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EL TONEL DE DIOGENES1

Manuel González Prada


Edición de Thomas Ward

Escaneo, diseño y lectura de pruebas


Dawn DeLeonardis
ÍNDICE
PRIMERA PARTE
El Lima antiguo
Impresiones de un reservista
Nuestra madre
Españoles y yankees
Un historiador
Discurso
El amigo Braulio

SEGUNDA PARTE
La evocación de Zósimo
El programa del General
Una tempestad en París
El entierro de Renán

TERCERA PARTE
Los refranes y la religión

CUARTA PARTE
Algo sobre el almidón y sus derivados

QUINTA PARTE
Pardo, Segura y Althaus
Fanatismo religioso
Periodismo limeño
La crítica
El documento humano
Mariano Nicolás Valcárcel
Simbolismo católico
Chile
Escuelas literarias
La Unión Nacional
Renán
El Comercio
La religión y la moral
En el año 2200
Sobre el lenguaje
M.Y.M.
Los poetas
El hombre
Nuestros librepensadores
Crítica española
Dos pájaros de un tiro
Dios
Remedio al mal

SEXTA PARTE
Memoranda
PRIMERA PARTE
.. ."Diogène dans le tonneau dtait l'Univers"...
Byron, hablando de Napoleón, citado por Leon Bloy, "Entrepreneurs de démolition".

EL LIMA ANTIGUO
¿Qué era el Lima de la Colonia? una sociedad canalizada entre dos muros -el fanatismo y la concupiscencia-.
Los limeños del Virreinato quedarían bien figurados por un péndulo oscilando del templo a la alcoba, por no
decir del altar a la cama.
Fanatismo, no religión. Usurpaba el nombre de catolicismo un cúmulo de supersticiones y prácticas
idolátricas. Predominaba el culto, no al santo, sino a su imagen, que los cerebros no concebían nada más allá
del icono: Dios y santo sin figura material, no eran Dios ni santo. Hombres con apariencias de sesudos creían
en sueños, pronósticos y milagros. Si les hubieran asegurado que en la cima del San Cristóbal se dialogaba
con Nuestra Señora del Carmen, todos ellos habrían trepado el cerro para conversar con la Santísima Virgen.
La psicología del oidor al rezar su rosario se igualaba con la del bandolero al repetir su oración del justo juez.
La religión no consistía en el perfeccionamiento moral, sino en la fe del carbonero, exteriorizada por una serie
de actos maquinales, pueriles, ridículos y hasta irreverentes.
A más, el sacerdote reinaba en una esfera superior, como ser intangible y sagrado, como superhombre nacido
para ejercer una misión divina. Nada importaba que fuera el ejemplar de todos los vicios. Gozaba de fuero, y
herirle en un solo cabello era perpetrar el mayor crimen y atraerse el peor castigo del cielo. Las abuelas
referían historias espeluznantes, como la del arriero que pegó de bofetadas al cura y la del soldado que
insultó groseramente a un obispo: al arriero se le seca el brazo derecho, al soldado le crece tanto la lengua,
que concluye por ahogarle. No se necesita insistir que el atraso de un pueblo se revela en la supremacía del
sacerdocio.
Concupiscencia, no amor. Acaso florecerían idilios, a lo Pablo y Virginia o tragedias a lo Julieta y Romeo;
pero Lima en general presentaba el caso de una sociedad enferma de eretismo crónico. Y en vez de curarse,
las gentes agravaban su mal: en la casa, con los olores cálidos y violentos y las comidas excitantes; en la calle,
con el meneo tentador de las caderas femeninas; en el templo, con el afrodisíaco perfume del incienso.
Casados y solteros, sacerdotes y laicos, virreyes y cargadores, todos giraban alrededor del falo.
La mujer no desempeñaba entonces una elevada función social. )Puede ejercerla quien sólo actúa como
instrumento de placer? Transcurrida la época de agradar al hombre o -hablando con alguna crudeza- pasada
la estación de enardecer al macho, la hembra quedaba recluida en el hogar, ocupando un sitio entre la
servidumbre y el mobiliario. La vieja servía de blanco a las burlas de los jóvenes; y para los hijos mismos no
existía ser menos respetable que la madre anciana. Ese menosprecio subsistió más allá del Virreinato. Según
Max Radiguet, "el respeto a la vejez, los goces de la familia eran desconocidos para las limeñas... Si en una
casa un extraño se levantaba con respeto al acercarse una anciana,no era raro oír a una muchacha decirle
con tono ligero: No se incomode usted, ésta es mi mamita". La escena tenía lugar en 1844; y no dejará de
reproducirse hoy mismo. Diariamente se ve por las calles de la ciudad una mozuela -muy elegante y muy
orgullosa- seguida de una anciana humilde y maltrajeada. Son la hija y la madre: la primera va delante para
que los transeúntes tomen por ama a la segunda.
Los padres no alcanzaban más respeto ni merecían infundirle. En su casa misma daban a los hijos el ejemplo
de una inconcebible depravación moral. Los blancos tenían mancebas de color (generalmente las esclavas),
sucediendo muchas veces que esposa y mancebas cohabitaban en una especie de serrallo bendito. Bastardos y
legítimos crecían en una promiscuidad no sabemos si patriarcal o porcina, donde abundaba el acoplamiento
de los hermanos con las hermanas.
Y se comprende el incesto, dadas las costumbres. Los hijos de los amos vivían en las recámaras,
fraternalmente unidos a los descendientes de los esclavos; y si en el juego al escondite el señorito no dejaba
ilesas a la negrilla ni a la mulatilla, la señorita no salvaba incólume de las travesuras a media luz con el
negrillo y el mulatillo. Cada familia representaba los diversos matices de la piel, la mayor o menor
abundancia del pigmento.
Mientras los niños envejecían en las recámaras (según don Felipe Pardo había niños de cincuenta años), las
personas mayores se reunían en la sala o estrado para conversar libremente, lejos de los menores, y aguardar
la hora de recibir a las amistades. )De qué hablarían esas amistades en esas tertulias? )Qué serviría de tema a
sus comentarios? Probablemente el último devaneo del virrey, la reciente llegada de un galeón al Callao, la
próxima celebración de un auto de fe, el nuevo milagro de Santa Rosa, la elección de una madre abadesa, la
muerte de algún reverendo padre en olor de santidad, el embarazo de una doncella por haberse puesto los
calzones de un vecino, el demonio que en forma de lechuza viene todas las noches a chupar el aceite de las
iglesias, el santocristo que suda sangre por el desembarco da protestantes ingleses en la isla de San Lorenzo,
la amenaza de terremoto y, salida del mar porque la gallina perteneciente a una sierva de Dios canta como
gallo, el fin del mundo porque en una hacienda de la costa abajo acaba de nacer un ternero con dos cabezas y
seis patas. Como sol del sistema familiar brilla un señor canónigo, persona sagaz y afable, que entre
amputaciones a un bizcochuelo y sangrías a una taza de chocolate, refiere sotto voce los escándalos del día.
Derrama luz de ciencia el preconizador de infalibles remedios caseros, el poseedor de una farmacopea donde
figuran en primera línea los ojos de cangrejo, los polvos de murciélago calcinado, la saliva en ayunas y cierta
droga confeccionada en mucho secreto por una monja muy santa y muy prolija. Mas en la tranquilidad de la
tertulia arrojan notas de inquietud lúgubre el viejo que se lamenta de sus bubas y la vieja que se duele de su
mal interior.
Si los hombres se conducían como vemos, )se portaban mejor las mujeres? Sólo eran madres en el parir.
Apenas alumbrados los hijos, les abandonaban a las nodrizas, que las buenas señoras no les cuidaban ellas
mismas por no marchitarse con las malas noches, no les lactaban por no envejecer ni aflojar sus pechos. Las
amas de leche (casi siempre negras) provenían de alguna hacienda o de la casa marital donde habían sido
fecundadas por un amigo íntimo (seglar o no), un pariente o el mismo páter familias. La intimidad de los
niños con las amas de color obliteraba en ambos sexos la repulsión natural del blanco hacia el negro. Aunque
godas hasta el hueso, y por consiguiente monárquicas, las limeñas profesaban en asuntos de amor un
republicanismo verdaderamente democrático: no las importaba mucho que la piel del varón fuera lechosa,
cobriza, achocolatada o bituminosa. Se veía el contubernio de la blanca con el negro. )Habían perdido las
hembras el instinto de mejorar la especie, ese instinto que las induce a preferir el macho más fuerte y más
hermoso? Carecía el negro de hermosura relativa, no de fuerza: con su lujuria de mono y sátiro, calmaba el
furor de la Mesalinas criollas.
Hay más: las limeñas creían peccata minuta el desliz con un sacerdote. )Qué Byron cantaría las proezas
amorosas de los Don Juan ordenados in sacris, singularmente los capellanes? El capellán integraba las
familias pudientes y gozaba de muchas prerrogativas como iniciador de doncellas, consolador de viudas y
coadjutor de casadas. Si la corona se heredara cuántos limeños habrían nacido tonsurados. Hoy mismo
subsiste en muchas familias la predilección al sacerdote: sólo pecan a lo divino.
Fanatismo, concupiscencia y crueldad marchan en unión estrecha, formando una trinidad indisoluble. Donde
hay un concupiscente fanático, ahí se recela un torsionario. Si los conquistadores infunden horror por la
codicia y la ferocidad, sus descendientes inspiran sentimiento igual por la dureza de corazón hacia el indio y
el negro. Trataban al esclavo con inhumanidad cartaginesa: como el animal; peor aún, como al objeto
insensible. Para esos católicos el negro no contaba en el número de los prójimos. Y no debemos admirarnos:
Las Casas, el símbolo de la piedad, aconseja la introducción de esclavos; y para redimir al indio, quiere
inmolar al negro.
En las haciendas, los amos ejercían un símil derecho de pernada: con una orden o una simple insinuación al
caporal o mayordomo, tenían a la púber y la impúber, a la casada y la soltera. Sultanes sin muchos
miramientos, aumentaban la cría, viendo de esclavos a sus propios hijos. Unían en matrimonio a negros y
negras como se ayunta un caballo con una yegua. Mal comidos, mal vestidos, trabajando hasta dieciséis
horas, no descansando del todo ni los domingos (pues habla faenas dominicales), los esclavos pasaban una
vida más lamentable acaso que los burros y los bueyes. Por faltas leves, media o una docena de azotes; por
faltas graves -la gravísima era la fuga- mayor número de azotes, el encierro a pan y agua, el cepo de cabeza,
los grillos, el grillete, etc. Los cimarrones solían llevar el último durante muchos años; y no faltaba lo que
podríamos llamar los condenados mellizos o la yunta humana: dos negros con grilletes remachados a los
extremos de la misma cadena. A la hora de recibir la pitanza consistente en unos cuantos camotes o una
lampada de frijoles se oía en casi todas las haciendas dos ruidos siniestros: las interjecciones proferidas por el
amo y las cadenas arrastradas por el negro.
En Lima, los esclavos pasaban una existencia menos dura, aunque el azote no dejaba de funcionar. Por una
retribución proporcionada a la dosis, las panaderías se encargaban de flagelar a los negros, unas veces hasta
primera sangre, otras hasta despedazar las nalgas y llegar al hueso. No faltó desgraciado que sufriera
quinientos y aun mil azotes. Cuando la víctima sobrevivía a la flagelación, se la curaba menos por humanidad
que por salvar el precio del artículo. Por toda curación se administraba al paciente lociones y fomentos de
orines saturados con sal. La amenaza tradicional de hacer charqui el trasero de un hombre ha llegado hasta
nosotros, la hemos visto cumplida en el chino, la vemos aplicada hoy mismo a los ladrones de poca monta
cogidos por la policía.
Algunas limeñas trataban a los negros con cierta conmiseración y hasta cierto cariño; pero otras les oprimían
con tanto rigor como los hacendados mismos. Si no usaban el estilete de las patricias romanas, habían
encontrado un medio bárbaro de castigar a las negras, principalmente a las mozas: las estrujaban los pechos
hasta verlas caer exánimes. La crueldad ofrecía carácter más odioso en las viejas. Las jubiladas del amor, al
comparar su carne fláccida y repelente con la carne dura y provocativa, se irritaban y se vengaban. A más,
como las secreciones líquidas representaban gran papel en la vida colonial, esas mismas viejas (cancerosas,
tísicas o diabéticas) no vacilaban en castigar a los muchachos dándoles a beber orines. Por último, los
patrones convertían al negrezuelo en el souffre-douleur del amito. Cuando la víctima rehusaba seguir el juego
por haber sufrido bastantes cabalgaduras, repelones y latigazos, acudía la señora de la casa y, acentuando las
palabras con los mojicones, exclamaba furiosa: "(Hase visto la insolencia del negro! (No dejarse montar, jalar
las pasas ni azotar por el niño! ".
Y, sin embargo, los negros solían revelar más nobleza de sentimientos que los blancos. Muchas de esas pobres
nodrizas fueron más que madres de los niños criados por ellas, algunos de esos infelices esclavos llegaron a
ser benefactores de sus amos. )Quién no vio a negras ancianas pedir limosna para socorrer a sus antiguas
amas? Encopetadas familias limeñas deben su bienestar a los esclavos.
Más reductible y asimilable que el indio, el negro criado en hogares bondadosos perdía el odio al blanco y se
esforzaba por imitar a sus señores, principalmente en la urbanidad y el buen tono. Los bailes de negros lo
prueban. Las gentes ricas fomentaban esas diversiones y vestían lujosamente a sus esclavos para que
dignamente figuraran en ellas. Pues bien, los bailes se efectuaban, en orden admirable, negros y negras
observaban la compostura de grandes señores y grandes damas. Los blancos reían de la triste negra alhajada
como una virreina y del pobre negro elegantizado como un marqués; pero no aprovechaban la lección ni
alcanzaban a comprender la ironía.
Se realizaba un fenómeno raro: mientras las negras de casa grande y engreídas imitaban lenguaje y porte de
señoras, las señoras adquirían el vocabulario y los modos de las negras bozales. Si por el agujero de una
chapa se hubiera escuchado la conversación entre una negra y una blanca, se habría tomado a la criada por
la señora y a la señora por la criada. El esprit y la gracia limeñas consistían en una soltura de palabras y
maneras, más propia de zaguanes que de salones. La limeña pur sang se pintaba sola para "decir cuatro
frescas al lucero del alba", y hacer pasadas como quitarle a un señor la silla en el momento de sentarse,
ponerse a comer guindas en una ventana de reja y escupir los cuescos al transeúnte, deslizarse a la casa de un
vecino para tirar del mantel y echar por tierra el servicio de mesa, etc.
)Qué producto cerebral podía salir de semejante medio? Salvo una decena de trabajos (envejecidos y sujetos
a revisión) todo el caudal científico y literario de los limeños antiguos pide un auto de fe, sin exceptuar las
disquisiciones jurídico-teológico-morales de los doctores graduados en nuestra Universidad Mayor. Esos
famosísimos doctores in utroque jure presagiaban al don Timoteo de Larra y al Pacheco de Eca de Queiroz. Si
no )dónde las obras de las lumbreras y los genios criollos? Restando a Peralta, Olavide y algún otro, cero.
Acaso unos cuantos mamotretos coloniales encierren páginas o frases merecedoras de la exhumación. La
literatura del Virreinato se parece a los montículos o montones formados por aglomeración de los detritus
urbanos: a veces ocultan una joya de algún valor. El hallazgo no compensa las fatigas de la rebusca. Hubo a
fines del siglo XVIII un amago de aurora con la aparición de El Mercurio Peruano; mas la buena madre
España no toleró que la luz se difundiera en el cerebro de sus hijos. Los hombres inteligentes del Virreinato
siguieron en la condición de animales submarinos, sin más luz que la emitida por ellos mismos.
Como se vivía en aislamiento cerebral, todo lo limeño denunciaba la pequeñez de la flora y de la fauna
insulares. Las gentes de aquí se parecían a los hombres de Europa, como el kangurú de Australia se parece al
elefante de Africa. En nada se percibía la frescura juvenil de una raza nueva; y los niños llevaban aire de
nacer con el alma encanecida. Los jóvenes no poseían juventud, sino vejez precoz de mozo caquéxico; no
arranques juveniles, sino intermitentes virilidades del viejo verde.
Imposible que en semejante aglutinación de híbridos y degenerados germinara el espíritu de rebeldía.
Resignados a la servidumbre, respiraban los limeños, y resignados a la servidumbre se hundían en la
sepultura. Sin Bolívar, Sucre, San Martín y Arenales, sin los venidos de fuera para darnos libertad (quién
sabe si hoy mismo vegetaríamos bajo la dominación española! Incapaces de manumitirnos por la acción de
nuestros brazos, los limeños (y todos los peruanos) somos los manumisos de Colombia y la Argentina.
Argentinos y colombianos hicieron con nosotros lo que más tarde hizo don Ramón Castilla con los negros.
Cómo pagamos el beneficio, lo dicen el Portete y el Caquetá.
Y, sin embargo, hay quienes añoran los tiempos de la Colonia y lamentan la desaparición del Lima antiguo
con sus palacios de caña y barro, su balcones seudomoriscos, sus calesas tiradas por jamelgos asmáticos, sus
velas de sebo chisporroteando en faroles de vidrios terrosos y jamás completos, sus inquisidores de virtud
incierta y de mugre segura, sus médicos a mula por fuera y por dentro, sus tapadas bien olientes de la cintura
para arriba, sus aguadores de burro matado y pipas grasientas, sus marqueses de barboquejo y babador,
papanatas, bellacos, gurruminos y bujarrones. Descubren y celebran un Lima poético en la ciudad donde no
penetraban el extranjero ni el libro; donde las mujeres (y a menudo los hombres de las clases privilegiadas)
no sabían leer ni escribir; donde tenían por sabio al hilvanador de tesis hueras en latín macarrónico; donde
no existía la conmiseración para el indio, el negro ni el animal; donde todos creían en daño, duendes, brujas,
diablo, infierno y apariciones de imágenes pintadas en las rocas de los cerros o en los muros de las casas;
donde no conocían higiene pública ni privada; donde acequias al aire libre desbordaban con las deyecciones
del vecindario; donde Junta de Sanidad y Baja Policía estaban resumidas en una sola corporación -los
gallinazos-; donde algunas gentes cumplían los ochenta años sin haberse bañado una sola vez; donde las
elegantes economizaban el jabón y prodigaban los perfumes, llegando a verter esencias olorosas en los ramos
de flores; donde los comensales de etiqueta bebían en un solo vaso y se imaginaban superar a Lúculo cuando
se atiborraban de puchero, tamales, sebiche, caucau y chicha de maní; donde los saraos de las casas grandes
solían concluir en tambarrias con tonadas de bozales, golpes de cajón, danzas del vientre, echadas de cintura...
y no sabemos si apagado de luces para escoger parejas en la oscuridad.

IMPRESIONES DE UN RESERVISTA

En 1880, cuando se organizó la Reserva, fui nombrado capitán de una compañía en el batallón número 50,
perteneciente a la novena división mandada por don Bartolomé Figari. Mi coronel era don Federico Bresani,
hombre de negocios como el señor Figari. Bajo la Dictadura de 1879, los paisanos ejercían las funciones
reservadas a los militares.
Dos o tres veces por semana, los oficiales del 50 recibíamos instrucción militar. Un profesional nos enseñaba
la Táctica del Marqués del Duero, o, mejor dicho, la aprendía con nosotros. Diariamente, nuestra división
practicaba ejercicio en la Alameda de los Descalzos y en el camino a la huerta del Altillo. A las tres de la tarde
sonaban algunos campanazos en la Catedral, y toda la Reserva se ponía en movimiento. En ventanas y
balcones se instalaban las mujeres para ver desfilar a los reservistas, y los reservistas desfilaban con aire
marcial y conquistador. Los uniformes azules con visos blancos y las espadas con puño de metal amarillo
pasaban en triunfo, bajo la mirada y la sonrisa de las mujeres. Yo, que nunca pude tomar a lo serio los
entorchados y que nunca supe medir la distancia del uniforme a la librea, iba cubierto de un sobre todo gris.
A los pocos meses de ejercicio, nuestros cachimbos practicaban satisfactoriamente las evoluciones de batallón:
hombres despiertos, dóciles y de buena voluntad, no cometieron ninguna insubordinación ni el más leve acto
represible. Cundía en la Reserva el deseo de rivalizar con la tropa de línea, desacreditada por las derrotas de
San Francisco y Tacna.
Como una sola vez hicimos ejercicio de fuego, la mayor parte de los soldados ignoraba o no conocía muy bien
el manejo del rifle. El fogueo, se verificó en la Pampa de Amancaes, donde se consumió más sandwiches y
licores que pólvora y plomo.
Oficiales y soldados fuimos muy exactos en asistir al ejercicio mientras parecía dudoso el ataque a la ciudad;
pero desde el día que los invasores desembarcaron en Pisco, el animoso entusiasmo de los reservistas empezó
a decaer y siguió decayendo hasta degenerar en un amilanamiento indecoroso. Abundaban los rostros pálidos
y las voces temblorosas. Las primeras en amilanarse fueron las personas decentes: ellas, con sus figuras
patibularias y sus comentarios fúnebres, sembraron el desaliento en el ánimo de las clases populares.
Difundido el miedo y perdida la vergüenza, los hombres se guarecían en las legaciones, en los conventos y en
sus propias casas. Hubo necesidad de traerles por la fuerza. Un día, arrogándome facultades supremas,
ordené a un sargento que, al mando de una comisión del 50 y sin respetar domicilios ni guardar
consideraciones de ninguna especie, "recogiese a la gente", fuera o no fuera de nuestro batallón. El sargento
-don Manuel José Ramos y Larrea- logró traer a muchos; pero no a todos. Regresó narrando cosas inauditas:
algunos, al saber la llegada de los comisionados, se fingían enfermos y apresuradamente, sin haber tenido
tiempo de quitarse la ropa, se metían en cama; hubo quien, vestido de mujer, se dolía de las muelas y con un
barboquejo trataba de esconder mostacho y barbas.
Las esposas, las madres y las hijas se mostraban heroicas en la defensa de sus esposos, de sus hijos y de sus
padres. Insultaban a los comisionados, les amenazaban y aun les acometían: en una de las rafles, el sargento
recibió un tremendo escobazo. Algunos años después, Ramos y yo nos reíamos al recordar el chichón
levantado en su cabeza por el palo de escoba. Mas no todas las hembras carecieron de virilidad espartana:
una mujer del pueblo extrajo del escondite a su hombre o su marido y le entregó diciendo:
-- (Llévense a este maricón!
Con la deserción, no sólo de los soldados sino de los oficiales, los tres batallones de la novena división
quedaron reducidos a uno, y yo di el salto de capitán a teniente coronel y segundo jefe del 50. Si la batalla de
San Juan se hubiera librado en junio, yo habría concluido por ascender a general de brigada o jefe de estado
mayor. A fines de diciembre, los restos de la novena división recibieron orden de acuartelarse en el convento
de San Francisco; mas no lo efectué yo porque al intentarlo me dijeron que otra persona había sido
nombrada en mi lugar.
Algunos días estuve indeciso, no sabiendo qué resolución tomar, cuando recibí orden verbal de constituirme
en la batería del Pino, como jefe de la guarnición. Mi coronel había creído prestar mejores servicios
alistándose en la Cruz Roja. Muchos pensaron lo mismo.
II
El cerro del Pino está situado a unos dos kilómetros al sur de Lima. Mandaba la batería el capitán de navío
don Hipólito Cáceres. La guarnición sumaba unos ciento cincuenta o doscientos hombres pertenecientes a la
Reserva, quiere decir, a los batallones enrarecidos y quedados en cuadro--formaba un curioso
abigarramiento, donde capitanes y mayores habían descendido al rango de soldados. A la guarnición de
reservistas se agregaban unos cuantos oficiales de marina y algunos marineros destinados al servicio de los
cañones. No faltaban militares de toda graduación: hasta dos o tres coroneles. De éstos, unos dormían en el
Pino, otros se iban al cerrar la noche. Ignoro para qué vinieron ni quién les mandó.
El Pino contaba con cuatro piezas: dos buenos cañones Vavasseur que habían pertenecido a la corbeta Unión
y dos cañones de montaña.
III
Al amanecer del 13 de enero un cañoneo lejano me anunció la batalla. Veía fogonazos, oía descargas de rifle,
sin darme cuenta precisa del combate. Los chilenos atacaban por la izquierda: nada más podía percibirse.
Aclarado el día, disminuyó el cañoneo, mas las descargas de fusil me parecieron aumentar y extenderse en
dirección a Chorrillos. Noté que por nuestra derecha, en el morro Solar, se combatía.
)Qué había pasado? A las nueve o diez de la mañana me convencí de nuestra derrota. Por las inmediaciones
del Pino huían soldados dispersos en dirección a Lima. Decidimos detenerlos y engrosar la guarnición de
nuestra batería. Varias comisiones salieron a cumplir la orden; mas hubo necesidad de suspenderla para
evitar una serie de luchas armadas: los dispersos acabaron por defenderse a tiros. Habría convenido
ametrallarles desde los fuertes. Los persas tenían razón de poner a retaguardia de sus ejércitos grandes
masas de caballería para detener, chicotear y empujar a los fugitivos.
Los pocos dispersos recogidos y llevados al Pino ofrecían un aspecto lamentable. Algunos pobre indios de la
sierra (morochucos, según dijeron) llevaban rifles nuevos, sin estrenar; pero de tal modo ignoraban su
manejo que pretendían meter la cápsula por la boca del arma. Un coronel de ejército se lanzó a prodigarles
mojicones, tratándoles de indios imbéciles y cobardes. Le manifesté que esos infelices merecían compasión en
lugar de golpes. No me escuchó y quiso seguir castigándoles.
--Si pone usted las manos en otro soldado, le dije, tendrá usted que habérselas conmigo.
--Soy, me contestó, un coronel de ejército y usted es un cachimbo.
--Si fuera usted un militar de honor, le repliqué, no se hallaría en la Reserva, sino batiéndose con la tropa de
línea.
Refunfuñando me volteó la espalda. Como momentos después nos viéramos cara a cara, me dijo, poniéndome
la mano en el hombro:
--Amigo, no hay que sulfurarse...
Nuestros cañones hicieron seis u ocho disparos: uno cayó en un pelotón de caballería chilena, otro en una
batería instalada en un montículo. Poseía yo un buen anteojo, y habiéndome colocado tras de tina de las
piezas, podía seguir la trayectoria del proyectil. Si no recuerdo mal, dirigía los disparos el marino don
Manuel Elías Bonnemaison. Cuando sentíamos más deseo de seguir bombardeando al enemigo, recibimos
orden de suspender los fuegos.
Pasé la mayor parte de la noche sin dormir. Ni del campo ni de la ciudad venía el menor ruido: sobre la
carnicería se desplegaba la serenidad imperturbable del firmamento. En medio de un silencio trágico,
observaba yo con mi anteojo el lejano incendio de Chorrillos; la belleza de las enormes llamaradas
sanguinolentas me hacía olvidar el origen del fuego. De vez en cuando unos como polvorazos y explosiones
subían más arriba de las llamas, iluminando el horizonte. Fatigado de rondar, me había sentado en una gran
piedra y empezaba a dormir, cuando sentí en la mano el roce de algo húmedo y frío: era el hocico de un
perro. )De dónde venía ese animal?
El 15, nos hallábamos reunidos los oficiales cuando una descarga de fusilería nos anunció el ataque de los
chilenos a los reductos de Miraflores. Algunos oficiales, cogidos de pánico, huyeron a todo escape, bajando el
cerro con una agilidad de galgo. Quise ordenar que se les hiciese fuego, mas el jefe del fuerte me lo impidió:
--Deje usted que los cobardes se vayan, me dijo.
Era día de un sol magnífico. A pesar de los años trascurridos, veo las masas de tropas chilenas embistiendo
los reductos, retrocediendo y volviendo a embestir, por tres o cuatro veces. Diviso aún los reflejos de espadas
blandidas por oficiales para detener y empujar a los soldados. Más de un momento me figuré que los
enemigos huían en completa derrota; pero desgraciadamente observé que el último reducto de nuestra
derecha había sido flanqueado y que algunos batallones de la Reserva eran palomeados en la fuga.
Al llegar la noche, todos habían abandonado el Pino, así la tropa como los oficiales. El jefe, antes de seguir el
éxodo general, nos encargó a don Eduardo Lavergne y a mí inutilizáramos los cañones.
Sólo quedamos en el fuerte, Lavergne, don José María Cebrián, un hijo de Bolognesi (Federico) y yo. De
cuando en cuando sentíamos ruidos que se acercaban a nosotros y se hacían más sensibles en la falda del
cerro.
--)Quién va?, preguntábamos.
--Batallón número tal de la Reserva, nos respondían.
--)Completo?
--Completo.
A las dos de la mañana destruimos los cañones, valiéndonos de la dinamita. Nos encaminamos a Lima: nada
había que hacer en el fuerte. Entramos cinco, pues se nos había juntado don Manuel Patiño Zamudio después
de batirse en un reducto. Al atravesar la población corrimos algún peligro: dos o tres veces nos hicieron
fuego. Ignoro si la guardia urbana, por creernos malhechores, o algunos dispersos, por simple mala fe o la
pesada broma de asustarnos. No respondimos. Yo iba perfectamente armado: con mi espada, mi revólver y
mi Winchester de quince tiros. Para igualarme con Tartarín de Tarascón no me faltaba. . .
No vi los saqueos de los chinos, y pienso que los autores no fueron los reservistas de Miraflores a quienes
pocas horas antes había yo visto desfilar disciplinados y con sus efectivos completos. Saquearon los
emboscados, los que no salieron a combatir.
Concluiré con un incidente personal. Me encerré y no salí de mi casa ni me asomé a la calle mientras los
chilenos ocupaban Lima. Cuando supe que la habían abandonado, quise dar una vuelta por la ciudad. Pues
bien, a unos cincuenta metros de mi casa me encontré con un oficial chileno: había sido mi condiscípulo, mi
mejor amigo en un colegio de Valparaíso. Al verme, iluminó su cara de regocijo, abrió los brazos y se dirigió
a mí con intención de estrecharme. Yo seguí mi camino como si no lo hubiera reconocido.

