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GABRIELE AMORTH

PADRE PÍO
BREVE HISTORIA DE UN SANTO
«Padre Amorth, lquiere escribir un libro sobre Padre
Pío? Usted ha sido su amigo durante años, le ha
conocido bien, puede escribir algún recuerdo personal
\ que nadie conoce.. , puede ser breve, incluso sólo ciento
cincuenta páginas... ».
Soy sincero: para mí no era ningún esfuerzo. Me gustaba
1 la idea de recorrer la vida de este amadísimo padre
¡ espiritual, al que visité durante veintiséis años, de 1942.
1
i a 1968; me gusta recordar mis encuentros con él.
1
No creo que diga nada nuevo, nada que ,, no se haya
l dicho ya. Pero si puedo ayudar a dar a conocer a un
gran santo, animando a leer otros libros sobre él y, sobre
• ,
1

l todo, sus escritos, con mucho gusto me pongo manos


a la obra, aunque sé desde ahora que el resultado será
1
,) modesto, demasiado desigual al personaje del que
¡' habla.
1

í
i Gabriele Amorth

ISBN: 978-84-17407-42-1

1 1111
San Pío de Pietrelcina es uno
de los más grandes santos de
la historia de la Iglesia, y el más
querido en Italia, también por
Gabriele Amorth, que gozó
de la amistad del santo de los
estigmas durante su juventud.

De esa arTlistad nace este libro


en el que el Padre Amorth,
el conocido exorcista de la
diócesis de Roma fallecido en
. 2016, hace un sencillo repaso de
la vida del fraile franciscano que
dedicó su vida a la Eucaristía y
la Confesión.

La Casa que levantó para el


Alivio del Sufrimiento, el de
otros, aunque a él el dolor le
acompañó durante su vida
más que a nadie, cómo vivía
la Eucaristía y el perdón de los
pecados y su gran familia, la de
los miles de hijos espirituales
que tiene repartidos por el
mundo, son los ejes de esta
obra que ofrece un entrañable
perfil de quien fue un gran
misterio, también pa~~ sí mismo
GABRIELE AMORTH

PADRE PÍO

Breve historia de un santo


GABRIELE AMORTH

PADRE PÍO

Breve historia de un santo

Traducción de Teresa Chaves Montoya


BIBLIOTHECAHOMOLEGENS

© 2016 Centro Editoriale Dehoniano S.r.l.


© Horno legens, 2018
ealle Monasterio de las Batuecas, 21 ÍNDICE
!'28049 Madrid

Presentación 11
···················································

Ya era distinto . 13
La lucha contra el gigante

Título original: Padre Pio: Breve storia di un santo (2016) Fraile franciscano •· • •·· •· • • · •·· · · · • 23
Traducción: © Teresa Chaves Montoya En Pietrelcina

ISBN: 978-84-17407-42-1 35
Meta final: San Giovanni Rotondo
Depósito legal: M-41333-20lS El convento de Santa María de las Gracias

Maquetación: Blanca Beltrán Esteban


Los estigmas ···················································· 45
"¿ En conclusión, tenemos que creer o no
Impreso en España - Printed in Spain
al Padre Pío?"
Cuarenta años después
Todos los derechos reservados.
Queda rigurosamente h"b•
. Pro r rda la reproducción total o
parcial de este libro p . .
. or cualquier medro o procedimiento De todo el mundo · · 63
comprendidos la rep t· '
• • • •
1 a drstrrbuc1on rogra ra, el tratamiento informático y
•b . .
de e¡·em 1 •
P ares mediante alquiler o préstamo
Mi primera visita
pu lrco srn permiso p • .
revro Y por escrito del editor.
A quien perdonar los pecados 75 Un lento declive 181
¿ Cómo confesaba?
Más vivo que nunca 187
La misa del Padre Pío 95 El proceso canónico

[@na inmensa familia 103 A manera de apéndice 199


Los grupos de oración
Mejor que un [ax Fechas principales de la vida del Padre Pío 201

:1 primer decenio de tribulaciones.


1923-1933 115
La rehabilitncián

Una casa para los que sufren 127

El segundo decenio de tribulaciones.


1952-1962 ··································································· 139
Sanciones disciplinarias

E1 rostro de sus enemigos 151

Y sin embargo siguió ejerciendo su ministerio .... 161


Servir al Señor con alegría
Un pobrefraile que reza
La Virgen de Fáiima
PRESENTACIÓN

«Padre Amorth, ¿quiere escribir un libro so­


bre Padre Pío? Usted ha sido su amigo durante
años, le ha conocido bien, puede escribir algún
recuerdo personal que nadie conoce ... puede ser
breve, incluso sólo ciento cincuenta páginas... ».
Soy sincero: para mí no era ningún
esfuerzo. Me gustaba la idea de recorrer la vida
de este amadísimo padre espiritual, al que visité
durante veintiséis años, de 1942 a 1968; me gusta
recordar mis encuentros con él.
No creo que diga nada nuevo, nada que no
se haya dicho ya. Pero si puedo ayudar a dar a
11
PRESENTACIÓN

conocer a un gran santo, animando a leer otros


libros sobre él y, sobre todo, sus escritos, con
mucho gusto me pongo manos a la obra, aunque
sé desde ahora que el resultado será modesto
'
aemasiado desigual al personaje del que habla.

don Gabriele Amorth YA ERA DISTINTO

Los devotos del Padre Pío que, cada vez más nu­
merosos, visitan Pietrelcina, a doce kilómetros de
Benevento, se encuentran con un alegre pueblo
situado a mitad de una colina, a 350 metros sobre
el nivel del mar, con muchos edificios nuevos, ca­
lles bien mantenidas, con una calma acogedora.
Sólo cuando uno se adentra en determinadas ca­
llejuelas se puede reconocer el pueblecito, lleno
de pobreza, de hace un siglo, cuando el Padre Pío
nació el 25 de mayo de 1887.
Las tres habitaciones de un bajo en Vico
Storto Valle, que formaban lo que era su casa,
12 13
YA ERA DISTINTO GABRIELE AMORTH

aún dan la idea de la pobreza de sus padres, irrepetible. Dios tenía para el Padre Pío planes
Grazio Forgione y Maria Giuseppa Di Nunzio. extraordinarios. No nos debe sorprender si una
Vida dura, entonces. Grazio, como muchos serie de hechos extraordinarios empezaron a pre­
de sus paisanos, tuvo que ir a América en varias pararle desde la primera infancia.
0casiones para apañar lo necesario para su fami­ Entrando en la sencilla iglesia de Santa
,· a; la madre, Peppa, trabajaba todo el día, como Ana, se puede visitar el pequeño baptisterio en el
f0lftas las madres del pueblo. Ambos eran analfa­ que, al día siguiente de su nacimiento, el Padre
iJjjetos, pero también tenían una gran fe y ese sen­ Pío fue bautizado con el nombre de Francesco,
•<ft0 común que el Señor concede a los pequeños. nombre que se revelará profético por la elección
filü;vieron siete hijos, de los cuales cuatro murie- de vida franciscana que este niño abrazó años
non pronto. más tarde.
No sabemos mucho sobre la infancia del De la niñez e infancia del pequeño
Padre Pío. Sabemos, sin embargo, lo suficiente Francesco sabemos que era muy obediente, por
para comprender que era distinto a los demás·, lo que los padres nunca tuvieron que pegarle;
era un niño sobre el que el Señor demostró te- desde muy temprana edad demostró ser amante
ner Planes extraordinarios. Tal vez esto moleste de la oración y absolutamente intolerante a las
ª la mentalidad moderna, a la que le gusta ver palabrotas y las blasfemias, por desgracia comu­
en los santos a personas idénticas a nosotros nes entre sus jóvenes compañeros.
~enas de defectos, incluso con grandes disper: Un episodio curioso: cuando tenía diez
s10nes , que despues - .
siguen .
su camino ascenden- años enfermó y tuvo que permanecer en cama
te. No o 1 v1·ct emos que 1 os santos son, ante todo
durante un mes. Su madre había preparado una
una 0 b '
ra maestra de la gracia, aunque confiada gran sartén de pimientos fritos y había salido de
ª
~~-
su libre correspondencia, por lo que a veces
'
casa un momento. El pequeño enfermo se levantó
as del ejemplo que nos dejan y que pode­ de la cama y, uno tras otro, se comió todos los
mos in-.-
.
d1nan0 -•iltar, debemos admirar el plan extraor- pimientos. Conclusión: [se curó!
de Dios sobre ellos, totalmente único e
14 15
YA ERA DISTINTO GABRIELEAMORTH

El 27 de septiembre de 1899, cuando tenía: habituales para todos, no hablaba de ellos. Las
doce años, Francesco recibió la confirmación, de apariciones eran del ángel custodio, el Señor, la
nuevo en la iglesia de Santa Ana; quizás recíbíó Virgen y muchos más. Los demonios generalmen­
:llambién la Primera Comunión. Mientras tanto, te aparecían bajo formas bestiales, horrorosas Y
iJl!filia ayudar a su familia, pastoreaba algunas amenazadoras. Este tormento, sensible también a
©Mejas. Pero su padre intuyó su inteligencia y su los demonios y al consuelo de apariciones divinas,
ainiñ:elo e hizo que estudiara. Con quince años es- será una característica casi diaria para el Padre
Pío, al menos hasta la aparición de los estigmas.
ilia:bía decidido, desde hacía tiempo, ser sacerdo­
il:e. También había decidido entrar en el convento
de "los frailes con barba", porque era admirador LA LUCHA CONTRA EL GIGANTE
del buen fray Camillo, un fraile con larga barba
negra que iba de un lado a otro para la cuesta­ Hay dos episodios a los que el Padre Pío siempre
ción. ¿Cómo había madurado esta decisión? Aquí, atribuyó gran importancia y sobre los que volvía
empezamos a adentrarnos en los caminos ex­ a menudo con sus directores espirituales. Ambos
traordinarios por los que el Señor guió al Padre sucedieron cuando el Padre Pío tenía unos quin­
Pío. Al amor Y a la oración había añadido muy ce años, es decir, poco antes de su entrada en los
pronto el amor a la penitencia, hasta el punto que capuchinos en 1903. Son dos episodios de gran
su madre lo sorprendió mientras se flagelaba. significado en la evolución de la vida del Padre.
Pero lo que es muy especial desde los primeros Conocemos bien el primer episodio, por­
años de vida Y, concretamente, desde que tenía que el Padre Pío lo contó en varias ocasiones; en
cuatro años, eran las visiones celestiales que te­ especial lo refirió por escrito a su director espi­
nía Y su lucha contra el demonio, que a veces era ritual, el padre Agostino, y lo resumimos aquí a
visible de manera obsesiva y terrible. partir de este testimonio.
Poco sabemos de estos hechos, ya que el Se trata de una visión. El joven se vio junto
pequeño Francesco, pensando que eran hechos a un hombre resplandeciente, hermosísimo, que
16 17
YA ERA DISTINTO GABRIELE AMORTH

le invitó: «Ven conmigo, porque te conviene com­ desigual lucha. Fue entonces cuando ese perso­
batir como un guerrero valeroso». Le acompañó naje puso sobre su cabeza una corona de indes­
criptible hermosura. Después se la quitó Y le
ai un campo vastísimo, en el que se encontró en
dijo: «Tengo reservada para ti otra corona m~s
medio de dos grupos de personas: uno estaba for­
hermosa si sabes luchar contra ese gigante. El
mado por hombres muy hermosos, con cándidos
seguirá asaltándote, pero tú combate sin miedo,
Nestidos; el otro por personas de aspecto espan- porque yo estaré siempre a tu lado para que con­
,0so, vestidos de negro, y que parecían sombras
sigas derrotarle».
0senras. Al instante, Francesco vio venir hacia Toda la vida del Padre Pío fue una lucha
ella un hombre horroroso, tan alto que su frente continua contra el demonio, que le asaltaba e in­
tentaba impedir que salvara almas. A veces fue
El personaje resplandeciente exhortó una lucha interior; otras, un ataque externo. Y
al muchacho a combatir contra ese gigante. cuando el Padre, agotado, lleno de moretones Y
• Francesco le pidió que le evitara ese enfrenta­ de golpes, era socorrido por sus hermanos, solía
miento, pero el otro respondió: «Vana es tu resis- confesar: «Gracias a la ayuda celestial, siempre
tencia; tienes que pelearte con él. Ánimo, entra gano yo». Este episodio siempre ha sido una an­
en la lucha con confianza y combate con valentía. ticipación muy significativa de la vida del Padre
Yo estaré cerca de ti, te ayudaré y no permitiré
que te derrote». Pío.
Hay un segundo episodio, no menos impor­
El choque fue terrible, pero gracias a la tante, que tuvo lugar poco tiempo después, pero
ayuda del personaje resplandeciente, el gigante siempre antes de que el joven Francesco entrara
fue derrotado y tuvo que huir; detrás de él arras­
en los capuchinos. Es difícil hablar de él porque
tró a esa multitud de hombres horrorosos, que
en este caso el Padre siempre fue reacio a narrar­
huyeron lanzando alaridos, maldiciones y gritos
lo. En múltiples ocasiones dijo Y escribió lo esen-
a~ronadores. La otra multitud, en cambio, diri­
Clíal , es decir , que le había sido reservada «una
gia voces de júbilo y alabanza al resplandeciente
personaje que había ayudado a Francesco en la altísima misión». Nunca quiso concretar nada
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YA ERA DISTINTO GABRIELE AMORTH

más. «Una altísima misión que sólo Tú y yo eones


cemos», escribió en una oración personal. Es fácil! «No temas el arreciar de las tormen­
pensar que le fue revelado algo relacionado con su tas, ya que la nave de tu espíritu nun­
füturo apostolado. Lo deduzco de algunos signos; ca se hundirá. Los cielos y la tierra
· 0r ejemplo, la gran insistencia con la que pidió aJ pasarán, pero la Palabra de Dios que
~0s superiores que le admitieran al ministerio de nos garantiza que quien obedece can­
il!ai e0nfesión. tará victoria no pasará, permanecerá
Nosotros, dada la evolución de su vida y la siempre escrita en caracteres indele­
il1>enéfica influencia que ejerció a nivel mundial, bles en el libro de la vida: Yo subsisti­
~odemos decir que realizó «una altísima misión». ré siempre» (Ep. III).
!Pero no sabemos nada más sobre la revelación «Somos conscientes de que la tierra es
que tuvo siendo un muchacho. un lugar de combate y que en el paraí­
Son dos visiones que marcaron profunda­ so se recibirá la corona; que este es un
mente la vida del Padre Pío. En sus luchas contra lugar de prueba y que el premio se re­
Satanás siempre revivió su combate contra ese· cibe allí arriba; que aquí estamos en
gigante. Y siempre tendrá presente la «altísima tierra de exilio y que nuestra verdade­
misión» que el Señor le mostró, que será un re­ ra patria es el cielo y es a lo que te­
cuerdo que le sostendrá en las duras batallas de nemos que aspirar siempre. Vivamos,
su larga vida, tanto a causa de los atroces su­ por tanto, con fe viva, esperanza fir­
frimientos -corno el causado por los estigmas-, me y afecto ardiente mientras seamos
como cuando fue objeto de las calumnias y las caminantes para poder vivir un día,
sanciones canónicas: ofrecerá todo al Señor como cuando Dios quiera, con la persona»
complemento de esa misión. Este será el secreto (Ep. II).
de su Perenne serenidad. Realismo y esperanza.
Esto es lo que escribía a dos hijas espirituales,
Maria Garzani y Faffaella Cerase:
20 21
FRAILE FRANCISCANO

El 6 de enero de 1903, con dieciséis años, Francesco


dejó su casa, con gran dolor de corazón por parte
de su madre y suya, y entró en el noviciado de
Morcone, no muy distante de Pietrelcina. En el
pasado había sufrido, en dos ocasiones, calum­
nias injustas. Aludo a ellas sólo porque el Padre
Pío fue siempre de una pureza íntegra, que hizo
que su director espiritual testimoniara: «Estoy
convencido de que nunca cometió el más mínimo
pecado venial contra esta virtud»; pues bien, el
Padre Pío tuvo que soportar en varias ocasiones
de su vida acusaciones infamantes, que fueron el
23
FRAILE FRANCISCANO GABRIELE AMORTH

inicio de investigaciones humillantes. Sin embar­ a su pupilo (sentía un gran cariño por Francesco)
go, siempre se consiguió arrojar luz sobre la ver­ hizo todo lo que pudo para enmendar su error:
ffad de los hechos. declaró enseguida, para compensarle, que le
Ya en los primeros años de escuela, por la: haría gratis los documentos para entrar en el
noviciado.
Además del dolor de separarse de su familia
1 e g_ae el maestro le pegó en clase, delante de sus y de irse de su pueblo, no le faltaron al aspirante a
G©mpañeros. Cuando se supo la verdad, ese pobre novicio luchas internas: tuvo una «visión intelec­
, , -aestro no se daba paz por haber cometido esa! tual» por medio de la cual comprendió que su vida
, ,usticia. Asimismo, poco antes de entrar en el sería una lucha continua con ese gigante, al que
había conocido en aquella visión. Y tuvo también
' aviciado, una muchacha le puso un billete en
muy claro que ese paso era el inicio de la altísima
, el bolsillo sin que él se diera cuenta, una nota de
· amor, e hizo que la cosa se supiera y que se halla- misión a la que le llamaba Dios.
Unos días después de haber entrado en
ra la nota. Esta vez quien resultó engañado fue
el noviciado, el 22 de enero, se revistió con el
el párroco, que le reservó a Francesco un trato
hábito franciscano y se le impulso el nombre
de frialdad absoluta, prohibiéndole que realizara
sus tareas de monaguillo. de fray Pío de Pietrelcina. A partir de ese mo­
mento, Francesco desapareció, sólo quedó Pío.
Para él fue un golpe muy duro, se sentía ex­
Francesco desapareció hasta tal punto que un
cluido siendo inocente. Fue una pequeña prueba
día, los carabinieri, por motivos de alistamiento,
de un castigo futuro mucho más grave e injusto,
buscaron a un tal Francesco Forgione: nadie le
cuando sería suspendido de celebrar la misa en
conocía. Pero en compensación, Francesco, el de
público Y de la facultad de confesar. También en
Asís, había entrado plenamente en fray Pío de
esa oc~sión se supo la verdad, porque la culpable
confeso su engaño. Pietrelcina, con su amor a Cristo, a sus herma­
nos, sobre todo si estaban enfermos en al alma o
El párroco, mortificado por haber caído en
el ardid de un ª ª d 0 1 escente Y por haber castigado en el cuerpo, con su amor a la pobreza. Y había
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24
FRAILE FRAN CISCANO GABRIELE AMORTH

entrado también con una semejanza sensible, l0s conseguía escuchar lo que las personas le conta­
estigmas, que harán de Padre Pío una copia aoo ban mientras llevaba a cabo sus tareas. Su ora­
mayor de san Francisco. ción era ininterrumpida y no le distraía de sus
Los comienzos de la vida religiosa de] otros deberes. Con el paso del tiempo, los proble­
· atfke Pío no fueron brillantes. Su comporta- mas de salud se agravaron tanto que los médi­
cos, vista la inutilidad de las curas, aconsejaron
que el fraile fuera enviado a Pietrelcina, donde
confiaban en los saludables beneficios del aire
· ,s r:esultados en los estudios tuvieron aspectos de su pueblo natal. Y no hay duda de que el aire
e, ,firaños. Digamos que, en conjunto, eran más de su pueblo era beneficioso, pero también se
e suficientes, pero nunca brillantes. Pero el puso en evidencia una extraña enfermedad que
specto más raro era este: sus compañeros re­ nunca nadie consiguió explicar y que fue un ver­
cuerdan que, cuando le preguntaban en clase dadero rompecabezas para el propio Padre Pío
'
siempre se sabía la lección. Y testifican que na- y para sus superiores. Sucedía lo siguiente: en
die nunca le vio estudiar. También durante los Pietrelcina, el Padre Pío, aunque débil de salud,
anos de teología, quien entraba en su celda lo conseguía comer algo y mantenerse; en cuanto
descubría en oración. No es que no consiguiera salía de su pueblo e iba a otro lugar, parecía que
estudiar, pero en cuanto abría un libro, ense­ su estómago rechazaba el alimento y vomitaba
gllida se quedaba absorto en el pensamiento de todo sin poder ni siquiera mantener una cucha­
Dios, pensamiento que era constante. rada de agua. Por ello, sus superiores se sentían
Es inútil buscar otros motivos: el Padre obligados a hacerle volver a su pueblo donde, en
P_Io vivía para rezar, lti oración era su respira­ cuanto entraba, las molestias cesaban.
ci-0
n, su vida. Ya antes de entrar en el conventn
estaba siempre absorto en bios, y así seguirá
estando, incluso cuando hablélba con personas o
h& - .
~1a otras tareas, y tod0 sin distraerse, porque
7,6 27
FRA ILE FRA NCISCAN O GABRIELE AMORTH

EN PIETRELCINA vivir fuera del convento, aunque manteniendo el


hábito y la plena pertenencia.
iEste fue el motivo de que el Padre Pío pasara sie­ Mientras tanto, ¿cómo era la vida del pa­
tt'.e años en Pietrelcina, de 1909 a 1916, con un con- dre? Mucha oración y continua meditación sobre
la Pasión del Señor, que le arrancaba tantas lá­
grimas que se le debilitó la vista. Siguió con su
(manto estaba un poco mejor, los superiores s recorrido teológico y el 10 de agosto de 1910 fue
· nedpitaban y lo destinaban a un convento, pero ordenado sacerdote en la catedral de Benevento.
e , seguida empezaba esa molestia en el estomas Fue una etapa decisiva de su vida, porque a par­
go, por lo que el superior local se veía obligado tir de ese momento empezó lo que podemos lla­
· enviarle de nuevo a su pueblo. Podemos mar, sin exagerar, «el misterio de la misa del
imaginar el disgusto del Padre Pío, que Padre Pío». Misterio que, en esos primeros tiem­
aspiraba con todas sus fuerzas a vivir la vida pos, era conocido por pocos y en el que participa­
conventual, y se veía siempre obligado a de­ ron poquísimos.
jarla. Añadamos también el disgusto de los De hecho, la vida del Padre Pío siguió
superiores, que no sabían adónde destinau adelante, durante otros seis años, en el retiro
a este fraile, que enfermaba en cualquier, de Pietrelcina, aunque con breves interrupcio­
Jugar al que le enviaran. nes debido al intento de volver a entrar en al­
¿Tenía acaso que abandonar la vida fran­ gún convento. Además, para acercarse mejor
ciscana y ser sacerdote diocesano? Alguien le dio al misterio de esa misa, el Padre Pío, el mismo
este doloroso consejo y hubo un momento en el año de su ordenación, el 1910, se había ofrecido
que Parecía que también los superiores del Padre «víctima por los pecadores y por las pobres al­
pío eran de este parecer. Pero precisamente en mas del Purgatorio». Pocos conocen el inmenso
ese lllo:tnento un rescripto de la Congregación valor y el enorme riesgo que comporta ofrecerse
para los Religiosos autorizó al fraile capuchino a como víctima. Hemos sido salvados por el sacri­
ficio de Cristo, al que todos debemos dar nuestra
28 29
FRA ILE FRAN CISCAN O GABRIELE AMORTH

aportación con el sacrificio personal. Pero quien: hemos visto, podemos afirmar que, desde su or­
se ofrece como víctima acepta participar verfla:­ denación sacerdotal, la misa del Padre Pío era
deramente en dicho sacrificio de manera heroiGa! verdaderamente un revivir la Pasión de Cristo.
En Pietrelcina hay otros dos centros en los que el
padre transcurría sus horas y que hoy son meta
de peregrinación para sus devotos. Al final de
la Salita1 Castello está la vieja «torrecilla». Esta
puede testimoniar las orantes soledades de este
hombre, todo oración, todo unión con su Señor.
, e permitir la práctica de estos votos. Otro centro no menos importante, es un olmo, en
No sabemos mucho de este periodo de la colina de Piana Romana, a una cierta distancia
a vida del Padre Pío. Podemos decir que en de la casa de la familia Forgione. En este lugar el
, Pietrelcina, además de su casa, tenía tres centros pequeño Francesco se refugiaba para rezar Y es­
entre los que dividía su tiempo. El primero era 1 tudiar cuando era un muchacho, bajo la sombra
pequeña iglesia de Santa Ana. Aquí celebraba la de ese árbol. Y, ya sacerdote, pasaba allí tantas
misa, que podía durar cuatro horas, motivo pon horas de oración y de meditación sobre la Pasión
el que muchos la evitaban. Era el lugar más fre­ del Señor, que sus familiares, sabiendo que le
cuentado por el Padre Pío y tiene algo que no con­ agradaría, le construyeron un cobertizo con un
seguimos comprender. Más adelante hablaremos jergón de paja, para que pudiera pasar la noche
de jas misas del Padre Pío, a las que acudían gen­ durante el verano.
te de todo el mundo para participar en ellas. Pe110 Sólo después de la publicación de las car­
en esos ))rimeros años sucedía todo lo contrario. tas del Padre Pío a sus directores espirituales (al
. Do11 a·IUseppe Orlando, que participó ea padre Benedetto hasta 1922 y, después, al padre
15
las JJ1 ªs del Padre en varias ocasiones, nos dice Agostino) supimos algo de cómo transcurría el
con pocas palabras: «Su santa misa era un miste­
rio jncoll:i_prensible». A la luz de lo que después 1 Cuesta. [N. d.'[]

