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· Jesucristo liberador
Lectura histórico teológica ~
de Jesús de Nazaret
UCA Editores
Capítulo IV
Jesús y el reino de Dios
121
simplemente intercambiables, se complementan, y asf "el reino da
razón del ser de Dios como abba y la paternidad de Dios da fun
damento y razón de ser al reino"1• En el análisis, sin embargo, hay
· que optar por comenzar por una de ellas, y aquí comenzamos con
la relación de Jesús con el reino, porque así comienzan los evan-
, gelios, porque sobre ello dan mucha más información y porque,
pensamos, a la totalidad de Jesús se accede mejor partiendo de su :
activid_ad exterior en favor del reino y avanzando desde ahí a su '
relación interior con Dios, que a la inversa.
122
predicacióp de Jesús era la soberanía real de Dios"'.
Es claro, pues, que lo último para Jesús no fue él mismo', pero
tampoco lo fue la pura transcendencia ahistórica, "el reino de los
cielos"S, y, por supuesto, no lo fue la Iglesia6• Pero si esto queda
claro y es hoy aceptado generalmente, hay que explicitar lo que
todavía ha quedado sólo implícito: Jesús no sólo no se predicó a sí
mismo, sino que lo último para él no fue simplemente "Dios", si
no "el reino de Dios". No está en discusión, por supuesto, que
Jesús predicó y habló de Dios como Padre, y que ese Padre fue úl
tima referencia personal suya y que ofreció también a otros,; todo
lo cual lo veremos en el capítulo siguiente. Lo que ahora quere
mos recalcar es que para Jesús incluso "Dios" es visto dentro de
una totalidad más amplia: "el reino de Dios".
Esto significa que Jesús expresa lo último en una unidad dual o
en una dualidad unificada. En lo último siempre está Dios y algo
que no es Dios. Y por ello hay que hablar de Dios "y" de reino; o,
en otras formulaciones, hay que hablar de Dios "y" de voluntad
realizada de Dios, de Dios "y" de pueblo de Dios, etc. Para Jesús,
por lo tanto, lo último, tiene una dimensión transcendente y una
dimensión histórica. Esta dependerá de aquélla, y por ello, lo que
,
sea el "reino" dependerá, en último término, de lo que sea "Dios.
123
(así, por ejemplo, el advenimiento del reino es presentado diver
samente por Juan bautista y por Jesús, porque tenían diversas no
ciones de Dios); pero también, a la inversa, la comprensión de
Dios dependerá de lo que sea el reino. Lo que hay que recalcar es
que, para Jesús, Dios no es una realidad que pudiera no relacio
narse con la historia ni la historia con él, sino que esa relación le
es esencial al mismo Dios.
La razón de esta concepción de Dios que tiene Jesús es co
nocida y hunde sus rafees en el AT, sin embargo, hay que subra
yarla. Dios nunca aparece como un Dios-en-sí, sino como un Dios
para la historia y, por ello, como el Dios-de-un-pueblo. "Yo seré
su Dios y ustedes serán mi pueblo.. es la confesión de Israel. En
ella se proclama a un Dios por esencia relacional, que se revela y
que es en relación a un pueblo. Por diferentes que sean las tra
di�iones sobre Dios en el A!, esto tienen en c?mún: que es un,
_
Dios-de, un D10s--para, un D10s--en, nunca un D10s-en-s!. Así, en
el éxodo Dios es el que escucha los clamores de un pueblo para
1
i
7. Sobre este tema que recorre toda la historia de la teología y ocupa múy se
riamente a la teología de la liberación, véase l. Ellacuría, "Historicidad de la
salvación cristiana", RLT 1 (1984) 5-45.
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Dios. Lo único que dice es que está cerca"•. Ni siquiera en las
llamadas parábolas del reino Jesús define lo,.que sea el reino, aun
que recalque su novedad, su exigencia, su escándalo..., pero nunca
lo define, "no aclara nunca el concepto de 'soberanía de Dios' en
cuanto tat•'9.
Y digamos que no debiera sorprender por principio que Jesús
no defina lo que es el reino de Díos. En otro contexto y lenguaje,
los sinópticos afirman que el día del reino no lo conoce ni el mis
mo Jesús, sino sólo Dios (Me 13, 32), es decir,. que el conoci
miento de lo último, del reino, es cosa de sólo Dios. Si Jesús lo
hubiera definido, hubiera sobrepasado su propia historicidad y su
aparición sobre la tierra no hubiera sido a la manera humana. De
esto no se deduce, por supuesto, que Jesús nada supiera del reino
de Dios o que éste fuera un vocablo vacío para él. Lo que sí se
deduce es la necesidad de un método para averiguar qué es lq que
Jesús pensabá del reino de Dios. Nosotros vai-nos a proponer tres
vías para averiguarlo.
Una primera vía, la más transitada en la teología1º, es lo que
podemos llamar la vía nocional, es decir, averiguar la noción de
reino que tuvo Jesús, cotejándola con las nociones previas en Is
rael. El presupuesto para ello es la conciencia histórica de Jesús,
dependiente en esto, como en muchas otras cosas; del AT. En este
sentido, hay que enfatizar que Jesús no anunciará nada absoluta
mente nuevo para sus oyentes, sino que lo novedoso de Jesús es
tará en la concentración en el tema, ya conocido, del reino de
Dios. "La expectativa en sí tradicional del reino de Dios que llega
se convirtió en la perspectiva única decisiva"11• Y hay que insistir
también en el hecho mismo de que Jesús usa la terminología del
125
1 reino, mientras que "los términos que en la tradición bíblica y ju
/ día designaban habitualmente la salvación están ausentes o son
muy raros en la predicación de Jesús"12•
Una segunda vía. muy poco tenida en cuenta en la teología, es
lo que llamamos la vía del destinatario, que --como veremos
son los pobres. Si en el anuncio de Jesús aparece una correlación
entre el reino y los destinatarios, entonces, a partir de éstos algo
se podrá saber de aquél; lo cual es más evidente si el reino de
Dios es presentado no sólo como verdad, sino como buena noti
cia, pues, en este caso, el destinatario ilumina instrínsecamente lo
que de "bueno" hay en la noticia13•
Una tercera vía es la vía de la práctica de Jesús. entendida ésta
ahora en sentido amplio: palabras y hechos de Jesús. bajo el pre
supuesto de que lo que hizo Jesús estaba al servicio del anuncio
del reino. Como dice E. Schillebeeckx, "su contenido concreto se
desprende del conjunto de la actividad de Jesús" 14• Esta opción
metodológica es a veces exigida por el mismo Jesús cuando rela7
ciona su actividad explícitamente con el reino, por ejemplo, al ex
pulsar -demonios. Es también posible porque muchas de las acti
vidades de Jesús expresan, de hecho. signos de lo que se entendía
por reino de Dios, como las comidas. Y es al menos verosímil ba.,.
jo el presupuesto de que anuncio y actividad de Jesús estaban ml
trínsicamente relacionados.
'
Estas reflexiones metodológicas sobre cómo establecer lo qu�
el reino de Dios fue para Jesús no carecen de importancia. La teo
logía moderna, aun la progresista. usa más lo que hemos llamado
la vía nocional. afladiendo algunos la vía de la práctica, pero suele
12. R. Aguirre, op. cit., 41. Jesús no habla en la terminología apocalíptica más
precisa. la venida del "eón futuro", ni expresa la utopía en la forma más ha�
bitual de rabinos y fariseos, como .. venida del mesías".
13. Esta obvia consideración no lo ha sido tanto en la teología. la cual ha ten
dido a universalizar precipitadamente los destinatarios de la salvación. La
teología de la liberación es muy consciente, sin embargo, de la necesidad de
historizar los destinatarios de la salvación para, a su vez. saber de qué sal
vación y de qué liberación se trata.
