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PROLOGO
PARTE UNO:
GESTIÓN GUBERNATIVA DE LÓPEZ.
Luego del fallecimiento del Dr. Francia, se produjeron una serie de gobiernos
provisorios productos de golpes de estado, hasta que Mariano Roque Alonzo
convocó a una Asamblea para el 12 de marzo de 1841, en la que se decidió
reimplantar el Consulado, integrado por un civil y un militar. Los elegidos fueron el
propio Roque Alonso y Carlos Antonio López.
La Asamblea de marzo de 1844 tuvo por objeto discutir la primera Constitución del
Paraguay. La carta aprobada, que buscaba conseguir la estabilidad de la república,
entregó el poder ejecutivo a un Presidente, siendo electo para ello Carlos Antonio
López.
En cuanto a las posturas políticas, las iremos desarrollando con mayor detalle en
capítulos específicos.
HISTORIA DIPLOMÁTICA DEL PARAGUAY [4]
Uno de los objetivos principales de Carlos A. López fue la libre navegación de los
ríos en el continente, cuya conquista facilitó al Paraguay la formación de una
impresionante marina mercante, que permitía la eficiente comercialización de parte
de la producción nacional, a la vez que posibilitaba el desarrollo de relaciones
capitalistas de producción. Aprovechando sus magnificas maderas y otros recursos
naturales de la nación, el país creó, en astilleros propios, la mayor flota comercial
del Rio de la Plata. Con la ayuda de técnicos extranjeros contratados por el
Gobierno, los astilleros estatales legaron a botar buques de acero provistos de
calderas, al parecer los primeros de su tipo que se construyeron en América del Sur.
El primogénito de estos vapores fue el “Ypora”, con 226 toneladas de
desplazamiento. En funciones desde el 2 de julio de 1856, el “Ypora” abrió el
camino de la navegación a vapor para otras embarcaciones paraguayas construidas
o adquiridas en los años siguientes, tales como el “Salto del Guayra”, “Ygurei”,
“Rio Apa” y “Jejui” hasta hacer un total de once. Paralelamente se armaban unos
cincuenta veleros pequeños y grandes. Los insumos de hierro y acero necesarios se
producían en la fundición de Yvycui, inaugurada en 1854 y dotada de modernas
instalaciones, en las que laboraban más de cien obreros. Cañones de doce pulgadas,
armas ligeras, proyectiles, implementos agrícolas y otros artículos, salían del
arsenal de Asunción, donde trabajaban más de 250 trabajadores asalariados. La
materia prima se obtenía en las minas del Estado, situadas en Itacurubi y
Valenzuela, de donde se extraía el mineral de hierro, azufre y carbón.
Gestiones En Europa.
En 1853, el presidente Carlos A. López envió a Europa una Misión Diplomática
presidida por el general francisco Solano López. La misión visitó Londres, Paris,
Madrid y Roma. Buena parte de los éxitos señalados en el capitulo anterior se
debieron a las gestiones realizadas por esta misión en Europa, a donde llegó en
1854.
Durante casi dos años viajó por el viejo continente. Lo más trascendente fue la
contratación de centenares de técnicos; ingleses, franceses, italianos, alemanes,
suecos, de múltiples especialidades: ingenieros, arquitectos, mineralogistas,
fundidores, maquinistas, médicos, farmacéuticos, profesores y otros intelectuales.
Con tan ponderable concurso, produjo una masiva incorporación de los mejores
exponentes de la técnica europea de entonces. Sin olvidar la construcción del
Tacuarí, nave insignia de nuestra marina de guerra, así como la adquisición de
materiales y equipos para instalaciones del astillero, el arsenal, el ferrocarril, el
telégrafo, entre otros. La misión regresó a Asunción en enero de 1855.
Educación.
No menos sobresaliente fue el esfuerzo educacional del presidente López, al
proseguir también en este acápite la línea trazada por el doctor Francia. La
enseñanza siguió siendo gratuita y los niños de familias con pocos recursos eran
alojados y alimentados por cuenta del Estado.
El Paraguayo Independiente.
El “Paraguayo Independiente se editó del 26 de abril de 1845 al 18 de setiembre de
1852. Esta publicación tuvo como redactor principal y director al propio presidente
López.
A este periódico le siguieron “El Semanario de Avisos y Conocimientos Útiles”,
“El Eco del Paraguay” y algunos otros.
