualdad de las personas.
ticia. Hace falta integrar a los medios de Pero el perfeccionismo en sentido débil,
la libertad en la libertad misma. Los creo que no sólo no pone en peligro la
medios de la libertad deben sumar, no res- libertad y la igualdad, sino que las estimula
tar, libertad. y las protege contra las insuficiencias del
kantismo.
Aún más, se puede afirmar que, bajo
Justicia y perfeccionismo esa distinción, la misma concepción moral
de la persona en Rawls o en Dworkin res-
Ahora bien, para llevar a cabo la iden- ponde al perfil de un tipo de perfeccio-
tificación de la libertad con el valor de la nismo débil. Las dos facultades morales
libertad en una teoría liberal e igualitarista de la persona rawlsiana o la ética dwor-
de la justicia se debe modificar la concep- kiniana del desafío representan ya una for-
ción moral de la persona de origen kan- ma de excelencia mínima, un ideal moral
tiano que hasta ahora han defendido auto- que, en el caso de Rawls, afecta a todos
res como Rawls y Dworkin. Y el primer los miembros de la cultura democrática
paso que deberíamos dar en esa dirección occidental, mientras que en Dworkin se
es poner en cuestión su antiperfeccionis- restringe a los liberales éticos. En la medi-
mo. Pero no, como querrían los comuni- da en que ambos defienden sus respectivas
taristas, para sustituirlo por una visión teorías morales de la naturaleza humana
moralmente perfeccionista de la persona. contra sus posibles competidoras, entran
La concepción tradicional del perfeccio- en el debate del perfeccionismo sobre los
nismo —la que proponen los comunita- componentes básicos de la personalidad
ristas y contra la cual se enfrentan los libe- moral. Otra cosa bien distinta es que sus
rales kantianos como Rawls y Dworkin— propuestas resulten inadecuadas desde el
considera que existen formas de vida más punto de vista de la justicia.
valiosas que otras y, como consecuencia, En las teorías de la justicia, la igualdad
independientemente de la voluntad de los se deriva de una concepción moral de la
individuos, propone que el Estado se sienta persona, y ésta representa ya una forma
legitimado para ejercer una coerción des- de perfeccionismo, aunque se trate de un
tinada a obligar a la gente a alcanzar la perfeccionismo en sentido débil. La jus-
excelencia en la forma de vida superior. ticia, pues, es un principio relativo a la
Paralelamente, los recursos se deberían igualdad moral y ésta, a su vez, implica
distribuir con el objetivo de favorecer a una determinada concepción moral de la
los que llevan una vida de excelencia. En persona. Aún más, si no reconocemos
esa situación, el elitismo sustituye a la algún tipo de perfeccionismo, aunque sea
igualdad de oportunidades. en sentido débil, sobre la naturaleza moral
Sin embargo, existe otra forma de con- de la persona, no tiene sentido buscar una
cebir el perfeccionismo. El tipo de per- base moral de la igualdad y de la justicia
feccionismo que los kantianos rechazan distributiva.
responde a una versión en sentido fuerte, Llegados a este punto, creo que el deba-
dominada por una visión amplia y com- te filosófico sobre la justicia distributiva
pleta de las virtudes y la excelencia huma- se debería centrar, entonces, en la bondad
nas. En cambio, en su sentido débil, el per- de las teorías éticas sobre la naturaleza

