Historia

de la Odontología
inicio y desarrollo en México
Martha Díaz de kuri
Departamento de Historia
Facultad de Odontología
UNAM

Autores
Lourdes Aguilar l Juan Álvarez de Lille l Vicente Cuairán Ruidíaz l Guillermo Cueto Arvizu
l Patricia Díaz Coppe l Martha V. Díaz De Kuri l Saúl Dufoo Olvera l Enrique Echevarria
y Pérez l Cristina Eguiarte l María Teresa Espinosa Meléndez l Víctor Esponda Gaxiola l
María de la Luz Gayol Mejía l Claudia Gil Orduña l Rosa María González Ortiz l Estela
Gracia García y Martínez l Uziel Gutiérrez de la Isla l Rubén Hernández González l Lourdes
Ledesma Salinas l Olivia Marín Santillán l Angélica Rosalva Martínez Rodríguez l Leonor
Ochoa García l José Manuel Ornelas e Ibañez l Héctor Ortega Herrera l Carmen Pérez
Anguiano l Javier Portilla Robertson l Eugenia Reyes María l Vanessa Rocha Garfias l
Luz María M. Ruiz Saavedra l José Sanfilippo y Borrás l Ma. Cristina Sifuentes Valenzuela l
Manuel Javier Toriz Maldonado l Carlos Viesca Treviño l Javier de la Fuente Hernández l
Camilo Otero Rejón
 Historia de la Odontología
inicio y desarrollo en México
/ Martha Díaz de Kuri
Editorial Odontología Actual, S.A. de C.V.
2015; 256 P. il 16 x 22 cm. ISBN: 978- 607-96857-1-3
1.- Historia 2. Especialidades 3.- Enseñanza

Primera Edición:2015
© Martha Díaz de Kuri
© Odontología Actual, S.A. de C.V.
ISBN: 978-607-96857-1-3
Odontología Books

Autora: Martha Díaz de Kuri

Editor responsable: Edgar Molina Miranda
Editor de publicación: Juan manuel Robles
Director asociado: Leonor Martínez de la hoya
diseño: maría de Jesús Torreblanca Morales
Revisión y Corrección de estilo: Luz maría Ruíz
Apoyo visual: Rubén Hernández

Una marca mas de Grupo Editorial Odontología Actual S.A. de C.V.

Impreso en México por: Preprensa Digital S.A. de C.V.

Esta edición se terminó de imprimir y encuadernar en Septiembre de 2015 Distribuido
por Editorial Odontología Actual S.A. de C.V. Boulevard Adolfo López Mateos núm.
1384, 1er. piso Col. Santa María Nonoalco, México D.F. C.P. 03700. Tels. 52 (55) 5611 2666/
5615 3688. 01 800 377 8737
www.odontologiaactual.com

®Reservados todos los derechos

Prohibida su reproducción total o parcial. Prohibido su archivo, reproducción
o transmisión mediante cualquier sistema electrónico, mecánico o de
fotoreproducción, memoria o cualquier otro sin permiso expreso por escrito del
autor.
Los autores son los responsables ante la ley de las consecuencias por cualquier
violación a los derechos de autor de la infracción de acuerdos relevantes o de
alguna responsabilidad jurídica con sus respectivas aportaciones. El editor y la
editorial no serán responsables por violaciones a los derechos de autor.
 Presentación

C
ontar la historia de alguien o de algo, implica normalmente evocar un relato del pasado, un relato que
puede estar condimentado con interpretaciones personales, fantasías transmitidas generacionalmente de
boca en boca, y ocasionalmente, con el protagonismo del mismo relator.
Otro tipo de historia es la que se fundamenta en el estudio y la investigación; quien la cuenta…, inves-
tiga, interpreta, describe y relata hechos y procesos que ocurrieron y se desarrollaron en el pasado, ate-
niéndose siempre a criterios de objetividad, y su esfuerzo trasciende su interés personal por saber ¿qué?..¿quién?..¿cuándo?..
¿cómo? y ¿dónde?, y agota todas las posibilidades que puedan dificultarle llegar a la verdad; nos referimos en este caso a la
Ciencia Histórica, y eso es lo que practica Martha Díaz de Kuri siempre que nos quiere contar algo.
Pero…¿qué sería de la historia sin el escrito? seguramente algo parecido al juego del teléfono descompuesto. Si algo carac-
teriza la labor de Martha, es la existencia del testimonio impreso y, si bien muchos atestiguan sus dotes como conferenciante,
muchísimos apreciamos la existencia de sus libros, con los que el precepto latino verba volant, scripta manent (las palabras
vuelan, lo escrito permanece) confirma su vigencia.
Nuevamente, ahora con este libro, la autora nos lleva a la fascinante aventura de abrir puertas que, cerradas a nuestras
espaldas, no nos permitían conocer los orígenes, transformaciones y revoluciones que han desembocado en la Odontología
de nuestros días.

Desconocer la historia, condena a repetirla.

Mtro. José Arturo Fernández Pedrero

 Índice
Presentación /José Arturo Fernández Pedrero
Introducción /Martha Díaz de Kuri

Parte I ...................................68
/ José Sanfilippo y Borrás
CAPITULO I CAPITULO XII
La bibliografía en la Historia de la Odontología Barberos y flebotomianos en el México Colonial
/ Manuel Javier Toriz Maldonado ...........................7 / Vanessa Rocha Garfias....................................71
CAPITULO II CAPITULO XIII
La investigación Histórica en Odontología Examen para los barberos flebotomianos
/ Héctor Ortega Herrera....................................13 / Martha Díaz de Kuri......................................78
CAPITULO XIV
Parte II Presencia de Santa Apolonia en México
/ Juan Álvarez de Lille.......................................80
CAPITULO III
Tratamientos dentales de la Prehistoria a la Edad
Media / Luz María Ruiz Saavedra/ Patricia Díaz Coppe ......18 Parte V
CAPITULO IV CAPITULO XV
La herencia Árabe Musulmana Evolución de la medicina en el siglo XIX
/ Ma. Eugenia Reyes Aguilar ................................34 / Carlos Viesca Treviño......................................86
CAPITULO XVI
Parte III Origen y evolución de la Cirugía Oral y Maxilofacial
/ Vicente Cuairán Ruidíaz...................................90
CAPITULO V
El Renacimiento el Inicio de la Modernidad CAPITULO XVII

/ Luz María Ruiz Saavedra / Patricia Díaz Coppe ..............38

Historia de la odontología de Los Estados Unidos
/ Martha Díaz de Kuri......................................97
CAPITULO VI
Odontología del Siglo XVI y La obra de Francisco CAPITULO XVIII

Martínez de Castrillo Llegada de la odontología a México

/ Martha Díaz de Kuri....................................104
/ Víctor Esponda Gaxiola / Lourdes Aguilar ...................43
CAPITULO XIX
CAPITULO VII
El proceso de profesionalización de la Odontología. Exámenes para obtener el título de Cirujano Dentista
Siglos XVII y XVIII / Martha Díaz de Kuri ..................50 / Martha Díaz de Kuri ....................................106
CAPITULO XX

Parte IV La profesionalización de la Odontología en México

/ Uziel Gutiérrez de la Isla.................................107
CAPITULO VIII
CAPITULO XXI
Fuentes para el estudio de la medicina prehispánica La Primera Escuela Dental de México
y los tratamientos dentales
/ Martha Díaz de Kuri....................................111
/ Martha Díaz de Kuri......................................56
CAPITULO XXII
CAPITULO IX
Decorados y mutilaciones dentales en América Asociaciones y publicaciones siglo XIX y principios
del XX / Martha Díaz de Kuri............................115
prehispánica / Leonor Ochoa García
/ Saúl Dufoo Olvera........................................60 CAPITULO
L
XXIII
a mujer en la Odontología en México
/ Martha Díaz de Kuri....................................120
CAPITULO X
El mural de Tepantitla 550-650 d.c. CAPITULO XXIV
/ José Manuel Ornelas e Ibañez..............................66
Los dentistas de fines del siglo XIX
/ Martha Díaz de Kuri....................................122
CAPITULO XI
Tratamientos dentales durante el Virreinato
Parte VI CAPITULO XLI
Odontopediatría en el hospital central militar
CAPITULO XXV
de 1954 A 1961.
La odontología en la primera mitad del siglo XX en / Estela Gracia García y Martínez..........................208
México/ Martha Díaz de Kuri............................128
CAPITULO XXVI Parte VII
La farmacoterapia odontológica del Siglo XX en CAPITULO XLII
México / María Teresa Espinosa Melendez................131 La formación del cirujano Dental en México
/ Martha. Díaz de Kuri....................................210
CAPITULO XXVII
Materiales de obturación CAPITULO XLIII
/ Rubén Hernández González.............................138
Los planes de estudios (1904-2004)
/ Luz María M. Ruiz Saavedra..............................211
CAPITULO XXVIII
La ortodoncia en México/ Martha Díaz de Kuri CAPITULO XLIV
/ Nasib Balut.............................................143
De la Educación para la salud
CAPITULO XXIX
/ Ma. Cristina Sifuentes Valenzuela / Javier de la Fuente
Periodoncia sus inicios en México Hernández..............................................220
/ Martha. Díaz de Kuri....................................146
CAPITULO XLV
CAPITULO XXX
Fundación de la Facultad de Odontología
Del marfil a los acrílicos / Martha Díaz de Kuri.........150 de la Universidad de Guadalajara
/ Guillermo Cueto Arvizu..................................226
CAPITULO XXXI
Apuntes sobre la endodoncia en México / Carmen Pérez CAPITULO XLVI
Anguiano / Martha. Díaz de Kuri..........................156
La odontología en Yucatán /Camilo Otero Rejó.......228
CAPITULO XXXII
CAPITULO XLVII
Enseñanza de la odontopediatría en México Escuela de Odontología de la Benemérita
/ María de la Luz Gayol Mejía..............................160
Universidad Autónoma de Puebla
/ Olivia Marín Santillán / Claudia Gil Orduña...............230
CAPITULO XXXIII
La radiología en la odontología mexicana CAPITULO XLVIII
/ Martha Díaz de Kuri....................................167
Raíces de la odontología en Zacatecas
/ Uziel Gutiérrez de la Isla.................................231
CAPITULO XXXIV
La práctica de la cirugía oral y maxilofacial CAPITULO XLIX
en México / Vicente Cuairán Ruidíaz....................170 La enseñanza de la odontología en la Facultad
CAPITULO XXXV
de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM.
La enseñanza de la cirugía oral y maxilofacial / Rosa María González Ortiz ..............................233
y la formación de los cirujanos en México CAPITULO L
.................................180 Desarrollo histórico del plan de estudios de la Carrera
/ Vicente Cuairán Ruidíaz
CAPITULO XXXVI
de Cirujano Dentista en la Facultad de Estudios
Las asociaciones de cirujanos en México y el Superiores Zaragoza
Consejo Mexicano de Cirugía Oral y Maxilofacial El / Angélica Rosalva Martínez Rodríguez ....................236
primer consejo de certificación de especialistas en la CAPITULO LI
odontología mexicana / Vicente Cuairán Ruidíaz.......187 Plan de estudios innovador: la carrera de
CAPITULO XXXVII
estomatología de la Universidad Autónoma
Prótesis maxilofacial / Enríque Echevarría y Pérez......197 Metropolitana Xochimilco.
CAPITULO XXXVIII
/ Víctor López Cámara ....................................242
La patología oral en México / Javier Portilla Robertson..200 CAPITULO LII
CAPITULO XXXIX
La deontología y sus Inicios / Carolina Álvarez
La oclusión dental en México de la Cadena Sandoval...................................245
/ Lourdes Ledesma Salinas................................202
CAPITULO LIII
CAPITULO XL
La Sala de la Odontología Mexicana
Asociación Mexicana de Odontólogas / Martha. Díaz de Kuri....................................247
/ Maria Cristina Eguiarte Ortega..........................206
 Introducción
Lavida solo se puede entender mirando hacia atrás,
pero sólo se Puede vivir mirando hacia adelante
C. D. y L. H. Martha Díaz de Kuri
Cirujana Dentista y Licenciada en Historia.
Profesora de Carrera Titular de Tiempo Completo,
Facultad de Odontología, UNAM. Coordinadora
del Departamento de Historia de la Facultad de
Odontología y del Seminario de Historia, UNAM
E
ste libro busca despertar el interés por nues-
tra historia, acrecentar el orgullo que como
cirujanos dentistas debemos sentir por el pa-
sado y el presente y rendir homenaje a todas
las personas que con su esfuerzo y su trabajo
Soren Aabye Kierkegaard
contribuyeron para hacer de la odontología una profesión
eficiente, digna y respetable.
El arribo de los primeros dentistas extranjeros a nuestro
país -con una profesión hasta entonces desconocida- da ini-
cio a la odontología en México que próximamente cumplirá
200 años. En estos dos siglos, la odontología nacional desa-
rrolló fuertes vínculos internacionales, y estrechas relacio-
nes con la medicina y demás ciencias de la salud.
Adentrarnos en el pasado, saber desde cuándo, por qué
existe la odontología y cómo ha sido su evolución, nos ayu-
da a entender nuestro presente como cirujanos dentistas,
nos permite valorar la labor que realizamos cotidianamen-
te, los compromisos que tenemos con la profesión y con
la sociedad; además el conocer nuestra historia, favorece
nuestro sentido de identidad e incrementa el de pertenen-
cia a nuestro gremio. No se puede amar ni valorar lo des-
conocido.
Más de 60 instituciones afiliadas a la Federación Mexi-
cana de Escuelas y Facultades de Odontología -además de
la formación de cirujanos- se interesan cada vez más por in-
corporar la materia de historia en la currícula de sus escue-
las. Por otra parte va en incremento el número de asocia-
ciones y grupos de estudios que organizan a nivel nacional
congresos, cursos y seminarios en los que se incluyen temas
históricos. Actualmente el número de publicaciones que se
pueden conseguir es insuficiente, hay mucho todavía por
investigar, escribir y publicar; de ahí la necesidad de un libro
que aborde la historia de la odontología, su nacimiento y
desarrollo a nivel mundial y después la llegada a México de
esta profesión y su evolución en nuestro país. Para su elabo-
ración se convocó a los profesores que imparten el Semina-
rio de Historia en la Facultad de Odontología de la UNAM, a
médicos y a cirujanos dentistas apasionados del tema; ello
permitió la participación de 34 autores de sólida trayectoria
en la investigación y publicación en la materia.
El libro consta de siete partes, en la primera se incluyen
dos temas: la bibliografía de la historia de la odontología,
en donde se menciona a quienes han trabajado el tema y
las publicaciones que existen sobre éste, el segundo tema
presenta estrategias metodológicas. En la segunda parte
se relatan, a grandes rasgos, los problemas dentales y de
la cavidad oral que ha padecido el hombre desde la prehis-
toria hasta la Edad Media; se mencionan los conceptos, y
las terapéuticas generales y particulares desarrolladas por
las civilizaciones antiguas, clásicas y medievales. La tercera
parte aborda los grandes avances científicos del Renaci-
miento y de los siglos XVII y XVIII en Europa, época en que la
dentistería comienza a caminar de manera independiente
así como su proceso de profesionalización; desde la parte IV
los temas se circunscriben principalmente a México, por lo
que no se podía dejar fuera el sistema médico de los pue-
blos prehispánicos, los conceptos sobre salud-enfermedad
y terapéutica empleada en los padecimientos de la cavidad
oral. En ella confluyen las medicinas española e indígena,
se abordan los tratamientos dentales que efectuaban los
barberos flebotomianos llegados de Europa y su evolución
en la Nueva España; asimismo se contempla el culto a Santa
Apolonia -encargada de abogar por los que sufren dolores-
patrona de los dentistas. La parte V incluye capítulos sobre
temas como la evolución de la medicina durante el siglo
XIX, la llegada a México de dentistas extranjeros -franceses y
estadounidenses- quienes ejercieron en las principales ciu-
dades de nuestro país, la forma en que fueron acogidos por
la sociedad necesitada de sus servicios; se incluye también
información sobre la odontología estadounidense y los lo-
gros de esta profesión durante el siglo XIX -como el descu-
brimiento de la anestesia y la creación de la primera escuela
dental del mundo-. Otros capítulos abordan los exámenes
establecidos para regularizar la práctica de los extranjeros
y la formación de los primeros dentistas mexicanos bajo el
sistema de tutoría, esta parte termina con la inauguración
del Consultorio Nacional de Enseñanza Dental, que con el
tiempo se transformaría en la Facultad de Odontología.
La parte VI incluye la odontología mexicana a lo largo del
siglo XX: los fármacos, técnicas y materiales de obturación
empleados; el desarrollo de todas las ramas de la profesión
y la conformación de las especialidades odontológicas. Se
mencionan las asociaciones y la presencia de la profesión en
el medio hospitalario. En el resto del libro, incluimos capítu-
los sobre la formación profesional en el siglo XX, programas
de estudios y sistemas educativos de la ciudad de México,
y algunos ejemplos de ciudades de provincia: Guadalajara,
Puebla, Zacatecas y Yucatán, además de la Sala de Odontolo-
gía en la Ciudad de México.
El objetivo principal del libro, es despertar el interés por
nuestra historia, acrecentar el orgullo que como cirujanos
dentistas debemos sentir por el pasado y el presente y ren-
dir homenaje a todas las personas que con su esfuerzo y su
trabajo contribuyeron para hacer de la odontología una pro-
fesión eficiente, digna y respetable.
Este libro, lo mismo nos informa que nos lleva a la re-
flexión, está dirigido a cirujanos dentistas nacionales e inter-
nacionales, a estudiantes de odontología y en general a to-
dos los interesados en conocer el nacimiento y la evolución
de este quehacer. Agradecemos a todos los autores por el
trabajo realizado con empeño y responsabilidad; a las auto-
ridades de la Facultad de Odontología y muy especialmente
a nuestro director, el maestro José Arturo Fernández Pedrero,
quien desde el inicio, brindó su apoyo incondicional para la
publicación de este libro, y durante el proceso nos alentó a
seguir adelante.
Con casi doscientos años de vida, la Odontología Mexica-
na ha llegado a la madurez, es tiempo de publicar su historia,
y qué mejor que sea la Facultad de Odontología de la UNAM
la que se encargue de tan significativo trabajo.
 Parte I l Capitulo I
La bibliografía
en la Historia de la Odontología
Mtro. Manuel Javier Toriz Maldonado
Profesor Asociado de Tiempo Completo
FES Iztacala UNAM.
Socio Numerario de la Sociedad Mexicana
de Historia y Filosofía de la Medicina
L
os dientes son -en la historia de diversas cul-
turas- un simbolismo de gran importancia
al que le atribuyen un poder mágico y pro-
tector que se refleja en: amuletos e insignias,
ornamentos y herramientas que se portan
como emblemas de poder, fuerza, vitalidad, autoridad y
dignidad. En algunas culturas, su ausencia o fractura en la
boca se considera como: decadencia, debilidad, humilla-
ción o derrumbe moral.
En Mesoamérica el universo simbólico de los dientes
irradiaba en su cosmovisión, reflejándose en todas sus
áreas de actividad: estética, filosófica, moral, religiosa,
geográfica, política, mágica, en el idioma, la medicina y el
arte; algunos ejemplos de su presencia en la cotidianeidad
de algunas culturas fueron:
1) Las escrituras náhuatl, en donde los dientes están
presentes como símbolo de abundancia.
2) Los jeroglíficos referentes a localidades geográficas.
3) Los principales topónimos en donde se presentan
pictóricamente los dientes.
7
 En los jeroglíficos los dientes se representan de diferentes
maneras:
l Dientes limados en su encía localizados abajo, encima,
a un lado o adentro del elemento gráfico principal.
l Maxilares articulados con tres o cuatro dientes respec-
tivamente, que emergen del espesor de dicho elemento.
l En otros topónimos los dientes están presentes por-
que en el nombre se hace mención de la mandíbula o se
toma como objeto figurativo.
Es importante que los estudiantes de odontología y los
cirujanos dentistas conozcan la bibliografía desde una pers-
pectiva histórica, porque conocer y vincular su situación en
el pasado, con su condición en el presente y asimilar las dife-
rencias, les brindan una mayor y mejor perspectiva a la hora
de generar estrategias para los problemas de salud que se
les presentan. La historia es una luz que ilumina una parte
de la interpretación del mundo, en materia de odontología
se han realizado interesantes avances, sin embargo es vital
su presencia en las actividades docentes -de investigación y
difusión- de esta profesión.
El libro más antiguo en el que encontramos información so-
bre las prácticas dentales en el país es La Historia de la Medicina
en México, (1886) del doctor Francisco de Asis Flores y Troncoso,
en donde se abordan tratamientos dentales en el México prehis-
pánico, el quehacer de los barberos flebotomianos sacamuelas
que ejercían en la Colonia y menciona también la llegada de los
dentistas extranjeros en el siglo XIX y su incorporación a la socie-
dad. Posteriormente, en 1890 el doctor Nicolás León publicó un
trabajo sobre los tratamientos dentales en Mesoamérica titula-
do Anomalías y mutilaciones étnicas del sistema dentario entre los
tarascos precolombinos. Ambos trabajos sirven de referente para
los estudiosos del tema.
Ya en el siglo XX, varios cirujanos dentistas publicaron tra-
bajos con sus hallazgos, el primero fue el maestro José J. Rojo;
poco después -1920-1967- salió a la luz el Boletín Odontológi-
co Mexicano, revista de divulgación científica publicada por
la Compañía Dental Mexicana, que en sus inicios fue dirigida
por el doctor Ricardo Figueroa, quien incorporó a la publica-
ción una serie de biografías y efemérides sobre las principa-
les figuras de la odontología nacional.
El boletín –que cuenta con artículos con datos históricos-
es una excelente fuente de información para todo aquel a
quien le interese la historia de la odontología. En 1935, la
casa de artículos dentales: Schinkel, empezó a publicar la Re-
vista Odontológica de México, en ella, su director el cirujano
dentista Roberto Álvarez Boettiger escribió sobre la Escue-
la Nacional de Odontología, sus edificios y directores. En la
8
actualidad, estas dos colecciones de revistas son un valioso
referente para la investigación histórica.
Considerados como columna vertebral de la historia de la
odontología mexicana y con un trabajo más formal citaremos
a tres grandes académicos, investigadores e historiadores
que gozan de prestigio nacional e internacional en la materia:
El primero de ellos el maestro Samuel Fastlicht, quien
es citado en el libro Historia ilustrada de la odontología, de
Malvin Ring como: “la más relevante autoridad mundial en
Odontología precolombina”. El maestro Fastlicht nació en
1902 en Sambor, provincia del Imperio Austro húngaro. A
los 21 años decidió venir a México, se embarcó en el Co-
lumbus en el Puerto de Bremen y llegó a Veracruz, con un
capital de 100 dólares para empezar a trabajar. Inicialmente
se dedicó a la mecánica dental, actividad que había desa-
rrollado, desde adolescente en su pueblo natal, para lo que
instaló un laboratorio, en la calle 16 de Septiembre. Apren-
dió el idioma español y se inscribió en la ENP después en la
ENO y se tituló en 1932 con la tesis Prótesis Facial, posterior-
mente viajó a Los Ángeles, Cal., para estudiar un especiali-
zación en ortodoncia.
Estudioso e inquieto -durante toda su vida-, se relacionó
con los personajes más destacados en la vida cultural del país;
a la vez que ejercía su especialidad de ortodoncia, estudio
antropología y se interesó por los tratamientos dentales pre-
hispánicos. Como resultado de sus investigaciones escribió los
libros: El Arte de las mutilaciones Dentales (1951) La Odontología
en el México Prehispánico(1971), Tooth Mutilations and Dentis-
try in Pre-Columbian México(1976), y Bibliografía Odontológica
Mexicana (1954). Escribió también gran cantidad de artículos
sobre diversos temas de historia de la odontología, mismos
que fueron publicados en la Revista de la ADM y en otras publi-
caciones nacionales e internacionales; ocupó un puesto en la
Academia Nacional de Medicina y se dedicó a la búsqueda per-
manentemente de objetos que hablaran del quehacer de los
dentistas de épocas pasadas. A la muerte del maestro (1983),
su hijo donó a la Facultad de Odontología una buena parte de
la biblioteca de su padre y la colección de instrumentos y apa-
ratos antiguos, cráneos, dientes prehispánicos con incrustacio-
nes y piezas arqueológicas, que actualmente se exhiben en “La
Sala de la Odontología Mexicana”.
José Sanfilippo y Borrás, cirujano dentista, profesor e in-
vestigador del Departamento de Historia de la Facultad de
Medicina, ex presidente de la Sociedad Mexicana de Historia
y Filosofía de la Medicina. El Dr. Sanfilippo ha dedicado cer-
ca de cuarenta años al rescate y difusión de la historia de la
odontología mexicana.
 Parte de los artículos que ha publicados durante muchos
años en varias revistas odontólogicas son parte de una an-
tología titulada De Piedras Montadas y para Pulir, que abor-
dan en sus textos temas como: conceptos odontológicos del
siglo XVI, las practicas dentales en el México prehispánico y
Colonial, el culto de Santa Apolonia, el mural de Tepantitla, la
llegada de dentistas extranjeros en el siglo XIX, y las asocia-
ciones dentales entre otros. En 1990 publicó el libro La leyen-
da de Santa Apolonia y el día del dentista.
El maestro Sanfilippo formó a la primera generación de
profesores que imparten el Seminario de Historia en la Facul-
tad de Odontología de la UNAM, ha asesorado y dirigido gran
cantidad de tesis sobre el tema y ha impartido un sinnúmero
de conferencias en foros nacionales e internacionales.
La tercera es la Dra. Martha Díaz de Kuri, cirujano dentista
e historiadora quien actualmente está a cargo de la jefatura
del Departamento de Historia de la Facultad de Odontología,
así como de la coordinación de la materia; entre sus libros
se encuentran: Nacimiento de una profesión. La odontología
en el siglo XX en México, de Fondo de Cultura Económica, La
biografía de Margarita Chorné y Salazar de DEMAC, Historia de
la Asociación Dental Mexicana, Historia, anécdotas y recordanzas
del grupo U.S.C. de México” y 70 años de odontología a través de la
obra del maestro Enrique C. Aguilar, publicado por la Facultad de
Odontología .
Además de estos pilares de la historia de la odontolo-
gía mexicana, existen un número importante de cirujanos
dentistas estudiosos de esta disciplina que desde distintos
lugares de la República rescatan y difunden esta disciplina,
algunos de ellos participan activamente en la Sociedad Mexi-
cana de Historia y Filosofía de la Medicina y en otros foros. La
maestra María Eugenia Reyes Aguilar, figura reconocida entre
los historiadores de la Medicina, ha publicado importantes
artículos en el boletín de esta sociedad y en la Revista de la
ADM, como el de la vida y obra de Zacarías Esponda Moguel,
entre muchos otros.
El doctor Juan Álvarez de Lille -cuyos estudios de más de 30
años sobre Santa Apolonia son conocidos en el gremio odonto-
lógico nacional- es autor de un libro sobre este tema que está
actualmente en proceso de publicación; ha escrito también
diversos artículos sobre temas de historia de la Odontología
Mexicana, que se han publicado en la Revista de la ADM y otras .
Los maestros Víctor Esponda Gaxiola y Lourdes Aguilar de
Esponda han sobresalido por su pasión por la historia, y por
guardar en su consultorio preciados tesoros de los más de
cien años de odontología que ha vivido la familia: fotografías,
instrumentos, documentos, libros y trabajos realizados por
Zacarías Esponda Moguel y Rafael Esponda Vila. El maestro
Victor Esponda ha publicado un buen número de artículos
en la revista de la Sociedad Mexicana de Historia y Filosofía
de la Medicina.
El libro Principio histórico de la Asociación Mexicana de Or-
todoncia (1987) se le debe al maestro Jorge Fastlicht, quien
también ha publicado artículos sobre su padre y otros temas
históricos en la revista de la Sociedad Mexicana de Historia
y Filosofía de la Medicina, de la ADM y otras. Además de las
publicaciones, el maestro Jorge Fastlicht será recordado por
la donación de la biblioteca familiar y la colección de piezas
históricas de su padre.
Es importante mencionar los programas y líneas de inves-
tigación como Identidad Cultural de la Odontología Mexicana,
coordinados por los Maestros Manuel Javier Toriz Maldonado
y Rosa María González Ortiz, de la Facultad de Estudios Supe-
riores Iztacala de la UNAM.
En el programa se presentan siete ejes temáticos, que son
el eje medular de los aspectos de Identidad Cultural de la
Odontología Mexicana, estos ejes son: La Odontología Mexi-
cana y su relación con la Historia, Educación, Ciencia, Derecho
a la Cultura, Enseñanza, Ética e Ideología. Presentes en Con-
gresos Nacionales e Internacionales, Socios Numerarios de la
Sociedad Mexicana de Historia y Filosofía de la Medicina.
La doctora Clementina Díaz de Ovando, Relevante in-
vestigadora, mujer de letras, intelectual, un personaje den-
tro de la vida académica de México, será recordada por su
libro Odontologia y publicidad en la prensa mexicana del siglo
XIX, editada por el Instituto de Investigaciones Históricas de
la UNAM en 1990. En este libro, la doctora Díaz de Ovando
hace un recuento del quehacer de los dentistas del siglo XIX y
principios del XX, sus anuncios en los diarios capitalinos y en
general las notas que sobre ellos se publicaron en los perió-
dicos. Mención especial merece el “Seminario de Historia de
la Odontología”, impartido en el Palacio de la Autonomía de
la UNAM coordinado por Martha Díaz de Kuri y Héctor Ortega
Herrera. En los 16 seminarios que se han llevado a cabo hasta
la fecha, han acudido como conferencistas figuras destaca-
das en la historia de la medicina, como los doctores Carlos
Viesca Treviño, Martha Eugenia Rodríguez, Ruy Pérez Tamayo
y Federico Ortíz Quesada. Entre los cirujanos dentistas que
han sido asiduos participantes mencionamos como ejemplos
a: Nicanor Gorraez Galván, Rubén Hernández González, Patri-
cia Díaz Coppe, Luz María Ruíz Saavedra y Lourdes Ledesma
Salinas, además de los mencionados en este texto.
Otra figura relevante en el tema es la del maestro Vicente
Cuairán Ruidíaz, quien desde hace 30 años ha estudiado y
9
 divulgado la historia de la ciencia, entre los temas que ha ex-
puesto en el seminario están: Códice de la Cruz Badiano, las
obras de fray Bernardino de Sahagún y de Francisco Hernán-
dez, y La historia de la cirugía maxilofacial en México.-
En varios lugares de la República existe el interés por el
rescate, estudio y divulgación de la historia de la odontolo-
gía. Casos notables son los de Zacatecas y Puebla. El maes-
tro Uziel Gutiérrez de la Isla, realizó una maestría en Filosofía
e Historia de las Ideas, presentando su tesis “Historia de la
Odontología en la ciudad de Zacatecas 1860-1960”. Actual-
mente cursa el doctorado en historia en la Benemérita Uni-
versidad Autónoma de Puebla y tiene el cargo de docente e
fuentes:
l Archivo del Ayuntamiento de la Ciudad de
México. México Expedientes de 41 a 80 del Consejo
Superior de Salubridad 3890.
l Archivo General de la Nación México. Serie
Fomento. Fondo marcas y patentes.
l Archivo Histórico de la Secretaria de Salud.
México.
l Archivo Histórico y Biblioteca de la Sala de la
Odontología Mexicana
l Archivo Nacional, UNAM. Periódicos del siglo
XIX y principios del siglo XX: La Gaceta de México,
El Monitor Republicano, El Diario del Hogar, El
Telégrafo, El Sol, El Imparcial, El Siglo Diez y Nueve,
La Voz de México, La Revista Dental Mexicana,
Boletín de Instrucción Pública.
l Hemeroteca de la Asociación Dental Mexicana
Algunas de las fuentes bibliográficas
empleadas por los autores citados son:
l Aguilar, Gilberto. “Héroes del dolor”. México. Ed.
Titus. 1946.
l Alamán, Lucas. “Historia de México”“. México.
Publicaciones Herrerías. 1946.
l Alexanderson Joublanc, Luciano.” El dentista
mexicano prehispánico”. s.p.i., México. 1967.
l Álvarez Boettiger, Roberto. México. “Apuntes
históricos sobre la Escuela Nacional de
Odontología”, en Revista Odontológica de México.
Julio de 1935.
l Álvarez de Lille, Juan. “Apuntes históricos de la
odontología mexicana”. México. s.e. 1987.
l Anna E., Thimoty. “La caída del gobierno español
en la ciudad de México”. México. Fondo de Cultura
Económica. 1981.
l Appendini, Guadalupe. “Un dentista originó la
marcha de Porfirio Díaz. Blumenkron”. Entrevista
al doctor Samuel Fastlicht en Excélsior. México.
Domingo 3 de diciembre de 1978.
l Basch, Samuel. “Recuerdos de México”. México. s.e.
1868.
l Benítez, Fernando. “Historia de la ciudad de
México”. México. Ed. Salvat. 1984.
10
investigador de la Unidad Académica de Odontología de la
Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ).
El maestro Gutiérrez es organizador y docente del Seminario
de Historia e Identidad Universitaria de la UAZ de la Odontología,
es titular del Seminario de Historia e Identidad Universitaria de la
UAZ y tiene a su cargo el Museo Privado de Ciencias de la Salud
en Zacatecas, en donde se ubica un espacio para la odontología.
La Benemérita Universidad Autónoma de Puebla cuenta con un
museo a cargo de la doctora Olivia Marín Santillán.
Para el estudio de la historia de la odontología recomen-
damos los siguientes archivos, fuentes y referencias biblio-
gráficas básicas en el tema.
l Blanquel, Eduardo. “Una sociedad se agita”, en
Historia de México. México. Ed. Salvat. 1978.
l Bosch García, Carlos. “Historia de las relaciones
entre México y los Estados Unidos 1819-1848”.
México. Secretaria de Relaciones Exteriores. 1985.
___ “Material para la historia diplomática de
México”. México. UNAM. 1957.
l Brading D., A. “Mineros y comerciantes en el
México borbónico 1763-1810”. México. Fondo de
Cultura Económica. 1983.
l “Bibliografía histórica de la odontología en
México”. Departamento de historia y filosofía de la
medicina. UNAM. 1984.
l Brenner, M. D. K. The story of Dentistry. “EUA,
Dental Items of Interested Publishing”. 1939.
l Brito, Alfonso María. “EI Arte Dental”. México.
Tipografía de Aguilar 1867.
l Bunting, Russell. “La historia de Ia caries”.
Buenos Aires. Ed. Mundi. Colección de cultura
odontológica. 1953.
l Bustamante E., Miguel. “Cinco personajes de Ia
salad en México”. México. Ed. Porrúa. 1986.
l “140 años del primer examen de dentista”, en
Revista ADM. Noviembre-diciembre de 1981.
l Cosío Villegas, Daniel (Eduardo Blanquel,
Lorenzo Meyer y otros). “Historia mínima de
México. México. El Colegio de México. 1984.
___ “Historia moderna de México” La República
Restaurada. Vida social. El Porfiriato. Vida política
interior. Vida social. México. Ed. Hermes. 1987.
l Cosío Villegas, Emma. “La vida cotidiana, en
la República restaurada, vida social”. Historia
moderna de México. México. Ed. Hermes. 1985.
l Chávez A., Ezequiel. “Agustín de Iturbide.
Libertador de México”. México. Ed. Luz. 1962.
l Chávez, Ignacio. “México en Ia cultura médica”.
México. El Colegio de México. 1947.
l “Humanismo médico, educación y cultura”.
México. Ed. El Colegio Nacional. 1978.
l De la Torre Villar, Ernesto. “Inicio del Porfirismo”,
en Historia de México. México. Ed. Salvat. 1978.
l “Segundo periodo presidencial de Díaz e inicio
de su relación hasta 1910”, en Historia de México.
México. Ed. Salvat. 1978.
fuentes:
l Del Valle Arizpe, Artemio. “Barberos y barberías”,
en Calle vieja y calle nueva. México. Ed. Diana. 1984.
l Díaz de Ovando, Clementina. “Odontología y
publicidad en la prensa mexicana del siglo XIX”,
México UNAM 1990.
l Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y
Geografía de México. México. Ed. Porrúa.
l Dromundo Chorné, Baltasar. “Margarita Chorné
y Salazar. Primera odontología mexicana”. México.
s.p.i. 1962. Enciclopedia de México. 1978.
l “El hombre y la tierra”, en la República Restaurada,
vida social. Historia moderna de México. México.
Ed. Hermes. 1985.
l “El origen del merolico”, en Revista ADM. 4.
Julio—agosto de 1983.
l “Historia apócrifa de un dentista francés a
mediados del siglo XIX”, en Boletín mexicano de
historia y filosofía de la medicina. México 1986.
l “Homenaje a los fundadores de la odontología
en México”, en Revista ADM. Marzo-abril de 1980.
l Fastlicht, Samuel. “Bibliografía odontológica
mexicana”. México. Prensa Médica Mexicana. 1954.
____ “La odontología en México en los siglos
XVIII y XIX”, en Simposio, origen y evolución de la
odontología en México. México. Estomatología.
Academia Nacional de Estomatología. Agosto de
1968
l Febres Cordero, Foción. “Evolución de la
odontología”, en Acta odontológica venezolana.
Enero marzo de 1985.
l Fernández de Lizardi, Joaquín. “EI Periquillo
Sarniento”. México. Ed. Porrúa. 1987.
l Fernández del Castillo, Francisco. “Antología
de escritos histórico—médicos”. México.
Departamento de Historia y Filosofía de la
Medicina. Facultad de Medicina. UNAM. 1984.
l Flores y Troncoso, Francisco de Asís. “Historia
de la medicina en México”. México. Instituto
Mexicano del Seguro Social. 1982.
l González, Armida. “Los cercos sociales, en la
República Restaurada, vida social”. Historia
moderna de México. México. Ed. Hermes. 1985.
l González, Luis. Galería de la Reforma. “Una
remembranza y 45 testimonios de Juárez y su
México”. México. SEP. 1962.
l González Ortiz Rosa María, Manuel Javier Toriz
Maldonado. “Antología Identidad Cultural de
la Odontología Mexicana”. Facultad de Estudios
Superiores Iztacala .UNAM. México. 2008.
l Higareda, Manuel. “Breve estudio sobre la
cocaína”, en El Arte Dental. Noviembre de 1887.
l Irigoyen Corta, Manuel. “La odontología
española del siglo XVIII”. Salamanca. España. Tesis
profesional. 1967.
l Krauze, Enrique. “Místico de la autoridad.
Porfirio Díaz. México”. Serie Biografía del Poder.
Fondo de Cultura Económica. 1987.
l Lerman, Salvador. “Historia de Ia odontología y
su ejercicio legal”. Buenos Aires Ed. Mundi. 1958.
l “Libro de actas de exámenes de dentistas y
flebotomianos”. México 1841-1900. Material
proporcionado por el doctor Roberto Wallentin.
l Lufkin, Arthur. “History of Dentistry”, Filadelfia,
EUA. 1938.
l Margotta, R. “Historia de la medicina”. México. Ed.
Novaro. 1972.
l Martínez Cortés, Fernando. “La medicina
científica y el siglo XIX mexicano”, Fondo de
Cultura Económica. 1987.
l Marroquí, José María. “La ciudad de México”.
México. Ed. La Europea. 1900.
l “México a través de los informes presidenciales”.
México. Secretaría de Salubridad y Asistencia,
Secretaria de la Presidencia. La salubridad general.
1976.
l Miranda, José. “Vida colonial y albores de la
Independencia”. México. Sep. Setentas. 1972.
l Muñoz F., Rafael. “EI dictador resplandeciente”.
México. FCE—SEP. Colección lecturas mexicanas.
1983.
l O’Gorman, Edmundo. “Sentido y precedente de la
revolución de Ayutla”, en seis estudios históricos de
tema mexicano. México. Universidad Veracruzana.
1978.
l Pérez, José María. “Breve estudio sobre la dentina
secundaria”, en El Arte Dental. Diciembre de 1887.
l Ramos, Samuel. “Los intelectuales de la
Independencia”, en Antología histórica de México.
México. Instituto Politécnico Nacional. 1985.
l Rabasa, Emilio. “La evolución histórica de México”.
México. Ed. Porrúa. 1982.
l Reguera, Alfredo. “Receta para curar abscesos
dentales”, en La Revista Dental Mexicana. México.
Marzo de 1899
l Ring, Malvin E. “Dentistry and illustrated
history”. Nueva York. Harry N. Abrams Inc.
Publishers. 1985.
l Roeder, Ralph. “Hacia el México moderno; Porfirio
Díaz. México”. Fondo de Cultura Económica. 1981.
l Rojas, José. “¿A qué llama el vulgo mano ligera
en las extracciones dentarias’?”, en El Arte Dental.
Octubre de 1887.
l Rojo, José. “Historical annotations and the
present conditions of dental education in the
capital of the Republic of México”, en The Dental
Cosmos. San Luis Misuri, EUA. 1904.
l Ross, J. J. ”Manual Dental”. México. Imprenta de
José Vicente Villada. 1878. Material proporcionado
por el doctor Jorge Fastlicht.
l Saldaña, Juan José. “La ciencia y el leviatán
mexicano”, en Actas de la Sociedad Mexicana de la
Ciencia y la Tecnología. México. 1989.
l Sanfilippo B. José.
“Historiografía de la odontología mexicana”,
en Boleten mexicano de historia y filosofía de la
medicina. 1986.
— “140 años del primer examen de dentista”,
en Revista ADM. Noviembre-diciembre de 1981.
— “Homenaje a los fundadores de la
odontología en México”, en Revista ADM. Marzo-
abril de 1980.
— “El origen del merolico”, en Revista ADM.
4. Julio—agosto de 1983.
— “Un farsante pintoresco: Raphael Juan
de Meraulyock”, en Boletín mexicano de historia y
filosofía de la medicina.
— “Bibliografía histórica de la odontología
en México”. Departamento de historia y filosofía
de la medicina. UNAM. 1984.
— --”Historia apócrifa de un dentista
francés a mediados del siglo XIX”, en Boletín
mexicano de historia y filosofía de la medicina.
11
 fuentes:
México 1986
l Saturno Canelón, Jesús. “Odontología y sociedad”.
Venezuela. Asociación venezolana de facultades de
odontología. 1981.
l Soriano, José María. “La carie dental y su
tratamiento”. México. Tipografía del Irineo Paz.
1897. Material proporcionado por el doctor
Sanfilippo.
l Tibón, Gutiérrez. “El mundo secreto de los
dientes”. México. Ed. Tajín. 1972.
l “Un farsante pintoresco: Raphael Juan de
Meraulyock”, en Boletín mexicano de historia y
filosofía de la medicina.
l Valle, Manuel. “Breve estudio sobre los agentes
anestésicos”, en El Arte Dental. Noviembre de 1887.
l Vázquez, Josefina. “Mexicanos y norteamericanos
ante la guerra del 47”. México. Ed. Ateneo. 1977.
l Villoro, Luis. “El proceso ideológico de la
Revolución de Independencia”. México. Sep. 1985.
l Young, Charles Aubry. La Revista Dental Mexicana.
México. Ed. Calle de Vergara núm. 18. 1898-1899.
l Zea, Leopoldo. “l positivismo en México:
nacimiento, apogeo y decadencia”. México. Fondo
de Cultura Económica. 1984.
l Zea Prado, Irene. “Gestión diplomática de Anthony
Butler en México 1829-1836”. México. Secretaria de
Relaciones Exteriores. 1982.
l Zimbrón Paz, Ángel. “La odontología a principios
del siglo XX (1904-1930)”, en Estomatología. Simposio,
origen y evolución de la odontología en México.
1968.
LECTURAS RECOMENDADAS:
l Alfonso Caso. “La Religión de los Aztecas”. 1945.
l Antonio de Solís. “Historia de la Conquista de
México”. 1748.
l Bernal Díaz del Castillo. “Historia verdadera de
la Conquista de la Nueva España”. 1939.
l B. W. Weinberger. “An Introduction to the
History of Dentristy”. 1948.
l De la Cruz, Martín. “The Badianus Manuscript”.
1940.
l Díaz de Kuri, Martha. ”La Odontología en el siglo
XlX en México”.. Revista de la Asociación Dental
Mexicana, volumen, XLIX, no. 2 p. 85, marzo abril
1992.
l “Derecho a Ia Cultura”. Enciclopedia Jurídica
Mexicana. Editorial Porrúa, México D.F. 2000
l González Ortiz, Rosa María; Cuevas Guajardo,
Leticia. “El análisis de algunos de los planes
de estudio que ha tenido la enseñanza de la
Odontología en la UNAM”. Revista Internacional
de la Sociedad Internacional de Historia y
Filosofía de la Medicina, Analecta Histórico
Medica ll. México D. F. 2004 l Toriz Maldonado, Javier “Pierre Fouchard. Legado
l González Ortiz, Rosa María; Cuevas Guajardo,
Leticia; Díaz de Kuri, Martha. “La participación de
las mujeres en la odontología” (primera parte).
Revista de, la Asociación Dental Mexicana,
volumen, LVll, no 1° enero —febrero, PP. 19 - 22. D.
F. 2000.
____ “La Participación de las mujeres en la
12
odontología” (segunda parte). Revista de la
Asociación Dental Mexicana. Vol. LVll, no 2 marzo
— abril, PP. 59 — 64. México D. F. 2000.
l Hernán Cortés. “Cartas y Relaciones”. 1866.
l F. A. Tezozomoc. “Crónica Mexicayotl”. 1949.
l Fray A. de Farfán. “Tratado Breve de Medicina en
México”. 1592.
l Fray Alonso Molina. ”Vocabulario de la Lengua
Castellana y Mexicana”. 1571.
l Fray Bernardino de Sahagún. “Historia General
de las Cosas de Nueva España”. 1938.
l Fray Diego de Landa. “Relación de las cosas de
Yucatán”. 1938.
l F. Ocaranza. “Historia de la Medicina en México”.
1934.
____ “La cirugía en el Anáhuac”. 1936.
l Francisco del Paso y Troncoso. ”Estudios sobre la
Historia de la Medicina en México”. 1884.
l Matiella Pineda, Carlos. “Ética y Bioética en
Odontología.
l “Médicos y Odontólogos a través de los siglos”.
Revista Practica Odontológica, volumen 5. n°6. 3
de abril de 1984.
l “Memoria del Vll Congreso Iberoamericano de
Derecho Constitucional”. Educación Ciencia
y Cultura. Coordinador Salvador Valencia
Carmona, Instituto de lnvestigaciones Jurídicas.
UNAM 2002.
l Rodríguez Martínez, Rosalba Angélica.
“Historia de la odontología en la enseñanza
modular”. Revista Internacional de la Sociedad
Internacional de Historia y Filosofía de la
Medicina, Analecta Histórico Medica ll. México
D. F. 2004.
l Rubín de la Borbolla. “Types of Tooth Mutilation
found in México”. American Journal of Physical
Antropology. 1940.
l Sanfilippo Borras, José. “La Antigua Escuela de
Odontología”. Revista Practica Odontológica,
volumen 5. n°.3 abril de 1984.
___ Aspectos Buco dentales en la obra de Sahagun”,
Boletín de la Sociedad Mexicana de Historia y
Filosofía de Medicina. México D. F. 1999.
___ “Un paseo por la odontología”. Estampas de la
Ciencia lll. La Ciencia para todos I ‘175:”Fondo de
Cultura Económica México D. F. 1999.
___ “La enseñanza de la historia de la odontología
en México”. Revista Internacional de la Sociedad
Internacional de Historia y Filosofía de la
Medicina, Analecta Histórico Médica II México D.
F. 2004.
l S. Linné. “Dental Decoration in Ancient México”.
1948
___ “Zapotecan Antiquities and the Paulson
Collection in the Ethnographical Museum of
Sweden”. 1938.
Científico y Cultural”. Conferencia presentada en
él. Seminario Personajes de la Odontología, en la
Facultad de Odontología UNAM, México. 29 al 31
de octubre del 2001.
l Valencia Hitte, Rolando. “El arte dental entre los
mayas”. Nota periodística.
l W. H. Prescott. “Historia Antigua de México”. 1846.
 Parte I l Capitulo II

La investigación
Histórica de la Odontología
Mtro. Héctor Ortega Herrera y se encogió de hombros-. Si sólo la conservamos en nuestros
Profesor de asignatura de Clínica integral y del recuerdos, es como si nunca hubiera pasado. Como si hubiera
niño y adolescente. Seminario de Historia de la sido un sueño. O una alucinación propia de chalados. Nadie se
Odontología. Seminario de Administración. Colaborador cree lo que decimos. Pero si lo escribes, eso le dará, no sé, cierto
del Departamento de Historia de la Facultad de

[
Odontología, UNAM fundamento. Lo volverá real.
La Historia del Loco
…]Tu estuviste ahí, Pajarillo. Lo viste todo. Cuéntalo. John Katzenbach
-¿Quién querría escucharme?
-Puede que alguien. Escribe la historia. Puedes hacerlo. La etimología de una palabra permite precisar su sig-
-Algunas historias es mejor no escribirlas. nificado. ¿Qué es la historia? Historia significa cuento, na-
-Si la escribes, entonces será real –comentó Napoleón, rración inventada, narración de sucesos, proviene del latín
13
 historia. Su origen está en el griego ‘υστορία (historia) que
significa búsqueda, averiguación; esta palabra deviene a
su vez de la palabra ‘υστwρ (histor) sabio, erudito, juez.
Esta última acepción es del indoeuropeo Widtor, erudito,
quien ve.1 La historia en palabras de Johan Huizinga es “la
forma espiritual en que una cultura rinde cuentas de su
pasado.2
Pareciera que hacer investigación histórica es una acti-
vidad lejana a los individuos, porque de alguna manera se
parte de un supuesto sobre la historia, saber la VERDAD -en
letras mayúsculas-. La historia como muchas otras materias
posee su propio método de acercamiento a su conocimiento
y su realidad, la historiografía.
La historiografía tiene muchos enfoques teóricos desde
los que soporta los procedimientos para la búsqueda de la
verdad acerca de un hecho3, que por su trascendencia, se
convierte en un hecho histórico. Los diferentes enfoques filo-
sóficos definen y clasifican a la historia como una ciencia y a
sus productos como interpretaciones científicas.
En su libro Teoría de la Historia4, Agnes Heller, comienza
diciendo “Erase una vez un hombre” y, a partir de esta frase,
desglosa la noción del tiempo histórico y la trascendencia
del mismo. La conciencia del tiempo histórico es una cuali-
dad exclusiva del ser humano, la noción del tiempo permite
al hombre desarrollar una identidad individual y grupal, una
conciencia de ser humano.
La propia Heller señala la motivación básica del historia-
dor y su búsqueda cuando emplea la novela de Julio Verne,
Los hijos del Capitán Grant, para transitar en una investigación
histórica para la que, conceptos como la imaginación y el
método, son concepciones rectoras. La imaginación para vis-
lumbrar la posibilidad de un mensaje en una botella cerrada
y el método en la recolección e interpretación de los datos
que el mensaje contenido en ella proporciona.
La interpretación obtenida permite a los hijos del Capi-
tán embarcarse en una nueva aventura donde el estupor de
la ignorancia es eliminado por el conocimiento adquirido y
aplicado en una serie de decisiones de vida.
“La historia que se desconoce es una historia que será
repetida”, la premisa parece ser “el conocimiento histórico
evitará los problemas” o “disminuirá los efectos de los mis-
mos”. Muchas de las actividades humanas se centran en
el conocimiento histórico, en el caso de la práctica clínica
odontológica, se escribe con frecuencia un nuevo capítulo
en la historia de un individuo, cuando se revisa el proceso
evolutivo de una lesión cariosa, se investiga sobre la vida de
una persona desde el enfoque de una enfermedad llamada
14
caries, se interpreta desde la perspectiva del paciente y se
concluye una realidad a partir de la evidencia que los teji-
dos muestran.
El conocer los procesos históricos, permite identificar los
falsos, violentos y “acelerados cambios en el conocimiento”
de la ciencia y la tecnología; si bien la nueva información vul-
garizada y convertida en conocimiento, permite hacer más
prolija la aplicación de un procedimiento concreto, en la base
misma del conocimiento, se percibe la esencia que genera al
procedimiento, pero que a la luz de la información reinter-
pretada puede ser explicada y muchas veces reiterada tantas
veces que se trivializa produciendo una falta de atención a
la esencia “pues es de todos conocida” o se disfraza de cono-
cimiento tan profundo e inexplicable que sólo los iniciados
pueden comprenderla.
¿Qué es la investigación?
Rosas señala, “investigar no sólo implica acumular datos o
información, implica también hacer uso de habilidades fun-
damentales como discernir, analizar, sintetizar; evaluar, tomar
decisiones, inferir, deducir, descubrir y crear”.5
Para Laura Cázares y colaboradores “hacer una investiga-
ción científica es pretender llegar a la certeza o conciencia
de un aspecto de la realidad con toda la fidelidad posible: es
el proceso mediante el cual se manejan cosas, conceptos o
símbolos con el propósito de obtener un conocimiento sis-
tematizado”.6
Para investigar hay que ser metódico, hay que tener como
dice Cázares un “procedimiento concreto” que se emplee “de
acuerdo con objetivos y con los fines de una investigación”.
El proponer objetivos, permite diseñar una estrategia, or-
ganizar prácticamente todos los pasos de la investigación
que se realizará y así posibilitar resultados coherentes, con
el objetivo que se propone y la relación entre la información
encontrada. La coherencia de las interpretaciones sobre los
datos obtenidos, es de vital importancia para que la inves-
tigación se aproxime a la certeza que existe alrededor de un
acontecimiento.
La investigación en historia, es documental y de cam-
po, se requiere encontrar -como en el ejemplo de Heller-
una botella con un papel que puede ser imaginado como
un mensaje, -en un documento (texto manuscrito, revista,
libro), película, obra de arte (pintura, escultura, edificio) o
una charla “de viejos”, dónde los recuerdos son tan vivos,
que estimulan a la imaginación de un auditorio-; un signo
que mediante la interpretación de un código, responda a
una pregunta sobre lo que se pretende investigar. Es muy
frecuente “que el mismo objeto de estudio sirve como fuen-
te de información para el investigador” (Cazarez), éste es el
sentido definitorio de la investigación de campo. Así, el ob-
jeto de estudio aporta información totalmente nueva que
puede confrontarse con información registrada dándole
sentido y forma. de manera que se convierte en un mensaje
para descifrar.
¿Cuál es el primer paso para
empezar a investigar?
Seleccionar un tema, en su selección surgen preguntas
como ¿es un tema digno de investigarse? ¿Será tan trascen-
dente en una carrera científica? ¿Es el tema que gusta a los
profesores, a los expertos pero, no a quien investiga? ¿Es un
tema sobre el cual se ha escrito mucho? Como dice la doc-
tora Guillermina Baena, “un poco de imaginación creativa
aunada a los conocimientos recabados en clases [o cursos
o lecturas], ayudará a obtener una serie de temas entre los
que [se podrá] escoger uno a gusto y de especial [y particu-
lar] interés” (Baena 1998).
Nuevamente citando a Baena, “en caso de no encon-
trar un interés de primera vista, es conveniente leer cui-
dadosamente los apuntes de la materia que haya llamado
su atención, o bien el libro de texto, pero siempre con la
mente en busca de una interrogante.7 Queda aún un último
recurso: el de preguntar entre los profesores o conocedo-
res de la materia la sugerencia de un tema o temas dignos
de estudio”.
Montemayor (Montemayor 2009) señala dos tipos impor-
tantes de la investigación documental: la argumentativa o
exploratoria y la informativa o expositiva
l Investigación documental argumentativa, parte de
que un documento, es un “escrito [que] trata de probar que
algo es correcto o incorrecto, deseable o indeseable y que re-
quiere solución. Discute consecuencias y soluciones alternas
y llega a una conclusión crítica después de evaluar los datos
investigados”.
l Investigación documental informativa, “es básicamen-
te una panorámica acerca de la información relevante de di-
versas fuentes confiables sobre un tema específico, sin tratar
de probar u objetar alguna idea o postura. Toda información
se basa en lo que se ha encontrado en las fuentes.”
Estas definiciones abren una interrogante ¿qué son las
fuentes históricas? Más arriba se señala a cualquier “cosa”
material o inmaterial que proporcione información sobre el
pasado. Las fuentes pueden ser documentos como diarios,
revistas, periódicos, notas de campo, objetos. Las fuentes
se denominan primarias o directas cuando se elaboran en
la misma época del acontecimiento descrito, o secundarias
cuando se obtienen a partir de fuentes primarias.
Es recomendable hacer siempre
una “lectura crítica” siempre
siguiendo un método
Hay que revisar y realizar un examen preliminar de textos,
identificar la organización, las fechas, los títulos de los ma-
nuscritos o notas de las fuentes primarias, sobre todo en la
escritura de la historia reciente, se encuentran las entrevistas,
los testimonios orales que han adquirido la categoría de do-
cumentos de validez.
Existen algunos consejos para realizar una entrevista con
carácter histórico.8
1. Es recomendable realizar la entrevista en privado -sólo
el entrevistador y el entrevistado-. La presencia de otras per-
sonas puede distorsionar o sesgar el relato.
2. Las intervenciones propias deben limitarse a conducir
la narración. Una entrevista no es un diálogo ni una demos-
tración de los conocimientos del investigador, se trata de
conseguir información.
3. Empezar con preguntas sencillas es aconsejable, cues-
tionamientos que no generen controversia y den confianza al
informante. Los temas escabrosos deben formularse cuando
sea oportuno de acuerdo a la evolución de la entrevista.
4. Son ideales las preguntas breves, una sola cada vez y
evitar las que se responden con un sí o no únicamente.
5. Cuando la información sea valiosa y pertinente, no
es conveniente interrumpir una buena historia con otra
pregunta.
6. Si el entrevistado desvía del tema y su relato pierde
interés, el entrevistador debe intervenir para volver al tema
principal (“antes de continuar, desearía saber...”).
7. Debe establecerse en qué aspectos la persona en-
trevistada fue (testigo y su decir es) testimonio presencial
(y, por tanto, su información es de primera mano) y en qué
otros habla de oídas.
8. Es poco recomendable cuestionar los detalles que se
proporcionan aunque estos no concuerden con los datos
previamente recabados. Si la versión obtenida es diferente
de la conocida, podemos plantear este problema de manera
indirecta (“yo tenía entendido que...”), con el fin de aclarar las
contradicciones pero sin presionar.
15
 9. La entrevista no debe prolongarse más allá de un
tiempo razonable en función de la empatía que se tenga
con el interlocutor.
10. La información obtenida debe verificarse con otras
fuentes. Hay que decidir qué información adicional se desea
y concertar eventualmente nuevas entrevistas. Hay aspectos
que requieren ser abordados nuevamente.
Actualmente no sólo es posible hacer los registros me-
diante anotaciones, sino a través de un grabador de sonido
o de video, siempre es necesario preguntar por la posibilidad
de uso de estos recursos, pues “a veces no es aconsejable
registrar la entrevista [de este modo], pues la cámara o la gra-
badora coartan a la persona entrevistada, que se puede mos-
trar desconfiada y parca en las respuestas. En caso de grabar-
la, es importante observar el contador del video o grabadora
cuando el entrevistado explica temas de interés. Ello permite
saber en qué posición aproximada se halla la información
que importa de los archivos de video o audio. Asimismo, de-
ben identificarse los mismos lo antes posible (nombre, fecha,
lugar, duración y tema).”
En las fuentes secundarias deben leerse los índices, al-
gunos libros organizan su material en temas y subtemas
lo que ilustra sobre el contenido; otros autores incluyen
títulos descriptivos. Se puede obtener más información
buscando oraciones clave que pueden estar en el primero
o último de los párrafos. Otros textos contienen un resu-
men o “sumario”, al final de cada capítulo. Cuando no hay
ninguna de las condiciones anteriores, se puede hacer una
inspección, lectura rápida, pero cuidadosa de la primera
página del artículo o capítulo. En ella, se seleccionarán
oraciones del texto.
Para el caso de artículos en revistas recientes o desactua-
lizadas, los procedimientos serán los mismos, se cuenta con
un resumen donde se señalan los elementos más preponde-
rantes del contenido.
Los procedimientos anteriores permiten una visión gene-
ral del tema, la determinación de su organización y la defini-
ción de la utilidad del material para la investigación.
Con el fin de explicación se separan las etapas pero en
la práctica estas se sobreponen. Preguntarse de manera
metódica, sobre el texto, el objeto que se contemple, el
acontecimiento que se presente. Cómo, cuándo, dónde,
qué, quién y por qué. Estas preguntas facilitarán el pro-
ceso de investigación, servirá de guía de lectura –si se
cuenta con ellas antes de iniciar la lectura-, facilita que el
investigados sepa qué busca y se enfoque hacia dónde
debe buscar.
16
Las preguntas también permiten obtener información,
mientras se realiza un diálogo interno, en donde se con-
fronta la información reciente con la que ya conocía.
Parafrasear la información adquirida es altamente prove-
choso pues establece una profundidad en el conocimiento
adquirido; la interpretación mejora si conoce sinónimos de las
palabras empleadas por el autor, el interlocutor o el objeto que
se contempla; es muy recomendable conocer la significación
etimológica de las palabras técnicas. Por último, es importante
hacer notar que el parafraseo debe hacerse de manera verbal y
no mental. La acción de hablar, permite entender y recordar lo
que se repite, revisar al hablar la coherencia en la articulación
de las oraciones que definen a los conceptos.
En el trabajo de investigación documental, la expresión
con “las propias palabras”, asociadas a los pensamientos pro-
pios, es la materia prima de las fichas de contenido que se
convertirán en un texto. 9
La evaluación de todo lo realizado de manera periódica es
muy saludable, evaluar los conocimientos adquiridos durante
el proceso de investigación, se muestra en la primera redac-
ción de un borrador, cuando se discute el enfoque, la organiza-
ción y la forma en que se va exponiendo lo investigado.
Hablar de imaginación pareciera encaminarse a la fanta-
sía pero, el diccionario Webster “define la imaginación como
‘el acto o poder de formar una imagen mental de algo que
no está presente en los sentidos o que nunca antes se había
percibido en realidad’”. En el artículo escrito por Drubach, Be-
narroch y Mateen llamado “Imaginación: definición, utilidad
y neurobiología” se señala la incompletud de la definición
cuando se incorpora la noción de neurobiología y redefinen
a la imaginación como ’el proceso cognitivo que permite al
individuo manipular información generada intrínsecamente
con el fin de crear una representación «percibida » por «los
sentidos de la mente» ’.
Estos investigadores señalan que la información feno-
menal es todo lo que se percibe por medio de los sistemas
sensoriales, pero el individuo la genera sin la necesidad de
estímulos externos -crea una imagen de un objeto a partir de
las huellas sensoriales que posee su mente-. Esta percepción
es un proceso cerebral que “extrae las características fenome-
nales específicas de un objeto y las interpreta para llegar a
una representación global única de ese objeto en particular”
mediante los “sentidos de la mente”.
La percepción de esa “imagen” generada por “los sentidos
de la mente” tiene que ver con un acto de aplicación educa-
tiva donde se combinan las percepciones obtenidas por las
diferentes vías sensitivas, se reconstruyen experiencias recién
vividas o por experimentar a partir de las experiencias pre-
vias, a esta acción se le ha llamado “visualización”.
La visualización dentro de la investigación histórica, per-
mite hacer un recorrido por un acontecimiento y mantener la
atención en todos los eventos alrededor del mismo; esto es
tener una “percepción total” del entorno de un hecho, no la
invención del hecho.
El siguiente paso es iniciar una investigación histórica,
fuentes:
Citas bibliográficas
(1) De Silva, G. P 348.
(2) “Enciclopedia Salvat. p 1699.
(3) La verdad con minúscula, es aquella que los
participantes y testigos de un evento histórico
interpretan desde su propia perspectiva a través
de sus filtros físicos e ideológicos, aseverando
que su presencia los convierte en poseedores de la
VERDAD, a la luz de sus ojos, para que después el
historiador trate de contar los acontecimientos
de la manera más objetiva posible.
(4) Heller, P.14.
(5) Rosas M. E. P.32.
(6) Cázares L P.19.
(7) El Remarcado en cursivas es nuestro.
(8) http://bachiller.sabuco.com/historia/histo
riaoral.htm
(9)Para realizar el procedimiento adecuado
de elaboración de las fichas de trabajo es
recomendable consultar algún manual de
redacción de documentos académicos.
como se señaló más arriba, el cirujano dentista escribe la
historia de una persona, desde la perspectiva de la enfer-
medad llamada caries. Esto nos reitera la familiaridad que se
posee con el método de búsqueda, ahora hay que empezar
a buscar en la historia de lo que rodea a los individuos, la
historia de su profesión, los procedimientos, los materiales,
los conceptos, los personajes, las organizaciones, los textos,
el arte, todo lo que rodea al ser humano.
Bibliografía
l Baena Paz, Guillermina. “Manual para elaborar
trabajos de investigación documental”. (5ª ed.),
Editores Mexicanos Unidos. México D. F. 1998.
l Cázares Hernández, Laura; Christen, María, et al.
Técnicas Actuales de Investigación Documental.
, PP 194 UAM Editorial Trillas, 3ª edición, México,
1999.
l De Silva, Guido. “Breve Diccionario Etimológico
de la Lengua Española”. Colegio de México FCE.
México D. F. 1988.
l Drubach A. B., E.E. Benarroch, F.J. Mateen.
“Imaginación: definición, utilidad y neurobiología”.
NEUROLOGÍA DE LA CONDUCTA REV NEUROL 2007;
45 (6): 353-358. http:// www. neurologia.com/pdf/
Web/4506/ y060353.pdf)
l “Enciclopedia Salvat”, Diccionario. Salvat
Mexicana de Ediciones S. A. de C. V. México D. F. 1983.
l Heller, Agnes “Teoría de la Historia”.
Distribuciones Fontamara S. A. México D. F. 2005.
l Montemayor Hernández, María Velia.”Guía para la
investigación documental”. (2ª ed.) Trilla México.
México D.F. 2009.
l Rosas Uribe, M. E. “Guía práctica de la
investigación: apoyo didáctico para profesores y
estudiantes” (2ª ed.). Trilla México D. F., 2007.
17
 Parte II l Capitulo III

Tratamientos dentales
de la Prehistoria a la Edad Media
C. D. Luz María M. Ruíz Saavedra hallazgos arqueológicos: armas, tumbas, pinturas, uten-
Profesora de asignatura del Seminario de Historia de la
silios y otros artefactos de uso cotidiano.1 La prehistoria
Odontología, Facultad de Odontología, UNAM.
Mtra. Patricia Díaz Coppe comprende la evolución de los primeros homínidos hasta
Profesora Titular de la Carrera de Tiempo Completo, llegar al Homo Sapiens. La historia inicia cuando el hom-
Facultad de Odontología, UNAM bre encuentra la forma de plasmar sus ideas y conoci-

A
lgunos conceptos
sobre los dientes
en la prehistoria
La presencia del hombre en el mun-
do es un acontecimiento reciente en la
historia del planeta, su aparición se ubica en la Era Cuater-
naria -que aún estamos viviendo-. Las primeras etapas de la
vida humana se remontan a la prehistoria, cuando el hombre
desconocía la escritura. Lo que de ellos sabemos se basa en
18
mientos, naciendo así la escritura.
En las últimas décadas, especialistas en la evolución
humana, realizan una gran cantidad de estudios de la cavi-
dad bucal de seres vivientes –como los reptiles- hasta llegar al
hombre, con la finalidad de conocer la evolución de los maxi-
lares. En investigaciones realizadas en cráneos humanos, se ha
podido recrear la transformación de la cavidad oral hasta llegar
a la estructura actual.
De esta evolución, destacaremos tres aspectos importan-
tes para nosotros:
 1. Estudios en los que se aprecia perfectamente cómo ha
evolucionado la articulación temporo- mandibular (ATM) y
las piezas dentarias.
2. La evolución del cuadrúpedo al bípedo con diferentes
hipótesis, entre ellas:
l Menor tiempo de gestación y mayor tiempo de de-
pendencia. 2
l La evolución del cerebro y la estructura del cráneo.
l Posición del pulgar, que facilitó la elaboración de he-
rramientas, con lo que se obtuvo tecnología cada vez más
avanzada.3
3. Otra teoría nos habla de que el hombre prehistórico
tuvo tres denticiones, siendo una reminiscencia de éstas el
tercer molar.4
Desde que el hombre existe ha buscado cómo aliviar sus
dolencias. En los inicios de la prehistoria encontró remedio para
las heridas sufridas en la cacería y la guerra, que eran sus fae-
nas habituales. Al aparecer posterior a otros seres de la escala
zoológica, el hombre observó que los animales preexistentes
usaban ciertos recursos curativos: el sol, el aire, el agua. La ob-
servación le permitió advertir que ciertos animales lamían las
partes heridas de su cuerpo, se sumergían en los cauces de agua
para atenuar la fiebre y extraían los cuerpos extraños; el hombre
entonces, los imitó para aliviar sus afecciones.
La Paleopatología –rama entre la Antropología y la Pa-
tología- ha comprobado esta afirmación al encontrar en los
restos óseos de dinosaurios, la existencia de fracturas, enfer-
medades parasitarias, periostitis, necrosis, periodontopatías
y artritis. La enfermedad es pues, anterior al hombre al igual
que la búsqueda del alivio.5
La Concepción Mágica del
Universo
Cuando el hombre empieza a congregarse en grupos socia-
les, no logra aún entender y explicar los fenómenos naturales,
le confiere poder a los elementos de la naturaleza y comienza
a desarrollar una serie de creencias que explican y rigen su vida:
la luna, el sol, el río, el viento, la tempestad etc. Aquí inician las
creencias, que tienen un tronco común con la medicina: la en-
fermedad se concibe ocasionada por un agente de la naturaleza.
Toda comunidad primitiva contaba con un sanador, ge-
neralmente una persona de edad avanzada quien se encar-
gaba de atender a los enfermos. Es muy probable que este
individuo, desarrollara la capacidad de observar a su comuni-
dad y a la naturaleza que los rodeaba y aplicará lo que apren-
día a los miembros de su grupo que sufrían alguna afección.
Con el tiempo se fue creando –y sigue en evolución-, un
acervo de conocimientos que se irán trasmitiendo a las nue-
vas generaciones. Al sanador, brujo o chamán se le atribuyen
poderes extraordinarios, razón por la que se convierte en uno
de los líderes de su comunidad, que puede: castigar, premiar,
sanar y decidir dónde y cuándo debe asentarse su grupo. Al
comunicarse con las fuerzas de la naturaleza, reviste sus co-
nocimientos con un halo de misterio –inicio del ocultismo-,
creando normas –sociales o morales- que al ser transgredi-
das provocan la enfermedad, iniciándose de ésta manera la
creencia en los tabúes, y la necesidad de obedecer a los man-
datos del brujo, en todos aspectos tales como: no poder ir
más allá del río, porque éste los castigaba.
Los chamanes llegaron a tratar de evitar las enfermedades
empleando la prevención: a cierta hora del día no hay que ir
al río porque el sol está muy caliente, no se deben tener rela-
ciones carnales entre consanguíneos porque los hijos pueden
nacer enfermos, o no salir con la luna llena para evitar tal o cual
enfermedad. En ésta etapa, el sanador, brujo o hechicero, se
encargaba de buscar las acciones preventivas para evitar el
“enojo de las fuerzas sobrenaturales” que castigarán al trans-
gresor enviándole las enfermedades.
Con base en estas creencias, las comunidades se prote-
gen con representaciones de los elementos poderosos: caras
del sol, del viento, del agua. Surgen entonces las figurillas
mágicas y el tótem para proteger a la comunidad, siendo los
amuletos elementos protectores individuales.
La Concepción Religiosa del
Universo
El concepto religioso es semejante al mágico, pero le atri-
buyen vida a los objetos que les rodean, animismo, pues con-
sideran que tienen un ser viviente dentro y son personajes más
poderosos que el hombre –dioses o señores- con iguales vicios
y sentimientos que él. Enferman -porque el conjunto de normas
y castigos es el mismo- y la enfermedad es enviada por un dios
ofendido. Ahora el brujo se convierte en sacerdote, con atribu-
tos semejantes, pero con la capacidad de relacionarse y comu-
nicarse con los dioses, a través de desprendimientos astrales y
sueños, de los cuales regresa con el perdón y la piedad hacia el
hombre que enfermó. La causa de la enfermedad es el pecado.
En la antigüedad, el sol era la cura para todas las enferme-
dades, y en todas las culturas era común usar al ratón -anima-
lito favorecido por el sol- de diversas maneras, entre ellas como
remedio para los dolores dentarios, al aplicar el cálido cuerpo
de un ratón recién sacrificado sobre la encía y dientes con do-
19
 lor. Salvador Lerman, autor del libro Historia de la Odontología,
afirma que esta terapéutica se practicó en México, sur de Rusia,
Medio Oriente, Grecia y Egipto.6
Aunque el concepto mágico-religioso de la medicina es pri-
mitivo, aún persiste en muchas culturas del mundo, junto con
otras tradiciones de épocas muy antiguas; recordemos las “cu-
ras” y “limpias” que realizan a diario centenares de curanderos o
brujos, como “tratamiento” no sólo de toda clase de enfermeda-
des, sino también para salir de una racha de mala suerte, para
mejorar el empleo, o para lograr que vuelva el ser amado.7
En las llamadas culturas antiguas, encontramos el domi-
nio de los conceptos mágico y religioso, por ejemplo, en la
India el diagnóstico se hacía examinando el pulso, el aspecto
del enfermo, los excrementos, la orina, se consultaba a los as-
tros y al vuelo de las aves.
Los sacerdotes que empleaban la medicina debían reci-
bir sus conocimientos de los dioses. Se comienza a atribuir al
pecado, el efecto de la enfermedad, y para aliviarla requería
de la purificación –a través de sacrificios, penitencias u ofren-
das- y, se añadía, la ayuda de plantas medicinales a manera
de tratamiento conjunto para recuperar la salud.
Con las plantas medicinales preparaban píldoras y remedios
-como purgantes-, vendajes, ungüentos, emplastos y enemas,
remedios dotados además de poderes mágicos. La extracción
dental, se considera como uno de los primeros tratamientos que
se realizó en las comunidades humanas, es posible que efectua-
da con ayuda de piedras y estacas de madera; el paciente se-
guramente se quejaría y gritaría de dolor intentando escaparse,
para que no lo hiciera, se recurría a la ayuda de varias personas
que lo sujetaban, mientras el operador terminaba su trabajo. Es-
pectáculo desalentador para estos hombres era el mirar, cómo
se empleaba la estaca en el cuello del diente a extraer, golpean-
do hasta conseguir que la pieza saliera entera, o frecuentemente
rompiendo la corona y dejando dentro las raíces.8 Los especta-
dores, después de ver a la víctima gritar, levantarse y escupir san-
gre, al contarlo después, aumentarían poco a poco los terribles
sufrimientos y poco a poco nacería una leyenda de atrocidad
alrededor de la extracción dentaria.9
l Mesopotamia
Considerada la primera cultura sedentaria, se sitúa entre
los ríos Tigris y Éufrates, sus pobladores construyeron canales
y diques, desecaron pantanos, cultivaron el trigo, utilizaron
el cobre y el bronce, desarrollaron la escritura cuneiforme y
construyeron grandes ciudades y Sigurats –templos-.
El apogeo de ésta cultura, se dio bajo el reinado de Ham-
murabi, notable legislador, constructor y conquistador. De su
imperio, destaca su Código que incluye la reglamentación del
20
comercio, las obligaciones de los funcionarios, la constitución de
la familia, así como las obligaciones y los derechos de los médi-
cos, quienes también realizaban curaciones dentales y decide el
pago de honorarios por sus servicios, de acuerdo al nivel social y
económico del paciente.10
Consideraban que los demonios causaban las enferme-
dades, practicaban exorcismos acompañados de purificacio-
nes, sacrificios y penitencias usando lo que actualmente se
considera como remedios sucios o desagradables: gusanos,
grasa, sangre, orina y excrementos entre otros; también es-
tatuillas de monstruos en actitudes amenazantes, con la fi-
nalidad de que los demonios se asquearan, abandonaran el
cuerpo del paciente y éste restableciera su salud.11 El médico
–Azu- atendía las afecciones de todo el organismo, incluyen-
do las bucales, pero existía un auxiliar del médico –Gallabu-,
a cargo de la cirugía menor, de abrir abscesos, curar heridas y
realizar extracciones dentales, consideradas como operacio-
nes quirúrgicas de menor cuantía.12
Dentro de los elementos terapéuticos que se empleaban,
se encontraban 250 sustancias vegetales y 120 minerales; entre
ellas: anís, belladona, mariguana, cardamomo, aceite de castor,
canela, ajo, mandrágora, mostaza, mirra y opio, utilizando como
vehículos vino, aceites, grasas, miel, cera, leche y agua.13
l Egipto
Ocupó las fértiles tierras del Valle del Nilo, donde sus ha-
bitantes aprendieron a cultivar la tierra. Utilizaron el cobre y
el bronce para fabricar sus utensilios, fueron comerciantes
y diestros navegantes, escribieron con jeroglíficos en papel
fabricado con la corteza del papiro; se dividieron en clases
sociales y construyeron grandes obras de riego, templos, pa-
lacios y tumbas, primero mastabas y después pirámides debi-
do a su creencia en la otra vida utilizando bálsamos y aromas
como el natrón y el aceite de cedro para embalsamar a sus
muertos.14
Las momias que se encuentran en los museos del Cairo
y en el Británico, procedentes de los inicios de ésta cultura
-4000 a. C.-, indican que no había caries ni enfermedad perio-
dontal, debido quizá al tipo de alimentación. En las momias
que corresponden al período del Nuevo Imperio, en el que
las condiciones de vida eran más fáciles, se encuentran sarro
dentario y caries. En ese período, sus habitantes no tenían
gran conocimiento en salud bucal, limitándose a la sedación
del dolor o extracciones, y se han encontrado abundantes
abscesos dentarios con perforaciones de la pared alveolar.
Imhotep -famoso médico del año 3000 a. C.- era conside-
rado dios de la medicina,15 conocían drogas estupefacientes
como la mandrágora, el hachis, el beleño, el cáñamo y la “pie-
dra de Memphis” (piedra calcárea que desprendía anhídrido
carbónico), eran médicos quienes atendían las enfermedades
y quienes, cuando no pudieron curar dientes, posiblemente
los arrancaban.16
En el papiro Ebers, hay una compilación de los conocimien-
tos médicos del periodo comprendido entre los años 3700 y
1500 a. C. En lo que se refiere a la boca, hallamos una fórmula
para fortificar los dientes, a base de miel y arena; para las enfer-
medades dentales, prescribían: leche, dátiles, corteza de trigo,
y ocho clases de plantas, así como polvo de dientes molidos en
la piedra para la limpieza de los dientes.17
l Israel
El pueblo de Israel se estableció en Palestina, paso entre
Mesopotamia y Egipto, bañado por el río Jordán que con las
lluvias se engrosa, pero en general es un país seco. Poseía ex-
tensos bosques con cedros, pinos y encinos; sus habitantes
cultivaron cebada, trigo, lino, olivos, higueras y almendros;
criaron cabras, ovejas y asnos 18, tomaron los conocimientos
médicos básicos de Egipto y Mesopotamia, y registraron en
la Biblia medidas higiénicas y preventivas de la enfermedad:
prohibieron el consumo de animales considerados dañinos
como el cerdo; registraron su conocimiento de plantas, aves,
reptiles, peces y sus propiedades, tanto para consumo como
para hacer remedios. Adoptaron la Ley del Talión. En varios
textos se registra la importancia y la belleza de los dientes
para el pueblo judío: “Sus ojos son más hermosos que el vino
y sus dientes más blancos que la leche”.19
Para los hebreos los dientes eran símbolo de fuerza, su
pérdida se relacionaba con enfermedad y debilidad. Era con-
dición esencial para llegar a ser sumo sacerdote, y, según el
Levítico: no estar mutilado y ni un diente debía faltarle. Para
prevenir problemas orales se aconsejaba no tomar vinagre
en exceso, ya que era “dañino para los dientes como el humo
lo es para los ojos”.
En Sidón, ciudad de la antigua Fenicia, se encontró una
prótesis fija mandibular con cuatro incisivos humanos natu-
rales y dos dientes tallados de marfil, atados con alambre de
oro, diversos estudios concluyen en que la finalidad de éstas
prótesis era estética. En 1901, también se halló una mandíbu-
la cuyos incisivos estaban afectados por enfermedad perio-
dontal; sujetos con ligadura de alambre de oro.20
l China
Floreció en el Valle de Yang Tze Kiang, sus habitantes cultiva-
ron el arroz que sigue siendo la base de su alimentación, frutas,
verduras y la morera, planta de la que se alimenta el gusano de
seda y con la que aprendieron a fabricar tela, que rebasó sus
fronteras, así como sus artesanías: objetos tallados finamente
en madera, piedra, jade y marfil, vajillas de porcelana y lacas de
variados colores que los hicieron famosos en todo el mundo. 21
Inventaron la escritura ideográfica, la pólvora, el papel mo-
neda y cultivaron la matemática, la astronomía y la medicina. En
un antiguo escrito 2,500 a.C., se consideran tres tipos de afeccio-
nes orales: Fong-Ya o estados inflamatorios; Ya Kon o enferme-
dad de los tejidos blandos y Chong-Ya o caries dental.22 Consi-
deraban peligrosa la extracción dentaria con instrumentos, por
lo que la realizaban con los dedos, para lo que se entrenaban
sacando con ellos, puntas clavadas en una tabla. Se utilizaba el
arsénico para aliviar las afecciones dentarias.23
El origen de su medicina se remonta al año 2800 a.C., de
un mito taoísta que formó los principios Yang –positivo mas-
culino- que representaba el cielo, la luz, la fuerza, la dureza, el
calor así como lo seco y Yin –negativo femenino- que simbo-
lizaba la luna, la tierra, la oscuridad, la debilidad la humedad
y el frío. El yin y yang se fundamenta en la dualidad de lo que
existe en el universo. Dos fuerzas opuestas y complementa-
rias. Sobre el equilibrio de estos dos principios se basaba la
salud, la tranquilidad y el bienestar, además que de su armo-
nía dependen las leyes supremas que rigen el universo 24 de
estos principios dependía la salud y la vida –equilibrio o ar-
monía de la energía- o la enfermedad y la muerte –desequili-
brio o desunión de la energía.25
Los chinos desarrollaron dos sistemas terapéuticos de alto
nivel que aún en la actualidad, siguen vigentes: la acupuntu-
ra y la moxibustión. Ambos tratamientos utilizan los mismos
puntos: en la acupuntura se colocan agujas para estimular
puntos específicos en el cuerpo y la moxibustión también ac-
tiva una serie de puntos del organismo, utilizando el calor que
se transmite cuando se quema la hierba de la planta Artemisa
(Artemisia vulgaris).26
l India
La cultura India se asentó entre los ríos Indo y Ganges, en
donde sus habitantes se ocuparon en la ganadería (domestica-
ción de ovejas, ganado vacuno, camellos y elefantes) y a la agri-
cultura (cultivaron cebada, arroz y algodón). 27 Los sacerdotes
(quienes conformaban la clase de mayor jerarquía), ejercían el
sacerdocio y la medicina. Estos brahmanes, atribuyeron a la ira
de los dioses la causa de la enfermedad humana, apaciguándo-
los con oraciones, conjuros mágicos y sacrificios. 28 Creían que la
enfermedad se erigía como trastorno de tres humores llamados
Dhatos: Vata –aire-, Pitta –bilis- y Kapha –moco-.
Los Vedas son los libros sagrados. En el Ayur-Veda (cono-
cimiento de la vida) se encuentran dos importantes escritos
médicos, cuyos autores -Susruta y Charaka- se consideran los
iniciadores de la cirugía. Susruta incorporó en sus escritos, tér-
21
 minos como incisión, ablación, legrado, punción, extracción,
drenaje y sutura. Sostuvo que los instrumentos quirúrgicos
adecuados debían ser construidos de “hierro puro, fuerte y
cortante” y describió 125 instrumentos, 14 vendajes, apósitos
y sus indicaciones. Después de la cirugía, los médicos rezaban
una serie de encantamientos a sus dioses para ayudar a la re-
cuperación del paciente. Susruta conoció la cirugía plástica,
por la costumbre hindú de castigar a los delincuentes con la
amputación de narices y orejas, y describe detalladamente los
procedimientos quirúrgicos para su reconstrucción.29
Los indios curaban la fractura de la mandíbula con com-
plicados vendajes, con un método similar al actual reducían
la dislocación. Para recuperar la salud, las creencias religiosas
y médicas se enfocaron a la limpieza de los dientes y la boca,
así como a la ingestión de comidas específicas con el propó-
sito de que las enfermedades -“viento malo”- salieran por la
boca. Sus conocimientos y prácticas fueron traducidos por
los árabes y de esta manera trascendieron a occidente.
Terapéuticas bucales comunes
en las culturas antiguas
En Mesopotamia, China e Israel se creía que las caries eran
producidas por un gusano,30 ya que los antiguos pobladores
veían cómo los granos de sus alimentos -cereales principalmen-
te- eran agujerados por animalillos y pensaron que lo mismo su-
cedía con los dientes. En Mesopotamia se colocaba un gusano
entre los dientes y encías del paciente para sorber su sangre. En
China se describió al gusano de color blanco con un lunar ne-
gro en la cabeza, y utilizaban arsénico para eliminarlo –encon-
tramos residuos de abscesos en sus restos fósiles-.31 Entre los
aztecas el tlanacuilin era el gusano que producía las caries.
En Egipto usaban contra el dolor dental, polvo de incienso
en el hueco de la caries, otra opción era pulverizar beleño en-
durecido con mastic que en forma de bolita se introducía en la
cavidad.32 En China se utilizaba el ajo pulverizado y también el
arsénico.33 En la India curaban los dolores dentarios por medio
de la sugestión.34 Los hebreos utilizaban como remedio ajo,
peperina, menta o jengibre aplicados en la cavidad.35
Los hebreos empleaban en las encías inflamadas sal, vi-
nagre, o ambos.36 Los incas las cauterizaban con raíz asada,
colocándola en ambos lados por 24 horas y, al retirarlas,
evitaban comer hasta que se formara tejido sano.37 Los
egipcios incidían los tumores con cuchillo o aplicación de
cauterio enrojecido al fuego,38 y los chinos afirmaban que
era una debilidad del organismo como consecuencia de ex-
cesos en placeres dietéticos o sexuales. 39
22
Se cree que las extracciones se practicaban por necesida-
des terapéuticas, pero en Egipto también se realizaban -de
uno o más incisivos- como castigo a ciertos delitos; 40 en In-
dia para realizar extracciones, se empleaban como anestési-
cos, cocimientos de beleño, cáñamo, belladona o adormide-
ra.41 En China la extracción era realizada con los dedos.42 Los
hebreos no veían con buenos ojos la extracción y mostraban
ansiedad ante ella -sobre todo si era de piezas superiores- por
temor a lesionar el ojo.43 Al ser la terapéutica más requerida,
y la más terrorífica –y posiblemente causa de muerte para
muchos de los que se sometieron a ella- empezó a ser trata-
da con cuidado pues un accidente o una muerte podía costar
el prestigio, el cargo o la existencia del operador. Por su alto
riesgo, se buscaron soluciones en las que se evitaba la extrac-
ción: “su historia es también la historia del escamoteo, de los
circunloquios, de las fórmulas fantásticas, de los remedios
pseudo-milagrosos, de las sustancias cuasi mágicas con las
que se buscaba que la pieza se desprendiera sin la “interven-
ción” del hierro”.44
En Egipto se exponía a los enfermos, así, quién hubiera te-
nido esa enfermedad, explicaría públicamente cómo se había
curado posibilitando a otros enfermos a seguir los mismos
pasos, por tal motivo, se escribieron diversos procedimientos
curativos en las columnas de los templos para que estuvieran
a la vista de todos.45
La elaboración y el uso de prótesis dentales en estas cul-
turas se encuentran tanto en Egipto como en Israel y ambas
emplearon bandas o hilos de oro sujetando dientes de hueso
o marfil.46 Esta actividad –quizá- estuvo relacionada con los
castigos impuestos a delincuentes –extracción de los dientes
anteriores- y con la pérdida de éstos de la población civil. En
ambas culturas se conoció la soldadura y elaboraron prótesis
con bandas y coronas.47
Medicina Griega antigua
La medicina en la Grecia antigua tuvo una base mágico-
religiosa, semejante a las mencionadas anteriormente. La
cultura griega contiene mil tradiciones y relatos: el dios grie-
go de la medicina era Asclepíades -hijo de Apolo y la ninfa
Coronis- educado por el centauro Quirón, quién practicaba la
medicina en una gruta de la Tesalia. Quirón le enseñó el arte
de la guerra, música, astronomía, filosofía y medicina. Desta-
có mucho en ésta última al grado de volver a la vida a varios
muertos, por lo que Zeus lo destruyó con un rayo.48
Autores griegos y romanos hablan de las curas maravillo-
sas de Asclepiades en: úlceras, heridas, fiebres, dolores y todas
las enfermedades empleando pociones, calmantes, incisiones
y remedios externos. Platón dice que sabía más que todos los
médicos de su tiempo.49 A él se atribuye el origen de la ciru-
gía dental al hacer la primera extracción con el odontagogo.50
Asclepíades o Asclepio, fue elevado al rango de dios de la Medi-
cina, y en sus estatuas lo presentan como un hombre robusto
de abundante cabellera y aspecto bonachón cubierto por una
túnica y un bastón de viajero con una serpiente enrollada en él –
símbolo de fertilidad, vida, salud y adivinación-. Su influencia en
el ejercicio de la medicina llegó hasta la Grecia clásica. 51
En Grecia, se erigieron numerosos templos en su honor,
conocidos como Asclepión. Para el siglo II a.C., existían en
Grecia 63 asclepiones construidos en lugares salubres y de
agradable paisaje, sitios de descanso y salud, cerca de fuentes
termales y grandes plantaciones de árboles para recreo de los
enfermos.52 Los pacientes acudían a estos centros religiosos el
tiempo necesario para recuperar la salud, obsequiaban ofren-
das y con frecuencia realizaban plegarias a Asclepíades, quién
aparecía en las noches con sus colaboradores: Hygia y Pana-
cea, el perro y la serpiente, examinaban al paciente y le daban
tratamiento adecuado para su enfermedad.53
A sus discípulos y descendientes se les llamó asclepia-
des, una casta especial que se regía por estatutos secretos, y
para ser admitidos debían aprobar difíciles pruebas de inicia-
ción.54 Los médicos seguían actuando como intermediarios
entre los dioses y el hombre, pero sólo los dioses pueden per-
donar y sanar, por lo que las enfermedades mortales eran de-
cisión de los dioses. La dieta y el ejercicio eran tratamientos
frecuentes para lograr la convivencia armónica. Se utilizaban
también las ofrendas y sacrificios en bienes y frutos. Se han
encontrado palillos metálicos para escarificaciones y limpie-
zas utilizados en tratamientos bucales.
Grecia Clásica
La evolución del pensamiento de Grecia antigua a la clá-
sica se debió, principalmente a los jonios, quienes protegie-
ron a los portadores de la antigua cultura micénica; fundaron
varias ciudades-Estado y en ellas, nacieron hombres muy
notables en el mundo helénico, con lo que se desarrolló sig-
nificativamente el campo de las letras, las ciencias, las artes,
la política, la medicina y la filosofía, siendo los primeros en
emplear la observación y la experimentación para crear la
noción de lo que sería el método científico.55
Al asentarse en los litorales de la península, sus activida-
des se desarrollaron en el mar; el agua estaba íntimamente
ligada a ellos. Los filósofos presocráticos intentaron respon-
der preguntas fundamentales sobre el mundo que los rodea-
ba, su naturaleza, sus causas y su esencia sin recurrir a los
dioses; eran hombres libres, estudiosos de la astronomía, la
geografía y la navegación, que aprovecharon la influencia del
agua, en todas sus actividades. Las respuestas de estos filó-
sofos fueron especulativas, pero no aceptaban explicaciones
sobrenaturales: Tales de Mileto afirmó que el universo estaba
formado de agua, sustancia fundamental tanto del planeta
como del cuerpo humano; Anaximandro respondió que esta-
ba conformada de apeirón, una sustancia primitiva que daba
origen al agua, al aire, al fuego y a la tierra. Había otras mu-
chas teorías para explicar los fenómenos naturales (truenos,
rayos, temblores, cometas, arco iris), algunas contradictorias,
pero todas buscaban las causas y los mecanismos dentro de
la misma naturaleza, sin participación de los dioses.56 Este
pensamiento racional, influyó en Hipócrates y determinó sus
teorías médicas.
Hipócrates y la Teoría Humoral
Hipócrates nació en el año 460 a.C. en Leos, isla de Cos,
en cuyo templo recibe educación médica. El encuentra la co-
rrelación entre los elementos que formaban el universo y los
que formaban al hombre y los llama humores:
AIRE – SANGRE
TIERRA – BILIS NEGRA
FUEGO – BILIS AMARILLA
AGUA – FLEMA
En esta época, se vive la primera gran revolución en el
pensamiento médico, al dictaminar que las enfermedades no
eran castigos divinos, sino procesos de la naturaleza con lo que
comienza a haber médicos laicos. Hipócrates concibió la me-
dicina como una techné Iatriké –técnica para curar- que para
lograr un buen diagnóstico, se basaba en la observación y para
aliviar, empleaba tratamientos con sustancias naturales. Los
médicos eran también “quirurgos”, cirujanos que curaban con
las manos fracturas, dislocaciones, operaban tumores, extraían
flechas y hasta resolvían problemas oculares.57
Según este concepto, todos los seres humanos tienen los
mismos humores, pero en distinta proporción, siendo el hu-
mor predominante, quien define la personalidad: melancólico,
colérico, flemático y sanguíneo. La causa de la enfermedad era
el desequilibrio humoral, al equilibrar los humores Hipócrates
estaba convencido de la fuerza curadora de la naturaleza, de
la tendencia natural del cuerpo a curarse por sí mismo,58 y de-
terminó que un hombre saludable era el que disfrutaba de un
estado mental y físico en perfecto equilibrio.59
23
 El diagnóstico era muy complejo porque todavía entraba
parte de la medicina teúrgica, pero mejora al incorporar el
interrogatorio para conocer más acerca del paciente, conside-
rando elementos como el medio de trabajo, el familiar, la dieta,
las costumbres, y para determinar el equilibrio de los humores
se analizaba la sangre; con todos estos datos, se construía la
historia clínica, imprescindible para elaborar lo que en la actua-
lidad es el diagnóstico y pronóstico del paciente.
Como medida terapéutica se sangraba al enfermo me-
diante una punción, la sangre se vertía en una vasija, y de
acuerdo al tipo de sedimentación presentada, se establecía
cuál era el humor alterado. El suero era la bilis amarilla o colé,
localizada en el hígado, vías biliares y correspondía al fuego;
la fibrina era la flema o pituita ubicada en el cerebro, nervios
y correspondía al agua; la parte roja del coágulo o hema es-
taba en el corazón, en los vasos sanguíneos y correspondía al
aire; finalmente la parte oscura del coágulo era la melancolé,
atrabilis o bilis negra, correspondía a la tierra y se situaba en
el estómago y bazo. 60 Hipócrates concluyó también que las
enfermedades eran curables e incurables, siendo esto, un de-
terminante fundamental para la acción médica.61
Hipócrates determinó como primer paso del tratamiento
a la dieta, uno de sus aforismos afirma: “El remedio cura lo que
no hace la dieta. El hierro cura lo que no cura el fuego. El fuego
cura lo que no cura el hierro. Y lo demás es incurable”.62 Para
la medicina hipocrática la dietética abarcó lo que hoy conoce-
mos como higiene. En opinión de Hipócrates, la destreza no
era necesaria para ser buen médico, sino saber tratar a los se-
res humanos: aceptarlos, escucharlos y compadecerse de ellos,
aún está vigente el aforismo hipocrático sobre la verdadera
naturaleza de la acción médica: Curar algunas veces, ayudar
con frecuencia, consolar siempre.63
La forma de eliminar el exceso de humor se realizaba me-
diante tres sistemas:
l La sudoración, que se inducía con el empleo de baños,
fumigaciones y el calor de las estufas.
l La purga y la evacuación, era producida por medio de
plantas que permitían al cuerpo desalojar las sustancias dañi-
nas, tanto para laxar como para vomitar.
l La sangría o flebotomía utilizada para eliminar el exce-
dente del humor sangre. 64
En este momento, la percepción que se tiene del médico,
es diferente al que se tenía en la medicina de la antigüedad, es
un colaborador de la naturaleza para restablecer el equilibrio de
los humores, no es sanador ni dios y tampoco es sacerdote, sino
médico laico. Es un personaje que sabe más que los demás, pero
que está al servicio de todos. Ya con mayores conocimientos de
24
sus características, se utilizan gran cantidad de plantas medici-
nales. El opio y el beleño son usados como anestésicos con dosi-
ficaciones adecuadas. 65
La colección de consejos y observaciones médicas acumu-
ladas por siglos sobre el pensamiento hipocrático se llama Cor-
pus Hippocraticum, y son cerca de cien libros escritos durante
los siglos V y IV a.C.66 en donde se incluyen ocho que se atribu-
yen a Hipócrates y algunos otros a sus discípulos.
En el Corpus encontramos cien temas acerca de los dien-
tes, un primer registro sobre anatomía dental, particularmen-
te de las raíces de molares y caninos, labios, lengua y paladar.
Patología como boca seca, úlceras, saliva, halitosis, dolor
dental y abscesos. Terapéutica de la boca, en éstas obras se
describen minuciosamente dientes, encías y maxilares,67 así
como instrumentos: pinzas y cinceles. Es el primero en afir-
mar en 17 puntos, que la erupción dental en niños les acarrea
problemas.
Acerca de su formación y erupción dice que: “Los prime-
ros dientes se forman de la nutrición que recibe el feto en el
claustro materno. Después del nacimiento, lo hacen de la le-
che materna, y los que salen después de que éstos se caigan,
se forman de la comida y la bebida”.68
La extracción dental se consideraba una maniobra suma-
mente peligrosa, era mejor evitarla sólo era aconsejable con
piezas que estaban muy flojas, en sus escritos señaló: “Las
pinzas cualquiera puede usarlas, ya que su forma resulta evi-
dente”. A los fórceps -de hierro-, les llamó odontagra, -también
había de plomo para no extraer dientes firmes-; de ahí que se
probaran sustancias para lograr la avulsión medicamentosa.
Diocles de Caristos recomendó una composición de azafrán y
goma arábiga que permitiera luego sacarla con los dedos.69
Si había una cavidad cariosa, se atribuía a un elemen-
to extraño la causa del dolor, porque había alterado algún
humor. Se hacía recubrimiento pulpar con hoja de oro y se
rellenaba con mastique. También se hacían pulpotomías y
pulpectomías que tenían como fin más que de sanar la parte
enferma –el diente-, eliminar el humor alterado. Un absce-
so (forúnculo) se maduraba y se eliminaba quirúrgicamente,
porque era un humor alterado.70
Hacia el año 300 a.C.: eran tres las actividades de la
medicina:
l La dietética, que empleaba el régimen dietético para
curar.
l La farmacéutica, que aplicaba los medicamentos deri-
vados de plantas, animales y minerales.
l La quirúrgica, que hacía las operaciones.71
Hipócrates estudió la forma y posición de los dientes,
dio algunas prescripciones sobre higiene bucal y enseñó la
limpieza dentaria con carbonato de calcio. Fue el creador del
término “muela del juicio”, bajo la premisa de que la caries
dental se desarrolla en éstos molares más fácil que en los
otros dientes y que supuran con más facilidad que las demás
piezas dentales.
Recomendó sacar los dientes vacilantes o gastados, si es
que no se movían y dolían pues de presentarse alguna de
estas condiciones, había que aplicarles el fuego. Consideró
que los restos alimenticios acumulados, eran causa de caries;
también menciona la fractura de la mandíbula y sugiere com-
plejos pero efectivos aparatos de reducción. Trata las fractu-
ras dentales ligando estos dientes a otros por medio de seda,
alambres de oro y los llamados vendajes hipocráticos. En su
libro V –de las epidemias- refiere el caso de una necrosis del
maxilar después de grandes dolores de muelas.72
Además de considerar a Hipócrates como el “padre de la
medicina” por todo lo que hizo y aportó a la medicina racio-
nal, sigue vigente el “Juramento hipocrático”.
Por Apolo médico y Esculapio juro, por Higia, Panacea y to-
dos los dioses y diosas a quien pongo por testigo de la observan-
cia de este voto, que me obligo a cumplir lo que ofrezco con to-
das mis fuerzas y voluntad. Tributaré a mi maestro de Medicina
igual respeto que a los autores de mis días, partiendo con ellos
mi fortuna y socorriéndoles en caso necesario; trataré a sus hijos
como a mis hermanos y, si quisieren aprender la ciencia, se las
enseñaré desinteresadamente y sin otro género de recompensa.
Instruiré con preceptos, lecciones habladas y demás métodos
de enseñanza a mis hijos, a los de mis maestros y a los discípu-
los que me sigan bajo el convenio y juramento que determina
la ley médica y a nadie más. Fijaré el régimen de los enfermos
del modo que les sea más provechoso según mis facultades y
mi conocimiento, evitando todo mal e injusticia. No me avendré
a pretensiones que afecten a la administración de venenos, ni
persuadiré a persona alguna con sugestiones de esta especie;
me abstendré igualmente de administrar a las mujeres emba-
razadas pesarios abortivos. Mi vida la pasaré y ejerceré mi pro-
fesión con inocencia y pureza. No practicaré la talla dejando esa
operación y otras a los especialistas que se dedican a practicarla
ordinariamente.
Cuando entre en una casa, no llevaré otro propósito que el
bien y la salud de los enfermos, cuidando mucho de no cometer
intencionadamente faltas injuriosas o acciones corruptoras y evi-
tando principalmente la seducción de las mujeres jóvenes, libres
o esclavas. Guardaré reserva acerca de lo que oiga o vea en la
sociedad y no sea preciso que se ramifique, sea o no del dominio
de mi profesión, considerando el ser discreto como un deber en
semejantes casos. Si observo con fidelidad mi juramento, séame
concedido gozar felizmente mi vida y mi profesión, honrado siem-
pre entre los hombres: si lo quebranto y soy perjuro, caiga sobre
mí la suerte adversa.73
La Escuela de Alejandría
Alejandro Magno, gran conquistador, hijo de Filipo de
Macedonia, acercó la cultura griega a la oriental; durante su
mandato floreció el amor por el lujo, el dinero y el poder, con
lo que se inhibieron sentimientos importantes para los grie-
gos como el patriotismo, la libertad y la religiosidad; durante
este periodo, también disminuyó la actividad intelectual en
los pueblos dominados. Al ser el paso obligado de las embar-
caciones que navegaban por el Mediterráneo, el conocimien-
to se concentró en Alejandría, Egipto, ciudad que se enrique-
ció gracias al intenso comercio marítimo, que la convirtió en
el centro cultural de la época. En sus calles, instituciones y
comercios se mezclaban griegos, macedonios, sirios, persas,
romanos, judíos, árabes y egipcios.74
Había, en ésta ciudad situada al norte de Egipto, un Mau-
soleo que albergaba el cuerpo de Alejandro; una biblioteca
que contenía miles de volúmenes de textos y el Museo (Pala-
cio de las Musas), con amplios salones de conferencias, gabi-
netes de colecciones científicas, observatorios astronómicos,
jardines botánicos y zoológicos. En éstas instalaciones se con-
centraron los hombres más sabios de todos los países -prin-
cipalmente griegos- para impartir sus enseñanzas. En lo que
a medicina se refiere, la disección de cadáveres de criminales
permitió el avance en la Anatomía con Herasístrato y Herófilo
a la cabeza,75 ésta actividad siempre tuvo opositores, debido
al temor a los muertos y a causa de los prejuicios religiosos.
Se vislumbraba un gran avance en la medicina alejandrina,
pero la decadencia del reino de los ptolomeos, permitió la
influencia de las corrientes orientales en la vida social, pron-
to las costumbres y el conocimiento asiáticos, dieron pie a la
superstición y el dogmatismo, confiando la práctica médica
casi exclusivamente a los empíricos y charlatanes,76 circuns-
tancia que evitó las disecciones durante siglos frenando así el
desarrollo del conocimiento médico.
l Roma
Heredera de la cultura etrusca, vivió en sus inicios, dentro
del concepto mágico-religioso. Al nacer la “República Roma-
na” empezó la conquista, adoptando las ciencias, creencias
y costumbres de los países conquistados, no crearon una
cultura original, ya que la mayoría de los artistas y científicos
romanos se habían educado en Grecia o Alejandría.
25
 Se sabe que los romanos padecían desde temprana edad
de enfermedades de los dientes, especialmente parodonto-
sis, debido a su régimen de vida cómoda y comida que no
procuraba trabajo para los dientes; usaban el vino como an-
tiséptico y preparaban polvos dentífricos usando elementos
abrasivos como huesos, pezuñas, cuernos, cangrejos y cásca-
ra de huevo incinerados, que mezclaban con miel. La caries y
las enfermedades de las encías77 eran afecciones frecuentes
atribuidas al gran consumo de tabletas hechas con semilla de
adormidera y miel que consumían como caramelos.78
En los inicios de la medicina romana, destaca Aulio Cor-
nelio Celso, quien registró en su obra tratamientos dietéticos,
farmacéuticos, quirúrgicos y sobre fracturas; practicó la ciru-
gía dentaria con cuatro instrumentos que diseñó: 1) el cau-
terio o vástago enrojecido al fuego. 2) specillum o espejo. 3)
La rizagra, semejante al actual fórceps con la que realizaba
extracciones y 4) la vuscella, para extraer esquirlas. No cono-
ció la obturación permanente, ya que introducía pedazos de
pizarra envuelta con lana en las cavidades dentarias. En caso
de supuración y fístula, sugería la extracción seguida de un
curetaje de las partes enfermas.79 Realizaba las extracciones
después de haber aplicado diferentes sustancias para provo-
car su caída –extracción química-. Si los dolores dentales eran
muy fuertes, no quedaba otro remedio que la extracción,
aconsejando sentar al paciente en un sillón inmovilizándo-
lo con la ayuda de dos auxiliares, en una estancia con buena
luz, el cirujano debía tener las uñas limpias. Si la pieza estaba
muy agujereada y quebradiza, convenía rellenarla con plomo
o hilos de algodón para darle consistencia. Se desprendía la
encía alrededor de la raíz, para poder prensar la pieza a ex-
traer -bien profundo-. Como era peligroso tirar fuerte –ya que
se podía dañar la mandíbula, las sienes o los ojos- había que
moverla, lentamente hasta aflojarla. Sin anestesia, los vaive-
nes debieron ser terribles, pero Celso terminaba: poco a poco
hasta lograr debilitarla, tanto, que pudiera sacarse con los
dedos. La dirección del esfuerzo debía ser vertical para evitar
la ruptura del hueso o una hemorragia masiva. Otra compli-
cación podrían ser el trismus o la infección.80
Celso consignó el manejo de las heridas y señaló sus dos
complicaciones más importantes: hemorragia e inflamación,
recomendando aplicar en ellas distintos medicamentos: ace-
tato de cobre, óxido de plomo, alumbre, mercurio, sulfuro de
antimonio, carbón seco, cera y resina de pino seca, mezcla-
dos en aceite y vinagre.81
Dioscórides, cirujano griego de los ejércitos de Nerón,
fundó la materia médica o herbario que plasmó en su libro
Universa Medicina en el que habla de las sales minerales de
26
plomo y cobre y emplea por primera vez la palabra “aneste-
sia” para significar la falta de sensibilidad.82
Plinio el Antiguo en su libro Historia Natural, reconoce
que la primera dentición cae a los siete años y recomienda
conceptos higiénicos sorprendentes como: comer una lau-
cha (ratón) cada dos meses para evitar dolores dentarios.
Afirmó -citando a Aristóteles-, que la mujer tiene 28 piezas
y el hombre 32.83
Pérez Tamayo señala que la medicina en Roma era esen-
cialmente griega, y que los romanos aportaron tres institu-
ciones de gran trascendencia:
l Los hospitales militares o valetudinarios, creados para
atender a los heridos de guerra, pues al librarse las batallas cer-
ca de la ciudad, los heridos se transportaban para su atención
a las casas de los patricios. Cuando el paciente era trasladado
de lejos, podía llegar a morir, por ello fueron creados espacios
dedicado a los heridos dentro del campo militar.
l Instauración de medidas sanitarias y servicios públi-
cos: saneamiento ambiental, debido a las obras de la cloaca
máxima o sistema de drenaje, entierros fuera de las ciudades,
limpieza de calles, distribución de agua a fuentes y cisternas,
baños públicos y construcción de letrinas.
l Se legisló la práctica y enseñanza médica, otorgando la
ciudadanía romana a quienes ejercieran la medicina –principal-
mente griegos- y también se instituyó el servicio médico públi-
co en el que se entregaban salarios a los médicos que atendían
gratuitamente a quienes lo solicitaran, para lo que empleaban
medicamentos e instrumentos proporcionados por la ciudad.84
Claudio Galeno, médico romano más destacado del siglo II
d.C. y seguidor de la Teoría Hipocrática, recopiló los conocimien-
tos del pasado y los de su tiempo, los amplió con sus propias
observaciones, experiencias y opiniones y escribió una extensa
obra.85 No realizó disecciones en humanos, por estar prohibi-
das, lo hizo en animales, principalmente en monos y cerdos;
escribió sobre sus hallazgos en anatomía; retomó, describió y
resumió el movimiento de la sangre, los humores, el papel del
aire respirado y la importancia del calor y las secreciones.86
Galeno fue un gran farmacólogo quien elaboró diversos
preparados –compuestos, infusiones, extractos, pomadas- con
elementos muy variados; creó la Thriaca –compuesto medicinal
efectivo para todo mal- que contenía hasta 68 sustancias como
venenos activos –opio o polvo de víbora de cascabel- y polvos
mágicos como los de cuerno de unicornio, de momia y de la
piedra bezoar -cálculo biliar de los ciervos-. Galeno definió los
medicamentos como toda sustancia que modifica los humores
para restablecer la salud y definió a la enfermedad como un es-
tado somático, que se presenta de dos maneras: a) como alte-
ración permanente (nosos), aún después de que la causa haya
desaparecido, o b) como daño pasajero (pathos).87
Consideró que los dientes eran masa ósea conteniendo
nervios; además de describir a los dientes y sus raíces, esta-
bleció la alimentación del diente por la pulpa y sostuvo que
la caries era una enfermedad curable. El médico romano dio
nombre a los dientes: incisivos, caninos y maxilares; Al igual
que sus colegas anteriores, recurría a la extracción sólo en
casos extremos, ya que la consideró una operación difícil y
peligrosa;88 recomendó también varias fórmulas para la ex-
tracción química, entre ellas, una consistía en rodear el diente
con cebada, trigo fermentado y sangre de lagarto para hacerlo
caer, así como el uso de otras muchas sustancias como: hierba
artemisa, cenizas de lombrices, sandáraca, raíz de calabaza sil-
vestre, ortiga y gálvano.89
En el Imperio Romano eran muy utilizados los baños públi-
cos, herencia griega, debido al gozo que les proporcionaban la
limpieza y la pulcritud. En los últimos años del imperio, se es-
tablecieron los balnearios de aguas termales - quizá una remi-
niscencia de los Asclepiones- localizados en lugares salubres y
zonas arboladas. Estos balnearios estaban a cargo de dos tipos
de personajes importantes para nuestra profesión:
l Los barberos, diestros con las navajas, encargados de
afeitar y cortar el cabello.
l Los esclavos, que se encargaban de dar masajes y fro-
taciones para restablecer la salud –humores- eran capacita-
dos por médicos también en cirugía menor como reducción
de fracturas, extracciones dentarias y sangrías, los médicos
no las realizaban, solo las ordenaban.
A finales del Siglo II d. C., empieza la decadencia del im-
perio debido a varios factores, entre ellos: la vida cómoda
proporcionada por los tributos de los pueblos conquistados,
el Estado se corrompe; la invasión de los pueblos germanos
del norte; la difusión del cristianismo, que fue minando al im-
perio debido a que era una doctrina que se arraigó en la gran
masa plebeya. El cristianismo fue ganando adeptos desde
un siglo antes, al considerar a todos los hombres iguales, los
esclavos abrazaron ésta religión en búsqueda de libertad, y
en pocos siglos se convirtió en la religión dominante. En el
imperio surgió la anarquía y con la caída de Constantinopla
se inicia la Edad Media.
La Edad Media
Durante éste período se desarrollan en torno al Medite-
rráneo tres entidades socioculturales:
1. Europa Occidental, en donde numerosos reinos adop-
tan, en forma más o menos simultánea, una organización
feudal que se cristianizó y paulatinamente quedo bajo la
influencia de la iglesia romana. Las constantes luchas inter-
nas, la inestabilidad social y las agresiones de pueblos inva-
sores hacen que hasta el Siglo XI, la cultura y la ciencia se
mantengan sin gran desarrollo y fundamentalmente en los
monasterios.
2. El Imperio Bizantino o Romano Oriental que conjunta
la cultura griega, la religión cristiana y el derecho romano;
Bizancio se convierte en el centro cultural y económico du-
rante varios siglos hasta que es dominado por los árabes; la
medicina Bizantina se limita fundamentalmente a la recopila-
ción y ordenación de los conocimientos griegos
3. El Imperio Musulmán, que progresa vertiginosamente
y se extiende a lo largo del Mediterráneo hasta la Península
Ibérica y hacia el Oriente hasta los límites con la India.90
En Europa Occidental, proliferan los monasterios católi-
cos, que, con independencia de la religión, ofrecían albergue
y cuidados médicos a los necesitados y que además contri-
buyeron en gran medida, al desarrollo de las técnicas agrí-
colas y a la conservación y trasmisión de los conocimientos.
Son los monjes, quienes rescatan las escasas obras de
los autores clásicos, las copian, las estudian, las comentan y
las atesoran en gran cantidad de volúmenes y en enormes
bibliotecas. Algunos textos de Hipócrates y de Galeno, otros
de Dioscórides, Sorano de Éfeso entre otros, constituyen la he-
rencia que soporta el conocimiento y ejercicio de la medicina.
Los señores feudales, dueños absolutos de la tierra y
personas de su feudo, organizaron las cruzadas que permi-
tieron, además del pillaje y el vandalismo, el intercambio de
ideas, técnicas y objetos. Su objetivo era recuperar las tierras
y reliquias que habían estado en contacto con Jesús, pero
después de varias cruzadas y de los pocos resultados, la igle-
sia emitió el Edicto de Tours (1163) en el que se promulgó
una bula con la que se trató de impedir el derramamiento
de sangre, llamada Eclesia Abborret a Sanguine.91 Se prohíbe
derramar sangre so pena de excomunión, la medicina y la ci-
rugía sufrieron un marcado retroceso al separarse, situación
que dura varios siglos. Con ello la cirugía “académica” recibe
el tiro de gracia.
Las heridas de guerra y las sangrías, tratamiento indis-
pensable para equilibrar el humor sanguíneo dentro del
concepto de la medicina hipocrático-galénica, recayeron pri-
mero en los esclavos y en los ayudantes de los baños públi-
cos y, posteriormente se delegaron las prácticas quirúrgicas
a los barberos, por su habilidad en el manejo de las navajas
de afeitar; la razón para que así sucediera, fue el empleo de
27
 la navaja barbera, bien afilada, para abrir abscesos, extraer
cuerpos extraños, limpiar heridas, para pinchar y cortar las
venas cuando era necesario realizar una sangría,92 y también
por considerar a estos hombres, como simples artesanos, ile-
trados y laicos, a quienes si se les condenaba con la excomu-
nión, “no se perdía gran cosa”. 93
A partir de entonces, los barberos realizaron operacio-
nes quirúrgicas como: eliminación de cataratas, extracción
de piedras de la vejiga, abrir abscesos, practicar sangrías y
extraer dientes, además de aplicar ventosas, cataplasmas y
realizar enemas. Los cirujanos profesionales surgieron de en-
tre estos barberos de la Europa Medieval. La cirugía, ejercida
por barberos y “sacamuelas”, estableció la superioridad del
médico o “físico” y la inferioridad del cirujano, disparidad que
persistió hasta el siglo XVII, cuando en las universidades, se
impuso la enseñanza del latín a los cirujanos, cuyos antece-
sores no habían tenido escuela más que la práctica diaria de
la flebotomía, la exodoncia, la curación de ciertos procesos
traumáticos en los huesos y articulaciones, mezclada con
prácticas de peluquería y confección de pelucas.94
La dietética se desarrolla en los monasterios, como una
serie de medidas higiénicas, con que los monjes buscaban un
modo integral de vida para las personas a quienes albergaban,
que preservara su salud; sin embargo poco a poco se pierden
estas prácticas. Paralela a ésta medicina monástica, existe tam-
bién una seglar, que se desarrolla en las villas y se califica de
pobre, desorganizada y sin los recursos monásticos; en ella,
encontramos médicos seglares y judíos, influenciados por la
iglesia, y que muchas veces, eran desplazados por los discípu-
los de Cristo que “imponían” las manos a los enfermos –como
lo hizo Cristo- para obtener la curación de los creyentes.
En las comunidades feudales también prevalecía el pensa-
miento de que los cristianos no deberían preocuparse por la sa-
lud del cuerpo, sino del alma, produciendo el desarrollo y floreci-
miento del misticismo. Las prácticas higiénicas se abandonaron
debido a las ideas cristianas de que todo lo que se relacionaba
con la desnudez y las relaciones sexuales era pecado. Cambia
entonces el concepto de enfermedad, concibiéndose entonces
como una prueba enviada por dios, de la que tendrían que salir
airosos, adoptando una actitud fatalista que consideraba que
dios determinaba su sufrimiento y su muerte para premiarlos
posteriormente en “la vida eterna”.95
Podemos afirmar que la Edad Media se caracteriza por
una gran morbilidad debido a las deplorables condiciones
higiénicas y nutricionales de la población, a la superstición,
la magia negra, las prácticas astrológicas y a las constantes
guerras y las epidemias recurrentes.
28
La leyenda de los santos
A la muerte del gobernador Filippo en Alejandría -quien
protegió a los cristianos- Decio, quien le sucede en el tro-
no, empieza a perseguirlos. Como la condición monoteísta
del cristianismo impide que otros dioses atiendan las di-
versas necesidades, surgen los santos –intercesores de los
hombres ante dios-. Los primeros santos son mártires que
mueren por defender su fe; por ejemplo: a Santa Lucía le sa-
caron los ojos, convirtiéndose en la patrona de las personas
que sufren padecimientos oculares y posteriormente de los
oftalmólogos; Santa Águeda se convirtió en la abogada de
las afecciones de pechos, por haber sufrido la amputación
de los senos.
Santa Apolonia
En el Siglo III, en tiempos del emperador Filippo -el Ára-
be- en la ciudad de Alejandría, vivía una mujer de avanzada
edad, de familia noble y acomodada dentro de la sociedad
romana, probablemente hija de algún magistrado. Apolo-
nia en su juventud era de gran belleza y llevaba una vida de
recato y virtud. Instruida por su madre dentro de la religión
cristiana, formó parte de las diaconisas, que eran mujeres viu-
das o solteras y ya no tan jóvenes, que servían de modelo y
orientación a los jóvenes y conversos.
En el año 249, el emperador Decio desató una de las per-
secuciones más feroces contra los cristianos; al progresar esta
campaña, fueron detenidos un gran número de fieles, entre
ellos Apolonia. Los sacaron de la ciudad, encendieron una gran
hoguera a donde arrojaron a varios infortunados; los jueces le
dieron a Apolonia la oportunidad -por ser de noble estirpe y
de edad avanzada- para que se arrepintiera y renegara de su
religión. Ella se negó y para “convencerla” le rompieron los dien-
tes con piedras y puntas de hierro candente. En ese momento
Apolonia ofreció a dios su martirio, para que ninguna persona
sufriera semejantes dolores, y que aquél que lo invocara en su
nombre, fuera aliviado.96
A pesar de la tortura, Apolonia no renegó de su fe, en-
tonces sus verdugos “la amenazaron” con quemarla viva si no
repetía a coro con ellos las impías blasfemias lanzadas a gri-
to de pregón”, ella rogó que la soltaran, apenas lo hicieron, y
ante la inminencia de ser arrojada, saltó al fuego,97 en medio
de las llamas volvió a pedir a dios:
¡Que aquellos que hagan memoria con devoción
de la intensidad del dolor que ahora sufro,
no sientan más los dolores de dientes!
 Entonces apareció deslumbrante un ángel del señor y
le dijo:
¡Apolonia, hermana mía, tu ruego será atendido:
Has conseguido lo que tanto deseabas,
tu esposo Jesucristo, ha concedido que cuantos,
en lo sucesivo, imploren tu nombre,
siendo presa de algún dolor de boca o diente,
sean benignamente escuchados por tus méritos!
Enseguida murió y sus restos fueron consumidos por el
fuego. Esto sucedió el 9 de febrero del año 249.98
Pocos años después se rescató su historia, y hacia el siglo
XIII, con la publicación del libro Leyenda Aurea, se empiezan a
designar uno o varios santos para las diferentes enfermedades;
compilados por el papa Juan XXI en su libro Thesaurus en don-
de se escriben las diferentes oraciones para las enfermedades
y para los santos patronos de cada una de ellas, divulgándose
por toda Europa.
En el siglo XIV uno de los copistas -de libros a mano-, in-
corporó en un texto las siguientes líneas “todo hombre que
tenga dolor de dientes y se encomiende a santa Apolonia, y
haga oración, el dolor desaparecerá”. Desde entonces la po-
pularidad de la santa patrona de los males de muelas se di-
fundió por todo el mundo civilizado, las imágenes y templos
se multiplicaron, las plegarias se volvieron más suplicantes y
la devoción más grande. 99
La Escuela de Salerno
Fue el primer establecimiento médico que no estaba
bajo la tutela de la iglesia. En el siglo VIII, era ya una famosa
escuela médica a la que acudían a curarse, gente de toda
Europa, en este sitio, se creó una atmósfera más libre para
nuevos conocimientos, ya que en ella confluyeron las cua-
tro culturas más importantes de la época: judía, griega, ára-
be y latina. 100
El origen de esta escuela, se remonta a los primeros siglos
del cristianismo, cuando era un lugar de peregrinación por
sus fuentes de aguas termales. En el año 1100, se publicó el li-
bro Preceptos higiénicos de la Escuela de Salerno en donde se
hacen de observaciones simples y consejos racionales, en10
secciones: higiene, drogas, anatomía, fisiología, etiología,
semiología, patología, terapéutica, clasificación de las enfer-
medades, práctica de la medicina y epílogo, todo sin relación
alguna con autoridades, magias o astros. 101 En el siglo XIII el
emperador Federico II publicó un edicto con el cual, ningún
individuo podía ejercer la medicina en el reino de Nápoles sin
haber sido examinado en la Escuela de Salerno. El examen
era público para el aspirante y versaba sobre la Terapéutica
de Galeno, el primer libro de Avicena y Las Sentencias de Hi-
pócrates, jurando además ser fiel a las buenas costumbres,
sumiso a las leyes, asistir gratis a los pobres y no participar de
los provechos de los boticarios. 102
La primera obra quirúrgica de la Edad Media es escrita
en Salerno por Rogerius Salernitanus en 1170, y se difundió
por toda Europa, convirtiéndose por más de un siglo en el
libro de texto medieval de cirugía que dominaba la materia;
posteriormente se utilizó en las nacientes universidades de
Bolonia y Montpellier. Rolando de Parma, discípulo del autor
la re-editó en 1250. Es un libro típicamente salernitano: cla-
ro, breve y práctico, 103 en él se refieren temas sobre dolores
dentarios y cómo aliviarlos, cómo realizar extracciones, cómo
obturar cavidades y qué medicamentos administrar.104
El Imperio Bizantino o Romano
Oriental
En Bizancio confluyeron la cultura griega, la religión cris-
tiana y el derecho romano, por lo que esta ciudad se convirtió
en el centro cultural y económico durante varios siglos, inspi-
rando el desarrollo del conocimiento en todos los ámbitos y se
manifestó principalmente en el arte bizantino, concretamen-
te el religioso, con influencias griega, romana y oriental, pero
también reflejado en todos los demás aspectos de la cultura.
Durante el reinado de Justiniano, la ciudad llegó a su apo-
geo, y es en este periodo, cuando se construye la gigantesca
iglesia de Santa Sofía, suntuosos palacios, fortalezas, jardines
y canales, así como las leyes romanas que ordenó y recopiló
en el código que lleva su nombre.105 También bajo su im-
perio se construyó una iglesia dedicada a Cosme y Damián,
médicos convertidos al cristianismo, mártires que a la postre
se convertirían en los santos patrones de los médicos.
En Bizancio se fundan escuelas que conservan la tradición
y los conocimientos; también se crea una biblioteca tomando
como modelo la de Alejandría, cuyos libros fueron copiados
para esta nueva biblioteca. Y es a partir de Bizancio –como
importante centro de conocimiento- que se producen gran-
des cambios en la escolástica, lo que contribuye a la evolu-
ción en las formas y los pensamientos.
En Alejandria entre 330 y 642 d.C., Oribasio destacó en el
campo de la salud, este médico realizó un compendio sobre
las obras de Galeno y Pablo de Egina, renombrado cirujano
y obstetra, que dedicó varios capítulos a las afecciones bu-
cales aunque sólo da una receta para arrancar los dientes y
molares sin dolor: “amasad –dice- un dracma de harina de
29
 trigo con el jugo de la lechetrezna y rodead con ella el dien-
te”, aconseja también las hojas de hiedra puestas encima (del
diente), y con estos remedios el diente cae hecho pedazos.
106 Al caer ésta ciudad bajo el dominio árabe la medicina se
traslada a Constantinopla antes Bizancio. 107
La Medicina Bizantina se basó en la recopilación y ordena-
ción de los conocimientos griegos; en las escuelas de Atenas,
Antioquía, Esmirna, Pérgamo, Alejandría y Constantinopla, la
lucha contra el paganismo hace que los estudios de teología y
jurisprudencia predominen sobre los de filosofía y medicina, lo
que favorece al desarrollo de la medicina popular, coexistente
con una pobre medicina oficial, los médicos se ven favorecidos
pues gozan de prestigio social y exenciones tributarias.
Se organiza la caridad al ayudar a los menesterosos y dis-
tribuir alimento gratuito, en adelante, para ejercer la medici-
na se requerirá un diploma oficial. La medicina bizantina se
reduce a un sistema escolar, práctico, sin ninguna pretensión
innovadora, sujeta al creciente dogmatismo cristiano, ca-
rente de racionalismo griego y matizado por una renaciente
actitud supersticiosa. La medicina bizantina cumplió la fun-
ción de conservar muchos importantes textos antiguos en su
idioma griego original, función que a partir del Siglo XI los
autores islámicos, desarrollaron y enriquecieron. 108
En el Siglo XIII Europa Occidental sufre lentamente cambios
por la influencia del desarrollo urbano y la vida asociativa, las
ciudades, los príncipes y la iglesia; las clases altas manifiestan
inquietudes intelectuales, que junto con la traducción de los
textos clásicos, fascinaba a las personalidades de la época; en
este contexto nacen diferentes escuelas para beneficio de ésta
nueva libertad y autonomía; sin embargo las poderosas auto-
ridades eclesiásticas, vieron una libertad desbordada: los estu-
diantes en masa se convertían en una amenaza para el orden
público; los numerosos maestros competían entre sí mezclando
las disciplinas que enseñaban: filosofía y teología, derecho civil y
derecho canónigo, por lo que se adoptaron algunas normas en
el área de la enseñanza entre otras: se limitó la proliferación de
escuelas, un régimen de estudios definido y una jerarquización
de las disciplinas, prohibición de libros ”peligrosos” y el estable-
cimiento de un sistema coherente de exámenes y diplomas.109
Surgen diferentes programas de estudio, con un denomi-
nador común: la tendencia a explicar el origen, la esencia y
finalidad del hombre en el universo, concebido con indepen-
dencia de la imposición religiosa, sosteniendo incluso algu-
nas tesis propuestas por pensadores griegos y latinos.
Así, a partir de la escuela de Salerno, se crean en Euro-
pa universidades: Bolonia (1119) en la que se impulsó el
estudio de la medicina y se practicó la primera autopsia;
30
Montpellier (1125) cuyos principales exponentes, también
en la medicina, fueron Vilanova, Mondeville y Chauliac; París
(1150) cuyos estudiantes tenían que ser solteros so pena de
no alcanzar el título de médico, destacándose Alberto Mag-
no, quien llegó a ser Papa y maestro de Tomás de Aquino y
Rogerio Bacon; Oxford (1168) influenciada por la de París,
fue representada por Bacon, primer hombre de ciencia par-
tidario del experimento;110 Palencia (1208); Padua (1222)
que bajo la protección de Venecia desarrolló una gran li-
bertad científica con lo que atrajo a muchos profesores de
medicina prestigiados con alicientes económicos, honores y
la autorización de practicar disecciones en cadáveres; Siena
(1241) y Salamanca (1244) entre otras. Todas las universida-
des tuvieron como idioma oficial el latín y su base eran las
cuatro ramas del saber: derecho, medicina, teología y artes
liberales (que incluían gramática, retórica, dialéctica, arit-
mética, geometría, astronomía y música), y el estudio de las
artes liberales, requisito indispensable para poder estudiar
medicina. 111
En sus inicios, ninguna de estas universidades incluyó el es-
tudio de la cirugía, práctica que quedó en manos de facultativos
secundarios, cirujanos que no sabían latín y barberos analfabe-
tas. La extracción dental era practicada por quien tuviera valor
para escuchar los aullidos de los pacientes: sacamuelas ambu-
lantes, charlatanes de feria, herreros, soldados, desertores y has-
ta aventureros.112
En Filosofía el escolasticismo –consistente en leer a Aris-
tóteles y a Platón sin poner en duda ninguno de sus postu-
lados- de Tomás de Aquino (1225–1274) es alimentado por
grandes pensadores como Rogerio Bacon (1214–1294), siem-
pre con la idea de que fe y razón son compatibles.113
El Arte Medieval fue eminentemente religioso y, su mani-
festación principal, se dio en la arquitectura, a través de dos es-
tilos: el románico- cuyos elementos principales fueron el arco
y la bóveda de medio punto- 114 y, posteriormente, el estilo
gótico –cuyos elementos constructivos fueron: la ojiva o bóve-
da elíptica, el arco quebrado, las columnas finas y agrupadas,
enormes ventanales, gran profusión de adornos y las torres
prismáticas terminando en aguja, siendo sus máximos expo-
nentes las catedrales de Notre Dame, Colonia y Burgos-.115
A partir del Siglo XIII, se inicia la práctica regular de
la disección en cadáveres humanos en la Universidad de
Bolonia, destacaron como cirujanos: Teodorico de Luc-
ca, quien aborda temas novedosos como la importancia
de la sutura inmediata de las heridas, la sutura intestinal,
las embolias gaseosas y el redescubrimiento de la espon-
ja soporífera para anestesiar (mezclas de opio, beleño,
mandrágora, hiedra, cicuta y la hiosciamina); Guillermo
de Saliceto, quien reemplazó el cuchillo por el cauterio y
Rogerio de Salerno, precursor del nuevo enfoque práctico
de la cirugía.
Durante los 100 años siguientes, la disección fue intro-
ducida en Padua, Montpellier y Lérida y, durante el siglo XV,
se extendió a otras universidades italianas con el objetivo de
entender mejor el contenido de los libros de Galeno, aunque
los resultados de esta práctica, condujeron a la postre a nu-
merosas rectificaciones y descubrimientos de detalle. 116
Los textos de Guy de Chauliac conforman una auténtica
obra científica de cirugía, sin perder por ello su carácter emi-
nentemente práctico. Chauliac, nació en Auvernia, a finales
del siglo XIII. En su obra Gran Cirugía, resume todo lo que
se sabía hasta entonces sobre ésta disciplina, especialmente
el tratamiento de las fracturas y, la extirpación oportuna en
casos de cáncer. 117
En conceptos dentales, Chauliac analiza la anatomía de
los dientes y su erupción, citando la evidencia de que en los
adultos, a veces crece un juego adicional de muelas; recopiló
sus enfermedades: dolor, corrosión, congelación, dentera y
aflojamiento, así como sus curas. Las dividía en dos catego-
rías: universales y particulares; las de tratamiento universal,
consistían en seguir las reglas de la higiene, y las particula-
res en el uso de purgantes, sangrías de las venas cefálicas o
sublinguales, ventosas, fricciones, escarificación y el trata-
miento de alteraciones mentales; las reglas de higiene para
la boca, eran muy precisas y la mayor parte siguen siendo
vigentes en la actualidad:
l Evitar la comida que se pudre con rapidez.
l Evitar la comida o bebida demasiado caliente o
demasiado fría.
l Evitar morder cosas demasiado duras.
l Evitar comidas pegajosas, como los higos y dulces a
base de miel.
l Evitar ciertas comidas conocidas por ser malas
para los dientes (puerros).
l Limpiar los dientes con suavidad con una mezcla de miel
y sal quemada a la cual se le ha añadido un poco de vinagre.
En la obra de Chauliac se menciona que para evitar el dolor
durante las operaciones, debía usarse la esponja soporífera.
Como la cirugía había sido puesta en manos de barberos,
la mayoría de los que la practicaban eran ineptos o mal entre-
nados en el mejor de los casos, y en el peor eran charlatanes
sinvergüenzas que prometían liberar a los dientes de los gu-
sanos o curar los dolores de cabeza eliminando algún diente
demasiado grande.118
Cuando surgen las universidades, la enseñanza de la medi-
cina se hace más elitista y la práctica de la cirugía más popular.
Los médicos que sabían latín, portan la toga larga para dis-
tinguirse de los cirujanos-barberos quienes debían usar toga
corta. El médico educado en una universidad, de orientación
galénica o arabista, se limitaba a hacer diagnósticos y pronósti-
cos y a recetar pócimas y menjurjes sin realizar cirugías porque
había tenido que jurar que no lo haría.
El cirujano-barbero, aprendió de otro cirujano-barbero
más experimentado y realiza la práctica de la “cirugía me-
nor” como abrir “forúnculos, ántrax, carbuncos” o abscesos;
también trataba fracturas, realizaba flebotomías y prácticas
dentales como extracciones o limpieza de la toba (sarro). 119
Ya en la Baja Edad Media, se redescubre la medicina clási-
ca a través de los escritos árabes, pero se cae en el dogmatis-
mo galénico y la férrea resistencia de la iglesia, que impiden
aceptar toda innovación en relación a los cánones estable-
cidos. Sin embargo, se retoman los principios hipocráticos:
enfermedades que se curan solas, otras que requieren de
la intervención del médico y finalmente otras mortales por
necesidad.
Durante toda la Edad Media, el cristianismo, que era la
iglesia dominante, influyó de manera decisiva en la práctica
médica. La caridad obligaba a la práctica del consuelo, al tra-
to igualitario de los enfermos, al cuidado médico de los incu-
rables y a la asistencia gratuita del enfermo pobre. Visto del
lado negativo: fomentó las prácticas supersticiosas como la
magia, la astrología, la alquimia y el hermetismo.
Desde el Siglo III o IV aparece una ciencia llamada “Arte
Sagrado”, “Ciencia Sagrada” o “Arte Hermético” que para el
siglo XIII se denominó como “Alquimia”; quienes se dedica-
ban a este arte, sufrían fuertes pruebas de iniciación, juraban
guardar el secreto de las operaciones, su lenguaje era miste-
rioso y enigmático.
Los nombres de las partes del cuerpo eran figurados y su
estructura simbólica y jeroglífica, relacionando sus conoci-
mientos con las maravillas de la magia, la astrología, la kábala
y la medicina. Su objetivo principal, era encontrar la Piedra
Filosofal con la que se podría conseguir:
l La trasmutación de los metales en oro y plata.
l La invención de una panacea para prolongar la vida y
disfrutar de estos bienes.
l La identidad con el alma del mundo, que era un fin
más elevado y espiritual. 120
El nacimiento de las universidades, el autoritarismo reli-
gioso, el “arte sagrado” y la evolución del pensamiento, hacen
concebir en los médicos diferentes corrientes para explicar
31
 el funcionamiento humano, corrientes que se concretarán
tiempo más tarde como Iatrofísica y Iatroquímica.
En la Edad Media se desarrollaron variados avances técni-
cos: la introducción del gusano de seda, la vela latina, las he-
rraduras, los molinos de viento, la energía hidráulica, la rueda
de hilar, el torno, la brújula magnética, el reloj mecánico, la
elaboración de mapas náuticos y las armas de fuego. Y ya en
los albores del Renacimiento (1453) el invento de Johannes
Gutemberg, la imprenta, que poco a poco revolucionaría al
mundo, La Biblia fue el primer libro impreso. 121
En la Europa Feudal, los artesanos y los obreros de una
misma actividad, se agruparon para protegerse de la compe-
tencia desleal de trabajadores improvisados que elaboraban
mercancías de dudosa calidad y que vendían a precios más
bajos que la elaborada por los trabajadores capacitados. Las
agrupaciones especializadas se volvieron económicamente
fuertes, vigilaron los oficios y los reglamentaron, estipulando
derechos y obligaciones para los congregantes y reclamaron
la exclusividad de los trabajos.
Los barberos y cirujanos también se agruparon, surgien-
do a la postre, discrepancias entre los miembros de ambos
grupos, porque algunos pretendían tener más conocimien-
tos que otros, produciéndose una división entre cirujanos
–de bata larga- y barberos –de bata corta. 122 Estas congre-
gaciones fueron los gremios y las cofradías, agrupándose
las primeras por la ley y las segundas por la fe, éstas últimas
rendían culto a algún santo , eligiendo los sacamuelas a Santa
Apolonia. 123

fuentes:
Citas bibliográficas (36) Ib. p. 47.
(37) Ib. p. 199.
(1) González, Ciro. p. 23. (38) Ib. p. 42.
(2) Turbón, D. p. 148 a 158. (39) Ib. p. 39.
(3) Marx, C. Op. Cit. p. 66 a 79. (40) Ib. p. 44.
(4) Pompa J.A “Estudio antropológico de la (41) Ib. p. 41.
evolución de los dientes” N.D. http://www. (42) Ib. p. 39.
arqueomex.com/S2N3nDientes90.html (43) Ib. p. 47.
(5) Romo, I. p. 9 – 10. (44) González, J. p. 18-19.
(6) Lerman, S. p. 26 – 27. (45) Romo, I. p. 68.
(7) Pérez, Ruy. p. 18. (46) Lerman, S. p. 43.
(8) González, Julio. p. 17. (47) Ib. p. 47.
(9) Ib. p. 18. (48) Pérez, R. p. 31.
(10) Pérez, Ruy. p. 19. (49) Romo, I. p. 73.
(11) Ib. pp. 21 – 22. (50) Lerman, S. p. 52.
(12) González, Julio. p. 32. (51) Pérez, R. p. 33.
(13) Pérez Ruy, p. 21-22. (52) Ib. p. 52.
(14) González, Ciro. p. 51 – 54 (53) Ib. p. 32 - 33.
(15) Lerman, S. p. 41-42. (54) Romo. I. p. 13.
(16) González, Julio. p. 36. (55) González, C. p. 92.
(17) Ibidem. p. 42 (56) Pérez, R. p. 36.
(18) González, C. p.62. (57) González, Julio. p. 41.
(19) “Génesis”, Cap. II, Vers. 12 (58) Herreman, R. p. 56.
(20) Ring, E. p. 28-29. (59) Barquín. M. p. 122.
(21) González, C. p. 41–43. (60) Herreman, R. p. 56.
(22) Lerman, S. p. 18. (61) Ib. p. 58.
(23) González, Julio.p. 63-64. (62) Barquín. M. p. 122.
(24) Barquín, M, Méndez, F. p. 59-61. (63) Pérez, R. p. 13.
(25) Romo, I. p. 70 – 71. (64) Romo I. 0Op. pp. 86 – 92.
(26) Sussmann, D. p. 256. (65) Sanfilippo, J. (1996). “Historia de la Odontología”.
(27) González, C. p. 46. Diplomado México. FO, UNAM.
(28) Romo, I. p. 69 – 70. (66) Pérez, R. p. 37.
(29) Lerman, S. p. 40 – 41. (67) Lerman, S. p. 53.
(30) Ib. pp. 49. 39 y 47. (68) Tsoukanelis, A. p. 26.
(31) Ib. p. 21. (69) González, Julio. p. 42.
(32) Ib. p. 42. (70) Sanfilippo, J. ”Diplomado Historia de la
(33) Ib. p. 39. Odontología”.
(34) Ib. p. 41. (71) Barquín, M. p. 123.
(35) Lerman, S. p. 47. (72) Lerman. S. p. 53 -54.

