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Módulo 17 Profesor: Enric Benito Oliver

LA ESPIRITUALIDAD. COMPETENCIA ESPIRITUAL APLICADA A


LA ONCOLOGÍA Y LOS CUIDADOS PALIATIVOS
MÁSTER EN PSICOONCOLOGIA Y ASPECTOS PSICOLOGICOS EN CUIDADOS PALIATIVOS

MÓDULO 17: LA ESPIRITUALIDAD. COMPETENCIA ESPIRITUAL APLICADA A LA ONCOLOGÍA Y LOS CUIDADOS PALIATIVOS
Contenido
1 INTRODUCCIÓN...................................................................................................................3
2 ESPIRITUALIDAD COMO UNIVERSAL HUMANO. ESPIRITUALIDAD VERSUS
RELIGIÓN. ....................................................................................................................................5
3 LA EXPERIENCIA ESPIRITUAL ...........................................................................................6
4 EL DESPERTAR ESPIRITUAL .............................................................................................7
5 DEFINICIONES DE ESPIRITUALIDAD ..............................................................................10
6 ESPIRITUALIDAD Y RELIGIÓN .........................................................................................11
7 ENFERMEDAD, PERDIDAS, SUFRIMIENTO COMO OPORTUNIDAD DE
TRASCENDENCIA Y SANACIÓN: LA ESPIRITUALIDAD EN CLÍNICA: ...................................14
8 UN MODELO PARA NUESTRO ENTORNO CULTURAL: LA PROPUESTA DEL GRUPO
DE ESPIRITUALIDAD SECPAL (GES) ......................................................................................17
9 EL ITINERARIO DE LA PERSONA EN EL PROCESO DE ENFERMEDAD CRÓNICA
AVANZADA E INCURABLE. CAOS, ACEPTACIÓN Y TRASCENDENCIA. ..............................18
10 EL MORIR COMO ACONTECIMIENTO ESPIRITUAL. ......................................................20
11 RESUMEN: LA CRISIS EXISTENCIAL Y LA PROXIMIDAD DE LA MUERTE COMO
AMENAZA Y OPORTUNIDAD, LA ESPIRITUALIDAD EN CLÍNICA. ........................................21
12 EL ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL COMO INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA ...........23
13 LAS HERRAMIENTAS DEL CLÍNICO QUE ACOMPAÑA: HOSPITALIDAD, PRESENCIA Y
COMPASIÓN...............................................................................................................................24
14 EL CULTIVO DE LA ESPIRITUALIDAD DEL PROFESIONAL QUE SE ENFRENTA CON
EL SUFRIMIENTO: OPORTUNIDAD DE AYUDA Y CRECIMIENTO ........................................28
15 PROFUNDIZAR EN SÍ MISMO: EL DESPERTAR DE LA PROPIA ESPIRITUALIDAD ....30
16 RESUMEN ...........................................................................................................................32
17 BIBLIOGRAFíA....................................................................................................................33

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MÓDULO 17: LA ESPIRITUALIDAD. COMPETENCIA ESPIRITUAL
APLICADA A LA ONCOLOGÍA Y LOS CUIDADOS PALIATIVOS
MÓDULO 17: LA ESPIRITUALIDAD. COMPETENCIA ESPIRITUAL APLICADA A LA ONCOLOGÍA Y LOS CUIDADOS PALIATIVOS

MÓDULO 17
LA ESPIRITUALIDAD. COMPETENCIA ESPIRITUAL APLICADA A LA ONCOLOGÍA Y LOS
CUIDADOS PALIATIVOS
Profesor: Enric Benito Oliver

1 INTRODUCCIÓN
Lo mas específico de nuestro trabajo en oncología y en cuidados paliativos es el acto de cuidar
a las personas que se confían a nuestra atención. Si reflexionamos sobre lo que significa cuidar
y cuales son sus dimensiones, debemos recordar que históricamente desde la antropología
hemos atribuido al ser humano tres dimensiones: somática, psíquica y espiritual.

Los cuidados integrales deben aspirar atender a la persona del paciente en todas sus
dimensiones, la dimensión somática referida al cuerpo: "el soma" de los griegos, su cuidado
comporta el de control de síntomas y los cuidados de todos los aspectos físicos, una dimensión
psíquica, que hace referencia a "la psiqué" y hablamos de atención psicológica, y una dimensión
espiritual lo que los griegos llamaban "pneuma". Esta es el aspecto mas desconocido y
descuidado y que nos plantea muchas preguntas como:
¿A que nos referimos al hablar de la dimensión espiritual?
¿Cuáles son las relaciones entre espiritualidad y religión?
¿Podemos hablar de cuidados espirituales desde una perspectiva profesional?
¿Cuales son las consideraciones prácticas para la atención al paciente? ¿Cuáles son
las actitudes o “herramientas” para esta atención o acompañamiento espiritual?
¿Disponemos de cuestionarios de evaluación de los recursos y necesidades
espirituales?
¿Cuál debe ser la formación o las capacidades del terapeuta/acompañante?

Estos son los temas que vamos a tratar de revisar en este capítulo. Como nos vamos a mover
en un ámbito distinto al estándar, parece adecuado hacer una reflexión previa sobre un par de
aspectos del modelo imperante en el entorno sanitario y que marca mucho al colectivo
profesional, dificultando la aproximación a esta dimensión y nuestra posibilidad de atenderla. Por
una parte, el paradigma científico que subyace en el entorno clínico, apenas contempla la
dimensión subjetiva. Esta es difícilmente medible, cuantificable y hasta hace poco quedaba fuera

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de los intereses académicos. Por esta razón nuestra formación como sanitarios, especialmente
de los médicos que lideran la mayoría de entornos clínicos, ha sido muy pobre en todo lo que no
sean los aspectos biológicos de la enfermedad, negándose o ignorándose la dimensión
espiritual, la del propio profesional y la de los pacientes. Por otra parte, otro aspecto que influye
en nuestra actitud hacia los pacientes, es la visión que tenemos del enfermo como persona, del
que podemos ver su fragilidad, su dependencia, sus limitaciones y acabamos por ver al paciente
como alguien pasivo receptor de cuidados. A veces esta mirada teñida de un cierto paternalismo,

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fácilmente nos hace olvidar que estamos ante una persona que además de sus limitaciones y
necesidades dispone de sus recursos y potencialidades, que surgen precisamente de su
dimensión espiritual. La mayoría de tratados hablan de necesidades (físicas, sociales,
psicológicas, espirituales) de los enfermos, y en general se olvida de sus recursos. Desde esta
perspectiva un tanto paternalista o de poder, en la que se asume que el que está sano debe
cuidar al necesitado, estamos ejerciendo una visión irreal e incompleta y poco terapéutica en la
medida que no valora la potencialidad y la capacidad del propio paciente de trascender su estado
y hacer un proceso, que como veremos al hablar de sanación, lo hace desde su interior, y no
sólo por la ayuda del terapeuta.

En cuidados paliativos, es el momento en que debemos plantearnos tratar a una persona en un


proceso y dejarnos de preocuparnos por su enfermedad y su curación, el objetivo cambia y
también el centro de atención. Si bien es conveniente hacer un buen control de síntomas, esto
no es mas que el principio de nuestro trabajo y el equipo que solo aspire a un buen control de
síntomas, no hace sino tan solo sentar las bases para profundizar en el tratamiento de los
aspectos emocionales, sociales y espirituales que merecen igual – sino mayor- atención. A lo
que se debe aspirar, no es solamente al control de síntomas, ni siquiera al confort del paciente,
que es un objetivo loable pero limitado, en cuidados paliativos debemos trabajar para conseguir
que las personas cierren bien el proceso de haber vivido: con confort, serenidad, y confianza, es
decir aspirar a que nadie muera con dolor, ni solo ni con miedo. Que este momento sea
aprovechado para trabajar los aspectos que permitan la sanación de la persona. No debemos
aspirar a menos. Y esto supone entender y atender la dimensión espiritual de la persona del
enfermo.

Una de las puertas de acceso al cuidado espiritual en clínica es la del sufrimiento. Y aunque
atender el sufrimiento de nuestros pacientes forma parte de la esencia de los cuidados paliativos
(1), en la práctica clínica observamos dificultades para acercarnos a la persona que sufre y para
reconocer, atender y acompañar este proceso.

Nos cuesta diagnosticar y atender el sufrimiento, en parte por falta de un marco académico que
nos permita una aproximación estructurada. También lo obviamos en la medida en que pertenece
al ámbito de lo subjetivo, y como hemos comentado el modelo biomédico y nuestra formación
apenas contemplan la subjetividad como parte de la realidad clínica (2).

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Hace años Cicely Saunders (3,4) puso énfasis en la necesidad de abordar el “dolor total”,
reconociendo los aspectos psicológicos, sociales y espirituales del sufrimiento. Hoy la mayoría
de profesionales de oncología y de cuidados paliativos son todavía más expertos en el
tratamiento de la enfermedad y en el control de síntomas, que, en la desesperanza, en promover
la búsqueda de sentido o en facilitar la aceptación de la muerte. Estos suelen ser escasamente
atendidos, al considerarlos alejados de nuestra competencia o por falta de recursos para
abordarlos. Entretanto diariamente somos interpelados por el insomnio, la ansiedad, y por el
sufrimiento de nuestros pacientes.

Hasta hace pocas décadas la espiritualidad no era un aspecto que ocupara apenas unas líneas
en los tratados clínicos. Actualmente este es un tema emergente (5) y las publicaciones de este
ámbito progresan de forma exponencial. Vamos a ver que estamos hablando:

2 ESPIRITUALIDAD COMO UNIVERSAL HUMANO. ESPIRITUALIDAD VERSUS


RELIGIÓN.
La espiritualidad es un concepto que se encuentra en todas las culturas y sociedades. Está
relacionada con los temas universales, es decir con los aspectos que compartimos todos los
humanos, son los temas del propósito y del sentido de la vida. Es la parte del ser humano que,
busca y explora con interés, los valores trascendentales. Se caracteriza por la capacidad de
búsqueda de propósito y de sentido, de tener fe, de amar y de ser amado, de orar, de ver más
allá de las circunstancias presentes y que permite a la persona a elevarse por encima o
trascender el sufrimiento.

Se expresa como la búsqueda individual de sentido último a través de la experiencia que se


obtiene de las artes, el humanismo, el naturalismo, el racionalismo, la familia, la amistad, el amor,
la creencia en un ser superior o la participación en una práctica religiosa.

Su característica es la trascendencia, es decir la capacidad de tener la experiencia de traspasar


la percepción limitada de la realidad que nos ofrecen nuestros sentidos, ser capaz de tener una
perspectiva más profunda de la existencia, por encima o más allá de los confines habituales de
nuestra limitada experiencia habitual.

La vivencia de que existe una dimensión trascendente, que nos supera, nos acoge y nos
trasciende, es algo que muchos podemos tener durante la vida, lo que Maslow llamaba: "las
experiencias cumbre" y que ha sido repetidamente descrito con diferentes lenguajes y metáforas
por sabios, místicos, poetas, artistas, enamorados y chamanes, gurús, santos y maestros de
todas las épocas y culturas.