30 31
FRA ILE FRAN CISCAN O GABRIELEAMORTH

padre sus jornadas y sus noches: oración contíi­ sentirse aprobado por los superiores y canó­
nua, lucha con los demonios, apariciones o i!lu:­ nicamente en regla, gracias al rescripto de la
minaciones interiores. A los sufrimientos causas Congregación para los Religiosos, que le permi­
dos por una salud maltrecha y las luchas con e] tía estar en Pietrelcina. Siempre pudo celebrar la
misa en la pequeña iglesia de Santa Ana, aunque
el debilitamiento de la vista era tan importante
stéfm de santificador de las almas. que se le permitió celebrar la misa de la Virgen
Desde 1910, mientras rezaba bajo el olmo, o la misa de los difuntos; es decir, la memoria
el! iPadre Pío tuvo los estigmas invisibles. En ne­ sustituía prácticamente al esfuerzo de tener que
Guerdo de este hecho, en ese lugar se constru~0 leer. Fueron años caracterizados por una cotidia­
una capilla. Sufrió a menudo la perforación de su nidad que se alternaba entre vejaciones diabóli­
corazón Y casi una vez a la semana era sometida cas y dulcísimos éxtasis. Todo esto duró hasta el
a la flagelación y a la coronación de espinas. Si 17 de febrero de 1916.
dui-ante su infancia y adolescencia y, más aún:
en los años de preparación al sacerdocio, su me'.
ditación constante era la Pasión del Señor, que lei¡
hacía derramar abundantes lágrimas, ahora y,a
no se trataba sólo de meditar los sufrimientos de
cr_isto, sino de vivirlos en su carne. ¡Y era sólo el
prl:t¡cipio!
. podemos así concluir esta fase de su
v~:él, q~e Podríamos llamar «los siete años de
Pí lteJcma>>. Cuando entró en los franciscanos
en ¡~03, una voz clara le había dicho: «Santifícate
Y s<:lntifica>> · El dolor de tener que vivir
· · fuena
1
de ~onvento estaba mitigado Por el hecho de

32 33
META FINAL:
SAN GIOVANNI ROTONDO

El Padre Pío obtuvo tarde la facultad de confesar,


que en general es acordada poco después de la
ordenación sacerdotal, tal vez mediante un exa­
men previo de teología moral. Desde Pietrelcina
dirigía espiritualmente por correspondencia
a algunas personas que le habían sido confia­
das. También la dirección espiritual por carta
será una de las características del padre. Entre
otras, dirigía espiritualmente a una señora an­
ciana y soltera de Foggia, muy buena, una ver­
dadera alma elegida, Raffaellina Cerase. Cuando
35
META FINAL: SAN GIOVANNI ROTONDO GABRIELE AMORTH

comunidad y de compartir la gran pobreza de sus


hermanos.
La permanencia del Padre Pío en Santa
Padre Pío antes de morir. Ana no fue ciertamente pacífica. Aunque su pre­
Era un deseo muy comprensible, era la ne­ sencia era bienvenida por sus hermanos, al ser
tición de un gran acto de caridad. Además p0tl\ia un sacerdote tan dedicado a la oración y, a la vez,
ser la ocasión, tan deseada por los superio11es, alegre y encantador en el tiempo de ocio, sucedie­
file hacer salir al Padre Pío de su aislamiento en ron hechos que causaron una gran confusión. A
menudo, sobre todo por la noche, se oían ruidos Y
Tanto el director espiritual como el suye- detonaciones de tal magnitud que aterrorizaban
1.üor provincial estuvieron de acuerdo en sol,iGi· a esos pobres frailes. El Padre Pío pidió perdón
:fiar al padre esta visita a Foggía -parecía que se a su superior y le dio la siguiente explicación:
trataba de una visita pasajera- para asistir a la el demonio le tentaba de todas las maneras posi­
agonizante. bles, él luchaba y siempre le derrotaba. Pero se
Fue así como el Padre Pío (que estarla quedaba agotado y tan sudado que los hermanos
atravesando en ese momento un periodo de tliffi tenían que ayudarle a cambiarse. Sin embargo,
menda aridez, de verdadera noche del espí_ui­ él permanecía sereno e intentaba transmitirles a
tu), hizo un esfuerzo y emprendió el viaje hacia todos su serenidad.
Foggía- Una vez alojado en ese pobrísimo con­ Tenemos que añadir que su presencia no
vento, se dedicó a asistir a la enferma que ex­ pasó inadvertida a la gente. Inmediatamente le
piró s~ntamente el 25 de marzo, Festividad de buscaron como confesor y director espiritual,
· la Ananciación. En el convento de Santa Ana, por lo que poco a poco aumentó el flujo de fieles
como se llamaba esa comunidad capuchina el 1 al convento.
Padre fío Ya no sufrió de ese grave trastorno del El 28 de julio sucedió un hecho nuevo,
vómito que le impedía cualquier tipo de alimen­ que podría haber sido insignificante Y, en cam­
tación, por lo que se quedó allí, feliz de vivir en bio, tuvo una importancia decisiva. El superior
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GAB RIELE AM ORTH
META FINAL: SAN GJOVANNI ROTOND0

las Gracias, que dominaba el centro del altar ma­


yor y que había dado el nombre a la iglesia y al
convento.
Aquí llegó el Padre Pío el 28 de julio de 1916,
acompañado por el padre superior, casi como si
fuera una excursión de un día para huir de la ca­
nícula de Foggia. Efectivamente, el padre sabo­
reó enseguida el aire puro y fue él mismo quien
le pidió al superior permiso para prolongar su es­
tancia. Se sintió aliviado fisicamente, pero había
otras razones que le dijo Jesús. Es dificil saber si
le fue revelado de inmediato que iba a transcu­
En 1916, San Giovanni no era un lugar atraGffi· rrir en ese lugar el resto de su vida; ciertamente
vo. Era un pueblo pequeño, pobrísimo, c le fue revelado que era el lugar de su apostolado.
muchos de los pueblos que, con pocos mile Él estaba contento y los frailes estaban con­
habitantes, están situados en lugares remoto tentos con él. Pero había alguien a quien esta si­
sur de Italia. Aislado por la falta de calles, n tuación no le gustaba. En su intimidad fue some­
bía luz eléctrica, ni agua, ni saneamiento. A tido a una lucha tremenda. Se sentía «expuesto a
kilómetros del pueblo, un camino de herradú la furia de Satanás» que, sin duda, no quería verle
en cuesta llevaba al convento de los capuchi viviendo en ese lugar. Se sentía asaltado por tenta­
situado a 600 metros sobre el nivel del mar. ciones tan fuertes contra la fe que escribió: «¡Qué
un convento miserable y más miserable aún misterio soy yo para mí mísmol». Tan seguro en
el paisaje que lo rodeaba: colinas de rocas Y su acompañamiento y guía de las almas, siempre
dras, de las que surgían matorrales salvajes. ¡ma se sintió débil e inseguro respecto a su persona.
única cosa hermosa, en la pequeña iglesia t0da" No fue sólo el maligno quien moles­
ella hecha con bóvedas y arcos, era la Virgen ae tó al Padre Pío en la quietud aparente de San
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-- META FINAL: SAN GIOVANNI ROTOND(!) GABRIELE AMORTH

Giovanni. Estaba en marcha la Gran Gl!le:ima. Empezaron a afluir a su confesionario cada vez
También el padre fue llamado a filas Y hasta el más personas, tantas que al cabo de poco tiempo
16 de marzo de 1918 su vida fue una sucesión B.e confesar le ocupaba toda la mañana. Confesaba
y hacía dirección espiritual, también por carta.
No sólo el demonio le atormentaba. El
Señor tenía para ese fraile un plan muy especial
y no le escatimaba dulzuras espirituales y pro­
fundas, preparándole también a convertirse en
'eootraños que los médicos, en crisis, recono un signo visible de su imagen. Del 5 al 7 de agos­
no comprender. to de 1918, el Padre Pío sufrió casi ininterrum­
Para él fue un periodo muy duro por lo pidamente ese fenómeno místico que se llama
•: fuerzas físicos a los que fue sometido, pero transverberación.
más por el lenguaje y el comportamiento de El 9 de agosto de 1912 ya le escribía así al
conmilitones y, sobre todo, por la frecuente im· padre Agostino:
posibilidad de celebrar la santa misa. En comí
pensación, conoció mejor ese mundo por el gue «Siento, padre mío, que el amor me
se sentía impulsado a sacrificarse. vencerá alfinal; el alma corre el riesgo
En el convento le confiaron una tarea es­ de separarse del cuerpo debido a que no
pecial: era director espiritual de los fraileci110s, puede amar suficientemente a Jesús en
o colegiales, confiados a los frailes. El Padre Bío la tierra. Sí, el alma mía está herida de
~e dedicó a ellos totalmente: les confesaba Y les amor por Jesús, estoy enfermo de amor,
1mpart'1ª breves conferencias espirituales. M,
siento continuamente la amarga pena
sobre todo, rezaba por ellos, luchaba a su fav0r de ese ardor que quema y no consume.
contra el demonio ~ Le ruego me sugiera, si puede, el reme­
. Y, COUJ.orme a su total genePO-
s1dad, se ofrecía al s - dio para el actual estado de mi alma.
enor como víctima por ellos.
Pero pronto em - He aquí una lánguida imagen de lo que
pezo para el fraile otra tarea
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META FINAL: SAN GIOVANNI ROTONDO GABRIELE AMORTH

Jesús obra en mí. Del mismo modo que Era como si un personaje celeste, con una
un torrente arrastra consigo a la pro­ larga hoja de hierro bien afilada, le atravesara el
fundidad de los mares todo lo que en­ corazón con golpes continuos. A partir de ese mo­
cuentra en su recorrido, así mi alma se mento, el padre sintió esa herida siempre abierta
'ha hundido en el océano sin orillas del y sangrante, que nunca cicatrizó.
amor de Jesús, sin mérito alguno por
mi parte y sin dar razón de él, arras­
trando tras de sí todos sus tesoros».

Y el 12 de agosto del mismo año:

«Estaba en la iglesia para dar gracias


por la misa, cuando de repente sentí
que un dardo de fuego hería mi cora­
zón, tan vivo y tan ardiente que creí
morir. Me faltan las palabras para
haceros comprender la intensidad de
esta llama, de hecho no puedo expre­
sarlo. ¿Me cree? El alma, victima de
estas consolaciones, se queda muda.
Parece como si unafuerza invisible me
sumergiera totalmente en en fuego ...
Dios mío, [qué fuego! Un segundo más
Y mi alma se separaría del cuerpo ... Se
hubiera ido con Jesús» (Ep. J).

42 43
LOS ESTIGMAS

Los primeros meses de 1918 fueron muy tristes.


La guerra y la «española»! habían causado estra­
gos entre la población y los conventos. No puedo
no recordar, entre las víctimas de esa epidemia,
a dos de los tres videntes de Fátima, Francisco
y Jacinta. El convento de Santa María de las
Gracias estaba reducido a tres frailes: el padre
Paolino, el superior, fray Nicola, el responsa­
ble de la cuestación y el Padre Pío, que también

2 El autor hace referencia a la gran epidemia de gripe de 1918, también conocida


como «la española». Fue una pandemia de gripe de inusitada gravedad que, en
solo un año, se calcula que causó entre 20 y 40 millones de muertes. [N.d.T.]

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LOS ESTIGMAS GABRIELE AMORTH

agarró la «ospañola» pero, gracias a Dios, de fon­ Escribió a su director espiritual descri­
ma leve; aun así tuvo que permanecer en cama: biendo los sentimientos que le atravesaron: tor­
del 5 al 17 de septiembre. En el convento viViia: mento, condena, humillación, confusión. No se
ltiambién el pequeño grupo de colegiales. daba paz, no sabía cómo comportarse con sus
La mañana del viernes 20 de septiembre, hermanos, con los demás. En vano suplicó al
f.i'esta de los estigmas de San Francisco, después Señor con todas sus fuerzas: «Déjame el dolor,
, ira misa, el Padre Pío estaba rezando solo en e] auméntalo si puedes, pero quítame las llagas visi­
B, 0. Casi sin darse cuenta le sobrevino un dulcé bles. [Ccncédeme la gracia de que no se uean!». Se
, , efto, acompañado por un sentimiento total de sentía oprimido por una confusión insoportable.
, M;. De repente, se le presentó ese crucifijo que Vivió «días horribles y tristes», sentía que era,
nía delante de él y que sigue todavía allí, en la ante Dios, «un monstruo repulsivo y odioso». Y,
sin embargo, a pesar de estas súplicas y lágri­
Pero en esa ocasión el crucificado tenía los mas, nunca se echó hacia atrás de sufiat.
rasgos de ese mismo personaje celeste que el 5 de Como puede verse, no son sentimientos de
agosto había transverberado su corazón. Había una persona que ha pedido los estigmas y, menos
una diferencia: esta vez, de las manos, los pies aún, de una persona que se los ha causado de ma­
y el corazón del personaje manaba abundante nera artificial. Lo decimos enseguida porque esta
sangre. Desapareció inmediatamente. El Padre será la primera sospecha y la primera acusación.
Pío, que se había quedado aterrorizado ante esa A pesar de todos los esfuerzos que hacía
visión, se sintió desgarrado en esas mismas par­ para esconder lo que le había sucedido, el supe­
tes: manos, pies y corazón; sintió que estaban rior, padre Paolino, vio claramente las llagas,
traspasados y se dio cuenta que de ellos manaba ¡habría tenido que ser ciego para no verlas!, Y
mucha sangre. Se arrastró de rodillas hasta su avisó al padre provincial, que inmediatamen­
celda, donde intentó vendarse lo mejor que pudo te recomendó silencio absoluto sobre el hecho.
sus heridas. Pero, ¿cómo se podía esconder un hecho tan evi­
dente? Las manos cubiertas por mitones, de las
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L.
LOS ESTIGMAS GABRIELEAMORTH

que a veces salía un hilo de sangre y que, de todas días, las heridas estaban más abierta y sangran­
maneras, estaban descubiertas durante la cere­ tes que nunca.
bracíón de la misa; el modo de caminar lento, con: Le tocó entonces el turno al Dr. Giorgio
ª-iifilcultad; el rostro que reflejaba un dolor mavor Festa, siempre por encargo de los superiores
éil'.e lo normal... la gente no es estúpida. capuchinos, que le imponían al padre, por obe­
Se observaron las marcas, el hecho se diencia, que debía someterse a estas visitas Y cu­
~ émsmitió de boca en boca. En poco tiempo, la ras. Inútil decir que también el Dr. Festa no sólo
constató y declaró que las llagas eran científica­
mente inexplicables, sino que se convirtió en un
, 0ticia de ello. acérrimo defensor del Padre Pío.
Para el padre empezó el calvario de las vr­ Mientras tanto, el padre, sin preocupar­
sitas médicas. El prof. Luígí Romanelli examinó se de los estudios médicos y la confusión de los
1· cuidadosamente las llagas cinco veces, hizo una: periodistas, seguía celebrando sus largas misas,
descripción detallada y concluyó que «científica:­ confesando y dirigiendo espiritualmente a las al­
mente eran absolutamente inexplicables». mas directamente o por escrito. Guardaba dentro
El prof. Bígnarní se empeñó en demostrare de sí el dolor y la humillación, intentando escon­
a toda costa que se trataba de un hecho que te­ der, más que nunca, las heridas y el dolor que le
nía una explicación humana y que era pasajer0. causaban.
sometió al Padre Pío a un tratamiento cicatri­ Desde la primera vez que fui a verle, oí de
zante durante ocho días, bajo la rígida vigilancia boca de una persona que pasaba meses enteros al
de cuatro frailes que tenían que sellar, cada vez, lado del Padre Pío: «No te dejes engañar. El padre
elvendaje. El médico estaba seguro de que al final tiene sufrimientos atroces por los estigmas, pero
ctel tratamiento las llagas se habrían cicatrizado. es un verdadero artista escondiéndolos».
Lo que sucedió, en cambio, es que cuando Permítanme que me conceda ahora un re­
se qllitó el vendaje definitivo al cabo de los ocho cuerdo personal en relación con los estigmas del

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LOS ESTIGMA S GABRIELEAMORTH

Padre Pío, de este padre que sufría y salvaba! a provocador: «En conclusión, ¿tenem0s que creer
las almas, pero al que siempre se le opusien0n, o no al Padre Pío?». Decididamente, fue un ar­
aunque de buena fe (para protegerle, para evitan tículo contracorriente. No hago referencia a él
por el gran eco que tuvo entonces, sino por otro
motivo, mucho más importante, que diré al final.
(Un inciso: mi escrito respondía a una pregunta
de un lector, desconcertado por el hecho de que
su coadjutor considerara que todo lo relacionado
, fieles que visitaran al padre. También las aus con el Padre Pío era un montaje. Además, afir­
,0ridades eclesiásticas miraban de mala manera maba que el Papa Pío XI se había pronunciado
al padre, atacando incluso con medidas discipli.Ba­ en contra. El lector también preguntaba si exis­
rias a quienes organizaban visitas a San Giovanni tían criterios sobre los que regularse). He aquí el
Rotonda. La gente estaba desconcertada: si el artículo.
Señor le había concedido al Padre Pío ese signo ~i­
síble de la Pasión, ¿no era una invitación abierta
a ir hacia él como modelo de imitación de Cristo/?, «EN CONCLUSIÓN, ¿TENEMOS QUE
En esos años escribía todas las semanas CREER O NO AL PADRE PÍO?»
en Famiglia Cristiana. El director, mi hermana
de congregación don Zilli, sabía que visitaba asi.. «En principio, no se puede negar la posibilidad
duarnente al Padre Pío. Me dijo: «Ha llegado el de los estigmas. En la historia de la Iglesia, unas
IlloJ!lento de hablar claro. Escribe un artículo 349 personas los han tenido, ochenta de las cuales
equilibrado Y bien fundamentado. Lo publico en han sido canonizadas, por lo que no hay duda so­
!~s P:imeras dos páginas, las más leídas y signii- bre la bondad y sinceridad de los sujetos. Algunos
1cat1\ras de Ia revista». intentan comprender por qué Dios manda estas
A.sí escribí mi artículo, que fue pubfü­ llagas, cuál es su significado. Probablemente
ca.qo e1 2:3 de noviembre de 1958, con un títu10 para recordar a los hombres el valor redentor del
so 51
LOS ESTIGMAS GABRIELE AMORTH

dolor, invitándoles a meditar sobre la Pasión! íilel A pesar de todo ello, creemos que en lo que
Salvador. Pero no se puede negar que, en el Sl!l.Jef0 concierne al Padre Pío, se puede dar una opinión.
Otros ilustres teólogos ya nos han precedido en
esto: todos nos damos cuenta claramente de que
no se trata de un "recién llegado", del que sería
legítimo desconfiar. Se trata, en cambio, de una
persona muy conocida, extremamente controla­
da, que tiene setenta y un años (el Padre Pío nació
el 25 de mayo de 1887) y tiene los estigmas desde
agrada. Diría que él mismo las venera. hace más de cuarenta años. Por lo tanto, hay ya
En realidad, son una imagen del Crucificad0 una prueba del tiempo que, aunque no es definiti­
no esculpida en madera o pintada en tela, sino va, legítima un juicio a título personal.
grabada en su carne viva. Es indiscutible que el Padre Pío tiene los
La Iglesia se ha pronunciado abiertamenf estigmas, hay pruebas médicas que lo garantizan
por la verdad histórica y el carácter sobrenat . y han sido publicadas. Es una verdad que se pue­
ral de los estigmas de san Francisco, que fue el de verificar en cualquier momento. Veamos más
primero en recibir de Dios este sello de dolos bien si podemos considerar que el origen de tales
conformidad a Jesucristo. llagas es sobrenatural. Los criterios en los que
Después se han ido detallando cada vez más basarse son cinco:
sobre todo en estos últimos tiempos, los criteii0s 1 - Los estigmas deben ser siempre llagas,
según los cuales es posible reconocer la presencf modificaciones importantes de los tejidos Y lo­
de estigmas verdaderos, es decir, de carácter so­ calizadas en los 1 ugares de las llagas de Cristo
brenatural. En teoría, los principios son clano • (aproximadamente: al tratarse de llagas místicas
pero en la .t>táctica, ya se sabe, hay que procede '. no importa si, en lo que respecta a los detalles se­
con cautela en esta materia al aplicarlos so1Dli cundarios, reflejan la verdad histórica o la creen­
todo cuando se trata de una persona viva. ' · cia común; por lo tanto, no importa si las llagas
52 53
LOS ESTIGMAS GAB RIELE AM ORTH

