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Campus San Juan del Río
Semestre: 7
Grupo: 1
VI. Tolera. Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea
tolerada la tuya.
(La tolerancia es la capacidad que cada persona tiene de saber escuchar y
aceptar a los demás, valorando las distintas formas de entender y
posicionarse en la vida, esto lo relacionamos en la vida de abogacía, que nos
enseña a saber y aprender a tolerar a los demás, saber escuchar y aceptar
las opiniones que nos pueden ser de beneficio en el caso que nos
encontremos. El autor menciona que debemos aprender a tolerar un valor
muy esencial para nuestra vida práctica. La tolerancia es un valor ético, que
tiene que tener el abogado para saber cómo realizar un procedimiento)
VII. Ten paciencia. El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración.
(Para criticar este mandamiento se toma en cuenta que la justicia no siempre
se aplicará, ya que cada procedimiento o juicio nunca se ha de basar en lo
real si no en lo que las partes ofrezcan con mayor prontitud, un ejemplo, de
ellos son las pruebas, ya que la mayoría de estas no son legales porque
lamentablemente son compradas. El autor menciona que el profesionista que
no tenga paciencia el tiempo jamás lo favorecerá, ya que para todo siempre
debe existir este elemento en virtud de que un juicio no se logra con
prontitud, si no que se tendrá que esperar que las etapas del procedimiento
se cumplan para cumplir de esta forma con lo establecido por las normas
jurídicas que nos rigen. Para culminar, la paciencia es uno de los requisitos
esenciales para que el abogado pueda tener éxito y lograr todos sus fines y
metas propuestas)
VIII. Ten fe. Ten fe en el Derecho como el mejor instrumento para la convivencia
humana; en la justicia, como destino normal del Derecho; en la paz, como
substitutivo bondadoso de la justicia; y sobre todo ten fe en la libertad, sin la cual
no hay Derecho, ni justicia, ni paz.
(Todos los abogados que ejercen su profesión han olvidado este
mandamiento, se guían por el poder y la economía más nunca por la justicia,
ya que esta no se aplica para quien se la merece sino para quien tenga más
dinero y poder. De igual forma menciona que una de los instrumentos del
abogado es la paz, pero como guiarnos de estas si no existe hoy en día ya
que constantemente cuando uno busca la razón y la justicia solo se
encuentra con intimidaciones ¿cómo el abogado podrá ejercer y respetar
este mandamiento? si cuando lo realiza encuentra barreras sociales)
IX. Olvida. La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras cargando
tu alma de rencor, llegará un día en que la vida será imposible para ti. Concluido el
combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.
(La abogacía es un conflicto entre dos personas que al momento de estar en
litigio dentro de un juicio no solo deben pelear por sus intereses sino como
una oportunidad para demostrar su capacidad intelectual y conocimiento
tanto empírico como teórico y aplicarlo adecuadamente para hacer valer los
derechos de cierta persona y así conseguir justicia. En el segundo apartado
el autor dice “una vez concluido el combate, olvida tan pronto tu victoria
como tu derrota” logramos la victoria o derrota solo debemos verla como un
fin o meta que logramos alcanzar, dentro de un proceso. Y estar conscientes
de seguir fortaleciendo nuestros conocimientos teóricos y prácticos para
abordar un nuevo procedimiento)
X. Ama tu profesión. Trata de considerar la abogacía de tal manera que el día en que
tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle que
se haga abogado.
(La profesión debemos de verla como una de las tantas profesiones que no
solo deben ejercerse, sino también sentirla para con orgullo podamos
decirles con toda seguridad a nuestros hijos que sigan el mismo ejemplo)
I. Trata de ser honesto como preparado en el ejercicio de tu profesión: Tuyo será así
el camino del éxito. (Actuar con honestidad y conducirse con la verdad en
cada paso del procedimiento)
II. No engañes al cliente ni le hagas concebir vanas esperanzas. Háblale con
franqueza, no le ocultes ninguno de tus pensamientos, dile toda la verdad.
(Siempre hablar con honestidad al cliente, explicarle la situación en la que se
encuentra, no mentirle para conseguir un lucro)
III. No transijas ni con las malas causas, ni con los malos jueces, ni con los malos
litigantes. ¡Baldón para ellos! (No lidiar con aquellos que nos pueden causar un
prejuicio y un mal para con el cliente)
IV. Ten confianza en la justicia y fe en la rectitud de los magistrados. No te consueles
con la derrota pensando mal de la una y de los otros. (No culpar a otros por la
derrota, ser coherentes con el trabajo de la autoridad)
V. No hagas uso de la inmoralidad o injusticia de la ley, sino cuando te exijan
ineludiblemente la fuerza de las cosas o las necesidades imperiosas de la defensa.
