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2019
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Paulina.santacruzlucca@gmail.com
Ideas preliminares
¿Por qué fracasa la República Liberal en Colombia? Podrían ensayarse una multiplicidad de
respuestas dedicadas a responder dicha pregunta, aquí se dedicarán esfuerzos a trazar sólo una entre
ellas. Se sostiene que la república liberal fracasa como proyecto político porque el liberalismo sin
democracia económica es un oxímoron. A su vez, la agudización de las relaciones amigo-enemigo
estrangulan la emergencia del gaitanismo como posibilidad de reinvención del proceso republicano.
El ensayo argumenta la tesis mencionada, a través de un ejercicio comparativo entre el “fracaso” de
la República Liberal de Colombia y la emergencia del peronismo argentino, cuyo fracaso, al menos
desde ciertas perspectivas, no está tan claro.
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Esta tesis se vincula a las ideas de la Teoría del empate hegemónico trabajadas desde la teoría social y la teoría política
por pensadores como Portantiero y O’ Donnell.
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La Revolución Libertadora (1955), prohíbe el peronismo a los fines de erradicar el movimiento, como lo harán todos
los gobiernos dictatoriales desde 1955. En 1957 el candidato proveniente del radicalismo, fuerza opositora a Perón
pacta un acuerdo con éste que se encuentra imposibilitado de presentarse a elecciones por su carácter de exiliado.
Situación similar atraviesa la elección de 1963 y el proceso electoral de 1973, año en el cual el peronismo se presenta y
gana las elecciones con un candidato alternativo a Perón ya que el líder permanecía exiliado.
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Se hace necesaria esta aclaración en tanto las relaciones antagónicas no solo se construyeron entre partidos sino
también dentro de los mismos partidos.
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Podría reconstruirse una genealogía más profunda pero los límites del trabajo privilegian la presente reconstrucción.
mecanismos para torcer las reglas de juego (Gutiérrez Sanín, 2017). Tal es así que el liberalismo excluido
no acepta el orden constitucional, y su actividad se concentra en conspiraciones hasta las reformas
dictadas por la Asamblea Constituyente 9 en 1910, donde puede decirse que el partido vuelve a la
vida política legal, y se estabiliza la competencia de partidos (Gutiérrez Sanín, 2017).
Tras ciertos procesos de acuerdos, entre los partidos, en 1922 el PL lanza su propio
candidato, Benjamín Herrera que denuncia fraude en el proceso electoral generando una emergencia
de conflictos violentos. El clima político parece reducir tensiones en la presidencia de Olaya,
candidato mediante el cual el PL, conquista el poder y comienza el proceso de modernización y
democratización mencionado anteriormente (Gutiérrez Sanín, 2017). Sin embargo a pesar de que
Olaya intenta mantener piso básico de acuerdo con los conservadores, sin reformar el concordato,
los problemas educativos, ni la constitución, las confrontaciones interpartidistas y el malestar de los
conservadores con las –podría decirse- tímidas reformas liberales irrumpen para ir hacia un proceso
de radicalización, en donde el Partido Conservador (PC), denunciará faltas de garantías electorales
y se embarcará en un proceso de abstenciones electorales hasta la llegada del gobierno de Santos en
1938 (Gutiérrez Sanín, 2017).
Siguiendo en esta línea el gobierno de López Pumarejo frente al perpetuo hostigamiento del
PC hacia los gobiernos liberales, “sincera” la ficción de la cooperación interpartidista, y lleva a
cabo un programa de gobierno más radicalizado que los anteriores 10, intentando al mismo tiempo
impedir una radicalización conservadora (Gutiérrez Sanín, 2017). Precisamente la reforma
constitucional de 193611, será el nodo del programa de gobierno, señalada por el PC, que
comprendía que la misma violaba los acuerdos construidos en 1910. Puede sostenerse en este
sentido, que la relación que se instituye entre partidos, se liga a la deslegitimación constante de
acuerdos y medidas o reivindicaciones de los oponentes. Con ello el PC vuelve a las recurrentes
abstenciones12, posibilitando la constitución de un congreso homogéneo para los liberales lo que
hará aún más precaria la legitimidad de sus decisiones (Gutiérrez Sanín, 2017).
El gobierno de Santos en 1938 logra que el PC vuelva a las urnas en el marco de un acuerdo
de “convivencia nacional”, sin embargo, los conservadores entregan una carta al presidente en la
que manifiestan que Colombia está atravesada por una guerra religiosa que sostiene una violencia
instaurada, en donde no existe la democracia (Gutiérrez Sanín, 2017). Es entonces que hacia finales
de la década del 30’ la violencia se acentúa, el PC baraja alternativas golpistas y en muchos
municipios un pequeño roce podría generar fuertes confrontaciones entre adversarios (Pecault,
1987).
La década del 40’ volverá a terminar en un ascenso de los niveles de violencia, pero esta
vez, para reestructurar de una manera más profunda la correlación de fuerzas entre sectores
populares y elites, poniendo fin al proceso reformista de la República Liberal. Así hacia fines del
40’ se desata La Violencia, que hunde sus raíces en los procesos de años previos, y termina por
afianzar a las elites políticas y económicas en Colombia, dejando un saldo de 140.000 víctimas
entre 1948 y 1953 (Pecault, 1987). En este marco, en relación con el argumento del apartado,
Pecault (1987) señala la heterogeneidad de intereses, conflictos y actores, no siempre con sentidos
específicamente reconocibles que caracterizan a La Violencia. Asimismo, el carácter que define a
este episodio más vinculado a un proceso continuo en donde se presenta una agudización de
antagonismos, que un episodio que irrumpe de forma aislada. Allí señala el autor, lo político
comienza a ser directamente percibido como violencia (Pecault, 1987).