HISTORIA DIPLOMÁTICA DEL PARAGUAY [6]
Grande fue la importancia atribuida a este periódico por el propio presidente López,
que siete años después de haber dejado de aparecer, el mismo mandatario dispuso
una nueva impresión de la colección completa. Esta segunda edición apareció en
dos tomos, en 1859, por la Imprenta de la República. El primero, en un volumen de
759 páginas, contenía además del prefacio, 74 números; el segundo de 740 páginas,
reproducía los números restantes, a los cuales se agregaba un apéndice con
documentos sobre los acontecimientos posteriores a la desaparición de El
Paraguayo Independiente, tales como el reconocimiento de la independencia por la
Confederación Argentina, la mediación del Paraguay en el conflicto suscitado entre
la misma Confederación y Buenos Aires, la mediación de Francia e Inglaterra en la
cuestión Argentina, y las relaciones entre el Paraguay y los Estados Unidos de
América.
La apertura del comercio abrió una nueva fase en la liberación del régimen
económico nacional, lo que se puso en evidencia con la autorización otorgada por
López a los extranjeros para que invirtieran en el país. Con ello se pretendía
incentivar la actividad mercantil y permitir la libre acumulación de capital en
manos privadas, así como la inversión extranjera.
Uno de los primeros permisos para realizar inversiones concedido por el presidente
López a extranjeros, recayó en Edward A. Hopkins, quien creó con capital de
Rhode Island la United States and Paraguay Navegation Company. La firma
norteamericana, en la que tenía participación el propio secretario de Estado, James
Buchanan, instaló en Asunción una fábrica de cigarros, otra de ladrillos y varias
industrias menores y comercios.
Sin tardanza, el presidente López prohibió la navegación por los ríos paraguayos a
todos los barcos extranjeros (3 de octubre). El gobierno norteamericano, por su
parte, ordenó al Water Wich ignorar esa disposición soberana. Enterado del
irrespetuoso avance del vapor de Estados Unidos, López cursó una ordenanza al
Jefe de Marina de Guerra Paraguaya para que repela al vapor extranjero, en caso de
desobedecer las disposiciones nacionales.
Allí exigió el libre tránsito para los barcos del Imperio que comunicaban al estado
de Matto Grosso en la costa atlántica, por medio del sistema fluvial. Deseando
evitar a todo trance una guerra, Carlos Antonio López firmó, en 12 de febrero de
1858, el tratado que derogaba las restricciones a la navegación brasileña por el rio
Paraguay. Esta concesión paraguaya, como se demostraría un lustro más tarde, no
iba a poner fin a las ambiciones del Imperio del Brasil, por lo que a los dos años las
relaciones entre ambos países volverían a deteriorarse.
CAPITULO 5: ANTILOPISMO.
Las primeras voces que se alzaron contra el régimen de López no fueron, sin
embargo, la de ciudadanos paraguayos, sino la de intelectuales y políticos liberales
de Buenos Aires, que veían en el Paraguay un mal ejemplo para la Argentina, así
como un obstáculo a la expansión comercial por el interior del Rio de la Plata, entre
ellos, por ejemplo, estaban Domingo Faustino Sarmiento y Bartolomé Mitre.
Uno de los primeros paraguayo que se hizo eco del coro antilopista fue Luciano
Recalde. No tardó en formarse un grupo de emigrados paraguayos radicados en
Buenos Aires, que organizó, el 2 de agosto de 1858, la llamada Sociedad
Libertadora del Paraguay, auspiciada por los liberales bonaerenses y antecesora de
la tristemente célebre Legión. La agrupación la encabezaban Gregorio y Serapio
Machain, Manuel Pedro de la Peña, Carlos Loizaga y el ya mencionado Luciano
Recalde.
Nótese que Manuel Pedro de la Peña fue arrestado en 1827 por su oposición al
régimen revolucionario del Dr. Francia. Paso su juventud en la cárcel. A la muerte
del Supremo fue favorecido por la amnistía política dictada por el Consulado. En
libertad, escribió su “Himno a la Libertad”. Colaboro con el gobierno de Carlos
Antonio López, en el cual desempeño importantes puestos diplomáticos, como
señalaremos más adelante. Sin embargo, defraudado por los obstáculos interpuestos
a los planes liberales, se opuso también al presidente López, y se refugió en Buenos
Aires. En esta ciudad contribuyo a la propaganda antilopista, cuando acuso a Carlos
Antonio y a su hijo de ser continuadores del régimen de Francia (vilabou 123).
Sin lugar a dudas, podemos afirmar a manera de balance que el régimen de Carlos
Antonio López contribuyo decisivamente al desarrollo de las fuerzas productivas.
