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“CONSEJO PARROQUIAL DE ASUNTOS ECONÓMICOS”

David Ortiz García

Octubre, 2019

Centro de Estudios Teológicos para Laicos


Manuel Samaniego

Pastoral Fundamental
Profesor: Seminarista Juan Jesús Monroy Sandoval

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“CONSEJO PARROQUIAL DE ASUNTOS ECONÓMICOS”

David Ortiz García


Octubre, 2019

Centro de Estudios Teológicos para Laicos


Manuel Samaniego
Pastoral Fundamental
Profesor: Seminarista Juan Jesús Monroy Sandoval
Estado de México, México

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OBJETIVO GENERAL

El presente trabajo tiene como objetivo general, el describir detalladamente los orígenes, la
necesidad y los detalles para crear un Consejo Parroquial de Asuntos Económicos en nuestra
Diócesis, considerando los lineamientos que en el Código de Derecho Canónico enumera y que en
diferentes Bibliografías Eclesiales sugiere para la mejor administración de la Parroquia; no dejando
toda la carga administrativa y legal al ordinario de la Parroquia, desahogando en los laicos parte de
la responsabilidad jurídica-administrativa.

OBJETIVOS PARTICULARES

 Conocer la norma jurídica que rige actualmente y fundamenta la creación del Consejo Parroquial de
Asuntos Económicos.
 Conocer la obligatoriedad de la creación del consejo Parroquial de Asuntos Económicos en toda
Parroquia que pertenezca a la Diócesis de Izcalli, conforme a las normas universales y a las que
emanen del Obispo de dicha Diócesis.
 Conocer los presupuestos teológicos, jurídicos y las características estructurales del Consejo
Parroquial de Asuntos Económicos, CPAE, como espacio propicio para la vivencia de la
corresponsabilidad y participación que se derivan de la eclesiología de comunión del Concilio
Vaticano II.
 Tener las herramientas necesarias y suficientes para administrar conforme a derecho y buenas
costumbres los recursos económicos, bienes muebles y bienes muebles que están bajo la
responsabilidad del ordinario de la Iglesia.
 Evitar a toda costa, bajo la mirada de Dios y del Espíritu Santos, el conflicto de intereses que se
pudiera generar en la administración de los recursos de la Iglesia.
 Presentar, de una forma totalmente transparente, informes al ordinario de la Iglesia, así como, a la
comunidad laical, quienes, en su mayoría, son los proveedores de dichos recursos.
 Conocer los elementos propiamente necesarios para el resguardo de la información y
documentación propia de la administración de los recursos de la Iglesia.
 Conocer ampliamente las tareas generales e individuales del Consejo Parroquial de Asuntos
Económicos, su conformación y estatutos.
 Conocer la normatividad jurídica del Consejo Parroquial de Asuntos Económicos por cada uno de sus
integrantes.
 Definir la estructura adecuada para conformación del consejo Parroquial de Asuntos Económicos de
acuerdo a la complejidad en la administración de la Iglesia.
 Conocer algunos documentos propios para ser utilizados como herramientas de control,
administración y auditoría, mismos que deben llevarse a cabo en su totalidad para una transparencia
interna y externa en todo momento.
 Conocer diferentes fuentes bibliográficas que servirán de apoyo para ahondar en el conocimiento
sobre los Consejos Parroquiales de Asuntos Económicos en la Iglesia Universal.

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CONTENIDO

I. Introducción.

II. Presupuestos.

III. La administración de los bienes en la parroquia.

IV. Las tareas de la administración parroquial.

V. El Consejo Parroquial de Asuntos Económicos (CPAE).

VI. Estructura del Consejo Parroquial de Asuntos Económicos.


VII. Logotipo.

VIII. Estatutos.

IX. Acta del Consejo Parroquial de Asuntos Económicos.

X. Conclusiones.

XI. Bibliografía.

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I. Introducción.

"En cada Parroquia ha de haber un Consejo de Asuntos Económicos, que se rige, además de, por el
derecho universal, por las normas dadas por el Obispo diocesano, y en el cual los fieles, elegidos según
esas normas, sirven de ayuda al párroco en la administración de los bienes de la Parroquia, quedando
firme lo prescripto en el can. 532".

La obligatoriedad del Consejo Parroquial de Asuntos Económicos es la concreción de una norma más
general, que apareció en el Código de 1983, y que manda contar con un Consejo de Asuntos
Económicos, o al menos con dos consejeros, en toda persona jurídica dentro de la Iglesia. Debe
aplicarse a todas las personas jurídicas, sean públicas o privadas, según se desprende del sentido
universal del sujeto del canon.

En primer lugar, conviene recordar que el Concilio pidió a los sacerdotes que, en la medida de lo
posible, administraran los bienes eclesiásticos con la ayuda, de laicos peritos. Además, enumerando
las diversas formas que en las que puede concretarse el papel activo que corresponde a los laicos en
la vida y la acción de la Iglesia, menciona que, con la ayuda de su pericia, puede hacerse más eficaz la
administración de los bienes.

Por otra parte, el Directorio para el ministerio pastoral de los Obispos Ecclesiae imago, del año 1973,
enumerando los principales criterios a aplicar en la administración de los bienes diocesanos,
menciona el criterio comunitario y señala que la colaboración y la corresponsabilidad que supone
corresponden al Obispo, al clero y a todos los fieles, cada uno según su capacidad.

El Consejo Parroquial de Asuntos Económicos cuenta con algunas normas de carácter universal que
se deben aplicar en todo el mundo. Pero es claro que estas normas no pueden descender a todos los
detalles necesarios para reglamentar estos consejos en situaciones muy diversas, como las que se
dan en Diócesis también muy diversas a lo largo del mundo. Por esta razón, las normas universales
deberán ser complementadas en muchos casos por las normas particulares de cada Diócesis, que
podrían concretarse, por ejemplo, promulgando un estatuto para los Consejos de Asuntos
Económicos de las Parroquias.

Este trabajo presenta los presupuestos teológicos, jurídicos y las características estructurales del
Consejo Parroquial de Asuntos Económicos, CPAE, como espacio propicio para la vivencia de la
corresponsabilidad y participación que se derivan de la eclesiología de comunión del Concilio Vaticano
II.

Uno de los mayores frutos de la doctrina teológica del Concilio Vaticano II es la renovación
eclesiológica que se deriva de la conciencia de la Iglesia entendida como comunión, que impulsa la
participación activa de todos los fieles en la vida y misión del pueblo de Dios. También la parroquia,
que “de alguna manera representa a la Iglesia visible establecida por todo el orbe”, “debe renovarse
continuamente”, y en este esfuerzo se requiere implementar, en toda su riqueza, los espacios de
comunión y participación surgidos en el posconcilio. El Consejo Parroquial de Asuntos Económicos,
CPAE, es uno de ellos.

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II. Presupuestos.

La Iglesia, para desarrollar la misión encomendada por Jesucristo, se ha servido desde el inicio de su
existencia de los bienes temporales, y a lo largo de su historia ha buscado garantizar una correcta
administración de dichos bienes, con la convicción de que pertenecen a la Iglesia para cumplir su
misión, y no a los hombres de Iglesia, que son sólo sus administradores.

Las opciones eclesiales en el ámbito económico constituyen uno de los mayores desafíos para la
credibilidad de la Iglesia y de sus instituciones, que deben usar los bienes temporales como un medio
para lograr fines eminentemente espirituales y según criterios de carácter evangélico.

