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Cicerón
ENSAYOS SOBRE LA
GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA CONTRA EL
PARAGUAY
(Harper’s New Monthly Magazine, 1870)
Al Héroe de América:
PRÓLOGO
*****
siempre vio allí a su más grande enemigo. Sus riquezas en maderas exóticas,
algodón, plantaciones y cultivos, minería, son enormes…” y la convicción de
sus palabras se encargaron de abrir los ojos a muchos americanos que,
hundidos en la mentira, pudieron alcanzar a través de él algo de la verdad.
*****
Virginia – E.U.A.
PRIMERA PARTE
2- Las causas de la guerra siguen siendo motivo de airadas discusiones. La versión de los vencedores
se resume en un supuesto intento del Mariscal Francisco Solano López de coronarse “Napoleón del Plata”,
sin mucha evidencia. En realidad, los hechos bien sólidamente delineados indican que la guerra ocurrió
luego de que el Ejército y Armada del Imperio del Brasil en flagrante colaboración con el Gobierno de la
Confederación Argentina se inmiscuyó directamente en asuntos internos de la República Uruguaya. La
sucesión de los hechos nos indica que López vio no sólo atentatorio contra la política de “equilibrio del
Plata” a éste ataque, sino que consideró, no sin lógica, que tras la caída del gobierno aliado del Uruguay (el
partido Blanco) y la instalación de los colorados, adversos a López, el bloqueo económico y posterior guerra
de los ya entonces aliados contra el Paraguay sería inevitable y decidió reaccionar.
4- De hecho, la madre del Mariscal, doña Juana Carrillo, sobrevivió a la guerra con sus hijas. Todas
ellas estuvieron implicadas (según las Memorias del General Resquín) en una conspiración en la proximidad
de Villa Curuguaty en donde intentaron asesinarlo con una chipa envenenada. Sin embargo él las perdonó,
aunque las mantuvo bajo vigilancia.
5- Estas afirmaciones de McMahon no son para tomarse a la ligera. Recuérdese como la historia es
escrita por los vencedores y éstos no escatimaron en mentiras para falsificar todo lo referente a Solano
López, su gobierno y lo relacionado al Paraguay. McMahon pone en duda a las afirmaciones externas sobre
lo ocurrido en Paraguay durante la Guerra Guasú, nos habla de casos específicos y agrega la frase “muchas
otras personas de menor importancia”, cosa notable y muy relevante para ser tenida en cuenta.
Debemos notar sin embargo que, de la larga lista publicada con tantas
“víctimas” de López, mínimo a cien de ellas –según el documento mismo- las
mataron los aliados mientras se encontraban trabajando como prisioneros en
las trincheras y en las labores a las que normalmente son forzados los
soldados de todos los ejércitos por faltas pequeñas. Por lo menos la mitad
falleció de enfermedad en prisiones y hospitales o fueron muertos al desertar
y el resto ejecutado por espionaje, traición u otros crímenes luego de ser
sometidos a juicio acorde a las leyes vigentes. Nos cuestionamos si para la
mentalidad americana es justo el acusar de criminal a un Primer Magistrado
por todas las muertes por enfermedades o ejecuciones de sentencias de
cortes civiles o militares, ocurridas luego de varios años de guerra. No
podemos alegar que las leyes del país sean defectuosas y la administración
de la justicia parcial o cruel (7). Y si así fuera, es de lamentar la mala suerte
del pueblo paraguayo, no del nuestro (8); pero esto no releva a los gobiernos
y escritores aliados de la acusación de intentar pervertir la opinión pública,
difundiendo por el mundo mal-intencionadas declaraciones contra su
enemigo que, si no absolutamente falsas, han ido con la intención de dar una
falsa impresión.
6- Un “falsificador de la historia” moderno, Thomas Whigham, da enorme valor a los panfletos
aliados, cuando le conviene, para validar su postura anti-Paraguay pero los oculta cuando éstos poseen
contenido, como mínimo, execrable por las mentiras que contienen o inteligentemente, hay que admitirlo,
cuando pueden solidificar la idea de la conspiración contra el Paraguay. Graciosamente, Whigham se
encarga de mencionar los ensayos de McMahon en la bibliografía de su “Guerra de la Triple Alianza” pero
lejos de presentar la versión del General americano del conflicto, se enfanga en explicaciones rufianescas y
sin sentido alguno, como ocultando o intentando imponer una verdad antes que revelar la perspectiva de su
heroico compatriota. Conducta digna de quienes ocultan páginas de diarios incriminatorios…
7- Lo dijo quien fuera abogado, jurista, asambleísta de Nueva York y Honorable Senador de los
EEUU, alabado por sus compatriotas por su justicia y probidad.
Los odios y recelos que España y Portugal dejaron como triste legado a
sus colonias y algunos problemas de límites no definidos desde tiempos
remotos, así como el natural antagonismo entre un imperio esclavista y sus
10- La penetración de McMahon parece ser ilimitada. Escritores como Juan B. Alberdi tocaron éste
asunto pero el general americano con una sola y lapidaria línea lo resuelve. El nacionalismo argentino de
hoy, representado por brillantes escritores como Leonardo Castagnino, también apoya ésta postura.
