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Colección
Psicología y Educación. Buenos Aires, Ediciones Novedades Educativas. Mayo-
Junio de 1999.
En este trabajo, dedicado al tema del tiempo como uno de los aspectos cruciales
en los procesos de orientación vocacional, no podemos desligarnos de la
consideración psicoanalítica del tiempo. Pero no para aplicarlas sin más sino
para situar intersecciones y diferencias.
El síntoma en el análisis se trata de una huella de algo que sólo será significado
en el futuro, aunque esa huella lo sea del pasado. Como dice Lacan:
"Lo que vemos bajo el retorno de lo reprimido es la señal borrosa de algo que
sólo adquirirá su valor en el futuro, a través de su realización simbólica, su
integración en la historia del sujeto. Literalmente, nunca será sino algo que, en
un momento determinado de realización, habrá sido"…
Vamos a trabajar distintos tópicos en los cuales aparece el problema del tiempo
y sus diferentes abordajes.
"La mejor manera de proteger al enfermo de los daños que puede acarrearle la
ejecución de sus impulsos es comprometerle a no adoptar durante el curso del
tratamiento ninguna resolución importante (elegir carrera o mujer, por ejemplo) y
a esperar para ello el momento de la curación. Al mismo tiempo, respetamos la
libertad personal del paciente en cuanto sea compatible con estas precauciones;
no le impedimos la ejecución de propósitos poco trascendentales, aunque se
trate de evidentes simplezas y no olvidemos que sólo la propia y personal
experiencia hace al hombre sabio. Hay también casos en los que nos es
imposible disuadir al sujeto de acometer una empresa totalmente inadecuada a
sus circunstancias y que sólo mucho después van madurando y haciéndose
asequibles a la elaboración analítica"
Si bien estas preguntas son de orden general, y como tales, implican respuestas
también generales, no es ocioso aclarar que habrá que situarse en cada caso
singular. Sin embargo, sigue siendo válido pensar que en muchos casos donde
podría haber surgido indicaciones tales como: suspenda toda decisión, comience
un tratamiento analítico y luego se verá, pueden llegar a ser contraproducentes.
En muchos casos hay que evaluar el costo que tiene para el sujeto suspender
toda decisión. El poder emprender algo, aún a riesgo de equivocarse, en muchos
jóvenes los pone en marcha, y ese ponerse en marcha es crucial para ellos.
En un caso de una joven de 19 años que claramente padecía una neurosis grave
y que esto obstaculizaba no sólo su decisión sino su puesta en marcha para la
vida, se hacía necesario indicar un tratamiento analítico. Sin embargo, por la
situación en la que se encontraba: inmigrante del interior, si no se decidía por
estudiar debía volverse (con mucha angustia y sin una clara elección) a su
pueblo. Esta situación personal hacía necesario trabajar para que pudiera
organizarse en el sentido de encontrar alguna carrera, estudio o trabajo que le
permitiera sostenerse y no precipitarse en un derrumbe psíquico, para lo cual el
objetivo primero era seguir en ese proceso de orientación vocacional. El
tratamiento analítico podría venir luego.
Paradojas temporales.
Creo que en muchos casos hay desde los padres, desde el contexto, demandas
de una asistencia tal que se pudiera anular esta paradoja. Y muchos jóvenes
demandan asistencia para ello. Si alguien en el lugar de orientador o de analista
decide indicar o prescribir suspensión en acciones y decisiones debe tener en
claro si no está intentando poder anular esta paradoja. No nos referimos aquí a
situaciones por demás frecuentes y que podrían reunirse en la frase
paradigmática: No sé lo que quiero, pero lo quiero ya. No estamos hablando aquí
de aquellos que no se toman tiempo para informarse y pensar, el tiempo de un
proceso de orientación vocacional, por ejemplo. Nos estamos refiriendo a un
cierta tendencia a tratar de encontrar las condiciones ideales para producir una
decisión.
El valor iniciático de las decisiones y acciones que tomen los jóvenes también es
producto de que se trata de un momento donde los cambios son continuos. Se
trata de un sujeto que está organizándose, constituyéndose. El valor de la
experiencia es fundamental porque justamente se trata de la experiencia como
acto exogámico. Ya sean experiencias amorosas, laborales, de estudio, de
viajes, toman el valor de inaugurar momentos de autonomía, de salida al mundo.
Por lo tanto cada decisión que tomen, cada experiencia que realicen irá
construyendo en ellos nuevas herramientas y desarrollará nuevos rasgos y
gustos
"no olvidemos que sólo la propia y personal experiencia hace al hombre sabio".
El tiempo en la decisión.
Existe una concepción, que en filosofía viene de Aristóteles, a través de la cual
se piensa que la deliberación razonada es la que conduce a la acción. Se piensa
que la forma adecuada para llegar a una decisión es la de una secuencia
perfectamente razonada y conciente de todos sus pasos hasta la culminación en
una conclusión correcta.