240 ISEGORÍA/24 (2001)


NOTAS Y DISCUSIONES

humana como soporte conceptual de nues- compromiso con la individualidad más


tras intuiciones morales sobre la justicia. insolidaria, Nozick llega a afirmar la inmo-
En ese debate, hemos visto que el utili- ralidad de la misma justicia distributiva,
tarismo resulta inapropiado para funda- que se propone redistribuir (usurpar) bie-
mentar una teoría de la justicia distribu- nes privados sobre los cuales individuos
tiva, pues ni siquiera respeta una de sus libres tienen derechos de propiedad 55.
condiciones iniciales: el respeto por la indi- El individualismo de los liberales más
vidualidad. En oposición al utilitarismo, las igualitaristas como Rawls o Dworkin no
teorías de la justicia de Rawls y de Dworkin confunde la separabilidad de las personas
recuperan la concepción kantiana de la con el aislamiento social, pero su indivi-
personalidad moral basada en la prioridad dualismo de origen kantiano no produce
de la individualidad y la autonomía. Pero, suficiente fuerza categórica para funda-
en su caso, se trata de una individualidad mentar una teoría de la justicia distributiva
excesivamente formal y exenta de conte- que absorba buena parte de nuestras intui-
nidos morales para conectar solidariamen- ciones morales básicas sobre las exigencias
te a los seres humanos. Por esa razón, es materiales tanto de la autonomía como de
tan ciega a los aspectos distributivos de la solidaridad interpersonal. Debemos bus-
la justicia como lo era la ausencia de indi- car una teoría ética de la naturaleza huma-
vidualidad en el utilitarismo. na que refleje con más éxito nuestras intui-
Un ejemplo ilustrativo lo tenemos en ciones sobre la igualdad moral y que sirva
el ultraliberal Robert Nozick. Junto a de fundamento para una nueva teoría de
Rawls, Nozick es un ferviente opositor de la justicia distributiva coherente con esas
la concepción utilitarista de la persona, y intuiciones.
su principal argumento en contra consiste Uno de los intentos más sobresalientes
también, como en el caso de Rawls, en que ha producido la filosofía moral con-
mostrar la impersonalidad del utilitarismo temporánea en este sentido lo representa
y una de sus más denunciadas implicacio- la obra de Martha Nussbaum. Para esta
nes éticas: la violación de las libertades filósofa norteamericana, los ataques del
y los derechos individuales. «Hay sólo per- liberalismo al perfeccionismo 56 en sentido
sonas individuales, diferentes personas fuerte están plenamente justificados. Ese
individuales, con sus propias vidas indivi- tipo de perfeccionismo, que considera que
duales. Usar a uno de estos individuos en la verdad de la estructura de la realidad
beneficio de otros es usarlo a él y beneficiar es independiente de toda interpretación
a otros. Nada más... Hablar de un bien humana, va en contra de nuestros valores
social superior encubre esta situación (¿in- más arraigados sobre la autonomía moral.
tencionalmente?). Usar a una persona en En consecuencia, una teoría perfeccionista
esta forma no respeta, ni toma en cuenta que afirmase que el sexismo o el racismo
suficientemente, el hecho de que es una son naturales y que la sociedad los debe
persona separada, que ésta es la única vida promover contravendría nuestras intuicio-
que tiene. Él no obtiene algún bien pre- nes más básicas sobre la igualdad moral.
dominante por su sacrificio y nadie está Sin embargo, los críticos de ese tipo de
facultado a forzarle a esto» 54. No obstante, perfeccionismo han extendido injustifica-
Nozick, en su propósito de afirmar rotun- damente sus objeciones a toda clase de
damente la individualidad, deriva unas res- perfeccionismo. En cambio —piensa Nuss-
tricciones morales libertaristas que hacen baum—, las teorías éticas sobre la natu-
de los individuos islotes incomunicados y raleza humana que surgen de los factores
desinteresados entre sí, aun perteneciendo históricos con el objetivo de definir las
a la misma sociedad. En el límite de ese necesidades y las funciones humanas bási-

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NOTAS Y DISCUSIONES

cas no deberían estar sujetas a las obje- de las capacidades humanas básicas que
ciones tradicionales que el liberalismo ha una sociedad liberal comprometida con la
dirigido al perfeccionismo. igualdad debería tener en cuenta como
Al igual que Rawls, Nussbaum recupera base de la justicia distributiva. La lista tien-
la perspectiva histórica al trazar los límites de a ser muy pormenorizada. Tal vez en
de la personalidad moral, pero a diferencia exceso, sobre todo porque el detallismo
de aquél, abandona el punto de vista kan- le ha supuesto numerosas y acertadas crí-
tiano por el aristotélico. Para ella, las fuen- ticas sobre la justificación dudosa de algu-
tes históricas no se deben reducir exclu- nas de las necesidades básicas universales
sivamente a los textos y documentos de que en ella aparecen.
la tradición política constitucional. Se tie- Sustancialmente, la lista trata de reflejar
nen que ampliar a otras tradiciones (in- que, a lo largo de la historia de la huma-
cluidos «los mitos y las historias que sitúan nidad, las personas han coincidido en nece-
al ser humano en algún lugar del univer- sitar la propia vida, la salud, el alimento
so») que intentan definir lo que es indis- y el abrigo, la capacidad de pensar, ima-
cutiblemente humano. De la visión que a ginar, reír, jugar y sentir placer, el afecto
lo largo de la historia las personas han y los vínculos familiares y sociales con los
hecho de sí mismas tenemos que extraer demás, y el libre compromiso con una con-
los elementos comunes (la humanidad cepción particular de la vida buena. Son
común) que tiene que ver con nuestras unas necesidades y capacidades valiosas
capacidades y nuestras necesidades. En por sí mismas, es decir, en el sentido kan-
este sentido, en consonancia con el libe- tiano de la dignidad, no intercambiables
ralismo, el ideal de persona no será meta- entre sí. Para Nussbaum, la satisfacción de
físico, porque «no pretende derivarse de esas necesidades básicas representa una
ninguna fuente externa a las interpreta- condición ineludible de una teoría de la
ciones y evaluaciones de sí mismos que los igualdad comprometida tanto con la liber-
seres humanos han realizado de hecho a tad como con la diferencia. La libertad de
lo largo de la historia. Tampoco se trata elección es una más de las necesidades que
de recurrir a ninguna metafísica singular tiene el ser humano en su desarrollo moral.
o tradición religiosa. Su objetivo es ser tan Pero la igualdad moral no partiría ahora
universal como sea posible» 57. de la sola y formal libertad de elección,
La capacidades y las necesidades huma- como creen Rawls y Dworkin inspirándose
nas básicas responden a una concepción en Kant, sino de la satisfacción de unas
del bien que Nussbaum llama concepción necesidades básicas sin las cuales ni siquie-
amplia y vaga de la persona (thick vague ra la libertad de elección es posible.
conception of the human being), que se deri- Las ideas de Nussbaum intentan reflejar
va a su vez de una concepción amplia y en parte las tesis de Amartya Sen sobre
vaga del bien, en contraposición a la teoría la justicia social. Sen ha sabido captar la
restringida del bien (thin theory of the good) estrecha relación que hay entre la libertad
que, en Rawls, coincide con la concepción y el valor o los medios de la libertad pero,
política de la persona. En la concepción a diferencia de otros liberales que asocian
nussbaumiana de la persona, lo correcto el valor de la libertad a los recursos eco-
no es prioritario a lo bueno, sino que se nómicos, Sen juzga que el valor de la liber-
deriva de la concepción amplia y vaga del tad casa mejor con el concepto de capa-
bien. cidades que con el de bienes primarios o
Así pues, a partir del reconocimiento recursos económicos. A menudo los recur-
de lo que es históricamente común en el sos económicos no nos otorgan la capa-
ser humano, Nussbaum elabora una lista cidad de llevar a cabo los propósitos que