32
fuentes:
(73) “Hipócrates Aforismos Y Sentencias” http:// (123) Sanfilippo, J y Díaz M. “Las primeras asociaciones
www.edu.mec.gub.uy/biblioteca_digital/libros/H/ dentales en México”. Entrevista Op. Cit. pp. 7 – 10.
Hipocrates%20-%20Aforismos%20y%20Sentencias.
pdf p. 3, 4.
(74) Pérez, R. p. 39. Bibliografía
(75) Barquín. M. p. 127 – 128
(76) Ib. pp.127 – 139. l Barquín, Manuel, Méndez, Francisco. “Historia
(77) La enfermedad periodontal se conoció desde Gráfica de la Medicina”. Méndez Editores. México
finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX 2009.
como “piorrea” porque significa Pus que corre. l Castelló Torres, Benito y Col. “Santa Apolonia
Ruiz, L. P. “Pyorrhea Alveolaris” en España”. Iconografía. Ilustre Colegio de
(78) Lerman, S. p. 59 -61. odontólogos y Estomatólogos de Valencia.
(79) Ib. pp.61 – 63. Federico Domenech, S.A. Valencia, España.1999.
(80) González, Julio. p. 52. l D’ Allaines, Claude. “Historia de la cirugía”.
(81) Pérez, R. p. 45. Editorial Oikos tau. España.1971.
(82) Lerman, S. p. 63. l “Diccionario Enciclopédico Larousse”. Tomo 1,
(83) Ib. p. 63. Tomo 5.
(84) Pérez, R. p. 46 – 47. l González, Ciro. “Síntesis de Historia Universal”.
(85) Ib. p. 50. Ed. Herrero. México. 1968.
(86) Barquín, M. p.154-156. l González, Julio. “Historia de la Extracción
(87) Herreman, R. p. 70. Dentaria”. Yeites, Soluciones Gráficas. I. Madrid,
(88) Lerman, S. p. 65. España. 2007.
(89) González, Julio. p. 56. l Herreman, Rogelio. “Historia de la Medicina” .3ª
(90) Herreman, R. p. 76. reimpresión. Ed. Trillas. México. 2001.
(91) D’ Allaines, C. p. 27. l Lerman, Salvador. (1974). “Historia de la
(92) González, Julio. p. 92. Odontología”. Ed. Mundi. Argentina. 1974.
(93) Sanfilippo, J. “Conceptos Odontológicos l Marx, C. Engels, F.” El papel del trabajo en la
del siglo XVI y La Atención Dental durante el transformación del mono en hombre”. Obras
Virreynato” Op. Cit.. p. 46. Completas, Tomo III. Ed. Progreso. Moscú. 1981.
(94) Barquín, M. p. 172. l Pérez, Ruy. ”De la magia primitiva a la medicina
(95) Ib. p. 163. moderna”. SEP/FCE. México. 1997.
(96) Sanfilippo, J. “La leyenda de Santa Apolonia y el l Ring, Malving E. “Dentistry, an Illustrated
día del Dentista”. p. 9-13. History”. Harry N. Abrams Inc. Publishers. New
(97) Castelló, B. “Santa Apolonia en España”. pp. 21-22. York, EU. 1985.
(98) Sanfilippo, J. La leyenda de Santa Apolonia. p. 13. l Romo, Ignacio. “Historia de la Medicina”.
(99) Ibidem. Bruguera. n.d.
(100) Pérez, R. p. 63. l Ruiz, L. “Pyorrhea Alveolaris”. En ”XII Seminario
(101) Ib. p. 62-64. Historia de la Odontología”. FO, UNAM. México.
(102) Lerman, S. p. 81. Agosto 2011.
(103) Pérez, R. p. 64 l Sanfilippo, J. La leyenda de Santa Apolonia y el
(104) Ibidem. día del Dentista”. Asociación Dental del Distrito
(105) González, C. p. 151. Federal. México . 1990.
(106) González, Julio. p. 72. ___ “Diplomado Historia de la Odontología”. FO,
(107) Herreman, R. p. 77 – 78. UNAM. México. 1996.
(108) Barquín, M. p. 163 – 164. ___ “Conceptos Odontológicos del siglo XVI
(109) Ib. p. 203. y La Atención Dental durante el Virreynato”
(110) Ib. pp.207-211. Antología De Piedras Montadas y para Pulir”. n.d.
(111) Herreman, R. p. 76. inédito1996 y versión integrada y corregida 2010
(112) González, Julio. p. 93 l Sanfilippo, José y Martha Díaz. “Las primeras
(113) Herreman, R. p. 76. asociaciones dentales en México”. Entrevista
(114) González, C. p.178. Conmemorativa: Cincuenta años de la Asociación
(115) Ibidem. Dental Mexicana”. 10. México. 1993.
(116) Barquin, M. p. 207 – 210. l Sussmann, David J. “Qué es la acupuntura”. 1ª ed.
(117) Ib. p. 209. 11a Reimpr. Editorial Kier. Buenos Aires, Arg. 2004.
(118) Lerman, S. p. 104 – 107. l Tsoukanelis, Alexander. “Hipócrates and the
(119) Pérez, R. p. 87. Mouth. En Journal of the History of Dentistry”.
(120) Barquín, M. p. 161-177. Vol. 46. No. 1. Marzo 8. n.d. 1998.
(121) González, C. p. 179. l Turbón, Daniel. “La Evolución Humana”. Ed. Ariel.
(122) Pérez, R. p. 87. Barcelona, Esp. 2006.

33
 Parte II
La herencia
ÁRABE MUSULMANA
C. D. María Eugenia Reyes Aguilar
Especialidad de Endodoncia Certificada por el
Consejo Mexicano de Endodoncia
D
espués de muchos siglos en que Europa
estuvo sumergida en una larga noche de
la oscuridad medieval, el mundo musul-
mán rescató los escritos clásicos griegos
34
l Capitulo IV
y latinos de todas las ramas de la cultura, entre ellos los de
medicina.
Al sur de Irán, en su capital Jundi-Shapur, los sabios cono-
cedores del griego y la medicina hipocrática y galénica, esta-
blecieron el hospital y su escuela de enseñanza médica que
atraía a múltiples estudiosos de diversas partes de Occidente,
tales como Persia, Grecia, Alejandría, China, India e Israel.
Cuando la ciudad fue conquistada por los árabes1 (636
d.C.), el hospital y la antigua y bella escuela de medicina fue-
ron el centro principal de educación médica del mundo ára-
be. Eran los tiempos de “las mil y una noches” con los relatos
inventados por la hermosa Scheherazada, hija del Visir de la
Corte (que por cierto, habíase dedicado a la filosofía, la his-
toria, las bellas artes y la medicina), para distraer las noches
al sultán Schahriar y, aplazar permanentemente su sentencia
de muerte. Con esos cuentos fabulosos de un mundo ima-
ginario, acontece lo que nunca ha sucedido, dotándoles de
realidad al incluir en ellos a la Corte Califal, sus Visires, merca-
deres, príncipes, Emires, nigromantes y genios.
El genio exquisito y sofisticado del espíritu árabe se hizo
manifiesto no sólo en los campos del arte, arquitectura, poe-
sía, literatura, filosofía y medicina, sino que tuvo su magná-
nima expresión en las cortes califales.2 La medicina árabe de
los siglos transcurridos entre el advenimiento de Mahoma
(626 d.C.) y la reconquista de Granada, por los reyes católicos
en 1492, ostenta una larga lista de nombres inmortales.
Durante las primeras etapas de expansión, trasladaron a
Oriente los grandes centros de ciencia de los países domina-
dos, con sus bibliotecas y una vez en las sedes del Califato
se procedió a traducir los textos al árabe en la llamada Bayt
al-hytma o casa de la sabiduría, fundada en el Siglo IX por la
dinastía de los Califas Abasíes Harun al-Rasid y al- Ma’mum.
Este siglo, con la dinastía Abasí instalada en Bagdad, se
puede considerar como el momento culminante en el pro-
ceso de traducción de los textos europeos al idioma ára-
be, lo que se convertiría en el acceso de los musulmanes a
todo cuanto encerraban los textos europeos; posterior a la
transcripción, y gracias a la pronta comprensión de los mu-
sulmanes, la producción de obras originales árabes fue casi
inmediata.
En España, en los monasterios, fue en donde principal-
mente se conservó la ciencia mozárabe, sobre todo la medi-
cina, que se basó en textos latinos clásicos, o fue elaborada
por hombres de ciencia del periodo visigodo.
El esplendor del saber de la Grecia clásica resurgió a tra-
vés de los textos que guardaban en ocasiones cierta fidelidad
con los originales, reinterpretados las más, pero siempre va-
lorados al máximo; este fue uno de los mayores logros y una
de las más importantes aportaciones de la cultura árabe.3
El Califato de Córdoba -estado musulmán andalusí que
prevalece en el siglo X- supuso el momento del verdadero de-
sarrollo de la ciencia. Como en lo político, también en lo cien-
tífico se independizó de Bagdad y buscó sus propios caminos.
Gracias a las múltiples aportaciones que sobre la ciencia
habían recibido del exterior, fue posible forjar una ciencia an-
dalusí, la cual fue dividida en dos grandes grupos de acuerdo
a su origen:
1. El que consideraba las ciencias autóctonas o musul-
manas, (que eran la teología, gramática, ciencias jurídicas,
filosofía…).
2. El de las ciencias importadas o no árabes (aquellas que
tradujeron de otros pueblos, y eran la medicina, la aritmética,
geometría, música, astronomía, mecánica y alquimia).
La medicina ocupó un sitio destacado, dada su importan-
cia como ciencia y también quizás por la relevancia de sus
médicos, que desempeñaban cargos políticos y realizaban
funciones cortesanas dentro y fuera de Córdoba en represen-
tación del Califa.4
Citaremos a Ibn-yulful y a Hasday ibn-saprut, quienes ade-
más de actuar en la escena política y desempeñarse como
sanadores, narran la historia de los médicos de su época,
reciben y tratan -en calidad de expertos- la obra de Peda-
cio Dioscórides -La Materia Médica- tan importante para los
científicos de ese momento y de siglos posteriores.
El Califato es una época importante en la historia de la
ciencia, al ser el momento en que es posible la convivencia de
judíos, musulmanes y cristianos, con el consiguiente aflujo de
monjes y eruditos a Córdoba, para traducir al latín obras ára-
bes, para traer obras latinas –aunque no siempre de ciencia-
que a su vez se traducían al árabe en Córdoba.
De entre las distintas Cortes, Toledo sobresalió en el
campo de la ciencia, por ser la ciudad que albergó más eru-
ditos dedicados a ella. También aquí la protección Real favo-
reció el desarrollo de las investigaciones de sus habitantes.
En este siglo los campos de la ciencia que destacan sobre
los demás, con una importante influencia griega y romana
son, la alquimia, la medicina, la astrología y la agricultura.
En el siglo XII la cultura andalusi, vivió su época más
gloriosa, en lo que a hombres ilustres se refiere. Entre ellos:
Avenpance, Avenzoar, Averroes y Maimónides, quien fue filó-
sofo, teólogo, “dayán” o juez en la comunidad judía y médico-
provenía de familia de médicos- estudió medicina en Fez y
desarrolló su actividad médica en Palestina y el Cairo. Sus
enseñanzas médicas estaban basadas en la entonces pato-
logía humoral -aprendida de Hipócrates y Galeno de carácter
estrictamente racional-.6 También es autor de Taysir -manual
de terapéutica y profilaxis-. Otro hombre notable fue El Kitab
al-kulliyyat quien se ocupa de la anatomía, fisiología, patolo-
gía, higiene y medicación, cita a autores de renombre, con
Galeno a la cabeza, pero en la práctica, modifica lo dicho en
los textos cuando su experiencia u observación clínica lo
aconsejan.7
35
 Acabado el periodo almohade –en el siglo XIII-, comien-
za una etapa en la que aun siendo evidente la decadencia
científica, todavía persiste el impulso de los siglos anteriores
floreciendo figuras destacadas en suelo español. En este si-
glo la presencia de la escuela de traductores de Alfonso X -el
sabio- juega un papel decisivo para la ciencia, pues además
de contribuir con notables empresas científicas, hace posible
que Europa conozca plenamente lo que en Al- andalus se ha-
bía hecho en los siglos anteriores XI y XII.
En el siglo XIII, surge el Reino Nazarí, estado islámico ubi-
cado en la península Ibérica; la España musulmana aún dio
hombres notables en el ámbito de la medicina; es ahí donde
se concentraron eruditos de varias regiones peninsulares, in-
centivados por el avance científico cristiano. Así, culmina con
brillantez y originalidad la ciencia andalusí con dos institu-
ciones hasta ese entonces desconocidas entre los hispanos,
la Madraza y el Maristán.
A partir de entonces se desarrolla la medicina monacal,
sin grandes figuras destacadas, en la que sólo quedan hom-
bres que ejercen su arte con el pueblo, cuya calificación cien-
tífico-profesional, se podría asemejar más a la de un sanador
–si es que no curandero- que a la de médico.
De los grandes representantes de las ciencias médicas,
podemos mencionar a Abú Mekir Muhamed Ben Yvaya o Mo-
hamed Ben Zakariyya al-Razi o Rhazis quien fue músico, médi-
co y filósofo. En su obra al-Havi-Continues que se encuentra
en el Escorial, hace un estudio completo de las enfermedades
de la boca y los dientes; respecto a la extracción, coincidía
con los romanos y sólo recurría a ella como última opción
o como castigo, para lo que aplicaba el cauterio en el tejido
gingival circundante a la pieza a extraer. Rhazis, aconseja-
ba el cuidado de la boca de bebidas y comidas ácidas, que
combatía con polvo de cáscara de huevo. Para elaborar una
pasta dentífrica, usaba la nuez de agalla y pimienta; también
aconsejaba líquidos y pastas astringentes, sales corrosivas
mercuriales, polvos insecticidas y llantén (en la actualidad es-
tos ingredientes además de impensables serían totalmente
inadmisibles en la práctica dental).
Alí Abbas (930-994) fue pionero al escribir un tratado so-
bre fracturas dentarias; cauterizaba la pulpa,8 y creía que los
dientes no tenían sensación propia, sino que la sensación la
provocaba un pequeño nervio que penetra por la raíz, reto-
mando lo dicho por Claudio Galeno 800 años atrás.
Serapio el antiguo, llamado Janus Damascenus, se pre-
ocupa por la fusión de la medicina y la práctica dental; estu-
dió detenidamente la erupción, señalando con precisión, el
número de raíces de los molares; él sostiene enfáticamente
36
que los dientes humanos crecen a medida que se desgastan
y a ello atribuye el dolor dental.
En el siglo X y XI la medicina y la ciencia alcanzan su más
alto esplendor y con ello surgen Avicena y Abulcasis. Avicena,
nació en el 980 en Afsina, en la provincia Persa de Hurasán
con el nombre de Abd Allah Ibn Sina al-Quanum. Se cuenta
que antes de los 17 años sabía el Corán de memoria y do-
minaba la gramática, la física, las leyes y la filosofía; este pin-
toresco personaje, escribió el Kitab al-Quanum, conocido en
latín como Cánnon Medicinae, incluyendo a Galeno y Aristó-
teles a la medicina. Su publicación es la obra cumbre de toda
la medicina antigua.9 Avicena, conocido como el “Príncipe de
los Doctores”, estudió profundamente la anatomía y la fisio-
logía dentarias, mencionó el corte en la encía de los niños
para favorecer la correcta erupción dentaria; escribe también
sobre el alargamiento que sufren los dientes que no tienen
antagonistas y frente a los dolores dentarios, expresa sabia-
mente lo siguiente: “si se siente en un diente una sensación
de dolor pulsátil, es que hay demasiada humedad en la raíz:
debe entonces ¡perforarse el diente para vaciarlo! Y facilitar la
aplicación de agentes terapéuticos”.10 Siendo ésta la primera
referencia bibliográfica en la historia sobre el uso de medica-
mento en la cámara pulpar.
No practicó la cirugía primero por motivos religiosos,
también por considerar que era una práctica inferior a la me-
dicina y por lo tanto debía ser practicada por individuos de
rango inferior, esta opinión de Avicena prevaleció en Europa
durante siglos, y así la cirugía y la dentistería, fueron relega-
das y ejercidas por barberos, verdugos, encargados de las
casas de baños y sacamuelas vagabundos. Esta distinción en-
tre la superioridad del médico y la inferioridad del cirujano,
persistió hasta el siglo XVII y comienzos del XVIII; se dice de
Avicena que el único antiséptico que conoció fue el fuego.11
Abulcasis o Abul Kassim Chalaf o Alzahara, nació cerca
de Córdoba (936-1013), y escribió un importante tratado de
cirugía conocido como el al-tasrif, dividido en tres partes, la
primera para el tratamiento por cauterización e incisiones, la
segunda aborda aspectos referentes al corte y a las extraccio-
nes y la tercera trata sobre las fracturas dentarias.
Abulcasis menciona que el tratamiento de las fístulas
bucales, debe ser quemarlas con un cauterio, si esto falla se
descubre el hueso, se extirpa la parte enferma y se obtiene la
curación; en su segundo libro el estudioso árabe, diseña una
gran cantidad de instrumentos quirúrgicos y refiere la opera-
ción de labio leporino efectuada con gran éxito y beneficio
para los pacientes (proviene del adjetivo latino lepus o labio
de la liebre y en la actualidad llamada fisura labial). 12
 La influencia religiosa en su práctica es fundamental, y así
lo demuestra este texto: “el escalpelo con que deben raspar-
se los dientes por dentro es distinto de los que debes usar
para rasparlos por fuera, así como para limpiar los intersticios
entre los dientes tienen otra forma, por lo tanto debéis tener
siempre de manera pronta toda una serie de escalpelos si ¡así
lo quiere Dios!”. 13
Respecto a la extracción dentaria, Abulcasis considera
que hay que hacer lo posible para conservar los dientes, pues
son un órgano muy noble; y sólo si es inevitable, menciona el
uso del escalpelo para desprender la encía del diente, movi-
lizar luego con los dedos o una pinza de mordientes largos y
ramas cortas, para así, no ejercer mucha presión y movilizar el
diente poco a poco, una vez hecho esto y colocado el pacien-
te en el suelo y con la cabeza entre las piernas del operador
para que no la mueva, se emplea una pinza más poderosa,
provista de ganchos para impedir que resbale, se procede a
extraer el diente en una sola dirección para evitar la fractura.
En sus escritos señala que para las raíces, aplica repeti-
damente a la encía, algodones con manteca caliente, lo que
afloja las adherencias luego de lo cual, extrae el diente con
pinzas en forma de pico de cigüeña que más tarde al evolu-
cionar va a dar lugar al fórceps llamado pelícano.
fuentes:
Citas bibliográficas
(1) Pérez, Ruy. p. 128.
(2) Ibídem, p. 130
(3) Álvarez, C.; Molina, E.; Op. Cit. p. 13
(4) Ibídem, p. 16
(5) Idem, p. 16
(6) Cárdenas, E; Sodi. D.; Fishleder, B. Op. Cit. p. 64
(7) Álvarez de Morales Op. Cit. p. 20
(8) Lerman, S. Op. Cit. p. 87.
(9) Pérez Ruy Op. Cit., p. 132
(10) Lerman, Salvador p. 87
(11) Ibídem. p. 88
(12) “Diccionario de la lengua española” Op. Cit.
Tomo II. p. 1366, 1377
(13) Lerman, Salvador, p. 88
(14) Idem, p. 88
Abulcasis mencionó la reimplantación dentaria14 y,
aconsejó la completa extirpación de los épulis; en caso
de recidiva, repetir el corte y cauterizar después. Cita la
luxación témporo-maxilar y su reducción. A la muerte del
visionario médico, en 1013, el empirismo se adueñó de las
ciencias médicas, la cirugía dental volvió a sumergirse en el
olvido y los médicos fueron relegándola a manos de barbe-
ros y charlatanes.
Queda así configurado un tipo de ciencia práctica com-
puesta por:
l Un conocimiento mínimo y básico de medicina cien-
tífica tradicional, (la teoría humoral en lugar destacado).
l Un alto componente de prácticas populares mágico-
creenciales.
l Un gran conocimiento del sapiente y añejo mundo ve-
getal y sus aplicaciones terapéuticas.
Así, luego de siete siglos en la vieja España, volvió a
difundirse el mismo esquema médico-dental que se co-
noció por vez primera en al-Andalus, traído de Oriente
en el siglo IX, y que llegaría al nuevo mundo con los con-
quistadores del siglo XVI, con sus encantos, desencantos
y audaces encantadores en el inexorable devenir de la
historia.
Bibliografía
l Álvarez de Morales, Camilo; Molina Pérez, Emilio;
“La medicina en al-Andaluz”, Fundación el legado
andalusí. Junta de Andalucía España, s/f. n.d.
l Cárdenas de la Peña, Enrique; Sodi., Demetrio;
Fishleder, Bernardo. “La oración de Maimónides”.
Somehimex-Instituto cultural Domeq. México.
1989.
l “Diccionario de la lengua española” Real Academia
de España XXII”, Tomo II. n.d. 1377.
l Lerman, Salvador. “Historia de la odontología
y su ejercicio legal.”3ra edición Capítulo IX.
Editorial Mundi. n.d. 1974.
l Pérez Tamayo, Ruy.“El concepto de enfermedad”.
Facultad de medicina UNAM – CONACYT y Fondo de
Cultura Económica. México. 1988.
37
 Parte III
El Renacimiento
el Inicio de la Modernidad
C. D. Luz María M. Ruiz Saavedra
Profesora de asignatura del Seminario de historia de
la Odontología, Facultad de Odontología, UNAM
Mtra. Patricia Díaz Coppe
Profesora Titular de carrera tiempo completo,
Facultad de Odontología, UNAM
L
uego de su nacimiento en Florencia en el siglo
XIV, el Renacimiento es considerado el inicio
de la etapa moderna; es en este periodo, en
el que las ciencias y artes retoman el interés
por el estudio del hombre. Una de las carac-
38
l Capitulo V
terísticas principales de este movimiento cultural europeo,
fue la búsqueda del saber científico, y como consecuencia se
realizan grandes innovaciones en: medicina, matemáticas,
arquitectura, literatura y artes visuales.
No puede definirse con exactitud, cuándo inició esta épo-
ca histórica, ya que a partir de sus primeros pasos en Floren-
cia, se extendió a los principales núcleos culturales europeos
en diferentes momentos y con expresiones distintas; algunos
factores determinantes para su inicio fueron:
l La invención de la imprenta, que permitió que un ma-
yor número de la población accediera a los conocimientos
y las ideas clásicas; su influencia se incrementó cuando los
libros empezaron a imprimirse en idiomas nacionales;
l El descubrimiento del nuevo mundo, porque frente
a la visión de un orbe más extenso y con diversos grupos
humanos pluriculturales, fue imposible conservar actitudes
limitadas respecto a la naturaleza y al sitio del hombre en la
tierra;
l La nueva cosmogonía, propuesta por Copérnico y de-
fendida por Galileo, destronó a la tierra como el centro del
mundo celeste;
l La fractura de la hegemonía religiosa y secular de la
Iglesia católica, apostólica y romana, al surgir la Iglesia pro-
testante, en desacuerdo con algunos aspectos de la interpre-
tación de las sagradas escrituras y la corrupción de la iglesia
católica;
l El surgimiento de las Naciones-Estado;
l El fortalecimiento de los idiomas regionales; en España
se establece como lengua el castellano;
l El hombre se convierte en el foco de interés, despla-
zando a la religión a un segundo término;
l El surgimiento de la ciencia moderna, que tiene como
fundamento, la demostración experimental objetiva, la re-
ducción del Universo a unas cuantas fórmulas y la matemati-
zación del mundo real.
Todos estos factores, ocurrieron en el lapso de 150 años,
iniciando nuevos caminos en el pensamiento. 1
La visión humanista -característica del Renacimiento-,
trajo consigo un cambio radical en el enfoque de toda la acti-
vidad humana, que ya no se realizaba sólo para complacer a
un Ser superior, sino que, retomando el clasicismo griego, re-
valoró al hombre y lo colocó como fuerza motriz de toda acti-
vidad creadora. Fue un período de febril lucha por romper el
gran cúmulo de mitos y supersticiones que habían anclado al
hombre en un obscurantismo insostenible.2
Se considera renacentista la obra del médico Phillipus
Bombastus von Hohenheim (1493-1541), quien más tar-
de adoptó los nombres Aureolus Theophrastus Paracelsus,
como sugiriendo estar más allá de Celso, el gran médico del
Imperio Romano. Se le considera precursor en la medicina en
el Renacimiento, al condenar la ciencia que no estuviera ba-
sada en la experiencia.
Se refirió especialmente a las teorías de Galeno y Avicena,
cuyos libros quemó en público, no como falta de respeto, sino
a manera de manifestar la necesidad de abandonar las viejas
prácticas médicas y buscar nuevos caminos. Paracelso aportó
grandes innovaciones en la descripción de las enfermedades
causadas por sustancias tóxicas: como los envenenamientos
por cobre, mercurio, arsénico y antimonio; las enfermedades
por depósitos excesivos de sales como: la gota y la litiasis; y
enfermedades por deficiencia como el bocio endémico y el
cretinismo.3
Este médico suizo, fue pionero de la terapéutica farma-
cológica, que inició basándose en la información proporcio-
nada por monjes, barberos, verdugos, gitanos, comadres y
adivinos, personajes que él interrogaba durante sus viajes;
Paracelso sostuvo el principio de “ir en contra de la enferme-
dad, no de los síntomas”,4 e implementó la limpieza de ins-
trumentos y heridas.
Las repercusiones del gran espíritu creador renacentis-
ta, se dejaron sentir en todas las ramas del saber humano,
principalmente en cuatro áreas: el arte, las humanidades, la
reforma religiosa y la ciencia. Como consecuencia, la medi-
cina tuvo grandes avances, principalmente en la anatomía y
en la cirugía, allanando el camino de áreas como la fisiología
y la patología. El interés por la anatomía humana, no sólo se
desarrolló entre los médicos, también surgió entre los artistas
renacentistas, que trataron de copiar a la perfección la ana-
tomía de sus modelos, utilizando también cadáveres, para
practicar sus disecciones.
Esta audaz tarea, se puede apreciar en las láminas anató-
micas de Leonardo da Vinci, con el estudio de los músculos
en reposo y en actividad, y en el análisis de la estructura y re-
laciones de las vísceras torácicas y abdominales con un gran
número de observaciones de interés científico. Leonardo es
el primero que da cuenta de la existencia del antro de Higmo-
re (seno maxilar), en una serie de sus dibujos anatómicos. Lo
que lo distinguió de sus contemporáneos en el estudio de la
anatomía, fue su gran deseo por lo perfecto, ya que extendió
sus conocimientos al aparato digestivo y sus funciones; a las
actividades del cerebro; los órganos reproductores y el cre-
cimiento del niño en la matriz, que también dejó plasmados
en papel.5
En medicina nos referimos a las revoluciones influencia-
das por un giro completo del pensamiento.
La revolución anatómica
Evolucionó desde las disecciones de Erasístrato y Herófilo
en Alejandría, la publicación de Mondino de Luzzi -1316- de
anatomía humana, la enseñanza de anatomía en las univer-
sidades y las obras artísticas resultado del naturalismo. Esta
revolución logra su culminación en la obra de Andreas Vesa-
lio (Bruselas 1515-1564) quien respiró desde pequeño esta
actividad al provenir de una familia de médicos.
39
 Vesalio inició sus estudios de medicina en la Universidad
de París, culminándolos en la Universidad de Padua, en don-
de fue profesor de cirugía –que incluía anatomía-. En su paso
por la docencia fue exitoso, gracias a sus conocimientos di-
rectos de la materia, la práctica con que contaba al realizar
él mismo las disecciones y el uso de diagramas o esquemas
para ilustrar distintos detalles anatómicos.
Con los hallazgos de varias décadas haciendo disec-
ciones, en 1543 publicó su obra De humani corporis fa-
brica, en donde describe a detalle el cuerpo humano,
iniciando con los 206 huesos que lo conforman. Vesalio
ilustró su obra con magníficos grabados de Stefan von
Kalkar. La obra del médico belga, es única no solo por la
riqueza de sus ilustraciones sino por su acertado conte-
nido en la descripción de cada sistema, órgano y tejido
del cuerpo. Su libro se convirtió en un parteaguas de la
materia, en donde el anatomista, presenta al cuerpo hu-
mano como una majestuosa obra de arquitectura y, con
sus descripciones, derrumbó los dogmas galénicos, al ex-
poner sus errores;6 en este escrito, concede más peso a la
observación de la realidad, que a lo escrito sobre ella por
los autores antiguos.7
Para los cirujanos dentistas es particularmente interesan-
te la perfección en la descripción e ilustración de los huesos
de la cara y las piezas dentales. La escuela vesaliana tiene una
enorme influencia en la medicina europea del Renacimiento
y épocas posteriores.
Dentro de las universidades, surgen escritos médicos–im-
portantes- con temas bucales, considerados Libros Dentales,
40
la obra de Gabriello Falopio, discípulo de Vesalio, quien des-
cribe en forma pormenorizada el folículo dental, demostró
que los dientes primarios son independientes de los perma-
nentes; observó la unión de los maxilares y describió los ner-
vios trigémino, el auditivo y el glosofaríngeo.
Otro de los discípulos de Vesalio, Bartolomeo Eustachio,
describió una estructura anatómica que lleva su nombre,
“la trompa de Eustaquio”; el nervio abductor y los múscu-
los de garganta y cuello, así como el número y variedades
de dientes. Trata de explicar su implantación en el maxilar,
comparándola con la de las uñas en la piel, al decir: “Existe
además, un ligamento muy fuerte, insertado principalmen-
te en las raíces, por el cual éstas son conectadas fuertemen-
te a los alvéolos”. Diferenció el cemento dentario y publicó
en 1563 un libro titulado Opúsculo sobre los dientes, dedica-
do a la anatomía e histología de los dientes, afirmando que
“los dientes se desarrollan emergiendo de un saco dentario
que le es propio”, y señaló algunas diferencias entre dientes
temporales y permanentes,8 convirtiéndose este libro en
autoridad en éste tema hasta el siglo XVIII.
La revolución anatómica propició grandes avances en
la medicina y en la cirugía, empezaron a aparecer publica-
ciones que enlistan los beneficios del cambio. Walter Ryff
publica en Alemania en 1545, un escrito con magníficas
ilustraciones de instrumentos para barberos, 14 años más
tarde, divulga un manual dirigido al público en general, que
en 61 páginas, instruía en cómo mantenerse sano, fortalecer
y vigorizar los ojos, mantener fresca la boca, los dientes y las
encías firmes.9
 La revolución quirúrgica
Se dio a partir de las prolongadas y feroces guerras re-
ligiosas de los siglos XVI y XVII, en las que se empezaron a
emplear armas de fuego, cuando los cirujanos todavía no
contaban con elementos adecuados para controlar el dolor y
la hemorragia o una infección. Los instrumentos empleados
en la época, eran muy semejantes a los que habían usado los
médicos hipocráticos del siglo. IV a. C.10
El cirujano de principios del Renacimiento era tan despre-
ciado por los médicos como temido por el pueblo: toda una
gama de charlatanes, trotamundos o pícaros se sentían con
la suficiente capacidad de realizar las actividades propias de
los barberos-flebotomianos y éstos últimos se vieron en la
necesidad de agremiarse.
En 1311, un grupo de nueve cirujanos de París, se reunió
para fundar la Hermandad de San Cosme, con el propósito
de crear un monopolio sobre la práctica de la cirugía en esa
ciudad y sus alrededores; los barberos también formaron su
corporación, logrando el apoyo real para que los médicos y
cirujanos los dejaran trabajar, pero fue hasta 1515, cuando
la Facultad de Medicina, autoridad suprema, aceptó que los
cirujanos tuvieran privilegios universitarios y aspiraran a ob-
tener grados académicos y, al tomar cursos de anatomía y ci-
rugía en la Facultad, se otorgó a los barberos el privilegio de
ingresar a la Hermandad de San Cosme.11 Estas medidas sin
duda constituyeron un avance para estas disciplinas.
Uno de los cirujanos más importantes del Renacimiento
fue Ambroise Paré, nacido en 1517 en Bretaña, Francia, en
donde muy joven, se inició como aprendiz de barbero, poste-
riormente se trasladó a París y al poco tiempo, ingresó como
interno al Hotel Dieu, que era en aquel tiempo el hospital más
importante de toda Francia. Tres años después, se incorporó
al ejército de Francisco I como cirujano.
Luego de ejercer como médico militar y atender heridos
en varias contiendas, Paré regresó a París y publicó su primer
libro (1545), en donde plasmó sus experiencias en la guerra:
El método de tratar las heridas hechas por los arcabuces y otras
armas de fuego; y de las causadas por flechas, dardos y simila-
res; también de las quemaduras especialmente hechas por la
pólvora de cañón.
El cirujano francés diseñó instrumentos para la extracción
de dientes, tanto para apartar la encía antes de la extracción
como para arrancar sus raíces y varias clases de pelícanos –
antecesores del fórceps-; también diseñó prótesis y obtura-
dores palatinos para la perforación del paladar provocada
por la sífilis; sustituyó la cauterización para contener la he-
morragia, por la ligadura de vasos arteriales y venosos seccio-
nados en los miembros amputados.
Ambrosio Paré no sólo fue un observador extraordinario
y un artífice en cirugía, sino un experimentador audaz, quien
probó la inutilidad de los medicamentos conocidos en su
época, como: la “triaca”, la “mumia”, “el cuerno de unicornio”
y la “piedra bezoar”.12
La Hermandad de San Cosme recibió en su seno a Paré y
le otorgó el grado de maestro en cirugía, que logró, con un
esfuerzo serio y continuo por aumentar sus conocimientos
de anatomía y por la habilidad en su práctica profesional al
reincorporar la cirugía a la medicina, tomando una posición
más alta, la cirugía se retiró de las manos de los barberos y se
enseñó y practicó a médicos en las escuelas de medicina.13
Esta reincorporación no incluyó las actividades dentales.
Encontramos registros en el siglo XVII sobre diferentes ac-
ciones médicas recomendadas para la boca: En 1620, Lázaro
Rivier, profesor de química en Montpellier indicó que, para los
dolores dentarios, debía introducirse un algodón embebido de
medicamento en el oído, pues las venas nutricias de los dien-
tes lo atraviesan, y para cohibir las hemorragias posteriores a
las extracciones era recomendable aplicar una bola compacta
de gasa en el alveolo y mantenerla presionada por 1 ó 2 horas.
Otros autores abordan temas tales como: incidir la en-
cía en la erupción difícil del tercer molar;14 cauterización
en casos de épulis o de hemorragias incontrolables; irre-
gularidades dentarias; maloclusiones; instrumentos de ci-
rugía y reabsorción de las raíces de los dientes temporales;
cabe destacar que todas las actividades anteriores fueron
el preámbulo de la consolidación de la dentistería en el si-
guiente siglo.15
Las prácticas dentales en el
Renacimiento
En el Renacimiento, las prácticas bucales populares, eran
ejercidas por los barberos-flebotomianos, quienes desa-
rrollaban su actividad en cualquier lugar que podían, sitios
comunes, las plazas del mercado de los pueblos y ciudades,
donde instalaban mesas y sillas bajo una sombrilla o bien le-
vantaban un pequeño tablado. Se anunciaban con vistosas
banderas de colores, con dibujos de pacientes tratados con
éxito, o alquilaban juglares, tamboreros o malabaristas para
atraer a los clientes. Los más prósperos, disponían de sus
propios locales y realizaban operaciones más complicadas,
además de extracciones dentarias como: reventar abscesos,
limpiar y pulir muelas fracturadas, quitar el sarro y limpiar los
41
 dientes. Realizaban estas actividades sentando al paciente en
el suelo y a la vista de todos.16
En el siglo XVII se acentúa la separación entre la den-
tistería y la medicina, pero al no haber control sobre los
que practicaban la primera, surgen muchos charlatanes,
que para ejercerla, se instalaban en cualquier feria, plaza,
posada o donde hubiera gente; se vestían de modo extra-
vagante; casco con “plumacho” y traje bordado para atraer
al público y lo hacían a viva voz, declarando poseer el arte
de sacar muelas y curar enfermedades de la boca; el ins-
trumental era: una silla cualquiera, una jarra de agua, un
cocodrilo disecado en un lugar visible, una llave “pelícano”
y mucha audacia; viajaban de plaza en plaza levantando
sus tablados y a veces se acompañaban de músicos que
con estruendo de platillos y tambor ahogaban los gritos
desesperados de los pacientes, gritos que se perdían en
el tumulto de la feria, en el traqueteo de los carricoches,
y en las risas irónicas de los que asistían al espectáculo.17
Los conocimientos tanto de cirujanos barberos, como de
cualquiera que practicara la dentistería, eran limitados y, en
general, basados en los autores hipocráticos; se destruía el
“gusano” de la caries con ácido sulfúrico, se tapaban los dien-
tes con tabaco y guayacol para evitar el dolor. Se trasplanta-
ban dientes, especialmente de las bocas de personas pobres
y jóvenes a las de personas ricas y viejas, esto ocurría princi-
palmente en Inglaterra y Francia.18

fuentes:
Citas bibliográficas Hipocrates%20-%20Aforismos%20y%20Sentencias.
pdf
l Lerman, Salvador. “Historia de la Odontología”.
(1) Pérez, R. p. 77-81.
Ed. Mundi. Argentina. 1974.
(2) Barquin, M. p.219.
l Marx, C. Engels, F. “El papel del trabajo en la
(3) Herreman, R. p. 107.
transformación del mono en hombre”. Obras
(4) Pérez, R. p. 70-73.
Completas, Tomo III. Ed. Progreso. Moscú. 1981.
(5) Ib. p.223
l Pérez, Ruy. “De la magia primitiva a la medicina
(6) Herreman, R. p. 103
moderna”. SEP/FCE. México. 1997.
(7) Pérez, R. p. 85.
l Pompa y Padilla, J.A. “Estudio Antropológico de
(8) Lerman, S. p. 111.
la Evolución de los Dientes”. Rev. Arqueología
(9) Ibidem.
Mexicana. Consultado en: http://www.arqueomex.
(10) Pérez. R. p. 87.
com/S2N3nDientes90.html
(11) Ib. pp. 87-88.
l Ring, Malving E. “Dentistry, an Illustrated
(12) Barquin, M. p. 233.
History”. Harry N. Abrams Inc. Publishers. New
(13) Pérez, R. p. 88-90.
York. 1985.
(14) FALTA
l Romo, Ignacio. “Historia de la Medicina”.
(15) Ib. pp. 117-120.
Bruguera. Barcelona. 1971.
(16) Lerman, S. p. 117-118.
l Ruiz, L. “Pyorrhea Alveolaris”. En “XII Seminario
(17) Lerman, S. p. 117.
Historia de la Odontología”. FO, UNAM. Agosto
(18) Ibidem.
2011.
l Sanfilippo, J. “La leyenda de Santa Apolonia y el
Bibliografía
día del Dentista”. Asociación Dental del Distrito
Federal. México. 1990.
l Barquín, Manuel., Méndez, Francisco. “Historia
___ “Conceptos Odontológicos del siglo XVI y La
Gráfica de la Medicina”. Méndez Editores. México.
Atención Dental durante el Virreinato”. Antología
2009.
De Piedras Montadas y para Pulir. Inédito, 1996.
l Castelló Torres, Benito y Col. “Santa Apolonia
Versión Integrada y corregida Ruiz, L.M. 2010.
en España”. Iconografía. Ilustre Colegio de
___ Diplomado “Historia de la Odontología”. FO,
odontólogos y Estomatólogos de Valencia.
UNAM. México. 1996.
Federico Domenech, S.A. Valencia, España. 1999.
l Sanfilippo, José y Díaz, Martha- “Las primeras
l D’ Allaines, Claude. “Historia de la cirugía.”.
asociaciones dentales en México”. En Revista
Editorial Oikos tau. España. 1971.
Conmemorativa: Cincuenta años de la Asociación
l “Diccionario Enciclopédico Larousse!. Tomo 1,
Dental Mexicana. México. 1993.
Tomo 5.
l Sussmann, David J. “Qué es la acupuntura”. 1ª ed.
l González, Ciro. “Síntesis de Historia Universal”.
11a Reimpr. Editorial Kier. Buenos Aires 2004.
Ed. Herrero. México.1968.
l Tsoukanelis, Alexander. “Hipocrates and the
l González, Julio. “Historia de la Extracción
Mouth”. En Journal of the History of Dentistry.
Dentaria”. Yeites, Soluciones Gráficas. Madrid.
Vol. 46. No. 1. Marzo 1998.
2007.
l Turbón, Daniel. “La Evolución Humana.” Ed. Ariel.
l “Hipócrates Aforismos Y Sentencias” http://
Barcelona. 2006.
www.edu.mec.gub.uy/biblioteca_digital/libros/H/

42
 Parte III
Odontología del Siglo XVI
y La obra de Francisco Martínez de Castrillo
C. D. Víctor Manuel Esponda Gaxiola
Miembro de la Sociedad Mexicana de Historia y Filosofía
de la Medicina y de la Sociedad Médica Hispano
Mexicana
C. D. Lourdes C. Aguilar Laurents
Profesor de Asignatura en Especialidad de
Endoperiodontología, F.E.S. Iztacala, U.N.A.M., miembro
de la Asociación Mexicana de Endodoncia, de la Sociedad
de Historia y Filosofía de la Medicina, y de la Sociedad
Médica Hispano Mexicana
E
n este artículo, se analiza el panorama de la
medicina, cirugía y flebotomía del siglo XVI en
España y los problemas gremiales entre ellas.
En este contexto, se comenta el libro escrito
por Francisco Martínez de Castrillo, editado en
l Capitulo VI
Valladolid en 1557, que puede considerarse la primera obra
en castellano que trata exclusivamente, sobre al estudio de la
boca y la dentadura.
La preocupación de Martínez como médico, eran los abu-
sos que se manifestaban en este ámbito; por un lado estaba
la ignorancia de la gente y, por el otro, los errores de médi-
cos y cirujanos, con la consecuente pérdida prematura de los
dientes en los pacientes; en su obra, Martínez propone solu-
ciones preventivas y terapéuticas, propias e innovadoras en
las áreas de la periodoncia, cirugía y en el tratamiento de la
caries, además de diseñar sus propios instrumentos.
“El poco miramiento de los que curan y el gran descuido de los
curados, ¡de cien bocas se pierden noventa!” 19, p.53, haciendo én-
fasis de: “que despoblada está España de buenas bocas”, 24 p.219,
Martínez de Castrillo
43

Introducción
El sigo XVI, fue el punto de partida de las ciencias médi-
cas modernas, tiempos florecientes en que se sucedieron
notables cambios, muchos de ellos encaminados a superar
el retraso del Medioevo; ejemplo de estos avances, son los
descubrimientos geográficos, la creación de universida-
des y el cientificismo de las ya existentes, que en materia
médica, facilitaron el aprendizaje y la corrección de los
errores, lagunas y contradicciones de los saberes médicos
medievales.
En este sentido, se ordenaron nuevos textos con mejo-
res traducciones de los clásicos griegos y romanos, quienes
seguían apoyándose en los conceptos hipocrático- galé-
nicos, que sostenían el poder curativo de la naturaleza, y
cuya base era el equilibrio de los cuatro fluidos humorales
del cuerpo, sin dejar de considerar las temperaturas de
aire, agua y lugar de residencia, así como la comprensión
del temperamento, comportamiento y constitución de los
enfermos. Surge una corriente de anatomistas encabezados
por Andreas Vesalio, que impulsó el conocimiento a través
de la disección de cadáveres.1,2
El proceso innovador fue tan profundo que incidió en la
misma lengua, promoviendo su desarrollo lógico y ordena-
do, dándole un carácter científico internacional, aspecto que
se manifiesta en la primera gramática castellana, de Antonio
de Lebrija.3
Desde épocas ancestrales la profesión de cirujano y bar-
bero, estaba reducida a un nivel artesanal, en donde la ha-
bilidad manual, era fundamental, especialmente en tiempos
de guerra, cuando la extracción de flechas y la curación de
heridas eran procesos cotidianos.4
Los barberos, con sus reconocidos saberes en el manejo
de las navajas e instrumentos, monopolizaron procedimien-
tos tan diversos como las sangrías, el corte de cabello y de
callos, reducción de fracturas y extracción de muelas,5 entre
otros.
Había pocos médicos, insuficientes para atender todas las
necesidades de la población en materia de salud. La razón
de su escasez se debía, a que había muy pocas escuelas de
medicina y las vacantes, estaban reservadas para las clases
privilegiadas.
Tal era la vanidad de los médicos, que no tocaban a los
enfermos; el médico era sólo amo y hombre de saber y de
ciencia; el orgullo de ser de clase superior, le impedía trabajar
para extraños con sus manos.4
44
Desde el año de 1500, los reyes católicos de España,
legislaron una Declaración o Pragmática en la que conce-
dían la facultad de sacar dientes y muelas, a los barberos
examinados y aprobados por sus barberos mayores;6 los
maestros cirujanos clericales que sabían latín, vestían
toga larga, hacían la cirugía mayor y tenían a su cargo
la aprobación de las prácticas que ejercían los barberos
laicos, quienes ignoraban el latín y quedaban limitados a
la flebotomía, a la extracción de dientes y a la curación de
heridas; la asistencia a clases de anatomía, curaciones y
vendajes en la Facultad de medicina, era obligatoria para
cirujanos y barberos; además, requisito ineludible era el
pago de elevadas cuotas de matrícula.7 Era claro que en
esos tiempos, no había homogeneidad entre los actores
encargados de la terapia de los males de la boca, existía
desigualdad en sus orígenes, en sus estudios, y su nivel
social era bajo para los barberos y alto para los médicos,4
los límites de su actividad no estaban completamente
definidos y el gremio de uno rechazaba al del otro, a los
médicos orgullosos, inflexibles, con conocimientos de la-
tín y estudios reglamentados, se les hacía poco lo que
pasaba en la boca y sentían un fuerte desprecio por la
práctica quirúrgica.
Rivalidad entre médicos y
barberos
La rivalidad de médicos, cirujanos y barberos es ex-
puesta también por Dionisio Daza Chacón,8 (1510-1596),
en la introducción de su obra Práctica y Teórica de Ciru-
gía,9 donde dice: “muy poco me deleitan los médicos
que demasiado se entretienen en la filosofía natural y no
llegan al remedio de los enfermos”.10 Era el cirujano prin-
cipal de los ejércitos de Carlos V y Felipe ll, y al igual que
Martínez, pertenecía al cuerpo de médicos de la corte y
del Hospital de Valladolid en 1557;11 también comenta
en su libro, las torpezas de los barberos y dice “por que
una cosa os ruego y os lo amonesto, y es que la menos
carnicería que pudiereis hacer hagáis”, además menciona
que hacen uso de forma exagerada de sus instrumentos
lo que expone demasiado al hueso, y dice “y tengo por
peor caer en sus manos que en la de los ladrones robado-
res, porque estos quitan el dinero o la hacienda y dejaros
ir vuestro camino, pero aquellos lo primero os quitan el
dinero y después la vida”,12 Como veremos más adelante,
en su tratado, Martínez de Castrillo coincide con Daza
Chacón.
 Algunos escritores, describen y arremeten contra el
gremio de barberos flebotomianos; por ejemplo, Francisco
de Quevedo en su libro Sueños, en el capítulo Visita de los
Chistes, hace una lúcida descripción de médicos, boticarios
y barberos, protesta contra los embustes y califica a los bar-
beros, “como el oficio más maldito del mundo”, cito: “luego
se seguían los cirujanos cargados de pinzas, tientas, caute-
rios, tijeras, navajas, sierras, limas, tenazas y lancetones. En-
tre ellos, una voz muy dolorosa a mis oídos que decía: corta,
arranca, abre, asierra, despedaza, pica, punza, ajigota, rebana,
descarna y abraza.
“Dióme gran temor, y más verlos el papaloteado que
hacían con sus cauterios y tientas. Unos huesos se me
creían entrar de miedo dentro de otros. Híceme un ovillo.
En tanto vinieron unos demonios con unas cadenas y dien-
tes, haciendo bragueros y en esto, conocí que eran saca-
muelas, el oficio más maldito del mundo, pues no sirven
sino para despoblar bocas y adelantar la vejez. Estos con
las muelas ajenas y no ver diente, que no quieran ver antes
en su collar que, en las quijadas, desconfían a las gentes de
Santa Apolonia, levantan testimonios a las encías y desem-
piedran las bocas. No he tenido peor rato que tuve en ver
sus gatillos andar tras los dientes ajenos, como si fueran
ratones y pedir dineros por sacar una muela, como si la
pusieran”.13
El gremio de los barberos, estuvo en manos de personas
que no tuvieron la motivación de publicar. En este contex-
to, llama la atención el libro Zene Artzney o “Medicina de los
dientes” de autor anónimo,14 donde en 44 páginas, se com-
pilan brevemente conceptos de Plinio, Galeno y Celso; 1530
en Leipzig.
Francisco Martínez de
Castrillo, y su libro escrito en
1557
Martínez, (1520-1585), fue hombre de saber, estudió
en una universidad, (se desconoce cuál), después de cur-
sar el bachillerato en artes y titularse en medicina, fue
capellán de la corte de los Habsburgos, grandes señores,
poseedores de un valioso cuerpo de médicos y cirujanos,
el 27 de agosto de 1565,15 lo nombran médico de la boca
de Felipe II.
El capellán y licenciado Martínez, escribe el primer li-
bro que aborda el tema de la dentadura y sus enfermeda-
des, cuya redacción es en castellano y se titula Coloquio
Breve y Compendioso sobre la Materia de la Dentadura y
Maravillosa Obra de la Boca, Contiene Muchos Remedios y
Avisos Necesarios, y la Orden de Curar y Aderezar los Dien-
tes dirigido, al muy alto y muy poderoso, Señor el Príncipe
Don Carlos Nuestro Señor -hijo de Felipe II Rey de España-.
El príncipe Carlos nació con un diente, por lo que en él se
hizo realidad la superstición de que aquellos que nacen
con algún diente, son causa de grandes quebrantos.16,17
Nuestro autor, atiende de la dentadura del príncipe des-
de sus primeros año.18 Es curioso cómo al firmar el prólogo
de esta publicación, hace una aclaración sobre su persona,
al decir: “Indigno siervo y capellán de vuestra alteza, que
vuestros reales pies besa”, firma, El Bachiller Martínez de
Castrillo.19
Para la reproducción de este libro de 314 páginas, hay
dos prólogos, uno dirigido al rey y otro al lector, la tabla o ín-
dice está dividida en cuatro partes que constan de 152 folios;
las imágenes empleadas para ilustrarlo, como son: alicates,
escoplos, martillos, pulican, gatillo, botador, mondadientes
e instrumentos para quitar la tova, o el sarro, fueron diseña-
das por él; en la última página hay una ilustración de Santa
Apolonia.
El ejemplar que estudié es una copia fiel del original, fue
impreso por Alberto Vasallo De Mumbert, en 1975, el prólogo
es de Don Pedro García Gras, quien fue Catedrático de Esto-
matología de la Universidad Complutense en el año 1975; en
este prólogo comenta…. “espero que esta joya se estime en
lo que vale, que es mucho”.20
El libro de Martínez, el Coloquio Breve…, es el único de
muchos textos médico-científicos de la época hispano rena-
centista, que incorpora como especialidad, los problemas de
la boca, con carácter preventivo, revalora el quehacer de los
dentistas primitivos y sugiere la transición a una nueva pro-
fesión más médica y social; también ofrece un estudio clínico
de la patología desde el desarrollo de las denticiones y trata
de explicar su anatomía y función con temas de periodoncia,
cirugía, cariología y endodoncia, las sugerencias terapéuticas
así como las medicamentosas parten del galenismo tradi-
cional; con una influencia anatómica de Vesalio, describe el
edificio del cuerpo, con la hermosa descripción del hombre,
como algo admirable que él llama microcosmos: proporciona
los caminos posibles, para conservar la salud y prolongar el
tiempo de vida, dando a los dientes un papel principal; final-
mente hace un reclamo a aquellos que tienen en poca estima
a la dentadura como instrumento esencial.21
Esta obra, está redactada en castellano a modo de colo-
quio, con diálogos entre personas del vulgo, donde un per-
sonaje de nombre Ramiro -un hombre del pueblo que tiene
45
 todas las dudas que entonces existían en materia odontoló-
gica- le expone pesares y angustias a otro hombre de nombre
Valerio, a quién no llama ni barbero ni cirujano sino… “el que
sabe de dientes”,20 quien refleja las creencias, engaños y pro-
blemas de la época en cuanto a la dentadura; textualmente,
Martínez de Castrillo dice en su prólogo: “lo que quiero con
esta obrecita es abrir camino y se vea a la boca como una
de las más excelentes del cuerpo y que se consiga el bien
de la vida humana, cuyos instrumentos son los dientes y su
conservación muy necesaria. Ya que los médicos y cirujanos
la han desterrado de los términos y límites de la medicina,
privándolos de sus beneficios. Así ya que los doctos no han
querido y han dejado en poder de gentes sin ciencia ni arte
alguno, y por dicha razón hay tantos abusos en el orden de
curar”.21
Para enfatizar sus descripciones y darles sabor, Martínez
usa dichos de la época, como cuando para hablar de la he-
rencia y mala constitución, citó: “así verás al rico, con mil en-
fermedades y al sano que no tiene un pan que comer”,22 más
adelante vuelve al dicho: “lo poco limpia y lo mucho daña”,23
con ello, trata de hacer hincapié en el cuidado que hay que
tener, con algunos medicamentos agresivos que se describen
en el libro.18
La intención de Francisco Martínez, al escribir la obra fue
“por lo poco apreciados que están los tratamientos de boca
por los médicos, que pierde infinidad de gente la dentadura
antes de tiempo”;21 haciendo énfasis “de lo pobre que está
España de buenas bocas”.24
Al respecto, nuestro autor calificaba a los médicos de
soberbios, inflexibles y faltos de interés sobre lo que pasaba
en la boca: “yo no se que enemistad hay entre la medicina y
la boca, siendo la puerta más principal para la provisión de
alimentos, ¿por qué la quieren desterrar de los términos y
límites de ella?”. 25
En otra parte de su obra, Martínez trata de integrar a to-
dos los profesionales y, sugiere que al barbero le quedaba sa-
car las muelas, limpiar los dientes y aún el neguijón (lesión ca-
riosa), según fuese el caso y dice. “Finalmente me parece que
se debería hacer y haría yo si se quisiera dar calidad, habría
que llamar de todos, (médicos, barberos y cirujanos), porque
la experiencia de unos y la ciencia de los otros aseguran más
el daño del paciente y no debe molestar a unos que se llamen
a los otros, es lo que me parece que salva la paz y que lo vea
quién lo entienda”.26
El autor se dedica con ahínco al estudio de la boca
y, destaca lo difícil que es el diagnóstico; indica además
cómo liberarse del influjo tradicional de Galeno,27 hacien-
46
do un comentario sarcástico en su coloquio: “¿de que os
reis cuando digo que busques físico o médico para un do-
lor de muelas?”, “no le quería llamar por no verle entrar con
un recipe, (receta), poniendo su honra para que todos le
admiren de lo que dice y le crean como fé, siendo la me-
dicina una facultad en que no se puede saber nada, aun
con la influencia de Galeno, el más principal de todos, y
que aunque es el mejor, cien veces hierra, por la dificultad
grande de ajustar las dolencias y las complexiones de los
hombres y las diferencias de los humores, y particulares
influencias del cielo y constituciones del aire, que parece
cosa imposible de comprender, todo el juicio humano y
con todo esto veréis un ¡idiota! que luego quiere que le
crean lo que dice como evangelio y que allí se encierra
cuanta filosofía humana hay, pero antes que ponga los de-
dos en el pulso tiene el corazón en su bolsa”.28
Anatomía y Oclusión
Uno de los capítulos más valiosos de su obra, es el que se
refiere a la anatomía y a la función de los dientes, así como
el fascículo dedicado a la manera de tener “una dentadura
perfecta”. El autor, hace hincapié en que la arcada dentaria
funciona como una unidad: “como una estructura que le da
una muela con otra, como las piedras de un arco que están
juntas y encajadas y que si se quita una se caen las demás, y
acusa que cuando se deja de comer por un lado, se estraga
la dentadura”. 29
El español, también comenta sobre la importancia de la
masticación, del lenguaje, de la estética, y apunta: “La pri-
mera función es la de cortar y dividir, moler los alimentos
gruesos, porque el estómago más fácil lo digiera y cueza y
lo transforme en otra sustancia llamada quilo. Los hizo la na-
turaleza duros y agudos para bien hablar, porque apoyando
la lengua, el aire con ellos se puede bién pronunciar, y así
los hizo anchuelos, con una concavidad para formar la pa-
labra, pués cuán necesario es la buena habla, que muchos
oradores han dejado por falta, y no han trascendido por lo
mismo”.30
Sobre la estética, más adelante Valerio comenta a su inter-
locutor : “Ramiro no quedaréis muy amigo de desdentados,
en especial de galanas, que lloran con sus dos ojos, y llorarían
con mil si mil tuviesen,” “porque la dama no se puede llamar
hermosa sin ellos, ni el galán gentilhombre”,
Martínez de Castrillo analiza la funcionalidad, desarrollo
y crecimiento de la boca con verdadera maestría, expone
el valor médico para el tratamiento precoz de la dentadura
infantil, a la vez que critica a los padres de familia que no
miran los dientes de los niños cuando se empiezan a cariar y,
comenta que no son cosa trivial, por mucho que sean dientes
de leche y, en forma de dicho indica: “más honra me hace el
que me avisa de no caer en el hoyo, que no el que me deja
caer, y después me da la mano”. 32
Periodoncia
Al abordar el tema de patología de la encía, el autor del
primer tratado de odontología impreso, aconseja: “si acaso
las encías se aposteman y las quieren curar, primero miren
si hay tova, (placa dento-bacteriana y cálculo o sarro) y
quítensela, porque en tanto no la quitasen aprovecharan
poco las medicinas”; 33 Con esto, él explica que sin antes
haber quitado el cálculo o tova como él lo llama, el uso de
medicamentos es inútil (este concepto está considerado
como un procedimiento de rutina en la periodoncia mo-
derna). Siguiendo con la descripción de Martínez, citó, “al
quitar la tova, la encía álsase, y se encarna al diente más
alto que cuando estaba la tova”.34 Posteriormente hace
una crítica a quienes recomiendan medicamentos cáus-
ticos, pues dice que las encías se esponjan y se inflaman
pero no se encarnan.
Señala que las tovas se pegan mucho al diente y que
para evitar que se críen, se deben limpiar los dientes de
manera habitual; Francisco Martínez, destaca lo que hoy
en día es control personal de placa microbiana, al apuntar
lo siguiente: “quitar la tova cuando está tierna, usando un
paño frotando los dientes, se hacen mondadientes con una
astilla blanda de olivo, o hecha de oro o de plata, lo que se
debe hacer es, quitar lo malo, conservar lo bueno y restituir
lo falto”.35
De los flemones (abscesos)
Entre los instrumentos que el médico diseñó, está el es-
coplo que usa cuando tiene que debridar un absceso para
la mejor resolución de un proceso infeccioso explicando am-
pliamente la manera de proceder en este caso.
Describe: “con una herramienta muy afilada que tenga
una parte como una punta como lanzuela y la otra llanita,
(aplanada), como escoplito, y se ha de usar de cada parte de
este hierro como fuese menester, según que fuere lo corrom-
pido y después un palillo mojado con un poco de alumbre.
Pero si con todo lo que he dicho el flemón no se abriere, sino
que sea necesidad de abrirle, se ha de tener en cuenta el ras-
gar y abrirle bién porque si no se hace, no se puede lavar ni
limpiar y venir y hacer fístola, (fístula), por la presencia del
mal humor”.35
Cariología
Uno de los pasajes más exitosos del libro, es el que de-
dica a desmentir la presencia de gusanos, agentes respon-
sables en las lesiones cariosas; también rechaza a quienes
curaban mediante sortilegios, oraciones y conjuros–con
incienso- y que aseguraban a sus pacientes, que se iban a
salir los gusanos de las muelas: “son buenos testigos, bar-
beros y los maestros de sacar muelas que ninguno de ellos
podrá con verdad decir que halló en muela o en diente gu-
sano alguno”. Así, la ancestral teoría que se había arraigado
en el pueblo, queda anulada de forma contundente por
el médico español Francisco Martínez,36 quien abunda en
esto cuando trata los conceptos sobre caries que consi-
dera como una enfermedad: “(pasión), provocada por los
diferentes humores (concepto galénico), puede presen-
tarse esta enfermedad de tres formas según el origen del
humor, el humor colérico menos dañino con una lesión
negra o neguijón (lesión cariosa), el neguijón blanco que
casi no se ve es una lesión menos dañina, más tratable, y el
humor sanguíneo cercano a la raíz reblandece los dientes,
que es cuando el neguijón llega al nerviecillo o vena que
gobierna la dentadura; no se puede tratar y no se reco-
mienda el cauterio”. El autor reconoce que, “cuando el mal
es producido por los humores sanguíneos o carnosos los
remedios de yerbas como el pelitre,37 solo adormecen, lo
único que hacen es prolongar la pasión y ha de perder la
muela cuando estuviese corrompida sin remedio, y los en-
salmos y bendiciones que es remedio divino, si son buenos
y están aprobados, en esto no me entremeto ni es mío de
examinar, con todo digo que no hay hierba ni raíz como el
gatillo del barbero”38 (Instrumento para extraer dientes).
“Mas en caso de que el paciente no concienta hagan por
quitar el dolor, como quiera que pudiere pues no ha de
durar más mucho”.
Y abunda “… la parte exterior de la muela es muy dura
y la corrupción hácese poco hasta que llega al interior
tierno, y enflaquecen los dientes, entra el sentimiento que
hiere a los nerviecillos que hacen doler. Corren a tal parte
reumas y superfluidades, y que si se tapa el agujero, donde
sale tanta reuma, es causa de aquel dolor excesivo; el caso
usar la lanceta y el drene, creo que tendrás entendido que
es bueno sacar la muela cuando está sin remedio”.38. e in-
47
 siste en el tema de la caries: “… que cuando se cura un diente
el mismo que se curó se puede tornar a corromper por otra
parte, y de la misma manera que se corrompió cuando estaba
bueno, y por eso os aviso que desde ahora, después de curar
vuestros dientes, tengáis en cuenta, que si no tenéis cargo
de conservarlos limpios y dejáis llegar hasta allí el manjar, se
tornará a corromper”.39 En otra sección, Ramiro pregunta a
Valerio lo siguiente, “Valerio deseo saber si lo dulce es dañoso
a la dentadura, pues en comiéndolo me duelen las muelas y
querría que me dijeses la causa de esto”, a lo que responde
Valerio, “todo lo dulce se convierte muy fácil en cólera y hu-
mores calientes, y en el hígado, calor excesivo, y eso sube a
la cabeza, donde se engendran reumas de todo tipo, y por
lo tanto , si lo dejan en las muelas se corrompe presto. Es
bueno no comer, pero si se come es necesario enjuagarse la
boca, que no quede nada de dulce pegado a la dentadura,
“Una cosa os quiero decir: por donde veais; cuan dañoso y
malo es lo dulce y es que si mirais en ello, pocos que mucho
dulce comen tienen buena dentadura”.39
Lo anterior nos permite apreciar que en su libro, en el que
expone la íntima relación entre el consumo de alimentos azu-
carados y el proceso de caries (concepto muy actual) y enfa-
tiza la importancia de la sensibilidad del diente dañado por
caries, momento en que se fundamenta la acción ácida del
proceso carioso.
Prótesis
En el aspecto de la prótesis hace comentarios poco
agradables al decir: “para poner un diente, hay que suje-
tarlo con dos amarres, que hacen tensión y que con el atar
y desatar, al tiempo se derriban los dos, y si son dos los que
faltan, se derriban mejor”, y concluye “que poner un diente
por un año, viene a estar toda la vida sin los naturales”.40
¿No es menos mal no poder comer que poder y no tener
que?”. No es raro encontrar -en pleno siglo XXI- este mismo
fenómeno de la pérdida temprana, de los dientes soportes
de una prótesis.
48
Después del libro de Francisco Martínez de Castrillo,
Pierre Fauchard publicó en 1728 su famoso libro Le Chi-
rurgien Dentiste ou Traite des Dents ,40 en él, destaca la in-
novadora idea de que la caries no era producida por un
gusano -concepto aceptado a nivel mundial-. Francisco
Martínez de Castrillo ya lo había afirmado en su libro de
forma contundente y clara 171 años atrás.
Es John Kunstmann41 en Inglaterra, a quien se le otorga
el privilegio de ser el “pionero de la terapia periodontal”, por
haber descrito en el año de 1772, la remoción de cálculo
subgingival, para lo que usó instrumentos de su propio di-
seño; 215 años antes, Martínez de Castrillo, describe en su
libro la eliminación del sarro, con instrumentos propios.
El tratado breve de Martínez, tuvo una gran influencia en
España durante casi un siglo; Diego Pérez de Bustos publica
un manual de flebotomía en el año 1700, en Valencia,42 que
es un resumen del libro de Martínez dispuesto para la pre-
paración de los profesionales autorizados para ejercer, en él,
incluye sus grabados de instrumentos para la extracción de
muelas, dientes y para limpiar lesiones incipientes de caries;
los dibujos de este instrumental, sirven a Pérez de Bustos y a
Alonso Muñoz en el siglo XVII; a Ricardo Le Preux, en el siglo
XVIII, quién hace uso de las fuentes de los dos últimos.43 Por
lo general, los libros de historia de la odontología escritos en
lenguas anglosajonas hablan de manera muy parcial y escue-
ta, sobre la obra de Martínez (otros ni lo nombran).
Conclusión
Francisco Martínez de Castrillo, pionero en temas exclusi-
vamente odontológicos, escribió su obra hace 450 años, como
una crítica irónica al modelo primitivo de la profesión, por par-
te de médicos que no procuran acercarse a los problemas de
la boca, también por los abusos, engaños y errores de muche-
dumbres de charlatanes. La obra, sienta las bases de la odon-
tología médico quirúrgica, da soluciones terapéuticas propias,
que se mantienen vigentes. Es una obra genial por la época en
que se hizo y la cantidad de aciertos de tipo preventivo.
fuentes:
Citas bibliográficas
Bibliografía
(1) Sala J. pp. 34-46
(2) Lerman S p.110 l De Quevedo Villegas Francisco, ”Los Sueños”,
(3) Sala C.J. Ibidem. Espasa Calpe. Argentina. 1945.
(4) López JM. Medicina e Historia Natural en la l Gargantilla Madera Pedro. “Manual de Historia
Sociedad Española de los siglos XVl y XVll” p.42. de la Medicina”. Grupo editorial 33. España. 2009.
(5) Lee Gordon Benjamín, p.p. 229, 491, 492. l González Iglesias Julio. “50 años de la Odontología
(6) González J. p.21. Española”, Fundación Dental Española. Madrid, Esp.
(7) Gargantilla P. p.185. 1998.
(8) López Piñero J.M., Navarro V; Portela ME.” l Hoffman Axthel M. “History of Dentistry”.
Materiales para la historia de las ciencias en Quintessence, Chicago. 1981.
España” p.195. l Lee Gordon Benjamín, “La Novela de la Medicina”.
(9) Gargantilla M. P. p.185 Edit. Ocesa, Argentina, 1949.
(10) López P. J.M.p.34-46. l Lerman Salvador. “Historia de la Odontología”.
(11) Sala C.J. p.34-46. Mundi, Buenos Aires , Arg. 1974.
(12) López P.J.M. p.215. l López Piñero J. M., Navarro Brotons V. Portela
(13) De Quevedo F.” p.103, 104. Marco E. “Materiales para la historia de las
(14) Zene A. p. 20. ciencias en España: S. XVl-XVll. Pre- Textos, Artes
(15) López P. J M. P. 229 Gráficas Soler, Valencia. 1976.
(16) Lerman S. p.110 l López Piñero José María. “Medicina e Historia
(17) González I.J. p.22 Natural en la Sociedad Española de los siglos XVl
(18) González I.J.p.21 y XVll”. Universidad de Valencia, Valencia, Esp. 2007.
(19) Martínez F. p.10. l Martínez Francisco, “Coloquio breve y compendioso
(20) Ibid. p.140. sobre la materia de la dentadura y maravillosa obra
(21) Martínez F. p.18-19. de la boca, con muchos remedios y avisos necesarios,
(22) Ibid.p.47 etcétera, etc.” Reedición facsímil de la 1ª edición
(23) Ibid.p.57, 272. primera de Valladolid de 1557. Biblioteca Calamón
(24) Ibid.p.219. de libros eruditos y curiosos, que publica Alberto
(25) Ibid.p.200 Vasallo de Mumbert, Madrid, 1975
(26) Ibidp.213. l Merritt Arthur H. “Periodontal Diseases,
(27) Somolinos J. p.71 Diagnostic and treatment”. MacMillan Company,
(28) Martínez F. pp194-195 New York, EU. 1934.
(29) Ibid p.187 l Sala Catalá José. España en los siglos XVl y XVll.
(30) .Ibid. p.69 Akal, Madrid. 1962.
(31) Ibid. p. 70 l Sanz Javier, “Historia general de la odontología
(32) Ibid p.291 española”. Masson, Barcelona. 1999.
(33) Ibid. p. 177. l Somolinos de Ardois José, “Historia de la
(34) Ibidem. medicina”, Sociedad Mexicana de la Historia y
(35) Ibid. p.239, 108 y 109. Filosofía de la Medicina, México. 1980.
(36) Sanz J. p.70 l Zene Artzney, “La Medicina de los Dientes”. Leipzig,
(37) Martínez F. p.161, 163 y 164 1530. Edición facsímil. Estudio preliminar y versión
(38) Ibid.p. 163 y 164, y 171. española de Arturo Baca García y Babette Baier,
(39) Ibid. pp 290 y 291 MCMXC11, Granada. 1992.
(40) Hoffman, A o p.197
(41) Merritt A.H. Periodontal Diseases……p.p.6 y 8
(42) Sanz J. Historia General….p.105
(43) Ibid. p.105

49
 Parte III
El proceso de profesionalización
de la Odontología Siglos XVII y XVIII
C. D. y L. H. Martha Díaz de Kuri
Cirujana Dentista y Licenciada en Historia, Profesora
de Carrera Titular de Tiempo Completo, Facultad de
Odontología, UNAM. Coordinadora del Departamento
de Historia de la Facultad de Odontología y del
Seminario de Historia, UNAM
P
ara que una actividad humana se convierta en
profesión, debe cumplir una serie de requisi-
tos que se van dando a lo largo de un proceso
generalmente prolongado. En el caso de la
odontología, el primer requisito se dio desde
que el hombre existe y fue la necesidad de individuos que
atendieran una problemática definida, concretamente, los
padecimientos de la cavidad oral.
Con el tiempo, la sociedad que demandaba atención den-
tal reconoció y valoró a los individuos que la ejercían, con lo
que se cumplió otro de los requisitos, dándose en la Europa de
los siglos XVII y XVIII y son: la consolidación de un gremio de
individuos dedicados a esta actividad, publicaciones en donde
se recopilaban los conocimientos, una filosofía que adopta un
realismo crítico y la interacción con otras actividades científi-
cas. Los demás requisitos como: la creación de instituciones de
enseñanza formal, la definición de la curricula y la investiga-
50
l Capitulo VII
ción, aparecen hasta los siglos XIX y XX , cuando la odontología
nace como una profesión relacionada con la medicina y otras
disciplinas científicas, pero a la vez independiente.
AVANCES CIENTÍFICOS
DEL BARROCO
En el siglo XVII o siglo del Barroco, se sistematiza el méto-
do científico y hay grandes aportaciones y descubrimientos,
entre los que destacan los estudios de óptica y la ley de la
gravedad de Isaac Newton y las leyes matemáticas del movi-
miento de los planetas de Johannes Kepler.
El Barroco es un siglo de transición en el que surgen mu-
chos inventos tecnológicos y acciones de apoyo a la ciencia,
que rendirán frutos de gran impacto en el siglo XVIII. En 1635
el cardenal Richelieu creó en Francia la Academia del Cimento
(Academia de Experimentos), en 1662 nace en Oxford la Ro-
yal Society of Sciences y en 1700, por iniciativa de Leibniz, Ia
Academia de Ciencias de Berlín.
Se editaron las primeras revistas científicas publicándose
ensayos sobre medicina: en el periódico de la Royal Society,
en el Journal de Savants, en el Giornale Veneto dei Letterati y en
1679 la primera revista médica de París. Los progresos de la
medicina científica fueron mayores a los de la medicina apli-
cada y lamentablemente, fue una época de terribles epide-
mias, que causaron una enorme mortalidad en toda Europa.1
La invención del microscopio impulsó el avance de las cien-
cias médicas, fue el comerciante de telas holandés Anton von
Leeuwenhoek –sin ningún tipo de relación con la medicina-
quien construyó el primer microscopio que permitía ver a de-
talle las telas que comerciaba. Su curiosidad lo llevó a observar
todo lo que estaba a su alrededor: líquidos orgánicos, hojas, in-
sectos pequeños y hasta un corte de diente, que lo llevó a cono-
cer los prismas del esmalte; luego de lo cual, los dibujó, describió
y dio a conocer. Observó también la materia alba adherida a sus
dientes con pequeñas partículas que se movían; concluyó que
estos microorganismos vivían en todas partes. Con mucha te-
nacidad, Leeuwenhoek, envió reportes de sus descubrimientos
a la Royal Society, pero al no tratarse de un científico, lo ignora-
ron. Pronto se empezaron a fabricar microscopios cada vez más
exactos y la ciencia incorporó esta tecnología en sus investiga-
ciones. Si antes los anatomistas habían explorado el cuerpo hu-
mano centímetro a centímetro, con este invento seguiría la ex-
ploración microscópica, naciendo la Anatomía Patológica, cuyo
pionero fue el médico Marcello Malpighi (1628-1694) quien, con
el producto de sus observaciones publicó su libro Observaciones
anatómicas en los pulmones, obra en la que describe los alvéolos
pulmonares y la comunicación de las arterias con las venas pul-
monares a través de los vasos capilares en el pulmón de la rana.
En publicaciones posteriores describió las células sanguíneas, la
estructura de la piel, de los ganglios linfáticos y del bazo, la exis-
tencia de los glomérulos en el riñón y el desarrollo embrionario
de varias especies animales.
Con la publicación del libro de Andreas Vesalio, durante el
siglo anterior, la anatomía había dado pasos enormes, la obra
del médico belga estimuló el desarrollo de nuevas áreas de
la medicina, que se consolidarán en este siglo: la descripción
- por segunda vez, pues la primera es de Leonardo Da Vinci-
del antro de Highmore, de Nathaniel Highmore, los conductos
salivales parotídeos por Stenon y los linguales por Warton.2
Sin duda el libro de alto impacto fue De Motu Cordis
(1628) de William Harvey, en donde el médico plasma su
descubrimiento y descripción de la circulación sanguínea; la
obra marcó el inicio de la fisiología; Harvey afirmó que la san-
gre llega a la aurícula derecha proveniente de las venas, pasa
al ventrículo derecho y de ahí a los pulmones, para regresar a
la aurícula izquierda, al ventrículo izquierdo y a la circulación
arterial a través de la aorta; señaló que este movimiento se
debe a las contracciones del músculo cardiaco, sus afirma-
ciones corrigieron el concepto galénico que indicaba que el
hígado era el centro del sistema vascular.
TRATAMIENTOS DENTALES
El abandono de los médicos en asuntos dentales, se hace
cada vez más evidente y son ellos quienes recomiendan a sus
pacientes que, en casos de dolores dentales, acudan con ci-
rujanos o barberos sacamuelas. Estos últimos trabajaban en
las barberías o al aire libre y son llamados “arrancadientes” en
Italia, “operadores de dientes” en Inglaterra y “cascadientes”
en Alemania. Sin estudios formales, eran considerados en
un plano inferior a los cirujanos, que estaban más prepara-
dos y que legalmente podían realizar flebotomías y otros
procedimientos quirúrgicos, como extracciones dentales. En
este siglo, aparecen algunos manuales escritos por cirujanos,
acerca de tratamientos dentales como:
Peter Lowe, cirujano inglés, escribió en 1654 un tratado
de cirugía en donde negaba que los causantes de la caries
fueran pequeños gusanos, como se había dicho siempre, y
señalaba que una dieta inadecuada podía causar perforacio-
nes dentales; esta misma afirmación, fue hecha por el espa-
ñol Francisco Martínez de Castrillo un siglo antes.
Para tratar estas cavidades, Lowe aconsejó colocar aceite
de vitriolo, pero si la pieza dental estaba demasiado destrui-
da, había que extraerla con un instrumento llamado pelican.
Johannes Scultetus, alumno del famoso anatomista Fabrizzio
D’Aquapendente, publicó en 1655 su Armamentarium Chirur-
gicum, una especie de catálogo con las imágenes del instru-
mental quirúrgico de la época incluyendo varios instrumen-
tos de su creación; en sus imágenes se representan: cánulas,
embudos para alimentar enfermos con trismus, bisturíes,
raspadores, abrebocas y depresores linguales, entre otros
instrumentos. Contiene también dibujos del instrumental
empleado para la extracción de cuerpos extraños del esófago
o faringe y para la cauterización de heridas.
Charles Allen, cirujano dedicado a la atención dental, escri-
bió en 1685 el primer libro publicado en Gran Bretaña sobre
el arte dental, cuyo título fue: “El Operador de Dientes” (The
Operator for the Teeth). El texto es un manual para quienes se
dedican a estos menesteres y los alerta sobre los peligros de
realizar extracciones sin los conocimientos necesarios..
Tesaurum Pauperum “El Tesoro de los pobres” escrito en la-
tín y atribuido a un médico de Salerno que llegó a ser Papa,
con el nombre de Juan XXI, está dedicado a los enfermos que
no tienen recursos económicos, en él, les da consejos para
que atiendan ellos mismos sus padecimientos. Uno de sus
capítulos contiene fórmulas para los dolores dentales como:
la colocación de la resina del cedro, cocimiento de orégano y
otros elementos herbolarios, que además de quitar los dolores,
51
 ayudan a su extracción, colocando estos elementos en la zona
adolorida para aflojarlos. La mención del peligro de realizar ex-
tracciones, es una constante de los libros de cirugía publicados
en este siglo, sobre todo cuando son hechas por individuos sin
conocimientos. En algunos de estos textos se mencionan terri-
bles casos de luxación de maxilares, fracturas, hemorragias y
hasta la muerte del paciente.
Pierre Dionis anatomista y gran cirujano de Paris, aconseja-
ba en los cursos prácticos que impartía a los buenos cirujanos
no realizar extracciones dentales, para no alterar el pulso, ni ser
confundidos con tantos charlatanes que había en París. Sólo las
debían practicar los cirujanos que sufrieran por falta de trabajo
y añadía que era imposible extraer una pieza, sin provocar te-
rribles dolores y el que afirmara lo contrario era un mentiroso.
Al concluir el siglo XVII, se promulgó una disposición para
regular el ejercicio de las personas dedicadas a la atención de
los dientes, y la Ecole de Chrirurgía de París empezó a otorgar
el título de Expert pour les dents, para obtenerlo se tenía que
aprobar un examen teórico-práctico ante los decanos de la
Facultad de Medicina, el Colegio de Cirujanos y el cirujano
del rey. Los aspirantes tenían que demostrar prácticas de por
lo menos dos años con un maestro, poco a poco este tipo de
disposiciones se fue regularizando en toda Europa,logrando
que el nivel de los titulados estuviera por encima de la gran
cantidad de individuos que seguirán tratando enfermedades
dentales sin hacer caso a estas disposiciones.
LA ILUSTRACIÓN
El siglo XVIII, es conocido como el siglo de la Ilustración,
de las luces y el enciclopedismo, por ser un movimiento cul-
tural, científico e intelectual que se fundamentó en poner el
conocimiento al alcance de todos. Los pensadores de la Ilus-
tración afirmaron que la razón debía combatir la ignorancia y
la tiranía, para construir un mundo mejor. Durante esta época,
se hizo evidente la fractura de la hegemonía monárquica y pa-
pal. Las ciencias lograron grandes avances y la publicación en
Francia de la primera enciclopedia, por Denise Diderot, tuvo
una enorme repercusión a nivel mundial, de esta manera los
conocimientos estuvieron al alcance de todos. Los cambios
profundos culminaron con importantes movimientos como la
Guerra de Independencia de los Estado Unidos de América, la
Revolución Francesa y la Revolución Industrial en Inglaterra.
Señalado por algunos historiadores de la medicina como
una centuria de consolidación, en el siglo XVIII se hacen evi-
dentes las tendencias a los estudios sistemáticos, sobre todo
en las Ciencias Naturales con los trabajos del médico y bo-
52
tánico Linneo (1707-1778), quien realizó la clasificación sis-
tematizada de las plantas, y nombró al hombre como homo
sapiens. El pensamiento médico avanzó por el camino de la
observación, utilizando el método experimental.3
La observación microscópica rindió importantes frutos
con los trabajos de Giovanni Battista Morgagni, quien sien-
ta las bases de la anatomía patológica. El concepto de que
la enfermedad era un problema localizado en los órganos y
no en los humores, como sostenía la medicina hipocrático-
galénica, queda aclarado con los hallazgos de Morgagni. El
resultado de varias décadas de observación en autopsias
quedó plasmado en su libro De sedibus et causa morburum..
A fines del siglo XVIII, los actores de la Revolución France-
sa se propusieron borrar las huellas de la vieja oligarquía, im-
plementaron grandes cambios sociales y fundaron institucio-
nes como la École de Santé (1794). Las ciencias, y la medicina
entre ellas, tuvieron un gran desarrollo, los hospitales prolife-
raron en las principales ciudades de Europa y se convirtieron
en importantes centros de investigación.
La Revolución Industrial ocasionó la migración de la
gente del campo hacia las ciudades, agravando las condi-
ciones de vida de la población de escasos recursos: el ha-
cinamiento, la desnutrición y la falta de higiene ocasiona-
ron el repunte de enfermedades como: tuberculosis, fiebre
tifoidea y cólera entre otras, por lo que gran cantidad de
personas acudían a los hospitales, ello permitió realizar nu-
merosos estudios clínicos y autopsias. La Ecole de Paris fue
un importante semillero de genios que posicionó a la medi-
cina francesa en la vanguardia. Berlín sería también de gran
importancia en el desarrollo de la medicina del siglo XIX. El
impacto de los avances del siglo XVIII se verá con claridad
en la medicina del siglo XIX.
Los momentos cumbres de esta revolución en el campo de
la medicina, sin duda se vivió a finales del siglo XIX y tuvo como
figura central las investigaciones del químico francés Louis Pas-
teur (1822-1895) y del médico berlinés Robert Koch (1843-1910),
junto con la participación de sus colaboradores y alumnos.
Louis Pasteur terminó con el concepto de la generación
espontánea y aportó la tesis de que toda enfermedad in-
fecciosa se trasmite, llegó a determinarlo después de hacer
contribuciones científicas fundamentales: la fermentación
láctica, la anaerobiosis y la acidez de la cerveza y de los vinos.
Pasteur y sus colaboradores desarrollaron la vacuna en con-
tra del cólera de las gallinas, del mal rojo de los cerdos, y la de
mayor impacto para la humanidad, la de la rabia.
El desarrollo de la microbiología, a finales del siglo XIX,
llevará a la identificación de los agentes causales de gran
cantidad de enfermedades como la fiebre puerperal y la dif-
teria entre otras. Robert Koch identificó el microorganismo
responsable de la tuberculosis.
En el siglo XIX se crearon gran cantidad de universidades
que se convirtieron en centros de investigación que, en combi-
nación con el trabajo de los hospitales, impulsaron importantes
áreas de la medicina como la bacteriología, la patología, el diag-
nóstico y la cirugía. Estos avances fueron fundamentales para la
aparición y desarrollo de las especialidades médicas nacientes,
ya entrado el siglo XX.
LA DENTISTERÍA
Fue Francia el punto clave de las principales corrientes mé-
dicas de los siglos XVIII y XIX. El siglo XVIII marcó el principio de
la dentistería, como una disciplina científica e independiente
de otras acciones, el gran enciclopedista de las artes dentales
fue Pierre Fauchard, cuya obra se consideró como el punto de
partida de la cirugía dental, que, con el tiempo, se difundió a
nivel mundial. Fauchard nació en Bretaña, Francia, en 1678,
estudió medicina y en sus inicios ejerció la cirugía, posterior-
mente se dedicó a la dentistería. Su visión respecto al conoci-
miento fue excepcional, pues mientras la mayoría de los que
practicaban las artes dentales no compartían sus experiencias,
él sostuvo que era indispensable difundir los conocimientos
para que la profesión avanzara, y así lo hizo.
Fauchard plasmó todas sus experiencias y conocimientos
en su libro Le Chirurgien Dentiste, que terminó de escribir en
1723 y publicó hasta 1728, a diferencia de otras obras de la
época, Fauchard cubrió todas las áreas de la profesión den-
tal en dos volúmenes que suman 800 páginas, en las que el
autor abarca: anatomía de la cavidad oral, patología, instru-
mentación, operatoria dental, prevención y el capítulo sobre
prótesis totales y parciales, en donde describe los pasos para
la fabricación de puentes y dentaduras completas. Propone
usar dientes humanos o de marfil de elefante, toro o hipo-
pótamo, debidamente tallados, como era usual en la época.
También recomienda un sistema para retener los dientes
postizos uniéndolos a los del paciente con resortes o peque-
ños alambres y describe la construcción de tres dentaduras
sin resortes, que se detenían en su lugar por adaptación;
mostró además su preocupación para colorear las bases de
las dentaduras, simulando el tono de la encía del paciente.
El autor no presentó una teoría avanzada sobre la etiología
de la caries, pero refutó las ideas de pequeños gusanos que la
causaban, explicó que esta enfermedad se debía a descompo-
siciones internas de los tejidos. Sus conceptos sobre enferme-
dades de los tejidos blandos de la boca, fueron adelantados a
su época y basado en su amplia experiencia clínica, describió
la llamada piorrea alveolar, padecimiento que se rebautizaría
con el nombre de enfermedad de Fauchard; aconsejó realizar
la eliminación total de detritus y el raspado de los dientes, para
lo que diseñó varios instrumentos. Como medida preventiva,
aconsejó el cepillado diario y cuidadoso para evitar la acumu-
lación de detritus y desarrolló varias fórmulas de dentífricos.
Fauchard señaló la necesidad de instituir la enseñanza for-
mal y escolarizada de las artes dentales, acción que tardó cien
años más. El título de su libro bautiza para siempre a la profesión
y la dentistería francesa se pone a la cabeza del progreso mun-
dial. Fauchard ejerció la dentistería hasta su muerte en 1761; se
sabe que en este mismo año, ya ejercían en París 33 dentistas,
tres de ellos chirurgien dentistes, que implicaba también tener el
título de cirujanos y el resto eran experts pour les dents.
La obra de Pierre Fauchard sentó las bases para -un siglo
después- elevar de rango a la odontología, pues de consi-
derarla como un oficio, se le ubicó como una profesión uni-
versitaria.El dentista francés, es la figura de mayor impacto
y representa la parte más destacada de un movimiento que
ocurríó también en otras partes de Europa. Otros casos son:
Rene Jacques Croissant de Garengeot (1688-1759)
Publicó un libro titulado Nouveau Traité des instruments
de chirurgie les plus utiles Tome II (Nuevo Tratado de Instru-
mentos más utiles de cirugía. Tomo II) en donde incluyó una
serie de ilustraciones que mostraron instrumental para exo-
doncia: fórceps, tenazas, llaves y pelícanos; para realizar una
extracción, el autor aconsejaba sentar al paciente en un cojín
directamente en el suelo y colocarse el operador por detrás, y
entre sus muslos sujetar la cabeza del paciente para tener el
mayor control posible y ejercer toda la fuerza necesaria.
Etienne Bourdet (1722-1789)
Se casó con la hija del famoso dentista Fontaine y ejerció la
profesión en París, entre sus pacientes estuvo el rey Luis XV. Discí-
pulo de Fauchard, Bourdet publicó su libro titulado Recherches et
observations sur toutes les partes de L’Art du dentiste, “Búsqueda y
observación de todas las parte del Arte Dental” en el que se pro-
puso superar a su maestro. En esta obra el médico francés brindó
a la profesión dental, dos importantes novedades: la opción de
extraer los primeros premolares en caso de apiñamientos se-
veros y la realización de gingivectomías para las inflamaciones
crónicas de la encía; describió por primera vez la llave para hacer
extracciones, este instrumento, que se empleó por más de cien
años, tiene un mango similar al de las llaves de aquella época,
que termina en una prolongación transversa y que era la parte
que movía al diente al girar el mango, para extraerlo.
53
 Gerauldy (-1753)
Fue un prestigiado dentista que entre sus pacientes tuvo a
personajes de la realeza como los duques de Orleans y Berry. Su
instrumento favorito para realizar extracciones fue el “pelícano”.
John Hunter (Glasgow, Escocia 1728-1793)
Aprendió cirugía en un hospital de Londres, convirtiéndose
en un maestro anatomista que impartió clases de esta disciplina,
se interesó especialmente por la cavidad oral y estudió con mu-
cho detalle sus estructuras, lo que lo posibilitó para dedicarse
a las artes dentales. En 1771 publicó el resultado de sus obser-
vaciones como anatomista y sus experiencias en la dentistería
en un libro titulado The Natural History of Human teeth (Historia
natural de los dientes humanos) que tuvo muy buena acogida
en Gran Bretaña por la precisión de las láminas anatómicas y lo
novedoso de sus conceptos, fue traducido al alemán, italiano,
latín y holandés. Uno de los capítulos más sólidos del libro, es en
donde explica el crecimiento y desarrollo de los maxilares y su
relación con los músculos de la masticación.
Philipp Pfaff (Berlín 1713-1766)
Cirujano militar de Federico II rey de Prusia, fue admirador
de la obra de Fauchard. Estimulado por ella escribió un libro
titulado Abhandlung von den zahnes des menschlichen körpers
und deren kran kheiten (Tratado de los dientes del cuerpo hu-
mano y de sus enfermedades) que fue el libro escrito en ale-
mán de mayor impacto de la época. Su gran aportación fue la
toma de impresiones con cera de abeja y el vaciado con yeso,
para la construcción de prótesis.
Benjamin Bell (Edimburgo 1749-1806)
Maestro de cirugía, quien escribió un libro con un curso
completo de la materia, dedicando varias partes a las enfer-
medades de la cavidad oral. Para el dolor dental aconsejaba
la aplicación de opio, alcanfor y láudano.
Johan Jacob Serré (Bélgica 1759-1830)
Titulado cirujano, quien ejerció en Berlín, Viena y
Frankfurt; en su obra menciona haber leído los libros anti-
guos de Hipócrates, Celso, Galeno, el Cannon de Avicena y el
no tan antiguo de Scultetus
Serré dedica una importante parte de su libro Praktische
Dartellung aller Operationen der Zahneilkunst (Presentación
práctica de todas las operaciones del arte del dentista) publi-
cado en Berlín en 1803, a las extracciones dentales, describien-
do un amplio arsenal de instrumentos: diseñó un instrumento
para extraer restos radiculares, llamado tirafondo, que por su
eficacia se difundió por toda la Europa del siglo XIX.
Además de los dentistas que trabajaban en forma particular
en sus gabinetes, en espacios acondicionados en sus casas, había
operadores que ejercían en los hospitales, en donde realizaban
54
extracciones y abrían abscesos a los pacientes internados, uno de
ellos fue Anselme Jourdain, quien trabajó muchos años en el Hotel
Dieu de París y publicó, en 1760, sus experiencias en un libro titu-
lado “. Reflexions et observations sur toutes les parties de l’art dental
(Reflexiones y observaciones de todas las áreas del arte dental ).
Aunque desde la antigüedad la mujer estuvo presente
en la medicina y los tratamientos dentales, lo que hacía era
auxiliar a un pariente suyo: padre, hermano, hijo o marido, ha-
ciendo las labores de limpieza del instrumental, sujetando al
paciente y asistiendo al operador en todo lo necesario, pero
rara vez la encontramos como la figura principal. Dos casos
excepcionales fueron los de las señoras Hervieux y Calais, que
en tiempos de Fauchard ejercieron la dentistería en Francia,
atendiendo en sus gabinetes principalmente damas e infantes.
En 1768, Luis XV promulgó una ley tendiente a separar el
oficio dental de la cirugía. En esta época en toda Europa ya se
controlaban los oficios y profesiones, y se exigía contar con las
licencias que otorgaban las instituciones correspondientes, me-
diante un examen y el cumplimiento de una serie de requisitos.
En 1724 fue publicada en España, una obra del cirujano fle-
botomiano de origen francés Ricardo Le Preux, con el nombre
de Doctrina moderna para los sangradores, que además de las
instrucciones para practicar este oficio, incluyó una parte rela-
tiva a las enfermedades de la dentadura que obligan a sacar
dientes, colmillos y muelas, este libro tuvo gran influencia en
España, y un siglo después, fue publicado en México. En 1764
un cirujano parisino avecindado en España, Pedro Abadie,
publicó sus experiencias en un pequeño tratado en el que se
ocupa de las enfermedades de la dentadura y los medios así
manuales como medicinales de curarlas.
A fines del siglo XVIII, fueron publicados dos libros más en
España sobre las artes dentales: Tratado de las enfermedades de
la boca de Francisco Antonio Peláez y Tratado de las operaciones
que deben hacerse en la dentadura, cuyo autor fue Félix Pérez de
Arroyo, quien defiende la dentistería como una verdadera espe-
cialidad médica y propone no permitir a nadie ejercer sin aprobar
previamente un examen de conocimientos teóricos y prácticos.
El contenido de las obras de Peláez y de Pérez Arroyo, es
señalado por el experto en Historia de la Odontología, el doc-
tor Julio González Iglesias, como plagios del libro de Fauchard,
pero sin duda ayudaron a las personas que ejercieron la pro-
fesión en España, al poner a su servicio textos en su lengua.
Casi al término del siglo XVIII, en 1799, el boticario Alexis
Duchateau y el dentista Nicolás Dubois de Chémant, consi-
guieron fabricar en París, dientes de porcelana, por supuesto
con una gran ventaja sobre los dientes de marfil que cambia-
ban de color y no tenían buen sabor. Este invento -que tendría
gran impacto en el siglo XIX y que terminaría definitivamente
con los dientes de material animal- ocasionó un pleito por la
patente, al adjudicarse Dubois de Chamant la autoría, mientras
el boticario alegaba que la idea y la fabricación de los primeros
dientes eran suyas y que la había concebido para que el dentis-
ta mencionado le colocara unos dientes más estéticos.
Ya en el siglo XIX, estos innovadores dientes de porcela-
na, “incorruptibles terrometálicos” como les llamó en aque-
lla época Giuseppangelo Fonzi (1768-1840), el dentista que
los perfeccionó, empezaron a popularizarse en toda Europa,
haciendo posibles las prótesis modernas. En 1808 Fonzi pre-
sentó, ante la Academia de Medicina de París y el Ateneo de
Arte, sus dientes individuales de porcelana a los que antes de
cocer se les introdujo clavos de platino, posteriormente otras
técnicas mejorarían aún más los dientes de Fonzi.
LOS BARBEROS SACAMUELAS
Durante todo el siglo XVIII y principios del XIX, al mismo
tiempo que evolucionaban las artes dentales en toda Europa,
seguían proliferando los charlatanes que se dedicaban a las
extracciones dentales en las plazas públicas, puentes, ferias,
mercados y en general en todos los sitios en donde existían
aglomeraciones. Estos individuos realizaban además fleboto-
mías, cortes de cabello, y algunos se aventuraban a preparar
y a vender pócimas para curar dolores dentales y toda clase
de enfermedades. Estos personajes acostumbraban llamar
la atención del público ataviándose con llamativos ropajes
y en ocasiones daban funciones de títeres, como el famoso
messier Gignol, que fabricó unos muñecos de trapo, monta-
ba un pequeño escenario para darle vida a sus muñecos, con
diálogos que el mismo creaba. Al final de la función, Messier
Gignol anunciaba hacer extracciones dentales a todo aquel
que tuviera dolencias, este era el verdadero sentido de la fun-
ción. El citado personaje no imaginó que pasaría a la historia,
no por realizar extracciones dentales, sino como iniciador de
los títeres que llevan su nombre.
Se cuenta que Luis XIV tenía un sacamuelas en su palacio
llamado Pierre Benvalt, que además de hacerle curaciones
le servía de bufón, para alejarle los problemas y los posibles
dolores dentales.
Los sacamuelas, quienes trabajaban en toda Europa, te-
nían grandes beneficios económicos, ya que además de co-
brar las extracciones, obtenían monedas extras del público
asistente, que gozaba del espectáculo (que podía incluir la
exhibición de osos, monos y otros animales). Los sacamuelas,
trabajaban en un templete con fondo musical, para acallar los
gritos del paciente en el momento de la extracción, otros pre-
sentaban actos de magia y vendían tónicos y elíxires para dar
fuerza y vitalidad a la sangre combatiendo así a toda clase de
enfermedades. El instrumental utilizado era bastante limita-
do y rudimentario: dos o tres herramientas, una palangana
de agua y algún trapo y, en ocasiones un hilo en donde ensar-
taban las piezas extraídas, para demostrar su experiencia en
inspirar confianza, por supuesto que los había con una gran
habilidad en el uso de llaves y pelícanos.
Uno de los más famosos fue el Gran Tomás, quien ejercía
en París y acostumbraba instalarse en alguno de los puentes
del Río Sena, llamativamente vestido, con una peluca blanca,
sombrero con plumas y elegante casaca de terciopelo satura-
da de medallas y condecoracione. Para celebrar el nacimiento
en 1729, del Delfín de Francia, el Gran Tomás anunció que toda
la semana realizaría extracciones dentales gratuitas.
Existe una enorme cantidad de pinturas y grabados con la
rúbrica de los artistas de la época, que recrean la actuación de
estos individuos a quienes se llamó charlatanes, porque charla-
ban con la concurrencia, exagerando y mintiendo acerca de lo
que eran capaces de hacer, posteriormente el término se utilizó
como sinónimo de mentiroso o falso. Poco a poco el avance de
la odontología iría desplazando a estos pintorescos personajes,
que terminarían por desaparecer ya entrado el siglo XIX.
fuentes:
Citas bibliográficas
(1) Margotta p. 198
(2) González Iglesias p.145.
(3) Margotta p. 222.
Bibliografía
l Carranza, Fermín. “Revolucionarios de la ciencia”.
Javier Vergara Editor. Buenos Aires 1998.
l Díaz de Kuri, Martha. “El nacimiento de una
profesión”. “La odontología en el siglo XIX en
México”. Universidad Nacional Autónoma de
México. Fondo de Cultura Económica. México. 2002.
pp 16- 26
l González Iglesias, Julio. ”Historia de la extracción
dentaria”. Ed Yelites. Madrid, España. n.d. pp 171-237.
l Hoffman Axthel M.”History of Dentistry”.
Quintessence, Chicago. 1981.
l López Piñero, José María. “Lecciones de historia
de odontología”, Ed. Artes Gráficas Soler. Valencia,
España 1990.
Margotta, Roberto. “Historia de la Medicina”, Ed
Novaro. México 1972. pp. 190-220.
l Ring, Malvin E. “Dentistry and ilustrated history”.
Harry Abraham Inc. Publishers. Nueva York EUA.
1985. p. 160-187.
l Pérez Tamayo, Ruy. “De la magia primitiva a la
medicina moderna”
55
 Parte IV l Capitulo VIII
Fuentes para el estudio
medicina prehispánica y sus
de la
referencias a tratamientos dentales
C. D. y L. H. Martha Díaz de Kuri
Cirujana Dentista y Licenciada en Historia, Profesora
de Carrera Titular de Tiempo Completo, Facultad de
Odontología, UNAM. Coordinadora del Departamento
de Historia de la Facultad de Odontología y del
Seminario de Historia, UNAM
A
su llegada a Mesoamérica, los españoles
encontraron civilizaciones con un sistema
médico desarrollado y muy completo, ha-
bía un concepto bien definido del cuerpo
humano y su relación con la naturaleza y el
cosmos, en el que cada órgano tenía una relación directa con un
astro. La salud, era la armonía total entre las tres entidades aní-
micas del cuerpo: tonalli, ihiyotl y teyolía y estas a su vez, con las
fuerzas cosmogónicas. Las enfermedades estaban clasificadas
y había sistemas de diagnóstico. Lo que llamó poderosamente
la atención de los españoles, fue la riqueza de la herbolaria y el
profundo conocimiento que los médicos tenían de esta discipli-
na. En la Segunda Carta de Relación que el conquistador Hernán
Cortés escribe al Rey de España, da fe de esto:
56
“Hay calle de Arbolarios, donde hay todas las rayzes y yer-
bas medicinales que en la tierra se hallan. Hay casas como
de boticarios en donde se venden las medicinas hechas así
potables con ungüentos y emplastos. Hay casas como de bar-
beros donde lavan y rapan las cabezas. Hay casas en donde
dan de comer por precio…”
La medicina tenía una fuerte carga mágico-religiosa y
se practicaban varias especialidades médicas. A los curan-
deros se les llamaba tepatli, derivado de teopatli (teo=dios
y patli=medicina, que significaba medicina divina), porque
había la creencia de que el curandero recibía la inspiración
directamente de los dioses. El médico se llamaba ticitl y el
que se dedicaba a la atención de los dientes tlacopinaliztli.
Con la intención de imponer la religión cristiana, los con-
quistadores trataron de borrar todas las referencias culturales
principalmente las que eran parte inseparable de la religión
indígena, como la medicina. Por fortuna hubo algunos pro-
yectos de rescate cultural como El Códice de la Cruz-Badiano
cuyo contenido, es una buena muestra de los saberes de un
médico náhuatl.
 El Códice de la Cruz-Badiano y
sus tratamientos dentales
El Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis o Códice de la
Cruz-Badiano, es un libro hecho a mano en 1552, trata de las
enfermedades que conocía y podía atender su autor, el médico
náhuatl Martín de la Cruz. El apelativo Badiano, hace justicia al
también indígena Juan Badiano, quien lo tradujo al latín.
Las plantas medicinales, constituyen una riqueza del te-
rritorio mexicano, conocida y explorada por sus habitantes,
desde antes de los primeros asentamientos humanos.
La elaboración del Códice de la
Cruz-Badiano
Con el objeto de enviarle un obsequio al rey de España,
que reflejara los avances en la educación de los indígenas,
se mandó hacer este manuscrito; el fraile Jacobo de Grado,
guardián del Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, fue quien
seleccionó a un médico evangelizado, reconocido amplia-
mente por sus conocimientos, y se eligió al anciano médico
Martín de la Cruz quien se presentó respetuoso con un costal
con las plantas medicinales que conocía y utilizaba.
Después de acatar los señalamientos del fraile, el médico
se dirigió a un grupo de jóvenes indígenas y a manera de una
clase de medicina, les fue enlistando las enfermedades que
él trataba, empezando por la cabeza y terminando por los
pies, al mismo tiempo que mostraba las plantas medicinales,
los alumnos fueron tomando nota de lo mencionado por el
maestro y dibujaron cada planta que les fue presentada, con
todas sus partes completas, y también el tipo de tierra en
que ésta crecía. Simultáneamente, Juan Badiano, indígena de
Xochimilco quien destacaba en estudios latinos, hizo la tra-
ducción al latín, como se acostumbraba en los textos doctos.
El libro se elaboró con prisa, para aprovechar que el hijo
del primer Virrey de la Nueva España, Francisco de Mendoza
-quien viajaría a España- lo pudiera entregar en persona al
soberano. La finalidad era que la Corte española, conociera
los adelantos alcanzados por los indígenas de los colegios
evangelizadores y recibir así, el aumento del presupuesto so-
licitado. El texto de Martín de la Cruz, fue plasmado en papel
europeo con formato de libro y empastado en terciopelo rojo.
El Códice llegó a España, en donde don Francisco de
Mendoza -en ausencia del monarca- se lo entregó al príncipe
Felipe. Por razones desconocidas, de la biblioteca del Escorial
pasó a don Diego de Cortavila, y posteriormente, al cardenal
Barberini. En 1902 este escrito se ubicó en la Biblioteca Vati-
cana, como parte de la colección del cardenal, y este peque-
ño ejemplar se perdió entre miles de libros. En 1991, después
de más de 400 años de escrito, el Códice de la Cruz-Badiano
regresó a México, como una donación del Papa Juan Pablo
II. Actualmente se encuentra en el Fondo Reservado de la Bi-
blioteca del Museo Nacional de Antropología.
Contenido
El libro está organizado en trece capítulos -clara referencia
a los cielos de la cosmovisión prehispánica- y, más que un her-
bario, es un recetario, pues contiene fórmulas de 251 plantas,
de las cuales 185 están hermosamente ilustradas. En él se deta-
lla la forma de preparar y administrar el medicamento, algunas
veces mezclado con elementos del reino mineral o animal, y se
acompaña con comentarios clínicos precisos.
En los primeros ocho capítulos, el escrito proporciona re-
cetas para curar las enfermedades más frecuentes del cuerpo.
Los apartados IX y X se dedican a las enfermedades generales,
mentales y con implicaciones mágico-religiosas, y las seccio-
nes XI y XII se refieren a padecimientos de mujeres y niños. El
último capítulo ha sido señalado por varios especialistas como
el que plasma con mayor exactitud, el conocimiento científi-
co.1 Martín de la Cruz se refiere a la muerte a la manera en que
el médico reconoce cuando es inminente, y cómo auxiliar al
enfermo en este trance. Hace una magnífica descripción del
estado agónico, en el que se analizan los signos presentados.
A nosotros como dentistas, nos interesa hacer algunos
comentarios de los capítulos V y VI por su contenido en re-
medios a problemas orales.
l Cap. V “Limpiador de dientes o dentífrico.
Curación de encías inflamadas y purulentas. Dolor y pu-
trefacción de los dientes, fuerte calor, dolor o supuración de
la garganta. Anginas, medicina con que se mitiga el dolor de
la garganta. Para desechar la saliva reseca. Para acabar con el
esputo sanguinolento. Para calmar la tos, Para quitar el alien-
to fétido y repugnante. El hipo”.
l Cap. VI “Refrigerio para la boca inflamada por el calor.
Remedio para el que no puede bostezar por el dolor. Sar-
na de la cara, sarna de la boca. Estruma o escrófula del cuello.
Agua subcutánea. Debilidad de las manos.”
l Cap. V “Dentífrico o limpiadientes.”
Los dientes sucios deberán frotarse con mucho cuidado.
Cuando se haya limpiado la suciedad, deberán restregarse
con un lienzo blanco con una mezcla de ceniza blanca y miel
blanca, para que dure su bella blancura y nitidez”.
Los antiguos mexicanos daban mucha importancia a la hi-
57
 giene del cuerpo, la boca no era la excepción y estaban social-
mente obligados a tener buen aliento. Se conocía una gran can-
tidad de formas de asear la dentadura: con raíces, hojas, semillas
y flores; con las que se frotaban los dientes o bien se masticaban,
para desechar los restos alimenticios y evitar la halitosis.
El dentífrico que propone el Códice De la Cruz Badiano: ce-
niza= abrasivo, se añadía miel=vehículo saborizante, es una
fórmula similar a cualquier pasta de dientes actual. En el capí-
tulo VI se encuentra un remedio para combatir el mal aliento:
l ”Medicina para quitar el malo y fétido aliento de
la boca. ”
Un cocimiento hecho de raíz y hojas de la hierba que lla-
man tlantlacuaye, con tierra roja, tierra blanca, hierbas tema-
matlatzin y tlanextia xiuhtontli; todo eso molido y cocido en
agua con miel, quita el mal aliento. Debe beberse también
moderadamente el líquido bien colado, antes de comer”.
En el capítulo V, encontramos también referencias a las
enfermedades de las encías y a su tratamiento:
l Cap. V “Curación de encías inflamadas y purulentas.”
El dolor de dientes y encías se calma raspando bien las
encías para limpiar el pus y en la parte en que se halle éste, se
pone una mixtura de semillas y raíz de ortigas, bien molidas y
mezcladas con yema de huevo y miel blanca…”
El médico indígena propone aquí, un curetaje para eliminar
el exudado para después aplicar una mezcla herbaria con pro-
piedades germicidas, analgésicas y desinflamatorias, de nuevo
se emplea miel, elemento que ha seguido usándose hasta la
actualidad, por sus propiedades benéficas en los tejidos.
l Cap. V “Dolor de dientes.”
Los dientes enfermos y cariados deberán punzarse con un
diente de cadáver, en seguida se muele y se quema la raíz de
un alto arbusto llamado teonochtli, juntamente con cuerno de
venado y estas piedras finas: iztac quetzaliztli y chilchiltic tapa-
chtli, con un poco de harina martajada con algo de sal. Todo
esto se pone a calentar. Esta mezcla se envuelve en un lienzo
y se aplica por breve tiempo apretando con los dientes, en es-
pecial con los que duelen o están cariados. En último lugar se
hace una mezcla de incienso blanco y una clase de untura que
llamamos xochiocotzotl y se quema a las brasas y su olor se
recoge en una mota de algodón que se aplica a la boca con
alguna frecuencia o mejor se ata a la mejilla”.
La recomendación de punzar los dientes afectados por el
dolor con un diente de cadáver, es un elemento mágico-reli-
gioso semejante al traído por los conquistadores, el teonochtli
y el xochiocotzotl seguramente contenían resinas con propie-
dades analgésicas, la escena del tlacopinaliztli, recogiendo, en
una mota de algodón (producto mesoamericano) un poco de
58
resina para aplicarla al lugar adolorido, es sin duda una hermo-
sa referencia a los dentistas de todas las épocas.
La obra de Francisco Hernández
Durante el reinado de Felipe II de España, se efectuó la
primera expedición científica-botánica a las colonias. Esta
singular empresa que se realizó con la intención de estudiar
la historia natural americana, estuvo a cargo del protomédico
del rey, don Francisco Hernández (1717-1587) se realizó de
1571 a 1577, tiempo en el que Hernández recorrió la región
central del país, recopilando aproximadamente 3000 plantas
medicinales, a la vez que observaba el modo de preparar y
administrar los medicamentos.
Con esta información, Hernández escribió una obra titula-
da Historia Natural de la Nueva España. El manuscrito original
-que incluía gran cantidad de ilustraciones- fue entregado
por el autor al rey de España. Lamentablemente el manuscri-
to se quemó al incendiarse el palacio del Escorial. Dos siglos
después, se encontró otro manuscrito en la Biblioteca Jesuita
de Madrid, fue hasta el siglo XX, cuando se conoció, se publi-
có y comentó en México este valioso trabajo.
En la obra de Hernández, encontramos gran cantidad de
datos sobre tratamientos dentales. Las referencias van desde
preparados para la higiene oral e inflamaciones de la encía y
la mucosa, hasta medicamentos para combatir el dolor den-
tal. En el primer caso se usaba alumbre para blanquear los
dientes y tener buen aliento, así como afirmar la dentadura,
secar y limpiar las úlceras.
Hernández detalla diez prescripciones para la higiene oral
y ocho para combatir la halitosis, en las que el médico em-
plea plantas aromáticas, semillas y minerales. A continuación
algunos ejemplos:
l “Del itzcuipatli o mataperros. Mezclado el mismo
polvo (de la semilla) con agua, corrige el aliento fétido; el
cocimiento de las espigas, agregándole alumbre, afirma ex-
traordinariamente los dientes”.
l “Del cozamaloxíhuitl o hierba del iris. Limpia los
dientes, encarna las encías y quita toda podredumbre, para
lo cual es un medicamento admirable si se aplica machacado
o masticado, o solamente su jugo”.
l “Del pipizaetli. Es oloroso y algo acre. Su cocimiento
quita la fetidez de la boca”.
La obra de Hernández incluye docenas de referencias a la
caries dental, enfermedades de la boca y tratamiento de las
úlceras bucales. Algunos ejemplos de estos son:
l “De la antzámizcua: Es un árbol con fruto del tamaño
de ciruela dulce y que encierra un hueso cuya almendra he-
cha polvo y aplicada a los dientes cariados cura la enferme-
dad y calma el dolor”.
l “Del yamancapatli o medicina templada. Dicen2
que el líquido que emana de este arbusto afirma los dientes,
calma el dolor de las encías. Aseguran que el polvo de la raíz
cura las úlceras pútridas, malignas y cancerosas”.
l “Del tempalanalizquáhuitl o medicina de las úlce-
ras de la boca. El jugo que destila de sus renuevos tiernos
es amargo, aromático y resinoso: cura las úlceras de la boca,
de donde el nombre, suaviza los labios que se agrietan por el
calor del estómago”.
La obra de Fray Bernardino
de Sahagún
El Códice Florentino
Fray Bernardino de Sahagún (1500-1590), dedicó gran par-
te de su vida al rescate de la cultura náhuatl y fue el primer an-
tropólogo social que hubo en la Nueva España. Con un minu-
cioso sistema de encuestas –diseñado por él mismo- obtuvo
información de un grupo de ancianos indígenas sobre temas
muy variados como: organización política, religión, medicina,
comercio, costumbres, vida en familia y cosmovisión.
La abundante información, fue plasmada en 12 libros, confis-
cados por el santo oficio y guardados en diversas bibliotecas eu-
ropeas; el legajo informativo más completo, se encuentra conte-
nido en el Códice Florentino, llamado así, por haber sido enviado a
la ciudad del mismo nombre. La información del manuscrito, está
acompañada de ilustraciones hechas por un grupo de indígenas.
El Códice Florentino abarca en sus contenidos: conceptos
sobre el cuerpo humano, las enfermedades y la terapéutica
empleada para su curación. Considera también tratamientos
dentales, aseo de los dientes y conceptos preventivos, como se
puede apreciar en los siguientes párrafos en los que se respetó
la escritura original: “La hinchazón de las encías se curará con
punzarse y echar encima un poco de sal y con el dedo frotarse.”
“Las heridas de los labios se han de coser con un cabello de
la cabeza y después derretir un poco de zumo de maguey que se
llama macelli y echarlo en la herida: y si después de sano, quedara
alguna señal fea, para cerrarla, se ade sajar, y quemarse, y tornarse
a coser con el cabello de la cabeza, y echar encima el ulli derretido.
“Cuando se levantan los cueros en los labios por demasiado
frío o calor, se han de curar con la miel blanca, o la miel de maguey
untándose o con el ulli derretido, pero si procediera del calor del
hígado pónganse en los labios los polvos de la raíz nombrada tlat-
lacelicapalli; y lavarse con ella los dientes, y beber el agua.
“Para que no suceda esta enfermedad de las muelas: será
bueno guardarse de comer cosas muy demasiadamente ca-
lientes y si se comieran no beberán presto agua muy fría, y
limpiarse las muelas y dientes después de aver comido y qui-
tar se la carne de entre medias con un palito porque se suele
podrir y dañarse la dentadura.
“Para la enfermedad de la toba de los dientes y muelas será
necesario, para que no la tengamos lavar nos la dentadura con
agua fría, y limpiarse con un paño y con carbón molido, y lavar-
se con sal. También lavarse o limpiarse con cierta rayz llamada
tlatlauhcapatli y mesclar la grana con chile y sal y ponerse en
los dientes y también poner se cierta medicina llamada tliltic
tlamjavalli (aunque esto para los dientes prietos) o en jaguarse
con orines los dientes, o lavarse con el axenso, o con el agua
de cierta corteza de árbol nombrada quauhtepezuli y poner
los polvos de esta corteza en los dientes y será bueno quitar la
toba endurecida de los dientes con algún hierro: y luego poner
se un poco de alumbra molido y grana, sal y chile.”
Con la información obtenida, Sahagún escribió un libro
titulado Historia de las cosas de la Nueva España, que no se
conoció en su época y fue editado hasta 1830.
La medicina prehispánica se practicó a lo largo de todo el
periodo Virreinal, la población indígena siguió tratando todas
sus afecciones con sus remedios ancestrales.
fuentes:
Citas bibliográficas
(1) Viesca, C. Pág. 29.
(2) Cuando Hernández no estaba seguro de la
eficacia del remedio señala su duda con las
palabras dicen y aseguran.
Bibliografía
l De la Cruz, Martín. “Libellus de Medicinalibus
Indorum Herbis” Ed. Facs, acompañada de traducción
y estudios, Fondo de Cultura Económica. México 1991.
l Fastlicht, Samuel. “La Odontología en el Códice.”
“Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis” Ed. Facs,
acompañada de traducción y estudios, Fondo de
Cultura Económica. México 1991. Pág. 209-213.
l Fastlicht, Samuel. “La Odontología en las obras de
Francisco Hernández en Francisco Hernández Obras
completas Tomo VII, UNAM México. 1984. Pág.291-294
l Lozoya, Xavier. “Fuentes del siglo XIV”. Revista
Arqueología Mexicana México Vol. VII Núm 39. N.d.”
Pp. 22-23 y 36-37,
l Viesca Treviño, Carlos. “Uso de las plantas
medicinales”. Revista Arqueología Mexicana México
Vol. VII Núm 39. N.d. Pp. 30-35.
___ “Códice de la Cruz-Badiano” Códices de México/
7 Colecciones de la Biblioteca Nacional de
Antropología e Historia. México 2008.
59
 Parte IV l Capitulo IX

Decorados Dentales
mutilaciones o modificaciones
intencionales de los dientes
Mtra. Leonor Ochoa García
Profesora de asignatura, Facultad de Odontología, UNAM
Mtro Saúl Dufoo Olvera
Profesor de Carrera Tiempo Completo, Facultad de
Odontología, UNAM

L
a mutilación o desfiguración del cuerpo es
una práctica que se asocia tradicionalmente a
determinadas razas, creencias o culturas; algu-
nas como el tatuaje, deformación de los labios 2
1 Fig.
fig.1 y perforación de los lóbulos de las orejas, Fig.

han sobrevivido incluso en las sociedades más occidentaliza-

das.1 En África existen muchas tribus que las practican aún
en la actualidad; en Filipinas se acostumbraba incrustar los
dientes con oro, actualmente se hace con bronce. En Came-
rún y Mozambique, se extraen los cuatro incisivos superiores
60
en adolescentes de 12 a 16 años o bien los mutilan en forma
de dientes de cocodrilo, de sierra o de animales salvajes, esta
práctica es denominada akuha;2,3 en Hawaii las mutilaciones
dentales son consideradas como una manifestación de duelo.4
 4
Fig.
3
Fig.

