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TEMA 10.

EL TEATRO DESDE LA DÉCADA DE LOS


SETENTA A LA ACTUALIDAD. JOSÉ LUIS ALONSO DE
SANTOS

PANORAMA DEL TEATRO ESPAÑOL EN DEMOCRACIA


El panorama del teatro español cambia a partir de la década de los setenta. Con
la caída del franquismo, se podrá abordar casi cualquier temática, desaparecerá la
censura y se crearán numerosos premios literarios y festivales de teatro. En general, el
teatro moderno huye del experimentalismo y vuelve a lo tradicional. Van a convivir
espectáculos de grupos independientes con autores experimentales con autores de
comedia neorrealista.

EL TEATRO DE LA DÉCADA DE 1980


En esta década empezaron a representarse, por un lado, textos dramáticos de
autores que habían estado censurados durante la dictadura: Valle Inclán, Lorca,
Alberti, o más recientes, como Buero Vallejo, Martín Recuerda o Fernando Arrabal.
A partir de 1982 se crea el Centro Dramático Nacional, se potencian varios
festivales (Almagro, Mérida, Sitges, Madrid…), y se rehabilitan y crean centros
dramáticos y teatros estables.
La comedia burguesa renovada
Es un teatro comercial que atrae al público. Su finalidad es el entretenimiento y
mezcla géneros. Tiene estructura tradicional y aborda temas sociales, en ocasiones,
pero sin compromiso.
Entre los autores destaca Ana Diosdado (Olvida los tambores o Los ochenta son
nuestros), o Antonio Gala.
El realismo renovado. La generación de la transición
En esta década de los ochenta, Fermín Cabal, José Luis Alonso de Santos o José
Sanchís Sinisterra, entre otros, consiguen que sus obras obtengan éxito de taquilla
proponiendo historias que retratan la sociedad del momento. Estos autores tienen en
común los siguientes rasgos: proceden de grupos de teatro independiente; se insertan
en la tradición del teatro de humor español, haciendo un retrato de la sociedad del
momento; sus personajes utilizan un lenguaje popular y directo y muestran
preferencia por personajes urbanos; se potencian valores como la autenticidad o la
solidaridad y se atacan el oportunismo o el sentido acomodaticio; se abordan temas
sociales, que salen de la calle, como la droga, la marginación, los conflictos
generacionales…; realizan referencias culturales, sobre todo de la literatura clásica
española.
JOSÉ LUIS ALONSO DE SANTOS
Ha trabajado como autor, director y actor en diversos grupos de teatro
independiente, y también como guionista. En sus obras trata de demostrar la grandeza
de las gentes marginadas de la sociedad. Mezcla frecuentemente elementos trágicos y
cómicos, y se vale del humor y de un lenguaje directo y actual para conectar con el
espectador. Ha estrenado más de veinte obras teatrales. Se distinguen tres etapas en
su teatro:
a) Teatro con referencias literarias: son obras que tienen como objetivo
conmover y divertir: Viva el duque, nuestro dueño (entremés moderno) o La
verdadera y singular historia de la princesa y el dragón (cuento modernista).
b) Teatro realista desde una nueva perspectiva: son crónicas del Madrid de los
ochenta. Presentan una nueva temática social como la droga o el
desencanto, con personajes humildes, perdedores y fracasados que se
expresan en un lenguaje callejero, urbano: La estanquera de Vallecas, El
álbum familiar o Bajarse al moro. En La estanquera de Vallecas, el autor
trata el tema de la inseguridad ciudadana desde la perspectiva del
perdedor: dos atracadores de poca monta que entran en un estanco para
llevarse el dinero. En Bajarse al moro, nos relata las peripecias de unos
amigos que se dedican, entre otras cosas, a bajar a África para traer droga y
trapichear con ella en Madrid. En ambas obras, aparecen el uso de un
lenguaje variopinto, mezcla de registro familiar, con jergas juveniles.
c) Teatro comercial: utiliza la comedia más amable ya en los años noventa en
obras como La sombra del Tenorio o Yonquis y yanquis.
OTROS AUTORES
José Sanchís Sinisterra, que pretende hacer un teatro revolucionario en el que
mezcla el compromiso ético y político con preocupaciones estéticas. Utiliza recursos
como la intertextualidad, el humor, el metateatro o las canciones. Uno de sus mayores
éxitos fue ¡Ay, Carmela!, ambientada en la guerra civil.
Fermín Cabal que trata en sus obras problemas de su tiempo. Es un teatro
comprometido y testimonial (Tú estás loco, Briones o Esta noche, gran velada) que
después evolucionará a otro más innovador.
Ignacio Amestoy, que prefiere la creación colectiva y se decanta por la
tragedia. Entre sus obras destaca Ederra y Dionisio, una pasión española.

