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LAS MARCAS INDELEBLES

Colette Soler
Tercera conferencia del seminario El niño en el adulto, dictado en Medellín en
septiembre 2013.

Voy a terminar entonces este seminario con las marcas, para hablar de lo que
queda de la infancia; hasta ahora subrayé más bien lo que no queda, lo que no perdura, lo
que es lo mismo entre el niño y el adulto.
Es una idea común pensar que cada uno poseen las marcas de su infancia; podría
decir, las marcas del tiempo uno, y a veces es verdad, que esto es lo más singular que
hay en cada quien. Hablar de marca no es hablar de la estructura; cuando hablamos de la
estructura, o sea, del efecto del lenguaje esto es algo que vale para cada uno y para
todos; es un universal –si puedo decirlo así–; las marcas al contrario designan lo que se
inscribe accidentalmente a través de las contingencias de la historia individual, lo que se
inscribe de los accidentes de la vida y que, después de inscribirse, no se borra, es esto lo
que llamamos marcas: una inscripción accidental que no se borra. Entonces la marca es
lo que asegura la presencia perpetuada de las contingencias de la entrada en la vida de
cada sujeto.
Hablar de las marcas en el psicoanálisis es hablar del trauma, puesto que las
marcas que interesan en psicoanálisis generalmente son las marcas traumáticas; sin
embargo, quiero subrayar, primero, que no toda marca es traumática; hay marcas no
traumáticas que provienen sencillamente del hecho de que cada uno nace en alguna
parte del mundo y, entonces, soporta las marcas del ambiente, de la época, del lugar
donde nació, y estas marcas comportan el idioma, el clima, la cocina, las canciones, toda
la cultura en la cual el sujeto apareció, y ellas no son traumáticas, son más bien
fundamento del sentimiento de identidad, son las marcas que generan la nostalgia cuando
uno se debe exilar, cambiar de lugar, las que generan la emoción cuando uno vuelve al
lugar de origen, etcétera. Estas marcas no fabrican dolor, fabrican identidad, sentimiento
de identidad; digo que no son traumáticas a pesar de que no debemos olvidar que, en la
medida en que fundan el sentimiento de identidad, fundan también los nacionalismos, los
regionalismos, las adhesiones grupales que después pueden generar fenómenos de
guerra interna; entonces, no es para decir que estas marcas son las buenas y las
traumáticas las malas, aunque ellas no son vividas como causa de dolor.
Hay otra cosa que no es traumática y que proviene del origen, son las pulsiones; las
pulsiones en sí mismas no son traumáticas, Freud insistió sobre eso. En la
conceptualización de Freud, la pulsión para volverse traumática debe encontrar algo que
el propio Freud no nombra, pero que sí describe, siendo en realidad más bien Lacan
quien lo nombra. Entonces, para empezar voy a decir algo del trauma según Freud; son
muy interesantes los textos de Freud sobre el traumatismo. El más interesante, a mi
parecer, es el texto Más allá del principio del placer que evoqué ayer, después hay otros,
específicamente el texto de 1926, Inhibición, síntoma y angustia donde renueva su
concepción del trauma y afirma definitivamente que toda neurosis es una neurosis
traumática, luego de años de dudas; elijo Más allá del principio del placer porque aquí
Freud nos describe el trauma infantil. Hay por supuesto una definición del trauma en
Freud, aquella en relación a Inhibición, síntoma y angustia: es una experiencia de
desamparo, así se traduce a la letra, desamparo, situación de desamparo, o sea situación
en la cual el sujeto encuentra algo, dice Freud, un peligro que excede sus fuerzas, lo que
quiere decir que no puede hacer nada en contra; entonces un desamparo, pero no sólo
una experiencia de desamparo sino una experiencia que después no se puede borrar.
Hay diversas maneras de borrar la experiencia: por ejemplo olvidarla, pero la forma más
conocida en psicoanálisis es reprimirla y, de este modo, la definición del trauma en Freud
es una experiencia de desamparo que no se puede reprimir, lo que significa que no se
puede con la experiencia traumática producir la deriva del peligro, no se puede
metonimizar el peligro en la cadena significante. La represión es eso, la metonimización
de la pulsión que se reprime.
Bueno, el trauma no se puede metonimizar y saben que el retorno de lo reprimido se
hace vía la metonimia, la interpretación de la metonimia. La experiencia traumática si no
se metonimiza ¿cómo se mantiene? Es toda una pregunta en Freud, quién produce la
respuesta en el texto Más allá del principio del placer que es realmente un texto precioso:
primero, describe el trauma infantil; segundo, indica cómo se mantiene el trauma en el
futuro del niño. Empiezo con el segundo punto ¿cómo se mantiene el trauma si no es vía
el retorno de lo reprimido? La respuesta de Freud es realmente precisa: vía la repetición
¿conocen la frase de Freud al principio de su obra?, decía: “Las histéricas padecen de
reminiscencias”, pero necesitó veinte años de trabajo para ver que no sufrían sólo de
reminiscencia –lo cual no sería muy grave–, sufrían, como cada uno, de una repetición
más grave, más incurable, y la tesis es entonces: el trauma de origen no se reprime, se
repite, se mantiene en la repetición; el lazo entre trauma y repetición es un lazo esencial
en la conceptualización de Freud.