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Stanislav Grof (6), un prestigioso psiquiatra, dice: “El desarrollo espiritual es una capacidad
evolutiva innata en todo ser humano. Se trata de un impulso hacia la totalidad, el descubrimiento
del verdadero potencial de uno mismo. Y es tan común y natural como el nacimiento, el
crecimiento físico y la muerte; es una parte integral de nuestra existencia. A lo largo de los siglos,
culturas enteras han considerado la transformación interna como un aspecto deseable y
necesario de la vida.

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Muchas sociedades han desarrollado sofisticados rituales y prácticas meditativas como formas
de acoger y alentar el crecimiento espiritual. La humanidad ha almacenado el tesoro de las
emociones, visiones e introspecciones implicadas en el proceso del despertar, en pinturas,
poesías, novelas y música, así como en las descripciones de poetas y místicos. Algunas de las
contribuciones mas bellas y valiosas del mundo del arte y de la arquitectura celebran este espacio
místico”.

En el Sandogya Upanishad perteneciente a las escrituras védicas y escrito hace unos 3000 años
se nos habla del espíritu diciendo:

“Hay una luz que ilumina mas allá de todas las cosas de la tierra, mas allá de todos nosotros,
más allá de los cielos, mas allá de los mas altos, incluso el mas alto de todos los cielos, ESTA
es la luz que brilla en nuestros corazones.

Hay un puente entre el tiempo y la eternidad, y este puente es el ATMAN, el ESPÍRITU en el


hombre. Ni el día ni la noche atraviesan este puente, ni la vejez ni la muerte ni el dolor.

El mal o el pecado no pueden cruzar este puente, porque el mundo del espíritu es puro. Es por
ello que cuando el puente se ha cruzado, los ojos del ciego pueden ver, las heridas del herido
son cerradas y el enfermo queda curado de su enfermedad.

Este es el espíritu que debemos encontrar y conocer, el hombre ha de encontrar su propia Alma.
El que ha encontrado su alma y la conoce, ha encontrado todos los mundos, ha completado
todos sus deseos”.

3 LA EXPERIENCIA ESPIRITUAL
La experiencia espiritual, no pertenece al área cognitiva, ni cabe en el lenguaje hablado, no es
trasmisible ni es fácil de compartir. Es lo que podemos definir como una experiencia mística o
una experiencia en un estado modificado de conciencia. Intentar expresar esta experiencia es
como intentar explicar el sabor de una fruta exótica con palabras, estas nunca serán capaces de
transmitir la experiencia de saborearla. No es susceptible que encajar en una taxonomía, aunque
nos veamos obligados a intentar expresar para, entender y compartir.

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La experiencia espiritual se caracteriza por el descubrimiento de niveles de conciencia que abren


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a una dimensión profunda de uno mismo y lo relacionan con el sentido de pertenencia con un
TODO. Es lo que por no poder expresar ni entrar en el ámbito de lo cotidiano se ha llamado lo
numinoso o el misterio. En un texto que intenta definir espiritualidad y la relaciona con religión,
Albert Einstein (7) dice: “El misterio es lo mas hermoso que nos es dado sentir. Es la sensación
fundamental, la cuna del arte y de la ciencia verdaderos. Quien no la conoce, quien no puede
asombrarse y maravillarse, esta muerto. Sus ojos se han extinguido. Esta experiencia de lo
misterioso -aunque mezclada con el temor- es lo que ha generado también la religión. Pero la
verdadera religión es saber de esa Existencia impenetrable para nosotros, saber que hay
manifestaciones de la Razón, mas profunda y de la Belleza más resplandeciente solo asequible
en su forma mas elemental por el intelecto. En ese sentido, y solo en ese, pertenezco a los
hombres profundamente religiosos.”

Es una experiencia que pertenece a una realidad que esta mas allá de la pobre experiencia que
nos ofrecen nuestros sentidos. Los que han intentado compartirla han empleado es la metáfora,
la poesía, la parábola, el koan. Como no se puede oler una música, ni escuchar un perfume,
tampoco se puede entender con nuestra razón ni expresar una experiencia que pertenece a una
dimensión que no es racional. Tampoco es irracional, no corresponde al pensamiento mágico o
prerracional, sino que es fruto de la evolución de la persona que se abre a una nueva y más
amplia percepción de la realidad y supone la apertura de un nuevo sentido, que podríamos llamar
intuición y Ken Wilber (8) lo llama arracional, o trans racional por caer fuera del ámbito de la
razón.

El rabino Cohen escribió:


Cuando murió mi madre, heredé su telar de tapices. Cuando era un niño, yo solía sentarme a
sus pies mientras ella trabajaba. ¿Habéis visto alguna vez tejer tapices desde abajo? Todo lo
que podía ver era un caos, hilos de diferentes colores cruzándose sin ningún orden ni sentido.
Cuando crecí fui capaz de observar su trabajo desde arriba. Entonces comencé a apreciar los
patrones, las figuras, y los colores. La vida es como esto. Desde la perspectiva humana no
podemos observar el dibujo completo, pero no debemos desesperar diciendo que no tiene
sentido. Siempre hay sentido y propósito incluso en los momentos oscuros, aunque nosotros no
podamos ver por el lado correcto.

4 EL DESPERTAR ESPIRITUAL
El despertar es encontrarse participando del sentimiento de la presencia y pertenencia a una
Conciencia que lo abarca TODO, que nos supera y nos incluye. Las experiencias cumbre la que
han llamado el satori o el shamadi, la iluminación o el éxtasis de los místicos pueden darse
En momentos de gran sufrimiento, de duelo o de proximidad de la muerte
En los momentos de gran felicidad (enamoramiento)
En contacto con la belleza, el arte, cuya percepción nos abre a esta dimensión

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En la naturaleza (sentimiento de fundirse en el todo, en el paisaje...)


En la meditación
En la oración, en la contemplación
En la pertenencia a un grupo o comunidad. En el ritual

La meditación, la oración y las técnicas que ofrecen los caminos de desarrollo espiritual son
ejercicios orientados a abrir esta capacidad de entrar en contacto con nuestra dimensión

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trascendente.

Según este modelo, el despertar espiritual es el camino hacia el desarrollo de la conciencia y su


maduración en cada uno de nosotros y en la especie. Esta visión puede ser rebatida desde el
existencialismo, o desde el materialismo. El plantearse la vida desde el materialismo nos parece
una etapa previa al descubrimiento de la dimensión trascendente o como un rechazo de una
parte de nosotros (la espiritual) por contraposición a una religión mal planteada. Por decirlo de
otra forma y con todo el respeto, la tierra es todavía plana para el que se mueve desde el
materialismo o el agnosticismo y no puede entender ni aceptar que otros hayan experimentado
que es redonda.

Quienes afirman que no hay evidencia de que exista una realidad o un orden superior, que lo
único que existe es la limitación del cuerpo y que la conciencia es solo un producto- la ciencia no
sabe explicar de que manera- producido por el cerebro, viven en el paradigma de los siglos XIX
y XX. Un paradigma insuficiente para explicar la realidad y que no tiene respuesta para las
cuestiones esenciales que nos impulsan. La ley de la gravedad existía y afectaba a todos antes
de que Newton la descubriera, el que nosotros vayamos tomando conciencia de la realidad, no
modifica lo que ES y seguirá siendo independientemente de lo que nosotros creamos o dejemos
de creer. El abrir nuestra conciencia a niveles de realidad superior simplemente nos acerca mas
a la naturaleza que nos conforma.

El camino hacia el despertar espiritual comienza y evoluciona a partir del momento en que la
persona, a través de la fe, por un encuentro transformante, por una crisis existencial, pasando a
través del sufrimiento que aquí se convierte en maestro, va transformando la percepción de si
mismo, de su forma antigua de ver la realidad.

Este proceso de despertar se suele acompañar de momentos en los que predomina esta
percepción ampliada de la realidad y el individuo va rindiendo su razonamiento a una nueva
forma de percepción que podemos llamar intuición o “insight”, o "corazonada".
Esta percepción nos puede llevar a una entrega en paz, confianza y serenidad que nos permiten
romper con el miedo, la incertidumbre y la soledad en la que normalmente nos encierra nuestro
ego, y nuestra limitada percepción puramente materialista, o cognitiva de la realidad.

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Cuando se tiene una experiencia en la que se disuelve y se amplia la barrera percepción habitual,
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aunque sea parcialmente y por un solo momento, podemos percibirnos parte de un todo tierno,
sutil, amoroso y eterno que nos recuerda nuestro origen y destino, en el que siempre
permanecemos, aunque la mayor parte de nuestras vidas no seamos conscientes de ello.

La apertura y conexión con esta dimensión a la que pertenecemos y que nos abarca y supera,
no es fácilmente aceptada por las estructuras mentales que hemos ido construyendo desde
nuestra infancia y que nos han ayudado a diferenciarnos, separarnos y des identificarnos de los
demás en un proceso de individuación en el que pasamos buena parte de nuestra vida.

Este proceso de individuación, nos permite vernos y vivir como entes separados y diferenciados
de los demás. Como olas diferentes unas de otras. Cuando uno descubre su conexión, la de su
ser más íntimo, verdadero, profundo y eterno con la fuente de donde mana toda la energía vital
que mantiene la vida de todos los seres. Cuando entiende que, en la raíz íntima del ser de cada
forma viva, estamos conectados a esta fuente eterna que algunos llaman Dios, se nos abre otra
visión de nosotros mismos y de la realidad.

Y en la medida que se va saboreando, repetidamente esta experiencia, a través del amor, la


compasión, la naturaleza, el arte, la oración, la meditación o simplemente la contemplación
abierta, serena y profunda de la realidad, vamos adquiriendo una conciencia cada vez mas
abierta y una confianza de que esta percepción, esta intuición de pertenencia es una verdad mas
cierta que las apariencias que hasta ahora nos habían condicionado. Y podemos ir dejando la
visión estrecha que habíamos elaborado desde percepción limitada de nuestros sentidos y
nuestro razonamiento.

Significa abrirse a una conciencia de que hay niveles de la realidad que no son aparentes de
forma inmediata y que existe una búsqueda de integración personal que se enfrenta a fuerzas
de fragmentación y despersonalización. La espiritualidad es el aspecto de los seres humanos
que busca la sanación, (la auténtica salud) y la integridad (la pertenencia a un todo).

La conciencia despierta de esta verdad nos permite navegar por las contingencias de esta
realidad sin sufrir sus embates. Cuando nuestra conciencia se mueve con mas frecuencia en el
ámbito de nuestro espíritu que en el de nuestro ego, podemos sentir que estamos creciendo
hacia el despertar de una conciencia que nos aproxima a nuestra verdadera naturaleza y destino.