Es verdad que varios médicos racionalis­


herida del costado está a la derecha o a la izql!l.•ie - tas han intentado demostrar por vías naturales
da). En cambio, las llagas naturales se sitúan ·:n­ (sugestión, histeria, fijación, etc.) el erigen de los
diferentemente en cualquier parte del cueE¡i)©. estigmas. Pero son los mismos que niegan, deli­
beradamente, la existencia de hechos sobrenatu­
rales: sus argumentos no se sostienen científica­
mente. Mucho más que si se trataran de formas
patológicas, los sujetos deberían demostrar de
as llagas naturales varía con las condiciones a - muchas maneras que son histéricos o anormales
· osféricas y no respeta en absoluto el calendarüo (como sucede cuando se trata de este tipo de co­
litúrgico. sas). En cambio, personas como el Padre Pío, lle­
3 - En los estigmas verdaderos no hay su­ nos de sentido común y sana actividad, demues­
puración, no hay putrefacción, ni olor fétido, et . tran estar en óptimas condiciones psíquicas. Se
En las lesiones naturales, por el contrario, si tne> narra la historia de un joven médico americano
se desinfectan, dan origen a supuración y pueden que le dijo al Padre Pío: "No creo en sus estigmas,
degenerar en gangrena. le han salido porque estaba obsesionado por las
4 - Los estigmas están acompañados tl~ llagas del Crucificado". Y el buen fraile le respon­
hemorragias continuas. No es así en las otnas dió, con una sonrisa bondadosa: "Muy bien, hijo.
llagas. Piensa intensamente en un buey, verás cómo te
5 - Los estigmas persisten de manera inal­ salen cuernos". Esta ocurrencia convenció a ese
terable, a pesar de los cuidados médicos: no eern médico.
bian ni debido a los tratamientos terapéutíG©S Si las cosas están tan claras, ¿por qué
ni por sugestión. Duran muchísimos años. ftas la Iglesia no se pronuncia? Porque hay otro
otras llagas, si se medican, cicatrizan. motivo. El Señor concede estas gracias a suje­
Las llagas del Padre Pío responden a tod0 tos que practican las virtudes más heroicas Y
estos requisitos. que, normalmente, tienen también otros dones
54 55
LOS ESTIGMAS GAB RIELE AM ORTH

caridad, su aceptación del dolor y su vida santa


dedicada sólo a hacer el bien.
No existe quien no conozca episodios de
conversión, de regreso a la Iglesia, de vidas trans­
formadas por el encuentro con el padre. Son he­
chos que no pueden dejarnos indiferentes; más
que las curaciones, etc., a pesar de que el exceso
de entusiasmo de algunos o el fanatismo de otros
nos pueda molestar.
Bajo Pío XI se realizó una visita al padre
y la opinión resultante fue negativa. Pero no era
una opinión oficial y, mucho menos, infalible.
con Dios. Era una opinión como muchas, expresada por
Este es el motivo por el que la Iglesia no se un médico que fue tachado rápidamente de bu­
pronuncia. Pero esto no significa que no podames rro por otro médico. Con todo el respeto hacia
tener una convicción personal sobre el Padre Fí@, los médicos. Pío XI era ajeno a estas cosas. En
tenemos todo el derecho. Es lícito para nosoti,;0s cambio, se sabe que el día de la beatificación de
admirar en él los prodigios de la gracia, [no G0- Santa Teresita de Lisieux se vio al Padre Pío pre­
metemos ningún pecado al hacerlo! Pero también sente en San Pedro (aunque contemporáneamen­
en este juicio personal no debemos seguir el ea:­ te estaba en San Giovanni Rotando). Un conocido
pricho o el humor. En el Evangelio se indica est!a monseñor, testigo del hecho, lo refirió al Papa,
regla: "Por el fruto se conoce el árbol; si el füu 0 añadiendo que también don Orione lo había vis­
es bueno, el árbol es bueno"3• Así, el juicio lo ha­ to. Y el Papa respondió: "Si lo ha visto también
cemos observando la paciencia del Padre Pío, su don Orione, lo creo".

3 Cfr. ML J 2, 33 [N.<l.T.J

56 57
LOS ESTIGMA S GAB RIELE.AM ORTH

Además del valor de cuanto afirma, hubo una con­


tinuación que nunca le he dicho a nadie. Al cabo
de poco tiempo fui a San Giovanni Rotando, aco­
gido por mi querido amigo el padre Mariano, que
puede dar testimonio de estos hechos. Me presen­
tó al superior, el padre Carrnelo da Sessano, du­
un hombre como el Padre Pío. Es un hombne e rante seis años superior del Padre Pío y desde ha­
iIDios, un "Sacerdote grande", en el pleno ejenGi cía cincuenta su'hijo espiritual. Es decir, conocía
cio del ministerio que tiene un eco mundial. al Padre Pío muy bien.
Algunos se sentirán satisfechos con estlo Llevaba conmigo ese número de Famiglia
Quien además reconoce en él otros carismas so­ Cristiana y se lo ofrecí al padre Carmelo, pero él
brenaturales y le considera un instrumento rdel me dijo enseguida: «Todos hemos leído el artícu­
Señor para gracias extraordinarias, que pie:nss lo». Y yo: «¿Le ha gustado? ¿Piensa que es fidedig­
de nuevo en las muchedumbres de fieles que van no?». El padre Carmelo: «Les ha gustado a todos.
a San Giovanni, en las altas personalidades eel&­ Lo hemos compartido. Se notaba el esfuerzo que
siásticas y civiles que se dirigen a él, y se sentll'.-­ ha hecho para frenarse, que tenía ganas de decir
bien acompañado». más cosas». Me miró con una sonrisa cornpla­
ciente, con aire de quien está revelando algo im­
portante. Prosiguió: «Le he enseñado la revista
CUARENTA AÑOS DESPUÉS al Padre, sabía que ya la habíamos leído Y me la
ha pedido. Se la ha llevado a su celda y al día si­
Han pasado cuarenta años desde que escribí este guiente me la ha devuelto». Yo estaba impacien­
artículo, en tiempos dificiles. No tengo que FeGti­ te por saber y pregunté rápidamente: «¿Qué ha
ficar nada. Más bien me gustaría decir a quien me dicho el Padre Pío?», El padre Carmelo: «Nada.
lee por qué doy tanta importancia a ese artículo. No ha dicho nada. Estaba tan sereno que he

58 59
LOS ESTIGMA S GABRIELEAM @RTH

espejo. Es inútil querer esconder lo que Dios ha


querido que se viera.
Y cuando el objetivo terminó, también
los estigmas desaparecieron, de manera más
misteriosa de cómo aparecieron. Después
de cincuenta años: 1918-1968; viernes 1918,
viernes 1968.

~ e fueran su auténtica tarjeta de visita: he ag_ í


e] sacerdote de Cristo Crucificado.
Se sabe que todos íbamos a ver al Pairue
Pío por su misa y sus confesiones, no para zer
los estigmas. Pero saber que este sacerdote esfüg­
matizado, primero entre todos los sacerdotes ~no
sabemos de ningún otro sacerdote que los ha~a
tenido, por ahora), tenía estampado este sellb
que lo hacía no sólo partícipe de la Pasión, s,tno
casi una reproducción de la Pasión de Cristo, e •a
el atractivo que te llevaba a él.
Si el Señor no hubiera querido conceclen
al Padre Pío este recuerdo clarísimo, habría se­
guido manteniendo los estigmas invisibles. Si fos

'
hizo visibles, sangrantes, analizables, es por,que
quiso manifestar al mundo claramente la ventla­
dera identidad de este ministro suyo, írnitaddll..

60 61
1
DE TODO EL MUNDO

Cuando el Padre Pío recibió los estigmas, ya


había un grupo de personas que acudían a él
para confesarse y para la dirección espiritual.
Además de sus hermanos, estas fueron las per­
sonas que se dieron cuenta de lo sucedido, por lo
que la afluencia de gente procedente del mismo
San Giovanni y de los pueblos vecinos aumentó.
Y cuando la noticia se difundió aún más por
medio de la prensa, empezó a llegar gente de toda
Italia y del extranjero. Así, ese pueblo perdido
en el Gargano, al que era tan difícil llegar y que
tenía una infraestructura de acogida tan escasa,

63
DE TODO EL MUNDO GABRIELE AMORTH

se convirtió de repente en un centro de pelie , 1- Padre Pío, se autodenominaban reguladores del


naciones, que aumentaron cuando el padre esfa­ flujo de personas y que hacían lo que ellos que­
ba en vida, y más aún después de su muente. rían, a veces torpemente.
Lo que se puede afirmar con certeza es que
no fueron los frailes los que alentaron las visitas
al padre. Cuando salieron los primeros comuni­
cados de prensa (el primer periódico que habló
del Padre Pío fue Il Mattino de Nápoles, el 20
de junio de 1919) cayó sobre esos pobres frailes
una lluvia de reproches, como si hubiese sido
culpa de ellos. El provincial, el padne Ben.edetto,
llegó a escribir al superior del convento de San
Giovanni: «Prohibo sub gravi (es decir, como si
peticiones, a menudo acompañadas de notas tle fuera pecado mortal) que se comunique a nadte
recomendación, cuyo fin era siempre el mismo: los hechos sucedidos y que sucederán».
queremos hablar con el Padre Pío. Conminaba a no dar a nadie la foto que se
Por parte de los superiores tenían la: 011- había tomado del Padre Pío, en la que se veían cla­
den severísima de callar; por parte de los fieles ramente los estigmas; a no hablar de su fiebre, que
que acudían estaban presionados por contirmas llegaba a los 48,5 grados; a no difundir noticias de
peticiones. Es humano que se pudiera perde Iª curaciones o conversiones atribuidas al padre; todo
paciencia. esto reconociendo -por lo menos esto- la seriedad
Recuerdo muy bien que los primeros añ0s del parecer médico y la ejemplaridad de vida del
yo no era el único que me iba de San Giovanni Padre Pío.
entusiasmado con el Padre Pío y, también, mo­ El Padre Pío celebraba su.larga misa Y con­
lesto por la descortesía de los frailes y, tal w.ez. fesaba, a veces hasta dieciséis horas al día. Esto
aún más, de ciertas personas que, alrededor ~ significaba que si alguien iba a verle empujado
64 65
DE TODO EL MUNDO GABRIELE :AMQRTH

Se puede comprender, entonces, la res­


puesta que le dio a una pobre mujer que se ha­
bía desahogado con él por lo mucho que sufría
y que, en un determinado momento, exclamó:
«Comprendo que la agonía de Cristo en la cruz
fue un sufrimiento más grande gue cualquier
alque Benedicto XV definió con convicción << otro. Pero duró sólo tres horas». El Padre Pío
werdadero hombre de Dios». miró a esta mujer con compasión y le dijo len­
La jornada, la vida del Padre Pío, esta: tamente desde lo más hondo de su corazón Y de
'
su experiencia personal: «¿Acaso no sabes que
Jesús está en agonía hasta el final del mundo?».
pequeña iglesia, de un pequeño convento, er,iliite Sí, había muchos signos además de los es­
el altar y el confesionario, el coro y su celda:. S tigmas: el perfume, la bilocación, su don de es­
puede decir que vivió en un espacio de p0GOS: crutar las conciencias, las profecías, las curacío­
metros cuadrados. Ni viajes, ni predicaciones nes, las conversiones ... muchos hechos que nos
ni tareas especiales o de confianza. Nunca ffi¡v.!J confiábamos entre nosotros, que transmitíamos
vacaciones. Sólo muchedumbres exigentes q a oralmente y que, a menudo, acabaron en sus
venían de lejos, atravesando dificultades y ea - biografías.
gadas de mucho sufrimiento. Porque tenemos que decir que en los largos
Además, estaban sus luchas inter,naS;.. espacios de tiempo en los que no estábamos en la
Sobre todo de 1910 a 1922, años en los que vivfij I<> iglesia, hablábamos entre nosotros y todos tenía­
que los grandes místicos llaman «la noche osen mos algo que decir. También cuando volvíamos a
ra», como testimonian las cartas a sus directo es nuestra ciudad, cuando nos veíamos, cuando nos
espirituales. Vivió una continua agonía, come s-i reuníamos quienes habíamos ido a ver al Padre
estuviera perennemente crucificado. Pío, empezábamos a hablar de él, de los hechos
que cada uno de nosotros había vivido, Y no
66 67
DE TODO EL MUNDO GAB RIELE AMORTH

peregrinos. Se gastaba poco, porque despüés el


Padre Pío se enfadaba si la gente se apnovechaba
de los peregrinos. Había una gnan eordralídad en
esas estancias sencillas y pobres,
Recuerdo que ya había luz eléctrlca. Pero
para lavarse había cántaros de agua y palanga­
· ue permanecía. Y, así, nacía el deseo de v0lMe nas. De los baños, mejor no hablar,
Por la mañana, el despertador sonó a las
cuatro. La misa del padre empezaba a las cinco
WII PRIMERA VISITA pero yo, a las tres y media, ya estaba levantado.
Después, recorrí los dos kilómetros de carrete­
Agosto de 1942, fecha de mi primera ra que llevaban al convento, con un viento frío
Padre Pío. Nunca pensé que volvería duFanfe que penetraba en los huesos. El camino de he­
veintiséis años. Eran los tiempos de la gue a rradura ya no existía, la carretera estaba asfal­
por lo que no había la muchedumbre de los añ0 tada. Decían que había sido hecha por orden de
precedentes y que habría luego, una vez terrnd a Mussolini. La puerta de la pequeña iglesia esta­
do el conflicto bélico. Recuerdo el lento tren que! ba cerrada. Quienes habían llegado antes me di­
desde Nápoles, me llevó a la estación de Fogg,iru jeron que la puerta se abría cinco minutos antes
Bueno, en realidad, no había estación; había sido del inicio de la misa, con el tiempo justo para en­
bombardeada. Había sólo vías. trar y asistir a la misa desde el principio.
Me acompañaba mi anciano párroco, , 0 Haber llegado tan pronto había sido inútil,
Andrea Barbolini, que quiso regalarme ese Miaj • aunque había otras personas que habían llegado
Subiendo con el autocar a San Giovanni Rotondb incluso antes que yo.
encontramos rápidamente una señora dispuesta: ¡Qué frío hacía delante de esa iglesia! He
acogernos en su casa. No había ni hoteles ni nen­ sufrido ese frío muchas otras veces, sin amparo
siones, pero muchas casas acogían con gusto a [, s de un viento que soplaba entre las piedras de la
68 69
DE TODO EL MUNDO GABRIELE AMGRTH

dos hileras a lo largo del pasillo que e] padFe re­


correría para volver a entrar en e1 convento.
Él pasó lentamente, mientras todos in­
tentaban besarle la mano o hacer que la pusie­
Nada que hacer. ra sobre sus cabezas, en señal de ben.dici0n. Y,
mientras se acercaba a la puerta, un c0F0 inin­
terrumpido de voces: «Padre Pío, rece por mi
hijo moribundo»; «Padre Pío, estoy perdiendo
la vista, rece por mí»; «Padre Pío, he tenido un
accidente laboral, rece para que pueda volver al:
trabajo»; «Padre Pío, mi esposa tiene una fiebre
desconocida para los médicos, rece».
mano se quitó los mitones, que ese fraile gu tlo Cuando llegaba a la puerta, el Padre Pío se
en la alforja. giraba, impartía una larga bendición y entraba
En pocos minutos la iglesia se había: ll en el convento. Una vez, en una de mis siguientes
nado tanto que para la celebración se prepamó el visitas, mientras se daba la vuelta para bendecir,
altar mayor. Habitualmente, el Padre Pío eelm, oí una frase que se le debió de escapar en dístín­
braba en el lateral, en el altar de San Franciseo. tas ocasiones, porque también la he leído en algu­
También yo recibí la comunión de manos , el na de sus biografias: «Todos tienen su cruz; todos
padre y recuerdo la atención, pero también el piden que se les libre de ella. Pero si supieran lo
cansancio, por esa misa que duró una hora y @l!l valiosa que es, la pedirían».
renta y cinco minutos. Después de un breve ag1ra­ Prometía sus oraciones para todos, bien
decimiento tuvo lugar la confesión de los h0m­ con palabras, bien con simples gestos. Por la tar­
bres en la sacristía, seguida por la de las mujenes de estaban todos de nuevo en la iglesia para asis­
en la iglesia. Al final vi que todos se situaban: en tir a las confesiones y para rezar. Se puede decir

70 71
DE TODO EL MUNDO GAB RIELE AMéJRTH

Pero el recuerdo de esa misa q1:iedó viva­


mente grabado en mi memoria. Comprendí que
sólo por ella debería volver.

tlonde una vez me invitó el fraile que le ac0mna•


ñaba a servirle en la misa.
Esa primera visita no me entusiasmó. Iffi
consejos que el Padre Pío me dio y que me hafü
impulsado a ir, estaban llenos de sentido común
pero no eran nada especial; eran iguales a los gue
me habría dado cualquier otro sacerdote.
No tenían nada de extraordinario, cnrn
hubiera deseado. Aprendí una lección que me es
útil también hoy: nadie tiene al Espíritu Sant0 en
el bolsillo y también las personas más santas
más dotadas de carismas reciben del Señor d0ne&
especiales vez por vez, cuando Él quiere. Pongue
de todo hay que dar gracias al Señor.

72 73
A QUIÉN PERDO,N AB llt@S
PECADOS ...

«¿Qué hace el Padre Pío?»,


«Santidad, quita los pecados del mundo»,
Este simple intercambio de frases entre
Pío XII y el obispo de Manfredonia, mons.
Andrea Cesarano, durante la visita ad
limina en abril de 1947, nos indica claramente
cuál ha sido la principal actividad apostólica
del fraile estigmatizado. Estoy convencido de
que en esa revelación de 1903, en la que al joven
Francesco, a punto de entrar en los capuchinos,
se le preanunció que llevaría a cabo una altísima
75
A QUIEN PERD ONAR LOS PECADOS...

ciera una excepción.


Había sido ordenado sacerdote en i1J9, O.

mes de abril de 1913 escribió dieciocho ca tas a


su provincial, insistiendo para obtener la faoül­ Primero de todo, es necesario hacer una pre­
tad de confesar. Su superior temía por su sru misa. Para el Padre Pío confesar era un esfuerzo
física; tampoco estaba seguro de que el Padre inmenso, no sólo por la repulsión que sentía ha­
cia el pecado como ofensa a Dios, sino también por
sus luchas interiores, que nunca le abandonaron.
Durante toda su vida se sintió un grandísimo pe­
cador y tenía una «obsesión que le taladraba el ce­
rebro y el corazón: el miedo de no estar en gracia de
Dios».
Si se mostraba seguro en la guía de las al­
recompensado con creces, viviendo en el 00fffi . mas, igual de incierto y timorato se sentía hacia
sionario la mayor parte de su tiempo, hasta a sí mismo. Además, también él, hombre como el
76 77
A QUIEN PERDONAR LOS PECAIY©S...

el corazon».

por lo que el Señor le concedió un carisma! m¡an­


dísímo, e1 de escrutar las conciencias. ofender a Dios? Vete de aquí», y por esa vez no
había nada que hacer.
Sus confesiones eran como acontecímíen­
¿CÓMO CONFESABA? tos de anuncio y de salvación, de dolor y ategt-ía,
de reproche y amor. Lo demuestra una carta es­
«A quienes perdonéis los pecados, les queda:"''n
;-;fflom,,.,. crita en Foggia el 23 de agosto de 19!6:
donados; a quienes se los retengáis, les quetlan
retenidos». Estas palabras del Evangelio de sa «Tiene que saber que no tengo un mi­
Juan (20, 23) estaban firmemente grabadas eN I nuto libre: hay tal multitud de almas
corazón del Padre Pío, junto a la percepci@R He: sedientas de Jesús que se precipitan
tener que ser ministro de la misericordia a1iMíina. sobre mí, que hacen que me tire de los
Sabía que podía absolver y no absolver, segflr pelos» (Ep. I).
disposiciones del penitente.
78 79
A QUIEN PERDONAR LOS PECA!ID®S...

Infundía en el

la caridad sacerdotal.
A un penitente le tuvo que decir:

«¿No ves lo negro que estás? Arregla


tus asuntos, cambia de vida y luega
vienes y te confiesas».
te repite: te son perdonados muehss P,e­
El padre Tarcisio, que estaba preseE:t cados porque has amado mucho» '@Jlp.
la escena, se quedó asombrado por la res:r:i, es• • III).
pero el Padre Pío le dijo:
Y de nuevo:
«[Si tú supieras con qué dardos ha sida
atravesado antes mi corazón! Pero si «Estad seguros de que Dios puede re­
no me comporto así muchos no se con­ chazar todo en una criatura concebida
vierten a Dios... >>. en el pecado y que lleva la huella inde­
leble heredada de Adán, pero no puede
A veces repetía: en absoluto rechazar el deseo sincero de
amarle» (Ep. IV).
«Te he generado en el amor y en el do­
lor». «Puedo también atacar a mis hi­ A un alma que le preguntó qué es el con­
jos, pero ¡ay de quien me los toque!... .& fesionario, le respondió: «Es el trono donde se
fuerza de golpes quiero llevarlos hacia sienta la majestad de Dios». A un joven que llora­
arriba». ba, el Padre Pío le preguntó: «¿Por qué lloras?».
80 81
A QUIEN PERDONAR LOS PECM@JS... GA:BRIEIJE JtlM©R/RHI

mí mismo».

El Padre Pío solía decir:


memorando al Padre Pío, dijo:

«Para él, el confesionario era origen,


de mucho sufrimiento interior, espirrii­
tual: su pasión. El pecado le pesaba, eZ
pecado que él escuchaba, constatabii la misma moneda».
y reprochaba, pero para llamar sobm:
él la misericordia de Dios; el pecad0 El 3 de junio de 1919
que perdonaba en nombre de Dios era Benedetto:
una herida para su alma... Y él unia
su sufrimiento al de Cristo para que «Dedico todo el tiempo a liberar a los
se les perdonaran las culpas a sus hermanos de los lazos de Satanás.
hermanos». Bendito sea Dios... La mayor cavidad
es arrancar las almas de las garras de
Satanás y ganarlas para Cristo. Y esto
es lo que hago continuamente de noche
y de dia... Hay conversiones magnifls
cas» (Ep. I).
«Jesús y María, piedad»; «Oh, Jesús,
te encomiendo esta alma, tienes que
82 83
sed»:

siendo asiduos de San Giovanni.


El Padre Pío amaba al pecador, pero erra in:­
transigente con el pecado. Algunas sa:Iidas suyas
son famosas: «[Desgraciado, te vas al Inñernot»:
«¿Cuándo dejarás de ser un guarrc?»; «¿;No sabes
que es pecado mortal? [Vete!». La gente supl'ica­
ba, insistía, pero era dificil que en esa ocasión
cambiara de parecer. No le importaba quien
4 Los textos citados en este capítulo han sido sacados de Los cuadernos el flh
Casa Solíievo della Soffere11za, suplemento n. 1 O, pp. 69-71.
84 85
ro decírselas».
Una noche me paró delante de la iglesia:,
ya cerrada, un hombre que seguramente había
ya superado los sesenta años. Nos e0n0cfamos de
vista, de esperar en fila nuestro turno. Me 0.1i1o:
«Sabe, padre, no he venido a: contesarme. Sé muy
bien que podría confesarme con cualquier sa­
cerdote que me absolvería. Pero y0 no creo. He
86 87
89

A QUIEN PERDONAR LOS PECADOS...

fue más severo en el confesionario y en algUD


ocasión negó la absolución. Cuando el veranos·
guiente volvió a San Giovanni, el Padre Pío,
cuanto le vio, arremetió contra él: «Pero, ¿q ·
te crees, que eres el Padre Pío? Yo sé cuándo
debe negar la absolución. ¡Tú tienes que absol
ver!». También esta es, evidentemente, una r LA MISA DEL PADRE PÍO
puesta que vale para ese caso en particular.
Del Padre Pío confesor queda grabado
gesto solemne con el que impartía la bendició
mientras pronunciaba las palabras de la absolu
ción. Todos los sacerdotes absuelven, pero la a
solución del Padre Pío dejaba una paz que era m
don verdadero del Señor. A veces con algo más.
Un amigo sacerdote pudo ver, mientras En la estampita recordatorio de su primera misa,
Padre Pío alzaba la mano, que un pequeño hilo el Padre Pío escribió de su puño y letra:
sangre salía por debajo del mitón. Le causó u
gran impresión. Supo lo que le costaban al Padr «Jesús, mi suspiro y mi vida, hoy que
Pío las confesiones. te elevo con trepidación en un misterio
de amor, haz que yo sea contigo cami­
no, verdad y vida para el mundo y, por
ti, sacerdote santo, víctima perfecta».

