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Joe Abercrombie: «Los nerds heredaremos la

Tierra»

Cuesta ver a Joe Abercrombie (Lancaster, 1974) como el cínico y nihilista que
dice ser. Aquí parece más una mezcla entre un niño entusiasmado en un parque
de atracciones y una estrella del rock sobrevenida. Aquí es España, donde los
fans abarrotan sus presentaciones y hay tortas para conseguir una entrevista
con él. Parece lo propio cuando has vendido seis millones de ejemplares, has
fulminado la lista de bestsellers del New York Times y después de dos trilogías
y alguna novela suelta, empiezas una nueva saga y agotas edición en unos
días.

Pero esto no tiene nada de cotidiano para él. Lo normal es que, allí de donde
viene, les traiga sin cuidado sus mareantes ventas o la sólida fidelidad de sus
lectores. Al fin y al cabo, Abercrombie escribe de ahorcamientos, de guerreros,
de brujos e inquisidores. Es el suyo un universo de sangre a borbotones, humor
negro y héroes de poca hazaña.
Podría, quizás, haberse ganado el respeto del canon cultural si se hubiera
ceñido a los valores del género, apegándose a su limpia solemnidad. Pero es
que ni eso. Abercrombie optó por ensuciar la noble fantasía heroica, revolcarla
por el lodo y seccionarle las extremidades a hachazos. Estaba harto de
armaduras brillantes y epopeyas con moraleja. Si Tolkien fue su
maestro, George R. R. Martin fue su corruptor. Hace solo dieciséis años que
dejó de ser editor cinematográfico para iniciar la Trilogía de la Primera Ley,
autoproclamándose (dice que fue una broma, pero a ver quién recula
ahora) Lord del grimdark, subgénero oscuro y denostado. Con la primera
página perdió la oportunidad de ser profeta en su tierra, fértil como pocas
(Tolkien, Terry Pratchett, Clive Barker, J. K. Rowling, Neil Gaiman) en
asuntos fantasiosos. Sabe que cuando le adapten a la pantalla, las tornas
cambiarán.

Se nota que ya le da igual. Viene con nueva novela bajo el brazo, Un poco de
odio, un libro de Kubrick asomándole del bolso y una impaciencia
indisimulada por el baño de masas que se dará tras la entrevista. Confiesa que
se siente como una rockstar, pero es demasiado british para adoptar pose de
divo. Ríe en pequeñas explosiones y se hace selfis con un ejemplar de atrezzo de
su libro, de metro y medio. «Aquí sí que vais a lo grande», bromea.

Menuda bienvenida dulce, ¿no? El libro salió el viernes y el lunes ya


están reimprimiendo.

¡Sí, es cierto! Menuda locura. Aunque también puedes conseguir eso si en la


primera edición solo imprimes cinco ejemplares, ¿no? [risas]. Aunque no
creo que sea el caso.

Cuando vendes millones de libros, ¿sigue dándote miedo el fracaso?


¿Eres de esos que «espera lo mejor y se prepara para lo peor» aunque
seas bestseller?

En general, me preparo para lo peor y también espero lo peor. Por supuesto


es genial agotar ediciones, porque significa que ahí hay gente a la que le
interesa lo que escribes, que es exactamente lo que deseas como escritor.
Pero si te soy sincero, siempre estoy a la espera de que vaya mal. Todos los
escritores tenemos esa especie de ying-yang. Tienes que tener un exceso de
confianza enorme en ti mismo, una gran vanidad, porque sin esa parte de ti
que te dice que es genial lo que haces nunca escribiríamos nada de nada.
Pero a la vez, nunca asumes del todo que la gente está interesada en lo que tú
tienes que decir y necesitas también esa parte interior que te dice «esto es
una basura» para mantenerte en un estado de mejora constante. Así que no
creo que sea yo solo: todos los escritores estamos siempre a la espera de que
todo vaya mal, agobiados por ese sentimiento de pensar «esto no es
suficiente, ¿por qué no lo hago mejor?».

De hecho, no eres lo que se dice un optimista, una de tus frases más


célebres es: «La vida es, básicamente, una puta mierda. Mantén las
expectativas bajas. Y quizás seas sorprendido placenteramente».

Sí, es cierto. ¡De hecho hace poco me citó el mismísimo Andrzej Sapkowski!
Me hizo ilusión, porque cuando te citan es como que suenas muchísimo más
inteligente. En realidad, creo recordar que las frases las decía uno de mis
personajes, no es que sea mi filosofía vital.

Pero sí eres un poco cínico…

Sí, saludablemente cínico, diría yo. Ya lo sabes, has leído mis libros [risas].
Creo que es importante ser cínico, para ser sensato y mantener bajas las
expectativas.

Un cínico con una cola que da la vuelta a la manzana para verle.

¿Están ahí? ¿Hay gente esperando para entrar? ¡No los he visto! Nunca
esperas que venga demasiada gente a tus presentaciones, porque es muy
diferente, dependiendo del sitio, incluso del país. Puedes tener cientos en un
sitio y en el siguiente prácticamente nadie.

¿Alguna vez has dado una presentación para nadie?

Hace tiempo que no, pero en el pasado sí, muchísimas veces. Dí una charla
en Holanda para un público de dos personas. Es verdad que estaban
encantados de estar allí, pero eran dos [risas].

Ya que mencionas tus inicios, el titular más repetido entonces, cuando


empezabas a tener algo de éxito, era «Joe Abercrombie, ¿el siguiente
George R. R .Martin?». ¿Te has librado ya de ese sambenito?

Ahora pasa muchísimo menos, eso es cierto. Quizás porque él ahora se ha


vuelto tan universal que suena ridículo establecer esa comparación.
¡Especialmente porque yo no tengo ninguna serie de televisión! Pero aun así,
entiendo que usaran esa referencia, es lógico. Todos los escritores nuevos son
comparados con otros, para localizarles por temática o por género y para
animar a los lectores de uno a leer también al otro. Yo creo que ya gozas de
entidad cuando dicen de otra persona «este es el nuevo Joe Abercrombie», y
eso ya ha pasado conmigo [risas].

¿Y lo de que eres el «traidor de la herencia de Tolkien»? Porque hay un


gran movimiento que te acusa de estar «ensuciando» la fantasía heroica.
¿Te lo siguen diciendo mucho?

