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Este libro trata sobre un nuevo tipo de enfoque teórico para


el análisis de la vida política, método que a falta de un
nombre más descriptivo podría llamarse análisis sistémico.
La elección del análisis sistémico como enfoque principal de
la teoría política refleja solo una entre muchas estrategias
significativas posibles para construir una teoría política ge-
neral. 4 Pero se trata de una estrategia que nos permite apro-
%echar una revolución conceptual ya muy avanzada, no solo
en varias disciplinas conexas sino también en las ciencias
naturales y biológicas.
Siempre resulta viable tomar el aparato conceptual de otras
disciplinas y aplicarlo analógicamente a los datos de un
1 Véanse también los siguientes enfoques: G. A. Almond, "A Func-
tional Approach to Comparative Politics" en G. A. Almond y J. S.
Coleman, comps., Th.e Politics {r"Developing A reas, Princeton, Prin-
ceton University Press, 1960, págs. 3-66; K. W. Deutsch, The Nerves
{r"Government, Nueva York, Free Press of Glencoe, Inc., 1963;
S. N. Eisenstadt, The Political Systems {r"Empires, Nueva York,
Free Press of Glencoe, Inc., 1963; C. J. Friedrich, Man and His
Government, Nueva York, McGraw-Hill Book Company, 1963;
H. D. Lasswell y A. Kaplan, Power and Society, New Haven, Yale
University Press, 1950; H. D. Lasswell, The Decision Process: Se-
ven Categories {r"Functional A nalysis, College Park, University of
Maryland, Bureau of Governmental Research, 1956; W. G. Mit-
chell, The A merican Polity, Nueva York, Free Press of Glencoe,
Inc., 1962; y varios artículos sobre política de Talcott Parsons,
por ejemplo "Voting» and the Equilibrium of the American Po-
litical System" en E. Burdick y A. J. Brodbeck, comps., A merican
V oting Behavior, Nueva York, Free Press of Glencoe, Inc., 1959,
págs. 80-120; "On the Concept of Political Power", "Proceedings
{r"the A merican Philosophical Society, 107, 1963, págs. 232-62;
"On the Concept of Influence", Public Opinion Quarterly, 27,
1963, págs. 37-92, y "Some Highlights of the General Theory of
Action" en R. Young, comp., A pproaches to the Study {r"Politics,
Evanston, Illinois, Northwestern University Press, 1958, págs. 282-
304. Se hallará una interesante exposición de los problemas actua-

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campo diferente. Aunque no se llevara más lejos el intente que muestre sus fronteras y los contornos de sus formaciones
esto podría ser muy útil como estímulo para la investigaciés principales. Observaré la nueva estructura conceptual a tra-
teórica de la política. En la historia de la ciencia, la analog i.es de una lente de poco aumento, por decirlo así, de modo
y la metáfora sirvieron más de una vez como fuente G` que no nos abrumen los detalles. En la obra que pienso
nuevas ideas y de transformaciones fundamentales del per publicar más adelante procuraré emplear para el análisis
samiento. La ciencia política tomó constantemente en préJ tiatérnico de la vida política una lente más poderosa. Tras
tamo modelos de análisis de otros campos. 5 esta excursión preliminar, es menos probable que perdamos
En lo que atañe a la teoría política, estamos en la actualida„ el rumbo a través de la considerable cantidad de detalles
dispuestos a ir mucho más allá. Podemos explorar los linea• teóricos de que luego dispondremos, y que nos serán nece-
mientos básicos de una estructura conceptual fundada en la sarios.