He asistido en innumerables ocasiones a


las misas del Padre Pío y, no obstante, me resul­
ta dificil hablar de ellas. En su misa había algo
92 93
LA MISA DEL PADRE PÍO
GABRIELE AMORTH

especial, por lo que se había convertido en el cen.


hecho, hay muchos modos de asistir al sacrificio
tro para las muchedumbres que acudían a Sa~
divino. Desde el que está presente sólo para poder
Giovanni. Puedo decir cosas que han visto, dicho
decir «He estado en misa», hasta el que participa
y repetido muchos; esto significa que determini
con todo su ser, o se ofrece en unión con la víctima
dos aspectos de la misa del Padre Pío eran capta.
divina. La misa, celebrada o escuchada, también
dos por todos de la misma manera.
puede ser el espejo de nuestra relación con Jesús,
«Haced esto en memoria mía»: está claro del amor que sentimos por Él, del conocimiento
que cuando se habla de la misa del Padre Pío nose que tenemos de Él, de la intimidad alcanzada, de
aborda lo esencial del sacrificio eucarístico, idén­ la dedicación con la que nos entregamos.
tico en todas las misas, celebrado por cualquier Son conceptos que pueden ayudarnos a
sacerdote. Se podrá observar mayor o menor ra, comprender con qué actitud podemos hacernos
pidez; se podrá tener la impresión de mayor o me­ una idea de cómo era la misa del Padre Pío, esta
nor devoción; la propia gente participará con més celebración en la que el padre se entregaba Y
0 menos ganas si celebra un sacerdote en lugar expresaba todo su ser: su amor a Dios-Crucificado,
de otro. A menudo nosotros, sacerdotes, hemos al Dios-Amor, al Dios-Víctima por los pecados,
oído que nos daban este consejo: «Celebra tu misa al Dios-Salvador, al Dios que le hacía partícipe
como si fuera la primera de tu vida, o como si fue­ de su obra de redención.
rala última». Otras veces se dice: «Mira cómo ce­ Debemos volver a reflexionar sobre la vida
lebra la misa un sacerdote y te harás una idea~ del Padre Pío. Reflexionar sobre sus largas medi­
cómo es él». taciones, diría ininterrumpidas, sobre la pasión
Pueden parecer observaciones superficia· de Cristo, acompañadas por numerosas lágrimas;
les, pero en realidad tienen algo de verdad, de pro­ al horror que sentía ante el pecado, a su amor
fundo · Lo es encí· al de la misa es siempre 1 0 mi · por Jesús, al ofrecimiento de sí mismo como víc­
tima por los pecadores, por las almas del purga­
mo, porque el sacerdote principal es Cristo; pero
también el sacerdote pone algo suyo, a vecesP o torio, por la Iglesia y el mundo. Y tenemos que
mucho. Com 0 t ._ . . de tener presente cómo el Señor quiso asociar este
amb1en quien asiste a la misa,
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94
LA MISA DEL PADRE PÍO GABRIELEAMORTH

ministro suyo a la obra de redención: las luch levantarse. Y las largas pausas, con la mirada fija
contra Satanás, la oscuridad de la fe y la progresí velada por las lágrimas, dando la impresión de no
va participación en la Pasión, cuya culminació poder proseguir.
son los estigmas visibles. Alguien ha definido la misa del Padre Pío
No asombra, entonces, que la celebració como «un auténtico espectáculo sobrenatural».
de la misa del Padre Pío fuera un revivir real Ciertamente, era tan mesurada que no tenía nada
mente la Pasión de Cristo. Cuando subía al altar de teatral. Pero, ¿por qué llegaba gente de todo el
con su paso dolorido, parecía que estaba subien mundo a un lugar de tan dificil acceso y a una
do al Calvario. Las palabras que pronunciab hora tan insólita, para asistir a esta misa que no
eran las palabras litúrgicas; y la gente respondí terminaba nunca y que, cuando había acabado,
al unísono, algo más bien raro entonces, cuan se deseaba que continuara? No hay duda de que
do en general respondían sólo los monaguillos. el Padre Pío revivía la Pasión de Jesús.
También en esto se veía el esfuerzo de los presen Sabemos que hay santos y santas, a me­
tes por participar lo más posible. nudo estigmatizados, que los viernes o durante
Todas las miradas estaban fijas en ese ros­ la Semana Santa revivían la Pasión. Pienso en
tro que se contraía continuamente con evidente santa Verónica Giuliani, santa Gemma Galgani,
sufrimiento, aunque el padre hacía claros esfuer­ Teresa Newman, la venerable Alessandrina
zos para que nadie se diera cuenta; las lágrimas Maria Da Costa... Pero ninguno la vivía durante
que le inundaban el rostro y que él secaba con un la misa.
gran pañuelo que tenía siempre al alcance de la El Padre Pío es, por ahora, el único sacer-
mano, fingiendo que se secaba el sudor; ese gol­ dote estigmatizado. Y este revivir la Pasión como
pearse el pecho en el mea culpa y el Agnus Dei, sacerdote, durante la misa, me parece que tenía
con unos golpes tan fuertes que nadie comprendía un fin especial que los fieles, tal vez inconscien­
cómo podía propinárselos con sus manos heri­ temente, intuían.
das; ese prolongado estar de rodillas, que a veces La misa del Padre Pío no era un mis­
daba la impresión de que no tenía fuerzas para terio especial. El verdadero misterio, que
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LA MISA DEL PADRE PÍO GABRIELE AMORTH

comprendemos tan poco, es la misa. Es un sacri­ sacrificio vieron derrumbarse todas sus indeci­
ficio, es el memorial incruento de la cruz, es la siones, se donaron a Dios totalmente, por medio
inmolación de Jesús que se ofrece al Padre como de la vida sacerdotal o religiosa.
víctima por nosotros y que se da a nosotros como He conocido con profundidad a un hombre,
alimento de vida eterna... Intentamos ayudarnos en plena madurez, que nunca había ido a misa.
con expresiones verdaderas, pero incompletas. Me asombré cuando me confió que había ido al­
Me parece que la gente, observando al Padre gunos días a San Giovanni y que había asistido
Pío, en realidad se esforzaba por comprender el todas las mañanas a la misa del Padre Pío. Le pre­
verdadero significado de la misa. Muchos sacer­ gunté qué había sentido. Recuerdo exactamente
dotes y fieles me han dicho que han comprendido sus palabras: «Me ponía siempre en el fondo de
qué es la misa sólo después de haber asistido a la la iglesia, sentía vergüenza de mí mismo. De vez
misa del Padre Pío. en cuando alzaba los ojos para mirar al padre. Me
Cuando se le pedía que explicara la san­ maravillaba que tolerase mi presencia y no me ex­
ta misa, respondía: «Hijos míos, ¿cómo puedo pulsara». Me pareció el publicano del Evangelio,
explicárosla? La misa es infinita como Jesús ... ». del que Jesús dice que salió perdonado.
Y añadía: «El mundo podría estar sin sol, pero no Un obispo me decía con gran
podría estar sin la santa misa». convíccíón: «Para comprender quién es
Lo que sucedía en las almas durante esas el Padre Pío basta con asistir a su misa».
misas, era todo y sólo obra del Espíritu Santo. Cada misa era una agonía. Pero también
Personas que iban por curiosidad, acababan llo­ era una lluvia de gracias, a menudo extraordina­
rando como niños; hombres que no creían, du­ rias. No se necesitaban explicaciones: se veía que
rante ese sacrificio veían desaparecer todas sus eso era un sacrificio, el sacrificio de Jesús al que
dudas; gente a la que le era dificil arrepentirse, se unía el sacrificio del celebrante Y al que inten­
perdonar, cambiar de vida, durante esa misa taban unirse todos los presentes.
maduraban con decisión un cambio radical de Soy consciente de que se ha escrito mucho
vida. Muchos chicos y chicas que durante ese y mejor sobre la misa del Padre Pío. Pero creo
98 99
LA MISA DEL PADRE PÍO

que hablar de ella siempre es útil, sobre todo


para los fieles que con tanta facilidad se olvidan
de ella o que la escuchan distraídamente. Y es
útil para los sacerdotes que a veces la despachan
con gran rapidez.
¿Pero saben qué es la misa?
UNA INMENSA FAMILIA

A continuación hablaremos de una gran obra visi­


ble del Padre Pío, la Casa Sollievo della Sofferenza.
Pero hay que hablar de otra gran obra suya que
no ha sido construida con ladrillos, sino en el co­
razón de las personas: los hijos espirituales del
Padre Pío.
No es fácil establecer una fecha de inicio.
Cada sacerdote tiene hijos espirituales desde
que hay personas que recurren a su ministerio
sacerdotal con continuidad. Respecto al Padre
Pío, hablar de continuidad es poco; creo que es
más exacto hablar de estabilidad. Y no se ha
100 101
UNA INMENSA FAMILIA GABRIELE AMORTH

tratado sólo de una estabilidad en recurrir a él, Dios, para dedicarse a una vida de oración bajo
sino que a veces ha sido una estabilidad física, su dirección espiritual, vemos entonces que la
de residencia. elección de Maria Pyle no era, después de todo,
Observamos, como primer núcleo, a ese tan insólita.
grupo de personas que desde 1917 recurrían a él Añado también el gran bien que la ameri­
como confesor y director espiritual. A menudo él cana realizó a su alrededor: era extremamente
seguía aconsejándolas por medio de cartas, cuan­ acogedora, hasta el punto que acogió a los padres
do vivían lejos. Es el motivo por el que poseemos del Padre Pío, que murieron en su casa.
ese patrimonio valiosísimo que es la correspon­ ¿Cómo se llega a ser hijo espiritual del
dencia del Padre Pío. Indudablemente, ha habido Padre Pío? Con la constancia de ir y confesarse
personas que sintieron de manera tan poderosa la con él. Pero había también otro sistema, utiliza­
ayuda del Padre Pío que iban a verlo con mucha do sobre todo por las personas que tenían pocas
frecuencia o que incluso se establecieron cerca posibilidades de volver a verle y por todo el que
de él. Todos los que conocían un poco el ambiente quisiera serlo. Es lo que hice yo cuando me ense­
que giraba alrededor del Padre Pío sabían quién ñaron este sistema. Bastaba preguntarle, pedirle
era la americana, Maria Pyle, que ya en 1925 se ha­ ser aceptado como su hijo espiritual. Por lo que
bía dado cuenta de la santidad del Padre Pío y que, yo sé, a todos les dijo que sí. El mismo declaró en
para estar cerca de él, construyó su casa un poco diversas ocasiones: «No llamo a nadie y no expul­
más abajo del convento, en la que vivió el resto de so a nadie».
su vida. A mí me sucedió una cosa aún más hermo­
¿Exageración? ¿Fanatismo? A algunas sa. Ya sacerdote, empecé a tener yo también mis
personas, inicialmente, así les pareció. Pero si hijos espirituales. ¿Qué podía hacer para ser una
pensamos, por ejemplo, en el momento en que ayuda mejor para ellos? Le comenté mi problema
surge la vida cenobítica, cuando muchos deja­ al Padre Pío y le hice una petición especial: «Le
ban todo para construirse una cabaña cerca de pido que acepte como hijos espirituales suyos
un hombre considerado verdadero hombre de todos los míos, presentes y futuros». Tras unos
102 103
UNA INMENSA FAMILIA GABRIELE AMORTH

instantes de reflexión, el Padre Pío aceptó con dando un paseo con dos amigos muy alejados de
decisión. Entonces le dije: «jl.os míos le llamarán la fe. Estaban pasando delante de una iglesia y
Abuelo Pío!», Se rió con gusto de esta ocurrencia. se preguntó: «¿Me santiguo? ¿No me santiguo?
Puedo decir que el Padre Pío mantuvo su ¿Doy buen ejemplo o dejo que se burlen de mí?».
palabra. Para todos es padre (¡y para nadie abue­ Es inútil decir que con estos pensamientos en
lo!) y muchas veces ayudó a mis hijos espiritua­ la cabeza dejaron atrás la puerta de la iglesia.
les también de manera extraordinaria, aunque Entonces oyó una voz que conocía bien que le de­
estos no pensaran en él o supieran de mi pacto. cía: «¡Cobarde!». En cuanto le fue posible fue a
Por mi parte, tengo que decir que la ayuda del ver al Padre Pío.
Padre Pío es de gran eficacia y a veces de manera El Padre, en cuanto le vio, se echó a reír;
sensible, sobre todo desde que me dediqué al mi­ después, con el rostro serio, le dijo: «Por esta vez
nisterio del exorcista. te has librado; pero si lo vuelves a hacer, sentirás
Ciertamente, el Padre Pío era especial­ una colleja».
mente exigente con sus hijos espirituales. Los Yo tenía un aprecio especial hacia un her­
educaba al esfuerzo, al deber y a la cruz hasta mano de mi congregación, don Francesco Testi.
el heroísmo cuando veía que podía hacerlo. Y Era de Módena como yo y nos conocíamos desde
no hay duda de que tuvo grandes carismas para la universidad. Habíamos luchado juntos en la
este fin. Los episodios son innumerables. guerra. Era hijo de Mamma Nina, muy conoci­
Conocí a un joven en San Giovanni que me da en la zona de Módena, como también su tío
contó lo que le había sucedido. Tal vez otros lo don Zeno Saltini. Iba a menudo a ver al Padre
supieron y me parece que alguien escribió sobre Pío, quedándose algún tiempo, por lo que el pa­
ello; pero yo oí el relato directamente del intere­ dre le conocía bien. Cuando fue ordenado sacer­
sado. Se había propuesto, para ganarse el respeto dote, en 1952, fue a celebrar la primera misa en
humano, hacer el signo de la cruz cada vez que la capilla de su madre, fundadora de una obra
pasaba delante de una iglesia. Durante un tiem­ de caridad. El día después celebró en Motta di
po las cosas habían ido bien. Pero un día estaba Cavezzo, en una pequeña capilla donde había
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UNA INMENSA FAMILIA GABRIELE AMORTH

también una religiosa anciana, sor Erminia, expresamente. O, por lo menos, fueron la semilla
muy buena. En un determinado momento de la de los futuros grupos de oración.
celebración, la religiosa se puso a batir palmas, Fueron los grupos de los hijos espirituales
con gran alegría. Cuando acabó la misa le pidie­ los que animaron las fechas dichosas de la vida del
ron la razón de su actitud y ella respondió cándi­ Padre Pío, también cuando las condiciones eran
damente: «Porque estaba el Padre Pío. ¿No le ha­ adversas a causa de los dos decenios tremendos
béis vísto?», Estaba presente el Sr. Cremonini, por los que atravesó el padre. Las fechas dichosas
ingeniero y uno de los fieles seguidores del habrían pasado inobservadas si no hubieran sido
Padre Pío. Esa misma noche emprendió el viaje celebradas por el número cada vez mayor de los
a San Giovanni Rotando y a la mañana siguiente hijos espirituales que acudían a ver al padre. La
se acercó al fraile: «Padre, ayer don Francesco primera de estas fechas fue el 10 de agosto de 1935,
Testi ha celebrado la primera misa en la Motta». bodas de plata sacerdotales del Padre Pío. Era pre­
Y el Padre Pío: «Lo sé. ¡Yo también estaba!». cisamente uno de los dos periodos negros. Se pro­
hibió todo tipo de celebración especial: misa can­
LOS GRUPOS DE ORACIÓN tada, beso de la mano, canto del Te Deum, como
se acostumbraba en circunstancias similares.
Es importante recordar otro hecho, que em­ Pero la pequeña iglesia estaba hasta los topes de
pezó a verificarse de manera espontánea. A fieles. Lo mismo sucedió el 22 de enero de 1953, en
menudo había hijos espirituales del Padre que se celebraba el 50 aniversario de la vestición
Pío que vivían en una misma ciudad, o muy religiosa del padre. Era el periodo del «segundo
cerca. Empezaron a reunirse. Hablaban decenio negro». Sólo se permitió una estampita
sobre el Padre Pío y sus experiencias, pero sobre recordatorio, cuyo texto, dictado por el Padre Pío,
todo rezaban. Es más, al cabo de un tiempo se re­ empezaba así: «Cincuenta años de vida religiosa,
unían sólo para rezar. cincuenta años clavado en la cruz... ». En compen­
Nacieron así los primeros grupos de ora­ sación, estaba presente un gran número de hijos
ción, mucho antes de que el Padre los animara espirituales.
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UNA INMENSA FAMILIA GABRIELE AMORTH

En lo que respecta a los grupos de oración, Sollievo della Sofferenza y el segundo congreso in­
podemos decir que un gran impulso se lo die­ ternacional de los grupos de oración. El Padre Pío
ron las palabras del Papa. Pío XII, sobre todo a habló a los «grupos difundidos en todo el mundo»
partir de 1947, insistió sobre la necesidad de la y les instó: «Nos debemos reunir periódicamente
oración. El Padre Pío se sintió en la obligación para la oración en común. La sociedad presente
de responder a los llamamientos del Papa y en no reza, por eso se rompe en mil pedazos». En los
los años 48-49 animó con decisión la formación últimos días de su vida, el Padre Pío tuvo la sa­
de estos grupos que, el 12 de septiembre de 1959, tisfacción de oír a Pablo VI reconociendo formal­
en concomitancia con el Congreso Eucarístico mente a los grupos de oración.
Nacional, celebraron en Catania su primer con­ Otras celebraciones dichosas de la vida del
greso nacional. padre fueron animadas por sus hijos espiritua­
El día siguiente, 13 de septiembre, se pro­ les, a pesar de las tormentas injustas que se es­
nunció finalmente la consagración de Italia al taban desencadenando contra él. El 10 de agosto
Corazón Inmaculado de María: la radio y la te­ de 1960 era otra fecha muy esperada, las bodas
levisión transmitieron en directo este aconte­ de oro sacerdotales del Padre Pío. En la nueva y
cimiento prestando gran atención a todos los gran iglesia, llena hasta los topes con casi 7 .000
detalles, al que siguió el mensaje por radio de fieles, asistieron a su misa tres obispos y las
Juan XXIII. Subrayo estos acontecimientos, de máximas autoridades de la provincia y el ayun­
los que formé parte, porque los grupos de ora­ tamiento. Por la noche hubo incluso una alegre
ción del Padre Pío dieron una gran contribución procesión de antorchas.
con sus oraciones. Fui testigo de ello cuando me Por fin una fiesta como era debido.
entregaron una serie de volúmenes que yo confié Llegaron mensajes de felicitación de hombres de
al templo de Trieste, construido a propósito para gobierno, de cardenales y obispos. Entre ellas,
recordar ese acontecimiento. una carta de felicitación del cardenal de Milán,
El 5 de mayo de 1966 se unieron dos celebra­ el futuro Pablo VI.
ciones: el decenio de la inauguración de la Casa
108 109
UNA INMENSA FAMILIA GABRIELEAMORTH

MEJOR QUE UN FAX Sofferenza, tenía en Roma un confesor capuchi­


no, el padre Pío de Mondreganes, español. Este
¿Cómo conseguían comunicarse con el deseaba ir a ver al Padre Pío, pero nunca había
Padre Pío muchos de sus hijos espirituales? conseguido el permiso. Durante un periodo fue
Estaban los métodos habituales: confesarse o ser enviado a Cosenza para que llevara a cabo su
recibidos en el locutorio (para quienes tenían ministerio. Antes de volver a Roma dijo esta
que hablar de cosas importantes y que ya eran oración: «Si es verdad, como se dice, que nues­
muy conocidos), decirle algo mientras pasaba, tro ángel custodio conoce al Padre Pío y le lleva
escribirle, hacer que un fraile o alguien que le nuestros mensajes, que le diga que estoy en el sur
veía con frecuencia le transmitiera el mensaje de Italia y que me gustaría ir a verle». El mismo
deseado... día el superior del convento de Cosenza le pro­
Pero también había otro método, que mu- puso: «Antes de volver a Roma, ¿quieres ir a San
chos han experimentado y que también yo expe­ Giovanni Rotondo?». Aceptó con entusiasmo Y el
1 rimenté; un método más rápido que el telegrama día siguiente ya estaba de viaje. Cuando se acercó
o el fax actual, que entonces no existía: recurrir al Padre Pío, al final del encuentro, le preguntó:
al propio ángel custodio. Este tema merecería, «Padre, ¿le ha venido a ver mi ángel custodio?».
por sí solo, ser tratado aparte. Se han escrito li­ El Padre Pío respondió: «Sí, ha venido una vez,
bros al respecto. Es un hecho que cuando no con­ desde Cosenza».
seguían acercarse al padre, o por la distancia o Creo que el Padre Pío recibió la misión de
por la gran multitud de personas, muchos se di­ recordarnos vivamente todos los misterios de la
rigían con fe al ángel custodio del Padre Pío o al fe: la pasión redentora del Señor y su misericor­
suyo propio y... el mensaje llegaba puntual. dia; la existencia del paraíso, el infierno y el pur­
Me limito a narrar un episodio que na­ gatorio y, también, la existencia de los ángeles, en
die conoce. Vittoria Brenna, hija espiritual del especial ele nuestro ángel custodio, que nos asiste
Padre Pío y mujer de Angelo Battisti, del que ha­ veinticuatro horas al día con enorme desvelo Y en
blaremos en relación con la Casa Sollievo della el que nosotros tal vez no pensamos nunca.
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EL PRIMER DECENIO DE
TRIBULACIONES 1923-1933