Sí, continúan. Es parte de la guerra cultural, en mi opinión. La gente es muy


tribal en estos momentos en internet, les encanta odiar o amar algo con
mucho énfasis. No hay términos medios. Y respecto a esto… esa gente, la que
se siente ofendida porque la fantasía sea sucia, arenosa, desagradable, o
antiheroica como ellos dicen, creen que lo que yo hago es una traición al
legado de Tolkien. A mí siempre me ha resultado un poco extraña esa
percepción, porque para mí es pescar en el mismo estanque pero de una
manera diferente. Es como los spaghetti western, ¿son irrespetuosos con los
wéstern? Yo creo que no. Creo que precisamente nacen del amor profundo
por el género, al que quieren llevar a un nuevo territorio, nada más. Es lo
mismo con George Martin y los escritores que vinieron después: nadie
entrega años de su vida a escribir libros de un género que no ama.
Hablando de influencias; siempre que se mencionan las tuyas, se habla
de las más obvias: Tolkien, Martin, Terry Pratchett… pero, ¿no hay algo
en tu fantasía sucia que tomas prestado de otros autores como James
Ellroy, o incluso Sergio Leone?

Guau, muchísimas gracias. Grandísimos nombres. Y sí, no puedo negar que


algo de influencia han tenido en mí. Especialmente de Ellroy, de una manera
definitiva e incluso explícita. Leí muchísima fantasía cuando era un niño, en
los ochenta y principios de los noventa, y supongo que provengo de ese
terreno, donde se repetía lo mismo una y otra vez. Eran cosas muy heroicas,
muy predecibles y moralmente muy simples, de héroes y villanos. Desde la
primera página podías anticipar cómo iba a acabar eso. Después empecé a
leer muchas otras cosas, y ahí James Ellroy tiene un espacio muy particular.
Cuando lo descubrí saltaron chispas. Sobre todo porque tiene una cosa:
cuando lo lees estás realmente en la cabeza de los personajes, que era algo
que muy difícilmente encuentras en la fantasía, donde se suele mantener una
especie de distancia muy digna. Ellroy tiene una capacidad para el lenguaje
realmente visceral y arenoso, y te mete en la cabeza de los personajes. Creía
que era algo que faltaba en la fantasía de entonces… hasta que leí Juego de
tronos al final de los noventa. Ahí fue cuando vi esa forma de enfocar y
aproximarse, insólito en la fantasía, que nunca había visto antes. En cada
escena podías sumergirte en el punto de vista de un personaje, saturarte con
sus sentimientos y pensamientos. Me resultó excitante y renovador que se
pudiera hacer eso con la fantasía, y quise hacerlo por mí mismo. Quería
replicar ese enfoque. Por supuesto que también me influyeron muchos tipos
de películas, de series, y por supuesto, el wéstern, no solo de Leone.

De hecho tu pasado como editor cinematográfico se refleja, de alguna


manera, en la propia estructura de tus libros.

Sí, es cierto. No es algo que haga a propósito, pero a raíz de que algunos me lo
habéis dicho, he ido siendo más consciente de ello. Sí que es cierto que un
trabajo como ese te provee de ciertas herramientas de narración universal,
aunque con un libro tú no manejas de qué manera transcurre el tiempo, por
ejemplo. No existe un equivalente a medir cuánto dura una escena en una
película, la gente lee al ritmo que ellos mismos se marcan. Hay otros aspectos
narrativos que sí comparten, en cómo les llevas a esa escena, lo que enseñas
y lo que dejas fuera, que sí son más universales. Así que, en cualquier caso,
ha sido un conocimiento muy útil.

¿Y Ursula K. Le Guin? ¿No hay algo de Terramar en ti?

Sí, ella es otra de mis referencias, aunque la mencione menos. Ella y Michael
Moorcock, entre otros. Con Le Guin me pasó una cosa curiosa, porque creo
que sus libros fueron los primeros de fantasía que leí que no estaban bajo la
influencia de Tolkien, por decirlo así. Parecían como algo muy suyo, muy
diferente en todo: la manera de narrar, el mundo en el que se desarrollaban,
el lenguaje me fascinó… Creo que tuvo una gran impacto e influencia en mí.
Tenían un tipo de ethos muy punk.

Hablemos de tu relación con el fandom. Alguna vez has dicho que es


complicado manejar las expectativas que tienen con tus libros, que no
quieres dejarte guiar demasiado por ellos porque si les preguntas qué
quieren, querrán lo mismo una y otra vez. ¿Cómo te posicionas en toda
la polémica con George R. R. Martin y su libro inédito? ¿Crees eso de que
«the writer is not your bitch», como dijo Gaiman?

La conclusión de todo eso es clara: solo George R. R. Martin puede escribir


una novela de George R. R. Martin. No hay otra forma, no hay atajos. La
realidad es que tienes que esperar. Si quieres ese libro, que gimas para
conseguirlo no va a marcar la diferencia. El libro llegará cuando llegue. Así
que desde un punto de vista estrictamente práctico no hay nada que puedas
hacer. Y además… la gente que se queja más alto será la primera que
acampará en la puerta de la librería cuando salga. Es la gente que se ha
sentido herida la primera que lo comprará, porque aman esos libros.

Cuando escribes una saga, ¿existe un contrato moral con el lector que te
obliga concluirla?

Sí. Es que existe. Pero el matiz está en lo que tú dices: es un contrato moral,
no vale el papel en el que ni siquiera está impreso. Lamentablemente no vale
nada. Hablando desde un punto de vista práctico, no ayuda pensar en ello de
esa manera. Al final cada escritor tiene su proceso, se trabaja en los libros de
maneras muy diferentes. Yo produzco de una manera relativamente
constante, y espero continuar así, pero también he tenido mis momentos. He
tenido libros en los que he ralentizado mucho el ritmo, en los que me he
detenido, he perdido la confianza o he tenido que reescribir. Así que
entiendo que es perfectamente posible tener problemas graves con un libro,
problemas para seguir progresando en él, y creo que de alguna manera
cuanto más exitoso seas, mayor será la expectativa. Así que no siento nada
más que simpatía por estos tipos a los que también les ocurre eso.

Y claro que yo también tengo ganas de seguir con la historia. Y la compraré


en cuanto salga, sintiéndome agradecido de que haya salido. Pero es
importante señalar algo: no puedes separar esos libros de la manera en la
que están hechos. No puedes decir «ojalá George fuera el tipo de escritor que
saca un libro al año», porque entonces estarías pidiendo unos libros
sustancialmente distintos. Son lo que son, y tienes que aceptarlos en su
totalidad. Así que, como fan, por supuesto que quiero que salga cuanto antes,
pero quizás la gente podría encontrar algo que leer mientras salen. A mí, por
ejemplo [risas]. Es broma. Pero que prueben otros escritores.

