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ÍNDICE 

 Introducción: Desarrollo de una cultura apostólica
1 Gobierno apostólico
2  2   Primero apóstoles, después apóstoles
3  3   La estrategia de Jesús y los apóstoles emergentes 
4 4   La restauración de la partida del ministerio apostólico
5  5   El espíritu apostólico: El motor de la 
6 6   El creyente proton 
7 7   Transición de una iglesia hacia lo apostólico 
8 8   Desafiar la tradición
9  9   Edificar iglesias Antioquía: Maestros
10  10   Edificar iglesias Antioquía: Profetas
11  11   Un nuevo orden para un nuevo mover
12  12   Oración y liberación
13  13   Desarrollo de equipos 
14 14   Envío de equipos apostólicos 
15 Ayudas y administración 
16 16   Liberar evangelistas y adoración 
17 17   Carácter apostólico 
18 Rasgos de los verdaderos apóstoles 
19 19   Integridad: La insignia de un verdadero apósto
20 l 20   Falsos apóstoles 
21 21   Peligros de los apóstoles
 Bibliografía
Introducción  
DESARROLLO de una CULTURA APOSTÓLICA  TODA PERSONA ES 
AFECTADA POR LA CULTURA. CULTURA se define como “las acti- tudes y
conductas que son características de un grupo social u organización
en particular”. Una cultura es una forma de vida de un grupo de personas;
son las conductas, las creencias, los valores y los símbolos que aceptan
generalmente sin pensar en ellos. Cada uno de ellos se transmite de una
generación a la siguiente a través de la comunicación y la imitación.  
Lo que usted cree cambia su cultura. 
hacer lo mismo. Los Doce sólo fueron enviados a las ovejas perdidas de la
casa de Israel. Israel estaba a punto de experimentar la llegada del Reino. El
Reino es simplemente el gobierno o dominio de Dios. Israel recibió la
orden, a través de los profetas, de someterse a este gobierno a lo largo de
toda su his- toria. Israel rehusó someterse a este gobierno, e incluso pidió un
rey terrenal du- rante los tiempos de Samuel. Esto fue equivalente a rechazar
el gobierno del Rey. Ya había llegado el momento de que Dios ejecutase su
gobierno de pacto sobre Israel. Los que se arrepintieran se situarían bajo el
gobierno a través de la salvación y el Espíritu; los que se rebelasen contra ese
gobierno serían juzgados. Jesús bauti- zaba con el Espíritu Santo (salvación)
y fuego (juicio). El resultado de que Israel aceptase el gobierno de Dios sería
la salvación de las naciones (Isaías 60). El apóstol Pedro reiteró este tema el
día de Pentecostés. Citó la profecía Joel, que habla del derramamiento del
Espíritu Santo y de sangre, fuego y vapor de humo (juicio). El remanente de
Israel que creyó el evangelio fue salvo y los no creyentes fueron juzgados. La
entrada en el Reino no estaba basada en una descendencia física de
Abraham. El nacimiento espiritual es necesario para entrar en el Reino. Esto
se debe a que el Reino es espiritual y no físico. La obra del Espíritu Santo es
necesaria para entrar. El nuevo nacimiento y el bautismo del Espíritu son
necesarios para entrar y operar en el Reino.  
Una iglesia con una cultura apostólica capacitará a los
creyentes para demostrar el Reino. 
 El Reino no llega simplemente por la observancia. No es un reino físico o
carnal. Hubo muchos en Israel que no entraron en el Reino porque estaban
mirando a las cosas erróneas. El Reino no es de este mundo, no consiste en
comid Los após- toles fueron enviados a predicar y demostrar el Reino. Jesús
les dijo a los fariseos que echar fuera demonios era una señal de la
llegada del Reino (Mateo 12:28). Él echó fuera demonios por el Espíritu
Santo. Él impartió poder y autoridad a los apóstoles, los cuales pudieron
demostrar el Reino a través de sanidad y liberación. Una cultura apostólica
es una cultura del Reino. Es una cultura de poder y del Espíritu Santo. Los
apóstoles ministraron con poder. Pablo entró en la demostración de poder y
del Espíritu. 
Una iglesia con una cultura apostólica capacitará a los creyentes para
demostrar el Reino. Parte de esto se realiza a través de la impartición. Los
líderes apostólicos impartirán poder y autoridad a los miembros. Los
creyentes tienen que ser acti- vados para sanar, liberar, profetizar y predicar.
Deben ser activados para demostrar el Reino. No quiero, hermanos, que
ignoréis acerca de los dones espirituales. —1 CORINTIOS 12:1  Seguid el
amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profet- icéis. —
1 CORINTIOS 14:1 Pablo tuvo que enseñar a los santos en Corinto sobre los
dones espirituales. La profecía es uno de los principales aspectos del ámbito
del Espíritu. El apóstol nunca les dijo que detuvieran esas manifestaciones
sino que operasen con amor y conocimiento. Les dijo que anhelaran el don
de profecía y que desearan los dones espirituales. Esto es cultura apostólica.
Un líder apostólico animará al pueblo a vivir y operar en el Espíritu. Vivir bajo
el gobierno del Rey incluye oír su voz y declarar sus pensamientos a través
de la profecía. Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como
casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales
aceptables a Dios por medio de Jesucristo. —1 PEDRO 2:5 La Iglesia es una
casa espiritual constituida por personas espirituales. Los san- tos ofrecen
sacrificios espirituales y adoración a Dios en el Espíritu. Los santos andan en
el Espíritu, viven en el Espíritu, oran en el Espíritu y cantan en el Espíritu. El
Reino es espiritual y las personas espirituales entran y viven en él. Los
apóstoles y todas las personas con varios dones ministeriales son llamados a
desarrollar y dirigir a otras personas espirituales. La cultura apostólica es una
cultura espiritual para personas espirituales. La oración, el ayuno, la
adoración, la sanidad, la Palabra, la liberación, la profecía y los dones
espirituales son todos parte de esta cultura. Desarrollar una cultura
apos- tólica es desarrollar una cultura en la que las personas espirituales
puedan crecer y operar. Es proporcionar una atmósfera que promueva el
crecimiento espiritual y la madurez. Es proporcionar una atmósfera para que
los creyentes ejerciten sus dones espirituales. La Iglesia debe ser un lugar de
entrenamiento para las personas espirituales . Un ejemplo de esto es la
escuela de profetas que estableció Samuel. Samuel proveyó un lugar para
que profetas emergentes pudieran formarse en su llamado y su don. Samuel
estableció la escuela de profetas y elevó el nivel profético en Israel. Samuel,
aunque era un profeta, es un tipo de un apóstol que forma y desarrolla dones
ministeriales. Bajo el liderazgo de Samuel, lo profético en Israel (sistema
de enseñar y entrenar profetas) se estableció como una institución viable que
daría equilibrio a los ministerios sacerdotales y reales. Las iglesias
apostólicas deberían desarrollar escuelas proféticas para formar a creyentes
en el fluir correcto de la profecía y el ministerio profético.  

