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NOTAS DE PRIMEROS AUXILIOS PSICOLÓGICOS EN NIÑOS Y ADOLESCENTES

CURSO DE LA UNIVERSIDAD AUTONÓMA DE BARCELONA


NOTAS POR WENDY GARCÍA CABRERA

SEMANA 1

Video 1.1 ¿Qué son los PAP?

Técnica de intervención por sí mismos. A diferencia de los médicos, no se utilizan mientras


se espera por una intervención más profunda.
Se usa con personas que recién sufren el impacto de una situación estresante (traumática),
que están en shock, se sienten vulnerables, y están tratando de comprender las
consecuencias de lo que ha sucedido. Tienen como objetivo proteger a estas personas de
sufrir más daños, físicos y/o psicológicos, durante el proceso de la situación estresante.
*Entre más activadas (nerviosas) se encuentren las personas, más probabilidades de que
sufran secuelas tras lo que les acaba de ocurrir.
Se debe, entonces, crear un ambiente calmado, tranquilo y de seguridad para evitar que la
situación primaria (daño primario, el que no puede ser evitable) genere más secuelas (daño
secundario).
Según varios estudios y el consenso de muchas entidades de ayuda humanitaris, la PAP
incluye factores que parecen de gran ayuda para la recuperación de las personas a largo
plazo. Estos podrían ser el sentirse seguro, conectado con otros, con esperanza; tener
acceso a apoyo emocional, físico y social; sentirse capaz de ayudarse a sí mismos como
individuos y comunidades.

QUÉ ​NO ES ​PAP


No es algo que solo pueden hacer los profesionales, no es “debriefing psicológico”
(promoción de la ventilación emocional pidiendo a la persona que describa breve pero
sistemáticamente sus percepciones, pensamientos y reacciones emocionales durante el
acontecimiento traumático. No se recomienda esta intervención.); no es pedirle a alguien
que analice lo que le ha sucedido o que ordene los acontecimientos.

¿Cuándo se aplican los PAP?


Inmediatamente después del impacto hasta aproximadamente de unas 72 horas después.

¿Cuáles son los objetivos?


1. Reducir el nivel de estrés producido por el evento traumático. Tener en cuenta las
redes de apoyo de la persona que se pretende ayudar (factor protector).
2. Potencializar las estrategias de afrontamiento del afectado. Informarles a las
personas que tienen recursos y estimularles a recordar cómo han hecho frente a otro
tipo de situaciones similares.
3. Minimizar las secuelas del daño primario.
4. Fomentar la autonomía de las personas afectadas, ayudarles a recobrar el control
que pudo haberse perdido debido a la situación estresante.

¿Cómo deben ser?


Aportar calma, ayuda- que no sea intrusiva-, facilitar si quiere hablar -pero sin presionar, sin
hacer interrogatorios, meramente preguntarles si necesitan algo-.
Lo que NO deben ser: no son una terapia, ni una forma de diagnóstico, ni desactivación, ni
una forma de abordar con muchas palabras lo que ha ocurrido.

Es importante mantener la dignidad de las personas, y mantener la confidencialidad de lo


que ha ocurrido

Video 1.2 TEA y TEPT

El TEA es una reacción normal ante una situación de estrés excepcional cuando nuestras
capacidades de afrontamiento se ven superadas por la magnitud del hecho que se vivió.
Puede aparecer durante las primeras seis semanas después del acontecimiento, y puede
remitir a las horas o días siguientes al hecho.
El DSM se enfoca más en los síntomas físicos, prolonga más su duración (hasta cuatro
semanas) y le define como el precursor del TEPT. Mientras que el CIE-10 lo define con un
carácter normalizador de este tipo de reacciones. Asimismo, lo define de corta duración y
más transitorio.

En el TEA se encuentran estos ejes: Hiperalerta, reexperimentacion, evitación, síntomas


disociativos (desrealización, despersonalización, amnesia disociativa, reducción de la
conciencia del entorno), y deterioro de la capacidad funcional (malestar o sufrimiento,
disminución de la capacidad para la realización de las actividades cotidianas)

Por su parte, el TEPT -que también es debido a un hecho traumático mayor de lo normales-
es más grave, perdura más tiempo. No tiene cura sin ayuda profesional. Los criterios
diagnósticos aportados por el DSM V son:

A. Exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual, ya sea real o amenaza, en


una (o más) de las formas siguientes:
1. Experiencia directa del suceso(s) traumático(s).
2. Presencia directa del suceso(s) ocurrido(s) a otros.
3. Conocimiento de que el suceso(s) traumático(s) ha ocurrido a un familiar
próximo o a un amigo íntimo. En los casos de amenaza o realidad de muerte
de un familiar o amigo, el suceso(s) ha de haber sido violento o accidental.
4. Exposición repetida o extrema a detalles repulsivos del suceso(s)
traumático(s) (p. ej., socorristas que recogen restos humanos; policías
repetidamente expuestos a detalles del maltrato infantil).
Nota​: El Criterio A4 no se aplica a la exposición a través de medios
electrónicos, televisión, películas o fotografías, a menos que esta exposición
esté relacionada con el trabajo.
B. Presencia de uno (o más) de los síntomas de intrusión siguientes asociados al suceso(s)
traumático(s), que comienza después del suceso(s) traumático(s):
1. Recuerdos angustiosos recurrentes, involuntarios e intrusivos del
suceso(s) traumático(s).
Nota:​ En los niños mayores de 6 años, se pueden producir juegos repetitivos
en los que se expresen temas o aspectos del suceso(s) traumático(s).
2. Sueños angustiosos recurrentes en los que el contenido y/o el afecto del
sueño está relacionado con el suceso(s) traumático(s).
Nota:​ En los niños, pueden existir sueños aterradores sin contenido
reconocible.
3. Reacciones disociativas (p. ej., escenas retrospectivas) en las que el
sujeto siente o actúa como si se repitiera el suceso(s) traumático(s). (Estas
reacciones se pueden producir de forma continua, y la expresión más
extrema es una pérdida completa de conciencia del entorno presente.)
Nota:​ En los niños, la representación específica del trauma puede tener lugar
en el juego.
4. Malestar psicológico intenso o prolongado al exponerse a factores internos
o externos que simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso(s)
traumático(s).
5. Reacciones fisiológicas intensas a factores internos o externos que
simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso(s) traumático(s).

C. Evitación persistente de estímulos asociados al suceso(s) traumático(s), que comienza


tras el suceso(s) traumático(s), como se pone de manifiesto por una o las dos
características siguientes:
1. Evitación o esfuerzos para evitar recuerdos, pensamientos o sentimientos
angustiosos acerca o estrechamente asociados al suceso(s) traumático(s).
2. Evitación o esfuerzos para evitar recordatorios externos (personas,
lugares, conversaciones, actividades, objetos, situaciones) que despiertan
recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o
estrechamente asociados al suceso(s) traumático(s).