5
Fig.

En Borneo, los nativos tiñen sus dientes de negro con una
mezcla de ceniza de coco y aceites, fig. 2 para evitar que és-
tos sean semejantes a los dientes blancos de los perros o los
europeos. 5
Por último en las Antillas, durante la Colonia, se sabe que
el limado dental formaba parte de las ceremonias de inicia-
ción a la pubertad.1
Desarrollo
Las mutilaciones o modificaciones intencionales de los
dientes humanos, ha sido motivo de estudio para los an-
tropólogos físicos, arqueólogos y etnólogos. Sin embargo,
desde el punto de vista odontológico, el término mutilación
dental, es una denominación errónea por su matiz peyorati-
fabética de la A a la P.9 Poco después, en 1940, Rubín de la
Borbolla diseñó una clasificación que por un tiempo, satisfizo
las necesidades del momento;10 sin embargo, con los nuevos
hallazgos de decorados, resultó insuficiente. Finalmente en
1958, 1970 y 1986, Javier Romero estructuró un cuadro com-
pleto de las decoraciones dentarias vigentes hasta la fecha,
que comprende a México y a otros países de América. Tam-
bién publicó cuatro catálogos, donde describió 62 tipos de
limados e incrustaciones y especificó su procedencia tanto
cultural como geográfica.11,12
La Tabla se encuentra estructurada de acuerdo a tres mo-
dalidades:
CLASIFICACIÓN DE JAVIER ROMERO
MODIFICACIÓN TIPO CARACTERÍSTICAS FORMAS

{
vo. De acuerdo con diferentes autores, el término que más se A Borde incisal 5
adecúa actualmente para referirse a estos limados e incrusta- I. Contorno del B Un solo ángulo 7
diente C Ambos ángulos 9
ciones, es decorado dental.6

{
A los decorados dentales se les han otorgado diferentes D Linea 10
II. Cara anterior o
connotaciones, tales como característica de un estatus ele- vestibular E Desgaste o incrustaciones 5
vado, de pertenencia a una tribu o clan, con fines religiosos o
mágicos e incluso para destacar la belleza. También se piensa
que fueron utilizados como condecoraciones por servicios
III. Contorno y
cara anterior
{ F Borde incisal, líneas o
G remoción de esmalte
11

Borde incisal, 1 o 2 ángulos, 15

especiales y en algunos casos, se incrustaron piedras a los
acompañantes de los gobernantes, a modo de talismán con-
tra los malos espíritus. Algunos autores afirman que la forma
puntiaguda de los dientes se realizaba con fines funcionales,
es decir para facilitar la práctica de la antropofagia.7,8
Las limaduras dentales, aparecen por primera vez en
América entre los siglos XIV y X a. C. en la zona del Valle de
México, durante el Horizonte Preclásico temprano y las in-
crustaciones en el Preclásico medio, teniendo su mayor auge
durante el Periodo Clásico.8
Para clasificar los decorados dentales, se crearon tablas
como la del antropólogo ecuatoriano Saville, quien en 1913,
publicó la primera tabla, utilizando una nomenclatura al-
Incrustaciones
I Modificación en el contorno de los dientes
II Modificación en su cara anterior
III Modificación tanto en el contorno como en la cara an-
terior del diente
Estas modificaciones, se dividen a su vez en siete grupos
denominados TIPOS que se clasifican alfabéticamente de
la A a la G y cada tipo, presenta variantes a las que se llama
FORMAS, sumando un total de 62, de las cuales, 54, se han
encontrado dentro del territorio mexicano y ocho fuera de
México.13
61
 l El TIPO A, consiste en la modificación del contorno del diente en el borde incisal; fig. 3
existen cinco formas y de éstas, la más común, es la A-2 que consta de dos muescas en el borde
incisal, principalmente en incisivos centrales superiores. La procedencia de este tipo, se localizó en
Veracruz, San Luis Potosí, Michoacán, Morelos, Bolivia, Guatemala, Belice e Illinois.13
l El TIPO B, se caracteriza por la modificación del contorno del diente, en un sólo ángulo,
6
ya sea mesial o distal, fig. 4 puede ser un desgaste rectilíneo, oblicuo, cóncavo, un ángulo Fig.
recto, agudo o fuertemente obtuso, siendo el más frecuente el B-2 y los principales lugares de
procedencia son Guerrero, Yucatán, Puebla, Chiapas, México, Belice y Perú.13
l En el TIPO C, se observa la modificación en ambos ángulos, variando la punta del
diente más o menos aguda, fig. 5 y 6 las formas con mayor frecuencia encontradas son la C-4
y la C-6; de este tipo más del 50% proceden de Belice y Guatemala, una parte importante se
encuentran en el Museo de Historia Natural en Nueva York y el resto distribuidas en el D.F., en
los estados de Puebla, Hidalgo, Veracruz y San Luis Potosí.13
l El TIPO D, se caracteriza por el desgaste de la cara anterior de la corona con líneas 7
trazadas a expensas del esmalte, las cuales pueden ser 2, 3 ó 4 líneas verticales, también se Fig.

han encontrado dos pares de líneas paralelas, oblicuas o entrecruzadas. fig. 7 En este tipo se
agregaron estilos que han aparecido en Guatemala y que Romero no clasificó como el D-11;
aparece el diente con esgrafiados geométricos en su cara labial, limados procedentes de Cam-
peche, Tlatelolco, Oaxaca, Sinaloa e Illinois.13
l El TIPO E, consiste en la modificación de la cara anterior de la corona mediante la incrusta-
ción de discos circulares de diversos materiales, de placas rectangulares metálicas o de la remoción
de partes de esmalte. fig. 8 En este tipo pueden aparecer 1, 2 ó 3 incrustaciones. El total de dientes 8
Fig.
con incrustaciones circulares que se conservan proceden de Honduras, Guatemala, Perú, Chubut
en Argentina y en México, ejemplares de Jaina, Campeche y Oaxaca.13
En la fig. 9 Cráneo encontrado en Teotihuacán con incrustaciones de jade en laterales superio-
res y canino superior derecho, las cavidades de ambos centrales se encuentran vacías. Mandíbula
con pérdida de central inferior derecho e incrustaciones de jade en ambos caninos
l TIPO F, es un tipo mixto, es decir que las modificaciones se presentan tanto en el con-
torno, como en la cara anterior del diente; se caracteriza por el desgaste que recae en el borde
incisal y en uno o ambos ángulos, pero mediante rasgos diferentes, dando al contorno, un
aspecto asimétrico. fig. 10 Generalmente se realizó en incisivos y caninos, tanto inferiores 9
Fig.
como superiores. Se conocen algunos casos procedentes de El Lago Buenos Aires, Argentina,
Belice y Guatemala.13
l TIPO G, Consiste en la modificación del contorno del diente mediante los tipos A, B, C, 10
Fig.
y D, así como la cara anterior por medio de incrustaciones de pirita o jadeíta. fig. 11
Se han podido clasificar diez formas y de estas la G-17 cuenta con el diente con más traba-
jo encontrado hasta la fecha, fig. 12
Al parecer, la técnica inicial fue la de limadura, en 1566, Fray Diego de Landa, dejó asentado
que “fueron mujeres ancianas quienes limaban los dientes con piedra y agua,” previo a la incrus-
tación, pues en realidad fue la única que -ya en su declinación-, pudieron observar los cronistas
españoles, por esta razón, se encuentran pocas referencias sobre esta costumbre en las Crónicas,
Fray Bernardino de Sahagún -quién estudió con espíritu científico todo lo referente a las cos- 11
Fig.
tumbres de los indígenas mexicanos- expresó que “limaban sus dientes a posta y los pintaban
de negro y otros colores”.14
La precisión y exactitud de limados e incrustaciones, apunta a que las realizaron joyeros u orfe-
bres, ya que sólo personas hábiles en la delicada perforación de materiales duros -como el cristal
de roca-, podían aplicar sus conocimientos para la horadación del esmalte dental, sin romper el
62
 diente o lesionarlo, en la actualidad se habla fig. 13 de dos instrumentos: El barreno en cruz
12
Fig. o de presión, que era utilizado por grupos étnicos de esa época y empleado hoy en día por
artesanos guatemaltecos trabajadores del bronce ,y el barreno de arco, que requería de una
punta activa o broca, de forma cilíndrica o tubular y hecha de un material duro como la jadeíta
o algunos tipos de basalto o pedernal el área de trabajo de la broca debió haber sido lubricada
con alguna pasta abrasiva a base de polvo de cuarzo o con arenas abrasivas para facilitar su
operación.15,16,17
Suponemos que los operadores fabricaron una guía orientadora, fig. 14 con un agujero
13 que correspondía a la cavidad que recibiría la incrustación. La función de la guía orientadora
Fig.
era limitar y dirigir la broca correctamente para que no resbalara al estar perforando el diente,
además, garantizaba que la broca permaneciera perpendicular a la superficie de éste. 17,18
En la actualidad, existe la incógnita sobre el tipo de material que se empleaba para fabricar
los pegamentos que fijarían las incrustaciones, ya que debe haber sido de muy alta calidad,
pues muchos de los dientes encontrados con incrustaciones, han permanecido enterrados
durante más de mil años en condiciones poco favorables y, aún se encuentran adheridas en
su lugar. Una hipótesis sostenía que al ser introducidas las incrustaciones, estas quedaban tan
bien ajustadas, que la presión las mantenía sujetas en la cavidad.19,20
Samuel Fastlicht analizó la sustancia adherida a las incrustaciones y al fondo de las cavidades y
encontró, que su contenido era rico en calcio, fósforo y sílice, sustancias que por sus características,
14
Fig. fig. 15 pudieron haber servido como cemento, posiblemente del polvo que se originó al efectuar
la perforación. Estos análisis fueron verificados en 1949, en el Pacific Spectro-Chemical Laboratory,
de Pasadena, California.21
15
Fig. Existen notas de cronistas sobre la existencia de varios pegamentos empleados por los an-
tiguos mexicas, llamados genéricamente TZACUHTLI que se traduce como orquídea o engru-
do, compuesto probablemente por resina de pino, copal, cera y un aglutinante de origen ve-
getal que se obtenía de los bulbos de ciertas orquídeas que crecían en Mesoamérica. 14,20,21
En un estudio experimental publicado en el 2007, por Berdan, realizado en el Departamen-
to de Antropología de la Universidad Estatal de San Bernardino, California, el autor intentó
replicar la composición del TZACUHTL fig. 16 en sus conclusiones, explica que no se pudo es-
16
Fig. tablecer claramente la identificación botánica de esta planta, porque no está claro si el térmi-
no se refiere a una especie de orquídeas o a un grupo de ellas con cualidades aglutinantes. 22
De todos los materiales utilizados para incrustaciones, el más frecuente fue la pirita, material
modesto por su contenido de hierro de intenso brillo metálico parecido al del oro, conocido por
esto como el “oro de los tontos”, si hoy las vemos oscuras es por estar fuera de la boca y oxidadas.
fig. 17 Los materiales más usados en las incrustaciones fueron el jade, de color verde con diver-
sos matices, se consideraba como un símbolo de todo lo que era valioso y divino, también como
sinónimo de belleza, la turquesa de color azul celeste, usada en la época prehispánica para la for-
17
Fig. mación de mosaicos y de los pequeños discos que eran incrustados en los dientes y la hematita,
que Sahagún menciona como una piedra que los indígenas llaman ÉZTETL, que significa piedra
de sangre.23,24,25,26,27
Los tejidos periodontales, rara vez fueron lesionados por técnica defectuosa en la mani-
pulación del diente para la preparación de la cavidad destinada a la incrustación. fig. 18 Sin
embargo, existen ejemplares en los que se observan las huellas de necrosis pulpar, causada
probablemente por el aumento de temperatura, generado por la fricción del desgaste, dando
lugar a grandes abscesos formados en torno al vértice de la raíz de los incisivos y caninos su-
18 periores, o bien la pérdida de dientes aislados y cuyos dientes contiguos con incrustaciones,
Fig.
hacen suponer que la pieza faltante igualmente estuvo incrustada, pero de manera defectuo-
63
 19
Fig.
sa, lo cual, desencadenó un proceso infeccioso que acabó por
provocar su pérdida.14,28
Existen ejemplares arqueológicos que representan en
cerámica, decoraciones dentales; fig. 19 tal es el caso de la
“Urna “13 Serpiente”, que presenta limaduras, lo mismo en-
contramos en las “caritas sonrientes” de la cultura totonaca:
fig. 20 cavidades que corresponden a incrustaciones circu-
lares en la urna de la Tumba 32 de Monte Albán y una gran
cantidad de cerámica encontrada en el cementerio de la Isla
de Jaina en Campeche.29,30
Conclusiones
Los decorados dentales se presentan con mayor frecuen-
cia en los incisivos superiores, en estudios realizados cuanto
a la frecuencia el tipo E.1 cuenta con 150 dientes, B.2 con 73
y el C.4, C.6 y A.2 en promedio 50 dientes. Se reportan 57 lo-
calidades en México donde han aparecido decorados denta-
fuentes:
Citas bibliográficas
(1) Labajo, E., Perea B., Sánchez Septiembre, 2007.
(2) Linné, S p.3 , 4 y 5 pp. 2-28,
(3) Graham, E., Domoto P., Lynch H., Egbert M.g:
173(2):135-137.
(4) Rood, H. D., Davidson L.E. pp. 290-297.
(5) Jones, A. pp. 98-102.
(6) Milner, G. R., Larsen C.S. pp. 357-378.
(7) Romero, J. “Mutilaciones dentarias prehispánicas
de México y América en general”. N.d.
(8) Pompa, J.A. julio-agosto
(9) Saville, M. p. 377-394.
(10) Rubín, D. XXVI: 349-66.
(11) Romero, J. “Últimos hallazgos de mutilaciones
64
20
Fig.
les, en 1940 Linné menciona 20 sitios en Sudamérica y 5 en
Estados Unidos.
Podemos afirmar con certeza, que el procedimiento de
decorados dentales se desarrolló en otras culturas contem-
poráneas de América, pero el mayor auge se dio en Meso-
américa. Es de admirarse la técnica desarrollada en las li-
maduras e incrustaciones realizadas por orfebres, joyeros o
ancianas, así como el hecho de que algunas lesiones que se
provocaron, fueran por el calentamiento de las piedras para
reblandecer la resina con la que, probablemente, se cemen-
taban las incrustaciones.
Los decorados dentales, no se pueden considerar como
un signo de barbarie, ya que en la actualidad, podemos ob-
servar el uso de piercings, tatuajes, deformaciones corpora-
les, en múltiples culturas contemporáneas y esto debido a la
influencia del medio ambiente o a una moda, lo más adecua-
do sería considerar que fue una manifestación social que ha
prevalecido hasta nuestros días.
dentarias en México” pp 151-215.
(12) Romero, J. “Recientes adiciones a la colección
de dientes mutilados”. pp. 199-201.
(13) Romero, J. “Catálogo de la colección de dientes
mutilados prehispánicos, IV parte”. n.d.
(14) Fastlicht, S. “Incrustaciones dentarias entre
los Mayas“, sept.- oct. p. 609-625.
(15) Holmes, H. pp. 3
(16) Orchard, C. “Beads and Beadwork of the
American Indians”. N.d.
(17) Dufoo, S. Ochoa L Decorados dentales
prehispánicos. N.d.
(18) Mata, G. 995: 129-144.
(19) Sanfilippo, J., Maldonado M., Zubiaur P. N.d.
(20) Fastlicht, S. “La odontología en el México
fuentes:
prehispánico” N.d.
(21) Ibid N.d.
(22) Berdan F. N.d.
(23) Ramírez, T. Oliva, I pp 18-24.
(24) Thompson, JE. N.d.
(25) Bautista, J. pp: 37-58.
(26) Sahagún, Fray B. “Historia General de las Cosas
de la Nueva España”. México, Ed. Porrúa, 1938.
(27) http://www.yucatan.com.mx/especiales/
arqueologia/001.asp, 13/04/2009.
(28) Comas, J. Fastlich S., Jaen Ma., Romero J. N.d.
(29) Moedano KH. pol 1946; T. III o, 1, 2 y 3.
(30) Caso, A., Bernal I. pp 187-284.
Bibliografía
l Bautista J. “Huellas de alteraciones culturales
en el hombre prehispánico”. Canindé. Xingó;(3)
Dezembrom N.d. 2003. pp 37-58.
l Berdan F. “The technology of ancient
mesoamerican mosaics: an experimental
investigation of alternative super glues”;
Department of Anthropology, California State
University San Bernardino. California, USA. 2007.
l Caso A., Bernal I. “Urnas de Oaxaca”. México .1952.
pp 187-284.
l Comas J. Fastlich S., Jaen Ma., Romero J. “El
pegamento de las incrustaciones dentarias
prehispánicas”. Antropología Física, Época
Prehispánica. INAH. México, 1974.
l Dufoo S. Ochoa L “Decorados dentales
prehispánicos”. Revista Odontológica Mexicana.
Vol. 14, Núm. México, 2 Junio. 2010.
l Fasticht S, Romero J. “El arte de las mutilaciones
dentarias”. Ediciones Mexicanas. México. 1951.
l Fastlicht S. “Incrustaciones dentarias entre
los Mayas. Recientes hallazgos”. Revista de la
Asociación Dental Mexicana. Vol. XX(5), sept.- oct.
México. 1963. pp 609-625..
l Fastlicht S. “La odontología en el México
prehispánico”. Ediciones Mexicana. México, 1971.
l Graham E., Domoto P., Lynch H., Egbert M. “Dental
injuries dues to African traditional therapies for
diarrhea”. Western Journal of Medicine. 2000.pp
135-137.
l Holmes H. “Introductory to The Lithic
Industries”. En “Handbook of Aboriginal American
Antiquities”; Government Printing Office,
Washington, D.C. 1919.
l http://www.yucatan.com.mx/especiales
/arqueologia/001.asp, 13/04/2009. FALTA NOMBRE DE
ARCHIVO, CHECAR DIRECCION
l Jones A. “Dental transfigurements in Borneo”.
British Dental Journal. 2001 pp 98-102
l Labajo E., Perea B., Sánchez J. Mutilación dental:
la cosmovisión en la estética de la sonrisa. Revista
de la Escuela de Medicina Legal. Universidad
Complutense de Madrid, Septiembre, Madrid. 2007.
l Linné S. “Dental decoration in aboriginal
America. Ethnos Stockholm. N.d. 1949. pp 3 y 4 (5):
2-28.
l Mata G. “”Actualizaciones sobre los conceptos
de odontología prehispánica en Mesoamérica”. En
VII Simposio de Investigaciones Arqueológicas
en Guatemala, Museo Nacional de Arqueología y
Etnología, Guatemala; 1995, pp 129-144.
l Milner G. R., Larsen C.S. “Teeth as artifacts of
human behavior: intentional mutilation and
accidental modification”. “Advances in Dental
Anthropology”. Wiley-Liss, Inc. N.d. 1991. pp 357-378.
l Moedano KH. “Jaina un cementerio Maya”. Rev.
Mex. Est. Antropol; T. III, México. 1946.
l Orchard C. “Beads and Beadwork of the American
Indians”. Museum of the American Indian Heye
Foundation, New York, 1975.
l Pompa y Padilla J.A. “El embellecimiento dentario
en la época prehispánica”. Revista Arqueología
Mexicana, julio-agosto Vol. III (14) México. 1995.
l Romero J. “Catálogo de la colección de dientes
mutilados prehispánicos” IV parte. Instituto
Nacional de Antropología e Historia; (Colección
Fuentes), México.1986.
l Romero J. “Mutilaciones dentarias prehispánicas
de México y América en general”. Instituto
Nacional de Antropología e Historia, (Serie
Investigaciones, México, 1958.
l Romero J. “Recientes adiciones a la colección
de dientes mutilados”. “Anales del Instituto
Nacional de Antropología e Historia”; México.
1965.pp 199-201.
l Romero J. “Últimos hallazgos de mutilaciones
dentarias en México”. Anales del Instituto
Nacional de Antropología e Historia; tomo XII.
México 1960. pp 151-215
l Rood H. D., Davidson L.E. “IIko dacowo: canine
enucleation and sequelae in Somali children. Int J
Paed Dent” N. d. 2000.pp : 290-297
l Rubín de la Borbolla D. “Types of tooth mutilation
found in México”. American Journal of Physical
Anthropology.; Vol. XXVI: 1940. pp 349-66.
l Sahagún Fray B. “’Historia General de las Cosas de
la Nueva España”. Ed. Porrúa, México. 1938.
l Sanfilippo J., Maldonado M., Zubiaur P. “”Limaduras
dentales en el Valle de México: Un estudio estético-
odontológico”. Facultad de Odontología UNAM,
tesis, México. 2000.
l Saville M. “Decoration of the teeth in Ecuador.
With some account of the occurrence of the
custom in other parts of North and South
America”. American Anthropologist, New Series,
Vol. 15(3) (Jul-Sep) 1913.pp 377-394.
l Thompson JE. “Grandeza y decadencia de los
mayas”. México-Buenos Aires. 1959.
l Tiesler V. Ramírez M., Oliva I. “Técnicas
de decoración dental en México”. Actual
Arqueología;(0:2), ago-nov. México. 2005. pp 18-24.
65
 Parte IV
El mural de Tepantitla
550-650 d.C.
C. D. José Manuel Ornelas e Ibáñez
Profesor de Carrera Titular tiempo completo,
Facultad de Odontología, UNAM
T
epantitla se encuentra en el noroeste de la
zona arqueológica de Teotihuacán (puerta
4 cerca de la Pirámide del Sol) en un pue-
blo llamado San Francisco Mazapán.
La ocupación en Tepantitla, oscila entre
las fases Tlamimilalpa (225-350 d. C.) y Metepec (550-650 d.C.),
es probable que fuese ocupada por la clase sacerdotal, que rea-
lizaba cultos o rituales relacionados con el agua en su barrio o
dentro de la ciudad de Teotihuacán; por desgracia, no hay un
contexto que nos indique claramente, a que se dedicaban, pero
está comprobado que eran sacerdotes de alto estatus, porque
en otros barrios alrededor del centro ceremonial también se en-
cuentra Tetitla, sector de la población que gozó de cierto estatus
económico (clase alta), Atetelco la escuela de los guerreros y la
Ventilla donde vivían los artesanos y agricultores.
La zona arqueológica, fue localizada por casualidad por
66
l Capitulo X
el español Pedro Armilla por los años 1943-1944 y, es el Dr.
Alfonso Caso, director del INAH durante esos años, es quien
autoriza los estudios en dicha zona, siendo insuficiente lo ex-
plorado a la fecha.
En esta zona arqueológica, se encuentra una pintura mu-
ral policromática de una autentica belleza autóctona, a la
cual se le conoce como Tlalocan o Paraíso de Tlaloc.
“El Dr. Alfonso Caso interpretó estas escenas como el Tla-
locan a partir de las creencias de los nahuas del posclásico
tardío, basándose en el estudio de la multitud de pequeñas
figurillas humanas que en la parte inferior de la escena se
bañan, retozan en el agua, descansan, cortan flores, cantan,
danzan entre vegetación, agua, mariposas y libélulas”( Isabel
Hermida 2009).
La pintura es simbólica y esencialmente religiosa, una
representación ritual en una relación entre lo divino y lo na-
tural, la forma de vida, lo que sucedía cotidianamente en esta
gran metrópoli, considerada totalmente cosmopolita ya que
venía gente de diferentes partes por cuestiones de comercio
o de religión, asentándose alrededor del centro ceremonial,
al encontrar una mejor forma de vida.
 Este mural está dividido en dos partes; una donde el dios
de la Lluvia (Tlaloc), arroja semillas y gotas de agua con un to-
cado de plumas de quetzal azules, aparece una montaña con
una cueva, de la cual brota un río, en el que se ven hombres na-
dando, peces, plantas, animales acuáticos y en el entorno hay
numerosas figuras de hombres realizando actividades físicas
como el juego de pelota, cantando, danzando y otros rituales,
rodeados de mariposas, flores y diferentes tipos de plantas.
En otra habitación contigua, se encuentra una procesión de
sacerdotes en un ritual consagrado totalmente al agua, la tierra
y la felicidad, éstos tienen una bolsa con copal y otra con semi-
llas que arrojan a la tierra; su tocado es una cabeza de cocodrilo
(relacionado con lo terrenal y lo divino), ataviados con plumas
ornamentales, también resalta una cinta que cuelga de la mano
derecha en donde tienen pegadas semillas de cacao.
Isabel Hermida comenta en su artículo que “El Tlalocan es
un lugar de regocijo y de mucha riqueza donde nunca faltan
los alimentos ahí van los que son golpeados por el rayo, los
ahogados, los que murieron en el agua, los que tienen la en-
fermedad divina, el bulboso, el tumoroso, el paralítico y el
que muere hidrópico.”
Los principales tesoros que se guardan en este recinto
mítico son de tres clases:
l Acuáticos y eólicos, principalmente las lluvias, los vien-
tos, el granizo, etc.
l Las fuerzas de crecimiento.
l Las “semillas” o “corazones” de los seres vegetales.
Entrando de lado izquierdo, en la parte inferior, se en-
cuentra un mural en el que se observa -se puede decir- la
parte médica, en el que se pueden contemplar diferentes ac-
tividades médicas herbolarias y técnicas terapéuticas.
Aquí, es donde se encuentra la única posible representa-
ción odontológica en el mundo prehispánico, pues en ningu-
na otra parte de nuestro continente ni en murales, pintura o
códices se ha encontrado otra representación que haga refe-
rencia a la cuestión dental.
El único ejemplo citado por todos los autores en sus
publicaciones (Romero 1958; Fastlich 1971; Cifuentes 1963
y otras), es una pequeña representación encontrada en Te-
pantitla (Teotihuacán) en el mural conocido como el Paraíso
Teotihuacano o de la Ciencia Médica.
En el mural, se representa a una persona inclinada con los
dos brazos rectos y las manos apoyadas en el suelo con las
piernas dobladas en una posición parecida a la que adopta
un animal al sentarse sobre su parte posterior; enfrente hay
otra persona que está introduciendo o sacando un objeto
parecido a una navaja de obsidiana de la boca del personaje
que aparece en cuclillas. Las dos personas están vestidas úni-
camente con taparrabo.
El Dr. Samuel Fastlich (dentista, historiador y apasionado
de las culturas prehispánicas) realizó una investigación sobre
el mural y ese glifo en particular, y concluyó que: “muestra un
curandero sosteniendo en su mano izquierda un cuchillo de pe-
dernal con el que probablemente lima los dientes de otro sujeto
o lleva a cabo alguna intervención en la boca”.
El Dr. Fastlich, pidió al arqueólogo y dibujante además
de gran artista e intelectual Miguel Covarrubias, reprodujera
esta escena para ser divulgada en la profesión odontológica.
El grabado acompañado de las apreciaciones e interpretacio-
nes del historiador, fue publicado en el artículo “La odontolo-
gía en el México Prehispánico”, en la revista de la Asociación
Dental Mexicana en 1950.
El emblema fue conocido mundialmente en 1972, durante
el Congreso Dental, organizado en nuestro país por la Federa-
ción Dental Internacional; el grabado nos identifica con nues-
tras raíces y nos recuerda el alto nivel cultural de los pueblos
mesoamericanos, antes de la llegada de los españoles.
fuentes:
Bibliografía
l “La Diosa de Tepantitla en Teotihuacán: una nueva
interpretación Cuicuilco” Vol.14 Núm. 41, escuela
Nacional de Antropología e Historia de México”
Septiembre-Diciembre 2007. Pp. 243-272
l Caso, Alfonso “El paraíso terrenal en Teotihuacán”,
en Cuadernos Americanos, Vol.6. N.d. 1942.
l De la Fuente, Beatriz “La pintura mural
prehispánica en México”, Tomo I, UNAM-Instituto
de Investigaciones Estéticas, México 1995.
l Hermida, Isabel “El Tlalocan de Tepantitla en
Teotihuacán”,N.d, 2009.
l Información de “La pintura mural prehispánica en
México” Boletín informativo Junio de 2003 Instituto
de Investigaciones Estéticas. México 2003.
l López, Tomas. “Teotihuacán es mucho más que las
pirámides del Sol y la Luna”. México 30 de Julio 2009
l López, Austin Alfredo “Tamoanchan y Tlalocan”,
México, 1994.
l López, Austin Alfredo; López Lujan, Leonardo y
Saburo, Sugiyama “El ejemplo de Quetzalcóatl en
Teotihuacán. Su posible significado ideológico”, en
Anales de Instituto de Investigaciones Estéticas,
Vol.62, México, UNAM, 1991.
l “Los murales perdidos de Teotihuacán”; Blog
dedicado a la conversación de murales: http://
losmuralesperdidosdeteotihuacan.blogspot.mx/
l Pastory, Esther “The Murals of Tepantitla,
Teotihuacan”, Nueva York, Garland Publishing, 1976
l Séjourné, Laurette “Arquitectura y pintura en
Teotihuacán”, Siglo XXI, México .1996.
l Trejo, Silvia “Mitos y cuentos indígenas, Tlalocan
(Recinto de Tláloc)”, Revista arqueología mexicana
Vol. XI Pp. 64-65 Teotihuacán Ciudad de Misterios
67
 Parte IV
Tratamientos Dentales
DURANTE EL VIRREINATO
Dr. José Sanfilippo y Borrás
Expresidente de la Sociedad Mexicana de Historia y
Filosofía de la Medicina. Profesor e investigador del
Depatamento de Historia y Filosofía de la UNAM
D
urante el Virreinato -periodo compren-
dido del siglo XV al siglo XVIII- los trata-
mientos dentales en México, eran muy
semejantes a los que se realizaban en
Europa durante esa época. En la Nue-
va España, todos los conocimientos prehispánicos sobre las
afecciones dentales que tenían los antiguos mexicanos, fue-
ron reemplazados por los conceptos europeos, basados en el
concepto humoral de enfermedad.
Asimismo, estos pueblos tenían un gran arsenal tera-
péutico, basado en plantas medicinales principalmente,
68
l Capitulo XI
pero en este periodo también recurrían a los minerales y a
los animales originarios de América para la elaboración de
diversos remedios para las afecciones bucales; se incluyeron
(en muchos casos) elementos mágico-religiosos, los cuales se
sincretizaron con las creencias católicas europeas.
Como en todos los pueblos del mundo, los problemas bu-
codentales eran los mismos, pero la forma de resolverlos era
diferente. Recordando uno de los más conocidos aforismos
de Paracelso, que dice “La Naturaleza es una gran aphoteca
(botica) por lo que los remedios están en donde se presentan
las enfermedades”, en el caso de América esto se aplica con
creces.
Los encargados de tratar las afecciones bucodentales eran
los barberos flebotomianos, siempre y cuando no se compli-
caran los casos o bien, si estaban indicadas por orden de algún
médico, principalmente la práctica de las sangrías.
 Las odontalgias han sido siempre la constante a lo largo de
la humanidad, por lo qué los remedios que se empleaban en
Europa, fueron adecuados en la Nueva España, debido a que
muchos de los productos que se utilizaban en las recetas no se
encontraban aquí.
Revisando los textos médicos del primer siglo del periodo
virreinal en México, vemos que las afecciones más comunes
que inquietaban a la población eran variadas, y que su descrip-
ción siempre iba encaminada a mencionar el tipo de alteración
humoral que las originaba.
En 1595, el cirujano Alonso López de Hinojosos publica la se-
gunda edición de su libro Summa y recopilación de chirugía, con
un arte para sangrar y examen de barberos, en el que hace un bre-
ve listado de estas afecciones y la razón por la que se presentan:
“En la boca se hacen enfermedades de muchas maneras,
como son llagas en la lengua, y unas como verrugas, y se hincha
la campanilla, y si con diligencia no se curase, come la campani-
lla y hablan por las narices, y se corrompen los huesos del cielo
de la boca y hablan gangoso.
“Las reumas que ordenó Naturaleza para humedecer
todos los miembros motivos, como la boca tiene tanta ne-
cesidad, porque se mueven muelas, quijadas, y dientes, y la
lengua: y como Naturaleza tiene necesidad de reparar todo
esto, hay siempre en la boca mucha humedad, y con pocas
ocasiones se altera y se hacen llagas de diferentes maneras
como vemos que unas veces se derriten las reumas con mu-
cho calor accidentado del sol, y otras veces accidentadas de
unas calenturas y calores”.1
Ya anteriormente había hecho una serie de recomenda-
ciones para el desempeño de sus actividades. Así tenemos
que dice:
“Nunca el barbero ha de intentar sacarlos [dientes] hasta
haber intentado algunos remedios para quitar el dolor, como
son vinagre cocido con unos granos de pimienta, y con ello se
enjuague la boca y sí con esto no se le quitare el dolor, que será
por ser el humor frío…”.2
A continuación incluye una serie de recetas entre las que
hay una gran cantidad de plantas originarias de la Nueva
España como la zarzaparrilla, copal, tabaco, etc.; minerales
como los “polvos de los llanos de las minas de Guanajuato, o
de Colima, o de Michoacán” y además una serie de alimentos,
que como dice la receta: “Ha de comer por ante pasas, y de
postre rosquetes, o atole, y ave, o carnero asado, y el agua se
cueza con canela…”.
Pero como siempre, las odontalgias son el común deno-
minador en todas las culturas y en todos los tiempos. El mis-
mo texto nos explica la causa de este mal:
“Después que se altera con el frío el cerebro, corre la reu-
ma por las vías que más acomodadas halla, y así baja a los
dientes y muelas, y otras veces se corrompen los dientes y
se hacen agujeritos; que se llama neguijón, y esto suele da-
ñar y corromper, hasta llegar al nerviecito, y en comiendo o
bebiendo cosa fría o caliente que llegue al nervio, luego se
siente con terrible dolor”.3
Por supuesto también menciona el tratamiento, que
como ya se dijo, hay que llevar a cabo antes de hacer una
extracción, la receta y las maniobras terapéuticas son como
sigue:
“Toma pimienta y ololiuqui, y cuézase con vino, y después
de que esté hirviendo tapen la olla con un embudo, y el ca-
ñón en la boca reciba el vaho dos o tres veces; y para que se
acabe de quitar, y que no le vuelva mas le quemen las venitas,
que están dentro de la oreja, de esta manera.
“Toma un hierrecito que tenga una cavadurita cuanto quepa
la vena de la oreja, como la luna de cinco días, o como una desja-
rretadera, y no de a de apretar mucho la mano y el hierro no a de
ser agudo, y a de tener de grueso como un tostón, y no duelen
mas las muelas ni la ceatica, y es buena para otras muchas cosas,
y es cosa maravillosa ver como quita el dolor de muelas y dien-
tes, aunque estén dañados”.4
Este último paso es propiamente una flebotomía.
Es importante mencionar el concepto de neguijón que
se utilizaba en esa época como sinónimo de la caries den-
tal actual. En el capítulo XXV, señala cual es el origen de esta
palabra y de cómo se puede evitar que las piezas dentales
sufran de este mal.
“Este nombre de neguijón se le ha puesto por pararse el
diente negro como lo está la neguilla que nace en los trigos
por aquella semejanza que tiene con ella. Las causas pues de
este neguijón, que daña los dientes es de reumas alteradas
y detenidas entre las muelas y dientes, y corrompe también
las muelas por la parte alta, lo cual es por el poco cuidado
como se dijo de limpiar la boca, pues con la limpieza se re-
suelven las reumas, (…) y aunque algunos dicen que los
dientes sienten, vemos por experiencia que se corrompen sin
sentimiento ni dolor hasta que la corrupción es penetrante,
y llega al nerviecito que es el que siente dolor, al cual dolor
acude luego el humor y hace la hinchazón, y es causa de co-
rromperse las dichas muelas y apostemar sus encías, (…) De
todo lo cual es causa la poca limpieza y de no mascar mas
que con un carrillo, para la cura del neguijón basta el buen re-
gimiento y lavarse la boca cada día tres veces, a la mañana, en
acabando de comer, y después de cenar, conque jamás criará
neguijón. (…) El mascar chicle hace no parar en los dientes y
69
 muelas reumas, conque no se corrompen, y si alguno estu-
viere corrompido, es bueno desviarlo de los otros, o limarlos
y no habiendo llegado la corrupción al nervio de los dientes,
se queme con agua fuerte, con la raíz del mole y masque de
la almendra del zapote, porque suele quitar el dolor (…) Yo
he visto a dos hombres que de dolor de una muela estaban
como pasmados, con dolor de cabeza, y de todos los miem-
bros, y estando bien afligidos se sacaron las muelas y luego
se sintieron buenos”.5
Otro tratamiento que se utilizó mucho a partir de la se-
gunda mitad del siglo XVII, cuando llegó a la Nueva España,
fue la obra de Diego Pérez de Bustos, Tratado breve de flebo-
tomía, fue el que apunta en la siguiente receta:
“Viene una persona con un gran dolor de muelas sin tener
ninguna podrida, haréle que tome unos granos de almáciga en
la boca y que los traiga azia la parte que le duele, porque aquel
corrimiento descargue con algunas flemas; o cozer un poco de
agua y vinagre con piedra alumbre y que lo tome en la boca,
azia la parte que le duele, y que se ponga en las venas siené-
ticas unos pegadillos de incienso molido, y leche de mujer, y
otros en las parótides, que están detrás de las orejas, o que en
la muela que más sospecha tubiere que le duele, la unte con
unas hilillas mojadas en la quinta esencia de clavos, que ordi-
nariamente la tienen los destiladores, que luego al punto se le
quitará el dolor, y con eso se quedará con la muela”.6
Si estos tratamientos no resultan, entonces nos lleva ine-
vitablemente a la práctica más común de la odontología, la
exodoncia, la cual también tenía una técnica muy depurada
para la época
El armamentario de entonces era una síntesis de varios
siglos de experiencias; los instrumentos estaban hechos de
hierro forjado y no había gran variedad, únicamente eran sie-
te y tenían diferentes indicaciones:
l EL GATILLO: se empleaba para evitar que se rompie-
ran las muelas grandes y en buen estado.
l EL PÚLICAN: para dientes muy destruidos, tenía un
gancho en la punta que atoraba la parte interradicular de la
pieza para poder hacer palanca y extraerla.
l EL BOTADOR: se utilizaba para sacar las raíces hacien-
do palanca entre el alveolo y la raíz; actualmente, se sigue
usando con las mismas finalidades y la misma técnica.
l LA GATILLA: se usaba para dientes o muelas peque-
ñas y descarnadas, pero firmes.
l LA DENTUZA: era únicamente para los dientes
anteriores, de canino a canino.
l LOS ALICATES: para los dientes flojos o las raíces
que no estaban firmes en la encía.
70
Siguiendo a Pérez de Bustos, la “técnica quirúrgica”,
era la siguiente:
“(se usa el instrumento) haciendo la presa por la parte de
adentro, y luego traer el rodillo a los dientes para armallo y
luego tirar para afuera no haciendo fuerza sobre los dientes,
porque si lo hiciese (las raíces) las hundiría adentro. (Para
sacar las raíces con) el botador revolveré (con) un pañito
el dedo índex de la mano contraria, y le sentaré en el suelo
como para sacarle la muela, y que abra la boca, y al hacer la
fuerza, sufriere en el dedo el golpe para que no haga daño en
otra parte. Si las raíces fueran de la quijada de abajo, sentaré-
le en alto, en un asiento ordinario para ser más dueño de lo
que tengo que hacer, y reparando el golpe en el dedo índex,
para que no dé en el paladar o gaznate”.7
Estos tratamientos, se fueron modificando después del
siglo XVIII, después de que Pierre Fauchard planteó otros
conceptos del origen de las caries y la iatroquímica comenzó
a utilizar medicamentos utilizando los principios alquímicos
y químicos, en donde los ácidos y los álcalis jugaban un papel
de equilibrio de las “fuerzas vitales”.
fuentes:
Citas bibliográficas
(1) López de, H. “Suma y recopilación de chirugía,
con un arte para sangrar y examen de barberos. Va
añadido en esta 2ª edición” “Del mal de la boca”. Lib.
1 cap. XXII –fo. 33 v.-32v.
(2) López de, H.” Suma y recopilación de chirugía,
con un arte para sangrar muy útil y provechosa”
- “Qué cosa es diente y muela y cuántos diente y
muela hay en la boca y cómo se nombran”. pp. 104-5.
(3) López de, H. “Suma y recopilación… 2ª edición”.
Lib. 1 cap. XXII – “La causa del dolor de dientes y
muelas”.fo. 33 r.
(4) Idem.
(5) López de H. “Suma y recopilación… 2ª edición”. Lib
1 - capítulo xxv, “del neguijón”. fo. 35r.-35v.
(6) Diego Pérez de Bustos. Tratado breve de
flebotomía. España. 1627.
(7) Idem.
Bibliografía
l Diego Pérez de Bustos. Tratado breve de
flebotomía. España. 1627.
l López de Hinojosos, Alonso “Suma y recopilación
de chirugía, con un arte para sangrar uy útil y
provechosa”. (1578). Imp. Antonio Ricardo. Edición
de la Academia Nacional de Medicina. Col.
Nuestros Clásicos. no. 1. México, 1977. Trat. II cap. V.
l López de Hinojosos, Alonso. “Suma y recopilación
de chirugía, con un arte para sangrar y examen
de barberos. Va añadido en esta segunda edición”.
Casa de Pedro Bali. México.1595. Transcripción
al español moderno: José Sanfilippo B. y Josefina
Torres Galán. Lib. 1 cap. XXII – xxv.
 Parte IV l Capitulo XII
Barberos y flebotomianos
en el México Colonial
Mtra. Victoria Vanessa Rocha Garfias
Maestra y Doctoranda en Ciencias en el campo del
conocimiento de Historia de las Ciencias de la Salud
B
ARBEROS
FLEBOTOMIANOS
EN EUROPA
En la Europa de la Edad Media, la práctica
de las curaciones médicas, estuvo limitada
generalmente a los monasterios, por ser las únicas institu-
ciones donde subsistía la cultura y fungían como hospitales.1
Los monjes eran los encargados de copiar los libros de me-
dicina de las culturas antiguas y clásicas, con lo que adqui-
rían valiosos conocimientos sobre los tratamientos médicos
y quirúrgicos.
La Iglesia, que cada día era más poderosa y tenía injeren-
cia en los terrenos del saber y de las actividades de la socie-
dad, prohibió cualquier acción que lesionara o profanara el
cuerpo humano, por estimar, que era la morada donde re-
sidía el alma y estaba consagrado a Dios. Dicha concepción
trajo como consecuencia, que todas las actividades quirúr-
gicas quedaran oficialmente suprimidas para los clérigos
y médicos en dos concilios: el de Clermont de 1130, y el de
Reims en 1331.
Posteriormente, la Iglesia también se opuso a cualquier
actividad que involucrara la pérdida de sangre, al conside-
rarlas incompatibles con los oficios propios del clero y pro-
mulgó el Concilio de Tours, en 1163.2 Las consecuencias del
Concilio, se extienden fuera de los monasterios, e involucran
a los cirujanos dentro de la bula, que, se opone al derrama-
miento de sangre: Ecclesia abhorret a sanguine, al condenar a
71
 la excomunión a todo aquel que la derramase aún con fines
terapéuticos.
Así fue que las labores quirúrgicas fueron delegadas,
primero a los esclavos y, después a los ayudantes de baños;
finalmente, las prácticas relacionadas con curaciones y ex-
tracciones dentales de los auxiliares de los baños, se enco-
mendaban a los barberos, posiblemente porque contaban
con el instrumental necesario como: hierros y tenacitas para
cortar y rizar la barba,3además de tener habilidad en el ma-
nejo de las navajas. Los barberos terminaron por anexar las
tareas de cirugía menor a sus actividades; se dedicaban a:
realizar drenajes de abscesos, composturas de huesos luxa-
dos o rotos, amputaciones,4 hacer extracciones dentales y
ejecutar sangrías.
Las sangrías, conocidas como flebotomías -cuyo signifi-
cado proviene de flebo-vena y tomé-corte-,5 dan el nombre
de “flebotomiano”, con el que fueron conocidos los barberos.
Las sangrías, se basaban en la teoría hipocrático-galénica que
sustentaba la existencia de cuatro humores: la sangre, cólera
(o bilis), flema (o pituita) y melancolía (o bilis negra); si la san-
gre afectaba el equilibrio entre estos cuatro humores, se debía
efectuar este procedimiento.
Así que la población tuvo que aceptar a los barberos como
nuevos representantes de la cirugía menor, a pesar de consi-
derarlos como simples artesanos, iletrados y laicos al no contar
con una educación formal como los médicos de las universi-
dades.6 Las actividades quirúrgicas que no podían realizar los
médicos, se llevaban a cabo por dos tipos de cirujanos: los ma-
yores y los menores.
Los cirujanos mayores, de toga larga o latinistas, practi-
caban cirugía de guerra u hospitalaria; al principio tampoco
tenían una educación avalada por alguna institución y fueron
relegados a un estatus social bajo, al igual que los fleboto-
mianos, barberos, cirujanos de toga corta o romancistas;
pero, los cirujanos mayores marcaron la diferencia entre sus
actividades y las de los barberos, usando como defensa su
conocimiento del latín. Los barberos y flebotomianos fueron
clasificados dentro de las Artes Mecánicas por el estatus bajo,
igual al de un sastre, panadero o zapatero.7
En España, el desarrollo del oficio de la barbería y flebo-
tomía, estuvo reglamentado desde mediados del siglo XV,
por los Barberos Mayores del Rey, quienes tenían a su cargo
la redacción de ordenanzas de la profesión y conceder poder
a los Alcaldes Examinadores en todo el reino.8 Al igual que las
pruebas, las ordenanzas no fueron suficientes para detener a
los charlatanes -quienes eran ejecutores del oficio no avala-
dos- que iban creciendo en número.
72
Para frenar estas prácticas ilícitas, en 1500 apareció en Se-
villa una Pragmática9 firmada por los Reyes Isabel y Fernando
en la cual se señala lo siguiente:
“Mandamos que los Barberos i Examinadores Mayores de
aquí en adelante no consientan ni den lugar que ningún Bar-
bero, ni otra persona alguna pueda poner tienda para saxar, ni
sangrar, ni echar sanguijuelas, ni ventosas, ni sacar dientes ni
muelas, sin ser examinados primeramente por los dichos nues-
tros Barberos Mayores, personalmente […] cualquiera que usare
de las cosas suso dichas sin ser examinado como dicho es, sea
inhábil perpetuamente para usar del dicho oficio y más pague
dos mil maravedís […] y por el mismo hecho haya perdido y
pierda la tienda que así estuviera puesta”.10
Al final se menciona que si algún barbero examinado
errara en su oficio sea denunciado ante la justicia en donde
será castigado.11
LLEGADA DE LOS FLEBOTOMIANOS
A LA NUEVA ESPAÑA
El descubrimiento de América y la consecuente conquista
entre 1519 y 1521, supuso la ampliación geográfica del área
del ejercicio de los médicos, cirujanos mayores y menores
españoles, algunos de los cuales acompañaron a los conquis-
tadores en sus viajes al Nuevo Mundo
Hernán Cortés, llegó a Nueva España, acompañado ade-
más de su ejército, por médicos y cirujanos que tenían cono-
cimiento de la teoría hipocrático-galénica, que era la base de
la terapéutica.
Por su parte, los barberos y flebotomianos españoles, se
impusieron con sus novedosos saberes europeos, con los que
cambiaron las prácticas realizadas en la cavidad oral, como los
tratamientos contra los gusanos de los dientes o terminaron
con algunas otras, tales como los trabajos ornamentales repre-
sentados en las incrustaciones o la limadura de dientes.
Los españoles comenzaron a reconstruir su territorio
conquistado, siguiendo el modelo de ideología y reglas de la
Península Ibérica, hicieron del Virreinato de la Nueva España,
un sitio idóneo para que quien lo deseara, emprendiera una
nueva vida como novohispano, lo que incluyó, por supuesto,
a personas de todas las clases sociales y de todas las profe-
siones y oficios.
En la Nueva España -como era de esperarse- se enseña-
ron las ideas imperantes en Europa -incluidas las médicas-,
para ello, se fundaron instituciones como la Real y Pontificia
Universidad, destinada, esencialmente, a la educación de los
hijos de los naturales y españoles,12 para el año de 1768, se
crea el Real Colegio de Cirugía de Nueva España, institución
destinada a la educación de los cirujanos mayores, dejando
de lado a los cirujanos romancistas por parte de ambos or-
ganismos.
Fue así que gran cantidad de jóvenes faltos de recursos, re-
cibían su educación a través de maestros, quienes los educaban
en algún oficio, lo que representaba una forma de educación
esencial para sobrevivir de manera honrada; era educación para
el trabajo.13
En algunos oficios, incluyendo el de flebotomiano y
barbero, encontramos la categorización de: maestro, oficial
y aprendiz. El maestro era el encargado de transmitir la ex-
periencia y técnica a sus pupilos; el oficial llamado también
“compañero”, se caracterizaba por haber concluido sus estu-
dios y deseaba alcanzar el rango de maestro y, el aprendiz, es-
taba representado por el niño o adolescente ya que su edad
oscilaba entre los nueve y 18 años, quien ingresaba para ser
capacitado.14
Eran regularmente niños españoles, quienes ingresaban
a instruirse en los oficios, porque los indígenas, los negros
libres y los mulatos, eran despreciados, dado que en los gre-
mios –agrupaciones a las que pertenecían algunos barberos-,
no estaban “bien vistos socialmente”.15
Normalmente solían ser los padres o bien los tutores, quie-
nes elegían dentro de la gama de oficios aquel que les parecía
más oportuno para sus tutelados. La elección dependía de la
amistad que pudieran tener con el maestro o del trabajo que
realizaban los padres, si éstos ejercía algún oficio entonces sus
hijos se veían obligados a aprenderlo y ejercerlo a su lado.16
Teóricamente, cuando se concluía la enseñanza del
aprendiz éste debía conocer todos los instrumentos y su
uso, así como poseer los conocimientos básicos referentes al
oficio, para que pudiese ejercerlo sin ningún contratiempo y
lograra el grado de oficial.
Si el aprendiz lograba concluir con su instrucción se con-
vertía en oficial y, su maestro tenía el compromiso de contra-
tarlo, permitiéndole practicar el oficio antes de presentar el
examen que lo acreditaría como maestro.17
El tiempo laborable por día dependía del oficio y la in-
fluencia de las estaciones del año, pero casi siempre era “de
sol a sol”; 14 horas en verano y 10 en invierno.18
Cuando el oficial concluía su adiestramiento, recibía una
certificación por parte de su maestro para presentarla ante
el Real Tribunal del Protomedicato -institución encargada de
normar a los flebotomianos y sus prácticas- para poder exa-
minarse y obtener una licencia que lo acreditara como maes-
tro flebotomiano.
GREMIOS Y COFRADÍAS
Como se mencionó, los maestros de oficios, se agrupa-
ron con el objeto de tener una organización que velara por
ellos y sus aprendices. Dichas organizaciones, denominadas
gremios y cofradías, brindaban ciertos beneficios a sus miem-
bros, algunos aseguraban, al menos en teoría, la suficiencia
de los trabajadores quienes aprendían los secretos del oficio,
al pasar por un proceso de aprendizaje.19
Los gremios se definieron como “sociedades integradas
por artesanos del mismo oficio, con una estructura interna
jerarquizada, constituida por tres categorías de miembros:
maestros, oficiales y aprendices”.20
Mientras la cofradía era una institución que se constituía
en forma de asociación, en la que sus asociados eran llama-
dos cofrades y pertenecían a ella al quedar asentados en el
libro que todas las cofradías canónicamente fundadas de-
bían complementar […] teniendo como principales fines los
piadosos, promoviendo la caridad entre los necesitados y la
fraternidad y ayuda mutua entre los hermanos.21
Las cofradías de la Nueva España, se crearon siguiendo
el modelo español, según el cual, éstas contaban con merito
religioso y reconocimiento social, además, se creía que tanto
Dios como los Santos, ayudaban a los cofrades a ganarse un
lugar en la sociedad.22
En el año de 1662, se funda en territorio novohispa-
no, una cofradía integrada por facultativos del campo de
la salud, cuyo nombre fue “Cofradía de San Cosme y San
Damián” que admitió únicamente a 33 maestros del arte
de la flebotomía, de la cirugía y de la farmacia, siempre y
cuando, entregaran una copia de su acreditación ante el
Real Tribunal del Protomedicato.23 Esta cofradía gremial,
nació como representante del conocimiento médico, la ca-
ridad cristiana, la fe y la esperanza en la curación humana
y divina”.24
Dicha sociedad, se sumó a la Archicofradía de la Santísima
Trinidad, con sede en la Iglesia del mismo nombre, en la cual,
se veneraba al Santo Cristo de la Salud, que se hacía acom-
pañar a los lados por los Santos Cosme y Damián.25 Estos
Santos, en algunas ocasiones, eran representados con instru-
mentos de barbero: tijeras, peines, con un libro o escribiendo
una receta,26 por lo que fueron tomados como los patronos
del arte de la flebotomía.
Por la alta demanda que tuvo el ingreso a la cofradía, se
abrió otra, llamada del “Santo Cristo de la Salud”, en la que no
sólo se admitieron cirujanos, farmacéuticos y barberos sino a
personas de otros oficios, calidades y sexos.27
73
 De esta forma, fue como transcurrió la vida de los jóvenes
de las ciudades que deseaban instruirse en los oficios, entre
talleres y obrajes, donde padecían jornadas agotadoras, con
una remuneración insignificante,28 con la consigna de con-
vertirse en hombres de bien, en hombres útiles.
EL EJERCICIO DE LA FLEBOTOMÍA
Aunque los flebotomianos y barberos se cultivaban para
llevar a cabo su trabajo de la mejor manera, la mayor parte de
la población novohispana los consideró como verdugos más
que sanadores, por no tener consideración con los enfermos,
sajando y extrayendo dientes sin ningún reparo al dolor.
En la vida cotidiana, era común que los flebotomianos
realizaran operaciones fallidas; al no contar con anestésicos,
su trabajo debía hacerse con destreza y rapidez, para que, en
el caso de una extracción, la pieza dentaria saliera intacta,
con el menor número de movimientos y en el menor tiem-
po posible, lo que se traducía en una menor tortura para el
enfermo.
Los escenarios de dolor fueron el pan de cada día de los fle-
botomianos, tal como consta en la denuncia interpuesta el 1º
de julio de 1791 en contra del flebotomiano Manuel Espinoza,
por parte de Doña María de la Luz García de Vargas, una donce-
lla española quien al padecer de un fuerte dolor dental que no
cedía pese a los medicamentos que había administrado, mandó
llamar a un maestro flebotomiano de nombre Don José Antonio
Mayorga quien no se encontraba en su barbería, en su lugar es-
taba Manuel Espinoza quien “haciendo alarde de ser muy hábil”
se ofreció a realizar la extracción del diente enfermo. Una vez
en casa de Doña Luz García, Manuel Espinoza reconoce el mo-
lar que le aquejaba y determina que estaba muy fácil de sacar”
por lo que la enferma accede a que se realicé el trabajo espe-
rando poder aliviarse. El flebotomiano se dispuso a ejecutar la
maniobra correspondiente que, en palabras de Doña Luz García
“ejecutó tan mal, que sólo arrancó la mitad de la muela dejando
raíces y procedió de tan mala fe que me aseguró que estos se
habían convertido en hebritas”, por ello se dirigió al Real Tribunal
del Protomedicato, narrando lo que sucedió y argumentando a
su favor que según sabe Manuel Espinoza no se encontraba
examinado en el ejercicio de la flebotomía y que para aliviarse,
tuvo que recurrir a otro maestro Don José Forres quien extrajo
finalmente los raigones.
Doña María de la Luz pidió que Manuel Espinoza, le pa-
gara lo invertido en su tratamiento y mientras esto sucedía,
permaneciera en la cárcel pública, diciendo: “es Justicia juro
en forma no obrar de malicia”.29
74
El 19 de agosto de 1791, fueron convocados por el Pro-
tomedicato como peritos en el caso los flebotomianos: Don
Juan de la Huerta y Don José González, quienes debían reco-
nocer y examinar, la parte de la boca en que se había llevado
a cabo el trabajo de Doña María de la Luz García y que con
ello, pudiesen declarar si la operación había estado bien eje-
cutado o de lo contrario, indicar la causa que considerasen
imputable.
Don Juan de la Huerta expresó había “visto y reconocido a
Doña Ma. De la Luz García y allá que el albeolo donde se extra-
jo la muela y raigones se halla ileso y que aunque tenga dolo-
res continuos como indica son síntomas de la muela inmediata
que tiene cariada y que no se extrajo, es la que le causa graves
dolores”.30
Por su parte, Don José González señaló, que no se le debe
culpar a Manuel sin tener pruebas. Teniendo el testimonio de
los peritos que no inculpaban al flebotomiano Manuel Espi-
noza, el Juez visitador Josef Morales decretó la libertad del
barbero el 24 de septiembre de 1791.31
Gracias a este tipo de malas prácticas, la población en ge-
neral, percibió a los flebotomianos como simples sacamuelas.
Mientras que los demás profesionales de la salud opinaban que:
“Los flebotomianos son unas personas sin más riqueza
que su personal trabajo y que privándose del por todo el
tiempo necesario para el viaje y examen, padecerían en-
tre tanto sus familias, y además, quedarían empeñadas por
muchos años en el importunado de las castas del viaje. No
sucede lo mismo al respecto de los boticarios, hay dos los
que tienen caudal para poner botica de su cuenta, Otra de
los que solo poseen el de su instrucción influyendo mucho
respeto”.32
El oficio, como puede deducirse de la cita anterior, no
era bien remunerado, lo que representó una triste realidad
para los maestros flebotomianos examinados, quienes no
gozaban de vastos ingresos, como tal vez habían imaginado
durante los cuatro años que duró su educación y de reali-
zar un examen para comprobar sus conocimientos, además
debían contender en contra de quienes ejercían sin contar
con la licencia correspondiente para ejercer el arte de la fle-
botomía
En todo el territorio mexicano, abundaban los charlata-
nes viajeros, quienes eran embaucadores que se decían fle-
botomianos por aprender durante algún tiempo el arte con
un maestro autorizado -ellos creaban una imagen negativa
del oficio-, pero aunque su educación era inconclusa, los po-
bladores de bajos recursos, que no tenían acceso a otro tipo
de atención, o aquellos que habitaban en los pueblos fuera
de la capital -en los que no existía otro tipo de atención- re-
currían a estos personajes.
Esto orilló a que muchos flebotomianos, ejercieran tareas
correspondientes a la Medicina al tener mayores conoci-
mientos que los viajeros embaucadores- para ejecutar una
sangría con sanguijuelas o lancetas, tenían que recibir la or-
den de un médico. Los pobladores más pobres los animaban
a practicar, incluso sin portar la licencia de maestro fleboto-
miano, porque al no contar con los recursos para pagar a un
médico que los diagnosticara y después a un flebotomiano
que hiciera los procedimientos pertinentes los enfermos
optaban por ponerse en manos del flebotomiano a quien
seguramente, sus pocos conocimientos, le serían suficientes
para aliviarlos y también les sería menos gravoso pagar sus
servicios.
Al respecto, en el Archivo Histórico de la Facultad de
Medicina, en el Fondo Protomedicato, se encuentra un ex-
pediente que presenta una denuncia del año de 1818, en
contra del barbero José María Orihuela, quien se decía, había
estado sangrando a un enfermo a pesar de que se le advirtió
que no lo hiciera, por no tener el título de flebotomiano. Para
esclarecer el asunto, el presidente del Real Tribunal del Proto-
medicato, Don José García Jove, decretó que el Estado debía
hacer una averiguación tomando declaración del enfermo y
de quienes lo hubiesen presenciado para resolver el asunto
conforme a las leyes.
El 22 de agosto del mismo año, un secretario se dirigió a
la barbería de Don José Ma. Orihuela, quien bajo juramento
por “Nuestro Señor y la señal de la Santa Cruz”, procedió a de-
clarar que, acudió con el paciente por orden del Dr. Mariano
Flancon, quien lo envió de la facultad de cirugía como prac-
ticante, y que, únicamente había sangrado a la Sra. Dolores
Munguía
Al día siguiente, el secretario acudió a tomar la declara-
ción de la Sra. Dolores, quien bajo juramento dijo:
“Habiéndome vista mala, mande llamar al profesor de ci-
rugía Mariano quien trajo en su compañía a uno que se cono-
ce por José María y sabe que es barbero y además practicante
del Dr. Mariano y este al verse impedido por su enfermedad
ordeno realizara una sangría”. 33
El 4 de septiembre, el maestro Mariano argumentó que
fue llamado para atender a la Sra. Munguía de un ataque apo-
pléjico, por lo que le ordenó a Orihuela le sangrase el tobillo,
al considerar, que el barbero lo haría con mayor éxito que él.
El 3 de octubre se dio el fallo para el barbero José Ma-
ría Orihuela quien “debía abstenerse de hacer operaciones
que no le correspondiesen bajo ningún pretexto ni con
el de practicante de cirugía y en caso de reincidir en se-
mejantes crímenes se le castigaría con todo el rigor de las
leyes”.34
Pero las malas ejecuciones permearon no sólo a las ins-
tituciones reguladoras el público sabía de sobra que ciertos
flebotomianos perjudicaban más que ayudar, se sabía que no
todos los que se decían flebotomianos legítimamente acredi-
tados lo eran; el tema trascendió tanto, que, sus quejas, lle-
garon hasta la prensa escrita de la época, en la que no sólo se
denunciaban las acciones equivocadas de estos impostores,
sino que incluso se pedía ayuda para detenerlos:
“Sres. Editores de El Mosquito […] toda México la tene-
mos sembrada de tarjetas y avisos de dentistas extranjeros,
y siendo de la inspección de la facultad médica examinarlos
y aprobarlos, nadie se mete con ellos y tienen sus carteles
públicos: estos deben sujetarse también a la providencia insi-
nuada [una pena] pues es un ramo de cirugía el que ejercen:
lo mismo digo de los sangradores, cuyo ramo se halla hoy
en el mayor abandono; todos los barberos ejercen las ope-
raciones de flebotomía y dentistas, sin más instrucción que
la ruina y haciendo por su ignorancia mil destrozos: los que
hay aprobados son muy pocos respecto de la multitud, y el
público nos los distingue por falta de cumplimiento de las
providencias establecidas y vigentes.
Si vds., sres. Editores considerasen estas observaciones
algo útiles a la humanidad, les suplico las inserten en su apre-
ciable periódico, quedando a su disposición su atento y segu-
ro servidor q.b.s.m. F.V.S”.35
Pese a ser descritos como “malditos sangradores y saca-
muelas”, los flebotomianos y barberos, fueron personajes al-
tamente demandados, por poseer las habilidades necesarias
para llevar a cabo trabajos específicos, incluso especializados,
labores que nadie más podía realizar; aunque, no sólo fueron
diestros con navajas, lancetas o el gatillo, también poseían
otras destrezas que motivaban a los pobladores a olvidarse,
por un momento de su odio y temor.
Una de las ellas -que la gran mayoría había desarrolla-
do-, era tocar la guitarra, actividad que les permitió no
sólo convivir con sus clientes sino con sus iguales: “el bar-
bero, sus oficiales e incluso los aprendices se hermanaban
al son de las guitarras y el maestro en el manejo de las ti-
jeras y las navajas, lo eran también para el manejo de las
guitarras”.36
Por lo que la clientela, no sólo visitaba las barberías
para sangrarse o extraerse un diente o molar, igualmente
acudían a disfrutar de la música, incluso asistían a estos
establecimientos, cuando deseaban enterarse de los acon-
75
 tecimientos relevantes del día, porque “las barberías eran
los centros obligatorios de reunión e intercambio de ideas
tanto políticas como chismosas y picarescas de la sociedad
mexicana.”37
Considerando a los “malditos sacamuelas” flebotomianos
como:
“…tentadores, porque son de suyo comunicativos y cu-
riosos. Hablan de lo que no les importa. Saben vidas ajenas[,]
pues con excepción de la Gaceta que salía pocas veces al
mes, con noticias inspiradas y desabridas para el vulgo, el
barbero era entonces el único órgano de la chismografía para
el vulgo, y de las huecas noticias con que llenan los darios”.38
Así como se les tachó de malos, la población les concedió
algunos otros calificativos que, por momentos, los hacían ver
como personas divertidas, alegres y llenas de vitalidad, aleja-
das de esa imagen repulsiva.
El juicio negativo o positivo que los flebotomianos gene-
raron, fue en base a su trabajo, así como en el desarrollo de
sus habilidades, lo que les permitió ser reconocidos y odiados
o temidos, pero siempre necesarios. Así fue que:
“En México el barbero es considerado según su posición
y en relación a sus dotes artísticas. Hay pueblos sin embargo
que siguiendo la costumbre de nuestros conquistadores, el
barbero rivaliza en influencia con el cura y el veterinario.
Queda pues asentado que el barbero es una persona
influyente […] El babero es persona que debe respetarse,
puesto que a cada momento, ponemos nuestra existencia al
peligro del filo de su navaja.”39
Fuesen malditos, pobres o bárbaros viles, los fleboto-
mianos representaron una necesidad para la población en
México, al ser, desde su llegada a nuestro país, los únicos
capaces de ejecutar ciertas operaciones que devolvían la
salud al enfermo.
Pese al cambio en las teorías médicas, las actividades
de los flebotomianos, casi en su totalidad, permanecieron
vigentes por años, pues su trabajo resultó ser más accesible
-en cuestiones económicas-, que el realizado por la dentiste-
ría guiada por los novedosos conocimientos, que la llevaron
a ser una profesión menos cruel pero más costosa en compa-
ración con la flebotomía; esta situación, mantuvo al oficio de
la flebotomía en competencia con el de los Cirujanos Dentis-
tas, ambos buscaron apropiarse de la atención bucal del país
durante el siglo XIX.
José de Jesús Anzures fue el último en presentar examen
en el arte de la flebotomía el 2 de febrero de 1866. No he po-
dido hallar a otro flebotomiano certificado después de esa
fecha; esto significa de una u otra manera que, el oficio de la
76
flebotomía, había muerto, el desinterés entre los pobladores
para ejercer la flebotomía resultó evidente.
Paulatinamente, los pobladores de México comenzaron a
entender la división que se había dado en las funciones del
flebotomiano. Si se sentían enfermos acudían con el médico-
cirujano, si el dolor era dental entonces, era pertinente asis-
tir al gabinete de algún dentista que ofrecía aliviar el dolor
con un elixir maravilloso o, extraer la pieza dental enferma,
para poder poner hermosos dientes de porcelana; y si lo que
se requería era un corte de cabello, barba o un peinado a la
“última moda europea”, convenía visitar al peluquero; así el
flebotomiano-barbero, iniciaba su camino hacia el olvido.
Quienes ejercieron la actividad con posterioridad, fueron
aquellos que habían obtenido sus licencias con antelación
y continuaban trabajando para las personas que aún confia-
ban en sus ejecuciones.
Aunque los flebotomianos llevaron el peso del trabajo
dental durante varios siglos, paulatinamente los dentistas
se adueñaron de la cavidad oral, sin dejar atrás los conoci-
mientos de los flebotomianos, mismos que les ayudaron a la
conformación de su trabajo, que finalmente fue reconocido
como profesión, estatus antes negado a esta labor, confirién-
dole también, importancia a la necesidad de contar con un
especialista que pudiese atender las enfermedades bucales.
Los flebotomianos malos, inhumanos y “malditos” fueron
durante más de tres siglos los personajes encargados de tra-
tar y aliviar las afecciones dentales en México.
fuentes:
Citas bibliográficas
(1) Lerman, S p. p 78
(2) Sanfilippo J.” La leyenda de santa Apolonia y el
día del dentista” p.p. 22.
(3) González, J. p. 120.
(4) Idem.
(5) Ruiz, LM. p.1.
(6) Sanfilippo, J.”La Leyenda de Santa Apolonia” .Op.
cit. p.22.
(7) Canessa, M. En: http://fp.chasque.net/
~relacion/0008/memoranda.htm#Serie
(8) González, J. p 148
(9) Ley emanada de competente autoridad. http://
lema.rae.es/drae/?val=pragmatica
(10) Valle, A. p. 95.
(11) Ibid. p. 149.
(12) Gonzalbo, P. “Historia de la educación en la
época colonial. La educación de los criollos y la
vida urbana” p. 111
(13) Sosenski, S. En: http://www.historicas.unam.mx/
moderna/ehmc/ehmc26/312.html
fuentes:
(14) Ramírez, B. pp. 347- 356. En: http://biblio.juridicas.
unam.mx/libros/2/730/28.pdf
(15) Cuesta, M. p. 127.
(16) Sosenski, Susana p. 53.
(17) Ibid. p. 130.
(18) Ibid. p. 349.
(19) Ibid. p. 48.
(20) Sanfilippo, J. “La leyenda de Santa Apolonia”. p. 25
(21) Palomo MD. p. 63.
(22) Ibid. p. 35.
(23) Ibid. p. 50.
(24) Ibid. p. 49.
(25) Bazarte, A.; García, A. Clara. p. 233.
(26) Bazarte, A. p. 48.
(27) Idem.
(28) Gonzalbo, P. “Vivir en Nueva España. Orden y
desorden en la vida cotidiana” .p. 134.
(29) “Causa formada contra Manuel Espinosa por
acusación de María de la Luz García, por ejercer
como flebotomiano sin título”. Año. 1791. Archivo
Histórico de la Facultad de Medicina UNAM (en
adelante AHFMUNAM). Fondo Protomedicato.
Legajo 3. Expediente. 10. Fojas 1-15.
(30) Idem.
(31) Idem.
(32) “Expediente de la providencia del mejor
arreglo del oficio de barberos y el examen de los
flebotomianos”. Año 1789. Archivo General de la
Nación (en adelante AGN). Fondo Protomedicato.
Tomo 3. Expediente 8. Foja 55.
(33) Averiguación sumaria contra el barbero José
María Orihuela”. Año. 1818. AHFMUNAM. Fondo
Protomedicato Legajo. 12. Expediente. 9. Fojas. 1-5.
(34) Idem.
(35) El Mosquito Mexicano. Tomo III. Núm. 68.
Martes 8 de noviembre de 1836. Comunicados.
(36) Valle del González, Antonio. Op. cit. p. 342.
(37) Sanfilippo, José. “Crónica de una extracción a
mediados del siglo XIX”. p. 19.
(38) González L. p. 91.
(39) “El barbero”. Diario del Hogar. Fundado por
Filomeno Mata en 1881. Año. XI. Núm. 59. Ciudad de
México, Domingo 22 de noviembre de 1891. p.2.
Bibliografía
l Bazarte Martínez, Alicia. “La Cofradía de Cosme
y Damián en el siglo XVIII”. Revista Fuentes
Humanísticas. Departamento de humanidades de
la UAM Azcapotzalco. Septiembre. Año 10. Núm.
18.-méxico, 1999. pp. 47-57.
l Bazarte Martínez, Alicia; García Ayulardo,
Clara. “Los costos de la salvación las cofradías
y la ciudad de México (siglos XVI al XIX)”. CIDE.
Instituto Politécnico Nacional. Archivo General
de la Nación. México.2001. pp. 229-239.
l Canessa de Sanguinetti, Marta. “Oficios honrados
y oficios viles”. Serie Memoranda (XXII) En: http://
f p. c h a s q u e . ne t / ~ r e l a c ion / 0 0 0 8 / m e m or a nda .
htm#Serie . Consultada el 14 de noviembre de 2011.
l Cuesta Alonso, Marcelino. “La figura del aprendiz
en la sociedad zacatecana a finales del periodo
Colonial”. En: Pensamiento Novohispano. UAEM.
Toluca, México. Septiembre 2004. pp. 121-132.
l Gonzalbo Aizpuru, Pilar. “Historia de la educación
en la época colonial. La educación de los criollos
y la vida urbana”. El Colegio de México. México.
2005. págs.377.
______.”Vivir en Nueva España. Orden y desorden en
la vida cotidiana”. El Colegio de México. México.
2009. págs. 373.
l González Iglesias, Julio. “Historia de la
Odontología Española. Ediciones Avances Médicos
Dentales”. Madrid. 1994. págs. 601.
l González Obregón, Luis “Las Calles de México.
Leyendas y sucedidos vida y costumbres de otros
tiempos”. Editorial Porrúa. México. 2001 p. 91.
l Lerman, Salvador. “Historia de la odontología.
Su ejercicio legal”. Editorial Mundi. Buenos Aires,
Argentina. 1961. págs. 457.
l Palomo Infante, María Dolores. “Las cofradías y
sus bienes: un análisis de la experiencia chiapaneca”.
En: Las voces de la fe. Las cofradías en México.
Carrera, Eduardo; Cruz Rangel, José Antonio;
Pérez Zevallos, Juan Manuel (coordinadores).
Universidad Autónoma Metropolitana. Centro
de Investigaciones y Estudios Superiores en
Antropología. México. 2011. pp. 57-82.
l Quevedo, Francisco de. “Sueños”. Barcelona. 1798.
págs. 362
l Ramírez Reynoso, Braulio. “El trabajo, las
ordenanzas y los gremios en la Nueva España”. En:
http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/2/730/28.pdf
. Consultada el 20 abril 2012. pp. 347- 356.
l Ruiz Saavedra, Luz María. “La flebotomía en la
Nueva España”. Facultad de Odontología. UNAM.
México. 2010. Inédito.
l Sanfilippo y Borrás, José. “Crónica de una
extracción a mediados del siglo XIX”. Odontología
actual. Febrero 2012. Vol. 8. No. 106 pp. 16-20
______ “La leyenda de santa Apolonia y el día del
dentista.” Asociación Dental del Distrito Federal.
México.1990. págs. 103.
l Sosenski, Susana. “Niños y jóvenes aprendices”. La
literatura mexicana del siglo XIX. En: http://www.
historicas.unam.mx/moderna/ehmc/ehmc26/312.
html. Consultada 20 abril 2012.
l Valle del González, Antonio. “La odonto-
estomatología y el campo semántico de la boca
en la vida y obra de Miguel de Cervantes”. Tesis
doctoral. Universidad Rey Juan Carlos, Madrid.
2010. págs. 443.
l Valle-Arizpe, Artemio de. “Calle vieja y Calle nueva”.
Ed. Diana. México. 1980.
l Vázquez, Josefina. “De la Independencia a la
consolidación de la República”. En: Escalante
Gonzalbo, Pablo; García Martínez, Bernardo y
cols. Nueva historia mínima de México. Colegio de
México. 2008. pp.137-191
Archivos.
1. Archivo Histórico de la Facultad de Medicina
UNAM (AHFMUNAM) Fondo Protomedicato.
2. Archivo General de la Nación (AGN). Grupo
Documental: Protomedicato.
Fuentes hemerográficas.
Hemeroteca Nacional Digital de la Universidad
Nacional Autónoma de México.
www.hdnm.unam.mx
77
 Parte IV l Capitulo XIII
Examen
para los barberos flebotomianos
C. D. y L. H. Martha Díaz de Kuri
Cirujana Dentista y Licenciada en Historia, Profesora
de Carrera Titular de Tiempo Completo, Facultad de
Odontología, UNAM. Coordinadora del Departamento
de Historia de la Facultad de Odontología y del
Seminario de Historia, UNAM
L
a forma de aprender las artes de barbero
flebotomiano fue el mismo sistema que se
empleaba para cualquier tipo de oficio como
el de albañil, hojalatero, sastre, carpintero o
herrero. Había que estar en el establecimien-
to de un artesano experimentado como ayudante aprendiz,
asistiéndolo en todo y sin ninguna remuneración económica.
Al cabo de un par de años aproximadamente se suponía que
el aprendiz sabía lo suficiente para empezar a practicar por
si sólo. Así fue aprendido el oficio de barbero flebotomiano,
siendo muy frecuente que los padres entrenaran a sus hijos,
heredándoles el establecimiento y la buena o mala fama.
A fines del siglo XVIII, el protomedicato dictó algunas me-
didas tendientes a regularizar el ejercicio de los barberos fle-
botomianos, pero las disposiciones no se acataron. Fue hasta
la llegada a la Nueva España del Virrey Joseph de Azanza,
cuando se impuso el pensamiento modernizador de la Ilus-
tración en las instituciones entre muchas otras disposiciones,
El Virrey de Azanza, mandó promulgar una ordenanza en la
que obligaba a los sangradores y sacamuelas, a presentar un
examen ante el tribunal del Protomedicato, que demostrara
78
sus conocimientos en la materia; de no hacerlo, tendrían que
abstenerse de realizar acciones en esta disciplina.
Los que aprobaran dicho examen, recibirían una licencia
para seguir ejerciendo la flebotomía. Esta disposición separó
a los barberos, de las artes dentales y flebotomianas como se
aprecia en el texto siguiente:
“Por tanto he venido en declarar que, con arreglo a las leyes,
los barberos que puramente se ejercitan en afeitar o rasurar de
navaja o tijera, no necesitan de examen ni de licencia, con tal de
que se abstengan de sangrar, sacar muelas, echar sanguijuelas
o ventosas, y practicar ninguna de las demás operaciones del
arte de la flebotomía para ejercitar el cual debe precisamente
proceder la aprobación y permiso del expresado Real Tribunal. Y
porque conviene que los puros barberos no se confundan con
los sangradores, y el público no padezca equivocaciones en este
punto, mando que los primeros pongan indispensablemente en
las puertas de sus tiendas cortina y bacía, y que los segundos dis-
tingan las suyas como hasta ahora con celosía y tarja. Teniendo
entendido los barberos que si se excedieran sangrando o sacando
muelas, el visitador del Protomedicato, procederá contra ellos…”
(Fragmento de la ordenanza promulgada por el Virrey de Azanza)
Los aspirantes al examen debían de cubrir una serie de
requisitos: entregar una solicitud con los datos generales del
aspirante, en donde se anexara la fe de bautismo, dos cartas
de recomendación y las dos primeras donde se avalara la ho-
norabilidad y la tercera debía de ser firmada por un maestro
flebotomiano que afirmara que el solicitante, había practica-
do el oficio el tiempo requerido.
 Con anticipación, el Protomedicato nombraba a tres mé-
dicos que serían los examinadores las preguntas versaban al-
rededor de las técnicas de sangrías y de extracción, la anato-
mía de las piezas dentales, el tipo de accidentes que podían
presentarse y la forma para evitarlos o resolverlos.
La ordenanza del Virrey fue acatada por los barberos fle-
botomianos más experimentados, los que estaban seguros
de sus conocimientos y que se habían preparado para el exa-
men en alguno de los manuales que para el caso se podían
conseguir. Estas personas exhibían orgullosas su licencia de-
dicándose, en lo futuro, solamente al ejercicio de flebotomía:
a realizar extracciones y sangrías, los más evolucionados em-
plomaban muelas y realizaban limpiezas dentales.
Los que desistieron de presentar el examen, limitaron sus la-
bores a las actividades propias de una peluquería y, seguramen-
te hubo casos de algunos, que siguieron haciendo extracciones,
pero ya en la clandestinidad. Las autoridades del Ayuntamiento,
acostumbraban publicar los nombres de los flebotomianos titu-
lados y la ubicación de sus establecimientos en bandos que se
colocaban en lugares públicos, para que la población supiera a
dónde acudir cuando alguien requería de sus servicios.
En 1830 salió a la luz una publicación del doctor Manuel
de Jesús Febles, médico del Hospital de San Pedro y del Divino
Salvador y presidente del Protomedicato. El libro se titula Noti-
cias de las leyes y órdenes de Policía que rigen a los profesores
del arte de curar, el texto contiene las primeras leyes y regla-
mentos relacionados con el ejercicio de las profesiones médi-
cas. De los barberos flebotomianos, el doctor Febles dice que:
“Se les examina en el conocimiento de las arterias y las venas,
operación de la sangría y en sacar dientes y muelas”.
El oficio de flebotomiano sacamuelas, evolucionó y se digni-
ficó, gracias a la disposición del Virrey de Azanza. Algunas publi-
caciones que aparecen a partir de la segunda mitad del siglo XIX,
ayudaron a mejorar las prácticas dentales. Gracias al libro de don
Ambrosio González del Valle publicado en 1865, Manual de flebo-
tomianos o sangradores y dentistas nos damos idea de la práctica
de estos individuos, que también aplicaban ventosas simples y
sajadas, hacían sangrías en venas y arterias de todo el cuerpo, per-
foraciones para los aretes y diversos procedimientos en la cavidad
oral. En esta última parte don Ambrosio refiere que:
l “Los dientes son órganos duros y compactos, colo-
cados en dos series, en unas cavidades que le presentan las
mandíbulas: Dientes incisivos, caninos o cúspides, pequeños
molares y gruesos molares.
l “Limpiar, limar, cauterizar, emplomar, enderezar y extraer.
l “Extracción del tártaro, que es la secreción petrificada
de las encías.
“Para esto se necesita varios implementos: una palangana
con agua limpia para introducir los instrumentos, vaso con
agua templada, sillón de respaldo alto con tornillos para gra-
duarlo, legras (instrumentos compuestos de una varilla que
se entornilla a un cabo, cuya extremidad se compone de una
lámina cortante) y un espejo”.
Para las extracciones se recomiendó:
Incisivos, caninos y pequeños molares. Usar gatillo o
pinza, las raíces se pueden arrancar con la palanca o con un
tira-diente a manera de tirabuzón.
Gruesos molares. Llave inglesa, se aconseja la torsión
hacia fuera, si no hay inconveniente”
Para la obturación de las piezas dentales el profesor
González del Valle recomendó:
“Reconocido el diente capaz de ser emplomado, se em-
pieza limpiando su cavidad con estiletes y cucharitas. Se lleva
una bolita de algodón en la punta del estilete, dentro de la
cavidad, después el plomo o el oro dándole la forma de un
pequeño tubo, después con una sonda y emplomador se va
hundiendo el material con un poco de fuerza hasta formar
una sola masa que se alisará con un bruñidor. Se usa también
el metal fundible de Darcet: ocho partes de bismuto, cinco de
plomo, tres de estaño y un décimo de mercurio”.
La llegada de la dentistería -una profesión desconocida
en México- ofreció una novedosa opción para todos los que
sufrían problemas dentales. La ciencia médica fue relegando
la práctica de las sangrías y, poco a poco, el viejo oficio flebo-
tomiano se vio obligado a ceder el paso a los revolucionarios
conocimientos llegados de Europa y los Estados Unidos.
El ejercicio de los flebotomianos, existió durante todo el siglo
XIX, pero, a partir de 1866, ya nadie solicitó ser examinado en esta
disciplina en la Escuela Nacional de Medicina. Aunque con el paso
del tiempo, los flebotomianos sacamuelas evolucionaron, seguían
en desventaja con los dentistas extranjeros y mientras los prime-
ros realizaban diferentes prácticas como: sangrías, aplicación de
ventosas, orificios para colocar aretes, extracciones, curaciones y
obturaciones dentales; los segundos se ocupaban exclusivamen-
te de los problemas orales, realizando además de extracciones y
obturaciones de amalgama y oro cohesivo, prótesis parciales y
totales. Las personas que habían sufrido mutilaciones dentales
recibieron con mucho agrado las nuevas técnicas rehabilitadoras.
fuentes:
Bibliografía
l Díaz de Kuri, Martha. “El Nacimiento de una
profesión”. “La odontología en el siglo XIX en México”.
Fondo de Cultura Económica UNAM . México .1996.
79
 Parte IV l Capitulo XIV

Presencia
de Santa Apolonia en México
hasta su muerte. Gracias a una inteligencia privilegiada y a la
Mtro. Juan Álvarez de Lille
Ex profesor de Operatoria Dental de la Facultad recomendación de su padre, Magistrado de Alejandría, fue de
de Odontología, UNAM y de la Universidad las pocas mujeres que pudo ingresar a la biblioteca de Alejan-
Intercontinental dría, donde se relacionó con filósofos renombrados y estudió

I
ntroducción
Apolonia nació en Alejandría, Egipto en el año
200, 16 años más tarde, recibió el bautismo y deci-
dió dedicarse a la predicación, ejercicio que realizó
de manera brillante durante los siguientes 33 años
80
diversas corrientes religiosas.
Tiempo después, ingresó a la Didascalia, primera escuela
del cristianismo donde se discutían las Sagradas Escrituras y
traducciones recientes de las mismas, amén de aceptar en
su seno, a filósofos de todos los géneros de creencias. Sien-
do ya maestra en la Didascalia -en el año 225- fue ordenada
sacerdotisa por el obispo Demetrio. En el año 231, figuró en
la terna para dirigir la institución; Orígenes y Dionisio fueron
los otros aspirantes y quedó descartada por ser mujer. Así,
sucedió un par de veces más en los años venideros. Sin em-
bargo, fue considerada la Directora virtual de tan importante
institución.
En el año 249, se suscitó una revuelta religiosa contra el
cristianismo en Alejandría de carácter local, no fue una per-
secución contra el cristianismo -la cual ordenó el emperador
Decio, dos años más tarde en el año 251-. Como consecuen-
cia de esta revuelta religiosa, Apolonia, la predicadora, fue
aprehendida, encarcelada, juzgada y condenada a sufrir lapi-
dación y flagelación, nunca es condenada a muerte, pero las
circunstancias se dieron de otra manera.
Todos estos sucesos fueron realizados públicamente,
ya que era muy importante para los sacerdotes paganos
obligar a Apolonia, sin importar el precio, a renunciar pú-
blicamente a sus creencias, ya que después de tantos años
de predicación, ella se había convertido en un ícono del
naciente cristianismo. Como escarmiento público, se llevó
a cabo la lapidación, dirigida específicamente a la boca
de la futura Santa, por ser el instrumento, que tanto daño
causó al paganismo; el brutal castigo causó destrozos en
gran parte de los órganos dentarios de Apolonia; en ningún
momento le fueron arrancados por pinzas, eso ya es conse-
cuencia de la imaginación de muchos que desarrollaron su
iconografía posteriormente.
En vista del silencio de Apolonia, se hizo una hoguera,
más con el fin de atemorizarla que de matarla, ella solicitó
que la desataran y ya estando libre, se dirigió a la multitud
diciendo lo que va a ser la clave de su“ Leyenda,” el famoso
ofrecimiento “Todo aquel que sufra algún padecimiento en
la boca o en la cara como lo he sufrido yo, prometo que seré
la intercesora ante el Señor a fin de aliviar sus males”, acto
seguido y por decisión propia, se arrojó a la hoguera donde
murió. Algunas versiones dicen que el fuego no la atacó, ra-
zón por la que tuvo que ser decapitada.
En un medio donde la medicina era elemental y pobre,
los dos únicos recursos en problemas de odontalgias eran: la
herbolaria y/o el arrancamiento del órgano afectado, con el
consabido trance doloroso que esto representaba. Después
del ofrecimiento que hace Apolonia, nace la “Leyenda” como
un nuevo recurso de carácter espiritual, pero opción al fin,
para el alivio de estos males. Este recurso, va a dispersarse
de una manera impresionante en velocidad y en extensión.
Los restos de Apolonia no fueron depositados en la Di-
dascalia como le correspondería, tienen que ser ocultados
en las catacumbas de Alejandría. El hecho de que Apolonia
ingresara a la hoguera por voluntad propia, hace que sea
calificada por algunos fanáticos como suicida, y en lugar
de pasar casi de inmediato a ser canonizada -como suce-
día con todos aquellos que sufrían martirio-, pasaron casi
50 años hasta que el Papa Marcelino la canonizó cerca ya
del año 300.
La Leyenda de Apolonia se importó a Europa recién mu-
rió, pero no fue sino hasta 1090, en tiempo de las cruzadas,
cuando en alguna de ellas, su cuerpo es trasladado como un
trofeo a la parte norte de Italia y partes de su cuerpo enviadas
a diversos países; empezaron a surgir reliquias de Apolonia
en España, Alemania, Francia Dinamarca y Suecia; en 1775,
el Papa Pío VI hizo un llamado de atención porque el número
de reliquias rebasaban por mucho, la cantidad de órganos
dentarios y demás elementos óseos que nos conforman.
La gente desesperaba por “conocer” a Apolonia, entonces
su “Leyenda” sufrió una nueva transformación desde el naci-
miento de la iconografía de Apolonia la Santa, su imagen fue
transformada, de una mujer madura de 49 años la convirtie-
ron en una hermosa jovencita de facciones muy delicadas,
su pelo rubio y tez muy blanca -esta es una de las constantes
en sus retratos, siendo que Apolonia pudo ser morena, qui-
zás negra, pero esa imagen era la conveniente para que su
presentación y “ Leyenda” siguieran cautivando adictos-. El
“mito” de Apolonia nació en el 249, momento en que reali-
zó el “ofertorio” y se opacó brutalmente hasta 1893, cuando
nació el ácido acetil salicílico, la aspirina. A partir de ese mo-
mento la gente le dio la espalda a la Santa.
En el siglo XVIII, un grupo de “sacamuelas” callejeros en
Turín Italia, se encomendaba antes de hacer una extracción
dental, a Santa Apolonia, difundiéndose el abanderamiento
de la patrona de la Odontología que posteriormente sería se-
cundado a nivel internacional.
Misioneros
Junto a los conquistadores de la Nueva España, arri-
baron los primeros misioneros, cuyo objetivo era la con-
quista espiritual y religiosa de los indígenas conquistados.
Básicamente en un principio hubo dos órdenes religiosas:
Franciscanos y Jesuitas, y en 1526, hacen su aparición los
Dominicos ( Dominus = Señor, canis=perro) los canes del
Señor. Ordo Fratrum Praedicatorum. Esta orden dedicada
a la prédica, por razón natural adoptó a una de las San-
tas que sufrió martirio por su labor de predicación: San-
ta Apolonia y su “Leyenda” fue utilizada constantemente
81
 como una herramienta de sanación espiritual en los males
odontológicos, al fallar los primitivos recursos médicos y
herbolarios, ya fuera por parte de los conquistadores o de
los naturales de la región. En 1533, los Dominicos emigra-
ron hacia la zona de Puebla, lugar donde iniciaron la cons-
trucción del templo de Santo Domingo y posteriormente,
la Capilla del Rosario donde Santa Apolonia hará acto de
presencia.
Apolonia, la Santa recién desempacada en el Nuevo
Mundo empezó a ser presentada a los indígenas, quienes
oyeron de boca de los misioneros toda su “Leyenda” y las
posibilidades de sanación en caso de que un apuro dental
los sorprendiese. En ese momento, la imagen física de Santa
Apolonia fue prácticamente desconocida, ya que solamente
unos cuantos tuvieron acceso a observarla en breviarios y
misales o bien en alguna modesta pintura, que dio apoyo a
su Leyenda.
Así esta historia se fue esparciendo muy lentamente, pero
de manera progresiva e intensa, a partir de la culminación
de la conquista de México. Sin embargo, en ese momento,
no existía en la República Mexicana, ninguna evidencia ico-
nográfica de la presencia de Santa Apolonia y pasarán ocho
décadas para que su imagen se vea corporizada.
Bahía de Santa Apolonia,
Baja California
En 1535 el conquistador descubre la península de Baja
California y a una de sus bahías -situada al oriente de la pe-
nínsula-, la hace llamar “Bahía de Santa Apolonia”. No existe
ningún indicio documental o testimonio anecdótico que es-
clarezca por qué el conquistador decidió bautizar con dicho
nombre a ésta Bahía. Sanfilippo consigna que, en 1696, el
misionero jesuita Eusebio Francisco Kino, en el plano que rea-
lizó llamado “Teatro de los trabajos apostólicos hechos por
los Jesuitas”, volvió a marcar la posición de la punta de Santa
Apolonia. En los primeros años del siglo XVIII, se le cambia de
nombre por el de bahía de Magdalena, como se le conoce a
esa zona en la actualidad.
Santa Apolonia, Teacalco,
Tlaxcala
En este lugar ubicado en Tlaxcala, México, cerca de las
famosas ruinas de Cacaxtla, ocurre un hecho insólito de
acuerdo a la bibliografía referente a Santa Apolonia: en este
lugar se lleva a cabo una “aparición” de la Santa a finales del
82
siglo XVI, sin que esto haya sido causal de documentación
formal por parte del clero, ya que el contexto de la leyenda
de este asombroso hecho, no da una fecha precisa, pero se
podría estimar por los testimonios “actualizados”, que ocurrió
alrededor de 1570.
La aparición se lleva a cabo en lo alto de un cerro con-
tiguo a la población, el desconocimiento absoluto del
nombre o del número de personas que fueron testigos
de éste hecho excepcional, pone en duda la veracidad del
hecho, pero la transmisión oral de esta leyenda persiste
con la misma intensidad en los pobladores de ésta zona.
Según algunos, la virgen Santa Apolonia, hace brotar un
manantial en los altos del cerro a través de tres orificios,
los cuales están “ungidos”, y la corriente de agua originada
por los mismos, derivaba hacia una fuente ubicada en el
atrio del templo, que se construyó para celebrar este má-
gico evento. A ésta fuente acudirán un sinnúmero de fieles
para buscar alivio a sus males dentales o para evitarlos.
No obstante el vigor de la transmisión oral, se deja sentir
hasta la actualidad, donde el fervor de los pobladores de
Santa Apolonia, no da un resquicio de duda, sobre la vera-
cidad del hecho de que su patrona, Apolonia, se manifestó
físicamente como benefactora del conglomerado indíge-
na de sus ancestros.
Existe una versión donde en una zona aledaña -Teroza-
hua-, hace su “segunda aparición“ sin dejar el menor rastro y
ningún tipo de testimonio, salvo el popular.
Desde el siglo XVI, periodo en que fue construida la igle-
sia a la fecha, ha sufrido innumerable cambios. Inicialmente
el altar principal fue presidido por una pintura de la Santa,
realizada a comienzos del XVII, de autor anónimo, presentó a
la santa vestida a la usanza romana de su época (rivalizando
con una imagen de Santa Apolonia de tamaño natural, que
se presumía era la única representación de la Santa con éste
tipo de indumentaria.)
El ocho de febrero, con la iglesia saturada de adornos
florales, le cantan las“ mañanitas”, esto ha venido suce-
diendo ininterrumpidamente, desde su aparición, pero
en la actualidad, el cuadro ocupa uno de los altares late-
rales y el central, es presidido por una estatua de estuco
tamaño casi natural, que detenta en su mano derecha la
palma del martirio y en su izquierda en lugar de sopor-
tar el tradicional forceps, curiosamente se le adjudicó un
“portagrapa”; también en uno de los nichos laterales del
templo se venera una imagen de porcelana de la Santa
con mucha similitud a las traídas por la Nao de China a
finales del siglo XVII; por el color de la porcelana y pelo
natural, características de esas muñecas importadas. A la
fecha, no ostenta ninguno de los atributos propios de la
Santa (palma y fórceps).
El nueve de febrero del 2000, se inauguró un vitral en una
de las puertas de entrada al templo, mide 1.30 por 0.70 m.
Muestra a la imagen de la Santa, flotando sobre un fondo azul
que simboliza el cielo. En la parte superior, dos pequeños án-
geles sostienen un listón que reza: Santa Apolonia ruega por
tu pueblo. Santa Apolonia luce una tez muy blanca, porta
una réplica de la corona que tiene la imagen del altar princi-
pal, la abriga una larga túnica blanca y majestuosa capa color
rojo. En su mano derecha sostiene la palma y en la izquierda
una flor de lis. Esto es excepcional ya que en toda la iconogra-
fía referente a Santa Apolonia, son contados los casos en que
no sea representada con su atributo proverbial, las pinzas o
fórceps. El primer ejemplo lo dio la figura que se encuentra
en el colofón del primer libro de odontología escrito en espa-
ñol: Coloquio breve y compendioso sobre la materia de la den-
tadura y maravillosa obra de la boca, del Bachiller Francisco
Martínez del Castrillo escrito en 1557, donde se observa a la
Santa con una palma en su mano derecha, mientras su mano
izquierda sostiene el bies de su túnica, en cuyo regazo se ob-
servan multitud de frutas.
Desde que la Santa hizo su “aparición” en Teacalco, a fina-
les del siglo XVI, hasta la fecha, los pobladores no conocen
bien a bien la historia de quién es su Patrona y por qué llegó a
ese estado de Santidad, que la ubica en una concepción uni-
versal de “sanadora dental”. Ciertamente los frailes dominicos
tuvieron buen cuidado de relatar, una y mil veces la “Leyenda”
de Apolonia sin embargo el fervor popular de los lugareños,
encontró en ella, a la protectora no sólo de sus dientes, sino
de todos sus males.
Santa Apolonia Azcapotzalco
Al poniente de la ciudad de México, está enclavado
el barrio de Azcapotzalco, desde tiempos precolombi-
nos y después de la conquista, los Dominicos fueron
los encargados de la evangelización de sus pobladores;
ésta podría ser la razón por la que, a finales del siglo
XVI, en 1590, hicieron construir una modesta capilla de-
dicada a Santa Apolonia; y, coincidente con la reciente
“aparición” de la santa en Teacalco, Tlaxcala, seguramen-
te la Orden Dominica quiso extender la popularidad de
la “Leyenda”.
En su interior, en el altar principal se veneraba un cuadro
de la Santa, pintado a principios del siglo XVII, el cual debi-
do al deterioro sufrido, fue rescatado por el Instituto Nacio-
nal de Antropología e Historia para su restauración. Aunque
esto sucedió hace ya varios años nadie sabe dar razón de
la ubicación de dicha obra. Debido a la gran afluencia de
fieles, del barrio de Santa Apolonia, que no cabían dentro
de la capilla y se veían obligados a participar en los servicios
religiosos en el atrio, a unos metros de la capilla, se cons-
truyó un nuevo templo a mediados del siglo XX. Una ima-
gen de estuco de 1.10 de alto, se encontraba presidiendo
el altar de la capilla, sosteniendo unas pinzas de madera en
su mano derecha y la palma en la izquierda; un remate de
flores blancas entrelazadas con un listón coronan la cabe-
za y está vestida con una túnica en dorado con negro y un
cinturón negro adornado con rombos dorados. Esta imagen
fue trasladada con bombo y platillo, en la inauguración del
nuevo templo de un mayor aforo.
Posteriormente la imagen fue sustituida por otra de ma-
yor tamaño y con una modificación importante, portaba sus
atributos a la usanza tradicional, la palma en la derecha y
las pinzas de madera en la izquierda. La imagen, presidien-
do una verbena popular, cada 9 de febrero, era cargada en
procesión por las calles del barrio. En ésta iglesia existía una
imagen de cerámica que medía 30cm aproximadamente,
muy similar a la existente en Teacalco, lujosamente coro-
nada y arropada, dicha imagen, excepcionalmente era ex-
puesta para su veneración. Para finales del siglo pasado, el
encargado del templo, el presbítero, Manuel Velásquez H.
escribió una “Novena en honor a la virgen y mártir Santa
Apolonia”, cabe destacar que esta novena, es solamente de
siete días.
Hacienda de Galindo, Querétaro
En las inmediaciones de San Juan del Río, se encuen-
tra la Hacienda de Galindo, en la capilla, estuvo expuesto
un cuadro cuyo tema es el martirologio de Santa Apolonia
realizado a mediados del siglo XVII. La manera en que dicho
cuadro “arribó” a la hacienda, fue coincidente, probable-
mente con la inauguración de la Capilla de la misma que
data de 1645. Se cuenta que en ese momento de bonanza
para el lugar, su propietario el capitán Juan Frías Valenzuela,
hizo un encargo de ocho cuadros - probablemente a Cristó-
bal de Talavera-, para adornar la Capilla. Este cuadro junto
con muchos otros artículos sacros, se ocultaron debido a
la convulsión religiosa que sufrió México durante la guerra
cristera (1930-33). En 1978, una conocida cadena hotelera
encargó los trabajos de restauración de varios cuadros al
83
 prestigiado artista John Blad; entre ellos estaba el del mar-
tirio de Santa Apolonia.
Capilla del Rosario, Puebla
En 1650 en el templo de Santo Domingo, da comienzo la
construcción de esta capilla considerada por muchos como
la “Octava Maravilla del Nuevo Mundo”, y su consagración se
realizó un 16 de abril de 1690 coincidiendo la fecha con la
conmemoración de la fundación de la Ciudad de Puebla. En
el cornisamento superior se encuentran 16 repisas que sus-
tentan con majestad a un igual número de estatuas de tama-
ño natural, que forman dos coros, uno de vírgenes y otro de
vírgenes-mártires con sus respectivas insignias, tarjas, motes
y ropajes de color propio y alusivo, la presencia de estas don-
cellas, se debe a que en este coro, constituyen las damas de
honor para su Reina la Virgen del Rosario a quien está consa-
grada ésta capilla.
Santa Apolonia está situada en una cornisa, junto a
Santa Anastasia, virgen y mártir quien está situada a la dies-
tra de Apolonia y a su izquierda está ubicada Santa Clara,
virgen solamente. La imagen está orientada en el tambor
de la cúpula hacia la salida del sol y las vestimentas de
Santa Apolonia, no corresponden de manera alguna a las
romano-alejandrinas de cuando fue sacrificada, sino que,
está ataviada con un hábito similar al de las otras Santas.
En su mano izquierda sostiene un molar de descomunales
proporciones, quizás para que pueda ser distinguido fácil-
mente desde la base de la capilla 15 metros abajo, y en su
mano derecha, detenta la simbólica palma del martirio. Su
presencia en éste lugar privilegiado, da fe de la prevalencia
que se le ha rendido, a la predicadora Santa Apolonia, den-
tro de la Orden Dominica.
Juan de Esteyneffer (1644-1716), coadjutor reformado de
la Sagrada Compañía de Jesús, llegó a la Nueva España para
servir en las misiones de Sinaloa, Sonora, California y la Sie-
rra Tarahumara, -región donde permaneció trece años-. Su
obra “El Florilegio medicinal de todas las enfermedades”, es
una compilación de varios autores clásicos, para bien de los
pobres y de los que tienen falta de médicos y fue redactada
con la finalidad de servir a los reverendos padres misioneros
de ésta Compañía, que estaban obligados a practicar la medi-
cina en los lugares más remotos. Juan de Esteyneffer, no fue
médico, como él mismo lo aclara en las “advertencias” de su
libro, se puso a estudiar a los autores clásicos de la medicina
para suplir esta insuficiencia, además de anotar la terapéutica
indígena.
84
Al inicio de cada capítulo de ésta obra, antes de describir
la enfermedad, hace mención del Santo correspondiente al
que hay que recurrir para que sea el abogado en el alivio del
padecimiento. En el capítulo XX, titulado Del dolor de mue-
las, da inicio refiriéndose a “Santa Polonia” nominativo bas-
tante usual en el lenguaje popular al mencionar a Santa Apo-
lonia ratificándola una vez mas, como “abogada para el dolor
de muelas” La presencia de Apolonia o “Polonia” en esta obra,
nos habla claramente que la “ Leyenda” continúa vigente.
Templo de Santo Domingo,
Oaxaca
En el patio principal del que era convento Dominico y
en la actualidad hermoso museo, existe una arquería cir-
cundando a dicho patio. En las rústicas columnas de so-
porte, están pintadas imágenes de diversos Santos y entre
estos frescos, está ubicada Santa Apolonia. El estado de
deterioro de este fresco en especial, hace imposible su
reconocimiento, ya que la cara, atuendo y atributos están
totalmente deslavados. Sin embargo, hay tres elementos
para pensar que efectivamente se trata de un fresco de
Santa Apolonia: el primero es su ubicación dentro de un
convento de Dominicos, situación por demás frecuente
en las instalaciones de esta Orden. Segundo en la colum-
na contigua se encuentra la imagen, más reconocible, de
Santa Lucía; es importante señalar en la iconografía uni-
versal de estas dos santas Apolonia y Lucía, el sinnúmero
de veces que se encuentran juntas en pinturas, retablos,
esculturas, vasijas, etc. La presencia de Santa Lucía da un
elemento de certificación de que efectivamente, pudiera
tratarse de Apolonia y en tercer lugar la versión de uno
de los conocedores mas capacitados de éste sitio, el Sr.
Calixto Contreras quien asegura que esa deslavada figura
corresponde a Santa Apolonia, es digno de admiración el
conocimiento y la lucidez con que describe la historia tra-
dicional de la santita, a sus noventa y tantos años. Estos
frescos fueron realizados probablemente a finales del siglo
XVII o principios del XVIII.
Parroquia de la Santa Cruz y
San Juan de Dios, Guadalajara
Jalisco
En una de las capillas laterales de esta iglesia, se encuen-
tra la imagen de Santa Apolonia que junto con la de Santa
Lucía flanquean una muy buena pintura central, dedicada
a la Virgen de Guadalupe. A pesar de que esta imagen ca-
rece de atributos (la palma y las pinzas), en la base se en-
cuentra el nombre de Santa Apolonia como identificación.
Sin embargo, al investigar sobre la historia del templo,
emerge la razón del por qué de la presencia de la Santa
en el lugar.
En 1551 el primer Obispo de Guadalajara, decide fundar
un hospital que, de hecho, fue el primero que existió en el
Reino de Nueva Galicia. El nosocomio fue edificado donde
actualmente está la Parroquia y, de esa fecha hasta el arribo
de la Orden de los Hospitalarios Juaninos, hay un gran vacío
de información. La presencia de los Juaninos y su necesidad
de brindar ayuda en el aspecto espiritual de diversos enfer-
mos, fue quizás la clave que justifica la presencia de Apolonia
en uno de los altares principales, sin embargo no existe evi-
dencia de algún tipo de pintura o imagen con Santa Apolonia
a la que se rindiera culto, durante el tiempo que éste local
funcionó como convento-hospital.
Cuando da inicio la construcción del actual templo, el 3
de mayo de 1726 -se terminó 23 años después, en 1749- se
llevó a cabo la elección de quienes serían los Santos que es-
tarían involucrados en adornar el altar principal y las capillas
laterales y como se puede constatar, Santa Apolonia fue uno
de los elegidos.
Convento de Guadalupe,
Zacatecas.
Cercano a la ciudad de Zacatecas, este convento posee
un óleo de autor anónimo con la imagen de Santa Apolonia
bellamente ataviada. Éste y otros cuadros, se realizaron a me-
diados del siglo XVIII (1750). Las dimensiones de esta obra
pictórica, expuesto en la capilla del convento, son de 2.25 m
de alto por 1.80 m. de ancho; el estado de conservación de la
tela es excelente. Saliéndose de las reglas del estilo que pri-
vaba en esos años, este cuadro posee una luminosidad fuera
de lo común. Corre el rumor, que el autor pudo haber sido
discípulo de Francisco Zurbarán.
La Capilla de San Lucas, D.F.
México.
Ubicada en el Centro de la ciudad de México, esta capilla
fue construida por los Franciscanos a mediados del siglo XVII.
El distinguido historiador Dr. José Sanfilippo menciona que
en este lugar existe un cromo de Santa Apolonia a un lado del
altar. A finales de 1999 se hicieron trabajos de remodelación,
motivo por el cual muchos cuadros fueron removidos tem-
poralmente, entre ellos el de Santa Apolonia, el cual cuando
se llegó a un reconocimiento del lugar a principios del siglo
XXI, estaba extraviado según el cura párroco y a la fecha no
ha podido ser rescatado.
Santa Apolonia, Estado de
Sinaloa.
Existe una pequeña población, ubicada en la Sierra Madre
Occidental, en el estado de Sinaloa, llamada Santa Apolonia,
Municipio de San Ignacio, cuyo templo posee una imagen de
la Santa. La fundación de esta iglesia pudo corresponder a las
travesías que por esos lugares realizaban los Jesuitas en tiem-
pos posteriores a la Conquista de México. No existe ningún
tipo de información o evidencia que proporcione informa-
ción de cómo llegó el cuadro a ese sitio.
85
 Parte V l Capitulo XV

Evolución
de la medicina en el siglo XIX
Dr. Carlos Viesca Treviño rimentalmente, cuya aplicación se cristaliza en el manejo de
Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina, los problemas de atención a la salud.
Facultad de Medicina, UNAM. Posgrado en
Humanidades en Salud, Dirección General de Estudios
de Posgrado, UNAM. Academia Nacional de Medicina. El conocimiento básico
Sistema Nacional de Investigadores

D
urante el siglo XIX, la medicina sufrió
cambios de suma importancia, que
derivaron hasta convertirse en lo que
es hoy: un conjunto de conocimientos,
básicos, clínicos y epidemiológicos, va-
lidados a través de criterios rigurosos y corroborables, expe-
86
Con un arraigo cada vez mayor al hospital, los médi-
cos emprendieron simultáneamente el desarrollo de un
conocimiento clínico derivado de la premisa de que la
enfermedad provoca lesiones en el organismo. El antece-
dente inmediato era el pensamiento de Giovanni Battista
Morgagni, plasmado en su obra publicada en 1763: Del
sitio y causa de las enfermedades por indagación anatómi-
ca, gracias al cual, se derivó el análisis hecho por François
Xavier Bichat a principios del siglo XIX, en el que destacó
que no era el órgano en su conjunto el que se alteraba al
enfermar, sino que había dentro de él, estructuras de dife-
rente textura, separadas entre sí por membranas. Los teji-
dos hacen así presencia como sitio de origen y de expre-
sión de la enfermedad. Pero hay que recordar que Bichat,
también insistió en que, los diversos tejidos, padecían de
patologías diferentes entre sí y, que si bien podía hablarse
de inflamación, de tumores, de fibrosis, etcétera; éstas te-
nían significado propio dependiente del tejido en que se
implantaran, pero a la vez, tenían características que les
daban una dimensión sistémica.
En otro tratado posterior, Reflexiones filosóficas sobre la
vida y la muerte, el mismo Bichat da pie a la discusión so-
bre la importancia que tiene el conocer las funciones de
órganos y tejidos, para comprender la enfermedad, tanto
desde un punto de vista de la estructura afectada como de
la alteración dinámica. Al definir la vida como “el conjunto
de funciones que se oponen a la muerte”, Bichat establece
un rumbo diferente al estudio de las funciones, en el que
se prioriza el entendimiento de su impacto para la preser-
vación y mantenimiento de un organismo sano, pero, ante
todo, vivo. Esta nueva fisiología vitalista produjo espléndi-
dos resultados, sus principales exponentes fueron François
Magendie en Francia, y Johannes Müller, en Alemania, cuya
influencia –a través de sus trabajos- se extendió hasta me-
diados de siglo. Manuel Carpio, quien en 1833 fue fundador
de la cátedra de Fisiología en el Establecimiento de Ciencias
Médicas de México, se convirtió en un convencido defensor
del vitalismo y seguidor de Magendie, a él se deben, impor-
tantes estudios farmacológicos -como su estudio sobre cor-
nezuelo de centeno, como oxitócico-.y la recomendación
de alimentar a los enfermos que padecían enfermedades
agudas, especialmente la tifoidea, prescribiendo para ello,
el empleo de atoles.
Discípulo y continuador de Magendie fue Claude Ber-
nard, quien adoptó el pensamiento positivista y exigió de
la fisiología, que fuera una ciencia completamente experi-
mental y no sostuviera como verdadero, nada que no pu-
diera demostrarse por esta vía. Su Introducción al estudio de
la medicina experimental, sigue siendo un clásico del pensa-
miento médico. Sus estudios sobre la función glucogénica
del hígado, sobre el calor animal y aquel, en que define el
sitio de acción del curare en la placa neuromuscular, son
ejemplo de claridad en las hipótesis y finura en la metodo-
logía, seguida para la obtención y análisis de los datos y el
establecimiento de conclusiones; corolario de la obra de los
fisiólogos que le precedieron y, puerta abierta hacia el futu-
ro, la aportación de Bernard deja perfectamente estableci-
do el pensamiento fisiopatológico. Después, vendrían nu-
merosos seguidores quienes estudiarían muchas funciones,
en particular –y ya para terminar el siglo- el pensador ruso,
Iban Pavlov llamaría la atención hacia el funcionamiento
del sistema nervioso autónomo y su modelo de integración
del organismo entendido como un todo. En México, Gabino
Barreda introdujo el pensamiento positivista, y fue Ignacio
Alvarado quien dio a la cátedra de fisiología en la Escuela
Nacional de Medicina, el carácter que le exigía Bernard.
Al mencionar los estudios de Bernard sobre el curare,
queda asentado que la investigación farmacológica esta-
ba supeditada a la fisiología y se realizaba en sus labora-
torios. Sin embargo, los primeros laboratorios destinados
ex profeso para el estudio de las sustancias medicinales y
sus efectos curativos y tóxicos, se crearon a partir de me-
diados del año 1800. Oswald Schmiedeberg en Dorpat,
Estonia, estudió los efectos de la digital y la muscarina,
entre muchos otros; en México, en 1888 es fundado el
primer gran laboratorio de farmacología; el del Instituto
Médico Nacional, a cargo de Fernando Altamirano en sus
primeros años.
A mediados de siglo, se desarrolló también la Química
médica, que comenzó a tener nuevamente una cara propia,
al acentuarse las diferencias entre la química orgánica y la
inorgánica al evolucionar los métodos para medir sustancias
químicas que, se demostró, podían servir como marcadores
de estados funcionales orgánicos. La glucosa, la urea y el co-
lesterol son algunos de los primeros componentes, de lo que
se ha ido convirtiendo en el estudio de la Química sanguínea
y, es obvio, que no tardaron en establecerse los criterios inter-
pretativos orientados hacia la clínica, acerca de su aumento
o disminución.
El pensamiento
anatomopatológico
En párrafos anteriores, ha sido señalado el surgimiento
del pensamiento anatomopatológico, es decir, de aquél
que explica la enfermedad a partir de la detección de una
lesión anatómica, orgánica o tisular, hasta donde se ha
expresado en este texto. Pero el proceso de disección no
se detuvo en el tejido, a raíz de los planteamientos de la
fisiología vitalista, el anatomopatólogo francés Jean Cru-
veilhier, dedicó su vida a estudiar la repercusión de los
87
 fenómenos de la vida y de la muerte en órganos y tejidos,
planteando que hay reacciones locales y otras generales y
aún sistémicas. Pero el principal progreso, que aún es váli-
do en muchos sentidos hasta nuestros días, se dio cuando
a mediados de siglo, y tomando en cuenta los descubri-
mientos de Robert Hooke, Rudolph Virchow, encontró en
el corcho, celdillas vacías, que más tarde, pudieron mos-
trarse llenas y con actividad funcional en los vegetales vi-
vos, el patólogo Virchow postuló que el principio anatomo
funcional de todo ser viviente se ubica en la célula y que,
por lo tanto, los primeros atisbos de enfermedad se encon-
trarían a nivel celular.
La revolución pasteuriana
Hacia fines de los años sesenta, el químico Louis Pasteur,
quien había estudiado la estructura de los cristales, para
luego enfrascarse en el análisis de algunas alteraciones que
sugerían contaminación de unos individuos a otros, como
-fue la filoxera en los viñedos- logró demostrar que existían
organismos muy pequeños, microbios, que aparecían como
agentes causales de enfermedades diversas. Sus primeros es-
tudios le llevaron a diferenciar cocos de bacilos y a relacionar
el estreptococo y el estafilococo con algunas infecciones pió-
genas. Después estudiaría el ántrax y el carbunclo y se empe-
ñaría en encontrar vacunas, nombre que él mismo dio a estos
productos para honrar la memoria de Jenner y su descubri-
miento de que la viruela, se podía prevenir usando el fluido
proveniente de las pústulas de las vacas. Su triunfo al lograr
obtener una vacuna antirrábica, marca un punto crucial en la
historia de la medicina. Su gran rival Robert Koch, prefirió el
88
nombre de bacteria al de microbio y, fue él, quien logró iden-
tificar al bacilo tuberculoso y luego al vibrión colérico como
los agentes causales de las enfermedades correspondientes,
logrando desarrollarlas experimentalmente en animales de
laboratorio y trasmitirlas de uno a otro individuo.
Es innegable el papel de la microbiología en la medicina
moderna -con sus extensiones a la virología, la inmunología y
la búsqueda de medicamentos específicos- y, constituye, una
parte fundamental de la historia de la medicina del siglo XX.
Los saberes clínicos
Volviendo al inicio de la época que se estudia, la Re-
volución Francesa trajo como consecuencia inmediata la
aparición del pueblo como elemento social digno de ser
tomado en consideración. El Hôtel Dieu, se convirtió en el
Hospicio de la Humanidad, significando que los pacien-
tes que allí llegaran, serían atendidos por ser parte de la
humanidad y ya no como obra de caridad. Los derechos
humanos, recién evocados por primera vez, comienzan de
inmediato a repercutir en la atención de los enfermos.
Las grandes escuelas clínicas, provenientes del siglo ante-
rior: París, Viena, Edimburgo y luego Berlín, fueron reproducidas
en numerosas ciudades europeas y en los nacientes países del
continente americano, las cuales, se fueron definiendo como:
afrancesadas, anglosajonas o de tendencias germanizantes.
El hecho central fue que, partiendo de que la lesión ana-
tómica era el origen de la enfermedad, el médico se obligó a
explorar a sus enfermos desarrollándose así, procedimientos
para detectar lesiones de los más variados tipos. Nicolás Cor-
visart importó a Francia y popularizó la percusión, método
descrito casi medio siglo atrás por Leopold Auenbrügger, ha-
ciendo accesible al explorador, el interior del tórax.
Poco después, René Hyacinthe Laënnec, describiría mu-
chas de las posibilidades de la auscultación del tórax, pudién-
dose hacer una semiología fina de numerosas alteraciones
pulmonares. Seguidores suyos como Joseph Skoda en Viena
y Jean Bouillaud en París, logran diagnósticos extraordinaria-
mente finos, a través del reconocimiento de diversos caracte-
res acústicos en el pulmón y, de los ruidos producidos por las
válvulas cardíacas.
Durante el resto del siglo, se acumularon varios cientos
de epónimos, asociando al descubridor de una relación entre
síntoma exploratorio y enfermedad. Mencionaré solamente
el ritmo de Durosiez, característico de lesiones valvulares
mitrales y el signo de Babinski, señalador de lesiones en el
sistema nervioso central.
La nosología
Con el interés puesto en el diagnóstico clínico, sobrevino
un cambio radical en la nosología. De la Nosología de Philli-
ppe Pinel -que data de inicios de siglo a las grandes obras
clínicas de fines del mismo- hay una diferencia abismal. Pinel
todavía trataba de clasificar a las enfermedades de acuerdo
a un sistema linneano dividiéndolas por género y especie. El
ejemplo más acabado de este pensamiento es el árbol de las
dermatosis de Jean Louis Alibert.
Posteriormente lo que se buscó, fue la identificación de
enfermedades propias de determinados órganos, aparatos
o sistemas, y su clasificación se fue derivando del cruce en-
tre el tipo de lesión y el sitio en que se asentaba. La anato-
mía patológica macroscópica y la patología celular, tuvie-
ron mucho que decir al respecto. Muchas enfermedades
fueron denominadas de acuerdo a quienes las describie-
ron, como la nefroesclerosis, conocida como enfermedad
de Bright; la tirotoxicosis que lleva el nombre de Graves
y de Basedow o la demencia presenil, bautizada como de
Alzheimer, quien la describió ya a inicios del siglo XX.
La cirugía
El siglo XIX se ha caracterizado como el siglo del inicio
de la cirugía moderna, es decir, de la cirugía que tiende a
extirpar el órgano o tejido enfermo y ofrece curaciones defi-
nitivas. Sus inicios fueron los de un nuevo tipo de cirugía de
guerra, teniéndose que ingeniar los cirujanos, en el empleo
de nuevas técnicas para tratar problemas derivados del uso
de nuevas armas, como son el cañón, el fusil de mayor calibre
y la bayoneta.
Dominique Jean Larrey, cirujano de la guardia imperial
napoleónica, es catalogado como la figura más importante de
este momento, establece los principios de una cirugía de gran
rapidez y con conocimiento preciso de las estructuras anató-
micas, logró realizar exitosas desarticulaciones de hombro en
el campo de batalla, en donde también experimentó con la
analgesia por congelación.
Después vinieron las resecciones del maxilar superior y la
mandíbula, no solo por heridas sino también por tumores, las
resecciones intestinales y, ya contando con anestesia, la cual
fue iniciada por Horace Wells y William Morton en los años
cuarenta, y poco después con medidas antisépticas dirigidas
conscientemente contra la contaminación bacteriana, se inició
la era de la extirpación de órganos enfermos. Ludwig Rehn ex-
tirpó un riñón y antes de finalizar el siglo, se habían hecho las
primeras neumonectomías, pero mientras tanto, Billroth llevó
a cabo resecciones del esófago y el estómago, emuladas por
Émile Péan en París, y el propio Billroth y Theodor Koch, pudie-
ron publicar series de más de 500 tiroidectomías.
Al comenzar el siglo XX, no había órgano par que no se hu-
biera resecado o al menos intentado resecar y se habían llevado
a cabo numerosas intervenciones sobre órganos nones. La pun-
ción de los abscesos hepáticos amibianos es una importante
aportación mexicana de Miguel Jiménez.
El hospital
Para fines del siglo, el hospital, estaba perfectamente de-
finido y era el sitio adecuado para el ejercicio de la medicina.
La necesidad de equipos e instrumental cada vez más sofistica-
do, obligaba a disponer de sitios de concentración en los que
pudiera contarse en ellos: autoclaves, aparatos de rayos X y de
electroterapia, grandes tinas para hidroterapia, quirófanos y sa-
las para la atención de partos
El mundo occidental se llenó de modernos hospitales, en
nuestro país, fue notoria su construcción en las últimas décadas
del siglo XIX y la primera del siglo XX. Hospitales civiles nuevos,
en todas las ciudades importantes de su territorio. Destacan el
Hospital General de la Ciudad de México y el Manicomio de la
Castañeda, los hospitales de San Luis Potosí, Guadalajara, Mon-
terrey, Aguascalientes, Mérida, Chihuahua, Toluca, Oaxaca…
algunos remozados, otros construidos nuevos en su integridad.
El siglo XIX sin duda alguna fue el preámbulo de los lo-
gros y aventuras que la medicina ha encarado lo que va de
entonces a nuestros días.
89
 Parte V l Capitulo XVI

Origen y Evolución
de La Cirugía Oral Y Maxilofacial
Dr. Vicente Cuairán Ruidíaz antiguo Egipto, especialmente en el Papiro de Edwin Smith
Cirujano maxilofacial. Profesor y Jefe del Departamento (1700 a.C.), en el que describe el manejo quirúrgico de las
de Estomatología y Cirugía Maxilofacial. Hospital heridas faciales, laceraciones del labio, luxaciones, fracturas
Infantil de México Federico Gómez. Profesor y
Coordinador de Ciencias Médico-quirúrgicas. mandibulares y fracturas conminutas maxilares. Los relieves
Universidad Intercontinental de instrumentos quirúrgicos incluidos fórceps dentales en
las paredes del templo ptolemaico de Kom Ombo a las ori-

