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EL PODER SEGÚN MICHEL FOUCAULT: SU ESTUDIO Y SU FUNCIONAMIENTO

por Marcelo Pompei


Introducción

La vida intelectual que Foucault ha puesto en acción expone dos variantes: una, la
escritura de una obra extensa y meticulosa; otra, la explicación de esa misma obra. Esto
último, quizás, hable de la inhabilidad de los otros por comprender o del desinterés
producido y subordinado a las comodidades degeneradas en inercias intelectuales. Sin
embargo, creo que más bien dice de la originalidad de los planteos foucaultianos, su
inactualidad, sus desvíos de las normas fijan la ejecución y la circulación del discurso
filosófico; tres notas que suenan en estas palabras que vibran como el hilo de un
instrumento que, aún conciente de su solidez, se extraña de su misma afinación.
Soudain, je sens toute ma bizarrerie. Mon étrangeté si peu légitime. Et ce travail
qui fut un peu solitaire sans doute, mais toujours patient, sans autre loi que lui-même,
assez appliqué, pensais-je, pour pouvoir se défendre tout seul, je m'aperçois maintenant
combien il déviait par rapport aux normes les mieux établies, comme il était criard.1
No pocos son los malos entendidos o irritaciones que han generado sus
formulaciones inactuales o bizarras, muchos son los frentes que ataca: los análisis marxistas
o liberales del poder; las ciencias humanas, es decir, aquellos saberes ligados -como
fundamento y fundamentados- a cierta forma específica en que el poder es ejercido en
nuestros días; la forma en que circulan, se ejerce y se expone el trabajo del intelectual en
relación a una institución académica o fuera de ella; la loca e indiferente rutina de la
reflexión filosófica desencajada de los acontecimientos, de la historia efectiva y sus
desvelos por lo necesario y lo esencial originario; cualquier forma de encuadre, coherción y
castigo-corrección disciplinario oculto tras aspiraciones pretendidamente humanistas
avocadas a la salvación de su rebaño: del hombre singular o de la sociedad, al tiempo que,
desde la oscuridad, legitima formas de exterminio o, al menos, de control, de intervención
directa en la vida del hombre o de una población a los que cubre de una identidad y unos
impulsos para la acción. Foucault rechaza a las voces sabias y distantes, la falsa sobriedad
de los espíritus que renuncian al poder, la neutralidad y objetividad ensalzada por el

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intelectual que sanciona a los demás aquello que deben hacer y aquello que deben pensar; a
pedagogos y profetas.
De lo que yo me quiero ocupar ahora -a favor de la precisión y no del incremento-
es de uno de los blancos adonde apuntan los trabajos de Foucault: las relaciones de poder,
y con ello, indirectamente, me ocuparé de otros blancos, de los que éste no está al margen.
Esta cuestión fue trabajada a través de toda su obra, pero más específicamente en aquella
que va de principios de los años ´70, con su ingreso al Collége de France, hasta su muerte,
en 1984. Respecto de sus títulos podemos decir que el análisis del poder comienza con L
´ordre du discours (1971), siguiendo con Surveiller et punir (1975), Histoire de la
sexualité: I, La volonté de savoir (1976); II, L´usage des plaisirs (1984); III, Le souci de
soi (1984). Además de los doce cursos dictados durante trece años en el Collège de France,
de los cuales se han publicado hasta el momento tres, “Il faut défendre la société” y Les
anormaux y Herméneutique du sujet, todos ellos excitados por la cuestión de poder. Pero
esto no es más que una exhibición de obras y de fechas.

Es bien sabido que el propósito de Foucault respecto de la cuestión del poder


sobrepasa la mera acusación de un ejercicio malsano; el recurso al sometimiento de unos
hombres sobre otros, clases, grupos, o elites sobre otras, para explicar su mecánica; la
rápida denuncia de un maltrato, la comprobación de una prohibición. Su análisis, material y
positivo como veremos, es subsidiario, cruza y permite otro, que es el de las formas de
subjetivación; su principal preocupación, hacia la cual ha proyectado todos sus otras
investigaciones. Por formas de subjetivación debemeos entender la historia de la manera en
que se ha objetivado al ser humano, del surgimiento de ese objeto que llamamos “sujeto” y
en consecuencia las formas de sujeción. El problema del sujeto es abordado desde el punto
de vista histórico y político a contrapelo de las modalidades tradicionales filosóficas, según
la cual, en su forma moderna (quizás desde Descartes) el sujeto es puesto como punto de
partida originario, a-histórico, de la realidad y del conocimiento, al tiempo que ha sido
priviligiado como objeto del análisis filosófico.
El trabajo de Foucault sobre este punto consiste en el análisis de la sujetividad, o las
diferentes formas de subjetivación-sujeción, ubicando los puntos históricos en los que ésta
emerge de acuerdo a una configuración específica, a través de las diferentes maneras en que

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el poder ha sido ejercido y ha atravesado la vida de los hombres, iluminándolos,
tocándolos. En el caso de la mecánica disciplinaria, un trabajo minucioso de individuación,
que echa luz sobre los hombres para sacarlos del peligro del anonimato amenazador de
cualquier orden basado en lo estadístico. Un poder que recorta siluetas sobre un fondo
indistinto de uniforme deformidad, para imprimirles un rostro, una historia, una identidad,
un lugar en los puntillosos registros y en los porcentuales. Cuando lo esencial y lo divino ha
dejado de dar su ser a los hombres comienza a darlo la trama de poder en la que estamos
jugando nuestra vida.
Con Foucault la cuestión del sujeto deja de ser uno de los motivos de especulación
filosófica, para transformarse en una cuestión de análisis político. En términos generales, de
la manera en que los hombres se han gobernado los unos a los otros y a sí mismos, y se han
objetivado en una subjetividad determinada.
Ligado a la constitución de las diversas formas de subjetividades –y por tanto de
sujeciones- a través de la historia y a la manera en que el poder fue y es ejercido, y de
donde resultará esa subjetividad, Foucault presenta otro análisis, el de la formación de los
saberes. Es a través de estos saberes “objetivantes”, junto a su surgimiento y a sus
transformaciones, que el objeto-sujeto deviene en sus diferentes configuraciones y el poder
funciona aplicándose a ellos. El sujeto será así objeto de saber y objetivo de poder.
La relación entre estos tres puntos, saberes, sujetos y poder, no es de subordinación, sino
de implicación mutua. Me explico: de una trama política determinada, de unos episodios
determinados, nacen ciertos contenidos científicos2, los cuales a su vez otorgan un
contenido a una forma de subjetividad, a la cual le atribuirá una naturaleza tal que la
presentará como estable, evidente e indiscutible; se ocultará su carácter histórico. Su
relación es de envoltura recíproca, de apoyos mutuos. Poder y saber funcionan y se
transforman juntos y se fomentan uno a otro dando lugar al surgimiento de un sujeto
determinado, a partir del cual y sobre el cual se ejercerá el poder, y además, éste ejercerá el
poder dando lugar a unas circunstancias políticas que le serán específicas, otorgando las
condiciones de posibilidad históricas para que ciertos saberes se hagan presentes para dar
respuesta a posibles problemas políticos, económicos, sociales o de gestión jurídica. Una
relación circular que va alumbrando formas accidentales, discontinuas, históricas. La
discontinuidad es la dinamita Foucault contra la necesidad lógica u ontológica: lo que se

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presenta -o inventa- no pudiendo ser de otro modo de cómo es sin riesgo de contradicción.
Este chantaje filosófico es el más letal prejuicio de los filósofos que Nietzsche hizo público
en más Más allá del bien y del mal. Esta es la diyunción: “Hay que ser historicistas” y
todo tendrá su historia o “hay que ser metafísico para buscarle un alma en la lejana
idealidad del origen” y las contigencias serán “obligatorias” por su obediencia a
necesidades sin tiempo.
Es por estas consideraciones básicas, -de las que Foucault no parte sin justificación,
pues hay toda una obra que la sostiene- es que el trabajo de Foucault, en sus métodos y en
su perspectiva, comienza con el análisis descriptivo de prácticas, de “lo que los hombres
hacen”, según la sobria definición que dio Paul Veyne de “práctica”. El punto de partida
entonces son las prácticas, discursivas y no discursivas.
Esta perspectiva de análisis es justamente eso, “una perspectiva” que se opone a los
viejos recursos de la reflexión occidental: el empírico o psicológico y el histórico-
trascendental. Foucault fue rebelde a estas dos posiciones y de ahí, claro, su bizarrería. El
trabajo de Foucault no viene a acompañar o a agregar más contenidos reflexivos, sin
preguntarse acerca de la manera que hemos pensado durante los últimos doscientos años de
acuerdo a aquellos recursos, según los cuales se ha construido todo lo sabido y -hasta que la
dinamita no haga su trabajo- todo lo que se sabrá. Preguntarse sobre la manera en que
hemos pensado significa hallar las reglas de formación discursiva, las condiciones
históricas de su surgimiento y, al mismo tiempo, pensar como se han formado los
contenidos que esos dicursos al hablarlos les dan vida. En este sentido la empresa de
Foucault también ha sido doble: no sólo decir, exponer el producto de unas investigaciones,
sino explicitar las bases que dan apoyo y forma a lo que decimos, ver cuales son los
fundamentos que ordenan nuestras reflexiones, prácticar la arqueología del saber. En
definitiva, no se trata de ver qué pensamos, sino cómo pensamos, para saber quiénes somos.
Volviendo a los recursos. Foucault se opone al recurso empírico o psicológico:
“Le recours empirique ou psychologique: rechercher le fondateur, interpréter ce
qu'il a voulu dire, détecter les significations implicites qui dormaient silencieusement dans
son discours, suivre le filou le destin de ces significations, raconter les traditions et les
influences, fixer le moment des éveils, des oublis, des prises de conscience, des crises, des
changements dans l'esprit, la sensibilité ou l'intérêt des hommes.“3

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Se trataría de encontrar en una “interioridad” el sentido que se traduce en una
práctica discursiva o no discursiva; encontrar las motivaciones en ese mundo interior que
domina, conduce, todo movimiento exterior que le es dependiente. Una práctica dominada
por la conciencia catalizadora de sentidos. Encontrar en los misterios del alma de los
hombres, en sus miserias y potencias, una explicación y comprensión de la historia. Una
hermeneútica del sentido oculto en el hombre y en sus obras. Aquí ciertos compromisos
con una cierta concepción del “hombre” se hace evidente. Es ese compromiso lo que a
Foucault le interesa, es esa idea a la que él quiere acceder buscando las condiciones
históricas de su emergencia. Foucault no analizará la superficie textual, lo que se dice y lo
que deja de ser dicho, el carácter de verdad o falsedad, la pertincencia epistemológica, de
los hablantes, va más abajo, a las reglas que han constituido y constituyen lo que se dice y
lo que, radicalmente, impide lo que no se dice. Con lo último no me refiro al secreto, pues
éste pertenece al dominio de lo dicho, pero que responde a las reglas que le dan su carcater
oculto.
El otro recurso que caracteriza la modernidad, el histórico-trascendental:
“Le recours historico-transcendantal: essayer de chercher, au-delà de toute
manifestation et de toute naissance historique, une fondation originaire, l'ouverture d'un
horizon inépuisable, un projet qui serait en recul par rapport à tout événement, et qui
maintiendrait à travers l 'histoire l'esquisse toujours dénouée d'une unité qui ne s'achève
pas.”4
Este recurso es retomado según tres variantes: la del significado, la del sujeto, la del
origen.
i. El análisis de la manera en que los hombres retoman de la profundidad de la
idealidad unos significados de los que sus obras y ellos mismos serían resultantes
históricas. Foucault suplanta el pensamiento del lenguaje por el análisis de las formaciones
discursivas y su formación como acontecimiento histórico en el que surge “lo que es”.
-remettre en question le grand postulat interprétatif selon lequel le règne du
discours n'aurait pas de frontières assignables; les choses muettes et le silence lui-même
seraient peuplés de paroles: et là où aucun mot ne se fait plus entendre, on pourrait encore
écouter le murmure profondément enfoui d'une signification; dans ce que les hommes ne
disent pas, ils continueraient à parler; un monde de textes endormis nous attendrait dans

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les pages blanches de notre histoire. À ce thème, je voudrais opposer que les discours sont
des domaines pratiques limités qui ont leurs frontières, leurs règles de formation, leurs
conditions d'existence: le socle historique du discours n'est pas un discours plus profond -à
la fois identique et différent;
ii. La postulación de una subjetividad soberana, única, autónoma e invulnerable al
acontecimiento histórico, cuyo sentido dependería de ese mismo sujeto. Habría por detrás
de un hombre que habla y que vive -mero emplazamiento- una subjetividad neutral que
maneja los hilos de la significación, que la gobierna. El sujeto de los filósofos operando
desde las sombras. Foucault propone un hombre que piensa y construye al sujeto, antes que
un sujeto que piensa y forma al hombre. Un hombre “discurseante”, antes que un sujeto del
discurso.
-remettre en question le thème d'un sujet souverain qui viendrait de l'extérieur
animer l'inertie des codes linguistiques, et qui déposerait dans le discours la trace
ineffaçable de sa liberté; remettre en question le thème d'une subjectivité qui constituerait
les significations puis les transcrirait dans le discours. À ces thèmes, je voudrais opposer le
repérage des rôles et des opérations exercées par les différents sujets «discourants»;
iii. La postulación teleológica de un lógos o Razón originaria, que se realiza a través
de la historia, la que encuentra su sentido en él. La búsqueda de un origen mudo, secreto,
del que somos manifestación y al que estamos destinados según un plan que no nos
pertenece.
-remettre en question le thème de l'origine indéfiniment reculée, et l'idée que, dans
le domaine de la pensée, le rôle de l'histoire est de réveiller les oublis, de lever les
occultations, d'effacer ou de barrer à nouveau -les barrages. À ce thème, je voudrais
opposer l'analyse de systèmes discursifs historiquement définis, auxquels on peut fixer des
seuils, et assigner des conditions de naissance et de disparition.