Para que en la Iglesia actúe de modo correcto y equilibrado, es necesario evitar dos contraposiciones
peligrosas: el espiritualismo exagerado y la confianza absoluta en los medios humanos. En el primer
caso se parte de una errónea concepción teológica que contrapone el espíritu con la materia y
termina por demonizar todo lo que es humano, en particular, los medios económicos. En el segundo
caso se pierde de vista el valor puramente instrumental de los bienes de la Iglesia, ordenados hacia
fines específicos, al caer en la tentación de buscar la riqueza terrena y el éxito mundano.

Por eso, la Iglesia, inserta y peregrina en la historia de los hombres, guiada y vivificada por el Espíritu
Santo, es constituida como un organismo visible y social, a la vez humano y divino. En este proceso, la
Iglesia se sirve de los bienes materiales solamente “en la medida en que la propia misión así lo exige”.
Genéricamente pueden enumerarse algunos de los fines de estos bienes materiales, que deben
entenderse en el más amplio de los sentidos: proveer a las necesidades del culto divino; realizar las
obras de evangelización, con particular atención a la educación cristiana de los jóvenes y los adultos y
a la cooperación misionera; realizar obras de caridad, especialmente, al servicio de los pobres;
proveer el justo sustentamiento del clero y de los otros ministros; y promover diversas formas de
solidaridad entre las comunidades eclesiales.

Para tutelar y asegurar el justo recurso a los medios materiales por parte de las personas jurídicas, la
Iglesia ha conformado un sistema legislativo para la administración de los bienes, que se encuentra
condensado básicamente en el Código de Derecho Canónico, particularmente, en el libro V, titulado
“De los bienes temporales de la Iglesia” (cánones 1254-1310).

DECLARACIÓN DE LA MISIÓN Y EL PROGRAMA APOSTÓLICO

Las parroquias se establecen para continuar la misión de la Iglesia Católica en lugares geográficos
particulares y para llevar a cabo esta misión a través de actividades específicas del apostolado. Las
parroquias deberían tener una declaración de misión bien definida, y sus programas apostólicos
deberían trabajar con eficacia y eficiencia para lograr esta misión. Las parroquias tienen la obligación
de asegurar la efectividad de su programa apostólico y dedicar recursos para lograr su propósito.

ÓRGANOS DE GOBIERNO Y DE CONSULTA

El obispo encarga a un párroco la administración de una parroquia y, según establece el Código de


Derecho Canónico, éste tiene la obligación de establecer ciertos consejos consultivos. El Código de
Derecho Canónico también requiere tener un consejo financiero parroquial. El Código de Derecho
Canónico le permite al obispo el mandato del establecimiento de un consejo pastoral parroquial.
Estos consejos son gobernados por las normas dadas por el obispo. El Código de Derecho Canónico

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también exige requisitos para la administración financiera de la parroquia los cuales deben ser
realizados por el párroco, así como también sistemas de responsabilidad.

Los órganos consultivos parroquiales efectivos deberían servir para promover la misión de la
parroquia, establecer políticas y procedimientos de gestión, asegurarse de que se disponga de
recursos humanos adecuados (voluntarios y/o personal asalariado) y de recursos financieros
(remuneraciones, donaciones y contribuciones caritativas), y deberían vigilar activamente la
actuación financiera y la ejecución de los programas de la parroquia.

CONFLICTO DE INTERESES

Tanto los clérigos como los laicos que forman parte del personal de la parroquia, bien sea en puestos
asalariados o como voluntarios, deberían actuar en el mejor interés de la parroquia en lugar de
promover intereses personales o intereses de terceros. Las parroquias deberían tener políticas
establecidas, e implementarlas rutinaria y sistemáticamente, para evitar conflictos de intereses ya
sean reales, posibles o percibidos.

RECURSOS HUMANOS

Las relaciones de una parroquia con su personal, tanto clérigos como laicos, asalariados y voluntarios,
son fundamentales para que pueda lograr su misión. Las funciones y responsabilidades de los obispos
y sacerdotes están expresadas dentro del Código de Derecho Canónico. Los voluntarios ocupan un
lugar especial en las parroquias sirviendo como gobernantes, administradores y programadores. Las
políticas parroquiales para los recursos humanos deberían referirse tanto a los clérigos como a los
laicos, al personal asalariado como a los voluntarios y deberían ser justas, establecer expectativas
claras y proveer una evaluación significativa y efectiva del desempeño.

FINANZAS Y LEYES

Las parroquias deben practicar una administración financiera firme y cumplir con una amplia gama de
requisitos legales y reglamentarios, incluyendo los del Código de Derecho Canónico. Los sistemas
financieros deberían asegurarse de que se mantengan archivos financieros exactos y de que se usen
los recursos financieros de la parroquia para promover su misión religiosa. Las parroquias deberían
examinar periódicamente sus cuentas para responder a asuntos regulatorios y de riesgo.

TRANSPARENCIA

Aunque las parroquias son entidades privadas, actúan en nombre de la Iglesia, en el servicio a sus
miembros y a la comunidad en general con contribuciones de los fieles y del público en general. Como
tal, todas las parroquias deberían ofrecer información a los fieles y al público sobre su misión, sus
actividades en el programa apostólico y sobre sus finanzas. También deberían ser accesibles y
responsivas hacia aquellas personas entre sus feligreses y el público en general que exprese interés
en sus asuntos.

RECAUDACIÓN DE FONDOS

Las parroquias dependen de la recaudación de fondos caritativos para financiar su trabajo. Todas las
actividades para recaudar fondos deberían hacerse basadas en la verdad y con gran responsabilidad
en su administración. Las políticas parroquiales para recaudar fondos deberían ser coherentes con su

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misión, ser compatibles con su capacidad de organización, respetuosas de los intereses e intenciones
de sus donantes y posibles donantes, y de conformidad con las correspondientes leyes canónicas.

ASUNTOS PÚBLICOS Y POLÍTICA PÚBLICA

Las parroquias ofrecen un vehículo importante por el cual las personas se organizan y trabajan juntas
para mejorar sus comunidades. Por lo tanto, deberían representar la Doctrina Social de la Iglesia y los
intereses de las personas a quienes sirven a través de la educación pública y la defensa de la política
pública como también animar al clero, al personal, a los voluntarios y a los feligreses a participar en
los asuntos públicos de la comunidad.

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III. La administración de los bienes en la parroquia.

Más que el aspecto jurídico-institucional de la antigua normativa, el actual Código resalta el hecho de
que la parroquia es sobre todo una comunidad de cristianos. Como comunidad de fieles
establemente constituida en el ámbito de una Iglesia particular, la parroquia legítimamente erigida
goza, por el mismo derecho, de personalidad jurídica (cfr., canon 515 § 3) y, por tanto, de la capacidad
de adquirir, administrar y enajenar los bienes temporales, según la norma del derecho (cfr., canon
1255).

Cada parroquia, en modo más o menos suficiente, tiene a su disposición estructuras y recursos
provenientes en su mayor parte de las libres ofertas de los fieles, pero también, en la mayoría de los
casos, posee bienes patrimoniales, muebles e inmuebles; tales estructuras y recursos sólo tienen
sentido si están destinadas a las finalidades para las cuales la Iglesia utiliza los bienes temporales. Los
bienes económicos son, por tanto, eclesialmente importantes; no son una realidad neutra respecto
de la vida de la comunidad o de sus opciones pastorales, sino instrumentos para utilizar con espíritu
de discernimiento, verificando continuamente la fidelidad al Evangelio.

La comunidad parroquial es colocada bajo el cuidado pastoral de un párroco como pastor propio, en
dependencia del obispo (cfr., canon 515 §1); aquél cumple también la tarea de administrador único
(cfr., canon 1279 §1) y representa legalmente la parroquia (cfr., canon 532). Así, se convierte en el
responsable, no sólo desde el punto de vista sacramental, litúrgico, catequético y caritativo, sino
también desde una perspectiva civil, administrativa y penal.