¿Cómo es tu relación con George R. R. Martin? Además de fan y de


«maestro», como alguna vez le has llamado.
Nos hemos visto varias veces. Cuando le conocí teníamos el mismo editor, así
que fue bastante pronto. Creo que mi editor organizó una cena entre los dos
con la esperanza de tener algo de propaganda de Martin… y la verdad es que
sí me apoyó. Después de eso, cuando la serie de Juego de tronos iba a
comenzar, Sky News organizó una entrevista con él, y querían que otro
escritor británico fuera el entrevistador. Me lo pidieron, y lo hice. Después
nos hemos ido encontrando en eventos y demás. Él tiene un cine en Santa Fe,
donde vive, y allí organiza entrevistas y demás. He ido unas cuantas veces,
hace años.

¿Como fan o como escritor?

Me gustaría decirte lo contrario, pero creo que como fan más… ¡Él de mí, por
supuesto! Creo que fue un gran honor para él conocerme, estrecharme la
mano y decirme cuánto me admiraba [risas]. Ahora en serio: es un tipo muy
guay. Creo que siempre ha sido parte del fandom, parte de la escena
fantástica, y el éxito le llegó razonablemente tarde, y ahora con todo esto está
como «castigado». Él entiende la suerte que tiene, bueno, suerte no es la
palabra…

… ¿un gran poder conlleva una gran responsabilidad?

Sí, eso. Entiende la responsabilidad que acompaña a todo este éxito, y


siempre está tratando de ser muy preciso con lo que hace, alentando a otros
escritores… Yo no puedo tener más que buenas palabras hacia él, conmigo ha
sido maravilloso. Hablamos mucho, más que de escribir, de temas televisivos,
porque en ese momento era algo que yo también me planteaba y él acababa
de empezar con el tema de la serie. Así que el consejo que me dio fue claro:
«Involúcrate en el proyecto tanto como puedas». No sé si él tenía
remordimientos, y quizás estoy diciendo demasiado porque no recuerdo
exactamente sus palabras, pero sí recuerdo el sentido de lo que me dijo.
Martin lamentaba no haber estado más libre para poder involucrarse más en
la serie de Juego de tronos. Querría haberlo estado. Y eso lo que me aconsejó
hacer o no hacer.

Luego hablaremos de tus proyectos cinematográficos, pero antes


podríamos hablar de Dungeons & Dragons.

¡Síii! No me preguntan casi nunca por eso.

Lo menciono porque es curioso que muchos creadores (cinematográficos


o literarios) tenéis ese pasado en común: jugabais al D&D de
jóvenes. Kevin Smith, aquí en España Álex de la Iglesia, Dan Harmon, D.
B. Weiss y David Benioff…

Es cierto, es algo bastante común. También Steve Erickson, Scott Lynch,


Peter V. Brett... somos un montón. Aunque creo que ellos siguen jugando,
yo, lamentablemente ya no. No tengo la enorme cantidad de tiempo libre que
requiere, y mucho menos soy capaz de reunir a mis amigos al mismo tiempo.
Hay hijos, en fin… De hecho, lo que es más triste, es que ni siquiera sé si
volveré a jugar, aunque me siguen invitando a una convención en Estados
Unidos enorme, creo que allí tiene más arraigo.
De hecho existen canales de YouTube extremadamente populares
dedicados a eso, y monta partidas con celebrities como Vin Diesel...

¡Lo sé, lo sé! Incluso sentarme a ver esos vídeos me consume demasiado
tiempo. Así que supongo que tengo que asumir que fue algo importante para
mí cuando era joven, mi principal pasatiempo.

¿Siempre eras master?

La mayor parte de las veces sí, aunque también fui jugador. Éramos un grupo
de ¿chicos? ¿hombres? Supongo que algo entre medias de eso, y pasábamos
larguísimos fines de semana jugando al D&D, aunque no era el único juego,
también el Warhammer, donde siempre era el master.

¿Y solías dirigir partidas canónicas de fantasía heroica o ya


eras grimdark?

Pues ya eran grimdark, o algo parecido, sí. Sucias, más oscuras… porque ya
entonces era algo que echaba en falta en la fantasía. Dirigir partidas de rol
fue mi primera experiencia de narración creativa. No es como si mis libros
fueran versiones noveladas de esos juegos, pero ciertamente muchas de las
ideas de mi mundo, incluso personajes, pueden remontarse ahí. A diferencia
del Dungeons, el Warhammer ya de por sí era más grimdark, se desarrolla en
un mundo sombrío que se despeña hacia el abismo, y eso me encantaba. El
hecho de que en las campañas el enemigo estuviera escondido, que la
campaña se llamaba así, The Enemy Within… adoraba lo inusual que era eso.

¿Y qué tipo de master eras? ¿Master madre, de los que ayuda a que sus
jugadores no la caguen, o eras retorcido, como en tus libros?

[Risas] No lo sé… Diría que era desagradable, pero también justo. No


intentaba matar a los personajes, a los jugadores, porque eso siempre me
pareció barato. Y porque, pensado ahora, siempre he tenido ese deseo de
contar una historia y quieres acabar con los personajes que empezaste para
completar su recorrido, su historia. Me gustaba que se sintieran en peligro,
pero para eso no necesitas necesariamente matarlos. ¡Puedes herirlos!
[Risas]. No era de esos que mataba a todo el mundo en diez minutos.

Y tus personajes actuales. ¿Tienen alineamientos? ¿Es Logen caótico


neutral? ¿Jezal neutral malvado?

[Risas] No, creo que no tienen alineamientos. Creo que clasificarlos en


alineamientos es interesante mientras se desarrolla la historia, pero estos no
corresponden de manera muy significativa al tipo de personas que realmente
son. Los alineamientos son interesantes para discutir sobre ellos, pero no es
una herramienta que use para construir mis personajes.

Pues este es uno de los temas que se debaten muchísimo entre tus
seguidores. Que, por cierto, parece que tienes un público muy creativo:
hay muchísimo fanart basado en tus libros. ¿Sueles verlo?

Si se me cruzan, claro que las veo. Pero tienen que cruzarse…

¿No googleas tu nombre?


[Risas] Bueno, sí, lo he hecho. Pero no suelo encontrar nada demasiado
interesante. Encuentro un montón de reviews, claro, y hasta hace tiempo las
leía todas, lo reconozco. Ahora muchísimo menos de lo que lo hacía al
principio. Y sobre todo el fanart, tengo sentimientos encontrados, porque hay
cosas buenísimas, sorprendentemente fascinantes, y otras un poco
vergonzosas. Pero bueno, en cualquier caso es alucinante que la gente se
tome el tiempo de hacer todo eso, basándose en un material literario. Porque
cuando algo es más visual, como una serie de televisión, hay una gran
diferencia en términos de compromiso, la gente puede hacer cosplay de lo
que ve, pero con los libros no es tan fácil.