Ahora ¿cómo nos describe Freud el trauma infantil? Nos lo describe, como saben,
como el fracaso inevitable de tres aspiraciones del niño, que son: La aspiración al amor, a
ser querido de manera exclusiva, y esto fracasa, los acontecimientos de la vida –ya que
hay otros–, eventualmente un hombre, o el padre, los hermanos, o la indiferencia
materna… bien, entonces el fracaso de la exigencia del amor exclusivo es un fracaso
programado, inevitable. Segundo, está el fracaso de la aspiración a saber sobre el goce, a
saber sobre el sexo, sobre lo que pasa concretamente con lo que se presenta como la
pregunta sobre lo que pasa en la cama de los padres, de los adultos; pregunta que refiere
a una aspiración a un saber sobre el goce y el sexo. Y tercero, lo voy a formular en otros
términos que los de Freud, y diré por qué: la aspiración a crear, que igual fracasa; Freud
no lo dice así, Freud dice la aspiración a producir un niño, cosa sobre la cual insiste y
ahora hablamos muy poco de eso en la clínica, y creo que bajo el deseo de procrear un
niño, generalmente lo que se presenta es la aspiración a una creación.
Bien, entonces tres aspiraciones que fracasan. En esta descripción de Freud vemos
claramente –sin que él lo diga explícitamente– que el traumatismo no es únicamente
pulsional –implica una dimensión pulsional que fracasa–, fracasa pues se topa con lo que
Lacan ha llamado el Otro, y que Freud enunciaba refiriéndose a los padres. Entonces, con
este texto vemos que Freud mismo considera que el Otro –gran A– nombrado Otro por
Lacan, es uno de los factores causales del traumatismo; el traumatismo se produce entre
pulsión y Otro. Freud no habla explícitamente de un encuentro fallido, más bien nos lo
describe; fracaso programado de las esperanzas fundamentales que se dirigen al Otro,
Lacan dirá: de las demandas.
En el texto Mas allá del principio del placer, Freud no habla del desamparo –hablará
de él seis años después y a propósito del trauma–, pero me interesaban las fechas de sus
expresiones: en 1920 describe el trauma infantil y en 1926 lo califica como una
experiencia de desamparo. Lacan, en 1964, en el seminario Los cuatro conceptos
fundamentales da un nombre a la experiencia de desamparo: encuentro fallido. Pero ¿de
dónde saca la expresión? Del propio Freud, pero del Freud de la fecha de la
Interpretación de los sueños, de 1900.
Durante mucho tiempo me pregunté con sorpresa ¿por qué Lacan, para introducir
su tema de la repetición elige un sueño, cuando el sueño es aparentemente lo contrario
de una repetición, ya que él asegura el retorno de la represión? Ahora entiendo que Lacan
utiliza el sueño de Freud a propósito del niño muerto porque, en este sueño encuentra
una fórmula que permite designar la experiencia de desamparo indicada por Freud en
1926; conocen la fórmula del desamparo traumático: “Padre, ¿no ves que ardo?” Es decir,
una fórmula donde está lo ardiente de la pulsión y la invocación al Otro; ésta es realmente
una fórmula magnífica que viene de Freud y que Lacan retomó, subrayo esto antes de
pasar a la presencia del trauma en la repetición. Lacan finalmente a lo largo de los años y
más allá de 1964, da el fundamento del traumatismo infantil. Decir traumatismo infantil
quiere decir, para todos los niños no solo para algunos; traumatismo inherente al
hablante, al cual Lacan se refiere y sobre el cual da su fundamento cuando crea el
neologismo troumatisme, que no se puede traducir. ¿Cómo se lo puede explicar a alguien
que no habla francés? trou, ¿cómo se dice en castellano?… agujero; entonces,
troumatisme sería como agujero-matismo que designa el hecho que el traumatismo
inherente al hablante no proviene de una mala o buena disposición del Otro, de los otros,
sino que proviene del hecho que el Otro, con el lenguaje, no puede responder
positivamente a los requerimientos del niño, de donde, es culpa de la estructura del
discurso que exista un trauma inherente al hablante, no culpa de los individuos, de los
padres, de los otros en plural que encarnan al Otro (con mayúscula) de la estructura. Con
esta descripción de Freud podemos subrayar bien que el niño, ya desde el principio, está
en el régimen del más allá del placer, contrariamente a lo que se piensa en general.
La repetición, entonces –insisto mucho sobre este punto porque a veces veo que es
algo que no pasó de la enseñanza de Lacan– quien produjo una rectificación respecto a
este concepto de repetición y con muchas expresiones paradójicas al respecto. Así, la
repetición como lo que insiste supone una primera marca, la marca de una experiencia y
aquí hablo de la marca de una primera experiencia traumática; la marca es un Uno y
Lacan se refiere al rasgo unario para decir eso: el rasgo unario es una marca de la
experiencia traumática, se necesita este rasgo unario, esta marca, para inscribir la
primera experiencia. El trauma empieza siempre con una experiencia no marcada,
experiencia de desamparo que deja subsistir una marca: tiempo uno, experiencia no
marcada y, tiempo dos, una marca. No se trata de un tiempo cronológico pero desde el
momento en que hay una marca hay una pérdida, es decir, que la experiencia de origen –
no marcada– no puede volver ya que se ha perdido; se ha perdido la novedad absoluta de
la experiencia traumática, de donde, se produce una pérdida y después la repetición
consiste en la reiteración del rasgo unario: Uno, Uno, Uno, que vehicula la repetición, más
bien la reiteración de la pérdida; el rasgo unario inherente al concepto de repetición es
solidario de la entropía de una pérdida. La repetición vehiculiza una pérdida y, según el
rasgo unario como dice Lacan, es cualquier rasgo; a veces hablamos del rasgo unario
como de un significante, y no, el rasgo unario aquí no es un significante, lo que tiene de
parecido con un significante es que es un elemento discreto, un Uno, como el significante,
pero el rasgo unario no proviene del Otro, no proviene del lugar del lenguaje, esto es lo
que Lacan indica cuando dice: cualquier cosa puede servir como rasgo unario, o sea,
puede ser una imagen, algo visto… es algo discreto, un Uno, así, un elemento discreto
tomado de la experiencia de la cual hablamos.
