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у veremos inmediatamente que el hombre que vivía de

ese modo se lanza inmediatamente a er.sanchar sus


posesiones.
§ 50. Pero, puesto que el oro y la plaU resultan de
poca utilidad para la subsistencia humana en propor- C A P I T U L O VII
ción a la que tienen los alimentos, las ro;/3S y los me-
dios de transporte, tienen ambos metales su valor DE I.A S O C I E D A D POLÍTICA O CIVIL
únicamente por el consenso humano, aun'jLie ese valor
se rige en gran medida por el trabajo. Es 'r/idente, por
ello mismo, que los hombres estuvieron d'; acuerdo en § 77. Según el propio juicio de Dios, el hombre había
que la propiedad de la tierra se repartie^'; de una ma- sido creado en una condición tal que no convenía que
nera desproporcionada y desigual; es d',"jir, indepen- permaneciese solitario; to colocó, pues, en la obliga-
diente de sociedad y de pacto; porque allí donde exis- ción apremiante, por necesidad, utilidad o tendencia, de
ten gobiernos, son las leyes las que rev,!amentan esa entrar en sociedad, at mismo tiempo que lo dotaba de
posesión. Por un acuerdo común, los hombres encon- inteligencia y de lenguaje para que permaneciese en
traron y aprobaron una manera de poseer legítimamen- ella y se encontrase satisfecho en esa situación. La
te y sin daño para nadie mayores extensiones de tierras primera sociedad fue la que se estableció entre el hom-
de las que cada cual puede servirse par^i ч. mediante
bre y la mujer como esposa: de ella nació la sociedad
el arbitrio de recibir oro y plata, metale--, que pueden
entre los padres y los hijos: y esta dio origen, andando
permanecer largo tiempo en manos del hombre sin
que se eche a perder el excedente, y tom^mdo el acuer­ el tiempo, a la sociedad entre e! amo y los servidores
do de que tengan un determinado valor. suyos. Pero, a pesar de que todos ellos pudieron coin-
cidir, y coincidieron realmente, formando una sola
familia en la que el amo o la señora ejercían cierta
§ 51. Уо creo que, de ese modo, no iKiy dificultad especie de gobierno de toda ella, ninguna de dichas
alguna en concebir que el trabajo empe/:.i-:c por ser un sociedades por separado, ni todas juntas, llegaron a
título de propiedad en los productos corrientes de la
constituir una ¡ociedad politica, como lo veremos
Naturaleza, un título limitado üor ei empleo de los
cuando llegue el momento de estudiar b s distintas
mismos en beneficia propio; no había, piics, entonces,
razón alguna para disputar por un título de propiedad finalidades, lazos y límites de cada una.
ni dudas acerca del alcance que ese título daba. Se
armonizaban el derecho y la conveniencia. Y si un 5 78, La sociedad conyugal se establece por un pacto
hombre tenía derecho a todo aquello en (jiic podía em- voluntario entre el hombre y la mujer. Aunque esa so-
plear su trabajo, tampoco tenía la tentaciñn de traba- ciedad viene a ser, principalmente, una unión carnal y
jar para conseguir más de lo que podía consumir. Esta el derecho de cada uno de ios cónyuges sobre el cuerpo
situación no dejaba posibilidad para contmversias acer- del otro, hasta donde ello es necesario para su finalidad
ca del título ni para intromisiones en i-I derecho de principal, que es la procreación, sin embargo, lleva
los demás. Fácilmente se veía la parte (¡nc cada cual consigo la obligación del apoyo y ayuda mutua y una
se apropiaba, y era inútil, al mismo tiempo que frau- unidad de intereses que es necesaria no solo para la
dulento, apropiarse demasiado o tom.ir rn cantidad unión de las preocupaciones y de los cariños, sino tam-
superior a la que cada cual necesitaba. bién para su prole común, que tiene derecho a ser ati-
§ 80, Ahí reside, en opinión mía, la razón principal,
mentatia у sostenida por el marido y por la mujer hasia si no la única, de que en la especie humaiia el varón
que esié en condiciones de bastarse a si misma. y la hembra se encuentren ligados por más tiempo que