Ni especulación psicológica ni trascendentalista ni filosófica-teológica, descripción


de prácticas, la manera en que los hombres dan sentido a su vida, a sus actos y a sí mismos
a través de múltiples y discontinuas configuraciones históricas. Historia de las
transformaciones concretas, efectivas, positivas, de las maneras en que los saberes han

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surgido, el poder es ejercido y el subjetividad es constituida. Desde este punto de vista
podemos llamar a Foucault antiplatónico, antimetafísico; antifilósofo.

En un mot, établir ces limites, remettre en question ces trois thèmes de l'origine, du
sujet et de la signification implicite, c'est entreprendre -tâche difficile, d'extrêmes
résistances le prouvent bien -de libérer le champ discursif de la structure historico-
transcendantale que la philosophie du XIXe siècle lui a imposée.5

Volviendo a los objetivos de su trabajo, éstos han sido explicitados por Foucault
muchas veces y en diferentes lugares; elijo la introducción al segundo volumen de su
Historia de la sexualidad. En ésta Foucault se propone investigar una “experiencia”
respecto de la sexualidad, es decir, la manera en que los hombres en las sociedades
occidentales modernas se reconocían como “sujetos” de una sexualidad, relacionada con
formas de conocimiento diversas, y construida en relación a un sistema de reglas y
restricciones. A esto llama Foucault “experiencia” de la sexualidad en la modernidad: a la
correlación entre campos del saber, tipos de normatividad y formas de subjetividad. 6 Pero
este tratamiento significa abandonar modos tradicionales de análisis en relación a estos tres
puntos. Toda la obra de Foucault consistió en estos abandonos.
“Parler ainsi de la sexualité impliquait qu'on s'affranchisse d'un schéma de pensée
qui était alors assez courant: faire de la sexualité un invariant, et supposer que, si elle
prend, dans ses manifestations, des formes historiquement singulières, c'est par l'effet des
mécanismes divers de répression, auxquels, en toute société, elle se trouve exposée; ce qui
revient à mettre hors champ historique le désir et le sujet du désir, et à demander à la
forme générale de l'interdit de rendre compte de ce qu'il peut y avoir d'historique dans la
sexualité. Mais le refus de cette hypothèse n'était pas suffisant à lui seul.
En este pasaje se encuentran implicados dos puntos clave de la actitud anti-
filosófica de Foucault. Primero, el rechazo a la postulación de un núcleo significativo sin
variaciones, núcleo verdadero y originario, anterior a la historia, que los hombres
intentarían retomar para conducir, según un deseo de correspondencia, sus actos y sus
pensamientos. En este caso se trata de la suposición de una “sexualidad” originaria,
radicalmente diferente a la experiencias que el hombre ha tenido y tiene sobre este punto de

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su vida y que lo ha llevado a problematizarla; al acontecimiento de su emergencia y
tranformación. Segundo, hay implicada una de las concepciones que Foucault a hecho oír
hasta el cansancio respecto del poder -de la que hablaré más adelante-, referida a un análisis
del poder en términos positivos: dejar de referir al poder en términos de represión –
negativos- y otorgarle un carácter productivo, generador de realidades. El ejercicio del
poder más que anular los discursos acerca de la sexualidad, lo ha alentado a través de
distintas prácticas científicas, religiosas, comerciales, como modo para identificación y
control, como principio de inteligibilidad de los actos humanos. El poder no atenaza al
sexo, produce sexualidad, la tematiza, la coloniza, constituye a los sujetos de deseo, a los
sujetos sexuales; el sexo es un corolario del saber de la sexualidad. El discurso de la
sexualidad hace que nos reconozcamos como sujetos específicos de acuerdo a la manera
que lo practicamos, lo pensamos, lo hablamos. Estas maneras por tanto, en un régimen
disciplinario, son clasificadas, jerarquizadas, calificadas, proscrictas, corregidas, utilizadas,
etc., por un saber de la sexualidad, a la que la dinámica del poder ofrece las condiciones
para su aparición, para atravezar la vida de los sujetos que emergen bajo su sombra. De ese
modo el hombre es individualizado –objeto y objetivo- y ordenados dentro del dominio
general de una población. Quedan así especificados los tres ejes que contituyen la
sexualidad: un complejo, y no un simple significado, que puede ser analizado desde tres
direcciones distintas pero afluentes.
La empresa foucaultiana, en lo que hace a la sexualidad, involucra estos tres
aspectos que deben ser tenidos en cuenta en todo análisis que la tome como problema:
Parler de la «sexualité» comme d'une expérience historiquement singulière
supposait aussi qu'on puisse disposer d'instruments susceptibles d'analyser, dans leur
caractère propre et dans leurs corrélations, les trois axes qui la constituent: la formation
des savoirs qui se réfèrent à elle, les systèmes de pouvoir qui en règlent la pratique et les
formes dans lesquelles les individus peuvent et doivent se reconnaître comme sujets de
cette sexualité.
Aquí tenemos los tres senderos por donde ha circulado su trabajo; los dos primeros
otorgan los instrumentos necesarios para el análisis del tercero: centro de la preocupación
foucaultiana. No han sido los fenómenos del poder y su correlato, el saber, los que detentan
la exclusividad dentro sus preocupaciones. Mediante el análisis de los diversos

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funcionamientos que pueden ser observados en relación el poder y a los saberes que nacen
en comunicación con éste, Foucault ve mecanismos de subjetivación y formas de
subjetividad como resultado. El estudio de las estrategias de poder y del surgimiento de los
saberes está subordinado a otro análisis, a los de la subjetividad y al rol normalizador de las
ciencias humanas, nuevo humanismo del siglo XX, en nuestras sociedades; su eficacia y
exactitud se halla impresa de manera indeleble en cada acto, en cada gesto con que
actuamos nuetra vida cotidiana, incluso cuando intentamos ocultarlos.
Podemos resumir diciendo que Foucault siempre se ha preocupado por “des trois
modes d'objectivation qui transforment les êtres humains en sujets.”
1. Las diferentes configuraciones del sujeto (objetivaciones) en correlación con la
emergencia y transformaciones de los distintos discursos, que han adquirido el
estatuto de ciencia (gramática general, filología, lingüística: sujeto hablante;
análisis de las riquezas, economía: sujeto productivo; historia natural, biología:
sujeto viviente.)
2. Las diferentes configuraciones del sujeto en relación a la emergencia y
transformaciones de los modos en que el poder es ejercido. Las “prácticas
divisivas” en la modernidad: hombre sano de espíritu, hombre loco; enfermo,
sano; criminal, “buen muchacho”.
3. Las diferentes configuraciones del sujeto en relación a la emergencia y
transformación de las distintas maneras en que se ha tratado su vida sexual. El
modo en que los hombres se han reconocidos como sujetos de una sexualidad,
como sujetos de deseo.7

En resumen, a la base de otras investigaciones que ha llevado adelante Foucault, se


encuentra el problema del sujeto, o mejor, la problematización de ese viejo objeto de la
filosofía, de las formas como el ser humano se ha objetivado como un sujeto determinado.
Es en estos acontecimientos de objetivación históricos donde el poder y el saber han jugado
un rol crucial; su ejercicio y su formación son los que han dado como resultado aquello en
lo cual nos reconocemos, a despecho de los análisis filosóficos que suponen la existencia de
un sujeto original y misterioso, una vez dado para siempre, ausente de la tragedia o
fatalidad que en realidad lo provoca.

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Inversión, por tanto, de lo que se tenía por causa o principio a efecto emergente de
unas relaciones políticas, históricas y transitorias. La sustancia se hace accidente.
Como se ve el análisis que hace Foucault de la modernidad se distingue de los
trabajos tradicionales, no sólo por los caminos tan poco transitados que recorre, como por
las conclusiones (siempre provisorias) a las que llega. Lo contrario hubiera sido seguir
fertilizando desde su rol de intelectual un ejercicio de poder que es necesario modificar,
transformando ese rol.8

CÓMO ESTUDIAR EL PODER

“Son un espejismo. Mientras se hallan en proceso de


ascenso, las dictaduras viven en gran parte del hecho
de que aún no haya sido posible descifrar sus
jeroglíficos.” Ernst Jünger, Der Waldgang.

Puntos de partida

Aquella muy citada sección, Méthode de la Histoire de la sexualité, I, La Volonté


du savoir, con la que comenzaré, constituye una puesta a punto acerca del problema del
poder. Motivado por la infinidad de controversias en las que se encuentra involucrado,
Foucault ve la necesidad de establecer ciertas precauciones metodológicas respecto de este
problema. Una prueba de esto también son las numerosas aclaraciones que debe hacer en
numerosas entrevistas editadas en Dits et écrits; no pocas veces fue interpelado al respecto.
Al parecer su obra siempre ha respondido a este tipo de necesidades de aclaración, de
ajustes. Otra prueba, anterior, la constituye L´archéologie du savoir, la que viene a echar
luz metodológica, conceptual y filosófica respecto de sus trabajos anteriores. Este texto,
con el fulminate título de “método”, es a Vigilar y castigar lo que La arquología del saber
es a Las palabras y las cosas.
Foucault presume que inicialmente el tema del poder trae consigo muchos malos
entendidos, por las representaciones obsoletas de la que es objeto, por las especulaciones
metafísicas de rutina en las que no se lo distingue de otro objeto de esta misma literatura;
en fin, por convertirlo en materia para una metafísica; porque, salvo raras excepciones, fue
objeto en la quietud de una meditación que se imponía la obligación jurídica de justificarlo

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elaborando teorías del talle de algún soberano o viceversa. Foucault propone una física del
poder, quitar del medio los nombres que lo representan y verlo en sus movimientos de
avance y repliegue. Se pregunta: ¿De qué hablamos cuando hablamos del poder? ¿Qué nos
representamos acerca de él cuando lo mencionamos en nuestro discurso? ¿Por qué siempre
toma la forma del monstruo acechando? ¿Por qué siempre es puesto como una figura que
nos rodea con su instinto conspirativo? ¿Por qué ante él nos invade un temor de niños, o
mejor, un temor religioso? ¿Por qué es sustancializado? ¿Por qué nunca verlo en el
dinamismo de un ejercicio, la mayoría de la veces un ejercicio minúsculo y a la vez
intenso? Estas preguntas sintetizan las tesis de los análisis tradicionales del poder que, en
lo que hace a son identité, sa forme, son unité, Foucault ha intentado derribar.
Par pouvoir, je ne veux pas dire " le Pouvoir ", comme ensemble d'institutions et
d'appareils qui garantissent la sujétion des citoyens dans un État donné.
Primer paso entonces, refutar.
El malentendido respecto de su identidad: ¿Qué no es el poder? El poder no es “El
poder”: ataque a la sustancia. La filosofía siempre se ha visto en problemas cuando se trata
de plantarse ante dinámicas insustanciales; los movimientos han sido ahogados en la
Academia, paralizados y objetivados por el metafísico. El viejo temor a lo que se mueve, a
lo que perece o se escapa de las manos del que intenta fundar una ciencia objetiva,
universal; el principio de toda ciencia no es el viejo tópico del asombro, es el miedo. La
verdad del filósofo es la verdad de un objeto siempre muerto o con el insomnio que da lo
eterno. Nuestra más ingenua percepción del poder se la debemos en principio a la filosofía:
el poder es una gran cosa. Es una institución o los aparatos que la sostienen. Es el Estado.
(Tesis filosóficas tradicionales y de teólogos)
Par pouvoir, je n'entends pas non plus un mode d'assujettissement, qui par
opposition à la violence, aurait la forme de la règle.
El malentendido respecto de su forma. Otro modo de mal entender el poder es aquel
que lo confunde con la regla, con la ley, con todo aquello que se opone a la violencia
salvaje. En este sentido el poder tendría por función la explicitación discursiva del orden, la
voz de una conciencia soberana inmune a la influencia de los avatares de la historia,
siempre igual a sí misma, que vendría a gobernar por fuera de la historia todos los
desenfados de la violencia más instintivas. La Razón puesta en los códigos, guardiana e

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intimidante, castigando las furias naturales del descontrol y el egoísmo del salvaje que
alguna vez fuimos en las utopías del origen traicionado por el convenio colectivo. (Tesis
del contractualismo)
Enfin, je n'entends pas un système général de domination exercée par un élément ou
un groupe sur un autre, et dont les effets, par dérivations successives, traverseraient le
corps social tout entier.
Malentendido en lo que hace a su unidad. En este tercer caso el poder estaría en
manos de uno, de un grupo, de una clase, que lo detentaría en contra de otro que no lo
posee. Una forma de relación global que coloca a unos dominadores por encima de unos
dominados. La masividad de un poder total en oposición a la totalidad de su réplica: la
revolución, que invertiría la relación, poniendo a los dominados en lugar de los
dominadores. Su dinámica sería regular, lineal y teleológica; a un estado hegemónico le
seguiría una revolución, y a ésta otro estado hegemónico, hasta alcanzar su destino final.
(Tesis marxistas)
L'analyse, en termes de pouvoir, ne doit pas postuler, comme données initiales, la
souveraineté de l'État, la forme de la loi ou l'unité globale d'une domination; celles-ci n'en
sont plutôt que les formes terminales.
Para Foucault no se debe poner como datos iniciales de todo análisis referido al
poder aquello que no serían más que formas terminales, productos, efectos de poder,
consecuencias del enfrentamiento constante que define al poder: El Estado, la ley, uno o
unos detentadores
Segundo paso, afirmar.
Las tesis de Foucault: cuando nos enfrentamos al poder como problema estamos
ante una “multiplicité des rapports de force qui sont immanents au domaine où ils
s'exercent, et sont constitutifs de leur organisation.” Esta primera aproximación implica un
nuevo punto de partida respecto de este problema: dejar de pensar al poder como un
dominio sustancial extraño al campo en donde éste se aplica y corre. De este modo el poder
es representado con la altanería de la idea, segura de su destino, inscripto en una calidad
antológica imperturbable. Con esta primera definición el poder circula entre nosotros, como
el motivo que nos encuentra y nos enfrenta, nos relaciona. No existiría el poder, no
deberíamos hablar de él como una unidad mayúscula, sino como una multiplicidad de