14. Op. cit., 130.
126
ignorar fácticamente la vía del destinatario, en lo cual insiste la
teología de la liberación 15• Y las conclusiones son muyilistintas.
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quien es adoptado por Yahvé. Pero es después del fracaso de la
µionarqufa y tras las catástrofes nacionales del exilio, el cautiverio
y la ocupación por potencias extranjeras, cuando fue apareciendo
con más claridad lo que era el esperado reinado de Dios: un futuro
como reino de justicia para Israel, en cuanto pueblo y al interior
del mismo Israel. La apocalíptica universalizó esa expectativa,
extendiéndola incluso cósmicamente; y, dado su pesimismo histó.
rico, la escatologizó, es decir, hizo coincidir la aparición del rei
nado de Dios con el final de los tiempos, cuando se dará la reno
vación definitiva de toda la realidad y la resurrección de los muer
tos, pues este mundo actual, tal cual es, no puede recibir a Dios.
La conf�sión de la realeza de Yahvé es, pues, fundamental pa
ra Israel y recorre toda su historia; es otra forma de decir que Dios
actúa en la historia y en favor de Israel. Pero hay que aclarar qué
se entiende formalmente por esa realeza para evitar los malenten
didos que el término "reino" pudiera sugerir en la actualidad .
..Reino de Dios" no es una realidad geográfico-política, aunque
expresa la esperanza de un pueblo concreto, al modo como, por
ejemplo, se entendió la cristiandad medieval, de tal manera que la
Iglesia, prácticamente, coincidía con los confines geográficos que
la separaban de los infieles. Tampoco es, en directo, una realidad
cultual-ascendente, es decir, que Israel reconozca que sólo a
Yahvé tiene por rey, aunque indudablemente Israel lo hace en su
liturgia como respuesta a Yahvé18•
El reino de Dios tiene más bien dos connotaciones esenciales:
(a) el regir ·de Dios en acto, (b) para transformar una realidad
histórico-social mala e injusta en otra buena y justa. Por ello, m4s
que de "reino" de Dios hay que hablar antes de "reinado" de Dios.
Es lo que dice el salmo: "ya llega a regir la tierra, regirá el ofl?e
18. Como toda realidad importante, incluida la de Dios, la comprensión del "rei
no de Dios" puede falsificarse, reduciéndolo individualistamente, "que
Cristo reine en los corazones", y, sobre todo, puede degenerar en lo contrario
cuando se lo equipara a una teocracia, en cuyo nombre puede oprimirse, y
dar muerte a quienes simplemente no participan de este reino. Todas las te
rribles "guerras santas", tan frecuentes en la historia, encuentran aquí su úl-
tima justificación.
128
_con justicia y a los pueblos con equidad., (96, 13s). Así, pues, el
"reinado" de Dios es la positiva acción por la que Dios transforma
la realidad y el "reino" de Dios es lo que ocurre sobre este mundo
cuando es Dios quien realmente reina: una historia, una sociedad,
un pueblo transformados según la voluntad de Dios. Y hay que
notar desde el principio que "la característica principal de este
reino es que Dios realiza el ideal regio de la justicia"19• El reino
de Dios es, pues, una realidad sumamente positiva, una buena no
ticia, pero es también una realidad sumamente crítica hacia el pre
sente malo e injusto.
Sobre ese reinado de Dios esperado por Israel hay que insistir
en tres cosas para comprenderlo bien y evitar su tergiversación.
La primera es su incidencia real en la historia de los hombres, es
decir, que el reino es una realidad histórica, no trans-histórica, y
de ahí que la esperanza histórica recorre el AT, aunque la apoca
iíptica ia escatologiza y la pone en el fin de los tiempos. Sea cua
les fueren las esperanzas variadas y cambiantes de Israel, lo esen
cial está en que "le es completamente ajena la resignación que
confina a Dios en el nebuloso más allá de los ideales y que se
compagina con la inmutabilidad del mundo't20. Israel tiene como
esencial a su fe que Dios puede cambiar la realidad mala e injusta
en realidad buena y justa. Por ello, al reino de Dios se correspon
de con una esperanza histórica.
La segunda es que la acción de Dios versa en directo sobre la
transformación de toda la sociedad, de todo un püeblo. Indudable
mente, Israel conoce la realidad del hombre individual, de la; per
sona, y para ella, Dios tiene exigencias y planes salvíficos: que el
corazón de piedra se transforme en corazón de carne (Ez 36, 26s).
Pero con el reino de Dios se designa formalmente la utopía de
Dios para todo un pueblo. Dicho en símbolos dicentes, que el con
flicto se torne en reconciliación, y así el lobo y el cordero puedan
comer juntos (Is 11, 6), que la guerra se tome en paz, y así las es
padas se conviertan en azadones (Is 2, 4), que la injusticia se torne
en justicia y la vida sea posible, y así coman del fruto de su tra-
19. J. Jeremias, op. cit., 122
20. O. Bomkamm, Jesús de Nazaret (Salamanca 1975) 68s.
129
bajo los que trabajan en el campo y habiten casas los que las
construyen (Is 65, 2 1 s), que se supere el distanciamiento religioso
y la exterioridad con respecto de Dios, y asf Dios sea quien hable
primero e inscriba su ley en los corazones (Jer 3 1 , 33). En sínte-
l sis, que en contra de la realidad actual aparezcan "los nuevos cie
. los y Ja nueva tierra" (Is 65, 1 7). Al reino de Dios se le correspon
de, entonces, no sólo con esperanza, sino con una esperanza po
pular, de todo un pueblo y para todo un pueblo.
La tercera es que el reino de Dios surge como buena noticia en
presencia de realidades muy malas, es decir, en presencia del anti-
reino. El reino de Dios no vendrá, por así decirlo, desde una
tabula rasa, sino desde y contra el antirreino que le es formal y
activamente contrario. El reino de Dios es, pues, una realidad dia-
• 1éctica y duélica, excluyente de y conthria al antirreino. Al reino
de Dios se le corresponde, entonces, con una esperanza nada inge
nua, sino contra esperanza, en expresión paulina (R.-n 4, 1 8) pos
terior, y con una esperanza activa y luchadora en contra del
antirreino.
En resumen, el reino de Dios es una utopía que responde a una
secular esperanza popular, en medio de innumerables calamidades
históricas; es, por ello, lo bueno y lo sumamente bueno. Pero es
también algo liberador, porque adviene en medio de y en contra
de la opresión del antirreino. Necesita y genera una esperanza que
es también liberadora de la comprensible desesperanza histórica
mente acumulada de que lo que triunfa en la historia es el anti
rreino21 .
130
escrutaban los signos de los tiempos para averiguar la venida del
reino. Esenios y fariseos querían acelerarla con una vida de pu
reza, de contemplación y de observancia de la ley. También había
grupos que querían acelerarla con la violencia annada que implan
tase la teocracia, aunque es muy improbable que ya en tiempo de
Jesús existiese el movimiento antirromano annado de los zelo
tas22. Afios después de la muerte de Jesús, éstos aparecen clara
mente en escena y formulan su ideal en términos de reino de Dios.
Así, Flavio Josefo cuenta que un mesías zelota quiso entrar en
Jerusalén desde el monte de los olivos con una facción armada
para instaurar el reino de Dios. Más tarde, en el afio 70, cuando
los romanos asaltaron el templo, se encontraron con seis mil
judíos esperando la llegada del reino de Dios.
Sea cuales fueren sus formas, lo que es claro es que existían
grandes expectativas en tiempo de Jesús y que él es comprendido
en relación a ellas, por lo que ias confirma, por lo que las mo
difica y por lo que las trastrueca. Esto lo vamos a presentar en un
pequef\o excurso, analizando la figura de Juan bautista y su rela
ción con Jesús, útil por lo que afirma de tal expectativa y también
para conocer a Jesús, quien, muy verosímilmente, fue discípulo de
Juan2l.