La parroquia, como cualquier persona jurídica pública, más por estar bajo la jurisdicción y vigilancia
del obispo diocesano, debe ser administrada, según las disposiciones establecidas en el Libro V del
Código, en particular, en los cánones 1281-1288 (cfr., canon 532), y en general, en conformidad con
la normativa de carácter universal concerniente a los bienes temporales de la Iglesia; también según
las disposiciones y directivas particulares emanadas por el obispo (cfr., canon 1276).

Aunque se trata de una responsabilidad personal a la cual el párroco no puede renunciar (cfr., canon
1289), y que nadie puede sustituir sino en caso de negligencia (cfr., canon 1279 § 1), en el ejercicio de
sus tareas en el campo administrativo, el párroco debe valerse de la colaboración de otros
presbíteros y del aporte de fieles laicos. Éste es uno de los mayores aportes de la eclesiología del
Vaticano II, que en su decreto sobre el ministerio y la vida de los presbíteros afirma: “En cuanto a los
bienes eclesiásticos propiamente dichos, los sacerdotes deben administrarlos como exige la
naturaleza misma de las cosas, a norma de las leyes eclesiásticas, y con la ayuda, en cuanto sea
posible, de laicos expertos.”

El desapego con que los presbíteros deben actuar en relación con los bienes terrenos, la moderna
complejidad de las operaciones económicas en las que los clérigos no tienen todas las competencias
necesarias, y la experiencia en materia económica de los laicos, permite entender -con el Concilio- que
éstos “poniendo a disposición su propia capacidad, hacen más eficaz la administración de los bienes
de la Iglesia”. Estos impulsos hacia nuevas formas de participación de los fieles en la administración
de los bienes eclesiásticos, fue reafirmado en el Sínodo de los Obispos de 1971:

“Renovamos el voto de que sean los laicos los que desarrollen las principales funciones en lo que
corresponde a las propiedades de la Iglesia y tengan parte en la administración de sus bienes.”

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En el mismo sentido, la Congregación para el Clero invita a que, por medio de los Consejos, los fieles
realicen la responsabilidad que les viene del derecho-deber de “manifestar a los pastores su
pensamiento sobre lo que se refiere a los bienes de la Iglesia”. El Directorio para el Ministerio Pastoral
de los Obispos también sugiere que el obispo “al constituir los consejos de administración en la
diócesis, en cada parroquia y en las otras instituciones y obras diocesanas, en cuanto sea posible,
introduzca, además de los clérigos, también laicos escogidos entre expertos en administración,
dotados de especial honestidad y amor por la Iglesia y por el apostolado”. En este contexto surge la
actual normativa sobre la institución que aquí se trata. Sólo la convicción de la importancia y de la
delicadeza de la gestión de los bienes, puede llevar a una parroquia a dar la justa relevancia al Consejo
Parroquial de Asuntos Económicos, CPAE.

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IV. Las tareas de la administración parroquial.

La administración de los bienes eclesiásticos puede entenderse en dos sentidos. La administración en


sentido amplio incluye, en forma sucinta, la adquisición de los bienes necesarios para el desarrollo de
la misión propia, su conservación, su administración en sentido estricto, y, si fuera necesario, su
enajenación. En todos y cada uno de los actos de la administración, entendida en su sentido amplio,
debe tenerse en cuenta y respetarse la finalidad de los bienes temporales en la Iglesia. Estos deben
utilizarse siempre y sólo como instrumentos para la salvación.

Por esta razón los actos jurídicos propios de la administración de los bienes eclesiásticos no pueden
hacerse de cualquier modo, sino conforme a las normas precisas que encauzan estos actos y
delimitan las capacidades y responsabilidades de los que los realizan. Veremos sucintamente algunas
de estas prescripciones que rigen para la labor administrativa de los párrocos.

1. Requisitos previos

a) Juramento

Los párrocos, antes de asumir la Parroquia, deben prestar ante el Ordinario o su delegado, el
juramento de realizar bien y fielmente su tarea de administración. Y el criterio fundamental que
utilizarán en la realización de su tarea será la diligencia de un buen padre de familia.

b) Inventario

También es un requisito previo que se elabore un inventario actualizado de los bienes propios de la
Parroquia cuya administración el nuevo párroco se dispone a asumir. Es una norma que no debe ser
soslayada. Dicho inventario, firmado por el párroco al asumir la Parroquia, debe ser guardado en el
archivo de la misma y en el archivo de la Curia diocesana.

Sin la existencia de dicho inventario, la administración estaría sujeta a muchas arbitrariedades. ¿Cómo
distinguir adecuadamente lo que pertenece al párroco y lo que es de la Parroquia en el momento en
que, por la razón que fuere, se produce la sede-vacante de la misma?

En el inventario deben anotarse todos los bienes inmuebles y muebles, entre ellos los bienes
preciosos y los pertenecientes al patrimonio cultural, pero también todos los demás. En un inventario
bien hecho debería constar asimismo la descripción y la tasación de cada uno de los bienes, al menos
de los más importantes.

2. La adquisición de bienes parroquiales

En la Parroquia hace falta contar con el dinero necesario para el desarrollo de las actividades
parroquiales y la sustentación de los clérigos y demás ministros que prestan servicios en ella. Además,
a veces es necesario incrementar el patrimonio inicial, por ejemplo: con la construcción de nuevas
capillas o la adquisición de nuevos terrenos donde ubicarlas.

Conviene recordar que la Iglesia tiene un derecho nativo y una correspondiente capacidad para
adquirir los bienes temporales necesarios para el desarrollo de su misión. Por otra parte, los fieles
tienen el deber de brindar a la Iglesia los bienes que ésta necesita para realizar sus fines.

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Sobre algunos de los modos de adquisición de bienes para la Parroquia debe expedirse la reunión de
Obispos de la provincia eclesiástica, y, en su defecto, se seguirán las legítimas costumbres o las
determinaciones del Obispo diocesano. Así, por ejemplo, es el caso de los estipendios de Misa y
aranceles de otros sacramentos o sacramentales. Si se utiliza en la Diócesis el sistema de los
estipendios para reunir las ofrendas de los fieles, deberá aplicarse la normativa canónica
correspondiente, y la Instrucción de la Congregación para el Clero del 22 de febrero de 1991.

Sin embargo, el modo habitual con el que los fieles darán a la Iglesia (y a las Parroquias) los bienes
necesarios para el desarrollo de su misión será el de las ofrendas voluntarias y las colectas. Será
necesario atender a las condiciones y características propias de cada región para identificar y
propugnar los modos más apropiados para organizar este tipo de ofrendas voluntarias.

3. La administración en sentido estricto

La administración de los bienes eclesiásticos en sentido estricto comprende todos los actos
necesarios para conservar y mejorar el patrimonio eclesiástico y su empleo conforme a los fines
propios de la Iglesia, y a los fines específicos de la persona jurídica pública titular de los mismos.

Las normas que rigen los actos de la administración en sentido estricto ayudan a compartir las
responsabilidades y evitar que se realicen comportamientos arbitrarios en la administración de los
bienes eclesiásticos, de los que generalmente sufren las consecuencias las personas jurídicas públicas
que representan.