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ejercicios y modalidades pequeñas inscriptas en pequeños dominios. La reunión de éstos
indicará el modo en que una época lo ejerce.
* Le jeu qui par voie de luttes et d'affrontements incessants les transforme, les
renforce, les inverse; les appuis que ces rapports de force trouvent les uns dans les autres,
de manière à former chaîne ou système, ou, au contraire, les décalages, les contradictions
qui les isolent les uns des autres.
El poder es un juego, pero no constante e invariable, sino cambiante, lo cual
constituye su especificidad y posibilidad; sin variación, inversión y ruptura no hay poder.
Su movimiento y sus transformaciones responden a una racionalidad con intereses
histórico-políticos, a una estrategia motivada por la conquista de un dominio, a través del
cual nos encontramos y nos alejamos, nos unimos y nos dividimos. Juego estratégico por
medio del cual se establecen lazos circunstanciales, pactos; un juego en donde se declara la
guerra y se imponen particiones y fronteras. Un juego en donde se incluye y se excluye, se
encierra y se libera, se produce y se reprime. El carácter estratégico, racional –ni
espontáneo ni salvaje-, del ejercicio del poder multiplica sus instrumentos y sus
intervenciones. No sólo se trata de ver un poder que atenaza el movimiento del otro; la
univocidad, atribuida como carácter a lo estratégico, lo descalifica como tal; ya lo enseñó
Maquiavelo con sus variantes “o esto o aquello”. Ser un juego de variantes es su principal
característica y virtud. En fin, un juego que lo pone en movimiento, un movimiento en el
cual tenemos un rol que nos califica y nos pone en el punto de una jerarquía; un
movimiento continuo pronto a discontinuarse por la necesidad política de alterarse (la
especificidad del poder en la Época Clásica no es la de la modernidad). El movimiento
propio del poder no describe una línea recta disparada hacia un punto futuro; su misma
característica dinámica lo somete al peligro de la ruptura y la trasformación. El juego que
juega el poder es el de la revisión y modificación de sus reglas, el cual a su vez es
practicado con la firme voluntad de no traicionarlas, de no discontinuarlas. El del poder es
un juego trágico, pues su carácter estratégico amenaza las reglas que lo constituye. La
rigidez de las reglas y la rutina se oponen al juego de las estratégias. Un juego que al
jugarse se transforma al ritmo de los desplazamientos del otro polo, siempre activo, de la
relación.

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* les stratégies enfin dans lesquelles ils prennent effet, et dont le dessin général ou
la cristallisation institutionnelle prennent corps dans les appareils étatiques, dans la
formulation de la loi, dans les hégémonies sociales.
Parte de su articulación estrategica consiste en que finalmente cristaliza, estabiliza,
sus movimientos, convirtiéndolos en aparatos e instituciones estatales, en la ley o en
hegemonías transitorias. Parte del juego es traicionar su naturaleza; dar forma a la fuerza
inicialmente informada.
En vocabulario deleuziano se explicaría así: una materia no formada (el poder ser
afectado de una fuerza), un objetivo cualquiera, en relación a una función no formalizada
(el poder afectar de una fuerza), un operador de poder cualquiera, cristalizan su relación
como relaciones de formas, como por ejemplo, los presos y el encierro correctivo-
penitenciario.9
Las formas intitucionales ofician de puntos de apoyo de estrategias profundas, de
relaciones de fuerza siempre presentes, las soportan y las formaliza, las visibiliza. Les quita
su carácter abstracto, que es lo que la caracterizan según Deleuze. Podríamos discutirle este
punto. Las estrategias crea sus fortalezas. Las estrategias, mudas, ciegas e invisibles dibujan
lo que Foucault llamará un diagrama, “la presentación de la relaciones de fuerza propias
de una formación; la distribución de los poderes de afectar y de los poderes de ser
afectado; la mezcla de las puras fuerzas no formalizadas –cuidar, educar, castigar,
producir- y de las puras materias no formadas –presos, escolares, locos, etc.-, lo define
Deleuze10. El diagrama es propio de una época determinada, como lo son estratificados los
archivos en lo que hace al saber de una época.
Es necesario hacer una aclaración acerca del carácter del diagrama. De ningún modo
se trata de una estructura, superestrucra o sistema; no es objeto de una ontología. Así como
el poder es un nombre, lo es también el diagrama, es un principio de inteligibilidad para una
situación dada en un tiempo y en lugar determinados. El análisis no parte de la existencia
de un diagrama, que debe describir en su carácter específico dado por un época, sino que lo
“compone” a partir de la descripción de la manera que una época determinada ha
administrado y operado sus relaciones de poder.
Se deriva de esta postulación que quien se proponga analizar la manera en que el
poder se ejerce debe sobrepasar el mero análisis de un funcionamiento institucional, o la

14
letra que compone un código, e ir hacia la racionalidad que lo gobierna, hacia el diagrama
que una estrategia presenta, más allá de sus formalizaciones o concreciones. Una física de
la materia y de la acción abstracta, dice Deleuze sin temor a la contradicción 11. La
racionalidad estratégica del poder no pertenece al polo que circunstancialmente ha
conquistado el estado dominante de en una relación. Lo estrategico de una operación es
generalizado, convoca al pro y al contra. La racionalidad debe ser descripta como una
manifestación general, la manera como una época determinada ha ejercido el poder no a
través de sus instituciones o sus códigos, sino a través de la luchas de quienes la vivieron;
es el tipo de tensión que caracteriza un momento histórico.
*La condition de possibilité du pouvoir, en tout cas le point de vue qui permet de
rendre intelligible son exercice, jusqu'en ses effets les plus " périphériques ", et qui permet
aussi d'utiliser ses mécanismes comme grille d'intelligibilité du champ social, il ne faut pas
la chercher dans l'existence première d'un point central, dans un foyer unique de
souveraineté d'où rayonneraient des formes dérivées et descendantes; c'est le socle
mouvant des rapports de force qui induisent sans cesse, par leur inégalité, des états de
pouvoir, mais toujours locaux et instables.
Foucault opone el análisis del poder en términos de relación de poder al análisis que
supone un punto central como su condición de posibilidad, un foco único de irradiación
descendente de su fuerza; un centro de poder que administraría su fuerza a través de
delegaciones hacia formas derivadas, que controlaría su “derrame”, en virtud de unos
intereses. El poder según Foucault no deriva del Estado, ni del soberano, ni de la ley, sino
que asciende hacia ellos. El poder es la combinación ascendente de “pedestales móviles”,
polos desiguales, desequilibrados y en tensión que concluyen en “estados de poder” o esas
formas derivadas o terminales, lo cual constituiría la cristalización local e inestable de ese
desequilibrio, de dinámicas locales. Así las relaciones de poder siempre en desequilibrio se
consolidan en una relación de dominio, en la parálisis momentánea de un estado de
desequilibrio particular.
* Omniprésence du pouvoir : non point parce qu'il aurait le privilège de tout
regrouper sous son invincible unité, mais parce qu'il se produit à chaque instant, en tout
point, ou plutôt dans toute relation d'un point à un autre. Le pouvoir est partout; ce n'est
pas qu'il englobe tout, c'est qu'il vient de partout. Et " le " pouvoir dans ce qu'il a de

15
permanent, de répétitif, d'inerte, d'auto-reproducteur, n'est que l'effet d'ensemble, qui se
dessine à partir de toutes ces mobilités, l'enchaînement qui prend appui sur chacune d'elles
et cherche en retour à les fixer.
El poder está en todos lados. Esta omnipresencia del poder no significa
reagrupamiento de las fuerzas en una unidad que lo detentaría y a partir de allí lo difundiría,
sino su producción constante dentro de toda relación de un punto local con otro. El poder
así entendido es un flujo que une, moviliza, se detiene, continúa. El poder está en todas
parte y viene de todas partes, forma una red cuyos nudos, como en toda red, se hallan en
tensión activa y constante. No puede postularse una zona liberada, exterior al entramado
que el poder forma. Lo que no quita que no puedan pensarse a partir de estas descripciones,
del conocimiento del funcionamiento del poder, formas de resitencia inteligentes. Las
resistencias inteligentes se oponen a las resistencias amorosas, hijas de una buena
conciencia política, de gestos y de proclamas. Pero que no entienden nada del real
funcionamiento de aquello contra lo cual dicen combatir. La resistencia inteligente significa
luchar contra el analfabetismo político. Dice E. Jünger: “Proporcionarle a la persona que
está amenazada por esos peligros una descripción de la situación en que se encuentra, y
que ella misma conoce casi siempre mal, es útil sin duda. Tal vez pudiera derivarse de tal
descripción el modo en que debería actuarse.”12 Foucault ofrece tal descripción.

* Il faut sans doute être nominaliste : le pouvoir, ce n'est pas une institution, et ce
est pas une structure, ce n'est pas une certaine puissance dont certains seraient dotés :
c'est le nom qu'on prête à une situation stratégique complexe dans une société donnée.
Finalmente, “hay que ser nominalista”, en lo que al poder se refiere, éste no es más
que un “cierto nombre que se da a una situación estratégica compleja en una sociedad
dada”. Cuando se dice “poder” se nombra una movimiento complejo, un conjunto de
acciones combinadas y en tensión. Nunca nos referimos a un movimiento espontáneo y
único, sin una táctica que asegure su efectividad, sino a unas acciones racionales que
responden al diagrama en donde están insertas, sin que por ello deban respetar una única
dirección para la expresión de sus fuerzas. Una cierta situación en donde fuerzas opuestas
ejercen ciertas acciones con arreglo a un objetivo, el cual no siempre es el de cohibir o
aniquilar al otro, puede muy bien tratarse de darle impulso, incitarlo a una acción que

16
responda a ciertos intereses económicos, sociales, etc., cuya frecuencia termina por
convertirlos en intereses propios. ¿Quién no quiere ser un ser humano saludable? ¿Pero
quién piensa en la formación y propósitos de los estatutos de la salud a los respondemos
para estarlo?
Descripto el poder como un movimiento estratégico compuesto de inmurables y
multidireccionales líneas de fuerza relacionadas por el juego de la tensión, podemos extraer
otras consecuencias: primero, las relaciones de poder suponen la libertad, aunque sea en
grado mínimo, de las líneas que los componen, porque sin ella no habría movimiento
posible. Toda relación de poder es dinámica, lo que diferencia de estado de dominio.
Segundo, el poder no es el mal, ni el seudónimo de la muerte, según las versiones
tradicionales.13 No es una estructura ni una institución aplicada a desempeñar el rol del
opresor. Existen múltiples relaciones de poder: una relación amorosa, una relación
profesor-discípulo, etc. Aquí hay fuerzas que se relacionan y ninguna supone en principio
el tráfico de crueldades recíprocas. Las relaciones de poder están a la base de las diversas
formas de gobernabilidad, y además, éstas no incluyen como uno único medio la opresión
de los gobernados. Foucault ha descrito una forma de ejercer el poder que hace vivir y que
produce los objetos que garantizarían su ejercicio, el disciplinario. Ejercer el poder no es
exclusivamente prácticar la política de la muerte, ni sembrar el terror en campos de
algodón, puede, y casi siempre lo es en nuestros días, ejecutar políticas para la vida,
sembrando muchas veces una forma de paz rígida, llamada seguridad. Una política que no
mata, casi nunca, a sus enemigos, pero que los señala para rectificarlos.
* Faut-il alors retourner la formule et dire que la politique, c'est la guerre
poursuivie par d'autres moyens? Peut-être, si on veut toujours maintenir un écart entre
guerre et politique, devrait-on avancer plutôt que cette multiplicité des rapports de force
peut être codée - en partie et jamais totalement - soit dans la forme de la " guerre ", soit
dans la forme de la " politique "; ce seraient là deux stratégies différentes (mais promptes
à basculer l'une dans l'autre) pour intégrer ces rapports de force déséquilibrés,
hétérogènes, instables, tendus.
Este párrafo no es menor y requiere comentario aparte. En la inversión del aforismo
de Carl von Clausewitz, Foucault encuentra el enunciado de la hipótesis que, a mi juicio, él,
al menos en este momento de su investigación, va a apoyar. Se trata de aquella hipótesis

17
que en “Il faut défendre la societé”14 llamará l'hypothèse de Nietzsche, en oposición a la
l'hypothèse de Reich, referida a la concepción negativa, represiva del poder. La primera
hipótesis encuentra detrás de toda relación de poder un enfrentamiento belicoso de fuerzas.
A estas dos hipótesis me referiré posteriormente.
Lo que Foucault quiere decir en este caso es que la diferencia entre “guerra” y
“política” es una diferencia de estrategia, pero que ambos acontecimientos históricos están
constituidos por relaciones de fuerzas de dinámicas disímiles. Un cambio en la estrategia es
la condición de posibilidad para que una relación de fuerza, la de la política, se transforme,
“caiga”, en la otra, la de la guerra, y viceversa. La distinción entre guerra y política, de
ningún modo puede superponerse la distinción entre violencia y paz; su diferencia está en la
la manera en que se gestionan las fuerzas en unas relaciones desequilibradas, heterogéneas,
instables, tensas.
Hasta aquí las convicciones sobre las cuales se apoyan lo que podríamos denominar
“la teoría del poder” que Foucault ha construido para dar inteligibilidad a los problemas que
ha abordado. Si esto implica o no una teoría es otro problema. A partir de tomar estas
precauciones metodológicas que suministran coherencia foucaultiana a toda su
investigación, se pueden extraer cinco proposiciones iniciales.