Hay que ver que el rasgo unario a pesar de que a veces decimos –hablando con
rapidez–, el significante del trauma no representa al sujeto. La definición del significante
es no sólo que es discreto, que viene del Otro, sino que representa al sujeto. Y bueno, el
rasgo unario no representa al sujeto, más bien lo inscribe en el campo del goce, lo
inscribe –no lo puedo decir de otra manera– y es solidario, se puede conectar, con la
fórmula que viene mucho más adelante en la enseñanza de Lacan y que dice “Hay del
Uno”; he dicho “Hay del Uno” aunque hay diversas ideas sobre él, una de ellas es “Hay
del rasgo unario de la experiencia traumática de origen”. Entonces, el encuentro fallido se
inscribe con el rasgo unario y podemos decir que en el rasgo unario del trauma de origen,
la no proporción sexual está inscrita, latente, ella es mas bien necesaria. Evidentemente,
cuando Lacan dice “encuentro fallido” parece más abstracto que la construcción sobre el
rasgo unario, pero se capta intuitivamente más fácilmente el encuentro fallido que lo que
resumo como el rasgo unario si bien dicen la misma cosa, y, es por eso que Lacan
después escribe repetición así: re-petición, ¿se entiende?, re –luego, guión– y después
petición; petición es la palabra latina que se encuentra en apetito, que se encuentra en
petición, –ejemplo firmar una petición– algo que aspira a algo y que Lacan finalmente
llama también “el decir de la demanda”. Entonces ven que esta re-petición Lacan la llama
en Televisión “la buena suerte”, “la buena hora” [bonne heure] del sujeto. ¿Por qué “buena
hora”? Porque, por esencia, el sujeto se presenta bajo la forma de la repetición cuando se
trata del campo del goce y de aquí pueden entender que el encuentro fallido es otra
fórmula para el no encuentro sexual con el Otro, pero, pueden quizás entender también
que la repetición no se cura, que el análisis no cura la repetición, y cada vez que se
escucha a un analista presentar un caso y explicar el fin de la repetición, se trata siempre
de otra cosa: se trata del fin del síntoma o del movimiento del fantasma, pero, el fin de la
repetición –si entra en la conceptualización de Lacan– es impensable. La repetición es un
hecho de estructura inherente a la definición del sujeto tachado. Entonces ¿qué hacemos
de la repetición en el análisis? No la curamos, Lacan dice: la provocamos, la convocamos,
y es porque Freud la descubrió en la transferencia, que la provocamos, la convocamos, la
revelamos y esto es ya algo: la revelamos y de manera más fuerte, la hacemos aparecer
como irremediable. Entonces ¿qué hacemos de positivo con eso? Revelar es ya positivo,
es una ganancia a nivel del saber, de saber algo de un real. La repetición es Uno de lo
real del ser humano; entonces es un logro revelarla, pero, quizás hacemos más, podemos
cambiar la posición del sujeto respecto a lo real, así, cuando digo “no curamos la
repetición” no es para designar la impotencia del psicoanálisis, es para precisar bien
dónde opera su eficacia.
Entonces, esta repetición es lo que me llevó a decir que para el adulto nunca hay
una primera vez; recuerdan que desarrollé esta tesis que puede parecer una paradoja,
pero que no lo es. El rasgo unario que instituye el sujeto en el campo del goce como uno
sólo, programa el encuentro fallido y para siempre. Lo curioso, incluso lo divertido, es que
la repetición programada se produce a través de los accidentes no programados de la
vida, es la función de la tyché que Lacan introdujo en la repetición; la repetición que es
automaton del Uno, del rasgo unario y que clínicamente se presenta a través de los
accidentes contingentes, imprevisibles de la vida, accidentes imprevisibles que hacen
pensar que en la vida de un adulto hay muchas cosas nuevas, porque los encuentros no
se pueden prever y entonces pensamos que son novedades; el régimen de la tyché hace
creer en la primera vez de la vida adulta, pero en estos encuentros accidentales es lo
necesario, o sea, lo que no cesa de escribirse que es la definición de lo necesario, que se
realiza: así, a través de la tyché lo que se realiza es lo necesario de la repetición, esa es
la gran y extraordinaria demostración de Lacan sobre la repetición. Y cuando se pregunta
¿cómo es que un hombre encuentra a una mujer? para volver a lo que nos interesa, la
respuesta es: por casualidad… tyché, tyché; el encuentro no se encuentra programado, lo
que se encuentra programado es el fracaso de la proporción sexual y la reiteración del
uno sólo.
Hasta aquí he hablado del trauma infantil, singular, que depende del derecho de ser
hablante pero, no hay que descartar que sabemos bien que cada uno tiene su trauma:
todos traumatizados, pero cada uno con lo suyo y evidentemente a nivel del psicoanálisis
y de la clínica nos interesamos por las figuras singulares del trauma, no sólo por su
fundamento irreductible, sino también por sus figuras individuales; no hay figuras
universales del trauma: hay un fundamento estructural universal y hay figuras de su
realización que son siempre peculiares. Y entonces ¿cuáles son los factores que
determinan la singularidad del trauma individual? Tres factores esenciales: primero, las
figuras del Otro; segundo, los accidentes de la historia individual; y tercero –a pesar de
que podríamos decir que las figuras del Otro son accidentes de la vida individual, esto lo
voy a explicar después– está lo que voy a llamar los factores nativos, les facteurs natifs…
[Un asistente, interviene para preguntar: ¿Qué quiere decir nativos… que son
innatos, que son inherentes al sujeto? y Colette Soler replica: inherente al sujeto… no, no,
lo explicaré después, y vamos a encontrar quizás la conexión].