11- El general Manuel Belgrano, enviado por Buenos Aires, pretendió sojuzgar a la “Provincia
Rebelde” invadiendo Paraguay con unos 2.000 hombres bien armados. Los coroneles Manuel Gamarra,
Atanasio Cabañas y Fulgencio Yegros, que fueron abandonados por la mayoría de los españoles liderados
por Bernardo de Velasco, entonces gobernador de la provincia, lo dejaron penetrar con pequeñas acciones
de hostigamiento hasta que le derrotaron completamente en las batallas de Tacuarí y Paraguarí. La
historiografía paraguaya considera a éstos hechos como el inicio de la Independencia del Paraguay.
13- Alberdi ya lo había señalado en sus ensayos sobre la Guerra de la Triple Alianza. Además de
defender la causa paraguaya, lamentó ver a su país sojuzgado y sometido a la política imperial.
15- Varios historiadores argentinos como el genial Atilio García Mellid y José María Rosa han
demostrado con documentos la muy alta improbabilidad de que Mitre no hubiera estado informado de la
declaración de guerra del Paraguay. Así también, La Nación Argentina, periódico de Mitre, varias veces
comete en sus ediciones pequeños errores que dejan entrever claramente que, al menos en el citado medio
de prensa, el estado de guerra ya era conocido.
16- De hecho que también es perfectamente conocido que el mensajero paraguayo, con sus cartas
y documentos que constataban la declaración de guerra, fue capturado por oficiales y gendarmes
argentinos, según algunos en la misma Buenos Aires. Juan Emiliano O’Leary Urdapilleta, apóstol del
nacionalismo paraguayo, lo menciona en sus obras aún antes de que éstos hechos hayan sido debidamente
demostrados con documentación. Varios historiadores del revisionismo argentino también lo reconocen.
19- Y con algunos argentinos y brasileños fingiendo ser uruguayos, transportados todos ellos en
buques argentinos con armas de arsenales argentinos.
20- La asquerosa manipulación de los hechos de Itamaraty se puede ver con claridad. Como si fuera
que ya no habían invadido al Uruguay en connivencia con sus ya entonces aliados, que ya no estaban
reduciéndolo a mera expresión geográfica la existencia de la República Uruguaya.
21- Mediación en la que infructuosamente intentó participar el Mariscal y Héroe de América, quien
hizo todo lo posible para mantenerse fuera del asunto, como indica acertadamente Arturo Bray, aunque
finalmente, ante lo apremiante de la situación y las súplicas uruguayas, debió ceder.
23- Eternamente ignorada, minimizada históricamente por quienes quieren hacer pasar al Mariscal
López como un simple loco (al buen estilo de las historias que se relatan en Hollywood). Fueron éstos
rechazos los que permitieron al Héroe de América ver el plan que se urdía contra el Paraguay.
24- Reemplazar “se convenció” por “vio por encima de sus enemigos, atravesó el secreto
entramado que entretejían alrededor suyo y comprendió la verdad”.
No se olvide, además, a las declaraciones más que conocidas de José Mármol, conocedor de la
política argentina de su tiempo, quien asegura que el acuerdo contra el Paraguay existía mucho antes de la
firma, en mayo de 1865, del infame Tratado Secreto. Según sus palabras, en junio de 1864, en Puntas del
Rosario, ya existía entendimiento y que el Tratado Secreto de 1865 sólo fue el último documento. Antonio
de Saraiva, ministro plenipotenciario del Brasil y protagonista de ésta reunión realizada en Puntas del
Rosario (de la que participaron Elizalde y Edward Thornton, ministro plenipotenciario británico quien
también estuvo en la firma del Tratado Secreto de 1865) secundó y reafirmó los comentarios de José
Mármol en varias ocasiones, según constan varios documentos inclusive. Así pues se ve claramente que el
Mariscal no tenía “locos presentimientos” ni “delirios de persecución”. Estaba perfectamente enterado, con
su mente providencial, de lo que ocurría a su alrededor. Pero incluso el general Francisco Isidoro Resquín en
sus Memorias menciona el entendimiento que ya existía entre el Imperio y la Confederación en 1857.
26- No faltan escritores que en buen guaraní paraguayo serían los “piré pererí” (como Osvaldo
Bergonzi) que consideran a ésta protesta del Paraguay como “un error”. Una “falta de viveza” se diría en
porteño y bandeirante. Precisamente ahí yace una diferencia: el Mariscal representa al Honor, la Franqueza,
la Honestidad. Sus enemigos representan al Ultraje, las maquinaciones secretas, la mentira, lo oculto.
Además, el error de invadir Uruguay y tener en cuenta al grandioso Héroe de América, lo comete el Brasil,
que vio después de la Guerra Guasú a sus sueños de Imperio desmembrados y hoy también sojuzgados.
“La invasión del general Flores a la República Oriental fue el punto de partida para los sucesos
extraordinarios que conmovieron a esta región de América, convirtiéndola en un inmenso campo de batalla.