Muchas veces nos olvidamos de que donde hay


criaturas humanas también hay defectos huma­
nos. Uno de estos defectos es el fanatismo. Lo en­
contramos continuamente alrededor de personas
que por los más variados motivos despiertan en­
tusiasmo. Lo encontramos alrededor de Jesús y de
muchos santos; lo encontramos junto a actores y
hombres políticos, cantantes y deportistas. No se
puede matar al hombre porque tenga defectos; no
se puede suprimir un movimiento porque conten­
ga algún elemento perturbador. Y es todavía peor
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EL PRIMER DECENIO DE TRIBULACIONES GABRIELEAMORTH

cuando, para castigar a los exaltados, se daña a un Padre Pío, para llegar a la conclusión de que «no
inocente. Se cree que así se extirpa el mal desde había pruebas sobre el carácter sobrenatural de
su raíz; sin embargo sucede lo que Jesús aplicó a los mismos». Pero luego viene lo mejor, el punto
sí mismo: «Heriré al pastor y se dispersarán las al que se quería llegar a toda costa. Ordenaron el
ovejas». traslado del Padre Pío y le prohibieron decir misa
¿Han intentado destruir al Padre Pío? en público. Casi estalla una revuelta popular; mu­
Dejemos que hablen los hechos. Empezaron en chas veces la sensibilidad del pueblo ve mucho
junio de 1922, cuando al Padre Pío le quitaron a más claramente que las autoridades religiosas. De
su padre espiritual, el padre Benedetto, prohi­ acuerdo con las autoridades civiles, se organiza­
biendo cualquier tipo de relación entre los dos, ron para vigilar el convento noche y día, Y así im­
oral o escrita. Sabemos que el padre Benedetto pedir el traslado del padre. El alcalde convenció
fue durante doce años, de 1910 a 1922, un óptimo al provincial de los capuchinos para que se salta­
director espiritual, sabio y prudente. Todavía ra esas disposiciones; el 26 de junio los superiores
hoy cuesta trabajo comprender los motivos de animaron al siempre obediente Padre Pío a que
esa decisión, que resulta injustificada. celebrara de nuevo la misa en público. Mientras
El padre Benedetto siempre había tenido, y tanto, se sabía que el superior general de los frai­
siguió teniendo, toda la confianza de sus superio­ les había ordenado el traslado del Padre Pío a un
res y hermanos. convento apartado en las Marcas; había aconse­
Está claro que al único que quisieron ha­ jado prudencia y determinación, pero no había
cer daño fue al Padre Pío, privándole de una ayu­ fijado la fecha. La disposición fue posteriormente
da y una guía inestimables. suspendida. En compensación, el Santo Oficio,
Luego, las disposiciones en contra del pa­ el 24 de julio de 1924, exhortaba a los fieles a que
dre se fueron volviendo cada vez más duras. El 31 se abstuvieran absolutamente de visitar y escri­
de mayo de 1923 el Santo Oficio declaró que había bir al Padre Pío.
abierto una investigación sobre los hechos (¿cuá­ ¡A saber cuántos delitos cometían en la
les? Nunca lo ha sabido nadie) que se atribuían al iglesia de Santa María de las Gracias, y qué daño
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EL PRIMER DECENIO DE TRIBULACIONES GABRIELE AMORTH

espiritual provocaban las cartas del Padre Pío! de mucha oración y gran sufrimiento. A los her­
Pero esta era la disposición. manos que le dirigían palabras de consuelo, les
Y aún hay más. El 23 de abril de 1926 el contestaba: «Soporto el dolor de esta prueba por
Santo Oficio declaraba «prohibido» el libro de las almas».
Giorgio Berlutti sobre el padre y declaraba que Fueron años tremendos, durante los cuales
«era un deber de los fieles no ir a visitar al Padre no supo cuánto tiempo duraría tan grave castigo;
Pío». desconocía los motivos; nadie le había acusado
El 11 de julio de 1926 el Santo Oficio emi­ de ninguna falta y nadie le había dado la posibili­
tía la misma condena contra el libro de Giuseppe dad de disculparse o de expresar su opinión.
Cavaciocchi y repetía la misma admonición a los Y, sin embargo, aún tenía la fuerza de mos­
fieles: ¡No visitéis al Padre Pío! El 22 de mayo de trarse alegre con sus hermanos, para no hacerles
1931, el Santo Oficio dictaba la misma condena pesar su cruz. Se sentía «como en la cárcel», pero
para el libro de Alberto Del Fante, y repetía la se lo ofrecía todo a Dios, animado por la convic­
admonición a los fieles: nada de visitas ni cartas. ción de que ello también formaba parte de su
Se llegó así al triste 31 de mayo de 1931, «importante misión».
cuando le quitaron al Padre Pío las facultades del Mientras tanto, fuera se enfurecía la tor­
ministerio: le prohibieron celebrar en público, menta. La prensa no se callaba y mucho menos
aunque le permitieron que celebrara en privado, la gente. Necesitaban descubrir los motivos; Y si
dentro del convento, y, sobre todo, le prohibieron no se conocían, siempre había alguien que tenía
que confesara. la habilidad de inventárselos. Se hablaba de acu­
Cuando, algunos días después, el saciones sobre las donaciones que le entregaban
padre Raffaele tuvo el doloroso encargo de comu­ o le mandaban, y que él entregaba puntualmen­
nicarle el decreto del Santo Oficio, el Padre Pío te al superior, indicando también la intención
contestó sencillamente: «Hágase la voluntad de del oferente. Incluso se decía que había mujeres
Dios». Durante más de dos años vivió como un que entraban en la iglesia por la noche, Y a saber
prisionero (esta era su impresión). Fueron años lo que pasaba ahí dentro. Además proliferaban
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EL PRIMER DECENIO DE TRIBULACIONES GABRIELEAMORTH

las cartas anónimas. Ni que decir tiene que, in­ la fuerte personalidad del converso y ha dejado
dependientemente de los chismorreos, el mal­ una profunda huella gracias a la fundación de la
humor popular era inmenso, tanto que hasta el Universidad Católica del Sagrado Corazón, los
alcalde le pidió al prefecto que interviniera ante Institutos Seglares y sus estudios.
la Santa Sede. Le estoy también personalmente agrade­
No es fácil reconocer las causas de estos cido por el empeño que puso para que yo fuera
hechos, sobre todo si uno no quiere ser polémico. asistente espiritual en su Universidad.
En este libro procuro no serlo, porque lo que me De él me dio un buen juicio alguien que le
importa es poner de relieve la persona del Padre conocía muy bien, el cardenal Antonelli: «El pa­
Pío; no me interesan los demás. Pero también dre Gemelli tiene unos defectos tan evidentes que
tendría que decir algunas cosas para ilustrar es­ se ven a un kilómetro; pero su amor por Jesús es
tos hechos. Es bien sabido que las informaciones tan grande que se le perdona todo». Y sólo tenien­
procedentes del obispo de Manfredonia, monse­ do en cuenta su carácter particular se puede en­
ñor Pasquale Gagliardi, fueron negativas; pero, tender su obstinada actitud contra el Padre Pío Y
por caridad cristiana, prefiero no hablar de este su insistencia en afirmar que había analizado los
obispo. estigmas, a pesar de que no llegó a verlos nunca,
No cabe duda de que Pío XI estaba muy in­ porque no tenía la autorización del Santo Oficio
fluido por la opinión duramente negativa del pa­ que el padre estaba obligado a pedir.
dre Gemelli, por el que sentía una gran estima. En el padre Gemelli convivían unas virtu­
Desde luego este hecho tuvo un gran peso; asimis­ des heroicas y unos grandes defectos, debidos a
mo el Santo Oficio actuaba según las informacio­ su temperamento natural; intentaba corregirse,
nes que tenía, pero también obedecía a las dispo­ cuando se daba cuenta y hasta donde podía. Me
siciones que recibía. alegraré mucho si le elevan a la gloria de los san­
Sobre el comportamiento del padre tos; además, así los caracteres difíciles sabrán
Gemelli me gustaría decir un par de cosas. que pueden alcanzar la santidad.
Entre otras cosas porque le he conocido; tenía
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EL PRIMER DECENIO DE TRIB ULACIO NES GABRIELEAMORTH

LA REHABILITACIÓN medianoche y, además, la orden de traslado no


sólo no fijaba el día, sino que el superior gene­
Puede que el Padre Pío no haya sabido jamás ral se reservaba la tarea de establecer cuándo
por qué le condenaron y por qué le absolvie­ debería ejecutarse la orden. Este segundo comu­
ron y rehabilitaron; así como puede que nun­ nicado no llegó nunca, aunque sí lo hicieron las
ca haya entendido los motivos humanos que le diferentes disposiciones que hemos enumerado.
dejaron en San Giovanni Rotonda, en contra ¿Cómo se produjo la rehabilitación del
de las órdenes para su traslado. Por su parte, Padre Pío? Seguramente coincidieron varios ele­
él aceptaba cualquier disposición de las manos mentos. El más importante habría que buscarlo
de Dios, y no se cansaba de repetir que, para él, en la iniciativa de algunos obispos capuchinos
la voluntad de los superiores expresaba la vo­ que, evidentemente, tenían en gran estima a su
luntad divina. Su personal serenidad y espíritu hermano y querían tener una visión clara de
de obediencia estaban en claro contraste con estas sanciones. Se movió con mucho interés
la tormenta desencadenada fuera del convento monseñor Andrea Giacinto Longhin, obispo de
por unas almas doloridas, o por unos espíritus Treviso, y, con él, monseñor Cornelio Sebastiano
exacerbados y perversos. Cuccarollo, obispo de Bovino.
Como ya hemos visto, desde que empezó A este último, como se encontraba cerca
lo que hemos llamado «el primer decenio de tri­ de San Giovanni (Bovino está en la provincia
bulaciones», se hablaba de alejar al Padre Pío de de Foggla), se le encargó que averiguara la ver­
San Giovanni Rotonda. dad de las acusaciones dirigidas al Padre Pío.
El 30 de julio de 1923, el superior general Desempeñó su tarea con mucha meticulosidad;
de los capuchinos escribió la orden de traslado. sus conclusiones fueron tan evidentes que se las
El padre Luigí, que tuvo la ingrata tarea de co­ refirió directamente a Pío XII. El Papa se quedó
municarle al padre dicha orden, oyó como este convencido de lo infundado de las acusaciones Y
le respondía lleno de candor: «Aquí me tiene, a revocó las prohibiciones, tanto la relacionada con
sus órdenes. Podemos irnos enseguida». Pero era las misas en público como la de las confesiones.
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EL PRIMER DECENIO DE TRIBULACIONES GABRIELE AMORTH

Se había añadido además, a favor del Mientras tanto, se había producido un


Padre Pío, la investigación promovida por el pro­ cambio que en muchos casos resultó providen­
pio Santo Padre que, evidentemente, albergaba cial. Para guiar la diócesis de Manfredonia, el 25
motivos de duda. Se la encargó a monseñor Luca de marzo de 1933 nombraron obispo a monseñor
Ermenegildo Pasetto, obispo de Gera, ayudado Andrea Cesarano, un óptimo prelado que llevó la
por monseñor Felice Bevilacqua. No menos acti­ diócesis hasta 1967. En ese período, gracias a Pío
vo fue don 0rione, admirador del Padre Pío, que XI, le restituyeron sus facultades al Padre Pío, si
había adquirido un buen conocimiento de los he­ bien con cuentagotas para lo que esperaban los
chos y ejercía un importante ascendiente sobre fieles: terminada «la prisión», que había iniciado
algunos eminentes eclesiásticos. el 11 de junio de 1931, el 16 de julio de 1933 el pa­
No sabría decir con seguridad cómo fue dre volvió a celebrar en la iglesia; el 25 de marzo
de grande y positiva la aportación de otras per­ de 1934 le permitieron que confesara a los hom­
sonas, en especial de Emanuele Brunatto, las bres y el 12 de mayo, a las mujeres. ¡Después de
cuales, escandalizadas por el injusto trato dado tres años!
al Padre Pío, quisieron intervenir enérgicamen­ Os podéis imaginar la alegría del pueblo
te, amenazando con un escándalo por medio de de San Giovanni y cómo empezaron a acudir in­
la prensa. Prefiero no ir más allá para no crear mediatamente los fieles desde todas las partes
una polémica. del mundo. El padre retomó su normal ritmo de
De lo que me interesa hablar es del com­ vida, como si no hubiera pasado nada: altar Y
portamiento del Padre Pío frente a estos intentos: confesionario, además de mucha oración. Comía
se opuso con todas sus fuerzas, demostrando cla­ y dormía muy poco; los hermanos nunca enten­
ramente su absoluta contrariedad, suplicó que dieron de dónde sacaba las fuerzas. Y, sin embar­
no siguieran por ese camino, sino que se fiaran go, parecía incansable, y la afluencia de gente fue
del Señor y de sus instrumentos, las autoridades tan grande que, a partir del 7 de enero de 1950,
eclesiásticas. tuvieron que recurrir al sistema de las reservas.

122 123
UNA CASA PARA LOS
QUE SUFREN

En el cristianismo encontramos una especial


sensibilidad hacia el sufrimiento de los herma­
nos, sobre todo los enfermos. Pensemos en las
curaciones realizadas por Jesús y en el premio
prometido: «Estaba enfermo y me visitaste»;
pensemos en la fundación de las órdenes hospi­
talarias y en la construcción de los hospitales,
nacidos casi todos de obras pías. Para el alma
sensible del Padre Pío diría que había dos mo­
tivos muy importantes que alimentaban esta
sensibilidad, en su corazón ya de por sí abier­
to a las necesidades de los hermanos. Había,
125
UNA CASA PARA LOS QUE SUFREN GABRIELEAM ORTH

por un lado, una experiencia personal y, por el a la noche completamente falto de fuerzas, prepa­
otro, el continuo contacto con las personas que, rado para acoger a la «hermana muerte».
directamente o por correo, le hablaban de sus en­ En los últimos años, cuando andaba, casi
fermedades y le pedían ayuda. se arrastraba; daba verdadera pena verle subir
Y hay que añadir la desolada situa­ las escaleras. A partir de marzo del 68 se vio
ción de la tierra que circundaba al padre, obligado a usar una silla de ruedas para poder
una vasta zona carente de asistencia médi­ desplazarse.
ca, desde los pantanos de la llanura hasta las Tremendamente castigado por el sufri­
colinas rocosas del Monte Gargano. miento en su propia carne, era muy sensible a las
Podemos decir que el Padre Pío siem­ enfermedades de los demás, que le asediaban casi
pre estuvo enfermo. Débil desde que era un continuamente: se confiaban a él en el confesio­
niño, llevó adelante sus estudios con difi­ nario, por la iglesia o en los pasillos, en los breves
cultad a causa de su salud; hemos visto que encuentros, o por medio de montones de cartas.
tuvo que pasar siete años fuera del conven­ Se había convertido casi en una costumbre que,
to, en Pietrelcina, y hemos conocido las altas cuando ya no se podía hacer nada por un enfermo,
fiebres que hacían enloquecer a los médi­ se recurriera al Padre Pío.
cos Y que, en la época del servicio militar, le Recuerdo que hicimos así por mi padre,
valieron la baja. cuando los médicos no nos dieron más esperanzas.
La fiebre alta le causaba unos dolores agu­ El padre sentía tanta compasión por los enfermos
dos Y varias veces le obligó a guardar cama, im­ que habría querido tomar para sí todas las enfer­
pidiéndole incluso celebrar misa. medades. Pero esto no era posible, como no lo era
Prácticamente toda su vida· padeció de tos, evitarle el dolor a la humanidad. Pero sí era posible
cólicos, artritis y otros dolores, a veces inexplica­ darle algún alivio.
bles para los médicos. Los trastornos se intensifi­ En esta posibilidad, la de dar un alivio a
caron durante el último decenio, cuando llegaba los enfermos y llevar una ayuda a esa zona tan

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UNA CASA PARA LOS QUE SUFREN GABRIELE AMORTH

escasa de asistencia médica, el Padre Pío venía En cuanto se divulgó la noticia de esta deci­
ya pensando desde 1922, animado también por sión del Padre Pío, empezaron a llover donaciones
las donaciones que recibía, dirigidas «a ayudar». de todas partes: desde una pequeña donación, tipo
Pero fue en 1940 cuando sus primeros y vagos de­ el óbolo de la viuda, hasta las ricas donaciones de
seos tomaron una forma determinada y concreta. quienes disponían de grandes medios financieros.
' Aquí es necesario que recordemos a tres de sus El entusiasmo fue tan grande que a algunos les en­
hijos espirituales, que desempeñaron un impor­ tró el miedo de que fuese un momento efimero que
tante papel en la puesta en práctica de los proyec­ podría acabarse pronto. Sin embargo, los fondos
tos del Padre Pío. Era tanto el cariño que les unía siguieron llegando, lo que permitió llevar a cabo
al padre, que prácticamente vivían a su lado de esa obra que parecía imposible.
forma casi estable. Me acuerdo de la cantera, a la derecha de la
Ellos son: el farmacéutico Carlo Kisvarday, iglesia, por la que trepaba como una gamuza para
de Zadar; el médico Guglielmo Sanguinetti, de contemplar el panorama desde lo alto. Es verdad
Parma y el ingeniero agrónomo Mario Sanvico, que me gustaba subir a la parte más escarpada,
de Perugia. Se convirtieron enseguida en los cerca de la iglesia, donde ahora está el monumen­
principales consejeros y ejecutores del gran to al Padre Pío, la ancha escalinata Y, arriba, el
proyecto. Vía Crucis. Pero cuando miraba más allá, en di­
El 9 de enero de 1940, el Padre Pío tomó la rección al pueblo, no entendía cómo iban a poder
iniciativa con decisión. Llamó a estos hijos fieles allanar esa pendiente rocosa y crear el espacio
Y les dijo claramente que desde esa tarde empeza­ necesario para un gran complejo hospitalario.
ría una gran obra terrenal, que seguiría existien­ Pues porque el Padre Pío quiso hacer precisa­
do y desarrollándose después de su muerte: ha­ mente las cosas a lo grande, con una amplitud de
bía que hacer algo por los enfermos del Gargano, miras que no podía venir del pobre muchacho de
y no sólo por ellos. Les aseguró que allí mismo, Pietrelcina. Jamás había visto una obra semejan­
al lado de la pequeña iglesia de las Gracias, iba a te en su vida; es muy probable que el Señor se lo
levantar un gran hospital. enseñara en una visión.
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UNA CASA PARA LOS QUE SUFREN GABRIELE AMORTH

En 1946 se constituyó la sociedad que de­ debía sentirse un hermano cuidado por otros
bía dirigir el proyecto. ¿Cómo iban a llamarla hermanos.
y cómo iban a llamar a la nueva construcción? Hubo un período en el que iba con frecuen­
El Padre Pío no tuvo dudas: «Casa Sollievo della cia a visitar la Casa. Eran los años en los que te­
Sofferenza». No quería que se hablase de hospital nía a varios amigos entre los frailes, además del
o de clínica; una casa, un término familiar que lógico y principal deseo de ver al Padre Pío. El
recuerda el hogar doméstico. Y la finalidad: dar superior, el padre Carmelo, era amigo mío; pero
alivio a los que sufren, un alivio dirigido lo pri­ aún lo era más el padre Mariano y un viejo frai­
mero de todo a las almas y luego a los cuerpos. le de la provincia de Salerno, el padre Clemente,
Fue una obra de Dios y de la caridad humana, que tenía una mirada de niño en sus ojos azules.
puesto que fue posible gracias a las donaciones Un día se lo dije: «Estoy bien aquí, con vosotros».
que llegaban de todo el mundo. Me contestó con sencillez: «Qué quieres, es la
Como era una obra de Dios y fruto de la gracia de Dios». También era amigo de un ciru­
caridad, el Padre Pío quería que fuera un instru­ jano emiliano, que había dejado el hospital de su
mento para transmitir el amor de Dios a los enfer­ ciudad para establecerse allí, en San Giovanni.
mos y a todos los que trabajaran en esa casa. ¿Y a Le pregunté si alguna vez se había encontrado
quiénes había que dar la preferencia, si se puede en dificultad durante el desarrollo de su delica­
hablar de preferencia cuando se trata de personas da profesión. Me contestó: «[Nol Aquí, cuando
que tienen en común el dolor? También aquí el estoy indeciso entre operar o no, se lo pregunto
Padre Pío fue claro: «Esta casa es ante todo para al Padre Pío y siempre me da la solución justa».
los enfermos pobres». Pero quería que todos fue­ Pero he ido demasiado deprisa. En 1947 se
ran tratados igual, con caridad fraternal. puso la primera piedra de la nueva construcción.
Muchas veces el enfermo en los hospita­ Parecía una locura y, sin embargo, fue un mila­
les se siente más una cosa que una persona, se gro de caridad y talento. No puedo no recordar
siente un número. Ya no es el señor X o la señora a otros dos artífices de la empresa, a los que co­
Y, sino la cama nº 32. Aquí no; aquí el enfermo nocí personalmente: el ingeniero Luígí Ghisleri,
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UNA CASA PARA LOS QUE SUFREN GABRIELE AMORTH

proyectista del primer majestuoso edificio, con y se añadieron nuevas salas a las primeras
sus características columnas en la fachada que proyectadas.
le dan un toque de algo sagrado, como una cate­ Con sus modernos equipos, se convirtió
dral. Y también pienso en el constructor Angelo en uno de los mejores hospitales de Europa, sin
Lupi y su infinita inventiva frente a cualquier perder su carácter de casa de acogida fraterna.
dificultad. También se abrió, para cubrir otras necesidades,
Angelo Lupi me recuerda a otro Angelo, una casa de reposo para los ancianos.
Angelo Battisti, que cubría un puesto de gran Han pasado treinta años desde la muerte
responsabilidad en la Secretaría de Estado, en del Padre Pío, pero no han dejado de hacerse am­
el Vaticano, y que en 1957 fue llamado por el pliaciones y mejoras varias.
Padre Pío para que fuera su procurador; fue el ¿Este resultado increíble supuso un triun­
primer presidente y primer administrador de fo para el Padre Pío? Podemos decir que la eje­
la Casa. Tuve ocasión de conocerle al final de cución de este grandioso proyecto se maduró
su vida, cuando tuvo que cargar con una pesada durante años de enorme martirio; maduró preci­
cruz como purificación de su santa existencia. samente durante ese segundo decenio negro del
Podemos decir que también esta vez, como el que, aunque sea doloroso, es necesario hablar.
Padre Pío, el Señor se sirvió del diablo para san­ No en vano san Pablo escribió a
tificar un alma: efectivamente, sufrió una larga Timoteo: «Todos los que quieran vivir
posesión diabólica. piadosamente en Cristo Jesús serán persegui­
El 5 de mayo de 1956, dieciséis años des­ dos» (2 Tm 3, 12).
pués de su inicio, se inauguró con una ceremonia Se levantaron muchos monumentos al
muy solemne. Parecía imposible que esa agreste Padre Pío, en Italia y el extranjero; Y seguirían
cantera, que ofrecía una visión muy fría del am­ erigiéndose más posteriormente. Pero creo que
biente, verdaderamente desoladora, presentara su verdadero monumento es la Casa Sollievo de­
ahora un edificio de una belleza encantadora. A lla Sofferenza. Es un monumento nacido de la ca­
continuación se levantaron otras construcciones ridad y construido con la caridad. Precisamente
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UNA CASA PARA LOS QUE SUFREN GABRIELEAMORTH

el Padre Pío siempre la ha considerado una «obra distribuidos con buen gusto. Quienes me lean en­
de la divina Providencia». tenderán bien cómo la actual belleza de la Casa
Con mucha agudeza, Pío XII intuyó su pro­ y todo lo que la adorna hace irreconocible el am­
fundo significado cuando afirmó el 8 de mayo biente a los que lo habían visto anteriormente.
de 1956: «La Casa Sollievo della Sofferenza está
llamada a introducir en el cuidado de los enfer­
mos una concepción profundamente humana y
al mismo tiempo sobrenatural»; y seguía afir­
mando que esa Casa era «fruto de una de las más
elevadas intuiciones, de un ideal largamente ma­
durado y perfeccionado en contacto con los más
variados y crueles aspectos del sufrimiento mo­
ral y físico de la humanidad».
No hay duda de que esa Casa, también
desde un punto de vista estético, resultó una
verdadera obra maestra, lo que era imposible de
imaginar antes, observando esa colina rocosa y
árida. Parecía una locura cuando empezaron las
obras; ahora dicen que fue un milagro. Sin duda
le dio un aspecto nuevo a la zona. Ya no era una
desolada colina, sino un majestuoso monumen­
to de suaves colores: la fachada está revestida de
losas de piedra de Trani, de un tono rosa pálido.
Y el doctor Sanguinetti tuvo una idea verdade­
ramente genial cuando decidió rodear el edifi­
cio con diez mil árboles, pinos en su mayoría,
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EL SEGUNDO DECENIO DE
TRIBULACIONES 1952-1962