adopción y adaptación específica de análisis sistémicos pan
la comprensión de la vida política. Como debe ocurrir co:
todo esfuerzo genuino para edificar sobre conceptos tomado
de otros campos y perspectivas, la investigación teórica e: La revolución en la teoría política
términos de sistemas adopta en este proceso muchas dimen•
siones nuevas, y los conceptos antiguos adquieren nuevo con.; Cuando se publicó la primera edición de mi obra The Poli-
tenido, a menudo imposible de reconocer. Aunque el análisis¡ tical Systems, 8 resultaba imprescindible justificar la cons-
sistémico —adaptado a los fines de la investigación social— trucción de una teoría general de orientación empírica en la
permanezca en definitiva dentro del mismo terreno concep ciencia política. Indice del salto gigantesco que se produjo
tual en que se formó, al final de nuestro examen encontra• en el desarrollo de la ciencia política como disciplina es que
remos que ha avanzado en direcciones sustancialmente dis. un tema que era entonces apropiado para suscitar intensas
tintas. Los estudiosos de las ciencias naturales y biológicas' *
discusiones ahora ya no se discute. Muchos podrán dudar
ya no se sentirán en su elemento en él, aunque bien puede aún de que esta disciplina sea capaz de producir teorías
ser que les suscite recuerdos vagos y nostálgicos de una generales útiles en la fase actual de desarrollo de la ciencia
patria conceptual que alguna vez conocieron. política misma y de las ciencias sociales en su totalidad. Pero
En este libro intentaré trazar un mapa del nuevo terreno >
cada vez son menos los individuos de mentalidad arcaica que
niegan la utilidad de los esfuerzos que se hacen en este sen-
les de la teoría política en T4"G. March, "Some Observations on tido, y muy pocos cometerían la extravagancia de emprender
Political Theory" en L. K. Caldwell, comp., Politics and Public una investigación empírica sin intentar vincularla, por mo-
A ffairs, Bloomington, Indiana University, 1962, págs. 121-39. destamente que fuera, con un contexto teórico más amplio.
2 Véase M. Landau, "On the Use of Metaphor in Political Analy- El rasgo más notable de esta revolución intelectual fue, en
sis", Social Research 28, 1961, págs. 331-53, esp. pág. 353, donde
el autor llega a esta conclusión: "La ciencia política recurrió siem• realidad, el ritmo con que esta disciplina cambió de rumbo
pre a metáforas, avanzó de lo conocido a lo desconocido. Los que sin perder el control de su aparato intelectual. Ello es testi-
critican el uso de "modelos" deben comprender que también ellos monio de la gran reserva de talento, aptitudes y conocimien-
necesitan usarlos. Por consiguiente, gran parte de la controversia tos heredados que la ciencia política, como disciplina, ha
sobre el uso de modelos carece de razón de ser. La opción no es
entre modelos y no modelos, sino entre una conciencia crítica de logrado reunir. En tan breve tiempo se ha producido una
su empleo y una aceptación acrítica. El uso abierto e "higiénico" revolución en las perspectivas generales, proliferan nuevos
de modelos podrá o no ayudarnos a formar una teoría política conceptos a un paso cada vez más rápido, y se han presen-
empíricamente sólida; pero no evitará correr muchos de los riesgos
que asumimos con las metáforas solapadas, implícitas y entume- 3 N4"Easton, The Political System, Nueva York, Alfred A. Knopf,
cidas que se suelen encontrar en los tratados de ciencia política". Inc., 1953.

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sería muy arduo llegar a un acuerdo con respecto a quiénes,
tado, para su investigación y estudio serio, nuevas estructura
conceptuales, de variable claridad. entre los especialistas de la ciencia política, deben identifi-
Todo esto ha ocurrido bajo el signo de un sismo intelectua carse como investigadores conductalistas, es decir, con res-
que ha sacudido a todas las ciencias sociales, y al qu' pecto a quienes son los miembros auténticos del movimiento
durante un tiempo se denominó enfoque conductalist; o sus adeptos legítimos. En segundo lugar, hallaríamos tam-
-nqtmúu{émx"m}}é{mot."3" La nueva teoría, que luchó por ve bién franco desacuerdo sobre aquello que se debe acentuar
la luz en la ciencia política durante toda una década y qw en una investigación conductalista, o sea sobre su natura-
solo ahora comienza a tener vida propia, es en gran partí leza como empresa intelectual.
