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IMMANUEL KANT (1724-1804)

Resumen de su pensamiento
 (primera parte)
 

INTRODUCCIÓN
   
A. EL USO TEÓRICO DE LA RAZÓN
I. PLANTEAMIENTO KANTIANO DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO
I.1. La posibilidad de la metafísica como ciencia. Las
condiciones del conocimiento científico
I.2. Clasificación de los tipos de juicios     
II.  LA DOCTRINA DEL CONOCIMIENTO EN LA "CRÍTICA DE LA
RAZÓN  PURA"            
II.1. La "Estética transcendental". Las formas a priori
de la Sensibilidad
II.2. La "Analítica transcendental": la espontaneidad  
del entendimiento
II.3. La "Dialéctica transcendental": la Razón y su
exigencia de Lo  incondicionado
III. EL IDEALISMO TRASCENDENTAL: EL "FENÓMENO"  Y EL
“NOÚMENO"
III.1. La filosofía kantiana, superación del empirismo y
del racionalismo
III.2. La "revolución copernicana" (o giro copernicano)
en filosofía
III.3. La filosofía kantiana: el Idealismo Trascendent al  
Kant - Resumen de su pensamiento (segunda parte)
 
B: EL USO PRÁCTICO DE LA RAZÓN
I. LA RAZÓN PRÁCTICA Y EL CONOCIMIENTO MORAL
I.1. Concepto de Razón Práctica
I.2. El “factum de la moralidad”
I.3. Tipos de principios o leyes prácticas
II. CRÍTICA DE KANT A LAS ÉTICAS MATERIALES
II.1. Definición de ética material
II.2. Los preceptos de toda ética material son
hipotéticos, empíricos, condicionales
II.3. Las éticas materiales son heterónomas 
III. LA ÉTICA FORMAL DE KANT
III.1. Formalismo de la etica kantiana
III.2. Autonomía de la voluntad
III.3. El deber por el deber. El rigorismo kantiano
IV POSTULADOS DE LA RAZÓN PRÁCTICA
IV.1. Postulado de la libertad
IV.2. El "Sumo Bien":  postulados de la inmortalidad del
alma y de la existencia de Dios

INTRODUCCIÓN
      Al afirmar que el conocimiento se limita a la experiencia, la filosofía kantiana se
aproxima al empirismo, y al afirmar que no todo el conocimiento proviene de la
experiencia se acerca al racionalismo.  Pero también es esencial en el pensamiento
kantiano la influencia del tercer gran movimiento filosófico de la modernidad, la
Ilustración. El proyecto ilustrado es un esfuerzo común de transformación y mejora
de la humanidad mediante el desarrollo de su propia naturaleza racional. Para
realizar este proyecto se propone como tareas fundamentales el desvelamiento de las
leyes de la naturaleza y el ordenamiento racional de la vida humana. Los dos grandes
ilustrados, Newton y Rousseau, influyeron claramente en Kant. Newton representó para
toda la Ilustración la culminación de la ciencia moderna, un ejemplo de las posibilidades
de una ciencia que combina la experiencia empírica y la razón y del éxito que se puede
alcanzar si limitamos la actividad científica al conocimiento de los fenómenos. La filosofía
kantiana es un intento de clarificar filosóficamente las condiciones de posibilidad de la
física newtoniana. Por su parte, Rousseau era el filósofo del espíritu, de la
subjetividad: frente al mundo externo determinado causalmente, propone reconocer
también el mundo interno, el de la conciencia, pues en él se descubre el hombre como
libre, como sujeto de responsabilidad moral. Rousseau reforzó en Kant la convicción en la
autonomía, en la independencia de la moralidad frente a las leyes que rigen el mundo
objetivo. Newton y Rousseau, reino de la naturaleza y reino del espíritu,
causalidad y libertad. Dos mundos de los que se siente ciudadano, dos legalidades a las
está sometido. ¿Anula la ciencia todo acceso del hombre a lo metafísico? ¿Pueden
conciliarse causalidad física y libertad moral? Problema esencial tratado por Kant:  la
posibilidad de lo metafísico para el hombre, la aclaración definitiva de cómo el
hombre es ciudadano de ambos mundos.
     La filosofía kantiana es una filosofía crítica: se tratará de analizar y comprender la
posibilidad y límites de la Razón tanto en su aspecto teórico como en su
dimensión práctica. Su proyecto consiste en establecer los principios y límites del
conocimiento científico de  la Naturaleza, al vez que  responder a la pregunta ¿qué
puedo conocer?, establecer y justificar los principios de la acción y las condiciones de
la libertad, ligada a la cuestión: ¿qué debo hacer?; y delinear el destino último del
hombre para responder a la pregunta: ¿qué  me cabe esperar?. Y las tres se pueden
expresar con la pregunta más general: ¿qué es el hombre?
 