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NOTAS Y DISCUSIONES

dicta nuestra autonomía moral. Las per- necesario encontrar un argumento que
sonas podemos poseer idénticos medios logre combinar universalidad y diferencia,
económicos, pero diferir en otros sentidos que defienda los medios de la libertad sin
que se escapan a nuestra responsabilidad suprimir la libertad misma. Para ello, par-
y que condicionan nuestra autonomía. Por tamos del siguiente ejemplo: ¿debemos
ejemplo, vivimos en lugares distintos, con dejar de sancionar la brutal discriminación
condiciones climáticas y de riesgo de epi- de las mujeres afganas en el régimen tali-
demias diferentes, poseemos una educa- bán en nombre de la diferencia que supo-
ción y unos valores culturales divergentes nen las costumbres locales? Podemos pen-
y hasta nuestros cuerpos son desiguales en sar que aquí una teoría de las necesidades
orden a las necesidades de alimento o de y capacidades básicas universalmente reco-
abrigo. Un simple embarazo hace diferen- nocidas debería denunciar con fuerza y cla-
tes a unas personas y a otras. Por lo que ridad la discriminación de género moral-
medir la desigualdad social por la cantidad mente arbitraria, porque ninguna razón
de recursos económicos disponibles no local debería contravenir la satisfacción de
permite darse cuenta de que existen otros esas necesidades y capacidades básicas
factores que intervienen en la desigualdad. iguales que caracterizan lo indiscutiblemen-
Las personas transformamos los recursos te humano. En un caso como éste, la inhi-
económicos en bienestar de manera dife- bición liberal representa un golpe bajo e
rente en función de nuestras necesidades innecesario a la igualdad moral de las
diferentes, tanto las que nacen de nuestras personas.
preferencias como aquellas de las que no El liberalismo kantiano de Rawls y de
somos directamente responsables. Una Dworkin desea hacer a la gente respon-
teoría de la justicia distributiva compro- sable de sus preferencias. Eso significa que,
metida con el ideal liberal de responsa- por ejemplo, si algunas mujeres del tercer
bilizar a las personas por sus preferencias, mundo sufren más desnutrición que los
pero sólo por las voluntarias, debería hombres de su comunidad, tienen menos
poder compensar esas desigualdades basa- acceso a la educación y son, en general,
das en las circunstancias diferentes. menos libres y, al mismo tiempo, no mues-
Sin embargo, Sen se ha negado hasta tran deseos de evitar esa discriminación
ahora a elaborar una lista con las nece- (algunas de ellas la defienden, incluso, a
sidades y capacidades básicas que la jus- partir de las creencias sociales y religiosas
ticia debería igualar. Cree que un intento de su entorno), sus respectivas teorías de
de especificación en esa dirección desvir- la justicia no pueden sancionar tal situa-
tuaría el compromiso liberal con la plu- ción, ya que el ideal de persona moral que
ralidad cultural. A pesar de reconocer que las fundamenta responsabiliza (culpabili-
la libertad es un mero formalismo sin los za) a las personas por sus preferencias.
medios de la libertad, en la práctica se Solamente si entendemos la igualdad en
decanta por favorecer a la libertad para primer lugar como la satisfacción de las
dirimir el conflicto entre ambos, es decir, necesidades y capacidades básicas que son
espera que cada sociedad particular expre- comunes a la humanidad podemos afron-
se sus preferencias sobre los contenidos tar con justicia el problema de las prefe-
de la justicia en el marco de una demo- rencias adaptativas. Al fin y al cabo, si la
cracia liberal 58. situación de esas mujeres nos afecta moral-
¿Cómo podemos defender una teoría mente será porque creemos que viola
de las necesidades o de las capacidades algún aspecto fundamental de la igualdad
básicas sin poner en jaque a la autonomía moral. Ese aspecto fundamental es el que
individual y el valor de la diferencia? Es hay que esforzarse por cultivar como cri-