D. Alteraciones negativas cognitivas y del estado de ánimo asociadas al suceso(s)


traumático(s), que comienzan o empeoran después del suceso(s) traumático(s), como se
pone de manifiesto por dos (o más) de las características siguientes:
1. Incapacidad de recordar un aspecto importante del suceso(s) traumático(s)
(debido típicamente a amnesia disociativa y no a otros factores como una
lesión cerebral, alcohol o drogas).
2. Creencias o expectativas negativas persistentes y exageradas sobre uno
mismo, los demás o el mundo (p. ej., "Estoy mal", "No puedo confiar en
nadie", "El mundo es muy peligroso", "Tengo los nervios destrozados").
3. Percepción distorsionada persistente de la causa o las consecuencias del
suceso(s) traumático(s) que hace que el individuo se acuse a sí mismo o a
los demás.
4. Estado emocional negativo persistente (p. ej., miedo, terror, enfado, culpa
o vergüenza).
5. Disminución importante del interés o la participación en actividades
significativas.
6. Sentimiento de desapego o extrañamiento de los demás.
7. Incapacidad persistente de experimentar emociones positivas (p. ej.,
felicidad, satisfacción o sentimientos amorosos).

E. Alteración importante de la alerta y reactividad asociada al suceso(s) traumático(s), que


comienza o empeora después del suceso(s) traumático(s), como se pone de manifiesto por
dos (o más) de las características siguientes:
1. Comportamiento irritable y arrebatos de furia (con poca o ninguna
provocación) que se expresan típicamente como agresión verbal o física
contra personas u objetos.
2. Comportamiento imprudente o autodestructivo.
3. Hipervigilancia.
4. Respuesta de sobresalto exagerada.
5. Problemas de concentración.
6. Alteración del sueño (p. ej., dificultad para conciliar o continuar el sueño, o
sueño inquieto).

F. La duración de la alteración (Criterios B, C, D y E) es superior a un mes.


G. La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u
otras áreas importantes del funcionamiento.
H. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej.,
medicamento, alcohol) o a otra afección médica.

La persona reexperimenta el hecho de forma intrusiva (pensamiento), y por ello se evita


todo aquello que nos lleve a recordar el suceso. Se experimenta ansiedad, se afecta la vida
cotidiana.

Video 1.3. objetivos de la aplicación de los PAP

Los objetivos deben promover: la seguridad física y emocional, proporcionarle calma y


tranquilidad, tratar de conectarlo con su red de apoyo, favorecer los procesos de
afrontamiento.

Las estrategias para lograr estos objetivos:


-Apartar al sujeto del caos de la situación a un sitio tranquilo y retirado
-Proporcionarle agua y comida, así como identificar sus necesidades inmediatas
(medicamentos, traductor, etc)
-Facilitarle los medios materiales que necesite (ropa, teléfono)
-Informarle todo lo que está ocurriendo, no prometerle nada que no se sepa o que no
podamos cumplir
-Hablarle sosegadamente y tranquilamente. No alzar la voz ni darle más información de lo
que necesita (no detalles innecesarios, grotescos, etc)
-Escuchar todo lo que comparta, con el fin de evitar que el sujeto piense que no le
comprendemos o aquellos por lo que está atravesando

Dar información sencilla, exacta y repetida de dónde puede obtener ayuda. Esto debido a
que en esos momentos de estrés se es difícil retener información.

En el caso de ser niños, contactar a sus progenitores o alguien que se haga cargo de ellos.
No dejarlos solos mientras estas personas llegan.

*Tener en cuenta siempre las diferencias culturales que pueden manifestarse al expresar el
duelo, realizar ritos funerarios, etc.

Para promover la autoeficacia de una comunidad se debe promover el empoderamiento. Es


decir, incitar al grupo a detectar y priorizar los problemas, y a resolverlos. Estos les ayuda a
recuperar el poder y la vida cotidiana anterior.

Ayudar a las personas el hacer consciente de cuáles son sus recursos de afrontamiento,
facilitarles el proceso de duelo.

Antes de despedirse de la persona, es importante indicarle pautas psicoeducativas


(personales, de trabajo y de higiene) que facilite a la personas afrontar la situación y pueda
volver a su vida cotidiana antes del incidente.

Video 1.4 dónde y cuándo debe aplicarse esta técnica

Cuándo
Aún existe un amplio debate. Nadie discute que es lo primero que hay que hacer cuando se
interviene a afectados, ni que se deben aplicar dentro de las siguientes 72 horas al
incidente. Pero ¿qué hacer cuando esto no es posible? cuando son grandes catástrofes, o
incidentes en países pobres, o cuando hay otras emergencias primarias (por ejemplo, en
caso de terremoto, sacar a las personas de los escombros).

La respuesta Europea es: Tras las iniciales 72 horas hay que usar otro tipo de
procedimiento para potencializar la recuperación, como la psicoeducación, que provea
información a las personas sobre cómo pueden cuidarse o implicarse. Por su parte, la OMS
considera que, como son el primer paso de una secuencia de ayuda, hay que aplicarlo así
sea en la siguientes semanas del incidente, incluso hasta 2 o 3 meses después.

Expertos aseguran que cuando no es posible aplicarlas en la ventana de las primeras 72


horas, se puede aplicar la técnica durante las primeras cuatro a seis semanas que es la
fase en la que las personas están acomodándose a su nueva realidad. ​En estos momentos
la prioridad pasa de​ bajar los niveles de activación y darles información respecto a lo que ha
sucedido, a brindarles psicoeducación a las personas sobre reacciones esperables, cómo
implicarlas en su proceso de afrontamiento, factores protectores y de riesgo.

Dónde
Hay dos visiones: en la situación óptima (los PAP en un lugar diseñado idealmente para
esto): debe ser un lugar seguro y confortable, buena temperatura, alejado del sitio del
impacto, protegido de la visión y ruido (pero tampoco muy alejado debido a los familiares),
donde se pueda atender a muchas personas. Posibilidad de un catering, zona de juegos,
cambio de pañales. Protegido del acceso y visión de los medios de comunicación. Debe
asimismo, además de disponer de un espacio grande para dar comunicados, también
espacios pequeños para las familias.

Cuando no se tiene el tipo de lugar anterior, los criterios mínimos deben ser: un lugar
seguro, grande (tanto como se pueda), posibilidad de tapar la vista y sonido directo de lo
que ha ocurrido, prohibición del acceso de los medios (si no se puede, pedirle al cuerpo de
seguridad); y por último, como mínimo diseñar espacios para que las familias puedan recibir
noticias y tener privacidad por si lloran o se desesperan.

Video 1.5 Contextos donde se aplican, fases y procedimientos de los PAP

Dónde
En diferentes ámbitos, emergencias masivas o cotidianas.

Antes de aplicar los PAP se debe coordinarse con aquellos que estarán trabajando en la
intervención y hacer una recogida de información: quienes trabajan, donde están los
servicios de atención primaria, dónde están localizados los recursos, entre otros. Se
recogerá información sobre quién está al mando para coordinar la acción con el resto de
intervinientes. Cuando el incidente ocurre en un contexto cotidiano, la anterior información
seguramente ya la tendremos, sin embargo, es importante recoger más información que nos
ayude (sobre recursos, etc), y coordinarse también con los médicos, familiares, etc,
dependiendo del lugar donde se presente.

