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tema j
•06:. . LENGUA CASTELLANA
Y LITERATURA
EL p r o c e s o de c o m u n i c a c i ó n .
La situación comunicativa.
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1. EL PROCESO DE LA COMUNICACIÓN
1.3. LA PRAGMÁTICA
2. CONCEPTO DE SITUACIÓN
2.1. CARACTERÍSTICAS
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lengua castellana y literatura
INTRODUCCIÓN
Así pues, desde estas perspectivas comienza ya el estudio del tema sin olvidar que
se trata de un tema teórico que tendrá aplicación práctica en otros temas, pero
no en este, que es válido para todos los idiomas al ser una forma de concebir el
fenómeno de la comunicación.
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K] E L PROCESO DE LA COMUNICACIÓN
Actualmente la comunicación se enfoca como un tipo de actividad humana que consiste en realizar
un uso concreto del código, lo cual se constituye en acto de habla.
En esta concepción adquiere una importancia especial el emisor, ya que sin sus inferencias, sin sus
interpretaciones, en fin, nunca queda cerrado el acto comunicativo, es decir, no se produce la co-
municación.
A raíz de los trabajos del ingeniero de teléfonos Shannon, que trataba de reducirlos costos del men-
saje telefónico, muchos investigadores indagan sobre la información en radio, televisión y cibernéti-
ca, de modo que la investigación en el campo de los mass media da como resultado la aparición de
una doctrina y ciencia de la comunicación en la década de los años cincuenta.
En este apartado se trata de aplicar la Teoría de la comunicación a la lengua.
* Un código (conjunto o sistema de signos), selecciona los signos y formas (operación de codifi-
cación)
• Para formalizar un mensaje (Información), que exterioriza o transmite con un medio material o
canal (ondas sonoras, escritura, impulsos eléctricos)
ó
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• Un receptor (o destinatario)
Para evitar la pérdida de información que pueden ocasionar los ruidos, los hablantes disponemos de
un conjunto de unidades de defensa, los elementos redundantes, innecesarios desde el punto de
vista informativo, pero a los que recurrimos para asegurarnos de que la información llega completa
a su destino. Uno de los ejemplos más claros de redundancia lingüística son los morfemas de género
y número de las palabras que acompañan a un sustantivo.
Los términos continuo y discreto que aparecen en dicho cuadro se refieren, en el caso del primero,
a una realidad que no tiene delimitaciones, como la onda sonora, que es una continuidad y no un
conjunto de elementos diferenciados; el cerebro los diferencia por decodificación. Discreto se aplica
a elementos discontinuos, delimitados.
Para interpretar correctamente los elementos del proceso de la comunicación se hace necesario
precisar las siguientes cuestiones.
En primer lugar, el referente es la realidad extra lingüística más la situación en que se comunican y
gracias a lo cual el mensaje puede interpretarse correctamente en muchas ocasiones. Como explica
A. Sánchez, no significa lo mismo La hora dicha por el bedel que emitida por la madre al despertar
al hijo.
En segundo lugar, el código está formado por un conjunto limitado y moderadamente extenso
de signos que se combinan mediante determinadas reglas conocidas por quienes los utilizan. El
código es una convención de ¡os usuarios. Existen diversos códigos, pero aquí nos centramos en
el lingüístico. Es evidente que, a mayor número de códigos conocidos, el individuo tiene mayores
posibilidades de conocer y entender el mundo en que vive. Sobre los distintos códigos se trata en
un capítulo aparte.
Por último, el signo no debe confundir-se con los indicios o señales. El signo tendrá intención comu-
nicativa y entrará en un sistema con unas reglas determinadas.
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EL PROCESO DE LA COMUNICACION
Fenómenos * * '
«tm-lngiilsticrü
j'Conbnuum/ t ^ Pasas principales de un proceso de comunicación [ transferencia de
un mensaje estructuradofingüisticsTmnlo.dnsdfl un sujeto emisor (a)
hasta un su)eto receptor (b). A - k = procesos do transferencia de
codificación y decodificación, desde 9! impulso (A) hasta la recepción
del mensaje (k).
• Intención y resultado
Por otra parte, todo acto de comunicación se produce con una intención y resultado.
• La función emotiva, también llamada expresiva, se centra en el emisor, que exterioriza sus senti-
mientos.