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NOTAS Y DISCUSIONES

terio de justicia. Y no creo que se reduzca (en términos kantianos) o como libertad
a un mero compromiso ético con la auto- de elección cuando no hay nada que elegir,
nomía formal de las personas y las culturas. o cuando unos tienen infinidad de opcio-
El kantismo en las concepciones rawl- nes mientras otros las tienen muy escasas.
siana y dworkiniana de la persona reduce Necesitamos una teoría ética de las
la moralidad a capacidades autosuficien- necesidades humanas básicas que proteja
tes, que no necesitan del mundo natural la autonomía de las personas, pero que
para realizarse, pero es indiferente a la no descuide ni los medios de la autonomía
relación entre capacidad de elección y con- ni la solidaridad interpersonal. Sin embar-
diciones sociales y materiales de la elec- go, debemos ser conscientes de las difi-
ción. En cambio, necesitamos una con- cultades de una empresa como ésta. Aun-
cepción moral de la persona que una a que existen algunos intentos de concep-
la preocupación kantiana por asegurar la tualizar las necesidades con una vocación
autonomía racional y moral de los indi- universalista 59, en los últimos años han
viduos la sensibilidad con sus necesidades predominado más los ataques a una teoría
y vulnerabilidades. La persona moral como de ese estilo que su defensa, y esos ataques
sujeto trascendental, alejada de los con- han provenido de todos los ángulos ideo-
dicionantes empíricos de la existencia, se lógicos.
debería sustituir por otra que no despre- Por una parte, la visión historicista del
ciase lo natural, sino que lo incorporase marxismo ha denostado tradicionalmente
dentro de las exigencias del desarrollo la idea de necesidades. Aunque es cono-
moral de la persona. La teoría de la justicia cida la tesis marxista de distribuir los bene-
debería acercar el reino moral al reino ficios sociales con el criterio de las nece-
natural. sidades, no hay que olvidar que ese criterio
Al fin y al cabo, si definimos las liber- cobra sentido solamente en una etapa his-
tades por los intereses que perseguimos tórica de derrota del capitalismo burgués
con ellas, es decir, si nos preocupan las y de abolición de las clases sociales. El con-
libertades por lo que con ellas se defiende cepto de necesidades no sirve como medi-
(por ejemplo, queremos libertad de pen- da de la justicia distributiva en un mundo
samiento porque creemos que es moral- social dominado aún por la lucha de clases,
mente valioso ser dueños de nuestros pro- en el que las necesidades están socialmente
pios pensamientos; o deseamos libertad de inducidas por los hábitos de consumo y
conciencia porque pensamos que es moral- por una superestructura ideológica que
mente importante definir por nosotros viene impuesta por la clase dominante. Las
mismos las finalidades morales que nos auténticas necesidades humanas no se pue-
afectan), entonces parece un contrasentido den desvelar hasta haber podido superar
fundamentar la igual libertad en una idea los determinismos socioeconómicos que
abstracta de la persona moralmente libre. impiden a los individuos descubrirse a sí
Parece más razonable referirse directa- mismos en su autenticidad y, en consecuen-
mente a la igualdad en la satisfacción de cia, poder conocer sus propias necesidades.
esos intereses comunes como la manera Agnes Heller ha llevado esta forma de
más adecuada de interpretar la igualdad escepticismo hasta sus últimas consecuen-
en la práctica, es decir, a la hora de aplicar cias 60.
la justicia distributiva. La igualdad moral Por otra parte, la economía liberal, y
se debería fundamentar en los intereses también autores de clara inspiración liber-
comunes de las personas, los más básicos tarista, como Nozick, Hayek, Green o
y universales, antes que en una idea abs- Flew, han sustituido el concepto de nece-
tracta de la libertad como acción incausada sidad por las preferencias o la demanda 61.

244 ISEGORÍA/24 (2001)


NOTAS Y DISCUSIONES

La raíz de esta sustitución va más allá de ma que si el lenguaje constituye el modo