PROPOSICIONES

1) que le pouvoir n'est pas quelque chose qui s'acquiert, s'arrache ou se partage,
quelque chose qu'on garde ou qu'on laisse échapper; le pouvoir s'exerce à partir de points
innombrables, et dans le jeu de relations inégalitaires et mobiles;
Ataque a las explicaciones economicistas, jurídicas, liberales y marxistas del poder.
Por un lado, el poder se ejerce, no se posee, no es un bien transferible. Es un ejercicio
descentrado según puntos móviles heterogéneos en tensión permanente e inestable. Por
otro, una de las condiciones de posibilidad del ejercicio del poder radica en la desigualdad
de los polos. El postulado de igualdad ante la ley, que responde a una concepción formal y
jurídica del poder (ya sea para justificarlo o para limitarlo), es uno de los aspectos
paradojales –toda paradoja esconde su cinismo- de la modernidad. Esta formulación se
opone al ejercicio real y efectivo del poder, que no puede reconocer este principio sin el

18
peligro de paralizarse. Uno de sus principales objetivos es la delimitación de
individualidades dentro de una masa informe e invisible, señalar sus diferencias internas,
clasificar y establecer rangos según distintos criterios -edad, capacidad, formación, riqueza,
salud, etc-, disponer en un espacio según aquella clasificación, prescribir tratamientos de
acuerdo al mismo ordenamiento. Esto es lo que resulta del ejercicio de poder disciplinario y
lo qué garantiza su ejercicio. La formulación jurídica de la igualdad como condición de una
estado justo, no es más que eso, una formulación que tiende a ocultar lo que es ejercicio
real establece: la diferencia que permite su funcionamiento, los enfrentamientos.
Pero no es la única manera en que la modernidad ha ocultado las relaciones de
fuerza, las luchas, que constituyen su dispositivo efectivo. Lo han hecho desde la historia y
la filosofía las lógicas de la contradicción-conciliación, que remiten los acontecimientos al
plano de la necesidad sin tiempo, a los que ellos sin saberlo responden. Sólo el filósofo
detentaría la fuerza y claridad de imaginación suficiente para encontrar en el fondo de unos
hechos fortuitos su causa inmaterial e innegable. La lógica de una esencia que anticipa la
sangre para que su derramamiento no venga sin fundamentos; sangre que será vengada
cuando, al final de su ciclo y en su reencuentro, ella sea pura conciliación con un pasado
negro por el que no pudo no transitar.. “La dialectique c'est la pacification, par l'ordre
philosophique et peut-être par l'ordre politique, de ce discours amer et partisan de la
guerre fondamentale.”15
Aún a riesgo de parecer instigador e irreverente con el panteón filosófico quiero
concluir este apartado con estas palabras del citado E. Jünger, que por literarias no son
menos verdaderas. “Aquí hemos de señalar todavía una posibilidad de error -estamos
aludiendo a la confianza depositada en la imaginación pura. Desde luego, lo concedemos,
esa imaginación lleva a la victoria espiritual. Pero lo que no puede ser es que eso aboque
a la fundación de escuelas de yoga. Y, sin embargo, en eso es en lo que piensan no sólo
numerosas sectas, sino también una especie de nihilismo cristiano que se toma las cosas
muy a la ligera. No podemos limitarnos a conocer en el piso de arriba la verdad y la
bondad mientras en el sótano están arrancando la piel a otros seres humanos como
nosotros. Eso es algo que no puede hacerse ni aunque uno se encuentre en una posición no
sólo bien asegurada, sino también superior; y no puede hacerse porque el sufrimiento
inaudito de millones de seres humanos esclavizados es algo que clama al cielo. Todavía

19
permanece en la atmósfera el vaho de los desolladeros. Con meras palabrerías no se
eluden esas cosas.”16
Entonces, descripción efectiva del movimiento efectivo de cada uno de los polos
que constityen las relaciones de poder, y no especulación o imaginación de los fundamentos
eseciales en donde se apoyaría la dinámica de las fuerzas.
2) que les relations de pouvoir ne sont pas en position d'extériorité à l'égard
d'autres types de rapports (processus économiques, rapports de connaissance, relations
sexuelles), mais qu'elles leur sont immanentes; elles sont les effets immédiats des partages,
inégalités et déséquilibres qui s'y produisent, et elles sont réciproquement les conditions
internes de c'es différenciations; les relations de pouvoir ne sont pas en positions de
superstructure, avec un simple rôle de prohibition ou de reconduction; elles ont, là où elles
jouent, un rôle directement producteur.
Toda relación es de fuerza, ya sea económica, de conocimiento, sexual. La fuerza
está inscripta en toda relación. Toda relación divide dos fuerzas que se encuentran, es la
condición de posibilidad para que la fuerza se manifieste (ninguna fuerza es singular) bajo
la forma de una partición, una desigualdad o un desequilibrio; ninguna fuerza podría
expresarse en condiciones de simetría. En resumen, la relación permite que la fuerza surja,
y la fuerza que la relación se establezca. Dice Deleuze: “...el único objeto de la fuerza son
otra fuerzas y su único ser la relación...” 17 Ningún orden (económico, ciéntífico, político,
etc.) ya establecido y estático puede, desde este punto de vista, promover según la imagen
del motor inmóvil el dinamismo de las fuerzas que se relacionan en su interior. Por el
contrario, estas fuerzas comunicadas por el juego político, son generadoras de realidades
estáticas, que, como sus bastiones, las protegen, a la vez que se hallan en constante peligro
de ser demolidads por fuerzas eventualmente superiores que se hallan dentro de esa misma
relación y jugando el mismo juego. Los emplazamientos móviles en el interior de los
juegos del poder provocan lo estable, producen su imagen de estabilidad, se disfrazan de
eternidad y necesidad, no dejan nunca de mencionar que su origen es esencial y que su
estirpe es divina y que su función es una misión; aquí el juego estratégico, para garantizar
la seguridad de su funcionamiento, para sostener las victorias alcanzadas; no a la inversa.
3) que le pouvoir vient d'en bas; c'est-à-dire qu'il n'y a pas, au principe des
relations de pouvoir, et comme matrice générale, une opposition binaire et globale entre

20
les dominateurs et les dominés, cette dualité se répercutant de haut en bas, et sur des
groupes de plus en plus restreints jusque dans les profondeurs du corps social. Il faut
plutôt supposer que les rapports de force multiples qui se forment et jouent dans les
appareils de production, les familles, les groupes restreints, les institutions, servent de
support à de larges effets de clivage qui parcourent l'ensemble du corps social. Ceux-ci
forment alors une ligne de force générale qui traverse les affrontements locaux, et les relie;
bien sûr, en retour, ils procèdent sur eux à des redistributions, à des alignements, à des
homogénéisations, à des aménagements de série, à des mises en convergence. Les grandes
dominations sont les effets hégémoniques que soutient continûment l'intensité de tous ces
affrontements.
El poder es objeto de una microfísica porque el ámbito en donde funciona con
mayor evidencia para nuestros ojos es otro distinto al que tradicionalmente se enuncia. Es
en zonas periféricas, capilares y cotidianas donde resplandece por el brillo de su eficacia;
en los registros, en los reglamento, en los expedientes que relatan una vida, en las
prescripciones, en los discursos nunca atendidos porque su pequeñes no alcanza la dignidad
de discurso sabio, etc. Porque el objetivo concreto de su aplicación, su blanco específico, es
el cuerpo18, ya sea supliciado o disciplinado.19 Su funcionamiento real y más evidente se
halla en sus operaciones minúsculas, de detalle, en lo que Foucault denomina,
“anatomopolítica” o “anatomías políticas del detalle”.20 Al menos esto último en lo que el
poder disciplianrio tiene de individualizante, generador de subjetividades. Pueden
analizarse formas masivas de aplicación, las maniobras bio-políticas, por ejemplo, cuyo
punto de aplicación es general, la población. Pero no por ello escapa a una micropolítica. El
discurso micropolítico es aquel que se coloca a la altura en la que el poder se mueve. Lo
describe desde la cercanía para que ningún detalle se le escape, porque todo es importante
si se trata de desentrañarlo. El hecho de que el poder en la modernidad haya dejado de lado
estratégicamente casi todo lo de aquella espectacularidad, por la que demostraba e imponía
su presencia, impone al discurso que lo nombra también un cambio estratégico, la de
abandonar los discursos espectaculares, totalizantes y nebulosos, y optar, a favor de la
eficacia, por un discurso preciso, paciente, erudito y puntilloso. A un micropoder le
corresponde un microdiscurso. Y por otra parte, ver al poder en toda su materialidad: A una
metafísica del poder, una física y una microfísica.

21
No se trata pues de un análisis de operaciones masivas ejercida por los instrumentos
de la violencia ni del terror ejercido por el Estado 21, ni de la ideología que un grupo pondría
en funcionamiento en la manera de ejercer un dominio sobre otro y que materializa en los
instrumentos para ese dominio (instituciones, saberes). Se trata, a la inversa, de ver cómo
las formas institucionales implementan operaciones minúsculas, ínfimas, de las
microtecnologías políticas del cuerpo, situadas en un nivel mucho más profundo -entre los
cuerpos y los grandes funcionamientos- para producir y fusionar ultilidad-obediencia
(eventualmente correciones). Todo lo cual lo hace mediante prácticas desdibujadas por las
rutinas que las naturalizan y de difícil acceso para las miradas poco meticulosas. Es en este
ámbito en donde el poder se hace más evidente: en el momento en que “los invade [a los
cuerpos] , pasa por ellos, y a través de ellos; se apoya sobre ellos, del mismo modo que
ellos mismos, en su lucha contra él, se apoyan a su vez en la presas que ejerce sobre
ellos”. Estas relaciones de poder se hallan hundidas en la sociedad, ella no reproduce la
relación rey-súbdito ni Estado-ciudadanos ni la relación entre clases, no impone a los
individuos ni entre ellos una forma de relaciones como éstas; el padre no se relaciona con
su hijo a imagen de la relación Estado-ciudadano; sin embargo, existe una continuidad
ascendente y de amplificación progresiva entre las relaciones inscriptas en una microfísica
del poder y un ejercicio masivo. O mejor, unos ejercicios locales, específicos, que se van
ampliando de abajo hacia arriba por acrecentamiento y agrupamiento de pequeños recursos
disciplinarios hasta acabar en un movimiento común a distintos ámbitos intitucionales. “La
prison: une caserne un peu stricte, une école sans indulgence, un sombre atelier, mais, à la
limite, rien de qualitativement différent.”22
He aquí este fenómeno de amplificación, y como la enfermedad tiene un origen
bajo: “Le fascisme et le stalinisme ont utilisé et étendu des mécanismes déjà présents dans
la plupart des autres sociétés. Non seulement cela, mais, malgré leur folie interne, ils ont,
dans une large mesure, utilisé les idées et les procédés de notre rationalité politique.” 23
Los Titanes con los que solemos confundir al poder, salvo los tintes de su rabiosa
excentricidad, no inventan nada, retoman el diagrama ya existente y lo hacen funcionar a
gran escala. Los adornan con el espectáculo de su fuerza y los de las muertes programadas.
Los Titanes, embruteciendo mecanismos muy delicados, ejercen el poder de manera
grosera. Empezando por esto es que no merecen nuestro apoyo.

22
Se trata, pues, del estudio de las técnicas, de los procedimientos y de los elementos
materiales que han servido y sirven para establecer unas relaciones del poder y de saber,
cuyo polo enfrentado y punto de aplicación, el cuerpo, es domesticado por el primero y
objetivado por el segundo. Un análisis, pues, de esta relación, a través de sus
procedimientos más meticulosos.
4) que les relations de pouvoir sont à la fois intentionnelles et non subjectives. Si,
de fait, elles sont intelligibles, ce n'est pas parce qu'elles seraient l'effet, en terme de
causalité, d'une instance autre, qui les " expliquerait ", mais, c'est qu'elles sont, de part en
part, traversées par un calcul : pas de pouvoir qui s'exerce sans une série de visées et
d'objectifs. Mais cela ne veut pas dire qu'il résulte du choix ou de la décision d'un sujet
individuel; ne cherchons pas l'état-major qui préside à sa rationalité; ni la caste qui
gouverne, ni les groupes qui contrôlent les appareils de l'État, ni ceux qui prennent les
décisions économiques les plus importantes ne gèrent l'ensemble du réseau de pouvoir qui
fonctionne dans une société (et la fait fonctionner); la rationalité du pouvoir, c'est celle de
tactiques souvent fort explicites au niveau limité où elles s'inscrivent - cynisme local du
pouvoir - qui, s'enchaînant les unes aux autres, s'appelant et se propageant, trouvant
ailleurs leur appui et leur condition, dessinent finalement des dispositifs d'ensemble : là, la
logique est encore parfaitement claire, les visées déchiffrables, et pourtant, il arrive qu'il
n'y ait plus personne pour les avoir conçues et bien peu pour les formuler : caractère
implicite des grandes stratégies anonymes, presque muettes, qui coordonnent des tactiques
loquaces dont les " inventeurs " ou les responsables sont souvent sans hypocrisie.
Las diversas relaciones de poder son intencionales, esto es, promovidas por una
voluntad estratégica, lo cual significa que el poder no es un ejercicio puesto en
funcionamiento por un salvajismo violento, sino que responde a un cálculo racional
inscripto en eso que llamamos diagrama y que lo distingue de otros. Esto es lo que torna
inteligible al poder. Dos ejemplo de esto, el “campamento”: “Le camp, c'est le diagramme
d'un pouvoir qui agit par l'effet d'une visibilité générale. Longtemps on retrouvera dans
l'urbanisme, dans la construction des cités ouvrières, des hôpitaux, des asiles, des prisons,
des maisons d'éducation, ce modèle du camp ou du moins le principe qui le sous-tend:
l'emboîtement spatial des surveillances hiérarchisées. Principe de l'"encastrement". Le
camp a été à l'art peu avouable des surveillances ce que la chambre noire fut à la grande