• La función referencial se centra en el tema, que es la relación entre el mensaje y el objeto a que
se refiere (la realidad referente).
• La función fática o de contacto verifica que el circuito funciona, por lo que es el reforzamiento
del contacto.
• La función poética se centra en el mensaje mismo, llamando la atención sobre la forma de realzar
el mensaje.
• La función conativa o imperativa, también llamada ¡mpresiva, es la orientación del lenguaje hacía
el receptor o destinatario.
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lengua castellana y literatura
EMISOR
CANAL
CANAL
I
RECEPTOR
EMOTIVA
FÁT1CA
METAL1NGÜÍSTICA—POÉTICA— REFERENCIAL
CONATIVA
En cuanto al resultado, lo más importante es considerar que un acto de comunicación puede gene-
rar otro, de manera que el receptor se convierte a su vez en emisor, cosa que ocurre siempre en una
conversación, en la comunicación interpersonal, cuando una misma persona puede actuar como
emisor y receptor.
• F a s e s d e l p r o c e s o de la c o m u n i c a c i ó n
En consecuencia, toda persona que participe en un acto de comunicación puede verse implicada,
realmente, en dos procesos alternativos, como son las dos fases del proceso de comunicación: a)
un proceso de codificación, denominado onomasiológico, que selecciona signos (formas sonoras,
gráficas, etc..) para transmitir una realidad, y b) un proceso de descodificación, denominado sema-
siológico, que consiste en la interpretación de los signos para descifrar o comprender la realidad
transmitida.
Estas dos fases, onomasiológica y semasiológica, requieren atención especial por sus derivaciones
didácticas en la pedagogía de la lengua.
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PROCESO ONOMASIOLÓGICO
Emersión - Emisión
PROCESO SEMASIOLÓGICO
Recepción - Inmersión
• Para salir a la superficie ese contenido ha de ser codificado pasando (ascendiendo) por distintos
niveles.
• Y, por fin, asciende al nivel de los fonemas y prosodemas, con lo que ya está en disposición de ser
emitido, de salir a la superficie.
Esto significa que la codificación se produce en cuatro niveles: semántico, sintáctico, morfológico y
fonológico.
• Y, por último, se pasa al nivel semántico, con lo que se comprende el mensaje, se llega a la estruc-
tura profunda y se hace la relación con la realidad.
Este modelo semiótico ha recibido diversas críticas. Así, algunos autores han hecho hincapié en que
la comunicación humana no es una mera cuestión de codificar y descodificar, sin que, entre otras
cuestiones, hay que tener en cuenta que en toda comunicación humana hay un intento de atraer
la atención del interlocutor, de manera que la existencia de contenidos implícitos manifiesta que el
proceso comunicativo va más allá de la mera codificación y descodificación.
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• Información y significación
Llegados a este punto, conviene establecer una diferencia entre información y significación.
Para A. Sánchez (1983), la información y la significación son dos aspectos diferentes de un mensaje
que conviene distinguir con claridad. Por ejemplo, el castellano parlante que visita un parque polaco
en primavera y oye que el guía turístico dice Drzewa sa ztelone, reconoce inmediatamente que se
trata de un mensaje, aunque no pueda comprenderlo sin la ayuda de! intérprete: Los árboles están
verdes. Puesto que el visitante ve árboles, hay que admitir que los dos mensajes no le comunican
nada que desconozca. Es decir, la Información que recibe en ambos casos es la misma: ninguna.
Pero, para nuestro personaje, entre los dos mensajes existe una diferencia esencial: el primero, en
polaco, carece de significación, mientras que el segundo, en castellano, sí la tiene.
La cantidad de información que comunica un mensaje puede ser medida en bites gracias a los estu-
dios realizados por el norteamericano Claude Shannon en los laboratorios de la Compañía Telefóni-
ca Bell y cuyos resultados expuso, en 1952, en su libro The MathemáticaíTheory of Comunicaron.
El bites la cantidad de información que transmite un mensaje cuando, en una situación determina-
da, sólo son posibles dos mensajes y ambos tienen la misma probabilidad de aparición. Por ejemplo,
si preguntamos ¿Has visto a José?, nuestro interlocutor sólo puede contestarnos con dos mensajes: Sí
o No. En este caso, cualquiera de las dos respuestas citadas es un bit.