Podemos llegar a sentir como nuestra vida aquí en la tierra es como una ola que se va
aproximando a la playa donde todas acaban, que es el morir y esto es únicamente donde se
deshace el ego y podemos llegar a aprender durante el trayecto que además de la ola, somos,
sobre todo, el mar.

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5 DEFINICIONES DE ESPIRITUALIDAD
Leonardo Boff en su libro “Espiritualidad. Un camino de transformación” (9) dice:
¿Que es la espiritualidad? En cierta ocasión le hicieron esta pregunta al Dalai Lama, el cual dio
una respuesta extremadamente sencilla:” La espiritualidad es aquello que produce en el ser
humano una transformación interior”. Alguien que no había entendido la respuesta le hizo otra
pregunta: -Pero si yo practico la religión y observo las tradiciones, ¿no es esto espiritualidad?
Y el Dalai Lama respondió:

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-Puede que sea espiritualidad; pero si no produce en usted una transformación, entonces no es
espiritualidad.

Sigue Leonardo Boff diciendo:


Hay transformaciones y transformaciones. algunas no modifican nuestra estructura
fundamental... pero hay transformaciones que son interiores..., capaces de dar un nuevo sentido
a la vida o de abrir nuevos campos de experiencia o de profundidad rumbo al propio corazón y
al misterio de todas las cosas. Y no es raro que estas transformaciones se produzcan en el
ámbito de la religión, pero no siempre es así.

Segun Stanislav Grof (6): “El término espiritualidad debe reservarse para situaciones que
contemplan experiencias personales de ciertas dimensiones de la realidad, y que llevan
generalmente nuestra vida y nuestra existencia, a una cualidad de tipo numinoso. C.G. Jung
utilizaba la palabra numinoso para describir una experiencia que se describe como sagrada,
divina o fuera de lo común. La espiritualidad es algo que caracteriza la relación de un individuo
con el universo y no requiere una estructura formal, un ritual colectivo o la mediación de un
sacerdote”.

Sigue Stan Grof diciendo: “por el contrario, la religión es una forma de actividad de grupo,
organizada que puede conducir o no a la verdadera espiritualidad, según el grado en que
proporcione un contexto para el descubrimiento personal de las dimensiones numinosas de la
realidad”.

El término moderno para la experiencia directa de las realidades espirituales es transpersonal,


que significa trascender el modo habitual de percibir e interpretar el mundo desde una posición
de individuo separado o cuerpo-ego. Existe una disciplina, la psicología transpersonal, que esta
especializada en las experiencias de este tipo y sus consecuencias.

Grof afirma que: “Desde un punto de vista tradicional, parece imposible que estas experiencias
espectaculares y desorganizadoras, como las que constituyen las formas mas extremas de
emergencia espiritual, puedan formar parte de un proceso natural, y mucho menos de uno
evolutivo y curativo. En un universo en el que solo lo tangible, el material y lo medible es real,
cualquier clase de fenómeno religioso y místico se contempla como un producto de la

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superstición y apunta a una falta de educación, a la irracionalidad y a una tendencia hacia el


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pensamiento mágico primitivo. Y en general el grueso de la psicología y la psiquiatría no distingue


entre misticismo y psicopatología. Segun Ken Wilber (8) “La única escuela de psicología
contemporánea que toma seriamente en cuenta la experiencia espiritual es la transpersonal,
para la que existen unos cinco enfoques especialmente influyentes: la teoría sistémica, los
estados alterados (o discretos) de conciencia, el modelo holotrópico de Stan Gof, diversas
versiones del enfoque Junguiano (incluyendo la visión neojungiana de Michael Washburn) y la
propia visión espectral o integral de Ken Wilber.

6 ESPIRITUALIDAD Y RELIGIÓN
¿Cuáles son las relaciones entre espiritualidad y religión?
Hay que comenzar diciendo que espiritualidad no debe ser confundida o identificar con religión,
las religiones son las estructuras de la experiencia trascendental, son los marcos que desde
diferentes culturas tratan de promover la experiencia espiritual. Mientras la dimensión espiritual
la tenemos todos los humanos, seamos o no religiosos y seguramente mas los que sienten
cercana la muerte.

Se puede pertenecer a una religión y no tener vida espiritual y se puede tener vida espiritual sin
pertenecer a ninguna religión. Sin embargo, el concepto espiritual en nuestro entorno cultural,
hasta recientemente ha estado monopolizado por la religión.

Dice el Dalai Lama en su libro: Una ética para el nuevo milenio (10)” Considero que la religión
está relacionada con la creencia en el derecho a la salvación predicada por cualquier tradición
de fe; una creencia que tiene como uno de sus principales aspectos la aceptación de alguna
forma de realidad metafísica o sobrenatural, incluyendo posiblemente la idea de un paraíso o
nirvana. Asociada a todo ello hay una serie de enseñanzas o dogmas religiosos, ritos, oraciones
y cosas semejantes.

Considero, por otra parte, que la espiritualidad esta relacionada con aquellas cualidades del
espíritu humano- tales como el amor y la compasión, la paciencia y la tolerancia, la capacidad
de perdonar, la alegría, las nociones de responsabilidad y harmonía. - que proporcionan felicidad
tanto a la propia persona como a los demás. Ritos y oración, así como nirvana y salvación,
guardan una relación directa con la fe religiosa; pero aquellas cualidades interiores no tienen
porqué guardar tal relación. No hay ninguna razón por la que un individuo no pueda
desarrollarlas, incluso en un grado muy elevado, sin recurrir a sistemas religioso o metafísico
alguno”.

Y según Xavier Melloni S.J. (11) “Podemos empezar diciendo que las religiones son los marcos
interpretativos en el seno de los cuales se da lo que llamamos experiencia espiritual. Entiendo
por experiencia espiritual el triple movimiento de acoger, abandonarse y entrar en el silencio, en

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un proceso de apertura y de profundidad cada vez mayor hacia la Presencia que fundamenta la
profundidad de lo Real.

Dicho de otra forma: las religiones son las copas donde se sirve el vino y la espiritualidad es el
acto de beberlo y de disfrutar de su sabor. La crisis actual de las religiones se debe a la rigidez
con que las copas se han presentado como únicos receptáculos garantes del vino. La guerra
entre religiones es una discusión sobre el material del que deben ser hechas las copas y sobre

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las formas que deben tener, así como las personas que se consideran autorizadas para servirlo,
con el riesgo de pos poner indefinidamente su bebida. La espiritualidad reclama la calidad del
vino y su abundancia y le importa mucho menos como debe ser servido. La espiritualidad hace
referencia a la embriaguez que provoca el vino y está menos pendiente de protocolos sobre
como debe servirse.

Profundizando en lo que entendemos por espiritualidad diremos que Espíritu (spiritus en latín,
pneuma en griego, ruah en hebreo, ruh en árabe, atman en sánscrito, etc.) significa “aire”,
“aliento”, haciendo referencia a la experiencia tal vez más tangible que tenemos de lo intangible.
Lo fundamental no lo percibimos, como el aire que continuamente nos está dando vida.
Entendemos por espiritualidad el cultivo de esta dimensión que permite tomar distancia de las
situaciones sin diluirse en ellas y redimensionarlas ante el horizonte del Misterio, sin reducirlo.
Este misterio está albergado en cada uno y cada cual debe encontrar las claves para descubrirlo
y desplegarlo. Aunque es inasible, está siempre disponible en su inaccesibilidad, antes y después
del lenguaje con el que lo podemos identificar.

Interioridad es otro modo de referirse a ese ámbito del ser humano que todas las civilizaciones
han cultivado durante milenios. Se trata de atender a ese “espacio interior del mundo” y de
nosotros mismos, La interioridad no hay que contraponerla a la exterioridad, sino a la
superficialidad.

Cuando cultivamos la vida interior, crecemos desde dentro hacia fuera dando lo mejor de
nuestros frutos. Sea cual sea el término que prefiramos, es suficientemente claro a lo que
apuntan y nos damos cuenta de lo que está en juego: la calidad y el sentido de la propia
existencia, cuestión que muchas veces se manifiesta en momentos límites, como son una grave
enfermedad o la cercanía de la muerte. Se trata de descubrir que estamos atravesados de
infinito. Hay mucho más de lo que vemos, sentimos, pensamos o creemos. La vida tiene muchas
capas de profundidad y crecemos en la medida que avanzamos hacia esa profundidad”.

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EN RESUMEN: ¿A QUE LLAMAMOS ESPIRITUALIDAD?


podemos resumir diciendo que:
Espiritualidad es nuestra naturaleza esencial. Lo que ya somos y nos hace humanos, lo
intangible que yace en nuestra profundidad y que conocemos parcialmente, la conciencia
que nos ilumina. Somos seres de naturaleza espiritual, seamos o no conscientes de ello.
Es la fuente de vida que nos conforma y que mas allá de lo físico, emocional y social que
incluye y trasciende, es la fuente de la que surge nuestro anhelo inagotable de plenitud.
El desarrollo espiritual es una capacidad evolutiva innata en el ser humano, es un
impulso hacia la totalidad, hacia el descubrimiento del verdadero potencial de uno
mismo. Y se puede definir sencillamente como:
“Humanidad en plenitud”.
La Espiritualidad es un universal humano, del que surge la necesidad de búsqueda de
sentido, de pertenencia a un todo mayor que uno mismo, a una conciencia superior que
nos contiene y nos sostiene.
Como aspiración a la felicidad, como anhelo de reencuentro con el hogar, la Madre o el
Padre, aquello que nos da la vida. La búsqueda de la felicidad que anhelamos porque
ya sabemos que nos pertenece, (“la sed conoce el agua”).
La Vida nos sostiene, nos nutre y nos conecta con nosotros, con los demás y con la
naturaleza y el universo. Esta Vida que fluye en nosotros aspira a su máximo desarrollo
y expresión en cada uno, anhelando el progresivo despertar de nuestra conciencia.
Desde esta perspectiva, la espiritualidad puede ser concebida como un dinamismo que
impulsa nuestro anhelo inagotable de plenitud y felicidad, que caracteriza la condición
humana y que se expresa en la red de relaciones que cada persona establece.
Esta naturaleza espiritual, profunda, íntima e intangible que nos caracteriza y confiere
nuestra humanidad, es el dinamismo que pertenece y se experimenta a un nivel
transracional, transpersonal y transconfesional. Es decir, se descubre y se vive en, pero
sobre todo más allá de lo cognitivo, de lo individual y de lo creencial, trascendiéndolo e
integrándolo.
Las tradiciones de sabiduría y las religiones han reconocido esta dimensión humana con
diferentes nombres: el reino de los cielos en nuestro interior del evangelio, el Cristo que
vive en mí de S. Pablo, el espíritu en el alma del Maestro Eckart, la conciencia sustrato
del budismo, el secreto del islam, la apertura original del taoísmo, la kundalini del yoga
tántrico, el Atman en el hinduismo, el pedestal interior de Marco Aurelio, el Daimon de
Sócrates etc.
Las tradiciones de sabiduría y las religiones, han elaborado marcos conceptuales, ritos
y preceptos y han abierto caminos para acceder a la experiencia espiritual. Todas indican
el camino hacia la experiencia, aunque ninguna puede apropiarse con exclusividad de
esta realidad que inspira y trasciende toda creencia.