Las figuras del Otro: es cierto que para todos, el Otro –con mayúscula– se
encuentra agujereado y los otros que vehiculizan este Otro del discurso evidentemente,
no son los mismos para cada quien; es así como los factores sociales se introducen en el
psicoanálisis vía las figuras del Otro –con mayúscula–, y tales factores dependen de la
configuración de las familias, de las figuras de los padres, del contexto con más o menor
amor; más o menos moderación, conformidad, o al revés dependen de las otras figuras de
exceso, brutalidad, transgresión, etcétera, etcétera. Bueno, entonces las variaciones van
de los cuidados –de los mejores cuidados posibles– hasta el maltrato y esta variación
contingente, evidentemente, dibuja para los sujetos una entrada diferente en la vida y, se
reprocha muchas veces al psicoanálisis no tener en cuenta los factores sociales a este
nivel ¿no es verdad?, pero es así como los factores sociales entran.
Quizás yo insisto mucho en ello, pues me parece evidente, las figuras del Otro
producen variaciones individuales del traumatismo estructural y es por eso que Lacan
habló du parent relativo al traumático: le parent traumatique
[Alguien del público interviene para traducir le parent traumatique: “los parientes
traumáticos”] y Colette Soler replica: no es pariente en plural, no son los padres, si Lacan
lo ha puesto un singular es que su idea es un singular, ha dicho, “el pariente traumático”,
no los padres, lo dijo en su seminario El saber del psicoanalista (…O peor) en 19721. No
insisto, me parece evidente y entonces es a este nivel que encontramos todos los
estragos de la mentira, del sin-fe de la palabra y sobre todo, de la obscenidad posible del
pariente traumático, y aquí hay del más o del menos, más o menos según los sujetos y es
por eso creó otro neologismo: el tropmatisme traducible como demasiado-matismo. Lacan
dijo trou-matisme: trou [agujero] y trop [demasiado]… matismo. Evidentemente este nivel
de las figuras del Otro generalmente es el que más atrae la atención, no sólo en el
psicoanálisis, no sólo en la palabra del analizante, también fuera del psicoanálisis en todo

1
J. Lacan, El seminario. Libro 19, ...O peor (Buenos Aires: Paidós, 2012).
el mundo de la ayuda social, de la educación, incluso en el mundo jurídico ya que es lo
que más se percibe.
Segundo. Está la incidencia –otra variación del traumatismo– de los accidentes de la
historia, llamo accidentes de la historia a los accidentes que no provienen del Otro, por
ejemplo una enfermedad, un duelo… cosas que acontecen sin que nadie sea responsable
de eso, pero que sin embargo el sujeto padece, especialmente cuando se trata de la
desaparición, la pérdida, etcétera; entonces, todos los eventos que no dependen ni del
sujeto, ni del Otro. En estos accidentes de la historia individual, están también las
primeras experiencias de goce corporal, el encuentro con las primeras experiencias de
goce que no dependen del Otro. La respuesta de goce del cuerpo en la primera
experiencia de un individuo, no la decide éste, él la experimenta, tampoco lo decide el
Otro; entonces hay que ver que las primeras fijaciones de goce padecen, y aquí no hablo
de la repetición, hablo de lo que se fija, núcleo del síntoma fundamental, lo que se fija de
una primera experiencia de goce. Esto pertenece al registro de la contingencia y el lazo
con el Otro lo ponemos en el registro de la verdad del sujeto; la fijación de goce es otra
cosa y es porque hay una fijación precoz, contingente, que escapa a la decisión del sujeto
o del Otro, que el goce no puede obedecer totalmente a las prescripciones del mismo
Otro. La educación está hecha para hacer obedecer el goce a la prescripción del Otro,
hay una parte que se logra, parcialmente, pero hay otra que no puede obedecer, y es por
eso que Lacan cuando formula sus Discursos, en el piso inferior de los mismos, escribe
dos tipos de goce: un goce producido por el discurso, es decir, conforme al discurso y, del
otro lado lo que llama la verdad del goce, y que es la peculiaridad irreductible sobre la
cual el Otro no puede nada… eso también es causa de las variaciones individuales del
trauma.
Ahora el tercer factor, que es un factor que no depende, ni del Otro, ni de los
accidentes de la historia individual y que es algo dado sobre lo cual los analistas se
interrogaron; Freud especialmente lo evoca hablando de la disposición constitucional, él
vuelve regularmente a éste cuando se propone explicar un síntoma y termina por evoca
algo que proviene de la constitución, es decir, algo dado que no fue generado por la
historia, que se manifiesta en ella pero que no fue generado por ella misma. Lacan casi
nunca evoca lo constitucional, pero, sin embargo habla de las armas, las fuerzas que el
sujeto obtiene de la naturaleza; me gusta mucho esa expresión “Las armas que el sujeto
extrae de la naturaleza”; esto designa las desigualdades nativas que existen entre los
individuos, que se pueden derivar de diferentes niveles: del cuerpo, de la salud, del
aspecto, y más allá de la apariencia física, todas las capacidades, los talentos a pesar de
que se desarrollan en la cultura. Hay así algo dado, irreductible que no se produce, que
no se genera, sino que se constata; es un factor que no viene ni de la estructura, ni de los
accidentes de la historia y que es bien difícil de conceptualizar.