Aquel hecho oscuro e injustificable fue el origen de las complicaciones, de los sacrificios y de una de las
luchas más crueles y sangrientas que recuerda la humanidad en largos siglos. Aquella invasión sirvió de
pretexto a las reclamaciones extranjeras, trajo la intervención del Imperio al Estado uruguayo; la
complicidad de las autoridades argentinas; la alianza de hecho y de derecho entre los beligerantes, regulares
e irregulares, del Río de la Plata; el ataque y la defensa heroica de Paysandú; la triste rendición de
Montevideo, plaza codiciada para ulteriores operaciones de la Alianza, y guerra implacable contra el
Paraguay, marcada por continuos signos de devastación y de muertes, desde Uruguayana hasta el
Aquidabán, en cuyo itinerario de sangre los vencidos se contaban por los muertos, y el clarín de la victoria
resonaba sólo en medio de ruinas y montones de cadáveres…”
28- Según el general Resquín, esos territorios siempre fueron legítimamente paraguayos y hablar de
“invasión al Matto Grosso” es totalmente maniqueo y falso. La frase correcta sería “recuperación o
reconquista del Norte Paraguayo”. Algunos legionarios modernos pretenden que el manejo lingüístico de los
términos no tiene importancia crucial en la interpretación de los hechos. Pues una vez más les decimos:
“falsificadores de la historia”. Las palabras sean utilizadas correctamente o no se utilicen.
30- Invadir al Uruguay, a pesar de la nota de protesta (de varios meses de antelación), hacer pasar a
un buque brasileño casi con prepotencia por aguas paraguayas y llevando en él a un “gobernador del Matto
Grosso”, todo esto desde luego que no deben ser considerados “actos de guerra” contra el Paraguay. Son
simples maniobras diplomáticas, como financiar una guerra civil en una pequeña República, anunciar a
diestra y siniestra que esa guerra es necesaria y posteriormente proclamar que “le toca el turno a
Paraguay”, etc. (Legionarius dixit).
alegatos (31).
32- Un estudio hecho por Natalicio González nos revela la cantidad de pertrechos bélicos que se
capturaron solamente en Coimbrá, Matto Grosso. Se dice que cantidades similares se obtuvieron del
campamento brasileño-argentino de Corrientes, aunque no hay documentación que lo pruebe
fehacientemente, más allá de los comentarios.
33- De hecho que ésta afirmación no es enteramente correcta por parte de McMahon. Paraguay, a
través de varios contratos con Anacrusis Lanús, la compañía Blythe de Inglaterra y otros modernizó
lentamente sus fuerzas armadas. Pero, esto es cierto, no con la intención de hacer la guerra sino como un
viejo plan de tiempos de Don Carlos Antonio. También se debe recordar las gestiones malogradas del
gobierno (o más bien, las trampas contra el Paraguay) cuando Inglaterra otorgó a Brasil, a instancias de
Cándido Bareiro, gran cantidad de material ordenado por el gobierno paraguayo con mucha antelación.
Natalicio González y Arturo Bray presentan evidencias sobre esto, entre otros autores.
34- Además existía otra muy conocida base de operaciones brasileña en Concordia, Entre Ríos.
McMahon nos presenta todo esto como evidencia contundente, ignorada por supuesto, por los legionarios.
36- No podemos menos que admirar al Mariscal por su increíble penetración y conocimiento de los
hechos. Poco se ha estudiado sobre los sistemas de inteligencia paraguayos y como el Mariscal parecía estar
siempre un paso más adelante que sus enemigos. Desde luego, investigarlo daría todavía más razones para
magnificar la figura del Héroe de América y la Causa Paraguaya, por ello, se prefiere en la “historiografía
oficial” dejar a un lado éstas cuestiones.
37- Thomas Whigham especula fabulosamente sobre éste punto diciendo que Mitre en realidad,
después de haber comprometido su neutralidad en el asunto uruguayo, tenía pensado permitir pasar las
cargas de municiones que aún debían llegar al Paraguay desde Europa (que no eran muy numerosas, aunque
para el Ejercito Paraguayo harían gran importancia). Obvio que todo esto tiene como contratiempo que en
Febrero de 1865, Venancio Flores ya estaba en el poder listo para hacer la guerra al Paraguay (y de hecho
que, según varios historiadores revisionistas, su primer acto de gobierno fue la declaración de guerra al
gobierno de López). Además, según Whigham, Mitre lógicamente no quería hacer de su territorio potencial
campo de batalla, pero recordemos que si ya había hecho de Corrientes una base brasileña de operaciones.
En pocas palabras, no quería hacer un campo de batalla a su territorio siempre y cuando sea López quien se
aprovechara de él. Pero la base brasileña en Corrientes: ¡bien, gracias! Para rematar todo esto, las fuentes
de Whigham son las siempre cuestionables fuentes del mismo Mitre y sus lacayos.
se había hecho en plena paz y constituía por tanto, violatoria del derecho
internacional (38). Las fechas citadas anteriormente refutan con
contundencia dichos cargos. El gobierno argentino negó haber recibido la
declaración de guerra (39). En mayo, después de la reunión del Congreso,
proclamaron que la ocupación de Corrientes constituía una profanación de su
territorio, una violación de los usos internacionales y un ataque realizado sin
mediar provocación (40) y con ausencia de notificación alguna. No obstante,
ha sido plenamente demostrado que el gobierno de Buenos Aires estaba en
pleno conocimiento de la declaración de guerra paraguaya, varios días antes
de que la ocupación de Corrientes fuera notificada a la población (41).
40- Si es que a ésta abierta declaración de guerra de Bartolomé Mitre el 10 de Marzo de 1865 (a
través de su periódico, La Nación Argentina, como también lo hizo en la Guerra Civil Uruguaya) no se puede
considerar “provocación”:
“No duden nuestros lectores que muy pronto sonarán los cañonazos que anuncien al mundo que
va a caer el miserable opresor de un pueblo mártir. Los hombres de toda América deben contribuir por
todos los medios a su alcance para la caída del déspota opresor de una república hermana...”