13
MÁSTER EN PSICOONCOLOGIA Y ASPECTOS PSICOLOGICOS EN CUIDADOS PALIATIVOS

Las personas gozamos de distintos grados de madurez espiritual, al igual que los
humanos alcanzamos diferentes grados de desarrollo moral (12,13). Según Wilber (14)
estas etapas son creencia, fe, experiencia directa y adaptación permanente. El grado de
conciencia espiritual no modifica el valor ni la dignidad de cada persona, tan solo indica
el grado de apertura de cada uno a la propia esencia en un momento dado.
Existe un itinerario personal para descubrir la propia espiritualidad. El ser humano es un
proyecto en construcción y en la biografía de cada uno hay periodos especialmente

MÓDULO 17: LA ESPIRITUALIDAD. COMPETENCIA ESPIRITUAL APLICADA A LA ONCOLOGÍA Y LOS CUIDADOS PALIATIVOS
fructíferos en el despertar espiritual, experiencias cumbre, (15,16) frecuentemente
asociados a situaciones de crisis, en los que la propia cosmovisión se desmorona y la
persona, en medio del dolor de la pérdida, puede revisar y reconstruir a un nivel superior
la percepción que tenía de la realidad y de sí mismo.
Todos vivimos momentos de crisis/oportunidad: La enfermedad, el sufrimiento y la
proximidad de la muerte son ocasiones especiales para la emergencia espiritual, en ellas
se abre la oportunidad de encuentro consigo mismo, con los demás y con lo que nos
trasciende y nos permite experimentar lo que somos en nuestra profundidad.

7 ENFERMEDAD, PERDIDAS, SUFRIMIENTO COMO OPORTUNIDAD DE


TRASCENDENCIA Y SANACIÓN: LA ESPIRITUALIDAD EN CLÍNICA:
El modelo biomédico basado en el cientifismo materialista que impera en el entorno sanitario se
basa en una visión limitada de la persona, que la identifica con su cuerpo y ve al proceso de
morir como fracaso a evitar y por ello podemos llegar a ser muy agresivos con nuestros
tratamientos. Y desde la ignorancia y el miedo podemos añadir un sufrimiento innecesario al
proceso, que de por si es tan natural como el nacer.

El sufrimiento tiene unas características parecidas al amor, nos hace tocar fondo y nos relativiza
lo cotidiano y en este sentido puede entenderse como una puerta a la trascendencia.

La enfermedad puede ser una fuente de profundo sufrimiento. Víctor Frankl escribió que el
hombre no se destruye por el sufrimiento, sino que puede destruirse por el sufrimiento sin sentido.
Escribiendo sobre las víctimas de los campos de concentración, noto que la misma supervivencia
podía depender de buscar y encontrar sentido.

Frankl indica que la búsqueda fundamental humana no es de prestigio, fama o fortuna. Ni lo es


el impulso sexual. Afirma que, en vez de eso, es la búsqueda de sentido. Su experiencia en los
campos de concentración nazis le enseño que podemos encontrar significado en cinco terrenos:
1) Las cosas creadas o consumadas
2) Las cosas que se dejan como legado
3) Las cosas en las que se cree
4) Las cosas amadas
5) La experiencia de sufrimiento en si misma.

14
MÓDULO 17: LA ESPIRITUALIDAD. COMPETENCIA ESPIRITUAL
APLICADA A LA ONCOLOGÍA Y LOS CUIDADOS PALIATIVOS

En este sentido desde la psico-oncología y los cuidados paliativos los profesionales, tenemos la
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oportunidad de ayudar a encontrar sentido al sufrimiento y colaborar en el parto de este renacer


a otra dimensión de la comprensión de uno mismo, cuando el sufrimiento le hace despertar a un
nuevo nivel de conciencia de si mismo en el que percibe la visión de su dimensión espiritual, la
de pertenencia al SER que genera esperanza.

En mi propia experiencia clínica, he observado que las personas pueden afrontar el sufrimiento
al encontrarle sentido en él. La enfermedad puede representar para las personas una
oportunidad para encontrar sentido a sus vidas. Muchos pacientes cuentan que al sobreponerse
de su desesperación (al traspasar el sufrimiento) se encontraron capaces de descubrir una forma
completamente nueva y con mas capacidad de dar sentido a sus vidas.

En el proceso del morir, el observador externo que ve a un enfermo terminal, puede intuir que la
vida que le queda a esta persona es una vida devaluada, un saldo de vida, que nos mueve
únicamente a compasión como la que sentimos ante un pobre o un desvalido, sin embargo, el
enfermo puede estar viviendo los momentos mas profundos e importantes de su vida, uno de
estos momentos en que lo profundo se abre a la conciencia del individuo. En las experiencias
límite, al disolver la percepción limitada que nos dan los sentidos, podemos entrar en estados
modificados de conciencia en los que comprobamos que hay una realidad superior a nosotros,
que nos abarca, nos acoge y que da sentido a nuestra vida.

Por otra parte, la experiencia de cuidar pacientes que viven la enfermedad y sus perdidas y
especialmente en el entorno del proceso de morir, permite reflexionar y esta vivencia y reflexión
pueden ayudar a los profesionales sanitarios a asumir la propia mortalidad durante la vida, siendo
este un aspecto fundamental para poder asistir y cuidar de la muerte de los demás.

En la proximidad de la muerte hay una oportunidad para abrirse a la dimensión espiritual. La


muerte es la frontera del misterio. A veces los profesionales sanitarios que cuidamos a los
moribundos damos la espalda al misterio y nos centramos en los problemas, intentando
abordarlos a través de la tecnología, en la proximidad de la muerte esta actitud nos mantiene
alejados de tener que afrontar el misterio.

Deberíamos recordar que la muerte no es un problema que pueda ser resuelto. Ella se resiste a
esta formulación. La muerte en todo caso es un misterio que debe ser afrontado, desde el respeto
y la curiosidad, desde la serenidad y la confianza con la compasión y el amor hacia el que se va.
Si mantenemos nuestra atención centrada en los problemas del final de la vida, podemos pasar
por alto la profundidad del misterio de la muerte y con ello dejar pasar la oportunidad de aprender
a aceptar esta parte tan importante de nuestra vida.

15
MÁSTER EN PSICOONCOLOGIA Y ASPECTOS PSICOLOGICOS EN CUIDADOS PALIATIVOS

La espiritualidad ayuda a las personas a encontrar esperanza en mitad de la desesperación.


Como cuidadores, necesitamos conectar con nuestros pacientes al nivel espiritual. Aquí es
donde la espiritualidad juega este critico papel. La relación con un ser o concepto trascendente
puede dar sentido y propósito a la propia vida a un nivel profundo, "viendo a la persona como ser
humano". Todas las personas buscamos el sentido y el propósito en nuestra vida; esta búsqueda
puede ser aún más intensa cuando alguien esta muriendo.

MÓDULO 17: LA ESPIRITUALIDAD. COMPETENCIA ESPIRITUAL APLICADA A LA ONCOLOGÍA Y LOS CUIDADOS PALIATIVOS
Para afrontar el cuidado de los aspectos espirituales puede ser útil el modelo de psique propuesto
por Balfour Mount (17) en el que propone:
Un esquema metafórico de psique que considere dos componentes-la mente superficial y la
mente profunda- puede aclarar las dinámicas implicadas en la sanación. Según este modelo la
mente superficial se caracteriza por procesos de pensamiento conscientes, literales, racionales
y lineales. Es la casa del ego, el aspecto organizativo de la psique que uno reconoce como el yo.
El ego necesita sentir control; teme lo desconocido y cuando se enfrenta a amenazas responde
a la defensiva aferrándose, cerrándose, esforzándose, compitiendo, deseando y negando.

La mente profunda, sin embargo, se caracteriza por el pensamiento intuitivo, imaginativo,


inconsciente y metafórico. Es el depositario de los recuerdos, el inconsciente colectivo y
personal, el equipaje psíquico no resuelto de la infancia, y este aspecto de la psique que se
puede experimentar como un “otro interno” y que fue referido por Carl Jung como el Yo (the Self).
El Yo se concibe como un aspecto arquetípico de la psique que mantiene el potencial personal
para la totalidad. Algunos lo ven como ser inmortal y continuo con el Mas. Está implicado en la
sanación; indicado en todas las tradiciones de la sabiduría, y se hace consciente (en
colaboración con el ego) en el proceso de individuación.

Para PW Martin, es el Centro Profundo. Martin indica que todas las tradiciones de la sabiduría
identifican este potencial inherente dela psique: Indica que en el lenguaje cristiano es el “Reino
dentro de uno” de los evangelios; el “Cristo vivo” de San Pablo; el momento eterno”, “el punto de
intersección de lo eterno con el tiempo”, ”el tiempo quieto” (TS Elliot); “el nacimiento de Dios
dentro de uno mismo”(Richard Law); “el espíritu en el alma” (Maestro Eckhart) ; “ la luz interior”,
“la semilla de Dios en cada hombre” (cuáqueros). En otras tradiciones es el Atman (Hinduismo);
el Secreto (Islam); el centro del diamante” (Tradiciones de sabiduría chinas); La serpiente
Kundalini (Yoga tántrico); “ la fuente secreta de la fuerza” (Marco Aurelio); el centro abierto
(Confucio); “el pedestal de la conciencia (Budismo); “La apertura primordial (Taoísmo).El centro
profundo puede concebirse como el ejercicio de su potencial sanador mediante la apertura, la
aceptación, ir más lentamente, centrarse, confiar, tener esperanza y dejarse ir”.

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MÓDULO 17: LA ESPIRITUALIDAD. COMPETENCIA ESPIRITUAL
APLICADA A LA ONCOLOGÍA Y LOS CUIDADOS PALIATIVOS
MÓDULO 17: LA ESPIRITUALIDAD. COMPETENCIA ESPIRITUAL APLICADA A LA ONCOLOGÍA Y LOS CUIDADOS PALIATIVOS

8 UN MODELO PARA NUESTRO ENTORNO CULTURAL: LA PROPUESTA DEL GRUPO


DE ESPIRITUALIDAD SECPAL (GES)
La SECPAL (Sociedad Española de Cuidados Paliativos) cuenta desde el año 2004 con el Grupo
de Espiritualidad (GES) formado por clínicos que han propuesto desarrollar una atención integral,
que contemple la atención al sufrimiento y a las necesidades y recursos espirituales de los
pacientes y sus familiares. Desde una composición multiprofesional, y una perspectiva
antropológica integral, humanista, y aconfesional con la misión de:
“Promover entre pacientes, familiares y profesionales la oportunidad de transformar el proceso
de morir en una experiencia compartida de crecimiento personal y de toma de conciencia de
nuestros recursos y necesidades espirituales”.