 
A. EL USO TEÓRICO DE LA RAZÓN
 
I. PLANTEAMIENTO KANTIANO DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO
     Para responder a la pregunta ¿qué puedo conocer? hemos de señalar los principios
desde los cuales es posible un conocimiento científico de la Naturaleza y los límites dentro
de los cuales es posible tal conocimiento, tareas que lleva a cabo en su obra “Crítica de la
Razón Pura”.
 
I.1. La posibilidad de la metafísica como ciencia. Las condiciones del
conocimiento científico
       La metafísica en la que Kant se formó (la metafísica racionalista wolffiana) tomaba la
matemática como ideal de ciencia  y consideraba que la filosofía debía ser una actividad
deductiva, basada en la pura razón. Kant defendió en un primer momento este tipo de
filosofía pero pronto quiso encontrar una nueva fundamentación a la metafísica: se ha
pretendido, dogmáticamente (mediante el uso de la pura razón) elaborar sistemas
filosóficos pero todos han fracasado pues no han conseguido ni progreso ni acuerdo entre
los  investigadores, fracaso que parecía conducir al escepticismo. Kant creyó necesario
para la filosofía y para los intereses y fines últimos del hombre una Crítica de la propia
Razón sobre sí misma, sobre su alcance y sus límites, una "crítica del órgano" del
conocimiento. Urge plantearse pues el problema de si es posible la Metafísica como
ciencia. La tarea crítica consistirá en aclarar los principios y limites de la Razón. Kant creyó
que los errores provenían de una "extralimitación" de la Razón: no respetar sus propios
límites y pretender alcanzar un conocimiento más allá de toda experiencia (uso
dogmático de la razón que da lugar a la filosofía dogmática). Por contra, de la fijación
de límites que la Crítica establezca, Kant espera obtener dos ventajas: evitar nuevos
fracasos mostrando la incapacidad humana para alcanzar un conocimiento metafísico por
la pura razón, y poner a buen recaudo el ámbito de lo inteligible, arruinar las pretensiones
del ateísmo, el materialismo y el determinismo (este uso de la razón es un uso crítico y
trae consigo una filosofía crítica).
            El problema fundamental a resolver es el de si es posible la Metafísica como
ciencia y para ello debemos investigar antes cómo es posible la ciencia, averiguar las
condiciones que la hacen posible, para ver si la Metafísica se ajusta o no a ellas. En esta
tarea necesitamos distinguir dos tipos de condiciones: las empíricas, que son
particulares y contingentes, y las condiciones a priori o  universales y necesarias,
también llamadas transcendentales (no confundir con “trascendente”= lo que está más
allá de la experiencia). Las condiciones a priori son anteriores a la experiencia en el
sentido de que son su condición de posibilidad. No interesan las condiciones empíricas
pues se requiere una Crítica de la Razón Pura llevada a cabo mediante una indagación
trascendental de sus condiciones necesarias y universales.
 