NUESTRA MADRE

Situada en la extremidad del Continente, soldada a los Pirineos como el apéndice caudal se adhiere al tronco,
España vive respirando las exhalaciones digestivas del estómago francés, Alemania huele a pólvora,
Inglaterra a carbón de piedra, Estados Unidos a petróleo y tinta de imprenta, España trasciende a moho,
incienso y aceite frito.
)Qué fue su penúltimo rey? un sátiro nacido en el ayuntamiento de una genesíaca y un cretinoide. Murió
joven Alfonso XII, minado por la herencia patológica y agotado por los vicios, pero tuvo tiempo de casarse
dos veces y dejar un heredero que junta en sus venas el suero rancio de los Borbones y el descolorido glóbulo
rojo de los Austriacos.
)Qué son los políticos españoles? una incoherente pululación de sombras chinescas. En el Parlamento, se ve de
un lado la sombra de un Ministro que pronuncia la sombra de un discurso para defender la sombra de un
portafolio, y de otro lado la sombra de un diputado que embiste la sombra de un Gobierno para adquirir la
sombra de un poder y saborear la sombra de un presupuesto.
)Qué son los literatos españoles? lechigadas de tardígrados y retardatarios que emiten el vaho de la caverna
prehistórica y llevan el cerebro taraceado de incrustaciones antidiluvianas. Castelar, con la inconsciencia del
niño, se imagina vaciar una estatua de oro cuando funde en el mismo crisol el metal puro de la Ciencia y la
escoria de las viejas Teogonías; Menéndez y Pelayo convierte su erudición en drogas y vendajes para
momificar el cadáver de las ideas católicas; Campoamor reproduce a los gemelos siameses, pues con su
cabeza izquierda lanza impiedades en verso mientras con su cabeza derecha murmura retractaciones o actos
de contrición en prosa; Núñez de Arce entona himnos hondisonantes para glorificar las mentiras
convencionales de la religión y de la política, para desenterrar apolillados recuerdos, maldecir a Voltaire y
escarnecer a Darwin. Basta recordar que el poeta nacional de los españoles fue y es aún Zorrilla, ese muerto
ambulante, ese cadáver insepulto que abría de cuando en cuando los ojos para tomar por seres reales las
visiones de su cerebro medioeval. En España, los pocos hombres pensadores o libres se asfixian y mueren,
como insectos encerrados en la campana de una máquina neumática.
)Qué es el Pueblo español? una comunidad de frailes sin tonsura y con el hábito escondido, porque desde el
académico hasta el chulo, todos llevan entre camisa y pellejo una sotana. Como unas pocas provincias sudan y
bregan para que las otras coman y huelguen, el mejor símbolo de España estaría en una serpiente que se
engullera su propia cola. El español duerme la siesta después de almorzar, se cansa de descansar y se reposa
de haber reposado. No trabaja en Verano por el calor, en Invierno por el frío ni en Primavera y Otoño por
ser estaciones intermedias y malsanas. En el ardor de la canícula, todo buen hijo del Cid viaja envuelto en
una descomunal capa que le abrigue a él y a su cabalgadura, porque ha de saberse que cuando un buen
español se manda hacer una capa, monta en su mula para que el sastre le tome la doble medida. (Y en esto hay
mucha razón, porque la mula presta más servicios que el vapor y la electricidad: cuando de cualquier ciudad
española se remite un telegrama, se escribe por el tren para avisar que va el mensaje, y cuando sale el tren, se
despacha una mula anunciando que el tren ha partido). Los españoles de buena cepa tratan de prójimas a sus
mujeres y de paisanos a los burros vizcaínos, aplauden a Frascuelo y silban a Pi y Margall, aguardan el
regreso de Don Carlos y comen bacalao todos los viernes. Pero todo eso no impide blandir la navaja. "Aquí
-dice Demófilo refiriéndose a España- las pasiones se hallan en estado tan primitivo que no se sacian sino con
la muerte. Por un vaso de vino, por una mirada, por una palabra malsonante, se esgrime la navaja,
hundiéndola hasta las cachas con saña feroz. No hay gradaciones en la pena. Aun detrás de la piel más
lustrosa de todo español, asoman las puntas del toro jarameño, dispuesto a embestir al menor descuido".
Conforme, pues, a la espontánea confesión de un escritor madrileño, los españoles, a fuerza de lidiar toros, se
han vuelto novillos. . .
ESPAÑOLES Y YANKEES

Nicomedes Pastor Díaz afirmó que "el hombre no se da bien en América", y algunos plumíferos españoles nos
lo suelen recordar con el olímpico desdén de un Apolo al medirse con una turba de mirmidones o de
orangutanes. Vamos a cuentas: si llamamos hombre al bípedo implume que duerme la siesta, se regala con
gazpacho, quema cirios a la Virgen del Pilar, declara duelo publico la muerte de un torero y lame la bota de
Martínez Campos o la ensangrentada mano de Cánovas, el hombre no se da bien en América, al menos en la
América del Norte.
En cuanto a la América Española, se la abandonamos a todos los humoristas de Madrid, porque el español, al
escarnecer a los hispanoamericanos, no hace más que escarnecerse a sí mismo desde que en los hijos se ve la
exacta reproducción de los padres. Cierto, en la América Española hay millones de indios y miles de negros
que no llevan en sus venas una sola gota de sangre castellana; pero verdad también que los negros y los indios
han vivido por algunos siglos bajo la exclusiva dominación de España, de modo que intelectual y moralmente
deben ser considerados como sus propios hijos. Los negros o animales del campo, lo mismo que los indios o
animales de la mina, se hallan en el caso de argüir a sus antiguos amos: "Si somos malos )por qué no nos
educaron ustedes bien? Si hemos degenerado )por qué no impidieron ustedes la degeneración?". Cuando los
animales domésticos degeneran, cúlpese al dueño, no al animal.
Con todo, supongamos que a pesar de la sabia y paternal administración de los conquistadores, el hombre
haya sufrido en la América Española una evolución regresiva hasta el punto de haberse convertido en un
gorila. Entonces preguntamos: )cómo se explica que los gorilas San Martín, Bolívar y Sucre derrotaran al
hombre español? )Cómo se explica que los gorilas Bello, Baralt y Cuervo hayan enseñado y enseñen castellano
al hombre español? )Cómo se explica, en fin, que hoy mismo veinte o veinticinco mil gorilas de Cuba acaben
de tener en jaque a más de doscientos mil hombres españoles?
En España se habla de los americanos como si se tratara de los habitantes de la Luna; por lo general, se sabe
que para venir a cualquier punto de América se necesita embarcarse; más allá del embarque no hay noticias.
Afírmese que Montevideo linda con Sanpetersburgo y que Buenos Aires dista un kilómetro de
Constantinopla, y lo creen hasta los profesores del Ateneo.
Respecto a los Estados Unidos )qué decían no hace mucho los españoles? Los yankees son un pueblo sin
ejército aguerrido ni marina fogueada: con el Pelayo y unos cuantos buques más de la invencible y gloriosa
escuadra española, sobra para hundir a las naves norteamericanas; con los invencibles y gloriosos veteranos de
Cuba, hay fuerza suficiente para invadir el territorio de la Unión, para tomar Washington e imponer las
condiciones de paz al Gobierno de la Casa Blanca. Weyler sólo pedía unos setenta u ochenta mil hombres
para llevar a cabo la empresa. Y todo esto no era la concepción morbosa de un general reblandecido, sino la
opinión arraigada en el cerebro de hombres como Romero Robledo y Nocedal. Hoy mismo no faltan diarios
españoles que hagan responsable a Sagasta por no haber apresurado la guerra y hecho trasladar
oportunamente cien mil hombres de Cuba a Florida. España habría recorrido en triunfo los Estados Unidos.
Hay más: para el vulgo español (entendiéndose por vulgo tanto el rufián que en el puente de Toledo blande la
navaja, como el marqués tronado que en la calle de Sevilla le palmea las nalgas al torero) los Estados Unidos
son una aglomeración de choriceros y matadores de cerdos. Los poetas americanos, en vez de montar el
Pegaso, cabalgan en un gorrino; los senadores yankees discuten con los puños arremangados hasta el codo y
llenos de sangre porque vienen de matar su marrano; las damas de Nueva York van a los paseos, con su
lechón bajo el brazo, a no ser que prefieran quedarse en sus hogares, consagradas a la tarea de ahumar
jamones o rellenar chorizos. Todo el ingenio de los bardos y caricaturistas españoles no ha salido de llamar
cerdos a los yankees ni de ponerles orinales en lugar de sombreros. Hay quien se ha desmayado de risa al ver
semejantes simplezas en el Madrid Cómico, semanario soso y memo, dirigido por una especie de imbécil que
responde al nombre de Sinesio Delgado.
La superioridad del español sobre el norteamericano no admite réplica desde Cádiz hasta Barcelona. Para el
buen comedor de garbanzos, nada vale abrir canales y trazar caminos, tender redes de ferrocarriles y de
telégrafos, cubrir de muelles las costas y de puentes los ríos, o improvisar en veinte años ciudades que por su
magnificencia y población eclipsan a las antiquísimas ciudades europeas. Tampoco vale poseer museos,
bibliotecas y universidades iguales y superiores a las del Viejo Mundo. La nación que en tan pocos años
realiza tantos prodigios puede estar muy adelantada en el orden material, pero en el orden intelectual ocupa
nivel muy inferior a la España de los grandes tribunos y de los grandes escritores. . . ")Quién tiene a los
hombres de palabra y de pluma que poseemos nosotros?", dicen los madrileños hinchando el pecho y
esforzándose por elevarse unas cuantas pulgadas sobre los desvencijados adoquines de la Puerta del Sol.
Se les podía contestar que Núñez de Arce con todos sus Idilios no vale tanto como Longfellow; que un Emilio
Castelar con toda su elocuencia no se iguala con Emerson o el Aguila Blanca; que los Pérez Galdós, los Pereda
y las Pardo Bazán no hacen olvidar a Washington Irving, a Fenimore Cooper ni a Edgar Poe; que ninguno de
los modernos americanistas españoles compite con Prescott, Bancroft ni Winsor; que hasta en el exclusivo
terreno de la historia de la literatura castellana no se cuenta español que haya logrado eclipsar a Ticknor...
Pero vale más dejarles confitarse en su ilusión y repetirles:
"Efectivamente, es muy bueno contar con Píndaros y Cicerones; pero más bueno habría sido poseer marinos
que no se hubieran dejado echar a pique en Trafalgar, y soldados que hubieran sabido defender Holanda, el
Rosellón, Portugal, Zelanda, el Franco Condado, Flandes, el Milanesado, el Reino de Nápoles, México,
Centroamérica, la América del Sur y sobre todo Gibraltar. Tampoco habría sido malo poseer ingenieros que
hubieran sabido abrir canales y trazar caminos, para que la España de hoy no fuera una especie de
archipiélago donde las ciudades representan a las islas y los desiertos hacen de mares".
Con la sorpresa en Manila y los combates navales en Santiago de Cuba, con la pérdida de Filipinas y Puerto
Rico, los españoles tienen razones suficientes para convencerse que en Estados Unidos hay algo más que
degolladores de cerdos; pero )adquirirán ese convencimiento provechoso y le usarán como una lección
salvadora? Seguirán tal vez en sus pueriles fanfarronadas atribuyedo los descalabros a la ineptitud de Blanco,
a la traición de Sagasta o al resentimiento de la Pilarica por el escaso número de novenas rezadas en
Zaragoza.
Ya Núñez de Arce parece aconsejar a los españoles el uso de la oración. "Impongo silencio -dice- a mi
indignación y me limito a rogar a Dios que aparte de los labios de mi desgraciada patria el amargo cáliz que a
cada paso le ofrece en estas horas de mortal angustia, la vieja y estéril política de nuestros ciegos partidos".
Amén...

UN HISTORIADOR

I
Legrand du Saulle habla de un sargento Bertrand que en avanzadas horas de la noche se introducía en los
cementerios para violar las sepulturas y acuchillar a los muertos.
La historia del Perú acaba de encontrar su Bertrand en el Padre Cappa, con la diferencia que el sargento no
respetaba muerto alguno, mientras el Padre, cuando exhuma el cadáver de un conquistador, le echa su
responso.
Glorificando todo lo español por el solo hecho de ser español, teniendo una reticencia maliciosa para las
atrocidades de los conquistadores, el buen Padre no exagera el espíritu que animó al jesuíta Clavigero en
México, al jesuíta Velasco en el Ecuador y al jesuíta Molina en Chile.
Los hombres avisados de España (señaladamente los miembros de la compañía) comprendieron que más
daño causaban a la gloria española los libros de autores extranjeros que las obras de Las Casas o Garcilaso, y
concibieron la idea de contrarrestar con defensas más o menos solapadas los ataques de Paw, Raynal y
Robertson.
Como los discípulos de un herejía llevan la herejía más allá del maestro, así el Padre Cappa se manifiesta más
agresivo y mas intransigentemente español que Molina, Velasco y Clavigero. Hombres hay que parecen
nacidos, no sólo con odio al crimen, si no también contra ciertas personas, como si antes de venir al mundo
hubieran sido víctimas en alguna parte y conservaran un vago recuerdo de sus victimadores: el Padre siente
odio innato para las virtudes florecidas lejos de España. Y no le hablen de Colón ni de Bolívar: quién sabe si
en algún planeta Colón fue su Torquemada y Bolívar su Santo Domingo.
Nos causa una leve sonrisa la apoteosis del verdugo en boca de José de Maistre; pero un efecto muy diferente
nos producen a veces las ingenuidades del Padre Cappa. "La muerte de Atahuallpa -dice- fue un verdadero
crimen, es cierto; pero crean los jóvenes que se han repetido y se repetirá hechos análogos mientras dure el
mundo, y con menor motivo, por más que se diserte contra ellos. . ." "Si de corazón pidió el bautismo, dichoso
él; y si no, pagó las muertes que había hecho, diremos con Gomara".
Lo que debe interpretarse del siguiente modo: si de corazón recibió el bautismo, se fue al cielo y le hicieron un
bien al matarle; si no, expió todos sus crímenes, primero con la muerte, después con el infierno.
No hay mucha distancia de semejante manera de juzgar las cosas a gritar como el Legado del Papa en la
carnicería de Béziers, cuando los soldados de Simón de Montfort herían indistintamente a católicos y
albigenses: ("Matad, matad sin descanso... Jesús sabrá conocer a los suyos". Entonces )por qué los buenos
creyentes se sulfuran contra los Emperadores que perseguían y martirizaban a los primeros cristianos? Antes
deben agradecer persecuciones y martirios y bendecir a los tiranos que les hicieron ganar el cielo. El ratero
que me roba la bolsa me causa un bien, pues me ofrece oportunidad de ejercer la virtud de la pobreza. El
insolente que aplique un mojicón al Padre Cappa le hace también el beneficio de presentarle ocasión de
practicar la virtud de la paciencia.
La sensiblería mórbida del historiador que llora sobre todo muerto, como si las luchas del pueblo contra el
pueblo fueran mascaradas de carnaval, difiere mucho del sano razonamiento del filósofo que sin enternecerse
ni enternecer a sus lectores hace justicia al bueno y al malo. Cuando la muerte -nivelador supremo- convierte
en polvo al justo y al injusto, a la víctima y al verdugo )qué hay para los atropellados y aplastados en el
camino e a vida? el fallo de la Historia, nada más.
II
La historia del Perú -mejor dicho, la prehistoria nacional- debe ser una obra de ciencia, no de erudición; de
sabios, no dc académicos o literatos. No basándose en la arqueología ni en la lingüística sino en la exégesis de
textos legados por los primitivo historiadores, puede tener el mérito de una buena compilación (extracto,
nunca el valor de un monumento científico y original. Lo esencial no estriba en probar si hubo doce o quince
Emperadores de la dinastía incaica ni si el Emperador A reinó antes del B o fue casado con la Emperatriz M
o la Emperatriz N. Poco nos interesa la crónica palaciega. El problema fundamental es saber de dónde
vinieron los pobladores preincaicos, de qué fuentes arranca la civilización peruana y de qué lenguas se
derivan las lenguas de América.
Necesitamos algo más que un Mommsen en Roma, algo más que un Champollion en Egipto. Aunque no
sabemos con seguridad cuándo ni de dónde vinieron los Incas, ya conocemos suficientemente el origen del
Imperio incaico, su desarrollo y su decadencia; pero casi nada conocemos de los pueblos que les precedieron
en América y lucharon con ellos. Perdidas o fijadas ya las tradiciones orales, nos quedan los monumentos y
las lenguas como infalibles testimonios que aguardan el ser examinados para dar su respuesta. El arqueólogo
que dilucide la confusión de los monumentos y fije la época de su erección, el lingüista que descubra el origen
y filiación de nuestras lenguas, serán nuestros verdaderos historiadores. Resolverán problemas que interesan,
no sólo al Perú sino a la Humanidad. La arqueología que, con el fragmento de un utensilio doméstico, evoca
una civilización, como Cuvier reconstituía un animal con el simple fragmento de un hueso fosilizado; la
lingüística que por la comparación de los idiomas indeuropeos permite fijar los rasgos generales de la lengua
que les dio vida )no descubrirán el origen de las civilizaciones americanas?
Por ahora, lo seguro es que el Padre Cappa no nos ofrece novedades arqueológicas ni lingüísticas. Su Historia
Compendiada del Perú, escrita expresamente para servir de texto en el colegio que la Compañía de Jesús
sostiene en Lima, vale tanto como el librillo publicado en 1856 por Manuel Bilbao; menos tal vez que los
muchísimos resúmenes dados a luz con menores pretensiones por nuestros pedagogos. Se reduce a un
extracto infiel y caprichoso de autores que andan en manos de las personas menos eruditas, con la agravación
de que el autor desfigura los personajes, calla los sucesos cuando le conviene callarles y narra los
acontecimientos como le aprovecha narrarlos.
Y no sólo procede así en el Compendio: en lo publicado hasta hoy de lo que, podría llamarse su obra grande
sobre la historia del Perú obedece al mismo espíritu y se vale de los mismos medios.
En su polémica con Larrabure y Unanue, el Padre concluyó por descubrir todos los defectos de su armadura.
No conocía el resumen italiano de Pedro Mártir, la Historia de las Indias por Las Casas, la inconclusa Historia
de América de Muñoz ni la colección de Mendoza. Todo su arsenal lo constituyen los dos tomos de
historiadores primitivos de Indias inclusos en la colección de Rivadeneira, Oviedo, Herrera y uno que otro
compendio mal pensado y peor escrito. Las recientes publicaciones de Madrid le son extrañas. "Con la
entrada de los chilenos -dice el Padre Cappa en la polémica con Larrabure y Unanue, página 33- empecé a
coordinar mis ideas, a trazar el plan de la obra y a tentar las probabilidades de llevarla a cabo. Sólo disponía,
como ahora, de unas seis u ocho horas semanales que emplear en ella. La Biblioteca Nacional ocupada por las
tropas de Chile, quedó desocupada de los libros que yo necesitaba. Durante la permanencia de los chilenos en
Lima, y mientras se reconstituía la Biblioteca, escribí lo que he publicado, lo que se está imprimiendo y parte
de lo que, Dios mediante, se publicará. No pude, por consiguiente, tener noticia de la publicación de la
Historia de Indias del Obispo de Chiapa, Fray Bartolomé de las Casas".
Resulta que el Padre compuso su libro sin las indispensables obras de consulta o información y sin meditar,
pues una hora diaria en el transcurso de unos pocos meses no basta para allegar materiales, comparar textos,
rectificar fechas, sacar apuntaciones, redactar, etc. No; así no escribió Gibbon la Decadencia y caída del
Imperio Romano, Thierry la Historia de la conquista de Inglaterra por los Normandos, ni el mismo don
Modesto de Lafuente la Historia General de España: Gibbon trabajó lustros enteros, Thierry cegó con la
mucha lectura y Lafuente perdió la razón por exceso del estudio.
Tan a la ligera, o mejor dicho, tan a la diabla no se escribe hoy n( las novelas. Cuando Gustave Flaubert
decide componer Salammbó, no se contenta con leer cuanto documento puede sobre Cartago: emprende un
viaje para conocer de visu el terreno donde había florecido la antigua ciudad púnica.
"No pude, por consiguiente, tener noticia de la publicación de la Historia de Indias del Obispo de Chiapa... )
En qué se relaciona la ocupación chilena con la Historia de Las Casas? Chile al ocupar Lima )nos puso en
interdicción literaria con el Universo? La entrada de los chilenos a la capital se verificó en enero de 1881, y la
publicación de la Historia de las Indias data de 1876. El que escribe la historia de un pueblo )no está obligado
a conocer las principales obras que se relacionan con ella? )Una biblioteca pública es acaso el único sitio para
adquirir noticia de las novedades bibliográficas, si es que en 1886 puede llamarse novedad un libro publicado
hace diez años?
III
)Ustedes se figuran que la Humanidad, lejos de la época infantil del mito entra ya en el período viril de la
crítica? Pues no: muchos se parecen al enfermo que en los desvaríos de la fiebre confunde los objetos reales
con las alucinaciones del cerebro. A fines del siglo XIX existen aún escritores que fusionan la historia con la
leyenda y entreveran el hecho verosímil con el milagro. Que un Garcilaso, un Calancha o un Palentino
mezclen lo real con lo fantástico, se tolera y se perdona recordando la época de su florecimiento; pero (que
hoy mismo nos salga el buen Padre narrando seriamente la venida del apóstol Santo Tomás al Perú y las
apariciones de la Santísima Virgen!
Sin embargo del espíritu religioso que le anima, el Compendio se distingue por todo menos por la caridad
cristiana. Hemos visto que el Padre Cappa sigue la senda trillada o el camino abierto por algún otro; pero,
cuando quiere andar solo y por nuevo sendero, vacila, se extravía y no encuentra más recurso que guarecerse
en una encrucijada para lanzar un tiro a la primera figura que se le presenta. Cuando quiere agarrarse
cuerpo a cuerpo con sus enemigos, embiste tan cegado por la cólera que pierde su centro de gravedad y se va
de bruces. Ni a sangre fría daña porque sus argumentos sin hilación ni orden, sin la lógica o táctica del
pensamiento, recuerdan al pelotón de reclutas que en frente del enemigo descargan al aire y se dispersan.
En cada línea del compendio se denuncian la precipitación y la ligereza; todo él se manifiesta confuso,
indeciso, embrionario, pareciendo más bien el descosido apunte de un viajero que no la obra de un literato. El
librillo, tanto en el fondo como en la forma, semeja un tembloroso andamio que aguarda la fabricación del
edificio, quizá una masa de agua y tierra que espera el molde del adobero.
El Padre hace gala de purista, censura agriamente el galiparlismo y como casi todos los defensores de la
pureza en el idioma, incurre en estupendos galicismos. A más, habla una lengua que principia a ser castellano
sin haber concluido de ser catalán, así que sus cláusulas nos recuerdan a los dudosos organismos que
empiezan a cobrar apariencia de animales sin haber terminado de parecer vegetales.
Unas veces diluye el pensamiento en párrafos interminables, como una espiral que vuelve y revuelve sobre sí
misma; otras veces aglomera parrafillos sin trabazón, como cuentas engarzadas en hilo sin nudo. Es
desapacible, bronco, seco y cacofónico. No respeta ni la gramática. Perpetra concordancias vizcaínas como
"se han repetido y se repetirá hechos análogos". o como "si (el partido de Almagro) se hubiera retirado a la
nueva-Toledo (sic) como pensaron, es seguro que no los hubiera seguido Vaca de Castro".
Véase otro espécimen de lenguaje y estilo. "El intérprete Felipillo tergiversó maliciosamente las
contestaciones de Atahuallpa, que fue condenado a muerte, sufriendo la sentencia el 29 de agosto de 1533, día
de San Juan, cuyo nombre recibió en el bautismo que el P. Valverde le administró poco antes de que
muriera". La construcción gramatical debe ser y sufrió, no sufriendo. A más, todo el período carece de
unidad (primero es sujeto Felipillo, en seguida Atahualpa, por último Valverde) y peca contra la lógica, pues
lo natural sería decir que Atahualpa fue condenado a muerte, que recibió el bautismo y que sufrió la
sentencia: no hablar del bautismo después que se habló de la muerte.
En fin, aunque el Padre Cappa revolviera mañana todos los archivos y bibliotecas de ambos mundos y nos
ofreciese un libro adornado con todas las perfecciones artísticas, no sería nunca un autor digno de confianza:
vive cegado por dos espíritus: el de secta y el de nacionalidad o campanario. Una historia escrita por él se
reducirá siempre a un alegato en favor de España. En sus manos, la historia, que debería ser un espejo donde
se retrataran los hombres con su fisonomía propia, degenera en una especie de Museo Grévin donde un niño
travieso hubiera puesto a León XIII el tricornio de Bonaparte y a Juana de Arco el sombrero tapageur de
María Antonieta.

DISCURSO

Agradezco profundamente a los iniciadores de esta velada, a los artistas como a los oradores y a todas las
personas que la solemnizan con su presencia.
La satisfacción que experimento no me ciega ni me ofusca: veo con la mayor claridad, distingo muy bien que
las manifestaciones de simpatía se dirigen, no al hombre sino a la idea. Soy la simple ocasión de exteriorizar
algo que se anhela, que no se dice en alta voz, que se guarda en lo más recóndito del cerebro.
Prescindamos, pues, del individuo, y congratulémonos de que en esta sociedad, carcomida por el fanatismo y
amenazada por la dominación del clero, se puedan reunir aquí algunas decenas de hombres animados por el
generoso espíritu de emancipación.
Ignoro si en este momento escuchan mis palabras muchos de los que hace veinte años respondieron a la voz
de llamada y se lanzaron a combatir por la buena causa; mas )qué importaría si todos se hallaran ausentes y
enrolados en las legiones enemigas? Nuevos soldados surgen a nuevas luchas. La idea renace en otros con el
mismo vigor y la hermosura de los antiguos días: una primavera no deja de ser primavera porque las flores
de hoy no son las mismas flores de ayer. Nuevas energías suceden a las energías pasadas: las aguas no son las
mismas; pero el mismo río corre y seguirá corriendo.
Aunque hayamos vivido bajo una serie de gobiernos conservadores, la idea verdaderamente liberal no ha
muerto en el Perú: sufre groseras falsificaciones en los seudopartidos, existe con toda su pureza en los
individuos aislados y ajenos a todo espíritu de bandería. Sólo se requiere una fuerza honrada, una
personalidad que sin miras estrechas ni bastardas reúna las voluntades dispersas y las encamine a la acción.
Aquí los hombres libres son débiles porque son tímidos, porque no se dan el trabajo de medir sus fuerzas,
porque no observan ni la inocente malicia de contarse. Muchos piensan con amplia libertad, aunque muy
pocos se atreven a revelarlo. Que los retrógrados no fíen mucho en la perpetuidad de su reinado: el hoy les
halaga y les sonríe; el mañana puede traerles sorpresas muy amargas y muy dolorosas.
En fin, señores, aunque el presente no aparezca muy risueño,cedamos al influjo del optimismo y digamos con
el gran luchador francés: "La Verdad está en marcha y nadie la detendrá".

EL AMIGO BRAULIO

En ese tiempo era yo interno en San Carlos. Frisaba en los diez y ocho años y tenía compuestos algunos
centenares de versos, sin que se me hubiera ocurrido publicar ninguno ni confesar a nadie mis aficiones
poéticas. Disfrutaba una especie de voluptuosidad en creerme un gran poeta inédito.
Repentinamente nacieron en mí los deseos de ver en letras de molde algunos versos míos. Por entonces se
publicaba en Lima un semanario ilustrado que gozaba de mucha popularidad y era leído y comentado los
lunes entre los aficionados del colegio: se llamaba El Una Ilustrado.
Después de leer veinte veces mi colección de poemas, comparar su mérito y rechazar hoy por malísimo lo que
ayer había creído muy bueno, concluí por elegir uno, copiarlo en fino papel y con la mejor de mis letras.
Temblando como reo que se dirige al patíbulo, me encaminé un domingo por la mañana a la imprenta de El
Lima Ilustrado. Más de una vez quise regresarme; pero una fuerza secreta me impedía.
Con el sombrero en la mano y haciendo mil reverencias penetré en una habitación llena de chivaletes galeras
cajas tipos de imprenta.
El señor Director? -pregunté queriendo mostrar serenidad, pero temblando.
-Soy yo, joven.
Me dio la respuesta un coloso de cabellera crespa, color aceitunado, mirada inteligente y modales
desembarazados y francos.
En mangas de camisa, con un mandil azul, cubierto de sudor y manchado de tinta, se ocupaba en colar fajas y
pegar direcciones.
-Me han encargado le entregue a usted una composición en verso.
-Pasemos al escritorio.
Ahí se cala las gafas, me quita el papel de las manos y sin sentarse ni acordarse de convidarme asiento, se
pone a leer con la mayor atención.
Era la primera vez que ojos profanos se fijaban en mis lucubraciones poéticas. Los que no han manejado una
pluma no alcanzan a concebir lo que siente un hombre al ver violada, por decirlo así, la virginidad de su
pensamiento. Yo seguía, yo espiaba la fisonomía del director para ir adivinando el efecto que le causaban mis
versos: unas veces me parecía que se entusiasmaba, otras que me censuraba acremente.
-)Y quién es el autor? -me dijo, concluida la lectura.
Me puse a tartamudear, a querer decir algún nombre supuesto, a murmurar palabras ininteligibles, hasta
que concluí por enmudecer y tornarme como una granada.
-)Cómo se llama usted, joven?
-Roque Roca.
-Pues bien: yo publicaré la composición en el Próximo número y pondré el nombre de usted, porque usted es
el autor: se lo conozco en la cara. Verdad?
No pude negarlo, mucho más cuando el buen coloso me daba una palmada en el hombro, me convidó asiento
y se puso a conversar conmigo como si hubiéramos sido amigos de muchos años.
Al salir de la imprenta, yo habría deseado poseer los millones de Rothschild para elevar una estatua de oro al
director de El Lima Ilustrado.
II
Cuando el semanario salió a luz con mis versos, produjo en San Carlos el efecto de una bomba. Poetam
habemus!, gritó un muchacho que se acordaba de no haber podido aprender latín. En el comedor, en los
patios, en el dormitorio y hasta en la capilla escuchaba yo alguna vocecilla tenaz y burlona que entonaba a
gritos o me repetía por lo bajo una estrofa, un verso, un hemistiquio, un adjetivo de mi composición.
La insolencia de un condiscípulo mío llegó a tanto que al pedirle el profesor de literatura un ejemplo de
versos pareados, indicó los siguientes:
El poeta Roque Roca
Echa llores por la boca.
Con decir que el mismo profesor lanzó una carcajada y me dirigió una pulla, basta para comprender el
maravilloso efecto de los dos pareados: a la media hora les sabía de memoria todo el colegio y andaban
escritos con lápiz negro en las paredes blanca y con polvos blancos en las pizarras negras. No faltaban
variantes, como:
El poeta Roque Roca
Echa coles por la boca;
El poeta Roque Roca
Echa sapos por la boca.
Un bardo anónimo, no muy versado en la colocación de los acentos, escribió:
El poeta Roca Roque
Es un inconmensurable alcornoque.
Agotada la paciencia recurrí a las trompadas; mas como el remedio empeoraba el mal, acabé por decidir que
el partido más cuerdo era no hacerles caso y no volver a publicar una sola línea.
Sólo encontré una voz amiga. Había un muchacho a quien llamábamos el Metafórico, por su manera extraña
y alegórica de expresarse. El Metafórico me llamó a un lado y me dijo con la mejor buena fe:
-Mira, no les hagas caso y sigue montando en el Pegaso: el ruiseñor no responde a los asnos; poeta-aurora,
desprecia a los hombres-coces.
Las palabras me consolaron, aunque venían de un chiflado. )Qué voz no suena dulce y agradablemente
cuando se duele de nuestras desgracias y nos sostiene en nuestras horas de flaqueza?
Yo contaba con un amigo de corazón: Braulio Pérez. Juntos habíamos entrado al colegio, seguíamos las
mismas asignaturas y durante cinco años habíamos estudiado en compañía. En cierta ocasión, una
enfermedad le retrasó en sus cursos: yo velé dos o tres meses para que no perdiera el año. )Quién sino él
estaría conmigo? Como ni palabra me había dicho sobre mis versos ni salido a mi defensa, su conducta me
pareció extraña y le hablé con la mayor franqueza.
-)Qué dices de lo que pasa?
-Hombre -me contestó- )por qué publicar los versos sin consultarte con algún amigo? - De veras.
-Tú sabes que yo...
-Cierto.
-Estoy hasta resentido de tu reserva conmigo.
-Lo hice de pura vergüenza.
-Si alguna vez vuelves a publicar algo...
-)Publicar?, antes me degüellan.
Mantuve mi resolución un mes, y la habría mantenido mil años, si el director de El Lima Ilustrado no se
hubiera aparecido en el colegio a decirme que se hallaba escaso de originales en verso y que me exigía mi
colaboración semanal. Quise excusarme; pero el hombre -lisonjero- me comprometió a enviarle cada
miércoles una composición en verso.
Acudí al amigo Braulio, le conté lo sucedido y le enseñé todo mi cuaderno de versos para que me escogiera los
menos malos; pero no logramos quedar de acuerdo: todas mis inspiraciones le parecían flojas, vulgares,
indignas de ver la luz pública en un semanario donde colaboraban los primeros literatos de Lima. Imposible
sacarle de la frase: "Todas están malas". A escondidas del amigo Braulio, copié los versos que me parecieron
mejores y se los remití al director de El Lima Ilustrado.
La tormenta se renovó con mi segunda publicación; pero fue amainando con la tercera y cuarta: a la quinta,
las burlas habían disminuido, y sólo de cuando en cuando algún majadero me endilgaba los pareados o me
dirigía una pulla de mal gusto.
El único implacable era el amigo Braulio, convertido en mi Aristarco severo, todo por amistad, como solía
repetírmelo. Apenas recibía el número de El Lima Ilustrado, se instalaba en un rincón solitario y, lápiz en
mano, se ensañaba en la crítica de mis versos: uno era cojo, el otro patilargo; éste carecía de acentos aquél los
tenía de más. En cuanto al fondo, peor que la forma.
-Mira -me lanzó en una de esas expansiones íntimas que sólo se concibe en la juventud-, mira, el hombre no
sólo se deshonra con robar y matar, sino también con escribir malos versos. A ladrones o asesinos nos pueden
obligar las circunstancias; pero )qué nos obliga a ser poetas ridículos?
Hacía dos meses que publicaba yo mis versos, cuando en el (sino semanario apareció un nuevo colaborador
que firmaba sus m composiciones con el seudónimo de Genaro Latino. Mi amigo Braulio empezó a comparar
mis versos con los de Genaro Latino.
-Cuando escribas así, tendrás derecho a publicar -me dijo sin el menor reparo.
Fui constantemente inmolado en aras de mi rival poético: él era Homero, Virgilio y Dante; yo, un coplero de
mala muerte. Cuando mi nombre desapareció de El Lima Ilustrado para ceder el sitio al de Genaro Latino,
muchos de mis condiscípulos me reconocieron el mérito de haber admitido mi nulidad y sabido retirarme a
tiempo. Sin embargo, algunos insinuaron que el director del semanario me había negado la hospitalidad.
Todos creían envenenarme las bilis con leerme los versos de mi rival, figurándose que la envidia me devoraba
el corazón Braulio mismo me atacaba ya de frente, y se le atribuía la paternidad de este nuevo pareado:
Ante Genaro Latino,
Roque Roca es un pollino.
Un día, Braulio, triunfante y blandiendo un papel, se instala sobre una silla, pide la atención de los oyentes y
empieza a leer una silva de Genaro Latino, publicada en el último número de El Lima Ilustrado. De pronto,
cambia de color, se muerde los labios, estruja el periódico y le guarda en el bolsillo.
-)Por qué no sigue leyendo? -le pregunta una voz estentórea-. Era el Metafórico.
-(Que siga, que siga! -exclamaron algunos.
-Yo seguiré -dijo el Metafórico.
Se encaramó en la silla que el amigo Braulio acababa de abandonar y leyó:
Nota de la Dirección. Como, hay personas que se atribuyen la paternidad de obras ajenas, avisamos al público
(a riesgo de herir la modestia del autor) que los versos publicados en El Lima Ilustrado con el seudónimo de
Genaro Latino son escritos por nuestro antiguo colaborador el joven estudiante de jurisprudencia don Roque
Roca.
El Amigo Braulio no volvió a dirigirme la palabra.