Entre estos factores, lo que más me interesa es el factor ético, factor que designa la
moral, la manera como un sujeto, un individuo, responde a lo real que encuentra, sea lo
real de los imposibles de la estructura, o lo real de los accidentes de la vida, o lo real de la
fijación contingente de goce; factor entonces que refiere a la manera como el sujeto
finalmente responde. Les recuerdo que Freud mismo incluye en el trauma lo que llama los
recursos del sujeto, lo que implica que no hay una reacción a este nivel de la tercera
variable del traumatismo; no se puede hablar de un traumatismo, de un evento traumático
estándar porque el trauma depende de los recursos internos del sujeto, que Freud no
define bien, pero que incluye en su definición de la experiencia traumática; es lo que se
evoca con una noción que no me gusta y que se usa ahora, la de resiliencia; no me gusta
porque sirve para decir que los sujetos deben resistir a los desastres y esto es un poco
fácil, aunque es cierto que hay esto: que hay sujetos más o menos “traumatizables”, lo
vamos a decir así, más o menos.
Freud convoca también dos niveles, convoca también lo que yo llamo los factores
nativos no generados: ni por la estructura, ni por los accidentes de la vida y que refieren a
lo que está dado en el ser; Freud los convoca cuando habla de los recursos del sujeto que
inciden en el efecto traumático, e igual lo convoca cuando indica en la raíz de las
estructuras clínicas –histeria y obsesión– una elección oscura, extraña, que llama
“aversión” en la histeria y “demasiado placer” en la obsesión; eso es también un factor no
deducible de nada. Finalmente es algo como una disposición de origen respecto a lo real,
y es por eso que lo pongo bajo la noción de la ética.
No me voy a detener aquí, voy a añadir algo más. A pesar de la dificultad para
conceptualizar este factor a través de las nociones de constitución, de armas, de elección
primaria, de insondable decisión del ser, Lacan dice que percibimos la dificultar de definir
este tipo de factor pero que sin él no podemos pensar la responsabilidad del sujeto; sin
este factor ético estaríamos obligados a pensar los seres humanos sólo como doble
efecto de la estructura. Entre estos factores, lo que más me interesa es el factor ético,
factor que designa la moral, la manera como un sujeto, un individuo, responde a lo real
que encuentra; sea lo real de los imposibles de la estructura, o lo real de los accidentes
de la vida, o lo real de la fijación contingente de goce; refiere a la manera como el sujeto
finalmente responde a lo real que encuentra, refiere a la manera como el sujeto finalmente
responde –y frente a la cual no pueden hacer nada– y de los accidentes de la vida –frente
a los cuales tampoco pueden hacer nada–. Entonces, para hablar de un sujeto
responsable no sólo se necesita la idea de que existe un espacio de libertad; Lacan
convocó la libertad como necesaria para pensar toda experiencia humana, para pensar
una responsabilidad cualquiera. El sujeto de la ciencia, el sujeto del cogito, del cual Lacan
dijo que era el sujeto del psicoanálisis, no es un sujeto responsable, es un sujeto efecto
de la estructura, pero, el psicoanálisis no analiza el sujeto de la ciencia: analiza un sujeto
que tiene un cuerpo gozante y que es un sujeto responsable. Y si es así, y creo que es
así, de lo contrario la experiencia analítica no tendría ningún sentido; si es así debemos
decir que lo que llamamos las estructuras clínicas son estructuras ético-clínicas, no sólo
clínicas: ético-clínicas, es decir que en la estructura misma hay la incidencia –no voy a
decir de una elección– pero sí del factor ético. Freud habló de la elección de la neurosis y
es por eso que pueden verificarlo. Voy a terminar con esto: que incluso en Freud, pero
más claramente en Lacan y a lo largo de los años, los dos profieren juicios sobre las
estructuras éticas, juicios éticos; en Lacan esto es patente cuando evalúa el valor de tal
estructura clínica respecto a tal otra, a veces la evaluación cambia con sus elaboraciones.
Tal fue el caso especialmente a propósito de las neurosis, cuando Lacan, en la primera
parte de su trabajo, desarrollaba las estructuras clínicas con respecto a la posición que
implicaba cada una de ellas en relación al deseo; allí hacía un cumplido al neurótico por
tener en cuenta las paradojas del deseo, entonces, era un elogio –no retrocedía para
plantear un juicio ético respecto al común, que prefiere ignorar los agujeros y las
complejidades del deseo– pero después, años mas tarde, por ejemplo en su seminario
Acerca de la lógica del fantasma en un momento en que ha elaborado su objeto “a”, en
que precisamente ha elaborado la función real de goce del fantasma, ubica al neurótico
como un cobarde; esta es una palabra fuerte y la toma del caso del Hombre de las ratas:
el propio Hombre de las ratas le explica a Freud que sabe que se acobarda cuando se
trata de reconocer algunas de sus modalidades de goce, que retrocede y no quiere saber
nada. La cobardía del neurótico que Lacan evoca aquí es una forma de su no querer
saber, una forma de su horror a saber, y en este momento felicita al perverso que se
encuentra más cerca del impasse del estatuto del goce.
Entonces, creo que estaría bien tomar en cuenta –hacerlo un poco más de lo que lo
hacemos– esta dimensión ética de las estructuras clínicas a pesar de que es siempre
difícil hablar con justeza a este nivel, pero al menos no olvidar que una estructura clínica
implica la posición del sujeto, implica su responsabilidad.