23
science de l'optique.”24 O el panóptico: “Mais le Panopticon ne doit pas être compris
comme un édifice onirique: c'est le diagramme d'un mécanisme de pouvoir ramené à sa
forme idéale; son fonctionnement, abstrait de tout obstacle, résistance ou frottement, peut
bien être représenté comme un pur système architectural et optique: c'est en fait une figure
de technologie politique qu'on peut et qu'on doit détacher de tout usage spécifique.”25 La
racionalidad que se expresa a través de la distribución compleja del diagrama se extiende a
otros dominios. El diagrama es lo general y la forma abstracta del poder. La inteligencia de
las prácticas de una época. Pero el diagrama no tiene una vida “ideal”, sino que es el
resultado, en la esfera de la teoría, de descripciones histórico-políticas de prácticas reales
referidas a la economía del poder. “Ontologizar” el diagrama, darle un ser, es ocultar la
verdad el poder, esto es, esconder el hecho de que el poder es algo concreto, material,
positivo; algo de lo que nunca se hallará una esencia. “Quoi d'étonnant si la prison
ressemble aux usines, aux écoles, aux casernes, aux hôpitaux, qui tous ressemblent aux
prisons?”26 El diagrama que da inteligibilidad a un dispositivo específico carece de
contenido (una materia no formada y una función no formalizada), nada ni nadie puede ser
reconocido como el ejecutante exclusivo del diagrama, el portador de su inteligencia o el
diagramador: las relaciones de poder no son subjetivas. Siguiendo a Deleuze, es una “pura
función” aplicada sobre una “pura forma”. La estrategia diagramada es sin autor, no
correponde a un proyecto personal de dominación. En su corazón está el cálculo ordenado
hacia un fin (también puro, no formalizado, no cristalizado) El diagrama que trazan las
relaciones de poder cruza las formas singulares en donde el poder es ejercido, Estado
mayor, casta que gobierna, grupo económico, pero éstos no peseen los hilos de su
racionalidad; gestores, no gestadores. Su función es más reproductiva que productiva. La
relación de poder no es el juego de conspiraciones conscientes y a gran escala por parte de
unos cerebros que las perpetran. Al contrario, estos no son mas que “cruzados” por un
diagrama de poder del cual no puede escapar ni destruir por una simple decisión. La
discontinuidad del diagrama no es subjetiva ni automática.27

5) que là où il y a pouvoir, il y a résistance et que pourtant, ou plutôt par là même,


celle-ci n'est "échappe" pas, qu'il n'y a pas, par rapport à lui, d'extérieur absolu, parce
qu'on serait immanquablement soumis à la loi? Ou que, l'histoire étant la ruse de la raison,

24
le pouvoir, lui, serait la ruse de l'histoire - celui qui toujours gagne? Ce serait méconnaître
le caractère strictement relationnel des rapports de pouvoir. Ils ne peuvent exister qu'en
fonction d'une multiplicité de points de résistance: ceux-ci jouent, dans les relations de
pouvoir, le rôle d'adversaire, de cible, d'appui, de saillie pour une prise. Ces points de
résistance sont présents partout dans le réseau de pouvoir. Il n'y a donc pas par rapport au
pouvoir un lieu du grand Refus - âme de la révolte, foyer de toutes les rébellions, loi pure
du révolutionnaire. Mais des résistances qui sont des cas d'espèces : possibles, nécessaires,
improbables, spontanées, sauvages, solitaires, concertées, rampantes, violentes,
irreconciliables, promptes à la transaction, intéressées, ou sacrificielles; par définition,
elles ne peuvent exister que dans le champ stratégique des relations de pouvoir. Mais cela
ne veut pas dire qu'elles n'en sont que le contrecoup, la marque en creux, formant par
rapport à l'essentielle domination un envers finalement toujours passif, voué à l'indéfinie
défaite. Les résistances ne relèvent pas de quelques principes hétérogènes; mais elles ne
sont pas pour autant leurre ou promesse nécessairement déçue. Elles sont l'autre terme,
dans les relations de pouvoir; elles s'y inscrivent comme l'irréductible vis-à-vis. Elles sont
donc, elles aussi, distribuées de façon irrégulière: les points, les noeuds, les foyers de
résistance sont disséminés avec plus ou moins de densité dans le temps et l'espace, dressant
parfois des groupes ou des individus de manière définitive, allumant certains points du
corps, certains moments de la vie, certains types de comportement. Des grandes ruptures
radicales, des partages binaires et massifs? Parfois. Mais on a affaire le plus souvent à des
points de résistance mobiles et transitoires, introduisant dans une société des clivages qui
se déplacent, brisant des unités et suscitant des regroupements, sillonnant les individus
eux-mêmes, les découpant et les remodelant, traçant en eux, dans leur corps et dans leur
âme, des régions irréductibles. Tout comme le réseau des relations de pouvoir finit par
former un épais tissu qui traverse les appareils et les institutions, sans se localiser
exactement en eux, de même l'essaimage des points de résistance traverse les stratifications
sociales et les unités individuelles. Et, c'est sans doute le codage stratégique de ces points
de résistance qui rend possible une révolution, un peu comme l'État repose sur
l'intégration institutionnelle des rapports de pouvoir.
C'est dans ce champ des rapports de force qu'il faut tenter d'analyser les
mécanismes de pouvoir. Ainsi, on échappera à ce système Souverain-Loi qui a si longtemps

25
fasciné la pensée politique. Et, s'il est vrai que Machiavel fut un des rares - et c'était là
sans doute le scandale de son " cynisme " - à penser le pouvoir du Prince en termes de
rapports de force, peut-être faut-il faire un pas de plus, se passer du personnage du Prince,
et déchiffrer les mécanismes de pouvoir à partir d'une stratégie immanente aux rapports de
force.
Decíamos que el poder se ejerce a través de la relación tensa y múltiple entre
pedestales móviles, lo cual implica de manera obligada la existencia de resistencias, de
adversarios, de blancos, de soportes, que como puntos diseminados, se integran a las
relaciones poder; ninguna descripción de diagrama puede soslayar su presencia. En un
diagrama predisciplinario el cuerpo supliciado y crimen del que fue capaz -débil resistencia
por el lado del cuerpo, pero grandiosa por el lado del crimen- son el soporte para que el
poder del soberano inscriba sus marcas por medio del exceso, del que también es capaz,
todo su poder. Más allá del diagrama del que se trate –soberanía o disciplinario- siempre
encontramos un juego de fuerza y resistencia, y posibilidad de inversión de la relación. Lo
otro de una fuerza es otra fuerza, y su condición de posibilidad. El principe o los Titanes
como las mecánicas sin rostro ni luz sacan provecho de sus grandes o pequeños
adversarios. Es importante aprender esta lógica.
No hay red sin hilos transversales, no hay poder sin resistencia, la cual hace a su
cohesión y a su tornadiza tensión. No hay ejercicio de poder que no venga ligado a una
resistencia, la cual no está en posición de exterioridad, como el bárbaro en las puertas y
ventanas de la civilización. Todo relación de poder es de fuerzas y contrafuerzas. Plantear
un afuera o un adentro del poder implica desconocer la ralación que liga a todo un complejo
y que constituye su singularidad. Sólo un análisis jurídico del poder supondría un adentro
desde el momento en que supone un dominio de la ley, el soberano o el Estado bajo el cual
estaríamos sometidos. *(Trabajo en este momento sobre la relación de exterioridad en la que está
colocado el soberano de MaQuiavelo, según Foucault lo expone en el artículo sobre MQ y el nacimiento del
arte de gobernar; el paso de exterioridad a la interidad-inmanencia)
En relación a su ubicación y a su forma debemos decir, por un lado, que así como
no existe un centro del “gran poder”, tampoco lo hay de la “gran impugnación”; hay
resistencias locales e inmanentes. Por otro, que la resistencia no es la contrapartida
dislocada y siempre derrotada frente al poderoso, no se trata de la relación que opone al
débil excluido frente al fuerte titular del movimiento de entradas y salidas. La resistencia

26
constituye por su lado una fuerza28, y toda fuerza no podría dejar de ser, a la inversa, una
resistencia. Soponer o proponer una “resistencia pasiva” sería caer en una contradicción en
los términos. Por otra parte, los que así se presentan no hacen más que postular un
encunciado que expresa una voluntad política, la que habla del chantaje del derrotado, un
táctica destinada a conseguir una cierta posición moral, en oposición a la violencia que “los
fuertes” se ejercen contra ellos. ¿Hay que decir que es necesario releer la Genealogía de la
moral?
El análisis de éstas formas de resistencia efetivas y materiales, por oposición a los
proyecto teóricos- es una alternativa posible para el anaslisis general de las relación de
poder. Es una manera de abordarlas distinta, sería la descricpción de la contracara de
aquello que Foucault hizo en Vigilar y castigar. (Este punto específico es trabajado en capítulo
aparte; en esto estoy en este momento)
“Je voudrais suggérer ici une autre manière d'avancer vers une nouvelle économie
des relations de pouvoir, qui soit à la fois plus empirique, plus directement reliée à notre
situation présente, et qui implique davantage de rapports entre la théorie et la pratique. Ce
nouveau mode d'investigation consiste à prendre les formes de résistance aux différents
types de pouvoir comme point de départ. Ou, pour utiliser une autre métaphore, il consiste
à utiliser cette résistance comme un catalyseur chimique qui permet de mettre en
évidence les relations de pouvoir, de voir où elles s'inscrivent, de découvrir leurs points
d'application et les méthodes qu'elles utilisent. Plutôt que d'analyser le pouvoir du point
de vue de sa rationalité interne, il s'agit d'analyser les relations du pouvoir à travers
l'affrontement des stratégies.
(...) Quant aux relations de pouvoir, pour comprendre en quoi elles consistent, il
faudrait peut-être analyser les formes de résistance et les efforts déployés pour essayer de
dissocier ces relations.
Je proposerai, comme point de départ, de prendre une série d'oppositions qui se
sont développées ces quelques dernières années: l'opposition au pouvoir des hommes sur
les femmes, des parents sur leurs enfants, de la psychiatrie sur les malades mentaux, de la
médecine sur la population, de l'administration sur la manière dont les gens vivent.
Il ne suffit pas de dire que ces oppositions sont des luttes contre l'autorité; il faut
essayer de définir plus précisément ce qu'elles ont en commun.

27
1) Ce sont des luttes «transversales» ; je veux dire par là qu'elles ne se limitent pas
à un pays particulier. Bien sûr, certains pays favorisent leur développement, facilitent leur
extension, mais elles ne sont pas restreintes à un type particulier de gouvernement
politique ou économique.
2) Le but de ces luttes, c'est les effets de pouvoir en tant que tels. Par exemple, le
reproche qu'on fait à la profession médicale n'est pas d'abord d'être une entreprise à but
lucratif, mais d'exercer sans contrôle un pouvoir sur les corps, la santé des individus, leur
vie et leur mort.
3) Ce sont des luttes «immédiates», et ce pour deux raisons. D'abord, parce que les
gens critiquent les instances de pouvoir qui sont les plus proches d'eux, celles qui exercent
leur action sur les individus. Ils ne cherchent pas l' «ennemi numéro un», mais l'ennemi
immédiat. Ensuite, ils n'envisagent pas que la solution à leur problème puisse résider dans
un quelconque avenir (c'est-à-dire dans une promesse de libération, de révolution, dans la
fin du conflit des classes). Par rapport à une échelle théorique d'explication ou à l'ordre
révolutionnaire qui polarise l'historien, ce sont des luttes anarchiques.
Mais ce ne sont pas là leurs caractéristiques les plus originales. Leur spécificité se
définit plutôt comme suit
4) Ce sont des luttes qui mettent en question le statut de l'individu: d'un côté, elles
affirment le droit à la différence et soulignent tout ce qui peut rendre les individus
véritablement individuels. De l'autre, elles s'attaquent à tout ce qui peut isoler l'individu, le
couper des autres, scinder la vie communautaire, contraindre l'individu à se replier sur
lui-même et l'attacher à son identité propre.
Ces luttes ne sont pas exactement pour ou contre l' «individu», mais elles
s'opposent à ce qu'on pourrait appeler le «gouvernement par l'individualisation».
5) Elles opposent une résistance aux effets de pouvoir qui sont liés au savoir, à la
compétence et à la qualification. Elles luttent contre les privilèges du savoir. Mais elles
s'opposent aussi au mystère, à la déformation et à tout ce qu'il peut y avoir de mystificateur
dans les représentations qu'on impose aux gens.
Il n'y a rien de «scientiste» dans tout cela (c'est-à-dire aucune croyance
dogmatique en la valeur du savoir scientifique), mais il n'y a pas non plus de refus

28
sceptique ou relativiste de toute vérité attestée. Ce qui est mis en question, c'est la manière
dont le savoir circule et fonctionne, ses rapports au pouvoir. Bref, le régime du savoir.
6) Enfin, toutes les luttes actuelles tournent autour de la même question: qui
sommes-nous? Elles sont un refus de ces abstractions, un refus de la violence exercée par
l'État économique et idéologique qui ignore qui nous sommes individuellement, et aussi un
refus de l'inquisition scientifique ou administrative qui détermine notre identité.
Pour résumer, le principal objectif de ces luttes n'est pas tant de s'attaquer à telle
ou telle institution de pouvoir, ou groupe, ou classe, ou élite, qu'à une technique
particulière, une forme de pouvoir.
Cette forme de pouvoir s'exerce sur la vie quotidienne immédiate, qui classe les
individus en catégories, les désigne par leur individualité propre, les attache à leur
identité, leur impose une loi de vérité qu'il leur faut reconnaître et que les autres doivent
reconnaître en eux. C'est une forme de pouvoir qui transforme les individus en sujets. Il y a
deux sens au mot «sujet»: sujet soumis à l'autre par le contrôle et la dépendance, et sujet
attaché à sa propre identité par la conscience ou la connaissance de soi. Dans les deux
cas, ce mot suggère une forme de pouvoir qui subjugue et assujettit.
D'une manière générale, on peut dire qu'il y a trois types de luttes: celles qui
s'opposent aux formes de domination (ethniques, sociales et religieuses); celles qui
dénoncent les formes d'exploitation qui séparent l'individu de ce qu'il produit; et celles qui
combattent tout ce qui lie l'individu à lui-même et assure ainsi sa soumission aux autres
(luttes contre l'assujettissement, contre les diverses formes de subjectivité et de
soumission).”29

En definitiva, el análisis de estas resistencia locales, inmediatas, concretas,


materiales y cotidianas, es la contrapartida de un mismo análisis, pero ya no desde la
perspectiva de la articulación de su racionalidad y de su funcionamiento de acuerdo a esa
racionalidad, sino desde la perspectiva de las luchas que intentan desarticularlas y hacer
surgir una nueva racionalidad, de la pluralidad de sus mafiestaciones, de sus ataques
locales, de sus objetivos de corto alcance, pero de gran eficacia.