SEGUNDA PARTE
LA EVOCACION DE ZOSIMO

Mientras mi buen amigo el Espiritista cumple con los ritos de su ciencia oculta para verificar la evocación, yo
me consagro a observar la marcha de los fenómenos. Reina en la habitación una luz de clorofila, crepuscular
y difusa, filtrada por una gruesa pantalla verde. Los dos estamos sentados a una mesa de pino, sin tapiz ni
más objetos que un tintero, una pluma, unas cuantas hojas de papel y una lámpara. Mi amigo apaga la luz y
-nos quedamos en una noche sepulcral.
De pronto asoma delante de mis ojos una lucecilla viva y oscilante que palidece gradualmente hasta despedir
el brillo blanco-mate de una perla. Siento como si en la nuca me proyectaran un chorro de agua fría y de la
cabeza a los pies me corre un espeluznamiento nervioso. Sin embargo, me domino y con la mayor serenidad
continúo mis observaciones.
El foco luminoso se dilata y adquiere la forma de un gran óvalo, presentando el aspecto y las dimensiones de
una Luna convertida en elipse. La dilatación continúa, a la vez que asoman cinco apéndices, los cuales se
precisan y toman la forma de una cabeza, dos brazos y dos piernas. Al fin diviso una figura humana, hecha de
niebla comprimida o de nebulosa condensada. Súbitamente, como sucede cuando se coloca una luz en un
esteroscopio, los ojos se inflaman, las mejillas se sonrosan, los labios se entreabren,
en una palabra, la vida se comunica a la aparición. Estoy en presencia de mi amigo Zósimo, vestido de
rigurosa etiqueta. La lámpara sigue apagada, mas la habitación se encuentra débilmente iluminada por un
fulgor blanco y difuso que en forma de una gran elispe rodea la aparición: Zósimo está como retratado en
la cáscara de un huevo gigantesco y de luz propia...
Yo. -(Usted, don Zósimo, usted en persona!
Zósimo.-No, hombre, en espíritu.
Yo. - )Que significa eso de "en espíritu"?
Zósimo.-Nada expresan las diferencias escolásticas y sutiles de alma y cuerpo: no hay más que una sola
sustancia; la misma en el mineral, en la planta, en el hombre, en los superhumanos. )Se dirá que el alcohol o
espíritu de vino es de sustancia diferente del vino? Pues bien, cuando el hombre muere, se escapa de su
cuerpo un algo que es al mismo cuerpo, como el alcohol al vino, como el perfume a la flor. La muerte,se
reduce a un proceso químico, a una destilación de espíritus.
Yo. -Me sorprende usted con sus palabras.
Zósimo. -Dejemos el usted y hablémonos de tú, como se usa en el otro mundo: el que se paga de un usía, de un
ilustrísimo, de un excelentísimo es un necio, lo mismo en la Tierra que en la luna.
Yo.-Entonces )cómo te va en la otra vida?
Zósimo.-Cuando se existe, en ninguna parte va del todo bien. Sin embargo, estoy muchísimo mejor que en la
Tierra.
Yo.-Y )qué haces?
Zósimo.-Versos. Entre los vivos era yo financista, como bien lo sabes; entre los muertos, donde no se conoce el
dinero, soy poeta. Y no desdeñes el oficio: mientras la metafísica, la teología, la historia, la jurisprudencia,
son mentiras graves, rastreras y enojosas, la poesía es una mentira alegre, alada, luminosa. Mentira por
mentira, me declaro por la más bella.
Yo. -Pues yo creí que te fuera por allá mucho peor que por aquí: tu manera de morir...
Zósimo.-Bien y mal, mérito y demérito, castigo y premio -concepciones puramente humanas. )Me creías en el
infierno por haber sido muerto en pecado mortal? La responsabilidad supone el libre albedrío, y )qué libre
albedrío se concibe donde reina un determinismo inviolado e inviolable? (Pobres hombres que se juzgan
libres y señores de sí mismos porque mueven un pie o agitan una mano! Olvidan que no hay mucha diferencia
entre ellos y la bola de billar lanzada por el taco o el marionete movido por las invisibles cuerdas del titiritero.
Quien roba o mata, quien obra bien y se sacrifica, no hacen más que obedecer a una fuerza irresistible,
superior a ellos: se corre al bien o al mal, como por una pendiente se rueda a un campo de flores o a un
abismo de oscuridad y muerte., Hay un solo culpable -la Naturaleza. Castigar al que roba o mata vale lo
mismo que volverse contra una piedra que nos hiere o una lluvia que nos moja.
Yo.-Y )Dios?
Zósimo. -Mejor sería que habláramos de otra cosa.
Yo. -Tú en la vida fuiste católico rancio, y hoy...
Zósimo.-También el niño ha sido acuático en el vientre de su madre.
Yo. -Así que )no guardas rencor a tu asesino?
Zósimo.-(Qué idea! Los que nos matan nos hacen un beneficio: nos lanzan de una vida que no vale la pena de
ser vivida.
Yo.-Quiere decir que eres amigo de XX.
Zósimo.-)Quién es XX?
Yo.-Tu matador. )Olvidaste ya su nombre?
Zósimo.-Efectivamente, di poca significación al instrumento, porque "no, mata el hierro que penetra en... sino
la mano que lo empuja".
Yo.-Si se conoce el hierro inconsciente )dónde se oculta la mano?
Zósimo. -Las manos, querrás decir.
Yo.-Nómbrame a tus asesinos para entregarles a la reprobación universal.
Zósimo.-No me cumple nombrarles: mis declaraciones encenderían nuevos odios, concitarían venganzas
sangrientas y macularían a personajes colocados muy alto y revestidos de muchos honores. Aunque debiera
parecer el más interesado en que se descubriese la verdad y se castigara a los culpables, todo eso me importa
hoy un comino. Desde el otro mundo (vemos con tanta indiferencia las cosas de la Tierra!: nuestros padres,
nuestros hijos, nuestra misma reputación. )Te acuerdas hoy de los viajeros que ayer estuvieron a tu lado en
un tranvía? )Piensas en el vestido viejo que diste hace un año al trapero? Esos vecinos de tranvía son nuestros
parientes más cercanos, ese vestido viejo es nuestro mismo cuerpo que dejamos en la tumba. Y (la reputación!
Maldito lo que valen las personas que la otorgan. )Te importaría el concepto que de ti se formaran los
insectos de una carroña o los vibriones de una sepultura? Insectos y vibriones: nada más que eso me parecen
hoy los vivos, desde la altura serena de la muerte. Oye, y no lo olvides: todo el bullicio y toda la agitación de la
Humanidad en sus innumerables siglos de existencia, no valen más que el murmullo de una espuma
desvanecida en la playa o el aleteo de una mariposa abrasada por el fuego de una lámpara.
Yo. -(Cáspita! La Filosofía del otro mundo había sido tan amarga y desconsoladora como las de
Schopenhauer y Hartmann.
Zósimo.-Cuando nosotros queremos despreciar una cosa decimos: "eso no vale una Tierra", como ustedes
dicen: "eso no vale un pepino"; y si deseamos infundir mala idea de algún espíritu, exclamamos: "ese es un
hombre", como ustedes para infamar a un individuo: "ese es un perro".
Yo.-Ya esto pasa de castaño a oscuro.
Zósimo. -Comprendo que fui muy lejos: acabo de herir el orgullo humano; pero yo no hago más que
anticiparte el conocimiento de la verdad: cuando salgas de la Cueva, pensarás como yo pienso.
Yo.-Dime, )salir de la Cueva, o morir, causa mucho dolor?
Zósimo.-)Has leído el Fedón? La muerte por vejez debería ser la única, la natural; y lo será en la Tierra el día
que la Higiene evite las enfermedades y suprima médicos y medicinas. Ahora bien, la muerte por decrepitud
no puede llamarse un fenómeno inesperado y súbito, como el trueno en una atmósfera serena, sino una serie
de fenómenos enlazados y sin solución de continuidad. No se muere un día, se está muriendo desde que se
nace.
Yo.-Así, tú podrás indicarme el día y la hora de mi muerte.
Zósimo.-Algo me impide revelártelo; como un hombre no descubre a un niño de seis o siete años los secretos
de la generación, así un espíritu no revela jamás a un ser inferior los misterios de la muerte. A mis ojos
apareces no sólo cadáver, sino podredumbre, esqueleto, ceniza.
Yo.-)Adivinas el porvenir?
Zósimo. -Adivinar, palabra terrestre, sin ninguna significación en el lenguaje de los superhumanos. Nosotros,
siguiendo la hilación entre causa y efectos, podemos deducir lo que sucederá mañana en el orden humano,
como si se tratara de un eclipse o de una marea: todo lo seguimos como se ve a la aguja de un cuadrante
marcar las horas. )Te parece mucho predecir que después de las cinco, el puntero señalará las seis y luego las
siete? Como la sustancia es una, la ley es también una y rige tanto lo que ustedes llaman el orden moral como
lo que nombran el mundo físico. Y no creas que nosotros lo sabemos todo: dudas tan negras y tan amargas
devoran a los espíritus como a los hombres. El vulgo terrestre se imagina que por el solo hecho de morir el
hombre adquiere facultades tan poderosas que penetra la esencia íntima de las cosas y se convierte en una
especie de...capaz de crear seres y mundos: es como concebir que el enano se agiganta por el solo motivo de
pasar de un calabozo hasta un palacio. Entramos al otro mundo con todos nuestros errores y todas nuestras
miserias, y tenemos el inmenso trabajo de rehacer nuestra moral y nuestras ciencias: discípulos de una mala
escuela, nos educamos de nuevo. Practicamos una ortopedia intelectual y moral. (Si tú supieras lo que vale
casi toda la ciencia humana! Aquí, inter nos, sólo hay verdadero el 2 + 2 = 4.
Yo. -Pero, hombre, ya que te molestas en venir del otro mundo, enséñame algo útil, dime siquiera una frase
que me sirva de norma segura en el incierto camino de la vida.
Zósimo.-El "conócete a ti mismo" del filósofo griego no conduce a mucho ni sirve de gran cosa, pues el
hombre, por más que se aísle del mundo y sondee los misterios de su ser, no adquirirá un conocimiento exacto
de sí mismo. A más )de qué aprovecharía al hombre conocer una parte infinitesimal del Universo? )Se
conocería el parque de Versalles por una de sus hormigas, al león por uno de sus piojos? Para saber algo sería
preciso saberlo todo, y eso no lo podrán nunca los hijos de la Tierra. Para mí, la frase magna, la que yo me
repetiría sin descanso si tuviera la desgracia de volver a la vida terrestre, es la siguiente: "Desprécialo todo,
empezando por ti mismo".
La figura de Zósimo pierde su coloración, se transforma en una estatua de blancura marmórea y en seguida
empieza a disminuir de volumen y redondearse hasta convertirse en una estrella y desaparecer.

EL PROGRAMA DEL GENERAL

I
Antes de la guerra con Chile, asistimos al lanzamiento de una candidatura presidencial. A pesar de los años
transcurridos, recordamos los sucesos como si ayer les hubiéramos presenciado. Candidato, uno de nuestros
invencibles generales; día, un domingo; hora, las 3 p.m.; lugar, el teatro.
Penetramos en el edificio, pocos minutos después del General, cuando éste había recorrido ya la población al
frente de unos quinientos partidarios, en medio de vivas y cohetes, a son de una banda que atronaba los aires
con el Ataque de Uchumayo. Fácilmente conseguimos asiento en un palco de segunda fila, entre obreros y
estudiantes.
Cierra el escenario un venerable telón rojizo donde se destaca por encima de las nueve musas un Pegaso de
alas blanqueadas y cuerpo color isabel. Cintas y banderas se cruzan y se enlazan con tal profusión que los
asistentes parecemos abrigados en una selva de lianas multicolores. Como la sala se alumbra únicamente por
un amago de luz tamizada por los vidrios terrosos de una farola central, reina una claridad difusa y
melancólica, una especie de aurora tísica y anémica. A veces, algunos rayos de Sol violan las rendijas de una
puerta mal cerrada y van a clavarse en las personas y los objetos, como un manojo de saetas inflamadas.
Hombres y cosas ofrecen un aspecto raro y fantasmal en el semicrepúsculo de un día que no es día o en la
semiobscuridad de una noche que no es noche. Relampaguea la llamarada de un fósforo encendido por algún
fumador impaciente; a traquidos leves siguen ligeras fulguraciones y tenues bocanadas de humo.
El patio hierve de jóvenes (el General tiene predilección por la juventud) sin que falten algunos viejos; así, los
cráneos desnudos en medio de cabezas frondosas, semejan copos de espuma en el oleaje de un mar negro. Los
palcos rebosan de esos elegantes y correctísimos señores que entre una venia y un apretón de manos
despabilan el reloj o el portamonedas; y también de aquellas amables señoras que envueltas en su manta de
Cachemira, acuden sin miedo a los sitios donde los caballeros tímidos y vergonzantes se vuelven
emprendedores y atrevidos. La cazuela reúne la flor y nata de la reunión; ahí se aglomera el pueblo
entusiasta y generoso, ahí rebullen esos bravos electores que por un sol llevan en hombros a su candidato y
por otro sol le descrisman de una pedrada.
Detrás del telón, y como en mundo lejano, menudean los ruidos de pasos, los arrastramientos de muebles y las
voces de: "-(Pongan los candeleros! (Traigan la poltrona! -(No se olviden de la campanilla! -(Llenen de agua
la botella!, a la vez que en el patio y la cazuela se inician los moscones, los tosidos, los pataleos, los bastonazos
y los gritos de animales. Por atavismo, algunos ladran como perros, maullan como gatos o rebuznan como
borricos. Estallan los dicharachos, los diálogos calurosos, las interpelaciones a distancia. Un lechuguino de la
platea dice a una mozuela que melosamente se abanica en un palco de reja: " -)Cómo está el Nuncio?". La
mozuela responde con una obscenidad, y toda la concurrencia prorrumpe en una carcajada. Un chico llora en
los ocultos, y diferentes opiniones hacen coro al lloriqueo. "-(Siéntese encima -(Denle seis azotes! -(Que el
General le traiga la mamadera".
Llega momento en que el número de fumadores se multiplica desvergozadamente: a una llamarada
responden cien llamaradas, a una humareda cien humaredas, de modo que la platea concluye por similar un
hervidero de flamerolas, una continua aparición de fuegos fatuos. Un calor glutinoso nos derrite, una
atmósfera tabernaria nos asfixia. Excitados por la demora, nerviosos, los más pacíficos sienten que el asiento
les empuja, experimentan ganas de moverse, gritar y reñir. Como a los chillidos zoológicos sucedieron las
insolencias, así al humo del cigarro y a las respiraciones alcohólicas, siguen todas las suciedades y todos los
hedores de la bestia humana, del animal colectivo.
Felizmente, resuenan tres golpes, y el telón sube con lentitud solemne en medio de mil aclamaciones de
regocijo.
II
Una larga mesa rectangular, cubierta de paño verde, cierra casi toda la embocadura del proscenio. Dos
candelabros de seis luces, una escribanía de plata, una campanilla de metal amarillo, una botella de agua, dos
vasos y muchos, muchísimos papeles, rompen la monotonía del trapo verde.
Entre la mesa y el telón de foro se destaca el General, rodeado por unas diez o quince personas. Es un hombre
de más o menos sesenta años, corpulento, gordo, muy blanco y de fisonomía tan opaca o indefinible que al
través de las facciones no se lee nada bueno, ni se vislumbra nada malo. Ofrece una peculiaridad: en la
cabeza no guarda un solo pelo, mas conserva un par de bigotes largos, espesos y negrísimos; así que los dos
bigotes negros en. la cabeza blanca parecen dos alas de cuervo prendidas en un saquete de harina.
Muchos aplausos. El General y sus compañeros se sientan. El público enmudece, como tocado por un resorte
mágico. La teoría de los oradores empieza el desfile.
Un estudiante de la Universidad (presunto secretario de prefectura) después de discurrir por media hora y
comentar la opinión de Lerminier sobre la guerra, preconiza la unión de la toga con la espada, y termina
asegurando que "el ángel tutelar de la Patria había cubierto con sus alas el ancho y noble pecho del General,
para que no le hirieran las balas, en previsión de que un día la banda presidencial cruzaría ese ancho y noble
pecho".
Un hojalatero (seguro candidato a la suplencia de la senaduría por Lima) se duele del ningún apoyo que los
gobiernos prestan a las industrias nacionales, denuncia la ruinosa competencia ocasionada por la
introducción de cafeteras y anafes alemanes, y se regocija al pensar que la clase obrera sale al fin de su
letargo, lanzándose a la lucha porque está segura de vencer, gracias al amor manifiesto del General hacia los
trabajadores. El buen hojalatero ve a lo lejos una espada, convertida en martillo, aplastando las cafeteras y
los anafes abarrotados en los almacenes de la República.
Un doctor en leyes (secretario del General y probable Ministro de Gobierno) toma la palabra. A los
cuarenticinco minutos de hablar, se interrumpe exclamando: "-Pero, señores, he prometido ser breve y lo
cumplo. No seguiré defraudando a este nobilísimo auditorio el placer de oír a nuestro digno candidato. Váis a
escuchar, no el acento melífluo de un orador académico, sino la voz ruda y franca del soldado. Sus palabras
no vibrarán en nuestros oídos como susurro de abejas ni como suspiro de brisas: tronarán como estampido
de cañones, como golpe de espadas en el fragor del combate". Y volviéndose al General: "-Héroe de las cien
batallas, el generoso pueblo de Lima está pendiente de vuestros labios: probadle que vencer con el hierro no
impide iluminar con la elocuencia".
El General se pone de pie. Concluida la inevitable salva de aplausos, reina un silencio tan profundo que se
habría sentido el alto de una pulga. El héroe de las cien batallas, extiende el brazo derecho, abre la boca y
permanece mudo, como si una persona invisible le hubiera hipnotizado: no recuerda jota del
discursoprograma, sin embargo de haberle sabido, merced a un estudio de veinte a veinticinco días. En vano
tose, garraspea, se ensancha el cuello postizo y se rasca el parietal izquierdo, tratando de cosechar ideas en
donde no se había dado la pena de sembrarlas. Rebusca en levita, chaleco y pantalón, a caza del original para
leerle, ya que no podía recitarle; pero el maldito papel se había quedado en un bolsillo de la ropa casera.
Ya principian las tosecitas, el runrún, los cuchicheos y las risotadas; ya los miembros de la mesa ponen cara
de entierro; ya el secretario bebe hiel y suda vinagre, cuando el General tiene un arranque demosténico,
ciceroniano, dantonesco:
-En fin, señores, mi programa se reduce a escuelas y villas de comunicación, presupuesto y honradez, todo
para los amigos y palo para los pícaros. (Palo, palo y palo!
El General (para quien adversario y pícaro eran sinónimos) no logró ceñirse la banda; pero obtuvo un
merecido triunfo oratorio y condensó en breves líneas el programa que han seguido -y siguen hoy mismo - los
gobiernos del Perú.

UNA TEMPESTAD EN PARIS

I
Los días se acortan, los vientos fríos empiezan a soplar de cuando en cuando y las hojas de los árboles
amarillean y caen: el Otoño se acerca.
Este Verano, que no se manifestó con fuertes calores ni copiosas lluvias, ha querido despedirse de París con
una buena tempestad.
El cielo amaneció cubierto, y sólo uno que otro rayo de Sol se reflejaba en la cúpula de los Inválidos o en la
aguja de Nuestra Señora. La atmósfera estuvo pesadísima, cargada de electricidad, y los temperamentos
nerviosos sentían un malestar indefinible.
De pronto, los árboles agitados por el viento crujen como si fueran a despedazarse o ser arrancados de raíz, y
el espacio se cubre de nubes tan espesas que en algunos barrios hay necesidad de recurrir al gas o a la luz
eléctrica. Las calles altas y angostas, esos recuerdos del antiguo París, son verdaderas bocas de lobo.
Los transeúntes apresuran el paso y abren sus paraguas o se cobijan en cafés y portales, a la vez que los
gorriones y demás pájaros medio domesticados por la ternura de los parisienses se ocultan, ya en los árboles
de los paseos públicos, ya en las hiedras que se arriman a las paredes.
Los relámpagos suceden a los relámpagos: parece que alguien,oculto en las nubes, se divierte con lanzar a
nuestros ojos la luz del Sol concentrada en la concavidad de un espejo. Los truenos lejanos se acercan con
rapidez vertiginosa, y pronto el cielo de París se convierte en campo de batalla donde el cañón es la única
arma de combate.
Las nubes descienden como inmensos copos de espuma, se enrarecen y se disipan a ras del suelo; al mismo
tiempo que la lluvia empieza por cernirse en gruesos goterones y acaba por descolgarse en largos y retorcidos
hilos de cristal. Los tejados resuenan con la descarga del chubasco, las goteras desbordan y un torrente
fangoso corre por las calles para ir a precipitarse en los boquerones de las alcantarillas. Al fin, los canales
subterráneos vienen estrechos: las aguas brotan a borbotones como sangre de arteria rota, se encharcan,
invaden las aceras y concluyen por inundar las bodegas y pisos bajos.
II
Los parisienses, que han perdido ya la costumbre de santiguarse y rezar, no dejan de divertirse porque brilla
el relámpago y repercute el trueno. En hoteles y cafés se habla, se ríe, se canta, se come, se bebe y se hace el
amor. La canción picaresca agita sus alas en el salón de los café-cantantes y el corcho de la botella de
champaña salta y golpea el cielo raso de los gabinetes particulares.
El tráfico de los vehículos no cesa tampoco: la ciudad encantada donde parece que no se duerme ni se
descansa, sigue desenvolviendo la interminable cadena de sus coches públicos, de sus ómnibus, de sus tranvías
y de sus trenes de circunvalación. Al estampido del trueno, responde París con el agudo piteo de la
locomotora, con el monótono traqueteo del carromato y con el golpe metálico del herraje en tranquilos
alargan el adoquín.
El cochero resguardado con su capote de jebe y su chistera de hule chillón, jura, blasfema y descarga el látigo
sobre los infelices caballos que ya cayendo, ya resbalando sobre un piso de jabón, agachan humildemente la
cabeza y continúan en la dolorosa fatiga que sólo concluirá con la muerte.
En las puertas de los cafés o bajo los portales, hombres intranquilos alargan el brazo para tantear si la lluvia
tiende a disminuir y lanzan miradas envidiosas al imperial de los ómnibus donde los pasajeros, abrigados con
sus paraguas de tela oscura, van como un pelotón de insectos protegidos por sus caparazones de azabache.
Hay contrastes dolorosos: mientras el perrito de faldas, adornado con cintas de raso y pulseras de plata,
cruza las calles bajo la capota de una victoria y entre los brazos de una mujer lujosamente vestida, el perro
vagabundo y callejero se arrima contra una pared, se acurruca y tiembla de frío.
Pero todo ha concluido ya: las nubes se alejan como ejército desbandado; los gorriones sacudiendo las plumas
y medio esponjados, dejan su escondite para ir a picotear las migajas en los alféizares de las ventanas; el
Sena, más caudaloso pero encerrado siempre en sus murallas de piedra, arrastra perezosamente sus aguas
color de bronce fundido; y la torre Eiffel, chorreando agua y pintada de rojo, se destaca en el azul del
horizonte como guerrero bañado de sudor y sangre.

EL ENTIERRO DE RENAN

I
Después de una helada y nebulosa semana que había desterrado a las últimas golondrinas, el cielo amaneció
despejado y azul; sin embargo, unos cuantos nubarrones de fondo negruzco y perfiles blanquecinos,
amenazaban con lluvias y oscuridad.
Desde las primeras horas de la mañana, las calles inmediatas al Colegio de Francia presentaban la fisonomía
que hace decir al transeúnte: Hay algo en París. Los agentes de policía, capote al hombro, iban y venían de
dos en dos; los bancos públicos rebullían de curiosos que pintaban en el semblante la satisfacción de haber
atrapado un asiento; y desde la buhardilla de interminables y monótonos caserones, los vecinos asomaban de
tiempo en tiempo la cabeza, en actitud de olfatear si la cosa empezaba ya.
Como engruesa un río con los arroyos tributarios, el boulevard Saint-Germain se repletaba con la afluencia
humana de las avenidas transversales, mientras ómnibus, tranvías y coches se agolpaban en las esquinas,
recordando algo así como el atropellamiento, de un ejército derrotado.
Empezó la lucha de la policía con la muchedumbre, esa lucha que suele transformar en campos de batalla las
plazas y calles de las grandes ciudades europeas. Como el gentío no era exorbitante ni rebelde, bastaron las
palabras y los hombres para detener en las aceras a los curiosos. Cuando la muchedumbre obstruye las
calzadas y desobedece las intimaciones del agente de policía, entonces vienen partidas de coraceros. Y sucede
algo brutal, inconcebible: a fuerza de pechadas, los enormes caballos normandos dividen a la masa humana,
la arrojan contra los muros de piedra, la aprietan, la reducen y la amoldan como arcilla plástica.
Las calles, vacías ya por el medio, con una temblorosa y oscilante muralla de carne humana a cada lado,
semejaban el surco abierto por un arado gigantesco, hacían pensar en la leyenda judía, cuando las aguas del
Mar Rojo se abrieron para dar camino enjuto a los israelitas acaudillados por Moisés. Quien atravesaba hoy
ese mar de hombres no era un elegido del Eterno, sino un librepensador muerto en la impenitencia final.
De las casas, almacenes y pisos bajos brotan gentes, como hormigas de un hormiguero anegado, y en un
momento rebosan de curiosos los imperiales de los ómnibus, los paseantes de los coches y hasta las copas de
los árboles. De algunas ramas penden y se balancean verdaderos racimos humanos. A la agitación del hombre
sonríe la Naturaleza: las hojas secas de los castaños revolotean y caen, como lentejuelas de oro; el
firmamento, libre ya de las nubes que presagiaban mal tiempo, resplandece como inmensa copa de zafir
volteada sobre París; y la tierra, húmeda con las últimas lloviznas de la noche, tiene la apetitosa frescura de
una mujer que sale del baño.
Sólo las ventanas de los aristocráticos palacios permanecen herméticamente cerradas.
II
Por casualidad, para ver desfilar el cortejo, me estacioné frente a Iglesia de Saint-Germain-des-Prés, junto al
monumento de Diderot. Sentado, con el cuerpo ligeramente caído hacia adelante, con la mano izquierda
apoyada en el brazo de la poltrona, con el codo derecho articulado sobre el muslo para sostener en la mano
una pluma de ave, el infatigable enciclopedista parecía meditar. A sus pies, bajo el sillón, se amontonaban
unos cuantos volúmenes. Largo rato contemplé la fisonomía leal y abierta del hombre acaso más entusiasta
del siglo XVIII, del fogoso propagandista que "prodigó su genio sin venderle jamás", del escritor, en f in, que
mojó su pluma en el arco iris y usó como arenilla el polvillo de oro arrojado por las alas de una mariposa.
Un grupo de ingleses con la roja Guía de París en la mano, se había posesionado de los escalones del zócalo, y
permanecí de pie, en el asfalto de la acera, cediendo al oleaje de la multitud: de esa impaciente y a la vez
sufrida multitud que aguanta seis horas de sol para conocer a un reyezuelo de Africa o pasa la noche al raso
para ver guillotinar a un asesino. Escuchaba yo la algarabía de muchachos que pregonaban la vida y
testamento de Renán, sentía que vigorosos brazos me estrujaban contra prominentes pechos forrados de seda,
y percibía la exhalación acre de las aglomeraciones populares, aquel olor sui géneris que recuerda las
emanaciones del humus en fermentación.
El sordo runrún de la muchedumbre empezó a disminuir; se oía caminar el silencio.
Pasan guardias civiles, atropándose, con el andar desgarbado del hombre que a medias posee la disciplina del
soldado. Pasan dragones con cascos de metal amarillo, crines negras que descienden por la espalda y lanzas
agudísimas que producen escalofríos en la piel. Pasan infantes con kepíes de fuego y rifles centelleantes.
Pasan disformes coronas formadas de lilas, violetas y rosas blancas y partidas por bandas moradas donde en
letras de oro amarillea el nombre de Renán. Pasan carros atestados de flores, altísimos que parecen jardines
babilónicos en movimiento. Pasa, o más bien asoma, inmensa carroza tirada por caballos con caparazones
negros y franjas de plata, cuando me sucede una cosa extraordinaria.
Los relampagueos de rifles y corazas, la reverberación del Sol en los sillares y pizarras de la iglesia y, más
aún, la atmósfera toda donde se respiraba y hasta se bebía claridad, me causaron un deslumbramiento
inefable terminado por la embriaguez de la luz. Estaba yo como en el interior de un gran diamante, y a fuerza
de ver la explosión de chispas irisadas, acabé por mirar la vertiginosa danza de átomos negros. El cerebro se
evaporaba en mi cráneo, mis manos eran plomo que hormigueaba, mis pies se convertían en sustentáculos de
lana que cedían a mi peso... Poco me faltó para caer. Instintivamente, como buscando el socorro de un amigo,
volví la cabeza en dirección a la estatua.
A ese mismo tiempo, Diderot enderezaba sus articulaciones de bronce, se ponía de pie y extendiendo brazo y
pluma hacia el carro mortuorio, exclamaba: "Si tú, hereje y excomulgado, no ardiste en la hoguera de Juan
Huss y Giordano Bruno; si tú, desheredado hijo del pueblo, obtienes hoy el funeral de un rey; si tú, muerto
impenitente y laico, vas a dormir tranquilamente en el regazo de la tierra, sin miedo de que tus restos sean
insultados y profanados; todo eso lo debes a nosotros, a los combatientes del siglo XVIII.
Mientras la estatua recobraba su posición natural, uno de los volúmenes se abrió, dejando leer en letras de
fuego esta sola palabra: Enciclopedia.
TERCERA PARTE

LOS REFRANES Y LA RELIGION

Larra se admiraba de que en el católico pueblo español hubiera nacido el proverbio "Fíate de la Virgen y no
corras"; y mayor admiración habría sentido si en vez de citar un dicho aislado, hubiera reunido unas cuantas
docenas de refranes o cantarcillos, escogidos ad hoc entre los muchos heréticos, impíos y blasfemos que
abundan en la lengua castellana.
Hace pocos años que don Antonio Machado y Alvarez, preguntándose si )Es católico el pueblo español? dio a
luz en El Motín, de Madrid, algunos refranes y cantos populares que no encerraban una doctrina muy
ortodoxa ni manifestaban mucho respeto al sacerdote ni a la misma Iglesia. Machado no se propuso agotar el
asunto ni presentar los modelos en grupos o clasificados: se limitó a citarles confusamente o en montón, como
quien hojea un libro y copia lo primero que se le viene a la mano. Por otra parte, cita en catalán, gallego, etc.
Sin pretender agotar la mina ni hacer una clasificación metódica, queremos citar algunos refranes,
puramente castellanos, para manifestar que si el pueblo español es muy católico, tiene una manera muy
curiosa de comprender el Catolicismo.

I. Dios y la Providencia
En el "Fíate de la Virgen y no corras", trasciende la negación de la Providencia y la inutilidad de recurrir al
auxilio divino: en los tremendos lances de la vida debe fiarse en el propio esfuerzo y nada más, como lo
pensaría un héroe de Mayne Reid o de Jules Verne. En la Virgen no ven los españoles a la simple madre de
jesucristo, sino a la mujer divinizada y convertida en algo así como la cuarta persona en el misterio de la
Trinidad. Para los místicos españoles, la Virgen dispone de tanto poder como el mismo Dios; así que negar la
eficacia de su ayuda, equivale a negar el poder de la Divinidad. Pero demos que en el refrán citado por Larra
no se trate de Dios: muchos hay más impíos y más escépticos.
"Gracias a la rama, que la voluntad de Dios bien conocida estaba". Nos figuramos que arrastrado por la
corriente de un río caudaloso, un pobre diablo se hallaba próximo a morir en el agua , cuando logró asirse de
una rama y ganar la orilla. Como algún testigo del trance le aconsejara dar gracias a Dios por haberle
salvado, el pobre diablo respondió: "Gracias a la rama, que la voluntad de Dios bien conocida estaba". A este
refrán, que puede considerarse como la salida irónica de un hombre burlón y descreído, hace pendant el
siguiente, en que los testigos de una desgracia se ríen de la fe ciega de la víctima en el auxilio divino:
"Dóminus providebit, decía el cura, y arrastrábale la mula".
Aunque el pueblo español diga "Con el ojo ni la Fe, no me burlaré"; "A quien nada tiene, Dios le mantiene";
"Sólo un temor, y ese, a Dios"; "Cuando Dios quiere dar, no es preciso cultivar"; "Cuando Dios quiere, con
todos vientos llueve"; "De Dios viene el bien, de las abejas la miel", o "No hiere Dios con dos manos, que a la
mar hizo puertos y a los ríos vados", sin embargo, en otros refranes afirma lo contrario, como se patentiza
con los siguientes:
A Dios me encomiendo, y al doctor Hidalgo de Agüero.
A Dios regando, y con el mazo dando (y negociando). Variante: La confianza en Dios y los pies en la calle.
A los pocos, Dios les ayuda; pero los más vencen.
Al salvo, Dios le salva. Variantes: A quien madruga (se aventura) (se ayuda), Dios le ayuda.- A quien se
guarda, Dios le guarda.- Ayúdate, y ayudarte ha Dios.- Cuando Dios pelee a tu lado, pelea tú denodado. Da
Dios ventura a quien se la procura.- Dice Dios: ayúdate, que yo te ayudaré.- Dios hará merced, mas diligencia
quier.- Dios proveerá, mas buen haz de paja se querrá.- Guárdate, y Dios te guardará. Guíate, y Dios te
guiará.
A manos lavadas, Dios les da que coman.
Anda con Dios y con romadizo, la pierna quebrada y el cuadril salido.
A quien Dios bien quiere, la hormiga a buscarle viene.
A quien no tiene hambre, Dios le llena los graneros. Variantes: Da Dios almendras a quien no tiene muelas.-
Da Dios barbas a quien no tiene quijadas.- Da Dios bragas a quien no tiene zancas.- Da Dios nueces a quien
no tiene dientes- Da Dios pañuelo a quien no tiene narices.
Barriga llena, a Dios alaba. Variante: Cuerpo harto, a Dios alaba.
Casa de Dios, poblada de locos.
Con lo que Dios manda y el Rey ofrece, no ha más que joderse.
Con mal andan los asnos cuando el arriero da gracias a Dios.
Cosas hace Dios cada día, que el Diablo no las haría.
Cuando Dios no quiere, el santo no puede.
Cuando Dios quería, allende la barba escupía; ahora que no puedo, escúpome aquí luego.
Cuando el Jabalcuz tiene capuz y la Pandera montera, lloverá aunque Dios no quiera.
Cuesta abajo, ayudan todos los santos; cuesta arriba, ni Dios ni Santa María.
Da Dios alas a la hormiga para que se pierda más aína.
De al Dios me vengue, que del pastor agua y nieve.
Diolo por Dios, y murióse de hambre.
Diome Dios un huevo y diomelo huero.
Dios consiente, mas no para siempre.
Dios es bueno para mercader. Dios es omnipotente y el dinero es su teniente.
Dios hará merced, y aun estamos tres días sin comer.
Dios nos da mucho pan y mala cosecha.
Dios nos depare quien en la barba nos cague.
Dios no se queja, mas lo suyo no deja.
Dios no tiene tocas, más quita en unas y pone en otras.
Dios paga a quien en malos pasos anda.
Dios sea loado, el pan comido y el corral cagado.
Dios te guarde (salve) Mendo, no a mí que estoy comiendo.
Dios y el cucho pueden mucho. Variante: Dios puede mucho; pero puede más el cucho.
Dóminus (Deus) providebit, decía el cura, y arrastrábale la mula.
Dote a Dios, capote roto y por pagar.
Encomiéndate a Dios y a su madre; pero no sueltes el taraje.
Fía de Dios sobre buena prenda.
Furtar el puerco y dar los pies por Dios.
Gracias a la rama, que la voluntad de Dios bien conocida estaba. Variantes: Gracias a gancho, que voluntad
de Dios ya visto habías. Gracias a manos mías, que voluntad de Dios visto habías.
Hágase el milagro, y hágale Dios o el Diablo. Variante: Hágase el milagro, y hágale cualquier santo.
Jesucristo lo ponga en paz, y rodaba por la escalera.
Lo bueno, Dios lo lleva; y lo malo, acá se queda.
Lo que Dios da, de llevarse ha.
Lo que el pueblo quiere, Dios lo quiere.
Mucho en el cielo y poco en el suelo.
No hay tal andar como a Cristo buscar.
No oye Dios a quien no le llama. Variante: Quien no habla, Dios no le oye.
No se mate, que Dios le matará.
No te dé Dios más mal que muchos hijos y poco pan.
Obrar bien, que Dios es Dios.
Poca hacienda, Dios la goce.
Rogar a Dios por santos, mas no por tantos.
Si Dios no me quiere, el Diablo me ruega.
Si Dios quisiere, y Juan viniere, echaremos de casa a Pere.
Sórbete ese moco, que Dios te dará otro.
Tanto es Pedro de Dios, que no le medra Dios.
Todo es como Dios quiere, mas no como debe.
Van a misa los zapateros, ruegan a Dios que caguen los perros

II. Roma y el Papa


A Roma por todo.
Bien se está San Pedro en Roma, aunque no coma (si no le quitan la corona).
Bula del Papa, ponla sobre la cabeza y págala de plata.
Camino de Roma, ni mula coja ni bolsa floja. Variante: Quien a Roma va, dineros llevará.
Del Rey y del Papa, guarde Dios mi capa.
El pobre y el Cardenal, todos van por un igual.
En Roma, a quien no le dan no toma. Variante: Una higa hay en Roma para quien le dan y no toma.
La Corte Romana da plomo y recibe oro.
Lleva a Roma un asno, y lo traerás mitrado.
Ni del Papa beneficio ni del Rey oficio.
Ni Rey traidor ni Papa descomulgado.
No puede más el Papa que el que no tiene capa.
Quien a Roma bolsón llevó, o vino abad u obispó.
Quien a Roma fue, perdió la Fe.
Rey por natura y Papa por ventura.
Roma, Roma, la que a los locos doma y a los cuerdos no perdona.
Roma, vuelto al revés, dice amor, y no lo es.