No le tengo manía al Santo Oficio, pero es un


hecho que, ya sea por las informaciones reco­
gidas o por las órdenes recibidas, las desgra­
cias del Padre Pío siempre vinieron de ahí.
El 11 de marzo y el 8 de abril de 1952, el Santo
Oficio denunció al superior general de los ca­
puchinos unas cuantas cosas inconvenientes
encontradas en San Giovanni Rotonda. El 30
de julio del mismo año, un decreto del Santo
Oficio prohibía ocho libros publicados sobre el
Padre Pío. En el mes de mayo, y luego durante
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EL SEGUNDO DECENIO DE TRIBULACIO NES GABRIELE AMORTH

los años siguientes en varias ocasiones, se pro­ En 1960 le obligaron a no recibir a mujeres
hibió a los religiosos que divulgaran escritos fuera del confesionario, por ningún motivo; ¿qué
sobre el padre o imágenes del mismo, y también acusaciones se escondían contra el viejo fraile,
se prohibió organizar peregrinaciones a San detrás de una prohibición tan drástica? ¡Ya no
Giovanni. podría confesar en la sacristía a esa hija espiri­
Recuerdo que en esos años algunos amigos tual anciana y casi completamente sorda!
míos capuchinos, de distintas partes de Italia, me Después, ese mismo año de 1960, dio co­
decían que les habían prohibido visitar al Padre mienzo la desastrosa visita apostólica (ordena­
Pío; incluso las autoridades diocesanas, si un pá­ da por el papa Juan XXIII) de monseñor Carlo
rroco organizaba una excursión para ir allí, le Maccari. No hay que maravillarse si más tarde el
miraban mal o directamente le regañaban. escultor Messina, en el estupendo Vía Crucis que
Hay que añadir que, de 1952 a 1963, hubo se ofreció a esculpir, puso el rostro del Padre Pío
una rápida sucesión de superiores en el con­ en la figura del Cirineo.
vento y la provincia de Foggia, a la que se unió Es verdad que el ambiente fervoroso tam­
el traslado de frailes de una provincia a otra. bién contenía elementos de fanatismo, del que
Todos estos desplazamientos fueron impuestos ya hemos hablado. Es verdad que se producían
por las autoridades, lo que causó gran dolor al algunos desórdenes cuando la gente hacía las re­
Padre Pío, aunque a él no le afectara directa­ servas para las confesiones. Y cuando se abría
mente. Luego empezaron con las disposiciones la iglesia, la gente se precipitaba dentro de ma­
en su contra. nera caótica para ocupar los puestos mejores,
En 1954 le prohibieron que se ocupara de cerca del altar. Entonces ya llegaban grandes
los problemas surgidos entre los miembros de la masas a San Giovanni; los capuchinos hacían lo
Casa; quienes saben lo que significaba para él la que podían y no dudaron en alejar, cuando fue
Casa se pueden imaginar el sufrimiento del pa­ necesario, a personas demasiado facinerosas o
dre al no poder ocuparse de esas cosas. a elementos que, con la excusa de organizar el

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EL SEGUN DO DECENIO DE TRIB ULACIO NES GABRIELE AMORTH

ajetreo, aumentaban el caos. El mismo Padre Pío dinero. Por otra parte, se sabía que el Padre Pío
tuvo que hacerse oír en bastantes ocasiones. recibía abundantes donaciones para construir la
Muchas veces, también en el pasado, cuan­ Casa Sollievo della Sofferenza. Era muy fuerte la
do salía de la sacristía vestido con los ornamentos tentación de utilizar ese dinero para cubrir los
sacerdotales para decir misa, la gente se le echa­ agujeros económicos causados por el hundimien­
ba encima para cogerle las manos y besárselas; to del banquero.
él se protegía como podía, defendiéndose con los Pero el Padre Pío fue inflexible: el dinero
codos. En esas mismas circunstancias era muy que llegaba como donación debía emplearse se­
común que, en cuanto aparecía, se elevara un gún las intenciones de los donantes. Y como él,
murmullo para saludarle y él pegara cuatro gri­ también fueron inflexibles otros sacerdotes, que
tos («¡Silencio! ¡De rodíllas!»), para restablecer el recibían donaciones para llevárselas al Padre
orden. Recuerdo lo que me contaba un amigo mío Pío, a costa de sufrir sanciones canónicas.
capuchino, el padre Michelangelo, un predicador Sin embargo, estos hechos también sirvie­
muy solicitado aún hoy en día, a pesar de lo avan­ ron para crear más confusión y hacer nacer la
zado de su edad. Era muy amigo del Padre Pío y sospecha de que el dinero enviado al Padre Pío
hablaba con él con mucha confianza. Un día le no llegaba a su destino.
dijo: «¿Te parece bonito empezar la misa enfada­
do, dando esos grítos?». Y el Padre Pío: «¿Y quién
está enfadado? Yo no me he enfadado jamás. Sólo SANCIONES DISCIPLINARIAS
lo hago para imponer silencio».
En esa época se produjo otro hecho grave De la sospecha se pasó a los hechos, y de la ma­
que empeoró la situación. Entre los años 1955 y nera más odiosa y pecaminosa. Se tomaron medi­
1958, el banquero Giambattista Giuffré se declaró das injustas contra algunos religiosos y sacerdo­
en quiebra Y, con él, los capuchinos de muchas tes, y al Padre Pío le empezaron a controlar sus
casas, incluido el obispo de Padua, monseñor entrevistas privadas. Llegaron a colocar micró­
Bordignon, que le habían confiado un montón de fonos en el locutorio donde recibía a la gente Y
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EL SEGUNDO DECENIO DE TRIBULACIONES GABRIELE AM0RTH

se ha sospechado que incluso en el confesionario. el impulso dado al santuario romano del Divino
Es un hecho que dos periodistas, Chiocci-Cirri, Amor. Pero monseñor Umberto era así: si recibía
escribieron tres volúmenes titulados: P. Pio, sto­ una orden de sus superiores, su obediencia era
ria di una vittima (El Padre Pío, historia de una total. Yo diría que se quedó atrás en el tiempo.
víctima), en los que llegaron a acusar al Santo También a nosotros, los religiosos, que tenemos
Oficio de haber ordenado que pusieran los micró­ el voto de obediencia, se nos hablaba de obedien­
fonos. Los volúmenes reproducen textos de con­ cia ciega; en cambio ahora, en el documento del
fesiones, con la declaración autógrafa de las per­ Vaticano II referido a los religiosos, se habla de
sonas implicadas: «Declaramos que hemos dicho obediencia activa y responsable. En cuanto a los
estas cosas al Padre Pío en confesión, y sólo en micrófonos, no me parece posible que los pusie­
confesión». Pero estas graves acusaciones fueron ran en el confesionario. Los pusieron en el locu­
desmentidas. Y es cierto que el propio Padre Pío, torio, eso es seguro. Pero a veces podía suceder
cuando estaba hablando con un hijo espiritual que los hijos espirituales, cuando iban a hablar
suyo, se dio cuenta de que había un micrófono con el Padre Pío, aprovecharan la ocasión para
escondido en el locutorio y exclamó: «[Hasta este pedirle que les confesara. Como si esto no fuera
punto hemos llegado!». Si en el primer decenio suficiente, se añadieron otras sospechas Y otras
de tribulaciones se sintió prisionero durante tres acusaciones. Por ejemplo, se corrió la voz de que
años, suspendido del ministerio que era su mi­ no se sabía bien en qué manos habían terminado
sión, esta vez se sintió espiado, como el peor de las cartas -una auténtica montaña- que manda­
los delincuentes. ban al Padre Pío, a veces dirigidas al convento
Deseo comentar algo sobre este grave he­ y otras veces a la Casa Sollievo della Sofferenza,
cho, ya que además he hablado con Chiocci, un y que muchas veces contenían donaciones.
famoso periodista; con Cirri no, porque ya había Todo hacía pensar en un ataque de Satanás
muerto. Siento que en ese triste asunto también contra la gran obra de la Casa; tal vez era un in­
se viera envuelto otro buen amigo mío, monse­ tento para interrumpir las obras o, incluso, dete­
ñor Umberto Teremi, merecedor de elogio por nerlas definitivamente.
142 143
GABRIELEAMORTH
EL SEGUNDO DECENIO DE TRIBULACIONES

El hecho es que las disposiciones dadas habían puesto detrás de las rejas, les respondía
por el visitador apostólico, monseñor Maccari, que lo habían hecho para protegerle. y pobre del
no pudieron ser más odiosas e inoportunas. que se atreviera a decir en su presencia algo en
Pensemos en el cancel de hierro, que aún sigue contra de las autoridades eclesiásticas y de las
allí, alrededor del confesionario del Padre Pío: disposiciones del obispo visitador.
para los que estaban acostumbrados a esos luga­ Pero debemos admitir dos excepciones. La
res, parecía realmente una prisión. Y luego emi­ primera, cuando descubrió el micrófono; ahí fue
tieron la prohibición a los obispos y sacerdotes cogido de sorpresa y no pudo ocultar su disgusto.
de ayudar al padre en misa; no creo que en la his­ La otra excepción concierne a la duración de la
toria de la Iglesia haya existido nunca semejante misa; le confió a su superior, casi llorando: «El
prohibición. Señor sabe que yo querría hacer como los demás,
Y peor todavía: se le impuso al padre que pero no lo consigo. En ciertos momentos no soy
celebrara la misa en treinta minutos, como mu­ capaz de seguir adelante, siento que voy a caerme
cho cuarenta. Esto ya fue el colmo de la igno­ Y tengo que pararme. Haré todo lo que pueda».
rancia Y de la incomprensión hacia lo que era Llegados a este punto prefiero no entrar en
la misa del Padre Pío desde los primeros años, las acusaciones infamantes y en el conjunto de
cuando en Pietrelcina empleaba cuatro horas en las duras medidas tomadas contra el Padre Pío.
la celebración. Me vería obligado a hablar de dolorosas polémi­
Y, sin embargo, en medio de todo este baru­ cas que, por lo menos en este breve perfil, es me­
llo, el Padre Pío, aunque se sentía muy amargado jor evitar.
en su interior, siempre estuvo decididamente de Sobra decir que los fieles del Padre Pío,
parte de las autoridades eclesiásticas. A los que le indignados en grado sumo, no se quedaron de
decían que le habían tenido preso y que le habían brazos cruzados. Nuevamente hicieron recurso
espiado, les respondía que se sentía muy libre; a al activo Emanuele Brunatto, que tenía la capa­
los que denunciaban que estas disposiciones le cidad de llegar a todas partes. Pero, en vfsta de

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EL SEGUNDO DECENIO DE TRIBULA CIONES GABRIELE AMORTH

los encuentros inútiles con los vértices de los al Padre Pío. Ya Juan XII, que veía al Padre Pío
ambientes eclesiásticos, recurrió de nuevo a los con cariño y que había considerado extremamen­
vértices de los organismos internacionales. te perjudiciales las medidas tomadas con el fin de
Habían preparado un «libro blanco» con aclarar las acusaciones, repetía, en los últimos
una documentación que daba miedo o, para decir­ años de su vida: «¡Me engañaron sobre el Padre
lo más exactamente, una documentación que po­ Pío!».
día ser un escándalo. El libro estaba destinado a
los gobiernos de los Estados miembros de la ONU;
convocaron una conferencia para presentarlo en
el «Gran Salón» del Hotel Richemond de Ginebra.
Pero cuando ya estaba todo preparado y parecía
imposible dar marcha atrás, llegó la orden del
Padre Pío de suspender todo: este no el camino
por él deseado. Esta vez Brunatto obedeció. Su fi.
gura podrá ser discutible bajos muchos aspectos,
pero en este caso su obediencia fue verdadera­
mente heroica. Se dio cuenta de que hizo un papel
vergonzoso delante de todo el mundo diplomáti­
co Y eclesiástico que había movilizado para esa
ocasión; y además tuvo que usar toda su habili­
dad para detener la fatigosa obra de sus manos.
Pero supo respetar la voluntad del Padre Pío: la
voluntad de un santo debía prevalecer sobre los
cálculos humanos.
Pablo VI se encargó de anular el trabajo de
monseñor Maccari y de asegurar la plena libertad
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EL ROSTRO DE SUS
ENEMIGOS

El Padre Pío fue muy amado, pero sabía


que tenía algunos enemigos terribles, que
le odiaban a muerte. No eran los hombres,
que podían haberse equivocado a causa de
malas informaciones, prejuicios o incomprensio­
nes. Jamás vio el padre a nadie como un enemi­
go. Los verdaderos enemigos eran los demonios;
enemigos del padre y enemigos de cada uno de
nosotros.
Creo que en la vida del Padre Pío se tocó
de manera muy evidente una realidad en la que
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EL ROSTRO DE SUS ENEMIGOS GABRIELE AMORTH

muchos no creen, porque actúa a escondidas. Es joven vestido con ropa de viaje; santa Francisca
una realidad tremenda, que san Pablo expresó así: Romana veía a su ángel de la guarda bajo la for­
«Poneos las armas de Dios para poder afrontar las ma de un niño reluciente, y por esto se la repre­
acechanzas del diablo, porque nuestra lucha no senta con un niño al lado; otras apariciones an­
es contra hombres de carne y hueso, sino contra gelicales también han asumido la imagen de un
los principados, contra las potestades, contra los ser luminoso. Se ha tratado siempre de distintos
dominadores de este mundo de tinieblas, contra modos adoptados para que podamos percibir su
los espíritus malignos del aire» (Ef 6, 11-12). Las presencia, pero no tiene que ver con la realidad
señales que san Pablo da de los demonios son de su ser espiritual.
muy precisas, porque los llama con el nombre del También el demonio sigue el mismo crite­
rango al que pertenecen. Creo que esta ha sido rio. Para hacer perceptible su presencia recurre
también una de las misiones del Padre Pío: una a un aspecto que corresponde a lo que quiere pro­
lucha evidente, para él visible, contra el verdade­ vocar: miedo, seducción, engaño. Hemos visto
ro y oculto enemigo, el terrible enemigo de todos. que el Padre Pío, desde la pre-adolescencia, gozó
Muchas veces, sobre todo en los programas de visiones celestiales, hasta el punto que creía
de televisión, me han preguntado si he visto al que era una cosa común para todos. Pero tam­
diablo y cómo podría describirlo. El diablo, como bién vio demonios, casi siempre con un aspecto
todo el mundo angelical al que pertenecía, es puro tan horrible que le aterrorizaban profundamen­
espíritu; puesto que no tiene cuerpo, ni le pode­ te. Y durante toda su vida siguió viendo el ros­
mos ver ni le podemos describir. Si quiere apa­ tro del enemigo cruel, bajo distintos aspectos, en
recer de modo sensible, tiene que valerse de una los que siempre estaba presente su personalidad
forma ficticia, que asume dependiendo de lo que malvada, aunque la forma sensible no era la de
quiere provocar. su naturaleza real de puro espiritu.
Y lo mismo pasa con los ángeles. Cuando La mayoría de las veces el padre vio a los
el arcángel Rafael recibió la tarea de acompañar demonios como seres horribles que le atormenta­
al hijo de Tobías, asumió la apariencia de un ban, le pegaban incluso con cadenas y le dejaban
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EL ROSTRO DE SUS ENEMIG OS GABRIELEAMORTH

amoratado y ensangrentado. Otras veces se pre­ Pero el mayor peligro era cuando el de­
sentaban como horribles animales, ruidosos y monio quería engañar al Padre Pío apareciendo
terroríficos. Es muy significativa la descripción como figuras sagradas (el Señor, la Virgen, san
de los ataques demoníacos que él mismo hizo a su Francisco...), o bajo la apariencia de personas
director espiritual cuando estaba en el convento que tenían alguna autoridad sobre él (el supe­
de Venafro, donde los superiores le habían man­ rior de la casa, el superior provincial, su director
dado en 1911 para que completase sus estudios y espiritual...).
aprendiese elocuencia sagrada. Fue una de sus En estos últimos casos el Padre Pío había
muchas estancias breves y difíciles, que termina­ aprendido uná regla de discernimiento que luego
ron con el regreso a su tierra natal, Pietrelcina. pasó a algunos de sus hijos espirituales, y que ya
Fue en Venafro donde por primera vez se mani­ encontramos en santa Teresa de Ávila, aunque
festó claramente el mundo interior del Padre Pío, es posible que el Padre Pío no hubiera leído los
tanto por los ataques demoníacos, como por los escritos de la santa carmelita. ¿Cómo se les podía
éxtasis que a menudo venían después, en los que distinguir?
el padre hablaba libremente con el Señor o con la Cuando aparecía de verdad el Señor, la
Virgen, sin darse cuenta de la presencia de algún Virgen o el ángel de la guarda, el padre sentía un
hermano que estaba escuchando. inmediato temor, miedo; pero luego, cuando termi­
El demonio aparecía a veces bajo la naba la aparición, sentía una gran paz.
apariencia de un gato negro y feo, o de ani­ En cambio, cuando era el maligno el que se
males repugnantes; estaba claro que su presentaba bajo apariencias sagradas, el padre
objetivo era provocar terror. Otras veces sentía una alegría inmediata, sentía la atracción;
aparecía con el aspecto de jóvenes desnu­ pero luego se le quedaba una impresión amarga,
das y provocadoras, que danzaban de modo un gran sentimiento de tristeza.
obsceno; aquí era clara la intención de tentar al y en las almas a las que se acercaba, ¿qué
joven sacerdote en la castidad. es lo que veía el Padre Pío? A veces las veía cla­
ramente presas de Satanás. En algunos casos, el
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EL ROSTRO DE SUS ENEMIGOS GABRIELE AMORTH

Padre Pío se lo decía a la persona interesada, y sólo que tenía un especial discernimiento para en­
a ella. Creo que normalmente no veía al demonio, tender si la persona estaba preparada o no para [ '

pero lo combatía con fuerza; sabía muy bien que la liberación. Una vez, un sacerdote acompañó
la acción principal del demonio, esa a la que todos a un joven, sujeto por dos robustos amigos, por­
sucumbimos, es la de tentarnos al mal. Muchas que en el momento de la comunión solía gritar
veces, durante las confesiones, hacía unos ges­ y soltarse con fuerza. Cuando vio al Padre Pío
tos con la mano, como para apartar algo. Tal vez sólo se puso a temblar; el padre le miró fijamen­
rogaba al Señor que librara al penitente de las te y dijo una sola palabra: «Vete». Desde ese mo­
tentaciones o las malas costumbres; san Alfonso, mento el joven quedó libre.
que es maestro en esta materia, indicaba a los Pero las liberaciones inmediatas no son
confesores que en ciertos casos hicieran mental­ frecuentes. Recuerdo a una chica que fue a co­
mente un pequeño exorcismo, antes de proceder a mulgar acompañada porque el maligno la tenía
la confesión. muy alterada: apretaba los dientes, giraba la ca­
Creo que se puede decir con seguri­ beza; el Padre Pío esperaba con la sagrada forma
dad que la mayor lucha del Padre Pío con en la mano, sin decir nada, hasta que consiguió
el demonio era la de arrancarle las almas, darle la comunión.
tanto durante la confesión como cuando Otra vez fue don Faustino Negrini el que
rezaba por todos sus hijos. acompañaba a una chica, Agnese Salomoni, ata­
En cuanto a la lucha contra las acciones cada por una posesión tremenda, «porque era la
extraordinarias del demonio, el Padre Pío tenía mejor niña de la parroquia», y le habían hecho
un especial poder y discernimiento, como ve­ un maleficio. Entonces ese sacerdote, párroco
mos en muchos santos y santas, aunque no fue­ de Torbole Casaglio (Brescia), no sabía que iba a
ra exorcista, por lo que nunca hizo exorcismos. terminar su larga vida como exorcista diocesano.
Muchas veces le llevaron a personas que creían El Padre Pío dio una sencilla bendición, que
poseídas por el demonio y el comportamiento pareció no tener fruto. Fue el párroco quien, más
del padre era diferente de un caso a otro. Diría tarde, llevó a cabo la liberación, para la que se
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ELROSTRODESUSENEMIGOS

necesitaron trece años de oraciones. Creo que el


Padre Pío se dio cuenta de que aún no había llega­
do el momento de liberarla.
Otras veces el padre dio consejos a exorcis­
tas sobre los casos que les habían confiado. Así
hizo con el padre Cipriano de San Severo y el pa­
dre Candido de Roma; animó y ayudó al hermano Y SIN EMBARGO SIGUIÓ
Tarcisio de San Giovanni Rotando, que también EJERCIENDO SU MINISTERIO
escribió un pequeño libro sobre este aspecto de la
vida del Padre Pío.
El Padre Pío siempre obedeció a las autori­
dades eclesiásticas, incluso a costa de un heroico
sufrimiento, y siempre las amó y estimó. La lucha
de toda su vida estuvo dirigida ininterrumpida­
mente contra los enemigos de Dios y de las almas,
los demonios. A pesar de haberse desencadenado las sospechas
Si los vio bajo múltiples formas y su­ y las disposiciones, a pesar de las acusaciones Y
frió sus ataques, creo que fue para recor­ las restricciones, el Padre Pío tampoco dejó de
dar su presencia al mundo incrédulo de hoy. ejercer su ministerio, su dedicación a las almas,
Los hechos externos, vividos y sufridos por durante el segundo decenio de tribulaciones.
el Padre Pío, dan una mínima idea de los Puedo asegurar, y creo que muchos comparten
hechos ocultos, de la gravedad del pecado contra la misma observación, que quienes no conocían
el cual todos debemos luchar. a fondo las cosas, quienes hacían breves visitas,
nunca se dieron cuenta de nada. Sus jornadas se
desarrollaban con el ritmo monótono Y fatigo­
so de siempre. Las múltiples prohibiciones no
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SIGUIÓ EJERCIENDO SU MINISTERIO GABRIELEAM ORTH