Ju 'fll bautista aparece en el desierto, anunciando la venida in
minente de Dios en términos de "juicio de Dios" y no de "reino
de Dios"24• Por ello, la formulación mateana (redaccional) "el rei
,
no de los cielos está cerca . {Mt 3, 2) estaría al servicio de mostrar
131
el paralelismo entre Juan y Jesús. Pero. aunque no fuese en la ter
minología del "reino". Juan sí da una respuesta a la expectativa de
su tiempo. aunque inesperada por el vigor de la conminación.
Dios se acerca y se acerca escatológicamente como ira inminente.
.
"Ya está puesta el hacha a la raíz de los árboles . (Le 3. 9). y de
ahí la conminación a la conversión: sólo ella puede salvar y no la
pertenencia al pueblo de Israel. Juan aparece. pues, como profeta
que denuncia el pecado del pueblo, anuncia la venida de Dios y de
su radical juicio. Y ante ello queda abierta una posibilidad y sólo
una posibilidad: la conversión, expresada en el bautismo como
perdón de los pecados y realizada en "dignos frutos de penitenciaº
(Mt 3, 8). En medio de la ira de Dios que viene, Juan anuncia algo
de buena noticia: la posibilidad de salvación en el bautismo, y
anuncia algo escatológico: la unificación del verdadero Israel25•
Este mensaje y la persona del Bautista ejerció un gran influjo
en tiempo de Jesús, pero también en el mismo Jesús. Los evange
lios narran que Jesús se dejó bautizar por Juan, y la historicidad
del acontecimiento parece indiscutible. Las comunidades no pu
.dieron haber inventado una escena en que Jesús aparece siendo
bautizado con el resto del pueblo (Le 3, 21), sin distinguirse de
los demás (Jn 1, 26.31) y con un bautismo que era específica
mente para el perdón de los pecados.
Además, no dejaría de causar indignación en las primeras co
munidades que Jesús se dejase bautizar por Juan, signo de inferio
ridad con respecto a Juan, cuando después de su resurrección los
discípulos de Juan seguían practicando el bautismo (Hch 19. 1 -7)
y seguía existiendo la competencia entre los discípulos de Jesús y
los de Juan, de la cual se hacen eco los evangelios y los Hechos:
se contrapone el ayuno de los discípulos de Juan al no ayuno de
los de Jesús (Me 2, 1 8ss), Jesús y sus discípulos también bautizan
cía, pues, a la gente que queóa ser bautizada por él: raza de víboras, ¿quién
les ha enseñado a huír de la ira inminente'? Den, pues, frutos de conver
sión ... " (Mt 3, 7s; Le 3, 7s).
25. El Bautista, por medio del baño de inmersión, congregaba a los penitentes
para reunirlos en el pueblo escatológico a fm de salvarlos del veredicto de
condenación en el juicio final", J. Jeremias, op. cit., 62.
1 32
(Jn 3, 22ss) -aunque Juan reconoce que Jesús no bautizaba él
mismo (Jn 4, 2-3)-- y más que los de Juan (Jn 4, 1), los discípu
los que antes habían sido de Juan pasan después a ser discfpulos
de Jesús (Jn l , 35-42).
Y una última prueba de la historicidad del bautismo de Jesús : !
por Juan es que la escena del bautismo se fue reescribiendo para
que no quedase duda de la superioridad de Jesús sobre Juan, '
aunque aquél aceptó bautizarse por éste. En Marcos, quien parece
usar una tradición presinóptica, el bautismo es descrito escueta
mente (Me l , 9). Mateo, por preocupación doctrinal, ha �tepues
to un diálogo entre Jesús y Juan, en el cual éste, en un primer mo
mento, rehusa bautizarlo (3, 14) y sólo accede en base a las pala
bras del mismo Jesús de que "conviene hacer toda justicia" (3,
15). Lucas silencia el nombre del Bautista y presenta el hecho
mismo del bautismo de pasada, en un genitivo absoluto, "bautiza
do Jesús" C.i...c 3, 2 1) para concentrarse en la revelación del
Espíritu a Jesús puesto éste en oración (Le 3, 2 1 b-22). Juan elude
la escena del bautismo (aunque alude a ella en 1 , 32-34) y se in
teresa en el testimonio que Juan da sobre Jesús, de quien dice que
bautiza en el Espíritu Santo (Jn 1 , 1 9-28). En resumen, Juan bau
tista se convierte en precursor de Jesús (Mt 3, l ls; Hch 1 3, 24s).
Que Jesús fue bautizado por Juan es, pues, algo históricamente
asegurado. Pero no sólo eso. La relación de Jesús con Juan debió
ser n\ucho más profunda. Jesús debió pertenecer al círculo de
Juan y quizás hubiese también bautizado por su cuenta. Desde el
punto de vista histórico-religioso, Jesús se inició y dependió del
movimiento profético-escatológico del Bautista. "No nos ima_gi
nemos de ningún modo que la relación de Jesús con el Bautista
fue una relación fugaz' 026• Indicios de esta profunda relación son la
alabanza de Jesús a Juan como el mayor de los profetas y el más
grande de los nacidos de mujer (Le 7, 26ss; Mt 1 1 , 1 8s) y el que
se retirase a un lugar solitario cuando le anuncian el asesinato del
Bautista (Mt 14, 3- 13). Y no olvidemos algo muy importante: en
26. J. Jeremias, op. cil., 63; J. Becker, op. cil., 15; K. Niederwimmer, Jesus
(GOttingen 1968) 28ss; J. Moltmann, Der Weg Jesu Christi. Christologie in
messianischen Dimension, München (1989) 1 07ss.
133
Marcos y Mateo Jesús comienza su propia actividad "después de
que Juan fue preso" (Me 1, 1 4; Mt 4, 1 2), lo cual se puede inter
pretar, al menos verosímilmente, como motivación existencial de ;
Jesús para comenzar su propia obra por lo ocurrido a Juan y no ·
sólo como coincidencia cronológica27•
Lo importante de este análisis es que Jesús tomará de Juan la
ocasión y algunos contenidos para su propia proclamación de la
venida del reino de Dios. Como el Bautista, Jesús aparecerá fun
damentalmente como un profeta, aunque parte de su lenguaje esté
tomado de la apocalfptica, anunciará la venida cercana de Dios.
destruirá las falsas esperanzas en las prerrogativas de Israel, anun
ciará el juicio de Dios no sólo sobre los gentiles, sino también
sobre Israel, rechazará a los que confían en su propia justicia, aco
gerá a pecadores notorios, abrirá su predicación a todos y no, co
mo los esenios y fariseos, a un resto separatista. Y, como Juan, ·
ofrecerá la posibilidad de salvación. Salvación, por cierto, que, en .
ninguno de los dos casos, se relaciona con las instituciones salvf- ·
ficas del AT: el templo, el culto, los· sacrificios, sino con algo aje
no a ellas, el bautismo en el caso de Juan, incondicional confianza
en Dios en el caso de Jesús, y conversión real en ambos casos.
Con esto hemos presentado el horizonte inmediato de la misión
de Jesús y su visión del reino, fundamentalmente, el reino profé
tico de Juan, aunque se distanciará en puntos esenciales de la .
comprensión de ésle.
134
nuación. Pero antes queremos hacer una breve reflexión sobre el
hecho mismo de que Jesús aparece entroncado en una tradición de
esperanza para la historia oprimida, que aparece antes que nada en
continuidad con una tradición esperanzada.
El hecho mismo de que exista esta continuidad no suele ser
muy apreciado en la cristología, y ha solido ser desdeftado, pues
suele buscarse ante todo algo específico de Jesús que lo muestre
diferente a los demás seres humanos para poder afinnar · su irre
petibilidad. Es decir, se busca en Jesús aquello en que aparece en
discontinuidad con el resto de los seres humanos. Y digamos que
algo hay de muy extran.o en este modo de proceder.