Los enemigos del Paraguay, sean los aliados o sus historiadores, minimizan esto diciendo que
“como los paraguayos no estaban acostumbrados a la Prensa Libre, consideraron que La Nación Argentina
era palabra oficial del Gobierno Argentino”. Desde luego que Solano López, hombre de mundo, simplemente
fue un tonto al caer en esa trampita. Porque pensar que, tal cual ocurrió con La Nación Argentina y el asunto
uruguayo podía pasar en Paraguay, es de idiotas (hay que ser fanático y legionario convencido para seguir
sosteniendo semejante postura). Atilio G. Mellid menciona varias editoriales de La Nación Argentina.
42- La Triple Alianza ya existía. Pero ese argumento de McMahon, sólido e impenetrable, en
nuestros días sería rebatido usando la palabra “conspiracionista”.
nuevo a Francisco Solano López como Presidente, tal cual hicieron tres años
antes? ¿Hubieran respetado dicha decisión los aliados? El artículo 6 por lo
tanto es un error y el artículo 8 una broma.
El artículo 16: “para evitar las discusiones que traen consigo las
cuestiones de límites”, ellos fijarán definitivamente los futuros límites de la
República, en forma tal que se adjudican para si la mitad de su territorio. He
ahí su respeto por la integridad territorial (47).
45- Y sigue más que vigente, al no anularse jamás el tratado, al no firmarse una paz oficial y al no
haberse rendido el Héroe de América ni su Ejército.
fortificaciones sobre sus propios ríos que pudieran interferir con los
propósitos de los aliados. Que todas las armas y pertrechos existentes dentro
de la República serán divididos en partes iguales entre los aliados y que los
“trofeos y botín” (palabras textuales extraídas del Tratado) serán repartidos
de igual forma (48).
Aún hay otro artículo del tratado que involucra al mundo exterior. En el
artículo 11 se lee “derrocado el actual gobierno del Paraguay, los aliados
48- Ver nota “46”.
50- El legendario capitán Matías Bado se suicidó luego de ver la cara a los legionarios, quienes le
ofrecieron oro y plata para comprar su lealtad, cosa que él rechazó con desdén. Recuerda a la historia del
Dr. Francia, quien expulsó a un filibustero que quiso comprar su honor gritándole “salga usted con su
asqueroso oro y sus vilísimos pensamientos de mi casa”, según Thomas Carlyle. Esto representa la diferencia
entre Bado, los soldados paraguayos y los legionarios.
51- Obviamente, los periódicos aliados y algunos paraguayos “piré pererí” dijeron que muchos de
los soldados que se reincorporaban a las filas de López eran castigados por “no haberlo hecho antes”. Pero
lo gracioso está en la explicación que, por ejemplo, Thomas Whigham quiere hacer pasar por válida sobre
ésta actitud de los paraguayos y se resumía en que era tanto el temor que le tenían al Mariscal y a su
gobierno que preferían ¡VOLVER A ÉL! antes que aceptar la “civilización” de los aliados. Lo único que le faltó
a Whigham fue diagnosticar Síndrome de Estocolmo a los soldados paraguayos.
54- Fernando Iturburú, el líder de la Cruzada Libertadora contra el Paraguay. Excelente lógica de
McMahon, ya lo hemos mencionado anteriormente. ¿Podríamos pensar en algún argentino financiado por
Brasil o el “genio invisible” para crear revueltas en Argentina? Muchos, pero es mera especulación.
el artículo 14 del tratado: ¿lo aceptará la Argentina? Si no, ¿tomará las armas
para impedirlo? No quedan dudas del resultado de tal lucha. La
Confederación Argentina, débil en su organización interna, siempre en
amenaza por revoluciones presentes o futuras, sin el abnegado y heroico
pueblo que inmortalizó al nombre “paraguayo”, con un país no preparado
para la defensa, sin flota ni ejército, quedará a merced absoluta del Brasil.
¿Puede alguien dudar, entonces, que el sueño preferido del Imperio –el
control completo del Plata y la posesión de todo el continente al este de los
Andes- se cumplirá rápidamente? (56). La absorción de las repúblicas vecinas
por un Imperio asentado sobre la esclavitud puede no ser bien vista por las
naciones civilizadas; pero si la política de no-intervención de los EEUU que los
aliados alaban a gritos en éstos momentos, continúa hasta el final, ello no
podrá evitarse. ¿Sería ésta absorción beneficiosa para dichas naciones o
conveniente para el comercio mundial? Evidentemente no. Brasil no tiene ni
los recursos humanos, ni la iniciativa, ni los medios, ni el deseo de desarrollar
aún sus propios recursos. El pueblo brasileño es un pueblo afeminado y débil.
Su verdadero ejército está reclutado, en parte, entre condenados y entre
esclavos infelices que son enviados al frente en canje de honores que se
conferidos a sus amos. Son tan recelosos de los extranjeros como las
naciones orientales y de la misma manera, están embotados en una
constante y absurda contemplación de su propia grandeza imaginaria.
estadistas de la actualidad.
Sin embargo, Brasil sufre una fuerte presión en estos momentos. Está
comprometido con una guerra que parece no tener fin y que se hace cada día
más costosa. Sus gastos han sido enormes, su pueblo está descontento (58).