El Estado nacional se consolido y adquirió una estructura más firme, como fiel
continuador de la política soberana y nacionalista del doctor Francia.
Sobre esto, Efraín Cardozo apunta: de hecho, el Estado, tan identificado con la
familia López, ejercía la dirección de la actividad económica del país. Por decreto
de 1846 se había declarado libre el comercio, pero esa libertad era nominal, por el
mismo decreto se estableció la propiedad del Estado sobre los yerbales y bosques
de madera de construcción. Bastaba la menor insinuación del Gobierno para que las
más ricas propiedades particulares pasasen al Fisco, a trueque de irrisorias
indemnizaciones y las multas dejaban en la miseria a las familias de los emigrados.
El Estado era el más importante estanciero y el principal exportador, lo que no
permitió la formación de ninguna fortuna privada apreciable, aparte de las que
reunieron los parientes de López.
PARTE DOS:
CUESTIÓN DIPLOMÁTICAS DEL GOBIERNO DE LÓPEZ.
Por su parte, el gobierno de los Cónsules López y Alonso, buscó también establecer
relaciones con los Estados vecinos, como consecuencia de la ratificación de la
independencia por el congreso de 1842. Con ese objeto, Andrés Gill fue
comisionado a Buenos Aires y, entre otras comunicaciones, era portador de la
dirigida «Al Excmo. Señor Ministro Secretario de relaciones extranjeras de S. M. el
señor Don Pedro Segundo Emperador constitucional del Imperio del Brasil en la
corte del Río Janeyro», fechada, el 28 de diciembre de 1842. La cual ponía al
corriente del Pedro II la Declaración de Independencia realizada meses atrás, a fin
de que se preste este a reconocerla.
A fin de dar respuesta, el gobierno brasileño envió a José Antonio Pimenta Bueno,
quien, además de reconocer la independencia paraguaya el 14 de septiembre de
1844, firmó con López un tratado de “Alianza, Comercio, Navegación, Extradición
Y Límites”, el 7 de octubre. El contenido de este tratado era sumamente favorable
a los intereses paraguayos, por ejemplo: Artículo 2º: Su Majestad el Emperador
del Brasil, que tiene ya reconocida la independencia y soberanía de la República
del Paraguay, interpondrá sus efectivos y buenos oficios para que las demás
potencias reconozcan igualmente y cuanto antes la misma soberanía e
independencia de la República. (…) Artículo 3º: En caso de que la República del
Paraguay sea amenazada de un ataque hostil, Su Majestad el Emperador del
Brasil empleará todos los esfuerzos no solo para prevenir las hostilidades sino
también para que la República obtenga justa y completa satisfacción de las ofensas
recibidas. (…) Artículo 12º: quedaba garantida para las dos potencias y sus
súbditos la navegación de los ríos Paraná y Paraguay en toda la extensión de los
Estados y dominios. (…) Artículo 23º: las partes contratantes se comprometían a
trabajar de común acuerdo a fin de afirmar para sus súbditos la libertad de
navegación del río Paraná hasta el Río de la Plata.
HISTORIA DIPLOMÁTICA DEL PARAGUAY [13]
Entre los múltiples relacionamientos que se dio con el país vecino podemos citar
las sugerencias de Pimenta Bueno al gobierno de Asunción que derivaron en la
edición del periódico El Paraguayo Independiente, con el expreso fin de defender
los derechos territoriales y la independencia del Paraguay. También, el Imperio de
Brasil ayudó al presidente López a formar un ejército regular bajo la dirección de
militares brasileños; a procurarle armas y municiones, y a levantar las
fortificaciones de Humaitá. De esto se puede inferir que a todas luces el Imperio
buscaba preparar a Paraguay para una guerra contra Rosas, ocasión que se presentó
en diciembre de 1845.