Volviendo al rol: si ahora figuras tan famosas y exitosas como Terry


Crews, Joe Manganiello, Stephen Colbert, Deborah Ann Woll o Joseph
Gordon-Levitt juegan al rol y es visto como algo cool, no como algo que
juegan adolescentes vírgenes en sus sótanos… ¿eso significa que hemos
ganado los nerds?

Por supuesto. Los nerds heredaremos la Tierra. Cuando yo era niño, la cosa
menos guay del mundo era jugar al D&D o leer mucha fantasía, no me
imagino para una chica, ¿no?
Peor.

Pues eso. Y ahora ha cambiado muchísimo, es alucinante. Creo que las


películas de El señor de los anillos marcaron una diferencia en cómo se
percibe la fantasía, cómo se ve socialmente; lo mismo que hizo Juego de
tronos años después, o el éxito de Marvel u otras compañías de ciencia
ficción. La mayoría del material de entretenimiento actual es material nerd.
Así que sí: no solo es que los nerds heredarán el mundo, es que ya lo hemos
heredado. Quizás plantearse un juego de rol con la esfera de Dyson es
demasiado trabajo para mucha gente, requiere mucho más esfuerzo y más
interés el tema de los dados, las cifras, los números… Eso aún es es
demasiado duro para ser mainstream. Pero en general sí, hemos conquistado
el mundo bastante. Ya no tienes que forrar tu libro de fantasía con una
portada de un libro de Dickens para que no te miren mal. De todas formas,
es fácil exagerar todo esto.

¿Lo de la mayor aceptación del panorama fantástico?

Sí. Porque seamos claros: ya había muchos escritores que eran superventas
cuando yo era un niño, como Stephen Donaldson, Terry Brooks o David
Eddings. Ahora es un poco más cool leer fantasía que entonces, pero creo
que también influye que según te haces mayor, te preocupa menos lo que
es cool y lo que no. Lo único que quieres es hacer lo que te gusta… y no hay
nada más cool que eso, ¿no?

Hay una idea que se repite mucho en tus libros, creo recordar que es
en Los héroes, donde dices «Los héroes tratan de evitar la guerra en
lugar de provocarla», que recuerda mucho a Terry Pratchett. ¿Eres una
especie de Pratchett más malvado?

[Risas] Bien visto, sí. La verdad es que Pratchett es otra de esas influencias
que no puedo negar. Recuerdo cuando salieron sus primeros libros, que eran
fantásticos pero sobre todo muy cómicos, y cómo luego con el tiempo se
fueron volviendo más profundos sin dejar de lado el humor, y también algo
más oscuros, abordando temas más duros a medida que avanzaban. Sus
libros siempre estuvieron muy presentes cuando era niño, y supongo que
eran el antídoto ante la muy solemne y seria fantasía que existía en ese
momento. Siempre he amado el enfoque de Pratchett, es como la
quintaesencia de lo británico. De formas elegantes, pero absurdo a la vez, y
también profundo. Una profundidad que ni siquiera está oculta, o necesita
una doble lectura. Amo las cosas que me hacen reír y pensar, y él lo
conseguía, tenía un ingenio irrepetible. Es en parte el culpable de que yo
introduzca también el humor en mi escritura.

Para el establishment literario, la alta cultura, qué es más difícil de


digerir de tus libros: ¿el humor, la sangre o la magia?

No lo sé, supongo que la combinación de los tres. Cuando empecé a enviar mi


libro para buscar un editor, lo que había escrito respondía exclusivamente a
mi gusto. No pensé en lo que el mercado querría o buscaba, o lo que la gente
estaba dispuesta a comprar, ni siquiera lo que engancharía a un editor.
Literalmente escribí el libro que me habría gustado leer.
¿Te refieres a la primera vez que intentaste escribir (a los veinte años) o
cuando lo retomaste una década después?

El de después, sí. Cuando ya me puse en serio, lo que acabó siendo La voz de


las espadas. Empecé recibiendo muchos rechazos de varios agentes, y
realmente me preocupó que fuera un libro demasiado extraño, que quizás
fuera una mezcla divertida pero desagradable. ¿Quizás era demasiado
sangriento? ¿O no era suficientemente desagradable? No lo tenía claro, me lo
cuestionaba muchísimo. Pero al final, creo que tienes que fiel a tu propia voz,
a tu visión como escritor, porque es lo único que tienes. Tienes que escribir
para tu gusto, porque si escribes pensando en lo que el mercado busca o
quiere, nunca producirás nada verdaderamente interesante.

Piensas alguna vez en todos esos que te rechazaron entonces? ¿En si


estarán tirándose de los pelos al ver tus cifras de ventas actuales?

[Risas] Bueno, a ver. Creo que cuando eres agente literario, o editor, siempre
tendrás que rechazar cincuenta libros por cada uno que publiques. Cuando
tu trabajo es rechazar, mucho más que aceptar, tu campo de batalla es que
alguna vez se te pasará algo que tendrías que haber publicado. Así que no
tengo resentimiento, supongo que lo entiendo.

¿Y qué cara puso tu editor cuando le dijiste que ibas a escribir un libro
de seiscientas páginas sobre una batalla de tres días?

Dicho así impresiona, es verdad. Pero creo que nunca se lo planteé de esa
manera. No voy a decir que puedo escribir lo que me dé la gana, pero mis
editores siempre me apoyan en lo que quiera hacer, quizás porque siempre
me mantengo en la misma línea, aunque, como en ese caso, tome riesgos. Si
les asustó el planteamiento nunca me lo dijeron [risas]. Cada uno de mis
libros es como un desarrollo del anterior, no son solo espadas, hombres,
juramentos y todo eso por lo que soy conocido. De alguna manera, la historia
pedía exactamente eso. El reto fue el tiempo y el espacio, concentrarlo de esa
manera en tan pocos días y tantas páginas. Fue un desafío interesante para
mí como escritor y un abordaje de la fantasía de forma inusual, porque
normalmente las batallas no se extienden tanto.

Tuvo que ser un trabajo extenuante de documentación, ¿no? Porque hay


muchísima jerga militar y estratégica.

Sí, todo empezó con un buen mapa. Lo coloqué en mi despacho, y planeé el


campo de batalla con muchísimo detalle, obsesionado con que tuviera la
mayor variedad posible porque en tres días de batalla no puedes estar viendo
todo el rato lo mismo. Necesitas un poco del pueblo, de los bosques, de tener
el mayor rango posible. Después, planifiqué los días en función del clima,
porque eso influye en la luz que haya durante la batalla, y en lo que podrán o
no hacer los personajes para llevar a cabo su acción. Puede sonar muy difícil,
porque probablemente lo es, pero creo que me salió bien porque en el fondo
soy bastante técnico e inconscientemente siempre oriento las tramas de esa
manera. No sentí nunca que era complicado de hacer, la verdad. Me costó
más editarlo porque, por ejemplo, si estás escribiendo dos escenas de acción
que suceden en puntos distintos, simplemente las intercalas. Pero cuando
suceden en el mismo escenario, todas tienen que funcionar juntas. Es más
complicado, pero al mismo tiempo te brinda más oportunidades.

Sueles ser bastante disciplinado en el ritmo de publicación, casi un libro


al año, ¿con Los héroes fue igual?

Sí, no estrictamente, porque algunos me suponen un desafío mayor que


otros. Los primeros me costaron cerca de cinco años cada uno, pero salieron
casi todos juntos, y dio la impresión de que los iba escribiendo casi al año,
pero no fue así.

«La inspiración le llega al que ya está trabajando».

Sí, es frase es mía. Me gusta tanto que a veces pienso en ponerla sobre mi
escritorio, porque siempre me ha parecido que el pensamiento mágico es
peligroso en la escritura. Esa idea de que algo mágico, especial, te visitará…
es una patraña. Todo eso de esperar a que te visite la musa y tal… puff. No,
no te visitan.

Quizás están ocupadas.


[Risas] ¡Sí, eso! Las musas están ocupadas trabajando mientras tú estás ahí
no haciendo tu trabajo. No lo había visto así, me gusta. Pero vamos, que hay
que ponerse a trabajar.

¿Estás libre del infame «bloqueo del escritor»?

Bueno… sí me pasa, pero solo en el sentido de que a veces no estoy muy


seguro de cómo avanza el libro. Me ocurrió especialmente con La mejor
venganza, que fue la más difícil. Había escrito la primera trilogía, me había
enfrascado en ella durante años, y volver a ella y contar algo nuevo fue un
gran desafío. Tuve muchas dudas, y hubo días en los que escribirlo supuso
un grandísimo esfuerzo simplemente teclear, y tenía que forzar cada
palabra. A mí el bloqueo normalmente no me sucede al inicio del libro,
porque para mí los comienzos son emocionantes. Piensas en todas las
posibilidades, es como si todo estuviera abierto ante ti. A mí me ataca hacia
la mitad del libro, cuando me pongo a pensar ¿esto es bueno, es malo? ¿Es
una basura? Es como si me perdiera en la bruma, como si perdiera el
camino. Pero lo bueno es que con el paso del tiempo he aprendido a
manejarlo, a ser consciente de que eso me sucederá y cuando ahora me pasa,
ya no entro en pánico. Simplemente sé que se trata de un trabajo diario, y
que a veces sentirás que solo estás escribiendo basura… Al final, lo que me
ocurre es que yo no creo en toda esa imagen romantizada sobre la escritura.
De hecho, me gustaría arrancársela.

Al final es un trabajo que se hace en pijama..

Sí, eso es. Hay muchísimo trabajo en pijama, por qué vas a romantizar eso.
Basta de sentirnos así de importantes. Al final, un yesero no puede decir «oh,
hoy no estoy de humor, no tengo ganas», tendrá que hacerlo de todos modos,
no vas a perder tiempo lamentándote. Como escritor es lo mismo, trabajamos
con palabras. Si no te gustan, las reescribes al día siguiente. Y muchas veces
cuando regresas a ellas te das cuenta de que no eran tan malas.

Otra de las cosas que desromantizan mucho lo que suelen decir los
escritores es que odian editarse a sí mismos, que es como mutilarse. A ti
sin embargo te encanta, ¿no?

Sí, me encanta. Además creo que es la parte que más disfruto, la edición, la
revisión. En general, cuando termino un primer borrador ya sé lo que voy a
quitar y lo que voy a priorizar, cómo voy a reelaborar los personajes de una
manera u otra. Y pasar de ese primer borrador al segundo es cuando todo va
cobrando sentido, todo está en el lugar adecuado, y la historia fluye en la
dirección que quiero.

Cuando escribiste la trilogía de El mar quebrado decías que querías


atraer a lectores más jóvenes, como tu hija, que por entonces tenía
nueve años.

Sí, ahora tiene trece años. Tengo otros dos de ocho y otro de diez. Verles
cómo iban creciendo, y cómo iban respondiendo a lo que estaban leyendo, y
qué emocionados están comprando nuevos libros me hizo pensar en mis
propias experiencias cuando era niño. Creo que los libros que lees a esa edad
tienen un impacto que dura toda tu vida. Nunca te deshaces del todo de ellos.
Puedes adorar libros que lees de adulto, admirarlos de mil maneras, pero no
tienen ese tipo de nobleza emocional de los que lees de niño. Así que quería
escribir algo que la gente leyera a una edad temprana e impresionable, y con
suerte tendría ese impacto ellos. También me apetecía escribir algo de
diferente longitud, y esencialmente distinto.

¿Y funcionó? ¿Tu hija lo leyó?

Pues… no. Mis hijos aún no lo han leído, tengo que confesarlo. De hecho no
han leído nada de lo que he escrito. Leen otras cosas [risas]. Pero bueno, lo
lee otra gente. Al menos lo intenté.

¿Qué tal crees que te ha tratado la crítica cultural? ¿Te han dado mucho
la espalda por ser un autor de género fantástico?

Bueno… Es cierto que en las secciones de cultura de los periódicos británicos


la fantasía no recibe mucha atención. Casi nada, de hecho. Aquí en España es
completamente distinto, ¡solo hoy he hecho seis entrevistas! Y todos sois de
prensa seria, os tomáis la fantasía como algo con entidad. En Reino Unido no
tengo esta clase de tratamiento, ni de lejos. Te ignoran más que te critican, la
mayor atención me viene de publicaciones específicas del género. En general,
siento que esas publicaciones sí me han tratado muy bien. Creo que soy
suficientemente literario para que ser tomado razonablemente en serio,
suficientemente comercial para vender libros. Así que quizás esa es una
buena posición en la que estar, pero ciertamente hay personas que odian lo
que escribo y siempre lo odiarán. Si es escribes, siempre valdrá la pena,
aunque haya gente que lo odie. He tenido mal trato a veces…

¿Cuál es la peor cosa que han dicho sobre ti en los medios?

Me llamaron «hastiada cloaca literaria». Me dijeron que había ensuciado la


herencia mítica de Tolkien… Y ese tipo de cosas. La gente que dice esto suele
responder a la agenda que tienen, y juzgan todo en función de eso. Para los
muy izquierdistas, a veces soy demasiado conservador, otras veces sucede al
revés.

Especialmente con este último libro, donde das una visión nada habitual
de las revoluciones obreras y del auge del fascismo.

Sí, exacto. Porque no es demasiado positivo en lo que toca a la revolución


popular, no necesariamente. Y no digamos con el auge del fascismo. A la vez,
la gente de derechas considera que es desagradablemente progresista,
irrespetuoso con la piedra angular de la fantasía tradicional. Creo que si
molesta a las personas de ambos extremos, aunque probablemente no sea lo
que busco hacer, no estoy haciéndolo tan mal.

Y todo eso sin incluir demasiado sexo, a diferencia de Martin.

Supongo que yo incluyo el sexo en mi narración donde realmente siento que


es apropiado incluirlo, como parte de la experiencia humana. Intento
mantener la misma actitud hacia el sexo que hacia la violencia, con la
intención de no romantizarlo, de que sea antiheróico, arenoso, y tan honesto
como pueda. Intento quitarle todo el artificio, ese siempre ha sido mi
enfoque. Aunque a mucha gente no le guste, o no le entiende.

Ganaste un premio LOCUS, pero me ha sorprendido ver que no tienes ni


el Nébula, ni el Hugo, ni siquiera el británico David Gemmell… ¿Cómo es
eso?

No lo sé, porque son estúpidos y no entienden mi valor, ¡obviamente! [risas].

Pero en serio, ¿qué le ocurre a la industria en la fantasía en tu país? ¿No


te quieren?

Bueno… Creo que tienen un gusto concreto que…

¡No seas tan educadamente british!

[Risas] Me has pillado. A ver, sí que es cierto que tiene que haber alguna
razón. Los premios Hugo dicen que votan por la membresía en el Worldcon,
que es un grupo con unos gustos muy concretos, que tienden a ser
norteamericanos, y a primar la ciencia ficción por encima de la fantasía.
Aunque siempre hay excepciones. Según han ido pasando los años han
empezado a estar más interesados en ciertas corrientes de fantasía, en
ciertos estilos, dejando de lado otros. Así que todo va variando por el gusto de
la agrupación, y en general la fantasía comercial ni les interesa
enormemente, ni les entusiasma particularmente. Ni siquiera George Martin
ha salido bien parado, y él va mucho antes que yo en esto…

De hecho, él tuvo una polémica acusando al jurado de rendirse a


los lobbies de derechas.

Sí, así fue, hace unos años. Yo no me voy a meter en tanto jaleo [risas]. El
caso es que los Hugo tienen su importancia, pero no son un premio que
reconozca el estatus de un escritor, ni su importancia en el mercado, su
penetración. Las ventas son un premio en sí mismas.

¿Es lo mismo que el tema de los Óscar? ¿No premiar a cintas muy
taquilleras de Marvel porque ya tienen su rédito en taquilla?

Sí, es algo parecido. Bajo mi punto de vista, los premios son útiles cuando
llaman la atención sobre algo. Por eso es genial que Parásitos haya ganado
un Óscar, porque ahora la gente verá algo que no habría visto sin ese premio.
¿Si Vengadores ganara un Óscar marcaría alguna diferencia en esos
términos? No, no lo creo. Lo veo desde las dos perspectivas. Yo podría estar
molesto por no ganar el Hugo, pero ¿cuál es el punto? Al final, es mejor
continuar escribiendo lo que amas, y si la gente quiere darte un premio,
genial. Pero si no… pues vale.

«Mantener las expectativas bajas», otra vez.

[Risas] Sí, eso.

¿Cuál sería tu objetivo soñado dentro del mundo literario?

Inspirar el mismo aliento que han hecho Tolkien o Martin, u otros de los
grandes. Y seguir escribiendo libros que me hacen estar feliz conmigo
mismo. Y que la gente lo compre lo suficiente. Sería genial ver mis libros
adaptados a la pantalla, de una manera u otra… es algo en lo que he estado
trabajando bastante tiempo, y espero que suceda en algún momento. Creo
que ahora estamos en un punto en el que las adaptaciones son esenciales, y
hay muchísimo material siendo adaptado. Es como una barrera para ser
completamente aceptado. Eso de que te digan, «Ah, sí, he escuchado sobre ti,
están adaptando algo tuyo ¿no?».
Lo cual lleva a la pregunta del millón: ¿Cuál es el problema con las
adaptaciones cinematográficas o televisivas de tus libros? Porque ha
habido proyectos, pero todos parece que se mueren por el camino.

Sí, he estado trabajando con un tipo de Estados Unidos durante cuatro años, y
estuvimos muy cerca. Muy, muy cerca, un par de veces. Hubo mucho
desarrollo del proyecto, yo mismo escribí un montón de guiones, invertí
mucho trabajo en ello. Hay gente que se ha gastado una gran cantidad de
dinero en ese desarrollo, pero no sucedió por una razón u otra. Son proyectos
muy difíciles de implementar, y eso los hace muy frágiles, se desmoronan
muy fácil y muy rápidamente por razones que nunca entiendes
completamente.

Entiendo que no es problema del material de base, porque es muy


fácilmente adaptable.

Estoy de acuerdo. Pero el tema es que puedes ceder el control sobre él, o
puedes intentar retenerlo. Y si lo intentas retener será mucho más difícil
hacerlo, rozando lo imposible.

Que es lo que te ha ocurrido a ti.


Sí. Porque eso implica un ensamblaje muy complicado, y necesitas una gran
cantidad de dinero para hacerlo. Y ese dinero vendrá de alguna parte, de
otros tipos que también tendrán opiniones, a veces razonables. Otras veces
no. Así que ya veremos. Si simplemente hubiera vendido los derechos y me
hubiera alejado del proyecto, ya habría una película, aunque con un
resultado desagradable.

¿La adaptación es para la Trilogía de la Primera Ley?

Sí. Aunque también ha habido intentos con la del Mar Quebrado. Supongo
que todos los que han publicado series de fantasía han recibido muchas
llamadas últimamente.

Tus fans están ansiosos, hay un debate constante en internet sobre por
qué no estás ya en la pantalla.

Lo sé, lo sé. Pero tendrán que esperar, porque aún hay algunas cosas
moviéndose, sucediendo, así que veremos. Quizás sea este año, o esta
década… Quizás sean mis nietos quienes recojan los beneficios de esa
adaptación, quién sabe si se sentarán sobre sus culos haciendo nada,
diciendo «mi abuelo escribió este libro y ahora yo vivo de eso».

Así que ni hablamos del casting que harías para Logen, Glotka o Bayaz,
¿no?