Ahora bien, conviene recordar que los códigos se conciben para transmitir cualquier cantidad de
información deseable, por tanto, varían de acuerdo con esa cantidad. No obstante, hay que destacar
que todos ellos, por perfectos que sean, siempre presentan limitaciones en lo que pueden transmitir,
desde los que utilizan las formas de comunicación no lingüísticas (los símbolos de las Matemáticas,
la Física o la Química) hasta los que utilizan formas de comunicación lingüística (las lenguas).
Hasta ahora se daba importancia especial al proceso de la comunicación centrado en el uso del
código lingüístico sin tener en cuenta los factores extra lingüísticos que influyen en el acto de co-
municación y gracias a los cuales es posible el cierre del acto comunicativo por parte del receptor.
De modo análogo, la actividad se pone en marcha a partir de una necesidad de comunicar algo para
obtener unos resultados mediante la producción y recepción de unos signos estructurados por unas
acciones tanto al hablar como al escribir dentro de una determinada situación social.
Por ejemplo, alguien que desea obtener agua planifica el uso del ruego si la pide a alguien superior:
Le ruego me ayude a beber. Tengo tantas diñcuitades.... O actuará como superior dando una orden y
codificando en imperativo si está ante alguien a quien considera un inferior: Dame agua.
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Por eso, resume Enrique Bernárdez, en el proceso de realización de la actividad mediante actos
verbales es preciso distinguir dos fases: la estructuración mínima de la motivación inicial y la reali-
zación superficial de esa motivación. En ambas fases es preciso tener en cuenta los determinantes
no lingüísticos, fundamentalmente de carácter psico-social, de forma que incluso la manifestación
meramente superficial debe explicarse en parte por dichos factores.
1.3. LA PRAGMÁTICA
Está claro que el contexto lingüístico de ese acto de comunicación era insuficiente por sí mismo
para determinar el mensaje y conseguir el fin de informarse. Ha sido el contexto extra lingüístico el
factor determinante.
Lo tradicional era explicarlo todo por el contexto lingüístico, pero actualmente queda de manifiesto
que hay que explicar el contexto extralingüístico o situacional como determinante de la interpre-
tación en los actos diarios de comunicación y no como algo excepcional y estadísticamente irrele-
vante.
En relación con lo expuesto, Bustos Guadaño señala que la médula de la comunicación reside en
que la información comunicada no está dentro del mensaje, sino que este es el que permite el acce-
so a la comunicación, que ¡ría, por lo tanto, más allá del mensaje en sí mismo.
En suma, podemos diferenciar el contexto lingüístico como el conjunto de los elementos verbales
que se relacionan entre sí dentro de un contexto. En cambio, el contexto extralingüístico es el
conjunto de circunstancias psicológicas, físicas y socioculturales que están presentes en el acto de
comunicación al mismo tiempo que el acto verbal.
• Elementos extralingüístícos
La Pragmática lingüística se centra en la incidencia que sobre las expresiones lingüísticas completas
ejercen los elementos extralingüístícos. En definitiva, a! contexto extralingüístico pertenecen los si-
guientes elementos:
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Las distintas intenciones condicionan los usos lingüísticos. Para prescribir usamos el imperativo; pero
si queremos informar, recurrimos al indicativo en todos sus tiempos, mientras que para predecir
predominará el futuro, etc.
Además, las distintas intenciones se manifiestan en sus formas propias de discurso: discurso informa-
tivo, explicativo, persuasivo, normativo, predictivo, conativo, lúdico y estético.
Los mensajes tienen que estar anclados en el espacio y en el tiempo. De ahí las referencias al
lugar y los objetos presentes en el acto comunicativo así como las referencias temporales, todo
ello por medio de los elementos pertinentes, pero en especial los deícticos, que, estando vacíos
de sentido en el diccionario, adquieren un sentido por la situación dado que apuntan a algún ser
presente físicamente en el acto de comunicación concreto.
Por ejemplo, nada sabemos del significado en Déme eso; póngame también dos de aquellos, alvo
que conozcamos el contexto lingüístico. Sólo la deixis gestual del momento explica a la deixis
verbal en esa situación de compraventa.
