Sei sulla pagina 1di 8

Universidad La Gran Colombia

Facultad de Ciencia de la Educación


Colombia Siglo XX

El fracaso de la República Liberal: Liberalismo sin justicia social y agudización de


antagonismos

Docente a cargo: David Felipe Pena Valenzuela


Alumna: Santa Cruz, Paulina1

2019

1
Paulina.santacruzlucca@gmail.com
Ideas preliminares
¿Por qué fracasa la República Liberal en Colombia? Podrían ensayarse una multiplicidad de
respuestas dedicadas a responder dicha pregunta, aquí se dedicarán esfuerzos a trazar sólo una entre
ellas. Se sostiene que la república liberal fracasa como proyecto político porque el liberalismo sin
democracia económica es un oxímoron. A su vez, la agudización de las relaciones amigo-enemigo
estrangulan la emergencia del gaitanismo como posibilidad de reinvención del proceso republicano.
El ensayo argumenta la tesis mencionada, a través de un ejercicio comparativo entre el “fracaso” de
la República Liberal de Colombia y la emergencia del peronismo argentino, cuyo fracaso, al menos
desde ciertas perspectivas, no está tan claro.

Liberalismo sin justicia social


El punto nodal que sentencia el título de este apartado, no quiere desestimar las disputas
encaradas por el Partido Liberal (PL) desde su ascenso al poder. Las iniciativas vinculadas a la
modernización y democratización del país, los intentos de reformar el sistema de propiedad agrario,
las políticas públicas ligadas al desarrollo de la cultura popular y nacional colombiana, las reformas
en educación, y la construcción de derechos civiles cuya manifestación central radica en la
adopción del sufragio universal. El enfrentamiento con algunos sectores del poder concentrado
como la Iglesia Católica y ciertas fracciones del empresariado local, merecen ser señalados evitando
los peligros de leer la historia como un conjunto de hechos lineales que responden a un solo poder.
Sin embargo, es pertinente advertir la ineficacia de un proyecto político que pretenda el respeto de
los derechos civiles y las libertades individuales en un marco de profundas desigualdades
económicas. Cabe señalar, que lejos de comprender el fracaso de la República Liberal desde una
óptica economicista, se entiende necesario la advertencia de tal dimensión constitutiva en los
procesos históricos.
La República Liberal fracasa como proyecto político en tanto no encara transformaciones
que apunten al estrechamiento de las desigualdades económicas en Colombia, así, Rafael Uribe
Uribe vaticina la debacle republicana: “el liberalismo, si no desea desaparecer en un futuro cercano,
tiene que nutrirse en las canteras del socialismo” (Green, 2013, pp. 335). La composición
heterogénea que caracteriza a los partidos tradicionales colombianos, y atraviesa de forma particular
al PL (Gutiérrez Sanín, 2017), posibilita la advertencia de la inconsistencia democratizadora por
parte algunos sectores del liberalismo: si sostener al statu quo colombiano había sido uno de los
propósitos de las fuerzas que se impusieron en el PL, ese mismo objetivo socavaría la consistencia
republicana liberal y entraría en contradicción en un contexto de radicalización ideológica.
La emergencia del gaitanismo expresa la explosión de las contradicciones que constituían al
PL, desde su labor como concejal y en el Ministerio de Trabajo, construye en una dialéctica íntima
con las filosofías del pueblo colombiano, un proyecto capaz de movilizar a los sectores populares,
especialmente a las mujeres y grupos étnicos marginados 2 (Green, 2013). Así, Jorge Eliécer Gaitan,
surge en un marco específico de ascenso de proyectos nacionalistas latinoamericanos, concentrando
gran parte de las características constitutivas de los mismos. Con ello la referencia comparativa con
la emergencia del peronismo en Argentina es particularmente ilustrativa, ambos surgen a partir de
su labor en políticas laborales3; conjugan fe popular, mística, elementos simbólicos que se
materializan en potencialidad de lucha, una particular recuperación de filosofías populares, y, ante
todo, un pragmatismo devenido de la convicción que los sostiene: transformar la vida de los
