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UNA EXPERIENCIA DE FE
Un gran error al examinar las escrituras consiste en “historizar” las narraciones,
volver hecho espacio-temporal, fenoménico, aquello que es una declaración reflexiva de fe.
Los orientales utilizan un lenguaje que es cósico. Como no se tiene el hábito de la
abstracción filosófica propia de occidente, el autor sagrado ofrece una narración que
comunica plásticamente un significado existencial. Los relatos de aparición son todos
relatos al servicio de la misión evangelizadora, de la necesidad de experimentar a aquel que
está vivo. Lo que los discípulos anuncian es el valor salvador de la resurrección de Jesús,
su valor soteriológico. Las narraciones de la resurrección no son transcripciones verbales
de una observación visual. Son declaraciones creyentes. Suponen la fe y se utilizan para
anunciar la fe.
A este respecto, la afirmación fundamental de la fe, el kerygma apostólico como
núcleo fundamental de la totalidad del cristianismo, señala qué fue aquello existencialmente
significativo para los primeros cristianos: la buena noticia (evangelio) es el poder salvador de
la muerte y resurrección de Jesús. Pablo lo enuncia en uno de los textos basales de la fe
cristiana, 1Cor. 15, 1-5: “Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os prediqué, que
habéis recibido y en el cual permanecéis firmes, por el cual también sois salvados, si lo
guardáis tal como os lo prediqué... Si no, ¡habríais creído en vano! Porque os
transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros
pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las
Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce”.
Se dio un tiempo considerable entre la muerte de Jesús y la fe en su resurrección. Al
leer los textos de los evangelios vemos que Jesús muere un viernes y al domingo ya creen
en el resucitado. La fe en el resucitado no se dio al “tercer día” cuantitativo después de la
muerte de Jesús. La Iglesia conoció el dolor del aparente fracaso de la vida terrenal del
Señor y desde esas angustias generó significados de esperanza para la segunda
generación de oyentes de la palabra, de discípulos del resucitado. Sucede una
dialéctica de búsqueda de sentido y dación de la esperanza. El tercer día señala una
temporalidad agenciada por Dios, un recorrido existencial complejo y transformante.
Siguiendo a Pagola (2007): “En realidad, en el lenguaje bíblico, el «tercer día» significa
el «día decisivo». Después de días de sufrimiento y tribulación, el «tercer día» trae la
salvación. Dios siempre salva y libera «al tercer día»: él tiene la última palabra; el «tercer
día» le pertenece a él”.
La fe en el resucitado fue un proceso relativamente lento y con diferentes
posibilidades de experimentación y comprensión. Hay varias concepciones del resucitado
en el Nuevo Testamento, ya que al resucitado se le comprende en la medida en que
avanza la experiencia pascual que conjuntaba todo lo hasta ahora entendido en la relación
con Jesús. A mayor conversión y compromiso, mayor refinamiento de la relación con el
resucitado. Si no tenemos experiencia de haber sido liberados por Cristo resucitado no
tenemos fe pascual: “vana es nuestra fe” (1 Cor 15, 17).
Referencias:
Baena, Gustavo. Síntesis del Nuevo Testamento. (Promanuscrito). Bogotá, PUJ: 1998.
Pagola, José. Jesús. Aproximación histórica. Bogotá, PPC: 2007.