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ME LLAMO... = revolucionado el saber del siglo xx Lluis Cugota Gustavo Roldan Parramon Proyecto y realizacién Parramén Ediciones, S.A. Direccién editorial Lluis Borras Ayudante de edicién Cristina Vilella Texto Lluis Cugota llustraciones Gustavo Roldan Disefio gréfico y maquetacién Zink Comunicacié S.L. Direccién de produccién Rafael Marfil Produccién Manel Sanchez Quinta edicién: junio 2008 Albert Einstein ISBN: 978-84-342-2603-6 Depésito Legal: B-23.654-2008 Impreso en Espafia © Parramén Ediciones, S.A. - 2004 Ronda de Sant Pere, 5, 4* planta 08010 Barcelona (Espafia) Empresa del Grupo Editorial Norma de América Latina www. parramon.com Prohibida la reproduccién total o parcial de esta obra mediante cualquier recurso o procedimiento, comprendidos la impresién, la reprografia, el microfilm, el tratamiento informético, 0 cualquier otro sistema, sin permiso escrito de la editorial Hola... Siempre me agobié la popularidad. Me consideraba una persona tranquila, amante de su trabajo y de la paz mundial, y nunca me acostumbré a la avalancha de los periodistas, a los flases de sus camaras o al montén de preguntas planteadas sobre mi vida privada, que por supuesto nunca contestaba. Tanto me abrumaba la prensa que en una ocasi6n no vi otra salida que sacarles la lengua para mostrarles mi disgusto. Y luego, jmira por dénde!, aquella fotografia fue una de las mas célebres de la historia. Muchas veces me preguntaron cémo inventaba mis teorias, de dénde sacaba las ideas y cémo me las ingeniaba para simplificar las cosas mas complicadas. La respuesta es simple. Siempre he dicho que hay que intentar las cosas noventa y nueve veces para tener éxito a la que hace cien. Nunca me crei superior a nadie y es evidente que no soy el hombre mas inteligente del mundo, como han apuntado algunos. Eso si, siempre he trabajado con tesdn, movido por la curiosidad y el deseo de saber. Tengo una cierta tendencia a formularme preguntas y cuando una cosa me ronda por la cabeza, necesito verla clara, comprender cémo funciona. No tengo ambiciones materiales y no quiero honores ni fama. Pero estoy convencido de que cada uno de nosotros puede aportar su granito de arena a favor del conocimiento y del bienestar de la Humanidad. Yo lo intenté durante 76 afios, 1 mes y 4 dias... Y, a veces, tengo la ilusién de haberlo conseguido. 18 / Me Llano... Aquel octubre de 1902, muriéd mi padre. Creo que fue la primera vez que lloré. Con otros dos amigos, fundamos la Academia Olimpia, cuyos objetivos eran discutir sobre filosofia y cuestiones importantes. Nos encontrabamos una vez por semana y nos lo pasabamos muy bien hablando un poco de todo. Los ratos libres que tenia en la oficina de patentes los dedicaba a estudiar y a pensar. Pero tenia que esconder los libros y los apuntes cuando se acercaba alguien, una situacion que era bastante engorrosa. En 1903, Mileva y yo nos casamos. Viviamos en la parte antigua de la ciudad, cerca de la Torre del Reloj. Berna es una ciudad muy agradable. Al afio siguiente, nacié nuestro hijo Hans Albert. Mientras tanto seguia escribiendo y, en 1904, envié varios trabajos a la revista Anales de Fisica, tres de ellos sobre termodinamica. 1-9-0-5, cuatro ef un nomero magico Tengo que reconocer que 1905 fue mi afio de gracia. Estudié y escribi bastante, y tuve la fortuna de que me publicaran cuatro articulos en la revista que dirigia Max Planck, un fisico muy conocido. En marzo, envié a Anales de Fisica un articulo sobre la luz; en concreto, sobre el efecto fotoeléctrico y los cuantos de Juz, que luego se denominarian fotones. El efecto fotoeléctrico consiste en la emisién de electrones por parte de un metal cuando sobre él se hace incidir un rayo de luz. Este efecto confirmaba mi teoria que establecia que la luz, aunque se comportara como una onda, estaba formada por unos pequefios corpusculos de energia o cuantos. Era una afirmacion atrevida para aquel entonces. Pero luego, cuando fue comprobada, muchos colegas me propusieron como el wa L fundador de la teoria . cuantica. No era para tanto; Ss - pero gracias a este articulo, afos después me concederian el premio Nobel de Fisica. El segundo articulo, enviado en mayo a la misma revista, se referia al movimiento browniano, que