L
os orígenes
Los procedimientos quirúrgicos para curar
los padecimientos, las lesiones y las malforma-
ciones de la boca y los maxilares, se remontan a
épocas inmemoriales. Los papiros médicos del
90
llas del Nilo, los escritos de Hipócrates de Cos (460-377 a.C.),
considerado el padre de la medicina, sobre las dislocaciones
y fracturas de la mandíbula y la descripción de la técnica para
extraer dientes con pinzas, realizada por Aristóteles (384-322
a.C.), el más grande filósofo de la antigüedad en su obra His-
toria Animalium, son ejemplos fehacientes de ello.
 La evolución de la extracción
dentaria y sus instrumentos
El desarrollo de la cirugía bucal, se ha encontrado asociado
en forma permanente a la extracción de los dientes, cuyas di-
versas técnicas, procedimientos e instrumental, se agrupan hoy
en día, bajo el término de exodoncia. Ya en el siglo I de nuestra
era, el gran médico romano Aulo Cornelio Celso (25 a.C.-50 d.C.)
-quien describiera los cuatro signos de la inflamación- menciona
en su obra De Re Medicina de forma muy puntual, la técnica qui-
rúrgica para la extracción de los dientes que, bien podría formar
parte de un texto de cirugía bucal actual.
Esta técnica es descrita de forma impecable en el siglo
X, por el cirujano árabe del califato occidental de Córdoba
Abul-Qasim(930-1009), conocido en occidente como Abul-
casis. En su obra monumental AlTasrif (El Método), propone
diversas técnicas para la extracción de dientes móviles, de
dientes bien implantados y de restos radiculares. Describe
las pinzas, los elevadores de raíz, y es la primera vez que
se observan en un escrito, ilustraciones de instrumentos
dentales.
A lo largo de los siglos, diversos instrumentos han sido ela-
borados para la remoción de los dientes. Éstos pueden clasificar-
se en tres grupos: Las pinzas de extracción, los pelícanos y las
llaves: la pinza para extraer dientes se conoce desde la época de
la antigua Grecia; Hipócrates, la llamaba plumbumodontogogon,
debido a su componente de plomo; Aristóteles la describe en
sus escritos, como una pinza hecha de hierro llamada odontagra.
Estos rudimentarios instrumentos quirúrgicos han sido hallados
en diversos sitios en que floreció la cultura griega, especialmente
famosas fueron las que se encontraron en el templo circular de
Apolo, en el santuario de Delfos.
En la época romana, las pinzas eran hechas de bronce.
Celso en sus escritos, describe con detalle unas pinzas curvas
para extracción de raíces, a las que denominó rizagray un ins-
trumento llamado tenaculum para elevar raíces dentarias. Estos
instrumentos han evolucionado a lo largo de los años debido a
importantes modificaciones hasta llegar a la pinza de extracción
actual llamada fórceps dental. El instrumento llamado Pelicano,
conocido en la época grecorromana como polycampus debido
a su parecido a la boca del ave homónima, fue mencionado en
los primeros libros dedicados al arte dental y constaba de una
parte fija con un brazo movible que tenía una punta en forma
de gancho, la cual sirvió para sujetar el diente que sería removi-
do y, la parte fija, se apoyaba en los dientes adyacentes o en el
hueso alveolar, actuando a manera de fulcrum, los dientes eran
materialmente arrancados de sus alveolos. Hay que recordar
también, que este procedimiento se realizaba sin anestesia.
Guy de Chauliac (c.1300-1368), el más importante cirujano
de la Edad Media, describe en su gran obra Inventorium Chirur-
gicalis Medicinae (Medicina quirúrgica), publicada en 1343, un
pelicano de doble palanca así como su uso correcto. Mientras
que Abulcasis, se declaraba en contra de los barberos, Chauliac
opinaba que, las operaciones de los dientes eran propias de los
barberos y dentatores. En 1530, se publica en Alemania el pri-
mer libro impreso dedicado exclusivamente al arte dental: Artz-
ney Buchleinwiderallerlei Krankeytenund Gebrechen der Tzenn
(Pequeño libro de medicina para toda clase de padecimientos
de los dientes). Se publicó en lengua vernácula y no en latín, lo
que permitió su difusión entre barberos de escasa educación. El
texto está basado en los escritos de Galeno, Plinio, Celso y Avi-
cena. En él aparecen descritos los instrumentos de extracción y
se sugiere que las extracciones fueran realizadas por un cirujano
y no por un médico. Walther Hermann Ryff (1500-1562), en su
obra Gross Chirurgeyoder Vollkommene Wundtartzeney publi-
cado en Frankfurt entre 1545 y 1559, no refiere ningún texto
concerniente a la dentistería pero presenta unas ilustraciones
maravillosas de instrumentos dentales.
Una importante discusión sobre los tratamientos quirúrgi-
cos de la boca y maxilares, además del instrumental quirúrgico,
la encontramos en la extensa y bellamente ilustrada obra de Jo-
hannes Scultetus (1595–1645) Armamentarium chirurgicum (Ar-
mamentario quirúrgico) editada en 1655, en él describe nueve
tipos de instrumentos para realizar extracciones y cirugía bucal.
En 1728, Pierre Fauchard (1678-1761) publicó en París su
libro Le Chirurgien Dentiste, ou Traite’ des Dents (El cirujano
dentista o Tratado de los dientes). Su publicación en alemán
estimuló la aparición de obras dedicadas exclusivamente a
la odontología. Como la de Philipp Pfaff (1713–1766), basa-
da en gran parte en los escritos de Fauchard y presenta una
amplia discusión sobre el instrumental requerido para la ex-
tracción dentaria.
A Etienne Bourdet (1722-1789) se le atribuye ser el prime-
ro en describir con detalle un nuevo instrumento para extraer
dientes llamado llave dental. Es un instrumento basado en
una mecánica similar al pelícano pero mucho menos agresivo,
es la combinación de este último y el davier de Ambroise Paré.
Tiene puntas de trabajo intercambiables para aplicar en los di-
versos tipos de dientes.
En 1786 Benjamín Bell introdujo importantes modifica-
ciones que permitieron una extracción con menos daño al
hueso alveolar. En la obra de Johann Jacob Serre (1759–1830)
encontramos nuevas modificaciones a la llave propuesta por
Bourdet. Durante el primer cuarto del siglo XIX, los dentis-
91
 tas franceses como Laforgue en 1802, Delabarre en 1815 y
De la Fons en 1825, continuaron aportando modificaciones.
Sin embargo para finales del siglo XIX cayó en desuso dando
paso a la utilización de los fórceps como el instrumento de
exodoncia por excelencia.
Las bases para el diseño y elaboración de los fórceps moder-
nos, fueron fijadas por el eminente dentista e investigador bri-
tánico Sir John Tomes (1815-1895) en el año 1841. Los bocados
de los fórceps, se adaptaban a las diversas formas de las coronas
de los dientes, ya fueran superiores o inferiores, derechos o iz-
quierdos. Estas pinzas fueron elaboradas con una calidad excep-
cional por un mecánico llamado Evrard. Los diseños de Tomes
no han perdido vigencia a lo largo de más de 150 años. Una de
las firmas de productos dentales más importantes, fundada por
Samuel Stockton White (1822-1879), inició la fabricación en serie
de estos instrumentos en 1867.
Campo clínico y evolución de la
cirugía oral
Hasta bien entrado el siglo XIX, la mayoría de los procedi-
mientos quirúrgicos realizados en la boca, se limitaban básica-
mente a extracciones dentarias y drenaje de abscesos. A través
de los siglos la práctica médica y la práctica quirúrgica tuvieron
irreconciliables diferencias. Durante siglos los barberos y flebo-
tomianos fueron los encargados de practicar las extracciones
dentarias y resolver en forma muy rudimentaria la patología
de la boca. Hubo que esperar para que apareciera la primera
escuela dental en América. La primera escuela europea surgió
en Berlín, el Zahnärztliches Universitäts Institut (Instituto Dental
Universitario) fundado por Eduard Albrecht en 1855.
Durante siglos, el avance de la cirugía fue lento y tortuoso,
los éxitos dependían básicamente de la habilidad y rapidez de
las manos del cirujano. Éstos, se enfrentaban con tres barreras
decisivas: el dolor, la hemorragia y la infección, por lo que el
dominio y control de estas tres situaciones fueron determi-
nantes en el progreso definitivo de la cirugía. La primera de
estas barreras fue superada, a mediados del siglo XIX con la
invención de la anestesia general. A partir de 1844 fueron dos
dentistas los responsables de este descubrimiento considera-
do por muchos, la más grande aportación de la odontología
no solo a la medicina sino a la humanidad. En 1844, Horace
Wells (1815-1848) aplicó el óxido nitroso como agente anesté-
sico y William T.G. Morton (1819-1868) y en 1846, hace una de-
mostración con éter en el Massachusetts General Hospital. En
1885 el prestigiado cirujano de la Universidad Johns Hopkins
William S. Halstead, efectúa los primeros bloqueos nerviosos
92
con cocaína en el dentario inferior, dando paso al desarrollo
de la anestesia local en odontología. La hemorragia quirúrgica,
pudo ser vencida gracias a la aplicación de técnicas hemostá-
ticas y sobre todo, al descubrimiento en 1901, por el médico
vienés Karl Landsteiner, de los grupos sanguíneos que permi-
tieron la transfusión sanguínea.
La infección posterior a las intervenciones quirúrgicas, fue
controlada gracias a la implementación de las técnicas antisép-
ticas y asépticas propuestas por el médico húngaro Ignaz Phillip
Semmelweiss (1818-1865) y por el cirujano británico Joseph
Lister (1827-1912). Ambas propuestas estuvieron basadas en
la teoría microbiana de Louis Pasteur (1822-1895). El descubri-
miento de las substancias antimicrobianas en la primera mitad
del siglo XX, como las sulfas por Gerhard Domagk (1895-1964) y
la penicilina por Alexander Fleming (1881-1955), reforzaron de
manera importante el control de la infección.
Hay que agregar las aportaciones de la tecnología, que han
permitido avances espectaculares en el campo de la cirugía; el
descubrimiento de los Rayos X en 1895 por Wilhelm Konrad
Roentgen (1845-1923) en Würzburg, abrió el campo de la ima-
genología diagnóstica. El desarrollo de instrumentos mecánicos
permitieron cortar dientes y hueso, tal es el caso de C. Edmund
Kells que el 1903 construyó el primer motor dental accionado
por corriente producida comercialmente para seccionar dientes
retenidos y el de Robert Hall que, en 1960, desarrolla una pie-
za de mano con turbina de aire. Los continuos avances en las
técnicas y medicamentos anestésicos han contribuido en forma
importante al desarrollo quirúrgico. En 1908 J.A. Heidbrink di-
seña el primer aparato de anestesia general y 27 años después
en 1935, John Lundy, introduce el pentotal sódico en la Clínica
Mayo; para 1946, Niels Jorgensen desarrolla la técnica de se-
dación intravenosa en la Universidad de Loma Linda y Adrian
Hubbell y Harold Krogh, realizan los primeros cursos de seda-
ción.
Una prueba del avance tecnológico son los implantes
oseotintegrados de titanio desarrollados por el médico orto-
pedista sueco P.I. Branemark desarrollados al final de los años
sesenta.
Los pioneros
El campo clínico de la cirugía bucal, muy extenso hoy en
día; fue iniciado a mediados del siglo XIX en Estados Unidos de
América. La cirugía oral, tiene sus orígenes como especialidad
de la odontología en los trabajos de Simon P. Hullihen MD DDS
(1810-1857) en Wheeling, West Virginia, en donde durante los
años 40 y 50 del siglo XIX, estableció una extensa práctica qui-
rúrgica especializada en el campo de la cirugía oral. Se graduó
como médico en Baltimore y en 1843, el Baltimore College of
Dental Surgery, le otorgó el grado honorario de cirujano dentista.
Diseñó varios instrumentos y realizó una importante cantidad de
intervenciones relacionadas con fisuras labio palatinas, deformi-
dades faciales y fracturas maxilares. En 1849, realizó la primera ci-
rugía ortognática en una mandíbula deformada por la cicatriz de
una quemadura. Dadas sus aportaciones se le considera el Padre
de la Cirugía Maxilofacial.
Sin embargo el que estableció la cirugía de boca y maxilares
como un campo independiente fue James Edward Garretson
DDS MD (1828-1895), quien en 1856, obtuvo el grado de cirujano
dentista y tres años después el de médico cirujano. Practicó en
Philadelphia en una clínica asociada al Dental College. En 1869
ocupó el puesto de cirujano oral en el Hospital de la Universidad
de Pennsylvania, este cargo representa el primer reconocimien-
to oficial en el ejercicio de la especialidad. Seis años más tarde
es nombrado profesor de cirugía oral en el Colegio Dental de
Filadelfia (Philadelphia Dental College) siendo este mismo año
(1869), cuando publica su primer libro de texto sobre la especiali-
dad A Treatise on the Diseases and Surgery of the Mouth, Jaws and
Associates Parts (Tratado sobre las enfermedades y cirugía de la
boca, maxilares y partes asociadas). El libro alcanzó seis ediciones
(1898), bajo el título de A system of Oral Surgery -con esta publi-
cación, Garretson le da el nombre a la especialidad.Debido a sus
aportaciones y a la difusión de su trabajo, es ampliamente reco-
nocido como Padre de la Cirugía Oral.
Pronto los seguidores de Garretson y otros cirujanos del no-
reste de Estados Unidos, comenzaron a limitar sus actividades a
la cirugía de las regiones bucal y maxilofacial; muchos de ellos,
realizaron sustanciales contribuciones a esta nueva e incipiente
especialidad.
l Mathew Cryer DDS MD (1840-1921) inventor de mu-
chos instrumentos para cirugía oral, fue quien fundó en 1901,
el primer servicio dental hospitalario y el primer programa
hospitalario para odontólogos internos en el Hospital General
de Filadelfia (Philadelphia General Hospital).
l Truman W. Brophy DDS MD (1848-1928), fue un impul-
sor de la enseñanza de ciencias básicas avanzadas en la pre-
paración de los cirujanos orales y adquirió fama internacional
por su operación para el cierre del paladar fisurado; en 1915,
publicó su libro Oral Surgery: A Treatise on Disease, Injuries and
Malformations of the Mouth and associated parts (Cirugía Oral:
Tratado sobre los padecimientos y malformaciones de la boca
y partes asociadas).
l Thomas I. Gilmer MD DDS (1848-1931) profesor de Ci-
rugía Oral en la escuela dental de la universidad de Northwes-
tern (Northwestern University Dental School), sugiere en
1881, la fijación intermaxilar para el tratamiento de fracturas.
l Varaztad Kazanjian DDS MD (1878-1974) graduado en
Harvard como cirujano dentista, se trasladó a Europa duran-
te la Primera Guerra Mundial, donde desarrolló los principios
esenciales del manejo del trauma maxilofacial. A su regreso
a Estados Unidos, obtuvo el grado de médico y fue el primer
jefe de cirugía plástica en Harvard. Publicó con JM Converse
Traumatic Injuries of the Jaws (Lesiones traumáticas de los
maxilares).
l Robert H. Ivy DDS MD (1881-1974) fue el segundo inter-
no dental en el Hospital General de Philadelphia. Promovió los
equipos multidisciplinarios en el manejo de las fisuras labiopa-
latinas y publicó con Vilray Blair el libro Essentials of Oral Surgery
(Elementos de Cirugía Oral) y con L. Curtis Fractures of the Jaws
(Fracturas maxilares).
l Los más de 300 artículos y 8 libros de Kurt H. Thoma
DDS (1883-1972) contribuyeron en forma decisiva al avance
de la cirugía, patología y medicina oral durante la primera
mitad del siglo XX. Oral Anesthesia (1914); Oral Roentgenology
(1917); Oral Diagnosis (1936); Oral Pathology (1941); Oral Sur-
gery (1948) fueron sus libros más difundidos. Dirigió el Depar-
tamento de Cirugía Oral en el Massachusetts General Hospital
y fue profesor de las tres ramas que cultivo en Harvard School
of Dental Medicine.
Europa se incorporó pronto al avance de la especialidad;
las aportaciones más importantes a la cirugía oral, surgieron
inicialmente de cirujanos generales quienes se interesaron por
algunos aspectos de la patología bucal sin dejar su práctica
quirúrgica general, tal es el caso de Bernard von Langenbeck
MD (1810-1887), cirujano del Charite Krankenhaus (Hospital
de la Caridad) en Berlín, cuyas aportaciones a las técnicas de
cierre de las fisuras palatinas siguen siendo vigentes al día de
hoy. Fue el primer cirujano en efectuar una osteotomía maxi-
lar con el fin de remover un tumor (1859). Emile Magitot en Pa-
rís, dio un gran impulso científico a la especialidad. En 1869, su
obra Essai sur la pathogenie des kystes et abcess des machoires
(Ensayo de la patogenia de los quistes y abscesos de los maxi-
lares), contribuyó en forma importante al conocimiento de la
patología de los maxilares. En 1877, su Traite des anomaliesdu
Systeme Dentaire chez l´homme et les mammiferes (Tratado de
las anomalías del sistema dentario del humano y demás ma-
míferos) es punto de partida en la patología oral. El médico
francés, participó en la fundación de la Societé de Stomatolo-
gie (Sociedad de estomatología) que tuvo lugar en 1896 y en
su Revue de Stomatologie (Revista de Estomatología).
Fueron muy importantes las aportaciones de Carl Partsch a
93
 finales de siglo, como cirujano dentista imparte clases como pro-
fesor de la Universidad de Breslau sobre cirugía dental radicular
bajo anestesia local con cocaína, incisiones curvas en la mucosa
bucal y su sutura con seda. Su propuesta de marsupialización de
los quistes maxilares sigue vigente.
A lo largo del siglo XX, cirujanos orales y maxilofaciales a am-
bos lados del Atlántico, tanto de formación odontológica como
médica o con doble grado, contribuyeron con sus aportaciones
al avance de la especialidad. A principios de siglo, Vilray Blair
MD, cirujano de St Louis M., realiza las primeras ostectomías de
cuerpo mandibular para la reducción de prognatismos. 23 años
después, en 1927, Martin Wassmund DDS MD del Hospital Ru-
dolf Virchow de Berlín, realiza por primera vez una osteotomía
maxilar tipo Lefort I para la corrección de una mordida abierta.
En 1950 se diseña un marco metálico para fijación externa cra-
neana en el manejo de fracturas faciales. Siete años adelante
Hugo Obwegeser, publicó en 1957, en la Triple O su “Osteotomía
sagital de mandíbula para la corrección de deformidades man-
dibulares” y en 1966 es invitado por el Dr. Robert Shira para dar
una serie de conferencias sobre cirugía ortognática en el Walter
Reed Army Hospital de Washington. Para 1961, Giorgio Dal-
pon, cirujano maxilofacial italiano, publica en el Journal of Oral
Surgery, “Modificación a la osteotomía sagital de Obwegeser”.
Posteriormente hacia 1964, Philip Boyne desarrolla la “Regene-
ración ósea guiada en cirugía maxilofacial”. Y en 1969, William
Bell de Texas inicia sus investigaciones sobre la “Cicatrización y
revascularización de las osteotomías maxilares”. Durante la dé-
cada de los 70, se introduce el sistema de fijación rígida con pla-
cas y tornillos de titanio. Finalmente es en 1992, cuando se des-
criben los primeros procedimientos de distracción osteogénica
en cirugía oral y surge la cirugía con láser. Ya en el siglo XXI se
desarrollan procedimientos endoscópicos de mínima invasión
para la resolución de diversas patologías.
94
La práctica
Los primeros profesionales interesados en la resolución de
los problemas quirúrgicos de la boca, fueron médicos cirujanos,
pero desde el principio fue evidente que los profesionales que lo
iniciaron -que a su vez eran médicos y hábiles dentistas- estaban
familiarizados con procedimientos intraorales y técnicas odon-
tológicas, lo que les permitió resolver los problemas quirúrgicos
de la región con mucho mayor éxito que los cirujanos generales.
La gran mayoría de los pioneros de la cirugía oral, tenían doble
grado, el de médico cirujano y el de cirujano dentista. Sin em-
bargo en la primera mitad del siglo pasado, los cirujanos den-
tistas del continente americano, interesados en la práctica de la
exodoncia y la cirugía oral, fueron adquiriendo mayores conoci-
mientos y destrezas, hasta efectuar procedimientos que rebasa-
ron el ámbito de la cirugía intraoral. Comenzaron a efectuar pro-
cedimientos de mayor alcance fuera de la boca, convirtiéndose
así, en cirujanos maxilofaciales. Se estableció entonces que la
cirugía oral y maxilofacial fuera una especialidad odontológica.
En la mayoría de los países europeos, los profesionales interesa-
dos en cirugía de la boca y maxilares eran médicos cirujanos, que
optaron por el grado de dentistas para obtener una preparación
odontológica que les permitiera resolver con mayor eficacia,
los problemas bucodentales, y que a diferencia de los Estados
Unidos e Iberoamérica, la cirugía oral y maxilofacial se estableció
como una especialidad de la medicina y no de la odontología.
A finales de los años 80 del siglo pasado, en los Estados Unidos,
creció el interés de algunos cirujanos maxilofaciales por abordar
problemas más allá del ámbito maxilofacial, como la cirugía cra-
neofacial y la cirugía estética entre otros, por lo que decidieron
obtener el grado en medicina. El resultado, fue que algunos pro-
gramas de entrenamiento, ampliaron su duración a cinco o seis
años, para que, durante los dos primeros, se pudieran cursar las
materias clínicas de la carrera de medicina. Estos programas exi-
gían la aprobación previa de las materias básicas médicas antes
de entrar a la residencia.
Las agrupaciones
El 6 de agosto de 1918, se funda la American Society of Exo-
dontists; tres años más tarde, cambia de nombre a American So-
ciety of Oral Surgeons and Exodontist; a mediados de los años
40, vuelve a cambiar el nombre a American Society of Oral Sur-
geons. La primera asociación europea, fue fundada después de
la Segunda Guerra en Alemania por Martín Wassmund MD DDS,
la Deutsche Gesellschaftfur Kieferund Gesichtschirurgie (Asocia-
ción alemana de Cirugía Bucal y maxilofacial). En 1962 se realiza
en el Royal College of Surgeons de Inglaterra, la Primera Confe-
rencia Internacional de Cirugía Oral patrocinada por la American
Society of Oral Surgeons. Se acuerda realizar una cada tres años
y se propone la formación de la International Association of Oral
and Maxillofacial Surgeons quedando como primer presidente
Fred Henny de Estados Unidos.
En 1970, y a instancias de Hugo Obwegeser, se funda la Zu-
richla European Association for Maxillofacial Surgery que años
más tarde se convertiría en European Association for Cranio-
Maxillofacial Surgery. A partir del ejemplo de estadounidenses
y alemanes, empezaron a surgir en todo el mundo las agrupa-
ciones de cirujanos orales y maxilofaciales, quienes fueron afi-
liándose a la International Association. Canadá en 1953, México
en 1954, Holanda en 1956, Francia en 1957, Argentina en 1959,
Reino Unido en 1962, España y la asociación escandinava en
1965. El 1978 la American Society cambia a su nombre actual
American Association of Oral and Maxillofacial Surgeons.
Las publicaciones
A partir de la publicación de la primera obra de cirugía
oral en 1869, A Treatise on the Diseases and Surgery of the
Mouth, Jaws and Associates Parts de Garretson se han publi-
cado un gran número de libros de texto, algunos ya mencio-
nados al describir a los pioneros. Dos obras, publicadas en
el primer tercio del siglo XX sentaron los principios científi-
cos de la remoción de los dientes: Principles of Exodontia as
Applied to the Impacted Mandibular Third Molar (Principios
de exodoncia y su aplicación en los terceros molares reteni-
dos) de George B. Winter de Saint Louis, Mo., en 1926 y en
1932, Dental Oral Surgery (Cirugía dental y oral) de Wilton
W. Cogswell de Colorado Springs. Posteriormente, una gran
cantidad de textos sobre COMF han sido publicados, los
más importantes: Mead, 1936; Thoma, 1948; Archer, 1948;
Clark, 1955; Kruger, 1968; Guralnick, 1968; Waite, 1972;
Moore, 1985; Laskin, 1985; Peterson, 1989 y 1992; Fonseca,
2000; Miloro, 2004; Laskin, 2007; Ward Booth 2007, Fonseca,
2009; Bagheri, 2012.
Los primeros reportes sobre cirugía oral, fueron publica-
dos en las revistas Dental Cosmos y en Journal of American
Dental Association primeras publicaciones periódicas sobre
la especialidad, que datan del primer cuarto del siglo XX. En
enero 1938, se inicia la publicación de la revista American
Journal of Orthodontics and Oral Surgery, cuyo editor de la
sección quirúrgica fue el Dr. Kurt H. Thoma. La primera pu-
blicación periódica dedicada exclusivamente a temas de la
especialidad se llamó Journal of Oral Surgery y nace en 1943,
bajo los auspicios de la American Dental Association, con Carl
Waldron como editor en jefe y con cuatro revistas al año du-
rante los primeros 16 años.
En 1960, cambió el nombre a Journal of Oral Surgery,
Anesthesia and Hospital Dental Service y cinco años después,
regresa al nombre original. A principios de los años 70 se
convierte en una publicación mensual y en 1982 ya bajo los
auspicios de la American Association of Oral and Maxillofa-
cial Surgeons, cambia a su nombre actual, Journal of Oral and
Maxillofacial Surgery.
En 1948 el Dr. Kurt H. Thoma, funda la prestigiada revista
Journal of Oral Surgery, Oral Medicine and Oral Pathology, co-
nocida tradicionalmente como la “Triple O” y, a la que años
más tarde, se agregaría la cuarta O, dedicada a oral and maxi-
lofacial radiology. Para el año 1963, surge la primera revista
europea, British Journal of Oral Surgery y diez años más tarde
en 1973 Hugo Obwegeser, padre de la cirugía maxilofacial
contemporánea, funda con el patrocinio de la European As-
sociation for Maxillofacial Surgery, la revista Journal of Maxi-
llofacial Surgery que años más tarde se transformaría en el
Journal of Cranio-maxillofacial Surgery. En 1972 auspiciado
por la International Association of Oral and Maxillofacial Sur-
geons surge la revista International Journal of Oral Surgery a
la que años después se agregaría el término Maxillofacial. El
primer editor en jefe fue el distinguido patólogo danés Dr.
Jens J. Pindborg.
La enseñanza y la formación
de los cirujanos
En la reunión de la American Society of Oral Surgeons
en 1945, se plantea la formación de un consejo (board), con
el fin de certificar especialistas a través de un examen y de
95
 establecer los criterios para la formación y práctica de la
especialidad. En 1946 se funda el American Board of Oral
Surgery, y un año más tarde, es aprobado por el Consejo de
Educación Dental de la Asociación Dental Americana. Más
tarde cambiaría el nombre a American Board of Oral and
Maxillofacial Surgery. El mismo año de la creación del Board,
se establece el primer programa de residencia en cirugía
oral, en el Hospital de la administración de Veteranos en
Pittsburg, con el Dr. Harry Archer como profesor titular. Para
1955, el Board establece como requisito para la formación
de los cirujanos, una residencia hospitalaria de tres años.
Para 1953, se funda la Joint Commission on Accreditation of
Hospitals (Comisión conjunta de acreditación hospitalaria)
organismo encargado de regular la práctica de las especia-
lidades médicas y hospitalarias en los Estados Unidos. No
es sino hasta 1982, cuando la odontología obtiene un lugar
en esta comisión. Charles McCallum de Louisiana es su pri-
mer delegado. En 1988 la AAOMS y el ABOMS establecen
un reconocimiento conjunto de los programas con doble
grado. En 1989 el American College of Surgeons reconoce
la participación de los cirujanos maxilofaciales en el ATLS
Advanced Trauma Life Support (Soporte vital avanzado en
trauma). En 1996 se funda el European Board of Oro-Maxi-
llo-Facial Surgery con el propósito de establecer los criterios
de la formación y práctica de la cirugía oral y maxilofacial
en Europa.
Para la formación de los cirujanos en los países del conti-
nente americano, se requiere el grado de odontólogo para in-
gresar a la especialidad que tiene en la mayoría de los países,
una duración de cuatro años. Para la acreditación del Ame-
rican Board of OMS y del Consejo Mexicano de Cirugía Oral
y Maxilofacial es suficiente el grado de D.D.S. o D.M.D. o de
cirujano dentista y una residencia hospitalaria de un mínimo
de cuatro años de duración. El Board Europeo dependiente
de la Union Européenne des spécialistes en médecine (Unión
europea de especialistas en medicina) y a través de European
guide lines for specialty training in oral & maxillo–facial surgery
(guías europeas para el entrenamiento de la especialidad en
cirugía oral y maxilofacial), exige el grado de médico y reco-
mienda sustentar el grado odontológico. El tener solo el títu-
lo de odontólogo no basta.
Para el Board europeo, el perfil del cirujano oral y maxilofacial
abarca el diagnóstico físico, prevención, tratamiento y rehabilita-
ción de las condiciones patológicas congénitas y adquiridas del
cráneo, cara, boca, maxilares y cuello. Las condiciones adquiridas
incluyen padecimientos, malformaciones, tumores, trauma, de-
generación y envejecimiento.
96
Conclusiones y alcances
El camino recorrido por la cirugía oral y maxilofacial a lo
largo de los siglos, ha sido largo y no exento de dificultades.
Desde los papiros egipcios hasta los implantes osteointegra-
dos y el láser así como desde los barberos y flebotomianos
hasta consolidarse como una especialidad de la estomatología
que sigue aportando al desarrollo de la ciencia médica; hoy
en día, el perfil del cirujano oral y maxilofacial en nuestro país
y en el resto de América lo define como el profesional de la
estomatología que se encarga de la prevención, diagnóstico,
tratamiento médico-quirúrgico y rehabilitación de las lesiones,
padecimientos y malformaciones presentes en las regiones
bucales y faciales del paciente pediátrico, adulto y senil.
fuentes:
Bibliografía
lAmerican Association of Oral and Maxillofacial
Surgeons. “Oral and maxillofacial
surgeons: The experts in face, mouth and jaw
surgery Disponible en http://www.aaoms.org/
___ Disponible en http://www.aboms.org/
lBuchverlag, 1983
l Carranza F, Shklar G. “History of Periodontology”.
Carl Stream IL.: Quintessence, 2003.
l European Association of Cranio-maxillofacial
Surgery. Disponible en http://www.eurofaces. com/
l European Board of Oral and Maxillofacial Surgery.
Disponible en http://www.ebomfs.net/eng
l Febres-Cordero F. “Orígenes de la Odontología”.
Editorial Arte. Caracas, 1966.
l Foley PH. “History of Dentistry. En: Hine MK (ed).
Review of Dentistry”. “Questions and answers” 6th
ed. Mosby. St. Louis: C.V, 1975: pp 1-26.
l Hoffmann-Axthelm W. “History of Dentistry”.
Quintessence. Chicago, 1981.
l International Association of Oral and
Maxillofacial Surgery. Disponible en http://www.
iaoms.org/
l Irby WB. “History of the development of oral
surgery in the United States”. En: “Archer WH:
Oral and Maxillofacial Surgery”. 5th ed. Saunders.
Philadelphia, 1975.
l Lässig HE, Müller RA. Die Zahnheilkunde in Kunst
und Kulturgeschchte. Köln: DuMont
l Lerman S. “Historia de la Odontología y su
ejercicio legal”. 2ª ed. Editorial Mundi. Buenos
Aires,, 1964.
l Lyons AS, Petrucelli RJ. “Medicine: An Illustrated
History”. N. Abrams. New York, 1978.
l Ring ME. Dentistry: “An Illustrated History”.
Harry N. Abrams. New York, 1985.
l Shklar G, Chernin D. “A Sourcebook of Dental
Medicine”. Maro. Waban MA, 2002.
l Thoma KH. “The history of oral surgery”. Oral
Surg. 10:1-10, 1957.
lWolf SA. “Dramatis Personae”. En: Wolf SA,
Berkowitz S. “Plastic surgery of the facial
skeleton”.: Little Brown & Co. Boston, 1989:1-18.
 Parte V l Capitulo XVII
Historia de la Odontología
De Los Estados Unidos
C. D. y L. H. Martha Díaz de Kuri
Cirujana Dentista y Licenciada en Historia.
Profesora de Carrera Titular de Tiempo Completo,
Facultad de Odontología, UNAM. Coordinadora
del Departamento de Historia de la Facultad de
Odontología y del Seminario de Historia, UNAM
L
a odontología mexicana nace y se desarrolla
con base en la profesión dental europea y
estadounidense. Por razones geográficas y
de liderazgo mundial en sus casi dos siglos
de existencia, Estados Unidos sigue siendo su
mayor influencia, de ahí la necesidad de incluir en este libro,
datos básicos sobre la historia de la odontología del país ve-
cino del norte.
Poco tiempo después de la instalación de los pioneros
británicos en el territorio norteamericano en el siglo XVIII. Lle-
garon a las colonias estadounidenses, tres cirujanos barberos,
quienes se encargarían de todos los menesteres de su oficio.
Durante el periodo Colonial, la mayoría de los pobladores
de Norteamérica, atendían sus afecciones dentales con reme-
dios caseros y, los almanaques publicados en la época, conte-
nían remedios que las personas podían preparar fácilmente
para tratar sus dolores dentales; uno de los más populares
97
 era el llamado Juice of the rue, cuya venta se popularizó en
boticas y “general Stores”. Se recomendaba colocar una gotita
en el oído del mismo lado donde se localizaba el dolor, y des-
pués se frotaba el diente con ceniza de tabaco.
En 1724 Cotton Mather, el cura de la congregación de Bos-
ton, publicó un libro en el que menciona enfermedades “de la
boca”, atribuyéndolas a desequilibrios humorales y proporcio-
na varias fórmulas de remedios para aliviar el dolor de dientes
y muelas; luego de lo cual aprovecha y hace una dura crítica al
gremio médico por su incapacidad y desatención hacia este tipo
de dolencias. En 1764 un clérigo inglés de apellido Wesley escri-
bió un folleto que alcanzó varias ediciones, en el que hablaba
de los cuidados básicos para la salud. En el área dental, aconseja
como medida preventiva la higiene. En casos de dolores denta-
les, sugería hacer gárgaras con agua caliente con sal y mantener
todo el tiempo posible el agua caliente en la boca, para aislarla
del aire frío. Para otros padecimientos periodontales, había que
purgarse y masticar semillas de mostaza.
La gran necesidad de personal que atendiera los proble-
mas dentales de la creciente población, originó que, algunos
artesanos empezaran a realizar extracciones y curaciones.
De esta forma, algunos talladores de marfil, joyeros y hasta
un fabricante de pelucas de apellido Mille, se empezaron a
dedicar al oficio dental, desarrollando gran habilidad en el
uso de llaves y pelícanos para hacer extracciones, además de
fabricar dientes de marfil.
En el siglo XVIII, llegaron nuevas oleadas de inmigrantes
en busca de oportunidades de trabajo y se establecieron en
las ciudades de Nueva York, Boston, Filadelfia y Baltimore. En
estos grupos de inmigrantes, había cirujanos dentistas, el pri-
mero del que se tiene noticia, fue Robert Woofendale, quien
había sido ayudante de Thomas Berdmore, dentista de Jorge
III de Inglaterra. A su llegada se anunció en el periódico, ofre-
ciendo realizar extracciones, curaciones y dentaduras totales
y parciales.
Muy pronto empezarían a competir otros dentistas euro-
peos, quienes entrenaron a una nueva generación de jóve-
nes dentistas norteamericanos. Un caso interesante es el de
Paul Revere, quien años después, se convertiría en el héroe
de la Independencia de los Estados Unidos. Siendo herrero
ingresó como aprendiz en el gabinete dental del inglés John
Baker, para posteriormente independizarse. Revere practicó
la dentistería durante siete años y, aportó a la profesión el
primer caso de “dentistería legal”, al identificar, por medio de
un puente anterior de dos unidades, a otro de los héroes de la
Independencia, Joseph Warren, muerto en 1775 en la batalla
de Bunker Hill.
98
Uno de los dentistas llegados de Inglaterra, a fines del siglo
XVIII, R. C. Skinner estableció el primer gabinete dental dentro
de un dispensario en Nueva York, creando la primera clínica de
atención para menesterosos. Trabajó también en Hospital and
Alms House y posteriormente en 1801, publicó sus experiencias
como dentista en su libro Treatise of Human Teeth, primer texto
dedicado exclusivamente a la odontología editado en los Esta-
dos Unidos.
Isaac Greenwood fue un tallador de marfil llegado de
Inglaterra. Su oficio era fabricar mangos de paraguas, cama-
feos, piezas de ajedrez, bolas de villar y marcos para fotogra-
fías. Por su gran habilidad manual, varios dentistas de Nueva
York, le empezaron a pedir les hiciera dentaduras para sus pa-
cientes. Greenwood enseñó este oficio a sus hijos, y cuatro de
ellos, llegaron a ser prominentes dentistas de principios del
siglo XIX. Uno de ellos, John Greenwood, fue muy exitoso en
la práctica; entre sus pacientes, estuvo George Washington.
El Presidente de los Estados Unidos había sufrido casi toda su
vida de problemas dentales, y al llegar a la Presidencia, tenía
sólo un diente en la boca y una colección de dentaduras que
no le servían. Greenwood le puso a Washington una placa
total con el paladar de oro, y los propios dientes que el Presi-
dente había guardado.
Jossiah Flagg fue el primer dentista nacido en los Esta-
dos Unidos, montó su propio gabinete dental después de
un par de años de entrenamiento, con el dentista francés
Jean Pierre de Mayeur y como otros dentistas, promovió
su consultorio repartiendo volantes en donde ofrecía ha-
cer extracciones, dentaduras, orificaciones, cirugía y hasta
tratamientos de ortodoncia. Era un individuo imaginativo
que construyó su propio sillón dental de cabeza móvil, para
adaptarlo a las diferentes estaturas de sus pacientes. Flagg
patentó su invento, lo que le proporcionó grandes ganan-
cias económicas.
Con el tiempo, fueron entrenándose en las artes denta-
les más jóvenes estadounidenses, quienes establecían sus
gabinetes dentales en sus propios domicilios. Algunos más,
proporcionaban consultas itinerantes en granjas y peque-
ños poblados, trasladándose a estos lugares en carros tira-
dos por caballos.
A finales del siglo XVIII, se establecieron varios dentistas
franceses en la región de Pensilvania: Michel Porré, Joseph
Lebeaume, Federick Raimond y otro al que llamaban “Lebre-
tón”,1 que por cierto, fue el primero en poner dentaduras con
dientes de porcelana. Todos ellos ofrecían sus servicios en los
periódicos locales. Dos dentistas sobresalientes también de
origen francés fueron Jackes Gardett y Jean Pierre le Mayeur;
el primero se estableció en Filadelfia y el segundo en Nueva
York y fue reconocido por lo moderno y bien equipado de
su gabinete.
Al mismo tiempo que la dentistería -que había llegado de
Europa-, avanzaba y se volvía estadounidense en manos de
dentistas cuidadosos y eficientes, seguían existiendo charla-
tanes que sacaban muelas y vendían tónicos para quitar do-
lores y curar enfermedades. Estos individuos eran boticarios
o peluqueros.
Después de la tercera década del siglo XIX, se empezó a
consolidar un grupo de dentistas que deseaban el progreso
de la profesión. Para satisfacer al creciente mercado de com-
pradores, surgen más fabricantes y comercializadores de pro-
ductos dentales. La Casa S.S. White fundada por un dentista,
lleva la delantera a otras, que emprenderán su desarrollo. El
Gobierno estimula y apoya a los innovadores, investigadores
e inventores en todas las áreas; en la oficina de marcas y pa-
tentes se registran gran cantidad de técnicas, instrumentos y
materiales, que facilitan y mejoran el ejercicio de los ciruja-
nos dentistas: Diversos tipos de dentaduras con cámaras de
succión o resortes, taladros, dientes pivotados, articuladores,
hornos para procesar dentaduras y cucharillas para tomar
impresiones.
El aprendizaje sigue siendo informal y autodidacta y, los
maestros experimentados, enseñan a los jóvenes que desean
aprender, a cambio de ser ayudantes sin sueldo por dos o tres
años, o a cambio de una cuota. La necesidad de programar e
institucionalizar esta enseñanza es cada vez más fuerte.
LA ENSEÑANZA DE LA
ODONTOLOGÍA
Después de la enseñanza en forma tutorial, como se han
aprendido todos los oficios artesanales a lo largo de la his-
toria, en el siglo XIX se desarrollaron en la dentistería, dos
modelos de enseñanza: la formación en universidades y en
escuelas independientes. El modelo universitario, se inició
en Viena, con Georg Carabelli, autor de un tratado sobre
odontología en Alemán. Este personaje nació en Budapest,
se graduó como cirujano en Viena y aprendió dentistería en
Francia. Carabelli, se dedicó enseñar odontología hasta 1842,
año en que murió, luego de haber formado varias generacio-
nes de cirujanos dentistas.
Los dos personajes visionarios en Estados Unidos que fue-
ron los principales promotores de la enseñanza de la odonto-
logía formal, planificada y con una currícula muy bien definida
son:
l Horace Hayden (1769-1844) y Chapin Harris (1806-
1860). Hayden fue un biólogo que, después de titularse, se
dedicó a la dentistería, profesión con gran demanda. Su en-
trenamiento en esta disciplina lo consiguió en el gabinete
dental del famoso John Greenwood. Hayden fue el primero
que acató la orden del Gobierno de presentar examen para
obtener la licencia de cirujano dentista. En 1825 empezó a
dar clases públicas sobre operatoria dental y posteriormente
sería fundador y primer presidente de la Sociedad Ameri-
cana de Cirujanos Dentistas; fue también pionero en dictar
conferencias sobre conceptos y tratamientos dentales, en la
Escuela de Medicina.
l Chapin Harris que ha sido llamado el Fauchard america-
no por haber elevado la dentistería a la categoría de odontolo-
gía, profesión eficiente y prestigiada. Poco tiempo después de
haberse titulado como médico, sintió la vocación por la odonto-
logía y. para prepararse, asistió a las clases impartidas por el Dr.
Hayden. En 1830, montó su gabinete dental en la ciudad de Bal-
timore. Incansable lector de libros de medicina y artes dentales,
se dio a la tarea de escribir su propio libro, con todo lo aprendido
más sus experiencias clínicas.
En 1939, salió a la luz The Dental Art a Practical Teatrise of
Dental Surgery, un libro con información muy abundante so-
bre todas las áreas del ejercicio dental: anatomía, operatoria,
prótesis, patología y cirugía. Contiene gran cantidad de foto-
grafías de trabajos en pacientes y láminas con una enorme
cantidad de moderno instrumental. Durante varias décadas,
el libro fue el referente más importante en la odontología
internacional, al grado que se editó continuamente durante
74 años.
Chapin Harris critica en su libro a los viejos instrumen-
tos para extracciones, como la llave Garengeot y sugiere no
usarla ni para extraer clavos porque los rompería. Aconseja el
uso de fórceps, que estaba empezando a fabricar la naciente
industria odontológica norteamericana, mejorando perma-
nentemente sus diseños. Harris señala que se deben emplear
en el consultorio, por lo menos nueve diferentes fórceps. Para
seleccionar el que se adaptara mejor a los cuellos de los
dientes a extraer. A Chapin Harris, James Snell y J. Foster
Falgg, se les debe el diseño de los modernos fórceps con
bocados que se adaptarán perfectamente a la forma de
cada diente. Para los restos radiculares utilizaba ganchos
y botadores. Sobre materiales de obturación menciona:
oro laminado, amalgamas, porcelanas, cementos y guta-
perchas, y describe las técnicas de empleo. Los capítulos
sobre prótesis sorprenden por lo avanzado en diseños y
técnicas.
99

Hayden y Harris le dieron a la enseñanza de la odonto-
logía un nuevo orden. Después de arduos trabajos y gran
cantidad de gestiones, el 6 de marzo de 1840 fue inaugurado
el Baltimore College of Dental Surgery con la participación de:
Horace H. Hayden, MD, Presidente y profesor de Principios
de Ciencia Dental. Chapin A. Harris, MD, Decano 2, Teoría y
Práctica de Cirugía Dental, Teoría y Práctica del Mecanismo
Dental. Thomas E. Bond, MD 2, Patología y Terapéutica Dental.
H. Willis Baxley, MD., Anatomía y Fisiología.
La primera generación que cursó los tres años de la carre-
ra estuvo conformada por cinco estudiantes. Al principio esta
escuela dental fue independiente, la primer escuela afiliada a
una universidad fue Harvard en 1867.
La creación de la Escuela de Cirugía Dental de Baltimore,
fue un verdadero parte-aguas en la profesión dental, a partir
de ese momento, la odontología dio un giro convirtiéndose
en una profesión formal, escolarizada y planificada en donde
ya no era permisible la formación autodidacta. Los alumnos
de la primera escuela dental impulsaron la creación de nue-
vas instituciones. Cinco años después de inaugurados los
cursos en Baltimore, abrió sus puertas la Escuela Dental de
Cincinnati, y en 1852, la de Nueva York. Uno de los primeros
egresados de Baltimore, Robert Arthur, fundaría 12 años des-
pués, el Philadelphia College of Dental Surgery, que por varias
décadas sería la mejor y más prestigiada escuela dental del
100
mundo. Por cierto, ahí se titularon, a fines del siglo XIX, tres
mexicanos: Juan Falero, José María Rico y Zacarías Esponda
Moguel.
Entre 1840 y 1905, fueron inauguradas 55 escuelas denta-
les en los Estados Unidos, dentro de las universidades de más
renombre.
El mismo año en que se inauguró la primera escuela, sus
promotores crearon la American Society of Dental Surgeons,
una de las primeras organizaciones nacionales de dentistas
del mundo. La profesión dental estadounidense, se situará
en la punta de flecha de un acelerado proceso de desarro-
llo. Si un siglo antes Francia había tenido el liderazgo, éste
pasaría en forma definitiva al país estadounidense. La in-
dustria dental se desarrolla con mucha fuerza a partir de la
segunda década del siglo XIX, dando un fuerte sustento a
la profesión.
Las fábricas ponen a funcionar programas de estímulos
económicos para escuelas dentales así como para ciruja-
nos dentistas innovadores, que aportaron diseños e ideas
para mejorar los equipos y el instrumental. Además conta-
ban con personal encargado de probar nuevos materiales
y todo aquello que los hiciera destacar sobre la compe-
tencia. La Compañías SS White, fundada en Filadelfia en
la década de los 40, muy pronto tuvo sucursales en las
principales ciudades de los Estados Unidos e incluso en el
extranjero, convirtiéndose en la compañía manufacturera
de equipos, instrumental y materiales dentales más gran-
de del mundo.
Desde las primeras generaciones, se empezaron a presen-
tar casos de estudiantes extranjeros que llegaron a cursar es-
tudios de odontología en las escuelas dentales de los Estados
Unidos. La creciente apertura de este tipo de instituciones,
acarreó consecuencias muy positivas para la profesión, como:
la edición de libros y revistas, la creación de asociaciones y
grupos de estudios que empezarán a organizar seminarios y
congresos, y, por supuesto, la aparición de nuevos inventos e
innovaciones tecnológicas.
En 1859, se reunieron en Niagara Fall 25 delegados re-
presentantes de ocho grupos de cirujanos dentistas, prove-
nientes de diferentes escuelas; en esta reunión la American
Dental Association, realizó aportaciones de gran trascenden-
cia, como el primer código de ética profesional en esta área.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, fueron muchas
las novedades que se incorporaron al ejercicio profesional. En
1871, el cirujano dentista J. B. Morrison, patentó la máquina
de pedal, que permitió utilizar las manos, mientras con el pie,
se hacía girar la fresa a una increíble velocidad de 800 vueltas
por minuto, con una pedaleada por segundo. Poco tiempo
después la corriente eléctrica llegó a los equipos dentales
y, al finalizar el siglo, a poco del descubrimiento de Wilhem
Roentgen, de Berlín llegó el primer equipo de rayos X para
uso odontológico y, muy pronto se comenzó a importar en
series, para posteriormente comenzar su fabricación en los
Estados Unidos.
Para fines del siglo XIX y principios del XX, las escuelas
dentales siguieron proliferando, en 1903 existían 60, la mayo-
ría relacionadas con escuelas de medicina y hospitales gene-
rales y algunas dependían directamente de universidades. La
población de dentistas en ejercicio profesional se calculaba
en 27 608 distribuidos en todo el territorio.
LA ANESTESIA GENERAL
En diciembre de 1844, un joven dentista llamado Horace
Wells, se encontraba en una feria en donde se realizaba una
exhibición del gas hilarante o de la risa, llamado así porque,
después de inhalarlo, a las personas les producía una especie
de borrachera divertida. Wells observó que el voluntario que
había recibido la aplicación del óxido nitroso, al bajar del tem-
plete -después de la demostración- se había herido la pierna
y aparentemente no sintió dolor, a pesar de la sangre que
manaba de la herida. A Wells le llamó la atención este hecho,
y citó para el día siguiente a Gardner Colton, el demostrador.
Un día después y ya en su consultorio, Wells pidió le aplica-
ra el óxido nitroso y aprovechó para que John Riggs -colega
suyo- le extrajera los restos de un premolar. De esta forma,
Wells comprobó los efectos analgésicos y anestésicos de este
líquido volátil y minutos después, al despertar de la anestesia
y ya sin los restos del premolar, Wells exclamó: “Una nueva era
en la extracción de dientes”. Entusiasmado con el gran descu-
brimiento, programó una demostración en el Massachusetts
General Hospital, con tan mala suerte que fracasó pues ade-
más de que la dosis fue menor a la que necesitaba el corpu-
lento paciente, el dentista estadunidense quitó el gas antes
de tiempo. Sin embargo, no se amedrentó por las críticas de
sus compañeros y siguió usando el óxido nitroso para hacer
extracciones en su consultorio.
Un joven dentista que trabajaba con él, William Thomas
Morton, se entusiasmo con los hallazgos de Wells y siguió
esta línea de investigación. Morton experimentó con éter y
obtuvo buenos resultados. Dos años después, ante un gru-
po de médicos y estudiantes, dio anestesia general con éter
a una paciente, que fue intervenida por el Dr. Warren en un
ganglio del cuello. Para aplicar el anestésico, Morton había
diseñado un inhalador de cristal que le permitió dosificar
mejor el fármaco. Esta exitosa demostración quedó plasma-
da en una fotografía y posteriormente en una pintura, como
el momento del nacimiento de la anestesia general, enorme
aportación de dos dentistas que llegaría a revolucionar la ci-
rugía. William Morton dejó el ejercicio de la odontología, para
dedicarse a la administración de anestesia con éter, a ciruja-
nos generales y dentistas. Horace Wells tuvo un trágico fin y
no tuvo la oportunidad de darse cuenta que el empleo de la
anestesia general con éter, se difundió en todo el mundo y,
dos años más tarde, no sólo se estaba utilizando en todos los
hospitales de los Estados Unidos sino en toda Europa.
WILLOUGHBY MILLER Y LA
ETIOLOGÏA DE LA CARIES DENTAL
Al dentista estadounidense Willoughby Miller (1853-
1907), se le debe la primera teoría sobre la etiología de la
caries dental. Miller se tituló como cirujano dentista en la Es-
cuela Dental de la Universidad de Pensilvania; posteriormen-
te viajó a Berlín en cuya universidad dio clases de odontolo-
gía; desde un principio se interesó por conocer los agentes
que intervenían en la destrucción dental y, además de ejercer
como dentista, cursó los estudios de medicina hasta titular-
se. En 1880 entró en contacto con Robert Koch, descubridor
del bacilo de la tuberculosis, quien lo estimuló en sus inves-
tigaciones, que culminarían en 1890 con la publicación de su
tratado, “Microorganismos de la Boca Humana”. En estos diez
años de estudios, Miller se dio cuenta que los carbohidra-
tos que se quedaban adheridos a la superficie de los dientes,
se fermentaban, y los ácidos resultantes descalcificaban el
esmalte, dando lugar a la entrada de microorganismos que
destruían la dentina. Con la teoría de Miller se iniciaron una
serie de medidas preventivas que fueron punto de partida de
estudios posteriores.
GREENE VARDINAM BLACK
G.V. Black, como firmó siempre su nombre, nació en 1836
en una granja cerca de Winchester en el condado de Scott, Illi-
nois; muy joven aprendió la dentistería en el gabinete de J.C.
Speer. Su gran inquietud científica lo llevó a leer cuanto libro
sobre medicina y odontología estuvo a su alcance. Impactado
por el libro de patología celular de Rudolph Virchow, Black ad-
quirió un microscopio y aprendió a preparar y analizar tejidos y
siguió estudiando hasta titularse como médico. Posteriormen-
te fue invitado a dar clases de histología y microscopía en la
101
 Escuela Dental de Missouri y en otras universidades. Durante
su fructífera vida académica, se dedicó a la investigación, pu-
blicando gran cantidad de artículos sobre anatomía, patología
y odontología. Siendo este último tema. el que lo llevó a la
fama. En los dos volúmenes de su libro, publicado en 1908 y
cuyo contenido es sobre operatoria dental, sentó las bases de
la odontología moderna, señalando una serie de paradigmas
que rigieron la profesión a nivel mundial. El libro de Black des-
cribe paso a paso la preparación de cavidades, señalando la
importancia del diseño y del instrumental adecuado, así como
de los materiales de obturación.
Muy pronto la obra de Black se convirtió en un referente
obligado dentro de la profesión y poco más de un siglo des-
pués, algunos de sus principios son aun vigentes.
LOS AÑOS CUARENTA
El acelerado progreso de la ciencia estadounidense, de
mediados del siglo pasado, se debió en gran medida, a la in-
fluencia de un grupo de científicos europeos que emigraron
a los Estados Unidos huyendo del régimen de Adolfo Hitler.
Algunos ejemplos son el caso de:
Bernhard Gottlieb, polaco titulado médico cirujano en la
Universidad de Viena quien junto con su discípulo Balint Or-
ban realizó una importante investigación sobre las característi-
cas microscópicas de los tejidos de la cavidad oral en situación
normal y las alteraciones que éstos sufren en presencia de pro-
cesos patológicos.
En 1944 Gottlieb dejó Viena para radicar permanente-
mente en los Estados Unidos, y fue invitado como Profesor
y Jefe del Departamento de Patología e Investigación Dental
en la Escuela Dental de Baylor, en Dallas, Texas
Balint Orban fue invitado por la Universidad de Loyola, de
Chicago, para dirigir el Instituto de Investigación Dental de
la Universidad. Después de una estancia de dos años, regre-
só a Europa dejando un importante centro de investigación
odontológica, en manos de otro médico vienés, Rudolph
Kronfeld. Años después, volvió Orban a los Estados Unidos
como profesor de la Universidad de Loyola y, en 1952, creó en
Colorado una fundación para la investigación de problemas
odontológicos. Su mayor contribución, además de los abun-
dantes reportes sobre su investigación, fue haber formado
varias generaciones de cirujanos dentistas, con una sólida
formación académica que serían profesores de diferentes
centros universitarios.
Otros importantes investigadores de la Universidad de Viena
que emigraron a los Estados Unidos son: Harry Sicher,2 Joseph
102
Weinmann e Issac Schour. Este grupo se instaló en Chicago y
reunidos con Orban formaron una escuela que puso a los Esta-
dos Unidos a la cabeza de la investigación mundial en materia
odontológica.
LA INFLUENCIA DE
LA ODONTOLOGÍA
ESTADOUNIDENSE EN MÉXICO
A principios del siglo XIX, llegó a México una profesión
hasta entonces desconocida en nuestro país, la dentistería.
La trajeron dentistas franceses y norteamericanos, varias
décadas después, algunos de estos extranjeros, entrenaron
a jóvenes mexicanos, quienes se convertirían, en los prime-
ros dentistas nacionales. Desde entonces hasta la fecha, la
influencia más notable que ha recibido la odontología nacio-
nal, es, sin duda, de los Estados Unidos. La odontología nor-
teamericana siguió fluyendo a través de las publicaciones,
que, desde el siglo XIX, se empezaron a recibir en México. Por
medio de estas revistas los interesados se enteraron de los
cursos que ofrecían las escuelas dentales estadounidense,
lo que animó a varios jóvenes a inscribirse en ellas. A finales
del siglo XIX y principios del XX, regresaron a México dentis-
tas titulados en escuelas estadounidenses dos de los casos
más notables, son los de Mariano N. Ruíz y Zacarías Esponda,
chiapanecos que tuvieron gran influencia en la profesión. El
primero, aunque se sabe que no llegó a titularse -de regreso
a Comitán, Chiapas escribió un libro titulado “La Dentadura
Natural y Artificial” en donde plasmó la información de van-
guardia sobre conceptos y tratamientos dentales. Zacarías
Esponda Moguel después de titularse en la moderna es-
cuela dental de Filadelfia, permaneció tres años más como
ayudante de Edward Kirk, director de la institución y, una de
las figuras más importantes en la odontología mundial. A su
regreso al país, Zacarías Esponda instaló su consultorio en la
ciudad de México, el cual contaba con lo último en equipos
eléctricos, instrumental y materiales, lo que llamó la atención
del gremio dental nacional. El maestro Esponda difundió sus
conocimientos en conferencias de la Sociedad Dental Mexi-
cana y posteriormente formó parte del profesorado de la Es-
cuela Nacional de Odontología, en donde impartió, durante
muchos años la asignatura de Porcelanas Dentales. El maes-
tro Esponda Moguel, viajaba con regularidad a su Alma Mater
para actualizarse y comprar lo necesario para mantener su
consultorio modernamente equipado.
Otros casos de mexicanos titulados a fines del siglo XIX
en universidades estadounidenses fueron, en Filadelfia: Juan
Falero (cubano nacionalizado mexicano), José María Rico y
Rafael Sevilla, y en la de Nueva York Rafael Rico.
Francisco Pastor Artigas, quien fue también profesor de
la ENO en su primera etapa, se tituló en alguna de las uni-
versidades del país vecino. Se tiene noticia de que fue José J.
Rojo el primer mexicano que estudió una especialización en
los Estados Unidos, al acudir a finales de 1904, ocho semanas
al curso de ortodoncia dictado por Edward Angle en San Luis
Missouri. A su llegada, el maestro Rojo instituyó e impartió
la cátedra de ortodoncia en el Consultorio Nacional de En-
señanza Dental.
A partir de los años 30, se empiezan a dar casos de ciru-
janos dentistas de toda la república que viajan a los Estados
Unidos para realizar estudios de especialización. Uno de ellos
fue Samuel Fastlicht quien en 1934, viajó a California para
cursar la especialidad de ortodoncia con el maestro Spencer
Athkinson y regresó a México con la semilla que se converti-
ría en la ortodoncia mexicana.
En la cuarta y quinta década del siglo XX, fueron muchos
los casos de dentistas recién titulados de la ciudad de Méxi-
co, Monterrey, Guadalajara y otras ciudades de la república
los que cursaron estudios de especialidad en el vecino país.
Un importante número de ellos, difundieron a su llegada, sus
conocimientos y sirvieron de puente entre sus maestros y
condiscípulos y la odontología mexicana.
En junio de 1943, la Asociación Dental Mexicana recibió
una comunicación del Instituto Mexicano Norteamericano
de Relaciones Culturales, para ofrecer una beca para un
dentista mexicano. Dicha comunicación fue publicada en
fuentes:
Citas bibliográficas
(1) Proveniente de la Bretaña Francesa.
(2) Harry Sicher tuvo gran cercanía con la
odontología mexicana al acudir a los Seminarios
del Grupo USC de México, a los que fue invitado
como ponente en repetidas ocasiones y, durante
sus últimos años de vida, mantuvo el contacto
académico y social con figuras de la odontología
mexicana como Fermín Reygadas.
Bibliografía
l Barajas Arroyo, Guadalupe. “Odontología en
México”. “Retos, formación y futura demanda de la
profesión”. Ediciones Pomares, México, 2007.
l Carranza, Fermín. “Revolucionarios de la ciencia”.
Javier Vergara Editor. Buenos aires 1998.
los periódicos y enviada a las asociaciones dentales del país,
entre un gran número de aspirantes, se seleccionó a Enrique
C. Aguilar. El joven mexicano, formó parte del grupo de den-
tistas latinoamericanos que pasarían dos años en diferentes
universidades del vecino país, aprovechando la beca de la
Kellogg Foundation, con la cooperación del Departamento
de Estado, en Washington. Durante su estancia en estos
centros educativos, el maestro Enrique C. Aguilar, estableció
vínculos permanentes con la odontología estadounidense
y a su regreso a México, se dedicó a la docencia durante 60
años, impartiendo conocimientos actualizados.
La maestra María Elena Castro de Carruba, ganadora de
la beca Kellogg en 1948, se especializó en odontopediatría
en Ann Arbord, Michigan y fue uno más de los casos de pro-
fesores que establecieron puentes de comunicación con la
odontología estadounidense. En 1951, a su regreso a la ENO,
la maestra Castro invitó a su maestro Thomas Hartsook a dar
dos cursos de odontopediatría que fueron aprovechados,
por un importante grupo de cirujanos dentistas interesados
en esta especialidad, entre ellos el maestro Antonio Fragoso
Ramírez, profesor de la materia en la ENO durante más de
cuarenta años.
A los seminarios de la Asociación Dental Mexicana, Gru-
po USC de México, Ateneo Odontológico Mexicano y a gran
cantidad de Escuelas, Facultades y agrupaciones en toda la
República mexicana, siguen acudiendo ponentes extranje-
ros, principalmente estadounidenses. A la fecha, existen con-
venios inter-universitarios y programas de movilidad estu-
diantil, que ha establecido una verdadera red de intercambio.
l Díaz de Kuri, Martha. “70 años de odontología a
través de la obra del maestro Enrique C. Aguilar”.
Ed. Buena Onda. México, 2007.
l Díaz de Kuri, Martha. “El nacimiento de una
profesión”. “0La odontología en el siglo XIX en
México”. Universidad Nacional Autónoma de
México. Fondo de Cultura Económica. México ,
2002.Pág. 26-34.
l González, Iglesias, Julio. “Historia de la
extracción dentaria”. Ed Yelites. Madrid, España, pp
217-220.
l López Piñero, José María. “Lecciones de historia de
odontología”. Ed. Artes Gráficas Soler. Valencia,
España 1990.
l Margotta, Roberto. “Historia de la Medicina”. Ed
Novaro. México, 1972 pp. 190-220
l Ring, Malvin E. “Dentistry and Ilustrated History.”
Harry Abraham Inc. Publishers Nueva York EUA,
1985 p. 160-232.
103
 Parte V l Capitulo XVIII
Llegada
de la Odontología a México
C. D. y L. H. Martha Díaz de Kuri
Cirujana Dentista y Licenciada en Historia
Profesora de Carrera Titular de Tiempo Completo,
Facultad de Odontología, UNAM. Coordinadora
del Departamento de Historia de la Facultad de
Odontología y del Seminario de Historia, UNAM
E
l 3 de abril de 1823, aparece en el diario ca-
pitalino “El Águila Mexicana” un anuncio de
Guillermo Parrot en el que ofrece sus servi-
cios como cirujano dentista, en su domicilio
de la calle de San Francisco # 6, frente a la
Iglesia de la Profesa, en donde vendía un medicamento para
blanquear y conservar sana la dentadura. Anunciarse en los
periódicos era la costumbre de médicos y dentistas del siglo
XIX, sobre todo de los segundos, que para darse a conocer,
explicaban todo lo que podían hacer.
104
Parrot siguió anunciando sus servicios y meses después,
publicó un folleto informativo sobre el ejercicio dental Re-
flexiones sobre la importancia de conservar la dentadura y
el manejo necesario al efecto, obra calificada por el maestro
Fastlicht como de “discreta propaganda”.
Meses más tarde, se publicó el libro titulado Doctrina mo-
derna para los sangradores, y trata de la flebotomía y arterioto-
mía, de la aplicación de ventosas y sanguijuelas y de las enfer-
medades de la dentadura que obliga a sacar dientes, colmillos y
muelas, con el arte de sacarlas. Este libro recién impreso –en
una imprenta de la calle Santo Domingo- fue escrito por el
flebotomiano francés Ricardo Le’Preux en España en el año
1717, por lo que muchas de sus técnicas y conceptos resul-
taban, más de cien años después, totalmente obsoletos. Pero
en las primeras décadas del siglo XIX todavía seguían practi-
cándose en nuestro país, en donde se empezaba a abrir paso
la moderna dentistería.
 Poco a poco se fueron estableciendo nuevos gabinetes
de dentistas extranjeros en la Ciudad de México y en algu-
nas otras ciudades como Mérida, Veracruz, Guadalajara, San
Luis Potosí y Puebla. Los dentistas, de acuerdo con la moda
francesa, se hacían llamar profesores. En octubre de 1824 dos
dentistas tuvieron una pequeña diferencia que se manifestó
en los periódicos; Guillermo Parrot anunció en el diario “El Sol”
su nueva ubicación en la calle de Espíritu Santo y aprovechó
para aclarar lo siguiente, en contra de un compañero que ase-
guraba hacer extracciones indoloras:
“ Teniendo como imposible como lo es, no sólo quitar el
dolor sin sacar las muelas, pues ni en Europa, ni en el Norte
de América, ni en Guanajuato, San Luis y Guadalajara, a don-
de acaba de llegar otro profesor que ofrece hacerlo, no se ha
encontrado remedio alguno para tan increíble prodigio, ni
para que quitando el dolor, no vuelva a doler; lo advierto de
buena fe…”
Sintiéndose aludido por este anuncio, Guillermo Gardet-
te, respondió días después en el msmo periódico con la si-
guiente nota:
Contestación al aviso dado por el doctor Guillermo Parrot:
“Si este señor entendiera con perfección su facultad, y
estuviera instruido a fondo en los secretos de la naturaleza,
no tendría por imposible lo que dice, y hallaría en ella otros
mayores prodigios, pero no importándome nada que este se-
ñor entienda mal o bien, me limito a dar una completa satis-
facción al público, acreditándole que el remedio que doy yo
para el dolor de muelas hace el efecto anunciado.”
Durante todo el siglo XIX siguieron llegando a México den-
tistas extranjeros, enterados de que en México tendrían el éxito
deseado, por la poca competencia y la gran cantidad de pacien-
tes que necesitaban sus servicios. Uno de ellos fue el profesor J.
Guadíz, que además de atender las afecciones dentales prepara-
ba un elíxir odontológico que curaba cualquier enfermedad de
la boca. El profesor Santiago Nankin, quien aseguraba haber es-
tudiado en Europa y los Estados Unidos, afirmaba realizar “todas
las operaciones de cirugía con gran destreza”, además de: poner
dientes artificiales, emplomarlos, limar los defectuosos y extraer
los que dolieran y vendía también polvos para blanquear los
dientes. Asimismo ofrecía gratuidad en la atención, a la gente
necesitada, que tendría que acudir a su domicilio de Plateros nú-
mero 1, entre siete y ocho de la mañana. El 24 de diciembre de
1835, Francisco Lacoste, anunció en un periódico capitalino, su
llegada procedente de París, aprovechó para invitar al público a
visitar su domicilio de la calle de Mercería número 22, para que
pudiera contemplar los dientes que él mismo tallaba, utilizando
marfil de hipopótamo.
El primer dentista en anunciar que colocaba dientes de
porcelana fue Joseph Magnin, quien -como casi todos sus
compañeros-prometía en sus anuncios, más de lo que podía
cumplir; pero fue el primero que dio a conocer, los dientes
de porcelana que se empezaron a fabricar en Europa desde
principios del siglo XIX, reemplazando en forma ventajosa a
los tallados con marfil de elefante, toro e hipopótamo. En El
Diario del Gobierno del 3 de enero de 1840 comunicó los úl-
timos adelantos en prótesis:
“A fuerza de grandes sacrificios es hoy profesor del nuevo
procedimiento para poner dientes incorruptibles minerales.
Este procedimiento desconocido aquí, ofrece ventajas hasta
el presente, que en vano se habían procurado reunir. Ofrece
la ventaja inapreciable de fijar los dientes de un modo sólido,
que en caso de necesidad será difícil quitarlos, y no vacila en
garantizarlos por espacio de quince años. Por otra parte, di-
cho procedimiento lejos de aflojar los dientes inmediatos, los
afirma y no causa dolor alguno, supuesto que no hay necesi-
dad de extraer las raíces que han quedado en la mandíbula.
Por lo demás la conservación de estos dientes es muy fácil,
basta el simple uso del cepillo para mantenerlos en el más
perfecto estado de limpieza. “
El mismo año de 1840 salió a la venta un folleto del den-
tista francés Antonio Labully -quien mencionaba ser discípu-
lo del connotado dentista parisino Duruty Duiviere-.Esta pe-
queña obra, titulada Observaciones generales sobre el cuidado
que debe tenerse con la dentadura, consta de 12 páginas en
las que describe la anatomía de los dientes, la formación del
tártaro dentinario, la forma en que ataca la caries, los medios
que deben ser empleados para conservar sanos los dientes y
por último una parte dedicada a los dientes artificiales.
La sociedad mexicana había acogido con beneplácito a los
dentistas extranjeros, personajes novedosos, nadie cuestionaba
la existencia de sus conocimientos, ni la veracidad de sus títulos.
Habían llegado de Europa y los Estados Unidos, tenían elegantes
gabinetes como en sus países de origen y la gente adinerada
solicitaba sus servicios. Estos personajes ejercían sin ningún tipo
de control de las autoridades, hasta que se instituyó el examen
para regularizarlos.
fuentes:
Bibliografía
l Díaz de Kuri, Martha. “El nacimiento de una
profesión”. “La odontología en el siglo XIX en
México”. Fondo de Cultura Económica Facultad de
Odontología. México 1994.
105
 Parte V l Capitulo XIX
Exámenes
para obtener la licencia de Cirujano Dentista
C. D. y L. H. Martha Díaz de Kuri se convirtió en el primer titulado como cirujano dentista
Cirujana Dentista y Licenciada en Historia.
Profesora de Carrera Titular de Tiempo Completo,
Facultad de Odontología, UNAM. Coordinadora
del Departamento de Historia de la Facultad de
Odontología y del Seminario de Historia, UNAM
E
n 1840, durante la junta departamental de la
Escuela Nacional de Medicina, se determinó
que los dentistas extranjeros debían de pre-
sentar un examen que acreditaran sus cono-
cimientos, para poder obtener la licencia de
cirujanos dentistas. El del 23 de diciembre del mismo año,
el Ayuntamiento aprobó esta disposición y el 4 de enero de
1841, se promulgó un bando en el que se estipulaban los re-
quisitos necesarios para presentar el examen:
1) Solicitud de examen dirigida al Presidente del Consejo.
2) Tres cartas de testigos que certificaran que el aspirante
era persona decente y moral.
3) El pago de 100 pesos.
El Consejo Superior de Salubridad publicó la convo-
catoria y, poco tiempo después se presentó el primer as-
pirante, Eugenio Crombé, quien en la solicitud refirió ser
francés, residente en México desde hacía nueve años, es-
tar casado con mexicana y tener dos hijos nacidos en este
país. Presentó además las cartas de recomendación soli-
citadas, en una de estas un médico mexicano aseguraba
conocer a Crombé y avalaba la rectitud de su conducta. En
cuanto se cubrieron estos requisitos, la junta examinadora
seleccionaba al jurado, el día y la hora en que se llevaría
a cabo el examen. Crombé fue aprobado en el examen y
106
en México.
En 1841, fueron seis los dentistas que se titularon, cinco
franceses: Eugenio Crombé, José María Magnin, Antonio La-
bully, Francisco Lacoste y Eugenio del Cambré, además de un
ciudadano estadounidense, George Gardiner. En los años si-
guientes llegaron a diferentes ciudades de México, dentistas
extranjeros y muchos de ellos se examinadoron y recibieron
título en la Escuela Nacional de Medicina. Algunos no lo hi-
cieron y procuraron ejercer en lugares en donde no fueran
fácilmente advertidos por las autoridades.
En 1854, el primer mexicano presentó su examen: Maria-
no Chacón, muy posiblemente hijo de un conocido fleboto-
miano que, dándose cuenta que su oficio estaba en franca
decadencia, aconsejó a su hijo aprender esta disciplina. No
tenemos noticia del nombre del dentista, por supuesto ex-
tranjero, con el que aprendió el joven Chacón, pero sabemos
que era común que los dentistas tuvieran en su gabinete,
aprendices que los ayudaban, a cambio de conocer los se-
cretos del Arte Dental dos o tres años después, se podían
independizar. Tres días después del examen profesional de
Chacón, hizo lo propio el segundo mexicano, Benito Acuña, y
así empezaría la titulación de cirujanos dentistas mexicanos.
fuentes:
Bibliografía
l Díaz de Kuri, Martha. “El nacimiento de una
profesión”. “La odontología en el siglo XIX en
México”. Fondo de Cultura Económica Facultad de
Odontología. México, 1994.
 Parte V l Capitulo XX
La profesionalización
de la Odontología EN México
Dr. y L. H. Uziel Gutiérrez de la Isla
Historiador de la Odontología en la Universidad
Autónoma de Zacatecas
A
ntecedentes
La influencia del Romanticismo en
el desarrollo de las ciencias naturales en
la primera mitad del siglo XIX, propició el
empirismo, y en la segunda mitad del siglo
surgió la corriente filosófica del Positivismo, una línea de pen-
samiento postulada por el francés Auguste Comte (1798-1857)
según la cual, los conocimientos en la historia de las civilizacio-
nes han pasado por tres estados teóricos distintos: teológico o
ficticio, metafísico o abstracto y positivo o científico.1
El Positivismo se desarrolló como un método y una doc-
trina, es decir, asociaba objetivos científicos y políticos. Al
ser superada la “anarquía” generada por la Revolución Fran-
cesa, para mantener el nuevo “establishment”, Comte -en
su calidad de representante de la burguesía y consolidador
del poder de esta clase social- sistematizó a la Sociología y a
la Política como ciencias, aduciendo que los derechos de la
sociedad estaban sobre los derechos del hombre, y el orden
social era condición indispensable para alcanzar cualquier
progreso.2
Las nuevas condiciones sociales del siglo XIX y estas ideas
positivistas -el conocimiento experimental de la naturaleza-,
permitieron de manera definitiva que la Medicina General y
la incipiente Odontología pasaran a la Era Científica.
107
 Los adelantos científicos en el campo de la Microbio-
logía, realizados por el francés Louis Pasteur (1822-95) y
el alemán Robert Koch (1843-1910), permitieron nuevas
hazañas en el campo científico.3 No cabe componenda al-
guna acerca de los méritos de estos pioneros de la ciencia
moderna, que dejaron un caudal de conocimientos nue-
vos al servicio de la humanida que atravesaron el Atlántico
y llegaron a los Estados Unidos, en un contexto de franco
desarrollo científico.
El surgimiento de la primera
Escuela de Odontología
A juicio de Lerman, la Odontología estadounidense na-
ció del germen importado de Inglaterra a partir de 1630.
Inicialmente, fueron manos torpes, de inhábiles empíricos,
quienes atendieron las enfermedades bucales. Su mejora-
miento, lento y gradual, ocurrió acorde a los avances de la
ciencia.4 Y así, los pioneros del arte dental en los Estados
Unidos fueron, en 1766, el inglés Robert Woofendale, y en
1784, el francés Josephe Lemaire.
Los factores que desencadenaron los avances en el cam-
po de la dentistería, según lo destaca Ring, descansaron en
una triple base: 1) enseñanza, 2) literatura y 3) organización.
Eso se observó en la primera escuela dental del mundo que
se creó en 1840, en Maryland (EE.UU). Se trató del Baltimo-
re College of Dental Surgery que tuvo entre sus principales
fundadores a: Horace H. Hayden y Chapin A. Harris (Lerman
consideró a este último, “el verdadero Fauchard norteameri-
cano”).5 La carrera, con duración de dos años, contemplaba
ocho meses para las clases teóricas; el resto se dedicaba a la
práctica dental dirigida. Los primeros alumnos fueron cinco.
Dado el rigor de la enseñanza, sólo hubo dos egresados de
esta primera generación que alcanzaran el título de Doctor
en Cirugía Dental (DDS, por sus siglas en inglés); uno de ellos,
Robert Arthur que fundó después la tercera escuela dental
estadounidense.6
La influencia del Positivismo en
México y la profesionalización
de la Odontología
Leopoldo Zea, en su destacado trabajo sobre el Positi-
vismo en México, señaló que el médico mexicano Gabino
Barreda (1818-1881) viajó a Francia para aprender directa-
mente de Comte, la filosofía positivista. Al regresar al país,
recibió del presidente Juárez la encomienda de reorganizar
108
la Educación Media Nacional, con la finalidad de alejarla de
la metafísica y la teología rescoldo de la Colonia. En 1867,
fundó en la ciudad de México la Escuela Nacional Prepara-
toria, de acuerdo con las ideas positivistas. Con ello, se in-
auguró la formación del alumnado con un rigor científico
hasta entonces inédito en México. Y tanto la cuantificación
como la experimentación de las ciencias naturales, llegaron
a los laboratorios nacionales para quedarse. La Escuela Na-
cional Preparatoria fue el antecedente para la formación de
los profesionistas de México, en un ambiente en el que se
rindió culto a la ciencia y a la tecnología como motores del
progreso.7
Pronto, los egresados de las escuelas profesionales
positivistas, formaron parte del gabinete presidencial y
de los cuadros directivos. En la etapa final del Porfiriato,
a los miembros de esta élite política se les conocía como
“científicos”, por aspirar a gobernar de acuerdo a las en-
señanzas de la ciencia. Entre los efectos de esta política,
se cuenta la cimentación científica de la Medicina y de la
Odontología.
Los primeros títulos de
dentistas expedidos en México
Una vez consumada la independencia de México, el Tri-
bunal del Protomedicato terminó sus actividades en 1831.
Le sucedieron en sus funciones: la Facultad Médica del De-
partamento de México y el Establecimiento de Ciencias Mé-
dicas. No obstante, durante el período histórico en el que
se debatía la definición liberal de la República, se advirtió la
ausencia de un sistema nacional de salud, porque las activi-
dades sanitarias, estaban bajo la jurisdicción de los Estados y
Municipios. En consecuencia, en enero de 1841 se estableció
el Consejo Superior de Salubridad, como la instancia oficial-
mente encargada de regular y vigilar el ejercicio autorizado
de la Medicina en todas sus modalidades, incluyendo las ar-
tes dentales.8
Los aspirantes a ejercer como dentistas, al no existir una
educación formal, forzosamente deberían demostrar ante los
examinadores de la Escuela Nacional de Medicina, una sufi-
ciencia de conocimientos en el área médica a practicar. Apro-
bar el examen permitió a los sustentantes, gozar de licencia
y amparo oficial para ejercer la actividad solicitada. El doctor
Fernando Martínez Cortés, especialista en el tema, ha aportado
informaciones sobre las obligaciones establecidas por el Con-
sejo Superior de Salubridad para la presentación del examen
de acreditación:
 “Todo médico, cirujano, dentista, farmacéutico, fleboto-
miano o partera que deseara ejercer en el Departamento de
México, tendría que ser examinado precisamente en lengua
castellana en la Escuela de Medicina, previa la autorización
del Consejo Superior de Salubridad. (…)
“Para que los flebotomianos y los dentistas fueran ad-
mitidos a examen, el Consejo Superior de Salubridad de-
bería acreditar a satisfacción que habían practicado con
aprovechamiento las operaciones que les estaría permiti-
do hacer. (…)
“Médicos, cirujanos, dentistas, farmacéuticos, flebotomia-
nos y parteras, que quisieran ejercer en el Departamento de
México, empezarían por acreditar ante el Consejo sus buenas
costumbres y recta vida por medio de un documento resul-
tante de una investigación hecha por un alcalde, además de
que los tres primeros pagarían veintidós pesos y los restantes
dieciséis, de cuyas cantidades, en ambos casos, seis pesos
serían para el sello primero nacional que debería llevar cada
pergamino y el resto para los fondos del Consejo Superior de
Salubridad.”9
De ese modo, en el México del siglo XIX, acatando las
anteriores disposiciones legales, se expidieron los primeros
títulos de dentistas. El 19 de agosto de 1841, lo obtuvo el
francés Eugenio Crombé; le siguieron aproximadamente diez
dentistas extranjeros. El 11 de mayo de 1854, Mariano Cha-
cón -primer dentista mexicano- alcanzó el permiso y el 18 de
enero de 1886, fue Margarita Chorné y Salazar quien recibió
la autorización, evento de gran relevancia en una sociedad
en la que únicamente los varones cursaban estudios de pro-
fesiones independientes.10
Según los archivos del Consejo, en el transcurso del siglo
XIX, fueron 133 hombres y tres mujeres los que se graduaron
de cirujano dentista.11
Creación de la primera escuela
de odontología en México
A principios del siglo XX, seis cirujanos dentistas de la
horneada del siglo XIX: Ricardo Figueroa, José J. Rojo, Teófilo
Valdez, Juan Falero, Alfredo Reguera y Ricardo Crombé, se or-
ganizaron para gestionar la fundación de la primera escuela
de odontología en México. El proyecto cristalizó el 19 de abril
de 1904, una vez que Porfirio Díaz emitió un decreto auto-
rizando la creación del plantel educativo al que se le deno-
minó Consultorio Nacional de Enseñanza Dental que estuvo
anexo a la Escuela Nacional de Medicina. La dirección de esa
pionera institución quedó en manos de Ricardo Crombé.12
La descripción que hizo Ángel Zimbrón Paz de la infraes-
tructura material con la que empezó a funcionar la nueva
institución, proporciona nociones respecto a cómo eran los
consultorios dentales de la época:
“El plano de la Escuela queda formado de la manera si-
guiente: una pieza destinada a la Dirección y Secretaría; Sala
de Clínica, dotada de seis sillones Wilkerson de S.S. White y
las ménsulas para instrumentos; máquinas dentales de pedal,
cajas para esterilización e instrumentos para las demostracio-
nes clínicas.
“Anexo a la Clínica está el guardarropa para profesores y
alumnos y un estante para los materiales y medicamentos
necesarios.
“Un pequeño local, dotado de un sillón Wilkerson, gasó-
metro para protóxido de azoe, y una vitrina con arsenal dedi-
cado a la exodoncia y cirugía menor de la boca.
“La porción restante del plano corresponde a la peque-
ña sala de espera, salón para clases orales, laboratorio para
trabajos de caucho y celuloide, y otro para trabajos de oro
y metales.13
En 1905, surgió la Secretaría de Instrucción Pública. Su
titular, Justo Sierra, se dio a la tarea de ampliar el radio de
acción de la educación orientada a minorías localizadas en
el área urbana del país; y en septiembre de 1910, año del
Centenario del inicio de la Guerra de Independencia, con una
orientación moderna, distinta de lo que fue en la época co-
lonial y con estudios de Cirugía integrados a los de Medicina;
el secretario creó la Universidad Nacional, institución que al
adquirir en 1929 su autonomía, se transformó en la Universi-
dad Nacional Autónoma de México (UNAM).15 Respecto a la
primera institución formadora de cirujanos dentistas en Mé-
xico, después su incorporación institucional a la Universidad
Nacional y de varios cambios, en 1916, adoptó el nombre de
Facultad Odontológica, actual Facultad de Odontología de la
UNAM.15
Uno de los requisitos para ingresar como alumno a la recién
creada institución formadora de odontólogos, fue haber aprobado
los cursos de la Escuela Nacional Preparatoria. La carrera profesio-
nal de Cirujano Dentista comenzó a delinearse, según Ángel Zim-
brón Paz, con una duración de tres años; el plan de estudios incluía
materias de ciencias básicas, como: Anatomía Descriptiva, Histolo-
gía, Fisiología e Higiene, todas a cursarse en la Escuela Nacional de
Medicina; en tanto que las exclusivas de la carrera, como: Prótesis
Fija y Removible, y Cirugía Dental, se impartían en el Consultorio
Nacional de Enseñanza Dental, instancia donde se realizaban, con
asesoría docente: consultas gratuitas con la finalidad de propiciar-
les a los estudiantes la práctica de la Exodoncia, Prótesis y demás
109
 operaciones dentales necesarias para lograr el nivel de calidad in-
dispensable en el ejercicio óptimo de la profesión.
En el modelo educativo puesto en marcha, los contenidos
cognoscitivos del plan de estudios estaban organizados por
materias. Secuencialmente se cursaban las materias básicas,
luego las preclínicas y posteriormente las clínicas. La primera
generación estuvo inicialmente conformada por cinco alum-
nos; tres de los cuales: Miguel Pavia, Pedro Alemán y Ernesto
Acuña, culminaron exitosamente sus estudios.16
fuentes:
Citas bibliográficas
(1) Comte, A. p. 22.
(2) Ibidem, p. 36.
(3) Martínez C.
(4) Lerman. p. 215.
(5) Lerman, p. 217.
(6) Ring, 212.
(7) Zea, L. p. 87-107. La ley se decretó para la Escuela
Nacional Preparatoria del Distrito Federal. Sin
embargo, sirvió de modelo para la creación de sus
homólogas en el interior de la República Mexicana,
a las que se les denominó Colegios Civiles, en
donde se materializó la orientación positivista.
(8) Retschmer, R., p. 126-129.
(9) Martínez Cortés p. 32-36.
(10) Díaz de Kuri, MV p. 105-134.
(11) Díaz de Kuri, MV p. 12.- Enfatiza la autora que
a partir de la incursión de Margarita Chorné y
Salazar en el mundo de las profesiones liberales,
se desencadenó la lucha femenina por demostrar
que la inteligencia no tenía sexo, y meses más tarde
obtuvo su título de médica, Matilde Montoya, y
como licenciada en derecho, Victoria Zarco.
(12) Zimbrón, Á, p 21.
(13) Ibidem, p. 21-22.
(14) Zea, pp. 90-100.
(15) Zimbrón Levy, p. 170.
(16) Zimbrón, Á, p. 22.
(17) Sánchez, J, p. 101.
(18) Ibidem, p. 97.
Bibliografía
l Comte, Augusto, “Ensayo de un sistema de política
positiva, UNAM, México, 1979, p. 22, 36
110
A principios del siglo XX, se ejercía exclusivamente la
Odontología General. En la década 1930-1940, surgieron sub-
especialidades, pero sólo las practicaba personal preparado
en el extranjero; hasta que en 1961, emergió en la Escuela
Nacional de Odontología el primer curso de Ortodoncia.17
A partir de la década de 1920, asumiendo como modelo
y guía a la institución pionera, surgieron otras Escuelas de
Odontología en el interior del territorio nacional, empezando
en las ciudades de Mérida, Guadalajara y Monterrey.18
l Díaz de Kuri, Martha Victoria, “La mujer en la
Odontología, UNAM, México, 2002, p. 12. Enfatiza la
autora que a partir de la incursión de Margarita
Chorné y Salazar en el mundo de las profesiones
liberales, se desencadenó la lucha femenina por
demostrar que la inteligencia no tenía sexo,
y meses más tarde obtuvo su título de médica,
Matilde Montoya, y como licenciada en derecho,
Victoria Zarco.
l Martínez Cortés, Fernando, “De los miasmas
y efluvios al descubrimiento de las bacterias
patógenas”. “Los primeros cincuenta años del
Consejo Superior de Salubridad”, Bristol-Myers
Squibb de México, S.A. de C.V, México, 1993, sin página.
l Retschmer, Roberto, “La medicina institucional
en México: una perspectiva histórica”, en: “Un siglo
de Ciencias de la Salud en México”, FCE, México,
1987, pp. 126-129.
l Sánchez Torres, Javier, “Estomatología”, en: “La
salud en México: testimonios”, T. IV, “Especialidades
médicas en México”, FCE, México, 1988, p. 101.
l Zea, Leopoldo, “Del liberalismo a la revolución
de la educación mexicana”, SEP, México, 1963, pp.
87-107. La ley se decretó para la Escuela Nacional
Preparatoria del Distrito Federal. Sin embargo,
sirvió de modelo para la creación de sus homólogas
en el interior de la República Mexicana, a las que
se les denominó Colegios Civiles, en donde se
materializó la orientación positivista.
l Zimbrón Levy, Antonio y Mirella Feingold Steiner,
“Breve historia de la Odontología en México” p., 70.
l Zimbrón Paz, Ángel, “La odontología a
principios del siglo XX (1904-1930)”, en: “Simposio
de Estomatología”, Academia Nacional de
Estomatología, México, 1968, p. 21.
 Parte V l Capitulo XXI
La Primera
Escuela Dental de México
C. D. y L. H. Martha Díaz de Kuri
Cirujana Dentista y Licenciada en Historia.
Profesora de Carrera Titular de Tiempo Completo,
Facultad de Odontología, UNAM. Coordinadora
del Departamento de Historia de la Facultad de
Odontología y del Seminario de Historia, UNAM
L
a necesidad de contar con una escuela como
las que proliferaban en Estados Unidos y Eu-
ropa, fue planteada por médicos y dentistas
desde los años 80. Los miembros de la Primera
Sociedad Dental habían considerado el asun-
to, pero el grupo se desintegró antes de consolidar las bases
de este proyecto. En un artículo publicado el mes de mayo en
El Arte Dental -órgano informativo de la sociedad- se plasmó
el sentir de los dentistas sobre el “inadecuado” tipo de ense-
ñanza que se ofrecía en México, comparado con los cursos
que se impartían en las modernas escuelas extranjeras:
“El dentista hace sus estudios en nuestro país, de la mane-
ra más imperfecta. Comienza por carecer, en muchas ocasio-
nes de la educación intelectual y quizá de la buena sociedad,
el aspirante y sus padres creen que estudiar para dentista es
lo más fácil y después muy productivo. Consigue ingresar al
gabinete de un dentista, quien por mucho empeño que ten-
111
 ga por instruir a su alumno, no puede darle clínicas quirúrgi-
cas, porque no dispone de más enfermos que sus clientes y
sería expanderse en su crédito si se asociase al discípulo para
servirlo o le confiase su curación. “
“Un profesor para poderlo ser, debe haber estudiado lo
suficiente para tener el título. Así pues propondremos que
la carrera de dentista termine por hacerse como cualquiera”.
A las oficinas del Ministerio de Fomento, habían llega-
do varios proyectos para ser considerados por el general
Porfirio Díaz, pero ninguno de estos había recibido el visto
bueno del presidente. Uno de estos -por cierto con un plan
de estudios bien estructurado- lo había enviado el dentista
titulado en Estados Unidos Pedro Calvo. Parece ser que, a
pesar de lo bien presentado del proyecto, el presidente Díaz
no lo apoyó por proceder de un ciudadano cubano y no de
un mexicano; esto se contraponía con la política nacionalis-
ta del mandatario. Otro de los proyectos estaba firmado por
un cirujano dentista estadounidense, por esta razón tampo-
co fue aceptado.
En la revista del El Arte Dental publicada el mes junio de
1887, quedó expresado lo siguiente:
“Sabemos de una manera positiva que el progresista Dr.
Manuel Carmona y Valle, digno director de la escuela de Me-
dicina, está estudiando de acuerdo con la Secretaría de Justi-
cia, las reglamentaciones de los estudios especiales que para
la carrera de dentista se requieren. Enviamos al Dr. Carmona
nuestras felicitaciones por idea tan acertada, y prometemos
a nuestros lectores tratar este asunto… “
La Escuela Nacional de Medicina, organizó algunos cur-
sos de materias básicas para los dentistas; lo que los ayudó
a tener una mejor preparación, pero no resolvieron el pro-
blema. La Sociedad Odontológica Nacional se disolvió y el
asunto no se volvería a tratar gremialmente hasta 11 años
después cuando se integró la Sociedad Dental Mexicana,
segunda en su género. En la mesa directiva había cuatro
dentistas titulados en Estados Unidos: Ricardo Crombé,
Juan Falero, Rafael Sevilla y Charles Young; que conocían los
programas escolares y los beneficios que esto acarrearía a
la odontología nacional. En La Revista Dental Mexicana, diri-
gida por Young se publicaron artículos sobre escuelas den-
tales de Estados Unidos, Japón y Rusia, momento en que
vuelve a ponerse sobre la mesa, la necesidad de crear en
México una escuela dental.
Después de varias reuniones en donde se detalló el
proyecto el 13 de septiembre de 1889 el doctor Ricardo
Crombé, en su carácter de presidente de la Sociedad Dental
Mexicana, informó al general Porfirio Díaz sobre las defi-
112
ciencias que se presentaban en el aprendizaje y titulación
de los dentistas y le propuso soluciones y contar con la
ayuda incondicional de los miembros de la Sociedad Dental
Mexicana:
Ocurso –escrito jurídico- que la sociedad Dental Mexica-
na eleva al C. Presidente de la República Mexicana.
C. Presidente de la República Gral. Porfirio Díaz.
“Los que suscriben, a nombre de la Sociedad Dental Mexi-
cana, con el respeto debido, exponen:
“Que deseosos de mantener entre los miembros de la Fa-
cultad Dental la honorabilidad y el carácter que debe tener
todo individuo poseedor de un título profesional, se permite
llamar la atención de Ud., para hacerle presente algunas defi-
ciencias de las leyes relativas.
“Actualmente, para ejercer el arte dental, basta pedir el
examen del caso en la Escuela de Medicina, apoyando la so-
licitud con un certificado en que conste que el candidato ha
ejercido durante dos años, en el gabinete de cualquier den-
tista titulado. Con este requisito único, la Escuela nombra un
jurado, compuesto en su totalidad por médicos, y el examen
se lleva a cabo con bastantes deficiencias, puesto que por
muy honorable que sea el jurado, no puede investigar si el
aspirante es apto o no lo es, en razón de que una es la profe-
sión del médico y otra, muy diversa la del dentista.
“Entrar en aclaraciones a este respecto sería tanto como
lastimar la notoria ilustración de usted; puesto que con toda
claridad y a primera vista, se advierte que ningún médico por
notable que sea, está en el caso de saber y conocer la téc-
nica de la prótesis dental, asunto enteramente práctico, que
requiere, no sólo los conocimientos teóricos, sino la práctica
de muchos años.
“Con toda claridad se desprende de lo expuesto que cual-
quier individuo puede quedar fácilmente investido de un
título que no merece, tanto como en el examen no acredi-
tó su saber, cuanto porque el certificado de prácticas, único
requisito que se requiere, pudo adquirirlo por amistad, por
recomendación o por cualquier otro medio, que podrá ser
expeditivo y práctico, pero de ninguna manera honroso y
digno; y como esto pudiera implicar una acusación, o cuando
menos un reproche al cuerpo de dentistas, creemos de nues-
tro deber insistir sobre el punto.
“El caso es concreto, Señor Presidente; cuanto mayor
trabajo cuesta adquirir un título, tanto mayor es el cuida-
do que se tiene que tener para hacerlo respetar; y a la in-
versa, cuando sin dificultad se obtiene la misma gracia, no
se siente estimación por ella; además siendo mayores las
dificultades para obtener el título, más escogidas serán las
individualidades que lo obtengan. Ahora bien, estamos
en el segundo caso, y debido a eso, hay muchos títulos
que no se han dado debidamente, y de ahí el origen de
que no puedan obtenerse con toda facilidad certificados
de práctica.
“Por lo expuesto, y deseando que nuestra profesión tenga
el lustre que debe tener, a Ud. Suplicamos, Señor Presidente:
“1) Que a la mayor brevedad posible, se digne formular,
sus acertadas indicaciones para que, mientras llega a tener
lugar la reglamentación de los estudios para la carrera de
dentista, se corte un grave mal que compromete notable-
mente el buen nombre de la Escuela de Medicina y su gobier-
no, reformando, cuando menos, la forma en que se verifican
los exámenes, integrándolo tres dentistas y dos médicos.
“2) Que el certificado de práctica lo expidan únicamente
los dentistas establecidos titulados, y con más de diez años
de práctica”.
“3) Que no se admitan a examen a personas menores de
edad.
“4) Todos los dentistas que formamos el cuerpo de la So-
ciedad Dental Mexicana, nos ofrecemos gustosos, y sin nin-
guna remuneración a prestar el contingente, cualquier que
se nos encomiende. Todo esto Señor Presidente, a reserva
de que usted, como lo hemos indicado, se sirva acordar lo
conveniente.
“Hemos salvado los conductos dirigiéndonos directa-
mente a Ud., tomando en cuanta que, en primer lugar, es Ud.
nuestro Presidente Honorario, y luego el interés decidido que
imparte Ud. a todo lo que significa adelanto y progreso para
el país. Todo lo cual pedimos a favor de la humanidad, en
Honra de nuestra Patria y el Cuerpo Dental Mexicano”.
México, a 13 de septiembre de 1898.
R. Crombé - Presidente
P. C. Hinojosa - Secretario
Con el doble propósito de instruir a los jóvenes que de-
seaban aprender las artes dentales y para brindar servicio
dental gratuito a la gente necesitada, los miembros de la
Sociedad Dental Mexicana fundaron un dispensario; este
consultorio, antecedente de la primera Escuela Dental, se
ubicó en la calle de Santa Clara #14 varios de los asociados
prestaban gratuitamente sus servicios, el director fue Manuel
Carmona.
En 1900, se efectuó en París el Tercer Congreso Dental In-
ternacional, el gobierno de Díaz envió como representante
al doctor Francisco Pastor Artigas, con el propósito de que
recabara toda la información posible para la Escuela Dental
de México; cuyo proyecto estaba ya adelantado. La infor-
mación obtenida por Pastor Artigas fue muy útil para que
los miembros de la asociación, terminaran de elaborar el
proyecto que le enviarían al Secretario de Justicia e Instruc-
ción y al director de la Escuela Nacional de Medicina, doctor
Eduardo Liceaga, quien lo estudió y aprobó. En la documen-
tación se incluían los listados de los equipos, instrumental
y muebles necesarios para la escuela. Se dio el visto bueno
al nombre de “Consultorio Nacional de Enseñanza Dental”.
El programa de estudios fue presentado y aprobado por la
Cámara de Diputados y días después publicado en el Diario
Oficial.
En septiembre de 1902 el doctor José J. Rojo fue comi-
sionado por el Presidente Díaz para hacer una visita a las
principales escuelas dentales de los Estados Unidos, para
que a su regreso, entregara un reporte sobre la organiza-
ción y el funcionamiento de estas instituciones. El doctor
Rojo entregó un informe muy detallado sobre las escuelas
dentales de Harvard, Búfalo, Chicago y Nueva York. Pero el
que ocupó más espacio, fue la descripción de la Escuela
Dental de Filadelfia; sin duda la más grande, moderna y me-
jor equipada del mundo.
En su informe, el doctor Rojo muestra asombro y admi-
ración por el gran desarrollo que vivía la odontología en el
vecino país:
“La profesión dental en los Estados Unidos ha alcanzado
un alto grado de desarrollo. Para convencerse de esta verdad
basta estudiar sus más recientes estadísticas: el número de
dentistas que ejercen podría estimarse en 27 608, distribui-
dos en todos los estados de la Unión Americana. Existen en
la actualidad 60 instituciones consagradas a la enseñanza del
arte dental. La mayor parte de ellas relacionadas con cole-
gios de medicina y hospitales generales, y algunas formando
parte integrante de universidades, como la escuela dental de
la Universidad de Harvard, la de Pensilvania, una de las más
ricas y mejor acondicionadas del país”.
El doctor Rojo, describió a detalle las dimensiones, distri-
bución y organización. Incluyendo las aulas, laboratorios, sa-
las operativas y oficinas del personal administrativo. También
habló sobre equipos e instrumental y la parte académica.
Toda esta información serviría de punto de partida, para
la escuela que estaba próxima a ser inaugurada.
Al contar con los requisitos previos, se seleccionó y ren-
tó el lugar más adecuado para la instalación del Consultorio
Nacional de Enseñanza Dental; una casa en la calle de la Es-
condida 1 y 2, hoy calle de Ayuntamiento esquina con Lázaro
113
 Cárdenas. La casa se acondicionó perfectamente para contar
con una amplia sala operatoria en donde se colocaron seis si-
llones para los doctores José J. Rojo, Ricardo Crombé, Alfredo
Reguera, Juan Falero y Teófilo Valdez y sus correspondientes
máquinas de pedal, orientados hacia los balcones para apro-
vechar la luz del día. La biblioteca se conformó con un total
de 19 libros colocados en un estante, entre estos la Constitu-
ción Política de México y diccionarios inglés-español y francés-
español, Las operatorias dentales de Chapin Harris y Edward
Kirky Anatomías humanas en francés, entre otros.
En julio de 1903 fue nombrado el personal docente que
debía inaugurar los cursos, y aunque solo dos de ellos, Crom-
bé y Falero, habían cursado la carrera en una escuela dental,
los seis profesores eran excelentes dentistas.
Dr. Ricardo Crombé
Director
Dr. Ricardo Figueroa
Secretario y profesor de operaciones dentales
y materias médicas.
Dr. José J.Rojo
Profesor de Metalurgia dental, prótesis,
Coronas y puentes.
Dr. Alfredo Reguera
Profesor de patología y terapéutica
Dr. Juan Falero
Demostrador de operaciones dentales
Dr. Teófilo Valdez
Demostrador de prótesis dentales
Como apoyo a la naciente institución, con escaso presu-
puesto, y poco alumnado, en esta primera etapa el director y
el secretario no recibirían remuneración alguna por sus funcio-
nes. A fines de 1903 y gracias a las gestiones de José J. Rojo,
llegó de los Estados Unidos el equipamiento total: sillones, má-
quinas de pedal, aparatos de laboratorio, equipos, materiales
dentales y el instrumental necesario. Los muebles y demás en-
seres fueron adquiridos en México. El primero de abril de 1904,
el Presidente de México informó al Congreso de la Unión sobre
la próxima inauguración:
“Acaba de instalarse el Consultorio Nacional de Enseñan-
za Dental, y así queda organizada por primera vez en México
un sistema completo de educación para los dentistas, llenan-
do así un vacío que en la enseñanza había venido lamentán-
dose.”
El día 19 de abril de 1904, se llevaría a cabo la solemne in-
auguración, a la que acudió, en representación del Presidente
114
de México, el Secretario del Despacho de Justicia e Instruc-
ción Pública, licenciado Justino Fernández, y otras persona-
lidades como el Dr. Eduardo Liceaga, director de la Escuela
Nacional de Medicina, el Dr. Alfonso Ruíz Erdosaín, secretario
de la misma, el director y personal docente de la nueva insti-
tución, así como un grupo de personalidades del gremio aca-
démico, médico y dental. Hasta 1911 el Consultorio Nacional
de Enseñanza Dental fue dependiente de la Escuela Nacional
de Medicina, cambiando su nombre a Escuela Nacional de
Enseñanza Dental; posteriormente, bajo la dirección de José
J. Rojo obtendría su independencia total.
La creación del Consultorio Nacional de Enseñanza Den-
tal, marcaría el inicio de la profesión formal, escolarizada,
con metas y propósitos bien definidos; dejando en el pasado
las viejas prácticas de los flebotomianos y la posibilidad de
aprender odontología en forma autodidacta. Es también la
culminación de un proceso que inició a principios del siglo
XIX, con la llegada de los dentistas extranjeros y terminó con
el nacimiento de una profesión reconocida y reglamentada,
punto de partida de la odontología mexicana.
El Consultorio Nacional de Enseñanza Dental, fue cre-
ciendo en el número de estudiantes y fue necesario acreditar
nuevos profesores; en 1905 recibieron sus nombramientos
Carlos Ocelli y Francisco Pastor Artigas. En 1911, la casa de la
Escondida era ya insuficiente para albergar al creciente nú-
mero de estudiantes y la institución se cambió a un edificio
en la calle de Mina, en donde permaneció solo unos meses,
para mudarse a una antigua casona en la calle de Moneda, en
donde permaneció hasta 1916, año en el que se instaló en el
edificio anexo a la Escuela Nacional de Medicina. Para 1915 se
habían titulado 73 varones y 8 mujeres; En 1923 -año en que
se inauguró la segunda Escuela Dental de México, en Mérida,
Yucatán 170 cirujanos dentistas habían recibido su titulo pro-
fesional en la Escuela Nacional de Enseñanza Dental.
fuentes:
Bibliografía
l Cuevas Guajardo, Leticia, González Ortiz, Rosa
María y Rocha Romero, Virginia. “La enseñanza
de la Odontología en la UNAM”, UNAM Iztacala.
México 1993,.
l Días de Kuri, Martha Victoria. “Nacimiento de
una profesión”. “La odontología en el siglo XIX
en México”. Fondo de Cultura Económica. México,
1996.
 Parte V PARTE I
l Capitulo
Asociaciones y publicaciones
SIGLO XIX y principios del XX
C. D. y L. H. Martha Díaz de Kuri
Cirujana Dentista y Licenciada en Historia.
Profesora de Carrera Titular de Tiempo Completo,
Facultad de Odontología, UNAM. Coordinadora
del Departamento de Historia de la Facultad de
Odontología y del Seminario de Historia, UNAM.
S
iguiendo los ejemplos europeo y norteamerica-
no, durante el siglo XIX se fundaron en México
gran cantidad de sociedades científicas. La pri-
mera que agrupó a los cirujanos dentistas fue
la “Sociedad Odontológica Nacional”, creada en
XXII
1887 a iniciativa del doctor Alfonso María Brito; quien fue tam-
bién el editor de El Arte Dental, primera revista odontológica
mexicana.
La mesa directiva quedó integrada de la siguiente manera:
Dr. Alfonso María Brito - Presidente
Dr. José María Pérez - Vicepresidente
Dr. Javier Anaya - Secretario
Dr. Mariano López - Prosecretario
Dr. Rafael Sevilla - Tesorero
En esta primera revista -de efímera vida- quedaron con-
signados los asuntos de la Sociedad Odontológica, cuyos
115
 miembros no se pudieron organizar para elaborar los regla-
mentos y los proyectos de trabajo. Poco antes de cumplir un
año, la sociedad dejó de existir, la carta de renuncia del Dr.
Brito pone de manifiesto las causas tanto de su nacimiento
como de su desaparición:
“Ajeno a las mezquinas pasiones de la envidia y pre-
sunción por una parte, y deseoso por otra, de crear para la
profesión a la que me honro en pertenecer, el prestigio de
que hasta hoy ha carecido en nuestro país, concebí la idea
de formar un círculo de profesores en quienes concurriera la
instrucción, la honradez, el afán por el estudio y la buena vo-
luntad. Al efecto hice una invitación a individuos con quienes
me ligaba alguna intimidad, y al mismo tiempo consideraba
como representantes de diversos grupos que se hallaban di-
seminados en la capital, en esta forma: El Dr. Chacón, repre-
sentante de los decanos dentistas mexicanos; el Dr. Pérez, de
la colonia de extranjeros; el Dr. Sevilla, de los educados en Es-
tados Unidos; el Dr. Landecho, condiscípulo mío. Dres. Valle,
López y Anaya del grupo de los que últimamente ingresaron
al profesorado….
“…Los doctores que forman el grupo decano del profe-
sorado, se negaron a aceptar la invitación, pretextando para
ellos no estar de acuerdo con el reglamento, aun cuando las
causas legítimas por ninguno de vosotros son ignoradas;
siendo la principal de ellas creerse humillados por la pre-
sencia de un colega de recepción con mucho posterior a la
suya…”1
Once años después, el gremio mostraría síntomas de
mayor madurez, al intentar de nuevo y con mayor éxito, la
creación de una nueva sociedad dental.
Sociedad Dental Mexicana
La iniciativa para su creación, fue del dentista norteameri-
cano Charles Aubrey Young, editor de la Revista Dental Mexi-
cana, segunda en su género en México. En el depósito dental
del promotor, se citó al grupo de dentistas más conocidos de
la ciudad, como consta en el acta de la fundación de la Socie-
dad Dental Mexicana:
“En la ciudad de México a las 7 pm del día 16 de julio de
1898 reunidos en las oficinas de la “Compañía Manufacture-
ra Dental Mexicana”, calle de Vergara # 18 a invitación del Dr.
C.A. Young, los profesores dentistas cuyos nombres siguen,
a saber:
Dr. Ricardo Crombé
Dr. L. Engberg
Dr. Francisco Pastor Artigas
116
Dr. Alfredo Thiess
Dr. Pedro Hinojosa
Dr. Manuel Carmona
Dr. Rafael Sevilla
Dr. Jesús Villafuerte
Dr. Alfredo Reguera
Dr. Mariano López
Dr. Juan Falero”
Young les expresó a sus invitados el propósito de la reu-
nión, que era la creación de una sociedad dental a imagen
y semejanza de las existentes en Estados Unidos y Europa,
lo que se traduciría en grandes ventajas para sus miembros:
Formar un espíritu solidario, incrementar los lazos fraternales
e impulsar a la profesión a la altura de las mejores del mun-
do. Young propuso que las reuniones fueran mensuales y se
efectuaran en el mismo sitio.
En la reunión se nombró presidente, por aclamación, al
Dr. Ricardo Crombé, situación comprensible, ya que además
de ser egresado de una escuela dental estadounidense y ser
hijo de Eugenio Crombé, primer dentista titulado en México,
poseía uno de los gabinetes más exitosos de la Ciudad.
Uno de los puntos principales a los que se abocaron los
miembros de la mesa directiva, fue el de invitar como pre-
sidente honorario al general Porfirio Díaz, decisivo para sus
proyectos futuros.
La membresía de la sociedad se incrementó con el paula-
tino ingreso de cirujanos dentistas de la ciudad de México y
otras poblaciones de la república.
Muy pronto la naciente sociedad vería realizados sus dos
más importantes proyectos: la publicación de “La Revista
Dental Mexicana” y la creación del Consultorio Nacional de
Enseñanza Dental, primera escuela nacional de odontología
del país, que con el tiempo se transformaría en la Facultad de
Odontología de la Universidad Nacional Autónoma de Mé-
xico (UNAM).
Durante el Congreso Dental Internacional realizado en
Berlín en 1909; la Sociedad Dental Mexicana adquirió la re-
presentación de la Federación Dental Internacional (FDI).
La FDI en México, tuvo como presidente al Dr. José J. Rojo
y el proyecto de trabajo incluyó la coordinación con las auto-
ridades de la Escuela Nacional de Odontología, para organi-
zar conjuntamente actividades tendientes a actualizar a los
cirujanos dentistas y a responder ante la Federación Dental
Internacional, proyectando una imagen de actividad científi-
ca. El número de actividades organizadas fue muy escaso, ya
que el tercer evento se llevó a cabo a principios de los años
90. La FDI de México fue señalada como no democrática y
elitista, ya que el Dr. Rojo se negó a dejar la presidencia en los
40 años de vida de la agrupación que fue perdiendo fuerza y
terminó por desaparecer.
Para la tercera y cuarta década del siglo XX, serán creadas
nuevas asociaciones en la Ciudad de México y ciudades de
provincia; algunas viven en la actualidad, mientras otras tu-
vieron vida efímera.
Publicaciones
La primera obra sobre dentistería Reflexiones sobre la
importancia de conservar la dentadura y manejo necesario al
efecto fue publicada en 1823 y escrita por Guillermo Parrot,
primer dentista del que se tiene referencia en México. Este
folleto fue redactado en inglés y traducido al español por F.
L. Delahanty. Consta de 55 páginas y más que carácter cien-
tífico, es una obra informativa sobre el quehacer del dentista
de la época. El contenido aparece en el índice e incluye los
siguientes temas: Importancia de la dentadura, caries, limpie-
za, dentición, muda de los dientes, escorbuto, medicamen-
tos, irregularidades de los dientes, emplomaduras, extraccio-
nes, dolor nervioso de dientes y muelas, transplantación de
dientes y dientes artificiales. Muy seguramente Parrot publi-
có esta obra como propaganda de los servicios que brindaba.
Años después circularon otras obras escritas también
por cirujanos dentistas extranjeros, que al establecerse en
nuestro país, dieron a conocer a la sociedad los tratamientos
que podían realizar. Antonio Labully publicó en 1840 Obser-
vaciones generales sobre el cuidado que debe tenerse con la
dentadura para su conservación. El índice es muy parecido al
de la obra anterior, y brinda además, consejos a la población,
sobre el cuidado de los dientes. El autor menciona ser de ori-
gen francés y haber aprendido la profesión con el conocido
dentista parisino Duruty Duiviere. Labully fue en 1841, uno
de los primeros seis dentistas que presentaron examen de
titulación en México.
El dentista J.J. Ross publicó en 1878 Manual Dental, traba-
jo popular sobre la conservación y cuidado de las dentaduras
naturales, en el que además de describir los tratamientos más
comunes como extracciones, dentaduras artificiales y obtu-
raciones de amalgama y oro, menciona el uso del protóxido
de azoe como anestésico. El doctor Ross, a diferencia de los
anteriores, tenía formación escolar, al haber cursado estudios
en el Colegio Dental de Nueva Orleans. Ross patentó en 1872,
un barreno dental de resortes.
En 1881 Carlos Leitter editó el manual Ligeras nociones
prácticas sobre los dientes, cuyo texto dirige a “las madres de
familia mexicanas” con el propósito de informarlas sobre los
cuidados dentales necesarios. Incluye la lista de sus honora-
rios profesionales:
l Curaciones de dientes y muelas 1 a 2 pesos
l Limpiadura de dientes y muelas 4 pesos
l Orificaciones 5 pesos
l Operaciones y dentaduras precios convencionales
En el texto, el autor aprovecha para mencionar que sus
orificaciones son las mejores de toda la República. Mexicana.
En 1894 salió de la imprenta del gobierno de Chiapas La
dentadura natural y artificial”, primer libro de dentistería escri-
to por un mexicano, el profesor Mariano N. Ruiz,2 que tiene
además el mérito de ser el primero texto escrito con un cri-
terio científico.
El libro consta de 12 capítulos en donde se explica deta-
lladamente, los más importantes aspectos de la odontología,
como: la anatomía y la erupción dental, las enfermedades de
la boca y sus tratamientos, la correcta nutrición, la higiene
dental y las formas de sustituir con dientes artificiales, los
dientes perdidos. El texto empieza señalando que: “la boca
es el aparato en que residen los órganos del gusto, del habla,
de la masticación y de la insalivación; ninguna otra parte del
cuerpo está llamada a desempeñar tan diferentes atribucio-
nes como la boca, ni hay tampoco otra que influya en tan alto
grado sobre la salud en general”.
Sobre la caries opina que “el azúcar y las confituras, aun-
que por si no producen efecto deletéreo en los dientes, sin
embargo fermentan con rapidez produciendo ácidos que los
atacan”. Con mucha modestia, don Mariano insiste en que lo
expuesto, lo ha sacado de libros y artículos de los autores más
importantes de la época, como Chapin Harris, Samuel Stoc-
kton, James William White, Otto Edward Inglis y el dentista
español José Martínez Sánchez. En el capítulo IV menciona
a la fluorina, “que se cree es la que proporciona la dureza al
esmalte de los dientes” haciendo esta sabia referencia, cuan-
do muy pocos dentistas en el mundo sabían que el francés
Desirabode desde 1843, había considerado a los compues-
tos fluorados, como elementos básicos en la prevención de
la caries.3
Una constante en su libro es la insistencia por la conser-
vación de los dientes:
“La mayor parte de los que sufren dolores de dientes no
saben acudir al dentista, temiendo que en los más casos ha
de apelar a la extracción, que se cree comúnmente es lo úni-
co que efectúa la curación radical. Esta preocupación, bien
fundada en otro tiempo en que el dentista era llamado El
caballero del fórceps, por estar entonces la profesión dental
117
 bastante atrasada, no tiene lugar en la actualidad, en que se
reconoce que su legítima misión es la de conservar, y no la de
destruir. Hoy casi todo diente puede restablecerse a su utili-
dad primitiva”… 4
El profesor Ruíz, estaba al tanto de lo último en prótesis
totales y parciales por lo que hace referencia a las dentaduras
construidas sin paladar mencionando los materiales emplea-
dos: celuloide, caucho, porcelana, oro y platino. Desafortuna-
damente para el gremio dental, esta valiosa obra solo tuvo
una distribución regional.
En 1897 el recién titulado cirujano dentista en la ENM,
José María Soriano, publicó el folleto titulado La Carie dental
y su tratamiento ponencia leída por el autor, en la sección de
cirugía dental del Segundo Congreso Médico Panamericano
de 1897. La obra consta de 19 páginas en las que el autor re-
sume los conceptos que se tenían sobre la caries y la forma en
que los dentistas resolvían los problemas dentales.
Revistas
Desde mediados del siglo XIX, algunos cirujanos dentistas
empezaron a publicar artículos en las principales revistas mé-
dicas del país; pero fue hasta 1887, cuando la Sociedad Odon-
tológica Nacional, presidida por Alfonso María Brito5 editó El
Arte Dental, primera revista en su género en México.
La revista era mensual y costaba un real en la ciudad
de México y real y cuartilla en las ciudades de provincia,
la dirección era la misma del gabinete de su director, calle
de Empedradillo Número 4. Tuvo dentro ocho páginas de
artículos, dos o tres de anuncios e incluye también un lis-
tado de los cirujanos dentistas en ejercicio, con direcciones
y fechas de sus exámenes profesionales. El contenido se
dividió en tres secciones: científica, mecánica y social. Los
artículos de la sección científica eran tomados y traducidos
de revistas extranjera, o bien escritos por dentistas mexica-
nos, como el propio editor y Manuel Higareda, Javier Ana-
ya, Manuel Valle y José María Pérez. La sección mecánica
tenía el propósito de dar a conocer aparatos, instrumental
y materiales, así como técnicas y procedimientos de labora-
torio, descritos por autores nacionales. En la sección social
se reseñaban las reuniones de la Sociedad Odontológica
Nacional y algunos otros eventos en donde intervenían los
miembros de dicha asociación.
El primer número de La Revista Dental Mexicana, órgano
de la Sociedad Dental Mexicana, salió a la luz en junio de
1898. El editor, Charles Aubrey Young, fue un dentista nor-
teamericano establecido en México quien además de ejercer
118
la profesión, estableció el primer depósito dental, que llevó
el nombre de Compañía Dental Consolidada de Nueva York.
Como lo explica en el primer número: el doctor Young tenía
el propósito de unir y actualizar al gremio dental nacional y
seguramente también anunciar los productos que él impor-
taba. La Revista Dental Mexicana, se publicó mensualmente
hasta completar doce números y tuvo como lema la frase po-
sitivista muy acorde con la época: “De la unión en el trabajo
proviene la libertad y el progreso”. En el primer número, el
doctor Young aprovechó para informar la existencia de su de-
pósito dental, en la calle de Vergara # 8 en donde atendía: “De
efectos dentales igual a los que se encuentran en las grandes
ciudades de los Estados Unidos y Europa. Nuestra intención
es tener en existencia un gran surtido de dientes de goma,
materiales de obturación, sillones, estantes, motores, repi-
sas con arbotantes para el frente de los sillones, accesorios
eléctricos, instrumentos, herramientas de laboratorio y to-
dos los artículos y materiales pertenecientes al ramo dental.
Tenemos el gusto de manifestarles que tenemos el contrato
para la venta de estas mercancías con los fabricantes más im-
portantes de Europa y los Estados Unidos y somos los únicos
representantes en México…”
Cada número de La Revista Dental Mexicana, contiene un
número aproximado de doce artículos científicos -tomados
y traducidos- de autores extranjeros, la editorial y reseñas de
las actividades de la Sociedad Dental Mexicana, información
sobre escuelas dentales extranjeras, con la información de
los costos, calendario escolar y las facilidades ofrecidas a los
estudiantes mexicanos. Se publicaban también los anuncios
ilustrados de los productos comercializados por Young. A
partir del segundo número también encontramos “avisos” de
dentistas que traspasaban su gabinete, solicitando un apren-
diz o anunciaban sus servicios.
Estos anuncios costaban 15 pesos por página y la suscrip-
ción anual de la revista $2.50. En junio de 1899, mes en que
se cumplía un año de la primera edición, Young anunció que
desaparecía y en su lugar se publicaría La Revista Médico-
Dental Mexicana, periódico mensual, que como dice el autor
en el primer número; está: dedicado al adelanto de la medici-
na y la dentística, esta revista se publicó hasta 1903.6
Con la creación del Consultorio Nacional de Enseñanza
Dental, pronto aparecen nuevas revistas: La Odontología
Mexicana en 1909 dirigida por José J. Rojo, con artículos de
los profesores de la institución. En 1910 la Revista Odontoló-
gica, editada por la Sociedad de Alumnos, a cargo de Moisés
Ramos. Ambas revistas tuvieron una corta vida y escaso im-
pacto en el gremio dental.
 Es hasta 1920 cuando se empezó a publicar el Boletín Odon-
tológico Mexicano, de larga vida (1920-1967) y gran impacto en
el gremio dental de todo el país. Esta publicación fue realizada
por “La Compañía Dental Mexicana”, depósito dental de gran
arraigo, el primer editor fue Ricardo Figueroa. El boletín circuló
de manera mensual y contiene artículos de los temas más varia-
dos en la odontología, fue, por varias décadas, el órgano infor-
mativo de la profesión.7 La empresa The Chirino Dental Supply
Co. publicó México Odontológico, revista que compitió con la
anterior, pero dejó de publicarse en 1923.
Estomatología (1926) fue el nombre de otra revista; se pu-
blicó en Mérida y gozó de gran circulación en el Sureste de la
República. Su director fue el Dr. Nicolás Patrón y fue el órgano
informativo de la Sociedad Odontológica Yucateca, fortalecida
a raíz de la inauguración de la Primera Escuela Dental en otro
estado. En 1928, la Compañía Lindeman, que después cambia-
ría su nombre por Schinkel, publicó la Revista Odontológica,
fuentes:
Citas bibliográficas
(1) Brito, M. “El arte Dental”
(2) El profesor Mariano N. Ruiz a lo largo de su
vida publicó libros sobre los temas en que era
erudito: “El calendario perpetuo”, “Nueva teoría
cósmica”, “Economía política”, “Errores económicos
del socialismo” “Catecismo” y “El método para
afinar pianos con el sistema de pulsación”. En 1881
inició estudios de dentistería y relojería en Nueva
Orleans, pero no llegó a titularse como dentista.
Estudió después otras disciplinas en Nueva York
(3) Esponda V. P. 12.
(4) Ruiz, M.. P. 104.
(5) Alfonso María Brito se tituló en la ENM
como cirujano dentista el 18 de febrero de 1875,
fue presidente de la primera asociación dental y
editor de El Arte Dental.
(6) Fastlicht, S P. 80.
(7) Esta publicación tiene un enorme valor
histórico, ya que contiene la más completa
información sobre el quehacer del dentista de las
seis primeras décadas del siglo XX, los temas que más
lo ocupan y preocupan, los problemas con los que
se enfrenta y la forma de abordarlos. Los anuncios
que se suspendió hasta 1945, cediendo su lugar a la Revista
de la ADM. En los años 30, vieron la luz varias revistas, entre
estas Jalisco Odontológico (1936) editada en Guadalajara por la
Casa Dental Jalisco S.A., el director fue el Dr. Ramón Córdoba,
director por muchos años de la escuela Dental de Guadalaja-
ra. En la Ciudad de México se publicaron tres revistas más El
Momento Odontológico, Heraldo Dental, Noticiero Dental y La
Mandíbula (1936), esta última con una orientación muy dife-
rente de las anteriores, pues los editores fueron los estudiantes
de la Facultad Odontológica y su propósito fue unir y divertir
al alumnado.
En 1943 se empezó el a publicar La Revista de la ADM ,
el órgano oficial de la naciente Asociación Dental Mexica-
na. Actualmente cumplió 70 años, se distribuye a toda la
república, a Centro y Sudamérica y a gran cantidad de fa-
cultades dentales extranjeras. Existe también una versión
por Internet.
nos ilustran sobre materiales, medicamentos,
equipos e instrumental, y en el índice reconocemos
a los dentistas más trascendentes de la época. La
Biblioteca de la ADM posee una colección completa
y en el Departamento de Historia de la FO tenemos
una colección de fotocopias, todo este material
está disponible para su consulta. fvbv
Bibliografía
l Brito, Alfonso María. “El Arte Dental” abril de
1887.
l Díaz de Kuri, Martha, “Nacimiento de una
profesión”. “La odontología en el siglo XIX en
México”. Fondo de Cultura Económica cuarta
edición 2012.
l Esponda Gaxiola, Víctor. “La enfermedad de
la caries dental, en torno a los tiempos de la
Independencia a la Revolución”, en Odontología
Actual, año 8, núm.91, Noviembre de 2010, Pág. 12.
l Fastlicht, Samuel. “Bibliografía Odontológica
Mexicana”. Prensa Médica Mexicana. México, 1954.
l Ruiz Mariano, N. “La dentadura natural y
artificial”. San Cristóbal de las Casas, Chiapas 1894.
Rescate y reedición Samuel Fastlicht México, 1976.
119
 Parte V l Capitulo XXIII
La mujer
EN la Odontología en México
C. D. y L. H. Martha Díaz de Kuri
Cirujana Dentista y Licenciada en Historia.
Profesora de Carrera Titular de Tiempo Completo,
Facultad de Odontología, UNAM. Coordinadora
del Departamento de Historia de la Facultad de
Odontología y del Seminario de Historia, UNAM.
D
esde la antigüedad, la mujer estuvo
siempre presente en la atención de los
problemas dentales, pero no como la
operadora principal, sino como auxiliar
de su padre, esposo o hermano realizan-
do las tareas de limpieza del lugar de trabajo y del instrumen-
tal, deteniendo al paciente cuando era necesario, ayudando en
los quehaceres del laboratorio, tomando recados y en algunos
casos haciendo los cobros. Este trabajo, tradicionalmente rea-
120
lizado sin retribución económica alguna, fue parte del rol de
obligaciones de la mujer ante el varón.
El primer caso de una mujer, ya como la operadora principal
en la atención dental, fue el de Ana María Page, norteamericana
avecindada en México. La señorita Page publicó sus anuncios en
los diarios capitalinos por espacio de dos años, a partir de 1833;
en estos ofrece sus servicios y dice realizar todo tipo de trabajos
dentales como: dentaduras, obturaciones, limpiezas y extrac-
ciones. Muy probablemente aprendió las técnicas realizadas de
algún familiar con el que estuvo como ayudante, y su ejercicio
parece ser un híbrido entre la flebotomía y la dentistería. En al-
gunos de sus anuncios refiere hacer también operaciones del
arte flebotomiano, como aplicación de sanguijuelas, cáusticos,
ventosas secas y sajadas, y termina diciendo que atenderá espe-
cialmente a las señoras, quienes se sentirán más cómodas al ser
atendidas por una persona de su mismo sexo. En 1882, apare-
cen, por un lapso breve, anuncios de Madame Duval, de nacio-
nalidad francesa y quien ofrecía también realizar tratamientos
dentales especialmente para las damas. Ninguna de las dos pre-
sentó examen en la Escuela Nacional de Medicina.
La primera mujer titulada como dentista fue Margarita
Chorné y Salazar. Su padre había sido el joyero oficial de la
Catedral de México y seguramente su habilidad en el manejo
de piezas pequeñas. le facilitó el tránsito hacia la dentistería.
Don Agustín Chorné tuvo uno de los gabinetes dentales con
mayor prestigio en la ciudad de México, pero nunca se tituló,
el que sí lo hizo fue su hijo Rafael, en 1881. A Margarita le
llamó la atención desde pequeña, el trabajo de su padre y
a fuerza de insistir logró que éste y su hermano le permitie-
ran asistir como ayudante. Posteriormente, cuando decidió
titularse, su padre le sugirió asistiera al gabinete del profesor
Mariano Chacón que fue el que avaló que Margarita ya tenía
los conocimientos requeridos.
El 18 de enero de 1886 fue su recepción profesional en la
Escuela Nacional de Medicina de México, este acto fue todo
un acontecimiento para la sociedad mexicana, pues antes
de ella, ninguna mujer había tenido un título profesional. La
reseña se publicó en los diarios capitalinos, destacando su
aplomo para contestar las preguntas que le formuló el jura-
do, formado por cuatro ilustres médicos de la Escuela Nacio-
nal de Medicina. En La voz de México del 21 de enero de
1886 se menciona que:
“...El examen brillante de la señorita Chorné, abre un am-
plio campo a importantes reflexiones respecto a los adelan-
tos que se pueden obtener por algunas jóvenes que se dedi-
quen a un ramo tan notable de la cirugía. La señorita Chorné
es la primera que se ha presentado a un examen de este
género y estamos seguros de que la dedicación al estudio a
la que por muchos años ha estado consagrada, bajo la hábil
conducción de su señor padre, han de tener una abundante y
digna recompensa en una numerosa y escogida clientela… “
Pero no todos fueron comentarios positivos y deseos de
éxito, también hubo quien se horrorizó con la idea de que,
si las mujeres invadían las actividades tradicionalmente ejer-
cidas por los varones, seguramente descuidarían su papel
como esposas y madres.
La incorporación de Margarita a la vida profesional del país
no fue un acto aislado, sino parte importante de un proceso
que se había comenzado a gestar años atrás, con el acceso del
género femenino a los estudios para la docencia, enfermería,
obstetricia y farmacia. De hecho, años después, en 1908. Mar-
garita recibiría una condecoración proveniente del gobierno
de Francia, por ser la primera latinoamericana en recibirse de
una profesión. Margarita Chorné, primero en el gabinete fami-
liar, y después de manera particular, en un espacio adaptado
en su hogar, ejerció la odontología durante 39 años.
El 25 de abril de 1890 se tituló la segunda dentista mexi-
cana, Clotilde Castañeda. La única nota publicada en el pe-
riódico, se limita a decir que era hija de don Telésforo Cas-
tañeda, dueño de la ferretería de la calle de Palma. A ella le
siguieron Mónica Correa, examinada en 1896 y María Dolores
N. en 1899.
En la segunda generación de alumnos del Consultorio
Nacional de Enseñanza Dental, cursó la carrera Clara V. Rosas,
quien ya titulada, en 1908 fue comisionada por las autorida-
des de su Alma Mater para visitar la Escuela Dental de Fila-
delfia. A su regreso entregó un detallado informe, reseñando
los grandes adelantos académicos, científicos y tecnológicos
que tenía la institución, pero menciona con sorpresa, que el
reglamento de la moderna institución, prohíbe la inscripción
a mujeres y a ciudadanos afroamericanos. En 1909, recibió el
nombramiento de Jefe Interino del primer curso de Clínica
Dental del CNED, convirtiéndose en la primera profesora de
odontología en México. La doctora Rosas dejó este cargo al
casarse y posteriormente se fue a vivir a España, en donde
siguió ejerciendo la profesión.
En 1909, recibieron su título profesional dos mujeres: Ma-
ría Luisa Rojo y Angélica Avilés. La primera, familiar cercano
del doctor José J. Rojo, se incorporó a la docencia por un bre-
ve lapso.
En los años 20, la presencia de mujeres estudiantes de
odontología había aumentado, pero, al igual que en todas las
carreras universitarias seguía siendo escasa comparada con la
presencia de los varones. Las autoridades de la ENO promo-
vían la inscripción de jóvenes del sexo femenino anunciándose
como La carrera preferida de las señoritas, porque era posible
adaptar un consultorio en casa, para no descuidar los asuntos
del hogar. El género femenino siguió abriéndose paso en esta
profesión, y ya para los años 40, representaba un poco más del
30 % del alumnado.
fuentes:
Bibliografía
l Díaz de Kuri, Martha, “Margarita Chorné y
Salazar”. Editorial DEMAC, México 1998.
l Díaz de Ovando, Clementina. “Odontología y
publicidad en la prensa mexicana del siglo XIX”.
Universidad Nacional Autónoma de México.
México, 1990.
121
 Parte V l Capitulo XXIV
Los dentistas
de fines del siglo XIX
C. D. y L. H. Martha Díaz de Kuri
Cirujana Dentista y Licenciada en Historia.
Profesora de Carrera Titular de Tiempo Completo,
Facultad de Odontología, UNAM. Coordinadora
del Departamento de Historia de la Facultad de
Odontología y del Seminario de Historia, UNAM.
A
principios de 1880, se habían titulado
ya en la Escuela Nacional de Medicina
58 dentistas, de ellos, 25 ejercían en la
ciudad de México; otros en ciudades de
provincia como: Guadalajara, Toluca, Pue-
122
bla y Guanajuato. Aunque existían todavía algunos dentistas
extranjeros, la mayoría ya eran mexicanos.
Uno de los dentistas más famosos de la época fue
Edmigio Carrillo, quien tenía su elegante gabinete en
la primera calle de Plateros # 20 y en sus anuncios que
publicaba en los diarios capitalinos señalaba realizar: ex-
tracciones sin dolor y la conservación de dientes cariados
por sistemas modernos, la colocación de dientes parcia-
les y dentaduras completas sobre base de celuloide, con
precios al alcance de todas las fortunas y como remate
ofrecía: operaciones gratis a los pobres a todas horas del
día. Edmigio Carrillo empezó a anunciar su práctica den-
tal desde los años 60.
Aunque el número de dentistas era limitado; la compe-
tencia entre ellos era reñida y con frecuencia terminaban en
pleitos personales de gran envergadura. Como era costum-
bre, y para atraer pacientes; algunos exageraban sobre las
cosas que eran capaces de hacer en los anuncios que ponían
en los periódicos; otros mentían mencionando estudios y
premios inexistentes.
Una de las diferencias más famosas, se originó por
la patente de las dentaduras adhesivas en 1886. En este
conflicto intervino el Dr. Joseph Spyer contra un grupo de
dentistas mexicanos. Todo empezó cuando el primero, so-
licitó por escrito al Secretario de Fomento la patente de un
sistema de placas para dentaduras artificiales de su inven-
ción, y mostró un documento del Gobierno de los Estados
Unidos de fecha 1885, en donde le acreditan esta inven-
ción. Acompañaba a la petición la descripción y dibujos de
su invento. Días después, la Secretaría de Fomento recibió
una carta firmada por nueve de los dentistas más presti-
giados de México,1 en donde aseguraban conocer esta
técnica de tiempo atrás -ya que este tipo de dentaduras
se fabricaban desde hacía aproximadamente 20 años-. El
documento termina diciendo:
“…El procedimiento de las cavidades para conseguir la
presión atmosférica es conocido por nosotros, por lo que nos
hallamos en legítima posesión de su uso y con el derecho de
defenderla”.
La Secretaría de Fomento citó a ambas partes a una
junta de avenencia en la que Agustín Chorné mostró un
ejemplar de The Dental Cosmos de octubre de 1885 y varios
catálogos dentales impresos en Estados Unidos, en donde
se encontraban anuncios de este tipo de placas. Spyer mos-
tró de nuevo los documentos que le acreditaban la patente.
Después de examinar las pruebas, la comisión encargada,
falló a favor de Spyer. Sin embargo, el dentista norteameri-
cano no llegó a gozar de los beneficios de la patente mexi-
cana, pues seguramente la contraparte nacional, movió sus
influencias con el presidente Porfirio Díaz, quien, acorde a
su política nacionalista, ordenó suspender los trámites. Días
después, ante la oficina de patentes, el cirujano dentista
Alfonso María Brito presentó la solicitud de patente para
su invento de un sistema de dentaduras en donde expone
“Que habiendo inventado un sistema de adhesión en las
dentaduras artificiales reformando el moderno sistema del
Dr. Spyer, y utilizando mi invento para fijar tanto la dentadu-
ra superior como la inferior, dándole una firmeza hasta hoy
desconocida…”. A pesar de las reclamaciones de Spyer, la
patente se le otorgó a Brito.
En los años 80, sucedieron algunos otros hechos dignos
de mencionar, como la llegada a México del célebre profesor
Merolico, un personaje con características muy semejantes
a los charlatanes europeos del siglo XVIII. La primera noticia
que tenemos de Raphael Juan de Meraulyock, es un anun-
cio publicado en “El Monitor Republicano” de enero de 1880;
con un larguísimo texto en donde asegura efectuar diversos
tratamientos, como corregir las bocas demasiado grandes
y abrir los ojos gachos; ambos defectos físicos eran solucio-
nados mediante un sencillo procedimiento quirúrgico. En lo
referente a tratamientos dentales, ofrecía extraer dientes, col-
millos y muelas inservibles sin causar dolor alguno. Por esta
intervención cobraba tres pesos, lo que era una enorme suma
si consideramos que los dentistas de prestigio cobraban un
peso. Merolico también comunicaba: poner orificaciones,
curaciones de heridas, roturas, quemaduras y dislocaciones y
vendía un bálsamo que curaba todas las enfermedades. Este
preparado fue analizado por las autoridades sanitarias y se
encontró que contenía: alcohol, esencia de clavo, fushina,
goma y alcanfor por lo que este bálsamo era un timo.
Merolico acostumbraba salir entre 10 y 11 de la ma-
ñana del Hotel Iturbide -en donde se hospedaba-, rumbo
al Zócalo. Se transportaba en un lujoso carruaje, tirado
por un caballo blanco. La gente del rumbo se asomaba
a ver al curioso personaje, ataviado con una casaca roja
adornada por medallas y condecoraciones, por cierto, de
incierta procedencia. Ya instalado en la plaza pública, sus
ayudantes llamaban a grandes voces al público, avisando
que pronto empezaría el espectáculo del célebre profesor
Merolico. Ya reunido un grupo considerable, los ayudantes
preguntaban quién tenía dolor dental, se procedía a aco-
modar al paciente en la silla del carruaje, para que el profe-
sor Merolico pudiera realizar la extracción, que él realizaba
con fuerza y decisión, utilizando llaves, pelícanos y pinzas,
mientras el público escuchaba a la banda que acompaña-
ba el espectáculo. La música aumentaba de volumen en
el momento de la extracción y los ayudantes disparaban
balas de salva, para que no se notaran tanto los gritos del
infortunado paciente. Al final se pasaba el sombrero para
recoger algunas monedas y el público aplaudía. Como los
espectadores trataban de acercarse a Merolico para con-
templar su atuendo de cerca, los ayudantes pintaban una
línea en el piso y decían repetidas veces: “atrás de la raya
que el profesor Merolico está trabajando”. Este es el origen
de tantos personajes que desde entonces han proliferado
123
 vendiendo medicamentos milagrosos y charlando con la
gente, en la capital y en los estados.
Presionado por las autoridades, Merolico presentó y apro-
bó el examen para titularse de cirujano dentista, pero un día
desapareció de la capital y tiempo después, reapareció en
la ciudad de Puebla ataviado de turco vendiendo tierra del
Santo Sepulcro.
José María Soriano, titulado en 1896, viajó a los Estados
Unidos, en donde asistió a cursos y conferencias de actua-
lización. Soriano perteneció a varias asociaciones dentales
extranjeras, y estableció su gabinete dental en el bello edi-
ficio hoy conocido como Las Ajaracas, en República de Ar-
gentina y República de Guatemala; alcanzó gran fama por la
calidad de sus trabajos dentales, mismos que, como todos
los dentistas de la época, elaboraba personalmente en su
laboratorio: dentaduras completas de vulcanita o caucho
e incorruptibles dientes minerales,2 prótesis de porcelana
y oro. En 1897, fundó en su consultorio, la primera escuela
124
dental particular del país, que estuvo en funciones un poco
más de seis meses.
Francisco Pastor Artigas nació en 1869 en San Andrés
Tuxtla, Veracruz, a los 23 años, viajó a los Estados Unidos
para estudiar odontología. A su regreso a México, presentó
su examen en la Escuela Nacional de Medicina, para revali-
dar su título en México. En 1900, representó a México en el
Tercer Congreso Científico Médico-Dental de París. Y al ver-
se presionado por los organizadores de este Congreso, para
mostrar el programa de estudios de odontología en México,
en su hotel preparó un documento con el plan de estudios
de la escuela dental norteamericana, en donde se había ti-
tulado. Pastor Artigas no mencionó que en México todavía
no existían escuelas dentales y este plan de estudios ficticio
y preparado a última hora, logró un reconocimiento en el
Congreso.
En julio de 1904, recibió el nombramiento de profesor
de metalurgia del CNED. Su consultorio estuvo en la Calle
de Refugio #14 hasta que tiempo después lo cambió a la
calle de Abraham González # 61, Col. Juárez. Además de ha-
ber sido un dentista exitoso, a su regreso de Estados Unidos
trajo la representación de una fábrica de tacones de hule
“Eureka” y fue pionero de esta industria en nuestro país. Pas-
tor Artigas murió en 1959, a la edad de 90 años.
Para fines del siglo XIX y principios del XX, existían en
México algunos cirujanos dentistas que habían viajado a los
Estados Unidos para cursar la carrera. Entre ellos mencionar
al profesor Mariano N. Ruiz ( Comitán, 1847- San Cristóbal de
las Casas,1945), fue profesor de gramática, inglés, francés y
latín, estudió leyes y la carrera sacerdotal en su estado na-
tal, pero no llegó a ordenarse. Fue un verdadero sabio con
erudición en gran cantidad de temas de ciencias y humani-
dades. Su carácter inquieto, lo llevó a Nueva York, en donde
trabajó como ayudante de un dentista inglés y se inscribió en
la Escuela Dental, sin llegar a titularse. De regreso a Chiapas,
publicó una serie de textos sobre diferentes temas: “El calen-
dario perpetuo”, “Nueva teoría cósmica y su aplicación a las
ciencias naturales”, “Catecismo de geografía de Chiapas”, “La
Afinación de pianos por el sistema de pulsaciones” y “Errores
económicos del socialismo”, entre otros. El de mayor interés
para los cirujanos dentistas es sin duda su libro La dentadura
natural y artificial, publicado en 1894.
Aunque también se dedicó al ejercicio de la dentistería,
el profesor Mariano N. Ruiz se dedicó más a la docencia -de
varias disciplinas- y a la atención de su finca escuela, que a la
odontología.
Zacarías Esponda Moguel (1875-1945) también de
Chiapas (Hacienda de la Razón), viajó de su ciudad natal
a Pensilvania, para ingresar a la Escuela de Cirugía Dental
de Filadelfia, considerada entonces como la más moderna
y progresista del mundo. Después de titularse, permaneció
varios años como ayudante del director Dr. Edward Kirk, en
las cátedras de Oro Cohesivo y Operatoria Dental. En 1902
regresó a su Estado natal con la odontología de vanguardia:
conceptos, técnicas, equipos y medicamentos. Cinco años
más tarde (1907), fue nombrado presidente municipal de
Tuxtla. Poco después, ante los embates de un conflicto ar-
mado en el que fue despojado de su finca, tuvo que salir
de Chiapas en compañía de su familia, rumbo a los Estados
Unidos, en donde aprovechó para actualizar sus conoci-
mientos en incrustaciones metálicas con el método de cera
perdida de Tagart,3 y porcelanas dentales. A su regreso al
país, el Dr. Esponda instaló un gabinete dental en la Ciudad
de México, calle de Tacuba esquina con Marconi, muy cerca
del Palacio de Minería, en donde contó con los más moder-
nos equipos y aparatos, entre estos, un horno para porcela-
nas dentales marca S. S. White.
Dentro de la Sociedad Dental Mexicana, trabajó activa-
mente y compartió sus conocimientos con los asociados,
como lo indica un artículo del periódico El Imparcial con
fecha del 15 de julio de 1911 que menciona: “El Dr. Zacarías
Esponda presentó un trabajo dental ante los asambleistas,
que trató de dientes diatóricos y casquillos o coronas de por-
celana del todo semejantes a las piezas naturales. Los traba-
jos merecieron el elogio de los dentistas, por tratarse de una
innovación, llevado a cabo en México por primera vez”.
Fue profesor de la Facultad Odontológica 4, en donde im-
partió la cátedra de “Prótesis de oro y Porcelana”, manejando
las técnicas con una admirable habilidad. Fue también pre-
cursor de la endodoncia en México, cuando casi nadie creía
en esta especialidad, el maestro Esponda se preocupó por
enseñar las novedosas técnicas asépticas y el sellado correc-
to del ápice.
Los dentistas extranjeros se siguieron estableciendo en di-
ferentes ciudades de México. Uno de ellos fue el doctor Charles
Cornish, quien se estableció en Puebla (1899), recién titulado
en la escuela dental de Nueva York. Cornish montó un mo-
derno consultorio y ofreció tratamientos de vanguardia antes
desconocidos en esa ciudad y fue el iniciador de una dinastía
de exitosos cirujanos dentistas. Su nieto Carlos Cornish alcanzó
gran prestigio en la Ciudad de México en la cuarta, quinta y
sexta década del siglo XX y su bisnieto Carlos K. Cornish fue
presidente del ADM y del ADDF y, actualmente ejerce con su
hijo Michael Cornish Stanton.
Los seis primeros profesores del “Consultorio Nacional de
Enseñanza Dental”: Ricardo Crombé, José J. Rojo, Juan Fale-
ro, Ricardo Figueroa, Teófilo Valdés y Alfredo Reguera; fueron
pioneros y artífices de la enseñanza escolarizada y formal de
México y contribuyeron en forma importante a la construc-
ción de una profesión digna, eficiente y respetable.
Ricardo Crombé nació en la ciudad de México el 20 de
enero de 1858, realizó sus estudios básicos en el Instituto
Franco-Inglés y posteriormente cursó un año de Comercio.
Se inició en la profesión a los 14 años, en el gabinete de su
padre Eugenio Crombé, primer dentista titulado en México,
posteriormente estudió odontología en la Escuela Dental
de Filadelfia, recibiendo en 1873 su título profesional. El ga-
binete dental de los doctores Crombé, establecido en la ca-
lle de Medinas # 20 fue por varias décadas, uno de los más
prestigiados de la nación. Su sólida formación y su prestigio
como cirujano dentista, influyeron para que el Presidente de
México lo nombrara primer director del Consultorio Nacional
125
 de Enseñanza Dental (CNED), puesto que desempeñó con
eficiencia y honestidad durante tres años sin recibir contri-
bución económica alguna. Impartió además las cátedras de
metalurgia dental y prótesis de coronas y puentes. En 1907
renunció a su puesto como director, por diferencias con las
autoridades de la Escuela Nacional de Medicina (ENM), que
no propiciaban desarrollo e independencia para el CNED. Los
docentes, empleados y alumnos trataron de cambiar esta de-
cisión y enviaron una carta al director de la ENM, Dr. Eduardo
Liceaga para que no aceptara la renuncia, pero Crombé no
desistió. Un año después, 1909 el maestro murió de una afec-
ción cardiaca.
José J. Rojo nació en la Ciudad de México en 1876, cursó
la instrucción primaria superior en la Escuela Municipal nú-
mero 6. Muy joven tomó cursos particulares de dentistería
con los doctores Francisco De Paula Landecho, M.G. López y
H.W.Howe. Y se instruyó en materias básicas de medicina con
el doctor Zúñiga, para después titularse como cirujano den-
tista en la Escuela Nacional de Medicina, el primero de mayo
de 1894. Ese año completó sus estudios con un año de comer-
cio y administración, en donde obtuvo premios en química y
francés. Como miembro de la Sociedad Dental participó en los
trabajos de fundación del CNED, y fue enviado en 1902, por las
autoridades de educación, para estudiar establecimientos de
enseñanza dental de los E.U.
A su regreso entregó un detallado informe. Inaugurado
el CNED el maestro Rojo impartió las cátedras de metalurgia
y prótesis dental y clínica de prótesis dental. Posteriormente
y al regresar de la especialidad en “The Angle School of Or-
thontia” en San Louis Missouri, instituyó e impartió ortodon-
cia, razón por la que es considerado el primer ortodoncista
de México.
Su gran creatividad y la necesidad de contar con mejo-
res instrumentos de trabajo, lo llevaron a inventar una serie
de artefactos de uso dental, mismos que patentó ante las
autoridades competentes: Porta-impresiones para trabajos
de prótesis y para casos de ortodoncia, grapa para orifica-
ciones en cavidades cervicales complicadas, sostenedor de
compresa de hule aséptico perfeccionado, soportes para
la troquelación de planchas metálicas, porta-instrumentos
aséptico, vaina aséptica para las piezas de mano, toallas y
soportes asépticos para lavamanos de clínicas dentales y
aparato para estudiar la resistencia de los cauchos dentales
vulcanizables.
Como representante del CNED asistió al 5 Congreso Den-
tal Internacional (1909) de Berlín, y de ahí consiguió la repre-
sentación de la Federación Dental Internacional (FDI), crean-
126
do la Federación Dental Nacional Mexicana; agrupación que
dirigió por más de 40 años. Posteriormente, en 1917 fundó
la Academia Odontológica Nacional, asociación a la que esta-
ban obligados a pertenecer todos los profesores de la Escuela
Dental. En 1909 fue nombrado director interino y seis años
después director electo. Desde las instalaciones de la calle
de Moneda #2, insuficientes y obsoletas, movió todas sus in-
fluencias para lograr cambiarse en 1916, al edificio anexo a la
Escuela Nacional de Medicina en Brasil 35, en donde perma-
neció la escuela hasta 1935.
A lo largo de toda su vida, el maestro Rojo estuvo presen-
te como delegado en seminarios, cursos y congresos, como
el 8 Aniversario de la American Society & Ortho Washington
1908 y el 50 Congreso Dental Internacional, Berlín, Alemania
1909. Publicó artículos reseñando estas reuniones: II Congre-
so Odontológico Latino-Americano BOM 5 Nov 1925. “Los
Congresos Científicos” BOM Dic. 1925, “El IV Congreso Odon-
tológico Latinoamericano en La Habana”, BOM abril de 1930.
Además de su trabajo en la Facultad Odontológica ejerció la
odontología en su consultorio de Guatemala 42, en donde se
inclinó por la operatoria, prótesis y ortodoncia. Su material
de obturación preferido fue el oro cohesivo, que manejaba
magistralmente.
Juan Falero llegó a Mérida en 1875 de su natal provincia
de Caibairen, Cuba. Ya avecindado en Yucatán, cursó sus es-
tudios en el Instituto Literario de Yucatán y en 1877, empezó
su entrenamiento en el gabinete dental del Dr. J. M. Gulkey,
un año después, regresó a Cuba en donde cursó un año en
la Universidad de La Habana, al mismo tiempo que prac-
ticaba con el Dr. Francisco Justinian. En 1879 Falero, viajó a
Pensilvania para cursar sus estudios en la Escuela Dental de
Filadelfia; obteniendo en mayo del mismo año el grado de
doctor en Cirugía Dental. Posteriormente se estableció en la
Ciudad de México, en donde revalidó su título profesional. In-
gresó como miembro fundador de la Sociedad Odontológica
Mexicana, participando en la elaboración del programa del
CNED, en el que colaboró como Demostrador de Operacio-
nes Dentales.
El maestro Falero perteneció a varias asociaciones den-
tales nacionales e internacionales: la Sociedad Odontológica
de la Habana, la Federación Dental Internacional y The Dental
Society of the University of Pennsylvania.
El doctor Falero ejerció exitosamente la odontología en
su gabinete dental de la esquina de 5 de Mayo y San José el
Real y posteriormente en la calle de Tacuba # 18, destacán-
dose en la prótesis parcial y total y a las obturaciones de oro
cohesivo.
 Ricardo Figueroa nació en la ciudad de México el 16 de
julio de 1868 y cursó sus estudios en Rode’s English Boar-
ding School y posteriormente en la escuela Nacional Prepa-
ratoria. Su aprendizaje de las artes dentales lo realizó en los
consultorios de Emigdio Carrillo y Cunz y la teoría con los
doctores en medicina Juan María Rodríguez, Miguel Zúñiga
y Manuel Villada. El 9 de junio de 1887, se tituló como ciruja-
no dentista en la ENM y en 1905, cursó una especialidad en
la Escuela de Cirugía Dental de Nueva York. Como miembro
fundador de la Sociedad Odontológica Mexicana partici-
pó en el proyecto del CNED, y recibió el nombramiento de
profesor de Operaciones Dentales y Materia Médica Dental.
Posteriormente fue el titular del primer curso de Clínica
Dental y durante los tres primeros años de esta institución
tuvo el cargo de secretario. El maestro Figueroa escribió
dos libros que servirían como texto de sus materias: “Ope-
raciones Dentales” y “De Materia Médica”. En 1920, inicia la
publicación del “Boletín Odontológico Mexicano” colaboró
como editor y en la traducción de artículos norteamerica-
nos y franceses; ejerció la profesión en su gabinete dental
de la primera calle de Santo Domingo # 8 y posteriormente
en la calle del Relox # 7.
fuentes:
Citas bibliográficas
(1) Agustín Chorné, José María Soriano, Margarita
Chorné, Rafael Chorné, Benito Acuña, Rafael
Sevilla, Rafael Rico, José María Pérez, Emigdio
Carrillo y Gabriel Aristi.
(2) Así se le llamaba a los dientes de porcelana.
(3) El doctor Tagart patentó en Estados Unidos
(1909), la técnica de la cera perdida para la
elaboración de incrustaciones dentales.
(4) Institución que se llamó Consultorio
Nacional de Enseñanza Dental en sus inicios, e
iría cambiando de nombre hasta convertirse en la
Facultad de Odontología de la UNAM.
(5) “Boletín Odontológico Mexicano”.
Teófilo G. Valdés nació en el Distrito Federal el 8 de enero de
1863, estudió en la Escuela Nacional de Comercio, en 1878 cursó
los dos años de preparatoria y posteriormente estudió química.
Aprendió las bases del arte dental en el gabinete de un dentista
titulado y en 1895 presentó examen para graduarse como ciru-
jano dentista en la escuela Nacional de Medicina. En 1896 ejercía
la odontología en el gabinete dental del Dr. Pedro Hinojosa, en
la calle de Vergara # 15. En 1901 fue electo consejal del Ayun-
tamiento de Tacubaya. Perteneció a la Sociedad Odontológica
Mexicana y a la Sociedad Médica Pedro Escobedo. En 1903 re-
cibió el nombramiento de demostrador de prótesis dental del
CNED y cuatro años después, el de profesor de metalurgia den-
tal, así como encargado de dirigir los trabajos de los alumnos de
la clínica de Prótesis Dental y Ortodoncia.
Alfredo Reguera nació el 10 de agosto de 1869; tuvo el
cargo de consejero del Ayuntamiento de Tacubaya, poste-
riormente perteneció a la Sociedad Odontológica Mexicana
y a la Sociedad Médica Pedro Escobedo. Fue profesor de pa-
tología y terapéutica dental del CNED y publicó “Patología
Dental”. En 1908 renunció a su cargo de profesor del CNED,
para dedicarse exclusivamente a la práctica privada en su ga-
binete dental ubicado en Escalerillas # 6.
Bibliografía
l Boletín Odontológico Mexicano , 1920
l Díaz de Kuri, Martha. “70 años de odontología a
través de la obra del maestro Enrique C. Aguilar”.
Ed. Buena Onda. México, 2007.
______”El nacimiento de una profesión. La
odontología en el siglo XIX en México”. Universidad
Nacional Autónoma de México. Fondo de Cultura
Económica. México 2002.
Archivos
l Expedientes de los seis primeros profesores del
Consultorio Nacional de Enseñanza Dental.
Archivo Histórico de la Sala de la Odontología
Mexicana.
127
 Parte VI l Capitulo XXV
La odontología
en la primera mitad del siglo XX en México
C. D. y L. H. Martha Díaz de Kuri
Cirujana Dentista y Licenciada en Historia.
Profesora de Carrera Titular de Tiempo Completo,
Facultad de Odontología, UNAM. Coordinadora
del Departamento de Historia de la Facultad de
Odontología y del Seminario de Historia, UNAM.
E
l panorama dental de la cuarta década del siglo
XX, dista mucho del que existía a principios de
siglo. En gran medida, fue la Escuela Nacional
de Odontología, la que generó esta evolución.
Durante la primera mitad del siglo XX, ya exis-
ten varias revistas dentales en la Ciudad de México y en los
estados, algunas locales y de vida efímera. Seguramente la pu-
blicación más importante fue el Boletín Odontológico Mexicano
(BOM) -1920-1967-, que editó y distribuyó la “Compañía Dental
Mexicana”, que por un largo tiempo fue uno de los depósitos
mejor surtidos del País. Dicha empresa, recibía equipos, materia-
les e instrumental de los Estados Unidos, Europa y Japón princi-
palmente y surtía los consultorios de gran parte de los cirujanos
dentistas del país, que se enteraban de las últimas novedades
en él. También representaba empresas extranjeras como la The
Copper Smith Copperplating de Okland, California. En esta dé-
cada aparecen depósitos dentales en las principales ciudades
del país y en el Distrito Federal, como “Durallium de México,
128
Proveedora Dental Felman Hermanos”, ubicada en Donceles 94,
en donde se hacían trabajos de laboratorio dental, autorizado
por la Products Corporation de Chicago y también se vendía
material para prótesis. La Casa Schinkel fue una empresa de dis-
tribución de material dental para surtir a la odontología del país
El trabajo del dentista se simplificó con la apertura de
laboratorios dentales, ya no fue necesario, como antes, de-
dicarle seis horas a la atención de pacientes y seis horas al
trabajo de laboratorio. Aunque gran cantidad de dentistas
siguieron haciendo sus trabajos, algunos se acostumbraron
a enviarlos al Laboratorio Dental Sánchez Hermanos de San
Juan de Letrán 5 o al del maestro Honorato Villa.
Desde 1904 y por casi dos décadas la enseñanza de la odon-
tología se centró en la ciudad de México; en donde se titularon
cirujanos dentistas de todas partes del país, incluso un buen nú-
mero de centroamericanos. Lamentablemente para sus familias
y lugares de origen, muchos de ellos no regresaron, instalán-
dose permanentemente en el Distrito Federal. Para 1923, la si-
tuación empezaría a cambiar, con la inauguración de la primera
escuela dental de Mérida, Yucatán. Uno de sus promotores fue
Víctor López Alonso, quien llegó a su Estado natal después de
haberse titulado como cirujano dentista en Nueva York.
En Guadalajara existieron dos escuelas libres de odontolo-
gía, es decir no estaban reguladas ni patrocinadas por alguna
institución educativa oficial. La primera se estableció en 1914
y la segunda, del dentista práctico Epifanio Martínez, cuyos
egresados se titularon en la Universidad de Guadalajara. Pos-
teriormente, en 1925 se inauguró la Escuela Dental, ya de una
manera oficial y dependiente de la Escuela de Medicina, su
principal promotor fue Ramón Córdova, egresado del CNED.
En 1935 la Facultad Odontológica, se cambió al bello edi-
ficio de la esquina de Primo Verdad y Guatemala. Las gene-
raciones de estudiantes habían crecido tanto que las insta-
laciones del edificio anexo a la Escuela Nacional de Medicina
fueron ya insuficientes y se consiguió el cambio al edificio en
donde en 1929, se firmó la Autonomía Universitaria. La mu-
danza estuvo a cargo del Director Virgilio Ramos San Miguel.
La incorporación de nuevos conocimientos y el conse-
cuente desarrollo de la odontología mundial, habían obliga-
do a modificar el curriculum incorporando nuevas materias a
la carrera. A partir de 1927 se cursaba en cuatro años, y a par-
tir de 1941, se aumentó un año más con lo que por varias dé-
cadas, la carrera de cirujano dentista se cursó en cinco años.
En 1934, la fundación de la Asociación Mexicana de Orto-
doncia, ampliaría los horizontes de la profesión al organizar
encuentros médico-dentales a los que acudieron personajes
como Spencer Athkinson quien se convirtió - por su cercana
amistad con Samuel Fastlicht- en un verdadero padrino de la
ortodoncia mexicana.
Dichas reuniones se llevaban a cabo en las instalaciones
de la Escuela Dental en Primo Verdad y Guatemala. El primer
encuentro se efectuó en 1938 con una duración de tres días
en los que se cubría el abundante programa científico. El se-
gundo fue en 1940, luego de lo cual, siguieron realizándose
anualmente. El Boletín Odontológico Mexicano, se encargó de
la publicación de los trabajos presentados
Incorporación de sulfas y
antibióticos
La incorporación de estos fármacos, amplió los horizontes
de la práctica dental. En los años 40 se empezaron a publicar
artículos sobre los beneficios que ofrecían las sulfas y los anti-
bióticos para controlar infecciones. Uno de los primeros con-
vencidos fue el Dr. Miguel Morayta quien en 1945 escribió:
“La administración sistemática de las sulfamidas es desde
luego bien conocida, no así la penicilina en la que todavía hay
ciertos desacuerdos en cuanto a la dosis. Estamos todavía en
una fase de investigación y en un camino de posibles realidades
que han de traer muchos cambios en la clínica odontológica, y
una gran parte de estas posibles realidades será la solución de
los problemas de este campo, por la moderna ciencia química.
Los años de la post-guerra hablarán por nosotros.” Dr. Miguel
Morayta. Boletín Odontológico Mexicano marzo-abril de 1945
Meses después, en la sección editorial de la misma revista,
se volvió a tratar el tema:
“Es de suponer que la penicilina tomará su lugar como
agente de primer orden en el tratamiento de lesiones gingi-
vales, periodontales y de otros tipos superficiales de la boca”.
“Penicilina” en BOM septiembre-octubre 1945
La incorporación de la penicilina en el ejercicio de la
odontología, facilitó la realización de tratamientos dentales;
principalmente en las áreas de: cirugía, endodoncia y paro-
doncia; que hasta entonces se realizaban con poco éxito. La
odontología fue cada vez más conservadora y menos muti-
lante. Si antes la tarjeta de presentación del cirujano dentis-
ta había sido una dentadura total, la terapia antibiótica iría
cambiando este esquema, al salvar dientes que antes esta-
ban condenados a la extracción.
Asociaciones gremiales
La Sociedad Dental Mexicana creada en 1898, jugó un pa-
pel predominante para la odontología nacional durante va-
rias décadas, pero partir de los años 20, fue perdiendo orden
y liderazgo y terminó por desaparecer. Durante las primeras
décadas del siglo XX se fundaron algunas asociaciones de
profesores de la Escuela Dental, de vida efímera.
Existía también la Federación Dental Mexicana, filial de la
internacional, que por cierto, se decía que estaba ubicaba en
el bolsillo de la chaqueta del doctor José J. Rojo, quién con un
celo exagerado nunca soltó la presidencia.
Para fines de los años 30 y en los albores de los 40, la pro-
fesión dental en materia gremial estaba en un bache, al no
desarrollarse a la par de las pujantes profesiones dentales de
vanguardia en el mundo. La mayoría de los egresados de la
Escuela de Enseñanza Dental y de unas cuantas escuelas más
que existían en los estados, se titulaban como dentistas, y se
metían a trabajar a sus consultorios sin gran conciencia de gru-
po ó espíritu de pertenencia y con escasos deseos de supera-
ción científica y académica. Era indispensable hacer algo por
la profesión, revitalizarla o resignarse a verla vegetar y morir.
Por fortuna, existían dentistas concientes de la necesidad del
cambio, que analizaron la situación, y después de intercambiar
ideas, lanzaron una llamada urgente al trabajo en grupo. El 29 de
diciembre de 1941, al doctor Yury Kuttler se reunió en una de las
aulas de la Escuela Nacional de Enseñanza Dental con un grupo
de profesores: Fernando Carmona, Matías Carrasco, Miguel Díaz
129
 Mercado, Luis Farill, Aurelio Galindo Berrón, Bernat Herskovic, Al-
berto Palacios, Félix del Paso, Manuel Valderrama, Honorato Villa
y Luciano Alexánderson. El doctor Kuttler empezó la reunión ex-
presándoles que habían sido invitados por ser los colegas más
entusiastas, en sus conversaciones previas sobre la necesidad
de elevar el nivel profesional. Enseguida leyó un detallado docu-
mento que el mismo Kuttler había preparado para esta reunión,
lo tituló “Análisis crítico de la situación de nuestra odontología,
posibilidades y proyectos para remediarla”. En este trabajo, Yury
Kutler mencionó que “la odontología mexicana era: primitiva
en el ejercicio profesional; caótica en el aspecto gremial y esté-
ril en su aplicación social”. Después de la lectura del trabajo, el
anfitrión propuso la creación de la Asociación Dental Mexicana
como única solución. A esta reunión le sucedieron otras más
en las que, un número considerable de colegas se fueron agre-
gando y muy pronto, se formarían tres comisiones de trabajo:
comisión científica, comisión económica y comisión social que
se reunían una vez a la semana para delinear los objetivos, regla-
mentos y estatutos necesarios.
La asamblea constitutiva se llevó a cabo el 26 de agosto de
1942, después de meses de trabajo, en el Paraninfo de la Uni-
versidad Nacional Autónoma de México. Poco más de un cen-
tenar de dentistas sellaron con su rúbrica la solemne ceremonia,
iniciada con la firma de un joven maestro llamado Enrique C.
Aguilar.
Como Primer Presidente, fue electo el maestro Luis Farill
Solares, quien un año después, al entregar el mando, rindió
el informe de la mesa directiva. Entre sus logros más impor-
tantes mencionó: el inicio de la publicación de la Revista de
la ADM, el fortalecimiento de las relaciones con la Asociación
Dental Americana, la fundación de la biblioteca, la formación
de una comisión para el estudio de medicamentos y produc-
tos odontológicos y la impartición de una serie de conferen-
cias. Y desde luego, se inició el contacto con la odontología
de todo el país, para ir estableciendo filiales en toda la repú-
blica, labor que requeriría de muchos años.
En la primera década de vida de la ADM, ocuparon la Pre-
sidencia: Guillermo Gamboa, Miguel Díaz Mercado, Virgilio
Ramos San Miguel, Félix del Paso, Fermín Reygadas, Enrique
C. Aguilar, Román S. Lascuráin, Germán Sánchez Cordero y Sal-
vador Tercero Elizalde, todos ellos apoyados con el trabajo de
sus mesas directivas fueron alcanzando una a una las metas es-
tablecidas. Se inauguró un local frente a la ENO, en la calle de
Licenciado Primo Verdad # 7, en donde se llevaron a cabo las
reuniones de las diferentes comisiones, así como un programa
científico que incluía seminarios, cursos, conferencias y mesas
redondas con ponentes nacionales y extranjeros.
130
En estos primeros años se consiguieron becas para que
sus agremiados asistieran a congresos y a tomar cursos en
diferentes escuelas dentales norteamericanas. De esta forma,
en 1946, The Dentist Supply of New York seleccionó, a través
de la ADM, a un grupo de destacados cirujanos dentistas,
para invitarlos a un curso intensivo de actualización. La ma-
yoría de los beneficiados eran profesores de la ENO. En este
grupo de 14 dentistas estaban los doctores: Fermín Reygadas
Macedo, Alfonso González, Joel Marín, Eugenio Vargas Tovar
y Luciano Alexanderson. El curso fue muy provechoso y sin
duda alguna contribuyó a elevar el nivel de la odontología
mexicana, y sirvió también para vincular y estrechar lazos
científicos y amistosos.
Con la entrega y entusiasmo de sus directivos, la ADM fue
progresando y muy pronto el local de Primo Verdad fue insu-
ficiente para albergar a la creciente membresía y en 1947 se
cambió a Insurgentes y Álvaro Obregón, en donde se pudo
contar con una sala de conferencias más amplia y se estre-
naron butacas, muebles de oficina, y una moderna estantería
para la biblioteca, que no dejaba de crecer.
Bajo la presidencia de Enrique C. Aguilar, en 1951, se llevó
a cabo el primer congreso internacional de la ADM, que se
llevó a cabo en el edificio del Instituto Mexicano del Seguro
Social. Evento que además del éxito científico y social, dejó
en las arcas de la tesorería 20 000 pesos, que entonces era
una suma considerable. A partir de aquella fecha se instituyó
un congreso bianual, al que asisten dentistas de toda la Re-
pública. En un esfuerzo sin precedentes en 1972 se realizó
con todo éxito el Congreso Mundial de la Federación Dental
Internacional, con la asistencia de 10 000 congresistas.
La formación de grupos de estudio en el Distrito Federal y
ciudades de los estados, como el de la Universidad del Sur de
California, fundado en 1942, ha sido vital para el desarrollo de
la odontología mexicana. Estos grupos de estudio organizan
congresos, cursos y seminarios, a los que se invita a ponentes
de vanguardia nacional e internacional, lo que ha contribui-
do a la actualización profesional. Otro importante elemento
para el crecimiento y la actualización de esta profesión lo
constituyen los cirujanos dentistas que han realizado estu-
dios de postgrado en el extranjero
fuentes:
Bibliografía
l Boletín Odontológico Mexicano, 1920-1950.
 Parte VI
La Farmacoterapia Odontológica
del Siglo Xx En México
Mtra. María Teresa Espinosa
Prof. de Carrera Titular B Definitiva Tiempo Completo
Coordinadora de Farmacología. FO. UNAM
E
l Dr. Ricardo Figueroa, profesor de Operacio-
nes Dentales y Materia Médica del Consulto-
rio Nacional de Enseñanza Dental, publicó en
1905 su libro Materia Médica Dental,1 en el que
se describen los recursos farmacológicos de la
época. En este libro, define a la farmacología, hasta entonces
llamada Materia Médica, como la rama de la ciencia que se re-
fiere a los métodos y sustancias conocidas como “agentes me-
dicinales” empleados para prevenir y tratar enfermedades. Los
explica en orden alfabético, detallando la fuente de obtención
l Capitulo XXVI
y forma de preparación, proporcionando una enorme veta
de conocimiento en cuanto al uso de fármacos en la práctica
odontológica de principios del siglo XX.
En el Cuadro 1, se encuentran algunos ejemplos de fárma-
cos y sus usos en el arte dental, descritos por el Dr. Figueroa.
En el Plan de Estudios de 1939,2 Materia Médica cambió
su nombre por el de Farmacología, se ubicaba en el cuarto y
último año de la carrera. Esta asignatura constaba de 90 ho-
ras anuales de teoría y 45 de práctica, y la de Terapéutica Clí-
nica, que también se impartía en el cuarto año, constaba de
35 horas de teoría y 100 de práctica, entre las dos sumaban
un total de 125 horas de teoría y 145 horas de práctica.
El Boletín Odontológico Mexicano, valiosa fuente de in-
formación para la historia de la odontología mexicana, inició
131
 su publicación en 1920. De esta fuente se han tomado datos
que nos permiten conocer los medicamentos y procedimien-
tos empleados en la primera mitad del siglo XX para tratar
dolor e infección, métodos de asepsia y antisepsia y medica-
mentos hemostáticos. Se han mantenido algunos términos
farmacológicos que difieren del léxico actual, así como parte
de la redacción, con la finalidad de destacar la evolución que
tuvo la farmacología a lo largo del siglo XX.
DOLOR
En las publicaciones relacionadas con la odontología, de
las primeras décadas del siglo XX, se da gran importancia
al tratamiento del dolor, síntoma ligado estrechamente a la
práctica odontológica.
A falta de medicinas de patente, la preparación de algu-
nos medicamentos la realizaba el cirujano dentista tomando

CUADRO 1.