hija de este cataclismo. Su feliz nacimiento promete, a st Examinemos el primer punto. Los criterios para determinar
vez, dar nuevo rumbo e inspiración al método conducta. la pertenencia al movimiento son tan vagos y ambiguos como
lista. Siendo producto de este movimiento y estando vincu. borrosos y discutibles sus límites. Al igual de lo que ocurre
lada a él, la teoría política de orientación empírica e en la mayor parte de los movimientos sociales, la pertenencia
denomina a menudo teoría conductalista. no consiste en integrar una organización formal sino en sen-
Para evaluar el papel que la nueva teoría comenzó a dei» tir que se participa de una misma orientación, que se poseen
empeñar en la orientación y el progreso de la ciencia polí ideales y supuestos semejantes, que cada cual respeta los
tica, y comprender hasta qué punto está inextricablemenu intereses del otro, que se busca ayuda y apoyo recíprocos o se
amalgamada con el crecimiento de la conducta política com: acepta un liderazgo común.
método distintivo de investigación, interesa estudiar t Sin embargo, ciertos símbolos materiales y pautas de con-
significado de esta gran revolución. ¿Qué se entiende pa * ducta distinguen efectivamente el citado movimiento. Sus
investigación de la conducta con respecto a la vida po adherentes escribieron para un número limitado de publi-
lítica? La respuesta a esta pregunta revelará el papel cen- caciones periódicas, 7 e incluso llegó a producirse, en forma
tral que está cumpliendo la teoría de orientación empina * inesperada, una cierta especialización en la elección de las
en la transformación de la ciencia política, y ubicará e: * casas editoras de libros. Aunque el movimiento no crista-
un contexto más amplio uno de los enfoques tendientes a lizó nunca en sentido formal, hay estructuras como los
desarrollo de una teoría general: el del análisis sistémicc Comités de Conducta Política y de Política Comparada
del Consejo de Investigaciones de Ciencia Social, que pro-
porcionaron, de alguna manera, un núcleo institucional, al
menos en estos dos campos. Por otra parte, hace ya algún
La investigación conductalista como movimiento tiempo los sentimientos de los adeptos se encendieron lo su-
ficiente como para discutir la conveniencia de establecer
La conducta política representa a la vez una tendencii o instituciones propias, por ejemplo un periódico u organiza-
intelectual y un movimiento académico concreto. Comc ción especial. 8 A diferencia de lo que ocurrió en psicología,

corriente intelectual se la puede detectar en muchos esto- psiquiatría y otras ciencias, en que a partir de una asocia-
diosos de la política, al menos en cierto grado; como mol', ción inicial se escindieron otras de puntos de vista diver-
miento, sus adeptos y partidarios incondicionales son mucha gentes, de la Asociación Norteamericana de Ciencia Política
menos. Esto es indudable, y al respecto concordarían prc
8"Por ejemplo Public Opinion Quarterly, W orld Politics, A merican
bablemente con nosotros quienes comparten, de una u otn U8ohápvyhs"Scientist y B.ehavioral Science.
manera, este punto de vista. Pero el enfoque es tan nuesc! S Creo justo aclarar que el A merican Behavioral Scientist (antes
y sus límites tan mal definidos que difícilmente pueda alcas UWTI-"se fundó en la atmósfera creada por estas discusiones, por
zarse consenso sobre sus aspectos positivos. En primer lugar iniciativa de Alfred de Grazia y bajo su responsabilidad.