Durante la administración deberán llevarse adelante principalmente las tareas señaladas en el canon
1284, y las otras que se estipulan a lo largo de todo el Libro V del Código. Nos interesa señalar
especialmente algunas, por su importancia:

a) El párroco debe velar por la conservación de los bienes parroquiales. Esto es un cuidado que
pertenece a la tarea ordinaria de la administración (por ejemplo, hacer las reparaciones ordinarias, el
cuidado de la pintura, etc.).

b) Debe asegurar la propiedad de los bienes, tanto en el orden eclesiástico como civil (tener al día las
escrituras, los recibos, etc.).

c) Debe cumplir con la voluntad de los donantes de los bienes. De allí la importancia de las
donaciones con cargo, que no pueden aceptarse sin ciertos requisitos.

d) Debe conservar el archivo con toda la documentación referida a los bienes temporales de la
Parroquia.

e) Debe llevar en orden los libros de entradas y salidas (para los cuales el Consejo Diocesano de
Asuntos Económicos puede proponer oportunamente modelos adecuados).

f) Debe rendir cuentas cada año al Ordinario del lugar, para que las mismas sean revisadas a través del
Consejo Diocesano de Asuntos Económicos. Dichas cuentas deberían tener un esquema sencillo (será
oportuno que la administración diocesana dé instrucciones al respecto). Por ejemplo: 1. Saldo inicial;
2. Entradas (por rubros más o menos detallados); 3. Salidas (por rubros más o menos detallados); 4.
Resultado del período; 5. Saldo final.

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g) En los contratos de trabajo, el párroco deberá observar cuidadosamente las leyes civiles en materia
laboral y social, y actuar conforme a los principios que se enseñan en la doctrina social de la Iglesia.
Entre las obligaciones que deberá cumplir con la gente empleada está la del salario justo y honesto.

h) Además, el párroco debe rendir cuentas a los fieles de lo que se ha hecho con lo que éstos
entregan a la Parroquia para que pueda cumplir con su misión.

i) Por último, es conveniente, y por eso se aconseja encarecidamente, que el párroco haga
anualmente un presupuesto de entradas y salidas.

4. La administración parroquial ordinaria y extraordinaria

La administración ordinaria comprende todas aquellas cosas que suceden cotidianamente en la


administración, todas aquellas que deben realizarse cotidianamente con la diligencia de un buen
padre de familia. Como ejemplos podemos mencionar el pago de los servicios, los arreglos sencillos,
los gastos habituales de mantenimiento, etc.

La administración extraordinaria comprende aquellas cosas que, por el monto que implican, o por el
tipo de compromiso que crean, o por su trascendencia, o, en general, por las consecuencias que
comportan, suponen una decisión tomada con más detenimiento, con consultas varias y debidas
autorizaciones.

Corresponde al Obispo diocesano, oído el Consejo Diocesano de Asuntos Económicos, fijar cuáles son
los actos de administración extraordinaria para las personas jurídicas públicas que están sujetas a su
autoridad en la administración de los bienes eclesiásticos. Una vez que los ha fijado, los
administradores no pueden realizar válidamente estos actos de administración extraordinaria sin la
autorización escrita del Ordinario del lugar, (es decir, del Obispo diocesano, el Vicario general o el
Vicario episcopal, si tiene potestad en esta materia).

Sin la autorización escrita recién mencionada, los actos de administración extraordinaria realizados
por los párrocos resultan canónicamente inválidos. Esto significa que la Parroquia damnificada por
estos actos no está obligada a responder por ellos, si se han realizado sin la autorización escrita
correspondiente. Llegado el caso a una instancia judicial en el orden civil, la Parroquia podría invocar
su derecho a no responder económicamente por esos actos, y la acción judicial se dirigiría contra el
administrador que los haya realizado, y no contra la Parroquia. Hay que tener en cuenta que la justicia
civil en nuestro país ha reconocido siempre la validez de la legislación canónica y ha actuado en
consecuencia.

En definitiva, fijar los actos de administración extraordinaria para las personas jurídicas públicas
sujetas a la autoridad del Obispo diocesano tiene la finalidad de ayudar a los administradores a
realizar correctamente este aspecto importante de su tarea, que constituyen los actos de
administración extraordinaria. Y como efecto consecuente, defender los intereses de la comunidad
de fieles, de la que el administrador no es más que un servidor.

Es una herramienta de control dada al Obispo, para ordenar la administración de los bienes
eclesiásticos en su Diócesis. Y al mismo tiempo es un instrumento eficaz para dar el apoyo y la
garantía necesaria a los administradores, que pueden encontrarse en determinadas ocasiones ante la

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urgencia de tomar decisiones trascendentes en temas en los que no cuentan personalmente con la
ciencia necesaria.

5. La enajenación de bienes parroquiales

Cuando hablamos de enajenación de bienes eclesiásticos, abarcamos con el sentido canónico de la


expresión no sólo los actos con los que se produce un efectivo traslado de dominio (por venta,
donación, etc.), sino también todos aquellos con los que se produce un riesgo notable de empeorar la
condición económica del titular de los bienes (por ejemplo: una hipoteca o el arrendamiento, que
empeoran la disponibilidad del propietario sobre los bienes, y dificulta su enajenación).

Para enajenar válidamente bienes eclesiásticos que forman parte del patrimonio estable de una
Parroquia que está sujeta a la autoridad del Obispo diocesano, por valores que superan la suma
mínima fijada por la Conferencia episcopal, hace falta la licencia escrita del mismo Obispo diocesano,
que requiere a su vez, para poder dar esa licencia, el consentimiento del Consejo Diocesano de
Asuntos Económicos y del Colegio de Consultores. Por supuesto, también hace falta el
consentimiento del párroco.

Si, en cambio, se trata de la enajenación de bienes eclesiásticos que forman parte del patrimonio
estable de una Parroquia que está sujeta a la autoridad del Obispo diocesano, por valores que
superan la suma máxima fijada por la Conferencia episcopal, o de exvotos donados a la Parroquia, o
de bienes preciosos por razones artísticas o históricas, se requiere, además, la licencia de la Santa
Sede, para poder realizarla válidamente.

Hay otros requisitos necesarios para la licitud de la enajenación de bienes parroquiales, toda vez que
el valor exceda la suma mínima fijada por la Conferencia episcopal. En primer lugar, es necesario que
exista una causa justa, como puede ser una necesidad urgente, una utilidad evidente, motivos de
piedad o de caridad, u otras razones pastorales graves. Además, hay que contar con una tasación del
bien a enajenar, hecha en forma escrita por peritos en la materia.

El Obispo diocesano podrá fijar otros requisitos para la enajenación de los bienes de las Parroquias
que le están sujetas. Y podrá también determinar que se consideren actos de administración
extraordinaria las enajenaciones de bienes eclesiásticos de las Parroquias sujetas a su autoridad, por
valores menores a la suma mínima fijada por la Conferencia episcopal. En ese caso, para realizar
válidamente dichas enajenaciones se requerirá la licencia escrita del Ordinario del lugar.

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V. El Consejo Parroquial de Asuntos Económicos (CPAE).

Normativa: El Código de Derecho Canónico de 1983 establece que toda persona jurídica en la Iglesia
ha de tener su Consejo de Asuntos Económicos o al menos dos consejeros que ayuden al
administrador en el cumplimiento de su función (cfr., canon 1280). Pero en relación con la parroquia,
el canon 537 establece de manera explícita que “en toda parroquia ha de haber un Consejo de
Asuntos Económicos que se rige, además del derecho universal, por las normas que haya establecido
el obispo diocesano, y en el cual los fieles, elegidos según esas normas, prestan su ayuda al párroco
en la administración de los bienes de la parroquia, sin perjuicio de lo que prescribe el c. 532” (que
reserva sólo al párroco la representación legal y la administración de la parroquia).