También se debe pensar en cómo va a ser la intervención, para uno prepararse.​ A ​ unque los
PAP son idealmente para atender a una sola persona a la vez, a veces se forman grupos de
forma espontánea (p.e. familias), con lo cual se debe adaptar la intervención para todo el
grupo.
*Siempre se debe tener una gran concentración. Nuestra reacción va a influir en la otra
persona. También se debe ser cuidadoso de adaptarse a los contextos y a las culturas
(religión), ser cuidadoso con las creencias y su forma de pensar.

Fases
Antes de entrar en acción en el campo es importante prepararse informándose acerca de lo
ocurrido, acerca de los servicios y apoyos disponibles, y acerca de los posibles riesgos de
seguridad. Estas son unas preguntas que pueden considerarse:
1. Contacto y presentación: Tono de voz tranquila y evitando el contacto físico.
Acercamiento no intrusivo, presentación, qué hacemos allí (para ayudar a gestionar
esos primeros momentos que siempre son complicados) y por qué nos hemos
acercado (no se dice que se va a aplicar los PAP). Se debe respetar si la(s)
persona(s) quiere estar solo y/o no quiera estar con un extraño. Es decir, hay que
identificar si la personas está presta para que podamos acercarnos.
2. Alivio y protección: Cubrir necesidades vitales básicas. Ayudar a la reagrupación
familiar. Garantizar a la personas de seguridad física inmediata (se puede indicar
dónde están los puntos de socorro). Dar información práctica (dónde se encuentran
los diferentes puntos -baño, lugar de oración, lugar de alimentos- etc.).
3. Contención/estabilización (si aplica): Contención emocional. Orientación temporal y
espacial.
4. Recogida de información: Se pregunta cómo ha llegado hasta allí, y toda información
adicional sobre la persona afectada, especialmente sobre los acontecimientos vitales
estresantes previos. Identificación de necesidades y preocupaciones inmediatas.
5. Asistencia práctica: Se explora las necesidades inmediatas, se ayuda a ordenar sus
prioridades. Planificar necesidades y acciones a llevar a cabo, por ejemplo,
solucionar cosas inmediatas como el contacto con sus familiares (que no estén ahí),
solucionar dónde pasarán la noche, dónde se va a cenar, si los niños asistirán al
colegio al día siguiente, qué pasará con sus pertenencias.

6. Conexión con la red social de apoyo: Ayudar a realizar las acciones de búsqueda
necesarias.
7. Pautas de afrontamiento: dar pautas de cómo gestionar los siguientes días
(alimentación, sueño); informar de las reacciones básicas de estrés esperables
(físicas y psicológicas) y de posible aparición y/o evolución de síntomas en los
próximos días y horas (desinterés por la comida o el descanso, pero que sin
embargo es necesario que haga estas cosas). Enseñar pautas de comunicación de
malas noticias a niños; enseñar técnicas de relajación, y demás información que sea
pertinente.
8. Conexión con servicios externos: En el momento de cierre debemos explicarle a la
persona que nos vamos y qué va a pasar a partir de ahora (si llega otro compañeros,
o si ha llegado su familia y se queda con ellos, etc). Se debe Informar de tiempos
aproximados para pedir ayuda a un especialista. Dejar conectados con los apoyos
sociales que la persona pueda tener y con los servicios colaborativos (taxi,
asistencia primaria, embajada, ambulancia, psicólogos). Reforzar el mantenimiento
de un contacto adicional en caso de crisis.

Video 1.6 Identificación de errores en role play

Errores
-Presentación: Llegar intrusivamente, lanzar comentarios negativos sobre lo que ha
acontecido (ya que puede agravar el estado de la víctima)
-Recogida de información: interrumpir a la persona cuando habla, prometerle a la persona
que todo estará bien, mandarle qué debe hacer (darle consejos). Menospreciar la opinión de
la víctima, trivializar sus necesidades. EN LUGAR tratar de comprender lo que dice y
ayudarle a solucionar sus necesidades prioritarias, proponer soluciones.
-Asistencia práctica: preguntarle cómo está, irrespetar las creencias, dejar a la víctima con
sensación de desamparo, menospreciar las necesidades de la víctima.
-Pautas de afrontamiento: No decir que no pasa nada, decir que ahora tiene que ser fuerte o
valiente, no trivializar la emergencia, ni amenazar a la víctima con enfermedades o
patologías. EN LUGAR reconocer que es una situación difícil de asimilar, pero que es
necesario comer aunque no tenga ganas, y dormir, para recuperar las fuerzas que necesita.
Indicar cómo puede sentirse la personas debido a lo que ha ocurrido.
-Conexión con servicios externos (etapa de cierre): dar a entender a la persona que no nos
interesa genuinamente. No darle los servicios. EVITAR irse sin despedirse, dar la sensación
de que la persona es una carga para nosotros, trivializar las reacciones, dejar a la víctima
sola y desatendida antes de que llegue su red de apoyo social o un relevo. EN LUGAR
esperar a que llegue alguien para que se quede con la víctima, dar pautas de cuándo pedir
ayuda, dejar números de contacto en caso de emergencia o crisis.

CUIDARSE A UNO MISMO: ​También es ayudar de forma responsable. Uno como


voluntarios puede verse afectado por las experiencias durante una crisis, o puede verse
involucrada nuestra familia también. Es importante asegurarse de que se es capaz física y
emocionalmente de ayudar a otros en estos contextos.

SEMANA 2 PAP EN NIÑOS HASTA LOS 12 AÑOS

-De 0-3 años


Es importante saber que al no poder/saber expresar verbalmente, se debe estar atento a
sus conductas. Se pueden seguir estos pasos:
1. Contener: Darle seguridad y cariño al niño. Tratar de evitar las conductas de
aferramiento de su parte (p.e. que no se nos enganchen o prendan de nuestra ropa).
Hay que dar espacio para que el niño llore o grite (se va a hacer la contención pero
de forma controlada).
2. Calmar: Ayudar al niño a que se relaje. Que pueda tener un momento de descanso,
puede leerse algo, o cantarle, darle un baño. Cualquier cosa que pueda lograr el
objetivo de este paso.
3. Informar: Decirle las cosas con tono de voz pausado y tranquilo. Lógicamente no se
puede hacer esto en niños tan pequeños que aún no han desarrollado su lenguaje.
Entre más grande sea el niño, mayor valor cobra este paso. Se debe hablar, explicar
qué es lo que ha pasado, y qué va a pasar a partir de ese momento. Es importante
darles opción para que pregunten y se debe responder con la verdad a cada
pregunta. SI hay algo de lo que no estemos seguros, expresarlo también.
4. Normalizar: los síntomas. mostrarle que no es el único que tiene esa reacción. No
esconder las propias emociones, no cohibirse, ya que el niño al ver que es el único
con esas reacciones puede pensar que eso no «toca» hacerlo en ese momento, y se
puede reprimir, lo que cual puede ser muy perjudicial para ellos.
5. Consolar: procurar actividades positivas para ellos. Mostrarle que aún tiene el control
sobre sobre sus actividades. Continuar con las rutinas, mostrarle que, aunque ha
habido una ruptura en una parte de su vida, todo lo demás sigue igual.
*A veces los niños reproducen el hecho traumático. No se debe evitar que lo haga.
Ellos necesitan internalizar dicha experiencia en su vida diaria.