En este caso, la Pragmática tendrá en cuenta las expresiones lingüísticas deíctícas que apuntan no
a lo que está en el texto sino a lo que está fuera de él. Por ejemplo, en el texto RómuloyNuma fue-
ron los primeros reyes de Roma: aquel fue belicoso; este se dio a !a religión, no le interesa a la Pragmá-
tica el uso intratextual de los deícticos /aquel/ y /este/. Sisón de la pragmática cuando los mismos
términos tienen el referente, o ¡o indicado, fuera del texto verbal. Así, en enunciados como Aquel
es mi primo; esa es su novia, interviene la Pragmática para explicar que el sentido de esos deícticos
se determina merced al contexto situacional: la presencia física de las personas señaladas por el
gesto verbal acompañado de los gestos corporales del dedo o la cabeza.
- Personal: señala a las personas del discurso, estén o no presentes. Se expresa mediante pro-
nombres personales, posesivos y el morfema verbal de persona.
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- Espacial: señala los elementos de lugar en relación con el espacio. Esta función la realizan ad-
verbios de lugar o perífrasis adverbiales (allí, cerca, arriba, a la derecha, etc.), demostrativos
(este,ese, aquel y sus formas femeninas), locuciones prepositivas (delante de, etc.) y verbos de
movimiento.
- Temporal: sitúa el plano temporal en referencia al momento en que se habla. Se realiza me-
díante adverbios de tiempo y locuciones adverbiales (ahora, mañana, etc.), algunas preposicio-
nes y locuciones prepositivas (desde, a partir de, etc.), algunos adjetivos (antiguo, moderno, etc.)
y morfemas verbales.
• El emisor: el hablante deja rastros de sus características personales al realizar sus actos de habla.
Cualquier situación cotidiana puede servir de ejemplo: un señor de edad avanzada se permite
hablar de tú a una señora desconocida y de cuarenta años pues la distancia en años le hace verla
muy joven; el yerno airado con la suegra le da el apelativo de señora en señal de rechazo o de
hastío; las ambigüedades del político que no quiere comprometerse y se desvía del tema; el uso
del plural nosotros cuando habla uno sólo como reflejo de su humildad aunque sea un genio de
las letras o las ciencias; y ese plural de solidaridad con los enfermos cuando el médico pregunta
¿cómo estamos hoy? en clara actitud de empatia.Todo ello más la voz bien modulada o áspera-
mente emitida, la sintaxis compleja o simplemente yuxtapuesta, etc., son indicios que revelan un
tipo de emisor u otro muy distinto.
Por otro lado, el emisor puede hacer referencia a sí mismo mediante diferentes formas de identifi-
cación. Se trata de fórmulas fijas (por ejemplo, el abajo firmante) o de presentaciones colectivas.
• Expresiones según el tipo de receptor: asimismo existen expresiones determinadas por el tipo
concreto de receptor según el sexo, la edad, la posición social, la cultura, etc. El papel social de las
personas a las que se dirige un emisor se marca mediante nombres propios, formas de tratamien-
to, apelativos familiares y honoríficos (su uso obedece a normas establecidas).
La edad impone no sólo el usted s\no también el hablar más lento. El cargo exige a veces señora o
señory otras fórmulas de tratamiento como señoría, doctor, etc. La ausencia de intimidad o trato
familiar justifica que una persona mayor trate de usted a un joven. A veces se usa el usted con un
niño al que se intenta intimidar con un tratamiento distancíador.
• El espacio o lugar social: condiciona ciertas expresiones que pueden ser técnicas o coloquiales
abreviadas.
El lugar especializado en una actividad social de cualquier tipo permite ciertas formas de hablar,
pero también diferencia significados cuando utilizamos oraciones comodines.
Por ejemplo, «Esta operación ha sido un éxito» es una oración comodín porque se puede emplear
en distintos espacios sociales de actividad diversificada:
Por otra parte, en el espacio existen objetos que pueden señalarse durante la conversación. Si
dichos objetos se señalan con gestos, eso ahorra palabras y así se explica que surjan expresiones
incompletas. De ahí el uso de los deícticos verbales sin nombre y el de los deícticos gestuales y
mímicos.
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En consecuencia, el lugar social determina el tipo de discurso que le es propio: discurso pedagó-
gico, cultural, político, económico-comercial, jurídico, científico, laboral, interpersonal.
• El tiempo: en todo acto de habla siempre aparecen marcadores temporales que se realizan con
las formas de los verbos y con adverbios. En el caso del presente intemporal estamos ante un
marcador cero, pues la intención es unlversalizar el mensaje en el tiempo, esto es, hacerlo válido
para todas las épocas.