Algunos fármacos empleados en Odontología al inicio del Siglo XX*

NOMBRE USOS EN ODONTOLOGÍA
Ácido acético En úlceras indolentes, escorbuto, es cáustico en crecimientos fungosos y
ANTISÉPTICOS

(vinagre) úlceras gangrenosas. Alivia el dolor y promueve una acción sana.

Ácido benzoico En condiciones supurativas y gangrenosas de la pulpa de los dientes.
Corrige el mal aliento que producen los dientes careados. El ácido puro se
Ácido carbónico emplea para bañar las cavidades antes de obturarlas para evitar sensibilidad
de la dentina, además obra sobre los pequeños organismos.
Para preparar la pasta para obturación conocida como oxifosfato de zinc, para lo
Ácido fosfórico
cual se diluye y se pone a hervir hasta obtener una consistencia de glicerina.
En el tratamiento de abscesos alveolares, pulpas putrefactas, piorrea alveolar.
Iodoformo
Es mejor combinado con aceite de eucaliptus.
Tintura de árnica Para pulpas irritadas.
Aceite de
Para odontalgias aplicado en algodón sobre la cavidad cariosa.
Cajeput**
ANALGÉSICOS, ANESTÉSICOS

Para odontalgias una o dos gotas en un algodón dentro de la cavidad cariosa.

Aceite de clavo
También en el tratamiento de abscesos alveolares.
En el tratamiento de aftas y otras úlceras, combinado con casia pulverizada
Ácido salicílico o canela en partes iguales. En polvo se usa en el tratamiento de supuración y
gangrena de la pulpa de los dientes.
Sobre una servilleta o pañuelo que cubra boca y nariz se vierten como
tres gramos para que el paciente haga grandes inspiraciones. Se usa como
Bromuroe Etilo
anestésico general en operaciones que no duren más de cuatro minutos. No se
repite la administración.
En aceite para aliviar odontalgias aplicando una gota sobre la pulpa
Canela
inflamada. Combinada con iodoformo se usa en piorrea alveolar.
Efecto anodino (analgésico), en dolor por tratamiento quirúrgico de piorrea
alveolar y en extirpación de la pulpa de los dientes. En un sitio paralelo a la
Cocaína
raíz del diente, la inyección de solución de cocaína brinda efecto anestésico
en extracciones.
Mentol En neuralgia facial, odontalgias, dentina sensible y como anestésico local.
Combinada con ácido carbónico se aplica en un algodón en la cavidad
Quinolina
dolorosa donde se ha extraído un diente.
Sulfato de Como anodino en inyecciones hipodérmicas para neuralgia facial. En dolor
atropina intenso de una pulpa inflamada o del periostio.
Subnitrato de Para el dolor en aftas. En diarrea durante la dentición dolorosa en los niños.
bismuto En cancrum oris para limpiar la parte gangrenosa y favorecer la cicatrización.

132
 En tintura modela la inflamación, limita la extensión del absceso. Combinado
Acónito
con tintura de yodo se usa en periodontitis incipiente.

ANTIMICROBIANOS
Para prevenir que los abscesos se descarguen externamente sobre la cara,
Colodión aplicándolo en capas sucesivas como compresas para inducirlos a abrirse en
la boca.
Combinado con iodoformo es muy eficaz en el tratamiento de putrefacción de la
Eucaliptus
pulpa, abscesos alveolares, piorrea (presencia de pus) alveolar y úlceras de la boca.
Desinfectante, desodorizante y antiséptico. Útil en encías ulceradas,
Hipoclorito de
descargas fétidas de los dientes cariados, en aftas, necrosis de huesos de
sodio (Solución
las mandíbulas, escorbuto, aliento ofensivo. En combinación con polvo de
de Labarraque)
alumbre útil como agente para blanquear dientes decolorados.
Naftalina Antiséptico y desinfectante sobre úlceras fagadémicas (cóncavas).
cayena Para el aflojamiento de los dientes.
Estíptico (astringente) en hemorragias alveolares.
MÚLTIPLES HEMOSTÁTICOS

Alumbre Para blanquear dientes decolorados o necrosados se usa pulverizado y

agregado de soda clorinada (solución de Labarraque),
Crameria*** En forma de tintura en encías ulceradas, esponjosas y sangrantes.
Estíptico en hemorragias alveolares. Para dentina sensible, en aftas, fístula salival y
Nitrato de plata
abscesos alveolares.
Calomel (cloruro
En forma de polvo, en dosis moderada, aumenta la secreción de glándulas salivales.
mercurioso)
EFECTOS

Nitrato de plata En fístula salival.

En odontalgias, para modificar la dentina sensible, en abscesos alveolares,
Creosota**** periodontitis, úlceras en boca, en hemorragias de encías y después de extracciones,
antiséptico en descargue purulento, así como en pulpas expuestas.
* Se describen con el léxico empleado en la fuente original **** Sustancia líquida y aceitosa. Se extrae del alquitrán
** Extracto de las hojas del árbol Melaleuca Leucodrendron de madera o de hulla. Se usa para proteger materia en
originaria de Asia descomposición
*** Raíz astringente

en cuenta, la edad del paciente. Como ejemplo, el Dr. Figue-
roa hizo recomendaciones para la terapia de dolores como el
neurálgico, el postoperatorio, el causado por el traumatismo
que sufren las paredes del alveolo durante la extracción de
un diente infectado que, manifestó, es exasperante y algunas
veces rebelde a todo tratamiento. Indicó que, en este último
caso, se debe desinfectar el alveolo por medio de lavados re-
petidos con una mezcla a partes iguales de agua oxigenada y
agua hervida y baños tibios de antisépticos en boca prepara-
dos con la siguiente fórmula3:
Hidrato de coral 10 gms.
Agua de menta 200 gms
Agua hervida QS para un litro.
En caso de dolores violentos recomendó:
Antipirina 0.5 gms
Fenacetina 0.10 gms
Acetanilida 0.10 gms
Una oblea cada hora. En general, el dolor cedía después
de la tercera oblea.
El Dr. Figueroa recomendó la inyección alveolar para lo-
grar extracciones sin dolor, por ejemplo de la segunda pre-
molar:
“…pidiendo primero al paciente que se enjuagara la boca
tres veces con solución de permanganato al 1 X 2000 e in-
mediatamente friccionar alrededor de la segunda premolar.
Inyectar distal y mesial con cocaína al 1%, esperar tres minu-
tos para extraer. Combatir la hemorragia, limpiar el alveolo
con agua oxigenada e inyectar en el fondo del alveolo, lo más
profundo posible cocaína con estovaína (clorhidrato del éter
benzoico del dimetilamino propanol) al uno por doscientos.”
En el último año del siglo XIX, surgió al comercio el ácido
acetil salicílico (Aspirina), brindando un remedio a diversas
dolencias. Por su propaganda comercial, se ha empleado po-
pularmente hasta nuestros días para aliviar el dolor dental, a
133
 pesar de no considerarse el analgésico ideal en dentalgias. En
1935, aparecen en el comercio medicamentos como el Vega-
nín -combinación de fosfato de codeína, ácido acetil salicílico
y fenacetina-, con acción sinérgica para tratar dolor sin causar
somnolencia.
En pediatría, el relleno de Velvo Cap, cemento antiséptico
y sedante, se empleaba para forrar cavidades de dientes in-
fantiles. El cemento sedativo del Dr. Gardner o el Kiddy Filling
de la King Speciality Co. ofrecía salvar los dientes de leche sin
necesidad “de usar la maquinita”.
Se empleaban medicamentos, sin las bases de investiga-
ción que más tarde, brindaron el Código de Núremberg y la
Declaración de Helsinki. Medicamentos cuya fórmula, no se
especifica, como: el Antiflogistine, del que se señala su acción
relajante, analgésica y antiséptica; el Validol alcanforado (No-
vol), derivado de la procaína (7 a 10 gotas en agua o en un pe-
dazo de azúcar) para tratar desmayos del paciente ya sea por
efecto físico, manifestaciones tóxicas o debilidad cardiaca.
Para la inflamación en el flemón de piso de boca, el abs-
ceso periapical, la celulitis, pericoronitis, traumatismo post
operatorio, alveolitis, hematoma por trauma, terceros mola-
res incluidos y trismus, se recomendaba como muy eficaz a
la tripsina y quimotripsina, antiinflamatorios enzimáticos.4
En cuanto a la anestesia, en las primeras décadas del si-
glo XX, se empleó el cloruro de etilo como anestesia tópica
y la procaína al 0.2% con clorobutanol al 0.5%, epinefrina al
0.005%, solución de Ringer al 0.6% y agua 96.895% como
anestésico local por infiltración.
La procaína ocasionaba cuadros alérgicos por lo que los
cirujanos dentistas, oftalmólogos, otorrinolaringólogos y ci-
rujanos la emplearon con precaución. Ya para 1945, se em-
pleaban la novocaína, meticaína, nupercaína, pantocaína,
como anestesia local y el pentotal sódico con óxido nitroso
y oxígeno, el éter, cloroformo, cloruro de etilo, el Vinethene
(vinil éter) y el ciclopropano para anestesia general.5
El trietileno inhalando de 20 a 30 gotas tres veces al día,
fue el tratamiento para neuralgia del trigémino.
Los anestésicos se descomponían con facilidad al con-
tacto con el aire, hasta que, en 1917 Harvey Cook inventó
el sistema de cartuchos al vacío. El Boletín Odontológico
Mexicano reporta accidentes y complicaciones por el uso de
anestésicos.6
INFECCIÓN.
ANTES DE LOS ANTIBIÓTICOS
Se recomendó el uso de cementos quirúrgicos, como el
134
que formuló Ward, a base de un polvo compuesto por óxido
de zinc, resina pulverizada y amianato, que se mezclaba con
un líquido compuesto por esencia de clavo, aceite de oliva
y anilina roja, como apósito después de operar una arcada
tratada por piorrea.
En 1909, Paul Erlich (1854-1915) -considerado el ‘Padre
de la Quimioterapia’- tras 606 experimentos- descubre el
salvarsán o ‘bala mágica’ para tratar sífilis y otras infecciones;
facilitando el camino en la búsqueda de los agentes quimio-
terápicos modernos al sugerir, con su principio de toxicidad
selectiva, que los antimicrobianos podían elaborarse contra
sitios específicos de los microorganismos.
En 1911, se descubre la isoniacida, antituberculoso. En
1935, las sulfonamidas, cuyo origen es el Prontosi descubier-
to por el patólogo alemán Gerhard Domagk, Premio Nobel
de Medicina 1938- quien, tres años atrás, en 1935 observó
el efecto antimicrobiano sobre estreptococos del colorante
azóico (rojo naranja), por contener en su estructura química
al núcleo paraamino benceno sulfonamida, del que se obtu-
vieron muchas otras sulfonamidas con diversos tiempos de
absorción y excreción para tratar infecciones renales, de vías
respiratorias y digestivas.
Uno de los descubrimientos más grandes en la historia de
la medicina ha sido el de la penicilina. En 1928 se le atribuyó
al médico escocés Alexander Fleming (1881-1955), quien ob-
servó que el hongo Penicillium notatum, era capaz de matar
Staphylococcus aureus de sus cultivos. Ya Ernest Duchense
(1874-1912), estudiante francés de medicina, en 1896, había
plasmado en su tesis las mismas observaciones pero con el
Penicillium glaucum y anteriormente Louis Pasteur, habían
observado en sus cultivos el principio de la antibioterapia:
un microorganismo es capaz de matar o inhibir a otro mi-
croorganismo, sin embargo, las observaciones de estos tres
grandes hombres no se aplicaron. Fueron Howard Florey,
Boris Chain y Selman Waksman, quienes, en 1942, lograron
purificar y aplicar la penicilina en soldados estadounidenses
durante la Segunda Guerra Mundial, lo que les valió el Premio
Nobel en 1945.
La profesión odontológica se beneficia con tan importan-
te descubrimiento. Lo empieza a emplear con cautela antes
de relevar a las sulfas a un segundo término, entre otras apli-
caciones, para la prevención de endocarditis bacteriana.7
A partir de entonces, y a pesar de los años transcurridos,
la penicilina se sigue considerando de primera elección como
apoyo en el tratamiento de infecciones bacterianas en proce-
dimientos de endodoncia, periodoncia y cirugía.
Al descubrirse el principio de la antibioterapia, los inves-
tigadores buscaron otros microorganismos, principalmen- CUADRO 2.
te en el suelo, que fueran eficaces para atacar a patógenos
del ser humano y aliviaran padecimientos hasta entonces Empleo de antimicrobianos
incurables. En 1943, en la Clínica Mayo, Waksman usó por Año de
ANTIMICROBIANO
primera vez este principio al elaborar, a partir de una cepa introducción
de Streptomyces griseus, el primer aminoglucósido: la es- 1911 Isoniacida
treptomicina, útil en el tratamiento de la tuberculosis, cuyo 1935 Sulfonamidas
agente causal, el bacilo de Koch, es motivo de preocupación 1942 Penicilinas
para el odontólogo, debido a la dificultad para esterilizar 1943 Esteptomicina
instrumental y desinfectar mobiliario contaminado con este 1948 Cefalosporinas
microorganismo. 1949 Cloranfenicol
Waksman continuó la búsqueda para tratar infecciones. 1950 Tetraciclinas
En 1948, el científico italiano Guiseppe Brotzu encontró, en 1952 Macrólidos (eritromicina). Lincosámidas
1956 Glicopéptidos (Vancomicina)
las aguas negras de la ciudad de Cerdeña, Italia, al Cephalos-
1957 Rifamicina
porium acremonium del que se obtuvo otro grupo de antibió-
1959 Nitroimidazoles
ticos betalactámicos: las cefalosporinas. Actualmente cono- 1961 Ampicilina
cemos ya cuatro generaciones de cefalosporinas, cada una 1962 Quinolonas (ácido nalidíxico)
con espectro más amplio. 1968 Trimpetoprim
En 1945, año en que termina la Segunda Guerra Mundial, 1972 Minociclina
se da la liberación de los prisioneros del campo de concen- 1978 Estreptograminas (oxazolidinonas)
tración de Auschwitz, Polonia, la rendición de la Alemania 1980 Fluorquinolona (Norfloxacina)
nazi y de Japón ante los aliados y da lugar al juicio contra
los oficiales nazis por sus crímenes de guerra en Nuremberg,
Alemania. Es ahí donde inicia la reglamentación para investi-
gar medicamentos en forma ética y científica formalizando lizarse y hervirse varias veces, perdían el filo que actualmente
el antecedente de los trabajos de farmacología experimental brindan las desechables. Todos los instrumentos debían ser
del fisiólogo Francés Francois Magendie, hechos a principios después sometidos a la acción del alcohol, colocándolos so-
del siglo XIX. bre una charola de peltre, a la que se le vertía alcohol y se le
Los descubrimientos de diversos agentes antimicrobia- prendía fuego. La piel del paciente se desinfectaba con tin-
nos naturales y sintéticos; se han ido sucediendo con grandes tura de yodo.8
inversiones por parte de la industria farmacéutica, siendo las El dique de hule, para aislar el diente a tratar, se reco-
décadas de los 40 a los 70 la Época de Oro de los antibimicro- mendó para eliminar la posible contaminación externa. Así
bianos (Cuadro 2) cada uno de ellos con mayor espectro. Sin mismo, el cultivo de conductos radiculares contaminados, se
embargo, la resistencia bacteriana supera la velocidad con la consideraba una práctica rutinaria y necesaria para el buen
que se pueden generar nuevos antimicrobianos por lo que éxito de un tratamiento de conductos.9
los profesionales del área médica, deben de manejar este El yodo fue ampliamente utilizado y, hasta nuestros días,
grupo de fármacos en forma racional, sin abusar de la profi- se considera de los antisépticos locales más eficaces. El Dr. Ju-
laxis ni de los amplios espectros cuando no sean necesarios. les J. Sarrazin y el Dr. Ernest Sturridge lo recomendaban para
la obturación de conductos radiculares.10
ASEPSIA Y ANTISEPSIA El hiposulfito de sodio, el hidróxido de potasio y el peróxi-
do de hidrógeno se empleaban en la antisepsia de conductos
A principios del siglo XX se insiste en la asepsia y antisep- radiculares.11
sia del instrumental, para evitar introducir microorganismos Las infecciones de dientes y mucosa oral, eran situaciones
a través de jeringas; para lo que se recomienda la ebullición cotidianas que requerían la atención del odontólogo, entre
de las mismas en agua y bicarbonato de sodio, este último, ellas: el algodoncillo (muget), ocasionado por el hongo pa-
para retardar la ebullición. Hay que señalar que la aplicación rásito que, en 1835 Robin llamó Oidium albicans. Este hongo
de una inyección era dolorosa, debido a que las agujas, al uti- ocasiona dolor y gran molestia al momento de ingerir ali-
135
 mentos, principalmente en los niños entre tres y cuatro me-
ses de nacidos. En 1920 el Dr. Pablo Blando recomendó para
tratarlo, rigurosa antisepsia, lavados bucales con líquidos al-
calinos y con antisépticos, salicilato de sosa, permanganato
de potasa y bórax así como agua oxigenada pura y toques
de nitrato de plata al cinco por ciento, dos veces al día.12
En 1945 el Dr. Percy R. Howe, usó nitrato de plata amo-
niacal en la esterilización de pulpas putrescentes y de la
dentina desintegrada sobre la pulpa, en el tratamiento de
dientes con abscesos, de pericementitis aguda por muerte
de la pulpa, así como para retardar el proceso de la caries
y en el tratamiento de ápices radiculares.13 El nitrato de
plata, es también un antiséptico de gran utilidad emplea-
do por décadas, en gotas oftálmicas, para prevenir conjun-
tivitis neonatal. Con esta indicación en los recién nacidos,
el nitrato de plata actualmente ha sido sustituido por clo-
ranfenicol, debido a su amplio espectro. Se espera que no
llegue el día en que se emplee cloranfenicol en infecciones
dentales y periapicales, pues su prioridad de elección es el
tratamiento de salmonelosis, padecimiento grave y común
en la población mexicana.
El Dr. Figueroa propuso cuidar la limpieza de la cavidad
oral en padecimientos propios de la boca, así como en el cur-
so de enfermedades infecto contagiosas, debiera ser el ABC
de toda asistencia médica, no sólo de la odontológica para lo
que recomendó practicar dos veces al día una limpieza me-
ticulosa de la boca y de la pared posterior de la faringe; em-
pleando una solución fisiológica de cloruro de sodio o una
solución débil de bicarbonato de sodio.
Ward señala en su libro la importancia del efecto germi-
cida de los cementos en la Dentistería Operatoria; recomen-
dando el óxido de zinc mezclado ya sea con 2% de cloruro de
plata o de fosfato de plata para el cemento White, o 25% de
ioduro cuproso para el cemento Fleck.
Se recomienda que todo dentista cuente con pasta de
iodoformo como sedativo y anestésico suave, con formocre-
sol como poderoso desinfectante para pulpas gangrenosas y
con fosfato de calcio timolizado para obturar conductos de
raíces pequeñas.
En el Boletín Odontológico, aparece propaganda de di-
versos productos terapéuticos, basada en la experiencia
clínica y no en estudios científicos ni en la metodología de
investigación formal, que todavía no se establecía. Entre es-
tos productos; el Skapyor se promueve como un preparado
elaborado por el doctor Kostrisky -antiguo médico dentista
del Emperador de Rusia- y hecho en México por la Compañía
Dental Mexicana, o un compuesto de yodofenato de pota-
136
sio iodurado y oxiacetil aminofenil arsinato de sodio radífero
(que emite radiaciones) para el tratamiento de piorrea, con
el importante señalamiento de que su acción influye no sólo
en el sitio en que se aplica, sino en todo el organismo provo-
cando una reacción general, que tenemos clara actualmente
al contar con conocimientos avanzados acerca de la farma-
cocinética y farmacodinamia de la que ya se hablaba desde
1920,14 señalando incluso la recomendación de ingerir hue-
vos en intoxicación por metales debido al efecto quelante de
la albúmina.
Para el tratamiento de piorrea, se recomiendan también
derivados del cloro como ácido hipocloroso y cloroaminas,15
éstas últimas, sustancias inestables que contienen cloro acti-
vo con nitrógeno que reaccionan en contacto con los micro-
organismos y cuya aplicación debe ser frecuente, disolviendo
una tableta en una onza de agua logrando una solución al 1%
que se irriga en el fondo de las bolsas, aislando previamente.
El antiséptico que libera oxígeno con el nombre de Vince
se empleaba para tratar angina de Vincent, piorrea y otras in-
fecciones de la cavidad oral.
En 1919 el Dr. Chalmers J. Lyons habló de las manifesta-
ciones de sífilis en boca, dando la recomendación a los ciru-
janos dentistas16 de evitar el contagio, debido a que no fue
sino hasta el descubrimiento y aplicación de la penicilina,
que esta terrible enfermedad tuvo tratamiento. Él mismo re-
comendó, para la neuralgia, inyecciones alcohólicas.
HEMOSTASIA
En la década de los 40 se introducen métodos hemostáti-
cos físicos y químicos como el taponamiento con Coaguleno
(trombocina), con el nombre comercial Kocher-Fonio, que se
obtiene de plaquetas.17 Se emplearon también, las bolitas de
algodón con Arzol.
Se utilizaron tópicamente como hemostáticos solución
de cloruro de hierro, torundas de adrenalina a la milésima,
galvanocauterio, inyecciones de emetina, sales de calcio,
transfusiones sanguíneas, vitamina K y peptona.
En el sigo XX, más de veinte farmacólogos han recibido el
Premio Nobel de Medicina, contribuyendo al inmenso pro-
greso de la farmacología, con el descubrimiento de nuevos
medicamentos de gran importancia, así como de neurotrans-
misores y segundos mensajeros, a más de aportar el cono-
cimiento de procesos fisiológicos y bioquímicos indispensa-
bles para el uso racional de los medicamentos.
El científico del siglo XXI tiene la preparación y dedica-
ción necesarias para lograr combatir a microorganismos
resistentes, así como para tratar enfermedades que aún no
tienen cura definitiva como el cáncer, el SIDA y el Alzheimer.
Para esto existen ya protocolos de investigación con méto-
dos en experimentación novedosos, como la nanofarmaco-
logía entre otros, que se llevan a cabo en todo el mundo,
fuentes:
Citas bibliográficas
(1) Figueroa R. “Materia Médica…..
(2) “Colección Esther …”
(3) Figueroa R. Terapéutica Dental. pp. 14-15.
(4) González-Vega, H. pp. 683-694.
(5) Varela S. pp .69-74.
(6) Landete, A. p.12.
(7) Morayta M. Marzo-abril 1945. No.II
(8) Juanbeltz F. Septiembre 1920 Tomo I Num 9.
(9) Ortion E pp. 17-22.
(10) Sarrazin J. pp. 9-14.
(11) Mayor C., Navarro-Ramos V. pp. 137-143.
(12) Blando P pp. 240-43. México.
(13) Montalvo G. Número I. Vol. XXVI.
(14) Bulman F. Abril 1920 Tomo I Num 4.
(15) Stern D. Op. Cit.Marzo 1920 Tomo I Num 3
(16) Chalmers J. Algunas condiciones… Agosto
1919.
(17) Stefan A.Enero 1940. Pag 77.
(18) Rodríguez-Pérez R., García-Montañez M., Lemus-
Balcazar M., De La,Ros-Viejos M., Grijalva-Monreal
J., ECastell-Rodríguez A., Ramírez-González M.D.
Bibliografía
l Blando, P. Algodoncillo. Boletín Odontológico
Mexicano. Tomo I. Num.7. Julio México, 1920. Pp.
240-43. Bulman, F. “Introducción a la Terapéutica”.
Boletín Odontológico Mexicano Abril, 1920 Tomo
I Num 4.
l Chalmers, J. “Algunas condiciones patológicas de
la boca y su tratamiento”. Boletín Odontológico
Mexicano Agosto, 1919.
l Figueroa, R. “Materia Médica Dental. Arreglada
en consulta con varios autores franceses y
americanos”. Antigua imprenta Murguía. Biblioteca
de la Facultad de Odontología. Universidad
Nacional Autónoma de México, 1906.
______ “Terapéutica Dental”. “Dolores neurálgicos
post-operatorios. Boletín Odontológico
Mexicano. Abril 1920. Pag. 23-28. Tomado de Boletín
Odontológico Mexicano 1920. Trabajo realizado
por Cordero-Arroyo M., González-Ramírez G.,
Santos Santiago B. Clínica Periférica Vallejo (Dr.
José Salazar Ilarregui) México, Pp. 14-15.
incluyendo a la Universidad Nacional Autónoma de México,
un ejemplo es el producto derivado del petróleo (Larimish®)
para el tratamiento de cáncer, experimentado con sus pri-
meros resultados exitosos por el Dr. Rodríguez Pérez y co-
laboradores.18
l González-Vega H.”Uso de fibrinolíticos en
odontología”. Revista de la Asociación Dental
Mexicana. Enero-febrero, 1963 Vol. XX. Pp.
683-694.
l Juanbeltz, F. “Asepsia y antisepsia en dentistería”,
Boletín Odontológico Mexicano Septiembre, 1920.
Tomo I Num 9.
l Landete, Argo “Accidentes y complicaciones de la
anestesia local”. Boletín Odontológico Mexicano,
1921 p 12.
l Mayor, C., Navarro-Ramos V. Trabajo presentado
en la “Tercera reunión dental de provincia en
la Cd. De Guadalajara, México”. Revista de la
Asociación Dental Mexicana. Marzo-abril, 1953
Vol. X. Pp. 137-143.
l Montalvo, G. Conferencia en la “Cuarta
Convención Odontológica en el estado de Nuevo
León México”. Boletín Odontológico Mexicano
Enero-febrero, 1945. Número I. Vol. XXVI.
l Morayta, M. “La quimioterapia en odontología”.
Boletín Odontológico Mexicano Marzo-abril,
1945. No.II
l Ortion, E. “Bacteriology as a mean of control in
the treatment of focal infection Dental Items of
interest”. “A monthly journal of dental art, science
and literature”. January, 1924, pp. 17-22.
l Sarrazin, J.” Iodoform as a component of root
canal filling. Dental Items of interest”. “A monthly
journal of dental art, science and literature”.
Januar,y 1924, pp. 9-14.
l Stefan, A. “Sobre la estomatitis en estomatología”.
Boletín Odontológico Mexicano Enero, 1940. P. 77.
l Stern, D. “Las cloraminas en el tratamiento de la
piorrea”. Boletín Odontológico Mexicano Marzo,
1920. Tomo I Num 3.
l Varela, S. “Estado actual de la anestesia en cirugía
oral y general”. Revista de la Asociación Dental
Mexicana. Marzo-abril, 1945. Pp .69-74.
Archivo
l “Colección Esther Beatriz Zúñiga (CBZ)”. ¡Copias
de los planes y programas de estudio aprobados
por el Consejo Universitario 1927-1980. Archivo
Histórico de la Universidad Nacional Autónoma
de México, Colección Notas Universitarias.
137
 Parte VI l Capitulo XXVII

Materiales
de obturación
tes y no sólo extraerlos. Aunque no era muy bien comprendido
C. D. Rubén Hernández González
Cirujano Dentista, egresado de la Facultad de el proceso carioso, se sabía que podía detenerse -al menos su
Estudios Superiores Iztacala, UNAM avance por un tiempo-por medio de la obturación.

A
mediados del siglo XIX y principios del XX,
en los inicios de la dentistería como pro-
fesión independiente, se utilizaron como
materiales de obturación principalmente:
las orificaciones, el estaño, las amalgamas,
los silicatos, los cementos, la gutapercha y las incrustaciones (de
porcelana y oro vaciado). Para el dentista de esa época ya era
muy importante conservar el mayor tiempo posible los dien-
138
A continuación, se resume brevemente cómo fueron sur-
giendo estos materiales de obturación.
Orificaciones
Se da el nombre de orificación, a la obturación elaborada
con oro condensado de las cavidades de los dientes produ-
cidas por caries. Esta condensación, se producía dentro de
la misma cavidad, convenientemente preparada para tal fin.
Para este tipo de obturaciones se empleaba oro puro, adhesi-
vo o cohesivo y no cohesivo o no adhesivo.
Hay evidencias que las láminas de oro se utilizaban ya
desde hace más de quinientos años. Giovanni d´Arcoli, pro-
fesor en medicina y cirugía en Padua a mediados de siglo XV,
recomendó su uso y reconoció que los árabes lo utilizaban
desde siglos atrás. Posteriormente fue ampliamente utilizado
desde la segunda mitad del siglo XIX y hasta los primeros veinte
años del siglo XX, cuando fue reemplazado paulatinamente por
la amalgama, los silicatos y las incrustaciones de oro vaciado.
Originalmente se utilizó el oro No cohesivo, que era adap-
table, se podía emplear en lugares de difícil acceso y utilizar
trozos más grandes. Pero estaba limitado a cavidades de cua-
tro paredes, el procedimiento era prácticamente el acuñado,
es decir a presión, no era posible reconstruir paredes.
La propiedad cohesiva del oro, fue descubierta por Robert
Arthur en Baltimore 1855; quien descubrió que al pasar el oro
puro por una flama exenta de humo espeso con una lámpara
de alcohol, las impurezas podían ser expulsadas, este proce-
so recibió el nombre de recocido, logrando que se adhiriera
fácilmente a sí mismo. De esta manera, y a partir de ese descu-
brimiento, se pudo insertar con muy poca presión en una ca-
vidad dental previamente preparada para tal fin, con la ayuda
de un martillo (manual o automático) y un orificador con las
puntas estriadas o serradas, para construir empastes amplios
y elaborados. Este descubrimiento hizo posible el relleno de
cavidades proximales de todos los dientes; consiguiendo así
un gran avance para la odontología.
El oro tenía básicamente dos presentaciones; hoja o lá-
mina y esponjoso o cristal -esto en cuanto a forma-. La hoja
o lámina se obtiene por batido; que es el martilleo del oro
sobre una piedra de granito, hasta obtener una lámina de di-
ferentes calibres o números, la cual podía ser lisa o corrugada.
En 1812, Marcus Bull, en Hartford, Connecticut, fue el prime-
ro en preparar oro puro para uso dental. Para 1817, era tanta la
demanda de este material, que vio la oportunidad de mudarse
a Filadelfia, el centro comercial de Estados Unidos; por lo que,
al poco tiempo, el Oro dental Bull adquirió renombre mundial.
Por su parte, el esponjoso o cristal se obtenía por preci-
pitado, generalmente utilizando agua regia y posteriormente
por electrolisis. En el mercado se encontraban varias clases
de oro cristalizado. A. J. Watts, en 1853, fue el primero en pre-
parar un oro esponjoso de gran aceptación.
En esa época, la obturación de cavidades con oro
constituía un arte que requería más práctica que teoría,
era de suma importancia dominar los principios de la pre-
paración de cavidades, otros factores principios eran: la
separación de los dientes (el separador ideado por el Dr.
Safford G. Perry en 1881) y la ausencia de humedad (dique
de hule inventado en 1864 por el Dr. Stanford C. Barnun),
para tener éxito.
Para esta obturación, se utilizaba una técnica muy elabo-
rada y cansada, tanto para el paciente como para el dentista,
debido a que el procedimiento para obturar era ya en sí lar-
go. Asimismo, el uso de oro puro, evidentemente encarecía el
precio, por lo que no estaba al alcance de toda la gente. Sin
embargo, a favor tenemos que todas las referencias biblio-
gráficas -incluso las más recientes- mencionan que era de un
sellado perfecto debido a la maleabilidad del oro, así como su
perfecta adaptación a las paredes de la cavidad, dando como
resultado obturaciones muy duraderas, que hasta el momen-
to no se han podido igualar.
Estaño
Es un material de color blanco, con un ligero tinte azul
amarillento, se empezó a utilizar alrededor de 1830. En su es-
tado de pureza, que generalmente implica superficies recién
cortadas, cualidad que lo llevó a ser considerado un substituto
del oro como material de obturación. Tiene un lustre metálico
brillante y, aunque en contacto con aire no suele empañarse,
fácilmente es atacado por los gases. Durante este estado, tam-
bién se puede soldar en frío por martilleo.
Sin embargo, el estaño tiene como desventaja que al con-
tacto con el aire pierde su propiedad cohesiva y no la reco-
bra con el recocido. Asimismo, se oxida pronto en la boca. Si
bien su adaptación a las paredes de la cavidad era aceptable,
pues no se deformaba si no se exponía a las fuerzas de mas-
ticación; esto lo limitaba a superficies lisas sin exposición a la
masticación y a la visibilidad.
Cabe señalar que su manipulación era muy parecida a
la del oro y admitía buen pulido. Sin embargo, como perdía
muy rápido su propiedad cohesiva, el dentista lo tenía que
preparar cada vez que lo necesitaba, colando un lingote y
sujetándolo a un mandril de pulir al torno del taller y con un
instrumento cortante, se obtenían cortes muy finos.
La importancia real del estaño, es que posteriormente fue
incorporado a la aleación de la amalgama, aprovechando sus
propiedades como material de obturación.
Amalgama
Amalgama es la aleación de dos o más metales cuando
uno de ellos es el mercurio. La amalgama fue un material que
139
 se consideró con las mejores cualidades requeridas como ob-
turación y no se le hicieron modificaciones sustanciales por
más de 70 años.
El primer antecedente de lo que posteriormente sería la
amalgama se encuentra en Europa. A finales del siglo XVIII,
el químico francés Jean D´arcet, al hacer experimentos con
diversos materiales, encontró un compuesto de baja fusión,
que estaba formado por ocho partes de bismuto, cinco de
plomo y tres de estaño. Este compuesto se calentaba por me-
dio de agua hirviendo, luego era vertido en el diente en esta-
do fundido, el cual rápidamente se endurecía, conformando
así una aleación bastante manejable, la cual experimentó
para obturar dientes cariados, posteriormente fue conocida
como aleación de D´arcet.
En 1805 Mr. WH Pepys lo introdujo a Inglaterra. Este mé-
todo fue particularmente exitoso, pero el calor necesario fue
bastante desagradable, ocasionando algunas veces hasta la
fractura de las paredes de los dientes. Para superar esto, Lo-
uis Regnard, químico francés, agregó en 1818, una capa de
mercurio a la aleación de D´arcet y con eso, redujo el calenta-
miento del diente. De esta forma la amalgama entró en uso
general.
Por su parte, durante 1819 en Inglaterra, Charles Bell la
uso con el nombre de cemento de Bell y en el año 1826, el
dentista parisino August Taveau, produjo amalgama dentaria
con limaduras de monedas de cinco francos y mercurio (nue-
ve partes de plata por una de cobre) que llamaba “pasta de
plata”. Era muy difícil de amalgamar, se hacía una masa muy
dura que se solidificaba lentamente.
En el año 1833, dos hermanos franceses llamados
Crawcour llegaron a Nueva York, con lo que señalaban, era
un material nuevo para obturar dientes; la amalgama a la
que llamaban “Royal Mineral Sucedaneum” (sucedáneo mi-
neral real). Ellos también usaban monedas, tal vez españolas
o mexicanas para obtener la limadura. Eran ignorantes e in-
competentes, considerados como charlatanes pues, desafor-
tunadamente, el material fue utilizado sin escrúpulos y le dio
un mal nombre. Esto derivó, con el tiempo, en un conflicto
importante conocido como la “guerra contra la amalgama”,
siendo el resultado del enfrentamiento de los defensores de
ésta, contra los opositores.
La controversia sobre el uso de la amalgama, se exten-
dió de tal forma que amenazaba con una ruptura de la na-
ciente profesión. El hecho de que la joven American Society
of Dental Surgeons (ASDS) se creara poco tiempo después
de la conmoción a que dieron lugar los hermanos Crawcour
con su nuevo material, se convirtió en un factor desafortu-
140
nado. La Odontología organizada -que representaba sólo
un pequeño porcentaje de los dentistas profesionales- lan-
zó en 1843, una campaña contra el uso de la amalgama y
su entusiasmo pronto adquirió el tono de una cruzada re-
ligiosa. Dos años después, para 1845, quienes proponían la
amalgama, debían de ser expulsados y para ello; se exigió a
cada miembro de la ASDS que firmara una declaración o “ju-
ramento de la amalgama”; en la que expresaba “su opinión y
firme convicción de que cualquier amalgama es inadecuada
para empastar muelas y dientes tras lo cual, se comprome-
tía a no usarla nunca bajo ninguna circunstancia a lo largo
de su vida profesional”.
Muchos dentistas, incluyendo algunos de los más dis-
tinguidos, encontraron pronto en la amalgama la solución
a problemas de difícil restauración, entre ellos: la obligación
de cubrir las necesidades de pacientes que no podían pagar
los empastes de oro y competir con los dentistas itinerantes
y charlatanes, que la usaban en forma indiscriminada. Como
consecuencia, hacia el año 1850, fueron tantos los dentistas
que se habían negado a firmar la declaración, que la ASDS
se vio obligada a retirarla. Pero su acción conciliadora llegó
demasiado tarde, pues el congreso anual que debía realizarse
en agosto de 1856 tuvo que ser cancelado por falta de quo-
rum. Así acabó la primera organización nacional de dentista.
A partir de 1855, Townsend realizó la primera mejora
decisiva a la amalgama, mediante la adición de estaño a la
plata, lo que hizo que amalgamar fuera más fácil al formar
una masa mucho más plástica y con endurecimiento más rá-
pido. En realidad, le dio el primer impulso a la propagación
del uso de la amalgama entre los dentistas, lo que se logró
básicamente a través de la fabricación y venta de la aleación,
lanzada como una empresa comercial por los fabricantes de
suministros dentales. Hasta la primera mitad del siglo XIX, no
se lanzaron al comercio verdaderas amalgamas de obtura-
ción dental.
Una mención especial requiere la amalgama de cobre, la
cual se preparaba añadiendo mercurio a un precipitado de
cobre, quitándole el exceso de éste con una piel de gamuza,
para posteriormente moldear la masa plástica en forma de
tabletas, que se vendían ya preparadas bajo el nombre de
amalgama de cobre. Ésta -se dice- hizo su aparición sobre
la década de 1840. Fue reintroducida en 1887 y tuvo una
utilidad muy limitada. Su valor residió en sus propiedades
antisépticas.
Las primeras investigaciones mirando hacia la mejora
de la amalgama fueron hechas por el inglés John Tomes en
1861. Luego Tomes Charles, en 1871, determinó los cambios
en la masa por la gravedad específica. Investigaciones valio-
sas también se hicieron desde el punto de vista clínico por
J. Foster Fragg y Thomas B. Hitchcock, pero nada decisivo
se llevó a cabo hasta el año 1895, cuando el Dr. GV Black se
puso a trabajar para resolver el problema y proporcionó los
cimientos para una aleación científicamente equilibrada. Esta
formulación y sus derivados, se mantuvieron esencialmente
sin cambios por lo menos hasta la década de los 60, fueron y
han sido responsables de la salvación de miles de millones
de dientes.
Cementos
El cemento de oxicloruro de zinc, se introdujo en el año
de 1860, como un derivado del usado para la cementación de
baldosas en suelos y paredes. Fue utilizado como material de
relleno -aunque no con muy buenos resultados- y también
fue utilizado como un cemento a causa de su permeabilidad
e irritabilidad, fue descartado rápidamente.
Posteriormente, el cemento de fosfato de zinc se introdu-
jo en la odontología, en América se conoció en el año 1879
como cemento insoluble de Weston. El fosfato de zinc repre-
senta una mejora del oxicloruro de zinc y se utiliza también
como material de relleno y como cemento. En 1892 se intro-
dujo el cemento de fosfato de cobre, de color negro.
En 1908, el cemento de silicato llegó a los Estados Uni-
dos, aunque antes, formas más crudas se utilizaban en
Europa, a finales del siglo XIX. Ésta fue la primera restaura-
ción estética directa empleada como material de obtura-
ción. El cemento de silicato, tenía la ventaja de alta libera-
ción de flúor, pero también fue muy soluble en los fluidos
bucales Como resultado, la longevidad de las restauracio-
nes de cemento de silicato era relativamente pobre, pero
se mantuvo en uso generalizado en toda la década de los
60 y principios de los 70; momento en que fue sustituido
como principal material de obturación directa estética por
la resina compuesta.
Gutapercha
La gutapercha es una gomorresina que se obtiene del
tronco de la Isonandra gutta, un árbol de la familia de las
sapotáceas, de Malasia. Se introdujo en la odontología en
el año de 1847. La preparación de Hill fue una de las prime-
ras que se usaron, el Dr. J. Foster Flagg la recomendó como
obturación provisional para dientes frágiles, teniendo como
propiedades favorables: la facilidad de manipulación, no ser
irritante, mala conductora térmica y eléctrica, insoluble a los
fluidos bucales y resistencia razonable a la atrición. En el año
de 1887, se empezó a utilizar como material de obturación en
conductos radiculares.
Incrustaciones de Porcelana
Las incrustaciones de porcelana fueron un recurso muy
utilizado, sobre todo para la restauración de dientes don-
de las caras a restaurar, eran visibles al hablar. Adalberto J.
Wolks (Volk, en algunas fuentes) en 1857, fue el precursor
de este método, seguido por B. Wood en 1862; Hickmann
en 1870; Webb 1882 y finalmente el Dr. Charles H. Land, de
Detroit en 1886 que hizo mucho para perfeccionarla y se
destacó por su cerámica hermosa. Las incrustaciones de
porcelana consistían en una base o matriz de platino adap-
tada perfectamente a la preparación hecha en el diente,
recubierta con porcelana de alta fusión, también era utili-
zada la matriz en oro, cuando se usaba porcelana de baja
fusión. Fueron muy empleadas, por lo que representaron
un importante papel en la restauración de los dientes en la
última parte del Siglo XIX y principios del XX a juzgar por el
gran número de publicaciones dedicadas a las técnicas para
su fabricación y colocación. Esto es solo una muestra de los
cientos de referencias a la incrustación de porcelana que se
encuentran en esta época.
En el período comprendido entre 1900 a 1910, hubo un
número especialmente elevado de artículos publicados de
incrustaciones de porcelana, mientras que a partir de 1915 el
número se redujo considerablemente. Es probable que la re-
ciente introducción de las incrustaciones de oro fundido y los
cementos de silicato, fueran responsables de la disminución
del interés en la incrustación de porcelana.
Incrustaciones de oro vaciado
Las incrustaciones de oro vaciado o fundido fueron un
avance enorme en la odontología conservadora, permitien-
do restaurar dientes con cavidades compuestas y complejas.
La técnica de cera perdida no era una novedad, pues ya era
conocida desde muchos años antes, los griegos ya la utiliza-
ban para hacer estatuas de bronce.
Este método fue introducido por el Dr. William H. Taggart
y consiste en hacer un modelo de cera de la restauración (de
forma directa en la boca o indirecta por medio de una impre-
sión), investirla, quemar la cera, colar el oro dentro del molde
resultante y por último cementar la incrustación de oro en
141
 la cavidad previamente preparada. El Dr. Taggart presentó su
método el 15 de enero de 1907, ante la New York Odontology
Society y fue recibido con mucho entusiasmo. Taggart concibió
un método, muy preciso para construir incrustaciones de oro,
que no sólo era la técnica de vaciado, sino todo un método que
incluía la obtención del modelo de cera, el revestimiento y la
máquina para vaciar el oro. Su máquina utilizaba óxido nitroso a
presión para comprimir el oro fundido.
Durante los años 1908 y 1909, tras el anuncio del Dr.
Taggart de su nuevo método para hacer incrustaciones, las
revistas dentales estaban llenas de artículos sobre el tema.
La mayoría de los escritores elogió este nuevo método como
una panacea y muchos nuevos dispositivos fueron colocados
en el mercado para llevar a cabo el proceso de fundición; Bar-
det con su fronda, Roach con su cubeta de impresión para el
método indirecto y Solbrig con su prensa entre otros.
Taggart empleó mucho dinero y cerca de 20 años de
trabajo para desarrollar su idea; pensando en recuperar
fuentes:
Bibliografía
l Black, Green Vardiman. “A work on operative
dentistry” Volumen II. The technical procedures
in filling teeth, Second Edition, Medico-dental
publishing company. london: claudius ash, sons
&co., ltd. Chicago, 1914.
l Davis W. Clide, “Essentials of operative dentistry”.
Second Revised Edition. Henry Kimton. 263 High
Holborn, W.C. London, 1917
l Gaillard y Nogue. “Tratado de estomatología IV”.
Dentisteria Operatoria.
Pubul y Morales, Editores. Avellanas 7. Valencia
1916.
l Harper Owen McGehee, William. “0dontologia
operatoria”. Union Tipografica Editorial Hispano-
Americana. Buenos Aires, Caracas, Guatemala,
Habana, Montevideo, Rio de Janeiro, Santiago
MEXICO, 1948.
l Johnson, C. N. « La práctica odontológica”.
Editorial Labor, S. A. Barcelona, 1927.
l Lerman ,Salvador Dr. “historia de la odontología
y su ejercicio legal”. Editorial Mundi. Buenos Aires,
Argentina, 1964.
l Malvin E. Ring. “historia ilustrada de la
odontología”. Mosby/Doyma Libros
142
parte de sus gastos; intentó patentar su método además
de su máquina de colado. Los dentistas, sin embargo, em-
pezaron a usar su técnica casi inmediatamente, ignorando
sus intentos de reivindicar sus derechos legales. Finalmente,
nunca lo logró, cuando estaba a punto de ganar la patente,
apareció un dentista de Iowa que había presentado un mé-
todo similar, en 1896. Amargado y hundido, Taggart pasó
sus últimos años en el retiro. Sin embargo, la profesión den-
tal debe de estar agradecida con el invento de él pues, no
sólo las incrustaciones de oro se elaboran con éste método,
también hizo posible la confección de coronas y puentes,
que a partir de ese momento tuvo un gran desarrollo ya
que antes de esto, tenían que hacerse con coronas que se
habían desarrollado durante los años precedentes como las
del Dr. Cassius Richmond (1880) o la del Dr. Marshal Logan
en 1884, que por lo general debían de desvitalizar el diente
además de que se tenían que perder las coronas clínicas de
los dientes.
Aragón, 2.˚ 1. 08011 Barcelona España, Segunda
Reimpresión 1995. 208-210.
l Maryland State Dental Association and American
Dental Association
Dental Centenary Celebration. Anderson, George
M. Editor. Baltimore Maryland,
March 1940.
l Robersons, Theodore M. “Studevant Arte y ciencia
de la Odontología conservadora”. ELSEVIER
Quinta edición en español 2007. ISBN
978-84-8086-227-1.
l Sanfilippo B., José. “Venturas Y Desventuras De
Un Metal” Revista Práctica Odontológica Vol 12
No.7.1991.
l Taft J. “Operative Dentistry”. Lindsay & Blakiston.
Philadelphia, 1859.
l Taylor J.A. , D.D.S. “History Of Dentistry”A
Practical Treatise For The Use Of
Dental Students And Practitioners. Lea & Febiger
printed, 1922.
l The S: S: Withe Dental Manufacturing Co.
Catálogo Dental Completo
Con Ilustraciones. Edición Española, 1918.
l Pierre Fouchard Academy, disponible en: http://
www.fauchard.org/history/articles/jdh/v53n2_
july05/p69/operative_dentistry_jdhv53no2-p69.html
 Parte VI l Capitulo XXVIII

La Ortodoncia
EN
C. D. y L. H. Martha Díaz de Kuri
Cirujana Dentista y Licenciada en Historia. Profesora
de Carrera Titular de Tiempo Completo, Faultad de
Odontología, UNAM. Coordinadora del Departamento de
Historia de la Facultad de Odontología y del Seminario de
Historia, UNAM.
C.D.E.O. Nasib Balut
Práctica privada en Ortodoncia. Posgrado en Ortodoncia
y Maestría en Biología Oral en Loyola University of
Chicago.Certificado por la Asociación Mexicana de
Ortodoncia, Colegio de Ortodoncistas.
México
ción de las prácticas de ortodoncia a la odontología general.
Angle, que fue uno de los primeros dentistas que limitó su
práctica privada a la ortodoncia, contó con poderosos de-
tractores que no vieron viable su proyecto de crear estudios
de postgrado dentro de las escuelas dentales. Edward Angle
publicó sus conocimientos y experiencia en un libro que se
considera básico en la enseñanza de esta especialidad, Las
Malformaciones Dentales (1887), en donde clasifica como Cla-
se I, II y III la relación de los primeros molares permanentes,
clasificación que es aun vigente.

A
finales del siglo XIX, como producto de la
evolución de la odontología que se fue de-
sarrollando principalmente en las escuelas
dentales, se empieza a sentir en Europa y
los Estados Unidos la inquietud de crear
especialidades. Para principios del siglo XX ya estaban deli-
neadas la cirugía maxilofacial, la ortodoncia, la periodoncia y
la odontopediatría. Muchas otras se crearán posteriormente.
La Ortodoncia
La primera escuela formal que imparte un postgrado en
Estados Unidos es la Escuela de Ortodoncia del Dr. Edward
Angle (1855-1930), inaugurada en mayo de 1900. Este acto
fue la culminación de un proyecto muy criticado en el gre-
mio dental estadounidense, en donde un buen número de
dentistas se oponía por considerar nocivo la posible separa-
Llega a México la especialidad
En su obra La dentadura natural y artificial publicada en
1894, el profesor chiapaneco Mariano N. Ruiz trata temas de
orientación ortodóncica como etiología, prevención y trata-
mientos de las anomalías de posición dentarias.
El maestro José J. Rojo fue el primer dentista mexicano
que cursó la especialidad de ortodoncia en Estados Unidos.
El maestro Rojo, enterado de la existencia de la novedosa es-
cuela de Edward Angle, viajó en 1904 a St. Louis Missouri
para tomar el curso de especialización. El programa teórico-
práctico se completaba en 8 semanas, suficientes para recibir
la constancia que acreditaba a los alumnos como ortodon-
cistas. A su regreso a México, el maestro Rojo empezó a dar
la materia de ortodoncia en el CNED. En su práctica privada,
además de ejercer odontología general, José J. Rojo empezó
a realizar los tratamientos aprendidos a su maestro, la técnica
143
 Angle que consistía en colocar arcos de plata alemana, que
se adquirían con todo y las bandas de apoyo, con tuercas de
ajuste que se colocaban en los primeros molares permanen-
tes. El arco se utilizaba para la expansión de los maxilares y
para corregir protrusiones y retrusiones, ayudándose con li-
gaduras de alambre de bronce y ligas intermaxilares.
La influencia de las enseñanzas de José J. Rojo quedan de
manifiesto en las dos primeras tesis presentadas, ambas en 1908:
Aparatos para Regularizar Dientes de Alejandro Cabrera, y Apara-
tos de Retención para Dientes Regularizados de Manuel Correa.
Durante la segunda y tercera década del siglo XX, algunos
otros dentistas incluyeron prácticas de ortodoncia en sus con-
sultorios, sin que ésta se considerara todavía una especialidad
y hubo otros casos de mexicanos que se fueron a especializar a
los Estados Unidos. El ejemplo más notable de la época fue el de
Samuel Fastlicht, quien después de asistir al VII Congreso Den-
tal Internacional llevado a cabo en París, y ver los adelantos que
ofrecía la ortodoncia de vanguardia, se propuso cursar estudios
de especialización. Ya titulado Fastlicht viajó a California en don-
de cursó la especialidad con el maestro Spencer Atkinson, para
regresar en 1934 con los conocimientos y técnicas aprendidos,
Faslicht cultivó una amistad muy cercana con su mentor, que se
convertiría en un verdadero padrino de la odontología mexica-
na, al acudir anualmente a impartir cursos y mesas clínicas que
fueron aprovechadas por un buen número de dentistas mexica-
nos. Samuel Fastlicht fundó el mismo año de su llegada, la Aso-
ciación Mexicana de Ortodoncia, que quedó integrada por un
grupo de dentistas interesados en esta joven especialidad: Fran-
cisco Calderón Caso, Rafael Ferris, Alberto Fisch, José Luis Lega-
rreta y Miguel Díaz Mercado, quién también había acudido a
especializarse en Estados Unidos. El maestro Atkinson fue nom-
brado presidente honorario de la asociación y periódicamente
trajo a México ortodoncistas de prestigio de los Estados Unidos,
quienes vinieron a compartir sus técnicas y experiencias.
La primera mujer cirujano dentista que cursó la especiali-
dad de ortodoncia en los Estados Unidos fue Estela Barrera, de
Monterrey, Nuevo León. Alicia Lazo de la Vega fue la segunda
al post graduarse en Ann Arbor, Michigan, y a su regreso a la
ciudad de México, en 1948, se incorporó a la docencia en su
Alma Mater y a la Asociación Mexicana de Ortodoncia, que ha-
bía crecido en membresía y en proyectos. La maestra Lazo de
la Vega promovió la enseñanza de su especialidad en la FO, sir-
viendo de enlace con sociedades y escuelas estadounidenses,
para organizar diplomados y cursos de actualización, como el
dictado por los doctores Richard y Charles Twed en 1952. La
maestra Lazo de la Vega impartió también el diplomado de or-
todoncia del Instituto Mexicano del Seguro Social.
144
En 1961 un grupo de ocho ortodoncistas titulados en los Es-
tados Unidos apoyados por la dirección de la ENO organizaron
el primer curso formal de la especialidad de ortodoncia en Méxi-
co, que fue impartido por el maestro Ernest Hixon de Portland,
Oregon. El director Dr. Ignacio Reynoso Obregón giró instruccio-
nes para que se habilitara una pequeña aula con 4 sillones y un
laboratorio dedicados para ese fin. En este curso se graduaron
dos generaciones de ortodoncistas. Esta época fue de grandes
avances en el terreno de la ortodoncia y los graduados tuvieron
que aprender nuevas técnicas llegadas de los Estados Unidos.
Lamentablemente el programa fue cancelado y tuvieron que
pasar varios años antes de volver a impartir cursos de especiali-
zación en la ENO. Al fundarse la División de Estudios Superiores
de la Escuela Nacional de Odontología fueron invitados a co-
laborar distinguidos profesores de USA y Europa entre ellos los
maestros Hans P. Bimler de Alemania y W. J. Tulley de Inglaterra,
quienes hablaron sobre placas activas y activadores. En 1968 fue
creada la especialidad, esta vez coordinada por el maestro Adol-
fo Unda Manterola con duración de dos años. Con el tiempo y
ante la demanda de ortodoncistas titulados se fueron creando
estudios de especialización en diversas instituciones educativas
de la ciudad de México y el interior de la república.
En la actualidad la ortodoncia en México tiene un exce-
lente nivel académico, existen 23 instituciones que ofrecen
estudios de postgrados reconocidos por la Asociación Mexi-
cana de Ortodoncia, Colegio de Ortodoncistas (AMO): siete
en la ciudad de México, en las Universidades: UNAM, campus
CU e Iztacala, la Escuela Militar de Graduados de Sanidad,
Centro de Estudios Superiores de Ortodoncia y los Hospita-
les: Infantil de México “Federico Gómez y “Manuel Gea Gon-
zález”. En el interior de la república: Las Universidades Bene-
mérita y Popular de Puebla, la Universidad de Guadalajara y
Autónoma de Guadalajara; Universidad Michoacana de San
Nicolás Hidalgo; Universidad Autónoma de Nayarit, Univer-
sidad Autónoma de Yucatán, Universidad Autónoma del
Estado de Hidalgo, Universidad Autónoma Benito Juárez de
Oaxaca. Y en el norte las Universidades: Autónomas de Nue-
vo León, Ciudad Juárez, Tamaulipas, Coahuila y las de Mexica-
li y Tijuana en Baja California. A estos postgrados, además de
estudiantes de toda la república, asisten también alumnos de
diferentes países, principalmente de Latinoamérica.
Lamentablemente existen también algunas escuelas par-
ticulares que ofrecen estudios de especialización sin reconoci-
miento de la Asociación Mexicana de Ortodoncia, por carecer de
infraestructura física y académica. Para atender este problema,
en el año de 1994, se fundó el Consejo Mexicano de Ortodoncia
y Ortopedia Dentomaxilofacial, que fue integrado por ortodon-
cistas de la Ciudad de México, por razones estratégicas y geográ-
ficas, puesto que la mayoría de las universidades e instituciones
hospitalarias que ofrecían estudios de postgrado se encontra-
ban en la Ciudad de México. El consejo se formó para elevar los
estándares mediante la certificación como especialistas en orto-
doncia. Los socios fundadores de éste consejo son los doctores:
Joaquín Canseco, Elvia Cruz, Jorge Fastlicht, Mario A. Garcilazo,
Ricardo M. González, Rolando González, Roberto Justus, Oscar
Medina, Manuel Yudovich y Nasib Balut.
La primera certificación se llevó a cabo el 9 de marzo de
1996, en Cancún, Quintana Roo, durante el VII Congreso de la
Asociación Iberoamericana de Ortodoncistas -IV Congreso Mag-
no de Ortodoncia de la Asociación Mexicana de Ortodoncia y de
la Asociación de Ortodoncia del Distrito Federal. Los primeros
certificados fueron entregados por los doctores Thomas M. Gra-
ber y Charles J. Burstone, en representación del American Board
of Orthodontics, quienes avalaron la creación del Consejo. Las
siguientes certificaciones se realizaron en 1996, 1997, 1998 en
forma curricular, académica, meritoria y por antigüedad de or-
todoncistas prestigiados. Desde 1998 hasta el 2006 durante los
congresos internacionales de la Asociación Mexicana de Orto-
doncia, se presentó el examen de certificación elaborado por el
mismo Consejo Mexicano de Ortodoncia.
En el año 2006, la Asociación Mexicana de Ortodoncia ob-
tuvo la Colegiación ante la Dirección General de Profesiones,
cambiando su nombre a Asociación Mexicana de Ortodoncia,
Colegio de Ortodoncistas, A.C. (AMO), y en asamblea ordinaria
se decidió que el Consejo Mexicano de Ortodoncia, pasaría a
ser la Comisión Certificadora de la AMO. En el 2007 se firmó
un convenio con CENEVAL para la elaboración del examen de
certificación (EUCEP-EO). Y en marzo del 2008 se realizó el pri-
mer examen de certificación en la ciudad de Tijuana, Baja Ca-
lifornia. Un año después, la Asociación Mexicana de Ortodon-
cia, Colegio de Ortodoncistas. A.C. obtuvo la IDONEIDAD por
parte de la Dirección General de Profesiones, reconocimiento
oficial que convierte a la AMO en un Colegio coadyuvante en
la verificación de la especialidad en Ortodoncia, y es hasta el
momento la única Asociación con reconocimiento oficial en
toda la República Mexicana para otorgar la certificación. Este
logro se consiguió gracias al trabajo de 11 años de reconocidos
ortodoncistas fundadores del CMO y a la adquisición de la ofi-
cina ubicada en el World Trade Center de la ciudad de México
en 2008, requisito indispensable para obtener la idoneidad.
Para obtener ésta certificación es indispensable aprobar el
examen elaborado por CENEVAL, y cada 5 años es necesario
re-certificarse. Por esta razón desaparece el Consejo Mexicano
de Ortodoncia y Ortopedia Dentomaxilofacial y queda la AMO
como único Colegio de Ortodoncistas con reconocimiento ofi-
cial gubernamental en toda la República Mexicana.
La Ortodoncia en México, actualmente está en un excelente
nivel académico, la calidad en los tratamientos se encuentra a
la par de los que se pueden ofrecer en los Estados Unidos, exis-
ten un buen número de especialistas formados en el extranjero,
principalmente en USA y ahora son profesores en los diferentes
postgrados de Ortodoncia de la República Mexicana.
Muchos son los avances que presenta la Ortodoncia
Mexicana del siglo XXI, los tratamientos se realizan con gru-
pos multidisciplinarios, la ortodoncia en adultos tiene mucha
más demanda que en el pasado, se utilizan las técnicas de
vanguardia como el uso de mini implantes para mejorar el
anclaje ortodóncico, brackets de autoligado, brackets perso-
nalizados para cada paciente, técnicas para acelerar el movi-
miento dental, aparatología estética como Invisalign y orto-
doncia lingual. Los tiempos de tratamiento de ortodoncia se
han reducido a un promedio entre los 12-18 meses y no los 2
años o más que duraba un tratamiento en el pasado.
Se realizan publicaciones de libros y/o participación en
capítulos de libros y revistas con artículos científicos elabora-
dos por ortodoncistas mexicanos, como los doctores: Rober-
to Justus, Rolando González, Manuel Yudovich, Enrique Gon-
zález, Nasib Balut, Juan Carlos Solorio y Mauricio González
entre otros. Y un buen número de ortodoncistas mexicanos
son reconocidos internacionalmente e invitados a dar cursos
de actualización en diferentes partes del mundo.
Los congresos Internacionales de la Asociación Mexicana
de Ortodoncia son de alta calidad científica, con temas de ac-
tualidad y con una sustancial exposición comercial, con una
asistencia de más de 2000 especialistas. La Ortodoncia Mexi-
cana está en crecimiento permanente y atenta a los nuevos
retos que se le planteen.
fuentes:
Bibliografía
l Fastlicht Ripstein Jorge. Principio histórico de la
Asociación Mexicana de Ortodoncia. México 1987,
Talleres Litoarte.
l Fasticht Ripstein Jorge. Comunicación personal 2012.
l González López, Rolando. 78 aniversario de la
Asociación Mexicana de Ortodoncia Colegio
de Ortodoncistas A.C. en Odontología Actual,
“Periódico Expo Amic” 2013 Pág. 12.
l V. Wallace McCarlie. “Edward H. Angle and the
motives behind his school of orthodontia” en
Journal of the History of Dentistry, Vol. 58 Núm.
Spring 2010 Pág 48-54.
145
 Parte VI l Capitulo XXIX
Periodoncia
sus inicios en México
C. D. y L. H. Martha Díaz de Kuri
Cirujana Dentista y Licenciada en Historia. Profesora
de Carrera Titular de Tiempo Completo, Facultad de
Odontología, UNAM. Coordinadora del Departamento
de Historia de la Facultad de Odontología y del
Seminario de Historia, UNAM.
E
l nacimiento
La idea de eliminar el tártaro dental para pre-
venir y curar la inflamación de la encía, es muy
antigua, en tratados escritos en los siglos XVII y
XVIII se incluyen diversas técnicas para hacerlo.
Para la segunda mitad del siglo XIX, la parodoncia1 era ya
una disciplina muy bien estructurada en las escuelas dentales
estadounidenses. Sus inicios se remontan a los trabajos de
John Riggs, quien presentó un innovador estudio sobre pato-
logía de los tejidos blandos de la boca, en el Congreso Médi-
co Internacional de Londres (1881). Para principios del siglo
XX, se empezaron a desarrollar diferentes técnicas quirúrgi-
146
cas como tratamiento de las inflamaciones periodontales.
A partir de la segunda y tercera década se publicaron
varios libros sobre esta área de la odontología y fue hasta
el año 1947, cuando la ADA la reconoció como una espe-
cialidad y se creó la Academia Americana de Periodonto-
logía. Los primeros programas con base universitaria para
el entrenamiento de especialistas, se iniciaron en Columbia,
Michigan y Tufts a finales de los años 40, y poco después los
programas aumentaron de uno a dos años.
Irving Glickman fue uno de los fundadores de la moderna
especialidad logró avances en la comprensión de los proce-
sos de la enfermedad y en los métodos para resolverla. En
los Estados Unidos la periodoncia tuvo un desarrollo rápido y
consistente, los postgrados se instituyeron en gran cantidad
de universidades formando generaciones de especialistas.
Debido a la abundante cantidad de conocimientos que inclu-
ye la colocación de implantes, desde el año 1995 casi todos
los programas aumentaron a tres años.2
 La periodoncia en México
Los dentistas mexicanos del siglo XIX, trataban todas las
afecciones de los tejidos blandos con enjuagues y toques de
diferentes medicamentos germicidas: Yodo, azul de metileno
y mercurio-cromo entre otros. Fue hasta la incorporación de
la antibioterapia a la práctica odontológica, cuando se empe-
zaron a combatir de raíz los procesos infecciosos.
En el CNED se instruía a los estudiantes para eliminar el
cálculo con instrumentos de mano, para combatir la inflama-
ción y la infección de la encía se empleaban sustancias germi-
cidas como el azul de metileno y la tintura de yodo en forma
de toques. También se recomendaba a los pacientes hacer
enjuagues con diferentes colutorios.
En el BOM,3 desde sus inicios, las enfermedades del paro-
donto son constantemente tratadas por diversos articulistas
nacionales y extranjeros, lo que da un fiel retrato de la gran
preocupación que tenían los dentistas de una enfermedad
que no tenía cura y que se atendía solamente con medidas
paliativas. En la sección editorial de 1923, escrita por el doc-
tor Felipe Juambels titulada La verdad sobre la piorrea alveolar
el autor señala:
“Podemos prevenir la enfermedad (no en todos los casos)
y podemos también mediante una hábil intervención, mejo-
rar en alto grado al paciente y prolongar la evolución de esta
afección… ¿Puede en la actualidad un dentista ético, garan-
tizar enfáticamente la curación radical de la piorrea alveolar?
Es evidente que no, y el que tal ofrece incurre en un lamen-
table error que acusa gran ignorancia, u obra de mala fe.”4
En el BOM de febrero de 1925, en la sección de “Extractos de
la prensa extranjera” hay dos artículos representativos del tipo
de tratamientos empleados: En el primero titulado “La insulina
en el tratamiento de la piorrea” del Dr. S. Sulkis de Berlín, se hace
referencia a la presencia de la piorrea en enfermos diabéticos y
el rápido alivio del padecimiento con la aplicación de este medi-
camento; señalando que este tratamiento abre nuevos horizon-
tes a los enfermos. En esa misma sección, se da una fórmula para
la estomatitis de Vincent a base de Vino de ipecuana, glicerina,
potassi arsenitis, y peróxido de hidrógeno. Con este compuesto
se hacían atomizaciones tres veces al día; cuidando de hacer la
presión suficiente para “eliminar la membrana que cubre a las
bacterias. Teniendo cuidado de que la solución penetre debajo
de la porción libre de la encía y entre los espacios interproxi-
males”. El tratamiento debía continuar hasta que los exámenes
microscópicos no mostraran la presencia ni del bacilo fusiforme
ni de espirilos. Se usaban con mucha frecuencia inyecciones
con substancias germicidas, que se aplicaban directamente en
varios puntos de la encía, así como vacunas preparadas con el
exudado del mismo enfermo.5
El cirujano dentista de Monterrey, Matías Muraira, al re-
greso de su titulación en los Estados Unidos, publicó la tesis
recepcional Piorrea Alveolar, en un par de entregas del Bole-
tín Odontológico Mexicano (septiembre y octubre de 1928).
Inicia mencionando los 22 nombres con la que es conocida
esta enfermedad, algunos de estos son: gingivitis expulsiva,
periostitis alveolodentaria, estomatitis de Vincent, escorbuto
de las encías, enfermedad de Fauchard, enfermedad de Riggs,
periodontoclasia, alveolítis infecciosa. Él se inclina por llamarla
piorrea alveolar, que en esa época era la denominación más
común y la describe como una “distrofia del parodonto que de-
termina el descalzamiento del diente, su movilidad y su caída”.
Muraira determina que no existe un agente causal específico
y que pueden ser múltiples los microorganismos causantes
de la enfermedad; los más frecuentes: estafilococo dorado,
estreptococo Viridians, neumococo, bacilo pseudodiftérico fu-
siforme de Vincent, leptotrix bucal, entre muchos otros. Como
medidas preventivas Muraira propone instruir a los pacientes
en un buen cepillado dental, masaje a las encías, detartrajes
frecuentes y el cuidado de la dieta, incluyendo alimentos an-
tiescorbúticos como el jugo de naranja y otros cítricos.
Otro autor, el médico general Ricardo Rode publicó ese mis-
mo año un artículo titulado “Tratamiento Racional de la Piorrea”,
en el que señala que este padecimiento no debe ser tratado so-
lamente por el dentista, y tiene que ser un equipo interdiscipli-
nario el intervenga: cirujano dentista, bacteriólogo y un médico
general. Señala que la enfermedad se atiende con dos tipos de
tratamientos: primero los que se aplican a pacientes con enfer-
medades sistémicas, relacionadas con el padecimiento gingival.
Ellos necesitan diversos tratamientos como purgantes para des-
alojar las toxinas microbianas de fermentaciones intestinales, in-
yecciones de neosalvarsan o algún otro medicamento arsenical
y vacunas autógenas o heterogenias. Y segundo, los pacientes
que sólo requieren tratamientos locales, y son realizados única-
mente por el dentista. Estos comprenden: la desinfección local
con medicamentos como el Mercitán, Rivanol, o el Vitaseptol del
maestro Ángel Zimbrón, compuesto que él mismo experimentó
por varios años. Después de la desinfección del área afectada, se
efectuaba el tratamiento local que podía ser: la eliminación del
cálculo dentario, raspados y curetajes además de las inyecciones
locales de emetina o neosalvarsán.
Posteriormente, en 1936, dos dentistas mexicanos, Alber-
to Fisch y Felipe Juambelz lanzaron el tratamiento Fibel para
la piorrea, que constaba de un enjuague y una pomada. Este
producto estuvo disponible durante más de una década en
147
 la Compañía Dental Mexicana, sus fabricantes señalaban en
los anuncios promocionales que: “cumple su misión sin irritar
la mucosa. Se usa empacándola en las bolsas, en la segunda
etapa del tratamiento y aplicando masaje a las encías. Lógi-
camente se hace indispensable para lograr éxito con el trata-
miento Fibel que el cirujano dentista desprenda el sarro de
las coronas y raíces…”
Es hasta los años 30, cuando se instituye en la ENO el cur-
so de parodoncia como una clase independiente de la ope-
ratoria dental. Pero muy poco se podía hacer por las infeccio-
nes crónicas antes de la llegada de los antibióticos, razón por
la que por un periodo sumamente prolongado, un cirujano
dentista, era conocido como una persona que, además de
hacer obturaciones dentales, hacía gran cantidad de extrac-
ciones, para colocar después dentaduras totales.
Desde los años 30 y 40 se destacan profesores de la ENO,
estudiosos de esta área de la odontología, entre ellos los maes-
tros Guillermo Gamboa y Ángel Zimbrón. Él último señala, en un
artículo publicado por el BOM en el año 1944, su preocupación
por la gran prevalencia de afecciones periodontales, la cantidad
de tratamientos y medicamentos empleados y los escasos re-
sultados obtenidos. Entre los fármacos más utilizados mencio-
na: compuestos clorados, emetina, castamargina, arsenicales,
bálsamo negro, azul de metileno, ozono, quinina, urea, ácido
crómico, ácido fénico, ácido cloracético, coloides, autovacunas,
serobacterinas y filtrados biológicos. Y entre los procedimientos
empleados a la cirugía, electrocirugía, radiaciones ultravioletas
y radiaciones Grenz. Zimbrón habla de la necesidad de realizar
estudios más profundos de las condiciones del paciente, para
posteriormente elegir el tratamiento acertado, que puede ser
la cirugía, realizando por lo menos cuatro gingivectomías, dos
para el maxilar superior y dos para el inferior. En cuanto a los
medicamentos empleados, se inclina por el cloruro de calcio y
el ácido tricoracético en concentración del 25%.6 Pero, a pesar
de su gran interés por eliminar la enfermedad periodontal, en su
artículo no transparenta gran optimismo, ni señala la curación
total de sus casos clínicos.
En 1945, aparecen los primeros artículos que mencionan la
conveniencia de emplear sulfanilamida y sulfatiazol localmen-
te, para combatir las infecciones de la encía causadas princi-
palmente por estafilococos. El mismo año, el cirujano dentis-
ta Miguel Morayta publicó un artículo en el BOM, en donde
menciona la llegada de sulfas y penicilinas como maravillosa
contribución desarrollada durante la Segunda Guerra Mun-
dial. En el texto, se percibe que Morayta se da cuenta que la
llegada a la odontología de la terapia antibiótica, posibilitará
el desarrollo de especialidades como la propia periodoncia, y
148
también la cirugía y la endodoncia, al poder controlar y elimi-
nar las infecciones.
En el Plan de Estudios del año 1940, aparece por primera
vez la Paraodoncia como materia, ya que en los años anterio-
res los profesores de Operatoria Dental incluían en sus clases
teóricas y en la clínica, lo relativo a las afecciones de la encía. El
curso teórico-práctico de Parodoncia, se daba en el último año
de la carrera. El maestro Abraham Chisikovsky, quien la cursó
en los años 50, recuerda que para tener derecho a examen, su
profesor les pedía, haber realizado ocho curetajes. Desafortu-
nadamente el instrumental que había en la clínica para estos
casos era el llamado 1 X 4 y no era sencillo eliminar el tártaro
dentinario con un instrumental carente de filo. Los tratamien-
tos eran largos y se citaba a los pacientes dos o tres veces a
la semana para tratar de conservar los dientes que a la larga
se podían perder. Una anécdota pinta de cuerpo completo la
situación de esta disciplina: cursando Abraham Chisikovsky
el quinto año en la ENO, durante la última clase del curso y a
manera de despedida su profesor de Parodoncia, se paró en
el dintel de la puerta del salón, se quitó de la boca su denta-
dura superior y mostrándola les dijo a sus alumnos: “Miren
muchachos, no se hagan tontos, la Piorrea no se cura, hagan
extracciones y pónganles placas totales a sus pacientes”. Este
momento fue determinante en la vida de Abraham Chisikovs-
ky, quien se propuso encontrar otro camino que ofreciera la
posibilidad de evitar la mutilación, en ese momento, decidió
dedicarse a esta área de la odontología, su tesis recepcional
fue Cepillo y cepillado. En 1953, ya titulado, buscó la forma de
cursar un posgrado en los Estados Unidos y a través de una
revista dental se enteró del curso que se ofrecía en la Ciudad
de Boston la Universidad de “Tuffts”, a cargo del iniciador de la
moderna parodoncia, el doctor Irving Glickman. En estas fe-
chas el maestro Antonio Ruiz Sánchez -posiblemente el primer
especialista dedicado exclusivamente a la Parodoncia en Mé-
xico-, ya ejercía esta especialidad en Monterrey, Nuevo León.
A su regreso a México, el maestro Chisikovsky se incorporó
como profesor en su Alma Mater, en donde existía la resisten-
cia de algunos profesores que se negaban a aceptar los moder-
nos tratamientos quirúrgicos llegados de los Estados Unidos,
y se limitaban a los llamados tratamientos conservadores, y
en opinión del recién llegado, este nombre les quedaba bien,
porque conservaban muy bien la enfermedad. Como parte de
su programa de actividades, la Asociación Dental Mexicana
organizó un curso de actualización en la materia, que impar-
tió el maestro Chisikovsy y fue aprovechado por un grupo de
cirujanos dentistas de la Ciudad de México y del interior de la
República, varios de ellos profesores de la ENO.
 Para el año 1960, el interés por la especialidad había creci-
do entre los profesores de la materia, se destacaban: Abraham
Chisikovsky, Manuel Ravizé, Luis Legarreta y Rafael Lozano. En
la clínica se hacían ya tratamientos quirúrgicos y no quirúrgi-
cos, curetajes, raspados radiculares, colgajos y cirugía ósea. En
el año 1961, el Departamento de Graduados, empezó a ofrecer
cursos de Parodoncia para graduados, que estuvieron a cargo
de los maestros antes mencionados, cursos que son el antece-
dente de los programas de posgrado de la FO. En 1972 la falta
de textos en español accesibles para los estudiantes, motivó
al maestro Luis Legarreta a escribir el libro Clínica de Parodon-
cia en donde, como él señala al inicio, “es una recopilación de
datos obtenidos a través de mi experiencia clínica….Es así mis-
mo un intento de resumir el inmenso acervo de literatura que
sobre la materia se ha escrito y que desde el punto de vista
pedagógico es imposible abarcar…” Este libro, de 156 páginas
publicado en 1967, tiene como referencia a los autores más
prestigiados en el área como: Glikman, Orban, Parks, Gottlieb,
Giddon, Goldman, Meyer, Pucci, y al argentino Ries Centeno,
entre otros. Para el mismo fin, el autor revisó el Journal de Pe-
riodontology. El libro del maestro Legarreta fue utilizado como
texto de la materia durante varios años, tanto en la Escuela
Nacional de Odontología, como en otras escuelas dentales del
interior de la República.
A partir de los años 50 han sido invitados los maestros
más importantes de la especialidad a los seminarios del
fuentes:
Citas bibliográficas
(1) El término parodoncia, con el que inicialmente
se conocía a esta área de la odontología, cambió
en México en los años setentas al actual de
periodoncia.
(2) Carranza, F. P. 9.
(3) El Boletín Odontológico Mexicano fue
publicado por la Compañía Dental Mexicana de
1920 a 1967 y fue, durante todos estos años, la
revista dental más importante de México.
(4) Juambels, F. “La verdad sobre la….”. Septiembre de
1923.
(5) Ibañez, M. Marzo 1925.
(6) Zimbrón, A. pp 76-80
Bibliografía
l Carranza, Fermín. Periodontología Clínica. USA-
China McGraw Hill Educación.2006.
l Chisikovsky Perkins Abraham. Comunicación
verbal y escrita. Enero de 2012.
l Enríquez Habib Filiberto Comunicación personal
con la autora, mayo de 2012.
grupo USC de México, de esta forma, cientos de dentistas
de toda la República actualizaron sus conocimientos en la
materia, aprovechando los trabajos de grandes maestros
como los doctores Irving Glickman, Henry Goldman e Ir-
ving Chaikin de Boston University y de los maestros Kollar
y Anthony Gargiulo de Loyola University de Nueva York
(NYU), así como especialistas de las universidades de USC
y UCLA. La convivencia con los maestros invitados, posibili-
tó que un buen número de dentistas jóvenes consiguieran
información y becas para ingresar a la especialidad en las
universidades mencionadas.
El inicio del programa de posgrado en la Escuela Nacional
de Odontología en el año 1968, constituyó un verdadero parte-
aguas en el desarrollo de la especialidad en México. El programa
estuvo a cargo del maestro Rafael Lozano y fueron 22 los alum-
nos que ingresaron. Eran tiempos difíciles para la institución,
que se vio envuelta en luchas por el poder, lo que contribuyó a
que la mayoría de los alumnos no llegara a titularse. De hecho
fueron cuatro los primeros, ahora maestros: Roberto Peralta Ca-
brera de Guadalajara; Juan Francisco Salcido de San Luis Potosí,
Salvador Arroniz Padilla y Filiberto Enríquez Habib de la Ciudad
de México.
Desde las últimas décadas del siglo XX fueron abiertos
programas de especialización en periodoncia en facultades
de odontología de todo el país, siendo puntos de partida de
avances científicos y académicos.
l Flores Gutiérrez Sonia “Efemérides de la
odontología en la ciudad de México” en “De piedras
montadas y para pulir” de Sanfilippo Borrás, José, 1997.
l Ibañez Manuel “El nuevo tratamiento de la
piorrea alveolar por las inyecciones de vacunas
endocorpo en las encías”. Boletín Odontológico
Mexicano. Marzo 1925.
l Juambels, Felipe. “La verdad sobre la piorrea
alveolar”, Sección Editorial. Boletín
Odontológico Mexicano, Septiembre de 1923.
______“El tratamiento de la piorrea Fibel” en Boletín
Odontológico Mexicano Vol. XVII Núm. 9 agosto
1936 Pág. 203-206.
l Legarreta Reynoso Luis.” Clínica de Parodoncia”..
La Prensa Médica. México 1967
l Muraira, Matías “Piorrea Alveolar”, Boletín
Odontológico Mexicano, Tomo 9 Núm. 10
septiembre y octubre de 1928.
l Ring Malvin. “Historia Ilustrada de la Odontolog.
Ed. Doyma libros, Barcelona España 1989.
l Zimbrón Paz, Ángel. “Estudio Crítico del tratamiento
de las paradentósis” en Boletín Odontológico
Mexicano. Vol. XXV Núm. 1 enero-febrero de 1944. Pág.
76-82.
149
 Parte VI l Capitulo XXX
Del Marfil
A Los Acrílicos
C. D. y L. H. Martha Díaz de Kuri
Cirujana Dentista y Licenciada en Historia. Profesora
de Carrera Titular de Tiempo Completo, Facultad de
Odontología, UNAM. Coordinadora del Departamento de
Historia de la Facultad de Odontología y del Seminario de
Historia, UNAM.
A
ntecedentes
Desde la antigüedad el hombre tra-
tó de sustituir los faltantes de su cuer-
po utilizando cualquier material que le
brindaba la naturaleza. En el caso de los
dientes, los materiales de elección fueron: madera, hueso,
150
marfil y metales principalmente. Hallazgos arqueológicos
nos indican que en las culturas antiguas, se utilizaban estos
materiales para remediar la pérdida de los dientes.
En 1862 el explorador Charles Gallardot, encontró al cavar
una tumba cerca de la antigua ciudad de Sidón, (Fenicia) una
prótesis del año 400 a.C, que consta de dos dientes de marfil
tallado, sujetos con alambres de oro a dientes naturales. En la
zona que poblaron los etruscos antes del Imperio Romano, se
encontró un puente construido con tiras planas de oro, que
sostiene los dientes postizos. Ya en Roma clásica se reempla-
zaban dientes perdidos por medio de prótesis fijas, usando
ligaduras de alambre de oro.
 En la Edad Media en Europa la clase privilegiada podían
tener acceso a dentaduras totales o parciales que fabricaban
artesanos talladores de marfil. El cirujano Guy de Chauliac
(1300-1368), en uno de sus textos sugería reemplazar los
dientes perdidos, con dientes humanos o dientes construi-
dos con marfil o hueso animal, que se sujetaban con alambre
de oro.
En Oriente la población también conocía las prótesis, para
las que se empleaba madera de cerezo. Muestra de esto, es la
dentadura completa del siglo XVI que se exhibe en un mu-
seo de Tokio, Japón. Esta singular pieza fue fabricada por una
sacerdotisa budista, la dama Nakaoka para su uso personal.
La prótesis fue tallada en un trozo de madera y ella misma
explica en un pequeño texto, la forma en que fue ahuecando
la madera para irla adaptando al maxilar. Ella utilizó un colo-
rante que colocaba en las partes de la encía que sentía muy
presionadas, para pulir la madera de manera que se adaptara
la prótesis con comodidad. Al término se modeló la parte de
los dientes. Probablemente este tipo de dentaduras se fabri-
có con frecuencia, pero no se conservan, por ser un material
difícil de preservar a lo largo de los años.
En el siglo XVI, el cirujano francés Ambrose Paré dise-
ñó dientes postizos, con los mismos materiales y principios
usados desde la antigüedad: dientes de marfil insertados
en una base de oro que eran atados a los dientes naturales
adyacentes con alambre de oro. No es raro que el marfil se
haya utilizado para estos fines, por sus características tan
parecidas a los órganos perdidos. Al ser un material abun-
dante y apreciado en toda Europa, hábiles artesanos lo ta-
llaron para fabricar esculturas, mangos de bastones y pa-
raguas, figuras religiosas, piezas de ajedrez, copas de vino,
teclas de piano, botones y todo género de bisutería; como
camafeos, medallones, pulseras, mancuernillas, collares,
pendientes y anillos. Como los operadores desconocían los
aspectos anatómicos y fisiológicos de la cavidad oral, sólo
realizaban el trabajo artesanal.
Seguramente las prótesis dentales elaboradas en esta
época eran incómodas, y poco estéticas, pero era mejor que
mostrar la penosa ausencia de dientes. Los primeros ejem-
plos de prótesis fueron fabricados por metalúrgicos muy
hábiles. Los cirujanos y los barberos flebotomianos se encar-
garon de realizar las exodoncias, mientras que los orfebres
y otros artesanos se dedicaban a fabricar las restauraciones
artificiales, que se fueron utilizando cada vez más por la gen-
te adinerada.
En el siglo XVIII, el médico francés, Pierre Fauchard sinte-
tizó en su libro Le Chirurgien Dentiste (1728) todo lo que se
sabía de dentistería en Europa. Prestó especial atención a la
construcción de prótesis dentales describiendo las técnicas
más novedosas para fabricar puentes y dentaduras comple-
tas, utilizando dientes tallados de marfil. Se usaban también
dientes humanos, recuperados de los cementerios, y de do-
nantes vivos que cambiaron sus dientes por algún beneficio,
generalmente dinero.
Fauchard describe en su libro la construcción de tres den-
taduras que se detenían en su lugar por adaptación. Para la
fabricación de piezas protésicas -dado que no se conocían
las impresiones- Fauchard tomaba medidas con un pequeño
compás y fabricaba patrones de papel, que después probaba
directamente en la boca. Etienne Bourdet, discípulo de Fau-
chard, aconsejó en su libro Búsqueda y Observación de todas
las partes del Arte Dental, una técnica innovadora, la construc-
ción de una base de oro con orificios simulando los alvéo-
los; en donde se colocaban pequeños clavos para sostener
dientes humanos que habían sido recortados por debajo del
cuello.
El invento más importante en materiales dentales de
principios del siglo XIX fue la porcelana, que se debió al bo-
ticario parisino Alexis Duchateau (1714-1792), quien preocu-
pado por los problemas de cambio de coloración y mal sabor
de los dientes tallados de marfil, se propuso buscar un mejor
material. La porcelana fue elegida para sus experimentos,
por ser un material mineral cuyo brillo y belleza permanecen
por cientos de años, según observó en los tibores, vajillas y
demás artículos suntuarios llegados de Oriente. Por aquellos
años, ya se fabricaban todos estos artículos con mucho éxi-
to en Francia. Duchateau trabajó para la elaboración de sus
dientes, con la famosa fábrica de porcelanas de Guerhard.
Entusiasmado por los resultados, entregó estos dientes a su
dentista, Nicolás Dubois de Chémant, quien dimensionando
la importancia de este hallazgo, decidió mejorar la fórmula
original ideada por Duchateau. El dentista siguió trabajando
con este material y en 1797, publicó un trabajo titulado Diser-
tación sobre dientes artificiales, en donde muestra dibujos de
trabajos realizados con este material. Dubois de Chémant y
Duchateau protagonizaron un pleito por la patente de este
innovador invento, que finalmente fue otorgado al dentista,
quien posteriormente se mudó a vivir a Inglaterra, en donde
obtuvo de nuevo la patente y se dedicó a fabricar dientes in-
corruptibles o minerales, como se les llamó durante buena
parte del siglo XIX. Los trabajos de Dubois de Chémant, pre-
sentaban un problema, al ser cocidos en una sola pieza se
distorsionaban. Pronto llegaron a los Estados Unidos, y en
la segunda mitad del siglo XIX, las prótesis parciales y totales
151