una simple disparidad de criterios respecto en que el mundo natural y el social adoptan
a la interpretación de las necesidades como un significado para los grupos humanos
un factor de acceso al bienestar. Su obje- diferentes, que utilizan el lenguaje con
tivo es evitar los abusos a los que ha lle- usos diferentes, entonces las realidades
vado, en general, el lenguaje de las nece- que abren esos lenguajes distintos deberían
sidades que insiste en la existencia de nece- tener la misma legitimidad: no existe una
sidades humanas objetivas y universales. verdad o universalidad que trascienda a
Piensan en las experiencias políticas y las experiencias comunitarias sobre los sig-
sociales que en nombre de ese tipo de nificados de la realidad, no hay una especie
necesidades (sobre las cuales los individuos de árbitro imparcial y omnicomprensivo
no se podían oponer sin incurrir en una entre las diversas interpretaciones de la
especie de autocontradicción en forma de realidad. Por esa razón, cualquiera defi-
autodesconocimiento, según la versión ofi- nición de una necesidad universal o uni-
cialista) han sometido la libre voluntad de versalizable es sencillamente un sinsentido,
las personas al dictado de las necesidades una idea vacía e inútil 63. Por su parte, la
universales. En parte debido a la desilusión sociología del conocimiento llega a la rela-
y al escepticismo provocados por el abuso tividad de las necesidades por una vía algo
del concepto de necesidades humanas y diferente. Lo que critican autores como
en parte también a la dificultad de trans- Alfred Schutz, Peter Townsend, G. Smith,
formar operacionalmente una idea tan Peter Berger y Thomas Luckman es que
imprecisa y resbaladiza, muchos liberales cualquier concepto abstracto como la idea
han afirmado que es moralmente más pru- de necesidades universales suele olvidar el
dente equiparar las necesidades con las complejo mundo de negociaciones y rela-
preferencias subjetivas, una tesis que afir- ciones sociales entre los individuos que
ma que solamente los individuos, por sí hace falta para moldear las ideas social-
mismos y sin intermediarios sociales, están mente compartidas. Las necesidades,
capacitados para expresar sus apetencias como otros conceptos demasiado amplios
y necesidades. y ambiguos, son construcciones sociales
Pero también otras corrientes del pen- que no se pueden desvincular de las cul-
samiento actual reniegan de los intentos turas, los grupos humanos y el tiempo que
por definir unas ciertas necesidades huma- los engendra. Todo lo que podemos hacer,
nas universalizables. Para el relativismo si estamos interesados en descubrir algo
cultural, cualquiera interpretación de las parecido a unas necesidades humanas uni-
necesidades humanas debe circunscribirse versales, es constatar las similitudes entre
a un contexto cerrado de significados para las distintas visiones subjetivas de necesi-
el que nos está vedado el acceso a los pro- dad que encontramos en los diferentes
vinientes de otro mundo de significados. contextos sociales que forman el mapa plu-
Una definición universalista de las nece- ral de la humanidad.
sidades representa una intromisión opre- Todas esas teorías comparten un pro-
sora en el derecho de las comunidades y fundo escepticismo sobre la idea de nece-
de las minorías a decidir con autonomía sidades humanas universales. En cambio,
sus valores y sus prioridades morales 62. sin una visión universalizable de las nece-
Con una argumentación similar se sidades y de las capacidades, que abarque
sitúan otros dos grupos de teorías muy pro- aspectos materiales de la existencia, como
ductivas en la actualidad: el comunitaris- la educación, la salud o el bienestar eco-
mo, del que ya he hablado, y la sociología nómico, la justicia distributiva se encuentra
del conocimiento. El comunitarismo afir- desorientada. Incluso a pesar de las teorías

ISEGORÍA/24 (2001) 245


NOTAS Y DISCUSIONES

relativistas, en ocasiones brillantemente a comprometerse con un sentido universal


fundamentadas, todavía permanece nues- mínimo de la personalidad moral (perfec-
tra intuición ética básica de relacionar jus- cionismo en sentido débil). A pesar de
ticia y necesidades: la justicia debería pro- esto, he argumentado que el perfeccionis-
teger a los más necesitados, a los más vul- mo débil que representa el liberalismo kan-
nerables. Si nos conmueve la situación de tiano resulta insuficiente para fundamen-
los que más sufren, esto es porque en el tar una concepción de la justicia que tenga
fondo presuponemos una idea común, en cuenta las necesidades de las personas.
aunque sea muy amplia y ambigua, de lo También he manifestado que si queremos
que es el sufrimiento y el bienestar huma- descargar de responsabilidad a los indivi-
no, y de nuestra responsabilidad moral en duos por las preferencias que éstos
ello 64. Se trata de una responsabilidad que desarrollan para adaptarse resignadamen-
asociamos al ideal universal de justicia y te a la desigualdad material, necesitamos
no sólo a una idea local construida para una concepción moral de la persona que
su uso doméstico. El liberalismo kantiano incluya una visión universal de las nece-
no puede caer en el error de renunciar sidades y las capacidades básicas. Entre
a la universalidad sin contradecirse en éstas se debe contar con la capacidad de
algún sentido importante. elección individual de una vida buena, pero
En resumen, he mostrado que la teoría siempre como uno más de los requisitos
ética de la naturaleza humana que defien- de la igualdad moral, no como su único
de el liberalismo kantiano de Rawls y representante. Delimitar con mayor pre-
Dworkin, si bien no admite contenidos cisión esa concepción moral de la persona,
morales sustantivos (perfeccionismo en ese tipo de igualdad moral, es una tarea
sentido fuerte), está obligado, en cambio, prioritaria de la filosofía moral y política.