entre los demás seres vivos, es decir, porque la hembra
§ 79. Como la unión entre el varón y la hembra no es capaz de volver a concebir, y de hecho es corriente
tiene, simplemente, por objeto la procreación, sino la que vuelva a estar encinta y traer ai mundo un nuevo
continuación de la especie, esa unión debe persistir, hijo, mucho antes que el pnmero salga de la dependen-
mciuso, después de la procreación, mientras sea nece­ cia en que se encuentra con respecto a sus padres para
saria para alimentar y proteger a los hijos, que deben subsistir y pueda valerse a si propio. Por esa razón el
ser mantenidos por quienes los trajeron al mundo, padre, que está obligado a cuidar de aquellos a quienes
hasta que sean capaces de desenvolverse y de proveer él engendró, tiene que seguir ligado a la sociedad con-
a sus necesidades por si mismos. Podemos comprobar yugal con la misma mujer durante un tiempo mucho
cómo las criaturas inferiores obedecen firmemente a mayor que las demás criaturas, cuya prole, pudiendo
esta regia que ia sabiduría infinita dei Creador impuso subsistir por sí misma antes que vuelva a tener lugar
a las obras de sus manos. En los animales vivíparos que otra procreación, da lugar a que se disuelva Dor sí
se alimentan de hierba, la unión entre cl macho y la mismo el lazo conyugal y a que los padres queden en
hembra termina con el acto mismo de la cópula, porque libertad hasta que el himen los impulsa de nuevo a
la hembra madre puede por sí mismii alimentar con su aparearse y formar distinta pareja cuando llega la es-
leche a 1л cría hasta que esta pueda, por sí misma, ali- tación habitual para ello. Al pensar en ello no puede
mentarse de hierba. El macho se limita a engendrar, uno menos que admirar la sabiduría del (¡ran Creador,
sin preocuparse directamente de la hembra ni de sus porque, habiendo dado este al hombre la facultad de
crías, no pudiendo contribuir en modo alguno a la proveer a sus necesidades futuras lo mismo que a sus
subsistencia de las mismas. Pero en los animales de necesidades de momento, estableció la necesidad dc que
presa la unión subsiste durante un tiempo mayor, !a sociedad entre el bombre y la muier durase más
porque la madre no se basta para proveer a la subsis- tiempo que la del macho y la hembra entre los demás
tencia propia y a la de su numerosa cria, siendo, como seres vivos. Con ello dio lugar a que se estimula.se la
es, más difícil este modo de vida y más peligroso que industriosidad humana en la provisión y almacenamien-
ol de los aríimales que se mantienen de hierba; por esa to de bienes para su prole común, cosas ambas que el
razón es imprescindible la ayuda del macho para el apareamiento inseguro, fáciimente alterable y frecuente
sostenimiento de la familia común. Fstn no puede sub- en la sociedad conyugal, dificultaría en gran manera.
sistir sino mediante los cuidados conjuntos del macho
y de 1a hembra, mientras los pequeños no estén en I 81. Ahora bien: aunque estos lazos impuestos ai
condiciones de capturar por sí mismos sus presas. Lo género humano, que dan firmeza y duración mayores
mismo ocurre con todas las aves (con excepción de a la unión conyuga! de hombre y mujer que al aparea-
akunas domésticas, entre las que la abundancia del miento de otras especies de animales, parecen suscitar
alimento no e.xige que el aallo dé de comer y cuide a !a pregunta de por qué razón este pacto no ha de poder
la pollada). Entre las aves, la unión del macho y de la darse por terminado una vez aseguradas la procreación
hembra continúa hasta que la cría, que necesita ser y la educación y una vez proveído a la herencia; por
.ilimentada mientras está en ei nido, puede servirse qué no ha de terminar por mutuo consentimiento en un
de sus alas y proveer por sí misma a sus necesidades. momento dado o en determinadas condiciones lo mis-
mo que cualquier otro pacto voluntario, ya que en la rriese eso, y si perteneciesen naturalmente al marido la