Obligatoriedad: El CPAE debe, por tanto, existir necesariamente en cada parroquia. A diferencia del
Consejo Pastoral Parroquial, cuya institución es dejada a la valoración del obispo diocesano y del
Consejo Presbiteral (cfr., canon 536 § 1), la constitución del CPAE es una obligación taxativa. Obliga
incluso cuando se trata de una parroquia confiada a un instituto religioso, cuando existen varias
parroquias confiadas a un mismo párroco, cuando son varias parroquias confiadas in solidan a varios
sacerdotes, o cuando se trata de parroquias confiadas a personas que no tienen carácter sacerdotal
(en este último caso, la obligación recae sobre el sacerdote que realiza la moderación de la cura
pastoral).

Constitución: No basta con que el párroco se asesore de dos consejeros que lo ayuden en el ámbito
administrativo: la norma exige que se constituya un verdadero y propio Consejo, el cual -aunque
numéricamente restringido- debe tener una clara normativa y configuración. Para su composición,
sus tareas y la modalidad de su actividad, se debe hacer referencia a las normas específicas dadas por
el obispo para la diócesis.

Relación con el párroco: El canon 537 deja en firme la responsabilidad personal del párroco en cuanto
representante legal y administrador. En consecuencia, el CPAE no sustituye al párroco ni puede ser
considerado un verdadero y propio “consejo de administración” de la parroquia, en el cual todos los
miembros, bajo la guía del presidente, tendrían las mismas obligaciones y derechos. Tampoco
sustituye al párroco en el manejo de las cuentas bancarias o en la titularidad de los bienes, ni al
revisor fiscal u otros entes de control. La función del CPAE es colaborar con el párroco, verdadero y
único administrador de la parroquia, quien no deberá separarse del parecer del CPAE sino por graves
motivos; incluso el obispo puede pedir el parecer favorable del CPAE como previa condición para
emanar las varias autorizaciones canónicas de las que el párroco requiere para realizar actos de
administración extraordinaria relativos a la parroquia (cfr., canon 127 § 2).

Naturaleza consultiva: Para comprender la función consultiva del CPAE, es necesario reiterar que la
parroquia es una comunidad de fieles y no una asociación o sociedad de personas. En efecto, en
cuanto comunidad, la parroquia no es una persona jurídica colegial en la cual tiene relevancia jurídica
la voluntad de los asociados o de los miembros individuales (así sea mediante la elección de los
propios representantes); es más bien una persona jurídica no colegial (cfr., canon 115 § 2), en la que de
manera diversa a una asociación o a un instituto religioso, se es miembro, no por propia designación,
sino por el sólo hecho de ser bautizado y en comunión con la Iglesia Católica, por estar activamente
vinculado en una comunidad parroquial, y donde el párroco, pastor propio de toda la comunidad y
garante de la comunión con el obispo, tiene la responsabilidad última también en el campo
administrativo.

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En las asociaciones de fieles de estructura comunitaria y no asociativa, no sólo no conviene que el
Consejo tenga funciones deliberativas, sino que es más coherente que tenga una función consultiva.
Los miembros del CPAE tienen una función de ayuda, de apoyo, de corresponsabilidad, pero no
administran los bienes parroquiales. La búsqueda del bien común se realiza en el CPAE a través de
una comunión de pensamiento que integra los pareceres de los miembros y de la cual emerge la
solución idónea, y no a través del cómputo numérico de votos.

Dimensión pastoral: Por otra parte, la función consultiva del CPAE no puede reducirse a la de una
comisión técnica colateral encargada de expresar el parecer sobre una cuestión limitada al aspecto
técnico. El CPAE tiene una competencia a la vez técnica y pastoral, dado su carácter eclesial, pero no
puede reducirse a ser una simple comisión del Consejo Pastoral. Sus miembros deben ser escogidos
en razón de su competencia, en analogía a lo establecido para el Consejo de Asuntos Económicos de
la diócesis (cfr., c. 492 § 1). Se trata sobre todo de fieles (christifideles), llamados a un servicio que
debe ser prestado no sólo con base en principios de orden puramente técnicos y económicos, sino
fundamentalmente con base en principios específicamente eclesiales, el primero de los cuales es el
de los fines propios de los bienes temporales de la Iglesia.

Funciones: Los miembros del CPAE participan en las acciones del párroco: consideran las cuestiones
en todos sus aspectos técnicos y pastorales según la concreta situación de la parroquia, y velan por la
realización de inventarios actualizados, de contabilidades transparentes y de contratos legales y
justos. El CPAE debe garantizar que anualmente se presente al Consejo de Pastoral y/o al obispo
diocesano o al ordinario del lugar una relación de cuentas y un presupuesto anual, que se informe a la
comunidad parroquial sobre la utilización de las ofertas recibidas de los fieles, que se indiquen
también las oportunas iniciativas pastorales para el incremento de las fuentes necesarias para la
realización de las actividades pastorales. En síntesis, el CPAE aconseja al párroco en los asuntos más
significativos de la administración, tanto ordinaria como extraordinaria de la parroquia, y guía y
programa todas las actividades económicas de la comunidad.

Relación con el Consejo Pastoral: El CPAE debe tener una constructiva relación tanto con el Consejo
Pastoral Parroquial como con toda la comunidad parroquial; ciertamente los dos consejos tienen
funciones diversas, pero deben mantener una clara relación. En particular, el CPAE no puede
prescindir de las indicaciones de carácter pastoral dadas por el Consejo Pastoral Parroquial, sobre
todo, en las decisiones económicas de mayor importancia y de implicaciones globales (por
ejemplo, la construcción de nuevas estructuras parroquiales, o el inicio de nuevas actividades
económicas); el Consejo Pastoral, a su vez, no puede ignorar la realidad económica de la
parroquia, sino debe tenerla en cuenta, y comprometerse concretamente a través de un trabajo de
sensibilización sobre la corresponsabilidad de toda la comunidad parroquial; el CPAE está al servicio
de esta última y a ella debe rendir cuentas, en particular, de la utilización de las ofertas, según lo
establecido por la normativa diocesana (cfr., canon 1287§ 2).

Composición: El CPAE está compuesto además por los miembros de derecho -es decir, el párroco y los
vicarios parroquiales-, de por al menos tres fieles (laicos, religiosos, presbíteros o diáconos) de
adecuada competencia técnica y pastoral, nombrados por el párroco después de escuchar el parecer
del Consejo Pastoral y por otros estamentos representativos de la comunidad parroquial.

Requisitos: Pueden ser miembros del CPAE los fieles cristianos adultos en la fe y mayores de edad,
domiciliados en la parroquia o comprometidos en ella de manera estable. Los miembros del Consejo

16
deben distinguirse por su integridad moral, por estar activamente insertos en la vida parroquial, por
su capacidad de valorar las opciones económicas con espíritu eclesial y con competencia profesional;
no pueden ser consanguíneos o afines del párroco hasta el cuarto grado de línea colateral, ni tener
relaciones económicas o contractuales con la parroquia, ni realizar cargos incompatibles con su
oficio. Quien pertenece al CPAE no debe recibir ninguna retribución económica por el simple hecho
de pertenecer a él. En cuanto sea posible, en el CPAE deben estar personas competentes y formadas
en los campos legal, contable y administrativo, pero, ante todo, que sean creyentes comprometidos y
que orienten la gestión de los recursos a la realización de la misión evangelizadora de la Iglesia.

Funcionamiento: El CPAE constituido para un período estable y determinado (uno a tres años), debe
reunirse periódicamente en las fechas previamente establecidas, aunque puede ser convocado con
anticipación para reuniones extraordinarias. Presidido por el párroco, debe contar con una
secretaría, a la cual corresponderá realizar, firmar y hacer firmar las actas, que serán leídas al inicio de
cada sesión, organizadas y archivadas posteriormente en el Libro de Actas de la parroquia.