Su enemigo, el Presidente López, aprecia perfectamente la situación y ha
manifestado su intención de arruinar al Imperio financiera e
irreparablemente, por las características de la guerra que conduce (59). Tiene
aún, aparentemente, los medios para una resistencia indefinida. Su Cuartel
General, mientras escribimos éstas líneas, se encuentra en el mismo centro
geográfico de la República, mientras las montañas que forman parte de su
línea de defensa corren hacia el norte y el sur en casi toda la extensión del
Paraguay.
57- El Barón de Mauá, testaferro de los Rothschild en el Imperio, hizo la grandeza del
expansionismo financiero “brasileño” por mucho tiempo a través de sus filiales bancarias. Pero tras la caída
del Imperio, el muy capaz economista y hombre de negocios cayó totalmente en desgracia (e incluso su
desgracia se preludiaba mucho antes ya). No sabía el Barón que simplemente trabajaba para sus señores y
éstos ni siquiera eran los hombres de la Corte de San Cristóbal (que cayeron con él) sino los mismos
Rothschild, que cuando terminaron de usarlo, lo abandonaron como basura en la mayor miseria.
58- Precisamente el Barón de Mauá, quien en verdad tenía una aguda observación, fue uno de los
mayores opositores a la guerra. Vio en ella a la futura ruina económica del Imperio e intentó disuadir a los
principales actores del gobierno brasileño, más fue en vano. La quiebra del Brasil trajo inexorablemente la
quiebra del “banquero del Imperio” y la caída de ambos, para beneficio de los Rothschild, quienes se
apropiaron de todos los intereses. El Barón de Mauá y las aspiraciones imperiales, como preservativo usado,
fueron al tacho sin mediar palabra y la Banca Rothschild se hizo dueña financiera del Brasil.
59- En algún romántico sentido, se puede decir que el Mariscal cumplió con su objetivo. Si la
independencia paraguaya acabó en 1869, el Héroe de América se encargó de acabar también con la
existencia del Imperio y su independencia financiera. Algunos brasileños sostienen ésta tesis.
Según el General Resquín, el Mariscal incluso puso a disposición su cargo y su salida del Paraguay
como garantía de paz, a cambio de que se renunciara a la letra del Tratado Secreto de la Triple Alianza. Pero
esto era sencillamente imposible. La guerra debía seguir hasta sus últimas consecuencias. Los falsificadores
de la historia no dejaron de agregar su tinta venenosa sobre éste evento, insinuando que López no quería la
paz, sino simplemente ganar tiempo para fortificar sus posiciones.
“La guerra no está concluida. Aquel bruto (López) tiene todavía 20 piezas de artillería y unos 2.000
perros que habrán de morir bajo las patas de nuestros caballos…”
Obviamente, la paz era lo que no querían, como cualquiera con ojos ya pudo ver.
Hay muchas otras reflexiones sobre las que podría extenderme en éste
63- El 27 de junio de 1870, el Congreso de Colombia encabezado por el Presidente de la República,
Eustorgio Salgar, proclamó:
Primero: El Congreso de Colombia admira la resistencia patriótica y heroica opuesta por el pueblo
de Paraguay a los aliados que combinaron sus fuerzas y recursos poderosos para avasallar a esa república,
débil por el número de sus ciudadanos y por la extensión de sus elementos materiales, pero tan respetable
por el vigor de su sentimiento y acción, que todo lo que hay de noble en el mundo contempla su grandeza,
lamenta su desgracia y le ofrenda vivas simpatías.
Segundo: El Congreso de Colombia participa del dolor de los paraguayos amigos de su patria por la
muerte del mariscal Francisco Solano López, cuyo valor y perseverancia indomables, puestos al servicio de la
independencia del Paraguay, le han dado lugar distinguido entre los héroes, y hacen su memoria digna de
ser recomendada a las generaciones futuras.
Y agregaron finalmente que “si el Paraguay llegara a desaparecer, ningún paraguayo será paria en
su tierra. Automáticamente, el Gobierno Colombiano les otorgará la nacionalidad al poner pie en territorio
colombiano”.
artículo, más creemos que lo que ya dijimos es suficiente para presentar con
imparcialidad el tema a consideración del lector. No ignoro lo mucho que se
ha escrito de ambos lados con el objetivo de influenciar el juicio y acción de
las naciones extranjeras, ni desconozco la amargura de la calumnia y el
ultraje personal con la cual los celosos campeones de sus respectivas causas
están acostumbrados a responder a todo quien se aventura a oponerse a sus
declaraciones o convicciones. Hay mucho que deplorar en todo conflicto
armado y esta guerra del Paraguay ha pagado más que cualquier otra su
cuota de horror, iniquidad y crueldad y enriquecerá el agrio catálogo de
errores humanos. Sin embargo creo firmemente, no en la información
acumulada en panfletos partidarios ni en los salones diplomáticos de
Washington, sino en mí propia experiencia ganada, que nadie más que la
Infinita Sabiduría puede decidir si cuál de las partes en lucha tiene en esa
disputa más pecados contra la humanidad.
cosas vanas, queremos creer, que los asuntos de menor cuantía y no influirán
indebidamente. Y en especial, en la opinión definitiva que se forme el pueblo
americano sobre una cuestión cuyo desenlace influirá necesariamente –para
bien o para mal- en el futuro destino del continente.