Es que todo el tema del casting es muy extraño para mí. Me resulta
dificilísimo hacerlo, especialmente con los personajes centrales, porque es
algo muy personal. Sé que hay muchas quinielas por internet, y apuestas de
quién lo interpretaría mejor, pero me resulta extraño incluso mirar sus caras
pensando en mis personajes. Además, me suele parecer que un reparto
memorable se construye con gente de la que nunca antes has oído hablar,
para que puedan habitar un personaje de una forma más creíble.

Como Juego de tronos, que…

¡Sí, eso mismo! Empezaba con Sean Bean, pareciendo que era el gran
protagonista, pero ahora casi todo el mundo ha olvidado que estaba ahí.

Otro asunto polémico. Te han dado mucha cera con el tema de tus
personajes femeninos, la escasez de ellos o su construcción. Ya en el Mar
Quebrado ampliaste el elenco, pero ahora has inaugurado esta nueva
trilogía de la locura con Un poco de odio, con protagonistas
absolutamente maravillosas, Savine, Rikke y Victarine. «Hay muchas
maneras de introducir mujeres en tu historia si piensas en ello diez
segundos», has dicho. ¿Recuerdas por qué empezaste a dedicar esos diez
segundos? ¿Fue por las críticas?

Creo que fui yo mismo. Opino que tu propio gusto es siempre lo primero.
Cuando estaba escribiendo la primera trilogía era consciente de que podría
haber hecho mucho mejor trabajo, introduciendo más mujeres. Y es algo que
no pensaba inicialmente, me agradaba bastante que las mujeres que
aparecían resultasen interesantes, o inusuales… pero básicamente había solo
dos, era un pocola fiesta de la salchicha. Y eso no es ningún éxito, es cierto,
porque podría haber habido más mujeres, no hay razón para que no las
hubiera. En esta época y en estos momentos todo se escruta mucho más
desde la crítica feminista. No es que cuando yo empecé a escribir no la
hubiera, sino que comúnmente no se miraba, no estaba toda esta
conversación en internet… porque ni siquiera había internet.

Y además era una de las inercias del género, que siempre ha arrastrado
cierta deriva misógina.

Exacto. Si escribías fantasía, la convención dice que tiene que haber un viejo
mago que le revele a un joven su especial destino, y si hay una mujer…

Es una bruja sexy.

Justo eso. Se construye con los arquetipos masculinos. Así que eso fue lo que
involuntariamente hice inicialmente. Con el tiempo he ido intentando que las
mujeres participen en la historia, y que no necesariamente sean mujeres en
roles masculinos, sino que desempeñaran roles en variedad de formas. Lo
que a mí me interesa al escribir es la recurrencia de mujeres que sean
interesantes, pero que no necesariamente tengan que ser guerreras
adoptando roles masculinos, como solemos ver. No tienen por qué ser
forzudas pateando traseros, sino que para ellas ser mujer pueda ser tanto un
problema como una solución.

¿Qué tal ha sido la respuesta?

Buena, en general. Aunque, ¿cómo evalúas estas cosas? Es difícil de saber. Sí,
lees reseñas en Amazon o en Goodreads…

Pero eres una persona bastante pública, tienes contacto mucho los
lectores, en convenciones, e incluso en Reedit.

Sí, pero quizás este libro en concreto es aún demasiado nuevo como para
asentarse y generar una opinión. He acudido a muchísimos eventos en Reino
Unido, pero en la mayoría aún no habían leído el libro, eran más bien de
presentación. Hay un pequeño grupo de personas recurrentes, perceptibles,
estridentes y eso, pequeño, a los que realmente no le gustan mucho las
mujeres…

Los incel.

Sí, puedes llamarlos así. Son de los que usan muchas palabras de moda del
tipo SJW-type (Social Justice Warrior), y verás que en sus reseñas siempre son
parecidas. Dicen cosas como «mira, realmente me gustan las mujeres,
pero…».

Como decía Ned Stark, cualquier cosa que se diga antes de un pero no
vale una mierda.

[Risas] Tal cual. Hay mucha gente a la que le gustaron mis libros por su
acción masculina, por todos esos aspectos viriles, y que no saben muy bien
por dónde voy con todos estos personajes femeninos. Asumen que más
mujeres significa más romance, más suspiros. Pero no es verdad. No sé a
quién piensan que han estado leyendo. Creo que simplemente querían otro
libro de Logen. Siempre habrá gente decepcionada por que el libro que he
escrito no es libro que ellos querían, así que… Si no te gusta, puedes irte. Está
bien. Y más con este tema en particular.

Hay un diálogo en tu libro muy ilustrativo: «Solo hay una cosa que los
hombres odien más que a otros hombres: a las mujeres».

Sí, ahí hay un recado. Pero es una frase de mi personaje, eh.

Cambiemos de tercio. ¿Vas a revelarnos qué obsesión loca tienes con la


manos?

Manos heridas, manos aplastadas, dedos… ¡Es muy yo! Supongo que viene de
que toda la fantasía que leía de pequeño estaba libre de consecuencias. Por
ejemplo, Aragorn. Lucha muchísimo, escala, se cae… pero nunca sale
terriblemente herido de nada. Ni Legolas, que bueno, tiene una explicación
distinta. Estos tipos se meten en batallas cuerpo a cuerpo, pero jamás hay
consecuencias físicas, como yo creo que habría en situaciones así. A mí me
gustan las personas que están marcadas, jodidas de una manera u otra.
Tener la cara machacada, o la mano, sería el estándar del luchador medieval,
¿no? O eso supongo. Así que lo mío es una reacción a toda esa limpieza, por
eso hay tantos personajes que están muy jodidos, muy heridos, masacrados.
Encuentro a esos tipos más interesantes, más reales… No me interesa tanto el
juego glorioso, o las personas que tienen un éxito brillante y superan todo:
quiero que la gente muestre sus cicatrices.

De hecho has dicho alguna vez que tus estudios en psicología no te


sirvieron mucho en la construcción de personajes, pero sí te hicieron
interesarte en el error humano.

Efectivamente. Los libros elegantes suelen ser la historia de escandalosos


éxitos. «Tienes que llevar este anillo a Mordor, en esta misión suicida que
seguro fallará, porque solo hay una oportunidad entre un millón…». O como
Luke Skywalker, que también tenía una oportunidad contra un millón. Y
finalmente sale bien. Yo estoy más interesado en lo contrario: cuando tienes
todas las buenas cartas sobre la mesa, todas las posibilidades de frente, pero
la jodes. Lo encuentro fascinante.

