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Universidad de San Carlos de Guatemala.

Centro de Universitario de Occidente.


Facultad de Ciencias Jurídicas.
Carrera: Licenciatura en abogacía y notariado.
Lic. Armando Santizo.
Curso: Criminología.
Código: 2253.

TEMA:
Escuela Sociológica o Ecológica de Chicago.

Nombre: Andy Alí Ramírez Chales


Carné: 201830343

Quetzaltenango: 25 de marzo del año 2020.


LA ESCUELA DE CHICAGO Y EL ESTUDIO DEL DELITO.

El doble desplazamiento y la mirada en la ciudad:

La llamada Escuela de Chicago (integrada  por Robert Park, ErnenstBurguess,

Clifford Shaw, Henry McKay, FredericThrasher, William Thomas, entre otros)

presentó una serie de investigaciones desde una mirada sociológica sobre la

cuestión delictiva, investigando entre los años 1910 y 1940. 

De esta manera se produce un doble desplazamiento respecto de las anteriores

escuelas y pensadores que se ocuparon del tema del delito:

1)   Geográfico: la criminología comienza a tener un importante desarrollo en EE.UU,

y desde esa época se expandiría al resto del mundo occidental; y,

2)    Disciplinario: junto a los aportes de Durkheim y Tarde en Francia, la Escuela de

Chicago termina por instalar de manera definitiva la mirada sociológica en la

comprensión y explicación del fenómeno delictivo. De esta manera, la Escuela de

Chicago comienza a romper con la matriz explicativa del positivismo criminológico

que explicaba el delito por el comportamiento individual del infractor.

En rigor, la Escuela de Chicago no sólo estudió el tema del delito, sino que su

mirada fue más general y abarcó una serie de temáticas: la deserción escolar, las

pandillas juveniles, el alcoholismo, la locura, los divorcios, la inmigración, la

pobreza, la falta de viviendas, la urbanización, la industrialización y una serie de

problemáticas sociales, todas ellas vinculadas de manera consustancial a la

ciudad de Chicago y la problematización de su dinamismo, crecimiento y

fluidez (BURGESS, 2009: 134; SOZZO, 2008: 109-110). La ciudad, sobre la que


recabaron una inmensa cantidad de información, era propiamente el escenario de

las grandes transformaciones políticas, sociales, económicas y culturales que

ocurrían en EE.UU desde fines del siglo XIX. En efecto, como describe Keith

HAYWARD,esa ciudad que en el año 1860 tenía sólo 20 mil habitantes: “En poco

más de un siglo, y gracias a la ventajosa posición geográfica en la que se

encuentra, Chicago pasó de ser una oscura localidad comercial de frontera a

convertirse en una de las ciudades más importantes del mundo, con una población

que, en 1930, superaba los 3 millones de habitantes” (2011: 220).Y la ciudad de

Chicago no solo presenta la característica del crecimiento acelerado de su

población, sino también la heterogeneidad de la misma: “Además de ser un

imán para inmigrantes afroamericanos que buscaban escapar de la pobreza y la

represión del Sur rural, fue también el destino preferido de una enorme cantidad

de inmigrantes europeos (HAYWARD, 2011: 220).

La vocación de intervenir en la realidad social

 Este grupo de académicos –vinculados en su mayoría al Departamento de

Sociología de la Universidad de Chicagoque había sido creado en 1892, luego de

la donación de 35 millones de dólares por parte de Rockefeller para construir una

universidad (DOWNES y ROCK, 2011: 89)–puso el foco en esta metrópoli

tratando de comprender las rápidas transformaciones que sufríala ciudad en

tanto laboratorio de la “vida social”.Pero este interés de los profesores de

Sociología sería parcialmente comprendidos si nos olvidamos de la vocación de

intervención para transformar la realidad socialque sostenían, de ahí la

importancia que le atribuían a la planificación social (THRASHER, 2010: 118;


BURGESS, 2009), lo que se volcó en el Chicago AreaProyect, probablemente

el primer programa de prevención de la delincuencia juvenil salido de un claustro

universitario. En este sentido, la Escuela de Chicago también fue pionera en

la elaboración de mapas de todo tipo relacionados a distintas problemáticas de

la ciudad de Chicago: mapas de divorcio, delincuencia, alcoholismo, prostitución,

alquileres, etc.; buscando las correlaciones estadísticas (por ejemplo, la tasa de

divorcio y la del delito).