III. Obispos
Albricias, padre, que el obispo es chantre.
Más vale cagarruta (majada) de oveja que bendición de obispo. Variante: Más vale cagajón de borrico que
bendición de iglesia. - Más querría mis tierras cagadas de culo de oveja en redil y aprisco, que saludadas por
mano de obispo.- Más vale culo de oveja que boca y mano de bendecidera.
Nunca vi de cosas menos, que de abriles y obispos buenos. Variante: Obispos y abriles, los más son ruines.
Obispo de Calahorra, que hace los asnos de corona.
Obispo de Marruecos, descalzo y con guantes.
Obispo por obispo, séalo don Domingo.
Pedíamos a Dios obispo, y vínonos pedrisco.
(Qué seso tiene el cura para obispo, que cuando no está beodo está chispo!

IV. Clero regular y secular


En considerable número de refranes, frases proverbiales, cuentos, cantarcillos y dicharachos para escarnecer
y denigrar al clero se revela el desprecio y el odio que le tiene el pueblo español. Cuando en una copla dice:
(Quién tuviera la dicha
De ver a un fraile
En el brocal de un pozo
Y arrempujarle!
no lanza una fanfarronada: el exterminio de los frailes españoles en 1834 está probando que el pueblo ejecuta
con las manos lo que entona con los labios.
Y ese desprecio y odio no se encuentran sólo en las clases inferiores: Nakens, Demófilo y Morote no son las
únicas personas cultas que en España mangent du prêtre.
Desde las poesías del Arcipreste y las novelas picarescas, el fraile representa un papel odioso y ridículo...
Abad avariento, por un bodigo pierde ciento.
Abad de Zarzuela, comísteis la olla, pedís la cazuela. Variante: El abad de Compostela, que se comió el cocido
y aun quería la cazuela.
Abades, rocío de panes.
Abad halaguero, tened el cuello quedo.
Abad, judío y madona, jamás perdona. Variante: Judío y dona y hombre con corona, jamás perdona.
Abad muy cerrero, no le traigas a tu otero.
Abad sin ciencia y conciencia, no le salva la inocencia.
Abad y ballestero, mal para los moros.
Abad y gorrión, malas aves son. Variante: El abad (fraile) y el gorrión, dos malas aves son. - Gorriones, frailes
y abades, tres malas aves.- Gorriones, mosquitos y frailes, Dios nos libre de tales aves.
A casa del cura, ni por lumbre vas segura. Variante: Ni por lumbre a casa del cura, va la moza segura.
A clérigo hecho (venido) de fraile, no le fíes tu comadre. Variantes: Clérigo que fue fraile, ni por amigo ni por
compadre. De cura que fraile fue, no me fiaré. - No hay peor abad que el que monje ha estad. - No hay peor
calonge que el que fue monje.
A fraile descalzo y a mujer barbuda, ni de lejos se les saluda.
A fraile gordo, latigazo. Variante: fraile gordo, latigazo en los lomos.
A fraile hueco, soga nueva (verde) y almendro seco. A fraile y gente ordinaria, amén y vaya.
Agosto tiene la culpa, y Septiembre lleva la fruta, y el provecho los médicos y curas.
Al abad y al judío, dadles el güevo y pedirán el tochuelo.
A la hoguera (mujer) y al fraile, darle aire. Variantes: Al loco (niño) y al fraile, que les dé el aire. - A la moza
y al fraile, que no les dé el aire.
A la lumbre y al fraile, no hurgarle; porque y el fraile se arde.
A la viuda y al abad, el Diablo les amasa el pa
Al clérigo y a la trucha, por San Juan le busca.
Al fraile, como te faz faile.
Al fraile, en la horca le menee el aire. Variante: El fraile, la horca en el aire.
Al fraile mesurado mírale de lejos y háblale de lado.
Al fraile, ni darle ni quitarle.
Al fraile, no le hagas cama ni le des tu mujer por ama.
Al fraile y al cochino, no hay que enseñarle más que una vez el camino. Variante: Al fraile y al cochino, no le
enseñes el camino.
Almuerzo de rufianes, comida de abades cena de gañanes.
Al pedo del abad, el enojo igual.
Al Rey, casarlo; al fraile, castrarlo.
A mal abad mal monacillo (peor sacristán). Variante: A mal capellán, mal sacristán.
Amigo de pleitos, poco dinero; amigo de médicos, poca salud; amigo de fraile, poca honra.
Amor de ramera, halago de perro, amistad de fraile y convite de mesonero, no puede ser si no te cuesta
dinero.
Anda el fraile con mesura, cada noche con la suya.
Antes excomunión de cura que bendición de pata de burra.
A teatino, ni el dedo menino.
Bendita la casa que no tiene corona rapada.
Boca de fraile, sólo el pedir la abre.
Buenos canónigos, mal capítulo.
Cada amén que el cura dice, le vale un par de perdices.
)Canónigo de repente y morir en Nochebuena? se le indigestó la cena.
Casado gordo y cura delgado, no cumplen con su estado. Variante: Fraile gordo y casado delgado, ambos
cumplen con su estado.
Clérigo con anillo, o tonto u obispo.
Clérigo, fraile o judío, no le tengas por amigo. Variante: Fraile ni judío, nunca buen amigo.
Clérigos, frailes y grajas, llévese el Diablo tales alhajas. Variante Clérigos, frailes, pegas y grajas, do al Diablo
tales cuatro alhajas.
Clérigos, frailes y monos, quien ha visto uno los ha visto todos.
Clérigos, frailes y pardales son malas aves. Variante: Frailes, ratas y pardales, nuestros enemigos mortales.
Clérigo y cuervos huélganse con los muertos.
Como canta el abad, responde el sacristán.
Con gente que se viste por la cabeza, ten mucha cuenta. Variante: Reniego del hombre que se viste por la
cabeza.
)Con pecado y con dinero? Guárdeos Dios de abad manchego.
Con putas ni frailes, ni camines ni andes.
Contra un fraile, nadie; contra dos, Dios; contra la comunidad, ni la Santísima Trinidad. Variante: Lo que no
puede nadie, lo puede un fraile; lo que no puede un fraile, lo pueden dos; lo que no pueden dos, no lo puede
Dios.
Cuando el abad lame el cuchillo, malo para el monacillo.
Cuando el guardián (prior) juega a los naipes )qué harán los frailes?
Cuando el teatino se ahoga, su cuenta le tiene.
Cuando los médicos ayunan, lloran los curas.
Cuando toma cuerpo el Diablo, se disfraza de fraile o de abogado.
Cura que entra sin licencia, le sobra favor o le falta vergüenza.
Dad al cura y venga arreo.
De amigo lisonjero y de fraile sin monasterio, no cures de ellos.
De aire colado (amigo reconciliado) y de fraile colorado, guárdate con cuidado. Variantes: De fraile, de
soldado y de amigo reconciliado. De fraile embozado, de judío acusado y de hambriento soldado.
De casa del abad, comer y llevar.
Decía el padre que nadie debe robar, y llevaba el ansarón en el escapulario. Variante: El fraile predicaba que
no se debía hurtar, y él tenía en el capillo el ansar.
De Dueñas al Rebollar, tres cosas has de topar: o fraile, o mula rucia o mujer de lupanar.
De fraile cortés, libera nos Dominé.
De fraile halagüeño y médico andariego, guarda tu alma y cuerpo por entero.
De frailes, de señores y de burros viejos, bastante lejos. Variante: Señores, frailes y burros viejos, muy lejos.
Dejar hambre y frío por amor de Jesucristo, es de hombre listo. Variantes: Frailes, ni frío ni hambre.- Los
frailes dejan hambre y frío por amor de Jesucristo. - Tres cosas renuncia el fraile: frío, sed y hambre.
De la mula, por detrás; del buey por delante; y del fraile por todas partes.
Del coro al cuero y del cuero al dormidero.
Del fraile y del soldado, el piojo es amigo declarado.
Del mes que entra con abad y sale con fraile, Dios nos guarde.
Dicen los teatinos de esta manera: mortifícate cuerpo, come ternera.
Dios os libre de hidalgo de día y de fraile de noche. Variante: Guárdeos Dios de fraile.de noche, de escudero
de día y de rufián en la putería.
Dóminus vobiscum nunca murió de hambre. Variante: Orate fratres nunca supo lo que es hambre.
Donde entra bonete, no falta zoquete. Variantes: Donde hay bonete, nunca falta mollete.- Donde hay corona,
hay borona.- Quien a clérigo se mete, no le faltará mollete.- Quien se arrime a bonete, no le falta zoquete.
Dos cosas no se pueden saciar: los frailes y el mar.
Echéla de casa y tomómela el cura.
El Abad de Bamba, lo que no puede comer dalo por su alma.
Al abad de la Magdalena (Redondela), si bien come, mejor cena.
El abad, de lo que canta yanta.
El abad que no tiene hijos, es que le faltan los argamandijos.
El abad y su manceba, el barbero y su mujer, de tres güevos cómense dos; esto )cómo puede ser?
El birretico del padre, póntelo tú, que a mí no me cabe.
El clérigo y el fraile, al que han menester llaman compadre.
El cura, como no tiene en casa quien le dé pena, clava y espeta los ojos en la ajena.
El cura, cuando muere un rico, mata un buen cochino.
El cura de aldea, por él venga lo que desea: que mucha gente se muera.
El cura de Cantaracillo, primero fue toro, después novillo.
El cura de Capillo, tiene en la tela su ovillo.
El Diablo (lobo) harto de carne, métese a fraile. Variante: Hartóse el gato de carne, y luego se hizo fraile
El fraile, con sol de casa.
El fraile cucarro, deja la misa y se va al jarro.
E fraile en su convento, y bien adentro.
El fraile entra arrastrando, y sale mandando.
El fraile minche, cuando se caga todo lo hinche.
El fraile que pide pan, carne toma si se la dan.
El fraile y la mula, cuando no pegan la coz a la entrada la pegan a la salida. Variante: En el fraile y la mula, la
coz es segura.
El médico empieza donde el físico lo deja, y comienza el clérigo donde acaba el médico.
El mejor criado y el mejor fraile, el que menos sale.
El mercader, en la feria; el caballero, en la guerra, y el abad en la iglesia.
El monje, rápalo de alonje.
El muerto, en el cementerio, y el fraile, en el monasterio.
El trabajo del cura, media hora de misa, su trago de vino, comer a su hora y siesta segura.
En Acedera, el cura y el ama hacen la cera.
En casa del cura, siempre reina la ventura (hay hartura).
En la iglesia los venero y en mi casa no los quiero.
En las cosas malas, lo que no hace un fraile, hace otro.
En mujeres, ciegos y frailes, los mosquitos son elefantes.
En Toledo, el abad a huevo; y en Salamanca, a blanca.
Entre bonete y almete se hacen cosas de copete.
Entre frailes, soldados y putas, no se estilan excusas.
Entre fraile y fraile, Dios nos guarde.
En viendo a un fraile de la Merced, arrímate a la pared. Variante: Cuando vieres a un fraile de la Merced,
arrima tu culo a la pared.
Estudiante y fraile, cantor y cantonera, guarda a fuera.
Fraile convidado, echa el paso largo.
Fraile cuco, aceite de saúco (colgado de un saúco) (lámpara de saúco).
Fraile franciscano, el papo abierto y el saco cerrado.
Fraile junto a doncella, ojo en él y ojo en ella.
Fraile limosnero, pájaro de mal agüero.
Fraile, manceba y criado, son enemigos pagados.
Fraile pidón y gato ladrón, ambos cumplen su misión.
Fraile que pide por Dios, pide para dos.
Fraile que su regla guarda, toma de todos y no de nada.
Fraile que te agasaja, de ti quiere sacar raja.
Frailes, aun de los buenos, los menos.
Frailes en clausura, piojos en costura.
Frailes, palomas, reyes y gatos, todos ingratos. Variante: Mujer, fraile, rey y gato, cuatro ingratos.
Frailes sobrados, ojo alerta.
Frailes, vivir con ellos, y comer con ellos, y andar con ellos, y luego vendellos, que así hacen ellos.
Frailes y monjas, del dinero esponjas. Variantes: Monasterio de frailes o de monjas, de su barrio es esponja.
)Fraile y coronel? líbranos Dios de él.
Fraile y mujer ligera, los hallarás dondequiera.
Gente de iglesia, mucho rezo y poca reverencia.
Gente de sotana, logra lo que le da la gana.
Guárdate de fraile y de can que de estar atado sale.
Haz lo que dice el fraile, y no lo que él hace. Variante: Del fraile toma el consejo y no el ejemplo.
-Hija María )con quién te quieres casar? -Con el cura, madre, que no masa y tiene pan. Variante: la moza de
abad, no cuece y tiene pan.
)Jesuíta y se ahorca? Cuenta le tiene.
Jo, cagará el abad; jo, cagará el prior.
Judío por la mercaduría y fraile por la hipocresía.
La barba del clérigo, rapada, renace. Variante: En la barba del clérigo, rapada, le nace pelo.
La bobería del cura: pedíame el alquiler y es mía la burra.
Ladrillazo al fraile que le descalabre.
La mujer y el cura, adonde los lleva la fortuna.
La mujer (moza) y el fraile, mal parecen en la calle.
La viuda, gritos, y el cura dice: Beneditus.
Las mulas de los abades pasan el río por la puente.
Lo que puede un fraile, no lo sabe nadie.
Los bienes del abad, cantando vienen y silbando se van. Variante: La hacienda del abad, cantando se viene y
chiflando se va. - Los bienes del clérigo, entran por la puerta y salen por el humero.
Los curas, de los muertos viven.
Los curas, por cada palabra una sardina llevan a sus casas.
Los frailes de la Merced, son pocos, mas hácenlo bien.
Los frailes en jubón, hombres son.
Los frailes entran sin conocerse, viven sin amarse y mueren sin llorarse.
Los frailes no son buenos para amigos y son malos para enemigos. Variantes: Ni fraile bueno por amigo, ni
malo por enemigo.- Ni buen fraile por amigo ni malo por enemigo.
Los frailes tienen ocho manos: siete para tomar y una para dar.
Madre, casadme aunque sea con un fraile.
Mozo mísero, y abad ballestero, y fraile cortés, reniego de todos tres.
Necio, ni para fraile es bueno.
Negocio en que danza un fraile, no lo hurgue nadie.
Ni a fraile descalzo, ni a hombre callado, ni a mujer barbada, les dés posada.
Ni amistad con fraile ni con monja que te ladre (alabe).
Ni comendón bien cantado, ni hijo de clérigo bien criado.
Ni comunicanda bien cantada, ni manceba de clérigo mal tocada.
Ni con amigo lisonjero, ni con fraile callejero.
Ni de fraile ni de monja, esperes recibir nada.
Ni fíes en monje prieto ni en amor de nieto.
Ni fíes mujer a fraile ni barajes con alcaide. Variante: Quien fía su mujer a hombre de iglesia, no se queje de
lo que le suceda.
Ni frailes en bodas ni perro entre las ollas.
Ni fraile por amigo ni clérigo por vecino. Variantes: Ni abad por vecino, ni fraile maitino.- Ni mulo mohíno, ni
abad por vecino.
Ni más Sixto Quinto, ni más fraile franciscano.
Ni mula, ni mulata, ni teatino, tercero ni beata.
Ni pases por la plaza, ni lleves fraile a tu casa.
Ni procesión sin tarasca, ni función sin fraile.
Ni seas fraile en tu tierra, ni te cases fuera de ella.
No hay casado gordo que no sea bobo ni clérigo flaco que no sea bellaco.
No hay casa harta sino donde hay corona rapada.
No hay clérigo pobre ni casado rico.
No hay mejor cuchillada que a la mujer y al fraile dada.
No le tome menos, sino mozo y fraile.
No te fíes de fianza, francés y fraile. Variantes: De fianza, francés y fraile, hay que guardarse.- Fianza, fraile y
francés, huye de los tres.- Fianza, francés y fraile, tres efes de que Dios nos guarde.
No te fíes de la sotana, que te bufará la dama.
Nuestro cura, todo, locura.
O ama de cura, o reina de España.
O casallos o capallos.
Ocho días antes se arremanga (apareja) el fraile.
Odio de cura, hasta la sepultura.
Olla de cura, de veinte cosas buenas sepultura. Variante: Olla de cura, olla de buena ventura.
O monje o calonge.
Para mujer, judío ni abad, no debe hombre mostrar rostro ni esfuerzo.
Piensa el fraile que todos son de su aire.
Placer para los curas, abrir cada día la sepultura.
Por las piernas (haldas) del vicario sube la moza al campanario.
Portero de frailes, no pregunta al que llega ")Qué quiere?" sino ")Qué trae?".
Pues que el clérigo la mantiene, bodigos tiene. Variante: Pues el cura la mantiene, y le da de los bodigos, señal
es que son amigos.
Putas y frailes, andan a pares.
Qué calandario de vicario.
-)Qué hacéis madre? -Analgueo un fraile.
Quien a clérigo se mete, se mete a regalón.
Quien dice frade dice fraude. Variante: Quien dijo fraile dijo alforja y fraude.
Quien es conde y desea ser duque, métase a fraile en Guadalupe. Variante: Prior de Guadalupe, más que
conde y más que duque.
Rozarse con cura, desgracia segura.
Seis horas cantando, seis comiendo, seis paseando, seis durmiendo, y las demás estudiando.
Si buen negocio te trae el fraile, que te hable desde la calle. Variante: Si buen negocio traéis, fraile, podéis
hablar desde la calle.
Si el cura promete, llora la mujer y el perro cojea, no lo han de creer.
Si encuentra una a dos curas, se echa un nudo en el pañuelo, menea el culo: dinero seguro.
Si estás casado, huye de clérigo y de soldado.
Sin clérigo y palomar, tendrás limpio tu lugar (hogar). Variante: Con clérigo y palomar, no estará limpio el
lugar.
Sin manceba, ningún dómino, ni sin hideputa, canónigo.
Si no es fraile, será hembra, y si no, mula gallega.
Si quieres matar al fraile, quítale la siesta y dale de comer tarde.
Si quieres un día bueno, hazte la barba; un mes bueno, mata puerco; un año bueno, cásate; un siempre
bueno, hazte clérigo.
Sois del prior y por eso peor.
Sol madrugador, clérigo callejero y mujer que habla latín, nunca tuvieron buen fin. Variante: Sol
madrugador y cura callejero, no puede ser bueno.
-Tarde venís, Don Fraile. -Pues que recaudo, no vengo tarde.
Todo es viento, sino ser prior de convento.
Todos en el mundo tienen su diablillo, hasta los frailes el cerquillo.
Treinta monjes y un abad, no pueden hacer cagar a un asno contra su voluntad.
Tres cosas hay conformes en el mundo: el clérigo, el abogado y el muerto (la muerte).
Uno para Dios, y nueve para nos.
Vámonos a Bamba, que se casa el cura.
Vivir enfrente del cura, no es cordura. Variante: Vivir junto al cura es gran locura.

V. Monjas, sacristanes, devotos, etc.


Abad que fue monacillo, bien sabe quién se bebe el vinillo. Variante: El que fue monacillo, y después abad,
sabe lo que hacen los mozos tras del altar.
A la puerta del rezador, no pongas tu trigo al sol.
Al que tiene más plata, quiere más la beata.
Amistad de monja o fraile, puñado de aire. Variantes: Amor de monja, fuego de estopa.- Amor de monja y
flor de almendral, presto viene y presto se va. - Amor de monja y fuego de estopa y viento de culo, todo es
uno. - Amor (suspiro) de monja y pedo de fraile, todo es aire.- En regalos de monja, fuego de estopa y amistad
de fraile, no fíe nadie.
Antes con buenos a hurtar, que con malos a orar.
A putas y ladrones, nunca faltan devociones.
A quien reza por la calle, hablalle bien y no fialle.
A romerías y a bodas, van las locas todas.
Asienta el pie quedo, sacristán nuevo.
Beata de condición, la cara santita y el rabo ladrón. Variantes: Beatas con devoción las tocas bajas (largas) y
el rabo (culo) ladrón.
Beatas, el Diablo las desata. Variante: Las beatas tienen el Diablo entre las patas.
Beato y tuno, todo es uno.
Bien haya el romero que dice bien de su compañero.
Bien se puede sentar quien monjas ha de esperar.
Bizcocho de monja, carga (fanega) de trigo. Variantes: A bizcocho de monja, costal de harina.- A rosquilla de
monja, carga de trigo.- Bizcochito de monja, faneguita de trigo.- Bizcochitos de monja y regalitos de aldea,
déselos Dios a quien la desea. Bizcocho de monja, pernil de tocino.- Cuando una monja da un bizcocho, es
porque ha recibido ocho.
Con beatas y beatos, buena vista y poco trato.
Confesar a monjas, predicar a curas y espulgar vellón, tres devaneos son. Variante: Predicar a niños, confesar
a monjas y espulgar a perros, es perder el tiempo.
Con las campanas dice el sacristán: )Don... de dan? )Dan? )Don... de dan? )Dan?
Cuando el Diablo envejeció, a santero se metió. Variante: El Diablo cuando es viejo, se hace ermitaño.
Cuando el Diablo reza, engañarte quiere.
Cuentas (palabras) de beato y uñas de gato. Variantes: Palabras de santo y uñas de gato.- Uñas de gato y
hábitos de beato.
Dad al Diablo al gato, y el garabato del hipócrita beato.
Deciros he palabras de santo y echaros he las uñas como gato.
De día beata y de noche gata.
De la monja enamorada y del hombre cuculato, Dómine nos liberato.
De mozo, a palacio; de viejo, a beato.
De mozo rezador y de viejo ayunador, guarde Dios mi capa.
Después de mujer (ramera) maldita, hábito de Santa Rita. Variante: Después de puta y hechicera, tórnase
candelera.
El polluelo del labrador y el bizcocho de la monja, traen costa.
El rosario al cuello y el Diablo en el cuerpo. Variantes: El rosario a la rodilla y el Diablo en la capilla.- El
rosario en la mano y el Demonio en el corazón.
El torno de las monjas, pide doblones y da toronjas.
Entre santa y santo, pared de cal y canto.
Escudero de Cerrato: cuando mozo, ladrón; cuando viejo, beato.
Hízose mi hijo monacillo, y tornóseme diablillo. Variante: Si quieres tener un hijo pillo, mételo a monacillo, y
si lo quieres más, mételo a sacristán
Hombre muy rezador, mal pagador.
Ir romera y volver ramera. Variantes: Muchas van en romería que paran en ramería.- Muchas van romeras
que vuelven rameras.- Romerías, ramerías.- Romerías y ramerías van por una vía.
La cruz en los pechos y el Diablo en los hechos.
La habla de beato, la alma de gato, la mano de garabato
La monja, por hábito, da naranja y toronja.
La monja y el fraile, recen y callen.
La que huye y se espanta del aire, no huirá de un fraile.
La que mucho visita las santas, no tiene tela en las estacas.
Lego de frailes, ponlo a comer y no a que trabaje. Variante: Mozo de fraile, mandadle comer, y no que
trabaje.
Líbrenos Dios de moza navarra, de viuda aragonesa, de moja catalana y de casada valenciana.
Los dineros del sacristán, cantando se vienen y cantando se van.
Los sacristanes, entre los altares.
Madre pía, daño cría. Variante: Madre piadosa, cría hija melindrosa (medrosa).
Majadero de convento, vale por ciento.
Mi mujer la santera, parécesele el culo por una estera.
Monja para parlar y fraile para negociar, jamás se vido tal par.
Monjas y frailes, para dar echan las llaves; para tomar ábrenlas de par en par.
Monjas y frailes, putas y pajes, todos vienen de grandes linajes.
Monjas y frailes y pájaros pardales, no hay peores aves.
Moza muy disantera, o gran romera o gran ramera.
Mozo de capilla, por maravilla.
Mujer devota, no la dejes andar (ir) sola.
Ni beber de bruces ni mujer de muchas cruces.
No hay beata que no sea lagarta.
No hay monja sin vecina ni cura sin sobrina.
No te fíes del beato, que te donará un mal rato.
0 es devoto o es loco, quien habla consigo solo.
Ovejuela de Dios, el Diablo te trasquile.
Poderoso está el sacristán con más cera del soldán.
)Por qué canta el sacristán? porque le pagan o le dan.
Quien quisiere a su hijo bellaco del todo, métale misario o mozo de coro.
Quien tiene molino y pie de altar, no te sientes con él a solejar.
Quien va a la romería, pésele al otro día.
Religiosa no casta es perdida toronja.
Romería de cerca, mucho vino y poca cera.
Romero hito, saca zatico.
Sacristán que vende cera y no tiene colmenar, rapio rapis del altar.
Sacristán y devoto, ni siquiera uno conozco.
Santo en la iglesia y Diablo en casa.
Si con monjas quieres tratar, cúmplete de guardar (cumple con parlar, retener y no dar).
Si votos )para qué rejas? Si rejas )para qué votos?
Todo amor de mujer me agrada, sino el de la monja y la pintada.
Treinta años de puta y tres de beata, y cátala santa.
Un romero no quiere a otro por compañero.

VI. Varios
Abeja y oveja, y piedra que rebeja, y péndola tras oreja, y parte en la igreja, deseaba a su hijo la vieja.
A confesión de castañeta, absolución de zapateta.
A la bula y al casero, el peor dinero.
A la Iglesia de Dios, ni darle ni quitarle.
A las Vírgenes, salves; a los Cristos, credos; pero los cuartos (y los dineros) quedos. Variantes: A dios con
oraciones, y no al cura con doblones.- A los santos, salves y credos; pero los cuartos, quedos.
Al cabo del año, más come el muerto que el sano.
A los bobos se aparece la Madre de Dios (Virgen María). Variantes: A los inocentes se aparece Nuestra
Señora.- A los niños (párvulos) se aparecen los santos.- Siempre se aparece la Madre de Dios a los pastores.
Angel patudo, que quiso volar y no pudo.
Ansí, santo, entreos a ver y hurtásteme el asno.
A puerta abierta no hay sermón largo.
)A qué tañen? a misa. Tañan, tañan, que bien se lo pagan.
A quien se arrima al altar, nunca le faltará pan. Variantes: Quien al altar sirve, del altar vive. - Quien sirve al
altar, de él se ha de sustentar (vive del altar).- Quien con Dios anda, con Dios come.- Quien tiene pie de altar,
come pan sin amasar (no amasa y le sobra pan).
Arroyo pasado, santo olvidado. Variantes: El peligro pasado, el voto olvidado.- Rogar al santo hasta pasar el
tranco (charco).
A santo viejo, telarañas y no incienso.
Aunque mucho rezáis, a vos os engañáis.
Ayunen los santos, que no tienen tripas.
Bienes de campana, dalos Dios y el Diablo los derrama.
Bueno es dar a San Pedro, mas no tanto que se vaya el hombre tras ello. Variantes: No des tanto a San Pedro
que después hayas de andar atrás. - No dones tanto a San Pedro que hayas de volverte arredro.
Cabe iglesia edifiqué, y me arruiné. Variantes: Cabe señor y cabe igreja, no pongas teja.
Cada capellán alaba sus reliquias.
Cada santero pide para su garguero.
Cada santo quiere su candela.
Cerca de la iglesia, lejos de Dios.
Como quier que sea, más cerca está la taberna que la iglesia. Variante: Gallego )quiés ir a misa? no teño
zapatos; )quiés ir a la taberna? aquí teño cuatro cuartos.
Conciencia de teólogo, mesa de médico y pleito de abogado, todo anda errado.
Con una misa y un marrano, hay para un año. Variante: Con una misa y un cochino gordo, hay para un año,
y sobra misa y falta marrano.
Cuando la cera es demasiada, quema la iglesia.
Cuando no lo dan los campos, no lo han los santos.
De lo bendito, poquito. Variante: Ensalada y agua bendita, poquita.
De los santos, no fiar demasiado; y si la santidad todavía no está declarada, ni poco ni nada.
Del vivo, el diezmo; del muerto, la oblada.
De santo que come, no se fíe hombre.
Detrás de la Cruz, el Diablo. Variante: Tras la casa de Dios mora el Diablo.
De un palo se hace un santo.
Diezma a la igreja, aunque no deje pelleja.
El amor y la Fe, en las obras se ve.
El corazón en Dios, y la mano en lo que se pueda.
El cuerpo santo, y el alma con el Diablo.
El estiércol no es santo, mas do cae hace milagro.
El milagro del Santo de Pajares, que ardía él y no las pajas. Variante: El santo de Pajares, que él se quemaba
y no la paja.
El predicador siembra, y el confesor recoge.
El que anda entre santos no come cantos.
El que quiera ver por dentro de un cristiano, que mate a un marrano.
El sermón y el salmón, en la cuaresma tienen sazón, y después non. Variante: Después de la Ascensión, ni
salmón ni sermón.
En el mes de Mayo, ayune el vicario.
En este mundo no me veas mal pasar, que en el otro no me verás mal penar.
En habiendo prisa, primero es almorzar que oír misa.
En lo de Dios, cuanto más, mejor.
En queriendo el Diablo, no rueguen santos.
En santo y santa que mea, nadie crea.
Esta nuestra Braga va de mal en peor: arzobispo, frade y negro predicador.
Familia, la sagrada; y esa, en la pared colgada.
Gente de iglesia, más lo han por la miel que la cera.
Iglesia y mar y casa real hacen a los hombres medrar.
Juegos y risas, esas son mis misas; y comidas y cenas son mis novenas.
Kirie eleisón, kirie eleisón, daca la oblada y quita quistión (por cada grito, medio doblón).
La cárcel y la cuaresma para los pobres es hecha.
La Iglesia de Dios, cuando no chorrea, gotea. Variante: Piedra (teja) de igreja, oro goteja.
La misa y el pimiento son de poco alimento.
La santa de Pajares, a pares los pare.
Líbrate Dios de delito contra las tres Santas: Inquisición y Cruzada y Hermandad. Variante: Tres Santas y un
honrado traen al mundo agobiado.
Lo que no lleva Cristo, lo lleva el Fisco. Variante: Lo que no es de Cristo, es del Fisco.
Los diezmos de Dios, de tres blancas sisar dos. Variantes: La sisa de Dios, de tres blancas dos.- Sisa moruna,
de tres blancas, una; sisa de Dios, de tres blancas las dos.
Los santos no comen, pero dan de comer.
Los sermones cortos mueven los corazones, y los sermones largos, los culos.
Más ablanda el dinero que sermón de misionero.
Más predica un azumbre de vino que diez frailes capuchinos.
Más vale vino maldito que agua bendita.
Mi misa y mi doña Luisa.
Muchos que santos tragan, diablos cagan. Variante: Tragasantos, cagadiablos.
Ni gane el santo ni pierda el santero.
Ni santo sin estampa ni juego sin trampa.
No es el Diablo tan feo como le pinta el miedo.
No espero ni creo sino lo que veo.
No es tan bobo el santero, que se acuesta sin cenar teniendo el santo dinero.
No hay santita sin su redomita.
Oración de perro, no va al Cielo.
Para lo de Dios, cuanto más, mejor.
Para lo que hemos de estar en este convento, caguémonos dentro.
Penséme santiguar y quebréme un ojo. Variantes: Fuime a santiguar y saltéme un ojo.- Fue a santiguarse y
sacóse un ojo.
Predica conciencia y vende vinagre.
Predícame, padre, que por un oído me entra y por otro me sale. Variante: Predica, Santo Tomás, que predicas
por demás.
Primero es la obligación que la devoción.
Puerta abierta, el justo peca (al santo tienta).
)Qué es predicar? Subirse al púlpito y echarse a hablar.
Quien hace favor a un convento, no espere agradecimiento. Variantes: Quien regala a convento o a
ayuntamiento, siembren el viento.- Quien sirve a convento, sirve a viento.
Quien llega a misa tarde, más pronto sale.
Quien pide para la Magdalena, a su costa come y cena.
Reniego de sermón que acaba en daca.
Rey, río y clero, los peores linderos. Variantes: Mulo, señor y río, iglesia, horno y molino, no los quiero por
vecinos.- Río, rey y religión, tres malos vecinos son.
San Antonio, como santo, no quiere vengarse; pero le gusta desquitarse.
San Blas de Güete, por sanar uno mató siete.
San Dinero es el santo más milagroso.
San Juliete de madero )dónde estás que no te veo?
Santo que come y bebe, el Diablo se lo lleve.
(Señor, santos, pero no tantos!
Sermón y zamarro, no es para el verano.
Si ofreciera, no echarían al perro de la iglesia.
Teólogo de mucha ciencia, angosto de bolsa y ancho de conciencia. Variante: Teólogo lleno de ciencia, y rape
el lo la conciencia.
Una candela al santo, y dos al Diablo, que puede tanto.
Un convento da un limón, pero a cambio de un jamón.