NOTAS

1
Agradezco a Victoria Camps y a Mercè Rius sus 5
La igualdad de oportunidades es el principio que
lúcidas observaciones a un primer borrador de este recoge la necesidad de llevar la igualdad al ámbito
texto. También quiero mostrar mi gratitud a Toni de las relaciones sociales. Para un estudio de ese prin-
Domènech, Albert Calsamiglia, Albert Jovell y Ramón cipio y de las dificultades de su definición y aplicación,
Vargas-Machuca por sus pertinentes y valiosos comen- véase Ángel Puyol, «Los límites de la igualdad de opor-
tarios a algunas de las ideas que aquí aparecen. tunidades», Leviatán, en prensa.
2
Véase el espléndido estudio de Amelia Valcárcel,
6
Por ejemplo, Victoria Camps cree que la mujer
Del miedo a la igualdad, Barcelona, Crítica, 1993, en ha logrado en muchos ámbitos sociales la paridad con
el que se analiza con aguda brillantez la historia, el los hombres, al menos formalmente, pero «también
es indiscutible que la igualdad conseguida es insufi-
contenido, los problemas y la necesidad moral y política
ciente. Han cambiado las leyes, pero no cambian las
para nuestro tiempo de la idea de igualdad.
costumbres (...) aún hay obstáculos para una igualdad
3
A excepción de los derechos de los inmigrantes,
aceptable, de los cuales creo que debe destacarse que
que en todas las legislaciones nacionales aparecen en la vida privada se sigue discriminando a la mujer
recortados respecto a los derechos de la ciudadanía y se mantiene una división del trabajo muy tradicional,
en general. con pocos cambios». V. Camps, El siglo de las mujeres,
4
El Estado de bienestar es la fórmula que utilizan Madrid, Cátedra, 1998.
las sociedades liberales occidentales para aplicar el 7
Por ejemplo, John Roemer, Gerald A. Cohen,
principio de igualdad en la economía de las familias. Richard Arneson o Amartya Sen.
El ideal de una estricta igualdad económica se ha per- 8
Se puede establecer una distinción entre esta
dido por el camino por muchos motivos, entre los cua- visión amplia del utilitarismo, que podríamos llamar
les destaca, como razonable, la ineficiencia. bienestarismo, y una visión más precisa que implica

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NOTAS Y DISCUSIONES

además que la bondad de las utilidades sea juzgada 20


Parfit, op. cit., p. 341.
según su total global, o según la media, o según el 21
Op. cit., pp. 335-336.
producto. Estas versiones más específicas se conocen 22
J. Rawls, El liberalismo político, Barcelona, Crí-
como utilitarismo de la suma, de la media y del pro- tica, 1996, p. 62.
ducto respectivamente. En estos casos, el utilitarismo 23
Véase Richard Arneson, «Equality of Opportu-
sería un caso particular de bienestarismo. nity for Welfare», Philosophical Studies, núm. 56, 1989;
9
En otro lugar he mostrado extensamente las difi- y «Liberalism, Distributive Subjectivism, and Equal
cultades que el utilitarismo muestra para integrar la Opportunity for Welfare», Philosophy and Public
igualdad entre las exigencias de la justicia distributiva. Affairs, vol. 19, núm. 2, 1990.
Véase Ángel Puyol, Justícia i salut, Bellaterra, Servei 24
Véase Gerald A. Cohen, «On the Currency of
de Publicacions de la Universitat Autònoma de Bar- Egalitarian Justice», Ethics, núm. 99, 1989; y «Equality
celona, 1999. Véase también Antoni Domènech, «Ética of What? On Welfare, Goods and Capabilities», en
y economía de bienestar: una panorámica», en O. Gua- The Quality of Life, M. Nussbaum y A. Sen (eds.),
riglia (ed.), Cuestiones morales, Madrid, Trotta, 1996. Oxford, Clarendom Press, 1993.
A esas dificultades se pueden añadir otras que tienen 25
Véase John Roemer, Theories of distributive jus-
que ver con los problemas del utilitarismo para pro- tice, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1996.
teger la integridad de la persona y su carácter moral. 26
Véase sobre todo Amartya K. Sen, Nuevo examen
Para este tipo de críticas, véase B. Williams, «A Cri- de la desigualdad, Madrid, Alianza, 1995; también Bie-