Esta razón ideal que podría calcular el momento adecuado para realizar una
acción o para tomar una decisión, supone también un sujeto ideal plenamente
constituido que tiene las herramientas para llevar a cabo esa deliberación y
además, un mundo con cierta consistencia estable en el sentido que conserva
características de constancia y de permanencia, por la cual, mientras estamos
deliberando sobre algo que va a ocurrir las variables de nuestra deliberación no
se han transformado, porque sino, nos encontraríamos con un problema no
incluido en la deliberación. El paso del tiempo transforma los materiales con que
deliberamos y por lo tanto nunca se podría llegar al momento adecuado, porque
este se correría ad infinitum.
Sin embargo, los que consultan son adolescentes que lejos están no sólo de
alguna pretendida madurez, sino que están muy lejos de poder haber transitado
experiencias, albergar conocimientos como para que su deliberación sea amplia
y total. Es que la vida de cada sujeto se constituye a través de cada instancia,
de cada proceso, de cada decisión tomada. Y estas decisiones son siempre
prematuras en cuanto no sólo se confirmará o no su éxito o fracaso en el futuro
sino que serán siempre prematuras porque el joven necesita atravesarlas para
poder constituirse. En ese sentido siempre una decisión estará anticipando, en
situación de avanzar y producir un acontecimiento que modificará la línea de la
historia (aunque sea vivida como retardada, demorada, apresurada). Creemos
que las decisiones no son calculables aunque sí el trabajo previo para poder
llegar a ella. Pero un orientador ni el que consulta pueden predecir exactamente
cuándo se tomará la decisión.
No estoy diciendo que se puede decidir desde la espontaneidad, sino que luego
de un proceso de trabajo, de análisis, de información, el momento de la decisión
sobreviene, no por consecuencia lógica, calculada sino como un acto que
irrumpe y sorprende.
"Como de costumbre en Nueva York, todo se derriba antes que hayas tenido
tiempo de tomarle cariño".
Se hace evidente que esta frase está separando dos tiempos. Uno el de la
construcción y destrucción de algo, en este caso se trata de una grúa demoliendo
edificios. Otro tiempo el del cariño, el del afecto. Y un desajuste entre ambos.
Para tomarle cariño a algo es necesario un tiempo mayor del que toma hacer y
deshacer ese algo. El tiempo de los afectos y el tiempo de las tecnologías están
desajustados, mal sincronizados
Este desajuste, tiene como fondo, un imaginario a través del cual existe una
percepción compartida por la cual existiría un ajuste entre el tiempo subjetivo y
el tiempo del Otro (o el tiempo social, de la cultura), que hace a la ilusión de un
mismo tiempo, un tiempo homogéneo, compacto que compartimos todos. Se
trata de una consistencia que el yo construye sobre el tiempo y que no deja de
tener consecuencias en la vida de las personas.
Creemos, por el contrario, que siempre existe una inadecuación entre el tiempo
subjetivo, el tiempo tal cual es percibido por los sujetos y el tiempo Otro, aquel
que, por ejemplo, pautan los avances tecnológicos, los tiempos políticos, las
guerras, las economías, inclusive el tiempo cronológico (que también es una
creación humana).
Sin embargo, cuando vamos a relatos históricos de otras épocas, en todas las
generaciones se pueden encontrar huellas de esta percepción de no poder
absorber los cambios vertiginosos que se produce. Las nuevas generaciones
parecen más flexibles (para las generaciones que las preceden) a 'adaptarse' a
esos tiempos más acelerados. Creemos que se trata de una sensibilidad ligada
al transcurso de la vida por lo cual, inevitablemente, las nuevas generaciones
son las que producen lo novedoso, que, como tal, ofrece resistencia a su
incorporación y a su asimilación al tiempo de la subjetividad.
Si bien esta dislocación respecto del tiempo no puede ser suturada, corregida,
reparada, en el sentido de su estructura, creemos que tendrá más recursos
contra sus efectos imaginarios y reales devastadores aquel que pueda, en
alguna ocasión, soportar, sobrevellar esa inadecuación, que aquel que
alocadamente intente eliminarla.
Por lo tanto, este apremio de adecuarse a los 'tiempos que corren' no hace sino
provocar alocadas carrera que, en muchos casos, hacen entrar a los individuos
en las divertidas paradojas de Zenón de Elea que no son más que las
contradicciones en las cuales se hallaría quien intente sostener de modo
obcecado la sucesión del tiempo como formados por una sucesión de infinitos
instantes consecutivos.
Por eso es necesario tomar en cuenta el tiempo del que consulta considerado
desde su posición subjetiva incluyendo el momento que está viviendo. En el caso
de orientación vocacional hay un tiempo que, si bien no puede ser apresurado,
si es necesario tener en cuenta la prisa de los plazos necesarios para tomar
determinada decisión.