Una fuerte cultura apostólica aceptará todos los dones y


hará lugar para que todos ellos fluyan y operen. 
 La presencia del Señor era tan fuerte y poderosa en Ramá, donde Samuel y
su compañía habitaban, que cuando Saúl llegó buscando a David para
matarlo, el Espíritu de Dios y de profecía cayeron sobre él, se rasgó las vestiduras
y profetizó ante Samuel desnudo durante todo el día y toda la noche (1 Samuel
19:24). Samuel desarrolló una fuerte cultura profética en Israel. Nuestro enfoque
en este libro es desarrollar una fuerte cultura apostólica que aceptará todos los
dones y dé cabida para que todos ellos fluyan y operen. La cultura apostólica
incluye adoración, liberación, equipos, profecía, orde- nación, establecimiento,
exploración, evangelización, oración, enseñanza, ayuda, gobiernos, misiones,
sanidad, los dones del Espíritu, santidad, impartición y gob- ierno. Todo esto se
tratará en este libro para ayudar tanto a los líderes como a los creyentes a
moverse en el poder y la autoridad apostólica.

Capítulo 1
  GOBIERNO APOSTÓLICO  
Por eso la sabiduría de Dios también dijo: Les enviaré profetas y apóstoles;
y de ellos, a unos matarán y a otros perseguirán. —

LUCAS 11:49 NDO HAY NADA QUE SUSTITUYA EL MINISTERIO DEL apóst
ol. Necesitamos após- toles en cada generación, así como necesitamos
evangelistas, pastores y maestros. Cuando los apóstoles emergentes no
sustituyen a los apóstoles fundadores, la iglesia comienza a tener problemas.
Este círculo de deterioro se ha producido en casi todos los movimientos y
denominaciones. Esto se debe a una falta de en- tendimiento con respecto al
ministerio apostólico.  
La tradición con frecuencia ha ocultado lo apostólico de
nuestros ojos, pero este don nunca fue retirado de la
Iglesia. 
 
Tras la muerte de los primeros apóstoles, la Iglesia comenzó a enseñar que
los obispos (aquellos ordenados y establecidos por los apóstoles)
reemplazaron a los apóstoles como líderes dirigentes de la Iglesia. La
doctrina de la sucesión apos- tólica quedó expuesta por Clemente de Roma,
el cual intervino a favor de los pres- bíteros de Corinto que fueron separados
de la iglesia. Ordenó su reincorporación insistiendo en que los apóstoles
establecieran una ordenada sucesión de los obis- pos. Durante el siglo II, la
Iglesia sufrió la amenaza de las falsas enseñanzas, princi- palmente las
enseñanzas del gnosticismo. Estas herejías supusieron una amenaza tal para
la Iglesia que Ireneo propuso la idea de que verdaderas iglesias debían de ser
capaces de trazar la línea de sus líderes hasta los apóstoles. Enseñó que
una sucesión sin ruptura de los obispos fundada por los apóstoles
garantizaba la ver- dad que una iglesia poseía. De esta manera, se podría
diferenciar a las verdaderas iglesias de las falsas dirigidas por herejes. Las
iglesias eran, por tanto, consid- eradas apostólicas si podían trazar la línea
de su liderazgo hasta los
apóstoles. Esto se encuentra en los escritos de Ireneo Against Heresies  [
Contra las herejías] (ca. 185).

El orador africano Tertuliano, en su tratado On the  “Prescription” of  H
eretics [Sobre la “receta” para las herejías] (ca. 200), propuso que una
iglesia sólo nece- sitaba tener la enseñanza de los apóstoles para ser
apostólica. En otras palabras, no había necesidad de tener una sucesión
apostólica para ser una iglesia legítima. Clemente de Alejandría (ca. 150–
215) propuso de forma similar que una sucesión de doctrina en lugar de una
sucesión de obispos es la característica más impor- tante de una verdadera
iglesia apostólica.  