EL TEATRO A PARTIR DE 1990


En la década de los noventa aparece un grupo de dramaturgos jóvenes que
desarrollan una abundante literatura dramática, aunque de poca representación. Se
caracterizan por: se sirven de otras artes y espectáculos como el cine, la televisión, el
cómic…; ruptura de las estructuras dramáticas tradicionales, distorsión del lenguaje,
alteración de la trama; obras con pocos personajes (abstractos a veces) y decorado
único; diversidad de géneros y mezcla de los mismos; hay un equilibrio entre tradición
y renovación; reflejan en sus obras el mundo actual, deshumanizado, violento y
xenófobo, con una visión negativa de la sociedad contemporánea.
Ignacio del Moral escribe obras cerradas, con trama, con personajes cargados
de significaciones, con diálogos ágiles, irónicos y divertidos, y pretende la reflexión
sobre la realidad. Destacan La mirada del hombre oscuro o Rey negro.
Paloma Pedrero expresa en sus obras su profunda preocupación por el ser
humano. Suelen ser piezas breves realistas, pero también muy poéticas. Sus obras más
conocidas son Invierno de luna alegre, Locas de amar o En la otra habitación.
Ernesto Caballero ha sido recientemente director del Centro Dramático
Nacional. Lleva a los escenarios los problemas reales de la sociedad española
contemporánea. Los actores completan con sus ideas y su trabajo los textos
propuestos por el dramaturgo. En su producción destacan Squash, El descenso de
Lenin o Pepe el romano.
Juan Mayorga escribe un teatro imaginativo y onírico, en el que sobresale la
palabra culta. Entre sus obras destaca El chico de la última fila.

Los grupos de teatro independiente


Estos grupos nacieron en la época de la dictadura y, al llegar la democracia,
algunos de ellos siguieron reinventándose. Constituidos como talleres de teatro,
además de representar obras de otros autores, realizan espectáculos de creación
colectiva. Sus rasgos comunes son: rechazo del teatro burgués convencional a favor de
un teatro popular; difusión de un teatro de crítica social; búsqueda de nuevas
posibilidades expresivas y de innovaciones estéticas; búsqueda de las posibilidades
expresivas del actor, escenografías llamativas, montajes de gran espectacularidad…
Los más importantes son: La Cuadra, creadores de un teatro que integra el
compromiso social y rechaza el academicismo; La Fura dels Baus, que ofrece una
interesante mezcla de música, circo y danza (El amor brujo); Els joglars, que hace un
teatro popular siempre con un espíritu crítico (La cena o Zenit); Els comediants, que
hace un teatro de calle con elementos tomados del folclore y utilizando colores
luminosos (Maravillas de Cervantes o Elogio de la locura).

Las salas alternativas


Nacen a mediados de la década de los ochenta con el objetivo de programar un
teatro distinto y crear una nueva relación entre el actor y el espectador. Son salas de
espacio reducido que desarrollan un proyecto artístico concreto y cuyo objetivo
prioritario no es únicamente el interés comercial.

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