adquieren sus caracteres modernos. Durante los primeros
años del siglo XX, Giuseppangelo Fonzi empezó a fabricar
estos dientes pieza por pieza, y antes de coserlos, les intro-
ducía un clavo de platino para ser fijados. Cada vez son más
las escuelas dentales en los Estados Unidos que innovan en
la destintería y como consecuencia, mejoran las técnicas para
la manufactura de dentaduras, así como los materiales. El em-
pleo de caucho o vulcanita para las bases se generalizó, y la
industria dental fabricaba dientes de porcelana cada vez más
estéticos, gran cantidad de opciones en formas y tamaños, así
como en tonalidades. Un joyero de Filadelfia, llamado Samuel
W. Stockton, fue el primero en fabricar dientes de porcelana
en grandes cantidades, su sobrino, Samuel S.White aprendió
las técnicas de manufactura de estos elementos cada día más
demandados, hasta que en el año 1843, decidió fabricarlos
por su cuenta en gran escala. Su compañía S.S. White muy
pronto se convirtió en la compañía dental más importante.
En 1932, la industria dental lanzó la vinilita, el primer material
plástico para base de prótesis, que pronto fue sustituido por
las resinas de metilmetacrilato, que a mediados de la década
de los 30, dominaron el campo de las bases para prótesis.
152
La prostodoncia en México
Durante la Colonia no existió en México ninguna persona
que fabricara dentaduras, por lo que la condición edéntula
era sumamente frecuente en la población. Hay un suceso
particularmente interesante relacionado con este tema. A
mediados del siglo XVII llegó a la Ciudad de México el Virrey
don Diego López Pacheco, quien además de pasar a la his-
toria por su vida desordenada y dispendiosa, perdió todos
los dientes a causa de un padecimiento crónico. Don Diego,
preocupado por esta mutilación que le impedía comer y lo
hacía verse muy mal, y enterado de que en Francia e Ingla-
terra había personas hábiles en la fabricación de dentaduras
de marfil, decidió adquirir una de éstas. La situación se plan-
teaba bastante difícil, pues por la distancia, se vería obligado
a encargar le enviaran dos o tres dentaduras para usar la que
mejor le “calzara”. Otra complicación era la de esperar que
la mercancía le llegara por barco, situación que alargaría la
espera a varios meses, además de tener que pagar una fuer-
te cantidad por las dentaduras y los gastos de envío. Como
las arcas del tesoro estaban prácticamente vacías, ordenó se
creara un impuesto como aportación para “la mordida del
Virrey” y, de esta manera, todo cobro burocrático, se acom-
pañaba de un pago adicional que llevaba este nombre. El
resultado fue un éxito, pues se logró captar una enorme can-
tidad de dinero que sobre pasó a la cantidad requerida y a las
autoridades se les quedó la costumbre de conseguir dinero
de manera extraoficial, a esta forma se le seguiría llamando
“Mordida”. Se desconoce si finalmente el Virrey recibió tan
preciado encargo y menos si remedió su condición, sólo sa-
bemos que poco tiempo después recibió la orden de dejar el
cargo y regresar a España.
Durante el resto de la Colonia, no se conoció ningún
otro caso de dentaduras llegadas de Europa o fabricadas
en nuestro país. Sería hasta la segunda década del siglo XIX
cuando, con la llegada de dentistas franceses y norteameri-
canos, estos artefactos tan preciados empezarían a remediar
el sufrimiento de tantos desdentados. Todos estos dentistas
se anunciaban en los principales diarios capitalinos mencio-
nando que colocaban dentaduras totales con los más moder-
nos materiales y casi siempre publicaban ilustraciones de las
prótesis totales.
“Multitud de aparatos protésicos se han inventado para
reparar los defectos del cuerpo humano; pero ninguno por
bien construido que esté, se asemeja y sirve como los dientes
postizos.” Dr. Alfonso María Brito . “El Arte Dental” (México,1887)
 En esta misma publicación, el autor nos da algunos datos
del proceso histórico en la fabricación de dientes artificiales,
motivo principal de la existencia de los cirujanos dentistas:
“De los dientes sujetos por hilos y alambres se pasó a gan-
chos de oro para las piezas parciales y se pusieron resortes a
las dentaduras completas para sostener la dentadura supe-
rior. Después seguimos con las dentaduras de presión y pala-
dar completo, y ahora tenemos los dientes de pivote sujetos
en la raíz del diente natural, los dientes de coronas de oro, el
trabajo de puente y las dentaduras sin paladar”. Brito, 1887.
El dibujo de una dentadura total, fue el logotipo del den-
tista del siglo XIX y parte del XX, con éste se ilustraban puer-
tas y ventanas de sus gabinetes y anuncios en los periódicos.
Con frecuencia se señalaban las bondades de los mate-
riales empleados, como las “inquebrantables, rosadas y es-
maltadas” placas totales de la Hutchason Dental Co. que se
anunciaban en el periódico El Imparcial del año 1903.
El trabajo con el paciente era sin duda, la parte más senci-
lla. Principiaba por la toma de impresiones, que podía ser con
yeso, modelina o cera. El material se fraccionaba para poder-
lo retirar de la boca del paciente, y ya fuera, se armaba con
mucho cuidado para poderlo vaciar con yeso, obteniendo
de esta forma los modelos de trabajo en donde se elabora-
ría la dentadura. Los dentistas preparaban sus propios yesos,
como lo indica el Dr. Alfonso María Brito:
“El yeso calcinado representa un papel principal en la
construcción de dentaduras artificiales. En México hay calci-
nadoras más o menos hábiles, pero en poblaciones secunda-
rias se sufre mucho para conseguirlo. El yeso americano tiene
preferencia por los dentistas cuidadosos, pero su precio es
exorbitante. Estos tropiezos se allanan calcinando uno mis-
mo su yeso.”
En cuanto a los materiales de las bases de las dentaduras,
el mismo autor nos ilustra al respecto:
“El oro es indudablemente tan superior a todas las bases
para dentadura artificial, a pesar del costo de su construc-
ción, pero lo coloca fuera del alcance de muchos. La goma
vulcanizada es el material que le sigue, por su adaptación y
libre de conducción del frío o calor y no deja sabor en la boca.
El celuloide es también muy agradable para estos fines…”
Las bases de oro se hacían con el sistema galvano-plásti-
co. El primer paso era darle un ligero baño de cera blanca al
modelo de yeso, después se plombaginaba la parte modela-
da, hasta los límites que debía tener la plancha de oro, valién-
dose de un cepillo de crines hasta dejar una superficie tersa,
después se ataba con un alambre de cobre comunicado con
el electrodo de oros. El baño debía estar compuesto de 100
partes de agua destilada y 20 de cianuro. El oro depositado
sobre la plombagina se engrosaba lo suficiente para cubrir
una pieza de goma en 48 horas. Posteriormente se lavaba y
desprendía el modelo para proceder a colocarlo en otro mol-
de colocado en el frasco de embalar, para que al prensarlo
quedara perfectamente incrustado y firme en el caucho, vul-
canizado en seguida.
Las bases de caucho o goma vulcanizada, fueron por
mucho tiempo la mejor opción, este material proviene de
la resina de un árbol localizado en las selvas tropicales de la
península de Yucatán. La resina se endurece al contacto con
el aire. Los cosecheros la comercializaban en forma de trozos
o panes. El dentista la podía adquirir en depósitos especia-
lizados para llevarla a su laboratorio y empezar el proceso.
El primer paso, era cortarla en pequeños pedazos para colo-
carla en frascos de vidrio, en donde se cubría con sulfuro de
carbono o sulfuro de hidrógeno, para después tapar el frasco
con un tapón de corcho. Pasadas más de 24 horas, se había
formado una goma a la que se le adicionaba azufre y los colo-
rantes requeridos, posteriormente se hacía pasar por un lien-
zo y se dejaba reposar. Después se terminaba la preparación
de las bases laminando la goma con un rodillo, sobre una
tabla pulida y aceitada, para recortarla con un cuchillo filo-
so, utilizando un patrón. Estas bases se guardaban en lienzos
engomados con tragacanto, hasta el momento de proceder a
fabricar las dentaduras.
El caucho se tenía que colorear, todo esto era trabajo
del dentista, que tenía sus fórmulas para darle los colores
requeridos:
Goma rosada Goma encarnada
caucho 48 partes caucho 48 partes
azufre 24 partes azufre 24 partes
óxido de fierro 36 partes bermellón 36 partes
Goma blanca Goma amarilla clara
caucho 48 partes caucho 48 partes
azufre 24 partes azufre 36 partes
óxido de zinc 96 partes sulfuro de cadnium 36
partes
óxido de zinc blanco 36
partes.
La parte final era la selección y colocación de los dientes,
procedimiento que se efectuaba rigurosamente. Los dentis-
tas tenían en su consultorio estuches que contenían juegos
de dientes de porcelana de diferentes tamaños, formas y
153
 colores, que se revisaban frente al paciente, para hacer la se-
lección más adecuada, como lo indica en su libro el Dr. Ross:
“Los dentistas requieren tener el gusto y los conocimien-
tos necesarios para escoger los dientes de buen tamaño, for-
ma, sombra y color. Los mismos conocimientos se necesitan
para acomodarlos, tanto para que llenen el hueco de la cara,
labios, de tal manera que representen la expresión natural
del rostro.” J.J. Ross Manual Dental 1878.
El trabajo en el laboratorio llevaba mucho tiempo y se re-
querían una serie de aparatos: fuelles, muflas y el horno para
vulcanita diseñado por Charles Goodyear en el año 1885. Los
articuladores empezarían a ser elementos indispensables
para la colocación de los dientes de porcelana, los más in-
dicados eran los diseñados en el año 1840, por los doctores
Alfred Gysi y Thomas Evans.
Se calcula que una dentadura total, a partir de la primera
cita del paciente, se llevaba de dos a tres semanas de trabajo
diario. Como era el trabajo más socorrido para los dentistas
de aquella época, ellos estaban haciendo de seis a ocho a la
vez, por lo que se pasaban seis horas diarias en el laboratorio.
Los costos para el paciente variaban, pero por los anuncios
de los periódicos se calcula que podían costar desde 50 hasta
100 pesos.
Ya entrado el siglo XX, las compañías dentales ofrecen
materiales más fáciles de manejar, ya no era indispensable
que el dentista preparara sus propias bases y yesos, los podía
adquirir de muy buena calidad. La llegada de los Laborato-
rios Dentales facilitó el trabajo de los dentistas, permitién-
doles dedicar más tiempo a los pacientes. Algunos cirujanos
dentistas preferían enviar sus modelos de prótesis dentales a
los Estados Unidos, uno de los más conocidos era el Labora-
torio Dental Rothstein de Washington, que se anunciaba en
el Boletín Odontológico Mexicano desde los años 30. En estos
anuncios, la compañía anima a los dentistas señalándoles
que: “El servicio aéreo facilita enormemente el envío de sus
moldes y aparatos protésicos. Dentro de un plazo muy breve
usted recibirá terminada en su oficina, la dentadura que nos
envíe para su construcción”. El envío de trabajos a los Estados
Unidos, seguramente alargaría considerablemente los tiem-
pos de atención a los pacientes, así como los presupuestos.
Al inaugurarse el Consultorio Nacional de Enseñanza Den-
tal, el programa de estudios por supuesto incluía durante los
tres años en que se cursaba la carrera la materia de prótesis,
que era impartida por los profesores José J. Rojo y Teófilo
Valdés. La materia tomó el nombre de Prótesis de Goma y el
primer dentista recibido en la escuela fue el Dr. Miguel Pavía,
quien empezó a dar la materia a poco de ser titulado. Para
154
ayudar al estudiante, el profesor Pavía escribió un libro de
texto que se utilizó durante tres décadas Prótesis de Goma;
el libro, aún se conserva en el Departamento de Historia de
la Facultad de Odontología, es un texto escrito a máquina y
describe en forma acuciosa, el procedimiento para la cons-
trucción de las dentaduras totales, desde que el paciente se
presenta por primera vez en el consultorio, hasta que se le
colocan. El libro no presenta ninguna ilustración y dista poco
de los textos de fines del siglo pasado. Los materiales que el
maestro Pavía aconseja son: modelina para la toma de impre-
siones, caucho como base y dientes de porcelana de clavo
largo.
En el año 1931, la Facultad Odontológica empezó a ofre-
cer cursos de especialización en prótesis totales, que se im-
partieron durante una semana. El primer curso, a cargo del
maestro Alberto Fisch incluían temas como: preparación de
bocas parcialmente desdentadas y totalmente desdentadas;
toma de impresiones con yeso, caucho y modelina; materia-
les para vaciar impresiones. A los dentistas que aprobaran
este curso, se les ofrecía el segundo curso a cargo de los
maestros Horacio Whittlesey y José Luis Legarreta, en donde
se veían los temas: Toma de relación de arcadas con los arcos
de Gysi y Mc Collum; construcción de dentaduras empleando
diferentes materiales (oro, aluminio, acero, vulcanita, celuloi-
de, y materiales resinosos) y manipulaciones anteriores a la
entrega de una dentadura y reajuste de ésta.
En 1941 el término prótesis total cambió por el de pros-
todoncia. Por los anuncios de los años 30 del BOM, nos ente-
ramos de los nuevos productos para las dentaduras totales,
resinas perfeccionadas más resistentes que la vulcanita y que
ofrecían un aspecto más natural: placas Pirolita, Luxene y
Oralite, ésta última proveniente de Inglaterra. Posteriormen-
te, a principios de los años 40 se empezaron a promocionar
los acrílicos, mucho más fáciles de manejar y con la aparien-
cia y color exactos a la encía.
En esta misma época, la prostodoncia total recibió un
fuerte impulso gracias a los trabajos del Dr. Honorato Villa,
quien empezó a trabajar con el articulador New Simplex1
para posteriormente diseñar un articulador, que mejoraba
todos los existentes. El maestro Villa fue un estudioso de la
anatomía dental y de la fisiología de la masticación, su libro
Articuladores y articulación de dientes artificiales en dentadu-
ras completas publicado en el año 1952 se convirtió en un
texto obligado en la Escuela Nacional de Odontología y todas
las escuelas dentales de la República. El maestro Villa2 descu-
brió la técnica para la colocación de dientes con vertientes de
trabajo, oclusión y equilibrio,3 fue formador de varias genera-
ciones de prostodoncistas y sus principios son aun vigentes.
“En la construcción de dentaduras completas hay ciertos
principios físicos que no podemos ignorar. La dentadura es
una máquina y como tal debe estar sujeta a los principios
en que están basadas todas las máquinas. Estos principios
se derivan del estudio del plano inclinado, las palancas y el
movimiento, que pueden desarrollar trayectorias rectas o
curvas…” Dr. Honorato Villa, 1952.
En las últimas décadas del siglo XIX y principios del siglo
XX, la tecnología y los materiales utilizados en prostodoncia
tuvieron una notable evolución, quedando atrás los trabajos
enseñados por el maestro Miguel Pavía4. Los dientes de por-
celana y de acrílico empezaron a ser sustituidos por dientes
de resina, hasta de cuatro capas de este material, así como el
uso de caras oclusales para clases I, II y III lo que baja los cos-
tos. En la actualidad se emplean métodos novedosos, como
el procesado con el sistema de la casa Ivoclar conocido como
fuentes:
Citas bibliográficas
(1) Víctor Moreno, testimonio escrito.
(2) En los años noventa se inauguró, en la Facultad
de Odontología de la UNAM, el Laboratorio
Interdisciplinario Número 4 y para honrar la
memoria del maestro Honorato Villa se le puso su
nombre.
(3) Víctor Moreno, testimonio escrito.
(4) Ibidem
Bibliografía
l Boletín Odontológico Mexicano. Compañía
Dental Mexicana 1920-1967.
l Díaz de Kuri, Martha. “ Nacimiento de una
profesión”. “La odontología en el siglo XIX en
Ivocap, en el que se inyecta, en una mufla especial, la resina
acrílica necesaria, disminuyendo el desperdicio de materia-
les y el tiempo empleado. El procesado de la mufla se hace
en una prensa hidráulica a una presión de 2 Bars; también se
empezó a trabajar con la casa Heraeus Kulzer con el sistema
de inyección de dentaduras, utilizando acrílico auto y termo-
curable, conocido como Palayet. En el año 2000 comenzó el
procesado de dentaduras con el sistema EZ CRYL de la casa
New Stetic por un sistema de microondas, dejando atrás el
sistema anterior convencional.
En los años 70 la coordinación de la asignatura estuvo a
cargo de Alejandro Ito Aray, posteriormente pasó al maestro
Fernando Ángeles Medina y en la actualidad está a cargo del
maestro Victor Moreno Maldonado. En el Laboratorio “Dr.
Honorato Villa” de la Facultad de Odontología, UNAM son
procesadas alrededor de 700 dentaduras al año, trabajos
supervisado por el maestro Moreno.
México”. Ed Fondo de Cultura Económica Segunda
reimpresión. México, 2008.
l González Iglesias, Julio. “Historia de la Extracción
Dentaria”. Soluciones Gráficas, Madrid, España.
l Hoffmann Axthekm, Walter, “History of Dentistry
Alemania” Quintessence Publishing 1981.
l Kantuer, Guy. “Placas de oro y aluminio
vaciadas usando los frascos Moore”, en Boletín
Odontológico Mexicano” México enero 1924, tomo
V.
l Moreno Maldonado, Víctor. “Testimonios escrito
y oral” 2013.
l Villa, Honorato. “Articuladores y articulación
de dientes artificiales en dentaduras completas”
México 1952.
l Ruiz Saavedra, Luz María. “Planes de Enseñanza
Formal de la Odontología. 100 años.” s/p. Registro
Número 03-2005-060710515700-01.
155
 Parte VI l Capitulo XXXI
Apuntes
sobre la Endodoncia en México
Mtra. Carmen Pérez Anguiano
Profesora de Endodoncia en la Universidad Westhill
C. D. y L. H. Martha Díaz de Kuri
Cirujana Dentista y Licenciada en Historia.
Profesora de Carrera Titular de Tiempo Completo,
Facultad de Odontología, UNAM. Coordinadora
del Departamento de Historia de la Facultad de
Odontología y del Seminario de Historia, UNAM.
A
ntecedentes
El dolor dental, uno de los más fre-
cuentes y lacerantes padecimientos
que sufre el hombre, ha tenido diversas
maneras de eliminarse, la más radical es
156
la extracción. Los médicos de la antigüedad usaron diversos
tratamientos, como la cauterización del tejido pulpar con
alambres calentados al rojo vivo. Posteriormente se empe-
zaron a emplear diversas sustancias que se colocaban direc-
tamente en la cavidad del diente afectado y que causaban
necrósis pulpar inmediata. En 1836, se introdujo el uso de
arsénico para desvitalizar la pulpa, fármaco que se utilizó en
la odontología durante más de 100 años. Los procedimientos
para remover el tejido pulpar, se emplearon desde principios
del siglo XX, introduciendo en la cavidad pequeñas agujas
con ranuras o ganchitos que hacían la acción de jalar el tejido
pulpar. La llegada de la anestesia local a principios del siglo
XX hizo posible la realización de pulpectomías en forma in-
dolora. Sin contar todavía con fármacos que combatieran la
infección, las infecciones pulpares se trataban con sustancias
bactericidas altamente agresivas para los tejidos. Éstas, se
introducían al conducto radicular y se forzaban dentro de la
fístula, de manera que con frecuencia el tratamiento era más
dañino que la enfermedad.
En 1910 el doctor William Hunter dio en la Universidad
de Montreal, una memorable conferencia titulada “El pa-
pel de la sepsis y la antisepsis en la medicina”. En la parte
medular, se refirió a que los microorganismos de un foco
de infección, se diseminan por el torrente circulatorio a
otras partes del cuerpo, lo que provoca enfermedades sis-
témicas serias. En una parte de la conferencia acusó direc-
tamente a los cirujanos dentistas:
“Las obturaciones, coronas y puentes de oro, así como
las prótesis fijas colocadas dentro, sobre y alrededor de los
dientes enfermos, forman un verdadero mausoleo de oro so-
bre una masa de sepsis, con la cual no existe comparación en
todo el reino de la medicina o de la cirugía. En total, constitu-
ye una trampa perfecta de sepsis…”
Como resultado de la teoría de infección focal -que tuvo
enorme repercusión a nivel mundial- los consultorios de los
dentistas se llenaron de pacientes que solicitaban la extrac-
ción de sus dientes cariados, ya fuera por su propia voluntad
o remitidos por sus médicos tratantes.
La odontología no se dio por vencida y tardaría varias déca-
das en fundamentar científicamente la endodoncia moderna
como un área dedicada a la conservación de los dientes. Fue
un largo trabajo interdisciplinario: los microbiólogos identifi-
caron la microflora de los conductos afectados, los patólogos
investigaron las reacciones de la pulpa y tejidos periapicales,
los clínicos implementaron métodos asépticos a las técnicas
endodóncicas, la radiología se convirtió en herramienta in-
dispensable, y la industria dental diseñó el instrumental que
facilitaría los procedimientos. La llegada de los antibióticos,
proporcionó una gran ayuda a la endodoncia, al posibilitar la
terapéutica antimicrobiana.
Los estudios de Black en el año1902, Hopewell-Smith en
1913, Hess de 1917 a 1927, Fisher durante 1923, y posterior-
mente los de Damon en el año 1940, Pucci en 1944 y Davis
durante 1945, marcaron importantes etapas del conocimien-
to de la anatomía de los conductos radiculares.
El término Endodóntica, fue ideado muy probablemente
por el Dr. Harry B. Johnston de Atlanta EUA y fue sugerido
a la profesión por la American Association of Endodontists,
fundada en 1943.
México, siglo XX
Desde los años 20, la endodoncia contó en México con
defensores que aseguraban que ésta era una rama de la
odontología muy próxima a desarrollarse plenamente. La
contraparte estaba formada por una buena cantidad de ci-
rujanos dentistas que opinaban lo contrario, y por médicos
que enviaban a sus pacientes al dentista para eliminar, por
medio de extracciones dentales, los posibles focos infeccio-
sos que ponían en riesgo su salud. A pesar de sus detracto-
res, la endodoncia seguía avanzando, situación en la que fue
determinante una serie de figuras de la odontología que se
convirtieron en valientes defensores de la endodoncia. El de
mayor influencia, sin duda fue el maestro Yury Kuttler, ciruja-
no dentista de vanguardia, apasionado de la endodoncia y
la investigación, incansable lector de temas odontológicos y
constante asistente a cursos, congresos y seminarios denta-
les internacionales. En el año 1943, fue miembro fundador de
la Asociación Americana de Endodoncia y para 1955, publicó
en el Journal of the American Dental Association, su experien-
cia de varios años en un artículo titulado “Microscopic investi-
gation of root apexes”, investigación que se considera básica
para el desarrollo de la endodoncia actual. Su trabajo como
estudioso e investigador es arduo y continuamente dio a co-
nocer sus hallazgos en revistas. Otro de sus artículos de gran
impacto en la materia, fue el publicado en 1958 en el Journal
of the American Dental Association con el título de “A precision
and biologic root canal filling technic”.
Otro de los grandes promotores de la endodoncia en
México fue el maestro Enrique C. Aguilar, quien después de
sus estudios de posgrado en los Estados Unidos fue un cons-
tante defensor de los tratamientos de endodoncia basados
en diagnósticos precisos y realizados con las técnicas y ma-
teriales de vanguardia. En 1946 en las memorias del Primer
Seminario Anual del Grupo de Estudios Dentales USC de
México, el Dr. Enrique C. Aguilar presentó un valiente trabajo
titulado “Estado actual de la Endodoncia en México” en don-
de menciona cuatro puntos cruciales:
1) En México no se practica la endodoncia científicamente.
2) Se desconocen las técnicas actuales.
3) Se desconocen los peligros tan graves que puede co-
rrer un paciente con tratamientos defectuosos.
4) Se ignoran los resultados satisfactorios que se obtie-
nen con las técnicas rigurosas.
Insistió Aguilar en el gran compromiso que tiene el ciru-
jano dentista ya que:
“La historia de la intervención sobre una pulpa es tan
157
 antigua como la historia de la humanidad misma….Mien-
tras los dentistas no seamos capaces de prevenir la lesión
pulpar, tenemos la obligación de hacer frente a estos casos
y la extracción no es el mejor medio de resolver el problema,
nuestra responsabilidad esta en desarrollar técnicas cada día
mejores.”
A su vez el Maestro Aguilar cuestionó: ¿Cuál es el objetivo
de las técnicas operatorias más elaboradas si los dientes se
pierden por lesiones pulpares, periapicales o periodontales?
En otro de sus artículos,1 el maestro Aguilar destaca la
importancia de la conservación del diente natural correc-
tamente restaurado en lugar de un puente, y menciona: “Es
imposible evitar que el dentista no influya sobre la pulpa
dentaria y el periodoncio, sin embargo el presente y futuro
de la salud de un paciente con tratamientos endodóncicos es
mejor que el de quien ha sufrido extracciones”. En el mismo
artículo señala: “Ni la Endodóntica, ni los endodoncistas pue-
den rehusar a enfrentarse a la importante misión que tiene
dentro de las ciencias médicas. Su papel como expertos en la
etiopatogenia de las alteraciones pulpares, puede ser defini-
tivo en el campo de la salud pública”.
No podemos pasar por alto su participación y difusión del
uso del Hidróxido de Calcio, como el avance más importante y
básico de la odontología moderna, que Hermann publicó en el
año 1930 sus hallazgos en 15 años de investigación. Durante
su larga vida como profesor, fue una constante para el maestro
Aguilar indagar, investigar y publicar, sobre todo lo referente
a la prevención de daños pulpares y a la conservación de la
salud de todos los tejidos que conforman la cavidad oral. El
maestro Aguilar puso el reflector en las zonas oscuras de la
odontología, que era necesario definir e iluminar. Sus artículos
y las discusiones que se originaban durante los seminarios y
congresos, tuvieron buenos frutos.
Enseñanza, asociaciones
y grupos de estudios
En la Escuela Nacional de Odontología, desde sus inicios,
se trataban las afecciones pulpares en la clínica de operatoria
dental, todavía no se mencionaba el término endodoncia y se
hablaba de tratamiento de conductos radiculares. En el año
1950 y gracias a la insistencia del maestro Yury Kuttler, se in-
cluye por primera vez en el plan de estudios, a la Endodoncia
como una asignatura independiente.
El Dr. José Oynick, miembro del Grupo USC de México y
discípulo del maestro Kuttler, puso especial atención en la in-
clusión de temas e invitación a personajes de la endodoncia,
158
a los seminarios organizados por el grupo. Fue ahí, donde se
dio un intercambio con importantes endodoncistas estado-
unidenses, como los doctores Ostby y Alfred Frank.
El Dr. Oynick cursó la especialidad en la Escuela Dental de
Filadelfia, a cargo del Dr. Summer, y a su regreso a México,
fue uno de los primeros dentistas que recibieron pacientes
remitidos por colegas, y se dedicaron exclusivamente a la
endodoncia. En 1956, Oynick fue requerido por su Alma Ma-
ter, para impartir clases de Endodoncia en la ENO, en donde
permaneció por espacio de 15 años. Su profesor adjunto fue
otra importante figura de esta especialidad, Franklin Pineda.
Posteriormente, cuando el maestro Pineda se convirtió en
titular de un grupo, entró como profesor Daniel Silva Her-
zog y como su profesora adjunta, Silvia Beristain. Iniciando
los años 60, ya en las instalaciones de Ciudad Universitaria el
Departamento de Graduados inició una serie de cursos de ac-
tualización en los que se incluyó a la endodoncia, a cargo del
Dr. José Oynick con la colaboración interdisciplinaria de pro-
fesores de histología y radiología. Estos concurridos cursos,
con duración de tres o cuatro semanas, serían el antecedente
de los posgrados de especialización.
Para la formación de especialistas, Yury Kuttler fundó el
Instituto Mexicano de Endodoncia, dedicándose de lleno
a dirigir la enseñanza de la especialidad. Durante 1980 se
nombró Instituto de Endometaendodoncia, y, sigue tra-
bajando, actualmente bajo la dirección de la Dra. Lourdes
Lanzagorta, con los mismos principios del maestro. Esta ins-
titución ha formado destacados especialistas nacionales y
extranjeros.
A partir de los años 60, se suceden una serie de aconteci-
mientos que nos hablan de la consolidación de la endodon-
cia en México. En 1966, se efectúa el Primer Congreso de la
Asociación Endodóncica Iberoamericana, cuyo promotor y
presidente fue el Dr. Yury Kuttler, A quien se debe también la
edición de la primera Revista de Endodoncia en Latinoamé-
rica, órgano de la Federación Endodóncica Iberoamericana.
Otro acontecimiento de relevancia, fue la publicación de
la investigación que llevaron a cabo José Oynick y Franklin
Pineda, trabajo que salió durante 1972 en el Journal of the
American Dental Association, sobre la investigación roentge-
nográfica de 2275 conductos.
Las actividades científicas siguen en aumento, la evolu-
ción de la profesión se demuestra ya con canje de numerosas
revistas del extranjero, lo que asegura su difusión más allá de
nuestras fronteras. Además, se dan a conocer frecuentemen-
te, artículos originales de investigación. Gracias al trabajo y a
las inquietudes de líderes y maestros, se formó la Asociación
de Endodoncia del D.F., el primer presidente de esta asocia-
ción fue Carlos Rosas Murguía, le siguieron Yolanda Villarreal
de Justus, Ramón Castillo Moya, Juan Álvarez de Lille, Lour-
des Aguilar de Esponda, Artemisa Hernández, Mario Alvara-
do, Roberto Wallentin, Eugenio Moreno y otros más.
La Asociación Mexicana de Endodoncia (AME), nació en
1972, con el impulso de Arturo Chávez y Chávez y Daniel Silva
Herzog. Sus reuniones eran a nivel nacional a ellas, asistían, un
buen número de endodoncistas de todo el país, deseosos de
participar en los avances de la especialidad: José Luis Jacome,
Silvia Beristain, Germán Valle, Armando Lara, Eugenio Moreno,
Gerardo Hurtado, Enrique Padilla, Gerardo Pineda, Juan José
Alejo, Álvaro Cruz, Jorge Flores Treviño, Jorge Vera, Mauricio
González del Castillo, Luis García Aranda y Armando Hernán-
dez entre otros. En más de 40 años de trabajos constantes y
productivos, se han presentado ponencias de gran trascen-
dencia de los especialistas más destacados del momento.
A partir de los años 70 se crearon escuelas de posgrado
como el Centro de Investigación y Especialización de Rehabi-
litación Oral (CIERO), bajo la dirección del Dr. Carlos Ripol Gu-
tiérrez. La primera generación de posgrado en endodoncia
se inició en 1978; el CIERO gana su prestigio, gracias a la alta
calidad de sus programas de enseñanza y profesores.
En 1975, es inaugurado el Posgrado de Endodoncia en
la Facultad de Odontología siendo su primer coordinador el
Dr. Miguel Ángel Díaz Maya, posgrado que desde sus inicios
fuentes:
citas médicas
(1) Revista ADM (8) Vol. XIV número 3 mayo-junio
1957.
Bibliografía
l Álvarez de Lille, Juan “Autor Intelectual de la
ADM”, en Rev. XLI/ 1-2- 1984. Ene.Feb. Mar. Abr.
l Bergenholtz, Gunnar, Hostead-Blindslev, Preben
y Reit, Claes. “Endodoncia”. Manual Moderno.
México 2010.
l Esteyneffer, Juan de. “Florilegio Medicinal”.
Edición facsimilar. Academia Nacional de Medicina
México, 1978.
l Lanzagorta, Lourdes. Comunicación personal
con la maestra Carmen Pérez Anguiano.
l Díaz Gómez Martha. “70 años de Odontología a
través de la obra del Maestro Enrique C. Aguilar”.
se convirtió en un verdadero semillero de importantes en-
dodoncistas de toda la República. Seguirán la formación de
Posgrados las Universidades Latinoamericana, Tecnológica e
Intercontinental.
Uno de los acontecimientos más importantes en la espe-
cialidad a nivel internacional, fue la organización del Primer
Congreso Mundial de Endodoncia, siendo Presidente de la
Federación Internacional de Asociaciones de Endodoncia
(IFEA), el maestro José Oynick, en 1986. Durante cuatro in-
tensos años, Oynick trabajó con todo su equipo para llevar a
cabo lo que sería la reunión más destacada de nuestros tiem-
pos, logrando reunir, en 1990, a más de 4000 dentistas de 40
países de todo el mundo.
No cabe duda que la endodoncia ha progresado porque
se finca sobre bases perfectamente establecidas y definidas,
el diagnóstico, el concepto actual de las técnicas empleadas
y la racionalidad de su aplicación. Sin embargo, la historia
nos enseña que las verdades vigentes en un tiempo, pueden
cambiar con el desarrollo de la ciencia, como producto del
diario quehacer de los investigadores.
El conocimiento y la enseñanza de la endodoncia, han
progresado enormemente gracias a la contribución de ins-
tituciones como la Facultad de Odontología de la UNAM
y sus grandes maestros, que con sus conocimientos y su
dedicación han dejado un gran legado a la Odontología
Mexicana.
l Oynick Vinitzky, José. Comunicación personal la
maestra Carmen Pérez Anguiano 2012.
l Beristain, Silvia. Entrevista personal con la
maestra Carmen Pérez Anguiano 2012.
l Editorial Rev. ADM 20 Feb 1963 p.363 Vol. XIV
número 3 mayo-junio 1957.
l Flores Treviño, Jorge. C.D.E.E. Comunicación
personal con la maestra Carmen Pérez Anguiano
2012.
l Villarreal de Justus, Yolanda. C.D.E.E. Entrevista
personal con la maestra Carmen Pérez Anguiano
2012.
l Revista ADM Volumen XLV/ 4 p. 209-217 julio –
agosto 1988.
l Ruiz Saavedra Luz María. “Planes de Enseñanza
Formal de la Odontología. 100 años”. s/p. Registro
Número 03-2005-060710515700-01.
l Sanfilippo, José Rev. ADM Volumen XL/ 4 P 191- 203
Julio-Agosto 1988.
159
 Parte VI l Capitulo XXXII
Enseñanza
de la Odontopediatría en México
C. D. María de la Luz Gayol Mejía
Profesora de Odontopediatría. Facultad de
Odontología, UNAM
A
ntecedentes.
Al remontarnos a las primeras décadas
del siglo pasado, encontramos que la ma-
teria de Clínica Infantil como tal, no exis-
tía. No es que no hubiera niños a quienes
atender, sino que eran tratados indistintamente en la clínica
para adultos, sin tener en cuenta las características propias de
su condición de infante y si acaso, únicamente se les trataba
de eliminar el dolor, generalmente extrayendo las piezas den-
tarias que eran la causa de su malestar.
Siendo presidente de la República Porfirio Díaz, aprobó
un plan, para que, en el tercer año de la carrera, los alum-
nos fueran dirigidos a dar atención reglamentada, a esco-
lares bajo la supervisión de los profesores. Así, tenemos
ya un antecedente de lo que sería en un futuro, el servicio
social.
160
Se especificaba que en la segunda mitad del tercer año, los
alumnos acompañados de sus profesores, visitarían diariamente
las escuelas que la Secretaría de Educación Pública (SEP) señala-
ra para examinar el estado en que se encontraba la dentadura
de los educandos y formular, previa aprobación del referido pro-
fesor, el tratamiento que en cada caso correspondiera.
Hacia 1908, apareció un artículo en The Dental Cosmos,
donde el autor refería que enviaría un informe al Secretario de
Instrucción Pública para demostrar al gobierno y a la Munici-
palidad la apremiante necesidad de una clínica dental en las
escuelas de la Ciudad de México y la manera de organizarlas.
No recibió contestación y tanto el Secretario de Instrucción
Pública, como el Director del entonces CNED determinaron
que el Sr. de la Parra -autor del informe- no tenía autorización
alguna para examinar a los educandos y que el Artículo 2º del
Reglamento, preveía esta necesidad, y la manera de atenderla
correspondía a los inspectores médicos y a los directores de
los establecimientos de enseñanza, enviando al CNED a todos
los niños que requirieran de algún tratamiento de la boca para
impartirles los cuidados necesarios, pues con ello, además de
llenarse una necesidad higiénica digna de atención, se propor-
cionaría a los alumnos “la oportunidad de operar en la boca de
los niños, tan distinta en cierto modo, a la de los adultos”
Ya para junio del año 1910, encontramos que el Dr. Bernál-
dez, autoriza a los alumnos que aún no han recibido su título,
para que trabajen auxiliando a los profesores en la asistencia
de las dentaduras de los alumnos de las escuelas primarias.
No obstante que fue creciendo paulatinamente el inte-
rés por la atención a la población infantil - aunque aún no se
consolidaba adecuadamente la enseñanza de la materia - se
fue dirigiendo la atención hacia la creación de programas de
higiene dental infantil al fundarse el Servicio Estomatológico
Escolar con Alfonso Priani, Moisés N. Ramos y Ángel Zimbrón,
servicio que, aunque desapareció temporalmente, se reorga-
nizó después a partir del Primer Congreso Mexicano del Niño,
con los doctores Ulises Contreras, Moisés N. Ramos y Ángel
Zimbrón. Dicho servicio tenía como objetivo ir a las escuelas
del Distrito Federal para realizar exámenes clínicos a los alum-
nos. Si se detectaban niños con problemas dentales, se canali-
zaba al Servicio Dental de la entonces Facultad Odontológica.
Al aparecer en el BOM publicaciones relacionadas con el
tema de la Odontología Infantil, se incentivó el interés en la
materia por parte de los alumnos de Odontología pues vemos
su influencia en un mayor número de tesis sobre el tema en el
año 1923; como las realizadas por Berta Romero y Miguel Díaz
Mercado para su graduación como cirujanos dentistas.
l Hacia el año 1933, y durante el desempeño de su car-
go como director, el Dr. Rafael Ferriz, realizó algunas modifi-
caciones al Plan de Estudios vigente implantando entre otras
cosas el servicio social obligatorio para los alumnos de cuarto
grado e incorpora durante ese mismo año, la clínica infantil
aprobada por el Consejo Universitario el 7 de octubre de
1931. La materia sería impartida por el Dr. Ricardo Figueroa.
l En el año 1939, siendo director José J. Rojo, el doctor
Francisco Calderón Caso, quien ocupaba la Cátedra de orto-
doncia desde el año 1917, correlaciona esta materia con la
clínica infantil.
l Durante 1941 se aumenta un año a la carrera de ciru-
jano dentista y durante la dirección de Aurelio Galindo, la
clínica infantil se imparte en cuarto y quinto año.
l Hacia el año 1943 se aprueba un nuevo plan de cinco
años que viene a ser más completo que los anteriores y la clíni-
ca infantil, ortodoncia e higiene se transfieren al quinto grado.
l Hacia la década de los años 40, se encuentran publi-
caciones en el Boletín Odontológico Mexicano sobre temas
como “Erupción Dentaria”, “Profilaxis de la pulpitis en dientes
temporales y permanentes en desarrollo”; un editorial que
se tituló “Divulgación sobre profilaxis en los dientes de los
niños”, en el cual, se exhortaba a los cirujanos dentista a ex-
plicar a los padres, en sus consultorios, cuatro puntos básicos
para proceder en forma conservadora, enfatizando la impor-
tancia de educar en el tema tanto a padres como a niños, y
que el tiempo empleado -dice el editorial citado-, redundaría
en la buena salud bucal y forjaría la clientela del mañana. Así-
mismo, la editorial recomendaba la edición de 1939 del libro
Odontología Infantil, del doctor Armando Monti, Director de
la revista Ortodoncia que se publicaba en Argentina. Este li-
bro parece haber tenido mucho éxito pues al año siguiente
(1940), salió a la luz la segunda edición.
La práctica metódica en
Odontopediatría
Las décadas de los años 40 y 50, marcan el verdadero par-
teaguas al surgir definitivamente la práctica metódica de la
Odontología Infantil en México.
En los inicios de este proceso, cobra gran importancia la
figura del doctor Félix R. Léycegui y la creación en marzo de
1942, del Centro de Higiene y Estación de Adiestramiento de
Tacuba, anexo a la Escuela de Salubridad, institución que se-
ría el origen y el motor para el establecimiento sucesivo de
los Centros de Salud.
Léycegui se había recibido como Cirujano Dentista en la Fa-
cultad Odontológica de la Universidad Nacional de México en el
año 1923; casi siete años después, comenzaron sus actividades
en Salud Pública en el Servicio de Higiene Rural, dependiente
desde sus inicios de la Secretaría de Salud y la Fundación Roc-
kefeller, que en 1936 se transformó en oficina de Especialización
Sanitaria con la que Léycegui colaboró hasta el año 1941.
A partir de esta fecha el representante de la Fundación
Rockefeller en México, George C. Payne, promovió el desarrollo
de un programa de Higiene Dental permanente, a través de la
oficina y en vinculación con la Secretaría de Salud. El Director
del Centro de Adiestramiento de Tacuba fue el Dr. José Márquez
Escobedo y el Dr. Léycegui ocupó la Jefatura del Departamento
Dental de dicho Centro. Entre 1942 y 1943, cursó estudios de
posgrado en Salud Pública y en Odontología en la Universidad
Ann Arbor de Michigan, en donde recibió el título de Maestro en
Salud Pública; a su regreso, y, ya trabajando de lleno en el Centro
de Tacuba, en 1945, comenzó a impartir la Cátedra de Odontolo-
gía Sanitaria en la Escuela Nacional de Odontología de la UNAM.
Gracias al apoyo del Dr. Gustavo Baz, se implantó un pro-
grama para que los pasantes de la Escuela Nacional de Odon-
tología, cubrieran su Servicio Social en el Centro de Tacuba y
161
 en los Centros de Salud Materno Infantil que se fueron cons-
truyendo posteriormente.
La labor de Léycegui fue muy importante, sobre todo en
la configuración de los Departamentos Dentales de los Cen-
tros de Salud de la entonces Secretaría de Salubridad y Asis-
tencia, ya que gracias a su fecundo trabajo y perseverancia
en la atención a la niñez, los Centros de Salud engendraron la
afición por la Odontopediatría.
Siendo Jefe del Departamento Dental del Centro de Ta-
cuba, contó con la colaboración de las doctoras Fanny Sán-
chez Mora, Berta Peón, Berta Aguirre Olguín, María Elena
Castro y Josefina Casas. Cuando Léycegui viajó a Míchigan
en 1942, la Dra. Fanny Sánchez Mora, quedó al frente de la
Jefatura del Departamento Dental. Es aquí, cuando cobra
relevancia la labor de la Dra. Sánchez Mora, cuya trayecto-
ria la señala, como una luchadora incansable en pro de la
Odontología Infantil.
La Dra. Fanny Sánchez Mora cursó la carrera -entonces de
cuatro años- 1930 a1933. Dos años después, ejerció la práctica
privada trabajando antes de recibirse en el consultorio del Dr.
Manuel Valderrama quien ya se dedicaba a atender niños. La
Dra. Sánchez se tituló en 1941 y de 1942 a 1950, colaboró en
el Centro de Adiestramiento de Tacuba, promoviendo la for-
mación de Odontopediatras. En 1951, a partir del curso sobre
Odontología Infantil que impartió Joseph T. Hartsock en México,
en la sede de la Asociación Dental Mexicana, se fundó la Socie-
dad Mexicana de Odontología Infantil integrada por entusiastas
dentistas que propagarían la enseñanza y difundirían a través
de cursos y conferencias, los conocimientos actualizados de la
Odontopediatría, y su primera presidenta fue Fanny Sánchez
Mora. En 1954, ingresó como ayudante de la Clínica de Odonto-
logía Infantil invitada por la ya entonces Maestra en Odontope-
diatría Dra. María Elena Castro. En ese mismo año, cursó y recibió
el diploma de la Escuela de Graduados de la UNAM en Odonto-
logía Infantil y Ortodoncia Preventiva, siendo Director del Pro-
grama el Dr. José Sosaya y Rector el Dr. Nabor Carrillo.
Otro suceso importante se conjuga con los anteriores en
1943, año en que el Dr. Fermín Reygadas habilitó un Departa-
mento Dental de Odontología Infantil en el Hospital Infantil de
México, actualmente denominado Hospital Federico Gómez
donde años más tarde las maestras Luz del Carmen Amerena y
Berta Aguirre -ambas con estudios de posgrado en universida-
des de Estados Unidos- encuentran un sitio donde difundir sus
conocimientos. La Dra. Carmen Pardo ingresó en1955, perma-
neciendo ahí durante cinco años. La Dra. Amerena se casó con
el Dr. Federico Gómez y fundó el Servicio de Estomatología en
el Hospital de Pediatría del Centro Médico Nacional.
162
En las tres décadas siguientes, encontramos que las se-
millas sembradas en las instituciones antes mencionadas: el
Centro de Adiestramiento de Tacuba, los Centros de Salud
Materno Infantil, el Hospital Infantil de México y la Sociedad
Mexicana de Odontología Infantil, van generando abundan-
tes frutos gracias a la labor de quienes colaboraron en la ges-
tación de la Odontopediatría.
Al inicio de la década de los 50, emerge la figura de María
Elena Castro de Carruba, cuyos apellidos de soltera eran Castro
Espinosa. Cursó la carrera de Cirujano Dentista con la genera-
ción 1943-1947 coincidiendo con los primeros años en que
Léycegui dictó su cátedra en la Escuela Nacional de Odonto-
logía. Posteriormente realizó su servicio social en el Centro de
Adiestramiento de Tacuba con la Dra. Fanny Sánchez Mora y con
el Dr. Léycegui y en 1950, obtuvo una beca de la UNAM, poste-
riormente es apoyada por la Fundación Kellog para estudiar el
posgrado en la Universidad de Ann Arbor en Míchigan donde
obtuvo la Maestría en Odontopediatría. Sus profesores en Mí-
chigan fueron el Dr. Keneth A. Easlick y el Dr. Thomas T. Hartsook.
En 1951, regresó brevemente para asistir al curso que el propio
Hartsook impartió en México, para retornar inmediatamente a la
Universidad de Michigan a terminar su posgrado.
Cuando en 1952, María Elena Castro, regresó a México
con el grado de Maestría en Odontopediatría, no encontró
en ese momento plaza para ejercer la docencia, pero en-
tonces se incorporó al Centro de Salud Beatriz Velazco de
Alemán, al cual ya se había trasladado el maestro Léycegui
y colaboró ampliamente con él no sólo como Odontopedia-
tra, sino también impartiendo cursos y adiestramiento a los
pasantes de Odontología que llegaban a hacer su servicio
social. Fue entonces que la Dra. María de la Luz Gayol Mejía
entró como pasante a llevar a cabo su servicio social y cono-
ció a la Dra. Castro, de quien habría de recibir conocimien-
tos y adiestramiento en la materia que nos ocupa.
En el año 1954, siendo director de la Escuela Nacional de
Odontología el Dr. Guillermo Gamboa, María Elena Castro
ingresó finalmente a la Escuela como ayudante de la Cáte-
dra de Clínica Infantil, cuya titularidad tenía el Dr. Calderón
Caso, y al poco tiempo invitó a la Dra. Fanny Sánchez Mora
a colaborar con ella. Entre 1955 y 1957, presidió la Sociedad
Mexicana de Odontología Infantil (SMOI) organizó el prime-
ro de varios cursos de Odontopediatría que impartiera el Dr.
Samuel Leyt de Argentina.
Entre 1958 y 1963, con Ignacio Reynoso Obregón, ya en
las instalaciones de Ciudad Universitaria, habiéndose jubi-
lado Calderón, quedó como titular de la Cátedra de Clínica
Infantil María Elena Castro y se dio a la tarea de reestruc-
turar la materia y dotarla finalmente con un programa de
estudios que permitiera el desarrollo de la misma como una
especialidad en forma. Fue entonces que la Clínica Infantil
cambió su nombre y comenzó a llamarse Odontología In-
fantil cursándose entre el 4º y 5º año. La Dra. Castro llamó
a colaborar con ella en la Cátedra a quien esto escribe en
1959; a la Dra. María Estela Garza Arocha en 1960 y a la Dra.
Amelia Horta en 1961.
Por esos años se abrieron oposiciones para la Cátedra de
Odontología Infantil en la Escuela Nacional de Odontología,
presentándose la Dra. María de la Luz Gayol Mejía en 1961 y
obteniendo la titularidad, mientras que María Estela Garza
Arocha y Antonio Fragoso Ramírez hicieron lo mismo en 1962.
En 1988, la Asociación Nacional de Odontología Infantil
entrega a María Elena Castro de Carruba, un reconocimiento
como la primera maestra de Odontopediatría en México
De 1951 a 1971 funcionó el grupo formado para promo-
ver la enseñanza y el conocimiento de la Odontopediatría,
primero bajo la denominación de SMOI y posteriormente
bajo la gestión de Ma. Estela Garza Arocha como Asociación
Mexicana de Odontología Infantil (AMOI). Entre los cursos
que se organizaron, cabe destacar los dictados por Samuel
Leyt durante las gestiones de María Elena Castro primero y de
Ma. Estela Garza Arocha posteriormente; el de Thomas Bar-
ber, el de Maury Massler, Carlos Criner, y durante la gestión
de Carmen Pardo, el de Raymond Pauly.
Los que estuvieron al frente como presidentes fueron:
Fanny Sánchez Mora 1951 – 1953
Antonio Fragoso Ramírez 1953 – 1955
María Elena Castro 1955 – 1957
José Fernández Beltrán 1957 – 1959
Ernestina Martínez 1959 – 1961
Luis Farill 1961 – 1963
Ma. Estela Garza Arocha 1963 - 1965
María de la Luz Gayol Mejía 1965 - 1967
Carmen Pardo Patiño 1967 - 1971
La Consolidación
Desde los años 60 hasta nuestros días, se marcan a través
del tiempo nuevos derroteros y las generaciones que van
egresando tienen más opciones para su preparación y entre-
namiento dentro de la ahora sí ya instituida Odontopediatría.
El Servicio Dental de Odontología Infantil en el antiguo
Hospital Infantil de México permaneció así todavía, bajo la
Jefatura del Dr. Alberto Palacio Gómez.
Fue Ignacio Reynoso Obregón, quien a finales de los años
60, al encargarse de la Jefatura de dicho Servicio Dental,
crea el Servicio de Estomatología, hecho que coincide con la
entrada de Jaime Fernández de Ceballos a quien se le enco-
mienda el Departamento de Ortodoncia.
Al tomar la Jefatura del Servicio de Estomatología el Dr. Fer-
nández de Ceballos, quedan integradas tres áreas: Ortodoncia,
Odontopediatría y Cirugía Maxilo Facial iniciándose la institu-
ción de los cursos de posgrado. El Dr. Eduardo de la Mora, egre-
sado de dichos cursos, toma posteriormente la Jefatura durando
su actuación únicamente dos años (1989-1991).
El siguiente en tomar la Jefatura del Departamento, que
ya era Servicio de Estomatología -1992- es el Dr. Vicente Cuai-
rán y es entre 2008 y 2009 que queda instituido el Depar-
tamento de Estomatología ante la Secretaría de Salud, con
Ortodoncia, Odontopediatría, Cirugía Máxilo Facial y un Jefe
para cada servicio, contando con 24 unidades dentales y con
el área de servicio para todo el país con 12 médicos adscritos
entre los tres rubros.
La atención se imparte en un área de 500 metros cuadra-
dos con un porcentaje de 24,000 pacientes al año, o sea aproxi-
madamente 2000 pacientes al mes entre los tres rubros.
Anualmente se reciben 20 residentes para el curso de
posgrado, 20 pasantes de Odontología y 24 alumnos de pre-
grado haciendo prácticas hospitalarias.
El Dr. Cuairán ha estado al frente de la Jefatura durante 20
años y es éste el Hospital que más publicaciones tiene, con-
tando con 15 trabajos publicados.
En 1970 Antonio Fragoso Ramírez, funda la primera resi-
dencia hospitalaria en el Instituto Mexicano de Asistencia a
la Niñez (IMAN), donde se forman especialistas en Odonto-
pediatría, egresando la primera generación en el año 1972.
El Dr. Fragoso fue presidente de la SMOI, se presentó a
la titularidad en la ENO, UNAM por oposición, actuó como
Presidente de la ADD y Vicepresidente de la ADM y recibió
en 1993, el premio Rafael Soto Allende por su libro Estomato-
logía del recién nacido. De 1993 a 1995 funge como coordina-
dor de la División de Estudios de Posgrado de la UNAM. Y de
1994 a 2004 como Estomatólogo en la División de Pediatría.
Es un prolífico escritor, autor de nueve libros de Estomatolo-
gía Neonatal, destacando Prótesis obturador en Recién Nacido
con Labio y Paladar Hendido y Estomatología del Recién Naci-
do. Siendo profesor de Odontología Infantil en licenciatura y
posgrado, figuró como Jefe del Departamento de Graduados.
En 2004, obtuvo el Premio al Mérito en Odontología Marga-
rita Chorné y Salazar.
A partir de los 70 se empiezan a crear las Clínicas Perifé-
ricas hasta completar doce. Su construcción se da en zonas
163
 marginadas y en ellas se imparte la Clínica Infantil Teórico-
Práctica en el último año de la carrera, ofreciendo servicio a la
niñez del Distrito Federal y Área Metropolitana.
En el año 1972, se llevan a cabo gestiones ante la UNAM,
para instituir el posgrado y para la inauguración de la clínica
para la especialidad con 24 unidades dentales, en un recinto
de la Escuela Nacional de Odontología en Ciudad Universita-
ria denominado Aula y Laboratorio de la División de Estudios
Superiores.
El Dr. Hermilo López actúa como jefe de posgrado con el
apoyo de los doctores Juan Roldán Bueno y Guzmán Medi-
na. Los primeros profesores fueron el Dr. Menashe Cieplins-
ky que invitó al Dr. Mario Tobías, quien se incorporó al re-
gresar de sus estudios de posgrado y residencia hospitalaria
en Boston y Filadelfia. Ambos colaboraron hasta 1977, año
a partir del cual tendrían sucesivamente la coordinación la
Dra. Amelia Horta, Víctor Díaz Michel, Ángel Kameta, Anto-
nio Fragoso, Gustavo Parés, Emilia Valenzuela y Adolfo Ya-
mamoto.
La primera generación egresada en 1975 empieza a to-
mar parte en las actividades docentes y administrativas am-
pliando de esta manera la planta de profesores que había
aumentado al crecer también el ingreso de alumnos. Entre
los egresados de entonces tenemos a Víctor Díaz Michel, Gri-
selda Ayala, Ma. Elena Millán, Cristina Barrera Ordieres, Isabel
Lagunas, María de la Luz Olascoaga, Pedro Martínez Facundo
y Marisa Villalón, de Venezuela.
Griselda Ayala ocupó el cargo de Coordinadora en Licen-
ciatura durante 12 años, siendo directores Filiberto Henrí-
quez Habib y Javier Portilla Robertson. Durante su gestión,
organizó cursos y diplomados en coordinación con la Facul-
tad de Odontología y el Departamento de Educación Conti-
nua a cargo entonces del Dr. Sergio Tablada Lozano actuali-
zando al personal académico.
La Especialidad
En 1972 se aprueban los planes de estudio y programas
para la creación de la Maestría en Odontopediatría, que pre-
sentó la División de Estudios Superiores ante el H. Consejo
Universitario que para julio 11 de 1975, le otorga a la Escuela
Nacional de Odontología, la categoría de Facultad, y en abril
de 1979, se integra el Plan Único de Especialidades Odonto-
lógicas que aún está vigente.
Durante esta transición, estudia la licenciatura Emilia Va-
lenzuela, quien andando el tiempo se convertirá en Coordi-
nadora del Posgrado en Odontopediatría. Posteriormente,
164
entre 1979 y 1980, estudió el posgrado y durante varios años
consecutivos ha organizado Congresos Internacionales y
Universitarios de Odontopediatría y Ortopedia. Ha sido coor-
dinadora de diplomados y colabora en educación continua,
licenciatura y posgrado.
En 1982, se aprueba el proyecto de construcción para
el nuevo edificio que albergará la División de Estudios de
Posgrado, que se inauguró en el año de 1983 y el ocho de
diciembre del mismo año, la maestría se convierte en Espe-
cialidad de Odontopediatría.
Hacia 1991 al crearse el perfil del egresado, se aprueba un
proyecto de modificación al plan de estudios vigente; el per-
fil referido entre otros objetivos precisa la adquisición de una
amplia gama de conocimientos a través de una preparación
científica sólida, que conlleve a emitir un diagnóstico integral
de acuerdo con los requerimientos de salud bucodental del
país y con un alto sentido de responsabilidad social, estructu-
rándose la licenciatura en cinco años, por lo que la enseñan-
za de la Odontopediatría se llevaría cabo en los dos últimos
años. En el cuarto año se sentarían las bases de la asignatura
y en el quinto año se aplicarían los conocimientos adquiri-
dos en la llamada Clínica Integral Niños. Andando el tiempo,
se reparó en que los adolescentes estaban prácticamente
excluidos, pues no se les incluía en los programas de clínica
infantil, y dadas las especiales características propias de su
desarrollo psicosomático, tampoco sería adecuado que se les
atendiera en la clínica para adultos, razón por la cual, al llevar-
se a cabo nueva reestructuración en los Planes de Estudio, se
incorporaron a los adolescentes, impartiéndose la asignatura
con la denominación de Odontología Integral para Niños y
Adolescentes y prevaleciendo así hasta la fecha.
Desde aquellos pioneros que sentaron las bases para ir
construyendo una cada vez más fértil enseñanza de la Odonto-
pediatría hasta nuestros días se han creado nuevas facultades,
escuelas e instituciones que imparten cursos, diplomados, orga-
nizan congresos para tener actualizado al personal académico
y a los profesionales que van egresando. Así, tenemos: El Cole-
gio Nacional de Cirujanos Dentistas, La Academia Nacional de
Odontopediatría, la Asociación Mexicana del Distrito Federal,
etc., existen actualmente doce posgrados en todo el país.
La Facultad de Odontología de la UNAM, contó con una
planta de profesores en el área de Odontopediatría, entre 50
y 53 académicos que cumplieron sus horarios en licenciatu-
ra, periféricas y servicio social y en cuanto a posgrado, poseía
aproximadamente entre 18 y 21 académicos que laboraban en
el Edificio de Posgrado, siendo Rector Octavio Rivero Serrano
y Director de la FO el Doctor Antonio Zimbrón Levy. Este edifi-
cio está ubicado hacia el nororiente de CU, en el Circuito de la
Investigación, frente a la Facultad de Veterinaria y Zootecnia.
En la época en que el Dr. José Vela Capdevilla recibió la
Dirección, fue nombrada coordinadora de Licenciatura la
Mtra. María Gloria Hirose López y posteriormente ratificada
con el Dr. Javier De la Fuente. Mejor conocida como Mary Hi-
rose, estudió la licenciatura en Odontología de 1973 a 1976
y la maestría entre 1978 y 1979. Para la realización de sus
estudios de posgrado fue motivada profundamente por su
maestra Griselda Ayala.
En 1982, la doctora Hirose ingresó como profesora de
posgrado. Ha sido conferenciante en México y Cuba invita-
da por la Dra. Maritza Soza. Viajó a Chile colaborando en un
proyecto conjunto con el Centro de Estudios sobre la Uni-
versidad (CESU) y la Universidad de la Frontera de Temisco,
Chile, sobre investigación educativa: “Análisis del discurso del
alumno”.
Siendo Secretario Académico de la FO el maestro Enri-
que Echevarría y Pérez, se le requiere que el cuerpo cole-
giado de Odontopediatría elabore guías de estudio para los
estudiantes que cursaban la licenciatura. Mary Hirose, se
reunía con el grupo de Odontopediatras, para la elabora-
ción de las guías y estando en esos menesteres, se le ocurrió
consultar la red luego de lo cual, se entera que existe una
metodología en la tarea de enseñanza-aprendizaje que se
refiere a la elaboración de material para la aplicación del
Aprendizaje Basado en Problemas y Aprendizaje Basado en
la Solución de Problemas (ABP y ABSP), luego de lo cual, le
propone la metodología al Dr. Echevarría para su aplicación
a las materias de Odontopediatría en cuarto año y Clínica
Integral Niños de quinto año.
Casi al mismo tiempo, el Dr. Echevarría conoce a la C D
Georgina Montemayor Flores quien ya impartía clases en la
Facultad de Medicina de la UNAM, con una vasta experiencia
y amplio conocimiento en ABP y ABSP. Puestos en contacto y
con la colaboración de la Dirección de Asuntos del Personal
Académico (DGAPA) se comienzan a impartir cursos-taller so-
bre el tema para actualizar y preparar al personal académico
que esté interesado en su aplicación.
Los profesores de Odontopediatría acogieron con gran
entusiasmo este proyecto que empezó en el año 2001, ha-
biéndose realizado varios talleres por año, e incorporando,
las más avanzadas técnicas de informática para la realiza-
ción de la experiencia, en ambientes virtuales, colocando al
cuerpo colegiado de Odontopediatría a la vanguardia en la
apertura de una nueva era de la enseñanza-aprendizaje al ser
pionero en la aplicación del ABP y ABSP en la Facultad.
Mary Hirose, fue trasladada como Secretaria Auxiliar de la
Secretaría Académica en 2008, Dora Liz Serna ocupó el pues-
to de Coordinadora.
Dora Liz Serna estudió la Licenciatura de 1991 a 1994.
Obtuvo la Medalla Gabino Barreda y entró a estudiar la espe-
cialidad en Odontopediatría en la División de Estudios de Pos-
grado y adquirió la titularidad como Profesora de Asignatura
en Licenciatura. En el año 2000, estuvo en Londrina, Br. para
tomar un curso de una semana en Odontología para el Bebé.
En marzo del 2001 inicia como Profesora de Posgrado y a partir
de febrero del 2011 ocupa el puesto de Secretaria Auxiliar de
la Secretaría Académica que está a cargo de la Dra. Sifuentes.
A partir de noviembre del 2010 es Alejandro Hinojosa
Aguirre quien ocupa el puesto de Coordinador en Licencia-
tura. Ha sido Coordinador de Posgrado en pacientes con dis-
capacidad, terminó la licenciatura en 1984 y estudió el Pos-
grado de 1987 a 1989 en el Instituto Nacional de Pediatría y
en 1994, obtuvo el puesto de Profesor de Asignatura en Pos-
grado. A partir de 1997 fue profesor de asignatura cotitular
con Emilia Valenzuela hasta el año 2004 durante la transición
en que el Dr. José Antonio Vela Capdevilla dejó la Dirección
y entró como Director el Dr. Javier De la Fuente, ocupando
entonces el cargo al frente de Posgrado el Dr. Jesús Adolfo
Yamamoto Nagano quien anteriormente había colaborado
como Profesor Auxiliar en la Clínica Periférica de Las Águilas
con la Dra. María de la Luz Gayol Mejía.
El Dr. Yamamoto estudió la licenciatura en la FO, UNAM
de 1978 a1981, y la especialidad en la División de Estudios
Superiores de 1983 a 1984. La Maestría en Odontología en
la División de Estudios de Posgrado e Investigación de la
UNAM, terminó el 20 de febrero de 1986 cuando obtuvo la
Medalla Gabino Barreda. Su práctica privada la ha dedicado
a la Odontología Pediátrica y del Adolescente. Es Profesor de
Asignatura Definitivo en el Departamento de Odontopedia-
tría de Posgrado e Investigación de 2009 a la fecha.
Recientemente, y con el propósito de apoyar la formación
de los alumnos residentes de las especialidades de Odonto-
pediatría y Ortodoncia, el Director de la F O, UNAM, Arturo
Fernández Pedrero en una visita a la Clínica de Labio y Pala-
dar Hendido de la Clínica Brimex ABC, firmó un convenio de
colaboración con el Hospital ABC y la Fundación Brimex. El
acuerdo tendrá vigencia de cinco años, aunque podrá exten-
derse indefinidamente.
“Esta función es en buena medida, parte del espíritu uni-
versitario de hecho, nuestros alumnos de posgrado efectúan
una importante labor de servicio social” señaló Arturo Fer-
nández Pedrero.
165
 Conclusiones
En la actualidad, la planta docente de Odontopediatría, de la
Facultad de Odontología, UNAM tanto en licenciatura como en
posgrado, debe enfrentar los retos que ofrece el manejo de las
nuevas tecnologías aplicadas al proceso de enseñanza-aprendi-
zaje, haciéndolas jugar de su lado para mantener a la Odontope-
diatría, hoy como ayer, a la vanguardia de la enseñanza dentro
de la Facultad. Para ello, es importante mantener el espíritu de
servicio y el entusiasmo y dedicación que ha prevalecido desde
la fundación de la Cátedra, características que han sido hereda-
das de quienes nos han precedido en la labor docente.
fuentes:
Bibliografía
l Ayala, Griselda. Comunicación Personal
l Barrer, A. “Conservación de los Dientes de
los Niños”. BOM Columna Editorial Ecos de la
Práctica, Vol. IX, No. 1, 1928, pp 28-29.
l Beltrán, Emilio. Comunicación Personal
l Cabrini, Rómulo. “Erupción Dentaria”. BOM, Vol.
XX, No.12, diciembre, 1939. p 323
l Castro, E. Ma. Elena. Comunicación Personal
l Cohen, M. David. “Profilaxis de la Pulpitis en
Dientes Temporales y Permanentes en Desarrollo”.
Extracto en BOM Vol. XX, No. 3, Marzo 1939.
l Columna Editorial BOM. “Pierre Fauchard y sus
trabajos en la Dentistería”. Vol. VI No. 3, pp 122-125
l Contreras, Ulises. “Consideraciones Generales de
la Terapéutica de la Caries en el Diente Temporal”.
Ponencia: Universidad Odontológica Nacional.
BOM Vol. IX, No. 3, 1928. pp 65-71
l Cuairán, Vicente. Comunicación personal
l Díaz, L. Liliana. “La Odontopediatría,
Generalidades Históricas”. Trabajo presentado en
el propedéutico para el ingreso al 2002 al posgrado
de Odontología asesorado por Mstras. M. Díaz de
Kuri y Emilia Valenzuela
l Edwards, Enrique. Comunicación Personal
l Flores, E. Roberto. “Factores que intervienen para
el Tratamiento de la Caries Dental en el Diente de
Leche”. Artículo, Linares, Nvo. León BOM Vol. VIII
No. 9, 1927 p 265-274
l Gaceta UNAM. “Apoyo a alumnos de
odontopediatría y ortodoncia”, Órgano
Informativo de la Universidad Nacional Autónoma
de México. Marzo 12, 2012 p 21.
l Gayol, M. Luz. “Enseñanza de la Odontopediatría”.
Conferencia presentada en el Seminario Anual de
Historia FO, UNAM. Agosto 2005.
_____ “Gestación de la Odontopediatría” (Una
Experiencia de Vida). Conferencia presentada en
el Seminario Anual de Historia FO, UNAM. Octubre
2008.
_____ “Doctor Félix Léycegui”, Conferencia
presentada en el “X Seminario de Historia FO,UNAM.
Agosto 2009
l Hirose, L. María. Comunicación Personal
166
Agradecimientos
Expreso mis emotivas gracias a quienes hicieron posi-
ble la reconstrucción de la memoria de la enseñanza de
mi especialidad: a mi maestra y amiga María Elena Cas-
tro de Carruba; a la señora Concepción Dupert, viuda del
maestro Léycegui; a mis colegas Griselda Ayala, Emilio
Beltrán, Enrique Edwards, Mary Hirose, Emilia Valenzuela
y Vicente Cuairán a quienes agradezco su fina atención.
Así mismo a todos aquellos que en una u otra forma me
han proporcionado información para la realización de
este escrito.
l Horne, Ralph. “Por qué deben conservarse los
dientes de leche hasta que normalmente caigan”.
Artículo, BOM Vol. X, No. 21, pp 33-35 México, D.F.
1929.
l Léycegui, F. “Odontología Preventiva y Servicios
de Odontología en los Centros de Salubridad y
Asistencia”: Evento: 6ª. Conferencia Panamericana
de Directores Nacionales de Sanidad, 2ª. Reunión
de Consejo Directivo, México. Fuente: http//
institutos.salud.gob.mx
l Léycegui, R. “La Odontología en un Programa
Dental Nacional”. Artículo. Panamerican Sanitary
Bureau., Archivo Histórico SSA., Fondo: SSA,
Sección: Subsecretaría de SSA, Legajo 25, Exp. 3
1948. Fuente: hist.library,paho.org/spanish/BOL/
v27n8p730.pdf
l Montemayor, F. Georgina. Elaboración de
escenarios y problemas para el aprendizaje
alrededor de problemas en Odontopediatría a
distancia en ambientes virtuales”. Material de
apoyo para los alumnos de Odontopediatría.
l Monti, Armando. ”Odontología Infantil”,Ed.
Peuser, 1939 (segunda edición en 1940). Editorial en
BOM, Vol. XX, No. 5, Buenos Aires, mayo 1939.
l Odontología, Revista Bimestral de la Escuela
Nacional de Odontología, No. 2, Año III. May. 30,
1945, p 26
l Pardo, P. Carmen. “Panorama Histórico de la
Odontología Infantil”. Conferencia dictada en
el XXV Aniversario del Colegio de Odontología
Infantil del Estado de Morelos, Cuernavaca. Dic.
5, 2002.
l Pucci, M. Francisco: “Los Cuidados de los Dientes
en el Niño” Progreso Odontológico. BOM Vol. IV,
No. 12. 1923 p 414-419
l Ruiz, S. Luz María: “Planes de Estudio de la
Enseñanza Formal de la Odontología” Cien Años:
1904-2004, Departamento de Historia, Archivo
Histórico de la FO (AHFO)
l Yamamoto, J. Adolfo.“Reconocimiento a la
Trayectoria del Dr. J. Antonio Fragoso Ramírez”.
Editorial en Revista Odontológica Mexicana, Vol.
9, No. 1, Mar. 20050
l Zervino, Víctor. “Accidentes de la primera
Dentición”. BOM Vol. IV, No. 6, 1923 p 209
 Parte VI PARTE I
l Capitulo
La radiología
en la odontología mexicana
C. D. y L. H. Martha Díaz de Kuri
Cirujana Dentista y Licenciada en Historia.
Profesora de Carrera Titular de Tiempo Completo,
Facultad de Odontología, UNAM. Coordinadora
del Departamento de Historia de la Facultad de
Odontología y del Seminario de Historia, UNAM.
E
n la primera década del siglo XX, el cirujano
dentista Eduardo de Pablos Vélez, fue el pri-
mero en adquirir un equipo de rayos X para
tomar radiografías en su gabinete dental,
ubicado en la primera cerrada de Damas #2,
y así lo anunció en los periódicos capitalinos. Pero este ele-
mento -fundamental para el diagnóstico- tardaría años en
generalizarse en los consultorios dentales, a pesar de que
poco tiempo después del descubrimiento de Wilhem Roent-
gen en el año de 1895, empezaron a llegar a México, equipos
de radiología.
En 1919, el Dr. Gustavo O’Farrill médico radiólogo, puso
a las órdenes de los dentistas su gabinete de rayos X para re-
cibir a los pacientes que necesitaran placas dentales. Varios
dentistas empezaron a remitir a sus pacientes, sobre todo an-
XXXIII
tes de efectuar alguna extracción riesgosa o casos en que se
presumieran infecciones focales.
El Consultorio Nacional de Enseñanza Dental (CNED) no
contempló en su inauguración, la adquisición de aparatos de
rayos X, ni ofreció en su programa de estudios, clases de ra-
diología. Fue hasta 1922, bajo la dirección del Dr. Alberto Bus-
tamante, cuando se compró un equipo y se puso al servicio
de la clínica de operatoria dental. El aparato, se descompuso
dos años después y se arrinconó en algún lugar de la insti-
tución, que entonces estaba en el edificio anexo a la Escuela
Nacional de Medicina.
En la segunda mitad de los años 20 la radiología general y
dental se fue convirtiendo de auxiliar imprescindible, en todas
las disciplinas del área médica. Las revistas estadounidenses y
europeas contenían artículos sobre periodoncia, cirugía, en-
dodoncia y ortodoncia que mostraban estudios radiológicos
completos. Razón por la que en 1932, bajo la dirección del Dr.
Francisco Domínguez se adquirió en la Facultad Odontológica
un moderno aparato y se organizaron por primera vez cursos
de radiología para post graduados. Este primer curso, dictado
por el médico cirujano Carlos Córdova, fue aprovechado por
167
 una veintena de dentistas que empezaron a difundir las exce-
lencias del empleo de este recurso. En 1934 el nuevo Director de
la escuela, Dr. Rafael Ferriz implantó la cátedra de Radiología y
nombró al maestro Félix del Paso como profesor de la misma. En
esta cátedra, los aspirantes a dentistas aprendieron del maestro
del Paso “... las grandes posibilidades de la radiodoncia, conside-
rados como un elemento indispensable para la buena atención
de los enfermos, como la anestesia o la asepsia…”1
Desde los años 30, varios cirujanos dentistas contaban
con aparatos de Rayos X en sus consultorios: Eduardo de
Pablos Veles, Gustavo Amparán, Alberto Fisch, Rafael Ferriz,
Guillermo Gamboa, Félix del Paso y el dentista estadouni-
dense Horacio Whittlessey, entre otros. Por cierto, se contaba
que este último, cirujano dentista de un buen número de pa-
cientes de las comunidades británica y norteamericana, en
una ocasión en que atendía a una dama muy elegante de la
embajada americana se dispuso a realizarle una radiografía,
y como los equipos no estaban todavía muy bien protegidos,
en el momento de accionar el disparador, sacó una tremenda
chispa que incendió el elegante saco de mink de la dama.
En 1934 el cirujano dentista Gustavo Amparán2 publicó
uno de los primeros artículos en el BOM sobre radiología, en
donde señala las excelencias que brindaba, ante todo tipo de
tratamientos, la toma de radiografías. Menciona también el
autor, haber adquirido recientemente en Berlín, Alemania,
un equipo dental de vanguardia para su práctica privada. En
su texto, Amparán señala la importancia de conocer perfec-
tamente las técnicas y angulaciones exactas para no tener
fracasos: “Es necesario hacer una serie de manipulaciones
donde nos exponemos, por defecto de técnica, a adquirir
radiografías fallidas desde ángulos que hacen aparecer los
dientes demasiado largos, cortos, anchos o angostos…”3
La Asociación Mexicana de Ortodoncia, fundada por el
maestro Samuel Fastlicht propagó la necesidad de funda-
mentar los diagnósticos de ortodoncia con una serie de ra-
diografías individuales y otras extraorales. Años después, el
maestro Díaz Mercado se refería a que la ortodoncia se divi-
día en antes y después de la radiología. Manuel Valderrama
Herrera, miembro fundador de la asociación, percatándose
de la necesidad que tenían los ortodoncistas de contar con
radiólogos competentes, se entrenó en esta área para de-
dicarse en lo futuro a la radiología dental. Por muchos años
tuvo su gabinete en Palma 10, a principios de los años 40,
tomó el curso impartido por el maestro Fitzgerard, radiólogo
invitado por la ENO y adquirió en Estados Unidos un equipo
General Electric y un cefalostato, para seguir dando un servi-
cio actualizado a los ortodoncistas. En una nota publicada en
168
el BOM de noviembre de 1944, informó al gremio dental que
había dejado la odontología para dedicarse exclusivamente a
la radiología dental. A su muerte en el año 1964, su hijo Ma-
nuel, que estaba como ayudante de Félix del Paso, heredó el
gabinete para seguir la tradición de su padre.
En un artículo escrito en 1944 por el Dr. Del Paso, el au-
tor augura que, muy pronto en México, se deberán usar los
rayos X tanto como en los Estados Unidos, en donde uno de
cada cuatro dentistas contaba ya con aparato de rayos X.4 En
esos años existía ya la cátedra de radiología en las escuelas
dentales de Monterrey, Guadalajara, Puebla y Yucatán. Y los
servicios odontológicos de los hospitales: General de México,
Español, Militar, Infantil Federico Gómez al igual que los dis-
pensarios de la Secretaría de Salud, contaban ya con aparatos
de rayos X.
Refiere también Del Paso, que el incremento del uso de
las radiografías había sido tan grande, que en 1944, se podía
asegurar que entre 25 y 30 cirujanos dentistas de la Ciudad de
México, contaban ya con aparato de rayos X para su práctica
privada. Pronto aparecieron en varios puntos de la ciudad,
gabinetes al servicio del gremio dental, como el llamado Ra-
diografías Dentales Rápidas, ubicado en la calle de Motolinía.
En los años 50 había en el DF y otras ciudades de la Re-
pública, cirujanos dentistas radiólogos que realizaban series
radiográficas para el inicio de tratamientos, con equipos y
cefalostatos para los estudios radiológicos indispensables en
los tratamientos de ortodoncia y cirugía. En la Ciudad de Méxi-
co destacaban, además del maestro Manuel Valderrama, los
doctores Salvador Tercero Elizalde y Augusto Pellet; el prime-
ro excelente especialista y maestro entrenado en los Estados
Unidos, el segundo fue jefe del Departamento de Radiología
Dental del Hospital Militar de México, reconocido especialista
que de una forma por demás generosa se dedicó a entrenar a
varias generaciones de radiólogos, en la toma e interpretación
de radiografías oclusales, extraorales y hasta las intraorbitales,
para las que exigía el mayor cuidado, por ser tan riesgosas. El
Hospital Militar contaba también con un ortopantomógrafo
para el diagnóstico preciso de las fracturas.
En las instalaciones de la ENO ubicadas en Lic. Verdad y
Guatemala se había adaptado una salita para radiología, en
donde se encontraban dos aparatos Simmens, los profesores
de la materia eran los maestros Rafael Ayala Echávarri y Sal-
vador Tercero Elizalde.
El cambio de instalaciones de la ENO de Primo Verdad y
Guatemala a Ciudad Universitaria, impulsó también la ense-
ñanza de la radiología, al estrenar un Departamento de Radio-
logía más amplio y mejor equipado, situado en la planta baja,
a un lado del elevador. Los dos viejos aparatos Ritter que tan
buen servicio habían dado en licenciado Verdad y Guatemala,
para 1958, eran ya obsoletos y fueron desechados. El nuevo
departamento contaba con tres sillones dentales para radio-
grafías intraorales y otro más para las extraorales. Los equipos
eran S.S. White y Panorex de Simmens y el cuarto oscuro am-
plio y bien organizado. Había un potente extractor para elimi-
nar el aire ionizado, pero al principio, inexplicablemente no
había protección en las paredes, por lo que el pasante, Nicanor
Gorráez Galván, ayudante de Salvador Tercero, ideó la forma
de solucionar el problema reuniendo los cuadritos metálicos
que contenían las placas, para adherirlos a cartoncillos negros
que pegó en la puerta y las paredes. Los mandiles para la pro-
tección de paciente y operador, se fabricaron con hule emplo-
mado, el diseño estuvo a cargo de la técnica que laboró por
varias décadas en el departamento, Elenita Maduro de del Río.
El primer ortopantomógrafo adquirido por la ENO, se ins-
taló en el Departamento de Cirugía en el tercer piso y, poste-
riormente, se compró un equipo semejante, para ser instalado
en el Departamento de Radiología. A petición del maestro
Gorráez, el doctor Ignacio Reynoso Obregón compró un dosí-
metro para medir las radiaciones y mandó proteger más profe-
sionalmente las paredes. La ENO recibió la visita de la Comisión
de Energía Nuclear, de quien recibió el visto bueno.
El Departamento de Radiología tenía estrecha relación
con el de Diagnóstico, jefaturado por el maestro José Izazola
Valdés, radiólogo que laboró como especialista en el ISSSTE.
El Departamento de Posgrado de Ortodoncia, ubicado en el
tercer piso, se apoyaba en la radiología pre y post tratamiento.
Los doctores Alicia Lazo de la Vega, Roberto Ruff, Manuel
Castro Cué y demás ortodoncistas del posgrado, pasaban lar-
gos momentos interpretando radiografías y haciendo los tra-
zos pertinentes junto con Tercero y Gorráez. El Departamento
de Radiología se caracterizó por el buen soporte que ofreció a
todas las áreas clínicas de la ENO.
En los años 70 el Departamento de Radiología fue
reubicado en la planta baja de un edificio anexo al prin-
cipal de la FO. En donde se instalaron cinco cubículos con
nuevos equipos. Este movimiento, facilitó la toma de entre
800 y 1000 radiografías por semana. En los años 90, el De-
partamento de Radiología creció de nuevo y se compraron
equipos Satelec para los nueve cubículos que hoy en día
posibilitan la toma de cerca de 1500 radiografías por se-
mana, el área de revelado fue también acondicionada para
cubrir esta demanda. El departamento cuenta con un apa-
rato digital para toma de radiografías panorámicas.
En la actualidad el avance de la tecnología en cuestión
de diagnóstico para las estructuras maxilofaciales ha progre-
sado significativamente, la Tomografía Computarizada Cone
Beam (CBCT), constituye un gran avance, ya que la proyec-
ción del Rayo Roentgen es de haz cónico; lo que permite que
la imagen sea adquirida como un volumen y no como un pla-
no, con la posibilidad de observar las estructuras anatómicas
en diferentes cortes: axial, coronal, sagital y cortes crossecio-
nales, además una imagen en tercera dimensión.
La CBCT cuenta con un software con diferentes aplicacio-
nes para la especialidad que se requiera: en ortodoncia para
la colocación de microimplantes; en cirugía para la valoración
de fracturas condilares, mandibulares y maxilares; en implan-
tología, debido a que la imagen es 1.1, ayuda a la valoración
del hueso.5
El futuro inmediato de la imagenología dental plantea la
digitalización de los equipos y las imágenes cada vez más pre-
cisas, para seguir acordes al desarrollo en todas las áreas de la
odontología.
Gracias a las gestiones del Director, maestro José Arturo
Fernández Pedrero, la Facultad de Odontología cuenta ya
con un tomógrafo. Esta adquisición para el Departamento de
Imagenología, además de refrendar el liderazgo de nuestra
institución en esta área, es una valiosa herramienta de diag-
nóstico para los estudiantes de odontología.6
fuentes:
Citas bibliográficas
(1) Del Paso F. p. 22.
(2) El hermoso equipo de Rayos X portátil que se
exhibe en la Sala de la Odontología Mexicana, era
propiedad del maestro Gustavo Amparán, .
(3) Amparán G, p 114
(4) Del Paso F. p. 27.
(5) Muzquiz R comunicación personal.
(6) Idem.
Bibliografía
l Amparán, Gustavo. “Los Rayos X” en Boletín
Odontológico Mexicano, volumen XV Número 5
mayo 1934. pp. 114-115.
l Del Paso, Félix. “La radiodoncia en México”.
Boletín Odontológico Mexicano, volumen XXV
Número 1 enero-febrero 1944. pp. 21-27.
l Díaz y de Ovando, Clementina. “Odontología y
publicidad en la prensa mexicana del siglo XIX”.
Universidad Nacional de México. México 1990.
l Gorráez Galván, Nicanor. Comunicación verbal
con la autora, mayo de 2012.
l Múzquiz Limón, Ricardo. Comunicación verbal
con la autora, noviembre de 2012.
l Valderrama Manuel, Comunicación verbal con la
autora, mayo de 2012.
169
 Parte VI l Capitulo XXXIV

La práctica de la cirugía
oral y maxilofacial en méxico
Dr. Vicente Cuairán Ruidíaz
Cirujano maxilofacial. Profesor y Jefe del
Departamento de Estomatología y Cirugía Maxilofacial.
Hospital Infantil de México Federico Gómez. Profesor
y Coordinador de Ciencias Médico-quirúrgicas.
Universidad Intercontinental. Premio Margarita
Chorné 2013
en los escritos de Fray Bernardino de Sahagún, compilados
en el Códice Florentino y en la Historia Natural del protomé-
dico de Felipe II, Francisco Hernández, existen múltiples refe-
rencias sobre tratamientos médicos y quirúrgicos en general,
pero son muy escasas las referencias sobre la resolución de
problemas quirúrgicos de la boca.

L
l Época Virreinal
os orígenes La Real Universidad de México, fundada por Real Cédula el
l Época prehispánica 21 de septiembre del año 1551, abre sus puertas dos años des-
Para el conocimiento de la medicina prehis- pués -el 25 de enero de 1553- pero la Cátedra de Prima Medicina
pánica, en el Libellus de medicinalibus indorum (dedicada al estudio del hombre sano) no se creó hasta el año
herbis o Códice de la Cruz-Badiano del año 1552; 1575, y años más tarde se estableció la Cátedra de Vísperas (de-
170
dicada al cuerpo enfermo). En 1620, se constituyeron las Cáte-
dras de Anatomía y Cirugía, para poco después abrir la Cátedra
de Método (modos de curación). 40 años tardaron en integrar el
plan de estudios de medicina. Esto sólo revela el escaso interés
del claustro universitario por la carrera médica. La resolución de
los problemas quirúrgicos de la boca no estaba contemplada
como parte de la práctica médica, ni siquiera quirúrgica. Duran-
te la época del virreinato, fueron los barberos, flebotomianos y
sacamuelas los encargados de resolver estas dificultades, espe-
cialmente las extracciones dentarias. Aunque el catedrático de
Prima Medicina, llevaba consigo la presidencia del Tribunal del
Protomedicato, éste ejerció sus funciones a partir del año 1628,
hasta que fue suspendido por la Constitución de Cádiz y más
tarde por la ley promulgada el 21 de noviembre de 1831.
Fue la institución encargada de velar por la salud de los
habitantes de la Nueva España y vigilar todos los aspectos sa-
nitarios. Se le concedieron facultades para examinar y expedir
licencias a físicos (médicos), cirujanos, ensalmadores (los que
curaban fracturas y luxaciones), boticarios, especieros, herbo-
larios y otros oficios como parteras, barberos, flebotomianos,
algebristas y hernistas.
La atención dental -limitada generalmente a la curación
de las encías y abscesos dentales- era ejercida por algunos
médicos y cirujanos, y las extracciones dentarias eran realiza-
das por los barberos flebotomianos, para aprender este oficio
no existían estudios.
l Época del México Independiente
En el año 1833, el vicepresidente Valentín Gómez Farías,
médico cirujano quien aprovechando una de las tantas au-
sencias del presidente Santa Ana, ordenó el cierre de la Real y
Pontificia Universidad de México. Para sustituir a las antiguas
facultades, se crearon establecimientos de enseñanza supe-
rior. El 23 de octubre del año 1933, se creó el Establecimiento
de Ciencias Médicas bajo la dirección del doctor Casimiro Li-
ceaga. (por ello el día del médico en México, se celebra el 23
de octubre). El nuevo programa de estudios de medicina es-
taba inspirado en los planes franceses y contó con la asesoría
del doctor José María Luis Mora. Ninguna de las 11 cátedras
que componían el programa contemplaba la resolución de la
patología bucal. Fue hasta el 23 de diciembre del año 1840,
cuando la Escuela Nacional de Medicina emitió una ordenan-
za para aplicar exámenes a los aspirantes a dentista. Durante
el siglo XIX la mayoría de los procedimientos quirúrgicos de
la boca: como las extracciones y el drenaje de abscesos, aún
era realizado por los barberos. En 1887, aparece El Arte Den-
tal, que en su portada decía “Revista nacional y extranjera de
los adelantos de la profesión en medicina, cirujía y prótesis”.
En el sumario se podía leer entre otros temas, “injerto quirúr-
gico, cocaína”.
El 6 de diciembre de 1907 Miguel Pavía Espinosa susten-
tó el primer examen profesional con una tesis sobre un tema
quirúrgico: Afecciones del seno maxilar.
El campo clínico de la
especialidad
l La práctica pre hospitalaria
A partir de la creación del Consultorio Nacional de Enseñan-
za Dental, el interés por la práctica quirúrgica oral y maxilofacial,
se limitaba a unos cuantos cirujanos dentistas. Quedan como
prueba de ello, los temas quirúrgicos de las tesis recepcionales
de los pioneros de la cirugía oral: Roberto Rojo de la Vega: Gene-
ralidades sobre exodoncia (1930); Francisco Martínez Lugo: Tras-
tornos oculares de origen dentario (1932); Alfonso García Urriola:
Hemorragias alveolares y su tratamiento (1933); Francisco Raúl
Miranda Baeza: Cuidados preoperatorios en cirugía dental (1934);
Alberto Palacio Gómez: Fracturas de los maxilares y su tratamien-
to (mención honorífica) (1936); Miguel Santos Oliva: Tratamiento
ortopédico y protésico de las resecciones de los maxilares (1938);
Ignacio Reynoso Obregón: Tejidos de soporte de los dientes. Pa-
decimiento y tratamiento (1941); Samuel Sentíes Lavalle: Hemo-
rragias en cirugía dental (1945); José Ignacio del Real Ugalde:
Abscesos dentoalveolares (1950) y José Javier Calvillo Gómez: El
diabético y la cirugía de la boca (1950). En 1937 el Dr. Fernando
Quiroz, médico cirujano, publicaba el libro Conocimientos de Pa-
tología Médico Quirúrgica de la Boca y sus anexos, indispensables
al Cirujano Dentista.
Estos pioneros de la cirugía, iniciaron su práctica quirúrgi-
ca efectuando procedimientos dentoalveolares como extrac-
ciones complicadas, dientes retenidos, ligadura de caninos,
tratamientos quirúrgicos periodontales y drenaje de absce-
sos odontogénicos. Posteriormente extendieron su práctica a
procedimientos quirúrgicos menores por vía intraoral, como
cirugía preprotésica, cierre de fístulas oro-antrales y fracturas
dentoalveolares. De allí, ampliaron sus destrezas para mane-
jar quistes, neoplasias y fracturas mandibulares por vía ex-
traoral. Todo esto de una manera autodidacta no exenta de
complicaciones y fracasos.
l De la cirugía en el consultorio y la clínica universi-
taria a la cirugía en el hospital
Fue en la década de los 40, cuando un médico ortopedista,
el Dr. Alejandro Velasco Zimbrón, despertó en algunos cirujanos
dentistas, un interés especial por el manejo quirúrgico de las es-
tructuras maxilofaciales. Francisco Martínez Lugo, cirujano den-
171
 tista adscrito al Hospital de la Cruz Roja y, Alberto Palacio Gómez,
profesor de la escuela de odontología de la UNAM, fueron sus
más destacados discípulos.
Además del interés por la práctica clínica de la cirugía,
estos pioneros lo estaban por la docencia; fue en la escuela
donde enseñaron y practicaron sus conocimientos y destre-
zas. Alberto Palacio Gómez, Francisco Raúl Miranda, Ignacio
Reynoso Obregón, Miguel Santos Oliva y Samuel Sentíes
Lavalle entre otros, se convirtieron al final de la década de
los 40, en los primeros profesores de la asignatura de Cirugía
Bucal de la ENO. De este grupo de profesores, la mayoría ejer-
ció la cirugía privada y tres de ellos realizaron una fructífera
carrera hospitalaria, Samuel Sentíes en el IMSS, Alberto Pala-
cio e Ignacio Reynoso en el Hospital Infantil de México. Este
último, fue el primer profesional de la odontología en México
en dedicarse en práctica privada exclusiva a la cirugía bucal.
Pocos años después lo seguirían el Dr. Javier Sánchez Torres y
el Dr. Francisco Raúl Miranda.
l La práctica hospitalaria
Durante la primera mitad del siglo pasado, pocos eran los
hospitales que contaban con servicios odontológicos y mu-
cho menos con servicios de cirugía bucal. Los primeros que
tuvieron un servicio estomatológico, fueron los hospitales
dependientes de la entonces Secretaría de Salubridad, años
más tarde algunos de ellos se convertirían en servicios qui-
rúrgicos. Posteriormente, en los hospitales del IMSS se crea-
ron los servicios de cirugía bucal, y la práctica odontológica
quedó a cargo de las clínicas de primero y segundo nivel. Si-
guieron los del ISSSTE, los hospitales de urgencias del enton-
ces Departamento del Distrito Federal (DDF) y los hospitales
civiles y universitarios en diferentes estados de la República.
Los servicios odontológicos hospitalarios han recibido di-
versas denominaciones a través de los años, inicialmente se
les llamo gabinetes dentales, posteriormente recibieron el
nombre de servicio dental o servicio de estomatología para
aquellos que brindan atención en varias especialidades. A
los exclusivamente quirúrgicos se les llamó de cirugía bucal,
posteriormente se cambió a de cirugía bucodentomaxilar y
finalmente servicio de cirugía maxilofacial.
Hospitales De La Secretaría
De Salud
Los hospitales dependientes de la Secretaria de Salud (an-
tes Secretaría de Salubridad y Asistencia) tienen una larga tra-
dición quirúrgica dentro de la cirugía oral y maxilofacial.
l Hospital General de México
172
El Hospital General de México fue fundado el 5 de febrero
del año 1905 por el Dr. Eduardo Liceaga, contó en sus inicios
con un gabinete dental, embrión del actual Servicio de Es-
tomatología, que se encontraba anexo al pabellón 31H de
Cirugía General y quedó a cargo del Dr. N. Carmona desde su
fundación hasta el año 1911. Sus actividades asistenciales es-
taban enfocadas a extracciones dentales, profilaxis, diagnós-
tico de caries y enfermedades bucales. En 1938 es nombrado
jefe del servicio el Dr. Luis Farill Solares, cirujano dentista y
miembro numerario de la Academia Nacional de Medicina. Al
término de su gestión en 1945, llegó a la jefatura del servicio
la primera mujer en un cargo de esta importancia, la Dra. Er-
nestina Martínez, profesora de patología bucal en la ENO. Ella
le da un importante impulso académico al servicio, y en los
años 70 se incorporó a la Clínica de Labio y Paladar Hendido,
por invitación del Dr. Fernando Ortiz Monasterio, Jefe del Ser-
vicio de Cirugía Plástica. Dado que en esa época, el servicio
de Estomatología no contaba con los servicios de un cirujano
maxilofacial preparado y con experiencia, la mayoría de los
pacientes de cirugía ortognática, de cirugía reconstructiva de
maxilares, con problemas neoplásicos y trauma maxilofacial
eran intervenidos en el Servicio de Cirugía Plástica. No fue,
sino hasta principios de los años 90, cuando llegó el Dr. José
Espinosa Fernández, cirujano maxilofacial egresado del Hos-
pital Juárez, quien había reforzado su preparación en cirugía
ortognática con el Dr. Vicente Cuairán en el vecino Hospital
Infantil de México, cuando se inició la cirugía de deformida-
des dentofaciales en el Servicio de Estomatología.
l Hospital Juárez SSA (hoy Hospital Juárez de
México SS)
El Hospital Juárez, fundado en el año 1847, en plena Gue-
rra de Intervención Norteamericana, en el antiguo Colegio de
San Pablo en el Centro Histórico de la Ciudad de México, ha
sido reconocido como la cuna de la Cirugía Mexicana. En el
año 1953, ingresó al servicio dental del hospital el pasante
de odontología Javier Sánchez Torres. Al terminar su servicio
social en mayo de 1954, ingresó como médico adscrito. Su in-
terés por la cirugía, lo llevo a acercarse y relacionarse con los
grandes cirujanos generales del hospital, con la sola idea de
aprender. En un par de años, logró que el servicio cambiara
de nombre a Servicio de Estomatología. Gracias a su dedica-
ción y visión, en1957 fue nombrado Jefe de Servicio. A instan-
cias suyas el servicio se dedicó en forma exclusiva a resolver
los problemas quirúrgicos de la boca y los maxilares, por lo
que en unos años cambió su denominación a Servicio de Ci-
rugía Bucodentomaxilar. Desde este puesto, en el que perma-
neció por más de 20 años, logró cambiar el panorama de la
cirugía oral y maxilofacial en México. Creó una de las mejores
escuelas de la especialidad del país. A lo largo de los años 60,
llegaron al hospital un grupo de jóvenes cirujanos dentistas
interesados en las enseñanzas del maestro. Entre sus discípu-
los se encuentran: José Rodríguez de San Miguel, quien a pe-
sar de tener el grado de cirujano dentista, es aceptado como
residente de traumatología y ortopedia en el Centro Médico
Nacional; Raymundo Olivares Sosa, quien fundó el servicio
en el Hospital Rubén Leñero; María Cristina Eguiarte y Fran-
cisco Viñas, sus sucesores en la jefatura del servicio; Salvador
Anaya Alva, quien fue Jefe del Servicio de Estomatología del
Hospital del Niño IMAN y presidente del Consejo Mexicano
de Cirugía Oral y Maxilofacial; Tetsuji Tamashiro, experto en
fisuras labio-palatinas y miembro numerario de la Academia
Mexicana de Cirugía; Vicente Bermúdez Flores, ex jefe de Ci-
rugía Maxilofacial en el Hospital Infantil de México y ex pre-
sidente del Consejo; Carlos Liceaga, actual Jefe de Servicio y
ex presidente del Consejo; Pedro Ocampo Flores, quien fue
Jefe de Servicio en el Hospital Zaragoza del ISSSTE; Albano
Flores Villareal, destacado cirujano de la ciudad de Monterrey
y uno de los fundadores del Consejo de Cirugía y Constan-
tino Ledesma, profesor de la Universidad Veracruzana. El Dr.
Sánchez Torres, es pionero en un gran número de procedi-
mientos y técnicas quirúrgicas y escribió más de 60 artículos
científicos, dejando un legado importantísimo para la cirugía
del país, fue miembro numerario de la Academia Nacional de
Medicina, presidente en dos ocasiones de la Asociación Mexi-
cana de Cirugía Bucal, recibió el grado de Master del Colegio
Internacional de Dentistas, fue profesor de Cirugía Bucal en
la ENO y profesor fundador de las escuelas de Odontología
de la Universidad Tecnológica de México y de la Universidad
Intercontinental. Fue el inspirador, fundador y presidente
honorario vitalicio del Consejo Mexicano de Cirugía Oral y
Maxilofacial y se le reconoce como el pilar de la unificación
de las escuelas de cirugía y cirujanos maxilofaciales del país.
Después de varios años de gestiones en la Secretaría de
Salubridad y Asistencia, el 1° de marzo de 1976, se estableció
por primera vez en el hospital, el Programa de Residencia de
Posgrado en Cirugía Maxilofacial con duración de tres años.
En 1980 el Dr. Tamashiro deja el hospital y es sustituido
por el Dr. Juan José Trujillo recién egresado de la residencia.
El Dr. Sánchez Torres se retiró de la jefatura en Abril de 1981,
le sucedió en el cargo la Dra. María Cristina Eguiarte, quien
duró en el puesto menos de un año. El Dr. Francisco Viñas fue
nombrado jefe en el año 1982.
Tres años después, el terrible terremoto que azotó a la
ciudad de México –en septiembre de 1985- provocó el colap-
so total de la torre de hospitalización y daña severamente el
viejo Claustro del Convento de San Pablo, donde se encon-
traban las oficinas de Gobierno del Hospital. Muere una gran
cantidad de médicos y enfermeras, entre ellos, un residente
de 2° año de Cirugía Maxilofacial que rotaba por Terapia In-
tensiva, Juan de Dios López Rendón.
En el momento del sismo, a las 7:19 horas, el residente
de 1° año de Cirugía Maxilofacial, Alejandro Seamanduras
se encontraba en la azotea de la torre de hospitalización, en
la pequeña oficina de programación quirúrgica, los testigos
relatan que el edificio se empezó a colapsar inmediatamen-
te y en forma casi vertical, lo que milagrosamente permitió
que el residente permaneciera en la parte más alta salvando
su vida y descendiera caminando a través de los escombros
prácticamente sin rasguño alguno. En esta fecha aciaga para
la ciudad, se pierden dos terceras partes de la capacidad hos-
pitalaria instalada. Además del Hospital Juárez, el General, el
Infantil y los hospitales del Centro Médico Nacional sufren se-
veros daños. Después de varios meses de gestiones, se logran
reiniciar los servicios del hospital en cuatro diferentes hospi-
tales. El Servicio de Cirugía Maxilofacial tuvo que trasladarse
al Centro Materno Infantil Maximino Ávila Camacho, enfrente
de la casa presidencial de Los Pinos pero al poco tiempo, re-
gresaron a las instalaciones de la consulta externa del viejo
hospital y las intervenciones quirúrgicas las realizaban en la
Clínica Primavera, una clínica de ortopedia fundada por el Dr.
Alejandro Velasco Zimbrón, quien, coincidentemente fue el
mentor de los pioneros de la Cirugía Bucal, Rojo de la Vega
y Martínez Lugo.
Ahí trabajaron hasta que se inauguró el nuevo hospital,
construido al norte de la Ciudad en Avenida Politécnico Nacio-
nal en septiembre del año 1989. A la salida del Dr. Viñas en 1988,
el Dr. Carlos Liceaga toma posesión como Jefe de Servicio y el Dr.
Trujillo se encarga de la Coordinación Académica del curso. Am-
bos liderean uno de los servicios y Escuelas de Cirugía Maxilofa-
cial más importantes del país. A mediados del año 2000, ingresó
como médico adscrito el Dr. Rodrigo Liceaga Reyes.
Institutos Nacionales De Salud
Los Institutos Nacionales de Salud, constituyen el tercer
nivel de atención de la Secretaría de Salud y son un campo de
excelencia para el desarrollo de la medicina mexicana. Brin-
dan apoyo científico y técnico al Sistema Nacional de Salud;
consolidando la investigación básica y la clínica, la enseñanza
y la atención médica de excelencia. Son el escaparate de la
medicina mexicana.
173
 El primer instituto fue el Hospital Infantil de México
(1943), seguido de Cardiología (1944), Nutrición (1946),
Cancerología (1946), Neurología y Neurocirugía (1952), En-
fermedades Respiratorias (1959), Pediatría (1970), Perinato-
logía (1977), Psiquiatría (1979), Salud Púbica 1987), Medici-
na Genómica (2004) y Rehabilitación (2005). La mayoría de
los institutos cuentan con importantes servicios de estoma-
tología que dan apoyo a los servicios y departamentos del
área médica. El Hospital Infantil de México Federico Gómez
es el único que tiene un Departamento de Estomatología
con tres servicios: Odontopediatría, Cirugía Maxilofacial y
Ortodoncia.
Cabe destacar la importancia de los servicios de Esto-
matología del Instituto de Perinatología a cargo de la Dra.
Rosa María Díaz Romero, el de Ciencias Médicas y Nutrición,
a cargo del Dr. Carlos Hernández Hernández, coordinador
de la especialidad de Periodoncia en la FO de la UNAM; y el
de Enfermedades Respiratorias a cargo de la Dra. Herminia
González Cruz. Este último cuenta con la adscripción de un
cirujano maxilofacial.
l Hospital Infantil de México Federico Gómez
El Hospital Infantil de México, primer Instituto Nacional
de Salud, abrió sus puertas el 30 de abril, día del niño del año
1943. El hospital, fundado por el eminente pediatra Federico
Gómez Santos, fue el primer hospital en Iberoamérica con-
sagrado a la atención de los niños. Desde sus inicios contó
con un servicio de Odontología el cual quedó a cargo del Dr.
Fermín Reygadas, que años después sería presidente de la
Asociación Dental Mexicana.
En este primer servicio hospitalario de Odontopediatría,
se realizaban tratamientos de operatoria dental, profilaxis,
drenaje de abscesos odontogénicos y eliminación de focos
sépticos en los pacientes médicamente comprometidos. En
el año 1945 llegó al servicio, uno de los pioneros de la Ciru-
gía Oral, el Dr. Alberto Palacio Gómez, profesor de diseccio-
nes en cadáveres de la ENO. El Dr. Palacio le dio un impulso
quirúrgico a las actividades del Servicio, se implementaron
tratamientos de Cirugía Dentoalveolar, resección de tumores,
tratamiento de fracturas faciales y se dieron los primeros pa-
sos en el tratamiento de anomalías congénitas y del desarro-
llo de los maxilares. Se efectuaron las primeras osteotomías
maxilares realizadas por un cirujano bucal con formación
odontológica.
A finales de los años 60 toma las riendas del servicio
otro cirujano, el Dr. Ignacio Reynoso Obregón profesor de
Cirugía Bucal, ex director de la ENO y ex-presidente de la
ADM. El Dr. Reynoso promovió la transformación del servi-
174
cio en un Departamento de Estomatología integrado por
3 servicios: Odontopediatría, Cirugía bucal y por primera
vez en un hospital público, el servicio de Ortodoncia. En
1972, es nombrado Jefe de Servicio el Dr. Jaime Fernández
de Cevallos, ortodoncista, quien dura en el cargo 18 años
y continúa con las ideas del Dr. Reynoso. En esta época se
incorporan como cirujanos visitantes los Dres. Albano Flo-
res y Tetsuji Tamashiro, ambos provenientes del Hospital
Juárez. Este último tomó un curso tutelar de labio y pala-
dar hendido - en 1975- con el Dr. Enrique Vinageras Jefe de
Cirugía Plástica.
A principios de 1977, por recomendación del Dr. Sánchez
Torres, llega al servicio el Dr. Vicente Bermúdez Flores, tras
realizar una estancia quirúrgica en la Universidad de George-
town con Gustav Kruger, y su residencia de especialidad, en
la Universidad de Puerto Rico. Desde su llegada, se encarga
del servicio de Cirugía Maxilofacial. En 1981 se incorpora el
Dr. Vicente Cuairán Ruidíaz, egresado de Hospital Juárez y
alumno del Dr. Sánchez Torres. En 1983 se abren los cursos de
Residencia de Posgrado en Ortodoncia y en Estomatología
Pediátrica. El compartir la práctica de la cirugía con ortodon-
cistas y odontopediatras, permitió a los doctores Bermúdez y
Cuairán organizar la clínica de cirugía ortognática y participar
activamente en la clínica de labio y paladar hendido. Por pri-
mera vez en un sólo servicio hospitalario, podían interactuar
cirujanos y ortodoncistas en la atención de pacientes con de-
formidades dentofaciales.
En 1992 el Dr. Cuairán es nombrado Jefe del Servicio de
Estomatología, el Dr. Héctor Rincón Rodríguez, egresado de
la residencia de San Luis Potosí y con una estancia quirúrgica
en la Universidad de Puerto Rico, y la Dra. Norma Villanueva
Moreno, egresada del Hospital Juárez, se incorporan a Cirugía
Maxilofacial impulsando nuevos proyectos: avances de tercio
medio facial en pacientes fisurados, reparación de fístulas na-
soalveolares con injertos de ilium y distracción osteogénica
entre otras cosas. En el año 2000 el servicio se transforma por
primera vez en el país en un Departamento de Estomatología
que integra a tres servicios: Odontopediatría, Ortodoncia y
Cirugía Maxilofacial. Actualmente es el Departamento de Es-
tomatología Hospitalaria más importante de México debido
a su productividad asistencial, científica y en la formación de
recursos humanos.
En 1998 y 2000 respectivamente, los residentes de Ci-
rugía Maxilofacial del Hospital Juárez y los del programa
de la Facultad de Odontología de la UNAM, efectúan rota-
ciones para entrenarse en el campo de la Cirugía Maxilofa-
cial Pediátrica. Actualmente, se atienden pacientes de ci-
rugía dentoalveolar, de cirugía ortognática, corrección de
secuelas de labio y paladar, manejo de neoplasias de boca
y maxilares, reconstrucción de maxilares, trauma facial y
distracción osteogénica.
l Hospital del Niño. Instituto Mexicano de asistencia
a la Niñez IMAN. (hoy, Instituto Nacional de Pediatría)
En el Hospital del Niño dependiente del Instituto Mexica-
no de Asistencia a la Niñez IMAN, fundado en el año 1970 y
transformado el 19 de abril de 1983 en Instituto Nacional de
Pediatría, se instituyó la primera Residencia Hospitalaria de
Odontopediatría. El servicio de Estomatología, quedó a car-
go del Dr. Antonio Fragoso Ramírez, uno de los pioneros de
la Odontopediatría, y cuando ingresó el Dr. Salvador Anaya
Alva, cirujano y alumno del Dr. Sánchez Torres, se dio un im-
pulso importante a los tratamientos quirúrgicos. En 1975 es
nombrado Jefe de Servicio en sustitución del Dr. Fragoso y
años después, se incorporarían dos cirujanos más, en 1982,
la Dra. Elvira Carrión, cirujano maxilofacial egresada del Hos-
pital Juárez y quien años después cursó la carrera de médico
cirujano en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM),
y realizó la residencia de Otorrinolaringología en el Hospital
Español; y el Dr. Jorge Téllez Rodríguez, egresado del Hospital
20 de Noviembre.
Hospitales Del Instituto
Mexicano Del Seguro Social
IMSS
En 1943, durante la Presidencia del general Manuel Ávi-
la Camacho, se crea el Instituto Mexicano del Seguro Social.
(IMSS). Los servicios asistenciales se inician en el llamado Sa-
natorio 1 situado en las calles de Insurgentes y Yucatán en la
Colonia Roma. Allí se estableció el primer servicio dental del
instituto, a cargo de los doctores Roberto Rojo de la Vega y
Francisco Martínez Lugo, destacados pioneros de la cirugía
oral mexicana.
l Hospital General La Raza. IMSS (hoy, Hospital de
Especialidades del Centro Médico Nacional La Raza)
Al inaugurarse el Hospital General La Raza -primer hospi-
tal de zona del IMSS- el 29 de octubre de 1952, los doctores
Rojo de la Vega y Martínez Lugo, se trasladan del Sanatorio
1 al nuevo hospital para fundar el servicio de Cirugía Buco-
dentomaxilar. Ambos cirujanos, desarrollaron una magnífica
labor en el primer servicio formal de la especialidad. En 1967
el Dr. Luis Gómez Correa, cirujano plástico, toma las riendas
del servicio y cinco años más tarde, el Dr. Julio Soto cirujano
oral egresado de la Universidad Northwestern en Chicago y
quien ya había sido Jefe en el Hospital 20 de Noviembre y en
el Hospital de Pediatría del Centro Médico Nacional, es nom-
brado Jefe de Servicio.
En doce años que estuvo al frente del servicio, da un im-
portante impulso académico y continúa con la tradición qui-
rúrgica iniciada por los fundadores. A finales de los 70 se in-
corpora al servicio el Dr. Carlos Carrasco Zavala, ex-residente
del servicio y proveniente del hospital Manuel Gea González.
En 1984 el Dr. Soto, es sustituido por el Dr. Guillermo Baños
Aparicio, ex-alumno del hospital y único cirujano con expe-
riencia hospitalaria que en aquel entonces, era profesor de
la FO, UNAM. Por esas épocas ingresan al servicio dos ex-re-
sidentes Miguel Peña Torres y José Luis Cadena Anguiano. El
Dr. Baños junto con sus tres adscritos, logra conjuntar un gran
equipo de cirujanos y consolidar uno de los servicios quirúr-
gicos más renombrados del país. El Dr. Baños es sucedido en
el cargo por el Dr. Miguel Peña en 2001 y éste por el Dr. José
Luis Cadena en 2012.
l Hospital de Especialidades del Centro Médico
Nacional Siglo XXI IMSS
En 1961 el IMSS adquirió las instalaciones del Centro
Médico Nacional, ubicado en la Avenida Cuauhtémoc cuya
construcción había iniciado la Secretaria de Salubridad en la
época en que el Dr. Gustavo Baz era secretario. Este complejo
hospitalario, inaugurado el 15 de marzo de 1963, estaba for-
mado por el Hospital General y los Hospitales de Pediatría,
de Traumatología, Ginecología y Obstetricia, Neumología y
Cirugía de Tórax y Oncología.
Para dirigir el servicio de cirugía bucodentomaxilar del
Hospital General, se propuso al Dr. Javier Sánchez Torres, Jefe
de Servicio en el Hospital Juárez, quien declinó la oferta por
lo que las autoridades del Instituto, recurrieron a los profeso-
res de la ENO. El Dr. Ignacio Reynoso recomendó al Dr. Samuel
Sentíes Lavalle, adjunto de los profesores Alberto Palacio Gó-
mez y Francisco Raúl Miranda. El doctor Sentíes, dirigió el ser-
vicio durante 16 años y fue sustituido por uno de sus alum-
nos: el Dr. José Antonio Sánchez de Ovando, en 1981. A su
llegada de Francia el Dr. Lorenzo González se incorporó como
médico adscrito al hospital. El Dr. Takao Kimura Fujikami pro-
veniente del hospital de Pediatría y ex-residente del hospital,
tomó las riendas del servicio en el año 1998, dando un gran
impulso a la actividad asistencial y académica.
Años más tarde, el Dr. Kimura ingresaría como miembro
de número a dos academias: Academia Nacional de Medicina
y Academia Mexicana de Cirugía; fue Presidente del Interna-
tional College for Oral and Maxillofacial Surgeons y actual-
mente el jefe del servicio es el Dr. Marco García Huerta.
175
 Otros Hospitales del IMSS con
servicios de cirugía oral y
maxilofacial.
l Hospital de Traumatología y Ortopedia del Centro
Médico Nacional Siglo XXI
Es loable la labor que durante muchos años realizó el Dr.
José Rodríguez San Miguel, cirujano oral con una vasta expe-
riencia en trauma Maxilofacial en el Hospital de Traumatolo-
gía y Ortopedia del Centro Médico Nacional (CMN).
l Hospital de Pediatría del Centro Médico Nacional
Siglo XXI
El Hospital de Pediatría del CMN fue dirigido en sus inicios
por el Dr. Federico Gómez, que encargó a la cirujana dentis-
ta Luz del Carmen Amerena la organización del Servicio de
Estomatología. A semejanza del Hospital Infantil, el servicio
quedó integrado por odontopediatras y por cirujanos bucales
encargados de resolver los diversos problemas quirúrgicos y
maxilofaciales de los niños. A partir de la Dra. Amerena, este
servicio sólo ha sido dirigido por cirujanos maxilofaciales: Ju-
lio Soto, entrenado en Chicago, Lorenzo González, en Francia,
Francisco Navarrete y Takao Kimura. Fernando Soriano Padilla
se ha involucrado en forma importante en la cirugía de fisuras
labio palatinas y en cirugía craneofacial, en la actualidad es el
presidente del Consejo de Cirugía Oral y Maxilofacial.
Durante los últimos años los cirujanos del servicio han re-
cibido un importante apoyo en el manejo de los pacientes de
fisuras labio palatinas y de cirugía ortognática de la Dra. Pilar
Pacheco, ortodoncista egresada de la Universidad de Toronto.
l Hospital de Traumatología Magdalena de las Sali-
nas y Hospital de Traumatología Lomas Verdes
El hospital de traumatología de Magdalena de las Salinas
cuenta con un importante servicio de cirugía maxilofacial,
cabe destacar la labor que realiza desde hace muchos años,
como jefe de servicio, la Dra. María Luisa Mercado Corona,
egresada del posgrado del IMSS, con una vastísima experien-
cia en traumatología facial. La Dra. Mercado participa como
profesora del curso de posgrado del IMSS, coordinando las
rotaciones que efectúan los residentes del curso. En el Hos-
pital de Lomas Verdes no existe un servicio de cirugía maxi-
lofacial, los pacientes con trauma facial son atendidos en el
servicio de cirugía plástica.
Hospitales del instituto de
seguridad social al servicio
De los trabajadores del estado
issste
176
El 31 de diciembre del año 1959 se aprobó la ley del
ISSSTE, el recién creado Instituto protegía a los trabajadores
del estado de los riesgos de trabajo y proporcionaba aten-
ción médica y servicios sociales para ellos y sus familiares. Ini-
ció sus operaciones asistenciales otorgando sus servicios en
ocho hospitales. Para entonces, se adquirió el hospital priva-
do “Fajer”, situado en la colonia del Valle y “a medio construir”.
Al remodelarlo y terminar la construcción, se convirtió en el
Hospital 20 de Noviembre.
l Centro hospitalario 20 de Noviembre. (hoy, Centro
Médico Nacional 20 de Noviembre)
El hospital 20 de Noviembre, creado como unidad nacio-
nal de concentración, fue inaugurado por el Presidente López
Mateos en 1961. El Dr. Julio Soto, fue el primer Jefe del Servicio
de Cirugía Bucodentomaxilar y profesor titular del curso de
posgrado instituido en 1963. Para entonces, solo dos odontó-
logos mexicanos habían cursado residencias formales en los
Estados Unidos, José Agustín Pérez de Lebrija, en la Universi-
dad de Iowa y Julio Soto, en la Universidad de Northwestern,
en Chicago. En 1966, el Dr. José Tavera Reyes, quien había sido
el primer residente de la especialidad, sustituye en la jefatura
y titularidad del curso a su maestro. En la época del Dr. Tavera,
llegó, procedente del Hospital Primero de Octubre, un ex re-
sidente del 20 de Noviembre, el Dr. José Luis Molina Moguel,
quien, con una gran vocación docente, dio un vuelco a las ac-
tividades del servicio. En 1976, fue nombrado profesor titular
del curso y, en 1986, Jefe del Servicio. En 2003, al retiro del Dr.
Molina, asume la jefatura el Dr. Manuel Gutiérrez Romero y la
Dra. Laura Pacheco Ruiz la titularidad del curso, ambos alum-
nos del Dr. Molina. La Dra. Pacheco ha participado activamente
en el Consejo de Cirugía y forma parte de la comisión de elabo-
ración del Examen de Certificación.
Hospitales Regionales del ISSSTE
l Hospital General Dr. Darío Fernández Fierro
Inaugurado en 1965 por el Presidente Gustavo Díaz Or-
daz, asume la jefatura del Servicio de Cirugía Bucal el Dr. José
Cervantes Vidal, quien fue Coordinador Nacional de Odon-
tología y Cirugía Maxilofacial en el ISSSTE y presidente de la
Asociación Dental Mexicana (ADM).
l Hospital General Dr. Fernando Quiroz Gutiérrez
Tuvo como primer jefe de servicio, al Dr. Jorge Martínez
Baeza activo participante en las actividades de la Asociación
de Cirugía Bucal.
l Hospital Regional Lic. Adolfo López Mateos
Se inaugura el 17 de noviembre de 1970, e inicia funcio-
nes 4 meses después -marzo 1971-. El primer jefe de servicio
fue el Dr. Adolfo Segura Alcalá ex-presidente de la AMCB.
Continúa en la jefatura el Dr. Gabriel Terán Huerta. El actual
jefe es el Dr. Arturo Gómez Pedroso.
l Hospital Regional 1ª de octubre
Inaugurado el 5 de diciembre de 1974 por el Presidente
Luis Echeverría. El primer jefe fue el Dr. Luis Molina Moguel
quien al irse al hospital 20 de Noviembre, es sustituido por el
Dr. Enrique Hidalgo. Actualmente el jefe del servicio es la Dra.
Ileana Pico Díaz.
l Hospital Regional General Ignacio Zaragoza
Los doctores Pedro Ocampo, Rubén Gutiérrez García, Ma-
ría Antonieta Rodríguez Zambrano y Ernesto Miranda han
ocupado el cargo de jefe del servicio de Cirugía Maxilofacial.
Por el terremoto del 85, los cursos de especialidad se suspen-
dieron durante tres años.
l Clínica de Especialidades Dentales del ISSSTE –Ho-
norato Villa Acosta-
Fundada hace 32 años y ubicada en la unidad habitacio-
nal Nonoalco-Tlatelolco, es dirigida desde hace más de 15
años por el Dr. Jaime Fernández de Cevallos, ortodoncista
quien fuera jefe de servicio en el Hospital Infantil de Méxi-
co durante 18 años. Este hospital ofrece servicios de todas
las especialidades odontológicas, incluyendo Cirugía Oral y
Maxilofacial. Cuenta en su plantilla laboral, con más de 35
cirujanos dentistas especializados, de los cuales varios son
Cirujanos Maxilofaciales.
Hospitales De La Secretaria De
Salud Del Gobierno Del D.F.
(Antes, Hospitales del Departamento del D.F.)
Estos hospitales tradicionalmente han sido hospitales de
traumatología con muy eficaces servicios de cirugía maxilofacial.
l Hospital General Dr. Rubén Leñero
Fundado en 1943 y reabierto como Hospital Central de
los Servicios Médicos del Departamento del D.F. el 9 de ju-
lio de 1957. Durante muchos años, estuvo al frente del Ser-
vicio de Cirugía Maxilofacial el Dr. Raymundo Olivares Sosa,
ex-presidente de la AMCB, con muy amplia experiencia en
Trauma Facial.
l Hospital de Traumatología de Balbuena HG Bal-
buena
Fue fundado en 1962, en los años 70, el Dr. Carlos Liceaga,
alumno del Dr. Sánchez Torres, estuvo como encargado del
servicio de Cirugía Maxilofacial.
l Hospital de Traumatología La Villa HG La Villa
Fundado en 1963 tuvo durante varios años como jefe de
servicio de Cirugía Maxilofacial al Dr. Ignacio del Real Ugalde,
fue ex presidente de AMCB.
l Hospital General Xoco
Su fundación tuvo lugar en 1962. Es el único hospital de la
Secretaría de Salud en el D.F. que no cuenta con servicio de la
especialidad. Los Cirujanos Maxilofaciales han estado adscri-
tos a los Servicios de Otorrinolaringología o Cirugía Plástica.
Actualmente destaca el trabajo como Cirujano Maxilofacial
del Dr. Ernesto Lucio Leonel, egresado del Programa del Cen-
tro Médico Nacional.
Hospitales De Las Fuerzas
Armadas
l Hospital Central Militar (CMF)
En octubre de 1939, en una ceremonia presidida por el Presi-
dente, general Lázaro Cárdenas y el Director de Sanidad Militar,
se inauguró el Hospital Central Militar. Unidad de Atención Mé-
dica de Tercer Nivel, dependiente de la Secretaria de la Defensa
Nacional, por conducto de la Dirección General de Sanidad Mi-
litar. El primer jefe de servicio de CMF, fue el Dr. Alberto Campos
Molina, ex Presidente de ADM y AMCB y quien duró en el cargo
de 1984 a 1989. Tuvo también a su cargo la titularidad del curso
de Posgrado. Fue sustituido en el cargo por su alumno Dr. Omar
Reyes Velázquez. Actualmente se encuentra como Jefe el Te-
niente Coronel C.D. Francisco Hernández Martínez.
En 1998 se fundó la Unidad de Especialidades Odontológi-
cas. Esta importante unidad, dependiente de sanidad militar,
cuenta con los servicios de todas las especialidades odontoló-
gicas, incluyendo la de Cirugía Maxilofacial, hoy en día, a cargo
del Capitán Primero C.D. Mario Felipe Espinoza Castillo.
l Hospitales de la Marina Armada
El primer hospital perteneciente a la Marina que tuvo un
servicio de Cirugía Bucodentomaxilar, fue el Hospital Naval
de Veracruz, situado en el Puerto. El servicio fue fundado por
el Dr. Mario Aguilera Valenzuela, egresado del posgrado del
IMSS y que más tarde sería presidente de la AMCBM.
El hospital del Centro Médico Naval de la Ciudad de Méxi-
co, contó desde su fundación con servicio dental. A la llegada
en 1986, del Dr. Agustín Tiol Morales, Cirujano egresado del
Hospital Juárez y Genetista egresado del Hospital Infantil de
México, el servicio se transformó en un servicio quirúrgico.
Hospitales De Alta Especialidad
l Hospital General Dr. Manuel Gea González SS
177
 A principios de los años 70, sólo existía un servicio den-
tal cuyo jefe era el Dr. Luis Oteiza Fernández. A la llegada del
Dr. Carlos Carrasco Zavala, se transformó en un servicio qui-
rúrgico. El Dr. Carrasco organizó en 1976 y 1977, cursos de
cirugía bucal con duración de seis meses convocando a los
más importantes cirujanos del país y coordinó en el hospital
un importante Programa de Servicio Social para alumnos de
la UAM donde era profesor y de la UNAM. Allí realizaron su
servicio, Ignacio Carreón y Vicente Cuairán quienes más tarde
serían residentes del Hospital Civil de SLP y del Juárez res-
pectivamente.
A la llegada a la Dirección del Hospital a finales de los
años 70, del Dr. Fernando Ortiz Monasterio, eminente Ciru-
jano Plástico, pero el más acérrimo detractor de los Ciruja-
nos Maxilofaciales con preparación odontológica y quien
siempre se opuso a su entrenamiento y trabajo hospitalario,
el servicio de estomatología a cargo del Dr. Carlos Carrasco
se convirtió en solo un servicio dental y de ortodoncia de
apoyo a Cirugía Plástica. Sólo se le permitió realizar proce-
dimientos de exodoncia y bajo anestesia local. El Dr. Ortiz,
a la manera de algunos cirujanos maxilofaciales europeos
como Hugo Obwegeser de Suiza y de algunos estadouni-
denses como Anthony Wolfe de Miami, siempre promovió
la idea de que la Cirugía Maxilofacial, debía ser sólo una es-
pecialidad médica y no Odontológica; consideraba que la
preparación de los cirujanos dentistas era insuficiente para
resolver la patología quirúrgica de la boca y maxilares y, que
sólo estaban preparados para realizar cirugía dental. Por
fortuna y gracias al esfuerzo, dedicación y preparación de
los Cirujanos Maxilofaciales en todo el país, las ideas del Dr.
Ortiz jamás prosperaron
Hospitales Pediátricos
Con Servicios De Cirugía
Maxilofacial
Además del Hospital Infantil de México Federico Gómez,
el Instituto Nacional de Pediatría y el Hospital de Pediatría del
Centro Médico Nacional Siglo XXI ya mencionados; existen
otros hospitales pediátricos con importantes Servicios de
Cirugía Maxilofacial entre ellos, el Hospital General del Cen-
tro Médico La Raza a cargo del Dr. Rafael Rojas Rüttery. En el
interior del país, el Hospital del Niño Poblano a cargo del Dr.
Walter San Martín Brieke, entrenado en el Hospital La Prince-
sa en Madrid, y el Hospital del Niño Morelense en Cuernavaca
a cargo del Dr. Alberto Campos Molina Egresado del Hospital
de Nezahualcóyotl.
178
Hospitales De Los Estados
De La República
l Hospital General La Perla Ciudad Nezahualcóyotl
Inicialmente dependiente de la Secretaria de Salud Fede-
ral y hoy del Instituto de Salud del Estado de México, cuenta
también con una gran tradición quirúrgica maxilofacial. A
principios de los años 70, es nombrado Jefe del Servicio de
Cirugía Maxilofacial, el Dr. Robin L. M. Gray, cirujano maxi-
lofacial de origen escocés, entrenado en el Royal College of
Surgeons de Glasgow y quien a su llegada a México, cursa
la carrera de Médico Cirujano en la UNAM. Con ideas nuevas
traídas de Europa y con una gran preparación académica, el
Dr. Gray da un gran impulso a la cirugía mexicana.
Es en este hospital donde se establece la primera resi-
dencia de especialidad en un hospital de la Secretaría de
Salubridad. A principios de los 80, el Dr. Eugenio Deixter
Mateos se hace cargo de la jefatura y del curso de especiali-
dad. En 1987 es nombrado director de la Facultad de Odon-
tología de la Universidad Intercontinental. Lo siguen en el
puesto dos de sus alumnas, la Dra. Eufrosina Ruiz Merlín y la
actual jefe del servicio, la Dra. Carmen Sessati Flores.
El Hospital fue cerrado para una remodelación en 1996
y reabierto en 2006 como parte del Instituto de Salud del
Estado de México. En 2010 se incorpora la Dra. Edith Baena,
Cirujano Maxilofacial egresada del Hospital Juárez, quien da
un gran impulso a la actividad quirúrgica y docente con los
residentes que rotan del Programa de la Facultad de Odon-
tología de la UNAM.
l Hospital Central Dr. Ignacio Morones Prieto
de San Luis Potosí
De todos los hospitales del interior de país, el civil de San Luis
Potosí es, sin duda, el de mayor tradición en Cirugía Maxilofa-
cial. Fue el primero en contar con un curso de especialidad. El
Dr. Jesús Martínez Bravo, egresado del Hospital La Raza, fundó
el servicio y fue el primer profesor titular del curso de Posgra-
do. A principios del año 1979, se incorporó el Dr. Martin Toranzo
Fernández, quien fue el primer residente del curso del Hospital
Juárez. Para entonces ya laboraba en el servicio el Dr. Marco An-
tonio Metlich, Cirujano Plástico, cuya plaza estaba asignada al
servicio debido a que el Hospital carecía de un Departamento
de Cirugía Plástica. Este sigue siendo el único servicio de Cirugía
Maxilofacial del país que cuenta, dentro de su planta laboral, con
una plaza para cirujano plástico.
Entre los tres profesionales, lograron conjuntar uno de los
equipos de trabajo más importantes del país, tanto por su ca-
lidad asistencial y docente como por su productividad acadé-
mica. A la salida del Dr. Martínez Bravo a principios de los años
90, el Dr. Toranzo se encargó de la jefatura del servicio y de la
titularidad del curso.
Otros Hospitales del interior
del País
Cabe destacar la importancia de otros hospitales del inte-
rior de la República que cuentan con magníficos servicios de
Cirugía Maxilofacial y que, actualmente, son sedes de progra-
mas de posgrado.
Centro Médico Lic. Adolfo López Mateos en Toluca, a cargo
del Dr. Raúl Campos Hernández, egresado del Hospital Juárez.
Hospital sede del programa de la Universidad Autónoma de
Ciudad Juárez en la misma cd. Juárez a cargo de la Dra. Laura E.
Franco Garrocho y con la participación de los doctores de la To-
rre. Hospital Civil de Guadalajara con el Dr. Raúl Dueñas Gonzá-
lez, egresado de los programas del ISSSTE y presidente actual de
la AMCBM. El Centro de Especialidades Médicas Dr. Rafael Lucio
fuentes:
Bibliografía
l Aguirre, Beltrán G (ed). “Historia General de la
Medicina en México Vol II”. Medicina Novohispana
Siglo XVI. UNAM. Academia Nacional de Medicina,
México, 1990.
l Asociación Mexicana de Cirugía Bucal y
Maxilofacial. Colegio Mexicano de Cirugía
Oral y Maxilofacial. Disponible en http://www.
colegiomaxilofacial.org.mx
l Consejo Mexicano de Cirugía Oral y Maxilofacial.
Disponible en http://www.comf.org.mx
l Díaz de Kuri, MV.” El nacimiento de una profesión”
“La odontología en el siglo XIX , UNAM - Fondo de
en Jalapa, Veracruz a cargo del Dr. Rafael Flores García, egresado
del Hospital Juárez y ex-presidente de la AMCBM y la ALACIBU.
Finalmente el Hospital Metropolitano en Monterrey N.L., a cargo
de la Dra. Belinda Beltrán Salinas y sede del Programa de Posgra-
do de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Reflexión final
La práctica de la cirugía oral y maxilofacial como especia-
lidad de la Odontología, es relativamente reciente, no tiene
más de 70 años. El camino recorrido no ha estado exento
de dificultades y de oposición de algunas especialidades
médicas, en especial la cirugía plástica y reconstructiva. Sin
embargo, hoy en día, gracias a su constante preparación y
compromiso, el Cirujano Oral y Maxilofacial se ha sabido ga-
nar un lugar dentro de la comunidad médica hospitalaria y el
respeto de sus colegas médicos al resolver en forma satisfac-
toria, la gran diversidad de padecimientos, lesiones y malfor-
maciones de la cavidad bucal, de los maxilares y de la cara.
Cultura Económica, México, 1994.
l Martínez-Cortés, F (ed). “Historia General de
la Medicina en México Vol I”. México Antiguo.:
UNAM. Academia Nacional de Medicina, México ,
1984.
l Ocaranza, F.” Historia de la Medicina en México”.
Midy, México, 1934.
l Soberón G; Kumate J; Laguna J.. “La Salud en México.
Testimonios 1988”. Desarrollo Institucional.
Institutos Nacionales de Salud.: Fondo de Cultura
Económica, México , 1988.
l Somolinos J, Lozoya X. “Síntesis histórica de
la medicina mexicana”. Universidad Nacional
Autónoma de México, México 1983.
179
 Parte VI l Capitulo XXXV
La Enseñanza de la Cirugía
Oral Y Maxilofacial y La Formación
De Los Cirujanos En México
Dr. Vicente Cuairán Ruidíaz
Cirujano maxilofacial. Profesor y Jefe del Departamento
de Estomatología y Cirugía Maxilofacial. Hospital Infantil
de México Federico Gómez. Profesor y Coordinador
de Ciencias Médico-quirúrgicas. Universidad
Intercontinental. Premio Margarita Chorné 2013
L
a enseñanza de la cirugía oral y maxilofacial
en nuestro País, debe de analizarse en tres
fases: la enseñanza en la licenciatura de Ciru-
jano Dentista, impartida en la Escuela Dental,
la enseñanza tutelar en la época anterior a los
estudios formales de Especialidad y la enseñanza de Posgra-
do impartida en la residencia hospitalaria.
180
La enseñanza de la Cirugía a nivel
Licenciatura en las Escuelas Dentales
Los tratamientos quirúrgicos eran escasos y, giraban
mayormente, alrededor de la Exodoncia. El Dr. Ricardo Fi-
gueroa, profesor de Operaciones Dentales y Materia Mé-
dica, era el encargado de enseñar lo correspondiente a
Exodoncia. Los demás aspectos quirúrgicos como: manejo
de las infecciones de origen dental, eran impartidos en el
curso de patología y terapéutica por el Dr. Alfredo Reguera.
En 1934 se iniciaron las cátedras de cirugía oral y anestesia
en el 4o año, a cargo de Leopoldo Delgado y Gildardo Serrano.
En 1950 encontramos al Dr. Palacio Gómez
 Mucho camino se ha recorrido desde la enseñanza de
aquella cirugía dental del Dr. Figueroa, hasta la enseñanza de
la Cirugía Oral y Maxilofacial en las Facultades de Odontología
actuales. Hoy, existen más de 120 escuelas de odontología en el
país, aunque sabemos que todas son escuelas dentales, existe
una gran variedad en su denominación, en los nombres de las
carreras, títulos expedidos, duración, calendarización, y sistemas
de enseñanza. Podemos encontrar Facultades de Odontología y
Facultades de Estomatología.
Se expiden títulos de Cirujano Dentista, Estomatólogo, Mé-
dico Estomatólogo, médico cirujano odontólogo, Licenciado
en Odontología, Licenciado en Cirujano Dentista, entre otros.
Pueden durar cuatro, cuatro y medio o cinco años. La calenda-
rización de las asignaturas puede ser anual, semestral o trimes-
tral y el sistema puede ser tradicional por asignaturas, modular,
aprendizaje basado en problemas o por niveles de competencia.
Por todo lo anterior, es de esperarse que no exista un
proyecto uniforme para impartir las asignaturas quirúrgicas.
Como ejemplo citaremos los planes de cuatro universidades
representativas; públicas y privadas, del D.F y de los estados.
En la Facultad de Odontología de la UNAM, la carrera de Ci-
rujano Dentista se cursa con un plan de estudios anual de cinco
años de duración, las asignaturas quirúrgicas están repartidas
de la siguiente forma: En 2° año: Anestesia y Técnicas quirúrgi-
cas; en 3° año, Exodoncia y en 4° y 5° año, Cirugía bucal.
La Carrera de Médico Estomatólogo en la Facultad de Esto-
matología de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, dura
cinco años y las asignaturas quirúrgicas se distribuyen de la si-
guiente manera: 4° semestre, anestesiología; 5°, bases quirúrgi-
cas; 6°, cirugía bucal I; 7°, cirugía bucal II y 8° cirugía maxilofacial.
En la Facultad de Odontología de la Universidad Interconti-
nental, la carrera de Licenciado en Odontología se cursa en ocho
semestres. Se imparten seis cursos de asignaturas quirúrgicas:
3ª semestre, anestesia (teoría y clínica); 4ª semestre, técnicas
quirúrgicas (teoría y práctica de laboratorio); 5° y 6° semestre,
cirugía bucal I y II (teoría y clínica) y 7o y 8o semestre, cirugía
maxilofacial I y II (teoría y clínica).
La carrera de médico cirujano-odontólogo en el Tecnológico
de Monterrey tiene una duración de 10 semestres. En 5° semes-
tre, se imparte: preclínica de cirugía y anestesia oral; en 7°, 8° y
10° semestre, clínica de cirugía oral I, II y III respectivamente.
La enseñanza tutorial en la
época pre-residencias
Durante la primera mitad del siglo pasado, no existían ni
escuelas ni hospitales donde realizar estudios de posgrado
o especialidad en Cirugía Bucal y Maxilofacial. La prepara-
ción para llegar a ser especialista era básicamente tutorial.
Los dentistas interesados, estaban obligados a convertirse
en autodidactas o acercarse a un profesor con experiencia
y reconocido prestigio de quien, aprendían la especialidad
trabajando a su lado, estudiaban la materia por su cuenta y
a veces con alguna supervisión del maestro. Al término de
algunos años, cuando el aprendiz había adquirido los cono-
cimientos y destrezas suficientes se separaba del maestro.
La única manera de prepararse entonces, era a través de la
enseñanza tutorial. En este rubro destaca la tutoría de dos ge-
nerosos cirujanos. La del Dr. Alejandro Velasco Zimbrón tutor
de Francisco Martínez Lugo y Alberto Palacio Gómez: y la del
Dr. Javier Sánchez Torres, tutor en el Hospital Juárez de un
buen número de cirujanos que fueron entrenados previo a la
apertura de la residencia en 1976; José Rodríguez San Miguel,
Raymundo Olivares Sosa, Francisco Viñas, Salvador Anaya,
Tetsuji Tamashiro, Pedro Ocampo, Vicente Bermúdez, Carlos
Liceaga y Albano Flores entre otros.
La enseñanza en los posgrados
de cirugía y las residencias
hospitalarias.
Dada la urgencia de formalizar la Educación Médica de
Posgrado, en 1942 se plantea la necesidad de organizar los
servicios de los médicos residentes e internos. Es en el Hospi-
tal General de México donde se inicia un Programa de Inter-
nado y Residencias Médicas. La formación de especialistas en
las instituciones descentralizadas se inicia en 1943, primero
en el Hospital Infantil de México, fundado en abril de ese mis-
mo año seguido del Instituto Nacional de Cardiología un año
después y el Hospital de Enfermedades de la Nutrición en oc-
tubre de 1946. Estos tres programas fueron reconocidos por
la División de Estudios Superiores de la Escuela de Medicina
de la UNAM y actuaban considerando tres ejes: la asistencia,
la enseñanza y la investigación.
En la actualidad -al igual que en el área médica- los es-
tudios formales de posgrado en Cirugía Oral y Maxilofacial,
sólo pueden realizarse a través de una Residencia Hospitala-
ria. Las primeras residencias de especialidad en Cirugía Oral
y Maxilofacial, se instituyeron en México hace 60 años y hace
casi 20 años, se unificaron todos los programas del país, con
el mismo plan de estudios y con el reconocimiento univer-
sitario. Las diversas instituciones del Sector Salud: Secretaria
de Salud, IMSS, ISSSTE, hospitales de las Fuerzas Armadas y
hospitales en los Estados de la República, apoyados por los
181
 Centros de Enseñanza Superior, cuentan con Programas de
Residencia de Posgrado. A continuación se describirán los
Programas de Residencia en los diversos hospitales respetan-
do lo más posible el orden cronológico de aparición.
l Residencia de posgrado en el Hospital General La
Raza IMSS (hoy, Hospital de Especialidades del Centro
Médico Nacional La Raza)
A principios de los 50, la idea de establecer Programas de
Residencias Hospitalarias de Posgrado en Cirugía Bucal, esta-
ba más que viva. Los buenos oficios y relaciones en las altas
esferas del recién creado IMSS, del Dr. Rojo de la Vega y, la
calidad quirúrgica y destreza del maestro Francisco Martínez
Lugo, permitieron la apertura del curso en el recién edifica-
do Hospital Regional La Raza. Poco tiempo después de in-
augurado el hospital, se abrió el primer curso de Residencia
de Posgrado en Cirugía Bucodentomaxilar con duración de
dos años. El profesor titular fue el Dr. Rojo y su adjunto el Dr.
Martínez Lugo.
Este primer curso de Posgrado en el país, significó el inicio
de la preparación formal de los Cirujanos Maxilofaciales, y fue
ejemplo para que otras instituciones de salud y centros de
enseñanza, abrieran sus puertas a los Cirujanos Dentistas con
deseo de realizar estudios formales. El primer egresado del
curso en 1955, fue el Dr. José Izasola Valdés, pocos años des-
pués, se graduaría el Dr. Lorenzo González, quien continuó
su formación en Francia. En 1968 se graduaron los doctores
Timoteo Barrera y Guillermo Baños Aparicio quien más tarde
sería jefe de este mismo servicio y Presidente del Consejo.
Con esta generación, se amplió la duración del Programa a
tres años. Al poco tiempo, se graduaron Jesús Martínez Bravo
quien sería el primer profesor titular del curso en el Hospital
Civil de S.L.P. y Carlos Carrasco, quien había iniciado su Resi-
dencia en el Centro Médico Nacional.
Años después se graduaron los doctores Miguel Peña y
José Luis Cadena, que pronto se incorporaron como médicos
adscritos al servicio. Los Doctores Baños, Carrasco, Peña y Ca-
dena, fieles a la tradición del hospital fundador de las Residen-
cias de Cirugía Maxilofacial, formaron uno de los equipos de
enseñanza más sólidos del país, con gran compromiso por la
docencia y por la formación de los Cirujanos Maxilofaciales,
prueba de ello, es que, estos cuatro profesionales han sido Pre-
sidentes del Consejo de Cirugía.
l Residencia de posgrado en el Centro Hospitalario
20 de Noviembre ISSSTE. (hoy, Centro Médico Nacional
20 de Noviembre)
Inaugurado en 1961, el hospital contó desde un principio
con un servicio de Cirugía Bucodento Maxilar a cargo del Dr.
182
Julio Soto. En 1963, se instituyó la especialidad -por primera
vez en el ISSSTE- con una duración de dos años, como pro-
fesor titular fue designado el mismo Dr. Soto. El primer re-
sidente fue el Dr. José Tavera Reyes, quien un año después
de haber terminado, se convirtió en profesor titular y Jefe del
servicio, fue contratado en el Hospital de Pediatría del Centro
Médico Nacional, y posteriormente ocupó el puesto de Jefe
de Servicio en el Hospital La Raza. El Dr. Tavera fue profesor ti-
tular durante 10 años, de 1966 a 1976, año en que es sustitui-
do por el Dr. Luis Molina Moguel, quien a su vez se mantiene
en el cargo hasta el año 2003. Durante 27 años, Luis Molina
da un importante impulso académico al Servicio y lo convier-
te en uno de los más importantes del país. Organizó más de
10 cursos internacionales con profesores de talla mundial,
William Bell DDS, University of Texas; Timothy Turvey DDS,
University of North Caroline at Chapell Hill; Donald Booth
DDS, Boston University, Paul J. Walter DDS, Louisiana State
University, realizando talleres de cirugía ortognática, el pri-
mero en 1980 con los doctores Sánchez Torres y Baños Apa-
ricio. Molina fundó con sus alumnos, la Asociación Mexicana
Inter-hospitalaria de Cirugía Maxilofacial. Desde la salida del
Dr. Molina en 2003, la Dra. Laura Pacheco, ex residente del
hospital tiene a su cargo la titularidad del curso de posgrado.
A lo largo de los años, han egresado distinguidos cirujanos
que ocuparon importantes cargos y fundaron otros progra-
mas de Posgrado. Entre ellos, José Cervantes Vidal, fundador
del programa de posgrado en el Hospital Darío Fernández y
expresidente de ADM y de ADDF; Jorge Martínez Baeza, fun-
dador del programa en el Hospital Fernando Quiroz; Augusto
Pavía Noble, ya fallecido y con gran experiencia en trauma, fue
el cirujano maxilofacial de la Comisión de Box del D.F.
Manuel Duarte Ronces, miembro de la comisión de ela-
boración de exámenes del Consejo, Manuel Gutiérrez Rome-
ro, actual Jefe de Servicio en el hospital; Javier Dávila Torres,
quien ha desarrollado una importante carrera administrati-
va en las instituciones de salud; Alejandro Martínez Garza,
expresidente del consejo de la AMCBM y ALACIBU y Laura
Pacheco actual profesora titular del curso y miembro de la
comisión de elaboración del examen en el Consejo.
l Residencia de Posgrado en el Hospital General del
Centro Médico Nacional IMSS (hoy, Hospital de Especiali-
dades del CMN Siglo XXI)
Este importante hospital del Centro Médico Nacional
(CMN), fue inaugurado en 1963. El Dr. Samuel Sentíes, Jefe
del recién constituido servicio de Cirugía Bucodentomaxilar,
fue el primer profesor titular del curso de posgrado, que ini-
ció el 1° de marzo de 1965, con una duración de tres años. Sus
primeros residentes fueron José Antonio Sánchez de Ovando,
Santiago Escamilla y Aurora García. Entre los distinguidos egre-
sados de este programa, se encuentran el Dr. Takao Kimura Fu-
jikami, integrante de la cuarta generación (1969-1972), y el Dr.
Alejandro Oviedo Montes, graduado a fines de los 80 y futuro
miembro de número, de la Academia Mexicana de Cirugía. El
Dr. Sentíes, profesor titular durante 16 años, fue sustituido en
1981 por su alumno, el Dr. José Antonio Sánchez de Ovando y
éste por el Dr. Takao Kimura quien fungió como profesor titu-
lar hasta 1998, y, sustituido en el cargo por el Dr. Marco García
Huerta. Actualmente la Dra. Jovita Romero Flores funge como
profesora y Jefe de Servicio interino.
l Residencia de posgrado en el Hospital General La
Perla Ciudad Nezahualcóyotl
Es en este hospital donde se establece por primera vez una
Residencia de Especialidad en un hospital de la Secretaría de
Salubridad. El Dr. Robin L.M. Gray, Cirujano Maxilofacial del
Royal College of Surgeons y Médico Cirujano por la UNAM, es
nombrado profesor titular de este primer curso, inaugurado en
marzo de 1975. Se aceptaron dos residentes por año, para un
curso de tres años de duración. Los primeros residentes fueron
Luis Carvajal Bello de León Gto., y Alberto Campos Molina del
D.F, fundador del Programa de Cirugía Maxilofacial en el Hos-
pital Central Militar. La segunda generación, la formaron: Yo-
landa Valero Princet, actual directora de la Facultad de Odon-
tología de la Universidad Intercontinental y Fernando Gallo
de Guadalajara que trabajó muchos años en el equipo del Dr.
Guerrero Santos, eminente cirujano plástico. A la 3ª genera-
ción pertenece Rogelio Hernández Velasco de Tijuana. Dada su
preparación académica y quirúrgica el Dr. Gray le imprime a
la residencia un sello personal, realizando procedimientos de
Cirugía Plástica y Estética Facial, además de un interés especial
por la Patología Oral. A principios de los 80, toma la jefatura del
servicio y la titularidad de curso el Dr. Eugenio Deixter Mateos,
entrenado en el Reino Unido. Al ser nombrado Director de la
Facultad de Odontología de la Universidad Intercontinental,
deja la titularidad en manos de la Dra. Eufrosina Ruíz Merlín,
quien a su vez, la deja a la Dra. Carmen Sessati Flores. El Hospi-
tal fue cerrado para una remodelación en 1996 y reabierto en
2006 como parte del Instituto de Salud del Estado de México.
Lamentablemente a la fecha no ha sido reabierto el curso de
residencia de tanta tradición.
l Residencia de posgrado en el Hospital Juárez SSA
(hoy Hospital Juárez de México)
Antes de iniciarse los cursos formales de posgrado, bajo la
tutela del Dr. Javier Sánchez Torres, se preparó un destacado
grupo de cirujanos, unos se quedarían en el propio hospi-
tal: Francisco Viñas, Tetsuji Tamashiro, Ma. Cristina Eguiarte
y Carlos Liceaga; otros saldrían a fundar nuevos servicios y
a difundir las enseñanzas del maestro: José Rodríguez San
Miguel, Raymundo Olivares Sosa, Pedro Ocampo, Salvador
Anaya, Vicente Bermúdez y Albano Flores. El primer curso
de residencia de posgrado se abrió en marzo de 1976, en las
instalaciones del viejo hospital, en el Centro Histórico de la
Ciudad de México, con una duración de tres años y se acep-
taron dos residentes por año. El Dr. Javier Sánchez Torres fue
el profesor titular durante tres generaciones. Los profesores
adjuntos fueron Tetsuji Tamashiro, María Cristina Eguiarte,
Francisco Viñas y Carlos Liceaga. En 1979, los primeros resi-
dentes egresados fueron Martín Toranzo Fernández de SLP
y Jorge Silva Bringas de Baja California. Los residentes de la
segunda generación fueron Juan José Trujillo Fandiño, Pre-
sidente del Consejo (1997-2000), profesor de la Universidad
Intercontinental y en UNITEC y actual Coordinador Académi-
co del mismo curso y Juan José Guzmán Ríos, fundador en
Aguascalientes de una importante Clínica de Fisuras Labio
Palatinas. De la tercera generación egresaron Vicente Cuairán
Ruidíaz, Presidente del Consejo (1994-97), Coordinador de Ci-
rugía en la Universidad Intercontinental y actual Jefe del De-
partamento de Estomatología del Hospital Infantil de México
y Gustavo Sotelo y Soto de Jalapa Veracruz. Desde entonces
han egresado distinguidos cirujanos que han ocupado im-
portantes cargos y fundado otros programas de posgrado.
Elvira Carrión, quien al término de su Residencia de Cirugía
Maxilofacial, cursó la carrera de Médico Cirujano en la UAM y
la residencia de Otorrinolaringología en el Hospital Español,
Alberto Sánchez Galeana, distinguido cirujano en Acapulco,
Raúl Campos Hernández, profesor del curso en el Hospital Es-
tatal Toluca Adolfo López Mateos, Agustín Tiol Morales, Jefe
de Servicio en el Centro Médico Naval y profesor en la FES
Zaragoza y de la Universidad Intercontinental, Rafael Flores,
profesor fundador de la residencia en el Hospital Rafael Lucio
en Jalapa Ver., José Espinosa Fernández, encargado de Ciru-
gía Maxilofacial en el Hospital General de México, Juan Guati
Rojo, profesor de la Universidad Autónoma de Tamaulipas,
Alejandro Seamanduras Pacheco, profesor de la U. Autóno-
ma de Baja California, Norma Villanueva Moreno, Cirujano
Maxilofacial en el Hospital Infantil de México y profesora en
UNITEC, Rodrigo Liceaga, actual médico adscrito del servicio
y profesor en UNITEC, entre otros . Con la titularidad de Car-
los Liceaga y la Coordinación Académica de Juan José Trujillo,
el curso del hospital es actualmente, uno de los mejores del
país. Hoy, se aceptan al año, tres residentes nacionales y uno
extranjero.
183
 l Residencia de posgrado en el Hospital Central Dr.
Ignacio Morones Prieto de San Luis Potosí
A finales de los años 70, se abre el curso en el Hospital
Civil de SLP, el primer curso de especialidad en el interior del
país. El Dr. Jesús Martínez Bravo, fue el profesor titular; egre-
sado del Hospital La Raza y su adjunto el Dr. Martín Toranzo
Fernández, egresado del Hospital Juárez. El curso, que desde
su inicio contó con el reconocimiento de la Universidad Au-
tónoma de San Luis Potosí, pronto adquirió un gran presti-
gio. Los primeros cursos tuvieron una duración de dos años
y poco después se amplió a tres. Los primeros residentes
fueron Abraham Pérez Romero y Margarita Reyes Valdez. A la
salida del Dr. Martínez Bravo, se encargó de la jefatura del ser-
vicio y titularidad del curso el Dr. Martín Toranzo. El actual jefe
y profesor es el Dr. José Antonio Hidalgo. Destacados ciruja-
nos han egresado de ese programa: Gastón Porte Hinojosa
de Monterrey, Humberto Arteaga Ortiz de Poza Rica, Hum-
berto Gallegos Padilla de Villahermosa, Héctor Rincón quien
al terminar su residencia, se fue un año a Puerto Rico y hoy en
día, es Jefe de Servicio en el Hospital Infantil de México, David
Villanueva que labora en Toluca, en uno de los hospitales del
ISSEMYN y que ha acumulado una importante experiencia
en el manejo de Fisuras Labio Palatinas, los Residentes del
Programa de la Facultad de Odontología rotan con él, la Dra.
Alejandra Rodríguez, profesora del curso de Posgrado en el
Hospital Rafael Lucio de Jalapa Veracruz, entre otros.
l Residencias de posgrado en los Hospitales Regio-
nales del ISSSTE
Años después de la apertura del Curso de Residencia en el
Hospital 20 de noviembre, las autoridades de enseñanza del
ISSSTE, decidieron abrir nuevos Programas de Especialidad
en los hospitales regionales. El primer hospital que contó con
un curso, fue el Hospital Dr. Darío Fernández, el profesor titu-
lar fue el Dr. José Cervantes Vidal, Posteriormente Se abrieron
cursos en el Hospital Lic. Adolfo López Mateos a cargo del Dr.
Adolfo Segura Alcalá, sus primeros residentes fueron el Dr.
Rochin y la Dra. Marcela Orozco, años después egresaría el Dr.
Gabriel Terán, cirujano muy involucrado en la formación de
la Asociación Interhospitalaria y durante varios años, brazo
derecho del Dr. Molina Moguel, actualmente radica en Her-
mosillo Son. Siguieron el Hospital Dr. Fernando Quiroz, cuyo
curso estuvo a cargo del Dr. Jorge Martínez Baeza, su primer
residente fue el Dr. Alberto Jiménez Merino, en el Hospital 1°
de Octubre con el Dr. Luis Molina Moguel, como titular segui-
do por el Dr. Enrique Hidalgo y por la actual titular, la Dra. Ilea-
na Pico y el Hospital Ignacio Zaragoza, cuyo primer profesor
titular fue el Dr. Pedro Ocampo.
184
l Residencia de posgrado en el Hospital Central Mili-
tar. Universidad del Ejército y la Fuerza Aérea
El Hospital Militar fue inaugurado en 1939. Fue hasta fina-
les de los años 80, cuando se iniciaron los cursos de Posgrado
en Cirugía Maxilofacial. El primer curso, estuvo a cargo del Dr.
Alberto Campos Molina, alumno del Dr. Robin Gray. El primer
residente fue el Dr. Omar Reyes Velázquez quien más tarde lo
sucedería en la titularidad del curso y en la Jefatura del Depar-
tamento. En la actualidad, el Jefe de Servicio y profesor titular
es el Teniente Coronel CD Francisco Hernández Martínez.
l Cursos de Posgrado en Cirugía Oral y Maxilofacial
en los Estados de la República
Varios son los hospitales del interior del país que cuentan
con cursos de Posgrado y que siguen el Programa de Estudios
propuesto por la UNAM, y cuyos residentes se certifican en el
Consejo de Cirugía Oral y Maxilofacial. La mayoría de estos
cursos cuenta con aval universitario.
El Hospital Civil de San Luis Potosí fue el primero en te-
ner una residencia de Cirugía Oral y Maxilofacial en el interior
del país, y además los hospitales que son sedes de cursos de
posgrado son: C.M. Lic. Adolfo López Mateos de Toluca con
el Dr. Raúl Campos Hernández, egresado del Hospital Juárez
como profesor titular; Hospital sede del posgrado de la Uni-
versidad Autónoma de Ciudad Juárez, profesor titular Dra.
Laura E. Franco Garrocho; Centro de Especialidades Médicas
Dr. Rafael Lucio en Jalapa, con la titularidad de Rafael Flores
García, egresado del Hospital Juárez; Hospital Civil de Guada-
lajara, con la titularidad de la Dra. Luz Patricia E. Santibáñez
Escobar; y el Hospital Metropolitano, sede del Posgrado de
la Universidad Autónoma de Nuevo León a cargo de la Dra.
Belinda Beltrán Salinas egresada del Civil de San Luis Potosí.
l División de estudios de Posgrado. Facultad de
Odontología UNAM
Ya instalada la ENO en Ciudad Universitaria, en 1961 se forma
el Departamento de Graduados, dirigido por uno de los pione-
ros de la cirugía oral en México, el Dr. Francisco Raúl Miranda. En
1972, la Escuela de Odontología, a través del Departamento de
Graduados, ya convertido en la División de Estudios Superiores,
es autorizada por el Consejo Universitario para abrir los cursos de
Maestría y Doctorado. Se inician las maestrías de Prótesis Bucal
y Odontopediatría y los cursos de especialidad en Parodoncia,
Ortodoncia, y Endodoncia y, se inicia el proyecto de maestría en
Materiales Dentales y Cirugía Bucal. En 1975, debido a que ya se
habían graduado los primeros doctores, la ENO se transforma en
Facultad de Odontología.
En 1975, siendo Coordinador de la División de Estudios Su-
periores el Dr. Hermilo López, se inicia el curso de especialidad
con el nombre de Odontocirugía el cual sería cambiado antes
de terminar el primer curso por el de Cirugía Bucal. Debido a
que la mayoría de los Jefes de Servicio de los hospitales con resi-
dencias de especialidad en Cirugía y los Cirujanos Maxilofaciales
con entrenamiento formal, se habían retirado de la ENO debido
a severos conflictos sucedidos en los años 70, se designó como
profesor titular al Cirujano Bucal de origen chileno, Jaime Ostria
González. Años más tarde, el equipo docente se reforzó con la
llegada del Dr. Anastazov, Cirujano Maxilofacial de nacionali-
dad búlgara y autor de un libro de texto de la especialidad que
no llegó a ser traducido al español. El curso fue diseñado para
dos años. Al año siguiente se inauguró la Unidad de Cirugía en
la clínica periférica de Xochimilco, abierta en 1974. La primera
generación (1975-77), inicia con seis alumnos de los cuales sólo
obtienen su título de especialistas en Cirugía Bucal dos alum-
nos, quienes, más tarde, serían profesores titulares del curso y
participarían activamente en el Consejo de Cirugía Maxilofa-
cial, Rafael Ruíz Rodríguez y Florentino Hernández Flores. A la
segunda generación pertenecen Alberto de la Torre y Moran,
quien sería más tarde, profesor fundador del Curso de Posgra-
do en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, y el primer
alumno extranjero, Fernando Sandoval de Ecuador. En 1995, se
elaboró el Proyecto de Curso Universitario de Especialización en
Cirugía Oral y Maxilofacial tomando como modelo el Plan Único
de Especialidades Médicas (PUEM), elaborado por la Facultad de
Medicina de la UNAM, la Academia Nacional de Medicina y las
instituciones del Sector Salud. El proyecto fue elaborado por el
Dr. Vicente Cuairán, Presidente del Consejo de Cirugía Maxilo-
facial y el Dr. Rafael Ruíz, profesor titular del curso de Posgrado
de la Facultad de Odontología. El proyecto unificaba en un sólo
plan de estudios, a todos los Programas de Posgrado del país, les
otorgaba reconocimiento universitario por parte de la UNAM, y,
extendía el plan, a cuatro años de duración. En 1996, se firmó el
convenio entre la Facultad de Odontología y las tres institucio-
nes del Sector Salud: SS, IMSS e ISSSTE, para que los programas
institucionales tuvieran reconocimiento universitario. Se desig-
nó al Dr. Rafael Ruiz Rodríguez, Coordinador General de los pro-
gramas de Posgrado y como coordinadores de las instituciones
de salud al Dr. Carlos Liceaga Escalera por la Secretaria de Salud,
al Dr. Guillermo Baños Aparicio por el IMSS y al Dr. José Luis Mo-
lina Moguel por el ISSSTE.
l Cirujanos egresados de cursos de posgrado
en el extranjero
Diversos mexicanos han realizado sus estudios de posgrado
en Cirugía Oral y Maxilofacial en centros hospitalarios y univer-
sidades extranjeras. Los primeros en formarse fuera de México,
provenientes de universidades estadounidenses, en los años
50, fueron: el Dr. José Agustín Pérez de Lebrija de la Universidad
de Iowa, fundador de la Asociación Mexicana de Cirugía Bucal
y el Dr. Julio Soto de Northwestern University en Chicago, Jefe
de Servicio en tres hospitales diferentes. En los años 60, llegó a
Monterrey el Dr. Jesús Héctor Ramírez Rodríguez mejor conoci-
do por sus pacientes y alumnos como “el caimán”.
A partir de la llegada de Vicente Bermúdez -a mediados
de los años 70- la Universidad de Puerto Rico ha seguido reci-
biendo estudiantes mexicanos: Sergio Canavati de Monterrey,
Vicente Mendoza del D.F., Ignacio Calleja del D.F. graduado en
1986, José Carlos Suárez Moran del D.F. graduado en 1993.
Fue el primero en hacer un programa de cuatro años; Carlos
Villareal, César Treviño y Rolando Salazar, Carlos Morales Ryan
y Bernardo Robles Gil, egresados de universidades en Monte-
rrey y Jerónimo Guzmán del D.F. En la actualidad, estos últimos
seis cirujanos, ejercen en Estados Unidos. En el Hospital Jack-
son Memorial de Miami, se entrenaron Paul Golberg Javkin y
Eduardo Nicolaievsky Spiro, ambos del D.F. y Samuel Tacher
Levy en la Universidad de Texas en Houston, a finales de los 80.
Los doctores Calleja, Nicolaievsky, Suárez y Guzmán se certifi-
caron en el American Board of Oral and Maxilofacial Surgery.
Provenientes de programas europeos llegaron: de Fran-
cia, Lorenzo González; de España, Walter San Martín Brieke
de Puebla, José Luis Villalobos Peralta de Ensenada, Víctor
Eugenio Cuen Jiménez y Jorge Rodríguez Cisneros de Tijua-
na; del Reino Unido, Eugenio Deixter Mateos entrenado en
la Unidad de Cirugía Maxilofacial de Rhyl, Gales del Norte y
Gerardo De la Torre y Morán, en la Universidad de Londres y
de Alemania, Víctor Hugo Castillejos Vizcaíno, profesor de la
FES Iztacala, entrenado en la Universidad de Tübingen.
La formación del Cirujano Oral
y Maxilofacial en México
La Asociación Internacional de Cirujanos Orales y Maxi-
lofaciales (IAOMS), define a la COMF, como una especialidad
quirúrgica que incluye el diagnóstico, cirugía y tratamientos
relacionados con un gran espectro de enfermedades, heridas
y aspectos estéticos de la boca, dientes, cabeza y cuello.
En Europa, se denomina Cirugía Oral y Maxilofacial a la
especialidad de la medicina que se dedica al estudio, preven-
ción, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de las enfer-
medades congénitas y adquiridas del cráneo, cara, cabeza y
cuello, cavidad oral y maxilares (incluyendo la dentición). La
patología adquirida puede ser de origen tumoral, traumático,
por degeneración o envejecimiento. En el Continente Ameri-
cano, se define a la Especialidad de Cirugía Oral y Maxilofa-
185
 cial, como una especialidad de la odontología que abarca el
ámbito que fija la asociación internacional.
Dado que en México, la cirugía oral y maxilofacial es una
especialidad odontológica, la formación de los cirujanos ora-
les y maxilofaciales consiste en:
1) La carrera de cirujano dentista en cinco o seis años se-
gún la universidad o el centro de enseñanza superior, inclu-
yendo un año de servicio social.
2) Curso universitario de posgrado con residencia hospita-
laria de cuatro años de duración, con rotaciones intra y extra
hospitalarias por diversos servicios y hospitales y que incluye
las asignaturas: anatomía patológica, radiología e imagen de
cabeza y cuello, anestesia, terapia intensiva, dermatología, ciru-
gía general, traumatología, otorrinolaringología, cirugía plástica,
oncología, hospital infantil y hospital de traumatología
Actualmente existen diversos programas de residencia en
el país, todos de cuatro años, con reconocimiento universitario
y basado en el plan de estudios único, elaborado por el Conse-
jo de Cirugía Oral y Maxilofacial y la Facultad de Odontología.
Programas de Posgrado en Cirugía
Oral y Maxilofacial Actuales
l Secretaría de Salud Federal
Hospital Juárez de México. México D.F.
Profesor: Dr. Carlos Juan Liceaga Escalera
l IMSS Surgeons. Disponible en http://www.aaoms.org/
Hospital de Especialidades del Centro Médico
Nacional La Raza. México D.F.
Profesor: Dr. José Luis Cadena Anguiano
Hospital de Especialidades del Centro Médico
Nacional Siglo XXI. México D.F.
Profesor: Dra. Jovita Romero Flores (interino)
l ISSSTE
Centro Médico Nacional 20 de Noviembre. México D.F.
Jefe de Servicio: Dr. Manuel Gutiérrez Romero
Profesor: Laura Pacheco
Hospital Lic. Adolfo López Mateos. México D.F.
Profesor: Dr. Arturo Gómez Pedroso Balandrano
Hospital Regional 1° de octubre. México, D.F.
Profesor: Dra. María Iliana Picco Díaz
Hospital Regional Gral. Ignacio Zaragoza. México D.F.
Profesor: Dr. Ernesto Miranda Villasana
l UNAM
División de Estudios de Posgrado Facultad
de Odontología. México D.F.
Profesor: Dr. Gabriel Loranca Fragoso
186
l Sedena
Hospital Central Militar. México D.F.
Profesor: Dr. Francisco Hernández Martínez
l Secretaría de Salud. Hospitales
del interior der la República
Hospital Central Dr. Ignacio M orones Prieto.
San Luis Potosí, SLP
Profesor: Dr. José Antonio Hidalgo Hurtado
Centro de Especialidades Médicas Dr. Rafael Lucio.
Jalapa, Veracruz
Profesor: Dr. Rafael Flores García
C.M. Lic. Adolfo López Mateos. Toluca, Estado de México
Profesor: Dr. Raúl Campos Hernández
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.
Cd. Juárez, Chihuahua.
Profesor: Dra. Laura E. Franco Garrocho
Hospital Civil de Guadalajara. Guadalajara, Jalisco
Profesor: Dra. Luz Patricia E. Santibáñez Escobar
Universidad Autónoma de Nuevo León.
Hospital Metropolitano. Monterrey N.L.
Profesor: Dra. Belinda Beltrán Salinas
fuentes:
Bibliografía
l American Association of Oral and Maxillofacial
l American Board of Oral and maxillofacial
Surgery. Disponible en http://www.aboms.org/
l Consejo Mexicano de Cirugía Oral y Maxilofacial.
Disponible en http://www.comf.org.mx
l Díaz de Kuri, MV. “El nacimiento de una profesión”.
“La odontología en el siglo XIX en México”. UNAM -
Fondo de Cultura Económica, México, 1994.
l European Board of Oral and Maxillofacial
Surgery. Disponible en http://www.ebomfs.net/eng
Facultad de Estomatología. Universidad
l
Autónoma de San Luis Potosí. Disponible en http://
www.uaslp.mx/
l Facultad de Odontología. Instituto Tecnológico
de Estudios Superiores de Monterrey. (Tec. de
Monterrey). Disponible en http://www.itesm.edu/
wps/wcm/connect/itesm
l Facultad de Odontología. UNAM. Disponible en
http://odonto.unam.mx/
Facultad de Odontología. Universidad
l
Intercontinental. Disponible en http:/www.uic.edu.mx
l International Association of Oral and
Maxillofacial Surgeons. Disponible en http://www.
iaoms.org/
l Ocaranza F. “Historia de la Medicina en México”.
Midy, México,1934.
l Soberon G, Kumate J, Laguna J. “La Salud en México:
Testimonios 1988”. Desarrollo institucional.
Institutos Nacionales de Salud.: Fondo de Cultura
Económica, México, 1988.
 Parte VI PARTE I
l Capitulo
Las Asociaciones de Cirujanos en México y
El Consejo Mexicano de Cirugia Oral y Maxilofacial
El primer consejo de certificación de
especialistas en la odontología mexicana
Dr. Vicente Cuairán Ruidíaz
Cirujano maxilofacial. Profesor y Jefe del
Departamento de Estomatología y Cirugía
Maxilofacial.
Hospital Infantil de México Federico Gómez. Profesor
y Coordinador de Ciencias Médico-quirúrgicas
Universidad Intercontinental
L
as Agrupaciones
Gremiales de Cirujanos
Orales y Maxilofaciales
l Asociación Mexicana de Cirugía Bu-
cal y Maxilofacial-Colegio Mexicano de Cirugía Bucal y
Maxilofacial
En 1954 se funda la Asociación Mexicana de Cirugía Bucal,
con la finalidad de que los Cirujanos Dentistas dedicados a la
Cirugía Bucal o interesados en ella, tuvieran un espacio don-
de intercambiar ideas y experiencias. Esta asociación se fundó
XXXVI
como filial de la ADM. Los socios fundadores podían dividirse
de acuerdo a su procedencia, en tres grupos: los profesores
de Cirugía Bucal y Patología de la ENO como: Francisco Raúl
Miranda, Alberto Palacio Gómez, Ignacio Reynoso Obregón,
Miguel Santos Oliva, y un tercer grupo lo constituían los Ciru-
janos Orales entrenados en Estados Unidos, como el Dr. José
Agustín Pérez de Lebrija quien fue el encargado de diseñar el
escudo de la Asociación. Desde sus primeros años la Asocia-
ción se vio nutrida de jóvenes profesionales interesados en la
especialidad: Javier Sánchez Torres, Raymundo Olivares Sosa,
Melitón Cross Lecanda, María Cristina Eguiarte, Tetsuji Tamas-
hiro, Salvador Anaya Alva, Robin L.M. Gray entre otros. El Dr.
Francisco Raúl Miranda fue elegido como su primer presiden-
te y duró en el cargo hasta 1961. Desde el inicio, se realizaron
sesiones científicas mensuales. El Dr. Miranda organizó los tres
primeros congresos, como respuesta obtuvo una activa inter-
vención de la Asociación en las Asambleas Nacionales de Ciru-
janos, organizadas por el Hospital Juárez. Los congresos nacio-
187
 nales que pronto tuvieron carácter internacional, han seguido
celebrándose cada dos años hasta 2004, y a partir de entonces,
se organiza uno cada año.
En 1963 el Dr. Sentíes tomó posesión como presidente y
en 1965, organizó el IV Congreso en conjunto con la Asocia-
ción Dental Mexicana en el Castillo de Chapultepec.
Para el periodo 1965-1967, fue elegido presidente el Dr.
Sánchez Torres y en el V Congreso celebrado en 1967, se realizó
un Simposio entre todos los hospitales con Servicios Quirúr-
gicos. Durante su gestión, las sesiones académicas de los pri-
meros martes de mes se empezaron a celebrar en un aula del
edificio de la Asociación Dental Mexicana situado en la plaza
del Monumento a la Revolución. Este edificio fue donado a la
Asociación por el Gobierno Federal a mediados de los 60, gra-
cias a los buenos oficios del Dr. Francisco Raúl Miranda cuando
fue presidente de la ADM.
Le sustituyó en la presidencia el Dr. Cross Lecanda, quien
en 1969, organizó el VI Congreso -por primera vez en la recién
inaugurada Unidad de Congresos del Centro Médico Nacio-
nal- sede de este evento hasta 1985. En 1969, con el respaldo
académico de la Asociación, el Dr. Sánchez Torres organizó
un curso de Cirugía Bucal de un año de duración con sesio-
nes semanales de 20 a 22 horas impartidas en el edificio de
Ezequiel Montes, sede de la ADM.
Durante la gestión del Dr. Olivares Sosa (1969-1971), se
invitó por primera vez a un profesor extranjero para el VII
Congreso: el profesor Harry Hargis DDS de Los Ángeles Ca-
lifornia y discípulo de Hugo Obwegeser, quien impartió un
curso sobre Corrección de Deformidades Faciales.
En 1971 el Dr. Sánchez Torres es elegido presidente por se-
gunda ocasión. En septiembre de 1972, asiste como invitado
del Dr. Robert Shira al Congreso Anual de la Asociación Ameri-
cana de Cirujanos Orales celebrado en Houston, Texas. Durante
su gestión, en octubre de 1973, se organizó el VIII Congreso en
conjunción con el V Congreso de la ALACIBU (Asociación Lati-
noamericana de Cirugía Bucal), Melitón Cross presidía la ALACI-
BU y Salvador Anaya el congreso. El Dr. Van der Kwast, cirujano
holandés fue el profesor del curso.
En 1973 toma posesión de la presidencia el Dr. Salvador
Anaya y organiza el IX Congreso en 1975, con la modalidad
de cursos magnos de Cirugía y Patología Oral.
La primera mujer presidente de la Asociación, es elegida
en 1975, la Dra. María Cristina Eguiarte, quien invitó para el X
Congreso al Dr. Daniel Waite DDS profesor y Jefe de Cirugía
Maxilofacial de la Universidad de Minnesota, a impartir un
curso de Cirugía Preprotésica y de Cirugía Ortognática.
Durante el periodo del Dr. Tetsuji Tamashiro (1977-1979) y
188
durante el primer año de gestión, se inicia la organización de
los Seminarios Científicos, que posteriormente se celebrarían
anualmente. El primer Seminario se realizó en noviembre de
1978, en el Hotel Hacienda Cocoyoc y tuvo como profesor al
Dr. William Bell, de la Universidad de Texas en Dallas, uno de los
más grandes exponentes de Cirugía Ortognática del mundo.
En julio de 1979, se celebró el XI Congreso Nacional e Inter-
nacional y se invita al Dr. Chris Doku DDS, profesor y Jefe de
Cirugía Maxilofacial de la Universidad de Tufts, en Boston.
Durante la gestión del Dr. Takao Kimura (1979-1981), se
realizó en noviembre de 1980 el segundo Seminario, también
en La Hacienda Cocoyoc y con la presencia del eminente pro-
fesor y Traumatólogo Maxilofacial inglés, Sir Norman L. Rowe.
Para el XII Congreso, se invitó al Dr. Irving Small y al Dr. Meyer S.
Leonard profesores de las Universidades de Carolina del Norte
y Minnesota respectivamente y se organizó un Simposio sobre
el análisis situacional de la especialidad a nivel hospitalario.
Dada la situación económica por la que atravesaba el país,
durante el periodo del Dr. Carlos Liceaga (1981-1983), no se
pudo invitar a profesores extranjeros, el XIII Congreso se celebró
en julio de 1983 con conferencias magistrales de profesores na-
cionales y una nutrida presentación de trabajos libres. La confe-
rencia magistral inicial corrió a cargo del Dr. Erick Martínez Ross.
El Dr. Ignacio del Real Ugalde tomó posesión como presi-
dente en julio de 1983. Para el IV Seminario realizado -un año
después- en la Hacienda Vistahermosa en el Estado de Morelos
se contó con la presencia del profesor Philip Boyne DDS, experto
en Cirugía Reconstructiva de los Maxilares. El XIV Congreso, se
celebró en la Unidad de Congresos del Centro Medico del IMSS,
el profesor invitado fue el profesor Larry Wolford DDS, quien te-
nía una amplísima experiencia en el manejo de deformidades
dentofaciales e impartió un curso de predicción quirúrgica en
Cirugía Ortognática con el sistema STO.
El Dr. Robin L.M. Gray (1985-1987) organizó el V Seminario
en la Hacienda Vistahermosa, esta vez el profesor invitado fue
otra destacada figura de la cirugía, el Dr. David Poswillo MDDDS,
experto en investigación de Anomalías Congénitas Craneofacia-
les y Maxilofaciales. El XV Congreso se desarrolló en el Centro
Médico y el tema central fue implantología dental.
El Dr. José Luis Molina Moguel, fue el relevo en la presi-
dencia (1987-1989) y en 1988, organizó el VI Seminario en la
Hacienda San José de Vistahermosa, estuvo a cargo del ex-
perto en Cirugía de Articulación Temporomandibular Franklin
Dolwick DDS, de la Universidad de Florida, el cirujano disertó
sobre la Patología y Terapéutica Quirúrgica de la Articulación
y sus Desarreglos Internos. En julio de 1989, el Dr. Molina Mo-
guel y el Dr. Cuairán, organizaron el XVI Congreso de AMCB y
en conjunto con la Sociedad Española de Cirujanos Orales y
Maxilofaciales, el primer Congreso Hispanoamericano, mismo
que se celebró en el Hotel Sevilla Palace del Paseo de la Re-
forma. Los temas principales versaron sobre Fijación Rígida en
Cirugía Ortognática y Cirugía Craneofacial. Participaron como
profesores: el Dr. José Alonso del Hoyo y el Dr. Montoya de Es-
paña; el Dr. Joseph Van Dickens DDS de los Estados Unidos y el
profesor Emil Steinhauser MD, DDS de Alemania. El Congreso
fue uno de los más exitosos realizado hasta entonces.
Posteriormente asumió la presidencia el Dr. Adolfo Segura
Alcalá (1989-91) quien en 1990 organizó el VII Seminario en el
Hotel del Prado en Cuernavaca, durante su gestión se impartió
un curso de Patología Oral a cargo del Dr. Julio Santana de Cuba
y el Dr. Adalberto Mosqueda, Patólogo Oral de la UAM-X, entre-
nado en Londres. Al año siguiente, el Dr. Segura y el Dr. Kimura
organizan el XVII Congreso de AMCB en conjunción con el Con-
greso de ALACIBU que presidia el Dr. Enrique Amador de Colom-
bia. El Dr. Javier Dávila coordinó el Pre-congreso de ALACIBU,
celebrado en las instalaciones del ISSSTE en Tlalpan en el que
participaron los doctores Robert Walker DDS y William Bell DDS
de Texas, Philip Boyne DDS de Loma Linda, Stephen Schendel
Cirujano Maxilofacial y Plástico de Estados Unidos, Jeffrey Moses
de California y Jean Marie Vaillant de Francia. Este evento resulto
de una gran relevancia académica.
Durante su gestión el Dr. Javier Dávila (1991-1993) organi-
zó en 1992, el VIII Seminario en la Mansión Galindo en Queréta-
ro, el profesor invitado fue el Dr. Bruce N. Epker DDS, una de las
grandes figuras de la cirugía estadounidense, quien impartió
un curso de Cirugía Cosmética Maxilofacial. El tema del Semi-
nario desató una importante polémica con el Consejo Mexica-
no de Cirugía Plástica y Reconstructiva, lo que ocasionó que le
fuera retirada -al Consejo de Cirugía Maxilofacial-, la idoneidad
por parte de la Academia Nacional de Medicina. Dávila orga-
nizó junto con el XVIII Congreso Nacional, el Primer Congreso
Panamericano en el que participaron diversos profesores de
Iberoamérica y el Dr. Enrique Wolpert, Subsecretario de Salud
de México. El 27 de octubre del mismo año, se celebró en el
Hotel Royal Pedregal de la Cd. De México, un Simposio con
la presencia del Dr. Hugo Obwegeser DDS MD, profesor de la
Universidad de Zurich y la figura más reconocida de la Cirugía
Maxilofacial contemporánea y a quien se le hizo socio honora-
rio de la Asociación. Durante estos años se suscitó la polémica
sobre el carácter nacional de la AMCB. La Asociación, fundada
en 1954 por los pioneros de la Cirugía Bucal, siempre tuvo un
carácter nacional, en forma operativa funcionaba como una
asociación local del D.F. con socios corresponsales de los Esta-
dos, como ejemplo Martínez Bravo de SLP o Conrado Noriega
de Tijuana. La Asociación se manejaba administrativamente
desde el centro, los Congresos siempre se celebraban en la Ciu-
dad de México y las propuestas se resumían en dos vertientes:
1) La AMCB conservará su carácter nacional, que el pre-
sidente pudiera ser de cualquier lugar de la República, que el
Congreso bianual se organizara en la ciudad donde residiera
el presidente en funciones y que se aumentara el término de
Maxilofacial al nombre de la Asociación. Los cirujanos del D.F.
tendrían que fundar una nueva Asociación con carácter local:
Asociación de Cirugía Bucal y Maxilofacial del Distrito Federal,
encargada de organizar el tradicional Seminario Bianual en los
años alternos al Congreso Nacional.
2) Consistía en fundar una nueva Asociación Nacional
y que la AMCB se quedara como local en el D.F. A pesar de
que la primera propuesta sonaba más lógica y viable, la se-
gunda tuvo muchos adeptos. Gracias a las gestiones del Dr.
Dávila y sobre todo a la gran generosidad e integridad del Dr.
Conrado Noriega de Tijuana, guía moral de los cirujanos del
noroeste del país, quien estaba propuesto para ser el nuevo
presidente de la nueva Asociación Nacional, se optó por la
primera y más lógica propuesta.
Dada su calidad moral y respeto académico, el Dr. Mario
Aguilera Valenzuela (1993-1995) cirujano del Hospital Naval de
Veracruz, fue elegido como primer presidente auténticamente
nacional de la recién cambiada de nombre, Asociación Mexi-
cana de Cirugía Bucal y Maxilofacial. En julio de 1995, Aguilera
organizó el XIX Congreso en la Unidad de Congresos del Centro
Médico Nacional IMSS.
Durante la gestión del Dr. Ángel Castro García (1995-
1997) Cirujano del Hospital General de Oaxaca, se llevó a
cabo la protocolización de los estatutos de la nueva Asocia-
ción Mexicana de Cirugía Bucal y Maxilofacial A.C. y en agosto
de 1997, se realizó el XX Congreso en la ciudad de Oaxaca,
convirtiéndose este evento en el primer Congreso celebrado
en el interior de la Republica.
Para el periodo 1997-1999, fue elegido el Dr. Sergio Cor-
tés Aroche, quien organizó el XXI Congreso en su natal Pue-
bla. Se impartieron dos cursos: Manejo Médico-quirúrgico de
las Alteraciones de la Articulación Temporomandibular por
los profesores españoles Cosme Gay Escoda y Eduardo Váz-
quez Rodríguez y el Dr. Roberto Justus, Ortodoncista mexica-
no quien impartió un curso sobre Ortodoncia Prequirúrgica.
En 1999, tomó posesión como presidente el Dr. Alberto
Campos Molina, expresidente de la ADM y Cirujano Maxilo-
facial del Hospital del Niño Morelense, para el periodo 1999-
2001. Durante su gestión, en 2001 se celebró el XXIII Congre-
so Nacional e Internacional.
189
 La administración del Dr. Rafael Flores de Jalapa (2001-
2003) fue muy fructífera, además contó con la participación
como secretario del Dr. Juan José Trujillo, quien, años atrás,
había adquirido una gran experiencia como Secretario y Pre-
sidente del Consejo de Cirugía en todos los aspectos admi-
nistrativos y jurídicos de las instituciones gremiales. Además
de organizar el directorio de la Asociación y la tesorería, ges-
tionaron ante la Dirección General de Profesiones, el cambio
de Asociación a Colegio como lo requiere la normatividad
actual. El nuevo nombre quedó registrado ante profesiones
como Colegio Mexicano de Cirugía Bucal y Maxilofacial A.C.
Logran la inscripción vertical de la AMCBM, Colegio ante la
Asociación Internacional de Cirujanos Orales y Maxilofacia-
les (IAOMS) y en el congreso de la ALACIBU en Panamá y
consiguen la sede para México del Congreso de 2006, en la
ciudad de Cancún. En mayo del 2002, organizaron un Con-
greso internacional en Boca del Rio, Ver., en noviembre del
mismo año, se celebró el III Seminario de esta nueva etapa de
la Asociación-Colegio en Manzanillo, Col., con el tema: Com-
plicaciones en cirugía ortognática. En Monterrey, en mayo de
2003, se llevó a cabo el XIII Congreso Nacional e Internacional
con la presencia de un nutrido grupo de profesores de Ibe-
roamérica y Estados Unidos. En la última semana de noviem-
bre del mismo año, tuvo lugar el IV Seminario con el tema
Patología Oral y Traumatología maxilofacial, para su realiza-
ción se escogió como sede la Ciudad de México, tratando
de hacerlo coincidir con la Asamblea del Consejo de Cirugía,
nunca en la historia de la Asociación, se habían realizado tan-
tos eventos académicos en una sola gestión.
Y es durante el periodo de 2003 a 2005 que se eligió en la
presidencia al Dr. Rubén Gutiérrez García, exjefe de servicio del
hospital Ignacio Zaragoza. En 2004, se cumplieron 50 años de
la fundación de la Asociación y para celebrarlo se creó la Revis-
ta Mexicana de Cirugía Bucal y Maxilofacial. El Congreso del 50
aniversario que correspondió al número XXIV, se celebró del
5 al 8 de mayo de 2004 en Tequisquiapan, Mor. El V Seminario
se celebró en Huatulco en noviembre del mismo año, el XXV
Congreso en Zacatecas en mayo de 2005 y el VI Seminario en
Mérida, Yuc., en noviembre del mismo año.
En noviembre de 2005, toma posesión como presidente el
Dr. Trujillo quien realiza una total reorganización administrativa
de la Asociación, actualizando estatutos, reglamentos, directo-
rio de socios y profesores, reorganización iniciada en el periodo
del Dr. Flores. Se modificó el logotipo de acuerdo al nuevo nom-
bre pero, se preserva la esencia del diseñado por José Pérez de
Lebrija en 1954; asimismo se instituye de forma oficial que cada
año se realice un Congreso en la primera semana de mayo, en
190
cualquier ciudad de la República y un Seminario en noviembre,
en la ciudad donde se celebre la Asamblea del Consejo de Ciru-
gía. En mayo del 2006 se efectúa en Cancún el Congreso de la
ALACIBU, bajo la Presidencia del Dr. Rafael Flores con gran éxito
académico. En noviembre se celebra el VII Seminario en el D.F.
en fechas simultáneas a la Asamblea del Consejo que cambia-
ba de mesa directiva. El XXVI Congreso se realizó en Durango
en mayo de 2007, y en noviembre, el VIII Seminario en la ciudad
de Guanajuato. Fue interés del Dr. Trujillo por primera vez en un
evento académico de la Asociación, incluir la presentación de
conferencias magistrales de corte cultural: la Dra. Ileana Picco
dio una conferencia sobre la obra del pintor español Francisco
de Goya y el Dr. Vicente Cuairán una conferencia titulada “La me-
dicina en el arte”.
En el periodo 2007-2009 el Dr. Alejandro Martínez Gar-
za de Monterrey, es elegido como presidente; en mayo de
2008 organiza en Puerto Vallarta el XXVII Congreso con la
presencia del Dr. Myron Tucker de la Universidad de Carolina
del Norte, el IX Seminario, se realiza en Morelia participando
como profesores el Dr. Carlos Navarro Vila de España y el Dr.
César Guerrero de Venezuela; y debido a la epidemia de in-
fluenza que azotó al país en esa época , el XXVIII Congreso
que debía celebrarse en Monterrey en mayo de 2009 se can-
celó. En noviembre se organizó en el Centro Banamex de la
Ciudad de México el X Seminario.
Transcurría la gestión del Dr. Martín Flores (2009-2011),
cuando se realizó el XXIX Congreso en Boca del Río Ver, en
mayo de 2010, evento que contó con la presencia de los pro-
fesores Johann Reyneke, Carlos Liceaga, Christopher Meyer y
Franklin Dolwick. El XI Seminario se celebró en Villahermosa,
Tab. coincidente con la Asamblea del Consejo de Cirugía, el
XXX Congreso tuvo lugar en Manzanillo, Col., en mayo del
2011 y en noviembre del mismo año, se celebró el XII Semi-
nario en Playa del Carmen.
En noviembre del 2011 tomó posesión, el actual presi-
dente, Dr. Raúl Dueñas, exjefe de servicio del Hospital Civil de
Guadalajara, mismo lugar donde se celebró el XXXI Congreso
Nacional en mayo de 2012 y en noviembre del mismo año, se
realizó el XIII Seminario en el D.F.
En el año 2014 la asociación celebró sus primeros 60 años.
A seis décadas de verse realizado el sueño de los pioneros
de la Cirugía Bucal Mexicana, hoy en día se cuenta con una
Asociación con representatividad internacional, con una gran
solidez académica, capaz de organizar eventos de talla mun-
dial, que cuenta con un órgano oficial de difusión científica, la
Revista Mexicana de Cirugía Bucal y Maxilofacial y sobre todo,
que une a todos los Cirujanos Orales y Maxilofaciales del País.
 l Asociación Mexicana Interhospitalaria
de Cirugía Maxilofacial
A principios de los 80, siendo ya profesor titular del curso
de posgrado en el Hospital 20 de Noviembre, el Dr. José Luis
Molina Moguel; promovió la formación de un grupo de estu-
dios interhospitalario con sus propios residentes y con los de
los hospitales Darío Fernández, López Mateos, Fernando Qui-
roz y 1° de octubre. Corinne Vizcarra, Francisco Castro, Marcela
Orozco, Alberto Jiménez Merino, Gustavo Gálvez y Verónica
Vídriales, fueron algunos de los residentes que formaron el
grupo inicial. Se realizaban sesiones mensuales en las aulas
del hospital y se organizaron diversos eventos académicos,
como un curso de Cirugía Ortognática con demostraciones
quirúrgicas a cargo de destacados cirujanos, con trasmisión
simultánea a las aulas del curso. El Dr. Sánchez Torres realizó
una reducción de prognatismo con una osteotomía sagital
mandibular; los doctores Baños Aparicio y Tavera efectuaron
una osteotomía mandibular tipo Dingman y el Dr. Molina, una
osteotomía vertical de rama mandibular por vía extraoral. Este
grupo inicial fue creciendo, así como la idea de cristalizarlo en
una Asociación. El 13 de mayo de 1988, se fundó oficialmente
la Asociación Mexicana Interhospitalaria de Cirugía Maxilofa-
cial, eligiéndose al propio Dr. Molina como presidente. La nue-
va agrupación se dio a la tarea de seguir organizando cursos y
seminarios. Cabe destacar el esfuerzo inicial en el arranque de
la Asociación, de Manuel Duarte Ronces, Gabriel Terán Huer-
ta, Manuel Gutiérrez Romero, Javier Dávila Torres, Ileana Picco
Díaz, Sonia Huerta y Laura Pacheco. Con la guía de Luis Molina
la Asociación organizó magníficos seminarios anuales que se
realizaron en diversos estados de la República, invitando a pro-
fesores de Cirugía Maxilofacial de talla mundial.
l Colegio Mexicano de Cirugía Oral y Maxilofacial
Con el objeto de darle soporte académico y legal al Con-
greso del International College for Oral and Maxillofacial Sur-
geons, en 1995, se constituyó el Colegio Mexicano de Cirugía
Oral y Maxilofacial, bajo la presidencia del Dr. Takao Kimura.
El resto de la mesa directiva estuvo conformada de la siguien-
te manera: Secretario, Dr. Fernando Soriano, Tesorero, Dr. José
Espinosa Fernández, comisión científica, Vicente Cuairán Rui-
díaz. El Dr. Kimura había sido elegido presidente del Colegio
Internacional y obtenido la sede para realizar el Congreso in-
ternacional en septiembre de 1995, que se efectuó con una
nutrida asistencia en el Centro de Convenciones del Centro
Médico Nacional. En octubre de 1996, se organizó el Primer
Congreso Nacional en la ciudad de Guadalajara. Aprovechan-
do la realización en Cancún del Simposio del International
College for Maxillofacial Surgery titulado Cleft Lip and palate,
oral tumors and maxillofacial traum, en diciembre de 1997, se
realizó el Segundo Congreso Nacional.
l Agrupaciones de Cirujanos en los Estados de
la República
Aunque la Asociación Mexicana de Cirugía Bucal fue fun-
dada en 1954 con carácter nacional, desde hace más de 40
años en los diversos Estados de la República han proliferado
asociaciones de Cirugía Maxilofacial locales, con el objeto de
estimular el desarrollo académico de sus agremiados. Se pue-
de decir que todos los Estados de la República Mexicana cuen-
tan con una Asociación de Cirugía Maxilofacial, destacan por
su actividad académica la Asociación y Colegio de Cirugía Bu-
cal y Maxilofacial de Nuevo León A.C.; la Asociación Jalisciense
de Cirugía Bucal y Maxilofacial A.C.; la Asociación Yucateca de
Cirugía Bucal y Maxilofacial A.C.; Asociación de Cirugía Bucal y
Maxilofacial del Estado de Oaxaca A.C.; Colegio de Cirugía Oral
y Maxilofacial del Estado de Guanajuato A.C. y la Asociación de
Cirugía Bucal y Maxilofacial del Estado de Puebla. También son
dignas de mencionar las asociaciones de los estados de Baja
California, Veracruz, San Luis Potosí, Michoacán, Aguascalien-
tes, Sonora, Tabasco y Chiapas entre otras.
l Agrupaciones ligadas a instituciones de salud
Existen algunas agrupaciones de Cirujanos Maxilofaciales
ligadas a instituciones del Sector Salud, tal es el caso del Colegio
de Cirujanos Maxilofaciales del IMSS que promueve la educa-
ción continua de sus agremiados, realizando reuniones científi-
cas anuales. La Asociación Mexicana de Estomatología Hospita-
laria, es una agrupación promovida por el Dr. Carlos Hernández
Hernández, Periodoncista egresado de la Facultad de Odontolo-
gía de la UNAM y Jefe del Servicio de Estomatología del Instituto
Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición, tiene un carácter más
multidisciplinario, organiza reuniones científicas en las que se
presentan trabajos quirúrgicos, pero destacando los temas de
manejo estomatológico del paciente hospitalizado.
El Consejo Mexicano de Cirugía
Oral y Maxilofacial.
El primer Consejo de
Certificación de Especialistas en
la Odontología Mexicana
La formación del primer Consejo de Certificación de Es-
pecialistas en la Odontología Mexicana, significó la consoli-
dación de grandes esfuerzos realizados a lo largo de 50 años,
por todos los cirujanos orales y maxilofaciales del país.
l Antecedentes de la Certificación Profesional
Anterior a la era cristiana, ya se contaba con regulaciones
191
 de la práctica profesional de la medicina. El Código de Ha-
murabi (1760 a.C.). Considerada como una de las primeras
manifestaciones de cultura., establecía reglas claras sobre la
práctica médica. En la India las Leyes de Manú, reglamenta-
ban el ejercicio y la enseñanza de la medicina.
Los primeros intentos de certificación de la práctica médi-
ca, datan de varios siglos atrás; la declaración real de Fernan-
do II de Castilla en el siglo XI, la encomienda real de Rogerio
II de Sicilia en el siglo XII y el edicto del emperador Federico
II en el siglo XIII.
En la Inglaterra del siglo XVI se dieron pasos firmes en la crea-
ción de estos organismos certificadores gracias a la promulgación
de varias leyes por el Rey Tudor Enrique VIII; la Ley de la Práctica
de la Medicina o Medical Act, promulgada en 1511, la creación de
La Compañía de Méicos o Company of Physicians a instancias de
Thomas Linacre en 1518, que más tarde se convertiría en el Royal
College of Physicians de Londres en 1551; la unión del gremio de
los barberos y cirujanos promulgada por el mismo Enrique VIII y
que desembocó en la creación de la Compañía Unida de Barberos
y Cirujanos por Thomas Vicary en 1540, acto inmortalizado en un
cuadro de Holbein “el Joven” pintado en 1543, y que aún se con-
serva en el Royal College of Surgeons de Londres.
En la España de los siglos XV y XVI, se crearon las primeras
instituciones certificadoras de la práctica sanitaria; la crea-
ción de la figura del Protomédico en Aragón y el Tribunal de
Alcaldes Mayores y Examinadores por Juan II de Castilla en
1442, encargado de examinar a los que pretendían ejercer la
Medicina y Cirugía constituyen los antecedentes directos del
Tribunal del Protomedicato, creado por Cédula Real de los
Reyes Católicos el 30 de marzo de 1477.
Nadie mejor para evaluar la capacidad y actualización
del médico que sus propios pares. Con esa idea se fundó en
1916, en los Estados Unidos de América el American Board of
Ophthalmology, propuesto por el presidente de la Academia
de Oftalmología y Otorrinolaringología el Dr. Derryk Bail.
En México, el primer Consejo de Certificación fue el Conse-
jo Mexicano de Médicos Anatomopatólogos, fundado el 13 de
febrero 1963. A principios de los años 70, ya se habían formado
más de 15 Consejos. Desde 1972 y durante 23 años, la Academia
Nacional de Medicina como órgano consultivo del Gobierno
Federal, aceptó ser la entidad coordinadora y normativa de los
Consejos de Especialidades Médicas, proporcionando el aval y
soporte académico e inició el otorgamiento de la idoneidad. En
1995, el otro Órgano Consultivo del Gobierno Federal en mate-
ria sanitaria, la Academia Mexicana de Cirugía, decidió también
participar como entidad normativa. Las dos Academias junto
con todos los Consejos de especialidades constituyeron el 15 de
192
febrero de 1995 el Comité Normativo Nacional de Consejos de
Especialidades Médicas (CONACEM). Esta nueva entidad sería
la responsable del otorgamiento de idoneidad a los consejos.
Su cuerpo de gobierno estaría formado por 12 miembros: cua-
tro de la academia de medicina, 4 de la Academia de Cirugía y
cuatro presidentes de Consejos, renovables cada tres años. Para
entonces quedó establecido formalmente que, los Consejos son
Órganos Colegiados de pares, que tienen como objetivo exclu-
sivo certificar, mediante la aplicación de exámenes a los médi-
cos especialistas que se forman en las instituciones de salud y
en las de Educación Superior. La Certificación y Recertificación,
permiten mantener la competencia profesional médica, al cons-
tatar la calidad de la preparación y al promover la actualización
permanente de los médicos especialistas. Actualmente, tienen
idoneidad 47 Consejos y se encuentran certificados alrededor
de 75,000 especialistas
Los consejos de especialidades
odontológicas
La idea de formar Consejos de Especialidades en el área
Odontológica, fructificó 17 años después de fundado el
Primer Consejo de una especialidad médica, el de Médicos
Anatomopatólogos . El primer consejo de certificación de
especialistas en la odontología mexicana fue el Consejo
Mexicano de Cirugía Oral y Maxilofacial fundado en 1980.
Tuvieron que pasar casi 15 años, para que, el resto de las es-
pecialidades odontológicas decidieran formar sus consejos
de especialidad: Consejo Mexicano de Ortodoncia en 1994,
Mexicano de Endodoncia y Mexicano de Periodoncia en
1995, Mexicano de Rehabilitación Oral y Maxilofacial en 1996,
y mexicano de Odontología Pediátrica en 1999.
Este retraso se debió probablemente a tres razones: pri-
mero la mayoría de las especialidades dentales no requieren
de práctica hospitalaria, hoy en día los hospitales exigen
la certificación para dar privilegios a los profesionales, para
internar pacientes y efectuar tratamientos quirúrgicos; en
segundo lugar, los gastos ocasionados por los tratamientos
dentales, no son cubiertos por las compañías de seguros
que hoy por hoy exigen la certificación de los especialistas
que brindan el servicio y por último la mayoría de las plazas
para especialistas odontológicos otorgadas en las institucio-
nes del sector salud, son para cirujanos maxilofaciales, muy
pocos hospitales disponen de plazas para odontopediatras,
ortodoncistas o periodoncistas.
l El Consejo Mexicano de Cirugía Oral y Maxilofacial
A mediados de los años 70, con el liderazgo del Dr. Javier
Sánchez Torres, Jefe del Servicio de Cirugía Bucodentomaxilar
del Hospital Juárez de la Secretaría de Salubridad, se gesta la
idea de que los Cirujanos Maxilofaciales del país se agrupen en
un Consejo de expertos como los Consejos de las diversas es-
pecialidades médicas ya existentes. En abril de 1978, en la casa
del Dr. Vicente Bermúdez Flores en las Lomas de Chapultepec y
a instancias del Dr. Sánchez Torres fueron convocados los Jefes
de los Servicios y Cirujanos Maxilofaciales más prestigiados del
país, con el fin de sentar las bases para la creación de un Con-
sejo de Cirugía Maxilofacial. A esa primera reunión, acudieron
Vicente Bermúdez del Hospital Infantil de México, Robin L.M.
Gray, Cirujano del Hospital de Nezahualcóyotl, Julio Soto y Gui-
llermo Baños del Hospital de la Raza del IMSS, Tetsuji Tamas-
hiro del Hospital Juárez, Raymundo Olivares Sosa del Hospital
Rubén Leñero, Salvador Anaya del Hospital del Niño IMAN,
José Tavera del Hospital 20 de Noviembre del ISSSTE. Curiosa-
mente, el Dr. Sánchez Torres no asistió a la junta debido a que
se encontraba hospitalizado por una afección cardiovascular.
Los asistentes acordaron agruparse en asamblea constitutiva
y se eligió una primera mesa directiva. Debido a la amplia tra-
yectoria y prestigio del Dr. Sánchez Torres, se le designó como
presidente honorario vitalicio. Los cargos quedaron repartidos
de la siguiente manera: Robin Gray, presidente; Vicente Ber-
múdez Flores, vicepresidente; Raymundo Olivares Sosa, secre-
tario; Julio Soto y Guillermo Baños, tesoreros; Salvador Anaya,
comisión científica.
A mediados de 1979, en la casa del Dr. Sánchez Torres, se
efectuó una segunda reunión donde además de los asisten-
tes a la primera se convocó a los Cirujanos más prestigiados
del interior de la República entre ellos Raúl Macías Magdale-
no de Guadalajara, Jesús Martínez Bravo de San Luis Potosí,
y Albano Flores Villareal de Monterrey. Estos tres cirujanos,
quedaron incorporados como Vocales de Provincia en la
Mesa Directiva. Acordaron realizar una primera certificación
curricular de la cual se formaría una comisión de elabora-
ción de exámenes, con el fin de legitimar anualmente a las
siguientes promociones. En octubre 20 de 1980, en la notaría
N° 56 de la Ciudad de México, a cargo del Lic. Martínez y Gó-
mez del Campo, comparecieron los doctores Vicente Bermú-
dez Flores y Robin L.M. Gray, con el fin de protocolizar el Acta
Constitutiva y los Estatutos del Consejo Mexicano de Cirugía
Maxilofacial A.C. Este hecho representó la culminación de
una serie de esfuerzos realizados por un grupo de profesio-
nales de la Cirugía Oral y Maxilofacial a nivel nacional, intere-
sados en la integración y promoción de esta disciplina.
El Consejo quedó constituido como un organismo técni-
co normativo en el campo de la Cirugía Oral y Maxilofacial,
cuya finalidad principal es: certificar a los cirujanos dentistas
mexicanos o extranjeros que, pretendan ejercer la especia-
lidad en los Estadios Unidos Mexicanos. Además de evaluar
la preparación, conocimientos, destrezas y habilidades de los
Cirujanos Orales y Maxilofaciales, velará porque la enseñan-
za, adiestramiento y ejercicio profesional de la especialidad
alcance los más altos estándares.
En noviembre de 1982, en el auditorio del Hospital Juárez
situado en el Antiguo convento de San Pablo en el Centro His-
tórico de la Ciudad de México, se efectuó la primera Asamblea
constituida por los primeros 53 Cirujanos certificados curricular-
mente. Se eligió a la Segunda Mesa Directiva, para una duración
de tres años: Javier Sánchez Torres, Presidente Honorario Vitali-
cio; Vicente Bermúdez, presidente, José Cervantes y Juan José
Trujillo, secretarios, Guillermo Baños y José Tavera, tesoreros;
Carlos Liceaga y Vicente Cuairán, Comisión Científica. A éstos
últimos se les comisionó la elaboración del primer examen de
certificación. Con el fin de promover la continua preparación de
los cirujanos certificados, se decidió efectuar una recertificación
curricular trianual y realizar una asamblea anual el último sába-
do de noviembre.
Durante 1983 se elaboró un Índice Temático y una Guía
de Cirugía Oral y Maxilofacial para el examen, un banco de
preguntas y un Examen de Opción Múltiple en dos partes,
una de Ciencias básicas médicas y otra de cirugía oral y
maxilofacial; cada una de 250 preguntas. Se decidió también
efectuar un examen práctico. En Mayo de 1984, se aplicó el
primer examen a 64 aspirantes en dos sedes: el Hospital 20
de noviembre del ISSSTE y la Universidad Autónoma de Baja
California. De junio a septiembre del mismo año se elabora-
ron los exámenes prácticos.
Durante la cuarta asamblea, en noviembre de 1985, se
efectuó la primera recertificación trianual y se eligió a la
tercera mesa directiva: Salvador Anaya, presidente; Miguel
Peña, tesorero y Vicente Cuairán, comisión científica. En 1987
a través de la Dirección General de Educación Médica de la
Secretaría de Salubridad, se forma una comisión para la revi-
sión y elaboración de un nuevo programa para las residencias
de especialidad en cirugía oral y maxilofacial, constituida por
Fernando Ortiz Monasterio de la SSA, Guillermo Baños de la
Facultad de Odontología de la UNAM, Carlos Liceaga por los
profesores titulares de los cursos y Jefes de Servicio y Vicente
Cuairán por el Consejo. En reuniones matutinas, cada 15 días
durante dos años, quedó el Primer Programa Unificado para
la Residencia de la Especialidad.
En noviembre de 1988, al inicio de la presidencia del Dr.
Baños, se decide crear una Comisión Permanente de elabo-
193
 ración y resguardo del examen de certificación, con el pro-
pósito de tener un estricto control del examen y guardar su
secrecía. La Comisión quedó constituida por Vicente Cuairán
como coordinador, Eugenio Deixter y Luis Carvajal. En 1990,
se inicia el proceso de digitalización del banco de reactivos y
del examen teórico de certificación.
En 1989 el Dr. Sánchez Torres y el Dr. Baños inician los trá-
mites para obtener la idoneidad de la Academia Nacional de
Medicina. Un requisito indispensable para lograrla, era la exis-
tencia de un solo Consejo de la Especialidad. Para entonces,
debido a antiguas disputas entre la Facultad de Odontología
de la UNAM y la Asociación Dental Mexicana, existían dos Con-
sejos, el Mexicano de Cirugía Oral y Maxilofacial y el Nacional
de Cirugía Oral y Maxilofacial fundado con el patrocinio de la
Facultad. Gracias a los buenos oficios, generosidad y visión de
los Doctores Sánchez Torres y Baños por parte del Consejo
Mexicano y de los Doctores Rafael Ruiz y Florentino Hernández
del Consejo Nacional, en febrero de 1991, estos últimos se in-
tegraron al Consejo Mexicano fundado en 1980. Esto permitió
que en junio de 1991, la Academia Nacional de Medicina, otor-
gara el reconocimiento de idoneidad N° 44 al Consejo Mexica-
no de Cirugía Maxilofacial, único Consejo de especialistas del
área de Estomatología con dicha certificación.
En 1992 durante la presidencia del Dr. Carlos Carrasco y de-
bido a la recomendación de la Academia de Medicina, se am-
plió el plazo de recertificación a cinco años. Con motivo de la
integración de los dos Consejos, se decidió modificar la comi-
sión permanente de elaboración de exámenes, ampliando el
número de participantes: Vicente Cuairán, coordinador; Juan
José Trujillo por parte de los programas de la Secretaría de Sa-
lud; Miguel Peña por los programas del IMSS; Manuel Duarte
por el ISSSTE; Rafael Ruiz por los programas universitarios e Ig-
nacio Calleja representando a los egresados de programas del
extranjero. A partir de mayo de 1992, y durante cinco años, se
inició la aplicación de exámenes parciales a los residentes de
cada uno de los tres años, y se estableció un sistema de guías
bibliográficas para los exámenes, consistentes en carpetas con
los capítulos de libros y artículos de revistas científicas relacio-
nados con los diversos temas del examen de certificación. En
el año 1994, con la finalidad de darle a los diversos consejos un
peso jurídico, la Academia Nacional de Medicina, la Academia
Mexicana de Cirugía y la Asamblea de Consejos de Especiali-
dades Médicas, formada por más de 45 Consejos, decidieron
formar el Comité Normativo Nacional de Consejos de Especia-
lidades Médicas, organismo que regularía las actividades de
los diversos consejos y su relación con las instancias guberna-
mentales. A partir del 15 de febrero de 1995, el reconocimiento
194
de idoneidad a los Consejos y la reglamentación de las espe-
cialidades médicas, quedó a cargo del ya mencionado Comité
Normativo (CONACEM).
En abril de 1995, durante la Presidencia del Dr. Vicente
Cuairán Ruidíaz, debido a la intención por parte de algunos co-
legas Cirujanos Dentistas de crear un consejo de cirugía bucal,
se solicita al comité normativo el cambio de denominación
del Consejo a Consejo Mexicano de Cirugía Oral y Maxilofacial,
argumentando que la línea divisoria entre los procedimientos
quirúrgicos orales y maxilofaciales es imperceptible.
Durante 1995 la Comisión de Elaboración de Exámenes,
realiza una propuesta de plan único de estudios para un curso
universitario de especialización de cuatro años de duración, to-
mando como modelo, el plan único de especialidades médicas
(PUEM), elaborado por la Facultad de Medicina de la UNAM, la
Academia Nacional de Medicina y las instituciones del Sector Sa-
lud. El proyecto fue elaborado por el Dr. Vicente Cuairán, Coordi-
nador de la Comisión de Exámenes y el Dr. Rafael Ruíz, profesor
titular del curso de Posgrado de la Facultad de Odontología, y
aprobado más tarde, por los Jefes de Servicio representantes de
cada Institución del Sector Salud. Este plan permitió el recono-
cimiento oficial por parte de la Facultad de Odontología de la
UNAM, de los 13 programas de Residencia existentes.
En octubre de 1995, debido a la organización de cursos de
Cirugía Estética por parte de la Asociación Mexicana de Cirugía
Bucal, el Comité Normativo Nacional de los Consejos (CONA-
CEM), la Academia Nacional de Medicina y la Mexicana de Ci-
rugía, retiran el certificado de idoneidad al Consejo de Cirugía
Maxilofacial argumentando invasión de campos y suplantación
del ejercicio profesional.
Al poco tiempo el Dr. Sánchez Torres, Presidente hono-
rario y miembro de número de la Academia Nacional de Me-
dicina, inicia las gestiones ante la CONACEM para recuperar
la idoneidad. El 1° de marzo de 1996, se inician los primeros
cursos de especialidad en Cirugía Oral y Maxilofacial con re-
conocimiento universitario y con cuatro años de duración. El
14 de mayo de 1996, se realiza en la sede de la Academia Na-
cional de Medicina, en el Bloque B del CMN, un debate para
defender la idoneidad del Consejo de Cirugía Maxilofacial
ante los 10 miembros del Consejo Directivo de la CONACEM:
Dr. Víctor Espinosa de los Reyes, presidente; Dr. Víctor Arruba-
rena, secretario; Dr. Carlos McGregor, Dr. Francisco Durazo, Dr.
José García Velasco, Dr. Gilberto Flores Izquierdo, Dr. José de
Jesús Villalpando, entre otros. Por parte de Cirugía Maxilofa-
cial participaron los doctores Vicente Cuairán, presidente del
Consejo y Javier Sánchez Torres, presidente honorario, y por
parte del Consejo de Cirugía Plástica, demandante del retiro
de la idoneidad, los doctores José Escamilla, presidente del
Consejo y Manuel García Velasco, a manera de fiscal de la CO-
NACEM. Tres días después, el Dr. Víctor Espinosa de los Reyes,
Presidente de la CONACEM, dictamina el fallo favorable al
Consejo de Maxilofacial.
En 1997 se inician los trámites para la obtención de la Cé-
dula Profesional de especialista en Cirugía Maxilofacial, para
aquellos cirujanos certificados. Para finales del año, se elabo-
ra el proyecto de certificación de los programas de residencia
a cuatro años. Se certifican 13 programas: un programa de la
SS, dos del IMSS, cuatro del ISSSTE, uno de la Sedena, UNAM,
San Luis Potosí, Puebla, Guadalajara y Cd. Juárez.
En 1998 durante la presidencia del Dr. Juan José Trujillo, se
inicia una reestructuración de la organización administrativa
del Consejo; se digitaliza toda la información y se efectúa una
importante revisión de los estatutos, los cuales quedaron pro-
tocolizados en el año 2000. Para el año 1999, el Dr. Rafael Ruiz
gestiona una visita de observación a los exámenes del American
Board of Oral and Maxillofacial Surgery, al año siguiente el Dr.
Manuel Duarte asiste como observador a la reunión del Con-
sejo estadounidense en San Juan de Puerto Rico. En 1999, se
logra el reconocimiento de idoneidad por el Consejo Nacional
de Educación Odontológica (CONAEDO), Organismo creado el
18 de abril de 1998, por la Federación Mexicana de Facultades y
Escuelas de Odontología (FEMFEO), La Federación Nacional de
Colegios de Cirujanos Dentistas ADM, el Colegio Nacional de
Cirujanos Dentistas (CNCD) y el Centro Nacional de Evaluación
para la Educación Superior (CENEVAL), cuya función es la reor-
ganización y la regulación del ejercicio profesional y la actualiza-
ción de la educación odontológica, con la finalidad de mejorar el
ejercicio profesional de la odontología en México
En 2001 durante la presidencia del Dr. Miguel Peña, se
implementaron los exámenes orales aunados al examen teó-
rico y al práctico, y en el año 2002, se gestiona la compra de
un inmueble para sede del Consejo en la colonia del Valle de
la Ciudad de México con un costo de $850,000. Durante las
presidencias del Dr. Carlos Liceaga y del Dr. Rafael Ruiz, se ini-
cia la distribución de guías de estudio OMSSAT del American
Board, se renueva por completo el banco de reactivos y se
realiza un nuevo examen teórico de certificación.
En julio del 2010 durante la gestión del Dr. Alejandro Mar-
tínez Garza, se elabora un nuevo examen de certificación to-
talmente digitalizado y basado en casos clínicos, el cual inicia
su aplicación en enero de 2011. En la Asamblea de noviembre
del 2010 en Villahermosa, Tabasco, se ratifica la permanen-
cia de la Comisión de Elaboración de Exámenes coordinada
por el Dr. Cuairán y se incorporan a ella la Dra. Laura Pacheco
y el Dr. José Carlos Suárez Morán quienes sustituyen al Dr.
Manuel Duarte y al Dr. Ignacio Calleja respectivamente. En
el año 2013, bajo la presidencia del Dr. Fernando Soriano, se
cambia el formato de exámenes de certificación. Se propone
un examen teórico escrito de opción múltiple digitalizado, se
continúa con el examen de casos clínicos, también digitaliza-
do y la entrega de una bitácora quirúrgica de los cuatro años
de residencia. Se eliminan el examen oral de casos clínicos
y el examen práctico debido a problemas para su correcta
implementación.
Luego de ser una de las labores iniciales del Consejo el de-
finir e indicar los alcances de la Especialidad y la elaboración y
unificación de los programas de enseñanza de la cirugía oral y
maxilofacial, se delineó el perfil del especialista y se elaboraron
los objetivos y el plan de estudios del curso de especialidad.
El perfil propuesto por el Consejo es el siguiente: El ciru-
jano oral y maxilofacial es aquel profesional de las Ciencias
de la Salud encargado de la prevención, diagnóstico y trata-
miento médico-quirúrgico y rehabilitación: de las alteracio-
nes dento-alveolares, de las lesiones traumáticas del esque-
leto facial y de los tejidos blandos asociados, de las lesiones
quísticas y neoplásicas de los maxilares y tejidos blandos de
la cavidad bucal, de las deformidades dentofaciales y del de-
sarrollo de los maxilares, de las malformaciones y anomalías
congénitas del macizo facial y cavidad bucal, de los padeci-
mientos infecciosos de los maxilares y estructuras contiguas,
de los desórdenes neurológicos y del dolor cráneo-facial y de
los padecimientos y desordenes de la articulación temporo-
mandibular, senos maxilares y glándulas salivales en el pa-
ciente pediátrico y el adulto.
fuentes:
fuentes bibliográficas
l Díaz de Kuri MV. El nacimiento de una profesión.
La odontología en el siglo XIX en México. México:
UNAM - Fondo de Cultura Económica, 1994
l Soberon G, Kumate J, Laguna J. La Salud en México:
Testimonios 1988. Desarrollo institucional.
Institutos Nacionales de Salud. México: Fondo de
Cultura Económica, 1988
l Soberon G, Kumate J, Laguna J. La Salud en México:
Testimonios 1988. Desarrollo institucional. IMSS,
ISSSTE. México: Fondo de Cultura Económica, 1988
l Asociación Mexicana de cirugía Bucal y
Maxilofacial-Colegio Mexicano de cirugía Bucal
y Maxilofacial Disponible en http://www.colegio-
maxilofacial.org.mx
l Consejo Mexicano de Cirugía Oral y Maxilofacial.
Disponible en: http://www.comf.org.mx
l Consejo Mexicano de Cirugía Oral y Maxilofacial.
195
 fuentes:
Información. Disponible en http://www.comf.org.
mx/información.html
l Consejo Mexicano de Cirugía Oral y Maxilofacial.
Programas de posgrado en cirugía oral y maxilo-
facial. Sedes. Disponible en http://www.comf.org.
mx/residencias.html(Consejo)
l Comité Normativo Nacional de Consejos de
Especialidades Médicas. CONACEM. Disponible en
http://www.conacem.org.mx
l Rojas-Dosal JA: Concepto de certificación en me-
dicina. Disponible en http://www.conacem.org.mx/
assets/concepto_certificacion.pdf
l Treviño-García Manzo N. ¿Qué es el Comité
Normativo Nacional de Consejos de Especialidades
Médicas? Disponible enhttp://www.conacem.org.
mx/assets/queesconacem.pdf
l Villalpando-Casas JJ. ¡Qué son y que no son los
consejos de certificación de médicos especialistas?
Disponible en http://www.conacem.org.mx/assets/
quesonconsejos.pdf
l Wolpert E. Comité Normativo Nacional de Consejos
de Especialidades Médicas. Presentación. Disponible
en http://www.conacem.org.mx/presentación.html
http://www.conacem.org.mx/assets/competencia.
pdf (Juárez Díaz González Norma)
l http://www.conacem.org.mx/assets/domingo26.
pdf (Treviño García Manzo Norberto)
l http://www.conacem.org.mx/assets/septiem-
bre2004.pdf (Treviño García Manzo Norberto)
Artículos de revistas en internet
l Kaul S, Diamond GA. Good enough: a primer on
the analysis and interpretation of noninferiori-
ty trials. Ann Intern 2006;145(1):62-69. Disponible
en http://www.annals.org/reprint/145/1/62.pdf
Información obtenida en un sitio de internet
l Hooper JF. Psychiatry and the Law: Forensic
Psychiatric Resource page. Tuscaloosa (AL):
University of Alabama, Department of Psychiatry
and Neurology; 1999 Jan 1 (Actualizado 2006; con-
sultado en 2007 Feb 23). Disponible en http://bama.
ua.edu/-jhooper/
Publicación periódica
l You Ch, Lee KY, Chey RY, Menguy R.
Electrogastrographic study of patients wi-
th unexplained nausea, bloating and vomiting.
Gastroenterology 1980;79:311-314.
Libro
l Murray PR, Rosenthal KS, Konbayashi GS, Pfaller
MA.Medical microbiology. 4thed. St Louis: Mosby,
2002;210-221.
Capítulo de libro
l Meltzer PS, Kallioniemi A, Trent JM. Chromosome
alterations in human solid tumors. In: Volgestein
B, Kinzler KW, editors. The genetic basis of human
cancer.New York: McGraw-Hill, 2002;93-113.
Base de datos o sistemas de recuperación en internet
l Online Archive of American Folk Medicine. Los
Angeles: Regents of the University of California
1996 (consultado 2007 Feb 1). Disponible en http://
www.folkmed.ucla.edu/.
196
l CONSEJO MEXICANO DE ENDODONCIA
Fundada el 20 de diciembre de 1995
Consejo Nacional de Endodoncia (7 de mayo de
1986) sustituido
Certificación inicial fue curricular
Certificación por examen escrito y la recertifica-
ción curricular cada 5 años. El que no acredite
el puntaje requerido presenta examen. Número de
especialistas certificados: 446
Renovación de la mesa directiva cada 3 años.
Presidentes: Alberto Arriola Valdés (1996-99);
Eduardo Arturo Ventura Morales (1999-2002);
Enrique Padilla Gutiérrez (2002-2005); Ricardo
Williams Vergara (2005-2008); José Luis Jácome
Musule (2008-2011), Elsa Cruz Solórzano (2011-214)
l consejo mexicano de periodoncia
El consejo se constituyó en 1995 y se protocolizó
ante notario público en agosto de 1996
Certificación inicial fue curricular
Certificación por examen escrito, oral y la re-
certificación curricular cada 5 años. El que no
acredite el puntaje requerido presenta examen.
Número de especialistas certificados: 486
Renovación de la mesa directiva cada 3 años.
Presidentes: Jorge Zermeño (1996-2006), Manuel de
la Rosa (2007-09), Elinora Méndez Villareal (2010-
12) Carlos Hernández Hernández (2013-15) actual
presidente)
l consejo mexicano de rehabilitación oral y
MAXILOFACIAL
Asociación de prostodoncia (ADM) y Asociación
(CNCD UNAM). Enrique Ríos Salaiz, Enrique Navarro
Bori, Arturo Fernández Pedrero, Alfredo Sakar,
Carlos Quiroz Gutierrez, Antonio Bello Roch
Certificación inicial fue curricular
l CONSEJO MEXICANO DE ODONTOLOGÍA
PEDIÁTRICA http://www.cmop.org.mx
Protocolizado en octubre de 1999. Se presentaron
15 reconocidos
odontopediatras: Saúl Rotberg, Marc Sadia, Javier
García, Roberto Valencia, Jaime Rubinstein, Carlos
Cojab,
Certificación inicial fue curricular
Certificación por examen escrito. Recertificación
curricular cada 5 años.
l CONSEJO NACIONAL DE ODONTOLOGÍA
INFANTILhttp://www.cnoi.org.mx
Certificación por examen. Recertificación con
examen cada 5 años.
Renovación de mesa directiva cada xx años
Presidente: Fernando T. Takiguchi Álvarez
CONSEJO MEXICANO DE ORTODONCIA Y ORTOPEDIA
DENTOFACIAL http://www.cmoodf.org
Protocolizado
Argumentos: Espíritu de la ley no médicos pero
ejerciendo medicina, carrera de odontología con
material básicas médicas, carrera de odontología
en la UNAM son 5 años mas un año de servicio so-
cial; residencia de 4 años, actividad hospitalaria
desde los años 40, residencias de especialidad des-
de 1953,revista de cirugía oral fue antes que la de
cirugía plástica. Especialidad reconocida en USA
con perfil odontológico
 Parte VI PARTE I
l Capitulo
Prótesis
MAXILOFACIAL
Mtro. Enrique Echevarría y Pérez
Especializado en Prótesis Maxilofacial,
Maestro en Odontología, Facultad de
Odontología, UNAM
E
l proyecto de hacer un programa de Prótesis
Maxilofacial, inició en 1974, cuando la Escue-
la Nacional de Odontología había pasado a
ser Facultad, al haber nacido años antes, la
División de Estudios de Posgrado e Investiga-
XXXVII
ción. El proyecto para crear la nueva especialidad -inexistente
en México y Latinoamérica- fue concebida por el entonces
director de la Facultad Manuel Rey García y Antonio Zimbrón
Levy, Jefe de la División de Universidad Abierta.
Enrique Echevarría y Pérez cursó el último año de la ca-
rrera de cirujano dentista en 1973, llegó a ser Consejero
Universitario Alumno y se tituló un año más tarde -marzo de
1974- durante este tiempo, solicitó inscripción al posgrado y
la obtuvo en la especialidad de Patología, sin embargo, mos-
tró su interés por el área protésica y especialmente por lo que
197
 de ella se impartía en la Universidad de Texas, institución con
quien la UNAM tenía un convenio para fortalecer al reciente
posgrado. El Dr. Zimbrón era el interlocutor para la programa-
ción de actividades académicas entre amabas instituciones.
En julio de 1974, Echevarría fue aceptado en una residencia
hospitalaria en Prótesis Maxilofacial en la Universidad de Texas,
Dental Branch de Houston y con adscripción en el M. D. Ander-
son Hospital and Tumor Institute, uno de los Centros Oncológi-
cos de mayor prestigio en el mundo. La residencia se terminó
hasta agosto de 1975, fecha en la que Echevarría, se reincorpo-
ró a la Facultad en la UNAM, inaugurando la Clínica Periférica
Xochimilco que contaba con una extensión del posgrado, a
través de una unidad hospitalaria, que alojaba el posgrado en
las especialidades de Cirugía y Patología, considerándose tam-
bién la mejor ubicación para la de Prótesis Maxilofacial.
Durante los primeros años, la Facultad desarrolló un
proyecto de nuevos programas de estudios en diversas es-
pecializaciones, teniendo al frente como Jefe de División del
posgrado al Dr. Zimbrón, quien formó un equipo de apoyo
para desarrollar, de acuerdo al protocolo que establecía la
UNAM los nuevos programas de estudio. Al frente del grupo
se encontraba la Lic. Rosa María Celis Barragán, quien reunió
a diversos asesores para cumplir con los requisitos necesa-
rios, para su aprobación ante el H. Consejo Universitario y los
diversos programas a nivel de especialización, lo que ocurrió
en la sesión del 8 de diciembre de 1983.
De agosto de 1975 a diciembre de 1983, el servicio de
Prótesis Maxilofacial encabezó la formación de la Clínica de
Labio y Paladar Hendido, de Anomalías Cráneo faciales y
Traumatismos. El grupo de especialistas se formó con ciru-
janos maxilofaciales, plásticos y reconstructivos, anestesiólo-
gos, enfermeras tituladas, terapistas de lenguaje, psicólogas,
odontopediatras y ortodoncistas, consolidando la participa-
ción en diversas áreas a la nueva especialidad protésica.
En la primera parte del Programa, para desarrollar la espe-
cialidad en la UNAM, coordinado por Echevarría, se seleccio-
naron profesores con una formación previa en Prótesis Bucal,
incorporándose los académicos: Genaro Álvarez Bustos, José
Antonio Vela Capdevilla y Flavio de la Torre, estos dos últimos
habían hecho un entrenamiento previo en la Escuela Dental
de San Antonio Texas, lo que sin duda, enriqueció y fortale-
ció al grupo de trabajo, que simultáneamente realizaba una
labor asistencial y participaba en el diseño del programa de
estudios. Posteriormente se incorporaron Vicente González
Cardín y Samuel Guillén. El número de pacientes atendidos
rebasaba la cifra de 2,500. Lo anterior, generó una estrecha
relación con diversas instituciones hospitalarias: inicialmente
198
el Pediátrico de Xochimilco, posteriormente al incorporarse
la especialidad de Cirugía, el médico oncólogo Isaías Cervan-
tes Zúñiga, académico en la licenciatura de la Facultad, gene-
ró una relación estrecha con el Servicio de Oncología del Hos-
pital General de México, en donde ejercía como cirujano de
cabeza y cuello. La relación entre ambas instituciones creció
en el corto plazo, los pacientes del servicio de oftalmología,
con pérdida del globo ocular, fueron rehabilitados por el ser-
vicio de prótesis maxilofacial en Xochimilco, sumándose los
de Neurocirugía, Pediatría y Cirugía plástica y Reconstructiva,
que requerían de una rehabilitación especializada. Desde el
1o de julio de 1979 se fue protocolizando un convenio en-
tre ambas Institucions, lo que permitió que los alumnos de
Prótesis Maxilofacial de la División de Estudios de Posgrado e
Investigación de la Facultad de Odontología, obtuvieran -en
igualdad de circunstancias con los residentes médicos- una
beca para estudiar la especialidad. De 1983 a la fecha en el
Hospital General de México, ha sido la única Residencia para
Cirujanos Dentistas especializados, que está protocolizada
ante la Secretaría de Salud, la residencia permanece egresan-
do anualmente tres alumnos, curso que avala la UNAM.
Al inicio de la década de los años 80, el Instituto Nacio-
nal de Cancerología (INCan), solicitó la participación de otro
Protesista, Ignacio Granados egresado del Memorial Hospital
en Boston, inició una labor asistencial en Xochimilco y se in-
corporó al INCan, sin embargo, al poco tiempo, obtuvo una
propuesta de trabajo en la Ciudad de Monterrey, Nuevo León
y se retiró, sustituyéndolo Vicente González Cardín, quien
hasta la fecha desarrolla la especialidad, también con alum-
nos de la división de Posgrado.
En 1984 el curso de especialidad se ubicó en las insta-
laciones de la DePel. En 1996 Enrique Echevarría y Pérez, a
petición expresa del entonces Director de la Facultad el Dr.
Javier Portilla Robertson y el Jefe del Posgrado José Antonio
Vela Capdevilla, modificó los planes de estudios; en esa épo-
ca había tres cursos de especialidad protésica: Fija, Removi-
ble y Maxilofacial; al término del proyecto aprobado por el
Consejo Académico del Área de Biomédicas, quedaron so-
lamente los cursos de Prótesis Bucal y el de Maxilofacial. En
el año 1997, asumió la Coordinación del curso René Jiménez
Castillo, y en el área de bucal Enrique Ríos Szalay.
Los egresados del curso de especialización en Prótesis
Maxilofacial, han tenido aceptación en los principales centros
oncológicos, como el Centro Médico Nacional Siglo XXI del
IMSS, Hospital 20 de Noviembre del ISSSTE y Centro Médico
la Raza del IMSS; otros se han incorporado en los estados, en
Panamá y Puerto Ordaz, Venezuela, por mencionar algunos.
Su intervención ha sido valiosa en prótesis oculares y faciales,
asistencia estomatológica en el paciente con cáncer tratados
con radio y quimioterapia, defectos congénitos y adquiridos,
rehabilitación intraoral e implantes cráneo faciales.
Para lo anterior se requirió la formación previa de la Aca-
demia Mexicana de Prótesis Maxilofacial, A. C. y del respec-
tivo Consejo certificador, actualmente a cargo del Consejo
Mexicano de Rehabilitación Oral y Maxilofacial, A. C., que
agrupa a la mayor parte de los egresados, especialmente los
que laboran en instituciones hospitalarias del Sector Salud
en México.
Existen antecedentes en el ejercicio de la especialidad
que impactaron de manera importante la Rehabilitación
Maxilofacial. Una de ellas, es la técnica desarrollada en la
UNAM por el maestro Flavio de la Torre, que logró que las pró-
tesis oculares se elaboraran con una técnica que no requería
de la importación de materiales, cuyo elevado costo, las hacía
inaccesibles para un sector importante de la población; sin
duda su dedicación y disciplina lograron que actualmente
estén al alcance de cualquier paciente.
Otra parte importante son los proyectos de investigación,
desarrollados en implantes en diversas partes del organismo,
a través de protocolos de investigación generados en el Hos-
pital General con las diversas especialidades como: Urología
y Cirugía plástica y reconstructiva, que han generado diver-
sas aportaciones a la literatura especializada y otras que -en
conjunto con investigadores de la División de Posgrado de
la Facultad de Odontología- han consolidado la especialidad.
Es necesario reconocer a quienes, sin haber cursado un
programa en Prótesis Maxilofacial, aportaron en México su
experiencia y lograron rehabilitar a varios pacientes, afecta-
dos por diversos padecimientos en cabeza y cuello. Uno de
ellos es el profesor titular de Prostodoncia en la Facultad de
Odontología, Ángel Rosado Vela (1927–2005), Jefe del Servi-
cio de Estomatología en el Hospital General de México, quien
colaboró por muchos años, con los oncólogos del Hospital
General, su dedicación a la docencia y labor asistencial, per-
mitió que esos pacientes afectados tuvieran la oportunidad
de mejorar sustancialmente su calidad de vida.
La Dra. Clementina Díaz y de Ovando, en su libro Odon-
tología y Publicidad en la Prensa Mexicana del Siglo XIX (UNAM
1990), documenta al Sr. Reguera y la presentación de un ob-
turador palatino en 1894 y 1895, lo que representa la necesi-
dad que había desde entonces en la especialidad.
Otro destacado Cirujano Dentista que elaboró su tesis de
graduación sobre Prótesis Maxilofacial fue el Dr. Samuel Fast-
licht, que representa una de sus múltiples aportaciones a la
Odontología Mexicana.
Las primeras Instituciones que elaboraron un protocolo
específico para que se lograra la Residencia Hospitalaria en
la especialidad de Prótesis Maxilofacial, fueron la UNAM, a
través de la Facultad de Odontología División de Estudios de
Posgrado e Investigación y el Hospital General de México de
la Secretaría de Salud. El documento fue protocolizado el 27
de junio de 1996, durante la rectoría del Dr. José Sarukhán
Kermez, el documento está signado por la UNAM: Dr. Jaime
Martuscelli Quintana, Secretario General y el Director de la
Facultad de Odontología Dr. Javier Portilla Robertson; por el
Hospital: Dr. José Luis Ramírez Arias, Director General y el Dr.
José Antonio Serrano Migallón, Director de enseñanza del
hospital. El Maestro Enrique Echevarría y Pérez fue el primer
profesor titular del curso de 1984 a 1997.
La especialidad de Prótesis Maxilofacial, ha permitido
que en México puedan atenderse con diversos protocolos de
tratamiento, pacientes que anteriormente estaban recluidos
en sus hogares, con severas alteraciones faciales, algunos sin
capacidad de poder deglutir y articular su fonación. La espe-
cialidad ha permitido que pacientes con tratamientos onco-
lógicos de radio y/o quimioterapia puedan sean atendidos y
mejorado en su evolución, en lo referente a la cavidad bucal
y elaborando aditamentos para poder radiarlos. Otras áreas
cráneo faciales han sido favorecidas ante traumatismos y di-
versos defectos congénitos, impactando sustancialmente en
la calidad de vida de los pacientes afectados.
199
 Parte VI l Capitulo XXXVIII