El apóstol es un pionero. Esta unción para ser pionero


causa grandes logros y avances. 
 Cipriano, el obispo de Cartago (ca. 205–258), fue quizá uno de los
principales defensores de la sucesión apostólica. Mantenía que el apostolado
(los apóstoles) y el episcopado (los obispos) son uno. En su opinión, los
obispos eran los suce- sores de los apóstoles, y los apóstoles eran los
obispos de antaño. A mitad del siglo III, la diferencia entre los apóstoles y los
obispos desapareció con Cipriano. El desarrollo de la doctrina de la sucesión
apostólica (una línea ininterrumpida 
de obispos desde los apóstoles hasta el obispo actual de Roma) fue la
respuesta a las extendidas herejías que se enseñaban en la Iglesia primitiva.
Esta doctrina se desarrolló para probar si una iglesia era o no legítima. Si los
maestros no podían trazar su liderazgo hasta llegar a los apóstoles, eran
considerados falsos. Sólo los apóstoles y los obispos que les reemplazaban
eran considerados maestros válidos y portadores de la tradición apostólica.
Esta enseñanza además afirma que sólo eran válidas las ordenaciones
llevadas a cabo por obispos. Esta enseñanza se basa en la falsa doctrina del
cese. Descansa sobre el falso concepto de que los obispos reemplazaban a
los apóstoles. Cualquier enseñanza basada en una mentira es falsa, porque
descansa sobre un fundamento falso. Siempre ha habido apóstoles en la
Iglesia. La tradición a menudo los ha ocultado de nuestros ojos, pero
este don nunca se retiró de la Iglesia. Cada generación necesita apóstoles,
profetas, evangelistas, pastores y maestros. Yo estoy de acuerdo con
Tertuliano cuando dice que la doctrina de los apóstoles está actualmente
disponible a lo largo del
Nuevo Testamento. Cualquier enseñanza fuera de esto es descaradamente n
o apostólica. Pablo fue enviado como apóstol sin la imposición de manos de
los Doce. Fue apóstol por voluntad de Dios, no por voluntad de los hombres.
Jesús envía apóstoles, y aunque normalmente son activados en la iglesia
local y confirmados por un ministerio profético, su origen está en Dios y no
en el hombre. Ningún hombre tiene que trazar su ministerio directamente
desde uno de los apóstoles originales a través de la imposición de manos.
Sería una empresa vana para las multitudes de apóstoles que el Señor está
enviando hoy. El apóstol es un pionero. Los apóstoles son establecidos
primero en la
iglesia (la palabra griega prôton  significa “primero en tiempo, orden o rang
o”, 1 Corintios 12:28). Esta unción pionera causa grandes logros y avances.
Los nuevos movimientos crecen rápidamente y tienen un gran impulso. Esto
normalmente continúa mientras el líder fundador está vivo. Los movimientos
normalmente intentan mantener el legado del líder reemplazando el
liderazgo con obispos, supervisores y administradores. El movimiento
comienza a perder fuerza cuando se convierte en algo más administrativo
que apostólico. Este proceso se denomina institucionalización.  
El movimiento se vuelve menos abierto a nuevas ideas y
revelación. Deja de ser un movimiento y se convierte en
un monumento. 
 
Ernest B. Gentile define institucionalización  como “el proceso mediante 
el cual la Iglesia de Jesucristo se convierte en una organización establecida y
reconocida, una institución estructurada y altamente formalizada, a menudo
a costa de ciertos factores espirituales que originalmente se pensaron que
eran importantes”. Derek Tidball lo define como “el proceso por el cual las
actividades, valores, experiencias y relaciones del grupo (religioso) se
formalizan y establecen a fin de que emerjan estructuras organizativas más
rígidas y un comportamiento predecible”. Es el nombre para la forma en que
los movimientos (de la Iglesia) libres, espontáneos y vivos se vuelven
estructurados e inflexibles. La inflexibilidad es la característica de un odre
viejo. El vino nuevo se debe echar en odres nuevos. Los odres nuevos se
convierten en odres viejos rápidamente de- spués de la muerte de los líderes
fundadores. Esto les ha ocurrido a casi todos los movimientos en el pasado,
y seguirá ocurriendo a menos que un grupo pueda identificar claramente y
formar apóstoles emergentes que reemplacen a los após- toles fundadores.
Cuando los líderes fundadores son reemplazados por obispos
y administradores (“los que administran” en 1 Corintios 12:28), el énfasis
está en mantener en lugar de avanzar. El movimiento se vuelve menos
abierto a nuevas ideas y revelación. Deja de ser un movimiento y se convierte
en un monumento. En la iglesia Dios ha puesto, en primer lugar, apóstoles;
en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; luego los que hacen
milagros; después los que tienen dones para sanar enfermos, los que ayudan
a otros, los que admin- istran y los que hablan en diversas lenguas. —
1 CORINTIOS:28, NVI La Nueva Versión Internacional de la Biblia traduce la 
palabra griega kubernesis  como “los que administran”, igual que la Reina
Valera. El don de administración es un don muy importante para el éxito de
cualquier iglesia. Sin embargo, Dios no lo puso como lo primero en la
Iglesia. En otras palabras, no está pensado para ser la unción dominante de
la Iglesia. Cuando el don administrativo se convierte en el don dominante,
las prioridades de la organización se vuelven administrativas en lugar de ser
pioneras y avanzar. El don de administración no puede reemplazar a los
dones apostólicos que dirigen la Iglesia. David Cartledge dice lo siguiente: En
las iglesias que no tienen un ministerio apostólico, o que no acceden a él, los
que no tienen un don ministerial intentarán dirigir o administrar la iglesia. El
resultado final de esto es una burocracia hecha por el hombre; se
convierte meramente en una administración democrática en vez de una
teocracia. El efecto normal es la utilización de mecanismos de control en
lugar de un lider- azgo modelado… Las actitudes de la mayoría de las
denominaciones hacia un liderazgo profético han tendido a empujar estos
ministerios fuera de sus igle- sias locales. Los ministerios apostólicos que se
han resistido o rechazado, o bien han formado iglesias independientes o
movimientos que han funcionado sin una restricción democrática o
denominacional. Creo que Dios siempre provee los dones que necesitamos
para poder cumplir nuestros destinos. No es la voluntad de Dios que los
movimientos comiencen con mucho poder e ímpetu y que luego mengüen y
mueran tras una generación. El don apostólico es la clave para un avance y
fuerza continuados. Siempre hay otra gen- eración de apóstoles que debería
estar en posición de reemplazar a los apóstoles fundadores.  