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no surgió ningún grupo que diera expresión institucional a, ínatituciones, como por ejemplo entre sistemas de partidos
nuevo enfoque. La Asociación demostró ser ps"basta r legislaturas, o entre sistemas electorales y partidos, o al
flexible como para adaptarse con la velocidad necesaria efecto de diversos tipos de convenios institucionales sobre
carácter cambiante de este campo de estudios.° el reclutamiento de personas destinadas a cargos de dirección
Pero estos símbolos materiales proporcionaron un vínc autoridad. :
demasiado informal con el enfoque conductalista, y fue Pese a las críticas en sentido contrario, son los raros estu-
demasiado fragmentarios y de alcance limitado como p diosos de la conducta política quienes se someten en exceso
servir a satisfacción de foco central del movimiento. a los límites de la investigación definidos por sus técnicas
consecuencia, éste siguió en un estado muy rudimenta rigurosas. En la práctica observamos que la mayor parte
incapaz de originar una verdadera ortodoxia o doct hi"los conductalistas están dispuestos a aplicar los mejores
inviolable. Es así como la profesión de la ciencia polit recursos técnicos disponibles, aunque esto signifique que el
se salvó del trauma de los cismas institucionales. ¡ Pero a q cínico método factible sea el tradicional. En realidad, el con-
inesperado costo! Los "titulares" del movimiento conde: ductalista es un producto mixto de lo tradicional y lo conduc-
talista no se pueden distinguir con facilidad de los que sor talista, con tendencia a esto último; pero lo que con fre-
simples "compañeros de ruta", simpatizantes tolerantes, pa cuencia vuelve difícil identificar a los conductalistas autén-
tidarios ocasionales o críticos ambivalentes. Es posible qtr ticos es el carácter que adopta esa mezcla en cada caso
los tradicionalistas consideren a un autor como pertenecie particular.
al campo antagónico, y al mismo tiempo este último gru
ps"desautorice basándose en razones diametralmente opuesta i
La ambigüedad procede tal vez de la naturaleza del cor.
promiso .que se exige de un conductalista. Este no está pr •l La conducta política como tendencia intelectual
vado o incapacitado, por el solo hecho de serlo, de continu_:
con investigaciones tradicionales siempre que las considec° Si mi primera tesis es que la conducta política tiene mu-
necesarias y apropiadas, como ocurre en el estudio de Lt chas de las cualidades de un movimiento social incipiente,
relaciones entre instituciones. El método conductalista dr! la segunda es que, precisamente por estar tan mal definido,
mostró poseer su mayor fuerza en investigaciones relativas f resulta mucho más fácil describirlo con referencia a su con-
individuos (especialmente en sus relaciones cara a cara tenido intelectual que con referencia a sus miembros. La
o a un tipo de conducta colectivo como la votación. Is mayor parte de los estudiosos de la política, aun los que se
estructura y procesos internos de pequeños grupos y orgarL resisten a ser clasificados como conductalistas, probablemen-
zaciones, y ciertos aspectos de comunidades bien definida: te estarían contestes sobre la naturaleza general de las supo-
representan el ámbito más amplio para el que se creara' siciones y objetivos conductalistas, pese a las grandes dife-
técnicas perfectamente conciliables con las supuestas del cor- 4 rencias que habría en lo concerniente al énfasis que debe
ductalismo. Esas técnicas son menos confiables y sus resu: colocarse en cada uno de ellos.
tados menos valederos si se aplican a las relaciones ent
Véase M. Sherif y B. L. Koslin, `tq{éqñuomx"mzp"[qíqméot"[q2
6 Esto tiene su historia, que sería interesante investigar para cor f DCéñíC"`tq"'Rzíñuñóñu{zmx'"úí3"lKqtmúu{émx,"L{zñé{úqéí¨"uz"]{oumx
prender cómo una disciplina logra enfrentar con éxito los cambia ]ouqzoq"üuñt"]}qoumx"[qrqéq1Noq"ñ{"Y{xuñuomx"]ouqzoq1" Norman, Ins-
en sus objetivos y métodos, adaptación que en modo alguno r titute of Group Relations, University of Oklahoma, 1960. Los auto-
puede dar por descontada. En esa historia desempeñaron un pape =
res, observando la investigación política desde la perspectiva de la
crucial Evron M. Kirkpatrick, Director Ejecutivo de la Americzl, psicología social, aplaudieron sin reservas la insistencia en el en-
Political Science Association, y Pendleton Herring, Presidente te: foque institucional que hallamos en la ciencia política.
Social Science Research Council.

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