Es muy diferente el trabajo que se puede realizar con alguien que todavía no
pasó por la experiencia de hacer una apuesta ligada a la exogamia, a su
independencia, y el que ya hizo alguna. Antes de tirar los dados están las
ilusiones, promesas, expectativas. Lo que vendrá es pura imaginación. Luego de
la tirada de los dados están los resultados, la decepción, la satisfacción, el
análisis de lo que sucedió con la tirada. El sujeto no es ya el mismo. Pasó por la
experiencia.
Por eso es muy importante el momento vital en el que esté instalado el que
consulta. No pensamos aquí en algo esquemático como la edad cronológica.
Sino la edad cronológica ligada con la experiencia vital del sujeto.
Pero hay jóvenes que no hacen la escuela secundaria, hay jóvenes que ya han
apostado, que han trabajado, y eso tiene incidencia. Si se trata de alguien que
está en uno de sus primeras decisiones importantes o se trata de alguien que ya
ha transitado por allí, o si se trata de alguien que ni siquiera alcanza a percibir
que se encuentra en ese punto.
El caso de Matías es ilustrativo de cómo se pone a cuenta del hallazgo del objeto
de su deseo todas las acciones del sujeto. Matías está ubicado en un tiempo por
el cual el objeto que él quiere siempre está en otro lugar y en otro tiempo del que
él se encuentra. Participa de un denominador que es común a varios jóvenes.
Están a la espera que aparezca lo que les gusta, porque entonces ahí sí podrán
comenzar a vivir. Esta coartada de que todavía no encontraron 'su' objeto lo deja
a la espera de la aparición, hallazgo o encuentro con lo que quieren hacer. Y
esto dilata, frena y detiene la marcha en función de poner a andar algo que los
pueda confrontar con la falta. De qué, de que cuando encuentren el objeto no va
a ser lo que ellos suponen ahora. Y, en muchos casos, ese objeto ya pasó por
sus manos, pero no lo tomaron.
Aquí la castración sería el estatuto teórico de aquello que para Matías es, por
ejemplo, sucumbir a los efectos de que solamente podrá encontrar los objetos
que están a su alcance toda vez que mida las consecuencias de sus actos. Por
ejemplo, la carrera no será la mejor ni la más afortunada. El éxito dejará de ser
un todo para, en todo caso, ser un objetivo que le permite ir recorriendo un
camino. La espera del encuentro de esa carrera que le promete satisfacción
porque le gusta, recompensa económica y no demasiado esfuerzo, lo ubica en
el ‘todavía’ esto puede llegar a producirse. Obviamente, el paso del tiempo lo
acerca cada vez más a la posibilidad de perder esta ilusión, y esto es lo que hace
volverse sobre sus pasos, y comenzar a reconocer cuanto de lo que estuvo
transitando valía la pena en el sentido de que era un camino que estaba
haciendo. Muchos jóvenes se ven confrontados con estas desilusiones, y el
tiempo cronológico logra tener sobre ellos el efecto de mostrar que están
instalados en sostener una ilusión, y que eso mismo les impide hacer algo en
pos de lo que quieren.
Por eso decimos, que en esos momentos, sobrevienen las situaciones más
dificiles en relación a la transferencia con el orientador. Necesariamente el
orientador ahí cae como aquel que podría asegurar o garantizar que la decisión
no sea eso, una decisión singular.
Por eso nos parece que es muy interesante plantearlo esto en términos de los
tiempos lógicos de Lacan, no esperando más que el instrumento teórico que nos
permita pensar en esas situaciones difíciles, para sostener como orientadores.
Por eso muchos pueden concluir, cerrando el proceso de orientación, y otros no,
se van antes, desaparecen. Y esto, muchas veces es la expresión de esa
inadecuación que comienza a gestarse cuando se está incubando la urgencia de
la decisión. Por eso, para el orientador también es muy difícil este momento,
porque tampoco se lo espera. Por tratarse de esto, de momentos que
sobrevienen de forma anticipada, o diríamos extemporáneamente a la sucesión
esperable, también el orientador muchas veces no puede prever ni esperar lo
que va a ocurrir. Por eso es tan difícil ocupar ese lugar, sin caer en los
tecnicismos de algún tipo de orientación vocacional, o sin intentar suturar, cerrar
estos acontecimientos. Planificar un deteminado número de sesiones sería un
modo de controlar esto. Tal vez sirva para trabajar con más tranquilidad, pero es
probable que no pueda desplegarse dentro del proceso mismo de orientación
vocacional estas idas y vueltas que hacen a las condiciones de la elección. Por
supuesto que esto se despliega aunque la persona no consulte. No es como en
el análisis, que solamente puede producirse un análisis dentro del lugar mismo.
En este caso, las características generales de esta toma de decisión, por lo que
hemos visto, se conservan, porque hacen más a las condiciones para llegar a
una toma de decisión subjetiva, cuando el que decide y elige está realizando una
apuesta en la que quiere o intenta comprometer su deseo.
Bibliografía utilizada: