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Entendemos la vida como un sistema de ciclos, dado que todo lo que se desarrolla en ella es cíclico: la
naturaleza con sus estaciones; el ciclo menstrual; las noches y los días; los solsticios y equinoccios; la luna
y las mareas; los ciclos de guerra y paz; las fases de la enfermedad; la regeneración celular; el vuelo de los
electrones; los ciclos circadianos, etc.
En este sentido, podemos decir que un ciclo es algo que se repite una y otra vez en el tiempo; y que forma
parte del universo y del Ser Humano.
A medida que penetramos en el camino de la conciencia, reconocemos que el organismo del ser humano
conserva la memoria de los acontecimientos vividos tanto en su vida como en la de sus ancestros. Esta
memoria surge según periodos, es decir, cuando tienen lugar determinados ciclos tales como la memoria
de un duelo, la de un accidente, etc. Este ciclo es espacio-temporal. Podemos afirmar que un recuerdo se
activa anualmente en determinadas circunstancias como puede ser el día del aniversario de alguien o
cada vez que llega la primavera.
Este proceso nos permite vivir con una mirada más amplia y de mayor integración.
El cerebro se acuerda de hacer una relectura inconsciente del acontecimiento traumatizante del pasado
para que, en esta ocasión, le demos otra salida y, a ser posible, que sea satisfactoria. Si lo es, entonces
dejará de repetirse.
Cabe señalar que una solución satisfactoria es aquella en la que hay consciencia, aprendizaje y
comprensión; y en donde todas las partes del conflicto salen beneficiadas. Es decir, aquella que se
resuelve con una mirada amplia y que lo abarca todo.
Por tanto, podemos decir que el sentido biológico de esta relectura es proporcionar una nueva
oportunidad para aportar una solución diferente y coherente, donde antes no se pudo. Cabe señalar que
el sentido biológico es siempre sobrevivir y para ello el ser vivo debe, ante todo, adaptarse. Por lo tanto,
hemos de cambiar continuamente, aportando nuevas soluciones a lo vivido por nosotros y por nuestro
clan; este es el camino de permanecer.
Poner luz en los hechos traumáticos, tomar conciencia de su hilo conductor y poder ordenarlos en ciclos,
nos va a permitir alcanzar una comprensión mayor de lo que estamos viviendo en el presente:
enfermedades, resistencias, miedos, parejas tóxicas...
Nos permite vislumbrar que la respuesta que se dio en una situación concreta del pasado o que ofreció un
ancestro de forma automática, posiblemente en estos momentos se haya quedado obsoleta. Por ejemplo,
desde la antigüedad mucha gente cuando veía una rata se subía a la mesa y temía la muerte, porque las
ratas transmitían peste y enfermedad. Hoy en día, ante una mascota hámster sacada de una jaula, la
solución “subirse a la mesa y gritar como loco” ya no es útil porque el animal está vacunado, pero el
inconsciente biológico seguirá repitiendo esa solución biológica en muchas personas. Hasta que
aceptemos una nueva solución acorde a las circunstancias actuales.
Si somos conscientes y nos estudiamos con atención podemos darnos cuenta de nuestros patrones. Por
ello, ante situaciones repetitivas con trabajos, jefes, estilos de pareja, cambios de humor, etc. podremos
llegar a entender la finalidad de esa repetición y desprogramarnos. Es un proceso transformador:
siempre que re-aprendamos la información que hay, comprendamos la emoción y tomemos una solución
creativa distinta.
Rangos de Hermandad
Podemos observar que las relaciones con nuestros hermanos varían, descubramos algunos patrones
inconscientes. Con unos quizá tengamos mayor afinidad que con otros. Marc Fréchet, quien también
investigó el proyecto sentido, también se interesó por la numerología de la biología, indagó sobre este
campo de resonancias familiares.
Hizo experimentos con un grupo de cerdos de una granja a las afueras de París. Pidió al granjero que
marcara con un distintivo al quinto cerdito de cama camada.
Los cerdos seguían reproduciéndose y aquellos que estaban marcados, es decir que habían sido los
quintos de sus camadas, tenían a su vez hijos y, curiosamente, los quintos tenían privilegios: mamaban
primero, eran más fuertes y estaban más protegidos. Repitió el experimento decenas de veces y siempre
obtuvo el mismo resultado. La biología “recuerda” la posición del nacimiento y los números, ¿qué otras
cosas estarán memorizadas en nuestras células?
Descubrió que los miembros de una familia que comparten rangos de hermandad están en resonancia. El
cuadro de los Rangos de Hermandad que trazó fue el siguiente:
123
456
789
10 11 12
Con el fin de saber con qué miembros de la familia coincidimos en rangos de hermandad, nuestra mirada
se dirigirá en la posición en la que hemos nacido. No olvidemos tener en cuenta abortos, es decir que
cuentan todos los hijos vivos y muertos.
Los de la primera columna 1, 4, 7,10 tendrán mayor afinidad y así ocurre con los de la segunda y la tercera
columna.
Esta mirada es amplia e integradora, y abarca tanto las relaciones horizontales (hermanos, primos) como
las relaciones verticales (padres, abuelos, bisabuelos...).
Preguntas de Reflexión:
1.- Te invitamos a que compartas tu sentir sobre los ciclos ¿Consideras que son leyes o tendencias?
2.- Traza tus ciclos horizontales y averigua tus conflictos programantes de alguna enfermedad.
3.- Te sugerimos a modo de práctica, que realices los ciclos horizontales de algún amigo o familiar, con
una enfermedad y también con un acontecimiento positivo.
4.- ¿Has percibido el síndrome del aniversario en tu vida o en la vida de alguna persona?
5.- ¿Con qué personas de tu familia compartes el mismo rango de hermandad?