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Asamblea llevada a cabo a los fines de alcanzar la paz política en donde se reúnen los dos partidos a negociar.
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Entre las medidas de gobierno se destaca la reforma impositiva, la adopción del sufragio universal masculino, las
reformas vinculadas a procesos de laicización y la reforma constitucional de 1936.
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Entre los cambios más importantes se encuentran las reformas ligadas a la laicización, en el marco de la educación,
desatando la reacción conservadora católica; y la reforma impositiva.
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El PC se abstiene en Tolina, Tunja y Antioquía.
Con ello puede sostenerse que, hacia fines de la década del 40’, a partir de la desarticulación
de toda forma posible de unidad del campo político, ya no existen espacios para acuerdos sobre las
reglas de juego, la violencia es el centro de escena y la nueva modalidad en la que se instituye “lo
político” (Pecault, 1987). La resolución legítima de conflictos se vincula a la eliminación del
oponente por los medios de la violencia física. Y si bien, puede entenderse que los conflictos de La
Violencia no responden a intereses específicamente delimitables que se encuentren enmarcados en
correlaciones de fuerza estructurales, sino más bien a una ebullición donde las divisiones partidistas
se conjugan con enemistades e intereses locales (Pecault, 1987); puede sostenerse que ésta
coyuntura sofoca el proceso reformista liberal y sus potencialidades. Ciertamente la agudización de
las relaciones antagónicas, impide la institución de un modo diferente de construir la relación
nosotros-ellos, en la que los oponentes reconozcan recíprocamente su legitimidad y puedan
construir un espacio simbólico común en donde el conflicto tiene lugar.
Notas finales
Los pupulismos latinoamericanos pusieron en jaque las contradicciones del liberalismo
político sin justicia social y las premisas izquierdistas que excluían todos los procesos de
movilización social que no respondieran a sus esquemas teóricos. El gaitanismo y el peronismo
constituyen un ejemplo de ello. Sin embargo, la reconstrucción histórica de ambos procesos sociales
permite comprender los elementos que diferenciaron sus porvenires. Con ello se sostiene que el
proceso distributivo encarado por el peronismo desde sus comienzos, posibilitó el estrechamiento
de las desigualdades económicas y con ello la constitución de un status simbólico de la clase
trabajadora, que, en interacción con las experiencias de organización incipiente del sector,
devinieron en una fuerza que hizo posible la continuidad del peronismo a pesar de los golpes de
estado, el exilio de Perón, y la proscripción recurrente del Partido Justicialista. La institución
antagónica de las relaciones entre peronismo y antiperonismo, se agudizaron hacia fines de la
década del 60’, periodo en el cual comenzó a legitimarse la lucha armada y la eliminación del
enemigo como única manera de resolver los conflictos. La dictadura eclesiástica-cívico-militar pone
fin a dicho proceso a través de la tortura, la desaparición forzada de personas y la construcción de
las bases para un nuevo régimen de acumulación en la Argentina.
En el escenario colombiano el proceso distributivo no llegó a ser política de estado. Las
disputas de La República Liberal merecen ser destacadas en tanto oposición a ciertos enclaves de
poder como la Iglesia Católica y el empresariado, y en especial la hegemonía de la primera en
ciertas regiones de Colombia. Así, comprender los procesos de disputa y sus limitaciones constituye
un arma capital para repensar la historia como un proceso que no es siempre un producto de las
necesidades estructurales, ni de la mera contingencia azarosa. Así la República Liberal, construye
sus disputas en un marco de respeto del statu quo y sostiene un proyecto político que encierra una
contradicción explotada posteriormente: no hay libertad sin justicia social. Es allí donde radica su
fracaso como proyecto democratizador.
Asimismo, la posibilidad de reinventar el liberalismo expandiendo su capacidad
democratizadora es estrangulada por un contexto de creciente agudización de las relaciones de
antagonismo en la sociedad. Si bien la irresolución del antagonismo y las dificultades para instituir
otras formas de relación compatibles con la democracia pluralista pueden rastrearse desde 1880;
hacia fines de la década del 40´ toman dimensiones significativas que imposibilitan la continuidad
del liberalismo. El desenlace del proceso, implica un nuevo reacomodamiento de las elites políticas
y económicas en Colombia y la desarticulación de la propuesta popular.
Referencias bibliográficas
- Pecaut, D. (1987). Orden y Violencia evolución sociopolítica de Colombia entre 1926 y
1953. Bogotá: Siglo XXI Editores.
- Green, J. W. (2013). Gaitanismo, liberalismo de izquierda y movilización popular. Medellín:
EAFIT – Banco de la República.
- Gutiérrez Sanín, F. (2017). La destrucción de una república. Bogotá: Universidad Externado
de Colombia.
- Mouffe, C. (2007) El retorno de lo político: comunidad, ciudadanía, pluralismo, democracia
radical. Buenos Aires: F.C.E.