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UNIVERSIDAD NACIONAL DE C ATAMARCA

FACULTAD DE HUMANIDADES

PROFESORADO EN HISTORIA

PLAN 2010

Concurso de Ayudante de Segunda


Categoría

Cátedra: Prehistoria y Arqueología General y Americana

Profesora a cargo de la cátedra: Lic. Ezequiel Fonseca

Estudiante: Abril Traverso Vargas M.U.N°: 2264


La presente propuesta pretende incorporar algunas nociones sobre las relaciones de
género dentro de la Unidad 3: “el desarrollo cultural de la Región Andina”, y el objetivo
específico propuesto por la Cátedra: “ejercitar la observación, el análisis y el espíritu
crítico, mediante el conocimiento de los distintos enfoques teóricos”.

Considero muy importante introducir el análisis con perspectiva de género en Prehistoria y


Arqueología, ya que es un principio que estructura las relaciones humanas, que en la
mayoría de las sociedades del mundo se tradujo en desigualdades sociales, debido a la
invisibilización y subordinación de la “mujer” y los cuerpos feminizados.

Si bien las sociedades andinas prehispánicas presentan cierta “complementariedad” de


las relaciones de género, como se verá en el desarrollo del trabajo, esto no equivale a una
igualdad entre ambos.

Consideraciones sobre el género

La categoría género como herramienta posee sus antecedentes en la filosofa francesa


Simone de Beauvoir quien en “El Segundo Sexo” plantea que las características humanas
consideradas “femeninas” no son derivadas naturalmente según el sexo, sino que son
adquiridas por las mujeres mediante un complejo proceso individual y social, en este
sentido se reconoce la frase “una no nace mujer, se hace”. Siguiendo a Lamas el género
es la autorrepresentación de las personas a partir de su presentación individual y social.

Aludiendo a una postura de la ciencia biológica, se pueden diferenciar tres tipos de sexo:
el morfológico, definido por lo genitales, el genético por las manifestaciones fenotípicas
determinado por influencias endocrinas y el cromosómico. En este sentido el sexo alude a
una clasificación de seres vivos en machos y hembras de acuerdo a órganos
reproductivos y sus cromosomas. [ CITATION Ana01 \l 11274 ]

Sin embargo es necesario destacar que la dicotomía hombre/mujer resulta, más que una
realidad puramente biológica, una realidad simbólica y cultural. Esta concepción binaria
del género se refuerza por el hecho de que la mayoría de las sociedades estructuran su
pensamiento a partir de opuestos dicotómicos. Cuestionar las ideologías de género
binario implica entender que el sexo y el género son un conjunto de disposiciones por el
que una sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la actividad humana
social y cultural.

El género es parte de un sistema de significación que construye el sexo y la orientación


sexual. La identidad de género no tiene esencia, sino que nace en un determinado
contexto histórico, por lo tanto la identidad “mujer” es entonces una ficción cultural.
[ CITATION Mar99 \l 11274 ] Las dinámicas socioculturales y de poder (androcéntricas y
heterosexistas) pretenden la inscripción de los géneros en términos biológicos y sociales
(en sus cuerpos, identidades, subjetividades).

Introducción
En este proyecto se pretende esbozar de manera breve la relación de “equilibrio” (móvil y
en conflicto) entre los géneros que existía antes de la conquista, basada
fundamentalmente en la complementariedad, lo cual no implicaba la inexistencia de una
desigualdad. Para esto se utilizará la noción de género como herramienta para el análisis,
para comprender las relaciones de poder entre los géneros, la posición que ocupaba la
mujer dentro de la sociedad andina en relación a los hombres, teniendo en cuenta
factores como la edad, la relación del parentesco, la división sexual del trabajo, la
religiosidad y los valores simbólicos.

Resulta necesario tener en cuenta que existen una serie de dificultades en torno a la
aplicación de este concepto, que tienen que ver con la utilización de categorías
occidentales para observar otros grupos culturales, diferentes en su modo de ver y
entender el mundo, además de aplicar significados que son particulares a nuestro mundo
occidental. [ CITATION Ana01 \l 11274 ]

Los estudios de género en los Andes surgen en 1980 en torno a las relaciones de poder
entre géneros buscando explicar la complementariedad o subordinación. La perspectiva
que sostiene que existe “complementariedad” de género afirma que las relaciones de
género no implican desigualdades sociales entre hombres y mujeres. El proceso de
conquista y colonización, a través de su impacto en las estructuras sociales, económicas
y fundamentalmente culturales, hizo que esta complementariedad se pierda. Según
quienes sostienen la subordinación de un género frente al otro en los Andes, afirman la
existencia de diversas manifestaciones de la desigualdad de la mujer con respecto al
hombre.