CUARTA PARTE

ALGO SOBRE EL ALMIDÓN Y SUS DERIVADOS


Desde la costa del Océano Pacífico hasta la montaña de las regiones trasandinas hay tanta diversidad de
temperamentos que no es imposible aclimatar las plantas de todo el mundo. "Apenas hay en el resto del globo
una planta que no pueda cultivarse en alguna parte de la Nueva España": así dice Humboldt, hablando de
México, y lo mismo habría afirmado del Perú. A tanto llega lo fecundo de nuestro suelo y lo favorable de
nuestra atmósfera, que en los valles y quebradas de la costa, a pesar del imperfecto y casi primitivo sistema de
Agricultura, encuentran pingües beneficios o cuando menos lo suficiente para vivir sin escasez cuantos se
consagran a las labores del campo. Exceptuando la caña, la viña y la coca, el cultivo de las plantas
industriales no ha progresado desde el tiempo del coloniaje: aquí no se examina la calidad el terreno antes de
sembrar, ni se ara profundamente, ni se abona, ni se renuevalas semillas, ni se practica la rotación agrícola?
Se ha llegado a talar los olivos y a olvidar el cultivo del más importante de los cereales: el trigo. Amor a las
sementeras fáciles, odio a los árboles, es la ley de nuestros agricultores.
Aunque no esté muy cercano el día en que la industria de la caña desaparezca en el Perú, como algunos lo
auguran o lo temen, es innegable que los azucareros luchan con dos serias contrariedades: la falta de brazos y
la competencia del azúcar fabricado de otras sustancias, particularmente la remolacha. El hacendado que no
hace mucho tiempo sembraba cien hectáreas, apenas si puede hoy lograr el cultivo de cuarenta. El precio casi
fabuloso, que por su artículo obtenía en años anteriores se ha reducido a. . . chelines. A la baja en el precio y a
la disminución en el producto, agréguese los perjuicios surfidos en los seis años de guerra, y se vera que
algunos cañaveleros realizan un verdadero prodigio manteniendo sus fundos y maquinarias. La sola ventaja
de los hacen dados ha sido, en unos, pagar deudas contraídas en plata, con billetes depreciados; en otros,
perder el dinero ajeno. Sin estas circunstancias )qué hacendado no estaría hoy en bancarrota?
Limitada la producción del azúcar y amenazada de restringirse al consumo interno, le quedan, sin embargo,
al agricultor peruano la ganadería, las plantas textiles (algodón, ramio, etc.), la morera, el tabaco y cien
productos de igual o mayor importancia entre los que descuella la fécula, o, como vulgarmente se dice, el
almidón. La industria de las sustancias amiláceas no puede temer el porvenir. Químicamente no es imposible
la conversión de la glucosa o azúcar de uva en azúcar prismático o azúcar de caña: ya Kirchhoff transformó
la materia amilácea en glucosa y Bracannot la celulosa. )Qué será de la caña y de la betarraga cuando el
almidón y la fécula se conviertan en verdadera sacarosa? Las plantas feculentas serán entonces las reinas del
mundo vegetal. Algo se dice ya de la transformación por medio de la electricidad, en experimentos de
laboratorio.
La extracción de féculas y almidones, así como la fabricación del azúcar de betarraga, puede considerarse
una industria francesa, pues en Francia ha realizado sus mayores adelantos. Con el procedimiento de Martin
ha caído en desuso el insalubre y bárbaro procedimiento de la fermentación pútrida de la harina o el trigo
para extraer el almidón: los aparatos conocidos por almidoneras, sencillos y de poco precio, permiten
aprovechar el gluten y las aguas de lavado; con el primero, que puede llamarse carne vegetal, se fabrica
sustancias alimenticias; de las segundas se extrae alcohol. La planta destinada en Francia a la producción de
la fécula es la papa, muy inferior en principios nutritivos al camote y a la yuca. Gracias a los lavadores
mecánicos del tubérculo, a la ralladora centrífuga de Champonnois, al colador de Huck, al hidroextractor
Gautron y a la estufa de Lacambre y Persac, ha progresado tanto dicha industria que en algunas fábricas
puede entrar la papa y salir a las veinticuatro horas convertida en fécula seca y empaquetada.
La papa ha degenerado desde el día en que asomó la tenaz enfermedad que la persigue, y ya no se encuentra,
como en tiempo del químico Vauquelin, con tubérculos que rindan el 28% de fécula. Una que otra cosecha
produce papas con el 24%; pero como segura base para una elaboración hay que considerar el 20% que
asigna Payen a las buenas especies. Aunque el tubérculo, analizado químicamente, indique el 20% de fécula,
jamás en el beneficio industrial se obtiene semejante cifra: se pierde a veces hasta el 3%. Pero, dado que la
enfermedad de las papas desapareciera; dado también que en la elaboración se lograra el 28% de la fécula,
no se obtendría con sólo esa planta la cantidad increíble de sustancia feculenta demandada por mil industrias.
)La falta de la fécula será suplida por el almidón de los cereales? No: está muy cercano el día en que los
Estados Unidos de América exportaron a Europa una cantidad fabulosa de maíz y trigo para impedir la
escasez y carestía de los granos.
Fijándose, pues, en la insuficiencia de las patatas y en lo antieconómico del almidón de cereales, muchos han
tratado de introducir y propagar en Francia auxiliares y sucedáneos de la papa. Desde Parmentier hasta
Thibierge y Romilly, sin olvidar a Vergnaud-Romagnesi, algunos han recomendado el fruto del castaño de la
India; Pépin, el dioscorea batatas o iñame de la China, introducido en Francia por Martigny; Risler ha
fundado la industria de extraer el almidón de habas. Se ha hablado del olluco, de la arracacha, de la
boussingaultia, y no falta quien proyecte cultivar el trapa natans o castaña de agua, en las 209,000 hectáreas
de lagunas encerradas en el territorio francés.
Muchas son las aplicaciones de la fécula y de sus dos derivados, la dextrina y la glucosa.
Aparte de multitud de empleos en los laboratorios químicos -tales como testificar la presencia del yodo y de
los yoduros y servir para el análisis de vinagres, sales amoniacales, aguas sulfurosas, etc.-, la fécula se aplica:
a la confección de sustancias culinarias; a la fabricación de pastas, sémolas y fideos; a la imitación del sagú,
salep, tapioca, etc.; a la elaboración del chocolate (como la achicoria con el café, la fécula de papa va casi
siempre mezclada con el cacao); a la preparación del racahut de los árabes (sustancia que no es más que
fécula de papa, harina de arroz o salep, con cacao tostado, azúcar y aroma de vainilla); al almidonado de la
ropa; al encolado de papeles y cartones; a la manufactura de los tejidos; a espolvorear los moldes en la
fundición del bronce; a la fabricación de jabones de tocador; a la confección de los polvos de cara
(pregonados a veces con ridículos y pomposos nombres, no son más que fécula muy bien molida, tamizada en
seda de Zurich y mezclada con sustancias aromáticas y colorantes). Las féculas se aplican a muchos usos
terapéuticos; son por lo general analépticas, y también se las emplea con buen éxito en ciertas afecciones de la
piel.
La dextrina -llamada así por Biot a causa de desviar hacia la derecha el plano de polarización de la luz
polarizada- es la sustancia amilácea disgregada y vuelta soluble en el agua, ya por medio de la torrefacción a
una temperatura de 200, ya por la acción de los ácidos o de la diastasa. Su composición es la misma que el
almidón y la celulosa, pues en su transformación sólo se opera lo que llaman los químicos acción de contacto,
lo que Berzelius denominaba fuerza catalítica.
La dextrina se obtiene de tres modos:
1. Sometiendo la fécula a una temperatura de 200 a 210: resulta la dextrina más o menos oscura llamada
almidón tostado ó leiocoma. Fue descubierta por Bouillon-Lagrange en 1804.
2. Haciendo actuar sobre la fécula alguno de los ácidos azótico, sulfúrico o hidroclórico extendidos en agua:
resulta la dextrina blanca, pulverulenta, llamada gomalina.
3. Haciendo actuar sobre la fécula la diastasa o cebada germinada: resulta la dextrina líquida o dextrina
azucarada.
La dextrina oscura o leiocoma se aplica, según Dubief: al engomado de los colores; a la fabricación de tinta,
betún y papeles pintados; al aderezo e impresión de indianas; al estampado de colores en los tejidos de
algodón; a la preparación de vendajes aglutinantes.
La dextrina blanca o gomalina se usa, según Payen: en el apresto de tejidos y tules; en el engomado de los
tejidos y preparación de los cadillos (primeros hilos de la
urdimbre) en las telas de algodón, lino o cáñamo; en la aplicación de los mordientes sobre los tejidos de
indiana, de seda o de lana; en las impresiones de los colores sobre los tejidos de algodón; en los papeles
pintados; en la goma líquida y fría, incorruptible; en los papeles autográficos; en el engomado de las
estampas coloreadas; en los baños mucilaginosos para impresiones en seda.
La dextrina líquida o azucarada se emplea en los panes de lujo; el pavón de los tejedores; las tisanas
mucilaginosas; los esparadrapos adherentes; la fabricación de cerveza, cidra, alcohol, licores, etc.
La glucosa -sustancia llamada así por Dumas a causa de presentar una forma confusa- es un producto
azucarado que resulta de la acción de la diastasa o del ácido sulfúrico sobre el almidón aguado y calentado.
No es como la dextrina, pues en su composición química difiere de la fécula. La glucosa de origen vegetal se
halla en los higos, uvas, etc.; la animal, en la miel de abejas y en la orina de los diabéticos.
La glucosa se aplica a la fabricación de cerveza, cidra, 1, aguardiente, alcohol, vinagre, licores, jarabes,
confites, y al mejoramiento de los vinos de calidad inferior.
Imposible parece que representando la fécula un papel tan importante en la industria no exista en el Perú una
gran feculería ni se haya exportado el almidón.
(Y es tan rico nuestro país en productos feculentos! Sin contar la papa, ahí están la yuca, el camote, la quinua,
la achira, la arracacha, el yacón, el olluco, la oca, etc.
Dejemos a la papa -de cultivo arriesgado - y concretémonos a la yuca y al camote. (No creemos que en el país
sea práctica por ahora la fabricación de la dextrina y de la glucosa).
Opinamos que nuestros agricultores podrían exportar la yuca de tres maneras: como harina, como fécula y
como tapioca.
l. Como harina. Se pela, se ralla, se seca al Sol o en una estufa, se muele en un molino de trigo y se cierne.
2. Como fécula. Se lava bien la yuca, se ralla, se cuela primero en tela metálica del N 80, después en seda de
120, y se seca al Sol o en una estufa. (La fécula de yuca se conoce por manioc o mañoc, cassave o cassada o
harina de cassave, mandioca, cuague, pan de Madagascar, etc.).
3. Como tapioca (a ejemplo del Brasil). Se pasa la fécula humedecida por un cedazo de alambre y se la hace
caer en una plancha de hierro calentada por medio del vapor a 100.
La harina presenta un inconveniente: por su facilidad de ponerse rancia, necesita un envase muy prolijo y
muy costoso. No así la fécula, que es incorruptible; ni la tapioca, que puede transportarse en sacos semejantes
a los del azúcar.
Lo dicho de la yuca puede aplicarse al camote. Esta planta presenta dos ventajas: la facilidad y poca duración
de su cultivo, y la cantidad de azúcar que rinde. Este puede costear su extracción, sin perjuicio del almidón.
Sus primeras aguas de lavado...

QUINTA PARTE

PARDO, SEGURA Y ALTHAUS


Venezuela se enorgullece con Bello, el Ecuador con Olmedo, Cuba con Heredia: y )de qué poeta nacional nos
vanagloriamos nosotros, si de ninguno podríamos cita una Silva a la zona tórrida, un Canto a Junín ni una
Oda al -Niágara? Sólo tenemos glorias provisionales: nuestro verdadero poeta se halla en el porvenir.
En la época del Coloniaje se destacan dos figuras: Caviedes y Peralta. Caviedes, el poeta popular; Peralta, el
erudito y aristocrático.
Un escritor argentino -Juan María Gutiérrez - acusó a Peralta de no haber muerto, a mediados del siglo
XVIII y en Lima, como mueren hoy los librepensadores en París. Por más que luchemos por emancipamos,
somos hijos de nuestro tiempo, pertenecemos a nuestra raza, nos alimentamos con las ideas que forman
nuestra atmósfera intelectual, y si el mismo Juan María Gutiérrez hubiera nacido en el siglo XVII, habría
muerto clamando por asperges de agua bendita, como habría agonizado recitando suras del Corán si hubiera
nacido en un pueblo turco.
Don Felipe Pardo y Aliaga disfrutó de gran reputación hasta el día en que se publicaron sus obras completas.
Es una de las poquísimas glorias nacionales que atravesó el Océano, debido más que a su mérito real, a la
circunstancia de haberse educado en España. Fue miembro correspondiente de la Academia, antes que el
serlo confiriera patente de mediocridad.
Sea que Pardo fuese por naturaleza seco y árido o que poseyera un exagerado pudor que le indujo a velar sus
sentimientos, lo cierto es que en sus poesías no se oye nunca un suspiro ni se siente una palpitación: parece
que en todas soplara un viento polar. Sólo en la Dedicatoria de sus versos a su hija hay ráfagas - nada más que
ráfagas - de inspiración y sentimiento, de un sentimiento exquisito donde el dolor se disimula con una sonrisa.
)Dónde el poema magistral de Pardo? Un prestigio inmenso basado en unas pocas docenas de composiciones
medianas. En su traducción de la oda A la colonne de la Place Vendôme, se ve al versificador de oficio
luchando desesperadamente por seguir al poeta de genio. En sus poesías satíricas y jocosas se revela como
imitador de Bretón, con la circunstancia de que en el español los versos manan espontáneamente: las rimas
fluyen como si estuvieran en la punta de la pluma; mientras en el satírico peruano los versos descubren el
trabajo y el "(Oh, cuánto de sudor y de fatiga!": los consonantes inusitados y traídos por los cabellos
denuncian al diccionario de la rima. Tal vez no pasan de seis las letrillas de Pardo que encierran naturalidad
y fluidez, o que parecen brotadas de un jet. Quizá vale más como prosador, y su Niño Goyito puede servir de
modelo. En resumen, Pardo es un poeta que vale por sus escritos en prosa.
***
Don Manuel A. Segura siguió las huellas de Cañizares. Sus obras dramáticas son comedias de figurón por el
estilo de El Dómine Lucas, entremeses en que los personajes hablan una lengua estrafalaria y se ponen ellos
mismos en ridículo: dejan de ser hombres o tipos para convertirse en clowns. Sin embargo, tienen chistes,
escenas cómicas y trozos de versificación que recuerdan a los mejores satíricos españoles. Segura no es un
Bretón ni un Moratín sino un Quiñones o un Ramón de la Cruz. No conoció la índole de su ingenio, pues
pudiendo haber sido un eximio escritor de sainetes tuvo la pretensión de ser un autor de comedias.
Todo lo contrario de Pardo, que en la más insignificante de sus composiciones descubre el desvelo y el
trabajo, Segura es un poeta que debe más a su talento natural que al estudio. Es lo que llamaríamos el
maestro del criollismo, y no creemos que su lectura sea fácil ni entretenida para ningún hombre nacido fuera
de Lima: tantos son los provincialismos que emplea. No sólo abusa de limeñismos sino de vocablos usados por
un grupo y hasta inventados por un solo individuo. Los que no pertenecemos a su generación no conocemos
muchas de sus plantas ni medimos el alcance de sus frases. Necesita lo que más daña a los escritores: un
glosario.
***
Antítesis de Segura es Clemente Althaus, lo que no impide que se rocen por cierto punto: si Segura es el
representante del criollismo, Althaus es la encarnación de la patriotería - una forma del criollismo-. A pesar
de todo, Althaus es la más legítima de nuestras glorias poéticas, con Salaverry y Márquez. Con menos timidez
en la forma, con más elasticidad en el estilo, sin el tinte religioso y patriotero, habría producido composiciones
de verdadero mérito.

FANATISMO RELIGIOSO

A los hombres desequilibrados por una herencia patológica, maleados por la educación clerical o por el
ambiente, no se les puede exigir una evolución rápida para adaptarse al medio ni el ejercicio de órganos
atrofiados por la falta de uso. El animal hundido en las profundidades del océano donde no llegan los rayos
del Sol, carece de ojos: en vano sacarle a la superficie del mar en pleno día: no podría ver la luz.
Por eso, pues, combatir la locura mística con el fuego y el hierro es cosa que no se concibe en nuestro siglo:
sería ser más loco que el mismo loco. Decirle a un ciego: "Ve la luz", equivale a presentarle la disyuntiva de
Mahoma: "Creer o morir".
Más que combatir a los enfermos, casi siempre incurables, conviene prevenir los estragos del mal en las
generaciones venideras. Cortando el rabo a varias generaciones de perros, se obtiene cría de perros sin rabo;
mutilando en varias generaciones la cola fanática, tendremos una raza de hombres razonables.
Si los eunucos de la inteligencia, si los hombres que tenian atrofiado el órgano de la Razón nos quemaron en
la hoguera, iluminémosles con el libro; si nos hirieron con el hierro, curémosles con la luz; si nos martirizaron
con el plomo candente, civilicémosles con la ciencia.
Más que criminales dignos del castigo, son enfermos que piden un régimen medicamentoso.

PERIODISMO LIMEÑO

Yo no he querido amansar a ningún periodista, sin embargo de que todos se domestican a precio de rufián;
no he recibido bofetada de ninguno de ellos, porque no son hombres capaces de volver puntapié con puntapié;
no estoy sordo, pues oigo muy bien el ruido que hacen los soles de Grace al caer en los bolsillos del apócrifo
A., del liberto V., del mestizo C., del rinocéfalo T.A. y del mono A. Pero háblase conmigo de lo que se hable...
Venga un hombre honrado a ver lo que pasa en los periódicos de la capital del Perú y diga si en esos antros
malsanos que se llaman redacciones hay personas acreedoras a la consideración de sus semejantes o rufianes
dignos de ser azotados por mano del verdugo.
Alguien dijo que el Adán y la Eva de los yankees salieron de las cárceles de Londres; el Adán y la Eva de los
periodistas de Lima nacieron en la tienda de un gitano.
Un perro que lame las manos y los pies del amo brutal que le propina una lluvia de golpes ofrece una idea
pálida de la bajeza que abruma las almas de nuestros embadurnadores de papel.
Ellos son los que, predicando día por día la "necesidad de medidas enérgicas", esto es, el amordazamiento de
todas las bocas libres, han precipitado al Gobierno berberisco de Cáceres en una cruzada contra los
periódicos independientes, en una verdadera caza de hombres contra los buenos peruanos que resisten al oro
de Grace. Han querido operar en familia, tener francachelas a puerta cerrada, mentir y calumniar a sus
anchas, falsear la opinión pública; y lo han conseguido: son dueños del campo. Los ladrones han derrotado a
la policía.
Varias personas independientes desean publicar en la tipografía de Solís un periódico titulado La Verdad: el
Intendente de Policía pone guardias a la imprenta, efectúa un registro minucioso en los originales, hace a viva
fuerza devolver la licencia ya concedida, ofrece clausurar los talleres, amenaza encarcelar a los redactores de
La Verdad...y ningún diario, ninguno de esos periódicos que se titulan defensores de las libertades públicas,
dice una sola palabra.
Los redactores de La Luz Eléctrica van a la cárcel como simples bandidos, una edición del periódico es
confiscada por las autoridades de policía, la imprenta queda cerrada... y ningún diario dice una sola palabra.
El Radical, órgano del Círculo Literario, sufre la misma suerte... y ningún diario dice una sola palabra.
Dos jóvenes periodistas desaparecen súbitamente, la prefectura y la policía niega por tres días saber su
paradero, el público teme que se haya repetido con ellos la tragedia de Tebes... y ningún diario dice una sola
palabra.
Los periódicos de Cajamarca, Piura y otros departamentos enmudecen bajo la bota de un prefecto, como las
hojas independientes de Lima... y ningún diario dice una sola palabra.
Por el contrario, celebran con cínico regocijo la muerte de lo que llaman hojas volantes: los autores de las
hojas venales aplauden el silencio forzado de, las palabras honradas.
Pero eso sí, el día que conforme a un decreto del antiguo mantequero T. se exigió que uno de los periódicos
subvencionados por Grace depositara la garantía de quinientos soles, entonces toda la jauría periodística
enseñó los dientes, gruñó por lo bajo y, aunque con la humildad del perro, ladró un poco alto recordando
Alos fueros de la prensa y las garantías del pensamiento@. El Callao -que era el periódico de los quinientos
soles- lamió las manos y los pies del Gobierno, y merced a ciertos arreglos nada santos de su Director con las
autoridades, el diario quedó exonerado del depósito.
Se engañan los periodistas de Grace al imaginarse que las cosas no pasan de allí: han jugado con fuego. El
mantequero T. no se detendrá en el camino de las arbitrariedades, así como en Arequipa no se detuvo en la
requisición de mulas para su hacienda; y si empezó ayer por suprimir La Verdad, La Luz Eléctrica y El
Radical, concluirá mañana con El Nacional, El Comercio, La Opinión Nacional, La Nación y demás diarios
vendidos a Grace- tratará, en fin, a la prensa del Perú como trataba a los cerdos de su mantequería.
Para ello tiene por auxiliares a un prefecto salido del fondo del Mar Muerto; a un Intendente medio zurcidor
de voluntades y medio soplón, y a sus propios hijos, mozos de esperanzas, angelitos de manopla que no
desmienten la sangre del bisabuelo, del papá , ni de los tíos.
Cuando llegue la lucha eleccionaria en que otros amos paguen el sueldo a los domésticos y mercenarios de la
prensa, cuando los periódicos sientan encima la mano del Ministro cuatrero, y saca ojos, entonces será lo
bueno. Se iba un buque a pique y un loro guarecido en la punta del palo mayor.

LA CRÍTICA

Los mejores críticos modernos, desde Lessing y Goethe hasta Sainte-Beuve y Taine fueron librepensadores,
protestantes o judíos. En el Catolicismo florecieron eruditos, escoliastas, comentadores, apologistas,
gramáticos, filólogos y todo lo que se pida, menos un verdadero crítico. Sin libre examen no se concibe crítica
ni espíritu científico; así, una teoría como la de Darwin, una generalización que abraza todo el Universo, no
habría cabido en un cerebro católico.
No poseen los católicos la tolerante fidelidad del espejo plano, carecen de la facultad de comprender a todas
las criaturas del Universo, no tienen la inclinación a simpatizar con personas que profesan ideas contrarias al
dogma. La crítica, por más que el crítico se afane para deshacerse de su personalidad y manifestarse
imparcial, se reduce al análisis más o menos disimulado de las impresiones que una obra artística produce en
nuestro organismo.
Todo cuadro, poema, estatua o partitura no es más que la Naturaleza divisada al través de un hombre: para
comprenderles, necesitamos desvestimos de nuestra propia individualidad, encarnar en el cuerpo del artista,
es decir, ver con sus ojos, palpar con sus manos, oír con sus oídos. De otro modo, le criticamos injustamente,
ya por lo que dejó de hacer conforme a nuestro ideal, ya por lo que hizo en disconformidad con nuestro modo
de sentir. El alma del crítico debe ser el reflector de la obra del artista.
)Cómo se despojará un católico de su Catolicismo? La obra del impío, del heresiarca o del incrédulo será
siempre abominable porque representará la Naturaleza divisada al través de la impiedad, de la herejía o de la
incredulidad. Si no hay belleza sin verdad, )cómo puede encontrar algo bello en la expresión artística de otras
creencias quien sólo encuentra verdad en el dogma?
En el espíritu ortodojo no caben discusiones razonadas sino afirmaciones dogmáticas: quien vive la vida
intelectual de la Iglesia, no profesa una crítica independiente de los Cánones. Considerada la Biblia como
libro infalible y divino, toda la crítica literaria del buen creyente se reduce a interpretación y confrontación
de textos para deducir la conformidad de una obra nueva con los versículos bíblicos. Los judíos fueron lógicos
cuando vivieron siglos enteros comentando e interpretando el libro de la Ley. Más lógico fue aún el
musulmán que incendiaba las bibliotecas alegando que todo libro estaba de más cuando se poseía el Corán.
A los católicos, ni el trabajo de la exégesis les queda, desde que la Iglesia se declaró la única con derecho para
interpretar los libros sagrados: al buen creyente le cumple una crítica pasiva. Ortodojamente hablando, el
único arte poético es el Concilio de Trento; el Supremo Juez, el Pontífice Romano; de modo que la maldad o
bondad de un libro se juzga prácticamente por su inscripción o no inscripción en el índice. Así, pues, León
XIII, autor de abominables versos latinos, es poeta superior al protestante Shakespeare, al panteísta Goethe y
al pagano Virgilio.
No siendo igual la irritabilidad de todos los organismos, las sensaciones producidas por el mismo objeto
tienen que ser diferentes en los individuos. Si colocamos a mil escritores en presencia del Sol poniente, los mil,
aunque hablen la misma lengua y hayan nacido en el mismo país, describirán a su manera el espectáculo,
porque todos los ojos no ven idénticamente al fijarse en las mismas cosas ni todos los cerebros transforman en
idénticos pensamientos las mismas impresiones. Lo mismo sucede con el pintor: un individuo, retratado por
cien pintores, hasta fotografiado por cien fotógrafos, posee cien imágenes diferentes de su mismo original.

EL DOCUMENTO HUMANO

Según las circunstancias y los hombres, lo más privado entra en la condición de lo más público. Citemos la
generación. )Quién tiene derecho de averiguar nuestras funciones genésicas para conocer el alza y baja de
nuestra virilidad? Sin embargo, cosa tan reservada puede caer bajo el dominio público.
Hubo en Lima Director de Beneficencia que había convertido el local de la institución en un matadero de
reses con faldas. Casi toda mujer, al solicitar gracia o justicia, pagaba su contribución de carne: era el tributo
de Zamora con modificaciones de lugar y tiempo. (Qué entradas de señoras y señoritas con la unción y
recogimiento de personas venidas a recibir el pan de los ángeles! (Cuántas salidas con trajes arrugados,
greñas alborotadas y figuras incandescentes! -"El señor Director se halla muy ocupado", solía decir con aire
socarrón el portero cuando alguien solicitaba un momento de audiencia. Ahora bien; esa brama en las cuatro
estaciones, esa erotomanía de un sesentón, ese picar a chorro continuo en una oficina pública )merece
llamarse una cosa privada?
Ni en los hombres públicos ni en las personas de su familia o círculo hay acciones insignificantes o privadas. )
Hay algo más privado que limpiarse los dientes ni mas insignificante que echar un mote? Pues ambas cosas
pueden ser de mucha trascendencia: forman el documento humano.
Hubo en el Perú una Presidenta. . . "de cuyo nombre no queremos acordarnos". Como alguien de la familia le
hiciera notar la inconveniencia de meterse los dedos a la boca, la buena dama recurrió al trinche para
hurgarse los dientes. Un día, cuando más empeñada se hallaba en la operación dentaria, un Ministro
extranjero le preguntó con mucha amabilidad diplomática:
-Señora, )cómo ha seguido el niño?
-(Ay!, déjeme usted, señor Ministro, que toda la noche se la ha pasado tuese que tuese.
El tenedor convertido en mondadientes y el "tuese que tuese" )no marcan la psicología de un régimen?
Cuando la Presidenta se trinchaba las muelas y lanzaba un "tuese que tuese" )qué no haría el marido?
Las pequeñas acciones nos enseñan tanto como las grandes. Si deseamos conocer a Romaña en toda su
avaricia y bajeza de alma, no hay más que imaginarle apagando la luz de un salón para economizar un metro
cúbico de gas, levantándose de la mesa para sacar y guardar su botella de fine o encerrándose a zurcir sus
botines para no dar cuarenta centavos al zapatero remendón.
)Qué hombre de honor permitiría la publicación de ciertas familiaridades? Seguramente ninguno, y eso
conviene al buen nombre de las pecadoras. Los caballeros deben negar a pie juntillas, imitando el sigilo y la
prudencia del clérigo italiano a quien acusaban de mantener relaciones ilícitas con María Tamboraque. "-E
vero -alegaba el buen presbítero- io dormo sotto il medessimo tetto che Maria Tamboraque, `ma io non fago
niente'".

MARIANO NICOLÁS VALCÁRCEL

"Señor, hiede ya, que es muerto


de cuatro días".
(San Juan, XI, 39).

Octave Mirbeau nos hace pensar en don M.N. Valcárcel, no porque el jefe de la Unión Cívica escriba novelas
(él sólo hace tragedias de cincuenta o sesenta muertos), sino porque el autor del Journal d'une Femme de
chambre pinta en el capitán Mauger a un tipo que en lo culinario guarda mucha semejanza con Valcárcel en
lo político.
El capitán Mauger tiene una singularidad: es omnívoro; come de todo, desde culebras hasta hurones y desde
cuervos hasta ratas. Valcárcel digiere todo en política, pues así se comería un programa liberal como otro
conservador.
Nadie sabe de dónde vino, quién fue su padre ni a qué raza pertenece. Cuando llueve y un sapo se escurre a
nuestro dormitorio )quién sabe cuál es el padre ni el charco del sapo?
Difícilmente se hallará una fisonomía y figura más ingratas: se diría un felino que no concluye de
transformarse en liebre. Camina en actitud de agazaparse y parece que el centro vital de su organismo se
hallara en el vientre. En individuos acatarrados todo parece acudir a la nariz; en Valcárcel todo afluye al
estómago. Es un radiado.
Valcárcel, muerto ya, se cree vivo y como el Estudiante de Salamanca, asiste a su propio funeral. No murió de
autopendación como Judas, de lanzada enemiga como Absalón ni de jicarazo civilista como Pignatelli o María
Luisa: se ahogó en la sangre de las víctimas fusiladas en Santa Catalina.
Como abogado, hizo sus primeras armas en el estudio de García Calderón. Es sabido que cuando los
abogados adquieren cierta nombradía y desean darse tono no defienden ciertas causas de menor cuantía o
demasiado escandalosas, y admiten a su lado jóvenes para que desempeñen estas bajas obras de la abogacía.
Son hombres pinzas o ganchos de albañil: sirven para coger lo que nos ensuciaría las manos. Dada la
honorabilidad de García Calderón (ya puede el lector figurarse la de su acólito! El noviciado revela al
hombre.
En política, Valcárcel no ha sido más que un leguleyo de mala fe, un tinterillo. . .

SIMBOLISMO CATÓLICO
El espíritu misógino del Catolicismo subsiste en las leyes y costumbres, sin haber desaparecido de la
literatura: muchos dramas, muchas novelas y muchas poesías burlonas o satíricas viven de los ataques y
pullas al sexo femenino. (Cuántos ingenios perderían toda su chispa si les vedaran chistes y agudezas contra
la mujer! Conviene citar un hecho revelador: el simbolismo católico no ha logrado crear un modelo de
perfecciones femeninas capaz de eclipsar a las mujeres creadas por la imaginación pagana o gentil, pues la
Sita del Ramayana, la Palas Atenea de la Mitología, la Penélope de Homero, la Antígona de Sófocles y la
Alcestes de Eurípides figuran como tipos más ideales, más bellos y más vivientes que María. La madre de
Jesús se reduce a un cuadro borroso y antiguo, donde la imaginación calenturienta de los Santos Padres ha
trazado pinceladas chillonas y de mal gusto. Las grandes mujeres bíblicas florecen en las leyendas del
Antiguo Testamento, fuera de las creaciones evangélicas. Las Ofelias de Shakespeare y las Margaritas de
Goethe surgen después del Renacimiento y en naciones protestantes, cuando el arte había sido vivificado por
el soplo de la Antigüedad, cuando los espíritus luchaban por sacudir el yugo de Roma.

Chile

Antes que el prusiano Bethmann-Hollweg tuviera el descaro de llamar a los tratados unas Atiras de papel@,
Chile no les había concedido más importancia: ha carecido de franqueza para afirmarlo, pero no ha tenido
reparo en practicarlo atribuyendo al Perú la mala voluntad de cumplirlos. No sabemos si el cinismo del
alemán inspira más repugnancia que la hipocresía del chileno.
Como nuestro vencedor no ha cumplido con todas las cláusulas estipuladas en el Tratado de Ancón, ese
tratado puede considerarse nulo: hasta cabe afirmar que Chile y el Perú se hallan en estado de guerra, en una
mera suspensión de hostilidades. Los peruanos tendríamos derecho de atacar a los chilenos sin previa
declaratoria de guerra. Y si, como se dice, alguno de nuestros mandatarios pensó en adquirir submarinos
para hundir sorpresivamente a la escuadra chilena, ese mandatario habría encontrado la única solución de
nuestras cuestiones con el tradicional enemigo del Sur.
Al circunscribir en sólo Tacna y Arica todos nuestros. problemas pendientes con Chile incurrimos en un
gravísimo error. Debemos recordar al país que entre el vencedor y el vencido de 1879 no existe la sola
cuestión Tacna y Arica, sino la cuestión Tacna, Arica, Iquique y Tarapacá. Las razones que tenemos para no
ceder el Morro las tenemos para reclamar las salitreras.
Con Chile no vale razones: su conducta pasada nos anuncia su conducta venidera, que nunca se guiará por
un espíritu de justicia, nunca procederá de buena fe con nosotros: su americanismo no pasa de un gastado
recurso oratorio: tiende la mano al Perú con tal que el Perú le conceda cuanto quiere pedirle. Se sorprende o
finge sorprenderse de que algún peruano guarde el recuerdo de las abominaciones cometidas en la guerra del
79.

ESCUELAS LITERARIAS
Sobre las fórmulas pasajeras y variables, sobre las clasificaciones arbitrarias de géneros y escuelas, sobre los
prejuicios de nacionalidad y secta, se eleva el arte supremo y humano que practica dos principios: la verdad
en la idea, la claridad en la expresión.
Excepto el grandioso empuje del Renacimiento, que fue la exhumación del espíritu helénico, los movimientos
parciales que con el título de escuelas literarias se han producido en Europa, se reducen a cuestiones de pura
morfología: en prosa, a la adopción del nuevo vocabulario industrial y científico; en verso, al renovamiento de
las metáforas y a las alteraciones del verso y de la estrofa. Tan es así, que en las traducciones no notamos
gran diferencia entre dos autores que en su idioma parecen separados por un siglo. A Zola y Théophile
Gautier les encontramos parecidos y hallamos poca distancia entre Zorrilla y Góngora, entre Echegaray y
Calderón. La transformación de las ideas viene de sabios y filósofos, no de poetas ni gramáticos. Un error
común a todas las generaciones literarias es figurarse que descubren un nuevo mundo desconocido a las
generaciones anteriores, cuando no hacen más que evolucionar en vez de revolucionar, verificar un viaje de
regresión en lugar de ir adelante, alterar en vez de crear. )Qué resta del Romanticismo?

LA UNIÓN NACIONAL
)De qué dependieron las crisis internas? principalmente de que muchos al estampar su firma en nuestro
programa no creen haber roto para siempre sus vínculos con los demás partidos, de modo que se imaginan
estar ligados a nosotros por las ideas, seguir unidos a los demás por el interés. Para muchos, la Unión
Nacional sirvió de simple escalera para subir a los destinos públicos o de brújula para arrumbar a la Caja
Fiscal.
Las desertaciones fueron constantes. Las prevaricaciones y felonías de un C.G.A., de un F.B. y de un J.J.R. no
figuran como hechos aislados sino como la falta general de solidez en las convicciones. Hoy se pertenece a un
partido, mañana se pertenece a otro, sin el menor escrúpulo.
La Unión )ha violado su programa? )Ha traicionado sus principios? )Ha celebrado alianzas indecorosas? De
nada de eso se nos acusa: nos culpan de intransigentes, de batalladores, de agresivos; y esto, en lugar de un
ataque a nuestro modo de ser, implica una alabanza. Concordia sincera no debe ni puede reinar entre
agrupaciones de opuesta índole. Ante el peligro nacional se realiza una tregua o suspensión de hostilidades;
pero no abandono de posiciones ni abjuración de principios: hay sometimiento de amigos y enemigos al
régimen militar, nada más.
Pero que la intransigencia y el espíritu batallador no nos lleve al extremo de hacernos entre nosotros mismos
una guerra sin cuartel por meras divergencias en el modo de apreciar o resolver las cuestiones secundarias y
a veces insignificantes. Un partido no debe exigir de sus adherentes el sacrificio de la personalidad para
dejarles convertidos en siervos sumisos de un comité o de una mayoría ocasional. Eso equivale a introducir en
el orden político el régimen de las comunidades monásticas y de los cuarteles -obediencia ciega al mandato de
los superiores.
No dejaremos de consignar una gran falta. En el Comité Central de Lima se ha notado la manía de
convertirse, como ya lo ha dicho uno de sus miembros, en una especie de Inquisición laica o Comité de Salud
Pública. En lugar de combatir a los enemigos exteriores o ejercer una propaganda útil y provechosa, más de
una vez se ha desperdiciado la fuerza y el tiempo en guillotinarse moralmente, o a secas. Debemos confesar
que si muchos huyeron de la Unión Nacional para coger un empleo en las aduanas como R., una crónica en
un diario como B., o una diputación como A., algunos fueron víctimas de suspiciones, sospechas y odios
gratuitos.
Para concluir, digamos que nos conviene dejarnos de fórmulas convencionales y vacías. Rechacemos el
nombre pedantesco de partido de principios, nombre que nos convierte en doctrinarios medio ridículos.
Seamos partido de actos que varíen según las circunstancias, recordando que en la Naturaleza no hay
principios sino hechos sometidos a leyes.