La Patología Oral
en México
Mtro. Javier Portilla Robertson tió en el segundo año Patología Especial de la Boca
Profesor de Carrera Tiempo Completo Titular
y anexos. El servicio de patología bucal se inició en
Definitivo, Facultad de Odontología, UNAM.
octubre de 1959, según consta en el Archivo de la

L
a enseñanza de la patología dental se
inició en el CNED en su primer plan de
estudios, cuando en el tercer año se im-
partía Patología Dental. En la Facultad
Odontológica a partir de 1916 se impar-
200
Coordinación de Patología Bucal, de los registros de
los primeros diagnósticos histopatológicos emitidos
y firmados por el Dr. Francisco Rodríguez Trujillo, Mé-
dico Cirujano.
Este servicio continuó hasta noviembre de 1971,
cuando por razones políticas hubo el conflicto entre
los profesores de la ENO y que terminó con la separa-
ción y renuncia -en la mayoría de los casos obligada- de
muchos profesores, entre ellos los que conformaban
las ciencias básicas cuyos laboratorios estaban ubica-
dos entonces en el “quinto piso” (agregado al inicio de
los años 60 y derribado en 1999), del plantel de ciudad
universitaria, lugar donde se realizaba la investigación
básica y clínica.
Entre los profesores que integraban esta área, po-
demos mencionar a: Armando Nava Segura, Federico
Fernández Gabarrón (del exilio español), Armando Nava
Rivera, Francisco Rodríguez Trujillo, Armando Bayona y
Enriqueta Pizarro, entre otros.
Estos profesores eran conocidos también como: “los
tiempos completos”, ya que eran pocos los que en ese
tiempo, tenían dicho nombramiento y se dedicaban
únicamente a la docencia e investigación. Al presionar-
los para renunciar, en los inicios de los 70, se les ubicó
en otras dependencias, otorgándoles su transferencia
con todo y plaza académica además del equipo de labo-
ratorio con el que trabajaban.
Esto motivó a que en la entonces ENO ya no se rea-
lizara investigación y se dejó de publicar en revistas in-
ternacionales y en la única revista nacional, que era la
de la Asociación Dental Mexicana, mencionaremos tam-
bién que aún no se usaban los términos de revistas in-
dexadas, arbitradas e índice de impacto de los artículos.
Cabe señalar que el resto del profesorado estaba
constituido por cirujanos dentistas que tenían prácti-
ca privada y sólo acudían a la ENO como profesores de
asignatura o medio tiempo.
El primer cirujano dentista que se formó como pa-
tólogo bucal y del que tenemos noticia, fue el doctor
Víctor de la Rosa Huesca, que cursó la especialidad en
la Universidad del Sur de California, USA. A su regre-
so, se incorporó a la Escuela Nacional de Odontología
como profesor, cargo que tuvo hasta su jubilación en
1992.
El servicio de diagnóstico histopatológico se reanu-
dó el 30 de octubre de 1974, también en el mencionado
quinto piso con el equipo existente, adquiriéndose una
“Histokinette” (procesadora automática de tejidos) y un
afilador de cuchillas para micrótomo, cabe señalar que
anteriormente se afilaban manualmente las cuchillas,
labor que se realizaba sobre piedras especiales de afi-
lado, una tarea que llevaba varias horas y se necesitaba
un especialista en este trabajo.
Al iniciar sus actividades, el entonces recién re-inau-
gurado servicio, estaba integrado por un sólo profesor
quien se especializó en la Facultad de Medicina de la
Universidad de Londres, Inglaterra y realizaba, tanto el
procesamiento de las muestras, como el diagnóstico y el
reporte histopatológico.
Las muestras para el diagnóstico, provenían del ser-
vicio de Cirugía Bucal y de la clínica de Periodoncia y
Endodoncia. Algunos académicos de estas áreas, al re-
cibir sus resultados y microfotografías, comenzaron a
interesarse en realizar investigación histopatológica y
publicar artículos nuevamente, y presentar carteles y
resúmenes de investigación en la International Ameri-
can Associations for Dental Research (IADR y AADR); el
primer resumen de investigación de la ENO fue publica-
do en 1974, extraído de una presentación oral expuesta
en la British Association for Dental Research (BADR) en
Liverpool, Gran Bretaña.
Se acondicionó un bioterio en un espacio pequeño,
anexo al laboratorio de histopatología del quinto piso,
con el que se realizaron los primeros trabajos de inves-
tigación en animales, contando nuevamente con inves-
tigación formal.
Con el servicio de diagnóstico anatomo-patológico,
se vio la necesidad de establecer también un servicio
de microbiología, que se estableció en el mismo labora-
torio, realizando además investigación microbiológica,
seguido de un laboratorio de bioquímica, estos labo-
ratorios fueron un apoyo fundamental para que el H.
Consejo Universitario aprobase el cambio de la ENO a la
categoría de Facultad en 1975, siendo a partir de enton-
ces, la Facultad de Odontología de la UNAM.
Para este importante propósito, se contrataron pro-
fesores extranjeros para apoyar los primeros proyectos
de investigación para apuntalar a los candidatos a los
estudios de Doctorado; Se destacó la labor del Dr. Bar-
net M. Levy, quien entonces era el fundador y Director
del “Institute for Dental Research” de la Universidad de
Texas, Houston USA. El Dr. Levy al jubilarse en los Estados
Unidos, donó su biblioteca personal a la biblioteca del
Posgrado y realizó ahí una estancia de seis años como
profesor, su presencia puede decirse fue el detonante de
los otros laboratorios con que ahora se cuenta en la sub-
división de investigación y el formador de los primeros
investigadores y miembros del SNI. Podemos afirmar que
el área de Patología Bucal, marcó el inicio de la investiga-
ción en la Facultad de Odontología de la UNAM.
201
 Parte VI l Capitulo XXXIX
Oclusión Dental
en México
C. D. Lourdes Ledesma Salinas
Egresada de la Facultad de Odontología,
UNAM. Profesora y miembro de la Junta
de Gobierno CIERO
T
iempos de Jauja
Pero yo allí veré aún el oro
Me regocijaré.
Pasaje del Himno de Xipe Tótec
Al comenzar la segunda mitad del Siglo XX, un tiempo de
esplendor impera en la Odontología Mexicana, se puede afir-
mar que es una época de oro.
La profesión era símbolo de bonanza, se creía en un sta-
tus que marcaba cambios económicos y que confería presti-
gio y solidez a cada dentista dentro de su círculo.
Existían consultorios y clínicas esparcidas en la Ciudad
de México, que cumplían con las normas éticas y profesio-
nales de ese tiempo; sólo las clínicas populares se anuncia-
ban, pues los dentistas consideraban que su nombre de
boca en boca en cada uno de sus pacientes, era su mejor
publicidad.
La Escuela de Odontología de la Ciudad de México, era
“la Meca”, no sólo para los estudiantes de toda la República
Mexicana que querían seguir la carrera de Cirujano Dentista,
sino también para los estudiantes de toda Latinoamérica.
202
En los 50, muchas familias acudían “al Centro”, aún no se
denominaba Centro Histórico y asistían a muchas clínicas de
precios bajos, o bien a las calles de San Juan de Letrán donde
se encontraban los consultorios de prestigiosos médicos y
odontólogos.
A la capital de la República arribaba la juventud interesada
en llegar a pertenecer a las élites selectas de una odontología
bien remunerada que abría sus consultorios en distintas zonas
de la ciudad. El consultorio mas elegante se encontraba en Re-
forma donde el Dr. Riquelme atendía desde al Presidente de la
República hasta a connotados actores del cine nacional, como
Mario Moreno Cantinflas, también estaban entre sus pacientes
los grandes empresarios mexicanos.2*
Para problemas de Endodoncia, especialidad incipiente en
aquella época, se asistía a Las Lomas, con el doctor José Oynik
y la Ortodoncia comenzaba a estar en auge en manos de es-
pecialistas como Roberto Ruff, Alicia Lazo de la Vega, Samuel
Fastlicht y Manuel Castro Cué, cuyo consultorio se ubicaba en
la Avenida Insurgentes, justamente en la famosa Zona Rosa.
En Rehabilitación estaba el maestro Alfonso González,
conocido en el gremio como “El Caballo”, quien realizaba in-
crustaciones, puentes y coronas en oro de excelencia.
Cada consultorio tenía sus propias reglas, existía menos
mercadotecnia y mucha entrega a la profesión dental. En
algunos casos, el consultorio se encontraba en la misma re-
sidencia del cirujano dentista, y acudían pacientes a cualquier
hora, por inoportuna que fuere, por la noche o en domingo y
muchos de los dentistas consideraban un deber sagrado brin-
dar la atención por dolor en cualquier momento o situación.
Hasta los años 40, la odontología consistía generalmen-
te en tratamientos de extracciones, sobre todo, cuando se
padecía la entonces denominada “piorrea”, donde el paciente
estaba condenado a extracciones múltiples; para colocarle
después dentaduras totales, que en ocasiones, se confeccio-
naban en base a articuladores de bisagra.
Cuando el problema era la caries, muchos pacientes que-
rían lucir incisivos con marco dorado, aún en contra de la
oposición del dentista y de la estética.
En consultorios de prestigio, las incrustaciones se hacían
de oro, la amalgama sólo se admitía en clínicas populares. In-
cluso las clases bajas utilizaban oro cohesivo, el áureo metal
relucía en cada boca atendida por un dentista.
Los mexicanos de ese entonces, rendíamos así pleitesía a
nuestras raíces prehispánicas, donde el oro siempre relució y
a nuestros ancestros españoles, con su avaricia de posesión
de riquezas, incluso dentro de sus bocas.
Tiempos De Interrogaciones
“Por siempre, lo único es preguntarse el porqué”
Pensamiento griego Siglo I a.C.
A finales de los 50 y principios de los 60, comenzó el
tiempo de las preguntas, incidir en el cómo y en el por qué.
Ya no sólo se pensaba en la mecánica de la oclusión relacio-
nando los dientes con la articulación temporomandibular
como un sistema de apertura y cierre con un articulador
de bisagra, Se inició un enfoque fisiológico donde se estu-
diaba: el sistema masticatorio y todas las estructuras que
intervenían en el sistema neuromuscular y su correlación
con la articulación, ligamento, hueso alveolar y su relación
dinámica con los dientes, las características oclusales y la
relación cúspide a fosa.
“En México existían maestros en la Escuela de Odontolo-
gía como el Dr. Honorato Villa que ya usaban articuladores
anatómicos, los que se dedicaban a la prostodoncia total, ya
mencionaban la necesidad de construir las placas en relación
céntrica, con el fin de mantener mejor estabilidad”.1
Se estaban dando los primeros pasos para que los co-
nocimientos gnatológicos se aplicaran en México, con el fin
de que los pacientes obtuvieran una oclusión funcional en
sus prótesis, para que la oclusión al ejercer su función en la
masticación de los alimentos, así como en la relación que
guardan las tablas oclusales entre sí, mantuvieran la salud
de todo el sistema estomatognático.
Se comenzaron a reunir en México, grupos de Odon-
tólogos con grandes inquietudes: Frank Romero Castany,
Fernando Robledo, Jorge Alemán, Rafael López Chejín,
Germán Sánchez Cordero, Carlos Cornish, Roberto Ruff
y tres colegas más, quienes revolucionarían el concepto
oclusal y fueron los maestros de generaciones de dentis-
tas. Ellos resonaron no sólo en México, sino en toda Améri-
ca desde Estados Unidos hasta Argentina.
Erik Martínez Ross, Raúl
Espinosa de la Sierra y Carlos
Ripol Gutiérrez
Los grandes forjadores de una mejor odontología, con con-
ceptos científicos de la oclusión y que, con sus características
personales muy específicas, enseñaron, divulgaron y mostraron
a las generaciones de estudiantes de odontololgía de Latino
América, desde 1960 en adelante el porqué de la oclusión.
“Los Tres Reyes Magos de la Oclusión”. ¿Por qué llamarles así?
Los tres provenían de lugares distantes uno de otro y en
circunstancias diametralmente opuestas:
l Eric Martínez Ross nació en Estocolmo, Suecia en 1925,
debido al Servicio Diplomático que ejercía su padre en la Secreta-
ría de Relaciones Exteriores, llegando a México a los 16 años des-
pués de haber vivido en Holanda, Cuba, Argentina, Roma y París.2
l Carlos Ripol Gutiérrez fue originario de La Esmeralda,
Provincia de Camaguey, Cuba, en donde vio la luz primera en
1922. A los 15 años, emigró a Venezuela, sin haber terminado
la instrucción primaria y posteriormente llegaría a México.3
l Raúl Espinosa de la Sierra quien nació en la calle de
Enrico Martínez en el centro de la Ciudad de México el 12 de
noviembre de 1924 en el seno de una sana y pequeña familia
mexicana.4
La Escuela Nacional de Odontología los albergó a los
tres, pero en épocas diferentes debido al contrastante en-
torno y circunstancias que determinaron muchos de sus
rasgos característicos.
La Antigua Escuela de Odontología de Lic. Verdad y Gua-
temala, ahora Palacio de la Autonomía, fue donde Raúl Es-
pinosa estudió de 1943 a 1947, con los grandes maestros de
aquella época, como el director Ignacio Aguilar Álvarez el
maestro Miguel Pavía o el Dr. Arturo Irabien Rosado.
Carlos Ripol se recibió muchos años después, el 11 de di-
ciembre de 1959, en la nueva Escuela de Odontología, ubicada
en los hermosos jardines de Ciudad Universitaria, habiendo ob-
203
 tenido Mención Honorífica otorgada por los maestros Hermilo
López Morales, Alberto Palacios Gómez y José Gómez Correa.
“El Quijote de la Oclusión” como lo llamaron atinadamen-
te muchos de sus alumnos, por su alta figura y su pasión por
la enseñanza, el maestro Eric Martínez Ross se tituló en 1950.
Años después, tratando de encontrar respuestas a sus múlti-
ples dudas y motivado al saber de las investigaciones de los
diversos grupos de estudio en los Estados Unidos, se lanzó a
tomar los cursos de extensión universitaria en la Universidad
de Los Ángeles, California.
Los cursos incluyeron :“Prótesis Fija”, “Reconstrucción Oclu-
sal y Encerado Oclusal” , “Ajuste Oclusal” y en 1962 “Instrucción
de posgrado en Rehabilitación Oral”, teniendo como precep-
tores al Dr. Charles E. Stuart y al Dr. Peter K. Thomas quienes
pertenecían al Grupo de Gnatología de California, encabezado
por el Dr. Beverly B. Mc Collum, padre de la Gnatología.
A su retorno a la Ciudad de México, Martínez Ross anima
a muchos de sus colegas que ya estaban tomando conciencia
de la importancia de la oclusión, a formar grupos de estudio.
Pocos odontólogos saben que el Primer Congreso de la
Academia Internacional de Gnatología se realizó en 1964 y
su sede fue México. En Internet, donde se puede acceder a la
historia de la Academia de Gnatología se encuentra el motivo:
“A principios de los años sesenta la Gnatología ganaba
terreno y existió un importante congreso en la Ciudad de
México. El “Primer Congreso de la Academia Internacional de
Gnatología” se realizó del 16 al 19 de abril de 1964 en el Hotel
María Isabel, organizado por el Grupo Mexicano de Gnatología
sección latina encabezado por el Dr. Carlos Ripol, el Dr. Raúl
Espinosa de la Sierra, el Dr. Eric Martínez Ross y el Dr. Fernando
Robledo, cada uno anfitrión por un día “Presidente del Día”
La razón por la que México fue escogido para el primer
encuentro internacional, se debió a que en su Universidad,
se realizó el primer curso de Gnatología a nivel mundial”.
Concluye la Historia de la Academia Internacional de
Gnatología con la lista de los veinticuatro doctores de “The
Mc.Collum Award Recipients” donde el único doctor extranje-
ro mexicano que se encuentra en ella es Carlos Ripol.4
Personalidad forjada durante sus años infantiles y de ju-
ventud, Carlos Ripol llegó a Nueva York en los años 50, donde
tomó cursos de Mecánica Dental, estudiando por las noches
el High School y el College. Instaló un laboratorio dental y
tomó dos años de Pre-Dental en la Universidad de Columbia.
En enero de 1954, arribaba la familia Ripol Bermúdez a Méxi-
co, su patria por elección.
Como verdadero alquimista, el doctor Ripol conjuntó sus
conocimientos, estudios y todas sus habilidades con el infini-
204
to amor a su profesión. Quería y exigía la perfección en él y en
cada uno de los cientos de estudiantes que formó.
El maestro Carlos Ripol fundó el primer centro para estu-
dios de postgrado en rehabilitación oral: CIERO.
El Centro de Investigación se convirtió en crisol de
donde salieron alumnos provenientes de México, Centro
y Sud América para convertirse en los maestros de las uni-
versidades y escuelas de sus lugares de origen, fructifican-
do una nueva mente causal y científica de la Rehabilita-
ción protésica.
El impacto que provocó en la Odontología nacional e in-
ternacional, se puede apreciar en estos extractos de las opi-
niones de personajes dentro de la profesión.
“El Dr. Carlos Ripol bajó la Gnatología y la Prótesis de la
estratosfera a la realidad que todos queremos ejercer y prac-
ticar” Dr. Rafael Mejicano, Guatemala julio 2008.5
“El Dr. Ripol no necesitó morir para convertirse en leyen-
da, el murió siendo una”
“El maestro era un ser eminentemente práctico, con un
amplio conocimiento del medio y una gran intuición, lo que
le permitía ver claramente las fortalezas y debilidades del
gremio odontológico, por eso sus libros tuvieron tanto éxito.
Ellos reflejan su forma de ser, son prácticos, amenos y directos,
una mezcla de manual de procedimientos y libro formal, sin
guardarse nada, hasta la forma de apoyar las manos (capítulo
inédito en un libro de prostodoncia) quedó plasmado en ello.
Los libros del Maestro Ripol no solo hicieron época, en
realidad fueron una época en sí mismos”. 6
En la Asociación Peruana de Odontólogos de la Nueva
Generación manifiestan en su presentación escrita:
“SOLA Seminarios Odontológicos Latino Americanos
surge hace 28 años por la inquietud de varios profesionales,
cuyo liderazgo lo ejercía el Dr. Carlos Ripol Gutiérrez.
“Era un genio. Su trabajo sobre el desarrollo de la Armonía
Oclusal para ingresar a la Academia, marcó una huella.
“El Dr. Ripol provocó una verdadera unión en la América
Latina que después de él, no se ha vuelto a tener.
“Hoy en el Siglo XXI se habla en Japón de la preparación
de piezas según la anatomía cervical, cuando en el libro del
Dr. Ripol aparece en 1961”. Dr. Roberto Smith Mac Donald.
Ciudad de México.7
“El Maestro Ripol abrió brecha, poniendo a la Odontolo-
gía Mexicana en el mejor nivel mundial. Gracias a la herencia
de sus libros estará siempre entre nosotros.” Dr. Javier Portilla
Robertson. Ciudad de México.”8
“Del decir de una boca delimitada por un bigote bien recor-
tado y una articulación clara y pausada de las palabras, resalta
uno de los pilares de la Gnatología, que es figura prominente
para su divulgación.”
El Dr. Raúl Espinosa de la Sierra escribe en su historia: “La
Gnatología y Yo”:
“El escribir una relatoría de cómo fue el conocimiento de
la ciencia de la oclusión, es decir de la Gnatología; el haber
podido estudiar, comprender, ejercer, enseñar, difundir, es-
cribir, discutir, intercambiar conocimientos sobre Gnatología,
creo ha sido para mi uno de los mayores logros que he podi-
do alcanzar a través de mi vida.”
“Empecé la búsqueda de la solución de los problemas
de reconstrucción oclusal de mis pacientes, desde muy tem-
prano en mi carrera profesional, principié a hacer “rehabilita-
ciones” las que en ese tiempo se hacían a base de coronas e
intermedios veneer en oro y acrílico.
“La tendencia era que las caras oclusales fueran planas
con el fin de lidiar lo menos posible con los “puntos altos” y se
les hacían algunas rayas que simulaban los surcos de protru-
siva, balance y trabajo.
“Cuando el paciente se quejaba de alguna molestia a ni-
vel de ATM, era referido al cirujano oral y en la mayoría de los
casos, ya no volvíamos a saber de él.”
Después de narrar sus experiencias del estudio de la Gna-
tología, el Dr. Espinosa nos narra:
“En esas fechas era Director de la Escuela de Odontología
de la UNAM el Dr. Miguel Santos Oliva y empezamos con su
respaldo, a dar la Cátedra de Gnatología; era optativa y la im-
partimos Eric, Fernando, Carlos y yo, los sábados de 12 a 14 ho-
ras en el Aula Uno, la que para nuestra satisfacción se llenaba y
las dos primera filas las reservábamos para los maestros”
El doctor Carlos Ripol falleció en 1993 dejándonos, como
bien dice el Dr. Portilla, el legado de sus libros que, fueron
fundamento de la rehabilitación protésica hoy en día: Reha-
bilitación Oral de Editorial Interamericana de 1961, y, sus tres
tomos de Prostodoncia: Conceptos Generales, Métodos Clínicos
y Procedimientos de Laboratorio.
Al doctor Eric Martínez Ross, lo recordaremos como el in-
troductor de la Gnatología en México, como maestro, profe-
sor de cursos, director de grupos de estudio, conferenciante
internacional y autor de numerosos libros sobre Oclusión. En
sus últimos años, radicó en Morelia donde se le recuerda así:
“Fue un profesional serio e íntegro, al que los elogios y re-
conocimientos no le hicieron perder nunca su sencillez, mo-
destia y ternura espiritual. El Dr. Eric Martínez Ross, alto, ele-
gante, cabello ondulado, pulcro, puntilloso y cortés, amante
de su patria, atento y educado que por su idiosincrasia, meti-
culosidad y edad llevaba su paso e iba a su aire.”5
En su artículo: “Dr. Raúl Espinosa de la Sierra In Memoriam”
(1924-2006), para la Revista Mexicana de Odontología Clínica,
el doctor Agustín Zerón describe los pasos de la vida acadé-
mica y concluye: “Fue profesor por oposición en la cátedra de
oclusión en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales Izta-
cala, en la Clínica Molinito (UNAM). Igualmente fue profesor de
oclusión para varias generaciones en la UNITEC. Asimismo, fue
dictante incansable de centenares de cursos y conferenciante
en todo México, Estados Unidos, Centro y Sudamérica”.
“Entre las múltiples preseas y galardones que obtuvo el
Dr. Espinosa de la Sierra se encuentran la medalla y el diplo-
ma al Mérito Universitario, otorgados por la UNAM en 1990.
Hacia 1993 recibió el reconocimiento como profesor universi-
tario por más de treinta años. Fungió como consejero univer-
sitario, uno de los máximos cargos de gobierno de la UAM de
1988 a 1993. El 7 de abril, el Dr. Espinosa de la Sierra obtuvo el
Premio “Margarita Chorné y Salazar”, que le brindó el Consejo
de Salubridad por su trayectoria y aportaciones al campo de
la Odontología, en la residencia oficial de Los Pinos, de ma-
nos del Secretario de Salud, Julio Frenk Mora.
Entre las restauraciones en boca de hace seis décadas, a las
rehabilitaciones de oclusiones funcionales y estéticas de hoy en
día, existió la investigación, la dedicación y la entrega de odon-
tólogos reconocidos, así como de muchos otros, que aportaron
ideas, tiempo y conocimientos de manera totalmente anónima.
La Odontología tiene que agradecerles a todos ellos, pero
aún mas a los pacientes que ponen en nuestras manos, su boca.
fuentes:
Citas bibliográficas
(1*) Soustelle Jacques.- El Universo de los Aztecas.-
Fondo de Cultura Económico.- Primera edición
1982 pag. 133.
(2*) Calzado Eglantina C.D.- Comunicación personal.
(1) Espinosa R. “La Gnatología y Yo”.
(2) y (5) Sierra, MV. Comunicación escrita.
(3) Bermúdez, M. Comunicación oral.
(4) Zerón J.A.- Revista Mexicana de Odontología
Clínica Vol. 1 No. 3 pp. 16-18.
(6) (7) (8) y (9) Comunicaciones escritas.
Bibliografía
l Bermúdez, Mirta. Comunicación oral.
l Calzado, Eglantina C.D -Comunicación personal.
l Espinosa de la Sierra Raúl. “La Gnatología y Yo”.
Relatoría.
l Sierra, María Virginia. Comunicación escrita.
l Soustelle, Jacques, “El Universo de los Aztecas”.- Fondo
de Cultura Económico.- Primera edición 1982 p. 133.
l Zerón, José Agustín. Revista Mexicana de
Odontología Clínica Vol. 1 No. 3 pp. 16-18.
205
 Parte VI l Capitulo XL

Asociación Mexicana
de Odontólogas
Dra. María Cristina Eguiarte Ortega La idea nació de un grupo de apasionadas odontólogas en-
Facultad de Odontología, UNAM. Premio cabezadas por la doctora Ana Tiscareño. El objetivo primordial
Margarita Chorné 2008
fue crear una asociación que brindara orientación y apoyo a la

L
a Asociación Mexicana de Odontólogas, inició
sus actividades en 1980, como respuesta a la
inquietud por agruparse y ayudar en la prác-
tica profesional, de las compañeras egresadas
de las distintas universidades de la Ciudad de
México.
206
mujer odontóloga recién egresada, o a la que, por, diferentes
motivos hubiera abandonado su profesión y deseara reinte-
grarse a las actividades profesionales. La agrupación también
buscaba brindar oportunidades para la actualización científi-
ca y tecnológica de las odontólogas, así como actualización
cultural y práctica y estimular la convivencia para establecer
nuevas relaciones personales y profesionales.
 Dentro de los objetivos, se pretendía motivar a las colegas
de otras entidades federativas, para que crearan agrupacio-
nes similares, con el fin de integrar una federación de mujeres
odontólogas en la República Mexicana. En Nuevo León exis-
tía ya la Asociación de Mujeres Odontólogas de Nuevo León,
vigente a la fecha con una trayectoria sólida y consistente. Se
promovió la fundación de asociaciones de género femenino
en Durango, Michoacán, Guerrero y en el Estado de México,
desafortunadamente algunas no continúan en funciones.
En 32 años de existencia, la Asociación Mexicana de
Odontólogas ha tenido 13 presidentas, que se eligen cada
dos años. Cada presidenta elige libremente su Comité Ejecu-
tivo y al término de su función pasa a formar parte del Comité
de Honor y Justicia.
La Asociación ha sido presidida por: Ana Tiscareño Díaz,
Martha Valdez, Gloria López Velarde, Aurora Barrera Guerrero,
María de la Luz Torrescano Newton, Eglantina Calzado Wulff,
Jeannette Yunes Cueli, Eloisa Ávila Villanueva, Lourdes Le-
desma Salinas, Ana Cecilia Domínguez Rodríguez, Georgina
Pinal García, Alda Arellano Salazar e Irene Salvador López. Ac-
tualmente la presidenta es Bertha Ramírez Castro.
Dentro de las actividades de la Asociación, se organiza
una sesión científica cada tercer jueves de mes, actualmen-
te se sesiona en las instalaciones de la Asociación Dental del
Distrito Federal, estas sesiones son impartidas por profe-
sionistas que gozan de gran prestigio y tienen un reconoci-
miento oficial otorgado por la UNAMCada año en el mes de
septiembre, se organiza un curso de actualización de diferentes
especialidades, con duración de cuatro horas y también tiene re-
conocimiento oficial. Para este curso, se otorgan becas para los
estudiantes y socios de las diferentes universidades y Asociacio-
nes. También se organiza una visita cultural cada mes, en donde
se asiste a museos, exposiciones o eventos de arte.
Otro de nuestros objetivos ha sido la integración fami-
liar, y la promoción de la convivencia, para ello se organizan
paseos a lugares turísticos y de interés histórico. También
se llevan a cabo festejos sociales, para celebrar: el día del
dentista, del amor y la amistad, de las madres, de la mujer
y el fin de año, o bien se convive y aprende en desayunos
culturales.
La Asociación Mexicana de Odontólogas forma parte de
la asociación de ex alumnos de la UNAM, y con ellos se parti-
cipa en eventos científicos y culturales. Participando también
en la labor altruista de donación de becas para los estudian-
tes universitarios destacados.
Dentro de las actividades sociales se apoya a la institución
denominada “Fortaleza”, que ampara a mujeres e hijos que son
victimas de violencia intrafamiliar. El apoyo consiste en brindar
orientación y realización de tratamientos odontológicos o brin-
darles los medios para su asistencia y apoyo en los eventos que
la Asociación organiza.
La misión de la Asociación Mexicana de Odontólogas, es
apoyar a las cirujanas dentistas en su práctica profesional, así
como promover y difundir el arte, la cultura, la ciencia y la
tecnología en el área odontológica. Todo esto para contribuir
a formar: profesionistas competentes, actualizadas y social-
mente responsables consigo mismas, con su asociación, uni-
versidad y con su Patria.
207
 Parte VI l Capitulo XLI

Odontopediatría
en el HOSPITAL CENTRAL MILITAR
DE 1954 A 1961

C. D. Estela Gracia García y Martínez Estación de Adiestramiento Sanitario de Tacuba, Distrito Federal
Odontopediatra militar retirada bajo la Dirección de la Cirujano Dentista Fanny Sánchez Mora.

A
NTECEDENTES:
1945.- Estudiaba yo el 4º año en la Escue-
la Nacional de Odontología de la UNAM,
con sede en la calle de Guatemala No. 55
de la Ciudad de México, cuando conseguí
autorización para observar y practicar en el Centro de Higiene y
208
1946.- En el 5º año una de mis materias preferidas fue la
Clínica Infantil a cargo del Cirujano Dentista Francisco Calde-
rón Caso.
1947.- Una vez titulada, entré a trabajar en el Hospital
Central Militar, ubicado en las Lomas de Sotelo, Delegación
Miguel Hidalgo, entre las calles: General Manuel Ávila Cama-
cho al Norte (Periférico); General Juan G. Cabral e Industria
Militar al Oeste; General Idelfonso Vázquez al Sur y Batalla de
Celaya al Este.
En dicho Hospital, no existían Cirujanos Dentistas Espe-
cialistas en Paidodoncia y los niños eran atendidos por Ciru-
janos Dentistas Generales.
1951.- Tuve la oportunidad de asistir a un curso de Odon-
tología Infantil, impartido en la Escuela de Graduados, Divi-
sión Medicina de la UNAM.
1952.- Primer Congreso de la Asociación Dental Mexica-
na, conmemorando el cincuentenario de la ENO. Impartí la
conferencia “El comportamiento del niño en el consultorio
dental y la forma de abordarlo”.
Tercera Convención Nacional de Médicos Militares y Se-
gundas Jornadas Médico Quirúrgicas en el Hospital Central
Militar. Expuse la conferencia “Profilaxis de la caries dentaria
por la aplicación tópica del fluoruro de sodio en la población
infantil paramilitar”.
1954.- A partir de entonces, se me comisionó para aten-
der exclusivamente niños derechohabientes de consulta
externa, consulta interna y a los de la guardería del Hospi-
tal Central Militar; proporcionándome para el efecto el 3er.
sillón con su unidad dental que había dentro de la Sala de
Exodoncia.
1957.- Fue hasta entonces, que pude organizar y fundar
un local ex profeso para la sala de Clínica Dental Infantil, con
su sala de espera propia y funcionando -los primeros años-
,con un solo turno atendido por mi, en la foto la niña Pilar
Manzanos González y yo.
1958.- Elevé una instancia en la que proponía como
requisito de inscripción para los escolares de preprimaria,
1º y 4º de primaria y 1º de secundaria -que son las edades
a las que debe aplicarse tópicamente el fluoruro de sodio-.
Dicha instancia se dirigió a las instituciones que contaban
con servicio dental: Secretaría de la Defensa Nacional, Se-
cretaría de Salubridad y Asistencia Pública, Secretaría de
Educación Pública, Secretaría de Marina, Instituto Mexica-
no del Seguro Social, Instituto de Seguridad Social y Ser-
vicios para los Trabajadores del Estado y a la Asociación
Dental Mexicana. Recibiendo felicitaciones del Jefe del
Servicio Dental de la S.S.A. C.D. Víctor López Cámara y del
Presidente de la Asociación Dental Mexicana C.D. Ignacio
Reynoso Obregón.
1961.- Por convenir a mis intereses solicité mi cambio a
los Servicios Dentales de la Fuerza Aérea Mexicana en donde
continué con mis actividades.
Debido a la demanda de servicios dentales para niños, el
servicio fue creciendo, en la actualidad en el Hospital Militar,
en la Av. Industria Militar esquina con Av. Poniente Tecama-
chalco, existe un edificio de cinco pisos llamado Unidad de
Especialidades Odontológicas, en el que se destinan: 10 sillo-
nes dentales, para 12 odontopediatras que trabajan en dos
turnos.
209
 Parte VII
La formación profesional
en el siglo XX
C. D. y L. H. Martha Díaz de Kuri
Cirujana Dentista y Licenciada en Historia.
Profesora de Carrera Titular de Tiempo Completo,
Facultad de Odontología, UNAM. Coordinadora
del Departamento de Historia de la Facultad de
Odontología y del Seminario de Historia, UNAM.
A
partir de los años 20, la enseñanza de la
odontología se empieza a abrir en forma
de abanico, surgen escuelas dentales
en diferentes puntos de la República:
Mérida, Guadalajara, Puebla, Monterrey
y San Luis Potosí, fueron las primeras. Los programas de es-
tudios de dichas instituciones vivieron modificaciones que
respondían a la propia evolución de la odontología mundial.
Hubo cambios en los nombres de las materias y en sus conte-
nidos, y se incorporaron asignaturas nuevas.
En los años 70, se manifestó una verdadera efervescen-
cia en la creación de escuelas dentales públicas y privadas
en toda la República. Sólo en el Distrito Federal se inaugu-
210
l Capitulo XLII
raron escuelas dentales en las Universidades Tecnológica
de México (1970); Intercontinental (1976); Latinoamericana
(1976); Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco (1976);
Instituto Politécnico Nacional (1976); y la de la Secretaría de
la Defensa (1976). Debido a la demanda estudiantil de contar
con instituciones en zonas marginadas, la UNAM abrió las Es-
cuelas Nacionales de Estudios Profesionales (ENEP) Iztacala
(1974) y Zaragoza (1976). En esta misma década se abrieron
25 escuelas dentales en diferentes ciudades de los estados,
la mayoría de las nuevas instituciones siguieron el modelo
curricular por asignatura, y algunas otras se iniciaron con el
modelo de enseñanza modular, como la Universidad Autó-
noma Metropolitana.
Posteriormente, al incluirse programas de posgrado,
maestrías y doctorados, las escuelas dentales fueron obte-
niendo el rango de Facultades.
En este capítulo se muestran algunos ejemplos represen-
tativos de la evolución de la enseñanza de la odontología en
México.
 Parte VII l Capitulo XLIII

Los planes de estudios

(1904-2004)
C.D. Luz María Magdalena Ruiz Saavedra Era requisito indispensable para los alumnos, presentar un
Profesora de asignatura del Seminario de Historia, pase de la Escuela Nacional Preparatoria o de las escuelas de
Facultad de Odontología, UNAM los Estados que comprobaran que el aspirante había cursado