naturaleza de las cosas no existe ya necesidad ni íina- autoridad y el poder absolutos sobre la vida y la muer-
lidad para que siga subsistiendo durante todo el curso te, y estos fuesen necesarios para la sociedad' entre
de la vida... (bien entendido que me reñero a las pres- hombre y mujer, no podría existir vida conyugal en
cripciones de las leyes positivas que deciden que tales ninguno de aquellos países en que no se reconoce al
contratos tienen que ser perpetuos). marido esa autoridad absoluta. Pero como las finalida-
des del matrimonio no requieren que la tenga, tampoco
se la otorgó, por necesidad, la naturaleza de la sociedad
§ 82. Además, si bien es cierto que el marido y la
conyugal. Esta sociedad podía realizar sus finalidades
mujer tienen una sola fmalidad común, al tener distin-
sin que el marido la tuviese; más aún, todo cuanto se
tas inteligencias es inevitable que sus voluntades sean
compagina con la procreación y el sostenimiento de los
también diferentes en algunas ocasiones. Pero siendo
hijos hasta que estos puedan valerse por sí mismos,
necesario que el derecho de decidir en último Eérmmo
a saber, la ayuda mutua, el mantenimiento y demás,
(es decir, de gobernar) esté colocado en una sola per-
pueden variarse y reglamentarse por el contrato que
sona, va a parar, naturalmente, a! hombre, como más
primeramente unió al hombre y a la mujer dentro de
capaz y más fuerte. Ahora bien: eso no alcanza sino
esa sociedad, porque en toda sociedad no puede ser
a las cosas de su propiedad e interés común, y deja a
necesario sino aquello que es indispensable para la con-
la esposa en posesión plena y verdadera de lo que
secución de las finalidades para las que se hizo.
a ella le corresponde característicainente por contrato;
no da al marido mayor poder sobre la vida de la mujer
que a esta sobre la de! marido. Tan lejos está el poder § 84. En el capítulo anterior he tratado tan extensa-
del marido de ser el mismo que el de un monarca ab- mente de la sociedad entre los padres y los hijos y de
soluto, que ocurren muchos casos en los que la esposa los diferentes derechos y poderes que respectivamente
tiene libertad para separarse del esposo, cuando el De- les corresponden, que no necesito agregar aquí nada
recho natural o el contrato entre ambos lo permite; lo a ese respecto. Yo creo que es evidente que tal sociedad
mismo si ese contrato lo hicieron en ei estado de Natu- es muy distinta de una sociedad política.
raleza que si lo hicieron adaptándose a ias costumbres
y a las leyes del pafs en que viven. Al ocurrir tal sepa-
§ 85, Amo y criado son nombres tan antiguos como
ración, ios hijos pasan a depender del padre o de la
la historia, pero que se aplican a personas en muy dis-
madre, según lo hayan establecido las cláusulas del tintas situaciones. Un hombre libre puede constituirse
contrato. en criado de otro vendiéndole durante cierto tiempo
sus servicios a cambio del salario que ha de recibir.
§ S3. Como todas ias finalidades del matrimonio pue- Aunque por lo regular esto hace que ese hombre entre
den realizarse lo mismo bajo un poder político que en a formar parte de la familia de su amo y quede bajo ia
el estado de Naturaleza, el magistrado no puede res- disciplina corriente en esa familia, la verdad es que solo
tringir el derecho o el poder que es naturalmente nece- da al amo un poder pasajero sobre ese criado, y que ese
sario a los esposos para lograr esas finalidades, es decir, poder no excede de lo convenido entre ambos. Pero
la procreación y la ayuda y apoyo mutuo mientras per- existe otra clase de criados, a los que se aplica el carac-
manecen juntos; de modo, pues, que el magistrado terístico nombre de esclavos. Se trata de cautivos he-
decide únicamente sobre las disputas que puedan surgir chos en una guerra justa, por el derecho natural, y so-
entre el hombre y la mujer a ese propósito. Si no ocu- metidos al dominio absoluto y al poder arbitrario de
sus amos. Como estos hombres, según yo afirmo, per- con un título a la perfecta libertad y al disfrute ияш-