sectores populares implica disputar poder en marcos de alianzas que se construyen a partir de
espacios de comunión, entre sectores heterogéneos, bajo el paraguas del nacionalismo popular. De
2
Cabe señalar en este marco que el gaitanismo logró movilizar a los grupos étnicos marginados a partir de una relación
empática con el líder, a pesar de manejar discursos racistas y xenófobos.
3
Gaitán en el Ministerio de Trabajo durante el último periodo liberal, y Perón en la Secretaría de Trabajo y previsión en
el gobierno dictatorial que ascendió al poder en 1943.
allí la heterogeneidad constitutiva de los proyectos nacionalistas que buscan articular intereses de
ciertos sectores de las elites dominantes y sectores populares, como es el caso del gaitanismo y el
peronismo. Desde estas premisas, caracterizadas por una potencia movilizadora indescifrable a las
ópticas marxistas ortodoxas, se construirán los marcos de disputa resumidos en la contradicción
pueblo-oligarquía. En este sentido, la clave política del gaitanismo y del peronismo es la justicia
social, sin la cual, la democracia deviene en una abstracción de derechos formales fácticamente
impracticables (Green, 2013; James, 2006).
Si las coincidencias entre los líderes populistas en cuestión son numerosas, los transcursos
de los procesos encabezados por los mismos tienen sus diferencias. De este modo, retomando la
línea del apartado, podría sostenerse que los marcos de acción que permiten a Perón operacionalizar
las premisas justicialistas, en el del gobierno dictatorial conducido por la fracción nacionalista del
ejército, fueron más amplios que los que transitó Gaitán en el gobierno liberal bajo la dirección
oligárquica. Precisamente, si los alcances de las políticas distributivas del peronismo en la
Argentina nacieron en el período 1943-1945, y fueron extendidas ampliamente en el periodo 1945-
1955 (James, 2006), la redistribución no llega a ser política de estado en Colombia durante el
periodo liberal.
A ello podrían sumarse otras hipótesis –que no serán profundizadas aquí- ligadas a la
debilidad de la clase obrera colombiana en la correlación de fuerzas para la defensa de un proyecto
popular, supuesto problematizado por autores que remarcan su importancia en el periodo trabajado
y aporte significativo del gaitanismo a la construcción de dicho sector (Green, 2013). Sin embargo,
si es necesario relativizar dicha sentencia, también cabe señalar que el sindicalismo antioqueño,
ligado a la industria textil –punta de lanza de la industrialización nacional- se encontraba atravesado
por el poder eclesiástico y empresarial, constituyendo un foco opositor del gaitanismo. En este
sentido el análisis comparativo advierte la centralidad del movimiento obrero argentino que se teje
previamente al 17 de Octubre de 1945, como fecha de constitución del peronismo. Aquí es menester
señalar que, si bien la fortaleza del sector obrero se construye durante los años posteriores, la
recuperación de experiencias vinculadas a las luchas incipientes del movimiento obrero a partir de
19004, conjugadas con los masivos procesos de urbanización de los algunos centros urbanos, se
vuelven centrales aquel 17 de Octubre en el rescate de Perón y la continuidad del justicialismo.
Retomando los objetivos del apartado, y las palabras de Uribe Uribe, la República Liberal no
se reinventa, fracasa como proyecto político reformista en tanto los alcances democratizadores se
ven limitados por el privilegio de estrategias vinculadas a mantener el statu quo. Las iniciativas que
posibilitan la reinvención del proceso liberal radicalizando los alcances democratizadores a través
de la justicia social tensionan los marcos de unidad del partido acentuando la precariedad de su
fuerza hacia 1948. Ese mismo año en un contexto de agudización de conflictos violentos es
asesinado Eliécer Gaitan, iniciando un proceso de desarticulación del proyecto populista y
reestructuración de la correlación de fuerzas entre elites y sectores populares en privilegio de las
primeras.

La agudización de las relaciones antagónicas como talón de Aquiles de las democracias


