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Zygmunt Bauman
Este libro trata de las diversas respuestas de las ciencias sociales al desafío de la
hermenéutica. La hermenéutica fue durante muchos siglos una subdisciplina de la
filología. Puesto que la mayoría de los textos considerados esenciales en el mundo
cristiano se conseguían en versiones que eran contradictorias, la cuestión de autenticidad
era fundamental para los eruditos.
Siglo XVI
Siglo XVIII
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Autor
El descubrimiento de Kant sobre el papel crucial que tiene el sujeto en el proceso del
conocimiento fue seguido también por el descubrimiento del artista detrás de toda obra de
arte, una personalidad pensante y sensible detrás de toda creación. Ahora, el autor era el
legítimo “dueño” de sus ideas.
La nueva imagen del artista y de su obra fue registrada en la historia intelectual del mundo
occidental con el nombre de Romanticismo. Las teorías de esta corriente, fueron
fundamentales durante el desarrollo de las Ciencias Sociales, ya que transformaron la
relación sujeto-materia y la estrategia de la hermenéutica.
Se habían desarrollado a lo largo de todo el siglo XIX y también gran parte del XX “a las
sombras de los triunfos de las ciencias naturales”.
Las ciencias naturales fueron desarrollando un lenguaje que permitía dar informes
exhaustivos sin hacer referencia a “voluntad”, “intención”. Esta nueva cualidad del lenguaje
científico fue expresada por Comte como una suplantación de lo “teológico” o “metafísico”
por lo “positivo”.
Las ciencias naturales podrían ser definidas casi como por la ausencia de milagros y, en
realidad, como sujeto intencional. Sin el “significado” en el sentido de propósito, la
“comprensión”, es decir, la captación intelectual de la lógica de los fenómenos, era lo mismo
que la “explicación”; es decir la demostración de las reglas generales y las condiciones
específicas que hacen inevitable que tal fenómeno suceda.
Sólo esta clase de “comprensión” parecía compatible con una ciencia de la sociedad que
aspiraba a emular los logros magníficos obtenidos por las ciencias naturales. Para este
concepto de una “ciencia natural de lo social”, la hermenéutica cuestionaba la
posibilidad misma de que se pudiera aclarar nuestro conocimiento de lo social dejando de
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lado al “propósito”. Los fenómenos sociales deben ser comprendidos de manera diferente
que a través de su mera explicación, y su comprensión por lo tanto debe contener el rescate
del propósito, de la intención, de la singular configuración de los pensamientos y los
sentimientos que preceden al fenómeno social y sólo alcanzan su manifestación,
incompleta, imperfecta. Por lo tanto, la comprensión de un acto humano debe ser buscada
en el sentido que le confería la intención del actor; una tarea esencialmente diferente de las
ciencias naturales.
El hecho de que la validez de los resultados tuviera fundamentos más sólidos y que las
reglas en las que se basaba el consenso justificaban los resultados definitivos eran el
motivo por el cual las ciencias naturales gozaban de prestigio. En principio, los resultados
de las ciencias naturales eran aceptados universalmente.
El desafío que se presentaba a la hermenéutica ante la idea de que las ciencias sociales
habrían podido estar a la altura de los estándares de la lógica y la autoridad de las ciencias
naturales radicaba en dos problemas: el del consenso y el de la verdad. Por consiguiente,
las ciencias sociales debían limitarse a probar que sus reglas de consenso y su estándar
de verdad en la interpretación del sentido, alcanzara un grado comparable al que se había
logrado en el estudio de la naturaleza.