SEGUNDA PARTE
Hemos hablado del río en sus días de paz, más hoy está todo
dolorosamente cambiado. Porque aunque las flores y el verdor de la selva
siguen adornando sus riberas y sus caudalosas aguas siguen corriendo hacia
el mar, las aves y animales se han alejado de sus costas, asustadas por el
constante fluir de un funesto comercio, nacido de las necesidades de la
guerra. Ni siquiera los impertinentes monos se aventuran a espiar desde la
orilla los pasajes que transportan la negra soldadesca del Brasil, a quienes los
paraguayos insisten en llamar “sus hermanos”, un parentesco que los
obstinados animales se niegan a reconocer (65).
65- Mucho se ha intentado acusar al General McMahon de ser racista empedernido, sobre todo por
los brasileños y algunas facciones pro-Alianza, a causa de éstos párrafos poco melosos hacia los negros del
ex-Imperio. No olvidemos, sin embargo, que el autor de ésta obra luchó en primera línea contra la esclavitud
en los Estados Unidos de América del Norte, en la Guerra de Secesión. En realidad, lo suyo pertenece más a
un concepto anti-Brasil que anti-negros.
barranco, en ese lugar, estaban montados diez y seis cañones. Uno era un
Whitworth de largo calibre, capturado meses atrás al enemigo, en
circunstancias que grafican mejor que páginas enteras de detalles, el modo
en que los paraguayos y su ejército hacen la guerra: en Paso Pucu los aliados
habían sostenido un nutrido fuego durante varios días y noches sobre las
posiciones paraguayas. El cañón Whitworth era la pieza más formidable y
temible con la que contaban. López dio órdenes de que a medida que las
balas cayeran, fueran cuidadosamente recogidas. En ese lapso de tiempo se
habían arrojado unos dos mil proyectiles que fueron metódicamente
acumulados. Informado del hecho, López ordenó una expedición para
capturar el cañón. Se cumplió la orden, se tomó por asalto esa posición aliada
y se tomaron todos los cañones instalados en el lugar. Por el peso y la
dificultad de maniobra del Whitworth, cuyo especial valor era desconocido
por los oficiales de la expedición, éste fue abandonado en terreno pesado
fuera de las trincheras aliadas. Enterado de esto, el Presidente López
despachó otra partida, que al regresar encontró al enemigo recobrar el
cañón. Los paraguayos los espantaron, retomaron la pieza y la llevaron en
triunfo a sus líneas, desde donde, al día siguiente, abrió fuego con los mismos
proyectiles con que había estado equipando durante semanas a sus dueños
anteriores. Los paraguayos sufrieron muchas pérdidas en ésta hazaña, pero
ellos estaban acostumbrados a obedecer las órdenes al pie de la letra.
con plata, se mantenían generalmente todo el día ensillados con las cinchas
flojas. Todos eran consumados jinetes y cuando montaban hacían espléndida
figura (69).
70- ¡Oh, gloriosos hombres con el fuego sagrado en la sangre! Listos para encontrar la inmolación
en los brazos de la eternidad luchando por la más noble de las causas. La Tierra y la Raza de Héroes en su
máxima expresión.
que mantenía durante todo el día un fuego constante pero mal direccionado.
La mañana pasó entre combates ligeros y una incursión aliada sobre los
rebaños de ganados reunidos en las afueras de los esteros y detrás de la
posición atrincherada. En el curso de ese día, algo más tarde, el rápido y
continuado fuego de fusilería anunció el inicio de una delicada operación en
el frente que daba al río.
74- Los conocidos métodos de los “civilizadores”. Lo notable del caso es que teniendo ellos la
posibilidad de capturar al Mariscal, insisten en buscar su rendición. ¿Será que era tan humillante para los
Enemigos de la Humanidad ver a un hombre que estaba convencido de su destino, el cual era morir en el
último campo de batalla junto a sus soldados?
75- El Coronel Juan Crisóstomo Centurión redactó la carta completa, bajo dictado del Mariscal y la
consideró como “el más bello documento que surgió de todo el conflicto”.
último extremo, que en todo lo demás, legando la historia a mis hechos, sólo
a mi Dios debo cuenta (76). Y si sangre ha de correr todavía, Él tomará cuenta
a aquel sobre quien haya pesado la responsabilidad. Por mi parte, yo sigo
dispuesto a tratar sobre la terminación de la guerra en bases igualmente
honorables para todos los beligerantes; pero no estoy dispuesto a oír una
intimación de deposición de armas (77).
78- López insiste, por alguna razón, en remarcar la cristiandad del Paraguay, que hasta hoy día sigue
siendo el motor espiritual del 90% de los paraguayos.
79- El Héroe de América, nunca vencido con la espada, fue contundente vencedor con la pluma.
Los paraguayos habían sido reducidos a dos mil quinientos. Todo está dicho.
Sus reservas de municiones estaban acabadas y la mayoría de sus armas
deshechas. Ni disparos, ni proyectiles recibieron a las huestes que avanzaban.
La línea cedió y toda la posición cayó capturada. El presidente se retiró con su
plana mayor a través del monte, presionado al principio por la infantería
enemiga que disparaba nerviosamente y muy alto (80). Bernardino Caballero,
con cuarenta lanceros, cubría la retirada de su jefe, peleando de tanto en
tanto con arrojado coraje contra grandes contingentes de caballería, que
frenaban sus avances y volvían sobre sus pasos cada vez que el pequeño
destacamento de Caballero les enfrentaba (81). López se reunió en Ycatí, a 10
millas del campo de batalla, con su Ministro de Guerra quien juntó dos mil
quinientos hombres, tropa fresca, con 20 piezas de artillería que llegaban
para reforzarlo. Era, no obstante, demasiado tarde y se retiró a Cerro León,
situado pocas millas más adelante, en el interior.