La iglesia afronta una situación desafortunada cuando


la administración toma el volante de lo apostólico,
porque precisamente los dones que las
iglesias necesitan para avanzar normalmente se pierden
debido a las restricciones organizativas que se les
imponen. 
 Cuando una organización o iglesia se vuelve administrativa a costa de ser
apos- tólica, los dones apostólicos a menudo se ahogan. Esto se debe a que
los dones apostólicos tienden a ser demasiado progresivos, pioneros y
avanzar demasiado para la muchas organizaciones. Algunos identificarían
esto como rebelión, pero normalmente es un deseo de mantener al grupo
avanzando y caminando en la ver- dad actual. Sin embargo, la Iglesia afronta
una desafortunada situación cuando la adminis- tración toma el volante de lo
apostólico, porque precisamente los dones que nece- sitan las iglesias para
avanzar normalmente se pierden debido a las restricciones organizativas que
se les imponen. Esto ocurrió en la Iglesia primitiva cuando los obispos
reemplazaron a los apóstoles. La Iglesia se volvió más ceremonial y
tradi- cional. El poder y la gracia apostólica de la Iglesia del libro de los
Hechos se perdieron. La Reforma del siglo XVI comenzó a cambiar esto,
pero los refor- madores no restauraron el papel adecuado del apóstol.
Muchas iglesias refor- madas mantuvieron la forma episcopal (obispos) de
gobierno. Ahora estamos viendo la restauración de los apóstoles a su papel
adecuado dentro de la Iglesia. LOS APÓSTOLES ORDENAN A
LOS OBISPOS (O ANCIANOS) El tercer capítulo de 1 Timoteo contiene los
requisitos de los obispos (super- visores, ancianos). Pablo le da instrucción
apostólica a Timoteo en relación con el gobierno de la iglesia local. Timoteo
está operando como un apóstol. Los apóstoles son responsables de la
supervisión y el establecimiento de líderes en las iglesias locales. El concepto
tradicional de que los obispos están sobre gru- pos de iglesias es realmente
una función apostólica. La enseñanza de que los obis- pos reemplazaron a
los apóstoles roba el papel de los actuales apóstoles en la Igle- sia. Algunos
han enseñado que ser obispo es el oficio más alto en la Iglesia, pero no es
cierto. Dios ha puesto, primeramente, apóstoles en la Iglesia. No hay
una cantidad de discusión bíblica tal que pueda desbancarles de esta
posición en la Iglesia. Los apóstoles ordenan y establecen obispos
(supervisores, ancianos) en la Igle- sia. Tito fue enviado por Pablo para
ordenar ancianos (obispos, supervisores) en la iglesia en Creta (Tito 1:5).