HISTORIA DIPLOMÁTICA DEL PARAGUAY [14]
En Asunción Gordon accedió a dejar constancia escrita de los motivos por los que
Rosas le había denegado el paso. El ingles comunicó que: “El Gobernador de
Buenos Aires habrá determinado a negar al infrascripto permiso para dirigirse por
el Paraná al Paraguay, porque al Ministro Brazilero se había negado igual
suplica, y que el conceder al Ministro Británico lo que había sido negado a ese le
daría justa causa de queja” (…) “Que, si el infrascripto recibiese la licencia en
cuestión, cualquier otro Gobierno tendría derecho al mismo favor” (…) “Que
existia en este Pais un partido que queria formar una Provincia y parte de la
Confederación Argentina” (…) “Que el Gobierno de Buenos Aires no había
reconocido este País como Estado independiente, y que por tanto no permitiría
Agentes Públicos o Particulares a pasar por el territorio de la Confederación para
visitarlo. Al mismo tiempo desconocióse todo designio, de parte del Gobierno de
Buenos Aires, de obligar al Paraguay, por las armas, a unirse a la Confederación
pero que, con todo, no se permitiría Agentes Extranjeros a pasar para ella; (se
tenga el poder de impedirles) mientras que el Paraguay no se habrá pronunciado
por entero en favor de un cualquier modo de Gobierno, sea en la forma de un
Estado independiente, sea como una Provincia, haciendo parte integrante de la
Confederación”.
Pero contra los deseos de Rosas, esta situación de divorcio entre Corrientes y
Paraguay se interrumpió casi de inmediato por la mediación del Imperio del Brasil,
El objetivo brasileño era conformar una gran alianza antirrosista, y en virtud a este
objetivo, además de mediar en la solución del conflicto, Más aún, el 2 de diciembre
de 1844 ayudaron a soldar un acuerdo de navegación y comercio entre Carlos
Antonio López y el gobernador de Corrientes, Joaquín Madariaga, que explicitaba
los derechos de visita por parte de los barcos mercantes de ambas jurisdicciones e
implícitamente unía a los dos gobiernos en una alianza antiporteña, estipulando una
normativa sobre el apresamiento de embarcaciones enemigas.
Negociados los tratados de paz con Inglaterra y Francia, Rosas rompió relaciones
con el gobierno brasileño en septiembre de 1850, debido a las incursiones
depredadoras del barón de Jacuhy en territorio oriental, y ordenó el retiro de su
ministro Guido de la corte de Río de Janeiro. El Imperio del Brasil buscó entonces
celebrar alianzas con los países vecinos. La intransigencia de Rosas fue
seguramente una de las razones más poderosas por las que el gobierno paraguayo
finalmente firmó con Brasil un tratado de alianza defensiva contra el jefe de la
Confederación el 25 de diciembre de 1850.
HISTORIA DIPLOMÁTICA DEL PARAGUAY [20]
Las negociaciones realizadas por Rosas con las potencias europeas resultaron
desfavorables para Urquiza, quien tomó la decisión de iniciar la ya madurada
empresa de derrocar a Rosas. Lo cual ocurrió 1º de mayo de 1851, fecha en que
Urquiza se pronunció en franca rebeldía contra el dictador, y fue apoyado por el
gobernador de Corrientes Visororo. El 29 de mayo de 1851 se formalizó en la
ciudad de Montevideo una alianza entre el Imperio del Brasil, el gobierno de
Montevideo y el gobierno de la provincia de Entre Ríos.
Por el artículo 1º de este acuerdo, las partes firmantes se comprometían a acabar
con la guerra civil en el territorio oriental, uniéndose en alianza ofensiva y
defensiva para el fin de mantener la independencia y pacificar el territorio de la
misma República (Oriental del Uruguay), haciendo salir del territorio de ésta al
general don Manuel Oribe y las fuerzas argentinas que manda, y cooperando para
que, restituidas las cosas a su estado normal, se proceda a la elección libre del
presidente de la República, según la constitución del Estado Oriental.
Otras disposiciones del tratado tripartito eran la libre navegación del río Paraná y
los demás afluentes del Plata y la invitación a Paraguay a entrar en la alianza
gestada contra Rosas.
Una vez derrocado Rosas y ascendido Urquiza al poder, decidió este enviar a
Santiago Derqui al Paraguay. El reconocimiento de la independencia fue declarado
en ceremonia solemne el 17 de julio de 1852. No obstante, El tratado de límites
firmado por Derqui iba a ser muy mal recibido por la opinión pública de Paraná, lo
cual derivó que, en septiembre de 1855, el Congreso de Paraná rechazo los
acuerdos con Paraguay firmados por Derqui y recomendó que se iniciaran nuevas
negociaciones con ese país.
Estos hechos acontecieron en los últimos años del gobierno de Carlos Antonio
López, y constituyen el fin de una empresa tan duramente sobrellevada, al cual
consistía en el reconocimiento de nuestra independencia por parte del estado
argentino.