Cesación: Los miembros del CPAE tienen el deber y el derecho de intervenir en todas las sesiones. La
pertenencia cesa por expiración del tiempo para el cual el miembro fue nombrado, por renuncia
voluntaria presentada por escrito, motivada y aceptada, o cuando por ausencias sistemáticas
injustificadas o por graves motivos, el párroco se ve en la necesidad de agradecer y dar por terminado
este servicio; en estos dos últimos casos, el párroco deberá nombrar su sustituto lo antes posible. El
CPAE no cesa con el nombramiento de un nuevo párroco, salvo indicaciones diversas dadas por el
ordinario del lugar.

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VI. Estructura del Consejo Parroquial de Asuntos Económicos.

Estructura del Consejo Parroquial de Asuntos Económicos


CPAE

Presidente
Pbro. Diego Pallares Contreras

Ecónomo
Claudia González Figueroa

Secretaria
Mónica Casas Domínguez

Tesorero Administrador Consejero 1 Consejero 2 Consejero 3


Ignacio Andrés Cruz Rivera David Ortiz García Rosa Isela Enciso Lagunas MAría del Rosario SánchezEsquivel Jorge Arturo Rodríguez Cháviez

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VII. Logotipo.

19
VIII. Estatutos.

I.- NATURALEZA Y FINES DEL CONSEJO

Art. 1.- El Consejo Parroquial de Asuntos Económicos es un organismo eclesial por el que un grupo de
fieles presta su ayuda a los Párrocos en la administración de los bienes de la parroquia, sin perjuicio
de lo que prescribe el canon 532 (cfr. can. 537).

Art. 2.- El Consejo Parroquial de Asuntos Económicos es un organismo permanente, consultivo y al


servicio de la comunidad parroquial:

a) Permanente: compuesto por miembros estables durante el plazo que establezcan los estatutos.

b) Consultivo: en cuanto que es un órgano asesor del Párroco en el ejercicio de su competencia en la


administración de los bienes de la parroquia.

c) Al servicio de la comunidad parroquial: en el aspecto económico y de administración de los bienes.

Art. 3.- El Consejo se rige por el derecho universal, por los presentes estatutos y por lo que establezca
el Párroco y el Obispo diocesano.

Art. 4.- La finalidad del Consejo Parroquial de Asuntos Económicos es aconsejar al Párroco en todo lo
referente a la economía de la parroquia.

II.- FUNCIONES DEL CONSEJO

Art. 5.- Es competencia del Consejo Parroquial de Asuntos Económicos ayudar al Párroco a:

a) Formar eficazmente la conciencia de los fieles acerca de su deber de ayudar a la Iglesia en sus
necesidades, de modo que disponga de lo necesario para el culto divino, las obras apostólicas y de
caridad y el conveniente sustento de sus ministros (cfr. can. 222 § 1 y 1261 § 2).

b) Procurar que se confeccionen y presenten los presupuestos al comienzo del año y el balance de
administración al final del mismo.

c) Llevar diligente y ordenadamente la contabilidad parroquial de los bienes que administre.

d) Confeccionar y tener al día el inventario de los bienes muebles e inmuebles de la parroquia.

e) Cuidar de la conservación y rendimiento del patrimonio de la parroquia, teniendo en cuenta las


normas canónicas y la legislación diocesana vigente en lo referente a la obligada consulta previa o
autorización cuando se trata de gastos extraordinarios, enajenaciones o actos de administración
extraordinaria.

f) Optimizar los recursos ordinarios y extraordinarios de la parroquia, de acuerdo con las normas
diocesanas.

g) Buscar el asesoramiento en cuestiones económicas, fiscales y laborales que puedan afectar a la


economía de la parroquia.

h) Presentar a los fieles del modo más conveniente el informe económico.

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i) Prestar especial atención y colaboración en la realización de las obras necesarias en el templo y
demás edificios de la parroquia.

j) Gestionar cualquier otro asunto que tenga connotaciones con la economía o administración
parroquial.

k) Revisar los inventarios de entrega del Párroco anterior y cotejar físicamente lo entregado.

l) En caso de detectar falta de artículos en el inventario entregado conforme a lo que los integrantes
del CPAE conocen que debería estar o conforme a lo que los fieles hayan donado y no esté registrado;
el CPAE solicitará por las vías necesarias un informe al Párroco que entregó el motivo por el cual no
coinciden los inventarios.

III.- DE LOS MIEMBROS DEL CONSEJO

Art. 6.- El Consejo Parroquial de Asuntos Económicos bajo la presidencia del Párroco o del Moderador
del equipo sacerdotal estará constituido además por:

a) Un Ecónomo, elegido por el Párroco.

b) Por fieles cristianos de la parroquia, en número no inferior a cuatro y como máximo ocho, que
gocen de buena fama y de probada integridad, expertos, si es posible, en temas económicos y
jurídicos.

Art. 7.- Los miembros del Consejo Parroquial de Asuntos Económicos serán designados por el
Párroco, propuestos, en la medida de lo posible, por el Consejo Parroquial de Pastoral o por la
Asamblea parroquial.

Art. 8.- Son derechos y deberes de los miembros del Consejo Parroquial de Asuntos Económicos:

a) Asistir a todas las reuniones del CPAE, a no ser que se lo impidan causas graves, lo que han de
comunicar al secretario del mismo.

b) Tener conocimiento de la situación económica de la parroquia y ser informado de sus movimientos


económicos más relevantes.

c) Participar con voz y voto en las reuniones.

d) Estudiar el orden del día y desarrollar las actividades que se les encomienden.

e) Manifestar, de acuerdo con el can. 127 § 3, sinceramente su opinión, y también, si lo pide la


gravedad de la materia, guardar cuidadosamente secreto.

Art. 9.- Los seglares pertenecientes al CPAE formarán parte del mismo por un período de tres años.
Cumplido el primer período se renovará la mitad de los miembros. Después, cada año y medio, se
renovará la otra mitad. Cada miembro podrá ser designado solamente por dos trienios sucesivos.

Art. 10.- Un miembro puede presentar su renuncia por causa justa, que valorará el Párroco, quien la
aceptará si procede.

Art. 11.- El Párroco, consultados los demás miembros, puede cesar a uno de ellos por causa grave. Se
considera como tal el incumplimiento voluntario y reincidente de estos estatutos.

21
IV.- ÓRGANOS DEL CONSEJO

Art. 12.- Son órganos unipersonales del CPAE: el Presidente Ordinario, el ecónomo y el secretario. El
presidente es el Párroco o la persona a la que se hace referencia en el artículo 6, a quien por derecho
corresponde cuidar y administrar los bienes parroquiales (cfr. can. 532). El Ecónomo es elegido por el
Párroco, el secretario es elegido en el pleno del CPAE por votación secreta.

12.1.- Corresponde al presidente:

a) Presidir las reuniones mensuales y velar por el cumplimiento de los acuerdos que se adopten en el
CPAE.

b) Reunirse con el Consejo Parroquial de Asuntos Económicos, para orar, estudiar, reflexionar y dar
cuenta de su labor que ataña al CPAE.

c) Dirigir la búsqueda de las fuentes de recursos, poniendo especial énfasis en colectas, como
ingresos principales de la parroquia.

d) Hacer tomar conciencia a todos los fieles que el principal recurso financiero de la parroquia es el
signo visible del “ser Iglesia”.

e) Velar por el reemplazo oportuno de los miembros que cesen en sus funciones.

f) Mantener los contactos con los organismos diocesanos correspondientes (Consejo Económico
Diocesano – Administración de Bienes) y con el Obispo Diocesano, Vicario General, Administrador de
Bienes.