Desde el GES hemos definido Espiritualidad como: “Nuestra naturaleza esencial de donde
surge un anhelo inagotable de plenitud, que concretamos en la búsqueda de: sentido,
conexión y trascendencia. Es un universal humano que nos caracteriza a todas las
personas y que puede estar vivida y/o expresada, o no, a través de la religión”.

Para aproximarnos al territorio hemos construido un mapa, basado en estas asunciones:


a) Nuestra naturaleza esencial como seres humanos es espiritual. Todos los grupos
expertos (18-21) coinciden en la dimensión dinámica de la espiritualidad, así como en
conceptuar la persona, en su dimensión espiritual, como un ser en relación. Hay también
acuerdo respecto a un mínimo de tres niveles de estas relaciones: inter-, intra-, y
transpersonal (22). Tal y como afirma Balfour Mount (23) “somos intrínsecamente
espirituales, puesto que todas las personas estamos en relación con sí mismos, con los
otros, la naturaleza y el significativo o sagrado”.
b) Siguiendo a V. Frankl: “La espiritualidad puede ser un recurso poderoso para trascender
el sufrimiento que acompaña la pérdida, así como para promover el desprendimiento y
la aceptación implicados en el proceso de morir” (24). El cuidado espiritual está basado
en el modelo de cuidado bio-psico-socialespiritual propuesto por Sulmasy (25) y en la
perspectiva integral de la persona que nos ofrece Casell (26), mejorando los recursos de
los pacientes y facilitando la trascendencia del sufrimiento.
c) El sufrimiento puede verse como una amenaza de pérdida de integridad, coherencia y
conciencia de pertenencia, pero también como una llamada a la plenitud. El modelo
asume que la muerte es más que un hecho biológico. Es un hecho humano, social y
espiritual y también una oportunidad especial que presenta el reto de descubrir y
sumergirnos en nuestra naturaleza espiritual y crecer (27) En este contexto, el cuidado
espiritual debería ser visto como un acercamiento profesional y ético a esta oportunidad
que se ofrece para la sanación.
d) La sanación fue definida por Mount y Kearney (28,29) como un proceso relacional que
implica movimiento hacia la experiencia de integridad y plenitud. Puede ser facilitada por
las intervenciones del acompañante, pero depende del potencial innato del paciente (30)

17
MÁSTER EN PSICOONCOLOGIA Y ASPECTOS PSICOLOGICOS EN CUIDADOS PALIATIVOS

El cuidado espiritual basado en la conexión espíritu-a-espíritu aspira a facilitar la


sanación.
e) La salud necesita ser entendida no sólo como un constructo físico, sino también como
un aspecto de nuestra red de relaciones, tal y como vienen sugiriendo algunos autores
(31,32).
Este marco conceptual de aproximación a la espiritualidad coincide con la mayoría de
publicaciones, así Reed en1992 la definió como “la propensión a dar significado a través de un

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sentido de relación con las dimensiones que trascienden al ser de tal manera que empodere y
no devalúe al individuo. Esta relación puede ser experimentada intrapersonalmente (como
búsqueda de coherencia y de sentido), interpersonalmente (que aspira a la comunicación y
armonía) y transpersonalmente: referida al sentido de relación con lo desconocido, el misterio,
Dios, o un poder más grande que uno mismo” (22). Recientemente, Meezenbroek (33) apunta la
necesidad de adoptar un acercamiento no-teístico, en el que la espiritualidad se defina como el
anhelo de experimentar la conexión con la esencia de la vida, y sus dimensiones de conexión
con uno mismo, con otros y la naturaleza, y la conexión con lo trascendente.

Partiendo de este modelo antropológico que reconoce la naturaleza espiritual y la persona como
ser en relación, el GES construyó y validó un cuestionario basado en los recursos y necesidades
de conexión en estos tres niveles (intrapersonal, interpersonal y transpersonal) para explorar la
biografía de cada paciente, e identificar aquellas áreas de necesidades a ser evaluadas y
atendidas y los recursos disponibles para ello.

El cuestionario GES (34) es una guía para la evaluación de las tres dimensiones esenciales: los
aspectos más significativos de nuestras relaciones con uno mismo (necesidad de sentido y
coherencia), con otros (armonía en nuestras relaciones con las personas que más nos preocupan
y necesidad de sentirnos amados y amar) y con lo trascendente (necesidad de tener esperanza
y dejar un legado que va más allá de nosotros mismos). Las preguntas son pistas para abordar,
explorar y atender aquellos aspectos de las relaciones intra, inter y transpersonales que son
recursos o necesidades a validar o acompañar respectivamente. Se adjunta como anexo una
copia del cuestionario si bien, la herramienta de acompañamiento no es sólo un cuestionario,
sino el profesional o la persona que, encarnando la sabiduría y la compasión, se acerca dese la
humildad, el respeto y la simetría moral, para acompañar el viaje del que se esta despidiendo. Y
para ello conviene conocer el:

9 EL ITINERARIO DE LA PERSONA EN EL PROCESO DE ENFERMEDAD CRÓNICA


AVANZADA E INCURABLE. CAOS, ACEPTACIÓN Y TRASCENDENCIA.
De forma muy simple como nos recuerda Eric Casell: “los cuerpos duelen, las personas sufren”,
y el sufrimiento o el dolor del alma, el distrés ante la aparente injusticia o el aparente absurdo es,
dicho de forma muy sencilla: Nuestra resistencia a la realidad, una realidad que en este momento
no se comporta como nosotros esperábamos, pero cuando la realidad y nuestra forma de pensar

18
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APLICADA A LA ONCOLOGÍA Y LOS CUIDADOS PALIATIVOS

o sentir no coinciden, es absurdo culpar a la realidad de equivocarse y sufrir porque esta no se


MÓDULO 17: LA ESPIRITUALIDAD. COMPETENCIA ESPIRITUAL APLICADA A LA ONCOLOGÍA Y LOS CUIDADOS PALIATIVOS

comporta como nosotros esperamos.

La realidad no se equivoca, nosotros deberemos, aun con dolor aceptar lo que no podemos
cambiar. La persona con una enfermedad terminal, suele intuir la proximidad de la muerte, y el
sufrimiento es la amenaza que se cierne sobre todo lo conseguido y que ahora parece
deshacerse. Para muchas personas, especialmente si no se han preparado para ello, esta etapa
puede ser vivida como un asalto a la propia construcción vital – todo aquello con lo que nos
hemos identificado- y que ahora, se intuye que acabará por desmoronarse.

Y el proceso tiene un final inesperado ya que tras la aceptación. Atravesando y ascendiendo por
encima de la perspectiva que teníamos, surge un nuevo espacio de conciencia que podemos
llamar trascendencia o una nueva integridad que podemos llamar sanación.

Itinerario del proceso de enfermar y morir: del caos a la trascendencia. Kathleen D. Singh,
desde su amplia experiencia en acompañamiento, describió (35) como un gran porcentaje de los
pacientes, en el último tramo de su vida, independientemente de que tuvieran o no deseo
consciente de trascendencia, parecían entrar en un nivel transformado de conciencia que llamó:
“experiencia de la cercanía de la muerte”, que, entre otros, incluyen sentimientos de conexión y
paz. Los pacientes describieron la transformación que se da al final de la vida como: “el
descubrimiento individual acelerado de si mismo (self)”

Singh propone que la experiencia de la proximidad de la muerte puede, concentrar en pocos


momentos la oportunidad de crecimiento espiritual de años de intensa disciplina espiritual.

Shaver (36), propone una nueva definición de sufrimiento en la que expresa el dinamismo del
proceso de sanación: “El sufrimiento es un proceso dinámico y transformador a través del cual
la naturaleza incompleta y fracturada del self comienza a re-emerger en la conciencia. El
disconfort y la ansiedad asociados al sufrimiento ocurren como resultado de esta re-emergencia,
y también del intenso y progresivo anhelo de las partes no integradas o asimiladas del self. El
sufrimiento puede ser conscientemente a través de intervenciones específicas orientadas a
promover la unidad del self. Estas incluyen la atención consciente, reflejar y validar, así como el
amor incondicional. La resolución positiva del sufrimiento puede llevar hacia una unificación
reforzada del self, con un amplio cortejo de emociones, autoestima y hacia una naturaleza
trascendente. El sufrimiento supone un desencadenante importante en el despliegue de la
conciencia individual”.

Singh (35), partiendo de la observación del proceso que frecuentemente siguen los enfermos en
los últimos días, propone un modelo para explicar la adaptación psico-emocional al proceso y los
pasos que se dan en esta etapa son:

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MÁSTER EN PSICOONCOLOGIA Y ASPECTOS PSICOLOGICOS EN CUIDADOS PALIATIVOS

MÓDULO 17: LA ESPIRITUALIDAD. COMPETENCIA ESPIRITUAL APLICADA A LA ONCOLOGÍA Y LOS CUIDADOS PALIATIVOS
Una etapa de caos, que engloba las fases de Kübler Ross (37) de lucha, negación, depresión,
negociación, caracterizada por el miedo a perder lo que consideramos nuestra integridad (el
miedo a la perdida del ego) o a la perdida de los mecanismos compensatorios descritos por
Shaver (36). Posteriormente, se llega a una fase de rendición, que podríamos traducir como
entrega, aceptación, soltar, dejar de luchar, etc., lo que coloquialmente decimos “tirar la toalla”.
Finalmente, cuando se ha hecho esta entrega, la persona entra en un nuevo espacio de
conciencia que Singh llama trascendencia, un estado modificado de conciencia, un espacio de
paz, serenidad, gozo, bienestar, a veces observamos en las fases finales de algunos enfermos.

Esta misma autora describe el proceso diciendo: “El único camino hacia el ámbito transpersonal
es a través del examen y entrega completa del sentido personal del yo. No hay otra puerta de
entrada. Solamente hay la puerta de la verdad del sufrimiento. Nuestra creencia de ser un ser
separado de la realidad es el origen de nuestro sufrimiento. Cuando en una enfermedad terminal
uno comprende que no tiene escapatoria de su sufrimiento, entonces empieza a comprender.
Las intuiciones que abren nuestra nueva comprensión solo llegan a través de los agujeros que
se producen cuando se agota nuestra resistencia, entonces empezamos a percibir la verdadera
naturaleza de nuestro SER, entonces empezamos a disolver nuestra mente ordinaria.
Lo que ocurre al ir disolviendo nuestra mente ordinaria es que la Luz empieza a entrar a través
de las brechas de su ausencia. Este es el principio de la plenitud de conciencia, es el principio
de la apertura espiritual. Es la entrega de la lucha, del apego, del desespero”.

No se trata de renunciar al EGO, es cuestión de explorarlo manteniendo sus competencias y


eliminando su exclusividad. En el cristianismo se describe como experimentar y aceptar la
voluntad de Dios: “Padre hágase tu voluntad y no la mía”. Este es un modelo muy interesante ya
que, aunque solo sea tomado como hipótesis, es un mapa que nos guía hacia a donde debemos
orientar la búsqueda interior de los enfermos, como facilitar el proceso. La aceptación de la
muerte conlleva a una paz basada en una experiencia de trascendencia.