La filósofa y politóloga belga, Chantal Mouffe (2007), en su obra “El retorno de lo
político: comunidad, ciudadanía, pluralismo, democracia radical”, recoge la tesis schmittiana que
señala el conflicto y el antagonismo como características constitutivas de “lo político”, aduciendo
que no existe tal consenso universal basado en la razón propuesto por la filosofía liberal. Así, el
conflicto, la diferencia y las jerarquías son elementos inescindibles de una perspectiva que
comprende la construcción relacional de las identidades políticas. Dicho esto, el presente ensayo
vuelve a Mouffe en su crítica al propio Schmitt. Allí la autora concuerda en la dimensión
4
Experiencias atravesadas por tradiciones anarquistas y socialistas, y la concentración del sector en pocos centros
urbanos.
constitutiva del conflicto, pero entendiendo el carácter contingente de la definición de dichas
identidades, advierte que éstas no siempre se instituyen a partir de una oposición irremediablemente
antagónica en donde se percibe al otro como un enemigo a ser erradicado, que posee demandas
ilegítimas y cuestiona la propia existencia (Mouffe, 2007). En este sentido, Mouffe asume que la
especificidad de la política democrática no se encuentra en la supresión del conflicto (la relación
nosotros-ellos), sino en la institución de un modo diferente en la que ésta relación se establece,
compatible con el pluralismo democrático. Precisamente allí, no existe solución racional, pero las
partes reconocen la legitimidad de sus oponentes, al mismo tiempo que comparten un espacio
simbólico común dentro del cual tiene lugar el conflicto (Mouffe, 2007).
La referencia al texto de Mouffe podría constituir una alternativa útil para hacer inteligible,
tanto el fracaso del proceso liberal colombiano, como los procesos dictatoriales en la argentina
desde 1955 hasta 1976. La clave radicaría en la imposibilidad de las democracias en la legitimación
y reconocimiento del conflicto en los marcos del agonismo, forma en la cual podrían instituirse las
relaciones nosotros-ellos sin devenir en antagonismos insuperables.
En el caso argentino, -que se repasará brevemente, sólo a fines comparativos- los defensores
de la teoría del empate sostienen que desde el golpe de estado de 1955 que derroca al peronismo, no
hubo ningún grupo capaz de imponer su propio proyecto particular como válido para la sociedad en
su conjunto, es decir, constituirse como dominante y legítimo5. Los golpes de estado recurrentes
(1955, 1962, 1966 y 1976), y los procesos electorales atravesados por las proscripciones y el exilio
de Perón6, dan cuenta de la fragilidad a partir de la cual se instituye la democracia argentina. Hacia
finales de la década del 60’, esta fragilidad democrática, y especialmente la agudización de las
relaciones amigo-enemigo enmarcadas en un contexto de radicalización ideológica, llevan a
diferentes grupos a sostener la lucha armada, y la eliminación del enemigo como la forma legítima
de resolución de los conflictos. El escenario de creciente violencia deviene en una de las dictaduras
más sangrientas de Latinoamérica, con un saldo de 30.000 desaparecidos, la reestructuración de la
correlación de fuerza entre capital y trabajo, con la predominancia del primero, y la estructuración
de las bases para la construcción del orden neoliberal en Argentina.

La agudización de antagonismos en el escenario colombiano


Comprender el fracaso de la República Liberal a partir de la tesis propuesta implica
reconstruir ciertos procesos históricos a partir de los cuáles se fueron instituyendo formas de
relación nosotros-ellos principalmente entre conservadores y liberales, sin reducir sólo a ésta
oposición la complejidad con la que se presenta la construcción de antagonismos en el proceso en
cuestión7. La reconstrucción histórica comenzara aquí8 con la constitución conservadora
promulgada en 1886, como producto del desenlace de una guerra civil. Ésta desata en 1899 el
conflicto en tanto que dicho documento era considerado por la oposición liberal como una
imposición armada tras la guerra civil (Gutiérrez Sanín, 2017). Es entonces que la construcción de
acuerdos, se realiza a partir de la exclusión o limitación del otro –en este caso el PL-, lo que deviene
en el cuestionamiento de la legitimidad del acuerdo. Precisamente entre 1886 y 1910, período
conocido como La Hegemonía, la actividad electoral estuvo atravesada por el fraude, la coerción, y