I.2. Clasificación de los tipos de juicios
      Puesto que la ciencia es un conjunto de juicios, la pregunta anterior se puede expresar
más exactamente de la siguiente forma: ¿cuáles son las condiciones que hacen posibles
los juicios de la ciencia? Lo que exige establecer los tipos fundamentales de juicios, para lo
cual Kant nos presenta dos clasificaciones:
 La primera los divide en juicios analíticos y juicios sintéticos y atiende a si el
concepto predicado se incluye en el concepto sujeto: juicios analíticos si el
predicado se incluye en el sujeto; para establecer el juicio basta analizar el
concepto sujeto, por lo que no nos dan información nueva alguna, no son
extensivos; y juicios sintéticos cuando el predicado no se incluye en el sujeto:
son juicios informativos o extensivos y  amplían nuestro conocimiento.

 La segunda los clasifica en a priori ya a posteriori y atiende al modo de conocer su


verdad: juicios a priori si su verdad puede ser conocida independientemente de
la experiencia, ya que su fundamento no se halla en ésta; son juicios universales y
necesarios;  y juicios a posteriori si su verdad es conocida a partir de la
experiencia; son particulares y contingentes.
        Los juicios más importantes de la ciencia no pueden ser ni analíticos ni sintéticos a
posteriori sino juicios sintéticos a priori: por ser sintéticos son extensivos, dan
información, amplían nuestro conocimiento; por ser a priori, son universales y necesarios
y el conocimiento de su verdad no procede de la experiencia. Precisamente los principios
fundamentales de la ciencia (Matemáticas y Física) son de este tipo.
 
II.  LA DOCTRINA DEL CONOCIMIENTO EN LA "CRÍTICA DE LA RAZÓN 
PURA"        
     Tarea propia de la crítica de la razón pura: ¿Cómo son posibles los juicios
sintéticos a priori?; tarea que se puede desglosar en las siguientes partes: ¿cómo es
posible la matemática pura? ¿cómo es posible la ciencia natural (la Física pura o  
racional)? ¿son posibles los juicios sintéticos a priori en metafísica?
                                    
II.1. La "Estética transcendental". Las formas a priori de la Sensibilidad
     La Estética (del griego "aisthesis", "sensación") trascendental es la ciencia de todos los
principios de la sensibilidad. La Sensibilidad es la capacidad o facultad de las
sensaciones. La Estética explica el modo de tener sensaciones y al ser "trascendental"
tratará del conocimiento de las condiciones transcendentales (universales y necesarias)
que permiten el conocimiento sensible, paso previo para todo conocimiento. Kant
distingue dos momentos en la percepción: la materia y la forma. El efecto de los objetos
en la sensibilidad son las sensaciones, que son, pues, dadas a posteriori y constituyen,
según Kant, la materia del conocer al nivel de la sensibilidad. Pero las sensaciones se
presentan ordenadas en ciertas relaciones; eso que hace que las sensaciones aparezcan
ordenadas en ciertas relaciones es la forma. La forma no es dada a posteriori, sino
que está ya a priori en el espíritu, como forma de la sensibilidad, (Kant la llama
también intuición pura). La síntesis (unión) de sensaciones o datos empíricos, como
materia, y la forma a priori es el fenómeno.
         Las formas puras o principios a priori de la sensibilidad son, según Kant,
el espacio y el tiempo. Espacio y tiempo son las condiciones de posibilidad de toda
experiencia porque no es posible ninguna experiencia que no esté bajo esas relaciones.
Ahora bien (y esto es muy importante), espacio y tiempo no son, según Kant, propiedades
objetivas de las cosas mismas, sino formas  a priori de la sensibilidad. El espacio y el
tiempo son la forma de la experiencia externa, y el tiempo de la interna. La
matemática es posible (= es un saber a priori y sintético) por el carácter apriórico del
tiempo y del espacio: la geometría y la aritmética se ocupan, respectivamente, del espacio
y del tiempo. Puesto que la matemática está fundada en las formas de la intuición, toda
objeto que se de en la intuición debe cumplir las leyes de la matemáticas. 
 