tique of Utilitarianism», en J. J. C. Smart y B. Williams, nestar, justicia y mercado, Barcelona, Paidós, 1997.
Utilitarianism, For and Against, Cambridge, Cambridge 27
Recurro a la distinción, creo que ya extendida,
University Press, 1973, pp. 97-104, reimpreso de forma entre bienestarismo y recursismo para enfatizar la uti-
resumida en J. G. Haber (ed.), Doing and Being, Lon- lización del bienestar o de los recursos, respectivamen-
don, Macmillan, 1993, pp. 46-50; B. Williams, Moral te, como base de la métrica en una teoría de la justicia
Luck, Cambridge, Cambridge University Press, 1981, distributiva.
pp. 1-19; J. J. C. Smart, «Utilitarianism and Justice», 28
Véase Ronald Dworkin, «What Is Equality? Part
Journal of Chinese Philosophy, 1978; J. Glover (ed.), 1: Equality of Welfare», Philosophy and Public Affairs,
Utilitarianism and Its Critics, London, Macmillan, 1990, vol. 10, núm. 3, 1981; y «What Is Equality? Part 2:
capítulo 5. Equality of Resources», Philosophy and Public Affairs,
10
J. Rawls, Teoría de la justicia, México, Fondo de vol. 10, núm. 4, 1981.
Cultura Económica, p. 44. 29
J. Rawls, «Social unity and primary goods», en
11
Ésta es la conocida tesis que sostiene uno de A. Sen y B. Williams (eds.), Utilitarianism and Beyond,
los principales avaladores del utilitarismo clásico. Véa- Cambridge, Cambridge University Press, 1982, p. 180
se J. Bentham, The Collected Works of Jeremy Bentham, (traducción en J. Rawls, Justicia como equidad, Madrid,
Oxford University Press, 1982 en adelante. En cas- Tecnos, 1986, p. 207). El texto de Arrow se encuentra
tellano, puede consultarse una excelente antología de en K. Arrow, «Extended Sympathy and the Possibility
textos en Josep M. Colomer (ed.), Bentham, Barcelona, of Social Choice», American Economic Review, Sup-
Península, 1991. plementary Issue of the Proceedings, 1977, pp. 222-223.
12
Rawls, op. cit., p. 44. 30
Ésa es una de las razones por las cuales Arrow
13
Por ejemplo, Ronald Dworkin defiende los dere- renuncia al utilitarismo clásico a favor del utilitarismo
chos individuales como una especie de triunfos ordinalista (sustituyendo así la maximización de la
(trumps) de la baraja que los individuos deben proteger suma del bienestar por la optimalidad paretiana como
contra los posibles abusos del utilitarismo. Los dere- criterio de la distribución justa), pero no cree necesario
chos individuales se convierten así en «la promesa que rechazar el bienestarismo como base de la métrica
la mayoría hace a las minorías de que la dignidad y distributiva.
la igualdad de éstas serán respetadas». R. Dworkin, 31
Además de sus dos obras citadas, hay que men-
Los derechos en serio, Barcelona, Ariel, 1984, p. 303. cionar la recopilación de casi todos sus artículos a lo
14
Véase R. Dworkin, op. cit., p. 341. largo de más de treinta años, reunida por Samuel Free-
15
H. L. A. Hart, «Between Utility and Rights», en man en J. Rawls, Collected Papers, Cambridge, Mass.,
A. Ryan (ed.), The Idea of Freedom, Oxford, Oxford Harvard University Press, 1999. También de aparición
University Press, 1979, p. 95. muy reciente son sus últimos textos sobre la interna-
16
Véase E. Guisán, «Las personas en serio (Los cionalidad de la teoría de la justicia, en J. Rawls, The
derechos humanos y el Bienestar)», Télos, vol. V, Law of Peoples, Cambridge, Mass., Harvard University
núm. 2, junio 1996, pp. 27-46. Press, 1999.
17
Op. cit., p. 43. 32
Para una exploración sobre la peculiar concep-
18
Véase D. Parfit, Reasons and Persons, Oxford, ción rawlsiana del consenso entrecruzado, véase El libe-
Clarendom Press, 1987, p. 330. ralismo político, ed. cit., segunda parte.
19
Para una argumentación en esta línea, véase S. 33
En su teoría de la justicia, Rawls expone que
Scheffler, «Ethics, Personal Identity, and Ideals of the las personas son razonables si son capaces de cooperar
Person», Canadian Journal of Philosophy, vol. XII, con los demás y de adquirir un sentido de la justicia
núm. 2, 1982, pp. 229-246. que permita la convivencia. La razonabilidad, junto