Pablo y Bernabé nombraron ancianos (obispos, supervisores) en las iglesias


que establecieron (Hechos 14:23). En su libro, The Last  Apostles on  Ea
rth  [Los últimos apóstoles en la tierra], Roger Sapp dice lo
siguiente: Debemos recuperar el entendimiento bíblico del apóstol y el
supervisor, y por el bien de la Iglesia desechar el ministerio no bíblico y título
de obispo. Es evi- dente con un simple vistazo a estos pasajes que todos, o al
menos la gran mayoría de estos líderes cristianos que han aceptado el título
de obispo, no lo recibieron de un ministerio apostólico, y han aceptado un
papel que usurpa la función del apóstol. Que los actuales obispos
reconozcan este error ante las iglesias que les respetan será tarea difícil, pero
necesaria, para dar lugar a que salga el ministerio apostólico. De lo contrario,
el “odre viejo” no será capaz de contener el “vino nuevo” del Espíritu que
será derramado en los días previos a la venida del Señor. En algunos casos,
no será difícil que el hombre de Dios prescinda de este título y enseñe a los
que le observan buscando liderazgo sobre el ministerio apostólico durante
un corto periodo de tiempo. Para él será cuestión de humildad y amor por la
verdad. En otros casos, debido a la larga tradición, quizá no sea posible
hacerlo sin tener serias dificultades. En 
cualquier caso, el Señor le dará a su siervo la gracia para recibir la verdad.