Algunas reacciones que se pueden esperar son: problemas para dormir, necesidad de
estar más apegado al adulto, que algunas conductas involucionen como p.e. que
pierda el control de esfínteres, le cueste comer con cubiertos o mantenerse más
tiempo sentados y atentos.

*La manera de manifestar tristeza los niños es diferente que como lo hacen los adultos.
Ellos pueden mostrarse irritables, referir comentarios hirientes para el adulto. Quizá
tengan rabietas o las tengan con más frecuentes. Asimismo, es importante
reconocer que cada niño es diferente. Aún las manifestaciones de miedo, rabia, y
angustia varían entre niño y niño.

Si al cabo de un mes toda la sintomatología sigue estando presente y de una manera


fuerte; si no ha sido capaz de adaptarse a lo que acontecido, etc, se debe acudir a
un especialista.

-De 3-6 años


En esta etapa culmina la primera infancia. EL menor empieza a ser más independiente,
al mismo tiempo que más social. Ha adquirido hábitos que le hacen más autónomas
en su vida diaria. En los juegos también se hace evidente esto. Él preferirá jugar con
otros niños. Empieza a interpretar personas (jardineros, médicos, etc). Empieza a
darse cuenta que su opinión no tiene que ser igual a la de los demás. En estos
momentos, el niño no sabe distinguir qué es real y qué es fantasía.

Hasta los seis años, su concepto de muerte está relacionado con un suceso que es
temporal y reversible. Creen que el fallecido está durmiendo y por ende puede despertar en
algún momento. Puede pensar que las cosas ocurrirán con solo pensarlo. Por ende, este
pensamiento mágico puede llevarles a creer que algo le pasó a determinada persona
porque ellos así lo desearon.

Algunas reacciones que se puede dar en esta etapa son: hablen más de lo normal, tengan
dificultad para expresar lo que siente. Siente miedo generalizado (estar solo, un animal,
dormir, etc). Inquietud ante la posible pérdida de una persona conocida, regresiones en su
comportamiento (control de esfínteres, vestirse, comer solos). Asimismo se puede presentar
pérdida de la autonomía, así como pesadillas, no querer irse a dormir solos, despertarse
agitados, entre otros.

Antes estas conductas se puede llevar a cabo los mismo cinco pasos anteriores.
1. Contener: atender a las necesidades del niño de comida, bebida, sueño, juego.
Muestras de cariño con gestos y palabras.
2. Calmar: Situarse al mismo nivel del niño al hablarle pausada y tranquilamente. Jugar
con él y adaptarse a su juego (amigos imaginarios, otros amigos reales).
3. Informar: lenguaje accesible para su edad. Responder a sus ideas de manera
sencilla y sincera. No minimizar lo que ha sucedido, explicarle qué sucederá a partir
de ese momento y qué se hará, ya que la predictibilidad puede calmarlo. Quizá esta
información deba repetirse por lo que hay que ser pacientes. Del mismo modo, se
debe indagar por información que otros adultos hayan dado para corregir lo
necesario.​ Se debe explicar la diferencia entre la vida real y sus miedos.
4. Normalizar: hacerle entender al niño que es bueno expresarse. Es un buen ejercicio
ponerle nombre a las emociones, y los adultos no deben cohibirse de expresar lo
mismo.
5. Consolar: animar al niño a dibujar o jugar respecto a lo ocurrido. Mantener las rutinas
previas al incidente. Hay que indicarle al niño la posibilidad de asistir a rituales de
despedida, sin embargo, es importante preguntarse si quiere asistir.

Si el niño no quiere hablar en algún momento no se le puede forzar a hacerlo. Cuando lo


haga debemos usar palabras que expresen sentimientos comunes para que éste no se
sienta extraño.

*Durante las cuatro primeras semanas después del incidente, hay que ser pacientes con los
comportamientos agresivos, irritantes y/o regresivos manifestados por parte del niño. No se
debe criticar la posible pérdida de habilidades adquiridas.

Los comportamientos deben ir remitiendo en las primeras cuatro semanas después del
suceso crítico. Si persisten después de este tiempo se debe acudir a un especialista.

-De 6-9 años


Esta época se caracteriza por una mayor madurez cognitiva, y por ende les permite
entender más cosas que los niños más pequeños, sin embargo, aún no es la misma
madurez que un adulto. Los niños captan la incongruencia, donde le decimos que no pasa
nada pero entiende que pasa algo grave por cómo nos comportamos.
A esta edad ya han entendido que las muertes ocurren y que son irreversibles. Por lo tanto,
entienden con exactitud que la muerte es un proceso sin vuelta atrás; lo que aún no
entienden es que ellos morirán algún día, pero sí que los que le rodean lo harán.
Los incidentes críticos pueden provocar pérdida de la autonomía; irritabilidad; cambios en la
comunicación cotidiana (se sumergen en un silencio poco habitual, hablan más de lo
normal). Pueden demandar mucha información, ante lo cual se debe reconducir y filtrar la
información que se puede compartir. Puede aparecer miedo generalizado (estar solo, ir a
lugares desconocidos o conocidos, a separarse de cuidadores habituales). Se debe saber
dimensionar sus miedos (no darles protagonismo porque podríamos afirmar sus miedos
injustificados). Se pueden presentar pensamientos reiterados sobre el incidente crítico
(constantemente recuerda lo que ocurrió).
Dentro de las primeras 4-6 semanas estas conductas son comprensibles y adaptativas (le
ayudan a procesar lo que ha ocurrido). Si prosiguen después de este tiempo, hay que
consultar a un especialista.

Asimismo, podemos observar hipersomnia, o dificultades para dormir por pesadillas.