Quiero añadir algo: evidentemente toda la cuestión es saber si podemos pensar que
un análisis –a veces– sea capaz de mover la opción ética de origen; sabemos que puede
mover algo a nivel del fantasma, a nivel del síntoma como un resto, pero, mover algo de la
opción fundamental, nativa del sujeto, es toda un proplema y a dos niveles. Uno, a nivel
de la relación al saber: si el análisis puede mover el horror de saber que se encuentra al
principio de la represión originaria. Dos, si un psicoanálisis puede mover la opción ética
del sujeto respecto al goce y, por ejemplo, cuando Lacan dice esta frase que conmueve –
y como conmueve se entiende mal– saber si el análisis puede hacer de una histérica una
mujer. Lacan se lo pregunta: saber si el análisis de una histérica puede hacer una mujer y,
evidentemente cada uno piensa inmediatamente que sería un progreso, un logro
transformar una histérica en una mujer, pero no es eso. ¿Por qué sería mejor ser una
mujer, por qué sería mejor tener la opción de goce de la mujer, que tener la opción de
goce de la histeria? El psicoanálisis no utiliza las normas, entonces, se trata de una
pregunta sobre si se puede cambiar la aversión, de la cual Freud habla en la histeria y
que Lacan retoma de otra manera; si esta opción de origen respecto a lo que voy a llamar
la carne, si esto puede cambiar. Es una pregunta sobre la opción nativa, de donde, se
trata de preguntas a nivel del cambio de las opciones respecto al saber y al goce, que
vamos a dejar en suspenso.

DISCUSIÓN

Asistente: usted habló al comienzo, muy bonito, de esas marcas que no son
traumáticas, que son de la cultura, el lenguaje y le pregunto si esas marcas no son de lo
real sino más bien de la estructura, y también de los semblantes. Por otro lado, hay un
antropólogo, George Seman, que habla de pueblos que se identifican con un espacio, y
mi pregunta es si hay algo de la topología, hay algo en el espacio, hay algo digamos en la
tierra, que puede dejar una marca en lo real de los sujetos: un río, una selva, las
montañas, si eso también puede dejar alguna marca en lo real.
Moderador: Tú me repites la tesis de Seman.
Asistente: Seman hablaba de pueblos que se identificaban, él utilizaba esa palabra,
identificación, con un espacio, y mi pregunta es si hay algo en la topología, si hay algo en
el espacio que podría dejar una marca en lo real, y no necesariamente lenguaje, cultura,
esas cosas que son de estructura.

Asistente: yo tengo dos preguntas, una es: usted dice “revelar el goce en el
análisis”; en la teoría analítica se suele a veces dividir, por ejemplo, poner un guión a
veces entre “re” y alguna palabra, entonces en ese “re-velar”, que puede tener el sentido
de hacer aparecer en la superficie, o ese “velar” también el sentido de volver a poner un
velo sobre el goce, ¿pudiera ser que uno de los fines del análisis es que, en lo que tiene
que ver con la estructura del fantasma, lo que puede hacer el sujeto es poner nuevamente
otro velo o hacerse a un velo para recubrir ese goce como una estrategia subjetiva? Y mi
segunda pregunta es: hay una preocupación por el abandono, el abandono del niño, del
anciano… bueno, el abandono, y para el caso del niño, comúnmente se le lleva a
instituciones donde se les trata como locos, entonces yo me hago la pregunta ¿qué pasa
en el deseo del niño para que sea visto como loco y tratado como loco y no de una
manera distinta?
Asistente: buenos días, muchas gracias por la exposición. Mi pregunta tiene que
ver con uno de los tres factores que usted mencionaba durante la exposición, usted
hablaba de que existen algunos accidentes, contingencias, o yo incluso llamaría azares,
que no dependen ni del sujeto ni del otro, que generan las primeras experiencias de goce;
esto me quedó haciendo un poco de eco y pienso que la pregunta puede ser un poco
utópica, pero me gustaría que ahondara un poquito más o que diera, si es posible, un
ejemplo de cuál sería ese accidente o esa contingencia que no dependen ni del sujeto ni
del otro y que generan las primeras experiencias de goce.
Colette Soler: Cuando hablamos de las marcas no traumáticas provenientes del
hecho de que cada uno nace en alguna parte… ¿usted pregunta si pueden dejar marcas
en lo real verdad? Yo creo que no, las marcas no traumáticas me parece que son marcas
siempre ordenadas en el principio del placer, vía el discurso o la cultura, mientras que lo
real, las marcas que toca a lo real no dependen de la geografía, creo… se podría
demostrar.
Respecto a la segunda pregunta, si el final no podría consistir en velar, es decir,
disimular: ciertamente no. ¿Por qué hacer un análisis para velar lo que ya estaba velado
al principio? El psicoanálisis es algo más, es un proceso, es lo que Freud implica desde el
principio cuando habla de levantar la represión. ¿Si el final fuera restablecer la represión
cuál sería entonces el beneficio? Cuando se habla del atravesamiento del fantasma
consiste en levantar un velo, no en ponerlo.
Respecto a los niños abandonados, dice que se los trata como locos en las
instituciones… no sé, no conozco las instituciones aquí pero no me parece que podríamos
generalizar esta afirmación. A veces en las instituciones de los niños abandonados se
diagnosticas psicosis, y a veces se pueden equivocar, es cierto, pero, más bien me
parece que en lo que conozco, se intenta al contrario de cuidar los niños, taponar el
traumatismo y permitirles vivir más allá de eso. De todos modos aprovecho la ocasión de
su pregunta para recordar que el psicoanálisis excluye la generalización, la estructura no
es una generalización y no podemos decir en los niños abandonados ¿cuál sería su
deseo?”, ¿porque son abandonados? de acuerdo, pero cada uno es un sujeto singular y
se lo ve en la experiencia: hay niños abandonados que después superan, no dejan de
padecer de haber sido abandonados, pero superan, se arreglan con la vida y otros no,
entonces, no se puede generalizar ni prevenir: la prevención es imposible, si el sujeto es
responsable la prevención es imposible.