10 EL MORIR COMO ACONTECIMIENTO ESPIRITUAL.


K. D. Singh nos recuerda que, aunque hemos llenado nuestra vida con miles de distracciones,
siempre hemos sabido que la muerte nos espera como el fin natural del precioso regalo de la
vida. La mayoría de nosotros hemos hecho muy poco para prepararnos emocional, psicológica

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y espiritualmente para nuestras propias muertes. Y el día en que recibimos un pronóstico terminal
MÓDULO 17: LA ESPIRITUALIDAD. COMPETENCIA ESPIRITUAL APLICADA A LA ONCOLOGÍA Y LOS CUIDADOS PALIATIVOS

entramos en un terreno completamente desconocido. Ninguno de nosotros quiere morir. Saber


que ocurrirá pronto es, sin elección posible, el tener que enfrentarnos a nuestras dudas, nuestros
miedos, nuestras profundas ataduras y a nuestra impotencia.

La tarea que se nos presenta con la enfermedad terminal, es el reto de encontrar el valor de
encarar el misterio de la muerte. El reto es el de encontrar la fuerza interior que nos sustentará
en el vivir mientras se muere, más que morir mientras se está todavía vivo. La vida que queda
requiere una nueva urgencia y una búsqueda de su significado mucho más penetrante y honesta.

Y añade:” He estado con cientos de personas que estaban en la proximidad de la muerte y


también en su posterior fallecimiento. Durante este tiempo me he dado cuenta del valor de la
práctica espiritual. Encontrar una forma de oración, relajación o meditación puede ayudar a
superar la brutal montaña rusa de las crisis médicas y emocionales. Igual que ayuda a una madre
parturienta el concentrarse en cada respiración y centrarse en la turbulencia del nacimiento de
su hijo. La práctica espiritual ofrece un punto inmóvil y tranquilo en medio del recorrido solitario,
y a menudo aterrador, de los cambios. Proporciona el acceso a nuestro propio coraje y fortaleza,
a nuestra propia sabiduría innata”. Para la mayoría de las personas, al principio, todo será caos
a medida que nos revolvemos en el intento de asumir el fin de nuestras vidas. Con una intensidad
y magnitud que no podemos imaginar de antemano, reexaminaremos lo que creíamos que era
nuestra vida y quién creíamos ser. La muerte en sí nos ablanda, nos abre. En el curso del vivir
con una enfermedad terminal, nuestra experiencia interior empieza a cambiar de naturaleza. Al
Aflojarse nuestro agarre, podemos empezar a experimentar un perdón más espontáneo, un amor
más profundo, y un penetrante sentido de gratitud por la experiencia de la vida.

El morir se revela como un profundo proceso de transformación espiritual. Al acercarnos a la


muerte, nuestra mente empezaré a vaciarse y nuestro corazón a abrirse. Descubriremos que
morir no es solo un acontecimiento medico, es un acontecimiento espiritual de enorme
importancia. Nuestra atención empieza a divagar, de forma natural, lejos de las distracciones de
la superficie, y a volverse hacia el interior, en dirección a la mayor profundidad y paz en el centro.
Como me han dicho muchas de las personas moribundas con las que he trabajado, antes o
después en el proceso de muerte cada uno de nosotros encontraremos nuestra propia solidez
espiritual. Y dijeron que existe un inexpresable confort en esa experiencia.

11 RESUMEN: LA CRISIS EXISTENCIAL Y LA PROXIMIDAD DE LA MUERTE COMO


AMENAZA Y OPORTUNIDAD, LA ESPIRITUALIDAD EN CLÍNICA.
Las crisis existenciales, la enfermedad grave y el sufrimiento pueden llevarnos a un
infierno personal y al mismo tiempo son una oportunidad de encuentro y descubrimiento
de la profundidad de lo que somos. De trascendencia.

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MÁSTER EN PSICOONCOLOGIA Y ASPECTOS PSICOLOGICOS EN CUIDADOS PALIATIVOS

Podamos los rosales y los árboles, para que puedan crecer con mas fuerza. A veces la
Vida nos poda a nosotros y además del dolor de la pérdida, tenemos la oportunidad de
aprender, madurar y crecer a través de ella, pero para ello a la pérdida hay que darle un
sentido, o como mínimo trascenderla.
Trascender es atravesar y ascender. Dice el poeta el dolor del duelo es un caballo que
hay que montar, no podemos reprimirlo ni tratar de esconderlo porque no dejara de
rechinar. Al montarlo te llevará galopando por frías noches de tormenta, atravesando

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oscuros y solitarios páramos, para amanecer en un paisaje distinto, mas luminoso y claro
del que saliste.
San Pablo recuerda en una metáfora nuestra doble naturaleza, frágil, vulnerable y al
mismo tiempo formando parte de algo que nos trasciende y nos da nuestra dignidad y
posibilidad de trascender cuando dice: “Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en
las tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de
Dios. Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime
poder viene de Dios y no de nosotros”.
Nuestra fragilidad y vulnerabilidad son puestas a prueba en las crisis y nos podemos
romper, sabiendo que por las grietas del barro que se deshace, emerge la luz del tesoro
que nos conforma por dentro.
El interés en dotarnos de un marco conceptual ha generado definiciones de espiritualidad
en el entorno clínico. Una conferencia de consenso para
integrar la espiritualidad en clínica realizada en de 2008 (18) define: “La espiritualidad es
el aspecto de la humanidad que relaciona la manera en que los individuos buscan y
expresan un significado y propósito, y la manera en que experimentan su conexión con
el momento, consigo mismos, con los demás, con la naturaleza y con lo significante o
sagrado.”
El Spiritual Care Task Force de la Sociedad Europea de Cuidados Paliativos
(EAPC) en 2011 define (19): “La espiritualidad es la dimensión dinámica de la vida
humana que relaciona la forma en que las personas (individuos o comunidades)
experimentan, expresan y/o buscan un significado, propósito y transcendencia, con la
forma en que conectan con el momento, consigo mismos, con los demás, con la
naturaleza, con lo significante y/o con lo sagrado.”
Según la mas reciente conferencia de expertos de Ginebra de 2013 (20) define: “La
espiritualidad es un aspecto dinámico e intrínseco de la humanidad a través del cual las
personas buscan un significado, un propósito y una transcendencia últimas y
experimentan una relación consigo mismos, con la familia, con los demás, con la
comunidad, la sociedad, la naturaleza, con lo significativo y con lo sagrado. La
espiritualidad se expresa a través de las creencias, los valores, las tradiciones y las
prácticas”. La tabla I recoge un resumen de la Conferencia de 2008.

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MÓDULO 17: LA ESPIRITUALIDAD. COMPETENCIA ESPIRITUAL
APLICADA A LA ONCOLOGÍA Y LOS CUIDADOS PALIATIVOS
MÓDULO 17: LA ESPIRITUALIDAD. COMPETENCIA ESPIRITUAL APLICADA A LA ONCOLOGÍA Y LOS CUIDADOS PALIATIVOS

Los modelos de cuidados espirituales ofrecen un marco de referencia para


que los profesionales de la sanidad puedan conectar con sus pacientes,
escuchar sus miedos, sueños y dolores, colaborar con sus pacientes como
aliados en su cuidado y proveer, a través de la relación terapéutica, una
oportunidad de sanación.
En este contexto, la sanación se distingue de la curación. Se refiere a la
habilidad de una persona para encontrar solaz, consuelo, conexión,
significado y propósito en medio del sufrimiento, la desazón y el dolor.
Los cuidados espirituales están cimentados en marcos teóricos importantes,
uno de los cuales es el Modelo Bio-psicosocial-Espiritual de Cuidados
Otro fundamento es un modelo de cuidados centrado en el paciente, el
enfoque de cuidados se centra en éste y en su experiencia de la enfermedad,
y no exclusivamente en la enfermedad.
La visión de la persona como ser-en-relación es piedra angular del
acompañamiento.
La vida es esencialmente relaciones; y relación como tal implica
trascendencia, un ir más allá de sí mismo por parte de aquello involucrado en
la relación.
La enfermedad puede ser comprendida como una disrupción en las relaciones
adecuadas que constituyen la unidad e integridad de lo que conocemos como
ser humano.
La profesión sanitaria es, intrínsecamente, una profesión espiritual. Cuando
interactúan un profesional de la salud y un paciente en una relación
profesional, la transformación que tiene lugar es inherente al modelo
propuesto de cuidados espirituales.
Al cuidar de las personas que sufren, para el profesional de la salud se abre
la oportunidad de transformación personal. Para estar abierto a ella, el
profesional debe tener conciencia de las dimensiones espirituales en su
propia vida y apoyarse en un proceso de reflexión para la práctica de la
presencia compasiva con los pacientes.
Cuando los profesionales de la salud toman conciencia de sus propios
valores, creencias y actitudes, especialmente respecto a su propia condición
mortal, crean conexiones más profundas y significativas con sus pacientes.
TABLA I: El acompañamiento espiritual como dimensión de los cuidados paliativos: Informe de una
conferencia de consenso (18)

12 EL ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL COMO INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA


Como hemos descrito en otra publicación (38), el acompañamiento supone una intervención
compasiva hecha desde el corazón, en sintonía con el sufrimiento del enfermo, donde el
profesional comparte su vulnerabilidad y su propia experiencia trascendente y aporta su

23
MÁSTER EN PSICOONCOLOGIA Y ASPECTOS PSICOLOGICOS EN CUIDADOS PALIATIVOS

presencia como sanador herido. Esta intervención puede ayudar al enfermo a cruzar el puente
que lleva del sufrimiento a la aceptación, la entrega y hacia la trascendencia y con ello a la
sanación. Entendida ésta como recuperación de la integridad y coherencia a un nivel de
conciencia superior al previo.

A través de la intervención compasiva, el que sufre y el que la acompaña acaban en un espacio


distinto caracterizado por el crecimiento y la visión más madura de la realidad.

MÓDULO 17: LA ESPIRITUALIDAD. COMPETENCIA ESPIRITUAL APLICADA A LA ONCOLOGÍA Y LOS CUIDADOS PALIATIVOS
Es crucial para atender el sufrimiento, la disponibilidad del clínico para diagnosticarlo, su interés
y disponibilidad para conocer sus causas, identificar los recursos, estrategias y posibilidades del
enfermo para afrontarlo. Es decir que, de forma esquemática, los pasos para la intervención
serían:
a) Establecer una relación de confianza y un vínculo terapéutico
b) Identificar el sufrimiento
c) Identificar las causas del sufrimiento
d) Intentar resolver o desactivar las amenazas que puedan resolverse
e) Explorar los recursos y capacidades del paciente para trascender su sufrimiento
f) Proceder a la intervención compasiva, orientando el paciente hacia la búsqueda de una
visión trascendida de lo que percibe como amenaza.