1. Contener: Tratar de evitar que las emociones del niño se desborden. Recoger y
poner nombre a todas las que esté manifestando, pero apelar a algún pensamiento
que pueda tranquilizar esta emoción “veo que estás asustado pero ten en cuenta
que papá y mamá están aquí para cuidarte, así que estás a salvo”.
2. Calmar: conducirnos con la mayor tranquilidad posible (bajar nuestro tono de
activación); intentaremos recordarle al niño que la situación es similar a una anterior
en la que pudo superar el miedo (¿“te acuerdas de aquella vez en la que te caíste y
te lastimaste, en la que tenías mucho miedo, pero luego te tranquilizaste y todo
estuvo bien?”). NUNCA DECIRLE QUE SI SE CALMA TODO IRÁ MEJOR. Hablarle
pausada y tranquilamente.
3. Informar: lenguaje accesible para su edad. Responder a sus ideas de manera
sencilla y sincera. No minimizar lo que ha sucedido, explicarle qué sucederá a partir
de ese momento y qué se hará, ya que la predictibilidad puede calmarlo. Cuanto
más fácil, corta y sencilla sea la información que le ofrezcamos, será mejor. Cuanto
más rodeos, más difícil y amenazante se hace para un niño. Quizá esta información
deba repetirse por lo que hay que ser pacientes. Del mismo modo, se debe indagar
por información que otros adultos hayan dado para corregir lo necesario.
4. Normalizar: preguntarle lo que en ese momento le surge (emociones), y hay que
normalizar sus emociones. Se debe poner palabras a sus emociones, luego, explicar
que es lógico que experimente lo que siente (los adultos no deben cohibirse de
expresar lo mismo) pero que con el paso del tiempo dichas emociones se
transformarán. NO DECIRLE QUE SUS EMOCIONES VAN A MEJORAR. Hacerle
entender al niño que es bueno expresarse.
5. Consolar: Seguramente está dándose cuenta de que está viviendo una pérdida (de
seguridad, objetos o de personas). Este proceso es paulatino, y el consuelo de los
adultos debe estar presente a lo largo de él. Mantener las rutinas previas al
incidente. Hay que indicarle al niño la posibilidad de asistir a rituales de despedida,
sin embargo, es importante preguntarse si quiere asistir. ES IMPORTANTE
DECIRLE QUE LOS ADULTOS ESTARÁN ALLÍ PARA CUALQUIER COSA QUE
NECESITE.

-De 9-12 años


En esta edad los niños son casi adolescentes, pero ya no son niños tampoco. Su
comprensión cognitiva es casi igual a la de los adultos. Es como si estuviésemos hablando
con uno. Esta época se caracteriza por una enorme inestabilidad (cambios hormonales, en
el cuerpo, en la escuela, con sus iguales). Sus amigos tienen un papel crucial, de manera
que habrá momentos en los que se refugiará en la seguridad del adulto y en otros
momentos les llevará la contraria. Tienen una dificultad para controlar sus emociones, y no
necesariamente solo ante situaciones graves. También se prepara la etapa de oposición
que caracteriza la adolescencia, debido a que se empiezan a presentar conflictos
intrafamiliares.

Debido a lo anterior, hay que saber cuándo tenemos que hablarle al niño que está delante,
o cuándo al adolescente (que en el fondo pretender saberlo todo).
La idea de la muerte en esta época es esta: el concepto de muerte es como el de los
adultos: que nos afecta a todos, es irreversibles, que afectará a los que él más quiere, que
le traerá consecuencias a su vida personal también. Los niños también saben y también
entienden que morirán algún día y por tanto empiezan a sentir miedo a morir (sin embargo,
esperan su muerte para cuando sean mayores).

Las reacciones que se esperan son cambios conductuales, quizá no haya pérdida de la
autonomía, por el contrario hiper autonomía; aislamiento; irritabilidad (forma de llorar de un
preadolescente y adolescente. Hay que explicarle que es su manera de reaccionar y
demostrar que está triste) que puede ir acompañada de impulsividad; tratarán de refugiarse
en el grupo de iguales donde pueden evadir lo que está ocurriendo. Debido a lo anterior, los
adultos deben mantener abierto el canal de comunicación con ellos para cuando el
preadolescente quiera hablar. Puede esperarse un detrimento de su rendimiento escolar y
social, debido a la irritabilidad e impulsividad. Cambios más importantes que los que se ven
en niños más pequeños en cuanto a conductas basales (sueño, comida).

1. Contener: Buscar un equilibrio entre lo emocional y lo racional, entre proteger al


preadolescente y dejarle que se aísle y esté con sus compañeros; darle espacios
para que evadan lo que acaba de ocurrir (momentos de desconexión). El objetivo es
lograr estos equilibrios.
2. Calmar: conducirnos con la mayor tranquilidad posible (bajar nuestro tono de
activación); es posible que los preadolescentes se irriten y respondan con rabia, por
lo tanto, hay que dejar que se vayan a su habitación y dejarles tranquilos si quieren.
Sin embargo, hay que dejar abierta la puerta de la comunicación.
3. Informar: Como si estuviesemos hablando con un adulto. Sencilla, corta; esperar a
sus preguntas. Responder a sus ideas de manera sincera. No minimizar lo que ha
sucedido. Del mismo, se debe indagar por información que otros adultos hayan dado
para corregir lo necesario.
4. Normalizar: quizá el paso más importante. Quizá todo les parecerá anormal y/o
estresante. Explicar que no hay un manera buena o mala de conducirse, sino que
cada uno lo hace de manera diferente (por ej, el mal humor es la forma de
manifestar su tristeza).NO DECIRLE QUE SUS EMOCIONES VAN A MEJORAR.
Hacerle entender al preadolescente que es bueno expresarse.
5. Consolar: debemos aceptar que posiblemente quien mejor puede consolar a este
chico son los mismos chicos y chicas de su edad, ya que manejan formas de ver y
reaccionar más cercanas que como lo hacen los adultos. Se debe priorizar ese
consuelo si es necesario, con tal de que se logre obtenerlo. Hay que indicarle al
preadolescente la posibilidad de asistir a rituales de despedida, sin embargo, es
importante preguntarse si quiere asistir. ES IMPORTANTE DECIRLE QUE LOS
ADULTOS ESTARÁN ALLÍ PARA CUALQUIER COSA QUE NECESITE.

Si después de 6-10 semanas, las reacciones aumentan o no disminuyen, se debe pedir


ayuda. Le será beneficioso al preadolescente charlar con un profesional quien le ayude a
cuadrar/solucionar lo que experimenta.

Factores protectores y de riesgo en emergencias masivas en niños y adolescentes

Un ​factor protector​ es una característica detectable (objetiva) en una persona, familia,


comunidad, que favorece el desarrollo humano en general, la salud y la respuesta a un
incidente crítico. Por su parte, un ​factor de riesgo​ es una característica que puede
señalarnos una mayor probabilidad de tener o sufrir cualquier tipo de daño, y dificultades
para la recuperación tras una emergencia.

La ​vulnerabilidad​ es la probabilidad de que se produzca un riesgo o daño. Puede ser


genética, familiar y psicosocial. La diferencia con el factor de riesgo y protector es que la
vulnerabilidad es independiente de la situación en la que estamos inmersos; esto no es lo
mismo para el factor de riesgo ni protector.

La resiliencia​ es la capacidad de un cuerpo de recuperar la forma original después de haber


sido sometido a una presión muy fuerte. Es la capacidad de las personas, familias y
comunidades de recuperarse de una crisis con tan pocas secuelas como sea posible. Todos
tienen una capacidad determinada dotada por la naturaleza, sin embargo, esta capacidad
siempre se puede potenciar.

-Factores protectores y de riesgo para recuperarse de una emergencia masiva:


Los estudios señalan que estos factores se relacionan con cuatro variables distintas: (1)
características propias del niño/ adolescente y su contexto familiar; (2) características del
suceso en sí. Lo que ha ocurrido, cómo ha sido, qué efectos tiene para la vida de estas
personas y sus familias. (3) Gestión de la emergencia; (4) atención y seguimiento recibido.

En el fondo, ambos factores son las caras de la misma moneda. Un mismo hecho puede en
una situación actuar como f.p. y en otra como f.r.