12.2.- Corresponde al Ecónomo:

a) Representar y coordinar las labores del CPAE ante los demás organismos parroquiales, decanales y
diocesanos, en particular, ante el Consejo Pastoral Parroquial.

b) Coordinar la búsqueda de las fuentes y formas de financiamiento parroquial.

c) Preparar las reuniones del CPAE junto al párroco y velar por el cumplimiento de los acuerdos que se
hayan adoptado.

12.3.- Corresponde al secretario:

a) Cursar las citaciones y preparar todo lo necesario para las reuniones.

b) Enviar acuerdos y otras comunicaciones.

c) Levantar, redactar y firmar el acta de las sesiones.

d) Conservar el Libro de Actas y toda la documentación que pase por el CPAE.

e) Citar a los miembros del CPAE

12.4.- Corresponde al Tesorero:

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a) Mantener al día la contabilidad parroquial y velar por el cumplimiento de los procedimientos y
normas administrativas fijadas por el CPAE.

b) Elaborar y proponer al CPAE, para su aprobación, el presupuesto del año.

c) Conocer los procedimientos de la formulación y control presupuestario.

d) Elaborar los balances parroquiales y disponer la información para conocimiento de la comunidad.

e) Velar por el cumplimiento de los compromisos económicos contraídos y la legalidad


correspondiente.

12.5.- Corresponde al Administrador

a) Mantener actualizados los archivos con los documentos correspondientes

b) Mantener estrecho contacto con las diferentes dependencias y autoridades correspondientes

c) Mantener a salvo de cualquier embargo los bienes muebles e inmuebles

d) Definir las estrategias necesarias para la mejor administración de los recursos de la Parroquia

e) Velar por el cumplimiento de las normas y procedimientos de la recaudación

f) Confeccionar los informes de rendición de cuentas y remitir la información a las dependencias


necesarias, tanto civiles como eclesiásticas

g) Mantener actualizados los inventarios correspondientes

Art. 13.- Es órgano colegial del CPAE el Pleno que, presidido por el Párroco o la persona a la que se
hace referencia en el art. 6, está constituido por todos los miembros del CPAE

Art. 14.- El CPAE queda válidamente constituido cuando ha precedido la citación oportuna y los
miembros asistentes, presididos por el párroco o su equivalente, superen la mitad de los
componentes del CPAE.

Art. 15.- Sus competencias son las que se expresan en el capítulo II de estos Estatutos como propias
del CPAE.

Art. 16.- El CPAE se reunirá en sesión ordinaria al menos seis veces al año y siempre que lo estime
oportuno el Párroco o lo soliciten la mayoría de sus miembros.

Art. 17.- Tras las deliberaciones del CPAE, podrán ser sometidas a votación aquellas propuestas
concretas, que estén así establecidas en el orden del día, o si así lo determina el presidente.

Art. 18.- Las votaciones serán públicas, a no ser que, en algún caso determinado, el CPAE determine
que sean secretas. En ambos casos se procederá conforme a derecho (cfr. can. 119)

Art. 19.- Se considera aprobada una propuesta cuando reciba el voto afirmativo de la mayoría
absoluta de los presentes.

Art. 20.- El Pleno designará a uno de sus miembros para que, previa ratificación por el presidente, sea
su representante en el Consejo Parroquial de Pastoral.

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V.- DURACIÓN DEL CONSEJO PARROQUIAL DE ASUNTOS ECONOMICOS

Art. 21.- El CPAE No cesa en el cumplimiento de sus funciones cuando el nuevo Párroco tome posesión
de la parroquia, solamente y mediante autorización del Obispo. El nuevo Párroco podrá presentar un
nuevo CPAE en el plazo máximo de tres meses.

Art. 22.- El CPAE podrá ser disuelto por el Párroco cuando graves razones pastorales lo aconsejen,
dando cuenta de ello al Obispo diocesano.

VI.- GESTION ADMINISTRATIVA

Art. 23.- La gestión administrativa de la parroquia corresponde al año civil: del 1er de enero al 31 de
diciembre de cada año.

A más tardar el 31 de enero de cada año, el párroco dará a conocer al Consejo Parroquial de Pastoral y
enviará al Obispo, el balance de la gestión anterior y el presupuesto del año en curso, debidamente
aprobado y firmado por los miembros del CPAE.

VII.- REUNIONES

Art. 24.- Deberán realizarse de forma bimestral, en día y hora fija (por ejemplo, primer viernes del mes
de 19:30 a 21:30 hrs. –no más de dos horas), levantando el acta con asistentes, acuerdos,
compromisos y plazos de cumplimiento.

Se recomienda realizar una calendarización anual de dichas reuniones. El secretario las recordará
oportunamente.

En caso de reunión extraordinaria, será convocada por el Párroco a iniciativa propia o a iniciativa de
tres de los cinco integrantes del CPAE.

ART. 25.- La estructura general de las reuniones será la siguiente:

a) Oración de apertura.

b) Revisión y firma acta reunión anterior.

c) Presentación informe contable del bimestre anterior, comparando con presupuesto.

d) Diálogo informe contable.

e) Autorización de gastos.

f) Temas extraordinarios – varios.

g) Oración de cierre.

VIII.- ALGUNOS PROCEDIMIENTOS PRACTICOS DEL CPAE

1. Al asumir, el nuevo párroco dará su conformidad al Inventario y Balance Económico de la parroquia


que le presentará el CPAE ante la presencia del Obispo o su representante, registrando su firma en los

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libros de actas del CPAE y en el libro de ingresos y egresos económicos, haciéndose responsable,
desde ese momento, de la custodia y administración de los bienes parroquiales.

2. El párroco puede remover a los miembros del CPAE por razones justas, las que deberá comunicar,
antes de ejecutar su decisión, él (o a los) que vaya a remover y a los demás miembros del CPAE,
razones que quedarán registradas en el libro de actas del CPAE.

3. El nombramiento dura tres años al cabo de los cuales el CPAE se renovará al menos en dos de sus
integrantes, pudiendo ser designado sólo por un período más.

4. El párroco consultará al CPAE en todo lo que se refiere a la administración económica, de la


parroquia y, aunque no está obligado estrictamente a seguir su parecer, lo tendrá en cuenta y no
actuará habitualmente contra la opinión de la mayoría.

5. El párroco cuando someta a deliberación un determinado asunto, se abstendrá de votar.

6. Los acuerdos del CPAE son válidos cuando, asistiendo la mayoría de sus miembros, se adoptan por
más de la mitad de los presentes y, además, se ajusten a las normas universales y particulares
vigentes.

Los consejeros están obligados a manifestar sinceramente su opinión y, si lo pide la gravedad de la


materia, a guardar cuidadosamente secreto, obligación que el párroco debe urgir (c. 127).

7. Puede invitarse a las reuniones a distintos expertos, con la finalidad de ilustrar e informar a los
miembros del CPAE respecto de determinados temas de modo que sus decisiones sean debidamente
informadas, pero - obviamente– éstos no tienen derecho a voto.

8. En las deliberaciones del CPAE se ha de tener presente que la administración económica está al
servicio de la tarea evangelizadora de la Iglesia y, por lo tanto, ha de tener en cuenta los acuerdos del
Obispo y el proyecto pastoral parroquial y las actividades que requieren financiamiento.

9. El miembro del CPAE que dejara de asistir sin aviso previo a tres reuniones ordinarias consecutivas,
se considerará que ha renunciado, ante lo cual, el párroco procederá a conversar con él, y
posteriormente, si fuese necesario elegirá un nuevo miembro en un plazo máximo de tres meses.