Silvia Rivera Cusicanqui en su libro las violencias re encubiertas nos demuestra cómo se
configuraron las relaciones entre hombres y mujeres en la sociedad andina, teniendo en
cuenta los lazos de complementariedad, como así también las asimetrías presentes en
estos vínculos. Por su parte, Carrasco y Gavilan refutan la hipótesis de que las relaciones
de género aymaras no acarrean desigualdades sociales, afirman que si bien existen
ciertas manifestaciones de vínculos complementarios, las relaciones sociales se conciben
en términos de posiciones diferenciadas, donde una de las partes posee mayor o menor
prestigio con respecto a la otra.

Relaciones de género en la sociedad andina

La posición del hombre y mujer se establece según un orden jerárquico basado en tres
relaciones fundamentales: 1 la relación de parentesco, 2 el momento del ciclo vital, 3 la
relación fraternal (el lugar que ocupa entre hermanos). Para definir el carácter de las
relaciones entre individuos, resulta necesario considerar el género y la edad, junto al rol
asignado en la familia y en la comunidad. [ CITATION Ana14 \l 11274 ]

En el mundo andino durante la niñez empieza a construirse un patrón de diferencia de


género, se enfoca en prácticas y habilidades propias de los roles de cada sexo. Durante la
adolescencia la distinción entre hombre y mujer es más visible, ya que inicia división de
trabajo por género. Hasta ese momento, la posición entre mujeres y hombres no es
diferente, luego del matrimonio cambia, la relación se vuelve asimétrica, el esposo queda
situado en un lugar de mayor prestigio en relación a la esposa. La edad es otro factor que
proporciona un lugar más valorado en estas sociedades, madres, suegras y abuelas
ocupan un lugar con más poder con respecto a hijas, nueras y nietas, sin embargo frente
a sujetos masculinos quedan en segundo plano.

Una de las manifestaciones de esta asimetría se refleja en que el ayllu tenía como
referencia común a un ancestro masculino. La mujer compartía el vértice en esta
estructura del parentesco en tanto era esposa del fundador del linaje, no por cuenta
propia. El matrimonio según Carrasco y Gavilán también se traduce en esta desigualdad
por el carácter patrilocal de la residencia matrimonial, es decir, se residía en la casa,
comunidad o unidad doméstica de los padres del esposo. [ CITATION Ana14 \l 11274 ]

Sin embargo Rivera Cusicanqui plantea que al momento de casarse, la mujer se


relacionaba y aliaba con las parientes afines femeninas en el interior del ayllu de su
esposo, y cogobernaba desde allí, lo cual evitó la formación de linajes centrados en el
pater, y que la residencia se convirtiese en un modo de subordinación femenina. En este
sentido se puede hablar de relaciones de complementariedad, aunque no de igualdad
entre los géneros. [ CITATION Cus10 \t \l 11274 ]

A nivel estatal la principal esposa del Inka era a su vez su hermana por parte de padre y
madre, que al mismo tiempo formaba parte de su misma panaka y conformaba otra
diferente. Es otra expresión de las relaciones complementarias entre hombres y mujeres,
en este caso en los ámbitos del gobierno.

Otro aspecto de la complementariedad se observa en la división social del trabajo, en vida


cotidiana la mujer andina prehispánica desempeñaba roles de igual nivel de importancia
que los hombres, lo cual se evidencia en tareas para lograr la fecundidad de la tierra,
como las de labranza, donde los varones aparecen arando la tierra y las mujeres de
rodillas depositando las semillas. En las fuentes aparecía representada de esta manera:
los hombres cazaban, fabricaban arcos y flechas; las mujeres cuidaban cultivos, hilaban,
tejían, molían y otras tareas domésticas.

Religiosidad, prácticas rituales y simbólicas

Resulta necesario tener en cuenta que los espacios étnicos andinos eran diversos,
durante el Tawantisuyu los territorios contaban con pisos ecológicos compartidos con
etnias sin la necesidad de un poder central, la importancia de los intercambios rituales y
simbólicos recíprocos desde entonces era fundamental.

Para entender las relaciones de género es fundamental comprender los aspectos


simbólicos y la religiosidad, donde se ven asociadas los vínculos entre las divinidades y
las prácticas rituales principalmente con respecto a las concepciones sobre la
reproducción de la sociedad.