PRECAUCIONES METODOLÓGICAS

29
Estas consisderaciones básicas llevan a la formulación de cuatro precausiones, sin el
tono imperativo de las prescripciones, a ser tenidas en cuenta en toda investigación:
1) Regla de inamenencia:
Su enunciación sería la siguiente: “Entre techniques de savoir et stratégies de
pouvoir, nulle extériorité, même si elles ont leur rôle spécifique et quelles s'articulent l'une
sur l'autre, à partir de leur différence.” 30 La relación entre poder y saber no es de
oposición externa, el ejercicio del poder entraña la necesidad del surgimiento de cierto
saber, y, a la inversa, cierta forma de saber enuncia la especificidad de una tecnología de
poder.31 A pesar de su diferencia de naturaleza, su relación es de reciprocidad y cada uno
recae en el otro en virtud de necesidades que cada uno debe satisfacer en beneficio del otro.
A esto se refiere Foucault con “inmanencia”. Las relaciones de poder instituyen un objetivo
de aplicación, la relaciones de saber lo objetivan, lo hacen objeto fijo de esa relación,
constituyéndolo en un blanco preciso para el poder. La ciencias humanas 32 que han surgido
hacia fines del siglo XIX no pueden ser analizadas sin involucrar las relaciones de poder
que las han suscitado, y viceversa.33 “Le pouvoir, loin d'empêcher le savoir, le produit. Si
on a pu constituer un savoir sur le corps, c'est au travers d'un ensemble de disciplines
militaires et scolaires. C'est à partir d'un pouvoir sur le corps qu'un savoir physiologique,
organique était possible.”34
2) Regla de variaciones continuas:
Esta regla hace referencia al carácter histórico de las relaciones de poder y de las
relaciones de fuerza.35 “Otro poder, otro saber”36. El diagrama de las relaciones de poder y
la manera como el saber ha invadido los objetos no son más que recortes, paralizaciones
teóricas, del proceso de tranformación constante al que están sometidos. “La naissance des
sciences de l'homme? Elle est vraisemblablement à chercher dans ces archives de peu de
gloire où s'est élaboré le jeu moderne des coercitions sur les corps, les gestes, les
comportements.”37 Esta regla es la que permite hacer una genealogía del poder y una
arqueología del saber, ver la manera en que los hombres se han “gobernado” los unos a los
otros y como ciertos saberes han ido apareciendo y otros desapareciendo. No se trata de una
epistemología, de una lógica, ni aún de un progreso de la razón científica, sino de una
“genealogía”, de esa rara “historia” de los enfrentamientos, y de una arqueología que

30
muestra la emergencia de ciertos saberes, sobre un transforndo social, político y
económico. “-J'essaie d'analyser comment, au début des sociétés industrielles, s'est mis en
place un appareil punitif, un dispositif de tri entre les normaux et les anormaux. Il me
faudra ensuite faire l'histoire de ce qui s'est passé au XIXe siècle, montrer comment, à
travers une série d'offensives et de contre-offensives, d'effets et de contre-effets, on a pu
arriver à l'état actuel très complexe des forces et au profil contemporain de la bataille. La
cohérence ne résulte pas de la mise au jour d'un projet, mais de la logique des stratégies
qui s'opposent les unes aux autres. C'est dans l'étude des mécanismes de pouvoir qui ont
investi les corps, les gestes, les comportements qu'il faut édifier l'archéologie des sciences
humaines.”38
3) Regla del doble condicionamiento:
Existe según Foucault un estrategia de conjunto que conectan focos locales por
donde se dinamizan y materializa dicha estrategia. La relación entre las relaciones de poder
“tenues y precisas” y la estrategia general propia de un diagrama, no es de reproducción
mutua. El padre no sería un pequeño soberano de un pequeño Estado, la familia, ni
inversamente, el Estado no sería el gran padre de miles de hijos-subditos. El cantacto entre
estas dos relaciones diferenciadas es de apoyo, de soporte, de acoplamiento; relación
inmediata y de condición de posibilidad reciproca entre las operaciones locales y la
descripción de un única operación. No se trata de dos estructuras escindidas la una de la
otra, una micro y otra macro, cada una con su lógica. La estrategia es la misma operando en
diferentes dominios, su encadenamiento y su comunicación es lo que permite que se realice
con esa coherencia que nos permite hacer su retrato. Si el presidente de una república puede
enfrentar a sus gobernados de la manera que lo hace es porque es la continuación de la
manera en como lo hace una maestra frente a sus alumnos; no hay imitación, sino respuesta
funcional a la misma lógica inscripta en el diagrama. “...il faut plutôt penser au double
conditionnement d'une stratégie par la spécificité des tactiques possibles, et des tactiques
par l'enveloppe stratégique qui les fait fonctionner.”39
4) Regla de polivalencia táctica de los discursos:
Según esta regla los discursos deben ser entendidos como instrumentos de una
táctica ni uniforme ni estable, no como el instrumento inerte para expresión del
pensamiento del dominate o del dominado, sino como un instrumento que induce efectos de

31
poder. No hay quien detente el discurso como un arma personal de dominio, ni tampoco es
el Estado quien los elabora bajo la forma del saber. Se trata de establecer en ellos y a través
de ellos el lugar que ocupan según una táctica determinada en las relaciones de fuerza en
las cuales operan: hay que establecer que posición ocupa quien lo pronuncia, y el contexto
institucional al fondo de la enunciación, qué cosas dice y qué cosas oculta, cuál es el estado
de poder quiere instituir mediante ciertos enunciados expresados como permitidos y
enunciados silenciados como prohibidos. No hay el Discurso por encima de algo que sería
el ruido, como no hay el Poder por encima de la debilidad permenente. Hay “los” discusos
y “los” poderes.
No hay unos que hablan y otros que callan, el discurso circula de un punto a otro de
acuerdo a la estrategia en la cual esté involucrado. Es por eso que el discurso puede inducir
a ciertos estados de poder, a un cierto dominio, pero también puede bloquearlo, eliminarlo.
El discurso, como el poder, no se posee, funciona como instrumento dentro de las
relaciones de fuerza, y las moviliza, impone cierto estado. La voluntad táctica y agónica del
sofista operando en el flujo de los discursos que corren en un dominio político. De acuedo a
este punto de vista, el análisis de los discursos debe estar referido hacia su productividad
táctica (sus efectos) y a su integración estratégica (en qué relación de fuerza específica y
qué momento preciso se instalan para conquistar un endurecimiento determinado en el
movimiento de ese enfrentamiento.)

Conclusión

Finalmente, el análisis del poder a) no debe hacerse de acuerdo al punto de vista de


la ley que lo representaría (poder formal e inmaterial propio de análisis jurídico), sino a los
objetivos políticos, sociales y económicos que persigue y a los resultados de su eficacia
efectiva; b) abandonar la oposición prohibido - permitido propia del análisis jurídico, por el
análisis de su operatividad a partir de su positividad estratégica; c) Rechazar los análisis del
poder que lo ubican bajo el dominio de una figura central, el soberano, y adoptar un análisis
que tenga el cuenta un campo en el cual funcionan multiples relaciones de fuerzas que
tienden hacia un efecto o estado evanescente de endurecimiento coyuntural y nunca a un

32
efecto de dominación estable y permanente, que eliminaría por completo la resistencia, y
con ella la condición de posibilidad del ejercicio del poder.
Se trata, finalmente, de analizar el poder sin ocultarlo, sin eliminarlo, sino de ajustar
descripciones cada más precisas y móviles. Foucault no describió el funcionamiento del
poder utilizando la imagen de la red para indicar nuentro encierro e imposibilidad para una
acción modificadora. Mucho menos si desmintío la “necesidad” como exigencia filosófica
de los procesos históricos. Antes bien mostró su contingencia, sus transformaciones... su
posibilidad de transformación. Sus análisis no terminaron diciendo simplemente que
nuestro régimen de poder es disciplianrio sin más, sino que comenzaron con la pregunta:
¿es posible ejercer el poder de una manera no disciplinaria? Con ello se impuso la tarea de
descifrar sus jeroglíficos para avanzar hacia pautas para la acción. La genealogía, y su
método, la arqueología, nunca han dejado reconocer su carácter estratégico, y sus objetivos:
la transformación.