Ahora bien, sobre la cuestión de sí he puesto la aspiración de goce eventualmente
como un acontecimiento que no depende ni del Otro ni de la elección del sujeto. Los
ejemplos, hay muchos, pero lo que llamamos por ejemplo, los rasgos de perversión son
siempre de este tipo, y si tomo un caso preciso, el del paciente del Freud, que no podía
desear una mujer, si la mujer no tenía un brillo sobre la nariz; ¿recuerdan el caso,
aquellos los que conocen el caso? ¿Cómo se generó esta condición erótica? la vamos a
llamar así, se generó porque el sujeto en su infancia estaba dividido entre dos idiomas:
inglés y alemán y la palabra glance en inglés, quiere decir mirada, y glanz en alemán con
“z”, que quiere decir brillo… Eso viene de la lengua, no viene del Otro del discurso, viene
de la lengua, de la equivocación en lalangua, equivocación trans-lingüística que fija algo
para este sujeto, no es la decisión del sujeto, no hay ninguna implicación de sus padres
en tanto que Otro del discurso por ejemplo, ni de él en tanto que sujeto que puede tomar
una decisión, es algo que se fija así, accidentalmente… El caso del Hombre de las ratas
¿hombre de las ratas por qué? ¿Por qué las ratas? Sabemos que anteriormente a su
obsesión las ratas eran su inconsciente. Podemos seguir el texto de Freud: había ratas
que él había visto…, pero la fijación de goce sobre este tema no es el sujeto quien la elige
–más bien la padece– y tampoco es el Otro quien la elige, por eso podemos hablar de las
contingencias de esta aspiración.
Asistente: es sólo esto, si se puede hablar algo de la ética, algo del trauma en lo
que Lacan nombra como “el canalla”.

Asistente: la pregunta es a propósito del abuso sexual infantil, ¿el abuso sexual
infantil se puede pensar del lado de la experiencia de desamparo, que no puede
reprimirse, o del lado de los accidentes de la historia, de lo contingente?
Asistente: yo quisiera preguntar sobre los factores nativos, como usted los llamaba.
Los factores nativos usted los ha presentado como capacidades, como talentos, que son
armas que el sujeto tiene y que vienen de la naturaleza… yo pensaba, me interrogaba si
esos no podían ser también defectos, defectos de nacimiento, defectos que no sean como
genéticos o heredados o algo así, un defecto, porque hay ciertas personas en la historia
que tienen defectos físicos y que no han procurado… quitárselos.

Colette Soler: Si hay algo de ético en la definición del canalla… en lo que he dicho,
en toda posición hay algo ético, entonces, sí, hay algo ético en la posición del canalla pero
no es un privilegio del canalla, es un factor general… creo. La definición del canalla en
Lacan es realmente interesante porque no es del mismo matiz que en la lengua común,
en el discurso común. ¿Cuáles serían los sinónimos en castellano de “canalla”? Palabras
cercanas: bandido…, en francés podríamos decir malandrín, clown. Bueno. No es ésta la
definición de canalla de Lacan, la definición de Lacan es aparentemente más suave, no
define al canalla como alguien que se encuentra al margen de las regulaciones sociales,
al contrario es una definición que multiplica mucho a los canallas, ya que define a los
canallas como sujetos que quieren hacer de Otro, gran A, para los demás: funcionar como
un gran A para los demás. Entonces, esto es para entender quizás que todo el mundo de
la educación arriesga a caer –no digo que cae, sino que tiene el riesgo de caer en esta
definición–, y es todo el problema de pensar una educación que no sea la imposición del
Otro, gran A sobre los chicos. Entonces, sí, hay un factor ético seguro.
Sobre los abusos sexuales que pueden ser traumáticos, no siempre, hay que saber
que no pasa siempre, me parece, pero, muchas veces producen desamparo traumático.
En primera instancia podemos decir que son accidentes de la historia, después, viene la
pregunta para saber cuál fue la participación del abusado y esta pregunta no se plantea
sólo desde exterior; tengo en análisis, por ejemplo, una persona, una mujer, para la cual
hubo abuso durante muchos años, ella misma sabe de su participación en el evento, pero,
en primera instancia es accidente de la historia, después está cómo el sujeto entró,
respondió al accidente, y esto es un segundo tiempo… me parece.
Sobre las armas que el sujeto extrae de la naturaleza, por supuesto, pueden ser las
cualidades más o menos excepcionales como los defectos más o menos excepcionales,
sí, es seguro; no hay una evaluación en la palabra “armas”, designa los recursos nativos.

Asistente: nosotros en el Foro hemos discutido muchas veces sobre el rasgo


unario. Usted hizo una precisión muy importante cuando decía que no es del registro del
lenguaje, entonces, la pregunta es sobre su solidaridad con lalengua. Y otra precisión que
me parece que es muy importante, porque hemos escuchado y ha habido discusiones
donde, para muchos, la histeria y la feminidad van de la mano, incluso se dice “quién
puede ser más femenina que una histérica…”, digamos, por sus arandelas, por su asunto
con el cuerpo, entonces me parece importante que se haga la precisión, la distinción entre
histeria y feminidad.