(No usar medios ilícitos para conseguir la victoria)
VI. Se prudente, firme y culto en todos tus actos. No desciendas nunca, ni para lanzar
improperios o recoger inmundicias. (No caer en provocaciones del contrario, ni
caer “en su juego”, ser coherente)
VII. No juzgues mal de las intenciones o conducta del contrario, ni menoscabes la
preparación de tus colegas, ni de nadie, sin tener motivo fundado para ello.
Dignifica la profesión por todos los medios. (No desconfiar del trabajo de la
autoridad ni del contrario, no calumniar ni levantar falsos sin tener pruebas)
VIII. No cristalices tu conciencia en la rutina. Estudia y consulta siempre. Ten cuidado
con el error, que es humano. (Prepararse para el caso, no tener conocimientos
vagos de la materia)
IX. Ocupa útilmente tu tiempo. No suscribas escritos indebidos, ni acumules montañas
de papel en los juicios, ni uses dilaciones o procedimientos maliciosos, que no te
acarrearán sino deshonor o descrédito. Cuida tu título, acuérdate de que has
jurado. (No trates de ganar tiempo con cosas innecesarias para tu caso)
X. Empuja siempre dentro de tu oficio y en tu medida la obra de nuestra evolución
sociológica. No olvides el precepto bíblico: “No solo de pan vive el hombre”. (No
malbarates tu trabajo, se justo pero con lo necesario)
I. Legalidad y libertad son las tablas de la ley del abogado. En ellas se encierran para
él la síntesis de los mandamientos. (Se debe actuar confirme a la ley y en
libertad de actuar sin presión alguna)
II. No desamparar la justicia, ni cortejarla. (No dejar de lado la legalidad)
III. No fallar al cliente en la fidelidad debida, ni negar el consejo. (Siempre apoyar a
nuestro cliente y ser sincero con él)
IV. No desertar de la legalidad hacia la violencia, ni cambiar el orden por la anarquía.
(No provocar peleas con el contrario ni con las partes, actuar con
prudencia9)
V. No preferir poderosos a desvalidos, ni rehusar el patrocinio de éstos contra
aquéllos. (No actuar a favor del que tiene mejores recursos)
VI. No servir a la justicia sin independencia, ni torcer la verdad ante el poder. (No
vender al cliente por temor al poder del contrario)
VII. No colaborar en persecuciones o atentados, ni patrocinar la iniquidad o la
inmoralidad. (No permitir a las partes tener discusión y caer en las
provocaciones)
VIII. No rehusar la defensa de causas impopulares o peligrosas cuando ellas son justas.
Allí donde pueda verificarse, aunque solo sea un mínimo de justo derecho, no
negar al afligido el consuelo con la imparcialidad de un juez y de una sentencia.
(Siempre jurar defensa a la causa que sea, todos merecen ser defendidos,
aunque su caso, no tenga defensa)
IX. No convertir el estrado en mostrador, ni el saber en mercancía. (No ejercer la
abogacía solo por tener un fin lucrativo)
X. No mostrarse sumiso con los grandes, ni arrogante con los miserables. Servir al
opulento con altivez y a los indigentes con caridad. Amar a la patria, amar mucho
al prójimo, guardar la fe en Dios, en la verdad y en el bien. (No dejarse de los
grandes abogaos, pero tampoco ser como ellos ante los litigantes que
apenas inician)
El jurista don Raúl Eduardo Torres Bas, doctor en derecho y ciencias sociales, catedrático de
derecho procesal penal de las Universidades Nacional y católica, ambas de Córdoba,
República de Argentina y miembro del Instituto de Derecho Procesal de la misma primera
institución, es un reconocido penalista argentino.
En 1962, el doctor Torres Bas escribió un puntual decálogo para los abogados que se
dedican a la materia penal, mismo que transcribimos a continuación:
Ives Granda Da Silva Martins (São Paulo, 12 de febrero de 1935) es un reconocido jurista
brasileño. Es licenciado en derecho por la Universidad de São Paulo y doctor en derecho por
la Universidad Mackenzie.
El doctor Ives Granda Da Silva ejerce profesionalmente la abogacía. En la página web de su
despacho nos presenta un preciso catálogo de deberes del abogado, escrito en 1987.
CONCLUSIÓN
Los llamados mandamientos del abogado nos ayudan a reflexionar acerca de la vida práctica
que un abogado debe ejercer dentro de su campo laboral, para que en una larga trayectoria
profesional, la problemática social que enfrente en su camino, no deje consecuencias que
marquen la vida emocional del representante legal, resolviendo con satisfacción y con los
elementos de moral y conciencia, buscando ante todo la justicia y la razón antes que el
derecho consagrado en una norma jurídica emitida por cuerpo legislativo carente de un
estudio de campo y de sensibilidad humana.