dieron e! derecho a la vida y a sus libertades al mismo tado de todos los derechos y privilegios de la ley na­
tiempo que sus bienes, y como su condición de escla- tural. Tiene, pues, por naturaleza, al igual que cualquier
vos ios hace incapaces de poseer ninguna propiedad, otro hombre o de cualquier número de hombres que
no pueden ser considerados, dentro de ese estado, co- haya en el mundo, no solo el poder de defender su pro-
mo partes de una sociedad civil, ya que la íinalidad piedad, es decir, su vida, su libertad y sus bienes, con-
. primordial de esta es la defensa de la propiedad. tra los atropellos y acometidas de los demás; tiene
también el poder de juzgar y de castigar los quebran-
tamientos de esa ley cometidos por otros, en el grado
§ 86. Examinemos, pues, el parecido que ofrece el
que en su convencimiento merece la culpa cometida,
señor de una familia con todas estas relaciones subor-
pudiendo, incluso, castigarla con la muerte cuando lo
dinadas de esposa, hijos, criados y esclavos, reunidos
odioso de los crímenes cometidos lo exija, en opinión
bajo las reglas domésticas de una familia, como un pe-
suya. Ahora bien: no pudiendo existir ni subsistir una
queño Estado. Aunque existe ese paiecido en cuanto
sociedad política sin poseer en sí misma ei poder ne-
al orden a los oficios y también por lo reJucido de los
cesario para ia defensa de ia propiedad, y para castigar
miembros que lo componen, sin embargo, difieren mu-
los atropellos cometidos contra la misma por cualquie-
chísimo por su constitución, por el ejercicio del poder
ra de los miembros de dicha sociedad, resulta que solo
y también por su finalidad. Y si se la quiere considerar
existe sociedad política allí, y allí exclusivamente, don-
como una monarquía y al pater familias como un mo-
de cada uno de ios miembros ha hecho renuncia de
narca absoluto dentro de la misma, resultará que la mo-
ese poder natural, entregándolo en manos de ia comu-
narquía absoluta solo alcanza un poder muy fragmen-
nidad para todos aquellos casos que no le impiden
tario y breve, pues de lo dicho anteriormente resulta
acudir a esa sociedad en demanda de protección para
evidente que el señor de la familia solo goza de un po-
la defensa de la iey que eila estableció. Vemos, pues,
der muy concreto y de distinta limitación en cuanto al
que al quedar excluido el juicio particular de cada uno
tiempo y al espacio sobre las diferentes personas que
de los miembros, la comunidad viene a convertirse
la componen. Exceptuando a los esclavos (y la famiÜa
en arbitro y que, ¡nterprentando ias regias generales
lo es, haya o no esclavos en ella, no variando tampoco
y por intermedio de ciertos hombres autorizados por
el alcance del poder del pater familias porque los haya
esa comunidad para ejecutarlas, resuelve todas las di-
o no los haya), no goza el señor de poder legislativo, ni
ferencias que puedan surgir entre ios miembros de
de vida y muerte, sobre ninguno de sus miembros, pu-
dicha sociedad en cualquier asunto de Derecho, y cas-
diendo la señora de una familia gozar de todos los po-
tiga ias culpas que cualquier miembro haya cometido
deres de que goza el pater familias. Pues bien: quien
contra la sociedad, aplicándole los castigos que la ley
solo tiene un poder muy limitado sobre cada uno de
tiene establecidos. Así resulta fácil discernir quiénes
los individuos que componen ia familia no puede po-
viven jimtos dentro de una sociedad política y quiénes
seer un poder absoluto sobre ei conjunto de la misma.
no. Las personas que viven unidas formando im mis-
Sin embargo, estudiando en qué consiste la sociedad
mo cuerpo y que disponen de una ley común sancio-
política misma, veremos con mayor claridad en qué
nada y de un organismo judicial al que recurrir, con
se diferencian de ella la sociedad familiar o cualquier
autoridad para decidir las disputas entre ellos y casti-
otro tipo de sociedad entre seres humanos.