influían en la afluencia de fieles, que encontra­ las lleva a la iglesia a rezar y a frecuentar los sa­
ban en el Padre Pío al confesor, el padre, el edu­ cramentos. Y ahora va y parece que os da rabia.
cador, la persona que sabía enderezar las vidas En vez de dar ánimos, hacéis de todo para desa­
descarriadas y devolverlas a los caminos de Dios. nimar. Yo, a vosotros los curas, no os entiendo».
No se daban cuenta del sufrimiento por el que No estábamos al corriente de la tormenta que
además estaba pasando continuamente. también estaba soportando ese digno prelado, un
He podido comprobar personalmente cómo, convencido defensor del Padre Pío.
también en esta ocasión, el sentido común popu­ Los dones extraordinarios de Dios, como
lar sabe darle más importancia, siguiendo las en­ son las apariciones marianas o la presencia de
señanzas del Evangelio, a los buenos frutos que un hombre de Dios que crea un mundo de bon­
veía, y a ciertas disposiciones. Por mi parte seguí dad, deberían ser acogidos «con gratitud Y con­
yendo a San Giovanni y animando a que la gente suelo», como afirma el Vaticano II a propósito de
fuera. Un día me encontraba allí con Leopoldo, mi los carismas extraordinarios (Lumen gentium,
hermano mayor, abogado, uno de los pilares de 12). Pero, para ser sinceros, no sucede precisa­
los Juristas Católicos de Módena y que compartía mente así. Normalmente las autoridades ecle­
conmigo las mismas convicciones. Por la tarde, siásticas, ante estos hechos, muestran una incre­
cuando ya habían cerrado la iglesia, estábamos dulidad y una lucha que no tiene nada que ver
paseando arriba y abajo por la avenida de enfren­ con la prudencia.
te, cuando nos encontramos con el arzobispo de Podría citar infinidad de casos, pero es
Manfredonia, el querido monseñor Cesarano. suficiente recordar la oposición insensata del
Después de los acostumbrados saludos, preguntó: cardenal de Lisboa en contra de las apariciones
«Usted, abogado, ¿qué piensa de toda esta gente de Fátima, en 1917. Sólo en el lecho de muerte,
que viene aquí?». La respuesta de mi hermano: dos años después, expresó su arrepentimiento
«Yo, a vosotros los curas, no os entiendo. La gente por haberse opuesto tan violentamente contra
no reza, no va a la iglesia, no frecuenta los sacra­ unos hechos sobre los que no se había preocu­
mentos. Aquí hay alguien que atrae a las masas, pado en informarse. Varias veces he tenido que
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SIGUIÓ EJERCIENDO SU MINISTERIO GABRIELEAMORTH

responder en los periódicos, o en la radio y la te­ viajes en autocar para ir a Italia a pasar unas
levisión, a personas que iban a rezar a Bonate, vacaciones, en la montaña o en la playa; usted
a Garabandal, a Montichiari o a Medjugorje. Mi los bendice y considera que es una forma de
respuesta era siempre la misma: no conozco un apostolado. Yo alquilo un autocar para ir a rezar
sitio en el que esté prohibido rezar. ¿y usted me lo prohíbe?». El obispo reflexionó
Nunca entendí las prohibiciones contra un poco y decidió: «Id y rezad también por mí».
los que organizaban viajes a San Giovanni para No he entendido nunca, y nunca entende­
ver al Padre Pío, donde la gente rezaba, se con­ ré, la lucha de muchas autoridades eclesiásticas,
fesaba, escuchaba sus largas misas y sólo reci­ religiosas y diocesanas, en contra de la gente
bía el bien. Recuerdo el comportamiento de Pío que iba a San Giovanni Rotando, como si fuera
XIl. Una mañana se dio cuenta de que el carde­ un peligro para la fe. De esta forma no sólo no se
nal-vicario estaba triste; le preguntó el motivo. han combatido los auténticos peligros de la fe,
«Tengo que cumplir una tarea antipática. Tengo sino que se ha impedido el bien.
que ir a la [abadía] de Tre Fontane y quitar todo
lo que allí hace que la gente concurra en masa».
El Papa: «¿Qué hace la gente cuando va allí?». SERVIR AL SEÑOR CON ALEGRÍA
El cardenal: «Rezar». El Papa: «jPues deja que
recen!». De esta forma salvó un lugar de oración Los tiempos borrascosos no le hacían perder al
todavía hoy muy frecuentado. Padre Pío el cariñoso contacto con sus hijos ni
También me acuerdo de lo que me contó tampoco el buen humor que siempre le había
un sacerdote alemán. Había organizado una ex­ gustado manifestar durante los recreos con sus
cursión de peregrinos en autocar a Montichiari hermanos, a los que ahora también se unían algu­
(Brescia). Su obispo le mandó una breve nota nos de sus hijos espirituales más activos. Estoy
prohibiendo esta peregrinación. El sacerdote se seguro de que el Padre Pío amó mucho Y fue muy
presentó ante el obispo y le dijo: «Mire, muchos amado. De esto se daba cuenta completamente Y
de nuestros sacerdotes organizan en verano le daba gracias al Señor por ello.
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SIGUIÓ EJERCIENDO SU MINISTERIO GABRIELEAMORTH

Un día, mientras estaba en San Giovanni, a un nuevo ministerio ... ». Todos se rieron Y ni el
un amigo muy práctico me enseñó algo que no pobre fraile pudo mantenerse serio.
había hecho nunca. Al terminar la confesión, le Algunos chistes del Padre Pío se hicieron
pregunté al Padre Pío: «¿Puedo darle un beso?». Y famosos. Él sabía contarlos tan bien, acompa­
él: «¡Nooo!». No había terminado de decir su "no", ñándolos con la mímica típica de la gente del
cuando ya le había estampado un beso en la mejí­ sur, que aunque uno se los hubiera oído contar
lla derecha y otro en la izquierda; en otra ocasión diez veces, se reía como si fueran nuevos. Por
mi caradura me llevó a darle un tirón de la barba. ejemplo, este: «En un convento de frailes había
Él se reía contento, aunque refunfuñaba: «Ahora un frailecillo muy bueno, aunque tenía un grave
estos también quieren un beso ... ». defecto: bebía; y cuando había bebido mucho, no
Y vayamos ahora con los recreos que el era consciente de los despropósitos que decía ni
Padre Pío animaba, incluso en los tiempos más de los desastres que organizaba. El padre guar­
duros, con la única preocupación de no hacerles dián le había regañado muchas veces en público
pesar a los demás su cruz y que estuvieran ale­ y en privado, le había mandado arrodillarse en el
gres en esos momentos de distracción. El Padre refectorio y en medio del coro, delante de todos.
Pío era un verdadero artista contando chistes, o Él hacía promesas, se golpeaba el pecho, hacía
consolando a quien pasaba por un triste momen­ grandes propósitos, pero luego ... Un día se dio
to. Recuerdo que una vez un hermano, que estaba cuenta de que estaba solo frente ala bodega. Miró
tan contento en San Giovanni, recibió la orden bien a un lado y al otro: no había nadie. Entró Y
de cambiarse a otro convento. Esa tarde, cuando cuando, sentado en un barril, se estaba bebiendo
llegó al recreo, estaba muy decaído. con satisfacción una frasca de vino (y el Padre
El Padre Pío, imitando cómicamente la Pío hacía el gesto de quién está empinando el
voz y los gestos del padre provincial, se puso a codo), sintió cómo dos manazas le agarraban por
echarle un sermón: «Hijo, es por tu bien por lo los hombros. El frailecillo empezó a temblar de la
que te pido que dejes este convento y te dediques cabeza a los pies. Se dio media vuelta Y se quedó

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SIGUIÓ EJERCIENDO SU MINISTERIO GABRIELEAM ORTH

horrorizado. ¡Era el diablo! El pobrecillo se puso Padre Pío: su incesante oración. Jesús nos ex­
a temblar aún más. Apenas tuvo fuerzas para de­ horta a orar siempre, sin desfallecer (Le 18, 1)
cir, con un hilo de voz: ¡Menos mal! !Temía que y san Pablo nos repite que oremos sin cesar (1
fuera el padre guardíán!». Tes 5, 17). En definitiva, si seguimos la ense­
Uno no terminaría nunca de contarlos, ñanza de los santos y los maestros espirituales,
pero lo dejo aquí para evitar que me pase lo que nos esforzamos en transformar en oración todas
me pasó una vez, después de hablar del Padre Pío las acciones del día, sabiendo que ello es posi­
a un grupo de chavales. La verdad es que había ble sólo si le dedicamos a la oración un tiempo
exagerado; el hecho es que cuando le pregunté a exclusivo.
uno de ellos si había entendido quién era el Padre Para el Padre Pío no era así. Ante todo dor­
Pío, me contestó: «Sí. Era un fraile que contaba mía y comía muy poco. Sin embargo, hemos vis­
chistes». to cómo, desde pequeño, se había acostumbrado
Este también era un aspecto, si bien secun­ a una oración intensa que se había convertido
dario, del carácter del Padre Pío, que desmiente para él en una necesidad constante. Él utilizaba
la impresión que algunos tienen de que era un el tiempo de un modo que para nosotros sería im­
cascarrabias. Es verdad que su concentración posible; más de una vez confesó que era capaz de
cuando rezaba era tanta que muchas veces mos­ hacer tres cosas a la vez. Por supuesto, una de
traba, incluso en las fotos, una seriedad quera­ ellas era la oración constante.
yaba con la severidad. Pero esa era una impre­ Quienes vivieron con él lo recuerdan sobre
sión superficial. todo en actitud orante: en el coro de la iglesia vie­
ja, o en la sacristía, o en la tribuna de la iglesia
nueva, o en su celda, o sentado en el jardín...
UN POBRE FRAILE QUE REZA Le gustaba repetir: «En los libros buscamos
a Dios, en la oración lo encontramos». Y, sin em­
Se hizo famosa esta autodefinición suya, que bargo, su oración también era una alternancia de
refleja el aspecto más profundo de la vida del sentimientos contrastantes; desde luego no era
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SIGUIÓ EJERCIENDO SU MINISTERIO GABRIELEAMORTH

un descanso. «Rezo aunque no venga ningún rayo la impresión de que el padre no le había recono­
del cielo»; eran esos momentos tan frecuentes de cido, así que le preguntó, al final de la confesión:
oscuridad interior, cuando rezar parecía que no «Padre, ¿me acepta como hijo espiritual?». Y el
servía para nada. En compensación, otras veces, Padre Pío: «¿Por qué? ¿Hasta ahora de quién has
en cuanto se ponía a rezar, se sentía invadido por sido hijo?». Le había reconocido muy bien. Creo
un vivo amor hacia el Señor que le enardecía. que prefería rezar por sus hijos más que hablar
Solía estar tan unido a Dios que a veces parecía con ellos, si no era necesario. Y, por supuesto,
distraído, con la mirada fija en otro lugar, aunque como él mismo confesó, rezaba mucho más por
estuviera hablando con alguien. los demás que por sí mismo. Y también es verdad
Y, sin embargo, estaba muy atento, aunque que, durante sus continuas oraciones, recibía el
no lo pareciera, y contestaba adecuadamente; don de las apariciones celestiales, sobre todo des­
pero, a veces, uno se sentía decepcionado porque, pués de las luchas cotidianas con el demonio. Las
en medio de los demás, tenía la impresión de no apariciones más frecuentes eran las de Jesús,
ser reconocido. María Santísima y el ángel de la guarda.
Recuerdo a un amigo mío que pasaba lar­ Sus tiernas oraciones a María merece­
gos períodos en San Giovanni y que tuvo que es­ rían un capítulo aparte, como toda su devoción
tar algunos años en el extranjero. A su regreso se mariana. Las cuentas del rosario, al que le gus­
acercó con otras personas al padre, para besarle taba llamar su arma, se deslizaban casi incesan­
la mano o para recibir su bendición. Parecía que temente entre sus dedos. Escribió que rezaba
no se había dado cuenta de su presencia, así que por lo menos cinco vueltas enteras al día; Y esto
le pidió a un amigo que le preguntara al padre: significa, en cuanto al tiempo empleado, cinco
«¿Está contento de que haya vuelto Agostino?». Y horas diarias de rosario. Pero rezaba muchas
el Padre Pío: «¿Estoy ciego o qué? Está aquí desde más; y esto sólo se puede comprender si tene­
hace tres días». Le había visto perfectamente. mos presente que el tiempo para el Padre Pío era
En un caso parecido, un hijo espiritual que diferente al nuestro; aparte de porque dormía
llevaba muchos años sin ir a San Giovanni, tuvo
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SIGUIÓ EJERCIENDO SU MINISTERIO GABRIELE AMORTH

muy poco, también por su capacidad de hacer contestó: «Querido padre Michelangelo, ¿qué te
varias cosas a la vez. crees, que la gente viene aquí por el Padre Pío?
El Padre Pío sufrió sensible y visiblemen­ La gente viene aquí para oír una palabra del
te los dolores de la Pasión de Cristo; pero tam­ Señor. Y si yo no rezo, ¿qué le doy a la gente?».
bién sentía en el alma los dolores de María, que Me parece que está claro que el padre, cuanto
consideraba justamente la mayor mártir, la ver­ más pasaba el tiempo, más sentía la necesidad
dadera Reina de los mártires. de rezar por quienes iban a verle.
Creo que puedo afirmar que el Padre Pío, «Es un hombre hecho oración», me dijo al­
con una cierta nostalgia por los siete años de guien que conocía bien al Padre Pío. Realmente
absoluta oración en Pietrelcina, cuanto más ma­ la oración era el aire que respiraba, su apoyo;
yor se hacía, más sentía la necesidad de rezar, por medio de ella vivía en unión constante con
precisamente para poder desempeñar su «gran Dios, hiciera lo que estuviera haciendo; no era
misión». Ya durante este segundo decenio de tri­ sólo una unión de gracia, sino de verdadera pre­
bulaciones, el tiempo que dedicaba a las confe­ sencia, de diálogo. La necesidad de la oración le
siones se había reducido bastante. Quedaba lejos venía también de su constante sentido de indig­
la época en la que confesaba dieciséis horas al nidad; sentía que era un gran pecador, también
día. Recuerdo que un año en particular tuve la porque era lógicamente consciente de su fragili­
impresión de que el Padre Pío tuviese poca resis­ dad, común en todos los hombres en esta vida; por
tencia en las confesiones. Le confié mis dudas al eso siempre tenía miedo, más bien terror, de caer
padre Michelangelo, que me explicó que el moti­ en pecado, de ofender al Señor, de no ser digno
vo era otro. Él mismo, un día, le había dicho al de lo que estaba haciendo (sobre todo cuando se
padre: «Padre Pío, ¿no podrías dedicar un poco disponía a decir misa).
más de tiempo a la confesión? Aquí hay gente Con estos sentimientos fue siempre un
que viene de muy lejos, incluso del extranjero, gran mendicante de oraciones; se las pedía a
Y de esta forma se ven obligados a quedarse va­ todos. Yo me di cuenta, y nunca se me olvidaba
rios días para poder confesarse». El Padre Pío le hacerlo, de que si quería ver como se iluminaba
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SIGUIÓ EJERCIENDO SU MINISTERIO GABRIELE AMORTH

de alegría, sólo tenía que decirle: «Padre, rezo helicoptero al convento. Aquí me perdonaréis
por usted». Me lo agradecía efusivamente; como si me extiendo un poco, ya que viví el episodio
si quisiera decirme: «¡Por fin alguien que me en primera persona. Yo cuento los hechos como
entiende!». se desarrollaron desde el punto de vista huma­
Sentía muy fuerte el estímulo de la ora­ no; pero tenía totalmente razón el padre cuando
ción, porque además tenía una clara preocupa­ afirmó: «La Virgen vino porque quería curar al
ción: tenía el deber de santificarse para poder Padre Pío».
santificar. Y era una preocupación que también El hecho de que el Señor use métodos hu­
intentaba infundir en los demás, sobre todo en manos para llevar a cabo sus planes nos tiene que
los sacerdotes. Recuerdo muy bien cuando me llevar a atribuir a Dios lo que es obra de Dios;
confesé con él, poco después de haber sido orde­ pero es legítimo que el instrumento humano dé
nado sacerdote. En cuanto le confié que era un testimonio de lo que ha vivido, aunque sepa muy
nuevo sacerdote, me dijo, con un lenguaje segu­ bien que se trata de cosas que son más grandes
ro, como uno que repite una charla para símiles que él. No sé por qué el Señor se sirvió de mí para
ocasiones: «Recuerda que un sacerdote tiene que ciertas obras de gran importancia; no es mérito
ser un propiciador. ¡Pobre de él si necesita ser mío, pero narraré los hechos. Si yo no hubiera ido
propiciado! Recuérdalo bien». Unas sencillas pa­ a pedirle al cardenal Lercaro, cuando le llevé los
labras que dejaban claro cuál era la responsabili­ correspondientes documentos, que patrocinara
dad del sacerdote y cómo debía de tener cuidado en la Conferencia Episcopal Italiana la consagra­
consigo mismo para poder cumplir con su deber. ción de Italia al Inmaculado Corazón de María,
esta consagración no se habría llevado a cabo.
No sé por qué el Señor se sirvió de mí para hacer
LA VIRGEN DE FÁTIMA llegar a la Virgen de Fátima hasta el Padre Pío.
Como tampoco sé por qué el Señor se está sirvien­
Fue un día estupendo cuando, el 5 de agosto de do de mí para restablecer en la Iglesia el exorci­
1959, la estatua de la Virgen de Fátima llegó en tado, casi abandonado desde hace tres siglos. Los
170 171
SIGUIÓ EJERCIENDO SU MINISTERIO GABRIELEAMORTH

hechos son los siguientes. Yo era secretario del luego realizados: el l, L'Aquila; el 2, Chieti; el 3
comité para preparar la consagración de Italia ,Pescara; el 4, Campobasso; el 5, Foggia; el 6 ,y el 7,
al Inmaculado Corazón de María, fijada para el Benevento; el 8, Caserta; el 9, Avellino ...
13 de septiembre de 1959 en Catania, donde ten­ ¿Cómo es que monseñor Strazzacappa (al
dría lugar el Congreso Eucarístico Nacional. Me que le gustaba reírse de su nombre: manto des­
encontraba en una situación muy privilegiada. garrado) había asignado dos días a Benevento?
Habíamos decidido, para preparar a los italia­ ¿No se podía dejar un día para el Padre Pío, como
nos para este acontecimiento en el poco tiem­ regalo de su provincia natal? Esto es lo que le es­
po disponible, organizar una gran Peregrinatio cribí al obispo de Benevento, sin especificar el
Mariae. La estatua de la Virgen, enviada desde motivo, diciendo sólo que quería tratar a todos
Fátima, fue llevada en helicóptero a todas las de la misma manera. El obispo me contestó en­
capitales de provincia. Monseñor Strazzacappa, seguida que no tenía ningún problema en renun­
junto a mi secretario del comité, había trazado de ciar a ese día de más, cosa que a él también le
golpe (se había sentido casi inspirado) el itinera­ había sorprendido. Así quedó fijado el día para
rio. Tengo todavía delante de mí la hoja de papel el Padre Pío: del 5 de agosto por la noche, prove­
que mandamos enseguida a todos los obispos y niente de Foggia, al 6 de agosto por la noche, para
que fue acogido con gratitud por todos sin poner ir a Benevento.
objeciones. El tiempo corría y había que aprove­ Escribí a los capuchinos, para saber qué
char todos los días, desde finales de abril hasta opinaban y para que avisaran al arzobispo de
septiembre, sin tener en cuenta los domingos ni Manfredonia. El querido padre Mariano me con­
los días festivos o las vacaciones de verano. testó entusiasmado, por él y por los hermanos.
Se me ocurrió una idea: ¿y si hiciéramos Quien sin embargo tuvo problemas fue precisa­
una excepción e incluyéramos en el itinerario una mente el arzobispo. El día 15 de abril (ya estába­
parada en San Giovanni Rotonda? Miré el calen­ mos en 1959) me escribió diciendo que no conside­
dario y me fijé en un detalle. Transcribo los prime­ raba oportuno que en un itinerario tan solemne,
ros días de agosto, tal como fueron programados y en el que las únicas paradas programadas eran las
172 173
SIGUIÓ EJERCIENDO SU MINISTERIO GABRIELEAM0RTH

capitales de provincia, se hiciera una excepción El día 6 por la tarde el padre siguió la salida del
con San Giovanni Rotando; tendría que haberlo helicóptero desde la ventana del coro.
preguntado al Santo Oficio ... Yo no sabía nada de Suplicó «Virgen, Virgen mía, has venido a
ese «decenio de tribulaciones», en el que monse­ Italia y me he puesto enfermo; ¿ahora te vas Y me
ñor Cesarano estuvo implicado. Pensé en recurrir dejas enfermo?». En ese instante sintió como un
otra vez a la intercesión del cardenal Lercaro; los escalofrío y dijo a los hermanos: «Estoy curado».
capuchinos estaban de acuerdo conmigo. Y el ar­ Se sintió sano y fuerte como jamás en la vida.
zobispo de Manfredonia me escribió de nuevo, el
4 de mayo, para decirme que ante un príncipe de
la Iglesia, nombrado además por la CEI presidente
de la comisión organizadora con plenos poderes,
ya no había ningún problema y además se sentía
libre de toda responsabilidad.
Y así el helicóptero con la Virgen de Fátima
aterrizó, la tarde del 5 de agosto, delante del con­
vento del Padre Pío.
Precisamente el 25 de abril, cuando dio
comienzo en Nápoles la gran peregrinación ma­
riana, el Padre Pío había enfermado de pleuresía
exudativa, y desde el 5 de mayo ya no estaba en
condiciones ni de decir misa.
La mañana del 6 de agosto, haciendo un
gran esfuerzo, el Padre Pío bajó para honrar la
estatua de la Virgen; es muy famosa la foto en la
que se ve al padre, ayudado por un hermano, de­
positando un rosario en las manos de la Virgen.
174 175
UN LENTO DECLIVE

Podemos fijar en 1962 el final del segundo «de-


'
cenio de tribulaciones», aunque se terminó en
realidad en 1964; pero también desde esa fecha
empieza el declive físico del padre. Si durante el
primer horrible decenio tuvo que sufrir restric­
ciones personales, como la prohibición de decir
misa en público y confesar, en el segundo dece­
nio sufrió por sospechas y controles más sutiles,
de los que fueron una muestra los micrófonos y
la prohibición de interesarse por los asuntos de
su queridísima Casa Sollievo della Sofferenza.