10. El ecónomo del CPAE será parte integrante del Consejo Pastoral Parroquial. Allí representará al
CPAE y será el nexo entre el Consejo Pastoral Parroquial y el CPAE.

11. En caso de alguna dificultad que ponga en riesgo el patrimonio de la Parroquia el CPAE recurrirá en
consulta a la Administración de Bienes del Obispado y / o al Vicario General, exponiendo por escrito
las razones de la consulta.

12. La contratación del personal que trabaje en la parroquia la realizará el párroco oído el CPAE,
debiendo quedar registro de los consejos dados al párroco en el libro de acta del CPAE. Toda persona
que preste servicios laborales estables (remunerados o no) a la parroquia debe contar con el contrato
laboral pertinente o declaración de trabajo voluntario ante notario.

13. Para eventuales transacciones que comprometan el patrimonio de la parroquia, y de acuerdo a lo


establecido en la Legislación, tanto el párroco como el CPAE sólo pueden actuar con la aprobación
del Obispo y su Consejo Económico Diocesano.

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14. La parroquia debe tener una cuenta corriente para manejar sus recursos. A esta cuenta corriente
(la de la parroquia) deben ir absolutamente todos los ingresos que genere la parroquia para el fin
definido en cuanto a la administración se refiere por parte del CPAE, los que deben ser respaldados
con la boleta de depósito correspondiente.

En caso de parroquias con cementerio debe contar con una cuenta corriente independiente para ello.

15. Los gastos que realiza la parroquia se realizan por:

a) Caja Chica: Llamamos así a una cantidad fija de dinero, por la que el párroco hace un recibo que es
cobrado y con ese dinero en efectivo deben cubrirse los gastos diarios y menores de la parroquia.

Todos estos gastos deben quedar acreditados por boletas o comprobantes de egreso.

b) Por transferencia: El resto de los gastos deben realizarse directamente a través de transferencia
(luz, gas, teléfono, predio, etc.). Debe registrarse el uso que se dio a cada uno de los movimientos y
traspasarlo al programa contable que se instalará en la parroquia.

16. La cuenta bancaria es administrada por el Ecónomo o Tesorero. El ideal es que la cuenta corriente
sea firmada por el Ecónomo y/o el Tesorero del CPAE. Ello da un mayor sentido de corresponsabilidad
y transparencia. Debe evitarse absolutamente realizar depósitos de dineros personales del párroco y
de los miembros del CPAE en la cuenta corriente de la parroquia.

17. Los “Estatutos del CPAE” y “Algunos procedimientos prácticos”, son “ad experimentum” por dos
años. En este período se irán acogiendo sugerencias para su perfeccionamiento, teniendo en cuenta
el criterio de la transparencia, la objetividad y la real participación de los laicos, valores fuertemente
destacados en todo el proceso.

26
IX. Acta del Consejo Parroquial de Asuntos Económicos.

ACTA DE REUNIÓN DE TRABAJO


Grupo: Acta No.: 000 /2017
Citada por: PBRO. DIEGO PALLARES Fecha:
Coordinador: Hora inicio: Fin:
Secretario: MÓNICA CASAS Lugar: OFICINA PARROQUIAL

PARTICIPANTES
No. Nombre Cargo

1
2

3
4

5
6

PUNTOS A TRATAR

1
2

3
4

5
6

DESARROLLO DE LA REUNIÓN

27
ACUERDOS

OBSERVACIONES

(Puntos relevantes para actuar de inmediato)

28
ACCIONES

Período de
No Tarea Responsable Observaciones
cumplimiento

1
2
3
4
5
6

FIRMA DE LOS PARTICIPANTES


No. Nombre Cargo Firma

1 Pbro. Diego Pallares Presidente


2 Presidente del
Claudia González
Consejo
3 Mónica Casas Secretaria
4 David Ortiz Administrador
5 Ignacio Cruz Tesorero
6 Rosario Sánchez Consejero
7 Isela Enciso Consejero

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X. Conclusiones.

El Código de Derecho Canónico de la Iglesia Católica, en el canon 537 establece, “En toda parroquia
ha de haber un Consejo de Asuntos Económicos que se rige, además del derecho universal, por las
normas que haya establecido el Obispo Diocesano, y en el cual los fieles elegidos, según esas normas
prestan su ayuda al párroco en la administración de los bienes de la parroquia, sin perjuicio de lo que
estableces el canon 532.”

Para el cumplimiento de los mismos el Pbro. Diego Pallares Contreras, de la Misión Pastoral de
Nuestra Señora de Guadalupe, en Granjas Guadalupe en Nicolás Romero, Estado de México, con
fecha 19 de agosto del 2017, dictó el decreto de Creación del Consejo Parroquial de Asuntos
Económicos, se elaboró acta por el presidente y cada uno de los que fueron invitados a formar parte
del mismo.

Ante tales iniciativas, creo oportuno felicitar al Pbro. Diego Pallares Contreras y elevo una oración al
cielo para que su creación y funcionamiento se cumplan lo más pronto posible, con la alta
responsabilidad de los integrantes, y por la colaboración espontánea y consulta que cumplirán los
miembros escogidos de acuerdo con las normas. Los laicos comprometidos que se conviertan en
consejeros parroquiales deben entender que la tarea ha de cumplirse con dedicación, amor a Dios y
su Iglesia, que antes de aceptar tal función, pensar que el compromiso ha de ser real y sincero y sacar
el espacio en la planificación de su tiempo para estar presente al llamado oportuno que nos haga el
sacerdote.

Ese trabajo pastoral contará además con el respaldo de toda la feligresía parroquial, que juntos con
las decisiones del consejo permitirá que la parroquia sea comunidad de comunidades, y deje de ser
simple administrado de sacramentos y realización de cultos, para volcarse hacia afuera, tal como fue
recomendado en el Documento de Aparecida por el Santo Padre Benedicto XVI en la V Conferencia
del Episcopado Latinoamericano.

Un Consejo Parroquial que 4 veces o más, cada año planifique y programe tareas pastorales y haga
evaluación de las mismas. Que tenga un comité Ejecutivo o Comisión permanente con reuniones
mensuales para que evalúen, fomente y estimule las actividades de las diferentes comisiones que
sean creadas, dando la debida información al Sacerdote parroquial para su aprobación.

Un Consejo Económico Parroquial que tiene la responsabilidad de estar en plena comunión con su
presidente el Párroco, con su debida organización, nombrará las comisiones necesarias. Elaborará el
presupuesto y plan económico de la parroquia y trabajará duro para lograr los mayores recursos
económicos que sean necesarios; trabajar en los inventarios y las actividades de caridad cristiana
dirigida especialmente a los marginados y necesitados de la comunidad.

Como dijo el Papa Francisco: “Hay que estar atentos para asegurar que los bienes eclesiásticos se
administren con precaución y transparencia, para que sean protegidos y preservados, incluso con la
ayuda de laicos competentes y de confianza”.

Siendo sabia la Iglesia para tomar sus decisiones, y contando con el Espíritu Santo, con seguridad que
las mismas tendrán éxito. Como laico comprometido ofrezco a mi parroquia y a mi Diócesis, a sus
autoridades y a los Consejos parroquiales mi mayor apoyo.

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XI. Bibliografía

DERECHO CANÓNICO

EZZATI ANDRELLO, Ricard, [2012], La Administración Económica de la Parroquia al Servicio de la


Pastoral.

GARRIDO CASAL, Amador, [2011], Administración eclesiástica.

JIMENEZ FERMIN, Francisc, [2011], Léalo y Reflexione.

PÉREZ, María de los Ángeles, [2011], Normas para la Administración de las Parroquias.

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