E
y aprobado las Academias de Ciencias Físico Químicas y Bioló-
l primer plan de estudios, fue realizado por gicas, si no se habían cursado, el aspirante podía presentar un
una Comisión de miembros de la Sociedad examen sobre dichas materias, que si resultaba aprobatorio le
Dental Mexicana, integrada por Ricardo daría derecho a estudiar la carrera de cirujano dentista.
Crombé, Francisco Pastor Artigas y Juan Fa- Artículo 7° del Plan de Estudios de la Escuela Nacional de
lero, los tres titulados en Estados Unidos y Medicina:
por lo tanto, se inspiraron en sus escuelas de origen. El plan
fue aprobado por el doctor Eduardo Liceaga, Director de la Los Estudios profesionales para
Escuela Nacional de Medicina el 11 de enero de 1902, y se la carrera de cirujano dentista
publicó 10 días después, en el Diario Oficial de la Federación serán los siguientes:
(DOF). El Presidente Porfirio Díaz lo envió, para su ejecución al
Lic. Justino Fernández, Secretario de Estado y del Despacho Primer Año
de Justicia e Instrucción Pública. Ricardo Crombé, Ricardo l Anatomía Descriptiva y
Figueroa y Alfredo Reguera fueron comisionados para elabo- Disecciones. 3 clases a la semana
rar la lista de instrumental, equipo, libros y muebles necesa- l Histología especialmente de
rios para que el Consultorio Nacional de Enseñanza Dental los elementos que constituyen
(CNED) empezara a trabajar. la boca, 3 clases a la semana
211
 l Primer Curso de Operaciones
Dentales (Teoría de éstas), 3 clases
a la semana
l Primer Curso de prótesis Dental y
de Metalurgia Dental, 3 clases a
la semana
Segundo Año
l Anatomía Topográfica de la
cabeza y especialmente de la boca,
3 clases a la semana
l Fisiología, tres clases a la semana
l Procesos Morbosos Generales,
2 clases a la semana
l Materia Médica Dental, 2 clases
a la semana
l Cirugía Dental y 2º Curso de
Operaciones Dentales, 3 clases a
la semana
l 2ª Curso de Prótesis Dental, 3
clases a la semana
Tercer Año
l Bacterioscopía, 3 clases a la semana
l Patología Dental, 3 clases a la semana
l Cirugía Dental y 3º Curso de
Operaciones Dentales, 3 clases a
la semana
l Terapéutica Dental, 2 clases a
la semana
l 3º Curso de Prótesis Dental
(Coronas y Puentes de Oro y Trabajos
de Porcelana), 3 clases a la semana
Este documento no registra la extensión y descripción
de las asignaturas.1 Recién iniciadas las clases, se publicó el
reglamento interior, cuyas reglas norman el comportamiento
tanto de alumnos como de profesores, y se aprecia su evolu-
ción conforme las actividades escolares se van desenvolvien-
do.2 A consideración de los profesores, los alumnos practica-
rían en el Hospital General de México.
El 2 de enero de 1906, aparece en el DOF la disposición
firmada por Justo Sierra,3 que exime a los aspirantes de pre-
sentar el pase de la Escuela Nacional Preparatoria, disposi-
ción que se debió posiblemente a que el número de alumnos
fue menor al esperado. Esta regla estuvo vigente hasta 1914.
Meses antes del egreso de la primera generación –marzo
212
de 1906-, se publicó en el Boletín de Instrucción Pública, el
oficio relativo a Examen Profesional del CNED, que señala:
1°- Haber hecho los cursos que la Ley indica de conformi-
dad con los reglamentos respectivos.
2°- Presentar un trabajo escrito sobre cualquier asunto de
Patología Dental que hayan estudiado dichos alumnos con
predilección, o sobre el cual hayan hecho estudios especiales.
3°- Efectuar una prueba práctica que consistirá en prepa-
rar una pieza protética de oro y de celuloide o de encía con-
tinua, en el concepto de que esta pieza deberá presentarse
aplicada en paciente y haber sido construida en el Consulto-
rio, lo cual será acreditado por los profesores respectivos y en
el concepto, así mismo, de que la expresada pieza, reunirá las
cualidades de comodidad para el paciente y para la fácil mas-
ticación. Se faculta a esta Dirección para que -si encuentra
bien acabada la referida pieza- haga que el candidato cons-
truya otra análoga que quedará en el Museo del Consultorio
Nacional de Enseñanza Dental, y lo firma Justo Sierra.4 Y se
incentivó a los alumnos otorgándoles libros de su elección
como premios por su desempeño.5
En función de la experiencia obtenida durante los cuatro
primeros años escolares, se emitió un nuevo plan aprobado
por las autoridades correspondientes y publicado en el DOF,
el 13 de julio de 1907. Este plan, era independiente al Plan de
Estudios de la Escuela Nacional de Medicina, aun cuando se
determinó que el CNED seguiría dependiendo directamente
de ésta. En uno de sus apartados, se estipula que se podrían
hacer estudios para hacerse especialista en Prótesis Dental,
pero no existe referencia sobre los conocimientos que se
consideraban necesarios para obtenerla.6
Las materias básicas eran impartidas en la Escuela Na-
cional de Medicina, a los alumnos de Primer Año: Elementos
de Anatomía, Fisiología e Higiene, a cargo del Dr. A. Vallari-
no e Histología, Anatomía Descriptiva y Topográfica de la
Boca y sus Anexos, por el Dr. R. Villafuerte. En Segundo año
se cursan dos materias: Patología Dental Médica y Quirúrgi-
ca, impartida por Alfredo Reguera y Primer Curso de Clínica
Dental –que incluye la Terapéutica Médica correspondiente
y la práctica de la Cirugía relativa, con especial discusión de
los casos observados- a cargo de Ricardo Figueroa. En Tercer
año se incluían: Segundo Curso de Clínica Dental, impartida
por Juan Falero, y Clínica de Prótesis Dental y Ortodoncia, por
José J. Rojo. Al ser materias seriadas, no se permitía cursar el
Segundo o el Tercer Año si en las materias precedentes no se
habían obtenido calificaciones superiores a “Bien”.
Como un beneficio a la comunidad, los alumnos brinda-
ban atención a escolares, con la supervisión de los profeso-
res, antecedente del Servicio Social. La atención era gratuita,
sólo se solicitaba el pago de los materiales utilizados en el
tratamiento.
El 14 de diciembre de 1911, el Presidente Francisco I.
Madero autorizó una modificación al Reglamento del 11 de
julio de 1907, que indica que el CNED dejaría de depender
de la ENM, y es nombrada la Dirección de la “Escuela Nacional
de Enseñanza Dental”(ENED).7 La esperada independencia,
se debió al esfuerzo y gestiones de varios profesores enca-
bezados por José J. Rojo. Una institución independiente ne-
cesitaba reglas y planes de estudio actualizados; así que un
nuevo reglamento fue expedido el 29 de febrero de 1912, pu-
blicándose una semana después en el Boletín de Instrucción
Pública y en el DOF, en donde se indica, que todas las ma-
terias se impartirían en la ENED, incluidas las básicas y con-
tiene modificaciones como la incorporación de Histología a
la Bacteriología en el 1° Año; Prótesis Dental que se impartía
en 2°, se mueve al 3° , al igual que Elementos de Farmacia
y Terapéutica, y se les incorpora Academia de Deontología.8
Dos años después, Victoriano Huerta aprobó un nuevo re-
glamento que fue publicado en el DOF el 9 de agosto de 1913;
la institución cambiaría su nombre por el de “Escuela Odon-
tológica Nacional” (EON). El plan de estudios no difería del
anterior, pero se dan cambios significativos en la profundidad
de los conocimientos de Prótesis, que se divide en dos cursos,
impartiéndose el primero en 2º Año y el segundo en 3º Año.
Patología, que profundizó los conocimientos específicos
de la cavidad oral y las alteraciones generales. Ortodoncia,
tuvo un cambio radical y abarca la enseñanza de la morfo-
logía, embriología, histología, anatomía y fisiología dentales;
anatomía, patología y etiología de las anomalías dentarias;
modelado, fotografía y radiología-posiblemente solo quedo
en el papel, porque no se tiene conocimiento de la compra
de un aparato de rayos x en sus aplicaciones a la materia; ins-
trumentos y materiales ortodóncicos empleados en los trata-
mientos de movilización y retención, así como construcción y
aplicación de los aparatos fijos.
El 9 de mayo de 1914, la Escuela Odontológica Nacional,
pasó a formar parte de la Universidad Nacional de México por
disposición del artículo 2° de su Ley, con ese mismo nombre,
pero se le comenzó a llamar familiarmente “Facultad Odon-
tológica”.9 Como requisito indispensable a los aspirantes se
pedía haber cursado la preparatoria y un curso especial en
la Escuela Odontológica Nacional de Nociones de Ciencias
Físicas y Naturales.10
El 17 de enero de 1916,11 ”entró en funciones un actua-
lizado Plan de Estudios de la “Facultad Odontológica, publi-
cado por la Universidad Nacional, la Secretaría de Estado y
el Despacho de Instrucción Pública y Bellas Artes. En él, se
especifica que una vez obtenido el título de cirujano dentista,
podrían llevarse estudios para especialista en Cirugía Bucal,
Prótesis Dental y Ortodoncia, pero no hay más información
al respecto. Este plan, contiene una descripción detallada
de las cuatro materias de cada año escolar, 80 artículos y
tres transitorios, reglamentando el aprovechamiento de los
alumnos en los exámenes parciales y generales ordinarios y
extra-ordinarios tanto para alumnos nacionales como y para
los extranjeros. Se definieron los períodos de exámenes e ins-
cripciones, los requisitos para los examinados, los examina-
dores, el tipo de pruebas y las calificaciones.12
El Plan de Estudios de 1922, es publicado en el Boletín de
la UNM para iniciar su vigencia en abril del mismo año para la
Facultad Odontológica. Se hizo hincapié en que nadie podría
ejercer la Cirugía Dental sin el título expedido por la Univer-
sidad Nacional. En este plan se aprecian cambios a través del
tiempo en que se imparten las materias y los contenidos se
especifican, como extensión de los cursos, en donde encon-
tramos, con detalle los contenidos que deberían ser incluidos
en cada materia. La materia de Prótesis Dental se dividió en
dos cursos: goma y oro y porcelana, y la Clínica Dental Médi-
co Quirúrgica también se fraccionó en dos cursos.13
1927, 1933, 1934, 1937 y 1940
En el Tomo XII, Número 11 de las Publicaciones de la Se-
cretaría de Educación Pública (SEP), encontramos, editado
por la Universidad Nacional de México y publicado por los
Talleres Gráficos de la Nación, el Plan de Estudios de la Facul-
tad Odontológica -1927- cuando la carrera se incrementa a
cuatro años de estudio, un logro largamente buscado y con-
cretado, pues la Odontología evolucionó significativamente
en las dos últimas décadas. Comparándolo con el de 1922,
encontramos los siguientes cambios: en Primer Año a Histo-
logía se incorpora Embriología, y Bacteriología pasa a 2° Año,
en donde se imparte Fisiología General y Especial, Higiene
pasa a 4° Año, Anatomía Patológica se incorpora a Patología
y aparece Clínica Propedéutica como materia nueva. Prótesis
se divide en dos cursos: Oro, que se da en 2° Año y Goma en
3°, además de Oro y Porcelana en 4° Año. Patología Especial
y Clínica Dental Médico Quirúrgica pasan a 3° año. Clínica
de Exodoncia se divide en dos cursos impartidos en Tercer
y Cuarto Año.14
En 1933, el director Rafael Ferriz presenta y firma el Plan
de Estudios aprobado por Consejo Universitario (CU) en oc-
tubre de 1931.15 En éste se contemplan dos modificaciones
213
 al anterior: la incorporación en el primer año de la Materia
Médica y en cuarto la Clínica Infantil. En el Archivo Histórico
de la FO se localiza el Plan de Estudios con especificación de
horas de trabajo por materia en el programa didáctico y de
práctica, que incluye Tabla de Incompatibilidades, lo firma el
Dr. Ferriz en marzo de 1934. Este Plan de Estudios o listado de
materias, se encuentra mecanografiado en el Archivo Histó-
rico (FO), pero no está registrado en el Archivo del Consejo
Universitario. Por primera vez las materias se dividen por se-
mestre, y encontramos el total de horas por año: En el Primer
Año 1,075, y los cambios que encontramos en sus materias
son: a Materia Médica se le agrega Farmacología y se incor-
poran como nuevas: Microbiología, Anatomía Dental, Técnica
de Operatoria Dental y Técnica de Prótesis. El total de horas
en el Segundo Año es de 1,170 y los cambios más significa-
tivos son: el aumento en el nombre al Curso de Prótesis de
Oro y Porcelana y el cambio de Bacteriología a Química Fi-
siológica. El Tercer Año comprende 1,890 horas y se incluye
como materia nueva Radiología Dental y Técnica Radiológica.
El Cuarto Año comprende 2,115 horas y las materias nuevas
son Cirugía Oral, Anestesia, Historia de la Odontología y Ética
Profesional.16
Ya en las nuevas instalaciones de Licenciado Primo Verdad
y Guatemala, el director Dr. Virgilio Ramos San Miguel, introdu-
jo algunas variantes en las materias y en el número de horas
asignadas, y aunque no existe registro en el Archivo del Con-
sejo Universitario, sí está documentado en el libro “Memoria
de las modificaciones, cambios y creación de planes y progra-
mas de Estudio de las Escuelas y Facultades de la UNAM 1925
– 1980” de Beatriz Zúñiga (UNAM 1982). En la página 62 hace
referencia al Plan de Estudios de la Escuela de Odontología de
1937. Se incorpora una materia nueva: Técnicas de Operatoria
en Cadáver. En éste año, se localiza una matrícula en la ENO de
312 alumnos: 213 hombres y 99 mujeres.18
En la Dirección de Aurelio Galindo Berrón (1940) se realizó
un nuevo Plan de Estudios (AHFO), en el que se especifican
las horas de trabajo por materia, en el Programa Didáctico-
Práctico, se encuentran cambios, tanto en los nombres de las
materias, como en su tiempo de impartición. En el primer año
se llevan nueve materias en 1, 350 horas, en el segundo siete
materias con 1,530 horas, en tercero siete materias en 1,980
horas y en el último año once materias durante 2,376 horas
que incluye una materia nueva: Paraodoncia.17 No se en-
cuentra registro de estas acciones y cambios en los archivos
de la UNAM, posiblemente porque las actas se comienzan a
organizar, ordenar y archivar en el Archivo Histórico del Con-
sejo Universitario casi a partir de 1945.
214
1941, 1943 y 1950
El 14 de noviembre de 1940, el Secretario de la Escuela
Nacional de Odontología, envió un comunicado al Oficial
Mayor de la UNAM, en donde se informa que la H. Academia
de Profesores y Alumnos acordó, a propuesta de la Dirección,
aumentar un año a la carrera de Cirujano Dentista, esperando
que en la próxima reunión de CU fuera tratada y aprobada
esta proposición.19 El 3 de marzo de 1941, se aprobó el nue-
vo Plan de Estudios que se llevaría a cabo en el plan de cinco
años, que consistió en una reorganización de la distribución
de materias, los objetivos no aparecen indicados.20 Se supri-
mió la asignatura de Clínica Infantil,21 es un punto que re-
quiere más investigación, ya que no tenemos un ejemplar de
éste plan y en el proyecto encontramos que no se incorporó.
Para 1943,22 se realizan modificaciones al Plan de Estu-
dios de la ENO, aprobadas por la H. Academia Mixta de Pro-
fesores y Alumnos, en sesión celebrada el día 22 de octubre
de 1943; no existe referencia en el libro de Actas de CU de la
aprobación de éstas. El documento que se encuentra en el
AHFO, da fe de que al parecer, sí entró en funciones, ya que
un documento enviado al Rector de la Universidad (1947),
por el Director de la Escuela en donde solicita aprobación
del Consejo para convertir unas asignaturas en optativas,
nos confirma la vigencia de éste plan que, incluye nueva-
mente la Clínica Infantil. Química Metalúrgica cambió su
nombre por Química de los Materiales Dentales y el término
Prostodoncia sustituye al de Prótesis Total, por primera vez,
como materia nueva encontramos Odontología Preventiva
e Higiene y cambia la materia de Paraodoncia por Parodon-
cia.23 A partir de 1945, con la Ley Orgánica de la UNAM se
denomina Escuela Nacional de Odontología como nombre
oficial y deja de llamársele “Facultad Odontológica”.
El 29 de agosto de 1950, el H. Consejo Universitario
aprueba un nuevo Plan de Estudios en el que introduce en
cada materia, un número de clave y se determina la tabla de
incompatibilidades, que aparecen en la investigación de la
Sra. Rosa María Cruz, Secretaría de Servicios Escolares de la
Facultad de Odontología, Planes de Estudio 1950 – 1971, p.
6. Este nuevo Plan de Estudios posee una mayor estructura,
pero aún carece de objetivos. Encontramos en él términos
más actuales para las asignaturas, como Materiales Dentales
en vez de Química de los Materiales Dentales y Radiología en
vez de Radiodoncia.
1958, 1959 y 1960
En Octubre de 1958, el Director de la ENO, Ignacio Rey-
noso Obregón, expone ante la Comisión del Trabajo Docente
del H. CU, un proyecto de modificacio-
nes al Plan de Estudios vigente con el
fin de estructurar la enseñanza de las
asignaturas, de forma coherente: tan-
to la teoría como la práctica y así po-
sibilitar al estudiante para “aplicar sus
conocimientos en sus prácticas, sobre
todo en la clínica donde trabajaba con
enfermos”.24 El Consejo Universitario
aprobó el nuevo Plan de Estudios el 17
de noviembre de 1958, en él, encontra-
mos el cambio del término “didáctico”
por “teoría”, que se había registrado en
los últimos seis Planes de Estudio. El to-
tal de horas para el Primer Año son 43
½, para el Segundo Año 53 ½, para el
Tercer Año 40 ½, para el Cuarto Año 48
y para el Quinto Año 42 ½. 25
T: Teoría. P: Práctica.
S: semana
Primer Año
l Anatomía Dental y Técnicas:
T: 3 hrs. P: 4.5 hrs. /S
l Materiales Dentales:
T: 5 hrs. P: 4.5 hrs. /S
l Anatomía Humana: 6 hrs. /S
l Disecciones: 4.5 hrs. /S
l Fisiología General y Especial:
T: 2 hrs. P: 4.5 hrs./S
l Histología y Embriología:
T: 2 hrs. P: 4.5 hrs. /S
l Orientación Profesional: 1 hr./S
l 1º Curso de Inglés: 2 hrs. /S
Segundo Año
l Química Fisiológica:
T: 6 hrs. P: 3 hrs. /S
l Anatomía Especial: 6 hrs./S
l Disecciones: 3 hrs./S
l Radiología 1º Curso: T: 2 hrs P: 1 hr. /S
l Prescripciones a la Clínica Dental:
T: 2 hrs. P: 4.5 hrs./S
l Microbiología Gral. y Especial de
la boca: T: 2 hrs. P: 4.5 hrs./S
l Clínica Propedéutica: 6 hrs./S
l Patología Gral.: 3 hrs./S
l 1er. Curso de Prostodoncia:
T: 1 hr. P: 3 hrs. /S
l 1er. Curso de Prótesis de oro:
T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l 2do. Curso de Inglés: 2 hrs./S
Tercer Año
l 1er. Curso de Clínica Dental:
T: 1 hr. P: 4.5 hrs. /S
l 1er. Curso de Exodoncia:
T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l Técnicas Operatorias en Cadáver:
T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l 2do. Curso de Clínica de
Prostodoncia: T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l 2do. Curso de Prótesis de oro:
T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l Terapéutica y Farmacología: 3 hrs./S
l Patología Especial: 3 hrs./S
l Higiene: 3 hrs./S
l Anatomía Patológica:
T: 3 hrs. P: 4.5 hrs/S
l 2do. Curso de Radiología:
T: 1 hr. P: 1 hr./S
Cuarto Año
l Anestesia: T: 2 hrs. P: 1.5 hrs./S
l Clínica Terapéutica Médica: 2 hrs./S
l 2do. Curso de Clínica Dental:
T: 1 hr. P: 4.5 hrs./S
l 1er. Curso de Cirugía Bucal:
T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l 3er. Curso de Clínica de
Prostodoncia: T:1 hr. P:3 hrs./S
l 2do. Curso de Clínica de
Exodoncia: T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l 3er. Curso de Radiología: 1 hr.
l 3er. Curso de Prótesis de oro:
T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l 1er. Curso de Ortodoncia:
T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l 1er. Curso de Parodoncia:
T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l 1er. Curso de Odontología Infantil:
T: 1 hr. P: 3hrs./S
l 1er. Curso de Endodoncia:
T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l 1er. Curso de Diagnóstico:
T: 1 hr. P: 3 hrs./S
Quinto Año
l 2do. Curso de Cirugía Bucal:
T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l 2do. Curso de Clínica Infantil:
T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l 2do. Curso de Diagnóstico:
T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l 2do. Curso de Endodoncia:
T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l 2do. Curso de Clínica de
Ortodoncia: T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l 2do. Curso de Clínica de
Parodoncia: T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l 4to. Curso de Radiología: 1 hr./S
l 4to. Curso de Prótesis de oro:
T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l 4ti. Curso de Prostodoncia:
T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l Economía, Legislación y
Sociología Odontológica: 1 hr./S
l Rehabilitación: 1 hr./S
l Guardias de Anestesia:
T: 1 hr. P: 1.5 hrs./S
l 3er. Curso de Clínica Dental:
T: 1 hr. P: 3 hrs./S
Tres meses después, Reynoso Obregón
solicitó al Presidente de la Comisión de
Trabajo Docente del H. CU, algunas mo-
dificaciones referentes a designaciones
de asignaturas y los años en que se im-
partían:
1.- La Anatomía Humana – que se cur-
saba en dos años- se impartiría en un
solo curso en el Primer Año.
2.- La Fisiología General y Humana pa-
saría al Segundo Año.
3.- A los cursos de Ortodoncia, Paro-
doncia, Odontología Infantil, Endodon-
cia. se les aumenta la palabra Diagnós-
tico clínico quedando, v.g. 1er. Curso de
Clínica de Ortodoncia.
En abril de 1960, se aprobó por el H.
215
 CU un nuevo Plan de Estudios que
define las materias a cursar en la licen-
ciatura en cinco tipos: Básicas, Clínicas,
Quirúrgicas, Culturales y de Servicios,
la única diferencia con el anterior, era
el aumento de las horas impartidas.
Primer Año
l Anatomía Humana: 6 hrs./S
l Disecciones: 4.5 hrs./S
l Histología y Embriología
T: 2 hrs. P: 3 hrs./S
l Microbiología: T: 3 hrs. P: 1 hr./S
l Anatomía Dental: 4.5 Hrs./S
l Materiales Dentales: 9 hrs./S
l Iniciación a la Odontología: 1 hr./S
Segundo Año
l 1er. Curso de Clínica Dental: 9 hrs./S
l 1er. Curso de Prostodoncia Fija:
T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l Microbiología: T: 2 hrs. P: 3 hrs./S
l Fisiología Humana: T: 2 hrs. P: 3 hrs./S
l Bioquímica: T: 2 hrs. P: 3hrs./S
l Farmacología Aplicada:
T.2 hrs. P: 3 hrs./S
l Anatomía Patológica:
T: 2 hrs. P: 3 hrs./S
Tercer Año
l 2do. Curso de Clínica Dental: 9 hrs./S
l 2do. Curso de Prostodoncia Fija:
T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l 1er. Curso de Prostodoncia Total:
T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l Exodoncia: T: 2 hrs. P: 3 hrs./S
l Propedéutica de la Clínica: 3 hrs./S
l Radiología: T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l Patología: 3 hrs./S
l Técnicas Quirúrgicas y Prácticas:
4.5 hrs./S
Cuarto Año
Primer Semestre:
l 3er. Curso de Clínica Dental: 9 hrs./S
l Anestesia: T: 2 hrs. Guardias: 1.5
hrs./S
216
l 2do. Curso de Prostodoncia Total:
T: 1 hr. P: 4.5 hrs./S
l 1er. Curso de Parodoncia y
Prácticas: 6 hrs./S
l 1er. Curso de Endodoncia y
Prácticas: 6 hrs./S
l 1er Curso de Ortodoncia y
Prácticas: 6 hrs./S
Segundo Semestre:
l 3er. Curso de Clínica Dental: 9 hrs./S
l Guardias de Radiología: 4 hrs
l 3er. Curso de Prostodoncia Fija:
T: 1 hr. P: 4.5 hrs./S
l Anestesia: 2 hrs./S
l 1er. Curso de Cirugía Bucal:
T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l Guardias de Exodoncia: 3 hrs
l Guardias de Admisión: 4 hrs.
l 1er. Curso de Odontología
Infantil y Prácticas: 6 hrs./S
Quinto Año
Primer Semestre:
l 2do. Curso de Odontología
Infantil: 6 hrs./S
l Prácticas de Admisión: 4 hrs./S
l 2do. Curso de Endodoncia: 6 hrs./S
l Prostodoncia Parcial Removible:
T: 1 hr. P: 4.5 hrs./S
l Higiene Pública y Odontología
Preventiva: 3 hrs./S
l Prácticas de Radiología: 4 hrs./S
l Economía, Jurisprudencia y
Sociología Odontológicas: 2 hrs
Segundo Semestre:
l 2do. Curso de Cirugía Bucal:
T: 1 hr. P: 3 hrs./S
l Prácticas de Exodoncia: 3 hrs./S
l Prácticas de Anestesia: 1.5 hrs.
l 3er. Curso de Prostodoncia Total:
T: 1 hr. P: 4.5 hrs./S
l 2do. Curso de Ortodoncia: 6 hrs.
l 2do. Curso de Parodoncia: 6 hrs.
l Higiene Pública y Odontología
Preventiva: 3 hrs./S
l Deontología: 1 hr./S
1966
El CU aprobó el 30 de noviembre
éste Plan de Estudios que indica como
objetivo: la enseñanza de la odontolo-
gía dentro del aspecto humano y la rea-
lidad vigente a fin de ayudar a resolver
los problemas de salud pública. Expone
el número de ciclos semestrales, núme-
ro de asignaturas y su valor en créditos
según sean optativas u obligatorias, la
seriación de materias y el número de
horas semanales.26 La modificación
de Plan anual a semestral corresponde
a la Reforma General de la UNAM a los
estudios de Licenciatura en éste año,
ya que se estableció el sistema semes-
tral.27 También se contempló la es-
tructuración de la División de Estudios
Superiores.
T: Teoría / L:
Laboratorio /
C: Clínica / Los
números indican las
horas por semana
Primer Semestre
l Anatomía Humana T: 3/ L: 4.5
l Histología y Embriología: T:3 / L: 4.5
l Odontología Preventiva I: T: 1 / C: 4
l Anatomía Dental: T: 1 /( L: 4.5
l Materiales Dentales: T: 2 / L: 4.5
Segundo Semestre
l Pre-Operatoria Dental I: T: 1.5 / L. 6
l Odontología Preventiva II: T: 1/ C: 4
l Fisiología: T: 3 7 L. 3
l Radiología: T: 1 / L: 4.5
l Bioquímica: T: 3 / L: 3
Tercer Semestre
l Clínica de Operatoria Dental II:
T: 1.5 / C: 6
l Bacteriología: T:2 / L: 3
l Prótesis Parcial Fija y Removible I:
T:1.5/L: 6
l Farmacología: T:3 / L: 3
l Propedéutica y Semiología Clínica:
T:3 / C: 3
Cuarto Semestre
l Clínica de Operatoria Dental III:
T: 1.5 / C: 6
l Anatomía Patológica: T:3 / L: 3
l Prótesis Parcial Fija y Removible II:
T: 1.5/L:6
l Patología: T: 5
l Exodoncia: T: 2 / C: 3
Quinto Semestre
l Clínica de Operatoria Dental IV: T:
1.5/ C: 6
l Clínica de Prótesis Parcial Fija y
Removible III: T: 1.5 / C. 6
l Exodoncia II: C: 4.5
l Prostodoncia Total I: T: 1 / L. 6
l Endodoncia I: T: 1 / C: 5.5
Sexto Semestre
l Clínica de Operatoria Dental V:
T: 1.5 / C: 6
l Prostodoncia Total II: T:1 / C: 4.5
l Clínica de Prótesis Parcial Fija
y Removible IV: T: 1.5 / C: 6
l Exodoncia III: C: 4.5
l Técnicas Quirúrgicas: T: 1.5 / L: 6
l Clínica de Endodoncia II: T: 1 / C: 4.5
Séptimo Semestre
l Parodoncia I: T: 1.5 / C: 6
l Clínica de Odontología Infantil I:
T: 1 / C: 6
l Clínica de Cirugía Bucal I: T: 1 / C: 3
l Clínica de Prostodoncia Total III:
T: 1 / C: 4.5
l Clínica de Medicina
Estomatológica I: T: 2 / C: 4.5
Octavo Semestre
l Clínica de Parodoncia II:
T: 1.5 / C: 6
l Clínica de Odontología Infantil II:
T: 1.5 / C: 6
l Clínica de Cirugía Bucal II: T: 1 / C: 3
l Clínica de Medicina
l Ortodoncia I: T: 1.5 / L: 6
Noveno Semestre
l Clínica de Ortodoncia II:
T: 1.5 / C: 6
l Clínica de Cirugía Maxilo-Facial I:
T: 1 / C: 4.5
l Clínica Integral I: T: 2 / C: 8
Décimo Semestre
l Clínica de Cirugía Maxilo-Facial II:
T: 1 / C: 4.5
l Clínica Integral II: T: 2 / C: 8
l Higiene y Odontología Sanitaria:
T: 2 / C: 4.5
1971
El nuevo Plan de estudios es aprobado
por el H. CU, en el mes de agosto, el
punto principal es la reducción de un
año a la licenciatura, con fundamento
en las necesidades socio-económicas
del país que requerían la aplicación
de nuevos métodos de enseñanza:
aumentando la práctica del estudian-
tado a través de guardias, sentándose
las bases para la preparación de ciru-
janos dentistas con conocimientos
generales de mayor utilidad para la
comunidad.28
Primer Semestre
l Anatomía Humana: T: 3 / L: 4
l Histología y Embriología: T: 3/ L: 6
l Odontología Preventiva i: T: 3/ C: 2
l Anatomía Dental: T: 3 / L: 4
l Materiales Dentales: T: 2 / L: 6
Segundo Semestre
l Operatoria Dental I: T: 2 / C: 6
l Odontología Preventiva II:
T: 2/ C: 4
l Fisiología: T: 3 / L: 2
l Radiología I: T: 2 / C: 2
l Microbiología: T: 3 / L: 2
l Patología General: T: 3 / L: 2
Tercer Semestre
l Operatoria Dental II: C: 8
l Bioquímica: T. 3 / L: 2
l Prótesis Parcial Fija Y Removible I:
T: 2 / L: 6
l Patología Buco-Dental: T: 4 / L: 2
l Farmacología: T: 4 / L: 2
l Radiología (Guardias): C: 2
Cuarto Semestre
l Iniciación a la Clínica: T: 3 / C: 6
l Operatoria Dental III: C: 8
l Prótesis Parcial Fija y Removible II:
T: 2 / L: 6
l Anestesia: T: 2 / C: 2
l Prostodoncia Total I: T: 2 / L: 4
l Exodoncia I: T: 3 / C: 2
Quinto Semestre
l Operatoria Dental IV: C: 8
l Prostodoncia Total II: T: 2 / C: 6
l Prótesis Parcial Fija y Removible III:
T: 2 / C: 6
l Exodoncia II (Guardias): C: 2
l Terapéutica Médica: T: 3
l Técnicas Quirúrgicas: T: 3 / L: 2
Sexto Semestre
l Operatoria Dental V: C: 8
l Prostodoncia Total III: T: 1 / C: 6
l Prótesis Parcial Fija y Removible IV:
T: 2 / C: 4
l Exodoncia III (Guardias): C: 2
l Parodoncia: T: 3 / C: 4
l Endodoncia: T: 2 / C: 4
Séptimo Semestre
l Clínica Integral I: T: 2 / C: 8
l Cirugía Bucal: T: 2 / C: 6
l Odontología Infantil: T: 3 / C: 4
l Medicina Estomatológica I: T: 3/C:2
l Oclusión I: T: 3 / C: 2
Octavo Semestre
l Clínica Integral II: T: 2 / C: 8
l Cirugía Maxilo-Facial: T: 2 / C: 6
l Ortodoncia: T: 3/ L: 2 / C: 2
217
 l Medicina Estomatológica II:
T:3/C:2
l Oclusión II: T: 1/ L: 2/ C: 2
Este Plan de Estudios ofertaba 27 asignaturas optativas
que se dividían en Básicas Odontológicas (14), Culturales (7)
y Técnicas (6). Así como también programas de especialidad
en ortodoncia y parodoncia, maestría en Odontología y for-
mación de investigadores en Biología Oral y el proyecto de
doctorado. En este mismo año, se organizaron los primeros
cursos de docencia a través de un convenio de colaboración
con la Universidad de Texas.29
La década de los 70, se distinguió por el gran número
de aspirantes a la Escuela Nacional Preparatoria y a carre-
ras que en ese momento abrían un gran campo de trabajo,
entre ellas, Odontología. Se decide entonces descentralizar
los distintos planteles educativos. El 26 de enero de 1971, el
H. Consejo Universitario aprobó los proyectos de creación y
construcción de los Colegios de Ciencias y Humanidades, las
Escuelas Nacionales de Estudios Profesionales y las Clínicas
Periféricas de la ENO.30
1992
El día 17 de septiembre de 1992, un nuevo Plan de Es-
tudios es aprobado por el H. Consejo Universitario en la Fa-
cultad de Odontología, a nivel Licenciatura. Contaba con
451 créditos y fue fundamentado en las necesidades de sa-
lud buco-dental de la población y con las características de
la práctica profesional del Cirujano Dentista. Los resultados
señalaron la necesidad de modificar el Perfil Profesional para
que el egresado pudiera responder en forma más adecuada a
la gran problemática, tanto de salud buco-dental de la pobla-
ción, como a la del mercado de trabajo odontológico.
Su Objetivo General era formar Cirujanos Dentistas vin-
culados a la realidad del País, poseedores de conocimientos
Año en que Años en que se
entra en vigor imparte
1904
1927
1941
1971
1992
218
científicos, habilidades técnicas y las actitudes humanísticas
necesarias para conservar, restaurar y mantener la salud de la
boca y estructuras relacionadas de los individuos, familias y
comunidades.31
Este Plan de Estudios contempló la organización de las
asignaturas en las siguientes áreas:
l Básicas Médicas
l Básicas Odontológicas
l Quirúrgicas
l Conservadora
l Rehabilitación
l Temas Selectos
Con el propósito de integrarlas en cada una de las asignatu-
ras afines, así como integrar los conocimientos y proporcionar
así una Educación Odontológica Integral.32
En la Escuela Nacional de Estudios Superiores que se
encuentra en el Campus León-UNAM, inició recientemente
la Licenciatura en Odontología con un Plan de Estudios de
avanzada; cuyo objetivo general es: “formar profesionales de
la odontología con una base sólida, actualizada e innovadora
de los fundamentos teórico metodológicos de ésta discipli-
na, que desarrollen habilidades intelectuales para la toma
de decisiones, y destrezas psicomotoras para la ejecución
óptima de procedimientos orientados a mantener la salud
bucodental”. 33
Actualmente, varias escuelas y facultades de odontolo-
gía en nuestro país han implementado una serie de cam-
bios acordes a las necesidades actuales, debido a ello, la
Facultad de Odontología de la UNAM, está trabajando con
varias Comisiones integradas por profesores y autoridades
de las diversas áreas odontológicas en la elaboración de un
nuevo Plan de Estudios. Los cambios en los años de estudio
para la licenciatura y su vigencia se resumen en la siguiente
tabla:
Años en que
dura vigente
3 22
4 13
5 30
4 21
5 20
fuentes:
Citas bibliográficas
(1) AHFO. Cajón 22 Folder Plan de Estudios 1902.
(2) AHFO Caja 3 Exp 125 Doc 142, 13 fs. Reglamento
Completo
(3) AHFO Caja 22 Exp 27 folios 61,164 / Caja 30 Exp
21 Doc 207
(4) Boletín. Tomo V:1. 1905. p. 734
(5) AHFO Caja 22 Exp 27 folios 61,164 / Caja 30 Exp
21 Doc 207
(6) AHFO Caja 26. Exp 124, 16 fs.
(7) Nueva nomenclatura de la institución.
(8) Boletín. Tomo XIX. 1912. pp. 657 – 662 / Diario
Oficial. Tomo CXIX. 7 de … Num. 6 / AHFO Caja 26.
Exp 134.
(9) Torres, L. p. 16 / Sanfilippo, J. p.154.
(10) Boletín. Tomo XXII, 1913. p 284 – 288 / Diario
Oficial. Tomo CX
(11) AHFO Cajón 22. Plan de Estudios de 1916.
(12) Plan de Estudios. 17 Enero 1916 / AHFO Cajón 22.
(13) Boletín de la Universidad…… Tomo I. Núm 1. P.
57 a 65 / AHFO Cajón 22, Fólder Planes de Estudio
1922 a 1943.
(14) AHFO Cajón 22, Fólder Planes de Estudio 1922 –
1943. / Caja 19 Exp.347, Doc. 5017.
(15) Alarcón, A. pp. 401 – 402 /AHFO Caja 26 Exp 135.
(16) AHFO Cajón 22, Fólder Planes de Estudio 1922
– 1943.
(17) Idem.
(18) Fondo Universidad. Cesu. Planes de Estudio.
Caja 141. Exp. 1383: pp 1930 – 1940.
(19) AHFO. Cajón 22, Fólder Planes de Estudio 1940
– 1943, Doc. 4.
(20) Zúñiga, B. Memoria de las Modificaciones. p.69.
(21) Alarcón A. Tomo I /Zúñiga BzP p. 69 / AHFO
Cajón 22, Folder Planes de Estudio 1940 - 1943,
cuadro comparativo para proyecto de reformas al
Plan de estudios vigente desde 1941 Doc 7.
(22) AHFO. Cajón 22, Fólder Planes de Estudio 1940 –
1943. Doc. 13, 2 fs.
(23) AHFO Cajón 22. Fólder Planes de Estudio Doc.
13
(24) AHCU. Carpeta 74 p. 58
(25) AHCU. Carpeta 74. pp. 58 a 64
(26) Zúñiga, Beatriz. p. 114.
(27) Propuesta para. p. 2
(28) AHCU. Carpeta 164 II. pp. 602 – 680.
(29) El Proceso. p.59
(30) Díaz, M., Ortega, H. Agenda 2005, FO. UNAM. p. 10
(31) Plan de Estudios 1992. FO. p. 55
(32) Ibidem .pp 99 - 100
(33) http://enes.unam.mx/?lang=es_MX&pl=
licenciatura-en-odontologia
Bibliografía
l Alarcón, Alicia. “El Consejo Universitario”,
Sesiones 1978 – 1980. Tomo I - IV. UNAM. CESU.
México. 1981.
l Archivo Histórico de la Facultad de Odontología,
UNAM –AHFO-. Sala de la Odontología en el
Palacio de la Autonomía.
l Archivo Histórico del Consejo Universitario,
UNAM –AHCU-. Torre de Rectoría.
l Boletín de Instrucción Pública. México. Tomo
V:I. 1905
_____ Tomo XIX. 1912
_____ Tomo XXII. 1913.
_____ Tomo II. Núm. 4. México. Marzo 1921
_____ Tomo I. Núm. 1. México. Abril 1922
l Boletín de la Universidad Tomo I. Núm 1. Abril
1922. pp. 57- 65
l CESU, UNAM. Fondo Consejo Universitario.
AHUNAM. Tomo VII.
l CESU, UNAM. Fondo Escuela Nacional de
Enseñanza Dental. Caja 36, Exp. 1 fj 1-3; Exp. 2 fj 4; Exp.
4 fj 11; Exp. 3 fj 9.
l Cruz, Rosa María. “Planes de Estudio de la
Facultad de Odontología 1958 – 1972”. Facultad de
Odontología, Servicios Escolares. UNAM.. Inédito.
México, 1992.
l Diario Oficial 11 de Enero de 1902.
_____ 7 de Marzo de 1912.
_____ 9 de Agosto de 1913.
l Díaz, Martha y Ortega, Héctor. “Agenda 2005”.
Facultad de Odontología. UNAM. México.
l Díaz, Martha. “ El Nacimiento de una Profesión,
La Odontología en México en el Siglo XIX”. México.
FCE.
l El Proceso Histórico de los Planes de Estudio de
la ENEP-FES Zaragoza”. Crónica de la FES Zaragoza.
UNAM. México. 2003
l Facultad de Odontología. Secretaría de Rectoría.
Dirección General de Orientación Vocacional
1980 – 1981. UNAM. México.
l Plan de Estudios de la Facultad Odontológica
para la carrera de Cirujano Dentista y los cursos
de perfeccionamiento relativos. 17 Enero 1916.
Universidad Nacional. Secretaría de Estado y del
Despacho de Instrucción Pública y Bellas Artes.
AHFO Cajón 22.
____ 1992. Facultad de Odontología, UNAM. México.
____ 2003. Facultad de Odontología, UNAM. México
____ de la Carrera de Cirujano Dentista. UNAM.
Campus Iztacala. México. 1993.
l Propuesta para Reformar los Estudios de
Licenciatura en la UNAM. Comisión Especial para la
Transformación de los Estudios de Licenciatura.
UNAM. México, 12 de Marzo de 1999.
l Sanfilippo, José. “Antes de hace 20 años o en
dónde se enseñaba la Odontología en México”.
Conferencia en la Universidad Tecnológica de
México. 1993.
l Torres Valdovinos, Luis. “Apuntes Históricos
sobre la Facultad de Odontología de la UNAM”.
Revista FO, UNAM. México. Mayo 1976.
l Zúñiga, Esther Beatriz. “Memoria de las
Modificaciones, cambios y creación de Planes y
Programas de Estudio de las Escuelas y Facultades
de la UNAM 1925 – 1980”. UNAM. México. 1982.
219
 Parte VII
De la Educación
para la salud
Mtra. María Cristina Sifuentes Valenzuela
Profesora de Carrera Tiempo Completo Titular
Definitivo, Facultad de Odontología, UNAM
Mtro. Javier de la Fuente Hernández
Profesor de Carrera Tiempo Completo Titular
Definitivo, ENES León, UNAM
I
neludiblemente, hablar de educación para la salud,
como concepto compuesto, nos conduce a evocar
dos aspectos fundamentales e inherentes al ser hu-
mano: la educación como posibilidad de construir
nuevos conocimientos que le permitan actuar con
libertad y autonomía, y la salud como condición indispensable
para el desarrollo y adaptación de la persona al entorno cam-
biante, la capacidad de crecer, de envejecer, de curarse.1
Sin embargo, hay que reconocer que la posibilidad de ac-
tuar con autonomía ante la salud, no puede surgir como fruto
solamente de un esfuerzo personal, sino de una voluntad co-
munitaria de crear estructuras participativas que favorezcan el
desarrollo de la misma, es decir, es una acción permanente, que
se desarrolla día a día con la voluntad y participación de todos. 2
La carta inicial de la Organización Mundial de la Salud (en
adelante OMS), en 1948 admitió como concepto de Salud “un
estado completo de bienestar físico, mental y social y no la
ausencia de enfermedades”. En 1982 la amplía, incorporan-
do “la capacidad de funcionar en la sociedad”, es decir, una
especie de “estado de adaptación al medio”, por el cual el ser
220
l Capitulo XLIV
humano debe luchar de forma permanente, y cuyos resulta-
dos son susceptibles de evaluaciones a través del proceso de
satisfacción o calidad de vida existente en una persona, la fa-
milia y la comunidad, en un momento determinado.3
Por su parte, la educación en tanto actividad eminente-
mente social, conforma como requisito para la humanización
del hombre la socialización, entendida como la herramienta
creada para conservar el conocimiento que ha construido a
lo largo de su historia, desde los instrumentos y artefactos,
hasta las costumbres, normas, códigos de comunicación y
convivencia. Todos ellos como mecanismos imprescindibles
para la supervivencia de los grupos y la especie.4
La compleja red de aprendizajes sociales y escolares no
resulta ser un proceso ni mecánico ni tan simple como pare-
ciera, principalmente por la discrepancia o desfavorabilidad
para alguno de los individuos o grupos que componen el en-
tramado social, así como la inevitable tendencia a modificar
la información que reciben y, en consecuencia, el cambio en
los significados. En este sentido, a lo largo de la historia, el
equilibrio de las sociedades requiere tanto de la conserva-
ción como de la transformación para el cambio.5
Cuando hablamos de la escuela, nos referimos a la edu-
cación formal, la cual se caracteriza por ser “el sistema edu-
cacional institucionalizado, cronológicamente graduado y
jerárquicamente estructurado que abarca desde la escuela
primaria a los grados superiores universitarios”.5
 Al hablar de la familia u otros grupos sociales primarios,
nos referimos a la educación informal, la cual es “el proceso
vitalicio mediante el cual toda persona adquiere y acumula
conocimientos, habilidades, actitudes y modos de discerni-
miento mediante las experiencias diarias y su relación con el
ambiente. La educación no formal, es una actividad educa-
cional organizada y sistemática que se lleva a cabo fuera de la
estructura del sistema formal para proporcionar aprendizajes
específicos, tanto para adultos como para niños”.4
La modalidad de educación no formal se implementó al
final de la década de los 70 para dar respuestas a la falta de
cobertura educativa o para completar la educación de algu-
nos jóvenes. Entre las modalidades educativas de este tipo,
se encuentran la educación para la salud, la capacitación la-
boral y la alfabetización. La primera se orienta generalmente
a actividades en el primer nivel de atención en salud, y su
planeación, instrumentación y evaluación, requiere de pro-
fesionales en el ámbito de la salud para promover la transfor-
mación de formas de pensar, de percibir, de hacer las cosas,
e incluso de vivir.4 Tal es el caso de una persona cuando, a
partir del diagnóstico de una enfermedad crónica como la
diabetes, requiere modificar su estilo de vida en múltiples
aspectos como pueden ser los hábitos de alimentación, hi-
giene, descanso y recreación, entre otros.
Cabe señalar que a lo largo de la vida, las personas en-
tran en contacto con las tres modalidades de educación:
formal, no formal e informal, dependiendo especialmente
en la formal de su disponibilidad, así como de las propias
necesidades y expectativas de las personas a resolver o cu-
brir en cada etapa de la vida.
Antecedentes de la Promoción y
Educación para la Salud
La promoción y educación para la salud fue declarada des-
de 1945 por H. Sigerist, como una de las acciones de atención
médica. En 1986, en el contexto de alcanzar la “Salud para todos
en el año 2000” y en reconocimiento a la estrategia de Atención
Primaria a la Salud, se desarrolló en Ottawa Canadá, la primera
conferencia mundial de promoción de salud, donde se definió
a la promoción de la salud como la estrategia para “proporcio-
nar a los pueblos los medios necesarios para mejorar su salud
y ejercer un mayor control sobre la misma”, que coadyuve a la
autorresponsabilidad en la adopción de comportamientos sa-
ludables y se esfuercen por mejorar la higiene ambiental.4 A
partir de esta reunión, se han realizado siete conferencias, cada
una de ellas destacando un problema relacionado con el segui-
miento e implantación de esta estrategia. En Australia (1988) se
identificaron recomendaciones para atender las necesidades de
acceso a la nutrición: alimentación saludable y disminución de
productos que atentan contra la salud (tabaco y alcohol), entre
otras; en Suecia (1991) se propuso propiciar ambientes que faci-
liten la opción de la salud y destaca el empoderamiento de las
personas para el desarrollo sustentable del ambiente (compro-
miso y responsabilidad con el entorno); en Indonesia (1997) se
reiteró la necesidad de posicionar a la promoción de la salud en
el siglo XXI, como estrategia fundamental para lograr la salud,
como un derecho humano básico, esencial para el desarrollo
social y económico; en la Ciudad de México (2000), se reiteró la
idea de posicionar a la promoción de la salud como prioridad
fundamental para las políticas y programas locales, regionales,
nacionales e internacionales; en Tailandia (2005), se enfatizó el
impulso de crear medidas permanentes de promoción de la
salud, como lo es crear condiciones para permitir el desarrollo
de políticas encaminadas hacia las prácticas de promoción de
la salud, la transferencia de conocimientos, la investigación y la
alfabetización sanitaria; en Kenia (2009) se enfatizó como po-
líticas: construir capacidades y establecer alianzas para la pro-
moción de la salud, alfabetización en salud y comportamientos
saludables, así como realizar cinco responsabilidades urgentes:
fortalecer el liderazgo y el trabajo en equipo, posicionar a la
promoción de la salud, empoderar comunidades e individuos,
impulsar los procesos participativos, así como construir y aplicar
el conocimiento 3,5; y en Finlandia (2013) se señaló la necesidad
de dar prioridad a la salud y equidad, como una responsabili-
dad fundamental de los gobiernos hacia sus pueblos, así como
impulsar políticas públicas efectivas y coherentes para la salud
y el bienestar.
Como podemos percatarnos, todas han insistido en que
se cumpla lo planteado en la primera Conferencia Internacio-
nal sobre Promoción de la Salud en Ottawa, donde se recono-
ció que la promoción de salud es el vehículo, la herramienta
para alcanzar esos logros de salud, por lo que se reitera la
necesidad de impulsar y dar seguimiento a esta estrategia.5
El hombre, a diferencia de los animales tiene cultura, es
decir una forma de vida que incluye todo lo que inventó y
aprendió a lo largo de la historia de su especie, que hereda
a su descendencia, además del conocimiento y valores que
adquiere e integra cotidianamente en su vida diaria, como
producto de su interacción con los miembros de la comuni-
dad. En este contexto, el medio social (cambiante y comple-
jo) en el que se desenvuelve, se instituye como el principal
proveedor y promotor del conocimiento, y de las actitudes
que orientarán las acciones de los individuos durante su
221
 desarrollo en la vida, incluyendo aquellas que beneficien su
salud –como la higiene- concebida como “el conjunto de co-
nocimientos y técnicas que deben aplicar los individuos para
mejorar su salud, conservarla y prevenir las enfermedades”.6
Es bien reconocido, que el desarrollo de una sociedad de-
pende del nivel de vida de sus habitantes, como mejorar las
condiciones del ambiente, prolongar la vida y su calidad a
través de la infraestructura y capacidad de asistencia integral
y de los profesionistas para atender un factor fundamental
circunscrito a su educación para la salud. En este contexto,
como lo menciona Highasida: para que un país se desarrolle,
es indispensable la educación y la salud.6 No obstante, con
tal propósito, las políticas públicas deben plantearse como
objetivo principal el mejoramiento de la calidad de vida y el
bienestar de la población, dado que el desarrollo de un país
es no puede medirse por la esperanza de vida (en términos de
años ganados), sino en el impulso de estrategias y programas
encaminados a erradicar la pobreza y promover la equidad de
oportunidades, sintéticamente ¿más años para qué? En este
sentido, como lo mencionan Gómez y Rabanaque7 es impor-
tante considerar los esfuerzos y recursos que están dispuestos
a invertir los gobiernos para alcanzar este propósito.
Lo anterior requiere, incrementar los sistemas de salud
asistenciales de acceso a los servicios y atención, no sólo en
las grandes ciudades, sino en todas y cada una de las regio-
nes del país, con mecanismos de evaluación permanente que
aseguren la calidad en la atención del desarrollo económi-
co sostenido más justo, que minimice la gran brecha de in-
equidad existente entre los que más tienen y los que menos
tienen; de la educación y la salud para todos como un ingre-
diente insoslayable para desarrollar las capacidades del ser
humano, como un bien al que las personas tienen derecho
y que deben ser conservados7, entre otros elementos, des-
tacando lo que menciona Higashida 6 : en cualquier nivel de
desarrollo, hay capacidades básicas que deben garantizarse,
como la de permanecer vivo y gozar de una vida larga salu-
dable, adquirir conocimientos, comunicarse, participar en la
vida de la comunidad y contar con acceso a los recursos ne-
cesarios para disfrutar de un nivel de vida digno.
La educación en general como la educación para la sa-
lud constituyen un proceso de enseñanza- aprendizaje, en
donde resulta conveniente promover la participación activa
del receptor, ya sea en la labor individual o de la comunidad.
Ambas intervenciones, presentan importantes ventajas. La
entrevista personal permite -a partir del problema concreto
y su contextualización o consideración de determinantes so-
cioeconómicas y culturales-, ofrecer indicaciones concretas y
222
factibles. La educación en grupos cuenta con la posibilidad
de incidir en un mayor número de personas, por lo que a par-
tir de la identificación de un problema común podría cons-
truirse un programa educativo para la solución del mismo.8
La Educación para la salud, de acuerdo con la OMS es “el
conocimiento e interés por todas aquellas experiencias del
individuo, el grupo o la comunidad que incluyen las creen-
cias, aptitudes y conductas respecto a la salud, así como to-
dos los esfuerzos para producir cambios a fin de lograr un ni-
vel óptimo de ella”.9 Tal premisa demanda que cada persona
adquiera los conocimientos de acuerdo con sus necesidades
que le permitan participar de manera activa y consciente en
beneficio de su propia salud y de su entorno,6 en cuyas accio-
nes el papel del educador para la salud, fundamental desde
un enfoque integral y multicausal, que le permitan orientar
su intervención no sólo en los factores específicos, sino tam-
bién sobre los predisponentes.
En un sentido más amplio, como lo menciona Antonio
Raúl,3 la Educación para la Salud es una educación para la
vida de los individuos y de los grupos humanos... se trata de
aprender a ver la vida con otros ojos, amarla y elegir en todo
momento los comportamientos que contribuyen a permitir
vivirla en “salud” es, en fin, “La actividad formativa y educativa
dirigida al desarrollo consciente y responsable por parte del
hombre, ante el fomento, conservación y restablecimiento
de la salud y la capacidad de rendimiento”.
En 1986, la OMS y la Organización Panamericana de la Sa-
lud (OPS) concluyen a partir de las conceptualizaciones seña-
ladas que: “La Educación para la Salud es un campo especial
de las ciencias de salud, cuyo objetivo es la transmisión de co-
nocimientos y el desarrollo de una conducta encaminada a la
conservación de salud del individuo, el colectivo y la sociedad.
Interacciona de manera directa con las acciones de prevención
primaria y secundaria y resulta fundamental, para lograr que
los individuos modifiquen sus comportamientos no sanos. Es
ante todo acciones comunes de participación”.10
Estas acciones responderían a la adquisición de aptitudes
personales que es una de las estrategias de promoción de
salud propuestas por la OMS y OPS en su documento Promo-
ción de Salud un enfoque innovador y eficaz.11
Para comprender la complejidad de este proceso, así
como el gran reto que representa para los profesionistas de
la salud realizar una intervención eficiente como promotores
de la misma, González y colaboradores6 describen la vigencia
y aplicación de tres paradigmas que inciden en dimensiones
distintas de la salud y la enfermedad. La perspectiva médico-
preventivista guía su intervención al objeto enfermedad,
conducida por la medicina (preventiva o social), tal enfoque
implica realizar acciones de protección específica para evitar
enfermedades, esto es previene, atiende y asiste: educación
preventiva, favorecer prácticas individuales de higiene, con-
trol de riesgos, entre otros; el enfoque conductual-individual
prioriza cambios en el comportamiento, promoviendo estilos
de vida saludables en los individuos en el ámbito de las rela-
ciones de mercado, por lo que para esta postura estar sanos
es necesario consumir estilos de vida individuales, el estar
sano, se vuelve una mercancía más a la que todos pueden
aspirar pero que no todos logran adquirir, ya que para acce-
der a ellos hay que ser, poder y tener. En contraposición se
ubica el enfoque socio-político, que enarbola la acción colec-
tiva, social, política y transectorial, en respuesta a la creciente
inequidad y deficiencias sanitarias, cuyo principio parte de
procesos de construcción ciudadana, de la búsqueda de la
transformación social, de la equidad, del desarrollo humano
sustentable, del empoderamiento, la creación de oportuni-
dades para vivir de manera saludable al alcance de todos y
del mejoramiento de la calidad de vida. Tal perspectiva impli-
ca por lo tanto la creación de una cultura de la salud a favor
de la vida y los derechos universales de los seres humanos.
Requiere de la socialización del conocimiento, del fortaleci-
miento de los valores éticos, del respeto al otro y la tolerancia
a las diferencias, acciones por demás ineludibles para alcan-
zar un mundo más justo y con mejores condiciones, en don-
de la educación para la salud se constituye en un factor que
puede incidir para alcanzar tales fines.
Fines y alcances de la Educación
para la salud
Para poder comprender los fines y alcances de la educa-
ción para la salud, es necesaria contextualizarla como estra-
tegia primordial en la promoción de la salud en el marco de
las políticas de salud impulsadas.
La educación para la salud ha adquirido diversas con-
cepciones, vinculadas al contexto histórico-social en el cual
se inscriben. No obstante, como lo mencionan Valadez y
colaboradores13, de manera genérica se ha empleado para
describir cualquier esfuerzo para proporcionar información
y conocimientos relativos al mantenimiento y promoción de
la salud, por tanto, incluye aspectos formales e informales.
En tal proceso, es innegable el legado histórico del conoci-
miento empírico en torno a la misma que se transmite de
generación en generación, a través de la familia y sociedad,
como parte ancestral del aspecto informal, a diferencia de
las actividades planificadas y programadas que conlleva la in-
tervención formal que nos ocupa. Históricamente ha pasado
por diferentes etapas o enfoques dependiendo del contexto
en el que se ha desarrollado desde principios del siglo hasta
la actualidad. De la misma manera, los autores13 distinguen
dos grandes etapas en la evolución de su concepto y conte-
nido, enmarcados paralelamente con los cambios sociopolí-
ticos y con la evolución de las enfermedades y de los factores
de riesgo, así como con los planteamientos epistemológicos
que las conforman, en los cuales subyacen determinadas
concepciones acerca de la educación.
El primer periodo, se inicia a principios del siglo XX y llega
hasta mediados de la década de los años 60, dio lugar a dos
enfoques de la Educación para la salud. En el primero, identi-
ficado como Informativo prescriptivo, se encuentran defini-
ciones conceptuales que implican un proceso de transmisión
de información con una intención preceptiva. Se trata de la
forma más convencional de orientar actividades educativas,
en este caso son los profesionales de la salud los únicos po-
seedores de los conocimientos necesarios para el cuidado de
la salud y los individuos deben estar dispuestos a aceptar y
cumplir sus indicaciones. El segundo, surge como producto
de la preocupación de la medicina por la conducta y su re-
sultado en la salud. En él encontramos una educación para
la salud basada en el comportamiento, en la cual se concibe
y promulga promover intervenciones destinadas a facilitar
cambios en la conducta y en los estilos de vida. Su objetivo
es por lo tanto conseguir comportamientos saludables y pro-
porcionar información como parte del proceso.13
En correspondencia con lo anterior, se desarrollaron di-
versos modelos educativos, que atienden diferentes aspec-
tos para la intervención en la conducta, entre los que se des-
tacan por su representatividad los siguientes:
l Modelo basado en las creencias en la salud. En este
modelo subyace el supuesto de que las creencias de las perso-
nas influyen de manera significativa en la toma de decisiones
que adoptan en relación con la salud, así como en aceptación
de medidas preventivas recomendadas y en la cooperación
con los planes terapéuticos propuestos por el médico. Para
este modelo, la adopción de una nueva conducta, dependerá
del estímulo que genere únicamente la información que pro-
porciona a las personas.
l Modelo basado en la comunicación persuasiva.
Este modelo parte del supuesto de que las actitudes condi-
cionarán los comportamientos, por lo que para este modelo,
proporcionar información veraz y comprensible a los indivi-
duos, grupos y colectividades, es suficiente para cambiar los
223
 conocimientos, la actitud, y por lo tanto el cambio y adopción
de un nuevo hábito. Dentro de las limitaciones, se destaca
el no tomar en cuenta que la actitud es sólo uno más de los
factores que determinan el comportamiento.
l Modelo PRECEDE (predisponer, reforzar y causas que
hacen posible el diagnóstico y evaluación educacional), es con-
siderado un método flexible y amplio que abarca las actividades
de la educación para la salud en una gran variedad de medios,
para planificar intervenciones, cuya estructura permite aplicar
distintas teorías, así como identificar y ejecutar las estrategias de
intervención más adecuadas. Consiste en una guía que permite
planificar un programa educativo constituida por seis etapas
para la realización de un diagnóstico epidemiológico y social,
tratando de identificar las necesidades prioritarias de salud de
una comunidad y distinguir factores internos que predisponen
al individuo (percepciones, experiencias, conocimientos, actitu-
des y prácticas) factores que lo hacen posible (medio ambiente)
y los factores de refuerzo (recompensa o castigo) que influye en
el comportamiento que se pretende adquirir o incorporar. Seña-
la que deben tenerse en cuenta los recursos de que se dispone
para ello. Este diagnóstico da lugar a una serie de objetivos edu-
cacionales que en el supuesto de lograrse tienen impacto en los
objetivos del comportamiento.4,13,14 Como podemos observar
estos modelos parten de la concepción del proceso salud-enfer-
medad, como un fenómeno biológico e individual, y ubican los
problemas de salud en las personas, situando en la conducta la
solución de los mismos, con una nula y/o escasa atención a las
condiciones sociales, económicas, estructurales, como si estos
no ejercieran influencia directa sobre la conducta. La concep-
ción de la salud es concebida como un proceso vertical y autori-
tario en el cual los individuos deben aceptar la información que
las autoridades de salud juzguen conveniente proporcionar.
Los comportamientos son el objetivo último, utilizando como
vehículo para el cambio la modificación de conocimientos y
actitudes mediante acciones educativas y persuasivas dirigidas
exclusivamente al individuo, remarcando la responsabilidad de
su propia salud.12 Estos modelos se fundamentan en el para-
digma positivista con base en las teorías psicosociológicas de la
modificación del comportamiento (conductismo, neoconduc-
tismo y congnoscitivismo)
El segundo periodo plantea la necesidad de reconocer la
influencia de los factores sociales, ambientales y de desigual-
dad económica con respecto a las condiciones de salud de las
clases sociales. En este contexto, se considera a la Educación
para la Salud como un recurso que no sólo afecta cuestiones
pedagógicas sino sociales, económicas y políticas, bajo una
perspectiva de búsqueda participativa, por lo tanto rechaza
224
limitar el proceso educativo en salud a la transmisión de un sa-
ber, y promulga por el desarrollo de la conciencia, de ubicarlo
en el marco de su propio descubrimiento respecto a su con-
texto de vida, que solo puede alcanzarse con una educación
para la salud participativa, de interacción dialéctica entre las
personas y su realidad, así como del desarrollo de una con-
ciencia social. El objeto de intervención no es ya la conducta
sino la estructura social, porque en ella es donde se encuentra
el “tejido causal” de los patrones de morbilidad y mortalidad.
Este modelo se encuentra abordado epistemológicamente
desde una visión crítica y socioconstructivista, fundamentado
en una concepción holísticodialéctica de la realidad y del pro-
ceso salud-enfermedad, como fenómenos que conforman un
proceso histórico, superando lo meramente biológico.13
Actualmente la manera de definir la educación para la
salud se orienta según el lugar de su aplicación: la primera
afirma que es válida según el sector de intervención como lo
son el hospital, la escuela y el trabajo; mientras que la segun-
da, según Lawrence W Green es aplicable a cualquiera que
sea el lugar de interposición, así “la educación para la salud
es toda aquella combinación de experiencias de aprendizaje
planificada, destinada a facilitar los cambios voluntarios de
comportamientos saludables”.14
Las implicaciones de la definición anterior denotan la impor-
tancia de la complementariedad de los métodos educativos en
tanto la planificación de los temas a tratar, las técnicas y recursos
didácticos empleados que permitan alcanzar los objetivos del
proyecto de educación para la salud, logrando cambios volun-
tarios de comportamiento en el estilo de vida de una persona,
en lo relativo a sus actitudes, valores y conocimientos, con la
intención de propiciar verdaderas experiencias de aprendizaje,
como sustento de los nuevos comportamientos saludables que
debemos promover para que los ponga en práctica de manera
consistente y mantenida en su vida cotidiana, como ser social en
condiciones concretas y particulares.3
Asimismo, si el propósito de la educación para la salud es
lograr que cada persona sea capaz de ir adoptando un estilo
de vida cada vez más saludable y desarrollar la capacidad para
autocuidarse; es necesario que los profesionistas de la salud do-
temos a las personas de recursos conceptuales que les permitan
reconocer sus necesidades y comprender su propio proceso
salud-enfermedad, e instrumentales que les orienten sobre qué
hacer para dar respuesta a ellas, así como capacitarlos y motivar-
los para que lo hagan. Para cumplirlo, la educación para la salud
deberá facilitar experiencias de aprendizaje que incluyan los
tres componentes del proceso enseñanza-aprendizaje: el com-
ponente cognoscitivo, el actitudinal o afectivo y el psicomotor.
 Los retos
El referente teórico que fundamenta los programas de la
salud, se encuentran en las ciencias de la salud en tanto per-
miten establecer los parámetros claros del bienestar global de
las personas, las ciencias de la conducta que explican cómo se
producen los cambios de comportamiento, las ciencias de la
educación con su aporte sobre el conocimiento de los procesos
de aprendizaje, y las ciencias de la comunicación que sienta las
bases del proceso comunicativo.
En el momento actual, la educación para la salud es recono-
cida como una de las estrategias básicas dentro de los sistemas
de salud para poder alcanzar la salud para todos. No obstante
la importancia reconocida en el discurso, “este reconocimiento”
dista mucho del peso real que se le atribuye en la práctica y en
la toma de decisiones cotidianas. La educación para la salud es,
aún hoy, una de las parcelas en las que menos recursos se in-
vierten a todos los niveles del sistema, desde la distribución del
tiempo de los profesionales hasta la asignación presupuestaria
en la administración pública.
Esta situación puede estar provocada por la dificultad para
obtener un producto eficaz a corto plazo, por la escasa for-
fuentes:
Citas bibliográficas
(1). Illich, pp 1:918-921
(2). Serrano, M. p. 9
(3). Raúl, Op Cit. Año 8, número 16, enero-junio de 2011..
(4). De la Fuente J. pp 36-44, 59-60, 114.
(5). La Belle, T. Educación formal…
(6).- González, R. pp 17-33.
(7). Higashida, B. pp 165-211, 253 – 254.
(8). Gómez, L., pp. 3-12
(9). Álvarez, R pp 50-51.
(10). Educación para la salud: manual …
(11). García, R. p. 62
(12). OMS-OPS. Promoción y …
(13).Valadez, I. Educación para la …
(14). Greene, WH. Educación para la …
(15). Frías Osuna, A. Salud pública y…
Bibliografía
l Álvarez, R. “Salud Pública y Medicina Preventiva”.
Manual Moderno, tercera edición. (2002. pp 50-51.
l De la Fuente J, Sifuentes C, Nieto ME. . Promoción
y Educación para la Salud en Odontología.
Editorial Manual Moderno, 2014. pp. 36-44, 59-60, 114.
l “Educación para la salud”. ”Manual sobre educación
sanitaria en atención primaria de salud”, OMS, 1990.
l Frías Osuna, A. “Salud pública y educación para la
salud”. Masson, S.A. Barcelona, España, 2000.
l García, R. “De la aplicación práctica a la
generalización teórica de un modelo de educación
terapéutica”.-- Tesis para optar por el grado de
Doctora en Ciencias. ISCMH. 2001. p 62.
mación que han recibido los profesionales, que les lleva a no
invertir o a hacerlo inadecuadamente; por el escepticismo de
los responsables que tienen que impulsar su desarrollo; por la
pasividad de la población, acostumbrada a delegar en los pro-
fesionales el cuidado de su salud; y por determinados intereses
profesionales o económicos que ven en sus resultados una pér-
dida de poder o de beneficios.
A pesar de estas dificultades el desarrollo de la educa-
ción para la salud es algo imparable, dado el respaldo oficial
que desde organismos como la OMS reciben y la verdadera
necesidad que de ella se tiene en este momento, unida al
esfuerzo de numerosos profesionales por convertirla cada
vez más en una actividad profesionalizada, hace augurar un
fuerte crecimiento en su contenido práctico y científico”15,
en cuyo alcance todos los profesionistas responsables de
la salud tenemos que promulgar de manera consistente, e
instituirla como parte sustantiva de nuestras actividades,
como una estrategia que contribuirá al bienestar de la po-
blación, por su pertinencia, por sus alcances sociales, por la
equidad en reconocimiento a las desigualdades existentes,
por un bien al que todos tenemos derecho y debemos lu-
char: la salud.
l Gómez, L.I., Rabanaque, J. “Promoción de la salud
y cambio social”. Capítulo 1 Concepto de Salud.
Barcelona: Masson. 2001. pp 3-12,
l González, R. Castro J.M. y Moreno L. “Promoción de
la salud en el ciclo de vida”. Mc Graw Hill. 2011.pp17-33.
l Greene, WH., Simons-Morton, BG. “Educación para
la Salud”. Interamericana, SA de C.V. México, D.F.1988.
l Higashida, B. “Educación para la salud”. Segunda
edición Mc Graw Hill, 2005. pp 165-211, 253 – 254.
l Illich, Medical Némesis. Lancet 1974; pp 1:918-921.
l La Belle, T. “Educación formal, no formal e informal:
Una perspectiva holística sobre el aprendizaje
vitalicio”. Revió of Education, en: Antología
Docencia en Enfermería 2003. SUA-ENEO-UNAM. 1982.
l OMS-OPS. “Promoción y educación para la salud
bucal”. “Influencia del modo y estilo de vida de la
población”. Educación médica y salud. Vol. 26 No 2, 1992
l Raúl, A. “Promoción y educación para la salud
bucal”. “Influencia del modo y estilo de vida de la
población”. Odiseo Revista electrónica pedagógica.
Año 8, número 16, enero-junio de 2011. Localizado en
la dirección.http://www.odiseo.com.mx/correos-
lector/promocion-educacion-para-salud-bucal-
influencia-modo-estilo-vida-poblacion.
l Serrano, Ma..” Educación para la salud y
participación comunitaria”. Ediciones Díaz de
Santos A.C. 1990. p. 9.
l Valadez, I., Villaseñor, M., Alfaro, N. “Educación
para la Salud: la importancia del concepto”.
Consultado en marzo 20 de 2012 en la dirección
electrónica: http://estatico.buenosaires.gov.ar/
areas/salud/dircap/mat/matbiblio/valadez.pdf
225
 Parte VII l Capitulo XLV
Fundación de
la Facultad
Odontología de la
de
Universidad de Guadalajara
Dr. Guillermo Cueto Arvizu
Profesor docente Titular C. Jubilado de la carrera de
odontología de la Universidad de Guadalajara.
A
ntecedentes
La inquietud de crear una escuela para
cirujanos dentistas en Guadalajara, se ma-
nifestó desde que inició sus actividades en
la Ciudad de México, el CNEAº. La Secreta-
ría de Instrucción Pública publicó en un periódico local en 1907
la siguiente nota:
Dada la cantidad de estudiantes que se interesan en in-
gresar al consultorio de Enseñanza Dental, será requisito que
los candidatos demuestren conocimientos ante los jurados
nombrados por la Secretaría sobre: francés, inglés, física, quí-
mica, anatomía y fisiología.
Poco después e inspirados en las escuelas libres de ingenieros,
abogados y farmacéuticos que se habían creado en la ciudad, los
hermanos Flores abrieron la “Escuela Libre de Odontología”. Este
fue un paso importante para abandonar la enseñanza empírica;
consistente en la asistencia como ayudante de un dentista hasta
capacitarse en la práctica dental antes de ejercer en forma inde-
pendiente. La escuela, inaugurada en 1914 se ubicaba en la con-
fluencia de las calles de Colón y Galeana, en el popular punto de la
ciudad conocido como las Nueve Esquinas, era particular y estaba
atendida por dentistas prácticos. Al desaparecer ésta, surgió otra
muy similar, que empezó sus funciones en 1918. Su creador, don
Epifanio Martínez, fue un dentista práctico de mucho prestigio en
la ciudad, quien posteriormente se titularía en la universidad de
Guadalajara. La escuela inició con 15 alumnos y no se sabe con
exactitud cuando cerró sus puertas.
En esa misma época, el doctor Jesús Tereso Fregoso, re-
cién titulado en la Escuela Dental de Filadelfia, gestionó ante
226
la Dirección de Instrucción Pública del Estado de Jalisco, la
creación de la “Escuela Dental de Jalisco”. Él mismo fungió
como director y como jurados los cirujanos dentistas: Jorge
R. Gleason, Jorge Purnell, Francisco Quintero y el médico ci-
rujano Manuel Pérez. Esta escuela, empezó por examinar a
dentistas prácticos para que obtuvieran su título. Los exáme-
nes, se llevaron a cabo en un espacio del Seminario Conciliar
y, para instalar la escuela, se rentó el edificio conocido como
“El Regional”. El equipamiento corrió a cargo de los doctores
Tereso Fregoso, Jorge Gleason, Epifanio Martínez, J. Ruiz Sa-
hagún y E. Marquisee, quienes donaron los equipos y el ins-
trumental para que empezara a funcionar la escuela.
Lamentablemente ya próximo a iniciar los cursos; cayó
una fuerte tormenta en Guadalajara y se derrumbó parte de la
construcción, destruyendo muebles y equipos. Las autoridades
tuvieron que regresar el dinero de los matriculados y por cuatro
años más solamente se efectuaron exámenes de titulación.
Facultad De Odontología De La
Universidad De Guadalajara
En 1925, el gobernador José Guadalupe Zuno organizó
una serie de reuniones con el fin de fundar la Universidad de
Guadalajara, a las que convocaba a grupos de profesores de
diferentes áreas del conocimiento. En una de estas reuniones
a la que asistieron los doctores Ramón Córdova Gómez y
Juan Campos Kunhardt, se abordó la conveniencia de que se
cursara la carrera de odontología en la Escuela de Medicina,
pero se descartó la idea y sólo se aprobó que de momento se
presentaran exámenes de titulación. La Universidad de Gua-
dalajara fue inaugurada el 12 de octubre de 1925.
Dos años después, cristalizaría por fin la propuesta del
doctor Ramón Córdova quien logró establecer la Escuela de
Odontología en La Universidad de Guadalajara. El doctor Cór-
dova Gómez se había titulado como cirujano dentista en la Ciu-
dad de México en 1912; empezó a dar clases en su Alma Mater
y poco tiempo después ocupó el cargo de director de la misma
institución. Posteriormente, Córdova regresó a Jalisco, su esta-
do natal, estableciéndose en la ciudad de Guadalajara, en donde
realizó una serie de gestiones que tuvieron como fin fundar la
escuela odontológica.
Finalmente, el 31 de enero de 1927, el doctor Córdova vio
coronados sus esfuerzos cuando el rector, aceptó a la nueva
escuela dentro de la Facultad de Medicina, entregándole unos
espacios físicos en el Hospital Civil, en el área de Policlínicas.
Inicialmente los cursos odontológicos fueron dirigidos por el
doctor Campos Kunhardt -Director de la Escuela de medicina-
el doctor Roberto Orozco y el doctor Ramón Córdova.
Poco tiempo después, los directivos se convencieron de
la pertinencia de la petición de Córdova gracias a la conve-
niencia que representaba que la odontología se estableciera
como carrera independiente, de la misma manera que Medi-
cina y Enfermería por lo que se aprobó la propuesta quedan-
do Ramón Córdova como su Director.
Hubo una gran demanda para esta nueva carrera a la que in-
gresaron 54 alumnos regulares y 13 espectadores. Al determinar
el rector la separación de la Escuela de Medicina, se le designó
como nueva sede el “Edificio Mercantil”, que constaba de tres
pisos más un sótano.

Personal de la Dr. Edmundo Aviña Química Biológica, Nociones de

nueva Escuela Profesor de Histología y Bacteriolo- Farmacia: Dr. José Paredes y
Odontológica gía: Terapéutica Dental: Covarrubias
Dr. Benito Gutiérrez Tercer año
Director: Prótesis. Tercer curso y Ortodoncia:
Dr. Ramón Córdova Plan de estudios Dr. Jorge Gleason
Prefecto secretario: de la Carrera de Cirugía Bucal y Anestesia:
Dr. José Paredes y Covarrubias Odontología de Dr. J. Salazar
Conserje: la Universidad de Clínica Dental. Segundo Curso:
Sr. Patricio Barajas Guadalajara Dr. Ramón Córdova
Profesor de Prótesis dental y bucal: (Archivo Histórico de la Facultad de
Dr. Francisco Quintero Primer año Odontología)
Profesor de Prótesis dental y bucal: Histología Normal, Patología
Dr. Jorge Gleason Bacteriología: Dr. Benito Gutiérrez
Profesor de Patología general y Fisiología, Higiene y Profilaxis Bucal:
bucal: Dr. G. Berúmen
Dr. Edmundo Aviña Anatomía Descriptiva y Topográfica:
Profesor de Materia Médica y Tera- Dr. Roberto Orosco fuentes:
péutica Dental:
Citas bibliográficas
Dr. José Paredes y Covarrubias Prótesis, Primer curso: l Cueto Arvizu, Guillermo
Profesor de Clínica Dental: Dr. Jesús Pérez Romero y Cueto Orozco, Lorena-
“Historia de la odontología
Dr. Jesús Pérez Romero Segundo año en Jalisco”, Enlace y Gestión
Profesor de Clínica Dental: Clínica Dental. Primer Curso: Bibliotecaria, 2012.
l Cueto Arvizu, Guillermo
Dr. Ramón Córdova Dr. J. Agustín Navarro y Cueto Orozco, Cesar. “La
Profesor de Anatomía y Diseccion: Prótesis. Segundo Curso: profesionalización de la
Dr. Roberto Orosco y Orosco odontología en Jalisco.
Dr. Francisco Quintero Guadalajara”. Enlace y Gestión
Profesor de Fisiología, Higiene y Pro- Patología Bucal Médica y Quirúrgica: Bibliotecaria, 2012.
filaxis Dental: Dr. Edmundo Aviña

227
 Parte VII l Capitulo XLVI
La Odontología
en Yucatán
C.D. Camilo Otero Rejón
Profesor de la Facultad de Odontología de la
Universidad Autónoma de Yucatán
E
n la época colonial, los barberos y los san-
gradores fueron los únicos que realizaban
extracciones dentarias; los boticarios y yerba-
teros proporcionaban algunos remedios para
variadas afecciones comunes como encías in-
flamadas, úlceras y aftas bucales, movilidad dental, mal alien-
to y odontalgias, entre otras. En el siglo XVl fray Gaspar de
Molina, religioso franciscano, atendía enfermos e introdujo el
pulican. La dentusa y el gatillo, que inventara el sangrador y
dentista del rey Felipe lV.
A principios del siglo XVlll, Marcos de Barbosa utilizaba
la llave inglesa o turco -artefacto que se utilizó hasta el siglo
XlX-, para las extracciones. Entre 1760 y 1790, aparecieron va-
rios escritos de frailes que señalaban algunos remedios para
la patología bucodental mencionando nombres de plantas
que eran de uso popular desde la época prehispánica.
Pasada la lucha por la Independencia, con la incorporación
de Yucatán a México, comenzaron a llegar a Mérida dentistas
franceses graduados, entre los que se recuerdan a uno apelli-
dado Doisson en 1845; otro fue Duclé y uno más, Briand de
quien se escribió que extraía dientes con electricidad. Existe
la referencia sobre un antiguo estudiante de Medicina de los
cursos del Doctor Vado, llamado Severo Lara quien se graduó
de flebótomo o sangrador en 1870 y además era sacamuelas,
mencionándose que en 1871 utilizaba la llave de Garengeot.
En 1864, Federico Smith, quien se decía dentista de Lon-
dres y Nueva York, contaba con 11 años de práctica en la Amé-
rica Hispana y hablaba bien el castellano, ofrecía la colocación
de dentaduras completas sin resortes y obturaciones de pie-
zas dentales con oro y con la pasta llamada hueso artificial, su
consultorio estaba situado en la planta baja de la casa de don
Darío Galera en el cruzamiento de las calles 63 y 60.
228
Para 1866, el dentista J.M. Gilkey ofrecía enseñanza a los
jóvenes que desearan estudiar el arte dental, lo que hicieron
algunos practicantes yucatecos sin estudios formales del Arte
Dental que trabajaron en la Península en la segunda mitad del
siglo XlX y a principios del siglo XX. Sus primeros alumnos fue-
ron: su hijo Juan Gilkey y Juan de la Cruz Monforte, posterior-
mente, estudiaron con él, Miguel J. Monforte, Gregorio Patrón,
Braulio Tamayo y José María Vallado. El dentista Gilkey residía
en Nueva York y trabajaba en Yucatán de noviembre a Mayo
(los meses menos cálidos en la Región). Su consultorio merida-
no, estaba ubicado a un costado del Palacio del Obispado. En
1875, trajo el equipo especial para aplicar el protóxido de ázoe
o gas hilarante como anestésico en las extracciones, hecho
que causó sensación en el medio peninsular, fue comentado
por la prensa local y un reconocido doctor Sauri, lo alabó en un
amplio artículo publicado en un diario local.
Durante 1876, se anunció como cirujano dentista Eduar-
do Rodríguez informando a la sociedad que “preparaba pol-
vos dentríficos inmejorables para asear y preservar la denta-
dura”; y ofrecía servicios a domicilio o en su consultorio en el
barrio de La Mejorada.
Las familias pudientes de la Península, gastaban en sus
viajes a Europa, cien francos en sus visitas a gabinetes denta-
les y traían de regreso “un agua para los dientes”. En 1889, se
anunciaban como dentistas J.F. Castaldi y Manuel Isaac, éste
último de la Universidad de La Habana, Cuba y Filadelfia.
En esa época, el químico Joaquín Dondé mencionó una
planta llamada campanilla (Thevetia nerifolia), en lengua maya,
akits, “que contiene un jugo lechoso que aplicado con algodón
sobre las piezas dentales con caries, las hace salir a pedazos”.
En los primeros años del siglo XX, la Odontología en Yucatán
estuvo a cargo de profesionales yucatecos; formados en el ex-
tranjero y algunos estadounidenses. En 1901, el cirujano dentis-
ta George S. Sluyton anunció la ubicación de su consultorio en
la calle 61 cerca de la Plaza Principal. También en ese año, Juan
de la C. Monforte publica su retorno de los Estados Unidos de
Norteamérica y “que trae instrumental y materiales para hacer
coronas de oro, dentaduras de puente y sin paladar, así como un
nuevo medicamento anestésico sin los peligros de la cocaína”.
En 1904, el Diario de Mérida publicó una nota en donde
se informa que Esperanza Ávila Pantoja se graduó de doctora
en Cirugía Dental en el Pensylvania College of Dental School,
siendo la primera yucateca en obtener ese grado. El doctor M.
Rivas Trowbridge, en 1905, hacía la colocación de lo que lla-
maba “puentes Bridgework”. Para 1907, en el Álbum Artístico,
se anunció el gabinete electro-dental, mencionando su retor-
no de los Estados Unidos de Norteamérica y que contaba con
aparatos electro-dentales.
Hacia 1910, el cirujano dentista Guillermo Lugo publicó
un boletín dental donde alude a los productos para el aseo
bucal en boga en esos años:” bicarbonato de sodio sin abu-
so; el carbón vegetal, bien pulverizado, pero recomendaba
el uso del jabón de Castilla, que contiene potasa”. Ofrecía ex-
tracciones dentales gratuitas a los pobres.
En ese mismo año se anunciaban los dentistas Severiano
de Diego, Cayetano Rojas Aguilar y Alfredo Cano Hernández,
éste último, graduado en Filadelfia.
En 1912, se publicó un directorio con 17 dentistas, en el
que, aparte de varios ya mencionados, aparecen Santiago Al-
bor, Gonzalo Cárdenas y Adolfo Casares Villamil. Entre 1906
y 1915, ejerció en Mérida el estadounidense Carlos Lanaux.
En 1922, durante la experiencia del Socialismo en Yucatán,
siendo gobernador del Estado Felipe Carrillo Puerto y el pri-
mer rector de la naciente Universidad Nacional del Sureste el
doctor Eduardo Urzáiz, de origen cubano, surgió la necesidad
de satisfacer la demanda de atención dental de manera acadé-
mica la primera acción consistió en regularizar la práctica de
aquellos que ejercían la Odontología en el medio peninsular.
Esta capacitación quedó bajo la responsabilidad de la Facul-
tad de Medicina, cuyos profesores impartieron, a partir del 1
de febrero de 1923, un curso que duró un año y medio y del
cual egresaron Alonso Patrón Mimenza y Nicolás A. Patrón
Gamboa. Se cerró la escuela, pero volvió a funcionar en 1926.
Durante 1928, los alumnos de la escuela obtuvieron de la
Junta de Beneficencia, la instalación de una clínica dental en
el Hospital O¨Horan. La escuela tuvo un breve receso y abrió
nuevamente en 1934, entre los graduados en esta época es-
tuvieron: Fernando Urzáiz Jiménez, Alonso Patrón Mimenza y
Carlos Marcín Cervera.
En septiembre de 1937, siendo rector de la Universidad
el ingeniero Joaquín Ancona Albertos, la escuela se indepen-
dizó de la Facultad de Medicina, de la que había sido anexa;
funcionó en la antigua Casa Peón en la calle 62 con calle 63 y
su primer Director fue el Cirujano Dentista Víctor López Alon-
so, nacido en Tekit, Yucatán en 1896, cursó sus estudios pro-
fesionales en el Colegio Dental de Temple, Filadelfia, EEUU.
Obtuvo el grado de doctor en Arte Dentaria Quirúrgica en
1922, ejerció algunos años en Rochester, Nueva York y retor-
nó a Mérida, Yucatán en 1926. Dejó el cargo a principios de
1939, se estableció en la Ciudad de México donde ejerció la
profesión hasta 1962, falleciendo en ésa en 1965.
En 1939, ocupó la dirección Juan H. Villamil Mendoza
-graduado en la Ciudad de México- y la escuela se trasladó a
la planta alta del edificio La Nacional. Villamil fue director de
la Escuela en dos períodos, el segundo por 20 años.
Entre 1940 y 1945, desempeñó la dirección Rafael Cervera
Lara, egresado de la Universidad de Loyola, Estados Unidos,
en su gestión, el plan de estudios de la licenciatura aumentó
a cinco años.
En 1945, ocupó el puesto el primer profesional egresado
en Yucatán, Alonso Patrón Mimenza y en 1970, después de
ocupar instalaciones temporales, se edificó la sede definitiva
de la Escuela enfrente del Parque de la Paz en el área de la
Salud cerca de las facultades de Medicina y Enfermería.
El gremio odontológico se organizó en Sociedades y Co-
legios y estuvo presente en los servicios públicos de la salud.
En 1945 se fundó la Asociación de Cirujanos Dentistas del Su-
reste de México siendo su primer presidente Juan H. Villamil
Mendoza. Entre los profesionales fundadores se encontraban
Armando Bolio Pinzón, José Dolores Peniche Rivero, Carlos
Alayola Duarte y Fulvia Jiménez Trava.
Otros de sus presidentes fueron: Rogerio Ortega Maldonado
y Camilo Otero Maldonado, entre otros. Para 1954, se fundó la
Sociedad Yucateca de Parodontología y cuatro años después ini-
ció sus actividades dentales el Instituto Mexicano del Seguro So-
cial con los cirujanos dentistas Carrillo Ancona y Monforte Denis.
En 1960, se instaló el servicio dental en el Instituto de Ser-
vicio y Seguridad Social para los trabajadores del Estado, en
Odontología estaban Monforte Denis y Ortega Maldonado.
229
 Parte VII l Capitulo XLVII
Escuela de
Odontología
Benemérita
de la
Universidad Autónoma de Puebla
M.E.I. Olivia Marín Santillán
Docente tiempo completo de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla. Fundadora del
Museo de Odontología y coordinadora del mismo. La Escuela de Odontología se fundó el 23 de abril de
Mtra. Claudia Gil Orduña
Docente tiempo completo de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla
E
l 14 de abril de 1578, el Cabildo de la ciudad
de Puebla solicitó a los jesuitas (teatinos) la
fundación de una institución educativa que
nació con el nombre de “Colegio de la Com-
pañía de Jesús de San Gerónimo”, el mismo
que cuatro siglos después, se llamaría Benemérita Universi-
dad Autónoma de Puebla. El primer Rector fue el padre Diego
López de Mesa.
En 1790, el obispo Francisco Fabián y Fuero reunió en uno
sólo los colegios y surge el Real Colegio Carolino para 1825 el
Congreso local otorga al Gobierno la completa separación de
las autoridades eclesiásticas. Durante el periodo Liberal y de
Reforma, Ignacio Manuel Altamirano, toma posesión como
Presidente (Rector) a principios de 1881, realizando importan-
tes modificaciones.
El 4 de abril de 1937, queda legalmente instituida la Uni-
versidad de Puebla, a iniciativa del general Maximino Ávila
Camacho, con el Lic. Manuel L. Márques como su primer
rector y se inició con siete facultades, cinco escuelas y ocho
institutos.
El escudo de la Universidad fue creado en 1937 por el
maestro Javier Ibarra Mazari y fue declarado como oficial el
22 de mayo del mismo año. En él, se observa un ave fénix de
color café oscuro con el pico blanco, sobre el fondo dorado,
una nube plateada y fuego en forma de lenguas rojo oscuro.
230
El rostro de Atenea es gris azulado simulando mármol, y los
listones son verdes simbolizando la esperanza.
1937, ubicándose en la casa marcada con el número 214 de
la Avenida Maximino Ávila Camacho, e inició oficialmente sus
funciones en 1938, cuando la trasladaron al tercer patio del
edificio Carolino en el sitio conocido como las “Catacumbas”.
Poco tiempo después, la escuela se trasladó a la calle 3 orien-
te 402 en el segundo patio, su primer Director fue el C.D. Juan
Calderón y Caso.
Los catedráticos fundadores fueron: C.D. Juan Calderón y
Caso, C.D. Carlos Roca Senties, Dr. Jesús Lara y Parra, Dr. Gil-
berto Espinoza Vera, Dr. Guillermo Ajuno Sandoval, Dr. Salva-
dor Esperón Azueta y Dr. Juan Andraca Malda.
La enfermera fundadora fue la Señorita Celia López Her-
nández, quien laboró, durante muchos años en nuestra es-
cuela, junto con el primer intendente de limpieza: Miguel
Guzmán.
De 1960 a 1970, la Escuela experimenta un incremento
de alumnos considerable, al grado que a finales de la década
la Institución académica contaba ya con 500 alumnos por lo
que es trasladada al edifico de la calle 8 oriente 214.
El incremento de la población estudiantil, llevó a las auto-
ridades de la Universidad a considerar y a realizar la construc-
ción de las actuales instalaciones que fueron inauguradas en
1981 en la calle 31 Poniente 1304, colonia Volcanes.
En 1991, se reforma la currícula, transformando la Escuela
de Odontología en Escuela de Estomatología, y finalmente en
1996, con la creación de la División de estudios de Posgrado,
se convierte en Facultad de Estomatología, que actualmente
cuenta con un Campus en la ciudad de Tehuacán
 Parte VII l Capitulo XLVIII

Raíces
de la Odontología
en Zacatecas
L. H. Uziel Gutiérrez de la Isla
Primera etapa. 1962-1977. Surgimiento y desarrollo
Historiador de la Odontología en la
Universidad Autónoma de Zacatecas de la Escuela de Odontología.

L
as actividades bucales en Zacatecas en la
época prhispánica también fueron realizadas
dentro del pensamiento mágico-religioso.
Durante la época colonial se registró la impo-
sición de la medicina de los conquistadores.
siglo XX, la Odontología
profesional zacatecana en la
búsqueda de su consolidación
A partir de la presidencia del Gral. Lázaro Cárdenas
(1934-1940), el país vivió el planteamiento de propuestas
alternativas de desarrollo social, económico y político, que
repercutiría en el actuar de las universidades del país. En
América Latina inició un proceso de masificación de la Edu-
cación Superior en general. Baste mencionar que según la
UNESCO, en 1950 había 75 instituciones y en 1988 existían
ya 3357 Centros de Educación Superior, entre ellos 536 eran
universidades.1

231
 En la ciudad de Zacatecas, tal influjo incrementó la de-
manda de servicios odontológicos por parte de la población
y la consecuente necesidad de crear una escuela formadora
de cirujanos dentistas, aunada a la aspiración del ICAZ de
ofrecerle a la juventud, la posibilidad de cursar nuevas carre-
ras y así cumplir con el requisito correspondiente a las ofertas
educativas indispensables para convertirse en universidad.
En esas circunstancias, en 1962 bajo el liderazgo de los
dos únicos cirujanos dentistas zacatecanos titulados, Francis-
co Márquez Iturriaga y Rubén Acevedo Sánchez, se fundó la
Escuela de Odontología, adscrita al ICAZ.
Las clases de la nueva carrera profesional, dieron inicio el 10
de enero de 1962, en un inmueble ubicado en la calle Dr. Hierro,
hoy en día parte del complejo llamado Ciudadela del Arte.
El cuerpo docente de la generación que abrió brecha,
estuvo constituido por los mencionados cirujanos dentistas
Francisco Márquez Iturriaga y Rubén Acevedo Sánchez quién
se desempeñó como director del Plantel, formando equipo
con los médicos Emilio y Manuel Varela Luján, Ezequiel Haro
Rodríguez, José López, Benjamín Arellano, Enrique Argüelles
Robles, Josefina Falcón Borrego y Francisco Esparza Sán-
chez;2 posteriormente se agregaron el Q.F.B. Manuel Escobar,
Jesús Pérez Carranco, José Luis Juárez, José Antonio Ponce,
fuentes:
Citas bibliográficas
(1) Rama Claudio, pp. 173-195/UNESCO, “Declaración
Mundial n donde se afirma que “…la segunda mitad
del siglo XX pasará a la historia de la educación
superior como la época de expansión más espectacular
a escala mundial, el número de alumnos se multiplicó
por más de seis entre 1960 y 1995…”
(2) El nombramiento del Dr. Esparza, como docente
de la naciente Escuela de Odontología que a
la letra dice: “Núm. 17, Expediente 120/1, Asunto:
NOMBRAMIENTO: Sr. Dr. Francisco Esparza
Sánchez, Presente. Esta Rectoría a mi cargo,
en acuerdo de hoy, ha tenido a bien nombrar
a usted Maestro del 1er. AÑO DE DISECCIONES,
de la Escuela de Odontología, a partir del día
de hoy, 1ero. de marzo, y con sueldo de $360.00
(TRESCIENTOS SESENTA PESOS, CERO CENTAVOS),
mensuales, con cargo a la Plaza Específica del
Ramo VIII (A) del Presupuesto de Egresos vigente.
Lo que se hace de su conocimiento a fin de que
si acepta el nombramiento mencionado, tenga a
bien indicarlo a Rectoría. Atentamente, Zacatecas,
Zac., a 1ero. de Marzo de 1962. El Rector Lic. José
Abraham Torres Viramontes”, señala la forma en
232
Jesús Martínez Estrada y José Huerta Peña. Este colectivo de
docentes formó a la primera generación 1962-1967 de médi-
cos cirujanos dentistas egresados de la EO/ICAZ.
Dado que al igual que en la profesión de Medicina, la
Odontología fue ejercida mayoritariamente por hombres,
las razones recaían principalmente en la discriminación y
en los obstáculos sociales que se le imponían a las mujeres,
vale destacar que las primeras que lograron romper esas
barreras y decidieron estudiar en la Escuela de Odontología
del ICAZ, fueron María del Carmen Hernández Hernández,
Olga Juana Arellano Villa, Silvia Susana Bañuelos Acevedo
y Ma. Cristina López Monreal, integrantes de la generación
1963-1968. Hoy en día en la profesión odontológica predo-
minan las mujeres.3
Desde su fundación en 1962, hasta el presente 2013, la
institución ha tenido varios nombres, identificándose tres eta-
pas en su desarrollo: la primera de 1962 a 1977, definida por
su denominación de Escuela de Odontología y una enseñanza
en función de asignaturas o disciplinas; la segunda, de 1978 a
1999, se inicia con la implementación del Sistema de Enseñan-
za Modular (SEM), que grandes efectos habría de tener en los
rubros de la docencia, la investigación y el servicio. En el inter,
la institución asumió el nombre de Facultad de Odontología.
que se designaba a los integrantes del personal de
la Escuela de Odontología de entonces, y además
indica el monto del sueldo que recibían los
docentes por materia impartida. Este documento
forma parte del archivo personal del autor.
(3) INEGI, reportó el 55.5% de mujeres/Ramírez, J,
“Recursos humanos en …”/ y ANUIES, en donde se
asienta que en México, de 1997 a 2001 se incrementó
la proporción de mujeres que ingresaron a la
carrera de odontología, pasando de 52.6% a 64.7%.
Bibliografía
l ANUIES. “Anuario Estadístico”. México, 2004.
l Rama, Claudio, “La tendencia a la masificación de
la cobertura de la educación superior en América
Latina”, Revista Iberoamericana de Educación, N° 50,
2009, pp. 173-195.
l Ramírez, José. ”Recursos humanos en los servicios
de salud: una perspectiva de género. Centro de
Análisis Social y económico”. México, 2002.
l UNESCO, “Declaración Mundial sobre la
Educación Superior en el Siglo XXI: Visión y Acción,
1988, en http://www.unesco.org
lXI Censo del INEGI
 Parte VII l Capitulo XLIX
La enseñanza de
la Odontología
FACULTAD DE ESTUDIOS
EN LA
SUPERIORES IZTACALA DE LA UNAM
Mtra. Rosa María González Ortiz
Profesora de Carrera Asociada Definitiva por
Oposición, Facultad de Estudios Superiores Iztacala,
UNAM. Socio numerario de la Sociedad de Historia y
Filosofía de la Medicina AC.
L
a profesión de cirujano(a) dentista en la Univer-
sidad Nacional Autónoma de México (UNAM),
se imparte en tres facultades que se encuentran
en diferentes y distantes lugares. La Facultad de
Odontología (FO) localizada en Ciudad Univer-
sitaria, La Facultad de Estudios Superiores Iztacala (FES) en los
Reyes Iztacala y perteneciente al Estado de México, y la Facultad
d0e Estudios Superiores Zaragoza (FES) que se ubica en Cabe-
za de Juárez en el Distrito Federal. Cada facultad, cuenta con su
propio plan de estudios, instrumento pedagógico, que con ori-
ginalidad y creatividad, persigue formar profesionistas compro-
metidos con la sociedad mexicana para resolver la problemática
de las enfermedades del sistema buco dental, y por medio de la
prevención, promover y mantener la salud de los individuos a lo
largo de su ciclo vital. A través del ciclo de enseñanza se plantea
desarrollar la investigación, la difusión del conocimiento y brin-
dar un servicio profesional de calidad y calidez para la población
que acude a las clínicas de enseñanza odontológica.
A continuación nos enfocaremos a describir algunos elemen-
tos particulares de la organización académica de la enseñanza de
la Odontología en la Facultad de Estudios Superiores Iztacala.
Antecedentes del origen
de FES Iztacala
En la Ciudad de México en la década de los 70, identifica-
mos los siguientes hechos:
1) Crecimiento acelerado de la población, ocasionado en
parte por la migración de personas del interior del país.
2) Egreso de los jóvenes que habían estudiado en los cin-
co Colegios de Ciencias y Humanidades (CCH), inaugurados
en 1971 y, que para 1974, solicitaban su ingreso a las carreras
profesionales.
3) La demanda estudiantil para ingresar a la UNAM re-
basaba su capacidad, basta observar las siguientes cifras: en
1954 la población inscrita era de treinta mil estudiantes, para
1960 fue de sesenta mil y en 1975 se contaban 230,000 per-
sonas inscritas.
4) Se iniciaba apenas la construcción de Universidades
privadas y Universidades estatales.
Ante tal panorama, la UNAM creó un programa especial
denominado “Programa de Descentralización de Estudios
Profesionales de la UNAM”. En 1973 el Dr. Guillermo Soberón
en su calidad de Rector, solicitó al Consejo Universitario la
apertura de nuevas instalaciones que recibieron el nombre
de: Escuela Nacional de Estudios Profesionales ENEP, lo que
permitiría una descentralización de las tareas sustantivas de
la UNAM, la docencia, la investigación, la difusión de la cultu-
ra y el otorgamiento de servicios a la comunidad.
El programa de descentralización fue aprobado por el
Consejo Universitario en 1974, dentro de sus políticas se asu-
mió lo siguiente:
l La creación de las cinco ENEP, localizadas en Cuautit-
lán, Iztacala, Acatlán, Zaragoza y Aragón, habiendo recibido
su nombre en base precisamente a su localización. A la fecha,
todas se convirtieron en facultades y ahora se denominan Fa-
cultad de Estudios Superiores (FES).
l La admisión, debía estar acorde con la capacidad de
las instalaciones, se planeó admitir entre diez y veinte mil
alumnos por año.
l Aumentar y fomentar los estudios de posgrado.
l Cuidar la calidad de la educación, tratar de innovar
233
 sus planes de estudio y trabajar desde la interdisciplina y la
multidisciplina.
l Incrementar el volumen y calidad de las investigaciones.
l Fomentar la difusión de la cultura y trabajar para la pres-
tación de servicios cada vez mayores a comunidades alejadas
de los beneficios de la educación, la investigación y la cultura.
l Adoptar los Planes de Estudios vigentes en Ciudad
Universitaria.
El 27 de enero de 1975, la Junta de Gobierno de la UNAM,
nombró al Dr. Héctor Fernández Varela director de la ENEP Iz-
tacala, quien en escasos 50 días, conformó un equipo de tra-
bajo para abrir las puertas de Iztacala el 19 de marzo de 1975.
El propósito de Iztacala es, formar profesionales en las áreas
de la medicina, odontología, biología, psicología, enfermería
a nivel técnico (a la fecha se imparte a nivel licenciatura) para
1993, se incorporó la licenciatura en optometría, sumando un
total de seis carreras profesionales que actualmente se im-
parten y se encuentran ubicadas en el campo de la salud, la
educación y el cuidado del medio ambiente.
Deseamos comentar que en 1974, ingresaron a la ENEP
Cuautitlán, 1, 012 alumnos inscritos en la carrera de cirujano
dentista y, en 1975, fueron trasladados a Iztacala para conti-
nuar con los estudios, considerando a éstos la primera gene-
ración egresada de Iztacala.
Los planes de estudio de la
carrera de Cirujano Dentista en
Iztacala
El primer plan de estudios que se implementó fue el que es-
taba vigente en la Facultad de Odontología en Ciudad Universi-
taria (CU) desde 1971. Este Plan de Estudios estaba estructurado
por 45 materias obligatorias y ocho optativas que se selecciona-
ban de un listado de 22 opciones. Tenía una duración de ocho
semestres lectivos y para obtener el título había que cumplir los
estudios, realizar un año de servicio social y elaborar una tesis.
Un cambio que observamos en su implementación en Iztacala
es en relación a las optativas, ya que solamente se eligieron 8 del
listado de las 22 que proponía el plan original.
Desde los inicios del trabajo académico en Iztacala se pla-
neó realizar tareas de análisis curricular, y se ha tratado de
trabajar en ámbitos de la interdisciplina y la multidisciplina.
Se ha logrado tener intercambios académicos interesantes y
novedosos con las otras cinco carreras con las que comparti-
mos espacios físicos e intelectuales.
En 1978 Héctor Fernández Varela, en su calidad de Di-
rector, logró la aprobación de un Sistema Modular para la
234
enseñanza de las Ciencias Biomédicas que se imparten en
las carreras del área médica. La carrera de Cirujano Dentista
estructuró su plan de estudios bajo tres áreas:
1) Básica biomédica
2) Básica Odontológica
3) Clínica
Bajo esta aprobación y mandato, se reestructuraron los
contenidos pertenecientes el área básica médica, bajo el
concepto de sistema modular, en donde prevalecen los si-
guientes criterios:
l Un modelo de enseñanza- aprendizaje integrador.
l Una nueva manera de pensar la relación de la universi-
dad con la responsabilidad de los profesionistas.
l Atender el estudio de los pacientes desde una perspec-
tiva del hombre como una unidad biopsicosocial y su relación
con el medio ambiente desde lo biológico, psicológico y social.
l Abordar la salud y la enfermedad como un proceso
multicausal.
l Fomentar el trabajo del cirujano dentista con otros
profesionistas del equipo de salud.
Se generaba un cambio en los planes de estudio, se estaba
cumpliendo uno de los objetivos del Programa de descentra-
lización. Esta Reforma de la enseñanza y el aprendizaje de las
ciencias biomédicas, generó cambios en las materias médicas
que tradicionalmente se han venido estudiando a lo largo de
los dos primeros años de la carrera. Estas materias son: ana-
tomía humana, histología y embriología, fisiología, microbio-
logía, patología general, bioquímica, patología bucodental y
farmacología. Todas estas materias que son especialidades de
la medicina general, se estructuraron bajo una lógica modular.
Las áreas Básica Odontológica y Clínica, conservaron su
organización original de acuerdo a lo programado en el Plan
de Estudios de 1971. El nuevo Plan de Estudios se estructu-
ró con 54 materias. Podríamos decir que este nuevo plan,
había sufrido solamente reformas en el ámbito del conoci-
miento médico. Las nuevas materias para los tres primeros
semestres, se denominaron Módulos y se nombraron de la
siguiente manera: Introducción, Generalidades, Instrumenta-
ción, Laboratorio I, Sistema Masticatorio, Relación y Control,
Introducción a la Investigación Bibliográfica, Laboratorio II,
Nutrición y Metabolismo, Transporte y Defensa.
A partir de este nuevo Plan de Estudios se organizaron
tareas de análisis curricular generando una actualización que
quedó publicada en 1993 en el libro Plan de Estudios de la
Carrera de Cirujano Dentista. El trabajo de evaluación curricu-
lar ha continuado y se encuentra en publicaciones del año
2006 y 2011.
 La enseñanza, el aprendizaje, la
investigación y el servicio
Los alumnos cursan los dos primeros semestres en las
instalaciones de la FES (en los Reyes Iztacala) para el tercer
semestre, eligen, de acuerdo a su promedio, una de las ocho
clínicas odontológicas, cuyo nombre depende de su ubica-
ción, Almaraz, Cuatitlán, Ecatepec, Iztacala, Aragón, Acatlán,
Cuautepec y Molinito. En la clínica odontológica seleccio-
nada, el alumno(a) completará su formación profesional. Es
importante mencionar que en el 2011, se renovaron las ocho
clínicas, desde sus cimientos, se remozaron las instalaciones
y se hizo un equipamiento nuevo, que ahora es totalmente
actualizado para el mejor desempeño de sus funciones.
El alumnado puede trabajar y capacitarse en la Unidad
Móvil que proporciona servicios a comunidades alejadas.
También puede incorporarse a brigadas que viajan a diferen-
tes estados del país, con la finalidad de incorporarse a prác-
ticas profesionales. Desde el segundo semestre se incorpora
a la realización de trabajos de investigación dirigidos por sus
profesores, y participa en foros de investigación con la finali-
dad de hacer difusión del conocimiento.
Dentro de las modalidades para titulación, además de la
elaboración de tesis y por alto promedio en todo el ciclo esco-
lar, se cuenta con la presentación del examen escrito- objetivo.
El alumnado puede incorporarse para trabajar bajo una
lógica de equipo de salud, en las tres Clínicas Universitarias
de la Salud (CUSI) pertenecientes a Iztacala.
Los egresados pueden acceder a la especialidad en Endo-
periodontología, que se aprobó desde 1982, y a la de Orto-
doncia aprobada en el año 2000.
Por segunda ocasión, el Consejo Nacional de Educación
Odontológica (CONAEDO) acreditó, por un periodo de cinco
años más (2011- 2016), el Programa Académico de la Carrera
de Cirujano Dentista de la FES Iztacala. Entre los argumentos
que explican la Reacreditación se encuentran:
l La atención bucodental brindado a la población, a través
de brigadas multidisciplinarias en donde también se otorgan ser-
vicios de enfermería, medicina, psicología, biología, y optometría.
l La formación, actualización y superación académica
de la planta de profesores.
l El vínculo entre la investigación que se desarrolla en
los posgrados y el alumnado.
l Un Plan de Estudios que genera competencias para el
desempeño profesional de calidad.
l El compromiso con los valores éticos en el desarrollo
de la práctica profesional.
La carrera de cirujano dentista, otorga un importante ser-
vicio a la sociedad mexicana y sus cifras están por arriba de
los servicios que prestan otras profesiones de la FESI, como
podemos advertir en el discurso del cuarto informe que pre-
sentó el director de la FESI Sergio Cházaro, en enero del 2012,
afirmando que en el último cuatrienio Iztacala dio 150 mil
176 consultas en las clínicas odontológicas, de optometría y
las universitarias de salud integral. De ellas el 43 por ciento
fueron atendidas por estudiantes de la carrera de Cirujano
Dentista, 26 de Enfermería, 20 de Médico Cirujano y 11 por
ciento de Optometría. Con base a lo anterior podemos opi-
nar que al interior de la carrera de Cirujano Dentista existe un
gran esfuerzo del alumnado, profesorado y autoridades por
seguir siendo una de la profesiones que más servicios otorga
a la sociedad, cumpliendo así uno de los grandes objetivos
de la UNAM que es la de rendir buenas cuentas a la sociedad.
Para finalizar deseo compartir la Misión que desde 2011 se
ha impuesto la Carrera de Cirujano Dentista en le FESI UNAM.
Formar profesionistas con calidad académica capaces de
restablecer y mantener la salud buco dental de los individuos
y sus comunidades con un enfoque preventivo, a través de
una atención ética, eficiente y actualizada.
fuentes:
Bibliografía
l Arroniz, Padilla Salvador, Córdoba, Mejía Ma.
Teresa. “Panorama Histórico de la Odontología en
la FES Iztacala”. UNAM, FESI, México, 2008.
l Campos Martínez Cynthya, González, RM, Toriz, MJ.
“Visión Contextual de la Enseñanza Odontológica”.
En Revista Odontología Actual. Año 6, núm.64,
agosto, México, 2008.
l Cano, Brown José, et al. “Plan de Estudios de la
Carrera de Cirujano Dentista. UNAM, FESI, México, 1993.
l Carreño Hernández, María Teresa, et al. “Plan
de Estudios de la Carrera de Cirujano Dentista”.
UNAM, FESI, México, 2011.
l Gaceta UNAM. “Se reacredita la carrera de Cirujano
Dentista de Iztacala”. México. 2012, 12 de enero de p. 3
______ “La ENEP Iztacala se transforma en facultad”.
México, 14 de mayo de 2001, p. 2.
______ “Consolidación Académica de la FES Iztacala
en 2011”. México, 26 de enero de 2012, p. 18.
l González Ortiz, RM, Cuevas Guajardo L. “El Análisis de
algunos Planes de Estudio que ha tenido la enseñanza de
la Odontología en la UNAM”. Revista del Departamento
de Historia y Filosofía de la Medicina de la Facultad de
Medicina de la UNAM y la Sociedad Internacional de
Historia de la Medicina. No. 2, México. 2004.
l Martínez, Rosalva Angélica. “Historia de la Odontología
en la Enseñanza Modular”. Revista del Departamento
de Historia y Filosofía de la Medicina de la Facultad de
Medicina de la UNAM y la Sociedad Internacional de
Historia de la Medicina. No. 2, México. 2004
235
 Parte VII l Capitulo L
Desarrollo
Histórico
del plan de estudios de la
Carrera de Cirujano Dentista en la Facultad
de Estudios Superiores Zaragoza
C.D. Angélica Rosalva Martínez Rodríguez
Profesora de Tiempo completo. Asociado C
Definitivo. FES Zaragoza, UNAM
E
l Plan de Estudios de la Carrera de Cirujano
Dentista en la Facultad de Estudios Superio-
res Zaragoza (FES Z), tiene su origen en el
´Programa de descentralización de la Uni-
versidad Nacional Autónoma de México.
Momento en el que no sólo se ofrecían nuevas instalaciones
para la educación superior, sino un nuevo modelo educati-
vo, es decir otra manera de formar a los cirujanos dentistas
con premisas como la investigación como base para la pla-
neación educativa, la formación profesional, mediante la so-
lución de problemas en una relación teoría práctica, trabajo
multidisciplinario, trabajo en equipos multiprofesionales,
enseñanza activa, estudio independiente, relación docencia
- servicio mediante prácticas profesionales desde las etapas
tempranas de la formación.
ANTECEDENTES
El 17 de enero de 1974, el Dr. Guillermo Soberón Acevedo
emitió un mensaje al Consejo Universitario, en el que comu-
nicó que se habían construido nuevas instalaciones Univer-
sitarias en el Norte de la Ciudad y posteriormente en la zona
Oriente; cuyo propósito fue dar respuesta a la creciente de-
manda de servicios educativos.
En el proyecto de descentralización se plantea -entre
otras cosas-, la importancia de aprovechar la creación de
nuevas escuelas para incorporar innovaciones en las estruc-
236
turas académicas y administrativas, establecer nuevas salidas
y alternativas profesionales, formar nuevos cuadros de pro-
fesores y coadyuvar en la expansión del sistema educativo
nacional.
Se establece que estas escuelas ofrecerían una formación
con un balance adecuado de teoría y práctica, evitarían la ex-
cesiva especialización, tendrían un carácter multidisciplinario
y una organización departamental, las materias se agruparían
en secciones, que mantendrían una relación de cooperación,
lo que permitiría evitar la duplicidad y optimizar los recursos
a corto plazo. Solo se contaría con una división de investiga-
ción, que tendría como tarea fortalecerla investigación y el
desarrollo de proyectos multidisciplinarios.
En esta forma de organización académica, destaca como
una de sus principales ventajas la flexibilidad, nuevas y fér-
tiles formas de cooperación académica y la introducción de
reformas que las autoridades y comunidad consideren con-
venientes.
En julio de 1975, el Consejo Universitario estableció que
el Programa de descentralización se complementara con la
creación de nuevos centros para la atención de la población
en la zona Oriente de la Ciudad, los cuales iniciaron funcio-
nes en los periodos lectivos de 1976 y 1977, “por lo que el
Consejo Universitario aprobó la creación de la Escuela Nacio-
nal de Estudios Profesionales Aragón y Escuela Nacional de
Estudios Profesionales Zaragoza”.
El Dr. José Manuel Álvarez Manilla de la Peña, primer di-
rector de la ENEP Z, señaló en 1976 que uno de los proble-
mas de la educación, era la ineficiencia de la mayor parte de
los planes de estudio para preparar los recursos humanos ne-
cesarios que solucionaran los problemas existentes y, agrava-
dos por los cambios cualitativos y cuantitativos de la pobla-
ción, que la enseñanza universitaria se impartieraen espacios
aislados, había hecho que el estudiante se marginara de la
sociedad en que estaba inmerso, por lo que era necesario
definir el tipo de profesional que se requería.
El Dr. Álvarez Manilla, mencionó la necesidad de rea-
lizar estudios para identificar las necesidades específicas
de la población de la zona de influencia, para definir las
funciones profesionales y con base en esta experiencia de
campo señaló:
l Ajustar los objetivos educacionales de los planes de
estudio de acuerdo con los resultados de los estudios demo-
gráficos, socioeconómicos, de morbilidad y mortalidad y de
demanda de personal calificado.
l Establecer programas de trabajo para la salud mul-
tidisciplinarios con estudiantes de carreras como medicina
odontología, enfermería, psicología, biología, etc.
l La configuración y composición cualitativa de los
equipos de atención médica, orientados a las demandas in-
satisfechas, principalmente en los aspectos relacionados con
el contacto primario con un enfoque comunitario.
Menciona que “en este proyecto, es importante entender
la educación como un terreno fenomenológico susceptible
de ser analizado científicamente.” Entender a la educación
como un proceso social en el que se juegan valores y pre-
ferencias, en donde se pretende que las personas que parti-
cipan, adopten un comportamiento determinado. Es impor-
tante que en este proceso educativo no sólo se establezcan
los fines sino lograr que estos sean congruentes con los me-
dios que se utilicen, por lo que es necesario: (Crónica de la
FES Z 1996: 39-46)
l Desarrollar e implantar metodologías de enseñanza
que eviten la separación arbitraria entre el conocimiento
teórico y la práctica, haciendo énfasis en programas de inte-
gración docencia – servicio, desde las etapas primarias de la
formación profesional y en coordinación con las agencias de
servicio y las fuentes de trabajo.
l La búsqueda de la enseñanza activa, en la que los
alumnos construyan el conocimiento a partir de sus expe-
riencias y se orienten en la búsqueda de la información, lo
que permitirá romper con la costumbre del sistema pasivo
dominante.
l Establecer programas de formación docente que per-
mitan limitar las clases magistrales y propiciar el trabajo gru-
pal mediante el uso de diversas técnicas didácticas y el uso
de materiales acordes a propiciar la participación activa de
los alumnos.
l Propiciar el desarrollo de hábitos de estudio indepen-
diente que sirvan como base para la educación continua de
los alumnos.
l Integrar la teoría con la práctica a través de programas
orientados por objetivos educacionales.
Para el desarrollo de estos planteamientos, se estableció
que la forma de organizar el conocimiento sería por Módulos,
en lugar de asignaturas. En el proceso formativo, el alumno
participa en el Programa de servicio realizando prácticas
profesionales de complejidad creciente, en donde integra
el conocimiento aportado por los diferentes módulos. En el
caso de odontología, es su participación en la clínica integral
desde el primer año de la carrera.
Para hacer operativo este modelo, los contenidos apor-
tados por las diferentes disciplinas, reconocidas como ma-
terias en los planes de estudio de esa época, se agruparon
y organizaron en función de las actividades de aprendizaje
y de los problemas que se esperaba resolviera el alumno en
cada ciclo escolar, dando como resultado una estructura
que integraba el conocimiento, reconocida como módulo.
Otro elemento importante fue el profesor que tenía todas
las habilidades de cualquier docente pero estaba capacitado
para desarrollar funciones integradoras en un módulo.
Desarrollo del Programa
de Licenciatura de Cirujano
Dentista en la Facultad de
Estudios Superiores Zaragoza.
La primera generación que se incorporó en enero de
1976, inició sus actividades con algunas materias del plan de
estudios de Facultad de Odontología de Ciudad Universitaria
y con profesores recién egresados de la misma. Se mencionó
a los profesores que en el segundo semestre ya se impartiría
el programa por Módulos
Desde ese primer semestre, se impartió la materia de psi-
cología médica, esta fue la primera materia que se incorporó,
considerando las características de la propuesta innovadora
en una estructura departamental, ya que la impartían profe-
sores del área de humanidades.
En los primeros años, el personal docente en su mayoría
jóvenes, se incorporaron a un proceso de capacitación y for-
mación para su desempeño en el sistema modular mediante
algunas estrategias como: pláticas y cursos.
Los alumnos también recibieron orientación y se dio un
proceso de comunicación amplio y abierto para incorporar-
los al plan modular.
237
 Elaboración de materiales de apoyo escrito por parte de
los profesores, lo que facilitó la profundización y actualiza-
ción del conocimiento de estos y que los alumnos contaran
con documentos que les permitieran acceder al nuevo co-
nocimiento con una estructura adecuada a los programas y
como medio para resolver el problema de la falta de acervo
bibliográfico
En marzo de 1977, el H Consejo Universitario aprobó el
Plan de Estudios Modular para la carrera de Cirujano Den-
tista. Este plan no tenía un perfil de egreso explicito, como
tal, pero contenía un apartado denominado Propósitos del
cambio, en el que se expresaba de manera clara el tipo de
profesional que se quería formar, tal como se muestra a con-
tinuación:
Propósitos del Cambio
En base al análisis de los problemas de atención odonto-
lógica en nuestro país, y al análisis de los problemas de ense-
ñanza de la odontología, se diseñó un nuevo Plan de Estudios
orientado a cumplir los siguientes propósitos:
l Preparación de cirujanos dentistas capaces de trabajar
en distintos modelos de servicio, adecuados a las condicio-
nes sociales, económicas y culturales de las localidades de la
zona de control de la ENEP Zaragoza, concebida esta como la
zona de influencia y definida por:
l El análisis de las características sociales y epidemioló-
gicas del área.
l La investigación de los recursos tecnológicos adecua-
dos a las características del área.
l La investigación de opciones que den solución de tra-
tamiento económico y de amplia cobertura, sin distingo de la
solvencia financiera de la población.
l La implantación de sistemas que ayuden al estudiante
a entender las diferencias entre la odontología como una ac-
tividad individual (poco productiva e ineficaz socialmente) y
la odontología como una actividad grupal, donde la adminis-
tración del trabajo permite aplicar principios adecuados de
organización y control que le den mayor eficiencia y eficacia.
l La utilización de métodos de tratamiento esenciales
que permitan controlar los efectos importantes que se logren
mediante la atención incremental.
l La integración profesional de la odontología con otras
carreras de las ciencias de la salud como medicina, enferme-
ría y psicología, para la implementación desde la etapa estu-
diantil del equipo de trabajo de atención a la salud.
l Preparación de cirujanos dentistas con conocimientos
238
equilibrados e interrelacionados, de los elementos dados por
las ciencias básicas, las clínicas y las sociales, para lo cual se
parte de las siguientes premisas:
l Orientación adecuada de los programas de ciencias
básicas con enfoque específico a las necesidades de conoci-
miento biológico en el campo del ejercicio profesional de la
odontología
l Extensión de los programas de ciencias básicas hacia
los semestres avanzados de la carrera para favorecer la com-
prensión y utilización práctica con las grandes posibilidades
que ofrece la clínica por el contacto directo que se tiene con
los problemas.
l En la parte de las ciencias clínicas, definición de fun-
ciones, destrezas y habilidades de un odontólogo de prác-
tica general, en lo que respecta a prevención y tratamiento
de la enfermedad periodontal, prevención de mal posicio-
nes dentarias y corrección de malos hábitos que derivan en
trastornos de la oclusión, rehabilitación protésica parcial o
por anodoncia, extracción de órganos dentarios con des-
trucción avanzada, cirugía menor, diagnóstico y tratamien-
to de tejidos blandos, formación de historia clínica integral
para el diagnóstico temprano de alteraciones locales y sis-
témicas, selección e interpretación de los medios auxiliares
de diagnóstico necesarios para la formulación de un plan
de tratamiento completo, manejo de drogas analgésicas y
anestésicas.
l Manejo de materiales y medicamentos modernos para
la prevención, diagnóstico y tratamiento de enfermedades.
l Aplicación de técnicas de tipo simplificado, que per-
mitan la extensión de los servicios, sin eliminar el atributo
esencial de calidad que debe caracterizar a toda técnica.
l. Desarrollo de nuevos tipos de recursos humanos, de
tipo auxiliar con los cuales integrar el equipo de salud, que
permita la aplicación de programas de más amplia cobertura
en las siguientes categorías:
l Asistente dental con funciones bivalentes de higienis-
ta dental
l Técnico en laboratorio protésico
l Diseño y comprobación de nuevos modelos de servi-
cio que puedan constituir alternativas de interés para otras
instituciones y organismos de salud, dentro de los cuales el
aspecto de investigación aplicada ocupe un sitio de impor-
tancia constante, orientada a aspectos tales como:
l Equipo básico odontológico
l Nuevos materiales de uso odontológico
l Técnicas simplificadas
l Biología humana aplicada
 l Sistemas de registro y control
l Investigación epidemiológica directa o por expedientes
l Estudios de tiempo y movimientos
l Delegación de funciones
El modelo educativo tenía una fuerte influencia del mo-
delo cognitivo de J Piaget, que establece la organización del
conocimiento en base a la solución de problemas.
Los programas y la evaluación del aprendizaje se realiza-
ron con base en objetivos basados en los cursos que impar-
tía el CLATES, (Centro Latinoamericano de Tecnología Educa-
tiva para la Salud).
Al tercer año de estarse operando el Plan de Estudios Mo-
dular, se dio un cambio en la estructura administrativa, por
lo que se incorporaron nuevos funcionarios, cuya tarea era
incorporar al personal docente y elaborar las cartas descripti-
vas para el desarrollo del 7° y 8° semestres. Tal vez la falta de
claridad en el proyecto y el no contar con personal docen-
te previamente capacitado para el sistema modular, generó
en 1978, la primera modificación al plan de estudios, en lo
operativo, ya que el módulo de clínica integral, se impartió
a partir de esa fecha por especialistas, convirtiéndose en una
clínica para la atención por especialidades y no con base en
la solución integral de los problemas de salud del sistema es-
tomatognático del paciente.
En 1982, se da un nuevo cambio en la conducción de la
entonces ENEP Z y se realizó un ejercicio de evaluación de la
congruencia interna y externa del Plan de Estudios, que dio
como resultado la elaboración de los Programas Académicos
Integrativos.
“La coordinación de la carrera y la colaboración del De-
partamento de Odontología Integral promovieron acciones
para realizar una evaluación global y un ajuste de las estrate-
gias académico administrativas que permitieran la búsqueda
sistemática y democrática del logro de los objetivos institu-
cionales” (Plan general de trabajo 1982) siendo lo más impor-
tante el desarrollo del plan modular.
Este ejercicio enriqueció el plan de estudios, ya que me-
diante el análisis comparativo del Plan Modular de la Univer-
sidad Autónoma Metropolitana Xochimilco con el de la ENEP
Zaragoza, se identificó la necesidad de buscar un eje orien-
tado para la carrera, resultando como tal, el proceso salud-
enfermedad del Sistema Estomatognático como objeto de
estudio. El análisis de las funciones profesionales y la forma
en que las adquiría el alumno dio como resultado los ejes
denominados de referencia -que se hicieron explícitos- en
torno a los cuales se organizaría el conocimiento de cada año
de la carrera, siendo estos:
l Salud y sociedad para el 1er. Año
l Atención a la población infantil y adolescente para el 2do
l Atención a la población joven y adulta para 3ero
l Integración e investigación para 4to año
En esta época, se estableció la Unidad de Evaluación que
daba servicio a todas las carreras, se encargaba de evaluar la
estructura y resultados de los exámenes departamentales
por módulo; se integró y aplicó el examen diagnóstico a los
alumnos de primer ingreso (EDAPI) lo que facilitó conocer
las características de los alumnos que se incorporaban a la
carrera.
En 1982 la eficiencia terminal de la carrera era muy pobre,
ya que de 1,195 egresados de la carrera, sólo se había titulado
el 29.9%, problemática que se resolvió con el Examen profe-
sional Objetivo (EPO), que fue creado como un instrumento
no sólo para la titulación sino como investigación educati-
va que permitiera en la fase terminal de la carrera, evaluar
los conocimientos con los que egresaban los alumnos y fue
aprobado por el H Consejo técnico de la ENEP Z el mes de
marzo de 1984.
La elaboración de este proyecto y posteriormente la del
examen fue un acontecimiento que ha marcado favorable-
mente a la carrera, ya que al aplicar una metodología que
permitiera equilibrar el número de preguntas por módulo,
facilitó la identificación del cumplimiento de las funciones
profesionales siendo estas:
I. Programación de la atención
II. Diagnóstico
III. Elaboración de planes de tratamiento
IV. Prevención
V. Tratamiento
VI. Participación en el sistema de atención.
Posteriormente, el examen se integró a través de la ela-
boración de casos problema que permitió evaluar la integra-
ción del conocimiento.
En 1985 se da un nuevo cambio en la estructura académi-
co administrativa de la carrera, continuando con el proceso
de evaluación global hacia un cambio en el Plan de Estudios,
sin embargo, el enfoque cambió nuevamente, se retomaron
las cartas descriptivas y los materiales de apoyo elaborados
en 1978.
Los estudios que se realizaron -tales como seguimiento
de egresados y módulos de alto índice de reprobación, entre
otros- aportaron información estadística que contribuyó a
elaborar una propuesta de actualización del Plan de Estudios,
esta propuesta se quedó en proceso ya que no fue aprobada
por el Consejo Universitario.
239
 En 1990, se realizó otro cambio en la estructura académi-
ca administrativa, que inicio por un cambio en una estructura
departamental a otra por carreras. En este proceso, hubo que
justificar la existencia misma de cada Plan de Estudios y ana-
lizarlo a la luz del contexto nacional, los cambios demográfi-
cos, económicos, analizar también los cambios que ya eran
muy evidentes de la zona de influencia, que había dejado de
ser el cinturón de miseria de la ciudad, en el que un núme-
ro importante de la población, estaba de paso en este lugar,
para convertirse en un lugar habitado por familias de clase
media que ya pertenecen a la población de influencia, con
un nivel educativo mayor que en 1976, y con necesidades de
salud casi iguales a las de esa década.
Ante este estado de hechos, en acuerdo con un número
importante de profesores se tomó la decisión de rescatar el
modelo educativo y sus premisas de origen.
La planeación educativa y propuesta de restructuración
del plan de estudio, tomó como base el instrumento Análisis
Prospectivo de la Educación Odontológica propuesto por la
OPS, en el se plantean tres posibilidades para la formación
de recursos humanos para la salud. El que caracteriza al de-
nominado modelo tradicional, derivado del informe Flexner,
el que se denomina futurista o innovador que considera mu-
chos de los aspectos considerados en los planes modulares
con un enfoque de formación integral y otro que establece
un nivel medio entre el tradicional y el innovador.
El resultado entre otros fue la actualización del Plan de
Estudios, aprobado por el Consejo Académico de Área de
Ciencias de la Salud el 15 de abril de 1997, publicado y distri-
buido al personal docente en enero de 1998 y que se empezó
a operar en agosto del mismo año.
El perfil de egreso elaborado plantea lo siguiente:
La FES Zaragoza ha definido como parte de su misión
institucional “formar profesionales en las ciencias químico
biológicas, de la salud y del comportamiento, caracteriza-
dos por una capacidad crítica y creativa, así como de estu-
dio independiente y autodirigido de adaptación dinámica a
los cambios sociales, poseedores de un espíritu científico y
humanista, y una amplia cultura universal”. Asimismo, como
dependencia académica de una universidad pública y na-
cional “…debe fomentar que sus egresados, tengan la ca-
pacidad de desempeñarse como gérmenes de cambio con
alto compromiso social, dedicados a contribuir al estudio y
solución de la problemática de nuestro país, dando prefe-
rencia a aquéllas que involucran a los sectores más nece-
sitados, o desprotegidos, y a todos aquéllos proyectos que
contribuyan a la preservación de nuestros recursos y valores
240
en nuestra diversidad y cultura nacionales.”(FES Zaragoza,
1994:4).
En cuanto a los conocimientos, se han considerado
esenciales:
l Para analizar la problemática del proceso salud enfer-
medad del sistema estomatognático de los diferentes grupos
de poblaciones de la sociedad, con el propósito de contribuir
a su solución.
l Sobre el manejo de los métodos, técnicas y procedi-
mientos propios del campo de la estomatología para contri-
buir a la solución de los problemas de salud-enfermedad de
la población, sin detrimento del entorno.
l Para manejar los métodos experimental, clínico, esta-
dístico, y administrativo, que les faciliten llegar al diagnóstico
individual para el diseño de planes de tratamiento y progra-
mas de atención, con un enfoque de prevención integral.
l Para contribuir a la formación y capacitación de perso-
nal auxiliar en estomatología, tales como asistentes, higienis-
tas, promotores de salud y técnicos en laboratorio dental, con
la finalidad de incorporarse o integrarse a equipos de salud
que faciliten el desarrollo de programas de amplia cobertura.
l Para desarrollar la práctica clínica integral con base en
la selección de la tecnología apropiada, el trabajo en equi-
po, las medidas para el control de infección y la calidad de
la atención.
l Para diseñar y comprobar modelos de servicio, los
cuales pueden constituir alternativas para la solución de los
problemas de salud del sistema estomatognático.
En cuanto a las habilidades y destrezas que se esperan
del egresado, se definieron.
l Integrar los conocimientos adquiridos de las áreas bio-
lógica clínica y social mediante una estrecha relación entre la
teoría y la práctica:
l Aplicar el método epidemiológico para diagnosti-
car, planear y brindar atención individual y colectiva to-
mando en consideración el enfoque de riesgo de las en-
fermedades, basándose en principios innovadores como
participación comunitaria, desmonopolización, transfe-
rencia del conocimiento, y el trabajo multisectorial y mul-
tidisciplinario.
l Aplicar el método clínico y experimental para valorar
las condiciones de salud-enfermedad de los pacientes, con
el propósito de hacer un diagnóstico integro e identificar sus
requerimientos de tratamiento en el sistema estomatognáti-
co, realizar el tratamiento tomando como base el concepto
de prevención integral, la simplificación, el trabajo en equipo
y las medidas de control de infección.
 l Formar personal auxiliar en el nivel técnico, como Pro-
motores de Salud, asistentes, higienistas y técnico protesista
dental con los que integre el equipo de trabajo para la aten-
ción, y que se incorpore a grupos multiprofesionales o inter-
disciplinarios, con el propósito de participar en la búsqueda
de soluciones a los problemas de salud.
l Brindar un servicio de salud estomatológica basado en
la tecnología apropiada, la calidad de la atención y el cuidado
del entorno ambiental.
l Seleccionar y adaptar conocimientos y tecnologías
para el desarrollo de modelos de servicio acordes a las carac-
terísticas sociales, económicas y culturales del medio social
en que se desenvuelva.
En cuanto a valores y actitudes se definió que el egre-
sado muestre:
l Capacidad creativa, crítica y de adaptación dinámica
a los cambios sociales, como resultado de la interpretación y
acción en su entorno.
l Los más altos valores éticos, morales y humanos en
su ejercicio profesional y para la conservación del medio am-
biente y la naturaleza.
l Espíritu de colaboración con equipos de salud multi-
profesionales o multidisciplinarios que incidan en el proceso
salud-enfermedad en forma integral en ámbitos instituciona-
les y privados.
l Espíritu científico de búsqueda constante, de disposi-
ción para el estudio independiente y autodirigido, así como
participar en los procesos de educación permanente y mejo-
ría de la calidad del ejercicio profesional.
Estos conocimientos, habilidades y actitudes, el alumno,
los adquiere a lo largo de la carrera y se reflejan en el cumpli-
miento de las funciones profesionales establecidas para cada
eje de referencia.
Con este perfil se han definido las características funda-
mentales que se esperan del egresado del Plan de Estudio
de la CCD en la FES Zaragoza. Sin embargo, el proyecto que
aquí se presenta, como también lo hizo su antecesor el PEV
en 1977, prevé salidas técnicas laterales, para los alumnos
que por diversas razones no logren concluir sus estudios de
licenciatura o por que así lo deseen, de acuerdo a lo previsto
en el Título Tercero (Carreras Cortas) del Reglamento General
de Estudios Técnicos y Profesionales de la UNAM.
Las salidas técnicas laterales que se han definido para
este Plan de Estudio son:
l Asistente e higienista dental
l Promotor de salud en estomatología
l Técnico prótesista dental
En el plan de estudios vigente, se hicieron explícitas las
premisas que fundamentaron el Plan de Estudios Modular
y las que se fueron construyendo e incorporando paulati-
namente a lo largo de la historia y que se han mencionado
anteriormente.
En el año 2002, egresó la primera generación, por lo que
en el 2004, se presentó una propuesta para su evaluación y
actualización del Plan de Estudio de acuerdo con la meto-
dología establecida en el propio Plan, lo que facilita aplicar
nuevamente el instrumento Análisis Prospectivo de la Edu-
cación Odontológica. Este ejercicio, permitió identificar los
avances y retrocesos en el cumplimiento de la imagen ob-
jetivo y analizar la pertinencia de sus premisas y actualizar
los Programas.
En 2010, se realizó un tercer ejercicio de evaluación, con
el mismo instrumento y en cuyos resultados se aprecia que
en la FES Z prevalece el modelo innovador y los avances im-
portantes hacia su cumplimiento, se identificó la necesidad
de incorporar algunos aspectos humanísticos y de desarrollo
humano que fortalecieran la formación integral, se formó un
grupo para el análisis de la prospectiva de la profesión y la
actualización del instrumento Análisis prospectivo a la luz de
las propuestas educativas para el siglo XXI, trabajo que se en-
cuentra en proceso de construcción.
Con los resultados preliminares de este análisis se realizó
un ejercicio en el que participaron todos los docentes de las
diferentes áreas y módulos en una nueva actualización de los
programas académicos. Hasta el día de hoy, en la carrera de
cirujano dentista de la FES Zaragoza se continúa enriquecien-
do el proyecto educativo vanguardista que lo originó.
fuentes:
Bibliografía
l López Ruíz Martha, y colaboradores “Plan general
de Trabajo” Para la carrera de Odontología. Escuela
nacional de estudios profesionales Zaragoza.
UNAM. México, Agosto 1982.
l Martínez Rodríguez Angélica. “Informe de las
actividades de la Carrera de Cirujano Dentista”.
Facultad de Estudios Zaragoza UNAM. México,
mayo 1998.
l Pérez Loredo Luz y Colaboradores. “Crónica de
la FES Zaragoza”. Facultad de Estudios Superiores
Zaragoza UNAM. México, 1996.
l “Plan de estudios de la carrera de Cirujano
Dentista” aprobado el 15 de abril de 1997.
_____ aprobado el 2 de marzo de 1977.
241
 Parte VII l Capitulo LI
Plan de estudios
innovador
Carrera de Estomatología de la
La
Universidad Autónoma Metropolitana
Xochimilco
C.D. Víctor López Cámara
Profesor Investigador. Departamento de
Atención a la Salud. UAM Xochimilco .
Premio Margarita Chorné 2009
A
cuatro décadas de distancia, resulta in-
teresante revisar las experiencias obte-
nidas por quienes tuvimos el encargo
de proyectar y desarrollar un Plan de
Estudios, prácticamente nuevo en el año
de 1974, para la carrera de Estomatología en la Universidad
Autónoma Metropolitana.
Introducción
La situación socioeconómica mexicana de esa época,
resultante del modo de producción, determinaba que la
práctica social dominante en los servicios odontológicos
fuera (y sigue siendo) la privada, la cual funciona primor-
dialmente con cirujanos dentistas que trabajan en forma
individual y que se distribuyen en el país en forma irregular,
aglutinándose principalmente para dar atención a las elites
económicas.
Esto continúa generando que la demanda predominan-
te sea de cierto tipo de servicio odontológico que requiere
tratamientos de tipo sofisticado y repetitivo. La falta de sis-
temas de salud bien estructurados o planeados, contribuye
al aislamiento de los miembros odontológicos en el equipo
de salud, así como los modelos tradicionales de educación
en odontología. La cobertura y distribución de servicios en
242
el área de salud con respecto a la práctica odontológica des-
de entonces ha sido deficiente al no alcanzar a cubrir todos
los niveles sociales y económicos.1
Propuesta
Tomando como base lo anterior, la UAM-Xochimilco se
propuso formar profesionales con concepciones diferentes
a las tradicionales, planteando hipótesis que a través de la
demostración de nuevos modelos de práctica profesional, re-
solvieran la situación vigente, modificándola principalmente
en sus aspectos de cobertura y distribución de los servicios,
así como su funcionamiento interdisciplinario que contem-
plara la atención de los problemas de la sociedad en su más
amplio concepto.2
Propósitos
A grandes rasgos, los objetivos que originalmente se
propusieron para la carrera de Estomatología, se dirigieron
hacia la formación de profesionales cuyo perfil profesional
estuviera definido por su capacidad para investigar, analizar
y evaluar problemas estomatológicos, en relación a factores
clínicos, epidemiológicos, científicos, educativos, socioeco-
nómicos, políticos, y administrativos, como elementos fun-
damentales, así como el planificar, organizar, operar y evaluar
programas estomatológicos sobre promoción de salud, pro-
tección contra enfermedades específicas, tratamiento para
enfermedades ya establecidas y rehabilitación, basándose
en una tecnología propia que contribuyera a su desarrollo y
optimización.3
 Diseño curricular
Para el diseño del plan de estudios, se tomó en conside-
ración que los currícula tradicionales ubicaban la enseñanza,
basándose en técnicas predeterminadas que inciden en la
última etapa de la historia natural de las enfermedades buca-
les, haciendo énfasis preponderantemente en la mutilación
y la reconstrucción, en las materias de operatoria, prótesis,
exodoncia, periodoncia y endodoncia. A diferencia de este
abordaje, el Plan de Estudios de la UAM Xochimilco hacía
énfasis en el campo de la estomatología, considerando que
el problema no es dental exclusivamente (odontos = diente),
sino que el área de la estomatología la amplía (stoma = boca),
con una tendencia hacia la atención completa del individuo
y de la sociedad.2
Se plantearon como pilares fundamentales la investiga-
ción, el servicio y la docencia. Desde un principio la UAM-
Xochimilco decidió utilizar el sistema de enseñanza modular,
que presentó como características más sobresalientes las que
mencionamos a continuación: 4
1) Se basa en la solución de problemas más que en la es-
pecificación de técnicas predeterminadas.
2) Considera al aprendizaje como un proceso activo, me-
diante el cual el estudiante construye su conocimiento a tra-
vés de su propia acción con el medio.
3) Predomina en su metodología la práctica de activida-
des profesionales, eliminando las que no lo son.
4) Utiliza instalaciones con posibilidades de modificación,
adaptación y de bajo costo.
5) Ubica geográficamente sus instalaciones y ejecuta sus ac-
ciones dentro de la propia comunidad a donde se presentan las
necesidades por atender, dándoles a los estudiantes la oportu-
nidad de obtener experiencias que los formen con un concepto
más cercano a la realidad.
Desde las primeras etapas de la Unidad Xochimilco, se
consideró que la perspectiva de la atención de las necesidades
estomatológicas de la población en México, en el caso de con-
tinuar con el mismo tipo de modelos de servicio, preveía como
imposible extender su cobertura y cambiar su intencionalidad.
Por otra parte, el mercado de trabajo llevaba (y lleva aún) una
clara tendencia a situaciones cada vez más difíciles para el ci-
rujano dentista.1
Funcionamiento
Con esta premisa, la UAM-X decidió establecer cuatro clí-
nicas estomatológicas que como “Laboratorios de Diseño y
Comprobación” (LDC), tuvieran el propósito de operar mode-
los de servicio diferentes a los tradicionales, que permitieran
la formación de estomatólogos, que con una actitud crítica,
fueran capaces de analizar y llevar a cabo nuevas formas de
ejercicio profesional, que afrontaran la atención de las ver-
daderas necesidades de la sociedad y que al mismo tiempo,
tuvieran la oportunidad de funcionar dentro del mercado de
trabajo, cada vez en mayor crisis.
La idea de crear y experimentar nuevos modelos de
servicio, intentaba también evitar reproducir, además de
los errores de la práctica privada, la práctica de los muy
limitados, deficientes e improductivos servicios estatales
y paraestatales. Se decidió situar estas clínicas en los luga-
res mismos a donde se presentan los problemas de pobla-
ción, y no centralizados en los campus universitarios, con
la intención de operar “programas activos”. Así, se logró el
permiso para ocupar terrenos en Tláhuac, Tepepan, San Lo-
renzo y Nezahualcóyotl.3
La operación de estos programas permitiría, mediante
la investigación, el conocimiento de los problemas de salud
de esas áreas, tanto en sus aspectos biológicos como en los
socioeconómicos, así como la búsqueda de modelos de ser-
vicio que enfocaran sus acciones hacia la transformación de
esa realidad.
Esto brindaría la oportunidad de ajustar los Programas
en forma concomitante a los cambios producidos por esas
mismas acciones. La docencia se daría como resultado de la
participación de los alumnos y profesores en ese proceso,
proporcionándoles experiencias útiles para el aprendizaje y
facilitándoles el análisis crítico auto-formativo.4
Como se mencionó anteriormente, estos laboratorios de
diseño y comprobación debían operar como Programas “acti-
vos” que contemplaran no solamente las acciones clínicas ne-
cesarias, sino que incluyeran aquellas actividades, que dentro
y fuera de su local físico fueran de otro tipo, de manera de or-
ganizar los recursos disponibles de la comunidad en función
de la mejor solución, antes, durante y después, de los riesgos
que se detectaran en el proceso de salud-enfermedad.
El énfasis se propuso en relación a los servicios de pro-
moción de salud y protección específica, sobre los de diag-
nóstico y tratamiento precoz y en última instancia, pero de
ninguna manera dejando de incluirlos, sobre los de mutila-
ción y reconstrucción (limitación del daño y rehabilitación). El
tipo de problemas y personas a atender se debían enfocar a
las prioridades que surgieran de la aplicación de los criterios
de magnitud, trascendencia, vulnerabilidad y disponibilidad
de recursos.
243
 Es interesante acentuar un aspecto innovador en relación
a todos los demás programas de servicio-docencia por no-
sotros conocidos, y que se refiere a que la asistencia de los
alumnos a los laboratorios de diseño y comprobación, debía
organizarse de tal manera que se repartieran de cada grupo
en todas las clínicas para que siempre hubiera estudiantes de
todos los niveles, en lo posible en todo momento, con el pro-
pósito de constituir “equipos de alumnos”, por un lado para
permitir todo tipo de tratamientos (de nivel de licenciatura)
y por otro, para promover la enseñanza-aprendizaje entre los
mismos alumnos.
El aspecto de la ubicación geográfica de las instalacio-
nes dentro de la propia comunidad a donde se presentan
las necesidades de la sociedad, ha sido a nuestro modo de
ver; un verdadero éxito de la carrera. Si se comparan las
experiencias que tienen nuestros alumnos con las de otras
universidades a donde la práctica clínica se da en clínicas
centrales, ubicadas en el mismo edificio, el cual llaman
“escuela o facultad”, observamos diferencias muy impor-
tantes entre las cuales vale la pena señalar la que consi-
deramos más trascendente, y que se refiere al hecho de
que nuestros alumnos tienen como problema a resolver: el
caso de un individuo y no el de la técnica que le presenten
como requisito para ser repetida un determinado número
de veces.
El problema con que se enfrenta el alumno es real y no el
ficticio que debe ser buscado por el propio estudiante y que
fuentes:
Citas bibliográficas
(1) Lara N, pp 261-287 IBSN 978-607-477-185-5
(2) López Cámara Víctor. “Bases para el rediseño…”
(3) “Documento descriptivo…”
(4)Serrano R. “. “Cuaderno de Formación….-“
Bibliografía
l “Documento descriptivo de la Carrera
de Estomatología”. Universidad Autónoma
Metropolitana. Carrera de Estomatología. México,
1977. mimeo.
l Lara Flores N, López Cámara V. “Formación
profesional de la odontología en México: 30 años
244
acaba por encontrar en el problema fácil, con el que pueda
cumplir con las cuotas exigidas, para las diversas técnicas clí-
nicas a dominar.
Comentarios
El sistema modular, abordaje curricular que la carrera de
estomatología ha seguido desde su inicio en 1974, se con-
fronta ahora con el modelo educativo “por competencias”,
que se presenta con gran auge en la moda por asegurar la
acreditación de los programas académicos. La diferencia
fundamental entre ambos modelos radica en los propósitos
que los orientan. El abordaje por competencias se basa en
la idea de que los estudiantes se capaciten para “ser compe-
tentes” en el desempeño de sus acciones, mientras que el
modular, que la UAM ha mantenido durante cuarenta años,
se dirige a que los alumnos se formen profesionalmente
confrontando, y si es posible, resolviendo problemas. El
primero se basa en el “cómo hacer” (bien) y el otro en el
“porqué y para qué” que desde luego debe incluir el “cómo
hacer” (bien).
Hemos señalado en esta breve mirada de la carrera de es-
tomatología de la UAM Xochimilco, los aspectos que estima-
mos destacan en su historia. Desde luego un documento más
completo se podrá obtener con la participación de los demás
fundadores de este modelo académico que ha cumplido ya
cuarenta años de existencia.
de investigación”:” De la clínica a lo social, luces
y sombras a 35 años”. Ma. del Consuelo Chapela,
Adalberto Mosqueda (Editores) Departamento
de Atención a la Salud. Universidad Autónoma
Metropolitana – Xochimilco. México, 2009. pp 261-
287 IBSN 978-607-477-185-5.
l López Cámara Víctor. “Bases para el rediseño
curricular de la carrera de estomatología de la UAM
– Xochimilco. Universidad Autónoma Metropolitana.
Carrera de Estomatología México, 1983.
Mimeo.
l Serrano Rafael. “El objeto de Transformación y la
Educación”, Cuaderno de Formación de Profesores,
Div. C.B.S. UAM-X. México, 1982. mimeo.
 Parte VII
La Deontología
y sus Inicios
C. D. Carolina Álvarez de la Cadena Sandoval
Profesora y Coordinadora del Seminario de
Deodontología, Facultad de Odontología, UNAM
L
a historia de esta asignatura se remonta al Plan
de Estudios de 1927, cuando era impartida por
el director en turno como un honor a su cargo,
y consistía en pláticas sobre el buen ejercicio
de la profesión y el actuar correctamente. En
l Capitulo LII
algunas ocasiones, el director invitaba a profesores con expe-
riencia y calidad moral para que dieran clases ocasionales.
En los años 70, los grupos aumentaron a tres en cada año,
fue necesario que la materia fuera impartida por varios pro-
fesores. Y al implementarse en 1971 el plan de estudios de
cuatro años, y dividirse en semestres, desafortunadamente se
eliminó esta importante materia ocasionando un verdadero
hueco en la educación integral de los estudiantes de la Facul-
tad de Odontología.
245
 Cuando se volvió a implementar el plan de estudios de
cinco años, se logró que la materia fuera incluida en el quinto
año de la carrera y se diseñó el Programa correspondiente.
Tres años después, se consideró que se debían cambiar los
contenidos, ya que el concepto de ética médica o profesio-
nal, se había ampliado considerablemente a la nueva ciencia
de la bioética, considerándose que debía de estar más apega-
do a la futura práctica profesional de los estudiantes.
Al inicio del plan de estudios de cinco años, en el lap-
so de los tres años previos a que los estudiantes llegaran
-como primera generación a cursar la materia- se propuso
y se aceptó que se diera en los seminarios de titulación,
así que empecé en el seminario de titulación de Operato-
ria Dental a invitación expresa del maestro Gastón Romero
Grande, y después de dos promociones ya se efectuaron
en todos los seminarios de titulación. Fue una experiencia
extraordinaria ya que los Seminarios de Titulación eran
con ocho a diez alumnos, lo que facilitaba la oportunidad
de tener una reflexión ética de la profesión casi de manera
personalizada. Actualmente se da la materia remedial en
los Seminarios de Titulación, pero ya de manera conjunta,
durante una semana en la clínica de Padierna, y es la sema-
na previa a que los alumnos se incorporen al seminario de
titulación que les corresponde.
Con esta reflexión y experiencia previa, se realizaron las
modificaciones pertinentes y se empezó a dar la materia en
las clínicas periféricas, ya que había quedado en el quinto
año, y este se impartía en éstas clínicas. Los profesores éra-
mos itinerantes, se logró que la materia se diera en la última
hora del horario matutino y en la primera del vespertino para
que fuéramos únicamente los tres profesores que nos había-
mos preparado con anterioridad los que diéramos las clases.
Esta preparación previa la hicimos en la Facultad de Fi-
losofía y Letras de la UNAM, en un diplomado de 140 horas
que se llamó “Ética Tradición y Actualidad”, y posteriormente
en la Antigua Facultad de Medicina en Santo Domingo con el
diplomado anual “La ética en la atención asistencial, la Inves-
tigación y la Enseñanza” a la que asistí todos los jueves duran-
te tres horas y que era impartido por el Dr. José Manuel Vidal
Gual, pionero en esta disciplina.
El director de la Facultad de Odontología, Dr. Javier Por-
tilla Robertson les dio el nombramiento a Carlos Espinosa
Moyeda y a Juan Medrano Morales, desde seis meses antes
de que empezaran a dar clases para que tuvieran una prepa-
ración adecuada en esta nueva disciplina.
En 1999, me inscribí en la primera generación de la maes-
tría de bioética en la que se conjuntaron las Facultades de Fi-
246
losofía y Letras, Medicina, Odontología y Biomédicas. En esta
primera generación, yo era la única cirujana dentista inscrita.
Los maestros de la Facultad de Medicina estaban encabeza-
dos por el Dr. Carlos Viesca y los de Filosofía y Letras por la
Dra. Juliana González Valenzuela
Transcurridos tres años de dar ésta materia en el quin-
to año, los alumnos comentaron con insistencia en la po-
sibilidad de mover la materia algunos semestres antes,
ya que no habían reflexionado de todos estos conceptos
éticos fundamentales en la relación odontólogo paciente,
durante los años anteriores, cuando el alumno tiene que
tenerlos claros. Tras una consulta y reflexión concienzuda
de los maestros y autoridades de la Facultad encabezada
en ese momento por José Antonio Vela Capdevilla se llegó
a la conclusión de que realmente era importante el cambio
de año. Se propuso que se impartiera en el tercer año de
la carrera, pero desafortunadamente eso no fue posible ya
que la carga académica y de clínicas lo dificultaba. Se puso
en el segundo año de la carrera, en el primer semestre.
Esto fue con la finalidad de que así cómo se preparaba a
los alumnos para su inicio a la clínica, en las áreas clínicas
también se les preparara en la forma en que tenían que
tratar al paciente de manera ética.
Para que fuera posible que los alumnos tuvieran un libro
de texto acorde a la materia, se realizó un libro en 1993 titu-
lado “Ética Odontológica”, cuya autora es la que suscribe, que
contenía los rudimentos del Programa. En 1999, se realizó
la segunda edición del libro, apegada ya totalmente al pro-
grama vigente de ese año. En 2009, se modificó el Programa,
cambiando la cuarta unidad que se denominaba Derechos
Humanos, por Bioética.
En el nuevo plan de estudios, que está en sus últimas
etapas de planeación, se impartirá una materia denominada
Introducción a la Odontología en donde se dan los prime-
ros conceptos de ética profesional necesarios para que los
alumnos vayan concientizando que nuestra profesión no es
en ningún momento una carrera técnica, ya que tratamos a
personas, seres humanos que se ponen en nuestras manos
buscando salud oral y general y los que tenemos la fortuna
de pertenecer a ésta profesión también somos seres huma-
nos preocupados por el bienestar de nuestros pacientes de
manera integral.
En el cuarto año se imparte ya en forma, la materia de
bioética, con la posibilidad de reflexionar en las distintas es-
pecialidades, endodoncia, prótesis, periodoncia etc. los dile-
mas bioéticos que se nos presentan en las diferentes clínicas
en donde se forman nuestros alumnos.
 Parte VII l Capitulo LIII
La Sala de la Odontología
Mexicana
C. D. y L. H. Martha Díaz de Kuri
Cirujana Dentista y Licenciada en Historia.
Profesora de Carrera Titular de Tiempo Completo,
Facultad de Odontología, UNAM. Coordinadora
del Departamento de Historia de la Facultad de
Odontología y del Seminario de Historia, UNAM.
“
… asoma a su pasado para sentir el estímulo de la
fe de sus mayores.
Guarda respeto por la tradición que la enno-
blece; pero no para encadenarse a ella, sino para
superarla. Somos hombres de nuestro tiempo que
tomamos del pasado lo que él encierra de herencia y que toma-
mos del futuro lo que guarda de promesa...”
Ignacio Chávez
El conocimiento de la historia de la profesión, brinda al
cirujano dentista un mayor espíritu de identidad y pertenen-
cia al gremio odontológico y al de las ciencias de la salud. Así
mismo este conocimiento le dará una visión más clara y com-
pleta de sus responsabilidades ante la sociedad.
En la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional
Autónoma de México estamos orgullosos de resguardar el
acervo histórico de la profesión dental de México.
Antecedentes
A la muerte del maestro Samuel Fastlicht en 1983, su hijo,
el también cirujano dentista especialista en ortodoncia, Jor-
ge Fastlicht,1 heredó parte de la colección de su padre y deci-
247
 dió donarla al Alma Mater de ambos. Para recibirla, se acondi-
cionó un salón de la Facultad de Odontología para poner en
exhibición las valiosas las piezas, creando un pequeño museo
que llevó el nombre del maestro.
Con el tiempo, la colección fue aumentando con la llegada
de piezas donadas principalmente por dentistas coleccionistas
de antigüedades, que seguían el ejemplo del maestro Jorge
Fastlicht, ya que de esta forma se aseguraban que estos tesoros,
fueran cuidados y admirados por las personas interesadas.
Por necesidades de la Facultad de Odontología, el “Museo
Samuel Fastlicht” fue cambiado en dos ocasiones de lugar,
siempre en espera de un recinto especial en donde pudiera
exhibirse e l valioso acervo con la dignidad que se merece.
Al acercarse el centenario de la Facultad de Odontología,
el Director en ese momento, Mtro. José Antonio Vela Cap-
devilla, decidió darle a la colección el lugar que necesitaba,
aprovechando que la Rectoría de la UNAM le había cedido a
la Facultad de Odontología un espacio en la planta baja del
Palacio de la Autonomía Universitaria. Posteriormente, el si-
guiente Director Mtro. Javier de la Fuente Hernández, mandó
acondicionar los dos amplios salones de este bello edificio,
y construir los muebles y exhibidores en donde se coloca-
rían las piezas del museo, al que se decidió llamar “Sala de
la Odontología Mexicana”. Cada pieza de la colección, fue so-
248
metida previamente a su colocación, a trabajos de restaura-
ción por expertos en metales, maderas y cueros, aplicándose
barnices protectores a los objetos que lo requerían.
Para complementar la Sala de la Odontología Mexicana, se
creó una colección de libros con un acervo de aproximadamen-
te dos mil libros antiguos, pertenecientes a la FO y un archivo
histórico, con más de 15 000 documentos. Este material había
permanecido guardado en cuatro grandes cajas flejadas en la
bodega de la FO desde su cambio, en 1958, a las instalaciones
de Ciudad Universitaria. El trabajo de rescate, clasificación y or-
ganización del Archivo Histórico se le encomendó a la maestra
Dora Pinzón de Rodríguez, que laboraba en el entonces Centro
de Estudios de la Universidad, y a la C.D. Martha Díaz Gómez. El
trabajo se llevó a cabo de 1994 a 1996, ya que hubo que limpiar
los empolvados documentos, muchos de ellos en malas con-
diciones y con plagas propias del papel, para después leerlos
y clasificarlos por fecha y rubro, para hacer el catálogo corres-
pondiente. Los documentos más antiguos tienen fecha de 1902
mientras que los más recientes son de los años 50, y su natura-
leza es variada: correspondencia de directores, nombramientos,
recibos de adquisiciones, listas de alumnos, entre otros temas.
Destacan los documentos oficiales, algunos manuscritos
firmados por el propio Presidente Porfirio Díaz o por perso-
najes de la época.
 La colección incluye piezas arqueológicas, en donde des-
taca un cráneo maya cuyos dientes están tratados con incrus-
taciones de piedras semipreciosas. Es importante aclarar que
estos trabajos no eran realizados con motivos terapéuticos,
sino ornamentales y denotaban el alto sentido religioso de
las personas que recibían estos trabajos. Hay también un
maxilar inferior que, además de exhibir varias incrustaciones
de hematita y turquesa, tiene prodigiosamente labrada la ca-
beza de un jaguar, lo que indica la existencia de artistas que
utilizaban huesos humanos para realizar obras de arte. Esta
parte de la colección, incluye varias piezas de barro de ros-
tros que muestran sus dientes, y que provienen de diversas
culturas del altiplano.
El maestro Fastlicht, en su inmensa curiosidad, se dedicó a
estudiar las posibles técnicas y la composición de los cemen-
tos dentales, que emplearon los operadores indígenas para
fijar estas incrustaciones, que han sobrevivido tantos cientos
de años en las cavidades dentales. El resultado de esta inves-
tigación fue publicada en un libro cuyo ejemplar se encuentra
presente, con otros más de la autoría del maestro, dentro de la
vitrina, en donde se exhibe la parte arqueológica.
En otra de las vitrinas de la Sala de la Odontología Mexi-
cana, se muestra instrumental de la época Virreinal, artefac-
tos empleados por los barberos flebotomianos, que lo mis-
mo extraían una muela enferma, que realizaban sangrías o
abrían abscesos localizados en cualquier parte del cuerpo
del paciente. Se exhiben también, diversos instrumentos que
consiguió el maestro Fastlicht y que fueron las herramientas
de trabajo de los primeros dentistas, casi todos franceses o
estadounidenses que llegaron a México a ejercer su profe-
sión: cucharillas, exploradores, empacadores, sondas y es-
pejos, todos estos con elegantes mangos de marfil, hueso y
maderas preciosas. Cepillos de dientes de cerdas naturales y
empuñadura de plata, jeringas hipodérmicas metálicas, limas
para trabajos de ortodoncia, articuladores, juegos de dientes
de porcelana, estuches que contienen coronas prefabricadas
de oro. En una de las vitrinas, se exhiben gran cantidad de
medicamentos: anestésicos, analgésicos, polvos para fijar
las dentaduras y substancias germicidas que se empleaban
antes de la llegada de los antibióticos. También diferentes
aparatos que se empleaban en los gabinetes dentales para
limpiar y desinfectar el instrumental.
La parte que corresponde al laboratorio dental contiene
productos, aparatos y artefactos empleados por los dentistas
de principios del siglo XX, para elaborar dentaduras totales
y puentes removibles: vulcanizadoras, hornos de porcelana,
aparatos para vaciar metales, laminadoras para oro y troque-
ladoras, así como dentaduras de vulcanita.
249
 En la Sala de la Odontología Mexicana, se encuentra un
busto de bronce realizado por el escultor italiano Ponzanelli,
de Samuel Fastlicht quien parece mirar con satisfacción su
colección y dar la bienvenida a los visitantes.
Las escuelas y facultades dentales, así como la comuni-
dad odontológica del país, enterada de la existencia de este
recinto, organizan frecuentes visitas a la Sala de la Odonto-
logía Mexicana. Además de estos grupos, la colección es ad-
mirada por los visitantes frecuentes del Centro Histórico de
la Ciudad, a los que también se les ofrecen visitas guiadas.
El legado del maestro Fastlicht ha seguido llegando a su
Alma Mater, pues recientemente la Facultad de Odontología
recibió una parte muy importante de la biblioteca del maestro:
260 libros, principalmente de ortodoncia, antropología e his-
toria, publicados en inglés, francés, español y alemán, entre los
que se encuentran ejemplares únicos en México. Además de
una colección de 26 cráneos humanos, propios para estudios
250
de ortodoncia, pues algunos muestran dentaduras con la posi-
ción perfecta y otros con todas las anomalías posibles.
La Sala de la Odontología
Mexicana en la Facultad de
Odontología CU
El segundo espacio, inaugurado en 2010, está loca-
lizado en el vestíbulo de la Biblioteca de la Facultad de
Odontología de la UNAM. En este lugar, se exhiben tres
consultorios dentales antiguos. En la primera vitrina se re-
creó el gabinete dental instalado por el Dr. Zacarías Espon-
da Moguel2 a su regreso de Filadelfia, en donde se tituló
como cirujano dentista en 1899. Completan este espacio
las fotografías proporcionadas por la familia Esponda del
consultorio, título profesional y edificio en donde ejerció
este personaje.
 En otro espacio, se colocó el consultorio de Enrique
Durand, quien titulado en Francia viajó a México y ejerció
la odontología desde 1919 hasta los años 60, en el Centro
de nuestra ciudad, creando una clínica particular que llevó
el nombre de Dental París. A la muerte de su padre, la tam-
bién cirujano dentista Teresita Durand guardó todo lo que
utilizaba el Dr. Durand en su consultorio: sillón, gabinete
dental, instrumental y medicamentos y, años después,
al enterarse de la próxima inauguración de la Sala de la
Odontología Mexicana en la FO, donó completo este con-
sultorio. El espacio se completa con un aparato de rayos X
de los años 20, propiedad del Dr. Spencer Atkinson.
En la tercera vitrina se muestra uno de los primeros sillo-
nes dentales para la atención de infantes y su correspondien-
te unidad. Se exhiben también una vitrina de principios del
siglo XX con instrumental, donación del Dr. Juan Manuel Es-
pinosa, una alcoholera para aseo manual y diversos aparatos
y artefactos de mediados del siglo pasado.
Dos piezas dignas de mencionar que se encuentran en
este lugar son: el busto del maestro Justo Sierra Méndez
(1848-1912) abogado, escritor, historiador, poeta, político,
promotor de la enseñanza en México y fundador de la Uni-
versidad Nacional de México. La escultura en bronce fue reali-
zada a principios del siglo pasado, por un artista de la Escuela
de Arte de San Carlos y está colocada en el pedestal original.
Junto a las vitrinas se localiza otra escultura, la del Dr. Ricardo
Crombé primer director del Consultorio de Enseñanza Den-
tal, obra del maestro Rafael Esponda Vila, asistido por su hijo
el maestro Víctor Esponda Gaxiola.
El Director de la Facultad de Odontología, maestro Arturo
Fernández Pedrero ha brindado el apoyo necesario para cui-
dar, exhibir e incrementar el acervo histórico de la Facultad
de Odontología. Su afán por inculcar a cirujanos dentistas
y estudiantes de Odontología el valor y la importancia de
nuestra historia, lo estimuló al inaugurar, en 2012, un nue-
vo espacio que se localiza en el vestíbulo del auditorio de la
Unidad de Posgrado. Ahí se recrea un consultorio de los años
50, parte de los muebles, fueron donados por la familia del
Dr. Hermilo López.
Los espacios que constituyen la Sala de la Odontología
Mexicana, son lugares de exhibición y de reflexión, cada pie-
za, por pequeña que sea, nos cuenta una historia, y da fe de
lo que pensaban y hacían los dentistas de épocas pasadas.
Todos los cirujanos dentistas de México, provenientes de
las diferentes escuelas y facultades del país, tenemos un pa-
sado común, dejemos que la historia nos una.
fuentes:
Citas bibliográficas
(1) En el capítulo 1 de este libro se mencionan algunos
datos biográficos del maestro Samuel Fastlicht
(1902-1983), cirujano dentista, antropólogo,
escritor, investigador y coleccionista, pionero en
los estudios de la historia de la odontología en
nuestro país.
(2) En el capítulo V de este libro, se mencionan
algunos datos biográficos del maestro Zacarías
Esponda Moguel.
251
 Este libro se termino de imprimir y encuadernar en los talleres
de Preprensa Digital, S.A. de C.V. Caravaggio 30. Col. Mixcoac. C.P. 03910
México D.F. en el mes de septiembre de 2015.