Esclarezcámoslo con un ejemplo sencillo, las cristologías tradi
cionales no suelen valorar mucho la parábola del buen samaritano
ni que Jesús mismo viviese como buen samaritano, porque, en
principio, el contenido de esa parábola podría ser conocido con
independencia de jesús y no tendría por qué ser algo único de Je
sús. Pero si Jesús realmente hubiese hecho milagros portentosos
que nadie más hubiera hecho o si hubiera tenido conciencia clara
y explícita de su divinidad, eso sí sería decisivo para la cristo
logía, porque mostrarla la discontinuidad radical de Jesús con los
demás seres humanos.
Hoy en día, las cristologías no suelen basarse ya en ese tipo de
realidades históricas irrepetibles de Jesús, pero tampoco suelen
valorar debidamente lo común de Jesús con los demás. Y si habla
mos de extrai'ieza sobre este modo de proceder es por lo siguiente.
Aquello a través de lo cual Jesús revelará la verdad de Dios y del
ser humano es lo menos esotérico y lo más común, el amor; .y si
de buscar discontinuidad se trata, ésta se encuentra no más allá,
sino en ese mismo amor, en un amor sin límites, hasta el final de
la cruz.
Que desde un punto de vista histórico aparezcan o no disconti-
nuidades entre Jesús y los demás seres humanos es cosa a cons
tatar, pero hay que recalcar el hondo significado de la continuidad
de Jesús con las tradiciones positivas de la humanidad. Volviendo
al reino de Dios, ante todo hay que valorar grandemente el hecho
mismo de que Jesús participa de la expectativa del reino, que cree
135
que es posible, que cree que es bueno y liberador. Esta visión re-:
trotrae a Jesús a la humanidad, pues la humanidad28 , no sólo Is-;
rael, ha fo rjado esas esperanzas utópicas, y es, por ello, una forma
eficaz de afirmar en categorías históricas y existenciales su ver-·
dadera humanidad (como el dogma lo proclamará después en ca-,
tegorías ontológicas), pues presenta a Jesús confrontándose con 1a·
pregunta que siempre ha hecho la humanidad: si hay o no salva-·
ción para la historia oprimida. Y Jesús aparece entroncado en la'
humanidad de una manera específica: es de los que creen que es' ·
posible superar la miseria de la historia. Jesús aparece, entonces,
entroncado en la corriente esperanzada de la historia, en m�io de
la opresión, que una y otra vez formula una utopía, que cree que
la justicia es posible. Y de esta forma se podrá expresar (desde la
fe) que la humanidad de Jesús es la humanidad verdadera.
En este sentido preciso, Jesús no tiene por qué ser visto como
monopolio de los cristianos, sino que pertenece a la corriente es
peranzada, expresada en formas religiosas o seculares, de la hu
manidad, pertenece a la corriente solidaria con los sufrimientos de
la historia, corriente que no ve eh esos sufrimientos la última po
sibilidad de la historia. Aquí se da, desde el mismo Jesús, la po-'
sibilidad de un ecumenismo universal y humano de todos los que
esperan y trabajan por un reino. De ahí que es muy comprensible
que no cristianos puedan pedir a los cristianos simplemente "de
vuélvannos a Jesús".
Dicho esto, veamos la noción específica que tiene Jesús del
reino de Dios, tal como aparece en sus palabras, especificidad que
será ahondada después, al analizar los destinatarios y el servicio
de Jesús al reino.
136
cos 9, 1 Jesús dice: "yo les aseguro que entre los aquí presentes
hay algunos que no gustarán fa muerte hasta que vean venir con
poder el reino de Dios". En sus parábolas, afinna que la cosecha
ya está madura (Mt 9, 37 par), que los campos ya blanquean (Jn 4,
35), que ahora hay vino nuevo (Me 2, 22), que es la hora del no
vio y no hay que ayunar (Me 2, 18-20). Jesús afirma que si expul
sa los demonios es que ya ha llegado el reino de Dios (Mt 12, 28).
A la pregunta de los fariseos sobre cuándo llega el reino les res
ponde que "el reino de Dios ya está en medio de ustedes" (Le 17,
21 ). En una palabra, la aurora de la salvación ya ha despuntado,
los viejos tiempos han pasado. "La hora escatológica de Dios, la
victoria de Dios, la consumación del mundo está cerca. Y por
cierto: muy cerca•t29, Y si al final de su vida Jesús no ve con la
misma claridad la cercanía de ese reino ni que venga de la manera
como lo había pensado, en la. cena vuelve a mostrar, sin embargo,·
su convicción de que va a veriir. "Ya no beberé del product.o de
la vid hasta el día aquel en que lo beba de nuevo en el reino de
Dios" (Me 14, 25). Ese banquete es el banquete definitivo en el
cual a la mesa estarán Abraham, Isaac, Jacob y al cual vendrán los
paganos de los cuatro puntos cardinales (Le 13, 28s).
Estas palabras de Jesús debieron causar conmoción. Jesús no
sólo espera el reino de Dios, sino que afirma que está cerca, que
su venida es inminente, que el reino no debe ser sólo objeto de
esperanza, sino de certeza30• En lenguaje sistemático, Jesús tiene
la audacia de proclamar el desenlace del drama de la historia, la
superación, por fin, del antirreino, la venida inequívocamente sal
vífica de Dios. Y los signos que acompaflan a sus palabras man
tienen esa esperanza.
137
no está, pues, transida de gratuidad, Dios viene por amor gratuito,
no como respuesta a la acción de los hombres.
Esta gratuidad, sin embargo, no se opone a la acción de los
hombres. Las "parábolas de crecimiento" subrayan que el reino de
Dios y su venida definitiva no dependen de la acción de los hom-
bres, pero tampoco se trata de un crecimiento mágico. Más ade-
lante trataremos la relación entre la gratuidad y la acción de los
hombres, pero digamos ya desde ahora que gratuidad y_ actividad
no se oponen, como suele presuponerse. El mismo Jesús, que
anuncia la gratuidad del reino, no deduce de ahí la inactividad
hacia el reino, sino que más bien realiza una serie de actividades
relacionadas con el reino. Que esto lo haga porque viene el reino,
y así puede poner esos signos, o para que venga el reino, y así de
esa acción de Jesús depende su venida, no se puede dilucidar en
pura teoría, pues, existencialmente, está unido en Jesús, pero lo
decisivo es recalcar el hecho mismo: Jesús sirve activan1ente al
reino. Y por lo que toca al antirreino, la situación de injusticia, es
claro que no la tolera y la denuncia, actúa, por lo tanto, y con gran
vigor, aun pensando que la duración del antirreino iba a ser muy
breve31 •
Y lo mismo queda claro por lo que toca a los oyentes. La ve
nida del reino exige una conversión, metanoia, lo cual, aunque
haya que precisarlo más en detalle, es un hacer deLoyente: la es
peranza que deben llegar a tener los pobres, el radical cambio de
conducta que deben hacer los opresores, las exigencias a todos de
una vida digna del reino32•
Gratuidad y acción no se oponen, pues. La venida del reino de
Dios es algo que, por una parte, sólo se puede pedir, no forzar;
pero, por la otra, ya sobre esta tierra tiene que realizarse la vo
luntad de Dios. Lo que sí queda claro es la absoluta iniciativa
amorosa de Dios, no forzada ni forzable, por ser innecesaria e im
posible, por la acción de los hombres. Y queda también claro que
ese amor gratuito de Dios es el que genera la necesidad y la po-
138
sibilidad de la reacción amorosa de los hombres. En el caso de la
conversión del pecador. es la bondad y la ternura de Dios lQ que
mueve a que el pecador, él mismo, cambie su conducta. "La mise
ricordia de Dios que se experimenta es ... el presupuesto, la base y
el fundamento del comportamiento misericordioso que debe exis
tir entre los hombres"33• En el lenguaje de la Primera carta de
Juan, "Dios nos ha amado primero. amémonos unos a otros" ( lJn
4, 1 1). En el amor gratuito de Dios aparece el contenido y la ca
pacitación para que nosotros amemos al hermano�
El don de Dios no se opone a la actividad humana, o, con más
precisión, sólo se opone a una cosa: a que esa actividad se com
prenda prometeicamente, a que pueda causar o forzar la acción de
Dios. Lo que rechaza, pues, Jesús, al afirmar el reino como don es
que, tal como pretendían esenios, fariseos y grupos armados, cada
uno a su modo, se pueda o se tenga que forzar la venida del reino.
