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La leche de bovino es el producto lácteo por excelencia, en Colombia una persona puede llegar
a consumir 50 litros (L) al año, por lo que es uno de los productos más fuertes y representativos
de la canasta familiar.
La leche se produce a partir de la sangre del animal, por lo tanto, se convierte en un producto
altamente perecedero y supone un riesgo de salubridad por su afinidad con la reproducción de
microorganismos (Servicio de Aprendizaje SENA, n.d.).
La toma de muestras se basa en analizar los peligros que puede ofrecer el alimento a la
población susceptible de consumirlo, ya que puede haber presencia de microorganismos que
alteran el producto, patógenos o cualquier otro inconveniente físico o químico que se
determine como posible fuente de riesgo para la salud de las personas (INVIMA, 2015).
Entonces, con el fin de proteger la salud de los consumidores se hace fundamental el muestreo
de leche y productos lácteos para análisis microbiológico, fisicoquímico y sensorial.
En el caso de la leche cruda se realiza el muestreo por motivos como: pago al productor por
calidad de la leche, control de la materia prima que ingresa a la planta procesadora, control
sanitario, entre otros (Agrocalidad, 2015).