no es otra cosa que el movimiento desordenado e incesante de pequefias particulas sobre la superficie de los liquidos. Se Ilamaba asf en honor a un naturalista escocés de mediados del siglo xix, Robert Brown, a quien le hab/a llamado la atencién el movimiento incontrolado de los granos de polen sobre las aguas de un estanque. todas ellas formaran el espacio-tiempo, dibujando una complicada figura geométrica en que las rectas se curvan por el efecto de la gravedad. La gravedad, entonces, ya no era una fuerza de atracci6n entre dos cuerpos, sino una propiedad del espacio-tiempo. El espacio- tiempo estaba regulado por diez ecuaciones, bastante complicadas todas ellas. El conjunto de estas ideas permitié crear una base firme sobre la que sustentar el estudio del cosmos, lo que seria la futura nueva ciencia de la cosmologia. Albert Einstein / 35 EL eclipse, el Fulyor de la fama y Elsa En 1919, el destino volvié a sonreirme. Un eclipse de Sol me aporté fama mundial y una gran satisfaccién personal. Por fin, algunas de mis teorias iban a ser comprobadas en la practica y no solamente con unos garabatos sobre el papel. Resulté que Arthur Eddington, el famoso astrénomo britanico, se sintié fascinado por mis teorias sobre la curvatura del espacio-tiempo. Y estaba decidido a comprobarlas durante el eclipse de Sol de aquel afio. Para ello, organiz6 dos expediciones cientificas con el fin de tomar una buena coleccién de fotografias. La teorja de la relatividad general predecia un desplazamiento de las estrellas mas préximas al Sol durante la etapa del oscurecimiento del eclipse. Las mediciones de Eddington confirmaron estas previsiones. Nunca me habia alegrado tanto por un eclipse. Y esa alegria parecia invadir también toda la prensa inglesa, que publicé el acontecimiento con grandes titulares. El resto del mundo siguié la senda marcada por los periodistas britanicos. Todos los periddicos se interesaban por mi vida y por mi trabajo. En el transcurso de un afo, apareci en multitud de ™ medios, si bien practicamente ninguno explicaba con coherencia mis teorias, que resultaban incomprensibles. para la mayoria. A pesar de ello, me Ilovian las invitaciones para impartir seminarios y dar conferencias. “. Durante los dos afios que estuvo alli, nos vimos a menudo. Escribimos juntos algunos comunicados contra el nazismo y dimos conferencias a favor de la paz y contra la intolerancia. No obstante, Hitler seguia en sus trece. Ya se habia aduefiado de Checoslovaquia y estaba preparando la invasién de Polonia. Las cosas pintaban cada vez peor. Pero en 1939, mi hermana dejo a su marido, el pintor Paul Winteler, y tuve una gran alegria al saber que venia a vivir con nosotros. Mi Forevla mas célebre y la bomba mas mortifera Después de los trabajos del italiano Enrico Fermi, que investigé qué sucedia cuando se bombardeaban nutcleos de uranio con neutrones, y de las experiencias de los alemanes Otto Hahn y Fritz Strassmann, que descubrieron la fisidn nuclear al desintegrar un ndcleo de uranio con una pérdida de una parte Albert Einstein / 51 de su masa transformada en energia, de acuerdo con mi célebre formula E = mc’, Bohr especulé con la posibilidad de provocar una reaccion controlada para producir una gran cantidad de energia. La carrera para conseguir la bomba atémica habia comenzado. Entonces, unos viejos amigos vinieron a casa y me explicaron qué sucederia si los nazis lograban la bomba atémica antes que los americanos. Tanto insistieron que, el 2 de agosto de 1939, enviamos una carta al presidente Franklin Roosevelt en la que le sugeriamos el uso de la energia nuclear y la construcci6n de grandes bombas atémicas antes de que lo hicieran los nazis. Firmé aquella carta, porque estaba indignado con lo que sucedia en Alemania y en Europa. Siempre habia sido un pacifista convencido, pero ahora defendia el uso de la fuerza. No sé si el presidente Ileg6 a leer aquel manuscrito, pero a mi la historia me consideraria injustamente el “padre” de la bomba atémica. Muy pronto, quedé al margen de aquellas investigaciones atomicas, que se denominaron proyecto Manhattan, y siempre me dolié y critiqué el uso de la energia atémica con fines militares. Me llamo... Albert Einstein www.parramon.com

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