13 LAS HERRAMIENTAS DEL CLÍNICO QUE ACOMPAÑA: HOSPITALIDAD, PRESENCIA


Y COMPASIÓN.
Nuestro modelo propone una intervención en el sufrimiento y la herramienta por excelencia en
esta intervención es a propia persona del profesional que dispone de unas actitudes que le
pueden ayudar a facilitar el paso hacia la aceptación. A estas actitudes les hemos llamado:
hospitalidad, presencia y compasión.

Henri Nowen (39) nos dejo el paradigma del “sanador herido” que describe muy bien como el
acompañamiento espiritual parte de compartir la misma condición frágil y vulnerable. Viene a
decir que para acompañar hay que crear un espacio donde el otro pueda sentirse acogido, a esto
lo llama hospitalidad como respuesta básica a la condición humana de soledad. Dice: “La
hospitalidad es la virtud que nos permite romper la estrechez de nuestros miedos y abrir nuestras
casas al extraño, con la intuición de que la salvación nos llega en forma de un viajero cansado”
[…] “¿Qué exige la hospitalidad para convertirse en poder curativo? En primer lugar, que el que
hospeda se sienta en su propia casa” (es decir que se encuentre bien consigo mismo, sin miedo,
en paz) “y, en segundo lugar, que cree un lugar libre y sin miedo para el visitante inesperado”.

La búsqueda debe hacerse profundizando en el sufrimiento, atravesándolo, no rechazándolo. La


mayoría necesitamos ayuda y el acompañamiento necesarios para atrevernos a mirar el miedo,

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la muerte o la amenaza a los ojos y quitarle su poder, el poder que equivocadamente antes se
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le había dado, y retirárselo y tomarlo para si.

Como símil: una de las formas menos amenazantes que tiene un niño de entrar en una
habitación oscura es ir de la mano de alguien que se sienta seguro. El acompañamiento de los
enfermos se hace desde la confianza, el coraje, la sabiduría y la compasión. Y desde aquí crear
el entorno donde el otro no se encuentra solo, ni aislado y si el coraje que percibe el enfermo
junto con su intuición de que le espera algo interesante, son mayores a su miedo y se atreve a
cruzar esta fase para llegar mas allá, puede trascender, (atravesar y ascender) y descubrir lo
que siempre ha estado allí, su profundidad, su SER.

Debemos recordar que ante la persona que sufre hay un poder terapéutico de nuestra presencia,
entendida como presencia en plenitud.

Como dice J. Barbero (40) “Cuando estamos en medio del sufrimiento, somos co-responsables
no solo en eliminar sus causas, sino también en la actitud frente a él. Y, en definitiva, no será
tanto un problema que requiera explicación, cuanto un misterio que demanda presencia”.

El profesional en este momento debe estar presente, desde la serenidad, la confianza y


entendiendo el sufrimiento (la amenaza a la integridad) como una forma estrecha e incompleta
que tiene el enfermo de verse a sí mismo. Desde la visión del terapeuta, que reconoce al mismo
tiempo la vulnerabilidad, pero también la trascendencia del ser que tiene delante sufriendo,
puede, poniendo el espejo de su presencia consciente delante, facilitar que el paciente descubra
esta visión mas amplia y profunda que la que tiene de sí mismo. Es un momento para intentar
recordarle su naturaleza esencial, que pueda verse con los ojos que miran mas allá de la
contingencia de la enfermedad y la fragilidad, y orientarle en la búsqueda de la dirección
adecuada para que el pueda verse a si mismo con estos nuevos ojos que le permitan trascender
la estrecha percepción de sí mismo, causante del sufrimiento.

El profesional debe ser un acompañante del proceso en esta búsqueda, manteniendo la conexión
empática y con su presencia plena crear el espacio de seguridad donde comparte el proceso
narrativo del enfermo, mientras mantiene su compasión.

La compasión es, en nuestro entorno cultural, un término bastante desprestigiado por mal
comprendido. Es importante entenderlo y diferenciarlo de la lástima.

Dice Sogyal Rimponché en el Libro tibetano de la vida y la muerte (41): “todo lo que se ha dicho
sobre la asistencia a los moribundos podría resumirse en dos palabras: amor y compasión. ¿Qué
es la compasión? No es sólo una sensación de lástima o interés por el que sufre, ni es solamente
un afecto sincero hacia la persona que tenemos delante, ni solo un claro reconocimiento de sus

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necesidades y su dolor; es también la determinación sostenida y práctica de hacer todo lo que


sea posible y necesario para aliviar su sufrimiento
[…]. La compasión no es auténtica compasión si no es activa.”

La compasión a la que nos referimos no es una emoción, sino una actuación a favor del otro para
aliviar su padecer. Expresada en la parábola del samaritano: “pero el samaritano que iba de viaje,
paso por su lado, lo vio y se compadeció, se acercó a él, le puso aceite y vino en las heridas, se

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las vendó y cuando acabó, lo subió a la montura, y lo llevó al hostal y se ocupó de él.”

Esta compasión, comienza por la conmoción interna del terapeuta que la transforma en un
“ocuparse de él”, es un actuar, empleando la cabeza, movida por el corazón para ayudar
eficazmente a disminuir el dolor y el sufrimiento del otro que es percibido como un igual, como
un hermano. Es ofrecer nuestra presencia en plenitud y, desde ella, darle poder para que él se
descubra a sí mismo conectado a su propia profundidad.

El mensaje no verbal que el enfermo debe recibir del profesional que le acompaña es: “Tu no
estás solo en este proceso y tu idea de estar solo y separado de los demás es un sueño de tu
mente, del que debes despertar para encontrar tu integridad como persona”, “Estoy aquí para
recordarte que somos iguales, que tú eres mucho más de lo que quizás habías sospechado
durante toda tu vida, y mientras tu cuerpo se deteriora y tus fuerzas físicas disminuyen, vas a ir
descubriendo una vida interior, una profundidad en ti mismo, que va a estar cada vez más
despierta y te transportará hacia otro espacio de conciencia, llena de paz y serenidad.”

Esta compasión es consecuencia de la unión entre tú y los demás seres humanos. Y es posible
transmitir confianza y seguridad en este espacio en la medida en que tu como terapeuta has
visto, has vivido en algún momento en ti mismo, la experiencia de este espacio de profundidad
que se percibe en momentos cumbre. Momentos en los que la percepción ordinaria de la realidad
se disuelve y se vive sin tiempo, cuando has traspasado alguna zona de sufrimiento y has
comprobado como la conciencia continua y se expande. La compasión no es una actitud
psicológica, es más bien fruto de la conciencia madura, un fruto obtenido de la práctica del
silencio y de la experiencia de ejercerla.

Eckart Tolle, un maestro espiritual de nuestros días, ha descrito muy bien como opera esta
compasión, cuando explica (42): “Hay dos aspectos en la compasión, este aspecto dual es la
conciencia de compartir con cada ser humano nuestras dos condiciones, la mortal y la inmortal:
En el nivel de la forma, usted comparte la mortalidad y la precariedad de la existencia. En el nivel
del Ser usted comparte la vida radiante, eterna. Estos son los dos aspectos de la compasión. En
la compasión, los sentimientos aparentemente contrapuestos de tristeza y alegría se mezclan en
uno y se transmutan en una profunda paz interior. Esa es la paz de Dios. Es uno de los

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sentimientos más nobles de los que el ser humano es capaz, y tiene un gran poder curativo y
transformador”.

RESUMIENDO
Individualmente somos dignos y capaces de la trascendencia y al mismo tiempo frágiles
y vulnerables. Tenemos demás otra característica, no vivimos aislados, somos parte de
una comunidad, pertenecemos a una especie, la humana que se caracteriza por ser
compasiva, cuidarnos unos a otros es lo que nos ha permitido evolucionar. El cuidado
forma parte de nuestra esencia, esta pertenencia a una fraternidad es la que nos puede
ayudar a conectar con el otro, con los otros y ser ayudado a trascender el sufrimiento.
A menudo el sufrimiento nos puede bloquear y sentirnos incapaces de salir del malestar,
sin embargo, el acompañamiento del otro, del que consciente de nuestro sufrir se acerca
para acompañarnos, puede ayudarnos a transformar la experiencia.
La compasión o la misericordia es la forma que adopta el amor cuando se encuentra con
el sufrimiento del otro.
El acompañamiento espiritual es la actitud compasiva y la atención cálida ante el
sufrimiento del que se encuentra en mitad de una crisis.
Las herramientas del clínico en el acompañamiento espiritual son:
o Hospitalidad: nuestra capacidad de acoger en nuestra casa al extraño que
acude necesitado, sabiendo que nuestra salvación acude en forma de peregrino
cansado.
o Presencia, nuestra capacidad de estar absolutamente para el otro sin juicio ni
critica.
o Compasión, es la empatía en acción, emplear nuestro conocimiento y nuestro
actuar (las manos movidas por el corazón) para aliviar el sufrimiento del otro,
ayudándole a resolver o trascender lo que no puede ser resuelto.

LA SANACIÓN:
El acompañamiento procura generar el entorno de acogida de conexión con la
profundidad del que sufre para que pueda desde allí surgir por encima de la tormenta
que se da en la superficie de su vivir y atravesándola resurgir a un nivel de conciencia
mayor.
Este alumbramiento de uno mismo, en medio del dolor del parto, es mas fácil hacerlo
acompañado de quien desde la condición de hermano, de humano que entiende y
acompaña facilita la aceptación de la realidad para poder trascenderla.
A través de la intervención compasiva, el que sufre y el que le acompaña acaban en un
espacio distinto caracterizado por el crecimiento y la visión más madura de la realidad.

Para ofrecer nuestros cuidados espirituales deberíamos conoce la dinámica de la sanación que
nos vuelve a proponer Balfour Mount cuando dice:

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Kearny ha distinguido entre cuidado Hipocrático (donde el cuidador actua como un agente
externo, haciendo, recetando, actuando, y representa un locus de control externo), y el cuidador
Asclepiano (donde el cuidador acompaña, y “prepara un espacio”, para que se produzca la
sanación, un proceso dependiente de un locus de control interno del que padece.

Es la recuperación de la integridad tras la fractura de la crisis, a un nivel superior de


conciencia del que se partía.

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El proceso de sanación significa entrar en contacto con la propia naturaleza esencial y
abrirse, trascendiendo la amenaza, a una nueva conciencia ampliada.
La sanación es un proceso relacional que implica movimiento desde la dolorosa
fragmentación hacia la experiencia de integridad y plenitud. Puede ser facilitada por las
intervenciones de los cuidadores, pero depende de un potencial innato que se da en el
interior del doliente.

