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Carácter prelativo de la adultez

Se presentan tropiezos o inconvenientes al querer definir la adultez humana en


igual forma a como se define en las demás especies zoológicas y botánicas,
tomando como punto de partida la edad cronológica. Esto es un error. La
adultez en el ser humano es un proceso acumulativo y variado.

En las especies botánicas y zoológicas es fácil distinguir y precisar este hecho,


porque en ellas sé solo la adultez biológica. En cambio, en el ser humano se
llega a la plenitud vital en etapas sucesivas y en diferentes edades.

Adultez biológica.– Así podríamos hablar de una adultez biológica


caracterizada por el total desarrollo anatómico y fisiológico de los órganos y de
su capacidad de funcionamiento. Lo más significativo, tanto en los seres
humanos como en las demás especies, es su capacidad de reproducción que,
en los primeros, se hace presente entre los 11 y 15 años de edad con la
aparición de manifestaciones fisiológicas, en el hombre y en la mujer, de su
capacidad génesis.
Adultez psicológica.- La adultez psicológica se manifiesta posteriormente. Se
caracteriza por el desarrollo de la actividad psíquica en su máximo grado. Las
funciones intelectuales, emocionales y conativas adquieren mayor intensidad,
amplitud y funcionalidad. Generalmente es aceptado que, entre los 15 y 18
años de edad el hombre alcanza ese grado
Adultez sociológica.- La adultez social se manifiesta en tres sectores: en el
trabajo, en la participación social (política y cívica) y en la responsabilidad
jurídica.
Casi todas las normas legales establecen la edad de 16 años como punto de
partida para que el ser humano se incorpore a la fuerza laboral, condicionando
la jornada de trabajo a un horario de seis horas diarias, previa autorización
paterna.

En este período, las aptitudes intelectuales y físicas han madurado


suficientemente para que las personas subsistan con independencia y
capacidad. Su intervención en los problemas laborales, políticos y ciudadanos,
manifiestan su madurez psicológica, ergológica y además su adultez
sociológica propiamente dicha. La propia sociedad y al referirnos a ella
estamos indicando a la sociedad adulta plena, reguladora del ordenamiento de
la vida comunitaria, confiere a los adultos jóvenes el derecho de intervenir en
los problemas políticos al concederle el derecho de elegir a los poderes que
representan al Estado. A la mujer se le otorga, en muchas legislaciones, la
facultad de contraer matrimonio sin la autorización de los mayores, cumplidos
los 18 años de edad. La orientación de la vida del hombre, su organización, su
desenvolvimiento y, en general, la construcción de su destino, dependen de la
responsabilidad con que se adopten las decisiones propias. Esto significa
madurez social.

La adultez social implica también ideología política. La posesión de ciertos


criterios sobre el orden económico y social encauza su comportamiento cívico,
ajustando su conducta a los procedimientos normativos existentes, sin que ello
signifique aceptación o resignación frente a los mismos. El adulto joven que ha
alcanzado la madurez social (adultez social) está en condiciones de promover
la renovación. La inconformidad es característica humana, que incide en el
progreso. Cuando el ser humano actúa de acuerdo a una concepción de la
realidad para organizar su conducta y resolver los variados problemas de su
vida en comunidad, podemos decir que ha alcanzado su madurez social.

Y, por último, nos referimos a la adultez jurídica, que ya no es potestativa del


hombre como individuo, sino de la sociedad, que la determina y otorga. De esta
manera la carta fundamental en la mayoría de los países, concede el hombre
derechos y libertades, le impone deberes y le señala responsabilidades entre
los 20 y 21 años de edad.

La educación del hombre ha sido y es un imperativo esencial para su existencia


desde el momento mismo en que su inteligencia sustituye a su instintividad.

Cuando el instinto es insuficiente para asegurar la subsistencia de la especie


humana y la inteligencia surge en su auxilio, desde ese mismo momento el
hombre empieza a educarse y a educar. Posiblemente la educación del adulto,
en un sentido taxativo, haya tenido lugar antes que la de los niños. Cuando el
hombre trata de explicarse los fenómenos naturales, sus relaciones con sus
semejantes, la importancia de la vida, etc., entonces empieza, en el vivir
cotidiano, a ser educado, prácticamente, para luchar por su supervivencia
contra la propia naturaleza, las instituciones y hasta en contra de sus
semejantes.

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