Uno o dos días antes del último asalto, todos los heridos que podían
ser trasladados fueron enviados al interior. También muchas mujeres y otros
no combatientes partieron al mismo tiempo. Dos grandes y bellos carruajes
de viaje, tirados por seis caballos cada uno, con un pequeño destacamento
de caballería y tres carretas tiradas por bueyes, más algunos civiles cuya
presencia era innecesaria en el campo componían la expedición enviada al
interior, hacia la nueva capital: Piribebuy. En el camino se alineaban los
heridos y las mujeres, la mayoría a pie. Algunos fueron puestos
apretadamente en las grandes y desvencijadas carretas tradicionales del país
que se desplazan pesadamente sobre los senderos destruidos. Generalmente
nos saludaban al pasar, los hombres se descubrían en silencio y las mujeres
con un feliz “adió”, pronunciado siempre con afable sonrisa.
81- Más mordacidad de McMahon. Es como si quisiera decir sarcásticamente que miles de jinetes
aliados se asustaron de 40 jinetes paraguayos, exhaustos y casi desarmados, dejando así escapar a López.
El río estaba creciendo debido a las lluvias y por ello era dificultoso cruzarlo.
Sin embargo, hombres y mujeres y niños lo atravesaban nadando o
bordeándolo, sin desperdiciar tiempo. Se secaron cueros para ser utilizados
como botes donde se colocaban las ropas o, a veces, niños muy pequeños
como para ser pasados por el agua o alguna cosa liviana que era conveniente
mantenerla seca. Estos primitivos botes eran empujados por ellos mientras
nadaban. A los heridos que no podían valerse por sí mismos, se los hacía
cruzar en una canoa que hacía varios pasajes en forma constante. Otras tres
canoas fueron reservadas para nuestros carruajes y carretas. Cada uno de
ellos era empujado hacia el agua, montado sobre una de las canoas, hasta
que los ejes de las ruedas descansaran sobre los lados de la pequeña
embarcación. Se quitaron los arneses a los caballos y bueyes y se les hizo
nadar hasta la otra orilla. Unos veinte soldados entre gritos y risas llevaron
cada canoa con sus carretas, andando o bordeando la costa hacia los
arenales cercanos a la otra orilla, donde los animales eran nuevamente
asidos. En medio de la correntada, donde el curso se hacía rápido y las aguas
profundas, era difícil sostener a los carruajes para que no se desplomaran o
hundieran. Cada vez que se inclinaban de un lado u otro, el griterío y la
algarabía se multiplicaban y los soldados que nadaban como perros de agua,
se sostenían con gran porfía a las ruedas o los costados de los botes.
éste siglo y para deponerlo esos amables civilizadores de las naciones aliadas,
con una filantropía sin paralelo, están gastando incontables millones.
Reflexionando sobre estas cosas nos vemos a veces tentados a perder
nuestra compostura ante tal insulto al sentido común y a incurrir en
digresiones que podrían quizás agotar a nuestros lectores.
La vieja iglesia en la que repicaban las campanas era una de las más
respetadas del Paraguay y doblemente interesante debido al hecho de que
sus muros exhibían la compacta metralla de la guerra de independencia
librada contra Buenos Aires a comienzos de siglo. La última y decisiva batalla
de aquella contienda tuvo lugar en esos parajes. Desde entonces, ningún
cañón hostil había disparado dentro de los límites de la República, hasta el
comienzo de la presente guerra.
La otra pieza era un dormitorio que contenía unas pocas cosas que no
fueran una gran cama y algo así como un rústico juego de tocador. La dueña
de la casa, doña Petrona, se presentó de inmediato después de nuestra
llegada con sus dos hijas, una de ellas casi rubia y la otra morocha,
espléndidas muchachas de unos diecinueve a diecisiete años, diciéndonos
que se encontraban “a nuestro leal servicio” (83). En la parte posterior de la
casa, rodeando parcialmente otros edificios bajos habitados por la familia,
había un hermoso jardín de flores con variedades típicas del clima en pleno
brote. Esta iba a ser por algún tiempo nuestra casa. Las perspectivas, en
general, no eran desagradables.
84- En Piribebuy se inició la famosa “Diagonal de Sangre”, en la que las tropas brasileñas lideradas
por el Conde Gastón de Orleans “D’Eu” cometieron crímenes de lesa humanidad (hasta hoy sin retribución
ni pedido de disculpa alguna) contra paraguayos y paraguayas prisioneros en varias ciudades y puestos.
este hecho al pueblo de los EEUU. Lo que no hemos podido entender en que
ello haya cambiado la dirección de un solo proyectil ni sanado el más leve
caso de cólera o amortiguado el hambre de un solo niño famélico. Es que
dicen que éstos no son más que “indios guaraníes” y las naciones aliadas sólo
están reparando su honor ofendido, afirman con falsedad algunos de estos
panfletarios que se han tomado sobre si la tarea de esclarecer la mente,
especialmente la del pueblo americano (85). Que su honor necesita
reparación, ¡y mucha!, pocos de los que tienen conocimiento certero acerca
de ésta contienda pueden disputarlo; pero es cuestión de humanidad saber
cuándo terminará éste ya largo proceso de reparación (86).