RENÁN
El aguafuerte de Zorn, el medallón de Chaplain y la tela de Bonnat no representan al Renan de mis
recuerdos, no hacen revivir la mirada profunda y soñadora del "celta encastado en gascón", no dejan
traslucir la inteligencia suspicaz del bondadoso ironista. En el aguafuerte se le diría un hipertiróideo abobado
en la más absoluta vacuidad mental; en el medallón muestra una rigidez, una severidad y hasta una morgue
que nunca emanaba de su persona; en la tela aparece con la inteligencia emparedada en paquetes o mogotes
adiposos, haciendo pensar en un corredor de cerdos que después de tratar un buen negocio, toma asiento y
aguarda el pago del corretaje. Mas vive en las fotografías de Dornac y de Gerschel, y sobre todo en la de
Nadar, hecha al poco tiempo de haber publicado Renan la Vida de jesús.

EL COMERCIO

Siempre hemos deseado que algún escritor de chispa y buen gusto fundara un Disparatorio Semanal, donde
cada sábado señalara las necesidades y despropósitos almacenados en los diarios durante la semana. Ahí
tendría su lugar preferente El Comercio con sus editoriales sin sentido común, sus telegramas sin gramática y
sus crónicas sin gramática ni sentido común.
Sin embargo de todo esto, (qué ínfulas en los redactores de ese diario! En toda cuestión social o política,
religiosa o científica, artística o literaria. El Comercio se encumbra hasta las inconmensurables alturas de su
fatuidad y falla sin apelación, pontificalmente. Es el Papa del diarismo nacional, aunque no sabemos si ha
sufrido la prueba de la silla gestatoria.
Por un rezago de pudor, El Comercio reconoce implícitamente su falta de razón para darse un título honroso
y se llama "periódico serio y práctico": tradúzcase "serio" por imaginación de topo, "práctico" por hombre
que escribe con una mano y recibe con las dos. El Comercio tiene el espíritu serio del asno que no pudiendo
desarmarnos con un chiste ni con una sonrisa irónica nos ensordece con un rebuzno y nos derriba de una coz;
posee el genio práctico, del gorrino que se instala en el mejor sitio del comedero, quiere engullir la ración
ajena después de engullirse la propia y gruñe o muerde al primero que se le aproxima.
Hará unos cincuenta años que don Felipe Pardo y Aliaga llamó a El Comercio "un carretón de basuras tirado
por dos mulas chilenas". Muertos Villota y Amunátegui (las dos "mulas" de Pardo) el diario continúa siendo
el mismo vehículo repleto de la misma sustancia y jalado por algunos solípedos de nacionalidad ambigua. Lo
prueban el asalto a La Idea Libre y los insultos dirigidos a sus adversarios: a Tassara le hieren con garras y
dientes, sobre los adversarios descargan la basura.
Lejos ya de la caverna y del bosque, habiendo introducido en nuestros corazones el sentimiento de la piedad
lo mismo que el respeto a la vida ajena, lo que hoy nos inspira más repugnancia y más horror es la supresión
de una existencia. Una honra se repara con una retractación pública, un robo se remedia con una restitución;
mas )cómo se devuelve una vida? Mal irremediable, el asesinato es el Peor de todos los crímenes.
En El Comercio, durante algunos años, "une cruauté morale et surnoise remplace la cruauté brutale et
franche. La science d'endolorir les âmes succéde à celle de torturer les corps". (Paul Adam). Pero el día
menos pensado, se examinaron, se reconocieron con instintos de fiera, creyeron encontrarse en la época
prehistórica y se dijeron "(A operar!". Y en la imprenta de La Idea Libre operaron con la ferocidad y alevosía
que todos sabemos. En El Comercio se ve la marcha ascendente del crimen: ayer mancharon honres con la
difamación y calumnia; hoy quieren suprimir vidas con el palo: )usarán mañana el veneno, el puñal y la
dinamita? Son una amenaza pública. Los antiguos romanos tenían la costumbre de poner en la puerta de sus
casas un letrero que decía cave canem, cuidado con el perro; los peruanos debemos escribir en todas las
paredes de las calles: "Ojo al asesino", "Cuidado con El Comercio".
El Comercio es el mal caballero abrumado por la reprobación general, es el reo condenado por la opinión
pública: dejémosle revolcarse en el despecho y la rabia, emponzoñarse con su propio veneno. Ya no conviene
insultarle ni denigrarle, porque al cubrirle de lodo se le hace el bien de disimularle la sangre. Rojo debe
quedar para infundir el horror y el desprecio en todas las gentes honradas.

LA RELIGIÓN Y LA MORAL
Los preceptos morales, como las leyes de justicia, no proceden de la Religión: las religiones, en contacto con la
Filosofía, se humanizan, se perfeccionan, y en seguida se proclaman el único agente civilizador. No existe
agrupación humana sin moralidad, como no existe cuerpo sin cohesión. El respeto a la vida ajena, respeto
necesario para la simple sociedad de un hombre y de una mujer )no implica ya un adelanto, no significa el
triunfo moral de la Razón sobre el instinto que nos impele a lanzarnos contra nuestros semejantes? El salvaje,
en el simple hecho de encontrarse con otro hombre y no devorarle, practica ya un gran precepto de
moralidad: el respeto a la vida ajena. Las mismas colonias de animales )no prueban una moralidad? La
domesticación de un felino )qué es sino su moralización? De un animal se dirá que es bueno, hasta que es
moral; pero no que es religioso.
La simple existencia de la horda más salvaje supone una Moral, rudimentaria si se quiere, pero siempre una
Moral. A medida que la colectividad se multiplica y prospera materialmente va ensanchando el horizonte de
sus ideas morales: del respeto a la vida del hordario se pasa al respeto de sus bienes, y al respeto a las vidas y
bienes del vecino y del aliado. Si salvajes que no conocen ni las más grotescas supersticiones se mantienen
unidos con vínculos estrechos, hay una Moral anterior a la creencia religiosa. Esta Moral, una vez aparecida,
sigue su evolución natural y necesaria, y por eso vemos que en naciones completamente separadas, las
conciencias humanas arriban con el tiempo a equivalente grado de lucidez y perfección, como distintos
viajeros que parten de lugares diversos y por diferentes caminos llegan a la misma cumbre.

EN EL AÑO 2000
Creemos que en el siglo XXI o XXIII (cuando el inglés haya sucedido al quechua y el antiguo Imperio de
Manco forme parte de los Estados Unidos) algún amigo de antiguallas y conocedor de la lengua castellana
podrá leer en el libro de un historiador imparcial:
"... En el huano de las islas y en el salitre de las playas tuvieron los peruanos un asombroso venero de riqueza
que habría podido convertirles en una de las naciones más prósperas y felices; pero la riqueza, en vez de
servirles para su bien, les produjo guerras exteriores y contiendas civiles. Por el salitre y el huano, Chile les
declaró una guerra de asalto y conquista; por el huano y el salitre, se acostumbraron los hombres a
improvisar fortunas colosales, menospreciar el trabajo honesto y vivir en el ocio de los cargos públicos.
Bastaba a un pobre diablo estampar una firma, para acostarse millonario habiéndose levantado mendigo.
"Siendo ricos, poseyendo una población de tres o cuatro millones, fueron ignominiosamente vencidos por
Chile, nación pobre y con menor número de habitantes. En la guerra de 1879, los peruanos perdieron no sólo
el salitre y el huano, sino también una gran parte de su territorio; pero ni la derrota, ni la mutilación, ni el
ultraje, ni el azote, nada les sirvió de escarmiento ni de lección: en lugar de fortificarse para evitar los
sucesivos ataques del enemigo ausente, se debilitaron para facilitar las nuevas conquistas. Cayeron en la más
necia de las ilusiones en que puede caer un pueblo: en figurarse que la salvación les vendría de algún amigo
desinteresado y generoso: por eso adularon a Bolivia, por eso lamieron humildemente los pies de la
Argentina. )Cómo era posible dignidad y nobleza en nación caída tan abajo?
"En el Perú del siglo XIX, en esa Cartago sin Aníbal, en esa monarquía mercenaria con ínfulas de República,
reinaban los presidentes, gobernaban los Dreyfus y los Grace. Ahí no había más sed que la sed del oro, ahí no
había más idea que locupletar el vientre: la conciencia de todo político se vendía, la pluma de todo escritor se
alquilaba. Los hombres inteligentes eran pícaros, los honrados eran imbéciles. Hoy no podría citarse el
nombre de un individuo que merezca llamarse honrado; porque no se consideraba cosas indignas el asaltar la
riqueza pública, traicionar a sus convicciones ni traficar con la honra de sus propias familias. Hubo un tal
Meiggs, un negociante convertido en millonario gracias a los contratos leoninos con el Gobierno; pues bien,
las hermanas, la esposa y las hijas iban a prostituírsele. )Qué era el Poder judicial? almoneda pública, desde
la Corte Suprema hasta el Juzgado de Paz. )Qué los Congresos? agrupaciones de mala ley, formadas por los
familiares, los amigos, los paniaguados y los domésticos de los Presidentes. )Qué las autoridades políticas,
desde el Gobernador hasta el Prefecto? torsionarios que encarcelaban, flagelaban, violaban y fusilaban. )Qué
el pueblo?, una especie de animal doméstico y castrado que tanto sufría el azote del soldado chileno como el
palo de la autoridad peruana. Invadía y petrificaba los corazones una religión grosera, primitiva y más digna
de gorilas que de gentes civilizadas, pues no les servía de freno para los vicios ni de estímulo para la virtud: en
los hombres, la chulería y el alfonsismo; en las mujeres, el fanatismo y la concupiscencia. . .".

Sobre el lenguaje
Hay vicios literarios que sirven de síntomas patológicos: por el lenguaje se diagnostica la lesión cerebral. En
algunos casos se observa el pródromo de la enfermedad, desde su incubación hasta el período agudo: al
principio, los juegos de palabras, los retruécanos y las ecolatrías asoman de vez en cuando, como un
espontáneo adorno; en seguida, ocurren con tanta frecuencia que denuncian el deliberado propósito de
usarlas; y, por último, concluyen por invadirlo todo y aparecer como el único fin del escritor al mover la
pluma.
Y de la escritura, el vicio cunde a la conversación, de modo que no se habla sin un calembour, imitando al
clown que no da un paso sin una mueca, una contorsión o un salto mortal. En Francia, donde la lengua se
presta maravillosamente al sentido ambiguo y a las sutilezas, suele verse a muchos hombres que despiertos
dicen agudezas, dormidos sueñan con decirlas. Así, un Aurélien Scholl consumió medio siglo y sigue
consumiendo el resto de sus días en malograr un gran talento para probar que tiene mucho ingenio.
Las armonías imitativas, las onomatopeyas que tanto deleitan a los decidores de vaciedades y rimadores de
versos huecos hacen retrogradar el idioma a su forma primitiva. Las lenguas de los salvajes son
onomatopéyicas, un compósito de sonidos y articulaciones donde se patentiza la evolución lenta del ruido a la
palabra. Por exacta que nos parezca la armonía imitativa de una frase, el sonido de las palabras difiere tanto
del ruido representado que se necesita insinuarlo para encontrar la relación. La mayor parte de las
onomatopeyas son juegos pueriles de los escritores o curiosidades preconizadas por los gramáticos. Por
rimbombante que sea un verso que imite el estampido del trueno, sólo el que entiende la lengua del poeta
logra coger la armonía imitativa. )Quién que no sepa latín descubrirá en el famoso exámetro de Virgilio. . .
***
Cierto, hay interjecciones iguales o muy parecidas en lenguas diversas; pero entre el (alalau! del indio
peruano y el alalá del parisiense hay algo más que armonías imitativas, hay la expresión de dos sensaciones
reflejas. Si toda impresión causa una sensación, tiende a exteriorizarse por tina reacción total del organismo,
la misma impresión debe manifestarse en todos los hombres con reacciones semejantes. Por eso, hay siempre
una remota similitud en las interjecciones de todas las lenguas: el dolor que hace decir ayayay al indio de la
puna, hace también decir aïeaïeaïe al francés del bulevar.
Como en un escrito lo esencial es el sentido, es decir, la idea, al hacer de la palabra un mero instrumento de
armonía se la convierte en un remedo estéril de la música. Cuando Lenau pensaba escribir...
La palabra no es imagen exacta de la cosa o del pensamiento sino el signo convencional para representarla, y
nadie dirá que el vocablo monte sea como la fotografía de un monte ni que la voz dolor sea una figuración del
dolor. Mientras pintura y escultura son imágenes de una idea que concebimos o de una cosa que vemos, la
palabra es sólo una representación arbitraria, un símbolo convencional: fuera de la interjección (más grito
que articulación) la frase no tiene vínculo estrecho con el pensamiento . . .

M.Y.M.
Especie de barchilón, más cerca del veterinario que del médico, principió su carrera por vacunador
municipal; pero con tal mala suerte que al sangrar vacunaba y al vacunar sangraba. Un Presidente le
comisionó para firmar en Europa los bonos de un empréstito, y nuestro buen hombre, después de signar en
barbecho, regresó de Francia con unos cuantos granos en las narices y muchos soles en la gaveta. El pobre
diablo que meses antes no vivía seguro de comer todas las noches de la semana, resultó alabándose de poseer
tantas casas como días cuenta el mes. En tiempo de la guerra con Chile se presentó como un generoso ricacho
que cedía todos sus bienes a la Nación, Hizo publicar su retrato en los diarios, se dejó tocar el bombo, se
convirtió en hombre popular, y al fin de cuentas no dio un solo centavo. En vez de ir a los reductos con el
rifle, se instaló en las ambulancias con la jeringa. Dueño y señor de la Exposición, empleó (según las malas
lenguas) los mármoles y las vigas en la construcción de su trigésimaprimera casa. Hoy envejece y echa panza,
creyendo que tener mucha barriga exime de tener poca vergüenza. No muere porque los muertos del
cementerio se revolucionarían temiendo que al irse al otro mundo alce la noche menos pensada con los
ladrillos y lápidas de los nichos para construir su trigésimasegunda casa.

LOS POETAS
Para ciertas gentes, los poetas se dan la mano con los bobos que resuelven charadas o coleccionan estampillas.
Si a uno le saludan: " -Adiós, poeta", quieren decirle: "-Adiós, tonto".
Causa grima la idea que muchos se forman de la Poesía y de los poetas. Así, cuando en los corrillos algún
bárbaro sale con una enflautada, todos prorrumpen a una voz: "-(Hombre, no venga usted con poesías!".
Cuando un pelafustán siente algo que le incomoda, exclama: "-(Esto sí que es verso!".
***
El mundo no está cansado de poesías ni de poetas, sino de coplas y copleros. Al surgir un Tennyson, un
Campoamor o un Lamartine, los oídos se abren para saborear las melodías, las manos se extienden para
comprar los libros.
Si un poeta afirma que reina el positivismo, que el Arte agoniza, que las musas se van como los dioses,
entiéndase que ha zurcido unos malos cuartetos, que ha dado pifia en una leyenda o que le han silbado una
comedia.
Cometen los poetas graves errores y quieren que el público se trague la píldora. Yerran higiénicamente al
pensar que agua y jabón ahuyentan los consonantes, y yerran económicamente al figurarse que diez dedos y
una lira deben constituir el solo capital de un poeta.
(Si los poetas estudiaran más de lo que estudian! Casi todos rompen la Gramática, se aferran al Diccionario
de la Rima y representan a lo vivo el capítulo del Padre Isla: De cómo Fray Gerundio deja los libros y se mete a
predicar.
La egolatría, la adoración de sí mismo, caracteriza al tocador de lira: cada poeta coge un incensario, se
encarama en el altar mayor y se inciensa de lo lindo, haciendo el papel de santo, monaguillo y público devoto.
***
La Humanidad no comprende a los poetas, que, sin embargo, siguen en el capricho de hablar con quien no les
entiende. Can tan lo que piensan o sienten y hasta lo que no sienten ni piensan. Pretenden mantenernos con
su propia sustancia: especies de pelícanos amorosos, nos toman por sus hijos y quieren alimentarnos con
pedazos de sus entrañas. Los que no guardan mucho en el armario, cantan sus sueños. Por hablar, lo dicen
todo; pertenecen, al coro de los confesores, pues nosotros los que leemos versos estamos en el de los mártires.
El público escucha pensamientos, sentimientos, sueños, etcétera, y exclama: "-Todo está muy bonito; pero )a
mí qué me importa?".
El poeta responde: "-Si a ti no te importa, menos me importa el que no te importe".
Aquí el poeta se parece a cierto maestro de escuela. En un pueblo de la sierra existía un preceptor más bruto
que el alcalde, cosa difícil aunque verdadera. Entró un día el alcalde en casa del preceptor y le dijo con tono
de reprimenda: "-Oigame usté, mestro, los vecinos murmuran que los muchachos no le hacen caso". "-Pues
yo, respondió el dómine, no me quedo atrás, porque si los muchachos no me hacen caso a mí, yo tampoco les
hago caso a ellos".

EL HOMBRE
No faltan quienes sostengan que los hombres de hoy son intelectual y moralmente inferiores a los antiguos y
que nunca nuestras producciones artísticas y literarias igualarán a las de los helenos. Nos muestran lo pasado
como una meta inaccesible y nos dicen: "No llegarán ahí". Acostumbrados a lamentar el decaimiento de la
especie humana, aplican tales ideas a nuestra organización política, social y hasta física. Nos juzgan lanzados
de la Jerusalem divina y nos condenan como los cautivos de Israel a llorar eternamente las amarguras del
destierro. No somos, no, reyes caídos que en su peregrinación por tierras extrañas conspiran constantemente
para recuperar el trono perdido; por el contrario, nacimos en las profundidades de un abismo tenebroso y día
a día, con fatigas y dolores, con múltiples contrariedades siempre vencidas, vamos fabricando uno a uno los
peldaños de la escala que nos eleve a regiones de serenidad y luz. En vez del ángel caído, somos un átomo de
polvo que fabrica sus propias alas para volar lejos de su cuna. Nacimos en las tinieblas, fuimos esclavos; pero
combatimos con la Naturaleza, la vamos venciendo y obligándola a revelarnos sus secretos. Ascendemos, mal
que pese a los que desearían mantenernos enclavados a la Tierra, y si el cieno nos llegaba antes al corazón,ya
nos cubre sólo los pies.
***
... )Sabemos si nosotros mismos hemos cerrado el ciclo de nuestra evolución? )No concebimos que el hombre
de mañana supere al hombre de hoy, como Platón al gorila por la inteligencia, como Friné a la Venus
hotentota por la hermosura? No sólo hemos adelantado intelectual y moralmente, sino también físicamente.
El espinazo horizontal ha concluido por enderezarse verticalmente; las manos posteriores se han
transformado en pies que marchan altiva y airosamente; la vértebra deformemente hipertrofiada se ha
convertido en hermosa y regular copa craneana; la garganta, muda o incapaz de producir nada más que
ásperos gritos guturales, articula sonidos armoniosos; la mandíbula, despojada de su prognatismo simiesco,
cambia la mueca por la sonrisa, la mordedura por el beso; la imperfecta masa cerebral donde antiguamente
se grababan confusas y vagas imágenes de las cosas, concibe las leyes que rigen el desenvolvimiento del
Universo y de la vida. Nos cobijábamos en el bosque o la caverna, y ya vivimos en el palacio, nos
alimentábamos de la presa, y ya sembramos el trigo y elaboramos el pan; vestíamos de cortezas, y ya nos
adornamos con lino y seda. . .

NUESTROS LIBREPENSADORES
Un hombre puede ser arreligioso por ignorancia, como el salvaje primitivo; irreligioso por imitación,
snobismo, pose o saber confuso y mal digerido; no es librepensador o, hablando con más exactitud, pensador
libre sino por la ciencia y la meditación.
El librepensamiento, libre solamente en la esfera religiosa, ha envejecido y va pasando de moda, a pesar de
sus ventajas. Los mediocres, los ignorantes, los fracasados y los advenedizos tienen un medio seguro de llamar
la atención y hacerse personajes célebres: hablar y escribir enormidades en materia de religión. Esos
individuos recuerdan al palurdo alzando la voz en un teatro, al cargador vociferando obscenidades en un
lugar público y al imbécil estallando en carcajadas al ver pasar un entierro. Un señor de mucha experiencia y
de mucho juicio acostumbraba repetir a su nieto: -"Hijo mío, si quieres ser algo en el Perú, haz ruido aunque
sea con una lata". El librepensador de pacotilla hace ruido con la hoja de lata de la irreligión.
Hubo en Lima, pocos años ha, una germinación morbosa de librepensadores, tanto más libres cuanto menos
se sometían a la lógica y al buen sentido. )A qué rememorar los disparates hablados y escritos por aquellos
infelices? Padecían de clerofobia aguda, llevaban un fraile montado en las narices y creían resolver el
problema religioso al denunciar el amancebamiento de un sochantre con una santurrona o la despabiladura
de la cera de Nuestro Amo por algún chupacirios. Hicieron más daño que bien: odontólogos de gatillo inhábil,
rompieron la quijada y dejaron el diente enfermo. Felizmente, desaparecieron con regocijo del sentido común
y la gramática. Unos se marcharon al otro mundo después de confesar sus pecados y recibir asperges de agua
bendita; otros viven educando a sus hijos en los planteles congregacionistas y doliéndose de sus
intemperancias juveniles en las cosas sagradas. No sabemos si algunos otros siguen de masones corroborando
el dicho francés "Quand on est béte, c'est pour longtemps".
Para concluir y marcar de una vez las distancias de librepensamiento a pensamiento libre, diremos que éste
no significa oposición intransigente a los credos religiosos ni cambio del dogmatismo teológico por el
dogmatismo racional, sino examen desapasionado de las creencias más absurdas, crítica serena de todas las
energías humanas desde las sociales a las artísticas y desde las científicas a las industriales. Por consiguiente,
el librepensador es al pensador libre, como el tinterillo es al abogado, el albañil al arquitecto, el sacamuelas al
doctor en medicina.

CRÍTICA ESPAÑOLA

Se ve ya por qué la crítica española pecó siempre de menuda y gramatical: no pudiendo discutir libremente
las ideas, los críticos españoles analizan las palabras. Que una obra conmueva el corazón e ilumine el cerebro,
que remueva estorbos en el camino de la Humanidad o ensanche el horizonte, nada significa si el autor
comete un galicismo, quebranta el régimen o incurre en una impropiedad. Un buen espadachín da una
estocada que atraviesa a su contrario; pero el golpe no cuenta porque la empuñadura de la espada no está
pulida ni taraceada de diamantes.
Para la mayoría de los críticos españoles, los poetas deberían teologizar, no filosofar. De ahí se originó la
guerra contra Meléndez Valdés, Cienfuegos y Quintana cuando quisieron introducir en la poesía castellana
un germen filosófico y humanitario. Con hablar de filosofismo, tachar la descuidada construcción de algunos
versos y anotar unos cuantos galicismos, los Moratines y los Hermosillas creyeron haber ganado un Austerlitz
literario. Y era lo curioso que muchos, siendo afrancesados en política y hasta paniaguados de Murat, eran en
literatura castellanos puros y católicos rancios. Aceptaban la intervención napoleónica, y políticamente
querían ser franceses; pero literariamente pretendían permanecer españoles o seudo clásicos a estilo del siglo
de Luis XIV. Pensaban sencillamente que el soplo de la Revolución no había pasado por el alma francesa y no
veían que Napoleón era un espécimen más o menos falsificado de los revolucionarios: un César ungido con la
sangre de Luis XVI.
)Qué pasa hoy mismo en España? Balbuena no es un crítico sino un dómine, un corrector de temas
gramaticales; Balart. . .

DOS PÁJAROS DE UN TIRO

R. y C., que pretendieron consolidar la obra de Manuel Pardo, figuran como dos columnas de barro para
sostener un edificio de piedra.
R. es médico fallido y político arribado: los hombres públicos que no se han hecho recetar con él afirman que
debe ser buen médico; los enfermos que se curaron con él no tuvieron tiempo de asegurar si era buen político.
En ese hombre todo es mentira y falsificación, desde su color hasta su ciencia. No sabe distinguir un cotiledón
de un pistilo, y tiene a su cargo la publicación de las obras de Raymondi; poseyendo las maneras y la facha de
un patán o cargador, representa la más delicada y difícil plenipotencia del Perú en Sudamérica; hijo
clandestino de zambo y de negra, pasa por aristócrata; oscuro de piel, sale con frente blanca y mejillas rosas,
merced a la mano de gato, porque usa carmín y albayalde como una vieja cocotte. Personificación de la
pereza y el egoísmo, perdería un reino por no perder dos horas de sueño, y no salva la vida de un hombre por
no darse la pena de estirar el brazo. Marcha con la pesadez del elefante y la ondulación de la serpiente; sin
embargo, tiene la astucia del mono para sacar la castaña por mano ajena y la agilidad del gato para caer
siempre de pie.
DIOS

Lo esencial para los deícolas no estriba en que Dios se muestre justo, sino dadivoso. )Cabe dignidad en
dirigirse a la Divinidad para demandarle el buen éxito de nuestros negocios y el proceso tranquilo de nuestras
digestiones? Nada prueba tanto el egoísmo del hombre como la oración dominical: el "Padre nuestro que
estás en los cielos", el "santificado sea tu nombre", el "perdona nuestras deudas", se reducen a retóricas, o
estratagemas para dorar la píldora. . .
Antes de nada, nos dirigimos a Dios para que nos abastezca el vientre; en seguida, para que nos perdone
nuestras deudas, quiere decir, nuestros pecados: el egoísmo y la cobardía, porque si practicamos el mal,
debemos sufrir las consecuencias. Si al Dios católico le arrebatáramos el doble oficio de racionero y caporal,
si de una mano le quitáramos el pan y de la otra le suprimiéramos el látigo, las iglesias quedarían silenciosas y
vacías, el Catolicismo perecería de consunción. De los Dioses griegos se dijo que habían nacido del miedo; del
Dios católico debemos afirmar que vive del pavor en las almas y del vacío en los vientres.
Bastaría el mezquino concepto de la Divinidad para convertir al Catolicismo en una superstición indigna de
las naciones civilizadas. Imaginarse que los negocios de la Tierra se resuelven con la intervención de fuerzas
sobrehumanas; figurarse que la ayuda divina se obtiene por medio de fórmulas y presentes; creer, en una
palabra, que la Divinidad cede al cohecho, al soborno y a la adulación, es abrigar una idea pueril del
Universo, es poseer una mentalidad de hombre prehistórico. Y )qué resulta de semejante doctrina? En la
dicha, el católico se infla de vanidad, imaginándose un preferido del cielo; en la desgracia, se humilla y se
desalienta, creyéndose merecedor de sus infortunios e indigno de los favores de Dios. Comparando a los
hombres de todas las religiones, vemos que no hay soberbia ni abyección iguales a la soberbia y abyección de
los católicos. Y se comprende: con la creencia en el Catolicismo se desconfía de la inteligencia, se pierde la fe
en la acción poderosa de la voluntad y se aguarda todo de las manos divinas, al punto de amodorrarse en una
especie de fatalismo musulmán o conformidad budista. Hasta se niega la virtud benéfica del trabajo al tener
por más eficaz el auxilio de la Providencia que el ejercicio de las fuerzas humanas; así que no debemos
admirarnos si los pueblos católicos ocupan los peldaños inferiores en la escala del progreso. Algo se hace del
Ayax que levanta los puños al cielo y sólo pide luz para combatir con los mismos Dioses; nada se logra de
muchedumbres que bajan la frente, murmuran una plegaria y se fían ciegamente en la protección de la
Divinidad.

REMEDIO AL MAL

Somos una España del siglo XVI trasladada como por encanto a las orillas del Pacífico: olemos a inquisidor, a
torero, a chulo y a dómine de Salamanca. Vivimos en una especie de aislamiento cerebral y todo lo nuestro
denuncia la pequeñez de la fauna y flora peninsulares. Como en nada se percibe el aroma de una raza juvenil,
puede afirmarse que en el Perú todos nacemos con la inteligencia encanecida. Aunque políticamente
hablando seamos jóvenes, sólo tenemos virilidades intermitentes de viejo verde o de mozo caquéctico.
Hoy mismo )qué es nuestra filosofía?, producto híbrido engendrado en el concubinato del avemaría con el
dóminus vobiscum. )Qué nuestra ciencia?, vieja quintañona, ungida con el aceite rancio de una sacristía. )Qué
nuestra literatura?, torre de mazapán con apuntalamientos de caña hueca y ornamentaciones de alfeñique.
Para obtener un cerebro sin el abominable pliegue metafísico, nuestros hombres deben respirar desde niños
un medio distinto del medio español y deben alimentarse con el jugo de pueblos sanos, vigorosos y libres. En
romper con las tradiciones coloniales; en mudar, si fuera posible, de lengua, estriba nuestra salvación: todo lo
tradicional, todo lo español actúa de rémora o de fermento corruptor. En vez de marchar con naciones que se
guían por la voz de los vivos, obedecemos inconscientemente a la fuerza comunicada por un pueblo que
obedece a la voz de los muertos.
)No habría manera de transformar en breve tiempo el carácter nacional? Sí, valiéndonos de la educación
extranjera. La marcha de una sociedad se modifica por la acción de fuerzas propias o la intervención de
fuerzas extrañas. Si en Pedagogía las fuerzas nacionales no existen o pecan de insuficientes, )aguardaremos
que los buenos pedagogos nazcan por generación espontánea o se formen paulatinamente por esfuerzo
individual, cuando podemos adquirirles nacidos y formados?
No siendo posible dar a las masas populares una educación puramente científica y positiva, sin rezagos de
superstición, debemos proteger la difusión de escuelas protestantes: digan lo que digan los católicos, el
Protestantismo representa una evolución moral más avanzada que el Catolicismo.
A los preceptores venidos del extranjero les cumpliría la doble tarea de educar a los alumnos y reeducar a los
actuales educacionistas. Mas )lo consentiría la presunción nacional? Los encopetados directores de liceos )se
resignarían a descender de las cátedras a los bancos? Al proponerlo, al sólo enunciarlo, todos los
profesionales de la ignorancia se levantarían en masa, y un pedantón cualquiera nos probaría que su
conventículo medioeval superaba con mucho a los institutos docentes de Norteamérica, Inglaterra, Suiza y
Alemania.