Capítulo 2  PRIMEROS APÓSTOLES, DESPUÉS APÓSTOLES  Dios ha
puesto, en primer lugar, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en ter- cer
lugar, maestros; luego los que hacen milagros; después los que tienen dones
para sanar enfermos… —1 CORINTIOS 12:28, NVI  Porque según pienso,
Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a
sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espec- táculo al mundo, a
los ángeles y a los hombres. —
1 CORINTIOS 4:9 EL MINISTERIO DE LOS APÓSTOLES ES EL MINISTERIO 
de mayor rango en la Iglesia. Esto no significa que un apóstol tenga
jurisdicción sobre todas las iglesias. Hay diferentes apóstoles que tienen
diferentes áreas de influencia. Los apóstoles tienen 
regiones geográficas diferentes sobre las que son establecidos y a las que
son envi- ados. LOS PRIMEROS SERÁN LOS
ÚLTIMOS Aunque los apóstoles son establecidos en la Iglesia en primer lu
gar, a menudo se les trata como los últimos. El ascenso de obispos a posic
iones de prominencia en la Iglesia coincidió con el reconocimiento del
Estado a la Iglesia. Los obispos en muchas ocasiones se hicieron más
poderosos que los propios gobernantes. Esto comenzó cuando el emperador
romano Constantino reconoció el cristianismo como la religión del Imperio
Romano. El oficio de obispo finalmente se convirtió en una posición de
poder y prominencia.  
Los verdaderos creyentes y ministerios no pueden
evitar sufrimiento y persecución, especialmente los
ministerios apostólicos que ministran en poder y
autoridad. 
 A algunos líderes les gusta usar el término obispo porque está reconocido 
por el mundo. Los apóstoles siempre han sido perseguidos y odiados por el
sistema del mundo. Saben lo que significa sufrir y ser tratados como los
últimos. Muchos líderes temen caminar en un verdadero ministerio
apostólico por temor al rechazo y la persecución. Muchos desean la honra de
los hombres en vez de la honra de Dios. Algunos líderes religiosos incluso
reciben títulos como “su eminencia” o “su santidad”. Qué desagradable
debe de ser esto para Dios, porque es una mani- festación de orgullo y
arrogancia. No deberíamos pensar de los hombres “más de lo que está
escrito” (1 Corintios 4:6). A muchos líderes no les gusta la idea de ser
tratados en último lugar. Muchos desean ser tratados en primer lugar. Ser
tratado último es duro para la carne, porque la carne odia el sufrimiento, el
rechazo y la persecución. A la carne le encantan los títulos aduladores. Los
líderes deben ser conscientes de la sutil tram- pa del orgullo religioso. Los
verdaderos creyentes y ministerios no pueden evitar el sufrimiento y la
persecución, especialmente los ministerios apostólicos que minis- tran en
poder y ctautoridad. LOS TÉRMINOS Y LOS TÍTULOS SON
IMPORTANTES Hay muchos líderes en la actualidad que se autodenominan
obispos siendo
após- toles. Muchos son conscientes de ello, pero otros no. La palabra obis
po significa “supervisor”. La palabra apóstol tiene una definición y función 
más amplias. Los apóstoles aportan supervisión a las iglesias y son también
ancianos. La
palabra apóstol  es una transliteración de la palabra griega apostolos, que 
significa “enviado”. Un enviado tiene diferentes funciones y tareas, las cuales
incluyen supervisar, plantar, regar, animar, corregir, juzgar, activar, impartir,
demostrar, establecer, explorar, movilizar, enseñar, predicar y ordenar. Los
líderes que son apóstoles no pueden limitarse a tareas de gestión, sino que
deben expresar totalmente la gracia que hay sobre el oficio apostólico. Lo
mismo es cierto de muchos pastores. Los pastores que son apóstoles
tienen que reconocer este don y caminar totalmente en él. Los pastores no
pueden per- mitir que el temor y la tradición les retengan. Dios no ha puesto
en la Iglesia primero pastores, sino primero apóstoles. Este es un orden del
ministerio para la iglesia local. Pablo le escribió a la iglesia local cuando
reveló el orden de Dios para el ministerio. Algunos dirán que los términos no
son importantes. Los términos y las palabras son muy importantes. Las
palabras tienen definiciones. Las palabras moldean nuestra manera de
pensar. Los apóstoles no pueden pensar como pastores, sino que deben
pensar y actuar como apóstoles. Nuestra falta de entendimiento de los dones y
ministerios puede ser un impedimento a la hora de caminar en la plenitud de la
gracia de Dios. No debemos ignorar los dones espirituales (1 Corintios 12:1).