La ecología y las metáforas ambientales.

En este contexto la Escuela de Chicago utilizó en sus estudios la

palabra “ecología”, como fuente de inspiración de una metáfora que excedía

claramente los principios de la ecología biológica, y que pretendía ser una

invitación a pensar la ciudad como “hábitat”, donde las especies convivientesse

desarrollaban de manera simbiótica pero también conflictiva, no exento de

procesos de dominación, competición y asimilación. La fuerza de la metáfora

ambiental no es pensar la organización de las plantas y los animales sino la de las

instituciones sociales y los delincuentes en el medio social.Y vinculado a estas

inquietudes aparece entoncesla noción clave de “desorganización social”: en

efecto, producto de las grandes transformaciones de la inmigración, la

industrialización y la movilidad propia de la ciudad de Chicago, los mecanismos de

control social tradicionales (la familia, el vecindario, la iglesia, la escuela, la

comunidad local, etc.) se debilitan y pierden influencia sobre los miembros del

lugar. Y la delincuencia es en cierto sentido la medida de ese funcionamiento

–deficitario– de las organizaciones de una comunidad determinada (PARK,


2008: 120) (se ponía como ejemplo que los niños pasaban mucho tiempo solos,

sin el cuidado de ningún adulto).

En esta misma línea, Robert PARK sostiene que Chicago están viviendo un

período de desorganización social:

Todo se encuentra en un estado de agitación, todo parece estar cambiando (…)

Los hábitos se pueden formar solamente en un ambiente relativamente estable,

aún si esa estabilidad consiste simplemente en una forma de cambio

relativamente constante. Cualquier forma de cambio que provoque alteraciones

sensibles en la vida social tiende a romper los hábitos; y con la ruptura de las

costumbres sobre las que se apoya la organización social existente, ella

destruye la organización social misma (2008: 120, subrayado propio).

Estos postulados de la Escuela de Chicago sobre la desorganización social y el

debilitamiento del control social presuponen unavisión monista de la sociedad,

donde seestableceun único patrón normativo que nos va a permitirdiferenciar

entre aquello que está bien y aquello que está mal. Por ende, al extender su

validez hacia toda la sociedad,la Escuela de Chicago ubica en el orden de lo

patológico a los territorios que no se adecuan a lo prescripto como lo correcto.

Ya no se tratadel individuo patológico del positivismo criminológico, pero sí

encontramos la idea de la “comunidad o el hábitat patológico” (SOZZO,

2008: 112-113).Y estos sociólogos van aintentar intervenir para reforzar y ordenar

ese control social que no puede reproducir el orden social esperable, que se


sostiene evidentemente sobre los propios valores de los investigadores y no de los

sujetos investigados.Les interesa conocer las prácticas y los valores de los

territorios de la desorganización social para poder comprenderlos y de esta forma

lograr que los modifiquen y se ajusten al “código normativo

convencional”: pretenden intervenir en la sociedad organizando los territorios o

barrios que estudian, bajo su propio código (de clase y nacionalidad) moral y

normativo.

Las críticas de SUTHERLAND: organización social diferencial

Por su parte, Edwin SUTHERLAND, más preocupado en describir la realidad que

en intervenir sobre ella, nos va a proponer una idea radicalmente opuesta a la

explicada recientemente. En efecto, si bien sostiene que una de las mejores

explicaciones para dar cuenta de una alta tasa de delitos se debe a la

desorganización social, inmediatamente nos advierte acerca del uso de éste

término, dado que considera que no es enteramente satisfactorio y nos propone

sustituirlo por el de “organización social diferencial”(2011a: 122).