85- Eso que hoy llamamos “lobby” que los aliados hicieron en todo lugar donde pudieron,
imponiendo su versión de los hechos y bloqueando la verdad, es decir, la versión paraguaya.
Tómese el ejemplo de la misma batalla de Piribebuy. 2.000 famélicos y desarmados soldados, los
últimos defensores de la plaza, liderados por el Teniente Coronel Pedro Pablo Caballero, resistieron lo que
pudieron el asalto de casi 15.000 hombres del Conde D’Eu con huesos, piedras, botellas disparadas desde los
roídos cañones, contra esclavos negros frescos, sin dolores ni convicciones más que asesinar, violar y robar
(todo bajo estrictas órdenes). Al finalizar la batalla, en la que algunos hombres y niños de inmenso valor,
como el venerable anciano y profesor de escuela, Mayor Fermín López y sus alumnos, encontraron la gloria
ocurrió lo peor: el cabo Gervasio León, francotirador paraguayo, en buena ley de la guerra mató al general
Juan Manuel Mena Barreto, amante del conde D’Eu, quien en represalia ordena degollar a todos los
prisioneros de la villa e incendiar el Hospital de Sangre, con cientos de heridos dentro. Pedro Pablo Caballero
protesta, diciendo que “el hospital estaba lleno de ancianos, niños y mujeres heridas y que debían ser
evacuados” a lo que el Conde pregunta “¿quién es el comandante de la plaza?” y Caballero contesta “quien
le habla”. Gaston de Orleans ordena inmediatamente que sea torturado en la Iglesia de Piribebuy hasta que
grite rendición, cosa a la que Pedro Pablo Caballero se resistió con honor hasta las últimas consecuencias y
finalmente fue desmembrado, en presencia de su mujer.
Episodios similares ocurrieron en los próximos días e incluso hasta el final de la guerra. D’Eu y sus
tropas persiguieron a las retaguardias paraguayas en Caacupé, donde excesos idénticos a los de Piribebuy se
cometieron (que por casualidad D’Eu mismo los confirmó en una carta a O’Leary, aunque existen versiones
de supervivientes para confirmarlo); luego los brasileños interceptarían a un grupo de heridos y sobretodo,
niños que lucharon con valentía en Acosta Ñu, más cuando fueron doblegados y rendidos, fueron quemados
vivos junto a sus madres. Se inventó toda índole de excusas para éste hecho, desde que el Mariscal mandó a
morir a los niños (siendo que él ya se encontraba en Curuguaty) hasta que los niños fueron confundidos por
hombres mayores, pues llevaban bigotes postizos. Lo que no quita que los prisioneros de la batalla fueron
encerrados en un círculo de fuego e incinerados en una especie de escabrosa, tremenda y delirante ofrenda
de amor que el Conde hizo a su querido muerto. Y éstos son sólo los episodios más conocidos.
Pues bien, las madres que padecieron estas cosas en ese distante país
tenían también, hasta hace poco, hogares tan confortables como los vuestros
donde criaban a sus hijos con idéntica ternura y los amaban con igual
devoción. Permítasenos repetir nuevamente que es un consuelo enorme que
nos hayan asegurado que ésta guerra no es contra el pueblo paraguayo. De
otra manera, tal vez los gobiernos civilizados del mundo y especialmente el
nuestro, tendrían mucho de que responder por permitir que continúe el
conflicto –que nos limitamos a describir sin palabras exageradas-. ¡Que
admirable descubrimiento ese de la cláusula del tratado, sobre la distinción
entre el gobierno y el pueblo paraguayo! ¡Y que magnífica defensa será para
los que la hicieron cuando, en el juicio final, tengan que dar cuenta de las
atroces crueldades cometidas en ésta guerra!
Tal vez se afirme que las familias paraguayas podrían haber escapado
al hambre y la muerte pasándose a los aliados. Muchas de ellas se entregaron
de ésta manera a la piedad de sus enemigos y miles fueron traídas a
Asunción con las huestes aliadas, para descubrir que hay horrores aún más
crueles que el hambre y desgracias peores que la muerte. Tampoco
encontraron allí pan, ropas, abrigo, ni siquiera en sus mismos hogares. No lo
decimos sin conocimiento de causa, aunque por el momento no podemos
detenernos en él ni corresponde dedicarle más espacio a dichas referencias.
88- Que el Redentor purgue de pecado y tenga en su gloria al General McMahon, amigo del
Paraguay, por defender con su nobleza de alma y su penetrante pluma a la Raza Guaraní, a la tierra
paraguaya y su máximo exponente: el Héroe de América, Francisco Solano López, Mariscal de la Humanidad.
RESURGIRÁS, PARAGUAY
General
GRACIAS, GENERAL
Mejor tarde que nunca, noble señor, aunque yo desconozco si esto se hizo antes.
No hay hombre libre que no sienta conmoción luego de leer ese poema,
Y usted, así, como héroe, se iluminó en la luz del más grande de los Héroes de América.
Y aquel quien nos dio la mano cuando el mundo nos dio sólo odio:
Emilio Urdapilleta.
BIBLIOGRAFÍA
10- ROSA, José María: La Guerra del Paraguay y las Montoneras Argentinas;
Hyspamerica Ediciones; Buenos Aires, Argentina (1985).