33
1
Dits et écrits I, 58, pag, 674-675.
2
Cfr. Dits et écrits I, 58, «Réponse à une question», Esprit, no 371, mai 1968, pp. 850-874.
3
Dits et écrits I, 58, «Réponse à une question», Esprit, no 371, mai 1968, pp. 850-874.
4
Cfr. Nietzsche, la genealogía y la historia.
5
Cfr. Dits et écrits I, 58, «Réponse à une question», Esprit, no 371, mai 1968, pp. 850-874.
6
Cfr. Histoire de la sexualité 2. L’usage des plaisirs (1984), pag, 10.
7
Cfr. «The Subject and Power» («Le sujet et le pouvoir»; trad. F. Durand-Bogaert), in Dreyfus (H.) et Rabinow (P.),
Michel Foucault: Beyond Structuralism and Hermeneutics, Chicago, The University of Chicago Press, 1982, pp. 208-226.
8
Cfr. Cfr. Dits et écrits I, 58, «Réponse à une question», Esprit, no 371, mai 1968, pp. 850-874. En donde Foucault a partir
de unas preguntas que se le formularan acerca del carácter aparentemente reaccionario de su trabajo da cuenta de la rol
político del intelectual. La respuesta fue extensa y clarificadora de su trabajo. Foucault se presenta como alguien que trabaja
en la inversión de los puntos de partida, de los métodos, de los objetos, de los instrumentos de análisis, de los conceptos, de
las pretensiones, de la posición del pensador frente a sí mismo; cómo alguien que viene a traicionar tradiciones. Lo cual y de
manera más sistemática y detenida ya había hecho en L’archéologie du savoir (1969) La respuesta no fue menos irónica, en
definitiva: ¿qué ha tenido de progresista lo que hasta el momento se vino haciendo?
Es bueno recordar las palabras de Foucault en la introducción a la segunda parte de la Histoire de la sexualité: “Se trata de
la curiosidad, esa única especie de curiosidad, por lo demás, que vale la pena de practicar con cierta obstinación: no la
que busca asimilar lo que conviene conocer, sino lo que permite alejarse de uno mismo. ¿Qué valdría el encarnizamiento
del saber si sólo hubiera de asegurar la adquisición de conocimiento y no, en cierto modo y hasta donde se puede, el
extravío del que conoce? Hay momentos en la vida en los que la cuestión de saber si se puede pensar distinto de cómo se
piensa y percibir distinto de cómo se ve es indispensable para seguir contemplando o reflexionando. Quizá se me diga que
estos juegos con uno mismo deben quedar entre bastidores, y que, en el mejor de los casos, forman parte de esos trabajos
de preparación que se desvanecen por sí solos cuando han logrado sus efectos. Pero ¿qué es la filosofía hoy –quiero decir
la actividad filosófica- sino el trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo? ¿Y si no consiste, en vez de legitimar lo que
ya se sabe, en emprender el saber cómo y hasta dónde sería posible pensar distinto? Siempre hay algo de irrisorio en el
discurso filosófico cuando, desde el exterior, ordenar a los demás, decirles dónde está su verdad y cómo encontrarla, o
cuando se siente con fuerza para instruirles proceso con positividad ingenua; pero es su derecho explorar lo que, en su
propio pensamiento, puede ser cambiado mediante el ejercicio que hace de un saber que le es extraño. El “ensayo” –que
hay que entender como prueba modificadora de sí mismo en el juego de la verdad y no como apropiación simplificadora
del otro con fines de comunicación- es el cuerpo vivo de la filosofía, si por lo menos ésta es todavía hoy lo que fue, es decir
una “ascesis”, un ejercicio de sí, en el pensamiento.”
9
Cfr. Gilles Deleuze, Foucault, México, Piados,1987, pág. 100.
10
Cfr. Gilles Deleuze, Op. cit, pág. 101.
11
Cfr. Gilles Deleuze, Idem.
12
Ernst Jünger, La emboscadura, Barcelona, Tusquets, 1988, pág. 81.
13
Cfr. «L'éthique du souci de soi comme pratique de la liberté» (entretien avec H. Becker, R. Fornet-Betancourt, A. Gomez-
Müller, 20 janvier 1984), Concordia. Revista internacional de filosofia, no 6, juillet-décembre 1984, pp. 99-116. (Hay
versión castellana en Hermeneútica del sujeto, La Plata, Altamira, 1996.)
14
Cfr. «Il faut défendre la société» (1975-1976), Cours du 7 janvier 1976 - Cours du 14 janvier 1976, passim.
15
Cfr. «Il faut défendre la société» (1975-1976), Cours du 21 janvier 1976, pag, 50.
16
Ernst Jünger, Op. cit., pág. 72.
17
Gilles Deleuze, op.cit. pág. 99.
18
“-Il faut d'abord écarter une thèse très répandue selon laquelle le pouvoir dans nos sociétés bourgeoises et capitalistes
aurait nié la réalité du corps au profit de l'âme, de la conscience, de l'idéalité. En effet, rien n'est plus matériel, rien n'est
plus physique, plus corporel que l'exercice du pouvoir...” Dits et écrits II, pag. 756. «Pouvoir et corps», Quel corps?, no 2,
septembre-octobre 1975, pp. 2-5. (Entretien de juin 1975.)
19
Surveiller et Punir – Naissance de la prison (1975), pag. 31-35: Mais on peut sans doute retenir ce thème général que,
dans nos sociétés, les systèmes punitifs sont à replacer dans une certaine "économie politique" du corps: même s'ils ne font
pas appel à des châtiments violents ou sanglants, même lorsqu'ils utilisent les méthodes "douces" qui enferment ou
corrigent, c'est bien toujours du corps qu'il s'agit - du corps et de ses forces, de leur utilité et de leur docilité, de leur
répartition et de leur soumission. Il est légitime à coup sûr de faire une histoire des châtiments sur fond des idées morales ou
des structures juridiques. Mais peut-on la faire sur fond d'une histoire des corps, dès lors qu'ils prétendent ne plus viser
comme objectif que l'âme secrète des criminels?
L'histoire du corps, les historiens l'ont entamée depuis longtemps. Ils ont étudié le corps dans le champ d'une
démographie ou d'une pathologie historiques; ils l'ont envisagé comme siège de besoins et d'appétits, comme lieu de
processus physiologiques et de métabolismes, comme cibles d'attaques microbiennes ou virales: ils ont montré jusqu'à quel
point les processus historiques étaient impliqués dans ce qui pouvait passer pour le socle purement biologique de
l'existence; et quelle place il fallait accorder dans l'histoire des sociétés à des "événements" biologiques comme la
circulation des bacilles, ou l'allongement de la durée de la vie 1. Mais le corps est aussi directement plongé dans un champ
politique; les rapports de pouvoir opèrent sur lui une prise immédiate; ils l'investissent, le marquent, le dressent, le
supplicient, l'astreignent à des travaux, l'obligent à des cérémonies, exigent de lui des signes. Cet investissement politique
du corps est lié, selon des relations complexes et réciproques, à son utilisation économique; c'est, pour une bonne part,
comme force de production que le corps est investi de rapports de pouvoir et de domination; mais en retour sa constitution
comme force de travail n'est possible que s'il est pris dans un système d'assujettissement (où le besoin est aussi un
instrument politique soigneusement aménagé, calculé et utilisé); le corps ne devient force utile que s'il est à la fois corps
productif et corps assujetti. Cet assujettissement n'est pas obtenu par les seuls instruments soit de la violence soit de
l'idéologie; il peut très bien être direct, physique, jouer de la force contre la force, porter sur des éléments matériels, et
pourtant ne pas être violent; il peut être calculé, organisé, techniquement réfléchi, il peut être subtil, ne faire usage ni des
armes ni de la terreur, et pourtant rester de l'ordre physique. C'est-à-dire qu'il peut y avoir un "savoir" du corps qui n'est pas
exactement la science de son fonctionnement, et une maîtrise de ses forces qui est plus que la capacité de les vaincre: ce
savoir et cette maîtrise constituent ce qu'on pourrait appeler la technologie politique du corps. Bien sûr, cette technologie est
diffuse, rarement formulée en discours continus et systématiques; elle se compose souvent de pièces et de morceaux; elle
met en couvre un outillage ou des procédés disparates. Elle n'est le plus souvent, malgré la cohérence de ses résultats,
qu'une instrumentation multiforme. De plus on ne saurait la localiser ni dans un type défini d'institution, ni dans un appareil
étatique. Ceux-ci ont recours à elle; ils utilisent, valorisent ou imposent certains de ses procédés. Mais elle-même dans ses
mécanismes et ses effets se situe à un niveau tout autre. Il s'agit en quelque sorte d'une microphysique du pouvoir que les
appareils et les institutions mettent en jeu, mais dont le champ de validité se place en quelque sorte entre ces grands
fonctionnements et les corps eux-mêmes avec leur matérialité et leurs forces.
Or l'étude de cette microphysique suppose que le pouvoir qui s'y exerce ne soit pas conçu comme une propriété,
mais comme une stratégie, que ses effets de domination ne soient pas attribués à une "appropriation", mais à des
dispositions, à des manoeuvres, à des tactiques, à des techniques, à des fonctionnements; qu'on déchiffre en lui plutôt un
réseau de relations toujours tendues, toujours en activité plutôt qu'un privilège qu'on pourrait détenir; qu'on lui donne pour
modèle la bataille perpétuelle plutôt que le contrat qui opère une cession ou la conquête qui s'empare d'un domaine. Il faut
en somme admettre que ce pouvoir s'exerce plutôt qu'il ne se possède, qu'il n'est pas le "privilège" acquis ou conservé de la
classe dominante, mais l'effet d'ensemble de ses positions stratégiques - effet que manifeste et parfois reconduit la position
de ceux qui sont dominés. Ce pouvoir d'autre part ne s'applique pas purement et simplement, comme une obligation ou une
interdiction, à ceux qui "ne l'ont pas"; il les investit, passe par eux et à travers eux; il prend appui sur eux, tout comme eux-
mêmes, dans leur lutte contre lui, prennent appui à leur tour sur les prises qu'il exerce sur eux. Ce qui veut dire que ces
relations descendent loin dans l'épaisseur de la société, qu'elles ne se localisent pas dans les relations de l'État aux citoyens
ou à la frontière des classes et qu'elles ne se contentent pas de reproduire au niveau des individus, des corps, des gestes et
des comportements, la forme générale de la loi ou du gouvernement; que s'il y a continuité (elles s'articulent bien en effet
sur cette forme selon toute une série de rouages complexes), il n'y a pas analogie ni homologie, mais spécificité de
mécanisme et de modalité. Enfin elles ne sont pas univoques; elles définissent des points innombrables d'affrontement, des
foyers d'instabilité dont chacun comporte ses risques de conflit, de luttes, et d'inversion au moins transitoire des rapports de
forces. Le renversement de ces "micropouvoirs" n'obéit donc pas à la loi du tout ou rien; il n'est pas acquis une fois pour
toutes par un nouveau contrôle des appareils ni par un nouveau fonctionnement ou une destruction des institutions; en
revanche aucun de ses épisodes localisés ne peut s'inscrire dans l'histoire sinon par les effets qu'il induit sur tout le réseau où
il est pris.
Peut-être faut-il aussi renoncer à toute une tradition qui laisse imaginer qu'il ne peut y avoir de savoir que là où sont
suspendues les relations de pouvoir et que le savoir ne peut se développer que hors de ses injonctions, de ses exigences et de
ses intérêts. Peut-être faut-il renoncer à croire que le pouvoir rend fou et qu'en retour la renonciation au pouvoir est une des
conditions auxquelles on peut devenir savant. Il faut plutôt admettre que le pouvoir produit du savoir (et pas simplement en
le favorisant parce qu'il le sert ou en l'appliquant parce qu'il est utile); que pouvoir et savoir s'impliquent directement l'un
l'autre; qu'il n'y a pas de relation de pouvoir sans constitution corrélative d'un champ de savoir, ni de savoir qui ne suppose
et ne constitue en même temps des relations de pouvoir. Ces rapports de "pouvoir-savoir" ne sont donc pas à analyser à
partir d'un sujet de connaissance qui serait libre ou non par rapport au système du pouvoir; mais il faut considérer au
contraire que le sujet qui connaît, les objets à connaître et les modalités de connaissance sont autant d'effets de ces
implications fondamentales du pouvoir-savoir et de leurs transformations historiques. En bref, ce n'est pas l'activité du sujet
de connaissance qui produirait un savoir, utile ou rétif au pouvoir, mais le pouvoir-savoir, les processus et les luttes qui le
traversent et dont il est constitué, qui déterminent les formes et les domaines possibles de la connaissance.
Analyser l'investissement politique du corps et la microphysique du pouvoir suppose donc qu'on renonce - en ce
qui concerne le pouvoir - à l'opposition violence-idéologie, à la métaphore de la propriété, au modèle du contrat ou à celui
de la conquête; en ce qui concerne le savoir, qu'on renonce à l'opposition de ce qui est "intéressé" et de ce qui est
"désintéressé", au modèle de la connaissance et au primat du sujet. En prêtant au mot un sens différent de celui que lui
donnaient au XVIIe siècle Petty et ses contemporains, on pourrait rêver d'une "anatomie" politique. Ce ne serait pas l'étude
d'un État pris comme un "corps" (avec ses éléments, ses ressources et ses forces) mais ce ne serait pas non plus l'étude du
corps et de ses entours pris comme un petit État. On y traiterait du "corps politique" comme ensemble des éléments
matériels et des techniques qui servent d'armes, de relais, de voies de communication et de points d'appui aux relations de
pouvoir et de savoir qui investissent les corps humains et les assujettissent en en faisant des objets de savoir.
Il s'agit de replacer les techniques punitives - qu'elles s'emparent du corps dans le rituel des supplices ou qu'elles
s'adressent à l'âme - dans l'histoire de ce corps politique. Prendre les pratiques pénales moins comme une conséquence des
théories juridiques que comme un chapitre de l'anatomie politique.
Kantorowitz 1 a donné autrefois du "corps du roi" une analyse remarquable: corps double selon la théologie
juridique formée au Moyen Age, puisqu'il comporte outre l'élément transitoire qui naît et meurt, un autre qui, lui, demeure à
travers le temps et se maintient comme le support physique et pourtant intangible du royaume; autour de cette dualité, qui
fut, à l'origine, proche du modèle christologique, s'organisent une iconographie, une théorie politique de la monarchie, des
mécanismes juridiques distinguant et liant à la fois la personne du roi et les exigences de la Couronne, et tout un rituel qui
trouve dans le couronnement, les funérailles, les cérémonies de soumission, ses temps les plus forts. A l'autre pôle on
pourrait imaginer de placer le corps du condamné; il a lui aussi son statut juridique; il suscite son cérémonial et il appelle
tout un discours théorique, non point pour fonder le "plus de pouvoir" qui affectait la personne du souverain, mais pour
coder le "moins de pouvoir y dont sont marqués ceux qu'on soumet à une punition. Dans la région la plus sombre du champ
politique, le condamné dessine la figure symétrique et inversée du roi. Il faudrait analyser ce qu'on pourrait appeler en
hommage à Kantorowitz le "moindre corps du condamné".
Si le supplément de pouvoir du côté du roi provoque le dédoublement de son corps, le pouvoir excédentaire qui
s'exerce sur le corps soumis du condamné n'a-t-il pas suscité un autre type de dédoublement? Celui d'un incorporel, d'une
"âme" comme disait Mably. L'histoire de cette "microphysique" du pouvoir punitif serait alors une généalogie ou une pièce
pour une généalogie de l'"âme" moderne. Plutôt que de voir en cette âme les restes réactivés d'une idéologie, on y
reconnaîtrait plutôt le corrélatif actuel d'une certaine technologie du pouvoir sur le corps. Il ne faudrait pas dire que l'âme est
une illusion, ou un effet idéologique. Mais bien qu'elle existe, qu'elle a une réalité, qu'elle est produite en permanence,
autour, à la surface, à l'intérieur du corps par le fonctionnement d'un pouvoir qui s'exerce sur ceux qu'on punit - d'une façon
plus générale sur ceux qu'on surveille, qu'on dresse et corrige, sur les fous, les enfants, les écoliers, les colonisés, sur ceux
qu'on fixe à un appareil de production et qu'on contrôle tout au long de leur existence. Réalité historique de cette âme, qui à
la différence de l'âme représentée par la théologie chrétienne, ne naît pas fautive et punissable, mais naît plutôt de
procédures de punition, de surveillance, de châtiment et de contrainte. Cette âme réelle, et incorporelle, n'est point
substance; elle est l'élément où s'articulent les effets d'un certain type de pouvoir et la référence d'un savoir, l'engrenage par
lequel les relations de pouvoir donnent lieu à un savoir possible, et le savoir reconduit et renforce les effets de pouvoir. Sur
cette réalité-référence, on a bâti des concepts divers et on a découpé des domaines d'analyse: psyché, subjectivité,
personnalité, conscience, etc.; sur elle on a édifié des techniques et des discours scientifiques; à partir d'elle, on a fait -valoir
les revendications morales de l'humanisme. Mais il ne faut pas s'y tromper: on n'a pas substitué à l'âme, illusion des
théologiens, un homme réel, objet de savoir, de réflexion philosophique ou d'intervention technique. L'homme dont on nous
parle et qu'on invite à libérer est déjà en lui-même l'effet d'un assujettissement bien plus profond que lui. Une "âme" l'habite
et le porte à l'existence, qui est elle-même une pièce dans la maîtrise que le pouvoir exerce sur le corps. L'âme, effet et
instrument d'une anatomie politique; l'âme, prison du corps.
Que les punitions en général et que la prison relèvent d'une technologie politique du corps, c'est peut-être moins
l'histoire qui me l'a enseigné que le présent. Au cours de ces dernières années, des révoltes de prison se sont produites un
peu partout dans le monde. Leurs objectifs, leurs mots d'ordre, leur déroulement avaient à coup sûr quelque chose de
paradoxal. C'étaient des révoltes contre toute une misère physique qui date de plus d'un siècle: contre le froid, contre
l'étouffement et l'entassement, contre des murs vétustes, contre la faim, contre les coups. Mais c'étaient aussi des révoltes
contre les prisons modèles, contre les tranquillisants, contre l'isolement, contre le service médical ou éducatif. Révoltes dont
les objectifs n'étaient que matériel? Révoltes contradictoires, contre la déchéance, mais contre le confort, contre les
gardiens, mais contre les psychiatres? En fait c'était bien des corps et de choses matérielles qu'il était question dans tous ces
mouvements, comme il en est question dans ces innombrables discours que la prison a produits depuis le début du XIXe
siècle. Ce qui a porté ces discours et ces révoltes, ces souvenirs et ces invectives, ce sont bien ces petites, ces infimes
matérialités. Libre à qui voudra de n'y voir que des revendications aveugles ou d'y soupçonner des stratégies étrangères. Il
s'agissait bien d'une révolte, au niveau des corps, contre le corps même de la prison. Ce qui était en jeu, ce n'était pas le
cadre trop fruste ou trop aseptique, trop rudimentaire ou trop perfectionné de la prison, c'était sa matérialité dans la mesure
où elle est instrument et vecteur de pouvoir; c'était toute cette technologie du pouvoir sur le corps, que la technologie de
l'"âme" - celle des éducateurs, des psychologues et des psychiatres - ne parvient ni à masquer ni à compenser, pour la bonne
raison qu'elle n'en est qu'un des outils. C'est de cette prison, avec tous les investissements politiques du corps qu'elle
rassemble dans son architecture fermée que je voudrais faire l'histoire. Par un pur anachronisme? Non, si on entend par là
faire l'histoire du passé dans les termes du présent. Oui, si on entend par là faire l'histoire du présent.
20
Surveiller et Punir – Naissance de la prison (1975), pag. 140-143: Pas question de faire ici l'histoire des différentes
institutions disciplinaires, dans ce qu'elles peuvent avoir chacune de singulier. Mais de repérer seulement sur une série
d'exemples quelques-unes des techniques essentielles qui se sont, de l'une à l'autre, généralisées le plus facilement.
Techniques minutieuses toujours, souvent infimes, mais qui ont leur importance: puisqu'elles définissent un certain mode
d'investissement politique et détaillé du corps, une nouvelle "microphysique" du pouvoir; et puisqu'elles n'ont pas cessé,
depuis le XVIIe siècle, de gagner des domaines de plus en plus larges, comme si elles tendaient à couvrir le corps social tout
entier. Petites ruses dotées d'un grand pouvoir de diffusion, aménagements subtils, d'apparence innocente, mais
profondément soupçonneux, dispositifs qui obéissent à d'inavouables économies, ou qui poursuivent des coercitions sans
grandeur, ce sont eux pourtant qui ont porté la mutation du régime punitif, au seuil de l'époque contemporaine. Les décrire
impliquera le piétinement du détail et l'attention aux minuties: sous les moindres figures, chercher non pas un sens, mais une
précaution; les replacer non seulement dans la solidarité d'un fonctionnement, mais dans la cohérence d'une tactique. Ruses,
moins de la grande raison qui travaille jusque dans son sommeil et donne du sens à l'insignifiant, que de l'attentive
"malveillance" qui fait son grain de tout. La discipline est une anatomie politique du détail.
Pour avertir les impatiences, rappelons le maréchal de Saxe: "Quoique ceux qui s'occupent des détails passent pour
des gens bornés, il me paraît pourtant que cette partie est essentielle, parce qu'elle est le fondement, et qu'il est impossible de
faire aucun édifice ni d'établir aucune méthode sans en avoir les principes. Il ne suffit pas d'avoir le goût de l'architecture. Il
faut savoir la coupe des pierres 1." De cette "coupe des pierres", il y aurait toute une histoire à écrire - histoire de la
rationalisation utilitaire du détail dans la comptabilité morale et le contrôle politique. L'âge classique ne l'a pas inaugurée; il
l'a accélérée, en a changé l'échelle, lui a donné des instruments précis, et peut-être lui a-t-il trouvé quelques échos dans le
calcul de l'infiniment petit ou dans la description des caractères les plus ténus des êtres naturels. En tout cas, le "détail" était
depuis longtemps déjà une catégorie de la théologie et de l'ascétisme: tout détail est important, puisque au regard de Dieu,
nulle immensité n'est plus grande qu'un détail, mais qu'il n'est rien d'assez petit pour n'avoir pas été voulu par une de ses
volontés singulières. Dans cette grande tradition de l'éminence du détail viendront se loger, sans difficulté, toutes les
méticulosités de l'éducation chrétienne, de la pédagogie scolaire ou militaire, de toutes les formes finalement de dressage.
Pour l'homme discipliné, comme pour le vrai croyant, nul détail n'est indifférent, mais moins par le sens qui s'y cache que
par la prise qu'y trouve le pouvoir qui veut le saisir. Caractéristique, ce grand hymne aux "petites choses" et à leur éternelle
importance, chanté par Jean-Baptiste de La Salle, dans son Traité sur les obligations des frères des Écoles chrétiennes. La
mystique du quotidien y rejoint la discipline du minuscule. "Combien il est dangereux de négliger les petites choses. C'est
une réflexion bien consolante pour une âme comme la mienne, peu propre aux grandes actions, de penser que la fidélité aux
petites choses peut, par un progrès insensible, nous élever à la sainteté la plus éminente: parce que les petites choses
disposent aux grandes... Petites choses, dira-t-on, hélas, mon Dieu, que pouvons-nous faire de grand pour vous, créatures
faibles et mortelles que nous sommes. Petites choses; si les grandes se présentent, les pratiquerions-nous? Ne les croirions-
nous pas au-dessus de nos forces? Petites choses; et si Dieu les agrée et veut bien les recevoir comme grandes? Petites
choses; l'a-t-on éprouvé? en juge-t-on d'après l'expérience? Petites choses; on est donc bien coupable, si les regardant
comme telles, on s'y refuse? Petites choses; ce sont elles cependant, qui à la longue ont formé de grands saints! Oui, petites
choses; mais grands mobiles, grands sentiments, grande ferveur, grande ardeur, et en conséquence grands mérites, grands
trésors, grandes récompenses 1." La minutie des règlements, le regard vétilleux des inspections, la mise sous contrôle des
moindres parcelles de la vie et du corps donneront bientôt, dans le cadre de l'école, de la caserne, de l'hôpital ou de l'atelier,
un contenu laïcisé, une rationalité économique ou technique à ce calcul mystique de l'infime et de l'infini. Et une Histoire du
Détail au XVIIIe siècle, placée sous le signe de Jean-Baptiste de La Salle, frôlant Leibniz et Buffon, passant par Frédéric II,
traversant la pédagogie, la médecine, la tactique militaire, et l'économie, devrait aboutir à l'homme qui avait rêvé, à la fin du
siècle, d'être un nouveau Newton, non plus celui des immensités du ciel ou des masses planétaires, mais des "petits corps",
des petits mouvements, des petites actions; à l'homme qui répondit à Monge ("Il n'y avait qu'un monde à découvrir"):
"Qu'ai-je là entendu? Mais le monde des détails, qui a jamais songé à cet autre, à celui-là? Moi, dès l'âge de quinze ans, j'y
croyais. Je m'en suis occupé alors, et ce souvenir vit en moi, comme une idée fixe à ne m'abandonner jamais... Cet autre
monde, c'est le plus important de tous que je m'étais flatté de découvrir: d'y penser, j'en ai mal à l'âme 2." Il ne l'a pas
découvert; mais on sait bien qu'il a entrepris de l'organiser; et qu'il a voulu aménager tout autour de lui un dispositif de
pouvoir qui lui permette de percevoir jusqu'au plus petit événement de l'État qu'il gouvernait; il entendait, par la rigoureuse
discipline qu'il faisait régner, "embrasser l'ensemble de cette vaste machine sans néanmoins que le moindre détail puisse lui
échapper".
Une observation minutieuse du détail, et en même temps une prise en compte politique de ces petites choses, pour
le contrôle et l'utilisation des hommes, montent à travers l'âge classique, portant avec elles tout un ensemble de techniques,
tout un corpus de procédés et de savoir, de descriptions, de recettes et de données. Et de ces vétilles, sans doute, est né
l'homme de l'humanisme moderne.
21
“...l'une des premières choses à comprendre, c'est que le pouvoir n'est pas localisé dans l'appareil d'État et que rien ne
sera changé dans la société si les mécanismes de pouvoir qui fonctionnent en dehors des appareils d'État, au-dessous d'eux,
à côté d'eux, à un niveau beaucoup plus infime, quotidien, ne sont pas modifiés.” Dits et écrits II, pag. 758. «Pouvoir et
corps», Quel corps?, no 2, septembre-octobre 1975, pp. 2-5. (Entretien de juin 1975.)
22
Surveiller et Punir – Naissance de la prison (1975), pag. 235.
23
Cfr. «The Subject and Power», op.cit. pag., 224.
24
Surveiller et Punir – Naissance de la prison (1975), pag. 174
25
Surveiller et Punir – Naissance de la prison (1975), pag. 207.
26
Surveiller et Punir – Naissance de la prison (1975), pag. 209.
27
“[El diagrama]... es una emisión, una distribución de singularidades. A la vez locales, inestables y difusas, las relaciones
de poder no emanan de un punto central o de un núcleo único de soberanía, sino que constantemente van “de un punto a
otro” en un campo de fuerzas, señalando inflexiones, retrocesos, inversiones, giros, cambios de dirección, resistencias.”
Gilles Deleuze, Foucault, op. cit.
28
“Un ejercicio de poder aparece como un afecto, puesto que la propia fuerza se define por su poder de afectar a otras.
Incitar, suscitar, producir (...) constituyen afectos activos, y ser incitado, ser suscitado, ser obligado a producir, tener un
efecto ´útil´, constituyen afectos reactivos. Éstos no son simplemente ´la consecuencia´ o el ´reverso pasivo´de aquéllos,
sino más bien el ´irreductible opuesto´, sobre todo si se considera que la fuerza afectada no deja de tener una capacidad de
resistencia.” Gilles Deleuze, op.cit. pág. 100.
29
Cfr. «The Subject and Power», op.cit. pag., 225-227.
30
Histoire de la sexualité 1. La volonté de savoir (1976), pag. 130.
31
“...ce moment où les sciences de l'homme sont devenues possibles, c'est celui où furent mises en oeuvre une nouvelle
technologie du pouvoir et une autre anatomie politique du corps.” Surveiller et Punir – Naissance de la prison (1975),
pags. 195.
32
“La psychanalyse, dans certaines de ses performances, a des effets qui rentrent dans le cadre du contrôle et de la
normalisation.
Elle retrouve, d'ailleurs, l'une des conditions de son émergence: le grand effort de mise en discipline et de normalisation
poursuivi par le XIXe siècle. Freud le savait bien. En fait de normalisation, il avait conscience d'être plus fort que les
autres. Alors qu'est-ce que c'est que cette pudeur sacralisante qui consiste à dire que la psychanalyse n'a rien à voir avec la
normalisation?” Dits et écrits II, pag. 758. «Pouvoir et corps», Quel corps?, no 2, septembre-octobre 1975, pp. 2-5.
(Entretien de juin 1975.)
33
“Or j'ai l'impression qu'il existe, j'ai essayé de faire apparaître, une perpétuelle articulation du pouvoir sur le savoir et
du savoir sur le pouvoir. Il ne faut pas se contenter de dire que le pouvoir a besoin de telle ou telle découverte, de telle ou
telle forme de savoir, mais qu'exercer le pouvoir crée des objets de savoir, les fait émerger, accumule des informations, les
utilise. On ne peut rien comprendre au savoir économique si l'on ne sait pas comment s'exerçait, dans sa quotidienneté, le
pouvoir, et le pouvoir économique. L'exercice du pouvoir crée perpétuellement du savoir et inversement, le savoir entraîne
des effets de pouvoir. Le mandarinat universitaire n'est que la forme la plus visible, la plus sclérosée, et la moins
dangereuse, de cette évidence. Il faut être bien naïf pour s'imaginer que c'est dans le mandarin universitaire que culminent
les effets de pouvoir lié au savoir. Ils sont, ailleurs, autrement diffus, ancrés, dangereux que dans le personnage du vieux
prof.
L'humanisme moderne se trompe donc en établissant ce partage entre savoir et pouvoir. Ils sont intégrés, et il ne s'agit pas
de rêver d'un moment où le savoir ne dépendrait plus du pouvoir, ce qui est une manière de reconduire sous forme utopique
le même humanisme. Il n'est pas possible que le pouvoir s'exerce sans savoir, il n'est pas possible que le savoir n'engendre
pas de pouvoir. «Libérons la recherche scientifique des exigences du capitalisme monopolistique» : c'est peut-être un
excellent slogan, mais ça ne sera jamais qu'un slogan.” Dits et écrits II, pag. 752. «Entretien sur la prison: le livre et sa
méthode» (entretien avec J.- J. Brochier), Magazine littéraire, no 101, juin 1975, pp. 27-33.
34
Dits et écrits II, pag. 757. «Pouvoir et corps», Quel corps?, no 2, septembre-octobre 1975, pp. 2-5. (Entretien de juin
1975).
35
“En somme, essayer d'étudier la métamorphose des méthodes punitives à partir d'une technologie politique du corps où
pourrait se lire une histoire commune des rapports de pouvoir et des relations d'objet. De sorte que par l'analyse de la
douceur pénale comme technique de pouvoir, on pourrait comprendre à la fois comment l'homme, l'âme, l'individu normal
ou anormal sont venus doubler le crime comme objets de l'intervention pénale; et de quelle manière un mode spécifique
d'assujettissement a pu donner naissance à l'homme comme objet de savoir pour un discours à statut "scientifique".”
Surveiller et Punir – Naissance de la prison (1975), pags. 28-29.
36
“Ces sciences dont notre "humanité" s'enchante depuis plus d'un siècle ont leur matrice technique dans la minutie
tatillonne et méchante des disciplines et de leurs investigations. Celles-ci sont peut-être à la psychologie, à la psychiatrie, à
la pédagogie, à la criminologie, et à tant d'autres étranges connaissances, ce que le terrible pouvoir d'enquête fut au savoir
calme des animaux, des plantes ou de la terre. Autre pouvoir, autre savoir.” Surveiller et Punir – Naissance de la prison
(1975), pags. 227.
37
Surveiller et Punir – Naissance de la prison (1975), pags. 193.
38
Dits et écrits II, pag. 759. «Pouvoir et corps», Quel corps?, no 2, septembre-octobre 1975, pp. 2-5. (Entretien de juin
1975.)
39
Histoire de la sexualité 1. La volonté de savoir (1976), pag. 132.

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