gar a los culpables, viven en sociedad civil los unos con
los otros. Aquellos que no cuentan con nadie a quien
5 87. El hombre, según hemos demostrado ya, nace
§ 89. En su consecuencia, siempre que cierfo número
de hombres se une en sociedad renunciando cada uno
apelar, quiero decir, a quien apelar en este mundo, si- de ellos al poder de ejecutar la ley natural, cediéndolo
guen viviendo en el estado de Naturaleza, y, a falta de a la comunidad, entonces y solo entonces se constituye
otro juez, son cada uno de ellos jueces y ejecutores por una sociedad política o civil. Ese hecho se produce
sí mismos, ya que, según lo he demostrado anterior- siempre que cierto número de hombres que vivían en
mente, es ese el estado perfecto de Naturaleza. el estado de Naturaleza se asocian para formar un pue-
blo, ua cuerpo político, sometido a un gobierno supre-
§ 88. De ese modo, el Estado viene a disponer de mo, o cuando alguien se adhiere y se incorpora a cual-
poder para fijar el castigo que habrá de aplicarse a las quier gobierno ya constituido. Por ese hecho autoriza
distintas transgresiones, según crea que lo merecen, co- a la sociedad o, lo que es lo mismo, a su poder legisla-
metidas por los miembros de esa sociedad. Este es el tivo para hacer las leyes en su nombre según convenga
poder de hacer las leyes. Dispone también del poder de al bien público de la sociedad y para ejecutarlas siem-
castigar cualquier daño hecho a uno de sus miembros pre que se requiera su propia asistencia (como si se tra-
por alguien que no lo es. Eso constituye el poder de la tase de decisiones propias suyas). Eso es lo que saca
paz y de la guerra. Ambos poderes están encaminados a los hombres de un estado de Naturaleza y los coloca
a la defensa de la propiedad de todos los miembros de dentro de una sociedad civil, es decir, el hecho de es-
dicha sociedad hasta donde sea posible. Pero aunque tablecer en este mundo un juez con autoridad para
cada hombre que entra a formar parte de la sociedad decidir todas las disputas y reparar todos los daños que
hajiecho renuncia de su poder natural para castigar pueda sufrir un miembro cualquiera de la misma. Ese
los atropellos cometidos contra la ley de Naturaleza juez es el poder legislativo, o lo son los magistrados que
siguiendo su propio juicio personal, resulta que, al re- el mismo señale. Siempre que encontremos a cierto nú-
nunciar en favor del poder legislativo al propio juicio mero de hombres asociados entre sf. pero sin disponer
de los daños suíridos en todos aquellos casos en que de ese poder decisivo a quien apelar, podemos decir
puede apelar al magistrado, ha renunciado, por eso que siguen viviendo en el estado de Naturaleza.
mismo, en favor del Estado al empleo de su propia
fuerza en la ejecución de las sentencias dictadas por
este, y tiene que prestársela siempre que sea requerido § 90. Resulta, pues, evidente que la monarquía abso-
para ello, puesto que se trata de juicios propios dictados luta, a la que ciertas personas consideran como el único
por él mismo o por quien io representa. Ahí nos encon- gobierno del mundo, es, en realidad, incompatible con
tramos con el Origen del poder legislativo y del poder la sociedad civil, y, por ello, no puede ni siquiera con-
ejecutivo de la sociedad civil, que tiene que juzgar, de siderarse como una forma de poder civil. La finalidad
acuerdo con leyes establecidas, el grado de castigo que de la sociedad civil es evitar y remediar los inconve-
ha de aplicarse a los culpables cuando han cometido nientes del estado de Naturaleza que se producen for-
una falta dentro de ese Estado; y también es ese el ori- zosamente cuando cada hombre es juez de su propio
gen del poder para las sentencias que en determinados caso, estableciendo para ello ima autoridad conocida a
momentos tenga que dictar, apoyándose en las circuns- la que todo miembro de dicha sociedad pueda recurrir
tancias de hecho, sobre la vindicación de atropellos co- cuando sufre algún atropello, o siempre que se produz-
metidos desde el exterior. En ambos casos, cuando ello ca una disputa y a la que todos tengan obligación de
sea necesario, puede emplear toda la fuerza de todos obedecer Allf donde existen personas que no dispo-
sus miembros.