Este viene por puro amor de Dios. A ese nivel, sí, lo único que
puede hacer el ser humano es simplemente orar, como ensena
Jesús: "venga a nosotros tu reinoº (Mt 6, 10; Le 1 1 , 2).
33. /bid., S3. Eso es lo que posiblita el mismo Jesús. ..Jesús es la misericordia
de Dios en persona que llega a este mundo, se acerca concretamente. física
mente al hombre, lo toca en su temporalidad y en su carne, para que se en
tregue confiado e incondicional a esa misma acción de Dios y lo convierte
en lo que Dios es, misericordia. El hombre perdonado es, a su vez, capaz de
nu�cordia", O. Baena. "El sacerdocio de Cristo", Diakonia 26 (1983) 133.
/
139
eu-aggelion. la buena noticia.
Jesús afinna que la llegada del reino de Dios es bueno y lo su
mamente bueno. Jesús, como el Bautista. exige conversión cuando
anuncia la llegada del reino (Me 1, 14; Mt 4, 17), y después exi�
girá radical conversión (Me 9, 43-48). Pero en sí misma, la llega
da del reino .es, antes que nada, buena noticia, como lo explicitan
Mateo y Lucas: ºla buena noticia del reino de Dios". Esto es lo
sumamente importante que dice Jesús: Dios se acerca, se ace19
porque es bueno y es bueno para los hombres que Dios se acerJ
que. Dicho en el lenguage sistemático de Rahner, Dios ha roto
para siempre la simetría de ser posiblemente salvador o posi13,Ié�
mente condenador. Dios aparece, por esencia, como salvación, y
su acercamiento es en directo salvación.
Veamos brevemente qué significa el ténnino eu-aggelion y
cuál es su relación con el reino de Dios. En el NT aparece muchas
veces y con diversidad de significados34• En los sinópticos, es un
ténnino central y también con diversidad de significados. En el
comienzo del evangelio de Marcos, cuando habla el propio evan+
gelista, el ténnino evangelio puede referirse a la persona de Jesús
o a lo que Jesús trae (1, 1). Pero en otros pasajes, cuando el tér
mino eu-aggelion aparece en boca de Jesús, es usado en sentido
absoluto (8, 35; 10, 29; 13, 10; 14, 9) y una vez aparece como "la
buena noticia de Dios" (1, 14). En Marcos, pues, la buena noticia,
es aquello que trae Jesús de parte de Dios, aunque a ella pertenece
también, según el evangelista, la persona, la vida y el destino de
Jesús.
En Mateo, eu-aggelion significa "la buena noticia del reino�•
(4, 23; 9, 35; 24, 14). Lucas evita el uso del sustantivo eu-agge
lion en todo su evangelio y sólo aparece dos veces en los Hecho�:
una en sentido absoluto (15, 7) y otra cualificado como "el favo_r
de Dios.. (20, 24). Sin embargo, como lo hace también la fuent�
Q, usa profusamente el verbo "evangelizar'' (en el evangelio diez
140
veces y en los Hechos quince veces), en el sentido de "llevar la
buena noticia". En Lucas y en Q, el término eu-aggelion se re
monta, pues, a su significado en Isafas (6 1, 1-3; 42, 1 -4; 51, 1 6;
52, 7; 59, 2 1 ), "en el que están mutuamente ligados los conceptos
de "profeta escatológico" y "llevar la buena nueva a los pobres"35•
La conclusión es que, en los evangelios, b�e�a. noticia J�s Je
sús, por supuesto, pero ante todo, con prioridad lógica, buena no
ticia es lo que Jesús trae: el reino de Dios. Esto es así por la natu
raleza del asunto, pues no se ve cómo se pueda separar el reino de
Dios que anuncia Jesús y la buena noticia que trae el mismo Je
sús. Pero a veces aparecen unidos incluso lingüísticamente: el
"evangelio del reino de Dios"; es decir, el reino de Dios como
buena noticia.
Si esto es así, el anuncio del reino de Dios no es sólo algo
verdadero, así son las cosas, sino algo que por esencia debe ser
anunciado con gozo y de_!>e_ pro_t!_u�ir_gQzo, como también lo cons
tatan los evangelios. Y esto, digamos de pasada, impone algunas
condiciones sobre cómo anunciarlo en el presente y posibilita la
verificación de si se ha anunciado. No es lo mismo anunciar una
verdad para que sea aceptada, que, además, resulta ser buena no
ticia, que anunciar en directo una buena noticia, que, es, además,
verdad. Y un modo de verificar · que lo que se ha anunciado es
buena noticia es constatar si produce gozo, pues sería estricta
contradicción anunciarla y que no generase gozo. El gozo del que
lo anuncia y del que lo recibe es esencial a que en el anuncio esté
en juego una buena noticia, cosa frecuentemene olvidada en la
misión de la Iglesia, muchas veces más interesada en comunicar
una "verdad" que debe ser ofrecida y recibida ortodoxamente, sin
preocuparse de presentarla con gozo y de verificar de si lo ha
generado o no.
En suma, que el reino de Dios sea eu-aggelion significa que
debe alegrar �_l�s _oy�n_tes. En palabras de L. Boff, "Jesús articula
un dato radical de la existencia humana, su p rincipio esperanza y
su dimensión utópica. Y promete que ya no será utopía, objeto de
141
ansiosa expectación (ver Le 3, 14), sino topfa, objeto de alegría
para todo el pueblo (ver Le 2, 9)"36. Y en palabras de R. Aguirre,
"Jesús dio expresión religiosa a la situación real de la inmensa
mayoría del pueblo judío del siglo l. El Dios del reino expresa la
esperanza real de un pueblo en grandes dificultades materiales,
sumido en una crisis de identidad cultural y polftica. Por eso Jesús
suscitó un indudable eco popular a lo largo de todo su minis
terio"37.
142
Pero esto no impide que Jesús tuviera en mente un destinatario
específico cuando anunciaba el reino de Dios. Lo ánico que se
deduce de lo dicho es que no excluía a nadie de la posibilidad de
entrar en él. Pero no es lo mismo no excluir que dirigirse en di
recto a ciertos grupos de personas. Y estos son los pobres. , .
143
la situación moral o personal en que se encuentren, Dios los de
fiende y los ama, y son los primeros destinatarios de la misión de
Jesús (n. 1 142).
Esta afirmación sigue siendo fundamental y sigue siendo la
piedra de toque, creemos, para comprender el reino de Dios, a
Jesús y la misión de la Iglesia en la actualidad. Con frecuencia se
· la desvirtúa entendiendo por pobres, y espiritualizándolos, a los
¡
te, pobres son los que gimen bajo algún tipo de necesidad básica:
en la línea de Isaías 61, 1 ss. Así, pobres son los hambrientos y se
dientos, los desnudos, los forasteros, los enfermos, los encarce-:
lados, los que lloran, los que están agobiados por un peso real (Le.