HISTORIA DIPLOMÁTICA DEL PARAGUAY [21]
CONCLUSIONES
DEL TEMA
Pero esta oposición, como bien señalamos en la parte uno de este trabajo, no solo
era externa, sino que también se daba dentro del país. A finales de la década del
cincuenta, y paralelamente con el creciente hostigamiento de fuerzas extranjeras, se
fue haciendo palpable la aparición de los primeros síntomas internos de oposición
al régimen de Carlos Antonio López. La misma causa, el desarrollo de la política
nacionalista en el Paraguay, iba provocando distintos efectos en su contra y
poniendo en acción el engranaje hostil de la maquinaria desestabilizadora que
artificialmente creaban las grandes potencias industriales. Es decir, existía una
conjugación de factores internos y externos.
Los antiguos círculos privilegiados del Paraguay habían cifrado todas sus
esperanzas en que el Gobierno de López llevara hasta sus últimas consecuencias el
proceso de liberación, sobre todo en lo referido a lo que modernamente se
denomina el área estatal de la economía. La reiterada negativa del Jefe de Estado a
abandonar su política nacionalista, que limitaba el acceso al enorme patrimonio
estatal e impedía lucrar con la comercialización de la yerba mate y la riqueza
forestal, hizo renacer el descontento en un sector de los propietarios, los cuales
hicieron aflorar las criticas que antes hacían a Francia, solo que ahora contra
Lopez..
Sin embargo, es necesario dar tiempo a ver las dos caras de la moneda, ya que no
todo los que se publicaba en Buenos Aires era para denigrar al Gobierno
paraguayo, hubo periodistas y escritores que salieron de forma resuelta en defensa
HISTORIA DIPLOMÁTICA DEL PARAGUAY [22]
del Paraguay. Entre ellos merecen citarse a Juan J. Brizuela, Nicolás Calvo y más
tarde a Juan Bautista Alberdi.
Para terminar este punto: El gobierno no abandonó los resortes fundamentales de la
economía nacional, y como en el pasado, tampoco dio entrada al capitalismo
extranjero, arrojando, en suma, para su época, un balance positivo.
CONCLUSIÓN
DEL TRABAJO
Sin más que agregar, damos por concluido este trabajo, honrados en
haber indagado en los anales de la historia patria en este año especial
del bicentenario, y esperando haber llenado las expectativas.
HISTORIA DIPLOMÁTICA DEL PARAGUAY [24]
BIBLIOGRAFÍA.
Libros.
Chaves, Julio Cesar. “El Presidente López. Vida y gobierno de Don Carlos”. Editorial
Ayacucho. Buenos Aires. 1955.
Irazuta, Julio. “Vida política de Juan Manuel Rosas”. Buenos Aires. 1992.
Pastore, Carlos. “La lucha por la tierra en Paraguay”. Talleres Gráficos “33”.
Montevideo. 1972.
Diccionarios.
Garcia- Pelayo y Gros, y otros. “Diccionario Pequeño Larousse Ilustrado”. Ediciones
Larousse. Mexico DF. 1987.
ANEXO.
SEMBLANZA DE CARLOS ANTONIO LÓPEZ
Carlos Antonio López Ynsfrán (Asunción, 4 de noviembre de 1790 – Ibídem, 10 de septiembre de 1862)
fue una figura política paraguaya. Fue presidente de Paraguay entre 1844 y 1862.
López nació en el barrio Manorá, Asunción, el 4 de noviembre de 1790. Forzado por sus padres cursó sus
estudios de filosofía y teología en el Real Seminario de San Carlos de dicha ciudad, pero luego abandonó
dicha carrera para estudiar derecho. Tras doctorarse en jurisprudencia, fue catedrático de dicha institución.
Por causa de las hostiles relaciones con su tío, y en aquella época, dictador, José Gaspar Rodríguez de
Francia, fue forzado a mantenerse oculto por varios años. Adquirió, de todas formas, tan profundo
conocimiento de ley y asuntos gubernamentales que, a la muerte de Francia en 1840, luego del breve
gobierno de la junta provisoria que dirigió el país entre 1840 y 1841, fue elegido cónsul junto con el
Teniente Mariano Roque Alonso, puesto en el que se desempeñó entre 1841 y 1844.