La organización social y espacial del mundo andino estaba pensada simbólicamente,


dividida en dos mitades, concebidas jerárquicamente, donde Arajj Sayao o mitad de arriba
tiene una connotación masculina y ocupa una posición de mayor prestigio y la mitad de
abajo Manka Saya femenina, de menor prestigio. Estas contienen de manera implícita
referencias sexuales, se concebían a partir del modelo de pareja humana. Son opuestos
simbólicamente sexuados que se unen en el acto de la copula, el Tinku cumplía esta
función, se trata de un combate ritual que enfrenta la mitad masculina del ayllu con la otra
mitad femenina. Si ganaban las mujeres implicaba un año de abundancia y productividad
agrícola, el triunfo de los hombres significaba escasez. En este aspecto se puede
observar que lo femenino se superpone a lo masculino. [ CITATION Ana01 \l 11274 ]

Dentro de la cosmovisión andina es notoria la utilización de categorías femeninas y


masculinas como principios para establecer relaciones entre personajes que componen
este universo. Las divinidades se presentan de manera dual, Tata Inti y Mama Killa se
encuentran en la mitad superior, Inti posee una posición geográfica y ritual más
importante. Dentro de la tierra se encuentra Pachatata y Pachamama.

Existe la posibilidad de que una deidad sea hombre y mujer al mismo tiempo, Carrasco y
Gavilan sostienen que la Pachamama es una mujer que contiene componentes femeninos
y masculinos a la vez, divinos y diabólicos. La madre tierra, está viva, tiene voluntad,
ánimo, se enoja y está feliz, mantiene a la gente, otorga bendiciones. Está asociada a la
fertilidad, se la recuerda en tiempos de siembra y cosecha, durante los meses de mayo y
agosto. Existe una analogía de la siembra como expresión de embarazar la tierra, la
semilla situada en el cuerpo femenino se encuentra cubierta y protegida. [ CITATION
Ana01 \l 11274 ]

La mujer es asociada a elementos referentes a la sexualidad, fertilidad y maternidad


relacionadas con el bienestar económico y familiar. El ciclo menstrual está asociado al
ciclo lunar, durante la luna llena y luna nueva la fertilidad es mayor. Para reproducirse era
necesario que se mezclasen los “dos tipos de sangre” la roja menstrual y la sangre
blanca, el semen. Simbólicamente la luna tenía relaciones sexuales con el sol. La vida era
impulsada si el inicio de la coagulación germinaba, esta vitalidad estaba dada por una
fuerza sobrenatural vinculada con divinidades terrestres. Se creía que un alma ancestral
reencarnaba en una nueva vida.

Una de las dificultades del desequilibrio en el vínculo entre la mujer y el hombre se


encontraba en la distribución y el ejercicio del poder simbólico y ritual. Así lo afirma
Geraldine Gluzman considerando que las representaciones femeninas en objetos
vinculados al ritual son escasas. Cada uno tenía obligaciones rituales específicas, por
ejemplo mientras ciertos hombres tenían la tarea de conseguir agua en los rituales
agrícolas, algunas mujeres eran encargadas de ofrecerla durante la ceremonia. [ CITATION
Ger10 \l 11274 ]
Bibliografía
Ana Maria Carrasco y Vivian Gavilan. (2014). Género y etnicidad. Ser hombre y ser mujer
entre los aymara del altiplano chileno. Diálogo Andino , 169-180.

Ana Maria Carrasco y Vivian Gavilan. (2001). Representaciones del Cuerpo, Sexo y
Género. Una Aproximación a las categorías Andinas de las Diferencias. Chile.

Cusicanqui, S. R. (2010). La noción de "derecho" o las paradojas de la modernidad


postcolonial. Indígenas y mujeres en Bolivia. En S. R. Cusicanqui, Violencias (re)
encubiertas en Bolivia. La Paz- Bolivia: Piedra Rota.

Cusicanqui, S. R. (2010). Mujeres y estructuras de poder en Andes: De la etnohistoria a la


política. En S. R. Cusicanqui, Violencias (re) encubiertas en Bolivia. La Paz-Bolivia: Piedra
Rota.

Gluzman, G. (2010). Representación humana y género en piezas de metal en el Noroeste


argentino. Boletín del museo chileno de Arte Precolombino .

Lamas, M. (1999). Usos, dificultades y posibilidades de la categoría género. Papeles de


población .

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