En la carrera de Psicología estudié la psicología del fracaso, ya sabes, por qué


los barcos se hunden, la crisis de los reactores, por qué las cosas van mal y el
cómo diseñar sistemas para que no vaya mal. Y siempre me han interesado
los desastres militares, como la carga de la Brigada Ligera y este tipo de
acontecimientos; el cómo funciona realmente la guerra, la historia del
fracaso y los errores. Sí, suele contarse la historia de valentía y genio, pero no
veo mucha diversión ahí, me interesa más la otra historia, el porqué del
fracaso.

El fracaso y la tortura. Muy efectivo tu modo de hacerlo…

Sí, quizás no es la más sofisticada, pero sí que es la más efectiva. Todo vino
de pensar, sencillamente, qué es la tortura y qué hace con la mente del que la
sufre para cumplir su objetivo. Hay mucho fetiche con la tortura en la
fantasía, es un poco excéntrico eso de tratar de lastimar a la gente por el
simple hecho de hacerlo. Y los torturados salen indemnes, sin daños y sin
perder nada. Para mí la tortura se basa en una idea simple: te voy a arruinar
la vida para siempre en lo siguientes diez segundos. Progresivamente. Y ni
siquiera se trata de que me digas lo que quiero saber, porque esto no va de
contarme los hechos, va del control que ejerzo sobre ti.

Uno de tus mejores consejos para escribir que recibiste vino de tu


madre, que decía..

«Sé honesto». Exacto. Con la tortura también.

Me recuerda mucho a lo que dice Stephen King: «La narrativa consiste


en descubrir la verdad dentro de la red de mentiras de la ficción».

La recuerdo, la subrayé en Mientras escribo.

¿Y tu madre sigue siendo la primera lectora de tus borradores?

Sí, ella y mi hermano siguen siendo mis primeros lectores, siempre. Y no me


dejan pagarles, aunque sea un trabajo muy duro. Especialmente ahora…
Quizás antes les resultaba más divertido, pero ahora se ha convertido en
trabajo duro de verdad. Aun así, creo que ahora tienen menos que decir,
porque con el tiempo he mejorado un poco. Mis primeros borradores ahora
son mejor de lo que solían ser. Pero siempre han sido mi mejor público y mis
críticos más duros, de alguna manera.

Tu madre, con el primer borrador de La voz de las espadas, te dijo que


«no era tan malo como esperaba».

[Risas] ¡Sí! Aunque ahora ella jura y perjura que nunca dijo eso, yo sé que fue
así. Es una crítica despiadada, por eso me fío. Sigue siendo importante
obtener su opinión y sentir que estoy haciendo algo que les gusta, me siento
como si no me estuviera imaginando todo, como que he escrito algo que vale
la pena.

Dices que ya no lees casi fantasía para no intoxicarte involuntariamente


en tu escritura. ¿No la echas de menos?

No, no la añoro. ¿Quieres que te sea sincero?

Por favor.

La verdad es que ya casi no leo… de nada. Paso el día leyendo mi propio


material, y eso agota. No sé, supongo que un conductor de autobús lo último
que quiere hacer cuando deja de trabajar es conducir. O que un pescadero no
pasa los fines de semana pescando. Supongo que un conocimiento muy
profundo de algo te distrae de disfrutarlo. Cuando leo, lo poco que leo, tiene
que ser algo muy distinto. No puedo leer ya solo como un lector, sin activar
mi personal y profesional tic editor. Alguna vez sí que leo cosas que me
encantan, no me entiendas mal, pero no siento como una pérdida haber
dejado de leer fantasía. Cuando leo, leo no ficción.

Hace poco vi un vídeo en el que enseñabas tu biblioteca. Cotilleando,


haciendo zoom, se ve bastante fantasía, bastantes rusos… y cero cómics.

Es cierto, lo sé, lo sé. Qué buen ojo. Nunca he sido un gran lector de cómics,
no era parte de mi panorama, en la juventud y en la niñez. La mayor parte
de lo que leía entonces, cuando era un crío y no existía internet, era lo que
leían mis amigos y lo que la gente recomendaba. Los cómics nunca entraron
en escena. De mayor he tratado de enmendarlo, pero creo que solo he leído
las novelas gráficas básicas, las que todo el mundo tiene que leer,
como Watchmen y demás.

¿Pero has tenido una adaptación a cómic, no?

Me sorprende que lo hayas encontrado. Se adaptó La voz de las espadas, pero


parece ser que no fue muy bien.

Aquí es bastante inencontrable.

¡Aquí y en ninguna parte! Se publicó online originalmente, como una


colección, que ahora cuesta una cantidad absurda de dinero porque fue una
cosa única. Así que serías muy afortunada si encuentras un solo ejemplar. Yo
solo tengo un par.
Te suelen describir habitualmente como un escritor de diálogos, batalla
y humor retorcido. ¿Cuál es más duro de escribir?

Lo más natural para mí son los diálogos. Si escribo una escena suelo empezar
por ahí, por los diálogos la mayor parte de las veces, porque es lo que me sale
más rápido y más natural. Luego voy encajando lo demás. Y con las escenas
de acción me sucede parecido, suelen salirme de manera natural. La comedia
es algo que sucede a medida que avanzas, no me preocupa sonar divertido
porque sé que es algo que siempre me acaba saliendo, aunque después tenga
que refinarlo. Lo que más me cuesta escribir es la parte descriptiva, lo que
enlaza todo, ahí soy mucho más lento.

Con las batallas escritas suele suceder una cosa: leída una, leídas todas.
Son bastante parecidas entre sí, pero tú pareces tener la fórmula mágica
para no repetirte.

Es que eso es de lo más difícil. Y según pasa el tiempo, aún más. Me voy
encontrando cada vez menos interesado en escribir acción de lo que estaba
antes. Porque, como dices, un duelo de espadas pueden parecerse a otro,
pero las conversaciones nunca son iguales. Creo que con los combates y las
peleas el objetivo siempre es estar en la cabeza de la gente, y transmitir la
sensación de estar allí más que perderse en el tecnicismo. Bajo mi punto de
vista, cada lucha es nueva porque estás en la cabeza de alguien distinto y su
actitud hacia ella es diferente. Cuando te concentras en eso, te ayuda a
aportar algo nuevo. Y como te decía antes, a través del clima, de los diálogos,
trato de dotarlo de tanta variedad como sea posible. Pero creo que al final esa
es la cuestión: una lucha de espadas es muy parecida a cualquier otra. Tienes
que continuar buscando maneras de hacerla interesante, y quizá por eso
estos últimos libros son un poco más ligeros en términos de acción que los
previos. Pero siguen teniendo, eh, no huyáis [risas].

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