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NOTAS Y DISCUSIONES

a la racionalidad —la capacidad de concebir y de per- tivas feministas en teoría política, Barcelona, Paidós,
seguir los intereses propios del modo más eficaz— son 1996, pp. 31-53.
dos características fundamentales de la persona moral 48
Para un amplio estudio acerca de la formación
rawlsiana. de las preferencias adaptativas, véase Jon Elster, Uvas
34
Véase I. Kant, Fundamentación de la metafísica amargas, Barcelona, Península, 1988.
de las costumbres, Madrid, Espasa-Calpe, 1981, p. 97. 49
Sobre las contradicciones internas de la igualdad
35
Véase J. Rawls, A Theory of Justice, Oxford, liberal, véase Ángel Puyol, «La inestabilidad del igua-
Oxford University Press, 1973, p. 253. En este caso, litarismo político», en Reyes Mate (ed.), Pensar la igual-
la traducción castellana en la edición de Fondo de dad y la diferencia, Madrid, Visor, pp. 47-62.
Cultura Económica es deficiente. 50
Para este tipo de crítica, véase H. Hart, «Rawls
36
Véase J. Rawls, Una teoría de la justicia, ed. cit., on Liberty and Its Priority», y N. Daniels, «Equal
p. 164. Liberty and Unequal Worth of Liberty», ambos en N.
37
Una primera versión de este tipo de crítica fue Daniels (ed.), Reading Rawls, Stanford, Stanford Uni-
presentada en la IX Semana de Ética y Filosofía Polí- versity Press, 1975.
tica celebrada en Tenerife a finales de marzo de 1998. 51
Recordemos que en sentido estricto el principio
Véase Ángel Puyol, «Liberalismo igualitarista, persona de la diferencia permite inmensos beneficios econó-
moral y universalismo», Laguna, núm. extraordinario, micos para unos cuantos a cambio de ínfimas ganancias
1999, pp. 225-234. para los más pobres.
38
Véase, por ejemplo, Will Kymlicka, Liberalism, 52
Véase J. Rawls, Sobre las libertades, Barcelona,
Community and Culture, Oxford, Clarendom Press, Paidós, 1990 (original de 1982), p. 75.
1991, pp. 21-43; véase también William Galston, Liberal 53
Para un amplio estudio sobre el perfeccionismo,
Purposes, Cambridge, Cambridge University Press, véase la espléndida obra de Thomas Hurka, Perfec-
1991, y R. Grundmann y C. Mantziaris, Habermas, tionism, Oxford, Oxford University Press, 1993. Tam-
Rawls, and the Paradox of Impartiality, Firenze, EUI bién se puede consultar la obra de V. Haksar, Equality,
Working Paper, núm. 90-91, 1990, pp. 1-35. Para una Liberty, and Perfectionism, Oxford, Oxford University
exposición del conflicto entre lo correcto y lo bueno,
Press, 1979.
véase R. B. Douglass, G. M. Mara y H. S. Richardson 54
Robert Nozick, Anarquía, estado y utopía, México,
(eds.), Liberalism and the Good, New York, Routledge,
Fondo de Cultura Económica, 1990, pp. 44-45.
1990. 55
Véase R. Nozick, «Distributive justice», Philo-
39
Véase Michael Sandel, Liberalism and the Limits
sophy and Public Affairs, vol. 3, 1973.
of Justice, Cambridge, Cambridge University Press, 56
Nussbaum llama esencialismo a lo que yo me
1982, p. 180.
40 estoy refiriendo como perfeccionismo. Con esa ter-
Véase Alasdair MacIntyre, «How Moral Agents
Have Become Ghosts?», Synthese, 53, 1982, minología, el esencialismo metafísico correspondería
pp. 295-312. al perfeccionismo en sentido fuerte, y el esencialismo
41
Véase Ch. Taylor, «The Diversity of Goods», Phi- internalista equivaldría, por su parte, al perfeccionismo
losophical Papers, vol. II, 1985, p. 233. en sentido débil. Véase Marta Nussbaum, «Aristotelian
42
B. Williams, Moral Luck, Cambridge, Cambridge Social Democracy», en R. B. Douglas et al. (eds.), Libe-
University Press, 1981, p. 19. Para un estudio global ralism and the Good, ed. cit., pp. 203-252; y también
del ataque comunitarista al liberalismo rawlsiano, véa- «Human Functioning and Social Justice», Political
se S. Mulhall y A. Swift, El individuo frente a la comu- Theory, vol. 20, núm. 2, 1992, pp. 202-246.
nidad, Madrid, Temas de Hoy, 1996.
57
Véase M. Nussbaum, «Human Functioning and
43
Véase Rawls, El liberalismo político, ed. cit., Social Justice», op. cit., p. 215.
58
pp. 57-58. Las réplicas de Sen a la lista de capacidades bási-
44
Véase Ronald Dworkin, Ética privada e iguali- cas que ha elaborado Nussbaum se pueden encontrar
tarismo político, Barcelona, Paidós, 1993. en A. Sen, «Capability and Well-Being», A. Sen y M.
45
«Los liberales éticos son gente real: se trata de Nussbaum (eds.), The Quality of Life, ed. cit., pp. 30-53.
ustedes y de mí, y de otros centenares que puedan
59
Véase, por ejemplo, L. Doyal y I. Gogh, Teoría
bastar para representar todas las variantes principales de las necesidades humanas, Barcelona, Crítica, 1994.
de las convicciones éticas concretas en las comunidades 60
Véase A. Heller, Teoría de las necesidades en
políticas que nos son familiares», Dworkin, op. cit., Marx, Barcelona, Ed. 62, 1986.
p. 163. 61
Véase R. Nozick, Anarquía, estado y utopía, ed.
46
Op. cit., pp. 174-175. cit.; F. Hayek, Camino de servidumbre, Madrid, Alianza,
47
La disociación entre los ámbitos público y privado 1990; A. Flew, «Wants or Needs, Choices or Com-
en la teoría política liberal es también el centro de mands», en R. Fitzgerald (ed.), Human needs and poli-
las críticas que el feminismo liberal dirige al liberalismo tics, Sydney, Pergamon, 1977, y D. Green, The New
político de Rawls, alrededor de la consigna «lo personal Right, Brighton, Wheatsheaff, 1987.
es también político». Para una presentación de estas 62
Véase, por ejemplo, G. Rist, «Basic questions
ideas, véase C. Pateman, «Críticas feministas a la dico- about basic human needs», en K. Lederer (ed.), Human
tomía público-privado», en C. Castells (ed.), Perspec- needs, Cambridge, Mass., Oelgeschlager, 1980.

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NOTAS Y DISCUSIONES

63
Véase Ch. Taylor, Philosophy and the Human pero desde donde poder argumentar moralmente y dis-
Sciences: Philosophical Papers, ii, ed. cit. cutir aspectos de las políticas sociales. Esta conside-
64
Incluso en teoría económica normativa se suele ración se puede encontrar en Thomas Scanlon, «The
presuponer una idea abstracta del bienestar, que no Moral Basis of Interpersonal Comparisons», en J. Els-
se infiere directamente de las preferencias personales, ter y J. Roemer (eds.), Interpersonal Comparisons of
suficientemente general como para que no se iden- Well-Being, Cambridge University Press, Cambridge,
tifique con una idea particular o personal del bien, 1991.

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