SEXTA PARTE

MEMORANDA
1
Como las decadencias artísticas y literarias de Occidente se corrigieron siempre con un regreso a las fuentes
del Helenismo, así la decadencia del espíritu humano se corrige con la sabia y moderada inoculación del
espíritu pagano.
2
Las negligentes amenidades de un Alejandro Dumas y los viriles arranques de un Emilio Zola valen más que
los remilgos de un Cueto y los afeminados enrevesamientos de un Luis Fernández Guerra y Orbe. La
originalidad de un autor se funda tanto en las buenas cualidades como en las malas, y al querer ensalzar a un
autor diciendo que no presenta defectos se le infiere solapadamente la más grave de todas las censuras. En el
defecto estriba la originalidad, en él resta la suma de personalidad rebelde que resiste al modelaje y a la
regimentación. Hasta Brunetiére, hasta el pedante que vive adorando las correcciones ineptas de sus
antepasados y criticando las incorrecciones geniales de sus Contemporáneos, ha llegado a estampar esta
frase: "Carecer de defectos es carecer de originalidad".
3
Colocados a una distancia que produce la ilusión de la muerte, los americanos somos como la posteridad
anticipada de los españoles: les divisamos con la perspectiva necesaria, les medimos por el valor intrínseco.
4
El autor de un poerna sobre el amor no está obligado a saber tanto como el autor de una Enciclopedia; y el
que censura a un poeta por no conocer las leyes de Kepler se parece a la vieja sabia de Moliére que, viendo
tropezar y caer a una sirviente, le echaba en cara el no haber estudiado las leyes de] equilibrio.
5
Hablando con exactitud, Luzbel no era querubín o querube, y darle este nombre vale tanto como llamar
sargento al Emperador Napoleón o subdiácono al Papa León XIII.
(Variante. "Hablando con exactitud, y conforme a la angiología, Luzbel no era querubín, y darle este nombre
vale tanto como llamar sargento a Napoleón o presbítero a León XIII". Nota de A.G.P.).
6
El Catolicismo, que empequeñece a Dios y no engrandece al hombre, aunque le infle de soberbia, sólo
consigue agigantar al Diablo... (Inconcluso en el Manuscrito. Nota de A.G.P.).
7
Poco abunda en nuestro país el tonto serio. Lima, lejos de ser una ciudad entristecida por el esplin británico,
es un pueblo que guarda tal cual semejanza con aquellos atenienses que se reían de Sócrates en las comedias
de Aristófanes, o también con aquellos galos que tiraban de las barbas al tieso y encopetado senador romano.
8
Si la muerte fuera una expiación voluntaria, podría redimir al criminal de sus crímenes y... (ilegible) la
absolución de sus semejantes; pero desde que se muere involuntariamente, la muerte no debe alegarse como
una justificación del que fue malo en la vida.
9
La manía de muchos críticos españoles es considerarnos a los americanos sus eternos hijos intelectuales, y, a
la manera de buenos padres, aconsejarnos el respeto a las tradiciones de la familia. )A qué tradiciones se
refieren? En literatura sólo hay dos cosas: la forma y el fondo. La tradición de la forma no existe, porque
((legible); la del fondo es simplemente la tradición católica.
10
El sentimiento religioso no es más que penumbra de lo desconocido.
11
El sentimiento religioso no es más que el sentimiento de curiosidad dirigido por mal camino,
12
Separar las supersticiones religiosas de las verdades científicas, rechazar en los problemas morales las
soluciones a prior( creadas por la imaginación en lugar de ser deducidas por la razón, no admitir más
verdades que las sometidas a la observación y al experimento... (Inconcluso. A.G.P.).
13
Sobre las cosas dudosas como Dios y nuestro destino, el verdadero pensador no vive aferrado a creencias fijas
sino fluctuando entre opiniones sucesivas.
14
Un Spinosa y un Kant, un Claude Bernard y un Littré )no valen más que todos los degenerados u hombres
péndulos nacidos para vivir oscilando entre locura y santidad?
15
La caridad supone la distribución desigual de la riqueza, es decir, la injusticia. Si hay uno que da limosna es
porque hay menesterosos u hombres privados de lo necesario.
16
La verdad no conoce hora ni lugar fijos, ocasión adversa o propicia: se la enuncia cuando se la encuentra.
17
Si para las epidemias hay un cordón sanitario, )por qué no lo ha de haber para la doctrina católica?
18
Los presidentes cambian, las Cámaras se suceden: sólo es inmutable la corrupción política. Moralmente
somos una tierra de ruinas y de muertos. Estamos en completa bancarrota moral.
19
Se necesita hacer lo de Pizarro: trazar una línea y decir... (Inconcluso. A.G.P.).
20
Todo progreso significa dos cosas: una inconsciente continuación de lo pasado y una voluntaria reacción
contra él.
21
Hombres fieles a sí mismos, que resumen su programa en estas cinco palabras: la vida en línea recta.
(Tarjado por el autor. A.G.P).
22
Como hubo castas en la India y maestrías en la Edad Media, así hay en el Perú familias de presupuestívoros:
empleados desde bisabuelos hasta bisnietos. Esas familias conservan intacta la tradición, y para ellas, todo
profesión, toda industria, todo negocio se reduce a pascana en el desierto antes de arribar a la Caja Fiscal.
23
(Cuántos hombres útiles reducidos a quistes sebáceos en el organismo social!
24
Aunque un español haya dicho que para el vulgo de los eruditos, la ciencia habla alemán, toda Europa
considera a Alemania como un foco de luz, como un pueblo que coronó el Renacimiento con la Reforma y
abrió la era de las reivindicaciones populares con la guerra de los Paisanos. De Alemania viene esa audacia de
la concepción filosófica... (Inconcluso en el original. A.G.P.).
25
Ya es tiempo de que la Humanidad haga con la religión y sus clérigos lo mismo que Don Quijote con los
muñecos de Maese Pedro, el titiritero... * (Tarjado en el original. A.G.P.).
26
Un hombre rechaza los últimos auxilios de la religión por impenitente o porque no tiene culpas que confesar.
Como la caridad nos prescribe juzgar siempre bien, debemos afirmar que todo muerto inconfeso es un justo.
Hasta en el suicida cabe arrepentimiento entre el instante que atenta contra su vida y el instante en que
muere; y, conforme a la Iglesia, el arrepentimiento abre al pecador las puertas del Cielo.
27
La ilusión teológica de figurarse que en la historia de la Humanidad hay un auxilio sobrenatural para las
causas justas y una expiación inexorable para las naciones inicuamente agresivas, nos hará víctimas de
nuestros vecinos, por débiles y despreciables que nos parezcan.
28
(Bienaventurados los españoles! Vienen al mundo en el siglo XIX y respiran el aire del año mil...
29
Verso y prosa sin ideas y sin imágenes son malos cuadros con buen barniz, malas botas con buen charol.
30
Compone magistralmente laberintos que, leídos de una manera, declaran amor, y de otra manera expresan
odio; y sabe también escribir esa fila de números que, vistos naturalmente, indican la suma que los alemanes
exigieron a los franceses por indemnización de guerra, y examinados al trasluz y por el revés del papel dicen
una desvergüenza contra el Rey de Prusia. Como al pie de algunas estampas que, a primera vista, no
descubren rastro de animal ninguno, se lee la pregunta: ")Dónde esta el perro?", ")Dónde está el gato?", así,
bajo el último renglón de sus páginas laudatorias, se puede escribir: ")Dónde se esconde la pulla?".
31
Como la Religión ha coexistido con la Ciencia, quiere atribuirse sus adelantos. Antes no le concedió nada; hoy
le concede la mitad del mérito en la obra. Dice muy seria: "La Ciencia y yo hemos civilizado al mundo".
32
Para que el inútil peñasco se transforme en tierra vegetal, se necesita que el trabajo de las olas lo desmenuce
en arena; que la arena sea llevada por el viento a parajes propicios y que agua de río, brisa o insecto
depositen el germen de la vegetación.
33
Los verdaderos filósofos no inventan religiones; las destruyen y nada más. De Maistre anduvo muy avisado al
desafiar a los filósofos a crear una religión: es como retar a los médicos a propagar una epidemia.
34
Las religiones que fingen desdeñar a la Ciencia, aprovechan de sus armas para defenderse y combatirla. Son
como los enfermos que toman el agua de Lourdes y las recetas del médico.
35
Si los Evangelios nos enseñan el nombre de sus padres, hermanos, discípulos y amigos, nos proporcionan
también algunos datos para su filiación moral.
36
Tienen la astucia del oso blanco que remeda el grito de las focas para atraerlas y comérselas.
37
Todos los autores civilizados se distinguen por luminosos: en lo oscuro está lo bárbaro de la literatura.
38
La vida es una mezcla de tristeza, ridiculez e inmundicia, así que infunde pena, risa y náuseas.
39
Lo improvisado muere casi siempre; vive lo que nos cuesta la vida.
40
Si alguna vez tropezamos y caemos, culpemos a nuestra fragilidad nativa, no a los obstáculos que se
interponen en nuestra marcha. (Harto combatimos y vencimos para que nadie tenga derecho de humillarnos
y escarnecernos!
41
No somos criminales sino víctimas de la Naturaleza, y la muerte no se presenta como un castigo, sino como la
retirada gloriosa en el combate de la vida. No tenemos por qué humillar la frente en nuestro viaje por la
Tierra ni por qué temblar al hundirnos en el desconocido abismo de la muerte.
42
Se dirá que una poesía sin fe ni creencia religiosa es infecunda y estéril; pero, no: la misma incertidumbre de
nuestro destino final es inagotable fuente de inspiración. Si con seguridad supiéramos lo que se nos aguarda
más allá de la tumba, tendríamos... (ilegible) ... (Cuánto puede volar la fantasía viajando de astro en astro y
de ascensión en ascensión por la escala infinita de la vida! El mismo poeta que acepta la nada, (qué
concepciones tan sombrías no puede sacar de ella!
43
No falta quien sostenga que los hombres de hoy son, intelectual y moralmente, inferiores a los antiguos, y que
nunca nuestras producciones artísticas y literarias igualarán a las de los helenos. Nos muestran lo pasado
como una meta inaccesible y nos dicen: ANo llegarás ahí@. Acostumbrados a lamentar el decaimiento de la
especie humana, aplicamos tales ideas a nuestra organización política, social y hasta física. Nos juzgan
lanzados de la Jerusalem divina y nos condenan como los cautivos de Israel a llorar eternamente las
amarguras del destierro. No somos, no, reyes caídos que, en su peregrinación por tierras extrañas conspiran
constantemente para recuperar el trono perdido; por el contrario, nacimos en las profundidades de un
abismo tenebroso y, día a día, con fatigas y dolores, con múltiples contrariedades siempre vencidas, vamos
fabricando uno a uno los peldaños de la escala que nos eleve a regiones de serenidad y luz. En vez del ángel
caído, somos un átomo de polvo que fabrica sus propias alas para volar lejos de su cuna. Nacimos en las
tinieblas; fuimos esclavos; pero combatimos con la Naturaleza, la vamos venciendo y obligándola a revelarnos
sus secretos. Ascendemos, mal que pese a los que desearían mantenernos enclavados a la Tierra, y si el cieno
nos llegaba antes al corazón, ya nos cubre sólo los pies.
44
El Mesías, de Klopstock, y La Tierra y el Cielo, de Byron, no son poemas ortodojos, lo mismo que Elos,
Sansón y Moisés, de Vigny.
45
Nuestros talleres son las universidades; nuestro producto fabril, el abogado.
46
Los clamores contra la ingratitud pública son desahogos de lit impotencia. Fáciles son de concebirse las
amarguras y contrariedades de los principiantes, porque la sociedad no tiene obligación de ir de casa en casa
y de buhardilla en buhardilla averiguando si hay o no poetas dignos de la protección oficial; pero los medios
de publicidad sobran hoy más que nunca, el periódico es accesible no sólo a las medianías, sino a las
mediocridades, y el que publicara hoy un capítulo digno de agregarse al Quijote o a la Eneida, sería mañana
el primer ciudadano de su patria.
47
Ascendemos para construir una segunda Babel; pero no nos empeñemos locamente en escalar el cielo:
sabemos que es inaccesible, que nada hay que buscar en él sino astros.
48
La antigüedad de los errores no debe infundirnos veneración; por el contrario; cuanto más antiguos, más
execrables deben ser porque han causado más daño, por más tiempo han engañado al hombre. (Que el muro
viejo y bamboleante caiga en tierra para ceder el sitio a un nuevo muro! (Cuántos hombres malogrados o
esterilizados por el espíritu de rutina! Duele imaginar lo que en España habrían hecho un Lope de Vega, un
Cervantes, un Góngora o un Quevedo si, en vez de vivir encadenados al dogma católico, hubieran pensado
libremente o cuando menos aceptado la Reforma.
49
El Arte no conoce más moral que el respeto a la forma. Nada de leyes ni trabas, que el tiempo depurará las
obras y concederá a lo bueno el lugar debido. La ley de selección es también una ley artística: lo bello en la
forma y el fondo concluye por triunfar. Así como en el orden físico el monstruo perece, así, en el orden
intelectual, lo malo vive condenado al olvido. (Tarjado en parte. A.G.P.).
50
Curiosidades literarias que valen tanto como amputar a un ratón la cola para injertársela en la punta de la
nariz. Zurcidos de vieja miope en media destalonada. Los soldados en guarnición suelen matar el tiempo
bordando zapatillas, lo que impide que el día de la batalla manejen bien la espada: los seudo clásicos viven
bordando zapatillas literarias, pero nunca entran en batalla.
51
Las religiones, a manera del pólipo, se propagan decisión en cisión.
52
La tradición peruana se reduce a chismografía de ventanas entornadas, postigos entreabiertos y alcobas a
media luz; y naturalmente debía descollar en ella el hombre que, en tiempo de Balta, representó el papel de
secretario privado, encubridor y celestina.
53
La ciencia constituye un organismo; las religiones son una cristalización.
54
No esperes justicia en la humanidad, ni en la patria, ni en la familia. Gozamos en compañía, pensamos solos. )
Dónde el premio? No en la justicia de nuestros contemporáneos ni en la gratitud de nuestra patria, sino en
nosotros mismos, en la serenidad de la conciencia, en el sueño sin pesadillas, en el derecho de morir con la
altivez del vencedor que atraviesa un arco triunfal. (Borrada la frase Aen el derecho, etc.@. A.G.P.).
55
La alcantarilla no desfoga porque alguien soldó los resquicios con rico metal. La prensa del Perú hiede por
dentro y se ha convertido en vaso de noche con tapa de oro.
56
En Oriente, los judíos disfrutan de más libertad entre los mahometanos que entre los católicos o protestantes.
57
Los errores religiosos se parecen a plantas rastreras: creemos fácil arrancarlas, y vemos que sus raíces
penetran por entre las grietas de las rocas y se pegan al suelo como metal soldado al metal.
58
Son como ciertas ciudades de Oriente rodeadas de cementerios: el lugar ocupado por los muertos excede al de
los vivos.
59
Como nuestra sombra crece a medida que nos acercamos al foco de luz, así la idea de Dios se agiganta en
nuestro... (trunco. L.A.S.) a medida que nos acercamos a la ciencia: a mayor sabiduría, mayor divinidad: Dios
crece eternamente en la Humanidad.
60
El hombre no es el corazón, ese trozo de carne que recibe y arroja sangre, es la cabeza, esa fosforescencia
cerebral que piensa y quiere. La lluvia y la luz vienen de lo alto; los grandes sentimientos bajan del cerebro.
61
Encerrados en nuestro círculo de familia, disfrutemos la dicha del insecto en la campana de vidrio; pero
entregados a la meditación y la ciencia, sentimos a cada verdad adquirida... (Inconcluso en el original.
A.G.P.).
62
Las religiones pretenden contener el corazón y el cerebro de la Humanidad, y son una carne fungosa: quizá
los pueblos tienen religión como los individuos, hemorroides...
63
La ciencia moderna favorece el antropomorfismo: el mundo de lo infinitamente pequeño nos aparece como
almas-átomos unidos a cuerpos también atómicos: átomos de espíritu en átomos de materia.
64
Si hay la materia radiante, )por qué no puede haber la materia pensante? La unidad material del Universo,
presentida por Spinosa y confirmada por el análisis espectral; la unidad de las fuerzas físicas, popularizada
por Secchi, manifiestan que no hay más que una sustancia: el éter o el hidrógeno, y una fuerza: el calor o la
electricidad. Esta fuerza es alma dormida en la piedra, semidespierta en el vegetal y despierta en el hombre.
65
Cuando algunos escritores se consagran a traducir, piensan en todo, menos en conocer el idioma que
interpretan: así, Chateaubriand, al traducir el Paraíso Perdido, de Milton, se olvidó de estudiar inglés; así
Philarete Chasles, al traducir el Titán, de Richter, no se acordó de aprender alemán. Larra decía que para
traducir del francés no se necesitaba más que de un diccionario y de poca vergüenza.
66
Quizá el arte de escribir se resume en: sinceridad en el fondo y claridad en la forma. Cumple a la literatura
ser humana, en el sentido de que el escritor debe contribuir a la solidaridad entre los hombres; pero un
espíritu libre, independiente y hasta huraño cuadra bien al artista. Debemos conservar y defender nuestra
individualidad, marchar siempre libres y solos, sin afiliarnos a ninguna escuela ni someternos a ninguna
reglamentación. Nada de caporalismos literarios. Más mérito hay, a veces, en errar solo que en acertar
acompañado.
67
La poesía no tiene por objeto conducirnos a la ciencia; pero no debe alejarnos de la verdad.
68
El más celebre de los escritores españoles, Menéndez y Pelayo, no merece llamarse un crítico literario, sino un
apologista religioso.
69
El plagio es de buena o de mala fe, sin intención o intencionado: hay ciertas ideas, tan generalizadas ya, que
son como patrimonio de la Humanidad: las recibidas desde la cuna, las usamos como nuestras y nos las
asimilamos como el aire. Parece que pulularan en la atmósfera; uno las absorbe, las convierte en sustancia
propia, y, al emitirlas, varía cuando más la forma de su expresión, grabada con el sello de nuestra
individualidad.
70
De un idioma todo nervio quiere hacer una carne insustancial y fofa.
71
Dos cosas aterran: estar sepultado en un país frío y conservarse intacto siglos de siglos como los... (ilegible) ...
en las nieves de Siberia, o ser emparedado en un nicho angosto y oscuro con una inscripción como todas las
inscripciones. Vivo, amo a los vivos; muerto, aborrezco la sociedad de los muertos. Venga la tumba de los
marinos o la pira de los griegos: el agua cantada por Píndaro, como el >más excelente de los elementos, o el
fuego celebrado por los indostanes como principio regenerador de la vida y de la muerte.
72
Si la Naturaleza escuchara súplicas, yo le pediría renacer en mundos donde no faltara el sueño, para tener de
vez en cuando el consuelo de no pensar, de huir de mí mismo. )Cabe mayor suplicio que existir consigo
eternamente y sin dormir un solo instante?
73
Un pueblo no merece llamarse civilizado mientras contenga hombres que se suiciden por miseria, mujeres
que se prostituyan por necesidad y niños que no sepan leer por falta de escuelas.
74
No necesitamos juventud guiada por ideales religiosos o espejismos en el desierto, sino conducida por la
ciencia o derrotero seguro en el camino de la vida.
75
Los hombres de hoy tenemos en la médula de los huesos el sentimentalismo llorón de Rousseau y la burla
sangrienta de Voltaire: ambos autores son, dígase lo que se quiera, las dos fuentes principales de la literatura
moderna. Heine es una síntesis al. parecer inverosímil: la unión del sentimiento y de la burla; Rousseau, y
Voltaire, fundidos en un molde, produjeron a Enrique Heine.
76
No sintió como Voltaire esa épica y formidable cólera de morir, no por miedo a la muerte sino por llevarse el
cerebro atestado de ideas y proyectos irrealizables.
77
Castelar es el Gorgias moderno. Como él, unas frases que nada significan; como él, marida palabras que
rabian de verse juntas; como él, adjetiva por el mero gusto de adjetivar, acertando rarísima vez con el
calificativo justo.
78
Hay alturas de las que no se baja dignamente, sino precipitándose al sepulcro.
79
Como el grumete conserva indeleblemente la sirena o tiburón que se hizo dibujar en el brazo, así muchos que
en la niñez sufren el tatuaje religioso guardan en el cerebro la imagen de una Virgen o de un Cristo.
(En la nota marginal al artículo Estamos con San Jerónimo aparece la siguiente variante: "Como el viejo lobo
de mar conserva en su piel la sirena y el delfín tatuados en la adolescencia, así el hombre instruido
religiosamente guarda en el cerebro su Santísima Virgen y su Señor Jesucristo". Nota de A.G.P.).
80
El Catolicismo: carne fungosa involucrada en el organismo social, hongo negro nacido en el estercolero del
Imperio Romano.
81
Mientras los hombres no salimos de la croniquilla novelada o del cuentecillo historiado, los mujeres se lanzan
a escribir novelas o disertaciones sobre Tolstoi o Augusto Comte. Si los hombres continuamos llevándonos la
gloria en tanto que las mujeres se dan el trabajo, concluiremos por confundirnos con esos maridos que, al
venir el alumbramiento de sus mujeres, se meten en cama, se ponen a dieta y reciben los parabienes.
82
Napoleón, ese aventurero con el manto de Carlomagno, roba coronas y cetros en los palacios del Continente
como el bandido corso roba maletas y bolsas en el maquis de su isla. Semejante a Colón, que al buscar un
pasaje para las Indias Orientales encontró la América, él, queriendo llevar la Humanidad al imperialismo
universal, la abrió camino para la democracia universal.
83
No se contentan con alargar el brazo para coger el mendrugo: inclinan la cabeza para lamer el suelo.
84
Como un tren pasa del desierto al campo, del campo a la ciudad, de la ciudad al río, del río a las orillas del
mar, del mar a la montaña, así pasamos en un solo día del entierro al banquete, del banquete a la cita
amorosa, de la cita al negocio, del negocio al duelo, y del duelo al club político. Nuestra vida es múltiple,
vivimos siglos en un día; y un joven de nuestro tiempo vive mas que un viejo de la Antigüedad. En la niñez
somos adolescentes; en la adolescencia, jóvenes; en la juventud, viejos.
85
Hombre de sólo dos dimensiones, suple la profundidad con la longitud y la latitud; se estira como la harina al
convertirse en fideo, se explana como el oro laminado en pan.
86
Ese noble acuchillado en una cárcel, descendía del antiguo caballero que para ensayar el temple de su espada,
atravesaba las entrañas de un pechero; aquel sacerdote, abaleado contra del muro de un convento, era la
tradición viviente del clero acaparador y cortesano que tuvo anatemas para el filósofo y genuflexiones para el
favorito y la concubina; aquel monarca, guillotinado entre las imprecaciones de la muchedumbre, llevaba en
sus venas sangre borbónica; vivía en connivencias criminales con los enemigos de Francia, y al ocupar el
trono se había hecho cómplice y solidariamente responsable con los déspotas que edificaron Bastillas para los
hombres libres y Palacios para las mujeres prostituidas.
87
El Perú es como esos enfermos desahuciados por los médicos. Que no pierden la esperanza de sanar y
recurren al curandero, a la doctora y al médico chino.
88
(Vaya con el alma espiritual! (Curioso espíritu! Más o menos perfecto. (Según la perfección del organismo
que le contiene! (Perfume raro que varía de olor con la forma del vaso! (Pájaro original que canta bien en la
jaula de caña y canta bien en la jaula de alambre!
89
Hay que distinguir femenino de afeminado. Como masculino de marimacho. Algunas estatuas griegas que
figuran dioses nos parecen representación de diosas, y al revés. De modo que sólo por los atributos
distinguimos el sexo: Diana y Minerva presentan caras de hombres o más bien de efebos, en tanto que Apolo
y Baco presentan fisonomías de mujer. Pero sucede que el Dios tiene lo más bello del sexo femenino, y la diosa
lo del masculino. En los escritores invertidos no sucede lo mismo: el hombre afeminado constituye el marica,
la mujer ahombrada forma el marimacho.
90
Unos poetas piensan en octosílabos. Otros, en endecasílabos: Quintana, Herrera, Garcilaso, son
endecasilábicos; Villegas, heptasilábico. Componiendo durante algunos días un solo metro, y en una sola
estrofa, parece que el cerebro se amoldara a la forma: todo lo que pensamos reviste forma de octava o
cuarteta. He aquí por qué es más fácil componer poemas en un solo metro.
91
Suprimidos los autos de fe, el mayor placer de que hoy disfruta Dios en el Cielo es oír calumniar al hereje.
92
Si Jesús creyó ver caer al Diablo en forma de rayo, si fue trasportado por él a la cumbre de una montaña,
sufrió verdaderas alucinaciones, no tuvo perfectamente sano el cerebro.
93
Las bellezas originales que deja traslucir una buena traducción bastan para deleitar a los lectores de las
clásicos: lo que se pierde no vale la pena de aprender profundamente el latín o el griego. La humanidad goza
hoy con la Ilíada en francés, con la Eneida en inglés, con el Quijote en alemán y con el Fausto en español. Hay
en toda buena traducción un coeficiente de belleza que basta para el deleite de la humanidad. (Y qué ! Un
Quevedo, un Goethe, un Byron, un Leopardi o un Víctor Hugo )no pueden decir en español, alemán, inglés,
italiano y francés lo que dijeron Homero y Virgilio en griego y latín?
94
La Naturaleza dice al Hombre; yo te creo y allá te las avengas.
95
Nada importa que las voces no yazgan inhumadas en la Necrópolis del diccionario, cuando vibran en millones
de labios. )Una isla deja de existir por no estar señalada en el mapa?
96
Lo último que debe averiguar un escritor es si la palabra usada por él está en el diccionario.
97
Las leyes castigan a los vendedores de drogas malsanas y protegen la educación católica, es decir, a los
propinadores de venenos morales.
98
Por mi parte, siempre que paso cerca del Monstruo tengo el cuidado de asestarle un mandoble, tirarle un
flechazo o clavarle un alfiler.
99
En un acto irreligioso cabe una buena acción; pero en un acto inmoral, no, porque acarrea la infracción de
una ley, es decir, la práctica negación de una verdad.
100
Como toda religión debe aceptarse, no discutirse, la moral se avalúa por la fe o ceguedad del espíritu.
101
Con el chino se introdujo en el organismo nacional un germen vicioso y decrépito, con el español continuamos
inoculando en nuestro cerebro el virus teológico: el Perú, entre el fraile y el chino, presenta el ejemplo de una
bujía que arde por las dos extremidades.
102
Querer que una inteligencia se mantenga en la religiosidad, es como intentar no salga nunca de la
adolescencia o la niñez,
103
Las pocas verdades que las religiones se apropian, salen de su seno para ingresar en el terreno de la ciencia:
son individuos de tropa que ascienden a oficiales.
Variante: "Cuando algo es verdadero, deja de pertenecer a la religión y entra a formar parte de la ciencia: es
como un sol dado raso que asciende a oficial".- A.G.P.).
104
Cada uno antes que todos, resume la ley del bruto prehistórico; uno con todos, la ley del civilizado.
105
La teología, secreción estéril del onanismo cerebral.
106
Hay más verdadera moral en la higiene que en el catecismo.
107
La soberanía popular y el régimen parlamentario se fundan en el axioma de que un asno más otro asno no
parecen sumar dos borricos.
108
Hay en Europa un fabricante curiosísimo: el fabricante de ruinas. Con unos cuantos miles de francos, un rico
propietario se da el gusto de poseer un arco de puente romano, un trozo de castillo feudal y hasta un pedazo
de acueducto cartaginés.
109
Al arsenal griego acudieron los maestros germánicos para rejuvenecer el lied o canción popular; y así como
Virgilio hizo que las selvas fueran dignas de un cónsul, los poetas alemanes hicieron a la tosca y descuidada
canción del pueblo, digna de resonar en el palacio de reyes y señores.
110
Escribir en estilo de los alemanes con el sentimiento alemán y con la sátira agridulce de los alemanes, no
habiendo estudiado la literatura alemana, ni sabiendo una sola palabra del idioma alemán, es una ocurrencia
bastante original.
111
Las composiciones de Bécquer se parecen a las rimas de sus imitadores, como un collar de perlas a una sarta
de secas y endurecidas pelotillas de migajón.
112
Las canciones de Heine traducidas al castellano recuerdan el aguardiente de uvas envasado en un pellejo mal
curtido: olemos el aroma o bouquet, pero, al catar el líquido, gustamos el dejo del odre.
113
(Huevos del aire, inútiles para la incubación por no haber recibido la animadora virilidad del gallo!
114
Lenguaje y estilo sin apoyaturas, medias tintas, contorno ni perspectiva. Todo parece interino y transitorio,
provisional. Estamos en literatura como los músicos que afinan sus instrumentos antes de empezar la
Obertura de una ópera. Da ganas de gritar: acabe la afinadura y empiece el toque.
115
Los contemporáneos cuentan las palabras, la posteridad pesa las ideas.
116
Un pueblo declina cuando los delitos religiosos son crímenes de Estado. (Tarjado por el autor. A.G.P.).
117
Uhland es el poeta alemán por excelencia. Goethe, con su contorno griego y su inspiración cosmopolita, es
algo ignorado de las multitudes, no aparece como el eco de las ideas o sentimientos populares. Schiller tiene
deslumbramientos humanitarios, considera el Universo como su patria y no reconoce más bandera que el azul
de sus sueños juveniles. Heine, especie de Schiller vaciado en el molde de Voltaire, es antialemán por esencia.
Uhland, por el contrario, hace gala de buen patriota, de buen luterano, y habla en un idioma comprensible
para la mayoría de los alemanes. Sin poseer la forma de Goethe, tiene algo de Schiller, a quien imita en
alguna de sus baladas, y se roza levemente con Heine en alguno de sus lieders.*
118
Dios es cortesano y político, va siempre del lado de los fuertes.
119
La religión es una ciencia disecada.
120
Una poesía verdaderamente humana concluirá por abandonar como juegos pueriles la aliteración, el
asonante y el consonante, para sustituirlos por el ritmo. Valmiki, Homero, Virgilio, Klopstock y Milton no
necesitaron de consonantes en sus versos. El poeta del porvenir dejará esos adornos hechizos, esos
atavismos. . . (Inconcluso el original. A.G.P.).
121
Recuerdan a los glutinosos y extraños animales que la sonda extrae de las profundidades oceánicas.
122
Todas las grandes verdades adquiridas por el hombre poseen una claridad meridiana, que si alguna verdad
fuera oscura no valdría la pena de consignarla.
123
Ciertas voces, como la lámpara de Aladino, tienen la virtud de evocar todo un mundo.
124
La especie de dualismo católico nos conduce a un vago determinismo filosófico, más bien, a un verdadero
fanatismo oriental. Tirado el hombre por Dios y el Diablo, toda acción humana es una resultante necesaria:
nuestra conciencia es el paralelogramo de las fuerzas.
125
El viaje de la Humanidad se parece a la carga de los coraceros en el Waterloo de Víctor Hugo: la vanguardia
se precipita en el zanjón invisible, nivela el terreno y sirve de puente al grueso del ejército. (Tarjado en el
original. A.G.P.).
126
La frase religión natural es contradictoria, si no significa otra cosa que el cúmulo de creencias deducidas por
la sana razón: ahora bien, toda creencia racional tiene que ser positiva, quiere decir, probada por la
observación y el experimento, lo contrario de la religión. No hay religiones racionales, sino antirracionales.
127
Para juzgar la obra de una revolución no debemos juzgar los cambios políticos sino los resultados sociales. Si
el desvalido queda tan desvalido después de la revolución, ésta fue no sólo estéril, sino criminal.
128
Debemos arrojarles de nosotros, no en las tinieblas y a puerta cerrada como lo efectuamos hasta hoy, sino
claramente, públicamente, infligiéndoles una verdadera crucifixión moral. Las contemporizaciones y la
indulgencia produjeron en el Perú el descrédito y la ruina de todas las asociaciones. Necesitamos cerebros y
corazones, no aparatos digestivos, prosélitos limpios de toda mancha, no sectarios corrompidos con el ejemplo
de sus padres o contaminados con la herencia de sus abuelos; en resumen, necesitamos juventud de jóvenes,
no de hombres con 25 años en la fe de bautismo y siglo y medio en el corazón. (Tarjado desde donde dice "Las
contemporizaciones. . .". A.G.P.).
129
La erudición es algo así como la estadística de la ciencia, y el erudito que se dé por sabio se parece al boticario
que se cree médico o al tenedor de libros que se tenga por financista.
130
El escritor no debe decirse: "Yo voy a ser espiritualista o materialista; clásico o romántico; simbolista o
positivista", sino "Yo voy a ser yo": dar libre rienda a su personalidad.
131
No temamos declamar: la declamación es entusiasmo con alas, aletazo del águila en la frente del león
dormido.
132
Para convencer al sabio, la razón y las ideas; para dominar a las multitudes, el sentimiento y el estilo.
133
Nada se debe respetar, todo se debe decir: somos de organismo extenuado, pero felizmente resistimos el
alimento de la verdad.
134
Hay espíritus que se fatigan con el largo encadenamiento de los períodos y prefieren acápites rotundos, de
mediana dimensión, dotados de vida propia: no quieren ramas adheridas a un tronco, sino series de estatuas
en las calles de una alameda.
(ABuscan el encadenamiento lógico de las ideas de períodos aislados con vida propia, no el enlace de las
palabras en una minuciosa dependencia gramatical@. Nota del Autor).
135
La Anarquía es un ideal resumido en dos líneas: la completa libertad del individuo con la desaparición de
todo poder civil o religioso.
136
)Vale algo serlo todo en estas republiquillas insignificantes y oscuras donde ni siquiera se trabaja en provecho
de la Humanidad, donde los hombres se esquilman sin freno en una labor de topos y de hormigas?
Vanagloriarse de conquistar el poder supremo es como jactarse de violar a una vieja prostituta.
137
En nuestra sociedad, el chino vive como un parásito: creer que se cruza con nosotros es como afirmar que la
savia de la yedra se une a la del olmo, que la sangre de la vermina se une a la del hombre.
138
Los literatos que se levantan sobre el nivel común fueron veraces y, sobre todo, individuales.
139
En las obras literarias resaltan dos elementos: el nacional o étnico; el individual o, por decirlo así, fisonómico.
Por el primero, se clasifica en grupo a los autores como de una época y de un pueblo; por el segundo, se
diferencian entre sí de una misma época y de un mismo pueblo.
140
Con el advenimiento del Cristianismo, la literatura, el Arte, perdieron el germen libre y positivo de Grecia.
141
El Perú baila, reza, canta La Gran Vía, bebe alcohol y se prostituye al oro de los traficantes europeos,
mientras Chile hace que dormita y se saborea con la espera de la presa futura.
142
Nos ha clavado el arpón y nos da cuerda, como el ballenero a la ballena.
143
Las religiones son una degeneración de la Ciencia, como la plica polonesa es una enfermedad de la piel
cabelluda: los dogmas y los misterios quieren constituir un organismo, así como los cabellos hipertrofiados y
glutinosos se cuelan unos a otros y forman en la cabeza una especie de hongo deforme y repugnante.
144
Todo lo admiten, como alcoba de posada; a nadie rechazan como cuerpo de prostituta.
145
Pensemos con elevación y grandeza, sin olvidar que si la risa y la burla sirven de excelentes armas, la burla
eterna y la risa eterna hastían al fin, porque la Humanidad es seria y la Naturaleza grave. No aparezcamos
como esas ruinas de Egipto y del Perú, a medio sepultarse en las arenas del desierto: con las cumbres al aire y
a la luz y con las bases entre la tierra y en la oscuridad. Surjamos de cuerpo entero, y así como Machiavelli se
engalanaba para leer a los clásicos, vistámonos del hombre nuevo, penetremos en la región luminosa de las
ideas y hablemos con frases dignas de cincelarse en el mármol o burilarse en el bronce.
146
Nada hay más dulce que lanzar una idea, permanecer en silencio y oír la algarada de los imbéciles y el insulto
de los perversos.
147
Evitemos las discusiones y arrojemos la semilla dejando que el viento la lleve donde quiera llevarla: de mil
granos, uno siquiera germina; de mil palabras, alguna despierta un eco. El que discute se expone a dejarse
conducir por el adversario, a descender donde él quiere empujarnos. Se empieza por un monólogo en las
nubes y se acaba por un diálogo en el lodazal.
Nuestro adversario, al contestarle nosotros, se convierte en un duelista con derecho de escoger el arma, la
hora y el sitio del combate.
Si la discusión produce algún bien es arraigarnos en nuestras convicciones y hacernos ver con más claridad al
adversario. Alejandro Dumas aconsejaba: "No discutáis jamás, no convenceréis a nadie. Las opiniones son
como los clavos: cuanto más se les golpea, más se les hunde".
148
Dénme 24,000 soles y, antes de 24 horas, rectifico la opinión de todos los diarios limeños. Alegarán que
evolucionan; que sólo Dios y los imbéciles no cambian.
149