6, 20-21; Mt 25, 35ss). En este sentido, pobres son los que viven
encorvados (anawin) bajo el peso de alguna carga, que Jesús in
tetpretará muchas veces como opresión, aquellos para quienes,
vivir y sobrevivir es una durísima carga. En lenguaje actual, po-.
dría decirse que son los pobres económicos, en el sentido de que
el oikos (el hogar, la casa, el símbolo de lo fundamental y pri
mario de la vida) está en grave peligro, y con ello están negados
del mínimo de vida.
Por otra parte, pobres son los despreciados por la sociedad vi-
41. Cfr. op. cit., 134-138; J. Pixley y C. Boff, Opción por los pobres (Madrid
1986); G. M. Soares-Prabhu. "Clase en la Biblia: los pobres, ¿una clase so
cial?", RLT 12 ( 1987) 217-239.
144
gente, los tenidos por pec�dores, · los publicanos, las · prostitutas /
(Mc- 2, 16; Mt 1 1, 19; 21, 32; Le 15,' l ss), los sencillos, los pe
quenos, los más pequet'ios (Mt 1 1 , 25; Me 9, 36ss; Mt 1 0, 42; 1 8,
10. 14; _Mt 25, 40.45), los que ejercen · profesiones despreciadas
(Mt 2 1 ; 3 1 ; Le 1 8, 1 1). En este sentido, pobres son los margina-_
dos, "a quienes su ignorancia religiosa y su comportamiento
moral les cerraban, según la convicción· de' la época, la puerta de
acceso de salvación'"'2• Podría decirse que son los pobres socio
lógicos, en el sentido de que el ser socium (símbolo de relaciones
interhumanas fundamentales) les está negado, y con ello, el mí-
nimo de dignidad.
En los evangelios no existe, pues, un concepto absolutamente
unívoco de pobres en quienes piensa Jesús como destinatarios del
reino, ni por supuesto una reflexión estrictamente conceptual que
responda a las preguntas . que hoy se suelen hacer al analizar la
realidad de ios pobres43• Pero tampoco se puede negar una. visión
fundamental de lo que significan los pobres para Jesús:- Pobres
son los que están abajo en la historia y los que están oprimidos
por la sociedad y los segregados de ella; no lo son, pues;· todos los
seres humanos, sino los que están abajo, y ese estar abajo sig
nifica estar oprimidos. Según lo citado por Jeremías, tanto Ja po
breza económica como la indignidad moral expresan ese estar
abajo. Desde un punto de vista puramente conceptual, ambas' co
sas pudieran separarse (Zaqueo participada de la indignidad so
cial, pero no de la pobreza económica), pero ambas acepciones de
pobre suelen coincidir y convergen históricamente, como ocurre
también hoy en el tercer mundo. Pobres son aquellos cercanos .a la
muerte lenta de la pobreza, para quienes sobrevivir es una pesada '.
carga y su máxima tarea, y, a la vez, son los privados de dignidad
social y a veces también de dignidad religiosa por no cumplir con ,:
la legislación eclesial. Pobres son lo que en América Latina se
llaman las mayorías populares.
Ante estos pobres,· Jesús muestra indudable parcialidad, con lo
145
cual la hoy llamada opción por los pobres comienza con Jesús (y,
antes de él, con los profetas, y tiene sus raíces en el mismo Dios):
parcialidad hacia los pobres económicos, como aparece en las
bienaventuranzas de Lucas, y parcialidad hacia los pobres socia-
les, como aparece en su defensa de los pecadores y los publi
canos, expresada todavía con mayor explicitud, quizás, que la an-
terior, precisamente, porque la segregación por razones religiosas
era más provocativa44•
Dicho esto, hagamos también una breve caracterización.de los
_pobres como grupo social . en tiempo de Jesús, que ilumine la ac
tual discusión sobre su significado, ya que hoy se pide de todos
hacer la opción preferencial por los pobres, y que ilumine, sobre
todo, qué fue para Jesús el reino de Dios.
Ante todo, hay que recalcar que los sinópticos hablan de po- :
bres en plural, no de pobres individuales ni de la suma de todo
ellos, sino de una realidad, se la entienda como grupo o clase, co
lectiva y masiva, y caracterizada suficientemente en términos his
tóricos. De "pobres", en plural, se habla en las bienaventuranzas;
de "multitudes" de enfermos se habla en los sumarios; y de ºmu
chedumbres" que escuchaban a Jesús se habla con frecuencia.
Analizando un poco más en detalle a esos grupos o colec
tividad de pobres45, en primer lugar, hay que decir que son eco
nómico-sociológicamente pobres. En el griego del NT, el término
más usado para describir a los pobres es el de ptochos (del verbo
ptosso: agacharse, encogerse). De las veinticinco veces que apa
rece el término, veintidós veces "se refiere a los afligidos y despo
seídos económicamente''46. En los tres lugares en que el ptochos
44. La segregaci6n social es una perenne tentaci6n del hombre religioso y lo era
en tiempo de Jesús. E. Schillebeeckx. op. cit., 131s: "estos círculos suelen
mantener el principio de amar a los que Dios ama (y elige) y odiar a los que
Dios rechaza ... Sobre todo 'los publicanos y pecadores' son evitados como la
peste; el trato con ellos significa hacerse uno mismo pecador".
45. En el análisis seguimos el artículo de G. M. Soares-Prabhu, citado en la nota
4 1 . Este análisis no contradice, pero sí complementa el de J. Jeremias, en ell
cual está más ausente la perspectiva socio-política.
46. Op. cit., 223.
146
designa ·al pobre espiritual (Mt 5, 3; ver Ga 4, 9; · Ap 3,. 17j
siempre se le an.ade alguna cualificación a dicho término. Y en los
tres casos en que Jesús relaciona reino de Dios y ptochoi (Mt 11,
5 = Le 7, 22; Le 4, 18 y Le 6, 20) su significado tampoco es es
piritual. La conclusión es que en el NT y en Jesús "el término
'pobre' es una categoría sociológica, aun en los tres textos que ,1¡ ·1
mencionan la-buena-noticia-para-los-pobres""'7• ¡ \
147
de la liberación. Es al menos una ligereza, cuando no hipocresía,
recalcar la universalidad, para rechazar la parcialidad, pues poco
universal será una universalidad que no tenga en cuenta a las :
mayorías de este mundo. Y la cualidad de esas mayorías apunta
también a que el reino pueda llegar a ser una realidad universal: si
hasta a éstos, a quienes nunca les ha llegado, llega también la
vida, entonces, podrá hablarse de universalidad del reino de Dios.
Si los pobres, así entendidos, son los destinatarios del reino,
entonces, desde ellos se puede comprender mejor también en qué
reino pensaba Jesús. Es un reino fonnalmente parcial y un reino
cuyo contenido mínimo, pero fundamental, es la vida y dignidad
de los pobres.
50. P. Miranda, op. cil. R. Sivaue. ..La práctica de la justicia. criterio de discer
nimiento de la verdadera experiencia de fe. según el Antiguo Testamento",
en Varios, La justicia que brota de la fe (Santander 1982).
148
lando su propia realidad. Y eso se mantiene a lo largo de todo el
AT. "Padre de huéñanos y viudas es Dios", define a Dios el
Salmo 68, 6. En los profetas, Dios llama "'miº pueblo no a todo
Israel, sino a los oprimidos dentro de él51 • Yahvé es defensor de
Israel, el Go' el, "porque defiende al pobre"52, y en la medida en
que Israel los defienda seguirá siendo su Dios. H. Wolf ha en
contrado la vedadera confessio Dei de Israel en esta exclamación:
"en ti el huéñano encuentra compasi6n'-s3_
No debiera extraftar, pues, la parcialidad del reino de Dios. Si
apocalípticamente Jesús recalca su carácter escatológico y su ve
nida inminente, proféticamente subraya la parcialidad de Dios
como Dios de los pobres. Y esa parcialidad de Dios, también en
términos de reino, está presente en el AT. El "rey esperado", la
utopía, no es cualquier rey, sino el rey parcial hacia los oprimidos.