Promulgada la Ley de la Administración Política de 1844 (considerada como una Constitución por
algunos), el 14 de marzo de ese año, reunido el Congreso, se dio por terminado el gobierno Consular y se
decidió elegir un Presidente siendo elegido Don Carlos Antonio López primer Presidente Constitucional
de la República por el período 1844-1854. Al término de dicho periodo, fue reelegido dos veces, una por
tres (1854-1857) y otra por diez años (1857-1867), no pudiendo completarse esta tercera etapa de su
presidencia por su fallecimiento, el 10 de septiembre de 1862. Aunque nominalmente era un presidente
actuando bajo una constitución republicana, gobernó despóticamente. Su gobierno fue en general dirigido
con sabia energía al desarrollo de los recursos materiales, dotó al país de una nueva constitución y un
ejército moderno.
Nacido en Buenos Aires, en el seno de una de las familias más destacadas de la ciudad, se crió en una
estancia cerca del Salado, y a los ocho años de edad ingresó en la escuela de Francisco Javier Argerich, en
Buenos Aires. Interrumpió sus estudios para formar la compañía de niños que luchó contra las invasiones
inglesas (1806-1807). Amasó una gran fortuna como ganadero y exportador de carne de vacuno en la
época en que el virreinato del Río de la Plata luchaba por su emancipación del dominio español (1810-
1816). En 1827, en el contexto previo al inicio de la Guerra Civil, se había convertido en dirigente militar
y en paladín de la aristocracia conservadora del país, que estaba a favor de la corriente federalista, opuesta
a la influencia extranjera y a las reformas liberales defendidas por la tendencia unitaria, en la que militaba
Juan Galo Lavalle, gobernador de Buenos Aires. Éste fue apartado del poder por Rosas tras la batalla de
Puente de Márquez, librada el 26 de abril de 1829. En julio de ese año Lavalle y Rosas firmaron una
HISTORIA DIPLOMÁTICA DEL PARAGUAY [26]
tregua, y el 6 de diciembre Rosas fue nombrado gobernador de Buenos Aires, cargo que desempeñó hasta
1832.
En 1833 dirigió una victoriosa campaña contra los indígenas del sur de Argentina, y dos años más tarde
fue restablecido como gobernador, hecho que él aceptó con la condición de que le fueran conferidos
poderes dictatoriales. Conseguidos éstos, impuso los criterios federales al frente de la que habría de ser
considerada, de facto, Confederación Argentina. Tras fundar su propio Partido Restaurador Apostólico, y
con el apoyo de la Sociedad Popular Restauradora, conocida como “La Mazorca”, que aterrorizó a sus
adversarios unitarios, formó alianzas con los líderes de las demás provincias argentinas, logrando el
control del comercio y de los asuntos exteriores de la Confederación. Para entonces, se había comenzado a
usar la divisa punzó (distintivo rojo muy vivo, color de los uniformes usados por la primera unidad militar
de Rosas contra los británicos y luego en la campaña contra los indios meridionales) como emblema de la
lealtad federal (luego fue obligatoria). Los principales apoyos de Rosas provenían de los estancieros (que
compartían sus intereses), de la Iglesia católica y de la población más humilde. Por su parte, los
principales opositores a su régimen fueron los unitarios (que odiaban a Rosas por su radical supresión de
la libertad y que creían que la nación necesitaba un gobierno constitucional centralizado), los intelectuales
y escritores (que criticaban sus políticas y actuaciones y, muy especialmente, las protagonizadas por La
Mazorca) y, por último, los caudillos provinciales que se resistían a su autoridad y que de inmediato
fueron derrotados y reemplazados.
Rosas estableció un régimen dictatorial, con una amplia red de espionaje y una constante presencia de la
policía secreta, que propició que en 1840 fueran ya muy pocos los dispuestos a enfrentársele. Tras
autoproclamarse “tirano” en 1842, lo que le otorgó pleno dominio sobre todo el territorio de la
Confederación, su retrato pasó a estar presente en todos los lugares públicos. En 1843 intervino en la
guerra civil de la vecina Uruguay (la denominada Guerra Grande), suscitando el temor ante un posible
expansionismo argentino. Gran Bretaña y Francia tomaron represalias, imponiendo bloqueos a Buenos
Aires (1838-1840 y 1845-1850), pero Rosas perseveró en sus intenciones. En 1851, Justo José de Urquiza,
antiguo partidario de Rosas y gobernador de la provincia de Entre Ríos, lideró contra su gobierno una
rebelión de carácter centralista (unitaria) que contó con el respaldo de Brasil y Uruguay. Derrotado por las
tropas de Urquiza en la batalla de Caseros (3 de febrero de 1852), Rosas hubo de exiliarse. Falleció 25
años más tarde en Swathling (en las proximidades de la ciudad inglesa de Southampton, en el condado de
Hampshire, Gran Bretaña).