" E l p o d e r p ú b l i c o d e u n a s o c i e d a d c u a l q u i e r a e s t á por en-
пел de esa autoridad a quien recurrir para que decida • dispone de libertad para juzgar él mismo de su derecho
en el acto las diferencias que surgen entre ellas, esas y para defenderlo segtín la medida de sus posibilidades,
personas siguen viviendo en un estado de Naturaleza, Y pero cuando se ve atropellado en su propiedad por- la
en esa situación se encuentran, frente a frente, el rey . voluntad y por ia orden de un monarca no solo no tiene
absoluto y todos aquellos que están sometidos a su ré- i a quien recurrir, como deben tener todos cuantos viven
gimen. en sociedad, sino que, lo mismo que si lo hubieran re-
bajado de su estado común de criatura raciona!, se le
§ 91. Al partirse del supuesto de que ese príncipe ab- niega la libertad de juzgar de su caso o de defender su
soluto reúne en sí mismo el poder iegisiativo y el poder derecho. De ahí que se vea expuesto a todas las mise-
ejecutivo sin participación de nadie, no existe juez ní rias y a todos los males que se pueden esperar de quien,
manera de apelar a nadie capaz de decidir con justicia encontrándose sin traba alguna en un estado de Natu-
e imparcialidad, y con autoridad para sentenciar, o que raleza, se ve, además, corrompido por la adulación e in-
pueda remediar y compensar cualquier atropello o daño vestido de un inmenso poder.
que ese príncipe haya causado por sí mismo o por orden
suya. Ese hombre, lleve el título que lleve. Zar, Gran
Señor o el que sea, se encuentra tan en estado de Natu- § 92. Quien cree que ei poder absoluto purifica la
raleza con sus subditos como con el resto del género sangre de un hombre y corrige las bajezas de la natura-
humano. Allí donde existen dos hombres que carecen leza humana se convencerá de lo contrario con solo
de una ley fija y de un juez común al que apelar en este leer la historia de esta o de otra época cualquiera. £1
mundo para que decida en las disputas sobre derechos hombre que, habitando en las selvas de América, es in-
que surjan entre ellos, ios tales hombres siguien vivien- solente y agresivo, no mejorará probablemente gran
do en estado de Naturaleza y bajo lodos los inconve- cosa al ser colocado sobre un trono. Quizá al estar en
nientes del mismo. La única diferencia, lamentable ade- éste dicho hombre, los doctos y los jerarcas de ia reli-
más, para el subdito, o más bien, para el esclavo del gión acudirían con razones que justificasen cuantos
príncipe absoluto es que en el estado de Naturaleza atropellos cometiera con sus subditos, y la espada acu-
diría inmediatamente a hacer callar a quienes se atre-
cima de cada una de ias personas c o m p r e n d i d a en ella, y el
viesen a ponerlo en tela de juicio. Quien lea cierto re-
papel principal de ese poder es el diciar leyes para todos lato que se ha escrito últimamente sobre Ceilán podrá
cuantos le están sometidos. A esas leyes d e b e m o s obedecer ver qué clase de protección ofrece la monarquía abso-
c u a n d o se presenta el c a s o , a menos que se i m p o n g a a nos- luta, y en qué clase de padres de su país convierte a los
otros una razón que nos haga v e r de manera t e r m i n a n t e que
Dios o la ley de la razón obligan a lo c o n t r a r i o . " {HOOKER:
Eccl. Pol., lib. I , sec. 1 6 . )
pero q u e si las c o n s e g u í a n en d a ñ o d e o t r o s , n o h a b l a q u e
" " P a r a suprimir los abusos, las Injusticias y los atropellos t o l e r a r l o , y q u e t o d o s debían o p o n e r s e a ellas p o r t o d o s los
que a m e n a z a n a los h o m b r e s en el e s t a d o de N a t u r a l e z a , no m e d i o s eficaces. S a b í a n , por ú l t i m o , q u e n a d i e podfa r a z o n a -
existía o t r o m e d i o que venir a un a c u e r d o y e n t e n d e r s e en- b l e m e n t e t o m a r s o b r e sí m i s m o la t a r e a d e d e t e r m i n a r su
tre eilos para formar un gobierno, eonvirtiándose en subdi- d e r e c h o , y la d e t r a t a r de d e f e n d e r l o en v i r t u d d e s u s p r o -
tos suyos. Tratábase de q u e aquellos a quienes los h o m b r e s pios d i c t á m e n e s , ya que t o d o s los h o m b r e s s o n p a r c i a l e s c u a n -
confiaban la autoridad para que dirigiesen, g o b e r n a s e n y fue- d o se t r a t a d e su propio i n t e r é s o del i n t e r é s d e o t r a s perso-
ran capaces de proporcionar a los demás la paz, la tranqúi-. nas q u e les s o n q u e r i d a s ; y q u e las l u c h a s y las d i s p u t a s