Capítulo 3
  La ESTRATEGIA de JESÚS y los APÓSTOLES EMERGENTES  En
tonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíri- tus
inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda
dolencia. Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón,
llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su
hermano; Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo
de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo, Simón el cananista, y Judas
Iscariote, el que también le entregó. A estos doce envió Jesús, y les dio
instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de
samaritanos no entréis. —MATEO 10:1–5 UNA CULTURA APOSTÓLICA
REQUERIRá UN liderazgo apostólico. Requerirá la sabiduría y la estrategia
para identificar y activar apóstoles emergentes y otros 
dones ministeriales. Jesús ordenó a doce para que pudieran estar con Él.
Muchos han visto la estrate- gia de Jesús como un evento puntual e
histórico. Jesús es nuestro ejemplo per- fecto. Él es el apóstol de nuestra
profesión. Él es el enviado perfecto, y sus méto- dos y estrategias reflejan la
sabiduría de un apóstol.  
El no discernir y formar apóstoles emergentes con
frecuencia causa que la siguiente generación sustituya
el liderazgo del apóstol por gerentes
y administradores. 
 Jesús identificó a doce apóstoles. ¿Fue este un evento puntual o un modelo
que los apóstoles actuales necesitan tener? Uno de los fallos que han
cometido mu- chos apóstoles ha sido el no identificar apóstoles emergentes.
Muchos apóstoles nombran pastores para pastorear las iglesias que nacen
por medio de sus movimientos. Esto no es sabiduría de Dios por varias
razones. La primera razón es que la siguiente generación de líderes también
necesitará una unción apostólica para seguir con el ímpetu del apóstol
fundador. Jesús identificó líderes para llevar su mensaje y llegar hasta las
partes más recónditas del mundo. Los apóstoles tienen la capacidad de
abrirse paso y extender el movimiento que comenzó el fun- dador. Dios
colocará apóstoles emergentes alrededor de un apóstol fundador. Al
após- tol fundador le toca discernir quiénes son y formarlos. No hacerlo a
menudo causa que la siguiente generación reemplace el liderazgo del apóstol
por gestores y administradores. Algunas congregaciones acuden a la
votación a fin de reemplazar a los líderes. Sin apóstoles emergentes, la
congregación no está en posición de poder avanzar y progresar. Los dones
apostólicos en una iglesia han de ser re- conocidos, alentados y activados.
Esta es la estrategia de Jesús, y debería ser nues- tra estrategia en la
actualidad. Josué es un tipo de un apóstol emergente. El Señor le dijo a
Moisés que lo alen- tase. Los apóstoles emergentes necesitan que los
animen. Necesitan padres espiri- tuales que les den mentoría y los formen.
Hay muchos apóstoles emergentes hoy día en la Iglesia, y no pueden quedar
encerrados en posiciones de gestión que lim- iten su unción. Necesitan ser
totalmente activados. Timoteo y Tito eran apóstoles emergentes que fueron
formados por Pablo. Los 
apóstoles emergentes a menudo serán parte del equipo apostólico. Viajarán
con un apóstol y aprenderán de primera mano el ministerio apostólico.
Tendrán parte activa a la hora de plantar y establecer iglesias así como
ordenando ministros. Pasará algún tiempo hasta que sus dones se
manifiesten plenamente, pero con pa- ciencia y madurez esos dones tendrán
la capacidad de manifestarse totalmente. Cuando los líderes entren de lleno
en sus llamados apostólicos, muchos após- toles emergentes tendrán un
modelo a seguir. Los ministros seguirán los modelos que hayan tenido
delante. Si lo único que ven los ministros son obispos y pas- tores, es lo
único a lo que muchos de ellos aspirarán. Si ven apóstoles y
profetas honrados y aceptados en la iglesia, tendrán un modelo del Nuevo
Testamento ante ellos. Somos responsables de lo que modelamos ante los
ministros emergentes. Pablo animó a la iglesia a que lo imitaran así como él
imitaba a Cristo. Pablo presentó un verdadero modelo apostólico ante las
iglesias. Expuso a los falsos apóstoles y modeló la verdad. FUERA LOS
VIEJOS MODELOS; DENTRO LOS NUEVOS No podemos permitirnos
presentar modelos religiosos viejos delante de la Iglesia. Los modelos
tradicionales no son suficientes. La Iglesia se construye sobre el
fundamento de apóstoles y profetas (Efesios 2:20). No está edificada sobre
el fundamento de obispos y pastores. No quiero decir con esto que los obispos
(an- cianos, supervisores) y pastores no sean necesarios. Simplemente significa
que no son ministerios fundamentales; no son los principales ministerios de la
Iglesia. Cuando reemplazamos los ministerios fundamentales por ministerios que
no son fundamentales, la Iglesia tiene problemas. Pablo, apóstol (no de hombres
ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los
muertos). —GÁLATAS 1:1 Pablo siempre se identificó como un apóstol. Los
apóstoles son llamados y enviados por Jesús. Los obispos son nombrados y
establecidos por los apóstoles. Pablo sabía que su llamado y nombramiento no
eran humanos. Él entendió que el Señor mismo le dio directamente la autoridad
de su llamado. Cuando él corregía a las iglesias, lo hacía sobre la base de su
autoridad apostólica. Su autoridad venía de Dios, no de la Iglesia. Los obispos
que han sido establecidos en sus posiciones por la iglesia han de dar cuentas a
las iglesias que les eligieron o les nombraron. ¿Cómo pueden caminar los líderes
en la autoridad necesaria sin que la autoridad

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