(1) relativos a las características del niño


Una estructura de personalidad​ de base sana (conducirse, gestionar las emociones,
capacidad de responder), tiene mejor probabilidad de salir sin tantas secuelas, a diferencia
de un niño con problemas de adaptación o de personalidad previos.
El apego​ es la calidad del vínculo que tienen los niños con sus padres. Si el vínculo es
seguro,el pronóstico en la respuesta al incidente será mejor que si el apego del niño es
ansioso, ambivalente, evitativo y/o desorganizado.
Un nivel intelectual​ medio o alto, y una buena ​capacidad de resolver problemas​ son un
factor protector; mientras que tener dificultades para entender a nivel cognitivo qué ocurre
(incluso tener discapacidad intelectual) puede ser un factor de riesgo. Esto se debe a que la
madurez cognitiva permite entender que el incidente es un hecho puntual y por lo tanto el
niño se puede desangustiar, mientras que una discapacidad no le permite entender al niño
que, como se trata de un hecho puntual, no va a volver a ocurrir necesariamente. En cuanto
a la capacidad para resolver problemas, porque los recursos que se aplican tanto en
situaciones cotidianas como en eventos críticos son similares e igual de necesarios.
La cohesión, la ternura, la comunicación que se tiene en la familia​, cuanto más de esto haya
más capacidad tienen conjuntamente de gestionar lo que ha ocurrido y de protegerse a sí
misma (la familia) de las secuelas, y por ende al niño.
Género​: Las niñas tienen mejor pronóstico frente a los incidentes críticos que los niños. El
ser niño vendría siendo un factor de riesgo. Aún no se ha podido explicar el porqué, sin
embargo, así lo demuestran los análisis estadísticos.
Está comprobado que ​haber padecido otro evento incidente estresante antes​, es un factor
de riesgo. La acumulación de los incidentes críticos dificulta la respuesta a los mismos.

(2) relativos al incidente en sí mismo


El factor protector más potente es ​no sufrir víctimas mortales en el contexto familiar directo​,
o ​no resultar el niño o adolescente herido​. También ​que se conserve el propio hogar​, volver
a su casa; ​conservar sus pertenencias​, y ​el hecho de que otros compañeros también hayan
sido afectados en el pasado​, ya que da una sensación de que es algo que le ocurrió a otras
personas que son cercanas (hace que se sientan menos raros, puede pensar que no es el
único al que le ha ocurrido). Estos mismos factores son factores de riesgo.

(3) la gestión del evento


Lo más importante es conseguir, mediante los PAP, que los ​niveles de activación​ sean los
más bajos posibles (nervios, gritos, inquietud). Cuanto más serena sea la respuesta al
incidente, más estamos protegiendo a los otros del impacto. Si se consigue contener las
reacciones de los familiares, mejor.
La capacidad de consuelo de los padres a los hijos​. Nosotros podemos ayudar, aconsejar e
informar cómo aplicar los PAP a los niños. de esa manera conseguiremos que ellos estén
más protegidos, en parte también debido al siguiente factor.
Es mejor que los ​menores permanezcan todo el tiempo posible con sus cuidadores​. Este es
un factor que es relativamente fácil de cumplir.
Recibir un buen ​nivel de información de lo que ha sucedido​, para tener la visión de lo que
ocurre y comprender, así sea más o menos, cómo eso les va a afectar, ya que ésto
disminuye sus fantasías. Muchas veces los niños imaginan cosas mucho peores de lo que
sucede en la realidad.
Ser llevado rápidamente a un lugar seguro tras el impacto​. Ser llevados a un sitio donde
más o menos se reproduzcan las características habituales del domiclio ayuda a la
respuesta de los niños, así como restablecer lo antes posible la rutina previa al impacto (que
vuelva lo antes posible a la escuela, etc). Por el contrario, se ha demostrado que mantener
por demasiado tiempo la excepcionalidad (no poder ir a la escuela, no poder volver a las
actividades previas del incidente) dificulta mucho la recuperación de esta población. Los
mismo factores anteriores pueden agravar y dificultar la recuperación de los niños.

(4) atención y seguimiento recibido


Una de las partes más importantes es ​disponer de orientación para los progenitores​ (no
terapia, sino que se dispone de un profesional, aunque sea por teléfono, donde las familias
pueden preguntar por aquello que les angustia). Tiene un efecto importante porque reduce
sus niveles de angustia, más que todo. Resolver las dudas de la familia va a ayudar a que
esta esté tranquila, y que pueda controlar al niño.
Jugar o representar de alguna forma lo ocurrido​. Si al cabo de 3-4 semanas no se han visto
mejoras en la respuesta del niño (disminución-no necesariamente desaparición- de las
conductas), es un factor protector que se pueda recibir asistencia especializada.
Los mismos factores anteriores pueden agravar la recuperación del niño.

Factores protectores y de riesgo en emergencias cotidianas en niños y adolescentes


Muchas cosas sirven para ambos tipos de emergencia; sin embargo, hay algunos rasgos
diferenciales. En este caso, el impacto solo afecta a la familia (no hay afectación del
entorno). Esto podría ser un factor protector, ya que el entorno permanece inmutable, pero,
precisamente porque no es una emergencia masiva, hay protocolos que no se activan para
ese caso por lo que podría considerarse al mismo tiempo un factor de riesgo también.

Se repiten los mismos ejes: (1) características propias del niño/ adolescente y su contexto
familiar; (2) características del suceso en sí. Lo que ha ocurrido, cómo ha sido, qué efectos
tiene para la vida de estas personas y sus familias. (3) Gestión de la emergencia; (4)
atención y seguimiento recibido. Es importante tener en cuenta que un mismo hecho puede
ser un factor de riesgo y al mismo tiempo uno protector.

(1) características propias del niño/ adolescente y su contexto familiar


-​Personalidad sana​, falta de patologías O presencia de enfermedades psiquiátricas.
-​El tipo de vínculo con la familia​: seguro, O vínculo patológico.
-​Capacidades: habilidad de resolución de conflictos, capacidades de afrontamiento de los
problemas de la vida diaria​ O baja tolerancia a la frustración, incapacidad de afrontar
situaciones estresantes.

(2) características del suceso en sí


-Si el incidente implica una ​muerte​: si es alguien cercano hay más riesgo que si no la hay, o
si quien resultó afectado fue un familiar lejano.
-Asimismo, ​el tipo de muerte​, si es esperada o no: si no es esperada, traumática, si nunca
se puede recuperar el cadáver, etc, supone mayor riesgo; a diferencia de cuando se ha
podido preparar psicológicamente de la muerte.
*El hecho de que uno se prepare más para la muerte de una persona querida no significa
que vaya a doler menos; significa que el proceso de duelo será más llevadero porque se ha
elaborado desde antes.