lídad y afortunadas c o n d i c i o n e s de vida. Los h o m b r e s hari serían i n t e r m i n a b l e s m i e n t r a s por c o n s e n t i m i e n t o m u t u o n o
sabido, siempre que podían, defenderse por si m i s m o s c u a n d o a c e p t a s e n ser m a n d a d o s p o r a l g u i e n q u e fuese d e su a g r a d o ;
se empleaban c o n t r a ellos la fuerza y la injusticia. Sabían sin e s e c o n s e n t i m i e n t o , n a d i e t e n d r í a r a z ó n p a r a e r i g i r s e en
que, desde luego, podían procurarse ventajas para si m i s m o s . s e ñ o r o juez d e o t r o h o m b r e . " (HOOKEH: ibid., lib. I , s e c , 1 0 . )
príncipes, у el grado de seguridad у de felicidad que la agresión son calificados inmediatamente de rebeldes
alcanza bajo su dominio la sociedad civil y facciosos. Como si los hombres, al abandonar el .es-
tado de Naturaleza y al entrar en sociedad, se hubiesen
§ 93. En las monarquías absolutas, al igual que bajo puesto de acuerdo en que todos ellos, menos uno, ha-
otras clases de gobiernos del mundo, pueden los sub- bían de estar sometidos a la fuerza de las leyes, y que
ditos indudablemente apelar a la justicia y hay jueces ese uno hubiese de seguir conservando toda la libertad
que deciden las disputas e impiden cualquier acto de propia del estado de Naturaleza, aumentada con el po-
violencia que pueda surgir entre los subditos mismos, es der y desenfrenada por la impunidad. Eso sería como
decir, de unos subditos contra otros. Eso todos lo creen para pensar que los hombres son tan insensatos que se
y juzgan necesario; quien pretendiese suprimir tal cosa preocupan de salvaguardarse de los daños que puedan
merecería ser declarado enemigo de la sociedad y del hacer las mofetas o los zorros y les tuviese sin cuidado,
género humano. Pero existen razones para dudar de más aún, que juzgasen como una salvaguardia el ser
que eso nazca de un verdadero amor al género humano devorados por leones.
y a la sociedad y de la caridad a que estamos obligados
mutuamente. No es ni más ni menos que lo que haría § 94. Pero por mucho que los aduladores puedan ha-
cualquiera que tuviese apego a su propio poder, ganan- blar para distraer a la opinión de las gentes, no conse-
cia o grandeza, es decir, una cosa muy natural: cuidar guirán que los hombres olviden las consecuencias. Aho-
de que no se hieran ni maten unos a otros los animales ra bien : cuando se dan cuenta de que una persona,
que trabajan y pasan fatigas únicamente para placer cualquiera que sea su estado, se mueve fuera de los lí-
y'para ventaja suyos. El amo cuida a esos animales no mites de la sociedad civil de que ellos forman parte, y
porque les tenga ningún amor, sino por el que se tiene que no tienen en este mundo nadie a quien recurrir
a sí mismo y por los provechos que le producen. Esa contra cualquier daño que de él reciben, se inclinan a
duda se resuelve por sí misma con solo preguntar qué su vez a pensar que también ellos se encuentran en el
ciase de seguridad, qué clase de protección existe con- estado de Naturaleza frente al individuo en cuestión, y
tra los atropellos y la opresión de ese monarca absoluto. entonces procuran, lo antes que pueden, conseguir la
El simple hecho de pedir una salvaguardia os valdrá que seguridad y salvaguardia a cuyo fin se instituyó la so-
os digan que habéis merecido la muerte. Os dirán que ciedad civil, siendo esa únicamente la razón de que
están conformes en que, en las relaciones de un subdito entrasen en ella. Es posible que al principio (según lo
cor>otro, es preciso que existan normas y leyes y jueces expondremos con mayor extensión más adelante, en la
que miren por la paz y seguridad mutuas. El monarca, parte siguiente de este libro) hubiese algún hombre
en cambio, debe ser absoluto, debe estar por encima bueno y destacado que. por haber conseguido entre los
de tales contingencias. Precisamente porque tiene me- demás notable preeminencia, recibiese en prueba de de-
dios de causar daños y atropellos mayores, cuando los ferencia a su bondad y a su eficacia esa clase de autori-
comete no hace sino obrar en justicia. Quienes pregun- dad natural que consiste en que el jefe gobierne y sea
tan cómo han de estar protegidos contra el atropello y el arbitro de las diferencias de los demás, y que esa au-
toridad le fuese otorp.ada por tácito consentimiento y
sin adoptar precaución alguna, fuera de la seguridad
que tenían todos en su rectitud y en su sabiduría.