Y continúa el autor profundizando la idea cuando expresa que: El postulado sobre

el que se basa esta teoría, independientemente del nombre, es que el delito está

enraizado en la organización social y es una expresión de esa organización social.

Un grupo puede estar organizado a favor del comportamiento delictivo o bien

organizado en contra de ese comportamiento. La mayoría de las comunidades

están organizadas en favor de conductas delictivas como anti-delictivas, y en este


sentido la tasa de delitoses una expresión de la organización grupal

diferencial (SUTHERLAND, 2011a: 122, subrayado propio).

Este postulado teórico general es contrastado empíricamente

por SUTHERLAND cuando lleva a cabo la investigación sobre los ladrones

profesionales. En efecto, nuestro autor va a despatologizar las

comunidades que presentan elevados niveles de delitos y va a demostrar que

en esos territorios también hay organización, aunque sea de otro tipo y no se

ajuste a los códigos normativos y morales hegemónicos (en lo que consideramos

un a fuerte crítico no sólo de clase sino incluso metodológica hacia sus

compañeros sociólogos). Para SUTHERLAND(1991: 33 y ss.) el delito se aprende

mediante un proceso, no es algo natural; y por ende,el delincuente que pretende

ser tal debe participar de un aprendizaje exitoso, que implica mucho más que

la sola voluntad de serlo: hay técnicas específicas de acuerdo al tipo de delito,

códigos morales, conocimiento de las leyes específicas y de las relaciones

necesarias para garantizar la impunidad, prácticas sobre el territorio, un

determinado lenguaje (argot), ciertos modales y relaciones, y tampoco debe faltar

la capacidad del sujeto para definir e interpretar las situaciones que se presentan ;

es decir, se debe participar de un cierto orden,superar una serie de pruebas y

participar de una cierta organización en torno a la constitución del mundo de los

delincuentes para llegar a convertirse en uno de ellos, donde por supuesto que no

puede faltar el reconocimiento de los pares (por ello mismo es que SUTHERLAND

nos aclara que no basta con robar para convertirse en un ladrón).


SUTHERLAND pone un particular énfasis en el proceso por el cual el delincuente

llega a serlo. Y nos aclara que no es un proceso individual, sino que es del orden

de lo grupal y lo colectivo:esa misma idea de grupo reconoce simultáneamente la

idea de organización, de allí la diferencia que platea con los miembros de la

Escuela de Chicago (sobre todo con aquellos de la primera generación) cuando

analiza el concepto organización/desorganización social y su vinculación con el

delito. Pero no obstante esto, SUTHERLAND le da un giro más a la temática al

explicar sus investigaciones empíricas sobre el mundo del delito: tanto en su

libro El Ladrón Profesional(1991) como en El Delito de Cuello Blanco (2009)

nos plantea que no sólo hay organización y procesos de aprendizajeen el

mundo del delito sino que incluso éstos son posibles porque

ladesorganización se encuentra del lado de la cultura y los códigos

normativos convencionales.

De esta manera SUTHERLAND no sólo se diferencia de los autores anteriores al

reconocer que existe organización en el grupo delictivo, sino que incluso la

desorganización se encontraría enla “sociedad convencional” que no logra

ejercer una reacción lo suficientemente organizada para que los delitos no

puedan llevarse a cabo(en una suerte de sintonía con E. DURKHEIM y la

reacción social frente a la violación de los valores de la “conciencia colectiva”).