II.2. La "Analítica transcendental": la espontaneidad  del entendimiento
       La sensibilidad realiza las primeras síntesis al unificar las sensaciones en el tiempo y
el espacio, pero percibir tal multiplicidad (colores, formas, sonidos...) no es, sin más,
comprender los objetos. Comprender lo percibido es la función propia del
Entendimiento.  Kant estudia esta facultad en la Analítica Trascendental. Nuestro
conocimiento incluye conceptos además de percepciones, pues comprender los fenómenos
es poder referirlos a un concepto; cuando no podemos referir las impresiones sensibles a
un concepto, nuestra comprensión de aquéllas resulta imposible. Esta actividad de referir
los fenómenos a los conceptos se realiza siempre a través de un juicio. El entendimiento
puede ser considerado, pues, como la facultad de los conceptos, o bien como la facultad
de los juicios, la facultad de juzgar. Kant distingue dos tipos de conceptos, los empíricos,
que proceden de la experiencia y son a posteriori, y los conceptos puros o categorías,
que no proceden de la experiencia y son a priori: las categorías (sustancia, causalidad,
unidad, necesidad,...); son nociones que no se refieren a datos empíricos pero tampoco
son construidas, "inventadas" empíricamente por el hombre, pues pertenecen a la
estructura del entendimiento (son a priori).

       El conocimiento es posible porque aplicamos las categorías a la multiplicidad dada en


la sensación. Los conceptos puros son condiciones trascendentales, necesarias, de
nuestro conocimiento de los fenómenos ya que el entendimiento no puede pensarlos si no
es aplicándoles estas categorías: todo aquello que es objeto de nuestra experiencia es
sustancia o accidentes, causa o efecto, unidad o pluralidad, etc. De este modo, el
conocimiento resulta de la cooperación entre la sensibilidad y el entendimiento: la
sensibilidad nos da objetos, el entendimiento los piensa; pero las categorías solamente
son fuente de conocimiento aplicadas a los fenómenos (a las impresiones sensibles
que se dan en el espacio y el tiempo) y no tienen aplicación válida más allá de los
fenómenos. El error de la filosofía dogmática (basada en el uso puro de la razón) consiste
en usar las categorías para referirse a realidades transempíricas o trascendentes (Dios y el
alma, p. ej.). La Física es posible como un saber a priori porque el mundo tiene una
estructura matemática (al estar sometido al tiempo y al espacio) y porque las categorías
tienen una validez empírica; porque todo fenómeno está estructurado en función de las
categorías. Con ello Kant está legitimando filosóficamente el Universo
Newtoniano.                           
 
II.3. La "Dialéctica transcendental": la Razón y su exigencia de Lo 
incondicionado
       La "Dialéctica Trascendental" estudia la Razón y el problema de si la metafísica puede
ser un saber a priori, y concluye que la Metafísica como disciplina científica es
imposible. La Metafísica quiere alcanzar las cosas tal y como son en sí mismas, sus
objetos son transcendentes (no empíricos): el alma, su libertad e inmortalidad, Dios y el
mundo como totalidad; pero la ciencia usa necesariamente las categorías y éstas sólo
pueden emplearse legítimamente aplicadas a los fenómenos, a lo dado en la experiencia.
La Razón teórica, en sentido laxo, es lo que permite el conocimiento del mundo, y en
sentido estricto la facultad de las argumentaciones. Kant entiende por "dialéctica" el
razonamiento falso con apariencia de verdadero. La "Dialéctica Trascendental" debe
mostrar pues cómo la Razón realiza argumentos aparentemente correctos pero ilegítimos.
Precisamente las argumentaciones de la metafísica son de ese tipo.
      El conocimiento intelectual formula juicios y conecta unos juicios con otros formando
razonamientos. Pero hay una tendencia peculiar en el uso de la Razón: la Razón busca
encontrar juicios cada vez más generales, capaces de abarcar una multiplicidad de juicios
particulares sirviendo a éstos de fundamento. La Razón aspira a lo incondicionado, al
fundamento de los fundamentos. Cuando la Razón, en esa búsqueda de las condiciones de
lo condicionado, de leyes más generales y profundas, se mantiene en los límites de la
experiencia, su uso es correcto y no da lugar a contradicciones; la ciencia avanza
precisamente a partir de esa tendencia de la Razón; pero esa tendencia lleva
inevitablemente a traspasar los límites de la experiencia empírica en busca de lo
incondicionado: así, todos los fenómenos físicos se pretenden unificar y explicar por
medio de teorías metafísicas acerca del mundo, como todos los fenómenos psíquicos
por medio de teorías metafísicas acerca del alma, y, finalmente, unos fenómenos y
otros se intentan explicar y unificar por medio de teorías metafísicas acerca de una causa
suprema de ambos tipos de fenómenos, físicos y psíquicos: Dios. "Dios", "alma" y
"mundo", son pues tres ideas de la Razón; ideas que no tienen una referencia objetiva,
–no tienen un uso constitutivo– en el sentido de que no podemos conocer los objetos a los
que se refieren (Dios, alma y mundo como totalidad); pero sí un uso regulativo pues
permiten la orientación de la investigación y dirigen el uso de la razón en la aspiración a
una explicación cada vez más profunda de la realidad.
 