(3) Gestión de la emergencia


-​El nivel de activación y consuelo:​ si toda la familia se ha estresado, se ha asustado. Cómo
se ha podido contener al niño/adolescente, si se ha sabido consolarlo correctamente.
-​Si el niño ha podido estar al lado de sus progenitores​ cuando ha sucedido el incidente y en
los momentos posteriores.
-El hecho de haber ​implicado a los menores en el desarrollo y atención a la crisis​: El hecho
de apartar a los niños de sus padres (o cuidadores) en el momento de impacto es un factor
de riesgo. No se debe apartar de la situación del núcleo crítico (por ej, sucede cuando se
deja al niño con los tíos, con los vecinos, cualquier cosa que le haga evitar la situación
crítica). Cuanto más participe de todo, mejor evolucionará y se sentirá más integrado.
Puede llegar a creer que no tiene derecho a sentirse triste o ser involucrado.
-​La calidad de la información recibida.

Las necesidades de los menores:


● ser tenidos en cuenta (p.e. darles tareas sencillas dentro de sus capacidades)
● Disponer de tanta información como necesiten
● No ser apartados ​ni sobreprotegidos​, pero sí poder vivir lo que ocurre con cierta
sensación de protección
● Tener un rol, una tarea concreta que hacer en lo ocurrido

(4) atención y seguimiento recibido


-​Que los progenitores estén orientados.
-​Que los niños tengan espacio para expresar sus emociones​ de la forma como necesite
(jugando, pintando, etc), que puedan preguntar y que sus cuidadores les respondan con
puntualidad y sinceridad.
-​Volver a la rutina​ con las normas cotidianas lo antes posible.
-​Recibir asistencia si los síntomas de estrés persisten​ después de las primeras 3 o 4
semanas.

Implicación de las familias en las emergencias masivas


-Es importante que la familia se pueda implicar en la gestión del incidente crítico (aún la
familia extensa. Esto puede ser tanto un factor protector como de riesgo, debido a
comentarios, opiniones, etc.) y que sean las figuras de referencia quienes apliquen los PAP,
ya que le puede generar mayor seguridad que si lo hace un extraño para el niño. Es más
posible que los niños obedezcan; además, los niños tendrán una sensación de calma
debido a que percibirán que todo está bajo control porque sus padres están involucrados.
-El conjunto de la familia reduce la ansiedad al estar trabajando juntos.
-Permite que los padres no descuiden a los hijos por estar pendientes de otras cosas.

Puede suceder que todo el proceso de los PAP por parte de los padres se vea afectado por
el nivel de afectación que tienen ellos. Otro obstáculo es la sobreprotección (manifestado
cuando intentan apartar al niño del lado negativo de la situación).

Un error que se puede cometer en no tener en cuenta a los niños cuando se habla con los
padres, incluso hablar de todo frente al niño. Otro puede ser culpabilizar a la persona que
acaba de sufrir la emergencia. No respetar las creencias religiosas y sus diferencias
culturales.

Malas prácticas
No presentarse, no dirigirse a los niños cuando se habla con los padres también, ni llegar
intrusivamente. No mostrarse comprensivo. Hablar de todo frente a los niños. Darles
consejo a los padres siempre y cuando ellos estén dispuestos en ese momento. No criticar
a los padres por no hacer cosas “obvias”. No darle nosotros la mala noticia a los niños.
EN LUGAR, se puede invitar a uno de los progenitores a darles de comer y de beber a los
pequeños mientras un interviniente se queda con el otro progenitor para darle pautas. No
saturarlos con información en este momento. Ser amables y comprensivos en todo
momento. Estar presente cuando los padres hablen con los niños (pero en segundo plano),
matizando los mensajes cuando fuese necesario. Indagar por las necesidades de los
adultos también y actuar en función de estas.

SEMANA 3 PAP EN ADOLESCENTES

Aunque los adolescentes entiendo las cosas como los adultos, están en una etapa entre la
niñez y la adultez. La adolescencia es una etapa complicada, donde encuentran el mayor
apoyo en el grupo de iguales. Es importante respetar y apoyar sus diferencias.

El estrés cotidiano en adolescentes


En primer lugar, la adolescencia es el periodo en el que una persona pasa de la infancia a la
adultez, dura aproximadamente 10 años y en este tiempo el adolescente realizará ajustes y
cambios que le afectarán. La pubertad se refiere al periodo más corto de dos o tres años en
el que se produce la madurez de los órganos sexuales. Para los chicos esto ocurre entre los
11 y 14 años, y para las niñas entre los 10 y los 13.

Cuando los adolescentes enfrentan un incidente crítico, el estrés que éste le genera se le
suma al estrés cotidiano que experimenta, de manera que es importante entender cuáles
son los factores que estresan normalmente a esta población. Las presiones a las que
sometemos a los adolescentes son:

1.Nivel de exigencia académica.


2.Periodo de cambios hormonales de la pubertad, más
3.Los cambios en la personalidad.
4.Problemas de autoestima.

En esta época se producen cambios en el cuerpo, los adolescentes suelen tener dificultades
de coordinación de movimientos, experimentan un crecimiento rápido, se les desarrollan los
órganos sexuales externos. Estos hechos son adaptativos (y normales) que le hacen sentir
que no tiene control, asimismo, generan problemas de autoestima, porque la imagen
externa es algo muy importante para ellos. Esto es un fenómeno que se retroalimenta: los
estresores influyen en la autoestima, y ésta a su vez influye en los estresores.
También están tratando de encontrar formas, valores, variables propias que regulen su
comportamiento. La manera como descubren qué es lo que prefieren puede ser
oponiéndose a los padres y maestros. Así ensayan formas distintas, evalúan sus resultados
y al final se quedan con una parte de los aprendizajes que obtienen de sus autoridades, y
eliminan otros, para determinar finalmente su sistema de valores y de conducta.

En esta etapa, el grupo de iguales es el grupo de referencia (los baremos y referentes con
que se compara el adolescente). Son prioritarios para los adolescentes. Esto significa que
no se puede nunca plantear una intervención si tener en cuenta a su grupo de pares.

Entonces, día a día los adolescentes pueden encontrarse con estos retos: cambios físicos
(debe asimilar las modificaciones que está sufriendo su cuerpo, aceptarlas y amoldarse a
ellas); empiezan a construir la personalidad que llevará de adulto (explorando formas
alternativas que terminarán construyendo su propia personalidad); cuestiona todas las
normas que los adultos les hemos estado dando. También está configurando su identidad
en el grupo, como estudiante, como deportista, etc. Por último, tiene que empezar a pensar
en su futuro laboral, no para concretarlo, sino para identificar sus inclinaciones.

Teniendo en cuenta lo anterior, lo que puede experimentar un adolescente cuando sucede


un incidente crítico es: primero demuestra que en algún momento las personas podemos
perder el control en nuestra vida. El IC le demuestra que aun cuando intentamos hacer las
cosas bien en la vida, a veces pasan cosas desagradables. Le costará regular sus
emociones. Como está en oposición con los adultos, cuando quiera apoyarse en ellos no
siempre se relacionará de manera fluida. Esto último puede ser por las incógnitas que tiene
(«¿puedo todavía refugiarme en los brazos de mamá o eso ya no toca porque soy
mayor?»). Estas dudas son un obstáculo al momento de que los adultos quieran protegerlo,
pero un aspecto positivo es su prosociabilidad, lo que le ayuda a buscar el apoyo en sus
amigos, lo cual es un factor protector.