14 EL CULTIVO DE LA ESPIRITUALIDAD DEL PROFESIONAL QUE SE ENFRENTA CON


EL SUFRIMIENTO: OPORTUNIDAD DE AYUDA Y CRECIMIENTO
Aunque el acompañamiento espiritual debería estar disponible para todas las personas que se
enfrentan a la enfermedad grave y al proceso de morir no todos los profesionales podrán
acompañar. No es algo que se pueda aprender leyendo un manual, esta mas relacionado con lo
que somos que con lo que sabemos y con el grado de madurez espiritual de cada uno. La
capacidad de mantener la actitud compasiva y ecuánime en el entorno del sufrimiento no es
innata. Todas las personas somos compasivas y los profesionales sanitarios tenemos un corazón
compasivo, que debe cultivarse y equilibrarse con una cierta sabiduría para no bloquearse por el
dolor del otro.

El profesional que quiera trabajar en el proceso de morir debe proveerse de las herramientas
adecuadas, cultivar su propia espiritualidad, promoviendo su hospitalidad, presencia y
compasión. Afortunadamente hoy disponemos de evidencia de que estas pueden cultivarse (43),

Un encuentro entre el que sufre y el que le acompaña desde la simetría moral


La aparición de la enfermedad del final de la vida sitúa a la persona ante la necesidad de
desbloquear aquellas capas de su self: su estatus, sus roles, las preocupaciones cotidianas
intranscendentes, etc que pueden haberle hecho olvidar su identidad más primaria.

El hombre, entonces, se sitúa desnudo frente a sí mismo y esa desnudez, en principio, provoca
temor, incertidumbre y sensación de desprotección. Es ahí donde los recursos espirituales le
pueden ayudar a renombrarse a sí mismo, a re-situarse en lo esencial frente a lo accesorio.

Ese proceso, que tiene mucho de regresivo, de vuelta al estado original, no es fácil hacerlo sin
ayuda, bien sea de sus propios recursos espirituales y su trabajo interno exploratorio y atrevido,

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bien sea del apoyo espiritual de su entorno o de los profesionales. Es ahí donde se puede
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producir el paso del desnudo al vínculo.

Uno puede acabar encontrándose profundamente con uno mismo en la medida en que se vincula
con alguien que le sostiene en su experiencia de búsquedasufrimiento.

De hecho, parte de nuestro trabajo de apoyo espiritual estriba en la capacidad de sostener en el


dolor, durante el viaje que el propio sujeto va haciendo en el interior de sí mismo. Una vez que
llega, también paradójicamente, es cuando puede transcender su self y encontrarse con lo que
le vincula más allá de su propia existencia.

El problema es que el profesional, para acompañar, también se encuentra desnudo, pues la


desnudez humana del paciente le vincula con su desnudez más profunda y eso suele ser temido.
En otros ámbitos tenemos objeto de mediación (llamémoslo analgésicos, ayuda económica o
social o fármacos para las úlceras por decúbito). Pero en el terreno espiritual es el encuentro
persona a persona. Esto no significa una relación privada de amistad, pero sí un encuentro entre
la persona-paciente y la persona-profesional, un encuentro por tanto personal. Y aquí es donde
nos podemos sentir im-potentes, es decir, sin poder, que es una de las claves habituales desde
se conforma la relación. El encuentro personal-espiritual nos coloca en condiciones de simetría
y nos enfrenta a nuestra propia condición humana. Por eso es tan difícil, por eso estamos ante
un reto personal y profesional de hondo calado.

ALGUNAS CLAVES PARA ACOMPAÑAR


El profesional que ha tenido la experiencia personal de afrontar y aceptar su propio sufrimiento,
o cuando su experiencia de vida le ha llevado a aceptar su mortalidad domesticando el miedo, o
cuando su compasión hacia los enfermos y sus ganas de aliviar su sufrimiento es mayor que su
miedo a morir, entonces puede acercarse a acompañar a los pacientes. Y deberá hacerlo a través
de su tristeza y su dolor por tener que morir y una vez atravesado este espeso campo, encontrar
el gozo de compartir la condición eterna de la dimensión inmortal, en este nivel más profundo, la
compasión es sanadora, repara y disuelve el miedo traspasando la visión estrecha y amenazante
que nos da nuestra condición mortal.

Se trata de que el profesional, desde la confianza y coraje, desde su experiencia de haberse


entregado y comprobado que solo gana, aumenta y crece cuando rebaja las expectativas del yo
y, desde esta confianza, se atreve a acompañar y ayudar al enfermo a recordar que el sufrimiento
se encuentra en la superficie de nuestra conciencia y que, en una dimensión más profunda,
estamos siempre sanos e íntegros.

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Con este modelo en mente, queda evidente que la capacidad de sanar depende en parte del
sanador, de la madurez y experiencia del propio profesional, ya que nadie puede acompañar a
otro mas allá de donde uno mismo ha llegado.

15 PROFUNDIZAR EN SÍ MISMO: EL DESPERTAR DE LA PROPIA ESPIRITUALIDAD


En su Conferencia plenaria en el congreso europeo (EAPC) de Lisboa en mayo de 2011, Michael
Kearney recordaba que: “La calidad de la presencia que como profesional aportas a la cabecera

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del enfermo y que puede ayudarle a restablecer sus conexiones sanadoras y trascender el
sufrimiento, depende de la calidad de tu vida y en este sentido, el autocuidado espiritual del
profesional debe verse como un imperativo ético”. El acento sobre el “ti mismo” del mensaje de
“ama al prójimo como a ti mismo” resume esta necesidad.

La integridad de la persona que tú como terapeuta eres, cuando entra en contacto con el
paciente, puede ayudarle a sanar, a trascender el sufrimiento, a facilitarle aceptación, entrega,
rendición y entrar en el espacio de trascendencia que describe K Dowling Singh. Tu presencia,
tu madurez espiritual, tu compasión y tu paz interior pueden ayudar a cambiar la experiencia del
que tienes delante de ti, seas tú consciente o no de este efecto.

Si estamos de acuerdo con esta visión, debemos entonces aceptar que uno de los aspectos que
podemos modificar en el proceso, es el despertar a la dimensión trascendente o espiritual a los
profesionales que cuidan pacientes al final de la vida.

Esto implica ayudar a formarse en profundizar en sí mismo para ir perdiendo nuestros miedos,
nuestras sombras, ir trascendiendo nuestras cuestiones pendientes y apegos que
frecuentemente interfieren en la relación terapéutica. Y desarrollar nuestra capacidad para ser
compasivos y ecuánimes en el entorno del sufrimiento. La decisión de hacernos sanitarios suele
ser la respuesta a una llamada de nuestro interior, una intuición que nos lleva a sentir que nuestra
vocación es la de ayudar a los que sufren y esto significa tener un corazón compasivo. Hasta
hace poco los profesionales que trabajamos en el entorno del sufrimiento lo hemos hecho
intuitivamente, sin formación especifica, sin herramientas y arriesgándonos al contagio
emocional, al estrés post traumático secundario a lo que se ha llamado fatiga por compasión o
al burn out.

Recientemente hemos comenzado a explorar el curriculum interior de los profesionales que


trabajan con el sufrimiento, evidenciando la relación significativa y positiva entre el grado de
autoconciencia, el autocuidado, la satisfacción de la compasión y la capacidad de afrontamiento
ante la muerte. Así mismo la autoconciencia en estos profesionales se relaciona negativamente
con la fatiga de compasión y el riesgo de burn out (44). Sabemos que la atención plena, puede
cultivarse, e igualmente nuestra capacidad de ser compasivos. Esto abre el camino a poder

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cultivar la espiritualidad del profesional y conseguir profesionales mas ecuánimes, compasivos y


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que puedan desarrollar de forma gozosa su trabajo.

Se ha dicho que nadie puede acompañar a otro mas allá de donde uno mismo ha llegado, los
que quieran adentrase en el ámbito del acompañamiento espiritual deben dotarse de la
consistencia interna, la humildad, la confianza y el coraje que surgen de una mente serena, sabia
y compasiva. Hoy sabemos que estas cualidades pueden cultivarse. El reto es crear y difundir
las oportunidades para este cultivo.

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16 RESUMEN
A modo de síntesis la tabla II recoge los aspectos mas importantes del tema:

La espiritualidad entendida como nuestra naturaleza esencial, la conciencia que nos


conforma y de la que surge nuestro anhelo inagotable de plenitud es un universal
humano. Se expresa a través de nuestra red de relaciones, que establecemos con

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nosotros mismos, los demás y lo que nos trasciende.
“Los que sufren no son los cuerpos, son las personas”, El sufrimiento se da en el
ámbito subjetivo: centrados sólo en lo objetivo, los profesionales no lo pueden explorar
ni atender.
Los clínicos nos encontramos sufrimiento evitable y no evitable. Hay un sufrimiento
que forma parte de nuestra condición existencial, pertenece a la experiencia del
misterio y se puede trascender y acompañar, pero no resolver.
Disponer de un modelo que entiende a la persona como parte de la conciencia que
aspira a la integridad, a la integración y la plenitud, puede ayudarnos a entender y
atender el sufrimiento.
El itinerario del proceso de trascendencia del sufrimiento reconocemos tres etapas:
» CAOS, etapa muda, de enclaustramiento o de lucha.
» ACEPTACION, de entrega o etapa expresiva o de transición
» TRASCENDENCIA, maduración o de nueva identidad, de sanación.
La trascendencia del sufrimiento, y disolución de la perspectiva limitada de la persona,
abre un panorama ampliado de sí mismo y de la realidad, y es el camino más poderoso
para restaurar la integridad a un nivel de conciencia superior.
La sanación como proceso de recuperación de la integridad y armonía, a través de
trascender el sufrimiento, puede ser una propuesta clave de la intervención compasiva
en el acompañamiento espiritual.
Las herramientas del acompañante son HOSPITALIDAD, PRESENCIA Y
COMPASION
La presencia ecuánime y compasiva del terapeuta posibilita que el que sufre pueda
adentrarse y atravesar y trascender conscientemente la visión limitada de si mismo, y
entregarse a la profundidad de su Ser.

TABLA II. RESUMEN

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Compassion Satisfaction and Fatigue, Burn Out, and Coping with Death, J of Pain and
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PAGINAS WEB RECOMENDADAS

• Monografía Espiritualidad en Clínica de la SECPAL (descarga gratuita)


http://www.secpal.com//Documentos/Blog/Monografia%20secpal.pdf

• VIDEO Entrevista con Balf Mount (en ingles, muy recomendable, 17 minutos)
https://www.youtube.com/watch?v=_iFQ8MNOlAI

• VIDEO entrevista a Enric Benito: Espiritualidad en cuidados paliativos:


21/9/2016 https://www.youtube.com/watch?v=AytR3XoJ8kM

• VIDEO Conferencia Enric Benito. ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL EN LA


CLINICA :una propuesta desde la SECPAL
https://www.youtube.com/watch?v=LPalROu8K-k&t=2s

• Pagina web del Grupo Espiritualidad de la EAPC


http://www.eapcnet.eu/Themes/Clinicalcare/Spiritualcareinpalliativecare. aspx

• Instituto Espiritualidad en Salud de la Universidad George Washington


http://smhs.gwu.edu/gwish/

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