5
Esta tesis se vincula a las ideas de la Teoría del empate hegemónico trabajadas desde la teoría social y la teoría política
por pensadores como Portantiero y O’ Donnell.
6
La Revolución Libertadora (1955), prohíbe el peronismo a los fines de erradicar el movimiento, como lo harán todos
los gobiernos dictatoriales desde 1955. En 1957 el candidato proveniente del radicalismo, fuerza opositora a Perón
pacta un acuerdo con éste que se encuentra imposibilitado de presentarse a elecciones por su carácter de exiliado.
Situación similar atraviesa la elección de 1963 y el proceso electoral de 1973, año en el cual el peronismo se presenta y
gana las elecciones con un candidato alternativo a Perón ya que el líder permanecía exiliado.
7
Se hace necesaria esta aclaración en tanto las relaciones antagónicas no solo se construyeron entre partidos sino
también dentro de los mismos partidos.
8
Podría reconstruirse una genealogía más profunda pero los límites del trabajo privilegian la presente reconstrucción.
mecanismos para torcer las reglas de juego (Gutiérrez Sanín, 2017). Tal es así que el liberalismo excluido
no acepta el orden constitucional, y su actividad se concentra en conspiraciones hasta las reformas
dictadas por la Asamblea Constituyente 9 en 1910, donde puede decirse que el partido vuelve a la
vida política legal, y se estabiliza la competencia de partidos (Gutiérrez Sanín, 2017).
Tras ciertos procesos de acuerdos, entre los partidos, en 1922 el PL lanza su propio
candidato, Benjamín Herrera que denuncia fraude en el proceso electoral generando una emergencia
de conflictos violentos. El clima político parece reducir tensiones en la presidencia de Olaya,
candidato mediante el cual el PL, conquista el poder y comienza el proceso de modernización y
democratización mencionado anteriormente (Gutiérrez Sanín, 2017). Sin embargo a pesar de que
Olaya intenta mantener piso básico de acuerdo con los conservadores, sin reformar el concordato,
los problemas educativos, ni la constitución, las confrontaciones interpartidistas y el malestar de los
conservadores con las –podría decirse- tímidas reformas liberales irrumpen para ir hacia un proceso
de radicalización, en donde el Partido Conservador (PC), denunciará faltas de garantías electorales
y se embarcará en un proceso de abstenciones electorales hasta la llegada del gobierno de Santos en
1938 (Gutiérrez Sanín, 2017).
Siguiendo en esta línea el gobierno de López Pumarejo frente al perpetuo hostigamiento del
PC hacia los gobiernos liberales, “sincera” la ficción de la cooperación interpartidista, y lleva a
cabo un programa de gobierno más radicalizado que los anteriores 10, intentando al mismo tiempo
impedir una radicalización conservadora (Gutiérrez Sanín, 2017). Precisamente la reforma
constitucional de 193611, será el nodo del programa de gobierno, señalada por el PC, que
comprendía que la misma violaba los acuerdos construidos en 1910. Puede sostenerse en este
sentido, que la relación que se instituye entre partidos, se liga a la deslegitimación constante de
acuerdos y medidas o reivindicaciones de los oponentes. Con ello el PC vuelve a las recurrentes
abstenciones12, posibilitando la constitución de un congreso homogéneo para los liberales lo que
hará aún más precaria la legitimidad de sus decisiones (Gutiérrez Sanín, 2017).
El gobierno de Santos en 1938 logra que el PC vuelva a las urnas en el marco de un acuerdo
de “convivencia nacional”, sin embargo, los conservadores entregan una carta al presidente en la
que manifiestan que Colombia está atravesada por una guerra religiosa que sostiene una violencia
instaurada, en donde no existe la democracia (Gutiérrez Sanín, 2017). Es entonces que hacia finales
de la década del 30’ la violencia se acentúa, el PC baraja alternativas golpistas y en muchos
municipios un pequeño roce podría generar fuertes confrontaciones entre adversarios (Pecault,
1987).
La década del 40’ volverá a terminar en un ascenso de los niveles de violencia, pero esta
vez, para reestructurar de una manera más profunda la correlación de fuerzas entre sectores
populares y elites, poniendo fin al proceso reformista de la República Liberal. Así hacia fines del
40’ se desata La Violencia, que hunde sus raíces en los procesos de años previos, y termina por
afianzar a las elites políticas y económicas en Colombia, dejando un saldo de 140.000 víctimas
entre 1948 y 1953 (Pecault, 1987). En este marco, en relación con el argumento del apartado,
Pecault (1987) señala la heterogeneidad de intereses, conflictos y actores, no siempre con sentidos
específicamente reconocibles que caracterizan a La Violencia. Asimismo, el carácter que define a
este episodio más vinculado a un proceso continuo en donde se presenta una agudización de
antagonismos, que un episodio que irrumpe de forma aislada. Allí señala el autor, lo político
comienza a ser directamente percibido como violencia (Pecault, 1987).
9
Asamblea llevada a cabo a los fines de alcanzar la paz política en donde se reúnen los dos partidos a negociar.
10
Entre las medidas de gobierno se destaca la reforma impositiva, la adopción del sufragio universal masculino, las
reformas vinculadas a procesos de laicización y la reforma constitucional de 1936.
11
Entre los cambios más importantes se encuentran las reformas ligadas a la laicización, en el marco de la educación,
desatando la reacción conservadora católica; y la reforma impositiva.
12
El PC se abstiene en Tolina, Tunja y Antioquía.
Con ello puede sostenerse que, hacia fines de la década del 40’, a partir de la desarticulación
de toda forma posible de unidad del campo político, ya no existen espacios para acuerdos sobre las
reglas de juego, la violencia es el centro de escena y la nueva modalidad en la que se instituye “lo
político” (Pecault, 1987). La resolución legítima de conflictos se vincula a la eliminación del
oponente por los medios de la violencia física. Y si bien, puede entenderse que los conflictos de La
Violencia no responden a intereses específicamente delimitables que se encuentren enmarcados en
correlaciones de fuerza estructurales, sino más bien a una ebullición donde las divisiones partidistas
se conjugan con enemistades e intereses locales (Pecault, 1987); puede sostenerse que ésta
coyuntura sofoca el proceso reformista liberal y sus potencialidades. Ciertamente la agudización de
las relaciones antagónicas, impide la institución de un modo diferente de construir la relación
nosotros-ellos, en la que los oponentes reconozcan recíprocamente su legitimidad y puedan
construir un espacio simbólico común en donde el conflicto tiene lugar.