Algo que debe tener en cuenta es que en algún caso un IC puede ​desencadenar​ la
aparición de un trastorno mental (no que los IC generen enfermedades mentales). Si esto
ocurre, se debe considerar que el chico probablemente tenga antecedentes, presenta cierta
vulnerabilidad por problemas previos, en tanto que el IC precipita la enfermedad mental.

En conclusión, los cambios y su respectiva sensación de falta de control generan una mayor
probabilidad de riesgo. Si este es el caso, se deben extremar todas las medidas de apoyo y
de seguimiento. Se debe incluir no solo a los familiares, sino a los amigos y la escuela. Lo
anterior implica compartir información y pautas que pueda ayudan al adolescente afectado.

Cómo implicar a los adolescentes en la gestión de incidentes críticos


A pesar de las dificultades por las que atraviesan los adolescentes, es posible -y altamente
aconsejable- implicarles en la gestión del IC. Un interventor en PAP externo debe dejarlo
claro a sus padres y al adolescente que aunque existan roces entre ellos se pueden buscar
formas de cooperar y apoyarse mutuamente. Para esto no hay una fórmula mágica, pero sí
se conocen 4 elementos que facilitan el poder tratar a los adolescentes ante un IC de forma
que se sientan respetados y tengan disposición para implicarse. Son:
1. Tratarlo como si ya fuera un adulto. Ellos aprecian que no los tratemos como si
fueran niños pequeños. Mediante el lenguaje, actitud y gestos, debemos hacerles
entender que nos hemos dado cuenta de que han crecido.
2. Ofrecer información en lugar de adoctrinar. Narrar lo que ha ocurrido y evitar decirle
qué debe hacer y qué no. Si ellos quieren los consejos de los adultos, los pedirán.
3. Estar disponible sin agobiar. A veces los adultos imponen su presencia porque
quieren saber qué necesita el adolescente. Pero esto no es bueno, simplemente se
debe hacer saber que cuando nos necesite estaremos allí.
4. Respetar al máximo los espacios del adolescentes, tanto cuando están solos como
cuando están con sus pares. Se debe permitir que acuda a sus amigos, porque es
muy posible que su grupo de pares le de más consuelo que los adultos, ya que son
su grupo de referencia.

Qué hacer cuando estamos ante un adolescente (o grupo) y se le van a aplicar los
PAP
-Preguntar si es un buen momento para hablar (pedir permiso si queremos comunicarnos
con ellos).
-Tratar de animarle a decirnos qué necesita. Si no sabe, se le pueden dar opciones (quieres
estar solo? prefieres quedarte en casa o estar con tus amigos? prefieres hacer la tarea
ahora?).
-Invitarle a las actividades que hará la familia, no forzarle. Exponerle las ventajas que
tendría participar, pero sin presionar.
-Ofrecerle ayudar y participar en el IC. Se le puede preguntar si les gustaría cuidar a los
primos, dar de comer a los pequeños, entre otros.

Es importante que como padres no se creen expectativas de lo que creen que el


adolescente debe hacer o no.

El papel del grupo de iguales para los adolescentes tras un IC


*En el grupo, el adolescente comparte necesidades, inseguridades, emociones, identidades,
etc.

El grupo debe mantener la calma, no discutir entre ellos ni culpabilizarse los unos a los otros
por lo que ocurrió, o cómo se afrontó; evitar la sobreinformación (periódicos, etc); normalizar
las manifestaciones de dolor, ya que esto les ayudará a internalizar lo sucedido (se debe
explicar que hay diferentes formas de expresar la tristeza). Se les debe aconsejar cuidar de
su salud (dieta, ejercicio, descanso-aunque no tengan ganas de dormir-); deben tratar de
recuperar progresivamente su rutina habitual; aceptar la ayuda de sus amigos.

No se debe iniciar o incentivar el aumento de consumo de alcohol u otras drogas; no evitar


lo ocurrido (hablar, o visitar el lugar del IC); no descuidar el aseo o higiene personal. Con
todo esto se busca proporcionar herramientas individuales a los adolescentes, necesarias
para afrontar los problemas o pequeñas crisis cotidianas, entrenarlos para anticipar y
solucionar las dificultades que puedan surgir, y potenciar sus estrategias de afrontamiento.
Algunos de estas son: ser optimistas, tener sentido del humor, tener buena capacidad de
resolución de problemas y la sensación de control sobre la situación. Por su parte, otras
estrategias que deben tratarse de minimizar son la autocrítica (que suele ser frecuente en
esta etapa), pensamientos ansiosos y obsesivos, negar lo ocurrido.

El papel de la familia en el cuidado de los adolescentes tras un incidente crítico


A partir de los 12 años, los adolescentes se van a implicar en la gestión de su propio nivel
de estrés y su propia capacidad de afrontamiento, naturalmente implicarán a sus amigos.
Los papeles que pueden adoptar los familiares para facilitar el afrontamiento del IC son:
-Abrazar un modelo de abordaje integral: adultos, adolescentes y grupo de pares.
-No tratarle como si fuera un niño pequeño, tratarle como adulto, de igual a igual. Ofrecerle
ayuda pero también recibirle de él/ella. Apoyo y consuelo mutuo.
-Abrir las puertas de la comunicación, de lo contrario el adolescente se puede llegar a sentir
abandonado y traicionado.
-Señalar la disponibilidad sin atosigarlo. Ofrecer ayuda pero darle espacio.

Si quien aplica los PAP no es un familiar:


-Mostrar comprensión y ofrecer un espacio para que la familia se sitúe y pueda determinar
cómo integrar a los adolescentes. Si como proveedores de los PAP les decimos qué es lo
correcto para hacer, podríamos hacerlos sentir incómodos (de pronto la familia no se lleve
bien).
-Subrayar que, aunque a veces en la adolescencia las relaciones son tensas y cuesta
comunicarse, nosotros sabemos que los vínculos son sólidos, que ambos se necesitan, que
en el fondo se quieren y están cohesionados ante lo que está ocurriendo. DECIRLO
VARIAS VECES para facilitar que esa familia se encuentre y reconcilie.
-Tratar de concentrarse en las dificultades que la familia esté experimentando. De pronto
tienen desacuerdos que les hace sentir malestar dentro del grupo familiar. Todos estos
aspectos requieren de una respuesta directa y efectiva. Se debe ayudar a resolver sus
problemas.
-Transmitir mucho respeto por las dificultades que están enfrentando.
-Recalcar que el adolescente lo está pasando mal debido al IC, debido a de por sí este es
difícil para él/ella, pero también debido a la etapa de su vida en la que está, por eje, su
personalidad está cambiando, y así también están experimentando otros cambios.

Como proveedor de PAP se debe velar porque se consigan superar las dificultades que esté
experimentando el adolescente individualmente, y la familia, que también está haciendo
parte del afrontamiento del IC. Se debe ayudar a tender puentes, conseguir que se relajen
todos y entiendan sus propias dificultades. Apelar a los vínculos.

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