Asistente: voy a tomar la definición del factor ético que usted dio hoy, que es la
manera cómo un sujeto responde a lo real que encuentra, y hay una definición de la
conferencia de ayer, que la retomó de Lacan, que es: un niño no es un adulto porque la
diferencia es a nivel ético. El niño no puede hacerse responsable de su goce y el adulto
tendría los medios para saber sobre ese goce. En ese sentido, la pregunta es ¿cuál sería,
entonces, el sentido de una clínica psicoanalítica con niños?
Asistente: usted hablaba de que no toda marca es traumática y mencionaba, a
partir de ahí, que se fabricaba un sentimiento de identidad a partir de las no traumáticas,
yo me preguntaba entonces si la marca traumática también fabrica pero la identidad real,
o sea, si tiene esa marca traumática una relación con la identidad que separa, la identidad
de goce de que hablaba usted el jueves, y de pronto ponerlo en relación con el nombre
propio, como lo que singulariza, lo que es propio de cada sujeto, y cada uno con su
trauma también como la marca indeleble, lo que produce esa singularidad, entonces, si
esa marca traumática produce esa identificación real o si tienen relación.

Colette Soler: Con respecto al rasgo unario. Hay en Lacan diferentes momentos en
su enseñanza y respecto al rasgo unario hay dos definiciones, y es por eso que lo
siempre lo repito, cuando citamos a Lacan debemos tener en cuenta el momento, el
contexto, porque en un primer tiempo llamó al Ideal del yo un rasgo unario; eso era un
rasgo tomado del Otro del lenguaje que establecía una unión, vamos a decir, vía la
identificación con el Otro, entonces, el rasgo unario era no sólo unario como “Uno” sino
que también en el sentido de que unía. Pero, cuando habla del rasgo unario como el
rasgo, la marca de inscripción, eso no se toma del Otro, no hace unión con el Otro, hace
separación, y aquí la última pregunta, sí, el rasgo unario de goce es uno de los núcleos de
lo que llamamos identidad real de separación. Entonces creo que este rasgo unario
puede ser cualquier cosa: una palabra de la lengua, un fonema, una imagen, solo
necesita ser un elemento discreto y fijo, luego, no es un significante en la definición
clásica y tampoco representa al sujeto.
Ahora, sobre la histeria, el colmo de la feminidad: sí, la histeria al nivel del teatro de
la feminidad es la mejor, pero al nivel del teatro, al nivel de lo que Lacan ha llamado la
mascarada de la feminidad, al nivel del parecer del sexo, no al nivel de lo real del sexo. Y,
si quieren leer a Lacan y tomar en cuenta lo que dice, su tesis fundamental es que la
histeria no es una mujer, ¿no es una mujer a qué nivel? ¿A nivel anatómico? Sí, ¿A nivel
civil? Sí, por supuesto, pero no es esencialmente una mujer al nivel de su goce, lo pueden
leer el seminario Aún, allí Lacan dice, la histeria fuera de sexo: la mujer es el sexo, la
histeria es fuera de sexo. Y también pueden ver la segunda conferencia sobre Joyce,
donde Lacan despliega la diferencia entre el síntoma histérico, que no es lo específico de
las mujeres, porque Lacan piensa que hay una histeria masculina también –y tiene razón–
y explica la diferencia entre el síntoma mujer, al nivel del goce, no al nivel de los sujetos
que charlan y el síntoma histérico, y es un síntoma valioso el síntoma que describe como
histérico porque es el único síntoma que hace lazo, pero no es el síntoma mujer.
Entonces, sé que se continúa decir: la histeria típica, la mujer, pero ¿cómo van a juntar la
aversión, el asco, todos estos fenómenos histéricos respecto a la carne, y la idea de que
es la típica mujer? No se puede.
Con respecto a la pregunta sobre si es responsable del goce: sí, ayer olvidé decir
algo esencial al final de mi conferencia, dije: si hay una diferencia entre el niño y el adulto
debe ser al nivel de hacerse responsable de su goce, y si digo eso, con eso pueden
entender lo que quiere decir “el niño generalizado”: el niño generalizado quiere decir
primero, la igualdad, la paridad entre niño y adulto, pero también quiere decir “no más
adulto”, designa entonces –y creo que es lo que Lacan denunciaba–, un estado de la
civilización donde los adultos mismos, que podrían hacerse responsables, no se hacen
más responsables, no aceptan hacerse responsables. La diferencia entre el niño y el
adulto sobre hacerse responsable, es que las condiciones de desarrollo del cuerpo y de
las experiencias de goce –son más favorables en el adulto que en el niño– para traer una
conclusión que permite asumir los límites del goce en el adulto, porque todo el discurso
empuja al niño a pensar que va a dejar de ser niño, que va a entrar en el otro mundo del
adulto, y entonces este empuje del discurso no favorece concluir, por ejemplo, a partir de
las experiencias pulsionales parciales sobre la limitación del goce, deja el espacio de una
espera de una no limitación en el futuro.
Acerca de la pregunta sobre el rasgo unario núcleo de la identidad: sí, seguro.
Quizás puedo añadir, y me acuerdo con lo que plantea, que quizás hay otro nivel de
identidad: la identidad dada a partir de la fijación por el rasgo unario, es una identidad que
no se nombra, que no se formula, que funciona efectivamente en la repetición pero que no
se formula, y el otro nivel de identidad es nombrar, crear otro alcance, otro estrato a la
identidad. Hay una diferencia entre la identidad cuando es nombrada y cuando no está
nombrada, por ejemplo, cuando decimos, el verdadero nombre propio es el síntoma. Sí,
pero el sujeto no conoce este nombre, no lo identifica y entonces hay una diferencia
cuando se puede nombrar, la identidad cambia cuando se nombra el rasgo de identidad.

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