Notas finales
Los pupulismos latinoamericanos pusieron en jaque las contradicciones del liberalismo
político sin justicia social y las premisas izquierdistas que excluían todos los procesos de
movilización social que no respondieran a sus esquemas teóricos. El gaitanismo y el peronismo
constituyen un ejemplo de ello. Sin embargo, la reconstrucción histórica de ambos procesos sociales
permite comprender los elementos que diferenciaron sus porvenires. Con ello se sostiene que el
proceso distributivo encarado por el peronismo desde sus comienzos, posibilitó el estrechamiento
de las desigualdades económicas y con ello la constitución de un status simbólico de la clase
trabajadora, que, en interacción con las experiencias de organización incipiente del sector,
devinieron en una fuerza que hizo posible la continuidad del peronismo a pesar de los golpes de
estado, el exilio de Perón, y la proscripción recurrente del Partido Justicialista. La institución
antagónica de las relaciones entre peronismo y antiperonismo, se agudizaron hacia fines de la
década del 60’, periodo en el cual comenzó a legitimarse la lucha armada y la eliminación del
enemigo como única manera de resolver los conflictos. La dictadura eclesiástica-cívico-militar pone
fin a dicho proceso a través de la tortura, la desaparición forzada de personas y la construcción de
las bases para un nuevo régimen de acumulación en la Argentina.
En el escenario colombiano el proceso distributivo no llegó a ser política de estado. Las
disputas de La República Liberal merecen ser destacadas en tanto oposición a ciertos enclaves de
poder como la Iglesia Católica y el empresariado, y en especial la hegemonía de la primera en
ciertas regiones de Colombia. Así, comprender los procesos de disputa y sus limitaciones constituye
un arma capital para repensar la historia como un proceso que no es siempre un producto de las
necesidades estructurales, ni de la mera contingencia azarosa. Así la República Liberal, construye
sus disputas en un marco de respeto del statu quo y sostiene un proyecto político que encierra una
contradicción explotada posteriormente: no hay libertad sin justicia social. Es allí donde radica su
fracaso como proyecto democratizador.
Asimismo, la posibilidad de reinventar el liberalismo expandiendo su capacidad
democratizadora es estrangulada por un contexto de creciente agudización de las relaciones de
antagonismo en la sociedad. Si bien la irresolución del antagonismo y las dificultades para instituir
otras formas de relación compatibles con la democracia pluralista pueden rastrearse desde 1880;
hacia fines de la década del 40´ toman dimensiones significativas que imposibilitan la continuidad
del liberalismo. El desenlace del proceso, implica un nuevo reacomodamiento de las elites políticas
y económicas en Colombia y la desarticulación de la propuesta popular.
Referencias bibliográficas
- Pecaut, D. (1987). Orden y Violencia evolución sociopolítica de Colombia entre 1926 y
1953. Bogotá: Siglo XXI Editores.
- Green, J. W. (2013). Gaitanismo, liberalismo de izquierda y movilización popular. Medellín:
EAFIT – Banco de la República.
- Gutiérrez Sanín, F. (2017). La destrucción de una república. Bogotá: Universidad Externado
de Colombia.
- Mouffe, C. (2007) El retorno de lo político: comunidad, ciudadanía, pluralismo, democracia
radical. Buenos Aires: F.C.E.

- James, D. (2006). Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina,


1946-1976. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.

Potrebbero piacerti anche