"La justicia del rey... no consiste primordialmente en emitir un
veredicto impai-cial, sino en la protección que se preste a los des
validos y a los pobres, a las viudas y a los huéñanos"54• Esa era la
forma de expresar la utopía en términos de realeza en Israel y en
los pueblos vecinos: el impartir justicia "parcialmente". Y lo mis
mo aparece en el lenguaje del "esperado juez justo". "Cuando en
la historia se ideó la función de un juez o lo que después llegó a
llamarse juez, fue exclusivamente para ayudar a quienes, por ser
débiles, no pueden defenderse; los otros no lo necesitan... · Cuando
la Biblia habla de Yahvé "juez" o del juicio cuyo sujeto es Yahvé,
piensa precisamente en el significado que le hemos visto a la raíz
spr. salvar de la injusticia a los oprimidos"55•
La lógica interna de esta parcialidad se analizará más adelante
al contraponer al Dios de vida y a los ídolos de muerte, lo cual
mostrará . que la parcialidad no es sólo elección arbitraria, sino
activa defensa del pobre por serlo, y explicará también la per-
149
secución a Jesús. Pero ahora sólo queremos �calcar el hecho y �a
dificultad, hoy como ayer, de aceptarlo. Y para ello recordemos
que en la respuesta a los enviados de Juan, al enumerar las sefl.ales
del reino y el anuncio de la buena noticia a los pobres, Jesús ter
mina con estas palabras: "y dichoso aquel que no se escandalice
de mf' (Mt 1 1, 6; Le 7, 23). ¿Cómo puede una buena noticia
producir escándalo? La razón está en que la relación entre Dios y
los hombres era vista según la conducta moral de éstos. Que �l
reino de Dios llegase para los justos tenía su propia lógica interna;
pero que llegase haciendo caso omiso de la situación moral de las
personas, eso era escandaloso. El anuncio de la buena noticia a los
pobres, por el mero hecho de serlo, sacude y conmociona los ci
mientos de la religión, y es la _mejor manera de mostrar la gra
tuidad de Dios en un mundo que ideologiza la riqueza. "Por eso,
el escándalo nace de la buena noticia y no primariamente del
llamamiento que Jesús hace a la penitencia"56• Ese escándalo de
ios que no son pobres es una prueba indirecta, pero eficaz, de que
e1 reino de Dios es para los pobres por el mero hecho de serlo, y
de que Dios se revela, según su propia realidad, como parcial a
los pobres por el mero hecho de serlo.
Esa parcialidad de Dios nos parece una constante en su re
velación. Pero, además, se manifiesta con toda claridad que se tra
ta de parcialidad, porque en ella se opta por unos a diferencia de y
en contra de otros. Es, pues, una parcialidad dialéctica que tam
bién recorre la Escritura. Por conocido que sea, hay que valorar
con cuánta frecuencia en la Escritura, para afinnar lo que Dios o
Jesús quieren, afinnan aquello contra lo que están en contra. Y de
ahí, la tipificación frecuente de dos tipos de grupos o de seres
humanos: unos aceptados por Dios y otros rechazados por Dios. !
En el AT se contrapone Abel a Caín, Moisés al faraón, lqs
dirigentes del pueblo judío a las mayorías pobres dentro de él. En
el NT, el magnificat contrapone humildes a poderosos; Jesús con
trapone los pobres, los que pasan hambre y lloran, a los ricos, :a
los que están saciados y ríen; los nin.os a los sabios; los pecadores
1 50
a los justos; los publicanos y prostitutas a los fariseos y escribas ...
En cada caso habrá que analizar exegéticamente lo que afinna
Jesús, pero sería un grave error que los árboles no dejasen ver el
bosque. Y que en Jesús había clara conciencia de parcialidad y de
que ésta no era aceptada, aparece claramente en las parábolas,
como veremos después. Recordemos ahora solamente cómo for
mula Jesús esa parcialidad en ténninos operativos: "los últimos
serán los primeros".
151
los pobres, la defensa que Jesús hace de la vida como voluntad
primigenia de Dios.
Para Jesús, la ley de Israel es expresión de la primigenia ·
voluntad de Dios. En los evangelios son pocos los pasajes en que
Jesús menciona la Tora escrita, pero cuando lo hace la presenta ·
como la última voluntad de Dios. Y curiosamente, pero lógica- ·
mente, se concentra en su segunda parte, es decir, en aquellos ·
mandamientos que se refieren al prójimo y aseguran la vida (Me
10, 1 9 par. y véanse también las antinomias de Mt 5, 21-48). Y
cuando ejemplifica el cumplimiento de los mandamientos, presen- .
ta siempre a un ser humano en necesidad primaria de vida que
necesita ser ayudado: los padres en necesidad (Me 7, 10; Mt 15,
4: la guarda del cuarto mandamiento), el herido en el camino (Le
10, 30: la guarda del mandamiento del amor al prójimo). Jesús fue :
un inconfonnista con respecto a la ley y G. Bomkamm llega a
decir que "Jesús critica hasta la misma Escritura"59• Pero cuando
lo que está en juego es la defensa de la vida primaria, lo más
específico de la ley, la defiende y exige sin vacilar.
Más clara se nota todavía esa intención de Jesús de defender la
vida básica en la crítica que hace a la interpretación oral de la ley,
hecha por los escribas: la Hala/ca. Al analizar esas interpretacio
nes, Jesús condena la creación de las tradiciones humanas que van
contra la voluntad primigenia de Dios en favor de la vida: anular
la ayuda a los padres en necesidad (Me 7, 8- 13; Mt 15, 3-9),
prohibir comer porque se han tomado espigas de un campo ajeno
y en sábado (Me 2, 23-28 par).
Jesús, por último, hace central el símbolo primario de vida: la
comida y el pan. Jesús come con publicanos (Me 2 . 15- 17), gesto
simbólico que no se reduce al puro comer, pero que lo incluye. :
Hace poco caso de las abluciones rituales antes de la comida (Me ·
7. 2-5; Mt 15, 2), instituciones humanas aquéllas y voluntad divi
na ésta. Multiplica los panes para recalcar, independientemente de
la intención cristológica y litúrgica del relato, que al hambriento
1
152
hay que darle de comer, y el relato dice explicítamente que co
mieron y fueron saciados (Me 6, 30-44 y par; Me 8, 1 - 10; Mt 1 5,
32-39). En el jucio escatológico quien da de comer al hambriento
ha encontrado a Dios (Mt 25, 35.40).
Jesús ensena también que hay que pedir el pan en la oración
más específica suya, petición en que ,coinciden Mateo y Lucas,
aunque éste solo tiene cuatro de las peticiones de Mateo (Mt 6,
1 1 ; Le 1 1, 3). El significado de epiousion es discutido y puede·
significar "lo necesario para la existencia cotidiana" o "lo venide
ro, lo de manana". Pero incluso cuando se defiende el segundo
significado por razones lingüísticas, "sería un craso error el creer
que con ello quedaba espiritualizada la petición del pan•'60. El pan
de vida y el pan terreno no están en oposición. Lo que el hombre
debe pedir es que venga ya hoy el pan de vida, en medio de su
pobre existencia.
Los pasajes que hemos citado sobre la vida, la comida y el pan
no están literariamente relacionados en los evangelios con aque
llos que hablan del reino de Dios y de los pobres, pero lo están
objetivamente. Muestran una visión de Jesús en la cual la creación
de Dios, "y vio Dios que todo era bueno", tiene primariedad, y la
maldad primigenia del antirreino consiste, precisamente, en viciar
esa creación, produciendo pobres. El reino de DiÓs debe, enton
ces, incluir como mínimo, lo que es un máximo para los pobres,
la vida. Para quienes. hoy como ayer, tienen ya la vida asegurada,
no parece ser esto una inesperada utopía, pero para los pobres lo
es.