III. EL IDEALISMO TRASCENDENTAL: EL "FENÓMENO" Y EL "NOÚMENO"
III.1. La filosofía kantiana, superación del empirismo y del racionalismo
       Su tesis de que el conocimiento se puede referir sólo a lo que se da a los sentidos, y
que, por lo tanto, lo que esté más allá de los sentidos es incognoscible y no permite un
tratamiento científico, es una influencia del empirismo. Por su parte, la huella del
racionalismo la tenemos en sus afirmaciones de que es posible un conocimiento estricto
(los juicios sintéticos a priori), extensivo, pero también universal y necesario, aunque
referido a meros fenómenos, y de que no todos los elementos que intervienen en el
conocimiento se obtienen de la experiencia, pues hay elementos a priori. Los racionalistas
llamaban a estos elementos “ideas innatas”, aunque entendían que dichas ideas eran
contenidos de conocimiento referidos a objetos; las estructuras aprióricas son, para Kant,
estructuras, no contenidos, y no se refieren a objetos sino a la forma que todo objeto ha
de tener para que la podamos experimentar, no dan información relativa a objetos del
mundo, sino a la estructura del mundo.

III.2. La "revolución copernicana" (o giro copernicano) en filosofía


       Kant explica el cambio epistemológico que supone su filosofía con la analogía de la
revolución astronómica copernicana: Copérnico encuentra que no se puede entender el
movimiento aparente de los astros si suponemos que la Tierra es el centro del Universo y
el Sol da vueltas a su alrededor, y nos propone invertir los términos y suponer que es el
Sol el centro del Universo. Kant dice del mismo modo: si las condiciones de la objetividad
del ser objeto no son ni pueden ser enviadas por las cosas a nosotros, puesto que las
cosas no nos envían más que impresiones, no hay más que hacer lo mismo que Copérnico
y decir que son las cosas las que se ajustan a nuestros conceptos y no nuestros conceptos
los que se ajustan a las cosas. Las categorías, por consiguiente, son conceptos puros, “a
priori”, que no obtenemos extrayéndolos de las cosas, sino que nosotros ponemos,
imponemos a ellas.
      La analogía de la "revolución copernicana" refleja muy bien un importante aspecto de
su pensamiento: hasta Kant se había considerado que el sujeto era pasivo en el acto
del conocimiento y se tenía que plegar al objeto para conocerlo; pero de ese modo no se
puede dar el conocimiento a priori pues éste conocimiento supone la posibilidad de
conocer algo sobre las cosas sin que estén presentes en nuestra conciencia, sin que de
ellas tengamos experiencia. El giro copernicano consiste en rechazar la concepción
tradicional del conocimiento, rechazar que el sujeto se deba someter a las cosas para 
conocerlas, y considerar que el sujeto es activo: son las cosas las que se deben someter
a nosotros de cara al conocimiento; si suponemos que para conocer un objeto antes ha de
someterse a las condiciones formales "a priori" de la estructura de nuestras facultades
cognoscitivas, podremos comprender que conozcamos de las cosas algunos rasgos que
éstas han de poseer antes incluso de que tengamos experiencia de ellas: solo podemos
conocer a priori de las cosas aquello que antes hemos puesto en ellas. El giro
copernicano se refiere al hecho de que solo podemos comprender el conocimiento a priori
si admitimos que sólo conocemos los fenómenos y no las cosas en sí mismas o
noúmenos, si admitimos el Idealismo Trascendental como la filosofía verdadera.

