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The Ancient Roots of Anti-Judaism

Los estereotipos y los mitos a menudo constituyen la esencia del odio. Los
estereotipos evolucionan con el tiempo y pueden usarse para motivar y justificar
los prejuicios y la discriminación. El antisemitismo se puede entender como un odio
conveniente. Las ideas sobre los judíos se han visto afectadas por las sociedades en
las que viven.

En el antiguo mundo, no era fácil distinguir quién era judío y quién no. Tenían
trabajos similares y vivían en casas que no eran tan diferentes a las de sus vecinos.
Una diferencia, sin embargo, era que en una época en la que mucha gente les rezaba
a muchos dioses, los judíos eran monoteístas y le rezaban a un solo dios. Algunos

consideraban que las diferencias religiosas de los judíos eran un desafío. ¿Se podía
confiar en ellos? Cuando los soberanos griegos y romanos conquistaron Israel, el
centro de la vida religiosa judía, los judíos comenzaron a moverse y formar
comunidades en todo el mundo antiguo. Al hacerlo, tuvieron que adaptarse a la vida
como recién llegados.

Y luego, en una época en la que los romanos gobernaron Israel y reprimieron


brutalmente los desafíos a su poder, surgió una nueva religión: el cristianismo.
Jesús nació y vivió como judío y los primeros cristianos se reconocían como judíos
también. Pero a la larga, para ganar nuevos seguidores y protegerse de la
persecución romana, los cristianos empezaron a intentar separarse del judaísmo.
Este cambio de actitud hacia los judíos y el judaísmo se refleja en los evangelios
incluidos en el Nuevo Testamento, escrito una o dos generaciones después de la
muerte de Jesús.

Con el surgimiento del cristianismo y los textos sagrados del cristianismo cuando
fueron canonizados, lo que terminamos encontrando en esa literatura son imágenes
clave que al final tienen una vida eterna enorme. Una es Mateo 27:25, que se repite
de forma diferente en Juan, en el que tienes parado frente a Poncio Pilato un grupo
de judíos que piden la muerte de Jesús, claman por la sangre de Jesús y luego en
Mateo 27:25 dice, como grupo: "Que su sangre caiga sobre nosotros y nuestros hijos".
Esa oración se vuelve fatídica porque parece implicar no solo a aquellos judíos que
estaban ahí en ese momento, sino también a los herederos de toda esa tradición a lo
largo del tiempo.

La acusación de que los judíos fueron responsables de la muerte de Cristo ha sido


refutada por historiadores, porque la crucifixión fue un castigo romano, no un
castigo judío. Y los judíos casi con total seguridad no habrían podido imponer la
pena de muerte de la forma en la que se describe en los textos cristianos. Sin
embargo, el mito de que los judíos asesinaron a Cristo tuvo mucho impacto porque

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los cristianos creían que si un pueblo era capaz de matar a su dios, sería capaz de
cualquier cosa.

Hay una imagen de Juan 8:44, en la que sale de la boca de Jesús, que le habla a un
grupo de fariseos y otros judíos a su alrededor, Jesús dice: "Ustedes son de su padre,
el diablo". Esa frase más adelante se tomará para asociar a los judíos con el diablo.
Esta es la asociación más importante en la historia de la judeofobia. Ese conjunto de
imágenes se vuelve muy poderoso, sumamente tóxico, un pozo de agua con el que la
civilización cristiana se define a sí misma y sus valores e instituciones en oposición
al judaísmo.

Al cabo de unos cientos de años y con el apoyo del Emperador Constantino y otros
líderes romanos el cristianismo creció hasta convertirse en la religión dominante en
el Imperio Romano.

Cuando el cristianismo se vuelve más poderoso, su difamación es más poderosa. Y,


por consiguiente, hay un patrón en el cristianismo, que fue desarrollado ya a finales
del siglo IV por San Agustín, intentando explicar cómo deberían comportarse los
cristianos con los judíos.

San Agustín desarrolló el concepto de los judíos como pueblo testigo. Y dijo que en el
final de los tiempos, cuando Jesús regrese a la tierra como el Cristo, los judíos deben
sobrevivir como judíos para dar testimonio del hecho de que Jesús es el Cristo. En
otras palabras, aquellos que negaron a Jesús deben estar en el final de los tiempos
para dar testimonio del hecho de que estaban equivocados.