177
UN LENTO DECLIVE GABRIELEAMORTH

Fue muy dura la visita canónica de mon­ Desde noviembre de 1966, el padre se vio
señor Maccari, sobre la que puedo contar un obligado a celebrar sentado. Recuerdo la pena
detalle que me llegó de una fuente segura: en el que me dio cuando le vi celebrar así. Sus misas,
Vaticano se dieron perfectamente cuenta del fra­ cuya duración era mucho más breve por su evi­
caso y de la manera negativa de llevar esa visita, dente cansancio, desde que se vio obligado a usar
y se preocuparon de salvar el tipo. ¿De qué modo? una silla parece que ya no eran como las de antes.
Para dar la impresión de que todo se había reali­ Sin embargo, el sufrimiento de su rostro, cada
zado de modo encomiable, nombraron obispo a vez más reconocible por la menor fuerza para
monseñor Maccari... poderlo esconder, seguía reviviendo la Pasión
Pero es mejor volver al Padre Pío. En 1960, de modo evidente. Todos se daban perfectamen­
a causa del continuo debilitamiento de su vista, te cuenta de la realidad: el declive físico era evi­
le dieron permiso para que sustituyera el rezo de dente. Nadie se sorprendió cuando se supo lo que
las Horas canónicas por el rezo del rosario. Para afirmó con precisión, hablando con una sobrina
él, que era anciano y estaba acostumbrado a cele­ suya: «Dentro de dos años ya no estaré aquí por­
brar con los textos que conocía de memoria, era que habré muerto».
un esfuerzo enorme verse obligado a decir misa Las que no cesaron jamás fueron sus lu­
en italiano, pues tenía que aprenderse todo des­ chas con Satanás, el «gigante» visto en la ado­
de el principio. Son muchas las personalidades lescencia y contra el que siempre combatió Y al
competentes de la Iglesia que consideran que la que siempre venció a pesar de sufrir las heridas
radical ruptura de la Iglesia con el pasado fue un de estos combates. El 6 de julio de 1964 se oyó un
error, aunque aprueben totalmente los cambios fuerte golpe que venía de su celda; los frailes que
litúrgicos. De todas formas, al padre se le per­ acudieron encontraron al Padre Pío en el suelo,
mitió que celebrara en latín; aunque, a partir de herido en el arco superciliar; fue necesario cu­
1965, los problemas de salud le impidieron decir rar y suturar la herida con puntos. El demonio le
misa. había golpeado la cabeza contra el suelo; es muy

178 179
UN LENTO DECLIVE GABRIELEAM ORTH

famosa la foto del Padre Pío con el rostro tume­ se acababa nunca. Se tambaleó y le tuvieron que
facto por este motivo. sentar en la silla de ruedas.
Tampoco tuvo en el pasado el Padre Pío Después de dar gracias, pidió que le
miedo a la muerte; en algunas ocasiones la espe­ acompañaran al confesionario de las muje­
ró como una liberación. Al final llegó el día que res. ¿Quería morir al pie del cañón? Luego
aguardaban todos los hijos espirituales del pa­ quiso dar lo que él llamó «el último salu­
dre: el 20 de septiembre de 1968, 50 aniversario do a sus hijos», a las diez y media, desde la
de su estigmatización. Era un viernes. Él no que­ ventana del coro.
ría ninguna solemnidad, como le habían pedido. Por la tarde, con alegre sorpresa para to­
Pero sus hijos habían llegado de todo el mundo dos, se dejó ver una vez más, rezando en el lugar
y esos días la iglesia estaba siempre abarrotada: habitual, la tribuna de la gran iglesia. Aún pudo
habían organizado un congreso internacional saludar a la multitud desde la ventana de la celda
con los 740 grupos de oración. El 21 de septiem­ nº 1, la que dejan visitar a los peregrinos. Fue su
bre el padre no se encontró en condiciones de última aparición.
celebrar. Había dicho varias veces: cuando me pre­
Llegó la mañana del 22 de septiembre. Para sente ante el Señor, espero que me acompañen
ese domingo la iglesia estaba vestida de fiesta. A dos madres: María Santísima y mi madre. Pues
la hora acostumbrada, las 5, el Padre Pío bajó a ce­ bien, mientras miraba el cuadro que tenía frente
lebrar su última misa. Se veía que estaba agotado, a él con la foto de su madre, le dijo al fraile que le
que le faltaba el aliento, que se iba a morir; pero a estaba cuidando: «Veo a dos madres». Y a la obje­
su lado, el superior insistía con tozudez para que ción del hermano, de que esa era la foto de su ma­
cantara misa. dre, insistió: «Veo muy bien: estoy viendo a dos
Llegó hasta el final como mejor pudo. madres».
Cuando dijo en lágrimas: «La misa ha termina­ Nada más dar las doce de la noche, cuando
do, podéis ir en paz», los fieles prorrumpieron ya se podía proceder a la celebración eucarísti­
en un estruendoso aplauso, que parecía que no ca del nuevo día, le pidió al padre Pellegrino que
180 181
UN LENTO DECLNE

celebrara la misa. Se confesó y renovó su profe­


sión religiosa. Se apagó dulcemente a las dos y
media del lunes, 23 de septiembre de 1968.
Las últimas piadosas tareas: se preparó el
cadáver y se constató que los estigmas habían
desaparecido completamente, sin dejar ninguna
cicatriz; este hecho se documentó por escrito y MÁS VIVO QUE NUNCA
con fotografías.
Para la ciencia siempre será un misterio
cómo aparecieron estos estigmas de repente,
cómo permanecieron cincuenta años y cómo des­
aparecieron de manera igualmente misteriosa.
Se había acabado el objetivo por el que el Señor
se los había dado.
El cuerpo fue enterrado en la cripta, donde Cuando empezaron a construirse las primeras
todavía se encuentra, y que había sido bendecida pensiones y los primeros hoteles a los lados de la
el 22 por la mañana, sin que nada hiciera presa­ avenida que lleva al convento, no faltaron las crí­
giar su inmediato empleo. ticas de quienes afirmaban: «¿Para qué servirán?
Cuando muera el Padre Pío, aquí también morirá
todo». Pues ha pasado exactamente todo lo contra­
rio: cuando murió el Padre Pío hubo un desarrollo
nuevo, grandioso, imprevisible. Se multiplicaron
las casas, las pensiones, los hoteles; muchos insti­
tutos religiosos quisieron construir allí una casa.
Quienes van hoy a San Giovanni ya no se orien­
tan a causa del gran conjunto de construcciones
182 183
• 1

MÁS VIVO QUE NUNCA GABRIELEAMORTH

que se han levantado, respecto a lo que era en el convertirse, para cambiar de vida, o para recibir
pasado. un nuevo impulso en el campo espiritual.
También la Casa Sollievo della Sofferenza Muchos también obtienen gracias tempo­
siguió progresando. Cumple un servicio provi­ rales: curaciones, soluciones de problemas que
dencial y es testimonio no sólo del amor del Padre parecían insolubles, ayudas materiales como en­
Pío por los enfermos, sino también de la intuición contrar un trabajo o el alma gemela con la que
del Padre Pío en cuanto a su ubicación. Parecía fundar una familia.
imposible poder construir en esa colina agreste y La presencia del Padre Pío se deja sentir a
además parecía totalmente inoportuno elegir un veces también de manera palpable, Y de muchas
lugar tan aislado y tan incómodo para llegar. Hoy formas. Hay quienes sueñan con él, Y las palabras
la distancia ya no es un problema, y el lugar resulta que oyen en sueños se hacen realidad. Hay quie­
adecuado. nes sienten una percepción interior, mediante la
Pero lo que más impresiona es la afluencia cual se aclara una duda, o cesa una angustia. Pero
masiva de peregrinos a lo largo de todo el año. hay algo que ya existía cuando estaba vivo Y de
Jamás se vio tanta concurrencia cuando el Padre lo que aún no he hablado: su perfume. Nunca he
Pío estaba vivo, como ahora, después de la muer­ querido ver cosas extraordinarias cuando iba a
te. ¿Qué es lo que les atrae tanto? No hay ninguna visitar al Padre Pío; para mí era suficiente obser­
duda: la presencia de un santo, cuyos restos se var su vida, cómo pasaba sus días, para tener la
honran y al que se dirigen con fe. certeza de que era un hombre de Dios. Cuando me
Todavía hoy sigue yendo la gente a San hablaban del perfume del Padre Pío, me lo creía
Giovanni para rezar, para confesarse, para asis­ (eran muchos los que me lo decían, Y eran perso­
tir a misa, para recibir la comunión, para adorar nas en las que se podía confiar totalmente), pero
a Jesús en el sagrario. La presencia del Padre nunca tuve la necesidad de sentirlo. Y, sin em­
Pío se siente más viva que nunca por las gracias bargo, este perfume me llegó en varias ocasiones,
que sigue concediendo, más que antes, especial­ fuerte, inconfundible: en la iglesia, por la calle, en
mente en el campo espiritual: acuden a él para
184 185
MÁ S VI VO QUE NUNCA GABRIELE AMORTH

la casa donde me alojaba. No podía negarme a la He vuelto varias veces a San Giovanni
evidencia. Rotondo. La última vez elegí un día de diciembre,
Pues bien, todavía hoy son muchos los que pensando que era una época muerta, con poca
sienten ese perfume. Es un signo de su presencia y afluencia de fieles. En cambio, había un montón de
de su protección. Son tantos los testimonios que no autocares, muchos coches. Había muchísima gen­
tiene sentido dudar de ellos. te. Sólo diré esto: la misa de doce se celebraba con­
No puedo dejar de mencionar un hecho per­ temporáneamente en tres sitios: en la vieja iglesia,
sonal. Desde que soy exorcista, recurro siempre a en la iglesia nueva y en la cripta en la que se con­
la ayuda del Padre Pío, que tanto tuvo que comba­ servan los restos del padre. Y, sin embargo, la gen­
tir durante toda la vida contra el demonio y siem­ te se aglomeraba fuera de la iglesia, porque den­
pre lo venció. Y tengo que decir que el Padre Pío tro ya no había sitio. Comprendí la necesidad de
me ayuda realmente. Por mi parte no le he vuelto construir una nueva íglesía grande y pensé en las
a ver, ni siquiera en sueños; no he vuelto a sentir críticas de quienes, cuando estaban construyen­
su perfume, ni he tenido ninguna señal percepti­ do la iglesia que encierra la pequeña iglesia anti­
ble de su presencia. Pero muchas veces es el demo­ gua, hablaban de dimensiones exageradas, decían
nio, por medio de la persona poseída, la que ve al que no era necesario que fuera tan grande. Hoy,
Padre Pío y grita: «¡Ese fraile, no! ¡A ese fraile no evidentemente, los superiores capuchinos ya no
lo quiero! ¡Echad a ese fraile!». prohíben a sus frailes que vayan a San Giovanni
He tenido muchos casos de personas que no Rotando, y los obispos ya no miran mal a los sa­
habían pensado jamás en el Padre Pío, pero que cerdotes que organizan las peregrinaciones. Los
recurrían a mi ministerio de exorcista; y luego, o santos hacen temblar cuando están vivos; muertos
en sueños, o al sentir el perfume, se daban cuen­ ya no molestan a nadie, aunque la realidad es dis­
ta de que el Padre Pío les estaba ayudando por su tinta: su vida es siempre un ejemplo para seguir Y
propia iniciativa, porque ellos nunca se habían una severa admonición a quienes no observan las
dirigido a él. leyes del Señor.

186 187
MÁS VIVO QUE NUNCA GABRIELEAMORTH

Considero al Padre Pío el más grande san­ recién ordenado sacerdote: «Serás papa; veo vio­
to de nuestro siglo. Lo deduzco por su influencia lencia y sangre sobre ti». He indagado inútilmen­
mundial, aunque provenga de un rincón apar­ te sobre este episodio. Creo que el único quepo­
tado del Gargano. Y lo deduzco también por un dría despejar esta duda sería el protagonista.
hecho que me ha marcado. El Señor me ha conce­ En cambio, sí es cierto que el Padre Pío
dido la gracia, durante mi larga vida, de conocer profetizó el pontificado a Pablo VI. Cuando mon­
a muchas personas santas, algunas de las cuales señor Montini era Sustituto en la Secretaría de
han sido presentadas para su beatificación·. Estado, el Padre Pío le dijo a Angelo Battisti:
Todas las personas con fama de santidad «Dile que se prepare para ser papa». El mensaje
que he tenido la suerte de conocer, vivas y muer­ fue trasmitido inmediatamente por el diligente
tas, estuvieron en contacto con el Padre Pío: o por hijo espiritual del Padre Pío, que trabajaba en
la vía ordinaria, cuando fueron a San Giovanni la Secretaría de Estado y era muy amigo del in­
Rotondo, o por vías extraordinarias, cuando el pa­ teresado. Nada más cumplirse el hecho, Battisti
dre se encontró con ellas por medio de la biloca­ corrió a ver al nuevo pontífice mientras salía
ción o de otra manera. de la Capilla Sixtina. Se miraron un buen rato,
Antes de pasar al último asunto, la canoni­ sin decir una palabra, pero se entendieron
zación, permitidme que deje una pregunta abier­ perfectamente.
ta, a la que no he conseguido darle una respuesta
satisfactoria, acerca de la relación entre el Padre
Pío y Juan Pablo II. Que el actual pontífice demos­ EL PROCESO CANÓNICO
tró gran admiración por el fraile estigmatizado
es bien sabido. Lo sabemos por sus viajes a San Esta vez no hablamos de un proceso disciplina­
Giovanni Rotondo, por lo que escribió cuando rio: el Padre Pío fue condenado, pero jamás fue
era cardenal, por el discurso pi-anunciado duran­ procesado. Ahora hablamos del proceso de cano­
te su visita a San Giovanni. Lo que no sabemos nización, lento y atribulado, como era previsible.
es si el Padre Pío realmente le profetizó al joven Hago una observación. La vox populi no espera las
188 189
MÁS VIVO QUE NUNCA GABRIELE AMORTH

declaraciones oficiales, sino que se pronuncia en­ Una vez acogida la solicitud, procedieron a
seguida. Es más, en estos casos, las declaraciones examinar los escritos, a interrogar a los testigos
oficiales dependen en parte precisamente de la vox y a recoger todo el material necesario. Cuando
populi, es decir, de la fama de santidad; es un requi­ terminaron con todo lo correspondiente a la dió­
sito indispensable para que se pueda abrir y llevar cesis, el arzobispo de Manfredonia entregó toda
adelante el proceso. El proceso canónico lleva sus la documentación a la Congregación para las
procedimientos, relacionados con muchos casos Causas de los Santos, en 1980.
humanos, incluso contingentes, de pura oportu­ Después de un primer análisis positivo, el
nidad. En cambio, la vox populi se manifiesta con Santo Padre firmó el decreto para presentar el
total espontaneidad: la gente empezó a ir enseguida proceso cognitivo sobre la vida y las virtudes del
de peregrinación a la tumba del Padre Pío, para in­ siervo de Dios, el Padre Pío de Pietrelcina. Esto
vocar su intercesión, ha levantado 118 monumen­ ocurrió en 1982.
tos que lo reproducen, le ha puesto su nombre a Entonces, cada postulador tiene que pre­
calles y plazas. No le interesa esperar el veredicto parar un volumen, llamado positio (posición o
eclesiástico, que solo influirá para permitir el culto situación), para someterlo a la correspondiente
público. Pero no aumentará el culto privado, por­ comisión. Dicho volumen contiene la vida del
que ya ha alcanzado su máximo nivel. Siervo de Dios y la prueba de que ha practicado
Una causa de canonización sigue varias fa­ las virtudes cristianas de modo heroico, Y en el
ses procesales. El primer paso es el de nombrar a mismo también se responde a los posibles moti­
un postulador que presente la causa en la dióce­ vos de duda o de impugnación. Para lapositio del
sis a la que pertenecía la persona. Cuando se tra­ Padre Pío se necesitaron seis volúmenes.
ta de un religioso, es su familia religiosa la que Su existencia presentaba muchas dificulta­
se ocupa del procedimiento. Por eso fue el padre des, incluso para las personas competentes impli­
Bernardino de Siena el que mandó la petición al cadas en muchos de los episodios alegres Y tristes
arzobispo de Manfredonia, en 1969. de su vida, y era necesario aclarar bien las postu­
ras y los comportamientos de cada una de ellas,
190 191
MÁS VIVO QUE NUNCA GABRIELE AMORTH

sobre todo ante las reacciones del padre en distin­ después de la firma del decreto pontificio, se pue­
tas situaciones. den someter al severo examen de autenticidad
Se llegó a este punto y a obtener el visto requerido, para poder ser declarados hechos mi­
bueno de la comisión cardenalicia en el verano lagrosos, atribuibles a la intercesión del padre
de 1997. estigmatizado.
Por fin las conclusiones de todo el proceso Así queda explicada la lentitud y la pruden­
se pudieron someter al Santo Padre, que el 18 de cia empleada en estos procesos que, repetimos,
diciembre de 1997 promulgó el decreto con el que no obstaculizan para nada el culto popular pri­
se reconocía que el Padre Pío había vivido heroi­ vado, ampliamente extendido en todo el mundo.
camente las virtudes cristianas y así fue procla­ Un culto que ahora se ha convertido en público.
mado «venerable». Además, se afirmaba la natu­
raleza sobrenatural de sus estigmas. Quedaban
los dos últimos pasos: después del reconocimien­
to de un milagro, el Papa proclamó «beato» al
venerable. Después del reconocimiento de un se­
gundo milagro, lo proclamó «santo».
El Padre Pío hizo muchos milagros. Pero
hay que tener presente que, para los fines de la
causa, sólo se pueden presentar los milagros rea­
lizados después de la muerte, y la presentación
se puede hacer solamente después de la firma del
decreto por el que un siervo de Dios es declarado
venerable.
Sé que para el Padre Pío ya hay varios
milagros documentados, realizados por interce­
sión suya después de su muerte. Pero sólo ahora,
192 193
A MANERA DE APÉN!DU)ffi

Cuando empecé a redactar esta breve biografia


del Beato Padre Pío y, más concretamente, cuan­
do escribía las consideraciones que cierran el ú1-
timo capítulo, no podía imaginarme que a distan­
cia de sólo cinco años habría tenido que añadir
un pequeño apéndice.
Porque, en efecto, la documentación de los
milagros demostrados después de la firma del
decreto que proclamaba la heroicidad de las vir­
tudes del Padre Pío, y que, por tanto, lo recono­
cía «venerable», permitió que se procediera a su
beatificación.
195
A MANERA DE APÉNDICE

El 2 de mayo de 1999, durante una celebra­


ción en la plaza de San Pedro, el Papa Juan Pablo
II incluyó al padre de Pietrelcina en el libro de
los beatos.
Ni yo ni los muchísimos devotos presentes
en la plaza de San Pedro, así como en Pietrelcina
Y San Giovanni Rotondo, habríamos podido ima­
ginar ese día que el padre sería canonizado el 16
de junio de 2002. Pero, evidentemente, como nos
recuerda la Sagrada Escritura, los caminos del
Señor no son los nuestros...

1887 - 25 de mayo. El Padre Pío nace en Pietrelcina


(Benevento), hijo de Grazio Fougione
y Maria Giuseppa Di Nunzio. El día si­
guiente es bautizado en la pequeña igle­
sia de Santa Ana, recibiendo el nombre de
Francesco.
1899 - 27 de septiembre. Francesco recibe la con­
firmación. Ese mismo año había recibido
la primera comunión.
1903 - Es un año de importancia decisiva. En una
visión, Francesco supo que pasaría toda
196 197
FECHAS PRINCIPALES GAB RIELE AM ORr.rH

su vida luchando contra Satanás, aunque 1923-1933 - El primer decenio de tribulaciones.


él ganaría siempre, gracias a una especial 1923 - Rumores de traslado del padre de San
ayuda divina. En otra visión se le predijo Giovanni Rotondo. Violenta oposición po­
su «enorme misión». El 6 de enero ingre­ pular. Prohibición de celebrar en público
sa en el noviciado de los capuchinos de durante algunos días.
Morcone (Benevento). El 22 de enero re­ 1924 - 24 de julio. El Santo Oficio exhorta a los fie­
cibe el hábito capuchino y se le impone el les a que no vayan a visitar al Padre Pío ni
nombre de fray Pío de Pietrelcina. le escriban cartas.
1910 - 10 de agosto. El Padre Pío es ordenado 1931- 9 de junio. Le comunican al Padre Pío la pro­
sacerdote en la catedral de Benevento. hibición de decir misa en público; podrá
Hacia final de mes recibe los estigmas celebrar en privado, dentro del convento.
invisibles. Se le prohíbe confesar.
1915 - 10 de octubre. Revela que sufre la coro­ 1933 - 16 de julio. El padre puede decir misa de
nación de espinas y la flagelación desde nuevo en público.
hace años. 1934- 25 de marzo. De nuevo puede confesar a los
1916 - 17 de febrero. Va a Foggia para asistir a hombres.
una moribunda. 12 de mayo, puede confesar de nuevo a las
28 de julio. Va por primera vez a San mujeres. Después de tres años.
Giovanni Rotonda, donde se quedará prác­ 1935 - El 25 aniversario del sacerdocio del Padre
ticamente cincuenta y dos años, es decir, Pío se celebra sin ninguna solemnidad. Lo
hasta su muerte; se ausentó sólo cuando habían prohibido.
le llamaron para el servicio militar. 1940 - 9 de enero. Decide construir la Casa
1918 - 5-7 de agosto. Recibe la transfixión del cora­ Sollievo della Sofferenza.
zón, que le seguirá sangrando toda su vida. 1947 - Empiezan las obras para la construcción
Viernes 20 de septiembre. Recibe los de la Casa.
estigmas.
198 199
FECHAS PRINCIPALES GABRIELE AMORTH

1950 - La gran afluencia de peregrinos obliga a Desastrosa visita apostólica de monseñor


usar el sistema de reservas para organi­ Maccari.
zar los turnos en el confesionario. 10 de agosto. El padre celebra el 50 ani­
1952-1962 - El segundo decenio de tribulaciones. versario del sacerdocio; gracias a la
1952 - 11 de marzo y 8 de abril. El Santo Oficio afluencia masiva de hijos espirituales Y
denuncia hechos inconvenientes en San autoridades, la celebración resultó muy
Giovanni Rotondo. solemne.
30 de julio. El Santo Oficio prohíbe ocho 1968 - 29 de marzo. El Padre Pío se ve obligado a
libros sobre el Padre Pío; prohibición a usar silla de ruedas.
los frailes de divulgar los escritos sobre 20 de septiembre. 50 aniversario de los
el Padre Pío y organizar peregrinaciones. estigmas. Llegan de todo el mundo sus hi­
1954 - Prohibición al padre de ocuparse de los jos espirituales para celebrar este aniver­
problemas surgidos entre los miembros sario; Congreso internacional de los 740
de la Casa Sollievo della Sofferenza. Grupos de Oración.
1955-1958 - Quiebra del banquero Giuffré, al que 22 de septiembre, 5 de la mañana. El pa-
los capuchinos habían confiado cantida­ dre celebra su última misa.
des ingentes de capital, que de esta forma 23 de septiembre, 2:30 de la madrugada. El
se esfumaron. padre se apaga serenamente.
1958 - El Padre Pío sometido a control, espiado, 1969 - El postulador de los capuchinos envía la
hasta llegar a ponerle micrófonos en el petición para que se abra el proceso de
locutorio. canonización.
1959 -1 de julio. Inauguración de la nueva Iglesia. 1980 - 3 de marzo. El arzobispo de Manfredonia
5-6 de agosto. Visita de la estatua de la entrega los últimos documentos para el
Virgen de Fátima. inicio de la causa de beatificación.
1960 - Prohíben al Padre Pío recibir a mujeres 1982 - El Santo Padre firma el decreto para pre­
fuera del confesionario. sentar el proceso, que se abre oficialmente
200 201
FECHAS PRINCIPALES

en San Giovanni Rotando el 3 de marzo de


1983.
1997 -El 18 de diciembre el Santo Padre proclama
el decreto que reconoce las heroicidades
de las virtudes del Padre Pío. Desde ese
momento es «venerable».
1999 - El 2 de mayo, en la plaza de San Pedro,
Juan Pablo II beatifica al Padre Pío.
2002 - El 16 de junio el Papa proclama santo al
Padre Pío.

202
Este libro se terminó de
imprimir en Madrid
el 29 de octubre de 2019,
san Narciso de Jerusalén
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