" Alusión a! libro de R O B E R T K N O X (1681) Art Historical
Relation of the Island of Ceylon in the East India. R. Knox,
náufrago en aquella isla, había permanecido prisionero en
ella diecinueve años. (N. del T.)
(Sin embargo, el tiempo dio autoridad у, según perioridad, para de ese modo poder permitirse atropellos
quieren liacemos creer algunos, un carácter sagrado a o dejar que los cometiesen otras personas que de él de-
esa costumbre iniciada por la simplicidad negligente e pendían. En la sociedad civil no puede nadie ser excep-
imprevisora de las primeras edades. Pero llegaron suce- tuado del cumplimiento de ias leyes. Y yo pregunto: si
sores de muy distinta calaña, y el pueblo comprobó que puede una persona hacer lo que le place sin que nadie
sus propiedades no estaban seguras bajo aquella clase de pueda apelar en este mundo contra los daños que de
gobierno'^ (siendo así que la finalidad del gobierno no ella hubiese recibido, ni pedir reclamación y seguridad,
es otra que la de salvaguardar la propiedad); ní ellos ¿no se coloca con ello por completo dentro de! estado de
podían estar seguros y tranquilos, ni podían creer que Naturaleza? En ese caso no puede formar parte ni ser
vivían en una sociedad civil hasta que el poder legisla- miembro de aquella sociedad civil, a menos de que ha-
tivo estuviese colocado en manos de сисфов colectivos ya quien sea capaz de sostener que sociedad civil y es-
—llámeseles senado, parlamento o lo que mejor parez- tado de Naturaleza son una idéntica cosa. Y o no he
ca—. De ese modo, todos los individuos aislados que- tropezado hasta ahora con nadie, por muy detensor
daban sujetos por igual, hasta los más insignificantes, a que sea de la anarquía, que haya afirmado cosa seme-
las leyes que ellos mismos, como partes en la legislatura, jante."
habían establecido, y nadie podía sustraerse por su pro-
pia autoridad a la fuerza de la ley, una vez dictada, ni
tratar de eximirse de ella alegando una pretendida su-

'3 "Pudo d a r s e en los p r i m e r o s tiempos el c a s o d e que. al


iniciarse una f o r m a d e t e r m i n a d a de régimen político, n o se adop-
lase resolución alguna sobre las n o r m a s d e g o b e r n a r , y que se
confiase todo a ta sabiduría y a la discreción del g o b e r n a n t e ,
hasta que la experiencia puso d e manifiesto los múltiples incon-
venientes de semejante situación, y q u e to que se había ideado
c o m o r e m e d i o no bacía o l r a cosa q u e e m p e o r a r el m a l . C o m p r e n -
dieron entonces los h o m b r e s que el s o m e t i m i e n t o a la voluntad
de un sol h o m b r e a c a r r e a b a la d e s g r a c i a d e todos. E s o los obligó
a d i c t a r leyes en que c a d a cual podía informarse de sus obliga-
"Siendo ta ley civil un a c t o d c la totalidad del c u e r p o
ciones y c o n o c e r los castigos q u e seguían a su transgresión".
político, se d e d u c e de ese h e c h o q u e d e b e regir a t o d a s y c a d a
I H o o k e r : Eccl. Pol., lib. I. sec. 1 0 . )
u n a d c las partes de ese m i s m o c u e r i » " . ( H o o k e r , Ibid.)

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