Esto se especifica claramente en el llamado delito de cuello blanco

(SUTHERLAND, 2009: 83, 346 y 368), pero también en el caso de los ladrones

profesionales, quienes aprovechan y se relacionan con miembros de la “sociedad

convencional” para garantizarse la impunidad y continuar las carreras delictivas:


“los propios funcionarios cooperan con los delincuentes para que trabajen con

seguridad” (SUTHERLAND, 1991: 211).

Cuando SUTHERLAND describe la explicación de la génesis del delito, ubica a la

hipótesis de la “asociación diferencial” (2009: 349), a pesar de no ser una

explicación completa o universal del delito, como aquella que se presenta mejor

que cualquier otra para explicar el fenómeno social delictivo; y sostiene que

consiste en que: La conducta delictiva se aprende en asociación con aquellos

que definen tal comportamiento favorablemente, aislándose de quienes lo

definen desfavorablemente, y que una persona en una situación

apropiada participa de esa conducta delictiva sólo cuando el peso de las

definiciones favorables supera al de las desfavorables (2009: 349, destacado

personal).

Vemos entonces que para el autor se necesita un doble mecanismo dentro del

proceso de aprendizaje de la asociación diferencial: definiciones proclives a

cometer delitos por un  lado, y aislamiento de aquellas que prescriben

desfavorablemente la comisión de un delito, por otro. SUTHERLAND nos explica

que la teoría de la “asociación diferencial” es una explicación hipotéticadesde el

punto de vista del proceso por el cual una persona es iniciada en la actividad

delictiva (nivel individual); mientras que la “desorganización social” también es

una explicación hipotética, pero desde el punto de vista de la sociedad. Y nos

aclara que ambas son compatibles entre sí y que una es la contrapartida de la

otra, invitándonos así a pensarlas de manera conjunta (2009: 368).Es importante

destacar que para SUTHERLAND la clave del proceso de “asociación diferencial”

no radica en que un sujeto se junte o se agrupe con aquellos que representan el


mundo del delito, sino que el acento está puesto en la asociación con una

serie de comunicaciones favorables a la comisión de delitos, al mismo tiempo

que se produce un aislamiento de aquellas comunicaciones contrarias o

desfavorables a la comisión delictiva.

Bibliografía

BURGESS, Ernest. “El estudio del delincuente como persona”(1923), en Delito y

sociedad. Revista de Ciencias Sociales, Nº 27, Santa Fe, 2009, pp. 117-136.

DOWNES, David y ROCK, Paul. Sociología de la desviación. Barcelona, Gedisa,

2011.

HAYWARD, Keith. “Escuela de Sociología de Chicago”, en Mc LAUGHLIN,

Eugene y MUNCIE, John (comps.). Diccionario de Criminología, pp. 220-223.

Barcelona, Gedisa, 2011.

PARK, Robert. “La organización de la comunidad y la delincuencia juvenil” (1925),

en Delito y sociedad. Revista de Ciencias Sociales, Nº 25, Santa Fe,2008, pp.

115-124.

SOZZO, Máximo. “Park, Shaw y McKay y la mirada sociológica sobre el delito en

la Escuela de Chicago” (2008), en Delito y sociedad. Revista de Ciencias Sociales,

Nº 25, Santa Fe, pp. 109-114.

SUTHERLAND, Edwin.“Una exposición de la teoría” (1947), en Delito y sociedad.

Revista de Ciencias Sociales, Nº 31, Santa Fe, 2011a, pp. 119-122.

-          “El delito y el proceso de conflicto” (1929), en Delito y sociedad. Revista de

Ciencias Sociales, Nº 31, Santa Fe, 2011b, pp. 123-130.


-          El ladrón profesional (1937). Madrid, Ediciones de La Piqueta, 1991.

-          El delito de cuello blanco (1949). Buenos Aires, Editorial Bdef, 2009.

THRASHER, Frederic. “La delincuencia juvenil y la prevención del delito” (1933),

en Delito y sociedad. Revista de Ciencias Sociales, Nº 29, Santa Fe, 2010, pp.

111-119.

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