• Principio de cortesía: parte del hecho de que hay que tener en cuenta la vertiente social del acto
de comunicarse y consiste en un conjunto de estrategias conversacionales destinadas a evitar o
paliar los conflictos entre los objetivos que tiene el hablante y los del destinatario. Este principio,
según Lakoff, tiene dos reglas fundamentales: ser claro y ser cortés.
Por su parte, Brown y Levinson incorporan el concepto de imagen. Cada individuo tiene una
imagen de sí que quiere conservar y por lo tanto en la conversación esta imagen debe ser pre-
servada.
Es preciso planificar conforme a la intención comunicativa, elaborar el tipo de discurso que corres-
ponde a cada intención, tener en cuenta las características psicológicas y sociales de emisor y des-
tinatario así como sus competencias lingüísticas, determinar las expresiones conforme al grado de
solidaridad de las relaciones entre los interlocutores, el lugar concreto y tiempo físico de la comu-
nicación, el lugar social donde se produce el discurso y el tipo de discurso propio del lugar social.
Bien entendido que toda esta planificación acompaña a la propia de la forma expresiva o del código,
que es imprescindible para crear el texto oral o escrito, pero que ya se tiene en cuenta en la conside-
ración tradicional del proceso comunicativo, aunque aquí recordamos que la forma expresiva está
condicionada por los aspectos pragmáticos.
• Contextualizar respetando la finalidad del texto, el tipo de destinatario y la relación del mismo
(destinatario universal o particular, singular o plural, roles sociales, competencia cultural y cono-
cimientos compartidos).
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• Organizar la información eligiendo el tipo de estructura secuencial para realizar la intención, dis-
tribuir la información en partes, determinar el comienzo y el final.
• Actos locutivos: construcción de un mensaje de acuerdo con el código. Incluyen actos fonéticos,
actos gramaticales y actos semánticos.
• Actos ¡locutivos: se producen al decir algo y suponen que el enunciado lingüístico adquiere deter-
minados valores en función del contexto y la situación comunicativa.
• Identificar la intención comunicativa, como puede ser transmitir dominios del saber, hacer
comprender, persuadir, propiciar una conducta, anunciar hechos, autoexpresarse, divertir y
contactar.
• Interpretar los términos referentes al espacio y al tiempo situándose en el contexto del emisor.
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CONCEPTO DE SITUACION
La lengua se produce siempre en una determinada situación. El desarrollo de este apartado está
basado en los estudios de Arsenio Sánchez, que ha dedicado parte de su investigación a establecer
qué se entiende por situación.
2.1. CARACTERÍSTICAS
• Seres y objetos de los que se habla y cuya sola presencia explica su significado sin necesidad de
recurrirá nombrarlos.
• El entorno físico en el que tienen lugar cada situación de comunicación, que unas veces es inte-
rior (la casa, el colegio, etc..) y otras es exterior (la calle, el parque, etc.).
Los rasgos pertinentes que constituyen las situaciones de comunicación son tres: datos no físicos,
datos físicos y datos cenestésicos.
Los datos no físicos son los conocimientos previos que arrojan luz sobre la situación; es decir, todo
lo que los interlocutores saben sobre el objeto de su acto de comunicación. Los datos físicos son
los que aportan el entorno, los personajes y su atuendo, los objetos, etc. Los datos cenestésicos
están constituidos por la mímica y los gestos de los interlocutores y los estados anímicos que estos
manifiestan con la entonación y el ritmo de su voz,
Ciertamente, el número de situaciones es, en apariencia, infinito, pero pueden agruparse, según
Halliday, teniendo en cuenta el registro, concepto referido a los usos lingüísticos que se definen
en función de la situación y el contexto comunicativos. En gran medida, depende del grado de par-
ticipación de la conciencia lingüística en el momento de hablar. Cada registro es un código del que
dispone el hablante, que emplea para transmitir información sobre sí mismo, sobre la relación que
hay establecida con el interlocutor o interlocutores y sobre la situación comunicativa.
Siguiendo a A. Sánchez, hablar es siempre un acto global en el que la libertad del locutor es muy re-
lativa: su mensaje viene predeterminado por la lengua y por la situación. Resulta así que toda comu-
nicación lingüística comprende elementos lingüísticos y elementos situacionales en proporciones
variables, ya que la cantidad de unos y otros dentro del mensaje depende en gran parte del grado
de Implicación del locutor y del funcionamiento formal de la enunciación.
