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En una conferencia del año 1856, Elena G. de White declaró: “Se me mostró la
compañía presente en la conferencia. El ángel dijo, „Algunos serán comidos por los
gusanos, otros sufrirán las siete últimas plagas, otros estarán vivos y permanecerán
sobre la tierra para ser trasladados en la venida de Jesús‟.” Todos los que estaban vivos
entonces, están muertos ahora. Por esta predicción no cumplida, ¿quiere decir que Elena
G. de White era una falsa profeta? Ofrecemos una respuesta más completa a esta
cuestión porque ilustra un concepto fundamental equivocado con respecto al don de
profecía.
En un instante hablaré contra naciones y contra reinos, para arrancar, derribar y destruir.
Pero si esas naciones se convierten de su maldad contra la cual hablé, yo me arrepentiré
del mal que había pensado hacerles, y en un instante hablaré de esas naciones y de esos
reinos, para edificar y para plantar. Pero si hacen lo malo delante de mis ojos, no
oyendo mi voz, me arrepentiré del bien que había determinado hacerles. (Jer 18:7-10)
¡Cuánto iluminan las palabras de Jeremías, estos pasajes paralelos sobre la promesa
hecha a Israel! El Señor de Israel dijo, “Así conoceréis mi castigo”. O, como se lee en
una lectura alternativa marginal del texto: “Conocerán sobre mi cambio de propósito”.
El caso de Elí
Nuevamente, tome las palabras de “un hombre de Dios” que vino a Elí para declarar un
juicio contra él a causa de la conducta vil de sus hijos. Este “hombre de Dios” preguntó
a Elí si recordaba la promesa que el Señor le había hecho a su familia “cuando estaban
en Egipto en la casa del faraón”, de que servirían como sacerdotes de Dios. Luego
continúa con esta revocación de la promesa:
Por eso Jehová, el Dios de Israel, dice: "Yo había prometido que tu casa y la casa de tu
padre andarían siempre delante de mí"; pero ahora ha dicho Jehová: "Nunca haga yo tal
cosa, porque yo honro a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en
poco. Vienen días en que cortaré tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de modo que
no haya ancianos en tu casa. (1 Sam 2:30-31)
El estudioso sincero de la Biblia, ¿ha sido perturbado por estas revocaciones de los
decretos de Dios? ¿Ha perdido en alguna forma su confianza en los anuncios de los
profetas bíblicos porque sus predicciones fallaron en su cumplimiento? ¿Por qué no?
Porque en vista de las palabras de Jeremías, leyeron en cada predicción una cláusula que
implicaba una condición.
La cláusula que implica condición
2. “Os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría” – Si
guardan mi pacto (ver Exo 19:5, 6, donde el Señor, hablando a Moisés en camino a
Canaán, inserta la expresión “si”).
3. "Yo había prometido que tu casa y la casa de tu padre andarían siempre delante
de mí" – Si caminas en los caminos de justicia.
Si es apropiado, y lo es, agregar a estas predicciones una cláusula condicional, ¿por qué
no es apropiado hacerlo con la predicción de 1856 de Elena G. de White?
Las promesas de Dios son tan condicionales como sus amenazas. No sería ni justo ni
misericordioso para nosotros, por parte de Dios, seguir recibiendo sus favores
plenamente después de que nos hemos apartado de él. El que sean quitados es una
completa advertencia para nosotros. Brota naturalmente de la relación personal de Dios
con su pueblo, la cual depende de una simpatía recíproca. (The Pulpit Commentary,
Notas [Homiléticas] sobre Jeremías 18:7-10.
El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es
paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan
al arrepentimiento (2 Ped 3:9).
Pedro también declara que los hijos de Dios pueden apresurar el advenimiento
ejercitando su libre albedrío. Hay algo que podemos hacer para apresurar el
advenimiento. Leemos, “esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios” (2
Ped 3:12). Los comentadores han observado en este texto lo siguiente:
Dios nos ha señalado como instrumentos para realizar aquellos eventos, que deben
acontecer primero, antes que venga el día de Dios. Al orar por su venida, extendiendo la
predicación de su evangelio como testimonio a todas las naciones y llevando a aquellos
por quienes Dios sufre anhelantemente por salvar, apresuramos la venida del día de
Dios”. (Jamieson, Fausset, Brown, Commentary, Notas sobre 2 Pedro 3:12.)
Que la venida de Cristo esté relacionada con una acción de la libre voluntad humana –la
predicación del evangelio por los seguidores de Cristo- se revela claramente en las
profecías de nuestro Señor hasta el tiempo de su venida: “Y será predicado este
evangelio del Reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones, y entonces
vendrá el fin” (Mat 24:14).
En las décadas siguientes a la visión de 1856, varias declaraciones hechas por Elena G.
de White demuestran que ella comprendía claramente que hay una cualidad condicional
implícita en las promesas y amenazas de Dios –como declara Jeremías- y que la
descripción condicional, en predicciones respecto al advenimiento de Cristo, involucra
el estado del corazón de los seguidores de Cristo. La siguiente declaración, escrita en
1883, es especialmente relevante sobre este punto:
Los ángeles de Dios en sus mensajes dados los hombres representan el tiempo como
algo muy corto. Así es como siempre me ha sido presentado. Es cierto que el tiempo
ha sido más largo de lo que habíamos esperado en los primeros días del mensaje.
Nuestro Salvador no apareció tan pronto como lo esperábamos. ¿Pero ha fallado la
Palabra de Dios? ¡Nunca! Debiera recordarse que las promesas y las amenazas de Dios
son igualmente condicionales…
No era la voluntad de Dios que se demorara así la venida de Cristo. Dios no tenía el
propósito de que su pueblo, Israel, vagara cuarenta años por el desierto. Prometió
guiarlos directamente a la tierra de Canaán, y establecerlos allí como un pueblo santo,
sano y feliz. Pero aquellos a quienes primero se les predicó, no entraron "a causa de
incredulidad" (Heb. 3: 19). Sus corazones estaban llenos de murmuración, rebelión y
odio, y Dios no pudo cumplir su pacto con ellos.
Estas palabras de Elena G. de White armonizan con lo que ya hemos descubierto de los
caminos de Dios para la humanidad, que el libre albedrío juega un papel destacado en la
operación de los planes de Dios para esta tierra. Podemos comprender mejor la
predicción no cumplida de Elena G. de White de 1856, cuando se la examina a la luz del
carácter condicional de las promesas proféticas que se encuentran en las Escrituras.