Disculpa merecería una revolución que se iniciara con la muerte de un déspota, siquiera con el escarmiento
de un juez venal, de un subprefecto depredador, de un cura sin entrañas y de un gamonal caribe, para
terminar con una salvadora purificación de Poder Ejecutivo, Cámaras Legislativas, Poder Judicial,
Municipios, Beneficiencias y Universidades. Mas nuestros revolucionarios sacrifican al inocente y respetan al
criminal: cirujanos de mala ley, empuñan el bisturí para dar cien tajos en la carne sana y ninguno en la
enferma.
150
Empalagan los teólogos y santurrones que sólo aceptan el amor carnal rociado con agua bendita, mas cargan
los Brunetière, los Larroumet, los Faguet, los Doumic y todos los demás pedantes franceses que someten a un
análisis químico el néctar y la ambrosía. )Hay alguien más risible como Brunetière juzgando a Baudelaire,
Larroumet a Vigny, Faguet a Gautier y Doumic a Verlaine?
151
Antes que Homero, Aquiles y la guerra de Troya; antes que Esquilo, Prometeo y los Dioses. La verdadera
poesía se encierra en las obras donde palpita el corazón de una raza, donde vive el alma de un pueblo, donde
se refleja la civilización de la Humanidad en una época o en un siglo. Las poesías egoístas, los cuentecitos
historiados o historietas noveladas se parecen a las creaciones del gran poeta o genio representativo, como el
guijarro de un camino a los farallones de una cordillera.
152
Indudablemente, Homero tuvo precursores, y La Iliada y La Odisea señalan, no el principio sino la
culminación de un largo período de cultura en el pueblo helénico.
153
La nostalgia se ceba en las naturalezas inferiores. El hombre culto, unido a los seres que ama, tiene su hogar,
no sólo en cualquier pueblo de la Tierra, sino en el camarote de un vapor, en el wagon de un ferrocarril y
hasta en la barquilla de un globo.
154
El Parnaso de las Musas, como el Olimpo de los Dioses, se hallan en la Tierra; y el Pegaso, el símbolo de la
poesía, tiene alas para volar a las nubes, cascos para trotar en el suelo. La poesía es la flor, la ciencia el fruto
sazonado.
155
Al afirmar que el Arte realiza lo bello, se divaga en la región de las ideas absolutas, se hace Metafísica. No hay
bello absoluto, sino belleza relativa o individual, hay una mujer bella, un árbol bello, un pájaro bello, una
nube bella, un libro bello. Pero, como nada existe más bello que las cosas verdaderas o las instituciones justas,
el arte verdadero... (Inconcluso en el manuscrito. A.G.P.).
156
En el organismo político, ninguna enfermedad produce mayor estrago que el oportunismo progresivo.
(Tarjado. A.G.P.).
157
Para levantar una pared, sirven de mucho el nivel y el plomo, de nada las oraciones ni las aguas benditas;
para construir la ciudad de la justicia se requiere hombres justos, no concepciones teológicas ni metafísicas:
las suprimimos como factores despreciables. Al mismo Dios, hay que desterrarle de la ciudad humana y
dejarle confinado en el limbo de la Teología.
158
Joven no significa siempre sano, ni juventud es sinónimo de novedad: joven que lleva un cerebro atestado de
errores políticos y religiosos, nació en la Edad Media, cuenta ochocientos o mil años; viejo a lo Reclus o a lo
Kropotkine, aunque sufra el peso de un siglo, esconde en el alma una Primavera interminable.
159
No importa blasonar de clásicos o románticos, idealistas o naturalistas, parnasianos o decadentes, con tal de
encerrar un espíritu científico.
Sin usar de tecnicismos ni de un vocabulario abstruso y pedantesco, el buen poeta logra condensar en algunos
versos una verdad científica.
)Cómo anuncia Quintana el movimiento de la Tierra? En estos dos versos:
El globo, en tanto, sin cesar navega
por el piélago inmenso del vacío.
)Cómo describe Espronceda la aparente detención del Sol en el zenit? Diciendo:
Tranquilo subes del zenit dorado
Al regio trono en la mitad del cielo,
De vivas llamas y esplendor ornado.
160
Arequipa tuvo su fondo de altivez y rebeldía que la indujo a lanzar el primer grito y desafiar a los tiranuelos
de la capital: esencialmente viril y fanática, sólo cedió al plomo y al agua bendita. Con el sitio de Castilla en
1858, con el terremoto en 1868 y con el régimen depresivo de los prefectos civilistas desde 1872 hasta 1876,
parece que los arequipeños perdieron su altivez y su rebeldía: si ayer les faltó ánimo para resistir a los
chilenos, hoy apenas si dan indicios de existir en el rezar y beber chicha.
161
La valerosa juventud de la "Asociación Patriótica" y de "La Patria" tuvo que migrar o enmudecer, y hoy
mismo, la juventud que ha despedazado los moldes de la tradición y respira el aire libre, tiene que... (ilegible.
A.G.P.).
162
Me pregunto si algún señor Fernández ha sido nombrado Presidente de la República, porque hace algunos
días que leí en la vidriera de una modista de la rue Saint-Honoré: "Fournisseusse de Madame Fernández-
Garreaud, Présidente du Perou".
("Este apunte lleva la siguiente acotación: `París, agosto 16 de 1895'" .- Nota de A.G.P.).
163
Un error sinceramente profesado sirve al triunfo de la verdad.
164
Amazonas del fanatismo, si no cogen una lanza ni montan un caballo, facilitan el dinero, ejercen las
influencias, esparcen las calumnias contra el hereje y cargan los tizones para la hoguera. (Tarjado en el
original. A.G.P.).
165
El internado, tan defendido por los Jesuítas porque les proporcionó el medio de aislar al discípulo y formarle
a imagen y semejanza del maestro, )produce acaso los bienes que le atribuyen? El internado es una familia
mutilada y falsificada donde falta la madre, hace de padre un mercenario y substituye a los hermanos una
muchedumbre indiferente u hostil. El ideal de la educación estribaría en convertir el colegio en una
continuidad o prolongación de la familia, en vez de lo que significa hoy: un paréntesis en medio de la vida.
166
Nada tan irónicamente cruel (porque nos arrebata el derecho de vengarnos) como el daño inferido
inconscientemente o de buena fe. )Qué hacer con el niño que nos descerraja un tiro ni con la enfermera que
trueca los pomos y nos propina el veneno en lugar del antídoto?
167
La verdad política no se diferencia de la verdad moral, porque si la política no es una moral en acción, es el
arte de engañar y explotar a los hombres.
168
Sobre los Dioses, el Universo; sobre las religiones, la Razón; sobre la patria, la Humanidad.
169
La Ciencia, la Isis inmortal y divina, la madre que de sus inagotables ubres segrega la leche nutritiva y
regeneradora. (Nota marginal de )Qué hacer? A.G.P.).
170
Si cada siglo tiene su calamidad, el siglo XIX tuvo la suya en los sociólogos evolucionistas. Han surgido
innumerables sociógenos que, siguiendo la manía metafísica de personificarlo todo, personifican a la
Evolución, hacen de ella un demiurgo femenino. Tranquilamente se sientan a esperar que Madame Evolución
o el Mesías Hembra aparezca conducido, no por las fuerzas humanas, sino por manos invisibles y cósmicas,
olvidando que en el determinismo social, la voluntad del hombre es un factor poderosísimo y que la expresión
más (... ilegible en el manuscrito. A. G.P.). . . de la voluntad es la acción.
171
Mas, )por qué temer la invasión chilena? Como somos buenos hijos de la Iglesia, contamos con el auxilio
divino: a los acorazados chilenos, opondremos una excomunión del Arzobispo; a los jefes alemanes, unos
reclutas confesados y comulgados; a las balas Máuser, los detentes del Sagrado Corazón.
172
Cuando el serrano pierde su olor a la llama, resulta más limeño que el más puro limeño.
173
La Grandeza moral del hombre se aquilata por la energía para luchar con los obstáculos y por la resignación
para ceder ante fuerzas insuperables.
174
En las metáforas de Víctor Hugo se presentan a veces tan vagas y remotas las analogías entre los dos objetos
comparados, que se necesita un gran esfuerzo de inteligencia para encontrarlas.
175
)Hay nada tan injusto como imponer a un hombre la obligación ineludible de fomentar la enseñanza exclusiva
de una secta que no profesa? Si en los países católicos obligamos al no creyente a fomentar la escuela católica,
)por qué en los países musulmanes, protestantes o budistas no obligamos al católico a rentar las escuelas de
esas religiones?
176
Un idioma renueva fácilmente su vocabulario, mas altera difícilmente su sintaxis. Diferencias profundas,
radicales, infranqueables no separan la estructura de las lenguas romanas o neolatinas: las diferencias son
lexicográficas.
177
Quien no recibe ni la instrucción primaria; quien nada debe a la sociedad, )no está en su derecho para
exonerarse de todo cargo concejil y de todo servicio militar? )Con qué título nos exige todo (nuestro tiempo y
nuestra vida) una sociedad que nada nos otorga? Obligaciones y derechos suponen reciprocidad: faltando
una de las partes puede faltar la otra. )Por qué hemos de servir y defender a muchedumbres anónimas que
faltaron a su obligación de instruirnos?
178
El clero pide la libertad para combatir, vencer y quitársela después a todos los hombres que no piensan como
él.
179
La verdadera moral no veda sacar a la vida todo el placer y toda la felicidad posibles: tenemos derecho de
chupar la fruta para extraerle el jugo, de respirar la flor para sentir toda su fragancia.
180
Al leer una descripción, nos preguntamos dónde nos sitúan para ver lo descrito. Cierto, el poeta goza de
movimiento continuo y hasta de ubicuidad. Si nos traslada a la cumbre de una cordillera, que nos haga ver
las llanuras o las nubes, oír el estampido de los truenos u oler las brisas del mar; pero que no nos hable de
mariposas diapreadas, de susurros de abejas ni de fragancia de rosas, porque nada de eso alcanzamos a
percibir desde el punto elevado donde nos sitúa. Algunos poetas descriptivos, no contentos con faltar a la
perspectiva, nos presentan cuadros con colores y sin luz, pues, en noche oscura introducen a sus personajes en
un jardín y les hacen ver rosas purpúreas y blancos jazmines. Núñez de Arce dice:
.......La Luna,
que se elevaba, coronando un risco
escueto y sin verdor...
Aunque el risco fuera verde, )podría ser visto de noche?
181
Nacido de una madre protestante y educado en la Religión Reformada, Enrique IV abjura dos veces para
convertirse al Catolicismo: la primera vez, en la matanza de San Bartolomé cuando Carlos II le pone a elegir
"entre misa, muerte o Bastilla"; la segunda vez en Saint-Denis para afianzar en su cabeza la corona de
Francia. "París -dijo entonces- vale bien una misa".
182
... fue llamado por edictos a causa de ciertos enjuagues en la negociación de Cartavio, )veremos en todos los B.
a unos estafadores o abusadores de confianza? Porque un M. intentó violar o violó hace algunos años a una
señora, )tendremos a todos los M. por violadores de mujeres?
(La primera frase se encuentra mutilada en el Manuscrito. Debía comenzar así, probablemente: "Porque un
B. . ." Nota de A.G.P.).
183
Nosotros no tenemos sino verdades provisorias, puntos de mira individuales, sujetos a perenne rectificación; y
no podemos exigir que los demás cerebros acepten lo mismo que nosotros aceptamos, así como no debemos
pedir que todos los corazones amen lo mismo que nosotros amamos. Cada uno tiene derecho a su amor y su
verdad. Derecho pacífico, no belicoso ni ofensivo, pues la creencia armada y agresiva merece el rechazo con el
arma y con el fuego.
Cierto, nadie se halla en el caso de sostener que posee la única verdad; pero cuando un hombre se imagina
poseerla, debe enunciarla en calle y plaza, de noche y de día, con la pluma y con la palabra. )La verdad
disocia? Pues arrostremos la disociación pensando que sociedades expuestas a disolverse por la emisión de
una verdad, se fundan en la mentira y no merecen existir. Sin embargo, lo que algunos llaman disociación, en
vez de implicar la disolución social, significa una nivelación de garantías y derechos.
(El autor ha borrado en el manuscrito la frase que empieza en "Cada uno tiene derecho a su amor y a su
verdad" la siguiente oración: "aunque muchos pongan en acción la fábula del mochuelo que en la fealdad de
sus hijos admiraba un portento de hermosura". Nota de A.G.P.).
184
No hay acción generosa que no pueda ser practicada por algún salvaje ni acto criminal que no pueda ser
cometido por algún civilizado. (Tarjado por el autor. A.G.P.).
185
)Y qué hacer? Una atmósfera de ignorancia y fanatismo nos envenena los pulmones, y nos encorva las
espaldas. Necesitamos realizar el esfuerzo heroico de ascender a cumbres donde se respira un aire
desinfectado y puro. Tenemos que encerrarnos en la soledad de nosotros mismos, eludir el roce íntimo con
naturalezas vulgares y vivir en un medio artificial, creado por la lectura de los grandes autores modernos y
antiguos. Estamos condenados a labrar nuestro capullo, envolvernos en un sudario de seda y aguardar la
muerte sin arrullarnos con la esperanza de surgir a la luz ni a la libertad. Cuantos verifican la ascensión, se
crean el medio artificial y asumen la actitud más noble y más hermosa, la del hombre encerrado en la soledad
de su pensamiento.
186
Los estudiantes las silban, las injurian y hasta las golpean, como sucedió en la antigua Sorbona el año
189...Los jóvenes intelectuales de la Francia caballeresca hacían su aprendizaje para los futuros incendios en
los bazares de caridad.
187
Los siervos acostumbrados a la obediencia pasiva de la Colonia se han convertido aún en ciudadanos rebeldes
a las imposiciones de la soldadesca.
188
En Lima abundan los mulatos, pues, merced a una aberración étnica, las blancas han tenido inclinación a
mulatos y negros.
189
En una sociedad honrada, los fabricantes y vendedores de aguardiente deberían ser tenidos por
envenenadores públicos, por verdaderos criminales.
190
)De qué civilización se trata? )De la nacional?, es el pillaje, la mentira y el asesinato. )De la civilización
europea?, como hay muchas, conviene preguntar: )de la francesa, de la inglesa, de la alemana, de la rusa? El
bárbaro que desea civilizarse y adquirir como principio una creencia religiosa, quedaría perplejo si oyera al
cismático griego hablar contra el protestante, al protestante contra el musulmán, al musulmán contra el
católico y al católico contra todos creyentes y no creyentes. El Zar que azota y (ilegible: )manda?) A Siberia;
el Emperador alemán que ordena la matanza de China sin respetar sexo ni edad, )son tipos de civilización?
191
Los sociólogos ortodoxos, los que guardan la tradición de Comte, rechazan la aplicación del darwinismo a la
Sociología y protestan de que en los conflictos humanos se suprima el altruísmo al invocar el struggle for life.
192
Entre dos barbaries, más repugnante es la de levita que la de poncho.
193
Las medidas en favor de los indígenas se parecen a nuestros cañonazos durante la guerra del Pacífico: buena
dirección, pero tiro corto.
194
Generación que soporta la injusticia, alegando la no resistencia al mal, es una generación cobarde y egoísta:
se puede sufrir la injusticia si se debe...(Inconcluso en el manuscrito. A.G.P.).
195
Lástima que la Humanidad no sea más que un buey sufrido, cuando no un potro desbocado.
196
Donde no posee un trozo de tierra, el hombre tiene derecho de emplear la fuerza.
197
Los cafres devoran a sus vecinos, los boers a los cafres y los ingleses a los boers.
198
El anglosajón Kitchener en el Sudán y el (ario germano?: no legible claramente. A.G.P.) En China se
muestran más feroces que Polavieja en Filipinas y Weyler en Cuba.
199
El indio no reconoce patria, porque no tiene propiedad. La verdadera patria del hombre es la choza que
habita, el terreno que siembra, el río donde abreva su ganado y la loma donde lo lleva el pasto.
200
No sólo influye en el nombramiento de gobernadores y jueces, sino hace matrimonios, designa herederos y
reparte herencias; impone castigos, desde la (ilegible en el manuscrito. A.G.P.) y la flagelación hasta el rapado
de cabeza y el cepo volador.
201
El hombre que por más de treinta y cinco años tomó la parte más activa y más funesta en nuestra vida social,
el que inauguró tristemente su carrera como signatario del contrato Dreyfus y no supo acabarla muriendo
gloriosamente en San Juan o Miraflores, ese hombre no es capaz de traernos nada bueno. Tuvo en el
destierro cien ocasiones de estudiar la organización de otros pueblos y los años para adquirir experiencia,
pero nada consiguió aprender y se quedó de niño con canas.
202
No ofrecen la perfección de la miniatura, sino la belleza de las grandes líneas arquitecturales. (Nota marginal
de Escribas y retóricos. A.G.P.)
203
No nos admiramos de que un hombre hable, pero nos admiramos de que escriba. (Nota marginal de Escribas
y retóricos. A.G.P.).
204
Cerebros estíticos, acumuladores de pensamientos ajenos. (Nota marginal de Escribas y retóricos. A.G.P.).
205
En la escala de la inteligencia, todos los tramos son cumbres. (Nota marginal de Escribas y retóricos. A.G.P.).
206
Por más que él mismo proteste, Renán pertenece al siglo XVIII, continúa la obra de Beyle, Freret, y los
Enciclopedistas. (Nota marginal a Campoamor. A.G.P.).
208
No estudiemos mucho al hombre, porque concluiremos por ver en él un mono razonador y locuaz. (Nota
marginal a Un rato de Filosofía. A.G.P.).
209
Con todo, hay hombre que parecen cuerpos moviéndose en el vacío: ni hallando ni creándose resistencias,
siguen eternamente la dirección de la fuerza inicial. (Nota marginal a Un rato de Filosofía. A.G.P.).
210
En amor sólo es inmoral lo que no es higiénico ni apasionado, como la unión de una joven con un viejo, de un
hombre con una mujer contaminada o averiada. (Nota marginal a Un rato de Filosofía).
211
Entre la moral de la Naturaleza que se resume en comerse al vecino y la moral de Positivismo que nos ordena
vivir para los demás, hay tantas morales como grados de civilización, que se reducen a un cúmulo de
prejuicios y preocupaciones de cada estado social. De todas las morales, ninguna más absurda ni más
antihumana que la católica por prescribir el sacrificio y la abstinencia. Si el Sol brilla es para que nos
regalemos con su fruto, y si las mujeres nos...(ilegible en el original) es para que las amemos. Que el joven
goce de la vida, sin cuidarse del viejo que censura y aconseja, más por impotencia que por moralidad. (Nota
marginal a Un rato de Filosofía. A.G.P.).
212
Sueño por sueño, soñemos con hacer el bien; ilusión por ilusión, ilusionémonos en luchar para ser...(Nota
marginal a Un rato de Filosofía. A.G.P.).
213
Más que los años, envejece a los hombres el espíritu de resistencia que oponen a las nuevas ideas y a las
nuevas invenciones. Evolucionando con el siglo, asimilándose las ideas de los espíritus juveniles, a los cien
años podemos morir jóvenes de alma. (Nota a Un rato de Filosofía. A.G.P.).
214
Aunque no sabemos con seguridad si Dios ha creado a los hombres, o si los hombres crearon a Dios. (Nota
marginal a Un rato de Filosofía. A.G.P.)
215
Si Hero nos enciende su farol, atravesemos el Helesponto: no importa ahogarnos, si nos ahogamos el regreso.
216
Cuando el político piensa que la voz del pueblo es la voz de Dios, se confunde con el Obispo cuando sostiene
que la palabra del Papa es infalible. (Nota marginal a Un rato de Filosofía. A.G.P.)
217
Una pompilla de jabón vale tanto como una batalla de César o una poema de Homero. (Nota marginal a Un
rato de Filosofía. A.G.P.).
218
La Razón pone su freno a la acción refleja del bruto. (Nota marginal a Un rato de Filosofía. A.G.P.).
219
Entonces el hombre es algo menos que lombriz enamorada de una estrella: es invisible microbio que en su
gota de caldo quiere darse toda la importancia de una ballena en el mar. (Nota marginal a Un rato de
Filosofía. A.G.P.).
220
La pretensión del que cogiere un poco de agua con intención de amasarla y formar una bola. (Nota a Un rato
de Filosofía. A.G.P.).
221
Lo malo de la vida no está en ella sino en su negación: en los deseos insatisfechos, las enfermedades, la vejez y
la muerte. Siendo sano y joven, )hay algo más dulce que vivir? )Hay algo más...(ilegible en el manuscrito) que
ver el Sol y respirar el aire? La suprema voluptuosidad reside en sentirse vivir. (Nota marginal a Un rato de
Filosofía. A.G.P.).
222
No podemos negar que la inteligencia del hombre posee una grandeza: medir la magnitud de su pequeñez.
(Nota marginal a Un rato de Filosofía. A.G.P.).
223
El hombre tiene derecho de que se juzgue la bondad de la intención, no la magnitud de la obra consumada.
(Nota marginal a )Qué hacer? A.G.P.).
224
Tan poderosa y grande aparece la Naturaleza en la revolución de un astro como en el movimiento de un
infusorio. (Nota marginal de )Qué hacer?).
225
Los críticos españoles han profesado la teoría de juzgar a los autores por sus defectos. Hermosilla eleva un
altar a Leandro Fernández de Moratín, y al pie de ese altar, inmola a casi todos los demás poetas. (Nota
marginal a Los Poetas. A.G.P.).
226
Nos parece muy poco agradable para el lector encontrarse en cada línea con una adivinanza y un logogrifo.
(Nota marginal a Los Poetas. A.G.P.).
227
Si la verdadera poesía se reduce a la expresión y rítmica de la vida en todas sus manifestaciones, )qué vida
expresará mejor un poeta que la vida vivida por él? )A qué hombres pintará mejor que a los hombres entre
quienes vive? )Qué Naturaleza describirá mejor que la naturaleza que le rodea? (Nota marginal a Pardo,
Segura y Althaus. A.G.P.).
228
Siempre tuvo la sordidez del avaro que todo lo reduce al tanto por ciento y al corretaje. (Nota marginal a El
Comercio. A.G.P.).
229
Aquí, los hombres prometen mucho hasta los treinta años, mas al frisar en los treinta y cinco, se pasman sin
dar lo prometido: recuerdan los castillos de fuegos artificiales que, en un segundo, se abrasan y se apagan, sin
haber soltado "la paloma". En política, en ciencias, en literatura, no tenemos más que marionetes: salen, dan
sus tres o cuatro volteretas y desaparecen. (Nota marginal a Remedio al mal. A.G.P.).
230
Nuestra Universidad Mayor tiene el aire de un palacio encantado donde los moradores no hubieran concluido
de resucitar: unos se mueven y andan, y, sin embargo, se hallan petrificados de la cintura a la cabeza; otros
hablan y gesticulan, a pesar de ir esqueletizándose desde los pies hasta la cintura: no hay un organismo
integralmente vivo. (Nota marginal a Remedio al mal).
231
No hay rectificación de rumbo ni esperanza de resurgimiento nacional, sino mero cambio de piloto. La línea
directriz no sufre desviación sensible.
232
Al reino de Benavides con su parentela de hombrones y rateros sucede el imperio de Pardo con su secuela de
negocios al por mayor. (Nota marginal a Don José Pardo. A.G.P.).
233
A un hombre que se acordaba de haber sido sofá, le preguntaron:
-Y )era usted colchado?
234
Que lo diga Voltaire: su gloria se basa en el insulto que le prodigan; y tan es así, que la estatura de un hombre
se calcula hoy por su actitud ante Voltaire: quien más golpe dirige al coloso, más enano se revela.
235
Y se concibe todo lo dicho: el periodismo nacional, o más bien el diarismo limeño, es generalmente el hospicio
donde se refugian los ratés de las carreras, de las profesiones y de las industrias: hombres sin lastre cerebral
se hacen hoy periodistas, como antiguamente los segundones se metían a frailes; y una vez en la orden laica de
la hoja cotidiana, el afiliado olvida de instruirse por encargarse de instruir a los demás, y sigue toda su vida
parodiando el famoso capítulo del Padre Isla: "De como Fray Gerundio deja los libros y se mete a
predicador".
Hoy los diarios no salen de dos temas: el endiosamiento del subvencionador y el denigramiento del... (ilegible
en el manuscrito). Diga alguien que el... (ilegible) la segunda edición de Marco Aurelio, y verá como se chilla,
como se insulta, como se arroja lodo y fango. La comunidad de Gerundios se transforma en cuadrilla de
barredores chinos que ensordece con su jerga y amenaza con sus escobas.
236
Spencer mismo, que no es hombre de arrebatos ni de fáciles sugestiones, incurre en más de una grave
contradicción, cosa muy disculpable y muy natural en una obra gigantesca y elaborada en el transcurso de
muchos años.
237
En no recordamos qué pueblo, un loco subió a la torre de la iglesia y se echó a repicar con tanto ahínco que
las gentes se agolparon preguntándose si había revolución o incendio.
Cuando el maldito loco vio que medio pueblo hervía al pie de la torre, dejó de mover el badajo y blandiendo
enorme piedra, gritó hasta dejarse oír de los sordos:
-Con esta piedra voy a destaparle los sesos a un cornudo.
Hizo ademán de disparar el proyectil, y en el instante, como movidos por una máquina, todos los casados se
llevaron las manos a la frente, en actitud de parar el golpe.
(Vaya, vaya, no hay que asustarse, compañeros!, repitió el loco embolsicándose la piedra. Sólo he querido
saber cuántos cornudos había en el pueblo.
238
El verdadero público, el que lee por instruirse o deleitarse, ignora la significación de voces arcaicas
refundidas en los diccionarios. Con el arcaísmo desaparece la claridad, y el escritor, en vez de hablar para
que todos le comprendan, se hace portavoz de unos cuantos iniciados.
239
Puede decirse que la instrucción es la cultura del entendimiento y la educación la cultura de la voluntad.
240
Si la guerra endurece, la paz relaja.
241
Los grandes escritores fueron incansables estudiantes y asiduos trabajadores, que cesaron de aprender y
trabajar sólo cuando dejaron de vivir. Imaginarse que la época de instruirse debe limitarse a los primeros
años de la vida, nos abasteció de jóvenes medio ilustrados y de viejos completamente ignorantes, porque en la
edad madura olvidaron lo mal aprendido en la juventud.
242
La Moral se puede resumir en el respeto a la vida y el ahorro de dolor: así, sacrificar el mineral al vegetal, el
vegetal al animal y el animal inferior al superior... (Inconcluso en el original y tarjado. A.G.P.).
243
Período natural o primitivo: arreligiosidad absoluta.
Período medio: superstición pura.
Período actual: mezcla de superstición y ciencia.
Período futuro: exclusión de la superstición por la ciencia.
244
Ciencia llaman los historiadores a la narración de batallas alternada con relaciones de nacimientos y muertes
de soberanos; ciencia, los metafísicos y los teólogos, a las fantasmagorías de la imaginación y al descosido
conjunto de visiones morbosas; ciencia, los economistas, al cúmulo indigesto de datos estadísticos...
(Inconcluso en el original. A.G.P.).
245
Sobre las fórmulas pasajeras y variables, sobre las clasificaciones arbitrarias de géneros y escuelas, sobre las
preocupaciones de nacionalidad y secta, se eleva el arte supremo y humano que practica dos principios: la
verdad en la idea, la claridad en la expresión. Excepto el grandioso empuje del Renacimiento, que fue la
exhumación del espíritu helénico, los movimientos parciales que, con el título de escuelas literarias, se han
producido en Europa, se reducen a cuestiones de pura morfología: en prosa, a la adopción del nuevo
vocabulario industrial y científico; en verso, al renovamiento de las metáforas y a las alteraciones del verso y
de la estrofa. Tan es así, que en las traducciones no notamos gran diferencia entre dos autores que, en su
idioma, parecen separados por un siglo. A Zola y Théophile Gautier les encontramos parecidos y hallamos
poca distancia entre Zorrilla y Góngora, entre Echegaray y Calderón. Las transformaciones de las ideas
vienen de sabios y filósofos, no de poetas. Un error común a todas las generaciones literarias es figurarse que
descubren un nuevo mundo.
246
Hoy que una sorda agitación remueve las últimas capas del terreno social, hoy que por el Sur, el Norte y el
Oriente nos amenazan enemigos pérfidos y solapados, él divaga en la región de las teorías, se adormece al
arrullo de su propia vanidad y quiere... (Inconcluso).
*
Lo primero que uno dice, al penetrar en la intención de Piérola es: en la cabeza de este hombre hay un caos.
Y la consecuencia que uno deduce es la siguiente: si semejante piloto dirige por algún tiempo la nave del
Estado, concluirá por tener la línea de flotación en la cofa del palo mayor.
*
Durante sus dos gobiernos )en qué benefició al país? Careció de virtudes para realizar el bien y sólo tuvo
flaquezas para hacer el mal. Escaló el poder dejando una huella de sangre, bajó dejando otra huella de sangre
y de lodo.
247
En el Perú se llama honrado al hombre que pasa cerca de nosotros sin sustraernos el reloj ni sutilizarnos el
portamoneda.
248
La opinión de ciento cincuenta o doscientos imbéciles se reduce a ciento cincuenta o doscientas imbecilidades.
(Esto llaman Parlamento! (Esto llaman Padres de la Patria! Senador y diputado son al sociólogo de buena ley
como el sacamuelas y el curandero chino son al doctor en medicina. (Nota marginal a Los Honorables).
249
El tiempo dirá si los jóvenes educados por la Misión Militar Francesa resultaron dignos de sus maestros o si
no han sabido aprovechar de las buenas lecciones y amenazan convertirse en verdadera plaga nacional. Para
sostener a tiranuelos, )hemos tenido escuelas y maestros? (Nota marginal a Cáceres. A.G.P.).
250
El dinero que malgasta en alcohol y fiestas religiosas debe emplearle en adquirir cápsulas y rifles para
recuperar las tierras que le fueron arrebatadas. Sólo haciéndose fuerte se hará respetable. El mestizo y el
blanco ceden a un solo argumento - la bala. (Nota marginal a La Buena Revolución. A.G.P.)
251
Nuestro revolucionario no es el outlaw ni el revolté, sino el montonero que merodea en la encrucijada. (Nota
marginal a La Buena Revolución).
252
Para un partido político, vale más adquirir el poder violentamente que por medios legales y pacíficos: la
violencia otorga derecho a medidas enérgicas y rápidas que siempre fueron las más eficaces. (Nota marginal a
La Buena revolución. A.G.P.)
253
Ciertos imbéciles, comprendiendo en su número a los redactores de las notas sociales, han dividido el Perú en
dos partes: la sociedad y el pueblo. (Nota marginal a La protesta. A.G.P.).
254
)A quién no carga ya el soldado, sobre todo en Sudamérica y singularmente en el Perú? Desde el 4 de febrero
gravita sobre nosotros, oprimiéndonos, aplastándonos, despachurrándonos. Muchos militares se van
convirtiendo en fieras tan odiosas y temibles que pronto nos veremos obligados a cazarlos como al tigre y al
leopardo. (Nota marginal a La gran farsa. A.G.P.).
255
La imprevisión, si no es crimen es imbecilidad. (Nota marginal a El año 2200).
256
Hay épocas en que el espíritu revolucionario se infiltra en la sangre de los peruanos, al extremo de comentar
el próximo levantamiento ni más ni menos que si trataran de hechos naturales, como la puesta del Sol o el
arribo de la Primavera. Hasta designan la fecha del estallido. Que se adelante o se retroceda con la nueva
revolución; que los iniciadores valgan o no valgan tanto como los hombres del Poder; que toda guerra civil
pueda reducirse a la riña de dos borrachos en una barca sin velas, remos ni timón, eso no le importa a la
muchedumbre: el país quiere revolución, siente necesidad de hacerla, se agita bajo el impulso de una fuerza
irresistible, como el pájaro al llegar la época de la emigración, como el epiléptico a la hora del ataque. (Nota
marginal suelta, en Bajo el Oprobio. A.G.P.).
257
Los preceptos morales, como las leyes de justicia, no proceden, de la Religión: las religiones, en contacto con
la Filosofía, se humanizan, se perfeccionan y, en seguida, se proclaman el único agente civilizador. No existe
agrupación humana sin moralidad, como no existe cuerpo sin cohesión. El respeto a la vida ajena, respeto
necesario para la simple sociedad de un hombre y de una mujer, )no implica ya un adelanto, no significa el
triunfo moral de la Razón sobre el instinto que nos impele a lanzarnos contra nuestros semejantes? El salvaje,
en el simple hecho de encontrarse con otro hombre y no devorarle, practica ya un gran precepto de
moralidad: el respeto a la vida ajena. Las mismas colonias de animales, )no prueban una moralidad? La
domesticación de un felino, )qué es sino su moralización? De un animal se dirá que es bueno, hasta que es
moral; pero no que es religioso.
La simple existencia de la horda más salvaje supone una moral, rudimentaria si se quiere, pero siempre una
moral. A medida que la colectividad se multiplica y prospera materialmente va ensanchando el horizonte de
sus ideas morales: del respeto a la vida del hordario se pasa al respeto de sus bienes y al respeto a las vidas y
bienes del aliado y del vecino.
Si salvajes que no conocen ni las más grotescas supersticiones se mantienen unidos con vínculos estrechos,
hay una Moral anterior a la creencia religiosa. Esta Moral, una vez aparecida, sigue su evolución natural y
necesaria, y por eso vemos que en naciones completamente separadas, las conciencias humanas arriban con el
tiempo a equivalente grado de lucidez y perfección, como distintos viajeros que parten de lugares diversos y
por diferentes caminos llegan a la misma cumbre.
(Nota marginal del autor: "Si la Moral viniera de la Religión al desaparecer de un hombre la religiosidad
desaparecería la moralidad, cosa refutada por los hechos").
258
... fesa con tanto desembarazo como los católicos la doctrina de la perfección exclusiva: la última, la
inconmovible fórmula de moralidad ha sido enunciada ya por un Rabi de Nazaret. Las naciones que no se
rigen por la voz de Roma se igualan á manadas de fieras entretenidas en procrear y devorarse.
Felizmente, pasó ya el tiempo en que no se concebía perfección fuera de una secta, y hoy se admite belleza
moral en el buen judío como en el buen budista, en el buen protestante como en el buen mahometano, en el
buen deísta como en el buen ateo. En la moralidad del último se encierran tal vez mayor desinterés, y mayor
nobleza: quien practica... (Manuscrito mutilado. A.G.P.).
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)Tiene derecho el Cristianismo para enorgullecerse de haber anunciado al Mundo una Moral nueva? )Qué
precepto de la Religión Cristiana no formularon ya los filósofos del Indostán, la China, Persia, Judea, Grecia
y Roma?
Si hasta la máxima fundamental de amar al prójimo como a sí mismo no le pertenece, )cómo sostener que esa
religión posee una Moral distinta de la Moral profesada por los grandes filósofos de la Antigüedad? El
Cristianismo se redujo a la reacción del fanatismo judío y oriental contra la sana y hermosa civilización
helénica; pero reacción sui géneris en que el presuntuoso vencedor no hizo más que engalanarse con los
despojos del vencido. Los mismos hombres que sobre un templo griego levantaban una basílica y
transformaban una estatua de Apolo en una imagen del Cristo, convertían en pre... (Mutilado en el
manuscrito. A.G.P.).
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... dogmáticos. Tales sienta las bases de la Geometría, lleva sus conocimientos astronómicos hasta predecir los
eclipses, y con ,u afirmación: "Todo viene del agua", parece adivinar el origen oceánico de la vida en el
planeta; Pitágoras habla del Uno, del Dios que "lo abraza todo, provee a todo y no es más que uno", emite la
idea de un Universo regido por leyes matemáticas, y, con su teoría del número, tiene como un vago
presentimiento de las modernas teorías atómicas; Anaxágoras, con su concepción de la Inteligencia que
circula en el Universo y derrama vida proporcionada a la complejidad de los organismos, imagina un Dios
más posible y más humano que el Jehová de Moisés; Aristóteles, en su Historia de los animales, admirada hoy
mismo por los naturalistas, asignando al hombre el puesto que le corresponde, llega a la misma conclusión
que Buxley; cien sabios, cien filósofos, a pesar de encerrarse en textos corrompidos y oscuros o en simples
fragmentos, sirven hoy mismo de poderoso auxilio en las investigaciones científicas .. (Mutilado en el
manuscrito. A.G.P.).
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... )Sabemos si nosotros mismos hemos cerrado el cielo de nuestra evolución? )No concebimos que el hombre
de mañana supere al hombre de hoy, como Platón al gorila por la Inteligencia, como Friné a la Venus
hotentote, por la hermosura? No sólo hemos adelantado intelectual y moralmente sino también físicamente.
El espinazo horizontal ha concluido por enderezarse verticalmente; las manos posteriores se han
transformado en pies que marchan altiva y airosamente; la vértebra deformante hipertrofiada se ha
convertido en hermosa y regular copa craneana; la garganta, muda e incapaz de producir nada más que
ásperos sonidos guturales, articula sonidos armoniosos; la mandíbula, despojada de su prognatismo simiesco,
ha cambiado la mueca por la sonrisa, la mordedura por el beso; la imperfecta masa cerebral donde
antiguamente se grababan confusas y vagas imágenes de las cosas, concibe las leyes que rigen el
desenvolvimiento de la vida y ya sembramos el trigo y elaboramos el pan; vestíamos de corteza y ya nos
adornamos con lino y seda (Mutilado en el manuscrito A.G.P.).

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