Entonces, el cristianismo declara que los judíos deben sufrir, pero también deben
sobrevivir. Y esa es la doctrina reinante en el cristianismo. Esto es lo que produce,
por una parte, todas las restricciones a los judíos establecidas por la sociedad
medieval y demás: restricciones en cuanto a determinados oficios, restricciones en
cuanto a determinadas viviendas y demás.

Por otra parte, no deben ser asesinados. Deben sobrevivir. Y hace cientos de años
son la única minoría tolerada religiosamente en Europa.

En la Edad Media, las Cruzadas, una serie de guerras libradas para recuperar
territorios sagrados y otros intereses cristianos, perturbaron esta convivencia que
ya era vulnerable. En 1096, el llamado del Papa Urbano II a la Primera Cruzada
culminó en el primer asesinato en masa de judíos en partes de Francia y Alemania,
efectuado por campesinos cristianos. Esta violencia judeofóbica se volvería cada vez
más común mientras antiguos mitos sobre los judíos se seguían fomentando y
difundiendo.

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En la época medieval, el marco clave es entender que entre los siglos XII y XIII la
asociación de los judíos con el diablo se instala profundamente en el cristianismo. Se
relata en los sermones. Se ha incluido en la liturgia. Se ha incluido en los cuentos
populares que los padres les cuentan a sus hijos. Y termina generando nuevos mitos
en la época medieval.

El primer mito es el del asesinato ritual o el mito de las calumnias de la sangre. Eso
surge en el siglo XII, esta idea de que los judíos usan la sangre de cristianos con fines
rituales o que los judíos están tan comprometidos con la destrucción del
cristianismo que están recreando la muerte de Jesús de forma continua.

Y luego en el siglo XIV, en el marco de la Peste Negra, en el que fue diezmado de un


tercio a la mitad de la población por esta plaga que nadie tenía idea de cuál era su
causa, la idea de que los judíos están envenenando los pozos de agua y que esta es la
fuente del contagio que produce esta muerte masiva.

Muchos de estos mitos habla de emociones básicas que animan a la gente que siente
miedo y ansiedad. Son una especie de historia multipropósito para justificar lo que
te aflige cuando no tienes el lenguaje para poder describir cuál es la causa de tu
problema. ¿Qué causa la Peste Negra? Ni idea. ¿La respuesta multipropósito?
Bueno, el envenenamiento por gente malvada comprometida con la destrucción de
tu forma de vida-- los judíos.

En el siglo XVI, los judíos estaban confinados principalmente en guetos o barrios


judíos, zonas de ciudades o pueblos en donde eran obligados a vivir aislados.
Aunque a los judíos se les concedió el derecho de vivir en determinadas ciudades de
Europa Occidental a cambio de impuestos y servicios, ocasionalmente eran
atacados, asesinados y expulsados a países vecinos. Y después hubo un cambio
masivo en las creencias cristianas que cambió una vez más el panorama social y
político de Europa.

En 1517, un monje alemán llamado Martín Lutero difundió una crítica de la Iglesia
Católica Romana llamada las 95 tesis. En 40 años, la mitad de Europa había
abandonado la Iglesia Católica y formado nuevas sectas cristianas en lo que se
conoció como la Reforma Protestante. Lutero al principio recurrió a los judíos
porque pensó que sus ideas los convencería de convertirse a su nueva forma de
cristianismo. Cuando se negaron a convertirse, él, como muchos antes que él, utilizó
el poder de antiguos mitos en su contra.

20 años más tarde, en un texto, Sobre los judíos y sus mentiras, encontramos a
Lutero articulando cada falacia que se ha desarrollado a lo largo de la época
medieval en el lenguaje más repugnante, en el que pide cosas como quemar

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sinagogas y finalmente obligar a los judíos a trabajar la tierra como los buenos
cristianos, no como los usureros que él consideraba que eran.

Cuando comenzaron a afianzarse nuevas ideologías cristianas, estallaron guerras en


toda Europa. Una vez más, los judíos fueron obligados a adaptarse a las nuevas
circunstancias, y sus creencias y lealtades se vieron cuestionadas una vez más. Se
adaptarían viejos estereotipos para afrontar las ansiedades de un nuevo día.

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