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MUNDIAL
En 1939, casi 21 años después del final de la I Guerra Mundial, el mundo se veía asolado por
una nueva conflagración mundial que se convertirá, hasta la fecha, en la mayor catástrofe
provocada por el ser humano ¿Qué ocurrió en esas dos décadas para que se olvidase el dolor y la
destrucción de la Gran Guerra y las naciones se viesen envueltas en otro conflicto de tamaña
proporción?
1. Versalles
La Paz de Paris no contentó a nadie. Los vencidos se sintieron humillados, especialmente
Alemania, y la mayoría de los vencedores no colmaron sus aspiraciones. EEUU y Gran Bretaña no
consiguieron unos tratados que garantizasen una paz duradera capaz de salvaguardar sus intereses
comerciales. Italia no recibió todos los territorios que reclamaba, lo que provocó tensiones
internas. Los nacionalismos europeos tuvieron que plegarse a las directrices de las potencias, más
interesadas en que el nuevo mapa continental cumpliese con sus objetivos (debilitar a Alemania y
aislar a Rusia) que en que reflejase la realidad nacional de los distintos pueblos, creándose así de
nuevos Estados con fronteras artificiales, y por tanto con conflictos latentes entre los pueblos
obligados a convivir bajo una misma bandera. Francia, la gran vencedora, aún mantenía la creencia
de que había sido en exceso clemente con Alemania, y su rigor en el cumplimiento de lo firmado la
llevó a invadir territorio alemán en los primeros años 20, lo que incrementó el encono entre ambos
pueblos. Rusia, convertida poco después en la URSS, se convirtió en un Estado sospechoso, del que
nadie se fiaba y todo el mundo se quería proteger, incrementando así la tensión y la desconfianza
en las relaciones internacionales. Japón, a pesar de haber obtenido las posesiones alemanas en el
Pacífico al haber sido la primera potencia transcontinental en sumarse a los aliados, sufrió el recelo
de los mismos, obligándola a ceder diversos territorios a China, la cual, aliada únicamente cuando la
guerra ya tocaba a su fin y cuya participación como país fue meramente testimonial, consideraba
inasumible, a su vez, la amenaza que para ellos representaban las ganancias territoriales japonesas,
incrementando una tensión que venía de lejos (guerra chino-japonesa de 1894-1895) y que pronto
se convirtió en uno de los principales focos de desestabilización de las relaciones internacionales.
Por último, Alemania. Vencida, humillada, cercenada, endeudada. Versalles, lejos de suponer una
derrota de aquellos que llevaron a Alemania a la guerra (militares, nacionalistas, extremistas de
toda condición) reforzó su posición en la política interna. No sólo habían perdido una guerra, sino
territorio, población (alemanes que vivían en los territorios cedidos), la monarquía, y, sobre todo,
orgullo e independencia. Forzado a instaurar un nuevo sistema político en el que pocos creían,
asolado por extremismos a derecha e izquierda, violadas por los franceses dos veces sus
decepcionantes fronteras cuando no habían pasado ni 5 años desde la guerra, el pueblo alemán
generó un sentimiento de odio y resentimiento que llevará a que en su seno se desarrollase el
peor de los cánceres: el nazismo.
4. El militarismo agresivo
Fue Japón, en 1931, quien abrió el camino a las agresiones exteriores por parte de los nuevos
gobiernos totalitarios de corte fascista. Desde 1910 Japón controlaba la Península de Corea, que se
convirtió en la punta de lanza de los intereses comerciales y políticos japoneses en la región. En
septiembre de 1931 el ejército japonés, sin el consentimiento del gobierno del Primer Ministro
Inukai Tsuyoshi (asesinado en 1932 por militares extremistas), invadió Manchuria, región del norte
de China, en un intento de responder por medio del expansionismo a la crisis económica y política
que sufría el país. El gobierno de la nueva república China que había sustituido al Imperio 20 años
antes, incapaz de plantar cara a la ocupación, sólo pudo protestar ante la comunidad internacional.
La SDN emitió entonces un informe que denunciaba la ocupación de un territorio soberano, y
reclamaba de Japón disculpas y la devolución del territorio a China. Japón, por su parte, hizo oídos
sordos a tales consideraciones y, bajo el nuevo gobierno de los militares, el primer ministro Saito
Makoto sacó a Japón de la SDN en 1933. En Manchuria los japoneses crearon un nuevo Estado
“títere”, Manchukuo, poniendo a la cabeza del mismo a Puyi, el destronado 13 años atrás último
Emperador chino.
En 1935 Mussolini, por su parte, desempeñó su papel en el nuevo escenario de agresiones
que se avecinaba. Desde décadas antes Italia deseaba el territorio de Abisinia, fronterizo con las
colonias italianas de Eritrea y Somalia, y Mussolini convirtió este deseo en el inicio de una política