III.3. La filosofía kantiana: el Idealismo Trascendental


      El Idealismo Trascendental es la culminación del pensamiento moderno, que
comienza con el planteamiento cartesiano del problema del conocimiento: para tener
conocimiento estricto es preciso remitirse al sujeto del conocimiento (al "cogito") sólo así
tendremos una evidencia tan poderosa como para fundamentar el resto del saber; pero
esto se consigue a costa de problematizar el conocimiento de la realidad externa. El
empirismo continúa en esta misma línea al considerar que el conocimiento inmediato
versa sobre las ideas o percepciones y no sobre las cosas en sí mismas y al sugerir que los
grandes problemas de la objetividad (el mundo teórico y el mundo práctico) han de
resolverse tras el análisis de los procesos psicológicos gracias a los cuales el sujeto  tiene
experiencia de los objetos; pero el sujeto del que hablan los empiristas es un sujeto
empírico. Kant recoge esta línea de explicación mostrando que debemos reflexionar sobre
el modo de conocer para descubrir los elementos, fundamento y límites del saber, pero
pone como sujeto a un sujeto distinto: el Sujeto Trascendental, que no se puede
identificar con el yo empírico, contingente, hecho de este modo pero pudiendo ser de otra
forma; el Sujeto Trascendental es el sujeto metaempírico del cual se predican las distintas
formas aprióricas y que realiza las distintas síntesis que dan lugar a la constitución de los
fenómenos. La consecuencia es un giro completo en la comprensión del conocimiento y la
separación radical entre la filosofía y el sentido común: el conocimiento universal y
necesario no se puede explicar si consideramos que el sujeto es pasivo cuando conoce,
pero sí al considerar que el sujeto pone algo en el objeto conocido y lo modela a partir de
las estructuras de nuestras facultades cognoscitivas (las formas de  la  sensibilidad  y  las 
categorías  del entendimiento). En cuanto a la segunda cuestión, debemos recordar que la
posición ingenua, y toda la filosofía anterior a la modernidad, mantiene una concepción
realista del mundo: en lo esencial el mundo es tal y como lo conocemos; en lo esencial
los objetos y sus propiedades y relaciones existen independientemente de la experiencia
que podamos tener de ellos; esta es la tesis característica del realismo. Pero con la
modernidad (con Kant) aparece la concepción idealista: no sabemos cómo puede ser
el mundo independientemente de nuestra experiencia de él; todo objeto del que
tenemos experiencia ha quedado influido por la estructura de nuestro aparato
cognoscitivo. Estas ideas nos llevan a dos conceptos fundamentales del Idealismo
Trascendental: el concepto de Noúmeno y el de Fenómeno. El Noúmeno (o Cosa en sí)
es la realidad tal y como pueda ser en sí misma, independientemente de nuestra
experiencia de ella; la filosofía premoderna pensaba que nosotros podíamos conocer las
cosas en sí mismas, aunque cada  escuela dijese algo distinto relativo al ser de dichas
cosas; el Fenómeno es una realidad dependiente del Sujeto Trascendental, es la
realidad estructurada por las formas de la sensibilidad y las categorías del
entendimiento; la realidad tal y como la experimentamos. El sujeto cuando conoce
no deja intacta la realidad conocida, la constituye en el propio acto del conocimiento. Por
ello, el Idealismo Trascendental se puede resumir en la afirmación de que sólo
conocemos fenómenos.

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