En nuestra opinión, entre las variadas formas de dividir a la
humanidad, la fundamental es ésta: aquellos que ya dan por su
puesta la vida, el sobrevivir, y aquellos que, precisamente, eso es
lo que no dan por supuesto. Para los primeros, el anuncio de la
vida no es formalmente una buena noticia, y por ello, tienden a
expresar la buena noticia como plenitud de vida, como vida es
catológica, en lenguaje religioso. Pero sí lo es, y muy buena no
ticia, para los segundos, aunque con el sobrevivir tampoco se
153
agote su propia vida.
Y esta diferenciación, desde el criterio de la vida, tiene grandes
repercusiones hermenéuticas para comprender la realidad de los
pobres en tiempo de Jesús. No nos resistimos a reproducir el
siguiente texto de G. M. Soares-Prabhu al hablar de la visión de
los pobres que tuvo Jesús, si materiales o espirituales: "la exégesis
occidental, que forma parte de la inmensa producción ideológica
_ de una sociedad opulenta e intensamente consumista basada er
principios diametralmente opuestos a los de Jesús, se ha inclinado
por la primera opción y ha intentado sistemáticamente espiritu�
lizar la comprensión evangélica de pobre ... Esta tendencia a espi
ritualizar a los pobres y las bienaventuranzas, que atraviesa todas
las diferencias denominacionales y hace coincidir a exegetas que
difícilmente se pondrían de acuerdo en casi nada más, es una
buena indicación del grado en que las comentes exegéticas están
de hecho determinadas por el espíritu de la época"61 •
Para los pobres que no dan la vida por supuesta nada hay de
esóterico ni misterioso en que el reino de Dios ofrezca ese mí
nimo. Y tampoco lo es para Dios, pues se trata de que llegue a ser
realidad el mínimo de su creación. Habrá que hablar, sin duda, de
la escatología plenificante, pero sin olvidar la protologfa de la
creación, habrá que hablar de la vida en plenitud, pero sin olvidar
la vida mínima. Apelar al misterio y a lo máximo para desvalori
zar lo básico y lo mínimo supone una errada comprensión del
Dios de Jesús. "La voluntad de Dios no es ningún misterio, por lo
menos en lo que al hermano atañe y al amor se refiere. El creador
que entra en conflicto con la criatura es un Dios falso' 962• No se
puede oponer el reino de Dios y la creación, pues, aunque aquél
vaya más allá de ésta, por ahí debe empezar un reino de Dios que
es buena noticia para los pobres.
154
viene de Isaías 61. 1-2. a quien sigue en el pasaje con que Jesús
comienza su vida pública (Le 4. 16-30). La importancia que Lucas
concede a la escena (y a lo que narra después de ella) es indu
dable: coloca la visita de Jesús a Nazaret al comienzo de la vida
pública. cambiando el lugar en que aparece, más tardíamente, en
Marcos 6, 1-6 y en Mateo 13, 53-58, y convirtiéndolo en · pasaje
central. En el relato aparece la unción profética de Jesús (v. 18s),
la determinación de su misión como evangelización (v. 18.43), el
contenido de su misión como la buena noticia (v. 18c) del reino
de Dios (v. 43), la urgencia a hacerlo (v. 43) y su cumplimiento
en el hoy (v. 21). Pero el centro de la escena lo constituye el v.
18b: "me ha enviado a anyndar a los pobres la buena noticia".
Si se tiene en cuenta la dependencia de Isafas y los retoques
del texto que hace Lucas, entonces, se pueden sacar dos conse
cuencias importantes para nuestro propósito. La primera es que la
liberación de la que Jesús habla en Lucas incluye la liberación de
la miseria material. Lejos de espiritualizar a Isaías, Lucas refuerza
su realismo. Así, sustituye el "vendar los corazones desgarrados"
(Is 61, Id) por "poner en libertad a los oprimidos" (Le 4, 18e, que
en Isafas aparece en 58, 6). Omite también la segunda parte de
Isafas 61, 2, "el día de la venganza de nuestro Dios", para concluir
lapidariamente con la proclamación del afio de gracia del Sefior,
"presentando así la salvación... como el afio jubilar en que se
realiza la liberación · de los esclavos"63• Y ésta es la primera
conclusión importante: al contenido religioso de la buena nueva le
compete "la liberación material de cualquier tipo de opresión,
fruto de la injusticia''64.
La segunda conclusión es la que más queremos recalcar ahora.
Ya el sentido común nos advierte que anunciar una buena noticia
a los pobres de este mundo, no puede ser cosa sólo de palabras,
pues hartos y desengafiados están de ellas. Buenas realidades es lo
que los pobres necesitan y esperan. Y esto es lo que implica
1
155
"anunciar la buena noticia" en Isaías y Lucas: "sólo será buena
noticia en la medida en que se realice la liberación de los opri
midos'165.
No es que del concepto "llevar la buena noticia" queramos
deducir especulativamente la necesidad de que Jesús llevase a ca
bo una práctica, pero tanto el sentido común como el significado
del término en Lucas lo exigen. Y con ello entramos al próximo
apartado.
65. /bid., 270. Véase también J. Dupont, "Jesus armonce la bonne nouvelles aux
pauvres", en Varios, Evangelizare pauperibus (Brescia 1978) 183: "la buena
nueva anunciada a los pobres no puede ser sino la noticia de que ellos deja
rán de ser pobres y de sufrir pobreza. Así como los ciegos ven, los sordos
oyen, los muertos están con vida, a ellos no les faltará lo necesario, ellos de
jarán de ser víctimas de una injusta repartición de bienes".
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Para . empezar, podemos hacemos esta pregunta puramente
hipotética. Si Jesús pensaba que el reino vendría pronto y gratui
tamente, ¿a qué una práctica? ¿Por qué no aceptar la situación de
su mundo si muy pronto iba a cambiar con la llegada del reino?
Estas preguntas puramente lógicas sólo tienen una respuesta his
tórica. Jesús anunció el reino e hizo muchas cosas en relación al
rein� Y eso lo muestran programáticamente los sinópticos al pre
sentar ya en el comienzo de su misión pública no sólo el sumario
del anuncio del reino, sino sumarios de la actividad de Jesús. "Je
sús recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expul
sando demonios" (Me 1, 39). "Jesús curo a muchos que adolecían
de diversas enfermedades y expulsó demonios" (Me 1, 34; Mt 8,
16; Le 4, 40s). Y en el sumario de Hechos 10, 38, se dice de Jesús
que "pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el
diablo". Los evangelios hablan, pues, claramente y en principio de
los ºdichos" y "hechos" de Jesús, como dice el Vatica.Tto 11. En
terminología del reino, podemos decir que Jesús es anunciador e
iniciador del reino de Dios.
Para la hermenéutica esto significará que el "reino" no es sólo
un concepto "de sentido", en este caso, de esperanza, sino que es
también un concepto "práxico", que connota la puesta en práctica
de lo que se comprende en él, es decir, la exigencia a una práctica
para iniciarlo, y, al hacerlo, genera una mejor comprensión de lo
que es el reino. (Y digamos de pasada que en el hacer el reino es
cuando más claramente se conoce la . real existencia de su contra
rio: el antirreino. Lo cual puede explicar también por qué algunas
teologías que sí hablan acerca del reino y lo analizan bíblica- .
mente, s'ilencian, sin embargo, prácticamente la realidad del an
tirreino.) Pero aquí vamos a analizar la práctica de Jesús como
modo de averiguar lo que es .el reino. En concreto, analizaremos
sus "actividades" de milagros, de expulsión de demonios y de
acogida a los pecadores, sus "palabras" en parábolas y sus "cele
braciones".
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