Cualquier mensaje constituye un todo formado por las palabras y por la situación, de tal manera que
fuera de la referencia a la situación no existe significado. Es decir, la situación aclara el significado del
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mensaje y, por tanto, comprenderlo consiste en utilizar el mensaje aprendido en la situación que le
corresponde.
Hay mensajes en los que la implicación del locutor en la situación real es tal que las palabras emiti-
das son mínimas. En cambio, existen otros en los que el distanciamiento del hombre respecto de la
situación es tan grande que hay que sustituir los elementos situacionales por elementos lingüísticos
para poder hacer comprensible el mensaje.
El habla o discurso, que es todo lo que realizamos del idioma al expresarnos, es inseparable del
conjunto de la situación de comunicación en la que aparecen elementos pertinentes, que son im-
prescindibles.
Desde el punto de vista objetivo, podemos reducir la situación a una forma muy abstracta seleccio-
nando unos pocos elementos básicos de la misma, pero teniendo en cuenta que siempre es dinámi-
ca, que es una sucesión de momentos en el tiempo que evoluciona sin necesidad de hablar muchas
veces, ya que los gestos, la mímica, etc., bastan, y utilizar los elementos lingüísticos resultaría redun-
dante; otras veces, en cambio, por medio de la lengua se puede presentar una situación distinta de
la que es actual en el momento de la comunicación (cuando se narra por medio de la evocación),
suministrando la información necesaria. En resumen, teniendo en cuenta que el habla es la realiza-
ción concreta de la lengua, entre esta y la situación podemos destacar las siguientes relaciones:
• Casi nunca la lengua tiene función descriptiva, sino la de expresar ideas, informaciones y opinio-
nes dentro de la conversación.
• Ciertos elementos situacionales imponen el habla (los elementos pertinentes), mientras que otros
no la necesitan y, por tanto, no hay necesidad de expresarlos (los elementos paralingüístícos), ya
que son redundantes respecto al habla.
• Existen relaciones dinámicas constantes entre ía situación, las relaciones de los interlocutores y
el habla.
• Muchas veces, los interlocutores ha-blan de hechos no presentes ni visibles en el acto de la co-
municación, es decir, de hechos que están fuera de la situación. Entonces interviene la función
narrativa del lenguaje.
• La visión de los hechos puede ser distinta para los interlocutores y para que exista diálogo verda-
dero tiene que haber grandes connivencias entre ellos. Muchas veces, es el habla la que intenta
crear esas connivencias.
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RESUMEN
E l p r o c e s o de La c o m u n i c a c i ó n .
La situación comunicativa..
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• Tiempo: marcadores temporales (verbos, adverbios). cial; tiempo de producción; relacionar estas informaciones
• Principio de cooperación (Grice): normas aceptadas táci- con los propios conocimientos e interpretar su significado.
tamente por los interlocutores, no preceptivas pero cuyo • Reconstrucción del significado de los elementos formales:
incumplimiento conlleva una sanción social. Se desarrolla estructura; deixis espacial y temporal; procedimientos re-
en normas de: cantidad, cualidad, relación y modalidad. tóricos; elementos paralingüísticos y extralingüístícos; in-
• Principio de cortesía: estrategias conversacionales que evi- formaciones objetivas; componentes temáticos, idea prin-
tan o palian los conflictos entre los objetivos de hablante cipal y secundarias; contenido ideológico; coherencia del
y destinatario. Reglas: ser claro y ser cortés. Concepto de contenido según los principios de verosimilitud, no contra-
imagen de Brown y Levinson. dicción, continuidad temática y progresión temática.
1 Á . PRODUCCIÓN Y COMPRENSIÓN
Producción: planificar según la intención, elaborar el discurso
2. CONCEPTO DE SITUACIÓN
ajustado a esa intención, atender a las características psicoló-
gicas y sociales de emisor y destinatario así como a sus com-
2.1. CARACTERÍSTICAS
petencias lingüísticas, relaciones, lugar, tiempo, lugar social
donde se produce el discurso y tipo de discurso propio de ese • Situación: conjunto de elementos extralingüístícos presen-
lugar social. tes en la mente de los hablantes y en la realidad física exte-
Todo esto incide en estas fases: rior en el momento de comunicación.
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